Las cerámicas finas -alcarrazas blancas- de Sevilla en la Edad Moderna: la expresión barroca de una tradición almohade

June 13, 2017 | Autor: Fernando Amores | Categoría: Medieval ceramics (Archaeology), Arqueología histórica, Arqueología Post-medieval, Sevilla
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Descripción

Estudios de Prehistoria y Arqueología en homenaje a

Pilar Acosta Martínez

Rosario Cruz-Auñón Briones Eduardo Ferrer Albelda (coordinadores)

Rosario Cruz-Auñón Briones Eduardo Ferrer Albelda (coordinadores)

Estudios de Prehistoria y Arqueología en homenaje a

Pilar Acosta Martínez

Sevilla 2009

Serie: Historia y Geografía Núm.: 145

Comité editorial: Antonio Caballos Rufino (Director del Secretariado de Publicaciones) Carlos Bordons Alba Julio Cabero Almenara Antonio José Durán Guardeño Enrique Figueroa Clemente Antonio Genaro Leal Millán Begoña López Bueno Antonio Hevia Alonso Juan Luis Manfredi Mayoral Antonio Merchán Álvarez Francisco Núñez Roldán

Reservados todos los derechos. Ni la totalidad ni parte de este libro puede reproducirse o transmitirse por ningún procedimiento electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación magnética o cualquier almacenamiento de información y sistema de recuperación, sin permiso escrito del Secretariado de Publicaciones de la Universidad de Sevilla.

© SECRETARIADO DE PUBLICACIONES DE LA UNIVERSIDAD DE SEVILLA 2009 Porvenir 27 - 41013 Sevilla Tlfs.: 954 487 447; 954 487 451; Fax: 954 487 443 Correo electrónico: [email protected] http://www.publius.us.es © Rosario Cruz-Auñón Briones y Eduardo Ferrer Albelda (coordinadores) 2009 Impreso en España-Printed in Spain I.S.B.N.: 978-84-472-1140-1 Depósito Legal: SE-1.279-2009 Maquetación e impresión: Pinelo Talleres Gráficos, S.L. Camas-Sevilla

Índice

Pilar Acosta Martínez Rosario Cruz-Auñón Briones...........................................................................

13

Recuerdos del gabinete de dibujo de Pilar Acosta Fernando Amores Carredano. ..........................................................................

19

Comentarios acerca del Neolítico Antiguo en Andalucía Oswaldo Arteaga / Anna-Maria Roos. ...........................................................

37

Algunas reflexiones sobre la interpretación del adorno personal. El caso del Neolítico andaluz Isabel Rubio de Miguel.......................................................................................

75

Propuesta para la clasificación funcional y cronológica del arte rupestre esquemático a partir del modelo extremeño Hipólito Collado Giraldo................................................................................

89

Acerca del arte esquemático en Aragón. Terminología, superposiciones y algunos paralelos mobiliares Pilar Utrilla y Manuel Martínez Bea..............................................................

109

Pintura megalítica en Andalucía P. Bueno Ramírez / R.de Balbín Behrmann / R. Barroso Bermejo.....................

141

Análisis de imagen y documentación integral del arte rupestre: una propuesta de futuro Miguel Ángel Rogerio Candelera....................................................................

171

Prospecciones en Tierra de Barros (Badajoz). Los asentamientos del III milenio a.n.e. Victor Hurtado / Pilar Mondéjar....................................................................

187

Sistemas de informacion geográfica y análisis espacial intrasite aplicados al estudio de la dispersion del registro arqueológico en la necrópolis del III milenio a.n.e. de “El Negrón” (Gilena, Sevilla) Rosario Cruz-Auñón Briones / Juan Carlos Mejías García...........................

207

Campaniforme, jerarquización social y selección interdémica en el suroeste de la Península Ibérica. Una aproximación desde la arqueología evolutiva Daniel García Rivero.........................................................................................

233

Sobre barcos y astros. En torno al imaginario cósmico de la Prehistoria Reciente en el Mediodía Ibérico José Luis Escacena Carrasco / Beatriz Gavilán Ceballos / Martí Mas Cornellá.

255

Metal para los dioses. La secuencia del grupo Baiões durante el Bronce Final II y el comercio chipriota de hierro hacia Portugal (1200-1050 AC) Alfredo Mederos Martín..................................................................................

279

“Arqueología Rural”, Territorio y Paisaje en la protohistoria del Guadiana Medio: una propuesta metodológica Alonso Rodríguez Díaz.....................................................................................

