La vida está en otra parte. Subsunción del trabajo migrante en el capitalismo corporativo

May 19, 2017 | Autor: H. Márquez Covarr... | Categoría: Development Studies, Labor Migration, Capitalism, Migration Studies, Mexico, United States
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Descripción

La vida está en otra parte. Subsunción del trabajo migrante en el capitalismo corporativo Humberto Márquez Covarrubias* Raúl Delgado Wise**

Preludio

El discurso mitológico de las migraciones toma como punto de partida la de­ cisión de individuos interesados en maximizar su ingreso. La racionalidad instrumental de la migración se apoya en redes sociales que permiten la in­ serción a una fuente salarial en los lugares de destino, donde recibirán un ingreso que les permitirá subsistir y apoyar a los familiares en los lugares de origen. El contexto de las migraciones encuentra sus linderos en los terre­ nos de la subjetividad. En esa sintonía, el discurso del poder, modernizador y desarrollista, ascenderá a los migrantes proveedores a la categoría de agentes de desarrollo. Desde una mirada crítica, las migraciones internacionales están inmer­ sas en dinámicas asimétricas entre mundos desarrollado y subdesarrollado donde se tejen redes globales de capital. El punto neurálgico de la relación conflictiva entre centros y periferias del sistema mundial capitalista radica en la transferencia centrípeta de excedente mediante mecanismos como el intercambio desigual, la deuda externa, las ganancias de las corporaciones transnacionales, los pactos financieros espurios, la renta tecnológica, entre otros. Más aún, la expoliación tiende a profundizarse con el extractivismo de las fuentes primordiales de riqueza, la naturaleza y el trabajo. A la usanza de prácticas neocoloniales, las corporaciones transnacionales extraen riqueza bruta del subsuelo (minerales, agua, petróleo y gas), de la litosfera (bienes * Docente-investigador y responsable del Programa de Doctorado de Estudios del Desarrollo de la Universidad Autónoma de Zacatecas, México. ** Presidente de la Red Internacional de Migración y Desarrollo, coordinador de la Cátedra unesco sobre Migración, Desarrollo y Derechos Humanos y docente-investigador de la Unidad Académica de Estudios del Desarrollo de la Universidad Autónoma de Zacatecas, México. 125

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comunes y biodiversidad) y de la estratosfera (telecomunicaciones). Comu­ nidades autóctonas y pueblos mestizos son despojados de las bases materia­ les para la producción y la reproducción de la vida, en tanto que la migración forzada, la puesta en disposición de trabajo abundante y barato a favor del capital central, representa la sustracción del principal recurso, el trabajo vivo, que está compuesto de la corporalidad viviente y consciente, de la dig­ nidad y fuerza de trabajo de las personas. La migración internacional de las periferias al centro es una pérdida irremplazable de la principal fuerza pro­ ductiva y del recurso principal de una sociedad, la vida misma: despoja a las comunidades y pueblos no sólo de los cuerpos sino de la energía social para la generación de producto potencial, de excedente social, de riqueza. La transferencia de excedente, derivada de las relaciones de poder y do­ minación asimétricas, y el extractivismo de recursos humanos y naturales significan el hundimiento definitivo de los países inmersos en el subdesarrollo y la dependencia. Progresivamente, el mundo periférico se desvaloriza y pierde la capacidad de gestionar el excedente producido y, en consecuencia, de organizar con autonomía ciclos de acumulación de capital, que eventual­ mente pudieran servir para redistribuir valor al conjunto social. En tales condiciones, el desarrollo humano, o algo que se le asemeje, es imposible. El análisis nacionalista centrado en el origen étnico o nacional de los migrantes pierde de vista el papel conferido a la fuerza de trabajo migrante multinacional o incurre en un estéril divisionismo que se acentúa entre quienes exaltan el localismo o la oriundez, pese a que pretendan apegarse a una óptica “transnacional”. En cambio, nuestra perspectiva analítica toma al sistema mundial capitalista como el marco contextual y al sistema migra­ torio centro-periferia como la unidad de análisis. El sistema migratorio es un mercado laboral que articula las economías desarrolladas y subdesarro­ lladas, que aun pueden contener reminiscencias coloniales o neocoloniales, para abastecer de fuerza de trabajo abundante, desorganizada y barata a favor de las corporaciones, que operan en redes de capital diseminadas en ambos polos de la relación, lo cual refuerza los lazos de dominación y sub­ desarrollo. Los Estados nacionales cumplen un papel primordial como con­ tenedores de la fuerza de trabajo y referentes para la restricción de la libre circulación de personas, lo que permite mantener diferenciales salariales, con énfasis depresivo en las periferias, y generar un mercado laboral inse­ guro y precario. El capitalismo corporativo abreva de caudales de trabajo vivo emanado de las economías subdesarrolladas, aunque también de zonas centrales con­ tiguas. Al amparo de la internacionalización del capital y el consecuente

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desplazamiento de eslabones productivos en diversas partes del mundo, la explotación del trabajo adquiere enormes beneficios de la diferenciación espacial y salarial existente en las demarcaciones otrora catalogadas como centrales y periféricas. En las periferias, las corporaciones transnacionales combinan una mayor composición orgánica de capital y trabajo barato para gestar ganancias extraordinarias y competir favorablemente con otros capi­ tales centrales y con los periféricos. Al mismo tiempo, grandes parcelas de la fuerza laboral periférica son atraídos a la economía central para que com­ plementen algunos huecos laborales que se abren con la estrategia de inter­ nacionalización y que suplementan la estrategia de combate contra el trabajo sindicalizado y seguro, a favor de la flexibilización y precarización laboral. El sistema mundial prohíja una fuente multinacional de trabajo vivo, con distintos niveles de calificación, experiencia y cultura cuyo papel es contri­ buir a la generación de excedente operada por las grandes corporaciones capitalistas. Vida expuesta, migración forzada

