LAS ARISTAS DEL MIEDO

Share Embed


Descripción

ISSN: 2007-8579

UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE SINALOA DR. JuaN eulogio guerra liera Rector DR. JesÚs MadueÑa MoliNa Secretario General Mc MANUEL DE JESÚS LARA SALAZAR

Secretario de Administración y Finanzas REVISTA PSICO-LOGOS Dirección / Maurilio herNáNdez MartíNez Dirección editorial / laura B. Verdugo MoNtoya Diseño editorial / claseiNteractiVa.coM Coordinador del Consejo Editorial / luis ricardo ruiz goNzález Colaboradora / ariaNa MilláN herNáNdez Portada: Leo Salgado CONSEJO EDITORIAL Rubén Rocha Moya, Jaime Labastida, Carlos Zavala Sánchez, Mario Carranza, Gustavo Bernal, Isaac Tomás Guevara Martínez, Guadalupe Sánchez Garibaldi, Ambrocio Mojardín Heráldez, Julián Ayala, Fidencio López Beltrán, Enrique Gutiérrez Sillas. Psico-Logos. reVista de la facultad de Psicologia de la uas, Año 8, No. 15, enero-junio 2014, es una publicación semestral editada por la Universidad Autónoma de Sinaloa a través de la Facultad de Psicología. Boulevard Universitarios y Calzada de las Américas S/N, Ciudad Universitaria, C.P. 80000, Tel. 6677161129, [email protected]. Editor responsable: Laura Beatriz Verdugo Montoya. Reservas de Derechos al Uso Exclusivo No. 04-2013-050913535300-102, ISSN: 2007-8579, ambos otorgados por el Instituto Nacional del Derecho de Autor, Licitud de Título y Contenido No. 16107, otorgado por la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación. Impresa por Imprenta Universitaria, Ignacio Allende y Josefa Ortiz de Dominguez No. 1532, Col. Gabriel Leyva, C.P. 80030, Culiacán, Sinaloa, este número se terminó de imprimir en el mes de diciembre de 2014 con un tiraje de 200 ejemplares. Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la postura del editor de la publicación. Queda estrictamente prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación sin previa autorización.

Contenido Avatares virtuales: apuntes para una Psicología de las redes sociales

5

Julio Ortega Bobadilla

Las aristas del miedo

31

El goceculpa: una ética del sacrificio

45

Malestar docente y desconocimiento del síntoma

57

Leticia Cufré Marchetto, Violeta Rodríguez Becerril

Luis Ricardo Ruiz González

Carlos Varela Nájera, Pilar del Carmen Santoyo Pereda, Araceli Rodríguez Uribe

¿Política o espectáculo la orientación del electorado mexicano?

Revista ilustrada por Leo Salgado 69

Octaviano Moya Delgado

Inclusión educativa, reto escolar del siglo

77

XXI Patricia Torrero Miranda

Libros: La poética como crítica del sentido. Henri Meschonnic, Buenos Aires: Mármol _Izquierdo editores, primera edición, 2007, 216 pp.

Víctor Luna

83

Avatares virtuales: apuntes para una Psicología de las redes sociales Julio Ortega Bobadilla

S

e presenta en mi consultorio Linda, una chica de 25 años que terminó la carrera de informática, que al parecer es muy habilidosa en todo lo que se refiere al mundo de la cibernética y ha incursionado como parte de su trabajo en la investigación de la inteligencia artificial. Ella vive con su madre, tiene una hija de 4 años y el sueño de viajar a Inglaterra para hacer una maestría o quizás también un doctorado. Ha tenido una vida difícil, pero gracias al apoyo de su progenitora pudo salir adelante en su carrera, ya que es la abuela quien en la práctica ha fungido como madre de su nieta. Me dice que hasta ahora ha tenido una vida feliz y se ha relacionado con mucha

gente, una muestra de ello, son sus cerca de 1500 amigos en su cuenta Facebook, pero últimamente ha tenido muchos problemas debido a una relación sostenida por unos meses, la persona en cuestión le ha armado una serie de chismes dando al traste con sus relaciones. Su mundo

ha empezado a derrumbarse y ella no sabe exactamente por qué, siempre se comportó de manera sincera con él, fue tierna, bienintencionada, lo introdujo a sus amigos y ahora él le paga traicionándola diciendo a todos cosas negativas sobre ella que no son verdaderas y explicando en detalle partes de su vida privada, ocasionando una serie de problemas que hoy la han traído a análisis. No sabe cómo pegar los pedazos rotos de su vida. Al preguntar un poco más, sobre lo que ella refiere, me dice que esa relación la vivió virtualmente como residente en el escenario de Second Life (SL), un sitio en la red en el cual a través de un avatar –que no coincide generalmente para nada con la presencia física real del dueño–, se relacionan personas que viven en ocasiones a miles de kilómetros de distancia. Ella enfatiza que todo lo allí conseguido ha sido sin invertir un centavo, mientras otras personas compran sus “propiedades” y “características” dentro de este mundo virtual. Así que nada de lo que se ha dicho sobre ella y su relación misma, sus amigos, e información regada, no es sino un producto de sus fantasmas y los de los usuarios del juego proyectados sobre los personajes de la red. La plataforma social o mundo imaginario como quieran llamarle, fue creado por Philip Rosedale, nacido en Silicon Valley, casado y padre de dos hijos cuyo invento le ha hecho millonario. Un tipo que una nota del periódico Universal (06/08/2007) define como el Dios de lo virtual y que en su creación se hace llamar Philip Linden. SL creada en 1999, según datos de abril de 2010, tiene 32 millones de “cuentas registradas” de individuos con un promedio 6 | Psico-Logos Nº 15

de 32 años de edad tomando en cuenta que el usuario debe tener al menos más de 18 años, los cuales pasan aproximadamente cuatro horas al día conectados. Basado en las relaciones personales que se establecen entre los habitantes, otro de los aspectos más importantes de SL son sus actividades comerciales. Aunque la moneda oficial de este mundo paralelo son los dólares Linden, tienen una equivalencia definida en dólares americanos. Las ganancias manifestadas hasta esa fecha eran 100 millones al año. Aunque el usuario puede entrar y jugar sin necesidad de realizar ningún gasto, el dinero “circulante” en Second Life proviene de actividades y de transacciones, al igual que en la realidad no virtual, pues existe la propiedad privada destinada, al parecer, a ser una condición de la naturaleza humana. Los jugadores quieren vestirse a la última moda, de hecho Reebok y Adidas tienen tiendas dentro de este mundo para proporcionar accesorios a los avatares, y construyen sus imagos de acuerdo a sus aspiraciones que no coinciden con la realidad, ideales del yo e ideal del yo se funden en imágenes que denotan musculaturas impresionantes, cuerpos sensuales, rostros bellos, tan perfectos como puedan imaginarlos. Pero, además de construirse a sí mismos, también pueden diseñar y levantar su propia casa, por supuesto, adquiriendo antes un terreno sobre el que construirla. En un momento dado, el dinero pasa a formar una parte vital del juego, igual que sucedería en el mundo convencional. Una forma de obtenerlo es a través de un trabajo en SL que dará dólares Linden los cuales

le sirven para tener fondos para hacer transacciones dentro de ese mundo que pueden incluir propiedades, ropa, y hasta genitales. Para realizar negocios a cierta escala es necesario ser un usuario “Premium”, es decir, de los que pagan una cuota mensual. Un usuario con cuenta “Premium” puede comprar y adquirir todo tipo de bienes y servicios. Actualmente empresas establecidas –como algunas que ya mencionamos– han abierto locales en los que realizan transacciones y generan publicidad entre los usuarios. Nissan, General Motors, Intel, Microsoft y Coca Cola tienen ahora sus ecos virtuales en ese mundo fantástico. Por increíble que parezca, algunos países como Suecia o Colombia, han empezado a abrir embajadas y a últimas fechas se han empezado a crear países imaginarios. También hay universidades, grupos religiosos y políticos que hacen presencia en este mundo irreal que es tomado muy en serio por sus usuarios. Los residentes pueden desplazarse volando, tienen helicópteros alquilados o comprados, y parecen gozar de una libertad enorme en lo que se refiere a sus actos. Philip Linden explica que Second Life es un país: “un lugar digital en el que, quienes viven allí, experimentan algo imposible en el mundo real: controlar su futuro”. Lo que llama la atención en todo este laberinto es que en él se reproducen en gran medida las contradicciones del miserable real. Las diferencias de clase social, la especulación inmobiliaria, la existencia de la propiedad privada, los bancos y demás características del mundo cotidiano. Por supuesto, los creadores de este aparato virtual dicen que las relaciones establecidas por los residentes no son una permuta de las interacciones en la vida usual sino ensayos que permiten mejorar los contactos en el exterior. Sin embargo, si tomamos en cuenta que los usuarios pasan habitualmente esas cuatro horas (entre trabajo y diversión) en el Mundo Cool, y otras tres más en el Facebook, pues resulta que estas personas se encuentran capturadas por un vórtice al estilo Maelstrom que substituye las relaciones humanas y el contacto obligado con las personas. Se da el caso de personas que corren del trabajo a su casa para entrar en SL y trabajar a fin de ganar puntos para

Lo que llama la atención en todo este laberinto es que en él se reproducen en gran medida las contradicciones del miserable real.

Las diferencias de clase social, la especulación inmobiliaria, la existencia de la propiedad privada, los bancos y demás características del mundo cotidiano.

Enero-junio 2014 | 7

en los últimos cincuenta años, los cambios tecnológicos se aceleraron exponencialmente hasta situarnos en una nueva época que no tiene paralelo con la tradición histórica hasta ahora vivida y traza nuevos problemas que hablan de un replanteamiento de nuestra concepción del hombre quien despierta en una realidad diferente, la cual lo mueve a cuestionar lo humano mismo.

8 | Psico-Logos Nº 15

comprar cosas, realizándose así una doble explotación que en este caso en su espejo es voluntaria. Llama la atención que mientras en el mundo real las personas pueden hacer modificaciones de su cuerpo, las cuales escandalizan a la sociedad, o reivindicar su diferencia en lo que respecta a su aspecto, los avatares de los usuarios de SL lo que buscan es adaptarse a la realidad desesperadamente y volverse: exitosos y normales. La Modernidad, ya desfallecida, fue un proceso amplio que comprendió los últimos cinco siglos. Más todavía, en los últimos cincuenta años, los cambios tecnológicos se aceleraron exponencialmente hasta situarnos en una nueva época que no tiene paralelo con la tradición histórica hasta ahora vivida y traza nuevos problemas que hablan de un replanteamiento de nuestra concepción del hombre quien despierta en una realidad diferente, la cual lo mueve a cuestionar lo humano mismo. Asistimos a una nueva forma de entender el trabajo, el ocio y el papel del individuo en la sociedad. ¿Cuándo empezó esta metamorfosis? Quizá con el ascenso de la burguesía, la exploración del cuerpo humano, o fue el invento de la perspectiva en la representación pictórica, tal vez el uso de la investigación científica para contestar preguntas que habitualmente se respondían desde la religión, provocando con seguridad la muerte de Dios según Nietzsche. También tuvo que ver la introducción del reloj mecánico en el siglo XIV que según Lewis Mumford (1934) “desasoció el tiempo de los sucesos humanos y contribuyó a crear la idea de un mundo no independiente de secuencias matemáticamente mesurables.” El “marco abstracto de tiempo dividido” se convirtió así en punto de referencia de la acción y el pensamiento. Joseph Weizenbaum, considerado el padre de la cibernética, razona que el mismo tiempo medido, que sirvió para el avance científico, nos llevó a una versión empobrecida de las antiguas experiencias con la realidad. El reloj empezó a decirnos cuándo comer, dormir, levantarnos. Dejamos de escuchar a nuestros sentidos y empezamos operar como piezas de relojería. En cuestionamientos simples como ¿Come usted a sus horas? hechos por los médicos

de la instituciones de atención pública a los pacientes y que es un parámetro de salud, observamos el extendido influjo del reloj. El cambio en la forma de vida, ha estado ligado tradicionalmente a transformaciones económicas, pero el panorama de la cultura presente ha echado por tierra la interpretación de la historia según la ortodoxia marxista. Se establece así, de manera definitiva, el descubrimiento de que los llamados antes, procesos superestructurales, son fuente de transformaciones que afectan la vida social. El panorama de la cultura presente, una vez caído el muro de Berlín y demolida la antigua concepción marxista de la historia, establece que esos hechos no son una consecuencia directa de la base material económica. Todo esto se revela claramente en nuestros tiempos en que la sociedad se aproxima a un proceso de virtualización de la cultura que llevará a profundas transformaciones psicológicas las cuales solo podrán ser comprendidas cuando entendamos que nos acercamos a un nuevo estadio de desarrollo social alejado de la visión de la utopía científica de la modernidad que preconizaba el sujeto autónomo, sin divinidades y sin límites; lo que dio a luz a un mito superyoico. La marcha tecnoindustrial agudiza las diferencias materiales y oscurece nuestro futuro barbarizando cada día más nuestra cotidianidad. Cada día hay más ricos y muchos pero muchos más pobres, la sociedad se ha ido volviendo una máquina loca de ingeniería en la que el ser humano no cuenta ya. Stéphane Hessel (2011) en su libro manifiesto Indignez-vous, se encoleriza porque hoy día el Estado dice que no puede hacerse cargo de la salud y la

educación de sus ciudadanos. Señala que los progresos conseguidos por la libertad, la competición, la carrera por el “siempre más” pueden constituirse también en un huracán destructor, que no es claro que nuestras democracias estén operando a favor de los derechos de los ciudadanos, que no hemos sabido qué hacer para cuidar nuestro medio ambiente, y que la amenaza de los sistemas dictatoriales no está completamente erradicada. Ernesto Sábato (1951) lo entrevió hace más de 50 años cuando escribía: El siglo XX esperaba agazapado como un asaltante nocturno a una pareja de enamorados un poco cursis. Esperaba con sus carnicerías mecanizadas, el asesinato en masa de los judíos, la quiebra del sistema parlamentario, el fin del liberalismo económico, la desesperanza y el miedo. En cuanto a la Ciencia, que iba a dar solución a todos los problemas del cielo y de la tierra, había servido para facilitar la concentración estatal y mientras por un lado la crisis epistemológica atenuaba su arrogancia, por el otro se mostraba al servicio de la destrucción y de la muerte. Y así aprendimos brutalmente una verdad que debíamos haber previsto, dada la esencia amoral del conocimiento científico: que la ciencia no es por sí misma garantía de nada, porque a sus realizaciones les son ajenas las preocupaciones éticas.

Con más entusiasmo cada día se habla de la Inteligencia artificial, comparándola a la inteligencia humana. Se habla una y otra vez de la integración de la máquina con el hombre en el siglo XXI y la resolución de los problemas sociales de salud y Enero-junio 2014 | 9

de hambre merced a la tecnología de la información, la robótica y la nanotecnología. Esto también ha dado lugar a movimientos fanáticos que rechazan sin excepción todos los avances en el campo de la ciencia como esos chicos nerd que no encontraron otro nombre más estúpido para nombrar a su grupo que: Individualidades tendiendo a lo salvaje. Quizá a los fanáticos del avance tecnológico, habría que recordarles que la reproducción de las máquinas no es sexual sino tecnológica, mecánica. La sexualidad es el medio por el cual el hombre se reproduce y se vincula, todo lo demás es una consecuencia de esto. Pero también, la sexualidad en el hombre es lo que marca la discontinuidad del ser, la necesidad del prójimo, con el corolario del fenómeno del placer que no es necesariamente un aliciente para la reproducción de la especie sino un inefable que marca a los sujetos humanos y les induce a la repetición de lo incomprensible del goce sexual, independientemente de cualquier presión de la selección natural o empuje biológico. Justamente Freud concibió la pulsión sexual sin un objeto predeterminado y sin que pudiese extinguirse el deseo al alcanzar la meta, precisamente este persiste a pesar de las ganancias adquiridas que no hacen más que acentuarlo y empujarlo en dirección a un ideal inalcanzable. Por otro lado, esa versión en donde la mente opera racionalmente según los principios de la lógica y de acuerdo al conocimiento acumulado, es completamente ingenua. Las definiciones de Aristóteles, San Agustín, Kant, Leibinz, Hegel y Mill respecto al papel de la lógica como método 10 | Psico-Logos Nº 15

para alcanzar la verdad, o el abstracto de la idea, chocan con la manera de pensar cotidiana de los seres humanos, esos principios de la lógica (1. Principio de identidad; 2. El principio de no contradicción; 3. El principio de tercero excluido; 4. El principio de razón suficiente), no tienen mucho que ver con las pautas de la imaginación o del sueño que rigen la creatividad humana. El cuadrado de la hipotenusa es igual a la suma de los cuadrados de los catetos es una afirmación muy diferente a: Un gran vestíbulo - muchos invitados, a quienes nosotros recibimos. - Entre ellos Irma, a quien enseguida llevó aparte como para responder a su carta, y para reprocharle que todavía no acepte la "solución". Le digo: "Si todavía tienes dolores, es realmente por tu exclusiva culpa." - Ella responde: "Si supieses los dolores que tengo ahora en el cuello, el estómago y el vientre; me siento oprimida."- Yo me aterro y la miro (Freud, 1999).

Una máquina jamás podrá pensar como un humano porque no tiene inconsciente, no puede asociar libremente y sobre todo porque su existencia no está marcada por los significantes: vida, muerte, sexualidad y deseo. Inteligencia es para los expertos en inteligencia o filosofía de la mente, una acumulación de información y toma de decisiones según una cierta lógica positivista. En un texto muy celebrado publicado por Nicholas Carr intitulado: ¿Qué le está haciendo Internet a nuestros cerebros?, ¿Está Google estupidizándonos? (2008), sintetiza algunas de sus ideas publicadas en su libro

Superficiales (2011) que fue reseñado por Vargas Llosa (2011) en un artículo de su columna del diario El País. En ambos, retoma las ideas del una vez polémico divo, hoy casi olvidado Marshall MacLuhan (1966) respecto a que los nuevos canales de comunicación no son simplemente medios pasivos sino activos que van conformando y modificando nuestro método de pensamiento. McLuhan imputaba a los medios electrónicos su carácter no lineal, repetitivo, que obran más por una argumentación analógica que secuencial. Merced a esos medios “nos convertimos en lo que contemplamos”, en otras palabras: “modelamos nuestras herramientas y luego estas nos modelan a nosotros”. El Internet, dice Carr (2010), es una mesa en la que se sirve un banquete tras otro, en los que cada plato es más apetecible que el anterior, sin dar tiempo para recuperar el aliento entre bocado y bocado. La red de redes se ha convertido en un nuevo dios, quien tiene todas las respuestas a todas las preguntas que queramos o podamos plantearle. Allí también está toda la música, todos los libros y en suma todas las verdades. Nos preguntamos cómo hemos podido vivir antes sin ese cielo cibernético todo poderoso. La misma manera como ha evolucionado la red llama la atención, hubo un momento en que los Blogs se convirtieron en una forma de comunicación excepcional en la que los autores de los textos podían subir sus opiniones prácticamente sin censura, eran medios de expresión que, haciendo uso de una libertad creativa sin antecedentes, generaban una ola de comentarios y una corriente de información por encima o por debajo –como se quiera– de los diarios, revistas y televisión. Sin embargo, hoy día están, a pesar de que precisamente esos medios los toman ahora en serio, en decadencia. La comunicación en la red ha sido llevada a la brevedad del hai–kú y la interjección, al emoticón simple, el Twiteer y la comunicación a través del Facebook se convirtió en un medio que definitivamente regula el mensaje empezando por el número de palabras que pueden usarse en ambas plataformas. La ortografía y la redacción pulida dejaron de ser para el usuario una preocupación y lo que llegó a ser importante es esa

El Internet, dice Carr (2010), es una mesa en la que se sirve un banquete tras otro, en los que cada plato es más apetecible que el anterior, sin dar tiempo para recuperar el aliento entre bocado y bocado.

La red de redes se ha convertido en un nuevo dios, quien tiene todas las respuestas a todas las preguntas que queramos o podamos plantearle.

Allí también está toda la música, todos los libros y en suma todas las verdades.

Enero-junio 2014 | 11

En lo que respecta a las Redes sociales, operan tal y como lo había previsto

Freud

Psicología de las masas y análisis del Yo (1976), el otro juega en

un papel importante como modelo, objeto, auxiliar e incluso enemigo, el grupo social conformado por los individuos de una red

(una masa psicológica) afecta la vida anímica de un individuo, la altera.

12 | Psico-Logos Nº 15

comunicación aparente de superficie –autocomplaciente– que caracteriza generalmente esos intercambios. Se trata de abreviar, de cortar, de tratar de decir en 130 caracteres (el caso del exitoso Twiteer). De hecho, estamos ante otro cambio, donde las imágenes y videos substituyen el discurso y nos hacen parecer que decimos cuando no decimos, que sentimos cuando no sentimos, que pensamos cuando no pensamos. El caso del todavía más exitoso Facebook es un fenómeno que merecería un estudio en particular, allí los usuarios llegan a tener más de una cuenta, publican una imagen de sí mismos que resulta casi siempre falsa e ideal para sus contactos, y en la que el objetivo es parecer atractivo (a), inteligente, mordaz, simpático, intelectual. En lo que respecta a las Redes sociales, operan tal y como lo había previsto Freud en Psicología de las masas y análisis del Yo (1976), el otro juega un papel importante como modelo, objeto, auxiliar e incluso enemigo, el grupo social conformado por los individuos de una red (una masa psicológica) afecta la vida anímica de un individuo, la altera. En las masas, y aquí sigue a Le Bon, las ideas más opuestas pueden coexistir sin estorbarse unas a otras y sin que surja contradicción lógica o conflicto alguno. El grupo social es impulsivo, voluble y excitable, guiado casi siempre por los aspectos inconscientes. Sus impulsos según las circunstancias pueden ser nobles o crueles, eróticos o cobardes. El concepto de lo imposible desaparece para el individuo inmerso en la masa. Se necesita un líder, un conductor o ideal que agrupe a la masa bajo ciertos parámetros. La masa se encuentra enlazada por el poder de Eros, con base en el intercambio de libido, y la prehistoria de los sujetos que conforman el grupo, la seducción y enamoramiento mutuo, esa búsqueda de un ideal que los agrupe, trátese de un sujeto o un objeto, empuja al sacrificio de la individualidad por el cumplimiento de la excelencia superyoica. Las características de los medios impersonales propiciados por el Internet nos hacen traer a la memoria la tragedia de Amanda Todd, joven canadiense de 15 años quien conmocionó al mundo con su suicidio en 2012. Era

solo una niña de 12 años cuando un extraño, le pidió que le mostrara los pechos. Durante los tres siguientes días tuvo que soportar las amenazas (cyberbulling, luego cumplidas por su acosador), las burlas y agresiones de sus compañeros de clase y la humillación pública en Internet, incluso de desconocidos. Acosada por su depredador en Facebook, de pronto tuvo que cambiar de vivienda hasta en un par de ocasiones, sin lograr evitar el asedio del perverso que la molestaba y que todas las veces, se hacía de los datos de sus amigos, su lugar de residencia y la escuela a la que acudía, para seguir atormentándola. A pesar del dramatismo de este caso que llama a un estudio más profundo, los analistas de la realidad virtual, han preferido pisar un camino que va de lo simplemente descriptivo a lo profundamente estéril, escudándose en razones predictiblemente operativas. La teoría de los 6 grados de separación de Karinthy primero y luego de Watts, que sostiene que solo un pequeño número de enlaces son necesarios para que el conjunto de conocidos se convierta en la población humana entera, es simplemente

la corroboración de que las masas operan por afinidades libidinales y que el mundo es un pañuelo. Que los expertos del Facebook nos vengan a decir que en realidad esos seis grados son ahora 4.75 eslabones, no cambia para nada las cosas y no explica nada del fenómeno virtual. Les gusta pensar que las redes sociales son simples canales de comunicación. Decirnos que el valor de una red social se basa en la confianza mutua. Y proceden a mostrarnos didácticamente cómo se realizan los contactos mediante la aplicación de la Teoría de Grafos. Esta teoría, afirman, permite cuantificar los vínculos entre las personas que pertenecen a una red social y analizar la estructura de dicha red. Con base en la teoría de grafos, el análisis de redes sociales define a las personas como nodos, y las relaciones entre estas como aristas. Dado un conjunto de nodos (autores), V, y un conjunto de aristas (relaciones de co-autorías), E, se considera el grafo G =< V, E >. Sea por tanto G, un grafo conexo, acíclico, sin pesos y no dirigido, nos dicen que esto es lo que representa una red social.

