\"La voz de la conciencia\" en la literatura puertorriqueña de finales del siglo XIX

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Descripción

"La voz de la conciencia" en la literatura puertorriqueña de finales del
siglo XIX

Resumen

Este ensayo presenta un análisis literario de la obra "La voz de la
conciencia", un drama a tres actos, del humacaeño Joaquín Masferrer
Berríos. La obra, breve en extensión, se encuentra en la colección de
libros raros en la Biblioteca Lázaro del recinto de Río Piedras de la
Universidad de Puerto Rico. El autor es poco conocido, a pesar de que, por
sus méritos, una calle en el casco urbano de Humacao lleva su nombre y un
retrato suyo en óleo adorna la entrada de la logia masónica del pueblo.
Tenemos la intención de rescatar la figura de Masferrer Berríos y de
recuperar su obra como parte de la producción romántica en transición en la
Isla a finales del siglo XIX.


Palabras claves

Romanticismo, parnasianismo, Humacao, drama, teatro, Puerto Rico


"La voz de la conciencia" en la literatura puertorriqueña de finales del
siglo XIX

Por: Luis Rafael Burset Flores


Manuel María Sama celebraba en 1887 el progreso en la vida isleña de
la segunda mitad del siglo XIX. Su visión reflejaba el optimismo de ver
caer las barreras de todo lo que limitaba al Hombre y su desarrollo. En su
Bibliografía puerto-riqueña, proclamaba enérgicamente:
¡Ah! pero al poderoso influjo del siglo en que vivimos no podíamos
permanecer estacionarios: el progreso, en su triunfal carrera, tenía
que arrastrarnos, echando por tierra las murallas levantadas por los
enemigos de nuestra prosperidad y de nuestro engrandecimiento—el
fanatismo religioso y la pasión política. [1]


Es en este marco histórico de progreso que Joaquín Masferrer Berríos
escribió un brevísimo drama en tres actos y verso que tituló La voz de la
conciencia. Con la creación de esta obra, Masferrer Berríos se unía al
grupo de puertorriqueños que habían estudiado en España y que se lanzaron
al ruedo literario con producciones de variada calidad y valor. En este
ensayo evaluaremos la obra dentro de las características de las corrientes
literarias de la época para intentar clasificarla.
Los historiadores de la literatura puertorriqueña tienen un
conocimiento parcial o casi nulo de Joaquín Masferrer Berríos. Mientras
Francisco Manrique Cabrera no lo reconoce en su listado de autores
puertorriqueños, Antonia Sáez lo incluye en su bibliografía de obras
teatrales de finales del siglo XIX. Sobre la producción teatral de esta
época dice que es la "más intensa y honda de nuestro teatro, la que revela
mayor interés y conocimiento artístico. No hay nada en la producción
posterior que la supere". [2] Doña Josefina Rivera de Álvarez lo incluye en
el grupo de los Románticos. Sobre el grupo que cataloga como "autores
teatrales románticos de género mayor", Rivera de Álvarez describe sus obras
de la siguiente manera:
Ya desde los tiempos del setenta y a lo largo de las dos décadas
finales del XIX habrán de resonar en varios de nuestros dramaturgos
isleños atemperados módulos de hacer que parten del teatro post-
romántico o neorromántico español, que se apoya, a lo Echegaray, en la
expresión detonante y efectista, de fuerte acento pasional, dirigida a
conmover profundamente al espectador. [3]


