\"La somatización del neoliberalismo en Mano de obra de Diamela Eltit\" Hispamérica. 33.98 (2008): 115-23.

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La somatización del neoliberalismo en "Mano de obra" de Diamela Eltit Author(s): Cynthia Tompkins Source: Hispamérica, Año 33, No. 98 (Aug., 2004), pp. 115-123 Published by: Saul Sosnowski Stable URL: http://www.jstor.org/stable/20540573 Accessed: 03-05-2017 03:13 UTC JSTOR is a not-for-profit service that helps scholars, researchers, and students discover, use, and build upon a wide range of content in a trusted digital archive. We use information technology and tools to increase productivity and facilitate new forms of scholarship. For more information about JSTOR, please contact [email protected].

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La somatizaci?n del neoliberalismo en Mano de obra de Diamela Eltit

I CYNTHIA TOMPKINS Yo he tenido una posici?n cr?tica frente a este momento porque me parece evasivo, sobre todo en la cuesti?n

de la desigualdad... Me parece que es... una pseudo-democracia que se sustenta en el consumo... Diamela Eltit1

Diamela Eltit ha publicado siete novelas: Lump?rica (1983), Por la patria (1984), El cuarto mundo (1989), Vaca sagrada (1991), Los vigilantes (1994), Los trabajadores de la muerte (1998) y Mano de obra (2002). El padre m?o (1989), ha sido definido como testimonio. Sus ensayos fueron antologados en Emergencias (2000).2 Mano de obra trata de los cuerpos invadidos por las pr?cticas econ?mi cas del neoliberalismo. Se sit?a en un supermercado, el santuario del simu lacro, tal como lo sugiere Andy Warhol con su sopa Campbell, y se centra

en la problem?tica de la creaci?n del personaje ante la encrucijada del neoliberalismo global. En cuanto al contexto socio-pol?tico, cabe se?alar que a poco del golpe de estado que derribara al gobierno de Salvador Allende Gossens, se instaura una ideolog?a econ?mica regida por el merca do. A las organizaciones sindicales se les prohibe la negociaci?n colectiva y el derecho a la huelga. La tecnocracia neoliberal se afianza mediante el con

trol de las organizaciones gremiales y estudiantiles bajo la doctrina de la seguridad nacional cuyas premisas fundamentales son las siguientes: 1) la Argentina. Egresada en Letras Modernas de la Universidad Nacional de C?rdoba, se doctor? en literatura comparada en Penn State University. Se especializa en literatura y cine latinoamericano y est? terminando un libro sobre escritoras latinoamericanas postmodernas. Es profesora en Arizona State University. 1. "Diamela Eltit: El letrado y el lumpen", en Walescka Pino-Ojeda, Sobre castas y puentes:

conversaciones con Elena Poniatowska, Rosario Ferr? y Diamela Eltit, Santiago, Chile, Editorial Cuarto Propio, 2000, p. 143.

2. V?ase, Diamela Eltit, El cuarto mundo, Santiago de Chile, Editorial Planeta, 1988; Eltit Diamela y Paz Errazuriz, El infarto del alma, Santiago de Chile, Francisco Zegers, 1994; El padre m?o, Santiago de Chile, Francisco Zegers, 1989; Emergencias, Santiago de Chile, Editorial Planeta/Ariel, 2000; Los trabajadores de la muerte, Santiago de Chile, Editorial Planeta Chilena, 1998; Los vigilantes, Providencia, Santiago de Chile, Editorial Sudamericana, 1994; Lump?rica, Santiago de Chile, Ediciones del Ornitorrinco, 1983; Mano de obra, Santiago de Chile, Editorial Planeta Chilena, 2002; Por la patria, Santiago de Chile, Ediciones del Ornitorrinco, 1986; Vaca sagrada, Buenos Aires, Editorial Planeta, 1991.

