La teoría de la reocupación como método de investigación histórica en Hans Blumenberg

July 19, 2017 | Autor: Luis Durán Guerra | Categoría: Theory of History, Hans Blumenberg, History of Philosophy
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Descripción

La teoría de la reocupación como método de investigación histórica en Hans Blumenberg

Resumen

l-.n este trabajo analizo la teoría de la reocupación de Hans Blumenberg desde la perspectiva de dos ideas fundamentales de su pensamiento: el "absolutismo de la realidad" y la "autoafirmación humana".

Luis Duran Guerra ludovicusdurandus® gmail.com

Palabras clave: reocupación, estructura dialógica, preguntas, respuestas, absolutismo de la realidad, autoafirmación, sustancia, función, historia, historia de la filosofía, metáfora absoluta. Abstract In this paper I will undertake a review onHans Blumenberg's theory ofreoccupationfrom thepointofview oftwo fundamental ideas ofhis thought: Ihe "absolutism ofreality"and the "human self-assertion". Keywords: Reoccupation, dialogic structure, questions, answers, absolutism of reality, self-assertion, substance, function, history, history of philosophy, absolute metaphor.

Por ello ha de haber una fenomenología de la historia. (H. BLUMENBERG, WIRKLICHKEITEN IN DENEN WIR LEBEN)

El interés teórico de Hans Blumenberg (1920-1996) por la historia estuvo siempre acompañado por una amplia labor como historiador de las ideas que es la que le ha otorgado su principal prestigio entre los investigadores de las ciencias del espíritu. Las aportaciones que nuestro autor ha realizado, en este sentido, a los campos más diversos del saber, son de un interés y de un calado que difícilmente pueden ser pasados por alto. Antes de decir algunas palabras sobre la teoría de la reocupación de Blumenberg, me parece oportuno presentar las credenciales del

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filósofo alemán glosando brevemente los que me parecen sus principales méritos filosóficos. He aquí una muestra de los mismos. La notable aportación a la historia de los conceptos (Begrijfsgeschichte) mediante la disciplina creada por él de la metaforología (Paradigmas para una metaforología, 1960), la tesis de la continuidad entre Edad Media y Edad Moderna como consecuencia de la autoafirmación humana que trata de desprenderse mediante la ciencia del absolutismo teológico del nominalismo o, lo que es lo mismo, la valoración de la Modernidad como época histórica legítima mediante el cuestionamiento del teorema de la secularización (La legitimidad de la Edad Moderna, 1966 y 1988); el interés por el desarrollo de la ciencia y su trasfondo humanista como fruto de una continuada dedicación al tema del copernicanismo (La génesis del mundo copernicano, 1975), el trabajo sobre la función del mito prometeico en la formación de la conciencia y de la cultura occidental (Trabajo sobre el mito, 1979), el análisis de la "voluntad de saber" como una historia del arte de descifrar cuyas expectativas se ven una y otra vez defraudadas (La legibilidad del mundo, 1981), la descripción de los factores que han conducido al hombre a la conciencia cada vez mayor de que la duración de su vida no basta para concluir el conocimiento del mundo (Tiempo de la vida y tiempo del mundo, 1986), el gran homenaje a la genialidad del hombre cuyas obras nunca podrán ser para siempre (Pasión según san Mateo, 1988) o el imponente tratado sobre las variaciones del mito de la caverna como una metáfora que está en la base misma de nuestra cultura (Salidas de caverna, 1989) constituyen, refiriendo sólo sus grandes libros de los setenta y ochenta, algunas de las aportaciones más relevantes que perfilan la imagen espléndida de Blumenberg como pensador de nuestra historia filosófica y cultural 1 . Ahora bien, si hay un método del que se haya servido Blumenberg para describir la historia de la cultura humana, en general, y la filosófica, en particular, ese no es otro que su teoría de la reocupación ["Umbesetzung"]. Aquí no podré desarrollar en todos sus detalles e implicaciones la teoría blumenberguiana de la reocupación; por el momento baste señalar que se trata de una explicación del cambio histórico que tiene en cuenta tanto la modificación como la continuidad en la historia. Concebido en un principio como un método para explicar el paso de la Edad Media a la Edad Moderna e impugnar con su ayuda el teorema de la secularización en La legitimidad de la Edad Moderna, la teoría de la reocupación es susceptible de aplicarse a todas las épocas. La historia, para Blumenberg, tiene una "estructura dialógica" ["' dialogischen Struktur"] pues consiste en un número de preguntas, relativamente constantes, a las que cada época histórica trata de dar una respuesta y en la que siempre es posible "una sustitución y reocupación de aquellos lugares del sistema que hayan quedado vacantes"1. La reocupación no es sino el cambio de reparto de papeles que tiene lugar en la historia cuando uña ALFA XXX-XXXI ^=»> COMUNICACIONES » LA FILOSOFÍA COMO COLOQUIO CON LA HISTORIA

