La terra sigillata itálica: abriendo los caminos del Imperio. Capita selecta, C. Fernández, A. Morillo y M. Zarzalejos (eds.), Manual de cerámica romana II. Ceramicas romanas de época altoimperial en Hispania. Importacion y producción, Madrid, 17-77

May 29, 2017 | Autor: Rui Morais | Categoría: Roman Pottery, Roman trade, Ceramica Romana, Comercio romano
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Descripción

C U R S O S D E F O R M A C I Ó N P E R M A N E N T E PA R A A R Q U E Ó L O G O S

Manual de cerámica romana II

Cerámicas romanas de época altoimperial en Hispania. Importación y producción

Carmen Fernández Ochoa Ángel Morillo Mar Zarzalejos (Eds.)

Manual de cerámica romana II Cerámicas romanas de época altoimperial en Hispania. Importación y producción

ste libro pretende ser una contribución al conocimiento de la dinámica productiva y comercial de Roma en la península Ibérica durante el Alto Imperio. Su contenido no es sino la continuidad cronológica de los temas tratados en el volumen anterior de esta misma colección que abordó las producciones de época republicana. La obra es fruto de un nuevo curso de formación impartido en el Museo Arqueológico Regional en colaboración con la Sección de Arqueología del CDL de Madrid y la Sociedad Española para el estudio de la Cerámica Antigua Hispana (SECAH). En el curso participaron expertos investigadores que conocen en profundidad los temas tratados y que accedieron a plasmar sus intervenciones en una obra de conjunto actualizada desde el punto de vista científico y orientada a la praxis arqueológica cotidiana. El libro presta atención a las producciones finas de mesa del periodo altoimperial, es decir, la terra sigillata itálica, gálica e hispánica, todas ellas presentadas tanto desde sus orígenes, a partir de los centros productivos, como desde la perspectiva de su amplia comercialización. A esta trilogía tradicional se han agregado tres series cerámicas cuya importancia en los contextos arqueológicos está fuera de toda duda como son las lucernas, la cerámica pintada y una producción singular, muy abundante y característica de la regiones interiores de Hispania, que se suele denominar como terra sigillata hispánica brillante. A través de los diferentes capítulos de esta obra, el lector interesado encontrará una información ordenada y puesta al día sobre la trayectoria histórica de cada producción, un análisis de los contextos cerámicos más significativos, una aproximación a las indispensables aportaciones de la Arqueometría, así como una visión crítica de los problemas que afectan a las distintas series tratadas. Diversas ilustraciones, imprescindibles en los estudios cerámicos, completan el panorama ofreciendo numerosas imágenes, algunas inéditas, gracias a la generosidad de los investigadores participantes, de algunos colegas y de las instituciones museísticas o de investigación que han colaborado para hacer más atractiva la edición del libro.

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Manual de cerámica romana II Cerámicas romanas de época altoimperial en Hispania. Importación y producción

Carmen Fernández Ochoa, Ángel Morillo y Mar Zarzalejos (Eds.)

CURSOS DE FORMACIÓN PERMANENTE PARA ARQUEÓLOGOS

COMUNIDAD DE MADRID PRESIDENTA Cristina Cifuentes Cuencas CONSEJERO DE PRESIDENCIA, JUSTICIA Y PORTAVOZ DEL GOBIERNO Ángel Garrido García VICECONSEJERO DE PRESIDENCIA Y JUSTICIA Enrique Ruiz Escudero SECRETARIO GENERAL TÉCNICO Pedro Guitart González-Valerio

COLEGIO OFICIAL DE ARQUEÓLOGOS DE MADRID (CArMa) COLEGIO DE DOCTORES Y LICENCIADOS EN FILOSOFÍA Y LETRAS Y CIENCIAS DE MADRID (CDL) PRESIDENTE César Heras Martínez (CArMa) DECANO Roberto Salmerón Sanz (CDL) Primera edición: julio 2015

DIRECTORA GENERAL DE PATRIMONIO CULTURAL Paloma Sobrini Sagaseta de Ilúrdoz

© De los textos, fotografías e imágenes: Sus autores

DIRECTOR GENERAL DE PROMOCIÓN CULTURAL Jaime Miguel de los Santos González

© De la presente edición: Museo Arqueológico Regional Plaza de las Bernardas s/n 28801 Alcalá de Henares

DIRECTOR GENERAL DE UNIVERSIDADES E INVESTIGACIÓN José Manuel Torralba Castelló ALCALDE DE ALCALÁ DE HENARES Javier Rodríguez Palacios MUSEO ARQUEOLÓGICO REGIONAL DE LA COMUNIDAD DE MADRID

Colegio Oficial de Arqueólogos de Madrid (CArMa) Ilustre Colegio de Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras y en Ciencias de la Comunidad de Madrid (CDL) Calle Fuencarral, 101 28004 Madrid

DIRECTOR Enrique Baquedano

Editores científicos: Carmén Fernández Ochoa Ángel Morillo Mar Zarzalejos

JEFA DEL ÁREA DE CONSERVACIÓN E INVESTIGACIÓN Isabel Baquedano Beltrán

Coordinación editorial: Luis Palop Sección de Arqueología del CDL de Madrid

JEFA DEL ÁREA DE EXPOSICIONES Inmaculada Escobar JEFA DEL ÁREA DE DIFUSIÓN Y COMUNICACIÓN Luis Palop

Diseño, maquetación y preimpresión: Vicente Alberto Serrano Esperanza Santos Impreso en España - Printed in Spain Imprime: B.O.C.M. Dep. Legal: M-20766-2015 I.S.B.N.: 978-84-451-3519-8

No se permitirá la reproducción total o parcial de este libro, incluido el diseño de la maqueta y la cubierta, su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea éste electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación u otros medios, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del copyright.

Manual de cerámica romana II. Cerámicas romanas de época altoimperial en Hispania. Importación y producción. Carmen Ferná ndez Ochoa, Ángel Morillo y Mar Zarzalejos (Eds.). 1ª ed. Alcalá de Henares: Museo Arqueológico Regional; Madrid: Colegio Oficial de Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras y en Ciencias, Sección de Arqueología, 2015. 536 p. Cursos de Formación Permanente para Arqueólogos. ISBN 978-84-451-3519-8

Índice

Introducción La cerámica romana, de fósil director a herramienta de investigación Carmen Fernández Ochoa, Ángel Morillo y Mar Zarzalejos

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1. La terra sigillata itálica: abriendo los caminos del Imperio Capita selecta Rui Morais (Universidad de Porto)

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2. La terra sigillata gálica: un indicador esencial en los registros estratigráficos altoimperiales Rui Morais (Universidad de Porto)

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3. La terra sigillata hispanica: producciones del área septentrional Mª Victoria Romero Carnicero (Universidad de Valladolid)

149

4. La terra sigillata de origen bético: un camino aún por recorrer Mª Isabel Fernández García (Universidad de Granada)

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5. Lucernas romanas en Hispania: entre lo utilitario y lo simbólico Ángel Morillo Cerdán (Universidad Complutense de Madrid)

321

6. La cerámica pintada meseteña desde Augusto hasta Adriano Juan Francisco Blanco García (Universidad Autónoma de Madrid)

429

7. La llamada “terra sigillata hispánica brillante” (TSHB). Algunas reflexiones para una revisión terminológica y conceptual. Mar Zarzalejos Prieto (Universidad Nacional de Educación a Distancia) e Ivan Jaramillo Fernández (Arqueólogo)

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1 La terra sigillata itálica: abriendo los caminos del Imperio Capita selecta

Rui Morais

Rui Morais Universidad de Porto-FLUP/CECH

1. Prolegomena (o, de las cosas que se cuentan antes…)

n el mundo griego y en el romano se fabricaron cerámicas finas destinadas a cumplir con criterios de calidad y cubrir las necesidades de suministro de vastos mercados. Éstas se produjeron de forma estandarizada y obedecieron a tradiciones muy arraigadas. Hubo momentos, sin embargo, en que, como resultado de descubrimientos técnicos o de simples cambios de gusto, se modificaron sus características formales y decorativas. Éste fue el caso de la sustitución de la técnica de figuras negras por la de figuras rojas en la cerámica ática, que ocurrió alrededor de 530 a.C.

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Más tarde, después de la hegemonía de la cerámica campaniense, cuya superficie negra se inspira directamente en las cerámicas griegas, alrededor de mediados del siglo I a.C. se pasa a adoptar un nuevo método de cocción, de tipo oxidante, que aporta a las piezas un color exterior de un marrón rojizo muy brillante, de acuerdo con los requisitos del gusto de la época. El origen de esta producción aun no está definitivamente establecido: algunos autores, como A. Oxé y N. Lamboglia, han sugerido que esta se inspira o que es heredera de la llamada “sigillata oriental”, fabricada en Asia Menor (Samos y Pérgamo) en la segunda mitad del siglo II a.C.; otros, como G. F. Gamurrini, H. Dragendorff, A. Del Vita y C. Goudineau la vinculan a la misma tradición etrusco-campana. Según el actual estado de nuestros conocimientos, se cree que esta última opinión es la más ajustada a la realidad. Así lo parece demostrar la existencia de producciones fechables entre 50 y 30 a.C. (denominadas “prearetinas” por 17

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Fig. 1. Cáliz en terra sigillata itálica forma Consp. R 1. 2. fabricada en el taller de Perennius de Arretium (Arezzo) y procedente de Novaesium (Neuss). Época augustea (10 a. C.-cambio de Era) Clemens-Sels-Museum, Neuss (Hartmann Linge (Own work) [Public domain], via Wikimedia Commons)

C. Goudineau), extremamente emparentadas con formas de barniz negro itálico y fabricadas en los mismos centros productores. Estos vasos son técnicamente imperfectos y presentan formas y marcas (rosetas, C invertida y, menos frecuentemente, iniciales) conocidas en la cerámica campaniense. Esta producción duró poco más de veinte años (50/40 – 30/25 a. C.), pues, como veremos, alrededor del 20 a.C. aparecen los vasos de mejor calidad. Las cerámicas con estas características se denominan “terra sigillata” (Fig. 1), término latino adoptado por los eruditos modernos y aplicado a los vasos decorados a molde con figuras en relieve (sigilla), y, como consecuencia, a toda la cerámica fina de mesa con revestimiento rojizo fechada en las últimas décadas de la República y en todo el periodo imperial. Se debe resaltar, no obstante, que la denominación de “terra sigillata” no figura en ninguna fuente antigua. Este término lo ha usado por primera vez por el erudito aretino F. Rossi a finales del siglo XVIII. En 1895, Dragendorff, en los Bonner Jahrbü18

