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May 18, 2017 | Autor: Alejandro Alcolea | Categoría: Social Sciences, Social Media, Sociology of Technology, Charisma
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Descripción

La teatralización de la vida cotidiana a través de las redes sociales como estrategia de comunicación política. El caso de Alberto Garzón en Twitter The everyday life dramatization through social networks as a political communication strategy: the case of Alberto Garzón on Twitter Alejandro Alcolea Marín Universidad Complutense de Madrid [email protected]

Resumen: Este estudio se propone analizar el personaje político de Alberto Garzón construido en las redes sociales de Izquierda Unida según la perspectiva teatral planteada por el sociólogo estadounidense Erving Goffman, que establece que cualquier interacción dentro de un establecimiento social puede examinarse desde el punto de vista de la actuación dramática. Palabras Clave: redes sociales – teatralización - comunicación política Abstract: This study aims to analyze the political character of Alberto Garzón built at the Izquierda Unida social networks team, according to the theatrical perspective raised by the American sociologist Erving Goffman, which states that any interaction in a social setting may be examined from the point of view of the dramatic action. Key words: social networks - dramatization – political communication “Yo soy el cantante, Muy popular donde quiera. Pero cuando el show se acaba Soy otro humano cualquiera” Héctor Lavoe

1.

Introducción

Este estudio se propone analizar el personaje político de Alberto Garzón construido en las redes sociales de Izquierda Unida según la perspectiva teatral planteada por el sociólogo estadounidense Erving Goffman, que establece que cualquier interacción dentro de un establecimiento social puede examinarse desde el punto de vista de la actuación dramática. A través de un análisis de las interacciones generadas entre el líder político y el equipo de redes sociales de la formación, sobre todo, mediante la teatralización de la vida cotidiana como estrategia de comunicación política, y los usuarios de la red social Twitter durante

las campañas electorales de las Elecciones Generales Españolas del 20 de diciembre de 2015 y del 26 de junio de 2016, se explican los mecanismos simbólicos que ponen en marcha una activación de las relaciones parasociales que la política necesita para construir un liderazgo basado en la idea de la cercanía y su propia legitimación en un nuevo espacio social de la opinión pública mediado por las nuevas tecnologías. Asimismo, el trabajo apunta hacia los orígenes, modos, repertorios y efectos de los usos políticos de las nuevas tecnologías con la voluntad de servir como guía introductoria para las campañas electorales en contextos online. 2.

Presentación del debate tecnológico

A lo largo de la última década, sobre las bases de la lógica del Internet-centrismo (Morozov, 2011), se ha construido todo un repertorio de mecanismos tecnológicos para resolver problemas de diversa índole en el terreno de lo social. Desde la llegada de los primeros sistemas electrónicos en red, muchas empresas, instituciones económicas, periodistas especializados y académicos han señalado la importancia de Internet como un nuevo mundo por explotar. De esta manera, se entiende que a partir de este momento no solamente podemos explicar las relaciones sociales desde nuevas perspectivas –o enfoques renovados por las tecnologías, como la sociometría, una técnica basada en la teoría de grafos que entiende los sistemas sociales como resultados de relaciones entre aristas y vértices ahora digitales (Caldarelli y Catanzaro, 2012)-, sino que además debemos solucionar los elementos problemáticos que inciden dentro de cada uno de los ámbitos de interacción social, puesto que Internet es entendido como un sistema de naturaleza aproblemática per se. Sin embargo, no se trata de nada nuevo: en términos históricos, la sucesión de nuevos inventos tecnológicos ha corrido siempre en paralelo a los sueños de renovación social y política (Winner, 2003:57). A finales del siglo XX ya encontramos ejemplos importantes que establecen un marco interpretativo sobre el horizonte de las funcionalidades de los ordenadores y las redes en el campo de la política: Alvin Toffler (1997:251) consideraba estos nuevos aparatos como . Pocos años después, Howard Rheingold afirmaba en The Virtual Community que las redes mundiales de la comunicación, controladas por ciudadanos, facilitarían

ágoras

electrónicas como un espacio emergente de poder independiente de las estructuras tradicionales:

El significado político de [la comunicación mediada por los ordenadores] descansa en su capacidad para desafiar el monopolio que la clase política tiene sobre los poderosos medios de comunicación, y quizás, por tanto, revitalizar la democracia-basada-en-los-ciudadanos (1993:14).

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En 1999 y en esa misma línea, Andrew Shapiro expresaba en The Control Revolution que la tecnología permitiría esquivar la representación política dotando a la sociedad de las herramientas necesarias para tomar sus propias decisiones política, dando como resultado un orden social organizado por ciudadanosgobernantes. En su Declaración de independencia del ciberespacio, un texto presentado en Davos el 8 de febrero de 1996, John Perry Barlow avisaba a que las reglas del juego estaban cambiando:

Yo declaro que el espacio social global que estamos construyendo es naturalmente independiente de cualquier tiranía que queráis imponernos. Vosotros no tenéis ningún derecho moral a regularnos, ni tampoco poseéis ningún método de aplicación del que nosotros tengamos auténticos motivos 1

para temer .

Según el politólogo americano Langdom Winner, las innovaciones tecnológicas ciertamente disponen de un elemento de verdad en la revitalización cívica, puesto que gracias a la aplicación de sus usos en el ámbito de lo político han mejorado la calidad de vida de la ciudadanía, especialmente en su ejercicio de apertura y facilitación de contenidos informativos digitales sobre el mundo social y político, incrementado los niveles de educación y dando lugar a lo que hoy conocemos por la Sociedad de la Información y el Conocimiento. De hecho, el autor afirma que El solucionismo como problema No obstante, para entender el papel que desarrollan las tecnologías –ya sean nuevas o viejas- en la sociedad se hace necesario atender a un abanico teórico más amplio. Pese a un desigual reparto de capital simbólico entre las distintas corrientes de pensamiento que abordan la cuestión de la tecnología, como el neutralismo –que entiende la tecnología como un conjunto de herramientas dependientes de la voluntad humana- o el determinismo –que la explica bajo la idea de que posee una naturaleza que “impacta” en nuestras vidas y que debemos asumir-, lo cierto es que se trata de un debate de necesaria urgencia y ya son muchos los autores que han advertido sobre los peligros por el fetichismo tecnológico (Rendueles, 2013) y la carencia de reflexiones profundas para explicar las tecnologías desde una perspectiva social. En lo que respecta al dilema acerca de cómo interpretar la relación entre las nuevas tecnologías y las personas, Morozov apunta hacia el solucionismo como una manera errónea de entender los usos de las tecnologías y que resulta

1.

El texto íntegro de esta referencia puede encontrarse en la web de la Fundación Fronteras Electrónicas (EFF): https://www.eff.org/cyberspace-independence

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esencial en los procesos de resolución de los conflictos sociales. Según el autor, esta escuela: […] reformula todas las situaciones sociales complejas como problemas con definición clara y soluciones definitivas y computables, o como procesos transparentes y obvios a primera vista que pueden optimizarse sin mayor esfuerzo –apenas contando con los algoritmos correctos- , probable que esta búsqueda tenga consecuencias inesperadas y termine causando más daño que soluciones (2015: 24).

Así, el solucionismo sería la ideología que legitima y tiene por fin único alcanzar la perfección de la vida social, designando una preocupación por encontrar soluciones atractivas, monumentales y de mentalidad estrecha a problemas complejos, fluidos y polémicos. Cuenta Morozov (2015:24) que, lo polémico, en este sentido, no es el problema, sino la definición misma del problema: esta corriente de pensamiento . Tal y como apuntamos anteriormente, en el campo de la política el pensamiento perfeccionista habría derivado hacia el planteamiento de diferentes soluciones al problema de la cercanía y el dilema de la representatividad en los sistemas de gobierno actuales, anclados en la contradicción que supone la puesta en práctica de la democracia representativa como un mal menor frente al deseo de una praxis radicalmente democrática, basada en el antiguo concepto del Quod omnes tangit debet ab omnibus approvari: lo que a todos concierne, por todos debe ser aprobado (Manin, 1998:112). Estas prácticas se llevarían a cabo en el desarrollo de toda una serie de interacciones solucionistas en la que participarían diferentes actores sociales, como las instituciones públicas, la ciudadanía y la clase política, que pondrían en marcha procesos de apertura de datos y la conformación de un gobierno abierto, comenzarían a participar en procesos deliberativos digitales y pondrían en práctica procesos de teatralización política del liderazgo a través de las redes sociales. Si llevamos esta lógica al extremo, daremos con toda una serie de propuestas solucionadoras relacionadas con la desintermediación y la democracia líquida (Morozov, 2015: 133), que consisten en la eliminación de las instituciones públicas como mediadoras en las interacciones que se producen entre la ciudadanía y los procesos políticos. De la novela política a la obra teatral Si tomamos la teatralización política en las redes sociales como principal objeto de estudio, cabe señalar que –en sintonía con el gobierno abierto o la participación política digital- se trata de un proceso de significativa novedad, especialmente dentro de los límites geográficos de España. De hecho, a menudo se ha dicho que

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los partidos emergentes españoles –esencialmente, Podemos (Galdon, 2015:115)han dominado con mayor eficacia la entrada de la política a las nuevas tecnologías, a diferencia de los partidos clásicos españoles.

A fin de explicar

cómo funciona la lógica de este tipo de teatralización bajo un sistema teórico adaptado, resulta más que viable recurrir a los planteamientos del sociólogo estadounidense Erving Goffman, quien a finales de los años 50 afirmaba que todo comportamiento social en una realidad determinada podría explicarse bajo la metáfora teatral (2009:44). Esta forma de presentarse frente a distintos auditorios (la familia, los amigos, la escuela, oficina, etc.) necesitaría de una distinción básica en la interacción de los individuos, dividida entre dos espacios clave: la región anterior -front region-, referida al lugar donde tiene lugar la actuación, encarnando diferentes normas sociales (2009:125), y la región posterior o trasfondo escénico – back region, backstage-, en la cual hacen su aparición los elementos suprimidos (2009:130). Se trata de actores que se esfuerzan permanentemente a lo largo de toda su vida social para transmitir una imagen convincente de sí mismos frente a diversos escenarios. Si trasladamos la teatralización al campo de la política, observamos esta interacción como un proceso social llevado a término en un espacio social concreto, donde encontramos sujetos políticos actuantes y multitudes ciudadanas que asumen y se organizan en torno a distintos roles como público dentro de un auditorio donde se encuentra una sociedad civil que se manifiesta en diferentes términos de participación política: votantes de unos partidos y de otros, participantes en organizaciones políticas, activistas que se suman a la protesta, ciudadanos apáticos e inactivos, abstencionistas, entre otros (Anduiza y Bosch, 2004: 30-31). Así, el objetivo de esta interacción, emprendida por los sujetos actuantes en el contexto del sistema de democracia representativa tendría un valor instrumental2 –que no intrínseco, como sí podría darse en la teatralización en otros ámbitos sociales-: lo que se persigue, en esencia, es persuadir, movilizar el voto y legitimar su posición en el orden político-social establecido. De hecho, Goffman señala que existe, efectivamente, un punto de intersección entre la perspectiva teatral y la política cuando afirma que: […] Entre otras cosas, si un individuo ha de dirigir a otros, descubrirá a menudo que es conveniente impedir que estos se enteren de los secretos estratégicos. Por otra parte, si un individuo intenta dirigir la actividad de otros por medio del ejemplo, el esclarecimiento, la persuasión, el intercambio, la manipulación, la autoridad, la amenaza, el castigo o la 2

Expresión utilizada por el teórico británico David Heald para explicar los diferentes valores de los procesos de apertura de datos en las instituciones públicas en “Transparency as an Instrumental Value”, en Christopher Hood y David Heald (eds.), Transparency: The Key to Better Governance?, Oxford, Oxford University Press, 2006, p.68

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coerción será necesario que, independientemente de su nivel de poder, comunique eficazmente qué quiere que hagan las personas a quienes se dirige, qué se propone hacer para lograr que lo hagan u qué medidas tomará si no lo hacen. Este tipo de poder debe estar revestido de medios eficaces para exhibirlo, y sus efectos serán distintos según la forma en que se lo dramatice (2009:270).

