La vida en rojo (reseña de \"En rojo\", de Gisela Kozak Rovero)

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Descripción

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Domingo 29 de julio de 2012 Nº 62

El hombre del Teresa

Elyxandro Cegarra

Tomás Lugo, arquitecto del Teatro Teresa Carreño, habla de la Caracas que ve P/24 y 25

Popstales desde Babel

Así sabe la historia

Aunque la ciudad haga caos, Dalia Ferreira la vuelve arte

La caraqueñísima Pensión Ana sigue deleitando paladares P/ 22

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Actualidad

Domingo 29 de julio de 2012

Cortometraje

Crepúsculos digitales, próceres cibernéticos y escaleras a la nada

La vida secreta de las plantas Lucas García

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i señora quiere comprar unas plantas. Le digo que ni de vaina. −¿Y entonces, Lucas? ¿Cero ecología en la casa? Todo lo contrario, explico. Soy un tipo verde, dentro de lo que se puede ser verde habiendo nacido en este tributo al cemento que llaman Caracas. −¿Cuál es el problema? −insiste. Le cuento que soy un asesino de plantas. Tal vez asesino sea muy fuerte, pero en todo caso poner a mi cargo una maceta con un brote es casi como regarla con gasolina. Igual que con ciertas mascotas domésticas. Los peces, las tortuguitas y los hamsters. Cuando me los regalas, es como si los condenaras a muerte. −¡Ay, que exagerado, mi vida! Le enumero mi prontuario. Tuve un hámster que se llamaba Otelo que a la semana hizo una cosa rarísima en la jaula y saltó entre dos barrotes, rompiéndose el cuello. −¿Quién le pone Otelo a un hámster? −se ríe mi señora. −¿Ves? A lo mejor fue el nombre el que lo mató. Después le hablo de mi abuela, Dios la tenga en su gloria, y de los pececitos dorados que nos regalaba a mi hermano y a mí, y de cómo los pobres no pasaban más de quince días antes de amanecer flotando boca arriba. La poceta del baño convertida en una funeraria Vallés para acuarios. −Y de las tortuguitas ni hablar −digo. Tuvimos una que se llamó Clementina. La dejamos al sol un sábado sin querer y nos fuimos a la playa. Cuando volvimos en la tarde

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Donde los lugareños tienen crímenes y basura, los artistas ven en cada esquina una potencial obra de arte.

descubrimos que si bien el caparazón protege del sol también funcionaba como una de esas ollas de presión Magefesa. No sabes lo que es el horror hasta que ves una tortuguita de agua sancochada. −¿Y con las plantas? −dice mi señora retomando el otro hilo de mis crímenes contra la Naturaleza. ¡Ah, las plantas! Mi mamá tiene buena mano con las matas. Mi hermano también. Tú sabes, los fines de semanas los veías trasplantando vainas, cambiando la tierra, cortando las punticas resecas y dando chorritos mimosos en cada hoja. −Hola, Sra. Ficus −decía mi hermano. −¿Y cómo amaneciste hoy, Octavia? −decía mi mamá. A mí eso nunca me llegó porque entendía que las plantas eran seres vivos, pero también las veía como objetos inanimados, así que tener una planta y cuidarla era como ser amigo de un sofá. Pero me pasaron unas cuantas para ver si me montaba en la nota. No pasó. Solo logré convertirme en un serial killer del reino vegetal. Si las regaba todos los días resulta que eran de la variedad que había que regar poco y se pudrían. Si les echaba el abono me pasaba y las intoxicaba. Lo de hablarles me hacía sentirme como un loco y creo que además las pasmaba. Se me secaban hasta los cactus. −¡Mi amor, pero eso fue hace años, ahora eres un adulto! −dice mi esposa y nos vamos al vivero. Mientras caminamos por el pasillo las puedo escuchar en mi mente. −¡No nos mates! −susurran.

