La teología de la historia de san Buenaventura según Ratzinger

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Descripción

ATENEO PONTIFICIO REGINA APOSTOLORUM Facultad de Filosofía

La teología de la historia de san Buenaventura según Ratzinger

Estudiante: Arturo Segura Rebollo, LC Director: Carmelo Pandolfi, phD FILE 1001 Tesina del primer ciclo 13 mayo 2016 Número de Matrícula: 00011757

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SIGLAS Hex……… Col………. SBT……... STh………

Collationes in Hexäemeron Collatio SuperBoetium de Trinitate Summa Theologiae

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INTRODUCCIÓN El tema escogido para este trabajo es el problema del significado de la historia. Ahora, ya que la filosofía de la historia se desarrolla como una rama bien definida de la filosofía a partir del período de Hegel, pero aclarando que no sólo por él, nos vemos con la búsqueda de tener una perspectiva sobre la historia que sea, digámoslo con términos un poco delicados, propuesta por una filosofía cristiana. Para esto, nos servimos de J. Ratzinger, exponiendo y comentando uno de sus trabajos: La teología de la historia de san Buenaventura1. Comenzamos exponiendo la aporía sobre la comprensión de la historia, luego exponemos el estudio de Ratzinger para dar así una posible solución. Algunas aclaraciones de los términos usados son: Usamos el término Hexäemeron como sinónimo de los seis días de la creación. Cuando se mencionen los sermones de s. Buenaventura se le llamarán por Collationes. Cuando se use el término colación, se estará refiriendo a alguna de las conferencias dadas por el santo.

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De hecho, este trabajo del suscrito podría haberse titulado algo así como exposición de la filosofía cristiana de la historia.

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1. EL PROBLEMA DE LA HISTORIA 1. 1. Crisis de la historia «La teología y filosofía de la historia surgen sobre todo en los períodos de crisis de la historia humana»2. Ahora, ante una frase así, puede suceder que la vista pase rápido y no comprenda, así como se ve la luna y no se reflexiona en el cómo es que está ahí, o que se detenga su atención y se reflexione lo que quiere decir, lo que comprende una afirmación así y se acepte que no es algo común ni un slogan que suena bien pero no se justifica a sí mismo. Ratzinger abre su tesis con una frase que podría haberla puesto al final para cerrar su trabajo y reflexión, pero no lo hizo, y el efecto que puede tener3 es de ir construyendo en la manera correcta el contenido. Por lo tanto es una frase que suena bien y hace bien. ¿Cuál es su relevancia? Momentos de crisis en la historia4 siempre hay y hubo en todas las épocas5. Pero, ¿qué entendemos por crisis? Se puede entender como un momento en el que la humanidad sufre, en el que hay destrucción, o más aún, auto-destrucción, que lleva o puede llevar a la nada. Por las leyes de potencia se pueden graficar las guerras, terremotos, tsunamis, meteoritos, cualquier mal que daña la humanidad: de baja magnitud, hay muchas guerrillas, temblores, inundaciones, meteoritos, etc., y conforme la magnitud crece, la frecuencia o cantidad disminuye hasta llegar a deducir que para destruir todo la humanidad se necesita una súper catástrofe, que (y no es del todo obvio) sería única6. A continuación se ofrece una gráfica de las guerras para dar una imagen:

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J. RATZINGER, La teología de la historia de san Buenaventura, Encuentro, Madrid 20102, 37. 3 Dependiendo de los prejuicios naturales de la persona como lo entiende la psicología cognitiva-comportamental. 4 La cual podemos concebir como la existencia del hombre, este viviente racional, desde que apareció en la faz de la tierra. 5 Nótese que no nos adelantamos a decir que siempre habrán. 6 Cf. C. E. PUENTE, The Fig Tree & the Bell. Chaos, Complexity and Christianity, CreateSpace Independent Publishing Platform, 2011, 155-160.

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Ahora, el hombre que tiende a ser más intuitivo, puede afirmar preguntando con asombro: ¿esta catástrofe es inminente? A lo cual diversas ciencias pueden responder que sí: la astronomía tiene como teoría que el sistema solar será destruido. La filosofía por su lado tiene diversas perspectivas dependiendo del sistema filosófico, pero existe una escuela llamada nihilista que el mismo nombre nos dice claramente su propia respuesta. Aquí al nivel filosófico surge ya un mal, que es mala ceguera e incomprensión, la torre de Babel, que así mismo lleva al hombre a estar en contra del mismo hombre y no logra entenderse. Todo esto para decir que la razón humana no encuentra respuesta satisfactoria a la otra razón humana, o sea, este hombre a otro hombre; nadie (parece) ha dicho de facto la última palabra, o la primera palabra. El hecho es que las crisis provocan sufrimiento y problemas, en parte. La pregunta sobre el sentido de la historia del hombre, del universo, el cosmos: ¿por qué el hombre, el mundo, el mal?, afecta a todos porque nos incluye a todos, aunque no para todos sea de relevancia8.

C. E. PUENTE, The Fig Tree…., 158. Como respuesta a algunos les basta que todo acaba en la nada, en lo material, que lo inmediato es todo. El problema es: ¿y si no acaba ahí? 7 8

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El problema de la historia del hombre9 toca al hombre cuando experimenta en carne propia el yugo de la nada y lo hace sufrir, y se pregunta: ¿no hay una medicina? ¿Una solución? ¿Una consolación ante esta nada? La supervivencia es un instinto en todos los animales, en el animal racional su defensa es buscar la solución y la que le venga primero la abraza, y si se la osan quitar, la defiende y se encierra en sí. La psicología nos podría decir que esto es por las disposiciones naturales, el apego que cada hombre tiene, pero esto no quiere decir que eso [el apegarse a la solución inmediata] sea la verdadera paz, el justo consuelo para esa persona. Se dan una pequeña y grande analogías de la historia: la historia de la humanidad desde sus comienzos por un lado, y la historia particular de cada hombre, ambas con sus crisis, ambas afectadas por el mal, por la nada. Es entonces cuando surge el porqué del mundo, el porqué de la crisis personal de cada hombre y el porqué de la crisis universal. Estando el barco dentro del ojo del huracán, no le basta su sola capacidad para sobrevivir; la solución debe venir de fuera la cual llega a ser añorada con grandísimo deseo. Así como la historia de cada uno que tiende a la muerte, así también la historia de la humanidad ¿tiende a la muerte? [!]. Si se hace el paso de la pequeña analogía a la grande para resolver esta última, se concluye que sí, la humanidad y el universo se encaminan a su muerte. Éste es el problema de la historia pequeña y grande, y como el barco, nosotros, estamos en el problema y por lo tanto nuestras fuerzas ante semejante peligro parece que no bastan, nuestra visión es limitada, pero si llegamos a percibir ayuda de fuera ¿de qué tipo se trata? Sin duda, el recibir un mensaje de que la ayuda viene en camino, otorgaría mucha paz.

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O sea, su significado, el porqué es así y no de otra manera, su fin.

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Kant comentaba acerca de si la humanidad progresaba constantemente a algo mejor 10: «Así, pues, no se trata sólo de un principio meramente sostenible con buena voluntad ni sólo recomendable en el aspecto práctico, sino de la teoría más severa para consuelo incluso de todos los incrédulos, a saber: que el género humano ha estado siempre en un progreso hacia lo mejor y que así continuará avanzando.» Poco a poco irá disminuyendo la actividad violenta por parte de los poderosos en tanto que aumentará el seguimiento y prestigio de las leyes; los hombres se verán «obligados a dejar que el máximo impedimento de lo moral, que es la guerra… primero se vaya haciendo cada vez más humana, después más rara y que, finalmente desaparezca por completo como guerra progresiva…» y así sucesivamente11. Analizando su pensamiento, para Kant era como si la solución llegaría por sí sola, pero en qué se basaba para semejante juicio. ¿Sería tal vez por la herencia cristiana, o alguna conclusión lógica derivada de la noción de verdad o deber? Sin embargo, es interesante notar que Kant pensara que de las guerras pase a la calma. Así, para el hoy, la humanidad se encuentra envuelta en un clima mundial crítico, ya no sólo ciertas culturas, que se veían afectadas pero no compartían de modo tan fuerte con otras las consecuencias. La globalización de la cultura actual ha logrado un nivel de relación no visto antes en la historia, en la que se comparten las crisis económicas, ecológicas, sociales, políticas, a tal punto que ya no se ve una solución posible a semejante corrupción. Haciendo un esfuerzo de reflexión sobre la historia, y un esfuerzo que también incluye una visión sapiencial12 podemos ya quitar dos prejuicios o predisposiciones naturales: fideísmo de un lado, o racionalismo del otro. Recogiendo toda la reflexión hasta este momento, vemos que hay crisis que afectan personal y universalmente, provocan problemas, y que el hombre y el cosmos reaccionan ante estas realidades de diversos modos.

