La Tierra del ocaso: La idea de globalización, una investigación multidimensional y compleja.

July 14, 2017 | Autor: David Pisano | Categoría: Filosofía Política, Globalización, Geopolítica
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Descripción

Con reconocimiento de validez oficial de estudios de la S.E.P. Según acuerdo No. 962197 del 15 -XI-96

LA TIERRA DEL OCASO: LA IDEA DE GLOBALIZACIÓN, UNA INVESTIGACIÓN MULTIDIMENSIONAL Y COMPLEJA.

TESIS QUE PARA OBTENER EL TITULO DE LICENCIADO EN FILOSOFÍA

PRESENTA

DAVID PISANO CERRITOS

ASESOR: SERGIO IVÁN VERA ORTÍZ

MÉXICO, D.F.

2013 1

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Índice

Introducción……………………………………………………………………………7

Capitulo I Los diferentes enfoques de la globalización…………………………………………17 §1. Dimensión histórico-filosófica……………………………………………..20 §2. Dimensión político-jurídica………………………………………………..34 §3. Dimensión socio-cultural…………………………………………………..58 §4. Dimensión económica……………………………………………………...77

Capitulo II La globalización como Imperio………………………………………………………95

Capitulo III Guerra en el mundo del siglo XXI………………………………………………….109 §1. Las guerras de ayer y las guerras de hoy………………………………...119 §2. Mandata principum……………………………………………………….131 §3. Enjambre………………………………………………………………….141 §4. Mare nostrum……………………………………………………………..145

Capitulo IV La democracia del pasado, del presente y la autonomía del siglo XXI…………..153 §1. Una breve reminiscencia al pasado de la democracia…………………...157 §2. Breve crítica a la democracia contemporánea…………………………...168 §3. La transformación a la autonomía………………………………………..179

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Capítulo V Abendland la “Tierra del ocaso”…………..……………………………...……........191 §1. El discurso fúnebre de Pericles o la geopolítica histórica de Occidente……………………………………….195

Conclusiones…………………………………………………………….....................209

Bibliografía…………………………………………………………………………...213

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Para todas aquellas personas que han sido mis maestros en la existencia…

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Introducción En el país del cual yo vengo, la generación de mis abuelos nunca oyó hablar de planificación a largo plazo, de „externalidades‟, de deriva de los continentes o de expansión del universo. Pero, todavía durante su vejez, continuaban plantando olivos y cipreses, sin plantearse cuestiones de costes y rendimientos. Sabían que morirían y que debían dejar la tierra en buen estado para aquellos que vendrían después de ellos, quizás por la tierra misma. Cornelius Castoriadis.

¿Qué es la globalización? Con ese preguntar lacónico, directo y concreto daremos paso a una odisea que en los albores del siglo XXI resulta crucial para comprender nuestro pasado, presente y futuro, en una realidad cada vez más compleja que avasalla vertiginosamente nuestro lugar en la tierra. Ese preguntar evoca uno de los rasgos fundacionales y fundamentales de la filosofía desde sus antiguos orígenes helenos, ya que al versar sobre la crítica, la autocrítica y la reflexión, se disuelve la falsa impresión de ideas y cosmovisiones que aparentan un estatus normal, estático y cotidiano, constituyéndose como verdades ajenas a cualquier tipo de duda o interpelación, estructurándose a su vez, como parte del “orden establecido”. 1 Una de esas verdades inamovibles e inobjetables en el mundo contemporáneo es, sin temor a equivocarnos, la idea que se tiene de la globalización, convirtiéndose en el nuevo fundamento que da sustento a todo fenómeno que, ya sea en el contexto 2 social, histórico, político, cultural,

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Así, es necesario, según Horacio Cerutti, recordar que “también hay filosofares con mala memoria, que olvidan que la Filosofía está llamada a ampliar y no a restringir los horizontes humanos. Sucede así cuando el filosofar se enferma de academicismo, entrampándose en círculos viciosos narcisistas. Se constituyen entonces cofradías para rendir culto a filósofos entronizados y se padece una sordera selectiva para con otros pensamientos. Claro está que así se mellan las armas de la crítica en luchas estériles de conceptos, sin alcances reales ni pretensiones liberadoras.” Cerutti Guldberg, Horacio, Filosofías para la liberación ¿liberación del filosofar?, Universidad Autónoma del Estado de México-Centro de Investigación en Ciencias Sociales y Humanidades, Toluca, 2001, pp. VII-VIII. 2 Para entender el uso que hacemos del concepto contexto se debe considerar lo siguiente: “El conocimiento de las informaciones o elementos aislados es insuficiente. Hay que ubicar las informaciones y los elementos en su contexto para que adquieran sentido. Para tener sentido la palabra necesita del texto

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religioso, artístico, urbanístico, etcétera, da cuenta de una teleología que abarca la totalidad del mundo, hoy en día nombrado globo. Sin tener en consideración su veta geopolítica, se asume acríticamente que la globalización es el más ambicioso proyecto de la humanidad y, consecuentemente, su destino final. Por ello es necesario recurrir al ámbito filosófico, ya que el canto de sirena del “fin de la historia” y la consecuente implementación unilateral de la democracia consumista y el libre mercado, dejan en claro que la finalidad de la globalización conlleva nuevos hitos guerreros, nuevas cruzadas, cuyo propósito es el inmovilizar el devenir histórico e imponer su verdad por medio de la guerra y su impronta nihilista, como únicos medios de atestación efectivos, evaporando cualquier tipo de posibilidad de usar la imaginación 3 para salir de la catástrofe que ciñe al hombre y la vida en el planeta. Pero si la globalización se ha convertido en esa idea que da sustento a la “totalidad”, podríamos afirmar un cierto parentesco con otros conceptos que han pretendido dar cuenta de totalidades, como lo son “Dios”, “ser”, “identidad”, “razón”, “moral”, “guerra”, “ideología”, “Estado”, etcétera. De tal forma, si la globalización se ha convertido en un concepto ubicuo en clave escolástica, el cual difícilmente se puede definir sin generar polémicas y disputas ideológicas (a pesar de la falaz preconización de la muerte de todas las ideologías), es inexorable someterlo a una profunda crítica, ya

que es su propio contexto y el texto necesita del contexto donde se enuncia. Por ejemplo, la palabra «amor» cambia de sentido en un contexto religioso y en uno profano; y una declaración de amor no tiene el mismo sentido de verdad si está enunciada por un seductor o por un seducido. Claude Bastien anota que «la evolución cognitiva no se dirige hacia la elaboración de conocimientos cada vez más abstractos, sino hacia su contextualización», la cual determina las condiciones de su inserción y los límites de su validez. Bastien agrega que «la contextualización es una condición esencial de la eficacia (del funcionamiento cognitivo)».” Morin, Edgar, Los siete saberes necesarios para la educación del futuro, Dower-Organización de las Naciones Unidas para la Educación, México, 2001, p. 36. 3 Un caso próximo proveniente de América Latina: “Muy pronto advertí que, de atreverme a usar la imaginación, entraría en conflicto con el establishment de la sabiduría económica de la época. La alternativa consistía en resignarse a reproducir la sabiduría convencional, notablemente pobre, dada nuestra dependencia en el área del conocimiento científico. No es fácil explicar que nos hayamos rebelado y comenzado a echar mano de la propia imaginación. Fue eso, precisamente, lo que ocurrió en América Latina: nos decidimos a identificar nuestros problemas y a elaborar su tratamiento teórico.” Furtado, Celso, El capitalismo global, Fondo de Cultura Económica, México, 2003, p. 11.

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que el tiempo y el espacio 4 en los que se desenvuelve lo determinan como un nihilismo planetario, generando un escepticismo a su pretensión retórica de ser el nuevo orden establecido que nos conducirá a la democracia, la libertad, la prosperidad y paz globales, es decir, al cacofónico “fin de la historia”. De ahí que nuestra odisea nos obligue a transitar por la tormenta conceptual que representa la globalización en los albores del siglo XXI, pues asumir algo como verdadero y cierto sin someterlo a la crítica y la reflexión, resultaría contrario a la labor que la filosofía asumió desde sus orígenes. No obstante, resultaría estéril y pretensioso asumir que el saber filosófico es el pináculo teórico que nos permitirá responder la pregunta en torno a la globalización, pues si bien la vanguardia teórica sobre la globalización se encuentra en otros saberes ajenos a la filosofía (economía 5, finanzas, relaciones internacionales, informática, etc.), tanto los problemas fundamentales como los globales son excluidos de dichos saberes, quedando resguardados por la filosofía que, paradójicamente, deja de alimentarse de los aportes de las ciencias. 6 Por ello, hemos asumido la necesidad –igualmente inexorable–

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La definición de globalización de Laïdi es muy similar en estos aspectos a lo planteado por Hardt y Negri, pues para él la globalización es: “un movimiento planetario en que las sociedades renegocian su relación con el espacio y el tiempo por medio de concatenaciones que ponen en acción una proximidad planetaria bajo su forma territorial (el fin de la geografía), simbólica (la pertenencia a un mismo mundo) y temporal (la simultaneidad).” Laïdi, Zaki, Un mundo sin sentido, Fondo de Cultura Económica, México, 1999, p. 12. 5 Es interesante el enfoque de Edgar Morin respecto al papel de la deshumanización de los saberes: “La economía, por ejemplo, que es la ciencia social matemáticamente más avanzada, es la ciencia social y humanamente más atrasada puesto que se ha abstraído de las condiciones sociales, históricas, políticas, sicológicas, ecológicas, inseparables de las actividades económicas. Por eso sus expertos son cada vez más incapaces de interpretar las causas y consecuencias de las perturbaciones monetarias y bursátiles, de prever y predecir el curso económico incluso a corto plazo. El error económico se convierte, entonces, en la primera consecuencia de la ciencia económica.” Morin, Edgar, op. cit., p. 40. 6 La problemática la identifica Morin: “Las realidades globales, complejas, se han quebrantado; lo humano se ha dislocado; su dimensión biológica, incluyendo el cerebro, está encerrada en los departamentos biológicos; sus dimensiones síquica, social, religiosa, económica, están relegadas y separadas las unas de las otras en los departamentos de ciencias humanas; sus caracteres subjetivos, existenciales, poéticos, se encuentran acantonados en los departamentos de literatura y poesía. La filosofía que es, por naturaleza, una reflexión sobre todos los problemas humanos se volvió, a su vez, un campo encerrado en sí mismo. Los problemas fundamentales y los problemas globales son evacuados de las ciencias disciplinarias. Sólo son protegidos por la filosofía, pero dejan de alimentarse de los aportes de las ciencias.” Ibidem, p. 39. Aquí vale la pena resaltar la importancia de la ciencia de la complejidad, pues según Ilya Prigogine “Un paso relevante en tal sentido ha sido el nacimiento de una nueva ciencia, la

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de acudir a otros saberes, como lo son la historia, la teoría política, el derecho internacional, la sociología, la urbanística, las ciencias de la comunicación, las relaciones internacionales y la economía (por mencionar algunos), con el fin de romper el molde unidimensional con el que suelen ser abordados los problemas actuales, ya que la complejidad que evoca un tema tal, nos insta a generar nuevos horizontes epistémicos y tender puentes con saberes que nos faculten a visualizar la problemática de lo uno a lo múltiple y de lo múltiple a lo uno, sorteando el hecho de convertirnos en victimas de la antigua estrategia del divide et impera positivista. 7 De ahí que nuestra investigación tenga las características de la multidimensionalidad y la complejidad devenidas de las ciencias, enriquecidas a su vez con la mirada filosófica de la crítica, la autocrítica y la reflexión.8 De tal forma, partimos de un análisis multidimensional 9 del concepto de la globalización, el cual es compuesto por las siguientes dimensiones: histórico-filosófica,

ciencia de la complejidad. Ésta describe la notable autoorganización que tiene lugar en los sistemas lejos del punto de equilibrio. Una de las conclusiones de la ciencia de la complejidad es la importancia del vector tiempo. Esta ciencia demuestra el papel constructivo que desempeña la «coordenada del tiempo». Además, la ciencia de la complejidad se ocupa de situaciones no-lineales. Las ecuaciones fundamentales admiten múltiples soluciones.” Prigogine, Ilya, “Prologo” en La nueva página, Organización de las Naciones Unidas para la Educación-Fondo de Cultura Económica, México, 1999, p. 11. Cfr. Prigogine, Ilya, “La flecha del tiempo y el fin de la certidumbre” en Claves para el siglo XXI, Crítica-Organización de las Naciones Unidas para la Educación, Barcelona, 2002. 7 Coincidimos con Hardt y Negri cuando escriben: “Nuestra argumentación apunta a ser tanto filosófica como histórica, tanto cultural como económica, igualmente política que antropológica. En parte, nuestro objeto de estudio exige este enfoque interdisciplinario, puesto que en el imperio las fronteras que anteriormente podrían haber justificado las perspectivas disciplinarias estrechas se están derrumbando progresivamente. En un mundo imperial, el economista, por ejemplo, necesita tener un conocimiento básico de la producción cultural para comprender la economía y, por su parte, el crítico cultural necesita contar con un conocimiento básico de los procesos económicos para entender la cultura. De modo que ese carácter interdisciplinario es una exigencia de nuestro proyecto.” Hardt, Michael y Negri, Antonio, Imperio, Paidós, Barcelona, 2005, p. 18. 8 Hoy en día es fundamental entender lo siguiente en relación a la complejidad del mundo, pues “las mentes formadas por las disciplinas pierden sus aptitudes naturales para contextualizar los saberes tanto como para integrarlos en sus conjuntos naturales. El debilitamiento de la percepción de lo global conduce al debilitamiento de la responsabilidad (cada uno tiende a responsabilizarse solamente de su tarea especializada) y al debilitamiento de la solidaridad (ya nadie siente vínculos con sus conciudadanos).” Edgar Morin, op. cit., p. 39. 9 Definimos multidimensional de la manera siguiente: “las unidades complejas, como el ser humano o la sociedad, son multidimensionales; el ser humano es a la vez biológico, síquico, social, afectivo, racional. La sociedad comporta dimensiones históricas, económicas, sociológicas, religiosas… El conocimiento pertinente debe reconocer esta multidimensionalidad e insertar allí sus informaciones: se podría no solamente aislar una parte del todo sino las partes unas de otras; la dimensión económica, por ejemplo,

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político-jurídica, socio-cultural y económica. Dicho análisis nos permitirá tener una mirada más aguda en torno al concepto, para ulteriormente sintetizar las distintas dimensiones bajo un abordaje crítico-destructivo que nos ha llevado a visualizar la globalización como una formación de corte imperial. La globalización bajo la faceta del Imperio Global nos ha obligado a entrever las consecuencias de la guerra, pues resultaría inverosímil e ingenuo el hecho de que un Imperio sea construido por medio de otra cosa que no sea la guerra multidimensional. Así, el fenómeno de la guerra da cuenta de una variedad de dimensiones en el contexto contemporáneo, ya que la guerra dejó de ser una confrontación entre dos ejércitos rivales para convertirse en una guerra tecnológica (biopoder). Por ello, lo multidimensional nos facultará nuevamente a comprender dicho fenómeno a partir de la complejidad 10, rompiendo con la determinista y reduccionista concepción de la guerra como algo innato en el ser humano al enfocarla como un “fenómeno socio-cultural contingente”. La nueva síntesis nos llevará a descubrir que la guerra tiene en la retórica sobre la libertad una muy larga continuidad/discontinuidad en la historia de Occidente. La retórica de la democracia junto con el libre mercado y el capitalismo son los bastiones que sustentan el proyecto de la globalización en su faceta imperial contemporánea, y que a ella se le contrapone la autonomía 11, que dicho sea de paso, se encuentra en los márgenes de Occidente como

está en interretroacciones permanentes con todas las otras dimensiones humanas; es más, la economía conlleva en sí, de manera holográmica, necesidades, deseos, pasiones humanas, que sobrepasan los meros intereses económicos.” Ibidem, p. 37. 10 Entendemos por complejo lo siguiente: “el conocimiento pertinente debe enfrentar la complejidad. Complexus significa lo que está tejido junto; en efecto, hay complejidad cuando los diferentes elementos que constituyen un todo (como el económico, el político, el sociológico, el afectivo, el mitológico) son inseparables y existe un tejido interdependiente, interactivo e interretroactivo entre el objeto de conocimiento y su contexto, las partes y el todo, el todo y las partes, las partes entre ellas. Por ello, la complejidad es la unión entre la unidad y la multiplicidad. Los desarrollos propios de nuestra era planetaria nos enfrentan cada vez más y de manera cada vez más ineluctable a los desafíos de la complejidad. En consecuencia, la educación debe promover una «inteligencia general» apta para referirse, de manera multidimensional, a lo complejo, al contexto en una concepción global.” Idem. 11 La cuestión de la imaginación va más allá de formalidades académicas, pues como escribe el pensador griego Cornelius Castoriadis: “Ahora bien, al mismo tiempo que se expande triunfante el furor del “poder”, el fetichismo del “dominio racional”, parece sufrir un eclipse la otra gran significación social imaginaria creada por la historia greco-occidental: la de la autonomía, especialmente la política. La crisis

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una respuesta ético-constructiva. Porque existe, según nuestra visión global 12, una geopolítica histórica con una continuidad/discontinuidad de por lo menos dos mil quinientos años que, en su formulación actual, tiene en el nihilismo la característica principal de la “Tierra del ocaso”. 13 Afirmamos que el concepto de globalización se convierte en el discurso hegemónico a finales del siglo XX (para ser exactos entre 1989-1991 con la caída de la U.R.S.S.). No obstante, dicho concepto sufre una transformación a raíz del evento planetario del 11-S, ya que la posibilidad de una reforma multilateral del sistema mundial se vio anulada por el unilateralismo guerrero, deviniendo una formación imperial, esto es, un Imperio. Dicho concepto debe ser abordado desde una perspectiva multidimensional y compleja para entretejer los saberes que componen la presente investigación, pues éstos nos permitirán recomponer lo global al realizar un detenido análisis y explicación geopolítica, la cual clarifica la retórica de la globalización en tanto discurso de poder. 14

actual de la humanidad es política en el sentido más amplio del término, crisis a la vez de la creatividad y de la imaginación políticas, y de la participación política de los individuos.” Castoriadis, Cornelius, El mundo fragmentado, Terramar, La Plata, p. 72. 12 “Lo global es más que el contexto, es el conjunto que contiene partes diversas ligadas de manera interretroactiva u organizacional. De esa manera, una sociedad es más que un contexto, es un todo organizador del cual somos parte nosotros. El planeta Tierra es más que un contexto, es un todo a la vez organizador y desorganizador del cual somos parte. El todo tiene cualidades o propiedades que no se encontrarían en las partes si éstas se separan unas de otras y ciertas cualidades o propiedades de las partes pueden ser inhibidas por las fuerzas que salen del todo. Marcel Mauss decía: «Hay que recomponer el todo.» Efectivamente, hay que recomponer el todo para conocer las partes.” Morin, Edgar, op. cit., p. 36. 13 “Grecia helenizó el Mediterráneo y la diversidad de gente, razas y culturas. Tiempo después, Roma, hija del troyano Eneas, latinizó lo que Grecia había helenizado o no alcanzó a helenizar en el norte del Mediterráneo, asimilando a otros bárbaros. Avanzando el Imperio, Roma se hizo acompañar de la religión integradora de dioses: el cristianismo.” Leopoldo Zea, “La frontera en la globalización” en Latinoamérica en la globalización y el tercer milenio: Tomo I Frontera y Globalización, Fondo de Cultura Económica, México, 2002, p. 6. 14 Es muy interesante la relación existente entre la postura de Hardt y Negri respecto a la nueva soberanía imperial y lo esgrimido por Foucault en las siguientes líneas: “El poder es el poder concreto que todo individuo posee y que, al parecer, cede total o parcialmente, para construir un poder, una soberanía política. En esta serie, en este conjunto teórico al que me refiero, la constitución del poder político se hace, entonces, según el modelo de una operación jurídica que sería del orden del intercambio contractual.” Foucault, Michel, Defender la sociedad, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2001, p. 26.

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Así, la globalización para el contexto europeo se entiende como una continuación de los procesos de conquista, colonización o imperialismo, solamente que en la actualidad se manifiestan con el despliegue a nivel planetario del Imperio, del cual forma parte como bastión histórico de Occidente. La guerra se convierte en el dispositivo que coloca un velo sobre la vieja Europa y el globo entero, un velo caracterizado como nihilismo, que entendido como la negación de la vida, exige un profundo análisis sobre las posibilidades de salir de tal catástrofe, en cuestiones como la autonomía, la modernidad y la necesidad de una nueva ontología, tópicos que se encuentran en los márgenes de Occidente. La “Tierra del ocaso” (Abendland) se entiende entonces, como el velo del nihilismo que cubre el globo, no obstante, dicho ocaso devendrá en un nuevo amanecer en el alba del siglo XXI (preludiado por la profunda oscuridad de la guerra). En cambio, para el contexto de América Latina, la globalización es un fenómeno que tiene un inició en 1492. Ese hecho histórico nos insta a construir un pensamiento para América Latina, ya que la búsqueda incansable del horizonte de la autonomía se convierte en una impostergable tarea para el siglo XXI. La globalización encuentra sus antecedentes con el experimento chileno en el año de 1973, teniendo un desarrollo exponencial tras la caída del Muro de Berlín –sólo que en su faceta neoliberal. A raíz de los eventos del 11-S, la guerra contra el terrorismo global se convirtió en la nueva forma de globalización, la cual tiene la apariencia de Imperio. A partir de las primeras fallas del sistema global, se inicia una era de luchas en todo lo largo y ancho de América Latina en la interminable búsqueda de la utopía para el siglo XXI. Para Medio Oriente y África –sobre todo África del Norte– la globalización significó el regreso de la antigua disputa con Occidente (pensemos en Cartago), concibiéndose éste desde sus orígenes como una cultura rodeada de bárbaros, sólo que

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en el contexto actual el asunto tiene que ver con intereses geopolíticos (principalmente el petróleo, sin pasar por alto el gas y el agua), y de contención de la nueva potencia que se erige con gradualidad en el Lejano Oriente, esto es China. Finalmente, la globalización desde el contexto de Norteamérica tiene un inicio en 1991, fecha emblemática del colapso de la U.R.S.S. y la primera Guerra del Golfo. Con ello se inicia una “cruzada” para imponer la democracia y la libertad por el globo entero. No obstante, la historia nos ha mostrado que todo Imperio perecerá y es justamente ese el motivo de la crítica a la democracia. Así, el colapso del primer Imperio Global da muestras de un panorama que deja una multiplicidad de incertidumbres al futuro del siglo XXI. Por lo tanto, afirmamos –según nuestra síntesis global– que el concepto globalización, ya sea en el contexto de Europa, de América Latina, Medio Oriente, África o Norteamérica, se ha convertido en los hechos en un Imperio Global que muestra grandes rasgos de decadencia al tratar de conservar el poder por medio de la guerra, cubriendo la tierra con el velo del nihilismo, colocando a Occidente como la “Tierra del ocaso” (Abendland), ocaso que dará paso a un nuevo amanecer y un nuevo horizonte para el siglo XXI, en procesos de emancipación autonómica a lo largo y ancho del globo. La problemática que suscitó nuestra investigación tiene en el componente geopolítico uno de sus elementos cruciales, ya que la globalización, si bien podría aparentar ser un discurso de unificación que evoca un rasgo pacífico y justo para la humanidad, esconde bajo la retórica de la democracia y la libertad su objetivo principal, que es la dominación de grandes áreas de influencia en favor de sus intereses geoestratégicos, se ubiquen estos en América Latina, Medio Oriente, África o Asia (sin dejar a un lado la Europa misma, en casos como el de Grecia y la Troika). Por ello la

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identificación de Occidente como Abendland, la “Tierra del ocaso”, guarda una estrecha relación con la geopolítica, es decir, con tácticas y estrategias que buscan a través de distribuciones e implantaciones, cuadriculas y controles, organizar y ordenar territorios, áreas de influencia, en este caso un área de influencia global.15 Por ello no es lo mismo responder qué es la globalización para el contexto de Asia, que América Latina, Medio Oriente o África, ya que en el fondo lo que se clarifica es la vetusta relación compleja entre amos y esclavos, entre dominadores y dominados en una puesta en escena que, parafraseando a Shakespeare en su obra Julio César, cuántos siglos en el porvenir se verá representar esa misma escena sublime en reinos y naciones, en lenguas y culturas aún por dominar. Los ladrillos que permitieron la construcción teórica de nuestra investigación se componen por obras cuya temática principal es la globalización, sin importar su postura ideológica ni su relación con el orden establecido. 16 Pues es sumamente importante romper con los maniqueísmos lineales que impiden ver las múltiples aristas, los recovecos y los sucesos de la historia. 17 Nuestra propuesta ha sido formular un “pensamiento del exilio”, un pensamiento a partir de discursos que han sido excluidos tanto del orden establecido (sea bajo la diferenciación de izquierda y derecha, o 15

“El Pentágono dividía el mundo en cinco sectores de mando, de modo similar a como el Ejército de Estados Unidos había dividido el Territorio Indio del oeste americano a mediados del siglo XIX. En lugar de los departamentos militares de Tejas, Nuevo México, Utah, California, Oregón y el Oeste, en la actualidad existían el mando norte o NORTHCOM, el mando sur o SOUTHOCOM, el mando europeo o EUCOM, el mando central o CENTCOM y el mando del Pacífico o PACOM […] Este mapa presentaba un parecido asombroso con el que dibujó para el Ejército alemán el profesor Karl Haushofer, uno de los principales padres de la Geopolitik. Estados Unidos, tras derrotar el incipiente imperio mundial de Alemania en la Segunda Guerra Mundial, poseía en ese momento los requisitos operacionales para mantener uno propio.” Kaplan, Robert D., Gruñidos imperiales: El imperialismo norteamericano sobre el terreno, Ediciones B, Barcelona, 2007, p. 14. 16 “Es preciso desembarazarse del sujeto constituyente, desembarazarse del sujeto mismo, es decir, llegar a un análisis que pueda dar cuenta de la constitución del sujeto en la trama histórica. Y es eso lo que llamaría genealogía, es decir, una forma de historia que da cuenta de la constitución de los saberes, de los discursos, de los dominios de objeto, etc., sin tener que referirse a un sujeto que sea trascendente en el relación al campo de los acontecimientos o que corre en su identidad vacía, a través de la historia.” Foucault, Michel, Microfísica del poder, La Piqueta, Madrid, 1979, p. 181. 17 “Es preciso saber reconocer los sucesos de la historia, sus sacudidas, sus sorpresas, las victorias afortunadas, las derrotas mal digeridas, que dan cuenta de comienzos, de los atavismos y de las herencias…” Ibidem, p. 12.

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comunismo y capitalismo), como de la tradición contestataria. Así, el pensamiento del exilio guarda una pletórica fuente para abrevar en un panorama desértico como lo es el nihilismo imperante, ya que la confrontación ideológica que perduró durante el siglo XX, no fue más que una vana ilusión de un mismo fenómeno, a saber, la ilimitada expansión del dominio racional. 18 Para que la “Tierra del ocaso” de paso a la “Tierra del amanecer”, será necesario contemplar todas las señales que la oscuridad ha brindado, acostumbrarnos al brillo de los astros, a su cíclico deambular, pues de lo contrario quedaremos enceguecidos por el resplandor del nuevo sol que presagia el amanecer. La salida de la caverna se encuentra en una novel mirada, una que deje de dominar y comience a contemplar.

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“La globalización del mundo determinada con la caída del muro entre Este y Oeste nos ha proyectado de manera imprevista contra una pared tan vasta que no llegamos a distinguir sus contornos. Y sus contornos son los de un problema macroscópico que permanece inobservado; aún no ha ocurrido una efectiva confrontación entre las grandes culturas del planeta.” Marramao, op. cit., p. 196.

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CAPÍTULO I LOS DIFERENTES ENFOQUES DE LA GLOBALIZACIÓN En un sentido, la obra representada sobre ese teatro sin lugar es siempre la misma: es aquella que indefinidamente repiten los dominadores y los dominados. Michel Foucault, Microfísica del poder. La barbarie no es sólo un elemento que acompaña a la civilización, sino que la integra. La civilización produce barbarie, en particular la barbarie de la conquista y de la dominación. Edgar Morin, Breve historia de la barbarie en Occidente.

Una importante advertencia que se debe tener en consideración al abordar un tema como la globalización, es aquella expuesta por Giacomo Marramao en su ensayo Nostalgia del presente, ya que desde la perspectiva del filósofo italiano, la globalización es un término ubicuo19, rompiendo así el reduccionismo tecno-económico con el que suele ser tratado éste.20 La palabra ubicuo, cuya voz latina es ubique, se traduce al español como “en todas partes”, siendo éste un atributo de Dios en la lejana época medieval.21 La advertencia de Marramao nos lleva a la necesidad de lanzar la siguiente 19

“[…] globalización, voz ubicua, cuya semántica ha superado el ámbito económico-tecnológico para ocupar las dimensiones de la sociedad y la política, de la religión y la cultura. La filosofía occidental nos ha enseñado desde sus comienzos a desconfiar del lenguaje, de sus falsas evidencias, del poder encerrado en la engañosa transparencia de las palabras. La admonición debería valer con mayor razón en la actual sociedad de la comunicación, donde recurrir a una expresión alusiva y polisémica permite, mediante una arcana taumaturgia, evitar el “trabajo del concepto”, con sus indispensables correlatos de análisis y síntesis, descomposición y reconstrucción, diferenciación y confrontación.” Marramao, Giacomo, Pasaje a Occidente: Filosofía y globalización, Katz, Buenos Aires, 2006, p. 12. 20 Un claro ejemplo de reduccionismo tecno-económico lo encontramos en la definición que brinda de la globalización el economista filipino Walden Bello: “La globalización es la integración acelerada del capital, de la producción, y de los mercados a nivel mundial, en un proceso dirigido por la lógica de la rentabilidad corporativa.” Bello, Walden, Desglobalización: Ideas para una nueva economía mundial, Icaria-Intermón Oxfam, Barcelona, 2004, p. 10. Otra caracterización tecno-económica es la de Fukuyama: “La oleada de competencia capitalista revigorizada que se desencadenó en la década de 1990 llegó a conocerse como «globalización», y gran parte del mundo la contempló con una mezcla de fascinación, envidia, miedo y resentimiento.” Fukuyama, Francis, América en la encrucijada: Democracia, poder y herencia neoconservadora, Ediciones B, Barcelona, 2007, pp. 117-118. 21 Los resabios escolásticos los encontramos en Descartes, el cual plasma en los Principios de la filosofía lo siguiente en torno a los atributos: “Por eso decimos que en Dios no hay propiamente modos o

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pregunta, ¿qué es la globalización? 22 Porque si la globalización está “en todas partes” (omnipresencia), una de las consecuencias historiográficas inmediatas sería el establecimiento de una novel “época global” 23, cuyo fenómeno fundamental aún se mantiene oculto. No obstante, antes de dar respuesta a nuestra pregunta debemos, en una primera instancia, derribar las fronteras de los diferentes saberes, no solamente porque resultaría pretencioso asumir que la filosofía de manera asilada es el conocimiento hegemónico para develar la pregunta en torno a la globalización, sino porque a partir de la advertencia de Marramao resulta necesario someter su tesis a un riguroso examen para saber si efectivamente la globalización se encuentra “en todas partes”. Para ello será necesario transitar por las dimensiones filosófica, histórica, política, sociológica y económica en busca de sus huellas, además de vislumbrar el

cualidades, sino sólo atributos, pues no cabe entender ninguna variación en él.” Descartes, Rene, Sobre los principios de la filosofía, Gredos, Madrid, 1989, p. 56. También es importante la definición de Spinoza: “Entiendo por atributo aquello que el entendimiento percibe de una sustancia como constitutivo de su propia esencia.” Spinoza, Baruch, Ética, Sarpe, España, 1984, p. 25. El atributo al cual se hace referencia en nuestra exposición es la omnipresencia. 22 La pregunta evoca una actitud filosófica en tanto crítica, pues siguiendo la postura de Castoriadis respecto a la historia debemos tener en cuenta que: “Reflexionar las épocas y los procesos históricos críticamente, separar/distinguir/juzgar es tratar de encontrar en ellos gérmenes que nos importen, así como también límites y fracasos que en el comienzo detienen nuestro pensamiento como los topes que fueron en la realidad. (Es así como uno lee, o más bien como uno debería leer un gran texto filosófico si quiere hacerse de él algo para sí mismo.) No se trata, por cierto, de buscar en ellos modelos o contrastes. Tampoco buscar lecciones. La historia no es un proceso de aprendizaje, como algunos vuelven a sostener ahora. Pero, en este segmento de la historia que nos concierne, existe una continuidad específica, fuerte, que hace que las significaciones creadas hace largo tiempo puedan conservar para nosotros pertinencia política. Esto en modo alguno es contingente. Si la reflexión sobre esta historia es posible, es porque esta historia misma es, en un grado importante, reflexiva. Ella es la que ha creado la reflexividad, la cual implica y exige, entre otras cosas, el retorno al pasado propio a fin de elucidarlo. Es también por eso que se encuentran aquí Tucídides, Michelet, Tocqueville o Pirenne –mientras que cronistas o archivistas de reyes, los hay por todas partes.” Castoriadis, Cornelius, El mundo fragmentado, Terramar, La Plata, 2008, p. 134. 23 Seguimos la “lógica del fundamento” elaborada por Heidegger en la conferencia La fundamentación de la moderna imagen del mundo por medio de la metafísica. En ella se plantea para cada época metahistórica un fundamento; así, para la época antigua el fundamento era el hypokeimenon, mientras que para la época medieval era Dios. La época moderna tendrá su fundamento en el subjectum. Coincidimos en el diagnóstico de Heidegger al mostrar que: “El fenómeno fundamental de la Edad Moderna es la conquista del mundo como imagen.” Heidegger, Martin, Caminos de bosque, Alianza, Madrid, 2005, p. 77. No obstante, si asistimos a una “época global”, nuestra genealogía tendría que explicar qué nuevo fundamento se establece. Así, al preguntar por la globalización, preguntamos también por su fenómeno fundamental.

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fenómeno en su aspecto geopolítico.24 De manera que este primer capítulo se encargará de brindar la pauta a los siguientes, ya que si bien se ha enfatizado aquí el carácter multidimensional, éste será una constante a lo largo de nuestra investigación. De tal forma, si la globalización guarda en esta primera caracterización una tendencia teológica, será crucial elaborar una profunda crítica, pues a pesar de que la modernidad plantease formas de organización de corte secular, el fundamentalismo se encuentra latente en un mundo que guarda cierta semejanza al oscurantismo europeo, generando “cruzadas” en contra de los enemigos de la democracia y el libre mercado. Por ello es necesario romper con las ataduras epistémicas del pasado y elaborar una visión que nos permita clarificar y explicar la gran trama de un relato, tal vez el último gran relato de Occidente como amo del globo.

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Aquí seguimos la advertencia de Castoriadis: “Pero también es imposible pensar qué es la filosofía sin cierta concepción de la historia, puesto que la filosofía es también un dato social-histórico […] Y, para cerrar el círculo, esto muestra que la filosofía es imposible sin una filosofía de lo social-histórico.” Castoriadis, op. cit., p. 155.

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§1. Dimensión histórico-filosófica.

De los esfuerzos de unos cuantos por apartar de sí la muerte fue surgiendo la monstruosa estructura del poder. Para que un solo individuo siguiera viviendo se exigían infinidad de muertes. La confusión que de ello surgió se llama Historia. Elias Canetti, Masa y poder.

Uno de los primeros tópicos que es necesario abordar es el referente a la problematización histórico-filosófica que evoca la globalización. Para tal efecto, es pertinente citar las palabras del escritor Paul Valéry en torno al establecimiento de una nueva época, ya que según él:

Los fenómenos políticos de nuestra época están acompañados y complicados por un cambio sin ejemplo en la escala o, mejor por un “cambio en el orden de las cosas”. El mundo al que comenzamos a pertenecer, hombres y naciones, es sólo una “figura parecida” al mundo que nos era familiar. El sistema de causas que gobierna la suerte de cada uno de nosotros se extiende en adelante a la totalidad del globo, lo hace resonar por completo a cada conmoción. Ya no hay cuestiones terminadas por haber sido terminadas en un punto. 25

La cita anterior procede del ensayo intitulado Miradas del mundo actual del año 1928, haciendo evidente que algo acaece en el mundo que hasta entonces nos era familiar, no sólo al poeta, sino a hombres y naciones a lo largo y ancho del mundo. Ese profundo “cambio en el orden de las cosas” tiene como una de sus características el ser un “sistema de causas” que se extiende a la “totalidad del globo”. La cita de Valéry no es una idea aislada respecto a una “nueva época”, ya que fue igualmente vislumbrada por figuras como Ernst Jünger en el campo epistemológico, o Carl Schmitt en el derecho internacional. Más allá de una postura que dé pie a una

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Valéry, Paul citado por Marramao, Giacomo en Pasaje a Occidente: Filosofía y globalización, Katz, Buenos Aires, 2006, p. 11.

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nueva periodización de las distintas épocas históricas, en la cual la “época global” detentase ser la más novedosa (coincidiendo, a su vez, con la idea de lo moderno y su progreso lineal 26), nuestra intención es modificar la idea que se tiene de la historia misma, pues siguiendo a Edgar Morin: La historia no constituye […] una evolución lineal, dado que conoce turbulencias, bifurcaciones, desviaciones, fases inmóviles, estadios, periodos de latencia seguidos de virulencias como el cristianismo, el cual incubó dos siglos antes de sumergir el imperio romano. […] Es un enjambre de devenires enfrentados con riesgos, incertidumbres que involucran evoluciones, enredos, progresiones, regresiones, rupturas. 27 Así, la evolución lineal o dialéctica de lo que se entiende como “Historia Universal” (entendida ésta como la expansión discursiva de los centros de poder), ha construido a partir de la razón occidental –ya sea en sus variantes ideológicas o instrumentales–, un discurso cuyo punto de partida es la Europa misma 28, la cual transitaría de una época antigua, a una época medieval, pasando por una época moderna para finalizar en una época global, asumiendo consecuentemente una fe ciega en la idea del progreso29 en

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Porque asumir tal postura sería continuar bajo la férula del positivismo y su “ley de los tres estados”, cuyo “estado científico” tendría una evolución en el “estado global”. Si bien la postura hermenéutica de Heidegger podría llevarnos a dicho reduccionismo historicista, no obstante, creemos que seguir su diagnóstico nos permitirá dar una respuesta provisional a la pregunta por la globalización. 27 Morin, Edgar, Los siete saberes necesarios para la educación del futuro, Dower-Organización de las Naciones Unidas para la Educación, 2001, p. 78. 28 “Importantes segmentos de otra disciplina, la historia, también participaron activamente en la producción erudita e intelectual de la alteridad y, por lo tanto, también de la legitimación de la dominación colonial. Por ejemplo, al llegar a la India y no encontrar ninguna historiografía a la que remitirse, los administradores británicos tuvieron que escribir su propia «historia de la India» a fin de sostener y ampliar los intereses del gobierno colonial. Los británicos tenían que escribir la historia del pasado indio para poder tener acceso a él y hacerlo funcionar a su favor. No obstante, esta creación británica de una historia india, como la formación del Estado colonial, sólo podía lograrse imponiendo a la realidad india la lógica y los modelos coloniales europeos.” Hardt, Michael y Negri, Antonio, Imperio, Paidós, Barcelona, 2005, p. 90. 29 “Así, la Historia es Razón, la Razón “se realiza” en la historia humana, ya linealmente (Kant, Condorcert, Comte, etcétera), ya “dialécticamente” (Hegel, Marx). El resultado final es que el capitalismo, el liberalismo y el movimiento revolucionario clásico comparten el imaginario del Progreso y la creencia en que la potencia material y técnica, como tal, es la causa o condición decisiva para la felicidad o la emancipación humana (inmediatamente o, después de un plazo, en un futuro ya descontado desde ahora).” Castoriadis, Cornelius, El mundo fragmentado, op. cit., p. 21.

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tanto reforzamiento del orden y la integración social.30 No obstante, una reformulación de la historia a partir de lo apuntado anteriormente por Morin, nos conduciría al por demás complejo problema de la continuidad/discontinuidad, pues si de algo se ha caracterizado la “Historia Occidental” es de alimentar una fe en la metafísica de la Razón.31 De tal forma, una visión que se decante por la continuidad32 asumiría que la época global se circunscribe a la unificación de las condiciones materiales e integración de las culturas, visión acorde a la “Historia del Mundo” o “Historia Universal”, la cual vería en la época global una continuidad de lo que Cornelius Castoriadis llama “expansión ilimitada del dominio racional”.33 En contraparte, la visión de una época global que privilegie la discontinuidad34 asumiría que en realidad lo que se muestra es una profunda ruptura epocal, justificando con ello su advenimiento.35

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Perignon, Sylvail citada por Moya, Eugenio en Discurso sobre el espíritu positivo, Biblioteca Nueva, Madrid, 1999, p. 85. 31 Foucault, Michel, Microfísica del poder, La Piqueta, Madrid, 1979, p. 10. 32 Según el historiador de la economía Ruggiero Romano: “Braudel resuelve, de hecho, el enorme problema con el que todos los historiadores deben enfrentarse, y puede resumirse en la frase siguiente: ¿la historia vive en la continuidad o en la discontinuidad? Esto es, la revolución francesa de 1789 o la rusa de 1917 representan una verdadera ruptura, un corte, una fisura, o más bien –tras la ruptura, corte fisura– ¿existe aún una profunda línea continua? Para Fernand Braudel no hay dudas: los grandísimos acontecimientos de la historia inciden, sí, sobre la estructura de sustentación, mas ésta, a la larga, persiste. Por consiguiente, nos encontramos esencialmente ante una historia casi inmóvil.” Romano, Ruggiero, Braudel y nosotros: Reflexiones sobre la cultura histórica de nuestro tiempo, México, Fondo de Cultura Económica, 1999, p.48. Una visión tal es propia de la larga duración, desarrollada en los análisis de Braudel, por lo que es necesario confrontarla con la postura de la discontinuidad. 33 La expansión ilimitada del dominio racional se debe entender en tanto significación social imaginaria; según Castoriadis: “Al mismo tiempo, se crea una nueva realidad socioeconómica –en sí misma un “hecho social total”: el capitalismo. El capitalismo no es simplemente la interminable acumulación por la acumulación, sino la transformación implacable de las condiciones y de los medios de acumulación, la revolución perpetua de la producción, del comercio, de las finanzas y del consumo. Encara una nueva significación en el imaginario social: la expansión ilimitada del „dominio racional‟.” Cornelius, Castoriadis, op. cit., p. 19. 34 Esta es la visión de Foucault, el cual escribe que, “en suma, la historia del pensamiento, de los conocimientos, de la filosofía, de la literatura parece multiplicar las rupturas y buscar todos los erizamientos de la discontinuidad; mientras que la historia propiamente dicha, la historia a secas, parece borrar, en provecho de las estructuras más firmes, la irrupción de los acontecimientos.” Foucault, Michel, La arqueología del saber, Siglo XXI, México, 1970, p. 8. 35 Este es precisamente el planteamiento que desarrolla Michael Hardt y Antonio Negri en sus polémicas obras Imperio y Multitud, las cuales someteremos a una crítica en los próximos apartados.

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Ante el problema de la continuidad/discontinuidad, será necesario profundizar no solamente los orígenes36 de la globalización, sino la vigencia y la perdurabilidad de ciertas construcciones propias de la modernidad37, como son los conceptos de Estado, pueblo, soberanía, nación, etc. Porque ante el ocaso de dichos conceptos y su consecuente sustitución por otros, se genera entonces el “advenimiento de una edad global estructural y cualitativamente distinta a la edad moderna.” 38 Así, ante el advenimiento de una nueva época, la globalización misma da muestras de perder su significado como proceso histórico-filosófico en tanto globalidad 39, pues siguiendo a Marramao, “¿en qué sentido y con qué condiciones el término globalización se encuentra efectivamente en condiciones de “comprender” la plétora de fenómenos de los que, con mayor o menor pertinencia descriptiva, sin duda da cuenta?” 40 La pregunta

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Enunciamos “orígenes” en tanto construcción y no “origen”; según Foucault: “La genealogía no se opone a la historia como la visión de águila y profunda del filósofo en relación a la mirada escrutadora del sabio; se opone por el contrario al despliegue metahistórico de las significaciones ideales y de los indefinidos teleológicos. Se opone a la búsqueda del «origen».” Foucault, Michel, Microfísica del poder, op. cit., p. 8. 37 “Al parecer, el concepto mismo de la modernidad se pergeña al interior de las artes, y progresivamente se va incorporando al lenguaje de las ciencias sociales. Ante todo cabría distinguir los diversos sentidos del término moderno y sus derivados (modernidad, modernización y modernismo). a) En sentido histórico, modernidad es la época que –floreciendo con la supremacía de la economía mercantil– se extiende desde el siglo XV en adelante. b) En sentido económico, la modernización aprecia al ser humano como un ser que intercambia mercancías, su objetivo es el lucro, y mantiene una marcada preferencia por lo visual, lo cuantitativo y lo disyuntivo. c) En sentido político, la modernidad emergente en el siglo XVII aprecia al hombre como ciudadano, con posesiones preciosas tales como la libertad de opinión y el derecho a la crítica. d) En sentido cultural, el modernismo surge a principios del siglo XIX como crítica a la modernización y siente especial predilección por las cualidades secundarias, la sensibilidad y de las pulsiones inconscientes. A la clasificación anterior habría que agregar que –de acuerdo a un consenso generalizado– la modernidad filosófica inicia con Descartes.” Vera Ortiz, Sergio Iván, La sensibilidad posmoderna y el pensamiento de la crisis. Un análisis de la posmodernidad, su cultura, sus teorías y sus fuentes ideológicas (Tesis de Doctorado), México, UNAM, 2008, p. 520. 38 Marramao, op. cit., p. 14. 39 Ante tal situación Braudel entiende por globalidad lo siguiente: “La globalidad no es la pretensión de escribir una historia del mundo. No es esta pretensión pueril, simpática y loca. Es simplemente el deseo – cuando se ha enfrentado un problema– de sobrepasar sistemáticamente los límites. Según yo, no existe un problema de historia que esté circundado por muros, que sea independiente.” Braudel, Fernand citado por Romano, Ruggiero en Braudel y nosotros: Reflexiones sobre la cultura histórica de nuestro tiempo, México, Fondo de Cultura Económica, 1999, p. 49. 40 Marramao, op. cit., p. 15. Encontramos una postura similar en Bauman: “La “globalización” está en boca de todos […] Las palabras de moda tienden a sufrir la misma suerte: a medida que pretenden dar transparencia a más y más procesos, ellas mismas se vuelven opacas; a medida que excluyen y

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no es ociosa, puesto que la globalización, siguiendo la lógica del fundamento elaborada por Heidegger, da muestras de convertirse en una nueva época, esto es, una “época global” con su respectivo fenómeno fundamental, que atisbamos, tiene como una de sus características la expansión. Una segunda navegación nos llevaría a desentrañar la globalización desde el lenguaje y su consecuente cosmovisión. Por ejemplo, los anglosajones utilizan la voz globalization, mientras que los alemanes la vierten como Globalisierung. Muy distinta es la forma en que las lenguas románticas nombran el fenómeno; en italiano es la mondializzazione, en francés mondialisation, en castellano mundialización o en portugués mundialização. La distinción no es una mera astucia del lenguaje, pues tras las palabras se esconden dos formas distintas de cosmovisión. Así, la raíz para las lenguas románticas proviene de la voz latina mundus, afín a la Roma Antigua y el cristianismo.41 En las antípodas, la raíz globo es acorde al simbolismo del “globo terráqueo”, de la esfera y de la idea de totalización, cosmovisión, por cierto, afín a los cartógrafos y navegantes del siglo XVI. De tal forma, el mundus es concebido por la tradición, en tanto “Historia Universal”42, esto es, como una historia en devenir que tiene como propósito “mundializarse”, “expandir sus confines”, “totalizarse”. Según Marramao, es posible

reemplazan verdades ortodoxas, se van transformando en cánones que no admiten disputa.” Bauman, Zygmunt, La globalización: Consecuencias humanas, Fondo de Cultura Económica, México, 2011, p. 7. 41 “Entre los romanos, por ejemplo, el mundus –es decir, el surco que se trazaba en torno al lugar donde había de fundarse una ciudad […]” El ejemplo más claro de esto es el monte Palatino, el mundus, el centro del Imperio romano que se expandiría a los confines de lo que denominaban “mundo conocido”. “El simbolismo del centro es considerablemente más complejo […] Añadiremos tan sólo que el mismo simbolismo ha sobrevivido en el mundo occidental hasta casi la Edad Moderna. La viejísima concepción del templo como Imago mundi, la idea del santuario que reproduce en su esencia el universo, se ha transmitido a la arquitectura sacra de la Europa cristiana.” Eliade, Mircea, El mito del eterno retorno, Alianza, Madrid, 2000, pp. 24-25. 42 “El estudio de la historia universal debe iniciarse con el análisis de los centros de poder en cada momento histórico y entender las causas de su surgimiento, auge y decadencia y los periodos de transición de un centro hacia otro. La reconstrucción de la historia universal pasada a través del prisma del nuevo centro de poder es una deformación a priori de los acontecimientos pasados, para ajustarlos a la visión de la potencia dominante.” Zeraoui, Zidane, “La crisis de los paradigmas” en Modernidad y Posmodernidad, Noriega, México, 2006, p. 49.

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rastrear un desarrollo moderno de dicha concepción en el llamado iluminismo europeo que va de Voltaire, pasando por Rousseau, y Kant, para culminar en las figuras de Herder y Hegel. La problemática que plantea una concepción tal (mundus como Historia Universal), es que el “mundo no es, pues, un simple correlato de sentido, sino que está estructurado como sentido. Y, por el contrario, el sentido está estructurado como mundo.” 43 Por ello señalábamos anteriormente que, tan pronto el fenómeno históricofilosófico de la globalización se establece como un nuevo eslabón historiográfico, su significado en tanto proceso histórico comienza a declinar, al dejar de existir significados a consecuencia de su cumplimiento, algo similar a lo que pasa con la época moderna y su despliegue como modernidad histórica-filosófica, pues según Castoriadis: “El término sólo adquiere sentido, sobre la hipótesis absurda de que el periodo autoproclamado moderno durará siempre y de que el porvenir no será más que un presente prolongado, lo que, por otra parte, contradice plenamente las pretensiones explícitas de la modernidad.” 44 Una crítica a dicha postura sería aquella que estableciera la necesidad de una cancelación del sentido mismo, “es solamente porque no hay una significación intrínseca al mundo que los humanos deben y pueden dotarlo de esta extraordinaria variedad de significaciones fuertemente heterogéneas.” 45 La necesidad del rompimiento con una postura metafísica de la historia es a causa de la prevalencia de la “ilimitada expansión del dominio racional”, la cual es una construcción de una significación social imaginaria 46 cuyo ámbito de despliegue encontramos en Europa. Dicha prevalencia tendría que ser denominada más correctamente “expansión del

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Ibidem, p. 17. Castoriadis, El mundo fragmentado, op. cit., p. 15. 45 Ibidem, p. 188. 46 “El punto decisivo es aquí la interiorización de las significaciones –de las significaciones imaginarias sociales. La sociedad arranca al ser humano singular del universo cerrado de la mónada psíquica y lo fuerza a entrar en el duro mundo de la realidad; en contrapartida, le ofrece sentido, sentido diurno. En el mundo real creado en cada ocasión por la sociedad, las cosas poseen un sentido; la vida y (por lo común) la muerte tienen un sentido. Este sentido constituye la faz subjetiva, la faz para el individuo de las significaciones imaginarias sociales.” Ibidem, p. 126. 44

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pseudo-dominio pseudo-racional”, pues resulta por demás claro y distinto que su imposición siempre se ha caracterizado por hacer uso de elementos irracionales como la conquista, la guerra y la dominación. Siguiendo a Marramao, “el logos llegado a su fin ha cercado el espacio del significado dando término a la historia del nihilismo.” 47 La mundialización se entiende entonces como el fin de Occidente en tanto sentido teleológico (télos).48 Pero también cabría pensar que la mundialización –en tanto culminación de Occidente– genera “declaraciones apocalípticas bastante comunes en los escritos de los intelectuales franceses de vanguardia. Siguen esa corriente del antihumanismo teórico que anuncia el fin de todas las filosofías tradicionales (antropocéntricas) del lenguaje y la interpretación.” 49 Creemos que este es un punto nodal, puesto que al concluir la Segunda Guerra Mundial el centro de poder político y económico dejó de tener su sede en Europa, provocando la aparición de visiones nihilistas y apocalípticas. Con ello, Europa dejó de ser el omphalo para convertirse en una zona periférica más. En otras palabras, la mundialización es una especie de continuidad de la modernidad europea sólo que sin hegemonía, lo que configura en última instancia el fin del mundo europeo como centro de poder. La mundialización es una adecuación a la nueva realidad, un eco del antiguo poder del eurocentrismo, el cual es definido por Samir Amin en los siguientes términos: 47

Marramao, op. cit., p. 18. Aquí valdría la pena evocar la reflexión de Heidegger en torno al modo de ver el mundo a partir de la época moderna, ya que según el: “Desde hace algunos siglos, tiene lugar una revolución en todas las representaciones cardinales. Al hombre se le traslada así a otra realidad. Esta revolución cardinal de nuestro modo de ver el mundo se lleva a cabo en la filosofía moderna. De ahí nace una posición totalmente nueva del hombre en el mundo y respecto al mundo. Ahora el mundo aparece como un objeto al que el pensamiento calculador dirige sus ataques y a los que ya nada debe poder resistir. La naturaleza se convierte así en una única estación gigantesca de gasolina, en fuente de energía para la técnica y la industria modernas. Esta relación fundamentalmente técnica del hombre para con el mundo como totalidad se desarrolló primeramente en el siglo XVII, y además en Europa y sólo en ella. Permaneció durante mucho tiempo desconocida para las demás partes de la Tierra. Fue del todo extraña a las anteriores épocas y destinos de los pueblos.” Heidegger, Martin, Serenidad, Serbal, Barcelona, 2002, pp. 23-24. 49 Norris, Christopher, “Versiones del Apocalipsis: Kant, Derrida, Foucault” en La teoría del Apocalipsis y los fines del mundo, Fondo de Cultura Económica, México, 2000, p. 263. 48

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El eurocentrismo es un fenómeno específicamente moderno cuyas raíces no van más allá del renacimiento y que se ha difundido en el siglo XIX. En este sentido constituye una dimensión de la cultura y de la ideología del mundo capitalista moderno. El eurocentrismo no es una teoría social, que por su coherencia global y su aspiración totalizadora pretenda dar la clave de la interpretación del conjunto de problemas que la teoría social se propone dilucidar. El eurocentrismo no es más que una deformación, pero sistemática e importante, que la mayoría de las ideologías y teorías sociales dominantes padecen. 50 En contrapartida, el término globus, del cual se deriva “globalización”, se concibe como “el acto inaugural de la modernidad, representado por la nueva imagen de la tierra como globo circunnavegable y „planeta errante‟.” 51 De tal forma, la globalización y la modernidad tienen como elemento de similitud (al igual que la mundialización), la expansión ilimitada del dominio racional 52 (es decir, el fenómeno capitalista), ya sea bajo la caracterización de una unificación de mercados mundiales (Marx), o bien como culminación del nihilismo occidental en el dominio omnihomologador de la técnica (Heidegger).53 Sin pretender ejercer ningún tipo de reduccionismo tecno-económico, nuestra investigación se había propuesto romper con las fronteras de las distintas épocas históricas asumiendo, consecuentemente, una reconstrucción genealógica, ya que el asunto que tratamos, esto es, el globus, puede ser abordado desde la época antigua al ser un antecedente de la modernidad, pues según Marramao: “La dimensión global es connatural a la cultura de Occidente desde los orígenes: los matemáticos griegos que hace 2.500 años fueron atrapados por la irresistible intuición formal de la perfección 50

Amin, Samir citado por Zeraoui, Zidane, “La crisis de los paradigmas” en Modernidad y Posmodernidad, op. cit., p. 47. 51 Marramao, Ibidem, p. 19. 52 “Todo es convocado ante el tribunal de la Razón (productiva) y debe demostrar su derecho a la existencia a partir del criterio de la expansión ilimitada del “dominio racional”. El capitalismo se vuelve así un movimiento perpetuo de auto-re-institución de la sociedad considerada “racional”, pero esencialmente ciega, por el uso irrestricto de medios (pseudo-) racionales con vistas a un solo fin (pseudo) racional.” Castoriadis, El mundo fragmentado, op. cit., p. 20. 53 “Ambas tendencias [modernización y secularización] tiene su origen en Occidente, y son parte de un viraje cultural de enormes dimensiones: la occidentalización del mundo. Este cambio imparable coincide con lo que en Occidente se suele denominar globalización o interdependencia global.” Zolo, Danilo, Cosmópolis, Paidós, Barcelona, 2000, p. 184.

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esférica, y por su facultad de ser construida geométricamente signaron el comienzo de la globalización del mundo.”54 Si bien la concepción de los antiguos griegos en relación a la perfección esférica es un dato fundamental para entender los orígenes del fenómeno, existe una diferencia irreconciliable con la época moderna. Siguiendo la postura del sociólogo francés Edgar Morin, se puede encontrar en la obra de Rene Descartes una programática inexorable de la ciencia en la época moderna, a saber, “hacer del hombre el dueño y señor de la naturaleza.” 55 La diferencia estriba en que los antiguos concebían al cosmos como un

ser vulnerable, cuyo orden podía verse perturbado por una hybris humana, los griegos renunciaron a tomar de él energía alguna más allá de unos límites fijados por la biología humana, y porque temían que la producción artificial de un fenómeno de la naturaleza pudiera perturbar el curso normal del devenir cósmico, omitieron someter sus observaciones a la prueba de la experimentación física. 56

No obstante, es importante señalar que si bien los antiguos griegos durante muchos siglos no presentaron una pretensión expansionista, la figura de Alejandro Magno es la más profunda evidencia de la aparición del primer gran conquistador guerrero.57 Con ello, los modernos darían una continuidad a ese primer antecedente, el cual tenía como uno de sus fines expandir los confines de su mundus por medio del dominio de la naturaleza en tanto objeto manipulable. Elaborando una genealogía a partir de huellas antropológicas la posibilidad de la concepción del globo circunnavegable para el mundo europeo, tuvo sus orígenes con la aparición de un dispositivo de medición, a saber, la brújula.58 Así, alrededor del año 54

Marramao, op., cit., p. 19. Morin, Edgar, Breve historia de la barbarie en Occidente, Paidós, Buenos Aires, 2006, p. 48. 56 Brun, Jean, Heráclito, Edaf, Madrid, 1976, p. 22. 57 Morin, Edgar, Ibidem, p. 35. 58 Como tantos discursos que Occidente ha inventado con el fin de establecer una hegemonía, la brújula no queda exenta de tal circunstancia. Así, según Amir D. Aczel, la ciudad italiana de Amalfi tiene una placa en donde está inscrito lo siguiente: “Toda Italia y Amalfi reconocen la gran invención de la brújula magnética, sin ella América y otras regiones nunca habrían podido ser abiertas a la civilización. Amalfi 55

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1280 el mundo occidental había logrado un incremento impactante del comercio. Aparecían las primeras potencias marítimas como Venecia, España e Inglaterra. La brújula magnética se convertiría pronto en un instrumento que habilitó a los navegantes, tanto marítimos como terrestres, a determinar su dirección de manera eficaz y con cierto grado de precisión sin importar si fuera de día o de noche bajo casi cualquier circunstancia. La mejora en la navegación permitió, a su vez, la transportación de mercancías de una manera más eficiente y confiable, “y de esa manera la exploración marítima se abrió al mundo.” 59 Es importante señalar que “la rapidez de los transportes y de las comunicaciones constituye el presupuesto de esta economía «global».” 60 Otro dispositivo que permitió la emergencia de la expansión ilimitada del dominio racional es el expuesto por Cornelius Castoriadis en la siguiente cita: Pienso que el giro dado por la metafísica occidental a partir de cierto momento está en correlación, sin ser del todo su resultado o reflejo, con el giro que emprende toda la sociedad. Aparece en Occidente un imaginario del dominio racional ya antes de Descartes e incluso Bacon, con los relojeros suizos del siglo XVI: es necesaria una medida precisa del tiempo. Y esto no está necesariamente ligado, no significa en sí un progreso de las fuerzas productivas. Es una curiosidad, poco importa. Es la voluntad de poner orden. 61

De tal forma, con la aparición de los dispositivos de medición espacio-temporales, tanto el espacio como el tiempo fueron medidos con un grado de precisión que permitirá la expansión ilimitada del dominio racional (capitalismo), desplegando a su vez una voluntad de imponer orden en el contexto de la novel imagen del mundo moderno.

conmemora esta gloria puramente italiana con honores especiales para su hijo inmortal, Flavio Gioia, el afortunado inventor de la brújula magnética 1302-1902.” Aczel, Amir D., En busca de la brújula: la invención que cambió al mundo, Planeta, México, 2003, p. 16. Recordemos el epígrafe de Morin al inicio del presente apartado: la civilización engendra la barbarie de la dominación. Valdría la pena puntualizar que la aguja magnética tuvo su aparición en el lejano Oriente al igual que la pólvora, la imprenta de tipos móviles, el papel, el trabajo con metales y la porcelana. Cfr. Ferrer, Aldo, Historia de la globalización: Orígenes del orden económico mundial, Fondo de Cultura Económica, México, 2000. 59 Ibidem, p. 7. 60 Ciocca, Pierluigi, La economía mundial en el siglo XX, Crítica, Barcelona, 2000, p. 35. 61 Castoriadis, Cornelius, Democracia y relativismo. Debate con el MAUSS, Trotta, Madrid, 2007, p. 46.