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libertad econ?mica se realiza en el mercado y constituye una condici?n necesaria para la libertad pol?tica; 2) las reglas objetivas, impersonales y uniformes del mercado garantizan la libertad y 3) el programa econ?mico se fundamenta en un saber absoluto de car?cter cient?fico. Desde enero de 1979

a mediados de 1981, se da la fase del neoliberalismo global.3 Estructuralmente, las primeras 76 de las 176 p?ginas establecen un con trapunto entre los subt?tulos que aluden a momentos de resistencia, tales

como "Autonom?a y solidaridad" (Santiago, 1924), "El proletario" (Tocopila, 1904) y "Nueva Era" (Valpara?so, 1926), cuyo objetivo es con trastar el "Despertar de los trabajadores" (Iquique 1911) con la pasividad de

los trabajadores del s?per.4 El protagonista se define inicialmente por su relaci?n con los clientes, que se subdividen entre los que compran y los que no. Quienes no compran "se re?nen ?nicamente para conversar",5 ya sea como estrategia de resistencia o por carencia de medios. Su deseo se restringe al usufructo dentro del s?per,

porque, "Tocan los productos igual que si rozaran a Dios. Los acarician con una devoci?n fan?tica" (p. 15).6 Esta apor?a tambi?n se da en el caso de sus ni?os, "que asaltan los camiones e intentan romper las cubiertas de pl?stico

que protegen a las mu?ecas..." (p. 18).7 Los "malos clientes" "[I]mpiden que los dem?s compren" al "obstaculiza[r] las mercader?as [y] destrozar las mejores verduras" y adem?s "Se burlan de [las] adquisiciones [de] los buenos clientes" (p. 14). Sin embargo el que est?n "(verdes de envidia)" (p. 20) ante

las compras de los dem?s, reforzar?a la tesis de la carencia. Los "malos clientes" incluyen a clept?manos y ancianos. A pesar de las c?maras, los clep t?manos intentan seducir al protagonista para gozar de las mercader?as salien

do del s?per "de manera ileg?tima" e impune (p. 35). Finalmente, tanto la debilidad f?sica como la soledad de los ancianos obstaculiza las ventas (pp. 39-40). Todos los clientes interesan por su interrelaci?n con el protagonista,

quien, a pesar de todo, se conduele de la precariedad de los ancianos y del deseo insatisfecho de ni?os (p. 22) y clept?manos (p. 36). 3. En resumidas cuentas, se nota, "[e]l imperio de la libertad individual en el ?mbito econ?mi co; la definici?n de la justicia como igualdad de oportunidades, contrapuesta a la igualdad de resultados, y la prioridad absoluta que se reconoce a estos valores por sobre las libertades pol?ti cas" (Vergara, pp. 28-29; 87-99; 165). V?ase Pilar Vergara, Auge y ca?da del neoliberalismo en Chile, Santiago de Chile, FLACSO, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, 1985. 4. V?ase Nelly Richard, http://www.letras.s5.com/eltit091202.htm, p. 2.

5. Mano de obra, Santiago de Chile, Seix Barrai, 2002, p. 13; en adelante, las citas se indicar?n en el texto. 6. Richard se refiere al ?xtasis de las mercader?as. V?ase http://www.letras.s5.com/eltit091202.htm,

p.3.

7. Apor?a definida en t?rminos de "paradoxical degrees or levels of undecidability". Cf. Jacques Derrida, Aporias, Werner Harnacher y David E. Wellbery, eds., Thomas Dutoit, trad., Stanford,

CA, Stanford University Press, 1993, pp. 15-6.

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CYNTHIA TOMPKINS Aqu? cabr?a hacer un par?ntesis para reflexionar sobre el discurso de la novela. Como veremos a continuaci?n, la voz del protagonista es po?tica al aludir a "La inestabilidad (definitiva, irreversible) en que transcurren [los] cuerpos [de los ancianos] cruzados por masivos e incurables temblores" (p. 39). Asimismo, su angustia existencial los lleva a buscar "con la mirada inesperadamente brillante, una nueva presa para liquidar, desde una lineal voluntad decr?pita, el tiempo urgente que los oprime" (p. 40). Este lenguaje se opone al di?logo de la di?gesis, es decir entre los personajes, reducido a la violencia del vituperio. La novela se inicia con el fluir ps?quico del protagonista que alude a la somatizaci?n atribuida a su relaci?n laboral: "Los clientes (el que ahora mismo me sigue y me desquicia o el que me corta la respiraci?n o el que me moja de miedo) se re?nen ?nicamente para conversar en el s?per. Yo me estremezco ante la amenaza de unas pausas sin asunto o me atormento por los ruidos ins?pidos y sumergido de lleno en la violencia, me convierto en un panel agujereado por el terror. Amarillo (Me pongo amarillo)" (p. 13).