Enero-junio 2014 | 13

También se afirma que la relación entre las personas es más importante que sus características individuales, derivando su estudio al desarrollo de fórmulas en términos matemáticos abstractos. Hablan de que la utilidad de la red crece en relación al cuadrado de la cantidad de usuarios conectados (Ley de Metcalfe). Y se asombran de lo obvio, de que la utilidad de una red, en particular las redes sociales, crece en forma exponencial a la cantidad de personas que la integran al punto que la llaman Ley de Reed. Se dedican a clasificar los grupos según sus características: Mensajería instantánea, WEB, Twitter, Blogs, Facebook, Comunidades en línea, Imágenes en línea, Filtros colaborativos, Redes p2p, etc. Análisis que no rebasan lo superficial y que se quedan en el contenido manifiesto del fenómeno. Sus diagramas estratégicos y estructurales por complejos que sean, tienen una única utilidad previsible, que es desarrollar cálculos probabilísticos de la medida de lejanía:

Definida como la proximidad del nodo i al resto de nodos de la red (que es inversa de la lejanía).

Definida como la suma de las distancias del nodo i al resto de nodos de la red.

Definido como el número de aristas del nodo i.

Cercanía:

14 | Psico-Logos Nº 15

Autoridad e importancia del nodo:

Con esta y a partir del algoritmo Pagerank, se calcula la autoridad del nodo i en función de la influencia sobre sus vecinos. Intermediación:

Gracias a ella se obtiene un índice que informa del número de caminos mínimos que pasan por el nodo k. El grado (degree, di) del nodo i:

La densidad:

Definida como la proporción de aristas existentes en relación con las posibles aristas entre el conjunto de vecinos del nodo i. Y redundancia:

haBlaN de que la utilidad de la red crece eN relacióN al cuadrado de la caNtidad de usuarios coNectados

Mide el grado de cohesión de los vecinos del nodo i. Luego proceden a hacer esquemas de agregación de nodos internos y externos:

(ley de metcalfe). y se asomBraN de lo oBvio, de que la utilidad de uNa red, eN Particular las redes sociales, crece eN forma exPoNeNcial a la caNtidad de PersoNas que la iNtegraN al PuNto que la

ley de reed. se dedicaN a clasifillamaN

car los gruPos segúN sus características

[...] aNálisis que No reBasaN lo suPerficial y que se quedaN eN el coNteNido maNifiesto del feNómeNo.

Enero-junio 2014 | 15

Hasta llegar a un esquema como el que se muestra enseguida:

16 | Psico-logos Nº 15

Enero-junio 2014 | 17

Estos estudios solo tienen un fin previsible desde el comienzo, calcular nuestros movimientos en la red y establecer lo que probablemente será la dirección de nuestros contactos a la vez que las rutas de interacción que se formarán hacia el futuro con un fin estratégico comercial y de vigilancia, de obtención de datos. Finalmente realizan un trabajo estadístico sobre las palabras usadas que dará cuenta de los intereses de los usuarios. Decía Mark Twain: existen tres clases de mentiras: la mentira, la maldita mentira, y las estadísticas. Evgeny Morozov (2011), autor del libro The Net delusion, hace una crítica hacia los discursos naive que presentan Internet y las Redes sociales como dispositivos o armas para la liberación de los pueblos oprimidos por gobiernos autoritarios, que se manifiestan en ideas del tipo de “el Internet nos librará de nuestras cadenas” o “haremos la revolución a base de tweets“. Morozov nos presenta múltiples ejemplos de usos de las nuevas tecnologías por parte de estos gobiernos autoritarios para afianzar su poder sobre el pueblo. Es lo que el autor denomina la trinidad del autoritarismo: censura, propaganda y vigilancia. Tenemos el caso relativamente reciente de las elecciones en México, donde el poder económico, la docilidad y credulidad del pueblo, las despensas y tarjetas de crédito, pudieron más que todos los posts de los revolucionarios del Facebook que se esforzaban por mostrar su descontento ante la situación social y tomaban por acción revolucionaria la pulsación de sus teclados. Saltando de lado de que efectivamente hay una minoría de ciberactivistas muy comprometidos en hacer caer las páginas 18 | Psico-Logos Nº 15

de los partidos políticos, o de bancos, sin que necesariamente esto se traduzca en un cambio social notable. Las Redes sociales ayudan a controlar mejor a la población. Morozov nos habla de lo difícil que era antes para los servicios secretos conseguir agendas y listas de nombres de activistas, cuando hoy en día es suficiente con entrar en Facebook y revisar las listas de amigos, las fotos y videos subidos continuamente a Internet al que todo mundo tiene acceso. Vemos en Irán como la subida de vídeos de manifestaciones en Youtube, sirvió para identificar a los manifestantes. En este caso, el gobierno iraní utilizó además algo tan moderno como el crowdsourcing, publicando las fotos y pidiendo a la ciudadanía leal que le pusiera nombre a las caras: varias personas fueron detenidas por este medio. Morozov, un ruso que fue apoyado por la Central Intelligence Agency (CIA) en su trabajo de disidencia en la Unión Soviética, confía en los países occidentales y su obligación moral para luchar por la democracia. Me recuerda aquí el dicho: “El remedio puede ser peor que la enfermedad”. La pantalla de la máquina, expresa Sherry Turkle (1995) en su libro Life on screen, nos sumerge en una fascinación a causa de la cual dejamos de lado cualquier desconfianza y accedemos a las redes con entusiasmo, amén de que realicemos con más facilidad interacciones más difíciles de hacer en el mundo real. En el Facebook puedo tener cientos y hasta miles de amigos, a quienes habitualmente no podría contactar ni tolerar en el mundo cotidiano, y construyo otro yo, ideal, limado de asperezas e imperfecciones personales. También se

da oportunidad a la creación de un pensamiento no linealmente lógico sino más bien llevado por la lógica del bricolaje – estudiada por Lévi-Srauss– que resulta en una creatividad sin precedentes en el mundo occidental. La idea de que un ordenador es una calculadora cuyas reglas son siempre claras y muy específicas, una simple herramienta, ha sido socavada desde que apareció la primera Macintosh donde la apariencia reemplazó la lógica interna y la acción directa sobre el papel simulado situó al usuario en otra dimensión en la que dejó de importarle cómo funcionaba el corazón de la máquina y le posibilitó trabajar a su modo, sin demasiado cuidado por las reglas. La gente decide hoy comprar una máquina sin cuestionarse el cómo funciona, para ella la máquina es un medio a través del cual puede interactuar con otros usuarios sin estar cara a cara, así como desarrollar múltiples roles. Este modo de actuar corrobora la teoría freudiana de que el Yo no es unitario sino fragmentario. El yo en el mundo posmoderno está alienado, es descentralizado y múltiple. Para Turkle (1995) el Internet y la computadora son algo más que instrumentos, son formas de acción del nuevo sujeto a través de un mundo que está muy relacionado con la simulación, el anonimato, la falta –dice ella– de ideales y la substitución de los vínculos personales por meras emulaciones de nuestra persona, de hecho, la palabra persona ya significa máscara y en Internet nos encontraríamos fascinados con la proyección e intercambio de imágenes. Sus conclusiones en ese libro, no eran sin embargo, pesimistas pues consideraban

que el lado amable del Internet podía operar como un laboratorio de creatividad que aunque diese lugar a un baile de disfraces, también promovería una elaboración distinta del mundo real e incluso un escape de la miseria cotidiana, tal y como en el viejo filme de Marcel Carné, Juliette o la clé de sognes (1951) donde Gérard Philiphe escapa a su ahogo de la prisión a través de una puerta que le lleva a un mundo fantástico, pleno de aventuras y de amor. No había en ese momento documentados casos, como el del adolescente taiwanés de 18 años que falleció en un cibercafé tras jugar durante 40 horas la versión online de Diablo III o el del hombre de 32 años que murió tras jugar tres días seguidos al juego de Blizzard. O de chicos que pasan 13 horas o más conectados al Internet a través de sus teléfonos, juegan en línea con sus amigos virtuales, chatean con sus miles de conocidos y que cuando se les apaga el Internet se tornan agresivos hasta el grado de la violencia. En un libro posterior Alone Together (2011), ese optimismo aparece muy menguado. Allí explora en la primera parte la interacción de los humanos con las máquinas, las que en el futuro serán nuestras sirvientas, niñeras, cocineras, cuidadoras, nuestras compañeras y compañeros sexuales, que darán como pecho bueno todo sin esperar nada a cambio. Evidentemente, esta dimensión de la realidad rayana en el filme El hombre Bicentenario (1999) está aún lejana de cumplirse y lo más que se acerca la realidad es el Thermomix, lo que no es despreciable, pero que dista mucho de los sueños maníacos de los tecno–utopistas fanáticos. Enero-junio 2014 | 19

La segunda parte, desemboca en cuestionar nuestra necesidad de esas máquinas que al parecer resultan más confiables que los humanos, el efecto alienante del Internet lleva a conductas absurdas y locas, a gastos excesivos y a más hambre de experiencias digitales, que no se sacia de ninguna forma. Es lamentable que en todo el libro no exista ninguna mención a Lewis Mumford, especialmente porque Turkle es norteamericana, y por si fuera poco, porque es uno de los más grandes filósofos de la tecnología con un enfoque profundamente original que tomaba en cuenta al psicoanálisis como herramienta de estudio. Si hubiera estudiado con detenimiento a este autor sabría que la primera máquina estuvo compuesta de elementos humanos; se trataba de una Megamáquina que integraba piezas políticas, burocráticas, militares, la cual sumaba el trabajo humano de muchos individuos para la realización de grandes proyectos como la construcción de las pirámides egipcias. Sabría también que esta estructura invisible, compuesta de partes vivas, pero rígidas, era aplicada a una tarea específica, a su trabajo determinado. Esa máquina humana presentó desde el principio dos caras: una tiránica y a menudo destructora; otra positiva y promovedora de vitalidad. Todas las máquinas modernas están concebidas como instrumentos para ahorrarle esfuerzo al hombre, intentan realizar la mayor cantidad de trabajo con el menor gasto de energías humanas. No ocurría esto en la organización de las máquinas primitivas; al contrario: eran instrumentos que usaban trabajo humano y sus inventores se enorgullecían de emplear el mayor número posible de trabaja20 | Psico-Logos Nº 15

dores, con tal de que la tarea misma fuese suficientemente grandiosa. Mumford señala dos artificios esenciales que permitían a la máquina funcionar: la organización segura del conocimiento, tanto del natural como del sobrenatural, y una estructura bien elaborada para dar órdenes, transmitirlas y seguirlas hasta su total ejecución. El primero de esos artificios se llama organización religiosa, y el segundo, burocracia. Tal condición sigue siendo válida en nuestros días, por más que las computadoras que se regulan por sí mismas y las grandes fábricas automáticas encubran tanto sus componentes humanos como las ideologías religiosas que laten bajo la actual automatización. Ningún rey antiguo podía moverse con seguridad ni eficiencia sin el apoyo de especialistas humanos con un "conocimiento superior", como tampoco el Pentágono puede actuar hoy sin consultar a sus científicos especializados, a sus técnicos, sus computadoras, y sus expertos estrategas. No obstante, esta nueva jerarquía supuestamente menos falible que aquellos adivinos que actuaban mediante varitas mágicas o la lectura de entrañas de animales, a juzgar por sus tremendos errores, no resultan mucho más videntes. Para Mumford los conocimientos secretos son la clave de todo sistema de control totalitario. Hasta la invención de la imprenta, la palabra escrita se mantuvo, durante siglos, como el monopolio de una sola clase social; y hoy, el lenguaje de la matemática superior, más las misteriosas claves de las computadoras, están restaurando el secreto y el monopolio de tal saber con las consiguientes consecuencias totalitarias.

El orden mecánico es una simple copia del orden cósmico, y de las observaciones de las regularidades en las apariciones de los astros y el culto al sol. La división en clases sociales puede rastrearse desde el antiguo Egipto hasta nuestros días, existe una clase que todo lo tiene y disfruta de los bienes, y otra trabajadora limitada en sus recursos y condenada al trabajo sin descanso. La megamáquina en sus extensiones mecánicas no parece tener como finalidad la liberación de esa clase social, sino más bien su eliminación, la máquina del artificio de hierro es más confiable, más operativa, no se cansa y no reclama nada para su bienestar. Por otro lado, el ciclo de conquista, venganza y exterminio es la condición crónica de todos los Estados "civilizados", con la paradoja de que el conquistador simplemente destruye para volver a reconstruir al enemigo, volviéndose demonio y Dios una y otra vez, tal y como los EUA lo hicieron con Alemania. Estas ideas fueron completamente revolucionarias en su tiempo y no han sido debidamente apreciadas hasta nuestros días, aún Zizek habla de que hay en la Modernidad una ruptura con la polis de la tradición, donde la función del Otro estaba garantizada y el Eros prevalecía haciendo confluir al individuo con el Estado. Pero la cruel verdad, es que si la sociedad griega funcionaba, era porque había esclavos. No es despreciable el trabajo de Turkle, pero nuevamente se queda en lo superficial, ignorando lo más elemental: la máquina es una prolongación de la dinámica humana de alienación, catástrofe y renacimiento. La máquina no es sino una prolongación de la esencia misma del hombre, no reconocible a través de la cortina; detrás del Mago de Oz omnipotente, se encuentra un ridículo ser humano viejo e incompleto, habitado por necesidades simples: comer, cagar y coger, que puede desviar en cualquier momento su poder –merced a la pulsión de muerte– en contra de lo que aparecen como sus logros civilizatorios. Me veo obligado a citar aquí textualmente a Mumford en un prólogo escrito en 1963 a su brillantísimo libro Technics and Civilization publicado en 1934:

La megamáquina en sus extensiones mecánicas no parece tener como finalidad la liberación de esa clase social, sino más bien su eliminación, la máquina del artificio de hierro es más confiable, más operativa, no se cansa y no reclama nada para su bienestar.

Por

otro lado, el ciclo de conquista, venganza y exterminio es la condición crónica de todos

Estados "civilizados". los

Enero-junio 2014 | 21

Lo que los especialistas han decidido pasar por alto, es que lo que está en juego es el hacer pasar a la ima-

–detrás de la cual habría una escritura–, por la cosa misma, y la

gen

homogeneización del imaginario colectivo por tendencias estéticas, ideológicas y de esquemas mentales por parte de las hegemonías dominantes.

22 | Psico-Logos Nº 15

Aunque los críticos contemporáneos caracterizaron apropiadamente Técnica y Civilización como una obra esperanzadora, me felicito ahora a mí mismo más bien por el hecho de que, incluso entonces, antes de que las salvajes desmoralizaciones y proyecciones irracionales que han acompañado la captación de la energía nuclear amenazaran al mundo, llamé la atención acerca de las posibilidades regresivas de muchos de nuestros más esperanzadores adelantos técnicos: preví el lazo ominoso, como digo más adelante, entre el “autómata” y el “Ello”.

La frase asombrosa remite al trabajo de Freud sobre Lo Ominoso, y al autómata del cuento de Hoffman, pero también a la pulsión y su carácter no biológico, a su empuje hacia la repetición como si fuese máquina. El Ello y el inconsciente son una pieza que busca la descarga sin miramientos por la realidad. Una malla de inscripciones que lleva irremediablemente al acto y desembocará en un nivel que llamamos conciencia, donde el sonido, la imagen y la representación adquieren una importancia fundamental. Técnica y civilización según Mumford no son solo el resultado de aspectos conscientes involucrados y dirigidos a cumplir una tarea, también se ponen en juego partes inconscientes, sin duda irracionales, que se encuentran escondidos detrás de la máscara de la objetividad y la ciencia, pero que pueden llevar a aspectos incontrolables de la repetición que operen contra el mismo hombre. Lo que los especialistas han decidido pasar por alto, es que lo que está en juego es el hacer pasar a la imagen –detrás de la cual habría una escritura–, por la cosa misma, y la homogeneización del imaginario colectivo por tendencias estéticas, ideológicas y de esquemas mentales por parte de las hegemonías dominantes. Han decidido ignorar que la pulsión escópica irrefrenable solo acrecienta su apetito cuando estamos al frente de la computadora, que el término usuario referible a los beneficiarios de estos servicios, es también el que se usa en la clínica de las adicciones. Ignoran, no sé por qué, la dimensión imaginaria que emparentaría al sueño con el cine, con el arte y el delirio, con la imago de las redes sociales. Al igual que en

la experiencia con drogas, nos sometemos a una psicosis experimental de la que pretendemos tener el control y de la que anhelamos poder prescindir en el momento que lo deseemos. La máquina es una prolongación de la dinámica humana, el autómata es el último escalón de un proceso que empezó con el uso de una u otra parte del cuerpo humano como instrumento y que desemboca en una vertiente distinta del instrumento. El instrumento llama a la manipulación, la máquina a la acción automática, el computador se sitúa a mitad de estos dos dispositivos, llegando al extremo de promover la despersonalización del usuario, que paradójicamente acaba siendo usado por la máquina. Turkle (1995) se pregunta por qué no podemos despegarnos de la computadora sin proporcionar una repuesta íntegra a su pregunta. La vida en la pantalla, para usar su expresión, no es otra cosa que un espacio transicional y un objeto transicional que están en el camino intermedio hacia el verdadero objeto, tal y como Winnicott nos habló de la relación del niño pequeño con su madre. La fuerza adictiva del Internet proviene no de sus promesas irreales o de su fuerza simbólica, lo que importa del objeto transicional, como lo mencionó este psicoanalista inglés, es tanto su valor simbólico como su realidad, es una ilusión pero también algo real. El apego a niveles adictivos al Internet coincide con el afecto al objeto transicional, es un intento de negar la frustración del usuario, sea cual fuese su edad, ante el mundo real y las dificultades que este impone. Las relaciones con las personas rea-

les imponen tolerancia, exponen al amor pero también al odio, a la destrucción y a la muerte. Tocar y pulsar, el teclado, la pantalla, el video game, y operar en la realidad virtual en que nos sumergimos, con la ilusión de tener el control de la situación, nos pone en una situación alucinatoria, esta aparece como una especie de psicosis experimental, necesariamente es un mecanismo de defensa al final de cuentas ineficaz. Allá afuera está el mundo que escapa a nuestro control y nos espera para desilusionarnos, decirnos que somos seres humanos de carne y hueso, que no siempre somos queridos por quien nosotros amamos, que envejecemos, enfermamos y morimos. Según Freud hay tres límites evidentes a nuestro narcisismo: la naturaleza, la enfermedad y el otro. Pero la ilusión del campo transicional nos arrastra de la realidad, volviendo más importante el campo imaginario, haciéndonos sentir jóvenes cuando somos viejos, mujeres cuando somos hombres y viceversa, importantes cuando somos basura, e inmortales dioses del Olimpo cuando en realidad no se trata sino del Valhala, o mejor aún, El Limbo. En el Internet, en una mixtura confusa de fantasía y realidad, confluye la pintura, el cinematógrafo, el cómic, la música, la radio, el teléfono, la televisión, y la literatura. Se multiplican las posibilidades de cada uno de estos medios que tendrían su específico apoyo pulsional, en una mélange picosa y suculenta, convirtiendo nuestra relación con la máquina en una dependencia total en la que están comprometidos todos nuestros sentidos. La sobreoferta de estímulos, acaba por arrastrarnos y crear la fantasía de borramiento del sujeto. Es Enero-junio 2014 | 23

importante sostener aquí que lo que paradójicamente sostiene las comunidades es la diversidad, la posibilidad de que nuestro cuálsea se identifique con otro cuálsea y salgamos de nuestro aislamiento. Al contrario de Turkle, en nuestra opinión no se trata de estar nuevamente solos, sino de –por lo menos en la fantasía– sostener la ilusión del grupo, necesaria para soportar nuestra subjetividad. No es tan fácil encontrar un grupo de pedófilos en el exterior social, mientras en el Internet esta dificultad es relativamente salvable pasando por ciertos filtros a los que es posible franquear. El grupo proporciona fortaleza, exalta, robustece al Yo, al mismo tiempo drena las pulsiones del Ello, limitando la acción al ejercicio manual, es una manera de ejercitar nuestra locura sin caer completamente en la esquizofrenia. El efecto de la introducción del reloj en las mentes de las personas llegó a hacernos pensar que nuestro cerebro era un mecanismo de relojería, hoy pensamos que nuestras cabezas son computadoras, mecanismos sin deseo, estériles en su creatividad fuera de ciertos patrones, inútiles para improvisar, cerradas al azar maravilloso que nos rodea. De hecho la integración del hombre con la máquina, lo que supone en el caso de la interacción con nuestras PC o Mac’s, la adaptación de los humanos a la máquina y la dependencia de ella para todos nuestros actos. Aprendemos a pensar utilizando las herramientas provistas por ellas; el vínculo con la realidad, se efectúa a través de estos artefactos, ellos son ahora nuestro reloj, nuestra calculadora, nuestro teléfono, radio, televisor, etc. 24 | Psico-Logos Nº 15

En la medida en que usamos este instrumento, él nos va arrojando piezas de información una tras otra como si fueran guijarros, hasta el punto en que nos es difícil terminar una lectura o acabar un trabajo. Las multiventanas crean dispersión y falta de concentración dando lugar al agotamiento y a una creciente incapacidad para leer textos ¿Quién de los jóvenes podría leer hoy La Montaña Mágica o La Guerra y la Paz, Ana Karenina o Madame Bovary? Los resúmenes de la obra se encuentran en Wikipedia y los jóvenes son consumidores de información sin importar los detalles. No hay tiempo para perder, se trata de acumular notas, reseñas, números, de registrar saber. En ese trayecto se pierde el goce por la lectura y se borra el sujeto para volverse una simple extensión del disco duro de la máquina. La máquina altera nuestra forma de actuar y pensar, acerca y comunica, pero también es capaz de restringir y modificar nuestra relación con la vida. Nos hace animales hambrientos de información, insaciables, el objeto plus de goce, está ahí en la forma de una pantalla que estimula la pupila del que trabaja. Tobe Hooper y Spielberg ya nos habían advertido en Poltergeist, del peligro de dejar a los niños frente a la televisión. No hemos querido comprender el peligro que también representa para las mentes infantiles los nuevos aparatos: en las tiendas de juguetes abundan las computadoras para niños, los padres enseñan con mucha emoción a sus hijos el uso de las máquina, pero esa máquina es más que un instrumento, es una serie de esquemas y trazos que moldearán su pensamiento.

