LA UNIVERSIDAD DEL SIGLO XXI: Perspectivas para la educación

August 14, 2017 | Autor: F. Álvarez Simán | Categoría: Universidad
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Descripción

LA UNIVERSIDAD DEL SIGLO XXI: Perspectivas para la educación


"Cuán insensato es el hombre que
deja transcurrir el tiempo estérilmente".



Goethe
En el futuro previsible todos los ámbitos de la actividad humana estarán
más interrelacionados, de manera tal que ningún país podrá apartarse de lo
que ocurre en otras regiones del mundo. Los países más desarrollados están
agrupándose en unidades políticas o comerciales para participar con mayores
ventajas en la competencia internacional. Esta integración ocurre al mismo
tiempo que se presenta un descenso en el ritmo de crecimiento de su
población, que aumentan las expectativas de vida, que se dan cambios en las
estructuras sociales y económicas, y que se genera un creciente desempleo,
producto del esfuerzo de racionalización que en el entorno mundial han
emprendido las grandes empresas, seguido de una reducción simultánea de las
estructuras de gobierno.
La alta tecnificación de los procesos productivos, por su parte, hará que
los países desarrollados dependan menos de una mano de obra abundante y
barata; por el contrario, las áreas de servicios no especializados y poco
remunerados dependerán de manera creciente de la mano de obra de los países
con menor grado de desarrollo. Los sectores de la sociedad menos preparados
se sentirán amenazados por una creciente migración, que agudizarán las
tensiones políticas y sociales que ya existen. Una de las primeras
consecuencias será el establecimiento de políticas de migración más
restrictivas, con lo que se limitará esta válvula de alivio de los países
menos desarrollados y se agudizarán en ellos los problemas económicos y
sociales.
Por otra parte, la humanidad se encuentra inmersa en una profunda
transformación, cuya duración y alcance apenas se vislumbran, y que se
deriva de un crecimiento apresurado del conocimiento científico y
tecnológico -el cual se duplica cada veinte años- además del desarrollo de
nuevas tecnologías aplicables al manejo de la información y de las
comunicaciones. Esta nueva etapa, que se ha denominado "la era de la
información", se caracteriza por el gran incremento de la información
disponible y por su fácil acceso a través de medios electrónicos de
comunicación, así como por el alto grado de especialización que requiere el
mercado de trabajo y los cambios que se producen en su estructura.
Todo ello está conformando un nuevo orden económico y social, en el que las
sociedades que logren destacar serán aquellas que tengan una gran capacidad
para utilizar oportuna e inteligentemente la vasta información
universalmente disponible, y adaptarse rápida y productivamente a las
cambiantes condiciones que se darán con un ritmo cada vez más acelerado.
En este nuevo orden, los grupos laborales altamente capacitados, las
organizaciones sociales, los sectores académicos y los medios jugarán un
papel decisivo. También es cierto que nunca había existido tanta gente en
pobreza extrema, tan aislada de los grandes avances que se están dando en
otras partes del mundo.
Por lo que corresponde a Chiapas, éste es un estado promisorio, rico en
recursos naturales y en una sociedad pluriétnica y multicultural; también
es un estado afectado por las más hondas disparidades y asimetrías
nacionales. Nuestra entidad no debe quedarse rezagada, como simple testigo
del progreso y de los avances del conocimiento en un mundo globalizado que
se torna cada vez más competitivo, pero tampoco puede desconocer las
tensiones que la pobreza y la ignorancia generan. Los chiapanecos debemos
tener la inteligencia y la generosidad para construir, en circunstancias
ciertamente adversas, un estado con un futuro digno y humanista para todos.