305

La vestimenta ibérica prerromana: una lectura social desde “su imagen” Mª Luisa de la Bandera Romero. ......................................................................

337

Los sacerdotes del Heracleion gaditano y el poder José María Blázquez Martínez..........................................................................

357

El Kronion de Gadir: una propuesta de análisis Mª. Cruz Marín Ceballos y A.Mª. Jiménez Flores............................................

373

El periplo de Hanón y las Islas Canarias Antonio Tejera Gaspar y Mª E. Chávez Álvarez..............................................

395

A propósito de Tagilit y de otras ciudades púnicas del sureste de Iberia Eduardo Ferrer Albelda....................................................................................

407

La imagen de los dioses de la Turdetania a la Bética Mercedes Oria Segura.......................................................................................

419

Las ánforas republicanas de Hispalis (Sevilla) y la “cristalización” del repertorio anfórico provincial Enrique García Vargas.......................................................................................

437

El urbanismo del municipio romano de Turobriga (Aroche, Huelva) Juan M. Campos Carrasco.................................................................................

465

La colonización agrícola de las terrazas del Guadalquivir en época romana: el caso del arroyo de Las Culebras (Dos Hermanas, Sevilla) Francisco José García Fernández. ....................................................................

483

Sobre el descubrimiento y primera lectura de CIL II 1151: correspondencia entre Ivo de la Cortina y Antonio Delgado a propósito de los trabajos en Itálica en 1839 José Beltrán Fortes............................................................................................

505

La casa del Oscillvm en Astigi. Aspectos edilicios S. García-Dils de la Vega, S. Ordóñez Agulla y O. Rodríguez Gutiérrez. ....

521

Análisis forense de la imagen y manchas de sangre de la Sábana Santa. Aportaciones para la valoración de las circunstancias alrededor de la muerte de Jesús de Nazaret Miguel Lorente Acosta.....................................................................................

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Las cerámicas finas –alcarrazas blancas– de Sevilla en la Edad Moderna: la expresión barroca de una tradición almohade Fernando Amores Carredano / Pina López Torres...........................................

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Las cerámicas finas –alcarrazas blancas– de Sevilla en la Edad Moderna: la expresión barroca de una tradición almohade

Fernando Amores Carredano / Pina López Torres Universidad de Sevilla / Arqueóloga

La ciudad de Sevilla ha desarrollado actividad alfarera en la totalidad de su dilatado proceso histórico. Frecuentemente ha destacado como núcleo urbano en el mediodía peninsular. A las consiguientes necesidades logísticas asociadas a su movimiento humano y económico se le añade la riqueza en arcillas del valle del Guadalquivir. Todo ello ha facilitado la fijación de una cultura alfarera milenaria que se comprueba de continuo en los hallazgos arqueológicos. Las producciones alfareras han abarcado la totalidad de las posibilidades desde la época romana hasta nuestros días. Desde las más bastas como pueden ser los grandes recipientes de almacenamiento, ánforas, tejas, etc. hasta los productos más delicados de cerámicas finas y vidriadas para los servicios de mesa. No obstante, a falta de documentación de la producción local de las cerámicas de paredes finas romanas, el mayor esfuerzo en el refinamiento de los barros lo encontramos en el periodo almohade. Es entonces, cuando Sevilla alcanza la capitalidad del imperio bereber en Al-Andalus, cuando se constata un cambio cualitativo en los servicios específicos para beber agua. Las clásicas series de jarritos y jarritas con una o dos asas, tan frecuentes en el elenco andalusí desde época emiral, adquieren en el mundo almohade tardío y primeros años de la ocupación cristiana un matiz enfático en su calidad y apariencia. Las jarritas de asas almohades fabricadas en la Sevilla islámica destacan por la finura de sus paredes, la porosidad de sus pastas y el preciosismo de sus perfiles. Quedan definidas por su cuello de desarrollo corto o medio, y ligeramente acampanado, cuerpo globular algo achatado y repié anular. Poseen dos asas de cinta, a veces cuatro, que suelen decorarse con un pequeño apéndice cónico situado sobre el codo del asa. En muchos de los casos las jarritas muestran un esquema decorativo muy simple, aplicado por impresión y generalmente localizado en el

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Figura 1. Piezas del Mercado de Triana, (Sevilla) s. XIII.