El desarrollo capitalista realmente existente no sólo despliega redes globa­ les de capital que buscan apoderarse de nuevas fuentes de generación y apropiación de riqueza, sino que también tejen relaciones sociales violentas y propician condiciones de vida inseguras para la mayoría de la población, la cual ha sido nombrada de diversas formas: precariado y Sur global, por ejemplo. Las dinámicas de acumulación prohíjan una cauda de sujetos so­ ciales despojados de medios de producción y subsistencia; pobres cuya patri­ monio se reduce, cada vez más, a la propia fuerza de trabajo para sobrevivir; y necesitados propensos a sujetarse a los patrones de consumo que dicta la lógica del capital. A menudo, la fuerza de trabajo liberada proviene de las filas del campesinado y el proletariado, debido a que las bases materiales de arraigo han sido pulverizadas, el soporte institucional, desmantelado y la red de protección social, desarticulada. Los sectores sociales adscritos a estas clases sociales se ven forzados a emigrar y se convierten en una fuerza labo­ ral disponible para el capital, tanto en las economías de enclave configura­ das en las periferias como en las economías de los países centrales. Desde la óptica del capital, los migrantes forzosos conforman un caudal laboral abundante, desorganizado, flexible y barato; desde el punto de vista del trabajo vivo, la migración forzada expone la vida de quienes fueron des­ pojados, empobrecidos y necesitados, al reducirlos a una mera mercancía humana que busca insertarse en el mercado laboral afrontando riesgos,

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peligros, violencia e inseguridad. En el escenario del capitalismo neoliberal, la migración forzada se caracteriza por nueve tipos, según sus causas: 1) Desastres naturales. En principio, los cataclismos naturales —huracanes, inundaciones, sequías, erosiones, terremotos, deslaves, contaminación y epidemias— son problemas ambientales generados por las convulsiones de la naturaleza; empero, el mundo natural ha sido trastocado, por completo, por la acción humana, principalmente por las grandes corpo­ raciones capitalistas que depredan ecosistemas y contaminan el entorno con la consecuente afectación de los asentamientos humanos, la des­ trucción de la cultura material de los pueblos y el desplazamiento de conjuntos familiares. La vulnerabilidad de la población resulta de la precaria infraestructura urbana y rural, las casas inseguras, la debilidad de las instituciones y el interés de las corporaciones por aprovechar los desastres para apropiarse del cúmulo de bienes comunes (tierra, agua, biodiversidad) y bienes nacionales (infraestructura, petróleo, electrici­ dad, etcétera) cuando los grupos humanos son desplazados. 2) Conflictividad intersubjetiva. La tensión de los intereses antagónicos de los conjuntos familiares, comunidades, religiones y partidos políticos puede decantarse en la eclosión de violencia intersubjetiva que trastoca la pre­ caria cohesión social y la convivencia a fin de hacer prevalecer la volun­ tad política, ideológica y económica de los agrupamientos sociales que pretenden ejercer la dominación territorial. Los poderes fácticos o caci­ quiles pueden recurrir a la acción violenta directa u organizar grupos armados, paramilitares o guardias blancas, para hostilizar a los gru­ pos antagónicos. Cuando las instituciones estatales generan vacíos de poder, los conflictos pueden derivar en el amedrentamiento y amenaza de grupos humanos que se ven obligados a emigrar para buscar parade­ ros menos hostiles. 3) Trata y tráfico de personas. La condición humana reducida a mercancía de­ genera en fenómenos como la trata de personas, el trabajo forzoso y el tráfico de personas. La trata de personas constituye uno de los ejemplos más nocivos de violación de derechos humanos por grupos criminales que lucran con la prostitución y el trabajo forzado de personas vulne­ rables que viven amedrentadas, violentadas o drogadas. Asimismo, los traficantes de personas lucran con el trasiego de personas que cruzan la frontera entre países de manera indocumentada. Grandes contingentes de migrantes mexicanos, centroamericanos y de otras procedencias re­ curren a los “polleros” para realizar su travesía transmigratoria. A menudo,

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los traficantes de personas están vinculados con el crimen organizado y son cómplices de la comisión de delitos como secuestro, violación, ex­ torsión, robo y asesinato. 4) Violencia criminal. La espiral de violencia desatada por la “guerra contra el narcotráfico”, estrategia sucedánea de la política de seguridad nacional estadounidense, militariza la vida cotidiana y catapulta a las bandas del crimen organizado, lo que redunda en una espiral de violencia, como extorsión, robo, secuestro y asesinato. La inseguridad humana constituye, entonces, un resorte de la migración forzada de personas y familias amenazadas o atemorizadas por las bandas criminales y por las fuerzas del orden público. Esta violencia involucra un complejo empresarial, estatal y criminal, un narcocapitalismo de alcance transnacional, que in­ cluye una red de negocios múltiple, como el tráfico de armas, personas, órganos y drogas, además de lavado de dinero. La disputa feroz por los territorios y la comisión de delitos rompen el tejido social, de por sí debilitado, y propician el desplazamiento de personas, una cifra que complementa los secuestros, extorsiones, asesinatos y desapariciones. 5) Despojo. Grandes corporaciones capitalistas, nacionales y transnacionales, se apropian de territorios, biodiversidad y recursos naturales para gene­ rar nuevos espacios de valorización. La acumulación por despojo des­ conecta a los trabajadores directos de los medios de producción y de subsistencia a favor de las corporaciones capitalistas que mercantilizan la tierra y la biodiversidad. Las personas excluidas del trabajo, la pro­ ducción y el consumo, incluso de la ciudadanía, no encuentran bases materiales para continuar en los lugares donde residen y trabajan; en­ tonces se ven compelidos a emigrar en busca de una fuente de ingresos en el medio urbano o en el extranjero, y a menudo caen en las redes del capital global al emplearse, por ejemplo, en maquiladoras y agroindus­ trias o en el trabajo doméstico y la construcción. La sociedad profunda, configurada por los pueblos originarios y la sociedad mestiza con fuerte raigambre campesina y popular, se fracturan. El sujeto despojado, ex­ cluido y pobre constituye la mayor parte de la migración indocumen­ tada que se moviliza en pos del capital, en su propio país o hacia los países desarrollados. 6) Proyectos de modernización. Los gobiernos neoliberales, interesados en ge­ nerar la infraestructura para los capitales monopolistas y en ensanchar los ámbitos de valorización de capital, sobrepasando los territorios y asentamientos humanos de los pueblos originarios y comunidades cam­ pesinas, realizan obras de infraestructura enmarcadas en el programa

