Las aportaciones de la Escuela Historiográfica Tradicional puertorriqueña (1950-1970

June 8, 2017 | Autor: Luis Burset | Categoría: Historiografía, Historiografía Puertorriqueña
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Las aportaciones de la Escuela Historiográfica Tradicional puertorriqueña
(1950-1970)

Por Luis Rafael Burset Flores

La década de 1940 vio un cambio en las interpretaciones históricas del
pasado en la región del Caribe insular. En Puerto Rico, encontró su
primera generación de historiadores académicos, egresados de universidades
estadounidenses, europeas o mexicanas. A nivel intelectual, en la Isla
prevalecía la discusión de la obra de Tomás Blanco, el proyecto Manos a la
Obra, y la hegemonía del Partido Popular Democrático (PPD). Se desarrolló
la producción histórica alrededor del autonomismo decimonónico, es decir,
la relación de Puerto Rico con España.
En el resto de la región, los nuevos historiadores no eran académicos.
Políticos y hombres de estado producirían las obras representativas de
este periodo. Quizás la mayor diferencia entre esta producción
historiográfica regional se encuentra en los temas tratados. Mientras los
puertorriqueños continuaban inspirados en el la idealizada relación con su
antigua metrópoli, los historiadores caribeños encontraron temas en la
herencia de subordinación y sumisión a intereses externos común a la
mayoría de las islas. [1]
Intentar periodizar esta etapa en la historiografía puertorriqueña no
es tarea sencilla. De hecho, algunos de los autores más relevantes no se
han puesto de acuerdo. Fernando Picó no establece periodizaciones
historiográficas. Tampoco menciona la influencia del PPD en esta
generación. Para el grupo de los llamados historiadores académicos,
identifica como su iniciador a Arturo Morales Carrión y su tesis doctoral
"Puerto Rico and the Non-Hispanic Caribbean: A Study in the Decline of
Spanish Exclusivism", en 1952. El próximo hito historiográfico lo
establece en 1970 con el movimiento conocido como "Nueva Historia". [2]
María de los Ángeles Castro Arroyo establece el 1940 como una
Generación en sí, reemplazando la del 30. La asocia con el proyecto de
reforma y renovación del PPD, [3] llevándola hasta 1960, donde identifica
el comienzo de la Nueva Historia. Carmelo Rosario Natal y Francisco
Scarano periodizan esta fase entre 1940 y 1970. Rosario Natal le atribuye
la reinterpretación de la historia siguiendo los esfuerzos del mismo Luis
Muñoz Marín. [4] Scarano la asocia con el triunfo del PPD y las "mudanzas
significativas en el ambiente intelectual en general" que éste provocó. [5]

Esta década vio el poderoso surgimiento del Partido Popular
Democrático y su discurso populista. Rosario Natal declara que "la
historia como profesión moderna y científica en Puerto Rico…es claramente
un aporte de conciencia de la historia del populismo triunfante y ufano".
[6] Por esto se considera que esta escuela nació de la mano del PPD, y
estuvo al servicio de su programa ideológico. Su producción
historiográfica, entonces, no podía ser contestataria; era parte de la
maquinaria estatal. Los intelectuales que la compusieron formaban parte de
las instituciones gubernamentales, existentes o creadas. No podían
plantearse contestar o debatir contrariamente con el plan del Gobierno.
Castro Arroyo aduce al pensamiento autonomista como el elemento
homogenizador de los historiadores de esta generación. Señala, "[c]reo que
esto fue posible porque, aparte de los preceptos que rigen la
historiografía de la época, hubo en cierto modo "una historia oficial"
resultante del dominio de la ideología autonomista en todos los órdenes".
