La trascendencia del vacío en Madame Bovary

July 24, 2017 | Autor: Patricia Gongora | Categoría: Posmodernidad, Gilles Lipovetsky, Gustave Flaubert, Vacío existencial
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Descripción



La trascendencia del vacío en Madame Bovary
Por Patricia Góngora Alvarado
y Carolina May Valadez


También Emma hubiese querido, huyendo de la vida, evaporarse en un abrazo.
Gustave Flaubert

Madame Bovary (1856), obra representativa de Gustave Flaubert, marca el nacimiento de la novela moderna; el personaje central sobre el cual basaremos nuestro análisis es Emma Bovary, héroe novelesco, quien cumple con las características de la novela moderna. La visión de un mundo íntegro logra enajenar a Emma de la sociedad hasta ensimismarse, que se identifica con la búsqueda de un mundo ficcional alternativo. En la obra de Flaubert podemos apreciar "la consciencia melancólica de una historia que se acaba en circunstancias profundamente hostiles a la evolución del arte y de la novela en particular" (Kundera, 1985: 53).
Emma Bovary, va más allá del modernismo; trasciende como reflejo de la sociedad moderna capitalista, rompe estructuras con base en la crítica, siendo este el propósito de nuestro análisis, en el cual observamos como los males del siglo XIX se trasladan a nuestra contemporaneidad.
Madame Bovary es una impecable crítica a la sociedad burguesa decimonónica, la cual tenía como empresa subir en la escala social. Emma es un personaje quijotesco inmerso en el sueño burgués, una mujer evadida en lecturas que la llevan a crearse un mundo idealizado, una alternativa a su realidad gris y poco estimulante de la vida cotidiana. Emma se sitúa en un nivel medio, tiene su origen en una familia del campo adinerada y es educada en la ciudad lo que le permite fantasear con un acenso social.
Las aspiraciones marcadas por el rompimiento de lo cotidiano concuerdan rigurosamente con la clase social burguesa. Emma, interesada en la transformación de su realidad, se ve frustrada por sus limitaciones económicas y observa cómo se desvanecen sus ideales. Goldman nos dice que "Una concepción del mundo es precisamente este conjunto de aspiraciones, de sentimientos y de ideas que reúne a los miembros de un grupo (o lo que es más frecuente, de una clase social) y los opone a los demás grupos. (Goldman, 1986: 29). Emma Bovary reestructura los sistemas sociales en base a sus intereses individuales que se traducen en la teoría liberal dada por Goldmann, la que nos plantea el abandono del pasado para el progreso en base a un mayor nivel de consumo, aumento sistemático del intercambio de valores.
Emma buscaba desprenderse, rechazando su realidad cotidiana, en ella incluido su esposo Charles, hombre burdo, apático en quien la sociedad campirana se reflejaba. En contraparte podemos ver a los amantes de Emma, esos caballeros montados en corceles negros, ambiciosos y apasionados que la satisfacían en sus juegos de seducción, mas luego la abandonaban por considerarla insuficiente, una mujer con un origen mediocre, enferma de nervios, fantasiosa y posesiva.
Como hemos notado, la concepción de mundo que plasman los personajes flaubertianos en esta obra, se maneja en un intercambio de valores que permiten la movilidad de éstos en las diferentes esferas de la sociedad. Los bienes económicos toman importancia en la obra al situarse como valores de uso y cambio, al igual que los cuerpos y los sentimientos, que le permiten aspirar a las experiencias que pudiese vivir una duquesa: "Emma se sintió conmovida y sonrió involuntariamente de vanidad al ver que la muchedumbre se precipitaba por el pasillo de la derecha, mientras ella ascendía por la escalera de los palcos principales" (menciona Flaubert en su obra) (Flaubert, 1973: 291).
El comportamiento consumista de la sociedad hacia el otorgamiento de valor a los objetos y a las apariencias, representa el vacío social que nos lleva a una interpretación de Madame Bovary como un trastorno narcisista,
Que se presenta no tanto en trastornos con síntomas claros y bien definidos, sino más bien como caracterizados por un malestar difuso que lo invade todo, un sentimiento de vacío interior y de absurdidad de la vida, una incapacidad para sentir las cosas y la vida. (Lipovetsky, 2000: 76).
El proceso de personalización muestra un paralelismo evidente con la teoría que Lipovetsky nos enseña acerca del narcisismo, relacionado con la somatización de Emma Bovary en la que podemos ver signos de desinterés por relaciones interpersonales, la libertad en las parejas, aceleración en los cambios y gustos, valores y aspiraciones, ética tolerante y permisiva, así como el estrés y la depresión. Pues "Todas sus ideas parecían limitarse al cuidado de su propia persona" (Flaubert, 1973: 279).
Esta somatización se presentaba principalmente en la aristocracia, un estrato social que vivía del ocio, la satisfacción de fantasías, y que gracias a la estabilidad económica con la que contaban, además del acceso al mundo literario, se convertía en un lujo para cualquier burgés con aspiraciones de grandeza. Madame Bovary pretende llegar a este ideal imposible por la incapacidad económica que vive, obligándola a refugiarse en evasiones egoístas, ya que "Emma se sentía más bien satisfecha en su intimidad, al comprobar que había llegado tan pronto ese raro ideal de las existencias melancólicas, nunca alcanzado por los corazones mediocres" (Flaubert, 1973: 67).
La discordancia entre la imagen que ella quiere alcanzar y su realidad no le permiten aceptar las limitaciones económicas; es entonces cuando opta por encontrar otra forma de satisfacción a través de su cuerpo, seduciendo a sus amantes para encontrar la evasión en el idilio romántico; mas todo esto se desploma al decaer la economía de Charles Bovary. Mientras observa la degradación de los objetos materiales en los que ella depositó sus valores y aspiraciones, el derrumbamiento de las apariencias la obligan a enfrentar la realidad, mirándose como nunca hubiera deseado y tratando de buscar el modo de alcanzar el ideal que se había planteado como una obsesión fanática. Tras ser rechazada y humillada, Madame Bovary decide suicidarse.
En este acto, podemos ver el comportamiento de Emma como una prolongación a ese mal de carácter, a ese nerviosismo y a esa evasión constante de la realidad que lograba en base al consumo. Flaubert se limita a observar la realidad y dar fe de ella, enjuiciando imparcialmente los valores trascendentales humanos, lo cual derivó en una crítica de visión totalizadora. Madame Bovary presenta cualidades de movimiento que le permiten desplazarse de la experiencia real a la irreal, pero en el momento en el que afectan su mundo ensoñado se da un nuevo rompimiento de estructuras que permitirá el paso por un puente en el que la crisis de la representación del pasado de nuevo tendrá algún efecto sobre ella.
Según Lukács las características del héroe novelesco son notorias en Emma Bovary, quien busca la totalidad; presenta una aparente pasividad pero lleva la acción a otro nivel, mira con ironía la visión del mundo presentada por Flaubert, además de convertirse en una "paseante por la ciudad". Este tipo de personaje se opone al mundo que, en vez de tomar el papel de justiciero, toma el de suicida.
El hecho de que Emma Bovary se suicide, no tendría efectivamente mayor importancia si no fuera porque detrás de él –o mejor dicho, delante- hay todo un mundo y toda una serie de seres humanos que en su interrelación social han sido la causa y la génesis que han empujado a una mujer al suicidio" (Acerete, 1973: 10).

