La violencia en el teatro romántico

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Descripción

Mama Adobea Nii Owoo
Literatura española del siglo XIX 

La violencia en el teatro romántico
En consonancia con ir contra todos los valores del clasicismo, un tópico que marca el romanticismo es la exaltación de la pasión sobre la razón. Los dramaturgos del teatro romántico español no solo rompen con las unidades aristotélicas, pues aseguran que no están ausentes del escenario los escándalos, las muertes, las violaciones y los asesinatos provocados por los instintos, sentimientos y acciones rebeldes e irrefrenables del ser humano. Este ensayo analiza las formas en las que se presentan la violencia y su estilización en el teatro romántico español sobre todo en dos tragedias citadas con el fin de captar la emoción del espectador. En Don Juan Tenorio de José Zorilla, y en Don Álvaro o La fuerza del sino del Duque de Rivas, la violencia rige todo los careos. Todo, incluso lo que se puede resolver de manera amistosa, se resuelve con un enfrentamiento bélico. Afirmo que de tal modo la violencia sirve como un recurso artístico de determinación del conflicto y la reacción de la sociedad o del público teatral hacia ello.
Desde el acto primero de Don Juan Tenorio, el propósito del dramaturgo es captar la atención del espectador con la perversidad del hombre violento y la atracción fascinante que ejerce sobre los que son testigos de su maldad. A pesar de que enumeran Don Juan Tenorio y Don Luis Mejía, sin vergüenza, todos los actos violentos en que se involucraban tras su apuesta, todos se sienten curiosamente intrigados al oír lo que logra Don Juan cuando va en busca de "sangre" y "fuego" matando a "treinta y dos" personas y conquistando a "setenta y dos" mujeres, mientras Don Luis suma "veintitrés" muertos y "cincuenta y seis" conquistas a su cuenta. Se emite incluso a la audiencia teatral un especie de asombro hechizante que se puede considerar como el inicio de la catarsis si llegamos a creer que esta violencia contra la sociedad no es crimen sino muestra de las hazañas heroicas. Se puede analizar esta estilización de la violencia como una experiencia sublime en la que el delito de matar y violar se convierte en arte, mientras el asesino y violador se ve como un artista que es capaz de crear el caos. Es esta sublimación que expresa Don Juan cuando afirma poéticamente:
D. JUAN. Por dondequiera que fui
la razón atropellé,
la virtud escarnecí,
a la justicia burlé,
y a las mujeres vendí…
…y en todas partes dejé
memoria amarga de mí. (I.XII. 501-510)
En segundo lugar, la violencia se presenta principalmente en los conflictos internos y externos, dentro del individuo o entre personajes, dentro de la familia o entre partidarios, y se desempeña a través de los duelos, los asesinatos, los suicidios y las violaciones. La idea aquí es sacar un choque emocional del espectador que le lleva a empatizar con la situación de los personajes. En Don Álvaro o la fuerza del sino, el protagonista auto declara "Soy homicida, soy reo." Y predice para sí mismo un fin violento:
D. Álvaro. ¿Cuál es la muerte que espero?
La del criminal, sin honra,
¡¡¡en un patíbulo!!!... ¡Cielos! (IV.V)
El conflicto interno del protagonista le lleva a idealizar su muerte por violenta que sea:
D. ALVARO. Denme una espada y volaré y si es vivir mi suerte,
y no la logro en tanto desconcierto,
…y de acabar mi vida en un desierto. (IV.VIII. 1866-1870)
En su manifestación externa, la violencia mueve el conflicto y la acción en la obra y se perpetra con el fin de matar al oponente o a un miembro de la familia en nombre de recuperar un valor perdido. Los instrumentos usados en perpetrarla son las espadas, pistolas, puñales o cuchillos. Su fuerza propulsora es la venganza como en el caso de Don Álvaro o la fuerza del sino. La muerte accidental del Marques de Calatrava marca el inicio del conflicto en el que Don Álvaro y Doña Leonor son perseguidos por los hermanos Calatrava quienes desean matarlos para recuperar el honor de la familia. En otra instancia se desenvuelve una escena violenta en la que unos oficiales atacan a Don Carlos en un juego, reflejando los diferentes personajes o caracteres que forman parte de la sociedad: soldados y caballeros. A pesar de que esta escena dramatiza la propensión humana a actuar con vehemencia antes de razonar, es la que permite el encuentro inevitable entre Don Carlos y Don Álvaro para luego terminar en la agresión que compone el conflicto en el drama como se ve abajo en las palabras vengativas de Don Carlos:
