La voz y su silencio: \'La Sirena\' de Magali Solier y el filme \'La teta asustada\' (con un preludio kafkiano)

May 18, 2017 | Autor: Teresa Peña-Jordán | Categoría: Franz Kafka, Sirens, Sirènes, Sirenas, Claudia Llosa, La teta asustada
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Descripción

La voz y su silencio: ‘La Sirena’ de Magaly Solier y el filme ‘La teta asustada’ (con un preludio kafkiano)

Por Teresa Peña Jordán Censurar el cuerpo, es censurar de paso, el aliento, la palabra. -Hélène Cixous, La risa de la medusa. A Katsí Yarí Rodríguez I (Preludio)

“Existen métodos insuficientes, casi pueriles, que también pueden servir para la salvación”. Estas líneas dan comienzo al breve relato titulado “El silencio de las sirenas”, del conocido escritor checo, Frantz Kafka.1 En este texto, Kafka desarrolla una enigmática reescritura del des-encuentro entre el héroe Ulises y las míticas sirenas. A diferencia del poema homérico, sin embargo, además de su fascinante voz, las sirenas kafkianas poseen un inédito don con el cual enfrentar a sus “enemigos”: el silencio. Mas, en la historia de Kafka, las sirenas son vencidas por el “fulgor de los ojos de Ulises” y enmudecen sin querer. A su vez, tan confiado estaba Ulises de que ellas para él cantaban, y de que él estaba salvo, encadenado a su fuerte mástil y escudado por el puñado de cera que había colocado en sus oídos, que Ulises, -afirma el narrador- “no oyó el silencio”, arma supuestamente terrible de las Sirenas. Las ironías del texto de Kafka son evidentes: (1) Ulises se salva a pesar de utilizar métodos “insuficientes” y “pueriles”, tal como lo declara desde un comienzo el narrador, y (2) El silencio, suerte de

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Ver http://www.biblioteca.org.ar/libros/1584.pdf

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arma secreta, no les sirvió para nada a las hermosas aves marinas, ya que el mismo fue detonado (valga la paradoja) muy a pesar de ellas, por la fuerza involuntaria que ejerciera la imagen de Ulises en sus pupilas. He aquí la tragedia de las Sirenas, no reconocida del todo por Kafka: ante “el héroe”, la batalla de las ninfas estaba perdida desde siempre. Despojadas simultáneamente de su voz y del poder de su silencio, para ellas queda vedada toda posibilidad de resistencia.

II

La historia de Kafka pareciera resonar en la quebrada voz de Magaly Solier. La cantautora peruana, protagonista del filme La teta asustada (2009)2, interpreta al personaje de Fausta, joven que hereda de su madre el síndrome o condición3 que da nombre a la película. A través de la leche materna, Fausta absorbe el terror de su madre, de nombre Perpetua, ante la violencia sexual a la que fue sometida durante un conflicto militar en un pueblo minero del Perú, durante la década de los 80 ó 90. Esta fue violada mientras cargaba a su hija en el vientre, por lo que Fausta lleva en su cuerpo el terror como tara fundacional. Dicho miedo marca la personalidad de la joven, quien ante el horror de sufrir un destino similar al de su madre, inserta permanentemente una papa en su vagina, como método disuasivo y protector. Mas el terror que carga en su cuerpo queda mejor substanciado en su voz. Desde el comienzo del filme, la voz se convierte en protagonista y funciona cual conducto umbilical que conecta a la madre

La película se encuentra disponible libre de costo en la siguiente dirección: http://tamiltheater.com/the-milk-ofsorrow-2009-hd-720p-full-movie-watch-online/ 3 “Entrevistamos a la antropóloga médica Kimberly Theidon, autora del libro [“Entre prójimos”] sobre las violaciones masivas que sufrieron centenares de mujeres en el conflicto peruano, y que dio lugar a la premiada película La teta asustada.” Mildred Largaespada, “La teta asustada. La historia detrás de la película”, periodismohumano.com, 25/10/2010. (http://periodismohumano.com/culturas/la-teta-asustada-la-historia-detras-de-la-pelicula.html) 2

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agonizante con su hija. “Si me cantas, comeré”, le dice su progenitora en quechua. La voz de Fausta quedará interrumpida al reconocer que su madre ha muerto. A continuación, compartiré con ustedes una canción del filme que me cautivó y que expresa el dolor de Fausta ante la violencia sufrida por su madre. Para situarla dentro del contexto de la historia, debemos saber que Fausta ha decidido enfrentar su miedo de caminar sola por la calle con el fin de trabajar en el hogar de una mujer blanca y adinerada, y así poder costear el traslado y futuro entierro del cuerpo de su madre, recién fallecida.

La dueña de la casa, la Sra. Aída, es músico e intérprete. Al escuchar a Fausta tararear una canción, le exije que se la cante en voz alta y le promete regalarle una perla –de su collar recién roto- cada vez que esta le decida cantar. La canción que comparte, lleva de título, “La Sirena”. (-compartir video de canción-) 4

Dicen en mi pueblo que los músicos, hacen un contrato con una sirena Si quieren saber cuánto durará, durará el contrato con esa sirena De un campo oscuro tienen que coger un puñado de quinoa para la sirena Y así la sirena se quede contando Dice la sirena que cada grano significa un año Cuando la sirena termine de contar se lo lleva el hombre y lo tira al mar Pero mi madre dice, dice, dice que la quinoa es difícil de contar es Y la sirena se cansa de contar

Para escuchar la canción ver “La Sirena”, en La teta asustada, http://www.dailymotion.com/video/x2qdvlt_lateta-asustada-musica-la-sirena-por-magaly-solier_shortfilms, o interpretada por la cantautora en el Festival de Cine de Cortometrajes FENACO en Lambayeque, Perú, https://vimeo.com/58942141 4

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Y así el hombre para siempre, ya se queda con su don.

