LAPIS SPECULARIS EN LA PROVINCIA DE CUENCA -EL VIDRIO DE PIEDRA

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Descripción

LAPIS SPECULARIS EN LA PROVINCIA DE CUENCA - EL VIDRIO DE PIEDRA Paloma Serrano Viñuelas

“Hispania hunc tantum Citerior olim dabat, nec tota, sed intra CM passuum circa Segobrigam urbem….postferendos tamen omnes Hispania ….. Puteis in Hispania ef foditur e profunda altitudine nec non et saxo inclusus sub terra invenitur extrahiturque aut exciditur, sed maiore ex parte fossili natura, ab solutus in se cae-menti modo, numquam adhuc quique pedum longitudine amplior.” Plinio, NH. XXXVI, 160-161. “Specularis lapis vocatus est quod vitri more transluceat ; repertus primum in Hispania Citeriori circa Segobricam urbem.” Isidoro, Etym. XVI, 37.

El lapis specularis, espejuelo, o yeso selenítico entre sus muchos nombres, fue el mineral más explotado en época romana en la provincia de Cuenca, extendiéndose a la provincia de Toledo, y limitando con Guadalajara y Teruel. Este mineral fue extraído en otras zonas de la Hispania romana y en otros puntos fuera de ella del Imperio Romano, pero debido a descubrimientos arqueológicos recientes, que tienen que ver con su producción en esta zona, vamos a enfocarnos en los yacimientos mineros de la provincia, especialmente en Segobriga y Ercavica y su extensa red de pozos mineros, y la función esencial de Valeria en estos, aunque no disponía de yacimientos. Roma seguía conquistando y anexionando territorios por lo que la explotación de los recursos y reservas minerales en estas nuevas tierras supuso una actividad intensiva. Las cuencas y pozos mineros que ya estaban en uso en época prerromana vieron intensificada su actividad tras la conquista, a la vez que nuevos yacimientos o escasamente explotados fueron puestos en labor de manera sistemática (Bernárdez Gómez, Guisado di Monti, 2009). Considerado uno de los mayores distritos mineros puestos en explotación por el Imperio en Hispania, la mayor industria extractiva en la zona de la Alcarria y la Manchuela conquense, concretamente en la zona de Segobriga y alrededores, se produjo durante los siglos I y II d.C, en época Altoimperial. Según los textos de Plinio que hablan de la época a su paso por Segobriga,

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distingue la explotación del mineral en Hispania como el de mayor calidad frente a otras zonas productoras en el Imperio, así como su mayor productora. El espejuelo es un yeso selenítico de cristales de gran tamaño que se encuentra bajo tierra en formaciones geológicas en masas grandes, que cuenta con la característica de tener una claridad cristalina de estructura laminar. Es por eso que facilita su extracción subterránea y la exfoliación de las placas de yeso en láminas obteniendo diferente grosor en ellas. Gracias a sus propiedades diáfanas se comenzó a utilizar en la edificación urbanística del Imperio, convirtiéndose rápidamente en el mineral más demandado. Revolucionó el panorama arquitectónico dejando de lado otros materiales utilizados hasta entonces para cubrir los grandes ventanales, como vejigas curtidas de animales y otros elementos minerales de la naturaleza (Bernárdez Gómez, Guisado di Monti, 2003, pp. 245-256). Se utilizó también para recubrir paredes y suelos de manera decorativa. El lapis specularis se usaba como sistema de acristalamiento montado en bastidores ajustables permitiendo cubrir grandes superficies gracias a su sistema de ensamblaje de placas. También se montaron a modo de vidriera en rejas metálicas. Otra misión interesante del mineral fue su uso como aislante térmico y acústico, protegiendo así de las inclemencias del tiempo, recurso que se aprovechó como energía solar en las termas para calentar las instalaciones ahorrando así combustible. El distrito minero cuenta con una extensión de más de 170 km desde la explotación más meridional a la más septentrional, donde se han localizado hasta el momento veintitrés complejos mineros en Cuenca y uno en Toledo, complejos que según las diversas investigaciones ha costado encontrar pues habían sido tapadas por procesos erosivos con el paso del tiempo, así como también las características del paisaje actual que dificultan su identificación. Segobriga aparece como ciudad central de referencia geográfica en la producción del espejuelo, seguida de Ercavica en Cañaveruelas, Opta en Huete, y los yacimientos de Culebras-Villas de la Ventosa y Alconchel de la Estrella (Bernárdez Gómez, Guisado di Monti, 2010). Fue en la época de Augusto cuando se ponen en marcha las explotaciones de las minas a gran escala dadas las circunstancias, reformas y condiciones oportunas, favoreciendo económicamente a las ciudades de las zonas. Este auge necesitó de la construcción de grandes vías de comunicación que facilitaran el transporte y el comercio del lapis specularis. Aparentemente el mineral disponía de su propia calzada, llamada C-1 o vía del lapis specularis que conectaba el interior de la península con la costa, Carthago Nova, de cuyos puertos el mineral era entonces distribuido al resto del Imperio. Al mismo tiempo, la población que se asentó alrededor de las zonas mineras realizaban trabajos diversos que ayudaban a las minas. Parece ser que en el área se asentó un número grande de ©PALOMA SERRANO VIÑUELAS, 2016