Rivera de Álvarez establece el periodo del Romanticismo en Puerto Rico
entre 1839, con la fundación del "Boletín Mercantil", y el año 1910.
Manrique Cabrera advierte que más que una escuela literaria, el
romanticismo era "una sorda constante". [4] Silvia Álvarez Curbelo lo
percibe como parte de la experiencia de la modernidad en la isla. [5] Para
Cesáreo Rosa Nieves, esta modernidad fue iniciada por Alejandro Tapia y
Rivera, Román Baldorioty de Castro y José Julián Acosta al "inquietar la
juventud hacia la cultura y el saber y… levantar el nivel cultural de
Puerto Rico". [6]
Coincidiendo con Rivera de Álvarez, [7] Rosa-Nieves establece un
segundo periodo de desarrollo de la poesía romántica en Puerto Rico entre
1880 y 1907, identificándolo como "Post-romanticismo Parnasiano". Reconoce
en Tapia, Baldorioty y Acosta las características románticas a las que se
habían incorporado las tendencias del parnasianismo francés. [8] El
Parnasianismo se define como "un movimiento que insistía en la restricción,
objetividad, perfección técnica y descripción precisa, en reacción al
emocionalismo y la imprecisión verbal de los Románticos". [9]
Sobre la periodización de movimientos artísticos en Puerto Rico,
Manrique Cabrera arguye que el influjo de a quienes llama recién llegados a
la isla provocó una hibridez de estilos, combinando el romántico, que se
desarrollaba en la isla, con el neoclásico. [10] Roberto Ramos Perea afirma
que "[p]oco obtenemos afirmando que la obra sea romántica, neoclásica o
realista cuando estas nomenclaturas han disuelto ya, al día de hoy, lo que
creíamos eran sus más sólidas definiciones y límites". [11]
Las características del romanticismo incluyen la libertad de estilo,
el gusto por el paisaje silvestre y lo sobrenatural; el culto al amor,
sobre todo si es imposible y puede costar la vida. Silvia Álvarez Curbelo
propone que "el romanticismo recupera, entre otras cosas, el papel de la
pasión y los sentimientos en la agencia humana". [12] Dar rienda a la
pasión era una manera de encontrar la libertad individual. A través de la
literatura, los autores escapan de sus realidades, por lo que ambientan sus
obras en tierras lejanas. En 1935, con motivo del "centenario" del
Romanticismo español, Eduardo de Ontañón se refirió al Romanticismo de la
siguiente manera:
Después de tanto ser discreto y redicho y respetuoso y estirado, ¡qué
bien suena el alborozo del romanticismo, en donde todo da lo mismo, y
se pretende vivir la poesía – la poesía romántica, claro - , y cabe
todo, desde reirse de un fracaso hasta darse un tiro en la sien! [13]


La voz de la conciencia es un brevísimo drama en tres actos, escrito
en verso, publicado en 1889. Entendemos que la obra presenta tanto
características de la literatura romántica como de la poesía parnasiana.
Hay seis personajes en la obra: don Juan, propietario y, al parecer,
poseedor de importantes bienes; Elisa, su hija, huérfana de madre; Carlos,
Conde de Serra-clara, el prometido de Elisa; Alberto, pintor enamorado de
Elisa, cuyo amor es correspondido, y que desconoce, al igual que Elisa, que
es su primo hermano; Juana, madre de Alberto; y Enrique, un hombre que
busca venganza para la deshonra de su hermana.
A grandes rasgos, La voz de la conciencia trata sobre el deseo de don
Juan de dejar a su hija, Elisa, bien casada con Carlos, Conde de Serra-
clara. Esto la colocaría en una posición acomodada social y económicamente
cuando él haya muerto. Desde la infancia, Elisa ama a Alberto, que en
apariencia es un pobre pintor sin rango social. Elisa trata de zafarse del
compromiso en el que la ha puesto su padre hablando con Carlos y
confesándole su amor por Alberto. Aunque Carlos acepta esa realidad, don
Juan insiste en el matrimonio y obliga a Elisa a cumplir con el compromiso
contraído.
En el segundo acto, Elisa escapa de la quinta donde vive con su padre
y llega hasta la casa de Juana, la madre de Alberto, a orillas del río
Cabriel. Allí se presenta Enrique, quien busca vengar el honor de su
hermana, engañada por un Conde. Más tarde llegan don Juan y Carlos
buscando a Elisa. Enrique reconoce en Carlos al burlador de la honra de su
hermana, y lo reta a duelo; cabe señalar que el honor de la mujer es un
tema recurrente del romanticismo. Al salir de la casa, Carlos hiere a
Enrique a traición y regresa, junto con don Juan y Elisa, a la quinta.
En el tercer acto, Juana se presenta en casa de don Juan cuando se va
a realizar el matrimonio, ya cumplimentadas las formalidades civiles, pero
no el matrimonio eclesiástico. Inesperadamente, Juana le se revela a don
Juan como la esposa de su hermano difunto; es decir, su cuñada. Ella y su
difunto marido habían sido los verdaderos dueños de la quinta donde hoy
reside don Juan. Don Juan había matado de una puñalada a su propio
hermano. Años después, Juana había venido a buscar venganza. Ante las
súplicas de don Juan y de Elisa, Juana lo perdona.
Enrique se presenta en la quinta a reclamar venganza. Le cuenta a
Carlos que su hermana ha tenido un hijo; Carlos realiza que es padre. El
conocimiento de tener un hijo conmueve al Conde, quien ablanda su corazón.
Pide perdón, y sale con Enrique a buscar a su hijo. La decisión de Carlos
deja el camino libre para Elisa. Finalmente, don Juan acepta que Elisa se
case con Alberto.
Evaluemos cómo el estilo de la obra refleja cánones de la literatura
romántica y de la poesía parnasiana. La utilización de verso de variadas
extensiones para relatar la trama es una combinación de estilos propia del
Romanticismo. Igualmente lo es el tono desesperado de los sentimientos de
amor y de las situaciones imposibles que se presentan. Antonia Sáez
analizó la obra de la siguiente manera:
En La voz de la conciencia de Joaquín Masferrer, publicada en 1889, la
contrariedad en el amor nace de ser la novia hija del matador del
padre del novio. La obra está escrita en verso y abunda en
exaltaciones apasionadas propias de su índole romántica. [14]