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Citado y parafraseado por J. Pieper. I. KANT, «Si el género humano está en un progreso constante hacia algo mejor», sección VII, en J. PIEPER, El fin del tiempo. Meditación sobre la filosofía de la historia, Herder, Barcelona 19982, 99. 12 O sea, que ordena las cosas de modo bello, bueno y verdadero, sin caer en visiones unilaterales. 11

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Siendo cada hombre diverso en temperamento, carácter, personalidad e identidad, puede reaccionar como individuo de manera muy diversa a como otro reaccionaría. La manera en que cada individuo percibe la realidad viene influenciada por como sistematiza la información. Un ojo enfermo percibe mal o no percibe la realidad. Un ojo sano por el contrario, la percibe bien. Una visión enferma percibe mal la realidad, mientras una visión sana percibe de modo bello, bueno y verdadero la realidad. Siendo nuestra mente la que recoge la información percibida y la analiza, la analizará en el modo en que le viene presentada con belleza o fealdad, bien o mal, verdadero o falso, dando como resultado una deliberación, decisión y acción bellas u horrendas, buenas o malas, verdaderas o falsas. Una visión enferma o errónea tenderá por definición a daños y errores hasta llegar a una autodestrucción. Una visión sana por el contrario, debería conducir a la belleza, bondad y verdad. El problema de la historia, la crisis de la historia, provoca nuestro actuar humano voluntario para resistir y superar ese mal. El cómo lo resistamos y superemos depende de la propia razón práctica de cada uno. Y esa razón práctica viene gobernada de acuerdo a nuestro estado mental y emocional. Por lo tanto, el cómo resistamos y superemos ese mal será correcto o erróneo, porque un modo tenderá al bien propio y universal13, y el otro sólo al bien propio desfigurando su visión sobre el bien común. Ahora, si se busca la solución a la crisis de la historia, se bebería optar por la visión que la favorece, y rechazar la que la impide, y por lo tanto, se necesita procurar esa visión, por un lado, y por el otro superar y/o corregir las visiones erróneas o dañinas que conducen a errores o daños. Pero surge un quaesitum: la visión bella, buena y verdadera sobre la realidad. ¿Hay una visión así? ¿Es posible? ¿Hay algo que guíe esa visión o que nos guíe a esa visión? Si lo hay, ¿qué es eso que la y nos puede guiar? ¿En qué consiste esa visión?

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Ambos bienes personal y común.

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Pero también por el otro lado, surgen más preguntas, un antiquaesitum: ¿Es posible escapar del mal que afea, enferma y deforma la visión sobre la historia? ¿Hay ese mal? ¿Cómo escapar? ¿Qué características tiene esa visión diabólica? Todo esto puede resumirse en la pregunta: ¿Qué es la verdad? «Quid est veritas?». La pregunta es [de naturaleza] humana, o sea, filo-sófica. La respuesta… ¿de dónde? Una respuesta que se ofrece en este trabajo puede tomarse de Ratzinger, que a su vez la toma de Buenaventura, que la toma de Agustín [en parte] y Joaquín de Fiore [en parte], que en resumen, todos la sacan, no sólo de sí mismos, sino de un evento histórico: el Cristo. 1. 2. Visiones extremas Empecemos brevemente distinguiendo lo que no es una visión correcta de la historia. 1. 2. 1. Visión anti-histórica: pensamiento a-histórico de la escolástica Dentro del pensamiento escolástico se encontraba una «antigua concepción de la historia como un transcurso de hechos aislados, cuyo rasgo general común no se conoce y de la que, por tanto, no puede haber verdadera ciencia, que trata de lo que es general»14. Es decir, el componente histórico en cuanto pura realidad externa no contiene inteligibilidad interna, por lo tanto, la historia se encuentra fuera del ámbito de la verdadera inteligibilidad, por lo que no entra en el ámbito de la teología. Viene siendo materia de fe Ahora, si esto es así absolutamente, las interpretaciones de la historia veterotestamentarias de la Escritura (por retomar el ejemplo de Ratzinger) no tienen caso, mientras que por otro lado, estas mismas interpretaciones proféticas iluminan con claridad la coherencia del proceso histórico y hacen visible su unidad interna y significación.

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J. RATZINGER, Teología de la historia…, 132.

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Una vez más, dependiendo de la posición o punto de vista la historia tiene o no sentido. 1. 2. 2. Visión historicista Pero el hecho de que tenga sentido, puede caer en el extremo de darle toda la razón y fuerza a la historia, o sea, caer en historicismo. K. Popper nos da una definición interesante del historicismo: It is widely believed that a truly scientific or philosophical attitude towards politics, and a deeper understanding of social life in general, must be based upon a contemplation and interpretation of history […]. [The social scientist or philosopher] sees the individual as a pawn, as a somewhat insignificant instrument in the general development of mankind. And he finds that the really important actors on the Stage of History are either the Great Nations and their Great Leaders, or perhaps the Great Classes, or the Great Ideas. However this may be, he will try to understand the meaning of the play which is performed on the Historical Stage; he will try to understand the laws of historical development. If he succeeds in this, he will, of course, be able to predict future developments […]. This is a brief description of an attitude which I call historicism15. Ciertos sistemas filosóficos por su posición ante el significado de la historia, pueden caer en el historicismo. Hegel, en concreto sostiene en reducir toda la realidad a la manifestación del Espíritu Absoluto en la historia. La historia es la manifestación del Logos en Espíritu Objetivo, Espíritu Subjetivo y en Espíritu Absoluto, tres estadios del desarrollo dialéctico, la tesis que es negada por una antítesis, que produce la síntesis. El estadio del Arte viene contrapuesto por la antítesis que es la Religión, que viene superada por la Filosofía. Así, el Espíritu Absoluto se conoce a sí mismo. De aquí, Hegel partía para afirmar que con él la Filosofía había llegado a su máxima expresión. También a partir de esto, Hegel concibe una imagen de Dios que se hace, no es, sino que se constituye a sí mismo en la historia. Dios no es trascendente para Hegel. Con Hegel, se da un cambio de paradigma de aquel de la Escolástica, como

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K. POPPER, The Open Society and its Enemies, Princeton University Press, New Jersey 2013, 9.

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un ejemplo, en el cual la filosofía se movía verticalmente, es decir, de los fundamentos próximos inmanentes se resalía (resolutio) a los remotos o trascendentes. Con Hegel, tenemos una dialéctica horizontal: el ser es historia, y el ser es inmanente en la historia.

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2. UN QUAESITUM Y ANTIQUAESITUM INQUIETANTES El tema viene siendo la teología de la historia, nacida un poco a medias del pensamiento de s. Buenaventura16. Ahora, a lo largo de la historia, entendiendo el término diacrónicamente, se ha estudiado la doctrina del Seráfico (en concreto su última obra de las Iluminaciones de la Iglesia, Collationes in Hexäemeron) con muchos ojos o por muchas y diversas mentes y mentalidades, hasta el momento en el que el suscrito ha conocido el asunto y busca dar su visión, su perspectiva, sabiendo que cualquier lector de esta tendrá una visión que puede ser dependiendo de la voluntad del lector: o contraria o complementaria. Haciendo una hermenéutica adecuada al nivel del suscrito, y no queriendo hacerlo al gran nivel de un Gadamer17, tomamos como principal la visión de J. Ratzinger, y aprovechando de la uniforme, multiforme, omniforme y nuliforme sabiduría18 que se le ha manifestado, lograr superar un poco el problema del límite de la visión e ignorancia del suscrito, superando así un posible reproche de falta de profundización, o de deseo de superación, pues se presupone que el suscrito se da cuenta del límite de su visión y hermenéutica19. El quaesitum, el problema, el fin, la idea, que busca ser expuesta, es de manera multiforme y omniforme, o sea, con diversas perspectivas para alcanzar una visión más sapiencial. Lo que se busca exponer, es la Sabiduría como Ella se ha ido 16

Se explicará más adelante el proceso de desarrollo de la doctrina del seráfico, sus fundamentos y el porqué y el para qué. 17 Ya que una visión hacia una sola dirección no ve todo y cae en el error de afirmar sólo lo que ve y negar lo que no puede ver pues está cómo de espaldas a la otra dirección, necesita los ojos que ven hacia la otra dirección, y ambas visiones se guían y complementan. 18 Cf. J, RATZINGER, La Teología de la historia…, 110-154. Exposición y explicación de las diversas formas de la sabiduría en san Buenaventura. Véase la cantidad de visiones (en sentido bonaventuriano) de autores que ha estudiado y no se ha limitado a una sola, la suya, y él mismo [Ratzinger] ha querido complementar con su visión, sabiendo que él mismo no puede ver el todo, o sea, nunca afirma que haya abarcado una visión absoluta. Véase también sobre las formas de la sabiduría en BUENAVENTURA, «Colaciones sobre el Hexaémeron», Col. II, n. 7-33, en Obras de san Buenaventura, III, BAC, Madrid 1947. 19 Así mismo, justificamos si este trabajo parece ser más teológico que filosófico, pues más bien será tratado desde el punto de vista de la razón acompañado de la fe. Así como el hombre no puede todo, tampoco la filosofía, pero el hombre no está sólo y por lo tanto tampoco la filosofía.