El discurso religioso es ambiguo y produce una sensaci?n de

extra?amiento. El protagonista se?ala: "Los observo llegar con sus rodillas rotas, sangrantes, da?adas despu?s de poner fin a una peregrinaci?n exhibi cionista" (p. 15). Al subvertir las expectativas del lector respecto al destino de una peregrinaci?n, y especialmente al notar el "exhibicionismo" del rito,

se alude de igual manera al af?n consumista como a carest?a. La imprevisi ble reacci?n del protagonista tambi?n trastoca las expectativas del lector, ya

que le crece la lengua, "se enrosca y [lo] ahoga como un anfibio desespera do ante una injusta reclusi?n" (p. 16). Asimismo, cuando se percata que los padres liberan a los ni?os de su tutela, el protagonista se?ala: "Se dispara mi

miedo como si me lanzaran al vac?o desde una oficina del segundo piso con la cabeza en picada hacia el cemento" (p. 17). Estos efectos se complementan con la representaci?n recurrente del cuerpo como constructo. Y es el ojo, representante fiel del Pan?ptico Foucaultiano, el que reinstaura la performatividad: "Parpadeo una y otra vez hasta que recobro la visi?n. Y consigo esta maravillosa sonrisa, mi estatura,

el movimiento arm?nico de mis manos. ?Qu? les parece? Ya me encuentro en plena posesi?n. Con mi cuerpo pegado a m? mismo (como una segun da piel) me desplazo por el interior del s?per..." (p. 16). No obstante, basta una agresi?n verbal para destruir el orden: "Mi o?do recoge el insulto y lo amplifica hasta el punto que produce una fina laceraci?n en mis sienes. La terrible palabra destructiva que me dirigen, retumba en mi cabeza y me hace

sentir mal. Me hiere y me perfora la palabra abriendo un boquete en mi ri?on" (p. 23). El protagonista es consciente de la abyecci?n de su sometimiento. Debe ser sol?cito con quienes le "ordenan buscar en las bodegas un producto ine

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xistente" (p. 21). Sabe que "un n?mero creciente de clientes... buscan cul parlo] por el abierto fracaso de las mercader?as" (p. 28). Cuando escupen, se apresura a limpiar y se "oblig[a] a la mansedumbre... Cultiv[a] una notable impasibilidad para conseguir una presencia sol?citamente neutra" (p.

21). Tambi?n est? a merced del supervisor, sin embargo, pese a que ?ste "amena[ce] con despedir [lo]", ambos saben que el supervisor tambi?n es prescindible y "que despu?s le va a corresponder a ?l" (p. 30). Adem?s de la apor?a de la oferta de un supermercado, que consiste en reemplazar inmediatamente los productos vendidos, el texto enfatiza el impacto de la percibida resistencia de los clientes que atormenta al protago

nista: "Mezclan los tallarines, cambian los huevos, alteran los pollos, las verduras, las ampolletas, los cosm?ticos... Los desordenan con una deli beraci?n insana s?lo para abusar de los matices en los que se expresa mi ros

tro" (p. 15). Eltit recrea la tesis propuesta por Fredric Jameson sobre la colonizaci?n del inconsciente del capitalismo tard?o,8 por lo que se sabe enfermo al perder la capacidad de recordar: "Miro fijamente... las mercader?as y, sin embargo, no logro retenerlas ni tampoco hacerlas volver (recuperarlas) para anexarlas

en la memoria profesional que debo ejercitar con los productos... Ay, esa

lista que tan cuidadosamente hube de memorizar, ha terminado por desmoronarse (pp. 47-8). El mal que incluye la anulaci?n del sentido del olfato (p. 49) y un mareo causado por la luz enceguecedora (p. 50), es atribuido a la "urgente perseverancia laboral que [lo] oblig? a vivir en un estado de alerta permanente" (p. 48). Tal como en otras obras de Eltit, se escamotea la descripci?n f?sica del protagonista. Asimismo, se abroga la noci?n de g?nero en aras de sensa ciones f?sicas, tales como la n?usea y el irresistible deseo de orinar. Eltit suprime toda referencia a la sexualidad del personaje. Adem?s, subvierte la

heteronormatividad en la secuencia en que el clept?mano inicia una seduc ci?n homosexual para (y pese a) la c?mara. Sin embargo, al final, se ponen ambos g?neros sous raurure cuando la voz protag?nica menciona "Despu?s de todo soy un hombre aunque, en alg?n sentido (lo s?), termino enredado a la imagen con que se define una mujer. Mujercita yo" (p. 45).9

