La vida no está en otra parte: breve incisión en la cuestión del poeta y los cauces del ser

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Descripción

©Luis Periáñez Llorente

La vida no está en otra parte breve incisión en la cuestión del poeta y los cauces del ser

Luis Periáñez Llorente Universidad Complutense de Madrid

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Pórtico: “Las sombras del texto. A veces me fijo en ellas, todo lo escrito tiene algo.” Víctor García Hidalgo, ¿Quién era Kugelmugel?

El motor del presente trabajo es la reflexión de una atención recién despierta. Como el dormitabundo común, el camino de esta atención se hallará plagado de tropiezos, golpes en el meñique, gestos de mal humor y un cierto vértigo tentador que pide a gritos regresar al sueño, al calor de las sábanas; vértigo éste contra el que luchamos abiertamente, en el día a día, conduciéndonos al baño o la cocina y, en este ejercicio de reflexión, forzando a la atención recién despierta a permanecer atenta y despierta, avanzando a pesar de los golpes y el ojo pleno en legañas. Caracterizado así nuestro pensamiento como recién nacido y, por lo tanto, indigente y necesitado, el texto se articulará en torno a tres asideros, tomados de Heidegger, Gadamer y Kant, con el fin de no caer de bruces contra el suelo ni volver a la cama, sino alcanzar la meta por humilde que ésta sea (en el presente caso, la meta es justo no decaer, sino llevar la reflexión hasta sus últimas consecuencias, considerando siempre que sean alcanzables en el seno del presente trabajo). ¿En qué medida es necesaria esta introducción? Pues bien, la introducción no es más que una precaución y un agachar la cabeza respetuoso y modesto, que quite el peso de toda culpa ante la posible malogración de los autores que sirven de asidero para el escrito, así como liberación de las cadenas que impiden su malogración – y con ello, mi escritura – . ¿Cómo va el dormitabundo a pretender explicar aquello que le despierta y le marca el camino, aquello que le mantiene en él? ¡Nos hallamos de camino al habla, y se aparece imposible tal camino si no nos permitimos ab initio jugárnosla, si no evitamos considerar la malogración involuntaria, el error y la necesidad de olvidar – que no borrar – todo lo escrito y volver a empezar como ignominioso! Caminar es aceptar el riesgo de no permanecer al abrigo de los muros. Sin duda, aquí contamos con la ayuda de auténticos genios de esta artesanía que es el pensar, pero eso no anula todo riesgo, sino que intensifica la gravedad del error. Y qué bien sabe errar e insistir, errar y recomenzar a conciencia de que volver a errar es posible. Lo único que queda, si no se permite recaer y retornar al catre a dormir la mona, es seguir el camino que se propone con ayuda de aquellas señales que, si bien nítidas, se tornan confusas al ojo medio dormido 1, a pesar de la probabilidad de confusión en la que el proyecto se ve imbuido. Resumiendo: A pesar de que la reflexión nace de las asignaturas Hermenéutica y lenguaje y Perspectivas de la estética contemporánea, impartidas por María José Callejo y Julián Santos respectivamente, y se sirve de las nociones – nebulosas en su mayoría – que el autor posee de Heidegger, Gadamer y Kant, de ninguna manera pretende dar cuenta ni de las asignaturas ni de los autores, ni cae en éstas o aquellos la responsabilidad de las aberraciones que aquí puedan ser escritas acerca de la cuestión tratada – la poesía y el poeta – sino que, al contrario, todo acierto, por minúsculo que sea, debe su agradecimiento a todo ello. 1 Diríamos en mi tierra que aún seguimos “más pallá que pacá”.

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Así, bajo el rótulo “La vida no está en otra parte”, quedarían expuestos algunos pensamientos del autor, versando estos sobre el papel del poeta desde un punto de vista ontohistórico – entendiendo por tal aquel que concibe el sentido del ser inseparable del sentido de la historia – y su consecutiva caracterización. Qué es, pues, la poesía y qué es, en consecuencia, el poeta, se yerguen núcleos de la presente reflexión. Serán necesarias dos últimas aclaraciones: El título, modificado por una negación, hace referencia a una novela de Kundera. Esto, sin embargo, no constituye una crítica a la misma, ni implica que vayamos a desmontarla o explicarla. Nuestro fin es, más bien, traerla a colación para observar el nacimiento del Poeta, Jaromil, en ella, como ejemplo o actividad lúdica que torne menos árida esta exposición. La estructura escogida para mostrar – bendita palabra – la importancia capital de mis apoyos en el camino trazado emula la del Tractatus de Wittgenstein, con un matiz. Recordemos cómo se estructura el Tractatus antes de exponerlo: priman una serie de proposiciones, acompañadas de un número entero (en el caso de la obra del filósofo, siete proposiciones ostentan esa posición), cuyas explicaciones inauguran la numeración decimal. Asimismo, aquellas que complementan las oraciones que ya eran complemento abren las centésimas (la aclaración o adenda de la 4 es la 4.1, la de la 4.1 es la 4.11, y así, siendo el caso de que, si una proposición posee más de una proposición “inferior”, continúa la numeración, por ejemplo, 4.12, 4.13...), aquellas proposiciones que alcanzan las centésimas, las milésimas, etc. Nuestro matiz consistirá en que las proposiciones principales – aquellas que se acompañan de un número entero – no serán propias, sino de Heidegger, Kant, o Gadamer (extraídas de El origen de la obra de arte, Crítica del Juicio o Verdad y Método, principal y respectivamente), concediéndoles así la primacía dentro del conjunto, como principios articuladores. Es posible, también, que alguna ocupe un puesto inferior, si bien será imposible que una proposición propia ocupe el principal. No ha de entenderse, ni mucho menos, que haya una deducibilidad entre dos números enteros. Si bien intrínsecamente relacionados, el 1 no implica primacía sobre el 2. Todos los números enteros y sus respectivas aclaraciones son distintos abordajes a un mismo problema, que si bien no se deducen unos de otros, sí se complementan y toman entre sí, como hermanos, los logros que cada uno ha asentado para forjar el sentido del conjunto. Diríamos, pues, que es posible leer el cuerpo del ensayo tomando por comienzo cualquiera de las proposiciones principales. En todas habrá en juego elementos no explicados que cobrarán sentido con la lectura del resto (o esa es, al menos, la intención). Sin duda, tanto la numeración como el orden lineal que el paso de las páginas implica juega en contra de esta pretensión. Más nos habría gustado poder haberlo presentado como microtrabajos independientes, sin que haya podido ser posible debido a las complicaciones de presentación, impresión o difusión en la red que ello habría conllevado. Explicado ya, y con esto y lo puesto, damos inicio al cuerpo del ensayo.

