La Tradición Hermética

June 29, 2017 | Autor: Fernando Trejos | Categoría: Hermetismo, SIMBOLISMO, TRADICIÓN PRIMORDIAL, Simbologia
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Descripción

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Ver de este autor el artículo "Hermes", publicado en la compilación Formas Tradicionales y Ciclos Cósmicos (editada en castellano por Ed. Obelisco, 1984).
Se ha relacionado a Hermes también con Príapo, deidad que se representa con un gran miembro viril erecto.
"El sube de la Tierra al Cielo y de allí vuelve a la Tierra, para recibir la fuerza de lo de arriba y de lo de abajo. Así poseerás la luz de todo el mundo, y las tinieblas se alejarán de ti", dice la máxima siete de la Tabla de Esmeralda atribuida a Hermes Trismegisto.
Tobías 5 ("Yo iré contigo, que conozco bien el camino"), 11 y 12 ("Yo soy Rafael, uno de los siete santos ángeles que presentamos las oraciones de los justos y tienen entrada ante la majestad del Santo".
"Su padre es el Sol, y su madre la Luna, el viento lo llevó en su vientre, y su nodriza es la Tierra" (máxima tercera de la Tabla de Esmeralda).
En los idiomas germánicos el miércoles es el día de Odín; y en inglés, la palabra wednesday (miércoles) designa también el día de Woden o Wotan.
Dioses equivalentes a Quetzalcoátl son llamados por los mayas Kukulcán, Gucumatz o Votan; Bochica por los chibchas de Colombia; y Viracocha por los incas.
Se observan interesantes similitudes entre la cultura egipcia y culturas americanas precolombinas (ambas construían con formas piramidales y tenían profundos conocimientos de la astronomía y la matemática) que hacen pensar a algunos que podrían tener un origen común en la legendaria Atlántida.
"Pues, oh maravilloso Horus, hijo mío, no es en un ser de raza mortal que eso ha podido producirse –pues la tal ni siquiera había aparecido–, sino en un alma que poseía el conveniente lazo de simpatía con los misterios celestiales. Era Hermes, el pensamiento universal. Vio el conjunto de todas las cosas y habiendo visto, comprendió, y habiendo comprendido, adquirió el poder de revelar y de mostrar. En efecto, grabó las cosas que conoció y después de haberlas grabado, las ocultó en su mayor parte; supo mantener un prudente silencio, a pesar de que lo expresaba, con el fin de que se inquiriese acerca de tales cosas a lo largo de los tiempos." Hermes Trismegisto, Enseñanzas Secretas de Isis a Horus. Ediciones mra, Barcelona, 1996.
Ver René Guénon, El Rey del Mundo, Luis Cárcamo, Editor, Madrid, 1987, capítulo VI.
Génesis 14, 18-21
El Rey del Mundo, op. cit. El autor agrega en nota al pie que "En la Pistis Sophia de los gnósticos alejandrinos, Melquisedek es calificado de 'Gran Receptor de la Luz Eterna'; esto reconoce la función de Manu, que recibió en efecto la Luz inteligible por un rayo emanado directamente del Principio para reflejarla en el mundo que es su reino; y por otra parte es por eso que a Manu se le llama 'hijo del Sol'."
Génesis 12, 9-20.
Génesis 16, 1-16 y 21, 21.
Génesis 21, 1-3.
Es interesante, desde el punto de vista del simbolismo matemático, el hecho de que Esaú haya vendido a Jacob su primogenitura por un plato de lentejas (Génesis 25, 29-34) lo cual significa cambiar lo primordial, primero y único por lo múltiple, es decir la cualidad por la cantidad.
Génesis 37 a 50.
Con respecto a la tradición judía no queremos dejar de mencionar la confluencia de sabios, arquitectos y constructores, artistas y artesanos que se produjo en Jerusalem durante la construcción del Templo en el reinado de Salomón, ya que a este hecho histórico se le ha concedido una gran importancia simbólica en algunos sectores del hermetismo y en especial en la Masonería.
Mateo, 2, 15.
" 'Este discurso sobre los Dioses yo, Pitágoras hijo de Mnesarco, lo he aprendido, mientras fui iniciado en la Liberta Tracia, teniendo como maestro a Aglaofamo. Orfeo, hijo de Calíope, instruido por su madre en el monte Pangeo, dijo que la esencia de los números es el principio más providencial de todo el cielo, de la tierra y de la naturaleza intermedia. Es también la raíz de la permanencia de los hombres divinos, de los dioses y de los démones'. Resulta evidente, pues, que de los órficos aprehendió que la esencia de los dioses se define por el número. A través de estos mismos números ha creado también un conocimiento previo asombroso y un culto a los dioses basado en los números y en la esencia de los dioses más ligada a ellos." Jamblico, Vida de Pitágoras, Ed. Etnos, 1991, p. 95.
Joscelyn Godwin, Anales del Colegio Invisible, publicado en Symbolos 11-12, 1996, p. 82. (Las corcheas son nuestras).
Según Jámblico (op. cit., p. 93) los pitagóricos pensaban "que la fe en sus ideas provenía de que el primero que las expresó no fue un hombre común sino un dios. Una de sus sentencias orales era la siguiente, '¿quién era Pitágoras?'. Dicen que era Apolo Hiperbóreo, y que una prueba de ello reside en que levantándose en los juegos mostró su muslo de oro, en que hospedó a Abaris el hiperbóreo, y tomó de él el dardo por el que fue conducido."
René Guénon destaca la importancia del siglo VI a. C., ya que en ese período se producen acontecimientos importantísimos en varias culturas. Es el siglo de Lao Tsé en la China, el Buddha Gautama hindú y el Zoroastro persa, todos contemporáneos de Pitágoras, a los que tocó realizar una función de reforma y renacimiento de sus respectivas tradiciones. Es también el siglo de la primera destrucción del Templo de Salomón por Nabucodonosor, del esplendor del imperio babilónico y del profeta Daniel. Según Guénon allí comienza el período propiamente histórico, en el sentido que se da hoy a ese término.
Introducción a la Ciencia Sagrada, Federico González y colaboradores, publicado en la Revista Symbolos 25-26, 2003, pag. 303.
Idem, pág. 302.
Obsérvese la inversión silábica con el nombre de 'Manu'.
Idem, pág. 312.
"Todo lo que existe después del Primero se deriva de él sea mediata sea inmediatamente y constituye una serie de órdenes diferentes tales que el segundo orden puede ser reducido al primero y el tercero al segundo. Es preciso, en efecto, que por encima de todos los seres haya algo simple y diferente de todo el resto, que exista en sí mismo y que, sin mezclarse nunca a nada, pueda, sin embargo, presidir todo; que sea verdaderamente lo Uno y no esta unidad mentirosa que sólo es atributo del ser, que sea, en fin, un principio superior aun a la esencia, de tal modo, que ni la palabra, ni la razón, ni ciencia alguna pueda alcanzarlo." (Enéadas V, 4, 1)
"En el ámbito puramente doctrinal que sentó las bases de la filosofía medioeval hay que mencionar, entre los siglos IV y V, a los llamados Padres de la Iglesia, como Dionisio Areopagita, Clemente de Alejandría, San Agustín, Orígenes y Máximo el Confesor, conocedores todos ellos de las doctrinas herméticas, platónicas y gnósticas, de las que extrajeron lo más esencial." Introducción a la Ciencia Sagrada, op. cit., págs. 321-322.