Flaubert expresó escepticismo ante los logros supervalorados de la sociedad burguesa en el papel de Emma Bovary, con lo cual alcanzó un modelo que hoy es masivo, el mal de nuestra época. Irónicamente nuestra sociedad posmoderna adoptó los antivalores y degradaciones basadas en las apariencias y el ensueño, el consumismo que nos hace perdernos en suposiciones superfluas sobre lo que debemos llegar a ser y no sobre lo que en realidad somos.
El esfuerzo ya no está de moda, todo lo que supone sujeción o disciplina austera se ha desvalorizado en beneficio del culto al deseo y de su realización inmediata, como si se tratase de llevar a sus últimas consecuencias el diagnóstico de Nietzsche sobre la tendencia moderna a favorecer la «debilidad de voluntad», es decir, la anarquía de los impulsos o tendencias y, correlativamente, la pérdida de un centro de gravedad que lo jerarquiza todo: «la pluralidad y la desagregación de los impulsos, la falta de un sistema entre ellos desemboca en una «voluntad débil». (Lipovetsky, 2000: 56)
Si modernismo se identifica con el espíritu de empresa, el posmodernismo, según Lipovetsky, se manifiesta gracias al narcisismo que da muestra de la debilidad de nuestra sociedad también encontrada en Madame Bovary. Nuestro personaje protagónico no solo logra ser innovador en su época gracias a la crítica que ejerce, sino que trasciende como un ser capaz de reflejarse más allá de su contexto. El arquetipo modernista llevado a la degradación, es tanto Emma Bovary como la sociedad posmoderna, es una conjugación de elementos que conducen al límite y que no permiten otra alternativa que la autodestrucción.
Bibliografía:
Broch, Hermann (2000) La muerte de Virgilio. Madrid. Editorial Alianza.
Durkheim, Emile (s/a) El suicidio. Archivo PDF. Recuperado de: http://biblio3.url.edu.gt/Libros/2012/LYM/los_FESociales.pdf
Flaubert, Gustave (2000) Madame Bovary. Barcelona. Ed. La Nación.
Flaubert, Gustave (1973) Madame Bovary. Barcelona. Editorial Bruguera.
Golmann, Lucien (1985) El hombre y lo absoluto. Barcelona. Ed. Península.
Kundera, Milan (2000) El arte de la novela. México, D. F. Tusquets.
Lipovetsky, Gilles (2000) La era del vacío. Barcelona. Ed. Anagrama.
Lukács, Georg (1985) El alma y las formas. D.F. Ed. Grijalbo.






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