inicio del cuerpo o en el cuello. Se trata de pequeñas “rositas” impresas, líneas rayadas, motivos triangulares con el interior punteado u otros motivos en“S”, todos ellos distribuidos en una sola hilada utilizando un solo motivo o alternando dos de ellos. Aunque estas series aparecen en época almohade, se va conociendo su continuidad tras la conquista castellana, como los ejemplares que aquí presentamos, aparecidos en las excavaciones del Mercado de Triana y correspondientes a la segunda mitad del s. XIII (Figura 1). Sin embargo no aparecen decoraciones externas profusas como sí vemos en las espectaculares series del levante andalusí, de Murcia por ejemplo, o las más tardías nazaríes, donde se desarrollan perfiles muy angulosos y esbeltos, y ricas decoraciones esgrafiadas (Navarro 1991: 53)1. Quizás la capital almohade fue más estricta en la austeridad de las expresiones formales. Lo que sí creemos es que se puede relacionar la cultura bereber con este refinamiento en todo lo relacionado con el agua: desde el especial repertorio en el diseño de los jardines domésticos hasta los grandes jarrones estampillados o las jarritas de asas para beber. La forma de la jarrita de asas islámica y la delicadeza de sus barros quedarán fijados como atributos propios de las series sevillanas tanto en la edad media como la moderna. Los ricos repertorios rescatados en La Cartuja (Amores y Chisvert 1993: 292, 322-323) ya ofrecieron una serie de jarritas completas del s. XV que suponen una clara continuidad conceptual y formal de los modelos andalusíes (Figura 2). 1. Los autores también asocian vinculaciones de estas jarritas con el mundo de la metalistería en algunos rasgos como los perfiles, la extrema delgadez de las paredes y, sobre todo, las decoraciones en esgrafiado. Vemos por tanto que se trata de unas constantes que se inician en el mundo andalusí y se mantienen en adelante.

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Figura 2. Piezas de la Cartuja (Sevilla), s. XV.

Aspectos a destacar de los ejemplares rescatados son: la diversidad funcional – de servicio y para beber, diferenciándose en el tamaño pero con el mismo tratamiento de énfasis decorativo–, variabilidad formal dentro de las de tamaño reducido, la finura de las pastas, el tratamiento caprichoso del perfil y de las decoraciones a base de impresiones de hoyitos, ondas peinadas y sinuosidades, apéndices en las asas y la diferenciación en series en “bizcocho” y otras vidriadas, éstas en mínima proporción. Se trata de características enfáticas asociadas a las jarritas de agua, que siempre presentan una relación formal con el mundo de los recipientes metálicos. Todo ello se desarrollará aún más durante el siglo XVII, época de esplendor de estos recipientes. Información pictórica y literaria En lo que respecta a las series que vamos a tratar de la Edad Moderna, Pleguezuelo aportó un trabajo muy interesante al presentar una panorámica general de la cerámica relacionada con el agua, tanto de la Península Ibérica como de América, desde la pintura y la literatura (Pleguezuelo 2000). La recopilación de algunos documentos y referencias literarias refleja la amplitud de la cuestión al recoger centros de producción dispersos por la Península, tanto en Portugal como en España. Nos interesa la denominación documental de las jarritas de agua de cerámica fina sin vidriar bajo el nombre de “alcarrazas” y “tallas” (Pleguezuelo

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2000: 134) por ser específicas de las producciones que brevemente presentamos en este trabajo. Aparte de citar a Sevilla como centro productor, el autor incorpora otros centros cercanos como Jerez de la Frontera, Lebrija, Chiclana o Andújar, y otros más lejanos como Valencia, Murcia, Mallorca o Málaga. Todos ellos se distinguieron en la fabricación de estas cerámicas. No obstante la personalización arqueológica de los diferentes centros de producción es tarea de largo plazo, máxime cuando son escasos, por lo general, los esfuerzos analíticos sobre contextos postmedievales. Del máximo interés son las representaciones pictóricas de estas jarritas en la selecta escuela de pintura sevillana del s. XVII. El realismo imperante en la época nos ha hecho un gran favor al reflejar fielmente los objetos. El gusto por los bodegones también aporta algunos ejemplos de gran interés. Otra suerte para Sevilla es el que las santas patronas de la ciudad –las romanas Justa y Rufina– fueran alfareras. Su representación es frecuente y siempre aparecen con cerámicas como atributo propio, lógicamente de fabricación local ya que eran alfareras de Sevilla. Por todo ello disponemos de un amplio repertorio iconográfico que, en principio, podemos catalogar como de producción sevillana, salvo excepciones bien destacadas. A modo de recopilación básica, describimos a continuación aquellas formas representadas en la pintura sevillana de la época que asociamos a las producciones de alcarrazas sevillanas. Se trata en todos los casos de piezas lisas o con relieves de barro blanco pajizo. La característica más destacada es la diversidad formal alternando jarras para servicio de agua y jarritas de asas para beber. Se dan tanto las formas lisas o decoradas con bullones de diferentes efectos: gallones, impresiones variadas como medias coronitas, zigzag, círculos, etc. siendo en la obra de D. Velázquez donde encontramos las primeras representaciones de “alcarracería”. Diego Velázquez (1599-1660) Escena de cocina con Cristo en Emaús. 1617-1618 (The National Gallery of Ireland, Dublín) —— Jarra con dos asas acanaladas y amplio cuerpo ovoide. Cuello cilíndrico y labio vuelto.