Si echamos la vista atrás, observamos que la teatralización no es en absoluto un elemento innovador o fruto del uso de las nuevas tecnologías –no quisiéramos pecar de epocalistas (Morozov, 2015:56)-. De hecho, distintas estrategias dentro de lo que conocemos por campañas de aire en materia política, como las fotooportunidades o los pseudo-eventos vendrían a demostrarlo. Por otro lado, también encontraríamos ejemplos en prácticas como el poli-tainment o la política pop, que de alguna manera –aunque salvando diferencias importantes en la naturaleza de su lógica, que explicaremos más adelante- vienen a ser el predecesor de la teatralización política en el ámbito de las redes sociales. Según Mazzoleni, la insistencia de la televisión por las personas, la imagen y el reclamo emocional, convierten en los acontecimientos políticos y tienen consecuencias importantes para la dinámica de la relación entre unos políticos y otros, entre los políticos y la opinión pública y entre los políticos y los profesionales de los medios. La

televisión

mitifica,

novela,

sublima,

es

decir,

se

adueña,

transformándolos, de los hechos, las personas y los acontecimientos que enfocan sus cámaras (2010:84).

En este orden de cosas, la política pop –aquella que entiende que en la democracia de audiencias se encuentra en la cultura popular y que, por tanto, los políticos deben ocuparse también de esos espacios- sería fruto de la interacción entre la política y los medios de comunicación que, unidos por un vínculo de interdependencia, daría lugar a una información política resultante de una negociación de la noticiabilidad entre el sistema político y el mundo de la información (Mazzoleni, 2010:91). Esta mediatización daría lugar a un conjunto de efectos de carácter sistémico –los que afectan predominantemente a los aspectos mediáticos de la comunicación política: , construcción de la agenda política y fragmentación de la información política (2010:103)- y psicosociales –los que afectan directamente al modo de ser y de situarse del sistema política: personalización, y selección de las élites políticas (2010:104)-. El autor italiano recuerda en su manual que la política ha poseído siempre una dimensión teatral y espectacular y que la conversión de la política en espectáculo por parte de los medios no constituye una revolución inesperada:

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La comunicación de masas y la cultura popular se han limitado a recoger una herencia narrativa plurisecular y se han conjugado con una realidad (la política) que ya había mostrado una marcada tendencia a la dramatización (2010:106).

Asimismo, apunta que la actividad política ha tenido que adaptar sus formas tradicionales de comunicación a los nuevos cánones y a la nueva situación. Esta perspectiva sobre el medio televisivo sería análoga a la misma que se lleva formulando desde el pasado siglo sobre la idea de Internet –desde la Ley de Moore3 (1965)-, como un medio que posee una serie de leyes naturales contra las que no nos queda más remedio que la adaptación que actualizará las reglas del juego en la interacción entre los seres humanos y las tecnologías (Morozov, 2015:248). En la misma línea y casi tres décadas antes, el lema de la Exposición Universal de Chicago de 1933 decía que “La ciencia descubre; la industria aplica; el hombre se adapta”. Este enfoque, contrario a la idea de una acción colectiva eficaz y que Morozov califica de derrotismo tecnológico (2015:240), tanto en el campo de la política como en la innovación tecnológica, reforzaría el caso de los kodakers que el autor bielorruso pone por ejemplo: En el siglo XIX la gente tuvo que acostumbrarse a que existieran paparazzi y a una pérdida parcial de su privacidad; pero no el de, por ejemplo, las campañas por la reducción del ruido en las ciudades modernas en el siglo XX que consiguieron la intervención de las instituciones en los nuevos medios tecnológicos a fin de mejorar la convivencia entre los coches y el descanso en las ciudades modernas (Ibídem: 248-249). En definitiva, para Mazzoleni la adaptación de la política a los nuevos medios tecnológicos ha supuesto: 1) una ; y 2) un cambio del discurso en tanto que La manufactura del vínculo íntimo De cara a acercarnos mejor al proceso que se da cuando el político utiliza los medios de comunicación de masas para dirigirse a sus públicos, cabe destacar la teoría de las interacciones para-sociales planteada por Donald Horton y Richard

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Esta ley corresponde al cofundador de Intel, Gordon Moore, quien explicaba que el crecimiento exponencial de algunos componentes tecnológicos, como los semiconductores, funcionaba de manera similar a un proceso propio de la naturaleza.

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Wohl (1956)4, que establece que una de las características más sorprendentes de los nuevos medios de comunicación de masas del pasado siglo, como la radio o la televisión, es la capacidad de fabricar una pseudointimidad similar a la que se consigue de una relación cara a cara, entre la audiencia y el emisor. Este planteamiento se configura, por tanto, como un elemento central en las relaciones de reciprocidad que se dan entre los medios de comunicación y el campo político, reconstruyendo una vez más la relación entre la política y el desarrollo tecnológico como una simbiosis históricamente cambiante y de confianzas renovadoras (Winner, 2003:59) que permite la manufactura de un vínculo íntimo entre el sujeto político y una audiencia potencialmente politizada. Este tipo de interacción de apariencia interpersonal se construye a través de distintas estrategias técnicas de índole dramática, consiguiendo generar toda una serie de matices de apariencia y gestualidad que no escapan a la percepción social ordinaria y que sirven para articular la interacción. Así, durante los programas televisivos o radiofónicos, el actor mantiene relaciones con terceros, pero también apela directamente al espectador en un tipo de conversación personal y privada. La audiencia, por su parte, no es una mera observadora, sino que participa en la acción del programa y en sus relaciones sociales internas. En este tipo de relación la fantasía del espectador es muy importante, pero la gran diferencia respecto a una relación ortodoxa es que el espectador no puede dejar de percibir la falta de reciprocidad, convirtiendo la realidad interaccional en un simulacro (Horton y Wohl, 1956:1). Tal y como observaremos más adelante en el análisis, esta disfunción vendrá a ser superada parcialmente por las herramientas interactivas que integran las nuevas tecnologías. La relación producida es entonces de un carácter unilateral, no dialéctica, controlada por el emisor y no susceptible de recreación compartida, dejando fuera de la relación para-social los canales por los que el espectador puede hacer llegar sus opiniones. Uno de los puntos más relevantes es que la persona, encarnada en el sujeto político en nuestro caso, ofrece una relación continua en un evento regular y que se planifica e integra en las rutinas de la vida cotidiana: Sus devotos “viven” con la celebridad mediática y comparten los episodios más minúsculos de su vida pública ―y hasta cierto punto incluso de su vida privada, fuera de los programas de televisión. Poco a poco, su contacto continuo adquiere una historia y la acumulación de experiencias pasadas le da un significado adicional a la relación actual. Este vínculo queda simbolizado por alusiones que no significan nada para el observador

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Horton y Wohl pertenecen a la misma escuela sociológica que Erving Goffman, el Interaccionismo simbólico (Ibáñez, T; Botella, M; Domènech, M; Feliu i Samuel, J.F.; Martínez, L; Pallí, C.; Pujal, M; Tirado, F.J., 2004: 78).

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puntual y se ocultan al extraño. En el momento adecuado, el devoto ―el “fan”― llega a creer que “conoce” a la persona más íntima y profundamente que los demás, que “comprende” su carácter y aprecia sus valores y motivaciones (Horton and Wohl 1956: 3, trad. Luis García Tojar).

De esta manera, cabe pensar que rutinización de los vínculos pseudoíntimos integrada en los sucesos del día a día y de la vida cotidiana del público es un factor crucial en tanto que se configura como un elemento aproximador entre ambas partes, produciendo un efecto ilusorio de cercanía entre unos y otros; entre sujetos actuantes y auditorios, relajando las diferencias sociales entre distintos. En este sentido, los autores explican que la audiencia conoce a la persona presentada como si fuese su amigo íntimo, mediante la observación e interpretación de su apariencia, gestos, etc. En cuanto a la reciprocidad, sólo puede insinuarse, y hay varias formas de lograrlo, pero todas necesitan del apoyo de la audiencia: a) mediante un esfuerzo de la persona por imitar los gestos, estilo conversacional y el ambiente de un encuentro cara a cara; b) separando la personalidad real de la persona del constructo, tratando a los copresentadores como amigos y haciendo creer a la persona que forma parte de esa relación; c) rompiendo el formato del programa y mezclándose con la audiencia; y d) haciendo uso de la tecnología de los medios de comunicación como medio para mostrar sociabilidad, afabilidad, amistad y contacto estrecho, como, por ejemplo, a través de la denominada cámara subjetiva (Horton y Wohl, 1956:4-5). Los beneficios de la interacción para-social para el espectador están relacionados con los papeles institucionalizados y las situaciones sociales en las que participa a lo largo de su vida cotidiana en tanto que la asunción de éstos supone una autorevisión de su propio rol. Según los autores, cuando se establece el vínculo se está estructurando una revisión de las exigencias tanto internas como externas del propio espectador, que pueden estar relacionadas con la adquisición de un determinado status, la exploración y el desarrollo de un nuevo rol o el retorno a un rol abandonado. En definitiva, este proceso social influye en los modelos de comportamiento social, así como también en el proceso de aprendizaje del espectador sobre las estrategias conductuales del otro –puede ser el sexo opuesto, una persona de un status social superior o inferior o determinados perfiles profesionales, como el político, etc.-. El rol interpretado a través del programa puede ser una versión idealizada de una representación cotidiana ―una “exitosa” aproximación para-social a un modelo ideal que no se logra a menudo en la vida real, quizás nunca. En este caso, la contribución de la persona sería mantener ante sus seguidores una especie de espejo mágico, representando su papel recíproco con mayor habilidad e idealidad de cómo lo hacen los individuos con quienes

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interactuamos en el mundo real (1956:9).

Así, observamos como el emisor influye en mayor o menor grado en el espectador que acepta su rol dentro de la relación para-social, aportando una definición de la situación social, siguiendo la teoría de los actuantes propuesta por Goffman (2009:15). Si entendemos la televisión o a la radio como medios apropiados para la representación dramática en tanto que parte escénica de la dotación expresiva, el actuante que interpreta su rol en las relaciones para-sociales estaría también solicitando implícitamente a sus observadores que tomen en serio la impresión promovida ante ellos (2009:31), además de mostrar, tal y como apuntan Horton y Wohl, una versión idealizada de sí mismo (Goffman, 2009:49), que incorpora valores oficialmente acreditados por la sociedad, a los que el espectador puede tener o creer tener aspiraciones legítimas a fin de alcanzar una mayor posición social –propiedad compensatoria de este vínculo según Horton y Wohl-. Sin embargo, la imagen presentada por la persona es un constructo que puede no tener ningún parecido con la realidad. Las figuras populares de la radio y la televisión son, o aparentar ser, paradigmas de las virtudes de la clase media con capacidad intelectual digna. Para ello necesitan esconder toda aquella discrepancia con la vida privada. No obstante, una parte de la gente tiene interés en esta vida privada, por tanto, la estrategia más utilizada es crear una fachada –y aquí encontramos una analogía más con la teoría de Goffman según su definición de la fachada como la parte de la actuación empleada intencional o inconscientemente que funcionará de un modo regular y prefijado (2009:36)aceptable para ésta por parte de los gabinetes de prensa, especialistas en comunicación y revistas. La arquitectura de las tendencias Para explicar de manera más clara las relaciones que se dan entre las personas y las nuevas tecnologías, se hace necesario tener en cuenta el concepto de Agencia Compartida5 de la socióloga Amparo Lasén, que se encuentra a medio camino entre la neutralidad y el determinismo. Según la autora, esta clase de prácticas se producen bajo un conjunto de dinámicas que atraviesan nuestros procesos de subjetivación mediantes prácticas de ensayo/error en una relación más o menos simétrica entre los aparatos tecnológicos y los seres humanos. En los resultados de un estudio sobre los procesos de subjetivación la autora observa que: […] nos encontramos con una configuración cultural, social y personal de las tecnologías, pero también, recíprocamente, las personas, sus cuerpos y

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Este concepto parte de la teoría de Actor Red planteado por el filósofo francés Bruno Latour (2008), donde el autor invita a una reformulación de las teorías sociológicas clásicas para explicar qué es la sociedad y qué actores participan en la configuración de lo social.