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lirlcrminada concepción del hombre y su mundo se ha agotado o revela alguii,i inconsistencia interna. La continuidad, pues, de la tradición filosófica viene l',.irantizada por el conjunto de preguntas que recibimos en herencia y a las que halamos de responder de modo diferente cuando las viejas respuestas dejan un lu¡;ar vacío en el correspondiente sistema de problemas que una época lega a i il i a. Para decirlo con sus palabras: "El que lo nuevo en la historia no pueda ser cualquier cosa, sino que está sujeto al rigor de un conjunto de expectativas y necesidades ya dadas de antemano es la condición para que nosotros podamos tener un conocimiento de la historia. El concepto de reocupación implica un mínimo de identidad, que tiene que poder ser encontrado —o al menos supuesto y buscado— incluso en el movimiento más agitado de la historia"3.

Entreveradas con este método de investigación, Blumenberg va a leer nuesI ra propia odisea en el espacio en función de dos categorías antitéticas que se hallan en la base de su pensamiento: el"'absolutismo de la realidad? ["'Absolutismus ilcr Wirklichkeit"] y la "autoafirmación" ["Selbstbehauptung"]. Pero antes de ver, .Hinque sea muy superficialmente, cómo este método puede aplicarse a la interpretación de la historia de la filosofía es preciso explicar este par de conceptos del pensamiento de Blumenberg. Absolutismo de la realidad y autoafirmación son las claves que le permiten a Blumenberg comprender esa aventura de las ideas que es la historia del hombre, lín efecto, la idea de la finitud del hombre con su contrapartida en el carácter insoportable de cualquier absoluto; y la idea de que ser hombre consiste precisamente en "descargarse de los absolutos"*, constituyen el núcleo esencial de su pensamiento. Grosso modo, con el término absolutismo se refiere Blumenberg al carácter prepotente de lo real, a su soberana indiferencia para con el ser humano, indiferencia que el hombre ha de distanciar si es que quiere autoafirmarse en la existencia y sobrevivir5. La metáfora política del "absolutismo" sirve, a este respecto, para caracterizar la potencia ilimitada de la naturaleza o de un determinado absoluto cultural frente a la experiencia de nuestra finitud. Este poder "absolutista" tiene varias manifestaciones en la historia de la cultura: es la dependencia absoluta de la naturaleza en la que se hallaban nuestros primeros antepasados, el exterior inhóspito que aguarda al hombre en sus salidas metafóricas de la platónica caverna; es el"'absolutismo del libro" ["Absolutismus des Buches'} que propicia la biblización medieval del mundo pero también la imposibilidad de que la realidad misma sea legible, el poder absoluto del Dios nominalista respecto al cual el hombre bajomedieval no puede por menos que sentirse "a merced", la infinitud e indefinición últimas de un universo copernicano que la ciencia moderna creyó ilusoriamente someter bajo su dominio; es, finalmente, la desproporción