Directora: Toña Bethencourt Diseño: Pedro Rafael Pérez Q. Redactor: Boris Saavedra Colaboradores: Aline dos Reis, Henry Álvarez, Fabricio Rojas, Juan José Rondón, Nadia Gonçalves, Esteban Pérez Ruiz y Joseph Urbina Articulistas: Lucas García y Héctor Torres email: [email protected]

Cortesía de Dalia Ferreira

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Caracas: lienzo

Boris Saavedra [email protected]

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oncreto en colores. La acera toma vida y entra en la boca de un león que bosteza. El cielo es naranja con manchas oscuras y transparencias de periódicos viejos. Los vecinos se lanzan a través de las ventanas de sus apartamentos y caen en nubes de papelitos de caramelos. Sin duda, Caracas es una ciudad pintoresca: no bastan sus vivos y sus muertos, sus políticos y sacerdotes, todavía hay gente que se empeña en adornarla con escarcha digital. Tal vez, para darle sentido. Dalia Ferreira mira la ciudad como

un rompecabezas. Toma un momento o una esquina, a María Lionza o a un poste y les da los colores que su mente le susurra. Todo con un Ávila de color púrpura de fondo. Caracas nació cuatrocientos años antes que Ferreira, y aún así, ella se atreve a refundarla a punta de fotografías y “clicks”. Pateando la calle Es periodista de profesión –“graduada y posgraduada de la Universidad Católica Andrés Bello”, dice–, sin embargo sus inquietudes no se quedaron allí. La fotografía es el reducto de sus sentimientos citadinos. En el año 1989, conoce el trabajo de Nelson Garrido – una creatura parida de las entrañas

de Caracas: un fotógrafo y un artista–, y despierta su pasión por retratar momentos de “manera muy pragmática y multiplicada”, agrega. Tiene un recorrido importante por los predios de los medios venezolanos. Ha desarrollado sus destrezas profesionales en la televisión, prensa, publicidad, instituciones culturales, revistas y radio. Fue gerente de contenidos musicales de la emisora 92.9 FM por diez años. También fue fotoperiodista a principios de la década de los noventa en El diario de Caracas, allí comenzó a experimentar con la intervención fotográfica en las secciones: “El juglar de la ciudad” y “La publihistorieta”. Desde el año 2000, su trabajo es

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Ciudad taquicardia

de cemento Dalia Ferreira es periodista, fotógrafa y una citadina que escogió como musa el valle de Santiago de León

Respeto, no tolerancia Héctor Torres

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registrar la ciudad. Se ha dedicado a capturar los momentos y hurgar en el desarrollo paisajístico y arquitectónico de Caracas, su ciudad natal. “Ciudad centrífuga” es el título de una de sus colecciones más destacadas. La componen once piezas donde una Caracas multicolor es la protagonista. La obra de Ferreira no se ha quedado solo en Venezuela, en 2009 su exposición “Cuarentena” fue llevada a Frankfurt, Alemania. Lente inquieto El ojo de Ferreira ve a una ciudad imposible, a ratos desmembrada, pero la sigue soñando. A través del lente de su cámara mira la poesía intrínseca

en el caos, luego pasa a su estudio digital e interviene la realidad. El gran artista norteamericano y líder del llamado pop art, Andy Warhol dijo una vez: “Nacer es como ser secuestrado y luego vendido a la esclavitud”. Para Warhol –tendencia fuerte en el trabajo de Ferreira– la realidad es un flagelo, es por ello que su obra estaba bañada de un mundo alterno, distópico, extraño. Ferreira es hija de esa corriente –¿o estilo de vida?– y no modera su lenguaje. “He decidido atreverme a aliviar un poco la carga de este mundo distorsionado a través de estos ejercicios visuales que conforman mi propuesta”, se levanta Dalia Ferreira y lanza un

grito de disconformidad con lo que la rodea –o por lo menos con lo que le ha tocado vivir– y lo desafía desde su trinchera favorita: el arte. Caracas es la agraciada o la víctima. Hay una relación extraña entre la ciudad y sus vivientes. Los segundos intentan destruir a la primera, y ella a su vez trata de devorarlos en un acto de canibalismo cíclico. A pesar del acto casi fetichista, la primera no puede vivir sin los segundos, y viceversa. Presencias como la da Dalia Ferreira están paradas en medio de la vorágine, nadie sabe de qué lado están, pero lo importante es que son testigos –y de vez en cuando, partes– de un hecho: “Vivir en la metrópoli”.