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de modernización, como carreteras, presas, gasoductos, complejos in­ dustriales y hoteleros. El desplazamiento o desalojo de la población se ejerce en nombre de la generación de fuentes de empleo, crecimiento económico y desarrollo nacional, aunque suele incurrirse en esquemas público-privados cuyo esquema operativo comienza con el despojo de bienes comunes o nacionales para construir bienes públicos que termi­ narán siendo bienes privados, pues las grandes obras suelen privatizarse, amén de que se generan empresas contratistas organizados por los pro­ pios políticos y gobernantes para beneficiarse del presupuesto público y apropiarse de los nuevos espacios de valorización. Los pobladores, los campesinos y agricultores, son despojados y presionados a emigrar. 7) Economías de enclave. Los procesos de industrialización y urbanización vinculados con la formación de franjas maquiladoras y parques industria­ les de ensamble, que funcionan como terminales de la industria trans­ nacional, como las plantas de autopartes y electrónicos, promueven una intensa movilidad interna del trabajo en las economías subdesarrolla­ das, cuya inestabilidad deriva de la alta rotación de personal y de la in­ seguridad humana prevaleciente en esas demarcaciones industriales, que además suelen moverse hacia otros países o regiones donde existen bolsones de trabajo barato. La migración forzada no sólo se inscribe en la trayectoria periferia-centro o sur-norte, sino que también se mueve in­ cesantemente en los márgenes de las periferias, en el horizonte sur-sur. 8) Subsunción de trabajo calificado. El trabajo conceptual incluye una amplia gama de trabajadores de la ciencia y la tecnología que generan los cono­ cimientos y técnicas para implementar innovaciones y mejoras en el proceso productivo. También incluye a trabajadores de la cultura, la edu­ cación e intelectuales. Habitualmente, grandes parcelas de esa masa crí­ tica de trabajadores calificados no encuentra condiciones idóneas para ocuparse, desarrollar sus proyectos o recibir una remuneración digna en su país. Un sector creciente de estos trabajadores, además del personal técnico de ámbitos como medicina, ingeniería e informática, emigran al extranjero para encontrar mejores opciones educativas y ocupaciona­ les. A este flujo se están sumando jóvenes egresados de posgrado. Las economías centrales, como Estados Unidos, están promoviendo, delibe­ radamente, la atracción de trabajadores altamente calificados, lo cual refuerza esta peculiar modalidad de migración forzada y despoja, en cierto sentido, a las economías vulnerable de uno de sus principales re­ cursos, y lo hace sin que la formación académica haya significado nin­ gún costo para la principal economía del orbe.

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9) Deportación y retorno. El reflujo de la migración forzada internacional toma la forma de “retorno” de migrantes a los lugares de origen. No se trata, sin embargo, de un retorno voluntario, sino que la fuerza motriz se encuentra en la política punitiva de los gobiernos centrales que crimi­ nalizan, detienen y deportan a inmigrantes como parte de una política que pretende depurar el mercado laboral, amedrentar a los colectivos laborales indocumentados y cancelar las vías de acceso a la ciudadanía plena. Además, el retorno “voluntario” de personas obedece a la situa­ ción generalizada de desempleo, agudizada por la crisis, y a la precari­ zación de las condiciones de vida familiar, al punto en que es insoste­ nible su estancia en ese país. Estos migrantes son los más vulnerables y menos preparados, amén de que son, al menos, dos veces expulsados de los lugares donde han residido y laborado. Es el peor de los casos, pues no sólo su condición humana ha sido reducida a la de mercancía humana, mera fuerza de trabajo, sino que también han sido reiteradamente ex­ pulsados o desechados. La migración forzada puede analizarse según una variedad de causas económica, políticas, culturales, ambientales y subjetivas que pudieran apa­ recer inconexas, incidentales y pasajeras; sin embargo, las dinámicas estruc­ turales y estratégicas de acumulación de capital tienen una matriz violenta que genera una cultura material basada en el despojo, el extractivismo, la explotación y la diferenciación social. La emergencia de sujetos despojados, empobrecidos y necesitados desemboca en una movilidad humana que ex­ pone, de manera redoblada, la vida a diversas formas de vulnerabilidad, riesgo y peligro, en el origen, tránsito, destino y retorno. Los designios del capital degradan la condición humana. Subsunción de la fuerza de trabajo migrante

Un sistema migratorio es un mercado laboral estructurado por una división territorial del trabajo entre regiones desarrolladas, detentadoras de una mayor densidad de capital orgánico, y subdesarrolladas, dotadas de fuerza de trabajo excedente. Perdida la soberanía laboral, la zona periférica sumi­ nistra fuerza de trabajo abundante, flexible y barata a los capitales centrales, que pueden estar asentados en el centro o en la periferia, bajo la modalidad de empresa transnacional. El sistema migratorio México-Estados Unidos, inmerso en el bloque económico de América del Norte (Delgado Wise y Márquez, 2006), responde

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a la subsunción del trabajo por el capital transnacional y nacional, y se com­ plementa con el extractivismo de recursos naturales; ambos procesos acom­ pañan la transferencia de excedente a favor del centro económico gravita­ cional de la región. Estados Unidos, en su papel de principal potencia capitalista del orbe, desde la década de los setenta del siglo pasado desplie­ ga la estrategia productiva de la fábrica deslocalizada, mediante el desplaza­ miento de partes del proceso productivo hacia economías subdesarrolladas para aprovechar los manantiales de trabajo barato y, a contraflujo, atraer a su propio territorio caudales de trabajo de origen multinacional que fueron despojados de sus medios de trabajo y subsistencia, y que pasaron a formar parte del ejército mundial de reserva industrial. México descuella en este marco como la principal fuente de trabajo barato de las periferias, tanto por el asentamiento de fábricas ensambladoras como por la migración laboral compulsiva. En tal sentido, puede aducirse que la economía mexicana es una potencia exportadora de fuerza de trabajo barata (Márquez, 2007). La precarización del trabajo en Estados Unidos —profundizada por la estrategia corporativa de remplazo de trabajadores, deterioro de salarios y prestaciones, inseguridad laboral y un clima antisindical— es una estrategia complementaria a la desindustrialización de la economía estadounidense ba­ sada en la relocalización de las fábricas en zonas del mundo con bajos sala­ rios. La relocalización teje redes globales de capital que conectan territorios periféricos, como el mexicano, donde se abandona cualquier proyecto de desarrollo nacional para implantar un modelo exportador de fuerza de tra­ bajo barato (Delgado Wise y Márquez, 2007). Fuente de trabajo vivo

La migración de mexicanos hacia Estados Unidos es un fenómeno de larga data; se remonta a los tratados de Guadalupe-Hidalgo, en 1848, y la venta de la Mesilla, en 1853, cuando México aún no lograba consolidarse como un Estado-nacional independiente y ya había perdido la mayor parte de su territorio nacional ante la embestida expansionista del vecino país del norte. Sin embargo, el flujo migratorio tomó la forma de un exilio económico a partir de la imposición del modelo neoliberal, a principios de los ochenta del siglo xx, y se reforzó con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (tlcan), cuando se profundizó la acumulación por despojo. En la fi­ gura 1 pueden observarse los puntos de inflexión en la trayectoria ascen­ dente de la migración forzada mexicana.