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cher, consagró esta designación e intentó establecer una correlación formal de estos recipientes, posteriormente ampliada y perfeccionada por Déchelette, Loeschcke, Ritterling, Walters, Curle, Knipowitsch, Waagé, etc. A partir de los trabajos de estos autores se multiplicaron las monografías y estudios específicos sobre estas cerámicas. El modo como los especialistas han denominado estos recipientes ha cambiado según varía el posicionamiento conceptual de las diferentes escuelas que, desde finales del siglo XIX, se han dedicado a su estudio. Así, la denominación de “terra sigillata aretina” fue, en su momento, adoptada por Goudineau, bajo el argumento de que el término “aretino” se había utilizado de forma genérica, desde la Antigüedad, para las producciones itálicas y, por otro lado, de que la designación de “sigillata itálica” no era la más adecuada pues no incluía las producciones provinciales. Posteriormente, esta opinión fue contestada por G. Pucci, quien prefirió utilizar el término “sigillata itálica”, dado que sería más genérico, aunque admitiendo que podría ser objeto de posterior precisión (Pucci, 1985: 367). Actualmente, después de la obra colectiva firmada por los mayores especialistas con el título Conspectus Formarum Terrae Sigillatae italico modo confectae (Ettlinger et alii, 1990), se ha adoptado la designación de “sigillatas realizadas a la manera itálica”, como modo de distinguirlas de aquellas producidas en las provincias, para las que se reserva la designación de “terra sigillata local de tradición itálica” (v. tb. Fernández Ochoa et alii, 2014: 45). Pero, cuando nos encontramos con la necesidad de realizar una breve síntesis sobre esta cerámica, son variados los problemas que se nos plantean, empezando por la vastísima literatura que se ha escrito, desde, por lo menos, finales del siglo XIX. De hecho, esta producción es sin duda una de las categorías cerámicas mejor estudiadas. Como ha resaltado G. Pucci (1973: 258260), son varias las circunstancias que, por norma, no se encuentran en el estudio de materiales afines, empezando por las fuentes literarias que aluden a Arezzo, el principal centro productor de este tipo de cerámica, lugar donde se encontraron numerosos materiales descartados de las hornadas en testares, incluyendo moldes y un número ingente de fragmentos, contando con marcas y decoraciones. Por otro lado, en parte debido a los materiales recogidos en los asentamientos del limes germánico, las formas están bien tipificadas y cronológicamente bien fechadas, en términos relativos y absolutos. Asimismo, se trata de una cerámica fácilmente reconocible y ampliamente difundida por todo el Imperio romano, por no hablar del interés artístico que han despertado las formas decoradas. Todos estos hechos contribuyen definitivamente a que en el estudio de estas producciones se tengan que considerar 19

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múltiples aspectos relacionados con la organización interna de los talleres, su difusión comercial, la ubicación de los centros productores, pero también con su importancia en el ámbito de la historia del arte y de los estudios sobre economía antigua. 2. Historiografía

En la Antigüedad, las principales referencias a la terra sigillata itálica se encuentran en Plinio (Naturalis Historia XXXV, 46), cuando, a la par de la cerámica samia (gálica), menciona la afición de los romanos a la cerámica de Arezzo, en Marcial (apud. Pucci, 1985: 366) y en Isidoro de Sevilla, quien en su enciclopedia Etymologiarum sive Originum, obra del siglo VII d.C., señala que algunos escritores antiguos mencionan vasos aretinos (aretina vasa), explicando esta denominación de la siguiente forma: Arretro municipio Itlaliae dicuntur, ubi fiunt; sunt enim rubra (XX, 4, 5). Debemos esperar hasta 1282 para que de nuevo se haga alusión a estas cerámicas. Esa referencia se debe a un gran cosmógrafo aretino, S. Restoro, quien las menciona en la obra Della Composizione del Mondo colle sue cascioni, dedicándoles un capítulo entero. Más tarde, en el siglo XIV, encontramos nueva referencia a esta cerámica, hecha por G. Villani, en su Storia di Firenze (Livro I, cap. 47), y por M. A. Alessi, en una breve e importante obra titulada Libellus de antiquitate urbis Arretii (cap. 24), donde ya se señalan 84 marcas (Paturzo, 1996: 30). Tras éste sigue un largo periodo de olvido hasta que encontramos, en pleno siglo XVI, una breve referencia a la cerámica aretina en G. Vasari. Pero la preocupación por el estudio de estas producciones acontece sólo en 1734, en la obra de A. F. Gori, titulada Iscriptiones antiquae Graecae et romanae in Etruriae urbes extantes. El verdadero paso se da, sin embargo, un poco más tarde con el susodicho anticuario y erudito F. De’ Rossi. Nacido en el seno de una familia noble de Arezzo, a él se deben las primeras excavaciones arqueológicas realizadas en 1779. Otros nombres se le siguen, como Inghirami, Zannoni, Cavedoni, Capei, Braun y Jahn (id. 34-38). Señalando una nueva fase en el estudio de estas producciones está la monografía de A. Fabroni, publicada en 1841, obra en la que se discuten las fuentes antiguas y se realiza un análisis de las aportaciones de autores que hasta esa época las habían mencionado, sin olvidar presentar algunas piezas (incluyendo marcas) y referirse a las técnicas de producción y a la condición jurídica de los alfareros. 20

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La primera gran referencia en el estudio de estas cerámicas la aporta 18 años después G. F. Gamurrini (1859). Gamurrini analiza, por primera vez y de modo sistemático, las marcas presentes en estas cerámicas y da a conocer en años sucesivos en las Notizie degli Scavi, breves informaciones sobre los hallazgos en S. María en Gradi, en Orciolaia y la zona de Badia (Pucci, 1985: 371). En la misma revista se iban difundiendo nuevos hallazgos, como sucede con A. Pasqui, quien, a finales del siglo XIX publica las primeras planimetrías de las excavaciones y los materiales salidos del taller de M. Perennius (Pucci, 1985: 371). Durante la última década del siglo XIX se publican los estudios de H. Dressel, quien reunió en el CIL I, en la parte de instrumentum, las marcas de sigillata itálica e intuyó la mayor antigüedad de las marcas radiales respecto a aquellas posicionadas en el centro interno de los vasos. En el ámbito de los estudios epigráficos, cabe referir el importante acopio de marcas a cargo de M. Ihm en el tomo XV del CIL, editado en 1901 (Pucci, 1985: 371). A finales de esta centuria sobresale la figura de H. Dragendorff, cuyos estudios van a revolucionar el modo de enfocar las cerámicas romanas. En 1894, con la publicación de su tesis De vasculis romanorum rubris. Capita selecta, manifiesta la preocupación por explicar el comercio romano en las provincias. A él también se debe un estudio de síntesis de los motivos decorativos, en una obra monumental (Dragendorf, 1895) y el primer intento de sistematización tipológica, diferenciando entre 14 formas de sigillata itálica, ocho lisas y seis decoradas. A Dragendorff le siguen otros importantes estudios. Un trabajo decisivo lo constituye la publicación por S. Loeschcke (1909) de las excavaciones de Haltern (Westfalia), un lugar de especial valor por su ocupación muy concentrada en el tiempo, en total, sólo 21 años: desde la expedición de Drusus contra los germanos en el 12 a.C. hasta la derrota de Varus en el año 9 d. C., es decir, en fechas coincidentes con el auge de la producción itálica clásica. En este estudio Loeschcke ordena 16 formas lisas, reagrupándolas en cuatro Servicios. Los dos primeros poseen las características originales, mientras que el III y IV sólo son variantes más recientes de los precedentes (Goudineau, 1968: 18-19). Esta ordenación está hecha según criterios formales, de acuerdo con los perfiles de los bordes de los platos y páteras y de los cuencos y copas, a saber: Servicio I: borde pendiente y labio más o menos destacado de la pared. La unión entre el borde y la pared puede ser redondeada o carenada. El pie puede tener un perfil rectilíneo o oblicuo; Servicio II: borde con cara interna subdividida; en la cara externa, el borde se encuentra a menudo decorado, superior e inferiormente, por una decoración de ruedecilla, que se destaca, frecuentemente, de la pared. A veces se observan decoraciones en re21

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lieve aplicadas; Servicio III: forman parte de este servicio platos, copas con borde y pared formando una doble curvatura o con bordes destacados de la pared por una gruesa moldura, copas hemisféricas y vasos ovalados, todos con borde redondeado hacia el interior; Servicio IV: platos, cuencos y vasos cilíndricos con borde vertical. Casi treinta años después de la publicación de Haltern, Loeschcke da a conocer el material de Oberaden (Loeschcke, 1942), individualizando 17 formas, 12 de las cuales lisas, y atribuye una numeración distinta de la de Haltern. (Fig. 2)

Fig. 2. Formas lisas de terra sigillata itálica. Los cuatro “servicios” de Haltern (Lamboglia, 1952)

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De estas primeras décadas del siglo XX son también las obras de J. Dechelette y de K. Hänle. Dechelette publica un estudio que aborda, por primera vez, el tema de las producciones tardoitálicas (Dechelette, 1904), y Hänle publica su obra (Hänle, 1915), donde pretende asignar un taller específico a fragmentos decorados, sin tener en cuenta la presencia de marcas de alfarero. De este periodo es la aportación de H. B. Walters sobre las producciones decoradas depositadas en el British Museum (Walters, 1908). Dando continuidad a los estudios de la llamada “escuela germánica”, contamos con la valiosa aportación de A. Oxé (1933). En su obra se valoran los fragmentos decorados encontrados en el territorio renano, utilizándolos como instrumentos válidos para la resolución de numerosos problemas históricos. Oxé clasifica la cerámica por antigüedad y por función, distinguiendo los catini (fuentes), de los catilli (platos) (15-18 cm) y de los paropsides (copas para beber). Entre los catini refiere varios tipos: sesquipedales (44 cm), palmipedales (37 cm), pedales (29, 6 cm), bessales (20 cm) y trientales (10 cm). En 1943, publicó el material aparecido en 1925, en las excavaciones de Haltern, momento en el que sugiere el origen sudgálico del aprovisionamiento cerámico renano, ampliando el repertorio formal y de marcas a partir de los centros productores de TSI instalados en el sur de la Galia (Oxé, 1943: 15-76). Otro hito en el estudio de la sigillata itálica fue la publicación, en 1938, del material de Oberaden por Chr. Albrecht, demostrando que en este lugar la producción tuvo lugar un poco antes de la de Haltern, basada en el hecho de que el asentamiento de Oberaden, fechado a inicios de la campaña de Druso el 12 a.C. y abandonado a su muerte, el 9 o 8 a. C., fecha coincidente con la fundación de Haltern. Pero no menos importante es la obra de Dragendorff y Watzinger, editada tras la muerte del primer autor (Dragendorff, 1948) y que, a día de hoy, sigue siendo una referencia fundamental para quienes se ocupan del tema de las producciones decoradas. Del otro lado del Atlántico tenemos dos obras de referencia, la de G. Chäse, quien publicó los moldes aretinos de la colección Loeb en Boston (1916), y la de C. Alexander, quien dio a conocer en 1943 la colección de terra sigillata itálica del Museo Metropolitano de Nueva York en una de las ediciones del Corpus Vasorum Antiquorum. Durante la primera década del siglo XX también revisten especial interés los estudios del aretino A. Del Vita, especialmente dedicados a ahondar en los métodos de producción de los talleres aretinos, creando en 1925, en asociación con su hermano Antonio, un taller artesano para la producción de cerámica al estilo de Arezzo, denominada Arretina Ars (Paturzo, 1996: 50). 23

