La siniestra conjuración de las sufragistas: desvío y peligrosidad. El discurso de la prensa bahiense sobre el sufragismo radical británico

July 4, 2017 | Autor: Eleonora Ardanaz | Categoría: Estudios de Género, Identidad, Feminismo y Masculinidades, Feminismo Europeo
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Descripción

La siniestra conjuración de las sufragistas: desvío y peligrosidad. El
discurso de la prensa bahiense sobre el sufragismo radical británico.

Eleonora Ardanaz

Universidad Nacional del Sur

Virginia Lazzari

Universidad Nacional del Sur




Resumen

Los primeros años del siglo XX asisten a la radicalización del movimiento
sufragista británico en torno al grupo denominado suffragette, que utiliza
como medios -tanto de propaganda como de reclamo del voto- una variedad de
estrategias de inusual violencia. Su irrupción en el espacio público les
confiere una visibilidad que resulta transgresora en relación a los roles
asignados socialmente para los sexos. Es esta transgresión la que impacta
profundamente sobre la opinión pública mundial que, a través de la prensa,
lleva a cabo la tarea de clasificarlas por medio de una serie de
representaciones de género y procesos de etiquetamiento.
En este artículo nos proponemos revisar cómo el sufragismo radical
británico es reflejado en la prensa de bahiense durante lo que es "un
período formativo" previo a la abierta defensa del voto en la Argentina,
qué características se resaltan del mencionado movimiento y con qué objeto.
Tales son los interrogantes que guían este trabajo, cuyas fuentes primarias
son tres publicaciones periódicas locales: Bahía Blanca, diario de la
mañana, La Nueva Provincia y Nueva Época. De distintas tendencias
ideológicas, abarcan el lapso comprendido entre 1906 y 1914, años claves
en la militancia suffragette.


Abstract
At the early years of the twentieth century the women's suffrage campaign
in Britain showed a radicalization with the group known as the
suffragettes. Organized in the Women's Social and Political Union (WSPU)
they used a variety of strategies of unusual violence for Edwardian ladies.
Their breakthrough in the public sphere gave to them a great visibility
that was transgressive for the assigned roles for the sexes.
This transgression generated an impact of great depth on the public
opinion, through the press which classified these militant women using a
series of gender representations as well as labelling processes.
The British movement of women was a model for other women all over the
world, even in Argentina, where began to arise a number of groups and
remarkable leaders who fought for women's rights at this formative period.
Like English ones, local press published some powerful suffragettes'
representations; the speech was complemented with the visual resources in a
condemn message. This article offers an analysis of three periodicals from
Bahía Blanca from 1906 to 1914 around the suffragette theme.


Palabras claves: sufragismo radical inglés, prensa bahiense, feminismo.

Key words: English radical suffragist movement - local press - feminism.


Introducción

Los primeros años del siglo XX asisten a la radicalización del movimiento
sufragista británico en torno al grupo denominado suffragette, que utiliza
como medios -tanto de propaganda como de reclamo del voto- una variedad de
estrategias de inusual violencia para estas damas eduardianas. Su irrupción
en el espacio público les confiere una visibilidad que resulta transgresora
en relación a los roles asignados socialmente para los sexos.
Es esta transgresión la que impacta profundamente sobre la opinión
pública que, a través de la prensa, lleva a cabo la tarea de clasificarlas
por medio de una serie de representaciones de género y procesos de
etiquetamiento. Y esa operación se realiza a través de las imágenes como de
la palabra escrita; en este sentido, el discurso se complementa con los
recursos visuales potenciando su mensaje. Sabido es que los medios de
comunicación tienen un papel activo en la construcción de significantes
sociales[1]: "…el discurso comunicativo no es un producto abstracto, sino
que es producido, recibido y comprendido por actores sociales que tendrán
ante sí la tarea de compatibilizar la estructura del mismo con otras
estructuras de sentido existentes en la sociedad. Las representaciones del
receptor pueden ser reforzadas o modificadas." (Acuña y Galarza, 1998:17)
El movimiento sufragista anglosajón antedicho sirve como modelo
organizativo a las mujeres de todo el mundo[2]. De hecho, los primeros años
del siglo XX presencian el surgimiento en nuestro país de una serie de
agrupaciones con líderes notables que luchan en favor de los derechos
femeninos. Asunción Lavrin sostiene que esto estuvo acentuado por la
extensión de la educación formal para las mujeres, "… Argentina contaba con
un selecto número de mujeres educadas que, para 1900 estaban preparadas
para defender sus derechos a través de las revistas femeninas" (1995:257).
En este artículo nos proponemos revisar cómo el sufragismo radical
británico es reflejado en la prensa bahiense durante "un período
formativo", al decir de la citada autora, previo a la abierta defensa del
voto en la Argentina, qué características se resaltan del mencionado
movimiento y con qué objetivo. Tales son los interrogantes que guían este
trabajo, cuyo lapso temporal queda comprendido entre 1906 y 1914 ya que se
corresponde con los años en que las suffragettes se instalan en Londres,
alcanzando una mayor repercusión en sus acciones militantes, y el estallido
de la I Guerra Mundial, hecho que provoca la paralización temporaria del
sufragismo.
En cuanto a las fuentes primarias analizadas, se sabe que para los
primeros años del siglo XX Bahía Blanca cuenta con una amplia variedad de
periódicos[3]; Llull (2001: 79) contabiliza siete de ellos que conforman "…
no solo un mercado periodístico diversificado, con una alta oferta de
información, tanto de mañana como de tarde, sino también una masa de
lectores ávida de noticias". Las aquí analizadas son: Bahía Blanca, diario
de la mañana, La Nueva Provincia y Nueva Época. Bahía Blanca, diario de la
mañana, que ve la luz en 1906 y deja de salir en mayo de 1920, es dirigido
por Francisco C. Cordero y Urquiza, representante del conservadorismo;
Nueva Época. Semanario impersonal, político y de actualidades aparece solo
durante poco más de un año, entre 1913 y 1914, dirigido por E. López
Martínez, y La Nueva Provincia -de mayor trayectoria, masividad y duración-
es fundado en 1898 por Enrique Julio, identificándose por aquella época con
el partido radical.