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Recordemos que la comprensión tiempo/espacio engloba la continua transformación multifacética de los parámetros de la condición humana. Así, en la época moderna se ejemplifica la transición de un universo espiritual a un universo material (físico-químico-biológico), donde el hombre también participa en las coordenadas de tiempo y espacio. La ubicación de la razón (versus la Fe) como el fundamento que da sentido a la vida y al universo es la base cultural de la modernidad. 62 A partir de lo anteriormente expuesto se puede deducir que la llamada “época global” genera un doble proceso: por un lado, “localizador” en tanto fijación del espacio, y por el otro, un proceso globalizador con visos de totalización. Siguiendo al sociólogo polaco Zygmunt Bauman, una de las consecuencias de la globalización es la emergencia de la movilidad como uno de los valores más codiciados. Movilidad entendida como libertad de movimiento, puesto que “una mercancía siempre escasa y distribuida de manera desigual, se convierte rápidamente en el factor de estratificación en nuestra época moderna tardía.” 63 Por mercancía no debemos entender únicamente bienes y servicios, también se encuentra en esta categoría la condicionada transferencia tecnológica del primero al tercer mundo (si es que tal distinción sigue operando hoy en día). En ese orden de ideas, los procesos globalizadores generan un sistema de exclusión, segregación, separación y marginación social progresiva, propios de un sistema en el cual la desigualdad social es uno de los elementos predominantes. Así, la evolución de la humanidad desde las cavernas hasta la dionisiaca tecnología contemporánea, posibilita que una parte de la humanidad disfrute de la felicidad que brinda el tecnoparaíso, mientras que el resto permanece bajo el fantasma de la miseria.64 Con ello,

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Treviño Moreno, Pedro, “Apuntes para un definición de la modernidad” en Modernidad y Posmodernidad, Noriega, México, 2006, p. 16. 63 Bauman, Zygmunt, op. cit., p. 8. 64 Boron, Atilio, El capitalismo y las democracias en América Latina, Universidad de la Ciudad de México, México, 2003, p. 30. Otro buen ejemplo lo encontramos en las siguientes líneas: “Lo mismo sucede con la “globalización”, que mentes lúcidas locales confunden con la “globalidad” y otros pavo

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los privilegiados por la implementación de la globalización (en su doble faceta globalizadora y localizadora), enarbolan la bandera de la llamada “Gran Guerra de Independencia del Espacio” 65, la cual se traduce en la liberación de las limitaciones territoriales impuestas por la localidad y sus fronteras. ¿Qué quiere decir esto? Si la movilidad se convierte en uno de los valores más codiciados, es porque a nivel local la fuerza laboral representada por los trabajadores se ve sometida a la movilidad global de las corporaciones trasnacionales ya que los empresarios y su capital no están en absoluto sujetos a condiciones espaciales ni temporales.66 La consecuencia de ello es la destrucción de la comunidad a partir de la asimetría entre la territorialidad de la vida en su conjunto, y la naturaleza extraterritorial del poder del capital. De tal forma, el capital, al carecer de límites espaciales y temporales, muestra un nuevo atributo que es la omnipotencia, sumando a éste la omnipresencia en tanto metáfora del Dios metafísico que está en todas partes (ubicuo). Siguiendo a Bauman: “la nueva libertad del capital evoca la de los terratenientes absentistas de antaño, tristemente célebres por descuidar las necesidades de las poblaciones que los alimentaban y por el rencor que ello causaba.” 67 ¿Acaso la geografía continúa siendo un límite natural a la velocidad? Para Paul Virilio más bien se debería anunciar el fin de la geografía, ya que las distancias carecen cada vez más de importancia, al igual que la idea de un límite geofísico. La realidad de la frontera se ve desdibujada en un mundo donde las elites cosmopolitas no reales del pensamiento aldeano con ínfulas galácticas hasta llegan a descarrilarse en sus meandros cuando la tildan como “globalización democrática” [sic] lo cual es una antinomia excluyente porque si algo caracteriza a la globalización justamente es la ultraconcentración de la riqueza mundial en manos de una plutocracia de trasnacionales corporativas omnipotentes: el 10%, frente al restante 90% de los habitantes del planeta que no comparten su maná […]” Jalife-Rahme, Alfredo, Hacia la desglobalización, JoraleOrfilia Valentini, México, 2007, p. 90. 65 Bauman, op. cit., p. 15. 66 “Al favorecer durante los dos últimos decenios el libre flujo de capitales y las privatizaciones masivas, los responsables políticos han permitido la transferencia de decisiones capitales (en materia de inversiones, empleo, jubilaciones, salud, educación, cultura, protección del medio ambiente) de la esfera pública a la privada. Por tal motivo, en la actualidad, de las doscientas primeras economías del mundo más de la mitad no son países sino empresas.” Ramonet, Ignacio, La crisis del siglo: Globalización, especulación financiera, burbujas, capitalismo salvaje, crack, Capital Intelectual, Buenos Aires, 2008, p. 64. 67 Bauman, op. cit., p. 17.

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tienen límites espacio-temporales. Movilidad del capital, movilidad de las elites, en un contexto en el que “las oposiciones “interno-externo”, “aquí-allá”, “cerca-lejos” registraban el grado de sumisión, domesticación y conocimiento de los diversos fragmentos (humanos y no humanos) del mundo circundante.” 68 De ahí la necesidad de acuñar un nuevo término del doble proceso (globalizadorlocalizador) llamado glocalización69, el cual implica “la interpenetración entre la universalización del particularismo y la particularización del universalismo.” 70 Si bien hemos señalado desde un principio el carácter reduccionista de un abordaje tecnofinanciero en tanto homogenización, es necesario contraponer una dimensión heterogénea propia de la cultura, pues a raíz de imaginarios universales como lo glocal, se da cuenta de una interdependencia de los procesos globalizadores-localizadores. Por lo tanto, nuestra concepción de la globalización

no implica de manera necesaria, ni siquiera con frecuencia, homogenización o norteamericanización; más aún, “en la medida en que las diferentes sociedades se apropian de manera distinta de materiales de la modernidad, aún sigue permaneciendo todo el espacio para el estudio profundo de geografías, historias y lenguajes específicos. 71 La producción global de localidad se convierte así en una fuente para la diferenciación de culturas, entendiendo el término cultura como “el subconjunto de las diferencias que se movilizan para articular el límite de la diferencia, y llega de hecho a coincidir con una cuestión de identidad de grupo constituida por algunas diferencias entre otras.” 72 La globalización se caracteriza por ser el pasaje a Occidente de todas la culturas, un transito hacia la modernidad que rompe el reduccionismo tecno-económico para 68

Ibidem, p. 22. El término fue acuñado por Robert Robertson, y se entiende también como un “proceso de concentración no sólo de capital, las finanzas y demás recursos de la elección y la acción efectiva, sino también –quizá principalmente– de libertad para moverse y actuar (dos libertades que, para todos los fines prácticos, se han vuelto sinónimos.” Ibidem, p. 95. 70 Marramao, op. cit., p. 41. 71 Ibidem, p. 43. 72 Ibidem, p. 44. 69

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transformar la sociedad, los estilos de vida y códigos de comportamiento de todas las culturas, incluyendo a la civilización occidental. Por lo tanto, ya sea desde una óptica que privilegie la continuidad, ya sea desde una óptica que privilegie la discontinuidad, la emergencia de una época global y su consecuente fenómeno fundamental caracterizado en tanto expansión (ya sea discursiva, capitalista o guerrera), implica la imperiosa necesidad de una crítica en tanto discurso hegemónico. Pues si bien para el mundo Europeo la globalización es mentada como mundialización, las implicaciones histórico-filosóficas están a la vista por el desmesurado proceso lineal alimentado por la fe en el progreso. La mundialización es la expansión discursiva de la “Historia del Mundo” propia de la zona geopolítica 73 que había detentado en un pasado cercano la hegemonía mundial, y que tras el inicio de la modernidad como epítome histórico del eurocentrismo comienza su declive a favor de una visión global marcada por el pasaje a occidente de todas las culturas, incluyendo a la misma cultura occidental. La globalización es la expansión ilimitada del dominio racional (fenómeno capitalista), el cual propone un mayor énfasis en el carácter económico-instrumental de la modernización, sumando a la expansión discursiva, si bien no precisamente del mundo Europeo, sí de lo que se podría considerar la civilización Occidental.

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Podemos definir el objeto de estudio de la geopolítica como Grossraum, voz alemana que suele ser traducida como “esfera de influencia”.

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§2. Dimensión político-jurídica.

En el Oriente se encendió esta guerra cuyo anfiteatro es hoy toda la tierra. Como el otro, este juego es infinito. Jorge Luis Borges, Ajedrez.

Continuando el curso de nuestra investigación de corte multidimensional, toca el turno a la dimensión político 74-jurídica 75 de la globalización. En la obra de Oswald Spengler intitulada La decadencia de Occidente, escrita en el año de 1918, se muestra una profunda ruptura con la visión de una historia cuyo curso era lineal y progresivo, ya que hasta entonces se concebía la existencia de un hilo a través del cual se daba el pasaje de una civilización a la siguiente, visión muy en boga durante la hegemonía del positivismo decimonónico. Contrariamente al conocimiento establecido de lo histórico, Spengler postuló la existencia de diferentes civilizaciones, las cuales tenían una cierta similitud a un organismo, “con su propia vida y su propio desarrollo, pero sin progreso, en el sentido de que toda civilización nace, madura, florece y, antes o después, declina y muere.” 76

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Es importante hacer una diferenciación entre lo político y la política. Lo político se entiende en tanto “lo que concierne al poder en una sociedad”, mientras que entendemos la política como “actividad colectiva que quiere ser lúcida y consciente, y que cuestiona las instituciones existentes de nuestra sociedad. Puede ser que las cuestione para confirmarlas, pero las cuestiona; sin embargo, en el marco del imperio faraónico, del imperio maya o inca, azteca o chino, o en el reino de Baïbar en las Indias, podía cuestionarse si había o no que declarar tal guerra, si había o no que aumentar los impuestos, la carga a los campesinos, etc., pero en absoluto poner en cuestión la institución existente de la sociedad.” Castoriadis, Cornelius, Democracia y relativismo, op. cit., p. 33. 75 “Como cualquier Estado totalitario, los Estados Unidos se han apoderado de la Ley, para retorcerla a su capricho; si unimos a eso su agresividad y potencia bélica, parece confirmarse una de las tesis (involuntarias) de Negri y Hardt en su libro Imperio: por más difuso o “microfísico” que parezca el poder en la agonizante posmodernidad, el Imperio, en su decadencia, y en forma similar al Imperio romano en la suya, refuerza su monopolio de dos poderes bien centralizados: el jurídico y el militar.” Grüner, Eduardo, La Cosa política o el acecho de lo Real, Paidós, Buenos Aires, 2005, p. 57. 76 Ibidem, p. 22. Dicha postura tiene un antecedente antiguo en la formulación de Platón expuesta en el libro VIII de la República: “Difícil es que una ciudad, constituida como la nuestra, llegue a alterarse, pero como todo lo que nace está sujeto a corrupción, ese sistema de gobierno no durará siempre, sino que habrá de disolverse.” Platón, República (546a).

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En este sentido, una de las máximas transformaciones que se desarrollaron durante la época moderna, fue la separación de la religión y la política, cristalizada en el fenómeno de la secularización. Con ello, una vez que la religión declinó, abrió el camino a un nuevo tipo de poder basado en una novel concepción de Dios, a saber, el “Dios de la Razón”. Recordemos los sucesos acaecidos a mediados del siglo XVII en Europa, la cual se encontraba azotada por la “Guerra de los Treinta Años” (1618-1648) –también llamada la última guerra religiosa–, en donde católicos y protestantes se disputaron el poder dinástico-territorial reforzando así el fenómeno secularizador (entendido como la separación de Estado e Iglesia). Su desenlace devino en una concepción distinta del mapa geopolítico europeo, pues Francia obtuvo sendos territorios, al igual que los trescientos estados que formaban el Sacro Imperio Romano Germánico, obteniendo éstos la libertad de determinar su religión, ya que tras la instauración de la llamada Paz de Westfalia en 164877 emergió el nuevo paradigma llamado “clásico” o “internacional”.78 El “modelo Westfalia”, como lo nombra el jurista Danilo Zolo, tenía las siguientes características: 1) Los sujetos del derecho internacional son exclusivamente los Estados (los individuos tienen un papel secundario). Por lo tanto, entidades colectivas 77

Según el internacionalista argentino Raúl Sohr, la Paz de Westfalia es un “documento que selló el fin de la Guerra de Treinta Años (1618-1648) y que la mayoría de los historiadores considera el inicio del sistema internacional basado en los Estados soberanos. Las pugnas religiosas barrieron buena parte de Europa central. El conflicto fue más duro en Alemania, donde luteranos y calvinistas se sublevaron contra la hegemonía de la Iglesia Católica, encarnada por las tropas del imperio austriaco. Fue una lucha sangrienta que arrasó con vastas regiones y dejó a Alemania devastada por la muerte de la mitad de su población, por hambrunas acompañadas de plagas y enfermedades. La anarquía y el pillaje prevalecieron por décadas después de la firma de los tratados en Münster y Osnabrück, en 1648, que reconocen la soberanía de los Estados alemanes, la Confederación Suiza y Holanda. El Tratado estableció dos principios fundamentales: I. Rex es imperator in regno suo o cada rey es soberano en su dominio y no debe obediencia política a nadie. II. Cuius regio, eius religio cada rey resolverá sobre la religión de su reino.” Sohr, Raúl, El mundo y sus guerras, Debate, México, 2009, p. 302. 78 “Son muchos los autores que reconocen la existencia de tres paradigmas centrales en relaciones internacionales, los cuales se denominan: clásico, tradicional o estatocéntrico; marxista o dependentista y el llamado científico o de la sociedad global o interdependentista.” González Uresti, Luz Araceli, “Crisis o continuidad paradigmática en relaciones internacionales.” en Modernidad y Posmodernidad, Noriega, México, 2006, p. 70.

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distintas al Estado-moderno son excluidas al no considerarse sujetos jurídicos internacionales. Por ejemplo, pueblos, naciones, grupos étnicos, organizaciones económicas y asociaciones de voluntarios. 2) La inexistencia de un legislador internacional que tenga la facultad de decretar normas automáticamente válidas. La fuente del derecho internacional es la autoridad soberana de los estados, en tanto éstos suscriban tratados bilaterales o multilaterales, reconociendo a su vez la fuerza de las normas consuetudinarias. 3) El “modelo Westfalia” carece de normas secundarias u organizativas, pues sólo se compone de normas primordiales o materiales. Esta característica es de capital importancia, ya que distingue al Estado del sistema jurídico internacional:

[En el primero] existen cuerpos normativos que regulan tanto la producción como la interpretación y puesta en práctica de leyes. En otras palabras, el modelo westfaliano no contempla ninguna jurisdicción vinculante que tenga el poder de identificar las violaciones del derecho internacional, ni tampoco una «policía» autorizada para reprimir preventivamente la ilegalidad o bien una vez tal situación haya sido detectada. 79 4) Los principios absolutos del Estado son tanto la soberanía 80, como la igualdad legal de los mismos. El derecho internacional, como lo hemos visto en el segundo punto, no tenía la capacidad de ser productor de legislaciones que afectaran la soberanía de los estados, es decir, la forma en que se desplegaba la interrelación entre gobernados y gobernantes al interior del Estado. Lo 79

Zolo, Cosmópolis, p. 138. “La soberanía moderna es un concepto europeo en el sentido de que se desarrolló principalmente en Europa en consonancia con la evolución de la modernidad misma. El concepto constituyó la verdadera piedra angular de la construcción del eurocentrismo. Sin embargo, aunque la soberanía emanaba de Europa, había nacido y se había desarrollado, en gran medida, a través de la relación de Europa con el exterior y, más precisamente, a través de su proyecto colonial y la resistencia de los colonizados. La soberanía moderna emergió, pues, como el concepto de la reacción y la dominación europea, tanto dentro como fuera de sus fronteras, ya que éstas son dos facetas simultáneas y complementarias de un mismo fenómeno: el dominio dentro de Europa y el dominio del mundo.” Hardt, Michael y Negri, Antonio, Imperio, op. cit., p. 90. 80

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unidimensional de dicho orden jurídico impide apreciar la problemática que evoca la ficción jurídica de la igualdad, la cual se ve seriamente cuestionada por las desigualdades de cuño político, económico o social.81 5) El último punto establece que cada Estado tenía pleno derecho a recurrir a la guerra o cualquier otra medida coercitiva, con el fin de proteger sus propios derechos e intereses. “A nivel internacional, los actos ilegales son una especie de asunto privado entre el Estado autor de la ilegalidad y su adversario. Ningún otro Estado u organización internacional tiene el derecho o el deber formal de intervenir en nombre de otro de los contendientes.” 82 El núcleo del “modelo Westfalia” recae en el principio absoluto de la soberanía del Estado, así como en la pretensión de una ficcional igualdad jurídica. No obstante, como veremos más adelante, dicha igualdad fue rota al ser, según Danilo Zolo, ineficaz, utópica y conservadora.83 En dicho orden de ideas, una de las consecuencias que pocas veces se muestra en relación al establecimiento del “modelo Westfalia”, es la expuesta por Edgar Morin en su obra intitulada Breve historia de la barbarie en Occidente, pues en ella traza la siguiente ruta crítica:

Por cierto, se puede considerar que el principio de la purificación religiosa ya estaba en germen con el triunfo del cristianismo en el Imperio Romano. Pero de hecho este principio conocería un notable fortalecimiento con el surgimiento del Estado-nación. Hasta tal punto, que las guerras de religión que se desencadenarán en el siglo XVI, como consecuencia de la reforma de Lutero y Calvino, serán guerras civiles antes de ser guerras entre naciones. Concluirán en la paz de Westfalia, que acentuó la tendencia dominante de cada nación a la purificación religiosa. Estos tratados instauraban la religión del príncipe como 81

“Según Hayek, la desigualdad social es el dato fundamental, lo que ha permitido que la humanidad haya salido de las cavernas y goce hoy de todos esos maravillosos desarrollos tecnológicos, que se traducen en condiciones de vida muchísimo mejores para buena parte de la humanidad y en posibilidades de ese principio motor de la felicidad humana.” Boron, Atilio, El capitalismo y las democracias en América Latina, op. cit., p. 30. 82 Zolo, Ibidem, p. 139. 83 Zolo, Danilo, La justicia de los vencedores: De Nuremberg a Bagdad, Edhasa, Buenos Aires, 2007, p. 75.

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religión del Estado, principio importante para Alemania, que se había dividido en principados. 84 A partir del abordaje complejo85 de las relaciones internacionales elaborado por Zolo en su obra Cosmópolis, el cual entendemos como una concepción plural, dinámica y conflictiva, es menester, en una primera instancia, confeccionar una reconstrucción de los elementos y características fundamentales que constituyen los orígenes del Estadonación, con el fin de entender la continuidad/discontinuidad que sobrevino tras el ocaso del “modelo Westfalia” y la aparición de una novel época global. En relación al Estado, encontramos sus orígenes difusos en las “sociedades arcaicas” cuya aparición sobre la tierra data de algunas decenas de miles de años, las cuales produjeron una gran diversidad de lenguas, culturas, música, ritos, dioses, etc. Uno de sus elementos distintivos eran sus dimensiónes casi siempre minúsculas, al componerse por centenares de individuos dedicados principalmente a la cazarecolección, condición que los hizo gozar de un cierto grado de autosuficiencia y nomadismo, distinguiéndose por carecer de la necesidad de conquistar territorios pertenecientes a “otras sociedades”. Si bien conocían las guerras locales y acaso también el crimen y el asesinato, su esfera de influencia no rebasa el interior de la sociedad misma. 86 En el polo opuesto a las “sociedades arcaicas”, se encontraban las “sociedades históricas” que datan alrededor de unos ocho mil años, asentadas principalmente en el Medio Oriente, en la cuenca del Indo, en China, y en lo que hoy es Perú y México. Las llamadas “sociedades históricas” cuentan con miles o millones de elementos, su actividad principal era la agricultura, poseían grandes ciudades, organizaciones políticas, jurídicas y ejércitos para la conquista y protección, además de un arte propio y sistemas de escritura. Siguiendo a Morin: 84

Morin, Breve historia de la barbarie en Occidente, op. cit., p. 27. Zolo, Cosmópolis, op. cit., p. 24. 86 Morin, Breve historia de la barbarie en Occidente, op. cit., p. 16. 85

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Aun cuando rasgos de barbarie podían caracterizar a las sociedades arcaicas, es en las sociedades históricas donde se ven aparecer los rasgos de una barbarie vinculada al poder del Estado y a la desmesura demencial, a la hybris. Se emprenden conquistas de territorios para asegurar las materias primas o las reservas de subsistencia para los períodos de sequía o de exceso de lluvia. Pero sobre todo, se produce una verdadera escalada de conquistas que va más allá de la mera necesidad vital y que se manifiesta en las masacres, las destrucciones sistemáticas, los pillajes, las violaciones, la esclavitud. 87

De las denominadas sociedades históricas se considera que Babilonia es una de las más antiguas, presentándose como uno de los antecedentes más importantes de la relación entre el amo y el esclavo.88 Es a partir de este punto que la barbarie toma forma y se desencadena como civilización en una relación compleja. Otro de los antecedentes constitutivos de la cultura y que está en íntima relación con el Estado, es el referente al incesto. A partir de las investigaciones antropológicas de Claude Lévi-Strauss, el incesto se entiende como una distinción conceptual artificial aplicada a individuos que son física, corporal y naturalmente indiferenciados. Para Zygmunt Bauman, la relación cultural del incesto y la función del Estado tienen una estrecha similitud, ya que la tarea del segundo consistía en “sustituir las prácticas locales y dispersas por las administrativas del Estado, punto de referencia único y universal para toda medida y división del espacio.” 89 Encargado de diferenciar, jerarquizar y administrar a la población indiferenciada, el Estado también unificaba a la población en un espacio denominado “territorio”, que en términos metafóricos se podría 87

Ibidem, p. 17. Dicha relación se encuentra desde los más profundos orígenes de Occidente, por ejemplo, en Heráclito de Éfeso: “La guerra de todos es padre, de todos rey; a los unos designa como dioses, a los otros, como hombres: a los unos los hace esclavos, a los otros libres.” (D.K. fragmento 53) También lo encontramos en el Estagirita: “Y por naturaleza [uno] manda y [otro] obedece para la supervivencia. Quien con la inteligencia es capaz de prever está naturalmente destinado a ser amo, y quien tenga fuerza corporal para realizar [lo planeado por aquél] es, por naturaleza, esclavo; por eso hay un interés [mutuo] entre amo y esclavo” Aristóteles, Política (1252a). Así como en Rousseau: “la obediencia más ciega es la única virtud que queda a los esclavos.” Rousseau, Juan Jacobo, Discurso sobre el origen de las desigualdad entre los hombres, Edivisión, Madrid, 1999, p. 15. Para finalmente tener su punto culminante en la modernidad en la figura de Hegel: “una es la conciencia independiente que tiene por esencia el ser para sí; la primera es el señor, la segunda el siervo.” Hegel, G.W.F., Fenomenología del espíritu, Fondo de Cultura Económica, México, 2008, p. 117. 89 Bauman, op. cit., p. 41. 88

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considerar la frontera que distingue el mundo interior del exterior. Consecuencia de ello, el Estado “es una instancia separada de la colectividad e instituida de tal manera que asegure constantemente esta separación.” 90 De manera que si entendemos al Estado en tanto construcción histórica cuyo fin es instaurar un orden político-jurídico jerarquizado y diferenciado, el Estado-nación tiene sus raíces91 en la antigua Roma. Siguiendo a Michel Foucault:

Desde el derecho romano esta armazón de nuestra civilización es ya una definición de la individualidad como soberanía sometida. El sistema de propiedad privada implica esta concepción: el propietario es el único dueño de su bien, lo usa y abusa de él, plegándose al mismo tiempo al conjunto de leyes que fundamentan su propiedad. El sistema romano estructuró el Estado y fundamentó la propiedad. Sometía la voluntad de poder estableciendo un «derecho soberano de propiedad» que no podía ser ejercido más que por los que detentaban el poder. 92

De tal forma, al instituir la propiedad privada como base del poder político y militar en la antigua Roma, se generó la necesidad de una expansión de la dominación romana por todo el Mediterráneo, así como al este, oeste y el norte de Europa. Otro importante antecedente de la expansión en Occidente aún más vetusto que el romano, puede ser rastreado con la hegemonía del antiguo Imperio ateniense a partir de la idea expuesta en El discurso fúnebre de Pericles, ya que el estratega insta a entender, en palabras de Patricia Varona, “[que] la dominación exterior es la garantía de la integridad de la polis, ya que la identificación entre el individuo y la ciudad determina que la independencia de la segunda sea la condición para la libertad del primero.” 93 De aquí que siglos más tarde Maquiavelo, en tanto hombre de instituciones (recordemos que detentó el puesto de 90

Castoriadis, El mundo fragmentado, op. cit., p. 97. Bauman, op. cit., p. 83. Entendiendo El príncipe como la constitución de la soberanía en los estados-modernos, Maquiavelo señala desde una perspectiva “realista” las consecuencias de los Estados que no tienen raíces: “Como todas las otras cosas de la naturaleza que nacen y crecen rápidamente, los estados que surgen de golpe tampoco puede tener las raíces y sus ramificaciones firmes.” Maquiavelo, Nicolás, El príncipe, Losada, Buenos Aires, 2007, p. 101. 92 Foucault, Michel, Microfísica del poder, op. cit., p. 35. 93 Varona Codeso, Patricia, “Introducción” en El discurso fúnebre de Pericles, Sequitur, Madrid, 2009, p. 31. 91

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canciller de la Segunda Cancillería teniendo la oportunidad de viajar por Europa conociendo una multiplicidad de regímenes), plantee la necesidad de disponer de un ejército para la defensa del Estado 94 (previa unificación territorial), haciendo especial hincapié en que éste no sea compuesto por mercenarios, sino que se erija con las llamadas “armas buenas”, es decir, de las armas del pueblo.95 De ahí la necesidad de que a partir de la propiedad territorial y su delimitación sea necesario expandir la dominación con el fin de mantener un orden, tanto al interior como al exterior. Al interior, el orden se genera a partir de los dispositivos de jerarquización y diferenciación, mientras que al exterior se despliega por medio de la dominación y la conquista. Otro de los antecedentes indispensables para el surgimiento del Estadonación moderno fue la burocracia 96, en tanto elemento de control de las diferentes funciones que serían imposibles efectuar sin ella, como es el caso del cobro de impuestos, cortes, legislación, agencias de control 97, etc. El objetivo primordial de la burocracia era predecir el comportamiento de los elementos al interior de la sociedad con el fin de mantener el orden. La soberanía es otro elemento sine qua non del Estado nación. Ésta generó la posibilidad de que el orden establecido al interior del Estado cobrara una afirmación en 94

“Todas las artes que se organizan en una civilización por el bien común de todos los hombres, todas las instituciones en ella establecidas para vivir en el temor de Dios y de las leyes, serían vanas si no estuviera preparada su defensa.” Maquiavelo, Nicolás, El arte de la guerra, Losada, Buenos Aires, 2008, p. 8. 95 Ibidem, p. 32. 96 “En el fecundo estudio sobre el “fenómeno burocrático”, Michael Crozier ha mostrado la íntima conexión existente entre la escala de certidumbre/incertidumbre y la jerarquía del poder. El autor dice que, en cualquier colectividad estructurada (organizada), la posición dominante corresponde a las unidades cuyas situaciones son opacas, y sus acciones, impenetrables para los de afuera –aunque transparentes para ellos–, libres de brumas y a prueba de imprevistos. En el mundo de las burocracias modernas, la estrategia de todo sector existente o aspirante consiste, invariable y consecuentemente, en tratar de tener las manos libres y aplicar presión para imponer reglas estrictas y rígidas sobre todos los demás miembros de la organización.” Bauman, Zygmunt, op. cit., pp. 46-47. 97 Según Foucault en su ensayo intitulado Omnes et singulatim: Hacia una crítica de la razón política: “Delamare explica que existen once cosas que la policía debe controlar dentro del Estado: 1) la religión, 2) la moralidad, 3) la salud, 4) los abastecimientos, 5) las carreteras, los canales y puertos, y los edificios públicos, 6) la seguridad pública, 7) las artes liberales (a grandes rasgos, las artes y las ciencias), 8) el comercio, 9) las fábricas, 10) la servidumbre y los labradores, y 11) los pobres.” Foucault, Michel, “Omnes et singulatim” en Tecnologías del yo: Y otros textos afines, Paidós-Instituto de Ciencias de la Educación-Universidad Autónoma de Barcelona, Barcelona, 1990, p. 132.

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tanto autoridad, la cual tenía su correlato exterior en la afirmación de fronteras fijas y de límites que impedían que otros Estados interfirieran con la autoridad ejecutiva, legislativa, judicial y militar de la soberanía en su interior. El Estado-nación se encargaba grosso modo de unificar un territorio junto a su población, diferenciándola y jerarquizándola, además de delimitar los campos de lo interno y lo externo, este último en función del paradigma de las relaciones internacionales, en el caso del “modelo Westfalia”, del clásico-estatocéntrico. Si bien la evolución del “modelo Westfalia” se cristalizó con el pasar del tiempo en el llamado derecho internacional, éste dio muestras de fatiga con la llegada del siglo XX y sus dos confrontaciones mundiales. Para la década de los sesentas, el sistema que había perdurado por varias centurias fue perdiendo vigencia,

no en vano el neologismo globalización hace su primera aparición en los años 1960, precisamente en el ámbito del derecho internacional, para indicar los nuevos términos del “problema hobbesiano del orden” (según una célebre definición propuesta por Talcott Parsons en su obra de 1937 The structure of social action) después del fin del “modelo Westfalia”, o sea, de un orden de las relaciones internacionales orquestado por las potencias europeas y basado en la exclusión de áreas, países y pueblos “no soberanos” o de “soberanía limitada”. 98

¿Qué sucedió entonces para que se gestara un cambio de paradigma en las relaciones internacionales? Recordemos que uno de los fenómenos que caracterizó la época moderna fue el establecimiento del Estado como institución hegemónica del poder, al tener una eficacia para imponer el imperio de la ley y el orden por medio del Estado de Derecho.99 El éxito del Estado-nación como unidad para imponer el orden fue tal que

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Marramao, op. cit., p. 24. “Los cuatro elementos básicos del Estado de Derecho: 1) el imperio de la ley, 2) la separación e independencia de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, 3) el sometimiento de la administración al orden jurídico y, 4) el reconocimiento efectivo de los derechos y libertades de la persona.” Sohr, Raúl, op. cit., p. 155 99

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para el siglo XX se dio una gran expansión por todo el mundo de dicha institución.100 En tanto construcción moderna, se diferencia tanto de las ciudades-estado italianas, como del imperio, sin llegar a disociarse del todo de sus raíces comunes, pues según Morin:

Las naciones son profundamente diferentes de los imperios y de las ciudades-estado. En primer lugar, reúnen más poblaciones diversas que las ciudades-estado –una nación como Francia, por ejemplo, integra una notable diversidad de etnias–. Y la verdadera diferencia con el imperio se debe a la actividad integradora del Estado-nación que unifica en una identidad nacional común sus elementos diversos. 101 No obstante, en tanto fenómeno de expansión imperialista 102 cuya justificación es infundir el Bien y la civilización 103, ya sea importando la idea de Estado-nación, o más contemporáneamente, importando la democracia104 como modelo único de gobierno, tanto el Estado moderno como el derecho internacional muestran un resquebrajamiento al emerger la época global. Por ejemplo, en relación a la centralidad del Estado como sujeto de derecho internacional en el “modelo Westfalia”, el fenómeno de la globalización configura una radical modificación de dicha concepción con la aparición de la red-Estado, así como del individuo-Estado, posibilitando, a su vez, distopías como la empresa-Estado. La empresa-Estado opera bajo la siguiente estrategia, en tanto que

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“El número de estados del planeta, que a comienzos del siglo XX eran apenas una cuarentena, ha ido aumentando hasta aproximarse a los dos centenares. La proliferación de estados ha sido una de las grandes características del siglo XX.” Ramonet, Ignacio, Guerras del siglo XXI: Nuevos miedos, nuevas amenazas, Mondadori, Barcelona, 2002, p. 18. 101 Morin, Breve historia…op. cit., p. 24. 102 Negri define imperialismo como “una expansión del concepto de Estado-nación. El imperialismo es una línea política, una línea estructural que encarna la voluntad de expansión del Estado-nación, ya sea desde el punto de vista de la ocupación territorial, sea desde el punto de vista de la extensión de influencia comercial, o bien desde la imposición de modelos políticos y lingüísticos. El imperialismo puede ser equiparado con el colonialismo o puede ser algo diferente del colonialismo, pero predomina su consideración como colonialismo, como una prolongación esencial y unilateral del Estado-nación.” Negri, Antonio; Cocco, Giuseppe; Altamira, César; Horowicz, Alejandro, Diálogos sobre la globalización, la multitud y la experiencia argentina, Paidós, Buenos Aires, 2003, p. 44. 103 Todorov, Tzvetan, El nuevo desorden mundial, Península, Barcelona, 2003, p. 38. 104 Rancierè, Jacques, El odio a la democracia, Amorrortu, Buenos Aires, 2006, p. 16.

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éstas se “apropiarán de un Estado hueco, vació, desestructurado, presa del desorden endémico y del caos, para utilizarlo a su capricho.” 105 Si bien el nuevo paradigma de las relaciones internacionales se caracteriza por la aparición de una sociedad global, así como de una interdependencia cuyos rasgos podrían tener visos democráticos, es innegable apuntar de manera crítica el establecimiento de una asimetría en lo que al poder económico y político se refiere. De tal forma, los llamados Estados-periféricos106 son los que sufren un debilitamiento de su soberanía, que para el Nuevo Orden Global representa la posibilidad de injerencias políticas, económicas, electorales, medioambientales, etc. Como expone lúcidamente el historiador hondureño Ramón Oquelí:

La importancia de las elecciones presidenciales, con fraude o sin él, es relativa. Las decisiones que afectan a Honduras se toman primero en Washington; luego en la jefatura militar norteamericana en Panamá (el Southern Command); después en la jefatura de la base norteamericana en Palmerola, aquí en Honduras; en seguida en la embajada norteamericana en Tegucigalpa; en quinto lugar viene el jefe de las fuerzas armadas hondureñas; y apenas en sexto lugar aparece el presidente de la República. Votamos, pues, por un funcionario de sexta categoría en cuanto a nivel de decisión. Las funciones del presidente se limitan a la administración de la miseria y la obtención de préstamos norteamericanos. 107

Asistimos de nueva cuenta a la exaltación de la globalización bajo sus rasgos reduccionistas tecno-económicos, pues el movimiento de los capitales (primordialmente financieros108), genera una brecha entre la política y la economía, al ser la primera presa

105

Ramonet, Guerras del siglo XXI, op. cit., p. 75. “Este fue el problema estudiado por Raúl Prebish que lo llevó a identificar la existencia de un sistema centro periferia, cuyo ciclo económico estaba principalmente determinado por la evolución de las mayores economías industriales.” Ferrer, Aldo, “Los ciclos económicos en Argentina: Acerca del libro de Alicia Girón” en Argentina: su recurrente inestabilidad financiera, Universidad Nacional Autónoma de México-Instituto de Investigaciones Económicas-Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, México, 2009, p. 14. 107 Oquelí, Ramón citado por Boron, Atilio en Imperio & Imperialismo (Una lectura crítica de Michael Hardt y Antonio Negri), Itaca, México, 2003, p. 118. 108 “La mundialización financiera ha creado de esta forma su propio Estado. Un Estado supranacional, que dispone de sus aparatos, de sus redes de influencia y de sus propios medios de acción. Se trata de la 106

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de un fenómeno de fragmentación. Recordemos que el Estado está regulado desde sus orígenes por la idea de frontera, de límite territorial, mientras que el capital transfronterizo es omnipresente, que “en su significado más profundo, la idea expresa el carácter indeterminado, ingobernable y autopropulsado de los asuntos mundiales; la ausencia de un centro, de una oficina de control, un directorio, una gerencia general.” 109 Como hemos señalado anteriormente, la modernidad se había caracterizado por tener en las ideas de universalismo y orden, dos de sus bastiones para la estabilidad temporal y espacial, cuestión que parece lejana en un mundo post-moderno, en donde impera un desorden que deja sentir sus efectos a nivel global. Por lo tanto, afirmamos que la labor más importante del Estado moderno fue conservar su equilibrio dinámico, es decir, regular la relación interno-externo, pues las riquezas son hoy en día globales, mientras que el hambre es local, con lo cual se erige un nuevo “Muro de Berlín” que aísla la parte global de la local. Otra de las consecuencias del ocaso del “modelo Westfalia” es la referente a la inexistencia de un legislador internacional, ya que, no lo perdamos de vista, toda fuente de derecho procedía de la autoridad soberana emanada de los estados. Este fue uno de los tópicos abordados por el jurista alemán Carl Schmitt a principios del siglo XX. Para Schmitt, el fundamento de la soberanía del Estado moderno no reposaba sobre la impersonalidad de la ley o sobre una norma. Desde su punto de vista, ésta recaía en el decisionismo, el cual se entiende como una decisión de carácter originario. En la obra de 1950 intitulada El nomos de la tierra en el derecho de gentes del ius publicum europaeum, Schmitt entiende el nomos en tanto contraseña de una ley universal de la apropiación, cuya consecuencia estriba en convertirse en el lugar de origen de todo constelación formada por el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM), la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y la Organización Mundial del Comercio (OMC). Estas instituciones hablan con una sola voz –amplificada por la casi totalidad de los media– para exaltar las “virtudes del mercado.” Ramonet, Ignacio, La crisis del siglo, op. cit., p. 53. 109 Bauman, op. cit., p. 80.

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“derecho”. Rastreando los tres núcleos fundamentales de la reflexión schmittiana, esto es, la política como teología, la conceptualización de lo “político”, y el nomos como ordenamiento concreto, se posibilita la comprensión de la soberanía desde un punto de vista diferente al abordado anteriormente y cuyas consecuencias en el plano mundial se manifestaron en el Tercer Reich. Para Schmitt, el soberano es quien debe decidir sobre el estado de excepción, configurando de ese modo la soberanía como decisión. Recordemos que para Schmitt los conceptos más fecundos de la doctrina del Estado moderno son una traducción de los conceptos teológicos, los cuales han sufrido un proceso de secularización. Sin embargo, en el caso de Schmitt es posible encontrar ciertos resabios teológicos, pues “el caso de excepción –escribe Marramao–, repudiado por el racionalismo iluminista” en todas sus formas, “tiene para la jurisprudencia un significado análogo al milagro para la teología.” 110 Lejos de entender la soberanía como un concepto límite aplicado a un caso límite, la perspectiva propuesta por Schmitt lo entiende en tanto “monopolio de la decisión última”, siendo claro y distinto su carácter meta-jurídico. Así, la soberanía de la decisión se entiende en tanto “potestad de decisión sobre el estado de excepción” 111 (entendimiento de la soberanía que carecer de un formalismo jurídico y, por lo tanto, de cualquier fundamento). Para Schmitt “sólo una filosofía de la vida concreta es capaz de no retroceder ante la excepción o el caso extremo; más aún, debe interesarse en ellos en la mayor medida posible.” 112 Así, el estado de excepción configurado por medio de una decisión originaria se convierte en un dato jurídico, por lo que la prioridad existencial del Estado es la decisión por sobre la norma jurídica.

110

Marramao, op. cit., p. 133. Ibidem, p. 134. 112 Schmitt, Carl citado por Marramao, Giacomo en “El exilio del Nomos: Carl Schmitt y la globale Zeit” en Pasaje a Occidente, Katz, Buenos Aires, 2006, p. 138. 111

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En lo referente al otro núcleo del pensamiento schmittiano, esto es, el concepto de lo político113, Schmitt entiende por político el “estatus” de un “pueblo organizado sobre un territorio cerrado.” 114 Lo político, por lo tanto, genera la distinción entre amigo (Freund) y enemigo (Feind), este último entendido como significado existencial en un sentido público, ya que “enemigo es sólo enemigo público, […] es el hostis, no el inimicus en sentido amplio.”115 Dicho criterio tiene un estatus extremo, ya sea en el grado de intensidad de una asociación, ya sea como disolución de hombres. Así, desde un punto de vista que privilegie la secularización técnica, este carácter de la decisión es infundado, ya que su condición de abismo desfondado (en términos del formalismo jurídico), brinda la libertad de producir el estado de excepción, cuyas consecuencias son, entre otras, la suspensión de la norma, de aquello determinado en la ley, para que, en total autonomía, se reagrupe incesantemente la distinción política de amigo/enemigo, deviniendo –insistimos– en un decisionismo sin fundamentos. De tal forma, el Nomos originario se entiende como el punto de partido de todo derecho, en tanto “derecho primigenio que resulta accesible a una visión meta-jurídica y de tendencia antropológica”116, cuyas consecuencias son el ordenamiento y la localización, ya que, no lo olvidemos, no existe derecho sin tierra “pues todo derecho se apoya sobre presupuestos-fundamentos de la adquisición territorial y del ordenamiento espacial.”117 Como teórico del Grossraum, entendida en tanto “esfera de influencia

113

Lo político se entiende en Schmitt en tanto criterio para tomar cierto tipo de decisiones: “La distinción política específica a la que las acciones y los motivos políticos se pueden reducir es sencillamente la distinción entre amigos y enemigos […] El enemigo al que Schmitt se refiere es un enemigo público, no un enemigo privado; para él, una colectividad constituye un cuerpo político como tal únicamente cuando tiene enemigos.” Lilla, Mark, “Carl Schmitt” en Pensadores temerarios: Los intelectuales en la política, Debate, Barcelona, 2004, p. 65. 114 Marramao, op. cit., p. 139. 115 Ibidem p. 141. 116 Ibidem, p. 147. 117 Ibidem, p. 148.

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geográfica”, Schmitt encontró en la Doctrina Monroe 118 un antecedente para las ambiciones imperialistas del Tercer Reich, inaugurando una nueva etapa en lo que a geopolítica se refiere. Se preguntará el lector, ¿qué relación tiene esto con la cuestión del ocaso del legislador internacional? “Sobre la base de una radical hipótesis etimológica enunciada en el ensayo de 1959 Nomos Nahme Name, Schmitt hace derivar el sustantivo griego nomos del verbo nemein, en el triple significado de “tomar/conquistar”, “repartir/dividir” y “cultivar/producir”.119 Según el jurista alemán, aquellos son modos originarios de la acción y de la existencia social presentes en todas las fases y en todos los ordenamientos de la historia. El diagnóstico de Schmitt del Nomos Global Zeit a partir del siglo XVI, es que a consecuencia de la técnica de la época moderna, aquel antiguo nomos terrestre es remplazado por un nuevo nomos que engloba en su propio orden al mare nostrum. Es decir, el derecho se hace extensivo a todo el globo. En palabras de Lilla: “Schmitt ve que la simultánea disolución de la soberanía y la extensión de la enemistad entre las naciones tienen su origen en la creciente capacidad del hombre moderno para extender geográficamente su influencia por todo el mundo.”120 Otro de los elementos que forman parte del ocaso del “modelo Westfalia”, es el referente a la carencia de normas secundarias u organizativas, pues el modelo no goza de ninguna jurisdicción vinculante que tenga el poder de identificar las violaciones del 118

“En 1902, los gobiernos británico y alemán establecieron un bloqueo en contra de Venezuela a fin de presionar a ese gobierno sudamericano para que resarciera ciertos daños sufridos por sus conciudadanos. Sabemos hoy que sólo se pretendía lograr este propósito. Pero un poderoso movimiento de protesta se desarrolló en los Estados Unidos, y la administración Roosvelt, aunque nada había objetado originalmente a la acción británica y alemana, fue presionada para que aplicase la Doctrina Monroe. Temiendo nuevas intervenciones, Theodore Roosevelt enunció en 1905 el principio de que “una actuación crónica errónea o la impotencia que se convierte en pérdida general de los vínculos de la sociedad civilizada por parte de un país del hemisferio occidental” podría requerir que los Estados Unidos ejercieran un poder policiaco internacional. Esta declaración se conoce como el “Corolario Roosvelt”.” Perkins, Dexter “James Monroe la Doctrina Monroe” en Compendio histórico de los Estados Unidos: Un recorrido por sus documentos fundamentales, Fondo de Cultura Económica, México, 1997, p. 215. Hardt, Michael y Negri, Antonio, Imperio, op. cit., p. 198. 119 Idem. 120 Lilla, Mark, op. cit., p. 68.

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derecho internacional escaseando, consecuentemente, de una policía para prevenir la ilegalidad. Aquí llegamos a uno de los puntos más álgidos de la discusión contemporánea. Después de que cayera la última frontera que dividía al mundo en aquello denominado como Guerra Fría. Siguiendo a Fukuyama:

Puso a Estados Unidos en un «momento unipolar» en el que no existía ninguna potencia que desafiara su hegemonía. Krauthammer aseveró en otros escritos que, a diferencia de otras grandes potencias, Estados Unidos no buscaba crear un imperio, sino más bien actuar de «custodio del sistema internacional».121

Es decir, EE.UU. actúa de policía internacional encargado de que su proyecto globalizador se mantuviera a pesar de las oposiciones

y contradicciones que ello

causaba. Después de los ataques del 11-S quedó clara una tendencia dominante. La globalización continúa configurándose como una de las principales características del mundo contemporáneo, sólo que del discurso tecno-económico –que hasta entonces la había caracterizado– dio paso a una faceta belicista. La vulnerabilidad del sistema pretendió ser contrarrestada por parte de Estados Unidos, asegurando la urgente necesidad de “poner en marcha […] el aparato de seguridad de la globalización.” 122 Así, para Antonio Negri, “lo que está siendo construido sobre las ruinas de las Torres Gemelas es un Imperio absoluto contra los fantasmas del Mal.” 123 Muestra de ello fue que ante la amenaza que pendía sobre los Estados Unidos después de los ataques del 11S, sucedió lo que hasta ese momento era excluyente del sistema Westafalia: la soberanía se desdibujó y la potencia unipolar dictó leyes que posibilitaran la continuación de su proyecto hegemónico. Como relata Thierry Meyssan en su obra La terrible impostura,

121

Fukuyama, Francis, op. cit., p. 111. Ramonet, Ignacio, “El nuevo rostro del mundo” en La televisión en tiempos de guerra: La onda expansiva de los atentados del 11-S, Gedisa, Barcelona, 2002, p. 166. 123 Negri, Toni, Del retorno: Abecedario biopolítico, Debate, Barcelona, 2003, p. 154. 122

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el 28 de septiembre de 2001, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas emitió la resolución 1373, la cual dio nacimiento al Comité Antiterrorista del Consejo de Seguridad. Dicho Comité sirvió como pauta para que el Departamento de Estado ordenara a sus aliados adoptar legislaciones similares a la US PATRIOT Act 124, la cual fue acatada por al menos cincuenta y cinco países, principalmente sus aliados de la OTAN. Según Meyssan, “su objetivo no es proteger a las poblaciones locales del terrorismo, sino permitir a los servicios de policía estadounidenses ampliar sus actividades en el resto del mundo.” 125 Las características de la legislación son la prolongación de los plazos de prisión preventiva relacionados al terrorismo, una draconiana reducción de la libertad de expresión por parte de la prensa, así como la autorización para la intercepción de comunicaciones sin orden judicial. Concluye Meyssan que, “en definitiva, el secretario de Estado, Colin Powell, va a Europa para asegurarse de que en adelante las policías nacionales podrán transmitir sin formalidades la información que poseen al FBI y para instalar una antena del FBI en los locales de la Europol.”126 El problema de la soberanía como principio supremo de los Estados es otro de los elementos que permiten entrever el nacimiento de un Nuevo Orden Global. En su ensayo intitulado Dämmerung: en el crepúsculo de la soberanía, Marramao señala que el carácter de la voz crepúsculo debe ser entendido como un resplandor difuso, que se verifica antes de la aparición del sol y luego de su ocaso. Partiendo de la división entre los dos modelos que se desarrollaron en Europa durante la época moderna, esto es, el 124

“Lo prueba el alud de medidas liberticidas adoptadas por el gobierno estadounidense, que, al día siguiente de los atentados, implantaba en el país una justicia de excepción. El ministro del ramo, John Ashcroft, hacía aprobar una ley antiterrorista, motejada de «ley patriótica», que permite a las autoridades detener a sospechosos extranjeros por tiempos casi indefinido, deportarlos, encerrarlos en celdas de aislamiento, vigilar su correo, sus conversaciones telefónicas y sus comunicaciones vía Internet, y registrar su domicilio sin autorización judicial.” Ramonet, Ignacio, Guerras del siglo XXI: Nuevos miedos, nuevas amenazas, Mondadori, Barcelona, 2002, p. 59. 125 Meyssan, Thierry, La gran impostura: 11 de septiembre de 2001: Ningún avión se estrelló en el Pentágono, El Ateneo, 2003, p. 101. 126 Idem.

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modelo continental de corte positivista y el modelo oceánico (cuyo elemento distintivo es el derecho común [common law] de corte consuetudinario-constitucionalista), es importante entender, en una primera instancia, la doble dinámica de la constitución de la soberanía del Estado, ya sea que se aborde desde un punto de vista que privilegie lo interno de la soberanía en tanto proceso de secularización y absolutización, ya sea desde un punto de vista que se decante por lo externo y la necesidad de plantear un Leviatán que dé continuidad al sistema. También es necesario matizar que, teniendo en cuenta sus orígenes occidentales, el Estado es un fenómeno de la época moderna. Siguiendo a Marramao: Es un mérito […] haber sustraído la noción de Estado de la brumosa indeterminación de tantos enfoques teóricos e historiográficos tradicionales, que la trataban como una especie de ubicuo indicador de señales, tan universales cuanto vago, tan indefinido cuan omnipotente e imperativo: en este sentido podía recibir el apelativo de “Estado” tanto la polis griega como la civitas romana, la respublica christiana como los regna, las monarquías territoriales, de la alta Edad Media. Pero esta indebida ampliación semántica del término ha hecho perder de vista que el Estado tal como lo entendemos, o sea, como asociación política basada a la manera weberiana en el monopolio de la violencia física legítima (y centrada, por lo tanto, en un doble y simultáneo proceso de expropiación-monopolización y legitimación del “poder”), es un acontecimiento no sólo occidental, sino específicamente moderno, cuya identidad estructural depende –tanto en su génesis afectiva como en su actual declinación– de circunstancias históricas asimismo determinadas y específicas. 127

Esas circunstancias históricas las podemos encontrar en la obra de Hobbes expuesta en su Leviatán, al elaborar una transposición etimológica del latín respublica, la cual se vierte al inglés como commonwealth. Caso similar es el de Maquiavelo, que adopta el sustantivo „Estado‟ de la status republicae.128 En lo referente a las circunstancias de su

127

Marramao, op. cit., p. 109. “Pero hay una razón, en nuestra opinión muy poderosa, para no hablar aquí de «Estado», y es el anacronismo que tal uso supone. Porque una forma de organización es necesario en todo tipo de convivencia social, pero eso no es necesariamente un «Estado». El «Estado» propiamente dicho es algo que sólo existe desde el siglo XVI y que presenta una teoría y una realidad práctica muy concreta y 128

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declinación, hoy en día se va consolidando el convencionalismo de que la caída del Muro de Berlín no sólo condujo a un ocaso del sistema bipolar emanado de la Segunda Guerra Mundial llamado Guerra Fría, sino también del Estado-nación y la soberanía. Así, las consecuencias de un ocaso de la soberanía son terribles, ya que

El mundo contemporáneo se encaminaría hacia una difusión y una pulverización de los poderes que –disgregando todo coágulo de soberanía, y con ello la propia idea occidental de democracia– permitirá presagiar el advenimiento de un mundo “imperial”, de un multiverso de comunidades de tendencia centrífuga, congregadas por el aglutinante de la “tecnopolítica”.129

Ante las razones esgrimidas anteriormente, se puede constatar el ocaso de la soberanía al interior de las principales potencias occidentales. Baste observar qué sucede con la Revolución inglesa de 1680 que derivó en la Bill of Rights (1689), marcando el inicio de los derechos tradicionales o common law, pasando por la Declaración de Independencia de los Estados Unidos de Norte América que prescribía la Bill of Rights de 1776, cuya característica principal era que los derechos son “naturales” e “inalienables”, concluyendo esta serie de victorias soberanas con la Revolución Francesa de 1789 y la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, como derechos “naturales” e “imprescriptibles”. Sin embargo, el 11-S marcaría el inicio de una era signada por el estado de excepción. Llegados al último punto del ocaso del modelo Westfalia, hace su aparición la cuestión de la guerra (recordemos que en dicho modelo la función de la guerra era un derecho para proteger los derechos e intereses de los Estados que ejercían su soberanía). diferenciada. Aunque el término mismo fue introducido ya por Maquiavelo –«lo Stato»–, en realidad, sólo hay verdadero Estado a partir de la teorización por Bodino de la soberanía como sumo poder organizado e institucionalizado.” D‟Ors, Alvaro, “El tema: la «res publica»” en Sobre la República, Gredos, Madrid, 1991, p. 19. “Examinemos la palabra polis. Aristóteles no habla sino de polis „ciudad‟; jamás habla de “estado”, “ciudad-estado”. Esta voz latina (status), en el sentido actual entró tardíamente en nuestro idioma (siglo XVI), por influjo quizá del francés (état), o del italiano (stato), en particular, de Maquiavelo. “Briceño Jáuregui, Manuel, “Prólogo del traductor” en La política, Panamericana, Santafé de Bogotá, 2000, p. 13. 129 Marramao, op. cit., p. 119.

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Tras los ataques del 11-S se ha instaurado una nueva doctrina llamada “Guerra preventiva”, expuesta en sus líneas generales en el documento intitulado Estrategia de Seguridad Nacional de los Estados Unidos de América, que a la letra dice:

Estados Unidos ha mantenido por mucho tiempo la opción de acciones preventivas para enfrentar amenazas a su seguridad nacional. Mayor es la amenaza y mayor es el riesgo de inacción (…) Para anticipar o prevenir los actos hostiles de nuestros adversarios, Estados Unidos actuará, si es necesario, de manera preventiva. Por siglos la ley internacional ha reconocido que las naciones no necesitan sufrir un ataque antes de que legalmente puedan actuar para defenderse a sí misma del peligro inminente de un ataque. 130

Si bien no es objeto de discusión el principio de defensa de un Estado, lo que sí se pone sobre la mesa del debate es la legitimidad de las acciones preventivas de corte militar. Pues resultaría ventajoso para cualquier gobierno que se apropie del poder militar de un Estado ejercer dicha doctrina por encima de los lineamientos del derecho internacional y de las instituciones prevalecientes como el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. El peligro estriba en que “los ataques preventivos aplicados en forma unilateral por una potencia sin contrapeso militar podrían proyectarse como la base del orden internacional. Pero ello generará resistencias que ponen en peligro el propio orden que intenta proteger.” 131 Es claro y distinto que los antecedentes de este tipo de doctrinas han carecido de legitimidad a lo largo de la historia y con especial énfasis en el mundo contemporáneo, no sólo al interior del Estado agresor, sino en gran parte de la comunidad internacional, como son los casos de Kosovo (1999), Irak (2003) y Libia (2011). Como escribe lúcidamente el jurista Danilo Zolo: Hoy en Estados prótesis dividen 130 131

día la guerra global “preventiva”, teorizada y practicada por Unidos y sus aliados occidentales más afines, parece una necesaria para el desarrollo de procesos de globalización que cada vez más al mundo en ricos y poderosos, por un lado, y

Sohr, Raúl, op. cit., p. 191. Ibidem, p. 192.

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pobres y débiles, por el otro, mientras que el llamado global terrorism devino el contrapunto igualmente sanguinario y nihilista del conflicto neocolonial que enfrenta a Occidente con los países que se resisten a su pretensión hegemónica planetaria. 132

De tal forma, nos encontramos con una paradoja en relación al Estado moderno, ya que existe, por un lado, el progresivo fenómeno de un debilitamiento, mientras que por el otro, asistimos a un fortalecimiento del mismo. Esta paradoja se circunscribe a una de mayor envergadura, a saber, en el ocaso del sistema Westfalia –debido a la disolución del bloque socialista entre los años 1989-1991– se acude a la implementación de una política global de corte absolutista. Así, el debilitamiento del Estado trae consigo la perdida de la soberanía 133, es decir, la pérdida de la diferenciación entre lo interno y lo externo en términos político jurídicos, ya que el capital trasnacional logra instaurar su poder al interior de los estados nacionales traspasando las fronteras e imponiendo sus condiciones. Un claro ejemplo de ello es el llamado Consenso de Washington 134, que implantó la doctrina neoliberal en

132

Zolo, Danilo, La justicia de los vencedores, op. cit., p. 27. “Los globalistas occidentales, como los llamó con una punta irónica Hedley Bull, predicen una fuerte concentración del poder internacional, habida cuenta que –sostienen– los procesos de globalización han demostrado que la soberanía de los Estados nacionales está desfasada y resulta insuficiente para afrontar los problemas que colman actualmente la agenda internacional, a saber: la paz, la protección de los derechos humanos, la protección del medio ambiente, el equilibrio demográfico, el desarrollo económico y la represión del terrorismo y de la criminalidad internacional. En la era de la interdependencia global, concluyen, resulta anacrónico considerar que la garantía del orden mundial y del mantenimiento de la paz deben seguir basándose en «el modelo Westfalia», surgido en el siglo XVII y que, como es sabido, se fundamentaba esencialmente en el equilibrio entre las potencias europeas.” Zolo, Danilo, Cosmópolis, op. cit., p. 13 134 Es muy sintomática la postura de los tecnócratas, ya que si bien pueden hacer una loa del Consenso de Washington olvidan que, tras la aplicación de dichas políticas económicas, los países que las implementaron fueron presa de unas tremendas crisis que desembocarían en el levantamiento en México en el año de 1994 del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional, o el llamado “Corralito” en Argentina, el cual colocó en la mesa de discusión la pertinencia o no de continuar subordinados el Consenso de Washington. Una visión apologista signada por el olvido, es la expresada por Francis Fukuyama en las siguientes líneas: “Históricamente, el Consenso de Washington se desarrolló en respuesta a la crisis de la deuda latinoamericana de la década de 1980, cuando los cuantiosos préstamos solicitados en el extranjero y la falta de disciplina fiscal condujeron a un ciclo patológico de crisis monetaria, devaluación, política monetaria expansionista para cubrir déficits fiscales, hiperinflación y posteriormente renovación de la crisis de los tipos de cambio. Las medidas de política económica esbozadas en el Consenso de Washington eran necesarias para romper ese ciclo y, por medio de una dolorosa serie de ajustes, países como México, Brasil y Argentina se las apañaron para, a principios de los noventa, estabilizar sus balances macroeconómicos.” Fukuyama, Francis, op. cit., p. 212. 133

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los países del cono sur de América en la década de los años setenta y ochenta del siglo XX, trayendo consigo una gran devastación y miseria. Aquí se puede entrever que el debilitamiento del Estado se da, en una primera instancia, al exterior, al quedar sin ningún tipo de límite que posibilite el freno de los capitales trasnacionales. Pero, ¿qué sucede al interior? Porque si de algo se caracteriza el Estado en los últimos tiempos es por un profundo fortalecimiento en su interior, ya sea militarizando el territorio, ya sea borrando al interior las viejas distinciones entre la seguridad interna y externa, lo cual ha posibilitado una militarización de los cuerpos policíacos que pasan de tener una función preventiva-administrativa, a una preventiva-reactiva. Igualmente es paradójico que el Estado se debilite en términos de los flujos de capitales trasnacionales, pero que se fortalezca con la política migratoria al generar dispositivos de exclusión de las poblaciones provenientes de la periferia, haciendo una radical diferenciación y jerarquización del territorio. Con ello asistimos al ocaso del modelo Westfalia y del derecho internacional, pues a partir de la disolución del Bloque Socialista Soviético en 1991 y la primera guerra del Golfo Pérsico en Irak, Yugoslavia y Kosovo, se consolidó “la praxis del intervencionismo «humanitario» de las grandes potencias y, por ende, su tendencia a atribuirse poderes de injerencia en los asuntos internos de los países afligidos por crisis sociales o políticas.” 135 ¿Qué implicaciones tiene el establecimiento de una hegemonía unilateral? En principio, la reduccionista y por demás absurda idea del “choque de civilizaciones” 136, que trae consigo nuevamente la pretensión de las guerras de religión,

135

Zolo, Danilo, Cosmópolis, op. cit., p. 14. “La fuente fundamental de conflicto en este nuevo mundo no será primordialmente económica o ideológica. La causa principal de conflicto será cultural. Los estados nacionales seguirán siendo los actores más poderosos del escenario internacional, pero los principales conflictos a nivel de la política global serán entre naciones o grupos de naciones de diferentes civilizaciones. El choque de civilizaciones fijará las líneas de las batallas del futuro.” Huntington, Samuel citado por Sohr, Raúl en El mundo y sus guerras, op. cit., p. 105. 136

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como ha sucedido recientemente con el mundo islámico.137 ¿Qué se pretende con este tipo de visiones? ¿La instauración de nuevas cruzadas 138 por todo lo largo y ancho del mundo? Porque ante la falta de un marco de referencia para las relaciones internaciones, la geopolítica (en tanto teoría del poder de un área de influencia sobre el globo) comienza a mostrarse a partir del agudo punto de vista de Michel Foucault:

Cuanto más avanzo, más me parece que la formación de los discursos y la genealogía del saber deben ser analizados a partir no de tipos de conciencia, de modalidades de percepción o de formas de ideologías, sino de tácticas y estrategias de poder. Tácticas y estrategias que se despliegan a través de implantaciones, de distribuciones, de divisiones, de controles de territorios, de organizaciones de dominios que podrían constituir una especie de geopolítica.139

Si lo que impera es la ley del más fuerte, una hegemonía absoluta se traduce en la necesidad de teorizar sobre el Imperio, como lo hace el intelectual norteamericano Zbigniew Brzezinski en su obra intitulada El gran tablero mundial del año 1997, en donde el autor “celebra el advenimiento de su país como una gran potencia imperial, diciendo: somos él único imperio que existe.”140 No obstante, es importante señalar que Brzezinski “está viendo el mundo desde arriba, lo está viendo desde la perspectiva de las potencias dominantes y, como no es un cretino, habla de un imperio porque sabe que los Estados Unidos lo son.” 141 No obstante, es importante señalar que, a pesar de lo avasallante que pueda resultar este panorama, hoy en día pulula por todos los rincones del globo un fenómeno que cuestiona la globalización y sus pretensiones imperiales,

137

Sohr, Raúl, Ibidem, p. 104 “Hace ya mucho tiempo que historiadores especialistas del tema (y bien diferentes entre sí) como Steven Runciman o Jacques Le Goff habían advertido que el espíritu cruzado, lejos de desaparecer con el episodio histórico que lleva su nombre, era algo permanente al acecho. Y ello para no mencionar que (otra vez ambos lo dicen) ese espíritu produjo las condiciones de posibilidad de una cultura expansionista en Occidente.” Grüner, Eduardo, La Cosa política o el acecho de lo Real, op. cit., p. 57. 139 Foucault, Michel, Microfísica del poder, op. cit., p. 123. (El resaltado es nuestro) 140 “Ningún autor latinoamericano –apunta Borón– está utilizando en estos días ese lenguaje, ya que sería calificado de dinosaurio marxistoide.” Borón, Atilio, El capitalismo y las democracia en América Latina, op. cit., p. 27. 141 Idem. 138

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asumiendo con ello una restitución de la política, aunada a una visión de lo sociocultural. O en otras palabras, la vida se impone para hacer frente al nihilismo que cubre la tierra.

