La Sierra de Santo Domingo: Reconstrucciones biogeográficas para el Cuaternario de una antigua cadena montañosa nevada.

May 25, 2017 | Autor: G. Sánchez Dávila | Categoría: Geomorphology, Climate Change, Venezuela, Palinology, Biogeography, Andes, Glacial Geomorphology, Pleistocene, Quaternary, Global Warming, Paleogeography, Quaternary palaeoclimate and tectonics, Holocene, Paramo, Venezuelan Andes, Geoarchaeology and Paleoenvironmental Reconstructions, High Mountain Research, Biogeografia, Little Ice Age, Last Glacial Maximum, Glaciology, mountain glaciers, Bioclimatic analysis, Paleoglaciology, Late Glacial/Holocene change, Glacial landscape evolution, Paleogeography, landscape reconstruction, historical landscape, Geomorfologia Glaciar De Los Andes De Venezuela, Last Deglaciation, Parque Nacional de Sierra Nevada, Holdridge Life Zones, Paleopalynology, Palinologia, Mountain and Periglacial Geomorphology, Cordillera De Los Andes, Bioclimatología, Glacial periods, Sierra de Santo Domingo, Cordillera de Merida, Sierra Nevada de Mérida, Mérida Glaciation, Paleoglacier, Andes, Glacial Geomorphology, Pleistocene, Quaternary, Global Warming, Paleogeography, Quaternary palaeoclimate and tectonics, Holocene, Paramo, Venezuelan Andes, Geoarchaeology and Paleoenvironmental Reconstructions, High Mountain Research, Biogeografia, Little Ice Age, Last Glacial Maximum, Glaciology, mountain glaciers, Bioclimatic analysis, Paleoglaciology, Late Glacial/Holocene change, Glacial landscape evolution, Paleogeography, landscape reconstruction, historical landscape, Geomorfologia Glaciar De Los Andes De Venezuela, Last Deglaciation, Parque Nacional de Sierra Nevada, Holdridge Life Zones, Paleopalynology, Palinologia, Mountain and Periglacial Geomorphology, Cordillera De Los Andes, Bioclimatología, Glacial periods, Sierra de Santo Domingo, Cordillera de Merida, Sierra Nevada de Mérida, Mérida Glaciation, Paleoglacier
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Descripción

REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA UNIVERSIDAD DE LOS ANDES FACULTAD DE CIENCIAS FORESTALES Y AMBIENTALES ESCUELA DE GEOGRAFÍA

LA SIERRA DE SANTO DOMINGO: RECONSTRUCCIONES BIOGEOGRÁFICAS PARA EL CUATERNARIO DE UNA ANTIGUA CADENA MONTAÑOSA NEVADA

(TRABAJO ESPECIAL DE GRADO)

Tutor principal: Dr. Enrique La Marca Tutor adjunto: Gustavo Silva

Mérida, Octubre del 2016

Elaborado por: Gabriel Sánchez Dávila

DEDICATORIA Al creador de todas las cosas, el que me ha dado fortaleza para continuar aun en mis bajos momentos; dedico primeramente mi trabajo a Dios. A mis abuelos, Omar Dávila, quien siempre desde que yo era pequeño me inculcó amor por la geografía y raíces de nuestros Andes merideños. A Edith Luna, gracias por tanto. A mi mamá, que ha sabido formarme con buenos sentimientos, amor, hábitos y valores, lo cual me ha ayudado a salir adelante en los momentos más difíciles. A mi papá, que siempre ha estado junto a mí, brindándome su apoyo. A mis hermanos, Samuel y Daniela… los amo, este logro también es de uds. A mis amigos, en especial a aquellos que se convirtieron una familia más para mí, gracias por todo.

AGRADECIMIENTOS

A Dios, por todas las cosas buenas que ha hecho en mí, aun cuando no lo merezco; por permitirme de disfrutar de todo este hermoso camino que recorrí en mi vida universitaria y guiarme por buen camino. A mi mamá, por estar siempre conmigo, en mi mente, mi corazón y acciones; eres parte de este sueño, que el día de hoy se hace realidad. A mi papá, por ser el apoyo más grande durante mi educación universitaria, ya que sin él no hubiera logrado todo esto. Gracias por confiar en mis sueños. A mis hermanos, Samuel y Daniela, uds son mis motores. A mis amigos, por ser parte de mi vida, por estar conmigo en mis momentos tristes y alegres, por apoyarme, por siempre estar ahí. A Ninibeth, Ana, Seiad, Jonalvi, Chusco, Mónica y Vero, Daniela Paredes, Daniela Tapias, César, Mariagracia y Miranda; y en especial a Favian, Otto y Eva, quienes más que amigos los considero como familia, los quiero. A mi familia, en especial a mis tíos, Emelyn, María Elena y Lucho, Paulo, Luis, Rubildo y Lucy, Gabriel y María Edelita; a mis abuelos Omar, David, Teresa y Edith. Gracias por toda la ayuda y apoyo que me ofrecieron, ¡este logro también es de uds! A mi tutor Dr. Enrique La Marca, por proponer esta gran idea de desarrollar tan hermoso trabajo. Por toda la ayuda, consejos, colaboración y tiempo que dedico para siempre ayudarme a sacarle lo mejor a esta investigación. A los profesores Rubén Ayala, Jonny Santiago, Gustavo Silva y Alejandro Delgadillo, por sus importantes aportes y observaciones, gracias a sus conocimientos que ayudaron de guía en esta investigación. También al Prof. Maximiliano Bezada del Instituto Pedagógico de Caracas, por proporcionarme una buena base bibliográfica para realizar esta investigación. Y en especial al Dr.

Jorge Carrillo Briceño, quien gracias a su orientación y recomendaciones me dio la idea de trabajar con reconstrucciones paleogeográficas. A la ilustre Universidad de Los Andes, a la Facultad de Ciencias Forestales y Ambientales, a la Escuela de Geografía, por haberme dado conocimientos y la oportunidad de convertirme en un profesional más de esta hermosa ciencia.

CONTENIDO Pág. Lista de tablas.

v

Lista de figuras.

vi

Lista de mapas.

ix

Resumen.

1

Introducción.

2

Capítulo I. El Problema de Investigación.

3

1,1 Justificación del problema

4

1.2 Objetivos

4

Capítulo II. Bases Conceptuales.

5

2.1 Antecedentes de la Investigación.

6

2.1.1 Trabajos básicos elaborados en la región.

6

2.1.2 Estudios básicos de reconstrucción de zonas de vida y paleoglaciares. 2.2 Marco Conceptual.

10 13

2.2.1 Paleogeografía.

14

2.2.2 Cuaternario.

15

2.2.2.1 Último Máximo Glacial (UMG)

16

2.2.2.2 Pequeña Edad de Hielo (PEH)

19

2.2.3 Sistema de Holdridge.

20 i

2.2.3.1. El Diagrama Bioclimático

22

2.2.3.2. Temperatura.

23

2.2.3.3. Precipitación.

24

2.2.4 Morfología glaciar de alta montaña en los trópicos.

25

Capítulo III. Características Físico-Naturales y Humanas del área de estudio.

29

3.1. Localización y extensión del área de estudio

30

3.2. Aspectos biofísicos del área de estudio

33

3.2.1 Hidrografía

.

.

33

3.2.2 Geología – Geomorfología

36

3.2.3 Clima.

45

3.2.4 Vegetación.

53

3.2.5 Fauna.

54

3.2.6 Suelos.

56

3.3. Aspectos sociales del área de estudio.

57

3.4. Aspectos económicos del área de estudio .

58

Capítulo IV. Procedimientos metodológicos.

61

4.1. Inventario y compilación de la información

63

4.2. Recopilación de datos climáticos (temperatura y precipitación)

ii

de las estaciones seleccionadas.

64

4.3. Elaboración de mapas.

65

4.3.1. Elaboración de la cartografía base.

65

4.3.2. Elaboración de la Cartografía Temática.

65

4.4. Modelos y métodos.

69

4.5. Determinación de Zonas de Vida Actuales.

72

4.6. Determinación de Zonas de Vida para el Cuaternario.

73

4.7. Determinación de paleoglaciares para el Cuaternario.

74

4.8. Trabajo y chequeo de campo.

75

4.9. Análisis y resultados.

79

Capítulo V. Análisis de los resultados.

80

5.1. Reconstrucción hipotética de Zonas de Vida en la Sierra de Santo Domingo para el Último Máximo Glacial (Pleistoceno tardío).

81

5.2. Reconstrucción hipotética de Zonas de Vida en la Sierra de Santo Domingo para la Pequeña Edad de Hielo (Holoceno tardío).

82

5.3. Zonas de Vida Actuales para la Sierra de Santo Domingo.

83

5.3.1. bosque húmedo Montano Bajo (bh-MB).

84

5.3.2. bosque seco Montano Bajo (bs-MB).

85

5.3.3. bosque húmedo Montano (bh-M).

87

iii

5.3.4. bosque muy húmedo Montano (bmh-M).

89

5.3.5. páramo SubAlpino (p-SA).

89

5.3.6. páramo pluvial SubAlpino (pp-SA).

91

5.3.7. tundra pluvial Alpino (tp-A).