Reflejando otra característica del romanticismo – el escapismo – el
autor establece la trama en Murcia, y sólo especifica que la época es
"algún momento del siglo XIX". Es decir, el conflicto de sentimientos que
se desarrollará en el curso de los tres actos es atemporal. El
establecimiento de la trama en territorio lejano y quizás hasta desconocido
para la audiencia isleña excluye a esta obra de una de las características
que señala Álvarez Curbelo para la modernidad: la hibridez del letrado
puertorriqueño. La autora afirma su definición de la siguiente manera:
Paradójicamente, exhibía un manejo moderno del pensamiento y la
escritura junto a la admisión y despliegue de una autoctonía no
moderna – espacios, tiempos y sujetos del país real – que, sin
embargo, autorizaba al letrado y le concedía su posición. [15]


No obstante, la utilización de versos rimados convierte el drama en
poesía lírica. Esto lo acerca, como veremos, al parnasianismo. La rima de
los versos y la extensión de éstos varían según se desarrolla la trama. En
la primera escena del primer acto, los versos pares están rimados en forma
asonante en octosílabos:
D. Juan: "Iré don Juan, esta noche; A
arreglad para mañana B
la boda, que como os dije, C
paréceme que ya tarda. B
De vos muy amigo, etcétera." D
(Deja la carta)
Es lacónica la carta, B
pero don Carlos no es hombre E
de faltar a su palabra, B
y me inquieta, por lo mismo F
su inusitada tardanza. (pausa) B
Y es preciso que la boda G
para mi tan deseada, B
se lleve a cumplido efecto H
mañana al lucir el alba; B
porque mi sangre se hiela I
y ya la temida parca B
sobre mi cabeza bate J
su repugnante guadaña. [16] B


Hay que señalar que este monólogo de don Juan dura una escena
completa, y mantiene la rima asonante en sus versos pares. El estilo de
los versos y su rima se mantiene en la segunda escena, rimando los versos
pares de ésta con los de la primera. Es como si el autor pretendiera
proyectar la ansiedad del padre mientras espera a su futuro yerno.
En el primer acto, la situación de Elisa es desesperada. Al parecer,
no hay salida para ella, por lo que no podrá consumar su amor por Alberto.
Esta situación es representativa de la literatura romántica. El autor la
comunica a través de versos octosílabos.
Elisa: ¡Padre…! no atiende ¡Dios Mío! A
¡Escucha! … ¡no quiere oir! B
¡Padre ven!... me hace sufrir B
el rigor de su desvío. A
(vuelve a escena.)
Pero, casarme con él… C
olvidar por siempre a Alberto… D
amar un recuerdo muerto D
y ser a mi esposo fiel. C
¡Oh! no; la muerte primero E
que olvidarle; yo le adoro, F
y entre el cariño y el oro F
el cariño prefiero. [17] E


