La universidad en la sociedad de clases

September 18, 2017 | Autor: David Cortés | Categoría: Louis Althusser, Gramsci, Educación, Marxismo, Universidad
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Descripción

La universidad en la sociedad de clases, sus transformaciones, contradicciones y oportunidades de acción política.

David Cortés Alonso

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Resumen El propósito del presente trabajo es analizar el lugar que ocupa la universidad en el contexto de una sociedad de clases, sus funciones en el proceso productivo, las transformaciones que ha ido sufriendo a lo largo de su historia reciente, sus contradicciones y las oportunidades de acción política que ofrece; que van desde su reforma hasta su superación. Para ello nos basaremos en la teoría crítica del filósofo francés Louis Althusser, en el pensamiento del comunista italiano Antonio Gramsci, en las experiencias históricas de los movimientos estudiantiles europeos anteriores y posteriores a Mayo del 68 y en los últimos textos de debate interno y reflexión de militantes estudiantiles actuales y ex-estudiantes que participaron en las protestas de los últimos años. Introducción La universidad es considerada por algunos un espacio neutral de intercambio de conocimiento, de interés científico e intelectual, con autonomía de la sociedad y “no contaminada” por intereses políticos. Estos planteamientos realizan una abstracción idealista y no tienen en cuenta que la Universidad no existe en el vacío, sino que está inserta en el contexto de una sociedad de clases en la cual cumple varias funciones esenciales para el mantenimiento del status quo. Esto fue puesto de manifiesto por numerosos intelectuales críticos que han tenido una gran influencia en los estudiantes que protagonizaron y siguen protagonizando las protestas estudiantiles. La universidad como Aparato Ideológico del Estado El filósofo marxista contemporáneo Louis Althusser, siguiendo la tradición iniciada por la escuela de Frankfurt, centró sus estudios en la superestructura y en la función que cumplen diversas instituciones en el proceso productivo; ya Marx en el II tomo de El Capital demostró que toda formación social para poder producir y mantenerse debe reproducir las condiciones de su producción es decir, las fuerzas productivas y las relaciones de producción; los aportes del filósofo francés consistieron en situar esta reproducción de las condiciones de producción fuera del lugar de trabajo donde se desarrolla el proceso productivo, por medio del sistema educativo y otras instituciones llamadas Aparatos Ideológicos del Estado (AIE). (Althusser, 1988) Para adentrarnos en el pensamiento althusseriano es importante señalar la diferencia entre el Estado y los Aparatos del Estado. Siguiendo la teoría marxista clásica, el Estado es el poder organizado de una clase para mantener su dominio sobre otra, Althusser está de acuerdo con ella en lo esencial pero la considera insuficiente ya que reduce el Estado a su condición represiva. Para él, el Estado es el “poder de Estado” y los Aparatos del Estado son las instituciones a través de las cuales mantiene su dominio, distingue entre Aparatos Represivos del Estado (ARE) que funcionan mayoritariamente mediante la violencia y AIE que utilizan principalmente la ideología; sigue la teoría del militante comunista Antonio Gramsci que se basó en la metáfora del Centauro de Maquiavelo1 para definir su noción de hegemonía cultural2, también toma del comunista italiano la consideración de que no es relevante que una institución sea pública o privada para distinguir si sirve al Estado o no, que lo importante es el funcionamiento de la misma. La construcción y conservación de la hegemonía no es una tarea sencilla, para ello se requiere una serie de instituciones y personas dedicadas a ello “Cada grupo social al nacer, se crea a la vez, una o 1 El poder se visualiza como un centauro, tiene una parte de bestia (el uso de la fuerza y la coerción) y una parte humana (el consenso y la persuasión), para mantener su dominio tiene que hacer un uso equilibrado de las dos. 2 Una situación de dominio que se normaliza a través de la cultura y el sistemas de valores de una sociedad de tal forma que deja de ser percibida como tal por los propios dominados.

