La voz de la selva

August 12, 2017 | Autor: Ulrike Prinz | Categoría: Music
Share Embed


Descripción

Ulrike Prinz

La voz de la selva: el teatro musical “Amazonas” sobre las tablas en Múnich, Rotterdam, São Paulo y Lisboa.

La selva gime cada vez que sus enormes árboles talados se desploman, sufre con la devastación y los incendios. Pues la selva es la espina dorsal de Hutukara, el cielo primigenio en el universo de los indios yanomami. Está viva, es grande y su hálito inmemorial. Los chamanes de los yanomami escuchan su voz. Normalmente canta, pero cuando es destruida grita de dolor. Y, sin embargo, los hombres blancos no oyen sus lamentos. Davi Kopenava es portavoz de la organización yanomami Hutukara y lucha contra la sordera del mundo occidental. También es chamán, y como tal refuerza los mensajes susurrados por los xapiripë, los legítimos dueños del bosque húmedo, de los ancestros de los animales y de los hombres. Este bosque, habitado desde hace milenios y fuente del sustento de los indios de la Amazonia, está hoy seriamente amenazado. Eso no es un secreto, no en balde es el único motivo por el que la Amazonia figura en nuestros titulares. Pero ¿por qué el hombre blanco, el mundo occidental, o sea, nosotros, somos tan indiferentes a esta catástrofe inminente, una catástrofe que, debido al cambio climático global, nos afecta a todos? Amazonas: teatro musical en tres partes (“Amazonas – Musiktheater in drei Teilen”) intenta ahora abrir los ojos y destapar los oídos de un selecto público de Alemania, los Países Bajos, Brasil y Portugal a través de los recursos de la música contemporánea, de la representación teatral y de las posibilidades sonoras y visuales de los nuevos medios tecnológicos de comunicación. Los iniciadores del proyecto, Joachim Bernauer, ex director de actividades culturales del Instituto Goethe en São Paulo, y José Wagner Garcia, arquitecto y artista multimedia, concibieron la idea de crear una ópera –o teatro musical– con carácter socialmente relevante. Querían hablar sobre la Amazonia y para ello se reunieron con los indios yanomami, que se convirtieron en socios paritarios de este gigantesco proyecto. Hace tiempo que estos últimos advierten sobre la destrucción del bosque tropical; siguiendo su llamado, ahora todos se han adentrado en la selva, desde musicólogos y compositores de Brasil y Alemania hasta artistas multimedia de ambos países, lo que ha hecho que a lo largo de más de cinco años este ambicioso proyecto haya crecido y se haya transformado como la selva misma. La tragedia aquí escenificada consiste en que el hombre occidental, a pesar de todos los recursos tecnológicos de que dispone, no percibe el bosque tropical como un ser vivo y 70

Humboldt 154

es incapaz de escuchar a aquellos que pueden identificar la raíz del problema en su conjunto, tal como lo formula el sociólogo y filósofo Laymert Garcia dos Santos, de São Paulo. De este osado proyecto ha surgido una nueva concepción de la selva, a la que la obra músico-teatral Amazonas intenta dotar de voz propia: la selva como protagonista, como héroe trágico. Dominio compartido Pero ¿acaso no habría maneras más naturales de elevar este drama medioambiental a la consciencia del público general? ¿Por qué elegir en particular la ópera contemporánea, que no se caracteriza precisamente por ser fuente de melodías pegadizas? La respuesta es sorprendentemente sencilla: la música posee una formidable ventaja frente a cualquier planteamiento discursivo, la de tener un efecto inmediato. Como medio de comunicación sensorial hace aflorar las emociones, estimula directamente las regiones del cerebro y es un recurso inigualable para transmitir sentimientos. “De lo que no se puede hablar, mejor es cantar”, como ha dicho Alexander Kluge, parafraseando libremente a Wittgenstein. En la ópera contemporánea el dolor de la Amazonia se oye y se siente, hasta el punto de que nadie puede sustraerse a él. Una razón adicional para recurrir al género de la ópera es que ésta comparte con el chamanismo amazónico un mismo dominio, no sólo por su lirismo, sino por su distanciamiento de la realidad. También en la región del Amazonas es esencial el que las palabras sean cantadas y no sólo habladas. La palabra cantada pertenece en uno y otro caso a una diferente esfera de la realidad. Los xapiripë, los espíritus de la selva, recolectan las infinitas palabras de los árboles; los chamanes de los yanomami se reúnen con ellos en estado de trance y vierten las palabras así adquiridas en melodías y patrones. Por eso, el canto de los chamanes permite captar directamente, como representación acústica y visual, la naturaleza viva. De manera similar, los artistas multimedia del teatro musical Amazonas han tratado ahora de transformar tonos y ruidos desconocidos en personajes acústicos. En este empeño, la selva les ha servido de hilo conductor, de fuente mágica común, de visión artística. Cuando los compositores contemporáneos recurren en su trabajo artístico a la descarga virtual, se asemejan a los chamanes indígenas. El género operístico Goethe-Institut 2010