Breve reseña sobre las suffragettes
En el contexto de una sociedad patriarcal como la victoriana, surge hacia
la década de 1860 la denominada "cuestión de la mujer", que cobra la forma
de un intenso debate cuando algunas voces comienzan a levantarse para
cuestionar las restricciones que pesan sobre el sexo femenino. En dicha
controversia ocupan un lugar destacado intelectuales, políticos,
científicos, muchos de los cuales son, además, militantes en diversas
campañas por la ampliación de derechos. Entre los reclamos se encuentran el
acceso a la educación formal, a las profesiones liberales, a la propiedad y
el derecho a voto. De este modo, cobra vida el primer sufragismo que cuenta
con algunas limitaciones importantes: moviliza mayoritariamente a
integrantes de la burguesía, se encuentra ligado al ideario liberal, ya que
promueve la extensión de sus premisas, sus reclamos no implican un
cuestionamiento profundo al modelo que constriñe a las mujeres al mundo
doméstico y restringe los derechos políticos a aquellas educadas y
propietarias, es decir, a las burguesas.
Los primeros años del siglo XX ven surgir un tipo de militancia
sufragista con características particulares que -ante la sistemática
indiferencia de los sucesivos gabinetes en el poder, los partidos políticos
más importantes y el Parlamento en relación al tratamiento de una ley de
reforma electoral que otorgue el voto a las mujeres- opta por una vía de
acción que la diferencia de la de las denominadas "constitucionalistas"[4]
y que deriva en una progresiva radicalización. Una explicación para dicha
trayectoria es la que delinea Miyares cuando afirma que el feminismo y el
liberalismo, si bien tienen unos orígenes comunes -desde la Ilustración- en
cuanto a ideales y reclamos, hacia fines del siglo XIX, se van disociando
cuando el liberalismo entra cada vez más en contradicción con sus
principios en lo relacionado a las mujeres (1994:82). Paralelamente, el
socialismo se vuelve una alternativa real, de modo que los movimientos
femeninos se enfrentan a la disyuntiva de adherir a las fuerzas políticas
existentes o bien volverse movimientos moralizantes o radicalizados. El
caso inglés responde a esta última alternativa.
Lideradas por Emmeline y Christabel Pankhurst, fundan en 1903 la Unión
Social y Política de las Mujeres[5], más conocidas como suffragettes,
sobrenombre de carga peyorativa con que las identifica la prensa y que
ellas mismas adoptan. Hasta el estallido de la I Guerra Mundial desarrollan
una serie de actividades que las lleva a estar presentes en los medios
escritos de la época y, de este modo, imponen el reclamo por el voto como
tema candente e ineludible. La centralidad del sufragio puede parecer un
reclamo sumamente limitado para sociedades ya acostumbradas a su
ejercicio[6], sin embargo, para estas mujeres reviste gran relevancia ya
que es considerado una verdadera llave que les permitirá modificar su
situación real[7]. De ahí el compromiso y el fervor con que se involucran
en las campañas por el sufragio a pesar de ocasionarles diversos tipos de
condena pública, que van desde la burla y el ostracismo social hasta la
represión policial y la prisión, con serios daños físicos.
Durante este periodo las mujeres irrumpen en los mítines políticos para
incomodar con sus preguntas a candidatos como Winston Churchill, rompen los
cristales de los negocios de las arterias comerciales de Londres, arruinan
célebres obras de arte en nombre de su líder, queman estaciones de
ferrocarril con bombas similares a las molotov y organizan desfiles y
manifestaciones multitudinarias en las que ellas mismas son las oradoras;
todas estrategias de intervención pública por completo reñidas con el
recatado modelo femenino de la sociedad eduardiana y que requerían tanto de
una gran organización como de disciplina[8]. Resulta un verdadero ejercicio
de contextualización dimensionar el carácter rupturista y el impacto que
estas acciones tienen en una sociedad donde las mujeres no se atreven a
hablar en público y se les enseña tempranamente que su rol social es el de
reinas y ángeles del hogar, acotado dominio si los hay. Por esto puede
decirse que la militancia radicalizada supone no solo la ampliación de
derechos políticos en un proceso de democratización, sino también un
abierto desafío para los roles, actitudes y valores tradicionalmente
asignados a las mujeres en una sociedad dominada por los hombres.