a escena ocurrió hace varios años, durante la presentación de un proyecto de formación literaria. Para subrayar la importancia de la literatura y, por ende, de proyectos como el que nos reunía, el poeta Eugenio Montejo se dirigió a los presentes para advertir (las advertencias de los poetas hay que tomarlas en serio, porque pueden leer el porvenir en los hechos presentes y escuchar las voces de los objetos inanimados) que debíamos estar alertas con los intentos de cambiarnos el significado de las palabras. Y, ciertamente, no solo es usual que en tiempos tumultuosos como los que vivimos se intente apelar a pervertir el idioma como una forma de sumirnos en una confusión paralizante, sino que (lo cual es más grave) caigamos inconscientemente en ese juego y aceptemos usar un lenguaje que cambie el sentido de las palabras, que nos llevará, tarde o temprano, a cambiar los valores que sustentan nuestro sentido de la realidad. Un ejemplo de confusión bienintencionada reside en la palabra “tolerancia”. En el argot de lo políticamente correcto, en esa tendencia por evitar la confrontación, la “tolerancia” se promueve como una virtud que, si guía nuestras actuaciones de forma masiva, producirá una mejor convivencia. Se entiende: en tiempos en que la política (la opinión política) se ejerce con la lógica de la guerra, la palabra “tolerancia” intenta desmontar la idea de que forzosamente debe haber vencedores y vencidos en toda discusión. Y, visto así, posiblemente sea útil y hasta necesaria. Pero la tolerancia, lejos de ser un ejercicio para la convivencia, termina por ser un ejercicio de sobrevivencia. Pedir tolerancia es negociar, de alguna manera, el derecho al espacio y a la existencia, cuando las opiniones y modos de ver la vida (las de

D todos) merecen respeto, no tolerancia. El verbo tolerar, cuando se aplica a las relaciones interpersonales, apunta hacia dos vertientes: una que indica respeto por las opiniones ajenas, y otra que se emplea para permitir alguna práctica de forma tangencial, aceptándola ambiguamente. En el primer caso, el ejercicio de la tolerancia se sustenta en una palabra inequívoca: el respeto, que es el reconocimiento del valor de una persona. El segundo es el que pone en práctica una "autoridad" carente de tal condición, cuando se hace la vista gorda ante las irregularidades de la ciudadanía en el cumplimiento de sus deberes, con el tácito objeto de inhabilitarlos para exigir sus derechos, volviéndolos sus cómplices. Tolera el fiscal que los carros den la vuelta en U. Tolera el supervisor pequeñas fechorías de sus subalternos. Tolera el policía que los ciudadanos incurran en faltas que están expresamente prohibidas por reglamentos y leyes. Toleran las autoridades la buhonería. Toleran las fiestas y las armas en las cárceles. Y los motorizados conduciendo sin casco. O el exceso de pasajeros en un transporte público. Tolera el poder los abusos de sus amigos contra sus enemigos. Tolera, permite, se hace la vista gorda… Haga un ejercicio: cambie la palabra “tolerar” por “respetar” en las oraciones anteriores. Hágalo, en cambio, para referirse a la opinión ajena. Así es, producen ideas contrarias. ¿Conclusiones? Dejemos de pedir tolerancia para exigir respeto. La primera invoca un ejercicio discrecional, opcional. El segundo es preciso, digno, rotundo, y apela a una conducta que supone reciprocidad, compromiso, verdadera convivencia. Así nuestras palabras expresarán lo que queremos y no su contrario.

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Saberes

@diaD_diario2001

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Libros

La vida en rojo

Cuando la historia tiene voz propia

Pablo Neru d de los esc a y Jorge Luis Borg ritores qu es son do e s tros sono ros con su dejaron más regisvoz.

EFE/Cristina Larrain

Disco de vinilo, uno de los soportes en los que se conservan los registros sonoros del Archivo de la Palabra.