Las cien p?ginas restantes, "Puro Chile, Santiago, 1970", presentan el entramado social del protagonista. Los personajes con quienes comparte una casa son descritos literalmente en base a un par de rasgos. Sin embargo, irre 8. Fredric Jameson, "Postmodernism, or The Cultural Logic of Late Capitalism", New Left Review, 146 (julio-agosto, 1984), p. 87. 9. Gayatri Chakravorty Spivak define "under erasure" as "to write a word, cross it out, and then print both word and deletion. Since the word is inaccurate, it is crossed out. Since it is neces

sary, it remains legible". Ver su "Translator's Preface" a Of Grammatology, Baltimore, The Johns Hopkins University Press, 1974, p. xv.

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CYNTHIA TOMPKINS versiblemente, caen en la abyecci?n. Isabel, quien promociona tres produc tos, tiene una guagua que queda al cuidado de quien est? en la casa. Su su misi?n gira en torno al t?rmino "lameculos" (p. 79). Sin embargo, en lugar de caer en el comportamiento denigrante de ponderar a sus superiores, su sobrevivencia depende de que sus supervisores sientan el deseo de utilizarla para llevar a la pr?ctica el sentido literal del t?rmino (p. 79). La extraordinaria rapidez de sus manos describe a Sonia, tanto en su rol de cajera, como en el de trozadora de pollos (p. 119) y despu?s de rebanarse el ?ndice (p. 153) como limpiadora de pescado. Los repetidos fracasos de Gloria al buscar empleo la destinan a hacerse cargo de la limpieza y a ocu par el cuarto del fondo. Las carreras nocturnas a su cuarto, que comienzan esa misma noche, establecen su marginaci?n (p. 84). Andr?s se mimetiza f?cilmente, lo cual le permite pasar datos sobre los inminentes despidos (p. 113); Gabriel es el malabarista que embolsa las compras (p. 132); Eduardo, el l?der que reiteradamente reorganiza el grupo. Adem?s de tener que disfrazarse para participar en distintas festividades, los empleados est?n sujetos a un horario de trabajo que se extiende a 14, 16 y 24 horas sin percibir remuneraci?n adicional (p. 162). El deterioro de las condiciones de vida de los personajes se acelera. Ante la amenaza de la creaci?n de un sindicato se despide al turno entero (p. 150) y a partir de entonces todos trabajan sin contrato (p. 89). Se reducen las horas de trabajo, se bajan los sueldos, se les quitan los beneficios y se toma a m?s gente para pagar menos (pp. 104-08). Las filas de postulantes comienzan a las 5 de la ma?ana, son tantos que se los cataloga por sexo, peso, porte y edad (pp. 109, 135). En otras palabras, el texto examina la erosi?n gradual de la situaci?n laboral del empleado no calificado, producto de los as? llamados avances del neoliberalismo. En el ?mbito dom?stico tampoco les va mejor. A Enrique le quitan el tele visor y el equipo de m?sica por retrasarse en las cuotas; despu?s le cortan el

agua y la luz (p. 147). A estas carencias se le suman los s?ntomas de la so matizaci?n de la situaci?n laboral. Isabel, siempre absorta en algo que nunca

se devela pierde peso y sex-appeal (pp. 132-33). Pedro, harto de sus tareas de personal de vigilancia, se emborracha con Gabriel y luego recurre a la droga para evadirse del trabajo diario que consiste en husmear las partes pudendas de clientes deshonestos, usadas como dep?sito de productos roba dos. Poco despu?s, a excepci?n de Enrique, los habitantes de la casa lo acompa?an en la adicci?n. Paulatinamente a todos les sangran las narices.

Harto de ver caer gotas de sangre sobre la guagua, Enrique, quien los traiciona al volverse supervisor, los echa (p. 173).