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manifestando, no sólo a partir del Seráfico sino antes, con san Francisco de Asís, pero incluso antes, san Agustín de Hipona, pero todavía antes, Cristo, de quien podemos resalir (resolvere) a otra noción más filosófica, o sea, sincrónica, el Ente Máximo en cuanto principio del hoc ens, que del punto de vista de la filosofía segunda o filosofía de la naturaleza, el principio resolutivo secundum rem es el Primum Movens quo a nullo movetur (STh. I, q.2, a. 3)20; ahora no nos podemos quedar sólo en la filosofía segunda, debemos tener también la visión de las ciencias que el Seráfico propone en la colación I, para entonces ver con los ojos de la metafísica, que llega al Esse Ipsum Subsistens, y no sólo, la ontología que nos dice del Ens Maxime, y de la Teología que nos dice del Principio, y de la Revelación que nos dice Padre e Hijo y Espíritu Santo. Se busca exponer lo que es la doctrina de la teología de la historia estrictamente de san Buenaventura según J. Ratzinger, y marginalmente hacer notar una antítesis, un antiquaesitum, la nada, el οὐδέν, el no-ente, ausencia de ser, y de modo convertibiliter, ausencia de bien, verdad, belleza, unicidad, personalidad, relación, aliquididad, forma, sustancia, subsistencia, materialidad, quidditas, que afecta el ente creado, teniendo una relevancia tremenda, pero que no necesariamente lleva al nihilismo, sino que de hecho puede llevar a una esperanza. Así, mostramos el problema de la hermenéutica: el interpretar todo desde una visión cerrada, y no ser capaces de la experiencia socrática de que la verdad no depende del hombre; no se puede conocer todo ni hacer todo. Aceptando eso, acepto y comprendo los otros hombres con sus límites, y se intenta hacer parir la Verdad como se manifiesta en cada uno de nosotros. Una palabra sobre el Seráfico, ya que la tesis de Ratzinger lo toma como punto de meditación y reflexión central, aunque presuponemos que ulteriormente todo torna en un punto central y que en el fondo no es san Buenaventura. Digámoslo con términos filosófico-tomistas: el Esse Ipsum, principio último, o en términos

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Tomás de Aquino, Summa Theologiae, en http://www.corpusthomisticum.org/sth1002.html [09-05-2016].

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bonaventurianos, la Sabiduría, o como sea llamado por cada persona a lo largo de la historia, y se vea como aquel misterio terrible y fascinante. Ahora, el Seráfico nos dice21: Dios crea, he ahí el inicio, y Dios en el primer día crea la Luz; en el segundo, el agua; en el tercero, la tierra; en el cuarto, la percepción visible; en el quinto las bestias marinas y aéreas; en el sexto, las bestias terrestres, y al hombre, varón y mujer; y en el séptimo, Dios descansó. En otras palabras, el Principio que es el Ser, crea el ente que participa del Ser, el ente del primer día, del segundo, del tercero, del cuarto, del quinto, del sexto, y el séptimo, la plenitud del ente creado, que tiene su plenitud en el octavo día, la reconducción (reductio) al Principio. El Esse Ipsum que crea o participa el ser al ente, a las inteligencias separadas, a los entes elementales componentes de los seres vivos, a los entes móviles, a los entes animados: vegetales, animales irracionales y hombre, el animal racional, el cual es capaz de conceptualizar y descubrir a partir del ente el no-ente, es decir, la nada que toma posesión de su mente, le hace ver hacia una sola dirección nihilista, autodestructiva y maligna. El hombre no comprende como el Esse Ipsum puede convivir con la noción de la nada misma, y opta por ser él [el hombre] el absoluto relativo, su propio punto de referencia, pero como es una humanidad, o sea, más de un hombre, ven las cosas de su propio punto de vista, cerrando el paso a la Verdad e imponiendo su verdad desde su visión, siendo pocos los que tienen una experiencia socrática de reconocer que no lo pueden todo, que la Verdad no depende de ellos y de que puedo ayudar y ser ayudado a parir la Verdad que en cada hombre se manifiesta con un matiz diverso. El hombre, la filosofía y la razón están perdidos solos, pues el hombre no puede salvarse a sí ni a otro. Sólo el evento-Cristo nos revela que el Padre tuvo compasión del pecado original del hombre, o sea, su soberbia de poseer el conocimiento del bien y del mal por su propia voluntad y esfuerzo, desconfiando de la bondad de Dios, que como Padre sabía que no era el momento de que sus hijos

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Usamos sus términos lo más que se puede, si es necesario se procurará dar una hermenéutica adecuada.

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tuvieran tal fruto de tal árbol. El Diseño de Dios Padre viene torcido pero no destruido por el homicida desde el inicio, el pecador y pecado desde el origen, Luzbel. Dios Padre tenía originariamente planeado dar del fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal al hombre en su tiempo, y en su tiempo dar también del fruto de la vida. Y Dios se dijo, no fuera que también el hombre cogiera del Árbol de la Vida y viviera por siempre, y así Dios expulsa al hombre del paraíso, queda truncado su diseño original de tener tal plenitud del ser en Dios, pues ese fruto del Árbol de la Vida era para quedar lleno de Dios. Lo que Dios Padre decide al compadecerse del hombre, es tener misericordia mandando al Árbol de la Vida, Cristo, a que portara su fruto al hombre, tomando en sí el pecado, haciéndose pecado para recrear todo ente creado. El Esse Ipsum que manda el Verbo para tomar el no-verbo, y destruirlo en sí, el Cristo, que viene para librar al hombre del anticristo, y revelar al hombre el diseño de Dios desde el Principio, el Padre que plasma en el Arte Eterno, que es el Hijo, toda la creación espiritual y material y que dentro y fuera de Él [el Arte Eterno] no puede haber nada (cf. Hex. Col. I, n. 13). Éste es el séptimo día donde Dios descansará de toda su obra y toda su obra en Él, y entonces será la experiencia de esa Paz original, del Espíritu Consolador prometido por el Cristo a sus apóstoles, en espera del octavo día en el que toda la obra de la creación será reconducida (reducere) finalmente y plenamente en el Padre. El participar del Ser mismo, le parece al hombre que es una salida, una creación que acaba en la nada, de la Forma subsistente a la materia prima, la cual está priva de toda existencia más que de razón. Ahora, el detalle es que el último ente creado no es el concepto de materia pura sino el hombre, el cual es capaz de pensar la misma nada, poniendo frente a sí un problema, al cual la filosofía, la ciencia, la razón, el hombre, sólo pueden hacer la pregunta, pero no encontrar la respuesta con sus solas fuerzas. El hombre con todas sus dimensiones, está como de espaldas al Esse Ipsum, el cual manda el Verbo, el Logos que es desde el Principio y que en sí contiene el Esse Ipsum para dar testimonio, en frente de la visión pobre del hombre, de la Verdad, Bondad y Belleza, y guiarlos de vuelta al Principio en el cual está su inicio [el del hombre y toda la creación], ejemplaridad y fin.

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3. ESTUDIO DE RATZINGER El trabajo de Ratzinger se enmarca en un estudio sobre el concepto de revelación en s. Buenaventura. Debido a ciertos contratiempos, de su trabajo total, Ratzinger tuvo que tomar una pequeña parte del todo como tesis de habilitación para la Facultad de Teología de Múnich. El mismo Ratzinger comenta que al estudiar el concepto de revelación que era el punto de partida y origen de su investigación, se le hacía cada vez más claro que no se podía lograr una comprensión completa sin una explicación simultánea y detallada de la teología de la historia de s. Buenaventura22. De aquí surgió su trabajo que será expuesto en seguida. Igualmente, otra intensión no es sólo la disputa académica, sino la lucha en cómo se puede interpretar la historia y cómo se puede echar perder. Así, podemos reinterpretar mejor la situación en la que el Seráfico se vio en ese tiempo23. Su estudio toma como fuente principal los últimos sermones dados por el Seráfico, conocidos como Collationes in Hexäemeron o Illuminationes Ecclesiae. Ratzinger reconstruye la teología de la historia que se encuentra dispersa por las Collationes, tomando los enunciados referentes. Su trabajo se divide en cuatro grandes capítulos en los que el primero, analizando los enunciados primordiales, reconstruye el esquema bonaventuriano de la teología de la historia. En el segundo capítulo, explica a partir de la reconstrucción, la esperanza de la historia de Buenaventura. Con esto, logra, en el tercer capítulo, esbozar la posición de la doctrina bonaventuriana en la gran corriente de la tradición de la Iglesia, o sea, de la visión patrística y de los comienzos de la escolástica. Su trabajo finaliza dando una nueva visión que busca dialogar entre una posición anti-aristotélica de Buenaventura y otra de aristotelismo agustinizante, dando así una visión más completa del pensamiento del Seráfico.

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Cf. J. RATZINGER, Teología de la historia..., 11. Cf. Ibid., 14.

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A continuación, exponemos el contenido de los dos primeros capítulos que se centran en la doctrina de la teología de la historia. Sin embargo, se tocarán algunos puntos pertinentes y relevantes al tema, de los otros dos capítulos últimos.