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§3. Dimensión socio-cultural.

Las vidas de los pueblos son como canales de ríos subterráneos que avanzan hacia el gran cause que corre hacia el mar. En determinados momentos históricos esos ríos emergen a la superficie y cambian los cursos establecidos. Son los imprevistos históricos que nacen de la resistencia y la esperanza, de las luchas. A pesar de todos los obstáculos los pueblos no claudican. Adolfo Pérez Esquivel, “Prologo” de Argentina de la crisis a la resistencia.

Damos paso a la dimensión socio-cultural de nuestro estudio multidimensional en torno a la globalización. Es importante señalar que nuestra visión de la dimensión sociocultural está influenciada por el pensamiento de Cornelius Castoriadis, pues entendemos que la sociedad, “en tanto siempre ya instituida, es auto-creación y capacidad de autoalteración, obra del imaginario radical como instituyente que se autoconstituye como sociedad constituida e imaginario social cada vez particularizado.” 142 Así, debemos entender que el individuo es un producto de lo social, claro está, dejando de lado tanto el reduccionismo teleológico como el asfixiante determinismo totalizante, ya que siempre queda abierta la posibilidad de la imaginación radical y del imaginario radical instituyente, entendidos éstos como una espontaneidad creadora de los seres humanos que apunta en dirección a la autonomía. En relación a la cultura, Castoriadis nos brinda la siguiente definición:

Entiendo aquí por cultura todo lo que supera, en la institución de una sociedad, la dimensión conjuntista-identitaria (funcional-instrumental) y que los individuos de esa sociedad invisten positivamente como “valor” en el sentido más general del término: en definitiva, la paideia de los griegos. Como su nombre lo indica, la paideia contiene también indisociablemente los procedimientos instituidos por medio de los cuales el ser humano, durante su fabricación social como individuo, es conducido a reconocer y a investir positivamente los valores de la 142

Castoriadis, Cornelius, El mundo fragmentado, op. cit., pp. 87-88.

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sociedad. Estos valores no son dados por una instancia externa, ni descubiertos por la sociedad en sus yacimientos naturales o en el cielo de la Razón. Son creados por cada sociedad considerada, como núcleos de su institución, referencias últimas e irreductibles de la significancia, polos de orientación del hacer y del representar sociales. Por lo tanto, es imposible hablar de transformación social sin afrontar la cuestión de la cultura en este sentido –y de hecho, la afrontamos y “respondemos” a ella hagamos lo que hagamos. 143

Porque uno de los elementos que tratamos de encontrar en la presente investigación es el referente a la transformación radical de la sociedad, “la nueva sociedad”, autónoma, en y por una nueva conciencia de la historia, “que implica a la vez una restauración del valor de la tradición y otra actitud frente a esta tradición, otra articulación entre ésta y las tareas del presente/porvenir”.144 En ese orden de ideas y como lo habíamos entrevisto anteriormente, las pretensiones de una acumulación ilimitada de poder han llevado a una postura antiglobalista, que coloca sobre la palestra el tema de la imaginación radical, el imaginario radical y la autonomía como formas de contrarrestar el nihilismo inherente al sistema de dominación. De tal forma, a raíz de la emergencia de una potencia hegemónica tras el colapso del modelo bipolar de la Guerra Fría, se cierne una postura opuesta al desmesurado poder que impera en el mundo, a saber, la postura antiglobalista145, cuyas ideas se sintetizan en la resistencia a cualquier pretensión de

143

Castoriadis, Cornelius, Ventana al caos, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2008, p. 14. Profundizando el punto: “Ruptura de la servidumbre con respecto al pasado en tanto pasado, ruptura con las necesidades de la “tabula rasa”; ruptura también con la mitología del “desarrollo”, con las fantasías del crecimiento orgánico, con las ilusiones de la acumulación adquisitiva. Negaciones que sólo son la otra cara de una posición: la afirmación de la socialidad y de la historicidad sustantivas como valores de una sociedad autónoma. Así como debemos reconocer en los individuos, en los grupos, en las etnias, su verdadera alteridad (lo que no implica que debamos ajustarnos a ella, porque sería otra vez una manera de desconocerla o abolirla) y organizar a partir de este reconocimiento una coexistencia verdadera; así, el pasado de nuestra sociedad y de las otras nos invita a reconocer en esto –en la medida (incierta e inagotable) en que podemos conocerlo– otra cosa que un modelo o un contraste.” Ibidem, p. 34. 145 “O, más trascendentalmente, la progresiva multiplicación de resistencias multitudinarias a la hegemonía del Imperio (desde los zapatistas a los piqueteros locales, pasando por los Sin Tierra o los movimientos antiglobalización en el propio centro imperial, que no tienen nada que ver con ningún “terrorismo”, pero que muy bien podrían quedar comprendidos en la cada vez más laxa definición de ese concepto).” Grüner, Eduardo, La Cosa política o el acecho de lo Real, op. cit., p. 57. 144

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concentración del poder mundial, ya sea por parte de las potencias que componen el primer mundo, ya sea por medio de las instituciones supranacionales como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial o la Organización Mundial del Comercio. La recurrente asimetría entre las potencias del centro y la periferia genera una desigualdad que con el pasar del tiempo ha ensanchado la brecha a niveles inimaginables. Por ello, la postura antiglobalista busca modificar la correlación de fuerzas en la interminable búsqueda por la justicia social. De tal forma, la postura antiglobalista pretende hacer un rescate y una revalorización de las identidades étniconacionales en nombre del pluralismo, de la complejidad y de la diferenciación cultural, en tanto patrimonio antropológico irreducible a la dinámica de los mercados. Este tipo de posturas tienen su contrario en aquellas que esgrimen una soberanía planetaria del mercado, cuya característica es la implantación política por medio de la desregulación146, que en el actual contexto es global. De manera que hoy, más que nunca en la historia contemporánea, se requiere una revalorización crítica de la soberanía, pues en algunos casos sería una de las posibilidades de construir una convivencia plural, autónoma, y que aspire a la igualdad. No obstante, es inexorable la necesidad de elaborar un análisis más profundo del sistema de dominación, ya que los elementos que caracterizan a la globalización dejaron de ser (en parte) los de las antiguas colonizaciones e imperialismos, cuyos principales actores eran los estados centrales hegemónicos en busca de una expansión conquistadora. Hoy en día el neocolonialismo enarbolado por la globalización tiene en las empresas privadas, conglomerados trasnacionales, grupos industriales y financieros a sus actores principales. La consecuencia es que, si bien la imagen del mundo como globo circunnavegable lleva más de quinientos años de vigencia, es innegable que el poder 146

Entendemos por desregulación la falta de cualquier límite, ley, norma, que establezca un freno a la hybris del mercado.

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acumulado a lo largo de todo ese periodo de tiempo es detentado por una minoría cuyo poder recuerda el vetusto absolutismo europeo, con la diferencia de un marcado desplazamiento del modo de entender el poder, ya que ahora el poder en lugar de ser político, es financiero. Como habíamos señalado anteriormente, los dispositivos de medición del tiempo y el espacio posibilitaron la imagen del globo circunnavegable presto a la dominación antropocéntrica, instituyendo –consecuentemente– la ilimitada expansión del dominio racional a lo largo y ancho del globo. Hoy en día la revolución de las tecnologías de la información ha permitido, al menos durante los pasados treinta años, que la dominación se expanda a niveles insospechados como lo podría ser el biopoder. Pero si el objeto de la dominación era anteriormente la naturaleza, en tanto objeto de dominio, hoy en día el peligro es mucho mayor, pues como escribe Ignacio Ramonet:

El siglo XXI que comienza será testigo de un nuevo salto cualitativo impulsado por las modernas técnicas genéticas de manipulación de la vida. La privatización del genoma humano y la concesión generalizada de patentes sobre los procesos biológicos abren nuevas perspectivas de expansión del capitalismo. Se prepara la privatización a gran escala de todo lo que afecta a la vida y la naturaleza, que favorecerá la aparición de un poder probablemente más absoluto que cualquier otro que haya podido conocerse a lo largo de la Historia. 147

El neocolonialismo dejó el plano de los territorios por conquistar, para embarcarse en un tipo de conquista desterritorializada al interior del cuerpo humano, ya que más allá de buscar la disciplina en un espacio diferenciado y jerarquizado, busca el control absoluto en el difuso e inmaterial mundo de la información, que no lo olvidemos, es un producto del ser humano. El neocolonialismo, más allá de buscar la disciplina de los territorios que componen a un Estado soberano, se encarga de destruir las estructuras sociales, culturales, económicas y políticas, tal cual fue el caso en Argentina en el año 2001, pues 147

Ramonet, Ignacio, Guerras del siglo XXI, op. cit., p. 13.

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dicho país era el mejor exponente del modelo universal preconizado por el FMI, que intenta exportarlo a todo el planeta con dogmática tozudez. La caída de Argentina es al neoliberalismo lo que la caída del muro de Berlín fue al socialismo estatal: la evidencia del descrédito, la constatación del fracaso. 148 El llamado pensamiento único 149 tiene como una de sus metas la destrucción de la pluralidad de sociedades que componen el mundo, ya que al destruir la estructura de sustentación económica se deja ver el paro masivo, el subempleo, la precariedad, la exclusión, etc. 150 La economía se convierte en una faceta más de Ares, una economía del monoteísmo del Dios de la razón y su fe en el progreso, recordando que “los monoteísmos, en tanto religiones de conversión volcadas a la consecución de prosélitos,

148

Ibidem, p. 13. Bello, Walden, Desglobalización, op. cit., pp. 45-46. El término fue acuñado por Ramonet: “¿Qué es el pensamiento único? La traducción a términos ideológicos de pretensión universal de los intereses de un conjunto de fuerzas económicas, en especial, las del capital internacional [...] El primer principio del pensamiento único es tanto más fuerte cuanto un marxista distraído no renegaría de él en absoluto: lo económico prima sobre lo político […] Los otros conceptos clave del pensamiento único son conocidos: mercado, cuya mano invisible corrige las asperezas y disfunciones del capitalismo y muy especialmente los mercados financieros cuyos signos orientan y determinan el movimiento general de la economía; la competencia y la competitividad que estimulan y dinamizan a las empresas llevándolas a una permanente y benéfica modernización; el libre intercambio sin límites, factor de desarrollo interrumpido del comercio y, por consiguiente, de la sociedad; la mundialización, tanto de la producción manufacturera como de los flujos financieros; la división internacional del trabajo que modera las reivindicaciones sindicales y abarata los costes salariales; la moneda fuerte factor de estabilización; la desreglamentación; la privatización; la liberalización, etc. Cada vez menos estado, un arbitraje constante a favor de los ingresos del capital en detrimento de los del trabajo. Y una indiferencia con respecto al costo ecológico.” Chomsky, Noam y Ramonet, Ignacio, Cómo nos venden la moto: Información, poder y concentración de medios, Icaria, Barcelona, 2002, pp. 58-60. 150 Pensando en lo que sucede en la actualidad en Grecia y España: “Cambio fijo y trabajo inmóvil, frente a los shocks a los que cada economía está expuesta de diferente forma, significa paro, y no sólo obrero. Mientras no se dé la unión política, y por tanto un presupuesto público centralizado, proporcionado y coherente, el paro –real y temido, que ya es elevado en la actualidad– será más difícil de contener; sobre todo, no se podrán mitigar los costes sociales en las áreas más castigadas. El peligro último es la reacción de las clases medias, afectadas por la inseguridad y el empobrecimiento. Piénsese en el trauma que implica la renuncia al marco para los ahorradores, para la pequeña burguesía de Alemania. Resuelta en política exterior, la inestabilidad agresiva innata en la pequeña burguesía europea –que ha contribuido no poco a las guerras entre los países, a los odios de clase y de raza, a los genocidios del siglo XX– podría replantearse hasta llegar a una unión política alcanzada en el propio seno del viejo continente unificado. A la unión política –fin último de la unión monetaria– se corre el riesgo de no llegar, o de alcanzarla con una jerarquía de hecho de los países miembros ya estratificada y con la acumulación de motivos intestinos de resentimiento y de frustración, de conflicto. En el tramo crítico coincidente con el nacimiento del nuevo siglo será decisiva la capacidad de los estadistas europeos para guiar el proceso que ellos, sobre la base de motivaciones de orden principalmente político, han querido; será no menos decisiva la propensión de las poblaciones a participar en la transición de la unión monetaria a una unión política irreversible.” Ciocca, Pierluigi, La economía mundial en el siglo XX, Crítica, Barcelona, 2000, p. 32. 149

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nunca se han circunscrito a su lugar de origen, sino que han tenido desde sus comienzos una vocación universalista y „guerrera‟.” 151 Las cifras hablan por sí mismas:

dieciocho millones de parados en la Unión Europea, mil millones de desempleados y subempleados en el mundo… Sobreexplotación de los hombres, de las mujeres y, lo que es más escandaloso de los niños: trescientos millones de menores la sufren en condiciones de extrema brutalidad.152 Si bien hemos señalado que la dominación ha cambiado sus objetivos, existe una continuidad respecto al saqueo de la naturaleza al mantenerse como una de sus prioridades, pues coloca el lucro por encima de la viabilidad de la vida en el planeta. La depredación planetaria es uno más de los despliegues de la dominación contemporánea. Esto nos lleva irremediablemente a la cuestión anteriormente abordada por Giacomo Marramao respecto a los enfoques erróneos que suelen ejercerse en torno a la globalización, ya que según él, ésta no debería ser entendida bajo la reduccionista férula de la occidentalización del mundo. No obstante, para Danilo Zolo los procesos de secularización y modernización aplicados a los países del denominado Tercer Mundo, tienen como consecuencia que tal enfoque sea una realidad acorde al nuevo paradigma de las relaciones internacionales (interdependencia global). Así, los procesos de secularización y modernización juegan un papel fundamental en la puesta en marcha de una hegemonía cultural occidental. De tal forma, Danilo Zolo lanza las siguientes preguntas:

¿Es posible interpretar este proceso de homologación de modelos existenciales, estilos de pensamiento y prácticas productivas como una tendencia hacia la integración cultural de la sociedad mundial que verdaderamente es el preludio de la formación de una «sociedad civil global?» ¿Será el inicio de una era de «constitucionalismo mundial» y de «democracia trasnacional»? 153 151

Marramao, op. cit., p. 59. Ramonet, Ignacio, Guerras del siglo XXI, op. cit., p. 14. 153 Zolo, Danilo, Cosmópolis, op. cit., p. 185. 152

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Los partidarios de la globalización suelen afirmar que el proceso de una centralización del poder, tanto en sus variables políticas y económicas, es un asunto inexorable, mientras que una postura crítica asumiría con gran cautela dicho proceso, ya que si bien las formas políticas y económicas pueden ser centralizadas y homologadas, el caso del fenómeno cultural resultaría sumamente complejo, dada la inmensa cantidad de culturas que habitan en el globo. Para Danilo Zolo lo que en realidad sucede es un fenómeno de “«criollización»; es decir, la adopción, por un gran número de «poblaciones indígenas», de una cultura extranjera, técnico-científico-industrial, que no produce ningún tipo de orden ni de integración comunitaria, sino que, por el contrario, produce contaminación, resistencia y desorden.” 154 Por ello es importante entender la imposibilidad de un reduccionismo cultural acuñado en la denominada “sociedad civil global”, pues las contradicciones que subyacen a la implantación de un solo modelo cultural desbordan las expectativas de los partidarios de la globalización. La resistencia a las formas de dominación siempre ha significado un proceso histórico en devenir, por ello se puede afirmar que “la modernización y la convergencia, no producen la homogenización cultural del mundo, sino todo lo contrario, despertando reacciones particularistas que afirman la identidad de los códigos culturales arraigados en las naciones y los grupos étnicos.” 155 De tal forma, la llamada “interdependencia global” que pretende ser la nota característica de la globalización, se muestra finalmente como una retórica, que una vez desentrañada nos muestra sus verdaderas intenciones, a saber, la dependencia. En palabras de Hedley Bull:

Algunas relaciones trasnacionales son de importancia global, pero el efecto que ejercen no es el de fomentar la integración de la sociedad mundial en su conjunto, sino que, por el contrario, fomentan la integración de una cultura dominante. Es bien sabido que el efecto de las empresas multinacionales, las grandes fundaciones y las asociaciones 154 155

Idem. Idem.

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científicas y profesionales, cuyos centros se encuentran en los países capitalistas avanzados, y especialmente en Estados Unidos, es fomentar un tipo de integración que vincula las sociedades de dichos países avanzados y a los grupos de élite en los países pobres, lo que a su vez, aumenta la distancia social y cultural entre las sociedades avanzadas y las pobres y, en estas últimas, la distancia entre los grupos de élite modernizados y la gente corriente.156 Las consecuencias de la ilimitada expansión del dominio racional 157 (ejerciendo una nueva geometrización del globo dividido en mercados 158), tienen como manifestaciones inmediatas la trasfiguración de Occidente en una megamáquina tecno-científica con capacidad adaptativa, que si bien anteriormente podía ser ubicada en una zona geopolítica muy precisa, hoy en día se muestra bajo una faceta desterritorializada, pues “es una máquina impersonal que en todas las latitudes, y no sólo en el Tercer Mundo, expulsa de sus hogares a la población, deteriora sus vínculos sociales y la arroja –todos emigrantes, bien sea en los confines de su propio país o en tierras extranjeras– al erial de la urbanización metropolitana.” 159 En ese orden de ideas es necesario reconocer la importancia que tiene la ciudad como formadora de individuos en el contexto de la globalización. 160 De aquí la

156

Bull, Hedley, citado por Zolo, Danilo en Cosmópolis, op. cit., pp. 185-186. Efectivamente, el fenómeno capitalista tiene una estrecha relación con lo que Hardt y Negri denominan biopoder: “Biopoder es otro nombre que se la da a la supeditación real de la sociedad bajo el dominio del capital, y ambos son sinónimos de orden productivo globalizado. La producción cubre las superficies del imperio; es una maquinaria llena de vida, una vida inteligente que, al expresarse en la producción y reproducción, así como en la circulación (de los trabajadores, los afectos y los lenguajes), imprime una nueva significación a la sociedad y reconoce la virtud y la civilización de la cooperación.” Hardt, Michael y Negri, Antonio, Imperio, op. cit., p. 386. 158 A partir de la hipotética ruptura histórica de 1989-1991, trajeron consigo el inicio de las intervenciones humanitarias, las cuales formarían parte, para bien o para mal, del proceso de la globalización, pues según Danilo Zolo, existen relaciones entre “la teoría de los derechos humanos […] con todo el contexto de la visión occidental del mundo, al cual, hoy en día, los procesos de globalización tienden a ampliar y difundir en el mundo entero para la égida de la “modernización”, o sea, la economía de mercado, la voluntad de dominio sobre la naturaleza, la fe en el desarrollo tecnológico, el eficientísimo productivo, la deriva adquisitiva y consumista, el culto a la velocidad.” Zolo, Danilo, La justicia de los vencedores, op. cit., p. 100. 159 Zolo, Danilo, Cosmópolis, op. cit., p. 186. 160 “Sócrates no sólo no acepta el juzgamiento del tribunal formado por ciudadanos: su discurso en el Critón, que con tanta frecuencia se toma por una arenga moralizante y edificante, es un magnífico desarrollo de la idea griega fundamental: la ciudad como formadora del individuo Polis andra didaskei, es la ciudad la que educa al hombre, escribía Simónides. Sócrates sabe que fue engendrado por Atenas 157

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necesidad de reflexionar en torno a la ciudad como espacio de producción de lo sociocultural, pues siguiendo a Zygmunt Bauman:

Los autores de las utopías modernas no distinguían entre el orden social y arquitectónico, entre unidades y divisiones sociales y territoriales; para ellos –como para sus contemporáneos a cargo del orden social– la clave para imponer orden en la sociedad consistía en organizar el espacio. 161

Como habíamos escrito anteriormente, con la aparición de la brújula en tanto dispositivo de medición, se habilitó la expansión ilimitada del dominio racional, gestándose una reordenación del espacio por parte de las potencias marítimas que tuvieron el derecho de controlar el servicio cartográfico, es decir, un espacio objetivado y mensurable a sus intereses. Es importante tener en consideración que la organización espacial siempre ha jugado un papel crucial para la hegemonía, ya que a la pregunta premoderna ¿quién es el encargado de la organización espacial?, su reformulación en el contexto moderno es: ¿desde qué punto del espacio? Lo anterior es un objetivo ampliamente superior, al tener como consecuencia la posibilidad de un hipotético “centro geopolítico” desde donde se planee la organización espacial. Regresando al tema de la ciudad en el contexto de la globalización, una de las lecciones del análisis de Foucault respecto al Panóptico de Jeremy Bentham, era que las “unidades con mayor poder son aquellas que constituyen fuentes de incertidumbre para los demás.” 162 De tal forma, la administración urbana moderna tiene como principios la uniformidad y la regularidad de los ciudadanos, que en caso de no ser “normales” serán excluidos. Pero estos no son los únicos riesgos que se pueden generan con una administración con pretensiones de control poblacional, pues como argumenta Bauman, después de la Revolución Francesa se proyectó una ciudad utópica llamada Libertad que no lo hubiera podido ser en ninguna otra parte.” Castoriadis, Cornelius, Mundo fragmentado, op. cit., p. 80 161 Bauman, Zygmunt, op. cit., p. 27. 162 Ibidem, p. 47.

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(diseñada por F.L. Aubry), que se convertiría en la nueva capital de Francia, lugar donde se erigiría el “Monumento de la Razón” como conquista de la libertad. Con ello, la antigua civilización representada en la ciudad prerrevolucionaria quedaría borrada del mapa, al igual que su espacio y tiempo históricos. Un ejemplo más reciente es la ciudad de Brasilia, creación de Oscar Niemeyer, que gracias a su visión positivista y geometrizante, causó una patología social llamada brasilitis, que se caracteriza por enfermar de razón a la sociedad, ya que al quitarle lo caótico propio de cualquier organización social, fueron borradas, consecuentemente, las emociones, rompiendo así la armonía del arco y la lira. Nos encontramos ante un espacio despojado de todo factor humano, cuya repercusión es que “la uniformidad genera conformismo, y el otro rostro de este es la intolerancia.” 163 De aquí otro punto fundamental en la reflexión de Bauman al escribir lo siguiente en relación al fenómeno de las ciudades anglosajonas:

La experiencia de las ciudades norteamericanas analizadas por Sennett apunta a un elemento común casi universal: la suspicacia, la intolerancia de las diferencias, la hostilidad hacia los forasteros y la exigencia de separarlos y desterrarlos, así como la obsesión histórica, paranoica, por “la ley y el orden”, tienden a alcanzar un más alto grado en las comunidades más uniformes, las más segregadas en cuanto a raza, etnia y clase social, las más homogéneas. 164

Pero si el poder ya no es central, sino descentralizado, es importante advertir la diferencia existente con las antiguas relaciones de poder centro-periferia, pues hoy en día no es “uno” el centro, sino los múltiples bastiones de poder diseminados por todo el globo165, como son los casos de Nueva York, Los Ángeles, Londres, Tokio, San Pablo, Singapur, etc. Es precisamente en dichos enclaves donde se producen los llamados 163

Ibidem, p 64. Idem. 165 En el caso de México, la entrada al circuito de las ciudades globales se inicia con Santa Fe en la Ciudad de México: “Santa Fe representa también esa ruptura con el subdesarrollo. Es el resultado del esfuerzo de un grupo por convertir una nueva versión del discurso de la globalización en una práctica que apuntaba hacia el progreso.” Pérez Negrete, Margarita, Santa Fe: Ciudad, espacio y globalización, Universidad Iberoamericana, México, 2010, p. 96. 164

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servicios financieros, así como los servicios relacionados con el comercio. En palabras de Hardt y Negri: “Como un desplazamiento demográfico masivo, entonces, la decadencia y la evacuación de las ciudades industriales dieron paso a la creación correspondiente de las ciudades globales o, mejor dicho, de las ciudades de control.” 166 Porque si no existe un centro de poder territorializado, sino más bien una descentralización del poder desterritorializado, las implicaciones de exportar dichas ciudades por todo el mundo, son detentar los atributos del Estado, es decir, la diferenciación, jerarquización y exclusión de sectores de la población. Si existe una continuidad del Estado-nación (hoy diríamos de la empresa-Estado) es la necesidad de mediar las grandes asimetrías que genera el modelo globalizador por medio de operaciones de exclusión, jerarquización y diferenciación. Otra implicación sería el establecimiento de una red de ciudades de control interconectadas bajo la misma dinámica,

sin

un

centro

ni

un

territorio

definidos,

sino

descentrado

y

desterritorializado. ¿Cuáles son las repercusiones de una producción de individuos en una ciudad167 global? Encontramos en las palabras de Hardt y Negri una que aún no habíamos avizorado, a saber: “Esta tendencia de la planificación y la arquitectura urbanas estableció en términos concretos, físicos, lo que antes denominábamos el fin de

166

Hardt, Michael y Negri, Antonio, Imperio, op. cit., p. 321. Porque podríamos igualmente nombrar una ciudad antigua, una ciudad moderna o una ciudad global, pues como escribe la antropóloga social Margarita Pérez Negrete: “Este sistema de calles, con sus respectivas variantes y rasgos distintivos para cada estilo y cada época, ha caracterizado la planeación urbana de las ciudades occidentales a lo largo de la historia: la Grecia y sus colonias durante el siglo V dejó una importante influencia entre los romanos, quienes llevaron el sistema al norte de Europa. Tiempo después se convirtió en la organización urbana por excelencia en el Medioevo tardío y en el Renacimiento. Durante el siglo XVI, los españoles y portugueses trasladaron su visión de ciudad al nuevo continente. Allí establecieron como característica la plaza principal, donde ubicaron las instituciones más importantes: la Iglesia y el Estado. De esta forma, el modelo de ciudad basado en el “sistema de calles” ha prevalecido en la estructura física dentro de Europa hasta la construcción de las ciudades de América Latina. […] Por ello, cuando hablamos de la ciudad moderna, del París de Haussmann, la Barcelona de Cerdá de finales del siglo XIX, e incluso del ideal de “ciudad abierta” de Jane Jacobs (1965) en los años sesenta del siglo XX, o de las ciudades tradicionales latinoamericanas –un sincretismo entre dos culturas: la indígena y la española/portuguesa–, nos referimos a ciudades donde el sistema de calles permite pensar en la existencia de espacios públicos de encuentro social: banquetas, plazas, parques, esquinas… Lugares abiertos, en donde coexisten diferentes clases sociales, donde se produce un cruce peatonal y, por consiguiente, interacción social.” Pérez Negrete, Margarita, Santa Fe, op. cit., p. 102. 167

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lo exterior, o más bien, la decadencia del espacio público que permitía la interacción social abierta y no programada.” 168 Parte de la programación es una cada vez más evidente actitud de no solidarizarse con el “otro”, sino evitarlo, separarse de él. Esa es la estrategia de los habitantes de las megalópolis en la era global. Siguiendo a Bauman: “tampoco es cuestión de amar u odiar al prójimo, sino de mantenerlo a distancia: así se anula el dilema y se vuelve innecesario elegir entre el amor y el odio.” 169 De ahí la insistencia que hemos dado a la capacidad del imaginario instituyente y de la imaginación radical desplegados en el espacio público 170, en tanto productor de lo socio-cultural, en contraposición de la privatización del espacio y de la producción de individuos controlados. Recodemos que la autonomía era la nota característica de ese espacio vacío,

ese espacio era la plaza pública, en la que asentaban dos realidades de potencia incalculable: la asamblea […] y el mercado. […] Poner en el centro de la ciudad un espacio vacío es como pretender que toda la vida ciudadana, todo aquello sobre lo que bascula el tejido social, gire en torno a un lugar en el que no hay dioses ni reyes: ni tiranos terrestres ni déspotas celestes. Se trata de preservar así, en el centro mismo desde el que emana la más alta autoridad de la vida social, un lugar sin amos ni ciervos. 171

Así, la trama urbana nos permite comprender la organización del espacio en una ciudad, o en una parte de ella, pues el trazado de las calles, su orden, los elementos arquitectónicos172, la delimitación entre el espacio público y privado, son elementos que

168

Hardt, Michael y Negri, Antonio, Imperio, op. cit., p. 359. Bauman, op. cit., p. 66. 170 El espacio público es siempre un espacio vacío, un espacio que no tiene propietario, es el espacio donde nace la política, los fenómenos socio-culturales, así como el fenómeno del mercado. 171 Fernández Liria, Carlos; Fernández Liria, Pedro; Alegre Zahonero, Luis, Educación para la Ciudadanía: Democracia, Capitalismo y Estado de Derecho, Akal, Madrid, 2007, p. 24. 172 “A diferencia de las muestras arquitectónicas del modernismo, como las que han distinguido a la ciudad de Brasilia cuyas construcciones buscaron la uniformidad y la igualdad del conjunto (Holston, 1989), el caso de la arquitectura de la globalización en Santa Fe expresa la diferencia y la monumentalidad de cada obra por separado. Aquí, lo que le asigna valor a una construcción en su relación con otra es, precisamente, su diferencia, su individualidad, el poder que representa a través de su imagen exterior. De la misma manera un alto ejecutivo busca exhibir su estatus por el uso de una marca o modelo 169

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conforman la trama urbana como un reflejo de lo socio-cultural. “En este sentido, se trata de un instrumento de gran valía para reflexionar en torno a la construcción de los imaginarios sociales, es decir, permite identificar las intenciones detrás del diseño y de la planeación de las ciudades.” 173 De ahí la justificación respecto a la instauración de las ciudades de control, como una nueva dinámica de la época global, ya que “este tipo de modelos deshumaniza porque separa cada vez más al individuo del espacio público, es la antítesis de ciudad.”174 Entonces surge una pregunta necesaria de responder: ¿qué permite la articulación de las ciudades en la época global? en otros términos, ¿qué permite la interdependencia de la época global? Todo parece indicar que el incesante desarrollo de las medios de producción 175 ha derivado en la llamada era de la información 176, que si bien podría tener la apariencia de la omnipotencia y la omnisciencia, debemos tener en consideración las palabras de Edgar Morin al respecto, pues según él “la teoría de la información muestra que hay un riesgo de error bajo el efecto de perturbaciones aleatorias o ruidos (noise) en cualquier transmisión de información, en cualquier comunicación de mensajes.” 177 Esto es crucial para entender la dinámica de la globalización a raíz de los ataques del 11-S, pues más allá de ser un fenómeno local, su repercusión fue global.

de automóvil o por su manera de vestir, en cada complejo arquitectónico se exalta en primer orden su fachada externa como símbolo de estatus y poderío.” Pérez Negrete, Margarita, Santa Fe, op. cit., pp. 114-115. 173 Ibidem, p. 101. 174 Ibidem, p. 121. 175 Cfr. Marx, Karl y Engels, Friedrich, Manifiesto Comunista, Alianza, Madrid, 2005. 176 “Hay una nueva aurora, hay un alba nueva, que es la del siglo XXI, que va a ser la era de las tecnologías de la comunicación y de la información, y el controlar, el habitar en esas tecnologías da confianza, proyecta en un territorio, en una esfera geográfica que proporciona una identidad. Por ejemplo, Internet es una patria, Internet es hoy en día un territorio en el que habitan los internautas que en cierta medida, pueden identificarse como internautas que con cualquier otra identificación política, social o hasta nacional. Esta es una utopía positiva o positivista.” Aguirre, Mariano y Ramonet, Ignacio, Rebeldes, dioses y excluidos: Para comprender el fin del milenio, Icaria, Barcelona, 1998, pp. 22-23. 177 Morin, Edgar, Los siete saberes necesarios para el futuro, op. cit., p. 21.

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En la actualidad es del todo conocido que la primera insurrección antiglobalización fue la llevada a cabo por el movimiento zapatista en el año de 1994 en la Selva Lacandona en el sur de México 178, convirtiéndose en un bastión de la resistencia al predominio colonial y neocolonial, cuya extensión temporal data de al menos quinientos años. La entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio el 1 de enero de 1994, trajo consigo la primera de las afrentas al sistema de dominación global 179, ya que si pudiésemos compararla con algún hecho histórico, sería algo muy similar a la estrategia del Anschluss (anexión) del Tercer Reich. Para el año de 1999 dicha afrenta ya era planetaria y se daba en la toma de los últimos bastiones del espacio público en la ciudad norteamericana de Seattle (30 de noviembre de 1999), con el fin de manifestarse en contra de las políticas comerciales internacionales impuestas por la Organización Mundial del Comercio (una de las instituciones fundamentales de la globalización carentes de legitimidad),

en abril del año 2000 el huracán de la protesta pasó por Washington [1617 de abril de 2000], durante la reunión del Banco Mundial-FMI; en mayo por Chiang Mai, Tailandia, durante la asamblea anual del Banco de Desarrollo Asiático; a principios de septiembre en Melbourne, durante el Foro Económico Mundial. 180

178

“Teorías y prácticas tienen mucho de particular y también de universal… Y no exagero. Pensemos en la inmensa movilización de los indignados y los ocupas que luchan por otro mundo posible. Hoy – escriben admirados dos profesores ingleses–, la movilización es gigantesca. Nunca se había dado una de esa magnitud, y toda la movilización “empezó (añaden) en las junglas de Chiapas con principios de inclusión y diálogo.” González Casanova, Pablo, El movimiento de los indignados empezó en la Lacandona, La Jornada, Ciudad de México, Año 28, Número 9842, 4 de enero de 2012, p. 9. 179 “Un informe del ejército estadounidense sobre la sublevación zapatista en Chiapas también entró en juego. De acuerdo con un estudio del RAND (Centro de inteligencia estratégica), los zapatistas estaban peleando una “guerra de pulgas” que, gracias a Internet y a la red global de ONGs, se convirtió en una “guerra de enjambre”. El reto militar de una guerra de enjambre, apuntaron los investigadores, es que no tiene un liderazgo central o una estructura de comando; tiene múltiples cabezas, y es imposible de decapitar.” Klein, Naomi, “Seattle y Washington ¿Fuera de foco o incomprensible” en Rebelión Global1, La Jornada, México, 2001, p. 45. 180 Bello, Walden, op. cit., p. 40.

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El viejo continente daría muestras de la misma resistencia en las manifestaciones en Génova,181 Italia, en junio de 2001, pues como escribe Walden Bello:

En Génova fue donde se hizo más evidente la crisis de legitimidad del sistema global. Allí, los líderes de las principales economías del Norte vieron que era prácticamente imposible reunirse en lugares fácilmente accesibles. No sorprende pues, que como sede de la Cuarta Conferencia Ministerial de la OMC, en noviembre de 2001, se eligiera el desértico reino de Qatar, y para la posterior reunión del G-8, en julio de 2002, una remota y elevada estación de esquí en las Montañas Rocosas canadienses. 182 Las movilizaciones antiglobalización que pulularon en el ocaso del siglo XX183 e inicios del XXI, fueron una creciente muestra de una nueva organización de lo social acorde al paradigma de la globalización y su modo de producción post-industrial. La llamada organización en forma de red se caracteriza por su horizontalidad y el rechazo a las jerarquías, rompiendo la posibilidad de establecer un poder central, asumiendo, consecuentemente, un carácter descentralizado en forma de red, que busca abarcar un mayor espectro de nuevos y diversos sectores de la sociedad afectados por el sistema de 181

“De ese encuentro, de esa interrelación creciente entre los que abanderan las protestas en Occidente y los que llevan tiempo trabajando contra el hambre o las injusticias en diferentes escenarios del mundo en desarrollo, surge un movimiento ciudadano y un estado de opinión que no deja de ganar terreno frente a empresas, la clase política y medios de comunicación que defienden la doctrina económica dictada por Wall Street. Una contestación en rapidísimo crecimiento que tiene cada vez más preocupados a los gobiernos y a las instituciones internaciones encargadas de dictar la política económica a nivel planetario. Lo que lleva a un intento cada vez más burdo y visible de tratar de contener el movimiento por la fuerza, como se vio en la manifestación de julio en Génova. Además de suspenderse la libertad de circulación, impidiendo el paso de los manifestantes por la frontera italiana y el acceso al centro de la ciudad, la policía se infiltraba en las manifestaciones para estimular el uso de la violencia y cargar contra la multitud pacífica. El allanamiento en la madrugada de la sede informativa de Indymedia y la brutal represión de los que allí se encontraban durmiendo traspasaron todos los límites constitucionales y democráticos. Las jornadas de Génova se saldaron con el primer muerto de la antiglobalización al tiempo que la criminalización del movimiento quedaba servida para posterior uso.” Roma, Pepa, Jaque a la globalización: Cómo crean su red los nuevos movimientos sociales y alternativos, Debolsillo, Barcelona, 2002, p. 16. 182 Bello, Walden, op. cit., p. 41. 183 “A pesar de que muchos han notado que las recientes protestas masivas habrían sido imposibles sin Internet, lo que no se han tomado en cuenta es cómo la tecnología de la comunicación le ha dado al movimiento una imagen a su semejanza. Gracias a Internet, las movilizaciones se han podido llevar a cabo con escasa burocracia y un mínimo de jerarquía; los conceptos forzados ya están dejando de existir, y han sido reemplazados por una cultura de constante, y a veces hasta compulsivo, intercambio de información. Lo que emergió de las calles de Seattle y Washington fue un modelo de activismo que refleja los pasillos interconectados y descentralizados de Internet: Internet cobra vida.” Klein, Naomi, “Seattle y Washington ¿Fuera de foco o incomprensible” op. cit., p. 41.

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dominación actual, contraponiendo a éste una nueva serie de cambios 184 o transformaciones en la dinámica socio-cultural. Como escribe la filósofa española Pepa Roma:

El movimiento crece a base de abrir el debate a nuevos colectivos en los diferentes países y sobre temas específicos que afectan a los ciudadanos, sea el sida en África, la destrucción del pequeño campesinado en el sudeste asiático, las vacas locas en Europa, o la destrucción del hábitat indígena en el Amazonas. 185

Si bien el auge de los movimientos sociales se desplegaba como un profundo cuestionamiento a la implantación del modelo de la globalización, adhiriendo una pluralidad de causas en una organización sin jerarquías e incluyente, los atentados del 11-S significaron una discontinuidad al borrar de la escena al cada vez más profuso movimiento antiglobalización. Hasta ese momento el movimiento antiglobalización se había gestado al margen de los medios de comunicación masiva, eclipsando el profundo estado de conformismo que caracterizaba a los medios convencionales, así como su enorme poder al ser (de)formadores de la opinión pública. Como escribe Castoriadis: El período presente se puede definir […] como la retirada general al conformismo. Conformismo que se encuentra típicamente materializado, cuando cientos de millones de telespectadores en toda la superficie de la tierra absorben cotidianamente las mismas futilidades, pero también, cuando algunos “teóricos” van repitiendo que no se puede “quebrar la barrera de la metafísica occidental.” 186 184

El otro gran cambio que señala Ignacio Ramonet es el de la utopía política: “El Zapatismo, por ejemplo, se presenta como un proyecto positivo, esencialmente porque es la primera crítica frontal al neoliberalismo como ideología. Curiosamente esa crítica frontal no surge de los países del Norte, aunque México es formalmente un país del Norte ya que está en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). El Zapatismo aparece precisamente en la frontera de los países del Sur con el Norte. Y a la vez en la frontera real simbólica entre Occidente y el mundo indígena. Y emerge con un proyecto que podríamos llamar de neohumanismo, que es el de amenazar con la violencia para testificar que a la vez la violencia no es buena y que ningún poder edificado sobre ella puede ser un poder con un proyecto de justicia. Este discurso del Comandante Marcos es a la vez muy bien aceptado en el Sur y muy bien recibido por franjas jóvenes del Norte movilizadas y politizadas. Además, Marcos es un habitante del planeta Internet.” Aguirre, Mariano y Ramonet, Ignacio, Rebeldes, dioses y excluidos, op. cit., p. 23. 185 Roma, Pepa, Jaque a la globalización, op. cit., p. 15. 186 Castoriadis, El mundo fragmentado, op. cit., p. 25. En términos de geoestrategia es interesante mostrar la función de los medios masivos en la globalización (algo parecido al pan y circo del Imperio Romano):

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Por ello no es pretencioso afirmar que el 11-S trajo consigo una homosintonización planetaria, al manifestarse como lo más próximo a la idea de la aldea global, pues todo el globo ha compartido un mismo acontecimiento, ya sea en términos temporales (se transmitió en vivo a todos los rincones del planeta), ya sea en términos espaciales (la transmisión fue in situ). La homosintonización consistió en que “todos en el planeta hemos tenido una percepción similar de un mismo hecho, y ante ese acontecimiento hemos podido aportar opiniones o actitudes que en muchos casos han sido comunes, y en otros han sido dispares.” 187 En otras palabras, se trata de arrasar los últimos vestigios de historia vía el poder de los medios de comunicación, mostrando una faceta nihilista del actual proceso de barbarie, el telespectador es un pasivo receptor cuya cultura es la sociedad de consumo, que se caracteriza por ser una sociedad del olvido. 188 Los fenómenos de la información y la comunicación han sido una constante dentro de la historia humana. En relación a la comunicación, podríamos decir que su despliegue es, en un primer momento, a nivel local e interpersonal, mientras que la información ha tenido un progreso exponencial a partir de la segunda parte del siglo

“Más bien hace carrera la expresión tittytainment, que pone sobre la mesa el veterano Zbigniew Brezezinski. Este polaco de nacimiento fue durante cuatro años consejero de Seguridad Nacional del presidente norteamericano Jimmy Carter; desde entonces se dedica a cuestiones de geoestrategia. Tittytainmente, dice Brzezinski, es una combinación de entertainment y tits, pechos en argot americano. Al decirlo, Brzezinski piensa menos en el seno que en la leche que brota del pecho de una madre lactante. El buen humor de la frustrada población del mundo podría mantenerse con una mezcla de entretenimiento aturdidor y alimentación suficiente.” Martin, Hans-Peter y Schumann, Harold, La trampa de la globalización: El ataque contra la democracia y el bienestar, Taurus, México, 1999, pp. 10-11. 187 Urdaci, Alfredo, “TVE: la información a partir del 11 de septiembre” en La televisión en tiempos de Guerra: La onda expansiva de los atentados del 11-S, Gedisa, Barcelona, 2002, p. 107. Respecto a este punto es crucial comprender lo que afirma Giovanni Sartori en relación a la cultura de la imagen: “si somos formados, como de hecho lo somos, bajo el bombardeo de la exposición constante a la televisión, es casi inevitable que nuestra comprensión y manejo de los invisibles (los conceptos) puedan no ser los más idóneos. Ésta es, en la formación del individuo, la paideia […] de la televisión de lo que denomino «videoniño», es decir, aquel que ve la televisión durante horas antes incluso de empezar a hablar y de saber leer y escribir, cosa que ya nos parece normal, pero si lo pensamos bien, debería aterrorizarnos porque este comienzo marcará al ser humano durante toda su vida. Si en principio fue el verbo, ahora en el principio tenemos la imagen.” Sartori, Giovanni, Videopolítica: Medios, información y democracia de sondeo, Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey-Fondo de Cultura Económica, México, 2003, pp. 41-42. 188 Alvide, Gilberto, “Hamlet (Sin)razones de un magnicida” en Shakespeare miscelánea de lecturas, Times-Aguijón de asombro-Universidad Pedagógica Nacional, México, 2000, p. 17ss.

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XX. Dicho progreso se debe en gran parte al desarrollo económico y los medios de producción. Al igual que los dispositivos aplicados al inicio de la época moderna para la ilimitada expansión del dominio racional en relación al espacio y el tiempo (el reloj y la brújula respectivamente), el fenómeno de la información tiene un auge en uno de los bastiones del mercantilismo del siglo XVI, a saber, Holanda, pues los medios en ese entonces estaban destinados a las elites nacionales, y en el caso de Holanda la “tolerancia” religiosa permitía cierto grado de libertad de prensa. Otro ejemplo de la evolución de los medios de comunicación es el rotativo británico Times a mediados del siglo XIX (en el pináculo del imperio británico), el cual era mucho más literario que hoy en día, así como descubridor del mundo, enfatizando la condición de Londres como potencia central. No obstante, “cuando los medios informativos se transforman en empresas comerciales importantes, y su público de elite se amplía hasta volverse masivo, cambian en forma radical su función y sus características.” 189 El ejemplo más claro de ese tipo de nueva dinámica informativa se da en los Estados Unidos de Norte América, ya que a raíz de las inmigraciones masivas se forja una nueva identidad basada en la retórica y en el idealismo de una nueva nación que abre sus puertas a todos los oprimidos del mundo para aceptarlos como ciudadanos con plenos derechos: “para obtener la ciudadanía estadounidense, los inmigrantes juran olvidar sus raíces, su historia y su identidad previa […] Los medios de comunicación masivos son una clave de esa transformación ideologizante.” 190 Los medios, desde entonces, tienen la finalidad del éxito económico por encima de la ética profesional que exige el periodismo, pues “esto parece ser lógico y sensato; pero determina que la información sobre asuntos internacionales, en esta época de interdependencia y globalización, sea totalmente

189

Savio, Roberto, “Otro mundo será posible con otra información” en Porto Alegre (Foro Social Mundial 2002): Una asamblea de la humanidad, Icaria-Inter Press Service, Barcelona, 2002, pp. 94-95. 190 Ibidem, p. 95.

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inadecuada para que el mítico hombre de la calle gane conciencia.” 191 De manera que justo en el pináculo de la globalización se propone, a su vez, un nuevo modelo de humanidad, que según la antropóloga argentina Paula Sibilia,

[está] desprovisto de las profundidades del inconsciente, del compromiso social y del peso de la historia. La mutación también implica un decidido apego a los valores del mercado –como rentabilidad, eficiencia y performance– la búsqueda de soluciones técnicas para todos los problemas (ya sean del alma, del cuerpo o de la sociedad). 192

De tal forma, planteándose un nuevo modelo de humanidad, es necesario preguntar qué tipo de producción socio-cultural es la que subyace al proceso de globalización, ya que si existe nuevamente el predominio de una tecnocracia 193 en los albores del siglo XXI, nos encontramos con una nueva continuidad/discontinuidad, a saber, el paso de la era industrial a una postindustrial.

191

Ibidem, p. 96. Sibilia, Paula, El hombre postorgánico: Cuerpo, subjetividad y tecnologías digitales, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2006, p. 251. 193 A inicios del siglo XX tras el crack de la bolsa de 1929 en Estados Unidos de Norte América “los tecnócratas se encaraban con desdén a la democracia popular, argumentando que «todos los conceptos filosóficos de la democracia humana y de la economía política han … demostrado ser escasos e ineficaces a la hora de aportar algún proyecto para el control tecnológico continental». Los defensores de la tecnocracia apoyaban el «funcionamiento según la ciencia» en lugar del «funcionamiento según el hombre» y defendían la creación y establecimiento de un cuerpo legislativo nacional –el Tecnado– que sería el que controlaría los recursos nacionales y tomaría decisiones para gobernar la producción y la distribución de bienes y servicios con la voluntad de asegurar la máxima eficiencia en el uso de los capitales humanos, mecánicos y naturales.” Rifkin, Jeremy, El fin del trabajo: Nuevas tecnologías contra puestos de trabajo: el nacimiento de una nueva era, Paidós, México, 1996, p. 79. 192

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§4. Dimensión económica.

En realidad, el gobierno fuerte nunca nos ha dejado, pero sin duda resalta con mayor evidencia en los últimos años, especialmente desde el 11 de septiembre de 2001. Los diversos proyectos militares y jurídicos para la seguridad global encabezados por Estados Unidos desde esa fecha, por ejemplo, van orientados en parte a estabilizar y garantizar el orden económico global. Michael Hardt y Antonio Negri, Multitud.

Por último, es inexorable abordar la dimensión económica, al ser considerada el presupuesto fundamental del fenómeno de la globalización, claro está, entendido desde el enfoque reduccionista tecno-económico194 que habíamos sometido a reflexión anteriormente. De manera que antes de pasar a los aspectos más actuales que conforman el fenómeno económico de la globalización, es necesario elaborar una síntesis de la economía en el siglo XX con el fin de profundizar aspectos que han sido tratados de manera indirecta en las dimensiones anteriores para, ulteriormente, entrever si existe una continuidad/discontinuidad entre la economía del siglo XX y la del siglo XXI. Para tal efecto, nos hemos inspirado en la síntesis del economista italiano Pierluigi Ciocca, que nos brinda en su ensayo La economía mundial en el siglo XX, al permitirnos comprender el fenómeno económico desde una visión panorámica y crítica de lo que fue el siglo XX. 194

“Los programas de economía de las universidades no examinan ninguno de los siguientes temas: la concentración y centralización de la toma de decisiones económicas, el papel de las elites financieras, los think tanks económicos, las salas de juntas de las corporaciones. El constructo teórico es disfuncional; no se puede utilizar para proporcionar herramientas para comprender la crisis económica. La ciencia económica es un constructo ideológico que sirve para justificar el Nuevo Orden Mundial. Un conjunto de postulados dogmáticos sirve para mantener el capitalismo de libre mercado negando la existencia de la desigualdad social y se niega la naturaleza movida por el beneficio del sistema. El papel de poderosos actores económicos y cómo estos actores son capaces de influenciar el funcionamiento de los mercados financieros y de mercancías no preocupa a los teóricos de la disciplina. Raramente se consideran los poderes de manipulación del mercado que sirven para apropiarse de vastas cantidades de riqueza en dinero. Y cuando se reconocen, se considera que pertenecen al reino de la sociología o de la ciencia política.” Chossudovsky, Michel y Marshall, Andrew Gavin, “La crisis económica global, la Gran Depresión del siglo XXI” en (12/06/2010).

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El siglo XX ha sido considerado como el siglo del “pleno progreso económico”, sobre todo del denominado modern economic growth, alcanzando un pináculo sin precedentes en la producción y el comercio a escala internacional. Esto se debió a la incesante y vertiginosa transformación de los medios de producción, al igual que al empleo cada vez más racionalizado de los recursos económicos, ya que por primera vez la producción industrial de mercancías se daba por medio de mercancías (gracias a la transferencia tecnológica entre el Primero y el Tercer Mundo, principalmente la manufactura). Con ello vemos un ocaso de la agricultura en tanto elemento de autoconsumo de comunidades en lontananza de los mercados y los circuitos industriales y financieros.195 Así, la aparición de la industria en grandes franjas de la periferia mundial trajo consigo el fenómeno del consumo de masas. Éste, con el pasar del tiempo, se transformaría en el “sector servicios”, sector en donde aparecerán en escena los llamados trabajadores de cuello blanco. El siglo XX se erigió como el siglo de las grandes transformaciones de la fuerza de trabajo, tanto a nivel local, como a nivel global. Como escribe Ciocca:

En los propios países adelantados, según el grado de industrialización de la economía, la proporción de la fuerza de trabajo adscrita a la agricultura era todavía del 40 por 100 y más –bastante más– en 1820, y del 20-60 por 100 en 1900. A finales del siglo XX, en promedio, no supera el 5 por 100 en estos países, donde en pocas décadas ha desaparecido prácticamente la figura del campesino, que contaba con una antigüedad de 10.000 años; y es inferior al 50 por 100 en el mundo. En el conjunto de las economías adelantadas la mayor parte de la fuerza de trabajo (65 por 100) se encuentra ocupada en el sector terciario, privado y público. Los «cuellos blancos» –la mayoría de los trabajadores autónomos, los empleados, muchos adscritos a los servicios– son más numerosos que los que desarrollan actividades preponderantemente manuales, que los obreros en las fábricas industriales, que los «cuellos azules».196

195

“Por maravillosas que puedan ser las tecnologías que hay detrás de las nuevas revoluciones agrícola e industrial, ni ofrece soluciones a la crisis demográfica global ni tienden un puente sobre el abismo que separa al Norte del Sur.” Kennedy, Paul, Hacia el siglo XXI, Plaza & Janes, Barcelona, 1998, p. 143. 196 Ciocca, Pierluigi, La economía mundial en el siglo XX, Crítica, Barcelona, 2000, p. 17.

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Como habíamos advertido anteriormente, la vertiginosa y profunda transformación de los medios de producción ha modificado la preponderancia del sector industrial en el Primer Mundo al verse eclipsado progresivamente por el sector servicios, debido a que la industria trasladó sus cedes a mercados laborales más competitivos (es decir, dóciles para la explotación) en el Tercer Mundo, pues en éstos las legislaciones en materia laboral son flexibles (o se busca modificar las legislaciones vigentes) para con los mercados. Así, el incesante progreso económico no se podría entender sin las permanentes revoluciones en el conocimiento científico, pues éste “lo han generado los racimos de revoluciones científicas que caracterizan al siglo XX: sin la física de las partículas elementales y los desarrollos de la lógica formal no habría, entre otras cosas, ni elaboradores electrónicos ni telecomunicaciones.” 197 No obstante, el desarrollo científico-tecnológico trajo consigo la necesidad de hacer más eficiente la producción, prescindiendo de una gran cantidad de fuerza de trabajo en el sector industrial, consecuencia que más allá de generar desequilibrios económicos en los brazos caídos y significar un despilfarro de la capacidad productiva de la colectividad, se tradujo en la destrucción de la dinámica de la sociedad misma, pues “trabajar significa participar en la vida activa de la colectividad, entretejer una red de relaciones.” 198 De ahí que el desempleo se considere uno de los más portentosos problemas no sólo económicos, sino socio-culturales del siglo XX y el XXI. Sumado a la problemática científica-tecnológica, la inestabilidad financiera atizó aun más el problema del desempleo. Ya en la primera mitad del siglo XX, el crack de la bolsa de 1929 fue la causa de grandes olas de despidos masivos, engrosando el desempleo a niveles inimaginables hasta entonces.199 En los años treinta el desempleo

197

Ibidem, pp. 18-19. Ibidem, p. 22. 199 “Entre 1920 y 1927, la productividad en la industria americana se incrementó hasta un 40%. En el sector secundario, los resultados por hora/hombre se incrementaron a un ritmo de un 5,6% entre 1919 y 198

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fue masivo. Por ejemplo, el indicador del desempleo en Estados Unidos en 1933 llegaba al 25 por 100 de la fuerza de trabajo, mientras que en Alemania llegaba a cifras del 44 por 100 en el año de 1932. Las consecuencias del desempleo masivo y los desequilibrios económicos de ese entonces fueron “la llegada al poder del nazismo, así como en Italia la inflación de 1915-1920 había contribuido a empujar a las clases medias hacia el fascismo.” 200 Podemos entrever que, si bien el siglo XX tuvo un gran crecimiento sostenido, así como una gran transformación respecto a los medios de producción, mostró signos igualmente portentosos de inestabilidad y caos. Ante tal panorama, la crisis financiera de 1929, así como el tratado de Versalles, instigaron la beligerancia entre las potencias hegemónicas, desembocando en la Segunda Guerra Mundial al surgir el dilema maniqueo entre fascismo y comunismo.201 Un caso análogo es el ejemplificado con la

1929. Simultáneamente, desaparecieron más de 2,5 millones de puestos de trabajo. Tan sólo en el sector manufacturero se eliminaron 825.000 puestos de trabajo de los llamados de «cuello azul»” Rifkin, Jeremy, El fin del trabajo, op. cit., p. 40. 200 Ciocca, Pierluigi, La economía mundial en el siglo XX, op. cit., p. 22. “El efecto de la Gran Depresión económica subsecuente a la crisis de 1929, que conmovió los cimientos aun de las naciones más prosperas, se dejó sentir con particular severidad en Alemania, cuyas posibilidades de resurgimiento se asfixiaban bajo el peso de las limitaciones impuestas por el Tratado de Versalles.” Montenegro, Walter, Introducción a las doctrinas político-económicas, Fondo de Cultura Económica, México, 1977, p. 263. 201 Según el historiador francés François Furet: “Nolte expresó las grandes líneas de su interpretación histórico-filosófica, neohegeliana y heideggeriana a la vez, del siglo XX. El sistema liberal, por cuanto ofrece de contradictorio y de indefinidamente abierto sobre el porvenir, constituyó la matriz de las dos grandes ideologías, comunista y fascista. La primera, cuya senda abrió Marx, lleva al extremo la “trascendencia” de la sociedad moderna, por lo cual el autor entiende la abstracción del universalismo democrático que arranca el pensamiento y la acción de los hombres de los límites de la naturaleza y la tradición. En sentido inverso, el fascismo quiere tranquilizar a los hombres contra la angustia de ser libres y sin determinaciones. Y extrae su inspiración lejana de Nietzsche y su voluntad de proteger la “vida” y la “cultura” contra la “trascendencia”. Debido a esto, no es posible estudiar las dos ideologías en forma separada: juntas, y de manera radical, despliegan las contradicciones del liberalismo, y su complementariedad-rivalidad ocupó todo nuestro siglo. Pero también se inscriben en un orden cronológico: la victoria de Lenin precedió a la de Mussolini, para no hablar de la de Hitler. La primera condiciona a las otras dos, según Nolte, quien no dejará de profundizar esta relación en sus libros posteriores: en el plano ideológico, el extremismo universalista del bolchevismo provoca el extremismo de lo particular del nazismo. En el plano práctico, el exterminio de la burguesía realizado por Lenin en nombre de la abstracción de la sociedad sin clases crea un pánico social en el punto de Europa más vulnerable a la amenaza comunista; provoca el triunfo de Hitler y el contraterrorismo nazi.” Furet, François y Nolte, Ernst, Fascismo y Comunismo, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 1999, pp. 16-17.

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segunda gran crisis económica-financiera del siglo XX en el año de 1971202 (que a nuestro humilde entender fue el preludio del nuevo orden económico global). Dicha crisis desembocaría en el golpe de Estado en Chile al gobierno socialdemócrata de Salvador Allende en el año de 1973.203 Chile se convertiría, a partir de ese momento, en un laboratorio experimental del modelo denominado –en un primer momento– “fascismo dependiente”204, bajo el yugo de la dictadura militar de Augusto Pinochet y los tecnócratas conocidos como los Chicago boys, modelo que en realidad debería de ser llamado “monetarista.” 205 Consecuentemente, el siglo XX se caracterizó por el gran desafío subversor que significó un planteamiento económico diferente al de la economía de libre mercado, ya que tras el asenso de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas como una potencia en el orden internacional, la emergencia de la planificación estatista puso en tela de juicio la universalidad e inexorabilidad del libre mercado occidental. Esto provocó la necesidad de anteponer la economía a la política, lo que se tradujo en la imposibilidad de que sociedades distintas a cualquiera de los dos modelos hegemónicos (estatista o libre-mercado), ejercieran su autodeterminación. En palabras de Ciocca:

202

“La crisis de los años setenta –resuelta sólo gradualmente en los años ochenta– es menos evidente en la disminución del producto y del empleo, pero fue particularmente insidiosa. Sacudió la confianza, recién recuperada, en la estabilidad y en la gobernabilidad de las economías; puso fin a la fase de excepcional desarrollo de 1950-1970 (5 por 100 anual del producto mundial, 7 por 100 de las exportaciones: verdaderamente la edad de oro); unió al estancamiento productivo y al aumento del paro el abandono forzoso del sistema monetario internacional que se había definido en Bretton Woods en 1944 y una elevada inflación.” Ciocca, Pierluigi, La economía mundial en el siglo XX, op. cit., p. 24. 203 “No se comprende la aparición del fascismo y después del nazismo si no se considera el primer «gran temor» de las clases medias ante el bolchevismo; y no se puede comprender el apoyo militar y financiero de Estados Unidos a diversos partidos y sindicatos anticomunistas en Europa y a gobiernos ferozmente reaccionarios en diversas partes del mundo si no se considera el segundo «gran temor» de la clase dirigente norteamericana, determinado por el desafío a muerte de la Unión Soviética.” Labini, Paolo Sylos “Partidas pasivas y potencialidades activas: evolución de la cultura y de la tecnología” en La economía mundial en el siglo XX, Crítica, Barcelona, 2000, p. 63. 204 Es muy interesante que para el año 1978 aún no se había identificado el caso chileno en tanto imposición del modelo denominado años más tarde “neoliberal”, pues según Álvaro Briones las características que hasta entonces mostraba la dictadura pinochetista eran las de un “fascismo dependiente”. Cfr. Briones, Álvaro, Ideología del fascismo dependiente (Estado y “Seguridad Nacional”), Edicol, México, 1978. 205 Cfr. Friedman, Milton, La economía monetarista, Gedisa, Barcelona, 2002.