Las mujeres argentinas también reclaman
La primera década del siglo XX es estudiada principalmente por Asunción
Lavrin quien enumera y caracteriza a las primeras asociaciones, sus líderes
y su relación con el anarquismo y el socialismo, fuerzas políticas que se
disputan la representación de la clase obrera. Justamente, la participación
de las mujeres en el mercado laboral es uno de los rasgos distintivos de
este período, alcanzando éstas una nueva identidad como asalariadas. Esa
"visibilidad" es percibida en algunos sectores como una anomalía, una
amenaza al orden social imperante -a la que se le dedica buena parte de la
producción intelectual de la época- pero para las agrupaciones políticas
mencionadas supone la posibilidad de ampliar sus bases. Para los
socialistas la organización femenina es el primer paso en la consecución de
sus derechos civiles y políticos.[9] Tempranamente, el Partido Socialista
asume como punto importante en su programa la consecución del voto
femenino. Funcionando como una especie de escuela política para muchas
mujeres -algunas de ellas inmigrantes- entre sus filas se encuentran las
militantes más relevantes y más entusiastas de la época en favor del
sufragio.
El anarquismo, en cambio -en consonancia con su doctrina-, se aleja de
reivindicaciones políticas y realiza los planteos más radicalizados sobre
los derechos sociales y económicos de la época. Su postura emancipatoria
pronto atrae a las obreras quienes abrazan la causa de la anarquía que les
promete una doble liberación: del yugo laboral y del familiar, el uno
encarnado en una clase social -la burguesía- y el otro representado por un
género -el masculino. Por supuesto, su prédica va a tener influencia en los
sectores trabajadores en forma casi excluyente. Entre los temas que
proponen en la agenda de la "cuestión femenina" están el "amor libre", el
control de la natalidad, el derecho al aborto, el acoso laboral, el derecho
a una educación sin intervención religiosa, etc. Si bien crearon
organizaciones femeninas[10], éstas siguen el derrotero errático del
movimiento ácrata que pasa de ser uno de los grupos de mayor incidencia
entre los trabajadores a disminuir su influencia considerablemente hacia la
primera década del siglo XX, producto de la sanción de las leyes represivas
que intentan desmantelar sus organizaciones.
Numerosas y tempranas agrupaciones que abogan por reformas legales en
relación a las mujeres, relacionadas con su desarrollo económico y social,
aparecen en Buenos Aires y La Plata, como el Consejo Nacional de Mujeres
(1900), el Centro Socialista Femenino (1902) -fundado por Fenia Chertkoff-,
el Centro de Universitarias Argentinas (1904), el Centro Feminista (1905)
-fundado por la Dra. Elvira Rawson-; la Liga Feminista Nacional (1910), la
Liga para los Derechos de la Mujer y el Niño (1911) -organizada por Julieta
Lanteri-, etc. Incluso algunas, como el Consejo Nacional de Mujeres y la
Liga Feminista Nacional, se encuentran afiliadas a organizaciones
internacionales, como la International Alliance for Women Suffrage[11] con
sede en Berlín, lo que indica la existencia de una matriz internacional de
mujeres que se organizan en torno a problemáticas comunes. Aunque hasta el
momento no se ha podido constatar la presencia de ninguna de ellas en Bahía
Blanca[12], la prensa local se hace eco de su existencia y de sus
actividades.
Como se advierte, este denominado "período formativo" es prolífico en
debates en torno a los problemas que preocupan a las mujeres que,
organizadas, se hacen escuchar mediante una prensa propia, debates,
conferencias públicas y asociaciones de lobby cercanas a parlamentarios
portavoces de sus proyectos, tal como sucede con la ley que regula el
trabajo femenino e infantil promovida por el partido socialista en 1907.
Palermo es categórica al respecto: "… no es ya posible atribuir la
inequidad legal entre hombres y mujeres a la ausencia o a la fragilidad de
la acción colectiva femenina" (2011:30).
La cuestión del voto femenino es, en muchos casos, desplazada como causa
en favor de otras cuestiones de carácter económico y social más urgentes
para las mujeres trabajadoras[13]. Es ejemplificador el caso de una figura
tan conocida como Cecilia Grierson que no se involucra en los debates
teóricos sobre los derechos políticos porque opta por dedicarse las
problemáticas vinculadas a la salud reproductiva de las mujeres. Por otra
parte, es a partir de 1912, con el dictado de la Ley Saénz Peña, cuando el
tema se vuelve de alta prioridad en el debate de los partidos políticos. El
período que se abre con esta ley y que se cierra en 1947, con el logro del
derecho a voto, es el de mayor dinamismo y presencia pública del feminismo
sufragista[14], si bien excede los parámetros temporales que se abarcan en
el presente trabajo.
Un hito en este devenir lo constituye la realización de dos congresos
organizados por mujeres con motivo del Centenario. El Primer Congreso
Patriótico de Señoras, coordinado por el Consejo Nacional de Mujeres, de
tinte más conservador[15] y el Congreso Femenino Internacional, auspiciado
por la Asociación de Universitarias Argentinas, con reivindicaciones más
progresistas. En el primero, los tópicos dominantes tienen que ver con la
demanda de derechos civiles, bregando por el cambio en el status jurídico
de las mujeres, aunque sin tomar medidas reñidas con el catolicismo y
centralizando la beneficencia como acción prioritaria femenina. En el
segundo, si bien también se brega por la igualdad ante las leyes de hombres
y mujeres, se da espacio para el reclamo de derechos políticos y temas más
escabrosos para la moral de la época como la disolución matrimonial. Debido
al tenor de sus demandas este último es considerado por la historiografía
feminista como un mojón en la lucha por el sufragio femenino[16].
Estas primeras décadas del siglo XX aún no han sido lo suficientemente
estudiadas por los especialistas en historia de las mujeres en comparación
con los años que le siguen, más prolíficos en cuanto a fuentes escritas
para su análisis. Por otro lado, en la mayor parte de la contada
bibliografía específica se advierte un abordaje que se enfoca en las
individualidades notorias más que en lo colectivo, de difícil rastro, por
lo que constituye un campo de estudio a profundizar.