Pico, Opera, p. 101, citado por Frances Yates en su obra La Filosofía Oculta en la Época Isabelina, (Fondo de Cultura Económica, México, 1982, pág. 50) magnífico estudio histórico de la filosofía hermética desde el origen del Renacimiento hasta el reinado de Isabel I de Inglaterra. Agrega en esta misma página la autora: "Según él [se refiere a Pico], sus Conclusiones Matemáticas confirmaban las Conclusiones Cabalísticas. Las letras del alfabeto hebreo tienen valores numéricos, por lo que los nombres de Dios y de los ángeles también pueden expresarse numéricamente. A su manera, la Cábala permitió una concepción numerológica del mundo… Abrahán Abulafia tradujo a números sus meditaciones sobre las combinaciones de las letras hebreas. La Cábala pudo entonces transformarse en una especie de matemática mística."
"Todas estas influencias se integraron completamente al neoplatonismo de Giorgi, compuesto de toda la tradición numerológica pitagórico-platónica, de la armonía del mundo y de los hombres y hasta de la teoría vitruviana de la arquitectura, que para Giorgi tenía un significado religioso conectado con el Templo de Salomón… El secreto del universo de Giorgi era el número, ya que según él creía había sido construido por su Arquitecto como un templo de proporciones perfectas y de acuerdo con las leyes inmutables de la geometría cósmica". Idem, pág 56 a 58.
Bruno, a pesar de haber sido titulado doctor en teología por la orden dominica, que finalmente abandonó, fue perseguido por la Inquisición por sus ideas paganas, encarcelado durante ocho años y finalmente condenado a muerte en la hoguera, en Roma, por una Iglesia criminal que, incapaz de comprender su filosofía y su ciencia, le acusó de blasfemia, herejía e inmoralidad.



Capítulo II
Hermes y la Tradición Hermética
Hermes
Ya se dijo que esta obra, relacionada con la matemática hermética, enfoca el tema desde el punto de vista de esta tradición, atribuida a Hermes, aunque también hará mención a otras culturas que conciben al número y al símbolo desde una perspectiva tradicional y sagrada. Muchos artistas y filósofos herméticos fueron matemáticos, y aun los que se expresan a través de otras ciencias, tienen una clara concepción del número y de las proporciones que permite que su obra sea armónica y ajustada a la ley natural.
Hermes es el nombre griego de una deidad intermediaria, mensajera de los dioses y educadora de los hombres, que ha sido conocida con diferentes apelativos y ropajes simbólicos por casi todas las culturas arcaicas y tradicionales.
René Guénon establece asombrosas relaciones entre el Hermes griego, el Mercurio romano, el Toth egipcio, el planeta denominado 'Budha' (Mercurio) en la India, el Odín (Woden o Wotan) escandinavo, y hasta el Quetzalcóatl mesoamericano, a los que también vincula con el arcángel Rafael, el Enoc bíblico, los profetas Elías (judío) e Idris (islámico) y con ciertos aspectos del propio Cristo, agregando que tendríamos que estar ciegos para no ver en este tipo de relaciones "un signo de la unidad fundamental de todas las doctrinas tradicionales". También se relaciona a Hermes con el Zoroastro persa y con Fo-Hi, el emperador mítico de la tradición extremo oriental.
En primer lugar es necesario ubicar a esta entidad en el sitio que le corresponde: el mundo intermediario entre los dioses y los hombres, o sea, entre las energías celestes y las terrestres. Hermes, el escriba de los dioses, hace inteligibles las ideas divinas a los hombres, y a la vez conduce a éstos hacia los estados más sutiles. Y si, como se dijo, las deidades representan los estados superiores de los humanos y los hombres no son sino los estados 'caídos' de los dioses, Hermes es el encargado de establecer las relaciones necesarias para que el ser humano pueda restaurar ese 'estado primordial', anterior a la caída, en el que dioses y hombres no son sino una unidad indisoluble que habita en la morada de los 'Inmortales'.
En la astrología Hermes se corresponde con el planeta Mercurio, y en la alquimia con el metal del mismo nombre, y por lo tanto está relacionado con el día miércoles o día de Mercurio. Es una deidad a la que se ha considerado siempre como sanadora, conocedora y transmisora de la ciencia de los remedios –que es la misma de los venenos–, y cumple la función de "médico de cuerpos y almas", enseñando a chamanes e iniciados el arte de la medicina sagrada. Y también es psicopompo, pues nos enfrenta con la muerte a la vez que dirige y conduce las almas en su recorrido post mortem, y a los iniciados en el viaje que sigue a la muerte iniciática, que es análogo. En general es guía en todo cambio de estado, siempre que se muere en un plano para renacer a otro. Y no sólo es mensajero de los dioses sino que también es su intérprete (herménèutes) haciendo posible que los hombres reciban el mensaje divino. Representa la Sabiduría relacionada con el conocimiento del mundo intermedio, de la cosmología, y está íntimamente ligado a la conservación y transmisión de la tradición.
Se trata de una energía oculta capaz de despertar en nuestra propia interioridad y de algún modo 'encarnar' en nuestro propio ser.
El conocido símbolo del caduceo que lo representa, actualmente emblema de la medicina y la farmacia, y que ya aparece en tablillas de piedra de la antigua India, consiste en una vara generalmente de oro (eje central) en la que se enrollan dos serpientes simétricas que luchan entre sí (dualidad), haciendo clara alusión a las energías opuestas presentes en el mundo intermedio que habrán de complementarse para trascender la dualidad aparente de la manifestación. Mantener este equilibrio cósmico –que también se describe con la doble espiral–, es tarea de Hermes. Es el mismo simbolismo tántrico de ida y pingala alrededor de sushumna, y en la China el de Fo-Hi y la unión con su contraparte femenina Niu-kua, los que se encuentran ligados por dos colas de serpiente intercambiando sus respectivos atributos, el compás y la escuadra, es decir el cielo y la tierra. También se ve al caduceo como un falo en erección que penetra los estados superiores, y en general puede relacionarse con el árbol, el bastón, el cetro, la espada y con todos los signos que representan el eje vertical que comunica los mundos de arriba y de abajo. Con esa varita de oro, que tanto separa como une, Hermes hace encantamientos a los mortales y despierta a los dormidos. Es interesante la relación de Hermes con el símbolo del gallo (que se encuentra presente en el cuarto de reflexiones o caverna iniciática de la Masonería) símbolo solar que vigila, despierta y anuncia el nuevo día.
Por otro lado, las alas, que aparecen en muchas representaciones del caduceo contrastando con las serpientes, y también en los talones, en las sandalias y en el casco de Hermes-Mercurio, indican las fuerzas sutiles y espirituales que elevan de la tierra al cielo.
El Toth de los egipcios, que se creó a sí mismo, era considerado dios de la verdad y de la rectitud, maestro de la escritura, escriba de los dioses, e inventor del idioma, las artes y las ciencias. Al momento de la creación pronunció las palabras que al ser expresadas por él se convirtieron en las cosas del mundo material. El recita las frases que preservan al muerto de las energías hostiles y le conducen al otro mundo (psicopompo). Fue juez durante el combate que sostuvieron Horus y Seth, deidades que son, respectivamente, consideradas como benéfica y maléfica. Y si Horus se encarga de preservar la luz y Seth busca las tinieblas, Toth es el juez y mediador que equilibra ambas fuerzas. Es el dios de los cuatro elementos (para los egipcios cielo, aire, mar y tierra) a los que armoniza. Mide el tiempo y representa tanto la inteligencia divina como la sabiduría.