[7] La temática de esta escuela continuó encontrando inspiración en el
hacendado de finales del siglo XIX, ya convertido por escuelas
historiográficas anteriores en portaestandartes del autonomismo por sus
luchas liberales contra los peninsulares. [8] Además del autonomismo, esta
Generación se ocupó de las instituciones coloniales españolas. Sobre
ellas, Margarita Flores Collazo ha declarado que "[l]a generación de
historiadores puertorriqueños de las décadas de los '40 y '50 se
caracteriza, entre otras cosas, por la importancia que le adjudican al
análisis de las instituciones diseñadas por la corona española para el
gobierno de sus colonias." [9]
Este nuevo grupo abandonó la ideología del nacionalismo que ocupó a la
Generación del 30. En su lugar, de la construcción de la nacionalidad se
pasa a la construcción de la puertorriqueñidad. Este ajuste ideológico
encajaba perfectamente con las metas políticas del PPD. No se abandonaba
lo puertorriqueño, pero no se perseguía establecer un estado político
independiente. En términos teóricos, la Generación del 40 cultivó
nuevamente el positivismo, como lo hicieran los hombres ilustrados de
entresiglos antes que ellos. El positivismo tenía como meta encontrar en
la historia las leyes que determinaban el desarrollo de la sociedad. [10]
Estos nuevos profesionales de la historia reiniciaron la recolección
de documentos históricos y la revisión de aquéllos que entonces estuvieron
disponibles. Una gran ventaja fue la creación en 1946 del Centro de
Investigaciones Históricas de la Universidad de Puerto Rico, que acogió la
colección de micropelículas de Morales Carrión. En la introducción de su
obra sobre la reglamentación del trabajo en el siglo XIX, Labor Gómez
Acevedo resume las bondades de los nuevos fondos documentales:
La visión que se tenía hace cincuenta años, y quizá veinticinco, sobre
el desarrollo de la sociedad en que se agrupa el pueblo de Puerto
Rico, es completamente diferente de la que se perfila hoy, gracias a
una investigación sistemática de los fondos documentales españoles, ya
que dentro de la malla administrativa y gubernamental de España se
desarrollan cuatrocientos años de la historia insular. [11]


Esta investigación de archivo parece ser un eco de la visión de Ranke de
que la tarea del historiador era "contribuir a la construcción de un Estado
nacional alemán". [12] En el caso de Puerto Rico, su rol sería la de
fortalecer la idea que el autonomismo nos permitía ser puertorriqueños
dentro de la relación con Estados Unidos.
Varias instituciones educativas y culturales crearon nuevos foros y
medios para permitir la divulgación de las investigaciones de estos
historiadores. Además de la "Revista del Ateneo Puertorriqueño", que
continuó con su tónica de reafirmación puertorriqueña nacionalista,
surgieron nuevas publicaciones. El Instituto de Cultura Puertorriqueña
estimuló la producción historiográfica a través de su "Revista". Se creó
la revista "Historia", y el "Boletín" de la Academia Puertorriqueña de la
Historia. En ésta, la historia estaba al servicio de los intereses y
programas del Estado. A pesar de su rica producción, Castro Arroyo opina
que esta generación fue más revisionista que crítica, y no desarrolló la
crítica historiográfica. [13]
Retrasadas en relación a otros países caribeños, la Universidad de
Puerto Rico había sido establecida en 1903 y la cátedra de Historia a
mediados de los años 20. El Departamento de Historia reclutó a algunos de
los que se convertirían en los exponentes de la Generación del 40. Éstos
fueron Luis Díaz Soler, Labor Gómez Acevedo, el propio Morales Carrión,
Aída Caro Costas, Isabel Gutiérrez del Arroyo, y Enrique Lugo Silva. Entre
el profesorado ya se encontraban Rafael Ramírez de Arellano y Lidio Cruz
Monclova. Picó añade a este listado a Ricardo Alegría. [14] Scarano
considera este grupo de historiadores como "la primera escuela
historiográfica de corte profesional". [15] Hay que señalar que la
profesionalización de los historiadores en Puerto Rico llegó casi 100 años