III

“La mujer arrastra su historia en la historia” (55), ha afirmado la pensadora francesa Hélène Cixous, en su maravilloso texto La risa de la medusa (1975). En esta desgarradora canción, recién escuchada, desgarrada desde ese canto-llanto, desde ese canto-grito que intenta narrar la voz quebrantada de la madre, se revela el dolor insuperado de su historia:

“Pero mi madre dice, dice, dice”, canta Fausta estridentemente.

Es la voz-grito definida por Cixous como: “[a]gonía, ‘palabra’ explotada, destrozada por el dolor y la cólera, pulverizando el discurso.” (57). Esa es la voz que narra lo que queda tras el pillaje de la Historia y de sus narraciones épicas. Desde lo profundo de la voz urgente y sufriente de su hija, se rescata el desgarrador gesto que busca la palabra dolorosa: “[D]ice, dice, dice que la quinoa es difícil de contar.” La mujer ha caído en la trampa del orden hegemónico, que incluye, por supuesto, el orden narrativo-discursivo, así como el cuantitativo, y está a punto de ser vencida por la imposibilidad de preservar aquello que le pertenece. La canción concluye: “Y la sirena se cansa de contar. / Y así el hombre para siempre ya se queda con su don.” La historia de Fausta y su madre Perpetua, es la historia de la violencia colonial sobre sus cuerpos indígenas, femeninos, feminizados y precarizados. Es también la historia de sus voces y sus palabras. La

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palabra en quechua sobrevive en el canto que comparten madre e hija, canto privado, dolido e íntimo, pero a la vez, canto expropiado y silenciado. Como en el caso de la historia de Kafka, la mujer es finalmente despojada de aquello que el Otro desea. A esta se le reconoce su don, pero solo para convertirlo en un bien de consumo a ser tomado por la fuerza o por la supuesta astucia del orden dominante. Tanto para la Sirena de Kafka, como para la madre de Fausta, cuya historia es recuperada en la canción, el don es convertido en botín de guerra, y al final, la mujer queda desposeída del “reino de lo propio”, para tomar prestada una frase de Mari Quiñones, querida amiga y colega. El ritual de despojo y desolación se repite, en la propia historia de Fausta. En el filme se reactualiza el acto de posesión -patriarcal, capitalista y colonial-, a través de la metáfora de las perlas; perlas que como granos de quinoa representan el robo de su música y la pérdida de su alma, siguiendo, con esta última consecuencia, el motivo de su nombre fáustico. Pues la Sra. Aída, termina robándose la melodía de Fausta para su magistral concierto. Consumada la trampa, solo entonces, pareciera quedar aquella voz-grito, que en forma de eco [–dice, dice, dice-] lamenta y rememora la violencia de la expropiación y la pérdida de aquello que está a punto de desaparecer inexorablemente.

IV

Pero el filme de Claudia Llosa, ganador de un Oso de Oro en el Festival de Cine Internacional de Berlín, es un filme esperanzador. En el hogar de la señora para la que trabaja como sirvienta, Fausta también ha conocido a Noé, jardinero indígena, que con sensibilidad y respeto le otorga el espacio necesario para que

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sane, se fortalezca y crezca. En una ocasión en la que la Señora Aída, tras un ataque de frustración, lanza su piano de cola por el ventanal de su casa, el jardinero, quien observa el cajón ya destrozado en el suelo, le dice a Fausta en su bella lengua maternal, que aquí libremente traducimos: “Está roto pero aún canta, ¿lo puedes oír?” Mas son las metáforas orgánicas, vegetales, las que otorgan mayor densidad y vitalidad al drama. La imagen de la papa putrefacta, cuyas protuberantes raíces Fausta debe cortar regularmente de su entrepierna, se transforma a través del filme, y encuentra un espacio vital en la tierra. Para lograr este cambio, Fausta no solo deberá aprender a confiar en la fuerza de su propia voz -expresión vital de su capacidad generativa- sino también, abrirse a la posibilidad del afecto. Es decir, Fausta deberá aprender a aceptar la ayuda y el apoyo desinteresado de Noé. Al finalizar el filme, Fausta recibe un regalo en su puerta. El jardinero le ha dejado una pequeña planta de papas florecida en un envase. Aceptar ese regalo, es uno de los actos más valientes y transformadores asumidos por la protagonista. Su leve sonrisa al percatarse de ella, y su acercamiento para absorber su olor, demuestran una renovada conexión con la tierra y con la vida. En ese significativo acto se quiebra la lógica mercantilista que reduce todo objeto o don a ser pura mercancía, según su valor de uso o de cambio. A su vez, una pequeña ave cuelga del cuello de Fausta como amuleto en esta última escena. Su imagen no solo nos remonta a los orígenes míticos de las Sirenas, esas criaturas medio aves, luego peces, que poseen el don de la voz y de su sabiduría, sino también representa la posibilidad del vuelo, en pleno ejercicio de autoafirmación vital. “Volar en la lengua”, dirá Cixous, es un acto “subversivo”, una transgresión. La voz recupera así su valor libertario, cultivado por sus nuevos afectos, su recobrada valentía, sus raíces etno-lingüísticas y su conciencia ecológica, necesarias todas para su devenir y bienestar.

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En este nuevo comienzo, la Sirena es libre para dar sin tener que contabilizar y sin temor a perder y a perderse ante la violencia de algún militar, la codicia de algún músico o patrón, o ante el “fulgor de los ojos” de algún “heroico” y petulante navegante. La Sirena logra así, finalmente, recuperar su voz- o en su defecto- su silencio, a pesar de las violencias de la Historia, tanto míticas como reales.

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