El Hermes griego, hijo de Zeus y Maya (una de las pléyades), que es el mismo Mercurio de los romanos, nace en una caverna de la montaña Cilene. Recién nacido, el niño salta de su cama y sale en busca de aventuras, robando el ganado de su hermano Apolo. Con el caparazón de una tortuga (o la concha de un armadillo) en el que tensa tripas de las reses robadas y sacrificadas, inventa la lira de siete cuerdas, y posteriormente con una caña forja la flauta de conformidad con las proporciones matemáticas que rigen la música. Estos instrumentos se los da Hermes a Apolo en reparación por los bueyes robados y además obtiene a cambio su cayado de oro (caduceo) y el arte de interpretar oráculos. Su padre Zeus, impresionado por sus habilidades, perdona las faltas y le nombra intermediario y mensajero entre el Olimpo, los hombres y los dioses de los infiernos.
Los romanos le llamaron Mercurio -dios que conserva los atributos del Hermes griego- y le relacionaron especialmente con el intercambio y el comercio. Su nombre se relaciona con la palabra latina merx ('mercancía') y por lo tanto comparte raíz etimológica con 'mercado' y 'mercader'.
En el Arbol sefirótico de la Cábala hebrea, las dos columnas laterales (de la misericordia y del rigor; de la construcción y de la destrucción) son análogas a las dos serpientes del caduceo, siendo la invisible columna central, llamada del equilibrio, equiparable a la vara o eje. En esta tradición a esa energía intermediaria se la denomina Hod, la gloria divina, octava sefirah, ubicada en el mundo de Yetsirah, o mundo de las formaciones. Es uno de los vehículos que conduce hacia mundos superiores, y es por eso que se la relaciona con una de las ruedas de la carroza divina, en el simbolismo cósmico, y con una de las piernas cuando se ubican las diversas sefiroth en las partes del cuerpo humano. Ambas (rueda y pierna) son símbolos de movimiento, camino y conducción. También se liga a esta sefirah con el planeta y el metal denominados Mercurio, así como con el número ocho, y con diversos símbolos de pasaje relacionados con el octógono, que se verán más adelante.
En esta esfera, en la que se ubica a Hermes, se coloca normalmente a Rafael arcángel, el curandero divino, del que se dice en la Biblia que condujo a Tobías hacia Ragues de Media al encuentro con Sara su mujer (guía y conductor), que sanó a su padre Tobit de ceguera con la hiel de un pez (médico de cuerpos y almas), y al que la cábala considera como el ángel de Mercurio.
En la astrología, y también en el árbol sefirótico, Mercurio se encuentra, junto con Venus, entre las dos luminarias, el Sol y la Luna, y es el planeta más cercano al Sol, y también el más rápido en su órbita. Y si el Sol representa al padre y la Luna a la madre, Mercurio viene a ser el hijo, el mediador entre el Padre celestial y la Madre universal. Los domicilios astrológicos de Mercurio son el signo zodiacal de Géminis, que es el anterior a Cáncer (domicilio lunar) y el de Virgo, que es el que sigue a Leo (domicilio solar). Representa la rapidez, los mensajes, el intercambio (es también dios de comerciantes y viajeros, así como de ladrones y estafadores), la inteligencia y la razón. Es además interesante hacer notar que en astrología la casa octava es considerada como la de la muerte.
En Alquimia el mercurio es un metal líquido que también se desplaza con rapidez y que es difícil de agarrar. El mercurio filosófico es el principio femenino, húmedo y pasivo, opuesto al azufre (masculino, seco y activo), con el que ha de interactuar y finalmente unirse para realizar la Gran Obra. Es la plata líquida de los chinos y en la India representa al semen. Es notable el papel del mercurio en la extracción del oro, al que purifica y fija.
En la India el planeta Mercurio es denominado 'Budha', palabra cuya raíz designa a la Sabiduría y que es idéntica al nombre Odín (Woden o Wotan) escandinavo. También es muy interesante la relación que ya se ha mencionado entre Hermes y el mítico Fo-Hi, Emperador Chino que vivió hacia el año 3.700 antes de Cristo, durante la edad de oro en que fue fundada la civilización extremo oriental, a quien se atribuye la paternidad del I Ching y que afirmaba que sus enseñanzas las había sacado "de un pasado muy lejano y muy difícil de determinar". Y lo que es quizá aún más extraordinario, se relaciona a esta deidad con el Quetzalcoátl de los toltecas, el pájaro-serpiente que después de haberse sacrificado voluntariamente resucita con la forma de una serpiente emplumada. Quetzalcoátl es vinculado en la tradición mexicana con el planeta Venus y no con Mercurio; pero tiene en común con Hermes el hecho de ser una deidad educadora e intermediaria a la que se relaciona con la sabiduría; que es el inventor de las artes y de las ciencias, así como del calendario y la agricultura; que se le representa con los símbolos de la serpiente y las alas (como el caduceo); que es nacido de una madre virgen; que es arquetipo de los sacerdotes; y que es tanto una deidad de la mitología como un personaje de la historia. Por otra parte hay deidades equivalentes que con otros nombres aparecen a lo largo y ancho de la América precolombina.
Por último queremos hacer notar algunas relaciones interesantes que existen entre Mercurio y el Sol. En primer lugar Mercurio es el planeta más cercano al Sol. El cambio de la lira de Hermes (mercurial) por el caduceo de Apolo (dios solar); la circunstancia de que en la cábala a veces se invierta la posición del arcángel Miguel (solar) con la de Rafael (mercurial); de que en la tradición islámica sea Seyidna Idris (Hermes) el que preside el cielo del Sol, y Seyidna Aisa (Cristo) el que rige el cielo de Mercurio; y de que Cristo, dios solar, sea también considerado "curador espiritual" (como Rafael y Mercurio), no puede ser fruto de la casualidad, sino que algo ha de estar simbolizando. Bien podría decirse que la primera venida de Cristo, educador e intérprete de su Padre, que viene a morir, es de carácter mercurial, y que su segunda venida, al fin de los tiempos, como Cristo Rey, es un símbolo solar.
"El Todo está en todo", dice la voz de Hermes Trismegisto, el tres veces grande, el que conoce las tres partes de la Sabiduría. Todo proviene de ese Centro absolutamente misterioso del que ilusoriamente nos alejamos con el transcurrir de la existencia, y ese Centro es Todo. A él todo retorna.

La Tradición Hermética
Todas las culturas verdaderas tienen un origen común ya que según parece derivan de un Centro único del que ha emanado el Conocimiento, patrimonio de sabios e iniciados de los distintos pueblos, que se ha manifestado ininterrumpidamente, desde el principio de los tiempos, en variadísimos lugares geográficos y momentos históricos. Es gracias a este origen único que las ideas más importantes de todas las tradiciones son esencialmente idénticas, pues, si se trascienden las diferencias puramente formales que caracterizan a unas y otras, se observará que, en el fondo, todas se refieren a una misma y única Verdad que permanece invariable a pesar de las múltiples formas de expresión que tomen en el plano de la manifestación.
Este Centro ha sido simbolizado como un árbol, que representa la tradición primordial, cuyas ramas vienen a ser las diversas tradiciones particulares que de ella derivan. Todas se alimentan de un mismo tronco y raíz y por lo tanto se refieren a idénticas ideas, independientemente de las múltiples formas que cada pueblo adopte para expresarlas, pues en el interior de cada uno de los códigos simbólicos de todas las culturas se oculta una sola y única esencia que es como la savia que proviene de ese origen común.