después que en Europa. Las universidades alemanas contaban con cátedras y
departamentos de Historia desde 1810. [16]
La Universidad de Puerto Rico fue la gestora de la producción de esta
generación de historiadores. Se produjo historiografía desde la Academia a
través de los nuevos profesores de historia de la Universidad de Puerto
Rico. Sobre ellos, cuya juventud coincidió con los debates sobre la
nacionalidad e identidad puertorriqueña, Picó ha declarado que su formación
académica impactó el desarrollo de sus modos de investigación." [17] El
efecto que tuvo la Universidad de Puerto Rico y el Partido Popular en
general en la historiografía puertorriqueña se hace evidente en el
establecimiento del "Informe" de Arturo Morales Carrión. Scarano señala
que este documento plasmó los objetivos, metas y criterios "que seguirán en
la investigación y la docencia muchos de sus integrantes en los años
venideros". [18]
Picó considera a Morales Carrión como el más respetado y renombrado
historiador de esta generación, quien además inspiró la recopilación de una
vasta colección de material en micropelícula. [19] Scarano encuentra en la
tesis doctoral de Morales Carrión ecos del mensaje autonomista del Partido
Popular. Sobre ella, declaró "es importante y necesario entender esta
visión histórica tanto en su dimensión propiamente científica como en su
carácter de memoria del poder". [20] Morales Carrión fue el precursor en
Puerto Rico de estudios sobre el Caribe, extendiendo la mirada más allá de
los límites de nuestra Isla. María Dolores Luque reconoce en la obra de
Morales Carrión el antecedente de otros estudios comparativos caribeños de
la historiografía puertorriqueña más reciente. [21]
Entre 1952 y 1964 Lidio Cruz Monclova publicó una síntesis de la
historia de Puerto Rico en el siglo XIX. [22] Aunque no era historiador
propiamente, Picó lo considera uno de las personas más influyentes de su
generación en la historiografía puertorriqueña.[23] Sobre sus seis
volúmenes de "Historia de Puerto Rico siglo XIX", Castro Arroyo ha
destacado "[l]a seriedad y la solidez de sus trabajos, que descansan la
mayoría de las veces sobre una puntillosa fidelidad a la letra del
documento". [24] En ella cubrió aspectos políticos, sociales y económicos.
Su historiografía se considera institucional.
Interesada por la época colonial, Aida Caro Costas desarrolló temas
relacionados a los siglos XVI y XVIII. Se ocupó de instituciones como el
Cabildo, los juicios de residencia y el puesto de teniente de gobernador.
[25] Su obra, representada por "El cabildo o régimen municipal
puertorriqueño en el siglo XVIII" [26] fue de carácter institucionalista.
Sobre la intención de esta obra, Castro Arroyo plantea que "a línea rectora
de la concepción de las instituciones propende a justificar el orden
administrativo impuesto por la metrópoli; se adivina en ella una intención
exculpatoria". [27] Moscoso cataloga su obra sobre los juicios de
residencia como "un análisis formal-institucional" y "un método comparado –
el examen global de las residencias fue aplicado para informar acerca de
todos los pormenores que van desde la comisión para celebrar el juicio
hasta la revisión de las sentencias por el Consejo de Indias". [28]
Así, encontramos una nueva vertiente de la celebración de la relación
de Puerto Rico con España que exalta el autonomismo logrado a finales del
siglo anterior. Complementando la publicación de Costa Caro sobre el
Cabildo, el Municipio de San Juan publicó una serie de transcripciones de
las Actas del Cabildo de San Juan a partir de 1949. [29] Flores Collazo
analiza su obra y concluye que "[s]u apego a la letra de la ley la dirige a
caracterizar al Estado y sus organismos de gobierno como entidades cuya
suprema responsabilidad era velar y garantizar, a través de acciones
legislativas, los intereses del común." [30]
Aunque no militaba en el Partido Popular, la obra y el periodo de
producción de Isabel Gutiérrez del Arroyo la hacen parte de la llamada