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Figura 1 DINÁMICA DEL SISTEMA MIGRATORIO MÉXICO-ESTADOS UNIDOS, 1840-2011 Millones

Reestructuración neoliberal

12

12,400

9.5

10

6.7

8 6

.024

.042

.068

.078

.103

.222

.486

.641

.454

.576

1860

1870

1880

1890

1900

1910

1920

1930

1940

1950

2.2

.013

2

1850

4.5

4

2010

2000

1990

1980

1970

1960

1840

0

Fuente: Passel y Cohen, 2011.

La fuerza de trabajo mexicana ha cubierto parte importante de los re­ querimientos laborales en territorio estadounidense, amén de la demanda de las corporaciones estadounidenses instaladas en México. Durante el tlcan, casi la quinta parte de los empleos que se han generado en Estados Unidos (18.1 millones) fue cubierta por mexicanos. En términos generales, los in­ migrantes de diversas nacionalidades ocuparon más de la mitad de los nuevos empleos (55.8 por ciento), la tercera parte la cual correspondió a mexica­ nos (3.3 millones) (véase cuadro 1). El empleo total en la economía estado­ unidense aumentó 15.1 por ciento, pero el de inmigrantes mexicanos lo hizo en 99 por ciento. Los estadounidenses de origen mexicano ocuparon 2.6 millones de los nuevos empleos (14.4 por ciento) y su participación la­ boral creció a una tasa de 3.4 por ciento anual, mientras que la de los mexi­ canos lo hizo en 4.1 por ciento. El empleo de los inmigrantes mexicanos se incrementó en la tasa anual más elevada (4.1 por ciento), casi más de 10 veces que el crecimiento de la población no inmigrante. Incluso, en la crisis que estalló en 2007 la ocupación de inmigrantes mexicanos sirvió como amortiguador económico. Entre 2008 y 2011, el empleo global decreció en términos anuales –1.5 por ciento; sin embargo, los inmigrantes mexicanos redujeron su ocupación en una proporción lige­

Cuadro 1

120,383 107,416 3,409 104,007 12,967 3,350 9,617

Población ocupada Población ocupada nativa México-americana Otros nativos Población ocupada migrante Mexicana No mexicana

145,013 121,405 5,985 115,419 23,608 7,009 16,599

2008 138,523 115,443 6,021 109,422 23,080 6,666 16,414

2011 24,629 13,988 2,576 11,412 10,641 3,659 6,982

1.3 0.9 4.1 0.7 4.4 5.4 4.0

Tasa de crecimiento 1994-2008 100.0 56.8 10.5 46.3 43.2 14.9 28.3

% 1994-2008

Fuente: Estimación propia con base en U.S. Bureau of Labor Statistics, 1994, 2008 y 2011.

1994

Ocupados

Diferencia 1994-2008

18,140 8,026 2,611 5,415 10,113 3,316 6,798

Diferencia 1994-2011

0.8 0.4 3.4 0.3 3.4 4.1 3.2

Tasa de crecimiento 1994-2011

100.0 44.2 14.4 29.9 55.8 18.3 37.5

% 1994-2011

POBLACIÓN OCUPADA EN ESTADOS UNIDOS SEGÚN CONDICIÓN MIGRATORIA, 1994-2011 (Miles de personas)

–1.5 –1.7 0.2 –1.8 –0.8 –1.7 –0.4

Tasa de crecimiento 2008-2011

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ramente mayor (–1.7 por ciento) (véase cuadro 1). En este periodo, caracte­ rizado como de “migración cero” (Passel, Cohen y González, 2012), se com­ bina la desaceleración de la emigración y el aumento del retorno forzoso de mexicanos residentes en Estados Unidos por deportación o desempleo. La fuerza de trabajo migrante, de origen multinacional, no sólo mexi­ cana, es subsumida y utilizada para abaratar los costos laborales, aumentar la productividad e incrementar las ganancias. En la manufactura, por ejemplo, se implementa una doble estratégica: a) el remplazo de trabajadores nativos por inmigrantes. En los periodos de 1994-2008 y 2008-2011, el personal nativo ocupado en ese sector disminuyó en alrededor de 4.3 millones y 1.5 millones, respectivamente, mientras que los migrantes ocupados aumenta­ ron en 411 mil y 262 mil, de los cuales poco más de 163 mil (40 por ciento) y 62 mil (24 por ciento) fueron mexicanos (véase cuadro 2); y b) los trabaja­ dores inmigrantes ocupados en la manufactura, sobre todo los mexicanos, perciben bajos salarios. En 2011, el salario manufacturero promedio anual de un inmigrante mexicano apenas era equivalente al salario promedio que un trabajador nativo percibía en ese sector 14 años atrás (1994). Más aún, en 17 años el salario manufacturero de los mexicanos sólo creció 6,028 dó­ lares, al pasar de 23,547 dólares en 1994 a 29,575 dólares en 2011, a precios constantes; en cambio, los salarios de los nativos, cuyo nivel es muy superior al de los mexicanos, creció 7,013 dólares, al pasar de 44,552 dólares en 1994 a 51,565 dólares en 2011, también a precios constantes (véase cuadro 2). Contribución a la producción

El papel primordial conferido a la fuerza de trabajo migrante es generar excedente, plusvalor. En esa lógica, el desempeño laboral de los mexicanos en territorio estadounidense ha sido muy productivo. Durante el tlcan, la contribución al producto interno bruto (pib) de Estados Unidos se duplicó. Entre 1994 y 2010, el pib estadounidense creció, en términos reales, 4.219 mil millones de dólares (mmd) (a precios de 2010); a este incremento los mexicanos aportaron 358 mmd, el 8 por ciento del incremento (véase figura 2). En 2010, el aporte directo al pib estadounidense fue de 586 mil millones de dólares —equivalente a 38 por ciento del pib mexicano— (véase tabla 3). Si se descuenta el efecto de la crisis, entre 2000 y 2008, la contribución de los mexicanos al crecimiento del pib estadounidense ascendió a 11 por ciento (Canales, 2011).