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sus relaciones se ven transfiguradas por los usos y mediaciones tecnológicos, a través de esta agencia compartida entre personas y máquinas, donde no sólo están implicados usuarios y artefactos, sino también las condiciones de comercialización marcadas por los operadores, servidores y propietarios de las plataformas, y las distintas regulaciones institucionales e informales de dichos usos y prácticas (2012:5).

En este orden de cosas, los usos que se hacen de las redes sociales no serían producto del “impacto” determinista, ni tampoco de la voluntad autónoma de los usuarios, sino más bien de una interacción en la que ambas partes se encuentran en posiciones de poder similares dentro de un contexto concreto. Otros autores (Warner y Johns, 1990; citados en Morozov, 2015) han afirmado en este sentido que en vez de situar la tecnología por fuera de la sociedad, podemos Esta teoría explicaría que los resultados de los usos observables en las nuevas tecnologías -en la cuestión de la construcción de las identidades- es un producto de una lógica de la propia experiencia –tendencias- de la ciudadanía en el contexto digital, que va construyendo en un juego de interacciones las diferentes maneras de expresarse a través de los medios tecnológicos. Auto-seguimiento e Identidad La cuestión sobre las nuevas identidades que se sustentan en el entorno digital han sido últimamente también importantes objetos de estudio dentro de la ciencia social. El Yo digitalizado, según Remedios Zafra (2012:109) se está construyendo desde una necesidad de carácter documental, caracterizado por la constante acreditación de su mundo como prueba de su existencia y veracidad. Este nuevo Yo, a su vez, se sitúa dentro de un contexto de mercado, capitalista y propio de la globalización que se establece como un marco […]

estetizador

y

homogeneizador,

que

pasa

justamente

(y

paradójicamente) por generar aspiraciones de diferenciación (en lo epidérmico) a partir de las nuevas necesidades que nos generan las viejas necesidades tecnológicas ya asentadas(Zafra, 2012: 109).

El resultado es la congregación dispersa de yoes digitales que compiten entre sí y que, por tanto, están lejos de poder vertebrar comunidades que apuesten por el cambio social de manera activa. Rendueles incide mucho en esta idea en su ensayo Sociofobia (2013), donde explica que la nueva identidad debe ser extremadamente adaptativa y líquida (Bauman, 2005) en tanto que el contexto se caracteriza, esencialmente, por su imprevisibilidad.

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El triunfador del turbo-capitalismo es profundamente adaptativo: tiene distintos yoes, diversas personalidades familiares, ideológicas o laborales. […] Quien se aferra a una identidad política, sentimental o moral ya no es ni siquiera un perdedor o un resentido, sino directamente un sujeto patológicamente poco adaptivo. Las metáforas políticas y sociales dominantes de nuestro tiempo tienen que ver con la reticularidad y la fragmentación: sociedad red, sistemas distribuidos, mentes modulares (Rendueles, 2013: 181).

La

configuración

de

estas

nuevas

identidades

dentro

de

lo

social

irremediablemente repercute en el panorama de la participación política, generando nuevas pautas de conducta, estrategias relacionales y expectativas personales que dan lugar a comportamientos políticos de carácter expresivo (Borge; Cardenal; Malpica; 2012: 737) en red, como, por ejemplo, el hecho de compartir recogidas de firmas virtuales o apoyar causas políticas en las redes sociales. Este tipo de participación se encajaría dentro de lo que han denominado los incentivos selectivos de la participación política y se deriva de la gratificación del acto mismo de participación transformándolo de un medio a un fin en sí mismo (Ibídem). Las estrategias de comportamiento en las redes sociales se nutren, en este sentido, de expresiones manifestadas a partir de píldoras informativas sobre el Yo construido en base a lo que Morozov denomina la cuantificación y computación de la vida cotidiana (selftracking), que da lugar al Yo cuantificado (2015:260) -y al Quantified Self como tendencia aparecida en los últimos cinco años-. Tanto es así, que el autor afirma que hoy en día resulta difícil encontrar actividades cotidianas que no se rastreen ni registren, gracias a que todos llevan un teléfono inteligente en su bolsillo (2015:256). El periodista especializado en tecnología y ex colaborador de la revista Wired, Gari Wolf (citado en Morozov, 2015: 260), identificaba, en un artículo publicado en el New York Times, que existen hasta cuatro factores que explican el aumento del auto-seguimiento en los últimos años: 1) la reducción del tamaño de los sensores electrónicos y su mayor potencia; 2) el hecho de que una vez en nuestros teléfonos inteligentes, esos sensores comenzaron a aparecer por todas partes: 3) gracias a las redes sociales (desde Facebook a Twitter) compartir datos ahora parece algo normal; y 4) la idea de la computación en la nube posibilitó (e hizo aceptable) la descarga de nuestros datos en servidores distantes. Por otro lado, los factores del intercambio de datos personales y la nube son de especial importancia: revelar las mediciones propias puede brindar motivación adicional (por ejemplo con la pérdida de peso); al mismo tiempo, puede fortalecer el tipo de sentido de comunidad que impulsa la creación de programas

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sólidamente establecidos como alcohólicos anónimos o weight watchers (para el control de peso). Sin embargo, Morozov apunta que uno de los factores que impulsan las iniciativas del yo cuantificado tal vez sea el afán de acumulación: Aunque los miembros del movimiento del Yo cuantificado no lo digan de manera explícita, una de las esperanzas que se esconde detrás del autoseguimiento es que tarde o temprano los números revelen una verdad interior más profunda sobre quienes somos en realidad, que es lo que en realidad queremos, y donde deberíamos estar en realidad (2015:262).

Este modelo, según el autor bielorruso, sería un claro ejemplo del concepto del doble click (2015:94) del filósofo francés Bruno Latour: obtenemos una visualización digital completa de nuestro verdadero Yo sin ningún tipo de reflexión sobre las condiciones sociales en las que se produce. Un concepto que guarda muchas similitudes con la del fetichismo de la tecnología -de Rendueles- , de la mercancía (Marx, 1976:101-117) y los contenidos informativo-culturales (Bourdieu, 1997:47).

Así, solo atendiendo a nuestros registros y visualizando nuestros

deseos, temores y anhelos podremos aspirar a la acción racional y por ende, al solucionismo. Asimismo, Morozov incide en que la reciente atracción que ha generado el auto-seguimiento solo puede comprenderse en el marco de la búsqueda narcisista moderna de omnipresencia y excepcionalidad: El problema de esta cuestión residiría en que el cuidado de la reputación online reproduce modelos sociales en términos de clase entre quienes pueden pagar servicios dedicado a la limpieza de la huella digital y quienes no tienen recursos suficientes, teniendo que asumir la publicación de su vida. Al hilo de este debate, Morozov afirma que las decisiones de divulgación de datos personales son tramposas porque la decisión de registrar y difundir información sobre la persona tiene implicaciones para terceros: si elegimos registrar datos sobre nuestra salud y otros no, tarde o temprano nuestra decisión de no hacer nada puede verse como un reconocimiento tácito de que el resto tiene algo que esconder (2015:268). Cuantos más son los que adoptan la mentalidad de registrar y compartir, los que se niegan a participar de esta gran fiesta soportaran el peso de los costos sociales. Por ello es que necesitamos un debate sobre la ética del auto-seguimiento; la decisión de registrar y revelar cierto aspecto de nuestra vida privada no puede derivar solamente de la preocupación por mejorar nuestro propio bienestar, del mismo modo en que la decisión de

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cuanta electricidad o agua consumismo en nuestra casa no puede surgir solo de la capacidad de pagarlas o de necesidades materiales (2015:272).

Es preciso entender que “Internet” no es una plaza o ágora donde todas las personas son iguales: no existen intereses fijos y demarcados con claridad, ni tampoco un público monolítico y eterno. En este sentido, Twitter promueve ciertas tendencias –a través de cálculos algorítmicos inciertos- que, a su vez, generan públicos dando prioridad a según cuáles de esas tendencias (trending topic). De la misma manera, Facebook representa una determinada visión sobre cómo se supone que debe funcionar la vida pública y que cosas debe recompensar, además de facilitar la fabricación de memes. Esta idea (Morozov, 2015:184) sería totalmente incompatible con quienes defienden la tesis de la neutralidad, sosteniendo que Facebook solamente refleja lo que está sucediendo y que los memes surgen de manera orgánica y natural. Según Morozov, este hecho nos conduce al problema de la memeficacion de la vida cotidiana: cuando las decisiones editoriales se toman con el ojo puesto en lo que podría o no convertirse en un éxito online, lo que se informa y como se lo informa siempre se verá afectado. Esta lógica del meme, –la tendencia a evaluar todo en términos de como reaccionara el público destinatario sobre la base de la información que se tiene de él-, afirma, se está imponiendo con rapidez también en otros ámbitos de nuestra cultura (2015:185). Cabría considerar, pues, en este punto, que la memeficación vuelve a ser –una vez más- no solamente un mero resultado del “impacto” de las nuevas tecnologías en las estrategias de construcción del Yo digital, sino fruto de diferentes actores (personas, máquinas, algoritmos, contextos sociales, etc.) que configurarían las tendencias a reproducir de

manera

hegemónica

dentro

de

un

espacio

y

tiempo

concretos.

2. Planteamiento y metodología Para realizar esta investigación hemos decidido recurrir a una metodología de carácter cualitativo (Vallejos, Ortí y Agudo, 2007), en orden de acercarnos a los discursos y representaciones sociales de la propia formación política y de su líder hacia los usos políticos de las nuevas tecnologías, fundamentada, principalmente por: a) una netnografía o etnografía virtual (Hine, 2004) de las cuentas en Twitter de Alberto Garzón (@agarzon) e Izquierda Unida (@iunida); b) una entrevista en profundidad; y c) una auto-etnografía basada en mi propia experiencia como usuario de diferentes redes sociales. El planteamiento de este desarrollo metodológico parte del objetivo por la búsqueda de herramientas concretas adaptadas a las necesidades de la investigación, permitiendo ahondar en el conocimiento sobre el cómo se organizan las relaciones entre el político y los usuarios en el marco de la construcción de un campo de estudio fundamentado por los mensajes enviados por Alberto Garzón y su equipo, que viene a ser reforzado por la entrevista realizada a Miguel Ángel “Miky” López Corregidor, el

