La vida comunitaria frente al desarraigo juvenil. Un acercamiento a problemáticas de migración, adicciones y violencia desde la subcultura de un sector de la juventud. El caso de los jóvenes de San Cristóbal, Jalisco

July 24, 2017 | Autor: A. Juárez Espíndola | Categoría: Estudios Culturales, Culturas Juveniles, Desarrollo rural, Comunidades Campesinas, Migraciones E Identidades
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Descripción

UNIVERSIDAD AUTÓNOMA METROPOLITANA

UNIDAD XOCHIMILCO DIVISIÓN DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES POSGRADO EN DESARROLLO RURAL NIVEL MAESTRÍA

LA VIDA COMUNITARIA FRENTE AL DESARRAIGO JUVENIL. UN ACERCAMIENTO A PROBLEMÁTICAS DE MIGRACIÓN, ADDICCIONES Y VIOLENCIA DESDE LA SUBCULTURA DE UN SECTOR DE LA JUVENTUD. EL CASO DE LOS JÓVENES DE SAN CRISTÓBAL, JALISCO.

TESIS QUE PARA OPTAR AL GRADO DE MAESTRO EN DESARROLLO RURAL PRESENTA

ALBERTO JUÁREZ ESPÍNDOLA

DIRECTOR DE TESIS: ALEJANDRO CERDA GARCÍA PRIMERA LECTORA: ALEJANDRA TOSCANA APARICIO SEGUNDA LECTORA: SILVIA GUTIÉRREZ VIDRIO

MÉXICO, D.F.

DICIEMBRE DE 2014

A Edith, mi compañera de vida: este logro es tan tuyo como mío, pues compartiste conmigo desvelos y frustraciones, me alentaste cuando me sentía perdido, alumbraste mi camino hacia la inspiración, fuiste mi principal informante; además, tu apoyo ha sido fundamental desde que llegaste a mi lado, no hay palabra mía o acción o proyecto que no te contenga; eres la razón de mi arraigo, gracias a ti siento que todo vale más la pena y que por fin soy parte de algo... Quién diría que en Sancris, ese lugar tan apartado del progreso pero tan cerca de Dios, iría a encontrarte.

A la memoria de mi abuela María Luisa y de mi tía Patricia Juárez, quienes este año emprendieron ese largo viaje hacia el silencio, un silencio que me aguarda hace mucho tiempo, tiempo que reclaman los brazos de mi madre.

A las y los sancristeños, jóvenes y adultos, especialmente a los chavos de la esquina: sin su “contracultura” esta tesis no tendría sentido.

A mis compas, profesoras y profesores de la maestría: junto con ustedes aprendí las enseñanzas más valiosas de mi vida; este posgrado me ha hecho mejor ser humano. Espero mi aportación al conocimiento sobre la juventud y el desarraigo trascienda los estantes y le sirva sobre todo a las futuras generaciones.

A mis familiares y amigos: su amor, lealtad y paciencia inagotables me dan fuerza para seguir construyendo lazos solidarios, sólidos y duraderos; valoro mucho su cercanía y les extraño en la distancia, jamás me olvido de los presentes y tampoco de los ausentes, en todo momento les cargo en mi memoria; por los vivos vivo y por los muertos recuerdo; ustedes albergan mi pasado, mi presente y mi futuro. Porque siempre han estado cuando más los necesito: les extiendo mi gratitud, les ofrendo mi trabajo.

ÍNDICE INTRODUCCIÓN... pág.1 Capítulo I. Investigación sociocultural en San Cristóbal, Jalisco... pág.4 La comunidad como punto de partida... pág.5 Compartir con el pueblo y escuchar a sus habitantes... pág.11 Buscando la participación de los jóvenes y otros interesados... pág.18 Capítulo II. Sancris, una localidad rural expulsora de migrantes... pág.28 La comunidad campesina tradicional... pág.30 Migrar del pueblo para buscar la vida... pág.43 Falta de opciones y violencia juvenil... pág.56 Capítulo III. Los jóvenes sancristeños y el desarrollo comunitario... pág.70 La juventud: entre la adolescencia y la madurez social... pág.71 Los jóvenes rurales frente al desarrollo del libre mercado... pág.86 Progreso y libertad individual ¿La comunidad en el olvido?... pág.99 Capítulo IV. Discursos y prácticas del desarraigo en San Cristóbal... pág.117 Desapego a las costumbres tradicionales por desamor a las raíces... pág.118 La comunidad dislocada: ruptura del orden establecido... pág.129 Arraigarse en Sancris: una realidad distante... pág.138 De la violencia criminal al desarraigo juvenil... Conclusiones... pág.147 BIBLIOGRAFÍA... pág.156

ANEXO 18 ENTREVISTAS TRANSCRITAS Conversación con el Tuy (19 de noviembre 2011)... pág.166 Entrevista con el Clan (4 de diciembre 2011)... pág.169 Entrevista con Mario Alférez (28 de diciembre 2011)... pág.176 Entrevista con Doña Socorro (28 de diciembre 2011)... pág.179 Entrevista con Lourdes García (28 de diciembre 2011)... pág.181 Entrevista con Lalo (28 de diciembre 2011)... pág.184 Entrevista con Juan Piña (2 de enero 2012)... pág.189 Entrevista con Don Epifanio y amigos (2 de enero 2012)... pág.201 Entrevista con Refugio Molina (6 de enero 2012)... pág.207 Entrevista con Tuy (6 de enero 2012)... pág.211 Entrevista con Chabelo (30 de septiembre 2012)... pág.218 Entrevista con los Chavos de la esquina (30 de septiembre 2012)... pág.233 Entrevista con Don Ramón Molina (30 de septiembre 2012)... pág.244 Entrevista con Adriana Zúñiga (27 de octubre 2012)... pág.253 Entrevista con los Chavos de la esquina (28 de octubre 2012)... pág.269 Entrevista con Chava (10 de diciembre 2012)... pág.273 Entrevista con José Guadalupe (10 de diciembre 2012)... pág.277 Entrevista con Lalo y el Clan (12 de diciembre 2012)... pág.285

INTRODUCCIÓN Comúnmente se piensa que el campo mexicano es el lugar donde se refugian las identidades tradicionales, donde la familia, la religión y los lazos comunitarios parecen inquebrantables. Por un lado, lo rural evoca imágenes idílicas sobre la vida de los grupos indígenas y de los rancheros, y por el otro, históricamente ha sido símbolo de atraso y subdesarrollo. En la actualidad, ya sea que se hable de indígenas o rancheros, el modo de vida rural ha cambiado, sobre todo por la continua migración de jóvenes que salen a buscar la vida en las ciudades o a perseguir el “sueño americano”. Así sucede en San Cristóbal, Lagos de Moreno, Jalisco. Sancris, como le dicen los que ahí tienen sus orígenes, es una localidad ranchera de raigambre católica, donde la migración es cotidiana desde mediados del siglo XX, pero cuyas repercusiones comenzaron a observarse recientemente, siendo las nuevas generaciones quienes más cambios presentan a raíz del fenómeno migratorio. Se dice que los jóvenes que migran tienden a desarraigarse, o sea, se olvidan del pueblo y ya no regresan o si retornan vuelven con malos hábitos: adictos a alguna droga, más violentos, peleoneros y liberales. Algunos adultos sancristeños piensan que este desarraigo deriva del desapego a las costumbres, pues quienes se desarraigan incorporan a su identidad elementos ajenos a la cultura tradicional –que en San Cristóbal es el respeto y obediencia hacia los mayores, la reproducción de la familia campesina, el recato en el comportamiento y la devoción a Dios y a la Iglesia–. Entonces, se dice que los valores religiosos y familiares se han perdido porque la juventud –migre o no– ha ido cambiando su manera de ser, de convivir, así como sus aspiraciones y expectativas. El objetivo central de esta tesis ha sido comprender qué es el desarraigo y de qué manera afecta la vida comunitaria de los jóvenes rurales, ya que generalmente son ellos los protagonistas de la migración, de la violencia, de los cambios identitarios y culturales que ponen en riesgo la permanencia de la cultura tradicional, la reproducción social del sector campesino y el desarrollo local de su comunidad. Se piensa que las nuevas generaciones ya no tienen visión de futuro, que son más individualistas y que desprecian el trabajo campesino porque su anhelo es tener mayor acceso al consumo y a la libertad. 1

En este sentido, para realizar el análisis del desarraigo juvenil en San Cristóbal se necesitó responder algunas preguntas como: ¿qué es la juventud y de qué forma la viven los sancristeños?, ¿de qué manera la migración y la violencia se vinculan con el desarraigo?, ¿qué significa el desarraigo para los sancristeños?, ¿cómo se expresa y qué impacto tiene sobre el desarrollo comunitario?, y ¿qué alternativas existen o genera la comunidad frente a tal problemática? Para responderlas fue necesario acercarse a los jóvenes, a su estilo de vida e identidad cultural, a su territorio y entender el sentido que le dan a las relaciones dentro de la estructura social. De cierta forma esta investigación trata sobre la idea de cambio social –y generacional–, el cual sucede de manera inevitable en todas las sociedades, pero no por eso supone la pérdida de la identidad colectiva y organización tradicional. Al contrario, en algunos aspectos éstas se fortalecen a través de su reconfiguración, como en el caso de los migrantes y de los jóvenes, pues a pesar de que en sus diversas manifestaciones expresen cierta resistencia a las formas de integración dominantes, su organización grupal contiene un amplio sentido comunitario de agregación, solidaridad y pertenencia. Esta tesis se desarrolla a lo largo de cuatro capítulos. El primero de ellos habla sobre la metodología cualitativa y las estrategias etnográficas de recolección de información –la observación participante y la entrevista antropológica–, así como de la posición que tuvo que tomar el investigador para realizar la investigación “dentro” de la comunidad y la relevancia del enfoque de los estudios culturales para analizar la cultura en situaciones de poder y conflicto. También se explica que las categorías para delimitar la unidad de estudio y seleccionar a los informantes fueron las de edad, estado civil, ocupación y movilidad. En el segundo capítulo se aborda el contexto socio-histórico dentro del cual se inscriben los jóvenes sancristeños, quienes forman parte de una comunidad campesina cohesionada tradicionalmente por la reciprocidad familiar y religiosa, pero por su continua y creciente migración han caído en el desarraigo. De tal forma que el futuro de Sancris pareciera ser incierto, porque al migrar lo que regularmente está hallando la juventud es el camino hacia las drogas, la violencia y la delincuencia. Sin embargo, la comunidad resiste desde su tradición.

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En el tercer capítulo se desarrollan los conceptos de juventud, sujeto social y desarrollo. Se menciona cómo se concibe a los jóvenes desde las ciencias de la salud, las cuales asocian la juventud con adolescencia y la determinan como una etapa cronológica que comienza a los 10 años y se extiende a los 24 o hasta que la persona madure socialmente; pero para los sancristeños la juventud se vive como una etapa casi inexistente, ya que comienzan madurar a través del trabajo campesino y del matrimonio a edades muy tempranas. No obstante, con el desarrollo del libre mercado y la mayor apertura de las localidades rurales –como la de San Cristóbal– hacia el mundo, los jóvenes ya no están reproduciendo al sector campesino de la misma forma. Se dice que algunos incluso han dejado de trabajar el campo y se dedican a la vagancia, que no cooperan ni contribuyen al desarrollo de la comunidad, que no se interesan por los problemas del pueblo, que no se organizan ni proponen algún proyecto para mejorar. En este sentido, los adultos piensan que sólo quienes conservan los valores tradicionales pueden significar un progreso para la comunidad y los jóvenes que divergen de lo que su sociedad establece de cierta manera son excluidos y no se les toma en cuenta. En el cuarto y último capítulo se explica lo que se entiende por desarraigo de acuerdo a la teoría y también a partir de las opiniones, vivencias y experiencias de los sancristeños entrevistados, quienes al desconocer el significado del término aportaron nuevos conocimientos para comprender al desarraigo desde sus prácticas y discursos. Así, el desarraigo es visto como un proceso de deserción social que en el caso de San Cristóbal se observa peculiarmente a través de la migración y subcultura de un sector de la juventud, el cual se caracteriza por su baja escolaridad, desempleo o subempleo, su continuo desplazamiento hacia las ciudades y a Estados Unidos de manera indocumentada. Igualmente, se percibe como una etapa posible de superar tras madurar o “sentar cabeza”. Sin embargo, las condiciones marginales que experimentan las nuevas generaciones hacen casi imposible que éstas encuentren oportunidades reales para incorporarse socialmente y por lo tanto opten por estrategias informales y hasta ilegales para progresar, para salir adelante. Empero, son capaces de crear espacios y formas de acción que les permiten hacerse visibles e integrarse alternativamente a la sociedad. 3

CAPÍTULO I INVESTIGACIÓN SOCIOCULTURAL EN SAN CRISTÓBAL, JALISCO En este primer capítulo se explica en qué momento surge el interés por realizar un estudio sobre el desarraigo sociocultural de los jóvenes sancristeños, desde dentro de la comunidad, compartiendo los resultados de investigaciones previas sobre el fenómeno migratorio y su impacto cultural e identitario en el pueblo, escuchando las opiniones de algunos habitantes, sus necesidades e invitándolos a participar en esta investigación. También, se explica la posición que el investigador decidió tomar para interactuar con la comunidad y para hacerse de la información mediante estrategias etnográficas de observación, entrevista, selección de informantes y registro del discurso. La presente investigación surgió dentro de un proceso de devolución de la tesis de licenciatura del investigador, la cual implicó la elaboración de dos productos académicos, una tesis escrita y un video documental, cuyos resultados mostraron que un amplio sector de la población sancristeña piensa que a raíz de la migración San Cristóbal ha sufrido cambios negativos como: ruptura familiar y adicciones en los jóvenes migrantes, de entre otras repercusiones. Tras dicha devolución de resultados, creció el interés de algunas personas del pueblo por comprender las razones y motivos de estos cambios así como su impacto en la vida cotidiana y en el desarrollo comunitario. La estrategia metodológica se configuró durante el desarrollo de la investigación, conforme fueron surgiendo obstáculos y respuestas para sortearlos. Uno de los logros más relevantes fue construir de manera colectiva el conocimiento sobre la juventud y el desarraigo, así como el establecimiento de relaciones dialógicas y dialécticas de reflexión sobre las problemáticas que viven los jóvenes sancristeños en la época actual y las posibles maneras de enfrentarlas. El enfoque cultural del presente estudio logra incorporar la visión de los actores sociales que viven la migración, las violencias y el desarraigo como fenómenos o procesos sincopados. Desde el aspecto subjetivo y vivencial se logran recuperar las experiencias, creencias, saberes, sentires y opiniones colectivas tanto de las problemáticas mencionadas como sobre la labor del investigador y el resultado de su investigación anterior. 4

La comunidad como punto de partida El carácter de esta tesis es sociocultural. Se ha utilizado metodología cualitativa y estrategias etnográficas de observación participante y la entrevista antropológica “(...) como “vía de acceso” a los aspectos de la subjetividad humana.” (Vela, 2001: 64) y para “observar el mundo social a partir del punto de vista del actor, sus significados y representaciones” (Rocha, 1995: 78). El trabajo de campo realizado por el investigador requirió de su presencia directa en la comunidad y del establecimiento de relaciones cordiales, las cuales se fueron construyendo y madurando desde investigaciones anteriores, realizadas dentro del pueblo, y a través de nuevos acercamientos con los actores sociales y de la toma de distancia para no comprometer la profundidad del análisis. La comunidad es una noción que dentro del presente trabajo no se aborda como concepto o como unidad ya estructurada y definida que tiende a desarrollarse o a desaparecer. La comunidad es vista como un conjunto de relaciones, memorias y modos de vida diversos, pero comunes, que construyen y reconstruyen los individuos dentro de lugares cotidianos. Son las personas quienes hacen comunidad al interactuar con los demás, al establecer lazos de amistad, de parentesco y solidaridad. La comunidad, como se desarrolla a lo largo de esta tesis, es una forma de organización que responde a la reciprocidad entre las personas y se crea a través de referentes como el territorio, la identidad, la cultura y las visiones del mundo que los individuos poseen, comparten y debaten dentro de un espacio social común. Para lograr captar la visión de la comunidad sobre la problemática del desarraigo juvenil, el investigador se valió de la etnografía antropológica para generar nuevos momentos de apertura y aproximación con los habitantes del pueblo y para hacerse de la información: Una de las principales formas de realizar investigación antropológica ha sido a través de la práctica de la etnografía. Es mediante el estudio de las experiencias pasadas y las vivencias presentes, ubicadas ambas en un contexto cultural específico, como opera la etnografía para descodificar y comprender la visión que los actores tienen sobre el mundo, y lo que permite la reconstrucción de la realidad social de una determinada comunidad (Vela, 2001: 73). En el caso de San Cristóbal se observa un conflicto generacional derivado de una contraposición entre los valores de la comunidad (tradicional) y de la ciudad (liberal). Algunos habitantes del pueblo creen que se debe a que los jóvenes que migran hacia 5

Estados Unidos, u otras ciudades mexicanas, modifican sus hábitos de manera negativa, olvidándose de las costumbres y de los valores que su familia les enseñó. En este sentido, la investigación requirió también abordar la problemática del desarraigo juvenil desde el enfoque de los estudios culturales, ya que dentro del análisis de diversos procesos sociales se tiende a subordinar los aspectos políticos y culturales a la economía, reduciendo de manera cualitativa las posibilidades de interpretar la realidad. Los estudios culturales rompen con este reduccionismo y economicismo intrínseco al marxismo y retoman como objeto específico de estudio aspectos sobre los cuales, según Stuart Hall (2000: 13), “Marx no habló o pareció no entender”, como la cultura, la ideología y lo simbólico. De acuerdo con Antonio Méndez Rubio (2000: 131, 132), desde 1958 los estudios culturales han permitido contrarrestar la escisión entre la “tradición idealista” y la “tradición materialista” derivada del “aura cientifista del positivismo”, bajo la cual se ha apoyado el materialismo para subordinar lo cultural a lo social. Gilberto Giménez (1999: 73-85) afirma que algunos autores como John B. Thompson, Barry Brummet y McRobbie de entre otros, abordan el estudio de la cultura desde un “enfoque neomarxista” inspirado en las teorías de Gramsci y Bourdieu sobre la hegemonía y el habitus, las cuales permiten pensar que hay una relación entre poder, conflicto y los procesos culturales, pero sobre todo se retoma el concepto de cultura como un factor clave para entender la organización, el funcionamiento de una colectividad y para descifrar los enigmas, las contradicciones y los conflictos que le son inherentes. Para lograr articular el trabajo de campo con las teorías y estrategias mencionadas, y de esta manera generar la producción de nuevos conocimientos acordes a la realidad cotidiana de los actores sociales, se requirió de un largo proceso de construcción de empatía con la comunidad, la cual el investigador construyó tanto por su interés académico de hacer la devolución de resultados de su tesis anterior y emprender el presente estudio, como por los lazos afectivos construidos durante sus estancias dentro del pueblo. A continuación se describen los momentos fundamentales que permitieron y redirigieron la labor investigativa, así como la posición asumida por el investigador.

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En noviembre del año 2009 un grupo de jóvenes universitarios, de la licenciatura en Comunicación Social, realizamos nuestro primer viaje a San Cristóbal, a excepción de uno de nuestros compañeros, Iván Bastida, quien ya tenía tiempo visitando a la comunidad y cuyo hermano, Leonardo Bastida, había hecho una investigación de historia oral sobre la identidad de los migrantes de la comunidad. Motivados por estos compañeros y porque teníamos que elaborar nuestra tesis para obtener nuestro grado de licenciados, decidimos llevar a cabo un estudio sobre migración desde el enfoque de las representaciones sociales y la técnica del video documental. El grupo lo conformábamos tres hombres y dos mujeres, todos originarios del Distrito Federal. Hicimos algunos viajes y en el camino las compañeras nos abandonaron, porque la distancia entre la Ciudad de México y San Cristóbal es amplia, para llegar a la comunidad teníamos que viajar alrededor de siete horas hacia la ciudad de Aguascalientes y de ahí hora y media más para adentrarnos a Jalisco y llegar al pueblo. Para ellas el largo trecho y las condiciones climáticas fueron insoportables. En el rancho escasea mucho el agua y por lo mismo no hay mucha vegetación y árboles que detengan el vuelo de la tierra hacia los pulmones de las personas. En invierno hace mucho frío y en épocas de calor el sol cala demasiado. Los tres compañeros decidimos continuar nuestra investigación, dejando atrás las comodidades de nuestros hogares en la ciudad. Al pueblo llegábamos a hospedarnos en casa de los Martínez Hernández, una familia cálida, amable y numerosa que se ha dispersado por Estados Unidos y otras ciudades de la república mexicana. Nosotros los conocíamos porque algunos de ellos viven en el pueblo de Axotla frente a los Viveros de Coyoacán, en el Distrito Federal. En Jalisco nos recibía Antonia Martínez, nos proporcionaba una recámara con tres camas en la casa de adobe que le dejaron sus padres a ella, a sus once hermanas y hermanos y a toda su descendencia, lugar que visitan frecuentemente por el gran apego que todos le tienen a Sancris, su rancho que los recibe con alegría y de manera ritual cada 20 de noviembre, navidad, año nuevo y de manera más obligatoria cada 12 de enero día de la fiesta patronal del pueblo en honor a la virgen de Guadalupe y cada primer semana de

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agosto para celebrar el Día del Ausente en conmemoración de los hijos migrantes de San Cristóbal. Por las mañanas era difícil levantarse y a medio día caminar se hacía pesado, no sólo porque ingeríamos una cantidad considerable de frijoles y tortillas hechas a mano por Toñita, quien nos atendía complaciente, sino porque el tiempo transcurre lento en el pueblo, no se escuchaban ruidos de carros o gritos de vendedores que nos alteraran los sentidos, no teníamos que apresurarnos para darnos un baño y correr tras el camión de pasajeros que nos llevara hasta el lugar de nuestra labor. Estábamos en la comunidad, muy cercanos a la gente con la que íbamos a entrevistarnos para recabar la información. Nuestros pies eran nuestro vehículo para aproximarnos, nuestra voz y actitud eran las cartas de presentación ante el pueblo, nuestras cámaras y grabadoras nuestras armas de recolección de testimonios. Durante un año hicimos alrededor de cinco viajes y durábamos un par de días dentro de la comunidad. Después de que los gallos y el hambre nos despertaban, comíamos y salíamos a recorrer el rancho, entrevistando gente, conviviendo con sus familias, en sus hogares y parcelas. Recabamos 20 testimonios: entrevistas a profundidad y focalizadas, relatos de vida y algunas conversaciones informales. Redactamos la tesis La Representación Social de la Migración de los Habitantes de San Cristóbal, Jalisco (Bastida, et al, 2010) y el video documental Por Qué Te Vas, retomando el estudio de historia oral previamente realizado por Leonardo Bastida en el 2008, La Fragilidad de la identidad en pos del progreso, el caso de los migrantes de San Cristóbal, Jalisco. La investigación de Leonardo mostró que la identidad “tradicional” de los habitantes se ha vuelto frágil tras el continuo y constante contacto con la cultura norteamericana, lo cual sucede tras la migración de las personas del pueblo y la asimilación de elementos culturales ajenos a los suyos. La nuestra no sólo confirmó lo expuesto en el estudio anterior, sino que a través del análisis discursivo, contextual, se logró establecer de una manera más estrecha la relación entre el fenómeno migratorio y los cambios culturales y sociales que sufren tanto los migrantes como sus comunidades de origen. Utilizamos metodología de recolección de las representaciones sociales, trabajadas ampliamente por Serge Moscovici, Denise Jodelet y Silvia Gutiérrez Vidrio.

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Comprendimos que estas representaciones sociales son saberes del sentido común, conocimiento socialmente construido en lo cotidiano y expresado a través del lenguaje. En este sentido no sólo captamos discurso y lo analizamos, sino que reconstruimos el concepto de migración desde las experiencias, creencias, opiniones, actitudes y sentires de los sancristeños. Desde la comunidad nos replanteamos una categoría ampliamente discutida en el ámbito académico. Desde la subjetividad de los actores sociales abordamos la problemática del fenómeno migratorio e identificamos sus implicaciones socioculturales, partiendo de lo que la gente ha vivido dentro y fuera de su pueblo. No es sino hasta la terminación de la investigación de licenciatura y su presentación formal ante la universidad y algunas personas del pueblo, que pude visualizar las fallas de nuestras investigaciones –pero aún más las fortalezas de haber estado presente en la comunidad–, observar de alguna manera cómo se vive el proceso migratorio y haber tomado en cuenta a las personas de San Cristóbal en la construcción de nuestro concepto de migración y, en mayor grado, la gran influencia de los sancristeños en la reconstrucción de nuestra mirada como investigadores. Es por ello que decidí postularme a la maestría en Desarrollo Rural y comenzar una nueva investigación a partir de la devolución de los resultados de la anterior, con la intención de subsanar los errores cometidos y visibilizar aquello aparentemente oculto o sin importancia: el desarraigo juvenil. En el proceso de investigación inicial, que comenzó en noviembre 2009 y terminó en junio del año 2010, se tejieron muchas relaciones y vínculos estrechos con las personas de la comunidad. De alguna manera me volví parte de ella y no hay mejores palabras para describir lo que sucedió que las de dos amigos sancristeños: Pues este hombre se hizo ya de aquí del pueblo, él es de la ciudad de México, pero ya se hizo de acá de este lado, él se amachinó con una hija de Lolita Martínez, esposa de Elijio del Tecuán, pues Elijio aquí es muy conocido (...) Sí, aquí ya tiene a su gente este hombre, ya hizo familia (Mario Alférez, 53 años, tendero). ¡Y camaradas también! (Jesús Amador, casi 60 años, campesino). Hice familia y amigos. Las relaciones que había construido durante el proceso del estudio anterior me brindaron nuevas posibilidades de acercamiento a los sancristeños y de acceso a la información, sin embargo, mi presencia dentro de la comunidad ya no como un sujeto externo, sino como parte de ella, trajo otras complicaciones, sobre todo a la hora de tomar 9

distancia. Constantemente tuve que replantear mi posición como observador-investigador, para acercarme nuevamente al pueblo sin elegir ciegamente alguno de los dos tipos de observación participante o participativa: “Mientras que en el primer tipo (émic) es el punto de vista del “nativo” lo que prevalece, se asume por ende que todo lo “construido” y dicho al interior del sistema es necesariamente “la verdad”; en la segunda vertiente (étic) lo que organiza el conocimiento proviene de las imputaciones de un observador externo al sistema, que no sabe (no puede, no quiere) dialogar con los elementos émic, es decir, con las representaciones interiores o nativas” (Reguillo, 2003: 365). El primer tipo de observador se relaciona con el entorno y las personas a las que va a estudiar, se convierte en lo que se conoce como “nativo” y cuenta con la aprobación de una parte de los informantes, lo cual facilita su acceso a la información. El otro tipo de observador es aquel que busca cierta objetividad en su estudio tomando distancia y participando de manera limitada con los sujetos a investigar (Schwarts, Jacobs, 1995: 8186). En ambos casos, el tipo de observación que se realiza depende de cómo quiere ser visto el investigador por los sujetos de investigación y el nivel de involucramiento que quiere establecer. Se han generado amplios debates entre quienes descalifican el “conocimiento militante” y recurren al lenguaje estrictamente normativo de la ciencia y quienes descalifican el conocimiento científico “técnico y aséptico” y recurren a su posición interna de “intelectuales orgánicos”. En ambos casos, la prioridad ha sido fijar una posición entorno al sujeto de estudio, definir y calificar más que entender la problemática en su complejidad (Reguillo; 2003: 365, 366). En este sentido, me propuse ser ambos tipos de observador, con la intención de orientar y reorientar mi modo de ver y observar como investigador, adoptando tanto el punto de vista de los actores sociales como el propio. Tuve que ser ambos para establecer nuevos momentos de apertura y de aproximación a los informantes. Realizando el trabajo de campo hubo nuevos acercamientos con informantes ya conocidos, los cuales me llevaron a otros informantes que no conocía y en la interacción con ellos fui delimitando la unidad de estudio y los sujetos con los cuales realizar la investigación. El trabajo de campo, “tiene una fase de preparación, una de desarrollo y una de cierre” (Guber, 2004: 99). En todo momento tuve que repensar las estrategias de aproximación, sin 10

embargo, lo que más ayudo a realizar la apertura con viejos y nuevos informantes, fue compartirles los resultados de la investigación anterior, platicar con las personas sobre la tesis de licenciatura, mostrarles el video documental realizado en el pueblo y tomarlos en cuenta para la realización del presente estudio. Las estrategias utilizadas, que a continuación describiré, forman parte de técnicas de investigación cualitativa1, cuyos métodos centran su atención en la visión de los actores, el análisis contextual y el significado de las relaciones sociales. La investigación cualitativa no sólo difiere del método cuantitativo2 en su manera de aproximación al objeto de estudio, sino, también en las técnicas de recolección de información (Vela, 2001: 65). Para efectos de la presente investigación se han utilizado la observación participante, como ya se mencionó, y la entrevista antropológica para captar la información derivada del comportamiento discursivo de los sujetos de estudio. Compartir con el pueblo y escuchar a sus habitantes Si bien se puede acceder al universo de significaciones de los actores a través de la observación de sus contextos, características físicas, conductas y acciones, la entrevista antropológica es otra de las herramientas etnográficas por medio de la cual se puede obtener información a través del discurso: En este sentido, el lenguaje, más que un medio de comunicación, se concibe como instrumento de transmisión de conocimiento cultural. Por todo ello, la etnografía ha sido una fuente clásica para la creación, instrumentación y desarrollo de técnicas cualitativas, entre las que destaca la entrevista (Vela, 2001: 73). La aplicación de una entrevista no dirigida con preguntas semiestructuradas y focalizadas en algún tema, puede proveer una mayor cantidad de significados que tengan los actores sociales acerca de algo. La palabra es fundamental dentro de una relación investigadorinformante canalizada por la discursividad, en la cual las respuestas obtenidas están sujetas 1

En este tipo de investigación el trabajo de campo consiste en el acercamiento entre sujeto de estudio e investigador, quien depende de la forma en que se relacione con sus informantes, para lo cual se requiere la presencia directa del investigador ante los pobladores de manera que no se obstaculice el acceso a la información y la empatía (Guber, 2004: 100). 2

Los métodos cuantitativos son de carácter numérico y su prioridad es la distribución, repetición, generalización o predicción de los hechos sociales.

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a las condiciones en las cuales se desarrolla la entrevista. El investigador, al tener una presencia directa dentro de la comunidad de estudio, puede entender la lógica de la cultura y la vida social, acotar la distancia etnográfica e incorporar categorías de los actores a las preguntas de su entrevista: La entrevista en ciencias sociales se presenta como una relación diádica canalizada por la discursividad. Ya se trate de hechos, actitudes, opiniones o recuerdos, el investigador obtiene materiales y da sus consignas al informante a través de la palabra (...) La no directividad puede ayudar a corregir la imposición del marco del investigador si, (...) esa no directividad se entiende como el resultado de una relación socialmente determinada en la cual cuentan la reflexividad de los actores y la del investigador. Esto requiere incorporar al campo de estudio al investigador y las condiciones en que se produce la entrevista (Guber, 2004: 208, 211). Al no dirigir la entrevista con preguntas demasiado estructuradas y cerradas como en una encuesta o un sondeo, se puede obtener un mayor material discursivo y actuado, así como una mejor lectura de lo que el informante concibe como real, relativizándose de esta forma los conceptos y categorías del investigador. La no directividad radica en la capacidad del investigador para guiar un diálogo, en el cual se planteen los temas adecuados y preguntas que puedan ser respondidas desde el sentido común. De esta manera la observación participativa y la interacción social con las personas se vuelven estrategias fundamentales para que el investigador pueda reconocer los universos de significación que son diferentes a él, para que pueda elaborar sus preguntas y que estas contengan una serie de marcos referenciales identificables por los informantes o entrevistados. Una vez dentro de la lógica cultural y social de la comunidad de San Cristóbal, tuve que observar, pero no de manera pasiva, para recuperar toda la información que me fuera útil para la elaboración de las preguntas de las entrevistas y para establecer nuevas relaciones con los informantes. Tuve que buscar marcos referenciales que permitieran entender a los entrevistados mi concepto de desarraigo y que lo debatieran para así reconstruirlo desde sus creencias, opiniones y experiencias cotidianas. Para lograr escudriñar las prioridades e intereses temáticos de los entrevistados fue necesario hablar menos y escucharlos más, compartirles mis inquietudes y tomar en cuenta sus necesidades. Tras mi incorporación a la maestría en Desarrollo Rural tuve que reabrir caminos para la presente investigación, ya que si bien no había dejado de ir a la comunidad por los vínculos 12

afectivos que ahora me unían a ella, mi intervención dentro del pueblo como investigador había sido abandonada desde junio del 2010 hasta el 19 de noviembre del 2011, fecha ritual en que los varones, hijos de migrantes sancristeños asentados en el pueblo de Axotla en Coyoacán, regresan al rancho, no tanto para celebrar el aniversario de la revolución mexicana, sino, para regresar a su tierra de origen a curtirse en alcohol durante un par de días y disfrutar de los días de asueto y festividad sin la vigilancia de las esposas y en compañía de los familiares enraizados en Sancris. El día de mi regreso a la comunidad como investigador marcó de manera considerable el rumbo que tomaría mi trabajo de campo y cobró mayor relevancia uno de los temas de mi investigación, el de la violencia asociada al narcotráfico. Arribé al pueblo el sábado 19 de noviembre del 2011, junto con los axotleños. En una camioneta negra Licoln íbamos a bordo 9 hombres y en el camino se respiraba un aire de incertidumbre. Antes de llegar a Sancris nos detuvimos en un pueblo cercano, antes de la Troje, a comprar provisiones en una tienda de abarrotes y la gente que estaba en la calle se metió corriendo a sus casas. El tendero nos recomendó que anduviéramos con cuidado porque el ambiente estaba pesado, últimamente habían sucedido eventos de violencia relacionados al narco. Al llegar a San Cristóbal la gente estaba igual de asustada y nos comentaron que en la madrugada un comando armado había atacado un módulo de la policía en un pueblo muy cercano a Sancris, Betulia. Este evento había renovado mi entusiasmo por la investigación, porque me abría la posibilidad de obtener nuevas informaciones, debido a que generalmente las víctimas y protagonistas de la narcoviolencia son los jóvenes. En efecto, el acontecimiento sirvió para empezar a abordar a las personas con cuestionamientos sobre lo que había pasado y la gente empezó a contar que desde hace un tiempo la violencia del narco había llegado a los pueblos de la región o mejor dicho se había hecho visible porque drogas y narcocorridos siempre han circulado por los poblados e incluso se han encontrado sembradíos de marihuana y narcolaboratorios. Las primeras informaciones que obtuve sobre los jóvenes eran sobre aquellos que habían sido víctimas de levantones y aquellos muertos en peleas. Dos muchachos habían sido secuestrados en el pueblo del Tecúan, Encarnación de Díaz, Jalisco, a unos cuantos kilómetros de San Cristóbal, a uno lo habían regresado sin lengua y del otro aún no se sabe 13

nada. Los muchachos que murieron por pelea eran de Sancris, habían salido a pasear en una camioneta a un pueblo cercano y cuando los jóvenes del otro pueblo reconocieron que uno de ellos era hermano del Botana, un chicano que entrevisté en mi investigación anterior, los empezaron a golpear. Los jóvenes sancristeños huyeron, pero fueron perseguidos y se volcaron en la carretera de terracería, eran tres y sólo uno sobrevivió pero perdió un brazo. Me enteré de los acontecimientos en noviembre, platicando con gente de Sancris y del Tecúan. Entablé varias conversaciones de las cuales sólo registre una en audio y lo demás lo anoté en mi diario de campo. Compré el periódico de Lagos el domingo 20 de noviembre en el Tecuán, algo fuera de lo común, porque en los pueblos no venden ningún tipo de periódico o revista a menos que sucedan eventos como el de aquella ocasión. El periódico se vendió rápido, porque en la primera plana venía la información sobre la balacera. En esos días la gente sólo hablaba de éso y no pude salir mucho a realizar entrevistas porque la gente se encerró en sus casas y ya no salió ni a festejar el día de la Revolución. Las semanas siguientes la gente decidió abandonar las calles temprano y no realizar ningún tipo de fandango. A las nueve de la noche todo estaba muerto, sólo había vida dentro de las casas. De regreso en la Ciudad de México sólo tenía la oportunidad de dar seguimiento a lo que sucedía en el pueblo a través de las redes sociales, ya que algunos de los jóvenes sancristeños son mis contactos de Facebook. A través de esta red social no sólo me comunicaba con ellos, sino que podía ver el material gráfico que subían, fotos de los chavos de la esquina haciendo señas como cholos o fotos de Jesucristo con mensajes religiosos, las cuales suben principalmente los y las que pertenecen al grupo juvenil de la iglesia. Estas fueron mis primeras informaciones, sin embargo tenía que empezar a desarrollar la investigación y realizar entrevistas, para ello me valí de la investigación que había realizado anteriormente y del video documental. Comencé a abordar a las personas con mayor disponibilidad, aquellas a quienes ya había entrevistado pero que no conocían los resultados de la investigación o que habían visto el documental pero no tuvieron la oportunidad de darme su opinión. Al hacerles la devolución les comenté que lo que más me había llamado la atención sobre el fenómeno migratorio eran las repercusiones culturales en los jóvenes, de quienes se decía que al migrar 14

empezaban a perder las costumbres tradicionales del pueblo y regresaban con otras más liberales y que por este motivo había decidido estudiar los cambios negativos en sus hábitos, las adicciones y las violencias, como “desarraigo”. Al preguntarles si era importante que se dieran a conocer los resultados de las investigaciones y si era necesario seguir realizando otras más, algunos contestaron: (...) sí se tiene que decir (...) haces entender a las personas, bueno, más o menos les das una idea de lo que sucede en uno y algunas personas pues sí cambian si le echan ganas, otros no (...) ayuda a conocer cosas, a saber cosas que uno hace, que uno no debe de hacer (Clan, 19 años, “multiusos”). Pues sí, para ver qué hicieron con toda esa información, a ver qué uso le estaban dando, pero pues ya hasta que sacaron el video dije no pues sí, sí hicieron algo y pues ya hasta que ahora traes la tesis pues ya también hay más como confianza (...) ojalá sigas haciendo esto para ver si los jóvenes se dan cuenta de algunas cosas que están mal, de algunas cosas que están bien, para que ya no pasen las cosas que están pasando, las cosas malas. Tenemos que leer la tesis y hacer algo, pues si antes éramos peleoneros ahora tratar de contenernos para ya no provocar tantas peleas, destrosos, evitar hacer esas cosas para evitar que vengan consecuencias malas (Lalo, 23 años, obrero). Sí, yo pienso que ayuda a la gente, por ejemplo para ver lo de los trabajos, para ver si nos mandan algo para que trabajen aquí y que haya más empleo... (Lourdes García, 47 años, tendera). Pues sí, se me hace importante porque los jóvenes ahorita están muy mal y a mí me gustaría que lo vieran a ver si se motivaban a algo, a estudiar, no a irse, a estudiar (...) A ustedes yo los alabo, porque vinieron de lejos a hacer en verdad, sin hipocresías y por eso los admiro, porque están jóvenes (...) y yo los aprecio mucho porque han sabido salir adelante (Doña Socorro, 63 años, ama de casa). Está muy interesante y puede servir para que más jóvenes reflexionen sobre lo que dice el muchacho Botana (...) que lo piensen los jóvenes cuando se quieran ir allá, para que no se metan en cosas, porque ahorita ya está muy difícil para irse allá a Estados Unidos, ya no es igual que antes (Refugio Molina, 41 años, tendera). La mayoría de la gente se mostró entusiasmada por la devolución de resultados de la tesis anterior y al explicarles que esta nueva investigación era parte de mi desarrollo profesional, dentro de un posgrado en Desarrollo Rural, pero que mi objetivo principal era dejarles algo que les sirviera, tal vez poco por no ser un ingeniero que les construyera un puente, pero que por lo menos pudiera dejarles alguna motivación ya que no les iba a regalar nada, se mostraron alegres y positivos, incluso uno de ellos dijo:

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Pero nos está regalando algo muy importante que son sus ideas, su forma de pensar, eso vale más que el dinero, ese es el mejor regalo. Usted nos está regalando sus ideas, cómo piensa usted para bien de la comunidad y de las familias, nos está regalando lo más importante porque no está cobrando un centavo, lo está haciendo para el bien de las familias, para que traten de cambiar los jóvenes o de inculcarle cosas buenas a los hijos para que ellos vayan cambiando. Es lo único que puede hacer usted por la gente (...) Pues construirles una idea en su cabeza, en su forma de pensar, porque un puente, como usted dice es visible, pero usted está construyendo algo en la cabeza de las personas para que sepan cómo vivir mejor, cómo educar, éso es mucho muy importante, porque aquí lo que vemos es que la gente quiere que papá gobierno les haga todo (Juan Piña, 71 años, jubilado). Al ir platicando con las personas los temas de interés fueron saliendo y comencé una segunda etapa dentro del trabajo de campo, un momento de “focalización y profundización” de la investigación. Si bien no trabajé con una guía de entrevista previamente elaborada, durante cada encuentro con algún informante o posible informante fui reorganizando los tópicos centrales de la discusión en relación a los temas eje de mi investigación y a los que la gente con la cual ya me había entrevistado mencionaba en las conversaciones. Hubo momentos ascendentes y descendentes durante cada entrevista, porque como lo señala Rosana Guber (2004), la entrevista forma parte de un proceso de interacción donde las respuestas están sujetas a las circunstancias bajo las cuales se ha establecido la relación investigador-informante, al contexto de los encuentros y a las condiciones bajo las cuales se realizan las entrevistas. Cada encuentro implicó una forma distinta de aproximación y establecimiento de dinámicas dialógicas que permitieran establecer una relación de empatía y generar formas de cooperación y con ello mayor confiabilidad en las repuestas. Por ejemplo, los encuentros con las personas en sus hogares o en sus parcelas implicaron la convivencia con sus familias y la necesidad de evitar que los demás integrantes distrajeran la plática hacia otros temas de interés. En el caso de las entrevistas con los jóvenes, se creó un ambiente mucho más complejo, que implicó entrevistarlos de manera grupal y no todos querían hablar o les incomodaban las preguntas. En este sentido fue central saber leer el lenguaje gestual y corporal de los participantes en la conversación. Generalmente fue difícil entrevistar a los jóvenes, porque la mayoría trabaja todos los días, ya sea en la parcela o en la fábrica u otras actividades y su tiempo libre lo destinan a sus

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familias o a pasar el rato con los amigos. En una ocasión tuve que irme con ellos a tomar cerveza para poderlos entrevistar y grabarlos en video. Con los adultos fue distinto, se mostraron más cooperativos y accedían fácilmente a ser entrevistados individualmente, a diferencia de los jóvenes, quienes se sintieron con mayor confianza estando en grupo. Para capturar el discurso utilicé de manera alternada una grabadora de audio y una cámara de video. Los entrevistados estuvieron siempre conscientes de ello, sabían que los grabaría para después transcribir las entrevistas, analizar el discurso y escribir la tesis. Al ofrecerles alguna forma para devolverles los resultados de esta investigación, algunos pensaron que el video sería una mejor forma para ellos de enterarse del tema trabajado, sin embargo, otros pensaron que sería mejor un libro, ya que la tesis escrita expondría de manera más amplia y explícita las investigaciones realizadas: Pues sí, estaría bien un video (Clan, 19 años, “multiusos”). Pues estaría bien hacer un pequeño librito, sacarle copias a todo y hacer otro y así prestárselos para que lo lean porque es muy interesante (...) Es más fácil el video, porque se pueden reunir en una casa a ver el video y ya todos lo ven y ya no tiene que ser un libro para cada quien (Juan Piña, 71 años, jubilado). Un libro es más práctico porque al tenerlo en lo personal pues aquí ya flota y se les expondría o el que quiera hojearlo pa’ darle una pasada pues aquí estaría y el video es más complicado porque requiere de la indumentaria propia y el libro es más práctico, ¡ahí te encargamos un libro! Y ya de ahí, la crónica que lleva el libro pues es la vivencia propia de la comunidad y no nomás de la comunidad, a lo mejor hasta nivel nacional. Entonces, el hecho de que los jóvenes, los más jóvenes, se enteren de la trascendencia de su propia gente pues también les sirve, ¡cómo no!, cualquier libro y demás instruye y ya si se avientan a la aventura pues no van de tiro a ciegas (Mario Alférez, 53 años, tendero). Sin embargo, no todos en la comunidad saben leer o aunque sepan leer, como los chavos de la esquina, les da flojera y les resulta más atractivo ver la problemática de la investigación trabajada en video. Los jóvenes fueron quienes más optaron por la opción de hacer un documental y este a su vez se volvió una estrategia para hacerlos participar en el desarrollo de la investigación: Está bien, yo pienso que si les gustaría participar, porque cuando vieron el video en el que sale el Botana muchos dijeron que estaba chido y que a ver cuándo venían a hacer otro con nosotros (Tuy, 23 años, campesino).

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Para los sancristeños, mi ofrecimiento de entregarles alguna tesis escrita y, en el caso de los jóvenes, un video documental sobre el desarraigo juvenil, influyó mucho en la participación de la gente para acceder a las entrevistas, aunque a todos se les dejó claro que la entrega de algún producto, libro o video, estaría sujeta a los recursos que pudiera conseguir para regalárselos o que en su caso ellos deberían costearlos. También, les mencioné que en caso de que no les pudiera entregar algún producto, sí les platicaría los resultados de mis investigaciones y les llevaría al menos un ejemplar para que lo fotocopiasen. La mayoría de las personas abordadas accedieron a ser entrevistadas, sin embargo, hubo otras dificultades que impidieron la participación directa de algunas personas, tales como las mujeres jóvenes y los jóvenes del grupo juvenil de la iglesia. Buscando la participación de los jóvenes y otros interesados Estar dentro de la comunidad y darle continuidad al trabajo de investigación realizado previamente en San Cristóbal, facilitaron el trabajo de campo ya que la apertura y empatía entre el investigador y los habitantes del pueblo se habían construido años atrás y consolidado y fortalecido durante el tiempo transcurrido. Como he dicho, la unidad de estudio y el campo de análisis se fueron delimitando al compartir con la gente el propósito de la investigación y escuchando sus inquietudes y propuestas. Algunas personas fueron invitadas a participar, tanto jóvenes como adultos, hombres y mujeres, sin embargo su nivel de involucramiento fue determinado por diversos factores como: falta de tiempo por razones laborales (tenían que trabajar), por pena (en el caso de las mujeres) y por cuestiones de la vida cotidiana (querían pasar el tiempo con la familia y amigos y no siendo entrevistados). Como investigador expresé en todo momento el interés por la participación comunitaria, especialmente de los jóvenes, y estas fueron algunas de las repuestas de los adultos sancristeños: Ahí eso es lo adecuado para que de una forma comunitaria, donde habría la participación de diferentes edades y a lo mejor de sexos, si así se ocupa, es más amplio y sería más aprovechable porque si de otra manera lo haces independientemente con cada sector o cada edad, no se oirían los conceptos u opiniones de unos y de otros y así en grupo sirve lo de los viejos a los jóvenes y los viejos escuchan las inquietudes de los jóvenes. Se aprovecharía al máximo el tiempo y la ocasión para lo que es, porque de otra manera exhortándolos 18

independientemente no se descarga lo pleno en sí y ya en junto pues sí y se reparte más ampliamente (Mario Alférez, 53 años, tendero). Sí es muy necesario que ellos participen, porque ya desde muy chicos empiezan a tomar, a drogarse aquí mismo en el pueblo, a pelear, pero porque están de ociosos (Doña Socorro, 63 años, ama de casa). (...) hable con ellos y dígales como está la educación y que si quieren salir adelante el día de mañana tienen que cambiar (Juan Piña, 71 años, jubilado). Bueno, pues ya si se sigue haciendo con los chavos, pues ya va a ser cuestión de la vida de ellos, de los chavos, porque ya en lo personal uno ya quedó muy lejos, por decir, de 20 y 30 años más acá pues ya es otra cosa (Don Epifanio, 73 años, campesino). Estos son algunos de los testimonios de los adultos y su deseo de que participaran los jóvenes en la elaboración de esta investigación e incluso en el desarrollo comunitario del pueblo, no se agotan en estas opiniones. La mayoría de los adultos con quienes tuve la oportunidad de platicar siempre expresaron que los jóvenes tenían que organizarse para hacer algo, no sólo en provecho de sí mismos, sino para beneficio de la comunidad. Al abordar a los jóvenes les platiqué los comentarios de las personas adultas del pueblo y les expresé mi interés por involucrarlos en la realización de la tesis, a través de su participación en la elaboración un video documental. Sólo algunos demostraron interés en participar: Sí, yo tengo muchos amigos, sí te podría ayudar. Suena interesante. Yo creo que si querrían participar, digo, si tienen tiempo, no, sí, a lo mejor sí (Clan, 19 años, “multiusos”). Pues no sé, si se lo comento a los amigos tal vez unos sí estén de acuerdo y tal vez haya otros que digan –no, para qué– No sé cual reacción vaya a ser de los camaradas, uno no sabe como vayan a reaccionar, bueno tal vez unos sí estén de acuerdo y tal vez otros no estén de acuerdo. Yo le diré a mis amigos, pero a mí sí me interesa (Lalo, 23 años, obrero). Los únicos interesados fueron los chavos de la esquina, quienes aunque yo les propuse enseñarles todo el proceso de producción de un video documental, sólo quisieron participar saliendo en él y mostrando sus inquietudes. Al preguntarles qué querían que saliera en el video contestaron: Ordeñando las pinches vacas (...) Lo que hacemos nomás, arriba de un pinche toro, en la charreada, lo que hacemos aquí en el jardín, lo que hacemos en el trabajo (...) Sí, sí, lo cotidiano, en la noche ya cuando llega uno del jale (...) Que salga cómo convivimos entre nosotros. Unos se van a cenar juntos, otros se apartan a pistear, 19

unos salen por ay a ver a las chicas, las morras. Las tonterías que hace uno cuando ya anda bien pedo, se mean en los pantalones (risas). Y que también salga lo que hace uno en su parcela (...) O que traigan al Cocoliso para que abra las camionetas y vean cómo se roba los estéreos (...) No, a ésa gente no hay que cargarla con nosotros, cuando andemos grabando (...) que nos vean cómo somos y que no anden inventando cosas que no son ciertas. Que sepan lo que pensamos (...) Demostrarles que están equivocados en lo que piensan de nosotros (...) Yo nunca me he robado ni siquiera una gallina, menos un peso (...) Pero hay muchos que sí... (Chavos de la esquina, de 15 a 29 años, “multiusos”). Junto con los chavos de la esquina, inicié el proceso de grabación del video documental, mismo que aún no termina puesto que ha sido difícil seguirlos para grabar todas sus inquietudes. La mayoría trabaja construyendo granjas lejos del rancho, en Ojuelos, y al regresar se dispersan a descansar en sus hogares o salen a divertirse con los camaradas, salen en sus camionetas a dar vueltas por el pueblo y otras rancherías. Los pude grabar en algunas ocasiones dentro del pueblo, ellos querían que fuera hasta Ojuelos a videograbarlos mientras construían las granjas, pero no pudieron obtener el permiso del patrón. Sólo a uno de ellos lo pude captar en video mientras trabajaba en la parcela. Estos chavos representan el sector de la juventud sancristeña que se porta mal, que se encuentra en “desarraigo”. Mi intención era trabajar también con los jóvenes arraigados a los valores y hábitos de la comunidad. Aquellos que siguen los dictados colectivos de las costumbres y tradiciones del pueblo, así como los designios religiosos de la fe católica. Si bien pude conversar con algunos jóvenes devotos, sin adicciones, ni comportamientos violentos o delincuenciales, no pude lograr involucrar a los hombres y las mujeres que participan dentro del grupo juvenil de la iglesia. Hablé con los representantes del grupo, les ofrecí impartir algún taller de reflexión sobre las problemáticas que vive la juventud local y nacional e incluso talleres teórico-prácticos de video documental, pero no les causó gran interés. Aún así pude conversar con algunos de ellos y saber su posición respecto al desarraigo que se da en el pueblo. Invitando a participar a algunas personas del pueblo, conocidas y desconocidas, y convocando a los jóvenes pude saber con quién contaba y con quién no, con quién podía trabajar y establecer una relación investigador-informante o más propiamente entrevistadorentrevistado, para grabar sus testimonios y obtener su discurso social. En este sentido fui haciéndome de informantes, seleccionándolos de acuerdo a su juventud, género, ocupación, 20

experiencia “transgresora” y disponibilidad para participar. Algunos se negaron a ser entrevistados formalmente, pero en la interacción cotidiana con ellos conversamos sobre los temas de mi estudio. Lo que no grabé lo escribí, lo que no dijeron lo vi, lo que no presencié dentro del pueblo me fue contado por informantes que han salido de él y que viven en la ciudad. Tuve que ejercer el oficio de antropólogo sin serlo: Los antropólogos trabajan con hombres y mujeres, sus actitudes y comportamientos, sus verbalizaciones y sus gestos. Para que discursos y actitudes tengan algún sentido en la vida social deben estar referidos a los individuos que los ejercen; cuando el investigador formula sus interrogantes, cuando recoge información y cuando la analiza, tiene presente cierta concepción de ese individuo. Las ciencias sociales tratan sobre seres que tienen existencia social y cultural; en todo caso, las variantes individuales suelen tomarse como referidas a prácticas de alcance y de origen amplios. Esa unidad social, sin embargo, puede definirse teóricamente como sujeta a leyes de la historia y la sociedad, o como su artífice activo y transformador; puede tomarse a los individuos como sustancialmente indiferenciados dentro de la unidad social que los contiene, o como específicos e irrepetibles, como omnideterminados por la sociedad o como libres e indeterminados hacedores de su destino. En ese juego de opciones teóricas (...) se debate el investigador cuando decide si sus informantes son sujetos, actores, agentes, individuos y, en otra escala, si se trata de conjuntos, clases, grupos o estratos sociales (Guber, 2004: 107). Trabajé con diversos individuos, quienes de manera directa o indirecta fueron conformando la unidad de estudio, quienes se convirtieron en mis informantes. Un informante es una persona que el investigador selecciona de acuerdo a distintas categorías establecidas por él mismo, con la finalidad de obtener la información necesaria para llevar a cabo los objetivos de su investigación. En este sentido, decidí trabajar no sólo con jóvenes, sino con personas de distintas edades y ocupaciones para lograr un conocimiento más amplio sobre el desarraigo de la juventud en San Cristóbal. A continuación presento un cuadro de los informantes que accedieron a ser entrevistados. La edad, el estado civil, su ocupación y la movilidad son categorías que me permitieron seleccionarlos. La edad regularmente se asocia a la idea de juventud, se dice que uno es joven de los 10 a los 24 años de edad o hasta que uno madure. El estado civil generalmente explica el grado de madurez social del individuo. La ocupación demuestra los compromisos y responsabilidades asumidas. La movilidad permite observar la interacción entre las personas y los lugares y en este caso son los hombres, particularmente los jóvenes, quienes más salen del pueblo y quienes más opciones ocupacionales tienen. 21

NOMBRE

EDAD

ESTADO CIVIL

Adriana Zúñiga

36 años

Casada

Chabelo

38 años

Casado

Chava Chavos de la esquina

21 años 15-29 años

Soltero Solteros

Clan

19 años

Soltero

Don Epifanio

73 años

Casado

Don Ramón

90 años

Casado

Doña Socorro

Casada

José Guadalupe

63 años casi 50 años

Casado

Juan Piña

71 años

Casado

Lalo

23 años

Soltero

Lourdes García Mario Alférez Refugio Molina Tuy

47 años 53 años 41 años 23 años

Casada Soltero Soltera Soltero

OCUPACIÓN Directora de la secundaria

MOVILIDAD Es de Sayula y tiene 13 años viviendo en Sancris Desde joven ha migrado "Multiusos" a EU de “mojado” Desea migrar a EU Campesino para progresar "Multiusos" (algunos Jóvenes que van y son desempleados) vienen Migró al DF e intentó ir "Multiusos" a EU pero no pasó Nunca migró, Campesino sus hijos sí Nunca migró, Campesino sus hijos sí Nunca migró, Ama de casa sus hijos sí Delegado del pueblo del 2010 al 2013 De joven migró a EU De joven vivió en el DF. Jubilado Ahora vive en Sancris Obrero (trabaja en Aguascalientes) Nunca ha migrado Es de Ledesma, pero Ama de casa/Tendera vive en Sancris Tendero De joven migró a EU Tendera Nunca ha migrado Campesino Nunca ha migrado

La edad, el estado civil, la ocupación y la movilidad explican sólo temporalmente la situación social de un individuo, pues no son categorías cerradas o estáticas intrínsecas a las personas, porque con el paso del tiempo cambian. Los jóvenes se vuelven adultos y maduran al “sentar cabeza”, cuando comienzan a trabajar, al casarse y tener hijos. La movilidad cambia respecto a la edad, el estado civil y la ocupación; tienden a migrar más los jóvenes, los solteros y desempleados que quienes tienen un trabajo fijo o están casados. Estas son categorías sociales que se cruzan con otras, como las de género y escolaridad. Incluso la ocupación varía según el sexo de la persona y depende de su grado de capacitación, así como si tiene alguna propiedad. Un campesino con parcela no desea migrar como quien no posee tierra o animales. Las semblanzas que se muestran en seguida permiten observar estos otros factores, así como la posición social de los informantes. 22

Adriana Zúñiga tiene 36 años y es originaria de Sayula, Jalisco. Llegó a San Cristóbal porque en este lugar fue donde le dieron su plaza como profesora y desde entonces radica en la comunidad. Lleva 13 años trabajando en la telesecundaria del pueblo. Recientemente obtuvo su grado de Maestría en Educación. Se casó con un sancristeño y aunque ha establecido lazos de amistad y parentesco aún no se siente parte de Sancris. Estar lejos de su comunidad de origen le hace sentir que tiene el corazón dividido. Chabelo es el apodo de José Isabel Aranda Esparza, un sancristeño de 38 años de edad. Desde joven ha migrado hacia Estados Unidos como “mojado” e incluso un tiempo fue coyote. Comenta que la gente del pueblo “lo tiene por malo” y en cierta medida les da la razón, porque dedicó gran parte de su vida a tomar alcohol y a drogarse. Algunas personas dicen que incluso estuvo en la cárcel. Estudió hasta 4to de primaria porque se puso a trabajar para ayudar a su familia. Dice ser un “multiusos cualquiera” porque ha trabajado en el campo, la construcción y como velador de entre otras ocupaciones. Sabe que ha cometido errores, pero trata de inculcarle a su niña de 7 años el respeto, la religión, los valores del pueblo y sus derechos como persona. Chava es un joven campesino de 21 años originario del Puesto, un ranchito cerca de San Cristóbal donde tiene casi a toda su familia, incluso ahí estudió la primaria, pero cuando murió su padre él, su mamá y hermanos se fueron a vivir a Sancris, pueblo natal de su abuelo. No terminó la secundaria y no posee tierra ni animales, por eso quiere irse a Estados Unidos de “mojado”, para poder comprar un terreno, construirle casa a su familia y si se puede una troca, algunos muebles y electrodomésticos. Tiene poco más de nueve años trabajando en el rancho de los Molina y pertenece al grupo de los chavos de la esquina. 23

Chavos de la esquina son un grupo de alrededor de 20 jóvenes sancristeños, de entre 15 y 29 años de edad. Unos tienen estudios y trabajo, otros no. Algunos han migrado varias veces a las ciudades y a Estados Unidos, pero siempre regresan a Sancris. La gente dice que ellos son quienes se dedican a robar, a drogarse, a pelear y a hacer destrozos en el pueblo. Se juntan al estilo de las pandillas urbanas, en las esquinas de la calle. Unos se han tatuado y hablan a señas como los cholos y maras. Regularmente no van a la Iglesia pero creen en Dios y primero está su familia antes que los vicios, sin embargo algunos admiten tomar alcohol e incluso drogarse con “fines medicinales”, para olvidar la tristeza y la pobreza. Clan es un chavo de la esquina de 19 años de edad. Comenta que no terminó la secundaria porque se aburría y dejó de estudiar. Comenzó a trabajar en el campo hasta los 12 años de edad, porque la mayoría de los sancristeños “salen al trabajo” desde los seis o siete años. Migró por primera vez al Distrito Federal cuando tenía 15 años y desde entonces va y viene del rancho a la ciudad. Es un multiusos porque ha trabajado como campesino, construyendo graneros y actualmente es instructor de tenis en el D.F. Hace unos meses intentó cruzar de “mojado” hacia Estados Unidos, motivado por un hermano que tiene del “otro lado”, pero el coyote lo estafó y tuvo que regresar a su pueblo y volver a migrar a la ciudad de México. Don Epifanio es un campesino de 73 años que vive de lo que sus hijos le mandan de Estados Unidos.

Cuando

tuvo

la

oportunidad de migrar hacia Estados Unidos no lo hizo, porque le pareció muy feo del “otro lado”. No tiene estudios escolares. A partir de los 15 años de edad y durante 40 años jugó beisbol, deporte que sólo dejaba por la charrería, pues sabía montar toros porque fue vaquero de ganado bravo. Durante su juventud dedicó seis años a sacar metal de los cerros de San Cristóbal, cuenta que lo hacía diariamente, incluso en la noche y se aluzaba con velas para iluminar los túneles de las minas. 24

Don Ramón Molina es un campesino de 90 años y nunca ha migrado de su pueblo. No tiene estudios, porque dice que en tiempos de la hacienda los terratenientes y el gobierno no querían que los campesinos estudiaran para seguir esclavizándolos al trabajo y a la pobreza. Recuerda que cuando él era joven las personas tenían mucha hambre, hasta que cada quien tuvo su parcela y la cultivó para su propio beneficio y el de sus familias. Entonces la gente tuvo acceso a la tierra y a cierta libertad. Ha dedicado gran parte de su vida

a

tratar

de

resolver

algunas

irregularidades sobre la tenencia de la tierra, derivadas del rezago agrario, pero la comunidad no ha podido apoyar sus demandas. Doña Socorro tiene 63 años, se dedica a su hogar y nunca ha migrado de su comunidad, pero tres de sus doce hijos sí lo han hecho. Dos de ellos radican en Estados Unidos desde hace más de 14 años y no pueden visitarla porque viven allá sin documentos. Otro de sus hijos vive en la ciudad de México, donde lleva cerca de 25 años trabajando como instructor de tenis. No tiene estudios escolares, pero su orgullo es haber podido darle carrera universitaria al más chico de sus hijos. Su esposo es caporal y charro, por lo que su familia es una de las más respetadas en San Cristóbal. Ella se ha realizado a través de su familia. José Guadalupe tiene casi 50 años y fue delegado de Sancris de julio del 2010 a febrero del 2013, cargo que tuvo que combinar con el trabajo en su parcela. No tiene estudios porque antes no había escuelas en el pueblo y aunque ahora sí hay resulta costoso para un campesino mandar a sus hijos a estudiar. Piensa que los malos hábitos de los jóvenes se deben a que sus padres no saben imponer su autoridad para controlarlos y también a que algunos olvidan los valores de la comunidad cuando migran. De joven él migró a Estados Unidos, pero no perdió las costumbres porque sus padres se las inculcaron muy bien. 25

Juan Piña es un jubilado de 71 años, vivió gran parte de su vida en la ciudad de México, donde trabajó como portero de un edificio, chofer y escolta.

Su

sueño

siempre

fue

regresar a su pueblo después de jubilarse, sueño que ha cumplido. Vive solo en San Cristóbal, su esposa e hijos radican en el Distrito Federal.

Él

no

tiene

estudios

escolares, pero su orgullo es haber podido darles escuela a sus hijos, quienes ya son profesionistas. Lalo es un obrero de 23 años y hermano del Clan. Vive con sus padres y hermanas en San Cristóbal, pero trabaja en una fábrica maquiladora de mezclilla en las afueras de Aguascalientes. Su padre migró de indocumentado a Estados Unidos cuando era joven, uno de sus hermanos cruzó de “mojado” y vive y trabaja en Atlanta. Él no desea migrar. Sólo estudió hasta la secundaria y forma parte de los chavos de la esquina. Lourdes García tiene 47 años y se dedica a atender su negocio familiar, una tienda de abarrotes que se encuentra en la entrada del pueblo. Es originaria de Ledesma, un rancho cercano a San Cristóbal. Lleva cerca de 28 años viviendo en Sancris y es madre de uno de los chavos de la esquina. Sus hijos han tenido que salir a buscar la vida en Estados Unidos, porque en el pueblo no hay opciones de empleo para quienes no tienen tierra y animales. Mario Alférez es un comerciante sancristeño de 53 años. Migró varias veces hacia Estados Unidos y a la ciudad de México. Comenta que antes había menos transporte para entrar o salir de San Cristóbal, sólo había un camión al que le llamaban “la agüela”, el cual procedía de Aguascalientes y estaba muy dañado. Por eso en “sus tiempos” nada más se podía estudiar hasta la primaria, pero ya de adulto él estudió la secundaria en el sistema abierto y cuenta con estudios pre-universitarios en Derecho, los cuales cursó en el Instituto Didáctico de Ciencias y Humanidades de la ciudad de México.

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Refugio Molina tiene 41 años y se dedica a atender su negocio familiar, una tienda comunitaria que recibe apoyos del gobierno. Tiene conocidos que han migrado hacia Estados Unidos y familiares que radican en la ciudad de México, pero ella nunca ha migrado y no tiene deseos de hacerlo. Tuy es un joven campesino de 23 años. Trabaja en la parcela de su familia, principalmente ordeñando vacas. La leche se la compran a cuatro pesos el litro en un termo que abastece del lácteo a la empresa Nestlé. No terminó de estudiar la secundaria porque le aburría. Tiene amigos y familiares migrantes, quienes viven en Aguascalientes, la ciudad de México y Estados Unidos. Él nunca ha deseado migrar. Estos son los informantes principales que conforman la unidad de estudio de la presente investigación, son quienes accedieron a ser entrevistados y grabados en audio o video. Sus testimonios han sido transcritos y forman parte de los anexos de esta tesis. Algunos fueron consultados más de una vez, ya que las primeras entrevistas con ellos fueron de apertura, para ir descubriendo los temas que más les interesaban y sobre los cuales se profundizó en las siguientes conversaciones. Además de éstos, hubo otros informantes con los cuales interactué de manera informal y cuyos testimonios no se grabaron, sólo fueron registrados en mi diario de campo. Sus aportaciones se encuentran dentro de algunos apartados de esta investigación y cuando se hace mención a estos informantes indirectos, se referencia con nota al pie de página su situación y posición social. Dentro del proceso de investigación ha resultado un trabajo sumamente complejo escribir esta tesis, ya que no sólo se dio prioridad al análisis conceptual de la juventud, el desarrollo y el desarraigo; también se incorpora en cada apartado la voz de los actores sociales y su postura sobre el impacto de las nuevas identidades, hábitos y prácticas juveniles sobre el desarrollo comunitario. El logro más significativo fue provocar la reflexión en cada persona entrevistada e incluso en algunas que no accedieron a participar de manera directa en la investigación. Con las opiniones, vivencias y experiencias de los jóvenes y los adultos se pudo construir una visión más integral sobre los problemas que enfrenta la juventud sancristeña, los cuales se asocian con la migración, la violencia y el desarraigo. 27

CAPÍTULO II SANCRIS, UNA LOCALIDAD RURAL EXPULSORA DE MIGRANTES Al noreste de Jalisco, en la región de los Altos Norte3, en el municipio Lagos de Moreno, se encuentra una localidad con aproximadamente dos mil habitantes, un pueblo llamado San Cristóbal, donde la mayoría de los pobladores se dedica a la agricultura, particularmente al cuidado y siembra de sus parcelas y a la ordeña de sus vacas. Sin embargo los ingresos obtenidos por dichas actividades son escasos e irregulares, situación que ha favorecido el desarraigo de la juventud sancristeña, es decir, su desplazamiento hacia zonas de mayor desarrollo urbano e industrial y su desvinculación tanto del trabajo campesino como de su lugar y cultura de origen. En este segundo capítulo se explica que la migración juvenil es continua, masiva, histórica y se inscribe dentro de diversos procesos políticos y económicos que han transformado peculiarmente la vida tradicional de las comunidades rurales del país. En la zona alteña el fenómeno migratorio sobrevino a la revolución agraria, aumentó con el desenlace de la guerra cristera y el mejoramiento de las vías de comunicación, se intensificó en los años 40 por las contrataciones del Programa Bracero y después de 1970 comenzó a darse de manera indocumentada. Desde entonces, el principal destino de los migrantes ha sido Estados Unidos. En Sancris fueron las condiciones agrestes del medio ambiente y el deseo de progreso lo que en un principio motivó el éxodo de los más jóvenes hacia “el norte” y debido a la permanente falta de oportunidades las nuevas generaciones siguen eligiendo migrar en busca de mejores opciones de vida, pero lo que regularmente están hallando es el camino hacia las drogas, la violencia y la delincuencia. De tal modo que para los sancristeños la dispersión de su comunidad, la ruptura familiar por ausencia o lejanía de los miembros, la desintegración social y expulsión del grupo de edad de mayor capacidad productiva se han vuelto cotidianas, al mismo tiempo que indeseables. 3

Zona conformada por los municipios de Encarnación de Díaz, Lagos de Moreno, Ojuelos de Jalisco, San Diego de Alejandría, San Juan de los Lagos, Teocaltiche, Unión de San Antonio y Villa Hidalgo.

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La comunidad campesina tradicional San Cristóbal es un pueblo campesino que se fundó como colonia agrícola y ganadera por aparcería, pues antes era una hacienda y como en tiempos de la Revolución la región fue controlada por los villistas no hubo reparto agrario por restitución o dotación de tierras. En lugar de obtener la tierra por expropiación los campesinos tuvieron que pagar por ella trabajando primero “a medias” para la hacienda y después por 15 centavos y cuatro litros de maíz al día. En tiempos de la hacienda la mayoría de la gente padecía hambre, había mucha pobreza en el pueblo y las personas sólo vestían de manta: (...) muchos no ajustaban con cuatro litros para darle de comer a la familia, daba pena la familia que no ajustaba con lo que le daban. Se componían bordos, potreros y no faltaba quehacer, la hacienda ponía riegos, trigos y se ponían a trabajar con las yuntas (...) la hacienda lo acaparaba todo, a veces tenían dos trojes llenas de puro maíz y la gente con hambre, no era suficiente el maíz que daban, se lo llevaban ellos todo. La ropa era de pura manta, pura manta blanca usaba uno. Sufrió la gente mucho (Don Ramón, 90 años, campesino). La hacienda de San Cristóbal perteneció a los grandes terratenientes de Ciénega de Mata hasta 1915, año en que Víctor Ayquesparsse, primer secretario de la legación de Francia en México y esposo de María de los Ángeles Rincón Gallardo, compró la hacienda a don Manuel Rincón Gallardo por la cantidad de 150 mil pesos villistas. Se dice que el dinero nada más tuvo valor ese día y al día siguiente ya no, y que por eso don Manuel casi se vuelve loco. Se acabó la Revolución y ya no valió el dinero de Villa. Cuando Francisco Villa gobernó el estado de Chihuahua, entre 1913 y 1914, imprimió una gran cantidad de papel moneda que rápidamente se devaluó por la inflación que provocaba la guerra revolucionaria y ya para 1915 la moneda villista colapsó junto con el dominio de Villa, pero mientras el Centauro del Norte ejerció el poder, el dinero que emitió le sirvió para postergar el reparto agrario y para ganarse lealtades en los territorios controlados: Mientras fue aceptado en los territorios que él controlaba y al otro lado de la frontera, ¿qué forma más fácil podía haber de atraerse lealtades, sin los problemas y conflictos que el reparto de tierras podía crear, que simplemente entregar billetes de denominaciones cada vez más altas, que las prensas lanzaban a una tasa de tres millones diarios? Cada vez que Villa ocupaba una nueva población, distribuía sus billetes y posponía otras reformas más profundas (Katz, 1998: 469).

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Por San Cristóbal pasaron Villa, Zapata y los cristeros. Algunos sancristeños comentan que los zapatistas llegaban al pueblo y se llevaban casi todo el maíz que había en las trojes. Los cristeros llegaron tiempo después y se quedaban varios días en el pueblo, pedían que la gente les ordeñara un bote o si acaso dos de leche y compartían las galletas que llevaban con los niños de la comunidad, quienes no las conocían. Se cuenta que en tiempos de los cristeros colgaron a un hombre de un ocal, en el jardín central del pueblo por no entregar las armas que los hacendados habían escondido en unos túneles de la hacienda. En la plaza central del pueblo hay varios ocales, el más viejo tiene alrededor de 90 años, en el cual fue colgado aquel hombre que se opuso de cierta manera a la rebelión cristera. El lugar se encuentra enfrente de la iglesia y también se le conoce como el Jardín del Ahorcado. Los cristeros se enfrentaron contra el gobierno en uno de los cerros que rodean la localidad, el Cerro del Cristero, y todavía se encuentran las cruces de algunos muertos que fueron ahí enterrados. En San Cristóbal se piensa que la guerra cristera sucedió porque los rebeldes estaban defendiendo la religión, a Dios, así como sus derechos frente a los abusos de los hacendados y del gobierno: (...) estaban defendiendo a Cristo, porque según en ese tiempo Calles mató muchos padres y ellos andaban defendiendo la religión, pero la verdad quién sabe, yo estaba chiquillo y no supe la verdad por qué sería (Don Ramón, 90 años, campesino). Yo pienso que los cristeros se estaban levantando en contra del gobierno y le estaban abriendo al pueblo los ojos y eso no le gustó al gobierno y fue cuando arremetió el gobierno contra los cristeros, para que no le abrieran los ojos al pueblo y no al pueblo, sino, al país. El gobierno no quería que se dieran cuenta de sus derechos, en aquellos tiempos no querían que se levantara el pueblo contra los hacendados o contra el gobierno, para todo el tiempo tenernos igual, casi esclavizados, pero ya ahorita estamos un poquito más alivianados por ese lado (Chabelo, 38 años, “multiusos”). Según Armando Bartra, el primer movimiento cristero de fines de 1926 fue una insurrección contrarrevolucionaria y antiagrarista, que sí fue masiva y popular pero controlada de cierta forma por terratenientes que se oponían al reparto agrario y por la iglesia católica que se oponía a las reformas que Plutarco Elías Calles había hecho al Código Penal para transformar en delito las cuestiones de culto público e incluso privado, pero principalmente el clero se opuso a los inventarios que el Estado hacía sobre los bienes de la Iglesia. Bartra señala que de 1934 a 1936 se desarrolló una segunda cristiada, como un 31

movimiento menos amplio, pero mucho más independiente y radical, incluso se incorporaron reivindicaciones agraristas a esta nueva insurrección: La primera cristiada fue básicamente antiagrarista, tanto porque la reforma era el instrumento del Estado posrevolucionario para el control político de los campesinos, como por los intereses de clase que la Iglesia y los terratenientes logran introducir en el programa cristero; cuando estalla “La Segunda” ni la Iglesia ni los terratenientes tienen influencia en el movimiento y además el reparto agrario, lento y burocrático, es sin embargo un proceso irreversible y evidentemente popular, de modo que la segunda oleada cristera ya no es enemiga del reparto agrario. A principios de los años treinta la consigna de “libertad” ya no puede contraponerse a la de “tierra” y el segundo movimiento cristero se hace agrarista, asemejándose cada vez más a una especie de zapatismo disfrazado (1985: 52, 53). Víctor Ayquesparsse fue dueño de San Cristóbal de 1915 a 1933, año en que empezó el agrarismo en la región. A don Víctor le quitaron un pedazo de tierra y entonces buscó al gobierno y pidió permiso para colonizar, para que no le expropiaran la propiedad, para que no se hiciera ejido y pudiera vender las tierras. No hubo propiedad comunal, cada familia pudo acceder a la propiedad individual hasta el 28 de noviembre de 1939, año en que fueron firmados los contratos de colonización. Los campesinos sancristeños pagaron la tierra a 10 años, durante los cuales don Víctor se comprometió a ayudar a la gente del pueblo para que todos tuvieran tierra y se obligó ante las autoridades a regularizar la tenencia del predio. De las 12 mil hectáreas que poseía el dueño en aquel momento, sólo 500 hectáreas pudieron comprar los habitantes de San Cristóbal. Al pueblo también le fueron entregadas algunas hectáreas de tierras de agostadero, ya que don Víctor estuvo vendiendo a ricos hacendados y la colonia reclamó ante el gobierno, quien expropió dichas tierras, que junto con otras tres mil hectáreas que actualmente se tienen medidas, conforman la propiedad social de los colonos. Sin embargo, hay intereses diversos sobre estas tierras aún no regularizadas, que debieran ser para usufructo del pueblo, pero algunos representantes del gobierno han llegado a la comunidad para imponer el dominio pleno y con ello dar fin al reparto agrario y transformar esa propiedad social en propiedad privada. Para 1992 el gobierno empezó a expedir los títulos de propiedad de los lotes, conformándose alrededor de 150 beneficiarios o colonos, pequeños propietarios de 10 hectáreas, las cuales alcanzaron solamente para construir pequeños corrales y sembrar 32

milpa. Hay quienes tienen parcelas de cinco hectáreas o menos, algunos llegan a tener una hectárea solamente. Casi todos tienen tierra, sólo hay unos cuantos avecindados que no la tienen, pero trabajan en San Cristóbal con quienes sí tienen propiedad. Asimismo, en los años noventa, empezó el reparto agrario para satisfacer las necesidades de tierra que los hijos de colonos empezaron a tener y entonces se les repartieron tierras bajo el sistema ejidal. Sin embargo la tierra es insuficiente, sobre todo para las nuevas generaciones, quienes tienen que migrar para hacerse de un patrimonio. En las comunidades rurales, como la de San Cristóbal, la relación de la gente con la tierra es íntima y en algunos casos hasta sagrada. La propiedad que las familias sancristeñas tienen sobre la tierra les ha permitido acceder a la libertad, ya que antes los campesinos trabajaban todo el día para la hacienda, no tenían tiempo libre ni ganancias por el trabajo realizado, dependían totalmente de lo que los patrones terratenientes dispusieran para ellos. Por eso cuando pudieron comprar sus tierras lograron emanciparse y obtuvieron cierta autonomía, cada familia se dedicó a su parcela y a encontrar nuevas formas de obtener el sustento. La gente subió a los cerros para sacar metal, venderlo y comprar semillas para sembrar. Cuando se agotó el metal la gente se dedicó a cultivar sus parcelas y poco tiempo después todos comenzaron a dedicarse a la ordeña. Sin embargo empezaron a sufrir por la escasez de agua. (...) hay mucha mina donde la gente de ahí se mantenía (...) después vino de sembrar, que poner chilares, sembrar, y se abandonó el metal, ya no hubo quién lo sacara. Entonces, se dedicó la gente a la pura siembra. Se acabó eso y la gente empezó a hacerse de una vaca, dos vacas y así empezaron a hacer sus animales y ahorita hasta la fecha todos se dedican a la pura ordeña. Todo mundo aquí tiene sus vacas para ordeñar, no se dedican a otra cosa, siembran la parcela y lo que se dé lo ensilan pa’ las vacas, con todo y maíz, con todo y lo que se dé. Así es ahorita ya (Don Epifanio, 73 años, campesino). (...) fuimos al cerro y empezamos a sacar metal (...) fuimos y lo vendimos (...) y se dio muy bueno el maíz, teníamos unos dos cuartos llenos de puro maíz y un cuarto grande como hasta la mitad de puro frijol ¡No, mira, se nos acabó el hambre, pero al principio sí teníamos hambre! (...) No tenemos hambre, pero no se nos da cosecha, ya nos anda con los animales, no tenemos pastura, no hay rastrojo suficiente, estamos vendiendo las vacas para comprar ¡a ver cuántas nos quedan! (...) pero cuando llueve bien se nos da mucho maíz, mucho frijol, mucho de todo, elotes. Pero como en estos años, a veces ni un elote hay. Ahora hubo más que el año pasado. Nomás le pide uno a Dios más lluvia, más agua. (Don Ramón, 90 años, campesino). 33

Los Altos conforman la zona más árida del estado de Jalisco. El territorio alteño es complejo y heterogéneo. Por un lado, hacia la parte nororiental en Ojuelos y Lagos de Moreno, las tierras se componen por una considerable extensión serrana y con lluvias de menos de 40 litros por metro cuadrado al año. Por el otro, en las localidades de Atotonilco el Alto y de Acatic se registran los mayores índices de precipitación de la región, entre 750 mm y 900 mm anuales. Esta región semiárida se ha destacado, sobre todo a partir del siglo XX, por la producción forrajera para beneficio del ganado bovino, por la dispersión de sus habitantes en los ranchos y su concentración en las ciudades periféricas.

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El agua utilizada para la agricultura es temporalera y la ganadería se abastece desde pozos profundos, porque en la última década del siglo XX se emitió un decreto para no detener escurrimientos de agua y permitir que ésta llegue hasta las grandes presas construidas en la región alteña para abastecer de agua a las zonas urbanas, pero principalmente a Guadalajara e incluso se han perforado pozos para extraer el agua desde los acuíferos interiores para el abastecimiento de la ciudad: La región de Los Altos de Jalisco forma parte de la cuenca llamada Lerma-ChapalaSantiago. El agua que escurre por todo el territorio alteño pasa a formar parte, en uno u otro punto, del río Lerma o del río Santiago. Antes de confluir en esos ríos, una buena parte de los escurrimientos de agua, en el temporal, vienen a dar al cauce del río Verde, que es un eje hidrológico de referencia imprescindible cuando se trata de relatar los asuntos del agua en esta región de Jalisco. Aquí se drena el agua desde las altas tierras en Lagos de Moreno, en el este, y del resto del territorio hasta los municipios de Acatic y Zapotlanejo, en el oeste. Por el norte, el agua baja desde la sierra “de los negros” entre Yahualica y Nochistlán y desde el sur en la falda septentrional del cerro Gordo. Durante cuatro meses del año, entre junio y septiembre, se recolectan grandes cantidades de agua en el río Verde, cuyo cauce corre en las profundidades de una barranca, que llega a tener más de 300 m de profundidad en la confluencia con el río Santiago, a pocos kilómetros de distancia de la zona metropolitana de Guadalajara (Casillas-Báez y González-Pérez, 2009: 295). La gestión actual del agua en el occidente de México es el reflejo de una lucha por su control y privatización. Desde fines de 1940, el territorio alteño ha sido explorado para llevar a cabo dentro de él la construcción de presas para almacenar el agua, privilegiando los intereses de las industrias y de las ciudades sobre los derechos de la gente que vive en las comunidades rurales o zonas conurbadas. Esto se evidencia en la cuenca del Río LermaSantiago, donde abundan casos de contaminación de ríos, pérdida de flora, fauna y serias afectaciones a la agricultura local. Los principales beneficiarios de proyectos de infraestructura hídrica generalmente son, como en el caso de la presa El Zapotillo, los centros urbanos y los grandes empresarios. El impacto de una presa recae en el lugar de construcción e inundación pero también en sus alrededores (...) Además la contaminación que tienen casi todos los ríos de México crea focos de infección provocando en algunos lugares enfermedades renales y cáncer o envenenamiento al ganado y fauna de la región. Más aún, la degradación ambiental y económica producida por las presas provoca que la gente salga de sus territorios, agudizando la migración (Comité Salvemos Temaca, gaceta informativa 2012). 35

A partir de mediados del siglo XX hubo diversos cambios que modificaron las estrategias de abasto urbano del agua. Cambiaron los patrones de poblamiento en Los Altos, la gente migró y se empezó a concentrar en las ciudades. El modelo de desarrollo agrícola adoptado por Jalisco estuvo marcado por una mayor intensificación del proceso de industrialización de las actividades agropecuarias tradicionales. El estado jalisciense junto con el bajío de Guanajuato y los valles del noroeste fueron escenarios claves de la Revolución Verde en México. Jalisco siempre ha ocupado los primeros y segundos lugares nacionales de producción agropecuaria y a la región alteña el sistema de explotación intensiva le ha colocado en los primeros lugares de producción lechera y avícola del país. Se empezaron construir presas y a perforar pozos de hasta 400 metros de profundidad para llegar a los acuíferos subterráneos, infraestructura que convivió con la tecnología ancestral de construcción de pozos, que data de la época colonial, para el aprovechamiento del agua del medio ambiente (Casillas-Báez y González-Pérez, 2009: 294). Estos cambios tecnológicos también se han vivido en San Cristóbal, los cuales han modificado de manera profunda la relación de la gente con el agua, con la tierra y su idea de progreso. 36

Las personas de más edad en San Cristóbal comentan que antes el agua brotaba de manantiales y que los “tanques” estaban llenos. Los tanques eran bordos que la gente construía para captar el agua de lluvia. En Sancris existían varios, estaban el Tanque de Arriba, donde actualmente se encuentra la cancha de futbol, el Tanque de Abajo o de los Caballos, donde ahora se llevan a cabo los convivios del Ausente y la representación del Vía Crucis, y el Tanque de los Gigantes y el de las Tareas, los cuales eran básicamente cuadros en el suelo que se formaban porque los sancristeños sacaban tierra para hacer adobes y se llenaban de agua cuando llovía. Los animales tomaban agua de los tanques, la gente se bañaba y lavaba la ropa en ellos. Las personas convivían entorno al agua de los bordos. Ahora ya nada de eso existe. En Sancris hay una presa, la del Saucillo, pero su agua se utiliza para regar los sembradíos de las grandes extensiones de propiedad privada. La mayoría de las personas utilizan el agua de un pozo para regar sus parcelas y para el consumo familiar. Algunos han construido pequeños bordos o cuentan con un algiber, pero no se llenan porque no llueve. El estío es largo. Todos pagan la misma cantidad por el agua, aproximadamente 100 pesos mensuales, tengan o no parcelas, familia extensa o animales. El costo del agua es elevado para algunas familias y otras no pagan lo que realmente utilizan. En el pueblo no hay medidores, como en la ciudad, mediante los cuales se pueda determinar la cantidad de consumo de agua de cada hogar. A través de asambleas, a las que generalmente asisten pocas personas y en las que sólo unos cuantos hablan, se acuerdan las acciones que las autoridades del pueblo deberán tomar para gestionar el agua, ya sean problemas por impago del recurso o solicitudes ante el gobierno para la construcción de nuevos pozos. Recientemente se está llevando a cabo la construcción de un pozo con recursos del gobierno y de la comunidad, porque el pozo con el que actualmente cuenta el pueblo está prácticamente seco. No hay agua suficiente para regar las parcelas o incluso para bañarse y mientras tanto la gente tiene que acarrearla o pagar pipas de agua. Tenemos que acarrear y pagarle a otra gente pa’ que nos traigan agua, pagarle a los ricos pa’ que nos den agua, porque son los que tienen agua, que tienen el modo de perforar y nosotros a un lado, todo el tiempo nos dejan a un lado (Chavos de la esquina, de 15 a 29 años, “multiusos”).