Cuadro 2

19’758,086 $29,013 17’179,705 $29,688 463,048 $24,757 16’716,657 $29,824 2’578,381 $24,389 904,230 $15,691 1’674,151 $29,093

Manufactura Población ocupada Salario promedio anual (dólares) Población ocupada nativa Salario promedio anual (dólares) México-americana Salario promedio anual (dólares) Resto de nativos Salario promedio anual (dólares) Población ocupada migrante Salario promedio anual (dólares) Mexicana Salario promedio anual (dólares) No mexicana Salario promedio anual (dólares) 15’842,747 $47,316 12’853,157 $48,637 592,735 $35,335 12’260,422 $49,279 2’989,590 $41,555 1’067,445 $27,190 1’922,145 $49,655

2008 14’126,604 $49,789 11’286,063 $51,657 537,424 $40,458 10’748,639 $52,220 2’840,541 $42,351 966,346 $29,575 1’874,195 $49,028

2011 –1.6 –2.1 1.8 –2.2 1.1 1.2 1.0  

–3’915,339 –4’326,548 129,687 –4’456,235 411,209 163,215 247,994  

Tasa de crecimiento 1994-2008

–47,950   1994 $10,580 $10,770 87.0% 8.5% 4.6% 2.3%

–101,099

–149,049

–1’511,783

–55,311

–1’567,094

–1’716,143

Diferencia 2008-2011

–0.8   2008 $15,524 $16,874 81.1% 12.1% 6.7% 3.7%

–3.3

–1.7

–4.3

–3.2

–4.2

–3.7

Tasa de crecimiento 2008-2011

200,044   2011 $17,529 $18,084 79.9% 13.3% 6.8% 3.8%

62,116

262,160

–5’968,018

74,376

–5’893,642

–5’631,482

Diferencia 1994-2011

Fuente: Estimación propia con base en U.S. Bureau of Labor Statistics, Current Population Survey (cps) March Supplement, 1994, 2008 y 2011.

Diferencia salarial del nativo vs migrante mexicano Diferencia salarial del migrante no mexicano vs mexicano Porcentaje de población ocupada nativa respecto al total de ocupados en manufactura Porcentaje de población ocupada migrante no mexicana respecto al total de ocupados en manufactura Porcentaje de población ocupada migrante mexicana respecto al total de ocupados en manufactura Porcentaje de población ocupada México-americana respecto al total de ocupados en manufactura

1994

Ocupados

Diferencia 1994-2008

OCUPADOS EN ESTADOS UNIDOS EN LA MANUFACTURA SEGÚN CONDICIÓN MIGRATORIA, 1994-2011

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Gráfica 1 CONTRIBUCIÓN DE LOS MIGRANTES MEXICANOS Y MÉXICO-AMERICANOS AL PIB, 1994-2010 (Millones de dólares a precios de 2010) pib

mexicanos en EU

pib

de los nativos de origen mexicano

pib

de la población de origen mexicano/pib Estados Unidos

700 600

6.9

500 400

5.7 5.1

294

200 100

5.0

298

497 567

473 403

301

8.1 607

578

5.8

364

300

7.4

7.9

423

8.3 626 586

572

9 8 7 6

515

5

333

4

247

3

228

2 1

0 1994

1996

1998

2000

2002

2004

2006

2008

2010

Regresión social: tributación con exclusión

El gobierno estadounidense considera que los inmigrantes son evasores fis­ cales. Sin embargo, los trabajadores foráneos contribuyen sustancialmente al erario y a la seguridad social, y pese a ello sufren exclusión social, espe­ cialmente los indocumentados.1 Los mexicanos residentes en Estados Uni­ dos aportaron al fisco 52.8 mil millones de dólares —mmd— en 2008, tanto en impuestos directos al trabajo (14.4 mmd) como en impuestos indirectos vía consumo (44.3 mmd).2 Esa contribución más que duplica las remesas captadas en México y equivale, irónicamente, al presupuesto de la Patrulla Fronteriza que, según el Department of Homeland Security, ese año ascen­ dió a 53 mmd. Los migrantes mexicanos carecen de una amplia gama de servicios so­ ciales: la gran mayoría no tiene acceso a la seguridad social ni a programas 1  En 1990, los inmigrantes mexicanos indocumentado representaban 46.5; y en 2010, 58 por ciento (Passel y Cohn, 2010). 2  Los datos provienen de Current Population Survey (cps) y del esquema de impuestos aplicados bajo la U.S. Tax Law de los años 1992 a 2011.

pib

pib

13,682 515 410 137,428 131,208 6,220 3.76% 4.53% 125.45%

136,557 130,722 5,836 3.65% 4.27% 139.56%

2004

13,209 482 345

2003

3.85% 4.66% 65.05%

139,552 133,042 6,510

14,098 542 834

2005

3.92% 4.77% 86.61%

142,398 135,602 6,796

14,466 567 655

2006

14,472 572 1.034

2008

4.05% 4.98% 70.26%

3.95% 4.83% 55.30%

145,347 145,013 138,105 138,004 7,241 7,009

14,752 598 851

2007

3.83% 4.78% 39.77%

139,149 132,493 6,656

14,169 543 1.364

2009

4.03% 4.91% 37.84%

137,898 131,129 6,769

14,527 586 1.548

2010

3.88% 4.72% 62.54%

140,418 133,788 6,630  

14,172 551 880

Promedio 2003-2010

Fuente: Estimación propia con base en U.S. Bureau of Labor Statistics, Current Population Survey (cps) March Supplement, 1994, 2008 y 2011.

Estados Unidos mexicanos en Estados Unidos pib México Fuerza de trabajo en Estados Unidos (miles de personas) Total fuerza de trabajo (ft) Otros ocupados en Estados Unidos Migrantes mexicanos ocupados Importancia del pib de mexicanos en Estados Unidos Aporte mexicanos al pib Estados Unidos Aporte mexicanos a la ft en Estados Unidos pib migrantes como porcentaje del pib México

 

INDICADORES DEL PIB Y FUERZA DE TRABAJO EN ESTADOS UNIDOS Y MÉXICO, 2003-2010 (Miles de millones de dólares a precios de 2010)

Cuadro 3

LA VIDA ESTÁ EN OTRA PARTE

139

de asistencia pública. El grueso de los mexicanos devenga los salarios más bajos y registra los mayores índices de pobreza. Según la Current Population Survey, 3.5 millones de mexicanos residentes en Estados Unidos son pobres; de ellos, 1.4 millones de los ocupados son pobres y su descendencia observa proporciones similares: 28 por ciento de los 20 millones de los descendien­ tes de mexicanos (6.2 millones). El acceso a los servicios de salud es limi­ tado: más de 20 por ciento de mexicanos ocupados carece de seguro de salud, casi 80 por ciento carece de plan de pensión y 70 por ciento no tiene un seguro ofrecido por el empleador. Frente a otros grupos nacionales y a los estadounidenses de origen mexicano, los niveles educativos de los mexi­ canos siguen siendo bajos: seis de cada 10 cuentan con menos de 12 años de escolaridad. Transferencia de trabajo vivo