Las representaciones femeninas
El concepto de representaciones sociales es de gran utilidad en las
ciencias sociales ya que permite entrecruzar lo subjetivo con lo
comunitario. Como portadoras de una completa visión del mundo -en base a un
mundo simbólico compartido- constituyen verdaderas guías para la acción,
internalizadas por los individuos y, por lo tanto, inconscientes. En tal
sentido permiten resignificar acontecimientos, del pasado como del
presente, y en momentos de conflictividad social o choque de intereses -
como el aquí analizado- permiten ordenar el espacio social catalogando a
sus actores[17].
Si, como sostiene Moscovici, las representaciones sociales son "Imágenes
que condensan un conjunto de significados; sistemas de referencia que nos
permiten interpretar lo que nos sucede e, incluso, dar un sentido a lo
inesperado; categorías que sirven para clasificar circunstancias, fenómenos
e individuos (…), teorías que permiten establecer hechos sobre ellos" (en
Botero Gómez, 2008: 45), es válido preguntarse, en primera instancia,
mediante qué mecanismos la sociedad integra lo novedoso del accionar de las
suffragettes y cómo reacciona, en el terreno de lo simbólico, ante el
abierto desafío que ellas plantean al ordenamiento social.
El discurso hegemónico reacciona ante el embate que suponen las
sufragistas radicales y contesta con una serie de elementos simbólicos que
intentarán clasificarlas dentro del universo femenino y encasillarlas como
una anormalidad en relación a la representación de mujer imperante. Para
comprender el funcionamiento de este mecanismo, conviene recordar las
palabras de Foucault (2000:57):
La norma no se define como una ley natural sino por el papel de
exigencia y coerción que es capaz de ejercer con respecto a los
ámbitos en que se aplica. La norma, por consiguiente, es
portadora de una pretensión de poder…es un elemento a partir del
cual puede fundarse y legitimarse cierto ejercicio del poder.
En todo caso la norma trae aparejados a la vez un principio de
calificación y un principio de coerción. Su función no es
excluir, rechazar. Al contrario, siempre está ligada a una
técnica positiva de intervención y transformación, a una especie
de proyecto normativo.
Calificar, en primera instancia, para comprender el fenómeno pero también
para corregir aquello que se desvía. En este sentido los medios de
comunicación van a cumplir un rol de fundamental importancia como vía para
imponer el tema del voto femenino en la opinión pública, ya que la gran
mayoría de la población permanecía ajena a él. Tanto las militantes y sus
simpatizantes como los antisufragistas constituyen una porción
numéricamente minoritaria de la sociedad, por lo que la función de la
prensa -como promotores, contrarios o aun neutrales- es vital para la
resolución de la demanda. En este sentido, es necesario distinguir los
medios de prensa pertenecientes a los propios movimientos femeninos y sus
organizaciones de aquellos que sólo se hacen eco de sus acciones y
demandas. En relación a estos últimos, no operan de forma uniforme: si unos
construyen y divulgan una serie de representaciones a partir de una mirada
condenatoria de estas militantes radicales, otros las apoyan, en grados
diversos. Para algunos la causa es un avance de la civilización imposible
de detener, aunque muestran disgusto por el uso de tácticas violentas.
Asimismo, sus posicionamientos van variando a lo largo del tiempo, en
función de las distintas estrategias implementadas por las suffragettes.
Los medios antisufragistas[18] no se limitan a mostrar su accionar,
informar sobre sus reclamos y sus distintas actividades públicas,
editorializarlas y publicar cartas de lectores al respecto sino que
construyen una representación de las suffragettes desde una mirada
enjuiciadora y las condenan por su accionar transgresor.
La prensa genera una serie de imágenes que trasuntan su valoración sobre
estas mujeres que irrumpen violentamente en el ámbito de lo público,
construyen sentido respecto de ellas con vistas a producir un tipo de
comportamiento que se condiga con la valoración social asignada. ¿Cuáles
son, entonces, las representaciones sociales sobre las militantes
sufragistas surgidas en el contexto de los cambios que el sufragismo
radical supone para los roles, actitudes y valores tradicionalmente
asignados a las mujeres en Inglaterra? ¿Qué características tienen esas
representaciones en el caso de nuestra ciudad? ¿Se pueden trazar
paralelismos o bien la prensa bahiense ofrece una perspectiva particular
sobre el tema?
Para el caso de la prensa británica las representaciones abarcan una
serie de matices que van desde la abierta condena hasta la simpatía,
pasando por la critica a sus métodos aunque no a su reclamo último, lo que
indica que la opinión pública no opera de forma unánime respecto al tema.

Algunas de las representaciones sobre las suffragettes vinculan a la
mujer militante con la marginalidad, la locura y la miseria y de este modo
las asocia con una serie de significados no deseables en la estructura de
valores victoriana. Los atributos que se les confiere son ajenos a la
feminidad: fealdad, falta de pulcritud, gestos desencajados. Estos
elementos buscan plasmar una imagen integral negativa y demuestran la
resistencia al cambio que su accionar representa, así como el intento de
comunicar un mensaje claramente condenatorio. Así, algunos medios ponen en
marcha un proceso de estigmatización de las mujeres militantes con el fin
de guiar las conductas hacia ellas.

