La valoración de los Reyes Católicos en la historiografía de la época

September 3, 2017 | Autor: Pilar Izquierdo | Categoría: History of Historiography
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Descripción

La valoración de los Reyes Católicos en la historiografía de la época

Jaime González Rodríguez
Universidad Complutense de Madrid


El recuento de los logros conseguidos por los Reyes Católicos en su
largo reinado proporciona al observador una sensación de asombro, sobre
todo si se compara su obra con la de otros monarcas anteriores posteriores.
Lo que la ciencia histórica considera la obra de los Reyes Católicos puede
resumirse en los puntos siguientes: el haber desgajado a Castilla de las
pretensiones del rey de Portugal a través de una dura y agotadora guerra
civil. El haber culminado la Reconquista con la conquista del reino de
Granada. El haber logrado domeñar a los nobles levantiscos convirtiéndoles
en nobleza cortesana, lo que Norbert Elias denomina la monopolización de la
violencia por el Estado.[1] El haber apoyado el proyecto de descubrimiento
de Colón, que proporcionó a la Corona importantes cantidades de oro
procedentes de las islas del Caribe y de Tierra Firme. El haber conseguido
asegurar la posesión de las Canarias frente a las pretensiones de Portugal.
El haber conquistado Navarra y haber arrancado a Francia el Rosellón. El
haber iniciado la expansión en el norte de Africa y conquistado Nápoles.
Finalmente, el haber diseñado una política matrimonial que estableció lazos
diplomáticas con Inglaterra, Portugal y el ducado de Borgoña, gracias a los
cuales Carlos I, nieto de los Reyes, llegará a ser titular del Sacro
Imperio Romano Germánico, convirtiendo a Castilla en una potencia europea.
El haber apoyado el descubrimiento de las Indias, dando al reino una
dimensión mundial.
Era necesario este apresurado recuento para entender la campaña
historiográfica que orquestaron los Reyes con el objetivo de explicar a sus
vasallos y a Europa el paso que había dado España al convertirse en
potencia mundial.


Caracteres de la historiografía oficial

Los Reyes querían construir un relato único de su reinado en latín y
castellano.[2] Convencidos de que el latín daba prestigio, modernidad,
empaque científico y duración en el tiempo, encargaron dicha tarea
historiográfica a reputados retóricos italianos, con lo que proporcionaron,
al mismo tiempo, preceptores latinos a las familias nobles españolas,
Cuando en 1979 defendimos nuestra tesis doctoral sobre La idea de
Roma en la Historiografía Indiana (1492-1550), publicada dos años después
por el Instituto Gonzalo Fernández de Oviedo,[3] estudiamos a los autores
más destacados de esta historiografía romanista escrita por gramáticos
italianos, así como a los representantes más conspicuos de la reacción
antirromanista que se produjo en España, protagonizada especialmente Elio
Antonio de Nebrija y Gonzalo Fernández de Oviedo.
Uno de los fines era dejar claros los derechos de Isabel al trono de
Castilla después de la guerra civil con Portugal. En cuanto a Fernando, no
tenía que defenderse de la sombra de la ilegitimidad pero tenía que
respetar los "furs" de cara a la Diputación de Aragón.
Ya en el s. IX se escribieron crónicas que arrancan de la Historia
Gothorum de Isidoro y daban a la historia de España un aliento religioso de
lucha contra el infiel. También estaba ya viva la idea imperial porque
Alfonso VII se coronó en León en 1135 Imperator totius Hispaniae. Con
Alfonso X ya apareció la aspiración al norte de Africa y al Imperio Romano
Germánico.[4] Lo mismo hicieron las Trastámaras y Jaime I ya crió el oficio
de cronista real mientras en Francia la abadía de Saint-Denis producía las
Grandes Croniques.[5]
Los autores de las crónicas reales eran seglares al servicio del
Estado.[6] Eran una combinación de secretarios, embajadores y cronistas que
frecuentemente habían permanecido años en Italia, como Alfonso de Palencia
de 1441-1453.
Estos cronistas se centraron en las realizaciones de los Reyes
Católicos pero siguieron circulando manuscritas las historias generales de
España, centradas en la Reconquista y en el Imperio.
Los autores suelen ser juristas que aportan a la Historia el
procedimiento judicial de demostración de los hechos con evidencias
documentales escritas por testigos de primera mano (la Historia "testis
temporis" de Cicerón); Kagan dice que esta corriente historiográfica
responde a la introducción del Derecho Romano. En España la fuente jurídica
fueron las Siete Partidas. La experiencia diplomática y política de los
cronistas les capacitaba para explicar las causas y el significado político
de los hechos geográficos e históricos.[7] En Italia el predominio de la
burguesía hizo posible la aparición de los humanistas, defensores de la
"virtus" y del saber ilimitado, que venían a reemplazar a los juristas
medievales.[8]
En Castilla este tipo de historiografía comienza con el canciller
López de Ayala, prototipo de lo que Castigione llamó el caballero medieval,
cultivador de las armas y las letras y modelo de la "vita attiva e civile",
es decir, noble al servicio del rey.[9] En esta tradición renacentista la
Historia es el género que más interesó, junto con los tratados "de
dignitate hominis".[10] La historiografía se basa en fuentes clásicas, el
latín se convierte en el mejor vehículo de propaganda y se explican los
hechos a la manera de Tácito.[11] El punto de inflexión es Lorenzo Valla en
la segunda mitad del XV con su nuevo concepto de Retórica no como adorno
literario sino como demostración dialéctica.[12] En la introducción a la
Gesta Ferdinandi regis Aragonum Valla polemiza con algunos filósofos
grandes anteponían a los poetas a los historiadores, diciendo que los
poetas eran más cercanos a la Filosofía porque transmitían conocimientos
universales, mientras que los historiadores se ocupaban de hechos
particulares. Valla respondía que la Historia era más antigua y, por tanto,
más venerable que la Poesía y que la Filosofía. Los anales fueron
anteriores a los poemas y los evangelistas fueron historiadores. La
Oratoria es la madre de la Historia y Aristóteles habla de la Historia no
en la Poética sino en la Retórica. En 1448 Valla comenzó a traducir al
historiador Tucídides, despreciado por Cicerón por oscuro.
Hace 20 años Roland Barthes y H. White han reducido la Historia a la
Retórica. Dicen que la Historia no tiene nada que ver con la realidad. Pero
los discípulos de Aristóteles comenzaron el trabajo de archivo. Marineo
buscaba pruebas arqueológicas de la historia romana en Hispania. La
Oratoria, según Aristóteles, no es convencer emotivamente,
sentimentalmente, sino racionalmente, con pruebas. Lo que busca esta nueva
historiografía es prescindir de los mitos medievales acudiendo directamente
a las fuentes clásicas con el mismo espíritu con que se buscaban los textos
originales de la Biblia en su lengua original.[13]
Pero los cronistas se sentían artistas además de historiadores porque
concebían la Historia al modo ciceroniano como "magistra vitae" y "opus
oratorium maxime", ajustada a la "inventio", "dispositio" y "elocutio"[14]
seleccionndo para la Historia sólo los grandes hechos políticos y militares
susceptibles de una exposición elocuente.[15]
Uno de los principales fines de esta campaña historiográfica era
liberar a España de la mala opinión especialmente de los italianos pero
también de españoles como Nebrija, de barbarie y falta de cultura.[16] Pero
cuando una obra escrita en latín demostraba haber interesado al público los
Reyes encargaban traducirla al castellano para que llegara al mayor número
de vasallos.[17] Un tópico de la historiografía española era que en España
no había habido escritores ("scriptorum inopia"). Catulo decía que los
celtíberos se limpiaban la boca con orín. Giovanni Pontano afirmaba que los
españoles tenían la culpa de la barbarie de los napolitanos. Demetrios
Lucas, catedrático de Alcalá, lamentaba la ausencia de conocedores del
griego en España. Según Marineo Sículo, todos los españoles, menos los
formados en Italia, eran incultos. Españoles residentes largo tiempo en
Italia, como Sánchez de Arévalo y Garcia de Santa María, se habían dado
cuenta de la mala opinión de los italianos acerca de España. De aquí
provino que los príncipes españoles se rodearan de italianos eruditos,
comenzando por Alfonso V en Nápoles con Lorenzo Valla, entre otros.[18]
Pero aunque la tradición historiográfica arranca de Isidoro y Alfonso
X, el impulso definitivo lo dieron los RR. CC. al incorporar a su corte a
Nebrija, Sículo, los hermanos Geraldini y Piedro Martire. Eran gramáticos
expertos en el análisis de los fenómenos políticos por su experiencia de
curiales y diplomáticos.
Otro objetivo era dar a conocer en Europa y explicar la política de
Fernando. Por eso Fueter habla de que se trata de una historia
publicista.[19] Aunque era una tendencia común en Europa, con diferencias
de unos Estados a otros, la historiografía de Castilla es única en Europa
por su significación política y por su tono épico.[20] Obedece al designio
político de contener a Francia para poder actuar en el Sur y es única en
Europa. En Castilla el cronista dependía de la cancillería. Con Enrique
IV aumenta el número de letrados en la cancillería, que se convierte en
torrente con los RR CC. Uno de ellos fue el relator de la audiencia Fernán
Díaz de Toledo. Luego surgen Juan de Mena y Alfonso de Palencia por el
aumento de la correspondencia con Roma durante el reinado de Juan II.
Alfonso de Palencia combinaba el secretario, embajador, historiador.
Annio de Viterbo fue el primer historiador extranjero que se basó en
fuentes españolas como la Primera Crónica General y Rodrigo Jiménez de
Rada. Lo destacable fue que, dada la situación de euforia histórica en que
se encontró Castilla en tiempo de Fernando e Isabel, la única parte de las
invenciones de Annio que ha quedado fue la referente a España. A finales
del XV las invenciones de Annio, transmitidas por los historiadores áulicos
de los Reyes Católicos, apoyaron el intento de España de contar en Europa.
Los autores son criados de los Reyes y, por tanto, instrumentos
dóciles de la propaganda oficial, expuestos a la caída en desgracia al
menor desliz político. El historiador pasa a ser también asesor real en
diversos asuntos.[21] Fernando consultó a su cronista Alfonso de Palencia
si era aceptable que Isabel hubiese entrado en Zamora precedida de un paje
con una España erguida.
Los apologistas históricos de Fernando e Isabel someten las historias
pasadas a las teorías sobre la monarquía castellana, sus predecesores
lejanos, su misión pasada y presente y su finalidad futura para darle
continuidad y permanencia. Así se crea el concepto de nación española
centralizada y unitaria, que se afianzó en los ss. XVI y XVII.[22] La
conquista de Granada, la expulsión de los judíos y el establecimiento de la
Inquisición dan un significado religioso al reinado. La acción religiosa de
Castilla frente a judíos, moros y bárbaros se presenta como obra de una
Providencia que dirige los acontecimientos hacia el retorno de la Edad de
Oro. Roma no es tanto la pagana sino la cristiana. Castilla ha recibido en
herencia una misión sagrada.[23] La sucesión de Isabel es un don de la
Providencia. Autores tan diferentes como Pulgar y Marineo coinciden en la
tendencia mesiánica. En este contexto se condena la guerra civil catalana
como un sacrilegio contra la representación de Dios en la tierra.[24] Todos
los cronistas, incluso los italianos, están aquejados de un
providencialismo medieval que dirige los acontecimientos con la fe en el
retorno de la Edad de Oro. Ha sido Américo Castro quien más ha incidido en
el tono providencialista-mesiánico de la historiografía de los RR. CC.[25]
La entronización del reinado se fundamenta en la superación de los
años oscuros de tres cuartos del siglo XV en el clímax brillante de finales
de siglo.[26] Crean la imagen de un período de luz, paz y prosperidad
frente al egoísmo, brutalidad y corrupción de los reinados de Juan II y
Enrique IV. Los historiadores áulicos tienden a dotar a la monarquía
castellana de un aire de continuidad y permanencia que sus orígenes
inmediatos parecían negarle.[27]
Por motivos políticos bien evidentes, la historiografía de los RR.
CC. está centrada en los méritos de los monarcas y no en las hazañas de los
nobles. Era una tradición que venía desde finales de la Edad Media.[28]
Este tipo de historia está asociada en Francia a la creación de los
archivos regios permanentes. En Aragón fueron las historias de Bernat
Desclot y Ramón Montaner. En Castilla lo hicieron notarios, secretarios y
oficiales de la cancillería que tenían acceso a los "libros de la cámara
real".[29]
Idea dominante en esta historiografía es la unión de los dos reinos
mediante el tópico "Hispania tota sibi restituta est" hasta reconstruir la
Hispania romana en sus dos partes Citerior y Ulterior. El mérito
fundamental de los Reyes ha sido no sólo haber expulsado a los moros sino
haber unido a las 2 Coronas.[30] Los paradigmas culturales de Grecia y Roma
no habían sido sustituidos.[31] España ha alcanzado tal plenitud que se
puede comparar con la Roma imperial. La historia de España se ve en el
contexto de la historia romana, estableciendo un paralelo entre César o
Augusto y los Reyes Católicos.[32] Los castellanos son los herederos de los
"castellani" romanos.[33] La Pax Augusta pasa a ser la Pax Hispanica.
España es la última etapa de la "traslatio Imperii ab Oriente usque ad
Occidentem". Margarit reclamaba el Rosellón porque fue parte de Hispania y
por la misma razón Nebrija reclamará Navarra. Como Eugenio Asensio señaló,
la generación de finales XV hizo en torno a 1492 traducciones de obras
clásicas (la de Plutarco por Alfonso de Palencia en 1491 y la de Hugo
Urríes de Valerio Máximo en 1495) con el ánimo de emular las hazañas
romanas coincidiendo con el clima épico de la toma de Granada.[34] Lucio
Marineo Sículo, por ejemplo, coloca entre los mayores beneficios de la
colonización romana la magnificencia de los monumentos públicos, el
Derecho, las buenas costumbres, el cultivo de las ciencias y la lengua
latina.[35] Por esta obsesión de repetir la cultura romana se diluye en las
crónicas la originalidad de Fernando al analizar su estrategia como una
derivación de la estrategia romana.[36] Pero para Antonio Tovar "sólo la
conjunción de la idea española imperial con la idea romana de Imperio
produce nuestra verdadera grandeza".[37] Después de 1492 la referencia
a Roma lleva a una comparación de la colonización romana con la española de
las Indias.
La España de los Reyes Católica se presenta también como cumplimiento
de las profecías del XV sobre la futura grandeza de Castilla.
Como también Florencia estaba haciendo una campaña de republicanismo
romano, frente al "quidquid in Hispania memorabile vidimus, Romanorum esse
minime dubitamus" de Marineo, surge en los cronistas españoles,
especialmente en Nebrija y Gonzalo Fernández de Oviedo, una reacción
antirromanista. Este cronista reaccionó enérgicamente contra la invención
de Marineo de que los españoles habían encontrado en las Indias una moneda
de Augusto porque, según él, las islas descubiertas por Colón eran las
Hespérides, pertenecientes de tiempo inmemorial a España, nueva patraña que
no dejó de interesar a Carlos V.[38] En los conversos Pablo de Santa María
y su hijo Alonso García de Santa María Gerión, gobernador de las provincias
romanas de Hispania, pasa a ser Gedeón, gobernador del "pueblo castellano".
A partir de ellos los historiadores castellanos relacionan el pasado de
Castilla con los godos y no con Hispania. Alonso dice en su Regum Hispaniae
Anacephaleosis que el primer rey de Hispania fue Hispano. Los historiadores
españoles reaccionan violentamente contra la interpretación romanista de
los eruditos italianos porque corrompían la forma de ser española por ser
republicanos.[39] Nebrija sostenía que la historia de España no la podía
escribir un republicano romano.[40] Según Annio de Viterbo, lo que Catón
dijo despectivamente de los griegos lo pueden decir los españoles de los
italianos. Sánchez de Arévalo hizo de Numancia la epopeya española contra
la brutalidad de los romanos, quienes afeminaron a los "hispani" con el
hábito de los baños y el vino. Fueron los fieros visigodos los que acabaron
con Roma.


