La Unidad

La Unidad
José Chalco Salgado

Las ideologías son propias del entendimiento de la complejidad social. El Ecuador es esencialmente heterogéneo. Confluyen pueblos enteros y entre ellos, cada uno más distinto a otro.

Desde el espacio territorial ecuatoriano, es diverso. En un mismo país hay distintas regiones con realidades propias y en ellas, aún mayor complejidad social: religiones disímiles, costumbres opuestas, formas de ver el mundo propias, entre otras. Por ejemplo, basta con revisar cuántas lenguas pueden tener los indígenas y cuántas desiguales costumbres los mestizos, para en algo pensar esta complejidad social. A la diversidad no se la debe temer o maquillarla de improductiva y adversa. Al contrario, aquello sería una colonización del pensamiento, es decir una forma hegemónica de concebir la interculturalidad propia de un Ecuador, por mucho, en diversidad.

Y es que, la diversidad también permite complementarse, subsanar vacíos y permitir afrontar problemas en conjunto. Si todos fuésemos iguales o símiles no se podrían hacer muchas cosas. De hecho, gracias a la diversidad, se comprende el tratamiento médico y el que puede producirse por la cura ancestral de los yachaks. Ambos válidos desde las justificaciones que se quieran aportar.

Entonces, el proceso de unidad forjado por distintos actores políticos no es malo ni perverso. Es resultado, precisamente, del razocinio de la diversidad y complejidad social anotada. Ahora bien, hay algo que parece dejarse en claro, este proceso político no puede encontrar igualdad de sus actores en su pensamiento político y económico; al contrario sí parece sustentarse en advertir la existencia de diferencias y, que entre todos los problemas que tiene el país, la diversidad social no puede ser uno más.

Por mucho tiempo se ha reclamado la necesidad improrrogable de confluir tendencias e ideologías en un gran acuerdo nacional que permita construir política pública y gobernanza desde posiciones distantes a las del régimen actual. Seguro que a muchos -incluido al autor– preocupa ciertos integrantes del frente de la unidad. Empero, hay que forjar un espacio necesario hacia la tolerancia y desapego a los sectarismos que han confrontado al país y mucho daño han hecho ya.

Luego, es un error separar a la política del entendimiento de la interculturalidad. A la final lo que hoy en debate tiene que estar es la generación de un programa nacional que marque las pautas para los futuros años. En él ha de incluirse no una reingeniería legislativa que nada pueda hacer con la estructura del poder actual. Se tiene que desmontar el aparato concentrador que se ha construido, rehabilitar: el principio democrático, la separación y no injerencia de poderes, participación social sin criminalización, reconocimiento a la libertad, garantizar derechos y sobre todo, conocer que para ello el único camino es una Asamblea Constituyente que genere una nueva Constitución en donde una vez más, confluya la diversidad social.