Generación del 40. Su tesis doctoral propuso una reinterpretación de la
historia cultural de Puerto Rico en los primeros cincuenta años del siglo
XIX. Picó plantea que su motivación estuvo en el retraso de la llegada de
las ideas Ilustradas a Puerto Rico, lo que la llevó a reevaluar trabajos
publicados, como Pedro Tomás de Córdova, y republicar con comentarios a
Brau y a Fray Iñigo Abbad. [31] Es por su trabajo sobre estas publicaciones
que Castro Arroyo la considera una excepción en su apreciación sobre la
falta de crítica en esta generación. [32]
La institución de la esclavitud fue abordada por Luis M. Díaz Soler,
quien ocupó en puesto de director del Departamento de Historia de la
Univesridad de Puerto Rico. Publicó en 1952 "Historia de la esclavitud
negra en Puerto Rico". [33] En sus propias palabras, su meta fue la de "dar
a conocer el desarrollo histórico de la institución de la esclavitud en
Puerto Rico". [34] Su foco estuvo en las implicaciones legales de la
esclavitud, más que en sus aspectos económicos. El autor reconocía la
existencia de nuevo material documental disponible en archivos del exterior
que llevarían a una revisión constante del tema de la esclavitud. Picó
reconoce en su biografía de Rosendo Matienzo Cintrón su "otro" trabajo
sustancial. [35]
Aurelio Tió, presidente de la Academia Puertorriqueña de Historia,
editó y anotó fuentes del siglo dieciséis. Partició en actividades cívicas
que promovieron el interés en la historia. El sacerdote español, Vicente
Murga Sanz, había sido enviado por la Universidad de Puerto Rico a
investigar la documentación existente en los archivos españoles sobre la
historia puertorriqueña. [36] Basado en ella, publicó una serie de
recopilaciones documentales bajo el título "Historia Documental de Puerto
Rico". Entre ellas, publicó "Juan Ponce de León" [37] en 1959 y algunos
tomos del Cedulario Puertorriqueño. [38] Si los comentarios y anotaciones
de doña Isabel Gutiérrez del Arroyo en las reediciones de Brau y Abbad
aportan a la crítica historiográfica, entonces los estudios preliminares y
notas de Murga y de Tió logran el mismo resultado.
Otro autor que publicó antologías fue Eugenio Fernández Méndez. En
1957, patrocinada por ley de la Asamblea Legislativa de Puerto Rico,
firmada por el propio Muñoz Marín, se publicó "Crónicas de Puerto Rico.
Desde la conquista hasta nuestros días (1493-1955). [39] Según Samuel R.
Quiñones, entonces presidente de la comisión editora de la antología, la
finalidad de ésta era resultar en "un índice de la cultura puertorriqueña y
una confiable base documental para el estudio del pensamiento y de la
emoción que definen el contenido de esa cultura". [40] Sobre Fernández
Méndez, Picó resalta el que promovió una historia cultural que no encubrió
las realidades económicas, sociales o políticas. [41]
Labor Gómez Acevedo fue profesor en la UPR desde 1936; luego se
doctoró en Madrid con máximos honores. Además de "Sanz, promotor de la
conciencia separatista de Puerto Rico", publicó "Organización y
reglamentación del trabajo en el Puerto Rico del siglo XIX". [42] Aunque el
autor pertenecería a la generación del 40 ó del 50, esta última obra tiene
elementos de la Nueva Historia. Sobre las metas que persiguió en ella, el
autor establece lo siguiente:
Se ha historiado críticamente algún problema de descubrimiento y de
fundación, pero el ingente material que existe, del cual se conoce
gran parte, no se ha publicado ni se ha analizado nuevamente para
brindar la visión de conjunto en que se interpreten los procesos
acaecidos, al parecer, independientemente, y se haga uso del acontecer
ideológico, sociológico, psicológico, político y económico que le de
unidad y significado. [43]


Fuera del canon de obras de tema oficialista, se produjo la obra de
Loida Figueroa. Opuesta al gobierno de Muñoz, Figueroa generó una
historiografía puertorriqueñista y nacionalista, siguiendo las líneas de
Tomás Blanco. Quizás por esto su obra es menos conocida que las de sus
compañeros generacionales pues fue marginada por sus ideales políticos.