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4. LA TEOLOGÍA DE LA HISTORIA DE S. BUENAVENTURA 4. 1. Preámbulos 4. 1. 1. Contexto histórico24 Las Collationes son la obra final e incompleta de s. Buenaventura, una serie de conferencias que comenzó a dar a partir de 1273. El contexto histórico, que enmarca y da sentido del porqué, es muy interesante. Siendo el provincial general de los franciscanos, tenía que enfrentar la cuestión de un grupo de miembros de la orden, los espirituales, que sostenían la idea de que una nueva era había de comenzar a partir de la figura de s. Francisco de Asís (c. 1181-1226). Pero, para esto, la Iglesia jerárquica actual debía desaparecer y dar paso a la nueva Iglesia espiritual que superaría la otra. Los espirituales se basaban en la doctrina profética de un abad calabrés Joaquín de Fiore (1145-1202), incluso muerto antes de s. Francisco, que sostenía una tripartición de las edades de la historia, Padre-Hijo-Espíritu Santo; la actual, la del Hijo, iba a ser superada por la del Espíritu. Los espirituales veían así la forma de responder al problema de llevar a cabo la obra de s. Francisco que en la tierra parecía irrealizable, y así no traicionar el espíritu original. Esto era lo que se exigía s. Buenaventura: tratar a fondo sobre la historia para corregir la visión de este grupo, llegando a una verdadera visión sapiencial, y salvar la verdadera figura de s. Francisco. 4. 1. 2. Esquema de las Collationes in Hexäemeron El tema que s. Buenaventura había planeado, se vio incompleto por su muerte el 15 de julio de 1274, mientras tenía lugar el segundo concilio de Lyon. Aun así, el iter era el siguiente: a quién dirigir la palabra, de dónde comenzar y dónde acabar. Citando las palabras del Eclesiástico el Seráfico diseña su esquema:

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Cf. J. RATZINGER, Teología de la historia…, 40-47.

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«En medio de la Iglesia le abrirá el Señor la boca, llenándolo del espíritu de sabiduría [sapientia] y de inteligencia [intelletus] y revistiéndole de un manto de gloria»; «en medio», o sea, en Cristo comienza; «de la Iglesia», a quién se dirige la palabra; «llenándolo del espíritu de sabiduría y de inteligencia», en qué ha de terminar (cf. Hex. Col. I, n. 1). Ofrece primeramente las características de la Iglesia, que es a quien se dirige la palabra, para tener las disposiciones apropiadas para recibir la palabra. Luego propone a Cristo como el centro o medio (medium), por el que comienza y funda el discurso. En las siguientes colaciones, explicará a lo que llega el discurso: a la plenitud de la sabiduría y de inteligencia. En la segunda colación, s. Buenaventura habla de cuál es la puerta y forma de la Sabiduría, o sea, en cuanto fuente de la Belleza, Bondad y Verdad. Pero, para llegar a esta Sabiduría, la llave es el entendimiento (intellectus), la plenitud del entendimiento, clave en el obrar, conocer y contemplar. El intellectus es un don, y el triplex intellectus es clave para la contemplación: el entendimiento del Verbo increado, el entendimiento del Verbo encarnado y el entendimiento del Verbo inspirado; y por el entendimiento del Verbo inspirado, son reveladas todas las cosas (cf. Hex. Col. III, n. 1). Al final de la tercera colación, propone el esquema de la visión del entendimiento en seis: primera visión del entendimiento introducido por la naturaleza, segunda visión del entendimiento elevado por la fe, tercera visión del entendimiento enseñado por la Escritura, cuarta visión del entendimiento suspendido por la contemplación, quinta visión del entendimiento ilustrado por la profecía, sexta visión del entendimiento abierto en Dios por el rapto, y hay una visión séptima que sigue, la del alma glorificada; todas estas visiones las paragona con los siete días de la Creación, de los que sigue el octavo día, que no es distinto de los precedentes sino la reiteración del primer día, cuando el alma torne a tomar su cuerpo (cf. Hex. Col. III, n. 22-31). Cada visión la desarrolla en cuatro o cinco tratados, pero sólo llegó al cuarto tratado de la cuarta visión. Nótese ya la visión sobre la historia, su origen, desarrollo, significado y conclusión, que es una visión sapiencial, o sea, parte con la razón pero fundada en la fe cristiana, o mejor, en Cristo para llegar a la contemplación plena de la Ratio

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Historiae, que la pura razón no puede obtener del origen, desarrollo y fin de la historia. 4. 1. 3. Fuentes Las fuentes originantes de la teología de la historia bonaventuriana, según Ratzinger en el tercer capítulo de su trabajo, se remonta a la edad patrística y en concreto a s. Agustín, que se le puede colocar en una corriente «teológicapneumática», con respecto a la otra corriente de la «teología imperial», que en ambas hay la conciencia común de que Cristo es fin del tiempo25. S. Agustín en su de Civitate Dei, propone la división de la historia en 8 días, basado en los siete días de la creación pero con el octavo que es culmen de la creación en Cristo. Éste es el primer elemento que s. Buenaventura toma para su propia doctrina. Además de esto, en el estudio de Ratzinger, se muestra el desarrollo que se le dio al tema para llegar a lo que fue la propuesta de Joaquín de Fiore. Ratzinger menciona a Ruperto de Deutz (1070-1135 ca.) que en su obra de Sancta Trinitate et Operibus eius, retoma el pensamiento histórico agustiniano para dar a la historia una interpretación teológica basada en la Escritura. Así, su tipología de la historia está basada en el Hexäemeron, con el triple sentido y no sólo doble como el de los Padres, que es primero la creación misma que es la obra del Padre, segundo la historia de la redención por el Hijo que se consuma en las seis épocas conocidas, y tercero, la historia de la salvación determinada por el Espíritu Santo, éste último siendo el rasgo nuevo26. En Ruperto, se encuentra como axioma el que a las propiedades de cada Persona de la Trinidad le corresponde una acción propia y también una obra propia [a cada Persona]: al Padre, la encarnación; al Hijo, la redención, y al Espíritu Santo, la santificación. Por lo tanto, de aquí debe surgir la conclusión de un tiempo propio para el Espíritu Santo, y como resultado, la historia del mundo puede fraccionarse

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Cf. J. RATZINGER, Teología de la historia..., 156. Cf. Ibid., 158.

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en tres semanas con siete partes cada una: la semana de la creación, la semana de la redención y la semana de la salvación, la cual se articula según los siete dones del Espíritu Santo, que es pues la historia de la Iglesia con su carácter escatológico. Pero, lo nuevo que Ratzinger nota, es que no es un esquema histórico, sino la manifestación septiforme del único Espíritu, diverso a la subdivisión de la historia precedente. Demuestra que la división de los tiempos viene separada con la efusión del Espíritu27. Sin embargo, la tercera semana viene articulada con el Hexäemeron y con las seis edades de la historia de Cristo, alcanzando así un sentido más histórico, y además es una división de los períodos de la historia de la Iglesia; éste es el tiempo del cumplimiento supremo, desde la Pasión de Cristo hasta el Juicio Final; la totalidad de este tiempo tiene el mismo rango, mientras que las esperanzas joaquinitas serán un camino desde un tiempo originario de perfección, a través de unos tiempos de imperfección, hasta un tiempo de plenitud dentro de la historia28. Ratzinger expone también dos figuras más: Honorio de Autún y Anselmo de Haverlberg (†1158), que se plantean la historia en línea unitaria desde Abel hasta Cristo en diez estados, que de aquí surge el problema en comprender el significado de las innovaciones dentro de la Iglesia sobre todo las nuevas órdenes, que parece que amenazan la unidad de la religión. El resultado es la comprensión de que la historia de la Iglesia es descrita como un solo tiempo ininterrumpido, en el cual se lleva a cabo la salvación, y en Cristo no se encuentra su final, sino que es la entrada a un nuevo estadio29. Finalmente, llegamos a la nueva conciencia del tiempo final en Joaquín, pues propone la división en tres edades, de la que s. Buenaventura tomará su tripartición. Además, Ratzinger menciona tres puntos esenciales de la influencia de Joaquín sobre el Seráfico.

Cf. J. Ratzinger, Teología de la historia…, 159-161. Cf. Ibid., 162. 29 Cf. Ibid., 163-166. 27 28

22

Primero, una doble interpretación del Hexäemeron aplicada al Antiguo Testamento y al Nuevo Testamento que también es la historia de la Iglesia, y así en lugar del simple esquema septenario de la Iglesia, se forma una serie septenaria doble. Segundo, la idea del novus ordo y una serie de correspondientes reinterpretaciones alegóricas de la Escritura. Y tercero, la espera de un tiempo de salvación intrahistórico, de un estado al que aún le falta la redención plena en la historia30. Pero, por otro lado, el Seráfico no acepta la delimitación del Nuevo Testamento a una segunda edad, según el esquema joaquinita. 4. 2. Contenido de la doctrina de la Teología de la historia Como lo afirma Ratzinger, el propósito de las Collationes es poner la imagen de la verdadera sabiduría cristiana frente a las desviaciones espirituales de la época31,

las

cuales

eran,

además

del

espiritualismo

franciscano

o

pseudojoaquinismo, el averroísmo latino. 4. 2. 1. Christus medium El Seráfico, en la primera colación, propone a Cristo como el medio por donde se ha de comenzar todo. Con esto, daba respuesta en un primer momento al averroísmo latino, partidarios de la doble verdad, profesando al Dios de la fe, pero estudiosos sobre un Dios de los filósofos, el Dios al que se puede llegar a través de la ciencia pero que no es el mismo que el Dios de la fe. Ratzinger no trata la primera colación de modo especial, pero se puede ya percibir un esquema circular exitus-reditus dividido en siete ciencias, las cuales tienen por medio a Cristo, medio en el sentido de pieza clave que lleva a la verdad, o en términos lógicos, el término medio que une dos premisas para obtener una conclusión, y en general, como medio por el que las diversas ciencias resalen 30 31

Cf. J. RATZINGER, Teología de la historia…, 167. Cf. Ibid., 47.