La red no solo quebranta nuestra capacidad de concentración y contemplación, de autocrítica y crítica sino que, nos hace más que lectores: buscadores –consumidores– de información. La suposición fácil de que estaríamos “mucho mejor” si una inteligencia artificial complementara, o incluso sustituyera, nuestros cerebros resulta terrorífica. Esta indica una creencia en que la inteligencia es producto de un proceso mecánico, una serie de pasos discretos susceptibles de ser aislados, medidos, optimizados. En el universo de Google, en el mundo en que ingresamos al entrar en línea, hay poco espacio para la falta de claridad, de la contemplación. La ambigüedad no es una apertura para la visión, sino una falla que debe arreglarse. El cerebro humano es solo una computadora anticuada, necesita un procesador más rápido y un disco duro mayor. La concepción de la inteligencia preconizada Kurzweil y otros futuristas, está basada en una concepción de la memoria como acumulación de datos y una especie de disco duro similar al usado en nuestras computadoras. Pero, los hombres no somos máquinas. Los seres humanos operando bajo dicha lógica están condenados a la rutina, al sacrificio de su salud y su felicidad. Se ha ponderado el hecho de que la máquina podrá liberar al hombre del trabajo inútil y le proporcionará más tiempo para su solaz y descanso. Pero el hecho es que en las grandes ciudades, el hombre sujeto a las reglas industriales y a la eficiencia, tiene muy poco tiempo para dedicarlo a su familia, y señalaba Mumford, a las relaciones sexuales.

Si Thorstein Veblen había celebrado que la máquina de escribir, el teléfono, el automóvil, y otros adelantos tecnológicos han rentabilizado el tiempo del ser humano al punto de incrementar las comunicaciones y el bienestar humano, si llegó a afirmar que el determinismo tecnológico es el verdadero motor de los cambios históricos, cada una de estas contribuciones no ha sido sin un costo; como señalan Bertrand Russel y Aldous Huxley, todos estos avances nos han empujado a sacrificios. El tener la capacidad de viajar más lejos, le ha compelido al hombre a hacerlo; los adelantos de la medicina han propiciado la sobrepoblación; la mayor abundancia de bienes físicos (bañeras, automóviles, computadoras, televisores, etc.) ha expandido el hambre de posesión de dichos bienes. Se ha idealizado el materialismo vulgar y han cambiado los ideales hacia el deseo de éxito personal y la acumulación de bienes. Eres bella si usas Channel, listo si tienes una Mac; exitoso si tienes un Mercedes, feliz si tomas Coca–cola; higiénico si te cepillas con Colgate, etc. El capitalismo/industrialismo/instrumentalismo ha condenado a los habitantes de las sociedades del siglo XXI a una vida infeliz e infame, atravesada por la violencia en diferentes formas. Se toma como una consecuencia inevitable del desarrollo: los sistemas represivos de poder, el privilegio a las instituciones sobre los individuos, las relaciones estratégicas sobre los deseos individuales, la reglamentación de las relaciones personales al punto de regular la vida personal en las decisiones más particulares e íntimas que paradójicamente acentúan la búsqueda de bienes materiales Enero-junio 2014 | 25

La ciencia ha probado no ser útil para encontrar la felicidad y la tekhné nos ha vuelto zombis o autómatas.

La naturaleza, la sociedad y la cultura, han sido afectados por

ese fenómeno llamado por los especialistas posmodernidad y cuyas consecuencias son las de transformar, consciente o inconscientemente, las formas anteriores de relación, de convivencia y anudamiento del lazo libidinal que antes existía.

26 | Psico-Logos Nº 15

y el brillo que acarrea el triunfo individualista del narcisismo. Gilles Lipovetsky (1998) ha enfatizado que hoy día se privilegia la expresión gratuita, la primacía del acto de comunicación sobre la naturaleza de lo comunicado, la indiferencia por los contenidos y la reabsorción lúdica del sentido, la comunicación sin objetivo ni propósitos claros, donde el emisor aparece convertido en el principal receptor. Esta es en gran medida la lógica que rige y provee de éxito a las redes sociales. La seducción es el signo y herramienta principal de nuestro intercambio social. Han variado las reglas de convivencia para dar lugar a desplazamientos en nuestras metas superyoicas, la represión y el cumplimiento del deber han sido cambiadas por un hedonismo desenfrenado. El recato y la pobreza del anonimato son despreciadas hoy día y en su lugar se busca el brillo de los reflectores. La sensibilidad política ha cedido su lugar a la sensibilidad terapéutica New Age, los individuos ya no buscan transformar su sociedad sino transformarse a sí mismos en un viaje espiritual de lugar a cambios individuales que renuncian a la transformación colectiva. El porvenir de la religión que los marxistas veían condenada a la desaparición y su substitución por un lenguaje científico, ha demostrado, como Freud lo pensó, ser una ilusión pero necesaria; la gente precisa ahora más que nunca de la religión, y allí donde el cristianismo no ha respondido a sus preguntas o necesidades, ha creado nuevas religiones, no necesariamente más comprensivas, sino incluso más estrictas en sus preceptos morales. La ciencia ha probado no ser útil para encontrar la felicidad y la tekhné nos ha vuelto zombis o autómatas. La naturaleza, la sociedad y la cultura, han sido afectados por ese fenómeno llamado por los especialistas posmodernidad y cuyas consecuencias son las de transformar, consciente o inconscientemente, las formas anteriores de relación, de convivencia y anudamiento del lazo libidinal que antes existía. Esto ha dado consistencia a la cultura, haciendo más patente la competencia, la agresividad y finalmente la pulsión de muerte, en un proceso de animalización del

hombre a través de su domesticación por medio de las reglas y parámetros del Biopoder, tan hablado por Foucault al final de su vida; como consecuencia, se hace evidente que las relaciones de poder vayan hoy dirigidas a que los seres vivientes produzcan más fuerza. La estrategia del Estado no es legitimar un poder regido por leyes para mejorar la vida de los ciudadanos o de fundar la soberanía. La empresa de nuestras sociedades postcapitalistas, ha cambiado, ya no solo busca la mayor productividad de los ciudadanos sino su control estricto más allá de cualquier límite. Las instituciones crediticias –por poner un ejemplo– se asientan sobre la perseverancia de la deuda, pues la caducidad de esta no aparece como una posibilidad. El propósito de este aparente absurdo, es producir la deuda eterna de la vida que llevamos, los bienes que consumimos, y estos, se acaban o se agotan, aún antes de haberlos pagado. Bajo esta dinámica, el trabajador terminaría como simple encarnación del tiempo de trabajo. El tiempo de descanso, que podría aparecer como un movimiento de reapropiación de su existencia, aparece para el capital como simple tiempo improductivo. Esta lógica se inscribe en el inconsciente como máxima superyoica, y da como resultado la identificación del trabajador con ideales que exceden sus propios objetivos de bienestar. Al estar frente a la pantalla, todos nos convertimos en esclavos, producimos información, números, somos sujetos de vigilancia y de domesticación, el plus de este movimiento es que se realiza toda la operación en perfecto estado de conformismo y hasta de satisfacción. La pulsión de muerte

busca su cumplimiento, y lo obtiene mediante una fijeza que ataja en lo posible, el movimiento físico, corporal, material. En la actualidad, nos dice Foucault (1977), el poder no solo tiene que ver con el otorgamiento de la vida o la muerte, sino con el dominio sobre los seres vivos, ese poder se coloca a nivel de la vida misma, haciendo al sujeto dominio de cálculos explícitos de un biopoder. En otras palabras, durante milenios, si el hombre fue –Aristóteles así lo entendía– un animal viviente, capaz de una existencia política, hoy se ha convertido en un animal en cuya política está puesta en entredicho su vida de ser viviente. La tarea de la gestión de la vida, pasa a primer plano como una táctica de dominio del otro, pero en este caso se trata del Otro con mayúscula que entrevió Lacan, que rebasa cualquier simetría posible en el plano dual imaginario. Esta relación de dominio rebasa los parámetros ideológicos de los principios de la democracia en Occidente y la división de clases estricta, la cual distinguía el marxismo del siglo XIX. Es aquí donde la reflexión de Agamben (2010) sobre el Homo sacer, es pertinente para entender la biopolítica moderna de Occidente. Por un lado, el ciudadano tomaría en el Estado moderno el lugar de esa figura ambigua del derecho romano arcaico, y constituiría el ejemplo que resumiría la situación paradojal del poder soberano occidental y su relación con la vida: habría un hombre sagrado, que no puede ser objeto de sacrificio, por estar fuera del derecho divino, al cual, sin embargo, cualquiera puede llevar a la muerte impunemente, sin que el ejecutor pueda ser considerado homicida, Enero-junio 2014 | 27

porque también se encuentra excluido del derecho de los hombres. El ciudadano de las sociedades modernas, sería –en principio–, la expresión del moderno homo sacer en la sociedad regida por la lógica del capital. Su vida quedaría en alquiler, usufructo, desde el momento mismo en que se ve obligado a poner a disposición del capital no solo su fuerza de trabajo sino su cuerpo viviente. Su corporeidad sería, entonces, la que terminaría expuesta diariamente, agotada y desfalcada por los diversos mecanismos del capital. Su estado de excepción (de inclusiónexclusión) lo empujaría a una nuda vida, despojada de cualquier valor político, y sin embargo, jugada como valor político en sí misma. Por otro lado, conviene decir que no solo un hipotético trabajador estaría en esta relación de estado de excepción, jugado en el dominio del Internet, sino que todo usuario entraría en una relación de potes-

28 | Psico-Logos Nº 15

tad por parte de una máquina ya no solo social, sino de un automatismo cibernético. Aquí, Mumford (1934), nuevamente, nos puede ayudar a pensar en las implicaciones de la concepción mecanicista. Una máquina implica uniformidad, estandarización, posibilidad de reemplazo. Y una comprensión del hombre como un mecano, entraña precisamente su deshecho y substitución. Como señalamos líneas arriba desde la existencia de la civilización industrializada, lo que se busca con la regulación de los horarios o las actividades, es la máxima eficiencia y se tiende a concebir a una sociedad o un grupo de personas como un sistema que debe cumplir ciertas actividades de manera eficiente y útil, automática. Se trata de ahorrar energía y esfuerzos en beneficio de cierta noción de producción, pero reducir la existencia del hombre a tal concepción, es simplemente hacerla miserable y contraria a la esencia misma de la cultura y la civilización humana.

Referencias Agamben, G. (2010). Homo Sacer. El poder soberano y la nuda vida. España: Ed. PRE TEXTOS. Carr, N. (2008). Is Google Making Us Stupid? What the Internet is doing to our brains. Atlantic Monthly. Repercusión. Carr, N. (2010). ¿Qué está haciendo el Internet nuestros cerebros? En Superficiales. Madrid, España: Ed. Taurus. Freud, S. (1976). Psicología de las masas y análisis del Yo. Buenos Aires, Argentina: Amorrortu Editores. Freud, S. (1999). La interpretación de los sueños. Sueño de la inyección de Irma. España: Ed. Alianza. Hessel, S. (2011). Indignaos. España: Ediciones Destino.

Lipovetsky, G. (1996). El imperio de lo efímero (5ª ed.). Madrid: Ed. Anagrama. MacLuhan, M. (1966). Comprender los medios de comunicación. España: Paidós. Morozov, E. (2011). The Net Illusion. The dark side of internet freedom. USA: Public Affairs. Mumford, L. (1934). Technics and civilization. London: Routledge & Kegan Paul. Sábato, E. (1951). Hombres y engranajes. España: Ed. Alianza. Vargas Llosa, M. (2011). Más información, menos conocimiento. El país. Sherry, T. (1995). Life on the screen: Identity in the age of the internet. USA: Ed. Simon & Schuster Paperbacks.

Enero-junio 2014 | 29

Las aristas del miedo Leticia Cufré Marchetto, Violeta Rodríguez Becerril1 Pare Mire Escuche No Se Desintegre Frase de una pancarta del Colectivo Arte por la Izquierda

E

n el artículo se exploran algunos enfoques sobre el miedo, provenientes de diferentes disciplinas científicas o de otras formas de conocimiento, con el objetivo de que en ese espectro se puedan encontrar elementos que contribuyan a la disminución de sus efectos dañinos en las personas y en el tejido social. Se mencionan diversas maneras de pensar y diferentes niveles de conceptualización, con la pretensión de compartir la reflexión sobre un fenómeno que, cuando tiene gran intensidad, para algunos autores, resulta “impensable” (Friedlander, 2007) por la magnitud de los daños, mientras otros autores ponen el acento

en que, lo que no se piensa insiste, por lo tanto “decir que la barbarie no se piensa, equivale de hecho a poner en práctica un procedimiento solapado de absolución” (Badiou, 2005, p. 14). Nos interesa pensar, hablar y buscar estrategias eficaces que permitan modificar la situación de miedo generalizado en que vivimos.

Cuando en una situación de crisis social alguien se aísla, se encierra en su propia persona o en su grupo, tiende a paralizarse y a entrar en pánico. Su conducta se vuelve errática, sus respuestas a la situación son desorganizadas, poco asertivas, y pueden llegar a incrementar los riesgos individuales y colectivos. En Artes Marciales, el maestro enseña a sus alumnos a distinguir el miedo de otras emociones que están presentes en animales y en seres humanos. En los animales es menos frecuente de lo que se cree la parálisis por miedo. Por el contrario, este desencadena un reflejo de huida o ataque que se mantiene activo si –y solo si– el animal no se rinde. Cuando la gacela está en las fauces del león y se da por vencida, se paraliza. No podemos decir que se paraliza por miedo o por sentirse derrotada. No lo sabemos pero, el humano suele tener posibilidades de vida, de resistencia, hasta que se entrega. Por eso el maestro transmite a sus alumnos la idea de que deben conectarse con la parte animal que todo humano tiene y servirse de ella para huir o luchar. Se trata de impedir que el miedo limite la capacidad de pensar y actuar con la solución que se considere más adecuada. Con la feroz escalada de prácticas sociales violentas en nuestro país, el miedo y los problemas asociados a él, así como las formas de combatirlo, son temas relevantes sobre el que todos y todas, profesionales o no, podemos aportar alguna experiencia. En la mayoría de los casos, el miedo es proporcional a las prácticas sociales violentas y al incremento de la sensación de vulnerabilidad. Hay que advertir que las percepciones de seguridad o inseguridad 32 | Psico-Logos Nº 15

de los individuos y grupos sociales tienen que ver con la posibilidad de vislumbrar mejores condiciones de vida, leyes de protección social, el efectivo accionar de las instituciones de bien público y el grado de confianza que un determinado sector de la población deposite en ellas (Castel, 2004). Nos preguntamos hasta dónde y cómo reducir las prácticas sociales violentas sin que la solución implique ejercer mayor violencia, sin caer en una escalada con resultados dudosos. Formamos parte de un equipo de trabajo que impulsa la propuesta de discutir, con la mayor amplitud posible, con quienes se sientan implicados en los problemas mencionados y que deseen intercambiar experiencias alternativas a las formas de pensar hegemónicas en nuestro país desde el año 2006 y hasta la fecha. Nos referimos a la aplicación parcial o no, reconocida o no, de la Doctrina de Seguridad Nacional que tuvo resultados nefastos en América Latina en las décadas de los años setenta y ochenta. Sus aspectos más evidentes fueron, entonces y ahora, el reemplazo de los cuerpos policiales por las Fuerzas Armadas con función de represión interna, la declinación de derechos civiles, sobre todo en lo que hace a la privacidad e información; la búsqueda a cualquier costo, de logros militares, en desmedro de las estrategias políticas orientadas a garantizar la paz. Ante esto, pretendemos desarrollar herramientas teóricas y prácticas que refuten la idea de que se puede erradicar la violencia ejerciendo más violencia. Las prácticas sociales violentas, sus procesos y secuelas, son parte de un sistema complejo, al que intentamos aprehender desde diversos aspectos para poder pensar

en intervenciones psicosociales que superen la linealidad o las limitaciones de una disciplina. Por nuestra parte, participamos en la Ciudad de México, en colonias de la Ciudad de México con alto grado de marginación y violencia, en un proyecto inter y transdisciplinario de investigación-acción que tiene como objetivo acompañar a vecinos y vecinas de esas colonias para que puedan formar grupos de los que surjan propuestas y acciones tendientes a la reducción de las violencias cotidianas. Disminuir el miedo y fortalecer el tejido social son pasos indispensables en el proceso de construir esta vía. Como se dijo al inicio, la intención de este texto es compartir una serie de conceptos o nociones que pueden ser útiles para reflexionar sobre el miedo. Si bien las aristas que se despliegan son diversas, seguramente no se agotan las tantas que operan en el campo social. Esperamos que los lectores se sientan estimulados para plantear sus propias reflexiones y propuestas.

Las aristas En sus nombres Los griegos divinizaron a Deimos, el miedo y a Phobos, el temor2 y se esforzaban por conciliarlos en épocas de guerra. Entendemos que Deimos tendría que ver con la inquietud frente a una situación efectivamente peligrosa, mientras que el temor produciría una tendencia a percibir el peligro como generalizado y a veces difuso. Por su parte, los romanos tenían a Pallor y a Pavor. Los ancianos veían en el miedo una potencia mayor que la de los hombres, de ahí su carácter divino y la comprensión del

rol esencial que juega en los individuos y en la colectividad (Delumeau, 1989). En contraste, en Occidente se asoció el sentimiento de miedo con diferencias sociales. Se tenía la creencia de que los caballeros no tenían miedo a diferencia de la plebe que, por falta de nobleza, caía fácilmente en él. El sentimiento quedó etiquetado como algo vergonzoso. Al respecto, Tomás Moro dijo: La pobreza del pueblo es la defensa de la monarquía […] la indigencia y la miseria suprimen todo valor, embrutecen las almas, las condicionan al sufrimiento y a la esclavitud y las oprimen hasta quitarles toda energía para sacudirse el yugo (Citado por Delumeau, p. 22).

Trabajando con grupos de vecinas y vecinos de las colonias de la Ciudad de México, encontramos que, frecuentemente asocian miedo y vergüenza. Muchas personas tienen dificultades para hablar de sus miedos y estos se hacen más fuertes en el secreto, la ocultación y el silencio. Tener miedo es un secreto vergonzoso aunque, la mayoría de las veces, sea un secreto a voces. En la historia En vísperas de la Revolución del 14 de julio de 1789, en Francia se temía un complot de los aristócratas y también se pensaba que los campesinos eran un peligro inminente para los habitantes de las ciudades. Así se entiende lo que después se llamó “el Gran Miedo”, responsable de terribles masacres. En zonas rurales, como consecuencia de malas cosechas, surgieron exEnero-junio 2014 | 33

traños rumores con los que la imaginación popular transformó a las bandas migrantes de hambrientos vagabundos, en peligrosos ejércitos que saquearían las ciudades. El pánico se propagó en gran parte de Francia entre el 20 de julio y el 6 de agosto y su consecuencia fueron los asesinatos realizados por milicianos citadinos organizados para la defensa (Jean Tulard, 2013). Al igual que muchos otros eventos colectivos registrados en la historia y en nuestra época, se produjeron imaginariamente los objetos temidos, aunque poco tuvieran que ver con la realidad. Hay múltiples ejemplos de cómo puede propagarse el miedo, cobrar fuerza y desencadenar acciones colectivas que acaban afectando tanto a sujetos individuales como colectivos, con ruptura de redes indispensables para la vida en sociedad. En el siglo XX el sentimiento del miedo fue utilizado como razón política de los regímenes autoritarios. El nazismo y el fascismo se apoyaron en él, sobre todo en los miedos de los pequeño-burgueses a la caída de la moneda y al comunismo. El lugar que ocupa en la actualidad la idea de “seguridad pública” así como sus deslizamientos de sentido, los usos y las distorsiones que ha sufrido, son materia prima para el análisis político. Si bien es frecuente la posibilidad de reconocer en los discursos políticos cierta manipulación intencional del miedo, habría que preguntarse sobre los mecanismos que hacen que esta manipulación tenga éxito. Por ejemplo, el atentado a las torres gemelas en Nueva York el 11 de septiembre de 2001 definió el discurso y las acciones sobre el tema de seguridad no solo en los Estados Unidos 34 | Psico-Logos Nº 15

sino a nivel mundial. Este acontecimiento ha sido analizado desde diferentes puntos de vista, incluyendo la propagación del sentimiento del miedo en la población y el acallamiento de las voces que se atrevieron a disentir. Sin embargo los discursos fueron eficaces: derivaron en una serie de iniciativas que violaron sistemáticamente derechos humanos, pero fueron muy pocos los que osaron plantear la contradicción. En algunas corrientes de la Psicología y la Biología Paul Fraisse (1911-1996), psicólogo experimental francés definía la “emoción” como una perturbación en las conductas adaptativas y la diferenciaba de “sentimiento” que, según él, alude a una manera de vivenciar cuestiones tan disímiles como la cólera y el placer. Para Fraisse, la experiencia emotiva debe estar acompañada de cierta conciencia de sí y tiene como correlato intensas sensaciones musculares y viscerales. Desde el punto de vista biológico, físico, la emoción se caracterizaría por reacciones fisiológicas cuantificables: aceleración cardíaca, aumento de presión sanguínea, modificaciones en la circulación sanguínea, descargas nerviosas autónomas o involuntarias, secreciones hormonales, en particular de adrenalina, etc. No son experiencias negativas por sí solas, en ocasiones son necesarias para la sobrevivencia porque son preparativos de las respuestas de huida o ataque. Solo en ciertos casos pueden llegar a afectar negativamente a quien las padece; pero ya sean negativas o positivas, se produce un gran gasto de energía biológica y/o psíquica y en ese sentido hablamos de defensa costosa.

El miedo es la emoción más frecuente en los humanos frente a un objeto que se supone peligroso, amenazante, o que provoca repulsión; suscita esa vaga sensación de inquietud que llamamos ansiedad o angustia, considerando las concomitantes respuestas orgánicas. Hay una polémica en los círculos de científicos sobre sus efectos letales que no se ha resuelto a pesar del tiempo transcurrido desde que fue planteada. El Dr. Martin A. Samuels (citado en Abate, 2007) señaló la relación existente entre el sistema nervioso y el corazón, que parece tener relación con el fenómeno llamado “muerte vudú”, anteriormente estudiada por Walter B. Cannon (1871 -1945) que incluyó a la muerte por miedo en un trabajo médico. En ese tiempo fue totalmente novedoso que una investigación de fisiología se aplicara a un objeto de estudio del campo de la etnografía. Una diferenciación conceptual necesaria, aunque no siempre fácil, es la que se debe hacer con el estrés. Esta última palabra inglesa, fue usada por primera vez en 1936 por el húngaro Hans Seyle (19071982) quien trabajó sobre el Síndrome de Adaptación General, también conocido como síndrome de estrés. El conjunto de signos o síntomas que se desarrollan mediante un proceso supuestamente universal: frente a un “agente nocivo” de cualquier tipo, desde la privación prolongada de alimento, la ingestión de algo dañino hasta la percepción de una amenaza, el cuerpo reacciona con una alarma, se prepara para huir o atacar. Si la amenaza subsiste, ante la imposibilidad de permanecer indefinidamente en ese estado por el gasto de energía que requiere, se genera una

segunda etapa de resistencia con diversas características la cual si llega a prolongarse produce agotamiento, una forma de envejecimiento por desgaste (Gabriel, 2008) A partir de esta noción muchos médicos estudiaron el efecto de las emociones desde el punto de vista del condicionamiento biológico y llegaron a reconocer la existencia de causas psicológicas en padecimientos físicos. Esto implicó un avance considerable para la medicina psicosomática. Sin embargo, como el término “stress” implica tantas cosas, los miedos que pueden ser una de sus causas, suelen pasar desapercibidos si existen otras causas más evidentes; por ejemplo, estímulos muy violentos (un bombardeo, una agresión brutal). Por ello poco se ha estudiado la eficacia del miedo en la producción de enfermedades, aunque en las zonas de guerra en Centroamérica, según constatamos personalmente, era una preocupación del Sector Salud. En otras latitudes e ideologías, después de la guerra de Vietnam, se popularizó la idea del Síndrome de Estrés Postraumático como un amontonamiento de signos y síntomas, a veces indefinibles. En resumen, la noción de estrés permitió pensar en la incidencia de factores psicológicos en el caso de enfermedades físicas, pero pasó a generalizarse tanto que se naturalizó y, por lo tanto, impide pensar sobre los efectos del miedo. Llamar a las cosas por sus nombres hace que las personas que no son especialistas ni en medicina, ni en psicología, pero que perciben y sienten sus problemas, puedan apropiarse de ellos, comprenderlos y plantear las soluciones que les resulten más convenientes. Enero-junio 2014 | 35

La emoción de miedo es intransferible por la vía de la razón y el conocimiento, a diferencia del sentimiento de miedo que puede verbalizarse, socializarse y desencadenar solidaridad, no solo empatía.