EFE

Omar Osorio Amoretti @osorioamoretti

Palabras que se archivan Alrededor de 20.000 documentos sonoros se conservan a buen resguardo en la Biblioteca Nacional de España, institución que está celebrando 300 años de existencia. La voz de Alfonso XIII, la de Borges o las del pueblo Inuit en el Ártico Central, están al alcance de quien desee un encuentro cercano de ese tipo Almudena González Castilla Agencia EFE

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De Borges al Ártico Se trata de una colección rica y variada, que conserva algunos documentos sonoros de gran valor histórico y sentimental, en algunos casos por lo fugaz del momento, por la crítica situación

EFE/Ballesteros

odo empezó en 1950, cuando llegó a la Biblioteca Nacional de España (BNE) una colección de 24 discos de pizarra con grabaciones de las voces de Azorín, Juan Ramón Jiménez, Pío Baroja, Ramón y Cajal, el general Primo de Rivera o Niceto Alcalá Zamora, procedentes del Archivo de la Palabra del Centro de Estudios Históricos, donde Ramón Menéndez Pidal – intelectual español de la Generación del 98– intentó crear un centro de investigación. "A partir de ese momento, el Archivo de la Palabra de la Biblioteca Nacional de España comienza su andadura, incrementando su colección a través de compras, donativos y depósito legal, con la misma finalidad que impulsó a Don Ramón a conservar y difundir las voces de personalidades de la cultura, la ciencia, las artes o la política de su época", explica María Jesús López Lorenzo, jefa de esta sección de la BNE. Ahora, son ya unos 20.000 documentos sonoros no musicales los que componen esta joya de la Biblioteca Nacional, la institución cultural pública más antigua de España y que está inmersa en las conmemoraciones de su tricentenario.

que revelan, o por la originalidad de su contenido. Aunque siempre es difícil hacer una selección, María Jesús López Lorenzo cita la colección de voces de los escritores, filósofos y poetas de las generaciones del 27 y 98, además de los registros de las personalidades del mundo de la política, como es el caso del disco de pizarra con la voz de Alfonso XIII.

"Contamos con grabaciones originales como las entrevistas a Jorge Luis Borges. Además de voces como la de Lluis Companys, en un discurso grabado en hilo magnético el 1 de mayo de 1937, hablando de la Generalitat de Cataluña en plena Guerra Civil española", prosigue esta especialista de la Biblioteca Nacional. Hay también una presencia im-

Salón General de Lectura de la Biblioteca Nacional de España

portante de autores hispanoamericanos, gracias a la adquisición de una gran colección de discos de vinilo que contienen algunas de las voces más importantes de la cultura hispanoamericana, entre ellas, la colección Voz viva de México, Voz viva de América Latina y Literatura Mexicana. Además, se puede encontrar en discos de vinilo a Pablo Neruda, que junto con Borges es uno de los escritores que más registró su obra con su voz en distintos fonogramas. Raúl González Tuñón, Ernesto Sábato, Gabriel García Márquez, León Felipe, Oliverio Girondo y Julio Cortázar son algunos de los grandes que forman parte del Archivo de la Palabra. La adquisición más reciente es el donativo del etnomusicólogo Ramón Pelinski. "Son 93 cintas abiertas, 9 casetes y 5 videograbaciones, fruto de su trabajo de campo, con entrevistas en el Ártico Central, sobre música y tradiciones de los pueblos Inuit", prosigue López Lorenzo. La variedad de las personalidades inmortalizadas es tan rica como los soportes donde se han registrado sus voces, un repaso por los desarrollos tecnológicos empleados en la captación del sonido, que se van digitalizando para ponerlos a disposición de los usuarios en la página web de la BNE (www.bne.es). Así hay grabaciones originales en cilindros de cera, en discos planos, de goma laca o baquelita, los populares discos de vinilo, hilo magnético, cintas magnetofónicas... hasta llegar a los discos compactos y al mp3, imprescindibles en la actualidad. ¿Se imagina poder escuchar a su poeta favorito recitando?