Cada uno de los pueblos se ha localizado simbólicamente en el centro del mundo, no porque haya más de un centro sino porque todos son reflejo de ese Centro único que se ubica más allá del tiempo y el espacio ordinarios, en un "lugar" que está en todas partes y en ninguna y en un "momento" que trasciende la historia sucesiva pues se halla en una dimensión intemporal que no transcurre pues es inmutable y permanente.
Esa Tradición Unánime se ha expandido hacia los cuatro puntos cardinales y la vemos manifestarse en los pueblos septentrionales, en los orientales y en los del Sur, en diferentes momentos del desarrollo cíclico; y esas ideas universales se plasman en Occidente, floreciendo en diversas etapas del Kali Yuga o Edad de Hierro (siempre relacionada simbólicamente con el Oeste), en el hermetismo, que se desarrolla en el seno de las culturas egipcia, griega y romana, influenciando además decisivamente las tradiciones judía, cristiana e islámica y todo el Mediterráneo.
La Tradición Hermética es el origen, la base y el eje vertebrador de la cultura occidental y ha alimentado constantemente su filosofía, sus artes y sus ciencias. Aunque hoy en día los llamados 'filósofos', 'artistas' y 'científicos' modernos se hayan desviado de sus orígenes sagrados, no podemos dejar de observar que sus disciplinas, hoy degradadas, derivan de un modo u otro de las enseñanzas herméticas, que son anteriores y les dan su razón de ser, aunque es evidente que aquéllas –las modernas– ignoran sus raíces y han olvidado su esencia.
La doctrina hermética es, como los dioses que la han revelado, intemporal; y las ideas que expresa son válidas para todo sitio y momento ya que se trata de enseñanzas que están, como se dijo, más allá del tiempo y el espacio.
Sin olvidar sus orígenes míticos, podemos ubicar históricamente la cuna de la Tradición Hermética, o sea de la cultura occidental, en el Egipto, llamado antiguamente Kémit (término que significa "tierra negra" y que es la raíz de la palabra Alquimia). Puede ubicarse el antiguo Egipto en los comienzos del Kali-Yuga y por lo tanto esta civilización habría recibido su sabiduría de las edades anteriores. Es notable la importancia que los egipcios otorgaron a la mitología y a sus dioses, muchos de los cuales pasaron a formar parte, con otros nombres, de los panteones griego y romano. Toth, que como ya dijimos, es el mismo Hermes griego y el Mercurio romano, enseña a Isis el arte sacerdotal y ella a su vez lo transmite a su hijo Horus. Los primeros hierofantes o sacerdotes lo reciben directamente de los dioses y lo heredan a sus descendientes mediante ritos de iniciación en los misterios que son otorgados a los sabios de generación en generación. Isis (al igual que Deméter en Eleusis), instituye las iniciaciones y enseña los ritos. Es también esta diosa la que restituye el cuerpo de Osiris que había sido descuartizado por su hermano Seth, y esta restitución, lo mismo que el viaje post mortem que realizan las almas –guiadas por Toth y auxiliadas por Isis– se han convertido en el hermetismo en un modelo ritual de la muerte simbólica y el viaje iniciático que culmina con la resurrección y el retorno a la morada de los inmortales de la que, se dice, el hombre verdadero no ha salido nunca, sino ilusoriamente.
La Cábala o tradición judía ha pasado también a formar parte del hermetismo y es sabido el papel preponderante que esa tradición concede a la aritmética y de modo particular al valor numérico de las letras del alfabeto sagrado y de los nombres (especialmente los que figuran en la Biblia), tema sobre el que han trabajado por siglos y siglos los cabalistas, construyendo con esas letras y números una verdadera cosmología.
Queremos hacer alusión, aunque sea de paso, a ciertos personajes antidiluvianos que se mencionan en el Antiguo Testamento a los que el esoterismo occidental ha concedido importancia simbólica. En primer lugar, la figura de Caín, al que se considera "hijo de la Luz" y que ha sido rebajada por el exoterismo religioso a causa de la incomprensión y el moralismo. También Enoc y Lamec, que se mencionan ambos en las descendencias de los dos hijos de Adán y Eva: en la de Set, Lamec es padre de Noé; y en la de Caín, lo es de Jabel, Jubal, Tubalcaín y Noemá, nombres todos que aparecen en diversos documentos y textos herméticos y que son aún bien conocidos por la Masonería actual.
También mencionar a los personajes bíblicos de la época posterior al diluvio, varios de los cuales mantienen una íntima relación con la cultura egipcia, lo cual hace pensar que ha tenido que haber una profunda influencia de esa cultura sobre la hebrea. Destaca la figura de Abraham, décima generación después de Noé, a través de su hijo Sem, nacido en Ur de Caldea, tierra de sabios astrólogos de la que el hermetismo hereda buena parte del simbolismo celeste. Abraham recibe el influjo espiritual y la bendición (y podría pensarse también que una iniciación) de manos del misterioso Melquisedek, rey de Salem. Por eso Abraham le pagaba el diezmo, pues lo consideraba su sacerdote, y es especialmente significativo –sobre todo desde el punto de vista del simbolismo cristiano– el hecho de que fue Melquisedek quien transmitió al pueblo judío el sacrificio eucarístico con pan y vino, sirviendo además de vínculo entre la tradición judeo-cristiana y la Tradición Primordial. "Este hombre viviente, que es Melki-Tsedek, es el Manu que mora 'perpetuamente' (en hebreo le-olam), es decir para toda la duración de su ciclo (manvantara) o del mundo que él regía especialmente. Por eso se halla sin genealogía, pues su origen no es humano, por lo cual es él mismo el prototipo del hombre, y es realmente 'hecho semejante' al Hijo de Dios, ya que por la Ley que él formula es, para este mundo, la expresión y la imagen misma del verbo divino." Abraham, que vive un tiempo en Egipto en contacto con el Faraón, es el antecesor común de los pueblos árabe y judío. Su primer hijo Ismael, que tuvo con Agar, la esclava egipcia de su esposa Sara –esta última era estéril–, tomó mujer de la tierra de Egipto y es considerado padre del pueblo árabe. Isaac, su segundo hijo, nacido de forma sobrenatural en la vejez de Sara, lo es de los judíos. Este tuvo dos hijos gemelos, Esaú y Jacob, y aunque Esaú nació primero, la bendición de su padre fue para Jacob, llamado posteriormente Israel. De los doce hijos de Jacob proceden las doce tribus de Israel, y éstas nacen y se desarrollan precisamente en Egipto, ya que José, el hijo predilecto de Jacob, fue vendido por sus hermanos a unos mercaderes ismaelitas que le llevaron a ese país. Allí, y gracias a que José poseía dotes oraculares (adivinó el sueño del Faraón de las siete vacas gordas y las siete flacas, lo cual salvó a los egipcios de la hambruna) llegó a ser virrey de Egipto gobernando como otro faraón. Llegaron luego su padre y sus once hermanos y a partir de ellos las doce tribus de Israel crecen y se desarrollan en tierras egipcias en las que permanecen hasta los tiempos de Moisés, que, como se relata en el Éxodo, se crió en la corte del faraón, lo cual hace pensar que debe haber recibido una educación que estaría muy relacionada con los misterios, los hierofantes, los ritos y los mitos de la tierra del Nilo.
Por otra parte José y María, aconsejados en sueños por un ángel, viajaron a Egipto con Jesús muy pequeño, huyendo de Herodes, que había decretado su muerte, "a fin de que se cumpliera lo que había pronunciado el Señor por su profeta, diciendo: 'De Egipto llamé a mi hijo' ".