LA TERRA SIGILLATA ITÁLICA: ABRIENDO LOS CAMINOS DEL IMPERIO

A partir de mediados del siglo XX se inicia una nueva fase en el estudio de la terra sigillata itálica. Los primeros trabajos se deben a A. Stenico, tras su investidura como director del museo de Arezzo que analizó más de 60000 fragmentos, lo que le permitió identificar nuevos talleres y ampliar los conocimientos sobre Perennius, Rasinius y Cornelius (id. 53). Entre otros estudios de este autor, cabe destacar la monografía (Stenico, 1955: 173-217), seguida de otra dedicada a la producción de Rasinius y de la importante obra intitulada (Stenico, 1960). Tras la significativa aportación de Stenico, le siguieron otros expertos quienes han ahondado en el conocimiento de determinados talleres, como es el caso de F. P. Porten Palange, con la publicación del Corpus vasorum antiquorum (vol. 4) del Museo archeologico Giovio (Porten Palange, 1970), de M. P. Lavizzari Pedrazzini (1972) y de C. Troso, autora de un importante estudio sobre P. Cornelius (Troso, 1991). Se trata de estudios basados principalmente en la sintaxis decorativa presente en los fragmentos anepígrafos decorados, hecho que llevó a la creación de un verdadero “método de asignación”, creando una especie de “koiné” formal. Debemos mencionar asimismo aquí la publicación de materiales depositados en museos, como, por ejemplo, de la colección Pisani Dossi en Milán (Stenico, 1956), del Museo delle Terme (Porten Palange, 1966) y del Ashmolean Museum de Oxford (Brow, 1968). En 1968 se publica una de las obras más importantes sobre sigillata itálica, la edición póstuma de A. Oxé y H. Comfort, titulada Corpus Vasorum Arretinorum (Oxe y Comfort, 1968), que reúne las marcas de alfareros conocidos hasta la fecha, ordenados alfabéticamente por gentílicos e indicando la respectiva proveniencia y formas en las que aparecen. En esta obra se presentan aun, en forma de apéndices, listas de alfareros, por gentílicos y cognomina. Otras aportaciones al estudio de la sigillata itálica se centran en el análisis de en su presencia en lugares de consumo. En lo que respecta al análisis de las formas lisas, son de especial valor los estudios de E. Vogt (1948), R. Fellmann (1955), G. Ulbert (1960) y E. Ettlinger (1967), sobre los materiales de Zúrich, Basilea, Oberhausen y Novaesium-Neuss respectivamente. En este punto, cabe también resaltar la obra conjunta de M. Schindler y S. Scheffenegger (1977), donde se registra la presencia de ejemplares aretinos y padanos, utilizando como criterio la pertenencia de piezas de tipo A (aretinas) y B (padanas), a través de un análisis macroscópico. En Italia, asume especial relevancia la obra de M. T. Marabini Moeus sobre la terra sigillata de Cosa (Marabini Moeus, 1973), la cual representa una fuente valiosa de información 24

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sobre la presencia de estas cerámicas en aquel importante centro de consumo de la costa tirrénica. Un gran salto cualitativo en la sistematización cronotipológica de las formas lisas supuso, en 1968, la publicación de C. Goudineau relativa a las campañas de 1962-1967 de la zona S-E en Poggio Moscini, cerca de la ciudad de Bolsena. En esta obra, Goudineau distingue y ordena 43 formas (con posibles variantes internas) intentando numerarlas según un criterio cronológico, aunque respetando la división de las series evolutivas individualizadas por él: formas arcaicas (nº 1-8), precoces (nº 9-22), clásicas (nº 23-35) y tardías (nº 36-43). Realiza también el estudio de los fondos y pies de los vasos. En la última parte de esta obra, Goudineau enfoca el tema de los orígenes, la difusión, la evolución y la extinción de esta cerámica, con recurso a explicaciones de orden económico y social. Como precisó A. Alarcão (1975: 5-6) a propósito de las sigillata itálicas de Conimbriga, Goudineau pretendió uniformizar los criterios de clasificación, evitando multiplicar las tipologías y facilitar el acceso y comprensión por parte de un público más amplio, aunque, según la autora, pecaba por cierto exceso en el intento de explicar la evolución formal de todos los tipos según un cuadro evolutivo riguroso. Después de esta obra fundamental vino la de Pucci, quien en la obra Atlante delle forme ceramiche II (Pucci, 1985) presenta una nueva propuesta tipológica, aunque sin el éxito de la anterior. En esta obra, Pucci procura ampliar el número de formas y su variedad, especialmente en las formas más tardías, dando a conocer 49 formas distintas y respectivas variantes. El gran avance en el estudio de la tipología de la sigillata itálica tiene lugar en 1990, gracias a la publicación conjunta que reunió reputados expertos encabezados por E. Ettlinger (Ettlinger et alii, 1990). Se trata del Conspectus Formarum Terrae Sigillatae italico modo confectae, que, como hemos visto, se preocupa por distinguir las “sigillatas realizadas a manera itálica” de las provinciales que las imitan y para las cuales se reserva la designación de “terra sigillata local de tradición itálica” (Fig. 3). Esta obra, usada por la gran mayoría de los investigadores, pretendió crear un instrumento útil de trabajo para los arqueólogos e investigadores no especializados en el estudio de la sigillata. La tipología delineada en el Conspectus es una tipología formal, independiente de los centros productivos de acuerdo con el principio de que formas idénticas no tenían que, necesariamente, producirse en áreas cercanas, y, como tal, no serían indicativas de un lugar de producción específico. Tan solo el análisis químico de los fragmentos podrá ayudar a conocer su posible proveniencia. En esta obra se identifican 54 formas lisas, agrupadas con base en 25

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Fig. 3. Portada del Conspectus (Ettlinger et alii, 1990)

criterios cronomorfológicos y de origen, entre las que se distinguen ocho subgrupos: Consp. 1-9; Consp. 10-15; Consp. 16-17; Consp. 18-30; Consp. 3138; Consp. 39-46; Consp. 47-49; Consp. 50-54). El mismo criterio morfológico se adopta para las producciones decoradas, con 13 formas distintas, Consp. R 1 a Consp. R 13. Por comodidad de estudio y por cuestiones tecnológicas, estas producciones se dividen en formas lisas y decoradas, con el predominio de platos y cuencos (los denominados “servicios”)1.

En el estudio de la sigillata itálica de Lyon-La Muette no se ha utilizado la tipología del Conspectus pues se ha considerado que ésta ha adoptado un criterio tipológico monolítico y lineal y que ha valorado excesivamente Arezzo y otras producciones fabricadas en la Península Itálica en detrimento de otros centros productores provinciales (Genin et alii, 1996: 41-42). Los autores consideran también que la exclusión de fragmentos sin el perfil completo en la tipología del Conspectus no es igualmente aceptable. Para el estudio de los materiales de La Muette, los autores optaron así por valerse de la antigua clasificación por “Servicios” (en particular I y II) de S. Loeschcke, en la perspectiva adoptada en 1982 por S. von Schnurbein a partir de las marcas de Haltern, refiriéndose a los “Servicios” I y II, subdividiéndolos y creando, cuando eran necesario, “tipos” con formas menos comunes pero a ellos asociados (id. 43). 1

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Como instrumento útil de clasificación, está el diccionario DICOCER 1, Lattara 6, el cual, en la entrada relativa a la sigillata itálica, a cargo de M. Passelac (1993: 555-568), adopta la propuesta tipológica del Conspectus, precisando algunas cronologías y adaptándolas a los años del calendario. No contempla, no obstante, las producciones padanas y tardoitálicas, con el argumento de que son poco frecuentes en Galia. Mientras tanto, otro tipo de estudios se han orientado hacia el análisis de los constituyentes químicos de las pastas cerámicas. Se pueden referir, a título de ejemplo, aquellos realizados sobre el alfarero P. Attius. Uno de los primeros trabajos se debe a von Schnurbein (1982), quien, a propósito de piezas con la marca de este alfarero encontradas en Haltern, constató que unas provenían de Pisa y otras de talleres lioneses; por su parte, la existencia de filiales padanas se ha confirmado por medio de análisis químicos en el estudio de S. Zabehlicky-Scheffenegger (1991); por fin, la proveniencia aretina y padana ha vuelto a confirmarse en el estudio realizado por M. Maggeti, sobre piezas recogidas en Magdalensberg, confirmando la opinión de M. Schindler, ya referido anteriormente (Cantos Carnicer, 1995: 79-91). Dando continuidad a las aportaciones de la escuela alemana, B. P. Martin Rudnick publica la sigillata itálica de Oberaden y Haltern (1995), donde se vuelve sobre las formas y decoraciones encontradas en dichos yacimientos. En la misma década, C. Rossetti Tella publica una obra sobre las producciones tardías de sigillata del Museo Nazionale Romano (Rossetti Tella, 1996), de gran valor para el estudio de estas producciones tardías de sigillata. Entre otros estudios monográficos realizados a partir de materiales conservados en museos, cabe referir el dedicado a la terra sigillata itálica y tardoitálica del Museo de Aquino (Bellardi, 2006). Contamos igualmente con obras de síntesis sobre los centros productores lioneses de sigillata itálica, situados en el valle medio del Ródano. En la revista Gallia de 1996 (nº 53), se publica una monografía a este respecto (Gallia Dossier, 1996). Sobre esta misma temática, debemos añadir la obra publicada en 2002, bajo la dirección de M. Genin y A. Vernhet, en Homenaje a Bettina Hoffmann, donde se pueden encontrar referencias específicas a alfareros itálicos y un estudio detallado sobre las producciones tempranas de La Graufesenque que imitan la terra sigillata itálica (Genin y Vernhet, 2002). Varias han sido también las obras publicadas como resultado de encuentros de especialistas. Entre otras, podemos destacar las de Brogiolo y Olcese (1990), dedicada a la producción del área padana, la cual reúne un conjunto apreciable de aportaciones dedicadas al tema de las producciones 27

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cerámicas en el área padana. Asimismo, cabe destacar la obra editada por Poblome, Talloen, Brulet y Waelkens, resultado de una conferencia internacional (ROCT) de la Universidad Católica de Lovaina (Poblome et alii, 2004). El trabajo recoge varias aportaciones y plantea problemas metodológicos y cronológicos relacionados con la importación de estas cerámicas. En el 2000, en la línea de la ya conocida 2ª edición del Corpus Vasorum Arretinorum. A Catalogue of the Signatures, Shapes and Chronology of Italian Sigillata, publicada por Oxé y Comfort, se aborda una nueva edición aumentada, revisada por P. Kenrick (OCK, 2000). Esta nueva edición, acompañada por un CD-ROM (en forma de base de datos), compila cerca de 36000 marcas, permitiendo constatar su dispersión en el imperio y sugerir el periodo de actividad de los alfareros (Fig. 4). Los últimos años hemos tenido varias aportaciones sobre lugares de consumo. Entre otras, podemos destacar las obras de Porten Palange, sobre los punzones y respectivos talleres identificables a partir de las formas decoradas (Porten Palange, 2004; 2009), y una nueva visión, publicada el 2006, sobre la presencia y significado de la sigillata itálica en los asentamientos del limes germánico (Roth-Rubi et alii, 2006).