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Tríptico: 1- El lenguaje sólo tiene su verdadera existencia en el hecho de que en él se representa el mundo. Tener mundo quiere decir comportarse con respecto a un mundo2. 1.1 El mundo es ya desde siempre un mundo lingüístico. 1.11 Esto es, el mundo está ya desde siempre estructurado lingüísticamente. 1.12 El ya desde siempre indica una anterioridad tanto cronológica como lógica. 1.13 Heredamos un mundo, esto es, un comportamiento con respecto al mundo cifrado lingüísticamente: una gramática. 1.14 Entendemos, con Joan-Carles Mèlich (quien, a su vez, se inspira en George Steiner), gramática como organización articulada de signos, símbolos, imágenes, narraciones, valores, normas, hábitos, gestos, costumbres, etc, que, por una parte, ordena y clasifica el mundo, así como las relaciones que en él se establecen, y, por otra, ofrece y proporciona normas de conducta respecto a ese mismo mundo y las interacciones entre sus miembros. La gramática es, por tanto, un marco de legalidad. 1.15 Comportarse respecto a un mundo es apropiarse del mundo. 1.151 Apropiarse del mundo es establecer una gramática. 1.16 El lenguaje es un trascendental del mundo. Toda gramática se da sobre la base del lenguaje. 1.17 Comportarse con respecto a algo requiere la articulación de ese algo en todo un sistema de relaciones – en una gramática – que dé nombre a la cosa, nombre que no es nunca mera palabra, sino todo un cifrado de acciones y consecuencias, de modos de comprensión y de aprehensión del objeto nombrado – toda una inyección de sentido cuya herida nunca sutura del todo. 1.18 Todo comportarse es ya desde siempre un comportarse lingüístico en el que la acción se dirige a un complejo de sentido a partir de su sentido y dotando de sentido. 1.181 Todo acceso al ente es perspectiva. 1.2 Comportarse implica portar-se a uno mismo con los otros y las cosas. 1.21 Esto es, lo que viene a la relación mediante el lenguaje son las cosas, los otros y aquel que en cada caso soy yo mismo. 1.22 Venir-a-la-relación es venir-a-ser. 1.23 El lenguaje trae al ser a las cosas. 1.231 El lenguaje es el árbol de cuyo ramaje (la gramática) surge el ente. 1.232 El lenguaje es dinámico. El anquilosamiento de la gramática – la muerte de las ramas – sería tan nefasto como la podredumbre de las raíces. 1.2321 El Esperanto, lejos de ser una simple y llana estupidez, es un atentado contra el ser humano – y, con él, un atentado contra el ser. 1.233 Poetas y pensadores son los jardineros del lenguaje. 1.24 El lenguaje dona ser. 1.3 La aperturidad del existente estar en el mundo como tal es el comprender. La significatividad es aquello en función de lo cual el mundo está abierto como tal 3. 1.31 Un ser que puede ser comprendido es lenguaje.4 2 GADAMER, Verdad y método, Ediciones Sígueme, Salamanca, 1999, p. 531 3 HEIDEGGER, Ser y Tiempo, parágrado 31, Ediciones Trotta, Madrid, 2012, p. 162 4 GADAMER, Ibid, p.567

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1.32 El mundo se abre como lenguaje en función de su significatividad. 1.33 Estar articulado en el todo de relaciones es tener un significado, significado obtenido siempre por el lugar que se ocupa en ese juego de relaciones. 1.331 El significado no precede a la relación. 1.3311 La relación es condición de posibilidad del significado. 1.332 Que el comprender abra mundo quiere decir que trae a cada cosa a la luz de su juego de relaciones, esto es, que trae a la palabra propia (aquella en cuya dicción se incluyen todos los silencios): explicita un significado previamente establecido por el todo de relaciones que constituyen el mundo. 1.3321 Decir, entenderse, mantiene lo dicho en unidad de sentido con una infinitud de cosas no dichas (relación con el conjunto de ser).5 1.4 El lenguaje es el centro en el que yo y mundo aparecen en su unidad originaria 6. 1.41 Ser-yo es siempre ser-yo-hablante (o silente), y ser-mundo es siempre sermundo-hablado (o callado). 1.411 El lenguaje humano debe pensarse como un proceso vital particular y único por el hecho de que en el entendimiento lingüístico se hace manifiesto el “mundo”. El lenguaje es, por su esencia, el lenguaje de la conversación7. 1.42 Hablar – (con)versar – es siempre re-presentar la cosa. 1.421 Ser y representar(se) es, en el fondo, una indistinción. 1.422 Todo presentarse es, en el fondo, representarse. 1.422 Todo acceso al ente es, por lo tanto, una interpretación, en el sentido de un interpelar y dejar hablar al ente que en cada caso es interpelado, siempre ya desde una articulación previa. Esto es: preguntar cómo es articulado lo ente en el todo de sentido siempre desde esa articulación, siempre desde una precomprensión (vulgar, no originaria), del ser. 1.43 Con-versar conlleva siempre dos movimientos cooriginarios articulados: hablar y escuchar. 1.431 El escuchar articulado en la conversación es, también e indiscutiblemente, un escuchar hablar a aquello sobre lo que se habla, y no sólo a aquél con quien se habla. 1.5 El lenguaje más originario (y no por ello unívoco sino, al revés, esencialmente plural) será el representar(se) más indistinto, esto es, la pura correlación. 1.51 Siendo el lenguaje más originario la pura correlación, el lenguaje más originario será el conversar correlacional con el objeto, el puro escuchar. Llamamos a este acto poesía. 1.511 La poesía es un escuchar al ser, un prestar oído y atención al modo en que bullen sentido y significación en el tuétano de la poesía, a cómo el silencio impregna los versos: en la poesía el ser muestra su esencial dinamismo, ilumina el lenguaje como su casa y presenta sus cauces. 1.5111 La poesía es un acto fundacional: funda horizontes de sentido. La poesía es el articularse primigenio de la articulación en la que los entes adquieren su estatuto como ente. 1.5112 Nada es antes de la poesía. 1.5113 En el origen de todo marco de legalidad, en el origen, por tanto, de toda civilización – y con ella de todo relato mítico, toda narración épica, todo misterio religioso, toda constitución, y 5 GADAMER, Ibid, p. 561 6 GADAMER, Ibid, p. 567 7 GADAMER, Ibid, p. 535