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e ha dicho (tal vez con razón) que a diferencia de otros países latinoamericanos, la literatura en Venezuela tiene una tradición larga e importante de autores que han explorado el género del relato breve. En este sentido escritores como José Antonio Ramos Sucre (1890-1930), Alfredo Armas Alfonzo (1921-1990) y Ednodio Quintero (1947) son apenas la punta de un iceberg más profundo de lo que se podría imaginar. La publicación de En rojo, de Gizela Kozak Rovero, viene a corroborarlo. No se piense, sin embargo, que se está ante un libro de anécdotas inconexas entre sí. A través de una serie de historias desarrolladas en un tiempo y espacio geográfico afines, En rojo narra las vidas de personajes comunes y corrientes marcados por la tristeza, por el fracaso, la violencia y el fanatismo en la Venezuela de nuestros tiempos. De esta manera, el título tan peculiar de la obra no debería ser algo críptico para el lector: constituye la simbología de una sociedad moderna signada, básicamente, por el pesimismo, tal y como lo emplea la autora en su cuento “Zanahoria rallada”: “(…) confieso que he vivido, sí, pero he vivido siempre en rojo, como un negocio que va a la quiebra”. Con esto, Kozak Rovero no solo despliega a lo largo de sus páginas una aproximación a la vida privada del venezolano del siglo XXI, también construye una cosmovisión de esa Venezuela contemporánea. Es así como a partir de narraciones particulares se crea una obra compacta, armónica. Viéndose desde otro punto de vista, este libro bien pudiera leerse como una novela fragmentada (fenómeno que no es nuevo y que tiene antecedentes en El osario de Dios –1969–, de Armas Alfonzo y La comedia urbana –2002– de Armando José Sequera). Eso explicaría el subtítulo de “narración coral” que le colocara la autora. A poco más de un año de haber salido a la luz, el texto se mantiene como uno de los exponentes más emblemáticos del género breve en la narrativa nacional de principios del siglo XXI.

Pie de página En rojo Título Gisela Kozak Rovero, autora Editorial Alfa, 2011

Gastronomía popular

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La Pensión Ana

El icono sigue en pie Para quienes mantienen intacta la historia del recinto gastronómico más famoso de Los Caobos, lo importante es que las personas disfruten sin pagar una fortuna. Como reza el dicho “con lo mucho, poco” Oriana Rivas @OriRivas91

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Compuesto Especial Ana

llas al ex presidente Rómulo Betancourt, al pintor Jesús Soto y a la cantante y actriz, Paloma San Basilio, entre muchos otros. Y aunque ya no funciona como pensión, aún logra que más de uno se sienta como en casa. Surtido y calidad Quizás fue el variado menú lo que logró atrapar la atención de esos personajes: comida internacional con prevalencia de italiana, pero también con platos venezolanos que muestran sus mejores atributos. Desde el osobuco y filet mignon hasta el pabellón criollo, la idea es que los comensales puedan disfrutar de un buen plato a precios accesibles. Hay variedad de costos

Se trata de un medallón de lomito bañado en salsa de champiñones, pechuga de pollo, tortelones rellenos de ricotta y rigatonis con salsa napoli. Es una combinación de texturas y sabores que solo de imaginarlo, hace agua la boca.

que le garantizan al público la satisfacción sin golpear su bolsillo. El Compuesto Ana, por ejemplo, tiene un costo de Bs 128 y es el plato principal del restaurante. Otras opciones se degustan entre Bs 110 y Bs 38, como el churrasco de pollo con cebollín, la ternera en su jugo con puré, carpacho de salmón, y sopa de costilla. Todos los días hay sugerencias diferentes para que el cliente tenga la libertad de elegir. Además de poseer una amplia gastronomía, el comensal puede esperar generosas porciones. El encargado de la cocina es Roger González, con apenas 23 años ya demuestra los dotes culinarios aprendidos del anterior chef, Rafael Brando, quien falleció hace un año, pero que le dejó sus se-

cretos y su sazón a quien ha sabido demostrar un talento especial para deleitar paladares. El personal de Pensión Ana atiende a los clientes con total esmero y están atentos a sus órdenes. Entre ellos se encuentra Lorenzo, con más de 30 años en el oficio se le ve amable y comprometido a su labor, apenas recibe la orden va directo a la cocina para que en pocos minutos la persona tenga su orden en la mesa. De galería La capacidad del negocio es de 115 a 120 personas, hay unas treinta mesas