El aguador de Sevilla. 1620 (Museo Wellington, Londres) (Figura 3) —— Jarra con pié anular, dos asas acanaladas con extremos inferiores vueltos. Amplio cuerpo ovoide con faja central de bullones por pellizcos. Cuello cilíndrico y labio vuelto. —— Jarrita de dos asas con cuerpo globular achatado liso y cuello corto moldurado.

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Francisco de Zurbarán (1598-1664) Bodegón con cesta de naranjas. 1633 (The Norton Simon Foundation, Pasadena) —— Jarrita de pie plano, dos asas acanaladas con el extremo inferior vuelto y cuerpo caliciforme. Bodegón de cacharros. 1658-1664 (Museo del Prado, Madrid) (Figura 4). De los cuatro cacharros que aparecen, se asocian a la producción sevillana los de barro blanquecino. —— Jarrita globular con pie anular y dos asas acanaladas con el extremo inferior vuelto. Cuello estrangulado y faja superior más ancha, marcada, con relieve formado por metopas con digitaciones resaltando pequeños bullones superpuestos a modo de uvas o aceitunas. El labio se presenta rizado al marcar pequeñas estrangulaciones al interior.

Figura 3. Alcarrazas sevillanas pintadas por Velázquez.

Figura 4. Alcarrazas blancas sevillanas pintadas por Zurbarán.

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—— Jarrita globular con pie anular y dos asas acanaladas con el extremo inferior vuelto. Faja central con relieve de bullones por impresión con resultado de acanaladuras inclinadas; cuello corto vuelto con amplia boca.

Santa Rufina. (National Gallery of Ireland, Dublin). —— Jarrita globular con pie anular y dos asas. La faja central del cuerpo presenta amplios gallones verticales. Cuello corto con cenefa central con relieve de bullones en forma de perlas. —— Jarrito con pie anular y un asa con cuerpo troncocónico y faja central con amplios gallones verticales. Cuello corto con cenefa central con relieve de bullones en forma de perlas y labio moldurado con vertedero.

Bartolomé Esteban Murillo (1617-1681)

Santas Justa y Rufina. 1665-1668 (Catedral de Sevilla). —— Jarrita con pie anular de dos asas con los extremos inferiores vueltos; cuerpo ovoide y cuello cilíndrico con faja central marcada con gallones verticales paralelos. —— Dos jarritas de dos asas, variantes de la anterior, no distinguiéndose los detalles aunque una presenta el cuello con gallones.



Santa Justa (Museo de Dallas). —— Dos jarritas de dos asas con los extremos inferiores vueltos; cuerpo ovoide con bullones y cuello corto moldurado.

Luís Meléndez (1716-1780) Bodegón con peritas, pan, jarra, frasco y tartera. 1760 (Museo del Prado, Madrid) (Figura 5). —— Jarrita de dos asas acanaladas con doble curva. Cuerpo globular con cenefas superpuestas de impresiones de medias coronitas con rayos y ondas; cuerpo troncocónico con fajas marcadas y cenefas con decoración impresa de zigzag y de medias coronitas con rayos superpuestas. Boca caliciforme con labio lobulado en segmentos. Se trata de la representación con una datación más avanzada, de mediados del s. XVIII.

Figura 5. Alcarraza blanca sevillana pintada por Meléndez.