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varias castas de intelectuales que le dan homogeneidad y conciencia de la propia función no sólo en el campo económico, sino también en el social y político”3, esas personas necesitan poseer lo que Ortega y Gasset denominó como “saber mandar”, una cualidad esencial para perpetuar la separación entre la clase dominante y las clases sujetas a su dominio. La adquisición de esa cualidad junto con la creación de capital social y simbólico necesario para la cohesión de la clase dominante son las funciones principales que cubre la universidad caracterizada como AIE, sobre todo en su versión elitista, que como veremos a continuación ha sufrido muchas transformaciones, desde la emergencia de la universidad de masas como consecuencia de cambios en el modelo productivo, hasta el proceso de mercantilización que comenzó a finales del siglo XX y seguimos padeciendo en la actualidad. Universidad de élites, universidad de masas, universidad-empresa La universidad decimonónica cumplía a la perfección la función de formar a la élite dominante, las clases populares estaban excluidas de ella a causa de su elevado precio y de la dificultad de disponer del tiempo necesario para estudiar debido a la jornada laboral. Gran parte de la población era analfabeta lo que facilitaba su dominio por parte de las élites formadas en la universidad que ocupaban las posiciones más influyentes en las administraciones públicas, la industria y las instituciones políticas. La comunidad universitaria estaba formada por pocos estudiantes y pocos docentes, dedicados sobre todo a la transmisión y conservación del saber, aunque progresivamente la investigación científica fue adquiriendo importancia. A lo largo del siglo XX, el progreso tecnológico e industrial, el crecimiento de la administraciones públicas y el desarrolló de la economía financiera aumentó la demanda de mano de obra cualificada, la universidad fue poco a poco “invadida” por sectores pertenecientes a las clases populares que veían en ella una gran oportunidad de ascenso social. Las universidades incorporaron el sistema de títulos que acreditaban la capacitación profesional para desempeñar una profesión determinada, de este modo se vinculó con el mercado de trabajo, lo que supuso una contradicción para el modelo elitista ya que tenían en su seno a estudiantes que no estaban llamados a ocupar posiciones dominantes, la respuesta a esta contradicción fue la creación de las universidades privadas que se establecieron como canal de formación de élite mientras que la educación superior pública se transformo en el modelo de la universidad de masas. La masificación de la universidad fue ampliada por una serie de factores de los que destacan las políticas influenciadas por el keynesianismo puestas en marcha tras la Gran Depresión de 1930 (New Deal) y extendidas al resto del bloque occidental por medio del plan de ayudas a los países europeos que más sufrieron las consecuencias de la guerra pensado para contener la expansión del socialismo real (Plan Marshall), este plan conllevó la creación de la Organización Europea para la Cooperación Económica4 que coordinó el establecimiento de los “Estados de Bienestar” en los países europeos siguiendo el modelo estadounidense y conformando el bloque occidental. Otro de los factores clave fue la incorporación del conocimiento científico al proceso productivo y la organización racional del trabajo (taylorismo5 y fordismo6) que provocaron la re-estructuración del 3 Gramsci, A. (1981) La alternativa pedagógica (p. 48). Barcelona, España: Fontamara. 4 En 1961 con la entrada de Estados Unidos y Canadá pasó a ser la Organización para la Cooperación y el Desarrollo económico (OCDE). 5 Método de organización del trabajo ideado por Frederick Taylor. Se caracteriza por el control de los tiempos de producción, el disciplinamiento de la mano de obra, la reducción de costes de producción por medio de la bajada de salarios y la remuneración extraordinaria por criterios de eficiencia. 6 Reformulación del modelo de Taylor, a consecuencia de la conflictividad laboral que provocó, ideado por Henry Ford. Se caracteriza por el montaje en cadena, la especialización de la mano de obra, el control de los tiempos de producción, el aumento del salario de los trabajadores y la estandarización.