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responsable federal de Redes Sociales de Izquierda Unida, y el conocimiento práctico del investigador sobre el campo a estudiar. La netnografía se configura como una nueva disciplina en construcción para entender la realidad social que se está produciendo en el espacio online, entendida como un continum social (Del Fresno, citado en Polidura 2015:203) cuya justificación se encuentra en la creciente hibridación de las prácticas sociales y culturales entre los contextos offline y online. La hibridación consiste en que (Ibídem). Un ejemplo genérico en términos comunicacionales estaría en el la compatibilidad de un uso de la aplicación Whatsapp mientras, a su vez, se está conversando con otra persona cara a cara; un ejemplo aplicado a nuestro campo sería cuando un debate en la red pasa a un contexto offline, o viceversa, o cuando el político comparte las fotografías de un mitin político, propio de una campaña de tierra, a través de su cuenta personal en las redes sociales. Así, observamos que la etnografía virtual no es una etnografía alternativa, sino más bien la ampliación del objeto de estudio de las etnografías utilizadas hasta ahora; se trata, pues, de una reformulación que persigue la adecuación de la etnografía al contexto relacional online como espacio con características diferentes al offline y, por lo mismo, requiere reformular y adaptar algunos de los supuestos epistemológicos y metodológicos de la etnografía. Entendido la etnografía bajo esta lógica, pueden ponerse en marcha, por ejemplo, estudios de acciones políticas enfocados hacia ambos ámbitos: por un lado discusión que genera a través de hashtags y, por el otro lado, las conversaciones que tienen lugar en la concentración política físicamente compartida por los asistentes. En nuestra netnografía se hizo una búsqueda en Twitter de los tuits enviados por ambas cuentas (Alberto Garzón e Izquierda Unida) entre los días 4 y 21 de diciembre de 2015 y 10 y 27 de junio de 2016. En este sentido, el foco de investigación se ha dirigido, especialmente, hacia los tuits con contenidos teatralizantes, es decir, aquellos mensajes que, independientemente de tener significados políticos o no, tienen por principal objetivo el de humanizar al político, mostrando aspectos de su vida cotidiana como, por ejemplo, el seguimiento de un partido de fútbol, comentarios sobre videojuegos, grupos de música, sus gatos, comida o selfies con sus seguidores. Tras pasar varios meses intentando conseguir una entrevista con alguna persona con cargo de responsabilidad en el equipo de comunicación de Izquierda Unida, a finales del mes de junio conseguimos contactar con nuestro entrevistado, realizando, finalmente, la entrevista el día 8 de agosto a través de Skype, un software para hacer vídeo-llamadas. Pese a no tener unas expectativas

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demasiado altas debido al prejuicio que, a veces, tendemos a hacer de los compromisos en la red, la entrevista tuvo una duración total de 114 minutos y contó con una gran implicación por parte del entrevistado, incluso aun cuando, en determinados momentos, la video-llamada se colgaba y había que reiniciarla. De hecho, no llegaron a formularse el total de 41 preguntas preparadas en borrador a causa de la falta de tiempo, teniendo que priorizar por las más necesarias según los temas a tratar –situación política española, partidos emergentes, el trabajo en La Cueva, las campañas del 20 de diciembre y 26 de junio, uso político de las redes sociales y resultados de las estrategias-. Esta situación dio un giro inesperado a la investigación, proporcionando toda una serie de explicaciones muy fluidas y extensas y una gran cantidad de ejemplos de las prácticas de Alberto Garzón y de su equipo en Twitter: tras la entrevista concluimos que no se produjeron disrupciones comunicativas propias de las prácticas investigadoras en Internet, como la economización del lenguaje o el efecto lag -retraso entre el envío y la llegada mensajes- (Ardèvol, Bertrán, Callén, Pérez, 2003:11-12). Los campos básicos de utilización de la entrevista consistieron en: 1) la reconstrucción de acciones pasadas del entrevistado en cuanto a las acciones estratégicas llevadas a cabo por el equipo de redes en las dos campañas analizadas; 2) el estudio de representaciones sociales personalizadas en cuanto al sistema de normas, valores y códigos aplicados, sobre todo, al uso social y político de las nuevas tecnologías; y 3) la prospección de los campos semánticos, vocabulario y discursos arquetípicos de un miembro de la comunidad de militantes de Izquierda Unida, por un lado, y de los community managers como grupos sociales concretos en relación a su perfil profesional (Ibídem:77). Es de importancia destacar que la entrevista en línea, por lo menos en el marco de nuestro caso, ha significado una herramienta eficaz y capaz de cumplir con los objetivos metodológicos de la entrevista abierta tradicional no mediada, tales como la producción de un discurso conversacional, continuo y con una cierta línea argumental (Alonso, 2003:76) y la recogida de una información de carácter pragmático a un nivel individualizado, a través del acercamiento a las expresiones subjetivas y a la realidad social del entrevistado. (Ibídem:68-69). Por otra parte, al realizar esta investigación se ha tenido en cuenta la responsabilidad ética por parte del investigador en el sentido de que, muchas veces, las personas que participan en Internet pueden considerar como una expectativa legítima la privacidad de interacciones e informaciones que son públicamente accesibles (Estalella y Ardèvol, 2007:9). Por ello, los nicks o nombres virtuales de los tuits citados en el análisis han sido cambiados por el único elemento identificador que ha sido posible encontrar: el género del/la participante. Sin embargo, se ha entendido que, en el caso de las cuentas de Alberto Garzón e Izquierda Unida, en tanto que se trata de un uso político y, por

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tanto, bajo la actuación de sujetos de carácter público, se podía obtener toda la información necesaria sin tener que afectar a la privacidad de nadie. De hecho, tras establecer conversación con el entrevistado obtuvimos el consentimiento informado (Ibídem:6) para trabajar con el contenido de sus timelines, y al terminar la entrevista afirmó que no había ningún problema en ello e, incluso, se mostró favorable a contribuir con su ayuda en la búsqueda avanzada de los tuits a analizar. 3. Resultados Durante los últimos años y, sobre todo, a lo largo de las últimas campañas electorales -20 de diciembre de 2015 y 26 de junio de 2016- en el territorio español hemos observado intentos, desde distintas formaciones, por acercar la praxis política dentro del contexto virtual hacia actuaciones de índole dramática que persiguen de manera generalizada, por una parte, construir una ilusión de intimidad (Horton y Wohl, 1956) con sus públicos y, por la otra, legitimar sus posiciones en un nuevo espacio mediático creciente. Tal y como se apunta en la teoría de las relaciones para-sociales, el segundo objetivo, que tendría un valor intrínseco, sólo puede darse en el caso de que el primero, de carácter instrumental, consiga cumplirse mediante la aceptación de los públicos ante el rol que les ofrece la propia práctica social. En nuestro estudio de caso, el líder de Izquierda Unida (@garzon), así como la propia cuenta de la formación en Twitter (@iunida), ofrecen todo tipo de contenidos teatralizantes que hacen referencias a la vida cotidiana del político: imágenes con sus gatos desde casa, referencias a sus gustos musicales, comentarios sobre videojuegos, conversaciones con otros líderes políticos hechas públicas, selfies con grupos de admiradores/as tras un mitin político, etcétera. Entre los motivos que han llevado al equipo de Comunicación de Izquierda Unida hacia esta estrategia también encontramos que: a) existía una necesidad en términos económicos, puesto que la suma de la histórica invisibilización del partido frente a los partidos mayoritarios y la aparición de los partidos emergentes, como Podemos y Ciudadanos, pero sobre todo el primero había creado una situación en la que era urgente buscar un canal comunicacional alternativo, puesto que la televisión estaba reservada a otras formaciones; b) los partidos políticos, en tanto que actores sociales que se inscriben en un contexto de prácticas sociales, necesitan llevar a cabo un nuevo proceso de adaptación a los nuevos tiempos tecnológicos y a los lenguajes de las redes sociales frente a a la clásica comunicación partidista de carácter unilateral; y c) que Alberto Garzón, por sus características personales –es un techie, según el entrevistado-, resultaba idóneo de cara a una adecuación exitosa. En caso afirmativo, la credibilidad del líder y por tanto también la del partido, como prolongación de su liderazgo, quedaría reforzada en un ejercicio de legitimización mediado por las nuevas tecnologías. De

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hecho, las cuentas en redes sociales del líder político tienden a señalarse como un indicador de popularidad clave en estos procesos, donde las subidas y las bajadas de seguidores vienen a significar una especie de termómetro de adhesión al comportamiento –esto es, la manifestación verbal o escrita de la postura política sobre un hecho de actualidad, una acción propagandística concreta, un éxito o tropiezo mediático en televisión, etcétera- y a los valores del líder y de la formación política en su conjunto. Así, lo importante a destacar es que esta estrategia no es un mero producto del azar, sino que forma parte de un plan de comunicación, en nuestro caso coordinado por el equipo de redes sociales y el gabinete de comunicación de la formación, dirigido por la periodista Clara Alonso: 6

Miguel:

De hecho, la directora de comunicación se convierte en un elemento crucial para la supervivencia de esta empresa frente al rechazo de grupos afines al partido hacia una estrategia comunicativa basada en la informalidad y que parecía encarnar un alto factor de riesgo. En este sentido, observamos cómo el plan trazado para la modernización choca con las expectativas de las personas que conforman la base militante del partido y que, por tanto, no aceptan su rol dentro de la relación propuesta (Horton y Wohl, 1956:7), creándose así una disonancia cognoscitiva (Ibáñez, Botella, Domènech, Feliu i Samuel, Martínez, Pallí, Pujal y Tirado, 2004:33) en tanto que ejercicio de publicidad política: Miguel: >

Este desencuentro7 con el rechazo y una posición conservadora preocupada por los riesgos (Hirchsmann, 1991) de la adaptación de los partidos políticos españoles a las distintas dinámicas de los usos sociales que se hacen de las nuevas tecnologías es, hasta el momento, un hecho más o menos generalizado. A lo largo de la conversación, el entrevistado asegura que la mayoría de las formaciones posee una página web, donde se alojan todos los contenidos programáticos y propagandísticos, y un conjunto de redes sociales que, por lo general, se utilizan como micro-webs, es decir, como prolongaciones de las webs institucionales que desatienden una perspectiva los usos populares que se hacen de las redes sociales, así como la interacción, la web 2.0 y la comunicación bilateral y cercana. Aplicación de la perspectiva dramática Si consideramos estudiar la construcción de la estructura de comunicación teatralizada en torno a la figura de Alberto Garzón y de Izquierda Unida, es preciso servirnos de la perspectiva de análisis planteada por Erving Goffman, bajo la que encontramos un sistema dividido en diferentes elementos clave sobre los que se edifica la actuación dramática: el actuante, el medio, el auditorio y el repertorio expresivo. En cuanto a actuante, el líder presente en Twitter desempeña un rol que tiene por principal función la de definir una determinada situación a través de las expresiones que da, a través de los mensajes que publica en la red, y la expresión que emana de él y que el auditorio percibe mediante la extensión virtualizada de los gestos, como la forma en la que escribe sus tuits, el nivel de publicación de mensajes –si publica muy pocos se le considerará poco activo y quizás desinteresado en sus seguidores, si publica demasiados puede caer en el riesgo de ser considerado como una persona ansiosa, que bloquea el timeline- o el uso de emoticonos, pero sobre todo de definirse a sí mismo como una persona cercana, como un político humanizado que comparte momentos de su vida cotidiana mediante sus redes sociales como cualquier otro ciudadano. Cabe apuntar que en nuestro caso de estudio no encontramos una frontera clara entre el actuante protagonista y el resto del equipo8 de actuación (Goffman, 2099:95), ya que el equipo de comunicación encargado de las redes sociales se ha convertido 7

En una visita al Congreso realizada en diciembre de 2015, el responsable de la campaña electoral de IU protestó amablemente porque la campaña de Alberto Garzón iba "en solitario". Puede ser una muestra de la contradicción entre la lógica de las redes, que es personalísima, y la de los partidos (todavía más en el caso de IU), que es esencialmente institucional. 8 Goffman dice que en toda interacción a partir de tres participantes siempre hay un equipo. Esto Freud lo denominó triangulación (Doron, R; Parot, F, 2008:557).