En otros segmentos de la obra, el autor incluye versos más largos,
rimados de forma consonante; la longitud de los versos más largos hace
considerarlos arte mayor. El patrón de rima varía en el diálogo entre don
Juan y Juana en el tercer acto, cuando ésta se presenta en la casa del
primero a reclamar su bendición para el amor de Elisa y Alberto. Esta
escena tiene una carga dramática mayor, pues se confrontan los cuñados
después de años de separación. Juana hace un reclamo muy fuerte a don
Juan. El verso podría estar diseñado en función de esta intención.
Juana: No me burlo, don Juan, es tu conciencia A
que destrozando sin piedad tu alma B
esos fantasmas pone a tu presencia A


para robar al corazón la calma. B
Don Juan: Y tú, ¿quién eres?
Juana: (ap.) No me ha conocido. C
(a él) Yo soy la sombra que el misterio sella
D
que a tus pies desliza sin ruido C
ansiosa de venganza tras tu huella. D
Don Juan: ¡Compasión! ¡compasión!
Juana: Y por acaso E
alguna vez se cobijó en tu pecho. F
El que sólo impiedad siembra a su paso E
no tiene a la piedad ningún derecho. F
Don Juan: No por mi, por mi Elisa, ángel divino G
que no se hizo acreedora a tus enojos. H
Juana: Tú sembraste de espinas tu camino G
y sólo puedes cosechar abrojos. [18] H


En La voz de la conciencia hay tres temas interrelacionados e
interdependientes. El primero es el amor, en cualquiera de sus
manifestaciones – paternal o pasional. El segundo es la conciencia humana,
que no se acalla ante situaciones de injusticia. El tercero es el perdón
que logra la redención de los personajes para hacer posible la realización
del amor.
El amor aparentemente imposible de Elisa y Alberto se enfrenta a los
convencionalismos sociales. Su matrimonio sería uno entre personas
desiguales, y la sociedad a la que pertenecía don Juan, y que aspiraba
retener para su hija, no lo aceptaría. La consumación del amor de Elisa y
Alberto se estrellaría contra el compromiso contraído por don Juan con
Carlos, un aristócrata. Por lo tanto, el honor de don Juan quedaría
manchado por el incumplimiento de su palabra.
El triunfo de Elisa y Alberto es el triunfo de la libertad sobre los
convencionalismos de una sociedad desgastada. José Lomba y Pedraja declaró
que el aspecto más obvio del Romanticismo era la revolución liberal en las
letras y en la sociedad. Citando a Víctor Hugo, afirmó:
los románticos, patriotas que no anhelaban, en fin de cuentas, sino
dotar al país de una libertad más: la del arte, la de la inteligencia.
La libertad en el arte, la libertad en la sociedad: he aquí el doble
objetivo a que deben encaminarse todos los espíritus consecuentes y
lógicos. [19]


El amor derrota al deber impuesto y a la autoridad paterna luego de
una dosis de argumentos razonables a su favor. No intervinieron fórmulas
mágicas ni fenómenos sobrenaturales. Tampoco suicidios ni duelos a muerte.
Ahora bien, el amor triunfó porque las circunstancias así lo permitieron.
Tuvo que intervenir Juana, quien custodiaba el secreto del fratricidio que
atribulaba a don Juan. Así, éste renunció a su contrato de matrimonio de
conveniencia para Elisa con Carlos. Además, fue necesario que Carlos diera
la espalda a su compromiso con don Juan al conocer que tenía un hijo y
quisiera reunirse con él y la mujer que había deshonrado.
La conciencia es el segundo tema, que está elevado al título de la
obra. Se manifiesta a través del remordimiento de don Juan, que nos deja
conocer su conflicto interior. El remordimiento atormenta a don Juan y no
le permite disfrutar la idea del matrimonio de su hija. Éste reflexiona en
la soledad de su quinta mientras espera la llegada de Carlos.
D. Juan: ¡Ah!, de tan sólo pensarlo
sufre de nuevo mi alma,
y el remordimiento vuelve
con más furia a destrozarla.
Ella, el ángel de ventura
mi consuelo y mi esperanza
el paño dulce y piadoso
que mis lágrimas secara,
cuando el juez inexorable
de la conciencia gritaba:
¡Asesino! ¡fratricida!
nunca goces paz ni calma,
que tus crímenes de ayer
están pidiendo venganza. [20]