“Amazonas: teatro musical en tres partes” (Estrenada en el marco de la Bienal de Múnich de 2010) 1ª parte: “Tilt“ Música: Klaus Schedl

que incorpora elementos multimedia apela, más que ningún otro, a varios órganos sensoriales a la vez, intentando traducir a este nivel en términos poéticos la diversidad de las formas de la vida amazónica. La ópera vanguardista así producida se decanta en tres perspectivas diferentes del bosque tropical en su enorme diversidad, sin soslayar las contradicciones existentes. Un triple “dolor amazónico” Desde el negro escenario desciende sobre los espectadores una polifónica tormenta de sonidos: chirridos, rimbombancias, golpes y estridencias. Uno no termina de creer que estos tonos electroacústicos provengan de “verdaderos” instrumentos, que voces humanas se agiten entremezcladas con esas resonancias y más allá de ellas y nos arrastren por caminos acústicos hacia el mundo de los viajes de aventura y exploración de Sir Walter Raleigh. Desde el comienzo mismo de la obra, los canales auditivos del público son enérgicamente sacudidos. Friedl dirige estos furiosos y fragmentados estallidos a lo heavy metal, que luego se hacen esporádicos, se debilitan hasta llegar a ser una mera exhalación, más tarde respiran nuevamente y finalmente estallan con renovado brío. Goethe-Institut 2010

Foto: Regine Koerner/ Biennale

La primera parte de la composición del muniqués Klaus Schedl se denomina Tilt. Narra de manera poco ortodoxa el descubrimiento y la devastación de Guyana por parte del navegante inglés Sir Walter Raleigh. Se trata de la mirada del conquistador, una mirada calculadora, codiciosa, explotadora: la Amazonia entre El Dorado y el infierno verde, entre la seducción y el tormento. Tres cantantes están de pie tras telones negros situados frente a la tribuna de los espectadores. Los tres representan a Walter Raleigh. Sus rostros son proyectados frente a ellos sobre una pantalla visible para el público, y, en un vertiginoso torbellino de furia, desesperación y avidez, también estos retratos comienzan a moverse cada vez más rápido, como un aparato que se avería, de nuevo se enciende, se acelera, se recalienta y finalmente se apaga abruptamente (de ahí el nombre “tilt”, que en jerga juvenil se refiere al apagón que afecta a las máquinas de juego “Flipper” cuando son golpeadas con demasiada fuerza). La segunda parte, una composición del brasileño Tato Taborda, intenta reflejar la visión mítico-profética que tienen del mundo los pobladores de la selva. Es una mirada de cerca que escenifica el “derrumbamiento del cielo”. Además de dos trompetas, dos cornos, un trombón y una tuba, se emplean diversos instrumentos de Humboldt 154

71

legende“Amazonas: teatro musical en tres partes” (Estrenada en el marco de la Bienal de Múnich de 2010) 2ª parte: “El derrumbamiento del cielo” Música: Tato Taborda

percusión, así como otros doce instrumentos de viento de madera. Estos últimos están inspirados en flautas de los yanomami y fueron construidos a propósito para la ópera. Taborda se inspira sobre todo en el sonido gutural de las voces de los chamanes y en su cosmología, pero renuncia a emplear directamente sus cantos y los sonidos del bosque húmedo. Los yanomami como tales no se presentan en escena, pero en cambio sí lo hacen dos artistas vocales que representan respectivamente al chamán (personificación de la selva) y a su antagonista Xawara (personificación de la destrucción colectiva). Xawara, el espíritu humeante que trae las enfermedades, dirige sus cantos contra el bosque, acompañado de instrumentos metálicos de viento a su espalda. Los espectadores, mientras son invitados a pasearse por el escenario boscoso, perciben tres actores, cada uno de los cuales arrastra una caja pesada con su propia orquesta. De una de ellas se escuchan corales religiosas; las otras dos emiten sonidos electrónicos. Se trata de los invasores de la selva: desde el punto de vista de los yanomami, el halcón, la hormiga y el mapache simbolizan al misionero, al científico y al buscador de oro. Las cajas despiden un humo que, al igual que los extranjeros, se infiltra por doquier y envuelve el escenario en tinieblas. El visitante se siente ahora retado a afinar su sentido del oído para orientarse. Los sonidos del bosque tropical, traducidos para el oyente occidental, condensan las vo72