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en un actuante invisible que participa de forma activa –incluso más que el propio Alberto Garzón- en la estrategia, y que bajo ningún caso es conocido por la mayoría del auditorio. Esto depende mucho del caso, puesto que existen cuentas personales de figuras políticas españolas que no son gestionadas por el político sino por su equipo de redes –no es el caso de Alberto Garzón- y que, en caso de ser lanzados por el propio político, suelen ir señalados por una firma al final del mensaje. Sin embargo, el equipo de La Cueva –formado tres community manager, dos diseñadores gráficos, un fotógrafo, dos personas de audiovisuales y, ocasionalmente, dos periodistas- desempeña un rol de , que se encarga de la preparación, reparación y mantenimiento de la representación que el líder del partido ofrece ante su público en las redes sociales (Goffman, 2009:174): en este sentido, cabe hablar de una teatralización asistida por el equipo, que trabaja en el ámbito de la comunicación digital del partido desde la campaña política para las Elecciones Generales Españolas del 20 de diciembre de 2014. El mensaje objetivo central en la configuración de la estrategia de comunicación en redes desde la cuenta del partido se subdivide, a) por una parte, en torno a la fachada social (Ibídem, 2009:41) de la propia organización, proyectando la imagen de un partido político moderno, joven y presente en las redes sociales frente a la idea de partido anticuado, aburrido, cercano a los partidos tradicionales (Partido Popular, Partido Socialista Obrero Español) que se le asoció tras la llegada del movimiento 15M; y, b) por otra parte, en torno a la fachada personal de Alberto Garzón, como un líder de su tiempo, joven, muy activo en redes sociales y conocedor del mundo de los videojuegos la música moderna. Este mensaje se desprende a partir del discurso de los tuits del propio líder del partido pero también y, sobre todo, desde la cuenta en Twitter de la formación, que contribuye en gran medida en este proceso de teatralización enfocado hacia la construcción del personaje dramático descrito. Para Goffman, la confianza del actuante en su propio rol a representar juega un papel relevante dentro de la perfomance teatral que coloca al sujeto en una posición que tiene sus propias seguridades y defensas particulares (2009:31-33). Así, en un extremo, encontramos al actuante , que puede creer por completo en sus propios actos, convencido sinceramente de que la impresión que pone en escena es la verdadera realidad, mientras que en el otro extremo descubrimos al actuante que puede caer en el riesgo de engañarse con su propia rutina. En el caso de Alberto Garzón todo apunta hacia el primer modelo, puesto que, tal y como asegura nuestro entrevistado: Miguel: >

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> (ver Anexo: 942-949).

Si nos centramos de manera más detallada en ambas estrategias, la que se teje desde la propia cuenta de Alberto Garzón y la que se trabaja desde el equipo de La Cueva sobre la imagen del líder, observamos distintos usos de la red en función de la posición de cada uno de los actuantes de este equipo. En el primer caso, Garzón tiende a utilizar un tono menos teatralizante, debido a su posición como candidato formal a una candidatura política, que viene a ser apoyado por la teatralización asistida de La Cueva. En este orden de cosas, en el timeline del líder de IU encontramos varios mensajes que, sin tener un contenido estrictamente político, están únicamente relacionados con aspectos de su vida cotidiana sobre los gustos y prácticas sociales de sus seguidores, como la música, los videojuegos o los selfies. Así, vemos como durante la campaña del mes de junio Alberto Garzón comparte una imagen (ver Figura 1) en un bar de Zaragoza tras haber tomado un pincho de tortilla y utilizando el hashtag #TuppersConCorazón.

Figura 1 Esta idea, además de humanizar al líder del partido en una expresión de cotidianidad, pertenecía a una acción estratégica del equipo de redes sociales que

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perseguía la participación de los seguidores, que compartieron imágenes de sus propias fiambreras en la red social, relacionando de esta manera la teatralización compartida como experiencia online entre actuante y seguidores con una manera sencilla y gráfica de mostrar de manera política las diferencias sociales en la cobertura de una de las necesidades básicas –la comida- de las personas. Desde la cuenta de Izquierda Unida en Twitter, el 16 de junio de 2016 (día de lanzamiento de esta acción) se compartieron tuits con mensajes como “¿Hay algo más transversal que beber cerveza? Pues sí: comer de tupper Twitter

de#TuppersConCorazón!”

(1)

y

“¡Fiambreras

. ¡Llenemos

obreras, dignidad

proletaria! #TuppersConCorazón” (2), acompañados de imágenes diseñadas por el equipo gráfico de La Cueva: en la imagen oficial de la acción se reivindicaba a la mujer que lanzó una fiambrera a la por entonces presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, durante una protesta en el contra los recortes presupuestarios en educación en el colegio público Virgen de Navalazarza de Madrid el 10 de septiembre de 20129; en el resto de imágenes aparecían diferentes platos de comida como pasta, ensalada, salmorejo, gazpacho, etcétera, acompañados por textos como “¿cueces, o enriqueces?” o “¿Qué te has llevado hoy para comer? Sube tu mejor foto”; y hasta un gif del actor malagueño Dani Rovira. Entre las respuestas en la red social, se observa cómo la mayoría de las respuestas indican la asunción de un rol participante positivo (ejemplos 1 y 2) por parte de los seguidores, que mostraban: a) una comprensión y asimilación de la práctica propuesta y –en muchos de los casos- de su contenido político, subiendo a la red imágenes de sus fiambreras (ejemplo 1); b) una respuesta que descubría al resto de participante que se trataba de una campaña política pero mantenía un tono positivo (ejemplo 2); y c) un rechazo a la iniciativa por el hecho de tratarse, efectivamente, de una acción electoralista en el margen de la campaña electoral (ejemplo 3). [Ejemplo 1] Mujer 16 jun. La comida de mañana: Cuscus con guisantes y maiz. ¿Cuanto queda hasta fin de mes? #TuppersConCorazon

9

http://www.publico.es/actualidad/madre-le-tira-tupper-esperanza.html; http://www.elespanol.com/social/20160616/132987233_0.html

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[Ejemplo 2] Varón 16 jun. Muy buena la campaña #TuppersConCorazon de @iunida. Te paras. Piensas. ¿Por qué tanta gente come de tupper? #RitmoDeVida @elespanolcom [Ejemplo 3] Varón 16 jun. XXX Retwitteó El Español Por si os queréis ahorrar el click: es una campaña de publicidad. Extraño en elecciones, eh? #TuppersConCorazon XXX agregado,

El Español @elespanolcom Qué hay detrás de los tuppers con los que Izquierda Unida ha inundado las redes http://www.elespanol.com/social/20160616/132987233_0.html … Otro de los mensajes llamativos en la cuenta de Alberto Garzón se lanzó el 5 de diciembre, cuando el líder compartió en Twitter una lista musical –playlist- en la aplicación/red social Spotify (ver Figura 2) con una selección de hasta 73 canciones, un total de 5 horas musicales, entre las que se encontraban grupos actuales de géneros tan populares como rock, ska, hip-hop y música de autor. De este modo, el actuante está: 1) activando las emociones de sus seguidores en la red social, que podían escuchar de manera gratuita la música que –se supone- él habitualmente escucha; 2) identificándose con unos gustos sociales concretos en cuanto a la música se refiere y, por lo tanto, revelando una parcela de su intimidad; 3) enviando un mensaje de ánimos con una banda sonora personalizada para una campaña electoral concreta; 4) haciendo un uso político de la música en tanto que herramienta para la expresión de determinados temas de actualidad sociopolítica vinculados a clivajes (Anduiza y Bosch, 2004:147) socialmente delimitados –por ejemplo, la crítica al modelo económico capitalista en la canción Miedo a despertar del grupo Habeas Corpus, el paro y la precariedad como principales problemas en la agenda pública en La llamada de Ismael Serrano, la apelación a la acción colectiva en Defensa de la alegría de Los chikos del maíz o la defensa de un modelo republicano para España en La Republicana de Reincidentes, entre otros-; 5) utilizando el medio –Spotify- como mensaje, en un sentido mcluhanesco, en tanto que identifica su persona con la de un ciudadano más que escucha música gratuitamente en Internet –Una mujer

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contestó al mensaje: “Cómo molan este tipo de detalles en un político Te hacen sentir que @agarzon es como uno más de nosotros Y no, no soy votante de @iunida” -; y 6) facilitando la entrada a su perfil personal en esta aplicación, donde se pueden encontrar otras listas musicales creadas por él mismo, así como una relación de la música que escucha habitualmente. Así, observamos como mediante un mensaje aparentemente sencillo, el actuante tiene la posibilidad de activar un mecanismo que estimula vínculos de pseudointimidad, a través de un uso original e innovador de las tecnologías en cuanto a estrategia de publicidad política se refiere, poniendo música de fondo en el auditorio donde se está produciendo la acción dramática.

Figura 2 Asimismo, los tuits lanzados a las redes sociales no solamente sirven para lanzar mensajes con una intencionalidad política o teatralizador, sino que también sirven para la construcción simbólica del personaje, que si mantiene una imagen coherente en base a una fachada personal –mediante elementos identificados íntimamente con el actuante mismo y que, como es natural, esperamos que lo sigan donde quiera que vaya, como las insignias del cargo o rango, el vestido, el sexo, la edad y las características raciales, el tamaño y aspecto, el porte, las pautas de lenguaje, las expresiones faciales, los gestos corporales y otras características semejantes como vehículos transmisores de signos

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(Goffman,

2009:38)- durante un tiempo prolongado, representando su vida cotidiana, conseguirá activar procesos de interacción-social, a través de diferentes usos tecnológicos ante la ciudadanía activa en redes. En cuanto a la fachada personal, cabe establecer una diferencia entre la apariencia –appearance- y los modales – manner-. El primero se refiere a aquellos estímulos que funcionan en el momento de informarnos acerca del status social del actuante y de la fase vital propia en la que se encuentra, mientras que el segundo se refiere a aquellos estímulos que funcionan en el momento de advertirnos acerca del rol de interacción que el actuante esperará desempeñar en la situación que se avecina (Ibídem).

Si el

actuante se muestra arrogante o agresivo estará dando a entender –en esencia, definiendo- de manera implícita que no espera demasiada interacción más allá del conflicto en un espacio, como Twitter, caracterizado por la interacción. En este sentido, el cuidado de la apariencia de Alberto Garzón en Twitter es análogo a la misma que en el ámbito offline: las camisas de colores o de cuadros y los pantalones vaqueros o chinos que suele vestir en los mítines, así como la barba y su peinado, con los que aparece en las imágenes que se comparten, tanto desde su

cuenta

personal

como

desde

la

cuenta

del

partido

político,

son,

fundamentalmente, un continum social (Del Fresno citado en Polidura, 2015:203) de las campañas de tierra, producto de un uso tecnológico que tiende a la acumulación y a compartir la experiencia vivida durante la campaña. En cuanto a los modales en la red, el coordinador federal de la formación se muestra simpático, alegre, rebelde y abierto a la interacción con sus seguidores, lo cual reforzaría una vez más la imagen del liderazgo del político joven y moderno que vive atento a sus redes sociales. Por otra parte, Goffman apunta que el actuante produce a menudo en los miembros de su auditorio la creencia de que está relacionado con ellos de un modo más ideal de lo que en realidad lo está: 1) fomentando con frecuencia la impresión de que la rutina que realiza en el momento es su única rutina, o al menos la más importante; y 2) fomentando la impresión de que la actuación corriente de su rutina y su relación con su auditorio habitual tienen algo especial y único, ocultando el carácter rutinario de la actuación y acentuando los aspectos espontáneos de la situación (2009:63-64). La adaptación al setting El éxito de esta tipología de mensajes, así como la construcción simbólica del propio personaje, reside en, más que en su propio contenido, la asimilación de los usos popularizados y actuales de las nuevas tecnologías. Para que el político logre conectar con la ciudadanía tiene que aceptar las reglas del juego del medio (setting) hasta tal punto que si no se respetan cabe la posibilidad de ser castigado por los seguidores, tal y como ilustra el responsable de redes de Izquierda Unida con los siguientes ejemplos:

25

Miguel:

Observamos, pues, que la acción dramática mediada por las nuevas tecnologías, de manera más o menos similar –la diferencia está, en este sentido, sobre todo en las características del auditorio que explicaremos más adelante- que la actuación offline, es una actividad siempre sujeta a disrupciones, como la del Ola k ase, y su éxito depende, en gran medida, de la institucionalización de una fachada cuanto más cercana posible a la que se quiere proyectar mediante el esfuerzo continuo de la actividad del actuante. Por tanto, resulta evidente que la adaptación a un medio concreto como Twitter requiere una adaptación a un lenguaje y a unas prácticas sociales que dependen, directamente, de la tendencia, siempre cambiante, de una red social caracterizada por la instantaneidad y la interacción. Por consiguiente, el mantenimiento de este control expresivo (Goffman, 2009:66) sujeto a la cultura digital por parte del político y su equipo suponen un nuevo esfuerzo en términos de comunicación política por el control de las tendencias digitales que, lejos de formar parte de la estrategia de los partidos políticos españoles, en la mayoría de los casos solamente se da de manera anecdótica: Miguel:

¿Dónde está el escenario? Según el planteamiento de Goffman, en términos espaciales, la naturaleza de la actuación dramática en dos regiones –lugar limitado, hasta cierto punto, por barreras antepuestas a la percepción (2009:124)-: la región anterior y la región posterior o trasescena (backstage). La primera se refiere al lugar donde tiene lugar la actuación como tal y, en nuestro caso, hablamos de un escenario omnipresente de carácter selectivo, puesto que sus límites están definidos por el timeline de cada uno de los seguidores de las cuentas actuantes. Por lo tanto, se trata de una actuación que no comprende un solo foco de atención visual por parte del actuante y el auditorio -tal y como se da en los mítines en los mítines a pie de calle, por ejemplo, donde el político lanza un discurso frente a las masas-, sino que se trata más bien de una acción que involucra, como partes constitutivas, núcleos o agrupaciones de interacción, ya que tras el lanzamiento del tuit pueden surgir varios subgrupos de conversación en los que el actuante protagonista no tiene por qué formar parte –a lo largo de nuestro trabajo de campo, hemos observado como en muchos de los casos los seguidores comentan entre ellos los temas que han sido planteados de forma original, a modo de reunión social informal- (Ibídem). La segunda región se refiere al espacio donde los espacios suprimidos durante la acción dramática hacen su aparición: es aquí donde la impresión fomentada por la actuación es contradicha a sabiendas como algo natural; donde se elaboran y revisan las estrategias dramáticas a fin de alcanzar un grado de actuación favorable a las expectativas del equipo actuante. En este sentido, la región posterior de nuestros actuantes se muestra fragmentada: a) por la división espacial entre el equipo actuante, La Cueva, y el actuante protagonista, Alberto Garzón, ya que ambos pueden estar desarrollando un rol interpretativo conjunto – por ejemplo, la escenificación de una conversación o cruce de mensajes entre ellos en Twitter o sus aportaciones a un hashtag lanzado por el partido- desde diferentes puntos geográficos; y b) por la separación geográfica, una vez más, entre los distintos miembros que trabajan en la comunicación en redes de la formación (Madrid, Málaga, Bruselas, Cataluña y Valencia), quedando la elaboración y revisión de la estrategia en un espacio digital donde discuten qué trabajo hay que hacer durante ese día.

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Así, observamos como el backstage de nuestro equipo actuante quedaría ubicado en: 1) las reuniones físicas –que se dan solamente durante momentos de campaña electoral, donde todos se reúnen para discutir el plan de acción- de La Cueva en la sede del Partido Comunista de España (PCE) situada en el distrito madrileño de Arganzuela, representan el mayor ejercicio de trasescena de nuestro equipo actuante; 2) el grupo de trabajo en la aplicación móvil Telegram, desde donde se organizan una vez están fuera de campaña electoral; 3) la comunicaciones puntuales que La Cueva tiene con el líder del partido para llevar a cabo una acción concreta en redes; 4) los propios espacios íntimos de cada uno de los formantes del equipo, tanto de La Cueva como Alberto Garzón donde descansa el análisis final de la actividad dramática del día; 5) diferentes herramientas

de

organización

de

trabajo

online

(como

Wunderlist10

o

11

TweetDeck ); y, finalmente, 6) el cuadro de texto de Twitter –o de la herramienta utilizada para publicar los tuits-, donde el actuante puede reescribir varias veces el mensaje hasta dar con la forma correcta hasta que es enviado –de igual manera ocurre con la edición de vídeo o de diseño gráfico, donde el actuante ensaya todas las partes relativas a su papel dentro de la estrategia del equipo antes de lanzar el producto final-. No obstante, pese a la fragmentación de los espacios de la región posterior, mediados la mayoría del tiempo por las nuevas tecnologías, el responsable de redes asegura que no tiene por qué suponer consecuencias negativas en la dinámica laboral una vez establecida y asimilada, aunque en determinados momentos la reunión física haya sido crucial en la construcción estratégica inicial del equipo: Miguel: > >

Como producto de esas primeras reuniones del equipo, durante la campaña de diciembre de 2015, surgen las principales líneas de discusión en términos estratégicos: a) cómo encarar la renovación comunicativa de la formación en redes sociales -que da sentido y a su vez legitima la creación del equipo de La Cueva- para romper la imagen excesivamente formal de las cuentas de partidos políticos en redes sociales frente a los usos sociales hegemónicos estableciendo un límite de informalidad; b) cómo elaborar el calendario de contenidos en redes en base a los temas principales del programa político, campañas puntuales en Twitter, candidatos y candidatas a visualizar; y c) cómo enfocar qué tipo de imagen se quiere dar a través de hashtags y mensajes, en coordinación con el resto de federaciones del partido político –y con el equipo de redes de Podemos durante la campaña de las elecciones del 26 de junio- para construir una imagen unitaria. Sin embargo, en muchas ocasiones, sobre todo en el caso de las publicaciones de carácter teatralizante, la estrategia es de un carácter espontáneo y fruto de conversaciones en la trasescena: nuestro entrevistado afirma, en este sentido, que las campañas relacionadas con el humor surgen con la marcha, poniendo por ejemplo el hashtag de #GatetesConGarzón (ver Figura 3), lanzado por el equipo de redes el 5 de diciembre tras realizar una encuesta a los seguidores entre este hashtag y el de #PerretesConGarzón. El análisis de la actividad diaria es otra de las tareas llevadas a cabo en la región posterior. Por lo general, puede decirse que se trata de un ejercicio muy sujeto a la actividad de todos los sujetos que participan en la red y que, por lo tanto, los objetivos dependen del volumen de información en movimiento generado, tal y como explica nuestro entrevistado:

Miguel: >

Uno de los puntos clave, en este sentido, es el conocimiento del actuante por los algoritmos bajo los que funciona la aplicación tecnológica en cuestión, a fin de tener mayor control sobre el medio y obtener mayores éxitos en términos de popularidad y hacerse un hueco entre los temas más hablados del momento o trending topics. Así, nuestro entrevistado, asegura haberse puesto en contacto con

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Twitter en alguna ocasión –por ejemplo, con el caso del hashtag #GarzónArrasa del 10 de diciembre y el desafortunado Ola k ase- y que a la hora de establecer un trending topic el algoritmo prioriza la frecuencia de los mensajes enviados frente al número total. Por otra parte, también cabe tener muy en cuenta cuándo lanzar la acción –salir al escenario, en términos goffmanianos- y, sobre todo, en qué horario –ya que la actividad es muy variable a lo largo del día-, puesto que nuestro auditorio podría estar atendiendo otras actuaciones –un partido de fútbol, un programa de televisión que se sirve de un hashtag muy popular, etc.- que podrían pisar las expectativas de la estrategia.

Figura 3 En muchos de los casos, la estrategia teatralizadora en redes sociales consiste en proyectar, ciertamente, la trasescena –o una versión de ésta adaptada al mensaje que se quiere construir- a la región anterior como un contenido de interés: la foto de Alberto Garzón en su casa con sus gatos en #GatetesConGarzón o la imagen de la hora de las fiambreras #TuppersConCorazón muestran, en esencia, momentos de intimidad y de descanso del equipo actuante que, de alguna manera, conectan con actividades cotidianas de los seguidores; la serie de vídeos #GarzónOnTheRoad12 donde se muestra al candidato y a su equipo en sus recorridos geográficos para dar mítines, donde ocurren pequeñas anécdotas – entre sus 16 capítulos puede observarse al líder viajando en avión, recomendando libros en una biblioteca, pegando carteles con sus compañeros, besando a su compañera sentimental, etc.-, constituye el ejemplo más claro de cómo, en 12

http://garzonontheroad.com/

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ocasiones, mostrar el backstage hacia fuera puede convertirse en un contenido de interés para el auditorio. Por otra parte, es preciso apuntar que, a veces, un escenario virtual concreto puede tener distintas puertas de entrada: en el caso de los vídeos de #GarzónOnTheRoad, podemos ver el mismo vídeo tanto desde un enlace facilitado por la red social Facebook como desde Twitter, al contrario de lo que ocurre en una actuación no mediada por las nuevas tecnologías, puesto que una actuación no puede darse en diferentes settings al mismo tiempo y por el mismo equipo actuante, lo que supone una novedad añadida para con el uso de la tecnología en el ámbito de la presentación dramática. Sin embargo, no ocurre lo mismo con el auditorio, que puede –y de hecho, lo hace- diferencias de una aplicación en red a otra en función de variables como la edad, sexo, status socioeconómico, funcionalidades de la propia aplicación, entre otras. Cuestiones como ésta hacen que los límites entre ambas regiones en las redes sociales se muestren aparentemente difusas, a la que se le suma el hecho de que el medio – Twitter, en nuestro caso- obliga a neutralizar el espacio original desde el que se ejerce la actuación dramática y a fetichizar el producto final: el hecho de que pueda lanzarse un tuit desde cualquier lugar tiene por consecuencia que, en muchas de las ocasiones, el auditorio desconozca dónde se encuentra el escenario, puesto que nuestro protagonista puede estar tranquilamente en su casa –backstage- mientras envía un mensaje, o el equipo de La Cueva puede estar en su oficina de Arganzuela, o separados geográficamente, mientras están lanzando un hashtag. Así, podríamos afirmar que, excepto cuando el mensaje mediado por las nuevas tecnologías es una extensión real de un escenario offline –por ejemplo, un mitin político en el barrio madrileño de Vallecas- el medio tiende a configurarse como un setting en sí mismo; como un lugar desde el que, a modo de extensión ortopédica de una realidad offline inexistente, se llevan a cabo ejercicios de actuación dramática. Este concepto de inexistencia y de lo que está fuera nos lleva a la tercera región de la que habla Goffman como región que no es ninguna de las otras dos anteriormente explicadas. Según el autor, tal región podría llamarse , en tanto que las paredes que separan las habitaciones del edificio y que conforman las dos primeras también separan estas habitaciones del mundo exterior y de los individuos que se hallan fuera del edificio, denominados (2009:154). Aplicando esta idea con nuestro objeto de estudio, podríamos afirmar que el uso político de las redes sociales: a) se apropia de una parcela de esa tercera región como espacio exterior –frente a las estrategias dramáticas tradicionales offline- que, adaptado a las necesidades del medio, será un nuevo espacio para poner en marcha una práctica teatral; y, en consecuencia, b) genera una nueva región residual propia que se fabrica a partir de las condiciones sociales que contextualizan las prácticas sociales de las