Otro de los temores -que aún hoy se asocian al movimiento feminista- se
centra en torno a la imagen de la mujer masculinizada, que pierde sus
naturales encantos de delicadeza y mesura al intentar asemejarse al hombre.
La imagen de la feminista agresiva es atemorizante porque pretende
colocarse en una posición de dominio que está reñida con su naturaleza[19],
por lo que para acceder a ella debe necesariamente renunciar a ser mujer.
Es más, para Héritier la violencia femenina está asociada íntimamente a
cierto costado animal que sólo sale a la luz cuando no se encuentra
controlado por una fuerza masculina dominante; en la estructura familiar
sería una mujer sola sin padre, marido, hijos o hermanos que la tutelen.
La posible destrucción de la vida familiar por una mujer ocupada en la
campaña sufragista, que olvida a su marido y sus obligaciones, es otro
recurso recurrente. Es su irrupción en el espacio público lo que se
reprueba.
En relación al material hallado en la prensa bahiense, en primera
instancia llama la atención la asiduidad con que se publican notas sobre el
tema, especialmente en los años de mayor radicalización del grupo, cuando
las referencias se vuelven prácticamente diarias[20]. La decisión de
incorporar notas sobre el tema -si bien breves, poco jerarquizadas desde
sus titulares y el espacio asignado y pretendidamente neutrales dado su
tono descriptivo- indica que la militancia femenina radical es un tema
noticiable, que suscita interés periodístico, más allá de la valoración que
se le de al conflicto. En algunos casos el tema aparece, en las páginas
dedicadas a sociales, bajo la forma de comentarios, donde un narrador, que
solo ocasionalmente firma, rescata episodios de la historia occidental en
que los mujeres se destacaron o lucharon por conseguir la igualdad de
derechos y oportunidades o bien escenas de la vida cotidiana en las que
ellas tienen algún lugar de protagonismo conquistado. Su inclusión como
tema marca la jerarquía que tiene la problemática del lugar de la mujer en
la sociedad. Así mismo, el espacio dedicado puede relacionarse con el lugar
de jerarquía que ocupan los habitantes de origen británico en nuestra
ciudad y su identificación con el modelo de progreso deseable.
Sin embargo, en la mayoría de los casos es la sección de internacionales
la que les dedica de modo repetido títulos tales como "El voto a las
mujeres", "Actitud de las sufragistas" y "Las sufragistas", de carga
valorativa neutral. "Excesos de las sufragistas" sirve en múltiples
ocasiones para relatar escuetamente sus incursiones, fruto de su
"exasperación creciente" (Bahía Blanca, 22 de febrero de 1913: 6), idea
ésta que se repite en "Sufragista irascible" donde se informa que
"…continua la excitación de ánimos…" entre ellas (La Nueva Provincia, 29 de
enero de 1913: 3), y de nuevo se advierte en la extrema "Sufragista
irascible a tiros con sus carceleros". Otros títulos como "Desórdenes
promovidos por las sufragistas", "Las sufragistas destructoras", "Desmanes
de las sufragistas", "El movimiento Femenino. Nuevas fechorías" y "Las
sufragistas y la dinamita" dan cuenta de sus métodos violentos y conllevan
un cierto juicio de valor que se hace explícito en algunas ocasiones, por
ejemplo cuando agregan que "…continúan cometiendo toda clase de excesos
reprobables, a tal punto que la prensa toda del país considera
indispensable la adopción de medidas severas de represión" (Bahía Blanca,
25 de febrero de 1913:6). Por su parte, los también reiterados "Detención
de sufragistas", "Condena de una sufragista" y otros por el estilo,
informan sobre los procesos judiciales que se les inician a las militantes
que, conducidas a prisión, inician huelgas de hambre en señal de protesta.
Otros titulares, menos frecuentes como "¡Si serán traviesas!",
"Consecuencias de una diablura", "Las chicas del voto" o "¿Sufragistas
dinamiteras?", adoptan un tono jocoso, en señal de no tomar en serio sus
reclamos. Ya sea con titulares neutrales, con el acento puesto en su
carácter violento o quitándole seriedad y argumentos a su demanda por la
ciudadanía, las suffragettes tienen una importante presencia en la prensa
bahiense.
Otra de las características del tratamiento dado por la prensa local es
la presencia de relatos desmesurados sobre su proceder y sobre las condenas
masivas que éste suscita, que no pueden ser contrastados por los estudios
históricos al respecto; así se les atribuyen a estas mujeres acciones que
nunca realizaron, por ejemplo rebelarse en la prisión y emprenderla a tiros
contra los guardiacárceles llegando incluso a matar a "…algunos carceleros"
(La Nueva Provincia, 12 de abril de 1913:3), en un cuadro que roza la
exageración. Bajo el título "Complot descubierto" se narra un episodio
absolutamente inverosímil: "…trataban de asesinar a varios ministros." (La
Nueva Provincia, 3 de julio de 1913:3). Del mismo modo se tiende a exagerar
los números cuando se describen los daños materiales por ellas provocados.
El origen de tal recurso discursivo puede hallarse tanto en la prensa
local, en la prensa inglesa que envía los cables como en las propias
fuerzas policiales inglesas. Cualquiera sea éste, el fin que persigue es
claramente construir un enemigo temible, agigantar su capacidad destructora
del statu quo, e incluso, darle un tono meritorio y hasta heroico al
accionar policial represivo.
Mediante variados recursos se delinean una serie de representaciones
femeninas que giran en torno al carácter anormal de las militantes, lo que
implícitamente conlleva un reforzamiento del modelo social imperante.
Justamente, la asidua presencia de estas mujeres en la prensa también
constituye una forma de condena pues "Se espera de ellas lo que requería
Tucídides: la más virtuosa y la mejor es aquella de la que se habla menos,
tanto para bien como para mal. Así, sólo la inexistencia es virtud, al
contrario del ideal masculino: el más virtuoso y el mejor es aquel del que
más se habla." (Héritier, 2000: 81).
Por otra parte, es habitual que se recurra a la voz de la ciencia como
criterio de autoridad. Los argumentos biologicistas contribuyen a la
construcción del imaginario social sobre el sexo femenino alrededor de la
idea que hace de las mujeres seres débiles, inestables, que pueden
desequilibrarse con rapidez. En "A propósito del sufragio femenino.
Psicología y fisiología de la mujer" el afamado bacteriólogo e inmunólogo
británico doctor Sir Almoroth Wright[21]condena al movimiento feminista
argumentando que las mujeres tienen "…una sensibilidad superaguda,
acompañada de una disminución proporcional del buen sentido", además de
"…perder el sentido moral cuando sufre de los nervios". Incluso sostiene
que llegan a "…serios y prolongados desórdenes mentales, al perder ellas
sus facultades reproductrices…". La pérdida de su función social básica de
madre está, entonces, en el núcleo de las frustraciones que impulsan a
estas militantes a actuar como lo hacen. Es tal renuncia la que este
doctor percibe como la mayor anomalía en la conducta de las feministas.
Luego, aplicando el mismo criterio taxonómico que se utiliza en la biología
clasifica a las suffragettes en:
Primeramente…vienen una clase de mujeres, quienes aunque sus
espíritus se hallen intactos bajo otros puntos de vista, se
imaginan tener el derecho de recurrir a la violencia física toda
vez que creen obtener una ventaja con ello, Vienen en seguida
las clases de mujeres que durante todas sus vidas no han
conocido la alegría y en quienes los instintos largamente
comprimidos han terminado por encenderse. Son las mujeres
sexualmente agriadas, donde todo se convierte en odio hacia el
hombre. Vienen en seguida las incompletas. Una parte de sus
naturalezas se encuentran atrofiadas…" (Bahía Blanca, 7 de mayo
de 1912: 7)


En cuanto a las notas de opinión -firmadas, con seudónimos o bien
anónimas- juzgan la situación como propias de "El mundo del revés" y, por
lo mismo, llaman a las autoridades británicas a ejercer una mayor coacción
para terminar con "…esta amenaza para todas las manifestaciones de la vida
inglesa". Lo que consideran una actitud pasiva de la policía y la
persistencia de estas mujeres conduce a proponer medidas no concesivas como
parte de un castigo ejemplificador, pues el temor es que las inglesas se
constituyan en un antecedente para otros movimientos de mujeres alrededor
del mundo, como el argentino: "Debieran, si buscan éxito en la empresa,
prohibirles el uso de la palabra. A los dos días no hay sufragistas en
Inglaterra" (Bahía Blanca, 5 de enero de 1907: 1), sostiene categóricamente
un vecino, reconociendo explícitamente el potencial de la palabra. En este
temible mundo del revés donde "…no sólo la mujer quiere imperar en el hogar
sino que exige ser obedecida hasta en política" ellos son "¡Pobres
maridos!" que reclaman la vuelta al orden. Es el miedo a perder el dominio
sobre un sistema patriarcal lo que los lleva a reclamar esos castigos. Así
un tal Lorenzo Figueroa le cuenta a un amigo: "He visto a Max Linder[22]
dar un par de castañazos a una sufragista. ¡Viva ese señor!", exclama el
otro. El temor que despierta el caso inglés se combina con el
reconocimiento de que el movimiento feminista local presenta tintes
moderados[23], aunque no por ello disminuye la sensación de peligro que el
caso británico representa: "En nuestro país, sin el ruido y la ostentación
de Inglaterra, las feministas abundan…el feminismo avanza a paso de carga
estando nuestro poderío seriamente amenazado." (Bahía Blanca, 15 de febrero
de 1907: 1)