Esto demuestra un claro ligamen, aun histórico, entre la tradición judeo-cristiana y la egipcia, que luego se mantendrá y acrecentará en Alejandría, según veremos más adelante.
También es fácil observar la enorme influencia que ejerce la cultura egipcia sobre la greco-romana, lo que se evidencia en la clara correspondencia que se establece entre varios dioses de sus respectivos panteones y mitologías, y también en el hecho de que importantes filósofos griegos, incluyendo a Pitágoras y Platón, pasaron largos períodos de sus vidas en Egipto. Se dice que muchos de los conocimientos acerca de los misterios, así como de las ciencias sagradas (especialmente las relacionadas con el número y la proporción), que iluminaron la civilización que floreció en el mediterráneo y toda la cultura de occidente hasta nuestros días, fueron enseñados a esos sabios, entre otros, por hierofantes egipcios.
La cultura griega se caracteriza desde sus orígenes por su pensamiento mítico y por la importancia fundamental que concede a la Teúrgia, a los ritos iniciáticos y a los misterios. La mitología, expresada en las obras de Homero y Hesíodo (s. VIII a. C.), es considerada historia verdadera; y los ritos, gracias a los cuales las deidades mitológicas son invocadas y permanecen en contacto con los hombres, son practicados en Grecia desde la antigüedad remota, como es el caso de los misterios instaurados por la propia diosa Deméter en Eleusis así como los ritos báquicos –o dionisíacos–, el oráculo de Delfos consagrado a Apolo y el orfismo al que tanta importancia concedieron muchos autores herméticos alejandrinos y renacentistas.
De Orfeo no es posible concretar ninguna referencia histórica ya que su existencia se confunde con el mito. Algunos autores clásicos datan su nacimiento como anterior al siglo X a. C. y se dice de él que era un príncipe nacido en Tracia, al norte de Grecia, hijo de Calíope –Musa de la poesía épica– y del mismo Apolo. Después de recorrer mundo, vuelve a su tierra natal convertido en un músico extraordinario. Inventor de la cítara, recibe de su padre Apolo la lira de siete cuerdas a la que añade dos más en honor a las nueve Musas. Con este instrumento encantaba a los dioses, a los demonios y a los hombres y hasta a los animales, las plantas y las piedras. Con sus cantos logró que los guardianes del Hades le dejaran entrar y allí convenció a Plutón y a Perséfone para que le permitieran llevarse de vuelta a la tierra a su amada Eurídice.
El orfismo está íntimamente ligado a los rituales dionisíacos ya que a veces se llama 'órficos' a los ritos báquicos; y también se llegó a confundir al orfismo con el pitagorismo por la enorme importancia que ambos concedieron a la música y al número y por sus evidentes similitudes en muchos otros campos. Estas corrientes mistéricas renacen en Roma y entre los primeros cristianos. "Los órficos habían sido los primeros filósofos de Grecia y los ancestros espirituales de las escuelas pitagórica y platónica, renombradas por su ascetismo y su creencia en la inmortalidad del alma. Ahora, en el resurgimiento Órfico, imprimieron sus principios a la nueva religión [se refiere a la cristiana]. A través de una codificación numérica de palabras claves y frases en el (Nuevo) Testamento griego, la Cristiandad fué vinculada con la tradición Pitagórica, en la cual la música y el número eran los primeros principios del universo."
En cuanto a Pitágoras, del que algunos creían una 'encarnación' del mismo Apolo, o que había sido engendrado por ese dios en el vientre de su madre (como Orfeo), se dice que nació en la isla griega de Samos cerca del año 570 a. C. durante el llamado 'siglo de oro' de los griegos. Iniciado en los misterios órficos, dedica la primera parte de su vida adulta a viajar por diversas ciudades del mundo antiguo, y reside en Caldea, Fenicia, Babilonia y Egipto, donde es instruido en las artes y ciencias esotéricas. Utilizando al número como vehículo simbólico de conocimiento, este sabio, que se hacía llamar 'filósofo' (amante de la sabiduría), realiza una síntesis de todas las enseñanzas que había recibido y después de treinta y cuatro años de ausencia por sus viajes, regresa a Samos, donde funda su primer centro dedicado a la Enseñanza. Posteriormente se instala con su familia en Crotona, donde establece su escuela, que luego será expandida por sus seguidores y discípulos por todo el Mediterráneo.
Se dice que Pitágoras escuchaba "la música de las esferas celestes".
Para los pitagóricos los números simbolizan la esencia de todas las cosas, y los cielos son armonía y número; trascendiendo lo aparente y cuantitativo, por medio del conocimiento del orden numérico y lo que éste simboliza es posible comprender el cosmos, armonizar interiormente al hombre y establecer vínculos y relaciones con todas las artes y las ciencias y con los mundos superiores. La escuela pitagórica no distingue entre lo espiritual y lo intelectual; los alumnos –que en sus orígenes habían de pasar cinco años de silencio para acceder a grados superiores– practican un verdadero Jnani Yoga, o vía del Conocimiento, es decir, cultivan el intelecto; creen en la posibilidad de que el alma humana devenga en divina e inmortal (transmigración, metempsicosis); y trabajan en el estudio de la música, a la que utilizan como instrumento cognoscitivo y terapéutico.
El llamado 'divino' Platón, nacido en el año 429 a. C., también es heredero de los antiguos misterios órficos y eleusinos y de las enseñanzas pitagóricas, que recibe de su maestro Sócrates y de otros sabios en sus múltiples viajes.
En el 387 a. C. regresa a Atenas y funda la Academia, que según algunos autores fue organizada siguiendo el modelo de la escuela pitagórica de la que era heredera. Allí permanecerá durante veinte años dedicado al estudio y la enseñanza.
Según el libro VII de la República el verdadero filósofo debe aplicarse en el conocimiento de la aritmética (522 c), la geometría (526 c), la astronomía (528 e) y la música (531 a-c), todas ellas ciencias matemáticas, las cuales son necesarias para practicar la dialéctica (532-537). En el frontispicio de la Academia figuraba esta inscripción: «Nadie entre aquí sin saber geometría».
Platón describe un mundo de Ideas o Arquetipos, idénticos a los 'números' de Pitágoras y a las 'letras' y 'sefiroth' de la Cábala, que generan todas las cosas y en los que todo puede ser sintetizado. Describe una verdadera Cosmogonía, heredera de la Tradición Primordial, con la que el hombre ha de identificarse si quiere salir del mundo físico de las apariencias –un mundo de sombras, según el conocido mito de la caverna– y acceder al mundo real, que es el objeto mismo del Conocimiento.
De la escuela de Pitágoras y la Academia de Platón surgirá un pensamiento que iluminará a filósofos y sabios posteriores que han sabido recoger su herencia y multiplicarla, dándole formas regeneradoras; sus ideas han sido el fundamento de las ciencias y las artes hasta nuestros días, aunque esto es generalmente ignorado por la mayoría en estos tiempos. La influencia de Platón en la historia de la filosofía ha sido muy importante. La Academia se mantiene viva en Atenas más de 900 años, hasta el 529 d. C., año en que el emperador bizantino Justiniano I, que se oponía a la difusión de las enseñanzas paganas, decretó su cierre. Durante este período sus ideas se difunden y expanden por toda el área mediterránea, siendo también enseñadas por varios filósofos romanos desde al menos el año 300 a. C. y determinantes en todo el movimiento filosófico que se desarrolla en Alejandría desde su fundación en el año 332 a. C. y hasta el siglo IV d. C., donde conviven e influyen en el pensamiento judío y cristiano pasando luego a Antioquía, Damasco, Bagdad, Constantinopla, etc. y llegando a tener importantísima repercusión en la filosofía islámica medieval y en el Renacimiento.