36 | Psico-Logos Nº 15

En la clínica psicoanalítica Janine Puget (2002), coloca el eje de la distinción en las posibilidades y formas de socializar, de comunicar la vivencia, considerando que esta puede provenir de espacios psíquicos intra, inter y trans subjetivos, cada uno con sus leyes y formas de funcionamiento. Toma, por ejemplo, la relación entre el dolor y el sufrimiento. Para esta autora, el dolor forma parte de las sensaciones difícilmene transmisibles con palabras mientras que el sufrimiento es una forma verbalizable que permite acceder al dolor. La emoción de miedo es intransferible por la vía de la razón y el conocimiento, a diferencia del sentimiento de miedo que puede verbalizarse, socializarse y desencadenar solidaridad, no solo empatía. En este trabajo no interesa reflexionar sobre enfermedades, sino sobre sufrimiento humano. Sin embargo, es necesario considerar los límites dentro de los que los miedos son emociones sincrónicas con el cuidado de la vida. Fuera de ellos, pueden tranformarse en pánico o en patologías (fobias, ataques de pánico, paranoia) dicho de otra manera, en enfermedad. En clínica existe una clásica diferenciación entre ansiedad (inquietud sin objeto, difusa); angustia, (en la que predominan malestares físicos) y miedo (vivencia desencadenada por una amenaza externa). El psicoanálisis postula que, en definitiva, siempre es necesario tomar en cuenta un correlato interno al estímulo que, por definición y sin demasiada certeza, catalogamos de externo. No basta con el estímulo si este no golpea en alguna forma de vulnerabilidad subjetiva, individual o colectiva. La diferenciación interior-exterior es, de alguna manera, ambigua y, en ocasiones, arbitraria. El sujeto humano debe aprender a manejar la angustia frente a la falta de certezas, debe defenderse. A veces la defensa consiste en percibir como externo todo aquello que no se soporta como propio. De ahí que se vivencie como “afuera”, en el “mundo externo”. Los límites no siempre se refieren a claras discontinuidades. Por ejemplo, las personas hipocondríacas (miedo a la enfermedad) experimentan el objeto peligroso como “ajeno” al propio cuerpo, pero “dentro” de él. En una visión psicoanalítica

clásica de los trastornos mentales, los miedos aparecen como síntomas en diversos padecimientos. Freud en sus estudios sobre las neurosis, habla de “fobias” (Roudinesco y Plon, 1997) que agrupa como estructura psicopatológica o cuadro bastante inestable caracterizado por la ansiedad focalizada en objetos específicos (agarofobia, claustrofobia, etc.). La característica sobresaliente de esas neurosis es que se fundan en situaciones relacionadas con la historia particular de cada quien, con la estructuración del “mundo interno” o psiquismo, con la esfera íntima o privada en la que se produjeron heridas y traumatismos en las primeras etapas de la vida. Las viejas huellas, heridas o cicatrices, los traumas psicológicos, nunca quedan totalmente sofocados sino que pueden ser vías de acceso o de facilitación de los nuevos temores: conforman la disposición. El desvalimiento y la dependencia que abarca los primeros años en que los humanos dependemos de otros humanos, serán marcas de la que no nos libramos con el correr de los años, por el contrario, quedan latentes y nos hacen vulnerables. Estas son las huellas originarias, posteriormente serán reforzadas o no por huellas mnémicas, esto es, por las experiencias constituidas en memoria. Las experiencias positivas y vínculos satisfactorios, serán recursos para enfrentar situaciones dolorosas mientras que experiencias negativas y vínculos frustrantes, pueden llegar a reforzar los sentimientos de fragilidad o de inseguridad ante situaciones difíciles.

La característica sobresaliente de esas neurosis es que se fundan en situaciones relacionadas con la historia particular de cada quien, con la estructuración del

“mundo interno” o psiquismo, con la esfera íntima o privada en la que se produjeron heridas y traumatismos en las primeras etapas de la vida.

En los saberes populares Debemos tomar en cuenta la sabiduría popular u otros saberes, que no se apoyan en el conocimiento científico, en teorías fundadas o en investigaciones pero que producen “efectos de teoría” (Bourdieu, 1999), es decir, operan en la percepción y categorización que los individuos y grupos humanos hacen del mundo que habitan. Los imaginarios sociales son un gran flujo poblado de representaciones de lo que alguna vez se consideró científico, de algunas representaciones actuales, incorporadas como creencias más que como saberes, de mitos y temores. Si la “civilización” o la propaganda logró modificarlos el mecanismo sigue siendo “primitivo”. Enero-junio 2014 | 37

En una investigación sobre la muerte súbita de Cannon, Hugo Abate (2007) señala que “Cannon se vale de relatos de viajeros e informes de antropólogos para referir un fenómeno “tan extraordinario y tan extraño a la experiencia de la gente civilizada que parece increíble”: Los hombres “primitivos” que son sometidos a la hechicería y a otras formas de la magia negra, pueden morir (y tan es así que en casi todos los casos que él cita, mueren). Independientemente de si la muerte se produce literalmente por miedo, lo cierto es que la idea de morir de susto o de miedo es una representación que circula en los imaginarios sociales y legitima la fuerza que el saber popular otorga al miedo, al susto o al espanto. En una calle de Xalapa, estado de Veracruz, hay un cartel con una oferta de servicios en el que se lee: “Se curan fracturas, anginas, espanto y otras dislocaciones”. El miedo dis-loca, pone a quien lo sufre “fuera de lugar”, también las prácticas violentas que colocan a quien las sufre fuera de los parámetros habituales del espacio y el tiempo (¿Dónde estamos durante un minuto de terror o sufrimiento?, ¿cuánto tiempo es ese minuto?) y cualquiera que sean sus formas, dejan como secuela huellas más o menos dolorosas y vergonzantes, reconocidas o no, conscientes o no. Lo que la medicina moderna considera patologías, son dis-locaciones, el miedo se refiere a un fuera-de-lugar. En nuestro país y en algunos países limítrofes, durante la década de los noventa circuló el miedo a un personaje mitológico: “El Chupacabras”. En la investigación-acción que hacemos en las colonias 38 | Psico-Logos Nº 15

marginales de la ciudad de México, en las entrevistas grupales, surgió el personaje como tema; uno de nuestros informantes señaló: “Recuerde usted que se hablaba de eso, del chupacabras, mientras ‘alguien’ (refiriéndose al gobierno de entonces) se llevaba nuestra lana”. Llamó la atención del equipo investigador porque lo manejó como leyenda urbana y porque presentó a El Chupacabras como una pantalla que ocultaba la corrupción. En ciencias sociales El temor puede ser una respuesta defensiva ante una situación efectivamente riesgosa o amenazante; puede ser una defensa necesaria, por lo que no es prudente intentar anularlo totalmente. Hablamos de un miedo o temor referido a un objeto, evento o situación real, un objeto que, por consenso, se considera peligroso en un grupo social o en una cultura. Es muy diferente del pánico que suele provocar respuestas inadecuadas al estímulo como por ejemplo, la parálisis por miedo, de la que hablamos al principio, y del sometimiento a una voluntad que nos agrede mediante la inoculación de miedos, sea mediante la fabricación de rumores o lisa y llanamente mediante violencia de Estado. En estos casos el poder pensar, socializar y verbalizar, ya es una vía de resolución, al menos en un intento de combatir la sensación de impotencia que paraliza, o de la naturalización y la aceptación pasiva frente al daño. Zygmunt Bauman señala que el miedo es más temible cuando es difuso, cuando es difícil visualizar la amenaza en un lugar concreto y en ese sentido dice que: “Miedo es el nombre que damos a nuestra incerti-

dumbre: a nuestra ignorancia con respecto a la amenaza y a lo que hay que hacer –a lo que puede y no puede hacerse” (2010, p. 10). Este pequeño recorrido en el que tratamos de distinguir algunos tipos de miedos, o aristas de los mismos, quizás nos ayude a programar cómo actuar sobre ellos. Insistimos en que la cultura, así como la historia individual y colectiva, juegan un papel fundamental en la percepción y categorización de riesgos y amenazas. En ese sentido es una herramienta invaluable la noción de habitus que se refiere a: sistemas de disposiciones durables y transferibles, estructuras estructuradas predispuestas a funcionar como estructuras estructurantes, es decir, como principios generadores y organizadores de prácticas y de representaciones que pueden estar objetivamente adaptadas a su fin sin suponer la búsqueda consciente de fines ni el dominio expreso de las operaciones para alcanzarlos, objetivamente regladas y regulares sin ser en nada el producto de la obediencia a reglas y, siendo todo eso, colectivamente orquestadas sin ser el producto de un director de orquesta (Bourdieu, 1991, p. 91).

De la definición anterior queremos resaltar que las disposiciones del habitus funcionan como “potencialidades objetivas” o “potencialidades reales”; principios que generan y organizan las prácticas y representaciones. Es decir, son productoras de prácticas, fruto de los condicionamientos históricos y sociales. En la categoría de habitus es importante la cuestión de la corporalidad de las prácticas, desde este

punto podríamos reflexionar sobre cómo se traduce el miedo en los cuerpos3. La desconfianza que se despliega en el espacio público debido al miedo se traduce en los cuerpos, sus prácticas y sus lejanías. Se prefiere el espacio privado que el espacio público. La reflexión sobre el miedo y sus consecuencias en la interacción nos lleva a construir nuevas formas de mirarnos, de tocarnos, escucharnos, en fin, de producir lo social. Los efectos del miedo Anteriormente diferenciamos los miedos reales que pueden ser altamente productivos, del miedo fantasmático, asociado a huellas de miedos producidas en la historia personal o colectiva. Cuando estas se suman al miedo real producen pánico y los resultados suelen ser catastróficos. En la Segunda Guerra Mundial, durante los bombardeos a la ciudad de Londres, la defensa civil se preocupaba por los problemas generados por las personas que entraban en pánico debido a que sus respuestas inadecuadas aumentaban los riesgos para ellos y para el resto de la población. Ante esta situación se consultó al Dr. Edward Glover (1978), médico psicoanalista de la Clínica Tavistoc, para que elaborara estrategias de control. Entonces resultaba muy claro que una dosis razonable de miedo era indispensable para una apreciación realista de la situación a partir de la que se pudieran programar acciones de protección, individuales y colectivas, entre las cuales siempre debía considerarse la necesidad de combatir el pánico. Glover entendía ese pasaje del miedo al pánico como una especie de suma, de “plus”, en la que Enero-junio 2014 | 39

Glover entendía ese pasaje del miedo al pánico como una especie de suma, de

“plus”, en la que al miedo provocado por una posibilidad real de daño se agregaban los miedos por causas imaginadas, fantaseadas o la remembranza de situaciones que no pudieron resolverse en la historia de individuos y grupos.

40 | Psico-Logos Nº 15

al miedo provocado por una posibilidad real de daño se agregaban los miedos por causas imaginadas, fantaseadas o la remembranza de situaciones que no pudieron resolverse en la historia de individuos y grupos. Según esto, la intensidad del miedo, transformado en pánico, tendría que ver con estos agregados de diferentes miedos que se potencian entre sí. Mediante una campaña de difusión, sobre todo radial, Glover llevó a la población a reflexionar sobre el miedo frente a la amenaza real y su diferencia con otros miedos. Se trataba de “desagregar” los miedos para no permitir que se convirtieran en un gran miedo, monolítico e inabordable. Esto es un ejemplo que permite entender cómo una parte del poder que adquiere el agresor es inconscientemente aportada por la víctima, y funciona a manera de profecía, de predicción que se cumple. Desde otro ámbito, Pierre Bourdieu (1999), habla de la eficacia de la violencia simbólica en buena parte debida a que las víctimas no pueden evitar que algunas de sus acciones favorezcan al victimario, no a su propia protección, colaborando así con sus agresores. Visibilizar esta posibilidad, que se suele negar por absurda, permite abordarla de nueva cuenta. Esta reflexión puede parecer muy teórica, pero es el caso en que, como nunca, resulta cierto aquello de “nada más práctico que una buena teoría”. Entender cómo se produce el miedo excesivo es un primer paso para controlarlo. Bauman (2010, p. 12) analiza las percepciones de diversas amenazas que potencialmente pueden provocar miedo: Las amenazas al cuerpo y las propiedades de la persona. Las amenazas a la duración y la fiabilidad del orden social del que depende la seguridad del medio de vida o la supervivencia (en caso de vejez). Las amenazas al lugar de la persona en el mundo: a su posición en la jerarquía social, a su identidad (de clase, de género, étnica) y a su inmunidad a la degradación y la exclusión sociales. Podríamos tomar también lo que dice Freud (1917) sobre las amenazas de pérdidas de parte del propio cuerpo, del ser amado, de los bienes materiales, del lugar de origen, de los ideales. Podemos leer este temor a las pérdidas como un punto de cruce en el que lo social y lo psíquico

pueden potenciarse pero no debe dejarse de lado una especie de telón de fondo, de encuadre invisible pero eficaz. Sobre el miedo dice Pacho O’Donnell: “Lejos de ser una consecuencia indeseada o inesperada de la organización social, constituye el dispositivo crucial de la misma ya que el miedo es el mecanismo de disciplinamiento que el sistema económico y político necesita para su conservación y expansión” (2010, p. 10). Otro punto a considerar es que el miedo crece en el silencio y la oscuridad de lo que no puede decirse y a veces, ni siquiera pensarse. En el decir popular, mejor no hablar porque eso permite olvidar, se trata de temer tener miedo. Después de Freud sabemos que son muy pocas cosas las que se olvidan realmente. Quedan allí, en la profundidad del inconsciente de cada quien, o en el inconsciente colectivo para reaparecer en el momento menos esperado y, generalmente menos oportuno. Ya hablamos sobre la relación entre miedo y vergüenza que, al aumentarse entre sí, tienden a romper los vínculos con los demás. La vergüenza, por definición, es un sentimiento social. Solo a través de los otros es posible la reconciliación consigo mismo. El otro tiene que ser un posible aliado, capaz de entender y aceptar que se comparten más cosas que las que se acostumbran a reconocer a diario. Por su parte, Marcelo Raffin (2006) cuando analiza las dictaduras y define la “cultura del miedo” como un achicamiento del espacio público al tiempo que un repliegue del individuo sobre sí mismo, lo que acarrea la ruptura de los lazos de solidaridad social horizontal; actualiza antiguos miedos, alienta la desconfianza y tiende a la delación. Ante la imposibilidad de poner en práctica aquello que se imagina, el acto de pensar, reflexionar e imaginarse una alternativa, ya es, en sí mismo, subversivo en el contexto de una cultura del miedo. La pregunta es ¿qué se puede hacer con los miedos?

Sobre el miedo dice Pacho O’Donnell “Lejos de ser una consecuencia indeseada o inesperada de la organización social, constituye el dispositivo crucial de la misma ya que el miedo es el mecanismo de disciplinamiento que el sistema económico y político necesita para su conservación y expansión”.

Historias de resistencia No siempre los grupos y los individuos se paralizaron por miedo. Tadeusz Kantor (1915-1990) polaco, pintor, autor, escenógrafo y director, dirigió un grupo de teatro clanEnero-junio 2014 | 41

destino durante la ocupación nazi, cuando estos prohibieron las representaciones teatrales en Varsovia y se dio el caso de que asesinaran inmediatamente en el lugar, a quien no obedeciera. Sin embargo, las representaciones continuaron de manera clandestina en los sótanos. Es difícil imaginar el valor necesario para esa forma de resistencia, la confianza que debían tener en sus propios compañeros actores, en el público y la fuerza necesaria para superar el miedo. Kantor usó una estrategia aparentemente simple y quizás, aplicable a otras situaciones: que todos subieran al escenario, los actores, el director, los iluminadores… hasta el público. Los objetos eran tratados como cosas vivas que daban fuerza y valor. Al unirse crecían y disminuián la sensación de la propia vulnerabilidad. Tomamos de una entrevista a T. Kantor, Buenos Aires (1988), lo siguiente: No es verdad que el artista es un héroe y un vencedor sin miedo. Es un hombre pobre y sin armas, sólo que ha elegido su lugar contra el miedo con toda conciencia. Porque es de la conciencia de donde nace el miedo. El artista es acusado, juzgado. Yo, toda mi vida me sentí acusado. Eso era lo que más me estimulaba […] en general logramos dar sólo un paso en toda la vida. Más vale que se dé hacia adelante.

misma situación. El vínculo con otros facilita la recuperación y la relación consigo mismo. También podríamos relacionar al miedo con la libertad o el sometimiento ¿Hasta que punto los miedos propios de la vida en la gran ciudad, y actualmente de la escalada de violencia, coartan las prácticas que consideramos gratas? Libertad de caminar por la ciudad y disfrutar sus espacios públicos, libertad de relacionarnos con los demás sin estar agobiados por la idea de que los otros son peligrosos. Leímos en un libro de Norbert Lechner: La promesa de la individualidad, que adelantó la modernidad, parece revocada a diario por el individuo aislado, anestesiado de nuestra sociedad. Al hablar de nuestros miedos hay que hablar también de las dificultades de ser individuo en medio de un individualismo negativo (1998).

En definitiva, en estos tiempos difíciles, se trata de que podamos parar, mirar, escuchar sin sentir que nos desintegramos y para ello necesitamos no permitirnos ni permitir, que nos aparten de nuestros semejantes.

Notas Nuestro agradecimiento a la Mtra. Patricia Escalante Sobrino que colaboró ampliamente en la elaboración del texto. 2 Definido como el efecto de discurso que engendra “un sentimiento doloroso difuso, suscitado por la figuración de un peligro inminente que causaría destrucción o desgracia” (Aristóteles, citado por Angenot, 2010, p. 45). 1

Por su parte, Frieda Fromm Reichmann en Londres durante la guerra, prevenía las secuelas que aparecían en personas que habían quedado enterradas por los bombardeos, hacíendolas descansar y que, inmediatamente después, colaboraran auxiliando a otros que sufrieron la 42 | Psico-Logos Nº 15

La retracción del cuerpo hacia el espacio privado del hogar, el no tocarse, la desconfianza que también se introduce en las maneras de saludar, en general de interactuar en lo social. El cuerpo cobra una importancia vital al ser el depósito donde se inscriben e in-corporan las estructuras sociales, digamos que en el habitus existe una corporeidad socializada. Se aprende a tener cierta postura, a realizar los gestos adecuados, a saludar de una manera determinada respecto al grupo de procedencia y a transformar el cuerpo de acuerdo con la estética de la época. Creemos que esta categoría es complementaria al concepto freudiano de “series complementarias” al ampliarse en la perspectiva de lo social. 3

Referencias Abate, H. (2007). Walter B.Cannon y la “muerte vudú”. Exploración en las fronteras de la biomedicina. Tesis doctoral Universidad de Buenos Aires. Argentina. Angenot, M. (2010). El discurso social. (G. Hilda, Trad.) Buenos Aires, Argentina: Siglo XXI. Badiou, A. (2005) El siglo. Buenos Aires, Argentina: Manantial. Bauman, Z. (2010). Miedo líquido. La sociedad contemporánea y sus temores. (A. S. Mosquera, Trad.) Madrid, España: Paidós. Bourdieu, P. (1999). Meditaciones Pascalianas. Barcelona: Editorial Anagrama. Bourdieu, P. (1997). Razones Prácticas. Barcelona: Editorial Anagrama. Castel, R. (2003). La inseguridad social. ¿Qué es estar protegido? Buenos Aires, Argentina: Manantial. Delumeau, J. (1989). El miedo en Occidente. Madrid: Editorial Taurus. Fraisse, P., Meili, R. (Comp.) (1973). Motivación, emoción y personalidad. (Fischman,

Trad.) Buenos Aires, Argentina: Paidós. Freud, S. (1909). Análisis de la fobia de un niño de cinco años (caso del pequeño Hans) y a propósito de un caso de neurosis obsesiva (caso del Hombre de las Ratas). En Obras completas: Vol. 14. Buenos Aires: Amorrortu. Freud, S. (1917/1976). Duelo y melancolía. En Obras completas: Vol. XIV. Buenos Aires: Amorrortu. Friedlander, S. (2007). En torno a los límites de la representación. El nazismo y la solución final. Argentina: Universidad Nacional de Quilmes Editorial. Gabriel, G. y Hans, S. (2008). El descubrimiento del estrés. Recuperado en Enero de 2014, de marcialcandioti.wordpress.com Glover, E (1978). Psicología del miedo y el coraje. Buenos Aires: La Pléyade. Kantor, T. (1988). Entrevista con Horacio Medrano. Cátedra Medrano iuna. Recuperado el 1 de junio 2014, de http://medrano.fullblog.com.ar/tadeusz-kantor-bs-as-1988.html Lechner, N. (1999, diciembre). Nuestros miedos. Perfiles Latinoamericanos. O`Donnell, P. (2010). La Sociedad de los Miedos (5ª ed.). Buenos Aires, Argentina: SUDAMERICANA. Puget, J. (2002). Qué dificil es pensar. Incertidumbre y perpejidad. En Dolor social. Revista de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires, 24 (1/2). Argentina. Raffin, M. (2006). La experiencia del horror: subjetividad y derechos humanos en las dictaduras y posdictaduras del Cono Sur. Buenos Aires, Argentina: Del Puerto. Roudinesco, E. P. (1997). Dictionnaire de la Psychanalyse. París: Fayard. Tulard, J. (2013). Grande Peur. En Enciclopedia Universalis. Francia. Enero-junio 2014 | 43

44 | Psico-Logos Nº 15

El goceculpa: una ética del sacrificio Luis Ricardo Ruiz González

L

a posición del psicoanálisis frente al placer como infinito, ante el mal como fin, es el descubrimiento freudiano de que el sujeto no busca el placer sino el dolor (forma sacrificial de la subjetividad). Freud tenía una concepción fundamentalmente económica del placer, consideraba a las pulsiones como fuerzas desmesuradas, exceso de excitación colindante con el dolor a lo que llamó masoquismo primordial, y Lacan: goce. El psicoanalista francés problematiza esta cuestión desde la ética, ya que el sujeto no busca su bien sino su mal, busca el placer en el dolor, pues accede al goce sexual a través de la culpa; de hecho Freud colocó en un primer plano de

la interrogación ética la relación del hombre y la mujer, más allá de la dimensión edípica. Sin la culpabilidad no es posible pensar la estructura de la subjetividad, pues aquélla es la principal protección contra la angustia. La culpa inconsciente, resultado de la división subjetiva, se haya ligada a la responsabilidad y no puede des-

prenderse de ella, es una falta ignorada por el sujeto. Podemos ser aparentemente inocentes de nuestros lapsus o chistes, pero somos “culpables” del contenido latente que se juega en ellos, más aun, somos responsables del plus de verdad que obtenemos de las formaciones del inconsciente. Desde esta falta ignorada el sujeto lanza un llamado al Otro, interroga por su significante y juicio; llamado que es una demanda desde la pulsión de muerte, la cual alimenta la necesidad de castigo, pide palizas, pide daños, pide fracasos. Pues la consciencia con su sentimiento inconsciente de culpa es la zona erogenizada de la pulsión de muerte. El sujeto se precipita al goce superyoico, no reconoce sus faltas, solo se reconoce merecedor del castigo que aplaca su angustia por serle el mal mucho más deseable que el bien. Angustia que constituye el afecto central que no engaña porque todo lo ordena. Guía al sujeto neurótico hacia lo real. Si la angustia no engaña, es porque ella plantea la buena pregunta: la del deseo. Desangustiar consiste entonces, en hacer surgir la pregunta por el deseo, la pregunta con la que todo significante –en tanto proviene del Otro– interpela. Esta es la mala nueva dichosos los pobres de goce que de ellos será el reino del deseo. El psicoanálisis y la histeria son histórica y epistemológicamente inseparables. El sujeto se histeriza en la dimensión de la sexualidad entendida como construcción a nivel imaginario que lo constituye como tal en dos condiciones de imposibilidad: satisfacción (fuera del encuentro, neurastenia)- encuentro (falta de satisfacción; neurosis de angustia). La histeria 46 | Psico-Logos Nº 15

se sostiene entre estas dos no como una inadecuación sino como una pregunta a la sexualidad y su dimensión inconsciente que planteará la articulación problemática del goce y el cuerpo. Y el síntoma será una mentira que dirá la verdad del goce, de una sexualidad que es del orden de lo reprimido frente al sexo de la genitalidad. No hay genitalidad de sexo como insistirá Lacan, solo hay castración y sexualidad. No es otra cosa la enseñanza que recibió Freud de histéric@s: fantasías sexuales, ensoñaciones diurnas, deseos reprimidos erogenizan una parte del cuerpo. No tratan de otra cosa los pensamientos llamados obsesivos con su nódulo de sexo y muerte. Lo que nos enseña el psicoanálisis es que el sexo rige el pensamiento y no al revés, de ahí su intento de pensar lo impensable.