La subsunción de la fuerza de trabajo migrante significa, de entrada, una transferencia de recursos implícitos en el fondo de vida invertido por las familias e instituciones para la formación de ciudadanos que teóricamente conformarían la energía social necesaria para generar excedente económico en su país como supuesto para la organización de ciclos de acumulación y distribución social de la riqueza. Sin embargo, al estar cerrados los canales de inserción laboral en su propio país, la inversión familiar y social en ali­ mentación, educación, salud, vivienda y demás rubros que satisfacen las ne­ cesidades básicas son absorbidos por la economía estadounidense, al ahorrarse prácticamente la totalidad de los costos de formación de la fuerza de trabajo que termina por engullir. La contabilidad de lo apropiado y ahorrado es más favorable todavía para la economía receptora si consideramos que los costos de producción de fuerza laboral son muy superiores en Estados Uni­ dos. Pero no sólo ahorran los costos de formación sino que se apropian del trabajo vivo de las periferias, en el periodo de mayor productividad de los migrantes, con distintos grados de calificación laboral. Al considerar el nivel escolar de los inmigrantes mexicanos al arribar por primera vez a Estados Unidos y el costo educativo implícito, estimamos que, entre 1994 y 2008, México transfirió una cuantía de 83 mil millones de dólares (a precios de 2008). Si la escolaridad que portaban los mexicanos se hubiera alcanzado en las escuelas públicas de Estados Unidos, el costo edu­ cativo habría sido de 613 mil millones de dólares, a precios constantes de 2008, en el mismo periodo. Para tener una referencia, las remesas canaliza­ das a México —que suelen ser consideradas como una pérdida de recursos

140

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para Estados Unidos— apenas habrían alcanzado 30 por ciento del recurso educativo transferido a Estados Unidos por vía de la exportación de fuerza de trabajo (véase figura 3). Figura 3 COSTO DE EDUCACIÓN Y REPRODUCCIÓN SOCIAL DE INMIGRANTES MEXICANOS QUIENES ENTRARON A ESTADOS UNIDOS ENTRE 1994 Y 2008 (Billones de dólares de 2008) 302.1

156.2

Education and social reproducction cost

Remittances sent to Mexico

Fuente: Estimaciones basadas en Current Population Survey, 1994-2008 y Coneval, 2008.

Además de que la migración forzada significa la transferencia de trabajo vivo, encarna la cesión de recursos invertidos en la reproducción de los mi­ grantes, es decir, los esfuerzos familiares e institucionales para cubrir las necesidades básicas y la formación de las personas antes de emigrar. El tra­ bajo reproductivo abarca desde lo más elemental para la supervivencia y cuidado de los cuerpos (alimentación, salud, vivienda y convivencia) hasta la formación como ciudadanos (educación, cultura, política, recreación y de­ porte). Las remesas salariales se inmiscuyen, directamente, en la formación de una nueva fuerza de trabajo migrante, pues los dependientes económi­ cos (por ejemplo, los hijos) tienen una gran propensión a emigrar. Desde una valoración puramente económica, México transfirió a Estados Unidos, entre 1994 y 2008, una cuantía estimada de 257 mil millones de dólares, a precios de 2008, si tomamos como referente el costo de la canasta básica registrada por el Coneval (2008). Esta forma de transferencia supera 1.4 veces la cantidad total de remesas recibidas durante ese periodo, es decir, los

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141

salarios devengados bajo la forma de salarios son inferiores al gasto alimen­ tario requerido por la fuerza laboral que emigró en ese lapso. Asimismo, el gasto educativo canalizado para la formación de la fuerza de trabajo migrante —que incluye la inversión social y escolar— suma 340 mil millones de dólares, equivalente a 1.8 veces las remesas captadas en México entre 1994 y 2008. Esta estimación es, ciertamente, muy baja, pues valora los servicios educativos proporcionados en México, no en Estados Unidos. A precios de Estados Unidos, la transferencia del gasto educativo salta a 7.4 veces, 83 mil millones de dólares para 1994-2008. El cálculo de la transferencia de la migración comienza con el inmigran­ te que ya está en Estados Unidos. Es decir, los costos educativos y de repro­ ducción socioeconómica efectuados en México no forman parte del cálculo. Si se incluyesen y las transferencias de México a Estados Unidos fuesen parte de un cálculo ajustado al valor equivalente al poder adquisitivo en dólares, sería más que evidente que la sociedad mexicana subsidia a la economía es­ tadounidense a través de la migración laboral. Esto representa una modali­ dad de intercambio desigual entre ambos países que no es ni ha sido reco­ nocida en los estudios sobre migración y desarrollo ni muchos menos en el debate político sobre la migración. Reproducción transnacional precaria

México es el principal receptor de remesas en América Latina y el tercero en el mundo. En 2007 se alcanzó el máximo nivel de captación (26 mmd) y en los años posteriores se registró un descenso con relativo estancamiento (véase figura 4). Si bien a nivel macro las remesas superan los ingresos de la Inversión Extranjera Directa (ied) (16 mmd, según ProMéxico) y duplican al sector asegurador (factura 11 mmd), el efecto real es a nivel microsocial, en el ámbito familiar: en promedio, los mexicanos envían 303 dólares al mes, poco más de 60 dólares a la semana. Los estados del país que más re­ ciben son Guanajuato, Estado de México, Michoacán, Jalisco y Puebla. La mayor parte de las remesas consiste en recursos dinerarios que los trabajadores migrantes envían a sus dependientes económicos, es decir, se trata de remesas salariales (Márquez, 2006). La reproducción social de las familias migrantes está inmersa en un ámbito de precariedad. El carácter de supuesto sobresalario, de palanca del desarrollo, se desfigura cuando corro­ boramos que, pese a los diferenciales salariales entre origen y destino, las remesas no pueden cumplir un papel superlativo al de todo salario, la sub­ sistencia. El impacto económico que se le atribuye a las remesas es desmesu­

142

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rado: el crecimiento del pib por efectos multiplicadores de las remesas es de 0.47 por ciento, la elasticidad del pib respecto a las remesas es 0.036, el im­ pacto de las remesas en la reducción de la pobreza es de 1.3 puntos porcen­ tuales, el impacto de las remesas en reducción de la desigualdad (Gini) es de 1.3 por ciento, la elasticidad de la pobreza respecto de las remesas es de 0.221 y la elasticidad de la desigualdad (Gini) respecto de las remesas es de 0.221 (Canales, 2011). Figura 4

22,803

22,446 2012

2010

2011

21,306

21,304

2009

26,059 2007

25,145

25,567 21,688 2006

18,332

2008

2005

2004

9,814 2003

2002

6,573

8,895 2001

5,910

2000

5,627

1999

3,673 1995

1998

3,475 1994

4,865

3,333 1993

4,224

3,070 1992

1997

2,660 1991

1996

2,494 1990

15,139

REMESAS RECIBIDAS POR MÉXICO, 1990-2012 (Millones de dólares estadounidenses)

Fuente: Estimaciones basadas en Banco de México.