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mercado laboral y precisaban de un gran número de técnicos y supervisores, la formación de esos llamados “cuadros medios” se llevaba a cabo en las universidades. La emergencia de la universidad de masas no supuso la transformación de su estructura interna, la masificación no se tradujo en una democratización de la misma que seguía manteniendo su carácter autoritario, esta contradicción fue una de las causas principales de la oleada de protestas estudiantiles de los años 60 como más adelante examinaremos detenidamente. Como consecuencia de esos conflictos se llevaron a cabo algunas reformas, pero siguió manteniendo su esencia. Las crisis de los 70 sacudieron al bloque occidental al completo y produjeron importantes pérdidas en los mercados de valores y un fenómeno hasta entonces desconocido, la estanflación7. La visión de economistas neoliberales (Escuela de Chicago) que cuestionaban las políticas keynesianas, que se mostraron incapaces de gestionar esta situación, fue ganando terreno en los partidos conservadores, su propósito se puede resumir en “ampliar los espacios de valorización del capital para recuperar las tasas de ganancia industriales al nivel del ciclo expansivo de posguerra , desmontando el pacto keynesiano y las conquistas de la clase obrera del periodo precedente”8, este modelo se puso en práctica durante la dictadura de Augusto Pinochet en Chile (que se utilizó como laboratorio económico) y fue implementado en occidente a partir de los años 80, los principales exponentes de la ofensiva neoliberal fueron los gobiernos de Ronald Reagan en EEUU y Margaret Thatcher en el Reino Unido, pero no será hasta la caída del muro del Berlín y del bloque socialista a principios de los 90 (el “fin de la historia”) cuando esta doctrina económica hegemonice la mayoría de instituciones políticas y económicas, extendiéndose globalmente por medio del Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y la Organización Mundial del Comercio. Las señas de identidad del neoliberalismo son bastante conocidas: desregulación de los mercados económicos (desde el financiero hasta el laboral), privatización de sectores públicos y recortes presupuestarios a servicios sociales; todo ello acompañado de una “neolengua” característica: flexibilidad, competitividad, eficiencia, empleabilidad, fluidez...etc. El cambio de modelo económico vino parejo a la transformación del modelo productivo, el post-fordismo9, que fue sustituyendo progresivamente al fordismo y como consecuencia modificó considerablemente el mercado laboral y las funciones de la universidad, la demanda de mano de obra se especializó cobrando más importancia los sectores relacionados con la investigación de nuevas tecnologías donde se destinó la mayoría de la inversión; pero ese cambio en el modelo productivo se produjo mientras la universidad de masas seguían aún vigente, numerosos informes de “expertos” comenzaron a criticar la falta de adaptación de la universidad a los nuevos tiempos; entre los ejes vertebradores de esos análisis destacaban la necesidad de una mayor participación de las empresas en la investigación y en la financiación, una especialización de las carreras universitarias según las necesidades del mercado laboral, un cambio en la financiación con la idea de hacerla rentable, una modificación de la gobernanza siguiendo el modelo de la nueva gestión pública y la orientación del sistema universitario a la búsqueda de la “excelencia”. El modelo universitario europeo sufrió una transformación radical con la asunción de esta nueva lógica a través de diferentes reformas de la cual destaca el proceso de Bolonia inciado en 1999 con la creación del Espacio Europeo de Educación Superior. Estas reformas desarrolladas en el Estado español mediante la Ley Orgánica 4/2007 y los sucesivos reales Decretos establecieron el sistema 7 Combinación de inflación y estancamiento económico. Supone la quiebra del modelo keynesiano. 8 Sevilla, C. y Urbán, M. (2008). Tesis sobre la universidad y el movimiento estudiantil. En X. Albizu, J. Bernat y J. Fernández (coords.), Movimientos estudiantiles: resistir, imaginar, crear en la universidad (p. 64). Donostia, España: Gakoa. 9 Modelo productivo originado en Japón que se desarrolló tras la crisis de lo 70. Se caracteriza por la especialización flexible, el mayor uso de tecnologías de información, la organización empresarial en red, la automatización y el sistema de gestión de stocks just-in-time.

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de créditos europeos (ECTS) mediante el cual se mide el tiempo de estudio, reconfiguraron los planes de estudios añadiendo la planificación del mismo y un control de calidad, introdujeron el “aprendizaje permanente” que distingue entre conocimientos, destrezas y competencias; modificaron las metodologías docentes (enseñanza teórica básica y enseñanza práctica tutorizada) y revisaron el modelo de financiación de las universidades entre otras cuestiones; pero sin duda, lo más significativo fue la sustitución de las diplomaturas y licenciaturas por el grado y los postgrados, ésto ha supuesto una devaluación de los títulos universitarios ya que los años lectivos se homogeneizaron a cuatro años, asignaturas que antes eran anuales pasaron a ser cuatrimestrales con la consiguiente pérdida de carga lectiva que ello conllevó, el objetivo de esto era que las asignaturas de grado tuvieran un carácter general para reservar la especialización a los postgrados. Como se puede apreciar en la gráfica número 110, el número de postgrados se ha incrementado notablemente y mantiene una tendencia creciente, lo que configura un mercado de formación especializado que completa la formación general que se recibe durante el grado.