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En San Cristóbal se accedió a la libertad por medio de la propiedad sobre la tierra. Ya no se dependió más que de las condiciones climáticas y del acceso a los recursos naturales que han sido muy escasos. Se dice que la sobrevivencia a estas condiciones tan adversas son propias de la cultura alteña que, como la del centro de Jalisco y de otras regiones del país, es la cultura del ranchero. Esta cultura se caracteriza por la capacidad de las sociedades rancheras de adaptarse a los territorios agrestes, por su identidad profundamente arraigada a los valores regionales, familiares e individuales, así como al catolicismo en México. Los espacios y paisajes rancheros se caracterizan por su aislamiento, marginalización, baja densidad y alta dispersión de población. Muchos autores han evidenciado el papel que han desempeñado los rancheros en la conquista e integración del territorio naciona1. Retaguardia de los ejércitos de conquista, se han quedado en los márgenes de las haciendas y presidió (sic) haciéndose cargo de las tierras flacas y de escaso interés para los mentores de la economía nacional (...) Sin embargo, pese a su dispersión y a su aislamiento, sorprende la proximidad de las representaciones y de los valores que comparten. El individualismo, la independencia, el catolicismo, al igual que la posesión de armas de fuego, de vacas y de caballos resultan igualmente valorados en regiones rancheras muy distantes unas de otras (Barragán y Linck, 1994: 58, 59). Los rancheros de San Cristóbal no son indígenas4, ni tampoco grandes productores capitalistas. En su mayoría son “campesinos medios”, un sector de la población campesina “que tiene asegurado el acceso a su propia tierra y la cultiva con el trabajo de la familia” (Wolf, 1999). Para los sancristeños el núcleo básico de producción y de consumo es su familia, no trabajan la tierra bajo el sistema ejidal o comunal, pero sí existe la solidaridad entre las diversas familias que componen el pueblo, ya que tanto la proximidad como los modos de vida compartidos y la reciprocidad entre ellas son muy fuertes. La reciprocidad explica el parentesco y el nivel religioso, es parte de un sistema de derecho moral que obliga a dar, recibir y devolver; es una práctica cotidiana que no se verbaliza ni se exige de manera expresa, es un pacto tácito que surge de la interacción e intercambio entre las personas y permite establecer relaciones de amistad, confianza y solidaridad; generalmente si no hay intercambio no hay alianza, no hay comunión (Nettel, 1993). La 4

Los Altos fueron zona de paso de chichimecas y escenario de la Guerra del Mixtón entre 1540 y 1541. Fue una región colonizada por los españoles y de bajo mestizaje por la erradicación de los grupos indígenas de la zona, por lo cual los valores de la cultura española se pudieron arraigar profundamente (Bastida, 2008).

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reciprocidad es un mecanismo que da cohesión y equilibrio a los grupos sociales, ya que a través de él se establecen las lealtades, las jerarquías y los roles de cooperatividad económica entre las personas. Para los campesinos la unidad básica de reciprocidad es la familia, dentro de la cual se producen y reproducen tanto los modos de vida como las dinámicas de explotación del trabajo familiar. La interacción y aportación económica de cada integrante se da en relación al rol o papel que desempeña. En San Cristóbal generalmente son los varones quienes poseen y trabajan la tierra, quienes salen del hogar a buscar el sustento y tradicionalmente son las mujeres quienes se quedan dentro del hogar a cargo del trabajo doméstico y de la crianza de los hijos. Los campesinos heredan la identidad y el quehacer de la agricultura, maduran en cuanto se casan y por la experiencia adquirida en el trabajo: Tanto los individuos de fuera como los de dentro tratan a la explotación familiar campesina como el núcleo básico de la identificación social, la lealtad personal y la cooperación económica de sus miembros (...) La división básica del trabajo en la explotación campesina está estrechamente relacionada con la estructura familiar y se ajusta a las líneas del sexo y de la edad (...) Se espera que cada campesino emprenda un camino de vida predeterminado (...) La rigidez de la división sexual de los roles vuelve obligatorio el trabajo femenino como el masculino, en cada explotación familiar, y hace del matrimonio una condición necesaria del campesinado (...) La preparación para la ocupación de un campesino se cumple, principalmente, dentro de la familia: el joven aprende su trabajo siguiendo a su padre y ayudándolo. Este proceso de socialización refuerza los lazos familiares y realza el carácter tradicional de la agricultura campesina (Shanin, 1976: 17, 18, 19). La comunidad sancristeña funciona bajo este sistema tradicional de reciprocidad y de explotación del trabajo familiar, es una sociedad que se adapta a la vida moderna y al progreso en función de su propia identidad cultural y de sus valores católicos. Las lealtades y solidaridades se construyen por medio de la interacción cotidiana y de acciones eclesiásticas y civiles, como la celebración ritual de sacramentos y de contratos que unen y obligan a las personas entre sí. Se crean lazos de parentesco a través del matrimonio y el compadrazgo. El trabajo y la vida comunitaria del pueblo se inscriben en el marco de estos vínculos. La convivencia cotidiana se construye de manera rutinaria y de acuerdo a los modos de producir, de consumir y de ver el mundo. Las costumbres y saberes tradicionales se transmiten de una generación a otra dentro de la familia.

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Los sancristeños son campesinos por herencia5, su legado está entre sus parcelas, sus animales y en el apego a su tierra. Sus costumbres y tradiciones se arraigan en la agricultura y en las festividades rituales de cada año: la fiesta patronal del 12 de enero en honor a la virgen de Guadalupe, la Semana Santa y la representación del Vía Crucis, así como el convivio del día del Ausente que se inició un agosto hace 35 años para recordar a los hijos migrantes de San Cristóbal. En el pueblo hay diversas actividades deportivas y recreativas que forman parte de la identidad cultural sancristeña, como son la música norteña, la charreada, el beisbol y más recientemente el futbol. Algunos piensan que son costumbres que están en riesgo de perderse, pero otros creen firmemente que perdurarán: Pues la raíz es (...) la agricultura, pero se está perdiendo. Los jóvenes ya mayores de edad deberían de tomar su trabajo como debe de ser, tratar de calarle a la agricultura y ver qué les da, para que tengan sus animales y todo eso. Hay jóvenes que sus papás tienen tierra y los hijos deberían empezar ahí para tratar de trabajar, en lugar de que anden en las calles causando problemas (Chabelo, 38 años, “multiusos”). Pues las fiestas patronales de cada año, esas son costumbres que va a pasar bastante tiempo para que se pierdan, porque ya no recuerdo yo ni de cuándo se inventó todo eso. Es una costumbre ya de mucho tiempo, como también lo que vienen siendo las fiestas del Ausente en agosto, son costumbres de nuestras gentes de atrás que ya nos las tienen bien inculcadas y yo pienso que ya no se pueden quitar. El deporte, el futbol, el beisbol, la charrería son costumbres ya de mucho tiempo (José Guadalupe, casi 50 años, delegado 2010-2013).

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En este sentido, Pierre Bourdieu señala que la cualidad de campesino es heredada como el patrimonio familiar, porque el individuo nace en el seno de un grupo cuya educación y actividades se hallan en estrecha relación con el campo y los animales, mismos que lo condicionan y atan a su tierra, a su condición de campesino (2008:144).

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La cultura de San Cristóbal, al igual que en todas

las

sociedades

rancheras,

es

eminentemente patriarcal. Las actividades a través de las cuales pueden desarrollarse los hombres son más que las destinadas para las mujeres. Incluso las canchas deportivas,

el

corral para la charreada y los grupos musicales son algunos de los espacios dominados por la presencia masculina. Hay mujeres que juegan futbol, pero la gente de la comunidad no les da la misma importancia que al equipo varonil del pueblo. Por lo general corresponde a los hombres el ámbito público, el desempeño de cargos de autoridad, el ejercicio de la palabra y el poder de tomar decisiones importantes para la vida familiar. Las mujeres son admiradas por su silencio, encierro y recato. Cada unidad doméstica es dirigida por el padre de familia, quien administra su hogar y su parcela como si fuese una hacienda: Reflejando una vez más la unidad esencial de la estructura social y económica, el principal supervisor y amo formal de la hacienda es, en general, el padre de familia, que tiene amplios derechos sobre sus miembros; pero que, sin embargo, están restringidos, por obligaciones, hacia ellos, definidas tradicionalmente, es decir, una relación considerablemente (Shanin, 1976: 18).

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El grupo doméstico se organiza a través de las relaciones de parentesco y de la autoridad de quien está a cargo de la jefatura de familia. Las actividades que desempeñan los miembros para la obtención del ingreso se encuentran relacionadas a la edad y al género, donde los roles y las opciones están determinadas socialmente por la necesidad que tiene el grupo familiar de reproducirse a sí mismo, por lo cual a las mujeres sólo se les concibe como madres, esposas o amas de casa y los hijos no van a la escuela porque son forzados a trabajar (Salles, 1988). En San Cristóbal la tradición es que los hijos comiencen a trabajar a los seis o siete años, edad en la que frecuentemente abandonan la escuela para ayudar a su familia y al cabo de unos años más tarde se casan, tienen hijos y repiten la historia. Aquí casi en su mayoría todos los jóvenes se siguen casando, por ahí hay uno que otro que nomás se junta, pero casi en su mayoría todos se casan. Esa tradición no se ha perdido. Aquí en la comunidad raros son los jóvenes que no lo hacen y no se ha sabido de un divorcio dentro de la comunidad (...) a mucha de la juventud así le pasa, si acaso le dan la primaria porque el papá dice –ya aprendiste a leer, ya aprendiste a escribir mijo, pero ahí te esperan las vacas, ahí te espera el tractor, vas a irte a hacer ésto y lo otro– (José Guadalupe, casi 50 años, delegado 2010-2013). Para los sancristeños lo normal es casarse y trabajar en el campo si tienen tierras y animales, pero si no tienen parcela lo cotidiano es irse a trabajar a la fábrica o migrar. El sector de la población que sufre más encarecidamente el desempleo y la migración de algunos de los integrantes de la familia son los jornaleros y los jóvenes, quienes no tienen tierras propias para cultivar, ni para criar ganado. Ellos son quienes más salen de la comunidad en busca de trabajo, ya sea a la ciudad más cercana que es la de Aguascalientes o migran hacia Estados Unidos. Ellos de cierta forma se han proletarizado e insertado en el concierto mundial del trabajo asalariado y en los modos de consumo urbanos. Si bien San Cristóbal es una localidad campesina, ranchera y católica, alimentada y sostenida por una sociedad tradicional con gran apego a su tierra y a su cultura, por el trabajo colectivo y familiar de sus integrantes; no se encuentra ajena a los efectos globalizadores de la integración económica y todo lo que trae consigo: conformación de mercados mundiales operados por unas cuantas compañías transnacionales, cambios climáticos de mayor impacto, incremento en la migración indocumentada y permanente, descampesinización, urbanización de los modos de vida, violencia y crimen organizado.

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Migrar del pueblo para buscar la vida Históricamente Jalisco ha ocupado los primeros lugares nacionales de producción agropecuaria, pero también de expulsión de migrantes y junto con los estados de Michoacán, Guanajuato, Zacatecas, Durango, San Luis Potosí, Aguascalientes, Nayarit y Colima, forma parte de la región tradicional o histórica de expulsión de personas hacia Estados Unidos. Desde fines del siglo XIX en esta región occidental se registra una migración de carácter masiva, continua, permanente y cuyos migrantes expulsados cuentan con los índices más altos de legalización (Bastida et al, 2010: 55). En esta zona la migración se ha vuelto una práctica cultural cotidiana, motivada por el desarrollo económico de los lugares de destino y el deseo de progreso del migrante. En Los Altos de Jalisco la migración comenzó con el fin de las grandes haciendas en 1920, aumentó con el desenlace de la guerra cristera y el mejoramiento de las vías de comunicación; ya para 1930 tanto campesinos medios como jornaleros y pequeños propietarios empezaron a migrar masivamente hacia el “norte” en busca del sustento para la familia (Bastida, 2008). Para los habitantes de localidades alteñas como la de San Cristóbal, migrar se convirtió en una opción muy atractiva para mejorar su calidad de vida, porque los ingresos obtenidos por la agricultura sólo proporcionan los medios para subsistir, pero no para progresar. El éxodo de jóvenes rurales se intensificó en la época de las contrataciones, con el Programa Bracero de 1942 a 1964, y durante este período y a principios de los años 70 fue más fácil ingresar al territorio estadounidense. Algunos sancristeños aprovecharon la oportunidad para ir en busca del “sueño americano”: Yo nunca quise irme a Estados Unidos, estuve muchas veces a punto de pasar el río, pero no me gustaba, del río pa’ allá yo veía muy feo el terreno. Es que yo me iba aquí a Tamaulipas a piscar algodón por ay en 1958 y cuando piscaba uno con el patrón le daban a uno una carta de recomendación pa’ entrar a los Estados Unidos y el que quería pues se iba y el que no pues se regresaba. Así era cuando se usaba eso de las contrataciones, ¡ya hace muchos años! y mucha gente sí aprovechó esas oportunidades y a la fecha por ahí viven todavía (...) San Cristóbal ha cambiado por ay del año 70 pa’ acá, porque anteriormente era un rancho muy abandonado, pero a partir de esos años que todos los que tuvieron la oportunidad de irse a Estados Unidos y que allá viven, han hecho cambiar mucho el rancho. Ya hay casas de material y antes no ¡puro adobe, pura tierra! Entonces estaba más feo y ahora ya no (...) Pero gracias a Dios a todos esos jóvenes que van a los Estados Unidos, son los que han hecho todo eso (Don Epifanio, 73 años, campesino). 43

El destino principal de los migrantes sancristeños es Atlanta, Georgia, lugar al que unos llaman “el pequeño San Cristóbal”, porque actualmente ahí reside gran parte de la población de Sancris. Los primeros sancristeños que migraron han tenido la oportunidad de establecerse de manera legal en Estados Unidos, donde se han casado y tenido hijos, conformando así una comunidad de carácter transnacional. Quienes migraron del pueblo han construido “su lugar” en referencia a la identidad cultural de su localidad de origen, han encontrado nuevas formas de vincularse a ella y de interactuar con quienes permanecen en Sancris. Si bien las fronteras no se borran de alguna forma se vuelven porosas, pues las distancias se acortan mediante la comunicación cotidiana a través del teléfono y el internet. (...) el lugar se refiere a la experiencia de y desde una locación particular con algún sentido de fronteras, territorialidad y ligado a prácticas cotidianas (...) los lugares están seguramente conectados y construidos, aún cuando esas construcciones implican fronteras, territorios, conexiones selectivas, interacción y posicionamiento, y en algunos casos una renovación de las habilidades para hacer historia. La conectividad, la interactividad y la posicionalidad son las características correlativas de estar ligado a lugares (Escobar, 2005: 172, 192).

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En el lugar se comparte el “aquí y el ahora” con los presentes y se comparten otras cosas también con los ausentes (Escobar, 2005: 172). En el lugar se atan las identidades, las culturas y se establecen conexiones con el territorio y las personas que lo habitan, pero al mismo tiempo la identidad nos da un lugar, un origen. La identidad nos posiciona dentro de un “paisaje moral” que se expresa en nuestra manera de ser, nos sitúa dentro de un campo social (familia, región, etc.), la identidad nos dice quiénes somos, a dónde pertenecemos y cómo nos relacionamos e interactuamos con los otros (Taylor, 1996). La identidad se adquiere por reconocimiento social y nos da sentido de pertenencia, ya que nos incluye dentro de cierto grupo, familia o terruño. En este sentido, los migrantes originarios de San Cristóbal son reconocidos como parte de la comunidad, su ausencia o lejanía no los excluye de pertenecer al pueblo, mantienen

mucho una

menos

si

comunicación

constante con sus familiares y amigos, así como si no se olvidan de mandar dólares para que los que se quedan puedan vivir mejor. Hace 35 años, cuando ya había bastante población de Sancris en Estados Unidos y el flujo de migrantes se empezó a incrementar, se comenzó a celebrar en el pueblo el Día del Ausente cada primer sábado de agosto, para recordar a los coterráneos que han migrado y recibir con gran afecto y cariño a quienes pueden visitar su pueblo natal. Cada Día del Ausente la comunidad se llena de júbilo, porque algunos paisanos regresan a visitar el pueblo y porque las lluvias de esas fechas rompen con la larga temporada de estiaje y todo reverdece, las milpas crecen y las presas de la región (la del Saucillo, la 45

Tomita y la Reventada) empiezan a llenarse de agua. La vida del campesino sancristeño es difícil, pero alegre por temporadas como ésta, donde la gente convive y coopera para realizar el convivio donde antiguamente se encontraba el Tanque de Abajo o de los Caballos. Antes de iniciar la festividad todos asisten a misa de acción de gracias, alrededor del medio día, excepto quienes se encuentran preparando los alimentos, montando el lugar del convivio o quienes están ocupados en otras actividades.

Para ese día se cocina mole de cócono (guajolote), birria de borrego y se asan elotes. Las personas poco a poco se acercan a comer, algunos llegan tarde porque antes fueron a trabajar a la parcela. Mientras unos comen, otras personas relatan su experiencia migratoria. En alguna pared cercana cuelgan las fotos de los migrantes sancristeños. Algunos toman pulque, cerveza, tequila y otros solamente refresco. Terminando la comida hay una exhibición de ballet folklórico, generalmente es un grupo de danza de la comunidad del Tecuán quien lleva a cabo la obra. Después se hace una rifa de dólares y algunos regalos sorpresa por medio de un boleto que la gente compró por unos cuantos pesos. Finalmente al caer la noche comienza el baile, musicalizado por algún sonido o grupo contratado. Los ausentes son quienes se encuentran temporalmente fuera del pueblo, pero también aquellos que nunca volverán. Quienes pueden regresar de visita a su terruño son colmados con afecto y atenciones los días de su estancia, pero regularmente el único vínculo que existe con ellos es la remesa, la llamada telefónica o la red virtual de internet. De acuerdo con Vania Almeida Salles, suceden muchos cambios cuando los migrantes se encuentran 46

lejos de su lugar de origen, los cambios más profundos se dan en la organización del grupo familiar, porque no es lo mismo que migren los hijos a que migre el padre de familia, porque si es así la mujer debe hacerse cargo del ejercicio de autoridad y de centralizar los roles de padre y madre, además, en todo caso, la remesa no sustituye la presencia física y los vínculos afectivos de las relaciones cotidianas: (...) los miembros de la familia nuclear que residen temporalmente fuera, aún cuando envíen dinero, etc., deben ser considerados como temporalmente excluidos del grupo doméstico. Los vínculos pautados por el envío de dinero no sustituyen las relaciones cotidianas que realmente dan el sentido de pertenencia al grupo doméstico. A su vez, la dinámica del grupo es distinta cuando se tienen miembros ausentes por largas temporadas (1988: 14, 15). La constante migración de los padres de familia y de los varones más jóvenes ha repercutido sobre la estructura y organización de los hogares sancristeños y del trabajo campesino, pero también ha modificado la cultura y la identidad de la comunidad. Los habitantes de mayor edad son quienes se quedan al cuidado de sus parcelas y animales. Las mujeres han ido sustituyendo a los hombres tanto en la jefatura familiar como en diversas tareas del campo, quehaceres que tienen que combinar con las labores domésticas y sus roles tradicionales de esposas y madres. Algunas jóvenes se han incorporado al trabajo en las maquiladoras de la región o en algún otro empleo en las ciudades más cercanas. El deseo de progreso sigue motivando que las nuevas generaciones migren hacia Estados Unidos, lugar al que van a buscar la vida, pero en el camino los migrantes cambian: (...) yo tengo mis hijos y sí se van, lo dejan de ver a uno por andar allá, porque aquí no es vida (...) ya la vida los hace más duros, si se van pues allá despiertan, abren los ojos más que nada (...) por lo mismo que se van a buscar la vida, allá los trata la vida de otra manera, aprenden a andar solos sin uno, sin nadie que les llame la atención allá, por eso vienen diferentes, no vienen como se van (Lourdes García, 47 años, tendera). (...) todos los que nos vamos salimos para progresar (...) Nos vamos para progresar y sacar a la familia adelante. Nomás éso (Chavos de la esquina, de 15 a 29 años). (...) eso es lo que hace que la persona tienda a migrar hacia Estados Unidos, porque allá es donde si no tienes ningún vicio allá puedes hacer un dinerito y de repente aquí en San Cristóbal puedes comprar tu terrenito o en la ciudad (...) Pero se están perdiendo aquí los valores y se está dando el desarraigo y todo eso porque muchos se van a buscar la vida a otro lado, porque aquí sí hay vida, pero para vivir bien no, porque aquí hay mucha pobreza, es lo que está pasando en este país (Chabelo, 38 años, “multiusos”). 47

De acuerdo con Leonardo Bastida, el migrante es una persona que al salir de su comunidad de origen entra en contacto con otra sociedad culturalmente ajena a la suya, con costumbres y tradiciones diferentes, las cuales comienza a incorporar a las suyas en la medida en que convive con ellas, reflejándose ciertos cambios en su forma de ser y expresándose una doble dificultad en su capacidad de inserción social: la persona migrante no se adapta del todo a la sociedad a la cual ha llegado y si regresa a su comunidad de origen ya no logra reincorporarse plenamente a la sociedad a la que pertenece. Bastida asegura que la identidad del lugar cambia por la migración masiva y continua de sus habitantes, así como por el escaso contacto que tienen los migrantes más jóvenes con su comunidad de origen: (...) la identidad cultural del lugar se vuelve frágil en el sentido de que cada vez sufre más cambios y es menos estable por la inserción de los nuevos elementos culturales insertados por los migrantes. Sobretodo (sic) en el sector juvenil que al migrar mantiene un contacto escaso con San Cristóbal. Sus estancias en los EUA son más prolongadas y su regreso a México se pospone en muchos casos por años. Es en ellos donde se perciben esos cambios identitarios culturales (2008: 139, 140). Por un lado, Leonardo Bastida asegura que la identidad de San Cristóbal se ha vuelto frágil en pos del progreso, argumento que conduce a pensar que la identidad tradicional de la comunidad no se fortalece por la interacción de los migrantes con otras sociedades, sino, que ésta se va perdiendo o está siendo desplazada por nuevas prácticas culturales. Por el otro, Vania Salles explica que la identidad sí está sujeta a procesos de cambio, pero tanto las creencias como las pautas tradicionales de conducta y los modos de vida, al transmitirse o inculcarse por medio de hábitos rituales dentro de la familia o de cualquier otro grupo o institución al que después se pertenezca, difícilmente cambiarán de manera profunda y en este sentido las identidades se adaptan a los contextos socioculturales que se viven cotidianamente y a los múltiples ámbitos de pertenencia: Las identidades se encuentran sujetas a procesos de cambio, lo cual no conduce de manera inevitable a la atenuación de identidades tradicionales frente a las nuevas construcciones identitarias; sino que los elementos tradicionales de cohesión social pueden reinventarse, reactualizarse (...) Las identidades culturales refieren a realidades internamente diferenciadas, donde también coinciden otros elementos de cohesión identitaria, de esta manera, se puede ser mexicano, xochimilca, hombre, católico, joven, comerciante, soltero, etc., adscripciones que cobran relevancia situacional a partir de los ámbitos específicos de interacción en donde participan (Salles, 1997: 58).

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Desde la perspectiva sociológica y antropológica, la problemática del fenómeno migratorio se ha desplazado de la “asimilación” a la “transnacionalización” de las culturas y al surgimiento de identidades locales en diáspora, es decir, que los migrantes no llegan a los lugares de destino con el ánimo de integrarse a la cultura de la sociedad anfitriona, sino de seguir siendo parte de sus comunidades de origen, con las cuales mantienen constantes vínculos materiales y simbólicos (Giménez, 2007: 280). Los migrantes no se incorporan de lleno a la sociedad de destino, porque su deseo es regresar a sus lugares de origen una vez logrado el fin por el que salieron de sus pueblos. Incluso una de las problemáticas derivadas de esta situación, es que cuando empiezan a llegar más migrantes al mismo punto y deciden establecerse hacen comunidad entre ellos y se involucran de acuerdo a su manera de ser en la vida cultural, social y política dentro del lugar de destino. El ciclo migratorio se rompe cuando las personas se asientan y generalmente se establecen organizándose, desde el nivel familiar hasta en el ámbito social, como lo hacían dentro de su comunidad de origen. Y en este sentido también la identidad del lugar de destino sufre cambios, por los nuevos agregados de población, pues los migrantes no dejan atrás sus costumbres, hábitos y prácticas culturales, viajan con ellas. La migración implica movimiento espacial, de un lugar de origen a otro de destino, es el desplazamiento físico de personas por un tiempo determinado. Para algunos autores hay migración sólo cuando el individuo cambia temporalmente de residencia habitual y no cuando únicamente viaja o transita (Silva, 2004: 16). Para otros, el migrar es moverse de un lugar a otro, por diversas razones, y necesariamente tiene que ver con el derecho al libre tránsito y con la situación económica, social y cultural de una región determinada (Ruiz, 2005: 21,22). Dentro del estudio de la migración se destacan tres tipos de movilidad, la migración interna que se da dentro de un país, la migración internacional entre países y la transmigración de personas que se internan dentro de un país ajeno al suyo sólo para cruzar hacia otro. En el caso de México, a partir del siglo XX, se han registrado grandes oleadas migratorias internas y externas. La migración interna por lo general es de carácter rural-urbana, donde la gente del campo se ha desplazado principalmente hacia las ciudades en busca de recursos monetarios regulares que sólo pueden obtener por medio de trabajo asalariado no agrícola y 49

en la mayoría de los casos ha implicado un costo social elevado para el sector campesino, por el desarraigo y la separación temporal o permanente de los hombres y mujeres más jóvenes de las familias campesinas (Arias, 2005: 127). Este tipo de migración interna se convirtió, junto con la migración laboral estacional de mexicanos hacia Estados Unidos, en uno de los principales factores de transformación de la vida rural mexicana por la distancia y duración de los desplazamientos. Según Nidia Marín (2011), México ha ocupado regularmente los primeros lugares mundiales en expulsión de migrantes y en captación de remesas6, cuyo destino principal es Estados Unidos, país en el que se encuentran alrededor de 42.80 millones de personas de distintos puntos del planeta, de los cuales 28 de cada 100 son de origen mexicano y estima que en territorio estadounidense viven 26.6 millones de mexicanos, aproximadamente el 26 por ciento de la población de México. Armando Bartra afirma que de esta población que vive en Estados Unidos y que se identifica como mexicana, cerca de 12 millones nacieron en México, cruzaron la frontera y más de la mitad lo hicieron como indocumentados; y señala que las naciones expulsoras de migrantes son sociedades jóvenes que envían al exilio económico al grupo de edad de mayor capacidad productiva, a la juventud, porque su país ha sido incapaz de “brindarles en su tierra un trabajo digno y un futuro por el que valga la pena luchar” (2010: 95). En San Cristóbal los jóvenes migran hacia Estados Unidos a partir de los 15 años de edad o incluso más chicos. La mayoría de ellos se van de “mojados”, contactan al coyote por medio de un número de teléfono móvil que les proporcionan otros que ya se han ido. Los sancristeños pagan alrededor de 40 mil pesos, más o menos, y entre más costoso sea el viaje hay mayores probabilidades de pasar. El pago lo costean ellos con ayuda de sus familiares, principalmente de aquellos que tienen del “otro lado”, quienes han contribuido también a que los jóvenes se motiven a ir al gabacho para buscar la vida y el sueño americano. 6

Con 11.9 millones de mexicanos que salieron del país durante el año 2010 y con 21 mil 271.19 millones de dólares captados entre enero de 2007 y diciembre de 2010. Cifras que por varios años se han mantenido constantes a excepción de algunas variaciones poco significativas. Históricamente el flujo de migrantes mexicanos hacia Estados Unidos y de dólares hacia México se ha sostenido e incluso incrementado a pesar de las rígidas políticas migratorias estadounidenses.

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Los jóvenes sueñan con ir al “norte”, porque sus familiares que han pasado les comentan que los empleos son mejor pagados y que los salarios pueden llegar a ser de hasta 900 dólares a la semana, aproximadamente 10 mil pesos mexicanos. En caso de encontrar trabajo, los migrantes destinan su sueldo a pagar su manutención dentro de Estados Unidos y mandan dinero a los familiares que dejaron en el pueblo, con el cual podrán comprar algún terreno, animales, herramientas y trocas o destinarán el recurso para construir su casa y equiparla con electrodomésticos y así poder vivir el estilo de vida americano. Sin embargo, algunas personas comentan que en los últimos años se ha vuelto muy difícil encontrar trabajo en Estados Unidos y quienes se van sufren mucho para poder pagar la renta o para comprar alimentos. Se han incrementado los casos de jóvenes que regresan al pueblo más pobres de lo que se fueron, adictos a alguna droga o estafados por los coyotes. Los jóvenes salen a buscar la vida pero, al intentar cruzar la frontera de manera ilegal, por lo regular encuentran la muerte. Los más débiles son abandonados por el coyote en el desierto o en el río y en caso de no cruzar los migrantes se vuelven presa fácil de los bajadores narcotraficantes, quienes se dice obligan a los indocumentados a cruzar droga por la frontera como burreros, en mochilas, y en caso de negarse los matan. Pues la mayoría se van y he escuchado que ya no pasan, que se quedan muertos en el desierto (...) antes no había mucha vigilancia cuando se iban los jóvenes a Estados Unidos y ahora sí, además ya hay menos trabajo (Refugio Molina, 41 años, tendera). Entonces ya, para ese tipo de personas que quieren irse hacia Estados Unidos de mojaditos, pues no es recomendable porque en primer lugar sales de tu casa y no sabes si vas a regresar, ya cuando sales tú de aquí de tu casa ya sales a lo que caiga, a vivir o a morir y si te toca la buena que pases a Estados Unidos ya la hiciste, pero si te toca que te agarren los bajadores, te pueden matar en el río o en el desierto y así como está el calor en el desierto te pueden matar los vatos o te quedas a trabajar con ellos. Tres cosas: trabajas para ellos, te matan o pasas al otro lado (Chabelo, 38 años, “multiusos”). Para los jóvenes sancristeños y para muchos otros jóvenes rurales, migrar hacia Estados Unidos de manera indocumentada se ha vuelto más peligroso, sobre todo a partir de la crisis del 2008, momento en el cual el gobierno estadounidense endureció su política migratoria e incrementó la vigilancia fronteriza. Proliferaron iniciativas de ley que, como la SB1070 (Ley Arizona), tienden a convertir en delito la migración indocumentada y a su vez las autoridades elevaron las penas y sanciones a empleadores de “mojados”. 51

De acuerdo con el periodista Adrián Jiménez (2011), Estados Unidos se ha mostrado preocupado históricamente, no sólo por la cantidad de mexicanos que ingresan de manera ilegal a su país, sino, también por la violencia que del lado fronterizo de México se desprende por la actividad del narco, con sus ejecuciones y demás actividades ilícitas que le acompañan, tales como el tráfico de personas y el lavado de dinero. Sin embargo la proliferación de leyes como la SB1070, sólo provocan que se estigmatice y culpabilice indebidamente a los migrantes de problemas sociales ajenos al fenómeno migratorio. Tras la crisis económica del 2008 los patrones migratorios de las poblaciones rurales se modificaron. Debido a la persecución de indocumentados hubo cierto reflujo en la migración internacional México-Estados Unidos, muchos migrantes fueron repatriados y deportados. El aumento en el costo de los servicios del coyote y la peligrosidad en el viaje incrementaron la migración interna, particularmente los desplazamientos de población hacia las periferias de las ciudades y zonas de mayor desarrollo urbano. Muchas de las personas que vivían en el campo han migrado en busca de mejores opciones de vida. En Sancris la movilidad periurbana siempre ha existido, pero se ha intensificado por la necesidad de buscar un empleo que no signifique arriesgar la vida, que no implique desplazarse grandes distancias y abandonar a la familia por largas temporadas. La búsqueda de un ingreso regular, no agrícola, ha sido parte central de la vida de los sancristeños. Algunos comentan que muy pocos desean ser campesinos porque la agricultura ya no deja ganancias como antes, pues a partir de la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio7 trabajar el campo dejó de ser negocio. Por un lado el gobierno dejó de apoyar a los agricultores en la compra de semillas, agroquímicos, maquinaria y en la comercialización de su producción; y por otro, permitió la entrada de nuevos productos que procedían de otras partes y el precio del producto local se devaluó en el mercado. Desde entonces a los campesinos les resulta dificil vivir del campo. Se dice que por eso los jóvenes dejan todo por salir a buscar la vida en otro lado e incluso abandonan sus estudios para migrar o terminando la secundaria y cumpliendo sus 18 años se van a emplear en una fábrica si los aceptan. 7

El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) es un acuerdo trilateral entre los gobiernos de Canadá, Estados Unidos y México que se firmó en diciembre de 1992 y entró en vigor en enero de 1994.

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Para los sancristeños las opciones de empleo se encuentran fuera del pueblo, en las ciudades más cercanas, principalmente en Aguascalientes y Lagos, donde algunos trabajan como obreros en fábricas maquiladoras de textiles y de autopartes. Quienes tienen acceso a estos empleos fabriles son aquellos jóvenes que concluyeron sus estudios de nivel básico y ya cuentan con la mayoría de edad. En San Cristóbal son pocos los que estudian el bachillerato, porque no hay escuela preparatoria dentro del pueblo y para los campesinos resulta costoso mandar a estudiar a sus hijos fuera del rancho. Aunque hay programas gubernamentales de becas para que los niños y jóvenes estudien por lo menos el nivel básico (primaria y secundaria), estos apoyos son insuficientes. Actualmente la primaria de la comunidad cuenta con 230 niños, de los cuales entre 30 y 35 ingresan cada año a la secundaria y de estos aproximadamente el 60 por ciento termina sus estudios. Los niños que no terminan la primaria, al igual que aquellos que no terminan la secundaria, se van a trabajar al campo o migran con sus familias a las ciudades más cercanas: (...) gran parte de esos niños se van de la comunidad, se van unos a Aguascalientes, otros a México y los demás no sé. Porque van creciendo las generaciones y somos pocos los que nos quedamos. Yo pienso que de todos esos, de unos 100 se quedan un 40 ó 30 por ciento aquí a habitar la comunidad, emigran aquí a las ciudades vecinas (José Guadalupe, casi 50 años, delegado 2010-2013). Sus opciones serían irse a la fábrica o a la obra y ahorita como ya les quieren exigir prepa, a lo mejor ya esas opciones se les van a acabar. Por lo regular sus opciones son las fábricas, a la obra o las mujeres a trabajar en una casa, porque en un negocio le dan el trabajo al que tiene más estudios (Adriana Zúñiga, 36 años, directora de la secundaria). Los jóvenes rurales se proletarizan8, la mayoría de los muchachos y las muchachas que aún residen en San Cristóbal se marchan a trabajar principalmente a dos fábricas, una maquiladora de autopartes en Lagos y una textilera en Aguascalientes. Estas fábricas envían su propio autobús al pueblo para recoger y devolver a sus empleados.

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Según la doctrina marxista, toda la escala inferior de las clases medias tiende a caer en las filas del proletariado, ya sea porque no han podido insertarse exitosamente como productores industriales capaces de sostenerse y competir frente a las grandes empresas, o porque sus habilidades profesionales se han depreciado frente a los nuevos métodos de producción, los cuales exigen del obrero dominar operaciones más sencillas, mecanizadas, monótonas, de fácil aprendizaje y cuya remuneración se reduce a proporcionarle únicamente los medios indispensables para vivir (Marx, 1971: 26, 27)

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En las fábricas los jóvenes ganan en promedio un salario de entre 600 y 800 pesos semanales, trabajando desde la mañana hasta el anochecer y de lunes a sábado. Según Erica Mora, una sancristeña soltera de 24 años de edad, encontrar un empleo es difícil porque piden experiencia y estudios, además en la fábrica la explotación es mucha y la paga es poca. Ella trabaja en una textilera de Aguascalientes, entra a las 10 de la mañana y a veces su turno termina a la una de la mañana, por eso entre semana vive en Aguas, pero sábados y domingos regresa a Sancris para convivir con su familia. Le pagan por día, no por producción y comenta que con cualquier pretexto les descuentan dinero a las obreras. Si no cubren la producción o producen mercancía defectuosa les pagan menos. La situación de explotación y bajos salarios la viven tanto los jóvenes que estudian y tienen trabajos fijos en fábricas u otros empleos urbanos, como aquellos que no tienen estudios y trabajan en el campo o en la construcción. Un campesino joven gana más o menos 700 pesos a la semana y quienes han encontrado trabajo en la construcción ganan entre 900 y mil pesos semanales. El ingreso obtenido por el trabajo campesino es irregular y depende de las condiciones climáticas y del precio del producto agropecuario en el mercado. El trabajo de construcción es temporal y una vez terminada la obra los jóvenes tienen que buscar otro empleo. En todos los casos, los ingresos que los jóvenes obtienen tanto en el campo como en la ciudad son insuficientes para sostenerse a sí mismos y a la familia. Si son solteros, tanto hombres como mujeres deben destinar la mayor parte de su salario para la manutención de sus padres y hermanos más chicos. Si son jóvenes casados por lo regular las mujeres no trabajan y sobre el varón recae la responsabilidad de mantener a la esposa e hijos, incluso tiene que aportar dinero para la casa de los padres con quien viva la joven pareja. Por eso la mayoría tiene como proyecto de vida migrar hacia Estados Unidos. Lo que en México se gana durante toda una semana de trabajo allá en “el norte” se puede obtener en un sólo día. (...) Ganamos un sueldo de 900 pesos por madrearnos toda la semana (...) Y si estuviéramos en el norte esos 900 pesos serían en un puto día. Si ganáramos aquí lo que se gana allá ¿para qué nos íbamos? (...) con 900 pesos a la semana qué vas a hacer. Peor los que tienen familia, un niño o una esposa que mantener y ¿con 900 pesos cuándo chingados los mantienes? (Chavos de la esquina, de 15 a 29 años, “multiusos”).

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Los jóvenes sancristeños migran del rancho para buscar la vida, pero muchos de ellos no la están encontrando. Unos intentan cruzar la frontera hacia Estados Unidos de manera ilegal, pero en el camino algunos encuentran la muerte en el río o en el desierto, lugares sin ley donde merodean los narcotraficantes. Otros cruzan con éxito y logran cumplir su deseo de progreso. El sueño americano es grande, pero no alcanza para todos. Unos regresan más pobres de lo que se fueron. Hay quienes se van al norte sólo para vivir más libres, lejos del control y de la vigilancia de sus familias y de su comunidad. Generalmente quienes migran por primera vez despilfarran los dólares en burdeles y bares. La neta, yo me vine como me fui. Me fui y regresé sin dinero. Por andar en cantinas y bares. Era primerizo en ir. Pero de eso agarras experiencia y otra vez hay que tantearle (Chavos de la esquina, de 15 a 29 años, “multiusos”). Es raro el que sabe aprovechar el norte y no es vicioso. La mayoría cuando regresan vienen platicando sobre las del norte, que llegan a los departamentos y se les ofrecen las mujeres, las sexoservidoras y pues igual la droga, pues para todo dicen que hay vicio allá, que el que es muy bailero pues se va diario a los bailes o con las mujeres (...) toman, se drogan y después andan sin dinero y ya cuando regresan empiezan a pensar en todo y dicen –si hubiera guardado hubiera hecho esto y lo otro– (Tuy, 23 años, campesino). (...) migran y andan haciendo lo que hacen aquí, no hacen nada. Yo creo que encuentra vida el que realmente si va a trabajar y a buscar el sustento. Pero el que piensa que nomás por irse a otro lado le va a ir bien, pues no encuentra vida (Adriana Zúñiga, 36 años, directora de la secundaria). La migración tiene una relación directa con cuestiones de desarrollo y trabajo. En la actualidad es vista como un fenómeno cuyas dinámicas y flujos están marcados por la desigualdad económica y los procesos de globalización contemporánea (Castañeda, 2008: 243). La migración rural-urbana e internacional ha traído como consecuencia la alteración de los modos de vida tradicionales y una ruptura en la continuidad generacional, lo cual ha repercutido sobre el modo de reproducción cultural de las sociedades rurales (Giménez, 2007: 279). En el campo las identidades, hábitos y prácticas cotidianas se han transformado por la constante migración de los jóvenes hacia las ciudades y a Estados Unidos. En San Cristóbal se piensa que los jóvenes y los migrantes son quienes más se desarraigan y cambian en su forma de ser. Se dice que algunos de ellos se han vuelto drogadictos y hasta rateros. Sin embargo, también en quienes no han migrado se observan ciertos cambios negativos. La juventud, migrante o no, se ha vuelto cada vez más violenta. 55

Falta de opciones y violencia juvenil Regularmente se asocia la violencia juvenil con el crimen, el desempleo y la deserción escolar. En América Latina los jóvenes, de entre 12 y 25 años de edad, han protagonizado cerca del 80 por ciento de los crímenes cometidos en las calles y según la Organización de Naciones Unidas uno de cada 50 jóvenes de la región muere antes de los 32 años a causa de la violencia (Meléndez, 2012). En México el número de jóvenes delincuentes aumentó 139 por ciento entre enero del 2006 y diciembre del 2011, de los cuales 67 por ciento de los infractores cometieron delitos vinculados al crimen organizado y el narcotráfico, concentrándose este tipo de ilícitos en el Distrito Federal, Sonora, Chihuahua, Baja California, Sinaloa, Guanajuato y Jalisco (Muedano, 2012). Resulta necesario precisar que éstos son jóvenes que en su mayoría provienen de sectores marginados de la sociedad. En el municipio jalisciense de Lagos de Moreno, donde se encuentra San Cristóbal, se piensa que el incremento en la violencia y delincuencia juvenil se debe al constante desempleo, a la falta de una buena educación y de condiciones de vida dignas (Aguilera, 2011). En Sancris hay cerca de 250 jóvenes que viven en el pueblo, 92 de ellos asisten a la secundaria y se estima que alrededor de 40 llegarán a la preparatoria. Sólo un joven ha logrado terminar una carrera universitaria. Se dice que es por falta de interés y de ganas de salir adelante o de ser alguien en la vida que los jóvenes no estudian y se dedican a deambular por las calles, a drogarse y a robar. Sin embargo, para algunos resulta costoso mandar a los hijos a estudiar y como resultado de su falta de acceso a la educación, los jóvenes de las familias más pobres se están quedando sin oportunidades. Contados son los que han salido adelante, porque también otros de mis alumnos estudiaron hasta la prepa y sí tienen buenos trabajos en Aguascalientes, pero todo es querer, que ellos mismos tengan ese deseo, porque todos tienen la capacidad de aprender y salir adelante, pero yo pienso que lo principal es el interés de ellos. Y los que desgraciadamente se van por el camino que no es correcto, pues a veces son la mayoría, no quieren ser alguien en la vida, se conforman con cualquier trabajo o con otras cosas como robar (Adriana Zúñiga, 36 años, directora de la secundaria). Pues sí, pero también hay muchos chavos que salen a buscar trabajo y no se los dan y según dicen que no quieren que haya jóvenes en la calle, drogándose o algo, pero si tampoco les dan trabajo, pues ¿qué hacen? Será porque los miran sin experiencia en algo, pero si no le dan a uno la oportunidad ¿cómo va a hacer uno experiencia?, ¿cómo va a ser uno alguien en la vida? (Tuy, 23 años, campesino). 56

Desde la visión tradicional e institucional las opciones de vida se eligen a nivel individual, pero en relación a intereses colectivos. En este sentido, se espera que los individuos más jóvenes se incorporen a la sociedad pasando de la familia a la escuela y de ahí al empleo sin cuestionar, desafiar o resistirse a ello (Medina, 2009: 28). Por eso se percibe como un factor de riesgo que la juventud no asista a la escuela o no tenga un trabajo fijo, estable y honorable. Un joven que se dedica a deambular por las calles, a drogarse o a robar es visto como un agente de inestabilidad e inseguridad social. La continua y creciente migración de los jóvenes ha afectado la cohesión social de San Cristóbal, tanto por su ausencia y lejanía como por la pérdida de valores y hábitos morales. La escuela y la iglesia del pueblo exhortan constantemente a los jóvenes a elegir opciones de vida correctas y coherentes con los valores de su familia y religión. Incluso el sacerdote de Sancris aprovechó la misa de acción de gracias del único joven que ha logrado terminar una carrera universitaria, Eric Martínez, para pedirle a los sancristeños que dejen de migrar y consideren al estudio como la mejor opción para abrirse puertas en la vida: El estudio, como todos sabemos, es abrirse puertas. Una persona que estudia, digámoslo así, vale más que una persona que no estudia, en el sentido que se abre puertas. No es lo mismo haber estudiado únicamente la primaria a una persona que ha terminado la preparatoria o ha terminado, en este caso, una carrera en particular (...) No es lo mismo que el migrar a Estados Unidos y conocer otras realidades. La persona que estudia se abre puertas, se desarrolla intelectualmente, aprende otras disciplinas, aprende a defenderse en otros ambientes, aprende de otras culturas, aprende las ciencias (...) Es muy importante que la persona que estudia también tenga valores concordes a la enseñanza de Cristo... (Padre Carlos, sacerdote de San Cristóbal, fragmento del sermón del 3 de agosto 2012, grabado en video). Desde el pensamiento religioso se establecen distinciones entre las opciones deseables y las indeseables. Para entender la relevancia de este discurso se le tiene que analizar en relación al contexto del ritual, el momento en que se enuncia, lo que se dice y para quiénes se dice. Esta ceremonia pública se celebró un día antes del Día del Ausente en agosto, fecha ritual en la cual algunos migrantes regresan a su lugar de origen a visitar a sus familias y a convivir con la comunidad. Para el sacerdote, la vida que Eric eligió llena de honor y gracia no sólo su vida personal, sino la familiar y comunitaria. El joven de 24 años no tuvo que migrar hacia Estados Unidos para lograr ser exitoso y por la cercanía que conservó con su familia y con la iglesia no perdió los valores morales de la fe católica. 57

Si las opciones guían hacia el amor divino entonces son opciones deseables, coherentes con la religión que se profesa. Al leer el Evangelio según San Mateo, el sacerdote hizo una analogía entre Eric Martínez y Jesucristo quien en su tiempo salió de su tierra y después regresó lleno de sabiduría y poderes milagrosos para predicar en la sinagoga, lo cual causó asombro entre la gente porque Jesús era hijo de un carpintero y no se explicaban cómo había adquirido tantos conocimientos. La hazaña de Eric cobra sentido porque es una repetición o imitación del orden celestial, es un acto que refuerza el mito del origen divino de la humanidad y de su fin último, misión o destino: En el detalle de su comportamiento consciente, (...) el hombre arcaico, no conoce ningún acto que no haya sido planteado y vivido anteriormente por otro, otro que no era un hombre. Lo que él hace, ya se hizo. Su vida es la repetición ininterrumpida de gestos inaugurados por otros. Esa repetición consciente de gestos paradigmáticos determinados remite a una ontología original. El producto bruto de la naturaleza, el objeto hecho por la industria del hombre, no hallan su realidad, su identidad, sino en la medida en que participan en una realidad trascendente. El gesto no obtiene sentido, realidad, sino en la medida en que renueva una acción primordial (...) los rituales y los actos profanos significativos (...) sólo poseen el sentido que se les da porque repiten deliberadamente tales hechos planteados ab origine por dioses, héroes o antepasados (Elíade, 1972: 15, 16). Sin embargo, aunque el sacerdote quiera establecer un maridaje entre la escuela y la iglesia a través de la trayectoria de Eric, son instituciones que se yuxtaponen tanto en su filosofía como en su pedagogía. En San Cristóbal estudiar no es una opción, porque en términos culturales desvincula a los estudiantes de sus raíces campesinas. Incluso Eric, en entrevista anterior al término de sus estudios, comentó que le resultaba aburrida y rutinaria la vida del campesino. Él anhela superarse y no desea estancarse en la vida del ranchero, no quiere dedicarse a trabajar en el campo o en la fábrica, ni a ordeñar o casarse: (...) aquí no hay la forma de lograr lo que uno quiere, un buen trabajo, mejor vida, una casa mejor o ayudar a los papás y a los hermanos, pues aquí en el rancho no, siempre es dedicarse al campo y es todo, de ahí no se sale, no se saca más que para mantenerse y yo pienso que (...) el estudio es lo mejor, me imagino que tendrá uno mejores posibilidades de lograr lo que uno anhela, lo que para mí es una mejor vida (...) aparte de que aprende uno cosas nuevas, ve uno diferente la vida, uno se crea más sueños y no siempre se está estancado, porque la mayoría cree que nada más, bueno yo pienso que al menos aquí en San Cristóbal siempre es salir de la secundaria y dedicarse un tiempo a la fábrica y ordeñar, casarse y de ahí en adelante todo es lo mismo, es rutinario, siempre ordeñar y atender a la esposa y nunca hay algo nuevo, algo diferente... (Eric, 24 años, Lic. en Administración de Empresas). 58

Eric Martínez no tuvo que migrar hacia Estados Unidos, pero se fue a Aguascalientes para poder estudiar, lugar donde su familia tiene casa y por la proximidad con San Cristóbal le permitía vivir y estudiar en la ciudad entre semana y regresar al rancho en cualquier momento que le fuera posible. Él es el menor de sus 11 hermanos y gracias a su apoyo y al sacrificio de sus padres pudo estudiar una carrera. Sin embargo, la mayor parte de los jóvenes sancristeños no cuentan con el mismo soporte familiar y económico de Eric. Para las familias campesinas de Sancris estudiar es un gasto que aún no pueden costear. Aunque no todos estudian se dice que ya no hay ignorancia en el pueblo, porque las nuevas generaciones tienen mayor acceso a la información a través de la televisión y el internet. Se destinan más recursos del ingreso familiar para consumir estas tecnologías que para la educación. La juventud de ahora está más enterada de las cosas que suceden en el mundo, pero también anda más “desatada” que la de antes. Se piensa que el descontrol sobre los jóvenes sucede principalmente porque los padres ya no presionan a sus hijos para que estudien o trabajen y permiten que estén perdiendo el tiempo en la calle o en el televisor. En el tiempo de nosotros habíamos pocas gentes borrachitas, muchachos nuevos, y ahora está así todo el pueblo, ahora está de la rechiflada y antes no, éramos raros los que hacíamos eso, seríamos los más desvergonzados o no sé (...) Ahorita ya hay morritos de 15 que ¡jijos de la chingada!, si no traen tequila traen polvo o yerba, entonces no, pues es un desmadre (...) Por eso digo que lo de uno, lo antiguo, era otra cosa, éramos más tímidos, de fregados estábamos igual, pero éramos tímidos (...) cuando había gentes mayores a uno lo hacían que se quitara el sombrero para llevarle una lumbre y uno se hincaba delante de aquella gente grande (...) Ese era el respeto seguramente (...) era la ignorancia de uno, ahora ya no hay ignorancia, ahora ya a cualquier mono de cinco o seis años le grita a uno y se la mientan a uno, sí luego luego y antes no (Don Epifanio, 73 años, campesino). Pues como que los jóvenes, pienso yo, andan acelerados todos los chavos, ven violencia en la televisión u oyen lo que pasa y como que la quieren practicar, como que para ellos es algo que quieren hacer o inconscientemente andan por ahí y se vuelven violentos aunque sea por un momento, pero en ese momento hacen cosas muy malas, porque eso viene de la mente, de que los Zetas, que esto y lo otro, porque ahora ya de todo le echan la culpa a los Zetas y no sé que piense usted, pero yo pienso que no son ellos totalmente. Ahora se hacen pasar por Zetas para poder atracar y para poder hacer tarugadas (...) Uno de viejo ya se conforma con lo que tiene, con lo que puede, pero los jóvenes nunca están conformes, traen un dinerito y quieren más y buscan la forma ¿Qué está pasando aquí? Ya empiezan a atracar casas aquí los chamacos (...) se roban las cosas y las andan vendiendo aquí mismo (Juan Piña, 71 años, jubilado). 59

En San Cristóbal cada vez son más los jóvenes, hombres y mujeres, que se observan caminando por las calles hasta muy tarde por la noche. Algunos comienzan a alcoholizarse o a fumar desde los 15 años de edad o incluso más chicos. Los adultos de mayor edad están convencidos de que la violencia y las adicciones han entrado a San Cristóbal porque la juventud le ha perdido el respeto a los mayores, porque los padres de familia ya no inculcan las buenas costumbres a sus hijos. Actualmente la educación de los niños y jóvenes sancristeños ya no está a cargo exclusivamente de la familia católica, también intervienen la escuela y las nuevas tecnologías de la información, las cuales al mismo tiempo que significan un progreso en el ámbito del aprendizaje, suponen un peligro para las identidades tradicionales. Las adicciones y la violencia son comportamientos que la juventud ha incorporado a su conducta habitual. Se dice que este cambio negativo en la identidad de los jóvenes es resultado de la desintegración familiar, por la migración o ausencia de una figura de autoridad, pero también por la creciente difusión cultural que hacen de la violencia y el narcotráfico los medios de comunicación. Algunos sancristeños piensan que la juventud está en riesgo de involucrarse en actividades delincuenciales, porque cada vez son más los que gustan de imitar a los cholos, escuchar narcocorridos y de idolatrar a personajes como el Chapo Guzmán. Se considera que la simpatía y la identificación con los modelos imitados, han llevado a los jóvenes a comportarse de manera violenta, a consumir drogas como la marihuana y la cocaína y a desear vivir una vida de narcotraficante. (...) yo tuve un ex alumno que se sentía orgulloso de que le dijeran cholo, para él era algo muy grande que le dijeran cholo, así le gustaba vestirse y como su pensamiento está en éso, yo creo sí es riesgoso para ellos y a lo mejor si los invitan a algo pues aceptan (...) porque si hay mucho muchacho que consume droga pues sí ha de estar el narco para que les venda (...) Marihuana y cocaína es la que consumen (...) Les gustan mucho los narcocorridos. De hecho en la clase de inglés tenían que hacer una biografía de algún personaje y muchos dijeron que les interesaría hacer la del Chapo Guzmán (...) Porque al Chapo lo han hecho un gran personaje, los medios, la gente que admira al Chapo, por eso ellos oyen, ven y se les hace bien. Y yo digo – ¿por qué no hacen su biografía de Benito Juárez?– a no, dicen –eso es aburrido– (Adriana, 36 años, directora de la secundaria).

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Para la juventud la cultura del narco o la narcocultura, como coloquialmente se le llama, se ha vuelto un modo de vida fascinante. En Sancris es común y cotidiano ver jóvenes acelerados, alterados, tirando barrio, subiendo y bajando por el pueblo en sus trocas con la música a todo volumen, tomando tequila o cerveza y fumando tabaco o marihuana. Las y los sancristeños jóvenes viven más “libres”, “desatados” y al imitar a los narcos, a los maras y a los cholos no sólo desafían la autoridad de los adultos, sino que rompen con la identidad tradicional y se desvían de las opciones de vida heredadas: Pues aquí los jóvenes tratan de imitar a los maras, porque yo recuerdo que del año 2006 pa’ atrás los maras eran los que rifaban inclusive aquí en México (...) los maras eran los que rifaban y hablaban su lenguaje, a señas con las manos se comunicaban, hacían señales con sus dedos, con placazos, tatuajes y lo que fuera (...) Yo pienso que los jóvenes imitan para tratar de intimidar a la gente o para tratar de poner su misma ley de ellos aquí en el rancho. Inclusive hay jóvenes que de arriba y de abajo no se pueden ver, porque uno quiere poner sus reglas y el otro también las de él y no salen de acuerdo y por eso también se pelean los jóvenes, porque ya unos que una pandilla y otros que otra (...) pero sí los papás están desubicados porque deben de enseñarles a sus hijos de dónde vienen sus raíces, de inculcarles qué es lo que deben de hacer los jóvenes de acuerdo a sus raíces o que los jóvenes se metan de lleno a su estudio, para que el día de mañana tomaran una carrera buena (Chabelo, 38 años, “multiusos”). De acuerdo con Natalia Mendoza, la narcocultura es una cultura de culto a la vida de los narcotraficantes, quienes a la vez que son admirados por sus logros individuales, también son repudiados y excluidos por la violencia que ejercen. Mendoza afirma que existe una afinidad natural entre la narcocultura y la cultura ranchera. La exaltación de la valentía, la masculinidad, la astucia y la independencia son valores que les son propios. Para ella, la narcocultura es una construcción social de símbolos y espacios asociados al consumo y venta de drogas, a la ebriedad, la fuerza y el poder; símbolos y espacios que incluso brindan distinción y estatus a quienes no son narcotraficantes, pero actúan como tales: Esta especie de puesta en escena no es un rito vacío, tiene gran importancia. Lo que dice es que hay un buen número de hombres, de extracción rural pero pocos de ellos propietarios de tierras, que tampoco pueden concebirse como una clase obrera, que encuentran en estos espacios la pertenencia a una colectividad que les ofrece una forma alternativa de distinción social en la cual tienen una posición y una dignidad reconocidas. Es la forma en que estos hombres se apropian en la práctica cotidiana del poder que deriva de la entidad abstracta del narcotráfico, y lo convierten en una serie de relaciones de poder concretas (2008: 213).

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La música, la ropa y la estética asociada a la vida de los narcotraficantes son símbolos que generalmente representan metáforas rurales de sentimiento antiestadounidense y de resentimiento contra la clase política; la hoja de marihuana estampada en gorras, cinturones u otra vestimenta “desafía sin empacho los valores tradicionales” y las botas, las hebillas y el sombrero poco tienen que ver con el orgullo ranchero y las labores del campo (Mendoza: 2008: 199, 202). En San Cristóbal los jóvenes entremezclan las maneras de ser ranchero con la estética de la narcocultura y de las pandillas urbanas como los cholos y maras. Alfredo Nateras Domínguez (2009) explica que los cholos y las maras, además de ser bandas o sujetos transnacionales ligados a las violencias sociales, son grupos de pertenencia y de referencia cohesionados por lazos afectivos muy fuertes entre ellos. Ambos tienen en común ser grupos de resistencia y reivindicación cultural, étnica y racial; además de su vivencia y experiencia de ser extranjeros y migrantes “regularmente indeseables en el país de llegada”. Son adscripciones identitarias a través de las cuales los jóvenes, en condiciones de marginación y pobreza, construyen su sentido de existencia. Para Nateras son culturas de frontera o fronterizas

con

un

alto

grado

de

identificación con su territorio, las cuales se disputan el poder y luchan contra “el otro”, sobre todo a través de las estéticas corporales. En la violencia y el poder que ejercen producen imágenes y despliegan una serie de símbolos ordenados en sistema ritualizado. Para los grupos juveniles de este tipo, tirar barrio es una forma de lenguaje corporal que se expresa dentro del espacio público con la finalidad de ganar respeto y diferenciarse de los demás. Es una manera de construir la presencia, representar el cuerpo y ejercer el poder a través de signos, símbolos y diversos artefactos culturales como los tatuajes, la mirada, las señas con las manos, la forma de caminar, de hablar y de vestirse. 62

La vida de narco se ve como una épica del poder, del exceso y la violencia (Mendoza, 2008), como una vida breve, acelerada. La vida loca de los cholos relata la violencia que viven en la calle, en la vida cotidiana y se expresa tanto en sus lugares de encuentro (la calle, el barrio, etc.) como en la alteración de sus cuerpos (tatuajes) y autos, donde por un lado reafirman lo mexicano y por otro, tratan de vivir el estilo de vida americano (Nateras, 2009). Para algunos jóvenes sancristeños así es la vida, loca y breve hasta que les llega la muerte o sucede algún evento trágico que transforma sus vidas. En el año 2010, en los pueblos cercanos a San Cristóbal, comenzó a incrementarse el número de casos de jóvenes que morían por una situación de pelea, se dice que generalmente eran disputas por rivalidades entre los de un rancho y de otro o que se peleaban por alguna mujer. La gente comenta que los jóvenes ya no se pelean como antes a guantadas (puñetazos), sobrios y de uno contra uno, ahora lo hacen ebrios, en bola o grupo y con bates (palos) y armas blancas o de fuego. En Sancris las peleas o eventos de violencia comenzaron a ser protagonizados por un grupo de jóvenes liderado por un chicano, el Botana, un sancristeño de 29 años de edad que migró desde muy chico a Estados Unidos y donde se involucró con la pandilla Sur 13, la mexican mafia, una banda México-americana dedicada al tráfico de drogas y a la cual se le adjudican asesinatos ligados a peleas por el control del territorio en los barrios chicanos estadounidenses. Ser cholo es “mexican delincuencia” y generalmente quien se identifica como tal, por su experiencia migratoria y trayectoria de vida dentro de la pandilla, comienza a movilizar dentro de su lugar de origen a la banda (Nateras, 2009: 122, 123). Se dice que algunos jóvenes sancristeños fueron guiados por el Botana hacia la violencia y las peleas, motivados por el valor del chicano y por cierto poder político de su familia: (...) yo ya les he dicho, yo no culpo tanto a los muchachos, yo culpo a los padres. A ver ese famoso Botana, qué desmadres hacía seguido aquí, él era el que empezaba los desmadres, jalaba a los chavos para que lo apoyaran, porque él solo no se animaba (...) Y mi tocayo Juan es el culpable ¿Cómo es posible que seguido hacían sus desmadres o se los llevaban a Lagos y ahí iba Juan a sacarlos? Y el cuate se llenaba la boca con decir –mi papá tiene influencias en Lagos y nos vale, hacemos lo que queremos– No, yo me hubiera llevado al padre también (Juan Piña, 71 años, jubilado). 63

Las peleas en San Cristóbal disminuyeron a finales del 2011 a raíz de un trágico evento que cambió la vida familiar del Botana y de otros dos jóvenes. Gente cercana a ellos comenta que en octubre de ese año tres jóvenes se accidentaron en una de las carreteras de terracería que va hacia San Cristóbal. Su camioneta se volcó porque iban a toda velocidad huyendo de unos jóvenes del Puesto, quienes tenían diferencias con el chicano y querían resolverlas a golpes con estos tres sancristeños. Dos de los jóvenes murieron, uno era el hermano más chico del Botana. El sobreviviente quedó mutilado de un brazo. Casi al mismo tiempo de estos acontecimientos, surgieron otros que afectaron la vida cotidiana de los pueblos de la región y de sus jóvenes. La violencia ligada al narcotráfico se hizo visible. Fueron descubiertos sembradíos de marihuana y unos narcolaboratorios. Algunos sacerdotes fueron víctimas de secuestro, el delegado del Puesto murió asesinado y dos jóvenes del Tecuán fueron levantados, a uno lo regresaron sin lengua y del otro aún no se tiene noticia, incluso se dice que su familia viajó a Guadalajara a finales de noviembre del 2011 con la esperanza de encontrar su cuerpo, cuando 23 jóvenes aparecieron ejecutados dentro de unas camionetas en la capital jalisciense. Días antes, en la madrugada del sábado 19 de noviembre, hubo una balacera en el módulo de seguridad de Betulia. La gente de los poblados cercanos despertó con la noticia y a partir de ese momento comenzaron a vivir los siguientes días con temor. Se cancelaron los festejos del aniversario de la revolución mexicana e incluso en San Cristóbal los jóvenes dejaron de salir un tiempo al trabajo en las fábricas y de ir a fiestas. No y de hecho a la gente y a los jóvenes yo les llegué a decir muchas veces, cuando eso sucedió, que no había que tener miedo a todo eso, porque la vida sigue y no por eso vamos a dejar de salir a la calle, no hay que restringirnos de nuestra vida normal, de nuestra vida cotidiana. No tiene caso andarnos restringiendo por cosas eventuales (José Guadalupe, casi 50 años, delegado 2010-2013). (...) han pasado muchas cosas y uno no está acostumbrado a ver eso (...) Y el miedo que tiene uno, todos, que ya no sale uno como salía antes, ya es diferente, por lo mismo del miedo (Lourdes García, 47 años, tendera). 64

Desde entonces la gente vive con cierto miedo y se ha vuelto cada vez más cotidiano escuchar historias de asesinatos, secuestros y levantones ligados a la violencia del narco. Algunos sancristeños piensan que los jóvenes observan todo lo que pasa y pueden caer en el riesgo de involucrarse o cometer delitos parecidos. Sin embargo, no se puede afirmar de manera contundente que los jóvenes hayan comenzado a robar, a pelearse y a drogarse a raíz de estos acontecimientos. Las adicciones y la violencia vienen de tiempo atrás. Hay personas que están convencidas de que los jóvenes son violentos y adictos por las situaciones que viven dentro de sus casas. Unos explican que el alcoholismo siempre ha estado presente en la vida cotidiana del rancho, en los espacios donde los hombres conviven, espacios que también son familiares como el corral de la charreada, las canchas de futbol y el jardín de la plaza central. Otros comentan que las drogas siempre han circulado en Sancris, que algunos adultos sancristeños las han vendido y que personas de Aguascalientes regalan una cebollita9 a los jóvenes por cada cuatro que vendan. Donde hay consumo de alcohol y otras drogas generalmente existe violencia. Hay días que en San Cristóbal el aroma a marihuana llega a casi todos los rincones del rancho. No es común que la gente hable de ello. Algunos piensan que la marihuana siempre se ha cultivado en la región, pero que el consumo y venta de drogas se incrementó en las zonas rurales por la estrategia de combate al narcotráfico del ex-presidente Felipe Calderón: Todo eso del narcomenudeo y todo éso que ha pasado, pues para acá no se había visto. Era raro, de vez en cuando se venía el aroma a marihuana y ahora seguido la gente cuenta que fulano trae una grapita u otra cosa. Eso viene de hace seis años para acá, porque todo eso de la droga se extendió por acá en las zonas rurales a causa de, si tú te das cuenta, los gobiernos anteriores nunca habían enfrentado el narcotráfico como se le enfrentó en esta ocasión. Aquí todo el tiempo fuimos un país de paso donde todo el tiempo hubo narcotraficantes que a lo mejor nos cruzaban aquí por nuestro territorio, pero cruzaban a los Estados Unidos con sus cargas o no sé a dónde. Viene el gobierno este que acaba de salir y se mete duro contra el narcotráfico ¿Qué fue lo que hizo? Les tapó las salidas a los narcotraficantes, ya no pudieron circular, entonces ellos se dedicaron a vender todo eso donde cayera y yo me imagino que fue una de las razones para que en las comunidades se regara todo eso y nos empezamos a contaminar (...) el gobierno le tapó las salidas al narcotráfico. Lo combatió muy duro, pero sí nos los aventó acá en las zonas rurales (José Guadalupe, casi 50 años, delegado 2010-2013). 9

La cebollita es una pequeña dosis de cocaína y bicarbonato de sodio en piedra, mejor conocida como crack.

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Durante los gobiernos panistas de Vicente Fox y Felipe Calderón hubo una escalada de violencia en México, lo cual se atribuye tanto a los cambios en los contextos políticos y económicos en el país, como a las estrategias gubernamentales de combate al crimen, principalmente contra los cárteles de la droga (Williams, 2010: 17). Iniciando su sexenio, Calderón decidió lanzar al ejército a las calles e iniciar una guerra contra la delincuencia organizada y el narcotráfico con gran apoyo del país vecino del norte. Estrategia que, según Fernando Escalante (2011), resultó ineficaz y sólo empeoró la situación nacional de violencia, crimen e impunidad y elevó la tasa de homicidios. Si bien el crimen organizado no utiliza la violencia como método de insurgencia y los narcos no son terroristas, Estados Unidos justificó su política de seguridad nacional tomándolos como tales (Williams, 2010: 16). La violencia desplegada no respondió a situaciones de anarquía o terrorismo. La violencia se desató por la inestabilidad del mercado de drogas y el combate militar del gobierno calderonista. Con el Tratado de Libre Comercio aumentó la competencia y tensión entre cárteles, y con la intervención reciente del Estado se desató una cruenta disputa por los mercados y una serie de represalias contra las fuerzas del orden público (Pereyra, 2012). El país sufrió una crisis de gobernabilidad. Para el Dr. Salvador Maldonado10, las regiones productoras de droga son regiones históricas de la violencia y más allá de ser zonas inhóspitas apartadas del Estado, son territorios ingobernables, donde el narco es parte del tejido social. Generalmente son sociedades rancheras las que están metidas en el narcotráfico, siendo las serranías los lugares particulares de cultivo de droga y las rutas migratorias los canales principales que utilizan los cárteles para establecer sus redes comerciales. Narcotráfico, migración indocumentada, tráfico de armas y trata de personas se hallan estrechamente vinculadas y para el ex-secretario de Relaciones Exteriores Jorge Castañeda, son actividades delictivas que no tienen solución, porque tanto a México como a Estados Unidos les conviene que de norte a sur entren armas y de sur a norte pase la droga (García, 2011). La corrupción histórica que existe en la frontera entre ambos países permite que el flujo de armas, dólares y de “personas ilegales” continúe a pesar de la creciente vigilancia. 10

Académico-investigador del Colegio de Michoacán. Expuso su trabajo sobre violencia y narcotráfico en México en conferencia para el Posgrado en Desarrollo Rural el 19 de marzo 2013.

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Todo apunta a que no es por falta de ley, sino de voluntad política, que estos y otros ilícitos no se resuelven. El problema de la delincuencia y la violencia es complejo y tiene que ver con la falta de oportunidades. En San Cristóbal los adultos creen que la juventud ha caído en los vicios y en la maldad porque no eligen un camino de vida recto. Algunos jóvenes sancristeños piensan que las adicciones y la violencia no son exclusivamente por la migración hacia Estados Unidos, sino por la pobreza que viven y el olvido gubernamental. Aunque la mayoría trabaja honestamente unos toman y se drogan, otros incluso roban: Aquí sí hay quien robe, pero ¿pa’ qué hablamos? (...) Uno se va a Aguascalientes, aquí cerca y se pone bien pinche locote, pues como uno está solo, sin vigilancia, se alucina y regresa uno con los pinches vicios, pero no tiene que ver con Estados Unidos. Con el simple hecho de salir del rancho a la ciudad ya es otro pinche pedo (...) Aquí conocemos la mota porque es remedio. Aquí la usamos pa’ remedio. Que pa’ las reumas, eso sí. Pa’ la pura tristeza. Cuando anda uno deprimido pues sí le damos una que otra fumadita (...) Pero es por lo mismo, porque siempre a los pueblitos más chicos los olvida el gobierno. Todo el tiempo. Nomás cuando son las votaciones llegan para decirte –voten por mí– y te dan una pelotita (Chavos de la esquina, de 15 a 29 años, “multiusos”). Los jóvenes que trabajan destinan la mayor parte de su salario para mantener a su familia y lo poco que les queda lo ocupan para comprarse ropa y divertirse. Se dice que muy pocos piensan en su futuro, que sólo viven la vida como se les va presentando y que su pensamiento es a corto plazo, pues no buscan la manera de ahorrar o tener un trabajo mejor. Por un lado se piensa que su fracaso se debe a no querer salir adelante y por el otro, se tiene consciencia de que los gobiernos tienen poco interés en generar opciones de vida dignas, fuentes de empleo bien remunerado y por eso la juventud está buscando la manera de obtener ingresos a través de la delincuencia y de soportar la pobreza por medio de la droga: En México se está perdiendo la juventud, el futuro se está perdiendo, porque lamentablemente los gobiernos que tenemos no nos están apoyando en nada. Ellos en las noticias dicen que están subiendo un pesito el salario, pero eso no es justo para uno de aquí de San Cristóbal, no es justo, muchos jóvenes se están dedicando a los vicios, a los malos pasos, a robar aquí mismo a la sociedad y este es un pueblo pequeño, pero de repente están robando casas o tanques de gas, todo éso, para tratar de sobrevivir, ya sea pa’ la droga o no sé, sea para comer algo los jóvenes y esto es a consecuencia de los gobiernos que nos tienen amarraditos. Nosotros lo que necesitamos es una base, un trabajo para todos estos jóvenes que dejaron el estudio, para que vuelvan a reiniciarse con la sociedad, a estar bien con la sociedad, tratar de estar bien, porque lamentablemente no se puede con el jale de aquí (Chabelo, 38 años, “multiusos”). 67

La juventud y el futuro se están perdiendo y el gobierno sólo aplica políticas represivas y asistencialistas para combatir la pobreza. Pareciera que la estrategia es castigar a los pobres, a los jóvenes desempleados, a los migrantes indocumentados y a todos aquellos con problemas de incorporación social, generalmente a quienes se resisten a aceptar el trabajo mal remunerado como norma de ciudadanía: La activación de programas disciplinarios aplicados a los desempleados, los indigentes, las madres solteras y otros de con objeto, por un lado, de llevarlos hasta los sectores periféricos del mercado laboral, y por otro, el despliegue de una red policial y penal amplia con un brazo fuerte en los distritos desfavorecidos de las metrópolis, son los dos componentes de un único aparato para la gestión de la pobreza que se propone efectuar la rectificación autoritaria de las conductas de las poblaciones refractarias al orden económico y social emergente. Cuando no es posible hacerlo, se procede a la expurgación cívica o física de quienes resultan o inútiles (Wacquant, 2009: 44, 45). Desde los años 70 Estados Unidos, cuna de la penalización de la pobreza, es principal promotor del libre mercado y exportador de teorías y medidas sobre el crimen y la seguridad, cuya consigna ideológica se ha vuelto individualizar problemas sociales y responsabilizar a cada quien de su pobreza e incompetencia (Wacquant, 2009). México ha ido adoptado gradualmente el modelo estadounidense de la ley y el orden. Felipe Calderón pasó de ser el “presidente del empleo” al de la seguridad nacional. Durante su sexenio murieron muchos “jóvenes delincuentes” a manos de las fuerzas armadas. Se le dio prioridad a la profesionalización, desarrollo y fortalecimiento de las instituciones carcelarias, policiales y de investigación contra el crimen y la delincuencia organizada. El actual gobierno priísta de Enrique Peña Nieto no parece actuar de manera distinta a sus predecesores, ya que sigue el mismo patrón histórico de criminalización de la juventud y de la protesta social. De acuerdo con Rogelio Araujo Monroy (2001), esta ética del poder en México se construyó a partir del movimiento estudiantil de 1968 y desde entonces la política del Estado ha sido la del aniquilamiento. La rebeldía, la delincuencia y la drogadicción juvenil comenzaron a tratarse institucionalmente a través de medidas punitivas y correccionales, pero también regularmente con el exterminio físico de los jóvenes disidentes. Esta tendencia necrófila no sólo expresa la cultura filicida del Estado, sino el malestar social. 68

Para los jóvenes sus posibilidades de ser incluidos en la sociedad están mermadas, viven procesos de exclusión cada vez más complejos, lo cual se refleja en su desinterés, en su descreimiento y desesperanza (Reguillo, 2006a) y por ello en bastantes ocasiones son protagonistas de violencias sincopadas. Por un lado, la violencia es un comportamiento inculcado a través de procesos de socialización (Salles, 2000; Lozano, 2009), que se expresa tanto en los valores definidos como en los roles asumidos. Por el otro, es resultado de relaciones de poder asimétricas, de desigualdades que generan tensión y conflicto. La violencia se asocia indiscriminadamente con la juventud, el crimen, la pobreza y la migración (Wacquant, 2009: 31), sin embargo el Estado y la sociedad también la ejercen. De acuerdo con Alfredo Nateras, todas las violencias son sociales y se pueden clasificar de la siguiente manera: 1) violencia política, administrada por el Estado y sus instituciones; 2) violencia estructural, asociada a la pobreza; 3) violencia simbólica, como la discriminación y el racismo; y 4) la violencia cotidiana, interpersonal. Para él la violencia es un problema social y aunque los jóvenes la ejerzan no son los principales responsables: (...) los jóvenes son los chivos expiatorios de los problemas sociales y la muestra del fracaso de la mayoría de los Estados Latinoamericanos y sus instituciones en términos de garantizar mejores condiciones de vida para su población, especialmente para los estratos histórica y culturalmente más desfavorecidos: los indígenas, los y las jóvenes, las mujeres, los ancianos, los pandilleros y todos aquellos que pertenezcan a los grupos en desigualdad y desventaja social, y que se encuentran en situaciones límite (2009: 136). En sí, la violencia es un acto de poder donde se le obliga o somete a alguien en contra de su voluntad y se le daña física o psicológicamente (Nateras, 2009: 109). La violencia es social porque resulta de la interacción entre los individuos, se vincula estrechamente con la idea dominante de masculinidad y peculiarmente con las desigualdades de género, las cuales son producto de una “ética viril” o machista (Lozano, 2009: 150; Muchembled, 2010: 18). Los sancristeños no identifican al machismo como un tipo de violencia, ni siquiera hablan de él, pero es común observarlo en su vida cotidiana. La violencia es parte de la cultura local y se expresa tanto en la identidad ranchera como en las nuevas prácticas juveniles. Las adicciones y el crimen son opciones de vida indeseables, que algunos jóvenes han adoptado para sobrevivir y enfrentar la pobreza. La violencia juvenil es resultado de la anomia social, que provocan tanto el olvido gubernamental como el desarrollo del libre mercado. 69

CAPÍTULO III LOS JÓVENES SANCRISTEÑOS Y EL DESARROLLO COMUNITARIO En este tercer y penúltimo capítulo se abordan los conceptos de juventud y desarrollo desde una perspectiva cultural y tomando en cuenta las nociones que las y los sancristeños tienen sobre ellos. Se destacan las repercusiones que tiene el neoliberalismo global de la economía de mercado sobre los modos de vida rurales, específicamente sobre los procesos de maduración social y de organización colectiva. También, se explica cómo es que en la actualidad los jóvenes cuestionan y reconfiguran la cultura heredada para desvincularse de los destinos trazados por su familia, la escuela y otras instituciones. Así como se reflexiona sobre la actitud de las personas frente al progreso. La juventud es una categoría social que se concibe como una etapa de transición entre la niñez y la adultez. Es una noción que surge tras el desarrollo industrial de las sociedades modernas y resulta ser una fase casi inexistente dentro del sector campesino. En San Cristóbal se le identifica como un periodo de inmadurez, el cual regularmente se supera con el desempeño de los roles tradicionales de género y aunque existen otras vocaciones, el trabajo campesino, las labores domésticas y el matrimonio se proyectan como el destino que los sancristeños desean para a sus hijos e hijas. Sin embargo los jóvenes se están desviando de estas opciones, pues han ido incorporando nuevas modas y estilos a su identidad. En la actualidad los jóvenes rurales se identifican cada vez más con los ideales y necesidades que impone la vida moderna. La mayoría aspira a progresar, salir de su pueblo para crecer y no estancarse en el modo de vida campesino. Principalmente buscan su libertad individual y mayor acceso al consumo, rasgos distintivos de la modernidad y de la lógica de mercado. En consecuencia, las formas tradicionales de integración comunitaria se están debilitando y subordinando al desarrollo de la cultura global dominante. En este sentido, los adultos piensan que sólo quienes conservan los valores tradicionales pueden significar un progreso para la comunidad y los jóvenes que divergen de lo que su sociedad establece de cierta manera son excluidos y no se les toma en cuenta.

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La juventud: entre la adolescencia y la madurez social Con frecuencia se asocia el término juventud con el de adolescencia, como un periodo o etapa en la vida de un individuo relacionada con su desarrollo biológico, psicológico, sexual y social que inicia con la pubertad, culmina con su capacidad fisiológica para la reproducción y termina cuando se encuentra física, emocional y socialmente apto para ser responsable de sí mismo y desempeñar un rol social como adulto. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) un adolescente es un joven de 10 a 19 años de edad y el periodo de juventud puede llegar hasta los 24 ó 28 años de edad. Para éstos y otros organismos internacionales y nacionales que diseñan programas y políticas públicas sobre la infancia y la adolescencia, la juventud es una etapa de transición y de maduración física, sexual e intelectual donde los individuos desarrollan su sentido de identidad y aprenden a asumir roles sociales principalmente dentro de la familia, la escuela y el trabajo. Mundialmente existen parámetros de inicio y duración del periodo de la adolescencia, que van de los 10 a los 13 años de edad para la adolescencia temprana, de los 14 a los 16 años para la adolescencia intermedia y de los 17 a los 19 para la adolescencia tardía. Son etapas donde según los jóvenes desarrollan sus capacidades de razonamiento, sus amigos o grupo de pares cobran mayor influencia para ellos y comienza el interés sexual. Sin embargo en comunidades como la de San Cristóbal, la adolescencia es una categoría casi inexistente, debido a que el proceso de maduración social inicia a edades más tempranas. Lo cotidiano es que las personas maduren a través del trabajo y el matrimonio. Regularmente los sancristeños se incorporan a las labores campesinas y domésticas a los seis o siete años de edad y al cabo de unos cuantos años más se casan y tienen hijos. En Sancris se pasa de la niñez a la adultez a través del desempeño de los roles tradicionales de género y del cumplimiento de las expectativas familiares. Se accede a la madurez por medio de la experiencia y los compromisos y responsabilidades adquiridas, más que por la edad cumplida o el nivel de estudios. La mayoría de los sancristeños no viven la juventud como una fase intermedia entre la infancia y la vida de adulto, sino como una etapa relacionada con la poca edad y la mayor energía, vigor y voluntad para hacer las cosas. 71

Se dice que los jóvenes de las zonas rurales o de los estratos más pobres de las ciudades maduran rápido, pero desde la perspectiva biológica y psicosocial se asume que los procesos de maduración inician y terminan por igual en todos los individuos del mundo, sin considerar seriamente factores culturales de entre otros. Se reconoce que pueden existir diferencias de acuerdo a la duración de la adolescencia, que puede no existir en algunas sociedades, pero que al final existe un marco regulatorio que marca el inicio y fin de cada etapa y sobre todo del ingreso a la edad adulta. El periodo de la adolescencia hasta hace algunos años tendía a ser más corto y en muchas sociedades tribales no existe, porque el niño pasa a ser adulto cuando llega a la pubertad, dando lugar incluso a ritos de iniciación (...) El ingreso a la vida adulta es más temprano en el medio rural que en el urbano, sin embargo el Código Civil para el Distrito Federal establece (...) que la mayoría de edad se alcanza cuando el individuo adquiere el derecho a voto, la posibilidad de administrar sus bienes, de comprometerse en matrimonio sin requerir el consentimiento de sus padres, etcétera. En esta etapa de la vida el individuo debe definir su escala de valores y planear su vida como una afirmación de su autonomía; sin embargo se pueden dar dos situaciones: el individuo cae en la generatividad, es decir, se dedica a crear, generar, experimentar sensaciones placenteras y ampliar su vida personal y social o por el contrario, se estanca y se conforma (Higashida, 2000:259). Esta posición sugiere que la juventud y la adolescencia son categorías que responden a necesidades y expectativas sociales. “La juventud no es más que una palabra”, generalmente asociada a la idea de futuro y valorada por lo que será o dejará de ser (Reguillo, 2003: 361). En San Cristóbal, por ejemplo, las autoridades escolares y los agentes municipales piensan que los jóvenes son inmaduros, sobre todo aquellos que no estudian ni trabajan, y que madurar significa ser alguien en la vida y contribuir al desarrollo comunitario: Yo lo veo en relación a las edades, bueno, también hay muchos que son jóvenes de edad más grande, pero sí son inmaduros o que no tienen trabajo fijo o no tienen claro lo que quieren hacer con su vida aunque ya estén grandes de edad (Adriana Zúñiga, 36 años, directora de la secundaria). (...) tenemos grupos de chavalos que salen de la secundaria y ya no estudian, ya no trabajan, has de cuenta un hippie cualquiera, nomás se la pasan para arriba y para abajo. Esos son los que yo pienso que son, no te dijera que malos elementos de la comunidad, sino que, pues son los muchachitos más revoltositos que andan aquí. Pero sí tenemos jóvenes que se dedican a estudiar que a lo mejor con el tiempo son un progreso en la comunidad (José Guadalupe, casi 50 años, delegado 2010-1013). 72

En este sentido la juventud es una categoría subjetiva, donde por un lado tiene connotaciones biológicas relacionadas a la pubertad y por el otro, la sociedad la juzga como una extensión de la adolescencia y determina tanto sus características distintivas como su duración. Esto rompe con la idea de que la adolescencia sea un rasgo biológico innato o un estadio fijo en el proceso de maduración. Los estudios antropológicos realizados por Franz Boas, Margaret Mead y Derek Freeman, demuestran que la cultura tiene gran influencia sobre la biología dando lugar a cierta plasticidad biopsicológica del ser humano. Según Rodrigo Díaz Cruz (2002), Boas planteó que la cultura establece las pautas de lo que es ser y comportarse como adolescente (relativismo cultural) y si bien Mead y Freeman tuvieron visiones encontradas al estudiar la adolescencia en Samoa, Papúa Nueva Guinea, ambos encontraron que esa “etapa difícil” no la vivían de la misma manera los jóvenes samoanos y los de Estados Unidos, ya que por las diferencias culturales la adolescencia se vive de manera diversa y no existe un modelo único de naturaleza humana. En 1928 Margaret Mead publicó “Adolescencia y cultura en Samoa”, obra que tuvo gran influencia en la “revolución sexual” y en el movimiento feminista de los años 60 y 70, texto en el cual explica que los jóvenes samoanos viven su adolescencia sin inhibiciones y sin frustraciones sexuales. Para 1983 Derek Freeman pone en cuestión dicha obra, según él Mead construyó un mito y una imagen idílica sobre jóvenes que él concibe como agresivos, broncos, impulsivos, sexualmente reprimidos y violentos (citado en Díaz, 2002: 20). Este evento desató serias críticas y especulaciones en el ámbito de la antropología, ya que Freeman había esperado hasta la muerte de Mead para publicar sus investigaciones11 y porque las informaciones sobre las cuales él se había valido para desmentirla provenían de las mismas informantes, pero en contextos y épocas diferentes. Margaret entrevistó a las samoanas cuando eran jóvenes y Derek lo hizo cuando ya eran adultas mayores y la cultura samoana había cambiado considerablemente, la mayoría se convirtió al cristianismo.

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Freeman, Derek (1983) Margaret Mead and Samoa: The Making and Unmaking of an Anthropological Myth. Harvard University Press.