91

5.3.8. Nival (N).

92

5.4. Reconstrucción de las Zonas de Vida para el Último Máximo Glacial (Pleistoceno tardío).

94

5.4.1. bosque húmedo Montano (bh-M).

95

5.4.2. puna SubAlpino (pu-SA).

95

5.4.3 páramo SubAlpino (p-SA).

95

5.4.4. tundra muy húmeda Alpino (tmh-A).

95

5.4.5. tundra pluvial Alpino (tp-A).

95

5.4.6. Nival (N).

96

5.5. Reconstrucción de las Zonas de Vida para la Pequeña Edad de Hielo (Holoceno reciente).

98

5.5.1. bosque húmedo Montano Bajo (bh-MB).

98

5.5.2. bosque húmedo Montano (bh-M).

99

5.5.3. bosque muy húmedo Montano (bmh-M).

99

5.5.4. páramo SubAlpino (p-SA).

99 iv

5.5.5. páramo pluvial SubAlpino (pp-SA).

99

5.5.6. tundra pluvial Alpino (tp-A).

100

5.5.7. Nival (N).

100

5.6. Discusión de la correspondencia, para el área de estudio, entre Zonas de Vida actuales obtenidas por otros autores y las deducidas en este trabajo.

102

5.7. Reconstrucción de zonas de vida para el Último Máximo Glacial y la Pequeña Edad de Hielo – Notas Complementarias.

104

5.8. Discusión de la correspondencia entre reconstrucciones de Zonas de Vida para el Cuaternario obtenidas por otros autores en la región

112

5.9. Reconstrucción hipotética de paleoglaciares para el Último Máximo Glacial y la Pequeña Edad de Hielo.

114

Capítulo VI. Conclusiones y recomendaciones.

121

Referencias citadas.

127

Anexos.

146

Lista de tablas Tabla 1. Áreas afectadas por la Glaciación Mérida. Tabla 2. Extensión de los pisos térmicos en la sierra de v

19

Santo Domingo y sus cuencas.

50

Tabla 3. Datos de precipitación y temperatura en la Sierra de Santo Domingo

64

Tabla 4. Condiciones climáticas propuestas para el UMG y la PEH

74

Tabla 5. Datos de precipitación y temperatura para el Último Máximo Glacial en la Sierra de Santo Domingo, con un descenso de 7,5ºC y 400 mm de la precipitación.

81

Tabla 6. Datos de precipitación y temperatura para la Pequeña Edad de Hielo en la sierra de Santo Domingo, con un descenso de 2ºC y un aumento de 22% de la precipitación.

82

Tabla 7. Cobertura de las Zonas de Vida Actuales.

83

Tabla 8. Cobertura de las Zonas de Vida en la Sierra de Santo Domingo para el Último Máximo Glacial.

94

Tabla 9. Cobertura de las Zonas de Vida en la Sierra de Santo Domingo para la Pequeña Edad de Hielo.

98

Lista de figuras Figura 1. Representación del planeta durante el Último Máximo Glacial (Pleistoceno tardío).

17

Figura 2. Extensión de las masas de hielo en la cordillera de Mérida, durante la Glaciación Mérida (UMG). vi

18

Figura 3. Episodios climáticos y su variabilidad de temperatura en los Andes merideños, desde el UMG hasta la actualidad .

20

Figura 4. Diagrama de Zonas de Vida de Holdridge.

22

Figura 5. Paisaje alpino sin glaciarismo y paisaje glaciar alpino durante el periodo de glaciación máxima.

27

Figura 6. Paisaje glaciar alpino después del retroceso de los glaciares

28

Figura 7. Ubicación relativa del área de estudio.

31

Figura 8. Quebrada de Gavidia, que actúa como divisoria de la sierra de Santo Domingo y la sierra Nevada de Mérida.

34

Figura 9. Ejemplo de la morfología glacial en la sierra de Santo Domingo.

41

Figura 10. Ejemplo de la morfología glacial en la sierra de Santo Domingo.

43

Figura 11. Laderas con sembradíos agrícolas del flanco noroeste de la sierra de Santo Domingo, entre los poblados de Mucumpate y El Royal.

60

Figura 12. Esquema metodológico seguido en la investigación.

62

Figura 13. Bosque húmedo Montano Bajo en el flanco extremo nor-oriental de la sierra.

85

Figura 14. Remanentes del bosque seco Montano Bajo en los vii

alrededores de la porción nor-occidental de la sierra.

87

Figura 15. Bosque húmedo Montano en el flanco occidental de la sierra, con presencia de algunas especies epifitas en las zonas escarpadas.

88

Figura 16. Páramo SubAlpino en los alrededores de la quebrada Los Zerpa, en el norte de la sierra.

90

Figura 17. Tundra pluvial Alpino y zona de vida Nival, en el macizo Mucuñuque.

92

Figura 18. Materia orgánica (en %) a partir de datos sedimentarios en la laguna de Mucubají.

107

Figura 19. Representación de las áreas que presentaron condiciones más húmedas y secas durante la PEH.

109

Figura 20. Evolución de las zonas de vida de piso Montano Bajo y Montano durante los periodos estudiados.

110

Figura 21. Evolución de las zonas de vida de piso SubAlpino y Alpino, durante los periodos estudiados.

111

Figura 22. Evolución de la zona de vida Nival, durante los periodos estudiados.

111

Figura 23. Representación pictórica de antiguos glaciares a finales del siglo XIX.

118

Figura 24. Perfil longitudinal de la sierra de Santo Domingo viii

y sus zonas de vida para la actualidad.

147

Figura 25. Perfil longitudinal de la sierra de Santo Domingo y sus zonas de vida para la Pequeña Edad de Hielo.

148

Figura 26. Perfil longitudinal de la sierra de Santo Domingo y sus zonas de vida para el Último Máximo Glacial.

149

Figura 27. Perfil transversal de la sierra de Santo Domingo y sus zonas de vida para la actualidad.

150

Figura 28. Perfil transversal de la sierra de Santo Domingo y sus zonas de vida para la Pequeña Edad de Hielo.

150

Figura 29. Perfil transversal de la sierra de Santo Domingo y sus zonas de vida para el Último Máximo Glacial.

151

Lista de mapas. Mapa 1. Mapa Base.

32

Mapa 2. Sistema de cuencas hidrológicas.

35

Mapa 3. Hipsometría.

37

Mapa 4. Geología.

39

Mapa 5. Geomorfología.

44

Mapa 6. Precipitación.

46

Mapa 7. Temperatura promedio anual.

48 ix

Mapa 8. Tipos de clima (según Köppen).

51

Mapa 9. Pisos térmicos.

52

Mapa 10. Zonas de Vida Actuales.

93

Mapa 11. Zonas de Vida para el Último Máximo Glacial .

97

Mapa 12. Zonas de Vida para la Pequeña Edad de Hielo.

101

Mapa 13. Cobertura paleo-glaciar para el Último Máximo Glacial.

119

Mapa 14. Cobertura paleo-glaciar para la Pequeña Edad de Hielo

120

x

RESUMEN Durante el Cuaternario, ocurrieron una serie de cambios ambientales ligados a ciclos de glaciaciones a escala global que afectaron y moldearon profundamente los paisajes y formas de vida del planeta Tierra. La mayor glaciación ocurrió hace 110 mil años durante el Último Periodo Glacial, el cual tuvo su apogeo en el Último Máximo Glacial (UMG) hace unos 18.000 años; en esta época los glaciares de montaña de la sierra de Santo Domingo, perteneciente a los Andes venezolanos, tuvieron su máxima extensión y volumen, la temperatura era unos 7ºC más baja y los rangos de precipitación fueron unos 400 mm menores que en la actualidad. Con la llegada del Holoceno (hace aprox. 10.000 años AP), las condiciones ambientales se tornaron más húmedas y cálidas, lo que ocasionó el derretimiento de las grandes masas de hielo y el aumento de la colonización vegetal a mayores alturas. No obstante, durante dicha época se dieron algunos periodos fríos de los cuales destaca la Pequeña Edad de Hielo (PEH), que corresponde al último de los avances glaciales holocenos, particularmente después del Último Máximo Glacial (UMG). Durante la PEH la temperatura disminuyó entre 3 a 1.4 ºC y hubo valores de precipitación de unos 20% mayores a los actuales. Se emplea el Modelo Bioclimático de Zonas de Vida de Holdridge (1971) para la reconstrucción paleobiogeográfica de la antes mencionada sierra con la finalidad determinar las características del clima y sus incidencias en la distribución de las zonas de vida durante el UMG y la PEH, poniendo a prueba los resultados obtenidos con evidencias morfológicas glaciales y paleo-palinológicas. A través del modelo, se determinan las transformaciones sucesivas en las zonas de vida de la sierra bajo determinadas condiciones climáticas a través del tiempo. La reconstrucción de paleoglaciares permite una aproximación que muestra el papel que cumplen las evidencias de paleoglaciares tropicales como indicadores de la variabilidad climática global. Se prevé que de continuar los efectos del cambio climático actual en la sierra, existirá un desplazamiento de zonas de vida a cotas superiores y, seremos testigos de la desaparición futura de algunas de ellas como la Nival y la tundra pluvial Alpino, desencadenando profundos cambios ecológicos. Palabras clave: biogeografía de alta montaña, Cuaternario, paleogeografía, Sierra de Santo Domingo, Andes venezolanos.