Parejo al incremento del número de titulaciones de Máster y de estudiantes matriculados, se ha producido una subida en el precio medio del crédito matriculado en los Másteres Oficiales como demuestra la gráfica número 2.11

10 Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. (2012). Datos y cifras del sistema universitario español (p. 22). Madrid, España: Secretaría General Técnica. 11 Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. (2012). Datos y cifras del sistema universitario español (p. 46). Madrid, España: Secretaría General Técnica.

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Si se comparan los datos de las dos gráficas anteriores como en la siguiente tabla se puede observar que la tendencia general es que a mayor número de Másteres en el “mercado” mayor es el precio medio del crédito12.

Nº Másteres

2006-07

2007-08

2008-09

2009-10

2010-11

2011-12

829

1539

1736

2036

2423

2688

Precio C. 19.55 € 22.85 € 24.00 € 23.45 € 24.90 € 25.75 € Simplificando, se puede decir que se ha producido un considerable encarecimiento de la enseñanza universitaria, con el plan antiguo de las licenciaturas se adquiría una buena preparación sin necesidad de cursar otro ciclo de estudio, el paso a los planes de estudios de grado ha supuesto sencillamente pagar más por menos, por un lado se han incrementado las tasas de matriculación de las asignaturas y por otro se han reducido competencias adquiridas y carga lectiva. Gran parte de los títulos de grado quedan incompletos sin la realización de uno o varios másteres, además hay que añadir a esto el fenómeno de la “especialización flexible” que es un bonito eufemismo que viene a decir que lo que se ha estudiado en una época puede quedar desactualizado u obsoleto y es necesario re-especializarse, es decir, cursar otro programa de formación para volver a situarse en el mercado, esa es la realidad que esconde la “formación permanente”. Otra de las amenazas mercantilizadoras que se ciernen sobre la universidad europea es el de las becas préstamo, que a medida que se vaya extendiendo irá configurando una nueva concepción de la universidad. Desde hace un tiempo ya se están empezando a oír discursos favorables a los préstamos estudiantiles que argumentan que el Estado no puede hacerse cargo de subvencionar el coste de educación de muchos estudiantes “ineficientes”, proponen como solución que cada estudiante devuelva el importe que se invierte en él a lo largo de su vida laboral. Como se puede apreciar lo que proponen básicamente es un calco del modelo estadounidense, la investigadora y activista estadounidense Annie Mc Clanahan conoce bien ese sistema y afirma que “lejos de ofrecer un modelo de reciprocidad, obligación y dependencia, estas nuevas formas de crédito en realidad ponen en marcha nuevas estructuras de privatización e imponen nuevos modelos de disciplina política.”13 Por suerte aún no se ha extendido demasiado en nuestro sistema universitario, pero sin duda, esta cuestión ocupara un lugar central en los movimientos estudiantiles futuros. La subjetividad estudiantil Cada tipo de universidad al igual que corresponde a un modelo de producción determinado genera una subjetividad estudiantil determinada, aunque ésta siga dependiendo en gran parte de los orígenes sociales de cada estudiante. La universidad de élites al estar compuesta en su mayoría por descendientes de la clase dominante generaba una subjetividad estudiantil poco conflictiva consciente de su origen y su destino; a media que avanzaba el proceso de masificación de la universidad y con la incorporación de las clases populares al medio universitario es cuando se comenzaron a generar identidades conflictivas como fruto de la contradicción entre su origen, su destino incierto y las inquietudes sociales y políticas que iban adquiriendo, como consecuencia de esto, reconocieron el propio espacio universitario como un campo de batalla ideológico necesario para articular proyectos de cambio social y actuaron en función de ello; con el proceso de mercantilización de universidad y la hegemonización de la ideología neoliberal las identidades colectivas han ido perdiendo fuerza y se ha configurado un estudiante centrado en la búsqueda del éxito individual, no obstante este proceso también ha generado resistencia por parte de los sectores 12 Se han sumado y divido entre dos los precios por año de máxima y mínima experimentabilidad. 13 McClanahan, A. (2013). Viviendo endeudados, activismo estudiantil y financiarización de la deuda. En J. Fernández, C. Sevilla y M. Urbán (coords.), De la nueva miseria (pp. 123-148). Madrid, España: Akal.