Desarrollo de la campaña historiográfica

En 1474 llegó la imprenta a España y los Reyes Católicos fueron de
los primeros monarcas europeos en utilizarla como arma política.[41] Isabel
tenía su propia política historiográfica: sus cronistas escribieron en
castellano para llegar a un público lo más amplio posible e intentar poner
a Isabel en mejor lugar que Fernando. En la carta de nombramiento de su
cronista Juan de Flores Isabel le encargaba, además de escribir la crónica
de su reinado, explicar y recoger todo lo tocante a ella. Juan de Flores
quería dar a los Reyes fama inmortal y rebatir a los nobles que negaban el
poder de Isabel por motivos de género y hace decir a Isabel que las
mujeres, aunque no tengan discreción y valentía, tenían ojos para ver.
En 1476 en las Cortes de Madrigal, Isabel llamó a su cronista Juan de
Flores para que tomase nota de lo que pasaba y se imprimió en forma de
texto suelto. En 1480 la reina encargó a Diego Valera, letrado regio,
publicar Las leyes hechas en las Cortes de Toledo para presentar a los
Reyes como legisladores frente a los nobles. Entre 1482 y 1500 se publicó
al menos 8 veces la Crónica abreviada de Diego de Valera. Comienza una
nueva etapa en la historia de la historiografía española, cuyo objetivo era
conseguir un único relato de los hechos de su reinado en latín y
castellano. La reina elevó el salario del cronista de 25.000 a 40.000 mrs.
Gualberto Fabricio Vagad fue nombrado cronista oficial por el hijo de Juan
II de Aragón, Fernando, en 1466, un mes después de la muerte del
condestable Pedro de Portugal y del cambio del curso de la guerra catalana
a favor de Juan II de Aragón, con el encargo de elaborar la crónica de los
primeros reyes de Aragón hasta la muerte de Alfonso V "el Magnánimo" por la
cual cobraría un salario. Vagad fue militar y monje cisterciense y en 1459
se hallaba en la corte de Pío II, como otros cronistas. Su Crónica de
Aragón, salió de la imprenta Juan Hurus en Zaragoza en 1499, siendo uno de
los primeros incunables aragoneses y parece que alcanzó difusión pues se
conservan bastantes ejemplares. Esta crónica obedece todavía al modelo
medieval de crónica salida de un "scriptorium" conventual. Sus
deformaciones de la historia obedecen al deseo de agrandar el papel de
Aragón dentro de la federación catalano-aragonesa. Manifiesta también
desconfianza de los historiadores castellanos y de los juristas cortesanos
como el zaragozano Gonzalo García de Santa María.[42] Se ha encontrado en
la Hispanic Society una crónica en verso de Vagad que comienza con la
invasión musulmana y termina con la muerte de Carlos de Viana.[43]
Fernando encargó a Marineo Sículo una historia de su padre Juan II
como parte de su Crónica de los reyes de Aragón, que se publicó en latín en
1509 y en castellano en 1524. Encargó a su embajador en Roma Bernardino de
Carvajal que Annio de Viterbo publicase una historia de los orígenes de la
monarquía española publicada en Roma en 1499 para demostrar que los Reyes
Católicos tenían orígenes más antiguos que los Valois franceses.
Los Reyes repartieron premios y castigos entre sus cronistas para
estimularlos en su trabajo, como cuando Alfonso de Palencia en 1480 fue
sustituido como cronista regio por Hernando del Pulgar, que se había pasado
al bando de Isabel en 1474 después de ser cronista de Enrique IV. Con ello
consiguió ser secretario de la reina, miembro del Consejo Real y cronista
del rey y comenzó a trabajar en los Claros varones de Castilla, retratos de
clérigos y nobles que habían apoyado a Isabel; fue la crónica más detallada
de la conquista de Granada. En ella intentaba demostrar que la guerra
contra los moros fue justa por haber invadido España. Los Reyes
instituyeron hacia 1490 un taller historiográfico donde se examinaban,
discutían y publicaban los trabajos historiográficos. Una de sus primeras
publicaciones fue la carta de Colón a Luis de Santángel, primera crónica de
las Indias. Colón decía en ella que los Reyes reconquistarían con el oro de
las Indias el Santo Sepulcro, objetivo de la Cristiandad medieval. Los
Reyes editaban antes de publicarse relatos documentales de acontecimientos
destacados, como el relato de Gonzalo de Ayora de la conquista de
Mazalquivir.[44] El supervisor de los cronistas fue el secretario latino de
Fernando Lorenzo Galíndez de Carvajal, con el fin de transmitir la idea de
los Reyes como destinados por Dios para librar a España de las injusticias
de los nobles y de la incapacidad de reyes débiles e indignos.
Maquiavelo, desde una posición ajena a la sumisión a D. Fernando y
como miembro de una república independiente, pudo atreverse a analizar
fríamente a los hechos del reinado de Fernando y ofrecer un contrapunto
crítico de la propaganda historiográfica de los Reyes. Según P. Genesini,
editor de Il Principe, lo que él atribuye a Fernando era lo que habían
practicado todos los gobernantes y su novedad fue decirlo abiertamente. Su
clave interpretativa puede resumirse en que quien controla el imaginario
colectivo tiene el poder. La actividad predilecta de Fernando fue la
guerra. En el cap. 21 de Il Principe le llama príncipe nuevo porque de
débil se había convertido en el primer rey cristiano. Todas las acciones de
Fernando fueron grandísimas y algunas extraordinarias. El fundamento de su
engrandecimiento fue la conquista de Granada.3 La llevó a cabo cuando tuvo
controlada la paz interna de su reino ocupando los ánimos de los nobles
para que no pensasen en unirse contra él. Se sirvió siempre de la religión,
se entregó a la piedad y a la crueldad, despojando y expulsando de su reino
a los convertidos al mahometismo. Con el mismo pretexto invadió Africa,
hizo la campaña de Italia y finalmente atacó a Francia. Sus hazañas
mantuvieron siempre suspensos y admirados los ánimos de sus súbditos y
ocupados en su éxito. Sus acciones se sucedieron las unas a las otras para
no dar tiempo a los hombres para poder obrar con suficiente tranquilidad
contra él. Menéndez Pidal aludió a la correspondencia de Maquiavelo con
Francesco Vettori, donde dice que le consideraba más astuto y afortunado
que prudente y sabio, sin darse cuenta de que la reestructuración del
Estado que llevó a cabo fue obra de cálculo y artificio.[45]


