La trastienda de La Farmacia en Alcibíades I.

July 26, 2017 | Autor: D. Aterciopelado | Categoría: Plato, Jacques Derrida, Jacques Derrida & Deconstruction
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Descripción

La trastienda de La Farmacia en Alcibíades.
Un texto no es un texto más que si esconde a la primera mirada, al primer llegado la ley de su composición y la regla de su juego. Un texto permanece además siempre imperceptible. La ley y la regla no se esconden en lo inaccesible de un secreto, simplemente no se entregan nunca, en el "presente", a nada que rigurosamente pueda ser denominado una percepción.
Jacques Derrida, La diseminación.
Introducción
En el presente trabajo se analiza la manera en la que la lectura derridiana de Platón puede coincidir con Alcibíades I. El surgimiento de dicha problemática se puede comprender en el seno de las discusiones que dicho diálogo ha originado; desde la controversia por la autenticidad del texto hasta la interpretación foucaultiana que nos sugiere la invención de conceptos por parte de Platón, el Alcibíades ha generado múltiples posturas que intervienen en nuestro acercamiento con el diálogo. Ahora bien, este ensayo no busca más que ofrecer otra postura para leer el Alcibíades en donde se atiendan los opuestos que Platón busca determinar en el diálogo.
La interpretación derridiana que aquí se recoge corresponde a la del texto de La farmacia. Aquí, el filósofo francés investiga Fedro con tal de saber cómo ocurre la condena de la escritura; sin embargo, Derrida examina en todo el corpus platónico estas operaciones de exclusión, haciendo una breve alusión al Alcibíades. En este ensayo se parte de la noción de "fármacon" en Fedro para hacerla coincidir con Alcibíades. Tal es, pues, el problema eje: ¿de qué manera se puede aterrizar dicha noción en el Alcibíades? La hipótesis del trabajo sugiere que la noción de cuidado presente en Alcibíades permite hacer dicho anclaje debido a la bivalencia que comparte con el significado de fármacon. Para argumentar esto, el trabajo se divide en dos partes: en la primera de ellas se busca explicar cómo es que Platón procede a diferenciar elementos a partir del cuidado; en la segunda parte se explica cómo se da el retorno de lo excluido mediante estas diferenciaciones. Las conclusiones serán un recuento del trabajo.
Precisiones: del remedio/veneno al cuidado.
El problema del fármacon es investigado por Jacques Derrida en el diálogo platónico Fedro. Lo que motiva al filósofo francés a problematizar dicha noción tiene que ver con las interpretaciones que sugieren que Platón rechaza la escritura en el texto ya mencionado. Para Derrida, el origen de tales interpretaciones se debe a la deliberada utilización del término fármacon por Platón, en la que la palabra "remedio" no tiene el significado "completo" que tenía fármacon en la lengua griega; el fármacon no es únicamente "remedio", sino que se trata también de "una fuerza cuyos efectos se dominan mal, de una dínamis siempre sorprendente para quien quisiera manejarla como amo y como súbdito". Con lo anterior, Derrida recupera la ambigüedad del fármacon, que consiste en ofrecer un antídoto a la vez de ofrecer un veneno. Ahora bien, aunque la escritura parezca estar condenada en Fedro, reaparece en líneas posteriores del diálogo cuando Sócrates le dice a Fedro que la escritura buena es la que "se escribe en el alma". Con esto, Derrida nos remite a la concepción del fármacon para argumentar así que la escritura no es excluida en el diálogo platónico; antes bien, la escritura "regresa" al diálogo como uno de los efectos de ser establecida como fármacon.
Semejante operación no resultaría posible si el fármaco-logos no cobijase en sí mismo esa complicidad de valores contrarios, y si el fármacon en general no fuese, antes de toda discriminación, lo que, dándose como remedio, puede corromper(se) en veneno, o lo que dándose como veneno puede resultar ser remedio, puede aparecer después de administrado en su verdad de remedio […] Es más bien [el fármacon] el medio anterior en que se produce la diferenciación en general, la oposición entre el eidos y su otro.
Habiendo expuesto lo anterior, en este primer apartado se establecerá un vínculo que relacione la ambigüedad del fármacon con la bivalencia del cuidado mencionada en Alcibíades. En el último apartado veremos cómo se da el retorno de lo excluido en dicho proceso diferenciador.
Los parágrafos por los que es posible hacer coincidir la ambigüedad del fármacon con el texto de Alcibíades desarrollan una discusión sobre lo que es importante cuidar. Previamente, Sócrates había cuestionado a Alcibíades acerca de cuál es el arte de gobernar, llevando al joven ateniense a una contradicción para demostrarle que no conoce dicho arte. Con esto, Sócrates empieza a indagar sobre la importancia del cuidado de sí; sin embargo, valiéndose de la noción de "cuidado", Sócrates/Platón realiza una serie de oposiciones para acabar privilegiando un solo aspecto: el alma.
Sóc. – Por consiguiente, cuando te preocupas de tus cosas, no te estás preocupando de ti mismo.
Alc. – De ningún modo.
Sóc. – Porque al parecer no es el mismo arte con el que cuidamos de nosotros mismos y de nuestras propias cosas.
Alc. – No lo parece.
Sóc. – Veamos, ¿con qué arte podríamos cuidar de nosotros mismos?
Alc. – No sabría decirlo.
Sóc. – Pero al menos en un punto estamos de acuerdo: en que no sería con el arte con el que pudiéramos mejorar cualquiera de nuestras cosas, sino con el que nos hiciera mejores a nosotros mismos.