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(resalire, resolutio) a Dios Padre. Gratia non tollit sed perficit naturam (SBT q. II, a. 3, co. 1.)32. E incluso se puede paragonar cada ciencia al Hexäemeron: Metafísica - Primer día: Formación de la luz. Física - Segundo día: División de las aguas. Matemática - Tercer día: La formación de la tierra. Lógica - Cuarto día: La formación de los astros. Ética - Quinto día: Los animales. Política - Sexto día: El hombre. Teología - Séptimo día: el Sábado del Señor. El metafísico estudia propiamente la realidad a la luz del Esse Ipsum, en cuanto causa ejemplar, y el teólogo estudia cómo el mundo hecho de Dios es reconducido (reducere) a Dios, o sea, el Octavo Día (donde ya no se estudia sólo se contempla) (Cf. Hex. Col. I, n. 37). [Ecce] septem dies, quos fecit prima lux (Hex. Col. I, n. 39). 4. 2. 2. Reconstrucción según Ratzinger 4. 2 .2. 1. Delimitación provisional Ratzinger explica que para exponer la verdadera imagen de la Sabiduría cristiana, Buenaventura no la puede concebir ni explicar si se prescinde de la época histórica en la que se encuentra situada, y de este modo logra desarrollarse por sí mismo el ideal de sabiduría hasta formar un tratado de Teología de la Historia: en la obra del Seráfico se pueden distinguir seis grados de conocimiento (ya mencionados más arriba) que están indicados alegóricamente en los seis días de la creación, en los que también están representadas a su vez, las seis edades de la 32

TOMÁS DE AQUINO, Super Boetium de Trinitate, en http://www.corpusthomisticum.org/cbt.html [02-05-2016].

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historia de la salvación. Ahora, esto para el Seráfico no es arbitrario, sino que refleja lo que es la realidad que se caracteriza por un aumento gradual de conocimiento33. De esta manera, Buenaventura llega a una nueva teoría de la interpretación de la Escritura. En Buenaventura, se pueden distinguir tres dimensiones de la interpretación de la Escritura: primera dimensión, el sentido espiritual (spiritualis intelligentia), o sea, va más allá del sentido de la palabra, remontándose a su interpretación alegórica, tropológica o anagógica; segunda, las figurae sacramentales con las cuales la Escritura habla de Cristo y del Anticristo, y la tercera, las multiformes theoriae, la nueva dimensión de interpretación que da más acento al carácter histórico de los enunciados bíblicos, son como semillas fértiles en la Escritura (cf. Hex. Col. XV, n. 10). Teorías son el reflejo de los tiempos futuros en la Escritura, que exige también conocimiento de la historia de la salvación pasada. Ya que las teorías son como semillas, se desarrollan en la historia, de las teorías surgen teorías. Y es por todo esto que hay cosas que los Padres no veían, que ahora nosotros viendo el pasado comprendemos y podemos interpretar34. Gracias a esto, Ratzinger puede afirmar que para el teólogo que interpreta la Escritura, esto es un gran descubrimiento de importancia, pues su interpretación [la del teólogo] no puede prescindir de la historia pasada ni futura y así se vuelve teología de la historia, o sea, la explicación del pasado se hace profecía del porvenir35. 4. 2. 2. 2. Esquemas históricos de las Collationes Ratzinger expone los esquemas de la historia de Buenaventura con los cuales quiere hacer comprensible el presente y el futuro de la Iglesia (podemos decir del cristianismo, del mundo post-christum natum) a partir de su pasado, es además, con ayuda de la fe, que presenta una explicación razonable a la razón.

33

Cf. J. RATZINGER, Teología de la historia..., 48. Este punto sobre el conocimiento se tratará más en adelante como la revelación que se desarrolla en la historia. 34 Cf. Ibid., 48-50. 35 Cf. Ibid., 51.

25

Para Agustín, el esquema de las siete edades no era tan importante, como el juego de contrarios Cristo – Anticristo, Essere – non-essere, pero que de acuerdo con las formas de interpretación de s. Buenaventura sobre la Escritura, es del tipo de la segunda dimensión de figurae sacramentale, que no es propio de la teología de la historia. Así en s. Buenaventura hay más importancia por el esquema al que se le aplica la visión de las theoriae, que al juego de contrarios36. Ahora en su esquema, el Seráfico se mueve en forma de oposición entre Antiguo y Nuevo Testamentos, lo cual según Ratzinger lo toma de la Concordia de Joaquín de Fiore, es decir, hay correspondencia no sólo entre los siete días de la creación con las siete edades de Adán a Cristo, que era lo que enseñaba Agustín, sino que también hay correspondencia entre la historia veterotestamentaria y la neotestamentaria37. En primer lugar, esta relación es doble: hay una dinamicidad en un primer momento pues del Antiguo Testamento sale el Nuevo Testamento, pero también hay una estaticidad, es decir, ambas historias están colocadas una frente a la otra de forma acabada y definida38. En segundo lugar, Ratzinger ve otra doble relación: el Antiguo Testamento es la letra y el Nuevo Testamento el espíritu de la letra, o sea, lo que vivifica o da sentido a la letra; pero también ut literam ad litteram, o sea, como «alfa» es a «a», se da una relación íntima de valor y semejanza, además de todo lo que esta analogía puede expresar39. Aquí, entra el procedimiento exegético de las theoriae para hacer algunas afirmaciones sobre el futuro de la Iglesia: se dan siete nuevos esquemas de la historia, porque la comparación de los Testamentos puede servirse de todas las

36

Cf. J. RATZINGER, Teología de la historia…, 51-52. Cf. Ibid., 53. 38 Cf. Ibid., 54. 39 Cf. Ibid., 54. 37

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cifras del uno al siete, y por eso mismo no hay vínculo entre las theoriae escondidas en la Sagrada Escritura y un determinado esquema40. Con el primer esquema basado en el uno o secundum unitatis (cf. Hex. Col. XV, n. 15), se llega a la clasificación paulina, en el que todavía no es muy evidente el nuevo punto de vista que brinda las theoriae41. Tiempo Antiguo Testamento genera: Para la esclavitud Según el temor Según la letra Según la figura Tiempo: Noche Luna y estrellas : Ley y profetas

Tiempo Nuevo Testamento genera: Para la libertad Según el amor Según el espíritu Según la verdad Tiempo: Día Sol : Cristo

Sed cum venit sol, tunc fuit clara dies (Hex. Col. XV, n. 15). Ahora, el esquema basado secundum rationem dualitas: Antiguo Testamento Tempus ante legem + tempus sub lege

Nuevo Testamento Tempus vocationis gentium + tempus vocationis Iudeorum

El tiempo ante legem corresponde con el tiempo de la vocación de los gentiles, y el tiempo bajo la ley, con el tiempo de la vocación de los judíos, el cual no ha llegado según Buenaventura (cf. Hex. Col. XV, n. 24). Aquí, se señala el punto central de la teología de la historia de Buenaventura, que es esta comprensión de la historia: Buenaventura cree en una salvación nueva en la historia y dentro de los límites del tiempo del mundo42. En el esquema basado secundum rationen ternarii (cf. Hex. Col. XV, n. 26), aparece la esperanza de una transformación de la Iglesia dentro del tiempo43. Antiguo Testamento Tempus Synagogae 40

Cf. J. RATZINGER, Teología de la historia…, 54. Cf. Ibid., 54. 42 Cf. Ibid., 55. 43 Cf. Ibid., 55. 41

Nuevo Testamento Tempus Ecclesiae

27

Initiatae + prometae + deficientis

Initiatae + dilatatae + consumatae

El esquema basado secundum rationem quaternarii (cf. Hex. Col. XV, n. 27) es: Antiguo Testamento Tempus vocationis patriarcharum Tempus institutionis iudicum Tempus iunctionis regum Tempus illustrationis prophetarum

Nuevo Testamento Tempus apostolorum Tempus martyrum Tempus pontificium Tempus virginum

El esquema basado secundum rationem quinarii (cf. Hex. Col. XV, n. 28) es: Antiguo Testamento Tempus conditionis naturam Tempus inspirationis patriarcharum Tempus institutionis legalium Tempus illustrationis prophetarum Tempus instaurationis ruinarum

Nuevo Testamento Tempus difusionis charismatum Tempus vocationis gentium Tempus institutionis Ecclesiarum Tempus religionum multiplicationis Tempus restaurationis44 collapsorum

Estos dos últimos esquemas Ratzinger los estudia en su contenido en el segundo capítulo de su estudio en el marco de la esperanza de la revelación. El esquema basado sobre el seis y el siete son propiamente el de Buenaventura que incluye los aspectos particulares que subrayan los esquemas anteriores, que tienen un carácter provisional45. 4. 2. 2. 3. Dúplice esquema septenario del tiempo Ratzinger desarrolla a fondo estos esquemas. S. Buenaventura siguiendo la tradición46 no ve diferencia entre el esquema senario y septenario. Esta es una

44

Nótense los términos instauratio y restauratio usados por Buenaventura, bastante sugestivos en cuanto al término griego σταυρός que significa cruz. 45 Cf. J. RATZINGER, Teología de la historia…, 56. Se ofrece el esquema basado en el número siete, que Ratzinger usó en su trabajo, como apéndice al final de este trabajo. 46 Cf. Ibid, 57. Esta tradición se origina entre una peculiar síntesis entre el pensamiento judío tardío de una semana del tiempo del mundo de 6000 años de duración a la que le sigue el séptimo día del reinado de Dios, y por otro lado, del elemento cristiano del día de resurrección como superación del sábado, o sea, el octavo día. Por esto se percibía una concurrencia entre el séptimo y el octavo día, hasta que la solución se dio con el axioma septima aetas currit cum sexta.