2. Los primeros historiadores generales de Indias

El nuevo tema historiográfico fueron las Indias recién descubiertas,
que permitían contar llanamente y sin florituras retóricas maravillas
superiores a las fábulas, por sí solas extraordinarias y que se podían
conocer por experiencia sin necesidad de referirse a grandes hazañas
heroicas.[46] La nueva realidad acercó aún más a los españoles al empirismo
y les transmitió la sensación de poder corregir ciertos errores del saber
antiguo como consecuencia de una tendencia a la verdad tradicional en la
historiografía española.[47] Esta atención a lo empírico, ligada al
franciscanismo y al interés por lo humano, llevó a los españoles a escrutar
"el misterio de la tierra", es decir, los fenómenos geográficos y
económicos que podían condicionar la acción humana sobre el medio. La nueva
historiografía indiana se distingue de la humanística en que la "aurea
aetas" ya no está en el pasado sino en la vida idílica de los indios.[48]
Los primeros historiadores generales de las Indias tocan temas
directamente relacionados con los Reyes Católicos por estar vinculados a
las primeras decisiones de gobierno del Nuevo Mundo, como el repartimiento,
la evangelización, el trabajo en las minas, la hecatombe demográfica, la
organización de la Iglesia americana, el estatuto jurídico de la familia
Colón o los orígenes de la administración de justicia.
El primer cronista de las Indias fue Pedro Mártir de Angleria. Dejó
un Opus epistolarum, traducido y editado por J. López de Toro (1952-1955),
que constituye con sus 812 cartas una importante fuente histórica para el
período, y sus De orbe nouo Decades, que fueron apareciendo en sucesivas
ediciones: 1511, 1516, 1521, hasta la definitiva de 1530. Vino a España al
servicio del conde de Tendilla en 1487. Comenzó a escribir del Décades en
1493. En 1520 le nombró Carlos cronista del rey frente al benedictino de S.
Pedro de Arlanza Fr. Gonzalo de Arredondo. Era íntimo amigo del gran
canciller Mercurino Gattinara, con quien compartía la visión mesiánica de
Carlos como emperador del mundo.[49] Su obra es una justificación de la
conquista pero fue criticado por no haber pisado las Indias y basarse en
relatos. Su mapa del Atlántico sólo se conserva en la copia de la New York
Public Library y es casi idéntico al que hizo Diogo Ribeiro en la Casa de
Contratación de Sevilla. Según él, ya entonces había una "cartera de
secretos" relacionados con el Nuevo Mundo.[50] Carlos V ordenó la recogida
de cualquier material documental o bibliográfico de Mártir de Anglería para
entregárselos a su cronista Antonio de Guevara.[51] Dice que Colón
persuadió a los Reyes de que financiasen su proyecto por el bien de la
Cristiandad y por los beneficios económicos que les reportaría el
descubrimiento y que vino a su corte por haber oído hablar de su grandeza
de ánimo. Que, aunque lo habían descubierto sus abuelos, Carlos sacaría de
las Indias los medios económicos para dominar el mundo.[52] Justificó la
conquista diciendo que, según el Derecho Canónico, todos los indios son
libres, pero el Derecho Romano y la experiencia dicen que los que cometen
pecados contra la naturaleza humana tienen que estar sometidos, incluso por
la fuerza. Que los consejeros de Indias habían preguntado a los dominicos y
a los franciscanos y todos habían coincidido en que el mayor error era
dejar a los indios en libertad. Los de las islas que habían ido a la corte
a pedir encomiendas perpetuas decían que no se sabían regir y que
necesitaban tutores pero fue muy crítico con la conducta de algunos
conquistadores, como Juan de Ayora. Kagan dice que Hakluyt se basó en el
silencio de Martire para negar a España sus derechos sobre las Indias.[53]

