La situación de la mujer en la sociedad española del siglo XIX al examinar las heroínas novelescas del realismo galdosiano y del naturalismo.

June 9, 2017 | Autor: Marina Spanou | Categoría: Literatura española, Literatura Española Del Siglo XIX
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Descripción

La situación de la mujer en la sociedad española del siglo XIX al
examinar las heroínas novelescas del realismo galdosiano y del
naturalismo.


Después de medio siglo en el que prevalece el espíritu del "yo"
sentimental, la hipérbole descriptiva y la sensación lírica, varios
factores tanto internos, como europeos distancian las letras españolas de
la poesía romántica y las conducen hacia la argumentación sobria basada
en la observación del entorno social, que solo podía expresarse a través
de la novela.


A pesar de las turbulencias políticas (represión gubernamental de las
protestas revolucionarias durante el reinado isabelino, destronamiento de
Isabel II en 1868, era conflictiva hasta que llegue la tranquilidad
sociopolítica con la Restauración de Alfonso XII)[1], se observa la
consolidación de la clase burguesa aunque sigue ligada con las fuerzas
tradicionales de España, es decir el clero y la aristocracia. Aun así, el
empoderamiento de la burguesía junto con un desarrollo parcial de las
industrias y del comercio deja aparte la sensibilidad romántica poniendo
de relieve un modo de pensamiento práctico y material. Las nuevas
ciencias (sociología, psicología), el positivismo, el krausismo y las
demás influencias desde Europa, sobre todo Francia, fortalecen esta
tentativa.[2]


Según los nuevos postulados el escritor tiene que aplicar la
metodología científica para describir con objetividad impersonal la
realidad externa de la actualidad. Su relato debe incluir un análisis
minucioso y preciso de los caracteres y del contorno social ni siquiera
se trata de un ambiente vulgar y desagradable. La trama de la obra sirve
al creador para argumentar en tono moralizante defendiendo su tesis.[3]


Aunque Balzac, Flaubert, Stendhal y otros escritores franceses y
europeos pusieron las bases de la novela realista, influyendo los
escritores españoles también, cabe mencionar el realismo español "sui
generis" que se refleja en la tradición del costumbrismo y de la novela
picaresca. Así pues, no debería sorprendernos el hecho de que
importantísimos escritores como Galdós y Pardo Bazán tomaron inspiración
de las novelas cervantinas.[4]


Sin embargo el realismo español, según las fases de su evolución en el
siglo XIX, el estilo personal de cada escritor y los acontecimientos
histórico-políticos incesantes, se caracteriza por matices diferenciados
que no nos permitan distinguir una cierta homogeneidad entre los
representantes españoles del género. Esta diferenciación se encuentra
tanto en los recursos estilísticos, como en la percepción de los axiomas-
base de la conciencia nacional. Puesto que la novela realista se usa como
una herramienta didáctica, cada creador enriquece la trama de su obra con
su propia moral y sus creencias conservadoras, tradicionalistas o
liberales. Además, la susodicha influencia del romanticismo, del
costumbrismo y del naturalismo hacia los fines del siglo XIX nos impone
la esquematización de un motivo alterado en comparación con lo
europeo.[5] .


Así pues, en los inicios del realismo constatamos una persistente
influencia del romanticismo y del costumbrismo de modo que los críticos
califican estas obras como posrománticas o prerrealistas. Citamos como
ejemplo la obra de Fernán Caballero (seudónimo de Cecilia Böhl de Faber).
Gran admiradora de Balzac y del paisaje andaluz procuró, usando recursos
realísticos como la observación imparcial y la descripción mesurada,
elogiar las virtudes de la vida en el campo y de la fe católica en
contraposición con la corrupción urbana. Aunque Fernán Caballero nos
ofrece un panorama de la cotidianidad campesina según los principios
realistas, los elementos melodramáticos que se incorporan en sus novelas,
las descripciones idealizadas del campo andaluz y el superficial análisis
psicológico de los personajes resultan en la exposición subjetiva de sus
ideas, hecho que alude fuertemente al corriente romántico.[6]
Distanciamiento parecido a los postulados del realismo mantiene Pedro
Antonio de Alarcón. Su obra, sobre todo "El sombrero de tres picos" nos
ofrece el placer de diálogos vivaces. Además, el escritor comparte con
Fernán Caballero la admiración del paisaje andaluz y las ideas morales
del catolicismo. No obstante, Alarcón rechaza la técnica de la
observación, tan esencial en la corriente realista.[7]