28

aclaración importante de parte de Ratzinger, ya que justamente en la colación XV, n. 22, dice sólo six modis. La primera mitad de la teología de la historia consiste hasta ahora en esto47: la séptima edad es la humanidad entre la resurrección de Cristo y la plenitud del mundo en la resurrección universal que avanzan ahora hacia la gloria celestial. Junto con el atormentado y penoso sexto día, transcurre de modo escondido pero real, la gloria esplendente del séptimo día, la historia de la Iglesia y la historia del cielo. Después, viene el octavo día eterno introducido por la resurrección y el juicio48. La segunda mitad de la teología de la historia incluye un elemento importante que es la división en dos partes: Antiguo y Nuevo Testamento, que contrasta con el esquema simple de s. Agustín y de la Iglesia antigua. Cristo es el centro del tiempo en la teología de la historia bonaventuriana, entre Antiguo y Nuevo Testamento, mientras que en la agustiniana Cristo es el fin del tiempo. En este dúplice esquema ya no vale el axioma septima aetas currit cum sexta, pues el séptimo es un período propio. La revelación entre los esquemas agustiniano y bonaventuriano consiste en que las cinco primeras edades agustinianas (Adán-Noé, Abrahán, David, Transmigratio Babylonis, Cristo) son las siete edades del primer lado del esquema bonaventuriano de las siete edades del Antiguo Testamento, y la sexta/séptima edad agustiniana abarca las siete edades de la Iglesia/Nuevo Testamento del otro lado del esquema bonaventuriano49. Ahora, conviene exponer el porqué del uso del número siete en el esquema. El siete expresa de modo particular la totalidad de una realidad, que vale para Dios, el mundo y el hombre (Mundus Archetypus, mundus maior, mundus minor, respectivamente). En el Mundus Archetypus están las tres causas: originante, ejemplar y final, y la razón del causar (ratio causandi) es según cuatro: la alteza de la potencia, la

47

Apoyándose del axioma septima aetas currit cum sexta. Cf. J. RATZINGER, Teología de la historia…, 58. 49 Cf. Ibid., 59-61. 48

29

profundidad de la sabiduría, la anchura de la benevolencia y la longura de la eternidad. El mundus maior consta de cuatro elementos susceptibles de las influencias celestes (agua, fuego, tierra y aire) y de tres esferas que influyen y mueven (sidereus, crystallinus, empyreus). El mundus minor cuenta de cuatro elementos, cuatro humores, cuatro complexiones, cuatro cualidades, y tres fuerzas vitales perfectivas (vegetativa, sensitiva y racional) (cf. Hex. Col. XVI, n. 7-9). Así pues, para el Seráfico la historia no puede ser una acumulación ciega y repugnante de casualidades. Si el orden divino unifica toda realidad, y la historia es una realidad, la historia es unificada por este orden divino. Así, Ratzinger afirma que el esquema estático de los mundos tiene correspondencia con el esquema dinámico de la historia, y con esto, afirma de forma clara la estructura racional de la historia, o sea, no rapsódica o fideísta. Podemos citar dos pasajes bellísimos de las Collationes que muestran la convicción coherente con la razón por parte del Seráfico. Este número de universalidad que existe en el mundo, en el hombre y en Dios es misterioso. En conformidad50 con este número hace Dios correr a este mundo y a la Sagrada Escritura, que explica el decurso del mundo; y en conformidad con este número debió darse y explicarse la Escritura (Hex. Col. XVI, n. 10). Esto expresa su razonamiento. Luego sigue: «Describe, pues, la Escritura las cosas según los tiempos originales, figurales, graciosos o salutíferos»51 (Ibid.). Cuya tripartición de la historia se equipara a la triple causalidad divina: originanteoriginal, ejemplar-figural, final-salutífera. Pero también más adelante en esta colación: Así, pues, siendo siete los tiempos, tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo, y siendo cada uno de ellos triforme, o que en cada uno de ellos hay tres cosas, siete multiplicado dos veces por tres hacen cuarenta y dos; y éstas son las cuarenta y dos mansiones por las que se llega a la tierra de promisión (Hex. Col. XVI, n. 31).

50 51

El cursivo es mío. El cursivo es mío.

30

Aquí, podemos ver cómo el Seráfico relaciona las 42 paradas que Dios pide a Moisés para que el pueblo elegido haga antes de llegar a la tierra prometida (Cf. Nm 33,1-49)52. Sigue: «Y así queda de manifiesto cómo la Escritura describe las sucesiones de los tiempos; y no son casuales y fortuitas, sino que hay en ellas una maravillosa luz y multitud de inteligencias espirituales» (Hex. Col. XVI, n. 31). Es necesario que quede claro que el verdadero significado de la nueva concepción de la Teología de la Historia de s. Buenaventura es la profecía sobre el futuro, no la comprensión del pasado, pero para comprender esta profecía es necesario el conocimiento del pasado53. Con esto, podemos analizar el punto hacia el cual todo converge: el estrecho período presente lleno de tribulaciones de la sexta época fronterizo con el período de la séptima época54. «¿Qué hay que esperar para que sea la paz?» Todo gira alrededor de esta pregunta según Ratzinger, que además deja un poco en suspenso la profecía de la sexta edad para explicar primeramente la séptima por ser más clara. Partiendo el texto del Hex., Col. XVI, n. 30, Ratzinger comenta dos cosas sobre la séptima edad: primero, se trata de una condición dentro del mundo; segundo, éste es un período de tiempo que es un estado de salvación de un género completamente nuevo, el estado de redención en su pleno sentido. Además, la séptima edad bonaventuriana a la joaquinita, Ratzinger las diferencias gracias a la nueva formulación del concepto de revelación en las Collationes, es decir, el Nuevo Testamento no viene superado, pues este ya es alianza eterna55. La solución al problema de la sexta edad se resuelve el texto de la colación XVI, n. 29. Ratzinger explica que no usa sólo el Hexäemeron y el Antiguo

52

Biblia de Jerusalén, Desclée de Brouwer, Bilbao 1999. Cf. J. RATZINGER, Teología de la historia..., 63. 54 Cf. Ibid., 63. 55 Cf. Ibid., 64-66. 53

31

Testamento, también usa series auxiliares septenarias del Apocalipsis. Buenaventura toma elementos que complementan la forma del sexto día; hacemos mención ahora en especial a la figura del ángel que porta el sello del Dios vivo de Ap 7. Además la analogía de la cabeza al cuerpo la usa para relacionar la pasión de Jesús con la Iglesia que ha de participar de esta pasión. De esta manera la sexta edad se articula así: Hay un primer celador de la Iglesia del que sigue un periodo de tribulación; sigue luego un segundo celador y una segunda tribulación de la que surge el ordo futurus, el nuevo pueblo de Dios del tiempo final. Primus zelator – Praeclara doctrina – Prima tribulatio – Secundus zelator – Praeclara vita prophetica – Secunda tribulatio – Ordo futurus – Pax – Restauratio – Pax, Ultima revelatio. El Antiguo Testamento define el esquema: del lado de éste, Ezequías viene paragonado con la figura del Carlomagno como primer celador de la Iglesia en que hubo un período de gran crecimiento cultural; luego, con Manasés viene la primera tribulación conectada con Enrique IV y Federico I. Luego, viene Josías, y aquí Buenaventura dice: «vel erit, vel iam fuit […] utiman iam non fuerit» (Hex. Col. XVI, n. 29), es decir, esta figura es enigmática, que viene relacionada con el ángel del sexto sello. Sigue el exilio babilónico como segunda grande tribulación, que por el lado del Nuevo Testamento, está por venir. Finalmente, está Zorobabel con el que vino la restauración y la paz, que del lado de la Iglesia está por venir con el ordo futurus56. Lo que ahora enfatizamos para ya finalizar la reconstrucción de la teología de la historia, es la asociación que se hace de la primera tribulación del esquema del Antiguo Testamento con el angelus ascendens ab ortu solis del Nuevo Testamento. Con esto, Ratzinger abre el tema de la posición escatológica de s. Francisco de Asís.