Fig. 4. Pantalla inicial del Corpus Vasorum Arretinorum (OCK 2000)

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Por lo que se refiere a la Península Ibérica, los estudios sobre la presencia de la sigillata itálica no han sido demasiado abundantes. Esto no significa que estas cerámicas no hayan sido analizadas en el ámbito de artículos específicos o de estudios genéricos, la mayor parte de ellos compilados por M. Beltrán en su trabajo de referencia. Beltrán destaca los trabajos de G. Martin, el primero en hacer un acopio considerable de marcas itálicas en territorio peninsular, así como de Balil y Pérez González, a propósito de la cerámica puteolana (Beltrán, 1990: esp. 76-77). Para el territorio portugués debemos mencionar las aportaciones de Comfort, sobre algunas piezas decoradas presentes en el Museu Nacional, los de F. N. Ribeiro, sobre las marcas de alfarero de Represas (Alentejo), ambos publicados en 1959, y el de S. da Veiga Ferreira (1969), que reúne algunas marcas de alfarero del territorio portugués. Gran interés reviste el estudio pionero de A. Alarcão (1971), continuado años más tarde en el volumen IV de Fouilles de Conimbriga (Alarcão, 1975). En las últimas décadas se han publicado algunos estudios de especial relieve sobre esta temática. Entre otros, cabe referir el de C. Pérez González sobre la sigillata de Herrera de Pisuerga (Pérez González, 1989), donde se ha demostrado la existencia de una producción de terra sigillata local de tradición itálica asociada a la Legión IIII Macedónica. Se deben igualmente resaltar los trabajos de A. Bourgeois y F. Mayet, sobre las sigillatas de Baelo Claudia (1991), y de Jerez Linde y Rodríguez Martín, dedicados al estudio de las sigillatas itálicas recogidas en las excavaciones de la villa romana de Torre Águila (1995). Uno de estos autores retomó posteriormente el estudio de estas producciones, con la publicación de las depositadas en el Museo Nacional de Arte Romano de Mérida (Jerez Linde 1997 y 2005). Debemos mencionar asimismo los estudios de Clariana i Roig, sobre Torre Llauder (1998) y el Museo de Mataró (2005), el de Pérez Almoguera sobre La Paería de Lleida (1999), el de Cantos, sobre el foro de Caesaraugusta (Zaragoza) (Cantos, 2000), el de Morillo y García Marcos sobre los campamentos septentrionales (Morillo y García Marcos, 2003) y, más recientemente, el de M. Bustamante Álvarez, sobre la región del Estrecho (Bustamante, 2010: 43-86). Especialmente relevantes por las problemáticas que presentan son las excavaciones llevadas a cabo en la ciudad de León. Los niveles del campamento de la legio VI victrix han permitido dar a conocer otro ambiente productivo de cerámicas asociado a contextos militares. Entre estas producciones, cabe destacar la fabricación de terra sigillata local de tradición itálica, fechada entre el cambio de Era y un momento indeterminado del reinado de Tiberio, que acompaña a una elevada cantidad de terra sigillata itálica importada (Morillo y García Marcos, 2001 y 2003; García Marcos, 2005; 2006; Morillo, 2008: 171; Morillo, 2014). 29

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En Portugal, salvo por algunos artículos dedicados principalmente a las marcas de alfarero y publicados por distintos autores (p .e. De Sepúlveda, 1996; De Sepúlveda y Fernándes, 2009) el estudio de conjuntos significativos sobre sigillata itálica sólo se retoma años más tarde, gracias a trabajos de investigación en el marco de tesis de máster y de doctorado, como es el caso de Represas (Lopes 1994), Monte Mozinho (Carvalho 1998), Santarém (Viegas 2003), Lisboa (Silva, 2005; Bolila, 2011), Braga (Morais, 2005), Miróbriga (Quaresma, 2009) y Algarve (Viegas 2011). 3. Modos de producción

La terra sigillata itálica posee, por regla general, una arcilla muy bien depurada, rica en óxidos de hierro, potasio y magnesio, cubierta por un engobe de color rojo/marrón brillante, resultado de un mayor grado de depuración de la arcilla y de la añadidura de óxidos de hierro como coloides. A nivel formal, estas cerámicas se agrupan en dos categorías distintas relacionadas con los procedimientos de fabricación, y que se llaman, sin gran rigor, “lisas” y “decoradas”. Las primeras se fabrican en el torno del alfarero, aunque puedan poseer distintos adornos. Se elaboran con la ayuda de modelos, lo que permite una mayor estandarización formal y acelerar el tiempo de ejecución (Pucci, 1985: 367).

Fig. 5. Molde de terra sigillata itálica de la oficina de P. Cornelius en Arezzo. Época tardoaugustea-tiberana. British Museum, London. GR 1896.12-17.3 (AgTigress (Own work) [CC BY-SA 3.0 (http://creativecommons.org/licenses/by-sa/3.0) or GFDL (http://www.gnu.org/copyleft/fdl.html)], via Wikimedia Commons)

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En cuanto a las formas “decoradas”, se caracterizan por su obtención a partir de moldes que se ornamentan en su interior con la ayuda de punzones de relieve con adornos y figuras muchas veces unidas entre sí por líneas ejecutadas a mano alzada. Oxé describió, con claridad y precisión, las distintas fases de fabricación de un vaso decorado obtenido a molde (Fig. 5): primeramente había que preparar los punzones de las figuras o motivos decorativos; más tarde se recurría de las matrices o negativos donde aparecían los relieves del vaso; la tercera operación consistía en la obtención del positivo del cuerpo del vaso con sus relieves; el cuarto momento, el único común a la sigillata “lisa” y a la “decorada”, era la finalización, en el torno, del cuerpo del vaso añadiéndole el borde y el pié, a veces aplicándoles asas o apéndices (Oxé, 1933: 7); finalmente se cocía en los hornos adecuados a elevada temperatura (unos 1000˚C) (Fig. 6). En los primeros tiempos, aparecen en la decoración las figuras humanas de grandes dimensiones y escenas mitológicas o afines ricamente ejecutadas. Otras figuras más pequeñas se usan de forma puramente decorativa: máscaras, pilares, guirnaldas, bucráneos, etc., que aparecen combinados con otras decoraciones como las convencionales palmetas y rosetas.

Fig. 6. Desecho de alfar de terra sigillata itálica

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Según Gamurrini y Del Vita, y otros investigadores más recientes, como es el caso de Lavizzari Pedrazzini, Richter, Alexander, Burr Thompson y Johansen, se podría observar, en algunos casos, una derivación directa, a través del calco, de las decoraciones de las vajillas de plata (Paturzo, 1996: 83). En este punto, dedicado a los modos de producción, conviene mencionar que la sigillata itálica no es una mercancía anónima. Gracias a las marcas, poseemos una información preciosa para la reconstrucción de algunos aspectos de su organización. Sabemos, así, la de la existencia de la costumbre de colocar, en el fondo interno de los vasos y en los moldes de piezas decoradas, la marca, ya del alfarero (hombre libre o esclavo), ya del propietario del taller. El nombre suele estar escrito desde la izquierda hacia la derecha, aunque se admitan otras variantes. Por regla general, las letras son nítidas, con nexos muy abundantes, aunque a veces no sean de lectura inmediata. Ponemos como ejemplo las marcas de Perennius, que, en los primeros momentos de producción, empiezan con letras bien perceptibles y dibujadas que señalan los primeros obreros (Tigranus) (Fig. 7)2, para, en una fase más avanzada, presen-

Fig. 7. Cubilete de terra sigillata itálica de la forma Consp. R 12 fabricado por M. Perennius Tigranus en Arretium (Arezzo). Procede del campamento de la legio IIII Macedónica en Herrera de Pisuerga. Época augustea (20 a. C.-10 d. C.) (Fotografía: Museo de Palencia) 2

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Agradecemos al Museo de Palencia las imágenes de las piezas bajo su custodia.

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tar formas más toscas con los nombres de los esclavos Bargathes, Crescens y Saturninus. En el repertorio liso, la presencia de marcas es más frecuente. Al inicio aparecen marcas radiales múltiples en platos de gran diámetro, de tradición etrusca/campana, aunque los vasos de menores dimensiones sólo presenten una marca en el centro; a partir del 15/10 a.C. se abandonan las marcas radiales y queda solamente la marca central, generalmente en cartela rectangular. Coincidiendo con la ascensión de Tiberio al poder, a partir del 15 d.C., desaparece la cartela rectangular, que cede lugar a la marca “in planta pedis”, adoptada rápidamente por la mayoría de los centros productores. De Arezzo se conoce un conjunto de marcas asociadas a cerca de 90 talleres. Es probable que la mayoría de ellos tuviese menos de 10 esclavos especializados (para algunos están documentados sólo 1 o 2 esclavos). Más numerosos son los talleres en los que trabajaban entre 10 y 20 esclavos. Los que tenían más de 20 y hasta 60 esclavos debían de ser muy escasos. De estos números se excluyen, naturalmente, todos los trabajadores anónimos dedicados a la cocción o a otras actividades, como la extracción y depuración de la arcilla, el secado de los vasos, la aplicación del engobe y el almacenamiento. Las marcas nos permiten conocer mejor la constitución del personal especializado en la ejecución de las partes decorativas, en el modelado de los vasos decorados, o, aun, en el simple alisado de los vasos lisos. Los vasos aretinos decorados corresponden a uno de los ejemplos más exquisitos de la artesanía artística de la época de Augusto. De hecho, de los cerca de 500 alfareros conocidos en el conjunto de la producción de terra sigillata itálica, sólo 40 se habrían dedicado a la producción de vasos decorados. En otras palabras, sólo cerca de una veintena de talleres, económicamente “fuertes”, parece haber tenido la capacidad para poseer estos esclavos-artistas que producían vasos decorados. Algunas de estas marcas, inicialmente, se recogieron en los tomos XI y XV del Corpus Vasorum Inscriptionum Latinarum, los cuales incluyen más de mil recogidas en vasos provenientes de Arezzo, Roma y Ostia. Más tarde, Oxé y Confort llegaron a documentar más de 2600 marcas en su Corpus Vasorum Arretinorum (1968), información ampliamente aumentada en una nueva edición del Corpus, de 2000 (OCK, 2000).

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4. Centros de producción

En el estado actual de nuestros conocimientos, se han documentado numerosos centros de producción en la Península Itálica y en ambientes provinciales. Sin la pretensión de hacer una descripción exhaustiva, tan sólo nos referiremos a los más significativos y se mencionarán otros, de menor dimensión, para servir de ejemplo de la complejidad del tema (Fig. 8). 4.1. Arezzo Es el centro de producción más antiguo y con el mayor volumen de producción (Pucci, 1985; Ettlinger et alii, 1990). Algunos de los más importantes talleres de Arezzo han sido ya objeto de excavación en el siglo XIX: el importante taller de S. Maria in Gradi, el taller “dell’ Orciolaia” y del Teatro Petrarca. En el OCK se realiza un análisis crítico de estos lugares y se refieren otros (OCK, 2000: 2529). El hallazgo de material descartado de hornadas del taller de Cn. Ateius recuperado en excavaciones en Via Nardi en Arezzo y, posteriormente, en Pisa, permitió constatar la existencia de sucursales (Stenico, 1972: 16-17). Las producciones de la época clásica tienen normalmente una pasta muy fina, de color rosado a marrón claro y un engobe rojo, brillante, ligeramente anaranjado, con manchas más claras en la parte inferior (Goudineau, 1968: 238). Los datos obtenidos hasta la fecha en Arezzo nos permiten constatar la existencia de pocos talleres de grandes dimensiones y de una serie de peque-

Fig. 8. Centros de fabricación de terra sigillata itálica (según Corpus Vasorum Arretinorum 2000) (OCK 2000)