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más concienciados y politizados que se niegan a resignarse y a aceptar la victoria de la clase dominante y luchan por cambiar la correlación de fuerzas. Uno de los debates recurrentes en el seno del movimiento estudiantil es si el estudiantado puede ser considerado o no como una clase social. Los que defienden que si son una clase aparte argumentan que en la universidad se adquiere una identidad característica fruto de las condiciones concretas de su paso por ella donde la identidad de clase (entendida en términos dicotómicos: burguesíaproletariado) queda difuminada debido a que allí se relacionan los hijos de la clase trabajadora y los de la clase dominante en condición de relativa igualdad y comparten problemas comunes. Por contra los que consideran que no son una clase aparte argumentan que en el medio universitario se representa la división entre burguesía y proletariado, por mucho que se puedan llegar a relacionar miembros de distintas clases sociales llega un punto en el que el conflicto de intereses se hace patente. No es ninguna tontería este debate porque en base a estos argumentos unos defienden un movimiento estudiantil de carácter interclasista centrado en las cuestiones meramente educativas y otros defienden un movimiento estudiantil de carácter clasista con una fuerte vinculación con el sindicalismo y las luchas laborales. Cada una de ellas tiene su parte de razón, aunque tomadas por separado no son capaces de explicar toda la complejidad del asunto. La primera tiene un cierto regusto a postmodernidad, deja a un lado el conflicto entre capital y trabajo para centrarse en una cuestión específica, al considerar el medio universitario como algo aparte llega a las conclusiones de que los estudiantes pueden ser considerados como un sujeto propio con objetivos comunes independientemente de su estatus económico-social. La segunda peca de simplismo y maniqueísmo, se muestra incapaz de explicar por qué algunos hijos de la clase dominante toman parte activa en la lucha estudiantil y muchos hijos de trabajadores se mantienen indiferentes o incluso manifiestan hostilidad hacia el movimiento, responde a esta contradicción con la fórmula marxista clásica de la traición de clase que es aceptada como argumento válido por algunos pero que tiene graves deficiencias que fueron superadas por el análisis de teóricos marxistas contemporáneos mediante la noción de hegemonía explicada anteriormente. Si hay algo que característico del estudiantado que configura su subjetividad es su transitoriedad, como ponen de manifiesto Carlos Sevilla y Miguel Urbán: “Los estudiantes no son una clase, sino que se encuentran situados en una condición temporal: son trabajadores intelectuales aprendices que apenas cobran conciencia de en cuanto comunidad ya se dispersan y quedan neutralizados. Pero en el breve interludio de su preparación forman un grupo compacto que ha demostrado un enorme impulso político país por país.”14 Los teóricos marxistas diferenciaban entre clase en sí (compartir condiciones objetivas de existencia) y clase para sí (tomar conciencia de su propia condición y actuar en consecuencia), como hemos visto anteriormente que el estudiantado no puede ser considerado como una clase social utilizaremos una distinción equivalente: estudiante-masa y estudiante-social. Ambos comparten situaciones objetivas muy parecidas (los planes de estudio, exámenes, clases...etc.), la diferencia es que el estudiante-social toma conciencia de su propia condición y orienta su acción a la superación de ella, esa toma de conciencia es fruto de un uso diferente de su tiempo. El estudiante-masa ocupa su tiempo con la actividad lectiva y utiliza el ocio de forma evasiva 14 Sevilla, C. y Urbán, M. (2008). Tesis sobre la universidad y el movimiento estudiantil. En X. Albizu, J. Bernat y J. Fernández (coords.), Movimientos estudiantiles: resistir, imaginar, crear en la universidad (p. 67). Donostia, España: Gakoa.