En 1524 Gonzalo Fernández de Oviedo presentó a Carlos el Sumario,
obra escrita para corregir las Décadas de Pietro Martire de Angleria porque
no había pisado las Indias. Esperaba ser nombrado cronista en sustitución
de Mártire, que murió en 1525 pero fue nombrado Antonio de Guevara. En 1532
presentó a la emperatriz Isabel su Catálogo de los reyes de España,
iniciado en 1505, y fue nombrado cronista general de las Indias. Es uno de
los historiógrafos del XVI que había leído más abundantemente a los
historiadores medievales y contemporáneos.[54] En 1535 Cromberger publicó
en Sevilla la Primera parte de la Historia general y natural, primer
tratado general de los hechos de los españoles en Indias y que entusiasmó a
muchos. No pudo publicar la segunda y tercera parte de su obra por la
oposición de Las Casas y porque no pudo asegurarse el dinero para llevar el
libro a la imprenta.[55] También intervino el hecho de que Felipe II no
quería que se conocieran las informaciones geográficas y los mapas de
Oviedo.[56] Desde 1542, debido a la influencia de Las Casas en el Consejo,
no tuvo apoyo para publicar la segunda parte de su obra. En 1549 dejó el
manuscrito a un amigo en Sevilla para un examen inquisitorial y regresó a
las Indias. En 1563 fue sometida la obra al examen del Consejo de Indias y
hasta once años después de su muerte el Consejo no dio licencia para
imprimir su obra, que se publicó incompleta y sin ilustraciones en
1851.[57]
Huyendo de la polémica, en el prólogo del l. 1 dice que no va a
tratar de la gobernación de las Indias. Es el único de estos primeros
cronistas de Indias que cuantifica la dimensión de la hecatombe demográfica
indígena. En el c. 6 del l. 3, p. 69 dice que había 1.000.000 al llegar los
españoles y en 1548, cuando escribía, no había 500 indios (p. 71). Pero la
explicación que aporta es decepcionante: apelando al providencialismo de la
historiografía medieval, dice que Dios lo permitió por los pecados de los
españoles y de los indios y que los aciertos y desaciertos humanos dependen
de la voluntad divina. Y apostilla: "Yo así lo pienso" (p. 101). Pero se
atreve a poner el dedo en la llaga de la complicidad de los reyes y la
corte porque se repartieron los indios también a cortesanos, cuyos
mayordomos y factores eran más crueles que los pobladores, en lugar de
haber recurrido a criados del rey (p. 72). En el l. XXI hay una descripción
de la costa pacífica de Suramérica basada en su propia experiencia y en
cosmógrafos y marinos vinculados a la Casa de la Contratación. Pero no se
dio cuenta de que Felipe II, como hemos visto que sucedió en tiempo de
Carlos, consideró esta información secreto de Estado.
Aunque no absuelve a los que los maltrataron a los indios (p. 73), se
coloca al margen de la polémica moral y jurídica porque, dice, los frailes
cambiaban de opinión y no estaban de acuerdo y lo que era bueno un año era
malo el otro y unos frailes no querían confesar a los encomenderos y otros
sí. Así los legos tomaban lo mejor para su conciencia. Al final afirma que
él habla de lo que ve y experimenta.
En el c. 7, p. 74 apunta que hasta la muerte de Isabel en 1504, solo
entraron en las Indias los castellanos porque las Indias son de la corona y
conquista de Castilla. Luego Fernando en tiempo de la reina Juana dio
licencia a los aragoneses.
Apoyándose en Aristóteles y en el derecho romano, dice, como Martire
y rebatiendo a Las Casas, que los indios son salvajes que hay que dominar y
que Dios castiga por sus pecados, muy superiores a los de los españoles
porque son pecados contra natura.
El gobierno se dio a Diego Colón en 1509 a petición del duque de
Alba, quien, como dice también Las Casas, Colón entró en la fortaleza por
descuido del alcalde, que estaba fuera, pero luego se la entregó a
Pasamonte, quien, a su vez, se la entregó a Francisco de Tapia. Como Las
Casas, dice que se formaron en Santo Domingo dos partidos, el del rey, de
los aragoneses y Pasamonte, y el de Colón. D. Fernando puso jueces de
apelación, dejando a Diego en una posición subordinada a la Corona.
Finalmente, el rey mandó al almirante ir a España.
Aporta una formulación muy temprana del prejuicio geográfico sobre la
naturaleza de las Indias en labios de Isabel, quien dijo que donde los
árboles no hincaban raíces poca verdad podía haber en los hombres. Añade
que la reina fue más que filósofo natural (p. 100). Apostilla que los
indios eran como muchachos de 6 o 7 años. Y a los cristianos se les pegaba
la mala inclinación, sobre todo a los de mala condición.
Sobre la etapa final del reinado de Fernando, cuando se quitaron los
indios a los encomenderos ausentes y se redujeron los indios, dice que la
medida no tuvo ningún provecho porque al mudarlos los trataron peor.
Quitaban los indios a los criados y se los daban a mayordomos y los
jerónimos se los dieron a los pobladores (p. 103).
Acerca del Requerimiento Oviedo propone dejarlo hasta que el obispo
se lo explicase a los indios. Cuenta que en 1516 preguntó a Palacios Rubios
sobre la utilización que se hacía del documento y el doctor se reía de lo
que Oviedo le contaba pero añade: "Más se pudiera reír él del doctor",
quien lo elaboró (p. 31).
Según Gerbi, su actitud respecto al humanismo italiano era ambigua:
por una parte estaba la "aversión suya al extranjero" pero por otra
aprovechaba cualquier ocasión para referirse elogiosamente a sus recuerdos
italianos. Coincide en esto con E. R. Curtius, que habla de una tradición
ambivalente española respecto a Roma.[58] Maravall, en cambio, habló del
modelo renacentista castellano de emulación frente al italiano de imitación
de la Antigüedad y que también se dio en Inglaterra y Francia e incluso en
Italia.[59] Se trata de una tradición historiográfica que se remonta al
Toledano y al Burgense.[60] Los romanos, para Oviedo, no vencieron la
ignorancia de España sino que vinieron a acostumbrarnos a su dominio.
Escribía en 1544 que el conde D. Julián, que trajo a los moros, era romano.
Como otros cronistas españoles, puso las bases de la historia de España en
los godos y no en los romanos.[61] Pero paga tributo al tópico
historiográfico de las "laudes Hispaniae" al afirmar sin ningún fundamento
filológico que "La lengua castellana, la cual de las vulgares se tiene por
la mejor de todas". Según V. Frankl, Oviedo era contrario al Humanismo
porque éste creaba una realidad falsificadora de la realidad y verdad.[62]
Como dijo Maravall, la experiencia de la realidad americana impulsó a los
españoles a una actitud crítica hacia los clásicos.[63]
En cuanto a la comparación de las dos colonizaciones, Oviedo defiende
la superioridad de la "christianitas" sobre la "romanitas" con referencias
a temas como el suicidio. Los romanos no vinieron a España a enseñar la
virtud sino a martirizar a los cristianos y a enseñar a los españoles a
soportar su tiranía.[64] Los romanos trajeron el suicidio y la concepción
hedonista de la vida.[65] Los reyes de España enviaban a gobernar las
Indias a criados de su casa y no, como Roma, a pastores y raptores de
mujeres. Escogían a los pasaban a América entre personas conocidas y
particularmente entre criados de las casas reales para procurarlos una
ocasión de ennoblecerse.[66]
Siguiendo a Annio, dice que los españoles conocieron a América antes
de la fundación de Roma porque las Antillas eran, según él, las Hespérides,
que tomaron su nombre de Hespero, duodécimo rey de España.[67] Las Casas
calificó de patraña esta justificación gratuita de la posesión española de
las Indias.[68]
Para Menéndez y Pelayo su aportación principal no fue la Historia,
porque
cuando la escribió estaba "viejo, desmemoriado y flojo".[69]
Fr. Bartolomé de las Casas escribió su Historia de las Indias entre
1527 y 1559, probablemente en respuesta al Sumario de la natural historia
de las Indias de su enemigo Oviedo, aparecido en 1526. Su tratado Brevísima
relación de la destrucción de las Indias tuvo un éxito fulgurante en Europa
y fue el origen más importante de la Leyenda Negra contra los españoles. Su
conversión religiosa fue consecuencia del sermón de Montesinos y sus
tratados históricos son alegaciones jurídicas para demostrar la validez de
las tesis de Francisco de Vitoria, discípulo del general dominico Tomás de
Vio.
Aunque nunca se atreve a atacar directamente a los Reyes Católicos,
en el l. 1, del t. 2, p. 474 manifiesta su extrañeza por haberse enojado
Isabel de los 300 esclavos que dio Colón a los que vinieron a España y no
de los que se dieron anteriormente. Dice irónicamente que quizá pensó
Isabel que los anteriores habían sido tomados en guerra justa. Pero
concluye, como siempre, echando la culpa de todo lo malo a los del Consejo
y letrados que tenían los reyes, cuya ignorancia era intolerable porque les
pagaban los Reyes para que supiesen Derecho y fuesen buenos consejeros.
En el c. 12 del l. 2 se refiere extensamente a la carta patente de la
reina de 20 de diciembre de 1503 en que obligaba a los indios a trabajar
para los españoles, lo que para muchos misioneros fue el origen de todos
los errores. Aquí salva a la reina diciendo que Isabel puso 8 condiciones
para dicha convivencia, que no se cumplieron. Y, como siempre, concluye
diciendo (p. 67) que la reina se dejó engañar. Por dicha carta Ovando
obligó a los indios a trabajar para los españoles a cambio de un jornal
como personas libres. La intención de la reina era que se convirtiesen. Si
algo hizo mal fue por falsas informaciones y por ignorancia de los
consejeros. Si hubiese mandado que todos fuesen obligados a trabajar habría
cometido injusticia y no habría obligación de cumplirlo. La reina quería
que los indios se alquilasen como mano de obra remunerada cerca de sus
casas. Ordenó al comendador obligarlos a trabajar porque la habían
informado falsamente de que eran vagos y poco después murió la reina.
En el c. 13 (p. 70) de dicho libro dice que Ovando dio también al rey
su repartimiento como a un vecino más. En el capítulo siguiente sostiene
que del repartimiento de Ovando provino la destrucción de los indios. Como
la reina murió poco después de escribir su carta, no supo que no se habían
cumplido las 8 condiciones establecidas por ella y que cada 2 años Ovando
hacía un nuevo repartimiento con los indios que quedaban (p.80). Para
justificar a los Reyes hace un resumen rápido de los años posteriores a
1504: reinaron Felipe y Juana, murió Felipe y Castilla estuvo sin rey 2
años. Luego reinó Fernando y, o no supo lo que pasaba en las Indias o no se