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ños talleres con un trabajo semiartesano. Se ha apuntado la hipótesis de que estos últimos se encontrasen bajo alguna condición subalterna respecto a los mayores. Se trata, no obstante, de conjeturas que sólo podrían verificarse si poseyésemos una mejor documentación arqueológica. Es, sin embargo, posible que, para incrementar las ganancias, los gestores de los principales talleres, quienes podrían ser simultáneamente los propietarios de los barreros, suministrasen a los talleres menores la arcilla ya depurada de los propios tanques y, después, en la fase final del proceso productivo, les permitiesen usar sus hornos. Si consideramos esta hipótesis, la aplicación de las marcas podría haber correspondido a la exigencia de distinguir, en el marco de una única hornada, los productos de los diversos talleres. En cuanto al régimen interno de la gestión de los talleres de Arezzo, es significativo el hecho de que el mayor productor, Ateius, tenía a su cargo cuatro libertos que serían, ellos mismos, dueños de diversas filiales de ese taller. La sigillata de Arezzo, que, a pesar de la estandarización de los pocos tipos de productos, había mantenido durante decenios un alto y homogéneo nivel cualitativo, empezó a decaer a partir del año 15 d.C. La época del definitivo declive de la producción es controvertida, siendo, no obstante, seguro que después de mediados del siglo. I d.C. algunos talleres se transfirieron a Pisa, próspero puerto fluvial en época romana. 4.2. Pisa En 1965 tuvo lugar el hallazgo en Pisa (via S. Zeno) del testar de un horno de sigillata itálica, publicado en 1974, en el que se constata la existencia de moldes, separadores y bloques de arcilla usados para acomodar y sujetar las piezas en el interior del horno. Los fragmentos con marca rectangular indicaban el nombre de Ateius y de su relación con sus libertos (Mahes, Zoilos y Hilarus), evidenciando, como ya hemos referido, la relación de este taller con Arezzo y, en particular, con uno de sus más prolíficos alfareros, Ateius. Más tarde, se han descubierto nuevos vestigios de producción en la via de Santo Stefano, correspondientes a otros testares. Este hallazgo se ha ampliado con el descubrimiento de otros dos centros productores en la región costera del ager Pisanus, en la Isola di Migliarino y en Poggio Fiori (Pasquinucci, 1988; Menchelli, 1995; Menchelli, 2004: 271). En OCK podemos encontrar un análisis detallado sobre estos lugares de producción (OCK, 2000: 30-31). Las pastas se distinguen por su color beige/rosado y engobe fino de color rojo/marrón. Un aspecto que las caracteriza respecto a las restantes producciones itálicas es el hecho de que poseen una película blanquecina aplicada previamente al engobe. 35

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El inicio de la producción debe de situarse alrededor de la última década del siglo I a.C., perdurando hasta el siglo II d.C. (Kenrick, 2004: 254). La producción pisana, mayoritariamente representada por sigillatas tardoitálicas, deja adivinar los importantes cambios que se verifican en la organización de la producción. Las marcas conocidas en vasos tardoitálicos son sólo seis. Parece que la constitución de numerosos talleres de pequeñas a medianas dimensiones, que habían caracterizado el florecimiento aretino, habría desaparecido a favor de una concentración “monopolizada” de la producción (poco usual en la Antigüedad), en las manos de unos cuantos gestores de grandes alfarerías. Tal hipótesis se refuerza si consideramos que tres de las seis marcas conocidas pertenecen a personajes que tienen en común el prenombre y el gentílico (Sesto Murrio) y se distinguen sólo por el sobrenombre. Se trata, seguramente, de conliberti, libertos por una misma persona, tal vez encargados de gestionar, por su cuenta, la filial de un gran centro productor de cerámica. El repertorio de las formas se reduce, la ejecución se vuelve menos cuidada y, en la producción decorada (cerca de 80 a 150 d.C.), se pasa a prescindir de cualquier organización en la composición de sus motivos. Por otro lado, no aparecen más marcas de los esclavos-ejecutores al lado de los libertos-gestores. Nos encontramos ahora delante de una producción en masa más que en serie, a cargo de trabajadores anónimos y no responsables, lo que, en el contexto de una economía esclavista, explica bien la decadencia cualitativa de las mercancías. 4.3. Puteolos/Cumas Uno de los principales centros de la producción de sigillata itálica fue Puteolos, ciudad situada en la región centromeridional, cuyas condiciones de producción se procesaron de un modo no muy diferente a las de los centros etruscos. Este centro productor se conoce desde 1873, gracias al descubrimiento ocasional de Di Criscio de un gran pozo con moldes y gran cantidad de sigillata lisa y decorada (Comfort, 1963-64: 7-28), posteriormente publicada por Bruza, en 1875 (Pucci, 1985: 366). Este material se dispersó por Alemania y Francia; Dragendorff y Oxé publicaron las formas decoradas conservadas en los museos de Berlín y Dresde, y Comfort publicó las formas depositadas en el Louvre (id. ibídem). La actividad de este centro se inicia en torno a 10 a.C. (tal vez incluso a partir de 1 d.C.) y se prolonga hasta el tercer cuarto del siglo I d.C. (OCK, 2000, 32-33; Kenrick, 2004: 254). 36

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Se caracteriza por poseer pastas de tono rosado o beige, bien depuradas, pero con calcitas visibles. El engobe, tenue y poco homogéneo, presenta un color anaranjado, tendente al marrón. Además de las marcas en cartelas rectangulares y en planta pedis, éstas pueden ser de forma circular, in corona (más tarde igualmente adoptada en las primeras producciones de Montans). El material de las excavaciones incluye moldes y gran número de marcas, mayoritariamente asociadas a Numerius Naevius Hilarus (OCK 1231-1247, 1250), un alfarero que trabajó inicialmente en otro centro productor situado en Cumas (Saracino 2000, 32), muy probablemente antes de 1 d.C. (Kenrick 2002, 13-15). 4.4. Italia septentrional Hasta la fecha, se conocen cerca de 300 marcas atribuibles a diferentes alfareros que laboraron en esta región (OCK, 2000: 32). Esta circunstancia supone que las actividades productivas eran muy diferentes de las de los otros centros productores itálicos de sigillata, especialmente en el ámbito de la estructura social. Para la producción de la cerámica lisa, las marcas muestran, de hecho, cómo en este ámbito geográfico era particularmente activa una pequeña artesanía de condición libre, ya que parece que sólo en contadas ocasiones los alfareros tuvieron ayudantes. La sigillata decorada fue, aquí también, producida por alfarerías dotadas de estructuras no muy diferentes de aquellas encontradas en los talleres de Arezzo. Son, frecuentemente, productos oriundos de los grandes talleres augusteos de Aco y de Sario. Los centros principales se encuentran individualizados en barrios de artesanos de algunas ciudades, como Ravena, Cremona, Faenza, Bolonia y, probablemente, Milán, Aquilea y Rímini, aunque, infelizmente, no se hayan encontrado los lugares de producción (Saracino, 2000: 32-33; OCK, 2000: 32). El inicio de estas producciones tiene lugar alrededor del último cuarto del siglo I a.C. y perduran a lo largo del siglo II d.C., con un auge productivo en el siglo I d.C. A simple vista, las arcillas son tendencialmente más oscuras. Por norma están bien depuradas y bien cocidas con un engobe rojizo bastante compacto y brillante, que recuerda las producciones de Arezzo. Pueden, sin embargo, presentar una arcilla más friable, de tonos claros y un engobe mate y tenue, poco adherente. Las formas se pueden acercar a las de las producciones aretinas o 37

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presentar perfiles más sencillos y paredes más gruesas. Una característica peculiar de estas producciones es la presencia, en el repertorio de las formas lisas, de la copa Drag. 35/36, sin presentar nunca marca, decorada en el borde plano con racimos de uvas y palmetas estilizadas aplicadas a barbotina, en vez de las características hojas de agua de las producciones gálicas (Fig. 9). 4.5. Otros centros Al norte, en la región de la Etruria, tenemos el centro productor de Torrita di Siena, del que se conocen dos hornos donde trabajó C. Umbricius Cordus en la segunda mitad del siglo I d.C. (Pucci, 1992; OCK, 2000: 33; Kenrick, 2004: 254). En la Campania se conocen centros de producción menores, como es el caso de la designada producción de “Cales” (también designada por “Producción A del Golfo de Nápoles”), activa desde la 2ª mitad del siglo I a.C. hasta, por lo menos, los primeros decenios del siglo siguiente (Pedroni y Soricelli, 1996; Soricelli, 2004: 299). Asimismo, Ostia, en el Lacio, parece haber tenido un pequeño centro productor y se conoce la descarga de una hornada de Sex. Annius Afer (Pucci, 1985: 366), seguramente una sucursal de Arezzo.

Fig. 9. Copa en terra sigillata norditálica forma Consp. 38. 2. Procede de la necrópolis de Eras del Bosque de Palencia. Época augustea (20 a. C.- cambio de Era) (Fotografía: Museo de Palencia)

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Es probable que otros centros productores se sitúen al sur de la Campania y en Sicilia (Kenrick, 2004: 254), como es el caso de Venosa, ciudad situada en la actual provincia de Potenza (Basilicata), donde se ha encontrado un número considerable de marcas atribuibles a Crepereius, y fechables en el periodo tiberiano (OCK, 2000: 35). Se conocen otros centros productores que aprovechan la navegabilidad del Tiber para suministrar la capital, como es el caso de Vasanello, fechable entre 20 y 1 a.C. (OCK, 2000: 33-35) y Scoppieto, entre 25 y 75 d. C. (Bergamini, 1993; OCK, 2000: 33; Kenrick, 2004: 254), el cual, además de las formas clásicas, produjo formas inéditas que no figuran en el Conspectus, probablemente fruto de experimentos (Nicoletta, en prensa). En el área adriática se pueden mencionar dos posibles centros productores situados en Corfinium y Herdonia, documentados por fragmentos de moldes y de vestigios de hornos (Martella, 1995; Saracino, 2000: 32). Recientemente, se ha identificado otro pequeño centro productor en la villa pliniana de Colle Plinio en el alto valle del Tíber (en San Giustino, Perugia). Además de cerámicas de barniz negro se ha recogido un pequeño lote de piezas que poseen formas, pero, sobre todo, decoraciones inéditas, en las cuales se destaca el motivo impreso de “pequeñas estampillas” (información suministrada por A. Poveda Navarro). 4.6. Los talleres provinciales El fenómeno de creación de talleres de TSI en las provincias permitió ampliar el influjo comercial de los productos itálicos y el suministro de áreas geográficamente más lejanas a los talleres itálicos originarios y con buenas perspectivas de mercado. Se conocen, como hemos referido, vasos con nombres de ceramistas aretinos trabajando fuera de Arezzo. Uno de los casos es el del ya citado Ateius, quien, utilizando a sus libertos, había establecido sucursales en Puteolos, Pisa, Galia Cisalpina (Valle de Po, i.e. Cremona, Faenza, Ravena) y, fuera de la Península, en La Grausefenque, Vienne (Saint-Romain-en-Gal) y Lyon-La Muette (Lasfargues y Vertet, 1976; Genin et alii, 1996: 41-217; Desbat, 2000: 79-80). Por su importancia, sobresale el centro productor de Lyon-La Muette, situado en el valle medio de Ródano y activo desde los años 20 a.C. al 20 d.C. Este centro productor desempeñó un importante papel en el suministro de los asentamientos del norte da Galia y del limes germánico y danubiano. De entre las publicaciones, ya de por sí numerosas, hay que recordar la de A. Audin y M. Leglay (1966). Las campañas y descubrimientos realizados entre

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1965 y 1967 permitieron identificar numerosos talleres cerámicos, entre los cuales la referida sucursal de Arezzo, incluyendo moldes hechos localmente y otros provenientes de Arezzo (Lasfargues, 1972 y 1973; Picon y Lasfargues, 1974). Otros centros productores en la región de Lyon (Loyasse y La Butte), (Genin et alii, 1996: 19-38) y de La Graufesenque (Genin et alii, 2002: 45132) y Bram (Vicus Eburomagus), fabricaron imitaciones de sigillata. El mismo fenómeno ocurre en el norte de la Península Ibérica, donde se desarrollan talleres militares en los campamentos legionarios de Herrera de Pisuerga y León (Pérez González, 1989; Morillo y García Marcos, 2001; García Marcos, 2006; Morillo, 2008; Morillo, 2014) y en el sur de la Península Ibérica, donde surgen las producciones “tipo Peñaflor” (una visión actualizada en Fernández Ochoa et alii, 2014). (Figs. 10-12) Debe, sin embargo, resaltarse que la experiencia de las filiales no tuvo el éxito duradero que sería expectable, en parte debido a la dificultad en superar el modelo de producción esclavista en una diferente área socioeconómica. De hecho, la sigillata gálica precede un poco en el tiempo la aparición de las primeras señales de debilidad de la producción itálica. Aunque inicialmente fueron poco difundidas, las sigillatas gálicas muy rápidamente conquistaron los mercados partiendo de centros de producción como La Graufesenque, Montans y Lezoux y sus talleres y sucursales “satélites”.