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Contrariamente a cuanto Francesco Ferrara soñara –«es la economía la que destruyó el prejuicio, mantenido hasta Voltaire, de que la felicidad del uno depende de la desventura del otro…»–, el mercado y la economía política no han podido evitar conflictos sangrientos y destructivos, ni asegurar la paz transformando las relaciones económicas internacionales de un juego mercantilista de suma cero a un juego de suma positiva. 206

De tal forma, la pugna entre el modelo estatista enarbolado por la U.R.S.S. y el de libre mercado encabezado por EE.UU. provocó durante casi toda la segunda mitad del siglo XX un conflicto denominado Guerra Fría, que según Raúl Sohr se caracterizó por ser:

El choque de dos visiones, intereses y modelos de mundo: el occidental con una estructura política democrática y economías de mercado que a la par de generar riquezas admiten profundas inequidades; el soviético o comunista, con su dictadura –llamada del proletariado, pero que en los hechos era el partido, cuando no su secretario general, quien tomaba las decisiones– y una economía planificada en que el Estado asignaba los recursos. En el plano ideológico, Occidente abrazó la causa de la libertad, en tanto los comunistas apostaron por la justicia social. Ambos enfoques encontraron numerosos partidarios a lo largo y ancho del mundo, y el conflicto alcanzó todos los confines del planeta. 207

Como es del todo conocido en la historia contemporánea, el final de dicha disputa ideológica fue la caída del Muro de Berlín en 1989, elemento simbólico que mostraba el colapso de la última frontera que dividía al mundo en dos. Esto significó para los apologistas del modelo occidental el final de la historia y de las ideologías (Fukuyama), pasando por alto la contribución legada por Marx de la crítica a la economía y a la sociedad, que no puede ser equiparada de manera absoluta al experimento que representó el socialismo real europeo. Otra de las características del siglo XX ha sido la sucesión de tres diferentes ajustes o transiciones en el poder económico mundial. Recordemos que la máxima potencia al final del siglo XIX y principios del XX era el Imperio Británico y su 206 207

Ciocca, Pierluigi, La economía mundial en el siglo XX, op. cit., p. 27. Sohr, Raúl, El mundo y sus guerras, op.cit., p. 190.

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peculiar pax británica (sic.), la cual, tras el final de la Primera Guerra Mundial, dio paso al dominio pleno, pero disputado, de EE.UU. como máxima potencia económica a nivel mundial. No obstante, para el ocaso del siglo XX, la hegemonía de EE.UU. se veía cuestionada por potencias como Alemania, Japón y China.208 Esto a pesar de que tras el final de la Segunda Guerra Mundial EE.UU. creó las bases del nuevo orden económico internacional al articular una serie de instituciones supranacionales como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, etcétera, encargadas de mantener la hegemonía norteamericana. La esfera de influencia pasó del viejo continente, cuya sede era la City en Londres, a EE.UU., en específico, a Wall Street en Nueva York, borrando el eurocentrismo económico que había predominado durante casi toda la época moderna. El siglo XX se caracterizó por ser el siglo de Keynes, es decir, siglo de la economía política. Keynes trajo a discusión y fundamentó el análisis relativo a la gradual faceta monetaria que iba adquiriendo la economía, pues veía en las expectativas y la especulación de los mercados dos síntomas de lo que para él era un sistema imperfecto. “Queda abierta –nos dice Ciocca– la cuestión de si las carencias, los llamados fallos del mercado puede resolverlos la política económica, que también puede padecer carencias, fallar.” 209 El siglo XX tuvo como una de sus grandes consignas generar políticas encaminadas a vencer el subdesarrollo de los países de la periferia, no obstante, las grandes áreas económicas del globo se han mantenido sustancialmente en la inalterabilidad de las posiciones relativas, es decir, existen países que nunca dejarán de ser dependientes del centro hegemónico del poder político y económico, entre las que destacan América Latina, Asia y África, hoy en día en proceso de emancipación, como 208

Cfr. Wallerstein, Immanuel, “Rupturas geopolíticas del siglo XXI: ¿Cuál es el futuro del mundo? en La devastación imperial del mundo, Universidad de la Ciudad de México, México, 2004. 209 Ciocca, Pierluigi, La economía mundial en el siglo XX, op. cit., p. 38.

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lo demuestra la aparición de los llamados “BRICS” (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica según la firma de inversiones Goldman Sachs). Consecuentemente, la economía de mercado, en tanto ideología hegemónica, no ha podido traspasar las fronteras culturales de las llamadas sociedades de corte holístico (sobre todo las no europeas), que mantienen una resistencia al individualismo exacerbado de Occidente. Recordemos que la economía que hoy domina –fundada sobre el paradigma marginalista neoclásico de Walras-Pareto– tiende, en cambio, a la praxiología, a los teoremas sobre todo tipo de comportamiento del individuo en cuanto tal, maximizador de la utilidad económica subjetiva. Ésta, por una parte, se limita a la problemática autocrítica, y por otra extiende el cálculo marginalista del homo economicus a las manifestaciones no económicas más íntimas de la vida individual: «una» racionalidad es propuesta como «la» racionalidad. 210

Como habíamos esgrimido anteriormente, a pesar de que el imperialismo colonial fue eclipsado tras la Segunda Guerra Mundial debido a una proliferación de estados-nacionales (cerca de doscientos en la actualidad), existe una gran inestabilidad e incertidumbre en la relación norte-sur, esto a pesar de que se crearan las llamadas instituciones de Bretton Woods211, como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. En este orden de ideas, existen tres visiones que son radicalmente 210

Ibidem, pp. 40-41. Una visión de cómo fueron evolucionando dichas instituciones se podría resumir de la siguiente manera: “El optimismo de entidades como el Banco Mundial, justo y apreciable, se basaba en un principio en la transferencia de capital y en la acumulación de ahorro en los países atrasados. En los años cincuenta y sesenta el desarrollo se identificaba con la industrialización y con la acumulación de capital físico. En aquellos años más de la mitad de la financiación del Banco Mundial se orientó a los transportes y a la energía, y menos del 10 por 100 a la agricultura; los programas de carácter social eran casi inexistentes. El crecimiento del sector industrial se confió generalmente a políticas de sustitución de importaciones. Las economías que se desarrollaron fueron principalmente las de los países con rentas medias y altas. En los años setenta la acción del Banco Mundial se orientó a la reducción de la pobreza (sanidad, alimentación instrucción) y a los sectores agrícolas y sociales. Al comenzar los años ochenta la recesión en los países industriales, la caída de los precios de las materias primas, el aumento de los tipos de interés y la inflexión de la financiación exterior privada desembocaron en la crisis de la deuda, que desde México se extendió a muchos países. Ésta marcó un nuevo giro en la acción del Banco Mundial. Desde entonces esta acción se articula en cuatro elementos esenciales: equilibrio macroeconómico, apertura a los intercambios, privatización y competencia, inversión en capital humano, con el añadido de una mayor protección a los sectores más débiles de la población. Las economías que se han adaptado a tales orientaciones han atraído capitales privados, sobre todo inversiones directas.” Ibidem, p. 42. 211

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divergentes entre sí de lo que son las coordenadas geopolíticas de los estados-nación que componen el plano internacional, a saber: 1. El norte se caracterizó por ser un productor de manufacturas así como de servicios sumamente sofisticados (por ejemplo los servicios financieros). Mantiene una relación de explotación con el sur, además de generar una dependencia que se traduce en un perpetuo subdesarrollo. El sur es visto por el norte como una inagotable fuente de materias primas y de mano de obra a bajo costo. 2. El norte es la fuente del inagotable progreso que el sur no consigue aprovechar, ya sea por una serie de complejos históricos, ya sea por discursos como el eugenésico, puesto en práctica con el nazismo en el siglo XX. 3. Por último, la visión del sur como una “amenaza a la economía del norte con una competitividad de precios fundada en el bajo nivel de vida de sus poblaciones y en normas de seguridad social inadecuadas y, por tanto, de bajo coste.”212

El siglo XX mostró que la economía de mercado, a pesar de su hegemonía ideológica y práctica, ha erosionado las barreas de la movilidad social en algunos momentos de la historia contemporánea, sin que ello se traduzca en una mejora instantánea de las desigualdades que se generan alrededor de los receptáculos migratorios. Este problema no sólo es palpable al interior de los estados-nacionales centrales, sino que se extiende a profusas regiones, grupos y sujetos de su misma economía. No es casual entonces que las más grandes desigualdades se den en las regiones dominadas por la influencia anglosajona. 212

Ibidem, p. 41.

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En conclusión, la economía de libre-mercado tiene la necesidad de resolver tres grandes problemas para el siglo XXI, pues de lo contrario se preludia su ocaso y la necesidad de crear un nuevo sistema económico que ponga en tela de juicio la universalidad del “pensamiento único”, teniendo un especial énfasis en el carácter local de los problemas por resolver. Los tres grandes problemas por resolver son: a) el de la superpoblación-migraciones; b) la degradación ambiental; c) estabilidad monetaria, crecimiento regular y el gran problema del desempleo. En palabras de Ciocca:

En el siglo XX ha aumentado el bienestar material como no había sucedido nunca. Pero no en todas partes ni para todos: debiera hacerse mejor. La contradicción, cada vez más manifiesta y estridente, entre el aumento potencial de los recursos y el desequilibrio en la distribución, entre necesidades insatisfechas y despilfarro de los medios disponibles (paro, capacidad productiva ociosa), continuará alimentando el debate entre utopistas, conservadores y reformistas. Mantendrá vivo el compromiso dialéctico, y por tanto absolutamente común, por «seguir buscando». 213 Elaborando un resumen de las líneas precedentes, el siglo XX se desplegó como la ilimitada expansión del dominio racional, fundamentalmente a partir del fenómeno industrial,

en

tanto

modo

de

producción

hegemónico

cuyos

consecuentes

desplazamientos se manifestaron en la producción socio-cultural de los individuos. Recordemos que el régimen industrial, en tanto régimen de producción, se caracterizó por ser de corte disciplinario 214, lo cual queda muy en claro después de dos guerras

213

Ibidem, p. 53. Un ejemplo muy claro de este tipo de disciplina fue el fordismo, el cual implicaba “una modernización “desde arriba”, impulsada por los poderosos empresarios automovilísticos, no por las masas trabajadoras. Su objetivo consiste en frenar los efectos negativos de la crisis económica, neutralizar toda amenaza revolucionaria y aumentar la explotación de los obreros, concebidos como “gorilas amaestrados” en el manejo de máquinas y la cadena de montaje –la expresión, repetida luego por Gramsci, pertenece a Taylor, quien introdujo el cronómetro en el taller para controlar mejor el tiempo de trabajo de cada operario. En Estados Unidos el fordismo viene acompañado de un puritanismo moral que mediante la “ley seca” –prohibición del alcohol–, persigue el ahorro de energía obrera para destinarla al uso fabril. El obrero abstinente trabaja más y produce mayor ganancia a los capitalistas. Las “mejoras” que Ford introduce en la fábrica moderna –altos salarios, estabilidad laboral, etc.– no están pensadas para beneficiar al obrero, sino para neutralizar su posible insubordinación, prevenir su indisciplina, institucionalizar su eventual protesta en el seno de sindicatos cooptados por el empresariado y someterlo 214

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mundiales en las que la técnica mostró su lado más nihilista. No obstante, es necesario cuestionar si a raíz del colapso del sistema antagonista al de libre mercado, es decir, el estatista, las contradicciones mencionadas anteriormente han quedado saldadas, ya que si el capitalismo se estableció como el único modo de producción, ¿dónde quedaron todos los problemas por resolver que a lo largo del siglo XX se mostraron tanto en el sistema estatista como en el de libre mercado? En relación al capitalismo, es importante mencionar su adaptabilidad, pues lejos de estancarse o hundirse, éste se adapta, asegurando su supervivencia (al ser el más fuerte) y su crecimiento ilimitado. De modo que

los cambios, las diferencias, se producen sobre todo en las formas organizativas e institucionales de la empresa y de la producción («gobierno», y derecho societario), en las relaciones laborales, en el mismo papel del estado. Naturalmente, la adaptación también puede tener un carácter gradual, no revolucionario, siendo un cambio de naturaleza, por el debilitamiento del espíritu empresarial o por consumación del estado nacional, y dificultades para sustituirlo a nivel supranacional, con la consiguiente inadecuación del cuadro institucional del que necesita la economía de mercado. 215 Anteriormente habíamos abordado la problemática de la transformación de la ciudad global, en cuanto a su capacidad de producir individuos en un espacio público a consecuencia de la evolución de los medios de producción en la era post-industrial. Su objetivo, más allá de la disciplina de los elementos sociales y productivos, tiene como objetivo el control. Ejemplo de ello es la automatización 216 de los procesos productivos,

más al patrón.” Kohan, Néstor, Toni Negri y los desafíos de Imperio, Campo de Ideas, Madrid, 2002, p. 82. 215 Ciocca, Pierluigi, La economía mundial en el siglo XX, op. cit., p. 46. 216 “¿Qué le sucedería al sistema de precios y de rentas si, en un futuro que no podemos precisar pero que no va a ser necesariamente lejano, toda la producción de mercancías fuese llevada a cabo por robots e incluso por robots capaces de reproducirse y autoperfeccionarse? No es una hipótesis de ciencia ficción: es una hipótesis formulada por un matemático genial que se ha ocupado reiteradamente de teoría económica, John von Neumann. No es la primera vez que los economistas se plantean una pregunta de esta naturaleza, pero es la primera vez que la pregunta no se presenta como fruto de una fantasía demasiado desenfrenada.” Labini, Paolo Sylos, op. cit., p. 63. Japón fue el primer campo de experimentación de dichas utopías tecnológicas, pues “[…] consideremos el notable vuelco de la

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debido a una devaluación de la fuerza de trabajo obrera, que más allá de la crisis del empleo asalariado, se muestra como una faceta para controlar las antiguas organizaciones sindicales que provenían de las revoluciones europeas de 1848.217 Si la disputa entre el modelo estatista y el modelo de libre mercado fue la nota característica del siglo XX, tras el colapso del bloque socialista soviético en 1989-1991 y la consecuente emergencia de la globalización, la imposición de una nueva geometrización del globo, en tanto mercados, generó una nueva geopolítica. De aquí se explica el consecuente debilitamiento del Estado-nación y su soberanía, ya que los apologistas del modelo hegemónico pugnaban por la modernización del Estado, que traducido a términos no tan eufemísticos, significaba la implementación de la doctrina neoliberal con su consecuente ola de privatización de empresas estatales218, industria y espacios públicos, en donde la política quedaba finalmente subordinada a los mercados y, consecuentemente, en un estado de fragmentación. Como escribe Ignacio Ramonet:

situación conseguido por un fábrica de radiocasetes en Sendai, Japón, en 1985. Víctima del aumento del valor del yen, una aguda escasez local de mano de obra y una feroz competencia de los rivales del sudeste asiático con bajos costes laborales, la compañía se encontró en serios apuros. La dirección rechazó la idea de trasladar la producción a países más baratos y emprendió una automatización masiva instalando no menos de 850 robots industriales. Al poco tiempo, la cadena de montaje necesitaba sólo 16 trabajadores para alcanzar la producción plena, en comparación con los 340 (!) anteriores a la automatización, con lo que la compañía recuperó la competitividad incluso frente a los rivales del sudeste asiático cuyos salarios eran una fracción de los japoneses. Los «siervos» de las plantas de montaje del extranjero con bajos costes laborales se vieron superados con el empleo de «siervos» automatizados en casa. Si era ya posible a mediados de la década de 1980, ¿qué grado de eficacia industrial podrá conseguir la revolución robótica en el año 2020?” Kennedy, Paul, op. cit., p. 142. 217 Cfr. Wallerstein, Immanuel, Utopística o las opciones históricas del siglo XXI, Siglo XXI-Centro de Investigaciones Interdisciplinares en Ciencias y Humanidades Universidad Nacional Autónoma de México, México, 1998. 218 El caso de Chile es el paradigma, pues tras el golpe de Estado y la toma del poder por parte del dictador Augusto Pinochet, la esfera económica fue puesta en manos de los Chicago boys, los cuales implementaron la privatización bajo la siguiente modalidad: “Con los llamados pagarés de la deuda externa –o sea, un mecanismo usado por la junta para convertir una parte de la deuda externa en activos de Chile– los inversionistas extranjeros pueden hacerse dueños de acciones de empresas chilenas con un descuento muy atractivo. Los montos pactados hasta la fecha superan poco más de 1000 millones de dólares –de una deuda externa total de 20 000 millones– pero éste y otros mecanismo para fomentar la inversión extranjera ya ha significado una desnacionalización considerable de la economía chilena, a través de compras subsidiadas de los activos más rentables. Como ejemplo podemos citar el sistema de previsión social, donde la participación extranjera ya representa 70% del valor de las acciones.” De Vylder, Stefan, “Chile 1973-1987: Los vaivenes de un modelo” en Economía y política durante el gobierno militar en Chile, 1973~1987, Fondo de Cultura Económica, México, 1989, p. 87.

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Durante la década de los noventa, los estados de todo el mundo se deshicieron, en beneficio de empresas privadas, de una parte de su patrimonio valorada en más de quinientos trece millones de euros, de los que doscientos quince mil correspondían a la Unión Europea. Las empresas privatizadas son especialmente atractivas para los inversores, porque se han beneficiado previamente de una reestructuración financiada por el Estado que, por añadidura, ha enjugado sus deudas. Son apuestas extraordinariamente atractivas. En particular, las empresas de los sectores de primera necesidad (electricidad, gas, agua, transportes, telecomunicaciones, salud, etc.), en las que el Estado ha realizado inversiones previas que de otro modo podrían durar años, garantizan unas ganancias regulares y carentes de riesgos. 219

De tal modo, las privatizaciones corresponden a una nueva lógica de dominio en la cual los capitales financieros tienen un papel crucial 220, pues éstos, opuestos al capital productivo, provocan intensos flujos des-regulados en busca de ganancias a corto plazo. Así, lo que se genera es una nueva metafísica pletórica de abstracción y virtualización de los valores. Esta nueva modalidad de la dominación se profundizó con la crisis financiera de 1971, que en ese mismo año provocó el desacoplamiento del dólar y el patrón oro que hasta entonces era el orden económico. De ahí la profunda crisis que sobrevino y la polarización de las esferas productiva y financiera, que derivó en un sistema global de tasas de cambio fluctuantes (libre flotación de las divisas), agudizándose con la diseminación de dinero virtual en medios digitales como las tarjetas de crédito y débito, cajeros electrónicos, transferencias automáticas y los flujos de información del sistema financiero. Esta serie de transformaciones en el sistema financiero se profundizaría de manera desbocada con la expansión de Internet 221, como un nuevo medio de

219

Ramonet, Ignacio, Guerras del siglo XX, op. cit., pp. 110-111. El mundo financiero se caracteriza por ser: a) inmaterial, b) inmediato, c) permanente y d) planetario, lo cual concuerda con nuestra visión de la globalización desde un punto de vista teológico al asimilar los atributos del antiguo Dios de la Edad Media. 221 Los orígenes de la Internet los podemos rastrear en los desarrollos tecnológicos del campo militar, pues como escribe Jeremy Rifkin: “La recolocación del comercio en el ciberespacio y la transición a una economía global sustentada en una red resulta posible por la proliferación de las redes electrónicas globales. Internet aparece como la más importante de ellas. El Pentágono creó Internet hacia finales de los años sesenta. El Pentágono estaba muy interesado en ahorrar en los gastos necesarios para dotar de 220

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comunicación/producción, en forma de red mundial de computadoras interconectadas, pues como escribe Paula Sibilia:

Varias compañías informáticas y financieras se asociaron en busca de un formato de moneda digital que logre imponerse como estándar global. Como lo expresa un entusiasta comentarista: “ahora también el dinero es información digital, circulando por el ciberespacio”.222 La profunda transformación relativa a la virtualización del dinero, tuvo repercusiones en otra de las columnas vertebrales del capitalismo, a saber, el concepto de propiedad, sin el cual no se podría pensar el modo de producción capitalista y la dinámica de los mercados.223 La transformación de la propiedad privada, la cual tiene como una de sus características principales la afirmación concreta de los bienes materiales, se debe en parte a un desfase respecto a la era de la información y su vertiginosa velocidad, ya qu e los sellos, escrituras, notarías y otras instituciones similares no pueden competir con la extrema rapidez del comercio y las finanzas digitales. El concepto de propiedad evoluciona en el concepto de acceso, enarbolando la bandera de la volatilidad y la flexibilidad. Para el economista norteamericano Jeremy Rifkin:

La propiedad es una institución demasiado lenta para ajustarse a la nueva velocidad de nuestra cultura […] ya que se basa en la idea de que poseer un activo físico durante un largo periodo de tiempo es algo valioso; no obstante, en un mundo de producción customizada, de innovación y nuevos superordenadores muy costosos a los investigadores, tanto de ámbitos académicos como aquellos relacionados con los sistemas de defensa, y comenzó a explorar formas de compartir los ordenadores entre individuos que trabajaban separados espacial y temporalmente. Los jefes máximos del Departamento de Defensa (DOD) también estaban preocupados por la potencial vulnerabilidad a los ataques que representaba el control centralizado de las operaciones de comunicación. Buscaban un nuevo medio de comunicación descentralizado que pudiera conducir los mensajes a gran número de investigadores por caminos muy diversos y que además pudiera seguir funcionando a pesar de que se destruyera parte del sistema. La respuesta llegó en la forma de ARPANET, una red desarrollada por la Advance Research Projects Agency, perteneciente al DOD.” Jeremy Rifkin, La era del acceso: La revolución de la nueva economía, Paidós, Barcelona, 2000, p. 30. 222 Sibilia, Paula, op. cit., pp. 21-22. 223 “El papel de la propiedad está cambiando radicalmente. Las consecuencias para la sociedad son enormes y de gran alcance. La propiedad y los mercados son enormes y de gran alcance. La propiedad y los mercados eran prácticamente sinónimos durante toda la edad moderna. De hecho la economía capitalista se fundó precisamente sobre la idea de intercambio de propiedad en el mercado.” Jeremy Rifkin, La era del acceso, op. cit., p. 13.

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actualizaciones continuas y de productos con ciclos de vida cada vez más breves, todo se vuelve inmediatamente desactualizado. 224

De tal suerte, en un régimen económico en constante cambio, verbos como tener, guardar y acumular pierden gran parte de su antiguo sentido, ya que en el nuevo régimen lo que cuenta no es poseer, sino acceder a la utilización de servicios. Un ejemplo significativo es el de los automóviles, pues en lugar de adquirir uno en tanto propiedad, surgen soluciones técnicas como el leasing225 “que permite esquivar la obsolescencia constante de productos […] convirtiéndolos en servicios a los cuales los interesados pueden acceder.” 226 En lugar de adquirir un producto, el consumidor tiene el derecho de usar un servicio constantemente actualizado, claro está, por medio de la respectiva cuota mensual a instituciones financieras que fungen como intermediarios. Este es el nuevo paradigma de la economía, la llamada globalización o capitalismo global, el cual puede ser definido como una mezcla de crecimiento económico sin el problema de la inflación, y que consta de tres elementos: a) aplicación de nuevas tecnologías (medios de producción); b) eliminación a nivel global de las barreras comerciales (función de la OMC); y c) libre movimiento de los capitales financieros227. Así, la llamada “Nueva Economía” y la implementación de tecnologías de la información, trajo consigo el augurio del final de los ciclos económicos de expansiones y contracciones (depresión, recuperación, auge y recesión), generando una nueva fe en el progreso, pues si no existen ciclos económicos, todo se convierte en un 224

Ibidem, p. 16. “La propiedad continúa existiendo pero es bastante menos probables que se intercambie en el mercado. Los proveedores en la nueva economía se quedan con la propiedad y la ceden en leasing [alquiler con opción de compra; arrendamiento financiero], la alquilan o cobran una cuota de admisión, suscripción o derechos de inscripción por su uso a corto plazo.” Ibidem, p.14. 226 Sibilia, Paula, op. cit., p. 23. “Ni el “paraíso en la tierra” del libre mercado, que pone fin a la historia, ni el espectro del gobierno mundial parecen proporcionarnos, pues, la clave de la nueva fase, sino un juego competitivo entre capitales financieros desvinculados de los procesos productivos y movilizados en “tiempo real” de un punto al otro del planeta: concentraciones desmesuradas de dinero “nómada” a cuyas espaldas operan nuevos poderes, a menudo anónimos, sobre lo que la soberanía de los simples estados, incluidos los Estados Unidos, no puede hacer literalmente nada.” Marramao, op. cit., p. 154. 227 Estefanía, Joaquín, La nueva economía: la globalización, Debate, Barcelona, 2001, p. 14. 225

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proceso lineal (como esa visión historia que criticábamos al inicio del presente Capítulo I §1.). Así, los factores básicos de la Nueva Economía son el rápido desarrollo de la información (así como de las tecnologías de la información), un muy elevado grado de educación y especialización técnica por parte de la fuerza laboral, un espíritu emprendedor (que más bien sería conquistador), y mercados de capitales que incentiven la inversión sin riesgos. De tal manera, se estimula un exponencial aumento de productividad, que es una de las claves para competir en los mercados bursátiles. Uno de los centros de producción tecnológica, y consecuentemente uno de los bastiones de la Nueva Economía, es Silicon Valley, ubicado en el Estado de California en EE.UU., el cual se ha convertido en uno de los más grandes negocios del planeta, y que incluso desbancó al índice Dow Jones. Según Joaquín Estefanía:

De los dos espejos centrales de Wall Street, los índices Dow Jones y Nasdaq Composite, este último es el que está de moda en la Nueva Economía. El 88 por 100 de las empresas que salieron a Bolsa en Estados Unidos durante 1999, lo hizo en el merado electrónico Nasdaq, que ha crecido desde 1971 (hasta abril de 2000) un 2.306 por 100 frente al 950 por 100 de Dow Jones. 228 La articulación de las nuevas tecnologías y la Nueva Economía muestra una discontinuidad en el sistema de dominación. Para tal efecto, la nueva economía se caracteriza por fomentar las “incubadoras”, nombre dado a las nuevas empresas tecnológicas que cotizan en bolsa, las cuales se constituyen a partir de capitales de alto riesgo. La burbuja tecnológica trajo consigo que miles de pequeños accionistas contrajeran grandes deudas o apostaran sus ahorros con el fin de adquirir acciones de las denominadas compañías «.com». La burbuja se comenzó a gestar por medio de empresas que acudían a los llamados “bancos de inversión”, expertos en sacar a bolsa a 228

Ibidem, p. 23.

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esas empresas por medio del apalancamiento (éste se podría definir como una compra de valores que trae consigo un endeudamiento). La ilimitada expansión del dominio racional trajo consigo la creación de un monopolio de las tecnologías informáticas, cuya consecuencia fue que la burbuja estallara. Así, el 4 de abril de 2000 fue juzgada la empresa Microsoft como un monopolio, provocando unos días más tarde, a saber, el 14 de abril, un minicrack del índice Nasdaq. Siguiendo a Estefanía: “Según algunos cálculos, entre el 4 y el 14 de abril se evaporaron 2,1 billones de dólares (un billón solamente en la jornada del 14, la más grande caída absoluta en un solo día en la Bolsa).” 229 La caída del índice Nasdaq provocó que de pronto todo el sistema bursátil sufriera una gran inestabilidad. Cual efecto dominó, subieron los precios del petróleo, la Reserva Federal incrementó varias veces seguidas los tipos de interés, “desde junio de 1999 hasta marzo de 2000, la FED eleva los tipos hasta cinco veces: desde 4,47 hasta el 6 por 100), dispuesta a facilitar el aterrizaje suave de la economía” 230 con el fin de evitar los dos extremos, la inflación o la recesión. Si bien la Nueva Economía pretendía reestructurar y adaptar la vieja economía a la nueva situación geopolítica llamada globalización, los daños estaban hechos, por lo que la globalización tendría que buscar una nueva forma de adaptarse, y según la ley del más fuerte, esa última opción se encontraba en la guerra.

229 230

Ibidem, p. 34. Idem.

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CAPITULO II LA GLOBALIZACIÓN COMO IMPERIO El gran juego de la historia, es quién se amparará de las reglas, quién ocupará la plaza de aquellos que las utilizan, quién se disfrazará para pervertirlas, utilizarlas a contrapelo, y utilizarlas contra aquellos que las habían impuesto, quién introduciéndose en el complejo aparato, lo hará funcionar de tal modo que los dominadores se encontrarán dominados por sus propias reglas. Michel Foucault, Microfísica del poder. Ciertamente, el problema que el libro plantea es aquel ante el cual nos encontramos todos: intentar la construcción de una sociedad libre incluso en las nuevas condiciones de la globalización, que no sólo es económica sino que involucra profundamente nuestra mente y nuestros propios afectos, deseos y sueños. Gianni Vattimo, Ecce Comu.

En consonancia con nuestra argumentación multidimensional y compleja sobre la globalización desarrollada en el Capítulo I, hemos encontrado que gran parte de los elementos que componen a ésta, son expuestos y sintetizados en el gran relato elaborado a cuatro manos por Michael Hardt y Antonio Negri en el Manifiesto Comunista del siglo XXI (Žižek dixit), a saber, Imperio.231 Si bien el título del libro nos podría remitir a las décadas de los 60´s y 70´s del siglo XX en el albor de los movimientos pacifistas, ecologistas, anti-imperialistas, etcétera, la metáfora procura ir más allá en términos históricos, políticos y filosóficos, pues a lo que se hace alusión en realidad es al viejo Imperium romano que emergió tras las Guerras púnicas con Cartago 232 (con su eventual 231

Según Gianni Vattimo: “El imperio al que Negri y Hardt se refieren es el mundo globalizado en el que las soberanías locales y nacionales, con todo lo que de institucional, y también de liberal y democrático llevan consigo, ya han sido sustituidas por un conjunto de mecanismos integrados que solo responden a la impersonal, y sumamente rígida, ley del mercado.” Vattimo, Gianni, Ecce Comu: Cómo se llega a ser lo que se era, Paidós, Buenos Aires, 2009, p. 25. 232 Como escribe Walden Bello: “En el inmediato período subsiguiente a la Guerra Fría, había, de hecho, amplias expectativas de una versión moderna de la Pax Romana. Existía en los círculos liberales la esperanza de que Estados Unidos utilizara su estatus de superpotencia para animar un orden multilateral

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expansión a Oriente), así como a la invasión de las Galias por parte del primer emperador romano, a saber, Julio César.233 Si bien la arquitectónica del poder político e histórico romano fue pergeñada por Virgilio, Horacio, Ovidio y Tito Livio, por mencionar algunos nombres ilustres, guarda en Augusto al máximo exponente de la llamada Pax 234 Romana, es decir, el Imperium, el cual consistía en una supremacía del poder militar y jurídico sobre el mundo conocido.235 Imperio es un libro sumamente polémico, discutido y cuestionado que, sin temor a equivocarnos, ocupa un lugar relevante dentro de las teorías contemporáneas en torno al fenómeno de la globalización al estar inscrito en la línea de pensamiento desarrollado por Karl Marx en el siglo XIX.236 Es decir, los autores no cayeron en el canto de sirena

que institucionalizaría su hegemonía pero aseguraría una paz Augusta global. Ése era el camino de la globalización económica y de la gobernación multilateral. Ése fue el camino eliminado por el unilateralismo de George W. Bush.” Bello, Walden, Desglobalización: Ideas para una nueva economía mundial, Icaria-Intermón Oxfam, Barcelona, 2004, p. 21. 233 De manera análoga, tras el final de la Guerra Fría Bush se convirtió en una especie de emperador: “La autocoronación del presidente estadounidense como primer «líder global» fue un momento señalado en el devenir histórico, aun cuando no figurara en ninguna fecha concreta del calendario. Fue la continuación de la caída de la Unión Soviética y del fin de la Guerra Fría. El presidente norteamericano empezó a ejercer de líder mundial sin más, sin contar con ningún beneplácito internacional oficial previo.” Brzezinski, Zbigniew, Tres presidentes: La segunda oportunidad para la gran superpotencia americana, Paidós, Barcelona, 2008, p. 9. 234 La pax es un término de origen latino cuya traducción es paz y “alude en este contexto a las condiciones impuestas por un imperio para asegurar lo que aquel estima como “paz”. Por supuesto que sus autores son los antiguos romanos que exigían a los pueblos conquistados que acatasen las leyes imperiales. A cambio de la llamada Pax Romana se vivieron casi dos siglos, desde el 29 antes de la era común hasta el 180, de relativa ausencia de guerras civiles o tribales. En términos globales, el imperio siguiente fue el británico, de allí que quepa hablar de Pax Britannica. La mayoría de los historiadores la sitúa a partir de 1815 tras la derrota de Napoleón y prevaleció, aunque muy debilitado, hasta la Primera Guerra Mundial […] A diferencia de los romanos, esta pax estuvo llena de conflictos –algunos instigados por los británicos– para mantener su supremacía en Europa y desplazar a sus rivales en otras latitudes. Hoy el mundo vive bajo la llamada Pax Americana, que despunta con plenitud al finalizar la última guerra mundial y se consolida con la caída de la Unión Soviética. Estados Unidos es la potencia dominante sin rivales en el horizonte y ello significa que Washington es el gran articulador de las relaciones internacionales. Hay muchas situaciones que escapan a su control pero ningún protagonista puede actuar sin tener en mente cómo sus acciones serán procesadas por Washington. El futuro previsible, en todo caso, será uno de Pax Americana OTAN.” [Como recientemente se ha podido constatar con los casos de Libia y Siria N.A.] Sohr, Raúl, El mundo y sus guerras, Debate, México, 2009, pp. 300-301. 235 Gómez-Pantoja, Joaquín L., “Orígenes y desarrollo del régimen imperial. De los Idus de Marzo al «año de los cuatro emperadores»” en Historia Antigua (Grecia y Roma), Ariel, Barcelona, 2003, pp. 520ss. 236 Una de las mejores interpretaciones sintéticas del pensamiento de Marx es la esgrimida por Atilio Borón: “Lo que caracteriza al pensamiento teórico marxista no es la primacía de los factores económicos, de ninguna manera; el determinismo económico no es sino una deformación del pensamiento de Marx. Lo que caracteriza su pensamiento es la tentativa de reconstruir la totalidad de lo social, superando la fragmentación que es propia del pensamiento que podríamos llamar, usando una expresión un poco de

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del “fin de la historia” ni del “choque de civilizaciones”. Es necesario precisar que si bien los autores siguen la senda dibujada por Marx, se alejan de la veta dialéctica enfatizando más bien su aspecto crítico. De tal forma, Hardt y Negri se sirven de una metodología, en un primer momento crítico-destructivo, para, en un segundo momento, elaborar un punto de vista constructivo-ético político.237 En el presente apartado se expondrá el primer momento, para ulteriormente desarrollar parcialmente el segundo en el Capítulo IV §3, pues es imprescindible conocer la arquitectura del poder para saber cómo desmontarla y ulteriormente volverla a erigir en algo nuevo. El punto de partida de Hardt y Negri se basa en un novel concepto de soberanía, a saber, el Imperio. En palabras de los autores: “Nuestra hipótesis básica consiste en que la soberanía ha adquirido una forma nueva, compuesta por una serie de organismos nacionales y supranacionales unidos por una única lógica de dominio. Esta nueva forma global de soberanía es lo que llamamos «Imperio».” 238 El Imperio se configura como el sujeto político239 que regula los intercambios globales, el poder soberano que gobierna el mundo, por tal motivo, es menester la elaboración de una genealogía de dicha soberanía, la cual nos permitirá explicar la lógica del dominio global para, ulteriormente, develar el constructo teórico de Imperio.

batalla, burgués. Ése pensamiento que tiende a separar, a compartimentar los procesos del conocimiento y que, cuando habla del pasado, habla de historia como si la historia no estuviera presente en lo cotidiano, en la experiencia de todos los días; cuando habla de procesos económicos, lo hace según una disciplina aparte que es la economía, que supuestamente se mueve según su propia legalidad; cuando habla de la cultura, se refiere a algo separado de la sociedad, la economía, la política, la historia. Esas divisiones totalmente artificiales son, en gran parte, las responsables de la crisis profunda en que se debaten hoy las ciencias sociales. Esto no es una novedad. Las ciencias sociales enfrentan desde hace muchos años una impresionante crisis de paradigma teórico, que no resuelven porque en gran parte están marcados los límites de ese conocimiento fragmentario.” Borón, Atilio A., El capitalismo y las democracias en América Latina, Universidad de la Ciudad de México, México, 2003, pp. 16-17. 237 Hardt, Michael y Negri, Antonio, Imperio, Barcelona, 2005, p. 14. 238 Idem. Para evitar confusiones y enfatizar el concepto elaborado por Hardt y Negri, hemos vertido con mayúsculas Imperio, para distinguirlo y diferenciarlo de otros enfoques teóricos. 239 “En conclusión, Imperio es un sujeto singular soberano que abarca en su lógica interna el conjunto de estas tres formas o niveles clásicos de gobierno, la monarquía, la aristocracia, y la democracia. Imperio, en otras palabras, es una forma particular de soberanía por su capacidad de incluir y administrar la diferencia en el proceso de su constitución interna.” Hardt, Michael y Negri, Toni, La multitud y la guerra, Era, México, 2007, p. 64.

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Así, la relación centro-periferia (tanto en su versión colonial 240, como en su versión de la teoría de la dependencia 241) corresponde a la lógica de dominio del imperialismo, ya que éste se componía, por un lado, de un Estado-nación, y por el otro, de un territorio a conquistar, dominar y explotar. El segundo era el receptáculo de la forma de Estado-nación (dependiente), mientras que desde el primero se ejercía la dominación. La dinámica que podríamos denominar “imperialista” corresponde a la fase del sistema capitalista dominada por los oligopolios, cuyas características son: a) Unificación del sistema productivo y consecuentemente del mercado mundial; b) Una pseudo-regulación generadora de asimetrías basada en las ventajas comparativas que permiten una mayor acumulación de capital financiero (entendido como la fusión de los capitales bancarios e industriales); c) División del mundo en zonas industriales y zonas de extracción de materias primas, (en las primeras se transforman las materias primas generando valor agregado a las mercancías que regresan como importaciones). De tal forma, el imperialismo se encargaba de generar una especie de determinismo (prototípico del darwinismo social) con

el establecimiento de unas relaciones desiguales y de un contraste desarrollo-subdesarrollo cada vez más grave e irremediable. Esta definición sólo tiene en común con las teorías clásicas de inspiración marxista (Lenin, Hilferding, Rosa Luxemburgo, Bujarin) el presupuesto de la unidad del mercado mundial oligopolista, además del juicio negativo sobre el imperialismo. 242

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“El Otro absoluto se ve reflejado en el más decente. El sujeto metropolitano sólo llega a ser realmente él mismo a través de la oposición con el colonizado. Lo que primero se manifiesta como una simple lógica de exclusión se transforma luego en una dialéctica negativa de reconocimiento. El colonizador produce al colonizado como negación, pero, a través de un giro dialéctico, la identidad colonizada negativa se niega a su vez para dar fundamento al sí mismo colonizador positivo. El pensamiento europeo moderno y el sí mismo moderno están necesariamente vinculados a lo que Paul Gilroy llama la «relación de terror y subordinación raciales».” Hardt y Negri, Imperio, op. cit., p. 146. 241 Cfr. Dos Santos, Theotonio, La teoría de la dependencia: Balance y perspectivas, Plaza & Janes, México 2002. 242 Carlo, Antonio, Introducción al imperialismo, Editorial Villalar, Madrid, 1977, p. 20.

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Es importante puntualizar que el dominio del imperialismo 243 operaba bajo la idea moderna de frontera, trazada a partir de la esfera de influencia de las potencias dominantes, es decir, diferenciando y jerarquizando los territorios en los que se tuviera algún tipo de interés, por medio de la conquista, la invasión, la intervención, etc. En palabras de Hardt y Negri:

El imperialismo es una máquina de demarcación, canalización y codificación y territorialización de los flujos del capital que obstruye ciertas corrientes y facilita otras. El mercado mundial, en cambio, requiere un espacio uniforme de flujos no codificados y desterritorializados. Este conflicto entre la tendencia del imperialismo a marcar con estrías los territorios y el espacio llano y uniforme del mercado mundial capitalista ofrece una nueva perspectiva que nos permite reconsiderar la predicción hecha por Rosa Luxemburgo sobre el derrumbe del capitalismo: «Aunque el imperialismo sea el método histórico empleado para prolongar la carrera del capitalismo, también es el medio más seguro de llevarlo a su rápida conclusión» El orden internacional y el espacio estriado del imperialismo sirvieron realmente para promover el capitalismo, pero en definitiva el imperialismo se convirtió en un impedimento para los flujos desterritorializadores y el espacio uniforme del desarrollo capitalista y, finalmente, tuvo que ser desechado. Rosa Luxemburgo está esencialmente en los cierto: si no hubiese sido superado, el imperialismo habría sido la muerte del capital. La realización plena del mercado mundial es necesariamente el fin del capitalismo. 244 Por ello el Imperio propuesto por Hardt y Negri posee las características de ser descentrado y desterritorializado, abarcando la totalidad del globo 245, desencadenando

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Una visión del imperialismo que privilegie lo político-económico, en tanto guerras de redistribución, es el expuesto por Ciocca en las siguientes líneas: “Al militarismo imperialista que desembocó en el primer conflicto no fueron extraños los intentos expansionistas de la industria y de las finanzas de las principales economías. En cuanto al segundo conflicto, naciones como Alemania, Japón, la misma Italia, «que perdieron la primera guerra de redistribución o no obtuvieron beneficio de ella, se dedicaron pronto a la preparación de una segunda guerra de redistribución» del poder económico y político mundial.” Ciocca, Pierluigi, La economía mundial en el siglo XX: Una síntesis y un debate, Crítica, Barcelona, 2000, p. 25. 244 Hardt y Negri, Imperio, op. cit., pp. 354-355. 245 Una crítica a esta posición es la esgrimida por Badiou en las siguientes líneas: “¿Esto quiere decir que los EE.UU. no son más que una pieza secundaria, en todo caso no central, de un dispositivo sistemático trasnacional, como el que Negri designa con el nombre de “Imperio”? Considero totalmente infundada esta construcción, como siempre exclusivamente destinada a hacer surgir, en el reverso de esta potencia sistémica, las radiantes promesas de la “multitud” constituyente. Es sabido que para Negri el espinosista, sólo hay una sustancia histórica, de manera que el Imperio capitalista también es el escenario de un despliegue comunista sin precedente. Esto tiene la ventaja de autorizar la creencia en que cuanto peor

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a su vez tres grandes consecuencias: a) La falta de fronteras, pues el dominio del Imperio no tiene límites; b) Es eterno, no hay fronteras temporales; c) Penetración en las profundidades del mundo social (biopoder). El resultado de todo ello es una nueva forma de Pax imperial. En relación al primer punto (a), se podría señalar que después de la caída simbólica de la última frontera que dividía al mundo en dos, esto es, el Muro de Berlín (1989), y el colapsó de la U.R.S.S (1991), el espacio geopolítico de Estados Unidos de Norte América se convirtió en un Grossraum global de facto, implementando la doctrina neoliberal a su contrincante por medio de la Perestroika, siendo ésta la verdadera victoria de EE.UU. en la Guerra Fría, ya que a partir de ese momento se preconizó el “pensamiento único” del libre mercado como la bandera de los nuevos cruzados. El modelo del estatismo que representaba la U.R.S.S. había sido derrotado, dando paso a la vertiginosa implementación de las reformas estructurales que enarbolaba el neoliberalismo Occidental, cuya característica distintiva fue establecerse como una “creencia hegemónica”, una religión que depositaba su fe en el libre mercado y la democracia consumista.246 En relación al segundo punto, la consecuencia es el aspecto temporal, ya que “el Imperio agota el tiempo histórico, suspende la historia y convoca al pasado y al futuro dentro de su propio orden ético. Para decirlo de otro modo: el Imperio presenta su orden como permanente, eterno y necesario.” 247 En relación al último punto –como lo habíamos esbozado anteriormente– el Imperio tiene como una de sus directrices el control poblacional global por medio del biopoder.248 Un

anda todo, mejor anda, o de hacer pasar a los gatos de las manifestaciones estérilmente convocadas adonde se reúnen los poderosos por las liebres de la “creación” y de la “invención multiforme” de nuevos proletariados pequeño-burgueses.” Badiou, Alain, Filosofía del presente, Libros del Zorzal, Buenos Aires, 2005, pp. 28-29. 246 Cfr. Kurnitzky, Horst, Vertiginosa inmovilidad: los cambios globales de la vida social, Blanco y Negro, México, 1998. 247 Hardt y Negri, Imperio, op. cit., p. 31. 248 Una crítica a esta postura la encontramos en las siguientes líneas: “En resumen, para H&N, demasiado deslumbrados por las innovaciones teóricas de Foucault –un autor que sin duda merece nuestro respeto– podría ser altamente educativo leer lo que un siglo y medio antes, por ejemplo, había escrito Alexis de Tocqueville: “Cadenas y verdugos, esos eran los instrumentos que empleaban antaño la tiranía; pero en

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claro ejemplo de ello es el pretendido control de los límites fronterizos (por ejemplo EE.UU.-México), así como la creación de bases de datos por medio de las tecnologías biométricas, las cuales representan una industria boyante249 en búsqueda de nuevos mercados. También podríamos mencionar la modalidad de la llamada Guerra de Cuarta Generación, desplegada a partir de los medios de comunicación masiva por medio del “modelo 1989”,250 fácilmente comparado con la distopía de Orwell 1984. De manera que, al ser descentralizado y desterritorializado, el Imperio carece de cualquier tipo de límite (hybris era el término que utilizaban los antiguos griegos para la desmesura, elemento sine qua non de la tragedia), siendo uno de sus atributos la producción y reproducción de las nuevas reglas bajo las cuales impondrá su orden: Éste es el verdadero punto de partida de nuestro estudio del Imperio: una nueva noción de derecho o, más bien, una nueva inscripción de la autoridad y un nuevo diseño de la producción de normas e instrumentos legales de coerción que garantizan los contratos y resuelven los conflictos. 251 Por ello señalábamos la importancia del poder jurídico y militar en la construcción del antiguo Imperio Romano, ya que en el caso actual, el fenómeno del nuestros días la civilización ha perfeccionado hasta el despotismo, que parecía no tener ya nada que aprender.” Y continúa diciendo que el tirano de antaño, “para llegar al alma, hería groseramente el cuerpo; y el alma, escapando de sus golpes, se elevaba gloriosamente por encima de él; la moderna tiranía, en cambio, “deja el cuerpo y va derecho al alma” […] Este paso desde las cadenas y el control ideológico y conductual ha sido rebautizado por Foucault como la transición desde la sociedad disciplinaria a la sociedad de control.” Borón, Atilio A. Imperio & Imperialismo (Una lectura crítica de Michael Hardt y Antonio Negri), Itaca, México, 2003, p. 25. 249 Jalife-Rahme, Alfredo, La desnacionalización de PEMEX, Orfila, México, 2009, p. 76. 250 “Durante la primera guerra del Golfo, Estados Unidos introdujo cambios estructurales en la información de masas. Ignacio Ramonet le llama “el modelo 1989”, derivado de tres acontecimientos mediáticos ocurridos ese año: la revuelta de la plaza de Tiananmen, en Pekín, la caída del muro de Berlín, que separaba a las dos Alemanias, y los sucesos en Rumania. Gracias a la autonomía de la televisión para ir a cualquier parte y transmitir en tiempo real, todo el mundo asistió en directo a la represión de estudiantes chinos por el gobierno de Den Xiao Ping. Durante la apertura del muro de Berlín, Dan Rather, de la CBS, repitió la frase “están ustedes viendo la historia en marcha”. Hasta entonces, como señala Ramonet, “la relación comunicacional estaba constituida por un triángulo: el acontecimiento, el mediador o periodista y el ciudadano, espectador o lector.” Pero cuando Rather dijo “están ustedes viendo la historia en marcha”, estaba proponiendo una modificación sustancial: que la relación fuera ahora directa entre el acontecimiento y el público; el ciudadano es “testigo” de lo que pasa.” Fazio, Carlos, Guerra imperial y desinformación: La mentira del Pentágono como arma de guerra, Imprenta Nacional y Gaceta Oficial, Venezuela, 2009, pp. 58-59. 251 Hardt y Negri, Imperio, op. cit., p. 29.

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unilateralismo252 (con la consecuente creación de enemigos de corte decisionista), provoca –teniendo en cuenta la ruptura de fronteras al igual que de hegemonías– una guerra civil global al interior del Imperio, guerra permanente que produce y reproduce la trascendencia de los mercados y de la soberanía.253 La guerra civil al interior del Imperio es entendida a partir de la noción que anteriormente habíamos esbozado de una soberanía imperial cuyo despliegue es la guerra, generando consecuentemente, una poderosa fuerza ordenadora a nivel global. Así, “la guerra civil se torna en condición normal dentro del Imperio, sirviendo como dispositivo para la definición y la posición jerárquica de los sujetos.” 254 Aquí se atisba la posibilidad de que ese nuevo soberano tenga funciones análogas al Estado moderno 255 descripto anteriormente, al encargarse de diferenciar y jerarquizar a la población a nivel global, generando una entidad separada de la colectividad que preserve y asegure –una vez institucionalizada– dicha separación. La imagen que proponen Hardt y Negri para ilustrar el entramado del Imperio global es una pirámide dividida en tres grandes secciones. La primera de ellas tiene a su vez tres subdivisiones en cuyo pináculo se encuentra Estados Unidos de Norte América 256, encarnado en su gobierno y su fuerza militar. Debajo del pináculo se

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“Yo creo, estoy convencido, que las nuevas reglas del unilateralismo norteamericano, las nuevas reglas que se están estableciendo a nivel mundial, en el mercado mundial, tienen que ver con la concepción de la guerra como estrategia soberana fundamental del imperio global norteamericano.” Negri, Antonio, “Toni Negri en Buenos Aires” en Diálogo sobre la globalización, la multitud y la experiencia argentina, Paidós, Buenos Aires, 2003 p. 33. 253 Negri, Antonio y Cocco, Giuseppe, “El trabajo de la multitud y el éxodo constituyente, o el «quilombo argentino»” en Diálogo sobre la globalización, la multitud y la experiencia argentina, Paidós, Buenos Aires, 2003 p. 54. 254 Hardt y Negri, La multitud y la guerra, op. cit., p. 16. 255 Se debe reservar el término “Estado” –según Castoriadis– “para aquellos casos en que se instituye bajo la forma de aparato estatal, lo cual implica una „burocracia‟ civil, clerical o militar, aunque sea rudimentaria: dicho de otra manera, una organización jerárquica con un área de competencia delimitada.” Castoriadis, Cornelius, citado por Zygmunt Bauman en La globalización: Consecuencias humanas, Fondo de Cultura Económica, México, 2011, p. 83. 256 Según Negri: “Este Imperio no es norteamericano; este Imperio es, ante todo, capitalista.” Negri, Antonio, “Toni Negri en Buenos Aires” en Diálogo sobre la globalización, la multitud y la experiencia argentina, Paidós, Buenos Aires, 2003, p. 47. Efectivamente, el verdadero problema no es un Estado, ni un emperador, el verdadero problema es lo que Castoriadis nombra como “ilimitada expansión del

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encuentra el G7, Club de Paris, Club de Londres, el Foro Económico Mundial de Davos, etcétera, organismos encargados de congregar a los Estados-nación que detentan el poder económico. Abajo, y culminando este primer tercio, se encuentra un conjunto heterogéneo de organizaciones cuya finalidad es preservar el poder cultural, biopolítico y militar del Imperio global. En el segundo tercio de la pirámide se ubican todas las redes que controlan la dinámica mundial articulando los flujos de capital, tecnología, población, información, cultura y demás dispositivos que componen el velo del Imperio que cubre el globo. Estas redes se mantienen bajo el manto protector de los elementos que componen al primer tercio de la pirámide, ya sea por medio de la protección del poder militar, ya sea por medio de la protección del poder cultural de los medios de comunicación masiva. Siguiendo a Hardt y Negri: El mercado mundial homogeniza los territorios y a la vez los diferencia, trazando así una nueva geografía del globo. […] Los Estados-nación cumplen varias funciones: la mediación política respecto de las potencias hegemónicas globales, la negociación con las grandes empresas trasnacionales y la redistribución del ingreso de acuerdo a las necesidades biopolíticas que existen dentro de sus propios territorios limitados. Los Estados-nación son filtros del flujo de circulación global y reguladores de la articulación del mando global; en otras palabras, captan y distribuyen los flujos de riqueza desde el poder global hacía él y disciplinando a sus propias poblaciones en la medida en que aún pueden hacerlo.257 Finalmente, en el tercer tercio de la pirámide se encuentra la población en general que en su constructo teórico es denominada multitud. Es la parte más profusa de la pirámide y, sin embargo, no tiene una participación en el ordenamiento del poder global. Una de las pocas maneras en que puede ingresar a la esfera de la toma de decisiones es por

dominio racional”, que hemos identificado como el fenómeno capitalista en Capítulo I §1., el cual tiene en la forma de la guerra su constatación nihilista. 257 Hardt y Negri, La multitud y la guerra, op. cit., pp. 333-334.

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medio de las Organizaciones No Gubernamentales (ONG), que tiene como misión representar la fuerza vital que sustenta al pueblo.258 La pirámide expuesta tiene una correlación con la teorización propuesta por el pensador latino Polibio respecto al Imperio Romano. Dicha teorización se componía de una monarquía (que representaba al emperador, brindando unidad y continuidad al poder siendo el fundamento último de éste), una aristocracia (patente en el senado, encargado de impartir justicia, medida y virtud al ser el vigilante de la reproducción y circulación del gobierno imperial) y una democracia (manifiesto en los comitia populares encargados de generar orden por medio de la disciplina a partir de un esquema de representación). Siguiendo a Hardt y Negri: Para Polibio, el Imperio Romano representaba el pináculo del desarrollo político porque reunía las tres formas «buenas» de poder: la monarquía, la aristocracia y la democracia, encarnadas en las figuras del emperador, el senado y los comitia populares. El imperio impedía que estas buenas formas cayeran en el círculo vicioso de la corrupción por el cual la monarquía se transformaba en tiranía, la aristocracia en oligarquía y la democracia en oclocracia o anarquía. 259

Mutatis mutandis el Imperio de Hardt y Negri está constituido por una relación compleja entre una monarquía (fuerza policial global), una aristocracia (signada por la 258

“Algunas ONG me hacen pensar en las órdenes mendicantes de final de la Edad Media: siento una gran simpatía personal por los dominicos, que realmente intentaron ayudar a la gente, a los pobres, a los que sufrían. Esto no impide que tuvieran la absoluta convicción de poseer la verdad. Y eso quiere decir que de igual forma pudieron participar en guerras santas, cruzadas. […] De la misma manera, a veces hay efectos perversos, terribles en las acciones de las ONG que creen liberar pueblos.” Negri, Toni, Del retorno: Abecedario biopolítico, Debate, Barcelona, 2003, p. 124. Así, las ONG poseen imperativos éticos o morales que puede ser utilizado con fines intervencionistas: “estas ONG humanitarias son en efecto (aun cuando esto vaya contra las intenciones de los participantes) algunas de las armas pacíficas más poderosas del nuevo orden mundial: las campañas caritativas y las órdenes mendicantes del Imperio. Estas ONG libran «guerras justas» sin armas, sin violencia, sin fronteras. Como los dominicos del período medieval tardío y los jesuitas de los albores de la modernidad, estos grupos luchan por identificar las necesidades universales y defender los derechos humanos. Mediante su lenguaje y su acción, primero definen al enemigo como privación (con la esperanza de evitar prejuicios graves) y luego reconocen al enemigo como pecado […] En este sentido, la intervención moral ha llegado a ser la primera línea de fuego de la intervención imperial […] El hecho de que las ONG muestren el nuevo orden como un contexto biopolítico pacífico parece haber provocado la ceguera de estos teóricos ante los efectos brutales que produce la intervención moral como prefiguración del orden mundial.” Hardt y Negri, Imperio, op. cit., p. 57. 259 Ibidem, p. 337.

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especulación financiera) y una democracia (ONG, comunidades, organizaciones, sindicatos, etc.), que más allá de un equilibrio armónico generado a partir de una jerarquización y diferenciación propias de una construcción moderna (por ejemplo el Estado-nación) o clásica (Imperio Romano), presenta una tendencia posmoderna híbrida, cuyo resultado es un poder caótico y difuso, el cual persigue el fin de la creación de un nuevo orden por medio del control biopolítico, cuyo fin es combatir tres grandes luchas desplegadas a lo largo del siglo XX y en lo albores del XXI contra el imperialismo ahora Imperio, a saber: la lucha de los trabajadores, las luchas anticolonialistas y con el socialismo.260 Con ello,

la estructura imperial y, en particular, el poder militar de Washington, se afirma como un ejercicio unilateral de poder político. De este modo, el modelo imperial es exaltado como una figura sacralizada: Bush es el emperador, la guerra sale de sus manos como el rayo de las manos de Zeus. Después del 11 de septiembre, el desarrollo de la soberanía imperial conoce una fortísima aceleración. 261

De tal forma, asistimos a una profunda ruptura de las relaciones internacionales (continuidad/discontinuidad), pues la guerra, consecuentemente, modificó su anterior marco de regulación emanado del modelo Westfalia (producto de la modernidad y la secularización del poder) para recuperar del pasado la postura de la llamada bellum iustum, es decir, de las “guerras justas”, sólo que en el caso actual, el paradigma global interdependentista se da en clave tecno-científica. El nuevo paradigma se define al menos inicialmente, mediante el reconocimiento de que sólo un poder establecido ultradeterminado y relativamente autónomo respecto a los Estados-nación soberanos puede funcionar como el centro del nuevo 260

Hardt, Michael y Negri, Toni, La multitud y la guerra, op. cit., p. 43. “De hecho, uno de los principales motivos que explica el vehemente esfuerzo por acabar con los sindicatos es que son uno de los pocos mecanismos a través de los cuales la gente de a pie puede agruparse y contrarrestar la concentración de capital y poder. Por eso Estados Unidos tiene una historia obrera tan violenta, con reiterados esfuerzos por acabar con los sindicatos cada vez que conseguían algún avance.” Chomsky, Noam, Ambiciones imperiales: El mundo después del 11-S, Península, Barcelona, 2005, p. 183. 261 Ibidem, p. 15.

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orden mundial, ejerciendo sobre él una regulación efectiva y, cuando es necesario, la coerción. 262 El ejemplo más claro de dicha regresión fue la primera guerra del Golfo Pérsico emprendida por parte de EE.UU. sobre Irak tras finalizar la Guerra Fría, pasando por las intervenciones en conjunto con la OTAN en Bosnia y Kosovo, llegando a su punto más álgido tras los ataques del 11-S, al encabezar una cruzada en Afganistán y nuevamente en Irak.263 Así, la bellum iustum enarbolaba la idea “de que cuando un Estado se halla ante una amenaza de agresión que puede poner en peligro su integridad territorial o su independencia política, tiene un ius ad bellum (el derecho a hacer la guerra).”264 La guerra se convierte entonces en un instrumento ético que sirve para ejercer un dominio global, ya que, no lo pasemos por alto, EE.UU. se había convertido de facto en una potencia que se encargaría de diseñar los espacios geopolíticos acordes a los intereses geoestratégicos del capitalismo. En el caso del Medio Oriente, el interés siempre ha girado en torno al petróleo, que a nuestro humilde entender representa “la sangre del sistema capitalista”,265 mientras que en los Balcanes el interés geopolítico era contener a Rusia y China. Por lo tanto, la suspensión y el debilitamiento progresivo del modelo Westfalia, trajo consigo el estado de excepción como norma del derecho 262

Hardt y Negri, Imperio, op. cit., p. 34. Michael Hardt escribe al respecto: “La verdadera repetición histórica está más cercana a nuestro hogar. Se puede decir que Estados Unidos está repitiendo la Guerra del Golfo de 1991, y así es ciertamente, pero hay un elemento mucho más importante que se repite: el coup d‟Etat dentro del sistema global, un nuevo 18 Brumario, que ahora es una repetición de padre a hijo en lugar de tío a sobrino. Por coup d´Etat entiendo la usurpación del poder dentro del orden legal por un elemento monárquico y unilateral y la subordinación a éste de las fuerzas aristocráticas multilaterales.” Hardt, Michael y Negri, Toni, La multitud y la guerra, op. cit., p. 32. 264 Hardt y Negri, Imperio, op. cit., p. 32. 265 “Desde que a mediados del siglo XIX emperezan a ser explotados los primeros pozos petrolíferos en Pennsylvania, el desarrollo de la era del petróleo y la extensión del poder mundial estadounidense han sido dos fenómenos que han crecido en paralelo hasta llegar a un presente en el que ambos son hegemónicos. Tenemos, por una parte, una sociedad adicta al petróleo que lo ha convertido en su fluido vital y del cual no puede prescindir sin desnaturalizarse, y por otra parte, vivimos en un mundo globalizado en el que un país, los EE.UU., detenta un poder económico, político y militar incontestable y sin precedentes en la historia de la humanidad. Tanto por el papel que el petróleo ha jugado en la consecución y el mantenimiento de la supremacía norteamericana, como por la influencia determinante que tiene en su comportamiento actual, es probable que cada vez sea más habitual identificar la época en que nos ha tocado vivir como la del imperio del petróleo. Desde este punto de vista, la amenaza de guerra en Irak no es más que el primer episodio de una nueva modalidad de ejercicio de poder imperial en la era del petróleo.” Jensen, Robert, Ciudadanos del Imperio: Reflexiones sobre patriotismos disidencias y esperanzas, Editorial Popular, Sevilla, 2003, p. 8. 263

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internacional. Acorde a esta dinámica, la nueva doctrina que se fue gestando a partir de la autocoronación del primer soberano global es la del derecho preventivo. En palabras de Hardt y Negri:

En esta esfera, la función de la excepción es muy importante. Para poder controlar y dominar una situación completamente fluida, es necesario conceder a la autoridad interviniente (1) la capacidad de definir, en cada ocasión de manera excepcional, las demandas de intervención y (2) la capacidad de poner en marcha las fuerzas y los instrumentos que pueden aplicarse de diferentes maneras a la diversidad y la pluralidad de los acuerdos que estén en crisis. Así, surge, en nombre de la excepcionalidad de la intervención, una forma de derecho que en realidad es un derecho de policía. La formación de un nuevo derecho se inscribe en un despliegue de la prevención, la represión y la fuerza retórica destinadas a reconstruir el equilibrio social: todas características propias de la función policial. 266 Al detentar el poder jurídico para determinar en qué casos se aplica la excepción, así como la capacidad técnica para el despliegue de una fuerza policial, el Imperio se convierte en el soberano del globo, sólo que a comparación de las experiencias imperiales del pasado 267, los nuevos desarrollos científico-tecnológicos han permitido que el espacio de influencia global (Grossraum) sea ilimitado. Así, arribamos a un nuevo derecho supranacional, el cual es definido de la siguiente forma: El nuevo derecho supranacional debe definirse a través de las siguientes características de su aplicación: en la totalidad de los espacios globales ilimitados, hasta las profundidades del mundo biopolítico y afrontando una temporalidad imprevisible. Allí es donde el concepto de Imperio debe luchar por establecerse, donde debe probar su efectividad y, por lo tanto, donde su maquinaria debe ponerse en movimiento.268 266

Hardt y Negri, Imperio, op. cit., p. 36. “La guerra preventiva no es solamente una doctrina militar; es una estrategia constituyente del Imperio.” Hardt, Michael y Negri, Toni, La multitud y la guerra, op. cit., p. 23. 267 “Obviamente, si se quisiera comprender en su complejidad la génesis de este arquetipo romanista, se deberían estudiar las experiencias imperiales que se desarrollaron en Europa después de la caída del Imperio Romano y que se inspiraron en su modelo más o menos directamente. Piénsese, por ejemplo, en formaciones políticas como el Imperio Germánico-Feudal, el Imperio Bizantino, el Imperio Otomano, el Imperio Español.” Zolo, Danilo, La justicia de los vencedores: De Nuremberg a Bagdad, Edhasa, Buenos Aires, 2007, p. 132 268 Hardt y Negri, Imperio, op. cit., p. 47. En el documento “Proyecto para una Nueva Centuria Americana, promovido, entre otros, por la flor y nata de la administración Bush (Dick Cheney, Donald

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En conclusión, el enfoque de una nueva soberanía imperial elaborada por Hardt y Negri se inscribe en el punto de vista que privilegia al globo como una categoría en donde se despliega el fenómeno de la “ilimitada expansión del dominio racional”, es decir, del capitalismo en su versión posmoderna269 con su respectivo modo de producción posfordista. El Imperio tiene como una de sus características principales la expansión por medio de una fuerza policial global cuya doctrina es la guerra preventiva, así como por medio del biopoder, todo ello signado –insistimos– por un novedoso modo de producción.