le encareció bastante. En el c. 41 dice que Diego Colón le refirió a
Fernando que los indios de las islas estaban desapareciendo pero,
obsesionado por otros pensamientos, o no lo entendió o no se preocupó. Pero
no se priva de decir que a Fernando sólo le preocupaba sacar oro para pagar
sus incesantes guerras. Muchos de los que vinieron de Nápoles le pidieron
indios y se quisieron venir a vivir acá porque había oro. Por ello se
asentó el repartimiento.
Analizó muy bien, como antes Oviedo, el enfrentamiento entre los
partidarios del rey, liderados por Pasamonte, Lope Conchillos y los
aragoneses, y los partidarios de Colón. Como Fernando vino muy cansado de
Nápoles, todo lo gobernaba Fonseca, que siempre tuvo acedia con Diego Colón
y se atreve a sugerir que quizá tuvo mucha causa en el alzamiento de Roldán
contra su padre. Lo que Oviedo como él intuyeron es que los jueces de
apelación minaron la autoridad de Diego Colón.
Para explicar que el rey parece que no se dio cuenta de que los
indios se estaban acabando, en el c. 1 del l. 3 dice que, como los
españoles se pasaban de una isla a otra y siempre había indios, los reyes
creían que crecía la población y pidieron al Papa erigir 3 diócesis, pero
dilataron la expedición de las bulas quizás porque sospechaban que la
población estaba disminuyendo. Fernando se dio cuenta de ello y el Papa,
también mal informado al principio, al fin se convenció de que no se podían
erigir 3 diócesis. Fernando pidió 2 en Santo Domingo y otra en Puerto Rico:
Concepción de la Vega, Santo Domingo y S. Juan.
En la página 322 de su Apología[70] alaba la "dulzura de humanidad"
que a través de la colonización romana penetró en los corazones de los
bárbaros.[71] Pero, en su defensa a ultranza del indígena americano, dice
que Roma, aunque culturalmente "muy fina y delgada" en religión era más
bárbara que los indios y sólo la misión evangelizadora de los Reyes
Católicos pudo elevarlos a una religiosidad que es un don divino y muy por
encima de las cualidades naturales. Para él los únicos modelos de
evangelización eran los misioneros que fueron con S. Agustín de Canterbury
que decían de los anglos: "non Angli, sed angeli". En su ciega defensa del
indígena, Las Casas llega a decir que superaron ampliamente a griegos y
romanos en su fidelidad a las reglas de la razón natural. Por eso llegó a
convencerse, erróneamente, de que los españoles habían cometido en América
las mayores crueldades de la Historia olvidando, como se lo advirtieron
Martire y Fernández de Oviedo, que los pecados "contra natura" de los
indios eran de una maldad mucho mayor.
Al margen de la historiografía oficial algunos frailes recibieron el
encargo de sus superiores de escribir la historia de los indios de N.
España y de su evangelización. No escribían como historiadores individuales
sino como cronistas oficialmente encargados por la Orden para ensalzar la
labor misionera de sus Ordenes, así que, bajo el punto de vista del modo de
producción, eran iguales que los cronistas reales.[72] Escribieron con gran
libertad de espíritu desde un punto de vista muy diferente al oficial, por
lo que sus obras no se publicaron hasta bien entrado el s. XIX. Fr. Toribio
de Benavente, Motolinía, recibió hacia 1530 el encargo de escribir una
historia de las "antiguallas" indígenas de N. España y de su
evangelización, sirviéndose para ello de su condición de gran viajero y de
su profunda formación humanística. Aportó información muy valiosa acerca
del sistema fiscal indígena, asunto que interesaba mucho a la
administración española. Pero fue en su célebre carta al Consejo de 2 de
enero de 1555, escrita al conocerse en México la publicación ilegal en
Sevilla de la Brevísima en 1552 donde aborda el exterminio indígena en las
Antillas en la época de los Reyes Católicos. En esa carta, que es una
apasionada defensa de la colonización española contra la postura jurídica
de los dominicos, se adhiere a la tesis del gran dominico amigo personal de
Fr. Juan de Zumárraga, Fr. Domingo de Betanzos: no se sabía por qué
murieron tantos indios en las islas. "Que cuantos más medios y remedios V.
M. y los RR. CC., de santa memoria, humanamente han sido posible promover
los han proveído y no basta ni ha bastado consejo ni poderío humano para lo
remediar".[73]
El caso de Fr. Gerónimo de Mendieta y su Historia eclesiástica
indiana todavía es más peculiar. No recibió hasta 1575 el encargo del
general de la Orden de escribir una crónica de la evangelización, en pleno
período de restricción de libertades a los frailes y en plena fase de
historiografía oficial. Su obra so se publicó hasta 1880 porque iba contra
el gobierno español y contenía acusaciones muy graves contra el Consejo de
Indias. Se supone que circularía manuscrita entre los frailes y es seguro
que la utilizó el siguiente cronista franciscano, Fr. Juan de Torquemada.
Seguramente ni siquiera solicitaron los prelados de su Orden su aprobación
por el Consejo porque la obra es una incitación implícita a la rebelión
indígena aunque nunca dio Mendieta el paso a hacerla efectiva. Phelan le
compara con otros milenaristas de la época y con otros del s. XVII en la
América sajona y portuguesa y concluye diciendo que su heterodoxia no era
dogmática, aunque rozaba la herejía en varios temas, sino política.[74] Su
Historia es una imprescindible fuente histórica de la etapa de desilusión
franciscana de finales del XVI cuando fue evidente la incapacidad de los
frailes para llevar a cabo su misión. Hay que tener presente, lo que no ha
hecho ninguno de los historiadores de los franciscanos novohispanos del
XVII, que ya antes de la muerte de Zumárraga (1548) los franciscanos
reconocían que estaban cayendo en la relajación. Pero fue el visitador
Jerónimo de Valderrama, consejero de Indias y hombre de profunda
preparación, quien desenmascaró el discurso de los frailes y Mendieta, que
lo entendió perfectamente, le coloca como el origen de lo que llamó edad de
plata de Nueva España. Mendieta hace referencias fugaces pero constantes a
los frailes relajados y le tocó vivir en tiempo del comisario Alonso Ponce
los denodados esfuerzos de la Provincia franciscana del Santo Evangelio
para ganarse la voluntad del virrey Villamanrique y de la virreina a base
de fiestas y comedias en los conventos, sobre todo en el de Sochimilco,
para conseguir que no se ejecutase la cédula de 1584 que mandaba dar las
doctrina al clero secular. Phelan compara a los franciscanos con otros
misioneros de la época, especialmente los jesuitas, mucho más disciplinados
y que supieron ser, además de misioneros muy calificados, hombres de
negocios y eficaces gestores de empresas agropecuarias. La Historia de
Mendieta es fuente imprescindible también para conocer la vigencia de la
mentalidad milenarista en N. España a finales del XVI, según Coh, la más
influyente de Occidente hasta la aparición del marxismo.[75] Pero lo que el
joven Phelan no entendió, por ceñirse demasiado al texto de Mendieta y a
explicar su mentalidad milenarista, es que la trayectoria del prestigioso y
analítico franciscano es también fuente imprescindible para entender el
giro que iba tomando N. España. Fue un pionero de la reducción de los
indios a pueblos y el que formuló con más claridad que la idea de Isabel de
que los indios conviviesen con los españoles fue el error que condujo
fatalmente a la mortandad indígena. Una de las obsesiones de Mendieta era
que lo indios no podían mezclarse con otras razas y que los españoles no
podían convivir con ellos porque, como decía gráficamente, había que
proteger a las sardinas de los tiburones.
Se basa en Las Casas para afirmar en el cap. I que en los primeros
años no se hizo ninguna evangelización en la Española. El dominico le dijo
que ningún eclesiástico ni seglar supo enteramente alguna lengua de las que
había en aquella isla más que un marinero de Palos llamado Cristóbal
Rodríguez y no la aprendieron porque ninguna persona eclesiástica ni seglar
tuvo en aquel tiempo cuidado de dar doctrina ni conocimiento de Dios á
aquellas gentes, sino sólo de servirse todos de ellos (c. VI).
Considera que el descubrimiento fue cosa divina, obrada por divino
misterio, y que aquel piloto y marineros pudieron ser llevados por algunos
ángeles. La ayuda prestada a Colón por Fr. Juan de Marchena fue también por
comunicación divina en premio de que los Reyes eran servidores de Dios y
padres de la fe como Abraham (c. II). El Papa les dio las Indias a cambio
de enviar hombres doctos, sabios y experimentados.
Este franciscano atípico, por discípulo de Las Casas, critica a los
reyes de España por cuidarse de la perpetuación de la tierra sólo en el
corto plazo sin darse cuenta de que se acababa la mano de obra indígena,
mal asesorados por el Consejo de Indias (c. V). Los Reyes no fueron
culpables de la desaparición de los indios porque les dijeron que los
indios eran una gente holgazana y bestial, sin juicio ni entendimiento. Las
desgracias que en su tiempo sufrían las Indias (ataques ingleses, guerra
chichimeca, abandono de la misión en China, condición para la
evangelización del mundo que precedería a la "parousía") eran azotes
enviados del cielo por este pecado. Los españoles han dado libertad a los
indios y están peor que antes de la llegada de los españoles porque tienen
que ser vigilados paternalmente.
Bien olvidado de aprovechar á los indios en las cosas de su
cristiandad y de desagraviarlos de vejaciones, el Consejo envió a México al
visitador Jerónimo de Valderrama con la misión de aumentar los tributos de
los indios con absoluto desconocimiento del rey. Pero, como en el dominico,
la reina no pudo remediar estos males porque a los pocos meses murió (c.
XVII).
La culpa de la "lima sorda" del repartimiento la tuvo Nicolás de
Ovando. En 1516 ya quedaban pocos indios, porque en el tiempo que gobernó
el primer fundador de aquella carnicería, que fueron nueve años, destruyó
de diez partes de la gente, las nueve. Y quedó entonces el reino por
espacio de dos años sin presencia de rey, Aunque después volvió el rey
católico D. Fernando á gobernar á Castilla, y fueron religiosos dominicos y
franciscos á informar á Su Alteza de lo que pasaba, no fueron creídos, y
aun apenas oídos, porque habiendo de pasar el negocio por los del Consejo,
y estando ellos mismos interesados en tan gran cantidad, claro está que lo
habían de hacer todo noche, encubriéndosele al rey la verdad. Después el
Lic. Bartolomé de las Casas estando en Palencia en 1515 informó al rey,