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Cuando se escribió Adolescencia y cultura en Samoa, las preguntas que predominaban en el mundo científico y entre el público lector inteligente eran las siguientes: “¿Qué es la naturaleza humana? ¿Hasta qué punto es flexible? ¿Qué es lo que podemos aprehender sobre sus límites y su potencialidad estudiando sociedades tan diferentes y más simples que las nuestras?” (...) En aquellos días era importante mostrar que los cambios fisiológicos de la adolescencia no bastaban para explicar el período de conmoción y tumulto porque atraviesan nuestros niños, sino que la facilidad y dificultad de esta transición debía atribuirse a un marco cultural diferente: en Samoa, a la libertad sexual, la ausencia de responsabilidad económica y la falta de toda presión sobre las preferencias: en nuestra sociedad, a una expresión sexual restringida y postergada, a la confusión acerca de los papeles económicos, y a las corrientes antagónicas de la vida moderna entre las cuales debe elegir el adolescente (Mead, 1990: 14, 15). Desde este punto de vista la cultura orienta la conducta humana, los comportamientos sexuales y los roles sociales. Si bien la sexualidad comienza desde el nacimiento, ésta se construye a través de la interacción entre individuos y dentro de estructuras sociales (PIE, 2005: 8). Cada sociedad determina cuáles son las conductas deseables o esperadas de acuerdo a la edad, el género y en relación a su identidad cultural construyen esquemas de interacción: La cultura marca a los sexos con el género, y el género marca la percepción de todo lo demás: lo social, lo político, lo religioso, lo cotidiano. El género es un filtro, y una armadura: filtra nuestra percepción del mundo y constriñe nuestras opciones de vida. La conceptualización del género define a las mujeres como seres cuya capacidad de reproducir las vuelve más cercanas a la naturaleza, mientras que los hombres son representados como seres de espíritu. El sexismo que se deriva de dicha conceptualización se ha ido consolidando con la dicotomía de público/privado, y aunque recientemente empiezan a cambiar las cosas, todavía la ideología sexista establece exclusiones y diferencias con base en el cuerpo de las personas. Bourdieu dice que “para explicar completamente esta mera dimensión de los usos masculino y femenino del propio cuerpo, habría que evocar la división del trabajo entre los sexos y también la división del trabajo sexual en su totalidad”. (Lamas, 2003: 333). Estos comportamientos se inculcan por socialización, dentro de diversos espacios como la escuela, el trabajo y la iglesia de entre otros, pero el primer espacio socializador y formador de “identidades profundas” es la familia, grupo en el cual aprendemos a identificarnos y a diferenciarnos por medio de la posición que ocupamos dentro de él y las relaciones que establecemos con nuestro cuerpo y con los demás integrantes (Salles, 200). La ideología se transmite y las formas de pensar lo cotidiano repercuten sobre las conductas.

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En el caso de San Cristóbal, las identidades culturales de género se construyen desde el nacimiento y dirigen los modos de participación de los integrantes dentro de la familia y los roles sociales que deben asumir, tanto en el ámbito doméstico o privado como en el ámbito público o comunitario. Cada sexo tiene su posición, lugar o destino. Existen papeles tradicionales o “normales” que deben asumir tanto hombres como mujeres. Ellos deben ser los proveedores, jefes de familia, y a ellas sólo se les concibe como esposas, madres e hijas. Doña Margarita12, una sancristeña que vive desde su juventud en la ciudad de Aguascalientes, recuerda que antes en San Cristóbal, cuando los hijos nacían con partera, los niños varones eran desahijados, separados de las madres porque el lugar de ellas era al lado del esposo. Al nacer la partera le cortaba al niño el cordón umbilical y entregaba el bebé a la abuela paterna, quien se encargaba de su instrucción hasta que éste cumpliera seis o siete años, edad en la cual se incorporaba al trabajo campesino con su padre. Si era niña la que nacía, la bebé era entregada a la madre quien la instruía, a medida que fuera creciendo, en las labores domésticas. Ella comenta, desde su posición de madre y abuela, que las cosas han cambiado lentamente, pues aunque ya no se lleva a cabo el proceso de desahijar a los niños desde el parto, los jóvenes crecen con poco cariño de los padres y piensa que por ello adoptan conductas violentas, sobre todo porque las tradiciones y costumbres del pueblo fomentan la sumisión de la mujer, porque aún se considera que su lugar es al lado del hombre, a quien deben de cuidar y servir. Juan José13, esposo de Margarita, piensa que así debe ser porque Dios hizo primero al hombre y después a la mujer, que los creó para estar juntos como pareja y por ello la homosexualidad es antinatural. En el pueblo hay jóvenes homosexuales, pero son criticados por ir en contra de los designios del Señor. La cultura católica del pueblo sanciona moralmente el comportamiento sexual, pues si la sexualidad se ejerce fuera de los mandamientos divinos, la sagrada familia corre el riesgo de pervertirse.

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Doña Margarita es una sancristeña de casi 70 años de edad y se dedica a su hogar. Migró muy joven a la ciudad de Aguascalientes, lugar donde vive con su esposo, hijas y nietos. Ella tiene hijos migrantes y su testimonio no se grabó en audio o video, sólo fue registrado en el diario de campo del investigador. 13

Juan José es un sancristeño jubilado de casi 70 años de edad y vive en Aguascalientes con su esposa. Tiene hijos migrantes y su testimonio no se grabó en audio o video, sólo fue registrado en el diario de campo del investigador.

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De acuerdo con Naief Yehya (2004: 21), el pánico moral que la cultura cristiana de occidente tiene sobre el cuerpo, específicamente el miedo hacia los genitales y el sexo, se funda en la ingenuidad y desatino de Eva, quién se atrevió a ir en contra del mandato divino del Señor, causando vergüenza tanto a Dios como a Adán y por haber comido de la manzana prohibida provocó la expulsión de ambos del paraíso. Entonces, el hombre tuvo que trabajar y la mujer parió con dolor, ambos cubrieron sus cuerpos para ocultar la vergüenza y fueron condenados a deambular penando y sufriendo. La cultura occidental durante mucho tiempo ha considerado a la sexualidad como inmoral e impropia, indecente incluso en algunas situaciones es generadora de angustia y temores. La sexualidad ha estado acompañada de prohibiciones, condiciones, y mitos (...) Conviene precisar que la sociedad ha tendido a limitar la sexualidad a través de reglas y sistemas, sean: religiosos, políticos, filosóficos y legales, cuyo cometido es el de ordenar y configurar la conducta humana (PIE, 2005: 3). Desde la iglesia católica se ha elaborado un discurso mítico sobre las etapas de la vida y los roles de género. Las personas aprenden, desde el pensamiento religioso, lo que es bueno y lo que es malo, así como los comportamientos que deben adoptar si son hijos, padres, esposos, hombres y mujeres. No hay más opción que seguir el destino divino y lo deseable es que las nuevas generaciones sigan comportándose de manera “normal”. Según Pierre Bourdieu (1990; 2010), a través de la socialización se transmite la cultura, se aprenden los habitus ético-morales y las pautas culturales que se deben de seguir como dogmas de la vida cotidiana, donde lo “normal” es lo obvio, es una actitud natural que no se cuestiona por ser legítima y honorable. Romper con este determinismo significaría causar vergüenza al grupo al cual se pertenece, a la familia en primera instancia. Para Bourdieu (2010) no sólo desde la religión, sino, también desde la ciencia se han construido mitos colectivos en cuanto a la sexualidad y desde una ideología que justifica la dominación masculina, se construye lo femenino como sinónimo de docilidad, inocencia, debilidad e inferioridad. Desde un inconsciente cultural de culto a la virilidad se reproduce un orden social y cósmico que estructura el espacio que deben ocupar los hombres (ámbito público) y las mujeres (ámbito privado), así como la división de los sexos en torno a los roles y las relaciones de dominio y explotación.

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Tanto las mujeres como los hombres adultos de Sancris, al menos en sus discursos y prácticas públicas, asumen que su cuerpo no les pertenece y por ello no deben tatuarlo o modificarlo, ni enseñarlo desvergonzadamente, ni abandonarlo al gozo sexual. El habitus sexual del pueblo en este sentido y de acuerdo con Bourdieu, es tener sexo como un acto productivo y reproductivo del orden divino, celestial y cósmico. El deseo y el placer son palabras impensables e impracticables. Si las jóvenes no siguen una vida de encierro y recato, dentro de su familia de origen y en la derivada del matrimonio, ponen en vergüenza a la familia por no “hacer las cosas bien”, como Dios manda. Los varones, desde pequeños, aprenden que deben de ser los protectores y proveedores de la familia. Doña Carmen14, una sancristeña que vive en la ciudad de México, recuerda que en su juventud había muchas restricciones en el pueblo hacia las mujeres, que no se les permitía salir a pasear con el novio, ella platicaba con el suyo a través de un agujero que había en la pared de adobe de la sala de su casa y que realmente lo conoció hasta el día en que se casó con él. Se unió en matrimonio a la edad de 18 años y migró junto con su esposo al Distrito Federal en busca de mejores oportunidades de empleo para él. Ella se dedicó a su hogar y a la crianza de sus seis hijos. Su mayor logro y satisfacción en la vida es tener un sólido matrimonio de más de 50 años. Generalmente las mujeres adultas sancristeñas son quienes se expresan a través de un lenguaje del deber ser. Algunas como doña Margarita y doña Carmen han migrado, pero en los lugares donde se establecen continúan transmitiendo sus costumbres y tradiciones. Otras, como doña Antonia15, se han quedado en el pueblo a observar cómo las nuevas generaciones van perdiendo los valores católicos. Según ella los y las jóvenes deben someter su voluntad propia a la voluntad de Dios y asumir el matrimonio como un pacto que sólo la muerte puede disolver.

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Doña Carmen es una sancristeña de más de 70 años de edad, se dedica a su hogar y migró desde muy joven a la ciudad de México, donde vive con su esposo, hijos y nietos. Su testimonio no se grabó en audio o video, sólo fue registrado en el diario de campo del investigador.

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Doña Antonia es una sancristeña de casi 50 años de edad, se dedica a su hogar, a su esposo e hijo y nunca ha migrado de San Cristóbal. Su testimonio no se grabó en audio o video, sólo fue registrado en el diario de campo del investigador.

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Doña Antonia asume su encierro en el hogar como algo natural a su condición de mujer. Ella recuerda con nostalgia cuando de joven podía salir y era parte del grupo juvenil de la iglesia y junto con otras jóvenes iban a otros pueblos a cantar. Ella se vestía de manera diferente cuando era soltera, se ponía vestidos largos y se maquillaba con recato, pero ahora ya no se arregla, sólo sale de su casa para ir por masa para hacer tortillas, para acudir a sus citas médicas en Aguascalientes y en ocasiones desempolva su guitarra para cantar en el coro de la iglesia. La familia ordena y organiza las maneras de producir y reproducirse a sí misma, las formas de crear conocimientos, valores, creencias y costumbres. Los y las jóvenes construyen su identidad y género en el marco de la cultura católica familiar, sus opciones y aspiraciones se les revelan como modelos divinos a seguir y en caso de ir en contra de cierta manera son excluidos o constantemente descalificados. La esencialización que se construye en torno a la idea de “mujer” y de “hombre” se consolida en la oposición y contraposición solidarias de lo femenino, encarnado en la figura de la Madre, por una parte, y lo masculino, representado en la figura del Guerrero, por otra. Quienes no se ajusten al modelo estarán excluidos o serán reprobados: mujeres con deseos “masculinos” y hombres con aspiraciones “femeninas”, mujeres que aman a otras mujeres y hombres que desean a otros hombres, quedan fuera del rígido esquema de género (Lamas, 2003: 333). A los niños y jóvenes no se les reconoce como individuos capaces de tomar decisiones y de aspirar a un modo de vida diferente a los deseos de sus padres. Si bien la migración es predominantemente masculina, hay algunas mujeres que han logrado salir del pueblo, dejando atrás las expectativas familiares y los roles tradicionales de esposas y madres; otras lamentablemente huyen de la violencia intrafamiliar. La juventud también migra para construir una identidad propia y tomar distancia del control que ejerce la familia. De acuerdo con Vania Almeida Salles, la unidad doméstica es el primer espacio socializador en el cual las situaciones de subordinación, dominio y explotación se configuran, donde las posiciones de sus integrantes giran no sólo entorno a referentes culturales, sino, en las maneras de obtener el ingreso familiar y la satisfacción de necesidades de consumo y es entonces que niños, jóvenes y mujeres comienzan a vivir la violencia del autoritarismo patriarcal, la exclusión y los conflictos de género, las peleas por la herencia y los derechos sobre la tierra de entre otras cuestiones: 78

En estos casos los conflictos se ilustran con observaciones sobre los niveles de autoritarismo requeridos por la organización de la producción y del trabajo basada en la mano de obra juvenil y/o infantil, que se presenta como un soporte del desempeño económico del grupo doméstico campesino caracterizado exactamente por la explotación de la fuerza de trabajo familiar. Situaciones de subordinación de la mujer están registradas en investigaciones que al buscar reconstruir algunos rasgos de las familias campesinas, advierten la presencia e intensidad del fenómeno (1988: 11). En San Cristóbal, tradicionalmente se pasa de la niñez a la adultez porque a los seis o siete años los varones se tienen que ir al campo a trabajar con sus padres y las niñas ayudan a sus madres en las labores del hogar. Esto ha ido cambiando paulatinamente con la incorporación de los niños a la escuela, sin embargo no todos estudian. Don Ramón Molina comenta que en sus tiempos de joven no había escuelas, la gente era muy humilde y no conocían nada fuera de lo cotidiano: el trabajo. Los ricos echaban fuera de la hacienda a los profesores, porque no querían que las personas supieran sus derechos para seguir cometiendo abusos. Cuando don Ramón era joven, lo único que se hacía en Sancris era trabajar desde temprana edad, no había tiempo para el ocio en el pueblo: Estaba muy pobre, la gente no conocía nada y trabajaban ganando 15 centavos. Nosotros comenzamos muy chicos a trabajar, a los siete años nos llevaban a trabajar, juntando pencas, barriendo los corrales con palitas y ahí andaba uno juntando el abono (...) Pues no tenían casi tiempo libre, libertad, porque toda la semana trabajaban en la hacienda y no tenían libertad más que salir al destino. Si no salían le decían a uno –¡háblale a fulano porque no vino a trabajar ahora!– Y si estaban malos, enfermos de alguna cosa, los hacían trabajar, los obligaban a trabajar (Don Ramón, 90 años, campesino). Antes no había libertad ni escuela, los patrones abusaban de los trabajadores. Los varones y la mujeres maduraban con el trabajo, con lo que aprendían de la vida cotidiana, al asumir los roles correspondientes a sus edades y a su género. El destino de los hombres era aprender a trabajar el campo, con las manos ¡a pulmón! En tiempos de la hacienda trabajaban a medias para el patrón y por el alimento para la familia, pero después ya que cada quien tuvo su parcela se dedicó a cultivarla para comer de ahí e incluso tener ganancias por ello y cuando no fue suficiente los hombres empezaron a migrar.

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El destino de las mujeres era quedarse en casa y aprender a lavar, planchar, preparar nixtamal, elaborar tortillas a mano y cocinar, algunas ayudaban en las faenas del campo. El destino de ambos era casarse y formar una numerosa familia, de hasta una docena de integrantes en algunos casos. Ahora las cosas no son tan distintas. Se dice que para algunos padres los hijos forman parte de su patrimonio y los obligan a trabajar desde chicos para mantener a la familia y aunque migren no se les permite desvincularse de este deber. Unos piensan que la incorporación de los niños y jóvenes a la escuela significaría la extinción del trabajo campesino: (...) aquí los padres ven a los hijos como un patrimonio, como un negocio, véalos, ahí los traen en chinga, un papá tiene por ahí una parcela y son cuatro o cinco hijos y todos casados y algunos viviendo de las vaquitas que tienen y de la parcela ¿Cómo distribuyen las ganancias? No sé, pero puede haber inconformidades o que le digan –oye papá pues yo trabajé más, dame más o yo tengo mi mujer e hijos y yo necesito más dinero. No sé cómo le pueden hacer para vivir, pero viven así. Pero nacía el hijo, y todavía aquí existe éso, nace el niño y dicen –ya llegó el que me va a ayudar con las vacas, con el tractor– ¡Cabrones! Por qué no piensan –ah, ya llegó mi hijo ¿a ver siquiera si a éste sí le puedo dar estudio? A ver cómo le hago, pero a ver si mi hijo es un doctor el día de mañana, un licenciado, algo– No lo hacen, ¡a chingarlos luego luego! Nomás agarran el azadón, se los llevan a la parcela y a explotar a los hijos ¡No, pues qué mal están! Se van a Estados Unidos los muchachos y les dicen – mándame dinero para ésto y mándame dinero pa’ lo otro– ¡Los están explotando! Ésa es la gente aquí, es mi gente, pero hay veces que me da coraje ¿Por qué ven así a los hijos? Los hijos no son un negocio para uno, uno tiene obligación de darle su estudio a los hijos, pa’ que los hijos el día de mañana uno se sienta orgulloso de quiénes son. Pero nadie piensa así aquí (Juan Piña, 71 años, jubilado). Muchos de los jóvenes sancristeños son explotados por el trabajo campesino familiar. A algunos sí les gusta trabajar el campo y acuden gustosos a con sus padres a la parcela y reciben algo de las ganancias obtenidas, además del alimento y sustento que la misma familia distribuye y administra para satisfacer las necesidades de todos sus integrantes. Otros jóvenes quieren estudiar y no los dejan sus padres, aunque tengan la capacidad de sostenerles los estudios, incluso todavía se piensa que invertir en los estudios de las mujeres resulta innecesario porque su destino es casarse e irse a casa del marido. Se dice que los jóvenes tienen mayor acceso a la educación, que ya no hay ignorancia, pero los conocimientos aprendidos los desvinculan de la comunidad, ya saben cómo tener sexo sin compromiso:

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Yo te puedo decir que la buena educación a lo mejor no sale de las escuelas, te voy a decir por qué, porque allí aprenden exactamente todo lo que deben de saber en la vida, todo lo que deben de saber en la vida allí se los enseñan, por lo tanto, allí ya no lo utilizan nada más para algo bueno, por ejemplo te dicen cómo hacerle pa’ tener sexo sin comprometerte con nadie. La escuela te desvincula, sencillamente. Entonces, la ignorancia ya no existe, ahora ya no hay ignorancia. Incluso enciendes la tele y de lo que estás viendo ya no hay un programa que no te saque adelante, que te vote la memoria fuera de lo normal (Jesús Amador, casi 60 años, campesino). (...) no necesariamente lo ven en la escuela, porque uno en la escuela trata de, como se ve que ya son activos sexualmente a más corta edad, pues tratamos de orientarlos, pero hay cosas que desgraciadamente las van a aprender en la calle (...) las personas grandes piensan que a los jóvenes la escuela o la educación no les sirve de nada y que si se van a Estados Unidos les va a ir mejor que quedándose a estudiar aquí. Una vez un ex alumno me dijo –ay no, yo me voy a Estados Unidos y en dos meses me compro un carro mejor que el suyo– Y todavía hay mucha gente que piensa que para qué estudiar. Tuve unas alumnas muy inteligentes, que por el hecho de ser mujeres y que su papá pensaba que no tenía caso que las mujeres estudiaran, ya no las dejaron continuar y ellos tenían los recursos para que esas muchachas hubieran seguido adelante. Tienen mucho que ver los pensamientos de la gente grande (Adriana Zúñiga, 36 años, directora de la secundaria). La escuela aún no logra integrar a la juventud sancristeña o enseñar los valores comunitarios y las virtudes cívicas que la familia y la comunidad han profesado a través de la religión, el trabajo y el matrimonio. La escuela en cierto sentido rompe con lo que la iglesia y la familia campesina enseñan. Las y los jóvenes sancristeños viven dentro de una comunidad católica que se estructura de manera semejante a la sociedad de la antigua Roma donde, a falta de observancia legal del Estado, la familia estaba encargada de organizar la vida política, económica, social y cultural de sus integrantes y era el hombre, el paterfamilias (padre de familia), el único dueño de todo lo que poseía la familia y su patrimonio lo conformaban sus tierras, animales e hijos de entre otros “bienes”: En cada domus encontramos un paterfamilias, monarca doméstico que ejerce un vasto poder sobre sus hijos, nietos, esposa, nueras, esclavos y clientes. Dicho poder incluía el ius vitae necisque (derecho sobre la vida y muerte) sobre hijos y nietos, y no disminuyó por la influencia del Estado, la cual se detenía a la puerta de la domus. Sólo el paterfamilias era propietario; también era sacerdote doméstico y juez en asuntos hogareños y mantenía en el seno de la familia una rígida disciplina. Así la domus podía convertirse en excelente escuela de las espectaculares virtudes cívicas del antiguo romano, proporcionando a la grandeza nacional, ciertamente, un fundamento más sólido que las indulgentes doctrinas pedagógicas de nuestros días (Margadant, 2008: 22).

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Las familias sancristeñas, como cualquier otra familia católica, asumen los roles derivados de la ética religiosa como el principio y la finalidad de su existencia, como su destino. El amor cristiano es su ideología y su deber, teoría que se lleva a la práctica a través de los mandamientos, sacramentos y rituales eclesiásticos. Algunas personas han incorporado a sus modos de vida diversas prácticas culturales y cívicas como consecuencia de la migración y la laicización del Estado, sin embargo la soberanía de Dios es superior a cualquier forma de gobierno profano. En San Cristóbal el destino es trabajar y casarse, ampliar la comunidad divina. Las personas resignifican en lo subjetivo la religión, sin embargo las Sagradas Escrituras son claras y no dejan lugar a falsas o ambiguas interpretaciones y para defender su significado original, o eclesiásticamente conveniente, están los sacerdotes y catequistas, quienes enuncian y vigilan el poder patriarcal de un Dios omnipotente y omnipresente, cuyas leyes divinas se fundan en el amor y el temor como principios que obligan las voluntades y en caso de incumplimiento la sanción y castigo es la penitencia del pecador, el impedimento para llegar al cielo, el purgatorio y el infierno, la plaga del juicio final, pero si hay arrepentimiento la recompensa es la vida eterna y el perdón del Supremo Padre. Como la expulsión y el exterminio de la creación no funcionaron para mantener el orden divino establecido, Dios preñó a una virgen, la inmaculada María, quien concibió un hijo que dedicó su vida a predicar el estoicismo, a transformar vidas y mentes, pero fue perseguido y sentenciado a muerte por un gobierno profano, por el imperio del Estado. Jesús no era romano y su historia es la de la retracción de Dios ante un poder institucional que se erige como el más viril y eficiente: el Estado de Derecho Romano. Pareciera ser irrelevante esta discusión actualmente, que ambos órdenes jurídicos se yuxtaponen, el eclesiástico y el estatal, sin embargo se complementan. Se pasó de la dominación religiosa a la dominación del Estado laico o a la colaboración entre ambos. El derecho positivo mexicano deriva sí del derecho indiano y de la Revolución, pero también del derecho canónico y romano. Incluso cualquier sistema jurídico mundial tiene su raigambre histórica en la costumbre y en la tradición, en la moral y la ética dominantes.

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De acuerdo con la legislación mexicana, los jóvenes menores de edad no emancipados estarán bajo la patria potestad de sus padres o tutores y no pueden disponer libremente de su persona (cuerpo y voluntad) y bienes. Las únicas formas de emancipación son la mayoría de edad y, al igual que en la familia campesina, por matrimonio: El matrimonio del menor de dieciocho años produce de derecho la emancipación. Aunque el matrimonio se disuelva, el cónyuge emancipado, que sea menor, no recaerá en la patria potestad (...) El emancipado tiene la libre administración de sus bienes, pero siempre necesita durante su menor edad: I. De la autorización judicial para la enajenación, gravamen o hipoteca de bienes raíces. II. De un tutor para negocios judiciales (...) La mayor edad comienza a los dieciocho años cumplidos. El mayor de edad dispone libremente de su persona y de sus bienes (Código Civil Federal, 1928 con última reforma 09/04/2012: arts. 641-647). Si hacemos una revisión de las leyes, códigos y reglamentos federales, estatales, locales e incluso internacionales, las opciones formales y legales de los niños, jóvenes, de las mujeres y hombres, están claramente definidas. Lo legal y lo moralmente normal ha sido establecido. Las personas nos comportamos constantemente fuera de la ley sin dejar de estar dentro de ella, porque nuestros habitus responden a códigos ético-morales aprehendidos a través del trabajo de socialización que inició la familia y a falta de ella cualquier otro grupo, porque no nacemos en la soledad, somos animales sociales y culturales. En este sentido, los adultos moldean la niñez y la juventud y al construirles su presente, retomando estructuras mítico-religiosas del pasado, les construyen sus opciones y futuro. Al mismo tiempo los adultos construyen su vejez y así intentan que se reproduzcan los ciclos bilógicos y socioculturales vitales para la reproducción de su familia y sociedad. La emancipación de la juventud tiende a realizarse dentro de los marcos que la sociedad impone, porque necesita que las nuevas generaciones releven y sucedan a las anteriores bajo los mismos presupuestos. Ir en contrario significaría el aniquilamiento de una cierta sociedad y su cultura. Por ende, las leyes del Estado se complementan o hallan supletoriedad en las normas y convenciones de cada comunidad, usos y costumbres que no contravengan a las leyes positivas y al régimen democrático de gobierno, aunque como se ha explicado, la familia campesina de raigambre católica no es una institución democrática, sino autocrática y autoritaria. 83

La madurez en comunidades como la de San Cristóbal se adquiere mediante los roles y compromisos asumidos, acordes a las edades, a los géneros y a las vocaciones. De acuerdo con doña Dolores16, una sancristeña que migró recientemente a la ciudad de México junto con algunas de sus jóvenes hijas para “progresar”, explica que sólo hay tres vocaciones para los jóvenes: el matrimonio, la soltería o la vida religiosa. Estas tres posibilidades u opciones son las únicas para quienes tienen fe católica, sin embargo, a veces la gente cambia de opinión y deja una vocación por otra. Dolores piensa que el amor y la devoción deben guiar el cumplimiento de las vocaciones, así como la constancia. Para ella el modo de vida deseado por los adultos es que sus hijos e hijas cumplan los mandatos de la autoridad divina, de los cuales sus padres son portavoces y ejemplo a seguir. Ella observa que el mundo está cambiando negativamente, que se están perdiendo los vínculos familiares, así como las buenas costumbres, virtudes y valores. Los jóvenes han perdido la fe, el recato y el respeto hacia la religión y hacia las autoridades, se han abandonado al sexo y a la violencia. Afirma que lo único que pueden hacer los padres para soportar la tristeza de estos cambios es no construirse “castillos en el aire” en torno a los jóvenes, porque se derrumban fácilmente. Pueden ser muchas las metas que nosotros como personas nos hemos propuesto. Muchas metas sí las hacemos realidad, pero también muchas quedan incompletas en el camino de nuestra vida. Realmente sabemos que todos nosotros compartimos una vocación. La vocación que Dios nuestro señor nos quiso dar a todos es la vocación de la vida. La vida con sus altas y con sus bajas, pero todos la valorizamos. La vida que de Dios nuestro señor recibimos y la vida que recibimos de Dios por intermediación de nuestros padres que nos dieron la vida. Dentro del ambiente y de la cultura de la familia todos nosotros nos desenvolvemos y aprendemos valores humanitarios que nos enseñan a ser responsables y a cumplir la misión que por cierto se nos encomendó o se nos encomienda (Padre Carlos, sacerdote de San Cristóbal, fragmento del sermón del 3 de agosto 2012, grabado en video). La iglesia católica y sobre todo la familia campesina, han sido durante mucho tiempo los espacios primordiales de socialización y construcción de las identidades culturales y el género en San Cristóbal. 16

Doña Dolores es un sancristeña de 58 años de edad y se dedica a su hogar. Cuando se casó se fue a vivir al Tecúan, una comunidad cercana a San Cristóbal, donde tiene su residencia habitual. Recientemente migró para reunirse con sus hijas que viven en la ciudad de México. Su testimonio no se grabó en audio o video, sólo fue registrado en el diario de campo del investigador.

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Sin embargo, Roberto Brito Lemus (2002) explica que las instancias socializadoras tradicionales han sido reemplazadas por otras, como la escuela, por la necesidad industrial de mano de obra calificada y que la juventud surgió como categoría tras el desarrollo del capitalismo burgués del siglo XVIII. Afirma que en las sociedades medievales los niños y jóvenes eran considerados como adultos pequeños y que en las comunidades campesinas es casi inexistente la fase juvenil, pero aunque la pubertad siempre ha existido y la sociedad siempre ha reproducido a sus miembros, la juventud se convirtió en una extensión de la infancia, en una fase de preparación en la vida del individuo para su futura incorporación a las estructuras formales de la sociedad moderna. De acuerdo con Brito Lemus, los ritos de paso inmediato de la niñez a la adultez son rechazados por las sociedades industriales y actualmente los jóvenes debaten su existencia entre su “madurez biológica” y su “inmadurez social”, o sea, entre su capacidad para reproducir a la especie humana y su incapacidad o competencia para reproducir a la sociedad, ya que los periodos de inculcación y capacitación se han ampliado y en ocasiones, por las condiciones estructurales, los jóvenes no encuentran oportunidades reales de inserción social. En este sentido los modos de vida rurales se han visto seriamente afectados, pues a pesar de que el proceso de modernización industrial ha sido tardío en comunidades como la de San Cristóbal, últimamente se ha acelerado por la globalización neoliberal de la economía de libre mercado. A medida que el pueblo se ha abierto al mundo exterior, la vida cotidiana se ha modificado, ya que los jóvenes no sólo interactúan dentro de los ámbitos familiar, laboral-campesino y religioso, también interactúan con quienes migran del pueblo hacia las ciudades nacionales y estadounidenses, con los compañeros de la escuela, con el grupo de amigos con quienes pasan el tiempo libre y con los modos de vida difundidos a través de los medios de comunicación masiva y las industrias culturales. Las modas y estilos de vida que las y los jóvenes han incorporado actualmente a sus identidades, más allá de sólo debatirse entre lo tradicional y lo moderno, han generado tensión y conflicto entre los adultos y las nuevas generaciones.

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Los jóvenes rurales frente al desarrollo del libre mercado Se dice que actualmente los jóvenes rurales han adoptado nuevas identidades, prácticas culturales y modos de vida de carácter transnacional y urbano, tanto por la migración como por el mayor acceso que tienen a los medios de comunicación masiva. En algunos casos esta situación ha puesto en riesgo la permanencia de las culturas tradicionales, la reproducción del sector campesino y el desarrollo local de sus comunidades. Se piensa que los jóvenes ya no tienen visión de futuro, que son más individualistas y que desprecian el trabajo campesino, porque su anhelo es tener mayor acceso al consumo y a la libertad. Existe una preocupación creciente por las nuevas necesidades, gustos y aspiraciones de los jóvenes rurales, para quienes según se ha vuelto más importante la superación y el éxito personal que la vida comunitaria, poniendo en peligro tanto la identidad y cohesión colectiva como el futuro de los campesinos y de los procesos organizativos locales (Aquino, 2012). Esta es una situación que viven las comunidades campesinas e indígenas a lo largo y ancho del país, sin embargo, en poblados como San Cristóbal, existen diversas posturas sobre las transformaciones en los modos de vida de los jóvenes. Para algunos sancristeños estos cambios responden a las necesidades que impone la vida moderna y no necesariamente son negativos. Mientras unos piensan que lo tradicional y lo moderno pueden convivir, otros afirman lo contrario. Las posturas y opiniones son diversas y la pluralidad de perspectivas se debe a que las personas interpretan y viven de modos múltiples los procesos de globalización contemporánea. Generalmente se piensa que lo tradicional es el apego a los vínculos colectivos, que lo moderno es sinónimo de individualismo y que las nuevas culturas juveniles se encuentran subordinadas a las lógicas de la economía de mercado y del consumo promovido por los medios de comunicación y las industrias culturales. Sin embargo, los jóvenes no son actores pasivos, sino sujetos que transforman la realidad de acuerdo a su cultura heredada. Inexorablemente el mundo se achica y la juventud internacionalizada que se contempla a sí misma como espectáculo de los grandes medios de comunicación, encuentra paradójicamente en una globalización que tiende a la homogeneización, la posibilidad de diferenciarse y, sobre todo, alternativas de pertenencia y de identificación que trascienden los ámbitos locales, sin negarlos (Reguillo, 2003: 360). 86

Durante los últimos años se han observado diferentes cambios en el comportamiento de los sancristeños más jóvenes. Unos piensan que por la migración muchos de ellos han incorporado costumbres ajenas a las del pueblo y otros creen que el acceso a las nuevas tecnologías ha provocado que también modifiquen sus hábitos quienes no migran. Los televisores y los celulares con internet se han vuelto objetos cotidianos y necesarios, deseados en mayor grado por la juventud, los cuales les permiten conectarse con el mundo exterior y urbano. Hay adultos que notan el incremento en la adquisición de estos bienes, pero no todos consideran las repercusiones sociales de su constante uso: Ajá, la tele, todo eso también les ha abierto mucho mundo, porque antes la televisión prácticamente era contado el que la tenía. Tenía alguien una televisión y nos apilábamos hasta 20 ó 30 en una casa, los amigos a ver el futbol y las señoras a ver la novela. Ahora no, cada quien cuenta con sus dos o tres televisiones en su casa, su dvd. Entonces ahora se da el lujo la juventud de traer su celular con internet, pues entonces ya todo va cambiando, todo está más abierto a la juventud, por eso están más desenvueltos y más enterados de cosas que a lo mejor nosotros no vivimos (José Guadalupe, casi 50 años, delegado 2010-2013). Hemos hecho trabajos de sondeo, de cuántas horas ven la televisión y a veces la ven ocho horas diarias, eso es mucho y también agarran muchas costumbres de ahí, de los programas (...) Entonces sí, lo que ven en los medios de comunicación lo están absorbiendo mucho, porque quieren imitar a los cantantes, como ven la publicidad de que son triunfadores y tienen suerte por eso los quieren imitar a ellos y a veces esa no es la realidad (Adriana Zúñiga, 36 años, directora de la secundaria). Algunos adultos, como el delegado de San Cristóbal, piensan que el uso continuo de estas tecnologías no afecta de manera profunda a la gente del pueblo, porque es natural que la vida moderna provoque cambios en la manera de ser de las personas. Sin embargo otros, como la maestra Adriana, directora de la secundaria del pueblo, piensan que sí se ha visto afectada tanto la vida individual como colectiva de los jóvenes. Para la directora de la secundaria los jóvenes se han vuelto cada vez más irresponsables, porque pasan mucho tiempo frente al televisor o deambulando en la calle hasta muy tarde por la noche, lo cual ha afectado su rendimiento escolar. Ella explica que esto se debe a que también los padres han cambiado, pues ya no les exigen o ponen límites a sus hijos. Antes los varones se iban a trabajar al campo con sus padres, quienes incluso pedían permiso para sacarlos de clases, sobre todo en los tiempos que hay que tumbar, regar y cosechar. Ahora les interesa más que los hombres asistan a la escuela por los apoyos gubernamentales. 87

La maestra Adriana comenta que las becas del programa Oportunidades han ayudado muy poco a la juventud, porque las familias mandan a sus hijos e hijas a las escuelas principalmente para que el gobierno les otorgue el recurso, el cual disminuye o no les llega si los jóvenes se ausentan de clases y las faltas sólo se justifican por receta médica o alguna muerte familiar, no porque se los lleven a trabajar. Incluso afirma que es un recurso que generalmente no se destina a los estudiantes, sino, al consumo de algunos bienes como ropa, maquillaje y tecnología de entre otros, así como para pagar deudas de los padres. La opinión de la maestra resulta central dentro de esta investigación, ya que lleva más de 13 años trabajando en la tele-secundaria de San Cristóbal con los jóvenes de la comunidad y es quien ha podido ver más de cerca los cambios generacionales. Para ella tanto jóvenes como adultos han cambiado en su forma de ser y piensa que es por las necesidades de la vida moderna que, por un lado, se han vuelto más consumistas y, por el otro, han empezado a tener mayor interés por el estudio, pues anteriormente eran pocas las mujeres que acudían a la secundaria y actualmente son más. Sin embargo, los programas educativos de antes permitían fortalecer el vínculo entre los jóvenes y sus orígenes campesinos, ahora ya no: Anteriormente sí se les enseñaba a sembrar o a hacer otras actividades propias de aquí del campo porque no se contaba con la tecnología, pero ahora que si se cuenta con ella y con todo lo que nos está requiriendo el cambio de la vida pues si se ocupa más enseñarles la tecnología, más que otras cosas (...) desgraciadamente los mismos planes y programas escolares nos están enfatizando eso de las TIC (Tecnologías de la Información y Comunicación), pero aquí a veces ni les enseña uno, más bien ellos nos enseñan a nosotros (Adriana Zúñiga, 36 años, directora de la secundaria). La juventud cada vez más se desvincula del modo de vida campesino y en ello tienen que ver tanto las nuevas tecnologías de la información y comunicación como el Estado y la escuela. Según Pierre Bourdieu (1997) el Estado, desde su formación, ha producido e impuesto categorías de pensamiento que aplicamos a todo lo que percibimos en el mundo, particularmente mediante la escuela y de acuerdo con Alain Touraine (1994), los programas de educación han servido históricamente al Estado para modernizar industrialmente a la sociedad. Para Bourdieu y Touraine la idea de modernidad es compleja y actualmente poco tiene que ver con la libertad personal a través del uso de la razón y del desarrollo científico y técnico, sino que se encuentra más asociada con la producción de nuevas ideologías y mecanismos de control social que legitiman la dominación de la economía de mercado. 88

Con la globalización de la economía y de la cultura, el mercado internacional se convirtió en principio organizador de la sociedad en su conjunto y en pos del avance industrial y tecnológico, los modos de vida tradicionales fueron suplantados por nuevos estilos y valores (Martín-Barbero, 2002). El consumo pasó de ser un momento en el ciclo de producción y reproducción social, a ser un factor de integración social, un posicionador de estatus y generador de identidades, donde los medios de comunicación juegan un papel central: incitar a su público al consumo (Brito, 2002: 52). La interacción y los intercambios en las sociedades modernas comenzaron a ser profundamente marcados por los medios: “(...) el despliegue de los diferentes medios de comunicación masiva no debería considerarse como un mero complemento de las relaciones sociales preexistentes, como la introducción de canales neutrales que difunden bienes simbólicos en la sociedad, pero que dejan inalteradas las relaciones sociales. Por el contrario, el despliegue de los medios técnicos tiene un impacto fundamental en las maneras en que la gente actúa e interactúa entre sí. Ello no significa que el medio técnico determine la organización social de alguna manera simple y monocausal; el despliegue de los medios técnicos se sitúa siempre en un contexto social e institucional más amplio que limita las opciones disponibles. Pero los nuevos medios técnicos posibilitan nuevas formas de interacción social, modifican o socavan las viejas formas de interacción, crean nuevos focos y nuevas sedes para la acción y la interacción, y en consecuencia sirven para restructurar las relaciones sociales existentes y las instituciones y organizaciones de las cuales forman parte” (Thompson, 2006: 328). A cada estructura política, económica y social corresponde una superestructura ideológica y simbólica (Williams, 1980). En este sentido, los medios de comunicación masiva responden a las lógicas de mercado pues, como dice Atonio Paoli, “pertenecen a la esfera de una ideología de clase dominante y constituyen los soportes de la ideología llamada genéricamente burguesa” (1985: 110) y es la sociedad burguesa, dueña de la tecnología de la comunicación, quien utiliza a la cultura “como principio de jerarquización y exclusión social” (Méndez, 2000: 133). Incluso los medios han favorecido la construcción de representaciones estigmatizadas sobre los jóvenes (Nateras, 2009: 136) y según Rossana Reguillo (2003), fue durante la última mitad del siglo XX que los países vencedores de la Segunda Guerra Mundial reivindicaron la existencia de los niños y jóvenes como sujetos de derechos, pero también como sujetos de consumo, lo cual por un lado los volvió visibles ante la naciente y poderosa industria cultural y, por el otro, los medios contribuyeron en mostrar a los jóvenes de manera parcializada y excluyente como integrados o alternativos. 89

A partir del s. XX los jóvenes fueron pensados como “incorporados” por su pertenencia a diversos ámbitos formales (escuela, trabajo, etc.) y como “alternativos” por su “no incorporación” a los esquemas de la cultura dominante. Es durante el periodo de posguerra y junto con el nuevo orden internacional, que surgen estas visiones y se constituyen como mundialmente hegemónicas. Estas son posturas generalmente construidas por las instancias socializadoras (familia, escuela, iglesia, etc.) y fortalecidas y difundidas por los medios de comunicación masiva. Para Rossana Reguillo (2003) y Alfredo Nateras (2009) cada época ha marcado de manera negativa la disidencia juvenil: • Durante los años 50 los jóvenes fueron vistos como “rebeldes sin causa”, imagen que fortaleció la industria cinematográfica a través de la figura de James Dean y su película Rebelde sin causa de 1955. • En los años 60 se consideraron como “estudiantes revoltosos”, tras la irrupción en la escena pública de los movimientos estudiantiles. • Para los años 70 fueron pensados como “guerrilleros y subversivos”, cuando muchos jóvenes se integraron a las guerrillas y a los movimientos de resistencia. • En los 80, con la transformación del Estado benefactor en Estado neoliberal, los jóvenes se replegaron hacia el ámbito privado y fueron prácticamente invisibles a excepción de los “chavos banda”, los “punk” y otros que fueron vistos como vándalos y delincuentes. • A partir de la década de los 90 la juventud disidente fue vista como violenta, drogadicta, apática, indiferente y propensa al crimen. Desde entonces han incrementado las instituciones que atienden, previenen, corrigen y castigan las conductas desviadas. Anteriormente en San Cristóbal no había jóvenes que tuvieran conductas desviadas o diferentes a lo establecido. Lo cotidiano era que la juventud se integrara a la comunidad a través de los ámbitos tradicionales de pertenencia como la familia, la escuela o el trabajo campesino y doméstico, algún empleo formal y el espacio que por excelencia estaba destinado para la participación comunitaria de los jóvenes: el grupo juvenil de la iglesia. Actualmente dentro de estos ámbitos se observa una fuerte desincorporación juvenil. Algunas familias se han desintegrado por la migración de los padres, quienes han dejado un vacío de autoridad que regularmente las madres no pueden llenar y controlar a los hijos se ha vuelto una tarea más difícil. Los y las jóvenes se han vuelto cada vez más rebeldes, unos han dejado el estudio y otros no trabajan. Algunos han cambiado la escuela, el trabajo y la iglesia por la calle y las esquinas, lugares en los que interactúan con mayor frecuencia y dentro de los cuales pasan gran parte de su vida. 90

Se dice que los jóvenes sancristeños están dejando de ser “normales”, porque han incorporado a su identidad costumbres urbanas como andar en flota, banda o pandilla. Se ha vuelto común ver a los jóvenes organizados en pequeños grupos, llamarse por apodos, comunicarse a señas y rivalizar entre sí. Para los campesinos adultos de más edad y que no han migrado, esto pasa porque la juventud está viviendo a un ritmo diferente, ahora los jóvenes andan más acelerados y el vicio y la agresividad son hábitos que han aprendido en las ciudades, los cuales inculcan y transmiten a las nuevas generaciones: Jesús Amador: Eso lo aprenden, alguien se va al norte, se va a Aguascalientes, se va a Guadalajara, ven, aprenden y luego lo traen acá. Así le hacen. Don Epifanio: Y van haciendo flota, hacen amigos y la chingada, ya no andan solos. Jesús Amador: A mí eso de que anden en bandas me cae mal, de a pandilla. Don Epifanio: Y antes no había esas palabras, no se usaban. Jesús Amador: Las palabras se las adjudican a lo mismo, que hay ciertos grupos a los que se les nombran bandas, que los de acá y que los de allá, se pelean. Manuel Trinidad: En todas las ciudades está igual. Jesús Amador: Tú lo has dicho, en la ciudad, pero estamos hablando del rancho. Manuel Trinidad: Pues ya se vino éso hasta acá y está muy mal que haya sucedido eso, porque hay morritos más pequeñitos y hay que enseñarlos a que no sigan los mimos pasos. De acuerdo con Héctor Castillo Berthier (2002), “la banda” es una forma de asociación juvenil que ha trascendido la ciudad y a través de la cual tanto jóvenes urbanos como rurales se integran colectivamente y construyen una identidad contracultural dentro de ámbitos informales. La calle, las esquinas, los amigos, la condición socioeconómica, el consumo de drogas, las distintas formas de violencia y el rechazo a lo establecido por la sociedad son algunos de los rasgos más distintivos de su sentido de pertenencia. Según Castillo Berthier, los jóvenes que se agregan a este tipo de grupos generalmente son varones de entre 15 y 24 años de edad que no han podido acceder al mercado de trabajo urbano formal y cuya escolaridad no va más allá de la primaria o la secundaria. En algunos casos el rango de edades, la escolaridad y el periodo de pertenencia dentro de estas agregaciones se han ampliado. 91

En el caso de San Cristóbal existe un grupo en particular que ha logrado irrumpir la escena pública y causar cierto temor y expectación entre los habitantes del pueblo. Los chavos de la esquina, quienes así se autodenominan y son reconocidos por los demás, son un grupo de alrededor de 20 jóvenes varones, a veces son menos y en ocasiones algunas mujeres se les integran. Su rango de edad oscila entre los 15 y 29 años de edad. Unos tienen estudios y trabajo, otros no. Algunos han migrado varias veces a las ciudades y a Estados Unidos, pero regularmente regresan a Sancris al no “encontrar la vida” en otro lado. Como se juntan al estilo de las pandillas urbanas, en las esquinas de la calle, la gente está convencida de que son ellos quienes se dedican a robar, a drogarse, a pelear y a hacer destrozos en el pueblo. Los chavos de la esquina dicen que las personas sólo los critican por la manera en que se visten y por que pasan mucho tiempo conviviendo con los amigos. Afirman que no son tomados en cuenta, ni escuchados y por eso los demás han creado una idea e imagen falsa sobre ellos: No lo escuchan a uno, nomás lo juzgan a uno (...) Todo el tiempo hay problemas y por ejemplo si se rompe una lámpara nos echan la culpa a nosotros y nosotros no fuimos. Que rayaron las paredes allá atrás, dicen –los de la esquina, ya saben quién– Y nunca nos preguntan –¿oigan no saben ustedes quién pintó la pared?– Nomás dicen –fueron ellos– Por eso decimos que nunca nos toman en cuenta, nomás nos señalan y ya (Chavos de la esquina, de 15 a 29 años, “multiusos”). La directora de la secundaria de Sancris piensa, como muchos adultos del pueblo, que este tipo de jóvenes sólo quieren llamar la atención de los demás al comportarse de manera rebelde y desafiante. Ella afirma que son jóvenes que desperdician su tiempo en la calle, tomando y fumando, que no cuentan con un proyecto de vida a futuro y por lo mismo que no tienen alguna vocación o aspiración en la vida son rechazados. Según la directora, estos jóvenes contribuyen a su exclusión porque transgreden las “buenas costumbres”, las cuales conservarían si pertenecieran al grupo juvenil de la iglesia o hicieran lo debido: (...) a veces estos muchachos no se dejan escuchar, (...) nomás están haciendo desorden. Hay muchachos que han sido rebeldes y han ido al grupo juvenil y sí han sido escuchados y sí están ahí en el grupo juvenil, pero todo está en que se dejen escuchar, porque si no quieren no hay ni cómo ayudarles (...) a veces los muchachos hacen que los rechacen por las mismas actitudes que tienen. Yo les he dicho –yo quiero que ustedes sean personas de bien, para que a todos lados que vayan los acepten y no los rechacen, porque si ustedes andan haciendo cosas que no deben pues los van a rechazar– (Adriana Zúñiga, 36 años, directora de la secundaria). 92

Los jóvenes que participan dentro del grupo juvenil de la iglesia son catalogados generalmente como los buenos o bien portados y los más educados o responsables. Son en quienes se expresa mejor el arraigo de la cultura católica, el apego a las buenas costumbres y la identidad tradicional de la comunidad. Los jóvenes que como los chavos de la esquina se han desviado de las expectativas religiosas, familiares, laborales y escolares han provocado su exclusión y rechazo al mismo tiempo que han fragmentado la identidad social y cohesión de la comunidad con sus nuevas prácticas culturales. Desde la perspectiva sociológica, la cohesión de un grupo y la capacidad de integración social se deben a la identidad. Un individuo se convierte en sujeto en la medida en que posee una identidad social y actúa conforme a ella. La identidad es un recurso de poder y un medio para la acción. Por un lado, cuando la identidad es fuerte y estable permite la integración de los individuos y por otro, cuando el individuo ya no se identifica con el grupo o siente que ya no pertenece más, se generan procesos de cambio, conflicto y crisis. Por lo regular es en la etapa de la adolescencia donde esta crisis de pertenencia e identidad se expresa, provocando la marginalización del sujeto y la desviación de su comportamiento: Entre la infancia y la madurez, los adolescentes de las sociedades modernas no se benefician más de los soportes ofrecidos por los ritos de pasaje y se ven sometidos a orientaciones contradictorias: obligados a comprometerse con proyectos de adultos y a diferir ciertas gratificaciones, no gozan de los privilegios de los adultos (...) La subcultura de los jóvenes, de las bandas y de la delincuencia juvenil, podrán entonces interpretarse como expresiones de esta crisis (Dubet, 1989: 523). En este sentido, los jóvenes crean subculturas porque sufren una crisis de identidad y como resultado su capacidad de integración social se ve afectada. Sin embargo, la idea de “subcultura” puede llegar a ser un término “sectario” si se adopta un solo discurso, ya sea un “discurso de la bajeza” como pensar que los chavos banda son escoria social o un “discurso sublime”, pensar que los jóvenes católicos representan lo más auténtico y deseable para la juventud mexicana (Díaz, 2002: 22). La categoría de subcultura puede propiciar un estigma17 sobre los jóvenes si se considera que ir en contra de la cultura dominante o lo socialmente establecido es malo.

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El estigma es un atributo desacreditador que tiende a reducir, menospreciar y discriminar a personas que socialmente no se les considera normales. El estigma daña la identidad social y el estigmatizado pasa a ser una persona rechazada dentro de una sociedad que lo juzga por su diferencia (Goffman, 1980).

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Desde la perspectiva antropológica, las subculturas han sido estudiadas como parte de las “culturas juveniles”, categoría que permite explicar el comportamiento juvenil a partir de las identidades, el territorio, el estilo de vida, la historia cultural de las agregaciones y sensibilidades juveniles, así como del sentido que las juventudes dan a las relaciones dentro de la estructura social (Medina, 2009: 19). La subcultura y la contracultura representan modos de vida alternativos frente a los destinos trazados por la familia, la escuela y otras instancias socializadoras, además expresan la necesidad de los jóvenes por emanciparse y disolver los controles y las reglas que moral y socialmente han sido establecidos. Si bien la contracultura se nutre y extiende dentro de circuitos clandestinos y subterráneos, ésta se expande por distintos medios como las tecnologías de comunicación y las industrias culturales, las cuales absorben estas expresiones juveniles para convertirlas en negocio (Brito, 2002: 54, 55). Por eso, en comunidades como la de San Cristóbal, se piensa que este tipo de conductas desviadas del orden “normal” y cotidiano son resultado de la moda, por la mayor interconexión de los jóvenes con el mundo exterior y urbano. Los chavos de la esquina, por ejemplo, son jóvenes cuya identidad no se agota en su conducta desafiante o en los bienes materiales que consumen y las modas que adoptan. Son un grupo muy diverso y lo integran tanto campesinos como obreros y estudiantes. Algunos por su baja escolaridad se encuentran desempleados o tienen empleos temporales, flexibles o precarios y por eso migran principalmente hacia Estados Unidos de mojados. Unos toman y otros hasta se drogan, pero afirman que ninguno se ha vuelto adicto. La mayoría de estos jóvenes, cuando hay trabajo, laboran toda la semana y al descansar se juntan en las esquinas a tomar con sus amigos, aunque algunos adultos del pueblo afirman que por lo mismo que se encuentran desempleados son quienes se dedican a cometer vandalismo y robos: Es que mira, la gente lo ve a uno que está sentado por ay, así sin trabajar un día y dicen ¡Mira a esos huevones! Y cómo cuando trabaja uno no dicen ¡Mira esos trabajadores! (...) Nosotros nos dedicamos a nuestro trabajo que es honrado, pero eso de la robada no va con nosotros (...) Es que hay unos que se juntan con nosotros, pero nomás son raterillos ahí leves no son de mafia ni de los Zetas (...) Pero ya hablando en serio, aquí toda la banda cada ocho días nos juntamos y pisteamos (...) Trabajamos toda la semana para los domingos pistear a gusto con los compas (...) Todo lo que dicen de nosotros es pura pinche mentira, que dicen que somos drogadictos y que la chingada, pero es pura pinche mentira (Chavos de la esquina, de 15 a 29 años, “multiusos”). 94

Son jóvenes solteros que viven en casa de su familia y la mayor parte de su salario lo aportan al ingreso del hogar y el poco dinero que les queda lo destinan a su propio consumo. Compran ropa, calzado, tecnología (principalmente celulares) y gasolina para salir de fiesta en otros ranchos. Como el sueldo no les alcanza para satisfacer estas y otras necesidades, parte de lo que consumen y gastan es fiado o a crédito. El dinero lo comparten con los amigos, con los camaradas, al igual que el tiempo, la ideología, el éxito y el fracaso. Algunos han ido a Estados Unidos y sí han podido hacer algo de dinero, pero otros han regresado al pueblo sin nada más que sus historias, para seguir viviendo las mismas condiciones de explotación y pobreza, porque los trabajos de la región son mal pagados: Ganamos un peso y hay que partirlo a la mitad y gastarnos un pinche tostón ¡Ya qué! Es primero la jefa, para la casa y después lo que le quede a uno es aparte (...) Es como todo, uno trabaja pa’ los más ricos y sus pinches manos limpiecitas y uno las tiene todas chingadas por tanto trabajar (...) Y se ponen a decir que los pobres somos unos robachicos, marihuanos, delincuentes. Todo éso es lo que se ve en las ciudades. Aquí en este pueblo no se ve nada de éso (Chavos de la esquina, de 15 a 29 años, “multiusos”). Algunos de estos jóvenes tienen trabajo fijo, como los que trabajan en el campo y los obreros con contrato. Sin embargo, el ingreso de los campesinos no es regular, depende de las condiciones climáticas y del precio del producto agrícola en el mercado. Los que son obreros piensan que la estabilidad del empleo no sólo la da el contrato, sino que la fábrica tenga buena producción y su comportamiento no haga que los despidan. Hay otros que trabajan de lo que sea, son “multiusos”, y la mayoría de sus trabajos han sido temporales. 95

Para la maestra Adriana, directora de la secundaria de Sancris, la situación de precariedad y flexibilidad en los empleos que tienen estos y otros jóvenes como ellos, se debe a que no ven al estudio como una forma de ascenso y superación personal. La escuela aún no logra configurarse como el único mecanismo de movilidad social y la maestra piensa que esto sucede porque la mayoría de las personas, especialmente los jóvenes, quieren ganar dinero fácil y rápido, pues confunden calidad de vida con capacidad de consumo. La mayoría piensa más al corto plazo, porque los pensamientos de la mayoría no es hacer una carrera, las mujeres lo que piensan es agarrar pareja y casarse y que las mantengan y los hombres nomás piensan en comprarse su camioneta. Entonces piensan más a corto plazo, no piensan que una carrera es una inversión que a largo plazo les va a traer más frutos que otras cosas. Piensan que la carrera no les sirve de nada y dicen que mejor se van a trabajar y a traer dinero, pero no piensan que si estudian una carrera van a tener la posibilidad de tener más dinero. Como aquí en la comunidad casi no hay muchas personas que se hayan superado por medio del estudio, pues en los pensamientos de los muchachos no está estudiar (Adriana Zúñiga, 36 años, directora de la secundaria). Algunos jóvenes sancristeños se han incorporado al mercado de trabajo urbano, dentro de fábricas u otros empleos que por sus estudios les han sido otorgados. Sin embargo, la escolaridad es un requisito que se ha impuesto en mayor medida para la reproducción capitalista de la fuerza de trabajo. La mayoría de los que tienen estudios sólo han logrado insertarse como asalariados en la periferia de la economía urbana. Prácticamente se gana lo mismo en el campo que en las ciudades, por eso jóvenes como los chavos de la esquina siguen arriesgando la vida para migrar como indocumentados hacia el “norte”. Se puede observar tanto en las políticas gubernamentales neoliberales como en el enfoque tecnológico de los programas escolares, que la sumisión a la lógica de la economía de libre mercado no sólo se da en el ámbito de las industrias culturales. El modelo de desarrollo urbano, industrial y mercantil ha impuesto a nivel global y local nuevas necesidades, aspiraciones y ritualidades de paso. Pero no logran aniquilar las expectativas tradicionales. El abandono que sufre el sector agropecuario por parte del Estado, aún no provoca el vaciamiento del campo en comunidades como la de San Cristóbal, siempre hay nuevas generaciones dispuestas a seguir viviendo el modo de vida campesino, a pesar de la prohibición del trabajo infantil y de la imposición de la escolaridad básica. Aunque se ha postergado la entrada al matrimonio, los jóvenes sancristeños se siguen casando jóvenes. 96

Con la globalización y el neoliberalismo se pasó de la intervención del Estado a la intervención del Mercado y la complementariedad entre ambas estructuras/superestructuras, las cuales han marcado las dinámicas de incorporación social a través de instituciones (bancarias, comerciales, laborales, escolares, etc.) y de prácticas culturales hegemónicas como el trabajo desocializado18 y el consumo. Si bien estas prácticas gubernamentales y lógicas de mercado, así como el desarrollo de los medios de comunicación masiva, han afectado profundamente los procesos de socialización y las maneras de interactuar entre las personas, no se han suplantado los habitus tradicionales por los habitus capitalistas, ya que la primera instancia socializadora es la familia y los comportamientos que dentro de ella se inculcan perduran por siempre pues, como dice Bourdieu (2010), las conductas son maneras de ser permanentes. La cultura se hereda y transmite, pero también se cuestiona y reconfigura. En este sentido, podemos decir que los jóvenes sancristeños nacen en el seno de la familia campesina y de la cultura católica, pero sus identidades se han urbanizado ante su mayor acceso a las nuevas tecnologías de información y comunicación, así como por su ingreso al mercado de trabajo urbano y de consumo. Para algunos jóvenes y adultos sancristeños, las únicas diferencias que hay entre los jóvenes rurales y los urbanos son las maneras de ser y los conocimientos que tienen unos y otros. En cierta medida tienen razón, porque tanto en el campo como en la ciudad las oportunidades de vida no son suficientes para todos y la juventud insatisfecha en ambos ámbitos tiende a disentir y a rebelarse contra lo establecido. Ahí donde la economía y la política “formales” han fracasado en la incorporación de los jóvenes, se fortalecen los sentidos de pertenencia y se configura un actor político a través de un conjunto de prácticas culturales, cuyo sentido no se agota en una lógica de mercado (Reguillo, 2003: 360). 18

El trabajo desocializado se ha convertido en el horizonte normal de trabajo dentro el nuevo orden económico y moral. La economía de mercado sugiere que los precios y salarios se autoregulan por la ley de la oferta y la demanda y al mismo tiempo que promueve la competencia, ha creado nuevos mecanismos de producción de desigualdad. Junto con la individualización de los contratos laborales, la discontinuidad y dispersión de las carreras ocupacionales, el trabajo mal remunerado y desregulado se han vuelto una constante dentro del mercado formal de trabajo y mientras se reducen las prestaciones sociales mínimas, aquellos que no son considerados aptos o competentes para el empleo quedan fuera de este nuevo orden social y cultural, donde generalmente son considerados como delincuentes potenciales y para quienes se desarrollan las políticas asistencialistas o punitivas para contrarrestar su pobreza e imposibilidad de incorporación formal (Wacquant, 2009).

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De acuerdo con Roberto Brito Lemus, actualmente las identidades juveniles son construidas a través de una “praxis divergente”, que distingue a los jóvenes de los demás y genera procesos de integración y afinidad; la praxis divergente es una praxis diferenciada, cismática y discordante mediante la cual las juventudes crean simbólicamente un “refugio existencial” para apropiarse del territorio y conquistar su independencia, específicamente para desvincular su existencia de la idea de ser el “relevo generacional de la fuerza de trabajo” (idea desarrollada tras los orígenes del capitalismo industrial): El consumo y la industria cultural por un lado, y la divergencia y la diferenciación por el otro, generan identidades juveniles. De manera general, las identidades juveniles moldeadas mayoritariamente por el consumo tienden a ser convergentes; sin embargo, en el consumo también hay divergencia. Desde luego que entre más distante se encuentre el joven de los beneficios sociales, mayor será su grado de divergencia social. Pero incluso la divergencia no se manifiesta únicamente en los sectores altamente deprimidos, sino en aquellos que aún gozando de ciertos privilegios, como la educación, rechazan desde una perspectiva existencial los moldes y patrones ya establecidos (...) En este sentido, podríamos terminar diciendo que los jóvenes reclaman su derecho a la diferencia, a la discordancia y a la discrepancia; es decir, con su praxis, los jóvenes reclaman el reconocimiento de su existencia autónoma (...) así como el derecho a la interlocución, a ser tomados en cuenta... (2002: 58). Los jóvenes disidentes no se encuentran totalmente desincorporados de la sociedad, sino que al ser excluidos, invisibilizados y marginados de la cultura global dominante, crean “subculturas” y se reorganizan dentro de grupos que actúan como comunidades liminales, en las cuales los jóvenes aparentemente se relacionan con mayor libertad (Díaz, 2002: 33). De esta manera, el sector juvenil se ha logrado configurar como un sujeto social diferente, autónomo e independiente, ya que en sus diversas manifestaciones expresa cierta resistencia a las formas de integración dominantes y porque su organización grupal contiene un amplio sentido comunitario de agregación y pertenencia. En el caso de jóvenes como los chavos de la esquina, al contrario de lo que piensan los adultos sancristeños, sus nuevas identidades y prácticas culturales responden más a su necesidad de autonomía y autorepresentación que a al individualismo consumista y a la violencia delincuencial con que a menudo se les asocia. Aunque han cambiado la escuela y la iglesia por las calles y las esquinas, son jóvenes que al igual que los del grupo juvenil de la iglesia participan del desarrollo comunitario a través de las formas tradicionales. 98

Progreso y libertad individual ¿La comunidad en el olvido? En los capítulos y apartados anteriores se ha mencionado cómo es que la cultura católica y ranchera resulta ser un elemento central en la vida cotidiana de las y los sancristeños, quienes de acuerdo a sus orígenes campesinos y religiosos organizan su sociedad y economía. De acuerdo a esta herencia cultural no sólo se construyen lazos de parentesco y amistad, sino, también las opciones de vida deseables para las nuevas generaciones y asimismo se restringe el proceso de maduración social al cumplimiento de las expectativas familiares y comunitarias. Para los jóvenes, las oportunidades disponibles son aquellas que la familia, la iglesia, la escuela y su contexto socioeconómico les van delimitando. De acuerdo con algunos adultos, los objetivos personales de los jóvenes deben guiarlos a diseñar y llevar a cabo proyectos que contengan los valores inculcados por sus padres, maestros o alguna figura de autoridad. Tener una identidad cultural y un proyecto en común permite que las personas conformen una comunidad, cuya cohesión y desarrollo depende de la participación cotidiana de todos sus integrantes. En el caso de San Cristóbal, algunos adultos están convencidos de que los vínculos comunitarios se están perdiendo porque los jóvenes se han vuelto cada vez más individualistas, sólo piensan en sí mismos y ya no les interesan las necesidades colectivas. Aunque existen excepciones, se dice que la juventud en general no contribuye al progreso de la comunidad, misma que comparada con otras ha caído en cierto abandono: No, los jóvenes no contribuyen al desarrollo, son muy pocos los que contribuyen al desarrollo. De hecho si, por ejemplo yo como autoridad los invito a hacer un trabajo social dentro de la comunidad, has de cuenta que no, me dicen que sí, pero no ocurre, cuando lo deberían de hacer para que nuestra comunidad progresara (José Guadalupe, casi 50 años, delegado 2010-2013). (...) Hay quien sí participa como los muchachos que andan en el grupo juvenil o que traen algunos proyectos, pero en su mayoría no participan mucho, porque comparando aquí a San Cristóbal con otras comunidades pues sí se está quedando atrás, porque en otras comunidades ya hay más negocios, ya hay más cosas y aquí en San Cristóbal si está un poco más tirado (Adriana Zúñiga, 36 años, directora de la secundaria).

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La percepción de la mayoría de los adultos sobre la juventud sancristeña es que ésta no participa de manera positiva en el desarrollo de su comunidad. Para el delegado del pueblo, como se expuso en el primer apartado de este capítulo, existen dos tipos de jóvenes: los que sólo se dedican a la vagancia (“un hippie cualquiera”) y los que podrían significar un progreso para la comunidad (los estudiantes). Esta es una opinión compartida entre muchas personas en San Cristóbal, quienes piensan que estudiar mejoraría la vida individual y colectiva de los sancristeños y que, por el contrario, la vagancia no les beneficia en absoluto ya que generalmente es acompañada por la destrucción: A lo mejor les hace falta más estudiar (...) Pero aquí nomás es la primaria, la secundaria y ya, (...) aquí hace falta más el estudio, o sea, si ellos estudian pues se pueden desarrollar más (Refugio Molina, 41 años, tendera). Los de aquí de San Cristóbal, realmente que contribuyeran en algo no te puedo decir, porque si los ves al rato ahí en el jardín en lugar de contribuir a cuidar las cosas, por ejemplo los botes de basura, en lugar de cuidarlos los están destruyendo. Eso es lo que hacen los jóvenes ¡destruir! Entonces estamos perdidos con esta juventud aquí. Hubo su tiempo en que San Cristóbal era ordenado, me refiero a la gente, no había tantos desmanes como ahora, porque se respetaba (...) En esos tiempos no podías quebrar ni una botella en una banqueta, en el jardín o enfrente de la iglesia y ahora ya ves a los jóvenes haciéndolo, ves todo ese desmadre porque no hay respeto (Chabelo, 38 años, “multiusos”). En los comentarios de la gente mayor se escucha cierta nostalgia por los buenos tiempos. Se dice que antes había orden y respeto. Ahora los sancristeños de más edad piensan que el porvenir es incierto, porque una parte importante de la juventud ha dejado de respetar incluso a la religión y se tiene la idea de que los jóvenes más apegados a la iglesia son quienes conservan mejor un sentido de trabajo comunitario. Para la directora de la secundaria de San Cristóbal así es. Ella considera que los jóvenes del grupo juvenil de la iglesia son los únicos que elaboran proyectos para tratar de mejorar su comunidad y por lo mismo son catalogados como los buenos, como los más educados. Según la directora, existen dos tipos de jóvenes: los maduros, aquellos que desean ser alguien en la vida y participan socialmente; y los inmaduros, quienes no tienen un proyecto claro de futuro y se muestran indiferentes frente a la colectividad. (...) a la mayoría de jóvenes no les veo mucho futuro, pero sí hay jóvenes a los que les gusta echarle ganas, que sí tratan de trabajar por su comunidad, pero también son muy pocos (Adriana Zúñiga, 36 años, directora de la secundaria). 100

Estas son las opiniones predominantes que los adultos sancristeños tienen respecto a la participación de la juventud en el desarrollo comunitario. Algunas personas han clasificado a los jóvenes de manera positiva o negativa de acuerdo a su manera de contribuir socialmente y a través del trabajo de campo realizado para esta investigación, se logró identificar a los dos grupos de jóvenes que mejor ejemplifican esta visión dicotómica de la juventud. Por un lado están los jóvenes del grupo de la iglesia y por el otro, los chavos de la esquina. Se dice que los del grupo juvenil sí participan del progreso y desarrollo de Sancris y que los de la esquina sólo se dedican a la vagancia. Ambos grupos están conformados por jóvenes de una misma comunidad y aunque tienen en común el lugar de origen y la cultura, no comparten las mismas experiencias de vida. La manera en que viven la juventud y su forma de participar colectivamente se explica tanto por la identidad construida a partir de su pertenencia grupal, como por su nivel socioeconómico. Los jóvenes del grupo de la iglesia provienen, en su mayoría, de familias numerosas en las que las remesas de los hijos mayores migrantes les han permitido a los más chicos continuar con sus estudios, experimentar una mejor calidad de vida o gozar de un mayor poder adquisitivo. Si bien como investigador no logré entrevistar formalmente a los jóvenes de este grupo, sí sostuve varias conversaciones con algunos de sus integrantes, lo cual me permitió conocer de manera general su posición social. Principalmente conversé con uno de los líderes del grupo juvenil de la iglesia, Eric Martínez de 24 años de edad, cuya trayectoria de vida se expone dentro del apartado tres del capítulo dos de esta tesis. Eric es un graduado en Administración de Empresas, el único joven sancristeño que ha logrado terminar una carrera universitaria y que al mismo tiempo ha mantenido una participación muy activa con la iglesia a pesar de sus estudios. Para él, su éxito personal es resultado no sólo de su deseo por superarse, sino, del esfuerzo de su familia, de la dedicación de sus maestros y del apoyo de muchas otras personas. Sus amigos y parientes lo quieren y admiran. Dentro de su grupo de pares es respetado y para algunos jóvenes se ha convertido en un modelo a seguir, puesto que pudo adaptar sus aspiraciones a las expectativas sociales y religiosas. 101

Sin embargo, como se mencionó en el capítulo dos, Eric no desea estancarse en la vida del ranchero, no quiere dedicarse a trabajar en el campo o en la fábrica, ni a ordeñar o casarse. Él desea superar esa vida que le parece rutinaria y aburrida19. Desde su pertenencia a una familia campesina y católica se cuestiona, como los demás jóvenes que forman parte del grupo de la iglesia, esas opciones de vida heredadas y las oportunidades que hay dentro del pueblo. Regularmente él y sus compañeros de grupo se reúnen los miércoles dentro de la iglesia para debatir acerca de los problemas que hay en San Cristóbal. Uno de esos días lo acompañé para saber la opinión de estos jóvenes acerca de la migración y sobre la actitud de los chavos de la esquina. Tal vez sería por mi presencia que acudieron pocos de los integrantes del grupo juvenil y los que estuvieron no se mostraron muy participativos. En otro momento, el joven Eric Martínez me comentó que era muy difícil que los jóvenes del grupo participaran en actividades distintas a las de los rituales de la iglesia y que hasta ahora no podían hacer más que hablar acerca de todo lo que hacía falta en Sancris. Explicó que realmente no hay espacios para que los jóvenes se desarrollen, ni deportes diferentes al futbol y al beisbol, ni más cultura que la de la charrería. A él y a sus compañeros de grupo les gustaría que hubiera otro tipo de actividades culturales y que algunas casas o construcciones abandonadas pudieran ser ocupadas para realizar algunos talleres de artes. Eric afirma que lo que más hace falta es que la gente esté informada y se organice, porque se ha enterado que cuando hay algún programa o recurso gubernamental que pudiera ser aplicado para mejorar San Cristóbal las autoridades del pueblo no lo gestionan y él, aunque ha tenido muchas ganas de hacer algo al respecto, no ha tenido el tiempo ni la claridad suficiente para llevar a cabo algún proyecto. En este sentido, resulta equivocada la idea de que únicamente los jóvenes del grupo de la iglesia participan en el desarrollo de la comunidad. Los del grupo juvenil dicen tener proyectos comunitarios en mente, sin embargo, no existen pruebas de que los hayan llevado a cabo o de que se encuentren realizando algún trabajo social en específico. 19

Véase la entrevista a Eric Martínez en los anexos de la tesis de licenciatura del investigador La Representación Social de la Migración de los Habitantes de San Cristóbal, Jalisco (Bastida, et al., 2010).

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De acuerdo con Ricardo Ávila (2007), la percepción o perspectiva que se tiene sobre el progreso y el desarrollo influye en las acciones de la humanidad para alcanzarlos. Afirma que el progreso es considerado como avance y el desarrollo como crecimiento. Explica que ambos implican movimiento, en el sentido de ir hacia lo más deseable, hacia la superación o incluso a la perfección; y asegura que lo que motiva la participación de la gente en los procesos de desarrollo y progreso es la idea de esperanza y el propósito de lograr el mejoramiento, bienestar o la felicidad en algún momento del futuro. Luis Villoro reconoce al progreso como un proceso central en la formación de las sociedades modernas y que se encuentra históricamente relacionado con el desarrollo de la ciencia y la tecnología, específicamente lo vincula a los proyectos de desarrollo económico orientados a fortalecer el capitalismo. Para él, este proceso no ha significado la progresión intelectual ni moral de la humanidad, sino, la exacerbación del individualismo y el deterioro de las solidaridades tradicionales. El desarrollo del capitalismo condujo, es cierto, a sociedades más racionales, donde los individuos podían gozar de mayores libertades, pero también a la enajenación en el intercambio de mercancías, a la explotación del trabajo y al olvido de los valores de solidaridad, justicia e igualdad sociales. Ni siquiera en los países de gran desarrollo industrial ha logrado (sic) satisfacer todas las necesidades de la población. Subsisten en ellos el desempleo permanente, la humillación de los marginados y las desigualdades sociales (Villoro, 1992: 95). Tanto Ávila como Villoro manifiestan que en la actualidad tanto el progreso como el desarrollo son conceptos cuyos parámetros han sido mundialmente establecidos y que se ajustan principalmente a las necesidades de la economía de mercado, la cual no sólo ha provocado la escasez y el encarecimiento de los recursos naturales, sino, también la crisis de los Estados nacionales y el crecimiento del subdesarrollo en amplias regiones del mundo. Para Ricardo Ávila y Luis Villoro esto sucede porque los gobiernos de numerosos países han aplicado, a través de sus políticas públicas, programas de desarrollo diseñados por instituciones internacionales que privilegian los intereses de los países industrializados más avanzados, especialmente intereses de los capitales privados. Ellos afirman que este tipo de desarrollo tiene un sesgo occidental y urbano, por eso todos los esfuerzos se orientan a superar los obstáculos que impiden el aplastante paso del progreso. 103

En este sentido el desarrollo implica dejar de ser tradicional, agrario y atrasado para convertirse en universal y moderno. De esta manera el avance y el crecimiento se restringen a un sector minoritario de la población, específicamente al de las grandes ciudades industriales, donde el mayor beneficio otorgado a los individuos no es el desarrollo pleno de sus libertades personales, sino, su acceso al consumo. A pesar de las grandes contradicciones que genera el proceso de integración económica, Villoro afirma que el progreso derivado de la modernización no ha conseguido atomizar a la sociedad en individuos aislados, porque “la persona no puede realizarse en soledad” (1992: 116) y prueba de ello es que todavía subsisten los lazos comunitarios, las creencias tradicionales y las lealtades basadas en la pertenencia de grupo. Por su parte Ávila afirma que el término “desarrollo” puede significar todo y nada, ya que para algunos nunca ha habido progreso ni desarrollo y para otros la mano invisible del mercado puede resolverlo todo. Los primeros, dice, se abandonan al pesimismo apocalíptico por los problemas socio-ambientales que genera el avance de las industrias. Los segundos, explica, abrazan un optimismo ramplón fundado sobre el mito de que a todo se le puede encontrar una solución científica. Puntualiza que todo avance/crecimiento tiene límite y que frente a toda paradoja las personas cuentan con conocimientos y experiencias acumuladas suficientes para enfrentar la incertidumbre y tratar de vivir bien. Así, se puede entender que las oportunidades reales de los jóvenes sancristeños delimitan sus objetivos personales y las alternativas de acción que eligen. En el diseño de sus proyectos individuales influye su ámbito más próximo, la familia y sus necesidades cotidianas. Es por eso que las circunstancias que viven, tanto los jóvenes del grupo de la iglesia como los chavos de la esquina, los llevan a elegir caminos distintos. Para algunos adultos, los chavos de la esquina no participan del progreso y el desarrollo de la comunidad y representan lo que un joven sancristeño no debe ser o hacer. Sin embargo, fueron el único grupo de jóvenes que accedió a colaborar en la elaboración de esta investigación. Son quienes han dejado el estudio desde muy chicos para trabajar por los bajos salarios del campo y de las fábricas, son quienes migran en busca de ese “sueño americano” para progresar y ayudar a sus familias. 104

Los chavos de la esquina son jóvenes de entre 15 y 29 años de edad que, como los del grupo juvenil de la iglesia, reflexionan y debaten acerca de los problemas que tiene la comunidad y las carencias que sufren dentro del pueblo. A diferencia de los de la iglesia, estos chavos critican de manera cotidiana su contexto y lo hacen en espacios públicos, particularmente en las esquinas y fue en algunas de ellas donde pude entrevistarlos de manera grupal para saber sus opiniones acerca de lo que dicen sobre ellos. Se dice que son jóvenes poco participativos, que no les gusta estudiar y sólo piensan en migrar porque desean ganar dinero fácil, el cual utilizan principalmente para comprarse un automóvil o lo gastan en comida y alcohol. Se cree que son individualistas y por eso no cooperan con la comunidad. Ellos admiten no participar en el desarrollo de Sancris de manera directa y constante. Sin embargo afirman que esto no se debe al individualismo o a la indiferencia, sino a que dentro del pueblo no hay condiciones para que ellos sean tomados en cuenta o se superen. Incluso el delegado piensa, como ellos, que para progresar hay que migrar fuera de San Cristóbal y dejar de trabajar el campo: No nos escuchan. Cuando uno les quiere decir algo que aquí hace falta nos dicen ¡Váyanse a la jodida ustedes! (...) Pues sí ayudamos a que el pueblo esté tranquilo y los que vienen a hacer su desmadre, su desastre los sacamos a golpes también. En algunos casos (...) Yo me voy a ir para ayudar a mi familia, para vivir otro poquito mejor en lo económico. Para ayudar aquí al pueblo no, pues nadie ayuda de los de Estados Unidos, es para uno lo que uno se ayuda y a la familia (...) Es que aquí no se supera uno, aquí en el campo no, por eso muchos nos vamos, salimos a donde nos paguen más (Chavos de la esquina, de 15 a 29 años, “multiusos”). (...) nosotros ya lo vivimos y sabemos que de allí nos mantenemos, pero de ahí no vamos a salir, nunca nos vamos a superar siguiendo dos o tres vacas, nunca nos vamos a superar, sin embargo si hubiéramos estudiado a lo mejor fuéramos otro tipo de gentes, a poco ni estuviéramos aquí, nos hubiéramos ido a otra parte para seguir creciendo (José Guadalupe, casi 50 años, delegado 2010-1013). Como se explicó dentro del apartado dos del capítulo dos, los jóvenes salen de Sancris para buscar la vida, específicamente para encontrar empleos mejor pagados, pues en el pueblo sólo pueden aspirar a ganar semanalmente alrededor de 700 pesos trabajando el campo y 900 dedicándose a actividades fabriles y de construcción. Asimismo, en el apartado tres del mismo capítulo, se aclaró que por falta de recursos y de escuelas de nivel medio superior y superior los sancristeños no consideran al estudio como un medio para acceder al progreso e incluso si quieren estudiar la prepa o la universidad tienen que salir de San Cristóbal. 105

Ya sea que las y los sancristeños deseen tener un buen trabajo o seguir estudiando deben migrar y, como ya se mencionó anteriormente, quienes migran principalmente son jóvenes que, como los chavos de la esquina, tienen que contribuir desde temprana edad a la economía familiar. En comunidades como la de San Cristóbal migrar se ha vuelto una práctica cultural cotidiana para sostener el modo de vida campesino, pues quienes se van tienen la obligación de enviar dinero tanto para satisfacer las necesidades de consumo de sus familias, como para poder seguir trabajando el campo. El dinero que los migrantes destinan para sus familias en su lugar de origen se ocupa regularmente para comprar comida, ropa, calzado y electrodomésticos. Sin embargo, el interés de la mayoría es utilizar las remesas para adquirir tierras, construir su casa y amueblarla, hacerse de un auto, una troca o un tractor y comprar diversos insumos y tecnologías que les permitan cultivar sus parcelas. Es cierto que cada joven tiene intereses individuales que los han motivado a migrar, por ejemplo ganar más dinero y así distinguirse socialmente por su mayor poder adquisitivo, no obstante su partida responde más a la necesidad de salir de la pobreza, que al individualismo consumista. Gracias a las remesas de los emigrados, los sancristeños han podido incrementar su patrimonio o hacerse de uno y mejorar su calidad de vida: tienen la posibilidad de alimentarse mejor, de pagar una consulta médica y los fármacos en caso de enfermedad, de estudiar y con ello evitar el trabajo infantil, de entre muchas otras cosas que contribuyen al bienestar familiar e incluso comunitario. Por lo tanto, la migración se ha convertido en una herramienta para el propio desarrollo de los migrantes y sus familias. Empero, resulta necesario precisar que es frente al abandono del Estado que migrar se ha vuelto una opción para superar las condiciones marginales en México y de acuerdo con Federico Besserer y Rocío Gil (2008), los gobiernos han fomentado que las personas se vuelvan partícipes de este “desarrollo nostálgico”, ya que no es del Estado de quien se espera la ayuda, sino de los migrantes.

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Según Besserer y Gil, el desarrollo es un concepto polisémico que se usa de manera metafórica y figurativa, es un tropo que puede tener significados alternos. Afirman que en un sentido hegemónico el desarrollo se relaciona con el modelo económico dominante, el cual en la actualidad tiende a restarle importancia al Estado-nación como organizador y regulador de la sociedad, al mismo tiempo que concibe a las personas no como beneficiarias del desarrollo, sino, como agentes del mismo. Ambos autores aseguran que, bajo la economía de mercado, los Estados han impulsado el asistencialismo benefactor para paliar las necesidades básicas insatisfechas de grandes núcleos de población y han adoptado un modelo neoliberal de desarrollo basado en la “auto ayuda”, pues se espera que cada individuo construya su propio bienestar. Para ellos este proceso implica una gran paradoja, porque por un lado las personas son concebidas como sujetos de la beneficencia y, por el otro, como sujetos empoderados. De esta manera los migrantes se inscriben más como agentes del desarrollo, que como actores del mismo, pues no intervienen de manera directa en los procesos de desarrollo, el cual aún está vinculado a las acciones de gobierno y en este sentido, debido a su explotación y marginación en tierras lejanas, contribuyen a impulsar los proyectos de la economía neoliberal y siguen siendo vulnerables por sus condiciones marginales en México y Estados Unidos. En el caso de San Cristóbal la migración es forzada por la falta de oportunidades y el olvido gubernamental, sin embargo sus habitantes la perciben como voluntaria e incluso la consideran una forma tradicional para buscar el progreso y una costumbre que se ha arraigado en el pueblo. Los cambios más notables de la migración se han dado en términos económicos y culturales, al mismo tiempo que migrar ha significado la reorganización de la comunidad y la renovación de la cooperación entre los sancristeños.

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Un ejemplo de ello es el tradicional convivio del Ausente que los sancristeños han celebrado desde hace más de 35 años. Como se mencionó en el apartado dos del capítulo dos, cada primer sábado de agosto se realiza en San Cristóbal un festejo para demostrar la gratitud, el cariño y la nostalgia que el pueblo le guarda a sus migrantes, quienes a pesar de su ausencia y dispersión contribuyen al bienestar de su comunidad de origen. Durante fechas rituales como el día del Ausente, las celebraciones de Semana Santa y las fiestas patronales de enero es posible observar con mayor claridad la capacidad organizativa de los sancristeños. Estas tres festividades representan los momentos más importantes de la convivencia, cooperación y solidaridad de los habitantes de San Cristóbal y sus migrantes. Para llevar a cabo las fiestas anuales se requiere la participación de migrantes y no migrantes, de niños, jóvenes, adultos, mujeres y hombres del pueblo en su conjunto. El trabajo de todo el año haya su culminación en el desarrollo de las conmemoraciones, las cuales son resultado de las acciones cotidianas y colectivas de los sancristeños, dentro de las cuales destacan las actividades destinadas a la recaudación de fondos. En cuanto al Ausente se refiere, se realiza una venta de boletos principalmente para cubrir los gastos de la comida aportada por algunas familias y para pagar el sonido que por la noche ameniza el baile. En Semana Santa el convivio se reduce a la comida y no hay baile, porque lo principal es representar la crucifixión de Cristo, en la cual participan tanto los chavos de la esquina como los jóvenes del grupo de la iglesia, y como es parte de una serie de ritos religiosos la misma gente corre con los gastos del evento. Los festejos de enero son los más esperados y concurridos por los sancristeños de todas las edades y géneros, migrantes y no migrantes. Los celebran un mes después del día de la virgen de Guadalupe y en honor a la misma. De la recaudación de fondos se encargan las candidatas a reina de las fiestas patronales, quienes con el apoyo de sus familias recolectan dinero mediante la venta de alimentos (enchiladas, buñuelos, etcétera) o del “boteo” (los familiares de la candidata piden dinero y lo depositan en un bote). Lo recaudado se destina para alguna necesidad que la comunidad tenga, por ejemplo, en una ocasión se utilizó para arreglar una parte de la iglesia, específicamente la casa que habita el sacerdote. 108

Compartir y convidar son la finalidad de las festividades y en el desarrollo de su celebración la comunidad se construye a sí misma, al mismo tiempo que el sentido de pertenencia y la identidad se fortalecen. La organización de los festejos da cuenta de la reciprocidad y unión de las personas, sin embargo, algunos sancristeños aseguran que en el pueblo predomina la desunión entre la gente y la corrupción del gobierno. Piensan que esta situación responde a la actitud que tienen las personas frente a los asuntos públicos y hacia las autoridades: (...) la gente de aquí está muy mensa. Pues porque no nos gusta así como exigirles a las autoridades (Tuy, 23 años, campesino). (...) aquí faltan muchas cosas, arreglar las calles y el drenaje porque el agua se estanca (...) También falta algún grupo que pida más ayudas, porque lo único que piden es lo que ya dan, como el Procampo, pero como que no se juntan muchas personas, falta más comunicación y más unión aquí (Refugio Molina, 41 años, tendera). No, la gente no se reúne. Si para los problemas que ha habido del agua no se junta la gente, que es algo que les afecta a todos, para otras cosas menos. La gente que se reúne es la misma. La mayoría no se reúne, para ellos es más cómodo estar en su casa (Adriana Zúñiga, 36 años, directora de la secundaria). En San Cristóbal, como en muchas otras localidades rurales del país, los únicos apoyos que reciben los campesinos y sus hijos son aquellos como los que otorgan Oportunidades y Procampo principalmente. Ambos son programas federales destinados a promover el desarrollo humano de la población en extrema pobreza y el crecimiento económico de los productores del campo mexicano, según lo informa el gobierno federal a través de los sitios oficiales en internet de la Secretaría de Desarrollo Social (SEDESOL) y la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (SAGARPA). Oportunidades es un programa que brinda apoyos en educación, salud, nutrición e ingreso y como es de carácter interinstitucional en su aplicación participan la Secretaría de Educación Pública, la Secretaría de Salud, el Instituto Mexicano del Seguro Social, la SEDESOL, los gobiernos estatales y municipales. No obstante, como se explicó en el apartado anterior, los recursos que el programa ofrece mediante becas a estudiantes de educación básica no necesariamente contribuyen al bienestar del alumno. Con el Procampo pasa algo similar, pues aunque el apoyo monetario es para incentivar el cultivo de las tierras, también es un recurso que regularmente se destina al consumo y no a la producción. 109

En general los sancristeños piensan que el gobierno sí apoya, pero no lo suficiente a pesar de que conoce todas las carencias que hay en pueblos como Sancris. Unos dicen que los políticos sólo se acuerdan de los pobres cuando van a ser las elecciones, que llegan saludando y regalando gorras a la gente y aseguran que muchas personas se contentan con eso nada más, con su apretón de manos y su cachucha. Ellos afirman que el poder nunca ha estado de parte del pueblo, porque los gobernantes sólo quieren cobrar el impuesto para robarlo. Otros creen que la gente está esperando que “papá gobierno” les resuelva todo y no contribuyen a mejorar las condiciones de la comunidad porque son egoístas. Algunos esperan que sean los jóvenes quienes se motiven a organizarse, para exigir que las autoridades cumplan con su deber y para demandar otro tipo de ayudas gubernamentales. Jóvenes como los chavos de la esquina concuerdan con estas ideas, pero opinan que para poder hacer algo por su pueblo los adultos tienen que cambiar su mentalidad. Dígame, ¿usted cree que está bien?, está lleno de baches por aquí y si no vienen las máquinas de Lagos a emparejar, nadie hace nada. Aquí hay más de 100 tractores en este pueblito ¿no pueden ir a traer una escrepa de tierra buena para echarle a los hoyos, para que esté parejo afuera de sus casas? A no, ¡cómo van a gastar un litro de diesel!, éso es lo malo de la gente aquí, para todo quieren el dinero regalado, quieren que les hagan todo regalado, ellos no quieren gastar en nada, no quieren poner nada de su parte (Juan Piña, 71 años, jubilado). Nosotros hemos dicho ahí, porque ya ves que ahorita no tenemos agua, que habíamos de acarrear agua para echarles a los arbolitos en lugar de que estemos de okis, porque algunos de los que nos juntamos tienen su camioneta. Sí hemos dicho, pero así como se portan con uno la verdad no (...) Hace poquito andaban arreglando la casa del padre y querían que fuéramos a ayudarles. Fueron algunos de los que nos juntamos, pero dijeron que no habíamos ido, que no había ido nadie. A qué fregados íbamos, si nomás iban a estar diciendo que no les ayudamos pa’ nada. Así no (Chavos de la esquina, de 15 a 29 años, “multiusos”). Estos jóvenes no participan porque, según ellos, los adultos les acusan de todo lo malo que pasa en el pueblo, principalmente los delegados. Por un lado, los chavos piensan que el gobierno sí apoya, pues para la reciente construcción de un pozo de agua aportó la mitad de los costos. Por el otro, consideran que el gobierno olvida a los pueblos como San Cristóbal, porque han prometido construir carreteras y no cumplen, han prometido crear nuevas fuentes de empleo y lo que dan son dádivas asistencialistas como lo del “piso firme”. 110

El programa de “piso firme” sirvió para que en su momento la administración panista paliara la necesidad que tenían las familias de vivir dentro de un hogar digno y salubre. Muchas casas tenían piso de tierra y con dicho apoyo las personas recibían cemento e incluso mano de obra para mejorar el suelo de su vivienda. Algunos padres de familia expresaron que si tuvieran un empleo bien remunerado ellos mismos podrían costear tanto el arreglo de su casa como las necesidades de alimento, educación y salud de sus esposas e hijos, y así evitarían el acarreo político y la compra de votos por medio de estos programas. También, jóvenes y adultos coinciden en que no hay autoridad interesada en cumplir la ley. Los chavos de la esquina afirman que han sido demandados sólo por jugar futbol frente a la iglesia, que cuando la policía los encuentra tomando alcohol en la calle únicamente se los llevan para sacarles dinero y a quienes de verdad violan las leyes no les pasa nada. Otros jóvenes comentan que las multas cobradas por los delegados a los infractores jamás se reflejan en algún beneficio para el pueblo y están convencidos, al igual que los adultos, de que las autoridades locales jamás han velado por los intereses de la comunidad. Pues no hacen nada, porque desgraciadamente Lagos de Moreno es un municipio muy grande, tiene 124 comunidades y como aquí somos los más lejanos casi no llega mucho apoyo y desgraciadamente los agentes (se refiere a los delegados) no piden nada para la comunidad, porque yo cuando he ido a Lagos para pedir para la escuela me han preguntado –bueno, ¿qué los de San Cristóbal no quieren nada, por qué no piden?– Y pues al que no pide no le dan (Adriana Zúñiga, 36 años, directora de la secundaria). Por ejemplo, el sacerdote que vino ha hecho más que los delegados, porque él se puso a arreglar un poco el pueblo, puso la estatua del señor San Cristóbal y le puso palmas y zacatito, puso la cruz que está allá afuera, puso una virgencita, y le gusta hacer convivios y encuentros con la gente, también le dice a las personas que le ayuden en algo para que se vea mejor el pueblo (...), sabe cuántos años llevan diciendo que van a hacer la carretera aquí y nunca la han hecho y ya han venido como tres veces a medir y hasta ahorita nada han hecho y pues sí se necesita el camino (...) y según eso que ya está registrada como hecha, pero no hay nada de carretera (Tuy, 23 años, campesino).