Rumsfeld, Paul Wolfowitz, Richard Perle, etc.) y por el hermano del presidente leemos que «los EE.UU. son la única superpotencia mundial que combina un poder militar preeminente, un liderazgo tecnológico global, y la mayor economía del mundo… Actualmente EE.UU. no tiene ningún rival global. La gran estrategia americana debe tener como objetivo asegurar y extender esta posición privilegiada en el futuro y durante tanto tiempo como sea posible».” Jensen, Robert, op. cit., p. 9. 269 “Propongo llamar “posmoderna” –¿por qué no?– a toda representación de la producción artística que se realiza bajo el signo de la exposición espectacular de los deseos, de las fantasías y de los terrores. Bajo el signo de una abolición universal. Bajo el signo de la exposición total de los particularismos. Bajo el signo de la igualdad histórica de los medios formales.” Badiou, Alain, Filosofía del presente: Libros del Zorzal, Buenos Aires, 2005, p. 88.

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CAPÍTULO III GUERRA EN EL MUNDO DEL SIGLO XXI Desde hace veintisiete años, nosotros, los futuristas, nos hemos expresado contra la calificación de la guerra como antiestética […] De acuerdo con ello […] reconocemos: […] la guerra es bella porque gracias a las máscaras antigás, a los megáfonos que causan terror, a los lanzallamas y los pequeños tanques, ella funda el dominio del hombre sobre la máquina sometida. La guerra es bella porque inaugura la metalización soñada del cuerpo humano. Marinetti, Manifiesto futurista. Yo escribí una vez una frase que, entre todas las que he escrito, es la que prefiero, y es que nadie puede proteger a la humanidad contra su propia locura. Cornelius Castoriadis, Democracia y relativismo.

Como hemos constatado en el Capítulo II, la globalización caracterizada como Imperio deviene en una exaltación de la guerra, cuyo fenómeno característico es una ilimitada (hybris)270 expansión de la barbarie. Siguiendo a Hardt y Negri: Es sorprendente hasta qué punto se parece este experimento estadounidense a la antigua experiencia constitucional y, específicamente, a la teoría política inspirada por la Roma imperial. En aquella tradición, el conflicto entre el límite y la expansión siempre se resolvía en favor de la expansión. Maquiavelo decía que eran expansivas aquellas repúblicas cuyas bases democráticas conducían tanto a la continua producción de conflictos como a la apropiación de nuevos territorios. Polibio concebía la expansión como la recompensa a la perfecta síntesis de las tres formas de gobierno, porque la forma eminente de tal poder alentaba la presión democrática de la multitud para 270

Una de las representaciones más portentosas del fenómeno de la guerra la encontramos en la tragedia griega, en especial en la obra de Esquilo Los siete sobre Tebas, en la cual se presenta la guerra como manifestación de la divinidad, es decir, de Ares. Los siete sobre Tebas relata una doble desmesura, ya que los dos hermanos que se disputan el poder la ejercen. Eteocles comete la desmesura de convertirse en el tirano sin-límites, mientras que Polinice comete la desmesura de la venganza sin-límites; el resultado es la aniquilación de los dos, desencadenando la tragedia de Antígona, fuente de las dos grandes variables del derecho occidental (derecho divino, derecho de los hombres). Asimismo, Morin señala que: “En las fuentes de lo que consideramos la barbarie humana, encontramos por cierto esta vertiente “demens” productora de delirio, de odio, de desprecio y que los griegos llamaban hybris, desmesura.” Morin, Edgar, Breve historia de la barbarie en Occidente, Paidós, Buenos Aires, 2006, p. 14.

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superar todo límite y todo control. Sin expansión, la república corre constantemente el riesgo de quedar absorbida en el ciclo de la corrupción. 271 Pero antes de continuar, es pertinente y necesario lanzar una pregunta sumamente compleja, a saber, ¿qué es la guerra? El paréntesis que evoca la respuesta a la pregunta nos permitirá eludir las simplificaciones con las que se suele tratar el tema, ya sea abordando la guerra en cuanto solidaridad, juego, naturaleza humana o política.272 De manera que, en una primera instancia, abordaremos la guerra desde el enfoque multidisciplinario propuesto por Jared Diamond y el complejo de Danilo Zolo, para ulteriormente descomponer, cual prisma multidimensional, el fenómeno de la guerra desde el contexto contemporáneo. El fisiólogo norteamericano Jared Diamond en su obra El tercer chimpancé, propone enfocar la guerra como un fenómeno de expansión. Así, los conquistadores a lo largo de 50.000 años han ejercido un sistemático exterminio tanto de otros humanos, como del medio en que habitan, teniendo como consecuencia el paulatino hundimiento del ser humano como especie viviente en el planeta. Los conflictos bélicos que se han desencadenado a lo largo de la historia, con sus respectivas victorias y derrotas, ocupaciones y hecatombes, son enfocados por Diamond desde la multiplicidad de las 271

Hardt, Michael y Negri, Antonio, Imperio, Paidós, Barcelona, 2005, p. 186. “Pero el orden estadounidense es el de la guerra, civil (competencia de todos contra todos) y extranjera (división por zonas, intervencionismo del mundo para consolidar el aislamiento de la potencia.” Badiou, Alain, Filosofía del presente, Libros del Zorzal, Buenos Aires, 2005, p. 40. 272 “La guerra como solidaridad: De acuerdo a esta perspectiva, la guerra es necesaria para la instauración y conservación de la identidad del grupo. Sin embargo, esta teoría no explica cómo los beneficios de la guerra son superiores a los costos. La guerra como juego: Para esta explicación la guerra es una actividad dinámica y ennoblecedora. No obstante ello, no se explicitan las condiciones en las cuales la guerra es valorada positivamente, puesto que existirían en múltiples casos culturas que no promueven la guerra y la utilicen en términos defensivos. La guerra como naturaleza Humana: Desde este punto de vista, hay un instinto criminal en la naturaleza humana. Por ende, la guerra es el producto directo de tal instinto. Pero una objeción posible es que el asesinato no se valora universalmente y tanto la intensidad como la frecuencia de la guerra son demasiado variables. Tales variaciones son indudablemente provocadas por diferencias culturales. La guerra como política: Para esta teoría, un grupo desea protegerse de –o aumentar su bienestar a costa de otro(s) grupo(s). La guerra conduce a la apropiación de territorios y recursos, botines, impuestos y tributos. Esta teoría resulta valida para formaciones estatales pero –por desgracia– no resulta aplicable a grupos y aldeas.” Vera Ortiz, Sergio Iván, La sensibilidad posmoderna y el pensamiento de la crisis. Un análisis de la posmodernidad, su cultura, sus teorías y sus fuentes ideológicas (Tesis de Doctorado), México, UNAM, 2008, pp. 182-183.

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diferencias culturales, las cuales detentan un peso crucial en el resultado de los conflictos en los que se han visto inmiscuidos distintos grupos humanos en pos de la expansión, haciendo a un lado la argumentación determinista genético-racial propia del positivismo decimonónico y el contexto colonialista 273 en que se vivía entonces y que se prolongará durante el siglo XX274 e inicios del XXI. De tal forma:

Las diferencias en la tecnología militar y marítima, en la organización política y en la agricultura han tenido un peso decisivo. De esta suerte, los grupos que poseían una agricultura más desarrollada adquirían la ventaja militar de la fuerza numérica, la capacidad de mantener una casta militar permanente y la resistencia a enfermedades infecciosas contra las que otras poblaciones menos nutridas no habían desarrollado defensas. 275 A partir de dicho enfoque se entiende que, tanto la cultura como la posición competitiva de las sociedades están moldeadas por factores biológicos y geográficos. Dichos factores se cristalizan, ya sea como especies vegetales, ya sea como animales disponibles para la domesticación, de ahí que “los humanos, como la mayoría de las especies, compiten entre sí por el territorio.” 276 La manera en que dicha competencia

273

“La preocupación de los siglos XVIII y XIX por la raza como forma de explicar la dinámica de la historia y la cultura se originó por varias causas. En primer lugar, el problema de la esclavitud y su abolición desató intensos debates a ambos lados del Atlántico sobre si los africanos pertenecían o no a una subespecie humana distintiva, presuntamente inferior. En segundo lugar, la creciente ascendencia militar y económica de Europa se tomaba como signo de que los europeos eran de una raza superior, especialmente cuando su llegada a muchas partes del mundo fue seguida por el precipitado descenso y aun la extinción de los pueblos indígenas. En tercer lugar, el siglo XVIII y los principios del XIX asistieron a un rápido crecimiento de las ciencias biológicas, lo que a su vez fomentó el interés en las diferencias entre las razas y entre los seres humanos y el resto del mundo natural.” Arnold, David, La naturaleza como problema histórico: El medio, la cultura y la expansión de Europa, Fondo de Cultura Económica, México, 2001, p. 30. 274 Frantz Fanon conocía muy bien dicha situación en pleno siglo XX, la cual queda patente en la siguiente definición de colonialismo: “Cuando se percibe en su aspecto inmediato el contexto colonial, es evidente que lo que divide al mundo es primero el hecho de pertenecer o no a tal especie, a tal raza… En las colonias la infraestructura es igualmente una superestructura. La causa es consecuencia: se es rico porque se es blanco, se es blanco porque se es rico… No son ni las fábricas, ni las propiedades, ni la cuenta en el banco lo que caracteriza principalmente a la «clase dirigente». La especie dirigente es, antes que nada, la que viene de afuera, la que no se parece a los autóctonos, a «los otros».” Frantz Fanon citado por Bouvier, Pierre, Franz Fanon, testigo, Ediciones Sígueme, Madrid, 1973, p. 126. 275 Diamond, Jared, El tercer chimpancé: origen y futuro del animal humano, Debate, México, 2007, p. 303. 276 Ibidem, p. 304. La competencia por el territorio no siempre está asociada a organizaciones de corte estatal, es decir, la disputa y la ocupación de territorios no están condicionadas por la existencia de un Estado, entendiéndolo en tanto forma de organización espacial emanada de la época moderna.

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suele ser adoptada evoca las formas de las guerras entre grupos de especies vecinas por asumir el control territorial de tierras fértiles (xenofobia), o de extensas zonas donde habitan animales domésticos, o en términos contemporáneos: el petróleo.277 La época moderna daría un giro de ciento ochenta grados, pues si bien el humano había tenido la característica del sedentarismo la mayor parte de su existencia sobre la faz de la tierra (ya que las distintas culturas no habían tenido desplazamientos interoceánicos de gran relevancia), el año de 1492 marcó una profunda ruptura, pues mostró un caleidoscopio de “otras culturas” sin parangón en la historia occidental. En los últimos diez mil años de la historia de la humanidad, las sociedades se veían ancladas al lugar donde nacían, teniendo un limitado contacto con otras, y cuando existía (la mayor de las veces), se enfocaba en difundir o intercambiar productos de limitada producción, así como a enfrentamientos territoriales a pequeña escala. Como explica Diamond:

Las tradiciones culturales que se han impuesto en el mundo se seleccionaron en virtud del éxito económico y militar de las sociedades que las practicaban, cualidades que no garantizan necesariamente el fomento de la felicidad ni de la supervivencia a largo plazo. 278

De ahí que la conquista del Nuevo Mundo tuviera en los factores tecnológicos y políticos dos elementos que derivaron en la ulterior expansión europea, y no en una superioridad racial, argumento que “cosifica” y “deshumaniza” al “otro”, al “diferente”. Siguiendo a Diamond: “Los europeos del siglo XIX concluyeron que sus adelantos

277

“A nuestro juicio, el punto más resplandeciente del análisis dual de Rawi Abdelal y Adam Segal versa sobre la “medición de la salud de la globalización en los mercados energéticos, en particular del petróleo” que “se ha convertido en la última materia prima global global commodity con una importancia sin paralelo” y lanzan un atractivo axioma: “como marchan los mercados petroleros así marcha la economía global.” Jalife-Rahme, Alfredo, Hacia la desglobalización, Jorale-Orfilia Valentini, México, 2007, p. 14. “[…] así como la mayor utilización de hidrocarburos para las aventuras tecno-militares de EU en el mundo: “el Departamento de Defensa de EU es el mayor consumidor de petróleo del mundo, y su consumo cotidiano es mayor al de todo Suecia.” Jalife-Rahme, Alfredo, La desnacionalización de PEMEX, Orfilia Valentini, México, 2009, p. 94. 278 Ibidem, p. 320.

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culturales se basaban en una inteligencia intrínsecamente superior, por lo que su destino manifiesto era conquistar, desplazar y exterminar a los pueblos «inferiores», razonamiento que, a la par que abominable y arrogante, era erróneo.” 279 Por ejemplo, el grado de desarrollo de las civilizaciones de los distintitos continentes emana de la situación geográfica de la cultura y no de la genética, como se había sostenido hasta hace relativamente poco tiempo.280 Como habíamos expresado anteriormente, una sociedad con un conocimiento profundo de la agricultura permitía que los excedentes alimentarios producidos por el trabajo de una parte de la sociedad generara, a su vez, una división del trabajo, ya que otros individuos tenían la posibilidad de dedicarse a la metalurgia, manufactura, escritura, así como a servir profesionalmente en los ejércitos. Esta es precisamente la dinámica que comienza a manifestarse preponderantemente en Europa a partir del siglo X, pues el aumento de la densidad poblacional se convirtió en un requisito fundamental para el nacimiento de los Estados centralizados en la antesala de la época moderna.281 A partir del enfoque de Diamond, la conquista del Nuevo Mundo tuvo cuatro grandes factores, a saber: 1) Enfermedades infecciosas (principalmente la viruela); 2) Tecnología avanzada (armas, barcos, etc.); 3) Sistema de almacenamiento de

279

Ibidem, p. 324. Una crítica a la postura de Diamond sería la del determinismo ambiental: “No obstante que algunas expresiones pretéritas del determinismo ambiental hoy nos parecen llanamente simplistas y mal informadas, ha habido entre los historiadores (y también entre otros personajes ajenos a esta profesión) la recurrente fascinación con la idea del determinismo geográfico, climático o biológico y también con la creencia de que las sociedades humanas están modeladas (y diferenciadas unas de otras) por su localización física y sus circunstancias ambientales.” Arnold, David, op. cit., p. 12. 281 “Entre los años 950-1000, periodo en el que se desvanecen las últimas humaredas carolingias y se instauran las estructuras señoriales que durante seis o siente siglos constituirán el marco de vida de los hombres, y a mediados del siglo XIII, las piezas del mosaico cristiano, disociadas hasta entonces, forman un ensamblaje; en algunos lugares el ajuste es imperfecto: Italia del sur, la articulación entre los mundos germánico y eslavo… Pero los ejecutantes interpretan ahora un mismo concierto en el que están incluidos los reductos celtas, el mundo nórdico, el asa de los germanos o los galos con sus bordes eslavos o musulmanes, ibéricos e italianos. ¿Qué falta por hacer para llegar a la Europa moderna? Simplemente avanzar un poco más hacia el este, hacia el norte o hacia el sur, a falta de atreverse a hacerlo en dirección al oeste, donde el océano constituye ya una fase de expansión, un «salto hacia delante» imposible de comprender sin la etapa de asentamiento que precede.” Fossier, Robert, “Asentamiento de los estados” en El despertar de Europa, 950-1250, Crítica, Barcelona, 2000, p. 121. 280

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información (historia escrita); 4) Organización política. En relación al segundo punto, que es el que nos interesa en el presente apartado, es importante mencionar el papel del caballo como elemento técnico de la expansión europea en el Nuevo Mundo. El caballo es una especie cuya domesticación data de 4000 a.C. y guarda una especial relación con el poder, como lo muestra Shakespeare en su obra Ricardo III, cuando el tirano, al perder la batalla decisiva, exclama: “!Un caballo¡ ¡Un caballo! ¡Mi reino por un caballo!” 282 Para que un animal sea considerado domesticable requiere de tres grandes condiciones: 1) Ser una especie sociable que viva en grupos, pues “los individuos subordinados de una manada desarrollan instintivamente la sumisión que caracteriza su conducta hacia los individuos dominantes, conducta que pueden transferir a sus relaciones con los humanos.” 283 2) Que no huyan, es decir, que no tengan un comportamiento territorial; 3) Que se reproduzcan, pues los animales cautivos que se niegan a reproducirse no sirven para la domesticación. 284 Otro de los elementos fundamentales de la guerra cuyos orígenes provienen de Oriente es el arco. Según algunos expertos, el arco data de 10,000 años y dio la posibilidad de matar a distancia. Siguiendo a Yehya:

Por primera vez el hombre no tenía que derrotar con la fuerza de sus músculos, ni siquiera tenía que tocar a su presa animal o rival humanos para herirlo o asesinarlo, con lo que se creaba no sólo un distanciamiento físico sino también moral entre la víctima y el victimario. Quizá, como se plantea el célebre historiador John Keegan, el arquero fue el primer guerrero.285

282

Shakespeare, William, Ricardo III, Andrés Bello, México, 2010, p. 179. Diamond, Jared, op. cit., p. 327. 284 Recordemos que es Eurasia la sede de los cinco animales domesticados más importantes, a saber, ovejas, cabras, cerdos, vacas y caballos. 285 Yehya, Naiel, Guerra y propaganda: Medios de comunicación y el mito bélico en Estado Unidos, Paidós, México, 2004, p. 21. 283

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Los caballos domesticados llegaron de medio Oriente en el 2300 a.C. y a partir de ese momento han jugado un papel decisivo en la historia de la guerra y la conquista, ya que

después de la invención de las sillas de montar y los estribos, hicieron posible que Atila, el rey de los hunos, devastara el Imperio romano, que Gengis Kan conquistara un Imperio desde Rusia hasta China y que en la zona Occidental de África se establecieran reinos militares. […] La velocidad permitía a los guerreros orquestar ataques sorpresa contra enemigos distantes y retirarse sin darles tiempo para organizar el contraataque. De tal suerte, los caballos revolucionaron el arte de la guerra en todo el mundo, situando en una posición de privilegio a los pueblos que los empleaban.286

El caballo como elemento para la guerra resultó un ventajoso artilugio de la expansión europea en el Nuevo Mundo 287, teniendo sus orígenes en la situación geográfica y biológica que Diamond denomina biogeografía, entendida como un desarrolló cultural habilitado por una situación biológica y geográfica que permitió las condiciones técnicas de cierta cultura para su ulterior expansión territorial. El ocaso de la técnica hegemónica del caballo en la guerra se da “con la ineficacia de las cargas de la caballería polaca contra los ejércitos invasores de Hitler en septiembre de 1939, la importancia del caballo, el más apreciado de los animales domesticados durante seis mil años, toco su fin.” 288 La guerra, entonces, se entiende a partir de un enfoque biogeográfico y no como una determinación genético-racial, de manera que podemos concluir –provisionalmente– que la guerra es una construcción socio-cultural contingente. Otro enfoque que nos ha parecido pertinente recoger en torno a la guerra y su relación con el humano, es aquel elaborado por Danilo Zolo desde la complejidad.

286

Ibidem, p. 364. León-Portilla, Miguel (Introducción, selección y notas), Visión de los vencidos: Relaciones indígenas de la conquista, UNAM, México, 2000, p. XXV-XXVI. 288 Diamond, Jared, op. cit. p. 329. 287

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Dicho enfoque está compuesto de tres puntos: 1) La guerra entendida como violencia grupal destructiva y estratégicamente planificada; 2) El conflicto como interacción antagónica entre grupos sociales; 3) La agresividad como una disposición individual y colectiva al uso de la violencia. De aquí que la guerra y la agresión se encuentren mediadas por el conflicto grupal. La agresión tiene sus raíces biológicas no sólo en el homo sapiens, sino en animales superiores y primates antropomórficos en particular. Según Zolo “hoy en día no cabe duda de que la guerra es un fenómeno de agresividad «intraespecie» grupal y, a consecuencia de ello, tampoco cabe duda alguna de que se trata del resultado de una tendencia evolutiva estrictamente humana, que en sí misma no se fundamenta en ninguna base biológica directa.” 289 Al igual que Diamond, Zolo no acepta el determinismo que implicaría asumir que el ser humano es agresivo por naturaleza, por ello se argumentó el factor de la biogeografía como una forma de explicar el fenómeno fuera del determinismo cientificista. Así:

Konrad Lorenz ha señalado que, de esta forma, la agresividad humana ha podido estabilizarse en el curso de la evolución sin que se hayan desarrollado en paralelo mecanismos de comportamiento que inhiban automáticamente la agresividad, mecanismos que, por el contrario, están ampliamente difundidos en el mundo animal. A los imperativos biológicos que deberían de imponer la interacción cooperativa entre sujetos que pertenecen a la misma especie, se han superpuesto el filtro de normas culturales que autorizan el uso de la violencia y del homicidio. En consecuencia, la idea según la cual la guerra está «genéticamente programada» resulta hoy en día totalmente insostenible. 290

De tal forma, el fenómeno de la guerra no puede ser abordado desde un punto de vista que implique una adaptación filogenética, pues ello supondría que existe un impulso destructivo heredado de especies superiores (esta hipótesis ha sido rechazada por la

289

Zolo, Danilo, Cosmópolis: Perspectivas y riegos de un gobierno mundial, Paidós, Barcelona, 2000, p. 200. 290 Idem.

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Declaración de Sevilla 291 sobre la violencia). El determinismo se esfuma cuando sale a relucir la noción de plasticidad evolutiva del homo sapiens,

es decir, que la interacción con el medio ambiente a lo largo de miles de años ha moldeado gradualmente los impulsos fundamentales de este primate superior y lo ha transformado en un animal esencialmente cultural, cada vez menos condicionado por el determinismo biológico. 292 Con ello entendemos “la guerra” como un fenómeno cultural exclusivamente humano. Sin embargo, los elementos adaptativos biológicamente arraigados en el homo sapiens, como las emociones agresivas, solidaridad de grupo, instintos territoriales, tendencia a responder a los envites competitivos por parte de los extranjeros o el deseo de dominar, juegan un papel en el entendimiento cultural de la guerra, ya que el núcleo difuso se encuentra en la agresividad humana. La agresividad se combina con los elementos anteriormente señalados –espíritu de grupo, instintos territoriales, etc. –, los cuales son una respuesta a la exposición al ambiente y, consecuentemente, a la necesidad de seguridad del homo sapiens como especie. De tal forma, el acechante peligro del entorno puede romper la pervivencia del individuo o grupo, manifestando la agresividad como un intento de reducir el temor,

el uso de violencia agresiva como alternativa a escapar del peligro o de la simple defensa supone una forma de comprometerse en una oposición activa contra los «riesgos» que implica el entorno, así como de restablecer una situación de equilibrio homeostático, orden y tranquilidad. 293

291

“La Declaración de Sevilla sobre la violencia fue firmada por veinte científicos de doce países distintos en la clausura de una reunión de científicos naturales y sociales organizada por Martín Ramírez y David Adams en Sevilla, en mayo de 1986. Su tesis central era que «es científicamente incorrecto afirmar que la guerra u otro comportamiento violento está genéticamente programado en la naturaleza humana»” Ibidem, p. 218. 292 Ibidem, p. 201. 293 Ibidem, p. 202.

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Al no poder negar la agresión, el conflicto y la guerra, el esfuerzo residiría en tratar de integrarlos y ulteriormente afrontarlos desde una postura que los comprenda como parte de un proceso evolutivo que resultaría ingenuo eliminar en el corto plazo, siendo el reto encontrar mecanismos que generen un nuevo imaginario socio-cultural encaminado a construir un mundo más armónico, ya que el acecho de nuevos peligros ocasionados por la técnica moderna nos alertan sobre el nihilismo que circunda el mundo del siglo XXI. Descartando la guerra en tanto determinismo genético-racial y mostrando su complejidad como fenómeno cultural, la guerra en el ocaso del siglo XX e inicios del siglo XXI nos impele a explicar su articulación con la globalización, en sus diferentes dimensiones, a saber, histórico-filosófica, político-jurídica, socio-cultural y económica.

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§1. Las guerras de ayer y las guerras de hoy. Siempre ha existido una tríada imperial.En la primera fila, el militar que conquista. En la segunda, el comerciante que abre los mercados. En la tercera, el misionero que convierte. Que se esté encargado de convertir al Cristo-rey o que se prediquen los “derechos humanos”, ocupar esa tercera posición es algo indigno para un filósofo. Alain Badiou, Circunstancias. Hay una gran contradicción en el siglo que termina. Los cien mejores años de la economía mundial han sido al mismo tiempo los más sanguinarios en la historia de la humanidad. Las guerras –por primera vez «mundiales» han ocasionado destrucciones que antes eran impensables, sobre todo entre la población civil. Sólo en la primera guerra mundial Europa sacrificó a 25 millones de ciudadanos: se trata de un balance cinco veces más trágico que el de las guerras continentales de todo el periodo 17891815. Peor, mucho peor, el siglo XX ha sido y es el siglo de los genocidios, de las dictaduras feroces y cruentas, surgidas en el corazón de la Europa «civil» y en la Santa Rusia. Gianni Toniolo, Lo mejor y lo peor.

Desde los orígenes helenos de Occidente se pueden rastrear las claves para explorar el fenómeno de la guerra, pues como sentencia El Oscuro: “La guerra de todos es padre, de todos es rey; a los unos los designa como dioses, a los otros, como hombres; a los unos los hace esclavos, a los otros, libres” (D.K. 53). Esta lejana sentencia bien podría articularse con el consejo que tiempo después brindaba Aristóteles a su alumno Alejandro Magno en un tratado intitulado Alejandro o Sobre las colonias, en donde el Estagirita aconsejaba “ser caudillo para los helenos, para los bárbaros señor, y tratar a los primeros como amigos e iguales, y a los segundos como fieras o plantas.” 294 Como es de manifiesto en las fuentes citadas, desde hace miles de años la especie humana

294

Aristóteles citado por Manuela García Valdez, “Introducción” en Constitución de los atenienses, Gredos, Madrid, 2008, p. 18.

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apela a criterios de corte dualista en su conducta para imponer su voluntad 295 sobre otros grupos, a la vez que existe un cierto grado de inhibición para los que considera sus iguales. Uno de los fenómenos que más profundamente lleva en sus entrañas el criterio dualista para imponer la voluntad sobre el “otro”, es el racismo. Para Castoriadis el racismo, entendido como odio al “otro”, es un fenómeno de larga data en la historia de la humanidad cuya relación con los monoteísmos muestra una disyuntiva poco afortunada. Así, los monoteísmos se han caracterizado por una conversión a través de la fuerza (en el mejor de los casos), o por un exterminio.296 La conversión a la fuerza nos habla de una normalización de los territorios y las poblaciones conquistadas, mientras que el exterminio es un despliegue de la guerra en su faceta de nihilismo pleno.297 Según Castoriadis:

Se olvida que cuando los cristianos se adueñaron del Imperio Romano vía Constantino, son una minoría, que se convierte en mayoría sólo a través de las persecuciones, el chantaje, la destrucción masiva de 295

“Guerra: No existe para ella una definición universal. La afirmación de Karl von Clausewitz “La guerra es (…) un acto de fuerza para imponer nuestra voluntad al adversario”. Mantiene vigencia pues es amplia y subraya el uso de las armas para conseguir el objetivo frente al adversario.” Sohr, Raúl, El mundo y sus guerras, Debate, México, 2009, p. 183. 296 “Se podría remitir también a la lección de René Girard acerca de la función de “chivo expiatorio” que el sacrificio del jefe político (o de un “extranjero interior”) tiene en las culturas primitivas. En situaciones muy conflictivas y de gran inestabilidad social, el rito penal concentra simbólicamente el sentido de culpa del grupo y lo descarga sobre la figura de la victima, cuyo sacrificio tiene la función de traer de nuevo la paz y reconquistar el favor de los dioses. En la “ejemplaridad” de la condena penal sobreviven entonces elementos de irracionalidad ancestral que atribuyen al castigo una función sacrificial y victimaria.” Zolo, Danilo, La justicia de los vencedores: De Nuremberg a Bagdad, Edhasa, Buenos Aires, 2007, p. 174. 297 “El nihilismo como problema, como lógica última de la décadence, como concepto antropológico y psicológico, como malestar y absurdo, como estado «normal» de la humanidad europeo-occidental, como desastre y desvalorización de la vida, como enfermedad de la cultura, se lo debemos por completo a Nietzsche [El nihilismo pleno es la] descomposición extrema y final de los valores cristianos-metafísicos. Nietzsche lo vaticina para los siglos XX y XXI. Es una época de grandes guerras y gigantescos derrumbamientos en todos los órdenes.” Ríos, Rubén H., Friedrich Nietzsche y la vigencia del nihilismo, Campo de Ideas, Buenos Aires, 2004, p. 115-121. “El Amo de la significación sienta cátedra por encima del Amo de la violencia. Sólo mediante el fracaso que supone el derrumbe del edificio de significaciones instituidas puede empezar a hacerse oír la voz de las armas.” Castoriadis, Cornelius, El mundo fragmentado, Caronte, Buenos Aires, 2008, pp. 96-97. “Al igual que el crimen de Nueva York, la guerra estadounidense está desligada de todo derecho, es indiferente a todo proyecto. En ambos lados, se trata de atacar ciegamente, para demostrar la capacidad de ataque. Se trata de los juegos nihilistas y sangrientos del poder sin finalidad, sin verdad.” Badiou, Alain, Circunstancias, Libros del Zorzal, Buenos Aires, 2005, p. 71.

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templos, de las estatuas, de los lugares de culto y de los manuscritos antiguos –y finalmente por disposiciones legales (Teodosio el Grande) que prohíben a los que no son cristianos habitar el Imperio. 298 Recordemos el atributo ubicuo expuesto en el Capítulo I §1., propio de la globalización, en tanto Dios omnipresente, para comenzar a hilvanar la compleja trama. Para Castoriadis, el racismo participa de algo mucho más universal de lo que habitualmente se admite, al punto de convertirse en un rasgo empíricamente universal de las sociedades humanas sin importar latitud o longitud geográfica alguna. Ese “algo” es la incapacidad de las sociedades de constituirse así mismas sin excluir al “otro”, y a su vez de excluirlo sin desvaloralizarlo y odiarlo. A nivel del psiquismo de los seres individuales existen tres variables del constituirse a sí mismo frente al “otro”. Si al “otro” se le enfoca como superior, el resultado será la anulación de sí mismo; ejemplo de ello sería el caso en que la ley francesa tome a la ley alemana como superior, pues su consecuencia sería la anulación de la primera, es decir, del sí mismo.299 Si al “otro” se le enfoca como inferior –que es la vía más común–, el “otro” será excluido en tanto ser inferior en lo que Castoriadis da en llamar “exclusión de la alteridad externa”. Finalmente, si al “otro” se le enfoca como equivalente, derivaría en la problemática de que todo sería indiferente o desinvestido, pues el “otro” sería simplemente “otro”. En este punto salta una pregunta crucial: “¿Por qué, lo que hubiera podido permanecer como simple afirmación de la “inferioridad” de los otros, se vuelve discriminación, desprecio, confinamiento para, finalmente, exacerbarse hasta la rabia, el odio y la locura asesina?” 300 Una posible respuesta es que la fijación racista respecto al “otro” (mediada por la inferioridad del “otro” y su exclusión, ya sea individual o colectivamente), es a 298

Castoriadis, Cornelius, El mundo… op, cit., p. 32. “De ello se extrae una regla general, que nunca, o sólo raras veces, falla, el que propicia el poder de otro, labra su propia ruina, porque ese poderío es causado por él con astucia o con fuerza, y tanto la una como la otra resultan sospechosas al que se ha vuelto poderoso. Maquiavelo, Nicolás, El príncipe, Losada, Buenos Aires, 2007, pp. 84-85. 300 Ibidem, p. 35. 299

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causa de que encarna el mal.301 No obstante, “considerar a alguien culpable por su pertenencia a una colectividad a la que no eligió pertenecer no es lo propio del racismo.” 302 La verdad específica del racismo (y el odio a los otros), radica en que el racismo no da la posibilidad de abjurar, esto es así porque el racismo no quiere la conversión de los otros, lo que en verdad quiere es su eliminación fáctica. De ahí que el imaginario racista apele a características físicas, por ser éstas irreversibles y fundadas en una apercepción. Así, el racismo es el rechazo, desvalorización y en última instancia la eliminación del “otro” en tanto que “otro”. Una variable diferente del racismo al que apelaba anteriormente Castoriadis, es la del racismo desde el psiquismo singular. En ella la faceta del odio al “otro”, en tanto que “otro”, es la cara opuesta del amor propio en cuanto investimento del yo. Poco importa que se cometa una falacia, ya que, siguiendo a Castoriadis, el silogismo del sujeto frente al otro es siempre el de “si afirmo el valor de A, debo también afirmar el no-valor de no-A.” La falacia consiste en que el valor de A excluye cualquier otro: “A (lo que soy) vale, y lo que 301

"Todos manifiestan así su aceptación tácita del liderazgo de un fundamentalista iluminado que les anuncia su intención de llevarlos a una “batalla monumental contra el Mal” ¿Será contagioso el delirio político y místico de los teleevangelistas? Ni la conmoción psicológica, ni el respeto que se puede sentir por las victimas puede explicar este intenso fervor religioso. Aunque Estados Unidos sea originariamente una teocracia fundada por puritanos que huían de la intolerancia de la Corona británica, no es por eso una nación beata en la que los teleevangelistas hacen las veces de estrategas militares. Además, no existe precedente histórico alguno en el que un presidente norteamericano haga una declaración de guerra en una catedral.” Meyssan, Thierry, 11 de septiembre de 2001 La terrible impostura: Ningún avión se estrelló en el Pentágono, El Ateneo, Buenos Aires, 2003, p. 86. Otra caracterización del bien y el mal es la expuesta por Badiou en las siguientes líneas: “Esta figura habría interesado a Hegel, porque se distingue de la dialéctica del amo y del esclavo. Éste no constituye un combate donde el que cede y se convierte en esclavo del otro es el que le teme a la muerte. El poder regido por la representación de su carácter ilimitado se refiere al otro bajo un predicado de inexistencia. En este punto, la teología puede sernos de mucha ayuda: demonizado, comparado de una vez y para siempre con las figuras históricas del Mal (Saddam Hussein, como Milosevic, es Hitler, es Stalin, es el Demonio), el adversario cae en la Nada, que según los curas de todos los tiempo es la esencia misma del Mal. La guerra puede destruirlo todo, puesto que aquellos a quienes destruye no tiene ser comprobable, y puesto que, para la potencia buena, tienen tanto derecho a existir como el Mal lo tiene para Dios.” Badiou, Alain, Filosofía del presente, op. cit., p. 37. “Una de las armas de la barbarie cristiana ha sido la utilización de Satán. Bajo esta figura, hay que ver al separador, al rebelde, al negador, al enemigo mortal de Dios y de los humanos. Aquel que no está de acuerdo y que no quiere renunciar a su diferencia ha de estar por fuerza poseído por Satán. Es con tal máquina argumentativa delirante que el cristianismo ha ejercido su barbarie. Por supuesto, no ha gozado de la exclusividad del arma satánica. Hoy se ve cómo Satán regresa más virulento que nunca en el discurso islámico radicalizado.” Morin, Edgar, Breve historia…, op. cit., p. 23. 302 Castoriadis, op. cit., p. 37.

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vale es A.” Lo que en el mejor de los casos es inclusión o pertenencia (A como parte de los objetos que tienen un valor), se convierte falazmente en equivalencia o representatividad. 303 Con ello, lo que vale es A, es decir, lo que soy. Dicha falacia que se toma por verdadera universalmente nos llevaría a una plétora de formas de desvalorización o de rechazo. No obstante, una de las facetas del odio poco tratadas es la del odio al “otro” en cuanto odio inconsciente hacia sí mismo.304 Ante tal perspectiva sería necesario preguntarnos si en verdad la existencia del “otro” como tal pone en peligro al yo (pues recordemos que el yo en el campo inconsciente no existe), fuera del otro o de los otros. El peligro existiría si una voz repitiese en forma reiterada: nuestras murallas son de plástico, nuestra acrópolis es de papel mâché. ¿Qué fuerza egocéntrica es aquella desde la cual se hacen audibles dichas palabras? Según Castoriadis: No una “duda intelectual”, que apenas puede existir o tener fuerza propia en las capas profundas de las que hablamos, sino un factor ubicado en la proximidad inmediata a los orígenes, lo que subsiste de la mónada psíquica y de su negación encarnizada de la realidad, vuelta ahora negación, rechazo y aborrecimiento del individuo en el que ella debió transformarse, y que fantasmáticamente sigue odiando. Lo cual hace que la cara visible, “diurna”, construida, expresiva del sujeto sea siempre el objeto de un investimento doble y contradictorio: positivo en tanto que el sujeto es un sustituto de la mónada psíquica, negativo en tanto que es la huella visible y real de su fragmentación. 305

El odio a sí mismo es una característica inherente a todo ser humano, en tanto elaboración psíquica ininterrumpida. Ese odio así mismo es el que alimenta las formas más extremas del odio al otro y sus desplazamientos más desmesurados. De tal forma, las expresiones más portentosas del odio al otro, siendo el racismo la expresión

303

Ibidem, p. 38. “En los escritos de Freud apenas hay nada –y sin duda no la idea de sexualidad infantil– que contravenga tanto al sentido común, hasta el punto de llegar a indignarnos y despertar en nosotros incredulidad, como la escandalosa proposición de que los hombres y las mujeres desean inconscientemente su propia destrucción.” Eagleton, Terry, Terror Santo, Debate, México, 2008, p. 17. 305 Castoriadis, Cornelius, op. cit., p. 39. 304

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sociológica por excelencia (ya que excluye la posibilidad de la convertibilidad), dan cuenta de

monstruosos desplazamientos psíquicos, a través de los cuales el sujeto puede guardar el afecto cambiando de objeto. Esa es la razón por la que no quiere encontrarse en el objeto (no quiere que el judío se convierta o conozca la filosofía alemana mejor que él), en tanto que la primera forma de rechazo, la desvalorización del otro, se satisface generalmente con el “reconocimiento” por parte del otro, que se ve determinado a la derrota o a la conversión. 306 Históricamente, la conquista del Nuevo Mundo trajo consigo una ola de racismo cuyas implicaciones fueron la conversión o el exterminio a partir del concepto de la “guerra justa”. En ese orden de ideas, la importancia de la obra del dominico Francisco de Vitoria (1486?-1546) De jure belli en torno a las relaciones internacionales es fundamental a la vez que fundacional. Vitoria estableció las bases que regularían las relaciones internacionales en los albores de la época moderna, considerándosele el padre del Derecho internacional moderno. El año de 1492 sería una ruptura respecto a la idea que se tenía del universo –hasta ese entonces geocéntrico–, por lo que la irrupción de la idea del globo y el Nuevo Mundo generó la necesidad de diseñar las reglas con las que se definiría la nueva época. La justa causa belli de orígenes tomistas, tenía la misión de establecer las normas para la conquista del Nuevo Mundo por parte de las potencias católicas. La irrupción del nuevo derecho se caracterizó por operar bajo un criterio dualista durante la colonización europea del Nuevo Mundo, existiendo una justicia de los vencedores y una justicia de los vencidos. Es de notar que dicho criterio se desprende de un principio trascendente, a saber Dios, principio único y necesario para la articulación del derecho internacional vitoriano. Siguiendo al jurista Danilo Zolo, la “doctrina del bellum justum como reelaboración cristiana de la doctrina hebraica de la

306

Idem.

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“guerra santa” presenta tres aspectos fundamentales.” 307 En primera instancia, es una guerra terrestre que se despliega en un campo de batalla abierto donde lo que cuenta es el heroísmo. Otro aspecto es el presentar una autoridad espiritual en la forma de la Iglesia Católica romana, autoridad monoteísta e imperial, síntesis del cristianismo y el Imperio Romano en cuanto sistema político universalista. Finalmente, el aspecto fundamental que nos atañe en la presente sección es el referente a que, tanto las cruzadas como las guerras misioneras impulsadas por los pontífices romanos eran, eo ipso, “guerras justas”. Con ello concluimos que la doctrina del bellum justum se compone de premisas ético-teológicas, así como universalistas. Si bien la “guerra justa” tuvo su apogeo en los albores de la época moderna, cabría lanzar la siguiente pregunta: ¿qué similitudes existen entre la doctrina de la guerra justa y la actual guerra humanitaria? Antes de dar respuesta a la pregunta, es necesario verter algunos antecedentes de la guerra humanitaria. Acorde a los planteamientos en torno a la seguridad global esbozados en el New Strategic Concept308, la doctrina de la bellum justum sufre un proceso de secularización a partir de su reelaboración en el derecho internacional humanitario, cuya característica principal es la superioridad de ésta respecto a la soberanía de los Estados.309 Tras el inicio de la fractura de la U.R.S.S en el año de 1989 y la hegemonía

307

Zolo, Danilo, La justicia de los vencedores: op. cit., p. 108. “El tema de la seguridad no debe limitarse a la dimensión militar, sino extenderse e incluir las dimensiones política y económica, para así poder también controlar los procesos de descomposición del imperio soviético. Sobre la base de estas premisas y con notable rapidez de reflejos estratégicos, Estados Unidos presentó el New Strategic Concept de la Alianza, en la Cumbre de Roma de la Alianza Atlántica de noviembre de 1991. En la declaración conclusiva de la Cumbre, hay una referencia precisa a la nueva inclinación de la OTAN a superar los límites geográficos de su competencia tradicional, definidos en el artículo 5 de su Estatuto, y se alude al deber de la Alianza de tener cada vez más en cuenta el “contexto global” y no sólo el regional euro-atlántico.” Ibidem, p. 69. 309 De ahí que la guerra en la época moderna se caracterizará esencialmente por ser un cruce de fronteras en el proceso de agresión, cuyo fin último es la destrucción de la capacidad bélica del enemigo. Sohr, Raúl, op cit., p. 183. Esa es justamente la tesis de Zolo en su obra Cosmópolis, la erosión del concepto de soberanía: “La protección universal de los derechos humanos no sólo exige una «erosión de la jurisdicción nacional» sino, como explícitamente manifestó Richard Falk, nada menos que el abandono gradual del principio westfaliano de no interferencia de un Estado o entidad internacional en los «asuntos 308

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absoluta de la cultura Occidental con su democracia y sus derechos humanos en el llamado fin de la historia 310, se implementó una de las primeras guerras de este tipo. La llamada Guerra del Golfo del año 1991 311 fue la inauguración de las intervenciones humanitarias, “posteriormente, durante el trienio 1992-1994, la política de las intervenciones humanitarias se afirmó prescindiendo de cualquier referencia normativa, incluso de la Cartas de las Naciones Unidas.” 312 Así, tanto la Guerra de Bosnia (19921995), como la Guerra de Kosovo, en las cuales participó la ONU y la OTAN como brazos armados del Imperio, se caracterizaron por ser intervenciones humanitarias fundadas en una causa justa. También se han llevado a cabo intervenciones humanitarias de determinadas potencias occidentales en Somalia en 1993; la expedición neocolonial francesa en Ruanda en el año de 1994, sin olvidar la invasión de Haití por parte de Estados Unidos, llevada al pleno de Consejo de Seguridad y más tarde desplegada (a pesar de haber recibido el veto de China).313 Ese tipo de actuación nos

internos» de un estado soberano. Así, la protección de los derechos humanos fundamenta el derecho y el deber de la injerencia humanitaria.” Zolo, Danilo, Cosmópolis, Paidós, Barcelona, 2000, p. 163. 310 “La doctrina de los derechos humanos tiende a construir la perspectiva de una «ciudadanía cosmopolita»: una ciudadanía y un sistema jurídico sin fronteras, donde se protegen los derechos fundamentales (civiles, políticos, sociales y culturales) de todos los hombres en tanto que seres racionales y «personas». Como escribió Cassese: Los derechos humanos se basan en un generoso deseo de unificar el mundo prescribiendo ciertas líneas directrices que todas las estructuras gubernamentales deben observar. Son un intento de indicar los valores […] que todos los Estados deberían adoptar como criterios para discriminar sus acciones. En resumen, los derechos humanos son el intento moderno de introducir la razón en la historia del mundo.” Ibidem, p. 162. 311 “Desde el punto de vista de esta estrategia, podemos interpretar fácilmente la guerra del Golfo como la primera oportunidad que tuvo Estados Unidos para establecer las condiciones de una «paz permanente». Visto así, la guerra fue «el bautismo del Nuevo Orden Mundial». La crisis del Golfo Pérsico se dio en un momento en que la comunidad mundial estaba dispuesta como en ninguna otra ocasión anterior a organizar una intervención colectiva para reprimir por la fuerza un acto de agresión contra un miembro de las Naciones Unidas. Por primera vez en su historia, según declaró el presidente de Estados Unidos, las Naciones Unidas ejercieron el papel para el que las habían diseñado sus padres fundadores.” Ibidem, p. 54. 312 Zolo, Danilo, La justicia de los vencedores, op. cit., p. 71. 313 “En Ruanda, la «Operación Turquesa» reprodujo el modelo adoptado por Estados Unidos en Somalia: los soldados franceses no lucharon bajo la bandera y el control militar de las Naciones Unidas, sino como una fuerza autónoma «autorizada» por el Consejo de Seguridad, merced a la presión ejercida por Francia en clara oposición a la Organización para la Unidad Africana. Los intereses de Francia iban claramente más allá de mitigar el sufrimiento de la población ruandesa y estaban ligados a la promoción de su propia hegemonía en la región dictatorial hutu, que recibía el apoyo francés tanto en la esfera política como en la esfera militar.” Zolo, Danilo, Cosmópolis, op. cit., p. 21.

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lleva a la cuestión de que los derechos humanos son una especie de continuidad colonizadora imperial 314, muy cercana a la bellum justum de Vitoria. Ante tal panorama, acudimos al ocaso del principio del “modelo Westfalia” de no intervención de los asuntos soberanos 315, pues la ONU dejó de tener como fin el mantenimiento de la paz, para dar paso al mantenimiento de los Derechos Humanos, generando una contraposición entre el universalismo (propio de los principios humanitarios aludidos), por un lado, y por el otro, el particularismo encarnado en la ONU y las potencias ganadoras de las Segunda Guerra Mundial (estructura incompatible con los principios humanitarios). De tal forma, para Hedley Bull, los Derechos Humanos se convierten en una especie de misión civilizadora de Occidente (la cual tiene su instrumentación por medio de las ONG). Como explica Zolo:

[El] presupuesto de la doctrina de los derechos humanos es el individualismo político y la consiguiente supremacía de los derechos individuales no sólo con respecto a los vínculos de solidaridad social y a los deberes de lealtad política, sino también con respecto a los llamados “derechos colectivos”, incluyendo la independencia del Estado del que se es ciudadano. 316

Otra clave de dicha problemática la brinda el filósofo alemán Jürgen Habermas, ya que para él los Derechos Humanos poseen un núcleo normativo que goza de una universalidad trascendental (que a nuestro entender tiene una cierta similitud a la universalidad del Dios metafísico317 en la doctrina de la bellum justum), de manera que,

314

Ibidem, p. 166. “Las guerras napoleónicas de principios del siglo XIX –realmente la primera auténtica «guerra mundial» cataclísmica, habida cuenta que, en conjunto, la serie de conflictos encadenados provocó unos dos millones de víctimas– desbarataron el equilibrio establecido entre los estados europeos, un equilibrio que había ido estableciéndose a partir del sustrato fundacional que supuso el acuerdo establecido entre la «familia de naciones» desde los tiempos de la Paz de Westfalia que puso fin a la Guerra de los Treinta Años, en 1648. De dicho acuerdo surgió la primera relación entre naciones «modernas», mediante el cual una gran variedad de Estados soberanos no reconocían autoridad superior alguna a la Iglesia o al Imperio.”Ibidem, p. 31. 316 Ibidem, p. 88. 317 “Lo cierto es que los «derechos humanos», como todos los demás derechos, no tienen otro fundamento que los acontecimientos históricos de los que emergieron y las aspiraciones de aquellas fuerzas políticas y 315

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efectivamente, dicha doctrina sufrió un proceso de secularización de su antecedente bellum justum. Siguiendo a Zolo, “categorías como el derecho natural, los teologismos de la creación o la idea misma de la cualidad moral intrínseca de la persona humana son, en su opinión, presupuestos “idolátricos” que carecen de todo fundamento racional.”318 De ahí que para Zolo dicha doctrina deba ser enfocada en tanto fundamentalismo humanitario, ya que su presupuesto filosófico-político está compuesto por el individualismo político (en tanto libertad negativa cuyos orígenes se remontan al Renacimiento), así como a una antropología individualista, además de un entramado jurídico basado en el derecho subjetivo, todos ellos, a su vez, fundamentados por la lógica del subjectum heideggeriano, es decir, occidentales. Ante tal panorama, podemos responder que la doctrina de los derechos humanos, así como en su tiempo la doctrina de la bellum justum, jugaron y juegan un papel fundamental

y

fundacional

para

emprender

conquistas

guerreras,

una

continuidad/discontinuidad del fenómeno llamado “Occidentalización del mundo.” 319 Para tal efecto es necesaria la búsqueda constante de adversarios,320 ya que como lo hemos expresado anteriormente, todos estos cambios comenzaron a sobrevenir a partir del colapso de la U.R.S.S. (1989-1991). No sólo fue necesario declararle la guerra a

sociales que lucharon por el reconocimiento de esos derechos, normalmente en el transcurso de amargos conflictos.” Ibidem, p. 165. 318 Ibidem, p. 89. 319 “Como ha sostenido con gran lucidez Norberto Bobbio, los derechos «naturales» o derechos «humanos» no tienen fundamento en un código ético universal que los justifique a priori sobre la base de la antropología metafísica. Han ganado terreno como derechos constitucionales positivos que pueden ser reclamados y reforzados a través de una serie de acontecimientos históricos muy específicos que se caracterizan sobre todo por una alta conflictividad política y que se dieron exclusivamente en Europa. Como es bien sabido, muchos autores no occidentales ven actualmente la difusión de la doctrina de los «derechos humanos» e incluso la Declaración Universal de 1948 como fases de un proceso continuo de occidentalización del mundo.” Ibidem, p. 105. 320 “Y es que, veteranos de la guerra fría, los hombres y mujeres que rodean al presidente George W. Bush no pueden quejarse del giro de los acontecimientos tras el 11 de septiembre. Cabe incluso imaginárselos frotándose las manos. Porque, milagrosamente, los atentados les han restituido un elemento estratégico fundamental del que los había privado durante una década el derrumbamiento de la Unión Soviética en 1991: un adversario. ¡Al fin! Bajo el nombre de «terrorismo internacional», el adversario elegido es el islamismo radical.” Ramonet, Ignacio, Guerras del siglo XXI: Nuevos medios, nuevas amenazas, Mondadori, Barcelona, 2002, p. 55.

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todos los tiranos sobre la faz del globo,321 también fue necesario volver a conceptualizar la guerra, sólo que en este momento histórico el proyecto de la globalización era acorde a una nueva realidad, de ahí que se hable de lo posmoderno, es decir, algo que supera lo moderno y su concepto de fronteras y soberanías. De tal forma, el concepto de “guerra preventiva” fue rescatado por parte de los estrategas de la guerra global, generando una incompatibilidad con la Carta de las Naciones Unidas 322 así como con el derecho internacional vigente. Sumado a ello, debemos pensar en la retórica de la guerra justa en contra de los infieles y los bárbaros 323, muy en boga a partir de la teorización del choque de civilizaciones. La guerra global entendida como guerra desterritorializada, atemporal y a escala planetaria, persigue los intereses estratégicos del Imperio, esto es, una Doctrina de la Seguridad Global (DSG), la cual evoca un Nuevo Orden Mundial. Para garantizar la puesta en marcha de dicho proyecto económico, financiero, político,

321

“El proyecto consistente en declarar la guerra a todos los tiranos y a todas las injusticias es cuestionable, y no solo porque sea imposible de llevar a cabo (se trata de una tarea sobrehumana) o porque en caso de ponerse en práctica comportaría un estado de guerra permanente y contribuiría por tanto al fortalecimiento de todos los ejércitos y todas las policías del mundo (un singular efecto del combate por la libertad.” Todorov, Tzvetan, El nuevo desorden mundial: Reflexiones de un europeo, Península, Barcelona, 2003, p. 42. 322 Artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas: “la defensa armada de parte de un Estado es legítima sólo si es “posterior” a un ataque y no “preventiva”, prescindiendo del significado que se le atribuya a este término.” Zolo, La justicia…, op. cit., p. 122. Como expresa de manera análoga Badiou: “Ahora bien, entre las legitimaciones éticas con las que encubre las violencias imperiales de Ratbert, leo lo siguiente: “Como los Otomanos estaban fuera de la ley vulgar, podemos atacarlos sin declararles la guerra”. Traduzcamos: “como los musulmanes no son demócratas” o “como los totalitarios no son humanistas”, y la conclusión se impone. En efecto, a partir del momento en que vivimos indistintamente en la guerra de las democracias contra el terrorismo islámico, o incluso simplemente, en la guerra del Bien (democracia) contra el Mal (dictatorial), las operaciones de la guerra, las expediciones, los bombardeos, tienen tanta necesidad de ser solamente anunciados como un allanamiento policial en casa de unos malvivientes. De todos modos, asesinar a jefes de Estado, a sus mujeres, a sus hijos y nietos, o ponerle un precio a su cabeza como en un western ya no sorprende a nadie. Así, poco a poco, se va instalando la continuidad de la guerra, cuya declaración, en el pasado, manifestaba por el contrario que era el presente de una discontinuidad. Ahora, esta continuidad impide distinguir la guerra de la paz.” Badiou, Alain, op. cit., p. 23. 323 “Aquello que, bajo el nombre impuesto de “terrorismo”, se opone con más violencia a esta hegemonía del Occidente brutal, cuyo ornamento espiritual es la “democracia”, en realidad forma parte orgánica de este último. Algunos criminales nihilistas mataron al azar a miles de habitantes de Nueva York. Este crimen masivo es evidentemente un avatar de la patología contemporánea. Es la fría puesta en escena de un motivo trillado: el levantamiento del bárbaro inspirado contra el imperio satisfecho. El ejército estadounidense y los “terroristas” vuelven a representar la vieja y sangrienta escena histórica de la civilización rodeada por salvajes.” Ibidem, p. 92.

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ecológico, cultural, etcétera, son necesarias, tanto la guerra humanitaria, como la guerra contra el terrorismo.

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§2. Mandata principum.

Un príncipe no debe tener otro objeto ni otra preocupación, ni cultivar otro arte fuera de la guerra y su organización y dirección, porque éste es el único arte que compete a quien manda. Nicolás Maquiavelo, El príncipe.

En la continuación de su obra Imperio, a saber, Multitud: Guerra y democracia en la era del Imperio, Michael Hardt y Antonio Negri comienzan explorando el fenómeno de la guerra a partir de su novel concepto de soberanía (el cual hemos expuesto en el Capítulo I §2.). En palabras de los autores:

Pues mientras que la guerra, según la concepción tradicional del derecho internacional, es un conflicto armado entre entidades políticas soberanas, la guerra civil es un conflicto armado entre combatientes soberanos y/o no soberanos dentro de un mismo territorio soberano.324 De tal forma, en la época global, la guerra dejó de ser entendida desde la óptica del derecho internacional, ya que la pérdida de soberanía de los Estados-nacionales tuvo como consecuencia que la guerra dejara de ser un conflicto entre fronteras para convertirse en conflictos de corte religioso.325 Si en los albores de la modernidad la Guerra de los Treinta años se había desenvuelto entre el bando de los protestantes y los cristianos, la guerra iniciada en el 2001 contra el terrorismo global se proyectaba como una guerra entre musulmanes y cristianos,326 cuyo antecedente más próximo se mostró

324

Hardt, Michael y Negri, Antonio, Multitud: Guerra y democracia en la era del Imperio, Debate, Barcelona, 2004, pp. 23-24. 325 “Por ejemplo, se sugirió que tal vez la operación se trataba en realidad de un nuevo intento de revivir el cristianismo conquistador. ¿Acaso el propio presidente Bush no había recurrido a la palabra «cruzada» para describir el proyecto de intervención, sin olvidarse de decir que rezaba cada día e instar a sus colaboradores a hacer lo mismo.” Todorov, Tzvetan, op. cit., p. 23. 326 “Nada es igual porque no somos los mismos y porque las sociedades a las que servimos han cambiado, y han establecido que el terrorismo es la gran amenaza mundial, y está al servicio de una ideología de raíces arcaicas, que pretende imponer en el mundo una versión perversa del Islam.” Urdaci, Alfredo “TVE: la información a partir del 11 de septiembre” en La televisión en tiempos de guerra: La onda expansiva de los atentados del 11-S, Gedisa, Barcelona, 2002, p. 104.

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con la confrontación en Seattle en el año 1999 entre globalifóbicos y globalifílicos (aquí el conflicto religioso era entre neoliberales y antineoliberales), conflictos derivados de una condición posmoderna sin fundamento y ahistóricos. Para Hardt y Negri, la clave para entender el mundo es la excepción, la cual se contrapone a la norma. De ahí que la paz sea propia de la norma, mientras que la excepción deviene en guerra. A las series dicotómicas Estado/Otro Estado, Identidad/Diferencia, Subjetividad/Objetividad, el Estado supranacional se plantea como la nueva síntesis; “el estado de excepción se ha convertido en permanente y generalizado; la excepción pasa a ser la norma e invade tanto las relaciones exteriores como el panorama interno.” 327 Esto tiene como consecuencia una suspensión temporal del orden constitucional. Mucho se ha hablado sobre la excepción de EE.UU. en cuanto potencia hegemónica, baste recordar la caracterización que de ella hacen los neoconservadores al formular el concepto de hegemonía benevolente.328 Para describir el contexto de excepción, la inversión que hace Foucault de la tesis de Claussewitz nos da luz en torno al fenómeno que acaece en la actualidad, así, “la guerra es la continuación de la política por otros medios” da un giro al enunciar que la “política es la continuación de la guerra por otros medios.” 329

327

Ibidem, p. 28. “Mi tesis es que la potencia imperial estadounidense, en la representación formal que se hace de sí misma, considera la guerra como una forma privilegiada, incluso única, de atestación de su existencia. Por lo demás, hoy en día se constata que la poderosa unidad subjetiva arrastra a los estadounidenses al deseo de venganza y de guerra se constituye inmediatamente en torno a la bandera y al ejército.” Badiou, Alain, Circunstancias, op. cit., p. 64. 328 “A finales de los noventa muchos neoconservadores sostuvieron que Estados Unidos debía usar su preeminencia militar para consolidar la «hegemonía benevolente» sobre las regiones del mundo de importancia estratégica. Al invadir Irak, la administración Bush no creía estar actuando por mezquino interés, sino ofreciendo un bien público global. La fe del Gobierno en su propia buena fe explica gran parte de su incapacidad para prever la rotunda reacción internacional contra la guerra.” Fukuyama, Francis, América en la encrucijada: Democracia, poder y herencia neoconservadora, Ediciones B, Barcelona, 2007, p. 105. 329 A esta inversión Foucault le da tres distintos sentidos: “[1] vale decir que la política es la sanción y la prorroga del desequilibrio de fuerzas manifestado en la guerra. Y la inversión de esa proposición querría decir también otra cosa: [2] a saber, que dentro de esa paz civil, las luchas políticas, los enfrentamientos con respecto al poder, con el poder, por el poder, las modificaciones de las relaciones de fuerza – acentuaciones de un lado, inversiones, etcétera–, todo eso, en un sistema político, no debería interpretarse sino como secuelas de la guerra. Y habría que descifrarlo como episodios, fragmentaciones, desplazamientos de la guerra misma […] [3] La decisión final sólo puede provenir de la guerra, esto es, de una prueba de fuerza en que las armas, en definitiva, tendrán que ser jueces.” Foucault, Michel,

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Con ello, la guerra se establece como un principio ordenador y organizador, ya que al convertirse en un régimen de biopoder, busca como su objetivo la dominación de espectro completo, no sólo en tanto forma de control poblacional, sino como una manera de producir y reproducir todos los aspectos de la interacción social. 330 Dos ejemplos contemporáneos que ayudan a comprender la manera de operar de dicho régimen, son la “guerra contra las drogas”331 iniciada en la década de los 80´s del siglo XX por Ronald Reagan, mientras que para el siglo XXI se inaugura la “guerra contra el terrorismo”.332 Es de notar que en los dos ejemplos lo interno y lo externo dejan de existir, convirtiéndose el “enemigo” en una especie de fantasma.