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nuevas tecnologías y que sitúa en el exterior a quienes no hacen uso de ellas – brecha tecnológica- a causa de diversos factores, que pueden ser generacionales, socioeconómicas, de género, etc. (Galdon, 2015:116). Conceptualización del desborde A diferencia de cuando la actuación dramática se lleva a cabo en un espacio social offline –una reunión informal, dentro de un comercio, un mitin político, etc.-, la presentación del actuante en las redes sociales no permite, a primera vista, reconocer al auditorio, ni grupal ni individualmente, ante al que se encuentra. En este sentido,

averiguar el público hacia el que llegan los mensajes enviados

constituye un ejercicio añadido a la práctica dramática mediadas por las nuevas tecnologías a fin de que en la construcción de la estrategia se puedan integrar las expectativas del auditorio según sus características más o menos comunes. En el caso de Izquierda Unida en Twitter, se reconocen, entre el auditorio, distintos grupos que pueden dividirse en función de: 1) la vinculación formal en la red social entre el equipo actuante y la persona; y 2) el grado de interacción, positiva o negativa, entre ambos. Así, en el primer grupo encontramos: a) relaciones de seguimiento mutuo; b) seguidores; c) seguidores potenciales; d) no-seguidores, que pueden recibir los mensajes a través de su interés entrando en las cuentas o a través de retuits externos, entre los que se pueden encontrar tanto personas físicas como empresas –sobre todo medios de comunicación-; y, por último, e) cuentas seguidas por el equipo actuante de manera no correspondida. En el segundo grupo observamos: a) el fenómeno fandom –grupo de seguidores jóvenes muy activos-, b) las relaciones de feedback, que legitiman la la estrategia en redes del equipo; c) afines, d) haters, que son las personas que se dedican a insultar y que constituyen un grupo importante en número, pudiendo incluso llegar a bloquear por saturación la lista de menciones al equipo actuante; c) trolls –personas que se sirven de cuentas anónimas para bromear y generar situaciones de acoso o bullying virtual (Galdon, 2915:116)-; y d) personas afines –militantes, votantes, simpatizantes- que, sin embargo, son críticas con el nuevo uso de redes. Frente a las interacciones de carácter negativo, se suelen tomar dos medidas: la primera es la cuenta en cuestión en caso de producir la situación de saturación anteriormente comentada; la segunda es o por spam o amenaza a Twitter. Nuestro entrevistado explica esta situación, que en algunos casos puede producirse por el lanzamiento de un tuit de contenido polémico, a modo de ejemplo de la siguiente manera: Miguel: > >

Sin embargo, el aspecto más interesante a destacar en la naturaleza de los auditorios que surgen a raíz de la práctica dramática en entornos digitales reside en la activación exitosa de los elementos humanos que lo componen como actuantes auxiliares. El conocido concepto del desborde, que comienza a aparecer en España, sobre todo, en la campaña de la candidatura de Manuela Carmena (Ahora Madrid) en las elecciones municipales de 2015, que se celebraron el 24 de mayo, y en la participaron numerosos diseñadores gráficos e ilustradores para ensalzar la figura de la candidata, convirtiéndose en un fenómeno recogido por diferentes medios de comunicación13 como un ejemplo de campaña política apoyada materialmente por personas que libremente decidieron hacer campaña por ella. Esta práctica ha seguido desarrollándose a lo largo de las campañas electorales que comprenden nuestro objeto de estudio, mostrando que, en efecto surge como consecuencia de, por la parte del equipo actuante; las insuficiencias económicas del equipo para contratar empresas de comunicación o más personas que, por ejemplo, puedan dedicarse al diseño gráfico de carteles o imágenes para distribuir por la red; y por parte del auditorio, del deseo por participar en una campaña y, por ende, formar parte de un grupo social con unos intereses políticos concretos. En el caso de Izquierda Unida, hablamos de un proceso que, por lo general, está levemente conducido por el equipo actuante: 1) comienza con el lanzamiento de una propuesta a las redes –por ejemplo, de un archivo png editable en el que cada persona puede poner su foto de perfil con el logo de la campaña, o una imagen en la que aparece el líder del partido junto a un bocadillo 14 vacío en el que cada persona puede escribir un mensaje libremente-; 2) el equipo recibe todo el material realizado por el auditorio; 3) lo evalúa bajo criterios de coherencia política e 13

http://www.huffingtonpost.es/2015/05/18/manuela-carmenacarteles_n_7304100.html http://verne.elpais.com/verne/2015/05/18/articulo/1431961296_787395.html http://www.20minutos.es/noticia/2463349/0/manuela-carmena/apoyo-campanadibujos-cuples/ahora-madrid/ 14

Recurso gráfico de uso específico en el género del cómic, las historietas y las caricaturas, destinado a integrar gráficamente el texto de los diálogos o el pensamiento de los personajes.

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imagen; y, finalmente, 4) utiliza aquellos archivos que considera ajustados a sus criterios de publicación. En este sentido, el responsable de redes de IU apunta que el desborde como tal, puede dar lugar resultados tan favorables como negativos, pero que, en cualquier caso, siempre aporta contenidos muy atractivos: Miguel: >

Así, el concepto del desborde se articula como la manifestación genuina de un auditorio que toma parte en la actuación dramática mediante la fabricación de mensajes a través de sus propias estrategias expresivas, lo cual contribuye a reforzar vínculos de cercanía a un proyecto político concreto. En menor grado, otras acciones como el retuit, el envío de mensajes propagandísticos o el debate en red viene a significar un ejercicio de participación en la campaña –sobre todo en términos simbólicos- que, de igual manera, asiste a un intento, voluntario o no, por acercar al sujeto y al equipo actuante entre sí en términos de identificación social y en la construcción de su propio yo a través de los contenidos que se registran en su timeline. No obstante, pese a lo llamativo del fenómeno, se hace necesario señalar que el desborde como práctica social es anterior a la llegada de los usos populares de las redes sociales: a lo largo de las campañas de tierra o los procesos de acción colectiva ya existían recursos propios del desborde, como la elaboración artesanal de pancartas, la difusión de convocatorias y mensajes políticos a pie de calle o la pegada de carteles, entre otros. La extensión técnico-expresiva En cuanto al repertorio de usos tecnológicos para expresar emociones y estados de ánimo en Twitter, nos encontramos con diferentes usos de expresiones adaptadas al medio que, a través de de fotografías, emoticonos, gif’s y elementos compartidos desde otras redes sociales (como un vídeo subido a Youtube), etc., contribuyen a reforzar el mensaje que se está proyectando durante la actuación dramática. Una vez más, estos usos estarían mediados por la naturaleza cambiante de las tendencias digitales: el actuante exitoso, en este sentido, tiene el deber de conocer cuáles son los últimos gif’s de moda, emoticonos, aplicaciones o

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poses, en el caso de las fotografías o selfies. Lasén explica que, en el caso de las imágenes compartidas en la red de manera popular, la tipología (2012:8) puede desglosarse en: 1) las fotos que cuentan una crónica; 2) las “fotos porque sí”, producto de la experimentación y el aburrimiento; 3) las fotos “que muestran mi personalidad y mi estado de ánimo”; y 4) las de autopornificación, utilizadas para seducir, excitar y atraer. Llevado a nuestro objeto de estudio, podemos afirmar que los usos tecnológico-expresivos de la imagen proyectada de Alberto Garzón en la red se construyen, en primer lugar, mediante las fotos de crónica, que tienden a compartir la experiencia en un mitin político; y, en segundo lugar; las fotos que muestran su estado de ánimo. La ausencia de los otros dos tipos se debe a la contención expresiva del actuante como producto de su posición social que comentamos anteriormente. La cuestión de mayor interés en este ámbito dentro de la práctica dramática mediada por las redes reside en que la impresión de realidad fomentada por una actuación es algo delicado y frágil, que puede ser destruido por accidentes muy pequeños, y que, en el caso del político, no puede trabajarse desde un margen de riesgo demasiado amplio si no quiere caer en un error que, en tanto que figura pública de relevancia, podría llevarle a los titulares de cualquier medio de comunicación. La coherencia expresiva requerida para toda actuación señala una discrepancia fundamental entre nuestros demasiado humanos y nuestros socializados. Como seres humanos, somos, presumiblemente, criaturas de impulsos variables, con humores y energías que cambian de un momento a otro. En cuanto a caracteres para ser presentados ante un público, sin embargo, no debemos estar sometidos a altibajos (Goffman, 2009:71).

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Figura 4 En este sentido, cabe hablar de una disciplina social adquirida a través de procesos socializadores mediados por las nuevas tecnologías que, en función de diferentes variables sujetas al actuante en cuestión le llevará al mantenimiento de una máscara de modales. Así, observamos cómo el tono de los tuits de Alberto Garzón no muestra grandes variaciones, pese a que en su vida íntima pueda sentirse cansado, enfadado o agobiado por cuestiones relativas a su vida laboral y/o cotidiana. Tal y como se muestra en la Figura 4, los tuits del líder de IU presentan una serie de recursos técnico-expresivos moderados, sobre todo en cuanto a los signos de puntuación: cuando dice “Me he emocionado. Espero que os guste!” tras realizar un mitin improvisado15 ante mil personas en la madrileña Plaza de Los Carros, o utiliza emoticonos como el “;-)” o “:)” está mostrándose simpático a sus seguidores, pero sin dejar de perder los modales a tenor del puesto social que ocupa. Por otra parte, vemos que, bajo esta clase de usos expresivos, el político, efectivamente, está sirviéndose de un conjunto de dinámicas cuyo sentido ya es popularmente exitoso o está socialmente aceptado, reduciendo así la necesidad de un ejercicio de ensayo/error que podría acarrear pérdidas simbólicas en el espacio online. 4. Conclusiones El desarrollo de las nuevas tecnologías, tanto en términos técnicos como de usos y prácticas sociales, ha dado lugar a un debate poco cristalizado -hasta el momento- en el que, como comentamos anteriormente, se encuentran diferentes posiciones. No obstante, el interés de esta investigación ha centrado el foco en la 15

http://cadenaser.com/ser/2015/12/15/politica/1450215667_999837.html

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importancia de la construcción de nexos entre éstas y la estrategia y acción política. En este sentido, observamos que Twitter –de la misma manera que otras redes sociales- se ha configurado como un espacio nuevo para la opinión pública, tal y como ocurrió anteriormente con otros medios de comunicación como la radio o la televisión, que resulta muy aprovechable por la política. Izquierda Unida ha demostrado, desde la puerta en marcha de su nueva estrategia en redes a partir de la campaña del 20 de diciembre de 2015, que, al contrario de lo que se podría pensar, el éxito del uso político de las redes sociales16 no se reduce a la apropiación naturalizada de éstas por parte de los partidos emergentes españoles, Podemos y Ciudadanos, sino que más bien que en la imagen joven y moderna del partido percibida como real, lo importante reside en la imagen joven y moderna (re) construida mediante el ejercicio de una estrategia planteada hacia tal objeto. En esta línea, apunta Galdón (2015:215) que este uso de la tecnología no solamente supondría un salto cuantitativo, en los niveles de participación y el tamaño de las comunidades, sino también cualitativo, puesto que las nuevas tecnologías ya no son el guiño ‘moderno’ de las viejas estructuras, sino que forman parte del andamio de las nuevas. Es decir, que, si encontramos el uso político de las redes sociales como un comportamiento naturalizado socialmente por parte de los partidos políticos emergentes, y los viejos partidos no quieren quedarse atrás, deberán hacer este ejercicio de reconstrucción, que va más allá del guiño y que pasa, fundamentalmente, por la teatralización de los liderazgos y la adaptación al conjunto de normas y valores del setting, que surgen como producto de los distintos usos que se imponen desde las prácticas de los usuarios, lo que, a su vez, supone una reformulación del clásico “el medio es el mensaje” por el de “las prácticas sociales llevadas a cabo en el medio son el mensaje” en cuanto a los usos de las redes sociales se refiere y, sobre todo, en relación a la necesidad de la necesidad constante de actualización de los lenguajes, formas y expresiones en tanto que tendencias. La teatralización política mediada por las redes sociales sirve: 1) para que el sujeto político defina una situación interesada en relación a sus objetivos en un determinado espacio social; 2) para humanizar la política, generando una imagen de cercanía a través de un espacio ortopédico donde manufacturar el carisma y el liderazgo político; 3)

para fabricar la ilusión de un vínculo íntimo o

pseudointimidad capaz de generar, bajo determinadas condiciones, la atracción que la política electoral necesita; y 4) para activar la participación política, siempre y cuando los auditorios acepten su rol como requisito indispensable para el