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toda (cómo no) metafísica – se halla latiendo la poesía. 1.5114 La imaginación (como facultad de conocer productiva) es muy poderosa en la creación, por decirlo así, de otra naturaleza, sacada de la materia que la verdadera le da 8. 1.51141 Esto es, la imaginación es capaz de crear, a partir de la naturaleza desnuda, una naturaleza de otro orden, una naturaleza habitada, o, lo que es lo mismo, una naturaleza con significado: un mundo. 1.512 Lo que comúnmente llamamos poesía – como casi todo lo que “comúnmente” llamamos de alguna forma – supone una “degeneración” del fenómeno recién tratado. 1.5121 Usaremos “degeneración” con pinzas, por las posibles confusiones a las que podría llevar: efectivamente, no se trata de que en algún momento esa poesía fuese lo común y, por causas históricas, se haya corrompido. No, ni mucho menos. Antes bien hemos de fijar nuestra vista en que lo que es primero por su dignidad, lo no-susceptible-de-precio, esto es, lo más originario, es lo que nos es más lejano por naturaleza. Ya desde siempre nos hallamos en un uso degenerado de aquello que palpita en el origen, siendo señal de un esfuerzo ingente, casi divino, el alcanzar semejante núcleo fundacional. 1.52 Es en la palabra poética donde el juego de remisiones, donde todo lo no-dicho, el conjunto del ser, se muestra en sus posibilidades, incluida la posibilidad de la completa disolución: la posibilidad de la nada. 1.521 En la poesía se hace patente el abismo de la ausencia de fundamento, la gratuicidad esencial de la vida. 2- Para expresar lo inefable en el estado del alma, en una cierta representación y hacerlo universalmente comunicable, consista esa expresión en lenguaje, en la pintura, o en la plástica, se requiere una facultad de aprehender el juego fugaz de la imaginación y reunirlo en un concepto (que precisamente por eso es original y al mismo tiempo instituye una nueva regla que no ha podido ser deducida de principios algunos o de ejemplos precedentes) que se deje comunicar sin imposición de reglas.9 2.1 En los cimientos de toda expresión de lo inefable en el estado del alma se halla el juego fugaz de la imaginación: “Consideran el primero (el arte) como si no pudiera alcanzar su finalidad más que como juego, es decir, como ocupación que es en sí misma agradable” 10. 2.11 El juego es, ante todo, inocente e inmotivado. 2.111 El poeta anuncia sólo un juego entretenido de ideas y de él surge tanto para el entendimiento como si hubiese tenido la intención de tratar un asunto de éste11. 2.1111 Su hablar hace hablar al mundo12 . 2.1112 Mundo ha de ser entendido como marco de legalidad y, por lo tanto, de comprensión. 2.11121 El mundo que surge para el entendimiento es un mundo que (nos) habla, es un mundo constituido lingüísticamente, una estructura de remisiones articuladas de determinada forma que sólo es en tanto que es hablada o callada. Esto quiere decir que el mundo sólo es allí 8 9 10 11 12

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KANT, Crítica del Juicio, parágrafo 49, Editorial Tecnos, Madrid, 2011 p. 241 KANT, Crítica del Juicio, parágrafo 49, traducción propia, p. 317 (de la paginación alemana). KANT, Ibid, parágrafo 43, p. 230 KANT, Ibid, parágrafo 51, p. 249 GADAMER, Ibid, p. 533

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donde hay un ser con capacidad de hablar y callar. 2.111211 No hay mundo sin lenguaje. El lenguaje es condición de posibilidad del mundo, y, por lo tanto, de toda comprensión: el ser, en tanto que comprendido, es lenguaje. 2.1113 El mundo no es más que su gramática (como todo abarcante), y no es dado en la experiencia (sino comprendido y velado en el hablar). 2.11131 El mundo, y con él el lenguaje en este sentido originario (las condiciones de su apertura), es lo inefable. 2.12 El juego rompe con la lógica establecida instaurando sus propias reglas. 2.121 El juego es libre. 2.1211 Debiera llamarse arte sólo a la producción por medio de libertad, es decir, mediante una voluntad que pone razón a la base de su actividad13. 2.122 El juego es fundacional. 2.1221 El acto de fundar un sentido – y con él un marco nuevo de inteligibilidad y comportamiento, una gramática – es llamado verdad. 2.1222 La mejor manera de determinar lo que significa la verdad será también aquí recurrir al concepto del juego. (…) Son en verdad juegos lingüísticos los que nos permiten acceder a la comprensión del mundo en calidad de aprendices - ¿y cuándo cesaríamos de serlo? (…) El comportamiento del que juega no debe entenderse como un comportamiento de la subjetividad, ya que es más bien el juego mismo el que juega, en cuanto que incluye en sí a los jugadores y se convierte de este modo en el verdadero subjectum del movimiento lúdico. Tampoco aquí puede hablarse de un jugar con el lenguaje o con los contenidos de la experiencia del mundo o de la tradición que nos hablan, sino de un juego del lenguaje mismo que nos habla, que propone y se retira, que pregunta y que se cumple a sí mismo en la respuesta 14. 2.12221 La lógica del hablar, es la lógica del preguntar-responder. Por lo tanto, la forma eminente del lenguaje será la conversación. 2.12222 Es el lenguaje mismo, como condición de posibilidad del mundo – como trascendental – el que nos pregunta y el que nos responde en el mismo movimiento inocente y constituyente – el del juego en que consiste la poesía – y el que se oculta en su propio preguntar y responder. De él sólo resta en el entendimiento su producto, el nuevo mundo recién forjado, el nuevo mundo del que nos hemos apropiado durante ese juego: la verdad como acontecimiento. 2.122221 La esencia del poema es, sin embargo, la fundación de la verdad. Entendemos este fundar en tres sentidos: fundar en sentido de donar, fundar en sentido de fundamentar y fundar en sentido de comenzar.15 2.122222 El juego del lenguaje dona mundo, fundamenta mundo y comienza mundo. 2.13 El poeta no juega, es presa del juego. 2.2 El poner a la obra de la verdad hace que se abra bruscamente lo inseguro y, al mismo tiempo, le da la vuelta a lo seguro y todo lo que pasa por tal. La verdad que se abre en la obra no puede demostrarse ni derivarse a partir de lo que se admitía hasta ahora. La obra rebate la exclusividad de la realidad efectiva de lo admitido hasta ahora 16. 13 14 15 16