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Para los sancristeños son los sacerdotes quienes más han ayudado al pueblo, específicamente el padre Carlos, quien durante su presencia en San Cristóbal organizó múltiples eventos para tratar de integrar a la comunidad e incluso viajó a Houston y Atlanta en Estados Unidos para recaudar fondos con los migrantes y así poder hacer diversas mejoras a la iglesia y al jardín de enfrente. Sin embargo, su gestión concluyó al cabo de tres años y recientemente fue reemplazado por un sacerdote que no comparte las costumbres de los sancristeños y no gusta de la convivencia como el padre anterior. Tanto adultos como jóvenes reconocen que las cosas andan mal en el pueblo, muy a pesar de los esfuerzos de los sacerdotes y de los momentos de convivencia, cooperación y solidaridad que logran mediante la celebración de sus festividades tradicionales. Los adultos aseguran que no hay autoridad capaz de imponer ley alguna, porque hay personas que siguen manejando sus carros muy rápido y en sentido contrario aún cuando existen señalamientos viales, asimismo, porque unos se llevan los botes de basura del jardín al verlos tirados y porque muchos toman alcohol en las calles y nadie les dice nada. Los chavos de la esquina, de quienes se cree que sólo se dedican a la vagancia, son los únicos jóvenes que han podido gestionar y concretar un proyecto para su beneficio y el de los demás. Después de que algunos de ellos fueron demandados por jugar futbol en el jardín de enfrente de la iglesia, sostuvieron ríspidos encuentros con los delegados del pueblo y tras mucho diálogo y presión lograron que se destinaran recursos para la instalación de luminarias en las canchas. Para conseguirlo argumentaron que jugaban de noche en el jardín porque era el único espacio con luz con el que contaban para practicar el deporte después de haber trabajado todo el día. 112

Ese fue un gran logro que benefició a otros jóvenes y niños con quienes juegan futbol por las noches. Sin embargo, los chavos no se asumen como propositivos al desarrollo porque lo poco o mucho que hacen no es suficiente para los adultos o no son reconocidas sus aportaciones. Esto sucede porque, como se menciona en estos últimos apartados de la tesis, los jóvenes no hacen oír su voz y por lo tanto sus necesidades no son tomadas en cuenta. En este sentido, no es prudente concluir que los jóvenes de la esquina no participan en el desarrollo de su comunidad y los de la iglesia sí. Es verdad que existe la idea de que la juventud no contribuye al progreso de San Cristóbal y que los jóvenes aceptan dicha idea, la cual resulta equívoca si consideramos que hasta en lo individual y con las acciones y labores que cotidianamente se desempeñan es posible contribuir al desarrollo. La no participación es responsabilidad de todos los sancristeños, no sólo de los más jóvenes o únicamente de las autoridades. Así lo expresan algunos adultos, quienes piensan que la gente no participa por los chismes que surgen cuando alguien se involucra en los asuntos públicos, lo cual podría resolverse si los pocos que se organizan dejaran atrás los egoísmos y comenzaran a pensar de manera comunitaria, no en el beneficio propio. También afirman que si las autoridades se manejaran con mayor transparencia, convocando a asambleas para exponer lo que se hace, no habría tantos malentendidos y sería más fácil exigirles o proponerles algún proyecto. De esta manera, no es que la gente se sienta más cómoda sin participar como lo afirma la directora de la secundaria de Sancris sino que, como lo explica Luis Villoro, la participación social del individuo en la actualidad se encuentra limitada por una compleja ingeniería de poder, que la cultura dominante ha desplegado para que las personas mantengan el sistema y su vida política se reduzca a seleccionar a sus gobernantes y a desempeñar el “papel de despreocupado consumidor que el sistema le otorga” (1992: 98). Si bien las costumbres y la moral arraigadas en la tradición y la religión juegan un papel central en la manera de organizarse y participar de los sancristeños, la teoría sobre “desarrollo” vigente minimiza las variables culturales, ya que la mayoría de los programas de desarrollo son de carácter exógeno, impositivo y tecnocrático, no contemplan la identidad cultural, las aspiraciones y los requerimientos de sus destinatarios y por lo tanto 113

“resultan incapaces de estimular un desarrollo participativo y autosustentado” (Giménez, 1999: 91). La situación particular de San Cristóbal es tan sólo una muestra de lo que sucede a nivel nacional por la implementación de políticas públicas que en lugar de fomentar el desarrollo rural sustentable, permiten el avance incontrolable de la economía neoliberal. Durante el año 2011 Felipe Calderón vetó un decreto del Poder Legislativo, el cual adicionaba un párrafo tercero al art. 16 de la Ley de Desarrollo Rural Sustentable, que preveía aumentos anuales y progresivos para el campo a través del Programa Especial Concurrente (PEC) (Torres, 2011), pues explicó que la federación cuenta con recursos finitos y múltiples necesidades prioritarias (la educación, la salud, el combate a la pobreza, el desarrollo económico, la seguridad pública, la protección civil, la impartición de justicia, etc.) y mencionó que al PEC ya se le habían otorgado recursos crecientes de 2008 a 2011, de 204 mil millones de pesos a 294 mil 526.3 millones respectivamente (Botello, 2011). Lo anterior afectó de manera directa el desarrollo económico e incluso humano de comunidades rurales como la de San Cristóbal en Jalisco, estado que ha ocupado los primeros lugares en producción nacional de leche y donde “al menos 12 mil familias dependen de esta actividad para subsistir, mismas que enfrentan problemas de encarecimiento de los insumos, como energéticos y granos” (Luna, 2011). Las familias sancristeñas, como muchas otras, viven la carestía y la indiferencia gubernamental ante sus demandas por aumentar el precio por litro de leche fresca, la cual no sólo venden a la paraestatal Liconsa, sino, también a empresas privadas que, en el caso de Sancris, la compran a cuatro pesos el litro y ya procesada la venden en tiendas de autoservicio y en las ciudades a un precio mayor a los 13 pesos por litro. El gobierno panista de Calderón concluyó dejando al campo mexicano sumido en el atraso, en la violencia y con una profunda ingobernabilidad. Ahora el Partido Revolucionario Institucional (PRI) promete cambiar esta situación bajo el gobierno de Enrique Peña Nieto, sin embargo, todo apunta a que los únicos cambios que habrá son los que quedaron inconclusos durante los sexenios del antiguo régimen priísta, o sea, impulsar el desarrollo mediante una mayor apertura del país hacia el mercado global y sus agentes hegemónicos. 114

Como se explicó en el apartado dos del capítulo dos, la apertura que se dio a raíz del Tratado de Libre Comercio no benefició a los agricultores, al contrario, para ellos significó el abandono gubernamental, la devaluación de su producto en el mercado y la migración masiva de jóvenes rurales hacia las ciudades nacionales y principalmente a Estados Unidos por lo difícil que se volvió poder vivir del campo. Para los sancristeños los sexenios panistas dejaron promesas inconclusas y no tienen la esperanza de que el actual gobierno priísta pueda satisfacerlas. La mayoría de los jóvenes y adultos no votaron, pues no confían en los políticos. Consideran que los gobernantes no desquitan su sueldo, que si hacen algo lo hacen mal y tardan mucho para hacerlo. Afirman que el impuesto que cobran no se refleja siquiera en las áreas públicas del pueblo.

La gente comenta que en las pocas asambleas que se realizan, las autoridades anotan en sus libretas las peticiones de la gente, pero nunca hacen nada y cuando se les exigen cuentas responden que ya están de salida, que apenas van entrando al cargo o que no hay dinero. Por eso las personas no participan colectivamente más que en las festividades y se dedican al progreso de sí mismos y de sus familias.

En este sentido se dice que la comunidad ha caído en el olvido por parte del gobierno, de sus habitantes y de los jóvenes, quienes se piensa se están desarraigando no sólo por el progreso, sino porque buscan la libertad individual más que su integración comunitaria. 115

El desarraigo de los jóvenes sancristeños y de las personas en general, como se explica dentro del capítulo siguiente, se encuentra estrechamente relacionado con el modelo de desarrollo impuesto a nivel mundial, el cual según Armando Bartra ha provocado una crisis civilizatoria (2010: 100) de agotamiento y escasez de recursos naturales, una “Gran Crisis” derivada de la lógica capitalista y que se expresa en diversos ámbitos de la vida humana. Para John Bellamy Foster (2005), esta crisis global es resultado del acelerado desarrollo urbano-industrial y del crecimiento sostenido del consumo de energía, lo cual amenaza tanto la vida como el futuro de la civilización por la gran cantidad de basura y desechos contaminantes que se generan, pues mientras la lógica de la sustentabilidad propone disminuir el consumo, la lógica de mercado impone lo contrario: un consumo sostenido. De tal forma que, retomando todo lo anteriormente expuesto, es posible inferir que la actitud y el comportamiento de los sancristeños en la actualidad responden a esta lógica de mercado, ya que las ideas que tienen sobre el desarrollo y el progreso no contemplan el fortalecimiento de sus vínculos comunitarios, de sus costumbres y raíces culturales, ni mucho menos la permanencia de las personas en su lugar de origen. En cambio, la mayoría considera como un atraso o estancamiento la vida tradicional en el campo, por eso cada vez son menos lo que desean trabajarlo y quedarse a vivir como rancheros. Unos piensan que a través de la instrucción escolar es posible desarrollarse individualmente e incidir colectivamente, otros que sólo un trabajo bien remunerado los puede sacar adelante, pero en ambos casos la única opción disponible es migrar. Coinciden en que para salir adelante hay que migrar del pueblo, porque en San Cristóbal no hay buenos empleos, escuelas, apoyos suficientes o autoridades comprometidas. Así, unos migran para buscar la vida en lugares donde no se involucran políticamente y los que se quedan no se organizan para mejorar sus condiciones de vida. Jóvenes y adultos identifican al progreso con la modernidad pero, por su mayor acceso a las nuevas tecnologías de la información, la juventud se adapta con mayor facilidad a la lógica consumista del mercado y se apropia sin empacho de los símbolos, estilos y valores difundidos por los medios de comunicación masiva, donde lo que predomina es el culto a la libertad individual lograda a base del esfuerzo personal y del poder adquisitivo. 116

CAPÍTULO IV DISCURSOS Y PRÁCTICAS DEL DESARRAIGO EN SAN CRISTÓBAL El análisis de los discursos y prácticas de los sancristeños ha sido fundamental para el desarrollo de la presente investigación y es en este último capítulo en particular donde sus opiniones y vivencias se amalgaman para definir al desarraigo, desde un punto de vista moral, como un proceso de deserción social que en el caso de San Cristóbal se observa peculiarmente a través de la migración y subcultura de un sector de la juventud, el cual se caracteriza por su baja escolaridad, desempleo o subempleo, su continuo desplazamiento hacia las ciudades y a Estados Unidos de manera indocumentada. De acuerdo con los adultos entrevistados, la falta de apego hacia las raíces culturales y el desinterés de las familias en la educación de sus hijos han provocado que las nuevas generaciones abandonen la escuela y la agricultura, salgan del pueblo y regresen con malos hábitos o incluso sin haber migrado se dediquen a la vagancia, caigan en adicciones, cometan algún delito o se integren en grupos como el de los chavos de la esquina. En este sentido, las personas mayores consideran que los jóvenes se desarraigan al alejarse de su comunidad de origen o al no identificarse más con ella, al segregarse y desafiar el orden establecido. Por su parte “los de la esquina” reconocen migrar no sólo por necesidad, sino, también para experimentar mayor libertad, hacerse de una identidad propia y construirse un futuro diferente. Al igual que los adultos, perciben al desarraigo como una etapa posible de superar tras madurar o sentar cabeza. No obstante piensan que para permanecer e incidir positivamente dentro de Sancris se necesitan, además de empleos bien remunerados y espacios integradores, respeto e igualdad entre todos. De lo contrario continuarán, como gran parte de la juventud sancristeña, migrando en busca del progreso, del sueño americano y de mejores oportunidades; optando por estrategias informales o hasta ilegales para salir de la pobreza; e imponiendo sus propias formas de interacción y pertenencia sobre los modos de vida autorizados y frente a la marginación que sufren cotidianamente.

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Desapego a las costumbres tradicionales por desamor a las raíces “Sin duda, el rasgo que en mayor medida distingue a la identidad moderna de la identidad tradicional es que la primera es altamente individuada... Y de ahí que el hombre moderno pueda sentir su libertad como una pesada carga y se pueda ver expuesto más fácilmente a los males del extrañamiento, la anomia y el desarraigo...” Irene Martínez Sahuquillo

Definir al desarraigo ha sido una tarea complicada, pues aunque es un tópico ampliamente mencionado por antropólogos, sociólogos e incluso economistas, no existe un análisis sistemático y profundo sobre el mismo. La palabra desarraigo es utilizada por diversos científicos sociales e intelectuales para expresar un vacío de sentido, provocado por la ausencia o pérdida de un objeto, una relación, una persona, un lugar o alguna cualidad, característica, hábito o afección que había perdurado por largo tiempo dentro de un espacio determinado. Su utilidad es amplia ya que sirve como un recurso retórico para explicar la inestabilidad, la incertidumbre, el extrañamiento y la desorientación que causan lo desconocido, lo ininteligible, lo difuso, lo disperso, lo indefinible. El desarraigo implica abandono, olvido, descuido, indiferencia, estar fuera de lugar, no tener vínculos sólidos, ni fijeza en el territorio. Según la Real Academia de la lengua Española, el desarraigo es la acción o efecto de desarraigar, cuyas cuatro acepciones significan: arrancar de raíz una planta; extinguir o extirpar enteramente una pasión, una costumbre o un vicio; separar a alguien del lugar o medio donde se ha criado, o cortar los vínculos afectivos que tiene con ellos; y expulsar, echar de un lugar, especialmente a un invasor o enemigo. En este sentido el desarraigo denota una acción negativa, una afectación en el orden pasado de las cosas, un perjuicio, una desvinculación, expulsión o extinción de una relación o situación. Sin embargo no se explica por qué sucede, cuándo se lleva a cabo, quién o qué lo propicia, para qué y cuál es la nueva situación que toma lugar tras el desarraigo. Sin bien la presente investigación intenta recuperar las diversas posturas que las y los sancristeños tienen sobre el desarraigo, el estudio se concentra en las prácticas culturales de un sector de la juventud en San Cristóbal y la posición que algunos adultos tienen frente a estas prácticas, las cuales se encuentran estrechamente vinculadas a la migración y a los procesos de globalización contemporánea. Los jóvenes entrevistados no lograron significar el desarraigo y los adultos lo concibieron como un cambio negativo en su moral tradicional. 118

El desarraigo como palabra no forma parte del lenguaje cotidiano de la comunidad, pero sí es una práctica común. Según la maestra y directora de la telesecundaria de Sancris, la mayoría de los sancristeños no comprenden lo que significa el desarraigo por el poco nivel cultural que tienen, por eso mismo no manejan un amplio conocimiento de palabras, sólo saben el significado de los términos que conocen. Explica que incluso se confunden cuando uno utiliza sinónimos, por ejemplo, si les pregunta a sus alumnos ¿en qué entidad viven? no responden hasta que reformula la pregunta a ¿en qué estado viven? y afirma que tanto ellos como muchos otros jóvenes y adultos del pueblo no leen y en caso de no entender algo no investigan para salir de dudas. Ella fue la única persona en el pueblo que, sin necesidad de que el investigador mencionara lo que él entendía por desarraigo, lo significó de la siguiente manera: El desarraigo es la falta de amor a sus costumbres, a su tierra, para mí ese es el desarraigo, la falta de valores y que agarran otras costumbres, otras tradiciones, otras creencias de otros lados, no de sus propias raíces (Adriana Zúñiga, 36 años, directora de la secundaria). Para la maestra, el desarraigo se da cuando alguien abandona su lugar de origen, pero también cuando al estar dentro de él ya no participa más de la cultura tradicional. Considera que el desamor de las personas hacia sus raíces se debe a dos situaciones: a la apertura con el mundo exterior urbano y a la desatención de los padres. Por un lado, asegura que son principalmente los jóvenes quienes modifican sus hábitos cuando entran en contacto con otras culturas que les resultan más atractivas y, por el otro, está convencida de que las familias han dejado de inculcar a sus hijos los valores del trabajo, del respeto y de la religión a la que por tradición pertenecen. Afirma que la identidad de las nuevas generaciones ha cambiado de manera negativa por su aculturación: Incorporan cosas, principalmente lo que traen de Estados Unidos y lo que ven en la televisión. Por lo regular casi siempre incorporan aquello que es más fácil, que viene siendo lo malo, eso es lo que incorporan a su identidad y todo esto afecta en la unión de la familia, porque se dice que se está dando esta desunión según por el trabajo o porque la mamá trabaja, pero aquí la mayoría de las madres no trabajan. Pero sí se ve que no le prestan atención a sus hijos, porque muchos muchachos salen de la escuela y casi todo el día andan en la calle y a lo mejor uno los conoce un poco más que sus papás, porque pasan más tiempo con uno en la escuela. Cuando llegan a sus casas se ponen a ver televisión o se salen a jugar (Adriana Zúñiga, 36 años, directora de la secundaria). 119

De esta manera, la apertura hacia otras culturas que la juventud tiene gracias a la migración y a los medios de comunicación produce cierto desapego a las costumbres tradicionales. En la actualidad los jóvenes sancristeños pasan más tiempo en la calle y viendo la televisión que trabajando, estudiando o conviviendo con su familia. La desocupación juvenil ha crecido y los padres ya no asumen su responsabilidad en la educación de los hijos, circunstancias que los jóvenes aprovechan para dedicarse a la vagancia y aprender malos hábitos sin necesidad de migrar: (...) ya hasta aquí mismo lo aprenden. Se van y sí cambian, pero también aunque no se vayan, aquí mismo pueden meterse en drogas (Refugio Molina, 41 años, tendera). (...) yo creo será que los papás ya casi ni les hacen caso a sus hijos (...) yo creo por tanta cosa que mira uno en la tele también (...) yo creo como miran a los que andan en la calle, pues ellos los imitan y a lo mejor los papás si les dicen que no sean así, pero ahora a la juventud ya le vale, ya hace uno lo que quiere y yo creo que los papás han de decir –pues ¿ya qué hago?, ya no puedo con ellos– (...) han de pensar – ah pinche viejillo, el ya está viejo y yo estoy joven– Bueno, pues yo todavía no estoy muy grande, pero en mi caso a mí sí me gustó andar de parrandero, me gustaba andar por todos lados, llegaba a veces que a las dos o tres de la mañana y mi mamá iba a buscarme ahí donde estaba y yo me enojaba (Tuy, 23 años, campesino). Como se explicó en el apartado dos del capítulo tres de esta tesis, la migración de los padres de familia ha dejado un vacío de autoridad que las madres no pueden llenar y esto ha propiciado que algunos jóvenes tengan conductas violentas y delictivas. En este sentido no sólo es la desatención de los padres, como afirma la directora de la secundaria, lo que produce estos comportamientos, sino, que se ha vuelto cada vez más complicado para las madres controlar a los jóvenes sin la cooperación de sus padres. Ellas difícilmente pueden obligar a sus hijos a cumplir con sus obligaciones escolares, cívicas o morales; por eso la presencia paterna es fundamental para la crianza de las nuevas generaciones. Yo solo me formé, pero yo sí formé a mi familia (...) yo les dije desde un principio – ¡échenle ganas hijos!, y el que sepa que anda de drogadicto, yo mismo lo meto al bote– (...) les decía –si yo sé que andas de cabrón, yo mismo te mando a los judiciales, pa’ que te mandreen pa’ que entiendas, así es que ¡derechitos eh! Y aquí no es hotel pa’ que lleguen a la hora en que se les hinchen los huevos, aquí van a entrar a las 10 de la noche y el que no entre se queda afuera– Exageré, pero valió la pena, jamás los vi llegar tarde (...) ellos me quieren mucho. De chico uno odia a sus padres cuando son estrictos, pero cuando uno llega a madurar y a tener hijos dice – ¡el viejo tenía razón! Yo así voy a ser con mis hijos, pa’ que sean algo en la vida– (Juan Piña, 71 años, jubilado). 120

Anteriormente no sólo eran los padres o madres de familia quienes inculcaban a los hijos los valores del trabajo, la moral religiosa y el respeto que en algún tiempo fue reverencial; pues la educación estaba vinculada tanto a la familia como a la escuela y a la iglesia. La comunidad en su conjunto se encargaba de imponer las normas de comportamiento y de vigilar su cumplimiento. Era una costumbre saludar a los mayores con un beso en la mano y agachando la mirada, que niños y jóvenes obedecieran a cualquier adulto y que también cualquiera pudiera corregirlos. Esos tiempos han cambiado, los padres ya no regañan a sus hijos aunque se dediquen a la vagancia y destruyan lo poco que la gente construye con mucho esfuerzo, al contrario, si una persona del pueblo denuncia a los jóvenes por vandalismo su familia los encubre defendiéndolos de las acusaciones. Ahora son pocos los que saludan de beso en la mano y menos los que se agachan y obedecen. La juventud actual ya no permite que cualquier adulto corrija su comportamiento. Incluso se dice que algunos jóvenes han perdido la fe. La fe de los sancristeños es producto de una ideología-memoria religiosa, la cual deriva del catolicismo practicado por sus antepasados, quienes en su momento la defendieron contra el gobierno en la época de los cristeros. La fe los une y les da sentido de pertenencia, sus acciones están condicionadas por su creencia en Dios. El amor divino los motiva y obliga a transmitir esta fe a las nuevas generaciones, a las cuales se les exige conservar una buena conducta moral para demostrar así su devoción y sumisión a Dios. La obediencia da certidumbre y continuidad a esta relación divina, por eso cuando algunos jóvenes se vuelven adictos, violentos o desobedientes se dice que han perdido la fe y que lo único que desean entonces es imponer su propia voluntad, pues ya no tienen temor de ofender a Dios. De acuerdo con Pierre Nora (1984), esto sucede porque vivimos una época de ruptura del equilibrio y de la continuidad, un desgarramiento del modo de percibir e interpretar el pasado, una “mutilación sin retorno” y el “fin de los campesinos”, junto con el aniquilamiento de las ideologías-memoria profundamente ancladas al mundo rural tradicional. Todo esto debido a la mundialización, la masificación y la mediatización de la vida social y cultural que, en los tiempos modernos de la actualidad, tienden a debilitar aquellas instituciones que garantizaban la conservación y transmisión de valores, como son: la familia, la escuela, la iglesia y el Estado. 121

Según Nora el progreso ha significado el paso de una colectividad cuya cohesión se fundaba en la memoria y los lugares compartidos, hacia una sociedad individualizada que ha perdido la identificación heredada, que no se reconoce en la tradición, sino en la historia, una historia que desplaza los “lugares de memoria” para imponer “lugares artificiales” donde se anclan acontecimientos de difícil inteligibilidad, lugares que nos provocan simultáneamente sentimientos de pertenencia y desapego. Para Irene Martínez Sahuquillo esta sociedad individualizada es producto de un “proyecto vital global”, que responde a un proceso histórico de modernización, donde la ética y la moral burguesa-industrial han ido moldeando al individuo en función de las necesidades del mercado; se han impuesto nuevos valores e ideales, donde lo más importante en la actualidad es consumir, cultivar la personalidad, la apariencia y la imagen en detrimento de las relaciones sociales, las cuales se han vuelto más libres y frágiles; la inestabilidad, flexibilidad y la precariedad son características del “capitalismo en red”, el cual por un lado ha traído mayor libertad de movilidad y de establecer nuevas formas de relacionarse, pero por el otro menor seguridad para elaborar un proyecto que dure toda la vida: Tanto los individuos como las empresas, argumentan, deben renunciar a la estabilidad, al arraigo, al apego a lo local, a la seguridad de los vínculos establecidos desde hace mucho tiempo, ya que hay que permanecer abierto, disponible, para intentar nuevas conexiones (2006: 820, 821). Por su parte, los jóvenes que participaron en la elaboración de esta investigación y que en su mayoría pertenecen al grupo de los chavos de la esquina, desconocían por completo el término “desarraigo”. Se les explicó que en un sentido amplio significaba desvincularse de su lugar de origen y de su cultura, ya fuera por migración o porque no se identificaban más con sus raíces campesinas y católicas. En un principio no entendieron a qué me refería y entonces les mencioné que algunos adultos habían comentado que la juventud actual estaba perdiendo las costumbres, específicamente el respeto hacia sus mayores, el recato, la fe y el amor al modo de vida ranchero. También, que se piensa que son jóvenes como ellos los más susceptibles a la drogadicción, la delincuencia y la violencia porque ya no obedecen a nadie, no asisten a la iglesia y sólo desean salir de su pueblo para vivir libremente, sin vigilancia, sin ataduras.

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Los chavos de la esquina reconocen que les gusta la parranda y andar de peleoneros, sin embargo no están de acuerdo en que se les estigmatice. A pesar de no conocer a profundidad la historia local de los orígenes de su comunidad, se sienten parte de ella, les gusta vivir en su pueblo aún cuando hay muchas carencias y problemas. Dicen no ir a la iglesia porque la gente sólo va para criticar a los demás e incluso que los sacerdotes lo han notado. Aunque no van a misa nunca se olvidan de Dios y no piensan que hayan perdido su fe o la devoción porque en todo momento se encomiendan a Él y a La Virgen. Coinciden con quienes dicen que migran para experimentar más libertad, porque es cierto que la mayoría migra por necesidad, pero otros salen de su pueblo para tener un futuro diferente, una identidad propia. Saben que se han dejado llevar por el progreso, como todo el mundo, y que en ocasiones la brillantez de las ciudades los ha deslumbrado. Pero es exactamente éso lo que buscan, tener nuevas experiencias, porque es la época moderna la que están viviendo y son parte de ella. Algunos de estos jóvenes de la esquina consideran que es bueno que la gente esté abierta para aprender cosas nuevas, pero también es malo si tras esta apertura se desafían o rompen ciertas reglas. Yo pienso que no es malo, pero tampoco es bueno, porque si así estaba acostumbrada la familia de generaciones y si uno va deshaciendo las costumbres yo pienso que sí en ese caso sí estaríamos un poco mal (...) Es que todo el tiempo la juventud busca nuevas cosas, nuevo todo, nuevas emociones (Chava, uno de los chavos de la esquina, 21 años, campesino). En este sentido, jóvenes como los chavos de la esquina se desarraigan porque su entorno lo permite y en la mayoría de los casos los padres lo han fomentado al abandonar su responsabilidad en la educación sus hijos, al no exigirles estrictamente que obedezcan o que sigan trabajando el campo. Además, como se explicó en el apartado tres del capítulo anterior, las condiciones marginales y el olvido gubernamental también han propiciado su desarraigo. Es cierto que la juventud sale de su pueblo buscando emanciparse, para construirse un futuro propio y que en esta búsqueda regularmente encuentran el camino hacia las drogas, la violencia y la delincuencia. No obstante son ellos, los jóvenes, quienes al no encontrar oportunidades reales para incorporarse a la sociedad, optan por salidas informales e ilegales. Entonces, la marginación que los expulsó de sus lugares de origen los persigue en todo momento y no los deja integrarse siquiera en las ciudades.

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Esta juventud sancristeña siempre está en constante movimiento. Los jóvenes van y vienen del rancho a la ciudad de Aguascalientes, Guadalajara y de México; seguido viajan a la frontera con Estados Unidos para intentar cruzar de mojados y en caso de no lograrlo regresan a Sancris para después volver a intentarlo. Dentro de su pueblo es muy difícil encontrarlos, no están quietos. Unos trabajan y al terminar van a cenar a su casa, pero pronto salen a la calle en busca de parranda. Los que no tienen empleo sabrá Dios por dónde andarán deambulando. Por eso resultó difícil entrevistarlos y fueron los adultos quienes más cooperaron. A diferencia de la directora de la secundaria de San Cristóbal, hubo personas que requirieron de la explicación del investigador para poder reflexionar sobre el término “desarraigo”. Algunos entendieron su significado sólo por oposición al “arraigo”, el cual entendían como una detención judicial, como ser arraigado o detenido por el gobierno por haber cometido algún delito. En este sentido se les explicó que el arraigo, desde un enfoque sociocultural, significa echar raíces y establecerse en un lugar, perdurar largo tiempo dentro de él y participar de manera positiva en la vida económica, política, cultural y social de ese lugar. Las personas adultas comentaron que entonces el desarraigo era estar por doquier, no sentar cabeza y que generalmente son los jóvenes quienes más se desarraigan por la migración. El desarraigo yo miro que (...) es la gente que nos va dejando, que se va alejando de la comunidad y ya no se queda con nosotros, o sea, para mí es toda esa gente que va emigrando, que ya no se arraigó aquí con nosotros como todos los que nos hemos quedado aquí. Los jóvenes por lo regular son los que más se desarraigan (José Guadalupe, casi 50 años, delegado 2010-2013). Sí, pues casi por lo regular se van chavos nuevitos y ya vienen de unos cuatro o cinco años más y traen otras ideas ellos de por allá (Don Epifanio, 73 años, campesino). Cambian hasta en la forma de tratar a los padres, ya no digas a la demás gente, ya alzándole la voz a los padres, antes no era así y ahora todos (Jesús Amador, casi 60 años, campesino). (...) yo al principio decía que muchas personas de las que conocía no cambiaban, pero ahora sé que muchas sí cambian, ya vienen muy cambiados, a veces se olvidan de sus papás, de sus familias (...) se olvidan de la familia, se hacen drogadictos y hasta rateros (Refugio Molina, 41 años, tendera).

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El desarraigo es una experiencia inevitable en todas las migraciones y en el caso de la migración rural está vinculado a la marginación que viven los campesinos, tanto en sus lugares de origen como en los de destino. Es un fenómeno relacionado con el desplazamiento masivo de personas, quienes por las condiciones de pobreza que viven en el campo migran hacia las principales áreas urbanas e industriales nacionales e internacionales, donde difícilmente pueden superar su condición marginal. De acuerdo con Claude Faure (1990) y Ruy Mauro Marini (1994), las políticas económicas de los países capitalistas centrales de Europa, América del Norte y otras potencias han provocado que las masas rurales del Tercer Mundo migren hacia las ciudades, las cuales se han articulado mundialmente como el “centro” del desarrollo mercantil, al mismo tiempo que resultan ser espacios donde se cristalizan todas las contradicciones, las desigualdades y las formas más perversas de explotación laboral. Para Faure, son particularmente los campesinos del tercer mundo quienes se encuentran desarraigados, como colgados “entre dos mundos que en realidad son sólo uno” (1990: 3), ya que al desincorporase de su vida en el campo y al no integrarse de lleno a la vida urbana, son excluidos de un sistema social que sin embargo se sirve de su trabajo y en este sentido contribuyen tanto a la mantención de las estructuras tradicionales de producción, como a la reestructuración del espacio económico del capital global. Por su parte, Ruy Mauro Marini explica que las grandes migraciones del campo a la ciudad favorecen el desarrollo del mercado mundial, pues a medida que crece la clase obrera y la población urbana en general aumentan tanto la oferta y demanda de productos y servicios como la explotación y desvalorización de la fuerza de trabajo. En parte, la expansión de las industrias se debe a la superexplotación de los migrantes rurales, quienes históricamente se han movilizado en masa e incorporado de manera miserable al trabajo y al consumo: Combinando bajos salarios con la prolongación de la jornada y la intensificación del ritmo de trabajo, el capital industrial movilizaba masas de trabajo sustancialmente mayores que las que, en condiciones normales, corresponderían a la suma de dinero destinada a pagarlas, inhabilitándose así para asimilar nueva parte de las fuerzas de trabajo que se incorporaban al mercado. Peor todavía: acababa por crear una distribución del ingreso extremadamente perversa, que condenaba a la inmensa mayoría de la población a niveles de consumo miserables, muchas veces abajo del patrón mínimo de subsistencia (1994: 6, 7). 125

De tal forma que, cuando la migración es forzada hay violencia y ésta a su vez implica desarraigo porque la expulsión por marginación, así como la exclusión que viven los migrantes afectan de manera trascendental su capacidad de integración social. Así, la movilidad rural revela una situación de vulnerabilidad y desapego, pues generalmente tienden a migrar más los desposeídos, los desempleados y todos aquellos que no tienen las motivaciones suficientes para permanecer dentro de sus lugares de origen. En San Cristóbal es común que los jóvenes y jornaleros, campesinos sin tierra, salgan en busca de un empleo o de un mejor salario que les permita acceder rápidamente a la propiedad, al bienestar, al progreso y es por eso que se dispersan en las ciudades de mayor actividad económica y peculiarmente en Estados Unidos donde por su calidad migratoria y origen racial son discriminados, criminalizados y excluidos tanto legal como socialmente. La mayoría de los sancristeños prefieren buscar el “sueño americano” porque los empleos urbanos nacionales, al igual que el trabajo en el campo, son mal pagados; pero como se señala en el apartado dos del capítulo dos de esta tesis, no todos logran cruzar la frontera y conseguir trabajo, ya que al migrar de manera indocumentada se exponen a la inseguridad de las rutas trazadas por los coyotes, a la indefensión por su migración ilegal y a la incertidumbre de su clandestinidad. Cada vez hay menos trabajo para los “mojados”, quienes se ocultan y viven en diáspora por temor a ser atrapados y deportados. No obstante, su partida y llegada siempre están llenas de fascinación y añoranza. La nostalgia les recuerda de dónde vienen, pero también hacia dónde no quieren volver y a pesar de que la sociedad y el gobierno estadounidense constantemente los persiguen y rechazan, insisten en incorporarse a la cultura norteamericana. Aunque demuestran gran apego a su identidad, los migrantes van de un lugar a otro haciéndose de nuevos hábitos y costumbres. (...) ponen un santaclosote, hacen sus casas como las de Estados Unidos (...) descubren nuevas costumbres, de allá, de Estados Unidos, digo, no son las mismas que en el pueblo (...) Sí pues allá hacen su media vida, en el pueblo si se van de 15 allá duran otros 15 años y ya llegan muy cambiados, ya vivieron 15 años allá en Estados Unidos y 15 en México. Entonces, como dices, se van mezclando las costumbres y todo eso (Clan, uno de los chavos de la esquina, 19 años, “multiusos”). 126

Tras el constante y masivo éxodo de sus miembros, las comunidades rurales han sufrido profundas y serias afectaciones. Por un lado, por más amor que las personas tengan hacia sus raíces, al migrar se van desvinculando de su lugar y cultura de origen. Por el otro, su aculturación repercute en el modo de vida de la localidad que abandonaron. La influencia de los ausentes es lejana pero significativa y son los emigrados quienes más motivan el desarraigo de las nuevas generaciones. Algunos adultos que nunca han migrado de San Cristóbal ven con recelo que la gente comience a urbanizar y a norteamericanizar tanto la arquitectura como sus costumbres. Las casas ya no se construyen con adobe, sino con cemento y al estilo gabacho. Se ha vuelto usual ponerles a los hijos nombres gringos, tales como Dylan, Kevin y Brian de entre otros. Se dice que los nuevos valores e ideales modernos han ido sustituyendo la moral tradicional. Si bien los jóvenes crecen con la idea de que es en la ciudad y particularmente en Estados Unidos donde se encuentran el progreso, la libertad y las oportunidades; son ellos quienes viven de manera más trágica la ruptura, el olvido y descuido familiar que trae consigo la migración. Las personas mayores comentan que muchos padres no están, sólo envían dinero a su familia y por lo mismo hay jóvenes que no trabajan y dedican gran parte de su tiempo a la vagancia y al vandalismo. Unos piensan que la desocupación juvenil y los malos hábitos no sólo son producto de dicha desatención, creen que la juventud elige estas opciones de vida incorrectas porque ya no aman la agricultura ni el catolicismo. Además, consideran a los migrantes como los mayores responsables de los cambios negativos que se dan dentro de la comunidad. Para ellos, incluso las festividades se han pervertido por la asistencia de los de afuera. Aseguran que la juventud local aprovecha el ambiente permisivo que imponen los que vienen de Estados Unidos y principalmente los de la Ciudad de México, para romper ciertas reglas, para alcoholizarse y pelear, cuando la intención de los festejos tradicionales es tratar de integrar sanamente a la comunidad. Entonces, la presencia de los transterrados resulta no ser tan grata y por la actitud que tienen los jóvenes sancristeños en estos y otros momentos se cree que se han vuelto ajenos a la vida cotidiana del pueblo. 127

En este sentido, aún cuando la mayoría de los sancristeños entrevistados no conceptualizó el desarraigo, es posible inferir que lo perciben como un estado o situación que los lleva a migrar o estar por doquier, a no madurar o no sentar cabeza, a volverse ajenos ante su comunidad y a sentirse fuera de lugar. Tal es el caso de la maestra Adriana Zúñiga, directora de la secundaria del pueblo, quien no sólo dio un significado claro sobre el desarraigo, sino que a través de su vivencia es posible explicarlo, pues siente que no pertenece del todo a la comunidad de San Cristóbal. Ella es originaria de Sayula, Jalisco, pero lleva más de 13 años en Sancris donde ha establecido lazos de amistad y parentesco. Sin embargo, por más que intenta integrarse e incidir en la vida colectiva de los sancristeños, más allá de las aulas, ellos no se lo permiten. Adriana extraña el terruño que la vio nacer y siente el “corazón dividido” porque ha comenzado a amar el lugar donde reside, trabaja y en el cual también ha conocido la desilusión. Piensa que si los padres no cooperan en la educación de sus hijos, su labor con los jóvenes realmente no sirve. Comenta que en una ocasión le advirtió a una señora sobre el alcoholismo de su hijo, pero lo único que hizo fue enojarse y decirle que no se metiera en lo que no le importaba. Tiempo después el joven abandonó la escuela, la situación empeoró y la señora fue a pedirle su apoyo, pero la maestra ya no pudo hacer algo al respecto. Algunas personas adultas piensan, como ella, que para ser aceptado en cualquier lugar la juventud debe tener un buen comportamiento y cumplir tanto las normas morales de convivencia como las leyes, porque romper con lo establecido conduce al desarraigo y a un triste porvenir. De tal forma que los jóvenes desarraigados son aquellos que viven de manera itinerante, desatados, sin obedecer las reglas impuestas. Como se ha expuesto, el desarraigo es un proceso marginal que responde a los efectos de la globalización contemporánea, al olvido gubernamental, a la falta de autoridad y a la migración; provocando cierto vaciamiento o desincorporación social de la juventud. Empero, “el vacío social no existe y cuando una fuerza se retira, otras tienden a ocupar su lugar” (Reguillo, 2006b: 10). Así, los jóvenes se desarraigan para encontrar la vida, experimentar mayor libertad, hacerse de una identidad propia y en la búsqueda de formas alternativas de existir han trastocado sus raíces culturales. 128

La comunidad dislocada: ruptura del orden establecido “El grupo no sólo transforma el espacio en el cual ha sido insertado, sino que también cede y se adapta... De ahí que cada grupo seccione el espacio para componer, sea definitivamente o según un método prestablecido, un marco espacial físico dentro del cual capturar y recapturar sus remembranzas.” Maurice Halbwachs

De acuerdo con algunos autores el desarraigo se vincula con el fenómeno de la globalización, porque tras el desarrollo de la economía mundial y la expansión de las ciudades los modos de vida tradicionales y los vínculos comunitarios se están perdiendo o desarticulando. Inesperadamente, nuevas formas de ser sustituyeron las viejas identidades. Para Katya Mandoki (1997) el desarraigo es producto de la lógica de mercado y de los procesos industriales de modernización-urbanización, los cuales han transformado el espacio, las relaciones sociales y la durabilidad de las cosas. Afirma que se ha desplazado lo perdurable por lo desechable y que los lugares ya no propician la convivencia entre las personas sino la competencia, el consumismo, el encierro, actitudes individualistas y falta de conciencia cívica por no contener más la memoria colectiva, las leyendas ni los rituales. Según Gilberto Giménez, las fuertes corrientes de migración urbano-rural e internacional han favorecido que las culturas rurales sean lentamente aniquiladas y devoradas por la urbanización; lo cual ha puesto en riesgo la permanencia, estabilidad y reproducción del modo de vida campesino, de la memoria colectiva de carácter familiar y de las identidades sólidas fundamentadas en la religión: (...) podríamos afirmar con certeza que de cada cien indígenas o campesinos que llegan al Distrito Federal en busca de trabajo, noventa dejarán de practicar su religión al salir de la Tapo o de la Central Camionera del Norte, a no ser que sean cooptados de inmediato por otras religiones urbanas de tipo “secta”, mejor equipadas sin duda para satisfacer las necesidades psicológicas y sociales de la población flotante y desarraigada de las mega-ciudades (2005: 14). En el caso de la presente investigación sólo fue un sector de la juventud el que, además de ser el único grupo que accedió a ser entrevistado, representó todos esos cambios negativos que algunos sancristeños asociaron al desarraigo: el de los chavos de la esquina, jóvenes migrantes que al regresar a su pueblo irrumpen el espacio público con sus hábitos urbanos. Ya llega uno todo tatuado y hablando de barrios (Clan, uno de los chavos de la esquina, 19 años, “multiusos”). 129

A los chavos de la esquina les gusta estar por doquier. Unos van y vienen de Estados Unidos con bastante frecuencia. Los que no tienen éxito del “otro lado” regresan sin dinero, pero traen sus tatuajes e historias: narrativas de sus vivencias como mojados. Otros, la minoría, nunca han migrado pero andan de un rancho a otro buscando parranda, encontrando problemas. Casi todos trabajan, un rato se dedican a una cosa y después a otra, son “multiusos”, dicen que hay que hacerle a todo menos a la joteada20. Conocen las ciudades, pero prefieren vivir en Sancris. Son jóvenes de 15 a 29 años que se reúnen en las esquinas de San Cristóbal, especialmente en la del jardín del centro, frente a la iglesia, donde comparten y aprenden las experiencias más importantes de su vida. Se han apropiado de la calle con toda la fuerza de sus cuerpos, de su camaradería y discursos, de su comportamiento. Los jóvenes de los sectores rurales se integran en la misma forma que lo hacen los jóvenes urbanos. Los jóvenes de los sectores populares, muchas veces hijos de familias migrantes, van caminando lentamente hacia la integración de una forma determinada de juventud, y a pesar del tiempo y de los obstáculos (...) tienen (igual que todos los jóvenes) un periodo de preparación que en su caso se da más bien en la calle que con la familia, se da con los amigos y en la contracultura, es decir, en lo que Foote White denominó “la sociedad de las esquinas” (Castillo, 2002: 61). Las esquinas son lugares donde “toda la banda” se junta para “cotorrear”: pistear (tomar cerveza o tequila), fumar yerba (marihuana), escuchar “música alterada” (narcocorridos, hip-hop, etc.) y recordar sus hazañas (peleas que han tenido con otros jóvenes, lo duro que trabajan y el poco salario que ganan, su éxito o fracaso en el amor y el cruce de la frontera como espaldas mojadas, de entre otras cosas). 20

Joteada, jotear o andar joteando es un término coloquial que utilizan para decir que alguien pretende a una persona de su mismo sexo o que se tiene un comportamiento homosexual.

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La calle y las esquinas del pueblo son los espacios de interacción primordiales de estos jóvenes. Son lugares donde construyen una identidad contracultural y una memoria marginada. El sentido de pertenencia de los chavos de la esquina gira en torno a estos sitios y a su conducta desafiante, la cual al mismo tiempo que los integra como grupo los excluye del resto de la comunidad. Su vida ritual responde cada vez menos a la vida ranchera-católica y cada vez más al simbolismo-performance de los grupos juveniles que habitan los barrios urbanos. Así, los tatuajes y la ropa, la manera en que hablan y miran, la forma como se comunican con los demás y se “hacen visibles” dentro del espacio público conforman una red de acciones simbólicas o ritualizaciones que dan cuenta de cómo interpretan y construyen la realidad. Para Rodrigo Díaz Cruz (2002), los grupos de personas que más tienden a realizar éstos y otros tipos de ritualizaciones similares son los marginados o “estructuralmente inferiores”, aquellos quienes sufren de “crisis de invisibilidad” por parte de una sociedad o de un grupo más poderoso que no reconoce su existencia o diferencia. De tal forma que los performances funcionan como una clase de poder, actos de reivindicación y resistencia, que les permite crear su propia presencia e imaginar y construir el futuro deseado. Díaz Cruz explica que existen dos concepciones sobre el ritual, la clásica o domesticada y la salvaje o nietzscheniana. La primera considera que el ritual es un medio para fortalecer instituciones y normas sociales establecidas. La segunda, que “la esencia del ritual es la transgresión de las instituciones y las normas usualmente acatadas” (2002: 40). De acuerdo con él los jóvenes llevan a la práctica ambas concepciones, pues como parte de su lucha dentro de la vida social realizan ritualizaciones que los segregan e integran en ciertos contextos, los incluyen o excluyen respecto a sus acciones y al desempeño de roles. En este sentido afirma que cuando los chavos se tatúan resignifican su cuerpo, se segregan de quienes no se han tatuado y se integran a la colectividad con la que comparten prácticas, discursos, creencias, valores, etc.; aún cuando por tradición cultural pertenezcan a una sociedad con una memoria histórica y un proyecto de futuro específicos, ya que frente a memorias y proyectos impuestos hay personas que se agrupan en communitas para encubrir o disolver las reglas formales de la vida social ortodoxa. 131

La communitas es un espacio simbólico, antiestructural o liminal creado por los marginados y excluidos para interpelar la estructura social dominante (Díaz, 2002: 33-36). De acuerdo con Irene Martínez Sahuquillo, hay grupos de personas que recrean cierto tipo de comunidades liminales o fraternales en las que pareciera que “no existieran ni normas represoras, ni distancia entre individuos, ni roles” (2006: 815), para fundirse así en una comunidad sin jerarquías o de mayor igualdad. En sí, la communitas es un espacio que sirve de refugio existencial a quienes no se adaptan, incorporan o integran plenamente a la sociedad a la que pertenecen. En el caso de los chavos de la esquina, lo que permite su existencia y consolidación como grupo es la memoria de las carencias y desigualdades que viven dentro y fuera de su lugar de origen; de tal forma que este cúmulo de experiencias negativas ha favorecido su segregación hacia las esquinas, así como su percepción de la comunidad dividida en barrios: Supuestamente son tres. El Barrio de los Cuinos, el Barrio de los Tuberos y el Barrio de los Desempleados, el de nosotros, los de la esquina, los más cabrones en pocas palabras (Chavos de la esquina, de 15 a 29 años, “multiusos”). Su barrio es su territorio, su espacio de camaradería y masculinidad, donde se anclan las heroicas remembranzas de quienes han recorrido el desierto y el río para llegar a Estados Unidos, de aquellos que cruzando se abandonaron a las drogas, a los burdeles y bares. Unos dan su testimonio y otros escuchan atentos los recuerdos incómodos de una memoria que se forja como marginada. La memoria marginada es de carácter oral, contracultural y antiestructural, ya que no se encuentra en textos y el grupo que la elabora tiene valores, ideas y pensamientos distintos a los de la sociedad ortodoxa. Puede significar atraso y un obstáculo para el progreso como en el caso de las comunidades campesinas e indígenas, o entenderse como rebeldía en el caso de los jóvenes. En estos y otros casos la memoria marginada implica una ruptura con el orden establecido, puesto que de ella se desprenden una serie de prácticas y comportamientos que divergen de las reglas instituidas. Según Michael Pollak (1989), este tipo de “memorias subterráneas” no son más que las memorias de los excluidos, los marginados y de las minorías dominadas, de las subculturas que emergen contra lo hegemónico, contra lo impuesto. 132

La memoria marginada es una memoria que irrumpe el espacio público y es capaz de generar movimientos sociales, movimientos rebeldes, por la misma cuestión de que expresa la no incorporación de cierto sector de la población en la sociedad y porque es una memoria que no se adapta. Generalmente este tipo de memoria entra en conflicto con otras memorias, peculiarmente con aquellas que resultan ser las tradicionales o dominantes. En San Cristóbal este conflicto se observa no en un movimiento social, sino en la alteración de los modos de estar y convivir de jóvenes como los chavos de la esquina, quienes han modificado tanto sus hábitos como la configuración del territorio en función de de su memoria, es decir, de sus vivencias y de las relaciones que a lo largo de su vida han mantenido entre sí, con los demás y con los lugares. Los sancristeños de mayor edad recuerdan que antes no había lugar sin respeto, ya que en cada rincón del pueblo las personas debían mostrar la buena educación familiar y religiosa que habían recibido. El espacio público reflejaba hasta en lo más recóndito los valores de su cultura. La música y la ropa correspondían a su ser campesino, ranchero. En la calle sólo se hacía gala de las buenas costumbres y la gente caminaba con mayor tranquilidad, porque todos se conocían, todos se saludaban. Algunos adultos piensan que las nuevas generaciones se han olvidado de las buenas costumbres, de ser “normales” y que se segregan de los demás porque han perdido, además del respeto y el amor a sus raíces, el sentido de comunidad. Para la directora de la secundaria de Sancris, la segregación de los jóvenes responde tanto a su conducta desafiante como a la necesidad que tienen de imponer su propia voluntad. Ella está convencida de que la juventud sancristeña actual vive de manera dividida y siempre en conflicto con los otros porque las y los jóvenes están en una constante competencia, siempre buscando actuar fuera de lo común para llamar la atención e impresionar al sexo opuesto. A la directora le disgustan las modas que ha ido adoptando la juventud en San Cristóbal y la forma en que jóvenes como los chavos de la esquina dislocan la comunidad. Eso que el de arriba o el de abajo para mí no es importante, sino ver a todas las personas como lo que son, seres humanos (...) porque unos sienten que son dueños de su barrio y en su barrio no pueden entrar los otros (Adriana Zúñiga, 36 años, directora de la secundaria). 133

Como se explicó en el apartado dos del capítulo tres de esta tesis, en pueblos como el de San Cristóbal algunos adultos piensan que las conductas desviadas de lo “normal”, de lo tradicionalmente cotidiano, son resultado de la moda y creen, como se expuso en el apartado anterior, que este desarraigo se da por la mayor interconexión de los jóvenes con el mundo exterior y urbano. En este sentido, personas como la directora Adriana Zúñiga consideran que tanto la migración como los medios masivos de comunicación han ido deformando la manera en que la juventud percibe la realidad, por eso los muchachos imitan a los maras, los cholos o a los reguetoneros y las jovencitas se visten sin recato, compiten entre ellas para ver quién es más atractiva y se fijan en jóvenes que no son “normales”.

Por su parte, los chavos de la esquina admiten que generalmente su comportamiento sí es resultado de la moda, pero no se asumen como “anormales”. Para ellos su conducta es algo que los distingue de otros jóvenes e incluso entre ellos mismos existen diferencias. Dicen que son pocas las mujeres que se fijan en ellos o se juntan con los de su grupo y conciben a los “barrios” como lugares de pertenencia donde se agrupan según su estilo de vida. Prefieren estar con otros afuera de otro rancho que con los de aquí. Aquí no se da que tú estés con una de tu mismo rancho. Las de allá arriba no nos hablan, que porque no les gusta estar con marihuanos y sabe cuánto. Es que allá es un jale y acá es otro (...) allá arriba se juntan unos y acá abajo nos juntamos nosotros (...) algunos sí se hablan, se hablan de arriba y de abajo (...) Algunos sí, algunos no (Chavos de la esquina, de 15 a 29 años, “multiusos”). 134

Esta dislocación espacial reproduce de alguna forma los estratos en los cuales se divide la sociedad sancristeña. Según como lo perciben los chavos de la esquina, “los de arriba” son quienes tienen mayor poder adquisitivo, poseen tierras y ganado e incluso geográficamente viven en la parte de arriba del pueblo; “los de en medio” no tienen grandes posesiones pero viven bien y se encuentran en la parte media de San Cristóbal. Los de la esquina viven abajo y se asumen como los más jodidos del rancho. Sin embargo hay quienes son de arriba o en medio pero por sus carencias se identifican y se juntan con los de abajo. De acuerdo con los de la esquina, esta división se da por condición social y experiencias que comparten entre sí. Para ellos, ser de un “barrio” significa pertenecer a un mismo lugar, a un mismo estatus o posición social; y aunque la pobreza y la migración las han vivido prácticamente todos los sancristeños, es en “los de la esquina”, en “los de abajo”, donde se concentran las vivencias más trágicas de la marginación. Por un lado, la esquina y el barrio representan la exclusión y las desigualdades que viven estos jóvenes dentro y fuera de San Cristóbal. Por el otro, se han convertido en los únicos espacios físicos y simbólicos capaces de integrarlos, de capturar su memoria y de potenciar su identidad. Maurice Halbwachs (1990) explica que hay una relación estrecha entre las formaciones grupales y la configuración del territorio, pues si bien es cierto que algunos grupos o comunidades se adaptan al medio, también adaptan el medio en función de su memoria, una memoria plástica que responde a los fines u objetivos del grupo y lo que un grupo ha hecho otro lo puede deshacer. Asimismo Halbwachs afirma que con el paso del tiempo todo cambia y los cambios afectan los hábitos, pero asegura que los grupos humanos tienden a oponerse al dislocamiento, a resistir y combatir con toda la fuerza de sus tradiciones el deterioro de sus lugares y relaciones, de sus costumbres y religiones. (...) las religiones se arraigan en la tierra no solamente porque los hombres y grupos deban vivir en ella, sino porque la comunidad de creyentes distribuye sus más ricas ideas e imágenes por todo el espacio. Existen lugares sagrados y otros puntos que evocan recuerdos religiosos, así como lugares profanos habitados por los enemigos de Dios, que pueden hasta ser maldecidos y en donde los ojos y los oídos deben cerrarse (1990: 22, 23). 135

La moral arraigada en el catolicismo les ha permitido a los sancristeños conservar su identidad tradicional y la cohesión de su comunidad a pesar de la aculturación y dispersión de sus integrantes; pues la religión se ancla en lo más profundo de su ser, se expresa en las múltiples relaciones que establecen y se extiende hacia todos los espacios que concurren, visitan o habitan; espacios que a su vez colman de imágenes, objetos y prácticas religiosas, fortaleciendo así su sentido de unión y permanencia.

Por ejemplo, desde hace tiempo atrás se pintan mensajes bíblicos en San Cristóbal, cuya finalidad es recordar a jóvenes y adultos cómo deben comportarse. En la entrada del pueblo (“Arrepiéntete y cree en el Evangelio”), donde se reúnen los chavos de la esquina (“Camina humildemente con tu Dios”) y en muchas otras bardas del rancho se exhorta a los creyentes a seguir reproduciendo su cultura de una forma arcaica, como si la rutina eclesiástica y la rigidez en el pensamiento les devolvieran el orden y equilibrio pasados. 136

Dichos mensajes forman parte de un conjunto de prácticas culturales religiosas destinadas a hacer cumplir los hábitos tradicionales y las expectativas sociales o comunitarias. Por medio de éstas y otras prácticas se pretende consagrar a Dios los lugares y las conductas, de tal manera que cualquier sitio o actividad que rompa con este propósito resulta condenable. En sí, desde la memoria religiosa colectiva se impone una realidad que las y los jóvenes sancristeños cada vez comparten menos y en este sentido no es que su comportamiento sea resultado de a una percepción deformada de esa realidad, sino, que esa realidad es interpretada y reconstruida a partir de sus vivencias y necesidades cotidianas. La realidad de la vida cotidiana se organiza alrededor del “aquí” de mi cuerpo y el “ahora” de mi presente (...) Lo más próximo a mí es la zona de vida cotidiana directamente accesible a mi manipulación corporal. Esta zona contiene al mundo que está a mi alcance, el mundo en el que actúo a fin de modificar su realidad (...) o sea que mi atención a este mundo está determinada principalmente por lo que hago, lo que ya he hecho o lo que pienso hacer en él (Berger y Luckmann, 1998: 39, 40).

A través de las estéticas corporales y de las conformaciones grupales los jóvenes representan la realidad, lo cotidiano, lo que sienten y piensan de ellos mismos y de los otros. Sus acciones demuestran el apego que tienen o no hacia sus costumbres y lugar de origen. Han creado subculturas frente a los modos de vida impuestos y si bien se espera que las dejen atrás al “sentar cabeza” lo cierto es que no se integrarán a su comunidad, no al menos de la forma esperada, pues para un amplio sector de la juventud no existen condiciones suficientes que les permitan arraigarse sin desafiar lo establecido. La evidencia empírica nos muestra que la sociedad no está creando espacios suficientes para los jóvenes; no cuenta con la capacidad suficiente para albergarlos y se está convirtiendo en su enemiga (Brito, 2002: 51). 137

Arraigarse en Sancris: una realidad distante “El arraigo al terruño es un apego a su paisaje, a sus gentes, a sus costumbres. Un factor esencial del arraigo es la permanencia.” Katya Mandoki.

Uno de los objetivos de la presente investigación, además de definir en colectivo los conceptos de juventud y desarraigo, ha sido el de identificar junto con los sancristeños qué alternativas existen o se pueden generar para evitar que los jóvenes se desarraiguen de su pueblo natal y cultura de origen. A lo largo de esta tesis se explica que frente a la migración, la violencia, las adicciones y la dislocación como problemáticas asociadas al desarraigo, la comunidad sancristeña cuenta con la fe católica y los lazos de parentesco para mantenerse unida. Sin embargo y como se señala en los apartados anteriores de este último capítulo, la familia y la religión no han podido frenar el proceso de deserción social que las nuevas generaciones experimentan. Lo cotidiano es que de cada 100 jóvenes 30 ó 40 se queden a vivir dentro de San Cristóbal y continúen con sus estudios de secundaria, de los cuales la mitad ingresarán a la preparatoria y sólo uno de ellos asistirá a la universidad. Según estimaciones de las autoridades locales más del 60 por ciento de la juventud se está desarraigando por la migración, al mismo tiempo que la minoría restante reduce significativamente su capacidad de inserción social al abandonar la escuela a temprana edad. Dicho abandono se debe en parte al entorno familiar. La mayoría de los padres no impulsan a sus hijos a estudiar, sino a trabajar el campo y a migrar desde muy chicos. Con el propósito de mantener el modo de vida campesino los varones son explotados a partir de su infancia, esto provoca que no aprovechen al máximo el único espacio orientado a su desarrollo y que en algunos casos también abandonen o se distancien de la familia. (...) en lugar de que el muchacho descanse para estudiar, mejor el papá se los lleva y entonces el padre sí realmente lo puede estar explotando por ese lado, porque está llevando a su hijo a trabajar siendo menor de edad, no importa que sea su hijo. Yo pienso que uno sí debe dejarles a sus hijos su espacio, como niños o jóvenes, lo que sea, para poder tomar su escuela como es y dejarlos descansar para que hagan sus tareas (Chabelo, 38 años, “multiusos”). Sí hay quienes ayudan a sus padres, pero otros se van y se olvidan (Adriana Zúñiga, 36 años, directora de la secundaria). 138

Igualmente se espera que las mujeres transiten de su niñez y adolescencia hacia la madurez aprendiendo a reproducir su tipo de sociedad, es decir, cuando se desempeñen como esposas y madres serán reconocidas como adultas. Aunque ellas casi no migran y tienen un mayor acceso a la educación escolarizada, su vida académica es truncada muy pronto por la expectativa de formar una familia. Casarse y tener hijos es un proyecto de futuro que incluso jóvenes como los chavos de la esquina tienen dentro de sus planes. A pesar de su contracultura demuestran gran interés por seguir la tradición del matrimonio, lo cual significa su salida definitiva del grupo y el inicio de una nueva vida donde el alcohol, las drogas, las fiestas, las peleas y el desempleo no tendrán cabida. Así, perciben al desarraigo y a la juventud como una etapa posible de superar no sólo casándose, porque también los noviazgos y otras experiencias los hacen madurar: Ya la mayoría cuando tienen novia se apartan de uno, ya nomás piensan en la novia, ya no es el mismo cotorreo con uno, porque así sin novia va uno y agarra que una chica y se echa sus cervezas y no lo anda cuidando la novia a uno. Ya con novia no, se enojan de todo, uno no puede hacer lo mismo (...) Ya uno empieza a sentar más cabeza cuando uno ya está casado y ya se porta más bien uno (...) A veces hasta los accidentes nos llevan a sentar cabeza también, porque pasan accidentes y uno piensa –no, pues ¡está caramba!, anda uno de carajo y eso no va– Y es cuando uno se empieza a calmar más, son etapas nada más (Chavos de la esquina, de 15 a 29 años, “multiusos”). De acuerdo con Rodrigo Díaz Cruz (2002), el ritual del matrimonio además de consagrar la unión entre los contrayentes y segregar a los casados de los solteros es un rito de paso que, junto con el ingreso de los individuos a la escuela o al trabajo, transforma el estatus o posición social de las personas, permite cruzar umbrales temporales (pasar de una etapa a otra) y confirma el orden establecido (por ejemplo: la clasificación de las edades y las formas de vida). No obstante en San Cristóbal se sigan casando algunos jóvenes, hay quienes piensan que el asentamiento de familia se está perdiendo por el aumento en el número de uniones informales y de casamientos por embarazo inesperado. 139

En general los adultos sancristeños no consideran correctas o legítimas las relaciones establecidas fuera de lo moralmente instituido, como la vida marital sin contraer nupcias y la maternidad o paternidad en la soltería de entre otras. Creen que en este tipo de vínculos no existe un compromiso real entre las personas y suponen son resultado de la banalización o degradación de los valores católicos y familiares. Unos aseguran que las nuevas generaciones se están casando menos y juntando más por el desapego en el cual crecen, pues la familia campesina en lugar de acoger a sus miembros los explota y expulsa para subsistir, situación que implica cierta violencia y en determinado momento genera ruptura o crisis en las solidaridades tradicionales. Otros coinciden en que los padres son responsables de la fragilidad en los lazos creados por sus hijos y advierten que si la educación no se asume desde el seno familiar los más jóvenes seguirán siendo incapaces de construir relaciones duraderas, de encontrar trabajo por su baja escolaridad y de permanecer e incidir positivamente en San Cristóbal. En este sentido los adultos entrevistados tienen un mal pronóstico sobre la juventud, porque la mayoría de los jóvenes que se van del pueblo migran de manera ilegal hacia Estados Unidos, donde son constantemente rechazados y criminalizados por su calidad de indocumentados; y los que se quedan o retornan no continúan con sus estudios, se encuentran desempleados o subempleados y pocos se incorporan a la agricultura. Si bien el panorama es adverso y por lo mismo resulta difícil evitar el desarraigo, estos adultos plantearon que los jóvenes sólo se arraigarán en Sancris al integrarse por completo a su cultura, a la escuela y al trabajo. Puntualizaron que los padres y madres deben involucrarse más en la formación de sus hijos e hijas y motivarlos a estudiar para lograr que maduren, amplíen sus oportunidades y encuentren la vida en su localidad natal. Muchos quieren empezar con los muchachos, pero yo digo que lo primero que hay que hacer es empezar con los papás, porque uno está en la escuela duro y dale con los muchachos y salen de la escuela y se viene el trabajo de uno abajo (...) Porque cuando uno platica con los muchachos sí oyen, toman lo que quieren y lo que no pues les entra por un oído y por otro les sale (Adriana Zúñiga, 36 años, directora de la secundaria). Depende mucho de los papás (...) Los niños crecen y cuando uno quiere regañarlos ya no se puede (Refugio Molina, 41 años, tendera). 140

De tal manera que para arraigarse a un lugar o a una cultura no basta con que uno se sienta parte de un grupo, se tienen que construir relaciones a largo plazo y realizar prácticas cotidianas que involucren a las personas entre sí y las integren en comunidad. La comunidad entonces es producto del arraigo y éste a su vez deriva de los vínculos comunitarios que los individuos construyen y reconstruyen al interactuar, convivir y al compartir espacios y experiencias comunes con los demás. El arraigo es la acción o efecto de arraigar o arraigarse, del latín ad y radicare, echar raíces. Según el diccionario la palabra tiene dos acepciones. La primera es jurídica y se refiere a confinar o prohibir la salida de alguien de un sitio o población para asegurar el cumplimiento de una sentencia. La segunda es social y significa establecerse en un lugar adquiriendo bienes, parentesco y relaciones. Existen análisis políticos, sociológicos y antropológicos que, si bien no lo definen con precisión, contribuyen a pensarlo como un proceso sociocultural vinculado a la permanencia e integración de los individuos dentro de tradiciones, colectividades y territorios específicos. Desde un enfoque semiótico y estético el arraigo está ligado a la existencia del ser humano, es un comportamiento moral que permite la apropiación física y simbólica del territorio, así como la consolidación de grupos cuya identidad y cohesión requieren de memoria colectiva y de un proyecto común de futuro: Se cuenta con que la montaña, la casa, el árbol vetusto, los rituales y narrativas compartidas rebasen la existencia individual y perduren amalgamando en referencias comunes al hombre con sus semejantes y con su entorno. El arraigo se finca en hitos que vinculan a los hombres con generaciones previas y futuras permitiéndoles habitar, desde los imaginarios sociales, en lugares que los acogen y les dan sentido. Tanto para el individuo como para el colectivo, el arraigo los alberga a ambos y a cada uno en su pasado, en sus proyectos y en su singularidad propias y comunes (Mandoki, 1997: 14). El arraigo expresa nuestro apego hacia los objetos, los lugares y las personas; nos ubica en territorios de vida y convivencia; crea territorialidades, es decir, identidades ancladas al terruño donde nacimos o habitamos; fortalece los sentidos de pertenencia, de organización y orienta nuestras prácticas culturales y modos de ordenar el espacio público. 141

San Cristóbal es un territorio de nostalgia más que de arraigo, donde el olvido gubernamental y el abandono de sus migrantes configuran y reconfiguran la pobreza como un ciclo muy difícil de romper. La memoria de las carencias se ancla en los recuerdos de quienes se van, pero también en las vivencias de una marginación cotidiana para quienes se quedan o retornan. Es cierto que el analfabetismo de los sancristeños los predispone al desempleo o a conseguir trabajos pesados y mal pagados. Sin embargo, su falta de acceso a un salario digno o a un empleo bien remunerado responde más a la ausencia de políticas públicas, que a la explotación infantil y juvenil desplegada al interior de los hogares rurales.

La economía campesina depende de la cooperación y migración de los más jóvenes para satisfacer las necesidades básicas de la familia y por lo mismo una parte importante de la juventud no tiene acceso a la educación. Situación que cambiaría si el gobierno realmente apoyara la agricultura nacional y creara fuentes de empleo que permitieran tanto a las viejas como a las nuevas generaciones permanecer y vivir bien dentro del campo. Pues la única solución para que no sucediera todo eso, yo pienso que sería el empleo, que no hubiera desempleo, que hubiera aquí una fuente de vida para todos, para que todos pudiéramos estar aquí y que hubiera manera de sostenernos, porque es por eso que la gente se va (José Guadalupe, casi 50 años, delegado 2010-2013). Sí (...) de hecho dicen por ahí que la vida está donde está el trabajo (Adriana Zúñiga, 36 años, directora de la secundaria). Sí, pues es que el arraigo (...) es de la gente que sienta cabeza y se queda en un cierto lugar a tratar de progresar o por ejemplo, a buscar su chambita y ser una persona de bien (...) Nosotros lo que necesitamos es una base, un trabajo para todos estos jóvenes que dejaron el estudio vuelvan a reiniciarse con la sociedad, a estar bien con la sociedad, tratar de estar bien, pero lamentablemente no se puede con el jale de aquí (Chabelo, 38 años, “multiusos”).

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A pesar de que algunos jóvenes frenan su desarraigo al casarse o al sentar cabeza, las personas mayores piensan que en Sancris no hay vida porque no hay trabajos, ni ingresos suficientes para desarrollarse dignamente. En San Cristóbal prácticamente se vive al día y no hay más proyecto de futuro que migrar en pos del progreso. Entonces, para arraigarse en el pueblo hacen falta empleos bien remunerados y muchas otras cosas como mejorar las calles, arreglar el drenaje y la carretera que desde tiempos de Miguel de la Madrid prometieron construir las autoridades de Lagos de Moreno. Pero principalmente faltan espacios integradores. Los adultos entrevistados comentan que antes las personas eran más cooperativas y no había tantos problemas. Según ellos, la convivencia se ha perdido junto con la juventud por la indiferencia y el individualismo propio de la época. No obstante creen posible el rescate de las antiguas solidaridades y la incorporación de las nuevas generaciones a través de la recuperación y el ordenamiento del espacio público. En este sentido y después de invitarlos a reconstruir mentalmente su terruño, unos dijeron que para generar armonía entre todos y propiciar la integración de los jóvenes deberían de existir más espacios educativos (una preparatoria, bibliotecas, talleres de artes y oficios), deportivos (un gimnasio y canchas de voleibol, basquetbol, etc., no sólo de futbol) y en sí, lugares donde chicos y grandes pudieran desarrollar su cultura, dialogar, expresarse y entretenerse sanamente. Sin embargo, saben que necesitan superar varios obstáculos antes de llevar a cabo éstos u otros proyectos. (...) ubicaría principalmente escuelas, luego lugares de recreación y luego lugares donde ellos se reúnan para hacer actividades que les interese, siempre y cuando sean actividades buenas, que no se vayan a reunir a pelear u otras cosas. (Adriana Zúñiga, 36 años, directora de la secundaria). Estaría bien que hubiera algo aquí en la comunidad, que el gobierno promoviera algo, como oficios y manualidades para que en algo ocuparan su tiempo los jóvenes y olvidaran ese tipo de cosas negativas. (Chabelo, 38 años, “multiusos”). (...) simplemente tenemos mucho tiempo pidiendo que nos hagan la carretera y no la han hecho (...) Nos han prometido muchas cosas, pero hay mucha corrupción. A mí me gustaría que hubiera todo, por ejemplo educación, trabajo y que la gente también empezara a cambiar para vivir con armonía, para verse uno bien con todo mundo. (Don Ramón, 90 años, campesino). 143

Aunque se muestran propositivos, los sancristeños carecen de voluntad y organización para cambiar su situación, no cuentan con el apoyo de las autoridades, ni con recursos o políticas gubernamentales que rebasen el modelo asistencialista actual para lograr un desarrollo sustentable. Por eso, los adultos interpelados en esta tesis insisten en involucrar a las familias en la formación escolarizada de sus hijos y así evitar que éstos migren, pierdan su tiempo en las calles, se vuelvan adictos, cometan algún delito o se integren en grupos desafiantes. Sin duda hay una correlación entre el nivel educativo, el bienestar, el crecimiento económico y la movilidad social de las personas. Empero, jóvenes como los chavos de la esquina no creen que el estudio pueda mejorar su calidad de vida y consideran que también quienes no asistieron a la escuela y trabajan con sus manos merecen un empleo y salario dignos. Piensan así porque han construido su juventud en ámbitos informales y no es por moda o necesidad de imponer su voluntad que se han distanciado de la escuela, del trabajo, de la iglesia y hasta de su familia. De alguna manera estas instituciones les han fallado y en lugar de integrarlos tienden a discriminarlos. (...) aquí se discrimina el uno al otro, por la manera en que se viste uno, por los tatuajes, o porque está uno gordo, o porque está pobre. Si todos somos iguales, ninguno es más que otro (...) aquí es lo que se da mucho (...) Y nosotros también hemos discriminado (...) se visten vaqueros los de arriba y nosotros los discriminamos y nosotros nos vestimos así, fresas, cholos y nos discriminan. (Chavos de la esquina, de 15 a 29 años, “multiusos”). Ellos coinciden con los adultos en que hacen falta la carretera, los empleos y espacios integradores; sin embargo están convencidos de que para permanecer y convivir armónicamente en Sancris primero deben existir respeto e igualdad entre todos. Si la comunidad los prejuzga por su baja escolaridad, ocupación, estilo de vida, forma de vestir, condición social, por migrar a las ciudades o irse de “mojados” a Estados Unidos; obviamente habrá tensión, conflicto y rechazo mutuo. De tal modo que su segregación hacia las calles y esquinas, la división que hacen del territorio en barrios, sus identidades, grupalidades y subcultura son producto de la discriminación. 144

Según el Consejo Nacional Para Prevenir la Discriminación (CONAPRED) el aislamiento, la desigualdad y violencia son algunos efectos negativos de conductas discriminatorias que impiden, prohíben, niegan o limitan el ejercicio de uno o varios derechos por características o peculiaridades que distinguen o diferencian a los individuos entre sí: La discriminación es una práctica cotidiana que consiste en dar un trato desfavorable o de desprecio inmerecido a determinada persona o grupo, que a veces no percibimos, pero que en algún momento la hemos causado o recibido (...) El origen étnico o nacional, el sexo, la edad, la discapacidad, la condición social o económica, la condición de salud, el embarazo, la lengua, la religión, las opiniones, las preferencias sexuales, el estado civil y otras diferencias pueden ser motivo de distinción, exclusión o restricción de derechos (información obtenida el 20 de agosto 2014 en el sitio oficial de internet www.conapred.org.mx). Entonces la discriminación es, junto con la pobreza, un tipo de violencia que provoca la marginación y disminución de las personas, quienes al ser estigmatizadas reducen sustancialmente sus oportunidades de incorporación dentro de tradiciones culturales y espacios sociales específicos. Al no ser aceptados en la sociedad, en lugares públicos, en las escuelas, en el trabajo, en la familia, etc.; los individuos quedan expuestos al desarraigo y a la anomia21 por un lado, a la liminalidad22 y a la subalternidad23 por el otro. En este sentido y retomando el ejemplo de los chavos de la esquina, la falta de inclusión y de acceso a la igualdad determinan los modos de permanecer, participar e integrarse colectivamente; al mismo tiempo que generan insatisfacción y divergencia con el orden establecido, crisis de identidad y disputas territoriales de entre otras cosas. 21

La anomia es un término de la sociología moderna que indica ausencia o falta de organización y de reglas que aseguren el cumplimiento de las metas sociales (Diccionario de Filosofía, 1974: 87); regularmente se le asocia con la ruptura de normas por medio de un comportamiento desviado. 22

Según Rodrigo Díaz Cruz (2002), las personas liminales son aquellas que no han completado su transición o no han cumplido con una serie de ritos y convenciones que los definan como parte de la sociedad y por lo mismo se encuentran en una fase marginal, es decir, no pertenecen a lo sagrado ni a lo profano o bien pertenecen a ambos, ya dejaron de ser lo que eran y todavía no son lo que serán, no están ni aquí ni allá, están entre lo uno y lo otro; son seres que por su indefinición rompen con las estructuras dominantes, sin embargo se mantienen dentro de ellas en una posición de inferioridad o subordinación. 23

De acuerdo con Gyan Prakash (1996), la subalternidad es una postura de rechazo o resistencia hacia las condiciones impuestas, mediante la cual se critican o trastornan los valores del mundo dominante y se ejerce presión contra las fuerzas subordinantes, pero debido a que son marginalizadas o ignoradas la voz e iniciativa de los subalternos, sus acciones no modifican las desigualdades que engendran quienes detentan el poder.

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Para que este tipo de jóvenes pudieran arraigarse en Sancris o en cualquier otro lugar tendrían que madurar o sentar cabeza, es decir, adaptarse al entorno y cumplir con las normas, expectativas y modos de vida autorizados; o en su caso, necesitarían ser visibilizados, reconocidos y tomados en cuenta desde su diferencia. De lo contrario la transgresión de los valores dominantes y de las leyes impuestas seguirá siendo su única estrategia de sobrevivencia e identificación, de reivindicación y resistencia frente a las condiciones de pobreza y exclusión que experimentan. Ellos, los de la esquina, son una muestra significativa de esa gran parte de la juventud sancristeña que por no tener ingresos familiares suficientes ha tenido que abandonar a muy temprana edad la escuela y su pueblo natal en busca del progreso, del sueño americano, de una mejor vida. Gracias a su explotación en tierras lejanas ellos y sus familias han podido incrementar su poder adquisitivo.