La contradicción entre los representantes del realismo español del
primer periodo y de los que pertenecen en la etapa más tardía y madura es
evidente examinando la obra de Benito Pérez Galdós y de Leopoldo Alas
"Clarín". Galdós, como todos los eruditos de su era, sintió
principalmente la necesidad de dedicarse en el registro de los
acontecimientos históricos contemporáneos de España. Sin embargo, tras
sus "Episodios nacionales" el escritor publica novelas en las que se ve
claramente su mirada realista. "Tristana", "Fortunata y Jacinta", "Doña
Perfecta", "Gloria", aunque pertenecen en distintas eras creativas del
autor, demuestran una detallada observación de la sociedad madrileña
moderna, una examinación científica de la psicología de los caracteres, y
una descripción de la trama eliminando la plétora de adjetivos,
ornamentos estilísticos o connotaciones subjetivos. La meta sigue siendo
didáctica pero Galdós se ocupa de los grandes problemas de su época con
la máxima fidelidad en la representación de la sociedad española, y
sobriedad en la descripción de sus ideas.[8]


La evolución literaria condujo los anteriormente mencionados
representantes de la era madura del realismo español a implementar hasta
elementos del naturalismo en su creación. La exposición minuciosa de la
psiquis de Ana (La Regenta) dentro de un ambiente decadente, que culmina
con el monólogo interior de la protagonista se considera como algo
original. El escritor cede su omnipresencia ante la heroína quien
adquiere sustancia propia. Además, el dilema del Magistral entre su
identidad como representante de la doctrina divina y sus sentimientos
despreciables de celosía se identifica con la pura realidad, que funda
las bases de la novela moderna española. [9]


Teniendo en cuenta el relativamente corto periodo de la duración del
realismo español, puesto que las turbulencias políticas y sociales, la
búsqueda de la identidad propiamente española, y quizás la distancia
geográfica retrasaron la llegada del realismo por una década, podíamos
concluir en líneas generales que esta corriente ha chocado con la
mentalidad conservadora ibérica y que no se ha apartado totalmente de los
elementos románticos, espirituales y modernistas.


El naturalismo español imitó la evolución realista en la
Península ibérica, es decir mientras que la producción literaria
naturalista encuentra sus máximos representantes en Emilia Pardo Bazán y
Blasco Ibáñez, se trata de un naturalismo más suave en comparación con
los postulados de Emil Zola, quien fue el fundador de este género.
Principalmente, podríamos identificar el naturalismo como un género
fuertemente vinculado con el realismo decimonónico. La investigación
detallada según las normas científicas del positivismo es fundamental
para la evolución de la trama y la conducta de los personajes para ambos
géneros literarios. Pero el naturalismo va más allá recogiendo cada
elemento del ambiente social en el que crece el héroe novelesco para
sacar conclusiones sobre su vida (determinismo). El héroe no puede
escapar de su destino, lo cual dirige su comportamiento de modo fatal. El
escritor (como en el realismo) mantiene una mirada neutra sobre la trama,
aunque es omnipresente en su evolución. La argumentación falta de
subjetividad y es sobria. Además, el naturalismo no hesita exagerar en la
representación de lo feo, lo crudo y lo escalofriante. [10]