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KANT, Ibid, parágrafo 43, p. 228 GADAMER, Ibid, p. 584 HEIDEGGER, Caminos de bosque, El origen de la obra de arte, Editorial Alianza, Madrid, 2010, p. 54 Opus cit.

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2.21 No hay contradicción entre 2.1211 y 2.13, pues el juego es libre y sólo juegan el juego sujetos libres: se requiere voluntad – y una fuerza de voluntad a la altura – para aceptar la responsabilidad que conlleva el juego inocente. El juego es inocente, no así quien lo juega. 2.211 Quien lo juega acepta el abismo, la pura inseguridad, el sentido de la mayor de las preguntas: ¿por qué algo y no más bien la nada? 2.212 Quien lo juega acepta la responsabilidad de quien alberga en sus manos el destino de un pueblo histórico, de todo un campo de sedimentación de sentido cuyos cauces le son abiertos. 2.213 Quien lo juega acepta soportar el error: reconoce la realidad como dinamismo, como perspectiva esencialmente quebrada, la ausencia de Dios y, con él, de predominio o exclusividad indefinida. Confrontación infinita de fuerzas finitas, el poeta es portador del eterno retorno de la finitud. 2.2131 “Univocidad”, “causa sui”, “sujeto-objeto”... el poeta es testigo de su envejecimiento, las reconoce como categorías del error y las repudia. 2.3 El poeta es aquel que juega al juego de la imaginación que es, en definitiva y como ya ha quedado explicitado, el juego del lenguaje, y regresa de él con un concepto, un concepto ajeno a la realidad precedente, injusto y cruel para con las reglas que rigen hasta su llegada: un concepto preparado para instaurar sentido. 2.31 El poeta vuelve del juego con una decisión tomada, ha escogido un cauce, una potencia de ser. 2.311 La decisión tomada no cobra cualquier forma, cobra la forma de concepto, de lenguaje. Un lenguaje que guarda en su esencia la movilidad que le dio vida, un lenguaje indisociable del silencio, de las infinitas remisiones a la maraña de sentido: cobra la forma de concepto poético. 2.3111 La poesía es el modo más originario del lenguaje y, con él, del conversar. Cuando el lenguaje es constituyente y no meramente dique roto por cuyos intersticios y grietas fluye, huyendo, el sentido, es poesía. 2.3112 La poesía alberga también los dos movimientos cooriginarios del conversar, escuchar y responder, llevados ambos a una indistinción originaria: el poema es correlación con la esencial inestabilidad del ser al tiempo que decisión de sentido; el poema, como armonía de silencios, es el correlato que surge al escuchar un cauce del ser. 2.31121 Líbrenos Dios de confundir a estas alturas el ser con el ente: no se escucha a ningún ser (ente) que hable, sino a la lógica misma del hablar y el escuchar, se escucha a la condición de posibilidad de toda escucha: se escucha al trascendental. 2.311211 Escuchar al trascendental es la determinación propia del método trascendental del cual la poesía, en sentido originario, participa: hay un caminar desde lo particular hasta sus condiciones de posibilidad, para regresar al mismo punto del que partimos, y en el que ya desde siempre nos encontramos, con nuevos ojos y ánimos renovados: poetizar – como filosofar – es, esencialmente, una forma destinal de apropiarse del mundo, de enfrentarse a sus potencias con el ánimo de la decisión. Vemos estos tres pasos en la proposición 2: partir de una cierta representación, un particular, alcanzar lo inefable y volver con ello en la mano para afrontar – cambiar – el mundo. 2.312 Sólo mediante el lenguaje puede fundarse sentido: el concepto torna efable lo inefable y, así, lo hace transmisible. El juego acaba quebrando las reglas preestablecidas con su 8