56

Cf. J. RATZINGER, Teología de la historia..., 67-74.

32

En un primer momento, s. Buenaventura vio en el Poverello al «praeco Dei»57, que como heraldo se le comparaba a Juan el Bautista, el cual a su vez, es comparado con Elías (cf. Mt 11,14). Así, Francisco y Elías, en Buenaventura quedan vinculados, e igualmente le sirvió al doctor para relacionar a Francisco con la doctrina de Joaquín que sostenía que Elías inauguraría la tercera edad. En las Collationes, la alusión a Francisco como el angelus ascendens ab ortu solis prevalece y toma más fuerza y que según Ratzinger «se ha convertido en el concepto clave de la teología bonaventuriana sobre Francisco y en el concepto central de su teología de la historia de la salvación»58. La vida de Francisco era muy sugestiva para Buenaventura y sus contemporáneos ante las profecías de Joaquín y las imágenes bíblicas, en concreto Ez 9,4; Ap 7,2; Christus Crucifixus; es decir, s. Francisco es el ángel que detiene la sexta plaga y proclama al orden de marcar a los elegidos con el sello de Dios vivo, la ταυ59. Estos dos elementos, Francisco y el novus ordo, son relevantes como elementos que dan forma a la teología de la historia de s. Buenaventura, pues son el elemento de transición al séptimo día. Sólo falta precisar el problema del novus ordo del tiempo final. Ratzinger, al tratar del novus ordo, hace resaltar la división ternaria de la historia de Joaquín que Buenaventura ha sintetizado haciendo un tipología entre las jerarquías divina, angélica y eclesial (cf. Hex. Col. XXII, n. 1-22)60. Nos encontramos con una construcción trinitaria de la historia que según el modelo de Joaquín, concibe el ritmo ternario de la historia en correlación con el Padre, el Hijo

57

S. Francisco se autonombró así. J. RATZINGER, Teología de la historia…, 78. Nótese que Ratzinger es el que añade explícitamente «de salvación», dando peso al nuevo sentido que la historia del hombre y la creación ha adquirido. 59 Cf. Ibid., 78-81. 60 Se ofrece el esquema, que Ratzinger construyó, como apéndice al final del trabajo. 58

33

y el Espíritu61. Así, Ratzinger corrige los malentendidos o interpretaciones de que al esquema joaquinita contrapone el septenario agustiniano. Con este esquema, Buenaventura muestra que el novus ordo no se identifica con la Orden franciscana existente porque pertenece más bien al ordo cherubicus, aunque sí debe ser una Orden escatológica de Francisco que venere su figura62. Ratzinger hace notar que en este esquema la correspondencia también es transversal. Así, si los apóstoles corresponded con los serafines y estos últimos con el ordo ultimus, por lo tanto también los apóstoles corresponden con el ordo ultimus, y así con los hombres de la Orden última se renueva la vida apostólica: final y principio se tocan63. En resumen, s. Buenaventura, desde la teología de la historia veía que con Francisco se inauguraba la situación de la calma antes de la tempestad final, y de él tenía que descender el novus ordo, un pueblo de Dios contemplativo, cuya forma universal de vida será la de Francisco, y que se le concederá disfrutar ya en este mundo del descanso del séptimo día, que será un tiempo de la plena comprensión de la Escritura y que por eso mismo, un tiempo del Espíritu Santo que introduce en toda la verdad de Jesucristo64. Ratzinger comenta para aclarar mejor la posición de s. Buenaventura de la de Joaquín, ya que el abad calabrés tenía la idea de una edad del Espíritu Santo eliminando así la posición central de Cristo, que el Seráfico afirma que el novus ordo es una Orden del Espíritu y que el Espíritu alcanza particular fuerza en el último período, pero el tiempo como tal, es el tiempo de Cristo; permanece como septima aetas del tiempo de Cristo de la Nueva Alianza, que dura hasta el final65.

61

Ibid., 95. Cf. J. Ratzinger, Teología de la historia…., 98. 63 Cf. Ibid., 101. 64 Cf. Ibid., 103-104. 65 Cf. Ibid., 184. 62

34

4. 2. 2. 4. Los dones del Espíritu Santo: Pax y Revelatio Habiendo concluido la reconstrucción de la teología de la historia bonaventuriana, ahora falta detallar dos conceptos o elementos esenciales de la séptima edad: paz y revelación. Ratzinger trata de la revelatio con más amplitud debido a su importancia en la doctrina bonaventuriana. Luego de esta mencionaremos lo respectivo a la pax. En Buenaventura, revelatio del tiempo final significa, primero, no una nueva Escritura, sino una nueva y permanente comprensión (intellectio66) de la Escritura67. Se distingue de la revelación que se ha cumplido actualmente en los dominicos y en los franciscanos68 por el carácter no discursivo, absolutamente no escolástico, es decir, será una sencilla familiaridad interior con el misterio de la palabra de Dios69. La revelatio, explica Ratzinger, es un concepto importante en Buenaventura, que tiene un contenido amplio de tratar. Pero, en referencia a la teología de la historia, el concepto de revelatio da como resultado la tensión teológico-histórica. Ratzinger afirma que desde el comienzo del cristianismo se establece una doble revelación de cuya división, así como de su esperada y aún no lograda plena unificación, procede todo el dinamismo de la teología de la historia en s. Buenaventura70. En Ratzinger, se aclaran mutuamente la revelatio y las jerarquías de las Collationes, pues explica cómo Buenaventura transforma históricamente la concepción originariamente cósmica de las jerarquías de Dionisio en el esquema de las jerarquías de las Collationes, es decir, es un desarrollo jerárquico de la historia.

66

Hacemos referencia a la comprensión bonaventuriana detallada más arriba. Cf. J. RATZINGER, Teología de la historia…, 121-122. 68 Se hace referencia a estas órdenes por ser las que el Seráfico tenía presente en esta discusión. 69 Cf. Ibid., 126. 70 Cf. Ibid., 113. 67

35

El crecimiento histórico ascendente de la Iglesia, desde los patriarcas de los comienzos hasta el pueblo de Dios de los últimos días, es también al mismo tiempo un auge del carácter revelado de Dios, del conocimiento básico de la fe hasta la forma suprema de una relación con Dios supra-intelectual y místico-afectiva71. Con esto, Ratzinger, quiere reafirmar una vez más que para s. Buenaventura no se suprime la revelación de Cristo ni se supera el Nuevo Testamento, como pensaba Joaquín, más bien, se da el acceso a la forma de conocimiento de los Apóstoles y así el cumplimiento del Nuevo Testamento, en pleno sentido de la palabra72. En pocas palabras, esto es la expresión del axioma: tiempo final = tiempo del origen73. 4. 2. 2. 5. Participatio corporis ad Passionem Capitis Es necesario, ahora, acorralar el inquietante antiquaesitum que habíamos suscitado al presentar la aporía de este trabajo: el mal. Y esto, lo podemos hacer en un primer momento, ahondando en el problema de la pequeña y grande analogía que surgía de este inquietante problema. Si el culmen de la creación es el hombre, y esto es un presupuesto necesario, la realidad en este sentido está ordenada al hombre. La pequeña analogía viene siendo como el referente principal de los demás analogados que se pueden dar. Ahora, vemos que del mal acaecido en nosotros por el pecado, el sexto día, Cristo, séptimo día, nos redime con su sangre preciosa. La Iglesia como cuerpo de Cristo participa de la pasión de su cabeza, teniendo ese segundo celador, Francisco estigmatizado con las llagas de Cristo que anuncia la paz. Esto no quiere decir que los que vienen después de él, ya no sufrirán; no, también participarán de las llagas de Cristo. ¿Acaso el novus ordo no será como la comunidad de Apóstoles que también bebieron el cáliz que el Maestro bebió?

71

Cf. Ibid., 151-152. Cf. J. Ratzinger, Teología de la historia…, 152-153. 73 Cf. Ibid., 91. 72

36

Así, cada hombre en particular, en su propia vida, cada uno de nosotros tendrá pruebas e incluso se acrecentarán su intensidad; pero, podemos tener la esperanza de que no sucumbiremos totalmente, sino que será el paso para entrar en la Gloria del Padre, pues ahora sí podemos de nuevo aplicar el axioma septima currit cum sexta. Si Francisco recibió los estigmas participando de la Pasión, así cada uno de nosotros participará si lo abrazamos libremente, conscientes en cierta medida de la vocación de la cruz de Cristo. Los que no acepten este misterio, no es que se vean condenados de la manera en que Agustín lo veía, sino más bien de acuerdo a la visión oriental del fuego que consume los pecados del hombre, haciendo brillar la misericordia del Padre comprensivo de la ceguera del hombre por la oración de su Hijo: «Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen» (cf. Lc 23,34). Si el hombre conociera, así como lo han afirmado varios santos, lo que realmente es la Fuente de la Belleza, la Bondad y la Verdad en sí, moriría por/para vivir en Ella.