La internalizaci?n del racismo, notable en los comentarios sobre la piel m?s blanca de Enrique, se reitera cuando Gabriel se convierte en el dirigente

del grupo de deshauciados ya que s?bitamente es percibido como m?s blan

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co y m?s alto (p. 175).10 Pese al chauvinismo, al machismo y a la homofo bia, su discurso termina con un toque autorreflexivo: "vamos a cagar a los maricones que nos miran como si no fu?ramos chilenos. S?, como si no fu?ramos chilenos igual que todos los dem?s culiados chuchas de su madre. Ya pues huevones caminen. Caminemos. Demos vuelta la p?gina" (p. 176).11 En cuanto a los personajes, volvamos a la Po?tica Aristot?lica: "tragedy is not an imitation of men, per se, but of human action and life and happi ness and misery. Both happiness and misery consist in a kind of action; and the end of life is some action..." (p. 12).12 Siguiendo estos postulados, Mano de obra presenta personajes que se definen por sus acciones. Al ser parte integral del circuito de ventas de un supermercado son pasibles de reflejarse en entornos similares. La representaci?n del personaje en relaci?n a la acci?n es desarrollada en la noci?n estructuralista de actante. Con respecto a esta novela, se imbrican dos de las categor?as de personaje de Philippe Hamon.13 El di?logo que establece el protagonista consigo mismo involucra una subversi?n de la noci?n de los personnage-embrayerus: "Ils sont les marques de la pr?sence en texte de l'auteur, du lecteur, ou de leurs d?l?gu?s: personnage 'porte-parole', choeurs de trag?dies antiques, interlocuteurs

socratiques..." (Hamon, pp. 122-23). Asimismo, quienes lo rodean se asemejan a los personnages-anaphores de Hamon, ya que dependen del sistema de la obra: "Ici une r?f?rence au syst?me propre de l'oeuvre est seule indispensable... [Tienen una funci?n] essentiellment organisatrice et cohesive" (p. 123). Sin embargo, en esta novela Eltit sigue una trayectoria que le es particu lar, ya que se vale de personajes tipo dibujados a grandes trazos, abiertos a la identificaci?n al ser casi simb?licos. Pensemos sin m?s en "L. Iluminada",

la protagonista de su ?pera prima Lump?rica (1982), que pese a su exhibi cionismo no es descrita f?sicamente. De manera similar, sus pensamientos muestran un yo escindido y post moderno. Por otra parte, con Coa/Coya, la protagonista de Por la patria (1984), Eltit reincide en lo marginal en un marco de acci?n barrial. Adem?s de la falta de referentes f?sicos identifica torios de los personajes como entes particulares, la novela rompe con los 10. Es interesante que los protagonistas queden deshauciados, tal como en la novela anterior Los vigilantes, que tambi?n explora el impacto del neoliberalismo en la sociedad chilena. 11. Dice Nelly Richard: "el garabato es la tozuda arma dialectal de una periferia cultural que desaf?a el mercado global de las traducciones con su habla disonante. El garabato chileno ('Puro Chile') lleva lo popular de la calle a oponerse, entonces, al principio de la conmutatividad y sus tividad de los signos de la traducci?n capitalista que no admite la aspereza de la diferencia", http://www.letras.s5.com/eltit091202.htm, p 3. 12. Poetics, Leo Golden, traducido en Aristotle's Poetics: A Translation and Commentary for Students of Literature, Englewood Cliffs, NJ, Prentice Hall, 1968, p. 12. 13. V?ase Phillipe Hamon, "Pour un statut s?miologique du personaje", en Po?tique du r?cit, Roland Barthes, ed., Paris, Editions du Seuil, 1977, pp. 115-80. Las citas se indican en el texto.

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tab?es de la familia nuclear mediante referencias a una relaci?n sexual con tinua entre madre e hija y referencias oblicuas a una penetraci?n, quiz? pro

ducto de alucinaciones inducidas por el shock de auxiliar a su moribundo padre o por la droga, que apuntan a la ideolog?a mapuche.14 Nuevamente se presenta una subjetividad escindida y explotada por los efectos de la yerba y torturas.

