La violencia por autoreafirmación de género según un estudio del habla de la novela Nombre de perro

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Descripción

La violencia por autoreafirmación de género según un estudio del habla en la novela Nombre de perro En "Nombre de perro" los personajes, oficiales de policía, sicarios y jefes de cárteles, buscan desenredar una serie de asesinatos durante una guerra por territorio en los Estados de Sinaloa y Baja California. Edgar El Zurdo Mendieta, el protagonista, un hombre simpático y solitario, conoce a su hijo de 18 años y tiene un reencuentro con su madre, mientras debe resolver una serie de muertes de dentistas y el asesinato de Mariana Kelly, la novia de Samantha, la jefa del Cártel del Pacífico. En tiempos fragmentados, se cuenta paralelamente la historia de Héctor Ugarte, un exmilitar y detective secreto que trabajó para el Secretario de Estado, y que en sus setenta años y bajo la condición de un cáncer terminal tiene una última misión. Esta novela es la tercera de una saga, seguida de "Balas de plata" y "Las pruebas del ácido". Esta saga está protagonizada por El Zurdo Mendieta, un detective que, ha confesado, podría tratarse de su álter ego (Palabra de autor Elmer Mendoza, 2013). El autor, además, obtuvo el XVII Premio Nacional de Literatura José Fuentes Mares con la novela El amante de Janis Joplin, y el III Premio Tusquets Editores de Novela con Balas de plata. Nacido en Culiacán en 1949, tuvo formación universitaria como ingeniero electrónico primero y como literato después. Entre otras publicaciones encontramos libros de cuentos (el primero es publicado en 1978), algunas obras de teatro y demás novelas. Hoy un favorito de la editorial Tusquets. El estilo del autor depende de la oralidad, el de la frescura y ritmo del habla cotidiana. Capta el habla popular como estrategia para captar la realidad. Sin embargo, en ello no expone una crítica radical al poder, ni ofrece una nueva percepción de la realidad. Por su trabajo en reflejar el habla particular de Culiacán se le concedió como académico correspondiente de la región para la Academia Mexicana de la Lengua. Federico Campbell ya lo había reconocido por ser el primer narrador "que recoge con acierto el efecto de la cultura del narcotráfico en nuestro país". Así, recoge elementos lingüísticos poco convencionales a la norma y los convierte en materia literaria.

 

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En un principio, el término de oralidad había surgido como una forma en que las subsociedades podían penetrar el margen de la hegemonía, y se trataba de plasmar la memoria oral y la situación de pueblos indígenas y arcaicos (Lienhard, 1990). Hoy, este modelo ecriptural es más amplio, a unos pasos más adelante hacia del conocimiento letrado de "lo popular". Bajo esa condición de popularidad y cultura pop, se utiliza la oralidad para darle frescura al estilo y con ello tener mayor alcance de mercado (lectores). A pesar de las múltipes ventas, parecería que el constante uso de regionalismos y expresiones típicas de un pueblo en particular reduciría el alcance de una obra como las de Élmer Mendoza. Esto, sin embargo, no ha sido obstáculo para traducir "Nombre de perro" a 7 idiomas. La obra no solo está ausente de críticas, sino que el autor también deja escenas "a medias", con recursos sacados de la manga. Por ejemplo, para recrear escenas de suspenso, escribió "como en una película, la chica fingió ver revistas y leer un periódico" (p.150), "Pues que venga. Tensión estifenkineana" (refiriéndose al estilo de Stephen King), y otros Deus ex machina como que en una balacera llega Jason por casualidad, mata a la Tenia Solium, el antagonista de la trama, y salva a su padre y demás compañeros oficiales (p.201). Y lo mismo en otras descripciones: "Era hermosa (...) de esas mujeres que es imposible ignorar" (p.100). En una entrevista, Mónica Lavín le preguntó que si siempre iba a ganar el héroe, y Mendoza afirmó sin chistar, pues "es más fácil llevarlo hasta el final". (Palabra de autor Elmer Mendoza, 2013). El humor y el erotismo tienen una presencia protagónica en la novela después del suspenso detectivesco. El erotismo se revela en la descripción de sus personajes femeninas (para las que resalta el estilo del cabello, el escote y las nalgas) y en un par de escenas sexuales. Estas escenas nos refieren al sexo como un "llenador de vacío", es decir, una práctica de salvación para el que se siente solo. No solo los personajes femeninos son planos, sino que solo tienen sentido en su relación con los personajes masculinos. A El Zurdo Mendieta, en cambio, se le permite sorprender a sus compañeros de trabajo, quienes no le conocen mujer hasta que el tema de su hijo y la madre, Susana, aparecen.