No obstante la calidad de vida de los sancristeños no ha mejorado, como tampoco el contexto y mientras haya nuevas generaciones dispuestas a migrar y arriesgar su vida cruzando de “mojados”, a dejar de estudiar y a subemplearse para superar las carencias del campo; el arraigo de los más jóvenes en San Cristóbal será una realidad distante. Evidentemente esta situación en particular demuestra que si bien las juventudes mexicanas (sobre todo rurales) crecen en medio de la adversidad, cuentan con diversas capacidades que, no les son reconocidas formalmente pero, les permiten salir adelante y abrirse paso en un mundo en el cual tanto los discursos de los adultos (autoridades locales, escolares, religiosas, padres de familia, etc.) como las prácticas políticas gubernamentales, se han concentrado más en resaltar y criminalizar su divergencia que en valorar y fortalecer sus habilidades y potencialidades. 146

De la violencia criminal al desarraigo juvenil... Conclusiones. Inicialmente esta investigación partió del interés por conocer el impacto de la violencia en la vida cotidiana de los sancristeños, pues el momento en el cual surgió mi inquietud para llevarla a cabo estuvo profundamente marcado por la escalada de hechos violentos derivados del combate a la delincuencia organizada y al narcotráfico que, sobre todo en los últimos años de gobierno del ex-presidente Felipe Calderón Hinojosa, pusieron en evidencia la incapacidad del Estado para garantizar la seguridad y el bienestar de la población mexicana. Fue la abundante información periodística sobre delitos ligados al fenómeno migratorio lo que más llamó mi atención, específicamente dos acontecimientos: el asesinato del agente norteamericano Jaime Zapata del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (ICE por sus siglas en inglés) en San Luis Potosí en febrero 2010 y el hallazgo de 72 cadáveres de migrantes centroamericanos en San Fernando, Tamaulipas, en el mes de agosto de ese año. Ambos crímenes ocurrieron cuando más se intentaba justificar las medidas adoptadas por Calderón para combatir a las agrupaciones delictivas y mientras las fuerzas políticas estadounidenses lo presionaban para continuar su guerra contra el narco. Estos sucesos no sólo exhibieron la ineficacia de la guerra calderonista y de la política de seguridad antiterrorista de Estados Unidos, sino también la contribución gubernamental en el aumento de la narcoviolencia. La muerte de Jaime Zapata mostró la falta de cooperación bilateral para dar solución a la problemática del tráfico de drogas y de personas, al mismo tiempo que reveló varios meses después la responsabilidad del gobierno estadounidense en la comisión de homicidios en México con armas de alto poder provenientes de su territorio, ya que algunas incluso fueron introducidas por medio de un operativo secreto de la Oficina de Alchohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF por sus siglas en inglés) denominado Fast and Furious (Rápido y Furioso). Dicho operativo pretendía desmantelar las redes de tráfico de armas, sin embargo las autoridades a cargo perdieron el rastro de alrededor de dos mil armas, las cuales llegaron a manos de los cárteles mexicanos y posteriormente se localizaron en escenas de crímenes como el de un agente fronterizo en Arizona, Brian A. Terry, en diciembre de 2010. 147

Cabe señalar que por la frontera norte entran ilegalmente a nuestro país cerca de 20 mil armas cada año, según datos de la Organización de Naciones Unidas (citado en Ramos y Hernández, 2011) y cruzan hacia Estados Unidos de manera indocumentada miles de mexicanos y centroamericanos en busca del “sueño americano”. No obstante muchos de estos desplazados han encontrado la muerte en el desierto, en el río o al quedar bajo el dominio de los narcotraficantes, como en el caso de los 72 transmigrantes (58 hombres y 14 mujeres) quienes fueron secuestrados, ejecutados y sepultados clandestinamente en un paraje del municipio de San Fernando, Tamaulipas, por el cártel de los Zetas en agosto de 2010 y en abril de 2011 se hallaron otras 47 fosas con más de 190 cuerpos. Resultaba ya innegable el estrecho vínculo entre el fenómeno migratorio y el narcotráfico. Los amplios reportajes demostraban que los cárteles de la droga habían utilizado desde hace años la migración indocumentada para penetrar en mercados transnacionales, expandir sus redes de venta y consumo, así como para diversificar sus negocios: secuestro, extorsión, tráfico y trata de personas de entre otros. Negocios que distintas organizaciones delictivas se disputaban violentamente. Por lo tanto, Felipe Calderón decidió enfrentar este tipo de criminalidad con una mayor violencia. El ex-presidente mandó al ejército a combatir la delincuencia organizada, situación que elevó la tasa de homicidios y el número de denuncias contra las fuerzas armadas por violación a los derechos humanos, las cuales se han incrementado hasta en un 600 por ciento en los primeros años de gobierno de Enrique Peña Nieto, de acuerdo a estimaciones de las organizaciones no gubernamentales Human Rights Watch (www.hrw.org) y Amnistía Internacional (www.amnistia.org.mx). En 2011 la Organización de Naciones Unidas pidió retirar al ejército de las calles, por considerar que los militares no estaban preparados para realizar tareas de seguridad pública y porque el uso desmedido de la fuerza aumentaba las desapariciones forzadas; pero el gobierno mexicano rechazó regresar a los soldados a sus cuarteles y contestó al organismo internacional que la mayoría de las desapariciones forzadas respondían a extravíos, secuestros o simple desaparición (Medina, 2011; Franco, 2011). De tal forma que los abusos de autoridad continuaron, exacerbando la violencia criminal y generando un clima de impunidad, caos, temor y autocensura. 148

Las víctimas cotidianas de esta violencia delincuencial e institucional eran y siguen siendo los migrantes, los defensores de derechos humanos, los periodistas y principalmente jóvenes que en su mayoría provienen de sectores marginados de la sociedad; cuyas vejaciones, desapariciones o muertes han confirmado el poder intimidatorio y corruptor de los narcotraficantes, han señalado la complicidad de las autoridades con los delincuentes y han generado confusión e indignación entre una parte importante de la población por la posición política y mediática que se ha tomado desde entonces. A finales de marzo 2011 los grandes consorcios mediáticos del país firmaron un acuerdo para la cobertura informativa de la violencia, que más allá de propiciar una actuación responsable de los medios de comunicación frente a dicho contexto mostró la subordinación de las empresas –que suscribieron tal acuerdo– ante el poder Ejecutivo federal y su versión oficial de los hechos, lo que abrió la posibilidad de “linchar mediáticamente a inocentes” y de “censurar el ejercicio de análisis y reflexión que debe acompañar a las noticias” (La Jornada, nota editorial, 25 de marzo de 2011). Intelectuales y activistas como el poeta Javier Sicilia reprobaron en todo momento este tipo de reacciones, por considerar que con ellas se golpeaba duramente la libertad de expresión, pues el objetivo que demostraron perseguir tanto la guerra contra el narco como el acuerdo mediático fue el de acallar las voces más críticas al gobierno. Sicilia estaba convencido de que la persecución al crimen organizado sólo era una cortina de humo para legitimar a Felipe Calderón en el poder y pronosticó que el despliegue militar serviría en mayor medida para criminalizar y combatir la protesta social. La matanza de 22 jóvenes –presuntos delincuentes– el 30 de junio en Tlatlaya, Estado de México; la desaparición forzada de 43 estudiantes de la escuela normal rural de Ayotzinapa el 26 de septiembre en Iguala, Guerrero; y el reciente descubrimiento de diversas fosas clandestinas con gran cantidad de cuerpos a lo largo y ancho del país son hechos que en los últimos meses del 2014 confirman el pronóstico del poeta y de otros quienes años atrás pusieron en duda la estrategia anticrimen, la cual en el transcurso de los gobiernos de Calderón y de Enrique Peña Nieto ha engendrado una violencia sistemática contra las voces del disenso; estrategia que para Sicilia (2011) significó la reducción al gasto de lo único que realmente puede disminuir el crimen y la drogadicción: la cultura y la educación. 149

Durante el avance de esta investigación me di cuenta que los jóvenes juegan un papel central en el estado de la violencia y descomposición que vive el país. Como expliqué en el apartado tres del capítulo dos, son ellos quienes protagonizan los crímenes y las muertes en las calles, la deserción escolar y la drogadicción; al mismo tiempo que son las principales víctimas de los levantones, los secuestros y las desapariciones forzadas; situaciones que en el caso de San Cristóbal se encuentran vinculadas a la migración indocumentada y al narcotráfico, a la falta de una buena educación y de opciones de vida dignas. La teoría angular de mi tesis se centró en un principio en que la estrategia de combate a la inseguridad había sido mal planteada. A mi parecer no debía limitarse al desarrollo y fortalecimiento de las instituciones carcelarias, policiales y de investigación contra el crimen y la delincuencia organizada –así sólo se ha logrado criminalizar aún más a la juventud disidente–, sino que las medidas antidelito debían ser preventivas e integrales y a partir de un estudio de caso pretendí abonar a la solución de la problemática. En el camino descubrí que el problema era mucho más complejo y que tenía que ver con la pobreza y desigualdad en que vive gran parte de la juventud mexicana, sobre todo la que habita en el área rural y que es allí, en el campo, donde el gobierno libra las más cruentas y estériles batallas contra el narco, el cual se ha vuelto parte de la vida cotidiana y hasta de la cultura local de vastas regiones rancheras y serranas de la República Mexicana. Si bien la droga y toda la violencia asociada a ella se entremezcla con la moda, la estética y las maneras de ser joven –y ranchero–; la “narcocultura” y el pandillerismo de jóvenes como los de Sancris son producto de la marginación y de su necesidad de resistencia y reivindicación frente a la exclusión que experimentan. Los jóvenes han optado por alternativas informales e ilegales para salir adelante porque no existen condiciones que les permitan incorporarse plenamente a la sociedad y esto es lo que finalmente me llevó a plantear que su desintegración se debe al desarraigo, es decir, a un proceso profundo de deserción social y de ruptura con lo formalmente establecido (hábitos, costumbres, reglas, leyes, etc.), que también se da cuando dejan de sentirse parte de la colectividad a la que pertenecen, pero que ocurre específicamente dentro de un contexto global que limita sus oportunidades –y las de sus comunidades de origen– para progresar. 150

Peculiarmente es en nuestra región del mundo –América Latina– donde se concentran los índices más altos de abandono escolar, crimen y violencia juvenil. Por un lado, niños y jóvenes de las familias más pobres dejan la escuela para trabajar, corriendo el riesgo de caer en la vagancia, en la drogadicción y la delincuencia. Por el otro, de continuar con sus estudios seguirán pasando por largos periodos de desocupación, desempleo o subempleo porque el mercado laboral todavía no demanda personal con mayor nivel educativo. En nuestro país, el mercado laboral aún favorece más a quienes sólo han cursado estudios de primaria y secundaria, revela la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) en su Panorama Educativo 2014 (...) El organismo multinacional estima que los jóvenes mexicanos de 15 a 29 años pasarán 3.3 años sin estar empleados o en la educación formal (...) México es también el único país de la OCDE donde los jóvenes de 15 a 29 años pasarán más tiempo trabajando que estudiando (Poy, 2014: 40). El ejemplo mexicano es revelador. Recientemente se aprobaron diversas reformas estructurales que ni en el ámbito educativo ni en el laboral –de entre otros– prometen mejorar la calidad de la educación, de los empleos o de vida de las personas en general. Al contrario, dichas reformas favorecen aún más los procesos de globalización que los países capitalistas centrales de Europa, América del norte y otras potencias han impuesto sobre el resto del planeta para mantener su estilo de vida y seguir dominando el orbe. No es mera especulación, como lo señalé a lo largo de la tesis y específicamente en los dos últimos capítulos, el desarraigo juvenil se encuentra estrechamente relacionado con la globalización y las condiciones de exclusión, marginación y subordinación que produce en beneficio de la economía de libre mercado. Para abrirle paso a las corporaciones transnacionales, a los grandes capitales extranjeros –y nacionales–, nuestra clase gobernante ha decidido implementar con mayor rigor sus políticas neoliberales, a través de reformas en materia económica, educativa, laboral, etc. y por medio del combate a la inseguridad –más que al de la pobreza y el desempleo–. Sin duda, el modelo civilizatorio actual es tan inmoral como insustentable y sólo nos ha conducido a la superexplotación y desvalorización de la fuerza de trabajo, a la degradación tanto del medio ambiente como del tejido social; al mismo tiempo que ha orillado a las nuevas generaciones hacia la informalidad e ilegalidad. 151

No pretendo justificar el crimen y la violencia juvenil –o cualquier otro tipo de violencia–, lo que digo es que para evitar el desarraigo y otros problemas socioculturales –tales como la migración, la desintegración familiar y comunitaria, crisis de identidad y conductas violentas o delincuenciales, etcétera– debemos frenar el avance del neoliberalismo global. El caso de los jóvenes de San Cristóbal, Jalisco, demuestra que el desarrollo rural por la vía de la modernización ha traído más cambios negativos que positivos, pues la mayoría de los sancristeños –ya sea que hablen desde su juventud o adultez– no identifican al progreso como el fortalecimiento de sus vínculos comunitarios, de sus costumbres y raíces culturales, ni mucho menos la permanencia de las personas en su lugar de origen. Piensan que para progresar y no estancarse en el modo de vida campesino hay que salir del pueblo, acceder al trabajo asalariado y al consumo urbano –de bienes y servicios–. En este sentido la mayoría de los sancristeños migran y se dedican al progreso de sí mismos y de sus propias familias, lo cual ha traído consigo –además de dispersión– desunión entre los pobladores; y esto ha impedido que se organicen colectivamente ya sea para regenerar la convivencia o exigir a las autoridades mayor compromiso y apoyo gubernamental. Además, escuchar las voces de quienes se considera se están desarraigando me llevó a reafirmar mi tesis de que la estrategia de combate a la delincuencia es incorrecta, porque sólo se están buscando “chivos expiatorios” para problemas que nada tienen que ver con la rebeldía o divergencia juvenil. No por nada jóvenes como los chavos de la esquina ponen en duda las estructuras sociales. Al disentir nos revelan en qué hemos fallado como sociedad y nos muestran que hay otras formas de construir identidad, de organizarnos en comunidad. Para ellos lo más importante no es reproducir un orden cósmico o divino, ni ceder ante una expectativa o presión social; sino realmente “encontrar la vida” (trabajo digno, bienestar, etc.), establecer relaciones más libres y voluntarias, así como ser reconocidos y tomados en cuenta desde sus diferencias. Cabe precisar que un enfoque de género hubiera expuesto con mayor profundidad la vulnerabilidad en la que se halla la juventud y aunque por el papel tradicional que desempeñan las mujeres socialmente no participan significativamente en este proceso de desarraigo juvenil, sí son quienes más se encuentran en una posición de desventaja. 152

A pesar de que no logré involucrarlas en el desarrollo de esta investigación, mi estudio de caso recupera experiencias que podrían mejorar su entorno y el de la juventud en general. Como lo expliqué en el apartado tres del capítulo cuatro, para reconstruir la vida comunitaria resulta necesario que las nuevas generaciones tengan acceso a una mayor y mejor educación escolarizada, a empleos y salarios dignos, a diversos espacios que promuevan su integración y principalmente tienen que contar con el apoyo familiar, social y gubernamental para generar condiciones de equidad e inclusión. Toda política pública y proceso de organización colectiva que pretenda mejorar las oportunidades y la calidad de vida de las y los jóvenes tendría que tomar en cuenta lo siguiente: • La juventud es una categoría social que comprende desde la pubertad hasta los primeros años de la adultez, es un periodo de transición hacia la madurez que oscila entre los 10 y los 29 años de edad, es una etapa en la cual se experimentan diversos cambios fisiológicos y emocionales que junto con el contexto determinan tanto la personalidad como el modo de vida de las personas. Es sobre todo una palabra que además de ser utilizada como sinónimo de adolescencia se emplea para estigmatizar y discriminar a los miembros más jóvenes, “inmaduros” o rebeldes de la sociedad; así, la juventud es un término que puede convertirse en sectario si se piensa que sólo hay un modo de vivir la juventud o de ser joven. Sabiendo –después de haber realizado este estudio– que la juventud es un concepto elástico y depende de la valorización que cada sociedad tiene de ella y de cómo la viven los jóvenes de acuerdo a su cultura, sería más conveniente hablar de “juventudes”. • Más allá de concentrarnos en diferenciar a los jóvenes integrados de los “alternativos”, a los divergentes de los convergentes, a los rurales de los urbanos, a los varones de las mujeres, etcétera, tenemos que establecer relaciones dialógicas e intergeneracionales con todas las juventudes para diseñar estrategias de desarrollo que contemplen sus necesidades, anhelos, aspiraciones y expectativas. • Para entender y enfrentar adecuadamente las distintas problemáticas que aquejan a las juventudes, debemos acercarnos a dichas problemáticas desde los ámbitos de 153

interacción de las y los jóvenes, así como reconocer el potencial que tienen las agrupaciones juveniles y las prácticas identitarias que las nuevas generaciones crean de manera espontánea para contrarrestar culturalmente esas problemáticas locales que se agravan por la globalización neoliberal de la economía de libre mercado. Por último, quiero hacer énfasis en que mi propuesta para abordar distintos fenómenos o problemas sociales –tales como la migración, las adicciones y la violencia, de entre otros– a través del “desarraigo” parte de la siguiente perspectiva: • El desarraigo, desde un punto de vista moral, responde a situaciones de anomia y desintegración social; es producto de un entorno desestructurante que afecta de manera negativa las posibilidades de las personas para incorporarse a una determinada colectividad, ya sea porque no se identifican más con esa colectividad o porque no existen condiciones necesarias que permitan su inclusión. • De tal forma que el desarraigo implica desapego hacia los lugares, los valores, las normas, expectativas o hacia los modos de vida impuestos o dominantes. Por lo cual, algunas personas o grupos tienden a abandonar ciertos espacios sociales o a desviarse de conductas que antes les habían sido habituales. La gente que siente que no pertenece o no es aceptada dentro de culturas o lugares específicos se desplaza constantemente y modifica sus patrones culturales para sobrevivir y resignificarse socialmente, vive de manera itinerante y al margen, crea subculturas para enfrentar su exclusión y no se adapta al orden establecido, se segrega –o es segregada– y tiene un comportamiento desafiante. • Generalmente son los migrantes, los jóvenes, los analfabetas, los desempleados y todos aquellos que no cuentan con opciones suficientes para integrarse quienes se encuentran en desarraigo y quienes más fácilmente caen en adicciones y en la violencia u optan por salidas informales y hasta ilegales para salir adelante. Desde esta postura explico que el contexto tiene gran influencia sobre nuestra praxis, nuestros modos de convivir y participar comunitariamente, y que así como el desarraigo resulta de una serie de fenómenos y problemáticas que se interconectan, a su vez engendra más problemas y conflictos por las actitudes contraculturales que se adoptan en el proceso. 154

En el caso de los jóvenes de San Cristóbal, Jalisco, se observa que si bien es un sector de la juventud el que se considera en desarraigo –por su baja escolaridad, continua migración y subcultura–, no son los jóvenes “contraculturales”, divergentes o mal portados quienes menos estudian o trabajan, quienes menos permanecen en su lugar de origen o quienes menos participan en el desarrollo comunitario de su localidad por dedicarse a la vagancia, a las drogas o a ejercer violencia contra los demás. Por el contrario, son en quienes más se hacen visibles tales problemáticas y quienes al “transgredir” el orden establecido cuestionan y reconfiguran –mediante su praxis divergente– el espacio social y las relaciones humanas, al igual que las bases económicas, ideológicas y morales sobre las cuales se erigen nuestras instituciones (familia, escuela, Iglesia, Estado, etc.) y por lo tanto sería más pertinente reflexionar multidisciplinariamente acerca de la responsabilidad que tienen la sociedad y las instituciones en su conjunto y el sentido que tiene conservarlas como se han conservado hasta ahora, pues a pesar de que actores o sujetos sociales como estos jóvenes sean expulsados hacia la periferia de lo formal y lo legal, demuestran una voluntad política y social mayor que la de las instituciones –y de la gente que las conforma y defiende– para transformar positivamente su entorno inmediato.

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ANEXO 18 ENTREVISTAS TRANSCRITAS Conversación con el Tuy, grabada en audio el 19 de noviembre 2011 Tuy: Como te digo, antes de llegar al Puesto. Alberto: ¿Cuándo lo mataron? Tuy: Por ahí como en julio, antes del ausente. Y te digo antes andabas normal, no se sabía que te secuestraban o algo. No pues ni modo, algo vio o algo supo o algo ha de haber hecho y ya lo traían. Pues ese día que hallaron el laboratorio ese día agarraron unos aquí y otros allá en Ojuelos, que supuestamente eran de los mismos. Y te digo, la gente antes andaba tranquila y ahora ya no. Ahora sí ya, ¡ándate con cuidado! Oh, pues al Desmayado hace poco también le tiraron un plomazo. Alberto: ¿A quién? Tuy: Al que vendía los tacos. Alberto: ¿Por qué? Tuy: No sé, nomás de repente, le quebraron los vidrios de la camioneta. Alberto: ¿Y quién suponen que fue? Tuy: Pues ni él sabe. Alberto: ¿Fue aquí en San Cristóbal o afuera? Tuy: Aquí en el camino, ya llegando a Sancris, aquí en el crucerillo que va pa’l Tecuán y el Puesto, ahí por la curvilla y traía a su mujer y se me hace que a la niña, a la más chica, y creo que se agachó su mujer sabe qué a agarrar y en eso ira ¡pas! Alberto: ¿Él está metido en broncas? Tuy: No. Pues igual mucha gente dice que entran camionetas en la noche, que no se quedan aquí, que a veces nomás entra una y se quedan dos afuera cuidando, que suben pa’ arriba. Alberto: ¿Y de dónde son esas camionetas? Tuy: Pues que no traen placas, que son de esas Hummer y luego también el lunes va a ser quince días que andaba aquí la estatal, andaban como cinco patrullas de la estatal y estaban como revisando el lugar. Pero no, ya ahorita no está fácil. Alberto: ¿Y tú has visto esas trocas? Tuy: Yo no. Dicen que también policías se paran aquí afuera, o sea en los caminos, así a tantear, ya de la federal y de la estatal. Yo no las he visto, pero gente que entraba noche dice que las han visto. Alberto: ¿Y qué creen que buscan? 166

Tuy: Pues sabe. No hace mucho sí me tocó ver de lejos que pasaban los soldados, pasaban en los camioncillos verdes. Alberto: ¿Crees que sea por la droga? Tuy: Pues yo creo que sí y no hace mucho, tendrá como unos nueve o diez años habían dicho que por allá por la presa de Valerio que por allá habían hallado un sembradío de marihuana y esa vez sí me tocó ver soldados también, porque pasaron por ahí por la parcela, atravesaron, iban con sus metralletas, sus rifles y unos perros, iban caminando, iban viendo Alberto: ¿Dónde está la presa de Valerio? Tuy: Es una que está pasando la M, cuando va uno de aquí pa’ allá y cuando viene uno de allá está antes de la M. Es una presa grandota, que está a un lado de la carretera. Alberto: ¿Pero cuándo se empezó a poner más feo, o siempre ha estado así? Tuy: No pues apenas. Supuestamente se supo bien que ya había narquillos, hace como un año, cuando hallaron ese laboratorio. Ese día que lo descubrieron lo desmantelaron y según el mismo día habían agarrado a unos creo en Ciénega de Mata o en Ojuelos, algo así. Alberto: ¿El laboratorio dónde estaba? Tuy: Acá cerca, abajo de la parcela de los Molina, en un terrenillo que está allí abajo. Y acá en otro lado, había un señor que supuestamente era de allí del Bajío y duró unos años en el norte, hizo su dinero y compró tierras pero no la supo armar, nomás duró como un año, hizo su casa, tenía vacas, su ranchillo, pues igual así como todos, normal, y luego ya vendió y a los que les vendió luego luego ahí donde tenía sus bodegas, donde metía forraje, rastrojo, donde tenía sus corrales, luego luego lo embardaron, no se miraba nada pa’ dentro. Lo embardaron y luego luego se supo que a lo mejor eran de esos mismos, de los narquillos que tenían el laboratorio y de ahí nomás se supo eso y ya se veía que pa’ allá en Ojuelos unas balaceras, hace poquito en la Chona y aquí que los secuestraderos. Alberto: ¿Me dijeron que en Betulia hubo balazos? Tuy: Pues ayer en la noche fue cuando hubo una balacera y secuestraron al muchacho. Alberto: ¿A qué muchacho? Tuy: A ese de Betulia. Pues ya ves que las noticias malas luego luego se saben, pues hasta en el radio salió, en las noticias de Aguas, en las policiacas, informaron que hubo una balacera como a las dos de la mañana, en la madrugada y ya pues sábado, ya era hoy en la madrugada y dijeron que se agarraron a balazos y se llevaron al muchacho y nomás una camioneta dejaron porque se las poncharon, yo creo ya no les jaló, y pues avisaron a las autoridades de Aguascalientes por sí iban para allá ésos, pues luego luego dieron avisos porque según habían jalado rumbo hacia esa dirección, y también dijeron que había un policía herido y estaba en el hospital Hidalgo. Eso se oyó en el radio.

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Alberto: Esta es la noticia más reciente, pero dices que hace 22 días la del hermano del Botana y escuché que habían secuestrado también a un sacerdote, ¿qué pasó? Tuy: Lo asaltaron, que un retén falso. En el radio oí que fue un retén falso, que le salieron unas camionetas y le hicieron detenerse, que el padre luego luego se identificó que era sacerdote, pero de todos modos le quitaron la camioneta y lo golpearon y se llevaron la camioneta con todo y chofer y creo venía de dar una misa creo que en la Hacienda de la Presa y en la noche le salieron esos. Ayer oí que ya habían hallado al chofer, muerto, ahí en la M, pero sabe. De todos modos de que está canijo, está canijo. Alberto: ¿Era el sacerdote que da misa aquí? Tuy: No, es otro, la parroquia de ese sacerdote es de Ojuelos a Ciénega, creo, y el de aquí es de la parroquia del Tecuán, está San Cristóbal, el Puesto, la Palma, pues estos ranchillos que están aquí en la región. Y ese padre venía a la Troje a dar misa, porque a la Troje le toca la parroquia de allá. Y pues sí está canijo ahorita.

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Entrevista con el Clan, grabada en audio el 4 de diciembre 2011 Alberto: Hace como dos años estuvimos yendo Iván, Rodrigo y yo a hacer una investigación, ¿si supiste? Clan: ¡Ajá! Alberto: ¿Y qué idea tienes de lo que hacíamos? Clan: Mmm, pues yo nada más vi la película, bueno ya ves que me (corta la frase porque previamente le mostré el video documental que realizamos), que estaban investigando del pueblo ¿no? Alberto: Sí mira, fuimos a hacer una investigación, durante un año, sobre la migración. Nuestro contacto aquí era Alejandra, Jacobo y allá pues entrevistamos a tu hermano, al Botana, a Doña Socorro, al Tuy (de entre otras personas) para saber qué pensaban sobre la migración. Entonces, salió una tesis y el video. La tesis no se les dio a todos, nada más a algunos, pero el video sí se les dio a bastantes personas. Esta vez (me refiero al viaje que realicé del 19 al 21 de noviembre 2011 a la comunidad de San Cristóbal) fui a darles más videos y les voy a preguntar cómo les pareció. Clan: Cuando vayas otra vez, ahora en diciembre ¿no? Alberto: Así es, entonces, la idea es que tú me puedas decir cómo viste el video ¿Te gustó, no te gustó? Clan: Pues sí estuvo interesante ¿no? Alberto: ¿Qué fue lo que más te gustó, o qué se te hace interesante? Clan: ¡Oh! Es que no me acuerdo bien. Alberto: Lo que recuerdes. Clan: Pues se me hizo interesante porque (se queda un rato pensando). Alberto: Lo que sea, porque salieron bien bonitos (se ríe), salieron tus cuates. Clan: Sí salieron ellos (se ríe), no pues por lo que decía de que en Estados Unidos es muy difícil, creo dijo el Botana ¿no? (me pregunta) ¡Ay no me acuerdo! Es que traigo muchas cosas en la mente. Alberto: Pues olvídalas (se ríe). Bueno, que fue lo que más se te quedó del video, algo con lo que te identificaras, no sé, tienes algún pariente allá. Clan: Sí, mi hermano. Alberto: ¿Y qué pensabas cuando estabas viendo el video? Clan: Pues que se van por sacar a la familia adelante y pues que batallan mucho allá en Estados Unidos para sobrevivir. 169

Alberto: ¿Tú cómo ves eso? Clan: Pues, a la vez bien y a la vez mal. Bien porque a los que sí encuentran trabajo pues sí están bien y los que no pues allí andan batallando que no tienen pa’ comer, pa’ la renta, para todo eso de sobrevivir ahí en Estados Unidos. Alberto: Entonces crees que el video sí expone bien el problema (el Clan dice que sí) o le faltó algo (contesta que no), ¿hay algo sobre lo que no se habló, o algo que te hubiera gustado más que estuviera en el video? Clan: Pues sí estuvo bien, bueno yo lo vi bien, se habló bien de lo de la migración, de todo eso, de esas cosas. Alberto: Bueno, aparte del video te digo que hicimos una tesis, que es esta (se la muestro) ¡Eh! No te la voy a poder dar, porque esta es la mía, pero mira, básicamente los resultados que obtuvimos de entrevistar como a 20 personas, pues a lo mejor es más de lo que ya sabían, ¿no?, las razones por las cuales migran algunos de los habitantes de San Cristóbal, pues destacan la falta de ingresos económicos suficientes para mantener a la familia, la búsqueda de mejores condiciones de vida, el poder adquirir diversos bienes materiales, como una casa, una camioneta, sobre todo era lo de las camionetas ¿no?, que se van mucho los chavos (el Clan me interrumpe). Clan: Sí, a traer nada más su camioneta, compran sus vacas y ¡ya! Alberto: O lo que dice Edith (una de las jóvenes entrevistadas y que sale en el video, prima del Clan), nada más van por su camioneta y regresan a gastar la gasolina, pues el dinero a lo tonto. Clan: Sí, lo tiran. Alberto: Hay otros que dicen que migran sólo por experimentar, por lo que dicen los demás que llegan contando que les va bien (el Clan interrumpe). Clan: Que se la pasan bien y que las fiestas, sí. Alberto: Migran para estudiar algunos, por ejemplo el Botana dice que migró para estudiar, pero que no estudió. Alejandra (otra de las jóvenes entrevistadas, hermana de Edith, y que sale en el video) también dijo que migró a estudiar y pues ya no estudió. Clan: ¿Alejandra? Alberto: ¡Ajá! Su principal razón para migrar fue esa. Erick (primo del Clan) migró a Aguascalientes y el sí está estudiando. ¡Eh! También nos dijeron que los jóvenes migran porque es una práctica cotidiana, porque ya es costumbre. Clan: Sí, aquí en México sí. Alberto: Sí, pero bueno, más del pueblo, de ahí de San Cristóbal dicen que ya es (el Clan interrumpe).

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Clan: En todos esos pueblos pues la mayoría, ya nomás tienen 15 ó 16 y se van a trabajar, bueno allá (se refiere a Estados Unidos) sus hermanos, los que tienen, los agarran y dicen “bueno pues vente para acá”, y ya ahí se quedan cinco o tres años, o hasta más años. Alberto: Pues igual y luego ya hacen ahí toda su vida ¿no? Clan: Sí, toda su vida, se encuentran una chica y ya. Alberto: O hacen otra familia, como decían allí (en el video), allá tienen una familia y acá (en México) otra. Bueno, ese es un punto, el por qué migran. Porque también hay varios problemas que enfrentan al migrar, algunos son la falta de empleo a raíz de la crisis que se vivió en Estados Unidos (la del 2008), por ejemplo el papá de Edith que ya no pudo encontrar trabajo, entonces hubo muchos deportados. El miedo a ser perseguido por las autoridades migratorias es otra bronca, no sé si conozcas tú a alguien que lo haya vivido. Clan: Sí Alberto: ¿Quién? Clan: Uno de ahí de kenia, de sancris, se llama (se queda pensando), a pues el que me dijo –te voy a madrear– cuando pasó con dos muchachas ¿sí te acuerdas, cuando estábamos en el jardín? Uno así peloncillo con un copete, que pasaron, no por en medio, pasaron así como dando vuelta. Ese chavo, pues apenas tenía como cinco meses que se había ido a Estados Unidos y dice que él andaba pues de parranda, ¿verdad?, en un baile con amigos de Honduras, de Chihuahua y de sabe dónde. Así, pues allá se juntan, bueno esa vez disque se fueron a un baile así de esos, alterados. Alberto: ¿Cómo alterados? Clan: Así de esa música bien locota, ¿si has escuchado Los Inquietos? Alberto: No. Clan: Pues de esa música así como de drogas, de narcos y dice que ya con eso pues se prenden, toman y fuman y de todo. Alberto: ¿Qué fuman? Clan: ¡Marihuana! Y dice que ya llegaron al baile y andaba con sus amigos, que andaban como unos 10 dice y que estaban otros, otra bolita así aparte. Entonces que, creo, uno de sus amigos le echó la bronca a otro y pues ya que se empiezan a pelear y todo y uno de los amigos del Caicos, así se llama, bueno le dicen Caicos, que sacó una pistola ¿tú crees?, y así, los amigos del Caicos los tenían en el suelo, pues él también pateándolos y todo, a los otros, dice que el amigo del Caicos sacó una pistola y lo mató, a otro, y los otros corrieron y dice que ya cuando salieron del baile los andaba buscando la policía. Y a él le echaron el paquete ¿tú crees?, al Caicos. Alberto: Y, ¿su amigo era también de aquí de México o de dónde?

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Clan: No, era de Honduras, creo, o de Guerrero, algo así. Y dice que a él, durante 15 días lo andaban persiguiendo, ¿tú crees?, él así recorría todos los, como él tiene regados a sus hermanos en Atlanta, en (se queda pensando), ¡ay!, pues los tiene regados en Estados Unidos. Dice que él en su carro, en el Mustang amarillo, él se vino en ese carro, dice que de allá nada más supo que lo andaban buscando y mejor se vino, dijo –no, es que estos sí me la jugaron– dijo –a mí me echaron el paquete, que yo lo maté y yo por eso me vine– Alberto: ¿Ya no se ha regresado (a Estados Unidos)? Clan: No, creo sí se iba a regresar, pero dijo que iba a esperar a que se calmara todo. Alberto: ¿Cuántos años tiene él ahorita? Clan: Como unos 30, unos 28 yo creo. Alberto: ¿Hace cuánto pasó esto que me cuentas? Clan: Hace como unos cuatro meses. Alberto: ¡Ah, tiene poco! Pero yo ya lo había visto, o sea, ¿venía a visitar, venía a las fiestas o qué? Clan: No, es que se fue él de migrante, de mojado. Alberto: ¿Por temporadas? Clan: Sí, se va, dura dos años o uno y se regresa, nomás así a traer su coche o a sacar un poquito de dinero. Alberto: Bueno pues, retomando el punto de los problemas, ser un migrante ilegal por falta de documentos es otro de los problemas (el Clan interrumpe). Clan: Sí, uno si no estudia o si no, no te dan Visa o algo, porque te van a decir –a qué vas– ¿verdad?, ni modo que les digas –a trabajar– (se ríe) te van a decir –¡no!– Alberto: Así es y otro de los problemas es, ser deportados e incluso discriminados y rechazados en los lugares en donde llegan, por ejemplo el Botana, él comenta que llegó a la cárcel porque a uno de sus cuates le dijeron wetback, espalda mojada, discriminándolo, porque así les dicen a los mexicanos que se pasan cruzando el río, y por defenderlo golpeó al que lo insultó. Y pues, hay otro punto muy interesante que es el de la posición de los habitantes respecto a la migración y hay unos que la aceptan o ven de manera positiva por los beneficios económicos que deja, pero la rechazan o ven de manera negativa por las repercusiones negativas que tiene en los hábitos y en las costumbres de quienes migran, por ejemplo unos decían –es que ya se están perdiendo los valores, los chavos se van y regresan más locotes, más liberales– Tú cómo ves. Clan: ¡Ey! Regresan más locos, pues sí ya unos regresan muy, algunos payasos, regresan y se sienten que son de hule, así andan echando pleito, así como dice Edith, llegan en su camioneta arrasando así con todos. A los ocho días uno les tiene miedo, pero a los otros ocho días lástima, porque pues se les acaba su dinero y ya no hacen nada. 172

Alberto: Y bueno, eso va de la mano con los cambios que se dan en la comunidad, a raíz de la migración, como repercusiones culturales en las costumbres y tradiciones de la gente por la influencia de la cultura norteamericana, pues ya, por ejemplo en el video se ve al Botana muy cholo ordeñando, no sé si tú has visto algún otro tipo de cambio, por ejemplo en la música. Clan: Pues la música es de éso, nada más, alterado (de drogas y narcos), qué será, no pues casi en la ropa se ve más. Alberto: O que vengan y pongan el Santa Claus, ¿no has visto eso? Cosas de ese estilo, ya muy gringas. Clan: Ahí con Nacho Ortiz ponen un santaclosote, hacen sus casas como las de Estados Unidos, no sé si te has fijado que ya algunos las hacen de dos pisos y tipo así como las del norte, de Estados Unidos, y nada más eso. Alberto: ¿En los chavos, cómo los ves? Yo no los veo que usen botas, sombrero o que anden a caballo. Clan: Ya guangajillos todos, cholos dicen, en sus bicis, en sus trocas. Ya se van perdiendo las costumbres de andar a caballo y con sombrero. Alberto: Otro punto es el de la desintegración familiar, por la ausencia o lejanía de sus integrantes y cambios en la forma de ser, tanto de los migrantes como de quienes esperan el retorno de los migrados. Clan: Muchos cambios, pues será porque descubren nuevas costumbres, de allá, de Estados Unidos, digo, no son las mismas que en el pueblo, ya no, como se dice (se pone a pensar). Alberto: Pues mira, la primera investigación fue de Leonardo, hermano de Iván, no sé si te enteraste. Clan: No, no supe. Alberto: Él encontró que hay una fragilidad de la identidad, porque las personas que migran ya no se sienten parte del pueblo, ni de Estados Unidos, sin embargo sí tienen en la mente, como un ideal, al pueblo y a México, pero vuelven de regreso y ya no se están a gusto. Allá mantienen sus costumbres, digamos mexicanas, pero junto con las gringas. Entonces, es como una mezcla, un mestizaje, le llama él una “hibridación”, una “cultura híbrida”. Y pues nosotros nos fijamos que estos cambios, estos problemas, algunas personas dicen que son por los chavos, como los chavos son quienes más migran. Clan: Sí pues allá hacen su media vida, en el pueblo si se van de 15 allá duran otros 15 años y ya llegan muy cambiados, ya vivieron 15 años allá en Estados Unidos y 15 en México. Entonces, como dices, se van mezclando las costumbres y todo eso. Alberto: Se dice que hay muchos chavos que regresan y andan ahí de peleoneros. Logramos identificar que esta contraposición, contraste o conflicto entre lo tradicional, que son las costumbres de San Cristóbal, con lo liberal, que son las costumbres de Estados

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Unidos, pues da lugar a que se vuelvan más violentos los chavos, de entre otros cambios que se pueden observar. Clan: Sí, llegan más acelerados, más peleoneros. Alberto: Piensas que haya servido de algo hacer esta investigación que te comento. Clan: Pues sí porque ayuda a conocer cosas, a saber cosas que uno hace, que uno no debe de hacer. Alberto: No a todos se les preguntó como a ti, ni se les dijo lo que se hizo, yo pienso que en ese aspecto fallamos mucho, en que, bueno, yo apenas estoy haciendo la devolución de los resultados, apenas estoy yendo a decirles –miren, ésto fue lo que hicimos– Entonces, ¿piensas que si se realiza la investigación y no se dice lo que se hizo, los resultados, está bien? Clan: No, sí se tiene que decir. Alberto: ¿Piensas que si se dicen los resultados se pueda modificar algo de lo que se vive en el pueblo? Clan: Sí, haces entender a las personas, bueno, más o menos les das una idea de lo que sucede en uno y algunas personas pues sí cambian si le echan ganas, otros no. Alberto: ¿Se debería hacer otra investigación, o mejor que ahí se quede? Clan: Pues sí, que se sigan haciendo investigaciones. Alberto: ¿Sobre qué te gustaría que se investigara? Clan: Pues igual, sobre la migración, de los que migran, los migrantes, para ver qué cosas suceden. Alberto: ¿Sobre otras cosas que suceden en el pueblo no te interesaría que se investigara, por ejemplo sobre la violencia? Clan: Pues sí, sobre la violencia estaría bien, ¿por qué? Alberto: Por todos estos cambios que se observan en los jóvenes a raíz de la migración, de que pierden sus costumbres y se vuelven más violentos. Yo voy a continuar haciendo investigación en la comunidad y quiero trabajar sobre tres líneas: los jóvenes, el desarraigo y la violencia. El desarraigo más o menos como el abandono del lugar y de las costumbres, la pérdida de valores y la violencia en cuanto a que los jóvenes empiezan a adoptar esos modos de vida urbanos y como en pandilla se empiezan a pelear y (el Clan interrumpe). Clan: Ya llega uno todo tatuado y hablando de barrios y que (lo interrumpe su tío y ya no retoma lo que estaba diciendo). Alberto: Bueno, entonces te propongo participar en la investigación y en la elaboración de algún material de devolución de resultados, o sea, como el video que te mostré o alguna

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otra cosa que propongan tú y quienes decidan participar, porque también pueden participar tus cuates de allá de San Cristóbal. Clan: Pues sí, estaría bien un video (se queda pensando). Alberto: Como la gente dice –ésto pasa con los jóvenes–, pues a mí me interesa saber qué dicen los jóvenes. Clan: ¿Y yo qué tengo que hacer? Alberto: Pues que tú y tus cuates se puedan organizar para reflexionar sobre estos cambios que estábamos comentando, en la forma de ser de los jóvenes migrantes, y que también, como parte de la investigación, elaboren junto conmigo este video, o algún otro material que propongan, donde no sólo muestren la problemática que afecta a los jóvenes de la comunidad, sino que se vean qué propuestas están haciendo para enfrentar estos problemas y de qué manera están cooperando para el desarrollo de la comunidad. Clan: Sí, yo tengo muchos amigos, sí te podría ayudar. Suena interesante. Yo creo que si querrían participar, digo, si tienen tiempo, no, sí, a lo mejor sí Alberto: Sale, pues piénsalo para que nos organicemos y en las siguientes visitas que hagamos al pueblo podamos trabajar sobre esto. Porque la investigación es de aquí al 2013, bueno, la tesis escrita que tengo que entregar, pero igual y en el video que hagamos nos podemos tardar más, con la intención de difundirlo y que la gente lo vea y opine, para que sepa lo que está pasando y que algunos, como tú dices, modifiquen su comportamiento. Y pues desde ahorita lo único que les ofrezco es invitarlos a mi examen, a los que puedan venir, a lo mejor puede venir uno o dos, pero yo creo que tú si irías porque estás aquí (en el Distrito Federal). Entonces sobre la marcha iremos definiendo el rumbo de la investigación y si puedes comentarles desde ahora, si no de todas maneras yo les comento en enero cuando vaya, ¿sale? Clan: Sí, y ya les comentas. Sí pues ay lo vemos. Alberto: Vale, pues ya quedamos.

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Entrevista con Mario Alférez, grabada en audio el 28 de diciembre 2011 Alberto: Aquí le traigo el libro, el video ya lo vio, pero principalmente era la tesis. Lamentablemente no pudimos hacer muchas copias del libro para traerles a todos los que entrevistamos, pero del video sí, de hecho ustedes mismos pueden copiarlo, además ya lo subí a Youtube para quién lo quiera ver ahí en el Internet. Mario: ¿La tesis la hicieron entre los tres? Alberto: Así es, entre Iván, Rodrigo y yo. Y ahí vienen todas las entrevistas que les hicimos y todo lo que dijeron se ocupó para sacar información para identificar por qué están migrando, los problemas que enfrentan al migrar y los cambios que se dan aquí por la migración ¿Usted cómo vio nuestro trabajo? Mario: No pues muy bueno porque andan en el propio camino donde se desarrollan las circunstancias y a la vez pues el que no sabe se entera a través de la tesis y de antemano también ustedes le andan ahí batallando en estos lugares tan desérticos, pero es parte del desarrollo de su propia carrera y lo mejor que les salga pues es más factible para la propia carrera. Alberto: ¿Y usted como vio que no hayamos dicho claramente lo que íbamos a hacer con la información que nos dieron y que no regresáramos pronto a enseñarles la tesis? Mario: No pues es de entenderse, porque tanto el video como el propio libro requieren de gastos y de más. A algunos sí nos tocó el video y pues muy bueno, muy bueno porque yo no sé cómo lo hagan, si por cuenta de ustedes o si se los patrocinen, de la manera que sea a uno se lo regalaron y es más que bueno. Entonces del video se saca la secuencia del libro y viceversa, porque es similar, y para el objetivo que ustedes persiguen, tanto el video como el libro, es un factor muy importante para su carrera. En su caso pues échenle ganas y pa’ delante. Alberto: ¿Usted piensa que es necesario regresarles los resultados de la investigación? Mario: Pues claro que si hubiera un libro por ahí que me regalaran pues sería muy bueno, porque desgraciadamente no toda la gente nos enteramos o nos dimos cuenta, ya que a no todas las personas se nos dio. Un libro es más práctico porque al tenerlo en lo personal pues aquí ya flota y se les expondría o el que quiera hojearlo pa’ darle una pasada pues aquí estaría y el video es más complicado porque requiere de la indumentaria propia y el libro es más práctico, ¡ahí te encargamos un libro! Y ya de ahí, la crónica que lleva el libro pues es la vivencia propia de la comunidad y no nomás de la comunidad, a lo mejor hasta nivel nacional. Entonces, el hecho de que los jóvenes, los más jóvenes, se enteren de la trascendencia de su propia gente pues también les sirve, ¡cómo no!, cualquier libro y demás instruye y ya si se avientan a la aventura pues no van de tiro a ciegas. Alberto: ¿Y qué te pareció el video? Mario: Está bien, está muy amplio y yo supongo que el libro está más explícito todavía que el video. Entonces, pues ahí estamos y échale ganas y que saques adelante tu maestría, que no sea en balde el trabajo y le pongas ganas. 176

Alberto: ¿Qué fue lo que más te gustó del video? Mario: ¡Oh!, pues tiene muchos detalles que de hecho ya los conoce uno y son vivencias que no nada más yo viví, sino que muchos conciudadanos lo saben, lo han experimentado y quienes ya lo sabemos decimos –ya lo viví– pero hay gente que no lo sabe y que es muy práctico saberlo para que conozcan cómo se ha desarrollado el jale aquí. Alberto: ¿Algo que no te haya gustado del video? Mario: No, no, no, no hay por qué hacer objeciones, porque como te digo, el video es menos amplio, menos explícito, pero dentro de lo que cabe está muy bien. El libro considero yo que tiene más cobertura de cada detalle, lógicamente. En lo referente a lo que es el trabajo que hicieron pues estuvo más que bien que anduvieran por acá haciendo ese exhorto y de antemano se les agradece todo el interés que tomaron por esta comunidad. Alberto: ¿Le cambiarías o añadirías algo más al video? Mario: No, para dejar algo a la imaginación, es que de la visión se sacan secuencias también. Alberto: ¿Te hubiera gustado más que les regaláramos el libro? Mario: Pues claro que al haber ese obsequio, pues no digamos a toda la gente porque yo sé que todo tiene su costo, pero pues unos cuantos dentro de las personas que más nos interesemos sí sería propio, sería muy bueno porque al aceptarlo o al recibir el obsequio es para conservarlo y que sirva para que la persona que guste se ilustre de acuerdo a lo especificado dentro del libro. Alberto: ¿Consideras que ahí debe quedar la investigación o se deben de seguir haciendo más estudios? Mario: Pues las trayectorias en que más le busques a lo mejor más le hallas. Entonces, si su trabajo requiere de hacerlo más amplio, pues échenle ganas dentro de lo que esté al alcance en lo personal y creo yo que muchas personas estamos en la mejor disponibilidad de acuerdo a las preguntas o referencias que se quieran hacer. Alberto: Bueno, ahora yo vengo solo porque mis otros compañeros tomaron sus propios caminos. A mí lo que más me interesa, lo que más me llamó la atención es la situación de los jóvenes, del desarraigo, de esa pérdida de costumbres y de valores, de que se van y algunos ya no regresan, además de la violencia de la cual son víctimas en los lugares a los que se van y aquí en su pueblo, como de la violencia de la que algunos son los protagonistas. Ahora pienso trabajar con los chavos, ya hice algunos contactos y ahora no quisiera hacer únicamente yo la investigación, sino que me interesa la participación de los jóvenes para realizarla, con la intención de que el trabajo que resulte les ayude en algo. De hecho les propuse volver a hacer un video y hacerlo juntos ¿Qué opinas de esto? Mario: La idea es muy buena ya que de manera grupal, vamos a decir que si se exhorta a que se haga un grupo de unos cuantos, las opiniones sirven para sacar buenas conclusiones o buenos resultados. Entonces pues sí sería muy adecuado un grupillo por ahí y que cada uno expusiera sus propias preguntas e inquietudes y a través de una propuesta o una 177

inquietud se valora de otra manera, porque se está escuchando entre varios y se deduce la vía a seguir más idónea, porque en la propuesta va a haber unas buenas, positivas, negativas y entonces así de manera grupal pues se saca en conclusión –no pues la de fulano es más adecuada– y ya con el simple hecho de escuchar propuestas es como un exhorto, se analizan las preguntas y de esa manera se escoge la mejor y aunque no camines de manera grupal dices –pues fulano o mengano tienen razón–, se sacan secuencias más positivas. Es muy bueno y si ese plan tienes pues adelante y creo yo que sí hay juventud presta para todos esos detalles, nomás que es como en todo, se necesita quien exhorte y quien estimule, quien exponga y quien pregunte. De esa manera sí se hace, cómo no, la raza, pues aunque haiga algunos sujetos muy deliberados, en el plan de camaradas, de amigos, de parranda, de flota o de banda o como quiera nombrársele, también se estimulan, cómo no, hay veces que es necesario el estímulo positivo y así colectivo para que no nos salgamos del ritmo del cauce y creo yo que sí hay gente para todo. Alberto: Yo propongo hacer esto con los jóvenes pero ¿qué piensas de la participación de los mayores? Mario: En un dado caso la juventud y los adultos mayores y demás, pues es muy bueno porque la teoría o las preguntas, respuestas y demás de los mayores son la propia secuencia de lo ya vivido, que esas experiencias de antemano pues a la juventud van a serle muy prácticas. No importaría que el trabajo fuera mixto, que fuera también entre hombres y mujeres, además de jóvenes y adultos. Alberto: Sí, porque también me interesa lo que se dice de los jóvenes y qué dicen los jóvenes al respecto. Mario: Ahí eso es lo adecuado para que de una forma comunitaria, donde habría la participación de diferentes edades y a lo mejor de sexos, si así se ocupa, es más amplio y sería más aprovechable porque si de otra manera lo haces independientemente con cada sector o cada edad, no se oirían los conceptos u opiniones de unos y de otros y así en grupo sirve lo de los viejos a los jóvenes y los viejos escuchan las inquietudes de los jóvenes. Se aprovecharía al máximo el tiempo y la ocasión para lo que es, porque de otra manera exhortándolos independientemente no se descarga lo pleno en sí y ya en junto pues sí y se reparte más ampliamente. Alberto: Pues muchas gracias, por el momento eso sería todo. Mario: ¡Ándale ahí estamos y échale ganas!

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Entrevista con Doña Socorro, grabada en audio el 28 de diciembre 2011 Alberto: ¿El video lo vio sola o acompañada? Socorro: Lo vi con Erick, Vanesa y unos amigos de Erick. Alberto: ¿Y qué le pareció? Socorro: A mí se me hizo bien. Alberto: ¿Qué fue lo que más le gustó? Socorro: Pues todo porque habla de aquí del pueblo, lo que dijo el Chaparro así era, y lo que dijo el Botana también. Todo es así como se narró. Alberto: ¿Hubo algo que no le haya gustado? Socorro: No, para mí no. Alberto: ¿Le agregaría algo al video? Socorro: Me hubiera gustado que saliera alguien de mi familia, menos yo (se ríe), pero bueno, salió Sara a mí eso se me hizo muy bien. Alberto: Y de la tesis ¿qué comentarios tiene? Socorro: Pues se me hizo muy bien, o sea, que trabajaron ustedes mucho para hacer ese libro, pues se ocupa mucha inteligencia, porque pues nosotros no tenemos nada. Alberto: Gracias, oiga, me decía que al principio no quería que lo que dijo usted lo vieran (Doña Socorro interrumpe). Socorro: No quería que lo vieran mis hijos, los que están en Estados Unidos, hasta les dije –ay no, que este libro nunca lo vean los muchachos, si yo me muero pues entonces sí que se los vengan a enseñar– y ahora digo lo contrario. Yo creo eso lo dije en uno de los ratos que me sentía mal, o sea, lo que sentía lo saqué a flote y de todos modos no me arrepiento de lo que dije. Cuando vi el libro pensé –¡ah!, ¿yo dije éso, pues a qué hora lo dije? (se ríe)– Alberto: ¿Usted cree que el trabajo que hicimos lo deban ver las demás personas? Socorro: Pues sí, se me hace importante porque los jóvenes ahorita están muy mal y a mí me gustaría que lo vieran a ver si se motivaban a algo, a estudiar, no a irse, a estudiar porque no todos los que estudian es porque tienen la manera de estudiar, lo hacen a base de sacrificios, de sus papás principalmente y del muchacho que estudia, porque yo me fijo en mí, en nosotros como papás de Erick nos sacrificamos mucho para que él salga adelante, pero también pienso que él se sacrifica más que nosotros, desde luego por la soledad que tiene que vivir, y me gustaría que todos los muchachos hicieran la lucha por estudiar. A ustedes yo los alabo, porque vinieron de lejos a hacer en verdad, sin hipocresías y por eso los admiro, porque están jóvenes y aspiraron a ser otra cosa, claro que con apoyo de sus papás y así lograron el fin para su carrera y yo los aprecio mucho porque han sabido salir adelante. 179

Alberto: Le pregunto porque no a todos se les dio la tesis escrita, ni el video. Me ha sido posible mostrarles los resultados de la investigación porque ahora estoy estudiando una maestría y realizaré una nueva investigación en la comunidad para saber precisamente qué es lo que pasa con los jóvenes, con la intención de que ellos participen de alguna manera en la elaboración de la misma. Socorro: Sí es muy necesario que ellos participen, porque ya desde muy chicos empiezan a tomar, a drogarse aquí mismo en el pueblo, a pelear, pero porque están de ociosos. Si en alguna ocasión les dijeron a sus papás que querían estudiar, a lo mejor a sus papás se les hizo imposible, cómo pasó con nosotros –¿Con qué vas a estudiar, dónde vas a vivir? No podemos darte para que rentes– Eso le dijimos a nuestros hijos más grandes y de los más chicos el que no quiso estudiar fue porque no quiso y el que quiso ahí está, con mucho sacrificio, pero ahí está por terminar su carrera. Alberto: Entonces, ¿piensa que es importante que se sigan realizando investigaciones como la que hicimos sobre la migración? Socorro: A mí sí se me hace muy importante. Alberto: ¿Cree que pueda servir de algo la investigación a los jóvenes? Socorro: Pues la lucha se le hace, a lo mejor a algunos sí, o como le digo, todos ignorantes qué enseñamos y si no les damos la oportunidad y si no se la dan ellos tampoco, pues nadie va a salir adelante. Alberto: Pues ni tan ignorantes, porque todo lo que logramos hacer fue gracias a lo que todos nos dijeron cuando los entrevistamos. Socorro: A lo mejor les pasó como a mí que yo dije y luego ya después me quería desdecir, bueno no me quería desdecir, o sea, no quería hacer sentir mal a los muchachos, pero como yo me siento mal muchas veces dije –no pues no importa, eso no es para que se sientan mal– Alberto: Pero, ¿ya vieron la tesis sus hijos que están en Estados Unidos? Socorro: No. Alberto: ¿Y le gustaría que lo vieran? Socorro: No, hasta que ellos estén aquí. Alberto: ¿Le gustaría que yo les hiciera llegar alguna copia? Socorro: No, que ellos vengan y lo vean junto conmigo, sí que ellos vengan y aquí lo veamos, mientras yo lo conservo con mucho cuidado. Alberto: Para terminar, ¿cómo le pareció nuestro trabajo y nuestra forma de realizarlo en el pueblo, le parece que fuimos respetuosos o no, qué no le gustó de lo que hicimos? Socorro: Claro que respetuosos, no hubo cosas que no me gustaran, todo estuvo bien, a mi ignorancia todo estuvo bien y los felicito por su trabajo. 180

Entrevista con Lourdes García, grabada en audio el 28 de diciembre 2011 Alberto: De la investigación salió esta tesis, este libro que contiene la entrevista que le hicimos y otras que realizamos con otras personas del pueblo. Lamentablemente no pudimos darles a todos la tesis, pero vengo esta ocasión para enseñárselas y compartirles los resultados que obtuvimos gracias a todo lo que nos pudieron contar. El video que le traje la vez pasada se puede decir que es la síntesis del libro. Lourdes: ¡No pues estuvo muy bien! Alberto: ¿Qué fue lo que más le gustó? Lourdes: Pues a mí se me hizo bonito todo. Me gustó todo, estuvo muy bien todo lo que decían allí en el video. Alberto: ¿Qué fue lo que más le causo impacto? Lourdes: Pues como más triste eso de que se van para el otro lado, porque yo tengo mis hijos y sí se van, lo dejan de ver a uno por andar allá, porque aquí no es vida. Alberto: ¿Algo que no le haya gustado del video? Lourdes: No pues sí se me hizo bien todo. Alberto: ¿No le agregaría nada? Lourdes: Pues no, así me gustó. Alberto: Bueno, le comento que sí nos falló un poco en no regresar a mostrarles los resultados de nuestro trabajo y yo ahora lo estoy haciendo porque sigo estudiando y me interesa que ustedes sepan qué es lo que se hizo y dónde acabó ¿Usted que piensa sobre esto? Lourdes: Pues está bien, si no se pudo antes. Alberto: ¿Considera necesario que se muestren los resultados de la investigación? Lourdes: Sí por todo lo que dijeron, todo es realidad. Le digo, eso de los del norte sí es, lo veo por mis hijos que dejan todo por irse a buscar la vida. Alberto: ¿Piensa que sirva de algo realizar este tipo de investigaciones? Lourdes: Sí, yo pienso que ayuda a la gente, por ejemplo para ver lo de los trabajos, para ver si nos mandan algo para que trabajen aquí y que haya más empleo, como el camión ese que mandaron de Lagos pues ya es mucha ayuda. Antes no mandaban y últimamente ya mandaron uno y andan muchos muchachos, unos trabajan de día y otros de noche, pero lo bueno que hay trabajo en la fábrica. Es un camión nuevo que no venía y lleva unos dos meses apenas viniendo y andan los muchachos muy a gusto. Alberto: Hablando de los muchachos, en la tesis salieron varias cosas de entre ellas el por qué se van, cuales son los problemas que enfrentan al migrar y lo que me llamó más la 181

atención, que es por lo que ahorita sigo el estudio, es por los jóvenes que se dice están perdiendo las costumbres, que regresan más borrachos y violentos. Lourdes: Sí es cierto, ya la vida los hace más duros, si se van pues allá despiertan, abren los ojos más que nada, no regresan como se van. Alberto: ¿Y usted por qué piensa que eso suceda? Lourdes: Pues por lo mismo que se van a buscar la vida, allá los trata la vida de otra manera, aprenden a andar solos sin uno, sin nadie que les llame la atención allá, por eso vienen diferentes, no vienen como se van. Alberto: ¿Usted cómo ve que regresen diferentes? Lourdes: Pues no está bien, pero se tienen que ir. Alberto: ¿Le gustaría que en lugar de irse se quedaran y no perdieran sus costumbres? Lourdes: Sí me gustaría, pero aquí no es vida. Alberto: ¿Qué hace falta para que sea vida aquí? Lourdes: Pues que haya trabajo, ahorita ya no hay trabajo en ningún lado y luego pues uno no tiene animales, ni nada, ¿en qué trabaja uno?, los que tienen pues sí tienen dónde, pero uno que no tiene nada, ni parcela ni nada, pues se tienen que ir. Alberto: Oiga, ¿y los acontecimientos recientes de violencia han afectado a los jóvenes de alguna manera? Lourdes: Sí pues porque han pasado muchas cosas y uno no está acostumbrado a ver eso y hasta ellos mismos ven el robadero y eso y se les hace fácil también hacerlo. Y el miedo que tiene uno, todos, que ya no sale uno como salía antes, ya es diferente, por lo mismo del miedo. Alberto: Como ahorita ¿no? que ya no hubo charreada en el Puesto. Lourdes: Ey, pues dijeron que no iba a haber juegos, ni nada y por lo mismo. Y ni ganas le dan a uno, pues a qué, con todo eso que pasa mejor aquí se queda uno eh, sí afecta. Alberto: Pues ahora yo estoy invitando a algunos jóvenes a que participen en la investigación, para ver todos los problemas que tienen, qué es lo que están haciendo ellos para que no sucedan o cómo los están enfrentando y si no hacen nada pues cómo le harían para que no se den estas situaciones de violencia, por ejemplo. Es la tarea que ellos tendrán, pensar qué hacer y actuar para cambiar las condiciones que viven. ¿Usted piensa que esto que le planteo sea importante? Lourdes: Yo pienso que sí, yo hubiera querido que estos camiones que vienen ahorita vinieran cuando estaban mis hijos, pero no venían, ellos se fueron porque no había de dónde y ya tengo mucho que no los veo, pero ni modo.

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Alberto: ¿Le gustaría que la investigación que ahora estoy realizando la diera a conocer aquí en el pueblo? Lourdes: Sí, que se diera a conocer, sí es interesante e importante. Alberto: Por último, ¿qué opina sobre el trabajo que realizamos recientemente mis compañeros y yo sobre el tema de la migración? Lourdes: Sí estuvo bien, los felicito, sí me gustó. Vimos el video muchas veces, todos, pues se ve la realidad.

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Entrevista con Lalo, grabada en audio el 28 de diciembre 2011 Alberto: ¿Qué te pareció el video? Lalo: Pues sí estuvo interesante, sí estuvo chido, se lo mostré a todos los amigos, sí estuvo chido el documental. Alberto: ¿Cuántos lo vieron? Lalo: ¡Todos, toda la banda! Como tengo una DVD portátil se las saqué ahí en el jardín y ahí lo vimos. Alberto: ¿Y qué dijeron? Lalo: Pues que está chido, unas cosas sí son ciertas y los que ya se han ido al norte pues nomás se quedaron pensativos, a lo mejor vivieron un caso igual o no sé, o diferente, se quedaron pensando. Alberto: ¿Y qué fue lo que más les gustó? Lalo: Pues no sé, yo pienso que cuando regresaban acá a su pueblo, como el Botana que regresó, les gustó esa parte de que regresa acá a su rancho. Alberto: ¿Qué es lo que más se les quedó en la mente sobre el video? Lalo: Pues lo de las drogas y de que ya no pueden estar a gusto y tienen que andarse cuidando de la migra, así igual dijeron que tienen que andar muy vivos, muy a la hacha. Alberto: ¿Piensas que el video expone todo lo que pasa o le faltó algo? Lalo: Yo pienso que sí explicó bien, sí lo entendieron los amigos, los camaradas, lo puse dos veces. Alberto: ¿Si tu hubieras realizado el video que le añadirías? Lalo: Yo le pondría pues familias enteras, quienes migran con su esposa, con sus hijos, y lo que le pasa a los hijos, a las esposas. Alberto: ¿Tú conoces familias enteras que hayan migrado? Lalo: Pues una tía, una hermana de mi mamá, se fue con todo e hijos, allá estaba su esposo y creo el patrón vino por ella y por sus hijos y se los llevó y a mi tío le estuvo rebajando lo que iba a costar el traslado y ya tienen como ocho años en Estados Unidos, se los llevó de mojados. Alberto: ¿Y qué fue lo que no te gustó del video? Lalo: No, pues todo está bien. Alberto: ¿Te dijimos que aparte del video hicimos una tesis escrita?

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Lalo: No, yo me imaginé que nomás el video o que nomás en unas hojas escribieron lo que le iban a poner al video pa’ que no se les olvidara. Alberto: ¿Hubieras querido saber que íbamos a hacer una tesis escrita? Lalo: Pues sí, para ver qué hicieron con toda esa información, a ver qué uso le estaban dando, pero pues ya hasta que sacaron el video dije no pues sí, sí hicieron algo y pues ya hasta que ahora traes la tesis pues ya también hay más como confianza. Alberto: ¿Tú crees que es necesario que uno les diga qué se está haciendo y por qué se está haciendo? Lalo: Pues sí, para que los morros no tengan desconfianza y sigan participado, diciendo lo que les pasa o lo que pasa aquí en los ranchos o en diferentes ocasiones de su vida. Bueno, eso yo pienso. Alberto: Pues te comento que a través de la tesis descubrimos varias cosas como lo que les pasa a los que migran, a quienes no migran, los problemas que se viven allá en Estados Unidos y los que viven aquí como la falta empleo o si lo hay pagan muy poco, la situación de que los que se van acá dejan a la familia y otras cosas más. Pero lo que más me llamó la atención a mí en lo personal, fue lo de los jóvenes, pues algunos dicen que los jóvenes se van y allá pierden sus costumbres, sus valores y acá llegan ya muy peleoneros y que tal vez esto suceda porque en Estados Unidos son más liberales y que se acostumbran a eso y de regreso piensan que pueden hacer lo que quieran. Incluso algunos allá son víctimas de la violencia, pero también son quienes generan violencia, se pelean allá y aquí. A mí eso me llamó mucho la atención. Lalo: Sí, pues allá se va uno solo y allá lo primero a lo que va uno es según a la cerveza, pues allá está bien barata, bueno dice mi hermano que allá está barata la cerveza. Yo pienso que lo primero es eso, la cerveza, se alcoholizan. Como están solos se sienten que pueden hacer lo que quieren, lo hacen y así va de cada ocho días, que pues a veces hasta ni ajustan por andar en las parrandas y así se van provocando problemas con los amigos, se generan las broncas. Alberto: ¿Qué piensas que los haga tomar tanta cerveza? Lalo: Pues muchos dicen que porque se acuerdan de acá y que se sienten solos y que toman pa’ olvidar, pa’ olvidar un ratillo o pa’ no sentirse solos, que se acuerdan de acá de los amigos, de la familia. Alberto: ¿Y sí olvidan? Lalo: Pues sabe, mientras están olvidando más están recordando. Pues no sé, pero eso dicen. Alberto: ¿Ellos acá no tomaban? Lalo: Pues unos sí y otros no tomaban. Yo pienso que allá pues también por los amigos que dicen –ándale no seas quejón, que no eres hombre, que vas a dejar abajo a los amigos– Yo pienso que por una cerveza se empezó y luego que dos, que tres y así y ya hasta que se les 185

hizo costumbre, pa’ no dejar abajo a los amigos, pues ya hasta toman más que los amigos. De por sí aquí unos sí tomaban, nomás que no tomaban mucho porque no les alcanzaba el dinero y allá pues como dicen que es un poco mas baratilla la cerveza, ya alcanzan a comprar más, compran hasta de a 24. Hay unos amigos que casi diario andan borrachos. Alberto: ¿Y si les alcanza, o sea, de lo que ganan si les sobra para mandar dinero a sus familias acá? Lalo: No pues, nomás se la gastan, nomás se la viven ahí, casi no mandan y si mandan pues mandan cualquier miseria, pa’ que no diga la familia de acá de México. Alberto: ¿Eso les pasa a todos o a los más adultos o a los más jóvenes? Lalo: Pues a los más morros, que dicen –pues al cabo estoy solo– Que no tienen nada, pero según se van para ayudar a sus papás, no para estar allá de libres, que claro una que otra vez hay fiestecillas y deben tener alguna distracción, porque no todo el tiempo es puro trabajo, pero pues ya una que otra vez que se distraigan y ya, para que se desaburran. Alberto: Oye, ¿qué más cosas les suceden allá a los chavos? Lalo: Pues les sucede que a veces cuando llegan su casa no pueden tener sus cosas seguras, porque ya otro, los mismos de allá, les roban o no pueden salir tan noche a la tienda porque los pueden asaltar o golpear. Alberto: ¿Y tú cómo ves la situación que cuenta el Botana en el video, sobre que estuvo preso y que algunos chavos se vuelven pandilleros? Lalo: Pues él de aquí se fue muy chico y yo pienso que le gustó todo éso, si aquí le gustaba la cerveza allá con más razón. Pues allá solo, conoció amigos y ya, se metió según a la banda, yo creo a la pandilla, le gustó andar haciendo desmadre en los bailes, decía que cargaba pistola, sabe si será cierto, pues acá nos contaba a nosotros. Alberto: ¿Y acá qué hacía cuando regresó? Lalo: Pues nada, pues una que otra vez yo creo con sus tíos, allí con las vacas, o ahí con sus tíos no sé a qué les ayudaría. Pero pues yo que sepa nada, siempre andaban allí en la canchita jugando fut o así, en la calle. Alberto: ¿Acá nunca armaron pleitos? Lalo: Sí, casi los pleitos eran por él, o sea no por él, sino que él los animaba a todos –a ver, órale cabrones, que al cabo yo les hago el paro– Y pues los otros se animaban y como que sí tenía mucho valor, como que le valía todo. Alberto: ¿Ahora que ya no está han bajado las broncas? Lalo: Pues sí, ahorita ya no se han peleado, ya se ha calmado la cosa, pues desde que falleció su hermano y otro amigo por lo mismo de las riñas. Desde que ellos fallecieron como que se asustaron los del Puesto tanto como los de Sancris. Como que ya no, ya no se pelean. 186

Alberto: Me enteré que hubo varios secuestros y balazos en Betulia ¿Cómo les ha afectado esto a los chavos y las familias? Lalo: Pues a los chavos que ya no sintieron confianza para salir ya muy tarde a otros ranchos a cotorrear, se iban y regresaban tarde, y ahora pues las primeras veces ya no quisieron salir o salían pero volvían a las nueve de la noche. Hay unos que si les vale, que dicen que donde les toque pues les va a tocar, hasta dentro de su casa, pero hay unos que sí evitaban salir y decían –no, pues nosotros no vamos a salir por un tiempecito mientras se calma– Pues hasta ahorita ya no se ha oído nada y espero que ya no se oiga porque sí está canijo. Alberto: Me dijeron que había unas Hummer por aquí rondando ¿es cierto? Lalo: Pues decían que las miraban los que salían a ordeñar temprano, que miraban camionetas sospechosas que no eran de aquí, camionetas buenas, lujosas, que las miraban y que sí como que estaban echándole ojo a Sancris y sabe pues ya hasta ahorita no se ha sabido nada de eso. A mí no me tocó ver nada de eso, pero la mayoría de la gente grande que sale para las parcelas como a las cinco o cuatro de la mañana, pues sí miran eso –que qué hacen ahí paradas a esas horas– Alberto: Bueno pasando a otra cosa, en estos momentos yo sigo estudiando y quiero seguir haciendo investigación sobre lo que pasa en el pueblo ¿Piensas que sí deba continuar haciendo investigación aquí o ya no es necesario? Lalo: Pues así como dices que si es necesario, pues no sé, pues si tú lo ocupas. Alberto: Sí, pero no sé si a ustedes les pueda servir de algo, por ejemplo, el Clan decía que sí les servía porque al ver este tipo de cosas es como verse en un espejo y se da cuenta uno que está haciendo cosas que no beneficia ni a ellos mismos ni a la comunidad. Y esa es mi intención, que la comunidad en general se beneficie y los jóvenes también ¿Qué piensas? Lalo: No pues sí, ojala sigas haciendo esto para ver si los jóvenes se dan cuenta de algunas cosas que están mal, de algunas cosas que están bien, para que ya no pasen las cosas que están pasando, las cosas malas. Tenemos que leer la tesis y hacer algo, pues si antes éramos peleoneros ahora tratar de contenernos para ya no provocar tantas peleas, destrosos, evitar hacer esas cosas para evitar que vengan consecuencias malas. Muchos en la noche se van a la cancha a jugar fut, así que en lugar de andar aquí –vamos a echar una cáscara– Bueno, yo casi no juego, pero otros sí, como ya hay alumbrado en la cancha se van en la noche a echar cascaritas y así. Hay otros que nomás en la esquina sacamos el estéreo, en la camioneta, y ay nomás a escuchar música o uno que otro así como a bailar. Hacer eso para que los chavos no piensen en hacer cosas feas. Alberto: Me gustaría que tú y tus amigos participaran en la realización de mi tesis, o sea, que no nada más me sirva a mí para obtener mi título de maestría, sino que a ustedes les sirva de algo ¿Cómo ves, participarían? Lalo: Pues no sé, si se lo comento a los amigos tal vez unos sí estén de acuerdo y tal vez haya otros que digan –no, para qué– No sé cual reacción vaya a ser de los camaradas, uno

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no sabe como vayan a reaccionar, bueno tal vez unos sí estén de acuerdo y tal vez otros no estén de acuerdo. Yo le diré a mis amigos, pero a mí se me interesa.

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Entrevista con Juan Piña, grabada en audio el 2 de enero 2012 Alberto: Le voy a mostrar la tesis. Juan Piña: ¿Puedo traer mis lentes? Alberto: Claro que sí. Juan Piña: Es que yo sin ellos ya no veo bien. Alberto: Ojalá hubiera visto el video. Juan Piña: Pues lo voy a ver hasta que vaya a México. ¿Qué es lo que hay que ver? ¡Dígame! Alberto: Ya ve que lo entrevistamos hace un par de años, pero en el video no salen todos los que entrevistamos porque dura media hora y no pudimos meter todos los testimonios. Digamos que el video es una síntesis de lo que es la tesis escrita, la cual hice junto con mis compañeros Iván y Rodrigo. En esta tesis recuperamos el testimonio de 20 personas de aquí del pueblo, algunos viven aquí, pero otros son migrantes que tienen todavía familiares en la comunidad y ellos nos contaron por qué migra la gente de San Cristóbal, los problemas que enfrentan al migrar y algunos cambios que se han dado en el pueblo a raíz de la migración. Juan Piña: No pues requiere uno mucho tiempo para revisar todo eso, o sea leer, pero si es su tesis que ya terminó usted, pues lo felicito mucho porque logró su propósito. Alberto: La sugerencia es que Mario se quede este ejemplar, porque él siempre está en su tienda. Yo ahorita voy a seguir mostrando la tesis, pero cuando me vaya yo les dejo este libro ahí con Mario con la finalidad de que todos los que quieran lo puedan consultar, porque no hicimos muchas copias de la tesis, sólo del video, el cual pueden copiar o ver en el Internet porque ya lo subí a Youtube. Juan Piña: Todo es interesante, pero hay algo que usted dice –bueno, les recomiendo que vean más de la página fulana a la página zutana– Alberto: Pues lo que les he dicho a quienes ven el libro es que si no lo pueden leer todo, pues está el resumen, la introducción, las conclusiones y en el índice pueden encontrar lo que más les interese. Juan Piña: Exactamente, sí, ahí se ve lo que más le interesa a uno. Alberto: Todo es interesante, pero lo que a mí más me llamó la atención fue que se dice que los jóvenes están perdiendo los valores, las costumbres, que andan de borrachos y de peleoneros, y que además de ser víctimas de la violencia también algunos de ellos son quienes la ejercen. Juan Piña: Pues como que los jóvenes, pienso yo, andan acelerados todos los chavos, ven violencia en la televisión u oyen lo que pasa y como que la quieren practicar, como que para ellos es algo que quieren hacer o inconscientemente andan por ahí y se vuelven violentos aunque sea por un momento, pero en ese momento hacen cosas muy malas, 189

porque eso viene de la mente, de que los Zetas, que esto y lo otro, porque ahora ya de todo le echan la culpa a los Zetas y no sé que piense usted, pero yo pienso que no son ellos totalmente. Ahora se hacen pasar por Zetas para poder atracar y para poder hacer tarugadas, gente que piensa que ahorita está el momento para salir a la carretera, encapuchado y decir –somos de los Zetas y nos das esto– y no son. Entonces, todos le están echando la culpa a los Zetas ¿O cómo ve usted? Alberto: Pues a mí le que me más me interesa saber es por qué se vuelven así o por qué empiezan a imitar estas conductas delincuenciales. Juan Piña: Bueno, por la falta de dinero, sobre todo en los jóvenes. Uno de viejo ya se conforma con lo que tiene, con lo que puede, pero los jóvenes nunca están conformes, traen un dinerito y quieren más y buscan la forma ¿Qué está pasando aquí? Ya empiezan a atracar casas aquí los chamacos, al Gorrión lo robaron, la casa de Juan Mora la abrieron y la robaron y aquí yo no entiendo a la gente, porque por ahí agarraron a un muchacho con animales y por no haber presentado testigos, iba creo para cuarenta años de cárcel y lo soltaron por lo mismo de que la gente tiene miedo a presionar, tiene miedo a decir –tú fuiste, yo te vi– Al Gorrión le sacaron dinero que tenía en su casa, eran varios chavos, supieron quienes e inmediatamente se fueron sobre de ellos y nada más se comprometieron a pagar el dinero y ya –no– le dije al Gorrión –no seas pendejo– le dije, pues cómo, yo les hubiera dicho –a mí me dan mi dinero y quedan en manos de las autoridades y hagan lo que tienen que hacer con ellos, pero yo no retiro los cargos, aunque me den mi dinero, yo necesito que los reprendan porque es bien para ellos y ejemplo para los demás– Pero él no ¡Cómo, dígame! ¿Así cómo van a entender los muchachos? Ellos dicen –vamos a hacerlo otra vez– Alberto: ¿Y son de aquí? Juan Piña: Sí de aquí y luego se roban las cosas y las andan vendiendo aquí mismo, oiga pues cómo es posible, de menos que se vayan por allá a Aguascalientes, a Lagos, a los ranchos por allá a vender eso, pero aquí mismo lo andan ofreciendo ellos. Ahora que saquearon la casa de Juan Mora creo que andaban vendiendo un microondas por aquí, él está en Estados Unidos y me estaban diciendo que por ahí viene, ya tiene días que pasó éso, tiene unos dos meses más o menos, y por ahí viene y él sí es violento, ya está viejo, pero de muchacho fue muy violento. Entonces, de seguro va a venir y, aunque hay un límite para levantar un acta, una demanda, le van a decir –¿porqué no lo hiciste con tiempo?– Él no estaba aquí pero hubiera venido, se enteró luego luego. Ahora, no es un mojado que anda allá, tiene papeles para entrar y salir, hubiera venido a arreglar este problema, para que se les haga cargo a los muchachos y se les castigue. Las autoridades a huevo quieren los testigos, los hechos, tarugada y media y si no los tiene uno pues no procede. Son jóvenes ya de veintitantos años y son los tipos que se van a Estados Unidos, traen dinero, se les acaba y se quedan acostumbrados al dinerito y ¿de dónde sacan dinero aquí?, si los pobres ahí andan consiguiendo un cigarro fiado en las tiendas ¿Por qué? Porque exactamente es la falta de educación, de preparación. Usted tiene escuela y mire qué bonito que ya hizo su tesis, entonces, usted tiene otra mentalidad y estos cuates van y se traen 200 ó 300 mil pesos y se les acaban. Van con la idea de que fulano fue y trajo una troca y dicen –yo voy a ir y me voy a traer una mejor que esa– ¿Para qué? Para matarse aquí en los caminos y llegan ya con otras cosas malas que traen de allá, ya les gusta el polvo, ya les gusta la yerba 190

y traen dinerito y allí andan en las camionetas subiendo y bajando ¿Qué gusto dígame? Usted se ha dado cuenta aquí, los sábados y los domingos, ahí andan subiendo y bajando los callejones, haciendo polvaredas nada más ¿Qué gusto le hayan? ¿Usted cree que yo voy a andar así en mi carro? Yo lo quiero para salir siquiera al Puesto, al Tecuán, voy a Lagos, a la Chona y a Aguascalientes, si tengo hambre igual y me voy a comer hasta allá. Pero ya parece que yo voy a andar aquí subiendo y bajando, y con el volumen del estéreo a todo lo que da y puros corridos de narcos y de mentadas de madre ¿Pues de qué se trata? Aquí por ejemplo los delegados no saben ni hablar si quiera, no les hacen nada. Andan los tipos con el estéreo a todo volumen y con música de groserías, felices, con la cerveza en la mano ¡Hay familia, hay niños! Deberían decirles –quítame eso o te voy a encerrar, ¿de qué se trata, dónde crees que andas? Aquí hay familias, señoras, muchachitas que pasan por ahí oyendo todas las groserías que van diciendo tus canciones ¡Pon música bonita! Pon música decente– ¡Bah! Nomás les patinan las camionetas a los delegados por las narices y no dicen nada ¡No, no, no! Hay que poner más orden. Yo le estaba diciendo el otro día al delegado – debería ir a tránsito, así como pusieron las flechas entrando al pueblo– No es posible que aquí está el Kinder y pasan las camionetas a todo lo que dan y hasta vuelan los topes, no, aquí es para que se corra a 10 kilómetros por hora o a 15, en el pueblo así debe de ser, a 20 kilómetros por hora cuando mucho –El que se sorprenda a una velocidad fuerte será consignado– ¡Que venga la educación! Pero no, ahí andan los weyes, ¡ah! pues uno de los chavos de los que dicen que robo la casa de Juan Mora, estábamos ahí en la tienda, estaba Nacho y estaba creo el Chelelo, estábamos echando cerveza, cuando da vuelta en una camioneta colorada por allá, pero la hija de la chingada así venía volada, hasta corrimos, en los topes esos del pozo para acá pasó el hijo de la chingada y se quiso meter en el puente hacia abajo y yo creo que se arrepintió y ya se andaba yendo el pendejo pa’l otro lado y se aventó de reversa y ahí viene para arriba y dijimos –¿este wey loco qué trae?– Llegó hasta la calle de arriba y se metió pa’ allá y de ratito que asoma la trompa y les digo –ahí viene ese hijo de la chingada otra vez– ¡Nombre! bajó aquí y volaba la pinche camioneta y ahí va ¿Usted cree que esa gente anda bien? Andan drogados, ni alcoholizados, con el alcohol se apendeja uno más, con el alcohol se aplatana uno, y ya con algo metido se alocan los weyes, pero iba a lo que daba la camioneta ¡Fíjese nomás! Y nadie le dijo nada. Volviendo a lo del dinero, traen su dinero, pero como le digo que no tenemos preparación, no sabemos invertir –si yo traigo 20 mil pesos yo los voy a mover a ver si hago 40 con esto, voy a comprar un carro y luego lo vendo más caro y a ver qué compras hago para que mi dinero vaya generando dinero– No, nos lo tragamos, nos lo emborrachamos, nos lo gastamos y al rato ya andamos sin un quinto otra vez. Eso es lo que pasa, no hay educación en éso. Alberto: ¿Y los papás, la familia, qué dicen? Juan Piña: Exactamente, yo ya les he dicho, yo no culpo tanto a los muchachos, yo culpo a los padres. A ver ese famoso Botana, qué desmadres hacía seguido aquí, él era el que empezaba los desmadres, jalaba a los chavos para que lo apoyaran, porque él solo no se animaba, el cuñado el de la tienda allí andaba con él también. Se fue el Botana y casi se acabaron los pleitos, pero cada ocho días había golpeados, se peló cuando se peleó en el baile ése y que a una sobrina mía de las Piñas le saltaron unos vidrios y le provocaron unas cortadas en la cabeza y la tuvieron que llevar a coser y luego a la hija del Gorrión le metió un botellazo desde lejos y cayó redondita también y entonces allí fue cuando se peló el wey este, se fue y vino el papá de mi sobrina y lo andaba buscando. Se fue el Botana y al poco 191

tiempo desapareció la tortillera, una muchachita trabajadora y de buena familia, humildes como todos, pero viven bien, son del Chayotillo los papás, es mi pariente también, aquí casi toda la gente somos parientes, es de los Vázquez él. Entonces, desapareció la muchacha, nunca pensamos que se iba a ir con él, porque un día hasta le estuve diciendo ahí en la tienda a ella –¿De qué se trata? Mire usted tan bonita, búsquese una persona que pueda hacerla feliz como debe de ser, con ese tipo qué, no trabaja, no hace nada, ahí asistía con ella en la tortillería platicando todo el día– Ora se dice que se fue a seguirlo, porque se llevó la camioneta y por ahí la abandonó quién sabe dónde y habló –vengan por la camioneta y no cuenten conmigo, ya no me busquen– Pero siempre se pensó que se había ido para otro lado la muchacha y ay nomás que la vamos viendo que andaba con él aquí en el sepelio del hermano del Botana, no había venido hasta entonces. Y mi tocayo Juan es el culpable ¿Cómo es posible que seguido hacían sus desmadres o se los llevaban a Lagos y ahí iba Juan a sacarlos? Y el cuate se llenaba la boca con decir –mi papá tiene influencias en Lagos y nos vale, hacemos lo que queremos– No, yo me hubiera llevado al padre también –usté cabrón, usté es el responsable de sus hijos ¿no puede con ellos? Córralos de su casa– Yo pa’ qué chingados quiero un parásito de esos en mi familia. Yo fui muy duro con mis hijos, decían que era yo muy malo. No, yo fui delicado y fui duro con mis hijos por su bien y yo los guiaba jóvenes que estaban ya en la prepa, en la universidad, nos sentábamos a comer y les decía –hijos, por ahí se que andan un poco mal eh, tengan mucho cuidado, quiero que sepan que yo no me espanto ¿que te gustan las muchachas?, pues qué bueno, me da gusto, malo que no te gustaran, entonces sí me daba coraje, pero si te gustan y que te echas la copa por ahí, pero pónganse abusados– les digo –miren yo no me espanto de que vayan con mujeres, pero cuídense, no se metan mucho a esos teibol, es peligroso– les dije –no quiero que me cuestionen eh– Porque ¿qué dice usted si su padre es cabrón como yo, mujeres y vino y desmadre? Yo sí fui así, yo no tuve a mi padre conmigo, yo soy hijo natural, él tenía a su familia. Entonces, a mí nadie me dijo no hagas esto, no hagas nada o has esto, esto es bueno, yo solito me fui formando y fui buscando lo mejor. Sí me destrampé en México, porque empecé a ganar dinero, si el sueldo aquí era de cinco pesos diarios y me voy yo a México y me dan 400 pesos al mes ¡fíjese qué diferente! Trabajaba de conserje en un edificio de lujo ahí en la calle de Hamburgo 222, ahí está el edificio todavía. Luego empecé a trabajar de chofer. Alberto: Entonces empezó a trabajar desde muy chavo. Juan Piña: ¡Sí! Alberto: Usted la supo hacer, pero ¿por qué los jóvenes de ahora al parecer no pueden salir adelante? Juan Piña: Por los padres, volvemos a lo mismo. Yo solo me formé, pero yo sí formé a mi familia. A usted le dije quiénes son mis hijos y a qué se dedican, todo. Fíjese, la chiquita ya está trabajando en la refinería de Tula, apenas tiene como un mes, la chiquita estudió en el Politécnico, ella es Ingeniera Químico Petrolera ¡échele! Yo sería cabrón y lo que sea pero siempre con una mira hacia adelante. El muchacho que vio ayer, llegó aquí el día 25 en la mañana, por la boda a la que nos habían invitado, vino con su familia y trae un carro del año, un carro de la Nissan, él es Contador Público y está como auditor en el Instituto del Petróleo y gana muy bien. Entonces, ¡dígame!, ¿no van a estar agradecidos mis hijos conmigo? Pero yo les dije desde un principio –¡échenle ganas hijos!, y el que sepa que anda 192

de drogadicto, yo mismo lo meto al bote– Pues como mi chamba durante 30 años fue de chofer-escolta, pues conocía mucho movimiento de judiciales y pendejada y media por eso les decía –si yo sé que andas de cabrón, yo mismo te mando a los judiciales, pa’ que te mandreen pa’ que entiendas, así es que ¡derechitos eh! Y aquí no es hotel pa’ que lleguen a la hora en que se les hinchen los huevos, aquí van a entrar a las 10 de la noche y el que no entre se queda afuera– Exageré, pero valió la pena, jamás los vi llegar tarde. Alberto: ¿Y usted se siente a gusto de haberlos formado de esa manera? Juan Piña: Sí, porque ellos me quieren mucho. De chico uno odia a sus padres cuando son estrictos, pero cuando uno llega a madurar y a tener hijos dice –¡el viejo tenía razón! Yo así voy a ser con mis hijos, pa’ que sean algo en la vida– Oiga, yo me hice sin escuela, no tengo ni el primer año de primaria, pero dije –yo a mis hijos no los voy a enterrar aquí en la tierra, yo quiero mucho a los agricultores porque ellos nos dan de comer– Yo fui agricultor algunos años y me fue muy bien aquí también, pero por lo mismo que conozco la vida, por lo mismo uno se vuelve así de responsable y forma uno bien a su familia, yo dije –no, yo no voy a enterrar aquí a mis hijos– Porque aquí, como le decía en otra ocasión, aquí los padres ven a los hijos como un patrimonio, como un negocio, véalos, ahí los traen en chinga, un papá tiene por ahí una parcela y son cuatro o cinco hijos y todos casados y algunos viviendo de las vaquitas que tienen y de la parcela ¿Cómo distribuyen las ganancias? No sé, pero puede haber inconformidades o que le digan –oye papá pues yo trabajé más, dame más o yo tengo mi mujer e hijos y yo necesito más dinero. No sé cómo le pueden hacer para vivir, pero viven así. Pero nacía el hijo, y todavía aquí existe éso, nace el niño y dicen –ya llegó el que me va a ayudar con las vacas, con el tractor– ¡Cabrones! Por qué no piensan – ah, ya llegó mi hijo ¿a ver siquiera si a éste sí le puedo dar estudio? A ver cómo le hago, pero a ver si mi hijo es un doctor el día de mañana, un licenciado, algo– No lo hacen, ¡a chingarlos luego luego! Nomás agarran el azadón, se los llevan a la parcela y a explotar a los hijos ¡No, pues qué mal están! Se van a Estados Unidos los muchachos y les dicen – mándame dinero para ésto y mándame dinero pa’ lo otro– ¡Los están explotando! Ésa es la gente aquí, es mi gente, pero hay veces que me da coraje ¿Por qué ven así a los hijos? Los hijos no son un negocio para uno, uno tiene obligación de darle su estudio a los hijos, pa’ que los hijos el día de mañana uno se sienta orgulloso de quiénes son. Pero nadie piensa así aquí. Aquí tengo familia, pero no todos me hablan muy bien, me tienen coraje y no sé por qué. Aquí hay mucha envidia, le hablan a uno, pero sí uno vive bien les cae mal, lo ven jodido y están a toda madre con uno. Así es la gente aquí, hay mucha envidia, hay mucho chisme. Ahorita de seguro ya saben allá abajo que está en mi casa, de seguro lo vieron entrar, todo se sabe aquí y de seguro se preguntan que a qué vendría. Alberto: ¿Usted cree que esto que hacen los padres con los hijos influya en el comportamiento violento de los jóvenes y que se vuelvan adictos? Juan Piña: Sí, porque todo éso es una cadena que se va haciendo y luego que los padres no les llaman la atención cuando los ven alcoholizados, no, ahí andan los cabrones en las camionetas con su cerveza, compran dos cigarros y dos cervezas porque no traen para más. Te lo digo porque yo hace poco me agarré platicando con varios chavos y le dije a uno, de los Carrancitas que viven adelante de la tienda de Mario, le dije –¿qué se ganan con andar subiendo y bajando? Mira tu carrito, lo arrastras, los coches no son para andar aquí en la terracería y ¡qué mal están!– le digo –mira, ¿qué te ganas con andar subiendo y bajando, 193

echando cerveza, oyendo música rara y levantando polvaredas aquí hasta en la noche ¡Búscate un trabajo! Ahí con tu papá ¿cuánto te puede dar?– y me dice –no, hay días que no traigo ni un quinto– y que le digo –¡fíjate nomás!, un joven de tu edad y traes dólares, te vas a Estados Unidos, traes dólares y te los acabas– Le dan el dinero a los padres, una parte y otra se la gastan y hasta eso el muchacho no es muy vicioso, es buen muchachito, joven, ya ha de tener 20 años y les dije –no sean tontos, miren a mí la gente me tiene coraje que porque yo no trabajo, que porque no hago nada, pues ven que vivo más o menos– La gente cree que mis hijos me dan dinero, hay veces que sí me dan dinero, pero no quiero recibírselos y se enojan, y les digo –no hijos es que yo me siento muy mal, yo no los veo a ustedes como un negocio, yo no quiero quitarles su dinero– y me dicen –papá, pero lo que somos tú nos los has dado, lo que somos te lo debemos a ti, déjanos ayudarte– Y le digo, con este muchachito estuve platicando y le decía –no seas tonto, mira váyanse a Aguascalientes, de perdida a Guadalajara, búsquense un trabajo estable donde echen raicitas ustedes ahí, vieras qué bonito es que a fin de año te den tu aguinaldo, a lo mejor te dan un pavo o ya tienes tus pollos rostizados pa’ cenar con tu familia, no que aquí andan sin un quinto, ora pues te dan seguro social ¿quién dice que no vas a tener un accidente el día de mañana? Fíjate nomás que pierdas un miembro de tu cuerpo y ¿sin seguro social qué va a ser de ti, y joven? Oye, piensan yo creo hasta suicidarse mejor, porque qué hacen, si cuando estaban completos no tenían trabajo ora menos ¿qué va a ser de ti? Y si te pasa eso ¿estás asegurado? Aunque no haya sido dentro del trabajo el seguro te da el 60 por ciento y te jubila por invalidez permanente, de por vida y ya tienes siquiera para no andar por ahí pidiendo limosna o esperanzado a que te de tu familia. Ora, si es accidente de trabajo es el 100 por ciento de tu sueldo y de por vida, mira yo o llegas a la edad que yo llegué, a los 60 años, estoy pensionado, con eso vivo bien y me sobra, aparte tengo mis propiedades. No seas tonto, piénsalo, si tus padres no te lo dicen yo te lo estoy diciendo. Es que sus padres no hablan con ustedes o por conveniencia propia porque los tienen aquí para que les estén haciendo los mandados ¡No sean tontos, busquen trabajo!– Y a muchos les he dicho y muchos me han hecho caso, hasta uno de aquí enfrente, un chaparrito, otro de allá abajo y ahí andan los de los Reyes también ya trabajando, viene un camión por ellos de Lagos de Moreno y les digo –¡carajo no sean tontos! Ustedes no conocen ni sus derechos. Yo también estaba como ustedes, pero yo fui líder sindical en México y sin tener escuela– y le dije al asesor jurídico –oiga, pero yo soy hombre de pocas letras, no sé donde aprendí a poner mi nombre y a escribir y a leer despacio– y me dice –no hay necesidad, mire Fidel Velázquez, él fue un tipo que nunca tuvo escuela, fue lechero, andaba con bicicleta vendiendo leche en México– Y ¿cuántos años duró él en la CTM? Después era el que ponía el dedazo para que saliera Presidente, ese wey era el que ponía a los presidentes de México, él no tuvo escuela y era el mero chingón de la CTM, duró 75 años de líder. Alberto: ¿Y los chavos qué le dicen cuando oyen su historia? Juan Piña: No, pues se quedan viendo los cabrones y les digo –¿por qué creen que se trabajan ocho horas diarias? Antes se trabajaba desde que el sol salía hasta que el sol se metía y trabajabas sábados y domingos a veces y nomás te pagaban seis días y vino una ley que dijo que el obrero trabajaría 40 horas a la semana y nada más cinco días y se les pagaría el séptimo día, trabajas cinco y se te pagan siete, pero si faltas un día al trabajo pierdes el séptimo día, nomás te pagan cuatro días y tus derechos son éstos y estos otros. Éso es para empezar, hay que conocer uno sus derechos. Los días festivos, sábado, domingo, si lo 194

trabajas te lo tienen que pagar doble, más aparte el 25 por ciento sobre lo que devengaste ese día, así dice la ley federal del trabajo– y me dicen –no, pues es que usted sabe muchas cosas– Pues las sé por lo mismo de que yo dije –no, ya no voy a dejar que me exploten– Que pocos lo hacemos, porque tenemos miedo de que el patrón nos va a correr, porque un hombre que conoce sus derechos les estorba en una empresa –si los conoce no los diga hasta que se ofrezca, porque si no lo van a correr, porque va a alborotar a la gente– Alberto: Se dice que el futuro de un país, de las comunidades, son los jóvenes ¿Usted qué siente al ver a los jóvenes de San Cristóbal? Juan Piña: Yo siento que va a ser muy difícil que cambien, eso se empieza desde que es uno niño, porque uno empieza a crecer y viene de la educación de los padres porque si usted es un joven educado no es porque se haya educado solo, usted ya viene educado desde su madre y su padre, por que se dice que la educación no se practica, la educación se mama y usted mamó esa educación desde niño y así va creciendo y sus padres lo siguen educando inculcándole lo que es bueno, lo que es malo, lo que debe de hacer y lo que no debe de hacer, pero no, le digo, aquí no hay éso ¡Es triste! Alberto: ¿Cree que se pueda hacer algo para cambiar esta situación? Juan Piña: Sí, a la larga, por ejemplo como yo que les di buena educación a mis hijos, ahora mis hijos le van a dar buena educación a sus hijos y esto va a cambiar de aquí en mucho tiempo, cuando ya estos hijos educados vayan teniendo sus familias y ellos va a ir educando a sus familias y esto va a cambiar, pero quién sabe cuándo será. Esto no va a cambiar de la noche a la mañana. Ya los que están empapados en la agresividad, en el desmadre, en el robo, en querer vivir una vida fácil agarrando lo que no es de ellos y cosas de esas, ¡éso ya no se les quita!, ya no, ya es maña que agarran, por eso hasta el dicho dice que perro que le den de comer huevos, no se le quita la maña aunque le quemen el hocico. Alberto: Bueno, le pregunto todo esto porque ya acabé mi carrera, ya soy licenciado, pero ahora estoy estudiando una maestría y voy a seguir haciendo investigación aquí en San Cristóbal y lo que quiero hacer es trabajar con los chavos sobre esto que hemos estado platicando. Juan Piña: Pues todo esto que yo le estoy diciendo si cree que les sirve incúlqueselos usted, hable con ellos y dígales como está la educación y que si quieren salir adelante el día de mañana tienen que cambiar. Alberto: La idea es romper con esa idea de que yo les voy a traer la neta de afuera, no, las cosas las tienen que hacer ellos y yo no vengo a regalarles nada. Juan Piña: Pero nos está regalando algo muy importante que son sus ideas, su forma de pensar, eso vale más que el dinero, ese es el mejor regalo. Usted nos está regalando sus ideas, cómo piensa usted para bien de la comunidad y de las familias, nos está regalando lo más importante porque no está cobrando un centavo, lo está haciendo para el bien de las familias, para que traten de cambiar los jóvenes o de inculcarle cosas buenas a los hijos para que ellos vayan cambiando. Es lo único que puede hacer usted por la gente.

