La verdadera situación del empleo en México: La brecha laboral.

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LA VERDADERA SITUACIÓN DEL EMPLEO EN MEXICO

Luis Foncerrada y Sergio Hernandez*

Al menos en los últimos cuatro sexenios y lo que va el actual, el ritmo de crecimiento de la economía se ha mantenido a la baja, de tal manera que en ese lapso el promedio anual de avance del PIB es de solo 2.6%, porcentaje insuficiente para satisfacer las crecientes necesidades de bienestar de los hogares, toda vez que en este entorno no ha sido posible crear los empleos que requiere la población, además de que el proceso de precarización del mercado de trabajo se ha venido agudizando.
Buena parte de este pobre desempeño se ha debido a la falta de políticas públicas que estimulen la inversión, que es el principal motor del crecimiento. Mayores niveles de inversión sin duda se reflejan en la posibilidad de crear más puestos de trabajo mejor remunerados. El CEESP ha mencionado que para que la economía crezca de manera sostenida a tasas anuales de entre 4 y 5%, se requiere que la inversión represente entre 25% y 30% del PIB, lo cual, a excepción de 1981 cuando la inversión representó 26.5%, no ha sucedido a lo largo de la historia del país.
Lo preocupante es que la inversión pública, que juega un importante papel como detonador de la inversión privada, ha ido disminuyendo constantemente, al grado de que durante el primer trimestre del 2015 representó solo 3.7% del PIB, lo que fue su nivel más bajo desde 1946.
La importancia de la inversión radica en el hecho de que esta hace que crezca el acervo de capital, de tal manera que las empresas tiene la facilidad de crear más puestos de trabajo bien remunerados. De lo contrario, es decir, un mayor aumento de la fuerza de trabajo versus el capital, simplemente conducirá a un deterioro más agudo del bienestar de los hogares, toda vez que la dificultad que implica generar más empleos sin inversión, aumentará el número de personas que no puede colocarse fácilmente, generando una presión a la baja en el nivel de salarios.
Según las cifras del INEGI, si bien la evolución del acervo de capital del país mantiene una tendencia ascendente, la necesidad de puestos de trabajo muestra un mayor dinamismo, lo cual es consistente con la problemática que tienen las empresas para hacer más contrataciones.
En principio es fundamental identificar cual es la verdadera necesidad de puestos de trabajo que requiere el país con el objetivo de diseñar las políticas públicas más idóneas para solucionar el problema.
A primera vista, se podría decir que los nuevos empleos que se requieren corresponden simplemente a la tasa de desocupación, que según las cifras del INEGI, en el primer trimestre representó 4.23% de la población económicamente activa (PEA), es decir 2 millones 201 mil 778 personas. Para muchos este nivel de desempleo no es preocupante, sobre todo cuando se afirma que el empleo en el país (medido a través del número de trabajadores afiliados asegurados al IMSS) crece prácticamente al doble del ritmo de avance de la economía. Sin embargo, es importante tener en cuenta que el aumento en el número de afiliados al IMSS no precisamente significa nuevos empleos. Una buena parte de los nuevos registros corresponde solo a la formalización de trabajadores que ya tenían un empleo, por lo que no toda la afiliación tiene que ver con la creación de nuevas plazas de trabajo. Por eso hay que tener presente que el empleo o la generación de nuevos empleos no es pertenecer al IMSS, ni es correcto utilizar esta cifra como generación de empleo, es solo la generación de empleo formal, que nos dice cuantos trabajadores son parte o entraron o salieron -en mayo del 2015 salieron 7,000-, del Instituto Mexicano del Seguro Social.
Es fundamental no confundir el verdadero empleo, que conocemos por las encuestas de ocupación y empleo realizadas por el INEGI, con la afiliación al IMSS. La pertenencia o afiliación al IMSS, es un dato parcial y a veces totalmente desvinculada a la realidad del empleo en el país.
En una entrevista en los primeros días del año, Alfonso Navarrete Prida, titular de la STPS, señaló que de los 714 mil registros en que aumentó el universo de trabajadores afiliados al IMSS durante 2014, entre 300 y 350 mil tuvieron su origen en la formalización del empleo, lo que significa que solo cerca de la mitad de los nuevos registros correspondieron a crecimiento económico.
Evidentemente, ni la tasa de desempleo refleja la necesidad real de puestos de trabajo que requiere la población, ni el número de afiliados al IMSS refleja la situación real del empleo en la formalidad.
Sin embargo, no solo ésta es la necesidad de empleos en México. A esta cifra se debe incluir la subocupación, que son todas aquellas "personas de 15 y más años de edad que tienen la necesidad y disponibilidad de ofertar más horas de trabajo de lo que su ocupación actual les permite", segmento que en el primer trimestre del 2015 sumó 4 millones 013 mil 469 personas. Esto, además de reflejar en buena medida la precariedad del empleo, es la segunda aproximación de los puestos de trabajo que requieren la población.
Al sumar estos dos conceptos, tenemos en principio que en el país se requiere empleo de calidad para un total de 6 millones 215 mil 247 personas, lo que representa el 12% de la población económicamente activa.