Publicó "Breve historia de Puerto Rico" en tres tomos. [44] Su intención
fue "poner en conocimiento…el devenir histórico de nuestra patria desde una
perspectiva lo más liberada posible de las trabas y supuestos que nuestro
largo coloniaje impone al escritor". [45] Posiblemente, nos estaba
anticipando que su "Historia" no sería oficialista ni afectada por el
discurso del gobierno.
En Bolívar Pagán y su obra "Historia de los Partidos Políticos"
encontramos semejanzas y diferencias con la mayoría de los historiadores de
la generación que nos ocupa. Por un lado, Pagán exaltó el autonomismo y la
Carta Autonómica, a la que considera "la conquista política alcanzada por
los puertorriqueños al concederse a la Isla … en 1897". [46] Su metodología
fue rigurosa, examinando periódicos contemporáneos a los hechos que reseña,
actas de reuniones de los partidos, y testimonios personales de los
protagonistas, entre otros. Sin embargo, en la arena política, Pagán luchó
contra el Partido Popular. Militó en el Partido Socialista, llegando a
ser senador de 1932 a 1939, cuando fue designado por el gobernador Leahy al
puesto de Comisionado Residente en Washington, tras la muerte de Santiago
Iglesias Pantín. Se mantuvo en el puesto hasta 1945, cuando volvió al
Senado de Puerto Rico, donde permaneció hasta 1953. [47]
Picó añade a la historiografía de esta Generación al estadounidense
Thomas Mathews, quien publicó "Puerto Rican Politics and the New Deal" en
1960. Su tema trataba sobre la historia política de los años 30. Sus
fuentes documentales eran de Hyde Park y otros archivos de los Estados
Unidos y de Puerto Rico. Picó considera su obra "un modelo de historia
política narrativa donde el análisis no empaña la presentación." [48]
En su introducción a "Historiografía puertorriqueña. Desde la Memoria
de Melgarejo (1582) hasta el Boletín Histórico (1914-27)", Gutiérrez del
Arroyo lamenta la pobreza del acervo historiográfico puertorriqueño. [49]
Entendemos que la impresionante producción del periodo cubierto entre 1940
y 1970 invalidan aquella apreciación. Además de los historiadores
mencionados, hubo otros intelectuales relacionados al quehacer cultural,
incluyendo antropólogos, que se asocian con esta Generación. Entre su
relevacia se encuentra el hecho que produjeron obras que sirvieron como
referencia para historiadores posteriores. El grupo incluye a Teodoro
Vidal, asociado con el arte y la conservación de cultura material,
sobresaliendo el arte de José Campeche y los santos de palo. Osiris
Delgado es conocido por sus libros ilustrados relacionados al arte
puertorriqueño. Arturo Dávila ha trabajado el tema de la historia de la
Iglesia Católica en Puerto Rico y la historia del arte.
A Ricardo Alegría se le reconoce haber combinado la historia académica
con la política cultura. Fue director del Instituto de Cultura
Puertorriqueña, colaborador de la División de Educación de la Comunidad
(DIVEDCO), y fundador del Centro de Estudios Avanzados del Caribe.
Establecida por ley en 1949, la DIVEDCO estuvo activa en Puerto Rico desde
antes de la creación del Instituto de Cultura Puertorriqueña, organismo que
finalmente manejaría toda la política cultural del país. Una de sus
estrategias fue llevar la idea que el Gobierno apenas comenzaba a construir
sobre la cultura puertorriqueña a los campos y lugares marginados. La
propuesta cultural del Gobierno sirvió para la construcción de un
imaginario nacional y para dar un sentido de identidad a un pueblo que
había sido despojado de sus raíces después del cambio de soberanía y de las
políticas americanizantes de la Ley Foraker de 1900. Esta nueva
construcción planteaba la convivencia y mestizaje pacífico de tres razas.