En cuanto a Roma, fundada por Rómulo, de quien deriva su nombre, sus orígenes históricos se confunden también con el mito. En el Programa Agartha leemos: "…si nos referimos a la tradición romana en sí misma vemos que ésta pertenece al gran tronco de la civilización indo-europea, del que surgirían también los pueblos celtas, hindúes, griegos, germánicos y tantos otros, todos los cuales tenían un vínculo más o menos directo con la tradición primordial." La cultura romana está íntimamente ligada a la griega, como se ve en las mitologías de ambas, cuyos dioses se corresponden claramente. "La misma influencia está presente en las artes, la literatura y la filosofía. En este sentido es notoria la influencia de Platón y sus sucesores sobre Cicerón, Varrón, Séneca, Ovidio, Horacio y el ya mencionado Virgilio, el 'príncipe de los poetas latinos', sin olvidarnos de todos aquellos filósofos y teúrgos romanos o romanizados que como Nigidius Figulus, Ario Dídimo, Quinto Sextius, Cornelius Celsus y Apuleyo (iniciado en los misterios de los sacerdotes egipcios y conocedor de las doctrinas herméticas surgidas en Alejandría), formaron parte de la escuela neoplatónica y neopitagórica, contribuyendo a la difusión de su pensamiento por todos los rincones del Imperio. Incluso algunos emperadores, como por ejemplo Juliano, participaron enteramente de las ideas platónicas."
Y reviste una gran importancia histórica, relacionada con el simbolismo constructivo, la existencia en Roma de asociaciones de constructores que algunos dicen descendían de los que edificaron las pirámides de egipto y el templo de Jerusalem, en las que se realizaban ritos iniciáticos y se enseñaba el esoterismo implícito en el arte de la construcción. "Precisamente el origen de los collegia fabrorum se remontaba a la época del rey Numa, quien fuera contemporáneo de Pitágoras, y receptor también de sus enseñanzas, como lo atestigua que en su tumba aparecieran escritos de contenido enteramente pitagórico. De hecho estos collegia reciben del pitagorismo las ciencias sagradas del número y la geometría, que ellos plasmaron en los templos, basílicas y edificaciones de todo tipo, y que constituyen el legado de una cosmogonía (basada en el simbolismo constructivo) que permaneció viva en la cultura occidental gracias a que fue transmitida a los constructores medievales y renacentistas, de los que derivaría, junto al aporte decisivo de la Tradición Hermética, la Masonería que ha llegado hasta nuestros días."
La ciudad de Alejandría, fundada por Alejandro Magno en el delta del Nilo (otra vez volvemos a Egipto), pasará a ser el centro más importante de la Tradición Hermética. Desde el siglo III a. C., poco después de su fundación, Ptolomeo I, general de Alejandro, historiador y su sucesor en Egipto, da comienzo a la dinastía helénica de los Lágidas, que se mantendrá en el poder doscientos años –hasta la famosa Cleopatra VII. En el año 30 a. C. es conquistada por Roma que la gobernará hasta el 395 d. C.
La población era muy heterogénea y estaba organizada en barrios por etnias (egipcios, greco-macedonios, sirios, judíos, etc.). Sus fundadores quisieron convertir la ciudad en un gran centro económico y comercial, llegando a ser el más importante del Mediterráneo, y se dice que fue un pitagórico, consejero de Ptolomeo, llamado Demetrio, quien le sugirió convertir también la ciudad en un centro intelectual en el que se preservara todo el saber que había en el mundo conocido, se cultivaran las artes y se investigara en todas las ciencias. Fue así como se decidió crear el Museo (templo consagrado a las nueve Musas en el que se practicarán las disciplinas que esas diosas presiden) que albergaba en su interior la famosa biblioteca, que poco a poco fue adquiriendo todo tipo de manuscritos hasta llegar a almacenar cerca de 900.000 volúmenes. Todo eso, como es lógico, atrajo a muchos artistas, científicos y filósofos, que compartieron su sabiduría, permitiendo que se realizara allí una gran síntesis del conocimiento que alimentará toda la cultura occidental y de oriente medio durante el medioevo y el Renacimiento. Allí convivían en armonía y mutuo respeto soldados macedonios –luego serían romanos– con sacerdotes egipcios, aristócratas y filósofos griegos, mercaderes fenicios y judíos, etc., llegando incluso sabios procedentes de la India atraídos por esa luz de conocimiento y sabiduría que estaría también simbolizada por el famoso Faro, el cual llegó a considerarse una de las siete maravillas del mundo.
Al estudio de las matemáticas se le dio desde el principio, en la época helenística de Alejandría, gran importancia, destacando Eudoxo, que utilizó el método infinitesimal e influenció notablemente en Arquímedes de Siracusa; y sobre todo Euclides, que fundó allí una escuela de estudios matemáticos hacia el año 300 a. C. y escribió sus conocidos "Elementos de Geometría" que se enseñaron ininterrumpidamente hasta el siglo XVIII, obra que ha tenido más de 1.000 ediciones desde su primera publicación en imprenta en 1482. Euclides ordena y fundamenta abundantes conocimientos geométricos y matemáticos que consigue reunir y sintetizar.
Se dice que el Antiguo Testamento logró llegar hasta nosotros gracias a las traducciones griegas que de él se hicieron en la Biblioteca de Alejandría. Los Ptolomeos invirtieron buena parte de su enorme riqueza en la adquisición de todos los libros griegos y obras de África, Persia, India, Israel, etc.
En el año 48 a. C., un incendio destruye la primera biblioteca durante la guerra entre romanos y egipcios, subsistiendo la llamada biblioteca del Serapeum hasta el año 391 en que fue destruida por el patriarca Teófilo poco después de que se oficializara la religión cristiana –en el año 323 d. C. durante el gobierno de Constantino– y se ordenara la destrucción de todos los centros de culto pagano.
Desde poco después de su fundación, Alejandría acogió a los judíos que tenían su propio barrio en la ciudad y llegaron a tener una importante influencia. De entre ellos queremos mencionar a Filón de Alejandría (20 a. C.–40 d. C.), filósofo neoplatónico que estableció importantes vinculaciones entre la tradición judía y las ideas de Platón y que influenció notablemente en los padres de la iglesia cristiana y posteriormente en los cabalistas medievales.
Se dice que San Marcos el evangelista fue quien llevó el cristianismo a Alejandría hacia el año 61. Allí se funda la primera iglesia y la primera escuela cristiana en las que destacan, en los siglos I y II, las figuras de Clemente de Alejandría (que cita a Hermes en su obra) y su sucesor Orígenes, padres de la Iglesia griega, de pensamiento neoplatónico e influenciados por Filón. San Marcos fue martirizado y enterrado en Alejandría, en el año 62, durante el gobierno de Nerón que persiguió a los cristianos, pero ya a comienzos del siglo II d. C. se les permitió extenderse, primero en Alejandría, y después a lo largo de todo el Valle del Nilo. Los primeros cristianos actualizaron la tradición judía y al mismo tiempo la universalizaron (la palabra 'católico' significa universal) tomando elementos simbólicos y rituales de pueblos paganos con los que convivieron antes de que los prejuicios religiosos deformaran y rebajaran esas ideas al teñirlas de moralismo, fanatismo y superstición.
