La urgente necesidad de pensar

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Descripción

La urgente necesidad de pensar Mauricio López Figueroa

Se cuenta que, en cierta ocasión, Bertrand Russell (Reino Unido, 1872-1970) –célebre matemático, literato mundialmente galardonado y considerado uno de los filósofos más importante del siglo XX—, fue invitado a impartir una conferencia sobre Astronomía. Russell era famoso por sus ideas revolucionarias y críticas en relación al pensamiento social establecido, especialmente frente al pensamiento religioso. En la conferencia, Russell explicó las generalidades matemáticas del sistema solar. Describió cómo la Tierra, al igual que los demás planetas, es un cuerpo esférico que viaja alrededor del Sol en una órbita casi circular, y que todo el sistema solar viaja también en torno a la galaxia. Al terminar la conferencia, una anciana se levantó en el fondo de la sala y dijo: “todo lo que usted ha dicho son disparates, todo mundo sabe que la Tierra es una placa plana que se sostiene sobre el caparazón de una tortuga”. Conocido por su ironía despiadada, Russell sonrió y preguntó: “¿y sobre qué se sostiene la tortuga?” La anciana no se achicó ante la pregunta y replicó con rapidez: “usted se cree muy listo, joven, pero hay infinitas tortugas”. No se sabe qué dijo o cuál fue la expresión de Russell frente a la convicción de la mujer, no obstante, esta anécdota ilustra un principio poderoso y peligroso del pensamiento humano: las verdades dadas, heredadas y dogmáticas no solo determinan y establecen una visión del mundo fija, inflexible e incuestionable, sino también limitan y acomodan la forma de actuar y juzgar de las sociedades, lo que determina negativamente la posibilidad de identificar lo que puede ser mejor y transformar nuestro mundo. Esta problemática no es nueva. Pensar y cuestionar lo establecido es una discusión antigua que para muchos es el mismo motor de la Historia: superar sistemas ideológicos, trascenderlos y construir nuevos, la realidad social entonces cambia. Supongo que en este sentido cada momento histórico plantea sus retos para el pensamiento, ¿qué retos nos presenta nuestra época? Todo mundo sabe que nuestro momento actual se caracteriza entre otras cosas por una disponibilidad global casi infinita de información, esta condición verdaderamente sin precedentes en toda la Historia actualiza algunos viejos retos y plantea muchos nuevos. Acceder a tanta información de manera inmediata y versátil es en mi opinión una gran ventaja, sin embargo, implica desarrollar, tal vez más que en otra época, las perspectivas y capacidades para discriminar y discernir esa información y construir algo con ella, de otra manera, el riesgo es caer en un nuevo tipo de dogmatismo adelgazado: el de la información light y emergente de las redes sociales virtuales. Charlotte Blease, investigadora de la Escuela de Filosofía en la Colegio Universitario de Dublín, subrayaba recientemente (The Guardian, enero, 2017) la importancia de tener personas preparadas para preguntar y responder las preguntas que no son googeables: preguntas éticas, preguntas sobre consecuencias políticas, preguntas sobre justicia social, preguntas de sentido;

“Como sociedad, necesitamos estar más comprometidos filosóficamente”. Preguntas que disciernan el caos de la Babel digital. Pensar es preguntar y preguntar es una vocación filosófica. A diferencia de lo que nos han enseñado, la filosofía es un quehacer, no un monolito de conocimientos académicos; la filosofía es una práctica vital de diálogo que debe ser enseñada y cultivada. El presidente de Irlanda, Michael D. Higgins, señalaba no hace mucho que la enseñanza de la filosofía “es una de las herramientas más poderosas que tenemos a nuestra disposición para empoderar a los niños para que actúen como sujetos libres y responsables en un mundo cada vez más complejo, interconectado e incierto” (https://goo.gl/aNoh9a). En tiempos de infoxicación, el pensamiento crítico derivado de la práctica filosófica es una condición para promover una cultura abierta, humana y democrática. Pero pensar críticamente no es fácil, es una habilidad y una disposición que debe ser entrenada, pues el deseo de entender las cosas no viene de manera natural. Bertrand Russell decía que la mayoría de las personas prefieren morir que pensar, y la mayoría lo hace. ¿Por qué? Porque pensar implica un esfuerzo, y este esfuerzo es doble: por un lado, investigar y contrastar lo que se sabe o la información que se adquiere; y, por otro –tal vez lo más difícil—, estar abierto a cuestionar las propias ideas y eventualmente cambiarlas. Nada fácil. Es urgente pensar. Y pensar auténticamente implica investigar y contrastar información, la lectura y el diálogo tolerante, la consideración de puntos de vista diferentes y la reflexión sobre nuestras ideas previas. Lo anterior es urgente en un momento en el que la manipulación, la desinformación, el odio y la estupidez se viraliza en el tramado digital.

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