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aún más dolorosa entre el tiempo de la vida humana y el tiempo del mundo como signo ineluctable tanto de nuestra contingencia espacio-temporal como insignificancia cósmica y que hace de nosotros seres necesitados de consuelo. La autoafirmación, por el contrario, es la respuesta humana a los desafíos que nos plantea en cada época el absolutismo de la realidad6. Esta respuesta es cultural y se halla históricamente condicionada. Es la manera que tiene el hombre de poder vivir con la conciencia de su contingencia a pesar de resultarle insoportable. La autoafirmación es, pues, la "respuesta" que damos a la constante "incitación" que supone para nosotros una realidad que se nos presenta en cada momento como "absoluta". La historia no sería, de esta guisa, sino la serie de artificios retóricos creados por la demanda humana de sentido para hacer frente a una realidad que no lo tiene. La historia, para Blumenberg, no es sino la historia de la autoafirmación humana. Así, para limitarnos a los ejemplos dados más arriba, frente a la dependencia de la naturaleza del primer hombre la autoafirmación tendría lugar mediante el trabajo del mito, a la realidad absoluta del exterior de la caverna se opone después el interior mismo de ésta como metáfora de la realidad virtual de la cultura, el "absolutismo del libro" es despotenciado a su vez mediante la metáfora de la legibilidad del mundo y la autoafirmación contra el absolutismo teológico del nominalismo se produce a través del concurso de la ciencia y la técnica como emblema de la legitimidad de los tiempos modernos; por último, el absolutismo de la realidad destapada por el universo copernicano es combatido con esas historias que llenan de sentido nuestra vida en la tierra así como la respuesta a la humillación infligida por el tiempo astronómico a nuestro "ingenuo amor propio" no sería posible sin la relativa confianza que nos genera nuestro cotidiano mundo de la vida. Pues bien, como puede apreciarse, el cambio en la historia no viene determinado sino por las nuevas respuestas metafóricas dadas por la autoafirmación humana, las cuales vienen así a ocupar el lugar de las viejas concepciones del mundo cuando éstas ya no pueden dar razón de una manifestación concreta de absolutismo de la realidad. La historia de la filosofía, para Blumenberg, es sólo la ejemplificación de esta tesis. Blumenberg distingue, pues, tres grandes épocas en la historia del pensamiento con las que se corresponde tanto una concepción de la realidad como una determinada comprensión de la existencia humana que se expresan fundamentalmente a través de "metáforas absolutas".7 La concepción de la realidad como "evidencia instantánea" se corresponde con la existencia "iluminada-participativa" de la Antigüedad griega; el concepto de "realidad garantizada" se correspondería a su vez con la "existencia protegida" del Medievo; finalmente, la concepción de la "realidad como consistencia" se corresponde con la existencia "señora de sí misma" de la Ilustración8. A continuación veremos cómo el paso de una época a otra viene condicionado por el cambio en las conALFA XXX-XXXI f&> COMUNICACIONES » LA FILOSOFÍA COMO COLOQUIO CON LA HISTORIA