pero Fernando murió yendo á Sevilla.
En el c. VIII defiende a Las Casas como fundamento de su mensaje. Era
el único que condenaba a Ovando en su Apología, "á quien por la autoridad
de su persona, religión y dignidad, y por el cristianísimo celo que en sus
obras y escritos mostró de la honra de Dios, es razón de darle todo
crédito, mayormente en este caso, que resultó en daño de su propia Orden y
religiosos de ella". Y reproduce el capítulo del libro "pues aquella
Apología no está impresa ni se imprimirá (á lo que creo)".
El c. XI lo dedicó a atacar a los cronistas que hablan mal de los
indios sin haberlos conocido y, especialmente a Oviedo (c. XII).
Se comprende mejor la Historia eclesiástica indiana de Mendieta si se
la compara con la Historia de la monarquía indiana de Fr. Juan de
Torquemada, publicada en 1615, que pertenece ya a otra generación de
franciscanos novohispanos. Fr. Juan se colocó en la línea motoliniana de
aceptación de las realidades políticas y analiza la cultura indígena con
los parámetros antropológicos de un analista cultural. Tenía razón, por
tanto, Francisco Solano al decir que la Historia de Mendieta no se publicó
porque era ya cosa medieval y antiguada. En cambio, Torquemada suprimió del
plagio que hace de Mendieta las acusaciones a las autoridades civiles y por
ello fue publicada.[76] Es, por tanto, prueba de que los prelados
franciscanos se iban amoldando a la nueva realidad.
Es muy interesante la queja de Fr. Juan de Torquemada a Juan López de
Velasco de no haber utilizado en su Geografía las informaciones procedentes
de estos hermanos. El cosmógrafo cronista contestó que la Historia debía
ocuparse, siguiendo a Guicciardini, a grandiosos hechos militares y
políticos y no asuntos menores como la evangelización. Aprovechó, incluso,
cuando pudo, para acusar a los historiadores frailunos de engañar al lector
diciendo que los misioneros no necesitaban de la colaboración de los
conquistadores y que la evangelización podía ser absolutamente pacífica. Ya
en tiempo de Felipe IV Gil González Dávila publicó un Teatro eclesiástico
de la Iglesia primitiva de las Indias que presentaba las glorias de la
evangelización huyendo de toda polémica.
Juan Ginés de Sepúlveda Se encuentró con Carlos después de la toma de
Túnez y le presentó De bello contra Turcas, en que le presentaba como
emperador del mundo católico y liberador de Jerusalén contra los
mahometanos. Luego el presentó su De bello Africa. Cuando en 1536 Carlos le
nombró cronista, comenzó a escribir su De rebus gestis Caroli V pero en
1539 pidió poder retirarse de la corte para concentrarse mejor en su
trabajo. Estaba trabajando también en su Democrates alter, que le atraía
mucho más. En 1540 dijo a su amigo Neyla que las traducciones de
Aristóteles estaban relacionadas con las "severiores disciplinae" y
constituían su obra fundamental. Para no desconectarse del todo de su
trabajo de cronista imperial encargó a su criado Pedro Martín que viajase
con Carlos y le enviase las notas. Pero en 1552 dijo desde Córdoba dice que
ya no sabía nada de Carlos, quien le escribió acusándole de descuidar sus
obligaciones como cronista. Se había desilusionado con el Emperador porque
no obraba por la Cristiandad sino por su dinastía. En 1556 escribió a Poole
demostrando poco interés por su historia. En 1557 visitó a Carlos en Yuste
sin merecer del cansado emperador mucho interés por su trabajo.
No contrasta, como Oviedo y Las Casas, "romanitas" y "cristianitas"
sino que dice que fue en España donde Roma realizó mejor la "misione di
civiltà e di giustizia" confiada a ella por los dioses.[77] Según él,
Hispania llegó a ser "altera Roma", del mismo modo que las Indias llegaron
a ser Nueva Vizcaya, Nueva Galicia o Nueva España.[78]
En el l. I, 12 dice que no se podía evangelizar a los indios sin
someterlos porque de otro modo se tardaría mucho y se correrían peligros.
Además, según los juristas, era lícito obligar a los que obran contra la
naturaleza a someterse, incluso por las armas, al dominio de los más
civilizados. Estaba de acuerdo con Dante en que el derecho a dominar a los
que obraban "contra natura" se extendía a las razas, además de a los
individuos.[79]
Dice que Roldán se rebeló contra Colón por su excesiva severidad con
los españoles. La encomienda no fue un fenómeno surgido popularmente sino
llevado a cabo por Colón. Fue justa pero los españoles no cumplieron con su
deber moral y en sus manos la encomienda fue peor que la esclavitud.
Utiliza inadecuadamente el término latino "clientela"
Francisco López de Gómara, de familia plebeya pero que le pagó los
estudios, estuvo 10 años en la corte pontificia desde 1531, de donde pasó a
Venecia con Diego Hurtado de Mendoza en 1540. Se informo de Cortés, su
protector, de quien era capellán y secretario desde 1541, y de otros
conquistadores de México. Comenzó a escribir su Historia general de las
Indias y conquista de México antes de la muerte de Cortés en 1547. En 1552
su publicó su obra y fue un gran éxito comercial con 9 ediciones en menos
de 2 años. Era una historia polémica por su carácter maniqueo, presentando
a Pizarro como el mal conquistador. Se quejó de ello Pedro de la Gasca y en
1553 Felipe II prohibió las 2 partes y no se publicaron en España hasta
1729, pero siguió influyendo en la historiografía española y hubo 2
ediciones clandestinas. Cervantes de Salazar copió de ella trozos enteros,
que pasaron a Herrera y a Torquemada. Esto y la Brevísima condujeron a la
cédula de 1556, que prohibía publicar sobre asuntos de Indias sin licencia
del Consejo de Indias. Pero se convirtió en un best seller internacional
con 10 ediciones en italiano, 9 en francés y 2 en inglés sólo en el XVI.
Una carta suya de 1552 a Granvelle revela que quería percibir un salario
regular como cronista.
Presenta las Indias como continuación de la Reconquista, con
significación religiosa y a Colón como usufructuario de las invenciones de
otros y obsesionado por el dinero. Afirma que Colón se hospedó en su casa
al piloto, "el cual le dijo el viaje que le había sucedido y las nuevas
tierras que había visto, para que se las asentase en una carta de marear
que le compraba"; pero mientras tanto el hombre murió "y dejole la
relación, traza y altura de las nuevas tierras, y así tuvo Cristóbal Colón,
noticia de las Indias". "Paréceme que si Colón alcanzara por ciencia dónde
las Indias estaban, que mucho antes, y sin venir a España, tratara con
genoveses, que corren todo el mundo por ganar algo, de ir a descubrirlas.
Empero nunca pensó tal cosa hasta que topó con aquel español que por
fortuna de la mar las halló". Pero tampoco concede mérito al piloto
anónimo. El Descubrimiento fue fruto de la Providencia, cuando páginas
antes había exaltado el ardor humano del conocimiento del mundo.
En el c. XV demuestra su poca simpatía por los italianos. Dice que ni
el duque de Medina Sidonia ni el de Medinaceli le apoyaron "entrambos
duques tuvieron aquel negocio y navegación por sueño y cosa de italiano
burlador", y lo mismo había sucedido con el los reyes de Inglaterra y
Portugal. Pero ambos nobles le animaron a presentarse en la corte de los
Reyes Católicos porque "holgaban de semejantes avisos". El mérito fue de un
préstamo de 6 millones de maravedíes de Luis de Santángel porque las arcas
reales estaban vacías. Pero hoy se sabe que gran parte del coste financiero
de la empresa fue asumido de mercaderes genoveses presentes en Andalucí,
algunos de ellos poderosos en la corre.
En el c. XVI cuenta que, saliendo de la Gomera, "a cabo de muchos
días topó tanta yerba, que parecía prado, y que le puso gran temor, aunque
no fue de peligro; y dicen que se volviera, sino por unos celajes que vio
muy lejos, teniéndolos por certísima señal de haber tierra cerca de allí".
En el XVII destaca la ingratitud de Colón con Rodrigo de Triana "Y así el
marinero de Lepe se pasó a Berbería, y allá renegó de la fe, porque ni
Colón le dio albricias ni el rey merced ninguna, por haber visto él primero
que otro la flota lumbre en las Indias". Destaca la impresión que hicieron
en los Reyes los pecados contra natura y que Isabel le favoreció más que
Fernando y que sólo con licencia particular pasaron aragoneses. En el XX
encarece la negatividad del gobierno de Bartolomé en La Española pero que
los Reyes sólo le amonestan. En el XXII dice que la conquista fue una
guerra justa contra los indígenas para defenderse de sus ataques. Relata en
el XXIII la prisión de los Colón por sobrepasarse con los españoles y
justifica la reacción de Roldán mientras que para Pietro Martire fue el
jefe de una banda de facinerosos: "[...] se querían alzar con la tierra;
que no dejaban saber las minas ni sacar oro sino a sus criados y amigos;
que maltrataban los españoles sin causa ninguna, y que administraban
justicia por antojo más que por derecho, y que había el almirante callado y
encubierto el descubrimiento de las perlas que halló en la isla de Cubagua,
y que se lo tomaban todo y a nadie daban nada, aunque muy enfermos y
valientes fuesen. [...]". Ninguna compasión con Colón, culpable porque,
siendo extranjero, quiso ponerse por encima de los españoles. Pero no deja
de valorar su obra: "fue cuatro veces a las Indias, y volvió otras tantas;
descubrió mucha costa de Tierra-Firme; conquistó y pobló buena parte de la
isla Española, que comúnmente dicen Santo Domingo. Halló las Indias aunque
a costa de los Reyes Católicos; gastó muchos años en buscar con qué ir
allá. Aventurose a navegar en mares y tierras que no sabía, por dicho de un
piloto, y si fue de su cabeza, como algunos quieren, merece mucha más loa.
Como quiera que a ello se movió, hizo cosa de grandísima gloria; y tal que
nunca se olvidará su nombre, ni España le dejará de dar siempre las gracias
y alabanza que mereció, y los Reyes Católicos don Fernando y doña Isabel,
en cuya aventura, nombre y costa hizo el descubrimiento, le dieron título y
oficio de almirante perpetuo de las Indias, y la renta que convenía a tal
estado y tal servicio como hecho les había y a la honra que ganó."
Dice que Fernando prefirió guerrear contra Granada que rescatar con
los moros la Mina de Guinea. El valenciano Alejandro VI quiso perjudicar a
los portugueses. Le dieron otras 300 leguas en el Tratado de Tordesillas en
1494 pero los Reyes le engañaron porque le habría tenido más cuenta echar
hacia Levante pero no conocían las islas de la Especiería. Alaba también la
biblioteca de 12 o 13.000 libros de su hijo Hernando.