En este proceso de transformación las universidades tienen un papel
determinante, ya que deben formar los recursos humanos que la sociedad
necesita, contribuir al desarrollo de nuevas habilidades en la práctica
profesional -tales como la selección y análisis de información, el trabajo
en equipo, la disposición al aprendizaje continuo, el manejo de idiomas, la
asertividad, la creatividad e innovación para la solución de problemas,
generar los conocimientos y la información necesarios para tomar decisiones
y, sin duda, contribuir a preservar y enriquecer los valores sociales y
culturales.
Los modelos educativos y los planes de estudio habrán de experimentar
profundas transformaciones ante esta dinámica, con el consecuente cambio en
el perfil del egresado, a su vez, los modelos de organización de las
instituciones de educación superior habrán de reformarse. Las nuevas
condiciones requieren de planes de estudio mucho más flexibles, que
permitan adaptarse a la rápida emergencia de innovaciones y nuevos
conocimientos, en los que, a partir de una base profesional bien definida,
los alumnos tengan la posibilidad de complementar su formación en otros
espacios de la universidad, estableciendo así puentes naturales de
comunicación con otras disciplinas.
La labor educativa de las universidades es ya objeto de profundos cambios,
al menos en lo que se refiere a la función tradicional de transmisión del
conocimiento. El estudiante tiene ya acceso desde su casa, a través de
modernas redes de comunicación, a cursos y conferencias impartidos por los
mejores profesores, así como a documentos y materiales gráficos, animados e
interactivos, de muy alta calidad.
La educación del futuro será, en diversas maneras de Educación Continua y a
Distancia, aunque cada vez más activa, sin embargo el estudiante recibirá
un menor número de lecciones presénciales tradicionales. La nueva pedagogía
permitirá orientar a los jóvenes al desarrollo de capacidades y destrezas
creativas, a la selección apropiada de la información y a la habilidad para
formular preguntas más pertinentes y encontrar respuestas más apropiadas.
La labor del docente universitario se debe de orientar hacia la formación
de habilidades de razonamiento y formación de valores, dejando a un lado la
enseñanza rígidamente memorística. La enseñanza tutorial es cada vez más
relevante. Asimismo, necesitamos cambiar los hábitos de evaluación del
aprendizaje; al docente deberá valorar más a fondo los aspectos formativos
que los meramente informativos.
Si queremos que la universidad sea una instancia transformadora de la
sociedad y no sólo transmisora de conocimientos, métodos y procedimientos
que pronto podrán ser rebasados por los avances científicos, tecnológicos y
culturales, la investigación debe de constituirse en una actividad central
del proceso educativo.
Por último, la transmisión de saberes y haceres profesionales para formar
hombres y mujeres críticos e innovadores, capaces de transformar el entorno
en el que viven, sólo será posible mediante la promoción y fortalecimiento
de proyectos de docencia, investigación y Extensión con enfoques
multidisciplinarios, interinstitucionales y con una amplia incorporación
social. Diríamos que se habla de una universidad con una gran movilidad
horizontal en la que puedan interactuar libremente sus académicos y sus
estudiantes, independientemente del departamento o disciplina de
adscripción.
Las nuevas generaciones universitarias tienen frente a sí un serio desafío.
Por un lado deben ser capaces de adaptarse, no ya a cambios pequeños y
limitados, en una práctica profesional que evoluciona lentamente, como
ocurría hasta hace apenas un par de décadas, sino a un proceso de
transformación continua y acelerada, en todos los ámbitos del quehacer
humano, del que ningún individuo ni sociedad alguna pueden sustraerse.
Las nuevas generaciones universitarias deben ser capaces de aprender, no
sólo durante los años en que asisten a la escuela, sino a lo largo de toda
su vida activa. Deben trascender las barreras artificiales de sus
respectivas disciplinas para alcanzar enfoques multidisciplinarios y
comprensivos que permitan conocer y manejar integral y creativamente los
difíciles y complejos problemas a los que se enfrenta la sociedad. Las
nuevas generaciones universitarias deben estar preparadas para competir en
un mercado laboral que al mismo tiempo que aumenta su productividad
disminuye su oferta de empleo, fenómeno que se suscita en prácticamente
todas las economías del mundo.
Por otro lado, las nuevas generaciones deben desarrollar una conciencia de
su condición privilegiada de universitarios que se traduzca en una actitud
de compromiso con los menos favorecidos, que no han contado con la
oportunidad para acceder al mundo del conocimiento que significa la
educación superior.

En resumidas cuentas, las nuevas generaciones universitarias deben
comprender que si la sociedad no es capaz de ofrecer un futuro promisorio
para todos, se pueden romper los delicados equilibrios que se requieren
para avanzar hacia un progreso sustentable, cancelándose inevitablemente
las expectativas para todos, en cuyo caso los que más tienen serán los que
más pierdan. Debemos estar preparados para proponer soluciones que permitan
la inserción del país en un mundo que avanza a grandes pasos hacia
revolución del conocimiento, y, al mismo tiempo, que reduzcan la pobreza y
mejoren la distribución del ingreso.
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