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Alberto: También quisiera poder entregarles algún material, algún video o la tesis, que les sirva para algo, que los motive a encontrar alternativas a todo eso que les hace falta dentro de la comunidad y que puedan desarrollar su vida plenamente. Juan Piña: Pues estaría bien hacer un pequeño librito, sacarle copias a todo y hacer otro y así prestárselos para que lo lean porque es muy interesante y que lo platiquen sus hijos, que les lean el trabajo a los hijos y cosas de esas. Es una labor muy grande, pero si usted tiene fe y sobre todo voluntad de hacerlo, pues haga lo que crea usted que lo llena a usted, que se siente usted a gusto de lo que está haciendo. Alberto: Me gustaría que de alguna manera participaran no sólo los jóvenes, sino también los adultos, porque la investigación va a ser para todos ustedes, así que si usted quiere participar en otra ocasión, así como ahorita que me está platicando varias cosas, pues adelante y que también opine sobre mi trabajo, el cual desarrollaré gracias a ustedes porque me están brindando su conocimiento. Juan Piña: Fíjese que para esto, personalmente, usted sabe que yo estoy hablando muy líricamente, que no tengo una base ni un estudio de nada, esto que me viene a la mente es una idea que yo creo es limpia y es buena, pero yo no la saqué de algún libro, ni estudié, no me gusta leer porque leo muy despacio. A mí me gustaría, por ejemplo ahora que estaba aquí mi hijo Gerardo, que hubiera venido usted antier o ayer y platicar y para que lo escuchara mi hijo, porque él sabe y ha estudiado mucho, y me dijera los beneficios que obtendría en satisfacción, porque es un beneficio en satisfacción, uno se puede sentir a gusto haciéndolo y qué bueno que algo cambie porque uno puso un granito de arena, que cambiaran los jóvenes, que cambiaran las cosas, porque uno platicó con ellos y algunos han hecho caso. Entonces sí me gustaría que algunos de mis hijos pudiera opinar. Alberto: A mí lo que me interesa es recuperar el conocimiento de la experiencia, como el de usted, de las vivencias de la gente, para poder encontrar alternativas de desarrollo para la comunidad, porque le comento que la maestría que estoy estudiando es en desarrollo rural y muchas veces se mira al desarrollo como un puente que vino a construir algún ingeniero, pero lo que yo les traigo a lo mejor no es tan visible. A lo mejor no les construyo un puente ni una carretera, pero tal vez podamos construir colectivamente una mejor manera de vivir. Juan Piña: Pues construirles una idea en su cabeza, en su forma de pensar, porque un puente, como usted dice es visible, pero usted está construyendo algo en la cabeza de las personas para que sepan cómo vivir mejor, cómo educar, éso es mucho muy importante, porque aquí lo que vemos es que la gente quiere que papá gobierno les haga todo. Dígame, ¿usted cree que está bien?, está lleno de baches por aquí y si no vienen las máquinas de Lagos a emparejar, nadie hace nada. Aquí hay más de 100 tractores en este pueblito ¿no pueden ir a traer una escrepa de tierra buena para echarle a los hoyos, para que esté parejo afuera de sus casas? A no, ¡cómo van a gastar un litro de diesel!, éso es lo malo de la gente aquí, para todo quieren el dinero regalado, quieren que les hagan todo regalado, ellos no quieren gastar en nada, no quieren poner nada de su parte. Están mal, la otra vez estuve platicando con el presidente de la Chona, se llama Fermín Gutiérrez, un güerito él, es a toda madre, ese señor ha venido aquí y me invitaron los delegados a comer con ese hombre y me tocó sentarme a su lado y estuvimos platicando mucho, también del pueblo y otras cosas, y me puso mucha atención el muchacho, porque está joven, duramos cerca de una 196

hora platicando, así como estamos usted y yo ahorita. Yo así sea el Presidente de la República yo lo veo como a usted, a los ojos, la gente yo no sé porque se humilla, se menosprecian, no, somos iguales, la diferencia es que los presidentes tienen dinero y yo no, pero somos iguales. Alberto: Claro, si al contrario, uno les está pagando su sueldo de todos los impuestos. Juan Piña: Entonces, mejor nos ha ayudado este presidente de la Chona, que el de Lagos, el de Lagos valió pa’ pura madre, no sirvió, y el otro ya ha venido dos veces y ha ayudado, hasta trajo libros para las escuelas, lo que no dieron allá este año en Lagos. Ya van dos comidas que se le hacen aquí, él si viene para acá y no pertenece el pueblo a Encarnación, el Tecúan sí, pero aquí no, y muy buena gente, estuvo repartiendo dinero, a todos los niños les dio puros de a veinte y luego a señoras les dio dinero también, o sea, reparte dinero, regala a los niños. Él quiere algo, él quiere ser diputado federal, entonces, claro que está ganándose a la gente, pero tiene carisma, tiene estilo, cae bien y no se cohíbe y hasta le dije –oiga, yo quisiera platicar con usted, ¿podría darme una cita en su despacho en la Chona?– y me dice –sí cómo no, pero yo salgo mucho a las comunidades y si va usted a lo mejor no me encuentra, vaya mejor cuando pueda, no hay necesidad de agendar cita, vaya el día que quiera y si estoy lo atiendo– Se lo dije pa’ platicar algo de aquí del pueblo y cosas de ésas, que nos tienen muy olvidados aquí y que cómo le haríamos pa’ que nos echen la carretera, ya sea del Tecuán a aquí o del Puesto a aquí y platicar con él para saber qué se debe de hacer, porque este presidente no hace nada y supuestamente dicen que en el plano ya se da por terminada la carretera, entonces el presupuesto se lo chingaron, quién sabe qué presidente de Lagos sería, y todavía de vez en cuando por ahí andan en los caminos marcando con pinturas rojas y poniendo estacas, traen a los topógrafos y ahí andan, que porque la van a arreglar ¡Éso tiene años! Este pueblito está muy olvidadito, por eso no hay desarrollo aquí, no hay nada y luego los delegados que no hacen nada. Uno tiene que estar tocando puertas a diario y yo si les dije cuando querían que me apuntara pa’ delegado –no, yo ya estoy viejo, yo ya no quiero saber nada de política, ya hice mucho cuando estaba joven– Alberto: Sí, yo sé que llega un punto en que uno se cansa o se desmotiva, a mí también me ha pasado, pero hay que estar consciente de que hay altibajos y que a la mera hora no todos jalan, pero aunque uno o dos se animen es algo muy bueno. Yo le decía a los chavos, a lo mejor somos pocos, pero después esto puedes ser como una bola de nieve que empieza pequeña y va creciendo. Juan Piña: No pues uno ya está desanimado y peor si le dicen de cosas. Alberto: Pero usted todavía tiene mucho que dar y si usted piensa que puede aportar algo a este trabajo pues es para ustedes mismos, es para su beneficio, porque es de ustedes y desde el momento en que les he traído los resultados de la última investigación les he dicho que les estoy regresando los conocimientos que ustedes generaron, para que les sirva de algo, para que se animen a exigir, porque ya vienen las elecciones y no sólo se trata de que los políticos se pongan a regalar dinero y a prometerles programas sociales como el Oportunidades, porque son dádivas que ellos dan con la intención de obtener el poder. Deben de exigir y hacerlos cumplir sus obligaciones, porque la gente está cumpliendo con su obligación de pagar impuestos. Bueno, que el trabajo, el documento, que salga de esta 197

investigación les sirva para mejorar la comunidad y que se genere un mejor desarrollo y que no nada más se quede en el estante de la universidad, sino que a lo mejor podamos difundir los derechos que tiene la gente y cómo le puede hacer para organizarse. Juan Piña: Se ha dado cuenta de una cosa, lo que usted anda haciendo lo anda haciendo a cambio de nada, usted tiene mucha voluntad en hacer su trabajo que está haciendo para el bien de la comunidad, para el bien de la gente, pero estoy seguro que muchos con los cuales usted ha platicado dicen –bueno, ¿y qué beneficios tiene él con ésto, qué será, le pagarán o por qué anda haciendo ésto?– Lo dicen por lo mismo que somos impreparados y tal vez se pregunten –¿qué gana él con ésto, porque él no es de aquí, le interesa todo el país, a cambio de qué lo hará?– La gente desconfía, por la falta de escuela, la falta de todo. Se ve usted luego luego que es un hombre sano, pero la gente sí se ha puesto a pensar –¿quién le pagará o por qué andará perdiendo su tiempo?– Se lo digo para que usted cuando platique con alguien le explique éso, si gana algo dígales lo que gana y si no gana nada pues dígales que es una inquietud de abrirles más los ojos a la gente, que usted se llena haciéndolo, que se siente a gusto saber que está ayudando al pueblo, a la gente para que cambie su vida para mejorar, para bien. Alberto: Sí, eso es algo que estaba platicando con Mario. Yo trabajo y he estado en varios estados de la República dándole seguimiento a algunos grupos campesinos e indígenas, pero ahora hago esta investigación para obtener mi grado de maestría, obviamente si uno no tiene el dinero pues no se puede hacer nada y yo estoy becado por la universidad, por eso no ando buscando ganar dinero con ésto. Además, soy uno de los inconformes con lo que sucede día a día en el país, en el mundo, y por eso hago este tipo de cosas. Juan Piña: Yo, perdón que lo interrumpa, un día me enojé y les dije –¿qué se ganan con andar ahí de argüenderos estos políticos que dicen que no tienen un sueldo, que no tienen dinero, y el gobierno por qué no ha hablado bien para conformar las comisiones, para cambiar de delegados?– que digan –Bueno, yo tengo mucha voluntad para ayudar a mi pueblo, a mi gente, pero no tengo dinero para moverme, ni siquiera para hacer una llamada por teléfono– y de plano que digan la verdad ¿Cuánta gente trabaja en el gobierno y el 40 por ciento son aviadores? Les están pagando un sueldo sin trabajar, ellos nomás llegan a cobrar, ahí dejan la mochadita y se llevan su sueldo quincenal. Bueno, si uno va a trabajar por su pueblo necesita ayuda, para poderse mover, porque unos tienen que dejar su trabajo, por ejemplo algunos que tienen sus tierras aquí, tienen sus hijos y ellos tendrán que hacerse cargo de las tierras para que uno ayude a su pueblo, pero también uno necesita que lo ayuden, que si quiera le den mil pesos a la semana y una tarjeta telefónica de 500 cada mes, para hablar por celular, pa’ lo que se ofrezca. Oiga, están los delegados, se van a la parcela, aquí anda el desmadre y ¿quién les avisa?, no traen celular y si lo tuvieran podrían hablar y pedir –manden tantas patrullas porque hay un desmadre aquí en San Cristóbal, pero vénganse lo más pronto que puedan– Pero, cómo hablan si no tienen dinero para comprar siquiera una tarjeta de celular. Todo éso el gobierno debe de ayudarlo a uno, no nada más que digan –ahí va el delegado– No, yo no, yo se los dije, yo no quiero un sueldo decoroso, pero una ayuda para poderme mover sí, ora yo tengo mi coche, pero que me den vales para gasolina. Alberto: Y como yo le decía a algunos chavos, si el gobierno no está haciendo nada, pues tienen que hacer las cosas, incluso con el apoyo de los migrantes, de las remesas que 198

envían, no nada más que manden para gastar, deben pensar todas las maneras posibles de hacer las cosas. Yo soy de fuera, pero al llegar también abro los ojos y veo cómo enfrentan los problemas aquí. Juan Piña: Sí, pero también tiene gastos usted, todo el camino tiene gastos. Alberto: Bueno, pero mis gastos de alguna manera yo veo cómo los cubro, lo que sí hay que ir pensando es en que tendrán que cooperar si quieren la tesis impresa o copias del video, si se hace, porque para mí eso sí sería un gasto mayor que yo no podría cubrir. Juan Piña: Es más fácil el video, porque se pueden reunir en una casa a ver el video y ya todos lo ven y ya no tiene que ser un libro para cada quien. Pero aquí la gente tratándose de dinero no sirve, no jala la gente, aunque tengan dinero. Aquí ya ve en las bodas, van y se traen hasta cubetas con comida y todo el pueblo va porque hacen unas bodas enormes, se echan hasta dos vacas, de birria, de puercos, de borregos y la fregada, en el baile no cabe la gente. Pero ¿qué tal cuando se hacen los bailes y tienen que pagar? Yo un día regañé mucho a la gente porque no iban, estaban afuera todos, el amontonadero de cabrones ahí, hasta el Botana estaba ahí también ese día y que le pido el micrófono al del sonido –Ora, ¿qué esperan, por qué no entran? Son 20 pesitos que se les van a cobrar pa’ que vengan a divertirse con su novia, con su mujer, con su familia, es para ayuda del pueblo no sean tontos ¿les duele gastar 20 méndigos pesos? ¡Cabrones!– De plano les eché la viga y se oía hasta allá –No fuera pa’ tragar cerveza u otras cosas, para eso sí– les digo y el amontonadero afuera de muchachas, los regañé mucho y pensé –me van a madrear– no, nadie me dijo nada y eso que gritaba yo en el micrófono y se oía en todo el pueblo. Alberto: ¿Eso cuando fue? Juan Piña: Ya tiene tiempecillo, fue para unos ausentes, no, miento, fue un baile que se hizo nomás para quién sabe qué cosa, en el corral de Mario. Yo estaba ahí con Mario en su tienda echándome unas cervezas y de ahí me fui para el baile, pero no había nadie dentro, estaba el amontonadero afuera, sólo había dos o tres por ahí adentro –¡Ay cabrones!– les digo –ustedes de veras, no fuera regalado cabrones si no todos estuvieran adentro– y que les digo –A ver, fórmense 10 muchachas, yo les voy a disparar la entrada– luego luego se formaron las number one, todas las molinitas, pues órale, se formaron –a ver aquí están 200 pesos, pásenle 10– Entraron las muchachas y empezaron a entrar los muchachos entonces sí a pagar ellos ¡Cabrones! Fíjese dije –así los voy a hacer entrar, cómo que no– Al rato andaba el bailadero ahí adentro. Hice entrar a la gente, pero los tuve que regañar y pasar a 10 muchachitas. Alberto: Es que muchos están acostumbrados a las cosas regaladas, por ejemplo lo de Oportunidades o lo del piso firme la gente no lo necesitaría si tuvieran un trabajo bien remunerado, así podrían absorber todos sus gastos, porque les dan los apoyos de los programas gubernamentales pero siguen sin trabajo. Por eso los ando invitando a que participen en mi investigación y a lo mejor es un sueño, pero tal vez podamos descubrir alguna estrategia para que la gente participe y colabore en el mejoramiento de la comunidad. Juan Piña: Y hay veces, cuando se realizan los sueños ¡viera qué bonito! A usted no sé cómo le está yendo, si ve que ya más o menos tiene algunas satisfacciones, porque se siente 199

muy bonito, como yo cuando me fui, a mi mujer la agarré jovencita y me la llevé de aquí porque aquí no era vida ya y dije –si me va bien en la vida regreso a mi tierra, pero a descansar– Y todo lo que yo soñé me salió cierto, dije –me voy a pasar mi vejez en mi tierra, descansando, con mi viejita ahí y me voy a comprar una camionetita pa’ salir a pasearnos y yo no voy a trabajar– Todo lo hice, bendito sea Dios, tuve la camioneta aquí, lo único fue que mi mujer ya no se vino conmigo, eso fue lo que me faltó y a mí me dijo de plano –Por mí ni hagas la casa– y le dije –cómo no, yo soñé y lo voy a hacer, así lo dije cuando salí de mi tierra, cuando era jovencito, tú lo sabes bien– y que me dice –pues será para ti, pero yo a San Cristóbal no regreso ¿Para irme a meter a la tierra otra vez, al polvaredón, si toda mi vida ya la pasé en México? Aquí están todas mis hijas, mis hijos ¿yo qué voy a hacer allá? Yo voy por mi madre, pero muriendo mi madre jamás regreso a San Cristóbal– Ahí está la chingadera, fíjese ¡Qué desilusión la mía! Y lo cumplió, no se vino. Yo sí me vine pero estoy sufriendo, no crea que estoy bien, ahorita ando enfermo de la presión y yo estoy solo aquí en mi casa ¡Imagínese!

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Entrevista con Don Epifanio y amigos, grabada en audio el 2 de enero 2012 Alberto: ¿Vio el documental que le dejé sobre la investigación que hicimos de la migración aquí en sancris? Don Epifanio: Sí cómo no. Alberto: Ah, mire, también hicimos una tesis escrita mis compañeros y yo, un libro, donde se encuentran todas las entrevistas que realizamos a algunas personas del pueblo (interrumpe Manuel Trinidad). Manuel Trinidad: ¿Qué hicieron? Don Epifanio: Pues el libro este que dice y un disquito también, ellos como parte de su trabajo de la escuela, entonces fuimos al cerro y les fui contando la historia. Mario: Pues este hombre se hizo ya de aquí del pueblo, él es de la ciudad de México, pero ya se hizo de acá de este lado, él se amachinó con una hija de Lolita Martínez, esposa de Elijio del Tecuán, pues Elijio aquí es muy conocido. Jesús Amador: A, pues Lolita es mi sobrina. Manuel Trinidad: ¿A poco? Mario: Sí, aquí ya tiene a su gente este hombre, ya hizo familia. Jesús Amador: ¡Y camaradas también! Alberto: Sí, pues aquí vine con otros dos amigos a hacer nuestro trabajo de la universidad, hicimos esta tesis, pero también hicimos un video documental. En el video salen unos cuantos de los 20 que entrevistamos. Manuel Trinidad: ¿Entrevistaron gente de aquí? Alberto: Sí de aquí y a algunas personas que se han ido al Distrito Federal y a Estados Unidos. Le digo que libros hicimos pocos y el video se lo hemos dado a algunos, pero pueden prestárselo, la idea es que circule el video. Manuel Trinidad: Pues el que lo tiene puede grabarlo y pasárselo a otra persona. Alberto: Claro y además ya lo subí al Internet, ahí pueden buscarlo, se llama Por qué te vas. Entonces, por eso le vengo a preguntar aquí a Don Epifanio ¿qué le pareció el documental? Don Epifanio: No pues a todo dar. Alberto: ¿Qué fue lo que más le gustó? Don Epifanio: Todo, porque todo yo lo veo bien allí, más el mono, con más ganas, pues el mono es el que va por aquí y por allá. Mario: Tú eres el guía. 201

Don Epifanio: Sí y se ve todo. Mario: Dijiste cosas verídicas. Don Epifanio: Sí, allí no andamos mintiendo. Manuel Trinidad: ¿Fuiste a las minas? Don Epifanio: Nomás a las meras minas no llegamos. Estuvimos donde estuvo el palo de la Santa Cruz, el antiguo, que mucha gente dice el cerro, pero no sabe dónde estaba y yo lo llevé al hoyo y le dije –mire aquí está el hoyo, cuadrado y aquí trajeron la cruz en el 40– por decir. Manuel Trinidad: ¿Y restos de palo dónde están, de éso? Don Epifanio: No, pues esos se los trajeron aquí al templo, sabe qué le harían. Jesús Amador: Y están en la otra cruz Chaparro, éso te falta. Don Epifanio: No, pues sabe, éso yo ya no lo vi. Jesús Amador: Los restos de esa cruz. Mario: No restos, una parte. Jesús Amador: Por eso, los restos, porque no la iban a montar toda. Una astilla o qué se yo de esa cruz se la trajeron aquí a San Cristóbal, porque el padre Daniel sabía que ya habían mandado a hacer una cruz por ahí por la calle de Guadalupe, que esa es la que está actualmente arriba y esa cruz ahí tiene sus restos de muchas cosas tiene allí. Alberto: Bueno pues, pero volviendo a lo que le estaba preguntando Don Epifanio, ¿qué fue lo que más le gustó del video? Don Epifanio: Pues que me veo, que platico con ustedes, ya que se interesaban por saber de los lugares y de lo que yo les mencionaba sobre cómo vivíamos en esos años, que allí en el cerro sacábamos, yo y mucha gente, metales y nos manteníamos de eso y luego va uno hasta manoteando, pues ahí va uno viéndose en el video y al monte también. A mí me gustó todo, todo estuvo bien. Alberto: Y de lo que decía el video sobre la migración ¿qué fue lo que más le llamó la atención? Don Epifanio: No pues esa parte no la recuerdo bien. Alberto: No recuerda siquiera lo que dijo el Botana, ahí sale él. Don Epifanio: No, pero sí sale él ahí, si es cierto, es más, sale ordeñando él. Alberto: Bueno y ¿hay algo que no le haya gustado del video? Don Epifanio: No, para mí estuvo bien todo. 202

Alberto: Entonces, ¿qué le pareció nuestro trabajo en general? Don Epifanio: Pues también muy bien, pues lo que ustedes buscan o andan haciendo está bien, es como para formar el futuro de ustedes por medio de sus estudios. Alberto: Porque yo le decía a Mario que todo lo que nos contaron nos sirvió para hacer la tesis y descubrimos muchas situaciones sobre la migración, de entre ellas el por qué se van, pero sobre todo los cambios que se dan por la migración, se dice que los chavos que se van regresan muy cambiados. Don Epifanio: ¡Uy, sí!, sale uno muy chivero y llega uno muy borreguero. Pues ahí donde los llevé se daba mucho la chivería, pastores, pues puros niños de 10, de 12 años cuidando el tajo de chivas, ahí por donde los llevé y no hay mentiras, pues eso lo vimos nosotros, lo vivimos. Alberto: Sí pues, y le decía también que lo que más me llamó la atención es que se dice que los jóvenes están perdiendo los valores, las costumbres, que si eran borrachos regresan más borrachos y peleoneros. Entonces, yo ahora estoy retomando el estudio y sigo investigando y pienso trabajar con los chavos, para saber qué está pasando con ellos ¿Usted cree que sea importante que se sigan haciendo este tipo de trabajos, con los chavos sobre todo o ya no? Don Epifanio: Bueno, pues ya si se sigue haciendo con los chavos, pues ya va a ser cuestión de la vida de ellos, de los chavos, porque ya en lo personal uno ya quedó muy lejos, por decir, de 20 y 30 años más acá pues ya es otra cosa. En el tiempo de nosotros habíamos pocas gentes borrachitas, muchachos nuevos, y ahora está así todo el pueblo, ahora está de la rechiflada y antes no, éramos raros los que hacíamos eso, seríamos los más desvergonzados o no sé, nos gustaba esa madre más yo creo y lo hacíamos, nos juntábamos con gente de experiencia. Ahorita ya hay morritos de 15 que ¡jijos de la chingada!, si no traen tequila traen polvo o yerba, entonces no, pues es un desmadre. Mario: La raza tomó otro rumbo. Alberto: ¿Y por qué cree que haya cambiado tanto esa situación? Don Epifanio: Pues costumbres de uno mismo yo creo. Mario: Así es, pues a través de lo mismo, la migración, allá hay muchas más cosas. Don Epifanio: Sí, pues casi por lo regular se van chavos nuevitos y ya vienen de unos cuatro o cinco años más y traen otras ideas ellos de por allá. Jesús Amador: Cambian hasta en la forma de tratar a los padres, ya no digas a la demás gente, ya alzándole la voz a los padres, antes no era así y ahora todos. Don Epifanio: Por eso digo que lo de uno, lo antiguo, era otra cosa, éramos más tímidos, de fregados estábamos igual, pero éramos tímidos. Yo les platicaba a ustedes, no sé si recuerda, que cuando había gentes mayores a uno lo hacían que se quitara el sombrero para llevarle una lumbre y uno se hincaba delante de aquella gente grande, así era, nomás no les besaba uno la mano, pero sí se hincaba. Ese era el respeto seguramente. 203

Jesús Amador: Algunos sí les besaban las manos, y eso no, a nadie se le debe doblar las rodillas más que al altísimo, a nadie, antes a la gente la tenían muy restringida, pero amí ya no me pasó eso. Don Epifanio: Entonces, hoy que ya la gente se desenvolvió un poco y sabe más, dice –no, pues yo pa’ arrodillarme nada más al Señor– Jesús Amador: Ahora ya le llaman tontismo a esa gente que hizo éso, a la ignorancia que tenían. Don Epifanio: Bueno, es lo que yo le estoy diciendo, que era la ignorancia de uno, ahora ya no hay ignorancia, ahora ya a cualquier mono de cinco o seis años le grita uno y se la mientan a uno, sí luego luego (se ríe) y antes no. Alberto: ¿Y qué piensan sobre esto? Don Epifanio: Pues no está bien, pero de todas maneras ¡ya qué!, así se vive, ya no hay ningún respeto de nada. Jesús Amador: Y aquí todavía está más o menos, vete al Tecuán o al Puesto y ahí está peor. Alberto: ¿Se puede hacer algo para cambiar esta situación que me comentan o de plano ya no se puede hacer nada? Manuel Trinidad: Pues sí, en las escuelas los pueden educar en las normas. Entre la escuela y los padres también, para tener una buena base. Jesús Amador: Yo te puedo decir que la buena educación a lo mejor no sale de las escuelas, te voy a decir por qué, porque allí aprenden exactamente todo lo que deben de saber en la vida, todo lo que deben de saber en la vida allí se los enseñan, por lo tanto, allí ya no lo utilizan nada más para algo bueno, por ejemplo te dicen cómo hacerle pa’ tener sexo sin comprometerte con nadie. La escuela te desvincula, sencillamente. Entonces, la ignorancia ya no existe, ahora ya no hay ignorancia. Incluso enciendes la tele y de lo que estás viendo ya no hay un programa que no te saque adelante, que te bote la memoria fuera de lo normal. Manuel Trinidad: Antes no había escuela para la gente, ya después sí y el que no metía a sus hijos pues era mal padre, porque ¿cómo va salir el hijo igual de ignorante que el papá? Pues no, todo va evolucionando. Jesús Amador: Cada quien evoluciona según su capacidad y según uno quiere, porque si yo quiero evolucionar con aquello, con el alcohol, pues también se puede. Si yo quiero en eso, en eso mero, y si yo quiero leer y aquel libro me ilustra digo –ah caray– Alberto: Entonces, ¿se puede hacer algo para que los chavos dejen de tomar y de ser violentos? Don Epifanio: No pues, pero si uno no toma los amigos sí.

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Jesús Amador: Bueno pero sí se puede, todo depende de uno, no nomás porque uno les diga –ve y tómate esta botella– significa que lo van a hacer, uno puede traer una buena ilustración como la que este muchacho trae y basta que alguien lo quiera escuchar pa’ que agarren el consejo bueno. Alberto: Les pregunto porque yo voy a seguir haciendo investigación aquí, pero no sé si ustedes crean que sirve de algo hacer este tipo de trabajos, sobre todo con los jóvenes que se dice son el futuro del país. Don Epifanio: Cómo no, claro, sirve de mucho. Jesús Amador: Sí, pero ahorita las muchachas por un amor caprichudillo que tengan se van y se casan con cualquiera y no le hacen caso cuando uno les dice que no les conviene estar con algún muchacho que anda en malos pasos, pero así quieren a veces, la juventud ahorita ya se casan y a los dos o tres años ¡fuga!, cada quien por su lado. Algunos, no todos. Don Epifanio: Nomás se juntan y ahí viven juntos una temporada y se conocen y se aburren o se casan y se componen. Alberto: ¿Qué hacer para que los jóvenes se vuelvan más responsables o qué falta para que eso suceda? Don Epifanio: Pues hombre, yo a lo mejor estoy mal, pero a lo mejor allí uno de padre es el único responsable. Eso se me figura a mí, no sé. Que fuera tantito más fuertecito el papá, aunque va arriesgando a que los hijos se le echen a los chingadazos, porque así es y peor aún si andan borrachitos. Que los jóvenes se dedicaran al estudio, pero está canijo hacerlos volver, ya es una rutina mala la de ellos que están ejerciendo. Ya nadie les puede decir algo, porque le contestan a uno –¿por qué no?, gasto mi lana– Eso es lo malo. Jesús Amador: La respuesta de ellos no debe ser que –gasto mi lana– si uno ni les dice nada porque no gastan siquiera lo de uno. Uno lo que quiere es que sean un poco más rectos, porque el vicio es lo que ha llevado a la maldad a la humanidad ahorita ¿Qué es lo que pasa, quiénes son los que se están muriendo ahorita? Puros jóvenes. Manuel Trinidad: Y eso está sucediendo ya en todas las ciudades. Don Epifanio: Éso, y si uno les dice –no hagas eso– y medio se disgusta uno, la respuesta es –yo gasto lo mío– porque yo ya lo vi con un chavito el otro día y así es el vicio. Alberto: Entonces podemos decir que, ¿ahora piensan en ellos nada más? Jesús Amador: Propiamente. Don Epifanio: Ándele, éso es, ya no existen los demás para ellos. Ya los domina el vicio. Pero a mí no me dominó el vicio, porque cuando yo dije –hasta aquí– lo dejé. Yo desde el 80 no pruebo ni una cerveza y del cigarro tengo poquito que lo dejé, apenas unos dos años y ya, dije –ya estuvo– Alberto: Estoy invitando a algunos jóvenes a que participen de alguna forma en la investigación ¿usted que les sugeriría a los chavos? 205

Don Epifanio: No pues que lo que ellos más o menos sepan que lo platiquen, eso es bueno, y si de mi parte ocupa que lo lleve otra vez al cerro y le platique otra historia, pues yo conozco todo esto de hace muchos años. Y sobre los muchachos yo pienso que está canijo para hacerlos entender. Jesús Amador: Se dice mucho de los jóvenes, pero muchas de las veces hasta los ya grandes, de experiencia, nos olvidamos de que los niños aprenden mucho y que no hay ignorancia, pero en la misma boca de los viejos salen las cosas obscenas que ellos aprenden. Pero sí se podría hacer que participen los jóvenes y sería muy bueno, cómo no. Alberto: Pero también pueden participar los que quieran, adultos también. Jesús Amador: Pero más que nada los jóvenes, porque ellos son los que tienen futuro, uno no, pero uno aunque sea viejo nunca deja de aprender. Manuel Trinidad: No, pero tú puedes dar tu punto de vista de lo que vivimos tiempo atrás. Jesús Amador: Yo sé, yo mi juventud la pasé en otro ritmo de como se vive ahora. En todas las partes anduve, no me escondía de nada, ni nadie me estaba esperando pa’ la agresividad y ahorita ya es diferente, ahorita con lo poco que les haga uno se juntan como moscos y con lo que hayan le dan a uno. Don Epifanio: Agarran garrotes, bates, con lo que pueden y antes no había éso. Manuel Trinidad: Pero son de otros lados ¿no? Don Epifanio: No, son los de aquí. Jesús Amador: Eso lo aprenden, alguien se va al norte, se va a Aguascalientes, se va a Guadalajara, ven, aprenden y luego lo traen acá. Así le hacen. Don Epifanio: Y van haciendo flota, hacen amigos y la chingada, ya no andan solos. Jesús Amador: A mí eso de que anden en bandas me cae mal, de a pandilla. Don Epifanio: Y antes no había esas palabras, no se usaban. Jesús Amador: Las palabras se las adjudican a lo mismo, que hay ciertos grupos a los que se les nombran bandas, que los de acá y que los de allá, se pelean. Manuel Trinidad: En todas las ciudades está igual. Jesús Amador: Tú lo has dicho, en la ciudad, pero estamos hablando del rancho. Manuel Trinidad: Pues ya se vino éso hasta acá y está muy mal que haya sucedido eso, porque hay morritos más pequeñitos y hay que enseñarlos a que no sigan los mimos pasos.

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Entrevista con Refugio Molina, grabada en audio el 6 de enero 2012 Alberto: Junto con el video hicimos la tesis, en el video no sale usted, pero en el libro sí viene la entrevista que le hicimos. Lamentablemente no pudimos hacer muchas copias de la tesis y por eso no le pudimos regalar una, pero se la vengo a mostrar para que vea los resultados de nuestro trabajo. A través de la investigación pudimos saber los motivos por los cuales migra la gente del pueblo y sobre todo los cambios que han habido a raíz de la migración, particularmente que se dice que los jóvenes que se van están perdiendo los valores, las costumbres y que regresan más borrachos y peleoneros. Pero bueno, ¿qué le pareció el video? Refugio Molina: Pues bien, yo al principio decía que muchas personas de las que yo conocía no cambiaban, pero ahora sé que muchas sí cambian, ya vienen muy cambiados, a veces se olvidan de sus papás, de sus familias. Alberto: ¿Qué es en lo que más cambian? Refugio Molina: En que se olvidan de la familia, se hacen drogadictos y hasta rateros, yo creo, me imagino. Pues este muchacho, Botana, él sí cambió mucho, se hizo drogadicto y se dedicó más a la mala vida. Alberto: ¿Tú qué opinas de eso? Refugio Molina: Pues que sí está mal que le metan a las drogas, porque para que las dejen está difícil. Alberto: Volviendo a lo del video, ¿qué fue lo que más te gustó del documental? Refugio Molina: Está muy interesante y puede servir para que más jóvenes reflexionen sobre lo que dice el muchacho Botana. Alberto: ¿Hay algo que no te haya gustado del video? Refugio Molina: No, nada. Nomás que lo piensen los jóvenes cuando se quieran ir allá, para que no se metan en cosas, porque ahorita ya está muy difícil para irse allá a Estados Unidos, ya no es igual que antes. Alberto: ¿Por qué dices que está más difícil? Refugio Molina: Pues la mayoría se van y he escuchado que ya no pasan, que se quedan muertos en el desierto. Bueno, si alguien se quiere ir que lo piense muy bien, porque antes pasaban bien y ahora ya es más difícil porque hay más vigilancia. Alberto: Ahora que ya has visto el producto de nuestro trabajo, ¿piensas que sirve de algo realizar este tipo de investigaciones? Refugio Molina: Yo creo que sí. Alberto: ¿Piensas que se deberían seguir haciendo investigaciones aquí?

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Refugio Molina: Yo pienso que sí, porque a lo mejor le ayuda a más personas, pues como todo va cambiando sí hay que seguirle. Alberto: ¿Qué cosas cambian? Refugio Molina: Todo, porque a lo mejor antes no había mucha vigilancia cuando se iban los jóvenes a Estados Unidos y ahora sí, además ya hay menos trabajo. A lo mejor la investigación les ayuda para que ya no se vayan. Alberto: Bueno, te he dicho que quiero seguir estudiando, sobre todo lo que hacen y les está pasando a los jóvenes, ¿por qué crees que los jóvenes se comporten de la forma en que lo están haciendo? Refugio Molina: La verdad no sé, a lo mejor porque otros les invitan a hacer algo. Alberto: Es que algunos me dicen que es porque los jóvenes se van a otro lugar, aprenden nuevas cosas y por eso cambian. Refugio Molina: No, a lo mejor ya hasta aquí mismo lo aprenden. Se van y sí cambian, pero también aunque no se vayan, aquí mimo pueden meterse en drogas. Alberto: ¿Los papás, la familia, hacen algo para evitar que esto suceda? Refugio Molina: Algunos papás a lo mejor sí, otros no, pero ahorita como están los jóvenes ni a los papás les hacen caso. Alberto: ¿Qué se podría hacer para que estos jóvenes cambien y ya no se comporten así? Refugio Molina: A lo mejor que los papás platiquen más con ellos, o con la ayuda de un psicólogo. Depende mucho de los papás, porque a lo mejor de chiquitos nunca les llamaron la atención, Los niños crecen y cuando uno quiere regañarlos ya no se puede. Alberto: ¿Y en la escuela no les enseñan a no comportarse así o no van a la escuela? Refugio Molina: En la escuela sí, también, pero por un lado les entra y por otro les sale. Algunos sí entienden, otros no o aunque entiendan quieren cambiar. Alberto: Se dice que los jóvenes se están perdiendo, porque algunos migran y otros se dedican a la vagancia o a delinquir ¿Qué sientes sobre esto? Refugio Molina: Pues da tristeza que sean así, que vayan por mal camino y no quieran cambiar. Da tristeza porque son jóvenes y a lo mejor hasta que sean ya viejos se dan cuenta. Alberto: ¿Qué están haciendo los jóvenes para evitar caer en esta situación? Refugio Molina: Pues yo creo que la mayoría no hace nada. Pero tal vez si podrían hacer algo. Alberto: ¿Qué hace falta para que empiecen a hacer algo? Refugio Molina: A lo mejor les falta algo en qué entretenerse, más deportes o algo así. 208

Alberto: Sí, porque yo veo que no tienen tantas opciones para entretenerse, no tienen un gimnasio, ni un museo, ni bibliotecas. Refugio Molina: A lo mejor les hace falta más estudiar, porque algunos terminan la secundaria y a la prepa ya no quieren ir, como que dicen –aquí ya no hace falta el estudio– Pero luego se llegan a ir por ahí y se dan cuenta que sí les hace falta estudiar. Pero aquí nomás es la primaria, la secundaria y ya, y algunos que son trabajadores ven que sólo obtienen trabajos pesados y entonces sí ya quieren estudiar y dicen –ojalá hubiera estudiado para conseguir un trabajo mejor– Alberto: Te comento que ahora estoy estudiando Desarrollo Rural y ando invitando a los chavos a que participen con la investigación que estoy haciendo, para que no sólo se beneficien ellos, sino también la comunidad ¿Qué opinas? Refugio Molina: Yo pienso que está bien, porque aquí hace falta más el estudio, o sea, si ellos estudian pues se pueden desarrollar más. Alberto: Oye, y ¿qué piensas sobre los programas como el de la tienda comunitaria que tú manejas y el Oportunidades, sí benefician a las personas? Refugio Molina: Pues yo creo que sí, más en cuanto al apoyo económico que da el gobierno. Alberto: ¿El gobierno hace otro tipo de acciones además de estos programas de apoyo económico? Refugio Molina: No, yo creo que nada más ese tipo de programas. Alberto: ¿Y tú qué piensas de eso? Refugio Molina: Que todavía le falta mucho por hacer, porque aquí faltan muchas cosas, arreglar las calles y el drenaje por que el agua se estanca. Pero debería haber más trabajos, porque falta mucho trabajo por aquí y si no hay trabajo pues no hay dinero. También falta algún grupo que pida más ayudas, porque lo único que piden es lo que ya dan, como el Procampo, pero como que no se juntan muchas personas, falta más comunicación y más unión aquí. Alberto: ¿Qué hace falta para que haya mayor comunicación y mayor unión, para que se organicen y le exijan al gobierno? Refugio Molina: Pues a lo mejor será conviviendo un poquito más con las personas. Alberto: A lo mejor también influye el miedo a la autoridad ¿no crees?, y por eso no exigen. Refugio Molina: Sí, a lo mejor muchas personas sí están con esa idea de que si van a exigir les quitan las ayudas. Sí, a lo mejor la gente tenemos miedo. Alberto: ¿Y no piensas que a través de la organización, de la unión, se puedan lograr más cosas? 209

Refugio Molina: Sí y pues los jóvenes sería bonito que se juntaran y planearan algo que pudieran hacer aquí, como un gimnasio. Estaría bien que se organizaran para que pidieran que se hicieran cosas aquí. Alberto: Bueno, por el momento es todo, pero ¿hay algo más que quieras decir acerca de lo que te he planteado? Refugio Molina: Pues está muy interesante, muy bien, échale ganas.

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Entrevista con Tuy, grabada en audio el 6 de enero 2012 Alberto: ¿Viste el video? Tuy: ¿El video en el que sale el Botana? Alberto: Sí, el video que hicimos Iván, Rodrigo y yo ¿Qué te pareció? Tuy: Bien. Alberto: ¿Qué fue lo que más te gustó? Tuy: Pues cuando le agarra el sentimiento al Botana, cuando dice que está muy feo allá en el norte, pero todo estuvo chido. Alberto: ¿Hay algo que no te haya gustado del video? Tuy: Estuvo bien, nomás como que les hicieron falta sacar más cosillas del pueblo, del cerro ahí donde los llevó el Chaparro. Alberto: Oye, ¿has leído la tesis que te dejamos? Tuy: Sí, pero no toda. Alberto: ¿Qué parte leíste? Tuy: La entrevista de Vanesa. Alberto: ¿No leíste la tuya? Tuy: Ni sé si viene ahí. Alberto: Sí, ahí viene tu entrevista. Tuy: Oh, nomás vi la de Ana Lilia, la de Vanesa, la de Martín y la de mi mamá. Nada más esas. Alberto: ¿Qué te pareció lo que leíste? Tuy: Bien. Alberto: ¿Qué parte fue la que más se te quedo en el pensamiento? Tuy: Pues ya no me acuerdo, nomás la vi esa vez cuando la trajeron, le leí un pedazo y ya. De lo que se me quedó grabado fue lo que dijo Martín, que estudiaran, ustedes, que le echaran ganas porque no está fácil. Alberto: ¿Piensas que a la comunidad, al pueblo, le haya servido de algo haber hecho la investigación? Tuy: Yo creo que sí, pa’ que se sepan las cosillas de aquí de los pueblos, pa’ que sepan cómo se vive. 211

Alberto: El Clan me dijo que servía para darse cuenta de lo que no deben de hacer ¿Cómo ves? Tuy: Sí, también. Alberto: ¿Piensas que sea importante seguir haciendo este tipo de investigación? Tuy: Yo creo que sí, igual sobre los que se van, los que salen del pueblo, aunque no se vayan pa’l otro lado, los que se van a trabajar aquí mismo a Aguascalientes, a Lagos, al DF, sobre cómo se va aprendiendo a ser responsable. Alberto: ¿Qué te gustaría que se hiciera, un video, un libro u otra cosa? Tuy: Pues las dos cosas, el video y el libro. Alberto: Pues nosotros no le pudimos dar video y libro a todos, ¿crees que sea importante que se les muestren los resultados de lo que se hizo? Tuy: Pues sí. Alberto: Ya te había comentado que voy a seguir viniendo a hacer investigación, como parte de mis estudios, principalmente sobre los jóvenes y su pérdida de costumbres, del desarraigo, que dejan su lugar, dejan su familia. Tuy: Dejan todo. Alberto: Y que si regresan ya vuelven muy cambiados. Tuy: Ya no se quieren ensuciar, vienen adictos a la droga. Hay muchos que si cambian. Es raro el que sabe aprovechar el norte y no es vicioso. La mayoría cuando regresan vienen platicando sobre las del norte, que llegan a los departamentos y se les ofrecen las mujeres, las sexoservidoras y pues igual la droga, pues para todo dicen que hay vicio allá, que el que es my bailero pues se va diario a los bailes o con las mujeres, no falta en qué. Igual lo que ganan, pues ya saben que se van a un baile, toman, se drogan y después andan sin dinero y ya cuando regresan empiezan a pensar en todo y dicen –si hubiera guardado hubiera hecho esto y lo otro– Alberto: Entonces ¿a qué se van? Tuy: Pues sí, a qué se van, mejor aquí se han de quedar. Pues muchos platican de lo que viven allá, y hay pocos que platiquen sobre cómo les va en el camino y de muchas cosas que miran. Alberto: Les va muy difícil ¿no? Tuy: Sí, pues unos ya no cuentan cómo está y hay otros que dicen –está lejos y muy difícil pasar, como para no hacer uno nada, mejor no ir– De los pocos que platican dicen que hay veces que van los grupos grandes, que van de muchas partes, que de Aguascalientes, de Michoacán, de Guerrero, de muchas partes van y que si se tuercen o algo no se paran, ahí los dejan y nadie se para, nadie se detiene, dicen –no, es muy feo y si te descuidas ahí te dejan– También dicen que a muchos los paran, raterillos que hay allá. En una ocasión iban 212

dos de aquí, el papá y el hijo, y que al hijo lo agarraron y le quitaron la ropa, todo lo desnudaron y todavía le dieron unas patadas delante del papá y el papá no se podía meter porque los tenían a todos agarrados, que les quitaron el dinero, la ropa y los zapatos. Eso es antes de pasar al otro lado. Dicen que uno corre mucho, que sufren mucho pa’ pasar. Yo creo que mejor ni se iba uno, pero de todos modos siguen yéndose. Alberto: ¿Y no les cuentan sobre la discriminación de la gente o del abuso de los patrones? Tuy: Una vez nos contaron que acá en el rancho son muy amables, pero estando allá hasta entre los mismos compañeros te tratan mal, no te ayudan. Dicen que no está fácil, que está muy difícil ya. Alberto: Me dijeron que cuando algunos regresan y traen dinero andan muy presumidos, pero que se lo gastan y después hasta lástima les tiene uno. Tuy: Sí es cierto, primero andan de arriba pa’ abajo, con su gritadero y disque muy bravos, porque traen dinero o no sé, pero después andan pidiendo que uno les dispare algo ¡Pobrecillos! Alberto: Oye ¿y la violencia acá ya se calmó o qué? Tuy: Pues ahorita aquí sí, bueno, yo ya no he oído algo, ahorita sí está calmado aquí cerca, no sé para otros lados. Dicen que para el lado de Ojuelos, todos esos lados de San Luis, que todavía sigue. Alberto: ¿Pero aquí ya se calmo? Porque ya ves que el 20 de noviembre estaba el ambiente muy pesado. Tuy: Ahorita sí está calmado. También desde que se fue el Botana está más tranquilo, él era el que armaba los pleitos y está mejor que se haya ido, es que mucha gente ya no lo quería. Yo no sé qué creía él, a lo mejor pensaba que el mundo era de él, era muy violento. Aparte venían unos de Aguascalientes y ya nomás se juntaba con ellos y era seguro que iba a hacer algo o iba a pasar algo, pero él solo no se animaba, hasta eso él ocupaba de armar pleito con alguien, pero cuando él andaba sólo era más tranquilo o nomás tomaba en un baile y se lanzaba a hacer lo que fuera. Alberto: ¿Y a los demás chavos de aquí cómo los ves, sí son responsables o no? Tuy: Pues hay unos que sí son responsables y hay otros que no, igual nomás andan en la calle. Alberto: Porque es lo que quiero saber ¿qué les está pasando aquí a los jóvenes? Tuy: Pues no sé, yo creo será que los papás ya casi ni les hacen caso a sus hijos. Pues no hace mucho ahí andaban unas muchachas como hasta las 12 de la noche o una de la mañana, aquí en la esquina del jardín y hablando como si fueran hombres, hablando groserías y que –vete a la verga– y no sé qué tanto. Alberto: Ya han cambiado las formas de ser de los chavos ¿no?

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Tuy: Sí y luego las muchachas loquillas también, ahí anda la pobre mamá buscándolas y las hijas sabe dónde chiflados, con su cigarrote echando marihuana y pues no sé en qué estará que se aloque la juventud. Yo nunca me he drogado, pero cuando tenía unos 15 ó 16 años también me gustaba el arguende, estar en los pleitos, aunque no me peleaba, siempre andaba uno como muy bravo. Un día andaba en un ranchillo que está cerca, que se llama el Puesto, y andaba junto con otros cuatro y los de allá nos empezaron a gritar cosas y yo me enojé, ya no me aguanté y yo también que les empiezo a decir y no, que se regresan y de los cuatro que andaban conmigo ninguno le entró y a mí me revolcaron, me pusieron una trapeada hasta que iba pasando un muchacho de allá mismo y me los quitó, me levantó, los otros se fueron y mis compañeros ahí nomás viendo, ya nomás al último se arrimaron y me preguntaron –¿qué te hicieron?– y les dije –qué creen que me hicieron cabrones– Pues ya todo madreado. Y no, pues se me quitó, dije –esto no es para mí– Alberto: Algunos dicen que los chavos han cambiado porque se van a las ciudades, salen, aprenden otras cosas y las traen para acá. Tuy: Pues yo creo por tanta cosa que mira uno en la tele también, pues si ya hay unos chiquitillos que nomás los mira uno y dicen –¿qué me miras cabrón?– y dice uno –ay cabrón ¿a poco este me acaba nomás por voltearlo a ver?– Alberto: ¿Y los papás que hacen al respecto? Tuy: No, pues yo creo como miran a los que andan en la calle, pues ellos los imitan y a lo mejor los papás si les dicen que no sean así, pero ahora a la juventud ya le vale, ya hace uno lo que quiere y yo creo que los papás han de decir –pues ¿ya qué hago?, ya no puedo con ellos– Alberto: ¿Nadie les dice nada a los jóvenes? Tuy: Pues sí les dicen, pero ellos han de pensar –ah pinche viejillo, el ya está viejo y yo estoy joven– Bueno, pues yo todavía no estoy muy grande, pero en mi caso a mí se me gustó andar de parrandero, me gustaba andar por todos lados, llegaba a veces que a las dos o tres de la mañana y mi mamá iba a buscarme ahí donde estaba y yo me enojaba, pero ya después comprende uno que se preocupan ¡Qué fuera si no! De los que me hablan hay uno que lo buscan sus papás, a veces vienen a buscarlo y se enoja, les dice –ya voy ahorita, no me estén dando lata– Se les enoja y a veces casi los quiere golpear y me pongo a pensar que está mal porque ellos se preocupan por él. Yo sí me enojaba, pero nunca llegué a pensar –ahorita los voy a golpear por andarme diciendo que ya me meta– no, en mi caso lo que uno va aprendiendo es que los papás tienen razón, porque hay algunos que me hablan y me invitan a ir por ahí, pero igual ya sabe uno que tal vez pueda pasar algo, porque incluso aunque estén en el jardín sin hacer nada malo les gusta molestar a la policía, la cocorean y los policías los siguen y ellos muy creidillos después de que la poli los siguió y ellos se escondieron. Y yo digo –¿para qué me voy a meter en problemas?– Alberto: Pero dicen que muchos de los padres ya no les dicen algo a sus hijos. Tuy: Pues sí, ya muchos dicen –¡haz lo que te de tu gana!– o si quieren algo se los dan con tal de que no les den lata, les piden –papá quiero ésto y lo otro– y les dicen –sí hijo, ten, ahí te va, ten, cómpralo y ya vete no me des lata– 214

Alberto: También dicen que los papás no los mandan a la escuela, porque sus hijos les tienen que ayudar a trabajar. Tuy: También o nomás terminan la primaria y la secundaria ya no. Alberto: ¿Y tú qué piensas al respecto? Tuy: Pues que está mal, mejor que estudien, igual pa’ que no piensen en tantas cosas malas y lleguen a ser alguien en la vida, para de perdida tener algo para cuando se enferme uno. Alberto: ¿Ver por su futuro? Tuy: Sí. Alberto: ¿Has visto que algunos hagan algo al respecto? Tuy: Sí, muy pocos. Alberto: ¿Qué hacen? Tuy: Hacen sus casas, compran sus tierras, sus animales y así se van haciendo de algo para el día que les haga falta algo o por si llegan a formar una familia, pues ya tienen algo pa’ los hijos el día que ocupen ellos. Alberto: Se dice que los jóvenes se están perdiendo, algunos migran, otros están muriendo en la guerra del narco y pues muchos jóvenes mueren a causa de la violencia ¿qué piensas de que esto esté pasando? Tuy: No pues sí están muy feas esas cosas, porque la juventud es la que tiene que hacer más, porque los que están más grandes que uno pues ya ¿qué tanto es lo que pueden hacer?, los jóvenes ahorita son los que pueden hacer algo, bueno, hacer y deshacer, porque son los mismos jóvenes los que hacen todas esas cosas malas. Alberto: ¿Crees que los que migran o los que andan deshaciendo aquí sea porque no se sienten a gusto en el pueblo? Tuy: Pues al igual y sí, pero yo creo que lo que quieren es dinero fácil o no trabajar, simplemente ganar dinero muy fácil. Alberto: ¿Y para qué ganar dinero fácil? Tuy: Pues será para gastar en sus vicios o en otra cosa, no sé. Alberto: ¿Para consumir nada más, no lo invierten? Tuy: No lo invierten, muchos no lo hacen. Algunos que no tienen obligación guardan dinero para salir por ahí, se van a pasear unos días o a visitar a familiares que están lejos, o hacerse de cosas. Hay muchos que compran puercos, los engordan y después los venden, y van guardando su dinero, juntándolo pa’ cuando se ocupe. Alberto: ¿Les gusta ser campesinos o ya no? 215

Tuy: Pues a la mayoría ya casi no, yo creo que ya no se quieren aferrar, como que ya no les llama la atención. Alberto: ¿Será que dedicarse al campo no deja ganancias? Tuy: Pues no deja mucho, pero también muchos ya se van a las fábricas a trabajar. Yo creo a muchos ya no les gusta trabajar en el campo, sí les gusta vivir aquí, pero no trabajar en campo. Algunos aunque tengan sus tierras también tienen sus animales ahí más o menos, pero mejor buscan trabajo en fábricas o en otros lados y a lo mejor sí trabajan en el campo, pero no en sus tierras, con otra gente. Alberto: ¿Piensas que les va mejor de obreros en las fábricas? Tuy: No sé porque yo trabajo en el campo. Alberto: ¿Y sí te gusta o piensas que ya hay que dejar de trabajar el campo? Tuy: No, a mí sí me gusta el campo. Alberto: ¿Que otras opciones tienen los jóvenes para ocupar su tiempo? Tuy: No muchas, hacen falta varias cosas, tal vez que haya más deporte, porque nomás tenemos la cancha del fut y del beis, pero la mayoría jugamos futbol. Hay una cancha de basquet dentro de la escuela y hubo una vez un maestro que le gustaba jugar el basquet y también les empezó a gustar a algunos muchachos, pero ya no quisieron que jugaran ahí adentro. Alberto: ¿Piensas que hacen falta espacios para los jóvenes? Tuy: Yo pienso que sí. Por ejemplo, el sacerdote que vino ha hecho más que los delegados, porque él se puso a arreglar un poco el pueblo, puso la estatua del señor San Cristóbal y le puso palmas y zacatito, puso la cruz que está allá afuera, puso una virgencita, y le gusta hacer convivios y encuentros con la gente, también le dice a las personas que le ayuden en algo para que se vea mejor el pueblo. Alberto: ¿Entonces los delegados qué hacen? Tuy: Nada, hasta ahorita yo no he visto que hagan algo. Alberto: ¿Y la gente no les exige que hagan algo? Tuy: Tampoco, la gente de aquí está muy mensa. Alberto: ¿Por qué crees que esté así? Tuy: Pues porque no nos gusta así como exigirles a las autoridades. Alberto: Pero, ¿no piensas que sería importante organizarse y exigirles? Tuy: Sí, o también si se quiere pedir algo sería importante. Bueno, pues lo único que sí han hecho los delegados es ponerle luz a la cancha de futbol, es lo único que he sabido que han hecho, porque según cuando agarraban a algún borracho que andaba patinando su 216

camioneta o algo así, pues les cobraban multa pa’ soltarlos y que lo que cobraban según era pa’l pueblo, pero pues nunca se ve que sea pa’l pueblo, porque el dinero que han agarrado eso sí quién sabe qué le han hecho, se lo gastaron ellos o no sé qué, pero nunca han hecho algo para el pueblo con lo que cobran de multas. Igual los policías te agarran sin haber hecho algo y te quitan el dinero. Alberto: ¿Tú cómo ves eso? Tuy: No pues está mal, pero sí hay que hacer algo por el pueblo, cómo no. Alberto: ¿Y el gobierno federal qué hace? Tuy: No pues tampoco, sabe cuántos años llevan diciendo que van a hacer la carretera aquí y nunca la han hecho y ya han venido como tres veces a medir y hasta ahorita nada han hecho y pues sí se necesita el camino. Creo yo tendría como unos ocho años cuando decían éso, ya ahorita tengo veintidós y todavía no hacen la carretera y según eso que ya está registrada como hecha, pero no hay nada de carretera. Alberto: Y ahora que van a ser las elecciones, ¿cómo piensas que se ponga la situación? Tuy: No pues qué, pues igual, de todos modos no cumplen. Hace poco hubo que el gobierno daba pintura para pintar las casas, venían de allá de Lagos y en el Puesto pintaron muchas casas, en Betulia también, eso era para que los pueblos se viera bien con las casas pintadas y según que aquí iban a venir, pero nunca vinieron a pintar y eso tiene como unos tres o cuatro años, por eso dice uno que no cumplen. Y cualquier cosa que ocupe uno hay que ir al Tecuán, al Bajío o a Betulia, pero casi siempre a donde corre uno es al Tecuán. Aquí faltan muchas cosas, hay mucho atraso. Qué gana uno con ir a votar, sí todo lo que dicen no es cierto. Está como un chiste que dice uno que –yo les pongo el puente y sabe qué más– y le dice otro –pero pa’ que pones puente si ni hay arrollo– y le responde –pues también les pongo el arrollo– Alberto: Pero sí hay que exigir a las autoridades que cumplan con sus obligaciones porque uno paga impuestos. Tuy: Pues sí, pero también hay muchos chavos que salen a buscar trabajo y no se los dan y según dicen que no quieren que haya jóvenes en la calle, drogándose o algo, pero si tampoco les dan trabajo, pues ¿qué hacen? Alberto: ¿Por qué piensas que no les den el trabajo? Tuy: Será porque los miran sin experiencia en algo, pero si no le dan a uno la oportunidad ¿cómo va a hacer uno experiencia?, ¿cómo va a ser uno alguien en la vida? Alberto: Bueno, pues la idea que tengo es hacer esta investigación con el apoyo de ustedes, de los jóvenes, que igual y tú invites a tus cuates a participar y además de que yo voy a hacer una tesis, con ustedes puedo hacer un video u otra cosa ¿Cómo ves? Tuy: Está bien, yo pienso que si les gustaría participar, porque cuando vieron el video en el que sale el Botana muchos dijeron que estaba chido y que a ver cuándo venían a hacer otro con nosotros. 217

Entrevista con Chabelo, grabada en audio el 30 de septiembre 2012 Alberto: ¿Sabes qué es el desarraigo? Chabelo: No. Alberto: ¿Y el arraigo? Chabelo: El arraigo pues si nos vamos a las leyes es donde te arraiga el gobierno, que quedas arraigado. Alberto: ¿Y qué piensas que es? Chabelo: Yo pienso que el arraigo es cuando el gobierno te agarra y te detiene ciertos días, por ejemplo 30 días de arraigo, vamos a decir en la SEIDO, por narcotráfico, estupefacientes y todo tipo de droga sintética. Eso es lo que yo más o menos entiendo. Alberto: Yo estoy utilizando la palabra arraigo en el sentido de echar raíces, como el estar fijo en un lugar. De hecho en el diccionario ese es uno de sus significados. Es comprar bienes, establecer relaciones duraderas, de parentesco. Es estar en un lugar (me interrumpe). Chabelo: Establecido. Alberto: Sí establecido, pero también participar dentro del lugar en la vida económica, social, política y cultural. Entonces el desarraigo yo lo pienso como lo contrario, como estar y no en el lugar por no participar dentro de él, por ejemplo como algunos jóvenes y migrantes que se van y se desentienden de su comunidad, se desvinculan o sí participan pero de manera negativa para la colectividad ¿Qué piensas sobre esto? Chabelo: Pues ya hasta que me aclaraste sí, porque yo lo tomaba de otra forma. Sí, pues es que el arraigo, así como dices tú, es de la gente que sienta cabeza y se queda en un cierto lugar a tratar de progresar, por ejemplo a buscar su chambita y a ser una persona de bien. Y el desarraigo, así como lo estás explicando, es de una persona, porque yo anduve por todo México, de Tijuana hasta Honduras, pa’ todos lados, yo incluso llevaba gente pa’ Estados Unidos de aquí para allá y pues es un problema muy grave de llevar la gente porque, por ejemplo, aquí la gente me tienen por malo, todos, y ya por eso cuando voy para allá ya no llevo a nadie de aquí del pueblo, porque si toca la mala suerte que lo pique una víbora o nos agarren los bajadores, por ejemplo en Altar Sonora y Caborca hay mucho pinche bajador, porque te agarran pa’ burrero a huevo. Tú si llegas ahí con los coyotes te dicen –sabes qué, tienes que llevarte una mochila de tantos kilos de mota– y si tú no quieres dicen –no, pues te la vas a llevar– y si a medio camino te agüitas y la avientas, ahí mismo te tuenan. Ese es el problema para todos los jóvenes que se van hacia allá hacia Estados Unidos, es un problema muy grave porque dejan aquí a sus familiares y si ya estando en la frontera los familiares que tienen allá, como decimos quienes le van hacer a uno el paro, se echan pa’ atrás, pues allí es donde el morro se va a quedar en la frontera y si aquí era un poquito desmadroso, allí en la frontera va a conocer más y se va a hacer peor, se va a pervertir. No falta allá quien te de un, vamos a decir si usas droga sintética o marihuana, heroína, cocaína, cristal, de todo tipo de esas drogas, pues te van a dar con tal de que la consumas y 218

ya consumiéndola te haces adicto y ya vas a ser de ellos. Eso es lo que va a pasar y son jóvenes que, incluso aquí en San Cristóbal hay varios que, no han regresado porque en la frontera quedan perdidos y los familiares de ellos no saben nada. No sabemos si los mataron o estén metidos en eso de la criminología, como hay mucho crimen en la frontera. Vamos a decir ahorita que están muy famositos los Zetas, pueden estar con los Zetas o hay diferentes cárteles mexicanos que reclutan gente para ese tipo de cosas. Entonces ya, para ese tipo de personas que quieren irse hacia Estados Unidos de mojaditos, pues no es recomendable porque en primer lugar sales de tu casa y no sabes si vas a regresar, ya cuando sales tú de aquí de tu casa ya sales a lo que caiga, a vivir o a morir y si te toca la buena que pases a Estados Unidos ya la hiciste, pero si te toca que te agarren los bajadores, te pueden matar en el río o en el desierto y así como está el calor en el desierto te pueden matar los vatos o te quedas a trabajar con ellos. Tres cosas: trabajas para ellos, te matan o pasas al otro lado. Alberto: ¿Piensas que se están muriendo muchos jóvenes en el camino? Chabelo: Sí, muchos jóvenes en el camino se están muriendo, yo incluso hace 15 días fui hacia Sonora y en el desierto en unas cuevas encontramos a siete personas muertas, puro joven, pero tú no puedes estando en territorio americano hablarle a la patrulla fronteriza o poner dedo a ese tipo de cosas que hay porque te van a agarrar a ti y van a decir que tú fuiste el que los mataste. Ese es el problema número uno de los jóvenes que son candidatos a viajar hacia Estados Unidos. Alberto: Se dice que en México muchos jóvenes se están perdiendo, que se está perdiendo el futuro, porque los jóvenes son considerados como el futuro de una sociedad ¿Por qué crees, hablando en el caso de San Cristóbal, que se estén yendo o se esté perdiendo esa juventud? Chabelo: En México se está perdiendo la juventud, el futuro se está perdiendo, porque lamentablemente los gobiernos que tenemos no nos están apoyando en nada. Ellos en las noticias dicen que están subiendo un pesito el salario, pero eso no es justo para uno de aquí de San Cristóbal, no es justo, muchos jóvenes se están dedicando a los vicios, a los malos pasos, a robar aquí mismo a la sociedad y este es un pueblo pequeño, pero de repente están robando casas o tanques de gas, todo éso, para tratar de sobrevivir, ya sea pa’ la droga o no sé, sea para comer algo los jóvenes y esto es a consecuencia de los gobiernos que nos tienen amarraditos. Nosotros lo que necesitamos es una base, un trabajo para todos estos jóvenes que dejaron el estudio vuelvan a reiniciarse con la sociedad, a estar bien con la sociedad, tratar de estar bien, pero lamentablemente no se puede con el jale de aquí. Alberto: ¿Piensas que ese sería uno de los problemas más importantes que impide que los jóvenes hagan algo positivo por su comunidad o sí hay jóvenes que hacen algo positivo por el pueblo? Chabelo: Pues te podría decir que aproximadamente el 20 por ciento está tratando de hacer algo en beneficio de su comunidad, pero de ahí en adelante no, porque ya muchos aquí terminan nomás lo más básico que es la secundaria y algunos van a estudiar la prepa, pero es caro ese estudio pa’ la capacidad de uno, del salario que se gana, eso es caro mensualmente, tienes que pagar rayte. Aquí en San Cristóbal nomás hay primaria y 219

secundaria, entonces para ir a la prepa tienes que salir del rancho. Pero los jóvenes de aquí se están perdiendo, nadie está haciendo nada bueno para lograr que el pueblo se vea bien, que tenga buena presentación, para que te lleves un buen concepto de San Cristóbal. Aquí vienes tú y lo que te puedes llevar es de repente ver muchos jóvenes en la calle a altas horas de la noche, unos drogándose y otros borrachos. Hay señoritas aquí también, muchachitas de 14 y 15 años en la calle haciendo lo mismo, están perdiéndose en los vicios. No sabemos quién les de el vicio, pero se están perdiendo las morras. Alberto: ¿Y los padres qué dicen, dónde están? Chabelo: Hay padres que dicen que realmente ya no saben qué hacer con sus hijos, porque no pueden dominarlos, ya los hijos se están tornando muy violentos, ya no sé qué estén consumiendo, pero ya los papás no pueden hacer nada con los hijos. Se está perdiendo ese asentamiento de familia que el padre era el que ponía el ejemplo y yo me recuerdo hace tiempo que el papá te regañaba, te decía algo y tenías que hacerle caso y ahorita ya los morros ya les vale gorro, ya no le hacen caso al papá. Ya se están portando muy mal, eso es lo que está pasando aquí en San Cristóbal. Alberto: Oye, muchas personas me han comentado que desde niños los explotan, que incluso desde antes de nacer ya están pensando en que ya va a llegar el que los va a ayudar a ordeñar o a cosechar y que cuando migran también se les exige a seguir enviando dinero ¿Tú qué piensas al respecto, explotan o no los padres a sus hijos? Chabelo: Eso sí es cierto, porque realmente aquí en el rancho el papá tiene dos o tres hijos y los ocupa, si tiene sus vaquitas se lleva a los hijos de seis o siete años a ordeñar desde temprano, en lugar de que el muchacho descanse para estudiar, mejor el papá se los lleva y entonces el padre sí realmente lo puede estar explotando por ese lado, porque está llevando a su hijo a trabajar siendo menor de edad, no importa que sea su hijo. Yo pienso que uno sí debe dejarles a sus hijos su espacio, como niños o jóvenes, lo que sea, para poder tomar su escuela como es y dejarlos descansar para que hagan sus tareas. Alberto: Ahora, también dicen que la escuela los desvincula. Unos dicen que porque les enseñan hasta cómo tener sexo sin compromiso, que les enseñan cosas que a los jóvenes los ponen en conflicto con su familia. Chabelo: Oh sí, supuestamente en la primaria o la secundaria, ya los maestros les están enseñando cómo usar el preservativo, les dicen también cómo son sus días menstruales a las niñas, les dicen que ya hay medicamento para no embarazarse. Todo eso aquí en la escuela les están asesorando a todos los jóvenes y no entiendo por qué, pero mejor yo pienso que la mamá debería de platicar a su hija y el papá a su hijo. Yo creo que la escuela no es la que tienen la obligación para dar ese tipo de terapia con los jóvenes. Alberto: ¿Entonces quién tiene la obligación? Chabelo: El papá, yo creo. Alberto: ¿El papá, la mamá o los papás?

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Chabelo: Yo pienso que la mamá tiene que darles su, porque a como estamos acostumbrados aquí supuestamente la cultura en el rancho, el papá no puede decirle a su hija –mira tienes que hacer ésto– no, la mamá es la indicada para darle la plática a su hija y el papá tiene que hablar con su hijo para prevenir sobre ese tipo de cosas e indicarle qué es bueno y qué es malo, porque por eso está el país como está, porque hay muchas personas que nomás se van y sin usar protección tienen sexo y es ahí donde podemos agarrar una infección, sífilis, gonorrea y VIH, todo ese tipo de enfermedad podemos agarrar a consecuencia de que no tuvimos una educación sexual por parte de los padres. Por ejemplo, a mí mi madre fue la que me decía a mí que tuviera cuidado con las mujeres, porque podía agarrar una enfermedad y ahorita ya como estamos en este tiempo ya hay diferentes enfermedades de las que te puedes contagiar. Alberto: En relación a lo mismo de la educación, pues muchos chavos ya no quieren ser campesinos ¿Crees que ésto se deba sólo a la escuela o a otro factor? Chabelo: Mira, yo pienso que lo que pasa es que ya nadie quiere ser campesino porque, aquí los gobiernos no apoyan. Si tú produces maíz o frijol, cualquier tipo o clase de semilla que produzcas aquí no vale, tú vas y la vendes al mercado y a veces no te quieren dar ni lo que te cuesta producir. Ahorita el kilo de frijol está a veintitantos pesos, pero tú produces y vas a irlo a vender al mercado y te lo van a pagar a siete pesos, por eso mucha gente se desanima, más el costo de los químicos y la maquinaria agrícola que tienes que tienes que utilizar para trabajar cinco o diez hectáreas, el diesel y todo éso, no está fácil, porque nos están aumentando todo ese tipo de gasolina. Entonces no hay ganancia y muchos jóvenes se desaniman y no quieren ser campesinos. Antes, recuerdo de hace varios años, que una hectárea la sembrabas de maíz y te producía una tonelada de maíz, ya mazorca, y lo vendías y te lo pagaban en aquel tiempo como a un peso con cincuenta centavos el kilo y sí te generaba ganancias, había muchas ayudas del gobierno y ahora ya no. Ahora la persona que quiere sembrar maíz o frijol tiene que comprar todo, esa es una regla, tienes que comprar tu semilla y todo. Antes sacabas todos los gastos de lo que le habías metido y ahora ya no puedes. Por eso los jóvenes de repente se salen de sus estudios y se van mejor a trabajar en una fábrica, ya cumpliendo sus dieciocho años se van a una fábrica si los aceptan y ahí se quedan y se olvidan del rancho. Alberto: ¿Crees que les vaya mejor en la fábrica? Chabelo: Económicamente será porque reciben su sueldo cada ocho días, porque si comparamos con la persona que tiene cinco o seis vacas y entrega su leche, a la quincena no le queda nada o va por mitad, si el cheque es de unos dos mil pesos le van a quedar mil pesos, porque tiene que comprar el forraje de las vaquitas, el rastrojo, la alfalfa y son muchos gastos y muchos jóvenes dicen que está mejor para ellos en una fábrica que andar trabajando aquí en el rancho en el sol. Alberto: Porque eso es también lo que estoy investigando sobre el desarraigo, la cuestión de que los empleos son temporales, flexibles, ya nada es fijo, nada es estable. Otra cuestión es que los jóvenes no tienen acceso a la propiedad, a la tierra, entonces eso impide que se arraiguen a un lugar ¿Tú qué piensas?