Los proyectos de Alegría en la DIVEDCO exaltaron los componentes de la
"raza" puertorriqueña, identificando la aportación de cada una a nuestra
personalidad. Picó señala que su producción refleja desde la óptica
marxista de lucha de clases hasta disputas etnocéntricas. [50]
Enfocada en la migración a Puerto Rico durante el siglo XIX, Estela
Cifre de Loubriel publicó cuatro volúmenes de "La formación del pueblo
puertorriqueño". En cada uno trató la aportación de un conjunto de grupos
nacionales españoles; a saber: catalanes, valencianos y baleáricos (1975);
isleño-canarios (1995); gallegos, asturianos y santanderinos (1986); y
vascongados, navarros y aragoneses (1989). Dejó inédita la publicación
sobre los inmigrantes andaluces. [51] Recientemente se publicó un segundo
tomo sobre los inmigrantes vascos, partiendo de su fichero. [52]
Paralelo al tema histórico, basado en la publicación y análisis de
documentos primarios, se produjeron algunos libros sobre las familias
patricias de la Isla. Entre ellos, Enrique Ramírez Brau publicó en 1942
"Orígenes puertorriqueños. Del año 1653 a 1853". [53] Esta obra, que
investiga los orígenes de la familia Ramírez de Arellano, utiliza
principalmente fuentes de archivos parroquiales. Con un profundo
sentimiento patrio, el autor finaliza su introducción comunicando su logro:
"contribuir a despertar el amor hacia lo nuestro y el respeto y admiración
al pasado…" [54] Siguiendo la línea de "Orígenes", pero combinando fuentes
parroquiales con civiles, Francisco Lluch Mora, catedrático de la UPR,
publicó en 1976 "Catálogo de inscripciones demográfico-sacramentales y de
otra ´indole del linaje puertorriqueño Ortiz de la Renta". [55]
La recopilación y publicación de documentación histórica continúa hoy
como legado de esta generación, sucesora de Brau, Coll y Toste, y de
Hostos. El Centro de Investigaciones Históricas de la Universidad de
Puerto Rico, con la colaboración de Aurelio Tanodi, ha publicado una
transcripción y compilación de los "Documentos de la Real Hacienda de
Puerto Rico" en dos volúmenes. El primero fue publicado en 1971 y el
segundo en 2009. [56]
Picó añade a este panteón de historiadores de la Generación del 40 a
muchos otros profesionales. Incluye a Luis González Vales, quien se ocupó
de la historia de las instituciones fiscales; Pilar Barbosa, quien editó
documentación política recopilada por su padre; Antonio Gautier, quien se
ocupó del desarrollo del autonomismo decimonónico; Alberto Cibes, estudioso
de Juan de la Pezuela; Jaime Bagué, interesado en la historia agrícola del
país; Manuel Maldonado Denis, quien introdujo la teoría marxista a la
interpretación de la historia puertorriqueña; Eliezer Curet Cuevas y Rafael
de Jesús, enfocados en historia econóimica; Félix Mejías, quien ha asociado
los retos económicos de la década de 1880 con el surgimiento del movimiento
autonomista; Arturo Santana, interesado en las relaciones de Estados Unidos
y Puerto Rico; y Enrique Lugo Silva, enfocado en la historia política del
siglo veinte.
El interés por ver la historia de otra manera que anticipaba Gómez
Acevedo, con especial énfasis en lo económico, llevó a la escuela
representada por la Generación del 40 a ser reemplazada por el Centro para
el Estudio de la Realidad Puertorriqueña – CEREP – y por la "Nueva
Historia". El mundo de 1970 era muy diferente a aquél en que vivieron los
historiadores reseñados. Después de tres guerras (Segunda Guerra Mundial,
Corea y Vietnam), y la Revolución Cubana y el derrocamiento de dictadores
en el patio del Caribe, Puerto Rico era menos ingenuo. La inquietud
principal de una nueva escuela - cuya periodización también se discute -
era lo económico. Su marco teórico dominante fue el materialismo
histórico. Sus temas se expandieron exponencialmente: la mujer, el
trabajador, el subordinado en general. Su metodología incluyó la
investigación de otro tipo de documentos que no necesariamente era
histórico: cuentas contables, cartas, etc.