INTRODUCCIÓN

El último periodo geológico (el Cuaternario), en el cual nos encontramos, es apenas un pequeño suspiro de 1,8 millones de años en una historia geológica de más de 4,500 millones de años. A pesar de ser relativamente muy corto, es la etapa más conocida y estudiada desde el punto de vista geológico y geomorfológico. Las variaciones climáticas que ocurrieron a lo largo del Cuaternario han dejado numerosos vestigios (geomorfológicos, palinológicos, paleontológicos, geológicos, etc.) que permiten reconstruir los paleoambientes del pasado, ya que los procesos erosivos más modernos no han podido borrar completamente las huellas de la morfogénesis cuaternaria y, por lo tanto, el conocimiento es mayor para las etapas más modernas que para las antiguas.

Los beneficios de las reconstrucciones paleobiogeográficas no solo son para un mejor entendimiento del cambio climático y biogeográfico en el pasado, sino también estudiar cómo se llegó a las condiciones que actualmente tenemos, y como puede ser en un futuro.

Dando continuidad a los variados trabajos que se han realizado en los Andes venezolanos, esta investigación se enmarcará en el campo de estudio de la biogeografía de alta montaña y paleogeografía, donde se podrán analizar los cambios en las zonas de vida presentes en la sierra de Santo Domingo durante el Cuaternario, en función de factores climáticos (precipitación y temperatura) y; la evolución que presentaron los antiguos glaciares que dominaron estos paisajes hasta su completa deglaciación en tiempos modernos. “Somos la suma de los eventos del pasado; estudiamos el pasado para entender el presente; entendemos el presente para guiar el futuro”William Lund.

Capítulo I EL PROBLEMA DE INVESTIGACIÓN

3

1.1 JUSTIFICACIÓN DEL PROBLEMA.

La realización de este estudio surge de la necesidad de aportar conocimientos sobre la biogeografía de la sierra de Santo Domingo, de conocer las zonas de vida, tipos de climas y áreas cubiertas por glaciares durante el Cuaternario; a su vez, se busca obtener un conocimiento detallado actual de los tipos de clima, zonas de vida y geomorfología del área de estudio. Contribuye a estudios de reconstrucción de diversos escenarios del pasado.

1.2 OBJETIVOS.

Objetivo general. 

Realizar una reconstrucción paleobiogeográfica y biogeográfica actual de la sierra de Santo Domingo tomando como referencia el Último Máximo Glacial y la Pequeña Edad de Hielo.

Objetivos específicos. 

1.- Reconstrucción paleobiogeográfica para el Último Máximo Glacial (Pleistoceno tardío) y la Pequeña Edad de Hielo (Holoceno reciente).



2.- Reconstrucción de la cobertura de glaciares para el Último Máximo Glacial y la Pequeña Edad de Hielo



3.- Reconstrucción biogeográfica actual.



4.- Validación del modelo de zonas de vida, empleando las evidencias geomorfológicas y los estudios de paleopalinología.

4

Capítulo II BASES CONCEPTUALES

5

2.1 Antecedentes de la investigación

En las zonas de alta montaña del estado Mérida, son muy pocos los estudios enfocados a la caracterización biogeográfica del Cuaternario; aun así, existen varias investigaciones que hacen referencia a estudios paleoclimáticos, paleopalinológicos y vestigios de glaciares antiguos, los cuales se puede tomar como referencia para poder realizar esta caracterización paleobiogeográfica. A su vez, se puede tomar como ejemplo otros estudios de reconstrucción de zonas de vida para el Cuaternario, que se han realizado en otras zonas del estado Mérida y de la región andina venezolana. Para esto es necesario tener un contexto de las investigaciones sobre el tópico realizadas tanto en los Andes venezolanos, como en el área de estudio y sus alrededores.

2.1.1 Trabajos básicos elaborados en la región

Sievers (1888, 1896) realizó expediciones por la cordillera de Mérida y elaboró un escrito con los aspectos físico-naturales de los Andes venezolanos, señalando los glaciares para ese entonces y los antiguos.

Jahn (1912) realizó una detallada y profunda exploración en la cordillera de Mérida (comisionado por el Gobierno Nacional, para el estudio y elaboración de la Carretera Transandina) y halló evidencias de geoformas de origen glaciar, las cuales lo asoció con glaciaciones cuaternarias.

Cárdenas (1962) elaboró un estudio sobre los rasgos glaciares en la cuenca alta del río Chama, donde estimó longitudes de más de 19 km de lenguas glaciares y mencionó niveles morrénicos a 3000 msnm.

Tricart (1966) elaboró un mapa geomorfológico detallado del área de Mucuchíes, describiendo las geoformas de origen glaciar en las partes altas de las vertientes y en algunos fondos de valle.

6

Schubert (1968, 1970, 1972, 1974, 1975 y 1976) describió las condiciones geomorfológicas, geológicas y cronológicas de la sierra de Santo Domingo, así como también de la sierra Nevada de Mérida y la sierra de La Culata. Reconoció y propuso un evento de glaciación en los Andes venezolanos, al cual denominó “Glaciación Mérida”.

Bradley et al. (1985) realizaron una serie de análisis geoquímicos, sedimentológicos y palinológicos en varias lagunas del estado Mérida, resaltando las lagunas de Mucubají, Negra y El Montón, para revelar e interpretar las características climáticas en el norte de Sudamérica.

Bezada (1989) realizó un estudio de la geología glacial del Cuaternario de la región de Santo Domingo-Pueblo Llano-Las Mesitas (estados Mérida y Trujillo), donde describió la presencia de sedimentos glaciares más antiguos que la denominada “Glaciación Mérida”, los cuales corresponden a sedimentos fluvioglaciales con una datación por termoluminiscencia de 300.000 años de antigüedad.

Rull y Schubert (1989) estudiaron como pudieron ser los aspectos de los Andes venezolanos durante la Pequeña Edad de Hielo. Identificaron, por análisis de polen en una turbera del páramo de Piedras Blancas, que decreció el cinturón de vegetación entre el siglo XV y XVIII y estimaron que la temperatura bajó unos 2ºC

Ramírez (1992) elaboró un informe sobre los cambios climáticos que sucedieron durante el Último Máximo Glacial, en la cordillera de Mérida, donde incluyó reseñas de investigaciones relevantes que se han hecho para el Cuaternario, a través de análisis paleoecológicos de algunas localidades en la cordillera Oriental de Colombia.

7

Graf (1996) realizó varias perforaciones en los alrededores de Mucubají, para estudiar el paleoclima de los Andes venezolanos. La datación radiocarbónica arrojó edades máximas de 12.700 años. El análisis palinológico mostró grandes contrastes entre el Pleistoceno tardío y el Holoceno, pasando de la dominancia de polen de gramíneas en el primero a la de compuestas, umbelíferas, cariofiláceas y otras plantas paramunas en el segundo. El paleoclima en el Pleistoceno tardío resultó generalmente frío y seco, aunque hubo pequeños periodos más cálidos y húmedos; siguió una fase seca, caracterizadas por elevadas temperaturas, erosión eólica, condiciones que no permitieron la formación de turberas. En el Holoceno superior el clima se tornó más húmedo que hoy, con una precipitación media anual superior a los 1200 mm.

Polissar

(2005)

elaboró

un

informe

en

el

que

estudia

registros

sedimentológicos de cuatro lagunas de los Andes venezolanos, e hizo una reconstrucción de 1500 años del clima histórico, señalando unos cuatro avances glaciares pequeños que ocurrieron entre 1250 y 1810 D.C., los cuales coinciden con una actividad solar mínima. Las temperaturas bajaron de 2.3 a 3.4 ºC y la precipitación aumentó entre 25 y 70%. Demostró cómo las zonas de alta montaña tropical son muy sensibles a cambios en la radiación, que implica responsabilidades mayores para futuras acciones antropogénicas.

Stansell et al. (2005) realizaron una cronología de la deglaciación Cuaternaria tardía en los Andes Venezolanos.

Rull et al. (2005) realizaron un estudio de 15.000 años de registro de polen para la laguna Verde alta, localizada a 4215 msnm, en la sierra de La Culata, donde su objetivo fue reconstruir la dinámica de local y regional de la vegetación

desde

la

última

deglaciación.

Determinaron

que

hace

aproximadamente 15.500 años el hielo glaciar estaba presente muy cerca de la laguna de estudio, hasta quizás unos 14 mil años, lo cual sugiere una actividad sedimentaria glacial con una vegetación aledaña muy escasa. El área de

8

estudio se mantuvo luego como un desierto periglaciar hasta hace unos 11 mil años, cuando sobreviene la colonización del superpáramo, el cual se tornó en un “desierto paramero” (o superpáramo pobre) hace unos 9000 años, debido a la disminución de humedad y temperatura en el área. Estos autores infirieron que las características actuales del páramo vienen dadas desde hace unos 4600 años.