3. El cronista mayor y el regreso a la historiografía oficial

Las graves consecuencias que tuvieron las Leyes Nuevas debieron
alertar a los gobernantes del peligro de hacerse asesorar por extremistas
como Las Casas y todavía no se ha investigado la incidencia que tuvo este
fenómeno en el giro que se produjo en la política con los frailes. Poco
después la lamentable situación creada por la publicación ilegal de la
Brevísima en 1552 debió producir en el gobierno de las Indias una conmoción
muy profunda acerca del peligro de dejarse arrastrar por el rigorismo moral
de algunos frailes. De aquí surgió la necesidad de producir una historia
oficial del Imperio español. Por otra parte, las dimensiones alcanzadas por
éste hizo difícil para el Consejo de Indias el conocimiento de un espacio
geográfico y humano tan complejo. Todo ello llevó a Ovando a concebir una
ciencia al servicio de la política inspirada en el principio "conocer bien
para gobernar bien".
Juan López de Velasco fue el primer cosmógrafo cronista mayor de las
Indias. Había sido secretario del Consejo en tiempo de Juan Sarmiento y
Francisco Tello de Sandoval. Participó en la Junta Magna entre 1563 y 1567
resumiendo y copiando documentos.[80] En remuneración por estos trabajos
cobró 300 ducados en 1569.[81] Ovando le recomendó desde 1571 al cardenal
Diego de Espinosa para que fuese nombrado primer cosmógrafo cronista de
Indias de acuerdo con una normas establecidas en las Instrucciones y
Ordenanzas redactadas por Ovando.[82] Tenía que ejercer funciones de censor
de las historias y materiales escritos por otros. Tenía un salario de
100.000 mrs. más otros 50.000 mrs. de ayuda de costa que se le pagaron en
1572[83] pero no estaba muy seguro acerca de la política historiográfica
del Consejo y de si el rey quería que se escribiese o publicase una
Historia. Su Geografía y descripción universal de las Indias fue una
herramienta cosmográfica al servicio del Consejo. Escrita entre 1571 y
1574,[84] fue secreto de Estado, como todo el entramado científico
organizado por Ovando, y sólo se hicieron de ella una docena de copias,
para el rey y para cada uno de los 8 o 9 miembros del Consejo de Indias.
Este encomendó la valoración de la obra al italiano Juan Bautista Gesio,
quien consideró a López de Velasco un cosmógrafo muy deficiente con errores
matemáticos que perjudicaban los intereses de España, especialmente en
relación con la línea de Tordesillas. No obstante, en 1576 el Consejo
propuso al rey premiarle con 400 ducados por su obra si introducía en ella
las correcciones que le habían hecho.[85] La respuesta de López de Velasco
fue emprender algunos proyectos para asegurar que el cosmógrafo cronista
estuviese mejor informado: los cuestionarios de las relaciones geográficas
de Indias y la observación de los eclipses de luna para la localización
exacta de los territorios españoles.[86]
En lugar de basarse en múltiples relaciones carentes de categorías
únicas, con lo que el trabajo de recopilación sería casi imposible, López
de Velasco echo mano del método diseñado en 1555 por Juan Páez de Castro en
su Memorial de las cosas necesarias para escribir la Historia:[87] enviar a
las Indias un cuestionario de 50 preguntas relacionadas con lo que para él
era el ámbito de la Historia, es decir, todas las categorías de la vida.
Los autores de las respuestas serían personas escogidas por los gobernantes
y asesorados por informantes españoles e indios, puesto que muchas de las
preguntas se referían a ellos. Ovando ya había estructurado en 1569 un
cuestionario de 37 preguntas, pero de él sólo se conocen algunas
respuestas.[88] López de Velasco formuló en 1577 50 preguntas que se
distribuyó impreso simultáneamente en todas las Indias para disponer de una
información de primera mano con la que que el cronista mayor de Indias
trabajase en recíproca colaboración con el Consejo de Indias. Las primeras
respuestas llegaron en 1578, de Santa Marta y Venezuela, y las últimas, las
de Perú, en 1586. Los estudiosos de las Relaciones no han percibido que lo
que subyace a ellas, son las categorías de la vida y de la Historia. Ellas
dejan patente que la Historia es la síntesis de todas las ciencias de la
vida y que, por tanto, había que escribirla en colaboración con otros
científicos[89] y, sobre todo, escuchando el parecer de los gobernantes
porque su objetivo básico era, como lo formuló el canonista Ovando, el buen
gobierno.[90] El cuestionario ha impresionado siempre a quienes lo han
estudiado por su sorprendente modernidad. Alguien ha llegado a decir que
parecía haber sido escrito por un informático-sociólogo contemporáneo.[91]
El cuestionario no deja de lado, no se olvide, los aspectos mentales de la
vida: por ejemplo, se les preguntaba a los indios por qué creían que había
disminuido la población indígena.[92] Evidentemente, los indios informantes
responden con evasivas por temor a las consecuencias de su sinceridad.
Hacia 1580 propuso que la Historia la debería escribir un comité
porque era muy difícil que una sola persona reuniera todas las cualidades
que requería. Comienza el proceso recogiendo materiales, preparando
sinopsis. Luego un grupo de hombres de estado conocedores de las razones
que obran detrás de los hechos relevantes, hombres de letras conocedores
del Derecho y militares para entender los asuntos de guerra para decidir lo
que se va a incluir en la Historia. Lo fundamental, que es la selección de
los datos, debe hacerse en colaboración de especialistas.[93] Tienen que
ser sabios en Filosofía y Humanidades para escoger y calificar los hechos y
presentarlos en la mejor manera, con lo que eximirían al historiador de
toda culpa. Luego consultarían con el rey y comenzaría la fase de
redacción. Dos escritores trabajarían paralelamente y luego el mejor
latinista haría la traducción al latín. Saldría más barato que encomendar
el trabajo a uno solo, que moriría sin acabarlo. Hasta 1894 no se imprimió
su Geografía. Unos secretarios jóvenes harían las relaciones o sinopsis
preparatorias.
No se conoce en la historia universal, hasta la idea Wisconsin, un
sistema mejor concebido de colaboración entre el gobernante y el
historiador para escribir una historia oficial para uso de los gobernantes
y una orientación de los gobernantes para el trabajo que debía presentar
anualmente al Consejo el cosmógrafo cronista mayor. Aunque se han venido a
llamar Relaciones Geográficas los informes que los expertos locales
elaboraron respondiendo al cuestionario, eran mucho más que eso: era un
programa de conocimiento científico para uso de los políticos. No importa
que nunca llegase López de Velasco a escribir una Historia, quizá porque lo
veía imposible. López de Velasco fue responsable también de formular las
órdenes que se dieron en 1578 para distribuir el cuestionario en los
pueblos de Castilla y en 1583 convenció a Felipe II de enviar cuestionarios
impresos en Aragón y Portugal. Del mismo modo el cosmógrafo debe proceder
recogiendo y ordenando materiales, de acuerdo con el proyecto científico de
Ovando. El Consejo pidió en 1572 recoger las descripciones e historias de
los indios para enviarlas al Consejo.
En lugar de trabajar en la línea de la Cosmografía renacentista,
solicitando, reuniendo y compilando múltiples relaciones concebidas cada
una según categorías diferentes, López de Velasco trabajó con informaciones
de primera mano procedentes de todas las partes de las Indias
simultáneamente obedeciendo a unas categorías únicas, expresadas en un
cuestionario que se distribuyó impreso de forma simultánea en todas las
Indias. Fue toda una proeza de especulación y coordinación y una de las
contribuciones más significativas de la ciencia española a la historia de
la ciencia.
En 1578 López de Velasco pidió ser contino del rey y en 1581 maestro
del príncipe. Consiguió ser secretario del Consejo de Hacienda en 1588
hasta su muerte en 1593. Al dejar el oficio en 1591, la cosmografía
adquirió un carácter más matemático y se fueron relajando las normas del
secretismo de Estado a comienzos del XVII.
López de Velasco daba una versión edulcorada de los hechos (interés
inmediato en la evangelización y recuperación de la población indígena)
pero admitía el maltrato dado a los indios y el cambio profundo que se
había producido en la política de la reina Isabel acerca de la necesidad de
que los indios conviviesen con los españoles.[94] Compaginando la brevedad
con la riqueza informativa, construye párrafos muy elaborados en que funde
muchos temas esenciales. No es que la Historia formase parte de la
Cosmología sino que sus categorías provenían de todas las ciencias.
Antonio de Herrera y Tordesillas fue nombrado en 1596 cronista mayor
de las Indias por Felipe II, encargándole que se ocupase de la historia, a
la que López de Velasco no había podido escribir. Como Francesco
Guicciardini y de acuerdo con la "ars historiae", tenía que reflexionar
sobre las causas de los hechos y los motivos de las acciones individuales e
incluir "exempla" de diversas clases. La Historia debía ser natural y moral
y sobre la obra civilizadora de España, teniendo en cuenta que los derechos
de España sobre las Indias estaban siendo controvertidos.[95] En 1601 se
publicaron su Descripción y las 4 primeras décadas
La trayectoria vital de Antonio de Herrera se desarrolló
principalmente en España pero con una estancia de un lustro en Italia. Un
primer matrimonio le facilitó el acceso a un patrimonio importante;
invirtió la dote en la adquisición de fincas urbanas en Madrid.
Simultáneamente, afianzó su posición en la corte y escribió sin cesar. Los
años de viudedad los aprovechó para afianzar su posición hasta lograr el
cargo de cronista mayor de las Indias con un sueldo apetecible o, como
dice, "optimo stipendio dotatum". Casado en segundas nupcias fue nombrado
cronista de Castilla (1598). Poco más tarde (1601) trasladó su residencia a
Valladolid con la corte y allí prosiguió su incansable actividad
historiográfica entremezclada con otras de índole palaciega y las
inevitables de índole económica. Entre las cortesanas se halla su amistad
con el marqués de Siete Iglesias, Pedro Franqueza; fruto de esa relación
fue el verse arrestado en prisión (1609-1611) aunque sin ser privado de sus
prebendas, cargos y sueldos, una pena que fue seguida de otra de destierro
"por el tiempo que durase la voluntad de Su Majestad"; en el caso del
cronista, merced a sus buenos amigos, no llegó a un trimestre.
Indudablemente, la Historia de los hechos de los castellanos o
"Décadas es la obra clave del cronista y materia de estudio
historiográfico; y cuantos se han aproximado a las Décadas lo han hecho
desde una posición analítica evaluadora del trabajo del autor y de las
fuentes por él utilizadas. A pesar de las críticas acerbas a su obra, lo
incontrovertible son las ediciones de las Décadas, los idiomas a qué han
sido traducidas y las fechas en que fueron editadas y reeditadas, total o
parcialmente. A juzgar por el uso crítico que hizo de la Crónica de Nueva
España de su amigo el catedrático de México Francisco Cervantes de Salazar,
Kagan deduce que Herrera fue un juicioso historiador y no un plagiador.[96]
Quería escribir sobre la obra de los hombres con significación
política, siguiendo a Guicciardini.[97] No podía callar las crueldades y
presentó algunos maltratadores de los indios pero como hechos aislados para
dejar a salvo el balance final de la conquista.
En la década I, libro VIII, cap. XII, p. 546, acerca de la Junta
celebrada después del sermón de Montesinos, dice que los de las islas que
habían ido a la corte a pedir encomiendas perpetuas decían que los indios
no se sabían regir y que necesitaban tutores. Que el rey introdujo mejoras
en la alimentación de los indios pero no emplea la expresión Ordenanzas
para referirse a las Leyes de Burgos.
En la década III. Libro V, c. IV destaca, como Oviedo y Las Casas, la
política de Fernando para dejar maniatado a Diego Colón mediante los jueces
de apelación. Ataca las crónicas escritas por los frailes y considera un
engaño decir que los frailes podían evangelizar sin ayuda de los
soldados.[98] Utilizó los argumentos de Sepúlveda, porque no era ni jurista
ni teólogo.