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Información arqueológica de Sevilla Al tratarse de piezas delicadas y de uso común es muy difícil que se hayan conservado en colecciones por lo que es la arqueología el único método de contraste. La ciudad de Sevilla registra una actividad arqueológica continua desde el año 1984 habiéndose excavado más de doscientos solares hasta la fecha. Los contextos de la Edad Moderna son muy habituales, como es lógico, pero es muy pobre la investigación sobre los mismos2. Este tipo de cerámicas finas, blancas y sin vidriar, específicas para refrescar agua mediante la evaporación, aparece a veces en el interior de los denominados “pozos negros”, como se denominan a los pozos de filtración de inmundicias domésticas, donde a veces se arrojaban los cacharros rotos. Sin embargo, lo usual en la mayoría de las excavaciones es no excavar el interior de estos pozos por lo que se abandona la posibilidad de rescatar colecciones interesantísimas. No obstante, las alcarrazas aparecen muy fragmentadas por la fragilidad de sus paredes por lo que también son de difícil o costosa restauración. Lo usual por tanto es la recuperación de los fragmentos más expresivos. Analizando los contextos arqueológicos de los que proceden estas piezas, observamos que aparecen asociadas reiteradamente a unas producciones cerámicas que definen las manufacturas propias del siglo XVII. Las series locales más comunes que acompañan a la alcarracería son las lozas vidriadas blancas de tradición morisca, platos y escudillas, y las más italianizantes denominadas“a la porcelana” o la serie de “matojitos”. La primera de ellas inspirada en la loza italiana de igual nombre, y la segunda es un trasunto de las porcelanas chinas introducidas en Europa por la Compañía de las Indias Occidentales. Invariablemente, junto a estas producciones encontramos importaciones de loza de mesa de Lisboa (serie lisboeta), Estremoz, y Savona. Interesante es también la aportación hecha por Lister (Lister y Lister 1987: 147, fig. 89) de una Jarrita de dos asas acanaladas con apéndices y extremos inferiores vueltos hacia fuera; cuerpo ovoide con bullones en toda su superficie; cuello con faja central con nervios inclinados en relieve y labio moldurado con acanaladuras, procedente de pozos negros excavados por los monjes de la Cartuja de Jerez. Se trata de un ejemplar similar a los que aparecen en Sevilla, de donde sin duda procede. De la misma Cartuja, los Lister incorporan una buena serie de cerámicas vidriadas sevillanas de los siglos XVI a XVIII lo que confirme el abastecimiento principal de sus necesidades desde los centros alfareros de Sevilla (Lister y Lister 1987: figs. 67-70; 100, 101, 103, 104). Junto a estas series se encuentra una magnífica representación de platos ligures y de Lisboa del siglo XVII (Lister y 2. Aparte del trabajo citado de (Amores y Chisvert 1993), Pleguezuelo es el autor que con mayor continuidad ha tratado la cerámica sevillana. Otros trabajos destacables del autor son (Pleguezuelo et al. 1997: 130-157), (Pleguezuelo 1996).

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Lister 1987: figs. 86, 105, 106), contextos usuales que también deben de proceder del puerto de Sevilla. En el barrio alfarero de Triana se han excavado diversos solares con restos de producción alfarera –talleres, hornos y testares– desde los siglos XIII al XIX desde 1985 en que comenzó la protección efectiva de los solares con la obligada excavación arqueológica previa a la construcción inmobiliaria. Hasta la fecha no se ha personalizado en ninguno de ellos la producción de estas series de alcarrazas. Se trata de una producción muy especializada por lo que suponemos que no debieron ser muchos los talleres de fabricación de alcarrazas. El barrio alfarero era muy extenso y se han excavado sin control arqueológico numerosos solares en los años 1960 a 1980 con la consiguiente pérdida de sus contextos. Puede que los restos de estos talleres aún se mantengan conservados en el subsuelo aunque no lo podemos asegurar. A continuación presentamos algunos ejemplos procedentes de algunas intervenciones arqueológicas de la ciudad de Sevilla en las que hemos tenido alguna responsabilidad. La selección parece suficiente como para mostrar la personalidad de estas series de alcarrazas o cerámicas finas sin vidriar para servicio de agua y de beber. Calle Azafrán —— Jarrita de dos asas acanaladas con los extremos inferiores vueltos; cuerpo troncocónico y cuello ancho cilíndrico, marcado con filetes entre los que se desarrolla una cenefa de impresiones en forma de “comas” (Figura 6).

Figura 6. Alcarraza de calle Azafrán (Sevilla).

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Figura 7. Alcarraza de calle Azafrán (Sevilla).