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Fig. 10. Fondo de recipiente de terra sigillata local de tradición itálica firmado por L. Terentius procedente de las excavaciones de García y Bellido en Herrera de Pisuerga (Palencia), campamento de la legio IIII Macedónica. Época augustea plena-tardoaugustea (10 a. C.-15 d. C.) Museo de Palencia (Fotografía: Museo de Palencia)

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Figura 11. Terra sigillata local de tradición itálica con marca de C. Licinius Maximus aparecida en León y relacionada con los campamentos de la legio VI victrix. Época tardoaugustea-tiberiana (Fotografía: V. García Marcos)

Figura 12. Copa de forma Consp.22 en terra sigillata local de tradición itálica. Procede de los niveles de los campamentos de la legio VI victrix en León. Época tardoaugustea-tiberiana (Fotografía: A. Morillo)

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5. Fases de producción

Los materiales recogidos en los asentamientos establecidos para la conquista de Germania, como Dangstetten, Haltern y Oberaden, cuyo marco temporal es bien conocido gracias a las fuentes literarias, permitieron afinar la cronología de las diferentes fases de producción con 5 a 10 años de intervalo. Debemos, sin embargo, tener cierto cuidado, pues trabajamos, en estos casos, con centros de consumo y no de producción, lo que puede significar algún desfase temporal respecto al momento de producción. Partiendo de los estudios de Goudineau y de otros autores, la fabricación de sigillata itálica se ha venido enmarcando en diferentes fases de producción. En lo que respecta a la cerámica lisa, podemos enmarcarla en los siguientes momentos: — Fase prearetina o aretina arcaica: periodo de experimentación, entre 50 a 30/25 a.C., con productos de inferior calidad, que se caracterizan por poseer pastas finas y claras, de color ocre o anaranjado, con desgrasantes fácilmente detectables a simple vista, y un engobe poco homogéneo. Estos productos tienen una escasa difusión. — Fase precoz: periodo comprendido entre los años 30 y 15 a.C. Por regla general, las producciones poseen pastas claras de color beige y rosado, con abundantes granos de calcáreo y una superficie engobada de color marrón/rojizo vivo. En esta fase, las producciones presentan numerosas variantes respecto a los modelos tipo y las marcas de taller se reparten radialmente, siguiendo la tradición etrusco-campana. — Fase clásica: corresponde al máximo auge de la producción, en un periodo situado entre 15 a.C. y el cambio de Era. En lo que atañe a las producciones de Arezzo, ésta es la fase de la llamada “buena aretina”, resultado de un mejor dominio de la temperatura de cocción y de evidentes mejoras técnicas que se traducen en un mayor grado de depuración de las arcillas y de la homogeneidad y calidad del engobe. Los productos de esta etapa poseen una pasta de color asalmonado y una superficie engobada, de color rojo/anaranjado, muy brillante. En este momento, las variantes formales son más reducidas (en el repertorio liso no se utilizan más que diez formas distintas) y predominan las marcas en posición central, con el nombre del alfarero (hombre libre o esclavo) o del propietario del taller, o incluso ambos los casos. 42

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— Fase avanzada: se extiende desde el cambio de Era hasta, aproximadamente, 40 d.C. Los vasos presentan una buena calidad técnica y poseen pastas más oscuras y una superficie engobada de un tono más marcadamente marrón, aunque muy depuradas. A partir del 15 d.C. se hizo común la inclusión de la marca en forma de planta pedis. A la par de la aparición de nuevos tipos, las formas lisas pueden presentar relieves aplicados. — Fase tardía: se sitúa en torno al área de Pisa y en la Campania (Puteolos) y está datada entre el gobierno de Claudio-Nerón y la época flavia, extendiéndose a época antonina. Por regla general, se caracterizan por la disminución de la calidad de fabricación y de la decoración, y hay una mayor estandarización y, en consecuencia, un repertorio formal más reducido. Las pastas presentan un color rosado o anaranjado, de aspecto más poroso. Las piezas poseen paredes más gruesas y una superficie menos alisada y opaca de color rosado anaranjado o marrón amarillento de menor calidad relativamente a las producciones precedentes. También se constatan cambios en las decoraciones, que pierden el estilo narrativo de las etapas más antiguas, con predominio de las formas Drag. 29. En esta fase, predominan las marcas de menor calidad in planta pedis, aunque sean también comunes in tabula ansata o en forma de creciente lunar. No parece que se hayan exportado en cantidades idénticas a las de las dos fases anteriores3. Estas fases han sido sistematizadas por Beltrán Llorís (1990: 64), que presenta un esquema de las mismas (Fig. 13). Las producciones decoradas parecen haberse iniciado alrededor del 30 a.C. y perduran hasta cerca del 40 d.C. El periodo áureo de esta producción tiene lugar en el último cuarto del siglo I a.C. y se extiende por todo el periodo augusteo. Según Goudineau, esta circunstancia se debe a un total dominio de las técnicas de producción y al uso de motivos en relieve por medio de moldes que agilizan el proceso de producción según un procedimiento ya utilizado en la cerámica de Megara (Goudineau, 1968: 125-126). Esta técnica permite mejorar la calidad de las producciones y contribuye a una mayor estandarización del repertorio de formas, en concreto, de copas, crateras, cántaros y olpes. Las composiciones revelan un estilo muy cuidado en el traHoy se sabe que esta división no es la más adecuada y que corresponde a un enfoque puramente conceptual, ya que, por ejemplo, existen producciones de sucursales itálicas, como Scopietto, que siguen produciendo formas de las llamadas “época clásica” y “época avanzada”. 3

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Fig. 13. Fases de producción de la terra sigillata itálica (M. Beltrán Llorís)

tamiento de los temas figurados: escenas mitológicas, representaciones arquitectónicas, representaciones de animales, máscaras o elementos vegetales, sin olvidar las escenas eróticas. Hasta 15-10 a.C., se utilizan únicamente moldes con el negativo en relieve, pero, a partir de ese momento, se empiezan a utilizar los relieves aplicados. En el OCK (2000), Kenrick presenta un cuadro evolutivo más simple, a partir de las marcas de sigillata. De acuerdo con esta obra, se pueden considerar cuatro periodos, a saber: — Periodo A: 40-20/15 a.C. Formas antiguas no estandarizadas; variabilidad de fabricación entre el rojo y el negro (predominio de las marcas de Arezzo). — Periodo B: 20 a.C.-15 d.C. Fabricación de formas estandarizadas con labio vuelto o borde vertical; aún no existen marcas in planta pedis (se incrementa el número de marcas, provenientes de más centros productores, manteniéndose el predominio de Arezzo, seguido por Pisa). — Periodo C: 15-50 d.C. Uso mayoritario de marcas in planta pedis; fabricación de formas con decoración aplicada (Consp. 4.6, 20.4, 21.3, 23.2, 34), pero no de la forma Consp. 3.2. (disminución del número de marcas; predominio de las marcas del valle de Po respecto a Arezzo). — Periodo D: después del 50 d.C. Fabricación de formas con decoración aplicada; la forma Consp. 3.2 sólo está documentada en contextos tardíos (decrece aun más el número de marcas; predominan las marcas de Italia Central).

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Tipología de las producciones itálicas a partir del Conspectus (con algunas cronologías adaptadas a partir de Dicocer 1) ■

Formas lisas4 (Lám. I-IX)

Platos de pared recta: Forma 1 Descripción: plato con pared exvasada Producción: Arezzo y región padana, sur de Galia, Campania Datación: variante 1.1: c. -40/-15; variante 1.2: c. -15/-1. Forma 2 Descripción: plato con pared exvasada y borde saliente Producción: Arezzo (2.1) y padana C (2.3). Platos semejantes en fabricación local en Polenta, Nápoles y Pompeya. Datación: var. 2.1 e 2.2: c. -20/-10; var. 2.3: c. -15/-10 (padana). Forma 3 Descripción: plato con pared alta y exvasada y borde saliente Producción: región padana, Etruria, Campania y, más tarde, tardo-padana Datación: var. 3.1 y 3.2: c. -10/50; var. 3.3: c. -10/150 (padana).

Platos de pared curvada: Forma 4 Descripción: plato con pared convexa Producción: Etruria, región padana, Campania, Lyon Datación: var. 4.1 y 4.2: c. -40/-10; var. 4.3 y 4.4: c. -15/15; var. 4.5: c. -10/15; var. 4.6: c. 15/50; var. 4.7: c. 15/50. Forma 5 Descripción: plato con pared convexa y borde saliente Producción: Arezzo, región padana B y C Datación: var. 5.1: c. -30/-15; 5.2: c. -20/-10; 5.3: c. -36/-28 (padana); 5.4: c. -36/-28. Forma 6 Descripción: plato con pared convexa unida al fondo por media caña o resalte Producción: aretina (Gellius) y padana. Tal vez del sur de Galia Datación: var. 6.1: c. 1/40; var. 6.2 a 6.5: c. 15/50.

Las primeras formas son herederas de las cerámicas campanienses (formas 1.1, 2, 4, 5, 7, 8.1, 10, 13.1. 30, 36, 38) y se integran en las formas “arcaicas” de Goudineau, algunas de ellas evolucionando hacia las formas dichas “precoces” (formas 11, 12.1, 12.2, 14.1 y, probablemente, 18.1). Las formas 18.2 a 29 tienen en común el hecho de poseer un borde vertical e integrarse en una fase de mayor productividad y estandarización. En torno a 15 d.C. empiezan a aparecer decoraciones en relieve aplicadas (Passelac, 1993: 554). 4

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Lam. I. TSI. Formas lisas (1-6)

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Copas: Forma 7 Descripción: copa con pared exvasada Producción: Arezzo, Pisa, Lyon y región padana B y C. Variantes de esta forma en la producción del sur de Galia Datación: var. 7.1: c. -40/25; var. 7.2: c. -40/10. Forma 8 Descripción: copa con parede exvasada y borde saliente Producción: Arezzo, padana B y C. Producción local en Bram/Narbona Datación: var. 8.1 y 8.2: c. -30/10; var. 8.3: c. -30/-1. Forma 9 Descripción: copa de fondo plano, con pared ligeramente convexa Producción: Etruria, Campania y región padana Datación: var. 9.1: c. -10/20.