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inocencia atroz única y exclusivamente porque su producto, el concepto, es comunicable; es lenguaje. 2.4 Todo arte, en tanto que constituyente, es esencialmente poesía tal y como ha quedado delimitada. Todo arte es, en este sentido, lenguaje y conversación. 2.5 La facultad requerida para, en definitiva, ser poeta, no se halla desarrollada en todas las personas, antes bien es poco común. 2.51 Llamamos genio a aquella facultad que posibilita el arte. 2.511 Genio es la capacidad espiritual innata (ingenium) mediante la cual la naturaleza da la regla al arte17. 2.5111 Sin embargo, diremos, la naturaleza tiene también su propia regla: sólo puede aparecer en tanto que constreñida por un marco de sentido, por un mundo y, al mismo tiempo, en un continuo desbordar este último, cuya dinámica le fuerza a renovarse indefinidamente. 2.5112 La fisis ilumina al mismo tiempo aquello sobre y en lo que el ser humano funda su morada. Nosotros lo llamamos tierra. (…) La tierra es aquello en donde el surgimiento vuelve a dar acogida a todo lo que surge como tal18. 2.512 El genio es la capacidad innata que posibilita acceder a, y mantener abierta, esta dinámica interminable del establecimiento de sentido. 2.5121 Desde el momento en que la obra levanta un mundo y trae aquí la tierra, se convierte en la instigadora de ese combate (…) el ser-obra de la obra consiste en la disputa del combate entre mundo y tierra (…) La disputa del combate consiste en agrupar la movilidad de la obra, que se supera constantemente a sí misma19. 3- Desde el momento en que la obra de la palabra se introduce en los relatos del pueblo, ya no habla sobre dicha batalla sino que transforma el relato del pueblo de tal manera que, desde ese momento, cada palabra esencial lucha por sí misma la batalla y decide qué es sagrado o profano, grande o pequeño, atrevido o cobarde, noble o huidizo, señor o esclavo (vid. Heráclito, frag 53). 20 3.1 Ser-obra significa levantar un mundo.21 3.11 El ser-obra de la palabra es la poesía. 3.12 Levantar un mundo es decidir qué es sagrado o profano, grande o pequeño, atrevido o cobarde, noble o huidizo, señor o esclavo: levantar un mundo es establecer un sentido, es decidir qué es qué para todo caso virtualmente posible por relación con el resto de cosas que, en ese mismo sentido, ya es y, en consecuencia, decidir cómo hemos de comportarnos con cada cosa de acuerdo a lo que es. 3.121 El mundo se alza como estructura de comprensibilidad, como posibilidad de vivencia: el mundo se alza como realidad imperante, la realidad de un pueblo histórico (su experiencia del ser). 3.2 La poesía se da siempre en el marco de un pueblo histórico. 3.21 La puesta en obra de la palabra se da siempre mediante una lengua. 17 18 19 20 21

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KANT, Ibid, parágrafo 46, p. 233 HEIDEGGER, Ibid, p.30 HEIDEGGER, Ibid, p. 33 HEIDEGGER, Ibid. p.31 Opus cit.

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3.211 La puesta en obra de la palabra se da siempre mediante una lengua porque el lenguaje es la huella de la finitud: el ser con capacidad de habla es, ante todo e inexorablemente, finito. 3.2111 El lenguaje no es la huella de la finitud porque exista la diversidad de la estructura del lenguaje humano, sino porque cada lengua se forma y prosigue continuadamente al paso que va trayendo al lenguaje su propia experiencia del mundo22. 3.212 El ser humano se muestra así histórico-finito, pues arrastra en su lengua el despliegue temporal del lenguaje en el marco de su pueblo histórico: la lengua es el acceso al ser cuya sedimentación atestigua nuestra esencia histórica. 3.2121 La apertura del acceso al ser a partir de la lengua, es la poesía. 3.2122 Entenderemos lengua en un sentido mucho más amplio que idioma: incluyendo éste, la lengua acoge también la historia del arte, del comportamiento, del temple anímico, en definitiva, de toda forma de comprensión del mundo por parte del humano en cuanto partícipe de un pueblo histórico. Toda significatividad particular de un pueblo histórico queda englobada en el concepto “lengua”. 3.21221 La lengua es el expresarse óntico de la comprensión del hombre existente en tanto que perteneciente a un pueblo histórico. 3.21222 La lengua cifra la experiencia vital de un pueblo histórico. El Esperanto se nos muestra así como un absurdo: el mismo quehacer de cada pueblo histórico lo deformaría, el Esperanto es la Torre de Babel que alberga ya, en su estructura, la necesidad del castigo de Dios, su propia imposibilidad. 3.3 El ser del hombre se funda en la Palabra; mas la Palabra viene al ser como diálogo. Y este su modo de venir al ser no es uno de tantos; sólo en cuanto diálogo la Palabra es esencial al hombre. Por lo demás, lo que solemos entender por “Palabra”, a saber: un conjunto fijo de vocablos y de reglas para unirlos, es tan sólo el primer plano de la palabra 23. 3.31 En el diálogo, poder-oír se torna tan necesario como poder-hablar: habla y escucha son cooriginarios para el Lenguaje. 3.32 La poesía es el modo más propio de lenguaje, pues en él se da un diálogo con la estructura del ser y sus elongaciones temporales: en la poesía, las cosas son tomadas en consideración junto con sus sedimentos y sus potencias. 3.321 La poesía es la conversación más pura, más propia, en tanto que reúne en el conversar presente y pasado de dos comunidades de vida dispersas en el tiempo, abriendo para sí los cauces del ser, asiendo sus potencias de cara a la decisión: el poeta escucha y recibe del lenguaje una nueva experiencia vital, un nuevo mundo recién fundado y fundamentado. 3.3211 La poesía se da en la conversación del presente con la tradición, no en un obviar ésta. Sólo una conciencia plena de los movimientos de las elongaciones del tiempo puede comprender el todo de sentido hablable en la tradición y volver, con él, al presente, para desentrañar sus posibilidades. 3.322 Es verdad que los mundos históricos , que se resuelven los unos en los otros en el curso de la historia, son distintos entre sí y también distintos del mundo actual. Y sin embargo lo que se representa es siempre un mundo humano, esto es, constituido lingüísticamente lo haga la 22 GADAMER, Ibid, 548 23 HEIDEGGER, Hölderlin y la esencia de la poesía, Anthropos, Colombia, 1994, p. 26