Es en los siglos I a IV de nuestra era cuando se consolida el hermetismo. Las ideas expresadas en la Academia de Atenas y en las escuelas filosóficas alejandrinas poco a poco se expanden, fundándose otros centros similares en Roma, Sicilia, Pérgamo, Efeso, Siria, etc. En Alejandría, los maestros de esta tradición vierten las ideas reveladas por Toth-Hermes en una serie de libros denominados Hermetica entre los que se incluyen el Corpus Herméticum (el Poimandrés, el Asclepio, los Estractos de Estobeo, etc.), los Oráculos Caldeos y otras obras, inspiradas por Hermes, dedicadas a la Alquimia, la Astrología y la Magia que describen una verdadera cosmogonía y establecen correspondencias entre los órdenes de la naturaleza y el mundo celeste en una perfecta armonía matemática y musical que conduce al sabio a la Unidad del Todo. Se produce entonces una verdadera eclosión que a partir de allí se funde de alguna manera con la cábala judía y la doctrina de los primeros cristianos, dando lugar al gnosticismo alejandrino. Durante la alta Edad Media estas ideas se difunden por toda Europa, influyendo de modo determinante en sabios, "magos" y alquimistas de la época, relacionándose también con órdenes de iniciación medioevales, tanto caballerescas como constructoras. Durante el Renacimiento el hermetismo ilumina los movimientos artísticos y filosóficos más importantes y ha continuado hasta hoy su influencia en el pensamiento más profundo de la cultura occidental a pesar de las persecuciones de que ha sido objeto por parte de la inquisición, los fanatismos de variados colores y el olvido al que quieren relegarlo el racionalismo y la mentalidad cientificista moderna.
No podemos mencionar en una obra de esta naturaleza a todos los sabios, filósofos y matemáticos que pertenecieron a la Tradición Hermética, pero queremos destacar a aquellos cuyo pensamiento ha tenido una influencia determinante en nuestra cultura.
En los siglos I y II d. C., además de los citados Clemente, Orígenes y Filón, destacan Apolonio de Tiana, pitagórico y autor de una Vida de Pitágoras, que enseña sus doctrinas en varias ciudades mediterráneas, en India y Oriente, e influye notablemente en sabios posteriores; y Plutarco de Queronea, que a los veinte años se desplazó a Atenas para estudiar matemáticas, vinculándose allí a la Academia platónica y que llegó a ser sacerdote de Apolo en Delfos. En el Siglo III Ammonio Saccas, tomando como modelo la Academia de Atenas y los centros de enseñanza pitagóricos, funda la escuela platónica en Alejandría. Su discípulo Plotino, nacido de padres romanos en Lycópolis, Egipto, en el año 204, al que se considera el verdadero fundador del neoplatonismo, ingresa a la edad de 28 años en la escuela de Ammonio Saccas en la que pasó diez años. Viaja luego a Persia y Siria, a fin de conocer la sabiduría oriental, y a la edad de 40 años funda en Roma su escuela en la que enseñará con éxito casi hasta su muerte en el 270. Plotino hace, en su obra, constantes referencias a la Unidad que considera lo único perfecto y real. La Unidad es el Todo y es innombrable. Está más allá del pensamiento y de la divinidad; sólo puede alcanzarse por la intuición intelectual. Está incluso más allá del Ser. En armonía con las ideas platónicas, el Corpus Hermeticum y el Arbol Sefirótico, manifiesta que todo procede del Uno por emanación y a Él todo retorna. La Unidad desciende hacia el mundo sensible y material. Su primera emanación es el Nous, el Logos, la Inteligencia, el mundo de las ideas o de los arquetipos inteligibles y partir de allí se van produciendo jerárquicamente los otros mundos: el alma universal, el mundo sensible y la materia. El hombre, mediante un proceso a la vez intelectual y volitivo, retorna a la Unidad. "Abandonando tu individualidad es como llegas a ser el Todo". A la edad de 50 años, enfermo de los ojos, comenzó a dictar su doctrina, en lecciones que luego fueron ordenadas y publicadas en el año 300 por su discípulo Porfirio de Tiro. Su obra –un conjunto de conferencias sobre distintos temas– fue dividida en seis secciones llamadas Enéadas por estar cada una compuesta de nueve tratados.
Porfirio (233-305) también escribió numerosas obras sobre varias materias –entre ellas un tratado sobre matemáticas– que tuvieron gran repercusión en la Edad Media, y una biografía de Plotino; se formó en Atenas y a la edad de 30 años se trasladó a Roma, donde fue discípulo de la escuela plotiniana. A la muerte de éste enseñó en Roma y en Sicilia y viajó mucho difundiendo las ideas aprendidas y defendiendo la tradición helénica. Uno de sus discípulos más conocidos fue Jámblico (c. 250-330), también llamado 'divino', autor, como se ha visto, de una obra sobre la vida de Pitágoras, además de neoplatónico y verdadero transmisor de la sabiduría egipcia.
Otra destacada matemática y astrónoma alejandrina fue Hipatia (c. 370-415), hija del también astrónomo Teón, seguidora de las enseñanzas de Plotino. Enseñó en la selecta Escuela neoplatónica de Alejandría, la cual lideró a inicios del siglo V. Fue cruelmente torturada y asesinada por sus ideas. A pesar de esta hostilidad, la Escuela siguió activa ininterrumpidamente hasta el siglo VII, sobreviviendo a la Academia de Atenas que, como se dijo, fue cerrada en el 529 y trasladada a Siria. El final de ambas escuelas fue ocasionado por el fanatismo cristiano y su ignorante oposición a las filosofías paganas.
Destacaron también en esas épocas Plutarco de Atenas, que presidió la Academia del 410 al 435, su discípulo Proclo (410-485), y su hija Asclepigenia que inició a Proclo en el arte de la Teúrgia.
Es imposible mencionar aquí a todos los matemáticos, filósofos, constructores y magos que mantuvieron viva la tradición hermética durante la Alta Edad Media bajo la influencia de la Academia de Atenas y la Escuela alejandrina, pero sí recordar que en esta época, como había sido en el pasado, la Aritmética jugó un papel central y vertebrador en las enseñanzas de las ciencias y las artes que constituyeron el nucleo y la base de toda la cultura de Occidente, dejando huellas profundas incluso en muchos pensadores cristianos como Dionisio Aeropagita.
A partir del siglo VII y hasta el Renacimiento, el pensamiento hermético en Europa se oculta de alguna manera, trasladándose su influencia hacia Oriente Medio, especialmente a Bizancio, Siria o Bagdad. El cristianismo, muy fuerte política y económicamente, se hace más dogmático e intolerante, y simultáneamente nace y crece con rapidez el imperio islámico, que tiene una importancia decisiva en la historia de la aritmética y la geometría, pues son sabios y matemáticos árabes los que traen a España, desde la India, el sistema decimal (incluyendo al cero que no era conocido por la numerología griega y romana) y las notaciones orientales que los árabes llamaban "números indios" a partir de entonces son llamadas "números arábigos", que posteriormente se expanden a todo el continente y luego al mundo entero, y que es la numeración que se utiliza actualmente de un modo casi universal.
La Edad Media en Occidente se caracteriza por la confluencia de las tres tradiciones que se dicen descendientes del patriarca Abraham, llamadas a veces "del Libro" por fundamentarse todas ellas en la Biblia: la judía, la cristiana y la islámica.