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• Aniones de la realidad y de la existencia humana que se produce al hilo de la fVOi 11 pación de respuestas a cada nueva situación de absolutismo de la realidad i \ Trimentada por el hombre. Los siguientes "fenómenos de pasos" o cambios de mi.i época a otra así lo atestiguan. lil paso del mito al lagos en la Antigüedad, que consagra una concepción ( K - la realidad como evidencia expresada en la metáfora del cosmos, no tuvo lui;.ii mediante la famosa afirmación de Tales sobre el agua, sino mediante su no menos famosa predicción de un eclipse de sol. La teoría demostró así ser más "dicaz" que el mito y por eso lo reemplazó. Ahora bien, el paso del mito al logos no se debió a que éste ofreciese una explicación "mejor" que el mito, sino que fue MI mayor eficacia predictiva la que marcó en este caso la diferencia. Lejos de ser términos antagónicos, como se nos ha querido hacer ver, mito y logos cumplen I>.ira Blumenberg la misma función de distanciamiento del absolutismo de la i calidad. Lo que ocurre es que la filosofía ocupa el lugar del mito cuando éste no pudo justificar la propia existencia humana. La justificación de la existencia humana llevada a cabo por la filosofía griega se logró, no obstante, a costa de supeditarla a la noción de cosmos. De ahí i|iie Blumenberg la llame ex.istencia."iluminada-participativa" pues el hombre es parte de una misma realidad. Pero como la Antigüedad no había logrado nunca explicar satisfactoriamente el origen del mal en el mundo, el gnosticismo antiguo optó por condenar el cosmos al considerar que éste era en sí mismo obra de un I )ios malo. Desde el concepto de un Dios único que es al mismo tiempo Creador y Salvador, como es el Dios del cristianismo primitivo, el mito gnóstico tenía que resultar inaceptable. El paso de la Antigüedad a la Edad Media fue, por tanto, una consecuencia del intento de superación del absolutismo soteriológico del gnosticismo por parte del cristianismo. La forma de ese intento consistió en asegurar la bondad de la creación atribuyendo, fundamentalmente por obra de San Agustín, la causa del mal a la libertad del hombre que cargaba así con la culpa por el pecado original. Con esta respuesta novedosa a la pregunta por el mal se aseguraba la filosofía medieval la recuperación del orden cósmico de la Antigüedad bajo una concepción de la "realidad garantizada" por un fundamento transcendente, pero al precio de no poder poner en manos de la criatura humana las condiciones de su propia "existencia protegida". En efecto, es esta peculiaridad de la imagen medieval del mundo la que causa, como reza el título de un capítulo de La legitimidad," el fracasado alejamiento del gnosticismo como reserva para su retorno" a finales de la Edad Media. Pues si bien ésta se había 'autoafirmado' con su propio proyecto de certeza frente al absolutismo del Dios gnóstico, la verdad histórica es que sentó, al cabo del tiempo, las bases de un nuevo absolutismo: el teológico. Las propias contradicciones de los sistemas medievales en el proceso de racionalización de la dogmática cristiana ALFA XXX-XXXI •""^ COMUNICACIONES » LA FILOSOFÍA COMO COLOQUIO CON LA HISTORIA

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harían el resto para provocar una "crisis de época" que está en la raíz del paso del Medievo a los tiempos modernos. El gnosticismo había retornado en la figura de un Dios cuyos designios acaban siendo inescrutables y que deja solo al hombre tanto frente a la contingencia de la creación como frente a la incertidumbre de su propia salvación. Lo que este proceso revela, en último término, es que la Edad Media no constituyó una auténtica superación del gnosticismo ni, por consiguiente, una verdadera autoafirmación humana, la cual quedaba de este modo a la espera de que se reunieran las condiciones históricas necesarias para que por fin pudiera ocupar el lugar que le estaba destinado en la historia. La autoafirmación moderna de la razón por medio de la ciencia es la respuesta al desafío que había supuesto el absolutismo teológico del nominalismo para el hombre tardomedieval. Frente al teorema de la secularización, que no ve en esta época otra cosa que una "trasposición" ["Umsetzung"] de ideas genuinamente teológicas a una esfera mundana, Blumenberg defiende la legitimidad de la Edad Moderna como una época autónoma con una metafórica original capacitada para expresar contenidos teóricos y prácticos de cuño propio. En efecto, si la metafórica metafísica de la filosofía premoderna consideraba que la verdad se imponía al hombre en virtud de su propio poder, para los modernos, la potencia I reside más bien en el espíritu del hombre que fuerza a la verdad a salir de su natural reserva ontológica. El "carácter laboral" con el que es concebido el proceso de conocimiento en la Modernidad es aquí el que condiciona la acuñación del I nuevo concepto de verdad. Por otro lado, paradigmas metafóricos como el de la I "térra incógnita" y el "universo inacabado" constituyen ejemplos únicos en su género de lo que Blumenberg llama la función pragmática de la metáfora absoluta ["absoluteMetapher"].Con ello se quiere decir que estos paradigmas sirven, ante todo, para inducir un determinado tipo de comportamiento en el mundo. La térra incógnita y el "universo inacabado" se oponen con igual fuerza a la simbólica derivada del mundo cerrado escolástico-medieval. Pero si hay una metáfora absoluta para entender el sino de los tiempos modernos esa no es otra que la implicada en las repercusiones de la imagen copernicana del mundo. Concebido , como un cuerpo teórico sobre la verdadera revolución de los cuerpos celestes, el copernicanismo devino una metáfora sobre la posición del hombre en el cosmos, la cual, de ser central, pasó a ser meramente periférica. La secularización, pues, no explica el paso de la Edad Media a la Edad Moderna. Ésta, por el contrario, es más bien el producto de una autoafirmación bajo el signo de un cambio en el reparto de papeles. Desde este punto de vista, frente a la idea de progreso como una variante secular de la providencia, por ejemplo, Blumenberg sostiene que el progreso en realidad "volvió a ocupar" el espacio que dejó la providencia. La Modernidad supuso, para Blumenberg, la segunda superación, esta vez definitiva, del gnosticismo, ratificado así en su importancia ALFA XXX-XXXI COMUNICACIONES » LA FILOSOFÍA COMO COLOQUIO CON LA HISTORIA