Elyxandro Cegarra

uadros de pintores venezolanos dan la bienvenida a un lugar lleno de anécdotas, arte y deliciosa comida. Y es que destacados personajes venezolanos han sucumbido ante las exquisiteces que allí se preparan, se trata del Restaurant Pensión Ana, un lugar escondido en el laberinto caraqueño que descubre un manjar de experiencias. Fundado hace más de 50 años por inmigrantes italianos que escaparon de la II Guerra Mundial, al principio ofrecía cómodas habitaciones a aquellos viajeros que buscaban hospedaje y donde la comida italiana era la primera opción. Desde hace 20 años le pertenece a Manuel Ponte, Luis Rodríguez y Roberto Brando, quienes han modernizado y adaptado el lugar que hoy presenta un ambiente familiar y acogedor en sintonía con la esmerada atención de sus mesoneros. El señor Ponte cuenta que en una ocasión quiso cambiarle el nombre a “Restaurante Ana”, pero los clientes no lo dejaron porque el calificativo de “pensión” era muy emblemático. Y no es para menos, el lugar ha visto sentarse en sus si-

distribuidas a lo largo de un serpenteante recorrido adornado con cuadros de artistas nacionales como Raiza Carreño, Miriam Labarca, Alexis Pérez Luna y Eglee Manzo. Si el comensal está disfrutando su comida y le llama la atención alguna obra, fácilmente puede cancelar el precio de esta y llevarla a casa. Los vitrales que posee el restaurante son hechos por Leonel Durán, autor de varias pinturas que allí se exponen y vecino del lugar. Todas esas obras han visto llegar a famosos y empresarios venezolanos y extranjeros, la fama del lugar siguió luego del ex presidente Rómulo Betancourt y se extiende hasta hoy. Figuras del acontecer político nacional como Antonio Ledezma, Henry Ramos Allup, Jackeline Farías y Luisa Estella Morales y los reconocidos Alberto Federico Ravell, Ilan Chester, Osmel Sousa y Guillermo Dávila son o han sido asiduos visitantes, así que no se sorprenda si se los consigue en el almuerzo. Sin embargo, Ponte expresa que pese a las visitas de famosos, no existen etiquetas para el tipo de gente que va a comer y su mayor interés es dar un buen servicio, donde las personas se vayan satisfechas y con el gusto de haber probado sabores únicos en el marco de un lugar emblemático de Caracas.

Dirección: Avenida Santiago de Chile, esquina con Avenida Libertador, Los Caobos. Teléfonos: 0212.781.66.91/ 0212.782.26.03 Abren de lunes a sábado, de 11:30 am a 9:00 pm y los domingos de 11:30 am a 8:00 pm

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Apuntes

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Aunque la violencia del sismo dañó equipos del Observatorio Cagigal aquel 29 de julio de 1967, el epicentro pudo detectarse en la zona sísmica exterior norte de Caracas entre Arrecifes y Naiguatá. La magnitud: 6.5 grados en la escala de Richter con duración de 35 segundos.

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Equipo díaD

Demasiado fuerte

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Respuesta oficial. Al cesar los temblores, el ministro del Interior, Reinaldo Leandro Mora, se dirigió al país desde Rctv, recomendando calma. El gobierno de Raúl Leoni acordó medidas de emergencia y se creó una Junta Nacional de Reconstrucción.

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Todos a una

Empresas, gremios e instituciones se pusieron a la orden para la recuperación de la capital. Hubo casos curiosos como el de Volkswagen, empresa que reparó gratuitamente todos los vehículos de esa marca afectados y facilitó la adquisición de un carro nuevo a quienes perdieron el suyo.

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Otros tiempos. Menos de 1% de los propietarios de los edificios “Neverí”, “Mijagual, y “San José” estaba asegurado contra terremotos. Un mayor porcentaje entre los dueños del “Palace Corvin” sí tenían póliza.

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No fue Dios. El Obispo auxiliar de Caracas, monseñor Luis Eduardo Henríquez, expresó el 2 de agosto que el sismo “no fue un castigo de Dios y que el único castigo del que podría hablarse sería el originado por nuestra imprevisión al construir”.

Certeros. La pitonisa italiana Marisa Marotti pronosticó que una ciudad que festejaría en 1967 su aniversario sería víctima de un fuerte terremoto. Con bombos y platillos Caracas celebraba su cuatricentenario.

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No era su día. Los dirigentes políticos Gonzalo Barrios y Luis Herrera Campins vivieron para contarlo. Esa trágica noche estaban invitados a una fiesta en el edificio “Mijagual”, pero se retrasaron involuntariamente y se salvaron.