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[1] ELIAS 1975, pp. 25-43.
[2] KAGAN, 2010, p. 89,
[3] GONZALEZ RODRIGUEZ, 1981.
[4] KAGAN, 2010.
[5] KAGAN, 2010, 56.
[6] TATE, 1995, p. 29.
[7] SHAPIRO, 2003.
[8] GIL FERNANDEZ, 2005, p. 46.
[9] KAGAN, 2010, 65.
[10] CUART, 1995, p. 11.
[11] Sobre el latín como única lengua que da acceso al verdadero saber y a
la victoria sobre la barbarie en Nebrija v. MARAVALL, 1984, pp. 18-19.
[12] LOPEZ MOREDA, 2011, pp. Recuérdese la crítica de Valla a la donación
de Constantino. Pero G. Toffanin defendió que nunca el Humanismo logró
hacer de la Retórica una filosofía (MARAVALL, 1984, p. 360).
[13] GONZALEZ RODRIGUEZ, 1981, P. 35.
[14] CUART MONER, 2004, p. 64
[15] MARAVALL, 1984, "Naturaleza e historia en el Humanismo español", p.
202.
[16] TATE, 1970, p. 25.
[17] KAGAN, 2010, p. 82.
[18] "Pero al referirnos al humanismo hemos añadido el epíteto «español»
porque, evidentemente, el sesgo que aquí tomó esta corriente cultural
difiere del que tomaron sus otras manifestaciones europeas, por las
limitaciones históricas heredadas y los condicionamientos impuestos por la
vertiginosa evolución de los hechos que hicieron de España la cabeza de un
imperio antes de que acabase su vertebración como nación. Común herencia de
los territorios de las coronas de Castilla y de Aragón, a diferencia de lo
sucedido en Italia, Francia, Suiza o Alemania, es la solución de
continuidad con la tradición clásica que trajo consigo la invasión árabe a
comienzos del siglo VIII, cuando se estaba en los inicios de la época
benedictina y a las vísperas del renacimiento carolingio. En la península
Ibérica no hay una "traditio" propia del legado literario latino, ya que
los musulmanes arrasaron las bibliotecas que aún subsistían en la época de
San Isidoro. De ahí que a priori quedara excluida la actividad de los
buscadores de códices que caracterizó al Quattrocento italiano y que
constituyó uno de los principales acicates de los "studia humanitatis" (GIL
FERNANDEZ, 2005, p. 45).
[19] FUETER, 1953.
[20] "El recuerdo de Roma y el de los godos combínanse para infundir a la
historiografía española del siglo XVI un espíritu de realización épica que
la distingue de obras semejantes en el resto de Europa (GONZALEZ RODRIGUEZ
1981, p. 21).
[21] KAGAN, 2010, p. 81.
[22] TATE, 1970, p. 55.
[23] TATE, 1970, p. 101.
[24] TATE, 1970, p. 227.
[25] GONZALEZ RODRIGUEZ, 1981, p. 21.
[26] TATE, 1970, p. 287.
[27] TATE, 1970, p. 287.
[28] KAGAN, 2010, 58.
[29] KAGAN, 2010, 59.
[30] TATE, 1970, p. 28.
[31] CUART, 1995, p. 11.
[32] GONZALEZ RODRIGUEZ, 1981, p. 36.
[33] Pietro Martire decía a uno de sus amigos italianos que los españoles
tenían cierto aire de romanos (MARAVALL, 1984, p. 205).
[34] ASENSIO, 1960.
[35] MARINEO SICULO, 1539, lib. IV., De las colonias que los romanos
hicieron en España y apellidos de algunas casas.
[36] TATE, 1970, p. 201.
[37] TOVAR, 1941, p. 121.
[38] GERBI, 1978, p. 327.
[39] GONZALEZ RODRIGUEZ, 1983.
[40] "Que la contextura social de la península ibérica a finales del siglo
XV y principios del XVI era refractaria a los nuevos aires que venían de
Italia y repelía a ciertos humanistas, lo atestigua la correspondencia de
Erasmo de Rotterdam. Cisneros le invitó repetidas veces en 1517 a
incorporarse al equipo editorial de la Políglota. Pero Erasmo declinó la
oferta porque España, que imaginaba poblada por moros y judíos, no le
gustaba, como confiesa en su epistolario a sus íntimos, entre ellos Tomás
Moro" (GIL FERNANDEZ, 2005, p. 46).
[41] Para Maravall no fue la imprenta sino la nueva mentalidad lo que
produjo lo que él llama Prerrenacimiento español del s. XV (MARAVALL,
[42] "Los escritos históricos de Fr. Gauberte Fabricio de Vagad" (TATE,
1970, pp. 263-279).
[43] TATE, 1970, pp. 304-340.
[44] También Ayora cayó en desgracia por apoyar a los comuneros en 1520.
[45] Frente a una interpretación del reinado de los Reyes Católicos como
fruto del azar, D. Ramón dice que fue el más cuidadosamente planeado que la
Historia puede presentar. Maravall se posiciona en la misma línea (1984, p.
349) incluso en el aspecto de la táctica militar, en el que se imponen los
movimientos maquinales, calculados y anónimos (1984, p. 354). Frente a la
manipulación de la religión para sus fines políticos, de que hablaba
Maquiavelo, D. Ramón sostiene que la política de Fernando fue la
tradicional española de defensa de la religión. Las réplicas de D. Ramón se
basan siempre en la textualidad de las declaraciones políticas, lo que
nunca habría aceptado Maquiavelo.

[46] MARAVALL, 1984, pp. 206-207.
[47] CRO, 1986, p. 417.
[48] KAGAN, 2010, p. 105.
[49] KAGAN, 2010, p. 238, n. 49.
[50] CUESTA DOMINGO, 2007, p. 118.
[51] KAGAN, 2010, p. 109.
[52] KAGAN, 2010, p. 220.
[53] GONZALEZ RODRIGUEZ, 1981, p. 50.
[54] KAGAN, 2010, p. 223.
[55] KAGAN, 2010, P. 224.
[56] CARRILLO, 2002.
[57] GONZALEZ RODRIGUEZ, 1981, p. 9.
[58] MARAVALL, 1984, "La fórmula del Renacimiento español", pp. 80-82.
[59] GONZALEZ RODRIGUEZ, 1981, p. 49, n. 180.
[60] GONZALEZ RODRIGUEZ, 1983.
[61] GONZALEZ RODRIGUEZ, 1981, p. 49, n. 184.
[62] "Y esto es lo que no entendieron loa antiguos, por lo cual, fundándose
como naturales, les parescía debidamente que no podía ser habitada la dicha
Eqinocial por la dicha fuerza del sol" (l. XIX, c. XVIII, p. 203. "Ahora
diré algo de las opiniones de los antiguos en lo que toca a las margaritas
o perlas, e aunque a algunos parezca cosa recia reprochar yo e contradecir
alo que tan señalados e doctores varones afirman, no se maravillen los
lectores porque ellos pueden decir verdad y yo también. Ellos, según fueron
informaditos de diversos auctores e personas de quien fundaron sus palabras
e yo de mis ojos y experiencia de donde proceden las mías". Vid. José
Antonio Maravall, Antiguos y modernos, Madrid, 1966, 463: Fernández de
Oviedo, insinúa la innegable superioridad de su testimonio sobre el de los
antiguos, declarando que "todo esto depongo y afirmo como testigo de vista
y se me puede mejor creer que a los que por conjeturas, sin lo ver, tenían
contraria opinión" (Sumario de la natural y gteneral Historia de las
Indias, BAE XXII, 481).
[63] GONZALEZ RODRIGUEZ, 1981, p. 51, n. 191.
[64] GONZALEZ RODRIGUEZ, 1981, p. 52, n. 194.
[65] GONZALEZ RODRIGUEZ, 1983, p. 338.
[66] GONZALEZ RODRIGUEZ, 1981, p. 51, n. 190.
[67] GONZALEZ RODRIGUEZ, 1981, p. 54, n. 204.
[68] CUESTA DOMINGO, 2007, p. 118.
[69] Ed. de Angel Losada, Madrid, 1975.
[70] GONZALEZ RODRIGUEZ, 1981, p. 108, n. 429.
[71] PHELAN, 1970, p. 112.
[72] PEREZ, 1989, p. 128.
[73] PHELAN, 1970, p. 111.
[74] COH, 1972.
[75] PHELAN, 1970, p. 113.
[76] GONZALEZ RODRIGUEZ, 1981, p. 109.
[77] GONZALEZ RODRIGUEZ 1981, p. 114.
[78] PHELAN, 1970, p. 65.
[79] Indiferente,425,l.24,ff.157,195,241v.
[80] Indiferente,426,l.25,ff.36-39v.
[81] Portuondo deduce de ello que la labor del cosmógrafo cronista era
puramente burocrática sin valorar la inspiración científica de la normativa
(2009, p. 140).
[82] Indiferente,426,l.25,f.169.
[83] PORTUONDO, 2009, p. 187.
[84] AGI, Indiferente,738,n.249. La consulta del Consejo dice que la
Geofradía era una obra muy buena y conveniente que la tuviera el rey y el
Consejo. Aunque se había servido de muchos libros y papales de Alonso de
Santa Cruz y ya percibía su salario, y estaba obligado a entregar cada año
una obra de su ministerio, se le podía premiar con 400 ducados si hacía las
correcciones que el Consejo le había señalado.
[85] PORTUONDO, 2009, p. 226 ss.
[86] VILAR, 1970, p. 252.
[87] VILAR, 1970, p. 252.
[88] Portuondo, sin percibir el alcance teórico de esta estrategia, dice
que optó por ella temeroso de lo traicionero que era escribir Historia en
la corte de Felipe II (2009, p. 161).
[89] Portuondo ha minusvalorado el mérito científico del sistema de
conocimiento ideado por Ovando-López de Velasco por su falta de inspiración
teórica, pero una reseña de Ralph Bauer en la revista The Americas (vol.
67, n. 2, pp. 271-273) ha recordado a la autora que F. Bacon perseguía el
mismo utilitarismo de López de Velasco.
[90] GONZALEZ RODRIGUEZ, 1999.
[91] Pregunta 48: "Y generalmente los sitios de pueblos de españoles
despoblados, y quando se poblaron, y despoblaron, y lo que se pudiere de
las causas de haberse despoblado" (CUESTA DOMINGO, 1994, p. 163).
[92] PORTUONDO, 2009, p. 162.
[93] LOPEZ DE VELASCO, 1894, p. 32.
[94] KAGAN, 2010, p. 217.
[95] KAGAN, 2010, p. 249.
[96] KAGAN, 2010, p. 246.
[97] KAGAN, 2010, p. 248.
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