Bancarización de remesas, negocio transnacional

Desde la visión neoliberal, bajo el paraguas de un “desarrollo incluyente” los gobiernos emprenden el “combate a la pobreza”. La idea es que los pobres, en este caso los migrantes y sus familias, utilicen recursos propios —reme­ sas— para solventar el consumo y superar la situación de pobreza. Haciendo abstracción de las causas de la migración forzada, el discurso apologético de la migración promulga la noción de que las remesas detonan el desarrollo con el efecto multiplicador, la inversión productiva y la estabilidad macro­

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143

económica. El problema de las políticas públicas consiste, entonces, en cómo canalizar los recursos de los migrantes en proyectos de desarrollo. La transferencia de recursos salariales de los migrantes a sus dependien­ tes económicos constituye un jugoso nicho de mercado para las corporacio­ nes financieras. Como la mayoría de los mexicanos residentes en Estados Unidos carecen de servicios financieros, envían dinero a su familiares a tra­ vés de las empresas transnacionales “remesadoras”, principalmente Western Union y Money Gram, que cobran altas comisiones por cada envío (alrede­ dor de 10 dólares) y manipulan a su favor el tipo de cambio. En 2011, la transnacional Western Union transfirió más de 80 mil millones de dólares. El nicho de negocios de las transferencias salariales se ha acrecentado a favor de las corporaciones. En México, un conglomerado de empresas (Elektra, Famsa, Coopel) ha diseñado la “nueva banca de los pobres”, que implementa esquemas microcrediticios para “bancarizar” a los pobres, entre ellos a los dependientes de las remesas. Las remesas se vuelcan a la esfera del consumo inmediato de bienes-salario, como enseres domésticos, ropa o calzado. A esta avalancha se suman los bancos comerciales, cajas de ahorro y préstamo y las cadenas comerciales. El objetivo es abrir un espacio de va­ lorización mediante la “bancarización” de las remesas y la conformación de una clientela cautiva entre los dependientes de las remesas que son engan­ chados a patrones de consumo apalancados con créditos. “Buenas prácticas”, responsabilizar a los excluidos de su propio desarrollo

Otro afluente del discurso dominante, que ha concentrado mayor atención y promoción, es el supuesto desarrollo comunitario detonado por las remesas participativas (Márquez, 2006), recursos enviados por organizaciones de oriundos a fin de mezclarlos en programas público-privados para la realiza­ ción de obra pública en localidades de origen.3 Pese a que moviliza magros recursos, semejantes a 1 por ciento de las remesas familiares, el Programa 3×1 se ha considerado un “caso de éxito” para detonar el desarrollo local. 3  Las organizaciones de migrantes denominadas asociaciones de oriundos son las que se en­ cargan de recabar recursos mediante la realización de bailes, kermeses, fiestas, rifas o colectas, estos recursos sirven para financiar al club y para enviar recursos a las arcas del Programa 3×1, que se complementan con aportaciones iguales de los tres niveles de gobiernos. Los recursos se canalizan de manera focalizada para realizar obras que suelen ser responsabilidad de los gobiernos municipales, como pavimentación de calles, agua potable y alcantarillado, remo­ zamiento de escuelas, entre otras; pero también rehabilitación de templos religiosos y lienzos charros. En menor medida se canalizan recursos públicos para financiar proyectos privados de inversión.

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HUMBERTO MÁRQUEZ C., RAÚL DELGADO W.

El esquema de coinversión emerge en el marco del neocorporativismo, que le sucede al pacto populista desmembrado por el neoliberalismo, mediante el cual los gobiernos insertan a las organizaciones y comunidades en las políticas públicas que propalan la especie de que los pobres y excluidos deben asumir la responsabilidad de su propio desarrollo activando sus re­ cursos, como las remesas, sin esperar el paternalismo gubernamental, si acaso la coadyuvancia público-privada (Márquez, 2010). Los gobiernos lo­ gran instrumentalizar las remesas no sólo para suplementar los programas de desarrollo social, en un marco de austeridad presupuestal, sino princi­ palmente para configurar la gobernanza neoliberal entre los excluidos del sistema. Los gobiernos neoliberales “seducen a la diáspora” con fines de legi­ timación política: escogen a determinados líderes migrantes para que se inserten en la administración pública para el desempeño de funciones como la dirección del Instituto Estatal de Migración, en un típico procedimiento de cooptación, o para que participen en los comicios locales para contender por puestos como diputado local o presidente municipal, siempre bajo el con­ trol corporativo de los partidos políticos, que en conjunto forman una coa­ lición política que defiende el modelo económico neoliberal que ha despo­ jado y expulsado a los migrantes de sus lugares de origen. El análisis fetichista también considera que los migrantes son comuni­ dades autónomas que se transfiguran en agentes del desarrollo, pues sus recursos, las remesas, constituyen las palancas del desarrollo, y los líderes migrantes son sujetos políticos afines a los programas de gobierno, en tanto que las organizaciones son instancias de legitimación política para los go­ bernantes en turno. Colofón

Sin la desmesura del discurso apologista, es digno reconocer que los recur­ sos salariales remitidos por los migrantes contribuyen a sostener a los de­ pendientes económicos —niños, mujeres y ancianos, principalmente— y también a formar nueva fuerza de trabajo proclive a emigrar. Asimismo, que las remesas participativas coadyuvan, en pequeña escala, a apuntalar el pro­ grama de obra pública en el ámbito municipal. Las remesas salariales y participativas entrañan una relación de solidaridad entre iguales, en el inte­ rior de los conjuntos familiares y de las comunidades, que tienen como premisa la subsistencia y la convivencialidad. Sin embargo, el contexto es­ tructural es más problemático, pues en las zonas de alta migración hunde