Jomelli et al. (2008) y The Cryosphere (2013) documentaron el estado de los glaciares actuales en los Andes tropicales y evaluaron las causas del retroceso glacial desde la Pequeña Edad de Hielo. Señalan que en Venezuela, para el año 1250 a 1820, la temperatura media del aire pudo haber sido 3.2±1.4 ºC más frías, y que la precipitación fue alrededor de 22% más alta que las actuales.

Mahaney et al. (2008) realizaron el primer reporte de sedimentos glaciales en los Andes venezolanos durante la fase glacial de Younger Dryas, las cuales fueron correlacionadas con ocurrencias similares en Ecuador, Patagonia y posiblemente Colombia. La posición final de los hielos para MucuñuqueMucubají y Humboldt-Coromoto fue de 3800 msnm

y 4000 msnm

respectivamente.

Stansell et al. (2010) elaboraron un estudio de datación de sedimentos por radiocarbono en la laguna de Los Anteojos, localizada en el “Parque Nacional Sierra Nevada”, donde indicaron que hace unos 14.600 años las condiciones atmosféricas eran cálidas y húmedas,

y abruptamente fueron más frías y

secas durante la fase Younger Dryas (“YD” entre 12.850 y 11.650 años). Análisis geoquímicos del área de estudio, mostraron que los glaciares avanzaron hasta hace 12850 años, con una extensión máxima para hace 12.650 años, y luego retrocedieron hasta que completamente se derritieron y formaron esa laguna de circo hace unos 11.750 años. Mencionan que durante el pico del avance glaciar, la línea de equilibrio glaciar en la región era de unos

9

360 a 480 metros menores que las actuales, y las temperaturas eran unos 2.2 a 2.9 ºC más bajas que las actuales. También señalan que las evidencias palinológicas del área indican que los Andes septentrionales eran más áridos y 2.3ºC más fríos durante ésta fase de YD.

Braun y Bezada (2013) resumieron en un informe el estado actual de los glaciares en Venezuela, con base en la recesión que ha tenido durante el siglo pasado. Señalan a la sierra Nevada de Mérida como de interés científico para estudiar cambios paleo-ambientales debido a los sedimentos del Cuaternario Tardío/Holoceno, que están bien preservados.

2.1.2

Estudios

básicos

de

reconstrucción

de

zonas

de

vida

y

paleoglaciares.

Schubert (1982) realizó un croquis de paleoglaciares en los Andes de Mérida, usando fotografías aéreas de la misión de 1952 de Cartografía Nacional.

Briceño (1997) realizó una reconstrucción de las zonas de vida existentes durante la Glaciación Mérida y de la actualidad, basadas en la clasificación de Holdridge, a través de interpretaciones del paleoclima regional, evidencias palinológicas, glaciales y morfológicas. Por medio de esas interpretaciones, pudo estimar cuántos y cómo fueron los cambios en las zonas de vida que existieron durante el Último Máximo Glacial en su área de estudio.

Domínguez (2002) elaboró un estudio biogeográfico sobre la depresión del Táchira, en el cual indica que el área funciona como un corredor ecológico, debido al alto grado de conexión que tienen algunas de las especies animales y vegetales entre la cordillera de Mérida y la cordillera Oriental de Colombia. Para esta hipótesis, realizó una reconstrucción paleobiogeográfica de las zonas de vida durante la última glaciación pleistocénica, en la cual mostró que el área

10

de estudio llegó a comportarse como un corredor ecológico durante el Cuaternario.

Manrique (2004) desde un marco climático regional en la cuenca del río Chama, en los Andes venezolanos, elaboró un posible escenario con respecto al aumento de temperatura de 3 a 5 ºC y aumento de la precipitación entre 10% y 15% para delimitar las posibles zonas de vida que existirán de acuerdo al sistema de clasificación bioclimática de Holdridge y así analizar las implicaciones biogeográficas considerando los cambios en las zonas de vida y, a su vez, el uso de la tierra con respecto al de la actualidad.

Lachniet y Vazquez-Selem (2005) reconstruyeron la altitud de la línea de equilibrio glaciar para el circum-Caribe (México, Guatemala, Costa Rica, República Dominicana, Colombia y Venezuela) durante el Último Máximo Glacial. Usaron como referencia las geoformas glaciales de estos países, para la reconstrucción de la extensión glacial del pasado. Para Venezuela, reconstruyeron tres paleoglaciares: Glaciar Mucubají, Glaciar Laguna Negra y Glaciar La Canoa, en los cuales la línea de equilibrio glacial en promedio para estos tres se situó en unos 3576 msnm para el Pleistoceno tardío.

Stansell (2005) realizó un trabajo de reconstrucción de la altitud de la línea de equilibrio glaciar, con estimados de paleotemperaturas y reconstrucción-mapeo de seis paleoglaciares en la sierra de Santo Domingo y tres en el páramo de Piedras Blancas. Estimó que durante el Último Máximo Glacial la altura de la línea de equilibrio glaciar en la sierra de Santo Domingo rondaba entre 3.725 y 3.560 msnm (para la cara norte) y 3.505 y 3.210 msnm (para la cara sur). Señaló una reducción de la temperatura en unos 8.8 ºC y posiblemente hasta en unos 11 ºC, donde probablemente cada 100 m. la temperatura disminuía unos 0.75ºC (es decir, un gradiente altotérmico diferente al actual).

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Carrillo (2008) identificó y describió diferentes geoformas de origen glaciar y periglaciar encontradas en la cuenca alta del río Cambimbú (estado Trujillo) y también realizó una reconstrucción de las zonas de vida bajo unos parámetros definidos por

Van der Hammen (1981). Comparando las zonas de vida

actuales con las del pasado geológico reciente (Pleistoceno y Holoceno), pudo inferir que existió un desplazamiento de la vegetación, así como una desaparición de algunas zonas de vida como el bosque Tropical, bosque muy seco Tropical y bosque húmedo Premontano, las cuales fueron sustituidas en su totalidad por el bosque seco Premontano. También elaboró una reconstrucción de los paleoglaciares que albergó la cuenca alta del río Cambimbú para los estadíos Temprano y Tardío de la Glaciación Mérida.

Godoy y Labrador (2009) elaboraron una reconstrucción de zonas de vida y megafauna asociada para finales del Pleistoceno en la cuenca media del río Chama (específicamente entre las localidades de Ejido y Estanques), en la cual demostraron que el área de estudio durante el UMG presentaba condiciones más frías y áridas que las actuales, las cuales favorecían la presencia de vegetación de tipo estepa u otras relacionadas a esas condiciones climáticas, las cuales pudieron contribuir a la distribución de la megafauna a lo largo de la cuenca media del río Chama. Luego para comienzos del Holoceno, con el aumento de la temperatura y las precipitaciones, aunado a la presencia del hombre pre-colombino, las zonas de vida se tornaron más secas, similares a las actuales, lo que condujo a que la megafauna se extinguiera o refugiara en zonas específicas de la cuenca.

Contreras (2012) realizó un estudio geográfico-ecológico en un complejo montañoso de la sierra Nevada de Mérida (específicamente entre las poblaciones de Tostós, Acequias y San Pedro, en los Pueblos del Sur, Venezuela), donde a través del modelo bioclimático de Holdridge detectó cuatro zonas de vida: monte espinoso Premontano, estepa espinosa Montano Bajo, estepa Montano y bosque húmedo Montano; de las cuales la estepa

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Montano y estepa espinosa Montano Bajo, constituyeron dos hallazgos totalmente nuevos dentro del esquema de Zonas de Vida de Venezuela. Esta autora también elaboró una reconstrucción de zonas de vida para el UMG, el cual tuvo como resultado condiciones más secas y frías que las actuales donde aparecieron dos zonas de vida: monte húmedo (puna) SubAlpino y tundra muy húmeda Alpino, quedando la estepa espinosa Montano Bajo y la estepa Montano desplazadas a cotas altitudinales inferiores que las actuales.

Angel et al. (2013) elaboraron un estudio de la dinámica glaciar cuaternaria en los Andes centrales de Mérida. Allí realizaron una reconstrucción de algunos glaciares deducida de la geocronología con el isotopo cosmogénico ¹⁰Be in situ, la cual contribuye con el conocimiento climático regional y global desde el Último Máximo Glaciar. El área de estudio fue el Valle de Mucubají, donde determinaron que el avance máximo del glaciar ocurrió hace más de 18.000 años y el retiro definitivo hace menos de 9.000 años. Estos autores indicaron que el glaciar retrocedió durante el Pleistoceno aproximadamente desde los 3500 msnm a 3850 msnm. El glaciar en su parte superior estuvo confinado y desapareció rápidamente durante el Holoceno. En el área de

los Zerpa,

señalan, el avance máximo ocurrió aproximadamente hace 13.000 años.

2.2 Marco Conceptual

El siguiente marco conceptual tiene como propósito dar a la investigación un sistema coordinado y coherente de conceptos, así como suministrar información que permita abordar el problema planteado en esta investigación; en este sentido, se hace recomendable conocer algunos términos conceptuales que permitan comprender los elementos en los cuales se basa el presente Trabajo Especial de Grado.