Servicio I de Haltern (bordes vueltos): Forma 10 Descripción: plato con borde ancho y perfil diferente fuertemente unido a la pared Producción: producción inicial de Arezzo. Padana B y C. Producciones de terra sigillata local de tradición itálica en alfarerías del sur de Galia y Península Ibérica (Bram, Narbona y Ampurias) Datación: c. -30/-10. Forma 11 Descripción: plato con borde vertical pronunciado Producción: Etruria (Arezzo) y región padana. Producción de terra sigillata local en el sur de Francia Datación: c. -15/-1. Forma 12 Descripción: plato con borde vertical pronunciado Producción: itálica y gálica. Rara en la región padana Datación: var. 12.1: c. -15/15; var. 12.2 a 12.5: c. -15/20. Forma 13 Descripción: copa con borde vuelto o vertical, muy pronunciado, cuya pared forma un ángulo muy pronunciado con el fondo Producción: Etruria y región padana Datación: var. 13.1: c. -30/-10; var. 13.2 y 13.3: c. -20/-1. Forma 14 Descripción: copa campaniforme con borde poco pronunciado Producción: Etruria, Lyon y raramente región padana Datación: var. 14.1: c. -15/1; var. 14.2 a 14.4: c. -15/15. 47

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Lám. II. TSI. Formas lisas (7-11)

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Lám. III. TSI. Formas lisas (12-17)

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Forma 15 Descripción: copa campaniforme con borde convexo Producción: Etruria, Lyon y tal vez Campania Datación: c. -15/15.

Formas raras híbridas: Forma 16 Descripción: plato con pared exvasada con borde vertical cóncavo Producción: Italia Datación: c. -10/25. Forma 17 Descripción: copa campaniforme con borde vertical Producción: hasta ahora solamente testimoniada en Etruria Datación: var. 17.1 y 17.2: c. -15/15; 17.3: c. 15/30.

Servicio II de Haltern (borde vertical): Forma 18 Descripción: plato con borde vertical convexo-cóncavo Producción: en todos los principales centros de producción de terra sigillata Datación: c. -15/30. Forma 19 Descripción: plato en fuente con un borde vertical cóncavo-convexo, unido al fondo por una moldura en media caña o resalte Producción: Italia y probablemente otros lugares, a excepción, quizás, de Lyon Datación: var. 19.1: c. -10/30; 19.2 y 19.3: c. 1/30. Forma 20 Descripción: plato con paredes verticales o ligeramente exvasadas, lisas o fuertemente molduradas Producción: producción itálica, incluyendo la región padana, y tardoitálica Datación: var. 20.1: c. -10/50; var. 20.2: c. 1/50; var. 20.3: c. 1/30; var. 20.4: c. 40/80; var. 20.5: c. 1/50. Forma 21 Descripción: plato con paredes verticales o ligeramente exvasadas, lisas o finamente molduradas, separada del fondo por una media caña o resalte Producción: itálica, incluyendo la región padana Datación: var. 21.1: c. 10/80; var. 21.2: c. 10/30; var. 21.3 a 21.8: c. 40-80. Forma 22 Descripción: copa troncocónica con borde vertical, cóncavo, en general finamente moldurado. Producción: probablemente en todos los principales centros de producción de terra sigillata, aunque algunos sean de Arezzo. Datación: var. 22.1 a 22.3: c. -15/15; var. 22.4: c. 15/30; var. 22.5: c. 10/30. 50

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Lám. IV. TSI. Formas lisas (18-21)

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Forma 23 Descripción: copa troncocónica con borde vertical Producción: la sub-forma 23.1 se ha probablemente producido en muchas zonas de Italia; los ejemplos de producción padana no presentan decoración. La subforma 23.2 se ha producido en Italia pero, aparentemente, no en la región padana. Datación: c. 25/75. Forma 24 Descripción: copa con pared exvasada troncocónica y borde convexo reentrante Producción: probablemente en el centro de Italia o más al sur; la sub-forma 24.3 es específica de la región padana Datación: var. 24.1: c. -10/30; var. 24.2: c. 25/75; var. 24.3: c. 25/75 (padana); var. 24.4: c. 1/40. Forma 25 Descripción: copa troncocónica o hemisférica, fuertemente moldurada en su parte superior Producción: Etruria y probablemente en otros lugares Datación: c. -10/40.

Otras copas: Forma 26 Descripción: copa carenada con borde alto vertical o ligeramente exvasado Producción: centro y norte de Italia (?) Datación: c. 1/50. Forma 27 Descripción: copa carenada con pared alta vertical o ligeramente exvasada, con borde saliente Producción: centro y norte de Italia Datación: c. 15/70. Forma 28 Descripción: copa cilíndrica con pie en anillo, generalmente bajo Producción: Etruria y Campania (?) Datación: c. 1/50. Forma 29 Descripción: copa cilíndrica de fondo plano presentando, de perfil, una moldura externa que sigue ligada al pie Producción: norte y centro de Italia, incluyendo una producción tardoitálica y tardopadana Datación: c. 15/90. Forma 30 Descripción: copa con pared exvasada y asa vertical en anillo Producción: centro-itálica? Datación: c. -40-25. 52

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Lám. V. TSI. Formas lisas (22-27)

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Copas (finales Augusto - inicios Tibério): Forma 31 Descripción: copa con pared biconvexa Producción: Pisa (alfarero Ateius) y Campania Datación: tardoaugustea hasta inicios de Tiberio. No se encuentran marcas in planta pedis. Paralelos: c. 1/30. Forma 32 Descripción: copa con pared biconvexa, con borde más o menos saliente Producción: Etruria, región padana y tardo-itálica Datación: var. 32.1: c. 15/30; var. 32.2: c. 10/30; 15/50 (padana); c. 50-100 (tardoitálica); var. 32.3: c. 15/30; var. 32.4: c. 10/30; c. 15/50 (región padana); c. 50-100 (tardoitálica) Forma 33 Descripción: copa hemisférica con una ligera moldura externa en la pared Producción: Etruria y Campania Datación: var. 33.1 a 33.2: c. 1-50; var. 33.3: c. 70-120; var. 33.4 a 33.5: c. 1-50. Forma 34 Descripción: copa hemisférica con orla vertical y moldura externa muy marcada en la pared Producción: Etruria, región padana (Tiberio-Claudio). Tardoitálica Datación: c. 30-90. Forma 35 Descripción: copa hemisférica con moldura externa en la pared y borde saliente Producción: no conocida Datación: c. 15/50. Forma 36 Descripción: copa hemisférica Producción: Etruria y valle del Pó Datación: var. 36.1: c. -30/-1; 36.2 e 36.3: c. 10/30; 36.4: c. 15/90. Forma 37 Descripción: copa hemisférica con borde más o menos saliente Producción: Etruria, región padana y tardoitálica Datación: c. 15/100. Forma 38 Descripción: copa hemisférica con asas verticales en anillo y una pared en “guilloché” Producción: Etruria, región padana Datación: Augusto a inicios de Tiberio Paralelos: var. 38.1: c. -30/-10; 38.2: c. -20/-1; 38.3: c. -10/30. 54

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Lám. VI. TSI. Formas lisas (28-35)

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Formas con borde horizontal o inclinado hacía abajo: Forma 39 Descripción: plato con pared convexa con un borde ancho y encorvado hacia abajo Producción: tardopadana y tardoitálica Datación: c. 50-150. Forma 40 Descripción: plato con pared convexa, con un borde ancho y horizontal Producción: tardopadana Datación: c. 50-150.

Formas con borde marcado y labio levantado: Forma 41 Descripción: plato con pared convexa y borde horizontal con el extremo en resalte Producción: tardopadana Datación: var. 41.1: c. 69/150; var. 41.2: c. 125-175.

Formas con borde horizontal o inclinado hacía abajo: Forma 42 Descripción: plato con pared oblicua/rectilínea y borde ancho y horizontal Producción: tardopadana Datación: c. 70-150. Forma 43 Descripción: copa hemisférica con borde ancho e inclinado hacia abajo Producción: tardopadana, tardo-itálica Datación: c. 50/150. Forma 44 Descripción: copa hemisférica con borde ancho y horizontal Producción: tardopadana y muy pocas veces tardoitálica Datación: c. 70-150.

Formas con borde marcado y labio levantado o borde horizontal: Forma 45 Descripción: copa hemisférica con borde horizontal con extremidad en resalte Producción: tardopadana y tardoitálica Datación: c. 70-150. Forma 46 Descripción: copa troncocónica con borde horizontal y fondo plano Producción: tardopadana Datación: c. 70-150.

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Lám. VII. TSI. Formas lisas (36-43)

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Formas con pared cóncava y borde vertical: Forma 47 Descripción: plato con pared cóncava y borde vertical Producción: tardopadana Datación: c. 70-150. Forma 48 Descripción: plato con pared cóncava, borde vertical y fondo plano Producción: tardopadana Datación: c. 70-150. Forma 49 Descripción: copa con pared cóncava, borde vertical y fondo plano Producción: tardopadana Datación: c. 70-150.

Vasos de formas cerradas: Forma 50 Descripción: vaso Producción: gálica y tardoitálica. El lugar de producción no se puede determinar, pero la 50.3 tiene origen gálico y la 50.5 posiblemente sea de origen tardoitálico Datación: c. -15/40. Forma 51 Descripción: jarra y cenicero Producción: Etruria y región padana Datación: c. -20-90.

Cáliz, Pyxis y tapaderas: Forma 52 Descripción: cáliz Producción: Etruria, tardoitálica Datación: por determinar. Forma 53 Descripción: Pyxis Producción: desconocida Datación: c. -38/-20. Forma 54 Descripción: tapadera Producción: Etruria Datación: por determinar.

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Lám. VIII. TSI. Formas lisas (44-50)

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Lám. IX. TSI. Formas lisas (51-54)

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Formas decoradas (Lám. X)5 Forma R1 Descripción: Cáliz de labio vuelto, fuertemente proyectado respecto a la pared. Observaciones: Oxé sostiene que se trata de la forma de borde más precoz encontrada en el Rin (Oxé, 1933: 26). Datación: c. -10/1. Forma R2 Descripción: Cáliz de labio vuelto destacado de la pared. Observaciones: Típico de los hallazgos de Haltern. Datación: c. -10/15. Forma R3 Descripción: Copa con cuerpo cilíndrico adelgazado, base plana, una única asa vertical y borde vuelto y proyectado. Observaciones: Posiblemente con cronología idéntica a los cálices R 2; R 3.1.1 y R 3.2.1. Datación: c. -10/25. Forma R4 Descripción: Cáliz con borde vuelto, ligeramente destacado de la pared, con una zona superior lisa. Las variantes de bordes vueltos persisten claramente en vasos decorados mucho después de que se hiciera menos usual la producción de formas lisas, aunque sea evidente una pérdida progresiva de las acanaladuras iniciales. Observaciones: La presencia de motivos aplicados, que encuentran un paralelo directo en los vasos lisos, demuestra que estas versiones tardías perduran por lo menos hasta el reinado de Tiberio, o incluso más tarde. Datación: c. 15/40. Forma R5 Descripción: Cáliz de borde convexo, moldurado. Observaciones: Probablemente de mediados a finales del reinado de Augusto. La evolución de los cálices con esta forma de borde está directamente relacionada con la creación de la taza Drag. 29, adoptada en el sur de Galia por los alfareros de La Graufesenque (vd. Novaesium, pl. 58). Datación: c. -10/15. Forma R6 Descripción: Cáliz de borde vertical, moldurado, separado de la decoración en relieve por una moldura. Data: c. -1/25.