Dar un nombre a las traviesas dinamiteras
A la hora de nombrar a este grupo sufragista radicalizado la prensa local
analizada no utiliza el término -suffragettes- con el que se hicieron
conocidas tanto en Gran Bretaña como en el resto del mundo y que ellas
mismas aceptaran para distinguirse de las sufragistas liberales, moderadas
o constitucionalistas. Por el contrario, se las señala como "sufragistas".
Solo en un número muy reducido de los artículos relevados aparece aquel
apodo, por lo que puede deducirse que esa actitud no obedece al
desconocimiento sobre el tema sino a una manera de nombrarlas que indica un
tipo de posicionamiento al respecto: englobar a las más radicalizadas con
las moderadas permite hacer extensivas a todas ellas las condenas
pronunciadas.
Tanto esta indiferenciación al momento de darles un nombre a las mujeres
que se organizan para intentar revertir su subordinación como la
peligrosidad de su carga nos remite a los vaivenes en la utilización de un
término conflictivo como lo es "feminismo" y sus derivados. Acuñado a fines
del siglo XIX en Francia, según Karen Offen, se divulga rápidamente por el
mundo occidental "como sinónimo de la emancipación de las mujeres".
El adjetivo "feministas" se aplica indistintamente por lo que cabe
preguntarse ¿qué es "feminismo" para la prensa bahiense analizada? y ¿qué
connotaciones tiene? El término es utilizado de forma amplia y ambigua para
aludir a distintos tipos de agrupaciones de mujeres que, con fines y
accionares diferentes, toman parte en la escena pública, aunque muchas
veces no tengan relación alguna con su emancipación, y como sinónimo de
"femenino", llegando incluso a utilizarse de forma intercambiable. Así, una
"mayoría feminista" alude a la superioridad numérica que tienen ellas en la
población británica (Bahía Blanca, 11 de Febrero de 1912: 8); "El
movimiento femenino. Nuevas fechorías" (Bahía Blanca, 16 de Diciembre de
1913:6) es el título para el relato de sus actividades a lo largo de Gran
Bretaña y bajo el título "Ciencia y Feminismo" (Bahía Blanca, 6 de Agosto
de 1912:8) se ofrecen argumentos pseudocientíficos que colocan a las
mujeres en un escalón evolutivo inferior al del hombre[24], también
utilizándose el término como sinónimo de "femenino". Otras veces se
acompaña el concepto con ciertas "excentricidades" que lo desvirtúan y, de
este modo, se vuelve un "mal llamado feminismo" (Bahía Blanca, 9 de Mayo de
1912: 6) por lo que merece la condena pública.
Finalmente, dos artículos de opinión carentes de firma y publicados en
los primeros meses de 1913, hacen algún tipo de reseña histórica sobre el
avance de las mujeres y la búsqueda de equiparación con los hombres en el
contexto de la cultura occidental. Ambos, aunque inicialmente insinúan su
apoyo a "la más justa causa" y a "las más justas sublevaciones del carácter
vejado y oprimido indebidamente", terminan operando como claras
advertencias. En un caso, cuando es la familia tradicional la que se ve
amenazada, al sostener que "… si se considera que en el mismo mundo
civilizado y no en Arabia ni en Turquía está por declararse la bancarrota
del matrimonio y que hasta está instituyéndose la ley del divorcio, queda a
nuestras filósofas otro buen rato para pensar sobre un próximo o lejano
futuro triunfo del feminismo" (Bahía Blanca, 21 de Febrero 1913:1). En el
otro, cuando se relatan los desatados reclamos que hicieran las mujeres
francesas durante el periodo revolucionario tales como "un decreto que
obligue a los hombres a casarse con las mujeres sin fortuna", sentencia: "…
el espíritu de las mujeres sirve más para fortificar su locura que su
razón" (Bahía Blanca, 24 de Julio 1913: 1).
La Nueva Provincia publica un artículo bajo el femenino seudónimo de
Colombine (24 de Mayo de 1912:6) que pretende ser tanto un repudio del
feminismo como una defensa del carácter tradicional de las mujeres y su
manifestación en las modas y modales por ellas aceptados, aprendidos,
enseñados y reproducidos. "Las ramas feministas no cesan en su empeño de
emular y sobrepasar a los hombres", comienza ante lo que se retrata como
una conducta reñida con todo orden natural de las cosas. Colombine
caracteriza a una de sus supuestas líderes como una mujer "…de carácter
enérgico y varonil, cuyo patriotismo no es pacifista como suele serlo el de
las mujeres" y sigue "Su tipo alto, delgado y enérgico tiene más rasgos
masculinos que femeniles. Gusta de usar el traje de hombre y ella y sus
partidarias reniegan de nuestras faldas diciendo que son la cadena que nos
imponen los hombres para dominarnos mejor". Aparece nuevamente la reducción
de las militantes al estereotipo de mujeres feas y poco femeninas que,
plenas de resentimiento, combaten todo símbolo de delicadeza y belleza pues
no son parte de ella[25].
Conclusiones
A través del análisis de los tres periódicos locales citados se puede
constatar el impacto que el movimiento de las suffragettes tiene en lugares
tan alejados de su radio de acción como lo es la ciudad de Bahía Blanca. El
importante espacio que se les dedica puede atribuirse tanto a la relevancia
que se da en el periodismo a las cuestiones europeas en general, como a las
particularidades que, en cuanto a organización y estrategias, reviste el
sufragismo radical en momentos en que la conformación de agrupaciones de
mujeres tiene gran vitalidad en nuestro país. Los reclamos políticos
forman parte de una agenda más amplia de derechos que demandan nuestras
feministas, por eso mismo el caso de las británicas le ofrece a la prensa
la oportunidad de mostrar los riesgos que puede ocasionar ese movimiento
para un orden social basado en la superioridad masculina.
Las representaciones de género construidas en torno de las suffragettes
presentan marcadas coincidencias entre la prensa británica y la local, por
lo que se puede suponer que hay un proceso de adopción de estereotipos
femeninos con una valoración claramente negativa.
La prensa colabora, entonces, en la tarea de pautar lo normal de lo
anómalo en el caso de las mujeres así como en la condena y control de las
conductas de las militantes feministas locales que, aunque carentes de una
radicalización semejante a la de las británicas, son percibidas como
potencialmente amenazadoras:
"Bueno es pensar con tiempo en el asunto, para arbitrar los medios a fin
de salvar dolorosos conflictos, pues en el tren que llevan las
propagandistas londinenses, no tardarán en realizar una San Bartolomé de
barbudos[26], ejemplo que no tardaría en ser imitado por las feministas de
los demás países" (Bahía Blanca, 15 de febrero de 1907: 1).