Juana enfrenta a su cuñado en la quinta ajena. Aun estando en control
de la situación, llevando la mejor mano de la partida en el intercambio de
amenazas, Juana apela a la conciencia de Juan:
Juana: No me burlo, don Juan, es tu conciencia
que destrozando sin piedad tu alma
esos fantasmas pone a tu presencia
para robar al corazón la calma. [21]


De igual manera que la abrió, este sentimiento cierra la obra con la
última reflexión del padre:
D. Juan: Parto, voy a un convento
mis faltas a expiar.
Nunca volveré a veros;
mi partida es precisa,
haz feliz a mi Elisa.
¡Adiós! voy a marchar,
que de lección os sirva
mi deplorable historia,
tenedla en la memoria,
vengado Alberto estás,
crueles remordimientos
laceran mi existencia
"la voz de la conciencia"
no perdona jamás. [22]

El remordimiento lleva a don Juan a querer pagar voluntariamente su
culpa. Aunque la obra presenta un final feliz, el pecado tiene un precio
que don Juan está dispuesto a pagar. Nos parece interesante que sea el
padre, la figura de autoridad, la que termine expiando sus culpas cuando
todos los demás conflictos que se desarrollan en la obra encuentran finales
resoluciones. El remordimiento de don Juan lo mueve a ceder a la solicitud
de Juana de autorizar y bendecir el matrimonio de Elisa y Alberto.
El tercer tema que presenta la obra es el perdón, que hace posible que
el amor prevalezca, y acalla la conciencia. El perdón se presenta como un
acto de libertad y de liberación. Si, como afirma Álvarez Curbelo, el
romanticismo recupera el papel de la pasión y los sentimientos en la
agencia humana, Masferrer Berríos añade el perdón como un valioso – y útil
– sentimiento humano, rompiendo con los cánones del movimiento romántico.
Entendemos que el tema del perdón es un rasgo parnasiano en el drama-
poesía de Masferrer Berríos. El perdón libera a los personajes que
cargaban sus culpas y los hace libres para buscar su felicidad, y permitir
la de los demás. El perdón da paso a al triunfo del amor de Elisa y
Alberto. Supera el rencor que nutre sentimientos de venganza en Juana,
Enrique y Alberto. Los pecados del padre, al igual que del mismo Conde,
son redimidos como consecuencia del perdón de Juana.
Nos parece notable, y no una casualidad, la manera en que el autor
resolvió el problema de Enrique y su hermana deshonrada. El duelo entre
Enrique y Carlos, la solución romántica, no tuvo consecuencias. El
problema se resolvió cuando Enrique perdonó a Carlos y éste decidió conocer
a su hijo. Las piezas cayeron en su lugar sin mediar tragedias, suicidios
o abandonos.
Joaquín Masferrer Berríos era liberal. Dos años antes de la creación
de La voz de la conciencia los liberales puertorriqueños sufrieron los
horrores de los compontes. Quizás la sociedad en la que vivió Masferrer
necesitaba ser perdonada para que triunfara el amor, en cualquiera de sus
manifestaciones; quizás en un país unido. Es posible que don Juan
representara al gobierno insular, y su represión.
Como un tema menor, muy propio del romanticismo, el autor enfrenta la
nobleza de sangre con la del corazón. Al demostrar la mezquindad de
Carlos, el Conde de Serra-clara, el autor degrada el mérito de la nobleza
por nacimiento. En contraste, presenta a Juana, residente en una pobre
casa a la orilla de un río, como la verdadera persona noble. Son sus
sentimientos los que tienen verdadero mérito. A continuación reproducimos
un segmento de la sexta escena del segundo acto.
Carlos: ¡Villana!
Juana: Tenéis razón,
villana más sin vileza
porque tengo la nobleza…
Carlos: (con sarcasmo) ¿En dónde?
Juana: En el corazón.
D. Juan: Nobleza, dice, acogiendo
ese amor que me deshonra?
Juana: Ese amor da a vuestra honra
el brillo que va perdiendo.
D. Juan: No quiero de cualquier modo
que honor me de tal cariño.
Juana: ¿Pensáis, don Juan, que el armiño
habrá de manchar al lodo?
D. Juan: ¿Y piensas tú, ¡ira de Dios!
que yo saldré muy honrado?
Juana: Si hay aquí algún deshonrado
no sois ciertamente vos.