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2.2.1 Paleogeografía

De acuerdo a Andersen y Borns (1994), la paleogeografía se basa en la reconstrucción de aspectos físico-geográficos del pasado geológico, donde el foco principal son los atributos físico-naturales, tales como, el cambio de localización de bordes costeros, ríos y sistemas de drenajes, tectónica y elevaciones montañosas, separación continental y paleolatitud, localización en tiempo y espacio de plataformas continentales y cuencas sedimentarias, etc.

El campo de la paleogeografía Cuaternaria, incluye todos los aspectos de reconstrucciones de paleo-mapas que abarcan ese periodo; campos de hielo, glaciares y fluctuaciones del nivel del mar en tiempo y espacio; la delineación de contornos [curvas de nivel] del pasado topográfico o batimétrico; la compilación de información

biológica, morfológica o litoestratigráfica que

pueda presentarse en ciertos intervalos de tiempo, como mapas de paleovegetación o distribución de cuencas de “loess” y permafrost fósil, entre otros.

Una base de datos paleogeográfica del Cuaternario cubrirá un número de intervalos de tiempo, que mostrará por ejemplo, desviaciones de valores en el presente del invierno, verano y precipitaciones medias anuales y temperaturas medias anuales por intervalos de tiempo; valores de albedo, temperatura en la superficie del mar, distribución de hielo marino, zonas de permafrost, glaciaciones de montaña y campos de hielo continentales,

procesos

geomórficos y formación de loess, vegetación natural y tipos de paisajes por diferentes intervalos de tiempo. Las reconstrucciones y mapas paleogeográficos son usados como una base de información para estudios, por ejemplo, como distribución de cierto fósil en el pasado, cambios climáticos en el pasado, evolución de zonas vegetales o patrones oceanográficos

La mayoría de las reconstrucciones paleogeográficas del Cuaternario, se centran en ciertos periodos de tiempo durante los últimos 130.000 años. Esto

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es por la simple razón de que existe un amplio conocimiento y evidencias preservadas en aspectos geológicos y biológicos, con una precisión muy confiable para permitir hacer reconstrucciones detalladas. El propósito de estas reconstrucciones, es resaltar las diferencias espaciales y temporales en estos parámetros físicos tal como se expresa en los archivos geológicos, para comprender mejor los procesos y dinámicas subyacentes. (Andersen y Borns, 1994).

2.2.2 Cuaternario

El Cuaternario es el periodo geológico más reciente en la historia de la Tierra, abarcando los últimos 1,8 millones de años y extendiéndose hasta el presente. El periodo Cuaternario se subdivide en Pleistoceno [Era de Hielo Cuaternaria] y el Holoceno [intervalo interglaciar presente], siendo el Pleistoceno la época que abarca la mayor parte ya que el Holoceno cubre solo los últimos 10.000 años. El periodo Cuaternario se caracteriza por una serie de cambios ambientales, a gran escala que afectaron y moldearon profundamente los paisajes y formas de vida del planeta Tierra. Una de los rasgos más resaltantes del Cuaternario fue la formación periódica de grandes masas de hielo continentales y colosales glaciares de montaña en muchas partes del mundo, durante largos y duraderos periodos glaciares, separados por periodos cálidos cortos (interglaciares), donde las temperaturas fueron similares e incluso más altas que las actuales. Durante largos periodos de estos ciclos climáticos, aproximadamente 8/10 de la época, las temperaturas fueron más frías. El número de ciclos interglaciares-glaciares del Cuaternario se estima en 30 a 50 (Oches s/f).

Han existido cambios en la frecuencia de oscilaciones climáticas y amplitud de temperaturas y glaciaciones durante el Cuaternario. En el inicio del Cuaternario, muchas áreas del Ártico eran comparativamente cálidas, con

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árboles y arbustos que proliferaban muy al norte del presente limite arbóreo (tree-line). Antes de hace casi 800.000 años atrás, cada ciclo interglacial-glacial duraba hasta unos 40.000 años, pero luego de eso, la duración cambió a un ritmo prevalente de 100.000 años. Eso quiere decir que antes que esta periocidad cambiara había una reiterada acumulación de capas de hielo de tamaño relativamente pequeñas a moderadas (principalmente en latitudes altas septentrionales). Después de hace casi 800.000 años atrás, ocurrió una mayor intensificación de las glaciaciones, con un crecimiento repetido de capas de hielo a escala continental que abarcaba hasta medianas latitudes e incluso lugares de alta montaña en los trópicos y subtrópicos, con volúmenes de hielo mucho mayores que durante el Pleistoceno temprano. Durante los pasados 800.000 años han ocurrido unas 8 a 10 glaciaciones significantes. (Ingólfsson, 2008).

2.2.2.1 Último Máximo Glacial (UMG).

La mayor glaciación ocurrió durante el Último Periodo Glacial (UPG), el cual empezó hace unos 110.000 años y tuvo su máximo apogeo en la época del Último Máximo Glacial (UMG), hace aproximadamente 20 a 18 mil años AP; en esta época las capas continentales de hielo y glaciares de montaña tuvieron su máxima extensión y volumen. Vastas extensiones de capas de hielo cubrieron gran parte de Norte América, el Norte de Europa y Asia, con espesores de hasta 3 a 4 km de altura, lo cual provocó un descenso del nivel del mar de hasta 150 metros bajo la cota actual, provocando que extensas áreas de la plataforma marina estuvieran al descubierto (Fig. 1) y formaran puentes naturales donde especies animales y vegetales pudieron cruzar para colonizar. A este Último Periodo Glacial, se le conoce como Würm (en Europa) y Wisconsin (en Norteamérica); para Venezuela se bautizó como Mérida. (Schubert, 1970b).

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Figura 1. Representación del planeta durante el Último Máximo Glacial (Pleistoceno tardío) Fuente: Ron Blakey (Northern Arizona Univeristy)

La repercusión ambiental que tuvo el UPG en Venezuela, fue mucho menor que lo ocurrido en Europa, Norteamérica y Asia, pero aun así tuvo sus impactos significativos, entre los que podemos señalar: un descenso en la temperatura de 4 a 5 ºC en las tierras tropicales, mientras que en zonas montañosas altas (por encima de los 3,000 msnm) la temperatura debió haber descendido más de 7 ºC (Fig. 3) (Vivas, 2012; Carrillo 2015). Se estima que los rangos de precipitación fueron unos 400 mm menores que los actuales, dominando entonces una sequía y aridez generalizada en el territorio nacional, con vientos más fuertes y constantes; en la cordillera de Mérida las lluvias debieron ser esporádicas y concentradas. Con gran poder de erosión y arrastre de sedimentos. Como consecuencia directa de la acumulación de grandes casquetes de hielo en las altas latitudes de ambos hemisferios, se presume que el descenso entre 150 a 200 metros de los niveles marinos durante este periodo glaciar dejó al descubierto partes considerables de la plataforma continental venezolana. Estas zonas emergidas permitieron conexiones terrestres entre islas que en la actualidad se encuentran separadas por masas de agua, como por ejemplo las islas de Margarita, Aruba, Trinidad. El lago de

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Maracaibo quedó desconectado del mar Caribe, permaneciendo como una depresión geológica que se alimentaba de ríos procedentes de los Andes y Perijá. En las zonas andinas sobre los 2.900 msnm, la acumulación de nieve y hielo cubrió depresiones y colinas, rellenó valles y se alojó en vertientes inclinadas (Tab. 1). Se estima que durante la parte final de la última glaciación del Pleistoceno más de 600 km2 de glaciares cubrieron los Andes de Venezuela (Fig. 2).

Durante las fases frías de la última edad de hielo, las tierras bajas de Venezuela experimentaron periodos de sequedad como consecuencia de una baja precipitación, lo cual generó la aparición de paisajes predominantemente áridos y semiáridos con asociaciones vegetales xerófitas y herbáceas. Así se favorecieron ambientes de sabana con gramíneas y arbustos bajos o matorrales, los cuales ocuparon grandes extensiones (Carrillo, 2015).

Figura 2. Extensión de las masas de hielo (en blanco) en la cordillera de Mérida (y macizo de El Tamá), durante la Glaciación Mérida (UMG). Fuente: Elaboración propia.

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Con la llegada del Holoceno (hace aprox. 10.000 años AP), las condiciones ambientales se tornaron más húmedas y cálidas en el planeta (desde 0,5 a 3 ºC mayores que las actuales), que repercutió en el derretimiento de las grandes masas de hielo y en el aumento de la colonización vegetal a mayores latitudes y alturas, condicionando la extinción de la megafauna y facilitando el florecimiento de la civilización humana.

Tabla 1. Áreas afectadas por la Glaciación Mérida Área Páramo de Tama Páramo de El Batallón Páramo de Rosario Sierra Nevada de Mérida Sierra de Santo Domingo Sierra de La Culata Páramo de Piedras Blancas Páramo de Mucuchíes Páramo de Hato Viejo - La Estrella Teta de Niquitao Sierra de Calderas

Morfología Rasgos clásicos de zonas de alta montaña afectados por glaciación

Rasgos Erosionales Aristas, picachos, circos glaciares, escalones rocosos, canales de drenaje glacial, rocas aborregadas y en forma de lomo de ballena, estrías y surcos glaciales

Rasgos sedimentarios Morrenas laterales y terminales formadas por till, derrubios glaciares, turberas y rellenos aluviales

Fuente: Schubert y Vivas (1993)

En los Andes venezolanos se desarrolló la sedimentación fluvial en los valles internos, formando depósitos en el piedemonte, abanicos y conos aluviales, así como el acarreo de sedimentos y erosión en los valles, modelando las terrazas fluviales que se están formando actualmente (Vivas, 2012).