Defender la sociedad: Curso en el Collège de France (1975-1976), Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2001, p. 29. 330 Hardt y Negri, Multitud, op. cit., p. 34. “Propuesta marco de la Comisión de las Comunidades Europeas. Bruselas, 19/9/2001: «Artículo 3: Delitos terroristas: 1 Los Estados miembros tomarán las medidas necesarias para garantizar que los siguientes delitos, definidos según su Derecho nacional, cometidos intencionalmente por un individuo o grupo contra uno o más países, sus instituciones o ciudadanos, con el fin de intimidarlos y alterar gravemente o destruir las estructuras políticas, económicas, medioambientales o sociales de un país, se castiguen como delitos terroristas: (a) Asesinato; (b) Lesiones corporales; (c) Secuestro o toma de rehenes; (d) Extorsión; (e) Hurto o robo; (f) Secuestro ilícito o daño a instalaciones estatales o gubernamentales, medios de transporte público, infraestructuras públicas, lugares de uso público y a la propiedad; (g) Fabricación, posesión, adquisición, transporte o suministro de armas o explosivos; (h) Liberación de sustancias contaminantes, o provocación de incendios, explosiones o inundaciones, poniendo en peligro a las personas, la propiedad, los animales o el medio ambiente; (i) Interferencia o interrupción del suministro de agua, electricidad u otro recurso fundamental; (j) Ataques mediante interferencias con sistemas de información; (k) Amenaza de cometer cualquier delito de los enumerados anteriormente; (l) Dirección de un grupo terrorista; (m) Fomento, ayuda o participación en un grupo terrorista».” Consejo de Administración de RTVE, “Reflexiones sobre los medios de comunicación y el terrorismo”, en La televisión en tiempos de guerra: La onda expansiva de los atentados del 11-S, Gedisa, Barcelona, 2002, p. 208. 331 “La lucha antidroga es un pretexto para reforzar la represión social: cuadriculaciones sociales, pero además exaltación del hombre racional, consciente, adaptado.” Foucault, Michel, Microfísica del poder, La piqueta, Madrid, 1979, p. 38. 332 “Al igual que muchos otros fenómenos en apariencia antiguos, el terrorismo es en realidad una invención moderna. En tanto que idea política, apareció por primera vez con la Revolución francesa; lo cual equivale a decir en realidad que el terrorismo y el Estado democrático moderno son hermanos gemelos.” Eagleton, Terry, op. cit., p. 13. “Al albur de las circunstancias, casi todas las familias políticas han reivindicado el terrorismo como el principio de acción. El primer teórico que propuso una doctrina del terrorismo fue el alemán Karl Heinzen, en su ensayo Der Mord («El asesinato»), de 1848, donde afirma que todos los medios, incluido el atentado suicida, son buenos para acelerar el advenimiento de… ¡la democracia! En tanto que demócrata radical, Heinzen escribe lo siguiente: «Si, para destruir el partido de los bárbaros, hay que saltar por los aires la mitad de un continente y provocar un baño de sangre, no tengáis ningún escrúpulo de conciencia. Quien no esté dispuesto a sacrificar gustosamente su vida por la satisfacción de exterminar a un millón de bárbaros no es un auténtico republicano».” Ramonet, Ignacio, Guerras del siglo XXI, op. cit., p. 57. “Primitivamente, “terrorista” es aquel que legitima y practica el Terror. Es una designación objetiva, que sólo es difamatoria para los adversarios. Así, los grandes Jacobinos del Comité de salut public, durante la Revolución Francesa, afirman ser “terroristas” sin complejos. Ponen oficialmente el Terror “a la orden del día”. Designan con ello una indivisión provisoria total, justificada por circunstancias excepcionales (la guerra exterior y civil) del poder político y del poder

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En relación a las guerras del siglo XXI marcadas por el concepto de terrorismo global,333 resulta importante señalar algunas de sus características, como lo son el carecer de límites (ya sean temporales y espaciales), y por combatir conceptos o ideas, es decir, enemigos inmateriales-omnipresentes, en pocas palabras “una guerra dirigida a crear y mantener el orden social no tiene fin.” 334 Como habíamos escrito anteriormente, la Edad Media se definió por la llamada “Guerra justa”, desembocando en las Cruzadas, eventos legitimados por su fuerte componente moral y religioso. Por otro lado, en la Edad Moderna la guerra tuvo una función ordenadora del espacio geopolítico al interior de Europa para devenir en la “Paz de Westfalia”, mientras que en lo que hoy en día se nombra como posmodernidad, el regreso de la “Guerra Justa” se establece como una cruzada contra el terrorismo global, en tanto eje del mal (no olvidemos que el mal es un concepto absoluto). Pero, ¿cómo se puede definir el concepto de terrorismo global posmoderno? Siguiendo a Hardt y Negri: 1) La insurrección o rebelión contra una autoridad legítima; 2) el ejercicio de la violencia política por un gobierno, con vulneración de los derechos humanos (que incluyen según algunos el derecho a la propiedad), y 3) la práctica de la guerra cuando se transgreden las leyes de combate, incluidos los actos de violencia contra la población civil. 335

judicial, el uso represivo de procedimientos expeditivos e inapelables, el recurso muy extendido de la pena de muerte. El Terror es explícitamente concebido como necesidad contingente (Robespierre era conocido por su oposición categórica, de principio, a la pena de muerte) ahí donde la “virtud” política –es decir, la convicción republicana– aún es demasiado precaria para asegurar por sí sola la victoria sobre la enorme coalición de los contrarrevolucionarios nacionales y extranjeros. Como preguntará Saint-Just: ¿Qué quieren aquellos que no quieren ni virtud ni terror?”. Los termidorianos darán la respuesta: quieren el fin de la Revolución, el reino de la corrupción, el sufragio de los ricos únicamente.” Badiou, Alain, Circunstancias, op. cit., pp. 50-51. 333 “Es cierto que George W. Bush tiene una concepción muy limitada del terrorismo- Así, no considera como “terrorista” la acción de los escuadrones de la muerte en Nicaragua, hasta el punto de nombrar a su antiguo protector, John Negroponte, embajador de Estados Unidos en la ONU. Para él, en un mundo ahora unipolar desde la disolución de la Unión Soviética, el terrorismo parece definirse como toda forma violenta de contestación al liderazgo norteamericano.” Meyssan, Thierry, 11 de septiembre de 2001…, op. cit., pp. 146-147. 334 Hardt y Negri, Multitud, op. cit., p. 36. 335 Ibidem, p. 38.

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De tal forma, se da un profundo desplazamiento del Estado de Bienestar (Walfare-State) del siglo XX, a un Estado de Guerra (Warfare-State) en los albores del siglo XXI, cuyo sello distintivo es la tolerancia cero.336 Dicha “tolerancia cero” se traduce en una draconiana disminución de las libertades,337 pues la guerra se da en el seno de la sociedad. Si bien en la modernidad la guerra tenía la característica de ser dialéctica,338 es decir, entre Estados o desplegada como guerra colonizadora, el rostro de la guerra en la posmodernidad se muestra como absoluta (en sentido ontológico), ya que el desarrollo técnico de las armas ha provocado una destrucción masiva planetaria. El genocidio y la destrucción nuclear afectan directamente la propia estructura de la vida, ya que la niegan de forma irreparable; así, “cuando el genocidio y las armas atómicas colocan la propia vida en primer plano, entonces la guerra se vuelve propiamente ontológica.”339 La guerra ontológica se despliega bajo la violencia individualizada,340 como es el caso de la tortura. Su legitimación en nombre de la prevención policial

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“Pero, llegados a este punto, cabe plantearse otro, y más radical, interrogante: si es cierto que el escenario ha cambiado en los términos indicados, ¿tiene sentido mantener aún el vocablo “tolerancia”? Todos tenemos presente el debate suscitado a fines de la década de 1960 por la tesis de la “tolerancia represiva” expuesta por Herbert Marcuse. Sin embargo, pocos advirtieron que el núcleo central de aquella tesis ya había sido cumplidamente enunciado en 1789 por Mirabeau en la Asamblea Nacional Francesa: “La palabra tolerancia me parece en sí misma tiránica […] dado que la existencia de la autoridad, que tiene el poder de tolerar, atenta contra la libertad de pensamiento por el hecho mismo de que tolera y de que, por lo tanto, podría dejar de tolerar.” Marramao, Giacomo, Pasaje a Occidente: Filosofía y globalización, Katz, Buenos Aires, 2006, p. 211. 337 “Asimismo, ayudaría a comprender por qué la exención de las libertades globales tiende a redundad en la fortificación de las localidades. El rechazo incita al esfuerzo por circunscribir las localidades a la manera de campos de concentración.” Bauman, Zygmunt, La globalización: Consecuencias humanas, Fondo de Cultura Económica, México, 2011, p. 165. 338 “En definitiva, si las guerras estadounidenses no constituyen ningún presente, se debe a que, políticamente desligadas de toda dialéctica –ya sea interimperialista o siga el esquema guerra/revolución– , no se distinguen realmente de la continuidad de la “paz”. Entendamos esto: la paz estadounidense y “occidental”, la pazguerra democrática, cuyo contenido pleno es la seguridad del confort de los antedichos “demócratas” contra la agresividad bárbara de los pobres.” Badiou, Alain, Filosofía…, op. cit., p. 24. 339 Hardt y Negri, Multitud, op. cit., p. 40. 340 “Pero creo que una vez más tiene razón un antropólogo como Dumont (a diferencia de tantos politicólogos), cuando afirma que el totalitarismo contemporáneo no es en absoluto una “aberración” o un “acontecimiento excepcional” –excepción que confirmaría la norma de nuestros “magníficos destinos progresivos”–, sino una criatura parida por las vísceras del universalismo individualista, pese a que lo cambie diametralmente de signo, atribuyendo a una identidad o fetiche colectivo las prerrogativas (individualistas) de la voluntad de poder y de dominio del mundo.” Marramao, Giacomo, Pasaje a Occidente, op. cit., p. 191.

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adopta todas las características de la acción militar.341 Este modelo que se da a nivel individual se colectiviza bajo la faceta de los ataques anticipados. Así, “la justificación contemporánea del ataque anticipado y de las guerras preventivas en nombre de la seguridad, sin embargo, socava explícitamente la soberanía nacional haciendo que las fronteras naciones sean cada vez más irrelevantes.” 342 Nuevamente podemos constatar cómo el “estado de excepción” provoca una drástica disminución de las libertades, ya sea a nivel individual, colectivo o en términos de soberanía. La noción de seguridad se ha convertido consecuentemente en una actividad constante en donde lo interno y lo externo, lo policial y lo militar dejan de tener una clara distinción. Para ejemplificar dicho problema, Hardt y Negri acuñaron el concepto de “matriushka rusa de la guerra”. Según los autores, la guerra podría visualizarse como si la parte que guarda a las demás fuera la guerra, la cual se va descomponiendo en un poder central, un poder disciplinario, etc. Es decir, en una secuencia del poder, siendo la guerra el fundamento. Así, “la soberanía imperial crea un orden, no poniendo fin a «la guerra de todos contra todos», como diría Hobbes, sino proponiendo un régimen de administración disciplinaria y control político directamente basado en la acción bélica continua”,343 es decir, administrar la violencia para la disciplina y el control. Una de las muestras más profundas de dicha administración son los proyectos contemporáneos de construcción nacional (Nation bulding), pues son impuestos por medio de la fuerza desde el exterior, en lo que también se nombra “cambio de régimen”. Como expone lúcidamente Francis Fukuyama, los principios de los neoconservadores tienen una

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“Aún hoy, a la hora de ajustar las cuentas a los nacionalistas chechenios, valiéndose de los mismos métodos que los franceses en Argelia hace cuarenta años (tortura sistemática, campos de reclusión, pueblos aniquilados, mujeres violadas, etc.), Putin se cuida mucho de decir que, estrictamente hablando, hay guerra. Es un vasto operativo policial, “irá a buscar –según su propia expresión– a los terroristas hasta en los cagaderos”, y así sucesivamente. En suma, al “terrorismo” los gobiernos siempre oponen la represión, en general, bajo sus formas más violentas y más abyectas, pero siempre en el registro simbólico de la policía.” Badiou, Circunstancias, op. cit., p. 63. 342 Hardt y Negri, Multitud, op. cit., p. 42. 343 Ibidem, p. 43.

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estrecha relación con el funcionamiento del Imperio y sus cambios de regímenes; aquí algunas de sus características: La creencia de que el carácter interno de los regímenes importa y la política exterior debe reflejar los valores más profundos de las sociedades democráticas liberales. Entre los neoconservadores es más habitual la opinión de que la naturaleza del régimen afecta a su comportamiento externo que la visión realista de que todos los Estados buscan el poder con independencia del tipo de régimen. Los primeros neoconservadores antiestalinistas veían la guerra fría como una lucha de ideologías y valores, un enfrentamiento que se actualizó en los años de Reagan. La corriente straussiana del neoconservadurismo también consideraba el régimen un principio organizador fundamental de la política. La creencia de que el poder de Estados Unidos ha sido y puede ser utilizado con fines morales, y de que el país debe seguir implicado en los asuntos internacionales. La política exterior neoconservadora posee una dimensión realista: la comprensión de que el poder a menudo es necesario para lograr objetivos morales. Como potencia dominante, Estados Unidos tiene responsabilidades especiales en el ámbito de la seguridad. Aquello era tan cierto para los Balcanes de los noventa como lo fue para derrotar a Hitler. La desconfianza en los proyectos ambiciosos de ingeniería social […] Por último, el escepticismo acerca de la legitimidad y eficacia del derecho y las instituciones internacionales para aportar seguridad o justicia […] 344 Con ello se muestra un debilitamiento del Estado, en tanto monopolio de la violencia, es decir, de autoridad legal, pues la globalización da cuenta de una desaparición progresiva de dicha facultad, ya que la violencia es legítima, sí y sólo sí es moral y justa, ergo acorde a los Derechos Humanos. Así, tanto el derecho nacional como el derecho internacional se ven doblegados por una suerte de criterio moral, cuya reformulación es el llamado Derecho global o imperial, basado en una hegemonía de los poderosos sobre los débiles, los segundos, claro está, caracterizados como enemigos.345 De tal forma, “la

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Fukuyama, Francis, op. cit., pp. 60-61. “Es un grave error analítico describir el terrorismo como un «arma de los débiles» como se suele hacer. En la práctica, el terrorismo es la violencia que Ellos cometen contra Nosotros, independientemente de quién sea ese Nosotros. Sería difícil encontrar una excepción histórica. Y, dado que los poderosos determinan qué es historia y qué no lo es, lo que pasa los filtros del terrorismo de los 345

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presencia constante de un enemigo y la amenaza del desorden son necesarias para legitimar la violencia imperial.” 346 La guerra global tiene como uno de sus objetivos la eliminación de toda contrainsurgencia, como podría ser el Ejército Zapatista Liberación Nacional y su irrupción al escenario global el 1 de enero de 1994, enarbolando una novedosa lucha contra el neoliberalismo.347 Dicha variante se ha ido conceptualizando en la llamada “Guerra de Cuarta Generación” o de “pleno espectro”. Existe un antecedente aún más significativo de la guerra global, el cual data de la década de los 70´s, para ser más precisos, el 26 de mayo de 1972 con la firma del Tratado de Misiles Antibalísticos. En él se modifica la idea de guerra moderna, al convertirse en un conflicto ilimitado de alta intensidad y destrucción: “en resumen el 26 de mayo de 1972 la guerra empezó a convertirse en un elemento integrante del biopoder, encaminado a la construcción y la reproducción del orden social global.” 348 En paralelo con la firma del tratado citado, un año antes, esto es, en 1971, Estados Unidos había desacoplando el dólar del patrón oro de manera unilateral (la pesada carga fiscal de la guerra de Vietnam había hecho estragos), al igual que sería pertinente recordar que en 1973 se da la primera crisis del petróleo internacional. Esta serie de acontecimientos marcan el comienzo de la destrucción del Estado de Bienestar y dan inicio al llamado ciclo neoliberal con su producción inmaterial (posfordista).349

débiles contra los fuertes y sus clientes.” Chomsky, Noam, “¿Hacia dónde se dirige el mundo? en La televisión en tiempo de guerra, op. cit., p. 159. 346 Hardt y Negri, Multitud, op. cit., p. 54. 347 “El Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) es un grupo armado diferente a la guerrilla de los años sesenta-setenta en Latinoamérica. No pretende llegar a México D.F. y tomar el poder, pero tiene unas reivindicaciones concretas, y una identidad indigenista. Su identidad está basada en derechos que no posee y exigen que no se les deje fuera del sistema. A este caso podríamos llamarle de identidad positiva, de cambio, y a las otras podríamos denominarles identidades de la crisis, regresivas.” Ramonet, Ignacio y Mariano Aguirre, Rebeldes, dioses y excluidos: Para comprender el fin de milenio, Icaria, Barcelona, 1998, p. 19. 348 Hardt y Negri, Multitud, op. cit., p. 63. 349 “Además, la guerra posmoderna posee muchas características de lo que los economistas llaman la «producción posfordista»: se basa en la movilidad y la flexibilidad, integra la inteligencia, la información y el trabajo inmaterial, y eleva el poder a nuevos confines al extender la militarización hasta el espacio exterior, por toda la superficie de la tierra y en las profundidades de los océanos.” Ibidem, p. 63.

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El nuevo modo de producción tenía como directriz el control y la organización militares por medio de las tecnologías de la comunicación, o por medio de las tecnologías de la información. La producción posfordista se basa en los principios de movilidad, flexibilidad,350 inteligencia, información y trabajo inmaterial. Derivada de ella, se da la aparición de la Revolución de los Asuntos Militarles (RAM) en el año de 1989 basada en tres premisas:

[1] Que las nuevas tecnologías ofrecen la posibilidad de una nueva forma de combate; [2] que Estados Unidos posee ahora una superioridad aplastante sobre los demás estados-nación en cuanto a potencia militar 351; [3] y que con el final de la guerra fría terminó también el paradigma de la guerra como conflicto masivo predecible.352

A partir de ese momento se generaron dos facciones antagónicas, por un lado los tradicionalistas que creían en la lucha cuerpo a cuerpo con sus consecuentes bajas que causaban a largo plazo efectos políticos, y por el otro, los tecnólogos de la RAM, los cuales apostaban por la guerra virtual (drones),353 una guerra cuyas características eran la asepsia tecnificada sin bajas. Antagónicas en principio, las facciones decidieron sintetizar sus posturas en función de la globalización, buscando una guerra virtual sin

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“Como todos los valores de primera línea, la idea de “flexibilidad” oculta su naturaleza en tanto relación social: el hecho de que exige una redistribución del poder y entraña la intención de despojar de capacidad de resistencia a aquellos cuya “rigidez” está a punto de doblegar.” Bauman, Zygmunt, op. cit., p. 136. 351 “En el caso del ataque de la OTAN contra la República Federal Yugoslava, asistimos nada menos que a una “guerra desde el cielo”, en la cual los atacantes se valieron de una red de monitoreo satelital y de espionaje informático que funcionó como contrapunto electrónico permanente de la guerra. La dimensión territorial fue ignorada por completo gracias a los bombardeos selectivos desde una altura tan elevada que permitió a los atacantes evitar la mínima pérdida de vidas humanas.” Zolo, La justicia, op. cit., p. 117. 352 Ibidem, p. 66. 353 “La ventaja de los “drones” radica en su autonomía. Los más utilizados son unos Predator llamados MALE (siglas en inglés para altura media larga resistencia) construidos por la firma General Atomics. Un dron MQ-1 Predator A pude permanecer más de 24 horas en el aire –mucho más que un avión de combate–, y seguir así los desplazamientos de su enemigo. Cada vez más, este aparato es respaldado por su sucesor, el MQ-9 Reaper” (La parca, La muerte), dos veces más grande, cuatro veces más pesado (4.7 toneladas) y con una capacidad 10 veces mayor para acarrear armamento. A un precio de 8 millones de dólares por unidad, sigue siendo mucho más barato que un avión de combate. Por su parte, el Predator C Avender (el vengador), alcanza, gracias a su reactor, una velocidad de 740 kilómetros por hora, contra los 400 kilómetros por hora del Reaper.” Checota, Laurent y Pflimln, Edouard, “Los “drones” o la muerte que viene del cielo” en Le Monde diplomatique, México D.F., número 16, Diciembre 2009, pp. 22-23.

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fin, combinada con las subcontratación de ejércitos para las guerras neocoloniales.354 Este tipo de guerras son las llamadas de “espectro completo”, en las cuales se combina el poderío militar con el control social, económico, político, psicológico e ideológico.355 Esa es la manera de acabar con una insurgencia, “la contrainsurgencia no debe destruir el medio ambiente de la insurgencia, sino más bien crear y controlar ese medio.” 356 Siguiendo a Hardt y Negri:

En este aspecto, Estados Unidos actúa como una potencia nacional, más o menos en la línea de los estados imperialistas europeos de la época moderna. Por otra parte, cada acción militar y la orientación de la política exterior comportan al mismo tiempo una lógica imperial, que es moldeada no respecto de unos intereses nacionales limitados sino del interés de la humanidad en su conjunto. 357 Nuevamente, se aprecia el dogmatismo de los Derechos Humanos en relación a los planes imperiales, pero como veremos en el próximo parágrafo, todo Goliat tiene su David.

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“Además, las fuerzas armadas estadounidenses recurren cada vez más a «contratistas militares privados», es decir, empresas dirigidas con frecuencia por antiguos oficiales, que se encargan del reclutamiento, la instrucción y otras diversas funciones de apoyo y operativas dentro y fuera del campo de batalla. Estos profesionales militares bajo contrato remplazan a los soldados activos, pero no están sujetos a la responsabilidad pública del servicio militar. Y esa práctica de contratación tiende a confundir la diferencia entre servicios auxiliares alquilados y combatientes alquilados, es decir, mercenarios.” Ibidem, p. 72. 355 “De acuerdo con esa visión, los nuevos soldados no solo deben matar, también han de ser capaces de dictar a las poblaciones conquistadas unas normas culturales, legales, políticas y de seguridad.” Ibidem, p. 69. 356 Ibidem, p. 85. 357 Ibidem, p. 87.

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§3. Enjambre. Quiero también traer a la memoria una figura del Viejo Testamento relacionada con este tema. David se ofreció a Saúl para combatir contra Goliat, provocador filisteo. El rey, para infundirle ánimo, le dio sus propias armas pero, en cuanto David las tomó, también las rechazó, diciendo que con ellas no podía valerse por sí mismo y que prefería enfrentar al enemigo con su honda y su cuchillo. Nicolás Maquiavelo, El príncipe.

Las reglas del juego han cambiado, lo que antes era la guerra hoy en día es algo completamente diferente. La Revolución de los Asuntos Militares (RAM) fue puesta en práctica por vez primera con la operación Tormenta del Desierto entre los años 19901991, la cual puede ser definida de manera sintética como “la aplicación combinada al campo bélico de los últimos progresos de la electrónica, la computación, la tecnología espacial, la robótica y la informática.” 358 La RMA por sus siglas en inglés (Revolution in Military Affairs), corresponde al modo de producción posfordista, habilitando la posibilidad de generar un mayor biopoder,359 como bien lo expresan Hardt y Negri en el siguiente pasaje: La sociedad de control, en cambio, debería entenderse como aquella sociedad (que se desarrolla al borde último de la modernidad y se extiende a la era posmoderna) en la cual los mecanismos de dominio se vuelven aún más «democráticos», aún más inmanentes al campo social, y se distribuyen completamente por los cerebros y los cuerpos de los ciudadanos, de modo tal que los sujetos mismos interiorizan cada vez más las conductas de integración y exclusión social adecuadas para este dominio. El poder se ejerce ahora a través de maquinarias que organizan directamente los cerebros (en los sistemas de comunicación, las redes de información, etcétera) y los cuerpos (en los sistemas de asistencia social, las actividades controladas, etcétera) con el propósito de llevarnos hacia 358

Sohr, Raúl, op. cit., p. 326. “Las condiciones que los capacitan para producir mayores riquezas dificultan a su vez la opresión. De ahí que con el perfeccionamiento de los métodos de producción se perfeccionan igualmente los métodos de sumisión. Ya no basta con gobernar apoyándose únicamente en el ejército, la política y la cárcel.” Romano, Vicente, La formación de la mentalidad sumisa, El Viejo Topo, Barcelona, 2004, p. 56. 359

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un estado autónomo de alienación, de enajenación del sentido de la vida y del deseo de creatividad. 360 La Guerra de Cuarta Generación, también llamada guerra de “enjambre” (denominada así por sus características de pulular, la asimetría y la interconexión, según John Arquilla y David Ronfeldt, padres de la novel guerra), tuvo su plena aplicación tras los sucesos acaecidos el 11 de septiembre de 2001 con la invasión de Afganistán. En palabras de Paco Lobatón: La netwar o guerra-red, aplicada ya en la guerra contra el régimen talibán y clave de la derrota infligida a éste. «El swarming, una guerrilla elevada a la enésima potencia, saca partido de dos tendencias que se han desarrollado durante casi un siglo –explica Arquilla–: la creciente capacidad de destrucción de los grupos pequeños, y la mayor precisión de las armas. Hemos logrado multiplicar por diez el alcance y la precisión, lo que nos permite “swarmear a nuestros enemigos.» (…) En la netwar gana quien tiene la mejor información, no el que tiene la bomba más grande.361

El antecedente de su puesta en práctica fue la operación Tormenta del Desierto (Primera Guerra del Golfo Pérsico), al punto de que uno de sus estrategas, el general Glenn Otis declaró que: “La naturaleza de la guerra ha cambiado en forma drástica. El combatiente que gana la campaña informática, vence. Demostraremos esta lección al mundo: la información es la clave de la guerra moderna, en lo estratégico, operativo, táctico y técnico.”362 Para muestra de la importancia de lo que representa la información, es crucial saber que no sólo las torres de Babel fueron arrodilladas en el polvo, pues también la Torre 7 del complejo del World Trade Center 363 sufrió la misma suerte. Su

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Hardt y Negri, Imperio, op. cit., p. 44. Lobatón, Paco, “El dilema de la televisión: ¿ayudar a ganar una guerra o a conquistar la paz” en La televisión en tiempo de guerra, op. cit., p. 179. 361 Hardt y Negri, Multitud, op. cit., p. 83. 362 Sohr, op. cit., p. 326. 363 “La Torre 7 –aunque quizá también otros edificios y los sótanos– escondía una base de la CIA. En los años cincuenta era una simple oficina de espionaje de las delegaciones extranjeras en la ONU; con Bill Clinton, esta base extendió ilegalmente sus actividades al espionaje económico de Manhattan Los 361

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importancia estribaba en ser una oficina de la CIA en la cual se hacía inteligencia financiera. Sin inteligencia financiera, todo podría pasar, incluso desencadenar guerra económicas.364 Pero más allá de eso, el 11 de septiembre inauguró la puesta en marcha de una onda expansiva,365 de una guerra que ellos querían que viéramos 366 una y mil veces, acorde a un guión que tuvo los siguientes efectos simbólicos enumerados por Ignacio Ramonet: El […] objetivo pretendía impresionar la imaginación colectiva desacreditando, ofendiendo y humillando los signos fundamentales de la grandeza de Estados Unidos, los símbolos de su hegemonía imperial en materia económica (World Trade Center), militar (Pentágono) y política (la Casa Blanca).367

La Guerra de Cuarta Generación necesita de la conectividad para que su eficacia sea valedera, pues “de poco sirven los computadores, satélites y misiles si no se comunican entre sí en tiempo real. Si una información del campo de batalla debe pasar

principales recursos del aparato de información norteamericano habían sido desplazados del espionaje antisoviético a la guerra económica.” Meyssan, op. cit., p. 40. 364 “Es obligatorio contextualizar los sucesos concatenados una semana anterior al macabro acto multiterrorista del 11 de septiembre, sin dejar de lado la “globalización en picada” y sus reacciones geoestratégicas y geofinancieras en varios centros de poder […]: lunes 3 de septiembre (8 días antes), Día del Trabajo, en el que Baby Bush reconoce (¡por fin!) que la “desaceleración” estaba golpeando a la clase obrera; martes 9 (siete días antes), la élite del Partido Republicano atrincherada en el Club Metropolitan a dos bloques de la Casa Blanca, temerosa de perder las elecciones en el Congreso el año entrante y luego la presidencia tres años más tarde, prácticamente regañó a Karl Rove, el asesor estrella de Baby Bush, por el descuido de la “economía”, como reseñan Berke y Sanger (New York Times 9.09.01); jueves 6 (cinco días antes), las corporaciones de EU reportan, contra todas las previsiones, que el desempleo, había alcanzado a un millón de trabajadores; domingo 9 (dos días antes), la página electrónica de WSJ previene que la semana no sería pata para cardíacos y que la Bolsa se encaminaba a un “crack”: martes 11, Baby Bush se encuentra en Florida, al resguardo de su hermano Jeb.” Jalife-Rahme, Alfredo, Los 11 frentes antes y después del 11 de septiembre: Una guerra multidimensional, Cadmo & Europa, 2003, pp. 47-48. 365 “En cuestión de minutos, todos los canales de CNN se dispusieron a emitir una sola señal originada por CNN en todo el mundo, señal que sirvió imágenes en directo desde el corazón de la tragedia que entonces se vivía en Nueva York y en Washington. Las imágenes de CNN fueron también emitidas en el resto de canales de cable propiedad de Turner en Estados Unidos, así como en la mayor parte de los 900 canales de televisión, nacionales e internacionales, afiliados a los servicios de CNN.” Tony Maddox, “La CNN Internacional responde” en La televisión en tiempo de guerra, op. cit., p. 93. 366 “Estamos viendo la guerra que ellos están queriendo, estamos viendo las imágenes que ellos deciden que veamos, y realmente es un poco complicado informar y saber lo que sucede, tener una visión global de todo el conflicto si no estás, si no consigues tener a toda hora a gente en todos los lugares.” Sistiaga, Jon, “La información en directo” en Ibidem, p. 40 367 Ramonet, Ignacio, Guerras del siglo XXI, op. cit., p. 66.

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por varias faces no servirá al comandante en el frente”,368 de ahí que el primer gran ensayo de las nuevas guerras haya sido la primera Guerra del Golfo, al ser el evento más mediático de la humanidad hasta que fue eclipsado por el 11 de septiembre del 2001.369 Por ello señalábamos unas líneas arriba la importancia que tiene el EZLN en la conformación de una lucha por la vida frente a la globalización, ya que el EZLN es una transición entre una guerrilla y estructuras biopolíticas en red. Así, “la comunicación reviste un papel central en el concepto revolucionario zapatista, que subraya sin cesar la necesidad de crear organizaciones reticulares horizontales antes que centralizadas y verticales.” 370 Igual de importante fueron los experimentos de Seattle y Génova, ya que mostraron el mismo tipo de organización en red distribuida. Sólo resta concluir redondeado la idea de la Guerra de Cuarta Generación por medio de las palabras de Hardt y Negri, a saber:

En esta serie, el modelo final sería la red distribuida o de matriz completa, en donde no hay centro, y donde cada nodo puede comunicar directamente con todos los demás. Si el ejército tradicional es como un solo cuerpo armado, con relaciones orgánicas y centralizadas entre sus unidades, y si la guerrilla es como una manada de lobos, con grupos relativamente autónomos que pueden actuar independientemente o coordinados, entonces la red de distribución podría imaginarse como un enjambre de abejas o un tropel de hormigas, una multiplicidad de apariencia amorfa pero que puede atacar un punto determinado desde todos los flancos, o dispersarse en el medio ambiente hasta hacerse casi invisible. Es muy difícil dar caza a un enjambre. 371

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Sohr, op. cit., p. 327. Zolo, Danilo, Cosmópolis, op. cit., p. 57. 370 Hardt y Negri, Multitud, op. cit., p. 114. 371 Hardt y Negri, Multitud, op. cit., p. 83. 369

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§4. Mare nostrum. Pretender seriamente que los hombres maten a otros hombres y que estén dispuestos a morir ellos mismos para que florezca el comercio y las industrias de los sobrevivientes o para que prospere la capacidad de consumo de sus descendientes, es alocado e insensato. Carl Schmitt, El concepto de lo “político”.

Ante un panorama pletórico de nihilismo, la pregunta obligada es: ¿Qué repercusiones generan la guerra en el mundo actual, en este caso, la guerra-económica? Una de las explicaciones más interesantes que hemos encontrado a lo largo de nuestra investigación se halla en el ensayo del filósofo y jurista alemán Carl Schmitt intitulado Tierra y mar: Consideraciones sobre la historia universal, ya que en él se sintetiza la estrategia 372 de lo que podríamos denominar guerra-económica.373 En dicho ensayo Schmitt lanza una advertencia al inicio de su argumentación, a saber, “la historia universal es la historia de la lucha entre las potencias marítimas contra las terrestres y de

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Tomamos la definición de estrategia de Sohr: “Palabra que proviene del griego stratego, compuesta de estratos, que significa ejército, y agein, conducir. Karl von Klausewitz, general prusiano y teórico de la guerra (1780-1831), definía estrategia como el uso del encuentro (combate) para alcanzar el objetivo de la guerra y la táctica como el uso de las fuerzas militares en el combate. En sus palabras: “En la estrategia no vemos con nuestros propios ojos ni siquiera la mitad de las cosas que vemos en la táctica, ya que todo debe ser conjeturado y supuesto.” Sohr, Raúl, El mundo y sus guerras, Debate, México, 2009, p. 157. 373 La guerra-económica tiene –adelantamos– una profunda diferencia con la guerra en sentido tradicional. Si en la guerra tradicional se enfrentaban dos ejércitos, Estados o contendientes propiamente preparados para la guerra, la guerra-económica pasa a ser disputada entre una potencia comercial que detenta el control del comercio de alimentos o cualquier otro artículo de primera necesidad (como serían las guerras del agua inauguradas con la intervención en Libia), en contra de una población civil indefensa ante bloqueos comerciales, privatizaciones o en el peor de los casos intervenciones como la acaecida en Irak. Según Jalife-Rahme, “la anglósfera confiesa que la invasión a Irak se debió a la captura del petróleo, que ya habíamos avisado en nuestro libro Irak: Bush bajo la lupa (Ed. Cadmo & Europa, 2005). Después de que tanto el cínico ministro de defensa de Australia, Dr. Brendan Nelson como el locuaz primer ministro John Howard (éste luego se auto desmintió) admitieron que la presencia de sus tropas en Irak se debió al control del petróleo (The Australian, 5 de julio 2007) –¡cómo si no se supiese! –, alguien de mayor jerarquía mental y alcurnia nobiliaria como Rees-Mogg lo enuncia en forma prístina: “los historiadores podrán concluir que la decisión de EU para invadir Irak fue motivada primordialmente por el deseo de obtener el control físico (¡súper sic!) de su petróleo y proveer el apoyo defensivo a las otras potencias petroleras medio orientales.” ¿No qué no?” Jalife-Rahme, Alfredo, La desnacionalización, op. cit., p. 107.

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las terrestres contra las marítimas.” 374 Como lo hemos mencionado anteriormente (Capítulo I §1.), lo que se entiende como Historia Universal es la expansión discursiva de una potencia hegemónica en un contexto histórico dado. De tal forma, se podría establecer de manera metafórica una analogía entre dos potencias del siglo XIX, a saber, el Imperio Británico375 metamorfoseado como una Ballena (Leviatán), y la Rusia zarista, en la forma de un Oso, siendo la esfera de influencia de la primera el mar, mientras que la segunda es la tierra, logrando así una representación iconográfica de esa Historia Universal, en donde opera la dicotomía amigo versus enemigo desarrollada en el Capítulo I §2. No obstante, Schmitt emprende una inmersión historiográfica buscando en los orígenes de Occidente la contraposición antes señalada (amigo vs. enemigo, es decir, recurre a la cuna de la civilización occidental, con el fin de desplegar una especie de relato que de una continuidad historiográfica a partir del eurocentrismo). De tal forma, Schmitt argumenta que la cultura cretense daría paso a la Atenas del Siglo de Oro (que abordaremos a profundidad en el Capítulo V §1.), la cual más tarde acabaría enfrentándose a su rival Esparta. Atenas se erigía en aquel entonces como una potencia marítima, mientras que Esparta detentaba el ser la potencia terrestre por excelencia. Así, al lograr la victoria Esparta sobre Atenas la consecuencia inmediata fue el fin de la hegemonía ateniense en el Mar Egeo. Siguiendo esa línea argumentativa, se podría

374

Schmitt, Carl, “Tierra y mar: Consideraciones sobre la historia universal” en Carl Schmitt, Teólogo de la política, Fondo de Cultura Económica, México, 2001, p. 350. 375 Estas son las palabras con las que William Churchill describía al Imperio Británico ante el Parlamento en 1914: “Nosotros no somos un pueblo joven que tenga unos antecedentes inocentes y una herencia escasa. Nosotros hemos monopolizado un pedazo totalmente desproporcionado de la riqueza y del tráfico del mundo. Tenemos todo el territorio que podamos desear, y muchas veces a los demás no les parece tan razonable como a nosotros nuestra exigencia de que nos dejen disfrutar en paz de estas posesiones inmensas y magníficas, adquiridas sobre todo a través de la violencia y mantenidas en su mayor parte mediante el uso de la fuerza.” Churchill, Winston, citado por Noam Chomsky en Ambiciones imperiales: El mundo después del 11-S, Península, Barcelona, 2006, p. 114.

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proseguir esa serie de confrontaciones con el ejemplo de la Roma terrestre376, la cual para convertirse en un Imperio tuvo que forjar una flota naval, cuyo fin era vencer a su rival Cartago (Carthago delenda est, Catón el Viejo dixit), y así comenzar su expansión a lo largo y ancho del mundo conocido. Más tarde, “a impulsos de las Cruzadas surgió (…) en el ámbito de la cristiandad una nueva potencia naval: Venecia.” 377 Potencia no sólo naval, sino especialmente comercial y cultural, de ahí que tuviera un desarrollo en todos los ámbitos y fuera una de las ciudades-estado donde floreciera el Renacimiento, gracias, dicho sea de paso, a su contacto comercial y cultural con el lejano Oriente. En ese orden de ideas, Schmitt encuentra en la figura de Ernst Kapp un antecedente de la investigación en torno a las potencias marítimas y sus orígenes, ya que en su obra intitulada Geografía general comparada del año 1845, brinda una clasificación de tres grandes estadios civilizatorios. El primero de ellos es nombrado como “Potámico”, caracterizado principalmente por las civilizaciones asentadas en Oriente, específicamente en los ríos Tigris, Éufrates y Nilo. El segundo es el nombrado “Thalásico”, característico de civilizaciones asentadas en mares cerrados, como lo fueron Grecia y Roma al dominar el Mediterráneo (mare nostrum). Finalmente se da la civilización de la “Cultura Oceánica”, exponente de la transformación espacial que comenzó en 1492 con el descubrimiento/conquista del Nuevo Mundo. Siguiendo la argumentación del presente capítulo será necesario concentrarse en el último estadio civilizatorio, ya que su desarrolló se vio signado por las guerras navales, las cuales determinaron la geopolítica de la modernidad. Con ello, siguiendo a 376

Otra interesante observación a los imperios del pasado es enfocada por el economista austriaco Joseph Schumpeter en su obra de 1919 intitulada La sociología de los imperialismos, en la que escribe: “No había ni un solo rincón del planeta en el que no se dijese que no había algún interés en peligro o bajo ataque ya. Si los intereses no eran romanos, entonces eran aliados de Roma; y si Roma no tenía aliados, entonces se inventaban. Cuando resultaba totalmente imposible inventarse esos intereses, entonces se decía que se había insultado el honor de la nación. La contienda se rodeaba siempre de un aura de legalidad. Roma siempre se decía atacada por vecinos malvados, siempre decía estar luchando para poder respirar. El mundo entero estaba plagado de enemigos y, evidentemente, el deber de Roma era protegerse de sus designios, sin duda agresivos.” Schumpeter, Joseph, cita por Noam Chomsky, Ibidem, p. 56. 377 Schmitt, Carl, “Tierra y mar…, op. cit., p. 352.

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Schmitt, “unos años tan sólo después de Lepanto tiene lugar, con la derrota de la Armada Invencible (1588) en el Canal de la Macha, la evolución de la guerra naval.” 378 Para Schmitt, el avance técnico es una de las claves para entender la expansión de las civilizaciones antes descriptas y muy especialmente de la Oceánica, ya que el periodo que va de 1450 a 1600 fue dominado por los holandeses, al ser los artífices de una gran variedad de barcos, inclusive más que todas las naciones europeas juntas. Siguiendo a Schmitt: En este momento crucial tuvo lugar un importante acontecimiento de orden técnico. También ahora son los holandeses quienes marcan la pauta. Hacia 1600 eran maestros indiscutibles en la construcción de buques. Ellos hallaron la nueva técnica de navegación a vela y el nuevo tipo de velero, que hacía innecesario el remo y posible la navegación de altura por los océanos recién descubiertos en toda su extensión. 379 Aunado a ello, en el siglo XVI se produjo un barco de guerra que marcaría una nueva era en lo referente a las guerras marítimas. Éste era el velero artillado en sus costados, permitiendo matar de lejos y dar paso a una verdadera batalla naval sin la necesidad del abordaje y la consecuente batalla en cubierta (un invento tan decisivo como lo fue el arco). Otras de las manifestaciones de la Cultura Oceánica se gestó durante el pasar de los siglos XVI y XVII con la aparición de los piratas ingleses, holandeses, franceses, etc. Como expresa Schmitt:

En estos aventureros se manifiesta el mar como elemento. Su época heroica abarca ciento cincuenta años, poco más o menos desde 1550 hasta 1713, es decir, desde el comienzo de la lucha de las potencias protestantes contra el católico imperio español hasta la paz de Ultrecht. 380

378

Ibidem, p. 355. Ibidem, p. 359. 380 Ibidem, p. 361. 379

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La confrontación entre piratas y el Impero español encubría una guerra de corte religioso entre protestantes y católicos, nuevamente a la luz de la distinción schmittiana entre amigo y enemigo. Así, la Reina Isabel de Inglaterra (1558-1603), fue la encargada de alzar la corona de laureles sobre la armada española en la batalla de Lepanto, convirtiéndose así en un país rico por los llamados por Schmitt “capitalistas corsarios”. Este hecho erigió a Inglaterra en una verdadera potencia marítima. Ejemplo de la bonanza de la época isabelina es el de la familia Killigrews; según Schmitt, “es a principios de los siglos XVI y XVII cuando este pueblo de pastores se convierte realmente en un pueblo de marinos y corsarios, de criaturas del mar.” 381 Aquí se puede entrever la transformación de una civilización de “tierra” a una civilización “marítima”, convirtiéndose no sólo en el amo que vence en la guerra, “sino también algo diferente e infinitamente superior, ganó una revolución y de las más granes, una revolución espacial de signo planetario.” 382 Como lo hemos apreciado a lo largo de nuestra investigación en torno a la globalización, el elemento espacial es crucial, no sólo en términos estratégicos, sino históricos, ya que la mutación de la imagen del espacio es algo muy poderoso en términos civilizatorios. Una forma de apreciar dicha mutación es a partir de la siguiente secuencia: Cuando Julio César, trescientos años antes, partió de Roma para conquistar las Galias, Inglaterra extendió su mirada hacia el Noroeste y alcanzó a vislumbrar lo que sería la cultura Atlántica, siendo éste el primer paso para llegar a la actual comprensión del 381

Ibidem, p. 365. Ibidem, p. 366. En la actualidad la cuestión rebasa por mucho la tierra y el mar, pues escribe Chomsky: “Por sí sola, la militarización del espacio es un problema extremadamente grave. Las comisiones de la ONU dedicadas al desarme llevan años paralizadas. Esta situación se remonta a la negativa de la Administración Clinton a aceptar una serie de medidas que impedían la militarización del espacio. Justo después del anuncio, a bombo y platillo, de la Estrategia de Seguridad Nacional en septiembre de 2002, se hizo otro anuncio que no recibió ninguna cobertura mediática aun cuando podía ser todavía más relevante. El Mando Aéreo Espacial, que se encarga, entre otros, del armamento avanzado de la era espacial, emitió su prospección para los próximos años. Venía a decir que Estados Unidos Pasaría del «control» del espacio a la «propiedad» del espacio. «Propiedad del espacio» significa que no se tolerará ni un solo desplante potencial al control estadounidense del espacio. Si a alguien se le ocurre retarnos, lo destruiremos.” Chomsky, Noam, Ambiciones, op.cit., p. 83. 382

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concepto espacial de lo que hoy en día es Europa en sus variables continental e insular (recordemos que fue Séneca el artífice del concepto de “Nuevo Mundo”, Novus Orbis, el cual sería recogido años más tarde por Colón). Otras de las grandes transformaciones de la dimensión espacial en la época moderna fueron los descubrimientos de Copérnico en su obra De revolutionibus orbium coelestium del año 1543. En ella se plantea, por ejemplo, que el cosmos es limitado. La modernidad y su nueva cosmovisión espacial generarán la dinámica en los pueblos de Europa central y occidental que tiene como consecuencia, en palabras de Schmitt, “romper las formas medievales de comunidad humana, crea nuevos estados, flotas y ejércitos, inventa nuevas máquinas, somete a los pueblos no europeos y los coloca ante el dilema de aceptar la civilización de Europa o caer en simple pueblo colonial.”383 De tal forma, la “Conquista del Nuevo Mundo” terminaría como un botín disputado entre las potencias protestantes y católicas, entre Reforma y Contrarreforma, en pocas palabras, se convierte en la disputa por la tierra. Ello podría ejemplificarse con la disputa entre la Compañía de Jesús, por un lado, y los calvinistas, por el otro, como un conflicto entre amigo y enemigo. Según Schmitt: “El orden de la tierra firme consiste en su división en territorios estados, el mar, por el contrario, es libre, es decir, estatalmente libre y no sometido a la soberanía de Estado alguno.” 384 Esto fue así, es decir, “espacialmente” se dieron estas condiciones durante los últimos tres siglos del derecho internacional, ya que existía una regulación, una ley orgánica expresada como nomos de la tierra. Por ello, Inglaterra es una muestra de la guerra marítima, la cual se contrapone a la guerra terrestre entendida como un conflicto entre Estados, o entre ejércitos. La guerra marítima que dominó Inglaterra consistía en destruir el comercio y la economía del enemigo, es decir, ir directamente contra la población civil. Este fue 383 384

Ibidem, p. 373. Ibidem, p. 379.

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uno de los elementos fundamentales que permitieron al Imperio Británico expandirse de manera desmesurada por el globo, llevando a cabo guerras-económicas en sus colonias con el fin de someterlas. Inglaterra, al ser una isla en una posición geoestratégica privilegiada a causa de su relativo aislamiento, tuvo las condiciones para convertirse en un Imperio al contar con una portentosa armada que controlaba los mares, además de poseer los últimos avances técnicos como lo fueron en su tiempo, el alto horno (1735), el acero fundido (1740), la máquina de vapor (1768) y el telar mecánico (1778), entre otros. La gran potencia marítima que era Inglaterra fue igualmente una gran potencia del maquinismo, siendo ese el momento en que pareció culminar su dominio del mundo. La decadencia se dio cuando “la revolución industrial convirtió a los espumadores de océanos y a los hijos del mar en simples constructores de máquinas y servidores de su poder.” 385 En su ensayo Schmitt termina profetizando que la nueva potencia marítima será América, la nueva isla, la “Gran Isla”, y nos deja una fuerte advertencia respecto al nuevo nomos, ya que esté puede ser más allá del mar y la tierra, es decir, convertirse en aéreo (ahora espacial), abarcando la totalidad del globo. La cuestión es que la historia se repite y en voz de Casca citamos a Shakespeare en su tragedia histórica Julio César:

Dicen, efectivamente, que mañana los senadores tienen la intención de hacer rey a César. Llevará la corona de la tierra y del mar, de todas partes, menos de Italia.

385

Idem.

151

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CAPITULO IV LA DEMOCRACIA DEL PASADO, DEL PRESENTE Y LA AUTONOMÍA DEL SIGLO XXI Para el resurgimiento del proyecto de autonomía se requieren nuevos objetivos políticos y nuevas actitudes humanas, de los que por ahora los signos son escasos. Pero sería absurdo tratar de decidir si estamos viviendo un largo paréntesis, o si asistimos al comienzo del fin de la historia occidental en tanto que historia esencialmente ligada con el proyecto de autonomía y codeterminado por éste. Cornelius Castoriadis, El mundo fragmentado. Pero, si puede imaginarse un cambio radical en el régimen imperial en el que estamos inmersos, este debería partir desde fuera de nuestro mundo occidental. Gianni Vattimo, Ecce Comu: Cómo se llega a ser lo que se era.

Es sumamente paradójico –como lo hemos visto en el caso de los llamados Derechos Humanos–386, que exista una profunda contradicción entre los principios que sustentan la doctrina y su utilización pragmática para generar guerras y demás atropellos al derecho internacional.387 Así, resulta sumamente paradójica la retórica en torno a la

386

“En la comunidad de las Fuerzas Especiales, los derechos humanos se consideraban un aspecto de las operaciones psicológicas. En los años 80, en El Salvador, el coronel J.S. Roach, miembro del equipo de planificación operacional del Ejército de Estados Unidos, a base de machacarlo había dejado claro que vulnerar los derechos humanos nunca tiene sentido desde una «perspectiva pragmática», porque provoca que se pierda apoyo civil, sin el cual no se puede erradicar a los insurgentes. «Los derechos humanos no eran un bloque separado de una hora al principio de la jornada. Había que incorporarlos a la instrucción de manera que no se limitaran a un enfoque moralista.» Las violaciones de los derechos humanos no tuvieron punto final en El Salvador. Aun así, los militares del Tercer Mundo tenían más posibilidades de hacer caso a unos oficiales estadounidenses que los instruían sobre los derechos humanos como instrumento de contrainsurgencia que a unos civiles que hablaban en términos abstractos sobre principios universales de justicia.” Kaplan, Robert D., Gruñidos imperiales: El imperialismo norteamericano sobre el terreno, Ediciones B, Barcelona, 2007, p. 75. 387 “Así, el correlato del libre mercado mundial no podrá ser otro que el de la Seguridad Nacional de los Estados Unidos: a partir de la anarquía internacional eternamente latente dibujada desde Thomas Hobbes, sólo el orden militar y político soberano (teóricamente) renuente, los Estados Unidos, permite asegurar el dinamismo y la certeza de los intercambios. Ante el «idealismo» del derecho y la ética, aceptar el discurso realista como condición científica implica aceptar (y legitimar) un discurso sobre la naturaleza humana y social que universaliza, al margen de sus causas, el conflicto y la represión inherentes a la dominación.” Orozco, José Luis, De teólogos, pragmáticos y geopolíticos: Aproximación al globalismo norteamericano, Gedisa-UNAM-Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, Barcelona, 2001, p. 11.

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democracia como elemento civilizador por parte de Occidente respecto a otras culturas, como ha sido manifiesto en las últimas décadas en relación a Irak, Afganistán, Pakistán, Libia388, Siria, y demás naciones que representan estados canallas.389 Los estudios, libros e investigaciones que generalmente son abordados como marcos referenciales sobre la democracia adolecen, a nuestro humilde entender, de una visión socio-histórica que permita dar cuenta de los elementos constitutivos que conforman el entramado de la democracia como proyecto civilizador de Occidente 390, ya que éste, si de algo se ha caracterizado (al igual que muchos otros proyectos de otras civilizaciones), es por la relación compleja entre civilización y barbarie con la cual impone sus valores y principios. 391 Para tal efecto será necesario abordar en el presente capítulo la democracia desde sus orígenes en la Grecia clásica (pues en cierta medida nos servirán como preámbulo a la última parte de nuestra investigación), para comprender la estructura que conforma la democracia según los antiguos, siendo elementos característicos de ésta la exclusión de grandes sectores de la población (mujeres, extranjeros, esclavos), así como por una

388

“Lo novedoso de la guerra contra Libia no es la captura de sus hidrocarburos, un truismo ya muy aburrido, sino el control del mayor acuífero del planeta –del orden de 2 millones de kilómetros cuadrados, equivalente a todo un México acuático–, que abarca la parte oriental de Libia (léase; Cirenaica y su capital Bengasi), casi todo Egipto y partes considerables de Sudán y Chad, lo cual ha sido expuesto por la AIEA como Sistema Acuífero Nubio de Arenisca (NSAS, por sus siglas en inglés)” Jalife-Rahme, Alfredo, Las revoluciones árabes en curso: El detonador alimentario global, Orfilia, México, 2011, p. 144. 389 “Se ha sustituido la noción colectiva de las causas profundas de la guerra estadounidense, basada en la historia, por la necesidad de “combatir el mal”, detener a los llamados “estados delincuentes” y “cazar a Osama”, palabras continuamente repetidas que forman parte de una campaña propagandística cuidadosamente orquestada. La ideología del “estado delincuente”, concebida por el Pentágono en 1991 durante la guerra del golfo Pérsico, otorga una nueva legitimidad y justificación para declarar una “guerra por motivos humanitarios” a países que no se apegan al nuevo orden mundial ni a los postulados del sistema de libre mercado.” Chossudovsky, Michel, Guerra y globalización: Antes y después del XI-IXMMI, Siglo XXI, México, 2005, p. 20. 390 Un autor que nos ha facultado para entender el tema desde una visión tal, es sin lugar a dudas, Cornelius Castoriadis. 391 “El cristianismo, a través de su proselitismo con voluntad universal, sólo podía acentuar esta tendencia. Mientras que el judaísmo tenía la posibilidad de permanecer en el interior de sí mismo en la alianza privilegiada que creía tener con Dios, el cristianismo finalmente buscó destruir a los otros dioses y a las otras religiones. Por otra parte, desde el momento que fue reconocido como la única religión de Estado, hizo cerrar la escuela de Atenas, y puso fin así a toda filosofía autónoma.” Morin, Edgar, Breve historia de la barbarie en Occidente, Paidós, Buenos Aires, 2006, pp. 22-23.

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revolución económica que permitió que ciertos sectores económicos–oligarquía–392 en auge sustituyeran a la monarquía. De tal forma, la nueva clase gobernante generó las condiciones perfectas para la expansión de la pequeña Atenas, hasta convertirla en un Imperio que dominó lo político, económico y cultural, en los albores de la civilización Occidental. Rescatando en parte los orígenes de la civilización occidental 393, estaremos facultados a interpretar el fenómeno de la globalización en clave imperial desde una perspectiva multidimensional (histórica, política, económica, cultual), ya que como lo hemos visto a lo largo de nuestra investigación, el fenómeno expansivo es consustancial a la “ilimitada expansión del dominio racional” (capitalismo). Así, la democracia aparecerá a nuestros ojos como un eslabón más de una retórica en la que la guerra sustituye las contradicciones que se generan al interior de una sociedad atomizada por el individualismo consumista y la homosintonización de una población teledirigida.394 De aquí deriva el problema de la representación y de las elecciones como bastiones cada vez más desdibujados, perdiendo legitimidad y generando un gran descontento, escepticismo y rechazo en torno a la democracia representativa.

392

Vid. Libro VIII de la República de Platón. “El autor de este modesto libro es un admirador de muchos autores griegos y latinos. Ha vivido personalmente cómo se transfiguraban las aulas de la universidad alemana cuando los profesores se referían a la Grecia clásica. Desde hace muchos años, generación tras generación, se viene hablando de las relaciones sociales del Estado ateniense con una superficialidad que espanta. Si transferimos a la España actual la presentación que se hace de aquella sociedad griega resulta que vivimos en una democracia porque unos pocos miles de millonarios son libres de hacer lo que les venga en gana. Pero por cada ciudadano masculino adulto de Atenas había al menos 18 esclavos. En la presentación habitual de las condiciones sociales de Atenas nuestros libros de texto pasan por alto los 365.000 esclavos. Su consecuente silenciamiento hace pensar que se trata de un olvido intencionado. Si uno se atiene a la lógica de las cosas, si el Estado ateniense era una democracia, esos 365.00 esclavos no podían considerarse seres humanos. En Roma los definían como instrumentos de habla. El escritor latino Varrón hace la siguiente clasificación de los instrumentos (De las cosas del campo, Libro I, 17): “Los instrumentos son de tres clases: primera, los que hablan, segunda los semivocales; y, tercera, los instrumentos mudos. Al primer grupo pertenecen los esclavos, al segundo los bueyes y al tercero las herramientas.” Romano, Vicente, La formación de la mentalidad sumisa, El Viejo Topo, Barcelona, 2004, p. 52. 394 Chomsky, Noam, Ambiciones imperiales: El mundo después del 11-S, Península-Océano, Barcelona, 2005, p. 27. 393

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La última sección del presente capitulo, es un rescate de uno de los elementos olvidados de esa antigua civilización, ya que si bien la democracia en tanto elemento representativo da muestras de hartazgo generalizado, la autonomía a finales del siglo XX y principios del XXI, revitaliza el nihilismo imperante por medio de la reconstitución ontológica a partir del renacimiento de lo colectivo, imaginario y solidario en otras geografías. De tal forma, a esa tierra que vemos en su ocaso, vislumbramos, por otro lado, una tierra que despierta, que amanece en un horizonte pletórico de vida en pleno siglo XXI.

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§1. Una breve reminiscencia al pasado de la democracia. –La misma enfermedad –dije– que perdió a la oligarquía adquiere mayor virulencia a causa del exceso de libertad que hay en la democracia y acaba por reducirla a esclavitud, porque es evidente que todo exceso suele conducir al exceso contrario, tanto en las estaciones como en las plantas y en los cuerpos, y más que en ninguna otra cosa en los gobiernos. Platón, República Libro XVII (563d)

En su obra Modelos de democracia, el politólogo británico David Held da cuenta de manera sintética y rigurosa de las principales características de la democracia en su lugar de nacimiento y contexto histórico, esto es, la antigua Atenas de Pericles. La democracia ateniense de la época clásica es un excelente referente de una serie de transformaciones de orden económico y político que, ligadas a su hegemonía tras las Guerras Médicas, provocó un fenómeno de expansión de sus valores y principios a lo largo y ancho de la Grecia antigua, convirtiendo a la pequeña polis en el primer Imperio que vio nacer Occidente.395 El eterno retorno de lo mismo nos mostrará más adelante que la desmesura trae consigo la tragedia, pues ninguna creación acuñada por el hombre puede pretender gozar del estatus propio de Dios (recordemos la “ubicuidad” de la globalización). Por tal motivo es necesario dar un recorrido a los orígenes de la civilización Occidental, pues la globalización si de algo adolece, es de memoria histórica y de mesura.

395

“Derivado del latín imperium, «imperio» se relaciona con la palabra «emperador», y la mayor parte de la larguísima discusión, desde la Edad Media en adelante hasta los tiempos modernos, termina en un callejón sin salida tautológico: un imperio es el territorio gobernado por un emperador. Todos sabemos que hay, y hubo en el pasado, imperios importantes no gobernados por un emperador, y no creo que sirva de nada hacer juegos de palabras para soslayar esa anomalía lingüística inofensiva. La sugerencia, por ejemplo, de desechar «imperio» como categoría en la historia de Grecia, y hablar sólo de «hegemonía». No me parece útil o provechosa. De poco consuelo les habría servido a los melios, cuando los soldados y marinos atenienses cayeron sobre ellos, estar informados de que estaban a punto de convertirse en las víctimas de una medida hegemónica, no imperial.” Finley, Moses I., La Grecia antigua: Economía y sociedad, Crítica, Barcelona, 2000, p. 61.