La producción de la Generación del 40 revasó las fechas de la
periodización. Sus publicaciones continuaron hasta entrada la década de
1980. Castro Arroyo considera que una de las mayores aportaciones de la
generación del 40 estriba en el trabajo de base que, sin saberlo, realizó.
Fomentó la creación de archivos y la disponibilidad de documentos que
facilitarían el trabajo de investigación a historiadores posteriores.
Sobre las aportaciones de la generación del 40 a los miembros de la "Nueva
Historia", Scarano ha reconocido:
Ninguno de los que estudiamos el pasado puertorriqueño a la altura de los
años ochenta podemos en conciencia prescindir de los planteamientos
hechos por los practicantes previos, como tampoco podemos dejar de
beneficiarnos de sus contribuciones capitales en las arduas e ingratas
tareas de recopilación y crítica documentales. [57]



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[1] Bridget Brereton. "Regional Histories". En General History of the
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[2] Picó, Op.cit., 430 y 435.
[3] María de los Ángeles Castro Arroyo. "De Salvador Brau hasta la
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(1988-1989), 22.
[4] Carmelo Rosario Natal. "El 98 puertorriqueño en tres tiempos. Ensayo
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perspectivas. San Juan: Academia Puertorriqueña de la Historia, 1997, 49-
50.
[5] Scarano, Francisco A. "La historia heredada: cauces y corrientes de la
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Puerto Rico en Humacao. Vol. 6, Núm. 17, (1993), 46.
[6] Rosario Natal, Op.cit., 51.
[7] Castro Arroyo, Op.cit., 25.
[8] Rosario Natal, Op.cit., 26.
[9] María Margarita Flores Collazo. "De la historia de las instituciones a
las instituciones en la Historia". Op.cit., Boletín del Centro de
Investigaciones Históricas, Núm. 4 (1988-1989), 83.
[10] Castro Arroyo, Op.cit., 13.
[11] Labor Gómez Acevedo. Organización y reglamentación del trabajo en el
Puerto Rico del siglo XIX (propietarios y jornaleros) (San Juan: Instituto
de Cultura Puertorriqueña, 1970), 9.
[12] Enrique Moradiellos. Las caras de Clío. Una introducción a la Historia
(Madrid: Siglo Veintiuno, segunda edición 2009), 162.
[13] Castro Arroyo, Op.cit, 30.
[14] Picó, Op.cit., 429.
[15] Scarano, Op.cit., 46.
[16] Moradiellos. Op.cit., 165.
[17] Fernando Picó. "Puerto Rico Historiography." En B.W. Higman, editor.
General History of the Caribbean,Vol. VI. Methodology and Historiography of
the Caribbean. Londres/ Oxford: UNESCO Publishing, 1999, 429.
[18] Castro Arroyo, Op.cit, 25.
[19] Picó, Op.cit., 430-431.
[20] Scarano, Op.cit,. 48.
[21] Arturo Morales Carrión. Puerto Rico y la lucha por la hegemonía en el
Caribe. Colonialismo y contrabando, siglos XVI-XVIII (Río Piedras:
Editorial de la Universidad de Puerto Rico y Centro de Investigaciones
Históricas, 1995), viii, presentación de María Dolores Luque.
[22] Lidio Cruz Monclova. Historia de Puerto Rico, siglo XIX. Volúmenes 1 a
6 (Río Piedras: Editorial Universitaria, desde 1952).
[23] Picó, Op.cit., 432.
[24] Castro Arroyo, Op.cit., 31.
[25] Castro Arroyo, Op.cit., 26.
[26] Aida Caro Costas. El cabildo o régimen municipal puertorriqueño en el
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San Juan, 1965).
[27] Castro Arroyo, Op.cit., 27.