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Chabelo: Sí, porque si no se puede tener acceso a la propiedad, los jóvenes están trabajando nada más, es un trabajo que puede ser temporal. Hay personas que sí tienen su trabajo fijo aquí en San Cristóbal, pero a como están las cosas yo he mirado personas que dicen que prefieren mejor andar en una fábrica, porque el patrón ya no tiene a veces ni pa’ pagarles y el mismo patrón ha dicho que quiere cerrar su rancho porque realmente no le está saliendo para el gasto y pues están trabajando para un patrón y de la propiedad no pueden echar mano a la hora que ellos quieran y eso es lo que hace que la persona tienda a migrar hacia Estados Unidos, porque allá es donde si no tienes ningún vicio allá puedes hacer un dinerito y de repente aquí en San Cristóbal puedes comprar tu terrenito o en la ciudad, por ejemplo en Aguascalientes o en otra ciudad te haces de una casita o un terrenito baldío y ya ahí empiezas a construir, pero ya va a ser tuyo. Pero se están perdiendo aquí los valores y se está dando el desarraigo y todo eso porque muchos se van a buscar la vida a otro lado, porque aquí sí hay vida, pero para vivir bien no, porque aquí hay mucha pobreza, es lo que está pasando en este país. Alberto: ¿Y sí encontrarán esa vida en otro lugar? Chabelo: Lamentablemente hay jóvenes que se van nada más porque aquí son adictos a alguna droga y ya les cuentan que en Estados Unidos a la puerta de la casa está la droga, que nomás es ir a tocar. Yo te platico porque yo muchas veces he estado allá y allá para consumir alguna droga no batallas, cualquier tipo de droga te la consiguen allá y hay jóvenes que se van hacia eso, a tratar de consumir su droguita y a trabajar allá y allá en Estados Unidos el que trabaja come y el que no trabaja no come. Allá si está peor que aquí en México, de perdida aquí no pagas tu renta, por qué, porque estás ahí con el papá o la mamá en la casa y aunque sea frijolitos estás comiendo y en Estados Unidos no, allá tienes que trabajar para comer y pagar la renta mensual. Para mí allá en Estados Unidos se sufre más y hay jóvenes que lamentablemente no cumplen su sueño, como se van diciendo de aquí, que para hacer esto y comprar lo otro, no creo que hagan eso porque yo he mirado muchos jóvenes allá y yo fui uno de esos, a mí me pasó eso, cada vez que me iba a Estados Unidos yo me llevaba gente de aquí de San Cristóbal y decía –ahora sí, esta vez que pase esta gente voy a comprar terrenos–, pero nomás me quedaba con el dicho, porque no compraba nada, todo el tiempo anduve a pie. Pero estuvo mejor que no haya comprado vehículo porque me hubiera matado, yo era muy loco. Alberto: ¿Qué hacías con el dinero? Chabelo: Con el dinero que yo hacía realmente yo me quedaba allá en un hotel en Estados Unidos y ya me estaba hasta un mes en el hotel, consumiendo droga y me llevaba dos o tres viejas ahí adentro. Y por eso te digo que se pierde todo el futuro, en México se está perdiendo a los jóvenes. Alberto: ¿Qué edad tienes? Chabelo: Yo ahorita tengo 37 años. Alberto: ¿Cuál sería la edad de un joven, quiénes son los jóvenes? Chabelo: Pues de unos 18 hasta los 30 años yo pienso que es joven la persona, pero ya ahorita no puedes llamarle joven a uno nomás así, porque para mí un joven tiene que ser 222

hecho y derecho, de que sea recto el vato, que no sea adicto a cualquier tipo de droga, porque ya ahorita estamos muy perdidos. Ya ahorita cualquier persona te invita droga y ya los jóvenes y los niños de 12 años, porque de 15 pa’ arriba yo pienso que son jóvenes, pero de 15 para abajo son niños y hay niños aquí de 10 años que ya traen su bolsita de marihuana y te están ofreciendo. A mí nunca me ha gustado la marihuana, nunca la he fumado y esa droga pues es natural, pero yo antes usé pura cocaína y a causa de eso tengo mis narices todas fregadas, los tabiques, pero pues uno lo hacía supuestamente que por consumir nomás y la cocaína la consumía que para no emborracharme y tomaba cerveza, entonces después dije –estoy consumiendo eso disque para no emborracharme, pues lo mejor es no tomar– Y dejé de tomar y de consumir droga, ahorita mi cuerpo está desintoxicado de todo tipo de estupefacientes, químicos y naturales, ya ahorita ninguna droga consumo, nomás puro cigarro ahora. Alberto: ¿Por qué piensas que te drogabas, por experimentar o porque tenías algún problema? Porque hay quien dice que toma para olvidar sus problemas. Chabelo: Mira yo estuve así, cuando empecé a consumir la droga supuestamente tenía una morra y de repente porque tenía conflictos con ella me aventaba unos pinches toques de coca o porque si me regañaba mi hermano, me aventaba otro sorbo de coca. Yo pienso que la gente que consume las drogas que para olvidar los problemas, para mí es un idiota, porque hay que afrontar los problemas en sus cinco sentidos, afrontarlos cara a cara. Yo antes me refugiaba en el vino también, a veces tenía problemas con mi esposa y me iba sobre las cervezas y yo pienso que para mí eso ya no va y yo lo que les diría a los jóvenes es que no sean tontos, que no se refugien en las drogas o en el vicio por consecuencia de un problema, el problema hay que afrontarlo como viene, derechito. Alberto: Oye, y ¿quiénes son los jóvenes de San Cristóbal, qué hacen, dónde están? Chabelo: Pues mira, si te fijas ahorita son pocos los que se ven y los que se ven están consumiendo cerveza. Ahorita los jóvenes que están en San Cristóbal ahorita, están en el campo de futbol, pero están consumiendo su cervecita, entonces los jóvenes desde ahorita se están echando a la perdición, no sé ni por qué motivo, pero se están echando a la perdición. En la tarde, al rato, ahí en la plaza, todo el joven que vayas a mirar aquí en San Cristóbal está en un vicio, sea en una cerveza o en un cigarro, porque el cigarro es un vicio que traen todos los jóvenes. De repente sí vas a ver un joven que no esté tomando o drogándose, que a lo mejor esté comiéndose un plato de fruta, pero casi la mayoría de los jóvenes están consumiendo una bebida alcohólica. Alberto: ¿Cuáles son los lugares de los jóvenes o no hay espacios para ellos? Chabelo: Mira, aquí los únicos espacios que hay de punto de reunión para los jóvenes, pues el único punto puede ser ahí en el jardín o aquí en el súper donde hay internet y ahí se reúnen dos o tres jóvenes, pero como que no les interesa nada. Yo a veces quisiera saberle a la computadora para meterme a mirar cosas, porque a mí me gusta mucho la naturaleza, y me gustaría mirar cosas de nuestro país o del planeta ¿Qué es lo que se está destrozando a causa del hombre? Hay muchos bosques que se están destruyendo a causa del hombre y ahí es donde debemos de ponernos todos y educar a nuestros hijos, yo pienso que debemos educarlos para que sepan lo que está dañando al mundo, al planeta, al agua. Pero aquí los 223

jóvenes no, se meten al internet y empiezan a chatear con las morras y a ver videos perrones de morras, eso es lo que están viendo en lugar de que como jóvenes de la prepa o de la secundaria se enfocaran a un programa educativo para que aprendan o se sofistiquen poquito en su estudio para que tengan algo más, algo aprendido, pero no. Los jóvenes que están aquí están tomando su cerveza y están fumando libremente aquí en el pueblo y como aquí no hay ninguna ley que prohíba venderles cerveza a los menores de edad, sí tienen el papelito ahí que dice –prohibido vender cerveza a los menores de edad– pero no, aquí en el rancho van a la tienda y sí les venden la cervecita. Realmente aquí si te fijas ni la policía anda, aquí no tenemos ley. Es bonito el pueblo, pero es un pueblo sin ley, eso es lo que yo veo aquí. Alberto: Has hablado sobre la computadora, pero yo te preguntaría también sobre la televisión y la publicidad ¿Los medios de comunicación qué influencia tienen sobre el comportamiento de los jóvenes? Chabelo: En la computadora lo que está pasando es que hay jóvenes que en lugar de enfocarse en algo sano, están mirando videos de decapitados, muertes y todo tipo de accidentes. Los medios de comunicación sí nos están haciendo también a los jóvenes agresivos, si te fijas en la televisión pasan los sábados y entre semana pura película violenta que te da alteración en los jóvenes, porque hay jóvenes que practican ese tipo de cosas y eso no está bien. Yo me acuerdo que antes había programas sanos, programas blancos, de humor blanco, antes, pero ahora ya es pura violencia en la televisión. Eso es lo que te está mostrando el país, el gobierno está permitiendo que haya pura programación con violencia y yo pienso que eso no debe ser, porque de ahí es donde los jóvenes se están perdiendo. Alberto: Te lo pregunto porque aquí la mayoría de la gente dice que aquí los cambios negativos se dan en los que se van, pero también en los que se quedan están este tipo de comportamientos, sobre todo que dicen que se han vuelto más liberales. Chabelo: Oh sí, de los chavos y las chavas. Hay chavos que sus padres se han ido, el papá, y la mamá se queda ala mando, como siempre. Tú sabes que aquí el papá se va a Estados Unidos y deja a la mamá a cargo de la familia, pero ya nomás se va el papá y los hijos se echan a la perdición. La mamá no tiene el control sobre los hijos, los hijos no le hacen caso, se rebelan contra la mamá. Entonces, ese tipo de cosas el mismo padre lo provoca, por eso los hijos son así como son, liberales, que llegan ya muy entrada la noche o hay jóvenes que no llegan por hacerle compañía a los otros o por estar drogándose o por estar tomándose una cerveza y las muchachas también se van a otros ranchos a ver qué hallan, un vato o no sé. Alberto: Dicen que ahora los jóvenes andan como en pandillas al estilo de los de la ciudad ¿Crees que los chavos de aquí de San Cristóbal anden de pandilleros? Porque incluso han subido fotos al Facebook haciendo poses al estilo maras o cholos ¿O piensas que es pura imitación? Chabelo: Pues aquí los jóvenes tratan de imitar a los maras, porque yo recuerdo que del año 2006 pa’ atrás los maras eran los que rifaban inclusive aquí en México, esos en las vías o dónde fuera, los maras eran los que rifaban y hablaban su lenguaje, a señas con las manos se comunicaban, hacían señales con sus dedos, con placazos, tatuajes y lo que fuera. 224

Los chavos tratan de imitar, porque realmente aquí sí andan un poquito pandilleros pero no es con mucha violencia, los jóvenes nomás tratan de imitar. Alberto: ¿Por qué tratan de imitar y por qué oyen narcocorridos? ¿Para qué lo hacen? Chabelo: Yo pienso que los jóvenes imitan para tratar de intimidar a la gente o para tratar de poner su misma ley de ellos aquí en el rancho. Inclusive hay jóvenes que de arriba y de abajo no se pueden ver, porque uno quiere poner sus reglas y el otro también las de él y no salen de acuerdo y por eso también se pelean los jóvenes, porque ya unos que una pandilla y otros que otra. Sí tienen nombrecitos aquí medio raros los jóvenes, no son pa’ dar miedo, pero sí los papás están desubicados porque deben de enseñarles a sus hijos de dónde vienen sus raíces, de inculcarles qué es lo que deben de hacer los jóvenes de acuerdo a sus raíces o que los jóvenes se metan de lleno a su estudio, para que el día de mañana tomaran una carrera buena. Alberto: ¿Y cuáles son esas raíces? Porque ahora yo los veo muy cholos. Chabelo: Pues la raíz es más o menos de lo que estamos hablando de la agricultura, pero se está perdiendo. Los jóvenes ya mayores de edad deberían de tomar su trabajo como debe de ser, tratar de calarle a la agricultura y ver qué les da, para que tengan sus animales y todo eso. Hay jóvenes que sus papás tienen tierra y los hijos deberían empezar ahí para tratar de trabajar, en lugar de que anden en las calles causando problemas, no, mejor deberían ponerse a trabajar. Alberto: Oye, yo veo que en los adultos es más la cuestión de ser ranchero y andar a caballo y ahora los jóvenes que el auto y los tenis ¿Siempre ha habido esta mezcla de culturas? Chabelo: Pues yo me imagino que los jóvenes están cambiando mucho. Aquí si te fijas hay mucha gente en su caballito y en su burro, porque es un rancho campesino y las personas mayores todas andan así, pero ya los jóvenes ya no quieren ponerse ni un sombrero, mejor se ponen una gorrita pa’ atrás y andan escuchando música violenta, que les está insinuando al crimen, les está platicando el crimen la música. Ahí es donde a los jóvenes, para mí, se les está perdiendo su cultura, sus raíces, desde el momento en que están escuchando ese tipo de música, de corridos mafiosos de narcotraficantes y muertes. Ahí es donde ellos están perdiendo sus raíces de aquí del rancho, no están enfocados a lo que es la realidad, porque uno es ranchero aquí y tiene que enfocarse al trabajo que es. Alberto: ¿Qué diferencias encuentras entre los jóvenes urbanos y los jóvenes de aquí de San Cristóbal? Chabelo: Los jóvenes urbanos de la ciudad son un poco más abiertos, más educados, porque a mí me ha tocado ver jóvenes de la ciudad que están más enfocados en su estudio y los jóvenes de aquí de la zona rural son jóvenes que apenas tienen la secundaria o la primaria nomás, hay jóvenes que abandonaron su primaria, no sé ni por qué la abandonarían, pero ahí es la diferencia entre el joven urbano y rural. El urbano viene aquí al rancho y es notable luego luego, en la forma de hablar, en la forma de expresarse, porque uno aquí no se puede expresar bien y uno mismo tiene la culpa porque no agarra su 225

educación como es y los jóvenes urbanos de la ciudad vienen y traen otro tipo de cultura, porque vienen agarrados de la ciudad, no aquí como uno de ranchero. Alberto: Oye, y ¿de qué manera contribuyen al desarrollo de la comunidad los jóvenes de aquí? Chabelo: Los de aquí de San Cristóbal, realmente que contribuyeran en algo no te puedo decir, porque si los ves al rato ahí en el jardín en lugar de contribuir a cuidar las cosas, por ejemplo los botes de basura, en lugar de cuidarlos los están destruyendo. Eso es lo que hacen los jóvenes ¡destruir! Entonces estamos perdidos con esta juventud aquí. Alberto: ¿Crees que en algún momento fue diferente? Chabelo: Hubo su tiempo en que San Cristóbal era ordenado, me refiero a la gente, no había tantos desmanes como ahora, porque se respetaba. En aquellos años le daban la queja a tu mamá –tu hijo hizo esto o lo otro– y la mamá te regañaba, ahora no. En esos tiempos no podías quebrar ni una botella en una banqueta, en el jardín o enfrente de la iglesia y ahora ya ves a los jóvenes haciéndolo, ves todo ese desmadre porque no hay respeto. Alberto: ¿En aquellos años cuando tú eras joven o te han contado los más viejos? Chabelo: No, pues cuando yo era joven, no se permitía nada de eso y ahora hasta van a la tienda los jóvenes y se roban que una cajita de cigarros o una soda, en aquel tiempo no podías hacer eso, porque le tenía uno miedo a sus papás. Yo recuerdo que mi mamá me decía –si te robas algo te va a castigar Dios– Yo le tenía miedo a Dios y a mi mamá, a los dos, y ahora los jóvenes no respetan a sus padres ni a la religión, para ellos eso ya pasó de moda. Es una generación nueva, una nueva etapa que los jóvenes están pasando. Así no sabemos dónde va ir a parar este país. Alberto: ¿Cómo quisieras que fuera tu comunidad, qué le pondrías para los jóvenes, un museo, una biblioteca, o no sé, un reclusorio? (Risas). Chabelo: (Risas) No pues estaría bien un reclusorio ya al último pa’ encerrarlos. No, yo pienso que a los jóvenes deberían de ponerles una prepa para que se pusieran a estudiar. Yo a veces junto a los jóvenes y a los morros y me hacen caso, pero hablándoles fuerte también, porque ya ahorita cualquiera te quiere cachetear de los morrillos jóvenes, ya son muy violentos. Aquí en el pueblo hace falta poner algo para que trabajen y al mismo tiempo estudien en su tiempo libre. Eso es lo que hace falta. Ahorita todos los que tú ves aquí tienen entre 16 y 17 años y ellos ahorita no se mueven de aquí, porque no les dan trabajo en la fábrica hasta los 18 años. Estaría bien que hubiera algo aquí en la comunidad, que el gobierno promoviera algo, como oficios y manualidades para que en algo ocuparan su tiempo los jóvenes y olvidaran ese tipo de cosas negativas. Alberto: ¿Hay alguna diferencia entre los jóvenes y las jóvenes de aquí de sancris? Si la hay ¿cuál sería? Chabelo: La diferencia es que los jóvenes, en sus puntos de reunión están puros jóvenes y las morras, las jovencitas están en otros lados. Alberto: ¿En dónde están? 226

Chabelo: Vamos a decir que de esquina a esquina están reunidos, no se mezclan tanto, a menos de que sean amigos o novios. Pero sí parece que son como pandillas, porque a veces los jóvenes y las jóvenes no se mueven de su esquina y se van hasta las 11 de la noche para sus casas o hasta más noche. Los fines de semana es cuando está caliente de todo, sales a la calle y hay morras que están tomando, embriagándose y que se van por allá a lo oscuro y hay jóvenes que se están drogando. San Cristóbal es un desastre ya, no sé ni de dónde metieron esa droga, pero si seguimos así como vamos va a ser un pueblo fracasado, por el lado de la juventud, porque la juventud no se pone las pilas y deberían ponérselas para que los jóvenes el día de mañana agarren un buen trabajo y saquen el pueblo adelante, porque uno va de pasada y los jóvenes son los que se van a quedar aquí en el rancho y ya es hora de que se pongan las pilas y a trabajar y a hacer algo bueno y de ejemplo para el pueblo. Alberto: Hablas mucho de la violencia ¿Consideras que la violencia es exclusiva de los varones o también la ejercen las mujeres? Chabelo: Las jovencitas a veces son las que hacen el relajo de la violencia, para hacer entrar a los jóvenes en pique con los de otro rancho. Algunas de las jovencitas nomás sirven para encandilar a la gente, ya encandilan a aquellos y los dejan solos para que se peleen. Hay veces que una que otra trae su botellita y se rama la bronca y avientan su botellazo. También ellas provocan la violencia. Alberto: ¿Por qué relacionas migración y violencia con la juventud? Chabelo: Sí, porque ya un joven que se va de aquí hacia Estados Unidos ya va violento, ya va convertido. Alberto: ¿No se hace allá violento? Chabelo: No, ya desde aquí ya va violento. El joven llega a la frontera y si le toca la suerte de pasar, ya pasó y llega allá y en Estados Unidos se junta que con una pandillita y allá es peor el desmadre. Y si a los jóvenes los atoran antes de pasar, pues se quedan en la frontera y allí a lo que se quedan es a consumir droga. Los jóvenes realmente desde aquí ya van capacitados con su violencia que llevan. Alberto: Ahorita ya están más calmadas las cosas, pero hubo un tiempo en que, más o menos hace un año, hubo balazos y levantones. En el Tecuán levantaron dos chavos, a uno lo regresaron sin lengua y del otro no se sabe nada. Aquí pues lo que pasó con el hermano del Botana, que se murió tras volcarse su camioneta, en una persecución ¿Sí se han calmado las cosas aquí o qué ha pasado? Chabelo: Mira, por ejemplo lo de este chavo, Cristian, eso fue por el Botana, a nadie más le podría echar la culpa, porque él es una persona muy problemática. Él se juntaba con dos o tres jóvenes y a cualquier persona que viniera del Puesto, del Tecuán o de dónde fuera lo agredían a golpes y de allí resultaron muchas rencillas y a lo que yo sé de ese accidente, a Cristian por culpa de su hermano lo iban a golpear, lo que pasó fue por culpa del Botana. Eso pienso que todavía no está calmadito. Eso es como una herida, de repente le vuelves a tallar y vuelve a sangrar. O no sé, a menos de que hayan firmado un papel entre ellos, de no tocarse y tomar su distancia entre ellos. Y de eso que dices del levantón de este chavo del Tecúan y del de allá del de Ciénega y si nos ponemos a hablar de la muerte del delegado 227

del Puesto sí es cierto. Yo trabajaba cuidando un rancho, hace como un año y era cuando estaba ese problema caliente, el de los Zetas, muy caliente, inclusive en ese rancho que yo estaba cuidando durmieron dos de esos, durmieron dos veces porque ya iba a amanecer y a mí me subieron a una camioneta y estaba llena de droga. Yo todo el tiempo he andado en el peligro, nomás que con cuidado, y me tuvieron ahí con ellos todo el día en la camioneta y ellos durmieron y se llego la tarde, empezó a oscurecer y se fueron, pero yo tuve que ponerme al lado de ellos y apoyar a esa organización al momento que querían que los dejara dormir allí. Si no los dejo dormir me hubiera pasado lo que al delegado del Puesto, me matan. De la inseguridad que tenemos en el país es porque están trabajando todo ese tipo de personas mafiosas libremente por el país, como si entraran por su casa. Estamos peligrando todo el país. Alberto: Pero ¿tú crees que estos eventos realmente estén afectando el desarrollo comunitario del pueblo? Chabelo: Pues realmente no creo que lo afecten, lo que pasa es que sí de todos modos la gente toma sus precauciones. Alberto: ¿Crees que tengan miedo? Chabelo: Sí tienen miedo, inclusive aquí, cuando fue ese tiempo de los levantones del año pasado, había personas que aquí en San Cristóbal se metían temprano a sus casas y a las nueve y media de la noche ya no mirabas a nadie, ya estaban todos en su casa reunidos. En Betulia balacearon la delegación y había gente que daba falsas alarmas, de por sí el pueblo estaba bien asustado y había gente que hablaba –ahí vienen los sicarios– y toda la gente se escondía en sus casas, corrían los papás casi arrastrando a sus hijos. Recuerdo un evento que hizo el sacerdote de aquí de San Cristóbal, tenía como 20 días que habían balaceado la delegación de Betulia y estaban todos reunidos comiendo enchiladitas, tamales y buñuelos, de todo, té, café y de repente hubo una llamada de alerta –¡que se vayan todos a sus casas!– Hasta el sacerdote dijo –¡váyanse a sus casas! Porque acaban otra vez de balacear la delegación de Betulia– y toda la gente andaba bien alterada, asustada. Aquí había gente que salía a ordeñar sus vaquitas a las cuatro de la mañana y empezaron a irse más tarde a ordeñar por el miedo. Y yo nunca miré que los soldados hubieran cuidando la zona rural, todas estas comunidades nunca las anduvo cuidando, hay personas que dicen que los miraban de noche, pero yo en el rancho que cuidaba, entre las dos y cuatro de la mañana, veía pasar convoys de camionetas y yo digo que eran los Zetas. Alberto: Dicen que aquí veían Hummers, no sé si sean rumores nada más, pero varias personas dicen que veían estas camionetas rondar por los alrededores del pueblo. Chabelo: Sí, inclusive yo sí las miré, unas dos pasaban de día, una negra y una gris y con varias gentes arriba, pero ni tocar ese tipo de asuntos, ni adiós decirles a las personas porque no sabes cómo van a reaccionar, no sabes con qué tipo de gente estés tratando. Sí estuvo muy peligroso, pero esperemos que este año no empiece igual. Bueno pues dicen que hace como unos quince días pararon a una señora, aquí por una brecha que va rumbo a Ledesma, pero que por su niño que traía la señora ya no le hicieron nada. Alberto: ¿La señora era de aquí? 228

Chabelo: Es de otro ranchito, pero iba a visitar a sus papás y a medio camino se le atravesó una camioneta y ella misma platica que nomás por el niño no le hicieron nada. No sé que querrían los vatos, si llevársela a ella o quitarle su vehículo, pero nomás por el niño no le quitaron nada, la dejaron ir. Entonces se está poniendo otra vez la cosa calienta aquí en la región. Alberto: ¿Y la iglesia, el gobierno, las autoridades de aquí qué hacen al respecto? Chabelo: No pues las autoridades cuando empezó ese problema de que andaban aquí los mentados sicarios, los levantones y las camionetas a altas horas de la noche, el gobierno, antes de que se escuchara eso, la patrulla andaba aquí todo el día, venía tres o cuatro veces al día o pasaba por el camino, pero nomás escucharon eso y ni una patrulla, había días que no se miraban las patrullas y hasta ahorita ya, como antes, no las he mirado. Le sacatearon los policías a los sicarios y siendo la ley, siendo el gobierno ¡imagínate! Abandonan al pueblo nomás así. Tuvieron miedo porque realmente nunca se arrimo el gobierno hacia acá, ya llegaban hasta el último, como siempre, a ver qué pasaba. Alberto: ¿Crees que los chavos, en el futuro, tengan alternativas para incorporarse o reintegrarse a la sociedad? Chabelo: Pues se van a integrar a la sociedad pero a su modo, a como son, porque para integrarse a la agricultura y todo lo que se hace aquí tradicionalmente pues no, porque si algunos ya han vivido en la ciudad o han trabajado en otras cosas pues ya no quieren trabajar en el rancho. Yo pienso que esos jóvenes pa’ que se reintegren va a ser muy difícil, ya no se van a poder integrar al trabajo de aquí, bueno, sí hay uno que otro que sí, pero la mayoría yo pienso que no se van a reintegrar al trabajo del campo. Alberto: ¿Los jóvenes tendrán algún proyecto para su futuro? Chabelo: Pues me daría gusto que lo tuvieran, que tuvieran algo pensado a futuro, pero como los estoy mirando yo pienso que no van a tenerlo. Es que nos estamos yendo sobre la pura violencia y drogas, ya ahorita no es como antes que mirabas jóvenes y niños que lloraban porque querían ir atrás de las vacas, a cuidar a sus vacas, o por irse con el papá y andar ahí en el campo y ahora ya no. Ahora el papá les dice –te voy a llevar con las vacas– y mejor se esconden los jóvenes. Ya no es como antes, antes se peleaba uno por ir y ahora se esconden los jóvenes y entonces no hay futuro, yo pienso. Alberto: ¿Los jóvenes conocerán el valor de su tierra, el valor de sus historia o por lo menos conocerán la historia de su pueblo? Chabelo: Hay jóvenes que no saben siquiera cuál fue el origen de San Cristóbal, no saben la historia y sí sería bonito que se interesaran por ese tipo de cosas, por ejemplo, a lo mejor no a saber toda la historia, pero sí parte de ella, cómo fue fundado San Cristóbal, por ejemplo ahí tenemos la Hacienda, la hacienda de San Cristóbal, pero yo no te sabría decir en qué año fue fundada, pero ésa fue la base de aquí. Si te fijas, en la entrada nomás hay una puerta, porque dicen que en aquellos años que el hacendado puso una puerta de madera ahí enfrente y ya a ciertas horas de la noche se cerraban las puertas y no dejaban entrar a nadie a menos que fuera algo de urgencia. Antes aquí la gente antes estábamos agarrados por los hacendados, a mí no me tocó eso, pero hubo personas que le trabajaban al 229

hacendado por cierta cantidad de maíz o frijol y trabajaban todo el día, nomás para sacar pa’ la comida de su familia, de sus hijos. Eso es más o menos lo que yo sé de aquí de San Cristóbal y hay jóvenes que te aseguro no tienen ni idea, no saben cómo San Cristóbal tuvo sus problemas. Se cuenta que por aquellos años del jardín del ahorcado, que el señor que por no entregar, en tiempos de los cristeros, por no entregar unas armas de aquí de la Hacienda, que estaban en unos túneles, no las entregó y lo ahorcaron a consecuencia de eso. Me han contado, porque los cristeros no me recuerdo en qué año fue, pero aquí está el cerro que le llamamos el Cerro del Cristero y cuentan los señores de antes, porque ya todos se están acabando, mi abuelo me contaba que ahí estaban en una persecución y los federales se toparon con los cristeros y ahí bronquearon, fue una matazón grande que hubo, incluso si va uno y pone atención por ahí, todavía hay crucitas de los cristeros o de federales, de mucha gente que mataron ahí. Aquí fue paso de cristeros, todos estos lugares y gente que se oponía a ese tipo de rebeldía, de los cristeros, los ahorcaban en el monte. Hay mucha gente sepultada aquí en los montes. Son historias de años pasados que la gente grande cuenta y si te fijas es pura violencia también. Alberto: ¿Pero esa violencia o guerra por qué crees que haya sucedido? Chabelo: Yo pienso que los cristeros se estaban levantando en contra del gobierno y le estaban abriendo al pueblo los ojos y eso no le gustó al gobierno y fue cuando arremetió el gobierno contra los cristeros, para que no le abrieran los ojos al pueblo y no al pueblo, sino, al país. El gobierno no quería que se dieran cuenta de sus derechos, en aquellos tiempos no querían que se levantara el pueblo contra los hacendados o contra el gobierno, para todo el tiempo tenernos igual, casi esclavizados, pero ya ahorita estamos un poquito más alivianados por ese lado. Alberto: Ya para ir cerrando ¿qué consejo les darías a los chavos, tanto a los que se van como a los que se quedan? Chabelo: A los que se quedan aquí en el pueblo el consejo que yo les daría sería que lucharan igual que sus padres, en el mismo trabajo del campo o ya sea en la ciudad o donde fuera, pero que tomaran un buen camino, que no se desubicaran o no se salieran de la línea. Que fueran trabajadores, que no agarraran ningún vicio, para que fueran buenos chavos en el futuro, para que sigan echando las buenas raíces de aquí de San Cristóbal. Y la gente que va a migrar hacia Estados Unidos, pues yo realmente no lo aconsejo, porque yo he pasado por muchos problemas en las fronteras y para mí no es aconsejable que se vayan a Estados Unidos. Los jóvenes que quisieran irse hacia allá es preferible que saquen su VISA, que entraran con una VISA tipo estudiante, para que fueran y vinieran sin ningún problema y porque también al estar en un país extranjero, sea el país que sea, que no se olviden de sus raíces, que recuerden que son nacidos en México, en el campo, y que recuerden que aquí en México todos somos mayas, o sea que todos somos iguales, bueno en los derechos, porque si hay divisiones entre la gente por sus religiones, también hay divisiones entre la gente que tiene dinero y la gente pobre. Pero bueno, que no se olviden de su país, que se porten bien allá y que tengan cuidado de caer en los vicios, porque ya cayendo en un vicio estás perdido, se te olvida todo. Yo quisiera que no se olviden de su familia, para que el día que regresen los reciban con los brazos abiertos.

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Alberto: ¿Crees que si se van haya posibilidades de arraigarse o establecerse en Estados Unidos o en cualquier otro lugar? Chabelo: Yo pienso que para que se puedan establecer en estados Unidos va a estar difícil, porque van a tener un trabajito eventual, de un año o dos años, pero para establecerse bien en Estados Unidos ahorita ya no hay posibilidades, porque las leyes cada vez son más duras contra el migrante. Yo tengo varios hermanos allá y ellos mismos me han dicho que no me vaya, porque ya las leyes están muy cabronas, ya por cualquier cosita te agarra la policía y toda la discriminación que tienen allá y la gente te pone el dedo y te acusa con los de migración y ya cayendo en manos de la policía es otra cosa, te deportan y ya deportado no puedes regresar, porque si regresas y te agarra otra vez la policía ahora sí te meten a la cárcel y hay personas que las han dejado hasta año y medio adentro, porque están violando las leyes de Estados Unidos. Pero yo creo que no es justo, porque aquí en México los gringos se pasean a todo dar y ya era hora de que pusieran un reglamento para ellos aquí en México, pero no lo pueden poner porque pinches gringos aquí vienen y dejan dinero y el gobierno no es tonto, el gobierno a la persona que tiene dinero lo deja andar como por su casa en este país. Alberto: ¿Crees que sirva de algo esta investigación que estoy haciendo? Chabelo: Yo creo que sí, porque si andas tomando estos reportajes, esta investigación la puedes comparar con alguien de la ciudad también y alguien de la ciudad que ha ido a Estados Unidos a lo mejor te va a contar la misma o te la va a contar peor, porque de la ciudad hay personas que se han ido hacia Estados Unidos y han sufrido mucho y a la primera oportunidad se regresan, porque los amenazan o los secuestran. Y estas investigaciones que andas haciendo para mí están bien. Yo por ejemplo, le calé hace 15 días para ir al otro lado y no pasé, me agarraron, y deje mi trabajo que tenía aquí y ahora ya no me lo quieren volver a dar. Y pues yo tengo mi niña de seis años y trato de darle lo mejor, de inculcarle aquí en San Cristóbal cuáles son sus derechos y a respetar a las personas, porque si a tu niño desde pequeño lo vas enseñando a respetar a la gente, yo pienso que de grande tiene que ser igual. Uno debe enseñarles a respetar, a tenerle miedo a algo, bueno no miedo, pero sí inculcarles la religión, porque la religión también tiene mucho que ver con el comportamiento de los jóvenes, yo me he fijado que van aquí a misa y los jóvenes en lugar de entrar están acá afuera supuestamente escuchando misa, porque la capilla está chiquilla, pero no, están fumando y tomándose una cervecita y te digo porque mee ha tocado escuchar a los papás que mandan a sus hijos a misa, pero nomás están afuera, no entran. Entonces si tú no les inculcas eso de que se metan bien en la religión, pues todo el tiempo va a estar igual y va a ser el mismo problema con los jóvenes. Yo por eso trato de inculcarle a mi niña los valores de su pueblo y de los de uno mismo como persona y como ser humano ella tiene que tener sus propios valores y principios y saber sus derechos. Y antes en mis tiempos no se podía estudiar y ahora yo veo que a los jóvenes les dan beca y ¡yo qué daría por estudiar!, ojalá en aquellos años hubiera estado eso del estudio y que te dieran mensualmente una feriecita por estudiar, porque ahora les están dando becas a los niños de la primaria, de la secundaria y de la preparatoria, una feria pa’ sus estudios. Para eso son las becas. Yo daría mucho porque en aquellos años hubiera sido eso, lamentablemente hasta ahora los gobiernos abrieron esos programas y ojalá no los cierren. Para mí eso es lo único bueno que ha hecho el gobierno en apoyo a la juventud, pero hay 231

juventud que se pierde, porque no agradece ni sabe apreciar lo que le están dando para echarle ganas en el estudio. Para estudiar sí hay mayores facilidades, porque por ejemplo yo que ya soy adulto nomás saco mi credencial del IFE y ya puedo meterme a la escuela abierta y pues agarro la onda, porque ya tengo mis añitos, pero de perdida a lo mejor y estudiando sí consigo un empleo aunque sea de guardia, para hacerme acreedor a un crédito del INFONAVIT o a una cuenta de ahorro para tener algo más.

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Entrevista con los Chavos de la esquina, grabada en audio el 30 de septiembre 2012 Alberto: Me gustaría que se presentaran, para irlos conociendo. Eduardo Daniel Reyna: Tengo 18 años y trabajo allá por Ojuelos. Originario de aquí de San Cristóbal. Eduardo Maciel Díaz: Tengo 20 años y trabajo en una empresa (no se entiende muy bien lo que dice). Originario de San Cristóbal. Rigoberto Mora: Ahorita no trabajo, tengo un tiempecito que no, pero trabajaba con ellos. Tengo 18 años. Igual, originario de aquí. Juan Francisco Díaz: Tengo 18 años y también trabajo aquí, por Ojuelos, Jalisco. Alberto: ¿En qué trabajas? Juan Francisco Díaz: En la construcción. Salvador Gaytán Moreno: Tengo 20 años, soy originario de San Cristóbal, Jalisco, y trabajo en un establo aquí mismo. Alberto: Bueno, pues la tesis que estoy haciendo la he titulado Juventud en desarraigo ¿alguien sabe qué es el desarraigo, tienen alguna idea de lo que es? (Todos mueven la cabeza, negando saber algo sobre el desarraigo) ¿O sobre el arraigo? Chavos: No, la verdad, no. Alberto: Bueno, el desarraigo yo lo estoy manejando como lo opuesto al arraigo. El arraigo es estar establecido en un lugar, echar raíces, tener casa, un hogar, un patrimonio, un empleo fijo, tener relaciones de parentesco, estar estable en un lugar y durar un largo tiempo dentro de él. El desarraigo sería como esa pérdida del arraigo, esa movilidad, estar de un lado a otro sin (me interrumpe uno de los chavos). Uno de los chavos: Por ejemplo van a Guadalajara, van y vienen. Alberto: Sin establecerse en un lugar. Y si no te estableces, pues a lo mejor no puedes participar en muchos de los ámbitos de ese lugar. Pero también, en el caso de los jóvenes, pues no tienen un empleo fijo, sino temporal, en el cual no se respetan sus derechos y se les explota demasiado. También, como parte del desarraigo, está la migración, no como una migración voluntaria sino como una expulsión por las condiciones (me interrumpen los chavos). Chavos: ¡Por las necesidades! Alberto: Sí, necesidades económicas, sociales, pero también culturales. Porque algunos migran de aquí para ser como quieren ser, por tener una identidad propia o cierta libertad que no tienen aquí en el pueblo. No sé ustedes qué piensen al respecto. Salvador: Pues yo, migraría por lo que dijiste, tener una identidad propia.

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Juan Francisco: ¿Tú por qué migrarías? (Le pregunta a uno de sus amigos). Alguno de los chavos: ¿Yo? Yo por necesidad ¿Por qué más? Otro de los chavos: Dicen que nomás por necesidad, pero no nomás por eso. Juan Francisco: Muchos se van por necesidad, unos por gusto y otros por conocer. Lalo: Para ayudar a la familia. Uno de los chavos: Otros por tener un futuro diferente. Alberto: Sí, bueno, es que algunos dicen que ya no quieren seguir en el campo o ya no tener una vida tan rutinaria de casarse... (Interrumpe uno de ellos). Uno de los chavos: Es que aquí no se supera uno, aquí en el campo no, por eso muchos nos vamos, salimos a donde nos paguen más. Alberto: También dicen, algunos adultos, que los chavos ya no practican la religión. Juan Francisco: ¿Tú de qué religión eres Chava? Salvador: ¿Cómo que cuál? Pues la misma que todos (sus amigos se ríen por lo que responde). Juan Francisco: ¿Cuál es la misma? No le digan. Alberto: ¿Ya se te olvidó? Juan Francisco: Yo soy católico. Salvador: Pues yo igual, te digo, yo también. A lo mejor como tú dices, ya se me olvidó (sus amigos vuelven a reír). Alberto: Aquí yo he observado que algunos papás, no sé si todos, dicen qué religión es la que debe de adoptar el hijo, cuál es la cultura que deben de tener. Entonces, algunos jóvenes no quieren seguir lo que les mandan sus padres y esta reacción genera conflicto, porque los jóvenes quieren otras cosas diferentes a los deseos de los adultos. Chavos: Pues si te dicen que vayas a misa, que te confieses por lo menos una vez al año, que vayas a misa de perdida una vez a la semana. Uno de los chavos: Pero de todos modos, el hecho de que no vaya a misa quiere decir que me olvide de Dios. Alberto: Bueno, algunos de los chavos con los que he platicado me dicen que ya no van porque no le encuentran sentido, no les da seguridad, certidumbre, porque sigue habiendo violencia y no pueden creer en un Dios que lo permita. Salvador: Nosotros no entramos al templo porque la gente luego luego se nos queda viendo. 234

Juan Francisco: Pero es por lo mismo, porque nunca vas. Otro de los chavos: Uno tiene miedo de ir. Nunca va uno y el día que va uno la gente dice de cosas. No miedo a entrar, sino de que lo critiquen a uno. Juan Francisco: Pero bien dicen, a la gente nunca se le va a dar gusto. Salvador: Va mucha gente a criticar que si uno se va cada ocho días o la fregada de pedo, nomás van a fijarse y ni atención le ponen a la misa, yo me he fijado las pocas veces que he ido, hasta el mismo padre lo ha dicho. Juan Francisco: Sí, nomás hay gente que va a criticar a la gente. Salvador: Y nosotros pues te puedo decir que también casi nomás a eso vamos. Por eso mejor ¿a qué vamos? Uno de los chavos: Hace uno más pecado de ir así. Salvador: Ya uno empieza a sentar más cabeza cuando uno ya está casado y ya se porta más bien uno. Juan Francisco: Es que Chava nomás va a misa a verle las patas, las nalgas a las viejas. Uno de los chavos: Y si llevan minifalda, pues con más razón, a ver si trae los calzones amarillos o azules. Salvador: La neta pues sí, muchos van a eso nomás y no lo dicen. Es la neta. Alberto: Eso sí y mucha gente dice que los jóvenes son ésto y lo otro, que son los culpables de muchas cosas que suceden en el pueblo. Pero a lo mejor los adultos también son responsables, porque los padres tal vez ya no les dan consejos o dejan a los hijos solos. Juan Francisco: Les dan mucha libertad. Alberto: O también se quejan de que los hijos migran, pero ellos mismos los han motivado a irse del pueblo. Salvador: Pero yo de todas formas, siempre que salgo por ay, siempre me encomiendo a la virgen. Juan Francisco: Yo no soy pleitista, no tomo, nomás fumo (sus amigos se ríen) Chavos: ¡Mota! Uno de los chavos: ¿No tomas? ¡Consejos cabrón! Juan Francisco: Yo no soy como tú. Uno de los chavos: ¿Y yo cómo soy? Alberto: Y es lo que dicen, los jóvenes de aquí nomás se dedican a la pura tomadera, no hacen nada por el pueblo. 235

Uno de los chavos: Nomás trabaja uno pa’ pistear. Juan Francisco: No nos escuchan. Cuando uno les quiere decir algo que aquí hace falta nos dicen ¡Váyanse a la jodida ustedes! Uno de los chavos: Con decirte que aquí nos pusieron que “los desempleados”, nomás porque nos ven así nomás. Otro de los chavos: Nosotros sí trabajamos. Alguno de los chavos: ¡Nomás tienes dos meses trabajando! Uno de los chavos: Es que mira, la gente lo ve a uno que está sentado por ay, así sin trabajar un día y dicen ¡Mira a esos huevones! Y cómo cuando trabaja uno no dicen ¡Mira esos trabajadores! Otro de los chavos: No les da gusto uno, no está a gusto la gente. Alberto: Aquí una persona me contó otra cuestión, que los papás explotan a los hijos, que todavía no nace y ya están pensando en que ya va a nacer el que los va a ayudar a trabajar el campo y si migran le dicen al hijo que les esté mandando dinero. Uno de los chavos: Sí, eso sí es cierto. Clan: Y si a alguno le gusta el estudio, ya no lo dejan estudiar. Otro de los chavos: Y ellos quisieran haber estudiado y ya no pudieron. Juan Francisco: Hay morros que trabajan y les dicen –a ver, trae el cheque pa’ acá– Yo si gano diez pesos, no me quitan ni un peso, a mí no. Salvador: Yo si se lo doy todo a mi jefa, porque (lo interrumpe Lalo). Lalo: Pues tú lo llevas pa’ la casa wey, tú eres el hombre de ahí. Salvador: Yo crecí sin papá, él murió cuando yo tenía seis o siete años. Toda mi vida he mantenido el hogar yo, desde que estaba morrito. Salía de la escuela y me iba a trabajar, me pagaban 20 ó 50 pesos y los daba yo pa’ la casa y desde entonces ya tengo mi jalecito, tengo diez años trabajando ahí en el establo y pues me pagan bien. Y nadie me obliga, yo sé que tengo la obligación. Alberto: Pero bueno, la mayoría de los trabajos que hay son temporales y te piden muchos requisitos. Clan: Sí, son temporales. Eduardo Maciel: El mío sí es de planta. Otro de los chavos: El mío también. Clan: Pero la mayoría son temporales. 236

Eduardo Maciel: Pues el mío sí es de planta. Lalo: Eso tú puedes decir, yo ahorita estoy por contrato, pero uno no sabe. Eduardo Maciel: Pus si me pongo pa’ que me corran, pues obvio que no va a ser de planta wey. Lalo: Uno nunca sabe lo que pueda pasar. Juan Francisco: Bueno, es que él a lo que se refiere es que si tú trabajas en la obra, como nosotros, se acaba la obra y ya no va a haber trabajo. Pero él trabaja en una fábrica que está estable. Lalo: Teniendo buena producción sí, siempre va a tener trabajo esa fábrica. Alberto: Es que además, están las condiciones del país, porque incluso en la ciudad los empleos son así, temporales. En muchos de los empleos ya no te dan prestaciones, no te dan seguro social. Te contratan un corto tiempo por un salario muy bajo y todo se va en gastos. Salvador: Eso sí, saca uno apenas el dinero y ya lo tienes que entregar. Por eso muchas de las veces se va muy rápido. Alberto: Pasando a otra cosa, sobre todo dicen que los jóvenes no saben de la historia del pueblo, que no tienen conciencia de lo que es la cultura de aquí. No sé si realmente eso esté pasando. Tal vez no les interesa ¿O les gustaría recuperar esa memoria histórica? Chavos: Pues si nos gustaría saber cómo pasó todo. Lalo: Saber cómo se estableció aquí la gente Juan Francisco: Saber cómo se extendió el pueblo. Uno de los chavos: Nomás había tres casas. Otro de los chavos: Sí es lo que uno más sabe, porque es lo que le platican en la casa. Clan: Orita a nadie ves en burro, casi, todos en camioneta. Juan Francisco: Nomás a mí. Clan: Esa costumbre como que ya se está perdiendo. Alberto: ¿Cuál sería la diferencia entre un joven urbano, de la ciudad, y un joven como ustedes, un joven rural? A lo mejor entre ustedes y yo, que soy de la ciudad. Juan Francisco: Pues yo pienso que ninguna. Clan: Las ideas ¿no? Lalo: Diferentes ideas, diferentes conocimientos.

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Salvador: Allá en la ciudad no es lo mismo que en el campo. Juan Francisco: Uno tiene conocimientos que ellos no y ellos tienen otros que nosotros no. Por ejemplo, si él se viene para acá (le dice a sus amigos refiriéndose a mí) no va a saber ni qué onda. Uno de los chavos: Igual yo si me voy para allá, pero bueno, nomás por un tiempo, porque luego ya captaría todo. Alberto: ¿Y de qué manera participan ustedes en el desarrollo de la comunidad? Chavos: No, pues de ninguna. Alberto: Bueno, por ejemplo tú aportas para toda tu familia, digamos que estás participando de alguna manera porque forman parte de la comunidad. Salvador: Ah, es que como dijiste que para la comunidad, no para el hogar. Alberto: Pues incluso en lo cotidiano, en lo particular, si yo no tiro basura en la calle estoy beneficiando, si yo no me pongo a tomar y a pelear en la calle pues también estoy beneficiando a la comunidad. Clan: Pues sí ayudamos a que el pueblo esté tranquilo y los que vienen a hacer su desmadre, su desastre (lo interrumpen sus amigos). Chavos: Los sacamos. Lalo: Los sacamos a golpes también. En algunos casos, no a pedradas. Uno de los chavos: Unos nomás vienen aquí a pelearse. Lalo: O de plano si vemos que no podemos nos escondemos (se ríen). Alberto: ¿Y les gusta lo que hay en el pueblo? Por ejemplo el futbol, el beisbol, la charreada. Juan Francisco: Pero pues ¿cuál beisbol? Tenemos como cinco o seis años pidiendo una maldita cancha y nomás no. Alberto: ¿A quién se la han pedido? Juan Francisco: Pues a los delegados. Alberto: Aquí me han dicho que los delegados no hacen nada. Chavos: No lo escuchan a uno, nomás lo juzgan a uno. Salvador: No nos toman en cuenta. Piensan que nosotros igual a ellos no los tomamos en cuenta. Alberto: ¿No toman en cuenta las necesidades de los jóvenes?

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Chavos: No, nunca, nadie. De los delegados que han estado ninguno. Todo el tiempo hay problemas y por ejemplo si se rompe una lámpara nos echan la culpa a nosotros y nosotros no fuimos. Que rayaron las paredes allá atrás, dicen –los de la esquina, ya saben quién– Y nunca nos preguntan –¿oigan no saben ustedes quién pintó la pared?– Nomás dicen –fueron ellos– Por eso decimos que nunca nos toman en cuenta, nomás nos señalan y ya. Alberto: ¿A ustedes qué les gustaría que hubiera aquí en el pueblo? Un museo (me interrumpen). Chavos: ¡Un billar! Uno de los chavos: De perdida que arreglaran bien el jardín, con un quiosco ahí en medio. Clan: Un deportivo. Lalo: Unas canchas de futbol rápido. Chavos: Hace falta un gimnasio. Juan Francisco: Ya por eso estamos todos gordos, como Lalo y el Tuy (se ríen) y otros nos estámos secando en vida, como yo. Clan: Que haya más empleo. Lalo: O que haya empleo de perdis. Clan: Para hacer la carretera. Alberto: ¿Un empleo igual con los mismos salarios? Chavos: No, mejor pagado para no salir fuera, para no salir del rancho. Clan: Porque los que se van ya no regresan y sí se siente feo estar lejos de la familia. Chavos: Que pongan la carretera. Lalo: Porque uno peligra mucho, yendo diario a las carreteras al trabajo. Uno de los chavos: Que pongan disciplina y respeto entre todos, porque aquí se discrimina el uno al otro, por la manera en que se viste uno, por los tatuajes, o porque está uno gordo, o porque está pobre. Si todos somos iguales, ninguno es más que otro. Alberto: ¿Aquí hay mucha discriminación por cómo se visten? Clan: Sí, aquí es lo que se da mucho. Salvador: Y nosotros también hemos discriminado. Uno de los chavos: Sí, se visten vaqueros los de arriba y nosotros los discriminamos y nosotros nos vestimos así, fresas, cholos y nos discriminan. Juan Francisco: Las envidias también. 239

Uno de los chavos: Sí, aquí hay mucha envidia. Que si hay unos quince años dicen –mira ese lleva hasta la hoya pa’ llevar– Alberto: Oigan y las chavas qué ¿por qué no se juntan chavas con ustedes? Chavos: Es que no nos bañamos. Alberto: ¿Las chavas discriminan o están encerradas? Clan: No, al ratito empiezan a llegar. Sí nos la levamos bien con las chavas. Lalo: Pues sí nos hablan como unas cinco, bien, que se juntan con nosotros y las otras pues sabe. Uno de los chavos: Prefieren estar con otros afuera de otro rancho que con los de aquí. Aquí no se da que tú estés con una de tu mismo rancho. Otro de los chavos: Las de allá arriba no nos hablan, que porque no les gusta estar con marihuanos y sabe cuánto. Es que allá es un jale y acá es otro. Son dos barrios. Juan Francisco: Supuestamente son tres. Alberto: ¿Tres barrios aquí dentro de San Cristóbal? Juan Francisco: El Barrio de los Cuinos, el Barrio de los Tuberos y el Barrio de (lo interrumpe uno de sus amigos) Uno de los chavos: De los desempleados. Juan Francisco: El de nosotros, los de la esquina, los más cabrones en pocas palabras. Otro de los chavos: A huevo. Juan Francisco: A veces sí tenemos problemas, con uno, con los tuberos. Como el día del grito, estaban bailando bien a gusto y salieron mal y ya, se acabó todo, se pelearon. La falta de ley y luego esa es otra, viene la ley y estás tomando tranquilo y te suben. Uno de los chavos: Uno llega del trabajo, va llegando uno y se quiere echar una cerveza y la poli te sube pa’ arriba y apenas la estás destapando. Otro de los chavos: Nada más con el puro olor, aunque ni tengas cerveza y son 300 por cabeza, que te sacan. Juan Francisco: Te cargan y te golpean, no te llevan a la delegación, según ellos te van a llevar a Lagos, al Puesto, pero te bajan aquí a la vuelta, te dan unos golpes, te tumban feria y ya te sueltan. Eso es corrupción. Chavos: El gobierno es muy corrupto. Salvador: A mí en Betulia nomás por andar orinando. Juan Francisco: Sí, pero también estabas orinando al lado de una casa. 240

Salvador: No, al lado de una camioneta, ya nos íbamos a subir. Y llegan y luego luego me dicen -¿cuánto traes de dinero?– Pues nomás traigo 50 –Échalos pa’ la cena, nomás acá bajita la mano– ¿Tú crees? Por qué no me cargaron, si yo hubiera hecho un delito me hubieran cargado, no, tuvieron el descaro de decirme eso y se los di, no me quedó de otra. Alberto: Sí, pues esa ya también me tocó a mí, en agosto, estaba afuera de la tienda de Nacho y apenas llevaba una cerveza. Uno de los chavos: Y hay unos que andan aquí peleándose y no les hacen nada, les tienen miedo. Tantean cuando se acaba la bronca y llegan nomás pa’ que digan que sí vinieron. Alberto: ¿Y ustedes aquí por dónde se mueven? ¿Tienen la confianza de recorrer todos los lugares de San Cristóbal? Juan Francisco: No pues hasta eso nosotros estamos todos zafados, andamos por donde quiera. Uno de los chavos: A cualquier rancho que esté cerca vamos. Nos gusta hasta buscar problemas. Donde tenemos problemas ahí vamos. Alberto: Pero ¿sí les gusta vivir aquí en su pueblo? Chavos: ¡Sí! Uno de los chavos: Yo prefiero vivir aquí que en la ciudad. Alberto: ¿Por qué no te gusta la ciudad? Juan Francisco: Es que eso dice él porque nunca ha vivido en la ciudad. Salvador: Yo estuve allá en México, estuve 15 días y se me hizo como un mes. Juan Francisco: Pues sí, sin trabajar y nomás dentro de un departamento. Lalo: Se me hace que desde que llegaste ya te querías venir. Salvador: La neta, no me acomodé. Uno de los chavos: Pues amí la ciudad sí se me hace bien. Eduardo Maciel: Es que a ti se te hace bien porque estás entre familia, allá llegas, como quien dice, a tu casa. Salvador: No, es que la verdad estar fuera de casa no se haya uno. Casi diario hablaba por teléfono. Alberto: ¿No hay esa confianza con la demás gente con la que llegan? Juan Francisco: Muchos por eso no les gusta, porque no tienen confianza con quienes van. Lalo: O porque la verdad el trabajo no les da para rentar la casa donde están.

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Alberto: O tú Chava, que fuiste al DF ¿sentiste algún rechazo? Salvador: Pues puras críticas. Es que luego desconocen a la gente que no es de ahí. Juan Francisco: No, y es que uno luego luego se ve. Salvador: Me decían que si yo era de acá y que –qué dicen las vacas– A ver, ¿éso qué? Alberto: ¿Qué dicen las vacas? Salvador: Sí, ¿tú crees?, eso qué (se ríen). Alberto: Así te decían los de Axotla. Salvador: Sí, pero no con los que fui, sino otras personas. Con los que me fui pues ya me conocen porque vienen aquí al rancho. Pero los que no vienen pa’ acá son los que me preguntaban. Y yo pensaba –me están criticando– Está bien, ni me enojaba, ni nada. Alberto: Oigan, y de los levantones que hubo allá en el Tecuán, las balaceras, esos acontecimientos de violencia ¿les ha afectado a ustedes? Chavos: Psicológicamente sí. Uno de los chavos: Sí nos ha afectado, porque las mamás se preocupan más por uno nos dicen –¿a dónde vas, qué no ves lo que está pasando?– Y uno de todas formas sale y tiene uno preocupada a la familia. Alberto: Porque en noviembre de hace un año yo oí que ya ni se subieron al autobús que los lleva al trabajo. Uno de los chavos: ya no, por lo mismo, unos sí querían ir, pero las más, los papás, no los dejaron ir. Se preocupan y pues tienen razón, está peligroso. Alberto: Y ustedes ¿qué piensan de los chavos que levantaron y que uno no ha regresado? Y así en todo el país sucede eso ¿Ustedes qué piensan? Chavos: En todo el pinche mundo. Uno de los chavos: Yo he escuchado platicas, a mi no me consta, que dicen que los levantan porque tienen algo que ver con los narcos, pero a mí no me consta. Juan Francisco: Mira los levantan porque tiene algo que ver, deben algo o porque quieren gente pa’ chambear. Lalo: Porque el gobierno les mata gente y pues ocupan más gente nueva. Juan Francisco: Y van y dicen –a este cabrón, vámonos– Y te cargan y ya. Lalo: Tantean según el que es más animadillo y se lo llevan. Juan Francisco: Ya si no quieres entrarle te dan cuello.

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Eduardo Maciel: Yo si me cargan si me vuelvo uno de ellos, yo no prefiero que me maten. Alberto: ¿Y a ustedes qué les gustaría que se viera en el video? Uno de los chavos: Ordeñando las pinches vacas. Chavos: Lo que hacemos nomás, arriba de un pinche toro, en la charreada, lo que hacemos aquí en el jardín, lo que hacemos en el trabajo. Lalo: Sí, sí, lo cotidiano, en la noche ya cuando llega uno del jale. Uno de los chavos: Que salga cómo convivimos entre nosotros. Unos se van a cenar juntos, otros se apartan a pistear, unos salen por ay a ver a las chicas, las morras. Las tonterías que hace uno cuando ya anda bien pedo, se mean en los pantalones (risas). Y que también salga lo que hace uno en su parcela. Uno de los chavos: O que traigan al Cocoliso para que abra las camionetas y vean cómo se roba los estéreos. Uno de los chavos: No, a ésa gente no hay que cargarla con nosotros, cuando andemos grabando. Alberto: ¿Qué les gustaría que la gente viera en el video? Chavos: Éso, más que nada cómo somos, que también trabajamos, que nos vean cómo somos y que no anden inventando cosas que no son ciertas. Que sepan lo que pensamos. Que vean que muchos si aportamos para el hogar, que no piensen que nomás trabajamos para tomar. Que no digan –ésos andan gastando dinero y ni trabajan, han de robar– Salvador: Demostrarles que están equivocados en lo que piensan de nosotros. Juan Francisco: Yo nunca me he robado ni siquiera una gallina, menos un peso. Uno de los chavos: Pero hay muchos que sí.

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Entrevista con Don Ramón Molina, grabada en audio el 30 de septiembre 2012 Alberto: Me gustaría que se presentara diciéndome su nombre, edad y a qué se dedica. Don Ramón: Bueno sí, cómo no. Me llamo Ramón Molina Sánchez, nací el 14 de septiembre de 1924 y orita ya cumplí 88 años, ya estoy entrando a los 89 años. Todo el tiempo he sido agricultor, todo el tiempo, teníamos chiles, poníamos milpas con riego, teníamos una presita por ahí y ahora ya está muy aterrada. Al principio era a medias con la hacienda, después el 28 de noviembre de 1939 se hizo un contrato para que fuera colonia, entonces ya compramos las tierras y ya nos dejaron las tierras para nosotros y disque hay una parte de terreno por ahí todavía, pero solamente yendo a México a ver si podemos arreglar eso, tenemos títulos y todo. Entonces, ya de ahí pa’ acá ya no tuvimos patrones, ya nosotros fuimos solitos en las tierras y en todo. Al principio nos ayudaba el dueño por tal de que íbamos a tener las tierras, entonces él se propuso que nos iba a mantener los 10 años que estuviéramos pagando las tierras y se cumplieron y entonces ya nos ayudaba con maíz y con una tienda, poníamos chilares, pues era un hombre que tenía dinero y le fiaba a toda la hacienda, a toda la gente, ya cuando se vendían los chiles le pagábamos al hombre y seguíamos de vuelta pa’l siguiente año. Así fuimos pagando las tierras con el mismo maíz que poníamos y todos los chiles, fuimos pagando las tierras y todo, con la producción y pues lo pagamos, ya el día que yo vine aquí a la hacienda nos daba maíz cada ocho días para comer durante la semana y me fue de sorpresa cuando me dijo el administrador – Ramón, ya no hay maíz– Yo pensaba que era una broma, porque ahí había, pero dice –mira, ya se cumplieron los 10 años que don Víctor...– así se llamaba el dueño de aquí, Víctor Ayquesparsse, entonces dijo –ya mira, ya se cumplieron los 10 años y ya no va ha haber maíz, ya hasta yo me la estoy sintiendo– Qué íbamos a hacer, si de ahí nos manteníamos todos, pero si ellos tenían las llaves, pues qué fuerza les hacía, iban y sacaban un nixtamalito cada ocho días o todos los días y pues quién se daba cuenta. Bueno pues así estuvimos y ya le dije a un hermano allá en la casa –ya no me dieron maíz– y me dice –por qué– y le digo –porque ya se cumplieron los 10 años que Don Víctor nos iba a ayudar–, le dije que ya no nos iban a ayudar, porque se terminaron los diez años del compromiso que él tenía –y qué vamos a hacer ahora– dijo –pues nos vamos al cerro– le dije –mmm yo en el cerro no conozco– dijo, es que él todo el tiempo se crió por aquí y yo me crié también aquí, pero mi abuelito trabajaba en la hacienda y andaba a caballo por allá y me dejaba ir con él, él era como el caporal y allá miraba más animales allá en el cerro y es que yo anduve mucho tiempo con él a caballo como unos 20 años y después ya me bajé para acá pa’ la hacienda y me casé y entonces ya tenía yo mi parcela y entonces ya me dediqué a mi parcela. Le dije al administrador –ya no vengo a trabajar, ya me voy a dedicar a mi tierra– y me dijo –no, ay ándate, ay ándate, ay te pagan hasta los domingos– y le digo –sí señor y si está bien, pero mi tierra está perdiendo, si yo no la siembro no recibe ningún beneficio, ya me voy a salir y el día que me ocupen, que tengan ustedes algún quehacer, lo que sea si yo estoy de okis, me hablan y yo les ayudo– Y ya de ahí pa’ acá nos fuimos al cerro y empezamos a sacar metal. Nos fuimos y anduvimos unos días que no sabías ni nada y al fin que empezamos a sacar de poquito en poquito. Ya a la tercer semana que fuimos al cerro ya conocía el lugar, a la gente y cómo le hacía para lavar el metal y pues yo atenido a éso, pero mi hermano no conocía nada. Esa semana sacamos hasta como un medio bote de metal y fuimos y lo vendimos, compramos maíz y pues ya no sufrimos, ya las labores ya estaban ya en jilotes y se dio muy bueno el maíz, teníamos unos dos cuartos llenos de puros maíz y un 244

cuarto grande como hasta la mitad de puro frijol ¡No, mira, se nos acabó el hambre, pero al principio sí teníamos hambre! Y luego ya de ahí pa’ acá ya no tuvimos hambre y ahora no, pues porque no llueve. No tenemos hambre, pero no se nos da cosecha, ya nos anda con los animales, no tenemos pastura, no hay rastrojo suficiente, estamos vendiendo las vacas para comprar ¡a ver cuántas nos quedan! Alberto: Oiga ¿usted se acuerda quién o quienes fundaron la hacienda de San Cristóbal? Don Ramón: Mire, aquí al principio los dueños eran de Ciénega de Mata, yo conocí a uno que se llamaba Don Alfonso Rincón Gallardo y la dueña de aquí era hermana de ese señor. La señora se casó con un señor que era francés y le compró a un hermano de ella que se llamaba Manuel Rincón Gallardo, le vendió la hacienda en 150 mil pesos villistas, nomás ese día valieron, al otro día ya no valió el dinero. Dicen que se volvió hasta loco el hombre. Alberto: ¿Por qué ya no valió al día siguiente? Don Ramón: Pues se acabó la Revolución y ya no valió ese dinero de Villa ¡La compró en 150 mil pesos villistas! Alberto: ¿Aquí se utilizó nomás el dinero de Villa? Don Ramón: Pues en ese tiempo yo creo que sí, yo no alcancé a ver eso, pero yo creo que sí, de seguro toda la gente tenía dinero villista para comprar yo creo. Alberto: ¿Por aquí anduvo él, Villa? Don Ramón: Yo creo que sí, yo no me di cuenta, pero sí anduvo por aquí, porque sí pasaron, por ejemplo dicen las historias que por ay anduvieron Villa, Madero, Carranza y unos por un lado y otros por otro y fue una guerra tremenda, según eso ¿verdad? Alberto: ¿Zapata no llegó por acá? Don Ramón: Sí también, después al último Zapata y Villa ya andaban juntos también, yo lo conozco por la historia, por ahí tengo unos libros de historia de los primeros que hicieron para los niños de la escuela y están bonitos esos libros de pura historia. Alberto: Oiga ¿y los Rincón Gallardo eran españoles? Don Ramón: Eran españoles yo creo, el que era francés fue el dueño ese que le compró a Manuel Rincón, Víctor Ayquesparsse, por ay va el nombre porque está medio trabajoso. La compró en 1915 e hizo una escritura pública. Todas estas haciendas, el Puesto, el Tecuán y todas esas eran de Ciénega de Mata, decían que tenían terreno que llegaba hasta el Parián de Aguascalientes y según eso hay documentación que hasta por Jesús María tenían pertenencias (propiedades) los de Ciénega de Mata, pero como le digo aquí en 1915 le vendió el Rincón Gallardo a Don Víctor y él estuvo un tiempo, de 1915 hasta 1933 que ya empezó el agrarismo, entonces le quitaron un pedazo de tierra y entonces él buscó al gobierno y pidió un permiso para colonizar, para que no se hiciera ejido y por colonia estuvo vendiendo las tierras. Así fue, le compramos todos las tierras y ya Don Víctor se desapareció, se fue y al poco tiempo murió y él dijo que le daba todo a la colonia si no cumplía con el contrato y el gobierno escribió todo y el departamento agrario está 245

considerando todo lo que hizo Don Víctor, porque regaló todo. Yo estuve en una junta, una vez que le compramos una presa y le dijo el licenciado de la Comisión Nacional –Don Víctor, por qué usted no ha cumplido con el contrato– Respondió que ya había dejado a unos señores encargados aquí, dijo –yo dejé a estos señores, con las mismas condiciones, con las mismas obligaciones, allá ellos si no han cumplido– y le dijeron –cumpla porque si no le expropiamos– y dijo –ya vamos a cumplir– Entonces nos entregaron a nosotros 500 hectáreas nada más, compradas. Alberto: ¿Para cuántos campesinos? Don Ramón: Pa’ ciento y tantos, y no era nada, apenas para un corral y llena de puros pasojos la tierra lleno de todo. Entonces el licenciado le dice a Don Víctor –si usted no cumple con el contrato ¿qué va hacer con el terreno?– dijo –señor, vuelvo a declarar– Entonces yo pensé –a ver qué va a declarar– A nosotros nos pasaron con la administración a que hiciéramos el trato con la presa, pero él dijo –señor, vuelvo a declarar que si yo no cumplo con el contrato de colonización le dejo todo a la colonia– Entonces ya ahorita, como desde 1992, los títulos de propiedad le pone que somos dueños del lote fulano, del lote zutano, si ya cada quien con su lote y también dice que la parte proporcional que proporcionó Don Víctor. Entonces le quitaron a Don Víctor, por qué le quitaron, porque el compromiso del contrato no se cumplió y el contrato existe, todavía están los contratos. Alberto: ¿Dónde estarán, quién los tendrá? Don Ramón: Yo tengo un contrato, tengo varias copias, pero yo tengo un contrato. Ese contrato se firmó y tiene todos los sellos, se llevó ante un licenciado, las firmas del gobierno ahí están. Le digo, así pasó todo y ahora como quiera cada quien tiene su parcela y ya estamos individual cada quien. Alberto: Pero entonces, ¿el reparto agrario se hizo hasta los noventa? Don Ramón: Sí, mire pues hay un ejido pero hay una confusión, porque el contrato existe y dice que los terrenos serían inafectables y por ejemplo la Troje le quitó un pedazo a San Cristóbal, también el Tecuán le quitó un pedazo a San Cristóbal, pero esos repartos que se hicieron los hizo el gobierno también, de esos no hay ni quién diga nada, pero entonces le quietaron un pedazo a Don Víctor y él pide permiso para colonizar lo que le faltaba y se lo conceden, le conceden el contrato y esos terrenos que colonizó quedaron inafectables, ya no pudo entrar un ejido. Yo tengo una copia también de la resolución presidencial. Se la pasaron al gobernador para que diera su dictamen para ver lo que decía él y entonces ya anduvo un grupo, misma gente de aquí, colonos, y entonces le dicen que querían tierra por ejido y les responde –bueno, ¿cómo están ustedes, qué tienen de documentos?– le dijeron que ya tenían contratos de colonización y les respondió –muchachos, entonces ya están satisfechos, ustedes quisieron por colonia y ya tienen sus contratos, así se van a quedar– y así quedó. Entonces al último, los que tienen tierras por ejido, las tienen hasta el Puesto y aquí están viviendo porque también son colonos, pero pidieron tierras allá los hijos de los colonos de aquí, entonces se fueron para allá y en una junta, donde andaba un político llamado Ramiro Díaz Valadéz, les dijo el licenciado –mira Ramiro voy a hacer una junta para darles a conocer los avances que hay sobre el rezago agrario– y Ramiro le dijo –sí licenciado está bien, pero ya a San Cristóbal no lo metas, eso ya está arreglado– y le dijo – 246

no Ramiro eso no está arreglado, mira, el terreno es de la colonia y no les puedo dar a ustedes, les voy a dar a hijos de colonos– Tengo el reglamento también, donde dice que en las colonias se les da a hijos de colonos, entonces dijo –les voy a dar a hijos de colonos, pero no a ustedes–, pero sí lo han manejado ellos, ahí están como si ellos fueran los ejidatarios los dueños de aquí y no los hijos de colonos, pero ellos así lo están manejando y no hay quien los ataje, pero honradamente los hijos de colonos son los que tienen el beneficio de eso, quienes son los dueños honradamente y no ellos. Así está todo, pero ahorita ya estamos cada quien en su tierra. Han hecho muchas cosas, hay muchos errores los mismos del gobierno, aquí vinieron que a implantar el dominio pleno y la gente no sabía nada, hubo una junta y muchos se fueron que al dominio pleno, pero otros empezaron a decir que no convenía porque se iba a perder lo demás, porque el dueño dijo que todo era de la colonia y si se iban a dominio pleno se iba a perder lo demás y ahora sí ni cómo reclamar. Hicieron los papeles, pero ya lo hicieron casi a fuerza, dijeron –bueno vamos a venir entonces dentro de 15 días– Volvieron después del mes y ya nomás a imponer el dominio pleno y ya nomás se juntaron 25 personas e hicieron los documentos, los papeles están muy bien todos, pero la gente no los firmó, cuatro firmas nada más hay de ese documento, los demás ya no quisieron. Alberto: ¿Por qué piensa que ya no quisieron? Don Ramón: Porque ya no les convenía, porque en el dominio pleno se iba a perder todo lo demás, pero impusieron el dominio pleno y ya no se pudo reclamar. Un día dijo un licenciado –no, pues ya le entraron al dominio pleno– y le dije –no licenciado, acuérdese que usted dijo iba a volver dentro de quince días y que les juntáramos la gente para ir al cerro a medir todo y volvió hasta después del mes y ya nomás a imponer el dominio pleno a fuerza, porque la gente ya no quiso, cómo va a ser posible que entre cuatro firmas nada más necesitó para hacer efectivo el dominio pleno, ¿cómo, por qué? Es un robo que usted le hace a la colonia– y me dice –bueno, bueno, dejemos eso ya por la paz, ya vamos siguiendo mejor adelante– Pues cómo no iba a decir éso si él era culpable de todo éso. Y ya, así quedó y ya nadie dice nada de todo éso, posiblemente cualquier día digan porque tenemos documentos ahí, yo tengo el acta de donde han cometido errores el gobierno de aquí, porque en México se hicieron las cosas bien tal y como estaba el convenio y lo que hizo Don Víctor y dijo el gobierno que le quitaron a Don Víctor porque le estaba vendiendo a ricos hacendados y la colonia luego luego reclamó eso y desde esos momentos pasan los terrenos de agostadero a la colonia, a los campesinos, esos papeles ahí están en el salón. Entonces así quedó. Alberto: ¿Entonces la mayoría son colonos? La mayoría es colonia, son como 150 colonos, a lo mejor ya son más porque unos han muerto y se han repartido los terrenos, algunos tienen hasta una hectárea ¿Qué les toca? Es muy poquito. Alberto: ¿Cuánto es lo máximo que tiene un colono? Don Ramón: Pues 10 hectáreas, algunos pedazos que quedaban por ahí, que estaban chicos, pues se los dejaron a algunos y ya tuvieron su parcela de cinco hectáreas, porque estaban chiquillos los pedazos, ya no se completaba la parcela de 10 hectáreas. 247

Alberto: ¿Todos tienen tierra o hay alguien que no tenga? Don Ramón: Casi todos tienen tierras, la mayoría, hay unos cuantos avecindados que no tienen tierra, pero esos trabajan aquí mismo con los que tienen tierra. Alberto: ¿El territorio de San Cristóbal hasta dónde abarca? Don Ramón: Hasta una parte que le nombran la Cimarrona, allá colinda con Ciénega de Mata y no se pa’ allá si con Matanzas o la Merced, no sé, y por este lado colinda con el Puesto, con el Tecuán, la Troje. Todo el terreno eran 12 mil hectáreas y ya cuando se repartió al dueño le quedaron 11 mil hectáreas. Todavía están unos que realmente no son dueños, hay invasión, son invasores y hasta el mismo gobierno dice que no son dueños y yo tengo investigaciones que dicen que cuando ya les entreguen a la colonia las tierras, tiene hasta un cuadro, se les deben cancelar los contratos, o escrituras o títulos de concesión, así están los papeles. Alberto: ¿Ya se hizo algo de eso? Don Ramón: No se ha hecho nada todavía de eso. Alberto: ¿Cree que algún día se solucione? Don Ramón: Quién sabe, no sé. Alberto: Oiga, me han contado que ha ido cambiando de dueño la hacienda. Don Ramón: Sí, mire, al principio llegaron esos hombres que los tenían como dueños, pero no eran dueños porque Don Víctor dijo –yo dejé a esos señores con las mismas condiciones, las mismas obligaciones y allá ellos si no han cumplido– Entonces, para mí eran unos representantes nada más para cumplir el compromiso que tenía Don Víctor, que se había echado con el gobierno, pero no cumplieron ellos. Dice un documento, aquí estaba en el salón, que Don Víctor violó el contrato, pero como la colonia se movió inmediatamente reclamando su inconformidad y como el dueño del predio había facilitado las 11 mil hectáreas a la colonia y sus derechos siguen, esos no se derogan. Entonces, cuando hicieron los títulos de propiedad vienen incluidas las 11 mil hectáreas. Está en los títulos, está en las escrituras, están publicados y registrados los títulos de propiedad, no pueden cancelarlos. Después hubo otros dueños, pero tampoco son dueños, porque en ese tiempo que fuimos nosotros a hacer el trato de la presa, ahí estaban los González que tampoco fueron dueños, porque Don Víctor entregó un oficio al departamento agrario para que inmediatamente le hicieran entrega de ese predio a la colonia. Ahorita tienen una parte de terreno ya medida, son como unas tres mil hectáreas para la colonia, ahí están los papeles aprobados por la oficina técnica del departamento agrario que nos da derechos de propiedad a la colonia sobre los terrenos de agostadero. Alberto: ¿Ahorita quién está ocupando el predio? Don Ramón: Pues hay unos muchachos ahí, de la colonia, del presidente que hay de la colonia, pero él no conoce nada de esas cosas, ni han visto los papeles tampoco. Ya les he dicho que yo tengo los documentos, tengo los papeles, que el día que quieran están ahí para que los lean, pero no quieren conocer nada. 248

Alberto: ¿Cómo se llaman? Don Ramón: Gerardo Macías Alférez, es el presidente y el secretario no me acuerdo como se llama, el tesorero se llama Raúl Díaz. Como le digo, ellos no conocen nada, ni conocen los papeles, ni los conoce nadie y ya les he dicho que yo los tengo, para el día que los quieran ver. Alberto: Me dicen que hay un tal Alfonso el Chico. Don Ramón: Él es de los de la hacienda, pero honradamente no son dueños. Tengo un documento donde dice que esos terrenos, los potreros, no los vendió Don Víctor, no se los vendió a los González, ni a nadie de ahí pa’ acá. Nadie les vendió, nomás llegaron y tomaron posesión de ahí pero no tienen documentación que les haya dado Don Víctor. Alberto: ¿Cómo entraron? Don Ramón: Se metieron, alguien les dio facilidades para entrar y ahí están, pero no tienen documentación legal. Alberto: ¿La gente qué dice? Don Ramón: Nada, la gente está respetando todo eso. Pero honradamente no son dueños. Alberto: ¿Por qué será que la gente no dice nada? Don Ramón: Pues de a tiro es inútil la gente, no conoce nada. Ese no se llama Alfonso, uno se llama Juan, otro Antonio y otro Guillermo, un matón y asesino, por eso la gente les tiene miedo. Alberto: Pasando a otro tema ¿recuerda si la gente platicaba sobre cuando pasaron los revolucionarios? Don Ramón: Sí, yo estaba chico en ese tiempo y andaba en el cerro, por allá llegaron hasta los cristeros, estaba chiquillo y me decían que llegaban allí con mi abuelito y con otros, pero no nos perjudicaron en nada, lo único que nos pedían era que les ordeñáramos un poco de leche y les ordeñaban un bote o dos de leche, llegaban ellos y traiban galletas y me hablaban a mí –ven ¡tráigase un sombrero!– ya iba yo, chiquillo, y me llenaban de galletas y yo encantado de la vida porque no conocía ni las galletas. Sí los llegué a ver, eran los cristeros, pero era más gobierno, era mucha gente y se daban unos agarres por ahí en un cerrito que le dicen disque el cerro de los cristeros. Alberto: ¿Usted sabe porque se dio esa guerra? Don Ramón: Porque estaban defendiendo a Cristo, porque según en ese tiempo Calles mató muchos padres y ellos andaban defendiendo la religión, pero la verdad quién sabe, yo estaba chiquillo y no supe la verdad por qué sería. Alberto: ¿Usted cree que los jóvenes de ahora conozcan toda esta historia? Don Ramón: No la conocen. 249

Alberto: ¿A qué se debe que no la conozcan? Don Ramón: Algunos conocerán, pero la mayoría yo creo que no porque no han leído las historias. Alberto: ¿Usted qué les podría contar, qué lugares con historia hay aquí en San Cristóbal? Don Ramón: Por ejemplo todo esto que estamos nosotros platicando sobre la colonia, pero también en ese tiempo que le platico la gente estaba humilde y no conocía nada, al principio todos los profesores que venían decían que los echaban pa’ afuera porque los ricos no querían que las personas de aquí estudiaran porque les iban a quitar su terreno, pero de todos modos no se escaparon, porque el gobierno era quien tenía esas intenciones, quitarles a los ricos las tierras. Yo tengo un libro que dice que Carranza les dijo a los diputados que hicieran una ley para que repartieran la tierra. Yo no sé la verdad cómo andaban las cosas en ese tiempo para que Carranza dijera eso. Alberto: ¿No será que los hacendados abusaban? Don Ramón: Pues claro que sí, en aquel tiempo había mucho abuso, por eso repartió la tierra el gobierno, porque se aprovechaban mucho de los pobres. Eso sí era cierto. Antes la gente tenía mucha hambre. Alberto: ¿Cómo era el pueblo cuando usted era joven? Don Ramón: Estaba muy pobre, la gente no conocía nada y trabajaban ganando 15 centavos. Nosotros comenzamos muy chicos a trabajar, a los siete años nos llevaban a trabajar, juntando pencas, barriendo los corrales con palitas y ahí andaba uno juntando el abono. Alberto: ¿Cuáles eran las costumbres de entonces, lo que hacían cotidianamente aparte del trabajo? Don Ramón: No pues nomás trabajar en la hacienda en las tierras que le daban a uno a medias y en la parcela cuando ya fueron parcela para uno, pero más antes trabajaba uno para la hacienda por 15 centavos y cuatro litros de maíz y muchos no ajustaban con cuatro litros para darle de comer a la familia, daba pena la familia que no ajustaba con lo que le daban. Se componían bordos, potreros y no faltaba quehacer, la hacienda ponía riegos, trigos y se ponían a trabajar con las yuntas. Alberto: ¿En el tiempo libre qué hacía la gente? Don Ramón: Pues no tenían casi tiempo libre, libertad, porque toda la semana trabajaban en la hacienda y no tenían libertad más que salir al destino. Si no salían le decían a uno – ¡háblale a fulano porque no vino a trabajar ahora!– Y si estaban malos, enfermos de alguna cosa, los hacían trabajar, los obligaban a trabajar. Alberto: ¿En qué momento la gente pensó en migrar a Estados Unidos y a otras partes? Don Ramón: Ya muy tarde, yo oía decir que se iban a Estados Unidos en unos años jodidos, años muy malos. Aquí todo el tiempo sí llovía bien y daba cosecha, pero como le 250

digo la hacienda lo acaparaba todo, a veces tenían dos trojes llenas de puro maíz y la gente con hambre, no era suficiente el maíz que daban, se lo llevaban ellos todo. La ropa era de pura manta, pura manta blanca usaba uno. Sufrió la gente mucho. Alberto: ¿Usted nunca migró? Don Ramón: No, nunca, ni a la ciudad. Yo tengo todo el tiempo aquí, aquí me la pasé. Yo trabajaba en la hacienda y ya después cuando agarré mi tierra y la terminé de pagar se me acabó el hambre. Ya teníamos mucho maíz y frijol. Fue distinta la cosa, si uno tenía quehacer lo hacía y si no se iba uno al cerro por el metal. Ya uno no le hacía caso a los ricos. Alberto: ¿Qué piensa de los que migraban? Don Ramón: Pues a algunos les iba bien, pero no a todos, unos sacaban buen dinero pero no lo limpiaban bien, lo gastaban luego luego y en dos o tres días se venían de vuelta porque ya no tenían dinero y algunos al contrario, han hecho muy buenas casas, han comprado tierras, han limpiado bien su dinero. Alberto: ¿Usted qué piensa de los jóvenes de ahora? Don Ramón: Ha habido mejoría porque se va a trabajar por allá y algunos les ha ido bien, otros cuando regresan lo malgastan y pues tienen que ir de vuelta, pero los que han limpiado su dinero están bien, como quiera sí han mejorado, ya hay mejores casitas y en aquel tiempo no, había casitas llenas de puras chinches y pulgas y turicates y estaba uno muy rico de pura plaga de esa y ahora ya no, ya es distinto. Alberto: ¿Piensa que ahorita la juventud esté dando buenos pasos? Don Ramón: Algunos sí están bien, pero otros pobres no, hay muchas cosas que ellos no hacen bien, pero como quiera ellos ay la llevan también. Alberto: ¿Qué les sugeriría? Don Ramón: Que vivan en paz, en armonía para que haiga mejor vida, que se la lleven en amistad con toda la gente ¿Qué se ganan con andar peleando? Porque se pelean sin motivo a veces ¿Cuántos no se han muerto por ay? Han habido muchos casos. Alberto: ¿Y cómo le gustaría que fuera su pueblo, qué le pondría, qué le quitaría? Don Ramón: Hay muchas cosas que podría hacer uno para cambiar, pero sabe. Por ejemplo aquí carece uno de muchas cosas, simplemente tenemos mucho tiempo pidiendo que nos hagan la carretera y no la han hecho, una vez vino Miguel de la Madrid a Lagos y nosotros también fuimos y nos dijo el presidente de Lagos de entonces que ahora sí nos iban a hacer la carretera, que ya estaba el dinero, que nomás que fuera uno de obras públicas a ver y ya. Pero yo creo nomás se pusieron a repartirse el dinero porque aún no la han hecho. Además a uno no le hacen caso de nada, ¿cómo le hace uno? Dicen que todo va a cambiar, ojalá, pero quién sabe si cambiará algo. Nos han prometido muchas cosas, pero hay mucha corrupción. A mí me gustaría que hubiera todo, por ejemplo educación, trabajo

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y que la gente también empezara a cambiar para vivir con armonía, para verse uno bien con todo mundo. Alberto: ¿Es feliz aquí en su comunidad? Don Ramón: Sí, aquí somos felices si no le hacemos mal a nadie no hay problema de nada. Ahorita lo malo es que no nos ha llovido bien y no hay pastura, no hay cosecha, no hay nada, pero cuando llueve bien se nos da mucho maíz, mucho frijol, mucho de todo, elotes. Pero como en estos años, a veces ni un elote hay. Ahora hubo más que el año pasado. Nomás le pide uno a Dios más lluvia, más agua.

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Entrevista con Adriana Zúñiga, grabada en audio el 27 de octubre 2012 Alberto: ¿Me dices tu nombre, tu edad y a qué te dedicas? Adriana: Mi nombre es Adriana Zúñiga Barajas, tengo 35 años, soy maestra de telesecundaria y soy encargada de la dirección de la escuela telesecundaria de San Cristóbal, Jalisco. Alberto: ¿Eres originaria de aquí de San Cristóbal? Adriana: No, yo soy originaria de Sayula Jalisco, pero cuando obtuve mi plaza fue aquí y aquí me casé y ya me quedé. Alberto: ¿Cuántos años llevas trabajando aquí con los chavos? Adriana: Con los chavos voy a cumplir 13 años trabajando. Desde que empecé a trabajar, el tiempo lo he llevado trabajando aquí en San Cristóbal. Alberto: Bueno, mira, yo estoy trabajando el tema de Juventud en desarraigo ¿Tienes la idea de lo que es el desarraigo? Adriana: Sí, pues el desarraigo es la falta de amor a sus costumbres, a su tierra. Para mí ese es el desarraigo. También la falta de valores, que agarran otras costumbres, otras tradiciones, otras creencias de otros lados, no de sus propias raíces. Alberto: Te lo pregunto porque he notado que aquí muchas de las personas que he entrevistado no conocen el término desarraigo y el arraigo lo entienden como algo judicial, como un arresto o un encierro. Adriana: Bueno, lo que pasa es que aquí por el nivel sociocultural de la comunidad hay muy poco conocimiento de palabras, a veces no saben el significado de sinónimos de algunas palabras, por eso van a lo que ellos conocen nada más. Por ejemplo, si uno les pregunta a los alumnos ¿en qué entidad viven?, se quedan pensando, no entienden hasta que les pregunta uno ¿en qué estado viven? Entonces ese es el problema, que les falta mucha cultura, porque la mayoría no lee y aunque no entienda algo no se pone a investigar. Eso es lo que pasa. Alberto: Yo les decía que el arraigo no lo veía desde el punto de vista judicial, sino en términos culturales, como echar raíces, establecerse en un lugar, crear relaciones y lazos de parentesco o hacer familia, durar bastante tiempo dentro de un lugar, tener cierta estabilidad y certidumbre de entre otras cuestiones. Y el desarraigo, sería lo contrario al arraigo, como una metáfora de la erosión, donde el polvo suelto vuela por doquier, sin rumbo. Tal vez en los chavos se puede observar en que algunos que no están integrados a su comunidad pues se incorporan a otros lugares, al no tener un empleo formal se involucran en otras actividades de tipo informal e incluso delincuencial y hasta en el narcotráfico. Abordo el desarraigo como un proceso muy complejo que involucra también cierta pérdida de valores y costumbres, pero la incorporación de otro tipo de prácticas que a veces el pueblo ve como negativas.

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Adriana: Incorporan cosas, principalmente lo que traen de Estados Unidos y lo que ven en la televisión. Por lo regular casi siempre incorporan aquello que es más fácil, que viene siendo lo malo, eso es lo que incorporan a su identidad y todo esto afecta en la unión de la familia, porque se dice que se está dando esta desunión según por el trabajo o porque la mamá trabaja, pero aquí la mayoría de las madres no trabajan. Pero sí se ve que no le prestan atención a sus hijos, porque muchos muchachos salen de la escuela y casi todo el día andan en la calle y a lo mejor uno los conoce un poco más que sus papás, porque pasan más tiempo con uno en la escuela. Cuando llegan a sus casas se ponen a ver televisión o se salen a jugar. Hemos hecho trabajos de sondeo, de cuántas horas ven la televisión y a veces la ven ocho horas diarias, eso es mucho y también agarran muchas costumbres de ahí, de los programas. Alberto: ¿Piensas que todos o la mayoría de los chavos tienen acceso a los medios de comunicación? Adriana: Pues tienen acceso a la televisión y al teléfono. Lo que falta es el internet, aunque pocos tienen acceso, pero lo utilizan para el Facebook, para cosas que no son educativas, ni para su beneficio, lo utilizan nada más para comunicarse con otras personas, pero a veces son gente que no conocen o gente que no les trae nada bueno. Alberto: ¿Cuánta población hay de jóvenes en San Cristóbal? Si puedes dame una cifra tentativa o una cantidad que te imagines. Adriana: ¿Jóvenes de qué edades? Alberto: Pues ¿de qué edad consideras que son los jóvenes? Adriana: Pues hasta los veintitantos y yo creo que más o menos hay como 250 jóvenes, considerando desde adolescentes hasta los 25 años. Alberto: ¿Pero qué intervalo de edades consideras que son jóvenes? Adriana: De los 13 a los 25 años. Alberto: Te lo pregunto porque hay adultos que se sienten jóvenes y porque el concepto de juventud pareciera estar muy asociado con la inmadurez, como una etapa de formación antes de ser adulto ¿Tú qué piensas que es la juventud? Adriana: Yo lo veo en relación a las edades, bueno, también hay muchos que son jóvenes de edad más grande, pero sí son inmaduros o que no tienen trabajo fijo o no tienen claro lo que quieren hacer con su vida aunque ya estén grandes de edad. Alberto: Entonces, ¿podríamos decir que el ser inmaduro es no tener un proyecto de vida? Adriana: Pues sí, no tener una visión de lo que se quiere a futuro sería ser inmaduro, porque quien no tiene una visión de lo que quiere, pues no trabaja y no se preocupa por lograrlo, entonces va viviendo la vida como se le va presentando. Alberto: ¿Aquí en San Cristóbal quiénes son los jóvenes, dónde están los jóvenes, qué hacen los jóvenes? 254

Adriana: Los que están en edades de estar en secundaria, que viene siendo la mayoría de los que hay en el pueblo, son alrededor de 92 jóvenes que asisten a la secundaria. Contados son los que salen de la secundaria y se van a la prepa. A la prepa están llegando alrededor de 40 jóvenes y los otros son los que se van a trabajar a fábricas o los que migran de aquí, que se van a trabajar a Aguascalientes, a Lagos o para afuera donde hallen trabajo. Y hay jóvenes que nada más se dedican a andar todo el día en la calle, no hacen nada. Alberto: ¿No todos estudian la secundaria? Adriana: No todos estudian la secundaria, unos porque no les gusta, otros por motivos particulares, porque también se da el caso de que hay a quien no lo dejen sus papás estudiar, por lo económico. Alberto: Algunos adultos dicen que la escuela no está vinculando a los jóvenes con su comunidad, porque les están enseñando como tener relaciones sexuales sin compromiso, porque les enseñan otras costumbres, modernas. Yo en lo particular no sé si les enseñen algo de historia local o cuestiones relacionadas al campo, porque he escuchado a algunos alumnos decir que ahora les enseñan puras cuestiones relacionadas con las tecnologías. Adriana: Anteriormente sí se les enseñaba a sembrar o a hacer otras actividades propias de aquí del campo porque no se contaba con la tecnología, pero ahora que si se cuenta con ella y con todo lo que nos está requiriendo el cambio de la vida pues si se ocupa más enseñarles la tecnología, más que otras cosas. Además, en el tiempo que yo llevo trabajando sí he visto el cambio en los muchachos. Anteriormente entraban más hombres a la secundaria y ahorita ya están entrando más mujeres, porque anteriormente decían que la mujer para qué quería trabajar si se iba a casar, pero pues nadie les asegura que se casen o que el marido les dure. Pero sí ha ido cambiando, cuando yo empecé a trabajar trabajaba uno muy a gusto, todos aceptaban lo que uno les ponía de trabajo y ahorita ya no, ya están un poco más rebeldes. Sí hay uno o dos en el grupo que dicen –yo no lo quiero hacer y no lo voy a hacer, no lo voy a hacer– aunque sepan hacerlo y hay muchos muchachos que son listos, pero por su flojera o por su rebeldía no aprovechan esa inteligencia que tienen y hay otros que aunque no sean muy inteligentes sí son dedicados al estudio y pues sí sobresalen. Alberto: Se dice que en México los jóvenes ya no quieren dedicarse al campo, que hay cierto abandono del campo, que hay alta migración y que el país está padeciendo por eso y las crisis que han habido. Adriana: Pues es que también, desgraciadamente los mismos planes y programas escolares nos están enfatizando eso de las TIC (Tecnologías de la Información y Comunicación), pero aquí a veces ni les enseña uno, más bien ellos nos enseñan a nosotros. Lo que está pasando es que ya no se los llevan igual al trabajo de las parcelas, porque más antes cuando salían de la secundaria se los llevaban toda la tarde a trabajar en el campo o a ordeñar las vacas y ahorita también ya los papás ya no se los llevan o si los ponen a hacer algo ya no los ponen a trabajar como antes. También eso tiene que ver. Alberto: ¿Las cosas han ido cambiando a beneficio o de manera negativa? Porque por ejemplo, históricamente, los campesinos requieren del trabajo infantil para subsistir e incorporar a los niños a la escuela sí les afecta en la economía familiar ¿no? 255

Adriana: Sí ha ido cambiando mucho, porque más antes sí le pedían a uno permiso en este tiempo de que tumban y todo eso, le pedían a uno permiso para que el muchacho faltara o llegara más tarde porque se lo llevaban. Pero no sé ahora por qué no se los lleven, yo creo porque a veces no los aguantan ni los papás. La verdad, porque casi quisieran los papás que la escuela fuera de todo el día y eso es lo que pasa también, que ya no les dan la misma responsabilidad que antes, ya no los ponen a trabajar igual. Yo pienso que sí perjudica en la economía familiar que no trabajen por el modo de alimentación, pero en tanto que asisten a la escuela no les perjudica porque están aprendiendo otras cosas. También respecto a lo del ingreso familiar, más antes no se contaba con programas de apoyo, como el famoso Oportunidades y ahorita como se cuenta con ese programa pues ya les interesa más que vayan a la escuela para que no tengan faltas y les llegue el dinero completo, porque solamente uno les puede justificar la falta con receta médica o si falleció algún familiar, pero si se los llevan a trabajar uno no les puede justificar. Y eso les implica que les llegue menos dinero de las becas, por eso prefieren dejarlos en la escuela que llevárselos a trabajar. La verdad en realidad muchas de las familias nada más están esperando esos apoyos. Alberto: Pero esos apoyos terminan cuando acaban la secundaria y ¿después qué pasa, tú como maestra qué observas, sí continúan el estudio o se pierde esta generación? Adriana: Pues sí ha cambiado un poquito porque más antes no había prepa cerca y ahorita ya está la de Betulia y sí ya son un poco más los que se van a la prepa que antes. Sí les ha servido de algo la beca, pero sí hay alumnos que ya no siguen, ni la beca ni nada les importa y sí les perjudica porque como no se los llevaron tampoco a trabajar pues ellos quieren andar todo el día sin hacer nada. Alberto: Entonces, ¿dejan la escuela, pero ya no trabajan porque desconocen el trabajo del campo? Adriana: Pues ya no trabajan o no quieren hacerlo. Pero sí tiene que ver que los papás, pues no sé qué ha pasado, pero también los papás han cambiado. Bueno, a uno en sus tiempos sí le exigían más los papás y ahorita ya no quieren que sus hijos padezcan igual que ellos, que ya no trabajen igual. Pero eso sí está mal porque deben enseñarlos a trabajar. Alberto: O sea, ¿son más flexibles, ya no les ponen reglas? Adriana: Ya no les ponen límites. Anteriormente no se veía que anduvieran tantos muy noche y ahorita sí, hasta a veces se andan durmiendo en la escuela por lo mismo de que andan tarde. Alberto: ¿Hombres y mujeres por igual? Adriana: Hombres y mujeres por igual, ya no es de que nomás los hombres ya hombres y mujeres por igual. Hay veces ya que creo que los hombres les tienen miedo a las mujeres (se ríe). Alberto: Regresando a lo de la educación y los programas como el de Oportunidades, ¿cómo ves estos programas?

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Adriana: Pues yo creo que sí funcionaría siempre y cuando el gobierno se pusiera un poco más estricto, que no nomás pidiera pura asistencia, que también pidiera calificación y en relación a la calificación les diera el monto. Porque nomás por asistencia hay muchos alumnos que la verdad nomás van a sentarse en una banca y no hacen nada, a ellos les interesa nomás tener la asistencia para tener el dinero y los papás les vale si aprenden o no aprenden, con que les llegue el dinero les parece bien. A veces hay señoras que llegan molestas porque les llegó menos dinero, porque tienen una falta o algo. Entonces yo pienso que sí se debe cuidar un poco más en qué se gasta, porque les dan ese dinero para los gastos que ocupen como uniforme, útiles escolares o hasta para las mismas cooperaciones de la escuela y no lo hacen ¿Qué hacen las señoras? Pagan sus deudas, se compran maquillaje, muchas cosas y no hacen como debe de ser, hay mucha gente que no paga las cuotas en la escuela, por ejemplo aquí son cuotas mínimas de 20 pesos al mes, no es tampoco una cuota exagerada. Alberto: ¿Para qué son las cuotas? Adriana: Las cuotas en las escuelas son para darle mantenimiento. Alberto: Porque se dice, y está en la Constitución, que la educación es pública y gratuita. Adriana: Pero también está en la Constitución que el gobierno tiene la obligación de dar todo lo que se ocupe y desgraciadamente pues no lo da. Entonces, estas cuotas son para mantener la escuela, porque si se descompone algo hay que arreglarlo y el gobierno no lo arregla, él hará salones o algo, pero no arregla, si se le descompone a uno la computadora pues tiene uno que darle mantenimiento o si tenemos que comprar hojas necesitamos el dinero. El dinero es para los mismos alumnos, no es para otra cosa más que para comprarles sus balones para educación física, las cartulinas para que hagan trabajos, es para ellos mismos todo el material que se compra y las reparaciones que se hacen en la escuela. En todas las escuelas por eso hay cuotas, si no hubiera las escuelas se vendrían abajo. Alberto: ¿La gente cómo ve lo de las cuotas? Adriana: Pues hay de todo, hay quien lo ve mal y quien lo ve bien, pero los mismos padres de familia son los que ponen el monto de la cuota. Alberto: Oye, en relación a eso que me decías de que los meten por la beca, también un señor me dijo que a los hijos se les ve como a un patrimonio, en el aspecto de que la gente decía –ah, ya nació el que me va ayudar a sembrar o a ordeñar– ¿No será que ven a los hijos nada más por la cuestión del dinero? Adriana: Hay muchas familias que sí los ven nada más por esa cuestión, de hecho yo una vez le dije a una señora –bueno, usted junta más que yo en la quincena– porque ella tenía hijos en primaria, secundaria y prepa, entonces pues de todos les llegaba. Aproximadamente a los de secundaria a las mujeres les llega un poquito más, que porque tienen otras cositas qué comprar para su higiene. Aproximadamente a las mujeres les llega de mil pesos y a los hombres de 850. Entonces las familias que tienen un hijo en cada año de secundaria, pues les llegan tres mil pesos y si tienen en primaria pues ya juntan más.