2.2.2.2 Pequeña Edad de Hielo (PEH).

Durante esta época existieron algunos periodos fríos, del cual el más resaltante fue la Pequeña Edad de Hielo, la cual ocurrió entre los años 1250 y 1850 DP (Rull y Schubert, 1989) y coincidió con un mínimo de actividad solar. En los

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Andes Venezolanos la temperatura disminuyó entre 3.2 a 1.4 ºC (Fig. 3) y hubo valores de precipitación aprox. 20% mayores a los actuales (Polissar et al., 2006); este periodo corresponde al último de los avances glaciales holocenos, particularmente después del UMG; estos avances glaciales holocenos tardíos son denominados globalmente como “neoglaciación” (Denton y Porter, 1970; Denton y Karlén, 1973)

Algunos científicos han sugerido una nueva época geológica, denominada Antropoceno, la cual empezaría desde mitad del siglo XIX, y definiría el tiempo de la más dramática interacción y cambio que ha provocado el Hombre en los sistemas de nuestro planeta, principalmente en el ámbito atmosférico, geomórfico y biológico (Borenstein, 2014; Edwards, 2015; Waters, 2016).

Figura 3. Episodios climáticos y su variabilidad de temperatura en los Andes merideños, desde el UMG hasta la actualidad (Rull, 1998). Eje horizontal: Años en miles; eje vertical: temperatura de descenso/aumento con respecto a la actualidad.

2.2.3 Sistema de Holdridge

Es una teoría que fue dada a conocer por primera vez en 1947. Constituye un sistema estrictamente ecológico y de alcance mundial, objeto de continuos refinamientos por parte de su autor, el Dr. Leslie Holdridge, y sus asociados

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mediante investigaciones especiales y levantamientos de mapas ecológicos en varios países de Latinoamérica.

La clasificación que comprende el sistema, se distingue porque define en forma cuantitativa la relación que existe en el orden natural entre los factores principales del clima y la vegetación. La temperatura, la precipitación y la humedad ambiental, que conforman los factores climáticos fundamentales, son considerados como factores “independientes”, mientras que los factores bióticos son considerados como esencialmente “dependientes”; es decir, influidos por la acción directa del clima en cualquier parte del mundo (Holdridge, 1967).

El sistema se apoya en un modelo matemático que describe en forma resumida las características principales y los valores cuantitativos climáticos de las distintas “Zonas de Vida” que comprende esta clasificación. Sus términos cuantitativos fueron determinados mediante estudios e investigaciones científicas de la relación efectiva entre la vegetación natural y el clima, registrado éste por medio de estaciones meteorológicas ubicadas en diversas partes del mundo. Las bases de clasificación no son arbitrarias, ni artificiales, por lo cual concuerda con fenómenos claramente visibles en el orden mundial. Originalmente, Holdridge denominó a sus unidades bioclimáticas “formaciones”. Actualmente se ha propuesto el término de Zonas de Vida, debido a la concepción de Holdridge de que la vegetación natural representa una unidad verdaderamente bioclimática de más alta jerarquía que una formación definida por su fisionomía. Asimismo, reconoció que dentro de cualquier división natural del clima existe una variación local en la fisionomía de la vegetación, vinculada a las condiciones específicas de topografía, suelo, exposición y actividad animal e inclusive del hombre (Holdridge, 2000).

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Holdridge extiende la relación bioclimática más allá de la vegetación natural misma para incluir otras agrupaciones bióticas, como la fauna, y en muchos aspectos al hombre dentro de ciertas actividades socioeconómicas y culturales. La Zona de Vida es considerada la división más grande del ambiente climático y que ejerce una influencia decisiva y dominante sobre el ecosistema (Fig. 4).

Figura 4. Diagrama de Zonas de Vida de Holdridge Fuente: [online] http://www.scopenvironment.org/

2.2.3.1 El Diagrama Bioclimático

El sistema se plasma en un modelo matemático y de configuración tridimensional (Fig. 4) que demuestra la interacción entre los factores climáticos: temperatura, precipitación y humedad ambiental; que abarca gráficamente todas las zonas de vida que pueden ocurrir en el mundo (más de 100). Cada hexágono del Diagrama Bioclimático expresa el concepto central de las zonas de vida.

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El diagrama presenta las posiciones climáticas de las “Zonas de Vida” en los pisos basales de seis regiones latitudinales, basados en la temperatura a nivel del mar, desde el ecuador cálido (Región Latitudinal Tropical) hasta los polos frígidos (Región Latitudinal Polar) de ambos hemisferios. En el lado izquierdo del diagrama se tiene los limites correspondientes de temperatura para cada región latitudinal y, en el lado derecho se indica los límites correspondientes de biotemperatura media anual para cada piso altitudinal (Ewel y Madriz, 1968). En este sentido, el número de pisos altitudinales que pueden existir arriba del piso basal es mayor en la región tropical y va disminuyendo progresivamente con el aumento latitudinal hacia los polos. Asimismo, sobre la base del Diagrama, se muestra las Provincias de Humedad limitadas por las líneas de la relación de Evapotranspiración Potencial. Finalmente, una escala vertical ubicada en el extremo derecho del diagrama sirve para determinar directamente la Evapotranspiración Potencial Total Anual en milímetros (INRENA, 1995).

2.2.3.2 Temperatura

En

la

Clasificación

de

Holdridge,

la

temperatura

se

calcula

como

biotemperatura (media diaria, media mensual o media anual). El concepto de biotemperatura es una de las innovaciones más significativas de dicho sistema de clasificación. Se entiende por biotemperatura a la temperatura del aire, aproximadamente entre 0 y 30 ºC, que determina el ritmo e intensidad de los procesos fisiológicos de las plantas (fotosíntesis, respiración y transpiración) y la tasa de evaporación directa del agua contenida en el suelo y vegetación”. Todos estos procesos se van reduciendo progresivamente hasta suspenderse totalmente en la medida que la temperatura desciende a 0ºC o por debajo. Cuando la temperatura sobrepasa el límite de 30ºC, la respiración y la transpiración aumentan desproporcionadamente con respecto a la fotosíntesis, a tal punto que la tasa de crecimiento se hace nula y aún negativa, produciendo algunas veces la muerte de la planta.

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La biotemperatura a usarse debe corresponder a un promedio anual de largo periodo, pero es aceptable si dicho promedio proviene de un periodo de 10 años consecutivos. Las líneas de biotemperatura en el diagrama están trazadas horizontalmente y paralelas entre sí, en progresión logarítmica de abajo arriba: 24 ºC, 12 ºC, 6 ºC, 3 ºC y 1.5 ºC, dividendo al mundo en Regiones Latitudinales y sus equivalentes en Pisos Altitudinales (INRENA, 1995).

2.2.3.3 Precipitación Se entiende por precipitación “la humedad condensada que cae de la atmósfera sobre la superficie de la tierra, bajo diferentes formas, como lluvia, llovizna, chubasco, nieve, granizo, niebla, rocío, etc.”.

La precipitación que se usa en el Diagrama Bioclimático viene a ser un promedio anual de una serie larga de años (pudiéndose considerar aceptable, tal como sucede con la biotemperatura, si el promedio proviene de 10 años consecutivos de datos fidedignos). Las líneas que delimitan las “fajas de precipitación” en el diagrama están trazadas en escala logarítmica, formando un ángulo de 60º hacia la derecha con la línea de biotemperatura. Estas líneas tienen valores asignados que van doblándose sucesivamente de izquierda a derecha. Como se puede deducir, la precipitación es cada vez menos limitante a medida que las Zonas de Vida se hacen más húmedas. Es decir, con muy poca lluvia se produce rápidamente el cambio de una Zona de Vida a otra y, luego, cuando progresivamente se llega a las Zonas de Vida más húmedas, los requerimientos de lluvia son mayores para que se produzca un cambio significativo.

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2.2.4 Morfología glaciar de alta montaña en los trópicos

Carrillo (2015) indica que durante mucho tiempo se creyó que las zonas intertropicales no fueron afectadas por aquellos cambios climáticos y ambientales que ocurrieron en las zonas de latitudes templadas, durante el Pleistoceno. Está visión de que las zonas tropicales tuvieron condiciones estables e inalteradas, fue desechada cuando comenzaron a surgir evidencias científicas que mostraban todo lo contrario, y afirmaban que estas zonas ubicadas dentro del cinturón tropical, fueron afectadas sensiblemente también por fluctuaciones ambientales pleistocénicas.

Estas

oscilaciones

climáticas

ocurridas

en

el

Cuaternario

influyeron

decisivamente en el clima y los rasgos morfológicos de las cumbres andinas venezolanas, sobretodo en ambientes de media y alta montaña (Briceño, 1997), donde se estima que las temperaturas en los Andes tropicales pudieron haber descendido más de 7 ºC, con respecto a las temperaturas actuales, condicionando a que se formaran grandes mantos de hielo y nieves perpetuas que descendieron a altitudes muchos más bajas que la que mantienen los restos glaciares de la actualidad.