D. CARLOS. No, tras de vos va a morir,
que es de mi venganza ley.
Si a mí vos no me matáis,
al punto la buscaré,
y la misma espada que
con vuestra sangre tiñáis,
en su corazón..." (IV. I. 1606-1612)
La estilización de la violencia se persigue con el fin de satisfacer un código aceptado dentro de las clases sociales que consideran el derrame de sangre necesario para recuperar el estatus perdido de honor. De tal modo la obra comunica a los oyentes el sistema social por la que se regula la vida. La muerte violenta de Doña Leonor tras su búsqueda de penitencia llevado acabo por el moribundo Don Alfonso en la penúltima escena de la obra es un ejemplo efectivo:
D. ALFONSO. Toma, causa de tantos desastres, recibe el premio de tu deshonra... Muero vengado. (V. X.)
Así también, el honor del caballero o de la familia se defiende por la violencia. Esta ley se trastorna por Don Juan Tenorio quien solo respeta sus propios códigos de vivencia:
D. JUAN . A quien quise provoqué,
con quien quiso me batí,
y nunca consideré
que pudo matarme a mí
aquel a quien yo maté.. (I. XII. 520)
Es posiblemente una crítica de lo absurdo que es este código estricto de honor que discrimina contra las mujeres mientras atribuye la valentía al hombre por realizar crímenes. Con respecto a las obras referidas hemos visto que en cuanto a la estilización, la violencia tiene una función más conmovedora en los dramas románticos al contrario a la finalidad didáctica o moralizadora que principalmente tienen los artículos costumbristas del mismo periodo. Se nota que a veces influye en el desarrollo de la catarsis final de la drama. Sin embargo su función como recurso principal en la resolución de conflictos es lo que determina más la estilización de la violencia al nivel individual tanto como al nivel de la sociedad. En el caso anterior sirve como un mecanismo de defensa del ego masculino más que una protección para la mujer en los dos dramas.
Se puede afirmar que existe hasta cierto punto una veneración de la violencia en la manera en que se retrata con duelos y la tendencia de los personajes a jactarse de sus atrocidades. Ciutti por ejemplo exalta las virtudes de su amo a Buttarelli desde la escena primera de Don Juan Tenorio. A pesar de que el Don Juan prepotente se irita fácilmente con los ruidos del carnaval a la apertura del telón, se describe con cualidades honorables como "un estudiante." "un infante", "pirata." y todo "un hombre extraordinario". Maravillosamente acuden varios caballeros y curiosos a comprobar los hitos de Tenorio y Mejía, quienes son descritos irónicamente como "los dos mozos más gentiles de España." Aunque creo que esta estilización de la violencia muestra el predominio de los sentimientos apasionados del romántico contra la razón, condiciona la mente del espectador a entender la visión del teatro romántico español como una representación digna de la sociedad de la época como una vida en conflicto. No es una sorpresa pues que en la escena II de la jornada cuarta Pedraza declara que es "Buen tiempo para hacer la guerra."










Obras Citadas
Rivas, Ángel de Saavedra, Duque de "Don Álvaro o la fuerza del sino". Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. Alicante. Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2001 http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/don-alvaro-o-la-fuerza-del-sino--0/html/fedc3d40-82b1-11df-acc7-002185ce6064_3.html

Zorilla, José. Don Juan Tenorio Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. Alicante. Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2002

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