Es inevitable asociar esta situación con la que Alejandro Tapia y
Rivera desarrolla en La cuarterona, donde la Condesa está dispuesta a
"vender" a su hijo en matrimonio a la hija de un mercader advenedizo a
cambio de mantener los ingresos económicos que sustenten su alta pero
quebrada posición social. El amor se enfrenta al prejuicio racial y
social. Al igual que en La cuarterona, en La voz de la conciencia se
enfrentan, entonces, la nobleza de espíritu con los estamentos sociales y
las oportunidades de progreso social.
La voz de la conciencia es una obra híbrida que refleja rasgos y
valores tanto de la literatura post-romántica puertorriqueña y como de la
poesía parnasiana. En ella, el amor desigual, presentado en términos de la
fatalidad romántica, triunfa ante la adversidad de los valores aceptados
por la Sociedad. El triunfo se consigue a través de la razón sobre el
ímpetu de los sentimientos. Se eleva el perdón al nivel de otros
sentimientos exaltados por el romanticismo. Visto de otro modo, la
objetividad triunfa sobre la pasión. Nos da una lección: el perdón puede
más que la pasión cegadora de la venganza. Madre Teresa de Calcuta decía
"el perdón es una decisión, no un sentimiento, porque cuando perdonamos no
sentimos más la ofensa, no sentimos más rencor". Escrito 100 años antes
que Madre Teresa hiciera esta declaración, La voz de la conciencia
presenta el perdón triunfante, redimiendo faltas y dando paso a la
felicidad. Ésta podría ser la visión del autor de lo que constituía el
progreso al que Sama aludía.


Biografía de Joaquín Masferrer Berríos

Conocido entre sus amigos por su apodo catalán, Kimet nació en Humacao
en 1856, siendo bautizado con los nombres Joaquín Tomás Melitón. [23] Era
hijo de Joaquín Masferrer Fraxedas, un emigrante mataronense cuya familia
se dedicaba al negocio de los textiles. Éste viajó a Puerto Rico en 1842 y
se estableció en Humacao. Allí casó con María de la Concepción Berríos de
la Rosa, miembro de una de las familias criollas más antiguas y
prestigiosas de la costa oriental. Además de Joaquín, tenían otra hija
llamada Merced Teresa de la Encarnación, casada con el gallego Martín
Burcet y Romero.
La familia alternaba su residencia entre la calle Santa Inés [24] y la
Hacienda Santa Teresa en el barrio Río Abajo de Humacao. En fecha no
conocida, la familia se mudó a Barcelona, donde Kimet pasó su niñez y
adolescencia. Ingresó al curso de bachillerato en la universidad para
estudiar medicina. Cayetano Coll y Toste lo describe como "parte de la
colonia puertorriqueña de descollaba gallarda en las aulas universitarias
de la ciudad condal". [25]
Masferrer Berríos escribió sus primeras letras cuando abandonó sus
estudios en Barcelona y se estableció en Madrid, donde colaboraba con el
periódico La ilustración española y americana. [26] Debió regresar a
Puerto Rico antes de 1884, pues ese año fundó su primer periódico: El Hoy,
clasificado como semanario literario. [27] En 1886 casó con Emilia del
Carmen Ramírez González, [28] y fundó su segundo periódico, clasificado
como satírico, titulado El diablo suelto. [29] Coll y Toste informa que en
1869 fundó un periódico satírico titulado El gato flaco, que duró hasta
1887. [30] Fue parte del personal académico del Instituto Civil de
Enseñanza de Humacao, fundado en 1886, [31] adscrito al Instituto Civil de
San Juan. Allí ofrecía los cursos de Historia de España, Geografía y
Retórica y Poética. [32]
Pasó a Mayagüez en 1889, donde dirigió el Liceo. [33] Ese año escribió
La voz de la conciencia, publicada en Ponce por la imprenta de Manuel
López. [34] Coll y Toste informa que la obra fue puesta en escena en
Humacao por la compañía de Paulino Delgado, y en otros teatros de la isla,
aunque no especifica fechas ni otros detalles. Emilio J. Pasarell nos dice
que la obra se estrenó en el nuevo teatro de Adjuntas el octubre de 1891, y
que ya ésta había sido presentada en Ponce en 1889. [35] Masferrer dejó una
novela inédita, titulada Julio, y otros opúsculos. No conocemos el
paradero de ninguna de estas obras. [36]
Masferrer Berríos participó de la política partidista del país. En
1897 fue miembro del Comité Central del Partido Liberal, por el que fue
electo alcalde de Humacao en 1898 después de la ocupación estadounidense.
También estuvo activo en la masonería. Fue el primer venerable maestro de
la logia Estrella de Oriente número 30 de Humacao en 1899, constituida en
julio de ese año. Hoy día se conserva un retrato al óleo de Masferrer en
el vestíbulo de la sede de la logia.
Falleció el 23 de marzo de 1900, dejando una esposa, Emilia del Carmen
Ramírez González, y el único hijo que sobrevivió de los seis que tuvieron,
llamado Joaquín Juan. [37] En su pueblo natal se recuerda por haber sido
jefe de macheteros en la Guerra Hispanoamericana y su primer alcalde bajo
el gobierno estadounidense. [38]
Bibliografía
Fuentes impresas
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Editora Corripio, 1984.