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tradición que lo haga. Como constituido lingüísticamente cada mundo está abierto por sí mismo a toda posible percepción y por lo tanto, a todo género de ampliaciones; por la misma razón se mantiene siempre accesible a otros24. 3.3221 Las posibilidades – los cauces del ser – son siempre posibilidades de un pueblo histórico. 3.32211 Que el ser tenga cauces lo torna histórico. 3.33 El lenguaje como trascendental posibilita un acceso al objeto como sedimento de sentido esencialmente dinámico. 3.331 En la matización de las acepciones lingüísticas del mundo cada una de ellas contiene potencialmente a todas las demás, esto es, cada una está capacitada para ampliarse hacia cada una de las otras. Está capacitada para comprender y abarcar desde sí también la acepción del mundo que se le ofrece en otra lengua distinta25. 3.34 El Lenguaje (la Palabra) consiste en la inclusión del humano en un acontecimiento mucho más amplio que él, el ser como acontecer apropiador. Ser es relacionar-se, y tanto la relación como su establecimiento son Lenguaje: el hombre no es el origen del Lenguaje, sino que queda articulado por él como aquel con capacidad de habla, el ser del hombre se da al hombre en el Lenguaje. 3.341 La poesía reproduce ese acontecimiento por el que las cosas vienen a la propiedad, a la significación. 3.4 El papel del poeta no es sólo poner en obra la Palabra, sino cuidarla. 3.41 Cuidar la obra significa mantenerse en el interior de la apertura de lo ente acaecida en la obra. Ahora bien, ese mantener en el interior del cuidado es un saber. Efectivamente, saber no consiste sólo en un mero conocer o representarse algo. El que sabe verdaderamente lo ente, sabe lo que quiere en medio de lo ente.26) 3.411 Así el papel del poeta consiste en cuidar el esencial dinamismo del ser, su continuo desbordarse en nuevos mundos: el papel del poeta es escoger, es verter la Palabra en un cauce del ser y quererse a sí mismo haciéndolo. 3.4111 Los cauces del ser son, materializados, los cauces de su pueblo histórico. 3.4112 El poeta funda lengua. 3.5 El papel del poeta es ser el asesino del Esperanto.

El poeta habita: Concluiremos este trabajo comentando, tal y como avisamos, un capítulo de La vida está en otra parte, de Milan Kundera, concretamente el tercer capítulo de su primera parte (El poeta nace). Para evitar copiar palabra a palabra el capítulo en toda su extensión, trataré de resumirlo trasladando a nuestro trabajo únicamente aquellos fragmentos cuya literalidad nos sirva de apoyo en la defensa del poeta y su función que hemos venido construyendo desde los cimientos que Heidegger, Kant y Gadamer nos han legado. 24 GADAMER, Ibid, p. 536 25 GADAMER, Ibid, p.537 26 HEIDEGGER, Camino de bosque, Ibid. p. 48-49

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A lo largo de nuestro personal tríptico hemos observado al poeta como el encargado de erigir y cuidar mundo, un encargado único, genial, que conoce y enfrenta con determinación la más dura sabiduría: su mundo, el mundo que habita y en cuya construcción contribuye activamente, podría no haber sido. Vamos a prestar atención, teniendo en mente estas claves que han emergido en el trabajo previo, a los sucesos del capítulo propuesto. En él, Jaromil, protagonista de la historia, viene a la palabra, abandona el balbuceo para reconocerse a sí mismo entre las cosas del mundo. Sin embargo, no es una llegada cualquiera. Poco después de formular sus primeras palabras “mamá”, “mamá es fea” o “mamá, te voy a dar un beso chupado”, presenciamos el siguiente hecho: “Una frase llama nuestra atención por su construcción rítmica. La abuela le prometió una vez a Jaromil una manzana, pero se olvidó de la promesa y se la comió; entonces Jaromil se creyó defraudado, se enfadó mucho y repitió varias veces: la fea abuelita me robó la manzanita. El sentido de esta frase tenía la misma contextura que aquel otro pensamiento de Jaromil: Mamá es fea, sólo que esta vez no recibió azotes sino que todos, incluso la abuela, rieron y repetían luego entre ellos la ocurrencia, hecho que no pasaba desapercibido al avispado Jaromil. El niño, por aquel entonces, difícilmente podía comprender la causa de su éxito; pero nosotros sabemos bien que lo único que le evitó las palmetadas fue la rima y que, de este modo, la poesía le dio a conocer por vez primera su poder mágico”. Jaromil ha hecho un uso del lenguaje extraño, pues modula el comportamiento común que sigue a las palabras pronunciadas allá donde se pronuncian. “Mamá es fea”, según nos narra Kundera, había causado una reprimenda instantánea y, sin embargo, “La fea abuelita me robó la manzanita” no. “Mi abuela es fea”, “mi abuela fea me robó”, “mi abuela es una ladrona”, cualquier otra formulación de significado idéntico habría abatido la mano abierta de la madre sobre el cachete o la nalga de Jaromil. Digno de atención es, pues, el hecho de que “La fea abuelita me robó la manzanita” no conlleve la misma consecuencia. El escritor checo nos recuerda que, para nuestra experiencia común, no es tan extraño: somos perfectamente conscientes de que se ha librado, por los pelos, por un detalle significativo, la rima. No obstante, nosotros nos vemos en la tesitura de llevar la reflexión al siguiente estadio, para dar luz a la frase siguiente. Esta rima, propia de Gloria Fuertes, logra su efecto por la extrañeza que supone para sus familiares que el niño la haya compuesto. Es la extrañeza la única capaz de cambiar lo común, de establecer una regla nueva. La extrañeza irrumpe en el todo de sentido como una grieta, una disociación: las pautas de comportamiento se desgarran y surge lo nuevo. Ese es el poder mágico de la poesía, disolver lo común en pos de lo nuevo, lo extraño. “A partir de entonces se fijaba atentamente en los valores que otorgaban los mayores a sus palabras, en qué estaban de acuerdo, en qué no lo estaban y qué era lo que a veces los enojaba; esto hizo que una vez, cuando se hallaba con la madre en el jardín, pronunciara una frase preñada de la dulce melancolía de las lamentaciones de la abuela: Mamá, la vida es como la mala hierba. Es difícil interpretar lo que él se imaginaba en esa frase; parece seguro que no se refería a esa viva nulidad y a esa nula vivacidad que caracterizan a la mala hierba, sino que tal vez pretendía presentar una imagen bastante imprecisa de la tristeza y vanidad de la vida. A pesar de haber expresado algo distinto de lo que tenía intención de decir, el resultado de sus palabras fue extraordinario; la madre se calló, le acarició los cabellos y le miró con los ojos arrasados en lágrimas. Esa mirada llena de enternecida alabanza embriagó tanto a Jaromil que quiso verla de nuevo. Durante el paseo dio una patada a una piedra y luego dijo a la madre: Mamá, le he dado una patada a la piedra y ahora me da tanta lástima que querría acariciarla. Se agachó y acarició la piedra. 12