La clínica del amor y del desamor “Hable ahora o sintomatice para siempre” es la consigna de la clínica en transferencia. Un síntoma psíquico que se inmiscuye en la vida del sujeto y le provoca desdicha representa una porción de goce que no ha sido desarticulada y que se repite arruinándole la existencia. Así pues, un síntoma en psicoanálisis se inscribe dentro del conjunto de formaciones de compromiso: es una realización disfrazada del deseo; es un decir con el sufrimiento del cuerpo lo que nunca se ha dicho en palabras. No hay pues, otra disciplina clínica que trate tanto como el psicoanálisis de reducir el síntoma a una particularidad, en palabras del poeta Luis Cardoza y Aragón: “Todo hombre –y toda mujer– está llamado a actuar en virtud de su singularidad”, se es lo que se es.

Lacan postuló –en la clase del 13/1/1976– a la mujer como el síntoma del hombre, es decir, el modo particular que él se ha dado para gozar de su inconsciente; y en Psicoanálisis Radiofonía y televisión sostuvo: “En el Psicoanálisis así (pero también en el inconsciente) el hombre no sabe nada de la mujer, ni la mujer del hombre. En el falo se resume el punto del MITO donde lo sexual hace pasión del significante” (1980, p. 23). Una mujer es el síntoma del hombre (es decir, de ese que está estorbado por el falo), pues no hay en relación a la sexualidad, el órgano que haría falta, verdadero obstáculo del amor. El problema de creer en el síntoma es que, como de lo que se trata es de la falta de relación sexual, es necesario que la carencia de relación sexual adquiera una forma. Es necesario que el sujeto “deje de creer” en la omnipotencia fálica, para soportar y sostenerse en relación a la falta, a la vez que hacer algo con ella. El órgano nunca es capaz de sostenerse mucho tiempo en la vía del llamado al goce. La angustia se vuelve sensible cuando la subjetividad está focalizada en la caída del falo. Eso implica alcanzar un goce diferente al goce fálico del síntoma. Ese goce diferente tropieza con el carácter resbaladizo del terreno de las cuestiones del amor, donde el goce que se pretende obtener en el propio cuerpo, impide pasar al cuerpo del semejante: ¿aquello de lo que uno goza, goza? La masturbación suele ser un intento de rehusar la apuesta de la contienda sexual, además de un modo solitario de pretender extraer un goce autoerótico; modo con el cual prescindir del partenaire y –al mismo tiempo–, procurar la exclusión

de una imposibilidad. Pero la localización del goce en una parte precisa del cuerpo, asociada con los fantasmas que comandan esa práctica masturbatoria, goce impregnado de práctica fantasmática, denuncian la imposibilidad misma en la que se sostiene. Si bien el amor quizás evite que una persona enferme de la idiotez del goce –y de ahí su dignidad– el amor mismo deviene una enfermedad, ya que intenta dar consistencia a esa carencia de ser que nos constituye. El amor tiene la dimensión de un ideal de absoluto, de bisagra entre el pequeño otro y el objeto. Amo al otro, no por lo que es, sino porque supongo que tiene ¿qué tiene? Espero que el otro me de lo que me falta; eso que el otro tiene es lo que lo hace amable. Por confundir al partenaire amado/amante con el deseo mismo (es decir con la causa que condujo a esa búsqueda), el amor obtura en este caso el recorrido, haciendo que cada sujeto llegue a creer que ha hallado a su complemento de ser en el partenaire. Y de aquí se desprende la indignidad de amor, es decir, su virtud de engaño estructural. Los callejones sin salida en los que en ocasiones desembocan los sujetos –reiteradamente, y siempre en el mismo lugar– suelen manifestarse en los asuntos de la clínica de la escucha del amor y del desamor en transferencia. Pues el psicoanálisis muestra la evidencia de que no hay reconciliación con lo real; lo que se pone en juego en un análisis no tiene el fin de hacer al sujeto conforme a la regla, tal como ella se formula en su mito individual, sino llegar a que él se despegue de este mito que es inconsciente a diferencia de los mitos etnológicos que no lo son. Además el análisis Enero-junio 2014 | 47

La ética aristotélica supone un bien supremo cuya flor, dice Lacan retomando a Aristóteles, es la flor del placer. La ética desde la mirada freudiana, la que se deduce no solo de

Más

allá del principio del placer, sino también de

El malestar en la cultura, es por el contrario una ética del mal hacia el cual tiende el hombre.

48 | Psico-Logos Nº 15

terminado exige y espera de aquel que corre este riesgo, esta última prueba: la revelación de lo condicionado del deseo por la verdad de la castración. La variedad de respuestas subjetivas en este terreno en el que se manifiesta el deseo humano encuentra su goce. La neurosis permite tramitar el goce vía el fantasma. La verdad a la que conduce el análisis, no es la del placer del alma misma, sino la del goce del cuerpo como Otro. Y arreglar las cuentas con el goce singular tiene un precio que cada cual pagará a su manera. Precisamente, la paradoja freudiana de la pulsión de muerte y del más allá del principio del placer, es que el ser humano, al estar atravesado por el significante, tiene como bien supremo algo que no es placentero. Por eso Lacan compara y diferencia de entrada la ética que se desprende de Freud de la ética aristotélica. La ética aristotélica supone un bien supremo cuya flor, dice Lacan retomando a Aristóteles, es la flor del placer. La ética desde la mirada freudiana, la que se deduce no solo de Más allá del principio del placer, sino también de El malestar en la cultura, es por el contrario una ética del mal hacia el cual tiende el hombre. Su búsqueda no es precisamente la de su bien, sino la de su goce que está de lado de su mal, aunque, como sabemos el bien supremo no existe. Por ello, a la verdad clínica no se le festeja ni se le rinde homenaje. Porque la verdad singular, no solo incomoda y peca sino duele. Estamos solos con nuestra “unicidad fragmentada” por el Otro (el lenguaje), por eso para Freud como para Lacan, son la división y la separación las que se encuentran tanto al final como en el origen del sujeto. El cuerpo flagelado por la histeria sufre de dividirse entre la parte genital, asombrosamente anestesiada y aquejada por intensas inhibiciones sexuales (eyaculación precoz, frigidez muy especial que consiste en querer mucho hacer el amor pero siempre sin ningún placer, impotencia –ese lapsus de la sexualidad–, repugnancia sexual) y todo el resto no genital del cuerpo, que se muestra, paradójicamente, muy erotizado y sometido a excitaciones sexuales permanentes: ejemplo la conversión, como el caso de la paciente de Estu-

dios sobre la histeria de Freud, Isabel von R. (astasia-abasia; parálisis de sus piernas). Algo no marcha en su vida… dimensión simbólica (esa parálisis habla, es un símbolo de lo reprimido; lugar donde el sujeto no quiere saber). Dimensión imaginaria: recorta su cuerpo, su representación de anatomía fantástica hiperintensa somatiza sus piernas; la función del investimento especular se concibe situada en el interior de la dialéctica del narcisismo del nudo imaginario que articula la relación erótica del yo con el otro, teniendo como fundamento la agresividad (tensión narcisista respecto de la imagen del yo) en la pulsión de muerte y el masoquismo primordial. Dos propuestas teóricas pueden ser ahora enunciadas: la primera es que el desconocimiento del yo se origina en una alienación debida a la necesaria mediación del otro para su existencia; la segunda es la evidencia de un momento original relacionado con la agresividad que dicha alienación implica, y que lleva en sus entrañas la sombra del suicidio o de la destrucción. Imagen, muerte, desconocimiento, ser; el nudo se amarra. “La ambigüedad de la revelación histérica del pasado no proviene tanto del titubeo entre lo imaginario y lo real, pues se sitúa en lo uno y lo otro. No es tampoco que sea embustera. Es que nos presenta el nacimiento de la verdad en la palabra, y que por eso tropezamos con la realidad de lo que no es verdadero ni falso” (J. Lacan, Función y campo del lenguaje y de la palabra en el inconsciente). Por otro lado, eterna, es decir, por no responder a la demanda del Otro, a fin de hacer que este siga demandando y así tener la certeza de que existe.

La consciencia con su sentimiento inconsciente de culpa y su necesidad de castigo constituyen la zona erogenizada de la pulsión de muerte. Lacan en su Seminario de (1954-55) sostiene que la pulsión de muerte es simplemente la tendencia fundamental del orden simbólico a producir repetición y le denominará la máscara del orden simbólico. Mascarada que encontrará en la clínica psicoanalítica las historias de los vagabundeos del goce y de sus “fijaciones” que se estructuran sobre tres pilares: pulsión de muerte, superyó y masoquismo. Articulados en una economía libidinal que no reconoce tensiones reducidas, sino, por el contrario, excesos en menos, pérdidas en más, déficit dispendiosos, donde el exceso mendiga todo. El goce es el polo contrapuesto al deseo, pues este pasa por la regulación del significante y de la Ley; el deseo solo es deseo por la mediación del orden simbólico, por ese Otro, lugar del código y de la Ley; tesoro del significante, conjunto de significantes de que dispone el sujeto. Así pues, el lugar del significante es el lugar del saber inconsciente donde la transferencia deposita la verdad del sujeto. Por ello, el goce como singular constituye para el sujeto –con su lalengua– una cuestión ética: “el inicial desvalimiento –desamparo– del ser humano es la fuente primordial de todos los motivos morales” (2006, pp. 362-63). Desamparo primordial lo llama Freud, Hilflosigkeit. Así pues, la fuente primera de todas las motivaciones morales es la impotencia original del ser humano. Ese Hilflosigkeit es un complejo fraterno en forma visoauditiva: la palabra nace en los ojos del bebé que sonríe cuando la madre sonríe y habla. Enero-junio 2014 | 49

Por otro lado, hay que señalar que la Hilflosigkeit es el fondo sobre el que se produce la angustia como señal; el desamparo en que el hombre es esa relación consigo mismo que es su propia muerte, pero en el sentido de que no puede esperar ayuda de nadie. Pues la función del deseo debe permanecer en una relación fundamental con la muerte. Es allí donde está el espejismo central que indica, a la vez el lugar de ese deseo, en tanto es deseo de nada, que es relación del hombre a su falta-en-ser- que indica a la vez este lugar y aquel que le impide tenerlo. La muerte es ese límite donde se plantea toda problemática del deseo, esa metonimia de nuestro ser. Lo que hace que pueda haber deseo humano, que ese campo exista, es la suposición de que todo lo que sucede de real es contabilizado en algún lado. Donde la función del Superyó es reprocharle con odio divino a Dios por haber hecho tan mal las cosas. Porque siempre somos culpables de lo real a partir del momento en que no tenemos las representaciones del bien. Por la insuficiencia de nuestra posición de tratar lo real, tenemos que dar siempre cuenta de lo que hacemos en un horizonte de culpa posible. Sublimen todo lo que quieran, hay que pagarlo con algo. Ese algo se llama el goce. Y quien dice goce dice culpa, que se presenta en la histeria como la coartada de la punición, del merecido castigo, en la obsesión con la hiperculpabilidad hasta de los pecados ajenos y en la paranoia con el delirio de ser notado identificando el goce en ese lugar del Otro como tal. Y considerando como Freud a la paranoia como un sistema filosófico, Lacan ubicará la relación de 50 | Psico-Logos Nº 15

la psicosis con el conocimiento, que constituirá el aporte fundamental de su tesis al campo de la psicosis y al del saber. Lacan intenta demostrar que la psicosis paranoica femenina constituiría una forma conceptual específica, con una estructura particular que no solamente niega toda tentativa de subestimar el conocimiento paranoico sino que lo especifica como otra forma de conocimiento. Pues la alienación paranoica del yo –en el estadio del espejo– es una de las condiciones de acceso al conocimiento. El libro de Sigmund Freud Proyecto de una psicología para neurólogos es el primer escrito en la historia del pensamiento que concierne a los efectos del lenguaje sobre la estructuración de la subjetividad. Tales efectos se resumen en el hecho de que el lenguaje introduce una carencia que es una carencia de ser. Y es lo que funda la excentricidad del deseo, de la Wunschvorstellung (representación de deseo, gobierna no solo la acción, sino también todos los procesos apetitivos, eslabones intermedios inconscientes). Respecto de lo que la alucina, su no coincidencia con todo lo que se juega en el campo de nuestra consciencia, es el hecho de que la representación es aquello en lo cual se resuelve la relación del deseo, no con el objeto, sino con la Cosa, es decir, con ese campo de la Deutung de donde nada que no sea carencia significa. Así pues, das Ding, la Cosa, el núcleo traumático que habita el corazón mismo de lo simbólico, es ruptura, lo inaccesible por excelencia. Sin embargo, en determinado momento es posible colocar un objeto en su lugar, pero este no puede ser un objeto cualquiera; pues para aproximarse a la Cosa deberá reunir las características

de lo inédito, lo novedoso, lo irrepetible. Lo sublime del acto creador es esa trasposición del umbral de las seguridades confortables que gobiernan la cotidianidad. Ruptura con el bien, por también búsqueda con el mundo, sin que el hombre pueda encontrar en él un sitio para estar. De esta manera, para volverlo a integrar a él, para preservar su deseo de un perpetuo precipitarse en la representación en el que no haría más que estrellarse y volver a surgir siempre insatisfecho, para vincular su ser –que siendo una carencia de ser, no podría ser homogeneizado con ningún objeto a pesar de todos nuestros impulsos narcisistas–, le es impuesto un renunciamiento que equivale a escoger entre su demanda y su deseo. En suma, la subversión que el psicoanálisis introduce en materia de ética reside en afirmar: el Soberano Bien no existe, esto es, la Madre (como origen) está prohibida por la Ley del incesto. ¿Cuál es la posición ética del psicoanalista al fungir como soporte del síntoma? Lacan afirma que el clínico sabe que es quien soporta la carga de una mitad del síntoma. Sin esta segunda persona no habría síntoma acabado, esto se produce soportando lo insoportable del otro, creando las condiciones para que se genere un decir inédito. Pero sería pedirle demasiado al psicoanalista que realice los más altos ideales de cada uno resolviendo las bajezas propias y del analizante, que en la neurosis se manifiesta más que nada como necesidad de justificar su propia existencia, es decir, de asegurarse de un Otro que sea el garante del valor de esta existencia. El neurótico está dispuesto a sacrificarse para que no le falte nada al Otro. Para el neurótico el Otro es saber y el saber es su goce. El deseo de reconocimiento predomina sobre la causa del deseo, causa tanto más difícil de desprender cuanto que el deseo del sujeto se confunde con el lugar que le es asignado, imaginario, por Otro objetivado y trascendente, es decir, por una estructura social. Es el distanciamiento, por parte del psicoanálisis, de esta función de Otro, revelado ahora como inexistente, lo que constituye su carácter verdaderamente revolucionario y tan difícil de tolerar. La falta en el Otro, llevada al plano del ejercicio profesional,

Lacan afirma que el clínico sabe que es quien soporta la carga de una mitad del síntoma.

Sin esta segun-

da persona no habría síntoma acabado, esto se produce soportando lo insoportable del otro, creando las condiciones para que se genere un decir inédito.

Enero-junio 2014 | 51

Y la dirección de la cura analítica apunta al pasaje del sufrimiento neurótico gocero a un dolor ordinario, banal, común y corriente.

La palabra en el dispositivo analítico se presenta como materia prima, como portadora de un saber por producir: el inconsciente, que retroactivamente ocupará el lugar de lo insabido.

52 | Psico-Logos Nº 15

significa que ninguna institución podrá colmarla con un simulacro de Otro del Otro que no existe. Es este difícil lugar de la ausencia de garantía el que el analista debe ocupar, por sí mismo, en una soledad abrumadora, con la irrenunciable responsabilidad por el juego de la vida y la muerte que es el análisis; asumiendo la dirección de la cura. En ese camino puede, con la ayuda de sus pares, encontrar un semblante, que no pasa de eso, que coadyuve a sostener esa práctica de lo imposible: el trabajo en el análisis de interrogar al significante que nos determina. No se trata de colmar con saber la falta en ser que el síntoma manifiesta, la hiancia que abre, sino de crear las condiciones para que ese saber Otro del síntoma, saber ignorado, ocupe el lugar de la verdad y quede así definitivamente separado del sujeto y se impugne toda posibilidad del goceculpa. Crear estas condiciones implica la erección de un lugar, el del sujeto supuesto saber (sss), desde el cual puede esperarse una revelación del exceso de sentido del síntoma y disolverlo en el sinsentido. Y la colocación definitiva del saber en el lugar de la verdad inaccesible que causa al sujeto, va a coincidir con la caída de este (sss) como residuo del análisis, desecho, resto irrecuperable que determina la imposible plenitud del sujeto. La transferencia es, ante todo, esta instauración del sss en el lugar del Otro, como destinatario del síntoma. Al analista, se le pide, ante todo, formar parte del síntoma. Síntoma que habla la poiesis del silencio; en contraste, la poiesis del analizante, su creación verbal –esa mala obra de arte– es el síntoma como sufrimiento neurótico. Y la dirección de la cura analítica apunta al pasaje del sufrimiento neurótico gocero a un dolor ordinario, banal, común y corriente. La palabra en el dispositivo analítico se presenta como materia prima, como portadora de un saber por producir: el inconsciente, que retroactivamente ocupará el lugar de lo insabido. El síntoma es, en efecto, saber. Hay en el síntoma la indicación de que es cuestión de saber. Saber ignorado que se soporta en el significante como tal. El síntoma es el significante enigmático cuya presencia no puede menos

que producir la suposición de que hay Otro que sabe, otro que es saber, Otro gozoso de provocarlo. Producto de un malentendido (la relación sexual existe, no hay castración y, por lo tanto, el goce es posible) en el que el sujeto se instala para evitar la angustia pero el síntoma le genera un nuevo malentendido que se anuda con el primero de la manera más angustiosa: si el Otro existe, mi castración –el síntoma– es razón de su goce. De ahí que el analista habrá de recibir la demanda, demanda de un saber, sin aportar un saber, ningún saber, pues ese supuesto saber no sería sino la prueba de su impotencia disfrazada con una presunción de omnipotencia. Pues el saber propio del sujeto es el objeto de la represión (y sufre por un saber que se le escapa localizado en el cuerpo); la imposibilidad de acceso al goce fálico –campo del sentido: entre lo simbólico y lo real–, se vive afuera de la posibilidad de apalabramiento, nuevamente como goce del Otro (entre lo imaginario y lo real), pero esta vez del Otro inaccesible que está encapsulado en el cuerpo. Dicho de otra manera, se padece por el saber que falta a la disposición del sujeto, un saber que encarna en el sufrimiento gocero del síntoma. Por lo que el saber como objeto, el paquete de palabras que a veces abusivamente se llama interpretación, es impotente para curar la falta que es la verdad del discurso de la histeria: sostenido rigor de su queja gozando en la insatisfacción y en el padecer las desgracias del ser, entre las metamorfosis de su cuerpo y los atolladeros de su pensamiento. La posición apremiante de la histeria interrogará al amo de turno para que dé muestras de su saber, atravesada por un goce insuficiente. Entre saber y causa del deseo existe la disyunción, siempre la misma que hay entre lo que el discurso produce y su verdad. Verdad del discurso histérico: el goce como perdido. Por eso el sujeto busca algo más de lo que cree porque está convocado por el goce a un ir más allá de los límites, busca más que un placer circunstancial, la pulsión aspira al goce y su satisfacción total, plena, absoluta, colinda con la muerte como horizonte de la sexualidad. ¿Qué liga al sexo con la muerte? “Los dos conceptos antitéticos de la sexualidad y la muerte son con frecuencia conecta-

Pues el saber propio del sujeto es el objeto de la represión (y sufre por un saber que se le escapa localizado en el cuerpo); la imposibilidad de acceso al goce fálico

–campo

del sentido: entre lo simbólico y lo real–, se vive afuera de la posibilidad de apalabramiento, nuevamente como goce del

Otro

(entre lo imaginario y lo real), pero esta vez del Otro inaccesible que está encapsulado en el cuerpo.

Enero-junio 2014 | 53

dos a través de la representación de que la muerte vuelve tiesas las cosas” (Freud, 2001, p. 54). Somos discontinuos porque estamos en falta. La falta que engendra el significante y sobre la cual se sostiene la metonimia del objeto. Esta falta es el deseo del Otro que remite a mi propia falta. A la sustracción de goce que el lenguaje impone. La escritura de la falta de goce del cuerpo, que llevará al imposible acuerdo entre los sexos, la vemos duplicarse en el desacuerdo entre palabras y cosas (dimensión poética del psicoanálisis). Esta es una verdad de estructura: existe una pérdida de goce universal que se llama castración, y que afecta a todos los humanos. Aquí cada cual de un modo singular habrá respondido desde un fantasma, para intentar cubrir esa falta universal. Modos de respuesta que en cada caso testimonian la profunda inadecuación del sujeto al sexo.

54 | Psico-Logos Nº 15

Para el psicoanalista la elección ética es garantizar la escucha que sostenga la respiración poética de un decir inédito efecto de un saber ignorado, ignorado por inconsciente. Inconsciente que constituye el núcleo de nuestro ser y que posee mociones –acciones de moverse o ser movido– de deseo y cuyo soporte es la ley del significante. Ley que instaura el deseo como deseo de transgresión, de triunfar sobre la prohibición esa que Freud exhumó en nuestro inconsciente, el ídolo pesado y brutal de la prohibición del incesto que rige nuestro sistema de tabú e interdicciones substancializada y expresada en una ética del sacrifico. “En esta postura de asumir la culpabilidad y expiar por ella antes de que pueda quedar expuesta la falta del Otro se encuentra la razón básica de lo que en el sujeto hablante es la propensión al sacrificio, a desempeñar el papel de chivo expiatorio” (Gerber, 2005, p. 225); donde el goceculpa es el acto mismo del sacrificio.

Referencias Breuer, J. y Freud, S. (2006). Estudios sobre la histeria. En Obras completas: Vol. 2. Argentina: Amorrortu. Freud, S. (2001). Psicopatología de la vida cotidiana. En Obras completas: Vol. 6. Argentina: Amorrortu. Freud, S. (2006). Proyecto de psicología. En Obras completas: Vol. 1. Argentina: Amorrortu. Freud, S. (2006). Más allá del principio del placer. En Obras completas: Vol. 18. Argentina: Amorrortu.