Si bien esta cifra ya es elevada, el bajo crecimiento de la economía de las últimas dos décadas, ha dificultado notoriamente la posibilidad de conseguir un empleo, independientemente si es formal o no. Este entorno ha llevado a un número considerable de personas a desistir de la búsqueda de un empleo por considerar que no tenían oportunidad para ello, pero tienen interés en trabajar. Las cifras del INEGI indican que en este estatus se encuentra un total de 6 millones 031 mil 098 personas, universo que si bien se clasifica dentro de la población no económicamente activa, es población disponible para trabajar, son los conocidos como "no ocupados disponibles".
Al sumar todas estas cifras se obtiene lo que se define como brecha laboral, indicador desarrollado por David Blanchflower y Andrew Levin en un artículo publicado por el Buro Nacional de Investigación Económica (NBER) de los Estados Unidos, y que da una idea mucho más exacta del total de puestos de trabajo que requiere la población. Bajo este concepto, se tiene que al primer trimestre del presente año, la economía mexicana necesitaba un total de 12 millones 246 mil 345 empleos para satisfacer las necesidades de los hogares.
Pero la difícil situación del mercado laboral no termina aquí. La dificultad para conseguir un empleo ha incidido negativamente en la evolución de los salarios, toda vez que la necesidad de ocuparse lo más pronto posible en un entorno de reducida oferta de empleos, propicia que los trabajadores estén dispuestos a recibir salarios más bajos de los que tenían o inferiores a sus capacidades, tan solo por conseguir una fuente de ingresos. La precarización del mercado de trabajo por esta razón se ha convertido en un importante factor que inhibe una rápida recuperación del mercado interno, dada la reducida capacidad adquisitiva que tienen las familias.
En este contexto, la estructura salarial se ha modificado notoriamente. Según los datos disponibles del INEGI, la población ocupada que se concentra en los segmentos que tienen ingresos de hasta tres salarios mínimos, aumentó en 5 millones 390 mil 305 personas, a costa de la dinámica descendente en la población ocupada que percibe más de tres salarios mínimos, donde se observó una pérdida de 3 millones 190 mil 910 ocupados entre el cuarto trimestre del 2007 y el mismo periodo del 2014. Tan sólo en el año del 2014 se perdieron más de un millón de empleos que ganaban más de tres salarios mínimos y el empleo total cayó en más de 120,000 plazas. Esto es, en el 2014 no sólo no se crearon empleos en la economía, sino que se perdieron empleos. De ahí la importancia de no confundir empleo con afiliación al IMSS, a riesgo de negar la realidad del empleo en nuestro país.
Aunado al efecto negativo que ha tenido el magro ritmo de crecimiento y los bajos niveles de inversión, se suma otro factor que presiona el mercado laboral complicando más la posibilidad de conseguir un empleo bien remunerado. En este caso nos referimos a lo que se consideró una válvula de escape durante mucho tiempo que fue los niveles de migración que tenía el país. Sin embargo, eventos como los atentados del 11 de septiembre, la crisis económica de los Estados Unidos y los altos niveles de ilegalidad y tráfico de armas y drogas, llevaron a generar drásticas medidas para evitar la entrada ilegal de migrantes hacia los Estados Unidos.
Esto ha significado que el número de mexicanos que pueden cruzar la frontera para conseguir un empleo es mucho menor, lo cual se traduce en mayores presiones para el mercado laboral de nuestro país, y ayuda a presionar los salarios a la baja.
El ambiente laboral de nuestro país es complicado y va más allá de solo señalar, de manera superficial, que el empleo sigue creciendo como respuesta al efecto de las reformas estructurales y de las expectativas de mayor crecimiento. Es cierto que las reformas pueden tener un efecto positivo, pero este será en el mediano y largo plazo, en tanto que la necesidad de mejorar el bienestar de los hogares es inmediata, por lo que es fundamental que se instrumenten medidas que lleven a una rápida creación de empleos formales bien remunerados. Solo de esa manera se podrán revertir los niveles de pobreza que recientemente dio a conocer el CONEVAL. Las cifras resultantes de la Encuesta de Ingreso y gasto de los hogares mencionado y con la precarización del empleo, con la pérdida de empleos mejor pagados: el ingreso promedio familiar cayó 3.5% en los dos últimos años. La desigualdad se incrementó como nos lo permite ver el incremento del coeficiente de Gini que publicó CONEVAL, que pasó de 0.498 a 0.503. Indudablemente, el número de pobres –en la medida multidimensional- se incrementó también en dos millones de habitantes.
Este entorno no deja dudas; la precarización del mercado laboral, que además de la enorme necesidad de nuevos puestos de trabajo bien remunerados y el considerable aumento de la ocupación con niveles salariales más bajos, reduce la capacidad adquisitiva de los hogares, limitando el consumo y por consiguiente inhibiendo un fortalecimiento del mercado interno.
Dadas las condiciones, sería más apropiado sentar las bases para estimular el gasto de capital privado, tanto con una política fiscal e industrial adecuaca, como a través de una inversión del sector público eficiente. Infraestructura para el beneficio de los hogares y relacionada con proyectos productivos es la mejor manera de hacer crecer al país, y con ello mejorar la situación laboral de los hogares.




* Luis Foncerrada es Director y Sergio Hernandez Subdirector del CEESP.

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