Hay, por tanto, un cuidado del objeto y del cuerpo, y un cuidado de uno mismo. Sin embargo, hay que advertir que el cuidado "por sí solo" no implica nada, pues tiene que estar referido a un objeto para que adquiera valor; la sola idea de cuidar es, por tanto, ambigua, pues abre un horizonte de posibles significaciones sin que se sitúe en sólo una de ellas. De esta manera, Platón contempla dos polos en los que el cuidado puede tener sentido: el cuidado del objeto y el cuidado de uno mismo. Pero tal como Derrida observa que ocurre en Fedro con el fármacon, Platón privilegia tan sólo uno de estos opuestos: el que se refiere al alma. Platón aprovecha entonces la ambigüedad del cuidado para determinar una serie de oposiciones en las que uno de sus elementos será privilegiado sobre el otro: la interioridad sobre la exterioridad, el alma sobre el cuerpo, "uno mismo" sobre el objeto utilizado, etc. En tal consiste, pues, la idea del fármacon: la puesta en juego de un elemento indeterminado que ha de dar pauta a Platón para regularlo, enmarcando y remarcando así las diferencias que han de ubicar, en el caso de este diálogo, al cuidado de sí.
El retorno de lo excluido.
En páginas anteriores se había dicho que uno de los efectos del fármacon en Fedro consiste en hacer regresar lo excluido; lo que retorna en el diálogo citado es la "buena escritura" como resultado de "la preferencia de una escritura a otra, de una huella fecunda a una huella estéril, de una simiente generadora […] a una simiente desperdiciada en el exterior en pura pérdida". Si se ahonda en esta cuestión, se verá que dicho retorno se debe al mecanismo diferenciador con que el fármacon pretende ser aprovechado: aunque Platón haya escogido el polo negativo del fármacon para definir a la escritura, el polo opuesto de dicha noción aún "amenaza", pues la bivalencia "remedio/veneno" todavía subyace en su estructura. Dicho de otra manera, la matriz diferenciante del fármacon es utilizada por Platón para delimitar los opuestos, mientras que, paralelamente a esta operación de exclusión, la escritura puesta como fármacon aún tiene las posibilidades de degenerar(se).
La oposición en la que se hizo mayor énfasis en el apartado anterior era cuerpo/alma. Podemos cuidar de nuestros pies, de nuestro cuerpo, pero esto no implica que cuidemos de nosotros mismos. Por tanto, se recorta uno de los posibles polos del cuidado; si queremos cuidar de nosotros mismos hay, pues, que atenernos al alma. Esto, a su vez, dibuja la oposición en las que han de determinarse las ideas de exterioridad/interioridad, pues el conocimiento de sí que el oráculo de Delfos nos recomienda, y que además ha de ser un requisito para poder cuidar de nosotros mismos, aparece como una re-flexión que ha de dirigirse sobre "uno mismo", siendo este "sí mismo" un elemento diferente y totalmente extrínseco al cuerpo y a los objetos que utilizamos. Sin embargo, el punto de in-flexión de lo excluido se patenta cuando el conocimiento de sí –y por tanto el cuidado de sí también– es posible a partir de la "mirada a uno mismo". Por tanto, el alma mira tal y como los ojos lo hacen; pero si el alma "mira", lo hace en virtud del proceso por el que pretendía ser delimitada. El objeto que utilizamos y que Platón tanto insiste en Alcibíades por distinguirlo del sujeto que lo utiliza, reaparece como el medio necesario para el objeto de su preocupación; lo excluido (el cuerpo) retorna.
El mismo retorno se da con la exterioridad. El conocimiento de sí, que centra su atención en el alma distinta del cuerpo, es posible mediante "el objeto que al mirarlo nos veríamos al mismo tiempo a nosotros mismos". Se requiere entonces de un suplemento por el que esa mirada interior ha de poder realizarse; un suplemento que, además, ha de ser similar al alma, es decir, otra alma diferente a la nuestra. El alma del otro es puesta aquí como el objeto utilizado que, a diferencia del cuerpo, nos ofrece realmente la posibilidad de conocernos y de cuidarnos. Por tanto, si Platón excluye al cuerpo y a la exterioridad, lo hace en medida en que dichos elementos no ofrecen ningún medio para el cuidado de sí
Conclusiones
En el primer apartado se ubicaron las partes en que se puede hablar de fármacon en Alcibíades I. El "cuidado" es aquí el fármacon, ya que tiene una ambivalencia de la cual Platón se sirve para excluir al cuerpo y a la exterioridad y privilegiar así al alma y la interioridad como la valencia más importante del concepto de "cuidado de sí".
Después de investigar las dos valencias del concepto de "cuidado" y ver que se excluye al cuerpo y la exterioridad de este concepto, se vio en la segunda parte que Platón retoma la exterioridad y la inscribe como el medio por el cual el alma ha de conocerse a sí misma, es decir, rescata esta segunda valencia del cuidado y la hace parte de ese cuidado interior, del "cuidado de sí mismo", rescatando así una posible fisura en la construcción de esta nueva forma de pensar el concepto de "cuidado de sí".




Cf. Jacques Derrida, "La farmacia" en La diseminación, [Trad. del francés de J. Martín Arancibia], 7ª edición. España, Espiral/Ensayo, 1997, p. 182.
Se recoge aquí la transliteración ofrecida en el texto de Derrida.
Ibid., pp. 140-144.
Ibid., p. 144.
Cf., Fedro, 276a.
J. Derrida, op. cit., p. 189.
Alcibíades I, 128d3-128e.
Ibid., 129d-130b. Obsérvese con más atención las últimas líneas citadas, pues han de ser útiles para comprender el próximo apartado.
J. Derrida, op. cit., p. 227.
Vid. la nota al pie 8.
Cf. Alcib., 132d-133c.
Ibid., 132e.


Daniel S. Alvarado Grecco.
Minerva Jorge Olmedo.


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