Freud, S. (2006). El malestar en la cultura. En Obras completas: Vol. 21. Argentina: Amorrortu. Gerber, D. (2005). El psicoanálisis en el malestar en la cultura. Argentina: Editorial Lazos. Lacan, J. (1980). Psicoanálisis, radiofonía y televisión. España: Editorial Anagrama. Lacan, J. (1984). Seminario 2. El yo en la teoría de Freud y en la técnica psicoanalítica. España: Paidós.

56 | Psico-Logos Nº 15

Malestar docente y desconocimiento del síntoma Carlos Varela Nájera, Pilar del Carmen Santoyo Pereda, Araceli Rodríguez Uribe

E

l malestar docente es una de las manifestaciones de la problemática crítica, estructural, del ámbito educativo, fenómeno que afecta, cada vez de manera más acentuada, el proceso enseñanzaaprendizaje. En el presente escrito se realiza una reflexión teórica sobre ese malestar a partir de la articulación de los referentes conceptuales del psicoanálisis y la pedagogía social. Los diversos autores estudiados nos permitieron sostener el análisis bajo una lógica transdisciplinaria, estableciendo una lectura del malestar a partir de las categorías de síntoma subjetivo, síntoma social y vínculo educativo, mismas que actualizan la tesis freudiana del carácter estructural del malestar en la cultura.

Ideas previas La idea de transdisciplinariedad en el abordaje de cualquier problemática social, ha permitido a diversos autores en el campo de las ciencias sociales surcar los límites de la disciplina propia y entablar un diálogo con otras, esto, bajo la lógica de rechazo a un saber totalizador sobre la realidad. En este sentido es que

iniciamos nuestra reflexión del malestar docente a partir del lazo entre psicoanálisis y pedagogía social, entendiendo que como discursos distintos, “es a partir de esa diferencia que puede hablarse de conexiones, de relaciones de ambos sobre un tema en común aportando cada uno sobre su especificidad de lectura […] cada discurso cierne un imposible que adquiere función de causa y que genera un campo propio de saber” (Tizio, 2003, p. 15). Para Zelmanovich y Molina (2012) el psicoanálisis es una disciplina que le compete comprender la cultura por medio de sus síntomas, lo que permite pensar el malestar docente como un síntoma de nuestro tiempo, en el cual un sujeto particular se pone en juego, a decir de Miller (2006), “un sujeto en estado de escisión, interesado en un por qué moral que hace parte de su propio síntoma” (p. 92), “y que no cabe en una causalidad material pues corresponde a la manera como se presenta la afección del lenguaje, el inconsciente y la pulsión” (Gallo y Ramírez, 2012, p. 89), es decir, lo propio de la subjetividad y la particularidad. A partir del discurso de la pedagogía social se piensa al agente educativo –el educador– con relación a los objetos y sujetos de la cultura en que se encuentra inmerso. Su acto se sostiene en la transmisión de los contenidos culturales al sujeto de la educación, y puede ser pensado bajo la categoría de “vínculo educativo”. Dicha categoría es planteada por Núñez (2003) a partir del triángulo herbartiano, cuyo rasgo característico es que en su base no se cierra, aludiendo metafóricamente a la imposibilidad estructural que se pone en juego en el tra58 | Psico-Logos Nº 15

bajo pedagógico, pues no todo puede ser regulado, y eso que no se regula, que escapa o hace límite en la transmisión genera malestar, y nos invita a reflexionar sobre el lugar que asume el agente frente a dicha imposibilidad.

Referentes psicoanalíticos para pensar el malestar docente

Desde el psicoanálisis se considera que el malestar docente se hace presente cuando algo en el ejercicio de la docencia no marcha bien. Según Anny Cordié (2007) dicho malestar puede ser ubicado como un síntoma en dos dimensiones: una subjetiva ceñida a la estructura inconsciente, y otra social. Esta última concebida como una formación del sujeto al estar en contacto con un entorno sociocultural determinado, lo que implica la posibilidad de establecer cierto lazo social pues el sujeto toma los elementos ofrecidos por el entorno para expresar su malestar. Por lo tanto, el malestar como formación del síntoma se inscribe a cada época y cultura en que se encuentra vigente, donde no solo se caracteriza por el sufrimiento manifiesto en estados como la depresión, fobias, agotamiento, angustia, etc., sino por un deseo incesante que se moviliza a partir de la imposibilidad de obtener una satisfacción absoluta (Rojas y Sternbach, 1997). La elaboración teórica en el Malestar en la cultura, donde Freud planteaba el carácter estructural del malestar en el sujeto ante la imposibilidad de regular sin complicaciones las relaciones humanas, nos permitirá ir sosteniendo la idea anterior. Para que el sujeto pueda vivir en una cultura determinada es necesaria cierta re-

nuncia pulsional, a decir del autor, “cuando una aspiración pulsional sucumbe a la represión, sus componentes libidinosos son traspuestos en síntomas, y sus componentes agresivos, en sentimientos de culpa” (Freud, [1930]-1996, p. 134), es decir, que cuanto más renuncia un sujeto a cierta satisfacción, más se hace presente la instancia del superyó; por otro lado, cuanto más infeliz es el sujeto, más aparece la culpa. Esta falta de armonía entre el individuo y la cultura se evidencia a partir de diversos signos de sufrimiento, cambiantes en cada momento histórico, donde según la tesis psicoanalítica freudiana no solo las formas de sufrimiento se hacen patentes, sino la aparición de un deseo que caracteriza la búsqueda de satisfacción inalcanzable (Rojas y Sternbach, 1997). Las tres principales fuentes de sufrimiento (malestar) para el individuo, según Freud, serían las limitaciones del propio cuerpo destinado a la muerte; las fuerzas del mundo exterior, de la naturaleza; y finalmente, la insuficiencia de las normas que regulan el vínculo con otros seres humanos, ante lo cual se utilizan diversos mecanismos para evitar el displacer, tal como el autor enuncia: “poderosas distracciones, que nos hagan valuar en poco nuestra miseria; satisfacciones sustitutivas que las reduzcan y sustancias embriagadoras que nos vuelvan insensibles a ellas” (Freud, [1930]1996, p. 75). Algunos excesos de la sociedad actual dan cuenta de ello (toxicomanías, trastornos de la alimentación, la regulación por el espectáculo, entre otros). Cierta idea emerge de la limitación de los métodos (como Freud los nombra), utilizados por el individuo para evitar el su-

frimiento; pues el mundo exterior, cultural, no deviene nunca suficiente para que aquel logre alcanzar la satisfacción absoluta. La medida en que un individuo pueda adquirir ciertas satisfacciones tendrá que ver con cuestiones muy particulares, a decir del autor “es un problema de la economía libidinal del individuo” (Freud, [1930]-1996, p. 83), donde pasa a ser decisiva la constitución psíquica a la hora de explicar la capacidad que tiene para sublimar las pulsiones en los elementos que la cultura le ofrece. En ese sentido, tratar de imponer medidas a todos por igual para lograr la dicha resulta un camino perjudicial, ya que las formas de satisfacción de cada uno son muy diversas. La reflexión que el autor realiza con relación a la dificultad del individuo en el vínculo social, se adjudica a la idea misma de la cultura, dentro de la que “el ser humano se vuelve neurótico porque no puede soportar la medida de frustración que la sociedad le impone en aras de sus ideales culturales, y de ahí se concluyó que suprimir esas exigencias o disminuirlas en mucho significaría un regreso a posibilidades de dicha” (Freud, [1930]-1996, p. 86), ya que ni el desarrollo científico y tecnológico de la época de Freud, demostraron ser suficientes para alcanzar tal condición en la sociedad victoriana. Parecería que el retorno a estados primitivos de la sociedad, donde existía mayor armonía entre el hombre y la naturaleza sería lo anhelado, sin embargo, asumirlo así es un total error, nos llevaría a pensar que épocas pasadas han sido mejores que las actuales en cuanto a los vínculos sociales. El cuestionamiento central que Freud permite entrever del planteamiento anterior, apunta a cuestionar por qué si la culEnero-junio 2014 | 59

La respuesta freudiana a tal interrogante se dirige a situar todas las restricciones que a su vez, impone la cultura en cuanto al vínculo social, sobre todo en lo referente a la no satisfacción o represión de ciertas pulsiones, lo que según el autor le puede ocasionar serias perturbaciones al individuo, mismas que podrían traducirse en síntomas, como formas de satisfacciones sustitutivas ante las frustraciones que impone la cultura en la vida libidinal del individuo.

tura expresa un avance de la humanidad, en la medida en que es el camino impuesto al individuo para alcanzar la perfección, este no logra la tan anhelada satisfacción. La respuesta freudiana a tal interrogante se dirige a situar todas las restricciones que a su vez, impone la cultura en cuanto al vínculo social, sobre todo en lo referente a la no satisfacción o represión de ciertas pulsiones, lo que según el autor le puede ocasionar serias perturbaciones al individuo, mismas que podrían traducirse en síntomas, como formas de satisfacciones sustitutivas ante las frustraciones que impone la cultura a la vida libidinal del individuo. Hasta este punto el autor ubica “la dificultad del desarrollo cultural como una dificultad universal del desarrollo” (Freud, [1930]-1996, p. 105), bajo el entendido de que la cultura “designa toda la suma de operaciones y normas que distancian nuestra vida de la de nuestros antepasados animales, y que sirven a dos fines: la protección del ser humano frente a la naturaleza y la regulación de los vínculos recíprocos entre los hombres” (Freud, [1927]-1996, p. 6). Esta condición que se logra, según Freud, al sofocar ciertas tendencias sexuales y agresivas a través de los ideales culturales impuestos en cada época, es donde se asume a la cultura como la tendencia a la preservación de la vida humana, a la que se opone la pulsión agresiva del individuo como su mayor obstáculo. La renuncia pulsional que la cultura exige, desde los planteamientos freudianos, pone en marcha ciertos mecanismo psíquicos que dan cuenta de la dificultad de adquirir una satisfacción plena, tal como enuncia Freud ([1930]-1996): Al comienzo, la conciencia moral (mejor dicho: la angustia, que más tarde deviene conciencia moral) es por cierto causa de la renuncia de lo pulsional, pero esa relación se invierte después. Cada renuncia de lo pulsional deviene ahora una fuerte dinámica de la conciencia moral; cada nueva renuncia aumenta su severidad e intolerancia, y estaríamos tentados de profesar una tesis paradójica, […] hela aquí: La conciencia moral es la consecuencia de la renuncia de lo pulsional; de otro modo: La renuncia de lo pulsional (impuesta a nosotros desde afuera) crea la conciencia moral, que después reclama más y más renuncias (p. 124).

60 | Psico-Logos Nº 15

El surgimiento de una conciencia moral en el individuo producto del complejo infantil que Freud llamó complejo de Edipo, del que emerjen de manera simultánea sentimientos de ambivalencia establecidos por la lucha entre Eros y las pulsiones de destrucción, promoviendo así la aparición del primer indicio de sentimiento de culpa (que por lo general se ubica en lo inconsciente), al cual considera el “problema más importante del desarrollo cultural” (Freud, [1930]-1996, p. 130). Este sentimiento de culpa viene a ser una variedad de la angustia, que es una angustia frente al Superyó, es decir, cierto temor a esa instancia moral que puede castigar al individuo por las transgresiones que cometa o tenga la intención de cometer. Lo significativo de la explicación que Freud da a la génesis del Superyó en el individuo es que puede ser pensado también a nivel social, al mencionar que el Superyó de cada época cultural se asemeja al del individuo, ya que “reposa en la impresión que han dejado tras de sí grandes personalidades conductoras, hombres de fuerza espiritual avasalladora, o tales que en ellos una de las aspiraciones humanas se han plasmado de la manera más intensa y pura, y por eso también a menudo, más unilateral” (Freud, [1930]-1996, p. 137). Ese Superyó de la cultura que delimita ciertos ideales, le reclama al individuo establecer el vínculo social a partir de la ética, que en Freud sería la forma en que la cultura regula las motivaciones pulsionales que en el individuo tienden a la agresión, lo cual, como se ha venido discutiendo, no se da sin consecuencias para el psiquismo. Una de las formas en que el psicoanálisis, desde este referente freudiano, concibe que el sujeto expresa su malestar como miembro de una cultura particular, es a partir de sus síntomas. Es necesario precisar que el síntoma, antes que un hecho patológico a eliminar, es signo de goce de un sujeto que habla, y como tal estructural. Por tanto, si bien puede producir sufrimiento, el síntoma en tanto estructura sostiene al sujeto y a su forma de ordenarse, de orientarse en su realidad psíquica y en el lazo o no lazo que haga con los otros (Miller, 2003). Entendido así, el síntoma da cuenta del sujeto en lo particular, y a su vez, de su forma de vincularse con el otro de lo social.

Ese Superyó de la cultura que delimita ciertos ideales, le reclama al individuo establecer el vínculo social a partir de la ética, que en

Freud

sería la forma en que la cultura regula las motivaciones pulsionales que en el individuo tienden a la agresión, lo cual, como se ha venido discutiendo, no se da sin consecuencias para el psiquismo.

Enero-junio 2014 | 61

El

malestar del agente educativo en la

institución escolar

Entre las grandes expresiones de la cultura se encuentran las diversas instituciones que sostienen la base de la estructura social, siendo las más significativas la familia, la escuela y el Estado, que como construcciones sociales, albergan en su seno malestares muy particulares que dan cuenta del vacío en el que se asientan. Es decir, carecen de respuestas preestablecidas para cumplir totalmente con su objetivo central. Recordemos a Freud al mencionar algunas de las tareas imposibles de la humanidad: gobernar, educar y psicoanalizar. Es posible encontrar dos clases de perspectivas en torno a las instituciones: por un lado, están aquellas que consideran que mediante las instituciones es posible lograr la armonía social; por el otro lado, las que plantean que el conflicto es inherente a lo social y la armonía imposible (Tizio, 2002). El psicoanálisis se ubicaría más desde esta última perspectiva, al establecer que hay un malestar inherente a lo social, ya que no todo puede ser regulable. Siguiendo a Tizio, se entenderá que las instituciones albergan el malestar al tiempo que proponen formas de resolverlo, las cuales en cierta medida contribuyen a generarlo o repetirlo, convirtiéndolo en un síntoma que requerirá de una restructuración simbólica para su disolución. La institución educativa tal como se nos presenta hoy, exige pensar las demandas sociales que le compete atender, así como la posición que sus agentes asumen ante tal demanda. Para Tizio (2002) existen hoy las llamadas “problemáticas sociales”, formas actuales de malestar que dan cuenta de la 62 | Psico-Logos Nº 15

perturbación del orden social, el cual en gran medida corresponde atender a la escuela, bajo el entendido de que esta, como institución, apunta a regular el goce, es decir, poner límite a los excesos que devienen en malestar y no en “satisfacción”. Entendida así, la escuela tendrá una función civilizadora, sin embargo, señala la autora, a la vez que regula o civiliza el goce también lo produce, lo borra y lo fija. La escuela produce el goce en la medida en que opera como límite a lo pulsional, pretende educarlo, y en ese pretendido siempre falla, pues siempre algo del sujeto resulta ineducable, allí radica su imposibilidad. Desconocer esta imposibilidad según la autora, permite a los profesionales participar, sin saberlo, en la creación y mantenimiento de ciertos malestares. Recordemos a Hegel ([1832]-1987), quien menciona que la educación requiere del ejercicio de cierta violencia pedagógica, pero lo más importante es, que se tenga la disposición de ser violentado, que en otros términos sería el “querer aprender”, y como resulta evidente el alumno no siempre está dispuesto a ello. El sujeto dentro del discurso escolar imperante es reducido a un atributo, el conjunto de categorías contenidas en dicho discurso es una suerte de ontología de la identificación como la nombra Tizio; un ejemplo sería el llamado “fracaso escolar”, categoría que se ha extendido a diversas condiciones del sujeto. Asimismo, menciona que al desconocer la existencia de un goce que no se borra pueden surgir posturas de odio al goce, a lo extraño, lo distinto, lo que no marcha al ritmo del compás, encontrando que la misma institución y los

profesionales excluyen a los sujetos por su condición diferenciada. En ese sentido, homogeneizar a los sujetos en una misma categoría aparece como uno de los “mecanismos de segregación” de la propia institución, cuyo discurso dominante aplasta el síntoma en tanto perturba el orden social, transformándolo en una categoría de orden público (Tizio, 2003). El goce generalmente se fija a través de la repetición, condición que “no se trabaja en los dispositivos sociales y hace que la más de las veces los problemas se fijen” (Tizio, 2002, p. 204). Perdidos en la inercia administrativa de la institución escolar, no es fácil salir de las prácticas dominantes que regularmente no contemplan las particularidades de los sujetos atendidos; los docentes ubican a los sujetos desde el mismo lugar que lo haría la familia o la escuela, pues desconocen que por esa vía se fija el problema a tratar. Es así que la institución escolar, lo mismo que cualquier otra institución de carácter social, funciona como un aparato de gestión del síntoma, categoría con la que Tizio (2003) clasifica las formas en que los diferentes dispositivos sociales lo abordan, ya sea produciéndolo, o bien, segregándolo desde una perspectiva de odio al síntoma que surge por su mismo desconocimiento. A partir de esta perspectiva aparece el malestar de los profesionales como un síntoma que es del aparato de gestión, es decir, de la escuela y no del sujeto. Bajo estos planteamientos el lugar que asumen los agentes educativos, tanto para la pedagogía como para el psicoanálisis, resulta fundamental, pues a los docentes les compete responder con su función a

las demandas y encargos que la sociedad exige respecto a la educación de las nuevas generaciones. Su acto no es neutral, a este lo sostiene un deseo, que sería el deseo de educar, esto es, “hallar el equilibrio entre lo general y lo particular para causar el consentimiento del sujeto” (Tizio, 2003, p. 207), y tener una estrecha relación con los contenidos de la cultura para la transmisión. Anny Cordié (2007) plantea que el deseo de enseñar puede remitirse a una vocación ligada a motivaciones personales más o menos conscientes, dicha elección corre a la par de la inscripción del sujeto en un discurso y en una práctica particulares. Así “La manera en que el deseo del pedagogo sostiene la función del saber en el campo pedagógico traza las líneas de fuerza que definen el espacio como campo pedagógico” (Rabant, 2001, p. 74), hecho que permite entrever la posición de los profesionales del niño en las instituciones escolares, en este caso, de los profesores. Según Cordié (2007), diversos síntomas experimentados por los docentes (depresión, angustia, fobia escolar), se deben a la dificultad que estos tienen a la hora de relacionar los síntomas de sus alumnos con el sufrimiento psíquico que puedan padecer y más aún, cuando no se anuda a un déficit observable, pues consideran que la agresividad, desatención, entre otros, se debe a la mala voluntad de los alumnos. Lo anterior deriva en una relación de tensión docente-alumno: una suerte de retorno de lo reprimido, que no podrá ser tratada en tanto se desconozca, niegue o rechace la causa. Esta referencia es importante, pues nos lleva a articular la posición Enero-junio 2014 | 63

del agente frente al imperativo de educar. A través del psicoanálisis se entiende que su posición forma parte del problema del que se ocupa, en la medida en que su aparato conceptual contribuye a configurarlo y a trazar las formas de abordaje a seguir (Tizio, 2003). En ese sentido, los diversos malestares enunciados por el docente surgen desde una posición discursiva particular, ubicable, en gran medida, a partir del discurso dominante el cual le permite dar sentido y una respuesta inmediata a los problemas que enfrenta en su quehacer diario, asimismo, se puede decir que dicha posición no se da sin consecuencias en el vínculo que configure con sus alumnos.

una figura primordial en la transmisión de contenidos culturales clave, que le permitirán al alumno ir construyendo los saberes acerca del mundo (círculo de ideas como él las denomina), condición que se da no sin esfuerzo en tanto se requiere cierto compromiso con el saber. Los planteamientos de Herbart ponen sobre la mesa tres elementos esenciales del trabajo educativo, a saber, el sujeto de la educación, el agente de la educación y los contenidos de la cultura, que organiza a modo de triángulo que no cierra en su base:

El “triángulo herbartiano” y su expresión

El esquema ha sido retrabajado por Violeta Núñez (2003) para pensar la posición de cada uno de los elementos en el vínculo educativo. El primer elemento hace referencia al alumno, nombrado como sujeto de la educación, el cual debe someterse al arduo trabajo civilizatorio, es decir, debe aceptar cierta violencia pedagógica, y separarse de lo instintivo guiado por la dirección y maneras que cada cultura instituye, lo que, como se puede inferir, implica para este un arduo trabajo. El segundo elemento representa al maestro, el cual se identifica como agente de la educación, es él quien funge como “representante del mundo, de las generaciones adultas, su responsabilidad consiste en transmitir elementos de los patrimonios culturales a las nuevas generaciones, a cada uno de los sujetos con que trabaja” (Núñez, 2003, p. 28). Lo central aquí es que en él se juega una apuesta, desper-

en el vínculo educativo

no se domina la educación si no se sabe establecer en el alma infantil un gran círculo de ideas cuyas partes se hayan enlazadas íntimamente y que tenga fuerza suficiente para vencer los elementos desfavorables del medio [y] para absorber los favores […] La instrucción se propone inmediatamente formar el círculo de ideas; la educación, el carácter. Lo último no se puede hacer sin lo primero en esto consiste la suma capital de mi Pedagogía. Herbart Retomar los planteamientos del pedagogo Herbart del siglo XIX se justifica porque concibe la educación como una forma de transmisión de la cultura, misma que no puede darse sin la instrucción. Este autor considera la función del educador como 64 | Psico-Logos Nº 15

tar al sujeto de la educación vinculándolo con el mundo exterior a través del acceso a los contenidos clave de la cultura; según la autora, de la posición del agente con respecto al mundo y los saberes, es posible inferir si se dará lugar o no al vínculo educativo. El tercer y último elemento de la nomenclatura herbartiana se refiere a los contenidos de la educación, entendidos como los bienes culturales que se transmitirán y que se corresponden con cada contexto y momento histórico particular. Para Núñez este elemento media entre el sujeto y el agente, que une precisamente en la medida en que separa, refiriéndose a la relación tú a tú, que invalidaría el vínculo. El problema, emerge cuando el agente limita su vínculo con la cultura al no vivificarla en su práctica, apegándose burocráticamente a la transmisión de conocimientos prefabricados, donde no existe una verdadera implicación. La relación entre los tres elementos arriba descritos configura el llamado vínculo educativo, que como plantea Núñez (2003) no es del orden de lo estable, es decir, no es algo establecido de una vez y para siempre entre el maestro y el alumno, se reinventa cada vez en cada nueva relación, respetando la particularidad de quien se tiene enfrente como alumno. El vínculo educativo, por lo tanto, tendrá una función que deja huella en el tiempo a partir de tres acepciones según la autora. En primera instancia concibe al vínculo como atadura, ya que se ata al sujeto a un destino humano, deviniendo ser de cultura y de lenguaje. La marca dejada aquí surge en un instante: “momento en que el sujeto

despierta a los posibles de un mundo porvenir” (Núñez, 2003, p. 39). Enseguida se concibe al vínculo como joya en tanto permite que algo del educador posibilite la enseñanza, de allí su mérito. Finalmente lo plantea como salto y juego, en cuanto pone en escena un tiempo otro, este sería el de la libertad, el cual se da con cierto júbilo y, a la vez, “enfrenta a la soledad de ser responsables de los movimientos que acabarán dibujando, para cada uno, su particular biografía” (Núñez, 2003, p. 40). El vínculo educativo otorga la posibilidad de entrelazar una relación entre el agente y el sujeto de la educación, a partir de los contenidos de la cultura, tomando en cuenta la posición asumida por cada uno en dicha relación. El límite consistiría en la falta de respuesta preestablecida para su formación, ya que, no es del orden de lo estable, surge de manera inédita con cada sujeto que no puede ser determinado por el currículo, sino por su época y contexto. Desconocer, por parte de los agentes, las formas diferenciadas en que cada alumno consciente el trabajo educativo puede mostrar una de las caras más frecuentes del malestar. A decir de Leo y Moyano (2003), es necesario asumir que a causa del carácter de in-completud de lo humano en general y lo educativo en particular, el vínculo educativo genera frecuentemente malestar en los educadores; por lo tanto, se requiere sostener la apuesta en el tiempo y albergar lo inesperado, dimensión que caracteriza tal atadura. Difícilmente el discurso prefabricado de los agentes será asumido por el sujeto como un referente para enlazarse con la cultura. Enero-junio 2014 | 65

En diversas ocasiones encontramos que el sujeto dimite a la demanda educativa, en este sentido se deberían cuestionar las formas en que los profesionales sostienen el síntoma frente a la imposibilidad de regularlo todo en el acto pedagógico. Lo dicho a lo largo del texto sobre malestar del agente educativo está abierto a la reflexión y al acercamiento de nuevas miradas orientadas a la problematización y tratamiento.