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En términos de datación cronológica, los primeros patrones de civilización urbana en la antigua Grecia datan de los siglos VIII al V a.C. Estos primeros núcleos urbanos fueron gobernados por monarquías locales, cuya legitimidad se basaba en un pasado heredado por dioses y mitos que los investían como descendientes directos del panteón homérida.396 No obstante, el devenir histórico trajo consigo algunas transformaciones, ya que las antiguas monarquías dieron paso a nuevas formas de organización del poder que encumbraron a clanes y jerarquías tribales como los nuevos gobernantes, además de ello, “el crecimiento del comercio terrestre y marítimo estimuló el desarrollo de las ciudades costeras especialmente bien situadas, algunas de las cuales disfrutaron periodos de crecimiento sostenido.” 397 En paralelo al surgimiento de esa transformación en el mando, surgieron otras expresiones menos afortunadas del poder, como lo fueron la aparición de los autócratas o tiranos entre los años que van de 650 al 510 a.C. Lo anterior se convirtió en una ruptura radical respecto a las primeras formas de organización, pues esto se debió, en gran medida, a que los tiranos representaban los intereses de todos aquellos que hicieron fortuna por medio de la propiedad de tierras, el comercio e intercambio. De ahí que las formas tribales y de clanes degeneraran progresivamente en regímenes tiránicos, pues la desmesura de la ambición generó igualmente la desmesura del poder. 398

396

Recordemos que las magistraturas estaban compuestas, en una primera instancia, por el Rey (basileus), el cual era “una especie de gran sacerdote encargado de celebrar los sacrificios que la ciudad ofrecía a sus dioses y tomar las disposiciones para que fuese respetada la santidad de la Acrópolis.” El polemarco “como su título lo indica, se ocupaba de conducir los hombres a la guerra, esto es, de ejercitarlos en tiempos de paz para el oficio militar.” Y por último, el Arconte (magistrado), “se dirá en adelante «cuando fulano era arconte», para precisar en qué año había ocurrido tal o cual acontecimiento; el arconte da su nombre al año: es epónimo.” Cohen, Robert, Atenas, una democracia: Desde su nacimiento hasta su muerte, Orbis, Barcelona, 1985, p. 27. 397 Held, David, Modelos de democracia, Alianza, Madrid, 2007, p. 32. 398 “–Y entonces establecen una ley que fija los límites de la organización oligárquica e impone una cantidad determinada de riquezas, tanto mayor cuidado la oligarquía es más poderosa y tanto menos cuando es más débil, y prohíben el desempeño de los cargos públicos a todos aquellos cuya fortuna no ascienda al censo fijado. Hacen pasar esta ley por la fuerza de las armas o acaso, antes de tener que recurrir a ella, imponen por intimidación su forma de gobierno.” República (551a)

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Una de las consecuencias inmediatas que trajo consigo dicha transformación, fue la desigualdad de condiciones que surgió entre las clases desposeídas y las clases ricas, sumado a que “el aumento de la población hizo crecer la presión sobre los privilegiados dando lugar a un periodo de intensas luchas sociales.” 399 Por tal motivo fue necesario llevar a cabo una serie de concesiones que permitirían la creación de una comunidad de pequeños propietarios. En palabras de Held: “El estatuto de estos grupos mejoró aún más, debido a importantes cambios en la organización militar, que hicieron de agricultores y campesinos moderadamente prósperos, piezas centrales de la defensa de la comunidad.” 400 Justamente éste será uno de los cambios más profundos en el futuro de la estructura política ateniense, es decir, la inclusión en el mando de los llamados “nuevos ricos”. 401 Pero a la par que se daban esta serie de reformas que contenían el descontento, el establecimiento de una economía de esclavitud402 en sectores como la minería, agricultura y ciertas industrias como la artesanía, permitió el florecimiento de una civilización urbana, y con ello una profunda dicotomía entre ciudadano y esclavo, que como hemos visto anteriormente, es la vetusta y compleja relación entre amo y esclavo (Babilonia). Siguiendo a Held:

Las comunidades urbanas griegas adquirieron un sentimiento creciente de identidad y solidaridad. Se establecieron líneas claras de demarcación entre «los de dentro» (ciudadanos) y «los de fuera» (esclavos y otras categorías

399

Idem. Idem. 401 Pensemos de manera análoga la radical transformación que surgió tras la Revolución francesa y la nueva clase que se encumbró sobre la monarquía, esto es, la burguesía. Cfr. Horne, Alistair, El tiempo de Napoleón, Debate, México, 2005. 402 “Que yo sepa –y hasta ahora nadie me ha desmentido esta afirmación–, Aristóteles es el primer griego que justifica la esclavitud. Platón no intenta justificarla. Ninguno más. Además, cuando Aristóteles habla de esclavos «por naturaleza», lo hace dando una definición que es casi «aceptable»: dice que son personas que no son capaces de gobernarse a sí mismas. Esto es, utiliza un tipo de argumento que todavía utilizamos, salvo que entre nosotros a las personas que no son capaces de gobernarse a sí mismas se las ingresa en un hospital psiquiátrico.” Castoriadis, Cornelius, Democracia y relativismo: Debate con el MAUSS, Trotta, Madrid, 2007, p. 53. 400

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que incluían a todos aquellos, sin importar su condición procedentes de otras comunidades). 403

La identidad tuvo un reforzamiento a causa de la alfabetización que, colateralmente, traería mejoras en la administración de la polis, siendo una de las transformaciones más profundas la escritura de los primeros códigos, otrora parte de una tradición oral. El siglo VI a.C. dará a luz el flamante modelo democrático en la polis de Quios, olvidada por la historia y eclipsada por la fortuna que la resplandeciente Atenas 404 consiguió, ya que sería la polis democrática por excelencia al intentar expandir e imponer su modelo a lo largo y ancho del mundo conocido. Una de las cuestiones que podrían diferenciar a la democracia ateniense de cualquier otro régimen, es el haber poseído una cierta estructura. En palabras de Held:

Entre los factores que pueden señalarse, lo que alimentó un modo de vida democrático fue quizá el surgimiento de una ciudadanía a la vez económica y militarmente independiente, en el contexto de comunidades relativamente pequeñas y compactas. 405

Una de las causas de tal independencia se debe a la situación geográfica, además de la anteriormente aludida cuestión demográfica que, “una vez dicho esto, es preciso recordar que incluso en Atenas, el demos estaba enteramente compuesto por hombres adultos, con un estricto origen ateniense.” 406 Es crucial resaltar que la democracia ateniense es una fuente para todo el pensamiento contemporáneo sobre la democracia al enarbolar como ideales políticos la 403

Held, David, Modelos de democracia, op. cit., p. 33. “Primero se le había consagrado a la lechuza, después a la serpiente Cécrope, después a Erecteo, hombre convertido en dios, que se dignó a compartir la colina inspirada con la hija de Zeus, la virgen Atenea. Tomó bajo su égida los burgos de la vecindad, que se pusieron de acuerdo para no constituir en adelante más que una sola ciudad. Unión definitiva que nadie romperá jamás, y a la cual, únicamente, escapa finalmente Eleusis. Había nacido, pues, «las Atenas» cuyo destino iba a confundirse con el del Ática. Y los miembros de la nueva comunidad, para perpetuar el recuerdo de aquel acontecimiento capital, de aquella reunión, de aquel sinecismo, lo celebrarán en adelante con una fiesta grandiosa: la de todas las Atenas, o sea de las Panateneas.” Cohen, Robert, Atenas…, op.cit., p. 23. 405 Held, David, Modelos de democracia, op. cit., p. 33. 406 Ibidem, p. 34 404

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igualdad entre los ciudadanos, la libertad, respeto a la ley y la justicia, siendo una peculiaridad, según Held, “el hecho de que no existe un teórico de la democracia en la antigua Grecia, a cuyos escritos e ideas podamos recurrir para los detalles y justificaciones de la polis democrática clásica.” 407 No obstante, se podría afirmar con cierto grado de veracidad que uno de los iconos de la democracia clásica fue la figura de Pericles, cuyos ideales y objetivos se pueden verter en los siguientes puntos: i) Gobierna la mayoría, no unos pocos; ii) Conforme a la ley todos tienen iguales derechos en los litigios privados; iii) El honor es concedido conforme a los méritos y no a la clase social; iv) Práctica de la libertad en asuntos públicos, como privados; y, v) Una persona puede ocuparse de asuntos públicos como privados al mismo tiempo. De todo esto deriva el llamado demos, el cual es el poder soberano, es decir, la autoridad máxima que se ocupa tanto de las cuestiones de orden legislativo como judicial.408 Con ello, la implicación de ser un ciudadano ateniense era el tomar parte de dichas funciones participando directamente en los asuntos de la polis, ya que de lo contrario “como dice Pericles: «somos los únicos que tomamos al que no participa en estas actividades (la cosa pública) por inútil, no por inactivo».” 409 Este punto es esencial, ya que muestra los conflictos del régimen democrático como una especia de “guerra civil”, cuya válvula de escape se da con la expansión territorial. Así, la democracia ateniense tenía como una de sus características 407

Idem. Si bien su diagnóstico es verosímil, podríamos aventurarnos a afirmar que el verdadero padre de la democracia es Solón de Atenas, uno de los siete sabios de la antigüedad que tuvo el acierto de modificar el régimen esclavista (que quede claro, sólo con los propios atenienses no con los extranjeros), prohibiendo los prestamos que tuvieran como fianza la propia persona, además de cancelar las deudas, tanto públicas como privadas. Cfr. Aristóteles, Constitución de los atenienses, Gredos, Madrid, 2008. 408 “El consejo del Aerópago era el guardián de las leyes y vigilaba a los magistrados para que mandasen conforme a las leyes. El injuriado podía denunciar ante el consejo de los aeropagitas manifestando contra qué ley se le hacía injusticia.” Ibidem, p. 62. 409 Held, David, Modelos de democracia, op. cit., p. 35. Aristóteles escribe lo siguiente: “Viendo que la ciudad muchas veces tenía discordias civiles y que algunos ciudadanos por indiferencia se contentaban con el mero azar, promulgó [Solón] una ley especial contra éstos: «el que, estando dividida la ciudad, no tome las armas ni con unos ni con otros, quede condenado a la atimía y deje de tener parte en la ciudad».” Aristóteles, Constitución de los atenienses, op. cit., p. 71. La atimía era la privación total de los derechos de ciudadanía y la exclusión de formar parte de la comunidad política, además de la confiscación de bienes.

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esenciales el principio de la virtud cívica, la cual significaba la dedicación a la polis, y en grado sumo, la subordinación de la vida privada a los asuntos públicos y al bien general.410 De tal manera, lo público y lo privado se fusionaban en un horizonte de dinámica política en donde la virtud cívica es el fundamento de la polis democrática, siendo iguales la virtud del individuo y la del ciudadano, cuyo legado histórico se podría traducir en que, tanto ética como política estaban unidas en la vida de la comunidad política. En palabras de Held:

En esta comunidad, el ciudadano tenía derechos y obligaciones; pero ni esos derechos eran atributos del individuo privado ni esas obligaciones las imponía un estado dedicado al mantenimiento de una estructura destinada a proteger los fines privados de los individuos. 411

Para tal efecto, los ciudadanos en la polis ateniense tenían que reunirse para debatir, decidir y hacer cumplir la ley, pues el principio del gobernar estaba sustentado por la participación directa, “el proceso de gobierno mismo estaba basado en lo que Pericles llama «estudiar con exactitud», es decir, la disertación libre y sin limitaciones, garantizada por la isegoría, el derecho de todos por igual a hablar en la asamblea soberana.” 412 De tal forma, el lugar propicio para llevar a cabo la expresión de los ciudadanos atenienses era la asamblea, que tenía como fin llegar a una comprensión de lo que es bueno por medio de argumentos racionales y no por medio de la fuerza bruta o la costumbre. La ley de la polis descansaba en la ley del ciudadano y, ya que todos eran iguales ante la ley, transgredirla sería transgredir el estatuto ontológico del ciudadano

410

Todo ello sería abolido con la caída de Atenas en manos de la dominación macedónica: “En el último cuarto del siglo IV a.C., el mundo griego fue escenario de luchas y revueltas antimacedónicas, condenadas todas de ante mano al fracaso. Finalmente, la cultura griega introdujo una nueva definición de libertad que incluso hoy día sigue determinándonos. Frente a la autonomía colectiva y a la acción política tal y como la entendían los griegos, es decir, como un asunto de ciudadanos activos, tanto cínicos como estoicos propondrán la autonomía individual y la acción sobre sí.” Daraki, Maria y Romeyer-Dherbey, Gilbert, El mundo helenístico: cínicos, estoicos y epicúreos, Akal, Madrid, 2008, p. 6. 411 Held, David, Modelos de democracia, op. cit., p. 36. 412 Idem.

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libre. De aquí que la ley se contraponga a la tiranía, presuponiendo entonces un respeto a la ley en libertad. Para una descripción de esta cosmovisión:

El ateniense no se imaginaba a sí mismo como totalmente exento de restricciones, sino que trazaba una distinción tajante entre la restricción que es una mera sujeción a la voluntad arbitraria de otro hombre y la que reconoce en la ley, una norma merecedora de respeto y que, por ende, en este sentido, se impone a sí misma. 413

Por lo tanto, el establecimiento del imperio de la ley es la expresión de la polis democrática ateniense. En este orden de ideas, al establecer Pericles a la polis Atenas como el paradigma de las demás polis griegas, ensalza ante todo la forma de vida del ciudadano común y corriente que compone la polis ateniense, pues éste podía desarrollarse libremente y ser feliz. El ciudadano podía, a partir de su paideia y su participación política en comunidad, desarrollar sus facultades materiales y el telos (finalidad, fin, perfección), del bien común. La justicia consistía justamente en afianzar y desarrollar el papel y el lugar del ciudadano en la polis. Para Held, Aristóteles da cuenta de algunas de las ideas más representativas en torno a la democracia, ideas que resumimos en los siguientes puntos: i) El fundamento del régimen democrático es la libertad; ii) La justicia democrática es que todos tengan lo mismo numéricamente y no según sus merecimientos; iii) La muchedumbre es la soberana, así, lo que apruebe la mayoría tiene que ser el fin y lo justo; iv) En las democracias los pobres tienen mayor poder que los ricos al ser mayoría, siendo su opinión hegemónica; v) Las magistraturas deben ser elegidas entre todos; vi) Que todos manden sobre cada uno y que cada uno en su turno sobre todos; y, vii) Que la asamblea tenga soberanía sobre todas las cosas y los magistrados en cambio no tengan ninguna. De aquí se hace patente que la libertad y la igualdad están unidas de forma inexorable

413

Idem.

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para el demócrata, teniendo dos criterios de libertad: a) El ser gobernado y gobernar por turno; b) Vivir como se quiere. Por ello, la igualdad tendrá este criterio numérico, ya que sin él, la mayoría no podría ser soberna; siguiendo a Held:

De acuerdo con los demócratas clásicos «la igualdad numérica», es decir, el reparto equitativo de la práctica del gobierno, es posible debido a que a) la participación se remunera de tal forma que los individuos no se ven perjudicados como resultado de su participación política. b) todos los votos tienen el mismo peso; y c) en principio todos tienen las mismas posibilidades de acceder a un cargo público. 414

Vemos de nueva cuenta cómo la igualdad es lo que subyace a la libertad de la polis democrática, así como su fundamento moral, ya que la participación de todos en la toma de decisiones justifica el criterio de ser gobernados y gobernar por turnos. El segundo aspecto mencionado, vivir como se quiere, podría llevar a una contradicción al régimen democrático. No obstante, es matizado por el primer punto, al observarse que la democracia clásica implicaba libertad y ésta, a su vez, igualdad. Otro aspecto importante a tener en cuenta de la democracia es su composición institucional, “la ciudadanía en su conjunto constituía el órgano soberano fundamental de Atenas: la asamblea. La asamblea se reunía más de cuarenta veces al año y tenía un quórum de 6.000 ciudadanos (el mínimo de ciudadanos cuya presencia se requería para que las actas de los asuntos fueran consideradas válidas).” 415 Todos los asuntos que atendían a la polis eran llevados ante la asamblea, por ejemplo, un asunto de ostracismo, una declaración de guerra, alianzas, estructura legal, firma de paz, etc. La asamblea tomaba decisiones en torno a los asuntos políticos de la polis, buscando casi siempre la unanimidad (homonoia), teniendo la creencia de que el recurso retórico racional, podría dirimir las diferencias de opinión y conflictos de intereses.

414 415

Ibidem, pp. 38-39. Ibidem, p. 39.

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Con ello, la manera de resolución final de algún asunto complejo era por medio de la regla de la mayoría tras una votación formal. En palabras de Held: “Los griegos inventaron el procedimiento de la votación formal probablemente para legitimar las decisiones ante posiciones enfrentadas. Pero el ideal siguió siendo el consenso, y no está claro que ni siquiera una mayoría de los asuntos fuese votado.” 416 La asamblea era un órgano demasiado complejo y de dimensiones prolijas para poder elaborar agendas o borradores para la legislación y ser a su vez el centro de recepción de propuestas políticas. Para hacer más eficaz el proceso democrático, la asamblea estaba facultada por el consejo de los 500 (el cual era ayudado por el comité de los 50 que rotaba en su composición cada mes). Las funciones ejecutivas de la polis eran desempeñadas por magistrados y la elección de funcionarios era cada año, tiempo en el que ejercían sus funciones con opción de una única reelección, teniendo en cuenta que dicha rotación de funciones era con el fin de evitar brotes autocráticos. No obstante, “las extraordinarias innovaciones de la democracia ateniense radican, en gran medida, en su carácter exclusivista. La polis clásica se caracterizaba por su unidad, solidaridad y participación, y por una ciudadanía sumamente restrictiva.” 417 Es decir, tenía el aspecto de una oligarquía. La dinámica de la democracia sólo correspondía a una porción de la población, formada por hombres adultos. Los hombres mayores de veinte años podían optar por la ciudadanía ateniense y como tal, participar en la asamblea. La mujer no tenía derechos políticos y sus derechos civiles estaban severamente limitados. En sí las mujeres servían prácticamente para producir a los futuros ciudadanos varones. Otro sector que no era incluido en la asamblea eran los inmigrantes, al igual que el grupo más prolijo de desposeídos políticos, estos es, los esclavos: 416 417

Ibidem, p. 41. Idem.

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Se calcula que la porción de esclavos en la Atenas de Pericles era al menos de tres por cada dos ciudadanos libres, una población de entre 80.000 y 100.000 esclavos. Los esclavos eran los que trabajaban en la agricultura, industria y en la minería así como en cuestiones domésticas. La democracia y la esclavitud ateniense parecen haber sido inseparables. 418 La supuesta “igualdad” del régimen democrático estaba condicionada a una cuestión genealógica, siendo contradictoria con la igualdad en el sentido antes mencionado, es decir, en cuanto a los inmigrantes mujeres y esclavos. El problema es más profundo, ya que “la igualdad de estatus no implicaba realmente las mismas oportunidades de influir políticamente. La legendaria democracia estaba íntimamente unida a lo que podría denominarse la «tiranía de los ciudadanos»” 419 Esto pone seriamente en tela de juicio la posibilidad de una verdadera democracia, pues ésta correspondía a una porción de la población y no a la población en su conjunto. Siguiendo a Held:

La vida política ateniense parece haber sido extraordinariamente intensa y competitiva. Además, la asamblea y el consejo tendieron a estar dominados por ciudadanos de «alta» cuna o rango, una élite de familias ricas y bien establecidas, que disponían de tiempo suficiente para cultivar sus contactos y perseguir sus intereses. 420

Al carecer de una estructura constitucional, las disputas al interior de la asamblea eran resueltas por medio de sentencias de ostracismo o muerte (pensemos en Sócrates). Pero lo que realmente queremos dejar bien asentado en relación al funcionamiento de la democracia ateniense es lo siguiente: la estabilidad política de la Atenas democrática gozó de periodos largos. No obstante, debemos recordar que el desarrollo de Atenas

418

Ibidem, p. 42. “Por muy contradictorias y poco dignas de crédito que sean las estadísticas de la época, no cabe duda de que estos ciudadanos constituyen una exigua minoría en la masa de la población. Según Demetrio Faléreo no rebasaban los veinte mil sobre quinientos mil habitantes. Pero a saber cómo hicieron la cuenta. Grosso modo, parece, ciertamente, que eran pocos y que, considerando el ocio como la más noble actividad y la primera condición de todo progreso espiritual y cultural, dejaban el trabajo en monopolio a las otras tres categorías de la población: metecos, los libertos y los esclavos.” Montanelli, Indro, Historia de los griegos, Debolsillo, Barcelona, 2005, p. 139. 419 Idem. 420 Ibidem, p. 48.

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estuvo siempre de la mano de confrontaciones militares, como lo veremos en el Capítulo V. Por lo tanto: “La victoria militar acarreaba beneficios materiales para casi todos los estratos de la ciudadanía ateniense, lo que sin duda contribuía a la formación de una base común entre ellos, base que debió ser bastante sólida, mientas duraron las victorias.” 421

421

Idem.

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§2. Breve crítica a la democracia contemporánea.

Platón es el primero en inventar ese modo de lectura sociológico que declaramos propio de la Edad Moderna, esa interpretación que busca, bajo las apariencias de la democracia política, una realidad inversa: la realidad de un estado de sociedad donde el que gobierna es el hombre privado, egoísta. Jacques Rancierè, El odio a la democracia.

Es sumamente aleccionadora e interesante la tesis del libro intitulado El odio a la democracia del filósofo francés Jacques Rancierè, en donde afirma: “hay una sola democracia buena, la que reprime la catástrofe de la civilización democrática.” 422 Porque si de algo se ha caracterizado la democracia en los últimos decenios, es en su carácter represor e intolerante de todo aquello que sea diferente al proyecto de la globalización, ya que por democracia, como veremos a lo largo de la exposición, se ha dejado de perseguir el ideal de autonomía, y sí la implantación por medio de la fuerza nihilista de la guerra, de una distorsión que pone en tela de juicio su carácter originario. Éste proviene igualmente de los griegos y junto con la filosofía 423 constituyen dos de los principales pilares de Occidente, a saber, la crítica a sí mismo, pues “este ponerse a sí mismo en duda –escribe Castoriadis–, en cuestión, es para mí lo esencial de la aportación de la antigua Grecia, que continúa más tarde en Occidente.” 424 La anterior tesis (democracia que reprime la catástrofe de la civilización democrática), es la antípoda de lo que Castoriadis entiende por “democracia”, sumándole a su definición una postura crítica respecto a lo que se ha convertido la democracia en clave globalizadora-tecnocientífica. En palabras del autor:

422

Rancierè, Jacques, El odio a la democracia, Amorrortu, Buenos Aires, 2006, p. 13. Castoriadis, Cornelius, El mundo fragmentado, Terramar, La Plata, 2008, p. 101. 424 Castoriadis, Cornelius, Democracia y relativismo, op. cit., p. 32. 423

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Para mí, la democracia es la participación activa de toda la comunidad en los asuntos políticos, y no la delegación o representación.425 De eso se trata. Entonces, en este sentido, la igualdad económica se justifica para mí, no diría que se deduce, pero forma parte de la misma opción, y esto por dos razones. La primera es, digamos, tradicional y relativamente secundaria: en tanto hay desigualdades económicas, a menos que sean totalmente secundarias y triviales, la igualdad de participación en el poder político se convierte en un engaño. Pero sobre todo, ya he hablado mucho de esto, lo esencial para que haya una renovación política, para que haya de verdad una nueva marcha hacia una sociedad autónoma, es la destrucción de la mentalidad economista. Y la mentalidad economista, que es la que domina el mundo contemporáneo, el mundo capitalista, se instrumenta esencialmente en la psicología de los individuos por la desigualdad de los ingresos: yo tengo más que tú, voy a tratar de tener más aún, etc. 426

Si bien la democracia para Castoriadis tiene ese sentido profundo relativo a la autonomía (que desarrollaremos en el siguiente apartado), su punto de vista muestra una de las constantes que hemos encontrado en nuestra investigación, y es que la globalización si de algo se caracteriza es por ser un dispositivo de expansión marcado por la tecnificación racional, que deviene en una insaciable voluntad de dominio nihilista. Entonces, ¿qué es la democracia en el contexto de la era global? Aventurando una posible respuesta podríamos afirmar que la democracia se ha convertido en una suerte de individualismo-materialista-apolítico427 que pretende, de manera ilusoria, postular una igualdad, que dicho sea de paso, nada tiene que ver con derechos políticos y sí con el presupuesto de que en el mercado todos los individuos tienen una igualdad para consumir de manera anárquica objetos, ideas y sentimientos, con el fin de paliar el 425

También la siguiente podría ser una definición plausible de democracia: “Democracia es el gobierno de unos funcionarios que han de rendir cuentas ante la mayoría de los habitantes de una jurisdicción y cuyo mandato puede ser revocado por estos.” Hardt, Michael y Negri, Antonio, Multitud: Guerra y democracia en la era del Imperio, Debate, Barcelona, 2004, p. 282. 426 Castoriadis, Cornelius, Ventana al caos, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2008, p. 77. 427 “Si damos crédito a Aristóteles, el remedio para este exceso de vitalidad democrática es conocido desde Pisístrato. Consiste en orientar las febriles energías activadas en la escena pública hacia otras metas, en desviarlas hacia la búsqueda de la prosperidad material, de las felicidades privadas y de los lazos de sociedad. Pero, ¡ay!, la buena solución reveló muy pronto su otra cara: disminuir las energías políticas excesivas, favorecer la búsqueda de la felicidad individual y de las relaciones sociales, implica favorecer la vitalidad de una vida privada y de formas de interacción social que multiplicaban las pretensiones y demandas. Y estas, por supuesto, tenían un doble efecto: volvían a los ciudadanos indiferentes al bien público y socavaban la autoridad de gobiernos conminados a responder a la espiral de demandas provenientes de la sociedad.” Rancierè, Jacques, El odio a la democracia, op. cit., pp. 18-19.

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vacío existencial de una sociedad que ha perdido la brújula, naufragando en una tormenta consumista. Otra definición del concepto democracia que nos facultaría a ejercer un sentido filosófico428 es la expuesta por Noam Chomsky en las siguientes líneas:

Existen dos conceptos distintos y contrapuestos de democracia; uno es el que afirma que la gente tiene a su alcance los recursos para participar significativamente en la gestión de sus asuntos particulares y en la que los medios de información son libres e imparciales. Una idea alternativa de democracia es la de que no debe permitirse que la gente se haga cargo de sus propios asuntos, a la vez que los medios de información deben estar fuerte y rígidamente controlados.429 Según Lippman, en una democracia con un funcionamiento adecuado hay distintas clases de ciudadanos, una que toma decisiones, ejecuta, controla en los aspectos ideológicos, económicos, políticos, y otra la mayoría, que llama el «rebaño desconcertado», cuya función es la de ser espectadora y no miembros activos, sólo de vez en cuando se les permite elegir a sus líderes; y después, a ser espectadores… Se necesita algo para domesticar al rebaño, la fabricación del consenso, es decir, producir en la población mediante las nuevas formas de propaganda la aceptación de algo inicialmente no deseado. Estados Unidos fue pionero en las relaciones públicas (1920), industria que mueve actualmente un billón de US dólares y tiene como misión el control de la opinión pública. Los individuos tienen que estar atomizados, segregados y solos, no puede ser que pretendan organizarse porque en este caso podrían convertirse en algo más que en simples espectadores pasivos; de aquí que se intente acabar las organizaciones obreras valiéndose de la propaganda. Todo esto es muy eficaz y hasta hoy ha funcionado. Se inculcan valores al servicio de los amos de la sociedad: lo único que tiene valor en la vida es poder consumir más y mejor. La concepción que subyace a esto es la de Lippman: el rebaño desconcertado es un problema, hay que evitar que bramen y pisoteen y para ello hay que distraerlos (fútbol, culebrones…) y también inculcarle miedo, ¿cómo?, avivando en él el miedo a los enemigos: durante mucho tiempo para Occidente el enemigo eran los 428

“La crítica implica una relativa toma de distancia con respecto al objeto; si la filosofía debe ir más allá del periodismo, esa crítica presupone la creación de nuevas ideas, de nuevas normas, de nuevas formas de pensamiento que establezcan esa distancia.” Castoriadis, Cornelius, El mundo fragmentado, op. cit., p. 17. 429 “Se dirá que estamos en democracia y que el público o la opinión pública puede –o debe– controlar lo que sucede. Abstracción exangüe. No basta con repetir lo que no hace mucho era bien sabido y, desde hace algunos años, parece extraño y masivamente olvidado, merced al redescubrimiento de los “valores liberales”: la opinión pública accede a las informaciones que se tenga a bien proporcionarle, es manipulada de todas las formas posibles, tiene que hacer enormes esfuerzos de tiempo en tiempo para levantar una barrera (y solamente después) frente a una pequeña parte de lo que se perpetra por los aparatos burocráticos del Estado, políticos y económicos, las veinticuatro horas del día. La cuestión es mucho más profunda: concierne a la formación de las representaciones y de la voluntad del hombre moderno. Se podría decir, en un primer nivel, que esas representaciones y esa voluntad se forman constantemente por el conjunto del mundo instituido contemporáneo, incluyendo su pesado componente tecnocientífico.” Ibidem, pp. 55-56.

170

rusos, ahora son los terroristas, los narcotraficantes, el integrismo árabe… Pero el rebaño desconcertado nunca acaba de estar debidamente encerrado… 430

Lo anterior tuvo su puesta en marcha como proyecto planetario tras el 11 de septiembre de 2001, al mostrarse “el final de la larga huelga de los acontecimientos”.431 Es decir, si existe una verdadera intención de generar un proyecto imperial, éste tuvo su motivación al ser atacados los bastiones de la democracia occidental, por lo que fue necesario iniciar una guerra contra todos aquellos enemigos (inventados o declarados) para impedir que la civilización democrática colapsara.432 Y no sólo eso, sino que se pretendió llevar la democracia a lugares que estaban dominados por “dictadores”.433 Sin olvidar que la democracia tiene su fundamento teórico en el liberalismo europeo, y que éste, a su vez, es la raíz común tanto del comunismo como del fascismo, cabría preguntarse ¿qué sucedió después de esa fecha?, pues todo pareció indicar que la democracia tomó un cierto cariz fascista, siendo claro y distinto el hecho de que el comunismo siempre ha sido uno de los enemigos a vencer por parte de Occidente (es decir, podrán ser todo menos comunistas). A partir de esa fecha emblemática, si algo murió, fue la democracia. Siguiendo a Meyssan:

430

Noam Chomsky citado por Paco Lobatón en La televisión en tiempos de guerra: La onda expansiva de los atentados del 11-S, Gedisa, Barcelona, 2002, pp. 173-174. 431 “[…] según la sugestiva ocurrencia de Jean Baudrillard, quien lo tomó en préstamo del escritor argentino Macedonio Fernández.” Marramao, Giacomo, Pasaje a Occidente: Filosofía y globalización, Katz, Buenos Aires, 2006, p. 13. 432 “Cuando vi derrumbarse las Torres Gemelas, primero sentí horror, luego piedad: pensé que el nivel de violencia al que había llegado el conflicto entre los que buscan tener la hegemonía sobre el poder imperial se había vuelto verdaderamente terrorífico. Gregorovius añade que los ataques bárbaros dan nacimiento a la arqueología romana. ¿La destrucción de las torres de Nueva York es el principio de una arqueología americana? En todo caso, hay que entender que lo que sucedió pertenece al Imperio: sé que es difícil de pensar, pero hasta la locura asesina de Al Qaeda pertenece al Imperio. Lo que está siendo construido sobre las ruinas de las Torres Gemelas es un Imperio absoluto contra los fantasmas del Mal.” Negri, Toni, De retorno: Abecedario biopolítico, Debate, Barcelona, 2003, p.154. 433 “Sin embargo, queda claro que esta guerra no fue “un campaña contra el terrorismo internacional” sino una guerra de conquista con consecuencias devastadoras para el futuro de la humanidad. Y el pueblo estadounidense ha sido deliberadamente engañado por su gobierno.” Chossudovsky, Michel, Guerra y Globalización: Antes y después del XI-IX-MMI, Siglo XXI, México, 2005, p. 64.

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Los historiadores recordarán que entre noviembre de 2001 y febrero de 2002, la democracia –tal como había sido imaginada por los redactores de la Declaración de Independencia y la Constitución de Estados Unidos– ha muerto. Al expirar la democracia ha nacido el Estado fascista y teocrático norteamericano […] 434

Lo que sucedió a partir de ese momento fue la inversión de la democracia en lo que nunca se pensó que se convertiría, a saber, totalitarismo 435, ya que el proyecto de la globalización no se contentaba con los límites nacionales, buscando la totalidad del globo como su esfera de influencia, su Grossraum global. Por ello, decir que se convirtió en fascismo queda corto de miras, pues la cuestión iba más allá de los límites establecidos. La definición de totalitarismo recae sobre la cuestión de una organización total (económica, política, cultural, social, etc.), a partir de una partido único. Pero en este caso, al no existir un “partido mundial” lo que resalta Edgar Morin es que,

del mismo modo que un sistema teocrático se funda sobre un faraón-dios que todo lo sabe y todo lo puede, el totalitarismo reposa sobre un sistema en el que se atribuye a los dirigentes la disposición de un conocimiento verdadero y lúcido. Sobre este saber, que se afirma como absolutamente verdadero, se elabora un poder absoluto. 436 De tal forma, la democracia se convirtió en un dogma 437 cuya retórica es propia de los denominados “autoritarios modernizadores” 438, pues en vísperas de la guerra en Medio

434

Meyssan, Thierry, La terrible impostura, El Ateneo, Buenos Aires, 2003, p. 105. “Hay para esto una razón muy simple: las propiedades que ayer se atribuían al totalitarismo, concebido como Estado devorador de la sociedad, pasaron a ser, sencillamente, las propiedades de la democracia, concebida como sociedad devoradora del Estado. Si Hitler, cuyo afán dominante no era la expansión de la democracia, puede ser percibido como el agente providencial de esta expansión, es porque los antidemócratas de hoy designan democracia a la misma cosa que los celadores de la «democracia liberal» de ayer llamaban totalitarismo: la misma cosa al revés.” Rancierè, Jacques, El odio a la democracia, op. cit., p. 25. 436 Morin, Edgar, Breve historia de la barbarie en Occidente, Paidós, Buenos Aires, 2006, p. 84. Cfr. Arriola, Juan Federico, Teoría general de la dictadura: Un estudio sobre política y libertad, Trillas, México, 1995. 437 “Quizá también se deba a la consolidación de una burbuja mediático-conservadora que la izquierda de los países “democráticos” haya dejado de hablar de revolución, y que estén dispuestas a calificar cualquier forma de indisciplina social como “terrorismo”, contra el cual es preciso luchar conjuntamente, obviamente bajo el liderazgo de Estados Unidos.” Vattimo, Gianni, Ecce comu: Cómo se llega a ser lo que se era, Paidós, Buenos Aires, 2009, p. 53. 435

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Oriente, el presidente de EE.UU. –de aquel momento–, pronunció el siguiente discurso del cual transcribimos su parte medular:

Las culturas humanas pueden presentar enormes diferencias. Aun así, el corazón humano desea las mismas cosas buenas, en todas partes de la Tierra. En nuestro deseo de estar a salvo de la opresión brutal y la intimidación, los seres humanos somos iguales. En nuestro deseo de cuidar nuestros hijos y ofrecerles una vida mejor, somos iguales. Por esos motivos fundamentales, la libertad y la democracia tendrán siempre y en todas partes un mayor atractivo que las consigas de odio y las tácticas de terror.439

¿Qué es entonces lo que se pretende más allá de una retórica democrática como ésta? Resulta sorprendente que un mandatario invoque juicios de corte moral (bueno y malo), para llevar a su pueblo 440 a una guerra infinita en contra de un enemigo que tiene la apariencia de ser un fantasma. ¿Será acaso que los diagnósticos anteriormente esgrimidos respecto a la inversión de la democracia en totalitarismo son correctos? El discurso anterior parece propio de un emperador que busca generar guerras coloniales con la intención de infundir el bien, logrando llevar a cabo uno de los principios que el príncipe debe utilizar para adquirir dominios que le son ajenos, en palabras de

438

“En la vertiente política del desarrollo, Estados Unidos debería marcarse el objetivo de fomentar el buen gobierno, no sólo la democracia. Como se ha señalado, el desarrollo político es una etapa superior al fomento de la democracia. Conlleva cosas como la construcción del Estado y la creación de instituciones eficaces, que son condiciones del gobierno democrático, pero no necesariamente democráticas por sí mismas. Fareed Zakaria acierta al decir que, cuando sea posible, un imperio liberal de la ley es en principio más importante para el crecimiento económico que la participación política democrática, y que quizás en algunos casos sean preferibles los autoritarios modernizadores a las democracias impotentes.” Fukuyama, Francis, América en la encrucijada: democracia, poder y herencia neoconservadora, Ediciones B, Barcelona, 2007, p. 148. 439 Ibidem, p. 125 440 Porque la cuestión en esos momentos era la muy escaza legitimidad que tenía el mandatario respecto a su pueblo, de manera que podemos rastrear dicho comportamiento en el alma del tirano que describe Platón en el libro VIII de la República: “Pero cuando se reconcilia con algunos de sus enemigos de fuera, mientras que a otros los extermina, y que por ese lado tienen tranquilidad, pienso que promueve ante todo algunas guerras, para que el pueblo tenga necesidad de conductor” (566e) “Y también para que el pago de los impuestos de guerra haga pobres a los ciudadanos y los obligue a dedicarse a los cuidados de cada día, de modo que conspiren menos contra él” (567a) “Y se me ocurre que, si sospecha que algunos tienen pensamiento liberales de modo tal que no confían en su mando, con cualquier pretexto los hará perecer poniéndolos en manos del enemigo; en vista a todas estas cosas, el tirano estará siempre forzado a suscitar la guerra.” (567a)

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Maquiavelo: “se adquieren con las armas de otro, o con las propias, gracias a la fortuna o a la virtud.” 441 La cuestión sería que, lejos de haberse discutido de manera democrática en alguna asamblea de los países occidentales que formaron parte de la expedición guerrera en Medio Oriente, los mandatarios, sin importar si eran de derecha o izquierda, dictaron, decretaron, tal como en la antigua Roma los emperadores actuaban (mandata principum), iniciar una cruzada en contra de todo aquello que atentara contra Occidente y sobre todo, con el orden democrático y liberal en su fase ya no de globalización, sino de Imperio. Como señalan lucidamente Hardt y Negri en relación al caso particular de EE.UU (y de México sic.),

en resumen, el monarca puede usurpar el poder y declarar la guerra de manera unilateral (y, de hecho, provocar grandes tragedias), pero finalmente le llegará la factura. En estas condiciones, la aventura unilateral representa una fase transitoria. Sin la colaboración de la aristocracia, en realidad el monarca no tiene poder. 442 Así, tanto la virtud de la democracia como forma de elección de dirigentes 443, como la falsa dicotomía entre izquierda y derecha, sucumbieron en manos de las ambiciones imperiales de un sistema que cada día muestra más, siguiendo la tesis de Rancierè, su catástrofe. Pues resultaría por demás erróneo y corto de miras presuponer que el poder político por sí mismo es el que genera todas esas guerras en la actualidad, siendo las oligarquías nacionales y globales las encargadas de especular financieramente en pro de una expedición guerrera con el fin de hacer negocios y capturar las materias primas de aquellos “enemigos”. Porque algo que parece ser una constante actualmente en Europa (cuna de la civilización democrática), es la derechización de la izquierda al seguir los dictados del 441

Maquiavelo, Nicolás, El príncipe, Losada, Buenos Aires, 2007, pp. 69-70. Hardt y Negri, Multitud, op. cit., pp. 88-89. 443 Badiou, Alain, Circunstancias, op. cit., p 17. 442

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FMI y el Banco Central Europeo, avasallando a sus poblaciones con medidas sumamente draconianas de austeridad (por cierto, demasiado parecidas a las de Argentina en los 90´s, alumno de excelencia del FMI y el BM). 444 Precisamente lo que avizorábamos al principio de la presente sección en relación al espíritu economicista que inunda el espíritu democrático, la democracia se ha encargado de sustituir a la política por la mercantilización de todo. 445 La democracia es un sistema de dominación, un eufemismo, una idealización de un mundo que pretende ser una constante reproducción, una copia de la ilimitada expansión del dominio racional 446, que muestra sus facetas bondadosas a través de dispositivos tecnológicos que distorsionan y simulan una lógica del amo y el esclavo, que va de lo planetario a lo individual, de lo uno a lo múltiple y de lo múltiple a lo uno. Democracia quiere decir igualmente totalitarismo mediático, en cuyas nuevas “palestras digitales” se escuchan las voces de los nuevos sofistas con su retórica bélica 447, exaltando la necesidad de acabar con el “mal”, para que prevalezca el “bien”. Esta estrategia del hipercapitalismo se basa en la tecnificación de una sociedad cada vez más dependiente de los medios “democráticos”, que en realidad tienen la misión de ser

444

“Para la socialdemocracia, que gobierna en solitario en varios grandes países europeos, la política es la economía; la economía, las finanzas; y las finanzas, los mercados. En consecuencia, se esfuerza en favorecer las privatizaciones, el desmantelamiento del sector público y las concentraciones y fusiones de macroempresas […] En el abanico político, la izquierda está hoy por reinventar, y el testigo conformismo, del conservadurismo, ha pasado a manos de la socialdemocracia. Es la moderna derecha. Por vacuidad teórica y por oportunismo, ha aceptado la misión histórica de aclimatar el neoliberalismo.” Ramonet, Ignacio, Las guerras del siglo XXI: Nuevos miedos, nuevas amenazas, Mondadori, Barcelona, 2002, p. 44. 445 Castoriadis, Cornelius, Democracia y relativismo, op. cit., p. 105. 446 “Estaría llegando a su fin la prometeica edad de fuego, de modo que las herramientas y los combustibles característicos de la sociedad industrial serán reemplazados por otro tipo de instrumental u otras fuentes de energía. Estas nuevas modalidades son de inspiración electrónica y digital y ostentan una capacidad de modelar las materias vivas e inertes de formas inusitadas.” Sibilia, Paula, El hombre postorgánico: Cuerpo, subjetividad y tecnologías digitales, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2006, p. 51. 447 Fazio, Carlos, Guerra imperial y desinformación: La mentira del Pentágono como arma de guerra, Imprenta Nacional y Gaceta Oficial, Venezuela, 2009, p. 23ss.

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nuevas formas de control cada vez más sutiles 448, todo ello con el fin de la vigilancia y ulterior normalización449 de los sujetos que cuestionen al sistema imperante. Así, el Imperio que se balancea como espada de Damocles sobre la cabeza de miles de millones de habitantes del planeta tiene como fin generar una tendencia que, en palabras de Hardt y Negri:

De acuerdo con la doctrina actual del Pentágono, el proyecto de ampliación de la democracia de mercado debería respaldarse tanto mediante microestrategias basadas en zonas (pragmáticas y sistémicas) de aplicación como mediante continuas identificaciones de los puntos y fisuras críticos presentes en los bloques culturales antagónicos fuertes que podrían provocar su disolución. 450

Dicha estrategia tiene como fin, en última instancia, el proyecto más ambicioso del Imperio, aquello que anteriormente habíamos analizado como la guerra económica (es decir, una guerra cuyo destinatario es la población civil). Para tal fin, una de las primeras instituciones de la globalización en su fase temprana fue la Organización Mundial del Comercio 451, que tuvo como una de sus misiones el difundir los principios de una civilización liberal y un orden mundial liberal.452 Quien se opusiera, tendría que vérselas con el Departamento de Defensa de EE.UU., que no es otra cosa más que una empresa privada al servicio de los intereses financieros trasnacionales 453, cuya estrategia más portentosa, más ambiciosa y que rebasa todo los límites existentes en el derecho

448

“Por eso, la nueva configuración social se presenta como totalitaria en un nuevo sentido: nada, nunca, parece quedar fuera de control. De ese modo, se esboza el surgimiento de un nuevo régimen de poder y saber asociado al capitalismo de cuño postindustrial.” Sibilia, Paula, El hombre postorgánico, op. cit., p. 27. 449 Ibidem, p. 30ss. 450 Hardt y Negri, Multitud, op. cit., p. 446. 451 Bello, Walden, Desglobalziación: Ideas para una nueva economía mundial, Icaria-Intermón Oxfam, Barcelona, 2004, p. 78 452 Todorov, Tzvetan, op. cit., p. 28. 453 Hardt, Michael y Negri, Toni, La multitud y la guerra, ERA, México, 2007, p. 47. “La nueva guerra de Estados Unidos consiste en extender el sistema de mercado y abrir nuevas “fronteras económicas” para el capital estadounidense. Por consiguiente, la invasión militar encabezada por Estados Unidos –en estrecha relación con Gran Bretaña– responde a los intereses de los gigantes petroleros angloamericanos, aliados con los cinco grandes fabricantes de armas de Estados Unidos: Lockheed Martin, Raytheon, Northrop Grumman, Boeing y General Dynamics.” Chossudovsky, Michel, op. cit., p. 65.

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internacional es la Nation building, la cual tiene en la democracia uno de sus bastiones retóricos más importantes. En palabras de Negri:

A la ilusión de una constitución imperial, que en el respeto a la multiplicidad de acciones y de intereses, pudiese comenzar a configurar un nuevo orden mundial (por cierto, no revolucionario, sino sólo correspondiente a la exigencia de una mínima democracia en los intercambios de mercancías y opiniones), la administración Bush opuso dispositivos de intervención, de represión, de guerra e, incluso peor todavía, nuevos criterios de justicia (Guantánamo y la Corte de Guerra) y de democracia (la nation-building [construcción de nación] confiada a los generales del ejército estadounidense a los Ganleiter [Comisionados] locales), que obligan a referirse a los peores ejemplos del imperialismo del siglo XIX y del totalitarismo del XX. 454

Esto quiere decir, en pocas palabras, que el proyecto de la democracia por parte del Imperio tiene como fin imponer por la fuerza la constitución nacional 455 de aquellos estados canallas (Chomsky) que no acepten sus condiciones como amo y señor global.456

454

Ibidem, p. 28. “Los proyectos contemporáneos de construcción nacional, por el contrario, vienen impuestos por la fuerza, y desde el exterior, mediante un proceso que se ha dado en llamar «cambio de régimen». Esa construcción nacional se parece menos al nacimiento revolucionario de las naciones modernas que al reparto colonial que practicaban las potencias, cuando trazaban líneas sobre el globo terráqueo para definir los mapas de los territorios sometidos. También se parece, en una comparación un poco más benévola a las batallas por redibujar las circunscripciones electorales o administrativas para adquirir control sobre ellas, aunque ahora ampliadas a escala planetaria. Sea como sea, la construcción nacional ilustra el aspecto «productivo» del biopoder y de la seguridad.” Hardt y Negri, Multitud, op. cit., pp. 4546. 456 Uno de los ejemplos históricos más trágicos ha sido el caso de Chile en la década de los 70´s y que representa un campo de experimentación de dicha estrategia. “Las diferentes intervenciones militares contra-revolucionarias van a apoyarse, a nivel subjetivo, sobre una verdadera ideología de “guerra santa” anticomunista, donde se sataniza una supuesta subversión generalizada y organizada contra la “paz” social y los valores nacionales. Esta visión de la amenaza guerrillera, sin relación con las fuerzas reales de los movimientos insurreccionales armados, permitió justificar torturas, secuestros, desapariciones forzadas y el terrorismo de Estado. Tras este discurso, el punto fundamental es la constatación que el advenimiento de las dictaduras en América Latina responde fundamentalmente a una fase de radicalización de la lucha social, a una politización acelerada de las clases populares que toma posiciones anticapitalistas (de ahí la importancia de la referencia al socialismo y a la revolución cubana) y de este hecho a la desestabilización directa de los intereses del gran capital y de sus agentes locales en esta parte del mundo. Partiendo de este punto, la figura “terrorista” es poco a poco asimilada y confundida por las diferentes dictaduras con cualquier persona que haya sido vinculada con organizaciones sociales y políticas, algunas veces trabajando únicamente en barrios populares o simplemente teniendo posturas de oposición a la instauración de un régimen dictatorial.” Gaudichaud, Franck, Operación Cóndor: Notas sobre el terrorismo de Estado en el Cono Sur, Sepha, Madrid, 2005, pp. 19-20. 455

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Como conclusión sobre la democracia podemos decir que, bajo argumentos cada vez más endebles se puede afirmar categóricamente que la paz y la democracia se pueden exportar 457, al igual que no se puede pensar que la democracia y el capitalismo nos llevarán a un mundo mejor.458 Si de algo se caracterizan estos modelos que evocan estrategias de corte imperial, es que, al igual que la globalización (en tanto amalgama de principios y valores de la civilización Occidental), poco a poco periclitan 459, dando cumplimiento al significado de Abendland, a saber, la “Tierra del ocaso”.

457

Rancierè, Jacques, El odio a la democracia, op. cit., p. 16. Zolo, Danilo, Cosmópolis, Paidós, Barcelona, 2000, p. 226ss. 458 Vattimo, Gianni, Ecce comu, op. cit., p. 82. 459 Jalife-Rahme, Alfredo, Hacia la desglobalización, Jorale-Orfilia Valentini, México, 2007, p. 36.

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§3. La transformación a la autonomía.

La política imperial articula al ser en su extensión global: un gran mar donde sólo se mueven los vientos y la corriente. La neutralización de la imaginación trascendental es, pues, el primer sentido en el que, en la esfera imperial, lo político es ontológico. Michael Hardt y Antonio Negri, Imperio.

Como lo desarrollamos a lo largo del parágrafo anterior, la democracia en clave imperial representa una de las facetas de la ilimitada expansión del dominio racional, así como parte de la retórica en torno a la globalización desplegada en los medios de comunicación que cada día siguen al pie de la letra la distopía de George Orwell 1984460, en la cual el doblepensar dictaba: la guerra es la paz, la esclavitud es la libertad y la ignorancia es la fuerza. Por ello, a partir de la crítica a la democracia hemos podido identificar dos grandes problemas. El primero de ellos es el relativo a la cuestión de la hybris de la globalización, pues como escribe Rancierè: “la democracia moderna significa la destrucción del límite político por la ley de ilimitación propia de la sociedad moderna. Este propósito de sobrepasar cualquier límite es servido y emblematizado a la vez por la técnica, invención moderna por excelencia.” 461 El segundo es el relativo al hecho de que en la democracia, entendida como sistema de representación, los “ciudadanos” solamente forman parte de una puesta en escena llamada vía electoral, es decir, al igual que en el mercado, el “ciudadano” se encuentra facultado únicamente para elegir a qué “mercancía”, “ideología” o “partido” se van a someter.

460 461

Cfr. Orwell, George, 1984, Salvat, Navarra, 1970. Rancierè, Jacques, El odio a la democracia, op. cit., p. 21.

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En relación al segundo punto es muy interesante lo escrito por Hardt y Negri: El diagnóstico de Huntington fue que la «democracia» en Estados Unidos peligra desde el decenio de 1960 por exceso de participación y de reivindicaciones que planteaban las organizaciones de los trabajadores y los grupos sociales recién incorporados al activismo, como las mujeres y los afroamericanos. Demasiada democracia, proclamó paradójicamente, enfermaba a la democracia estadounidense y daba lugar a una «destemplanza democrática».462

¿Qué quiere decir esto? Que mientras exista una jerarquización de la sociedad, una falsa representatividad política, así como un sistema de exclusión como en la antigua Grecia (los derechos civiles en EE.UU. fueron arrancados hace relativamente poco tiempo a un Estado que legalizaba y legitimaba la segregación de la población afroamericana, hoy en día la comunidad latina 463), la democracia funcionará para las oligarquías nacionales y trasnacionales que simulan elecciones e imponen gobernantes, mientras la población tiene la falsa creencia de elegir su destino. La democracia, por tal motivo, se encuentra en una profunda crisis de legitimidad a nivel global, ya que, no lo olvidemos, en su nombre últimamente se han generado guerras neocoloniales, así como guerras civiles al interior de los países promotores a causa de las grandes desigualdades económicas, políticas y sociales que aquejan a un dogma teologizado (recordemos la globalización y su ubicuidad). La pregunta que surge es, ¿qué queda entonces para salvaguardar el sentido de la política en un panorama desértico como lo es el de la globalización en clave imperial? Sin tener demasiados caminos para responde a tal enigma, acudimos a la fuente inagotable del conocimiento occidental, la Grecia antigua, para desentrañar el sentido de la autonomía como un bastión libertario y proyecto ético-político para el presente y el porvenir, pues como escribe Castoriadis:

462 463

Hardt y Negri, Multitud, op. cit., p. 57. Cfr. Smith, Marvin, John Coltrane: Jazz, racismo y resistencia, El Viejo Topo, Barcelona, 2003.

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Pienso que Occidente –o si queréis la historia greco-occidental o europea– tiene una singularidad en la historia universal. Pienso que nuestra historia ha creado algo particular. Como diría otro: todas las culturas son diferentes, pero ésta es más diferente que las demás. Más diferente tanto en el horror como en lo que nos permite hablar aquí esta tarde como estamos hablando. Esta diferencia reside, en primer lugar, en lo que yo puedo decir, en lo que podéis decir todos aquí, o sea, en lo que puedo pensar y en lo que podéis pensar. […] Estamos tan acostumbrados a este tratamiento tan altamente particular y específico que nos olvidamos de él. Y así, la pregunta ¿es justa la ley? nos parece natural. Olvidamos que hemos sido fabricados socialmente en función de una tradición secular, de dos milenios y medio; por eso la pregunta anterior tiene para nosotros un sentido. (Pregunta, os lo recuerdo, que es la condición previa a cualquier actividad política verdadera.) 464

De tal forma, observamos que en el día a día del mundo contemporáneo, la ilimitada expansión del dominio racional provocó la crisis de la política (y no sólo política, es una crisis multidimensional, esto es, económica, cultural, ambiental, social, etc.), dejando a un lado su veta de creatividad e imaginación en favor del dominio, ya sea por la vía de la privatización espacial de grandes zonas del globo (Irak, Libia, Egipto, etc.), ya sea por medio de la tecnociencia que, como lo hemos analizado anteriormente, se encarga de maneras cada vez sutiles de controlar las mentes y los cuerpos de los individuos, por no decir de sociedades enteras, facultadas por el biopoder. No obstante, como lo habíamos anunciado en un capítulo anterior (Capítulo II), del momento críticodestructivo, será necesario pasar a un momento constructivo ético-político, el cual nos ocupa a continuación.465

464

Castoriadis, Democracia y relativismo, op. cit., pp. 30-31. Es importante advertir que no seguimos aquí la propuesta de Hardt y Negri de la multitud. El problema que hemos identificado (y del cual no podemos estar de acuerdo en función de nuestra postura en contra de la tecnificación a ultranza de la humanidad y de la naturaleza (ese espíritu economicista), es que para estos autores, al igual que para Marx, el vertiginoso perfeccionamiento de los medios de producción significaría, a final de cuentas, una vía de emancipación de la clases oprimidas. Disentimos de tal postura, pues la cuestión estriba en caer en cuenta de que, si bien, el problema es el capitalismo, nuestro acercamiento a Castoriadis nos ha podido advertir que su definición en tanto “ilimitada expansión del dominio racional” evoca de forma más clara que el problema es el proyecto de la dominación de la naturaleza misma, incluido, claro está, el hombre. Por tal motivo, creemos que es necesario partir de un punto de vista ético-político que tome distancia de la visión tecnocrática, como tránsito a un mundo que en verdad quiera enfrentar sus problemáticas más apremiantes. Castoriadis, Cornelius, Ventana al caos, Fondo de Cultura Económica, México, 2008, pp. 53-54. 465

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Para tal efecto, y ante la oscuridad que plantea la democracia en clave imperial, será necesario recurrir al concepto de autonomía como una fuente para abrevar del néctar de la imaginación. Así, para Castoriadis: La autonomía es pues el proyecto –y ahora nos situamos sobre un plano a la vez ontológico y político– que tiende, en un sentido amplio, a la puesta al día del poder instituyente y su explicación reflexiva (que no puede nunca ser más que parcial); y en un sentido más estricto, la reabsorción de lo político, como poder explícito, en la política, actividad lúcida y deliberante que tiene como objeto la institución explícita de la sociedad (así como de todo poder explícito) y su función como nomos, diké, télos –legislación, jurisdicción, gobierno– hacia fines comunes y obras públicas que la sociedad se haya propuesto deliberadamente. 466

Es decir, de lo que se trataría con la puesta en marcha de un proyecto autonómico sería, en un principio, romper con el asfixiante totalitarismo del mundo individualista que significa la democracia representativa, o mejor dicho, la democracia de mercado, en la que impera la cuestión de lo político, es decir, el simple e ilimitado ejercicio del poder, ya sea, político, militar o económico (la triada imperial de Badiou), para acabar con los enemigos. Observamos de igual forma, que en la definición de Castoriadis se muestra una veta ontológica sumamente interesante, ya que como se puede apreciar, lo que define al ser no sería una indeterminación, esto es, un mero anarquismo de consumo de sentimientos, ideas y mercancías, sino la creación de nuevas determinaciones.467 Justamente en este punto es pertinente mostrar que para Castoriadis (cuestión que compartimos), Occidente, en tanto sociedad secular y democrática en clave autonómica, tiene la facultad de preguntarse a sí misma, de reflexionar, de cuestionarse, por ejemplo, si las leyes son justas o injustas, de manera tal que si son injustas, se genere un proceso 466

Castoriadis, El mundo fragmentado, op. cit., p. 112. “Y, en un plano más general, en el plano ontológico, lo que define al ser no es la indeterminación, es la creación de nuevas determinaciones; y si alguna vez existiera una sociedad según mis deseos, ésta no sería una sociedad de la indeterminación, sería una sociedad que se determinaría de otra forma, precisamente de forma que permitiera su propio cuestionamiento, etc. Esto es una creación, es una ley de esta sociedad. Para mí, indeterminación no quiere decir nada. Hay que hablar de un imaginario creador, instituyente, es decir, determinante, precisamente. Y esto es hablar de filosofía…” Castoriadis, Democracia y relativismo, op. cit., pp. 37-38. 467

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en el que el imaginario radical instituyente se convierta en el actor principal. Siguiendo a Castoriadis:

La sociedad instituida es siempre trabajada por la sociedad instituyente, bajo el imaginario social establecido corre siempre el imaginario radical. Es el hecho primero, bruto, del imaginario radical el que permite no ya “explicar”, sino desplazar la pregunta que plantean el “se encuentra” y el “existe” anterior. La existencia de pluralidad esencial, sincrónica y diacrónica, de sociedades significa que existe imaginario instituyente. 468

Por ello, la imaginación juega un papel fundamental en la creación de nuevas determinaciones, pues a nuestro entender lo que en verdad está en juego es el imperio de un mundo bajo la neblina de la noche y el despertar de un nuevo amanecer, que no es otra cosa más que un vitalismo. De aquí surgen algunos puntos cruciales en nuestro cuestionamiento al mundo democrático en clave imperial, pues a ese individualismo propio del totalitarismo del siglo XXI (Marramao), se contrapone una visión de una sociedad, que para tal efecto, tiene la imperiosa necesidad de la actividad autónoma colectiva e imaginativa.469 De aquí la facultad de imaginar una sociedad autónoma en donde la crisis de la representación de las elecciones sea transformada en el imaginario radical instituyente de una sociedad que participe de manera directa 470 en las cuestiones 468

Castoriadis, El mundo fragmentado, op. cit., p. 94. “Llegamos así al nudo gordiano de la cuestión política hoy. Una sociedad autónoma sólo puede instaurarse mediante la actividad autónoma de la colectividad. Una actividad semejante presupone hombres que invistan con fuerza algo más que la posibilidad de comprar un nuevo televisor [en] color. Y de manera más profunda todavía, presupone que la pasión por la democracia, la libertad y los asuntos comunes a todos, ocupe el lugar de la distracción, el cinismo, el conformismo y la loca carrera por el consumo. En resumen, y entre otras cosas, una sociedad autónoma presupone que lo económico deje de ser el valor dominante o excluyente. Tal es, para responderle a F. Feher, el precio a pagar por una transformación de la sociedad. Digámoslo más claro todavía: el precio a pagar por la libertad es la destrucción de lo económico como valor central y, de hecho, único. ¿Es un precio tan alto? Para mí desde luego que no. Prefiero infinitamente tener un nuevo amigo que un auto nuevo. Tal vez sea una preferencia subjetiva. ¿Pero y objetivamente? Con gusto dejo en manos de los filósofos políticos la tarea de fundar el pseudo consumo como valor supremo. Pero hay algo más importante. De seguir las cosas su curso actual, este precio deberá pagarse como sea. ¿Quién puede creer que la destrucción del planeta dure cien años más al ritmo que lleva? ¿Quién puede no ver que, si los países pobres se industrializaran, se aceleraría? ¿Qué hará el régimen cuando ya no pueda controlar a los pueblos ofreciéndoles constantemente cuentitas de colores?” Castoriadis, Democracia y relativismo, op. cit., pp. 94-95. 470 “«¿Qué posibilidad existe hoy, según usted, de hacer renacer formas de democracia directa y qué relación podría mantener ésta con el sistema representativo?». Para mí –responde Castoriadis–, la única democracia es la directa. Una democracia representativa no es democracia, sobre esto estoy de acuerdo, 469

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no sólo políticas, sino también culturales, económicas, feministas, educativas, de cuidado del medio ambiente, etc. Pero sobre todo, un imaginario que rompa con la heteronomía 471 que representa la imposición en la totalidad del globo de un proyecto imperial bajo la bandera de la ilimitada expansión del dominio racional, generando un florecimiento de lo local sobre lo global, de lo comunitario sobre lo individual, de la vida sobre el nihilismo. Para tal efecto, sería pertinente y necesario citar de manera panorámica algunos de los ejemplos contemporáneos de luchas en las que la autonomía ha tenido un papel crucial en la construcción de un mundo nuevo. Entre los miles de ejemplos que existen y pululan en el globo 472, cabría resaltar los acaecidos en el cono sur, específicamente en América Latina. La relevancia de las luchas que se han gestado estriba en el hecho de los llamados por Carlos Antonio Aguirre Rojas “rasgos civilizatorios” 473, ya que algunos de ellos han sido históricamente contrarios a la autonomía. El principal de ellos sería el carácter dependiente de América Latina, no sólo por la cuestión anteriormente desarrollada en torno a la conquista, sino porque casi siempre se ha mantenido como un satélite de las potencias hegemónicas, digamos, primero del Imperio Español, después

no ya con Marx sino sencillamente con Rousseau (que no es por cierto el único que ha mantenido esa posición), que observaba que los ingleses sólo eran libres el día en que elegían a sus representantes. Y ni siquiera ese día.” Ibidem, p. 70. 471 Ibidem, p. 76. 472 Para un recuento de los múltiples movimientos que pululan en el globo Cfr. Roma, Pepa, Jaque a la globalización: Cómo crean su red los nuevos movimientos sociales y alternativos, Debolsillo, Barcelona, 2001. 473 “Si queremos comprender a esta América Latina actual, es necesario partir, en primer lugar, de la realidad estructural de que la civilización latinoamericana es hoy, y ha sido desde hace medio milenio, la civilización más dependiente y subordinada de todo el planeta. Y ello porque, desde su mismo origen como proyecto civilizatorio, el mundo latinoamericano ha sido construido no en función de sí mismo, sino siempre en función de los diferentes centros hegemónicos, potenciales o reales, de la economía capitalista mundial y del sistema histórico global. Porque dado que el nacimiento de nuestra civilización latinoamericana es un proceso simétricamente contemporáneo a la emergencia del capitalismo como sistema histórico, y con ello al nacimiento y afirmación tanto de la primera economía mundial como de la verdadera y estricta historia universal, entonces la suerte que le ha tocado a América Latina en cuanto a su integración específica a este capitalismo, a esta economía mundial y a esta historia universal, ha sido la de ser una de las “periferias” o “áreas dominadas” de dichas entidades globales mencionadas.” Aguirre Rojas, Calos Antonio, Para comprender el mundo actual: Una gramática de larga duración, Instituto Politécnico Nacional-Centro de Investigaciones Económicas Administrativas y Sociales, México, 2010, p. 132.