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consumiendo generalmente cultura de masas, se puede hacer analogía con la clase obrera industrial que tras la jornada de trabajo se reunía en la taberna; el estudiante-social aparte de estudiar ocupa su tiempo con movilizaciones, asambleas y actos político-culturales, a veces hasta emplea tiempo de ocio en ellos, se interesa por el entorno que le rodea y consume sobre todo productos contraculturales, igualmente se puede hacer analogía con la clase obrera organizada en partidos y sindicatos que tras la jornada laboral se reunía en las casas del pueblo y los ateneos. Una de las cuestiones que más preocupan de forma interna a los militantes estudiantiles es como forzar el paso de estudiante-masa a estudiante-social, como lograr que las “masas” tomen conciencia de su potencial y se unan a su proyecto. Esta cuestión ha sido considerada como el “santo grial” de la mayoría de movimientos sociales y políticos de la historia; el paso de clase en sí a clase para sí del proletariado industrial de los siglos XIX y XX y la formación de los movimientos obreros fueron consecuencia de un largo proceso de toma de conciencia. organización y movilización, además contaba con un relevo generacional y una transmisión de conocimientos y experiencias gracias a la institucionalización de los mismos por medio de organizaciones estables como partidos y sindicatos. El principal problema de los movimientos estudiantiles es precisamente la transitoriedad comentada anteriormente, el proceso de concienciación y politización de un estudiante requiere de tiempo, que es precisamente de lo que carece la propia condición estudiantil. Un estudiante de grado lo es generalmente durante cuatro años, que es un tiempo insuficiente para que se lleve a cabo ese proceso en condiciones normales a no ser que se produzca un acontecimiento excepcional de concienciación masiva15 y participe de forma activa en él. Otro hándicap de la mayoría de movimientos estudiantiles es la falta de organizaciones estables que generen un efectivo relevo generacional y la transmisión de conocimientos de los militantes más curtidos que lo abandonan a los que comienzan a participar en ellos, esta informalidad provoca que se pierda una gran cantidad de información y en cierto modo cada nueva generación tenga que empezar casi de cero, lo que se conoce como el eterno retorno. Hay países con movimientos estudiantiles institucionalizados16 como Chile en los que esto no ocurre y esa es una de las causas principales de la gran fuerza e influencia en la sociedad que alcanzan. Precisamente de Latinoamérica es de donde se ha importado la estrategia de creación de poder popular que gran parte de los movimientos sociales y políticos de la actualidad están llevando a cabo, consiste en la toma de conciencia por medio de pequeñas victorias y la articulación de la fuerza acumulada de forma colectiva, invertir la lógica neoliberal de hacer de los problemas colectivos una cuestión individual haciendo de las condiciones individuales causas colectivas, prácticamente consiste en una reinvención del sindicalismo pero situada fuera del ámbito laboral, abarcando todos los aspectos sociales. Esta estrategia está empezando a ser utilizada por numerosos movimientos estudiantiles con efectos muy satisfactorios. La universidad como escenario político: limitaciones y oportunidades Althusser en su ensayo sobre los AIE no se limitó a definirlos como un simple objeto de la lucha de clases, fue más allá en su análisis y los caracterizó como un espacio de la lucha de clases con sus contradicciones internas donde se disputan batallas por la hegemonía (Althusser, 1988). La universidad es uno de los AIE por excelencia, ya hemos visto anteriormente cuales son las principales funciones que desempeña en el proceso de producción y en la sociedad, teniendo esto en cuenta parecería a simple vista que la universidad es una institución que cumple una función de 15 Con este concepto nos referimos a fenómenos que afectan transversalmente a una sociedad y no pueden ser ignorados, los que participan en uno de ellos adquieren una rápida concienciación y politización y quedan marcados por él. Unos ejemplos serían los sucesos de Mayo del 68, el foro social contra el G8 en Genova y el 15M. 16 La Confederación de Estudiantes de Chile fundada en Octubre de 1984.