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inmigrantes venidos de diversas partes del Imperio, con un gran afluente de inmigrantes itálicos que venían a hacerse cargo de los yacimientos, lo que a la misma vez hizo que adquirieran posiciones de poder en la clase dirigente ya que controlaban económicamente las explotaciones. Una vez que se había identificado el yacimiento, accedían a éste de diversas maneras. La primera fue a través de rampas, de las que se podían encontrar solamente una o dos en cada explotación para facilitar el transporte del mineral al exterior posiblemente con el uso de caballos pequeños. Y la más popular, por su facilidad de acceso, fue a través de pozos verticales, con cada yacimiento dotado de un gran número de ellos. Su uso, aparte de acceso y comunicación entre niveles diferentes, fue también el de aportar luz natural al interior y el de ventilar las galerías. La distancia media en la que estos pozos se encontraban fue de alrededor de 20 a 30 metros entre uno y otro, y la manera en la que el mineral era extraído desde los pozos se debió a un sistema de poleas y tornos que lo elevaban al exterior, imagino que como una especie de ascensor manual del que tirarían con cuerdas ayudándose de dichas poleas, y ya que parecen haber encontrado evidencia del uso de animales en las minas, serían estos y no la mano de obra los que ayudaran con esta labor, en mi opinión. Según las diferentes fuentes sobre las minas estudiadas, la gran mayoría de estos pozos tienen forma similar, ya sea cuadrangular o rectangular con unas medidas aproximadas de 2,20 x 2 metros de ancho (Bernárdez Gómez, Guisado di Monti, 2009, 2010), y muchos no necesitaban de entibamiento debido a la estabilidad del yeso en la que eran excavados. En ellos se podían encontrar una especie de huecos para apoyarse, o para colocar tablones de madera en forma de escalones, por lo que me imagino que los trabajadores irían colgados en alguna especie de arnés sujeto a ese sistema de poleas para descender y ascender más rápido, lo que requeriría además que estuvieran en buena forma física. Estos pozos fueron cavados a base de mazo y puntero, y llama la atención que no solamente lo hicieron desde el exterior al interior una vez localizado el yacimiento, sino que existe evidencia de haberlos excavado del interior al exterior. Una vez en el interior, el sistema de galerías de aspecto laberíntico era denominado “Sala y Galería”, pues se originaba desde salas amplias con galerías a todas direcciones, debido no al azar si no a las diferentes fases de karstificación del lapis, de las que los romanos se beneficiaron aprovechando conductos preexistentes accediendo al mineral de manera más fácil. Parece ser que se han encontrado salas y galerías con áreas hundidas y bloqueadas por hundimientos y derrumbes debido a la excavación intensiva, sin haberse encontrado restos de apuntalamientos en los susodichos, lo que podría llevar a pensar que la seguridad minera no era un tema de demasiada importancia en la época y siempre podían excavar un pozo nuevo para acceder, y demostraría que tampoco estudiaron demasiado la estabilidad de la piedra , y sin embargo, esta teoría queda contradicha por el hecho de que ingenieros de minas romanos hicieron levantamientos topográficos y planos de labores racionalizados de manera efectiva para facilitar la extracción, siempre buscando soluciones a los nuevos problemas técnicos que iban apareciendo. ©PALOMA SERRANO VIÑUELAS, 2016