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del Imperio Británico, para culminar con el Imperio Norteamericano. De ahí que –y este es otro de los rasgos civilizatorios– exista una profunda desigualdad en una zona que se caracteriza por sus pletóricas riquezas petroleras, cupríferas, auríferas, biodiversidad, culturales, demográficas, acuíferas, etc. De tal forma, dependencia y desigualdad han sido las características o rasgos civilizatorios de una zona geopolítica que si bien ha generado luchas como los movimientos independentistas a principios del siglo XIX474 y algunas revoluciones a principios del XX475, tendrá una profunda proliferación de movimientos libertarios a partir de la década de los noventa del siglo XX. Ya hemos hablado de la importancia de la lucha por la autonomía que libraron los zapatistas el primero de enero de 1994, como una batalla que hunde sus raíces quinientos años atrás con la conquista. A ella se le pueden sumar otros grandes movimientos de corte antisistémico476 y anticapistalista que guardan en su seno la premisa de que no existe futuro alguno si América Latina continúa dependiendo de un Imperio decadente como el occidental. Algunos movimientos, como los llamados “piqueteros” de Argentina amalgamados en el llamado Movimiento de Trabajadores Desempleados (MTD), fueron pieza fundamental para los hechos acaecidos el 19 y 20 de diciembre de 2001, fecha que marcó la ruptura, el fracaso y el despertar de algo más allá de una insurrección popular.477 O qué decir del

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Cfr. Alponte, Juan María, A la vera de las independencias de la América Hispánica: Perfiles de la historia, Océano, México, 2010. 475 Cfr. Aguirre Rojas, Carlos Antonio, Contrahistoria de la revolución mexicana: Pistas de una agenda abierta, Contrahistorias, México, 2009. 476 En palabras de Wallerstein. “He inventado este término para unir dos conceptos que han sido utilizados desde el sigo XIX: los movimientos sociales y los movimientos nacionalistas. Hice esto porque creo que ambos tipos de movimientos comparten algunas características esenciales, y porque ambos representan maneras paralelas de afirmar una fuerte resistencia al sistema histórico existente en el que vivimos, incluyendo, incluso, el deseo de derrocar el sistema.” Wallerstein, Immanuel, Análisis de sistemas-mundo: Una introducción, Siglo XXI, México, 2006, p. 133. 477 Cfr. Calloni, Stella, Argentina: De la crisis a la resistencia, La Jornada, México, 2003. Negri, Antonio; Cocco, Giuseppe: Altamira, César; Horowicz, Alejandro, Diálogo sobre la globalización, la multitud y la experiencia argentina, Paidós, Buenos Aires, 2003.

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Movimiento de los Sin Tierra (MST), en Brasil 478, que en pos de una reforma agraria construye a partir de la autonomía nuevas formas que vayan más allá de la hegemonía y la concentración de la tierra. En esa plétora también encontramos los movimientos indígenas en Ecuador y Bolivia, este último con otra fecha que marcará continuidades/discontinuidades como lo fueron los hechos de mayo y junio de 2005 por la nacionalización de sus recursos energéticos no renovables, evitando su entrega y un posible golpe de Estado por parte de la oligarquía nacional.479 Si bien tras los sucesos acaecidos en esos meses se convocó a elecciones, ganando un socialdemócrata, es un hecho muy notable que el movimiento no tomara el poder estatal, pues en palabras de Aguirre Rojas:

La idea de que la simple toma del poder político en sí mismo no es demasiado útil si no va acompañada de una orgánica, sólida y completa organización fuerte de los movimientos de masas, organización que haga posible imponer sistemática y permanentemente que el que mande, “mande obedeciendo”, y que dicho poder político esté siempre supervisado, vigilado, controlado y hasta “cercado” por esos movimientos populares sólidamente organizados. 480

Pues como lo hemos explicado, la autonomía es un esquema comunitario de organización social que no necesariamente tiene las características del poder político concebido desde una lógica occidental 481 (el culto a la personalidad de reyes como Luis XIV que decía “el Estado soy yo”, emperadores como Napoleón y su auto-coronación, dictadores como Hitler, Mussolini, Bush, etc.) 478

Betto, Frei, “No sabemos donde colgar nuestros sueños” en Porto Alegre (Foro Social Mundial 2002): Una asamblea de la humanidad, Icaria-IPS, Barcelona, pp. 31ss. 479 Aguirre Rojas, Carlos Antonio, Para comprender el mundo actual, principalmente el capítulo 11 “Bolivia rebelde: Las lecciones de los sucesos de mayo y junio de 2005 en perspectiva histórica.” op. cit., pp. 159-172. 480 Aguirre Rojas, Calos Antonio, Para comprender el mundo actual, op. cit., p. 164. 481 Aquí cabría un giro de 180°, siguiendo a Castoriadis: “La política es proyecto de autonomía: actividad reflexionada y lúcida tendiendo a la institución global de la sociedad como tal. Para decirlo en otros términos, concierne a todo lo que, en las sociedades, es participable y compartible. Pues esta actividad auto-instituyente aparece así como no conociendo, y no reconociendo, de jure, ningún límite (prescindiendo de las leyes naturales y biológicas).” Castoriadis, Cornelius, El mundo fragmentado, op. cit., p. 109.

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Así, estas luchas por la autonomía tienen la apariencia de ser democráticas, cuando, según Aguirre Rojas:

Esta democracia muy otra, puesta en acto por las clases populares en las experiencias de gobierno antes mencionadas, no es una simple copia o resurrección de la democracia originaria comunitaria, sino más bien una forma nueva y superior de la democracia, tan distinta y tan otra, que quizá no debiera llamarse “democracia”. 482

Profundizando en estas luchas y para dimensionar lo que estaba, está y estará en juego para el contexto geopolítico de América Latina, es muy importante recordar que lo acaecido los días 19 y 20 de diciembre de 2001 en Argentina, fue algo más allá de una crisis de la representación política. Para el sociólogo argentino Eduardo Grüner, lo que estaba en juego era la llamada “economía-guerra”, la cual tenía como objetivo eliminar el excedente no rentable de la población, en una especie de genocidio 483 sin la parafernalia de una invasión militar, una dictadura que implante el terrorismo de Estado o un bombardeo teledirigido (recordemos el capítulo III §4. en su último punto referente a la guerra económica que tiene por objetivo no el confrontarse con otro ejército, sino directamente con la población civil). Para Grüner la sociedad que se construyó con años de implementación de reformas neoliberales dictadas por el FMI y el BM, fue la llamada “sociedad cero”:

482

Aguirre Rojas, Calos Antonio, Para comprender el mundo actual, op. cit., p. 183. “Pero, desde luego, en alguna medida estamos haciendo una analogía eficaz pero algo apresurada al hablar de “guerra”. Si más arriba hablamos de “exterminio” es porque en verdad aquí no había ninguna “guerra”, lo cual supondría al menos dos bandos en pugna; pero el otro “bando” –la sociedad en su conjunto– por el momento no había declarado, ni parecía que estuviera en voluntad ni en condiciones de hacerlo, ninguna “guerra”, sino, como mucho, algunos decididos pero pacíficos gestos de resistencia local y protesta callejera: no existían, tampoco entonces, los Dos Demonios, por más que –lo veíamos cotidianamente, en discursos como los de los señores Escasany y Crotto, con la prensa adicta haciendo de altoparlante– se intentaba hacerlos renacer por todos los medios. La sociedad estaba siendo, simplemente, víctima de lo que sin exagerar demasiado se puede llamar genocidio. Y no se trataba (ni se trata) sólo de un genocidio actual, sino de uno proyectado hacia el futuro: la muerte cotidiana de niños por hambre, o la perspectiva de una próxima generación de discapacitados físicos y mentales por insuficiencia vitamínica constituye una “política poblacional” a largo plazo, lo sepan o no sus perpetradores.” Grüner, Eduardo, La Cosa política o el acecho de lo Real: Entre la filosofía y el psicoanálisis, Paidós, Buenos Aires, 2005, p. 333. 483

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Sociedad cero. O sea: una sociedad drásticamente achicada mediante el exterminio –ya sea por hambre o por represión– y cuyo resto sobreviviente queda tan agotado, desmoralizado y aterrorizado que su única noción de “ciudadanía” sea la aspiración a que se le permita, cada dos o cuatro años, volver a votar por lo mismo indefinidamente. 484 Esa sociedad cero se basa en la ironía del “déficit cero” impuesto por las condicionalidades del FMI, por ello las fechas del 19 y el 20 son un ejemplo de lo que significó para Argentina la entrada en la globalización como una nación subordinada a los dictados de un ente externo, hipotecando su autonomía con la promesa de formar parte del club de los países del primer mundo (mito por demás falaz en un contexto donde Europa continental y Gran Bretaña sufren exactamente el mismo genocidio). En ese orden de ideas, los “piqueteros” jugaron ese papel ontológico que significa la autonomía, vía asambleas barriales, ocupación de fábricas (abandonas por la oligarquía tras el colapso del sistema), creación de cooperativas, la solidaridad con otros movimientos, por nombrar algunas de sus múltiples y prolijas acciones de resistencia, pues según Grüner, “sin ser estrictamente nada, son ontología pura, son el polo opuesto del cero, son el lugar vacío, son el cimiento ausente sobre el cual funda lo indescriptible.” 485 Sin pretender ser “latinoamericano-céntricos”, igualmente suceden procesos autonómicos en otras partes del globo, como es el caso de las llamadas “Revoluciones Árabes”. El papel del biopoder que hemos puesto al día de sus formulaciones primeras en las décadas de los sesentas y setentas del siglo XX, tuvo en Túnez su expresión por la vía de la hambruna. Siguiendo al analista geopolítico Jalife-Rahme en su libro intitulado Las revoluciones árabes en curso, el detonador alimentario global: La revolución del jazmín en Túnez –genuina “revolución de supervivencia (por hambruna)” de desempleados universitarios– colocó a 484 485

Ibidem, p. 334-335. Ibidem, p. 365.

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Estados Unidos y Gran Bretaña ante la disyuntiva insalvable de que muchos de sus indefectibles aliados geopolíticos en el mundo pueden ser derrocados humillantemente debido al alza especulativa de los alimentos, lo que obliga a los países damnificados a recurrir a medidas netamente “políticas” y “protectoras” de salvaguarda nacional. Son tiempos políticos, no financieristas. 486 Es decir, al ser Túnez, Egipto,487 etcétera, países dependientes de los alimentos importados del “primer mundo”, tras la crisis financiera global de 2008 ocasionada por la quiebra de Lehman Brothers (15 septiembre 2008), se desató a su vez una profunda crisis alimentaria (además de una energética), con la estrepitosa subida en los mercados financiaros de los precios de los alimentos 488. Porque si habíamos mencionado que Argentina fue uno de los mejores alumnos del FMI, lo mismo se podría decir de Túnez, Libia, Siria y Egipto, bastiones del neoliberalismo que incluye “una privatización de larga escala, el retroceso de la economía nacional y la regulación financiera, la destrucción de decenas de miles de empleos y recortes en los subsidios estatales [...]” 489 ¿Será acaso que seguimos el mismo guión? ¿Podríamos decir exactamente lo mismo en los actuales y trágicos acontecimientos en España, Irlanda, Italia, Grecia y Portugal, por nombrar los casos más críticos? En nada discrepan de lo esgrimido anteriormente de otras zonas geopolíticas donde la autonomía ha sido evaporada por la hybris imperial de la globalización, así:

La privatización, la profundización de la desigualdad social, el creciente desempleo juvenil, la ausencia de oportunidades para los graduados de universidades, la caída de los salarios reales y la acumulación de 486

Jalife-Rahme, Alfredo, Las revoluciones árabes en curso: El detonador alimentario global, Orfilia, México, 2011, pp. 34-35. 487 “Más allá de su alianza con el hipermilitarismo de Estados Unidos y Gran Bretaña, además de su apoyo a Israel en su infanticidio de palestinos de Gaza, existieron tres señales fatídicas: 1. Protestas de los obreros del delta del Nilo por las alzas de los alimentos en 2008 que condujeron a la creación libertaria del internauta Movimiento del 6 de abril, sin ninguna afiliación política y aliado al grupo de miserables (literal) Kafaya (¡Ya basta!); 2. descarado fraude totalitario en las recientes elecciones legislativas, y 3. Matanzas, sumadas de su asfixia cultural y política, de los coptos cristianos (10 por ciento de la población)” Ibidem, p. 92 488 Ibidem, p. 41. 489 Ibidem, p. 51.

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inmensas cantidades de riqueza, cuya mayoría proviene de operaciones criminales de saqueo, no pertenece al Medio Oriente, sino son fenómenos globales.490

Por ello, esgrimíamos anteriormente la necesidad de la autonomía como forma de contrapoder al Imperio, ya que al generar una redefinición de las necesidades locales de las poblaciones a favor de la vida, se activan mecanismos innatos del devenir social que tienen como característica la búsqueda de soluciónes a los problemas locales. Como escribe acertadamente Michael Hardt:

Viajo por distintos lugares, y todos me hablan de autonomía. En Chile, Bolivia, Sudáfrica, México. Yo siempre pregunto: ¿de dónde salió esa palabra, de los zapatistas, de los italianos? No, no, me contestan, eso sale de nuestra propia experiencia. Me llama mucho la atención: es como si hubiera vidas paralelas y muchas personas de diferentes lugares afrontaran más o menos la misma situación. 491

El anterior contexto global está enmarcado en lo que el geoestratega norteamericano Zbigniew Brzezinski llamó “el despertar político global”. Dicho fenómeno, que según el geoestratega comenzó en el año 2008, se caracteriza por ser el anhelo de dignidad humana, además:

El despertar político global es históricamente antiimperial, políticamente antioccidental y emocionalmente antinorteamericano en dosis crecientes. Este proceso está originando un gran desplazamiento del centro de gravedad mundial, lo que, a su vez, está alterando la distribución global del poder, con implicaciones muy importantes de cara al papel de Estados Unidos en el mundo. 492

Así, nos acercamos al final de nuestro relato, mostrándose el concepto de Abendland, la “Tierra del ocaso”, como un ocaso que traerá un nuevo amanecer.

490

Ibidem, p. 52. Hardt, Michael y Negri, Toni, La multitud y la guerra, op. cit., p. 133. 492 Brzezinski, Zbigniew, Tres presidentes: La segunda oportunidad para la gran superpotencia americana, Paidós, Barcelona 2008, p. 268. 491

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CAPÍTULO V ABENDLAND “LA TIERRA DEL OCASO” ¿No viene continuamente la noche, y más y más noche? Friedrich Nietzsche, La Gaya Ciencia. Va creciendo la oscuridad: retorna el cuervo a la espesura del bosque: las aves nocturnas descienden anhelosas de presa… William Shakespeare, Macbeth.

Hemos llegado al final de nuestra investigación multidimensional y compleja sobre la idea de globalización. El Capítulo I intitulado Los diferentes enfoques de la globalización, nos permitió abordar el concepto a partir de una visión multidimensional, de forma tal que nuestra primera inmersión (§1. Dimensión histórico-filosófica) tuvo como objetivo principal lanzar la pregunta por la globalización y rastrear cuál es su fenómeno fundamental que, como lo pudimos constatar, es la expansión. Además de situar el concepto desde diferentes puntos geopolíticos, ya que no es lo mismo la mundialización para el contexto europeo, que la globalización para el contexto de América Latina, Norte América, Asía o Medio Oriente. Más tarde desarrollamos (§2. Dimensión político-jurídica) las implicaciones que tiene dicha globalización respecto a la soberanía, dando cuenta de un grave problema tras la quiebra del “modelo Westfalia” y sus consecuencias en el ámbito del derecho internacional. De modo que la globalización, acorde al momento histórico mítico de 1989-1991, se erigió como el orden político-jurídico que colocó en jaque la soberanía construida durante gran parte de la modernidad y cuyo epítome se logró en el siglo XX con la proliferación de la institución del Estado-moderno en gran parte del globo. En la siguiente dimensión (§3. Dimensión socio-cultural) se analizaron algunas de las implicaciones del biopoder 191

respecto a la implantación de la globalización, ya sea a partir de las ciudades de control, de la interconexión de los centros financieros, así como las primeras manifestaciones de resistencia a dicho biopoder en las nuevas formas de organización en red, cuyas características son la horizontalidad, así como su carencia de jerarquías, pero sobre todo, su espontaneidad. Por último (§4. Dimensión económica) se desarrolló el cuestionamiento en torno a qué continuidades/discontinuidades existen en el plano de la economía con relación a la globalización, así como el modo de producción de la era posindustrial. Con dichos elementos pudimos comprender cómo la globalización tiene una continuidad con los procesos que llevaron a Europa, a partir de los inicios de la modernidad en el siglo XVI, a expandirse por todos los confines del globo, generando una especie de “teología secularizada” (recordemos la distinción de Schmitt entre amigo-enemigo), que en términos contemporáneos tiene una revigorización a partir del desplazamiento geopolítico que se da en el siglo XX con la aparición de EE.UU. como potencia hegemónica, digamos, no propiamente “Americana”, sino más bien heredera de Occidente en su conjunto (bastaría tener en consideración la actuación de la OTAN en las últimas décadas). El Capítulo II intitulado La globalización como Imperio, desarrolló el cuestionamiento, partiendo de las condiciones contemporáneas, de cómo fue posible que se generara un Imperio Global. Dicho cuestionamiento surge a raíz de que muchos de los elementos abordados en el capítulo anterior son sintetizados en el relato elaborado por dos pensadores que, simbólicamente, generan un enlace entre el “viejo” y el “nuevo continente”, entre el antiguo poder europeo –que podríamos remontar hasta los griegos, pasando por los romanos y la Edad Media– para llegar a la nueva “Pax Norteamericana”. Así, pudimos develar las características del Imperio Global, que son

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la desterritorialización, la atemporalidad, pero sobre todo, la imposición de una nueva soberanía de facto. Por tal motivo, fue necesario dar paso a un análisis multidimensional del fenómeno de la guerra en el Capítulo III, intitulado Guerra en el mundo del siglo XXI, en el cual dejamos de lado el determinismo con el que se suele abordar dicho fenómeno, esto es, la guerra como algo innato, programado, determinado en el ser humano, dando paso a una explicación de corte socio-cultural del fenómeno que nos mostró más bien su contingencia, por lo que fue necesario abrir nuevamente un prisma que diera una explicación multidimensional y compleja del mismo. En el §1. Las guerras de ayer y las de hoy, fueron analizados los sustratos filosóficos y teológicos que han motivado a las nuevas “Cruzadas del siglo XXI”. En el §2. Mandata principum, se abordaron las estrategias que sigue el Imperio para implantar un Nuevo Orden Global, cuyo ejemplo más representativo es la doctrina de la guerra preventiva. En el §3. Enjambre, se abordó la nueva guerra en forma de enjambre que cubre al globo desde los eventos planetarios del 11-S, y que, sin lugar a dudas, tiene una profunda relación con las sociedades de control y el biopoder esbozados anteriormente. Por último, en el §4. Mare nostrum, dimos un vistazo al pasado de las guerras-económicas del siglo XIX características del Imperio Británico, pues resultan un antecedente a tener en consideración ya que forman parte de la actual estrategia imperial. En el Capítulo IV cuyo título es La democracia del pasado, del presente y la autonomía del siglo XXI, se analizó la democracia desde una postura históricofilosófica, la cual sitúa el nacimiento de la democracia en la Grecia antigua como una transformación político-económica que generó una clase oligarca, mejor conocida como democracia, en sustitución de la antigua monarquía (§1. Una breve reminiscencia al pasado de la democracia), para dar paso más adelante en el §2 Breve crítica a la

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democracia contemporánea, a la realización de una crítica pormenorizada al contexto contemporáneo, en donde hemos encontrado que la democracia es algo más allá de un caduco sistema de representación, para convertirse en nuestros días en un modelo cultural, político, económico, social (dominación de espectro completo), que se impone al resto del globo teniendo como una de sus principales características ser uno más de los desplazamientos de la “ilimitada expansión del dominio racional”, es decir, parte consustancial del sistema capitalista, que en términos de producción tiene el objetivo de exportar el modelo por medio de los proyectos de Nation building, reproduciéndose en todas partes del globo. Por último, en el §3. La transformación a la autonomía, comenzamos a vislumbrar el nuevo amanecer por medio de la autonomía, en tanto elemento que será una constate en el mundo porvenir, ya que en ella reside una ontología que pone en juego la imaginación y la espontaneidad como elementos para un nuevo amanecer. El presente capítulo tiene como objetivo develar que tras la llamada globalización y su verdadera faceta en tanto Imperio, lo que se debe tener en consideración es su carácter fugaz y contingente, ya que toda desmesura (hybris), conlleva consecuencias trágicas, como lo fue cubrir el globo con el velo del nihilismo de la guerra. No obstante, el horizonte avecina un nuevo despertar, un nuevo amanecer para el siglo XXI, como lo vimos en el Capítulo IV §3.

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§1. El discurso fúnebre de Pericles o la geopolítica histórica de Occidente El control del mar Egeo era para Atenas un instrumento de poder. Moses I. Finley, La Grecia antigua. La segunda escolástica católica, incluyendo al celebrado universalismo humanitario de Francisco de Vitoria, no estableció una excepción a esta regla de “discriminación espacial”. El exterminio de millones de nativos americanos durante la conquista del “nuevo mundo” fue justificado por los teólogos católicos reproponiendo, tal como lo hace Sepúlveda, la doctrina aristotélica del carácter natural de la esclavitud o bien, como lo hace Vitoria, calificando como justa causa belli: el derecho de los imperios ibéricos a difundir libremente la verdad católica en el “nuevo espacio” americano. Danilo Zolo, La justicia de los vencedores: de Nuremberg a Bagdad. A fin de cuentas, se observa una explosión de cinco siglos de barbarie europea, cinco siglos de conquistas, de reducción a la servidumbre, de colonización. Por cierto, hay que decirlo nuevamente, la barbarie se vio acompañada por efectos de civilización, e incluso los ha inducido. Edgar Morin, Breve historia de la barbarie en Occidente.

En la extraordinariamente crítica y autocrítica obra del filólogo italiano Luciano Canfora intitulada Exportar la libertad: El mito que ha fracasado, hemos encontrado una serie de pasajes sumamente interesantes de la historia de Occidente, como lo podrían ser: la faceta libertadora de Bonaparte en el siglo XIX, los hechos que acaecieron desde Stalingrado hasta Budapest en la segunda mitad del siglo XX, las recurrentes invasiones a Afganistán en los siglos XIX (Imperio Británico), XX (Imperio Soviético) y XXI (Imperio Norteamericano), y uno en particular, el cual –en una parte sustanciosa– será el desvelamiento de nuestra hipótesis.

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Pero antes de continuar, sería pertinente explicar por qué hemos recurrido en el título de nuestra investigación a la metafórica –y hasta podríamos decir, poética– “Tierra del ocaso” como sinónimo de la globalización, ya sea desde el punto de vista que reafirme su carácter retórico en cuanto “fin de la historia” (y la consecuente victoria del “libre mercado” y “la democracia”), ya sea desde el punto de vista crítico que la enfoque en tanto Imperio. De tal forma, es inexorable retroceder hasta los orígenes de Occidente, ya que, en palabras de Marramao: “„El milagro griego‟ fundó el mundo occidental: el Abendland, el país del anochecer, la tierra del ocaso.” 493 Definimos Abendland (cuya traducción sería “la tierra del ocaso”), como la expresión del cumplimiento del nihilismo occidental. Así, lo que podría resultar “el fin de la historia” no es más que un pasaje de una aún profunda transformación de la cosmovisión del mundo. El siglo XXI se convierte en el horizonte de posibilidad de un nuevo amanecer, de la posibilidad de salir de las interminables y globales guerras, para desplegar la autonomía, ya sea en sus variables individuales o colectivas, como una ontología que evoque la imaginación y la espontaneidad como salidas a la catástrofe que representa el Imperio Global. La complejidad del mundo requiere un nuevo pensamiento que no intente buscar y conservar el poder por medio de las armas, ya que solamente un regreso a la vida posibilitará la permanencia de la naturaleza y el hombre en este planeta llamado Tierra, por ello quisiéramos que fuera la “Tierra del amanecer” el horizonte de posibilidad del siglo XXI. Concluimos junto al poeta español José Manuel Caballero Bonald, en su poema Terror preventivo: “Atroz historia venidera, / ¿en qué manos estamos, cuántas trampas/ tendrá que urdir la vida para seguir viviendo?” 494 Así, la “Tierra del ocaso”, más allá de ser una metáfora, constituye un modo de ser que tiene una continuidad/discontinuidad de por lo menos dos mil quinientos años, en los cuales 493 494

Marramao, Giacomo, Pasaje a Occidente: Filosofía y globalización, Katz, Buenos Aires, 2006, p. 64. Caballero Bonald, José Manuel, Manual de infractores, Seix Barral, Barcelona, 2005, p. 58.

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se han gestado una serie de imperios que por medio de la expansión de su área de influencia (Grossraum495) dominaron el mar Egeo (Imperio Ateniense), el mar Mediterráneo (Imperio Romano), para más tarde expandirse por el Atlántico (Imperio Español, Imperio Holandés, Imperio Británico, por citar algunos), hasta alcanzar la hybris de poseer un “área de influencia” global con el advenimiento del Imperio Norteamericano a finales del siglo XX y principios del XXI.496 No obstante, es importante matizar que todos los poderes que se expanden y han alcanzando su pináculo geopolítico en tanto formación imperial, han periclitado, sin importar la época, geografía o poder alcanzado.497 Así, lo que denominamos “Tierra del ocaso”, es el cumplimiento del “nihilismo occidental” (entendido como la negación de la vida en una formación socio-histórica particular, es decir, Occidente), el cual abarca la totalidad del Globo y que como veremos a continuación, su misma hybris (cuya faceta en la modernidad es la ilimitada expansión del dominio racional), traerá como consecuencia su tragedia498, es decir, el retorno a sus límites, dando paso a un nuevo amanecer en el siglo XXI. En palabras de Castoriadis:

495

“Entre los griegos y los romanos de la antigüedad se encuentra ya la idea de que uno de los elementos a controlar necesariamente es el espacio que rodea la ciudad, con el fin de mantener la paz y el bienestar en su interior. De hecho, la antigua Roma convirtió esa función del espacio externo en un motor de su expansión imperial. De este modo, el espacio geopolítico se concibió en términos de trayectoria, de movimiento del destino dirigido hacia los territorios extranjeros definidos por las clases imperiales y dominantes. Y así nació el Grossraum [área] nacional e imperialista.” Hardt, Michael y Negri, Antonio, Multitud: Guerra y democracia en la era del Imperio, Debate, Barcelona, 2005, p. 359. 496 La disciplina que estudió por primera vez dichos fenómenos fue la geografía política, en el contexto del imperialismo de finales del siglo XIX y que tiene su auge hasta la Segunda Guerra Mundial, “es decir, la lucha por la hegemonía mundial en el marco del capitalismo industrial desarrollado […] Las cuestiones de geoestrategia, como el significado de las áreas continentales y los espacio oceánicos en el poder de los Estados, se incorporan en la nueva disciplina y con ella surge una fraseología específica de gran impacto en la vida cultural de la primera mitad del siglo XX [De ahí el axioma] Quien domina la Europa oriental domina el Área central; quien domina el Área Central domina la Isla Mundial; quien domina la Isla Mundial domina el Mundo” Ortega Valcárcel, José, Los horizontes de la geografía: Teoría de la geografía, Ariel, Barcelona, 2001, p. 427. 497 Cfr. Duroselle, Jean-Baptiste, Todo imperio perecerá: Teoría sobre las relaciones internacionales, Fondo de Cultura Económica, México, 2000. 498 “La tragedia es la imitación (mímesis) de una acción (práxeos) importante o emérita (spoudaias) y perfecta (teleias) –esta última palabra plantea problemas: se dirá “perfecta”, o mejor “acabada”, “completa”; hay una pequeña ambigüedad porque telos, sobre todo en Aristóteles, significa también finalidad, de aquí viene entelequia; y telos, entonces, es la finalidad inmanente de algo, el momento en que llega a su perfección “por medio de” –y viene luego un miembro de oración puramente técnico– “un

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Lo que está muriendo hoy, en todo caso, lo que se cuestiona profundamente, es la cultura “occidental”. Cultura capitalista, cultura de la sociedad capitalista, pero que supera ampliamente este régimen histórico social, pues comprende todo lo que éste ha querido y podido retomar de aquello que lo ha precedido, y muy particularmente en el segmento “greco-occidental” de la historia universal. Esto muere como conjunto de normas y de valores, como formas de socialización y de vida cultural, como tipo histórico-social de individuos, como significado de la relación de la colectividad consigo misma, con aquellos que la componen, con el tiempo y con sus propias obras. 499

Por ello habíamos advertido en el Capítulo IV §1., la necesidad de hacer aquel largo viaje a la antigua Grecia, específicamente a la Grecia del “Siglo de Oro Ateniense”, para rastrear los orígenes de la democracia. La cuestión central de aquel itinerario fue mostrar el nacimiento de la democracia como una transformación política-económica en la cual la antigua monarquía fue sustituida por el demos, constituido principalmente por una oligarquía 500 que aprovechó las circunstancias para tomar el poder político, no sólo de su polis Atenas, sino de gran parte de las polis que componían la Grecia antigua. Sin olvidar las contradicciones que dicho régimen generaba (no olvidemos que la mayoría de la población estaba excluida de la toma de decisiones, la más importante a nuestro entender, a quién hacer la guerra), lo que dejamos por desarrollar fue el hecho de que, mientras la victoria militar trajera consigo beneficios materiales para los ciudadanos

discurso suavizado, embellecido” (hedysmeno, es decir, con música y no como una simple recitación). Pero, ¿qué hace esta mímesis? Ella “lleva a su término (peráinousa), por la piedad y el terror (díeleoukaiphobou), la kátharsis de esas pasiones (tan ton doioutonpathematonkatharsin)” –podría decirse incluso: “de estos sufrimientos”, pathémata también tiene este sentido; en cuanto a la palabra kátharsis, sigue llenando bibliotecas.” Castoriadis, Cornelius, Ventana al Caos, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2008, p. 117. 499 Castoriadis, Cornelius, Ventana al caos, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2008, p. 14. 500 Según Platón por oligarquía se entiende: “Al régimen basado en la tasación de la fortuna, en el cual mandan los ricos, y los pobres no participan del gobierno […] Aquella cámara que cada uno tenía repleta de oro es lo que puede aquel régimen político [timocracia] Primeramente, porque descubren otras maneras de gastar el dinero, y corrompen para eso las leyes” (550d) “Por ende, cuando más se venera en un Estado las riquezas y los hombres ricos, en menos se tiene la excelencia y los hombres buenos” (550e) “Entonces implantan por ley los límites del régimen oligárquico, fijando una cantidad de dinero, mayor donde la oligarquía se impone más, menor donde se impone menos, prohibiendo participar del gobierno a aquellos cuya fortuna no llegue a la tasación estipulada. Y esto lo hacen cumplir mediante la fuerza armada, o bien, antes de llegar a eso, instituyen tal constitución mediante el temor.” Platón, República (551a-b)

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atenienses, todo marcharía a la perfección.501 Pero, ¿qué pasaría si esa hegemonía estuviera en peligro? ¿Qué podría provocar la debacle del imperio ateniense? Y, sobre todo, ¿cuáles serían las causas de dicha debacle? Para responder esa serie de preguntas hemos recurrido al famoso y por demás emblemático Discurso fúnebre de Pericles (escrito por el general ateniense Tucídides y que forma parte de su obra La Guerra del Peloponeso), al ser considerado el discurso fundacional de la democracia 502, pues en él se expresan de manera insuperable los ideales de ésta en su periodo de esplendor. Para ese momento (430 a.C.) y tras haber vencido en las Guerras Médicas a los persas (478 a.C.), Atenas, junto con otras polis, tuvieron la iniciativa de crear la “liga de Delos”,503 que con el pasar del tiempo será el instrumento por excelencia de dominación ateniense de todas las polis que formaban parte de ella en tanto alianza preventiva (se podría decir análogamente lo mismo de la

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“Sea como fuere, la conclusión me parece convincente, en el sentido de que el imperio benefició directamente a la mitad más pobre de la población ateniense hasta un punto desconocido en el imperio romano o en los imperios modernos. Hubo un precio, por supuesto: los costes de un constante estado de guerra” Finley, Moses I., La Grecia antigua: Economía y sociedad, Crítica, Barcelona, 2000, p. 82 [El subrayado es nuestro] “Volvemos a citar el consejo de Arístides que narra Aristóteles: “A medida que el Estado se consolidó y acumuló muchas riquezas, Arístides aconsejó a los atenienses tomar la hegemonía en Grecia y bajar del campo a la ciudad. Habría alimentos para todos, ya fuera como militares, policías o funcionarios públicos (Const. At. XXIV, 1). Y así sucedió, nos cuenta Aristóteles, porque los gobernantes “dieron a la muchedumbre abundante alimento, como anunciara Arístides, porque de los tributos y tasas de los aliados se recaudaba como para alimentar a más de veinte mil hombres” (XXIV, 3). ¿20.000 hombres? Sí, lector, y hoy se calcula en 41.700 el número de ciudadanos de esa época en edad de trabajar o combatir, de los cuales aproximadamente 20.000 pertenecerían a la cuarta clase, la de los thêtes. Y para mostrar que no está exagerando, Aristóteles hace la cuenta: “6000 jueces, 1600 arqueros, 1200 caballeros, 500 consejeros, 500 policías para los arsenales y otros 50 para otras partes de la ciudad, 700 funcionarios en el país y otros 700 en el exterior”, a los cuales se deben añadir 2500 infantes (hoplîtai) y 2000 marineros de guerra, además de los pensionistas, los huérfanos y los guardianes de prisión, sobre los cuales no posee cifras.” Eggers Lan, Conrado, Introducción histórica al estudio de Platón, Colihue, Buenos Aires, 2000, pp. 84-85. 502 “Sin duda, Schadewaldt tenía razón cuando afirmaba que “el estudio de Tucídides nos conduce necesariamente a los fundamentos de nuestro propio pensamiento histórico y nuestra conciencia histórica.” Varona Codeso, Patricia, “Introducción” en El discurso fúnebre de Pericles, Sequitur, Madrid, 2009, p. 41. 503 “Se trataba, en principio, de una alianza preventiva contra nuevas invasiones persas o agresiones de otras partes, cuyo comando, a estar con Tucídides (I, 96), habría sido asumido por los atenienses gracias a la voluntad de los aliados, pero luego aquellos “actuaron despóticamente” respecto de éstos, según señala Aristóteles (Const. Aten., XXIV, 2), y, ya antes que Aristóteles, se denunciaba con énfasis en un escrito también llamado Constitución de los atenienses que ha sido atribuido equivocadamente a Jenofonte: “los aliados eran más bien esclavos del pueblo ateniense” (I, 18).” Eggers Lan, Conrado, op. cit., p. 82.

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OTAN hoy en día).504 Este hecho llevaría más tarde a la confrontación con la otra potencia griega, a saber, Esparta, en lo que ha pasado a la historia como la “Guerra del Peloponeso” (431-404 a.C.). El motivo de dicho discurso fue por los caídos tras el primer año de dicha guerra, instando a sus compatriotas a perseguir la victoria, pues “tal y como Pericles lo plantea, el imperialismo aparece como la consecuencia natural de un determinado sistema político y económico, tan necesario como inevitable.” 505 Esto es, “la democracia”. Así mismo se considera el discurso fundacional de la democracia por el hecho de mostrar, a partir de las políticas individuales y colectivas, un nuevo “sujeto político”, el pueblo (demos), que en tal situación tiene que sacrificarse en pos de la pervivencia de su ciudad y su libertad. De tal forma, el discurso ejemplifica uno de los elementos clave para comprender el fenómeno expansionista. Recordemos que la necesidad del dominio al exterior es el presupuesto de la integridad de la polis al interior, pues la identificación entre el individuo y la polis, determina que la independencia de la segunda es la libertad del primero. En otras palabras, esclavizar a otros para que exista libertad en la polis. En dicho orden de ideas, Pericles puntualiza los principios de la democracia:

Tenemos un régimen político que no envidia las leyes de nuestros vecinos, pues más bien somos ejemplo para algunos que imitadores de los demás. Se le da el nombre de democracia porque sirve a los intereses de la mayoría y no de unos pocos, pero según las leyes en los litigios privados todos tienen los mismos derechos. [37] 506 504

“En realidad, la única justicia auténtica sería reclamar la disolución de la OTAN, pues hemos visto que constituye una banda armada internacional irresponsable muy peligrosa para los derechos de la gente y de las naciones, reclamar asimismo la dispersión del TPI, no sólo porque su autonomía de juicio es evidentemente nula, sino también porque sólo inculpará y condenará a quienes sea útil inculpar y condenar para los intereses particulares de los estadounidenses. Esto quiere decir aproximada y ciertamente: a todos aquellos que se propongan una transformación revolucionaria del orden establecido. Créanme que no será difícil endosarles un asunto de “derechos humanos”. Entonces los marines estadounidenses podrán apresarlos, no sin atacar algunas poblaciones de los alrededores, y el tribunal condenarlos. Democracia obliga.” Badiou, Alain, Circunstancias, Libros del Zorzal, Buenos Aires, 2005, p. 88. 505 Varona Codeso, Patricia, op. cit., p. 31. 506 Tucídides, El discurso fúnebre de Pericles, Sequitur, Madrid, 2009, pp. 69-70. Un ejemplo muy interesante de lo que podría ser un discurso como el proferido por Pericles, es el de George W. Bush el 14 de septiembre de 2001 en la Catedral Nacional: “Nuestra responsabilidad ante la Historia está clara:

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Es decir, para los atenienses en general y para Pericles en particular, la democracia es un modelo universalizable. Aquí se encuentra el núcleo del pensamiento político en clave imperial, una polis rodeada de bárbaros que deben ser sometidos por medio de la fuerza.507 La cuestión estriba ahora en la pregunta: ¿cómo es que ese poder político existió sin un poder económico que lo sustentara? Es muy significativa la veta, digamos, “económica” a la que alude Pericles en el Discurso, a saber:

Debido a la magnitud de la ciudad los productos del mundo entero afluyen a ella, y ocurre que no estamos más acostumbrados a gozar de los frutos de nuestra tierra que de los que produce la del resto de los hombres. [38]508

La Atenas que describe el Discurso es una polis imperial a la que llegan la mayor parte de productos agrícolas, así como otro tipo de mercancías, todo ello gracias al control del mar Egeo en tanto su área de influencia. La flota que se fue construyendo con el pasar

debemos responder a esos ataques y liberar al mundo del Mal. Se ha librado una guerra contra nosotros con astucia, engaño y asesinatos. Nuestra nación es pacífica, pero cuando se enfurece, se vuelve implacable (…). Las señales de Dios no siempre son las que buscamos. Aprendemos con la tragedia que Su voluntad no siempre es la nuestra. Sin embargo, las oraciones y el sufrimiento, ya sea en nuestros hogares o en esta gran catedral, son escuchadas y comprendidas. Hay oraciones que nos ayudan a subsistir durante el día o a sobrellevar la noche. Hay oraciones de amigos y extraños, que nos dan fuerzas para continuar. Y hay oraciones que someten nuestra voluntad a una voluntad más poderosa que la nuestra. (…) Norteamérica es una nación bendecida por la fortuna, colmada de favores. Pero no hemos sido dispensados del sufrimiento. Durante todas las generaciones, el mundo ha engendrado enemigos de la libertad humana. Han atacado nuestro país, porque es el alma y el defensor de la libertad. Y el compromiso adquirido por nuestros padres se ha convertido en la llamada de nuestros tiempos. En este día nacional de oración y conmemoración pedimos a Dios Todopoderoso que vele por nuestra nación y nos otorgue la paciencia y la voluntad para todo lo que ha de venir. Rogamos para que Él aliente y consuele a todos los que están sumidos en la aflicción. Le damos las gracias por cada una de las vidas de las que debemos llorar la pérdida y por cada promesa de una nueva vida. Él nos ha asegurado que ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los principados, no los poderes de este mundo, no el presente o el futuro, ni las alturas o las profundidades, podrán separarnos del amor a Dios. Que Dios bendiga las almas de los difuntos. Que Dios consuele nuestras propias almas. Y que guíe a nuestro país para siempre. ¡Que Dios bendiga Norteamérica! […]” Meyssan, Thierry, La terrible impostura, El Ateneo, Buenos Aires, 2003, pp. 84-85. 507 “La liga délica fue el primero de muchos casos importantes, en la historia griega clásica, de la proclamación del panhelenismo, con o sin el nombre, «para justificar la hegemonía o dominio de una polis sobre las demás, proponiendo un objetivo común, la guerra contra los bárbaros» Finley, Moses I., La Grecia antigua, op. cit., p. 82 508 Ibidem, p. 73.

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del tiempo gracias a la “liga de Delos”,509 dejó de tener como fin supremo defender a los griegos de una conquista persa o de cualquier otra potencia. Así, Atenas se erigió como una potencia, no sólo política, como lo podría ser su estatus imperial, ya que también se convirtió en una potencia económica gracias al control del comercio, logrando atemorizar a sus enemigos mientras continuaba llenando las arcas de su tesoro.510 En palabras de Pericles:

Ningún enemigo se ha topado jamás con el conjunto de nuestras fuerzas, ya que al tiempo que empleamos parte de ellas en la flota las distribuimos por tierra en muchos puntos. Y si en algún lugar se enfrentan a una parte, cuando vencen se jactan de habernos rechazado a todos aunque sólo se tratara de unos pocos y, cuando son vencidos, de haberlo sido por todos. [39]511

El Discurso fúnebre de Pericles da cuenta del poder militar, político y económico (sin olvidar el cultural) que representaba Atenas en aquel entonces. La “democracia” que se vivía al interior de la ciudad tenía como condición una forma imperial al exterior, que a nuestro entender, sería el primer mecanismo imperial de Occidente. De ahí que la “liga de Delos” sea un referente genealógico 512 respecto a la dominación en procesos como la conquista, colonización e imperialismo que Occidente ha brindado a la “Historia

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“A un ateniense, Arístides, se le encomendó fijar el montante de dinero, o el número de barcos equipados y tripulados, que cada estado miembro proporcionaría para la flota fusionada de la liga. Ibidem, p. 63. 510 “El tributo, en su sentido estricto, es sólo uno de los medios de que dispone un estado imperial para sacar fondos de los estados sometidos, para su tesoro.” Ibidem, p. 72. 511 Idem. 512 Ya hemos visto anteriormente cómo la genealogía elaborada por Foucault tiene una profunda relación con la geopolítica, ya que son estrategias en las que el poder se desplaza espacial y temporalmente, a ella agregamos la visión de Hardt y Negri sobre la genealogía. “Así pues, en lugar de una arqueología que desentierre los modelos del pasado, necesitamos algo similar a la noción de genealogía de Foucault, en la que el sujeto ha de crear nuevos modelos institucionales y sociales basados en sus propias capacidades productivas. «El proyecto genealógico no es un empirismo –explica Foucault–, ni un positivismo en el sentido corriente de esa palabra. Trata de poner en juego conocimiento locales, discontinuos, no legitimados, frente a cualquier instancia teórica unitaria que pretenda filtrarlos, jerarquizarlos y ordenarlos en nombre de un conocimiento verdadero […] Así pues, las genealogías no son un retorno positivista a una forma de ciencia más atenta o exacta; las genealogías son más precisamente anticiencias» Si ya no bastan nuestros modelos institucionales nacionales de democracia para defendernos ante la opresión y la tiranía globales, tendremos que inventar nuevos modelos y métodos.” Hardt, Michael y Negri, Antonio, Multitud, op. cit., p. 354.

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Universal”, y que tengan una cúspide teleológica con el advenimiento de la globalización.513 Regresando a la obra de Canfora Exportar la libertad, la cual nos permitirá desvelar parte de nuestra hipótesis, la Atenas imperial había logrado, a partir de 454 a.C., transportar el “tesoro de la liga de Delos”, de Delos a Atenas, logrando imponerse como potencia en el mar Egeo. Recordemos que la liga de Delos se creó en 478 a.C. como un llamamiento a la venganza 514 para expulsar a los persas del Egeo. Siguiendo a Luciano Canfora: De modo que se creó y formalizó pronto una «alianza» en la que Atenas hacía las veces de «Estado-guía». Esta ruptura de los equilibrios tradicionales del mundo griego (hasta ese momento, la única «gran potencia» indiscutida había sido Esparta) originó el conflicto con Esparta, que estalló cincuenta años después de la victoria ateniense sobre los persas.515 La “liga de Delos” dio paso al Imperio y, como lo habíamos adelantado, los aliados pasaron a ser súbditos, de modo que Atenas comenzó a actuar despóticamente, imponiendo su modelo idealizado de democracia a otras polis no siempre estables, generando el recelo de las oligarquías locales y sus simpatizantes.516 La libertad

513

“Dada la naturaleza de la economía antigua, se decidieron entonces dos de las formas más importantes y útiles de la explotación colonial moderna, esto es, el trabajo y las materias primas a buen precio; en lenguaje más técnico, el empleo, por coacción si era necesario, del trabajo colonial con jornales más bajos que los de casa, y la adquisición, otra vez por coacción en caso de necesidad, de las materias primas básicas a precios substancialmente más bajos que los precios del mercado interior.” Finley, Moses I., op. cit., p. 76. 514 Hoy en día la venganza ha sido retomada por el Imperio, pues según Badiou: “Los estadounidenses, en el fondo, consideran que sus agresiones irracionales (Somalia, Afganistán, Irak, quizá Irán…) están legitimadas por el derecho, que sólo a ellos se adjudica, de vengarse. En cierto sentido, todo deriva de que incluso la ONU ha reconocido ese derecho al declarar, después del crimen masivo del 11 de septiembre, que los EE.UU. se hallaban “en estado de legítima defensa”. Históricamente, los EE.UU. promueven una cultura de la venganza. Practican sin discontinuidad una muy singular dialéctica de la ley y de la venganza, que puede resumirse de la siguiente manera: la ley organiza la venganza, de manera tal que si la ley se debilita, la venganza debe seguir adelante, pues ella es la verdadera esencia de la ley.” Badiou, Alain, Filosofía del presente, Libros del Zorzal, Buenos Aires, 2005, p. 38. 515 Canfora, Luciano, Exportar la libertad: El mito que ha fracasado, Ariel, Barcelona, 2007, p. 10 516 “Por ejemplo Michael Doyle propone, por lo menos, que se mantenga la diferencia entre la noción de “imperio formal” y la de “imperio informal”, que sería la única eventualmente pertinente en el mundo contemporáneo. En el imperio formal, representado esencialmente por el “modelo romano”, el dominio se ejerce a través de la anexión territorial. La administración de los territorios anexados se confía a gobernadores coloniales sostenidos por tropas metropolitanas y colaboradores locales. En cambio el

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alcanzada después de la victoria de las Guerras Médicas, sobre todo de las colonias griegas en Asía, “se fue transformando en un férreo mecanismo de sujeción y control, de represión de los griegos ya «liberados».” 517 Los oligarcas de las polis sometidas buscaron derrocar las democracias impuestas por Atenas y salir de la “liga de Delos”, casi siempre resultando frustrados sus planes. Uno de los ejemplos más dramáticos de dicha estrategia imperial fue el sufrido por la Isla de Samos (441-440 a.C.), ya que al intentar salir de la liga fue severamente castigada por Atenas, siendo a su vez abandonada por Esparta, pues sus estrategas decidieron no intervenir en el conflicto. La razón estribaba en que Esparta no permitió que se forzara una confrontación con Atenas hasta que fuera conveniente. Por tal motivo, después de su rebelión fallida en contra de Atenas y su consecuente represión se restauró en Samos el régimen democrático y a partir de ese momento se convirtió en una de sus polis aliadas más fieles e incondicionales. La pregunta que surge entonces es: “¿cuánto tiempo pueden existir en la misma zona geopolítica dos grandes potencias con vocación imperial (por diferentes que sean sus respectivos imperios?” 518 Antes de aventurar una respuesta, resulta peculiar que Esparta no tuviera un auténtico imperio como Atenas, sino más bien congregara en torno suyo una suerte de coalición de potencias como Corinto y Tebas que, aún más peculiar, fueran calificadas por Tucídides de “autónomas”, siendo tal “alianza” llamada de los “espartanos y sus aliados”. Para el 432 a.C. Esparta convocó a sus aliados a una asamblea en la que se definiría el rumbo de su fortuna en relación a la guerra, pues más allá de presiones al imperio informal, según el “modelo ateniense”, ejerce su poder a través de la manipulación y la corrupción de clases políticas locales, en territorios contiguos y con respecto a regímenes legalmente independientes.” Zolo, Danilo, La justicia de los vencedores, Edhasa, Buenos Aires, 2007, p. 130. 517 Canfora, Luciano, Exportar la libertad, op. cit., p. 11. 518 Ibidem, p. 12. En realidad la pregunta debería dirigirse al pensamiento binario que caracteriza a Occidente (por ejemplo los mitos fundacionales de Eteocles Polinice, Caín y Abel, Rómulo Remo, la identidad y la diferencia, sujeto-objeto, cuerpo-alma, etc.)

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interior de la alianza que sobrepasaran la prudencia de los espartanos, se llegó a la conclusión de que la guerra era inevitable. 519 A pesar de ello, Esparta procuró la vía diplomática al mandar un ultimátum a los atenienses, cuyo mensaje consistía en no hacer la guerra si Atenas dejaba libres (“autónomos”) a los griegos de la “liga de Delos” que decidieran proscribir su alianza con Atenas. En palabras de Canfora:

La consigna de la «libertad de los griegos» había hecho mella. Ahora Esparta podría presentarse, como de hecho se presentó, como la gran potencia que se hacía eco por fin de la impaciencia difusa contra el dominio ateniense y llamaba por lo tanto a la guerra –siendo consciente de la enormidad del empeño, con mucho superior a todos los que había acometido en el pasado– para «llevar la libertad a los griegos». 520

A pesar de los esfuerzos diplomáticos, la guerra continuó su curso con dos episodios que mostraron una abulia por parte de Esparta de llevar la libertad a los griegos. El primero de ellos fue la pérdida de cien espartanos en el sitio de Esfacteria (424 a.C.), lo cual representaba una gran pérdida, pues la merma en guerreros espartanos era una de sus principales debilidades. El segundo hecho fue la firma de un armisticio en 421 a.C., donde se reconocía de facto la esfera de influencia de Atenas y, por consiguiente, una diplomacia en forma de armisticio. No pasaría mucho tiempo para que Atenas volviera a generar tensiones con la decisión de apoderarse de Sicilia, atacando Siracusa en el 415 a.C. Por ello, Esparta y Corinto no tardaron en “proteger la libertad” de Sicilia, derrocando a los atenienses en 413 a.C., dejando en pedazos a la gran armada de Atenas (suceso que no traería la victoria contundente por parte de Esparta). Para los espartanos la estrategia consintió en buscar ayuda de los persas para derrotar a Atenas (paradójicamente, enemigos de ambos

519

“Nunca de debe dejar que suceda un desorden a fin de evitar una guerra, porque de ese modo sólo se conseguirá postergarla para desventaja propia.” Maquiavelo, Nicolás, El príncipe, Losada, Buenos Aires, 2007, p. 83. 520 Ibidem, pp. 14-15.

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bandos, es decir, enemigos de la “libertad griega”, según su propia retórica). Siguiendo a Canfora:

Al final, asediada y muerta de hambre, Atenas capituló. Sus murallas inexpugnables, garantía de su capacidad de resistir indefinidamente, fueron abatidas por los propios atenienses derrotados y forzados a esa humillación extrema. Y a partir de ese día –como se ha dicho al principio– «consideraron que comenzó la libertad para los griegos». 521

El simbolismo que evocó el abatimiento de las murallas de Atenas (404 a.C.) se podría interpretar como el fin del Imperio Ateniense. 522 A partir de ese momento, lo que sucedió en realidad fue la instauración del dominio más severo que hubiese ejercido potencia griega sobre otra. Por ello concluye Canfora:

No es exacto afirmar que todos «los griegos» hubieran pedido a Esparta que los «liberara»: quienes lo hicieron fueron fundamentalmente los integrantes de la clase política y social de las ciudades e islas que había tratado en vano durante decenios de abatir el «poder popular» apuntalado por Atenas. Ahora las partes corrían el riesgo de invertirse. 523

De tal forma, consolidada Esparta como potencia imperial única, buscó derrotar a los persas, pero fracasó. Perdieron su flota a manos de una armada persa comandada por un general ateniense de nombre Conón en 394 a.C., quien logró poner en pie las murallas de Atenas nuevamente gracias a la ayuda igualmente persa. Así termina el ideal espartano de llevar la libertad a los griegos, en un mito que hace patente la hybris del poder, en cualquiera de las representaciones que nos podamos imaginar.

521

Ibidem, p. 17. “Había quienes negaban la existencia misma del Imperio estadounidense, amparándose en la contradicción entre una estrategia imperial y los valores democráticos de Estados Unidos. Se olvidaban de que Roma, Venecia y Gran Bretaña fueron los estados más moralmente iluminados de su época. Venecia se caracterizaba por la separación entre Iglesia y Estado. Poseía una constitución funcional que limitaba con severidad la autoridad de sus dogos, que eran incapaces de actuar sin la aprobación de sus consejeros. Su actitud humanista hizo de Venecia el único estado de la Europa católica que jamás quemó un hereje. El liberalismo en casa y una política pragmática, en ocasiones despiadada, en el exterior no han sido infrecuentes en la historia de algunos imperios.” Kaplan, Robert D., Gruñidos imperiales: El imperialismo norteamericano sobre el terreno, Ediciones B, Barcelona, 2007, p. 22. 523 Canfora, Luciano, op. cit., p. 18. 522

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Por ello, en el capítulo IV §2., abordamos el más desmesurado de los proyectos que la globalización en clave imperial pretende en pleno siglo XXI, el cual es imponer por medio del Nation building, es decir, por medio de la democracia, la constitución de naciones en las cuales (como lo hemos documentado extensamente), existan intereses económicos, financieros, energéticos, etc. La pregunta entonces sería: ¿qué ha cambiado en más de dos mil quinientos años de historia? ¿Por qué un mito como lo fue la democracia y la libertad en el pasado, con su vocación guerrera, ahora cobra tanta fuerza con un nuevo mito como la globalización? Las respuestas las encontramos en Morin que escribe lo siguiente:

Los mitos han tomado forma, consistencia, realidad, a partir de fantasmas formados por nuestros sueños y nuestras imaginaciones. Las ideas han tomado forma, consistencia, realidad, a partir de los símbolos y pensamientos de nuestras inteligencias. Mitos e Ideas han vuelto a nosotros, nos han invadido, nos han dado emoción, amor, odio, éxtasis, furor. Los humanos poseídos son capaces de morir o de matar por un dios, o por una idea. Todavía al comienzo del tercer milenio, como los daimons de los griegos y a veces como los demonios del Evangelio, nuestros demonios «de ideas» nos arrasan, sumergen nuestra conciencia, nos hacen inconscientes dándonos la ilusión de ser hiperconscientes. Las sociedades domestican a los individuos con los mitos y las ideas, los cuales a su vez, domestican las sociedades y los individuos, pero los individuos podrían recíprocamente domesticar sus ideas al tiempo que podrían controlar la sociedad que los controla. 524

Por lo tanto afirmamos categóricamente que la globalización cobró la faceta de un Imperio Global 525, que como las antiguas formaciones imperiales encubren con la

524

Morin, Edgar, Los siete saberes necesarios para la educación del futuro, Dower-Organización de las Naciones Unidas para la Educación, México, 2001, p. 29. 525 “En la práctica, los inicios del siglo XXI vieron a Estados Unidos en la Segunda Edad Expedicionaria por lo concerniente a su postura global de emplazamiento de bases militares. En la Primera Edad Expedicionaria, desde la escalada de la guerra de Cuba hasta el final de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos había establecido bases en el Caribe, el Pacífico y el Atlántico Norte, con el fin de ampliar su perímetro de defensa continental y proteger los nuevos intereses económicos. Los años de la guerra fría fueron los de la Edad de la Guarnición, en la que se construyeron grandes guarniciones fronterizas permanentes en torno a la Unión Soviética, en lugares como Alemania Occidental, Turquía y la península de Corea. La Segunda Edad Expedicionaria se caracterizó por el énfasis en una rápida movilidad a escala mundial para afrontar las intervenciones de mantenimiento de paz, los golpes antiterroristas y la contención de Irán e Irak. La huella global del 11 de Septiembre iba a hacer un

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retórica de la libertad, la democracia y demás ideas, exigencias de potencia. A ello, no obstante, respondemos:

La noche sólo ha caído para los que se han dejado caer en la noche. Para los que están vivos, hélios neos eph‟hémerei estin el sol es nuevo cada día (Heráclito, Diels 22, B6).526

hincapié adicional en la movilidad y la dispersión de las fuerzas, para hacer frente a las amenazas gemelas del islam radical y el poder creciente de China. Todas esas estrategias eran legado de Roma, que siempre solicitaba territorio en suelo extranjero para construir bases. Roma fundó bases aguerridas en zonas ingobernables con fines de disuasión, supervisión y reconocimiento. Su superioridad en la red de carreteras y el dominio de los mares permitía la rápida reubicación de sus fuerzas en grandes concentraciones en momentos de crisis. Roma, al igual que Gran Bretaña, siguió una doctrina de «reversibilidad inevitable». Sabedora de que no podía ser fuerte en todas partes, que habría lugares en los que quizá tuviera que retirarse ignominiosamente y otros en los que no sería prudente intervenir, se volcó en la reacción estratégica rápida de sus fuerzas en lugar de su continua presencia en demasiadas zonas.” Kaplan, Robert, op. cit., p. 23. 526 Castoriadis, Cornelius, El mundo fragmentado, Terramar, La Plata, 2008, p. 166.

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Conclusiones

Después de la odisea multidimensional y compleja en torno a la idea de la globalización, es necesario verter las conclusiones a las que hemos arribado, las cuales formulamos en las siguientes afirmaciones. Tanto lo multidimensional como lo complejo resultan elementos sine qua non para abordar un tema como lo es la idea de globalización. Es necesario conciliar los conocimientos teóricos emanados tanto de las ciencias como de la filosofía, ya que deriva en la posibilidad de generar nuevos horizontes epistémicos. Un abordaje de la globalización a partir de lo multidimensional permite un nivel de crítica más profundo, desmontando las implicaciones metafísicas que se le puedan dar al mismo. La globalización en su dimensión histórico-filosófica da cuenta de un fenómeno expansivo cuya continuidad/discontinuidad tiene por lo menos dos mil quinientos años y que tiene un profundo énfasis a partir de la modernidad, en tanto baluarte genealógico de la ilimitada expansión del dominio racional. La globalización es una expansión discursiva de la civilización Occidental, en formas como la Historia Universal o Historia Mundial. La globalización en su dimensión político-jurídica responde a una dinámica geopolítica de hegemonía, en la cual el “modelo Westfalia” da muestras de un ocaso al imponerse la ley del más fuerte en el ámbito del derecho internacional, sobre todo a partir de la década de los noventas del siglo XX. La globalización en su dimensión socio-cultural da cuenta de una profunda transformación en relación a la producción y reproducción de lo socio-cultural, 209

ya que el predominio de una tecnocracia genera graves problemas, en particular el relativo al biopoder. La globalización en su dimensión económica fue el intento de crear una “Nueva Economía” que se adaptara al modelo de la globalización. No obstante, al fallar en su intento, la adaptación se encarnó en la guerra. La globalización es una novel forma de soberanía que tiene las características de un Imperio Global, devenidas de su modo de producción posfordistaposindustrial, de su desterritorialización y su atemporalidad. El Imperio Global tienen como una de sus características principales la expansión por medio de la doctrina de la guerra preventiva, facultada a su vez por la implementación de una policía global. La guerra es una construcción socio-cultural contingente que, relacionada con la globalización en tanto Imperio Global, carece de determinación alguna. La guerra global en tanto guerra desterritorializada y atemporal persigue los intereses geoestratégicos del Imperio a partir de la elaboración de una “Doctrina de la Seguridad Global”. La guerra global del Imperio tiene en los Derechos Humanos una de sus fuentes de legitimación y legalidad, constituyéndose en una reminiscencia de la “Guerras Justas” del pasado medieval. La guerra dejó de ser una confrontación entre ejércitos para convertirse en una guerra en forma de enjambre (Guerra de Cuarta Generación), en la cual el biopoder, la técnica y la tecnología juegan un papel decisivo. La democracia es uno de los fundamentos de la civilización occidental y consiste en una transformación profunda del orden de gobierno, en donde la oligarquía represente la clase hegemónica. 210

Desde sus antiguos orígenes helenos la democracia es un mecanismo de expansión, en el cual la guerra al exterior contra los bárbaros contiene el malestar de la población desfavorecida al interior. La democracia es uno de los factores fundamentales para el establecimiento del proyecto de globalización en clave imperial (en tanto amalgama de valores y principios de la civilización occidental), pues resulta un modelo exportable que se impone por medio de la guerra y la Nation building, es decir, de la imposición constitucional. La autonomía es parte del fenómeno del “despertar político global” que pone en tela de juicio la perdurabilidad del Imperio Global. La autonomía es el nuevo horizonte ontológico para salir del nihilismo propugnado por el Imperio Global. Abendland, la “Tierra del Ocaso”, es el cumplimiento teleológico del nihilismo occidental en los proyectos, primero, de la globalización y, más tarde, del Imperio Global. Existe una geopolítica histórica de Occidente que, en los tiempos contemporáneos, tiene en el Imperio Global su más desmesurado proyecto, cuya retórica de exportación de democracia y libertad encubren exigencias de potencia. Por lo tanto, afirmamos –según nuestra síntesis global– que el concepto globalización, ya sea en el contexto Europeo, de América Latina, Medio Oriente, África o Norteamérica, se ha convertido en los hechos en un Imperio Global que muestra grandes rasgos de decadencia al tratar de conservar el poder por medio de la guerra, cubriendo la tierra con el velo del nihilismo, colocando a Occidente como la “Tierra del ocaso” (Abendland), ocaso que dará 211

paso a un nuevo amanecer y un nuevo horizonte para el siglo XXI, en procesos de emancipación autonómica a lo largo y ancho del globo.

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