16

http://politica.elpais.com/politica/2015/12/10/actualidad/1449769511_515025.html

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desarrollo exitoso de la relación parasocial, tal y como ocurre con las campañas de desborde -como identificador de un grado máximo de aceptación-, frente al ejemplo de los militantes de Izquierda Unida que rechazan la estrategia del partido en redes a partir del nacimiento del equipo de La Cueva –grado máximo de insatisfacción-. En este orden de cosas, las nuevas tecnologías –que no la teatralización mediada por ellas- han servido, también, para sortear leyes electorales como la prohibición de la publicación de encuestas 17, sustituyendo a los partidos políticos por emoticonos de frutas, o explicar los resultados electorales desde nuevas perspectivas de análisis centradas en la participación política virtual18. La naturaleza de los usos de las nuevas tecnologías se puede definir por la propia lógica de lo que comúnmente se denomina la comunicación 2.0, es decir, una comunicación caracterizada, principalmente, por la bilateralidad y la participación frente a los tradicionales canales de comunicativos que son, en este sentido, unilaterales. Sin embargo, pese a que se tiende a entender que los usos que se hacen de Internet van siempre en esta dirección, durante la entrevista observamos que se siguen manteniendo algunos modos de comunicación tradicionales, como es el caso de las páginas web –donde tal vez se permitan los comentarios pero la información fundamental procede de un sujeto- y también en los canales de la aplicación Telegram, que durante las campañas estudiadas han tenido una importancia capital, en tanto que han servido como medios de comunicación propios para las estructuras políticas –por ejemplo, el grupo ConAlbertoGarzón tiene 8.600 miembros que recibe mensajes a tiempo real-. Por otro lado, los usos estrictamente políticos de las nuevas tecnologías se define por su contraste con los usos de los canales tradicionales, como la televisión, la prensa o la radio: éstos se han caracterizado por la imposición de las normas y valores comerciales –como el nivel de share y la monetarización de la aparición de un líder político en un programa- del campo mediático (Bourdieu, 1997:77). Mientras que las nuevas tecnologías, y más concretamente las redes sociales, se caracterizan por la imposición de las normas y valores que se construyen mediante las prácticas sociales mayoritarias y que proceden de la sociedad, en su conjunto, que es usuaria de las redes. Esta lógica de las experiencias populares se rige por el doble click (Morozov, 2015:94), la memeficación (Ibídem:185), la simplificación de los mensajes políticos y la teatralización de la vida cotidiana. El político que se adapta, en menor o mayor 17

http://verne.elpais.com/verne/2015/12/16/articulo/1450291996_689009.html

18

http://www.eldiario.es/aragon/politica/mirada-tecnopolitica-resultados-

electorales_0_531947784.html

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grado, a estas prácticas está construyendo una identidad política digital bajo un margen de ensayo/error mínimo. Asimismo, las redes sociales se presentan como un medio de doble vertiente en relación a su vinculación con la realidad offline: pueden ser 1) un medio extendido como prolongación del escenario offline; o 2) un escenario en sí mismo. En cuanto al primero, tiene una continuidad directa con el escenario offline que se puede dar desde lo online hacia lo offline o viceversa. Por ejemplo, cuando en julio de 2011, tras un discurso en el programa 59 segundos de TVE 19, Alberto Garzón experimentó en su cuenta de Twitter un incremento de los 5.000 hasta los 15.000 seguidores, consiguiendo 10.000 seguidores nuevos como consecuencia de un discurso exitoso en televisión. Cuando se da un mitin político en una campaña de tierra, y por tanto tradicional, pero se comparten las imágenes en Twitter a modo de crónica de lo ocurrido, generando comentarios y discusiones a través de un hashtag o etiqueta que sirve de referencia al tema tratado, se está experimentando el mismo traspaso del mensaje tradicional adaptado a las normas del setting tecnológico. Al otro lado,

observamos

#DebateEn140

20

como

Twitter

organizó

el

debate

(presencial)

el 26 de noviembre, para la campaña del 20 de diciembre,

con personalidades de distintas formaciones (PP, PSOE, C’s, Podemos, UPyD e IU) que respondían a preguntas enviadas por los usuarios de la red social. La construcción de la identidad virtual del político La teatralización del liderazgo político tiene que establecerse sobre una condición de verosimilitud, partiendo por un estudio en la trasescena de las características personales a explotar del político en cuestión. En el caso de Alberto Garzón, tal y como observamos anteriormente, la puesta en escena se ha trabajado desde su afición a los videojuegos, la música y los animales. En otros serán otros aspectos de su vida cotidiana, como el gimnasio, experiencias personales, como quedarse atrapado en un ascensor21, etc. Podríamos afirmar que, en este sentido, al margen de la aceptación offline que tenga el político, el éxito en redes sociales depende de la adaptación de los mensajes enviados –por él o su equipo- desde su cuenta a las tendencias aceptadas social y culturalmente. Así, en nuestro político analizado hemos visto selfies, con sus seguidores, con sus gatos, comentarios sobre grupos de música, videojuegos -como el Pro Evolution Soccer-, conversaciones informales con otros políticos como Pablo Iglesias (Podemos), bromas con la cuenta de Izquierda Unida, gestionada por el equipo de La Cueva, etc. En este

19

https://www.youtube.com/watch?v=YR-ufkb_CU4 http://www.elespanol.com/reportajes/20151211/85991449_0.html 20

http://www.debateen140.com/

21

http://www.lavanguardia.com/politica/20150626/54433051572/pablo-iglesiasada-colau-atrapados-ascensor.html

39

sentido, la adaptación total a las tendencias sería la de un selfie en la pose “poniendo morritos” (Lasén, 2012:8) lo que supondría un ejercicio de pornificación en políticos que actualmente es, efectivamente, una práctica limítrofe en cuanto a prácticas sociales en redes por su propia posición social. No cabe duda de que la identidad de Alberto Garzón es una de las más exitosas en las redes sociales: de hecho, el dirigente de IU consiguió el récord del mensaje de un político más retuiteado en España, con un tuit en el que se quejaba por su exclusión del día 7 de diciembre de 2015 (Ver Figura 5). Un ejemplo del caso contrario, es decir, de la inadaptación de una figura pública al lenguaje y a las normas de las redes sociales es el presentador de la Cadena COPE Carlos Herrera, que ha sido castigado por los tuiteros en diversas ocasiones por algunos de sus mensajes22.

Figura 5 Un aspecto de interés de la manufactura carismática del liderazgo mediada por las nuevas tecnologías reside en si se da, efectivamente, un proceso de continum social o, por el contrario, existe una fragmentación del carisma que divide al personaje en función de su carisma digital y su carisma de tierra según el espacio social donde se construye. En el caso de Alberto Garzón nos encontramos con un ejemplo paradigmático, puesto que en las redes sociales tiene muy buena valoración pero en términos electorales no se obtienen resultados a la par. Todo apunta a que, de manera similar que para los partidos emergentes, Podemos y Ciudadanos, Izquierda Unida recibe mucho apoyo en las redes sociales pero que éstas, en definitiva, no poseen una representatividad efectiva sobre el conjunto de la sociedad. Nuestro entrevistado explica que la repercusión en redes sociales no es comparable a la que proporcionan otros medios de comunicación social, como la televisión, y que, además, la amplitud poblacional que se encuentra en Twitter es muy limitada:

22

http://prnoticias.com/radio/cadena-cope/20155293-carlos-herrera-y-su-peligrosa-incontinencia-

verbal-en-twitter

40

Miguel:

>

La campaña en redes sociales En tanto que nuevo espacio para trabajar la campaña política, la construcción de una estrategia en Twitter necesita, en primer lugar, establecer una serie de principios sobre los que estructurar la acción dramática en la red social. Asimismo, éste hecho divide las estrategias de la campaña del 20 de diciembre de 2015 y la del 26 de junio de 2016 en Izquierda Unida: mientras que en la primera se trazaron las líneas a seguir, en la segunda encontramos una continuación de la primera que se justifica en el éxito de la primera y a la que se suma la coordinación con el equipo de redes de Podemos –sobre todo entre los responsables de ambos partidos, Miguel Ángel “Miky” López (IU) y Miguel Ardanuy (Podemos)-, que inició la estrategia conjunta con una acción pionera en España en términos de continum social: la retransmisión mediante streaming del pacto que daría lugar a la coalición Unidos Podemos, entre Alberto Garzón y Pablo Iglesias, encontrándose en la Puerta del Sol de Madrid y dándose un abrazo. Frente a los ejemplos de teatralización estudiados en nuestro análisis, cabe apuntar que uno de los problemas actuales en los que se encuentra el equipo de redes está en el hecho de que los tuits humorísticos o teatralizantes tienden a invisibilizar los tuits más institucionales o serios, pese a que el equipo tiene como norma que los primeros no sobrepasen el 10% de la actividad diaria. Una vez más, la memeficación de la política y la simplificación de los mensajes se presentan como contradicciones de la política pop y, a su vez, como una herramienta de doble filo: por un lado, generan un “gancho” para atraer a más seguidores y politizar a los usuarios pero, por otro lado, por su naturaleza viral esconden la fachada institucional de la estructura política. En este sentido, cabría considerar hasta qué punto tiene sentido enfrentarse a esta disrupción –entendida así por el

41

entrevistado- y comprender que, cuando la lógica del campo en cuestión impone unos tipos de prácticas sociales, solamente habría que limitarse a aceptarlos y hacer el esfuerzo por integrar el máximo de contenidos programáticos adaptados al setting. Así, entre los objetivos más claros de cualquier estrategia política en redes sociales encontramos que, la mayoría de las acciones, van encaminadas hacia conseguir un mayor grado de popularidad –viralidad- a través del diseño de hashtags ingeniosos: de esta manera, se construye una situación similar a los media-event offline. Si la respuesta es favorable, es decir, se da un alto nivel de interacción, se consigue trasladar el mensaje a los medios de comunicación como noticia, condicionando la agenda mediática (Mc Combs, 2004:98) a través de la instrumentalización de las redes sociales. Este sería el máximo éxito de una acción en campaña en redes sociales. La comunidad política online Una de las cuestiones de mayor interés de la investigación ha sido estudiar si la atracción electoral que se genera a través de la acción dramática en las redes sociales es capaz de generar un sentimiento comunitario, en tanto que entendemos que la performance establece una estructura interactiva que posibilidad la ilusión de vínculos parasociales de intimidad. No obstante, la propia naturaleza de los usos sociales de las nuevas tecnologías apunta hacia una cierta tendencia a la intermitencia participativa. Según Zafra la comunidad en las redes no se puede dar puesto que no existe la posibilidad para que se den respuestas personalizadas. (2012:108) y que la saturación informativa aniquila el espacio vacío requerido para la dotación de sentidos de pertenencia (Ibídem:113); Del Fresno (citado en Polidura, 2015) afirma que todo parece indicar que las comunidades en Twitter presentan una baja o nula autoidentificación y cohesión entre sus miembros y que tampoco parece existir una familiaridad compartida y recíproca entre los mismos (2015:208). Por el contrario, el responsable de redes de IU explica que, en algunos casos pueden encontrarse comunidades fragmentadas que, en función de sus intereses, se organizan como cualquier público construido en un contexto offline: Miguel: >

Por lo tanto, a la pregunta de ¿pueden existir las comunidades mediadas por las nuevas tecnologías? parece haber un debate poco cristalizado. En todo caso, queda

como

tarea

pendiente

para

las

investigaciones

sociológicas

y

antropológicas observar cómo se va desarrollando esta cuestión a lo largo de los próximos años. Lo que sí podemos afirmar es que sí existe una conexión útil entre las tecnologías y la acción política que, mediada por las prácticas sociales, como la teatralización de la vida cotidiana, en tanto que tendencias populares, es capaz de, no solamente atraer electoralmente a los públicos en el contexto online, sino también constituir un nuevo campo para las estrategias políticas que, en definitiva, necesita de un ejercicio de reestructuración simbólica de la representación política y del lenguaje. 5.

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