[28] Francisco Moscoso. Juicio al Gobernador. Episodios coloniales de
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[29] Municipio de San Juan. Actas del Cabildo de San Juan. 1730-1750 (San
Juan: Administración General de Suministros Oficina de Servicios, División
de Imprenta, 1949).
[30] Flores Collazo, Op.cit, 85.
[31] Picó, Op.cit., 432.
[32] Castros, Op.cit., 30.
[33] Luis M. Díaz Soler. Historia de la esclavitud negra en Puerto Rico
(Río Piedras: Editorial de la Universidad de Puerto Rico, primera edición
1953, reimpresión de 2005).
[34] Díaz Soler, Op.cit., 23.
[35] Picó, Op.cit., 431.
[36] Vicente Murga Sanz. Juan Ponce de León. Fundador y primer gobernador
del pueblo puertorriqueño, descubridor de la Florida y del Estrecho de las
Bahamas (San Juan: Ediciones de la Universidad de Puerto Rico, 1959), 15.
[37] Ibid.
[38] Vicente Murga Sanz, editor. Cedulario Puertorriqueño, Tomo I (1505-
1517) y Tomo II (1518-1525) (Río Piedras: Ediciones de la Universidad de
Puerto Rico, 1961 y 1964.
[39] Eugenio Fernández Méndez. Crónicas de Puerto Rico. Desde la conquista
hasta nuestros días (1493-1955) (San Juan: Publicaciones Gaviota, octava
edición 2007; primera edición 1957).
[40] Ibid, x.
[41] Picó, Op.cit., 434.
[42] Gómez Acevedo, Op.cit.
[43] Gómez Acevedo, Op.cit., 10.
[44] Loida Figueroa. Breve historia de Puerto Rico, Primer Tomo (Río
Piedras: Editorial Edil, primera edición 1968, sexta edición revisada
1979). Segundo Tomo, 1983.
[45] Ibid, 11.
[46] Bolivar Pagán. Historia de los Partidos Políticos (San Juan: Librería
Campos, 1959), 10.
[47] http://bioguide.congress.gov/scripts/biodisplay.pl?index=P000013
(capturado el 26 de febrero de 2012).
[48] Picó, Op.cit., 433.
[49] Isabel Gutiérrez del Arroyo. Historiografía puertorriqueña. Desde la
Memoria de Melgarejo (1582) hasta el Boletín Histórico (1914-27)
(Barcelona: M. Pareja, 1957), 3.
[50] Picó, Op.cit., 434.
[51] La Sociedad Puertorriqueña de Genealogía obtuvo el fichero de doña
Estela y los derechos de publicación de su hijo. El volumen sobre los
inmigrantes andaluces está en preparación, con fecha de publicación
estimada en 2013.
[52] Sociedad Puertorriqueña de Genealogía. Eduardo Ruiz Rodríguez, editor.
La formación del pueblo puertorriqueño: la contribución de los vascongados,
navarros y aragoneses. Segunda intervención (San Juan: Sociedad
Puertorriqueña de Genealogía, 2008).
[53] Enrique Ramírez Brau. Orígenes puertorriqueños. Del año 1653 al 1853
(San Juan: Imprenta Baldrich, 1942).
[54] Ibid, 8.
[55] Francisco Lluch Mora. Catálogo de inscripciones demográfico-
sacramentales y de otra índole del linaje puertorriqueño Ortiz de la Renta
(Argentina: José Luis Trenti Rocamora, 1978).
[56] Aurelio Tanodi, compilador. Documentos de la Real Hacienda de Puerto
Rico, Vol. 1 (1510-1519) (Río Piedras: Centro de Investigaciones Históricas
de la Universidad de Puerto Rico, 1971). Aurelio Tanodi, compilador.
Documentos de la Real Hacienda de Puerto Rico, Vol. II (1510-1545) (Río
Piedras: Centro de Investigaciones Históricas de la Universidad de Puerto
Rico, 2009).
[57] Scarano, Op.cit., 42.
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