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creación de hegemonía para la clase dominante y que cualquier proyecto político y social transformador debería combatir. Los diversos movimientos estudiantiles de los últimos sesenta años han considerado de diversas formas esta contradicción, por un lado han intentado reformarla desde dentro, es decir, democratizarla; por otro han utilizado su espacio para disputarle la hegemonía, y por último han buscado ir más allá de ella, su superación. Las reivindicaciones estudiantiles previas al estallido de Mayo del 68 muestran el predominio de una ideología socialdemócrata basada en los principios de delegación y representación que suponen un gran contraste con el ciclo de luchas posterior que desde los primeros momentos abandonó cualquier proyecto de reforma interna de la Institución y centro su actividad política hacia el exterior (Toscano, 2013). Las revueltas de Mayo del 68 fueron el resultado de un proceso de radicalización del movimiento estudiantil que comenzó con los sucesos del 2 de Junio de 1967 en Berlín Occcidental donde un estudiante fue asesinado por la policía en una protesta contra el Sha de Irán, esto provocó la aparición de diversos grupos que tomaban como estrategia la guerrilla urbana y ejercían una gran influencia en el movimiento estudiantil alemán que se fue extendiendo al resto de países. Durante el año de 1967 se puso en marcha un proceso de reforma de la universidad que los sectores más radicalizados consideraron como un lavado de cara superficial que no afectaba a las funciones de reproducción social. Tras haber fracasado en sus intentos de reforma institucional decidieron organizar una contra-universidad dentro de la universidad, la “Kritische Universität” que consistió en una ocupación permanente de sus instalaciones, donde se mantuvo una crítica constante a los planes de estudios y al sistema de evaluación, se pusieron en práctica modelos de pedagogía colectiva, se crearon numerosos grupos de estudio de teoría revolucionaria y se reivindicó un modelo de educación que formara sujetos críticos en lugar de mano de obra cualificada para el mercado laboral. La experiencia de Berlín fue emulada en Trento donde se organizó la “Universita negativa”, ambas fueron un ejemplo de la combinación de crítica y transformación, del contenido y la forma de educación, tomando para ello el tiempo y el espacio necesario (Toscano, 2013). Estas experiencias supusieron la articulación de un contra-poder estudiantil, “es imposible hacer un uso antagónico o emancipatorio de espacios y tiempos sin alguna práctica del poder, como quiera que esté organizada, plantear la cuestión del poder parece necesario para empujar la politización mas allá de sus límites físicos e institucionales.”17, Para los jóvenes editores de New Left Review (1969) las prácticas de ejercer el control organizando comités de acción, debates, conferencias, planes de estudios y seminarios eran manifestaciones de la revolución desde abajo pero no equivalían a la victoria, ya que eran un estado transitorio puesto que tarde o temprano ser volvería a la “normalidad” y a retomar el camino de las reivindicaciones graduales, la finalidad de la lucha estudiantil era actuar de catalizador para consolidar un bloque revolucionario con las demás fuerzas de la clase trabajadora. Las oportunidades de acción política que ofrece la universidad se pueden resumir en tres categorías; política en la universidad, donde se incluyen la representación estudiantil, las reformas o intentos de reforma interna y en general todos los métodos de participación dentro de los canales institucionales establecidos; política contra la universidad, que supone la utilización del espacio universitario con carácter contrahegemónico, disputándole la hegemonía a la propia institución en su terreno desafiando sus lógicas internas, algunos ejemplos serían las experiencias de la “Universidad crítica” y la “Universidad Negativa” comentadas anteriormente, los encierros en sus instalaciones, la modificación de su espacio mediante pintadas y carteles, la realización de asambleas de estudiantes 17 Toscano, A. (2013). La universidad como espacio político, problemas y perspectivas. En J. Fernández, C. Sevilla y M. Urbán (coords.), De la nueva miseria (p. 69). Madrid, España: Akal

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fuera de los canales de representación institucional, en general, todas las acciones o formas de participación que pongan en cuestión la legitimidad de la institución y generen nuevas formas de legitimidad propias desde abajo; y por último política más allá de la universidad que consiste en la superación de la propia universidad como espacio político y la integración del movimiento estudiantil en un frente más amplio de intención revolucionaria, el mayor ejemplo de ella fue la unión de los estudiantes de las universidades parisinas con los obreros de las fábricas durante los sucesos de Mayo del 68. Cada una de estas formas de hacer política en la universidad no se encuentra aislada de las demás, forman parte de un proceso y lo más frecuente es que se entremezclen unas con otras, los repertorios de acción colectiva de los movimientos estudiantiles contemporáneos son muy variados. Que se realicen asambleas de estudiantes no es excluyente de la participación institucional, frecuentemente son complementarias y lo ideal es que se produzca una sinergia entre ellas, una retroalimentación positiva entre los canales de representación y el movimiento estudiantil de base. También se suele identificar erróneamente cada una de ellas con diferentes niveles de compromiso y radicalidad o incluso criticar las formas de participación institucional como “reformismo”, hay que tener en cuenta que gran parte de las reivindicaciones de democratización interna de la universidad como la revocación de los estatutos, la gestión de los presupuestos por parte de la comunidad educativa, el control de los planes de estudio y la reincorporación de los servicios externalizados (reprografía, cafetería, limpieza, seguridad...etc) actualmente son inasumibles ya que ponen en cuestión el modelo universitario en su conjunto, como pone de manifiesto Alberto Toscano (2013) “los cambios significativos en los procedimientos son mucho más difíciles que las serias aunque fugaces experiencias de democracia.”18 Este tipo de reformas antes se encontraban con la resistencia de las autoridades por motivos puramente ideológicos, pero ahora se encuentra con obstáculos económicos y estructurales más complicados de superar como las políticas de austeridad impuestas por parte del Gobierno. Simplemente utilizando una de las formas de hacer política en la universidad no hay posibilidad de cambiar la situación, los movimientos estudiantiles más maduros comprendieron hace tiempo esa cuestión y ponen en práctica estrategias y tácticas combinadas. Desde la política institucional exclusivamente poco se puede conseguir salvo mantener las posiciones alcanzadas o incluso retroceder, un movimiento de base por sí solo tiene dificultad para materializar sus conquistas y un movimiento que solo luche en su frente corre el riesgo de caer en el corporativismo; un movimiento de base apoyado institucionalmente y con alianzas con otros sectores de la sociedad es la clave para ir avanzando posiciones hacia nuevos horizontes. Conclusiones Recapitulando, la universidad cumple funciones esenciales para el mantenimiento y reproducción del sistema capitalista; esas funciones han ido cambiando a lo largo de la historia según las transformaciones que ha sufrido como consecuencia de los cambios estructurales en el modelo productivo; cada re-estructuración ha ido modificando las condiciones concretas de existencia y configurando una subjetividad estudiantil mediada por su posición en la escala social, el paso de estudiante-masa a estudiante-social se realiza mediante una utilización diferente de los tiempos de estudio y ocio, el movimiento estudiantil es la manifestación política de esa subjetividad articulada de forma colectiva; el espacio del movimiento estudiantil es la propia universidad que no es simplemente un objeto, sino también un escenario donde se reproduce el conflicto entre capital y 18 Toscano, A. (2013). La universidad como espacio político, problemas y perspectivas. En J. Fernández, C. Sevilla y M. Urbán (coords.), De la nueva miseria (p. 75). Madrid, España: Akal