histórica para la explicación de la génesis del mundo moderno, un mundo cuyo nuevo concepto de "realidad como consistencia" había de corresponderse con la ox islencia "señora de sí misma" de la Ilustración. Este recorrido a vista de pájaro por la historia de la filosofía nos ha permitido ,ipi ociar cómo la reocupación de respuestas es la clave, según Blumenberg, de "la n'liición que tiene todo presente con su pasado". Ahora bien, la persistencia de las preguntas así como de ciertas respuestas que se halla en la base de la continuidad ilo la tradición no nos permite calificar la teoría de la reocupación de Blumenberg como un "sustancialismo histórico" por el que los contenidos de la historia permanecieran invariables. Antes al contrario, Blumenberg, que sustituye el con• opio de sustancia por el de función en la explicación de la historia, considera que las respuestas a las grandes preguntas, que no forman un canon fijo, ocupan un lugar hasta que se vuelven funcionalmente inoperantes y se hace necesario sustituirlas por otras. Son los contenidos, las respuestas, las que cambian, mienI ras que el cambio de reparto de papeles en el sistema de preguntas o problemas ilol que dependen no varía funcionalmente. La modificación sustancial de las respuestas metafóricas producida por la autoafirmación humana se acompasa on todo momento con la continuidad funcional de las épocas de la historia en su lucha contra el absolutismo de la realidad. La "estructura dialógica" de la historia de la filosofía se manifiesta, así, en las respuestas que cada época tiene que dar a preguntas que nos han llegado como una herencia del pasado y que no podríamos rechazar aunque quisiéramos. De un modo que nos recuerda a la hermenéutica, el diálogo con la tradición que es nuestra historia se resuelve en un juego de preguntas y respuestas. El resultado os que a veces las nuevas respuestas acaban modificando también a las preguntas por lo que no cabe hablar tampoco de una persistencia de los problemas filosóficos, al menos en el sentido de una cierta historiografía filosófica. No existen verdades ni preguntas eternas que se mantengan inalterables a lo largo de la historia, aun cuando cabe la posibilidad de que podamos reducir todas nuestras preguntas —y la filosofía de Blumenberg— a esta sola inquietud: ¿cómo seguir viviendo, "desde la perspectiva de la retirada de las grandes expectativas', con la conciencia de nuestra contingencia y no dar, sin embargo, lo humano por perdido? Me gustaría concluir la presente comunicación con una bella cita de Blumenberg que muestra el respeto que siempre tuvo nuestro autor por el officium nobile del historiador y por qué tenía que considerar como una condecoración el reproche de "historicismo" que se le había hecho: "También el dedicarse a la historia de la filosofía, así como a la historia de las ciencias, no puede ser sino una forma, entre tantas, de hacer valer el derecho que tiene al respeto la humanidad venidera mostrándoselo a la pasada"9.