 

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En esta y otras narconovelas se insiste en el cinismo, el sarcasmo y la desvalorización de la muerte, por ubicarse en un contexto en que la realidad sobrepasa cualquier drama, y sólo queda el humor como estrategia para conversar con ella. Pero si partimos del habla como "el vehículo para la acción social y uno de los principales medios con que se construye y se mantiene mutuamente la organización social en la interacción entre personas" (Tusón Valls, 2002) veo claramente que el uso de sarcasmos y tautologías entre los personajes de la novela es una forma de relacionarse en que se tienen que violar las cuatro máximas de cooperación porque la realidad incierta e inhóspita no permite 1,dar más información de la necesaria (máxima de cantidad) 2,-decir la verdad (máxima de calidad), 3,-ser pertinente (máxima de relación) y 4,- ser claro y ordenado (máxima de manera). Las transgresiones de estos principios no arriesgan el desarrollo de la conversación si con ellas vienen ciertas implicaciones que ayuden al enunciatario a interpretar lo que esas transgresiones llevan detrás (ibid). Ejemplifico: Capítulo (día) treinta y cuatro: Zurdo y Gris llegan a Navolato para entrevistar al Comevidrios, y se quedan a ver el espectáculo. Éste es el diálogo entre el presentador y la gente del público: "Ya, soy yo, culeros, no se cabreen, qué dijeron, es el Burro Van Rankin en calzones, verdad? Pues no, nel ni madres, soy yo. / Creíamos que era tu puta madre. / Ya, pinches impotentes, tranquilos, luego se ve que dejaron a su mujer con ganas; pero no se preocupen, aquí está su compa que no se raja. / Cállate, pinche presumido. / Eres puto". La primera participación del presentador no es la de presentar, claramente. Solo afirma "soy yo", y menciona a quien no es; entonces no hay cooperación en cantidad ni de calidad. La primera reacción del público es simplemente insultar; entonces no hay cooperación de pertinencia. Le sigue una respuesta que tiene la intención de voltear ese insulto, responder en el mismo tono a través de la burla. La violencia, como cadena, empieza en dirección descendente, pero penetra en las prácticas sociales cotidianas y ha quedado ya inmersa en la relación entre iguales, entre compañeros de trabajo, e incluso también en la

 

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relación del individuo consigo mismo. Por ejemplo, los monólogos o diálogos interiores de nuestro protagonista: "Deja de hacerle al loco, Zurdo, la morra ha estado cachonda, muy aplicada. ¿Y a ti quién te mete, cabrón? Soy tu cuerpo, güey, y hacía mucho que no me la acariciaban con tanto cariño. Entonces no estés chingando. ¿A poco la vamos a compartir con el puto de la camioneta? Silencio. Ah, verdad, bien que te callas el hocico, pinche Zurdo". Así, podemos analizar la relación de no aceptación de El Zurdo consigo a través de los diálogos con su cuerpo. Se habla a sí mismo de "pinche", se calla el hocico, y otras expresiones despreciativas que él hace hacia sí mismo. Además, revela que la construcción de su identidad de masculinidad se construye a partir de la idea del hombre posesivo sobre su mujer. También vemos en: "Así me gusta, pinche Zurdo, que pienses en las viejas por lo calientes que son. ¿Otra vez tú? (...) Ya, al rato buscamos a Susana. Este es hombre no pedazo", que se vuelve a reflejar una concepción identitaria de su masculinidad como dependiente del plano sexual principalmente. En una entrevista la Dra. Valencia, quien ha estudiado la violencia en los performances de género, habla de su libro Capitalismo Gore, y explica: "La violencia es una de las prácticas que más se les inculca, tanto simbólica como discursivamente a los varones para poder legitimarse como tales. Tienen que performar o ejecutar violencia de alta o baja intensidad. A los varones no se les educa para que se relacionen entre ellos como nosotras que es como: —Hola, ¿cómo estas? —y le das un beso en la mejilla. Para ellos es —Hey, ¿qué pasa? —Y se dan un golpe. Porque si llegan a tocar a alguien de una manera poco masculina entonces se feminizan y ya tienen el espectro del maricón encima, lo que les deslegitima. De alguna forma la violencia es un eje estructural para la construcción de la masculinidad. Y ahora, bueno, desde hace mucho tiempo, pero que ahora estamos viendo esta cristalización en cuanto al crimen organizado y las criaturas del estado. Se están devorando el Estado. Y no es un problema de seguridad nacional sino de egos heridos entre machos pudientes, eso esta muy jodido y tiene que ver con un problema de violencia machista que casi siempre se adjudica a violencia ejecutada hacia las mujeres o hacia los cuerpos identificables como mujeres" (Valencia, 2014). En un estudio que se hizo a partir de entrevistas a hombres que habían ejercido algún tipo de violencia doméstica, los informantes coincidieron al describir sus prácticas en nombrar sentimientos de bienestar, de fuerza y  

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control, de un "sentirse como hombre". En su análisis, se explica que "la violencia se desata en hombres que estaban experimentando un profundo sentimiento de pérdida" (Carabí, 2000). Siguiendo esta lógica, el sentimiento de pérdida genera violencia. Las prácticas violentas producen un sentimiento de reafirmación de masculinidad. Entonces puedo concluir que la inseguridad que abrasó el país (la pérdida de seguridad) se reflejó en una nueva forma de violentarnos; y que según lo que capta Mendoza en su mimesis del habla, ésta se da a través de las relaciones inter e intrapersonales. Claro que la violencia ha estado siempre presente en el devenir histórico del patriarcado, sin embargo, estos señalamientos pretenden señalar la evolución de las prácticas sociales y, más particularmente, en el habla en el norte del país. Las construcciones de identidad masculina se reflejan más claramente en el habla cuando hacemos análisis de la conversación, pero el cambio de sus estructuras y las relaciones de poder solo puede darse cambiando las nociones de masculinidad. El reforzamiento de masculinidades que rechazan seguir el modelo de construcción violenta impuesta por el heteropatriarcado, puede reducir el nivel de violencia que vivimos diariamente, producto de la historia y del terror.  

 

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