Galdós aunque incorporó algunos elementos naturalistas en su obra, su
cosmovisión era opuesta al fatalismo científico de esta corriente. Sin
embargo, fue un creador polifacético cuya obra no es fácil encasillar en
un único género. Tal es el caso de "Tristana" que se publicó en 1892
durante la producción de sus "novelas contemporáneas" e "idealistas". El
análisis aún más profundo, que realiza el autor en el ambiente social y
la psicosintesis humana, nos da frutos de descripciones verosímiles,
diálogos enriquecidos de coloquialismos según la proveniencia, o de
sociolectos según el estrato social en el que pertenece el hablante y de
estos elementos surge una vista fiel del ambiente madrileño.[11] El
escritor dirige la trama durante toda la evolución de la obra, sobre todo
en los capítulos iniciales y hacia el fin de la obra donde los héroes "se
enmudecen". Todos estos componentes etiquetan "Tristana" al género
realista. Sin embargo esta clasificación no es suficiente. Se trata
además de una novela de tesis ya que en el relato abundan las ideas
feministas, dentro de un ambiente tradicionalmente machista, según los
axiomas del cual "…sólo tres carreras pueden seguir las que visten
faldas: o casarse, que carrera es, o el teatro…vamos, ser cómica, que es
buen modo de vivir, o…no quiero nombrar lo otro. Figúrenselo." (Tristana:
capítulo V). Galdós expresa a través de su heroína el ansia de libertad
del individuo que desea trazar según su propia voluntad el rumbo de su
vida. Lamentablemente, la enfermedad seguida por la amputación de su
pierna, no le deja a Tristana otro remedio que de abandonar sus planes de
emancipación y quedarse hasta el fin de su vida con su protector/amante,
el viejo Don Lope. La resignación simbólica y literal de Tristana, junto
con su vocación tardía hacia la fe cristiana da un tono espiritual en la
evolución de la obra.[12]


El destino de las demás heroínas principales de la literatura española
del siglo XIX es casi idéntico con el de Tristana: Nucha ("Los pazos de
Ulloa" de Emilia Pardo Bazán), la muchacha frágil y delicada, tras el
acuerdo entre su padre y su primo, se muda de la ciudad civilizada para
casarse con el marqués de Ulloa y tratar de domar este "país de lobos" de
acuerdo con los planes secretos de don Julián. Según la naturaleza
obediente de la doña Marcelita su vida hubiera sido dedicada en el
cuidado de su familia, primero de su hermano y su padre y después de su
marido y sus hijos futuros. Sin embargo, maltratada por su esposo,
engañada por la amante Sabel y su padre, el mayordomo que se llama
(simbólicamente) Primitivo, se muere dejando sin protección a su hija,
Manolita.[13]


Por el contrario, Ana, la heroína de la "Regenta" de "Clarín" se
muestra más inquieta en nivel espiritual. No obstante, su pasión se apaga
dentro de un matrimonio sin amor. Su juventud se gasta dentro del
ambiente corrupto de Vetusta (supuestamente Vetusta es Oviedo). Trata de
recuperar su entusiasmo ardiente a través de su relación con el Magistral
(religión-amor espiritual) y con Álvaro (amor carnal). La historia acaba
de modo triste. El amante mata al esposo empujado por el Magistrado
celoso. La Regenta se queda sola, arruinada y desdeñada.[14]


Finalmente, en "Fortunata y Jacinta" Galdós nos presenta dos mujeres
que luchan por el amor del irresponsable Juanito Santa Cruz. Su esposa,
Jacinta es una mujer tranquila, ama de casa, que se siente engañada por
Juan y atormentada por el hecho de que no puede dar a luz. Fortunata
lucha por el amor de Juan y al mismo tiempo desea restablecer su
dignidad. Después de varios acontecimientos las dos mujeres empiezan
sentirse compasión mutual. El relato acaba con Fortunata entregando antes
de morirse su niño a Jacinta. Es la primera vez que Jacinta se siente
completa, mientras que Fortunata cree que ya es una mujer digna.