Referencias Cordié, A. (2007). Malestar en el docente. La educación confrontada con el psicoanálisis. Buenos Aires: Nueva Visión. Freud, S. (1996-[1930]). El malestar en la cultura. En Obras Completas: Tomo 21. Argentina: Amorrortu. Freud, S. (1996-[1913]). Tótem y Tabú. En Obras Completas: Tomo 13. Argentina: Amorrortu. Gallo, H. y Ramírez, M. (2012). El psicoanálisis y la investigación en la universidad. Buenos Aires: Grama Ediciones.

66 | Psico-Logos Nº 15

Hegel, G. (1987). Filosofía del derecho. Buenos Aires: Claridad. Herbart, J. (1983-[1832]). Pedagogía general derivada del fin de la educación. Madrid: Humanitas. Leo, M. & Moyano, S. (2003). Experiencia: modalidades del vínculo educativo: sostener la apuesta, albergar lo inesperado. En H. Tizio (Coord.), Reinventar el vínculo educativo: aportaciones de la pedagogía social y del psicoanálisis (pp. 65-69). España: Gedisa editorial. Miller, J.-A. (2003). Introducción al método psicoanalítico. Buenos Aires: Eolia-Paidós. Miller, J.-A. (2006). Introducción a la clínica lacaniana. Conferencias en la escuela lacaniana de psicoanálisis. España: RBA Libros. Núñez, V. (2003). El vínculo educativo. En H. Tizio (Coord.), Reinventar el vínculo educativo: aportaciones de la pedagogía social y del psicoanálisis (pp. 19-49). España: Gedisa editorial. Rojas, M. & Sternbach, S. (1997). Entre dos siglos. Una lectura psicoanalítica de la posmodernidad. Buenos Aires: Lugar Editorial.

Tizio, H. (2002). Sobre las instituciones. En V. Núñez (Coord.), La educación en tiempos de incertidumbre: las apuestas de la Pedagogía Social (pp. 195-211). España: Gedisa editorial. Tizio, H. (2003). La posición de los profesionales en los aparatos de gestión del síntoma. En H. Tizio (Coord.), Reinventar el vínculo educativo: aportaciones de la pedagogía social y del psicoanálisis (pp. 165-182). España: Gedisa editorial.

Zelmanovich, P. & Molina, Y. (2012). Estudio exploratorio sobre las Figuras y Formaciones del Malestar en la Cultura Educativa actual en espacios educativos latinoamericanos, desde la perspectiva de los profesionales. INFEIES-RM revista multimedia sobre la infancia y sus instituciones, 1 [Versión electrónica]. Recuperado de http://www.infeies.com.ar/bajar/Investig_ Zelmanovich&Molina.pdf

Enero-junio 2014 | 67

68 | Psico-Logos Nº 15

¿Política o espectáculo la orientación del electorado mexicano?1 Octaviano Moya Delgado

U

na democracia de calidad requiere electores capacitados para ejercerla; ello implica que el comportamiento político o electoral de los ciudadanos se vincule directamente al conocimiento sobre el sistema político y la información política, que como parte del proceso mismo deben ir adquiriendo los propios ciudadanos. La etapa más importante del proceso político la constituyen las elecciones, mediante las cuales se eligen a los representantes y se integran los poderes del Estado. Las campañas electorales son el medio por el cual partidos políticos y candidatos orientan o fortalecen las preferencias de los ciudadanos, que pueden ser político-ideológicas o programá-

ticas en virtud de los beneficios de determinada política pública. En cualquiera de estos casos, los candidatos y partidos que se presentan en la elección representan y concentran las aspiraciones de sus simpatizantes y posibles votantes. Con esa orientación erogan infinidad de recursos con las que elaboran hábiles estrategias mediáticas encaminadas

a influir en la preferencia de los votantes mediante eslogan o mensajes poderosos de campaña. Ante eso surge la interrogante ¿Qué tipo de aspectos son aquellos a los que ponen mayor atención los ciudadanos; a los positivos, como son las propuestas de candidatos, o a los negativos que se vinculan con las promesas no cumplidas y los ataques o confrontación entre candidatos y partidos? El presente trabajo profundiza en dicha interrogante y se desarrolla en cuatro apartados: el primero, lo constituye la estrategia metodológica adoptada a manera de abordaje; el segundo, recupera la comparación entre las características de los grupos de enfoque; en el tercero se analizan hallazgos del objeto de estudio; finalmente, en el cuarto se recuperan algunos aspectos importantes a manera de conclusiones.

Estrategia metodológica En forma inicial se planteó como hipótesis que de toda la información que se vierte en las campañas electorales, son principalmente los aspectos negativos los que atraen mayormente la atención de los ciudadanos, esto como resultado del desinterés en la política, falta de credibilidad o desilusión de los electores. Para comprobarlo se recurrió a un ejercicio experimental utilizando la técnica de focus group en dos grupos con características sociodemograficas diametralmente opuestas que diferían en su nivel de conocimiento e información política. Los sujetos de estudio se repartieron en dos grupos de análisis –cada uno compuesto por diez integrantes– divididos por gé70 | Psico-Logos Nº 15

nero y edad. El primer grupo, denominado especializado por contener a personas con alto nivel de conocimiento e información política, lo conformaron tres estudiantes, el mismo número de egresados y cuatro profesores de la licenciatura de Ciencia Política de la Unidad Académica de Derecho y Ciencia Política, Los Mochis (URN-UAS). El segundo grupo, designado como normal y compuesto por sujetos que poseían escaso conocimiento e información política, lo integraron personas adultas con bajo nivel de escolaridad residentes de colonias periféricas de la ciudad de Los Mochis. La realización de dichos grupos tuvo lugar el mismo día, pero en horarios distintos y para ello se contó con las instalaciones de la Torre académica de la URN-UAS y estudiantes del noveno semestre de la carrera de Ciencia Política que participaron como Staff de apoyo. Para medir el nivel de conocimiento e información política de los sujetos de estudio, se construyó un índice compuesto por quince ítems, de los cuales diez medían aspectos relativos al conocimiento de elecciones, instituciones y autoridades, mientras que los cinco restantes recuperaban el interés, exposición y consumo de información a través de los distintos medios de comunicación electrónico o digital. El cuestionario se aplicó antes de iniciar formalmente la sesión de trabajo. A manera de preguntas y con distintas opciones, el índice de conocimiento e información política cuestionaba sobre: ¿cuántos diputados federales había en México y cuánto duraban en el cargo?; ¿cuánto duran en el cargo los senadores?; el nombre completo del Presidente de la Republica; el nom-

bre completo del gobernador del estado; ¿cada cuántos años se realizan elecciones para gobernador y para presidentes municipales?; ¿qué significa PAN, PRI y PRD?; ¿qué tan interesados están en los asuntos públicos?; ¿con qué medios informativos cuenta en su hogar?; ¿con qué frecuencia ve o escucha noticias?; ¿cuál es su medio de información regular?; ¿considera que hay información suficiente o no, sobre los asuntos políticos del país? En el procesamiento, sistematización y análisis de la información y resultados de los focus group se empleó el método comparado y estadístico, haciendo uso de la base estadística Statistical Package for the Social Sciencies (SPSS). Previo a la realización de los grupos de enfoque se procedió a investigar aspectos relativos a las campañas electorales que se mostraran como polémicos y fáciles de recordar. Se consideraron siete campañas electorales, que abarcan un periodo de ocho años: 1994 a 2012. De ellas, se recuperó un número importante de elementos a través de los cuales se realizó una selección ordenada de acuerdo a los aspectos positivos y negativos, esto es: a) propuestas políticas de los candidatos en campañas presidenciales y, b) frases de campañas negativas. Durante la sesión de trabajo con los grupos focales, con base en una modalidad dirigida, se proyectó una presentación que mostraba paso por paso estas dimensiones; a continuación se les pedía a los participantes manifestar quién de ellos conocía el eslogan, propuesta o frase que aparecía proyectada. Cabe mencionar que dicha proyección desvinculaba todo color u otro

tipo de características que pudieran ayudarles a recordar quién o cuándo lo había utilizado. Posteriormente se les solicitaba que marcaran en un cuadernillo individual sus respuestas. Dicho cuadernillo proporcionado a cada uno de los participantes del grupo contenía una lista con el nombre de los candidatos presidenciales, partidos políticos, y los procesos electorales mencionados, de tal forma que los participantes inmediatamente después de leer la proyección de la frase, tendrían que marcar el candidato al cual, según ellos, era atribuible dicha frase y la campaña en la que fue utilizada. Para cada caso se mantenían las opciones de marcar si “no sabía” o “no recordaba”.

La información y conocimiento político Las respuestas proporcionadas por los grupos de enfoque mostraron, como era de esperarse, diferencias claras y contrastantes que se reflejaron en el índice de información y conocimiento político. Respecto al interés en los asuntos públicos, en el grupo normal, una persona dijo estar muy interesada, contra siete que expresaron poco interés y otra que manifestó no tenerlo. En el especializado, siete sujetos declararon un alto interés mientras los dos restantes poco. Al momento de tratar la cuestión de los medios de comunicación, dentro del grupo normal dos señalaron contar en su hogar con radio y televisión, y siete con televisión solamente. A través de estos medios dijeron informarse de manera regular. En el grupo especializado, siete comentaron que poseían tres o más medios de comunicación y solo dos señalaron un medio, entre Enero-junio 2014 | 71

En consecuencia, lo que diferencia al grupo especializado del normal, es que en el primero se observó mayor interés en los asuntos públicos, infraestructura tecnológica, alta exposición a distintos tipos de medios, que permiten una diversificación de la información, además del señalamiento de que existía mediana información sobre los asuntos públicos.

los que se encontraban el Internet o televisión por cable. Estos mismos siete sujetos expresaron que se informaban mediante el Internet y en forma conjunta con la radio y la televisión. Los dos restantes señalaron la televisión y el periódico como sus únicos medios de información. En lo referente a la frecuencia con la que ven o escuchan noticias, en el grupo normal, tres de ellos expresaron hacerlo a diario, cuatro de manera frecuente, en tanto dos dijeron no escuchar ni ver noticias. En el grupo especializado, se encontró que siete lo hacían diariamente y dos de manera frecuente. Una vez atendida esta cuestión, se prosiguió a preguntar a los sujetos estudiados si consideraban que había suficiente información sobre los asuntos políticos: en el grupo normal cuatro afirmaron que sí la hay, tres que más o menos y dos que no. En el especializado, siete integrantes comentaron que la información era más o menos completa, y dos se ubicaron en los extremos de la escala tanto en forma positiva como negativa. En consecuencia, lo que diferencia al grupo especializado del normal, es que en el primero se observó mayor interés en los asuntos públicos, infraestructura tecnológica, alta exposición a distintos tipos de medios, que permiten una diversificación de la información, además del señalamiento de que existía mediana información sobre los asuntos públicos. Aunque dentro del propio grupo especializado se aprecia una brecha entre los aún estudiantes de la carrera en relación con egresados y profesores, las opiniones de dichos estudiantes en comparación con la de los integrantes del grupo normal se mostraban claramente distantes.

Propuestas de campañas vs campañas negativas Los primeros aspectos sobre los que se interrogó a los integrantes de los grupos focales fueron las propuestas de campañas presidenciales. De las elecciones de 2000 se recuperó la propuesta “Crear un millón de empleos y crecer al 8 por ciento del PIB” de Vicente Fox. Esta campaña fue recordada solo por dos personas del grupo especializado y dos del grupo normal. La oferta de Francisco 72 | Psico-Logos Nº 15

Labastida, que proponía la enseñanza de “Inglés y computación en las escuelas”, en contraste, fue identificada por siete personas del grupo especializado y cuatro del grupo normal. De las elecciones de 2006 se extrajo la propuesta de “Más inversión, más empleos para convertirse en el Presidente del Empleo” utilizada por el candidato del Partido de Acción Nacional (PAN), Felipe Calderón Hinojosa. Dicha frase fue recordada por nueve personas integrantes del grupo especializado y cuatro del grupo normal. Por otro lado, la propuesta de “Pena de muerte a secuestradores y asesinos” del candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Roberto Madrazo Pintado la identificaron cinco personas del grupo especializado y dos dentro del grupo normal. Del mismo candidato se extrajo la propuesta “Transformación del Ministerio Público y penas más severas”, que obedeció a toda una campaña de combate a la delincuencia, fue identificada por seis personas del grupo normal, en contraste, nadie del grupo especializado logró recordarla. Una vez obtenidos estos resultados,

se prosiguió con el estudio de las frases desprendidas de campañas negativas, de carácter ofensivo. Sin importar tanto el origen o el destinatario de dichas frases, la cuestión se centró en ver si los integrantes de los grupos focales podían identificar al afectado. De esta forma, la frase “Me ha llamado mariquita, me ha dicho La Vestida, me ha llamado chaparro, mandilón”, expresada por el candidato del PRI, Francisco Labastida Ochoa en su propio perjuicio, fue identificada por nueve personas del grupo especializado y tres del grupo normal. Más adelante, seis integrantes del grupo especializado y dos del grupo normal reconocieron la expresión “A mi quizá se me quite lo majadero, pero a ustedes lo mañosos y corruptos nunca” del candidato de la Alianza por el Cambio, Vicente Fox Quezada dicha en el 2011. De las elecciones de 2006, la frase “¿Tu le crees a Madrazo?, Yo tampoco”, dirigida contra el candidato priista Roberto Madrazo Pintado, fue identificado por seis personas del grupo especializado y solo una del grupo normal. Por otro lado, la frase

Cuadro 1. Propuestas de campaña ÍTEMS

Grupos Especializado

Normal

Crear un millón de empleos al año y crecer al 8 por ciento del PIB.

5

2

Transformación del MP y penas más severas.

0

6

Inglés y computación en las escuelas.

7

4

“Más inversión, más empleos. Seré el Presidente del Empleo”.

9

4

“Pena de muerte a secuestradores y asesinos”.

5

2

Enero-junio 2014 | 73

Cuadro 2. Campañas Negativas Grupos

ÍTEMS

Especializado

Normal

Me ha llamado mariquita, me ha dicho La Vestida, me ha llamado chaparro, mandilón.

9

3

A mi quizá se me quite lo majadero, pero a ustedes lo mañosos y corruptos nunca.

6

2

“¿Tú le crees a Madrazo? Yo tampoco.

6

1

“¡Cállate, Chachalaca!”

7

5

Es un peligro para México.

8

0

“¡Cállate, Chachalaca!”, mencionada por Andrés Manuel López Obrador, y utilizada en su contra, tuvo menos contraste ya que fue recordada por siete personas del grupo especializado y cinco del grupo normal. Finalmente, la expresión “Un peligro para México”, mencionada por este último candidato y sobre la cual giró todo una campaña de desprestigio fue recordada únicamente por ocho personas del grupo especializado, sin contar con ninguna del otro grupo.

Conclusiones Aun con datos agregados y en forma descriptiva dos cosas resultan evidentes. La primera de ellas es que se observa una diferencia notable entre el primer grupo de tipo especializado con respecto al grupo normal. El nivel de información y conocimiento parece impactar más en el primer grupo tanto en la identificación de aspectos relativos a las campañas electorales, como particularmente, las propuestas de campaña y los elementos de campañas negativas. Por otro lado, si bien es cierto que en el grupo normal los integrantes identifi74 | Psico-Logos Nº 15

caron menos propuestas y frases negativas que los del grupo especializado, entre ellos se observó un dato interesante. Esto es, que en el grupo normal se identificaron en mayor número las propuestas de los candidatos que las frases de campañas negativas. Aunque el presente trabajo forma parte de una ponencia con objetivos más amplios y aún se procesan a detalle algunos resultados, en ambos grupos estudiados, sus integrantes señalaron como importante que los ciudadanos recordaran sucesos que nutren la experiencia vivida u obtenida durante los procesos electorales. No obstante, las diferencias recaen en la justificación de lo que olvidan o de la importancia que dan a cada uno estos aspectos. Dentro del grupo especializado se encontró que la razón por la cual recordaban principalmente aspectos negativos de las campañas se debía al bombardeo de los medios de comunicación por los cuales se enteraban de las noticias. Por el contrario, entre los integrantes del grupo normal, la tendencia a recordar más las propuestas de los candidatos que las campañas negativas –en su propia comparación de respuesta–, se explica a partir de

la relación que hacían sobre sus propias necesidades. Sin embargo, manifestaron una fuerte desilusión hacia los políticos, derivada del incumplimiento de las propuestas. En conclusión, no se comprueba la hipótesis acerca de que de toda la información que se vierte en las campañas electorales, los ciudadanos prestan mayor atención principalmente a los aspectos negativos debido al desinterés en la política, falta de credibilidad o desilusión de los electores. Esto en virtud, de que los integrantes del grupo con bajo nivel de información y conocimiento fueron los más interesados en las propuestas de los candidatos, mientras que los de mayor conocimiento e información sucumbieron ante las campañas negativas. Se observa entonces, que mientras hay quienes se centran en la política otros quedan atrapados en el espectáculo.

Notas Extracto de una ponencia titulada “Las Campañas del Olvido”, de mi autoría, presentada en el II Congreso Internacional de Ciencia Política organizado por la Asociación Mexicana de Ciencia Política (AMECIP), en Toluca, Estado de México, del 11 al 13 de Septiembre del presente año. 1

Referencias Carrizales, D. y Sánchez, M. (2005, 29 de octubre). ¿Tú le crees a Madrazo? La Jornada [Versión electrónica]. Recuperado de http://www.jornada.unam.mx/2005/10/29/ index.php?section=politica&article=011 n2pol Las Campañas del Olvido (2014). Ponencia presentada en el II Congreso Internacional de Ciencia Política de la Asociación Mexicana de Ciencia Política (AMECIP), Toluca, México. La repetición de propuestas gana espacio a los ataques personales (2000, 26 de abril). La Jornada [Versión electrónica]. Recuperado de http://www.jornada.unam. mx/2000/04/26/feria.html Monsiváis, C. (2012, 18 de junio). Un peligro para México. El Universal [Versión electrónica]. Recuperado de http://www.eluniversal.com.mx/editoriales/34459.html Ramos, J. (2006, 28 de marzo). AMLO justifica el Cállate Chachalaca. El Universal [Versión electrónica]. Recuperado de http:// www.eluniversal.com.mx/notas/339222. html Sistac, D. A. (2000, 26 de abril). Fox y Cárdenas arremeten contra Labastida, ADNPOLITICO [Versión electrónica]. Recuperado de http://www.adnpolitico. com/2012/2012/04/30/debates-de-2000-foxy-cardenas-arremeten-contra-labastida

Enero-junio 2014 | 75

76 | Psico-Logos Nº 15

Inclusión educativa, reto escolar del siglo XXI Martha Patricia Torrero Miranda

E

n la historia de los derechos de los niños con necesidades educativas especiales han surgido diferentes posturas: desde el aislamiento o la exclusión, hasta la inclusión en nuestros días, pasando por la separación y por la integración escolar. A principios del siglo XX se daba el caso de escuelas donde a los niños con necesidades educativas especiales se les mantenía aislados de los demás alumnos, –tal como se mostrará en los esquemas que aparecen en la siguiente página– donde se observará una acción claramente distinta a la mera exclusión (esquemas 1 y 2). Posteriormente surgió la idea de los grupos integrados que consistía en la

aceptación de su ingreso en escuelas regulares, pero con la condición de ser reunidos en grupos especiales. Es importante destacar que la integración (esquema 3) fue un primer paso hacia la inclusión educativa (esquema 4) de nuestros días promovi-

da por el sistema oficial y secundada por algunas instituciones privadas:

La inclusión, que hace referencia al modo de dar respuesta a la diversidad con la que cuentan las instituciones educativas, es un derecho de todos los niños con necesidades especiales y debe respetarse. Se define como “el proceso para tratar de garantizar el aprendizaje y la participación de todo el alumnado en la vida escolar del centro, con particular atención a los más vulnerables” (Echeita y Sandoval, 2007). La inclusión consiste en una serie de procesos orientados a la eliminación o minimización de las barreras que limitan el aprendizaje y la participación de todo el alumnado (Ainscow, citado en Echeita y Sandoval, 2007). Por lo tanto, la presencia de alumnos con algún tipo de discapacidad o necesidad educativa especial en las aulas regulares es un gran paso para la inclusión, no solo educativa sino para el medio sociocultural en el que se desenvuelven. Por su parte, Cabada pone énfasis en que: La educación inclusiva es una actitud, un sistema de valores y creencias y no un conjunto de acciones. La adopción de esta actitud y la adhesión a este sistema de valores tienen que ser profundas y condicionar todas las acciones y decisiones que se de-

78 | Psico-Logos Nº 15

riven de su adopción. La inclusión asume que la convivencia y el aprendizaje en los grupos con diferencias, es la mejor forma de beneficiar a todos y que cada uno se beneficie de todos (1999, citado en Díaz y Escobosa, 2012).

La inclusión en tanto derecho establece la obligación de dar respuesta a la diversidad que presente el alumnado de una institución educativa. El proceso de inclusión en el plantel comienza la sensibilización de la comunidad escolar para lograr la aceptación de la diversidad, destacando su importancia en el desarrollo de la infancia y la educación de calidad; una vez logrado lo anterior, en alguna medida, podemos esperar que los alumnos sean tratados de manera más equitativa. Algunos aspectos específicos de la inclusión son: ▪▪ La inserción total e incondicional de todos los niños. ▪▪ Cambios que benefician a todos. ▪▪ Que las instituciones educativas se adapten para atender las necesidades de los alumnos que presentan algún tipo de discapacidad o necesidad especial, para así enriquecer su aprendizaje sin excluirlos del grupo. ▪▪ La valorización de la individualidad de las personas con discapacidad. ▪▪ Resaltar la calidad para todas las personas con y sin discapacidad. ▪▪ Cambiar la manera de referirse a los alumnos con algún tipo de discapacidad o con derechos especiales. El paradigma de la escuela inclusiva se perfila en el siglo XXI como el camino ha-

cia donde deben dirigir sus esfuerzos los centros y sistemas educativos que busquen ofrecer una educación integral y de calidad a todos los alumnos independientemente de sus características personales o étnicas, así como de sus limitaciones, y de los apoyos que puedan necesitar para desarrollar al máximo su potencial personal. Existen diversas propuestas para lograr la inclusión educativa, una de ellas es el Índex de Inclusión que dirige el desarrollo del aprendizaje y la participación en las escuelas (Ainscow, Booth, Black-Hawkins, Vaughan y Shaw, citados en Echeita y Sandoval, 2007) cuyo objetivo es apoyar en la construcción de una comunidad colaborativa que promueva la inclusión. Sus autores consideran que para que la educación inclusiva sea un hecho deben atenderse tres dimensiones: la cultural, la política y la práctica.