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Coll y Toste, Cayetano. Historia de la educación pública en Puerto Rico
hasta el año 1898. San Juan, Talleres Tipográficos de El Boletín Mercantil,
1910.

Coll y Toste, Cayetano. Puertorriqueños ilustres. Río Piedras, Editorial
Cultural, 1978.

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Madrid, Tipografía de "La Lectura", 1919. Páginas 1 a 12.

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Pasarell, Emilio J. Orígenes y desarrollo de la afición teatral en Puerto
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Fuentes digitales
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-----------------------
[1] Manuel María Sama. Bibliografía puerto-riqueña (Mayagüez: Tipografía
Comercial, 1887), 11.
[2] Antonia Sáez. El teatro en Puerto Rico. (Notas para su historia) (Río
Piedras: Editorial Universitaria de la Universidad de Puerto Rico, 1950),
38.
[3]Josefina Rivera de Álvarez. Literatura puertorriqueña. Su proceso en
el tiempo (Madrid: Ediciones Partenón, sin año), 199.
[4] Francisco Manrique Cabrera. Historia de la literatura puertorriqueña
(Río Piedras: Editorial Cultural, 1967), 109.
[5] Silvia Álvarez Curbelo. Un país del porvenir. El afán de modernidad en
Puerto Rico (siglo XIX) (San Juan: Ediciones Callejón, 2001), 232.
[6] Cesáreo Rosa-Nieves. La poesía en Puerto Rico. Historia de los temas
poéticos en la literatura puertorriqueña (San Juan: Editorial Campos,
1958, segunda edición, corregida y aumentada), 65.
[7] Rivera de Álvarez. Literatura puertorriqueña. Su proceso en el tiempo,
121 y 187. Establece la segunda época romántica", en la que incluye poesía
lírica y poetas románticos parnasianos.
[8] Rosa-Nieves. La poesía en Puerto Rico. Historia de los temas poéticos
en la literatura puertorriqueña, 80.
[9] http://www.britannica.com/EBchecked/topic/444420/Parnassian.
Traducción nuestra.
[10] Manrique Cabrera. Historia de la literatura puertorriqueña, 109.
[11] Alejandro Tapia y Rivera. La cuarterona. Edición original de 1867. Con
estudio preliminar de Roberto Ramos-Perea (San Juan: Publicaciones
Gaviota, Inc., 2007), 34.
[12] Álvarez Curbelo. Un país del porvenir, 232.
[13] Eduardo de Ontañón. Respuesta publicada en el artículo titulado "La
nueva literatura ante el centenario del Romanticismo". En ISLA, hojas de
arte y letras. Mentor: Pedro Pérez Clotet. Cádiz, Año 1935, Número 7-8.
[14] Antonia Sáez. El teatro en Puerto Rico, 35.
[15] Álvarez Curbelo. Un país del porvenir, 224.
[16] Joaquín Masferrer Berríos. La voz de la conciencia, drama en tres
actos y en verso (Ponce: Imprenta Manuel López, 1889), 7 y 8.
[17] Ibid, 12.
[18] Ibid, 51.
[19] José R. Lomba y Pedraja. "Mariano José de Larra (Fígaro), como crítico
literario. En La lectura. Revista de ciencias y de artes. Año XIX, Tomo I
(Madrid: Tipografía de "La Lectura", 1919), 1 y 2.
[20] Ibid, 8.
[21] Ibid, 51.
[22] Ibid, 65.
[23] Parroquia Dulce Nombre de Jesús de Humacao. Libro de 3 de Bautismos,