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Alberto: La beca es para el niño o para el joven ¿sí utilizan el dinero de la beca en los hijos? Adriana: La mayoría no, contadas son las que sí, pero no lo utilizan porque el niño a veces no va aseado, no va con zapatos decentes, el uniforme no lo lleva como debe ser, a veces lo traen roto o ya muy usado, a veces los niños no traen los materiales incluso aunque al principio del año se les regalen muchos útiles escolares. Se les dan muchas facilidades y no las aprovechan y aparte tampoco llevan una buena alimentación y parte de ese dinero debiera ser para su alimentación y no les llevan buen lunch, hay unos que les llevan su bolillo con un chile y una coca y eso no les deben de llevar, les deben de dar su fruta, verdura, agua fresca o leche, pero de hecho no lo hacen los padres, no utilizan el dinero para lo que realmente es, aunque ellos cuando van a sus reuniones de oportunidades eso les aclaran, pero no lo hacen. Alberto: ¿Eso cómo te hace sentir y qué haces para enfrentar tal situación? Adriana: Me hace sentir mucha pena por ellos, porque uno qué más hubiera querido que cuando uno era estudiante le hubieran dado esos apoyos y no los había y me da tristeza que no aprovechan realmente lo que tienen, porque de los útiles escolares que les damos al principio, a la semana ya perdieron el juego geométrico o el diccionario, a veces hasta los libros pierden. Uno quisiera que sus alumnos fueran personas de bien, encontrarlos el día de mañana y decir –ay, aquel que es doctor fue mi alumno, o aquel licenciado– Pero desgraciadamente la mayoría no, mi primer alumno de los que he tenido en la secundaria, el primer graduado es Eric y ahorita hay otras dos muchachas que están estudiando la universidad, pero el único que se ha graduado es Eric y para uno como maestro sí es una gran satisfacción saber que sus alumnos llegan a ser alguien en la vida, porque al menos uno dejó una huella ahí apara que ellos hagan algo. Desgraciadamente aquí hay muchos que sí tienen ganas, pero no los apoyan. Alberto: ¿Aquí en general no son alguien en la vida o hay chavos que a lo mejor no estudiaron pero son muy buenos trabajadores? Me dicen que hay algunos que andan delinquiendo, pero ¿tú cómo los ves? Adriana: Contados son los que han salido adelante, porque también otros de mis alumnos estudiaron hasta la prepa y sí tienen buenos trabajos en Aguascalientes, pero todo es querer, que ellos mismos tengan ese deseo, porque todos tienen la capacidad de aprender y salir adelante, pero yo pienso que lo principal es el interés de ellos. Y los que desgraciadamente se van por el camino que no es correcto, pues a veces son la mayoría, no quieren ser alguien en la vida, se conforman con cualquier trabajo o con otras cosas como robar. Fíjate que yo en los años que tengo aquí, aunque algunos de mis ex alumnos sean así, nunca me han faltado al respeto, yo creo que algo bueno hice en ellos para que lo respeten a uno. Alberto: ¿No piensas que tal vez estas actitudes sean violentas o producto de alguna violencia? Adriana: Pues son los problemas que tienen en su casa, la vida que llevan, a veces uno quiere hacer algo para ayudarlos, pero no se dejan. Una vez se dio un caso de que un muchacho andaba muy mal, empezó a tomar cuando estaba en la secundaria y yo le comente a su mamá y ella me contestó –no se meta en lo que no le importa– Entonces ya 258

después que el muchacho salió de la secundaria, ya no podían con él y la señora fue y me pidió ayuda y le dije –yo la podía ayudar cuando el muchacho estaba ahí en la escuela, ahorita ya no– Esto si viene a raíz de todos los problemas, porque aunque sea esto una comunidad sí hay familias con muchísimos problemas. Los muchachos lo que quieren es llamar la atención, a como dé lugar quieren que los vean, que los escuchen y pues a veces uno hace poco, porque también a veces son muchos a los que tiene uno que ver y hay por quien sí se puede hacer algo y por quien no, porque cuando uno les dice a las mamás de algunos alumnos que los lleven a terapia responden –ni que estuviera loco– y otras sí hacen caso, pero la mayoría no. Alberto: Me han dicho algunos adultos, que los padres explotan a los hijos, que incluso a los que se van les exigen que les manden dinero y pues parece un panorama muy feo para los jóvenes ¿no? Adriana: Pues sí hay quien sí les exige, pero también en ellos está responder esas exigencias. Sí hay quienes ayudan a sus padres, pero otros se van y se olvidan. Alberto: Si la situación está como me la describes, ¿por qué permanecer en el pueblo? Adriana: Pues a lo mejor permanecen porque tienen miedo, miedo de ir a otras partes, porque los que se andan portando mal aquí, nomás lo hacen aquí, van a otros lados y no se portan así, también a lo mejor porque aquí hace falta un poco más de seguridad o de aplicación de la ley, porque también eso tiene que ver, como no hay vigilancia, no hay nada, pues están más a gusto aquí y además muchos que no trabajan, pues el hecho de irse a otro lado implicaría que tengan que buscar para su sustento y ellos buscan la comodidad. Alberto: Entonces, ¿piensas que lo que hace la mayoría de los chavos es para hacerse visibles, para hacerse escuchar y hacerse notar? Adriana: Sí, pues la mayoría es para hacerse notar, para que alguien los vea, porque a veces decimos –ay, este chiquillo, que esto, que lo otro–, pero no sabemos lo que está atrás, cómo es la situación de su familia, si el papá los maltrata, si la mamá también. A lo mejor son niños que su mamá nunca les ha dicho alguna palabra de cariño. Alberto: Me han dicho que los jóvenes de aquí ya empiezan a andar en banda, en pandilla como los de las ciudades ¿cuál crees que sea la diferencia entre un joven urbano y un joven rural? Adriana: Yo creo que no hay diferencia, porque todos quieren ser escuchados y todos hacen eso, no creo que haya diferencia. Pienso que sí está en ellos salir adelante, pero a veces se van por la parte más fácil. Y en los grupos, sus pandillas y eso, pues se sienten más identificados, o crean falsas amistades. Entonces pienso que no hay mucha diferencia, porque por lo regular en todos son los mismos motivos de trasfondo, la vida familiar. Alberto: Oye, me dicen que los jóvenes están perdiendo las costumbres, que ya se visten diferente, que prefieren el auto y no el caballo y otras cuestiones, como que dejan lo tradicional y toman lo moderno ¿Crees que sí han cambiado?

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Adriana: Sí ha cambiado en pocos años, porque todavía hace como cinco años todo seguía igual, pero de ahí para acá sí ha cambiado mucho y tiene que ver también el acceso a los medios de comunicación, porque de cierto modo quieren imitar las conductas que ven. Hay veces que las cosas de aquí les parecen anticuadas. Quieren hacer lo que creen que está bien y dejan a un lado sus costumbres y van agarrando otras. Alberto: ¿Cómo se han vuelto, más consumistas o más...? Adriana: Sí, más consumistas porque si alguien trae algo, por ejemplo unos zapatos, pues el otro quiere traer unos mejores, o un celular. Sí se han vuelto más consumistas y a lo mejor les dan más facilidad en sus casas para que adquieran las cosas. A veces les dan dinero para no ponerles la atención debida, quieren comprar con el dinero el tiempo que no les dan. Alberto: Entonces, de alguna forma los padres lo han motivado... Adriana: Sí, porque se compran productos con el dinero de las becas, que no es necesariamente para lo que se los dan y también motivan a que los muchachos quieran lo más moderno. Alberto: Oye, ¿cómo ves que participen los jóvenes en el desarrollo de la comunidad o no participan? Adriana: Hay quien sí participa como los muchachos que andan en el grupo juvenil o que traen algunos proyectos, pero en su mayoría no participan mucho, porque comparando aquí a San Cristóbal con otras comunidades pues sí se está quedando atrás, porque en otras comunidades ya hay más negocios, ya hay más cosas y aquí en San Cristóbal si está un poco más tirado. Alberto: A lo mejor tiene algo que ver eso en que muchos me dicen que se van porque aquí no es vida, migran ¿pero será que sí encuentran la vida en los lugares a los que se van? Adriana: No, porque migran y andan haciendo lo que hacen aquí, no hacen nada. Yo creo que encuentra vida el que realmente si va a trabajar y a buscar el sustento. Pero el que no, el que piensa que nomás por irse a otro lado le va a ir bien, pues no encuentra vida. A veces se van muchos a Aguascalientes y luego se regresan, porque no se mantienen allá. Bueno, tienen que ver mucho las fuentes de trabajo, porque aquí no hay fuentes de trabajo y la mayoría se va a trabajar a las fábricas, por eso se tienen que ir. Otros se van y se regresan porque no hacen nada. Alberto: Entonces, ¿cuáles son las opciones de un joven de aquí de San Cristóbal, que no estudia o sólo estudia la secundaria? Adriana: Sus opciones serían irse a la fábrica o a la obra y ahorita como ya les quieren exigir prepa, a lo mejor ya esas opciones se les van a acabar. Por lo regular sus opciones son las fábricas, a la obra o las mujeres a trabajar en una casa, porque en un negocio le dan el trabajo al que tiene más estudios. Alberto: ¿Las autoridades de aquí qué hacen para mejorar la situación de los jóvenes? 260

Adriana: (Se ríe) Pues no hacen nada, porque desgraciadamente Lagos de Moreno es un municipio muy grande, tiene 124 comunidades y como aquí somos los más lejanos casi no llega mucho apoyo y desgraciadamente los agentes (se refiere a los delegados) no piden nada para la comunidad, porque yo cuando he ido a Lagos para pedir para la escuela me han preguntado –bueno, ¿qué los de San Cristóbal no quieren nada, por qué no piden?– Y pues el que no pide no le dan. Alberto: ¿La gente no se reúne en asambleas para tratar estos puntos? Adriana: No, la gente no se reúne. Si para los problemas que ha habido del agua no se junta la gente, que es algo que les afecta a todos, para otras cosas menos. La gente que se reúne es la misma. La mayoría no se reúne, para ellos es más cómodo estar en su casa. Alberto: En este sentido y utilizando esa metáfora de que los jóvenes son el futuro ¿qué futuro tiene San Cristóbal? Adriana: Pues, mmm, te diré, no le veo, a la mayoría de jóvenes no les veo mucho futuro, pero sí hay jóvenes a los que les gusta echarle ganas, que sí tratan de trabajar por su comunidad, pero también son muy pocos. La mayoría no y si siguen así pues no le veo un buen futuro, ojalá y cambie un poco su mentalidad y a ver uno en qué les puede ayudar para que la cambien. Alberto: ¿El futuro no tendrá que ver con el pasado, a lo mejor de cómo se conformó la comunidad, la cuestión de acceso a la tierra, a la propiedad? Adriana: Sí tiene que ver porque las personas grandes piensan que a los jóvenes la escuela o la educación no les sirve de nada y que si se van a Estados Unidos les va a ir mejor que quedándose a estudiar aquí. Una vez un ex alumno me dijo –ay no, yo me voy a Estados Unidos y en dos meses me compro un carro mejor que el suyo– Y todavía hay mucha gente que piensa que para qué estudiar. Tuve unas alumnas muy inteligentes, que por el hecho de ser mujeres y que su papá pensaba que no tenía caso que las mujeres estudiaran, ya no las dejaron continuar y ellos tenían los recursos para que esas muchachas hubieran seguido adelante. Tienen mucho que ver los pensamientos de la gente grande. Alberto: Retomando la cuestión que te preguntaba del pasado, ¿a los jóvenes se les enseña la historia local, cómo se fundó el pueblo? Adriana: Sí, en la asignatura estatal ahí se ve, ahí entra la historia de la comunidad y los jóvenes investigan y elaboran una monografía de la historia de su comunidad. Entonces sí lo ven, pero después se les olvida. Alberto: Entonces, ¿podemos decir que no la conocen o no les interesa? Adriana: No les interesa, contaditos son los que de veras sí se interesan, pero hay unos a los que les interesan más otro tipo de historias. Alberto: ¿Cuando realizan la monografía sobre el pueblo, qué cosas han encontrado sobre la historia del pueblo?

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Adriana: Se ha encontrado cómo se originó el pueblo y cómo era más antes la gente, eran más cooperativos, se ayudaban más y no había tantos problemas como los que hay ahorita. Yo casi no he hecho la monografía, porque no he dado mucho primer año y es que éso se ve más en primero. Alberto: ¿Tú qué grado das? Adriana: Ahorita doy segundo, yo doy más tercero y segundo. Primero sí he dado, pero di antes con el otro programa y no se manejaba la asignatura estatal y ahorita ya se maneja, por lo mismo de que se está perdiendo todo éso, entonces también quieren que ellos conozcan sus raíces. Lo bonito es cómo eran las tradiciones de antes, las fiestas y todo éso, que ahorita ya no son iguales. Alberto: Sé que no eres originaria de aquí, pero ¿sabes cómo se originó San Cristóbal, cómo era, cómo se dio el reparto de tierras? Adriana: Por lo que han platicado y por lo que sé, es que antes era una hacienda y todos los pobladores eran trabajadores de la hacienda hasta que se dio el reparto de tierras a los mismos trabajadores y ellos empezaron a formar sus familias y ya en el tiempo en que hubo más reparto de tierras, pues ya fueron dueños de sus tierras, ya no nomás el hacendado. De ahí surgieron los colonos y los ejidatarios. Alberto: Te lo pregunto porque una de mis teorías es que el migrante, a lo mejor es tu caso, no lo sé, y pensando no sólo en quienes se van a Estados Unidos, sino también a Aguascalientes, al D.F. Pienso que es difícil que un migrante se incorpore al lugar nuevo al que llega y que lo cuide y que participe en él cuando no se siente parte de él porque sus orígenes están en otro lado ¿Tú cómo ves? Adriana: Pues yo aquí llevo 12 años y sí he aprendido a querer un poco a San Cristóbal, aunque a veces me han tratado mal (se ríe), pero no igual que a mi tierra. El cariño no se compara, aunque mi esposo es de aquí y dice –ya te enraizaste–, no se compara con el cariño que siento por mi tierra. Alberto: ¿podríamos decir que hay algo que te ha detenido a echar raíces en este nuevo lugar? Adriana: Sí, pero de hecho dicen por ahí que la vida está donde está el trabajo. Y yo ya con esposo y trabajo aquí, sí he llegado a tomarle un poco de cariño al pueblo, nomás que no igual que a mi tierra. Alberto: Porque también hay otra cuestión, los migrantes no se incorporan del todo al nuevo lugar al que llegan y ya han dejado su lugar de origen, ya no están ahí. De alguna manera sería como estar en ningún lugar, porque ya no tienen esos vínculos sólidos y permanentes con el lugar de origen, pero tampoco con el de destino. Adriana: Yo le digo a mi esposo que tengo en mi corazón una parte vacía, sólo la tengo más completa cuando vamos allá a mi tierra y va él, porque cuando voy sola una parte de mi corazón se queda aquí y estando aquí una parte de mi corazón está allá. Entonces, no tengo mi corazón completo. Sí es difícil llegar a un lugar y más que yo llegué aquí sin 262

conocer a nadie, sin conocer el lugar siquiera. Sí es difícil, pero poco a poco se va adaptando uno. A mí no me gusta inmiscuirme tanto por el trabajo, porque a veces la gente es difícil, si uno anda queriendo ayudar a la comunidad a veces la gente se molesta y lo quieren afectar a uno en el trabajo. De hecho yo llevé dos solicitudes sobre luz eléctrica y drenaje que sí se metieron aquí en San Cristóbal, pero hubo agentes municipales que se molestaban, por eso a veces uno no se inmiscuye tanto, también por prudencia de no meterse tanto en la comunidad y generar conflicto, porque a veces uno quiere meterse para bien y no lo dejan a uno. Alberto: Oh y en este caso ¿cómo verías la labor que estoy realizando? Adriana: Pues que estás haciendo algo, de cierto modo, para tratar de ayudar y de entender a la comunidad. Alberto: ¿Crees que le beneficie a la comunidad que yo haga este tipo de investigaciones? Adriana: Pues sí, porque a lo mejor la comunidad siente que de otros lados la están tomando en cuenta y eso los motiva un poco más a salir adelante y a ver si la comunidad mejora. Alberto: ¿Qué alternativas podríamos elaborar para ver si los chavos participen y la comunidad mejore? Adriana: Muchos quieren empezar con los muchachos, pero yo digo que lo primero que hay que hacer es empezar con los papás, porque uno está en la escuela duro y dale con los muchachos y salen de la escuela y se viene el trabajo de uno abajo. La educación empieza en casa, entonces hay que empezar desde las familias. Porque cuando uno platica con los muchachos sí oyen, toman lo que quieren y lo que no pues les entra por un oído y por otro les sale, duran un rato en que sí toman en cuenta lo que uno les dice, pero después se les olvida. Yo creo que lo principal está en el seno familiar. Alberto: Hablando más sobre los muchachos y sobre su cultura, ¿qué cultura tienen, son campesinos, son obreros, que son, si los pudiéramos etiquetar cómo los etiquetarías, o son una mezcla de (me interrumpe)? Adriana: Pues son una mezcla, porque ya a muchos no les gusta la labor del campo, ya prefieren irse a trabajar a otro lado. Sí, porque a lo mejor trabajan de sol a sol y no les reditúa, aunque en las fábricas no les va mejor. Entonces puede ser una mezcla de los dos, de obrero y campesino. Alberto: ¿Con qué crees que se identifiquen los jóvenes? Adriana: Pues hay quien se identifica como campesino, porque todavía hay muchachos que les gusta el campo, que les gustan los animales y hay otros que prefieren irse a la ciudad. Yo creo que aquí todavía es un poquito de cada cosa. Alberto: ¿Todavía son religiosos? Adriana: Sí, todavía son religiosos. De hecho creo que aquí nada más hay un señor que es de otra religión, pero toda la demás comunidad es católica. 263

Alberto: ¿Los chavos también o ya los ves más ateos o más (me interrumpe)? Adriana: Pues nomás son religiosos para lo que les conviene, porque a veces no lo hacen con devoción. Son religiosos porque en su casa eso les tratan de inculcar, pero a veces están en misa y están platicando o haciendo otras cosas. Pero también hay muchos a los que ya no les interesa. Alberto: En cuestión de parejas ¿se están casando menos, se están casando más, se están casando igual que antes? Adriana: Se están casando menos, pero se están juntando más, ya muy pocos quieren el matrimonio, se van en unión libre y los motivos de la mayoría son porque viene un hijo de por medio, eso sí, y chicos se juntan. Alberto: ¿La comunidad que piensa al respecto? Adriana: Pues yo creo ya lo ven como normal, porque antes sí era más escándalo, pero ahorita como ya hay más casos ya lo ven más normal. Alberto: ¿Antes el tema de lo sexual era más (me interrumpe)? Adriana: Sí era más prohibido, pero ahorita ya se están viendo muchas cosas que no, y no necesariamente lo ven en la escuela, porque uno en la escuela trata de, como se ve que ya son activos sexualmente a más corta edad, pues tratamos de orientarlos, pero hay cosas que desgraciadamente las van a aprender en la calle. Alberto: No traigo las imágenes, pero descargué unas imágenes del Facebook de algunos chavos de aquí, que me compartieron y en ellas salen haciendo poses y señas como de maras o cholos con el grafiti detrás en las paredes en el caso de los chavos, o en el de las chavas pues ellas salen posando con ropa ajustada y tacones, arriba de los carros, por ejemplo ¿Tú qué piensas que están comunicando? Tomando en cuenta que lo publican en internet. Adriana: Pues las muchachas su necesidad, porque ahorita lo que se está dando con las muchachas es que, yo veo, que quieren tener novio a como de lugar, entonces a lo mejor esas poses son para atraer. Y los muchachos quieren impresionar a las muchachas y a veces desgraciadamente les gustan más ese tipo de muchachos que los más normalitos o los que andan pues más normales. Quieren llamar la atención, por lo regular, del sexo opuesto más que nada. Alberto: ¿Por qué crees que les llame la atención? Adriana: Por las modas, por lo que ven en las novelas, por lo que ven en los programas, por eso, porque ahorita hasta un reguetonero se les hace muy guapo y también por todo, que si la más bonita, que si la más acuerpada, es como una constante competencia de ver quien tiene más atracción. Alberto: ¿Se podría afirmar que entonces las industrias culturales y los medios de comunicación están imponiendo valores, formas de ser, modos de vivir?

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Adriana: Sí, porque de hecho una vez me dijeron unas alumnas que por qué no les dejaba llevar el uniforme como lo vieron en una cierta telenovela. Alberto: ¿Cómo querían traerlo? Adriana: Con minifalda y botas largas. Entonces sí, lo que ven en los medios de comunicación lo están absorbiendo mucho, porque quieren imitar a los cantantes, como ven la publicidad de que son triunfadores y tienen suerte por eso los quieren imitar a ellos y a veces esa no es la realidad. Alberto: Esto de imitar es lo que más me han dicho, porque gente que vio las fotos que te comento me preguntaba si los chavos eran maras o cholos y la verdad es que yo veo que no, pero no sé tú qué pienses ¿Sí tendrían el riesgo de incorporarse a estas pandillas o sólo es imitarlo por moda? Adriana: No, sí hay quien sí tiene el riesgo porque es tanto su querer que sí podrían involucrarse, porque yo tuve un ex alumno que se sentía orgulloso de que le dijeran cholo, para él era algo muy grande que le dijeran cholo, así le gustaba vestirse y como su pensamiento está en éso, yo creo sí es riesgoso para ellos y a lo mejor si los invitan a algo pues aceptan. Alberto: ¿Aquí ha habido cholos? Adriana: Más en su vestimenta y pandillitas pues sí ha habido. Alberto: ¿Y el narco? Adriana: Se dicen muchas cosas, que sí hay quien venda, pero eso dicen, la verdad yo no he visto. Alberto: ¿No crees que aquí esté asentado el narco o que de alguna manera éste afecte la vida de los jóvenes? Tomando también en cuenta que en el Tecuán se han levantado jóvenes y pues son comunidades muy cercanas. Adriana: Pues sí tiene que ver, porque si hay mucho muchacho que consume droga pues sí ha de estar el narco para que les venda. Alberto: ¿Aquí la consumen? Adriana: Sí, hay muchos muchachos que la consumen? Alberto: ¿Qué tipo de droga? Adriana: Marihuana y cocaína es la que consumen, porque de hecho una vez vinieron unos muchachos de Aguascalientes y estaban ahí junto a la malla de la secundaria y yo les dije de buena manera que se retiraran y vi que traían tachas, me las andaban como presumiendo, pero no les tomé atención. Pero sí, yo pienso que eso es lo que consumen. Me imagino que más la marihuana. Alberto: ¿Y la música, los narcocorridos (me interrumpe)? 265

Adriana: Les gustan mucho los narcocorridos. De hecho en la clase de inglés tenían que hacer una biografía de algún personaje y muchos dijeron que les interesaría hacer la del Chapo Guzmán. Alberto: ¿Sería como el modelo a seguir? Adriana: Sí y les encantan mucho los narcocorridos y las canciones esas reguetoneras y tribaleñas que hablan mucho de narcos, esa es la música que les gusta. Me han dicho – usted oye música de viejitos– Alberto: ¿Tú por qué crees que tengan como modelo a el Chapo en lugar de, no sé, el Subcomandante Marcos? Adriana: Porque al Chapo lo han hecho un gran personaje, los medios, la gente que admira al Chapo, por eso ellos oyen, ven y se les hace bien. Y yo digo –¿por qué no hacen su biografía de Benito Juárez?– a no, dicen –eso es aburrido– Alberto: ¿Considerarías que los chavos piensan más en el corto plazo que en el largo plazo? Adriana: La mayoría piensa más al corto plazo, porque los pensamientos de la mayoría no es hacer una carrera, las mujeres lo que piensan es agarrar pareja y casarse y que las mantengan y los hombres nomás piensan en comprarse su camioneta. Entonces piensan más a corto plazo, no piensan que una carrera es una inversión que a largo plazo les va a traer más frutos que otras cosas. Piensan que la carrera no les sirve de nada y dicen que mejor se van a trabajar y a traer dinero, pero no piensan que si estudian una carrera van a tener la posibilidad de tener más dinero. Como aquí en la comunidad casi no hay muchas personas que se hayan superado por medio del estudio, pues en los pensamientos de los muchachos no está estudiar. Alberto: Pasando a otra cosa ¿qué piensas de las estrategias tomadas para combatir al narco, porque se dice que en esta “guerra calderonista” han muerto muchísimos jóvenes? Adriana: Desgraciadamente los que la llevan de perder son los jóvenes y yo pienso que está mal porque yo pienso que son jóvenes que caen fácilmente en éso, que son jóvenes que pudieron haber sido productivos para la misma sociedad y por los contextos, por todo lo que ven y que quieren ganar dinero fácil pues se meten a éso. Lo que debería hacer más el gobierno es prestarles atención y ver qué se hace por esos jóvenes, para que no caigan en el modo de ganar dinero fácil, el gobierno debería crear más oportunidades, porque a veces sí estudian y salen y no hay trabajo, eso es lo que pasa, que no tienen las oportunidades y pues se van por lo más fácil. SÍ es penosa esta guerra, porque en sí los que la pagan son jóvenes que no tienen mucho tiempo en éso y los que de veras tienen mucho tiempo por lo regular no caen. Alberto: Si pudiéramos hacer un mapa del territorio, físico o simbólico ¿cómo es el territorio de San Cristóbal actualmente? Porque observo que hay más tiendas de abarrotes que otra cosa, bibliotecas no hay, museos no hay ¿Tú cómo ves ese territorio, qué hay en San Cristóbal?

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Adriana: Bueno, aquí San Cristóbal carece de espacios donde los jóvenes hagan deporte, donde puedan tomar cultura, carece mucho de eso y hay otros espacios donde lo que intentan es vender, son espacios comerciales. Falta aquí en San Cristóbal más entretenimiento sano para ellos. Alberto: ¿Qué sería sano? Adriano: Sano sería el deporte, la lectura, teatro, actividades recreativas fuera del comercio. Alberto: Si pudiéramos dibujar un mapa de ensueño, de lo que te gustaría para los jóvenes, para la comunidad en general ¿Cómo ubicarías en San Cristóbal los espacios? Adriana: Yo ubicaría primeramente los espacios de las escuelas, que hubiera prepa. Ubicaría también canchas de basquetbol, de volibol, de diferentes deportes. Ubicaría también un lugar donde los jóvenes se pudieran sentar a dialogar, a decir lo que opinan, lo que piensan. Las tiendas sí son necesarias algunas, depende de lo que vendan, pero sí ubicaría principalmente escuelas, luego lugares de recreación y luego lugares donde ellos se reúnan para hacer actividades que les interese, siempre y cuando sean actividades buenas, que no se vayan a reunir a pelear u otras cosas. Alberto: Los chavos de abajo me hacía una descripción actual del territorio de San Cristóbal, el cual dividen en tres: el barrio de abajo, el de en medio y el de arriba. Me decían que los de arriba eran los rancheros que no les hablaban a ellos, que son los de abajo, per ejemplo ¿Tú qué opinas? Adriana: Pues yo lo vería como una sola comunidad, sin barrios, porque yo creo que cada persona tiene sus derechos y es igual ante todos. Eso que el de arriba o el de abajo para mí no es importante, sino ver a todas las personas como lo que son, seres humanos. Alberto: ¿Pero entonces no crees que exista esa división, porque ellos sí dicen que existen diferencias? Adriana: Pues sí existe como en todos lados y hay algunos que tienen conflicto por eso, porque unos sienten que son dueños de su barrio y en su barrio no pueden entrar los otros. Alberto: Sobre la cuestión del diálogo con los jóvenes, ellos dicen que no lo hay ¿Tú en lo particular, en la secundaria, tratas de escucharlos, de hacer alguna dinámica para que se expresen y digan lo que piensan? Adriana: Para escucharlos sí hacemos dinámicas para que se expresen, nomás que casi por lo regular son contados los que se expresan y yo les digo que tienen que acercarse a platicar para darles consejo y en lo que les pueda ayudar, pero aquel que no se acerca, que rechaza, porque el que no se acerca es por timidez, pues sí trata uno de buscar los medios para que ellos se expresen nomás que ellos no quieren expresarse. Hacemos diferentes dinámicas, tanto artísticas como de diálogo, porque también hacemos actividades artísticas para que se expresen, de hecho ahorita llevo teatro y los dejo que ellos hagan sus propios guiones, para que expresen lo que piensan, pero sí hay algunos que no quieren expresarse.

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Alberto: Para ir cerrando, yo he platicado con los chavos del grupo juvenil y sinceramente yo veo que son los que más juzgan al otro o niegan a los otros chavos o los catalogan como tal cosa y lo que yo he tratado de decirles es –hay que escuchar esa otra parte, hay que saber por qué tienen tales conductas, no hay que deslegitimar lo que piensan, sus experiencias– ¿Tú qué les podrías decir? Adriana: A lo mejor los del grupo juvenil se catalogan como los buenos, como los más educados y pues sí hacen a un lado a los que tienen peor comportamiento, pero también yo les aconsejaría que los escucharan, pero a veces estos muchachos no se dejan escuchar, a veces sí han ido los del grupo juvenil con ellos, pero nomás están haciendo desorden. Hay muchachos que han sido rebeldes y han ido al grupo juvenil y sí han sido escuchados y sí están ahí en el grupo juvenil, pero todo está en que se dejen escuchar, porque si no quieren no hay ni cómo ayudarles. Tienen que perder ese miedo de sentirse rechazados, pero a veces los muchachos hacen que los rechacen por las mismas actitudes que tienen. Yo les he dicho –yo quiero que ustedes sean personas de bien, para que a todos lados que vayan los acepten y no los rechacen, porque si ustedes andan haciendo cosas que no deben pues los van a rechazar– Los chavos así son, si el otro no es de sus mismos pensamientos o ideas lo rechazan. Alberto: ¿Algo más que quieras comentar? Adriana: Comentar que ojalá ésto también sirva de ayuda para la juventud de San Cristóbal, porque sí se viene viendo que las generaciones vienen peores, en conductas pues, en los años que llevo aquí sí he visto las generaciones y sí se ve que ya vienen más desatadas, y ojalá se pueda buscar cómo ayudarlos, porque son el futuro de aquí, ver si hay instancias o algo que se pueda hacer por ellos.

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Entrevista con los Chavos de la esquina, grabada en video el 28 de octubre 2012 Alberto: ¿Es cierto todo lo que dicen de ustedes? Uno de los chavos: Estamos pisteando, pero eso de robar la neta no es cierto. Nosotros nos dedicamos a nuestro trabajo que es honrado, pero eso de la robada no va con nosotros. No sé por qué lo dirán. Otro de los chavos: Es que hay unos que se juntan con nosotros, pero nomás son raterillos ahí leves no son de mafia ni de los Zetas (se ríe). Alberto: ¿Cuáles son sus costumbres? Chavos: La neta pistear cada ocho días. Uno de los chavos: Yo soy de Betulia y ahí sí hay un chingo de mota, un chingo de coca y un chingo de cristal ¡A lo wey! Y aquí somos pisteadores. Otro de los chavos: Mi costumbre es cada ocho días pistear, ordeñar, entre semana estudiar y drogarme, en la tienda (lo callan sus amigos y se ríen). Uno de los chavos: Coméntale de la robadera, de éso que dicen. El chavo que estaba hablando antes: Aquí nadie roba (sus amigos le gritan ¡Excepto! Y señalan a dos de su grupo. Se ríen). Aquí sí hay quien robe, pero ¿pa’ qué hablamos? Uno de los chavos: ¿Quieres ver quién roba? (se ríen) Aquí hay dos que roban (los señala), estos dos. Es más, cuidado con la cámara, porque hasta la cámara te quitan. Uno de los chavos que según roba: Aquí nos piden algo y luego luego se los conseguimos (se ríen todos). Otro de los chavos: Pero ya hablando en serio, aquí toda la banda cada ocho días nos juntamos y pisteamos y todo, pero tranquilos, nada de robo, excepto del Cocolín y el Rayo (se ríen). Ahí apartamos a dos. Pero somos tranquilos todos. Trabajamos toda la semana para los domingos pistear a gusto con los compas. Esto es lo de la semana, el sudor de la frente y de todo. Aquí nadie está sin trabajar, mas que el Cocolín y el Rayo. Ellos no trabajan. Uno de los chavos: ¿Cómo no trabajan? Trabajan en robarse los estéreos (se ríen). Uno de los chavos que según roba: Es nuestro trabajo wey (se ríe). Otro de los chavos: Agarren las llaves de la moto y cuiden sus carteras ¡Son de Tepito los dos! Son bien ratas, se drogan y todo. Uno de los chavos: Todo lo que dicen de nosotros es pura pinche mentira, que dicen que somos drogadictos y que la chingada, pero es pura pinche mentira. La neta la gente de aquí de San Cristóbal es a toda madre, vienen visitantes y los tratamos bien porque todos somos chidos. Todos los que vienen aquí son turistas, vienen a ver la cultura de uno y todo el que venga es bienvenido. 269

Otro de los chavos: Yo orita estoy estudiando en el COBAEJ de aquí de Betulia y es de cada ocho días piestear, pero es porque entre semana se pone uno a trabajar. Yo en la mañana me pongo a trabajar y luego me voy a estudiar. Pero los sábados y domingos sí me pongo a tomar. Lo demás son puras mentiras que cuentan de nosotros. Uno de los chavos: Yo soy ingeniero fracasado, del ITA, en electrónica, pero valí verga. Alberto: ¿Creen que hay alguna diferencia entre los chavos de ahora y los de antes? Uno de los chavos: Sí, porque los jefes son bien cerradotes. Los jefes son bien cerrados y te dice –no salgas ahí porque te va a pasar algo– De todos modos uno experimenta y pues pinches pendejadas que hace uno. Los jefes hicieron sus pendejadas en sus épocas y a nosotros nos tocan otras cabronas chingaderas, más cabronas, pero pues es que está de la chingada. Otro de los chavos: Como yo hace más de un año tuve un accidente en la camioneta, pero fue por lo mismo que dice él, que uno experimenta cosas que a lo mejor los padres ya vivieron. La camioneta era de mi hermano y se la volteé, pero fue porque tenía ganas de salir y en ese tiempo yo sí andaba medio drogado. Aquí se ve de todo, pero todos somos pacíficos, tranquilos y pues estamos entre compas y nos gusta juntarnos y hacer la pinche seña de la Weast Coast. Uno de los chavos: Aquí todos trabajamos para nuestro vicio, nada de que aquí robamos para tomar y cero drogas, aquí puro alcohol. Alberto: ¿Qué piensan sobre lo que dicen algunas personas, que los que migran a Estados Unidos traen malas costumbres? Uno de los chavos: Eso no es cierto, todos los que nos vamos salimos para progresar. Alberto: ¿Dicen que regresan más liberales? Otro de los chavos: Nos vamos para progresar y sacar a la familia adelante. Nomás éso. Uno de los chavos: Pero es como aquí, uno se va a la pinche ciudad y allá hace el desmadre que uno pinches quiere, uno fuma mota y que una pinche piedrita y ¡ay cabrón! Eso no tiene que ver con Estados Unidos, es de uno, porque mi jefe se fue a Estados Unidos y regresó como si nada, normal, pero pues está en uno. Uno se va a Aguascalientes, aquí cerca y se pone bien pinche locote, pues como uno está solo, sin vigilancia, se alucina y regresa uno con los pinches vicios, pero no tiene que ver con Estados Unidos. Con el simple hecho de salir del rancho a la ciudad ya es otro pinche pedo. Otro de los chavos: Sí, eso depende de cada quien, porque yo no voy a enviciar a nadie a drogarse y a tomar. Sí llego y le digo a alguien –agárrate esta pinche mota está bien suave– la persona si quiere la agarrará. Uno de los chavos: Sí es como dicen, que de aquí del campo a la ciudad es otra cosa. Yo tengo amigos que se han ido de aquí de San Cristóbal a trabajar a otros lados, a las ciudades, y llegan con pura droga, porque en la ciudad ya es otro pedo.

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Otro de los chavos: Es que la neta si llega uno como que todo pendejón, al mero chingadazo, llega uno pendejón y le dicen a uno –a ver wey si te metes esto para trabajar jalas más chingón– Te sacan un pinche foquito y la chingada. Un Sedalmerck y con eso ya valió verga. Y uno empieza creyéndoles y no, ya valió madre. Alberto: Pues dicen también que todo lo que ganan trabajando se lo gastan en alcohol ¿cómo ven? Uno de los chavos: Eso no es cierto, porque nosotros que trabajamos llegamos a la casa con el sueldo y primero le damos a la jefa, para la comida, para lavar y todo eso. Ya lo que le queda a uno pues sí lo gastamos en una que otra cerveza. Pero no trabajamos nada más para tomar. Otro de los chavos: Primero está la jefa y luego nosotros. Uno de los chavos: Si sobra un pinche pesito es pa’ pistear, si no, pues ni pedo. Otro de los chavos: Ganamos un peso y hay que partirlo a la mitad y gastarnos un pinche tostón ¡Ya qué! Es primero la jefa, para la casa y después lo que le quede a uno es aparte. Alberto: ¿Tienen algún proyecto de vida? Porque dicen que no lo tienen Uno de los chavos: Sí como no. Es que la gente de aquí es bien chismosa. Si hay un problema dicen –que los de la esquina, que los de abajo– De todo nos echan la culpa. Otro de los chavos: Pero ya hablando en serio, aunque vacilamos mucho, aquí todo es neta. Todos trabajamos y sí tomamos, para qué te mentimos. Él se fue 11 años a Estados Unidos y se vino sin ropa. Uno de los chavos: La neta, yo me vine como me fui. Me fui y regresé sin dinero. Por andar en cantinas y bares. Era primerizo en ir. Uno de los chavos: Pero de eso agarras experiencia y otra vez hay que tantearle. Otro de los chavos: Es que la chingadera está en que uno aquí trabaja como un pinche burro para ganar como un wey. Porque la neta el pinche jale que le metemos aquí, si lo metiéramos en otro lado nos rendía. Uno de los chavos: Yo aquí lo que gano en una semana allá lo gano en medio día. Otro de los chavos: Es que aquí en lo que estamos también es nomás pa’l gobierno y nos están metiendo verguiza. Son de los que andan del gobierno de Aguascalientes y de México y lo que hacemos es pa’ ellos. Ganamos un sueldo de 900 pesos por madrearnos toda la semana. Uno de los chavos: Y si estuviéramos en el norte esos 900 pesos serían en un puto día. Si ganáramos aquí lo que se gana allá ¿para qué nos íbamos? Otro de los chavos: Es como dicen todos, el pobre trabaja pa’l rico y el pobre es el que trabaja más y el que gana menos ¿El rico qué hace? 271

Chavos: ¡Nada! Echándose el dinero pa’ la bolsa nomás. Uno de los chavos: Es como todo, uno trabaja pa’ los más ricos y sus pinches manos limpiecitas y uno las tiene todas chingadas por tanto trabajar. Otro de los chavos: Y llega el patrón y dice –van bien pinches lentos– Y aunque trabajemos más rápido nos pagan igual. Uno de los chavos: Es que el gobierno olvida a los pueblos chicos como este y los que más ocupan de tener algo son los pobres, como los de aquí de sancris. Uno qué, con 900 pesos a la semana qué vas a hacer. Peor los que tienen familia, un niño o una esposa que mantener y ¿con 900 pesos cuándo chingados los mantienes? Y los ricos tienen más atendida a su familia. Otro de los chavos: Pero la neta, la neta, somos más felices los pobres que los pinches ricos. Los pinches ricos no pueden salir pa’ afuera porque tienen miedo de que los secuestren, de que les quiten su pinche dinerito y los pobres estamos por donde quiera. Chavos: Aquí nomás se acuerda el gobierno cuando hay votaciones. Nomás vienen y te piden tu voto. Prometieron que nos iban a hacer un pozo, porque no tenemos agua y ya no han venido ¿Dónde está el político que dijo que nos iba a venir a hacer un pozo? Se perdió ¿Dónde está el agua? Tenemos que acarrear y pagarle a otra gente pa’ que nos traigan agua, pagarle a los ricos pa’ que nos den agua, porque son los que tienen agua, que tienen el modo de perforar y nosotros a un lado, todo el tiempo nos dejan a un lado. Uno de los chavos: Y se ponen a decir que los pobres somos unos robachicos, marihuanos, delincuentes. Todo éso es lo que se ve en las ciudades. Aquí en este pueblo no se ve nada de éso. Se ve que anda uno loqueando pero con unas chelas, no con droga. Chavos: Aquí conocemos la mota porque es remedio. Aquí la usamos pa’ remedio. Que pa’ las reumas, eso sí. Pa’ la pura tristeza. Cuando anda uno deprimido pues si le damos una que otra fumadita. Pero no ves a nadie tirado por el vicio. Pero es por lo mismo, porque siempre a los pueblitos más chicos los olvida el gobierno. Todo el tiempo. Nomás cuando son las votaciones llegan para decirte –voten por mí– y te dan una pelotita. Por eso muchas personas se van del pueblo. Uno de los chavos: ¿Cómo es el pinche sueño americano cuñao? Es grande cuñao, por qué, porque nosotros hemos ido. Varios cabrones no pagan por nosotros ¿Por qué cuñao? Porque tienen miedo. El pinche sueño americano es de que o te mueres en el pinche río o te mueres más adentro ¿Por qué? Porque a mí ya me pasó, de ir allá, casi se muere uno cuñao. Como quiera todos conocemos Estados Unidos y es un sueño muy grande. Otro de los chavos: Yo tengo ahorita dos hermanos en Estados Unidos y hace poquito se fue otro y él dice que lo tuvieron todo un día en el río. Uno de los chavos: Es que ira cuñao, en Laredo, en Tamaulipas, que te llevan los coyotes, duras todo el pinche día en el río y a las 10 u 11 de la noche te andan pasando, sin comer, sin tomar agua y a correr todavía.

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Entrevista con Chava, grabada en video el 10 de diciembre 2012 Alberto: ¿Puedes describirme qué haces en tu trabajo? Chava: Pues aquí es el rancho de los Molina, donde trabajo, y estamos como a tres kilómetros de San Cristóbal. Tengo 20 años de edad y empecé a los 11 años aquí con ellos, tengo como nueve años trabajando con ellos. Y lo de diario que se hace aquí es la ordeña y después me voy a mi casa. Nos venimos de San Cristóbal a las cuatro y media, ya llegamos aquí y nos echamos un cafecito porque hace frío y ya empieza la ordeña, entre cinco y seis empezamos la ordeña. Ya para las ocho de la mañana ya se acabó. Alberto: ¿Y después de las ocho qué haces? Chava: Un pequeño descansito mientras llega el almuerzo y después del almuerzo pues lo que va saliendo, a veces molemos o descansamos hasta la tarde que se llega otra vez la hora de la ordeña. Es lo que nos mantiene aquí. Alberto: ¿Y por qué te quieres ir para el norte? Chava: Me quiero ir al otro lado para de perdida ir a conocer, para allá pa’ Estados Unidos. También me quiero aventar así porque tengo unos problemas personales ahí en la casa. Alberto: ¿A dónde llegarías allá? Chava: Yo quisiera llegar a Atlanta, dicen que allí es donde hay más jalecillo. Alberto: ¿Con quién llegarías? Chava: Tengo tíos y amigos, no falta con quien. Pero vamos a calarle a ver qué, porque no está fácil. Es fácil decirlo, pero no está fácil. Alberto: ¿Cómo te irías, de aquí cómo le hace uno para irse para allá? Chava: No pues tiene que conseguir uno paro allá, billete. Primero que nada conseguir aquí el coyote, conseguir la lana y ya que esté listo pues nomás que el coyote le diga a uno cuándo. Alberto: ¿No piensas si es peligroso? Chava: Pues sí, pero uno de todos modos se arriesga. La necesidad es lo que hace que uno se arriesgue. Alberto: ¿Y cómo cuánto cuesta cruzar? Chava: Es que hay varios precios, hay coyotes que te cobran 3 mil 500 dólares o 4 mil dólares. Según dicen que el que cobra más caro no te camina tanto y es más seguro. Es mejor pagar más. Alberto: ¿Conoces algún coyote? Chava: No, eso sí no. De los que se van nos los recomiendan. De los que ya están allá nos dicen –llámale a éste y a éste otro– Pero nadie los conoce. Ay se va uno a la suerte. 273

Alberto: ¿Te irías tú solo o con alguien más? Chava: Yo quisiera irme con alguien más, con alguien que ya tuviera experiencia porque se ha ido, pero si no hay nadie yo pienso que solo. Hay muchos que se han ido solos y han tenido suerte. Yo no creo correr la misma suerte, pero le voy a calar. Alberto: ¿Cuántos hermanos tienes? Chava: Tengo un hermano más chico que yo y dos hermanas casadas y dos solteras, que ya se andan casando también (se ríe). Alberto: ¿Qué significa para ti ser joven y ser de San Cristóbal? Chava: Pues supongo que es uno el futuro de San Cristóbal, que al rato, si nos casamos, vamos a tener nuestra familia y vamos a ir sucediendo. Alberto: ¿Te gusta vivir en el pueblo? Chava: Sí me gusta, pero la necesidad nos hace irnos para allá, porque aquí nomás tiene uno para irla pasando y a veces uno se aguanta las humillaciones de otros. Alberto: ¿Quién humilla? Chava: No falta quien, hasta de la misma familia de uno, las envidias y la fregada, que porque si tienen más que uno y así da tristecilla. La familia pide más pero uno les da lo que puede, no está fácil. Alberto: Qué mal, oye ¿y tú cómo crees que participen los chavos en el desarrollo de San Cristóbal? Chava: No pues si nosotros estuviéramos participando, lo primero que haríamos sería dejar de hacer desmadre. Y lo digo así porque así somos, desmadrosos y la fregada. Yo pienso que comenzaríamos por eso, por llevarnos bien, porque no nos llevamos bien, seguido nos peleamos con los mismos de ahí o hasta con el mismo delegado. Primero que nada deberíamos de llevarnos bien con todo el pueblo, para poder hacer algo, si no nunca vamos a hacer nada y todo el tiempo vamos a estar ahí peleándonos. Alberto: Entonces, ¿ahorita no participan, no contribuyen al desarrollo de la comunidad? Chava: No, porque nunca nos piden opinión, por lo mismo, porque todo el tiempo estamos peleados. Todo lo que pasa ahí en San Cristóbal, lo malo, nos echan la culpa, y si pasa algo bueno nunca nos dicen –no, pues ellos fueron o ellos andaban por ahí– Nosotros hemos dicho ahí, porque ya ves que ahorita no tenemos agua, que habíamos de acarrear agua para echarles a los arbolitos en lugar de que estemos de okis, porque algunos de los que nos juntamos tienen su camioneta. Sí hemos dicho, pero así como se portan con uno la verdad no. Alberto: El delegado dice que no cooperan en el desarrollo. Chava: Sí, pues dice muchas cosas y la verdad sí nos incomoda. Por eso no va a progresar nuca San Cristóbal. Si quieren hacer algo ¿cómo? Si no se ponen de acuerdo. Hace poquito 274

andaban arreglando la casa del padre y querían que fuéramos a ayudarles. Fueron algunos de los que nos juntamos, pero dijeron que no habíamos ido, que no había ido nadie. A qué fregados íbamos, si nomás iban a estar diciendo que no les ayudamos pa’ nada. Así no. Alberto: Dices que no eres originario de sancris, cuéntame cómo llegaste al pueblo. Chava: Pero yo soy nacido en el Puesto, nací en Lagos de Moreno y luego viví en un rancho que está pa’ allá pa’l lado de Lagos, se llama el Mosco, viví un tiempo, estaba más chavalillo, mi mamá me cuenta y luego nos fuimos al Puesto, ahí estudié la escuela, ahí tengo mis familiares, tengo mis abuelitos y tengo mis tíos, tengo casi a toda mi familia en el Puesto. Pero cuando murió mi papá, pues mi abuelito de San Cristóbal nos llevó pa’ sancris, porque estábamos morrillos. Entonces cuando nos llevaron pa’ sancris pues ahí nos dieron un terreno y ahorita ya nos lo están echando en cara y por eso es la razón que me quiero ir para el otro lado. Quiero comprar un terreno propio, pero aquí no tengo los recursos para comprarlo y por eso me quiero aventar pa’ ver si allá sí. Alberto: Entonces primero quieres tener tu terreno y luego (me interrumpe). Chava: Ándale, como ahorita estamos viviendo ahí con ellos pues nos están humillando y eso no me parece. Alberto: ¿No quieres una camioneta también? Chava: No, primero que nada quiero mi terreno para salir de broncas familiares, porque es misma familia, ora si no fuera familia yo creo ya nos habrían sacado. Alberto: ¿Pero sí quieres regresar a San Cristóbal? Chava: Sí, sí quiero regresar, pero primero quiero tener una casita donde pueda meter a mi mamá. Ya si después se puede que un mueblecito o algo, pues mejor. Pero la verdad sí quiero tener primero mi casita. Por eso es que me quiero ir. Alberto: ¿Para cuándo te quieres ir? Chava: Si pudiera conseguir el dinero, quisiera irme pasando las fiestas de sancris, la navidad y la fiesta del 12 de enero. Quisiera andar allá por febrero, más o menos, son mis pienses. Alberto: ¿Qué piensas sobre lo que dicen de los chavos de la esquina, que no trabajan? Chava: Al trabajo es a lo que nos dedicamos y dicen que marihuanos y la fregada. No nomás tomamos, tenemos la vida como todos, todos tenemos una vida y piensan que nomás andamos de callejeros marihuanos, pero no, todos tenemos lo mismo, tenemos defectos y trabajo, tenemos la misma vida. Alberto: ¿Y sí recuerdas lo que les platiqué sobre el desarraigo? Chava: Sí, pero no te entendíamos bien, bueno yo no entendí bien qué quiere decir desarraigo.

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Alberto: Bueno, les decía que era como esa pérdida de costumbres, desapego a las raíces, estar inestable. Chava: ¿Cómo, a qué te refieres con eso, estar inestable? Alberto: Pues a que algunos no sientan cabeza, que tienen adicciones y (me interrumpe). Chava: Pues sí, ya te habíamos dicho algo de eso. Alberto: Pero tú en lo personal ¿qué piensas al respecto? Chava: ¿Perdiendo las costumbres cómo? Alberto: Pues la gente de sancris dice que están perdiendo las costumbres tradicionales (me interrumpe). Chava: No pues es conforme vaya pasando el tiempo. Supongo que el tiempo cambia ¿no? El tiempo cambia y la gente también, igual va cambiando todo ¿no? Ya ves, pues ahorita ya hay más modernizaciones con todo y todo ya va cambiando. Alberto: ¿Y eso es bueno, malo o qué piensas? Chava: Yo pienso que debe ser bueno ¿no? Porque así la gente va aprendiendo más cosas nuevas. Alberto: Por ejemplo, dicen que ya no le besan la mano al tío, al papá, a los hombres mayores. Chava: Sí, esa costumbre se va perdiendo y eso la verdad es que se aburre uno y también ya no le nace. Así luego sucede y no es para tanto, pues diario ve uno a su familia y eso de saludar diario en la mano como que ya no. Nomás diario se saludan –buenos días, buenas tardes– y como que ya, pues diario se ven. Yo pienso que no es malo, pero tampoco es bueno, porque si así estaba acostumbrada la familia de generaciones y si uno va deshaciendo las costumbres yo pienso que sí en ese caso sí estaríamos un poco mal. Alberto: Y en relación a lo que les comentaba a ti y a tus amigos, sobre el futuro y la juventud que dicen que se está perdiendo por las “malas costumbres” ¿Qué piensas, sí se están perdiendo o sólo es una etapa? Chava: Yo pienso que sí debe ser como alguna etapa. Alberto: ¿Es como un momento para desafiar y romper con ciertas reglas? Chava: Es que todo el tiempo la juventud busca nuevas cosas, nuevo todo, nuevas emociones. Así es uno de joven y por eso te digo que nomás es una etapa, porque ya nomás se casa uno y sienta cabeza. A veces hasta los accidentes nos llevan a sentar cabeza también, porque pasan accidentes y uno piensa –no, pues ¡está caramba!, anda uno de carajo y eso no va– Y es cuando uno se empieza a calmar más, son etapas nada más.

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Entrevista con José Guadalupe (Delegado de Sancris 2010-2013), grabada en video el 10 de diciembre 2012 Delegado: Los jóvenes ya no quieren oír consejos de nadie. Yo pienso que aquí lo que nos está haciendo falta para que las costumbres, la cultura no se pierdan, más que nada es que nosotros como padres de familia seamos el gobierno principal desde donde debamos de empezar con nuestros hijos. Que nuestros hijos cuando salgan a la calle, ya lleven aquél consejo del padre de familia –mira hijo si haces eso no está bien, hay que hacer lo bueno– Por ejemplo, yo como autoridad de la comunidad si me encuentro a un chavalo y le llamo la atención se va a molestar, porque desde la casa el padre no les inculca el respeto. El respeto se inculca desde la casa. Si en las casas no hay manera para corregir a los hijos, yo pienso que en la calle nuestros hijos van a ser un desastre ¿O cómo ves tú? Alberto: Pues es básicamente lo que me han dicho, que los padres tienen mucho que ver, porque ya no les llaman la atención (me interrumpe). Delegado: Sí y si yo como autoridad les llamo la atención a los muchachos ¿Qué hace el padre de familia? Viene enojado conmigo –¿Oye, por qué le dijiste esto a mi muchacho, por qué le llamaste la atención?– Y saben de antemano que sus hijos están mal. Entonces yo creo que para regresar a los tiempos de cómo se vivía antes, de recuperar las costumbres que teníamos antes, los padres de familia somos quienes debemos poner nuestra parte, más que el gobierno, porque si nosotros como padres de familia no corregimos a nuestros hijos, ni el gobierno va a poder. Y no importa que los muchachos que migraron vengan con sus costumbres de drogadicción, de narcosmenudeos y todo éso, no importa, porque no es cierto que vienen a inculcarles las malas costumbres a quienes no han emigrado, no es lo importante, porque si nosotros como padres de familia estamos al pendiente de nuestros hijos, ellos nunca van a caer en eso. Pero si los dejamos que anden de rienda suelta en la calle, pues has de cuenta que van a tirarse al vicio igual que los que vienen de migrar. A mí también me tocó emigrar, pero yo no perdí las costumbres de nosotros, porque ya las llevaba bien inculcadas desde mis padres. Alberto: ¿A dónde migró? Delegado: Yo estuve en Georgia tres años. Fui y llegué siendo el mismo. Lo primero es inculcar el respeto a los mayores y a cualquier tipo de persona, ya sea mayor o menor de edad, todos merecemos un respeto y mientras no respetemos a las personas nunca va a haber un cambio en las comunidades, ni en ningún lado. Alberto: Me han dicho que los jóvenes ya tienen más acceso a la tecnología, a la tele (me interrumpe). Delegado: Ajá, la tele, todo eso también les ha abierto mucho mundo, porque antes la televisión prácticamente era contado el que la tenía. Tenía alguien una televisión y nos apilábamos hasta 20 ó 30 en una casa, los amigos a ver el futbol y las señoras a ver la novela. Ahora no, cada quien cuenta con sus dos o tres televisiones en su casa, su dvd. Entonces ahora se da el lujo la juventud de traer su celular con internet, pues entonces ya todo va cambiando, todo está más abierto a la juventud, por eso están más desenvueltos y más enterados de cosas que a lo mejor nosotros no vivimos. 277

Alberto: ¿Quiénes son los jóvenes de aquí de San Cristóbal? ¿Me los puede describir, cómo son, quiénes son, qué hacen? Delegado: Pues la juventud aquí está calificada por etapas, porque los que se dedican a estudiar prácticamente, por ejemplo los que van a la preparatoria, esos se dedican a sus estudios, van, estudian y regresan a sus casas a hacer sus tareas, qué se yo, y al otro día se van otra vez. Sin embargo, tenemos grupos de chavalos que salen de la secundaria y ya no estudian, ya no trabajan, has de cuenta un hippie cualquiera, nomás se la pasan para arriba y para abajo. Esos son los que yo pienso que son, no te dijera que malos elementos de la comunidad, sino que, pues son los muchachitos más revoltositos que andan aquí. Pero sí tenemos jóvenes que se dedican a estudiar que a lo mejor con el tiempo son un progreso en la comunidad Alberto: ¿Son pocos o muchos los que estudian? Delegado: Tenemos un promedio de, orita que van a preparatoria, como 40 o poquito más que están yendo a preparatoria. Tenemos tres de universidad y de secundaria no sé cuántos tenemos, pero orita de los que sí están ya más metidos en el estudio son los que van a la preparatoria, porque todavía en la secundaria no sabemos si van a seguir estudiando o ahí van a quedar. No todo el que sale de la secundaria sigue la preparatoria. Alberto: ¿Entonces ahorita los jóvenes no contribuyen al desarrollo? Delegado: No, los jóvenes no contribuyen al desarrollo, son muy pocos los que contribuyen al desarrollo. De hecho si, por ejemplo yo como autoridad los invito a hacer un trabajo social dentro de la comunidad, has de cuenta que no, me dicen que sí, pero no ocurre, cuando lo deberían de hacer para que nuestra comunidad progresara. Alberto: Hay unos chavos que se autodenominan como los del barrio o de la esquina ¿Tú los ubicas, los llamas así o los conoces? Delegado: No yo no los llamo, pero sí los llama la gente. Sí sé quiénes son. Alberto: ¿Cómo les dice la gente? Delegado: Los de la esquina de ahí del jardín, los barrios. Vienen siendo los de doña Eva, los del Güero Flores de ahí de afuera y otros. No los identificó de nombre a todos, pero son varios, uno que le dicen Chuyín, gordito, son ellos, los de esa esquina. Alberto: ¿Mas o menos qué edades tienen? Delegado: Entre 17 y 18 años, 15, por ay, no llegan a 20 yo pienso o alguno que otro sí pasa de 20 Alberto: Ellos me dijeron que las autoridades no los escuchan, que los adultos no los escuchan, que ellos quisieran que hubiera más cosas en el pueblo, como un gimnasio (interrumpe). Delegado: Mira, cuando yo entré a este cargo este grupo de chavalos, los chavos de la esquina, estaban bien acostumbrados a jugar futbol ahí enfrente del atrio y destruían el 278

jardín a balonazos. Yo les llamé la atención, les dije a los chavalos –a ver, necesito que me echen la mano, miren esto es de la comunidad, cómo lo vamos a destruir, hay que cuidarlo, hay que conservarlo en buen estado, porque a todos nos ha costado y ustedes lo destruyen con el balón– Y ellos me contestaron –sabes qué, si no quieres que juguemos futbol aquí, alúmbranos el campo de futbol, para nosotros ir a jugar futbol allá– Y ora sí que me pusieron en un dilema y les dije –eso no es como quitarle el dulce al niño o quitarles el balón a ustedes. No es un compromiso, pero lo voy a intentar, con tal de que ustedes me apoyen y se recorran a jugar al campo de futbol, si ustedes dicen que nomás tienen tiempo en la noche, pues yo voy a hacer la lucha de alumbrarles el campo de futbol– Dios me socorrió y las autoridades de más arriba me oyeron y les alumbré el campo de futbol, pero el problema siguió, con los mismos muchachos y les dije –bueno muchachos, ¿pues qué fue lo que pasó?– y me contestaron –es que vamos y nos apagan las luces– Les dije que no, que ahí estaba el campo y podían jugar toda la noche si querían. Entonces, eso que te dicen ellos a ti, que no los escuchamos, no es cierto, porque sí se les escucha. Ellos son de los jóvenes que no quieren que se les llame la atención, que quieren ser absolutos y si les llama uno la atención dicen –es que le caigo gordo, me tiene idea– Pero a nadie se le llama la atención simplemente porque le tienes idea. Alberto: Hace poco vi que regañabas a uno de ellos y los chavos dicen que cualquier cosa que pasa les echan la culpa a ellos, sin preguntarles nada. Delegado: No, eso no es cierto, porque los chavos estos de la esquina ahí se sientan frente al jardín y las lámparas que vienen para acá rumbo a la hacienda pocas veces están encendidas y el registro de la instalación eléctrica está destapado. Todo el tiempo vienen los de alumbrado y me conectan las lámparas y a los pocos días están apagadas otra vez. Ellos mismos son, pues están ahí todo el tiempo. Ellos dicen que no son, que nomás porque los mira uno ahí ya pienso que son ellos. Pero ellos están ahí todo el tiempo ¿Quién más? No creo que un señor que vaya a ordeñar sus vaquitas se pare y desamarre los cables. Alberto: ¿Hay chavos que se dediquen a robar o no? Delegado: Pues mira, dicen que los hay, pero no se ha comprobado ¿Para qué vamos a señalar a personas? Pues andan unos chavos por ay, pero nada se les ha aclarado. Se dice mucho –fulano y zutano se llevan lo ajeno– Pero desgraciadamente no hay pruebas, porque el que las tiene nunca quiere tener problemas con los demás. Alberto: ¿Pero sí hay robos? Delegado: Sí los hay. Hay robos de ganado, pero no creo que sean chavos de por aquí porque se roban animales. Últimamente estaban saqueando las casas, les quitaban el cobre de las instalaciones de los baños, roban cables eléctricos y para eso sí son los vándalos de aquí. Los señalan, pero no hay pruebas. Alberto: ¿Y qué más hacen? Delegado: Toman, fuman y no sabemos si consuman droga u otra cosa, porque también sería estar hablando al tanteo, pero lo que sí hacen destapadamente es andar tomando. Alberto: ¿Hay otro tipo de jóvenes o son los únicos jóvenes de aquí? 279

Delegado: No, casi es lo único que tenemos. Alberto: Oye, cuando he caminado por el pueblo muchas veces me llega el olor a marihuana y (m interrumpe). Delegado: Pues sí se consume, pero no sabemos quiénes son los que la consumen. De hecho aquí no nada más circula la marihuana, circula la coca y otras drogas. Alberto: ¿Crees que en estos jóvenes de los que hablábamos haya cierto tipo de narcocultura o que ellos aspiren a ser narcos o que los afecte la narcoviolencia que estamos viviendo como país? Delegado: No, yo pienso que no les afecta porque, por ejemplo, el año pasado que hubo aquí en Betulia el tiroteo, pues eso para acá nunca había pegado y nunca se había visto y la gente que tiene temor de todo eso o la gente afectada se nota y ellos seguían igual, la juventud seguía igual en sus parrandas. Duraron como dos o tres días medio asustados, pero después ya no. No les ha afectado mucho todo eso. Alberto: ¿No hay miedo? Delegado: No y de hecho a la gente y a los jóvenes yo les llegué a decir muchas veces, cuando eso sucedió, que no había que tener miedo a todo eso, porque la vida sigue y no por eso vamos a dejar de salir a la calle, no hay que restringirnos de nuestra vida normal, de nuestra vida cotidiana. No tiene caso andarnos restringiendo por cosas eventuales. Todo eso del narcomenudeo y todo éso que ha pasado, pues para acá no se había visto. Era raro, de vez en cuando se venía el aroma a marihuana y ahora seguido la gente cuenta que fulano trae una grapita u otra cosa. Eso viene de hace seis años para acá, porque todo eso de la droga se extendió por acá en las zonas rurales a causa de, si tú te das cuenta, los gobiernos anteriores nunca habían enfrentado el narcotráfico como se le enfrentó en esta ocasión. Aquí todo el tiempo fuimos un país de paso donde todo el tiempo hubo narcotraficantes que a lo mejor nos cruzaban aquí por nuestro territorio, pero cruzaban a los Estados Unidos con sus cargas o no sé a dónde. Viene el gobierno este que acaba de salir y se mete duro contra el narcotráfico ¿Qué fue lo que hizo? Les tapó las salidas a los narcotraficantes, ya no pudieron circular, entonces ellos se dedicaron a vender todo eso donde cayera y yo me imagino que fue una de las razones para que en las comunidades se regara todo eso y nos empezamos a contaminar de todo eso, a consecuencia de que el gobierno le tapó las salidas al narcotráfico. Lo combatió muy duro, pero si nos los aventó acá en las zonas rurales. Esa es mi opinión. Alberto: ¿Qué es lo cotidiano para un joven de aquí de San Cristóbal, no naba más para los chavos de la esquina, sino para toda la juventud de la comunidad? Delegado: Pues hacer su vida normal, salir a su trabajo, a ordeñar sus vacas el que tiene o a la fábrica el que no y por las tardes salir a parrandear un ratito a la plaza. Pues son las costumbres de todo el tiempo y todo eso se estaba perdiendo a consecuencia de la violencia que se observó aquí, porque el año pasado simplemente para las fiestas de enero ya no quería la gente hacerlas por temor a que llegaran los narcotraficantes, los Zetas y les dije – señores, es nuestra vida, nuestras costumbres y no nos las van a destruir nada más por eso, si algo va a pasar aunque no hagamos fiesta nos va a pasar– 280

Alberto: ¿Cuáles son las costumbres de aquí? Delegado: Pues las fiestas patronales de cada año, esas son costumbres que va a pasar bastante tiempo para que se pierdan, porque ya no recuerdo yo ni de cuándo se inventó todo eso. Es una costumbre ya de mucho tiempo, como también lo que vienen siendo las fiestas del ausente en agosto, son costumbres de nuestras gentes de atrás que ya nos las tienen bien inculcadas y yo pienso que ya no se pueden quitar. El deporte, el futbol, el beisbol, la charrería son costumbres ya de mucho tiempo. Alberto: ¿Piensas que los jóvenes valoren toda esta riqueza que tiene el pueblo? Delegado: Pues algunos yo pienso que sí, que sí saben toda la riqueza que tenemos, porque todo eso es una riqueza, es una cultura ya de años. Alberto: ¿Y el que usen otro tipo de ropa o ya no anden a caballo crees que afecte? Delegado: No, es que también nosotros debemos hacernos a la idea de que estamos en una vida moderna, ya no es el tiempo de antes que tenía que andar la gente con su gorrito, con su sombrero, al contrario, ya miran mucho la televisión y los hijos se meten mucho al internet y se van dando cambios en los demás y dicen –yo me quiero vestir ahora como se viste el de la televisión o cortar el pelo de otra forma–, pero eso yo pienso que no nos afecta en nada. Alberto: ¿O sea que lo tradicional y lo moderno pueden convivir? Delegado: Pueden convivir, para mí sí. Alberto: ¿Y el desempleo, la sequía, eso sí afecta? Delegado: Eso sí nos afecta en gran parte porque nosotros aquí tenemos dos años prácticamente que no hay cosecha. El año pasado por causa de la sequía mucha gente tuvo que deshacerse de lo que le había costado años crear, sus vaquitas, sus animalitos, tuvieron que echar muchos animales fuera y se quedaron con el piecito de cría para ver si con esperanza Dios los socorría, pero pues otra vez vino el año malo y eso a nosotros sí nos afecta y yo creo que no nada más a nosotros aquí en el rancho, sino también a la gente de la ciudad, porque la gente de la ciudad depende de lo que nosotros en el campo produzcamos. Entonces si no nos llueve y se nos vienen años áridos al hilo, vamos a resentir todos, tanto las zonas rurales como la ciudad, porque de aquí se va el frijol, se va el maíz y de otras partes se va el chile, la leche y total que todo el país depende de lo que se produzca en el campo en gran parte. Alberto: Ahora que mencionas la ciudad ¿Qué diferencia habría entre un joven urbano y un joven rural o no hay gran diferencia? Delegado: Pues sí hay diferencia, porque en general ya casi todas las personas de las zonas urbanas son gentes más preparadas, más capaces que los de acá de las zonas rurales, por eso yo pienso que sí hay diferencia, sobre todo tienen otro tipo de vida, son más abiertos, se desenvuelven de otra manera que las personas de las zonas rurales. Alberto: ¿A qué crees que se deba? 281

Delegado: Pues no sabría decirte a qué, pero si hay otro tipo de desenvolvimiento. Alberto: Te lo pregunto porque algunos adultos me dicen que los chavos han adoptado comportamientos urbanos, como juntarse en banda y que eso es malo y que se han perdido costumbres como besarles la mano a los hombres adultos. Delegado: Es que eso ya pasó. Si es una de las costumbres que se han ido perdiendo. Antes se encontraba uno al tío o al abuelo o al sacerdote incluso y se quitaba uno su gorra, saludaba y les besaba la mano uno. Ahora no, ahora los encuentra uno como un cualquiera y les saluda de lejos y ya. Pues sí son costumbres que se van perdiendo poco a poco. Alberto: ¿Piensas que las familias han cambiado o se mantienen igual, porque no sé si los jóvenes se sigan casando o nada más se junten? Delegado: Aquí casi en su mayoría todos los jóvenes se siguen casando, por ahí hay uno que otro que nomás se junta, pero casi en su mayoría todos se casan. Esa tradición no se ha perdido. Aquí en la comunidad raros son los jóvenes que no lo hacen y no se ha sabido de un divorcio dentro de la comunidad. Toda la gente sigue todavía bien, porque en otras comunidades se ve que ya fulanito se divorció o que ya lo cambió la esposa por el vecinito. Aquí todavía hay un poco de respeto por ese lado. Alberto: ¿Entonces en cuestión de relaciones de pareja no ha habido cambios? Delegado: No, casi todo sigue igual. Dijo uno –nos hacemos los que no sabemos– ¡Y que siga la vida! (Se ríe). Alberto: Hay gente que me dice que una de las razones por las que no estudian es porque los padres no los dejan estudiar, porque desde antes que nazcan ya están pensando en que va a llegar (me interrumpe). Delegado: Que va a llegar el que va a ordeñar la vaca (se ríe). Sí, pues a mucha de la juventud así le pasa, si acaso le dan la primaria porque el papá dice –ya aprendiste a leer, ya aprendiste a escribir mijo, pero ahí te esperan las vacas, ahí te espera el tractor, vas a irte a hacer ésto y lo otro– Sí, en eso sí mucha gente, de los que te han hecho esos comentarios, sí tienen razón, porque ahorita tenemos, actualmente tenemos en la escuela primaria un grupo como de 230 niños que tenemos en la primaria e ingresan año con año 30 ó 35 a secundaria, de ésos un 60 por ciento acaba la secundaria y los demás salen al campo, a la vaca, al tractor o a trabajar. De ese 60 por ciento que acaba la secundaria se puede decir que a preparatoria irá un 15 ó 20 por ciento. Después de la secundaria es muy poca la respuesta para preparatoria. Algunos se quejan que no estudian por falta de apoyo, porque el gobierno no los apoya y sí, yo miro que a lo mejor si hubiera un apoyo por parte del gobierno, para que nuestros jóvenes se pudieran preparar y los pudiéramos mandar a seguir estudiando, a lo mejor sí habría más gente que se interesara en darles más estudio, porque ahorita nada más del traslado de mandarlos a la preparatoria está costoso porque lo tiene que hacer uno por su cuenta. Entonces aquí no tenemos los medios como para decir –pues ahí te va mijo, vete a la preparatoria– Porque tienes que darle dinero al hijo, aquí tienes que darle no menos de 50 pesos diarios para la preparatoria y aquí en el campo pues no es fácil agarrar 50 pesos diarios para que el niño vaya y estudie y sin embargo las gentes que hacemos el propósito y hacemos el esfuerzo nos quitamos el pan de la boca para que vaya y estudie. 282

Pero yo sí creo que algunos con apoyo del gobierno sí nos interesaríamos por preparar a nuestros hijos mejor, en lugar de que anduvieran detrás de una vaca. Porque nosotros ya lo vivimos y sabemos que de allí nos mantenemos, pero de ahí no vamos a salir, nunca nos vamos a superar siguiendo dos o tres vacas, nunca nos vamos a superar, sin embargo si hubiéramos estudiado a lo mejor fuéramos otro tipo de gentes, a poco ni estuviéramos aquí, nos hubiéramos ido a otra parte para seguir creciendo. Alberto: ¿Como cuánto gana un joven en el trabajo? Delegado: Pues depende porque aquí hay jóvenes que por ay le ayudan al vecino, al tío, al hermano a ordeñar sus vaquitas y les dan 300 ó 400 pesos por semana. Es poco. Pero hay jóvenes que, por ejemplo ahorita hay un grupo de chavalos que están yendo a trabajar a unas granjas que se están construyendo para el lado de ojuelos y les están dando entre 900 pesos por semana aproximadamente. Es lo que normalmente gansa cuando agarras un empleo en una empresa de las de por aquí de alrededor, en Aguascalientes. Pues la gente se mueve, porque aquí está muerto. De Lagos se promovió, por parte de nosotros, que se metiera una empresa para acá y gente de acá está yendo a trabajar para allá y les dan entre mil y mil 200 pesos por semana. Es lo que se gana más o menos. Alberto: ¿Y les alcanza para tener una propiedad, un patrimonio o forjar algún proyecto de vida? Delegado: ¿Un futuro? Alberto: Sí ¿crees que lo que ganan les alcance? Delegado: No, es muy limitado. Alberto: ¿Alguno de los jóvenes tiene propiedad sobre la tierra? Delegado: No, sus padres, algunos de sus padres tienen su parcelita, sus animalitos, pero los jóvenes dependen de lo que el padre tiene. Algunos, por ejemplo los que trabajan en empresas por ahí en Aguascalientes pues tienen todas sus prestaciones, es bajo el sueldo pero tienen sus prestaciones, tienen su seguro, facilidad para sacar su casa de INFONAVIT, aunque sea bajo el sueldo tienen un futuro hacia adelante, si quieren sacar su casita. Y los que andan aquí en las granjas pues esos son trabajos eventuales, que pueden trabajar dos o tres semanas y después ya no. Alberto: ¿Cuántos jóvenes habrá en la comunidad? Delegado: No sabría decirte. Alberto: ¿Habitantes en total? Delegado: Tenemos unos 1800 habitantes aproximadamente, pegados a dos mil. Exactamente no tengo la cifra, pero por ahí andamos. Alberto: Porque yo cada vez que vengo veo más niños.

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Delegado: Oh sí, cada vez hay más y más y de todos esos niños que te toca ver cada que vienes, gran parte de esos niños se van de la comunidad, se van unos a Aguascalientes, otros a México y los demás no sé. Porque van creciendo las generaciones y somos pocos los que nos quedamos. Yo pienso que de todos esos, de unos 100 se quedan un 40 ó 30 por ciento aquí a habitar la comunidad, emigran aquí a las ciudades vecinas. Alberto: ¿No sé si entendiste lo que yo planteo del desarraigo o tú qué crees que sea el desarraigo ya con todo esto que platicamos? Delegado: El desarraigo yo miro que, yo para mí no es como decías tú al principio, que lo arraigó la policía. Para mí es la gente que nos va dejando, que se va alejando de la comunidad y ya no se queda con nosotros, o sea, para mí es toda esa gente que va emigrando, que ya no se arraigó aquí con nosotros como todos lo que nos hemos quedado aquí. Los jóvenes por lo regular son los que más se desarraigan. Alberto: ¿Qué hacer frente a ésto, cuáles son las alternativas para evitar el desarraigo? Delegado: Pues la única solución para que no sucediera todo eso, yo pienso que sería el empleo, que no hubiera desempleo, que hubiera aquí una fuente de vida para todos, para que todos pudiéramos estar aquí y que hubiera manera de sostenernos, porque es por eso que la gente se va.

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Entrevista con Lalo y el Clan, grabada en video el 12 de diciembre 2012 Alberto: ¿Por qué les dicen los chavos de la esquina? Lalo: Porque siempre estamos en la esquina, ahí en el jardín. Siempre salimos todos y ahí en esa esquina nos juntamos toda la banda. Alberto: ¿Pero quién les puso así? Lalo: Nosotros mismos. Alberto: ¿Y la gente también les dice así? Lalo: Sabe cómo nos dirá la gente. Clan: Nos dicen los desempleados. Alberto: ¿No trabajan? Clan: Antes no trabajábamos, pero ya nos dieron trabajo y ya no somos huevones. Alberto: ¿Ustedes qué piensan de que les digan todo éso? Lalo: No, pues qué, nada. Aquí somos conocidos y nos toman en cuenta. Somos los chidos. Alberto: ¿Y cómo está el rollo ese de los barrios? Lalo: No, pues aquí no hay barrios, yo pienso que aquí no hay barrios, que no hay cholos. Nosotros nos juntamos para hacer amistad, no para hacer vandalismo, nomás por cotorreo, para pasar el rato a gusto escuchando música, no para hacer desastres ni nada. Alberto: ¿Pero por qué se dicen barrio? Lalo: Nomás es de puro cotorreo. Alberto: ¿Qué significa ser de barrio? Lalo: Pues yo pienso que ser del mismo lado. Alberto: Es que de las fotos que suben al Facebook salen haciendo señas tipo cholos o maras. Lalo: No, pues nomás se nos ocurrió una foto así de la banda. Alberto: ¿Nomás la moda o qué? Lalo: Nomás la moda, imitar a otros y ya. Nosotros somos normales. Alberto: ¿Pero por qué dicen que los del barrio de arriba y que los de abajo? Lalo: Pues que allá arriba se juntan unos y acá abajo nos juntamos nosotros. Así, el barrio de allá y el barrio de acá.

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Alberto: ¿No se llevan? Lalo: Pues de adiós, nomás de qué onda y adiós, unos que otros nomás. Alberto: Porque ese día que los estaba grabando se decían –No, es que tú eres de arriba. Sí, pero yo salto por uno de abajo– Lalo: (Se ríe) Pues es que te digo que algunos sí se hablan, se hablan de arriba y de abajo. Alberto: ¿Pero sí se integran en la comunidad? Lalo: Algunos sí, algunos no. Alberto: ¿Tienen su esquina especial? Lalo: Pues la de aquí de enfrente de la iglesia, nos juntamos donde están los columpios. Alberto: ¿O cualquier esquina es buena? Lalo: Pues sí cualquier esquina, pero pues ya nos impusimos ahí y de ahí se ve todo. Alberto: ¿En la esquina qué sucede? Lalo: Pues casi nada, pues cotorrear. Llegamos y ponemos la música y si quieren pistear pues llevamos unas chelillas en la esquina, ahí mero. Alberto: ¿Y tú no hablas Clan? Clan: Casi no (se ríe). Alberto: Dices que te quieres ir a Estados Unidos ¿verdad? Clan: Así es. Alberto: A ver, cuéntame ¿por qué y para qué? Clan: Pues quiero ir a conocer y a trabajar para hacer una casita y una troquita. Alberto: ¿Cuándo te irías? Clan: Pues pasando este año yo creo. Alberto: ¿Y allá con quién llegarías? Clan: Con un hermano. El me daría techo, dice. Alberto: ¿A qué lugar de Estados Unidos llegarías? Clan: A Atlanta, Georgia. Sí ¿no Lalo? Lalo: Ey. Alberto: ¿Pero de aquí como le hacen, se van en grupo o qué, te vas a ir tú solo? 286

Clan: No, en grupo, para ir de unos cuatro. Nos lleva un coyote. Alberto: ¿Y cómo lo consiguen o ya lo conocen? Lalo: Piden teléfono. Clan: Por puro teléfono lo contactamos. Hay unos amigos que, como ya se han ido, ya saben con quién, quién nos lleva y quién no. Alberto: ¿De aquí con quién te irías, porque el Chava dice que también se quiere ir? Clan: Pues con varios de los que me junto. Con uno que le dicen el Ronco. El Parca también se quiere ir y Chava dice que también, a ver si para febrero, pero quién sabe. Alberto: ¿Y sí regresarías o ya te quedarías allá? Clan: Sí, me iría unos años para hacer un dinerito y volver. Ya si a uno le va bien pues a regresar a Estados Unidos, porque si a uno le va mal pues ya a qué va. Alberto: ¿Con la chamba de acá no puedes hacer dinerito? Clan: Sí, pero es muy poco lo que nos pagan ¡Mil pesos! Mil pesos nomás pa’ pasarla, pa’ comprar tenis (se ríe Lalo) ¿Tú crees? puros tenis y tacos. Lalo: Y gasolina pa’ la troca. Clan: Es muy poco mil pesos. Alberto: ¿Allá cuánto se gana a la semana? Clan: ¿Cuánto gana Luis? (Le pregunta a Lalo). Lalo: Como 900 dólares. Clan: 900 dólares que vienen siendo unos 10 mil pesos mexicanos. Lalo: ¿Cuánto? Clan: 10 mil. Lalo: Sí, más o menos. Clan: Sí, unos 10 mil pesos, pero aquí es donde te rinde el dinero, mandándolos pa’ México. 900 allá no, es igual que aquí, como si ganaras 900 pesos (Se ríe Lalo) ¿Cómo ves Beto? Alberto: Pues no está fácil ¿Y qué dicen tus papás? Clan: Pues ellos sí me dan permiso (Se ríe Lalo). Lalo: (Riéndose) ¡Vete, lárgate órale¡

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Clan: Que le eche ganas, ay nomás que uno se porte bien, que no agarre vicios, ni morras porque allá te quitan el dinero (se ríe). Lalo: (Riéndose) Te quitan el dinero, tan fácil. Clan: Fácil. Alberto: ¿Cómo le ha ido a tu hermano por allá? Clan: Muy bien. Lalo: Lo que cuenta bien. Clan: Dice que ha tenido trabajo y todo bien. En su trabajo sí le ha ido bien ahorita y de salud igual. Bueno eso él nos dice, quién sabe si ya no tiene una pata o una mano. Lalo: Y nos mando para comprar esa camioneta (la señala). Clan: Esa camionetita. Lalo: Esa roja. Alberto: ¿Y esta camioneta azul cómo la consiguieron? Lalo: Pues mi papá se fue a Estados Unidos hace como 11 años y él la hizo allí. Alberto: ¿Entonces lo poco o mucho que tienen las personas es porque han migrado? Clan: La mayoría sí. Lalo: También, es porque se han ido a Estados Unidos. Mi papá trajo esta troca y mi hermano esta otra. Alberto: ¿Para qué las ocupan? Lalo: Esta azul pa’l trabajo, para acarrear agua orita que no hay agua y pues a veces pa’ cotorrear, como trae el sonido y la otra pa’ salir al mandado y también para dar vueltas, para pasearse, ir a Aguas, en sí pa’ lo que se ocupe. Alberto: ¿Y qué piensan de que la gente dice que los chavos que migran son quienes traen las malas costumbres? Lalo: Yo pienso que no. Yo pienso que la misma gente de aquí es la que va perdiendo las costumbres, las tradiciones. Los chavos no vienen y dicen –hagan esto porque esto se hace allá– No, cada quien hace las cosas a su alcance. Alberto: ¿Pero sí se están perdiendo las costumbres o tú qué piensas? Lalo: Pues yo pienso que sí, algunas costumbres, ya la gente de Estados Unidos que viene pa’ acá se acostumbra a otro tipo de vida que no es igual que aquí y aquí quieren pasarla igual y no se puede, a veces no se puede. Aquí quieren vivir lo mismo que allá y no.

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Alberto: ¿Cómo qué quieren vivir? Lalo: Pues no sé, andar dando de vueltas para arriba y para abajo con dinero y comer bueno, comer bueno y vestir igual. Ponle que sí, que un medio año les dure su dinerito, pero ya cuando se les acaba se tienen que acostumbrar aquí al dinero de cada 15 días de las vacas, pero es poco y a lo mal pagados que somos los de la fábrica también y eso nomás pa’l frijol y la tortilla. Alberto: ¿En la fábrica cómo la pasas? Lalo: Pues yo la paso bien trabajando y viendo amigos y amigas, cotorreando y trabajando. Alberto: ¿No te gustaría irte también al gabacho? Lalo: Pues sí, también, a veces sí me dan ganas y a veces no. Pero sabe más pa’ delante. A ver qué pasa. Alberto: El delegado dice que los chavos no contribuyen en nada al desarrollo, al progreso de la comunidad ¿Qué piensan? Lalo: Nunca contribuimos porque él es muy culero (Se ríen), muy gacho, cae gordo y por eso quién le va querer ayudar a ése. Una vez andábamos jugando futbol ahí enfrente de la iglesia y nos mandaron citar, nos demandaron ¿tú crees que nomás por andar jugando futbol? Y hay otros que vienen de otros lados y vienen y se la patinan enfrente, le rayan la madre, se la cantan y él calladito, nomás nos ve más fácil a uno que anda jugando fut. Alberto: Él dice que convinieron en que les iba a poner luz en las canchas, pero que ni poniéndoles luz dejaron de jugar aquí. Lalo: Pero los morrillos, los más chiquitillos, ya nosotros ya no. Es más, yo ni juego, pero hay unos que sí se van diario en las tardes a patear, a jugar fut. Alberto: ¿Y tú qué dices Clan, sí ayudan al progreso del pueblo los chavos y los que se van a Estados Unidos? Clan: Yo me voy a ir para ayudar a mi familia, para vivir otro poquito mejor en lo económico. Para ayudar aquí al pueblo no, pues nadie ayuda de los de Estados Unidos, es para uno lo que uno se ayuda y a la familia. Alberto: ¿El gobierno sí ayuda al pueblo o tampoco? Clan: Sí, el gobierno sí ayuda al pueblo. De hecho, ese pozo que están haciendo, como no hay agua aquí, el gobierno va a poner la mitad del dinero que les piden para que lo hagan. Bueno, ya lo empezaron. Pero sí ayuda a veces. Alberto: ¿Es poco o es suficiente con lo que ayuda, tú qué piensas? Clan: Pues lo del pozo sí es suficiente con lo que ayuda, no es poquito. Alberto: ¿Y así está chido con esas ayudas o quisieran más?

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Clan: Pues más ayudas, porque la carretera todavía ni la ponen. Desde hace sabe cuántos años nos dijeron y no, no le echan ganas a éso. Alberto: ¿Cómo ves que dicen que los chavos son más individualistas? Clan: Pues es que uno ayuda a la familia. Es lo que uno aquí está acostumbrado, a ayudar a la familia. Alberto: ¿Desde qué edad empiezan a ayudar a la familia? Clan: Como desde los siete años, desde que ya saben distinguir cosas y hacer cosas. Alberto: ¿Tú a qué edad empezaste a chambear? Clan: No yo ya grande, como a los 13 ó 14 años. Alberto: ¿Ya no quisiste estudiar? Clan: No, no me gustó. Alberto: ¿Por qué? Clan: No sé, como que me daba mucha hueva hacer las cosas. Sí es chido, pero como que no, a mí no me dieron tantas ganas de estudiar. Alberto: ¿Aquí no estudian muchos, verdad? Clan: No, nada más la secundaria y ya, es raro el que va a la prepa y los que van como que duran un bimestre o unos dos bimestres y ya porque se aburren o por lo económico, porque tienen que pagar gasolina o ver quién los lleve. Alberto: ¿Y qué planes tienes a futuro? Clan: Casarme y tener mi familia. Eso es lo que tengo de planes, tener una familia. Alberto: ¿Y cómo ves a tus amigos de la esquina, son malos chavos o qué? Clan: No, se portan chido con uno. Todos nos ayudamos, nos hablamos, convivimos. Todos convivimos ahí. Alberto: ¿Crees que el desmadre en el que están les dure mucho o tan sólo es una etapa? Clan: No, eso es una etapa. Ya la mayoría cuando tienen novia se apartan de uno, ya nomás piensan en la novia, ya no es el mismo cotorreo con uno, porque así sin novia va uno y agarra que una chica y se echa sus cervezas y no lo anda cuidando la novia a uno. Ya con novia no, se enojan de todo, uno no puede hacer lo mismo.

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