Crear culturas inclusivas Esta dimensión se relaciona con la creación de una comunidad escolar segura, acogedora, colaboradora y estimulante, en la que cada estudiante es valorado, lo cual es la base fundamental para que todo el alumnado alcance los mayores niveles de logro educativo. Desde esta perspectiva, cada niño es único e irrepetible, y se concibe como apto para enriquecer los procesos de aprendizaje. En este sentido, incluso los niños con alguna discapacidad deben formar parte de la educación para todos, y no ser objeto de modalidades o programas diferenciados que producen exclusión. Esta dimensión subraya también el desarrollo de valores inclusivos que deben ser compartidos por todo el personal de la escuela, el alumnado, los miembros del consejo escolar, las familias,

y todos los nuevos miembros de la escuela para así contribuir no solo al desarrollo del niño, sino al de los docentes, al de las familias y al de la institución misma. Los principios que se derivan de esta cultura escolar son los que guían las decisiones que se deben concretar en las políticas educativas de la escuela y en su quehacer diario, para apoyar el aprendizaje de todos a través de un proceso continuo. Así mismo, los valores, que apoyan y conforman la creación de una cultura inclusiva, son (Both, 2006): igualdad, derechos, participación, aprendizaje, comunidad, respeto a la diversidad, confianza y sustentabilidad, pero también las cualidades de compasión, honestidad, coraje y alegría. En conclusión, en una escuela que posea una cultura inclusiva: todo el mundo merece sentirse aceptado, los alumnos se ayudan unos a otros, los docentes, el alumnado y las familias comparten una filosofía de inclusión.

Elaborar políticas inclusivas Esta dimensión busca asegurar que la inclusión sea el centro del desarrollo de la escuela y permee todas las políticas, de modo que mejore el aprendizaje y la participación de todo el alumnado. Se considera como “apoyo” todas las actividades que aumentan la capacidad de una escuela para dar respuesta a la diversidad del alumnado. Todas las modalidades de apoyo se agrupan dentro de un único marco y se conciben desde la perspectiva de los alumnos y su desarrollo y no desde la perspectiva de la escuela o de las estructuras administrativas. Las políticas inclusivas impulsan aspectos como: la generación de espacios de diáEnero-junio 2014 | 79

La inclusión así concebida, exige un cambio de enfoque e incluye transformaciones que tienen que ver con la manera de entender la educación y sus finalidades a través del reconocimiento de los derechos de los alumnos.

Esto implica

hacer a un lado las prácticas excluyentes, propiciando que todos los miembros de una comunidad educativa estén involucrados.

80 | Psico-Logos Nº 15

logo y aprendizaje a favor de la inclusión (por medio de conferencias para padres, cursos y talleres para docentes), y la construcción de instalaciones físicamente accesibles para todos.

Desarrollar prácticas inclusivas Las prácticas educativas deben reflejar la cultura y las políticas inclusivas de la escuela. Tiene que ver con asegurar que las actividades en el aula y las actividades extraescolares promuevan la participación de todo el alumnado y tengan en cuenta el conocimiento y la experiencia adquiridas por los alumnos fuera de la escuela. La enseñanza y los apoyos se integran para “orquestar” el aprendizaje, y superar las barreras que lo limitan junto con la participación. Asimismo, el personal moviliza recursos de la escuela y de las instituciones de la comunidad para mantener el aprendizaje activo de todos sin restricciones. Ejemplos de prácticas inclusivas los encontramos en: la promoción de valores y acciones de convivencia para lograr el respeto mutuo, los docentes en su práctica apoyan el aprendizaje y la participación de todos los alumnos. La inclusión así concebida, exige un cambio de enfoque e incluye transformaciones que tienen que ver con la manera de entender la educación y sus finalidades a través del reconocimiento de los derechos de los alumnos. Esto implica hacer a un lado las prácticas excluyentes, propiciando que todos los miembros de una comunidad educativa estén involucrados. La inclusión es un proceso de desarrollo que no tiene fin, ya que pueden surgir nuevas barreras que limiten el aprendizaje y la participación, o que excluyan y discriminen a los estudiantes, por eso es un reto permanente para las instituciones educativas seguir creando cultura, práctica y políticas inclusivas. No basta con tener programas de inclusión aislados, que si bien representan un esfuerzo inicial importante, no abarcan todos los aspectos. Se debe empezar por un programa que contenga análisis, objetivos, metas, ámbitos de acción, los indicadores que se van a manejar, así como actividades propuestas y recursos que permitan concretar este proyecto en la realidad escolar.

A partir de este programa, se intenta impulsar la creación de culturas, políticas y prácticas inclusivas que incluyan a toda la comunidad escolar para poder afrontar los presentes retos.

Referencias Díaz Tavizón, L. y Escobosa Castro, F. (2012). Inclusión Educativa de niños y niñas con derechos especiales. Documento interno del Centro Educativo Vía Reggio: Culiacán, Sinaloa. Echeita, G. y Sandoval, M. (2007). Una herramienta para trabajar hacia una educación inclusiva: guía para evaluación y mejora de la educación inclusiva. Recuperado de http://www.juntadeandalucia.

es/educacion/portal/com/bin/Contenidos/ IEFP/Publicaciones/PERSPECTIVA_ CEP/1226481101169_02_opi_herr.pdf FEVAS (Federación Vasca de asociaciones a favor de las personas con discapacidad intelectual) (2012). Guía de materiales para la inclusión educativa: discapacidad intelectual y del desarrollo. España: FEVAS. Torrero Miranda, M. P. (2013). Manual de Inclusión Educativa. Documento interno del Centro Educativo Vía Reggio: Culiacán, Sinaloa. Smithy, T., Polloway, E., Patton, J. y Dowdy, C. (Eds) (2004). Enseñanza a estudiantes con Necesidades Especiales en ambientes incluyentes, (3era. ed). México: Pro-ed. Latinoamericana.

Enero-junio 2014 | 81

Libros

La poética como crítica del sentido

Henri Meschonnic, Buenos Aires: Mármol _Izquierdo editores, primera edición, 2007, 216 pp.

Víctor Luna

Es indudable que la influencia de Henri Meschonnic (1932-2009) ha ido en aumento en los últimos años, con especial inclinación al psicoanálisis más que a la lingüística, a la filosofía del lenguaje o a la poética como era de esperarse; esto obedece a que la unión de inteligencia crítica-inteligencia poética no es muy común en la historia de la poesía; son contados los casos de poetas que hayan sido también excelentes críticos y teóricos de la poesía y el lenguaje, la tradición crítica en nuestro país es más escasa aun: “descansa en Paz”. Por supuesto hay intentos de hacer crítica y poética en México, muchos poetas han tratado de hacerla, pero más por el “compromiso de ser un poeta moderno” que por una verdadera necesidad creadora exigida por su oficio de poetas y rigor con el que lo ejercen. De los lingüistas ni hablar, son más mediocres que los filósofos de nuestro país en la actualidad. Esta parece ser la causa fundamental de que el prestigio de Meschonnic y su influencia sea mayor entre psicoanalistas que entre poetas o lingüistas. Independientemente de las razones por las que Meschonnic interese más a psicoanalistas, el libro La poética como crítica del sentido es la prueba fehaciente de que el autor tiene tanto que aportar a la

poética actual, como al psicoanálisis y su crítica. Por un lado, en algunos ensayos de La poética como una crítica del sentido, Meschonnic, partiendo de Lacan, extiende su crítica al psicoanálisis en estos términos: “La teoría del lenguaje es así un terreno privilegiado para la teoría del sujeto. Quizá más que el psicoanálisis al que se le ha hecho desempeñar el papel de proveedor de una teoría semejante, para el marxismo, o para la antropología en general.” Meschonnic hace verdadera filosofía del lenguaje con miras a una futura teoría del lenguaje que comprenda también al psicoanálisis a pesar de que, como hemos visto, el psicoanálisis se ha reducido a un mero proveedor, más no el único, de una teoría del sujeto, subvencionado por una teoría del lenguaje. Meschonnic critica con más rigor la poética, devasta más el campo de una posible teoría del lenguaje que implicaría una nueva poética total, porque para él la poética es: revolución del pensamiento del lenguaje que es el reconocimiento del continuo. Donde no hay más que una homonimia con la poética como confusión con la retórica, con la estilística, o con la psicología, o la sociología. Es la interacción entre el pensamiento del lenguaje, el pensamiento del poema, el pensamiento de la ética y el pensamiento de lo político. De tal suerte que toda la teoría del lenguaje sea la poética, una poética de la ética, una poética de lo político, una poética de la sociedad. Una poética de la historicización radical de los valores.

Aquí reside la debilidad del pensamiento de Meschonnic: en su desmesura. Esta 84 | Psico-Logos Nº 15

intención de abarcarlo todo en una posible teoría del lenguaje es el talón de Aquiles de su propuesta, pero en esta debilidad se encuentra su fuerza: ningún teórico del lenguaje había sido tan desmesurado; la teoría del lenguaje se reducía a la lingüística o al psicoanálisis sin pasar más allá de lo fenomenológico. Meschonnic no, él se arriesga, razón por la cual su propuesta se acerca más a una posible teoría del lenguaje y, por ende, una teoría del sujeto. Para Meschonnic un poeta es un filósofo del lenguaje, su pensamiento sobre el lenguaje empieza en su poesía: tanto estoy por venir  que apenas tengo el presente  tanto falto de lugar  que no se me encuentra allí  en donde estoy no obstante me muevo  aquí lo que se necesita y hablo  como todos con la boca  llena de lo que no existe  todavía y no estoy en  exilio el exilio pone todo  en el pasado incluso el porvenir  de aquí hace otra parte  habita un lugar común  el desierto está sobrepoblado  de allí vengo ya no puedo jugar  con los granos de esa arena  porque de ella estoy hecho    quiero  ver mejor ojos que me oigan antes de que encuentre las palabras uno nunca sabe cuándo se necesita  partir

Hay en la poesía moderna toda una tradición poética sobre el acto de poetizar, sobre la creación del poema, cuyas variantes

más populares entre los poetas modernos son las que poetizan sobre el lenguaje y el acto poético (valga la redundancia). Esto es lo que Meschonnic crítica de manera rigurosa en la poesía moderna, porque ante todo, él es un poeta del pensamiento, es decir, su poesía es una poesía del pensamiento. Si bien como poeta pertenece a esta corriente, combate la sacralización de la poesía porque el poema tiene dos enemigos: la poesía y la filosofía. Polémico, crítico y agudo, Meschonnic cimbró el medio cultural francés con su crítica a los grandes poetas franceses, a quienes dedicó declaraciones como estas: “Una idolatría de la poesía produce fetiches sin voz que se dan y se toman como poesía. Contra todas estas poetizaciones, digo que solo existe el poema si una forma de vida transforma una forma de lenguaje y si recíprocamente una forma de lenguaje transforma una forma de vida”, es decir, para nuestro autor hay una relación recíproca entre lenguaje poético y vida, porque para poder ser verdadera poesía debe poder transformarla. Para este poeta toda crítica es vital y constructiva, sobre todo en relación con el sujeto y el lenguaje a través del poema. En sus propias palabras nos dice: el poema hace de nosotros una forma de sujeto específico. Nos hace un sujeto diferente del que seríamos sin él. Esto ocurre por el lenguaje. Es en este sentido que nos enseña que no nos servimos del lenguaje pero devenimos lenguaje. No se puede contentar en decir, sino como una condición previa aunque vaga, que somos lenguaje. Es más preciso decir que devenimos lenguaje. Más

o menos. Es cuestión de sentido, de sentido de lenguaje. Pero sólo el poema que es poema nos lo enseña. No es eso que parece poesía. Todo hecho por adelantado. El poema de la poesía. No encuentra otra cosa que nuestra cultura. También variable. Y en la medida que nos burla, haciéndose pasar por un poema, es una alimaña. Puesto que enfrenta a la vez nuestra relación con nosotros como sujetos y la relación de nosotros mismos en tren de devenir lenguaje. Las dos son inseparables. Este producto tiende a hacer y rehacer de nosotros un producto en lugar de una actividad. Por esto la actividad crítica es vital, no destructiva. Es constructiva, constructora de sujetos.

El pensamiento de Meschonnic en su fin último se aboca al rehacer de una teoría del lenguaje, y en su carácter más definitorio, adopta el papel de crítico de la poesía, sobre todo de esa poesía que finge el poema; cumple con lo que Roland Barthes exigía del crítico: un crítico debe desmitificar la escritura y sobre todo la figura del autor. En La poética como crítica del sentido, el autor denuncia que nuestra época es acrítica, razón por la cual los lectores se interesan más en las biografías de autores, novelistas, poetas, que en la obra misma, de allí la apoteosis del poeta, contra la que toda crítica debe luchar. Meschonnic devasta las actitudes y las modas dentro del pensamiento poético, es un pensador incómodo para cualquier poeta, pues no hay nada que no pueda pasar por el tamiz de su pensamiento crítico y transformarlo. Meschonnic solo confía en la crítica para construir: “De allí lo irrisorio de la reincidencia permanente de los poetas Enero-junio 2014 | 85

en la poética de la torre de marfil, en Hölderlin, de “el hombre habita poéticamente sobre esta Tierra”, un Hölderlin pasado por la esencialización de Heidegger, donde se sitúa un seudo-sublime a la moda. No, muy seguro. El hombre vive semióticamente más que nunca. Y yo no creo adherir a Hölderlin. No, me adhiero al efecto Hölderlin, que no es lo mismo. A la esencialización en cadena del lenguaje, del poema (con el neo pindarismo que está de moda), y la esencialización de la ética y de la política. La poética es la coartada y el sostén del signo. Con su cita-cliché de rigor, el molino de riego de la poetización: ¿y para qué poetas en un tiempo indigente?. Es –y sí, así es– contra aquello que falta del poema, aún del poema, siempre del poe-

86 | Psico-Logos Nº 15

ma. El ritmo, todavía el ritmo, siempre el ritmo. Contra la semiotización generalizada de la sociedad ¿En qué han creído algunos poetas, o lo hicieron creer, al escapar por lo lúdico? El amor de la poesía, en lugar del poema. Cavando su propia fosa con sus rimas. Miseria poética más que tiempos de miseria.

Por eso es que en el fondo Meschonnic no interesa tanto a los poetas como a los psicoanalistas, porque los incomoda y los hace sentirse más indigentes en estos tiempos de indigencia intelectual.

Referencias Meschonnic, H. (2008). Puesto que soy esa zarza (1ra. ed.). Buenos Aires, Argentina: Leviatán editores.

Investigadores de Psico-Logos Julio Ortega Bobadilla. Psicólogo, psicoanalista, filósofo y profesor investigador del Instituto de Investigaciones Psicológicas de la Universidad Veracruzana. Miembro del Círculo Psicoanalítico Mexicano y director de la revista Carta Psicoanalítica. Correo electrónico: [email protected] Leticia Cufré Marchetto. Psicóloga Clínica egresada de la Universidad Nacional de La Plata, Argentina. Maestra en Psicología Clínica por la Universidad Autónoma de Querétaro, México. Doctora en Ciencias Políticas y Sociales gracias a la Universidad Nacional Autónoma de México. Investigadora de Tiempo Completo en el Centro de Estudios de la Cultura y la Comunicación de la Universidad Veracruzana. Línea de investigación: Prácticas sociales violentas en la producción social de subjetividades. Sistema Nacional de investigadores (SIN) y Perfil Deseable PROMEP. Docente por más de veinte años en universidades mexicanas, centroamericanas y argentinas. Ha publicado en revistas especializadas en salud, psicoanálisis y ciencias sociales. Correo electrónico: [email protected] Violeta Rodríguez Becerril. Maestra en Ciencias Sociales y Humanidades por la Universidad Autónoma Metropolitana, con la tesis: Oferta cultural en el Centro Histórico de la Ciudad de México. El caso del Zócalo. Actualmente se desempeña como docente en la Universidad del Claustro de Sor Juana. Ha sido asistente de investigación en el Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Au-

tónoma Nacional de México (IISUNAM), en las áreas de sociología urbana y sociología de la cultura (2006-2009); formó parte de la investigación y sistematización de experiencias en Pro Mazahua (2013). Fue encargada de la Coordinación de actividad en campo para la rehabilitación de espacios públicos en la delegación de Iztapalapa. Planificación y coordinación de talleres de recuperación de la memoria de las colonias (2013). Luis Ricardo Ruiz. Psicoanalista, profesor e investigador de tiempo completo de la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Sinaloa; diseñador y coordinador de los diplomados de “Psicoanálisis: clínica y cultura” y “Psicología criminal” que se imparten en la Unidad de Posgrado de la institución; Coordinador del Consejo Editorial de la revista Psico-Logos. Es autor de libros como: Psicoanálisis, crimen y cultura, Freud y el materialismo histérico, y Freud para inconscientes; y ha participado en la revista Psico-Logos en diversos números, siendo autor de artículos como: “Duelo y muerte en Antígona de Sófocles”, “¿Qué significa que no existe relación sexual?” y “Jorge Cuesta y la castración de un dios mineral: Una mirada psicoanalítica a nuestro contemporáneo”. Carlos Varela Nájera. Psicólogo, Maestro en Psicoanálisis por el Centro de Investigadores y Estudios Psicoanalíticos y Doctor en Educación por el Centro de Estudio Superiores de Sinaloa y Baja California Sur. Es profesor investigador de tiempo completo adscrito a la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Enero-junio 2014 | 87

Sinaloa. Reconocido por el perfil deseable PROMEP, líder del Cuerpo Académico Psicología y gestión educativa, así como responsable de proyectos con financiamiento del PROMEP y PROFAPI. Autor de Psicoanálisis, educación y locura. Una pasión por el saber, artículos académicos publicados en revistas indexadas, y coordinador de Pensar la educación desde un punto de vista psicológico. Colaborador en el Semanario cultural La voz del norte y de la revista Psico-Logos. Líneas de investigación: psicoanálisis y educación. Miembro del Sistema Sinaloense de Investigación y del Consorcio de Universidades Mexicanas, cátedra de psicología. Participante en la Red Interuniversitaria Internacional INFEIES, Estudios e investigaciones psicoanalíticas e interdisciplinarias en infancia e instituciones. Correo electrónico: [email protected] Pilar del Carmen Santoyo Pereda. Psicóloga y Maestra de Enseñanzas Especiales adscrita a la Comisión Estatal Mixta de Escalafón del Magisterio de la Secretaría de Educación Pública y Cultura. Actualmente estudia la Maestría en Educación en el Programa Nacional de Posgrados de Calidad (PNPC) de la Universidad Autónoma de Sinaloa. Es colaboradora del cuerpo académico Psicología y gestión educativa. Correo electrónico: psantoyopereda@ gmail.com Araceli Rodríguez Uribe. Licenciada en Ciencias de la Comunicación, Doctora en Educación y profesora investigadora de tiempo completo en el Centro de Estudios Superiores del Rosario, de la Univer88 | Psico-Logos Nº 15

sidad Autónoma de Sinaloa. Colaboradora del cuerpo académico Psicología y gestión educativa. Correo electrónico: araceli_ [email protected] Octaviano Moya. Profesor investigador de Derecho y Ciencia Política, Los Mochis, Unidad Regional Norte de la Universidad Autónoma de Sinaloa (URN-UAS). Miembro del Sistema Sinaloense de Investigadores, Integrante de la Junta Nacional de la Asociación Mexicana de Ciencia Política (AMECIP), así como miembro de la Red de Estudios por la Calidad de la Democracia. Correo electrónico: octavianomoya@ gmail.com Martha Patricia Torrero Miranda. Es Licenciada en Psicología con orientación Educativa por la Universidad Nacional Autónoma de México (1976-1980). Es psicóloga certificada por Oak International Academies para la aplicación de evaluaciones psicológicas de aspirantes a cursar grados escolares en dichas academias (EUA, Irlanda, Suiza). Ha sido docente en prestigiosas instituciones educativas de la localidad: Tecnológico de Monterrey (preparatoria), Universidad Católica de Culiacán (Licenciatura en Psicopedagogía y en preparatoria) y en la Universidad Autónoma de Sinaloa (Licenciatura en Psicología). Ha sido encargada del departamento psicopedagógico en las siguientes instituciones: Colegio del Valle, Instituto Andes, Colegio Sinaloa. En 1985 abrió el primer consultorio psicopedagógico de la ciudad de Culiacán, en el cual trabaja hasta la fecha. Actualmente labora también en el Centro Educativo Vía Reggio.

Víctor Luna. Técnico en artes Plásticas, es Licenciado en Lengua y Literatura Hispánicas por la Universidad Autónoma de Sinaloa. Fue coordinador de talleres de escritura literaria (2000-2007) y del taller literario (2011-2013) en ISIC, anteriormente DIFOCUR. Fungió como director de la Editorial Quirón por cuatro años (20042008). Ha impartido conferencias, cursos y diplomados sobre temas literarios en los diversos municipios de Sinaloa. Posee diversas cátedras magistrales otorgadas por el Colegio de Sinaloa, entre ellas: Cátedra magistral en poesía “Gilberto Owen” con el tema: La poesía según los contemporáneos; cuento “Ramón Rubín”, tema: El cuento contemporáneo, análisis y escritura. Autor de los libros: A Favor del Viento

(1993), Espiga de la ausencia (1994), En la piedra, un dios (2000) Alegría del Huérfano (2007), La Presencia invisible, Ensayos sobre literatura Sinaloense (2010), Canción de Juventud y Antología poética de Gilberto Owen (2011). Leo Salgado. Culiacán, Sinaloa (1960). Egresa como arquitecto por la Universidad Nacional Autónoma de México y decide dedicarse a la pintura en 1985. Ha participado en Bienales, exposiciones colectivas e individuales, talleres, coloquios y capillas. Tiene obra mural en el Congreso del Estado de Sinaloa (2013) y en hoteles de la ciudad de Culiacán y en los Cabos Baja California Sur. Actualmente recicla deportes ancestrales a la par de su propuesta visual.

Enero-junio 2014 | 89

Requisitos de publicación Serán publicados artículos, ensayos, traducciones, reseñas, conferencias y comentarios de libros que tengan como propósitos el impulso y desarrollo de la psicología, el psicoanálisis y disciplinas afines. Los textos presentados para valoración deben ser inéditos. Extensión mínima de 7 cuartillas (por una cara, a doble espacio, letra arial a 12 puntos) y máxima de 20 cuartillas, incluidas notas, tablas y bibliografía, en procesador de palabras Word. El título deberá corresponder al contenido. El Consejo Editorial tiene la facultad de cambiar títulos y agregar subtítulos para una mejor lectura. Los escritos incluirán resumen en español y en inglés (entre 70 y 80 palabras). La ficha de presentación de autor, en forma breve, contendrá: nombre, trayectoria, institución y forma de localización. Únicamente se aceptarán textos escritos en español. Las referencias al interior del texto y la bibliografía se realizarán de acuerdo a la metodología de la American Psychological Asosiation (APA). Las notas se colocarán al final del escrito. Utilización de abreviaturas. Se debe explicar lo que significa en la primera mención y a continuación colocar las abreviaturas o siglas entre paréntesis. Los gráficos y tablas deberán enviarse en archivo separado e indicar el lugar de la imagen en el texto. Las imágenes que se incluyan tendrán una resolución mínima de 300 dpi en JPEG, en color o en escala de grises. Los textos deberán enviarse en cd o por correo electrónico y un ejemplar impreso por correo postal a la siguiente dirección: Coordinación Editorial, Facultad de Psicología, Boulevard Universitarios y Calzada de las Américas, S/N, Ciudad Universitaria, C.P. 80080, Culiacán, Sinaloa. Teléfono: (667) 7-16-22-29. Correo electrónico: [email protected]

90 | Psico-Logos Nº 15

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.