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Por tanto, se puede deducir que sus técnicas de excavación, aunque en cierto modo inseguras por la falta de apuntalamientos, siguen siendo deslumbrantes sin el uso de maquinaria moderna o explosivos, debido también quizás a su mentalidad de economía de esfuerzos y medios. Se distinguen a su vez tres tipos de galerías de acuerdo a su morfología y funcionalidad. Encontramos entonces las galerías de explotación o de extracción, las galerías de progresión y comunicación interzonal, y las de exploración para conducir sondeos probablemente. Las salas, que tenían un diámetro aproximado de 50 o 60 metros, eran soportadas por pilares hechos con la misma piedra, excavando alrededor, y que además tenían un doble uso pues una vez se había extraído todo el lapis posible de ellas, la reutilizaban para almacenar los residuos que iban produciendo al seguir excavando zonas nuevas, método conocido como proceso de transferencia. Se han llegado a encontrar excavaciones con hasta cinco niveles diferentes, los cuáles se comunicaban unos con otros verticalmente a través de escaleras, rampas o pozos, aunque los niveles más bajos se encontrarían inundados numerosas veces debido a las precipitaciones o de haber llegado al nivel freático. Si el filón ascendía, se utilizó un sistema de realces utilizando el mismo material picado para ir ascendiendo (Bernárdez Gómez, Guisado di Monti). Las zonas peligrosas se rellenaban también con materiales estériles, aunque no en su totalidad para así tener aún acceso a ellas. El instrumental utilizado por los mineros se basaba en materiales metálicos, fraguados en este caso por zona geográfica (y que se sepa hasta el momento según avanzan los descubrimientos) en Osa de la Vega, en la misma boca de la mina donde se encontraban los hornos. Eran afiladas con piedras de arenisca a su vez afiladas con agua y aceite. Entre los restos hallados se encuentran herramientas de diferente tamaño y grosor adaptadas a las diferentes resistencias de la roca. Entre ellas hay punzones, cinceles, serruchos, mazos, punteros y piquetes. Los punteros de cuatro aristas tenían un grosor de unos 2 cm y una longitud aproximada de 15, y la manera en que eran usados para excavar era golpeándolos con el mazo, avanzando de arriba hacia abajo y después en paralelo y en vertical, dejando espacios de entre 4 y 10 cm entre trazos, saltando la piedra dejada por percusión. Otros materiales necesitados para la extracción del mineral serían esparto y otras fibras para fabricar sogas y cestos, y madera. Es aquí donde la importancia de Valeria se hace presente, pues, aunque actividad minera de excavación propiamente no tenía, tuvo una labor importante abasteciendo a la zona minera de madera, de la cuál era gran productora y exportadora en época romana. La madera era altamente consumida, hasta tal punto que la zona habría sufrido una fuerte deforestación. Los usos que le dieron era varios, desde la construcción del entibado y refuerzo de la mina, tornos de extracción, vehículos de transporte y su uso como carbón vegetal necesitado en las fraguas y hornos metalúrgicos. Se usó también para calcinar las placas de yeso de mala calidad para fabricar escayolas y yesos de máxima calidad, por lo que el uso de la madera era esencial (Bernárdez Gómez, Guisado di Monti, 2009).