Como se?al?ramos anteriormente, Eltit se basa en un rasgo distintivo para constituir a los personajes, coincidiendo de esta manera con el "pro cedimiento de la metonimizaci?n", que seg?n No? Jitrik se sustenta en una cualidad.15 Tal como lo adumbra la disyunci?n entre el po?tico discurso uti lizado para reflejar el fluir de los pensamientos del protagonista y el reduci do vocabulario estructurado en torno al vituperio con que se relaciona con sus cong?neres, este personaje se construye en base a la paradoja. Se trata m?s bien de un simulacro, visto que "The precession of Simulacra... is no longer a question of imitation, nor of reduplication, nor even of parody. It is rather a question of substituting signs of the real for the real itself...".16 Es m?s, mediante este recurso, Eltit da lugar a un mise en abyme que nos refle

ja como un espejo trizado, lo cual hace a?n m?s devastadora su cr?tica al neoliberalismo.17 14. La cr?tica no concuerda sobre el tema de la penetraci?n. Mientras que Stacey Skar ("La na rrativa pol?tica y la subversi?n parad?jica en Por la patria de Diamela Eltit", Confluencia, XI, 1 [oto?o 1995], pp. 113-25, p. 116) y Mary-Beth Tierney-Tello ("Treason and Transformation: Re-Writing the Margins in Diamela Eltit's Por la patria", en Allegories of Transgression and Transformation: Experimental Fiction by Women Writing Under Dictatorship Albany, NY,

SUNY Press, 1996, pp. 78-127, p. 103) lo afirman, Eugenia Brito ("La narrativa de Diamela Eltit: un nuevo paradigma socio-literario de lectura", en Campos Minados: Literatura post golpe en Chile, Santiago de Chile, 1990, p. 171) se refiere a un incesto imaginario (p. 171). Como curandera, Coa/Coya aplica hierbas a las heridas del padre. Sin embargo, en Chile "yerba" connota tanto alucinaciones como medicina, lo cual explicar?a las subsiguientes dis torsiones ling??sticas (Sylvia Tafia, Diamela Eltit: el rito de pasaje como estrategia textual, Santiago de Chile, RIL, 1998, p. 60). Finalmente, seg?n la ideolog?a Mapuche tanto el bien como el mal se comunican con los seres humanos por medio de sue?os y visiones. Cf. Gisela Norat, Marginalities: Diamela Eltit and the Subversion of Mainstream Literature in Chile, Newark, University of Delaware Press / Associated University Presses, 2002, p. 101. 15. El procedimiento de metonimizaci?n es evidente en algunos cuentos de Jorge Luis Borges, "especialmente en los bibliogr?ficos" tales como "Pierre Menard, autor del Quijote" o "Examen de la obra de Herbert Quain" (p. 87). No? Jitrik, El no existente caballero: La idea de perso naje y su evoluci?n en la narrativa latinoamericana, Buenos Aires, Megalopolis, 1975. 16. Jean Baudrillard, Simulations, Paul Foss, Paul Patton y Philip Beitchman, trads., New York,

Semiotext(e), Inc., 1983, p. 4. 17. D?amela Eltit se?ala que es consciente de que la tildan de moralizante. Esta cr?tica al neoli beralismo tambi?n aparece en su novela anterior, Los trabajadores de la muerte. V?ase adem?s Francine Masiello, "Los trabajadores de la muerte: est?tica y mercado", en Creaci?n y resisten

cia: La narrativa de Diamela Eltit 1983-98, Mar?a In?s Lagos, ed., Nomad?as, Santiago de Chile, Universidad de Chile y Editorial Cuarto Propio, 2000.

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Como es sabido, todo personaje es un efecto del discurso, del horizonte de conciencia del autor y del lector ya que "en la novela dial?gica el per sonaje no ser?a nunca una figura 'acabada' sino en constante dinamismo y posible complementaridad desde su cualidad inconclusa; siempre suscepti ble a un nuevo excedente de significaci?n seg?n la red combinatoria que se privilegie con las otras unidades del discurso".18 Sin embargo, la colo nizaci?n del inconsciente conlleva la imposibilidad de filiarnos con el pro tagonista en s? porque la identificaci?n funciona m?s bien respecto a su

condici?n.