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trabajo, en ella se desarrolla una lucha por la hegemonía en la cual los movimientos estudiantiles participan con diversas formas de acción política (en, contra y más allá). Concluimos afirmando que aunque se consiguieran eliminar todas las barreras de acceso a la universidad, se lograra una efectiva igualdad de oportunidades, se garantizara una buena financiación pública y se alcanzara un mayor grado de representatividad en los órganos institucionales universitarios, la universidad seguiría manteniendo su función de reproducción de las condiciones productivas y la ideología dominante mientras la base económica del sistema (propiedad privada de los medios de producción) se mantuviera intacta. Además, las reformas mencionadas anteriormente entran en una clara contradicción con la estructura del sistema productivo actual y son imposibles de realizar sin llevar a cabo una transformación radical de éste. No obstante, no renunciamos a la utilización de la universidad como espacio político, siendo conscientes de sus limitaciones consideramos que ofrece muchas oportunidades ya que los estudiantes son el futuro de la sociedad y son un motor de cambio necesario para articular proyectos políticos y sociales que hagan de este mundo un lugar más habitable.

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Referencias – –



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Althusser, L. (1988). Ideología y Aparatos Ideológicos del Estado. Buenos Aires, Argentina: Buena Visión. Bergantiños, M. e Ibarra, P. (2008). Movimientos estudiantiles: de Mayo del 68 a la actualidad. Sobre las experiencias utópicas de un movimiento peculiar. En X. Albizu, J. Bernat y J. Fernández (coords.), Movimientos estudiantiles: resistir, imaginar, crear en la universidad (pp. 11-27). Donostia, España: Gakoa. Fernández, J., Servilla, C. y Urbán, M. (2013). La universidad como campo de batalla de la lucha de clases. En J. Fernández, C. Sevilla y M. Urbán (coords.), De la nueva miseria (pp. 15-42). Madrid, España: Akal. Gramsci, A. (1981). La alternativa pedagógica. Barcelona, España: Fontamara. McClanahan, A. (2013). Viviendo endeudados, activismo estudiantil y financiarización de la deuda. En J. Fernández, C. Sevilla y M. Urbán (coords.), De la nueva miseria (pp. 123-148). Madrid, España: Akal. Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. (2012). Datos y cifras del sistema universitario español. Madrid, España: Secretaría General Técnica. Sevilla, C. y Urbán, M. (2008). Tesis sobre la universidad y el movimiento estudiantil. En X. Albizu, J. Bernat y J. Fernández (coords.), Movimientos estudiantiles: resistir, imaginar, crear en la universidad (pp. 61-74). Donostia, España: Gakoa. Toscano, A. (2013). La universidad como espacio político, problemas y perspectivas. En J. Fernández, C. Sevilla y M. Urbán (coords.), De la nueva miseria (pp. 67-77). Madrid, España: Akal.

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