Humboldt 154

Foto: Regine Koerner/ Biennale

ces individuales en un delirante aluvión de estímulos audiovisuales. ¿Se trata acaso de los xapiripë, los innumerables espíritus de la selva, escuchados por los chamanes yanomami en sus sesiones con los espíritus? ¿Es así como suena el apocalipsis de los pobladores del bosque? Finalmente, los tres baúles son uniformizados y consiguen acallar las voces de la selva, o sea, las del chamán. Es el triunfo de Xawara. La tercera parte de la ópera dirige su mirada hacia el futuro. Se titula “En espera de un método racional que logre solucionar el problema del clima”. El público se convierte ahora en testigo de una vivencia sinestésica, concebida por Peter Weibel (del Centro de Arte y Tecnología de Medios de Comunicación, ZKM, de Karlsruhe) y compuesta por Ludger Brümmer. Imágenes digitales son proyectadas sobre una pantalla escalonada y vertidas acústicamente sobre los oyentes, en una visualización de música “molecular”. Los tonos proceden del mundo vital concreto de determinados peces del Amazonas que en las oscuras aguas del río se orientan por medio de señales eléctricas (José Wagner Garcia). Esos tonos son traducidos a imágenes por medio de técnicas de cálculo. Figuras matemáticas a la vez que poéticoestéticas, que llevan por epígrafe sentencias sobre las emisiones de CO2, se suceden rápida y trémulamente sobre los peldaños de la “catedral de sonidos”, mostrándonos la Amazonia como una máquina de viento, Goethe-Institut 2010

“Amazonas: teatro musical en tres partes” (Estrenada en el marco de la Bienal de Múnich de 2010) 3ª parte: “Conferencia Amazónica” Música: Ludger Brümmer, ZKM (Centro para el Arte y la Tecnología de Medios)

Foto: Regine Koerner/ Biennale

agua, nubes y selva. Todo ello desemboca en una conferencia multimedia, en la que un economista, un político, una científica y un representante indígena negocian el destino del bosque tropical. Mientras que la científica y el indio se esfuerzan por explicar la importancia de la conservación de la Amazonia como ámbito para la vida y enorme biblioteca biogenética repleta de especies únicas, el político y el ejecutivo de las finanzas parlotean autísticamente en sus teléfonos móviles. La escena es comentada por un coro antiguo, y al final hay que lamentar, como en cualquier ópera digna de ese nombre, la muerte de un personaje. En este caso, es la selva. El coro es la selva y el público presencia atónito lo sucedido, él mismo convertido en selva. El mensaje de las tres partes de la obra, no obstante la diversidad de sus respectivas puestas en escena, es uno sólo: la selva se está muriendo. Quienes la devoramos somos nosotros mismos, con nuestro sistema económico basado en el progreso.

guros de que con música habrían podido convertir a los indígenas al cristianismo. La ópera sobre la Amazonia recorre el camino inverso. Hoy son los yanomami quienes nos convierten a nosotros, gracias a todo un ejército de artistas multimedia y de músicos que han aceptado ser sus intérpretes. El lenguaje y el estilo de estos artistas y músicos están arraigados en el género de la ópera vanguardista, y, al igual que la visión mítico-poética de los yanomami, hunden sus raíces en el tiempo y la cultura propios. Dichos artistas se han impuesto a sí mismos el gran reto al tomar en serio a la selva como protagonista. ¿Comprendemos mejor ahora lo que sucede en la Amazonia? La selva es más que un recurso, eso ha quedado en evidencia; y dista de ser una mera metáfora, como hemos podido comprender y sufrir en carne propia a lo largo de la pieza. La magia surtió efecto: ha sido una buena ópera.

La música como remedio mágico Al final, sin embargo, somos todos quienes estamos en medio de la selva. ¿Se trata de la misma selva para el espectador occidental que asiste a esta ópera que para los yanomami? Sin duda que no. Pero la música siempre ha sido en la Amazonia un remedio mágico. Los misioneros de las reducciones jesuíticas del Paraguay estaban se-

Amazonas: teatro musical en tres partes es una coproducción del Instituto Goethe, la Bienal de Múnich, el Centro de Arte y Tecnología de Medios de Comunicación (Zkm) de Karlsruhe, el Servicio Social de Comercio (Sesc) de São Paulo, la Hutukara Associaçao Yanomami y el Teatro Nacional São Carlos, de Lisboa. Socio cooperador: Operadays Rotterdam y Netzzeit (Viena). Patrocinado por la Fundación Cultural de la República Federal de Alemania, el programa “Kultur” de la Unión Europea, el Deutsche Bank y la Fundaçao Edp, de Portugal. Socio para medios tecnológicos: Arte y Deutschlandradio Kultur, RTP y Antena 2.

Goethe-Institut 2010

I

Traducción del alemán: Fabio Morales

Humboldt 154

73

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.