Fuentes
-Bahía Blanca. Diario de la Mañana. Enero de 1906-agosto de 1914.
-La Nueva Provincia. Enero de 1906-agosto de 1914.
-Nueva Época. Enero de 1913-enero de 1914.

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[1]En relación al rol activo del periódico, es claro lo sostenido por
Borrat: "Tal actuación pública hace de él un agente de socialización que
influye sobre sus lectores tanto desde la superficie redaccional como desde
la superficie publicitaria de los temarios que publica, tanto cuando
pretende 'formar' a su audiencia como cuando propone 'informar' o
'entretener' (1989: 68).


[2] Barry (2011:11) sostiene que "Numerosas agrupaciones feministas
surgieron como parte del movimiento mundial iniciado en Estados Unidos e
Inglaterra que procuraba la reforma de la condición civil y política de la
mujer…". Lo mismo considera Miyares (1994: 73) al afirmar que "El
sufragismo inglés y americano marcarán el proceso histórico del feminismo".

[3] Existe diversa bibliografía sobre el campo periodístico bahiense, sin
embargo no se han encontrado en ellos mayores datos respecto de los
circuitos por donde transitan, modos de lectura, tipos de lectores, circulo
de influencias, modos de producción, edición y comercialización, para el
corpus documental aquí utilizado; lo que constituye un interesante área de
análisis para futuros trabajos.

[4] Facción del sufragismo definido como "…hombres y mujeres que hacian
peticiones pacíficas al Parlamento por una ley que garantizara a las
mujeres el derecho al voto sobre las mismas bases que a los
hombres."(Rollyson, 2003: 325-334).
[5] De acá en adelante WSPU, por sus siglas en inglés.
[6]Al respecto y cuestionando la postura de algunos historiadores que
minimizan la cuestión del voto, Stanley Holton (1992:9-24) sostiene: "Tal
explicación parece aceptar la separación de esferas como algo real más que
ideológico y negar para este período los lazos entre lo personal y lo
político, transformado en un lugar común para los análisis de la posición
contemporánea sobre las mujeres en las sociedades occidentales".
[7] Offen (2001:16.535) explica que las integrantes del movimiento
sufragista consideraban al voto no como un fin en sí mismo sino como un
medio para alcanzar otras mejoras en su condición en el corto plazo
(mayores oportunidades educativas y económicas) y en el largo plazo
(desmantelar todo un sistema de prácticas y concepciones basado en el
sometimiento femenino).
[8] Harrison (1982) amplía la información respecto de los atentados
cometidos contra la propiedad privada y sus consecuentes pérdidas
económicas durante los años de mayor radicalización: "Los ataques a la
propiedad fueron publicitados sin ningún pudor en The Suffragette, donde se
comentó que 150 graves atentados a la propiedad habían sido atribuidos a
las suffragettes durante 1912. Durante siete meses, hasta el julio de 1914,
hubo 107 incidentes de incendio provocados por las suffragettes, 11 de
mutilaciones de obras de arte (incluyendo la Granja de Venus en la Galería
Nacional en el mes de marzo y la Primavera de Clausen en la Royal Academy,
en mayo) y otros 14 desmanes. Un funcionario de una compañía de seguros
calculó una pérdida de £250.000 en concepto de daños por ellas provocados
en 1913, sin embargo algunos periódicos afirmaron que se causó el doble
solo en los casos de los atentados más graves contra la propiedad y, al
menos, otros £250.000 fueron hechos en los siete primeros meses de 1914".