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5. BREVE MENCIÓN DE OTRAS INTERPRETACIONES74 Presentamos brevemente otras interpretaciones que han servido a Ratzinger para complementar el estudio sobre Buenaventura. La postura de E. Gilson hacia la filosofía de Buenaventura era etiquetada como antiaristotelismo y eso permeaba toda la teoría del Santo. Por otro lado, F. Van Steenberghen sostenía que en s. Buenaventura se encontraba un pensamiento más peculiar, un aristotelismo agustinizante. De aquí, Ratzinger, tomando apoyo en H. U. von Balthasar y R. Guardini, discierne mejor la visión bonaventuriana de enemiga de los aristotelistas y respetuosa sobre Aristóteles, todo esto fundado en que la misma doctrina de la teología de la historia era la que fundaba e influía en la postura del Seráfico en el conflicto que se dio sobre Aristóteles.

74

J. RATZINGER, Teología de la historia…, 185-233.

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CONCLUSIÓN Según lo que hemos dicho hasta ahora debería estar claro que la teología de la historia de Buenaventura culmina en la esperanza de una edad de reposo sabático, don regalado por Dios en el curso de la misma historia. El verdadero contenido de este tiempo salvífico se resume en la palabra «paz». Esta idea no plantea ninguna dificultad; en realidad, toda esperanza de salvación en este mundo debe considerar la «paz» como la condición primera y más necesaria de un tiempo mejor75. Así pues, podemos concluir este trabajo con el buen sabor del último don de la paz del séptimo día, en especial debido a que para este nuestro tiempo la teología de la historia nos sigue enseñando algo central además de los problemas relacionados con Francisco y el pseudojoaquinismo, el novus ordo y la última tribulación. Nos enseña también que somos parte de un diseño; estamos en las manos de un Padre providente y misericordioso que nos ama, de un gran artista que ha plasmado en el Arte Eterno su obra maestra (Hex. Col. I, n. 13-16), dramática y bella. Somos parte de un ordo, protagonistas de una obra, no de una catástrofe, guiada por un Director que se ha involucrado en la misma obra por amor, porque es bello, pero también bueno y verdadero. Esta es la respuesta que la fe presenta a la razón ante el problema de la historia en sus tres dimensiones, pasado, presente y futuro. Depende de cada razón aceptar o rechazar esta respuesta, que tiene que ser bella, porque es buena, porque es verdadera (y además), porque es buena, porque es bella. La razón se convence ante una prueba bella, buena y verdadera. S. Tomás de Aquino nos dice: Quod dona gratiarum hoc modo naturae adduntur quod eam non tollunt, sed magis perficiunt; unde et lumen fidei, quod nobis gratis infunditur, non destruit lumen naturalis rationis divinitus nobis inditum. Et quamvis lumen naturale mentis humanae sit insufficiens ad manifestationem eorum quae manifestantur per fidem, tamen impossibile est quod ea, quae per fidem traduntur nobis divinitus, sint contraria his quae sunt per naturam nobis indita. Oporteret enim alterum esse falsum; et cum utrumque sit nobis a Deo, Deus 75

J. Ratzinger, Teología de la historia…., 105.

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nobis esset auctor falsitatis, quod est impossibile. Sed magis cum in imperfectis inveniatur aliqua imitatio perfectorum, in ipsis, quae per naturalem rationem cognoscuntur, sunt quaedam similitudines eorum quae per fidem sunt tradita (SBT pars 1, q. 2, a. 3, co. 1). Si la Fuente de la verdad de la fe es la misma que la de la naturaleza, no puede ser contraria la primera a la última, la perfecciona (per-facere). Esto nos enseña cómo la razón puede entrar en diálogo con la fe (en Cristo), que dicho en modo franciscano es: hermana razón con hermana fe, hermana filosofía con hermana teología, hijas de una misma Madre, la Sabiduría; porque por otro lado la razón podría no querer entablar diálogo con la fe en un tema como éste; valiéndose de sus fuerzas, la razón llegará a conclusiones, pero jamás llegará a la esperanza de la historia así como se nos presenta en Buenaventura, por el mismo hecho de ser la fe en Cristo el medium que nos la abre a los ojos. Por el contrario, el argumento de Cristo fue salvativo y destructivo del argumento del diablo. Porque una vez que el diablo había hecho al hombre desemejante a Dios, habiéndole, sin embargo, prometido que había de hacerle semejante, fue necesario que Cristo fuese semejante al hombre, para que hiciera al hombre semejante a sí, esto es, a Dios. Cristo, pues, tuvo conformidad de naturaleza, en cuanto Dios, con el Padre, igualdad de poder, inmortalidad de vida. En estas tres cosas se unió al Padre. Fue necesario, por tanto, que en otras tres cosas opuestas a éstas se uniera al hombre. Por eso tomó la pasibilidad de la naturaleza, la necesidad de la indigencia, la mortalidad de la vida. Así, pues, tres cosas tuvo por esencia y otras tres tomó por misericordia. Y, por tanto, fue necesario que las tres fueran vencidas por las tres. Ahora bien, la vida por esencia no pudo ser vencida por la muerte, ni la potencia por la penuria, la impasibilidad por la pasibilidad. Luego fue necesario que el hombre pasase de la mortalidad a la inmortalidad, de la carencia a la opulencia, de la pasibilidad a la corana (Hex. Col. I, n. 27) 76. De nuestras preguntas por la posibilidad de una visión bella, buena y verdadera, optimista de la realidad, con la teología de la historia bonaventuriana, podemos, en primer lugar, dar un «sí» afirmativo, y en segundo lugar, el antiquaesitum, que surge de modo sutil como si quisiera no ser conocido, es iluminado.

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El cursivo es mío.

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Este mal se hace presente en el sexto día que toma fuerza en una primera tribulación y luego más fuerte en una segunda tribulación aún más intensa, pero ya desde la primera tribulación hay una semilla de esperanza del séptimo día que crece. Esta maldad que llega a su punto máximo, triunfa, pero en su triunfo se destruye por haber escogido despojarse de toda belleza, bondad y verdad, y por lo tanto, del mismo Ser.

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APÉNDICE 177

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J. RATZINGER, Teología de la historia…, 65.

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APÉNDICE 278

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J. RATZINGER, Teología de la historia…, 96.

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BIBLIOGRAFÍA AQUINO, TOMÁS, Summa Theologiae, en http://www.corpusthomisticum.org/sth1002.html [09-05-2016]. , Super Boetium de Trinitate, en http://www.corpusthomisticum.org/cbt.html [02-05-2016]. Biblia de Jerusalén, Desclée de Brouwer, Bilbao 1999. BUENAVENTURA, «Colaciones sobre el Hexaémeron o Iluminaciones de la Iglesia», en L. AMOROS – B. APERRIBAY – H. OROMI (edd.), Obras de san Buenaventura, III, BAC, Madrid 1947. KANT, I., «Whether the Human Race is Continually Advancing toward the Better?», en J. PIEPER, El fin del tiempo. Meditación sobre la filosofía de la historia, Herder, Barcelona 19982; traducción española de Über das Ende der Zeit. Eine geschichtsphilophische Betrachtung, Kösel Verlag, Munich 19803. POPPER, K., The Open Society and its Enemies, Princeton University Press, New Jersey 2013. PUENTE, C. E., The Fig Tree & the Bell. Chaos, Complexity and Christianity, CreateSpace Independent Publishing Platform, U.S.A. 2011. RATZINGER, J., La teología de la historia de san Buenaventura, Encuentro, Madrid 20102; traducción española de Die Geschichstheologie des heligen Bonaventura, Verlag Schnell & Steiner GmbH, Regensburg 1959. DE

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INDICE Siglas ....................................................................................................................... 2 Introducción ............................................................................................................ 3 1. El problema de la historia ................................................................................... 4 1. 1. Crisis de la historia ...................................................................................... 4 1. 2. Visiones extremas ....................................................................................... 9 1. 2. 1. Visión anti-histórica: pensamiento a-histórico de la escolástica......... 9 1. 2. 2. Visión historicista.............................................................................. 10 2. Un quaesitum y antiquaesitum inquietantes ..................................................... 12 3. Estudio de Ratzinger ......................................................................................... 16 4. La Teología de la historia de s. Buenaventura .................................................. 18 4. 1. Preámbulos ................................................................................................ 18 4. 1. 1. Contexto histórico ............................................................................. 18 4. 1. 2. Esquema de las Collationes in Hexäemeron ..................................... 18 4. 1. 3. Fuentes .............................................................................................. 20 4. 2. Contenido de la doctrina de la Teología de la historia .............................. 22 4. 2. 1. Christus medium ............................................................................... 22 4. 2. 2. Reconstrucción según Ratzinger ....................................................... 23 4. 2 .2. 1. Delimitación provisional ........................................................... 23 4. 2. 2. 2. Esquemas históricos de las Collationes .................................... 24 4. 2. 2. 3. Dúplice esquema septenario del tiempo .................................... 27 4. 2. 2. 4. Los dones del Espíritu Santo: Pax y Revelatio ......................... 34 4. 2. 2. 5. Participatio corporis ad Passionem Capitis ............................. 35 5. Breve mención de otras interpretaciones .......................................................... 37 Conclusión ............................................................................................................ 38 Apéndice 1 ............................................................................................................ 41 Apéndice 2 ............................................................................................................ 42

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