Examinando la historia susodicha de cada personaje podríamos destacar
algunos puntos comunes como el papel importante de la iglesia y la
religión en su vida, el ambiente podrido en el que viven (provincia para
Ana y Nucha, ciudad para las heroínas galdosianas) junto con la retrasada
mentalidad de la burguesía y el anacronismo machista que vincula la mujer
exclusivamente con los cuidados de la casa, de los niños y del esposo.
Aunque a la Regenta no le falta la pasión, ni el deseo de ampliar sus
experiencias, es Tristana la que expresa con claridad ideas
extremadamente progresivas no solo para aquella época, pero para hoy en
día también. Tristana desea aprender idiomas, tocar al piano, hacer
cursos de pintura y vivir independiente económicamente. No quiere
casarse, ni tener hijos. No busca consolación (al principio por lo menos)
en la religión y desea hacer libre sus propias selecciones en nivel
sentimental, profesional, individual. Se trata pues de la emancipación
total, una lucha que la mujer no ha conseguido todavía en cada parte de
este planeta.


Tales son los temas tratados por el realismo y el naturalismo del
siglo XIX. La novela se enfoca en los problemas cotidianos del hombre
moderno describiendo la situación contemporánea sin elementos que podrían
embellecer la imagen bruta social. España participó en estas corrientes
europeas dando frutos excelentes en la literatura mundial. Sin embargo,
el hecho de que los españoles están todavía en búsqueda de su propia
identidad les conduce hacia caminos diferenciados artísticamente.






















BIBLIOGRAFÍA

Has utilizado solo el material didactico obligatorio..


Αλεξίου Β., Παλαιολόγος Κ., Λογοτεχνία Ισπανίας ΙΙ, Πάτρα: EAΠ, 2001.

Barroso Gil A., Berlanga Reyes A., González Cantos M. D., Hernández Jiménez
M.C., Toboso Sánchez J., Introducción a la literatura española a través de
los textos. Tomo II. Madrid: Istmo, 2006.


García López J., Historia de la literatura española.Barcelona: Vicens
Vives, 2009.







-----------------------
[1] García López J., Historia de la literatura española.Barcelona:
Vicens Vives, 2009., pp. 515, 580
[2] Νικολόπουλος, Ε., et. al., Πολιτισμός της Ισπανίας, Πάτρα: ΕΑΠ,
2001. pp. 43-44
[3] García López J., Historia de la literatura española.Barcelona:
Vicens Vives, 2009., pp. 517-518
[4] Ibidem, p. 520
[5] Νικολόπουλος, Ε., et. al., Πολιτισμός της Ισπανίας, Πάτρα: ΕΑΠ,
2001. p. 53
[6] García López J., Historia de la
lࠀࠁ࠲ࡀࢍࢎ࢏࢐৽৿ଆଇ഍എഏഐຯະັາၧၨၩၫᎷᎸᎺᎼᝉᝊᣛᣜᣝᣟᴘᴙᴚᴜ᷻ḅᾳᾴ᾵ᾶ iteratura
española.Barcelona: Vicens Vives, 2009., pp. 548-549
[7] Ibidem, p. 553
[8] Νικολόπουλος, Ε., et. al., Πολιτισμός της Ισπανίας, Πάτρα: ΕΑΠ,
2001. pp. 54-56
[9] Barroso Gil A., et. al, Introducción a la literatura española a
través de los textos. Tomo II. pp. 319-23
[10] García López J., Historia de la literatura española.Barcelona:
Vicens Vives, 2009., p. 572
[11] Νικολόπουλος, Ε., et. al., Πολιτισμός της Ισπανίας, Πάτρα: ΕΑΠ,
2001. p. 57
[12] Ibidem, p.58
[13] Barroso Gil A., et. al, Introducción a la literatura española a
través de los textos. Tomo II. pp. 319-23
[14] Ibidem, pp. 317-325
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