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Después de que la piedra era procesada y cortada con sierra, y se obtenían diversos modelos de yeso, se clasificaban en módulos simples o complejos según el diseño y patrón comercial, y se embalaban en sacos o envases de esparto. El diseño más popular era cuadrangular o rectangular, pero los módulos complejos podían ser hexágonos o rombos. Se acolchaba el interior de estos con paja y se sellaban con marcas de propiedad, listos para su transporte. La mayor parte de la producción del lapis specularis se exportó fuera de la Península Ibérica. Se usaron carros de dos o cuatro ejes de tracción animal, bueyes normalmente, para su transporte en el interior de la Meseta, con una ruta minera que comenzaba en Ercavica, pasaba por Segobriga y se dirigía directamente al puerto en Carthago-Nova, principal puerto de distribución de éste para su consiguiente transporte por mar. Para ello se utilizaron naves comunes, más rápidas, pero cargaban menos peso, o naves lapidarias que podían llevar más carga, pero eran más lentas, y con ellas se llevó a importantes puertos del Mediterráneo como Roma, Antioquía, Karthago y Alejandría entre otros. Según las últimas investigaciones realizadas por la Universidad de Módena y Reggio Emilia con análisis isotópicos, se ha demostrado que la mayoría de placas de esta piedra encontrada en Pompeya utilizada para huecos y ventanas, venía de la provincia de Cuenca. Aunque el vidrio tomó el lugar del espejuelo y ya no excava en la actualidad, habiendo dejado las minas intactas desde su abandono sumándose en el olvido, que sin embargo otras regiones sí han mantenido hasta la actualidad, sin duda alguna sigue estando de moda según se va hallando nueva información, lo que sí que puede afectar monetariamente a la zona si recibe financiación de las autoridades, y un impulso para su candidatura como Patrimonio de la Humanidad otorgado por la UNESCO. Esta industria maderera en Valeria de la zona del espejuelo es quizá la única que se lleva a cabo a día de hoy, pues aunque se abandonó también después de que se abandonaran las minas, y no habiendo repoblado la zona hasta el reinado de Alfonso VIII, resurgió en el siglo XVI cuando los Marqueses de Valera trajeron expertos carpinteros para construir su palacio que se quedaron en la zona, y a día de hoy Las Valeras, de Arriba y de Abajo, son grandes productoras de maderas, puertas y ventanas (Ayuntamiento de las Valeras, 2016). Esta región minera, por lo tanto, ha pasado de ser una “zona de paso” a un eje importante en la economía minera de Hispania, una zona más romanizada y desarrollada de lo que se pensó y según Plinio, “ Tras Italia (...) Hispania la supera (a la Galia) por el esparto extraído de las tierras áridas, así como por la piedra especular.” Plinio, NH. XXXVII, 203.

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BIBLIOGRAFÍA

Bernárdez Gómez, María José; Guisado di Monti, Juan Carlos. “La minería del lapis specularis y su relación con las ciudades romanas de Segóbriga, Ercávica y Valeria”. En: La ciudad romana de Valeria (Cuenca) 2009 / Páginas 211. Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha, Cuenca - 2009. 278 p.: il; (Colección HUMANIDADES nº 111).

Bernárdez Gómez, María José; Guisado di Monti, Juan Carlos. "La ingeniería minera romana dels Lapis Specularis en Hispania". En: En: Las técnicas y las construcciones en la ingeniería romana. Congreso de las Obras Públicas Romanas (16. 2010. Córdoba). Fundación Ingenieros Técnicos Obras Públicas. p. 403-428. Guisado di Monti, JC; Bernárdez Gómez, MJ, "Las explotaciones mineras de Lapis Specularis" en Hispania, Artifex : ingeniería romana en España : Museo Arqueológico Nacional, Madrid, marzo-julio de 2002, 2002, ISBN 84-369-3567-5 , págs. 273-298.

Gonzalbes Cravioto, Enrique. Caput Celtiberiae: La Tierra De Cuenca En Las Fuentes Clásicas. Cuenca: Diputación Provincial De Cuenca, Departamento De Cultura, 2000. Print.

Netvoluciona. "Ayuntamiento De Las Valeras." Ayuntamiento De Las Valeras - Nuestros Pueblos. Fiestas, Cultura Y Tradiciones. Web. 26 Dec. 2016.

"Pompeya Cubrió Sus Ventanas Con "lapis Specularis" De Cuenca." La Tribuna De Cuenca. 26 Dec. 2016. Web. 26 Dec. 2016.

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