La tímida ilusión

May 23, 2017 | Autor: Patricia Cartara | Categoría: Renaissance Studies, Historia del Arte, Pintura
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Descripción

La tímida ilusión.
El juego entre la pintura y el espectador.
Las ruinas de la Antigüedad que pueblan las ciudades italianas fueron referentes para los artistas del Renacimiento. Las construcciones de la arquitectura y las esculturas muchas de ellas copias romanas de trabajos griegos se constituyeron en fuentes de información que los artífices renacentistas supieron amalgamar con los resabios de un estilo Gótico que en Italia no se desarrolló con fuerza. Podemos decir entonces que la Antigüedad, unida a un incipiente interés por la naturaleza que se dejaba ver en un Gótico tardío, sumado esto a un clima de secularización cultural, al incremento de actividades comerciales, financieras, la circulación de ideas que proclamaban al hombre como individuo capaz de crear y comprender el mundo en el que vive, gestaron un universo de imágenes y objetos así como una modalidad de internarse en los misterios de la naturaleza. Los artistas renacentistas fueron estudiosos de los procesos por los cuales se generaban cambios en el mundo natural, desarrollaron una observación que se convirtió en herramienta del conocimiento necesario para la representación de escenas tanto bíblicas, como profanas. Si mientras en el Románico la figura del Patócrator fue protagonista de ábsides soberanos. Con sus rasgos severos, planos ausentes de naturalidad, ese Dios omnipotente que todo lo ve y todo lo juzga era representado para educar en la fe y el dogma. Luego la preocupación por desmaterializar el espacio interior de las catedrales para elevar los espíritus hacia la trascendencia, hizo de estas construcciones monumentales la expresión de un proyecto colectivo, urbano, vibrante de luz , portando muros delgados y traslúcidos vinculando así el mundo exterior e interior mediante el color y la luz.
Con un espíritu experimental, el quattrocento ofrece los trabajos de artistas inquietos, curiosos que buscaban en el pasado aportaciones novedosas con vistas a solucionar problemas del presente. Ese pasado idealizado de esplendor grecolatino, del que no sobrevivieron pinturas pero, que según comenta Plinio atestiguando el trabajo de Apeles, las representaciones abordaban no solo el naturalismo de los objetos sino también transformando el plano en una ilusión que interactúa con el espectador: "Apeles también pintó en el templo de Diana de Éfeso, a Alejandro Magno con un relámpago en la mano, que parece que se le puede tocar con los dedos y que el rayo sale de la tabla, y le pagaron 20 talentos de oro"..
El interés por los procesos y leyes de la naturaleza, conduce a los pintores renacentistas a profundizar la contemplación de los objetos. El creador de imágenes empieza a establecer un nuevo modo de vincularse con las temáticas que representa. Estudiando intensamente los componentes que arman la escena sea un retrato o un mito la visión clásica integra una suerte de lente para mirar el mundo. La figura de Andrea Mantegna es una de las más importantes debido a la exquisita factura de sus obras, la técnica naturalista trabajada con detalles de la antigüedad clásica, como estatuas, columnas y restos de arquitecturas, el despliegue de un escorzo que danza en la composición y atrapa al espectador. Sobreviven objetos representados como espectros con un orden propio que escapa del tiempo, se vuelve anacrónica la huella de las imágenes. Huberman que estudia el trabajo de Warburg describe este proceso y lo llama tiempo de fantasmas.


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