Los glaciares dejaron su huella durante el Pleistoceno en un conjunto de geoformas muy particulares. En las zonas de montaña tienen una cobertura global y el estudio de estas permite conocer las características de la morfogénesis y formas del relieve que se corresponden con esos medios (Hastenrath, 1994).

Los glaciares pueden definirse como grandes acumulaciones naturales de hielo situados en tierra firme y que se hallan o hallaron animadas por un movimiento de traslación generalmente lento.

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Los glaciares de montaña o alpinos, se localizan en grandes altitudes donde se pueden formar glaciares, es decir en ambientes donde la temperatura es baja y en lugares que reciben gran cantidad de precipitaciones. Son glaciares que tienen características de ser largos y estrechos debido a que ocupan valles formados con anterioridad y a que transportan el hielo plástico formado en las alturas hasta alcanzar niveles más bajos donde la temperatura es mayor y el hielo desaparece por ablación (NSIDC, 2016).

Antes de que comience la glaciación de una montaña (Fig. 5A), generalmente existe una región montañosa esculpida enteramente por la meteorización y por las corrientes fluviales, las montañas están suavemente redondeadas y las divisorias no son abruptas. A medida que va progresando la glaciación se va acumulando nieve en las cabeceras de los valles más elevados (circos), en la primera fase de la glaciación puede observarse que la nieve se acumula en las depresiones excavadas por el movimiento del hielo y por la fragmentación de los materiales por el hielo cerca de las masas de nieve compactada. Los glaciares han llenado los valles y se han convertido unos en tributarios de los otros (Fig. 5). El rápido helamiento y deshielo del agua de fusión procedente de las nieves situadas en las grietas superiores de las paredes del circo rompen la desnuda roca en fragmentos angulosos que caen o se deslizan sobre la nieve y se incorporan al glaciar, de este modo, los circos van haciéndose cada vez mayores sus escarpadas y rugosas paredes pronto reemplazan las lisas y suaves vertientes de la masa montañosa original. El lugar donde se interceptan las paredes opuestas de los circos glaciares se denomina arista (Fig. 5). Si se desarrollan juntos tres o más circos se origina un pico puntiagudo en la intersección de sus aristas, la cual se conoce como horn (cuerno) (Hasterath, 1994).

Aquellas acumulaciones de fragmentos de rocas (bloques, cantos, gravillas) y arcilla transportados y depositados por un glaciar se denominan morrenas. Cuando los materiales son depositados a los lados del glaciar, habla de una

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morrena lateral. Cuando se unen dos lenguas glaciares las morrenas laterales se ponen en contacto y dan lugar a una morrena central, que se sitúa sobre el hielo en el centro de un valle. Al final de la lengua glaciar, los derrubios transportados se acumulan en una morrena terminal (Tarbuck y Lutgens, 2000).

Figura 5. Paisaje alpino sin glaciarismo y paisaje glaciar alpino durante un periodo de glaciación máxima. Fuente: Modificado de Tarbuck y Lutgens (2000)

El movimiento del glaciar va excavando y ampliando constantemente su cauce de modo que cuando desaparece el hielo se ha originado un profundo valle glaciar (también conocido como depresión glaciar), cuya sección transversal tiene forma de “U” característica. Al culminar el periodo glaciar los valles son ocupados por corrientes fluviales que excavan hasta darle al valle una forma en

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“V”. Los glaciares tributarios de montaña también excavan valles en forma de “U” pero su sección transversal es más pequeña y sus fondos se hallan en gran altura con respecto al nivel que ocupa el fondo del valle principal, por lo que se denominan valles colgantes o suspendidos (Tarbuck y Lutgens, 2000) (Fig. 6).

Muchas áreas excavadas por glaciares quedan vaciadas y al fusionarse el glaciar forma lagunas de origen glaciar (Dunn, 1993).

Figura 6. Paisaje glaciar alpino después del retroceso de los glaciares Fuente: Modificado de Tarbuck y Lutgens (2000)

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Capítulo III CARACTERÍTICAS FÍSICO-NATURALES Y HUMANAS DEL ÁREA DE ESTUDIO

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CARACTERÍSTICAS FÍSICO-NATURALES

En este capítulo damos una visión general de las condiciones físico-naturales de la región y cubrimos aspectos tales como la localización, geología, geomorfología, suelos, clima, vegetación y zonas de vida.

3.1 Localización y extensión del área de estudio

El área de estudio se localiza geográficamente en el occidente de Venezuela, estado Mérida, enclavada en los Andes centrales venezolanos, siendo este último uno de los más vigorosos y masivos de los ejes de relieves andinos (Fig. 7). Se encuentra limitada al norte por los ríos Chama

y Santo Domingo,

formando un paso natural entre los valles de ambos ríos; hacia el sur limita con las quebradas Micarache y Los Granates; hacia el oeste con la quebrada Gavidia y al este con la quebrada Los Granates. La región forma parte del conjunto de relieves andinos venezolanos, que se distribuyen desde la frontera con Colombia en el estado Táchira hasta el sur del estado Lara (Vivas, 1990). La máxima elevación es el Pico Mucuñuque con 4.660 msnm (Silva, 2001). Presenta un recorrido axial de unos 34.5 km en sentido suroeste a noroeste, con elevaciones sostenidas generalmente sobre los 3.500 m. La altura media de la sierra es de aproximadamente 3.590 m.

Astronómicamente, la sierra de Santo Domingo se localiza entre las coordenadas siguientes (Mapa 1): 8º41’18’’ (960918 mN) y 8º52’00’’ (980600 mN) de latitud Norte 70º56’24’’ (286365 mE) y 70º40’18’’ (316230 mE) de latitud Este.

La

sierra

de

Santo

Domingo

se

encuentra

localizada

político-

administrativamente en el noreste del estado Mérida, entre los municipios Cardenal Quintero y Rangel, bajo la jurisdicción de las parroquias Capital

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Cardenal Quintero (mcpio. Cardenal Quintero), San Rafael y Capital Rangel (mcpio. Rangel). Comprende un área de aproximadamente 23.903 Ha.

Figura 7. Ubicación relativa del área de estudio.

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Mapa 1. Mapa Base

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3.2 Aspectos biofísicos del área de estudio

El conjunto de los elementos físico-naturales como base de sustentación ecológica está conformado por las condiciones y cualidades de tipo geológicogeomorfológico, hidroclimáticas, edáficas o pedológicas, y vegetación. La estructura y dinámica de todos y cada una de ellos sirve de hábitat, medio, soporte y objeto de trabajo de la sociedad y sus actividades socio-económicas productivas; es decir, constituyen la oferta de recursos naturales a partir de los cuales ésta se beneficia y satisface algunas de sus necesidades fundamentales (Nelson et al., 2000).

A continuación se describen las variables físico-naturales que determinan las condiciones geográficas de la sierra:

3.2.1 Hidrografía

Desde el punto de vista hidrológico, resalta el hecho de que la sierra presenta la divisoria que separa las aguas que drenan hacia el lago de Maracaibo y las que fluyen a la gran cuenca del Orinoco (Mago, 1970).

El área que corresponde a la cuenca del lago de Maracaibo ocupa un 40,78% del total de la sierra y está constituida en gran parte por las cuencas de los afluentes del río Chama, siendo Gavidia la principal quebrada (Fig. 8).

En el área de la sierra que corresponde a la cuenca del río Orinoco (59,21% restante) está constituida, por las cuencas altas del río Santo Domingo y quebradas como Mucuñuque y Micarache (pertenecientes a la subcuenca del río Acequias), las cuales son de gran valor para la sustentabilidad hídrica de los Llanos Altos Occidentales y para el eje fluvial Apure-Orinoco.

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Del análisis cartográfico del área de la sierra de Santo Domingo (escala 1:125.000), se desprende que el patrón de drenaje dominante es el dendrítico, presentándose en las partes más altas de algunas cuencas drenajes del tipo lagunar y paralelo (Mapa 2). El orden que alcanzan estos cauces al salir de la sierra es, tres para el río Chama y cuatro para el río Santo Domingo.

La gran cantidad de lagunas, de origen glaciar, presentes en los páramos de la sierra, además de su gran papel regulador de los regímenes hidrológicos de los ríos que en ellas tienen su origen, constituyen una atractiva característica hidrológica. Su variada gama de formas y colores hace de cada una de ellas un especial atractivo paisajístico (Matos, 2007).

Los numerosos cauces que nacen dentro de la sierra son utilizados para el abastecimiento de numerosos centros poblados, sistemas de riego y la producción de electricidad (aporte parcial al complejo hidroeléctrico General José Antonio Páez) (MINAMB, 1974).

Figura 8. Quebrada de Gavidia, que actúa como divisoria de la Sierra de Santo Domingo (izquierda), y la Sierra Nevada de Mérida (derecha). Fotos del autor (2016).

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Mapa 2. Sistema de cuencas hidrológicas.

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3.2.2 Geología - Geomorfología

El área de estudio está localizada entre alargados ejes de relieve con altitudes sostenidas sobre los 3000 msnm, en casi toda su longitud. Presenta topografía abrupta dominada por sierras dentadas separadas entre sí por profundas hendiduras (Mapa 3).