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La madre estaba convencida de que su hijo no sólo tenía talento (a los cinco años sabía leer) sino también una sensibilidad fuera de lo común y que era distinto de los demás niños.” Y la madre no anda desencaminada: su hijo tiene esa facultad peculiar que posibilita escuchar y responder al Lenguaje, codificar en un verso todo un hilo suelto de la madeja del ser; su hijo puede crear gramática, está llamado a la vanguardia de su pueblo histórico, a estar a la altura de los tiempos y, aún más difícil, a la altura del ser. Sin lugar a dudas, apunta maneras. Ya en su infancia es capaz de crear nuevas articulaciones de sentido: la melancolía de una anciana preña la mala hierba, el silencio religioso con que la madre escucha a su hijo bebe esas lamentaciones en la imagen del brote cenizo de un campo sin sanear, le pican las arrugas, la lágrima, sus labios rotos, como la urticaria de una ortiga, le arden las manos del absurdo del día a día como a aquellos ancianos que zachan el campo al sol incisivo. Y de ninguna manera esto era lo que él pretendía. Él no tenía en mente al anciano zachando, ni los complejos de su madre, ni mucho menos a su abuela. No. Él simplemente entra con decisión al juego del lenguaje, busca activamente jugar en él y éste desborda toda posible pretensión de Jaromil: su producto, “la vida es como la mala hierba”, se regala a todo aquel que le escucha instalando sentido. Fijémonos ahora en lo que prepara su madre para su cumpleaños: “Ella se sentó a la mesa en su habitación, tomó la primera hoja y durante bastante tiempo estuvo dibujando las letras con lápiz; finalmente mojó el pincel en tinta roja y comenzó a pintarla primera letra, una L mayúscula. Después de la L una A y por fin tuvo listo el cartel: La vida es como la mala hierba. Miró su obra y se quedó satisfecha: las letras estaban bien alineadas y eran relativamente del mismo tamaño; sin embargo tomó un nuevo papel, volvió a dibujar el mismo cartel, que pintó con tinta azul oscura, porque le parecía un color que reflejaba más la profunda tristeza del pensamiento del hijo. Luego se acordó de cuando Jaromil había dicho la fea abuelita me robo la manzanita y con una sonrisa de felicidad esbozada en sus labios empezó a pintar (esta vez con tinta roja clara): A nuestra querida abuelita le gustan las manzanitas. Luego, se acordó de cuando había dicho: Vosotros sois unos cabrones, pero esta no la escribió y en lugar de eso pntó (en verde): Nos vamos a pasear, y a todos nos va a gustar y luego (en violeta): Nuestra Anita es como una ovejita (Jaromil había dicho criada Anita, pero a la madre la palabra criada le pareció fea); después recordó cuando Jaromil se había agachado a acariciar la piedra y tras una corta meditación empezó a pintar (azul claro): No podría hacerle daño ni a una piedra y al final y como un poco avergonzada, y, por eso mismo con mayor placer, pintó (anaranjado): Mamita yo te doy un beso chupado y además (dorado): Mi mamá es la más linda de todas”. Su entorno queda así sembrado de aquellas cosas que, conscientemente, Jaromil había dicho en voz alta henchido de curiosidad por la reacción de todos. Se conforman los límites de su hogar, sus creaciones le trascienden, la mala hierba tiene dentro de su cuarto un significado nuevo, todo el juego de remisiones cambia, los colores gritan desde cada esquina aquella nueva articulación de sentido: dentro de su cuarto no es lícito comportarse como si aquello no estuviese allí. Tal es la decepción de la madre de Jaromil cuando éste parece no prestarles atención: “ La madre sentía su corazón tan oprimido que hubiera preferido desaparecer de allí. Pero estaba en la habitación y no podía omitir una palabra sobre los letreros que colgaban de las paredes, porque su silencio sería interpretado como una condena; por eso dijo: – ¡Y fíjate en los letreros! El niño tenía la cabeza inclinada y miraba hacia el interior de la mesa”. No obstante, Kundera nos informa inmediatamente del error de la madre: 13