Durante este período se desarrolla y escribe, fundamentalmente en España, la Cábala (palabra que en hebreo significa "tradición") que, como veremos en el próximo capítulo, otorga un papel predominante al simbolismo numérico. La Cábala se conservó oralmente desde sus orígenes: se dice que fue revelada al mismo Adán, quien la transmitió hasta llegar a Noé y después del diluvio al propio Abraham, al que algunos consideran el primer cabalista. También que fue revelada a Moisés en el Monte Sinaí. El Sefer Yetsirah, considerado, junto con el Zohar, la principal obra de la Cábala, y al que algunos llaman "Libro de Abraham" fue escrito en Palestina probablemente hacia el siglo II d.C. Menciona los 10 nombres divinos del Árbol Sefirótico, los 32 senderos de la sabiduría y las 22 letras del alfabeto hebreo, concediendo gran importancia al significado numérico de todos ellos. En cuanto al Sefer ha Zohar, aunque se cree que hubo versiones anteriores, la que conocemos fue escrita por Moisés de León en el siglo XI. Hay que recordar que durante la Edad Media las comunidades judías en España eran muy importantes, y es en este tiempo en el que se vive un enorme desarrollo de la Cábala, que se expandirá posteriormente a otros lugares de Europa, especialmente después de la expulsión de los judíos de este país (que culmina en 1492), durante el Renacimiento.
En este mismo período medieval culmina la civilización cristiana en Europa, y simultáneamente se produce una enorme expansión del Islam, que llega incluso hasta la China y la India por un lado, y por el otro hasta la península ibérica, donde permanece durante cerca de ocho siglos. El Islam, en sus momentos de esplendor, recupera la filosofía griega de Pitágoras y Platón y, como se dijo, trae de Oriente una serie de conocimientos matemáticos de enorme importancia en la historia de esta ciencia. Destaca en esta tradición el sabio sufi Ibn Arabi (1165-1240), nacido en Murcia, a quien se atribuye un Tratado de la Unidad; y en tiempos de Alfonso X el Sabio (1221-1284) conviven intelectuales cristianos, hebreos e islámicos que comparten sus conocimientos especialmente gracias a la Escuela de Traductores de Toledo, fundada por el padre de Alfonso, San Fernando Rey. También en estos tiempos se produce una importante relación entre las culturas de Oriente y Occidente, gracias a las cruzadas, y se expanden las órdenes monásticas y de caballería (en especial la de los caballeros Templarios), que se convierten en depositarios de la sabiduría tradicional que se concreta en las catedrales góticas y su profundo simbolismo astronómico, geométrico y matemático.
Es también durante el medioevo que aparece el libro del Tarot, que sintetiza conocimientos de esta misma naturaleza.
Destacan también en esta época, entre muchos otros, el mallorquín Ramón Llull (1232-1315) y el florentino Dante Alighieri (1265-1321), profundos conocedores del hermetismo y precursores del Renacimiento.
Después de la destrucción de la Orden Templaria (1314), se produce una verdadera edad oscura en la que el fanatismo religioso cristiano censura el conocimiento esotérico y se produce la "Santa" Inquisición, que tratará de destruir todo vestigio de cultura pagana, judía e islámica, que considera hereje, llevando a la hoguera a sabios y libros y exportando su nefasta influencia incluso a las américas, donde causa estragos en las culturas precolombinas.
Es durante el Renacimiento (siglos XV y XVI) cuando verdaderamente vuelve a nacer la Tradición Hermética. Quizá el filósofo más destacado de este período, desde el punto de vista del hermetismo, sea Marcilio Ficino (1433-1498), quien con el mecenazgo de los Médicis y la influencia determinante de Nicolás de Cusa (1401-1464) y de Gemisto Pletón (1355-1452), refunda en Florencia la Academia platónica, que dirige durante cerca de treinta años. Ficino y su grupo se encargaron de traducir al latín y publicar – gracias a la recién inventada imprenta- el Corpus Hermeticum, los Himnos Orficos y los Diálogos de Platón, así como obras de Proclo, Porfirio y Jámblico. Gracias sobre todo a Pico de la Mirándola (1463-1494, discipulo de Pletón y Ficino), se produce una conciliación entre la sabiduría cabalística, la filosofía y la teúrgia griega hermética y el cristianismo (que Pico plasma en sus Novecientas Tesis) lo que dio origen a la llamada cábala cristiana. Pico afirma en sus "Conclusiones Matemáticas" que "mediante el número puede encontrarse el modo de investigar y comprender todo lo que es posible saber".
También surgen durante el Renacimiento el alemán Johannes Reuchlin (1455-1522), que inspirado por Pico escribe De Arte Cabalística; el monje veneciano Francesco Giorgi, cabalista cristiano, autor entre otras obras de De harmonia mundi, que bebe también de las enseñanzas atribuidas a Hermes Trismegisto y de las ideas pitagóricas y platónicas, y que tuvo gran influencia en el Renacimiento francés; así como Cornelio Agripa (1486-1535), autor de De occulta philosophia que conjuga la magia hermética de Ficino con la magia cabalística de Pico, utilizando especialmente al número como vehículo para realizar estas combinaciones.
Todo este pensamiento hermético tiene enorme repercusión en las artes, la arquitectura, la astronomía y la filosofía renacentista, destacando de modo especial Giordano Bruno (1548-1600) que, influenciado por los escritos de Ramón Llull, escribió numerosos estudios sobre el arte de la memoria, así como sobre magia, matemáticas, física, cosmología y astronomía, defendiendo las ideas del heliocentrismo y buscando demostrar que el sol es más grande que la tierra.; y el jesuita Athanasius Kircher (1602-1680), que buscó, siguiendo ideas de Gemisto Pletón y Ficino, la prisca sapientia, esa sabiduría antiquísima que acreditaba en la tradición primordial, origen común de todas las culturas, y que escribió varias obras importantes relacionadas con los números.
Destacan también, entre muchos otros, los artistas renacentistas Sandro Botticelli (Florencia 1445-1510); el "genio universal" Leonardo da Vinci (1452-1519, que además de pintor fue inventor, ingeniero, anatomista, arquitecto, urbanista, botánico, poeta, músico, filósofo y escritor); el alemán Alberto Durero (1471-1528); y el escultor, arquitecto y pintor italiano Miguel Ángel (1475-1564), todos los cuales participaron de una u otra manera, de las ideas herméticas.
Esta corriente de pensamiento será determinante en Inglaterra durante la llamada época isabelina (reinado de Isabel I, 1533 - 1603) en la que aparecen John Dee (1527-1608, mago y asesor de la reina, que recibe fuerte influencia de Cornelio Agripa) y Robert Fludd (1574-1637). Y también en Alemania, especialmente en el Palatinado, donde adquiere gran auge la Alquimia con la publicación en 1600 de las obras atribuidas a Basilio Valentino (siglo XV), y los trabajos de Michael Maier (1568–1622) y Valentín Andreae (1586-1654, autor, este último de Bodas Alquimicas de Christian Rosencreutz), todo lo cual desemboca en la constitución de la Orden Rosacruz y posteriormente de la Masonería. Estas dos órdenes iniciáticas, que de algún modo se constituyeron en depositarias de los ritos, símbolos y misterios del hermetismo, a pesar de la degradación que han sufrido, han sido capaces de conservar hasta nuestros días, al menos en algunas de sus Logias, las ideas propias de la Tradición Hermética.
Esta tradición, cuyos seguidores auténticos siempre se han distinguido por su libre pensamiento, y que nunca se ha institucionalizado, manteniéndose siempre al margen de todo fanatismo político o religioso, sigue viva a pesar de las múltiples visicitudes que ha sufrido a través de la historia. Por eso es importante no confundir esta escuela de pensamiento con ciertos movimientos de carácter sectario, que se hacen llamar herméticos, y que muchas veces desvirtúan el verdadero espíritu del hermetismo.

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