folio 10.
[24] La antigua calle Santa Inés lleva hoy el nombre Joaquín Masferrer
Berríos, en honor a nuestro autor.
[25] Cayetano Coll y Toste. Puertorriqueños ilustres. Río Piedras:
Editorial Cultural, 1978, 371.
[26] Ibid. No hemos podido localizar algún artículo o contribución de
Masferrer Berríos en esta revista. Hemos escrito electrónicamente a la
Fundación Juan Díaz, pero al momento de escribir este ensayo, no hemos
recibido respuesta.
[27] Salvador Abreu Vega. Apuntes para la historia de Humacao. Santo
Domingo: Editora Corripio, 1984, 242.
[28] Registro Civil de Humacao. Libro primero de matrimonios (1885-1889)
folio 16v.
[29] Abreu Vega. Apuntes para la historia de Humacao, 242.
[30] Cayetano Coll y Toste. Historia de la instrucción pública en Puerto
Rico hasta el año 1898. San Juan: Talleres Tipográficos de El Boletín
Mercantil, 1910, 67. Parece que la fecha de comienzo está errada, pues
estimamos que Masferrer estaría todavía en España.
[31] Abreu Vega. Apuntes para la historia de Humacao, 165. El Instituto
Civil de Enseñanza se fundó en Humacao en 1886, siguiendo el modelo del
establecido en San Juan a principios de la década de 1880. Abreu Vega
añade que los ingresados en este Instituto se comprometían a trasladarse a
San Juan a continuar estudios. Se identifica como profesor de segunda
enseñanza cuando inscribe a su hijo Emilio Armando en 1888.
[32] Ibid, 166. Lo identifica con un título abreviado Br. antes del nombre.
También Coll y Toste. Historia de la instrucción pública en Puerto Rico
hasta el año 1898, 151.
[33] Subcomité de la Historia de Mayagüez. Historia de Mayagüez. 1760-1960.
Puerto Rico: Talleres Gráficos Interamericanos, 1960, 147. El Liceo de
Mayagüez fue fundado en 1844 como plantel de enseñanza.
[34] Esta imprenta también publicó Estercolero, de José Elías Levis
Bernard. La voz de la conciencia está dedicada a don José de Guzmán
Benítez. Según Historia de Mayagüez. 1760-1960 (página 131) José de
Guzmán Benítez fue un abogado mayagüezano que fundó el periódico La
Autonomía Colonial en 1884. Siguiendo la postura de Muñoz Rivera, de
Guzmán Benítez proponía en su periódico que los liberales puertorriqueños
debían unirse con el partido de la península que acogiera su programa
autonómico, como sucedió más tarde.
[35] Emilio J. Pasarell. Orígenes y desarrollo de la afición teatral en
Puerto Rico. Tomo I. San Juan: Casa Baldrich, 1951, 257. Identifica a
Paulino Delgado como un joven cubano, primer actor y director, que murió
en Madrid en 1896.
[36] Coll y Toste. Puertorriqueños ilustres, 372. Tenemos la intención de
continuar investigando hasta encontrar al paradero de estas obras.
[37] Registro Civil de Humacao. Defunciones 1900. Folio 289v. El primer
hijo que bautizó esta pareja en Humacao recibió el nombre de Ciudadano
Joaquín Emilio Libertad. Registro Civil de Humacao. Nacimientos 1885-
1890. Folio 288.
[38] Asociación Pro Humacao. Anales. Núm. 4 (1953), 27.
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