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Notas 1

Sobre Blumenberg, véase E J. Wetz, Hans Blumenberg. La modernidad y sus metáforas Valencia, Edicions Alfons el Magnánim, 1996; A. Borsari (ed.), Hans Blumenberg. Mito metáfora, modernitá, Bologna, II Mulino, 1999; C. González Cantón,Ia metaforología dt Blumenberg como destino de la analítica existencial, Madrid, Servicio de Publicacione de la UCM, 2004; A. Fragio, D. Giordano (eds.), Hans Blumenberg. Nuovi Paradigm d'analisi, Roma, Aracne Editrici, 2010. 2 H. Blumenberg, Die Legitimitat der Neuzeit, Frankfurt, Suhrkamp, 1988, p. 347 Sobre el concepto de reocupación en esta obra capital, cfr. J. Greisch, "Umbesetzuní, versus Umsetzung. Les ambiguítés du théoréme de la sécularisation d'aprés Han, Blumenberg", Archives de Philosophie, 67 (2004), pp. 279-297. 3 Ibíd.,p.541. i

Cfr. O. Marquard, "Hans Blumenberg. Entlastung vom Absoluten" en E J. Wetz, H. Timm (eds.), Die Kunst des Überlebens. Nachdenken über Hans Bluemenberg, Frankfurt, Suhrkamp, 1999,pp. 17-27.

?

En Arbeit am Mythos el absolutismo de la realidad consiste en "la falta de control sobre las condiciones de la propia existencia" (H. Blumenberg, Arbeit am Mythos, Frankfurt, Suhrkamp, 1979, p. 12); el absolutismo de la realidad como desproporción entre tiempo de la vida y tiempo del mundo se hace dolorosamente perceptible en "la indiferencia de un mundo que ya estaba ahí y ahí seguirá después de mí" (H. Blumenberg, Lebenszeit und Weltzeit, Frankfurt, Suhrkamp, 1986, p. 79). En Die Legitimitat der Neuzeit dice Blumenberg: "La autoafirmación no significa aquí, pues, la pura conservación, en el plano biológico y económico, del ser vivo que es el hombre mediante los instrumentos disponibles a su naturaleza. Significa todo un programa existencial, donde el hombre inserta su propia vida en una situación histórica concreta y donde él se hace su propio esbozo sobre cómo quiere acometer esta tarea y aprovechar sus posibilidades dentro de la realidad circundante". Cfr. sobre la "metáfora absoluta" H. Blumenberg, "Paradigmen zu einer j Metaphorologie", Archiv für Begriffsgeschichte, 6 (1960), pp. 7-142; mi Trabajo de Investigación (inédito) El lugar de la metáfora. Una aproximación a la metaforología de Hans Blumenberg, Sevilla, 2009, contiene un análisis exhaustivo de este importantísimo texto de Blumenberg; véase en su lugar L. Duran Guerra, "Metáfora y mundo de la vida en Hans Blumenberg", Revista de Filosofía, vol. 35, Núm. 2 (2010), pp. 105-127. Cfr. H. Blumenberg, Beitrage zum Problem der Ursprünglichkeit der mittelalterlichscholastischen Ontologie, Tesis doctoral, Christian-Albrechts-Universitát zu Kiel, 1947, p. 92. H. Blumenberg, Wirklichkeiten in denen wir leben, Stuttgart: Reclam, 1981, p. 172.

Orígenes del arte de la memoria, Ignacio dómez de Liaño

Id Mimen '•• i i . i l a de una exposición de los hallazgos sobre el origen del arte de lii incmoría utilizado en la Antigüedad que realizara el filósofo Ignacio i ,OMR-/. de Liaño. Tanto en Atenas como en el área de la cultura bíblica »
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