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145

sus raíces una crisis civilizatoria que trastoca el sistema de reproducción de la vida humana en condiciones dignas. El despojo de tierras, la degradación ambiental, la violencia criminal, la conflictividad social, el desempleo y la precariedad laboral son algunos de los ingredientes de la descomposición social que precipitan las migraciones forzadas, y sólo la ideología neoliberal puede postular la idea de que las remesas salariales y participativas detonarán el desarrollo en esas demar­ caciones. En un contexto de descomposición socioeconómica, los costos so­ ciales de las migraciones los asumen, directamente, los migrantes forzosos —y con ellos sus familias y comunidades— que primero son despojados de medios de producción y subsistencia, luego arrojados al mercado laboral precario y excluyente, posteriormente subsumidos por el capital corporativo en condiciones de superexplotación y luego son señalados como responsa­ bles para detonar el desarrollo de sus lugares de origen, donde priva la descomposición socioeconómica. Es un craso error teórico suponer que los migrantes son “agentes del desarrollo” en el sentido propalado por los ideólogos neoliberales, porque incluso termina por achacárseles una responsabilidad que escapa no sólo a sus capacidades y posibilidades, sino a su responsabilidad política: en un con­ texto económico-político dominado por las corporaciones transnacionales extractivistas, depredadoras y superexplotadoras, los sujetos despojados, empobrecidos y necesitados son señalados para que reconstruyan el tejido social, económico y político que ha sido devastado por los agentes del capital. En cambio, es de la mayor trascendencia ubicar a los migrantes forzosos como víctimas del modelo económico-político depredador y expoliador, como suje­ tos sociales provenientes de los sectores subalternos, que padecieron la frac­ tura del tejido socioproductivo, y que se ven compelidos a insertarse en una relación salarial inestable y precarizada, y que aun así son capaces de enta­ blar relaciones de solidaridad, cooperación y convivencialidad entre iguales, con lo cual reproducen, dentro de sus posibilidades, los ámbitos de comuni­ dad, de raigambre campesina y proletaria, con el objetivo primordial de garantizar la subsistencia y reproducción de la vida familiar. En el ámbito de la división internacional del trabajo, estas relaciones son de superviven­ cia y convivencialidad. Todavía no son expresiones de resistencia o transfor­ mación social, pero tampoco son agentes emisores de la modernización ni de una supuesta filantropía transnacional. Sin embargo, también es impor­ tante reconocer el momento político latente de rearticulación de los traba­ jadores migrantes y sus descendientes que luchan por defender sus derechos laborales, sociales y políticos, y que se resisten ante los embates punitivos que

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los criminalizan y deportan. Está en curso un intento de configurar grandes alianzas de clase entre migrantes, campesinos, sindicatos, académicos y defensores de derechos humanos, que convergen en foros y movilizaciones. Pensar el desarrollo en el contexto de la migración forzada, inmersa en una crisis civilizatoria de mayores proporciones, significa cuestionar a fondo el actual modelo de capitalismo salvaje y proponer otras pautas para la digna reproducción de la vida humana, como la justicia social, la democracia, la autonomía y la solidaridad. Los migrantes son trabajadores que, siendo pre­ viamente despojados y excluidos, terminan por contribuir a la generación de excedente económico, sin ser recompensados en términos proporciona­ les a su aporte. Por lo contrario, los migrantes son criminalizados, discrimi­ nados, deportados, secuestrados, violentados, asesinados, excluidos y des­ pojados. En esas condiciones, el desarrollo no puede pensarse dentro de los márgenes del desarrollismo, la modernización y el neoliberalismo, donde se justifica el despojo y el empobrecimiento en nombre del progreso y la modernidad, y donde los pobres y los migrantes son responsabilizados de su propio desarrollo. El desarrollo de las clases sociales subalternas es impro­ bable cuando sólo se promueve, como mecanismo de inclusión, la forma­ ción de nuevos concurrentes del mercado —por ejemplo, los consumidores apuntalados por remesas—. Ahora se precisan nuevas formas de pensar el desarrollo en aras de una transformación social sustantiva. Con ese propó­ sito, emergen nociones relevantes como el vivir bien, la transmodernidad, la economía política de la vida, la economía para la vida o la economía solida­ ria. El diálogo intercultural apenas comienza. Fuentes consultadas

Canales, Alejandro (2011), “Hacia una visión comprehensiva del nexo entre migración, desarrollo y derechos humanos”, Migración y Desarrollo, vol. 9, núm. 16, p. 64. Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) (2008), Informe de evaluación de la política de desarrollo social en México 2008, México, Coneval. Delgado Wise, Raúl y Humberto Márquez (2006), “El sistema migratorio México-Estados Unidos: dilemas de la integración regional, el desarrollo y la migración”, Migración y Desarrollo, núm. 7, pp. 38-62. (2007), “The Theory and Practice of the Dialectical Relationship between Development and Migration”, Migración y Desarrollo, núm. 9, pp. 5-24.

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Márquez, Humberto (2006), “El desarrollo participativo transnacional ba­ sado en las organizaciones de migrantes”, Problemas del Desarrollo, vol. 37, núm. 144, pp. 121-144. (2007), “Migración y desarrollo en México: entre la exportación de fuerza de trabajo y la dependencia de las remesas”, Región y Sociedad, vol. 19, núm. 39, pp. 3-29. (2010), “Responsabilizar a los migrantes del desarrollo: lecciones del laboratorio social zacatecano”, Economía, Sociedad y Territorio, vol. x, núm. 32, pp. 99-141. Passel, Jeffrey y D’Vera Cohen (2010), Unauthorized Immigrant Population: National and State Trends, Washington, Pew Hipanic Center/ Pew Research Center. y Ana Gonzalez (2012), “Net Migration from Mexico Falls to Zeroand Perhaps Less”, 23 de abril, disponible en http://www.pewhispanic. org/2012/04/23/net-migration-from-mexico-falls-to-zero-and-perhaps-less/ U.S. Bureau of Labor Statistics (1994), Current Populations Survey (cps), su­ plemento de marzo, disponible en http://www.census.gov/cps/ (2008), Current Populations Survey (cps), suplemento de marzo, dis­ ponible en http://www.census.gov/cps/ (2011), Current Populations Survey (cps), suplemento de maro, dispo­ nible en http://www.census.gov.cps/

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