Por otra parte, la siguiente deconstrucci?n textual de la sagrada familia, efecto supuesto de un estado et?lico, podr?a leerse como una alegor?a de la noci?n de personaje: ...Dios es quien me sigue... Dios me posee constantemente como si fuera su ramera... Dios est? en todas partes. A lo largo y ancho de mi cuer po. .. .Pero el maldito puto no me satisface con la gracia divina que le asig

nan. Como debiera su enloquecida y desatada majestad. Digo, la majestad que se requiere para llevarme a ese punto sin retorno en que Dios y yo ser?amos indistinguibles... Estoy borracho, lo s?... Y aqu? estoy, en la entra da del s?per, formando parte del pesebre. Tengo sed. Pero debajo de la paja guardo el pisco. Dios me autoriza porque, finalmente, ha nacido, gracias a m?, en todos los instantes... Mi Dios (mi diosito lindo) me lo concede porque yo soy el padre de su hijo y como suplemento (no me digas que Dios se va a privar...) cumplo con el oficio hist?rico que le fue asignado a la puta. Yo soy (tambi?n) la ni?a obscena que va a enderezar su alica?do senil miembro (pp. 61-5).

En otras palabras, la noci?n de personaje surge m?s bien como suple mento del discurso.19 18. Carmen Bustillo se refiere a Problemas de la po?tica de Dostoievsky, M?xico, FCE, 1986, pp. 75, 94-5. V?ase su El ente de papel: estudio del personaje en la narrativa latinoamericana, Caracas, Vadell Hermanos, 1995, p. 44. 19. Refiri?ndose a Jean-Jacques Rousseau en "From/of Blindness to the Supplement", Derrida ofrece varias aproximaciones a la noci?n del suplemento tales como: "The supplement adds itself, it is a surplus, a plenitude enriching another plenitude, the fullest measure of presence. It cumulates and accumulates presence. It is thus that art, techn?, image, representation, con

vention, etc., come as supplements to nature... But the supplement supplements. It adds only to replace. It intervenes or insinuates itself in-the-place-of; if it fills, it is as if one fills a void. If it represents and makes an image, it is by the anterior default of a presence. Compensatory [suppl?ant] and victorious, the supplement is an adjunct, a subaltern instance which takes (the)-place [tient-lieu]'. As a substitute, it is not simply added to the positivity of a presence, it produces no relief, its place is assigned in the structure by the mark of an emptiness. Somewhere, something can be filled up of itself, can accomplish itself, only by allowing itself to be filled through sign and proxy. The sign is always the supplement of the thing itself. Derrida, Of Grammatology, pp. 144-45.

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CYNTHIA TOMPKINS Seg?n Paul Ricoeur, la identidad personal se constituye en base a los siguientes factores: la cuesti?n de la inmanencia en el tiempo; la identidad num?rica, es decir la reidentificaci?n de lo mismo; la identidad cualitativa, dicho de otro modo, la semejanza extrema y la continuidad ininterrumpida entre el primero y el ?ltimo estadio del desarrollo de lo que consideramos el

mismo individuo, es decir la permanencia en el tiempo (pp. 109-13).20 Aunque en Mano de obra no se brinde una clara noci?n de cu?nto tiempo transcurre, es obvio que es suficiente como para que los personajes avejen ten, se enfermen, se vuelvan adictos. De manera que la continuidad de sus

acciones los hace susceptibles de ser interpretados como protagonistas, como entes levemente particulares y diferenciales. A manera de conclusi?n, vale la pena contrastar las diferencias que Nelly

Richard se?ala con respecto al impacto de la postmodernidad en Am?rica Latina: "[los] procesos hist?rico-culturales no [son] equivalentes en cada

pa?s... [Ni] Per?, [ni] Chile [ni] Argentina... comparten los mismos antecedentes de modernidad, modernizaciones, modernismo. [Adem?s]... la mezcla entre mito e historia, entre rito y progreso, entre tradici?n y merca

do, se sediment? desigualmente...",21 ya que el fen?meno del neoliberalis

mo y, en especial, el de la era de la globalizaci?n, parece elidirlas.

Precisamente el efecto de Mano de obra es tan devastador porque la cre ciente explotaci?n, alienaci?n y colonizaci?n (del subconciente) de los per sonajes imposibilita que recurran a tradiciones culturales que les permitan sustentarse an?micamente y/o incitarlos a la rebeli?n.

20. Paul Ricoeur, "Quinto estudio. La identidad personal y la identidad narrativa", Si mismo como otro, Madrid, Siglo XXI, 2002, pp. 109-13. 21. Ver Nelly Richard, "Latinoam?rica y la posmodernidad", Revista de cr?tica cultural, 13 (abril 1991), pp. 15-9.

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