[9] Se conforman diversos gremios y federaciones, como la Unión Gremial
Femenina, que realiza una intensa campaña a favor de la reglamentación del
trabajo de las mujeres. Con respecto a la cuestión desatada por su
visibilidad en el mundo del trabajo, Lobato (2008:83) sostiene que "La
tensión entre las necesidades de las familias obreras que empujaban a
mujeres y niños a integrarse al mercado laboral y el temor a la competencia
por parte de los trabajadores varones estuvo en el centro de las
controversias y de las demandas tanto en Inglaterra como en España,
Francia, Italia, en Estados Unidos y en países como Argentina".
[10] Tómese por caso a Las Libertarias que, en 1902, emprenden la búsqueda
de alternativas de resistencia para las mujeres en tanto trabajadoras.
Otras son el Comité de Huelga Femenina, que surge en 1904, dependiente de
la Federación Obrera argentina y el Centro Femenino Anarquista que nace en
1907.
[11] Fundada en 1902, condujo a las organizaciones nacionales femeninas a
apoyarse mutuamente en sus campañas. Para 1913 tenía sociedades afiliadas
de países europeos y de los rincones más lejanos del Commonwealth
británico, y un poco más tarde había delegaciones en América Latina, Egipto
y China. La dirección de la organización estuvo cada vez más desgarrada
entre la necesidad de focalizar en la lucha por el voto, donde las mujeres
no lo tenían aún, y la necesidad de avanzar sobre la agenda femenina de
cambios en los países donde ellas ya votaban. (Offen, 2001: 16.538)
[12] Nuestra ciudad vive, durante las últimas décadas del siglo XIX y las
primeras del XX, un periodo de crecimiento y modernización de la mano del
auge del modelo agroexportador. Según datos censales retomados por Ribas
(2003: 172), para 1914 cuenta con 44.143 habitantes y una de las tasas de
crecimiento más altas del país. Su elite estaba integrada por una clase
media alta de las familias fundadoras de la Legión Agrícola Militar,
comerciantes prósperos, profesionales y británicos pertenecientes a los
cuadros jerárquicos de las numerosas empresas de servicios como el
ferrocarril. En este sentido sostiene: "Ingleses-progreso se presenta como
una dupla que operó de manera constante en las representaciones de la
época" (2003: 184).
[13] Lobato (2008: 84) sostiene que el debate sobre la protección de las
obreras en tanto madres establece una cierta contradicción en el proceso de
constitución de la ciudadanía ya que gira en torno a la idea de la mujer
como un ser a proteger y se termina intentando redireccionarla de nuevo al
hogar.
[14] Este período, absolutamente rico en debates de reformas electorales,
da paso en la década de 1920 a hechos concretos, cuando en Santa Fe se
reconoce a las mujeres el derechos a votar en los municipios y en San Juan
se extiende el mismo a las elecciones provinciales.
[15] Se puede pensar que el gobierno nacional -a sabiendas de la
organización de un congreso feminista- invita al Consejo Nacional de la
Mujer a realizar otro con la idea de neutralizarlo: "El Congreso
auspiciado por el gobierno y tramitado por el Consejo debía ser un
auténtico ágora femenino, en cuyo ámbito se harían escuchar las voces
genuinas sin lugar para la exageración o la bizarría y cuyos debates
constituirían los cauces autorizados para sostener aspiraciones y demandas"
(Barrancos, 2008:12-13).
[16] Al respecto resulta muy interesante lo señalado por Barrancos
(2002:34): "…ninguno de los importantes medios de prensa hizo lugar a una
enunciación de las demandas de derechos peticionadas por el Congreso de las
universitarias procurando quebrantar la minusvalía jurídica y la exclusión
de la ciudadanía en virtud de una clara preferencia por los proyectos en
los que las mujeres mostraban más capacidad de construcción social -para
los otros-, que para sí mismas".
[17] "Las representaciones sociales, en definitiva, constituyen sistemas
cognitivos en los que es posible reconocer la presencia de estereotipos,
opiniones, creencias, valores y normas que suelen tener una orientación
actitudinal positiva o negativa. Se constituyen, a su vez, como sistemas de
códigos, valores, lógicas clasificatorias, principios interpretativos y
orientadores de las prácticas, que definen la llamada conciencia colectiva,
la cual se rige con fuerza normativa en tanto instituye los límites y las
posibilidades de la forma en que las mujeres y los hombres actúan en el
mundo." (Araya Umaña, 2002: 11).
[18] The Morning Post y el Times son los opositores más importantes a la
causa de las suffragettes. Para un estudio pormenorizado de la prensa
eduardiana en relación al tema véase Pugh, 2004: 224-252.
[19] Héritier (2007:85) nos señala que "…en cualquier lugar del mundo, un
sistema binario de representación nos muestra a lo femenino asociado a la
suavidad, y a lo masculino asociado a la violencia, y los comportamientos
sociales de los individuos, las normas institucionales y la mirada
colectiva imponen a cada individuo que se ajuste todo lo posible a la
definición común del género". La misma autora sostiene: "El ejercicio de la
violencia por parte de las mujeres es visto como la última transgresión de
la frontera entre los sexos" (2007:76).
[20] Fernández (1943: 138) señala que la Argentina es un país que se
caracteriza por la recepción de gran cantidad de información extranjera, la
que recorre el siguiente circuito: "El servicio informativo hallase a cargo
de agencias periodísticas que envían desde Buenos Aires noticias por
telégrafo y por teléfono acerca de los hechos aquí acaecidos, además de
extractos de la información telegráfica del extranjero que aquí mismo se
centraliza… como agencias periodísticas extranjeras que tienen filiales en
Buenos Aires y que trabajan con diarios del interior existen la United
Press, Associated Press y Reuter."
[21] Wrigt es un decidido antisufragista convencido de la inferioridad de
la mujer, que expone sus ideas principalmente en "El caso íntegro (o sin
censura) contra el sufragio femenino" de 1913.
[22] Famoso actor francés del cine mudo de enorme éxito antes de la Primera
Guerra Mundial. Bahía Blanca, 6 de julio de 1913:1.
[23] Otra nota señala al respecto que "Aquí no tenemos todavía ese
problema. Las mujeres afiliadas al socialismo se muestran juiciosas. Las
niñas radicales son de una discreción laudable. No debemos quejarnos…"
(Bahía Blanca, 5 de enero de 1907: 1)

[24] Algunos de los mencionados en el citado artículo son su inferioridad
intelectual y su falta de fuerza, "… el ángulo facial de la mujer se
aproxima más que el nuestro al de la bestia, los sentidos femeninos son más
delicados. La mujer no tiene olfato, no gusta el vino y experimenta con
menor intensidad que el hombre el dolor y la voluptuosidad (…) [ello]
obedece a causas múltiples (…) la pobreza de su sangre y la debilidad en la
cantidad de sal que contiene."

[25] Este argumento basado en la masculinización de las sufragistas en
particular y de las mujeres que demandan una mayor participación en la vida
civil y política en general, se manifiesta sumamente perdurable; para 1929
Bracamonte (2003: 265) descubre en el periódico bahiense La Mañana el
siguiente comentario de Alba, una colaboradora temporaria: "Ocupando
puestos que no nos corresponden forzosamente tendremos que alejarnos de la
vida doméstica; pronto veremos aparecer también en nosotros al tipo
hombruno de la sufragista inglesa, de cuello almidonado, labios sombreados
por el bozo y calzando sus enormes pies con tremendo zapatones de doble
suela…".
[26] En alusión a la Matanza de San Bartolomé, episodio en el que -en el
contexto de las guerras de religión de Francia durante el siglo XVI- se
provocó la muerte masiva de hugonotes o calvinistas franceses a manos de
los católicos.
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