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¡De bonche! En los días previos al cuatricentenario se organizaron muchas fiestas. La prensa farandulera calificaba a los personajes de “In” y “Out”. La gente hacía cola en los cines para ver Un hombre y una mujer, y en el Teatro París, los balletistas Rudolf Nureyev y Margot Fonteyn bailaban Romeo y Julieta.

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Demasiados muertos. El terremoto provocó la muerte en Caracas de 236 personas y más de 2.000 resultaron heridas. Las pérdidas materiales se contabilizaron en 10 millones de dólares.

Por fin una venezolana llegaba de primera finalista en el Miss Universo. En los cines, Un hombre y una mujer agotaba las entradas y los bailarines Nureyev y Fonteyn daban un espectáculo. De pronto, la tierra se estremeció. He aquí 20 notas imprescindibles sobre el terremoto que sacudió a Caracas hace 45 años

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¿Pavoso? El 21 de enero de 1967, seis meses antes del sismo, la revista Elite se preguntaba en portada: “¿Un terremoto destruirá a Caracas?”. La ilustración con las torres del Centro Simón Bolívar resquebrajadas entró en la historia.

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Dramático. La sacudida desplomó los edificios “Neverí” y “Palace Corvin”, en Altamira, y “San José” y “Mijagual”, en Los Palos Grandes. 236 personas perdieron la vida. En el litoral central se derrumbó parte de la “Mansión Charaima” y murieron 39 personas.

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Paño de lágrimas. Como ahora es costumbre, el aeropuerto La Carlota sirvió en la emergencia. Los terrenos adyacentes a la pista fueron utilizados para amontonar toneladas de escombros.

Drama en el litoral. Los seis pisos superiores de la “Mansión Charaima” se derrumbaron, y quedaron en pie los cinco pisos inferiores. Los bomberos rescataron penosamente a la niña de 3 años María Alexandra Pérez Pomar, quien estuvo sepultada durante casi dos días.

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Atletas en tensión

Cuando ocurrió el sismo, Venezuela participaba en los V Juegos Deportivos Panamericanos en Winnipeg, Canadá. La trágica noticia angustió a los atletas, pero como consuelo, el boxeador Carlos “Morochito” Rodríguez, ganó la única de oro.

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Belleza pospuesta. Venevisión transmitía esa noche en diferido el Miss Universo donde la venezolana Mariela Pérez Branger quedó de primera finalista. Le disputaba el reinado a Silvia Hitchcock, de USA, cuando el sismo obligó a suspender la transmisión.

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Sin cruz. La fuerte sacudida hizo caer desde lo alto de la Catedral de Caracas la Cruz de Santiago, y enseguida surgió el mito, según el cual, al chocar con la tierra cesó el terremoto. La cruz quedó marcada en el piso y la feligresía calificó el hecho de “milagro”.

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¡Millonarios! A propósito de los 400 años de Caracas en el Nuevo Circo se realizó el Sorteo Cuatricentenario con un premio de 5 millones de bolívares. En el acto cantaron Mario Suárez, Chichí Caldera, Estelita del Llano y Perucho Navarro y lo animaron los cómicos Bólido y Yeyo.

Post tempestad. Poco a poco los caraqueños volvieron a recuperar la cotidianidad de sus vidas. Las emisoras radiaban el último disco de Los Beatles, El sargento Peppers y la banda de corazones solitarios, Lulú cantaba “Al maestro con cariño” y Luis Aguilé popularizó “Cuando salí de Cuba”.

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Unos sí y otros no. A raíz del terremoto la sociedad se preguntaba por qué en una zona de numerosos edificios altos, cuatro se derrumbaron y otros no. Expertos dictaminaron que el efecto de amplificación local del movimiento sísmico, asociado con factores como el espesor De cuidado. 1967 fue del sedimento, habrían establecido las un año noticioso. AD se diferencias. dividió y surgió el MEP con Luis Beltrán Prieto Figueroa a la cabeza. El Che Guevara murió en Bolivia. Falleció el joven cantante Cherry Navarro y el Caracas ganó increíblemente la final del campeonato ante La Guaira, 16x9 tras ir perdiendo 7x0.

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