5 Se pueden encontrar fragmentos lisos de borde o fondos que corresponden a formas decoradas en sigillata itálica y que no constan del Conspectus (Goudineau, quien ha estudiado la terra sigillata itálica de Bolsena, ha incluido por lo menos diez fragmentos de borde de vasos decorados (Goudineau, 1968).

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Forma R7 Descripción: Cáliz con borde cóncavo, que se coloca inmediatamente encima de la decoración en relieve. Datación: c. -1/25. Forma R8 Descripción: Descripción: Cáliz de borde ricamente moldado. Datación: c. -10/40. Forma R9 Descripción: Cáliz con borde vertical. Observaciones: Los vasos aquí reunidos representan la última fase en la producción de vasos itálicos en relieve; la dimensión de la parte del vaso realizada a molde disminuye progresivamente; la altura del borde aumenta para compensarlo, y la banda que ocupa esta parte del vaso está decorada con relieves aplicados que se sistematizan ahora en los vasos lisos R 9.1 e R 9.2. Comienzan, probablemente, en el periodo de Tiberio y están asociados con el nombre de M. Perenius Barghates, entre otros. R 9.3 procede de finales de Tiberio-periodo de Claudio. La existencia en común de motivos aplicados con vasos lisos de la Forma 20 demuestra su contemporaneidad con ésta. Datación: R 9.1 e R. 9.2: c. 15/40; R 9.3: c. 25/50. Forma R10 Descripción: Cáliz de borde alto y vertical de perfil variado. Observaciones: Relacionado con R 9 – ¿Tiberio?. Los ejemplos registrados sugieren que puede existir una relación específica con el taller de Numerius Naevius Hilarus en Puteoli. Datación: R 10.1: c. 15/40; R 10.2: c. 25/50. Forma R11 Descripción: Vaso hemisférico con fondo en disco. Datación: c. -10/15. Forma R12 Descripción: Vaso “tipo Aco”. Observaciones: Los vasos de esta forma en terra sigillata están relacionados con vasos idénticos no engobados. Ambos parecen tener origen en el norte de Italia y comparten un patrón de reparto predominantemente en dicha región y las provincias más septentrionales. Los vasos no engobados se han producidos a partir de mediados del siglo I a. C. y los ejemplares con barniz en los periodos tardoaugusteo y tiberiano. Datación: c. -10/40. Forma R13 Descripción: Vaso “tipo Sarius”. Observaciones: A semejanza de los vasos “tipo Aco”, los vasos Sarius (nombre asignado asimismo a partir de la marca de taller más conocida) tienen una producción predominantemente noritálica, difundiéndose en las provincias del Norte y Es62

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Lám. X. Formas decoradas (R1-V-13)

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te del Imperio; la calidad de fabricación es idéntica a la de la sigillata padana, pero nunca llega a la de los buenos productos de Arezzo. A diferencia de los vasos “tipo Aco” de la forma R 12, los vasos de Sarius son siempre engobados. La unidad estilística de estos vasos sugiere que las factorías donde se han producido estaban ubicadas en un área restringida: la distribución indica el Norte de Italia, en la zona de la costa adriática. El periodo durante el cual los vasos de Sarius son más habituales en Magdalensberg corresponde a 10 a. C. y 15. Datación: c. -10/15. Forma Vindonissa 13 Forma incluida en DICOCER: Descripción: Vaso de dos asas. Observaciones: contemplada en Ettlinger 1965, “Vindonissa 13”. Datación: c. 10/20.



Fondos de fuentes y copas 6 (Lám. XI) Forma B1 (Fondos de fuentes) B 1.1-5. Datación: c. -30/-10 B 1.6-10. Datación: c. -15/40 B 1.11-12. Datación: c. 15/90 Forma B2 (Fondos de fuentes) B 2.1: no se conoce un plato completo B 2.2: asociado a las formas 1; 2; 4.1-4; 5; 11. Datación: c. -40/-15 B 2.3-4: Pueden pertenecer a los platos augusteos de la forma 1; 2; 4.1-4, 5; 11-12; 18. Datación: c. -40/25 B 2.5. Datación: c. -1/40 B 2.6: asociado a la subforma 21.5-8. Datación: c. 40/80 B 2.7-8. Datación: c. 25/90 B 2.9-10. Datación: c. 50/117

6 Existen algunos ejemplos de vasos fabricados tal vez en Italia Central con decoración en barbotina en la pared (44.1.4, 45.3.1, 50.4.2, 52.2.1), pero se conocen pocas formas como para que se clarifique claramente su procedencia.

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Lám. XI. Fondos de fuentes y copas

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Forma B3 (Fondos de copas con arranque de pared angular o curvilínea redondeada) B 3.1-3: asociados a las subformas 7.1, 8.3 y también en la forma 13, 14 y muy pocas veces en la forma 22 Datación: c. -40/-1; c. -15/30 (Consp. 22) B 3.4-6: asociado a las formas B. 3.1-3 y a las subformas 7.1 y 8.1-2 Datación: c. -40/-1 B 3.7-11: asociado a las formas 14-15; 17 Datación: c. -15/30 B 3.12-19: 31-33; 36-37 Datación: c. 1/100 B 3.13-15: 7.1; 8, 31-33; 36, 43-45 Datación: c. -40/150 B 3.16-17: 33; 36-38; 43-45; 31-32; 43-45 Datación: c. -30/150 B 3.18-19: 34, 33; 36; 32; 37; 44 Datación: c. -30/150 Forma B4 (Fondos de copas con arranque de pared oblicua) B 4.1-11: variante de las formas 22-25; B 4.4 es típico de la sub-forma 24.3 Datación: c. -15/75; c. 25/75 (padana) B 4.12-13: típico de la forma 23 Datación: c. 25/75 B 4.14-17: variante de los fondos de las formas 26-27 Datación: c. 1/70.

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7. Difusión

La dispersión de terra sigillata itálica es notable, particularmente la proveniente de Arezzo. Estas cerámicas llegaron prácticamente a todo el mundo romano (e incluso fuera de sus fronteras) a través del comercio marítimo-fluvial. Son particularmente abundantes en la cuenca del Mediterráneo, pero alcanzan también los campamentos militares establecidos en las fronteras renanas. También se encuentran en cantidades apreciables en Britania y en el Oriente, en los establecimientos civiles provinciales. En la Península Ibérica, esta cerámica está asimismo ampliamente difundida, en especial en áreas costeras y valles del Guadalquivir y Ebro, pero también se encuentra en áreas interiores del interior de la Meseta Norte, en concreto en los campamentos militares de Herrera de Pisuerga, Astorga y León (Pérez González, 1989; Morillo y García Marcos, 2003; García Marcos, 2005) (Fig. 14). Como ha referido Pucci, en la monografía sobre L’instrumentum domesticum de Pompeya y Herculano, dirigida en 1977 por A. Carandini, la producción de Puteolos tuvo también una amplia difusión: además de la evidente

Fig. 14. Cáliz de terra sigillata itálica decorada de forma Consp. R 1. 1. fabricado por M. Perennius Tigranus en Arretium (Arezzo). Procede del campamento de la legio IIII Macedónica en Herrera de Pisuerga. Época augustea (20 a. C.-10 d. C.) (Fotografía: Museo de Palencia)

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concentración en la región de la Campania, encontramos esta cerámica en la Italia septentrional y en los campamentos del limes germánico (Xanten, Haltern, Oberaden, Neuss, Vindonissa) (Fig. 15), en la Galia meridional, en la Península Ibérica, en Cerdeña, África septentrional, norte de Egipto, Grecia, Asia Menor, alcanzando incluso el Mar Negro (Pucci, 1977: 12-13). En una simple consulta del OCK, se constata, efectivamente, que los productos de Puteolos fueron esencialmente comercializados por vía marítima, extendiéndose a toda la cuenca del Mediterráneo. Incluso las producciones del Valle de Po, con una difusión menos vasta que las designadas “producciones clásicas”, fueron exportadas en grandes cantidades a algunas regiones del imperio, como es el caso de Raetia, de Germania Superior, y, por Aquilea, al Noricum y Panonia.

Fig. 15. Modiolo. Terra Sigilata itálica. Forma Consp. R.3. Fabricado por Perennius Tigranus en el taller de Arretium. 10-40 d. C. Procede de la Colonia Celsa (Velilla del Ebro, Zaragoza) (Fotografía: José Garrido Lapeña. Museo de Zaragoza)

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Grosso modo, tenemos dos flujos comerciales importantes: de Italia al suroeste de la Galia, y desde las sucursales de Lyon, para el suministro de la región del limes germánico, a través del “pasillo” de circulación del Ródano y Sena. Podemos tener una idea de esta dispersión a partir de las marcas registradas en el OCK (2000: 39-40, figs. 3-4). Por regla general, la dispersión de la terra sigillata itálica en el Imperio, aunque presente en el periodo preaugusteo, aumentando excepcionalmente durante el gobierno de Augusto. A partir de finales de este periodo y el inicio del reinado de Tiberio, esta difusión es menor, aunque perdure en cantidades considerables hasta época de Nerón. A partir de entonces, su importación disminuye considerablemente, y llega a ser esporádica durante el periodo flavio, a pesar de que está presente aún a lo largo de la primera mitad del siglo II d.C. Como hemos visto, las posibilidades comerciales de la terra sigillata itálica impulsaron la creación de sucursales como la de Ateius en La Muette (Lyon, Francia), e incluso la creación de imitaciones regionales en ámbitos militares (como es el caso de L. Terentius, en Herrera de Pisuerga, o C. Licinius Maximus, en León) o civiles (en especial la cerámica bética de “tipo Peñaflor”), que deben ser conceptualmente designadas como terra sigillata local de tradición itálica. Por lo que se refiere a la Península Ibérica, la sigillata itálica se ha difundido por la zona del Levante, como es el caso de Ampurias, Tarragona, Celsa, Pollentia, entre otros. Beltrán llama igualmente la atención sobre una especial concentración de estas cerámicas (especialmente las de origen aretino) en las zonas costeras peninsulares, como es el caso del territorio costero mediterráneo, el litoral portugués y a lo largo de los ríos Ebro y Guadalquivir (Beltrán Lloris, 1990: 74). Caso excepcional es el de los campamentos legionarios estables del norte de la Península (León, Astorga, Herrera de Pisuerga), donde se ha recogido una gran cantidad de terra sigillata itálica importada, destinada al abastecimiento militar. Como ya hemos tenido oportunidad de comentar en otra ocasión, a propósito del estudio de estas producciones en Bracara Augusta y de su estudio comparativo con otras regiones peninsulares (Morais 2005), el auge de las importaciones de sigillata itálica en la Península se dio a partir del cambio de Era, con predominio de las producciones de Arezzo, si bien no faltan Pisa y Puteolos. En estas producciones, la hegemonía está en los productos fabricados en las oficinas de Rasinius y de Perennius, aunque la panoplia de alfareros sea muy diversificada. 69

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