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“Pero se equivocaba al pensar que Jaromil no había apreciado su regalo. No supo que decir, pero no estaba descontento; siempre había estado orgulloso de sus palabras y no había querido lanzarlas así, sin más, al aire. Cuando ahora las veía cuidadosamente copiadas con tinta y convertidas en cuadro experimentaba una sensación de triunfo, pero de un triunfo tan rotundo e inesperado que no sabía cómo reaccionar y sentía miedo; comprendió que era un niño que pronunciaba frases importantes y sabía que un niño así debería decir ahora algo interesante, sólo que no se le ocurría nada y por eso inclinaba la cabeza. Pero cuando con el rabillo del ojo veía en las paredes sus propias palabras plasmadas, eternizadas, duraderas y superiores a él mismo, se sentía como anonadado; le parecía estar como rodeado por sí mismo, como si toda la habitación y la casa estuvieran llenas de él, y en su entorno”. ¡Por supuesto que Jaromil no lo desprecia! Le impresiona tanto el poder del Lenguaje, la posibilidad de no estar a la altura de su propio destino, que se ve incapaz de decir nada. Cómo no, si llega a tan temprana edad a la conciencia de algo cuya comprensión hemos intentado forzar en estas páginas. Su hogar ha sido constituido por sus palabras, como todo hogar, como todo entorno seguro y, al mismo tiempo, frágil. Habitar es mucho más que cobijarse, habitar es cuidar, constituir activamente un espacio de sentido. Habitar propiamente es esforzarse por construir aquello que trasciende al constructor, al habitante; no se pone una pared así y otra de aquella manera, arbitrariamente, no se coloca un ladrillo, encima un lápiz, encima un pegote de cemento, luego un trozo de tela y uno tiembla y tirita debajo como un perro abandonado, no. Se busca un hogar duradero, se calcula, el poeta no busca lanzar sus palabras así, sin más, al aire, sino que busca crear y pone todas sus capacidades en el acto de creación, desata las potencialidades del ser y las refunda logrando un espacio donde el beso chupado es algo, donde Anita adopta unos caracteres de las ovejitas y otros no – quizá el brillo de la lana en su pelo cuando el sol avasalla la lluvia, quién sabe –, un espacio donde la piedra llora y la rima parapeta del pasado rigente. No queda nada, no hay causalidad entre lo anterior y el presente, entre lo que era y lo que es: una brecha se abre en el versus del verso, en el silencio del ritmo, se disuelve lo antiguo y crece lo nuevo. Cuidar nuestro hogar primigenio, nuestro ámbito de seguridad, aquello en lo que se funda toda estabilidad que, fingida o no, es funcional, el Lenguaje, es relacionarse con las cosas de forma que éstas cobren orden, obtengan un lugar en el complejo de articulaciones y remisiones, que digan algo, que griten su nombre como no pudiendo ser otro: que sean significativas. “Lo que ordena aquí la casa es la autosuficiencia que permite al cielo y la tierra, a los dioses y a los mortales formar una única unidad con las cosas. Es eso lo que sitúa la granja mirando al sur, en la ladera de la montaña protegida por los vientos, entre los prados cercanos al manantial, y la dota de un tejado con ancho voladizo de guijarros, cuya característica pendiente no sólo aguanta el peso de la nieve, sino que desciende hasta abajo para resguardar las habitaciones de las tormentas durante las largas noches invernales. No olvida el altar en un rincón, detrás de la mesa comunitaria, y halla sitio en la habitación para el sagrado lugar del parto y para el ‘árbol de los muertos’ –pues así llaman aquí al ataúd–, y de ese modo determina, para las distintas generaciones que conviven bajo el mismo techo, el carácter de su viaje a través del tiempo. La habitabilidad artesana, surgida ella misma de la morada, que aún emplea sus herramientas y sus estructuras como si fueran cosas, edifica la casa de labor.”27 Así describe, no sin lirismo, Heidegger su hogar idílico: una granjita en la Selva Negra. Todo queda ordenado y cobra unidad de sentido, todo aparece como estando justo donde tiene que estar. El árbol de los muertos que les acoge y les devuelve a la tierra se halla junto al lugar del sagrado 27 HEIDEGGER, citado por L. McDowell en Genero, Identidad y Lugar, Ediciones Cátedra, Madrid, 2000, pp. 111 y 112.

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parto, y entre vida y muerte, un espacio para la tradición, para las distintas generaciones, tomadas siempre desde el hoy día, y para el futuro irremisible; la mano firme del artesano ha erigido un complejo de sentido allí donde necesitaba desarrollar su labor, las manos ajadas son testigo del esfuerzo que ha trascendido. Aquello en que tiempo atrás derramó horas y horas es hoy autosuficiente y da hogar a cualquiera que entre en su entorno. Así, igual, las frases de Jaromil impregnan su hogar propio. Cuidar y erigir, sí, el hombre habita activamente, y es papel de poetas y pensadores cuidar la casa del ser, cuidar aquello que nos guía en el enfrentamiento con la vida y la incertidumbre de ese futuro cuya única certeza es la muerte: evitar el anquilosamiento del Lenguaje, tal es la tarea que venimos señalando. Porque con las palabras no cambia sólo un sonido, no cambia sólo una idea o la imaginación dibuja en nuestra mente una curiosidad efímera. Quien cuida el Lenguaje sabe lo que se juega en él. El Lenguaje es el límite operativo que constituye al ser y lo que es, que constituye una gramática. Sin embargo, y esto es lo que queremos decir, una gramática (ni siquiera, como se dijo en la proposición 3.2122, una lengua) no es un mero conjunto de letras y formas de conjuntarlas, no: “Dejó a un lado la pluma y prefirió soñar; estuvo soñando sobre un umbral misterioso que debía trasponer un niño para convertirse en hombre; le pareció saber el nombre de ese umbral; el nombre no era amor, el umbral se llamaba deber. Era difícil escribir poemas sobre el deber; ¿qué fantasía podía despertar esa severa palabra? Pero Jaromil sabía que la fantasía animada por esa palabra sería nueva, insólita, inesperada; porque lo que él pensaba no era el deber al estilo antiguo, asignado o impuesto desde el exterior, sino el deber que el propio hombre creaba para sí, que elegía libremente, un deber voluntario, prueba en el hombre de coraje y altivez”28. Es el deber lo que está en juego. El Lenguaje articula mucho más que sonidos y referencias, articula deber, pautas de comportamiento, marcos legales. La significación es el modo en que se nos abre el mundo como aquello con respecto a lo cual nos comportamos. Jaromil sabe que lo que ha creado y lo que ha de cuidar, lo que cuida, de hecho, creando y manteniéndose en esa dinámica propia del ser, es muy superior a él aunque ya desde siempre lo lleva con él: es la realidad en su completitud, es la vida. Porque la vida, lejos de lo que reza el título, no está en otra parte, alejada de la poesía y de las paredes de Jaromil: la vida se configura allí, justo donde el poeta pone la Palabra.

28 Este último fragmento corresponde al capítulo 11 de la quinta parte, “El poeta tiene celos”.

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Telón: Se abre el cielo en tus pestañas de ética libre y verdad y naturaleza; desbordan la palabra por un di-qué roto el instante en que se abate el párpado caen el sentido, lo político, lo etéreo y lo eterno (se abre la maraña) brazos abiertos, hilos sueltos, un océano que preña sus aguas (se muestran sus hilos a la hilandera para rehacer la madeja) se abre la poesía en tus pestañas, historia un sistema endocrino desplegado en su arrasar y fundar y arrasar de nuevo la brecha condensa tus páginas sedimento humano un rastro bio-orgánico impregnando las paredes del reino

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