—— Jarrita de dos asas acanaladas en posición horizontal con los extremos inferiores vueltos hacia afuera; cuerpo globular achatado decorado con cenefa de impresiones de círculos dentados; cuello corto con amplia boca con vertedero marcado en el labio (Figura 7). Plaza de La Encarnación —— Jarrita de cuatro asas acanaladas con apéndices y extremos inferiores vueltos hacia afuera; cuerpo ovoide con bullones en la mitad inferior y cenefa marcada entre líneas incisas en el superior con líneas inclinadas de puntos incisos. Cuello acampanado con labio marcado (Figura 8).

Figura 8. Alcarraza de Plaza Encarnación (Sevilla).

Mercado de Triana —— Cuello fragmentado de jarra de servicio con faja central marcada entre molduras horizontales, decorada con serie de incisiones inclinadas; labio convexo moldurado (Figura 9, izqda).

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Figura 9. Cuello de alcarraza de Mercado de Triana y fragmentos de alcarraza de Plaza de Armas (Sevilla).

—— Fragmento de jarra de dos asas acanaladas con extremos inferiores vueltos hacia afuera; cuerpo ovoide con decoración plástica de franjas superpuestas de bullones digitales. No tiene cuello y labio señalado por acanaladuras incisas (Figura 10). Plaza de Armas —— Fragmentos de borde y asa de cerámica fina. Galbo con decoración floral a la barbotina (Figura 9, dcha). Los ejemplos mostrados demuestran la fidelidad con la que fueron representadas por los pintores sevillanos estas cerámicas finas con decoración plástica. Igualmente demuestran la relación directa de estas series con la ciudad de Sevilla así como la posibilidad de ampliar los repertorios formales y decorativos conocidos hasta ahora tan sólo por las pinturas de caballete.

Figura 10. Fragmento de alcarraza de Mercado de Triana (Sevilla).

La representación de Meléndez, plenamente del siglo XVIII puede reflejar la continuidad de fabricación de estas piezas más allá del s. XVII, cuando más abundan, como parece confirmar la arqueología. Un estudio más detallado de los contextos de estas series nos ofrecerá su extensión temporal con mayor detalle que el que actualmente podemos ofrecer.

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Desde el medievo islámico se advierte un tratamiento muy especial de las jarritas de beber agua con depuración de los barros, máxima delgadez en las paredes y un énfasis decorativo con soluciones y técnicas que recuerdan las producciones metálicas. Este hecho marca una auténtica tradición en el medievo cristiano cuando se mantienen los mismos principios de capricho formal y decorativo diferenciando los vasos de servicio y los de bebida y apareciendo series idénticas sin vidriar y vidriadas, quizás respondiendo a un uso estacional. En la Edad Moderna se advierte un marcado preciosismo barroco que se observa en la amplia variabilidad creativa de las soluciones formales y decorativas a base de recursos plásticos que siguen recordando ejemplos metálicos. No existen dos ejemplares iguales y entre ellos se advierte un énfasis en la diferenciación formal y decorativa. Ello podría implicar una “personalización” de estas alcarrazas, un uso individualizado, para lo cual se acentúa la diversidad entre unas y otras. Bibliografía AMORES, F. DE y CHISVERT, N. (1993): “Tipología de la cerámica común bajomedieval y moderna sevillana (ss. XV-XVIII): I, La loza quebrada de relleno de bóvedas”. Spal 2: 269-325. LISTER, F.C.Y LISTER, R.H. (1987): Andalusian Ceramics in Spain and New Spain. A Cultural Register from the Third Century B.C. to 1700, The University of Arizona Press, Tucson. NAVARRO, J. (1991): Una Casa Islámica en Murcia. Estudio de su ajuar (siglo XIII). Murcia: Centro de Estudios árabes y arqueológicos “Ibn Arabi”. Ayuntamiento de Murcia. PLEGUEZUELO, A. (1996): Cerámicas de Triana. Colección Carranza. Sevilla: Fundación El Monte, Catálogo. PLEGUEZUELO, A. (2000): “Cerámicas para agua en el barroco español: una primera aproximación desde la literatura y la pintura”, Ars Longa 9-10: 123-138. PLEGUEZUELO, A. et al. (1997): “Cerámicas de la Edad Moderna”. In TABALES, M.A., ed. lit.- El Real Monasterio de San Clemente. Una propuesta arqueológica, Sevilla, Universidad de Sevilla, Fundación El Monte. p. 130-157.

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