En el área de la sierra de Santo Domingo comparte uno de los sustratos rocosos más antiguos de la estratigrafía de Venezuela y la mayor edad que hasta ahora se haya encontrado en los Andes venezolanos. Estas son las rocas metamórficas e ígneas, pertenecientes al Precámbrico superior, con edades que oscilan alrededor de 600 millones de años, agrupándose bajo la denominación de Complejo Iglesias (Schubert, 1968). Esta unidad está conformada principalmente por rocas metamórficas y secundariamente por rocas ígneas, con muchos afloramientos transicionales entre unos y otros; esto ha llevado a que autores (como Testamarck, por ejemplo) mencionen la existencia de una unidad litológica que se encuentra dentro del Complejo Iglesias (Rubén Ayala, com. pers. 2016) denominada Asociación Sierra Nevada (La Marca, 1997).

Estas rocas del Complejo Iglesias son las que constituyen principalmente el basamento andino, integrado exclusivamente de gneises y esquistos intercalados, con inyecciones frecuentes de rocas graníticas y pegmatiticas. Se presentan como rocas muy masivas en general, aunque a veces están fracturadas principalmente por la acción de la tectónica. Por lo general son resistentes a la erosión.

Estas rocas precámbricas metamórficas integran la columna vertebral de esta mole andina, mientras que en sus flancos la conformación litológica está dada

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Mapa 3. Hipsometría.

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por sedimentos cuaternarios (Mapa 4). Esta sierra está disectada en dos ramales por las zonas de fallas de Boconó y los valles de los ríos principales longitudinales al eje de la cordillera, discurren a tráves de las fallas debido al control estructural que éstas ejercen (Rubén Ayala, com. pers. 2016), por ende actúa como separador de los ejes de mayor relieve; es decir, la sierra Nevada – sierra de Santo Domingo al sur y la sierra de La Culata – sierra de Trujillo al norte; hacia la sección norte-centro de la sierra. Ambos ramales se unen en el “Nudo de Apartaderos” (Jahn, 1925).

Para el inicio del Cuaternario, la sierra de Santo Domingo ya estaba esencialmente a la altitud que hoy se encuentra, experimentando un extraordinario acontecimiento en el modelado y remodelado de sus rasgos físico-geográficos; formándose glaciares de alta montaña. Giegengack (1984) mencionó que durante este periodo, la cordillera de Mérida fue lo suficientemente alta para haber soportado glaciaciones de por lo menos uno, y posiblemente, tres ciclos glaciares. A raíz de la fusión de los hielos y aguaceros torrenciales, se producía una fuerte erosión de laderas y el consecuente relleno sedimentario fluvio-glacial.

Las condiciones de enfriamiento permitieron que en la Sierra de Santo Domingo, estuviera cubierta de glaciares de montaña en valles situados por encima de los 2.900-3.000 msnm. Al descender los límites de nieves perpetuas, también descendían correlativamente los límites de la vegetación arbórea y arbustiva para originar, unido al poco recubrimiento vegetal de las laderas, fuerte erosión y torrencialidad de la sedimentación de los cursos de agua. La morfología de los glaciares de montaña instalados causaron rasgos erosiónales (aristas, picachos, circos, valles glaciares, escalones rocosos, canales de drenaje glacial, rocas aborregadas, estrías y surcos glaciares), y sedimentarios (morrenas laterales y terminales, derrubios glaciares, turberas y rellenos aluviales) (Schubert, 1970b).

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Mapa 4. Geología

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Los valles que drenan el flanco norte de la sierra de santo Domingo son cortos y muy empinados. Son angostos y escalonados. Los escalones generalmente forman circos con paredes muy empinadas, los cuales, por lo regular contienen lagunas. El perfil transversal de estos valles tienen en general una forma de U. También existen ejemplos de valles tributarios colgados, cuyas salidas pueden estar a 100 m o más por encima de los valles principales (Fig. 9 y 10).

En las partes altas de la sierra de Santo Domingo, las aristas y los picachos (en menor grado) son rasgos prominentes. La morfología abrupta, de rocas fracturadas, indican que la acción de los glaciares fue importante por encima de los 4.000 msnm.

Los circos son estructuras prominentes en las cabeceras de los valles (Mapa 5). Su diámetro llega a medir de 500 a 600 m. En ellos se encuentran indicios de los procesos postulados para la formación de circos: fracturación de las rocas por las heladas y erosión glacial (Flint, 1971). Indicios del primero son las grandes cantidades de derrubios de rocas, y del segundo, las rocas pulidas, estriadas y con surcos, y las rocas aborregadas y con forma de lomo de ballena (Fig. 9 y 10).

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Figura 9. Ejemplos de la morfología glacial en la sierra de Santo domingo. A. Valles en U (u) en la quebrada de El Royal y depósitos aluviales (Da) donde se asentó el poblado de El Royal. B. Valle en U (u) en la quebrada La Canoa, que alimenta una laguna de origen gl.aciar (L) del mismo nombre, bordeada de morrenas laterales (ml). C. Circos (c) en las cabeceras del Macizo del Mucuñuque, escalón rocoso (er), valle en U (u), morrenas laterales (ml), morrena de retroceso (mr) y Laguna de Mucubají, de origen glacial (L). Fotos del autor (2016).

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Se han hallado estrías y surcos en localidades como las partes altas de la quebradas Mucubají y Los Zerpas (Fig. 9). También numerosos cantos y guijarros estriados dentro del till, particularmente en la morrena de Mucubají. En todos los valles glaciares existen rocas pulidas y rocas aborregadas y en forma de lomo de ballena (Tricart, 1966b).

Existen varios complejos morrénicos (Fig. 9) consistentes de varias morrenas adyacentes y superpuestas entre 2.900 y 3.500 msnm, entre las cuales destacan los complejos de morrenas de La Victoria, La Canoa, Canoíta, Mucubají, Los Zerpa, El Caballo y La Mucuchache (Mapa 5). Todos poseen quebradas que fluyen dentro de su valle central, formando lagunas y turberas, siendo rellenos sedimentarios de tipo fluvio-glacial y de turbera (Schubert y Vivas, 1993)

La excelente preservación de las morrenas y otros rasgos sedimentarios de origen glaciar en la zona central de la sierra de Santo Domingo, probablemente se debe a que fueron depositadas en un sector relativamente plano (cabeceras de los ríos Chama y Santo Domingo). Esta área actuó como un pequeño altiplano, cuya pendiente suave no permitió la erosión activa de los depósitos glaciales (Mapa 5).

Las dataciones radiométricas con Carbono 14, indican que el periodo frío de la Glaciación Mérida terminó alrededor de hace unos 10.000 años, época coincidente con la fecha en que universalmente se considera terminó el Pleistoceno y comenzó el Holoceno con condiciones bioclimáticas parecidas al presente (Stansell, 2005).

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Figura 10. Ejemplo de morfología glacial en la sierra de Santo Domingo. A. Circos (c) y horns (h) en las cabeceras del macizo Mucuñuque, rocas estriadas (re), escalón rocoso (er) y valle en U (u). B. Posible morrena terminal (mt) en el valle de la quebrada Gavidia. C. Bloque errático (e) en un valle de origen glaciar de la quebrada Micarache. Fotos del autor (2016).

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Mapa 5. Geomorfología

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3.2.3 Clima

Tomando como referencia los resultados de Luis Fernando Cháves (1962), se puede deducir que el clima de la sierra de Santo Domingo es influenciado por factores del patrón llanero del clima, es decir por masas de aire proveniente de los Llanos Occidentales, el cual es una consecuencia de la latitud, teniendo bien claro estaciones secas y lluviosas definidas.

Santiago-Paredes y La Marca (2006) señalaron que el patrón de precipitación en la sierra se manifiesta de tipo biestacional, como lo determinaron Azocar y Monasterios (1980), aun cuando posee un comportamiento irregular durante algunos años, en el cual se puede presentar con una tendencia tetraestacional e incluso algunos años son tan irregulares que ni pueden ser clasificados dentro de los patrones conocidos.

Los alisios soplan sólo durante una parte del año (el invierno boreal), durante la cual ocurre el periodo seco. Entre fines de marzo y principios de noviembre predominan las calmas ecuatoriales (que se han desplazado hasta el norte) y los vientos variables. Las precipitaciones son abundantes, la máxima ocurre entre junio y julio y no hay una máxima secundaria. La sección de la sierra a la que corresponde la cuenca alta del río Santo Domingo, suele ser más húmeda que la de la cuenca alta del río Chama. La influencia del clima llanero en la cuenca alta del Chama llega hasta Mucurubá, la cual debería tener una influencia un poco más del clima del norte (masas de aire proveniente del lago de Maracaibo). Se puede comprobar que en la cuenca del Chama no ocurre la disminución regular de precipitación que es de esperarse después de las máximas que hay en el bosque nublado (Tabay: 1556 mm, La Mucuy: 1846 mm). La precipitación disminuye entre Mucurubá (828 mm) y Mucuchíes (624 mm), por lo cual es evidente que la humedad en el valle de Santo Domingo es sensible en el Alto Chama (Mapa 6). Es en este flanco donde se presentan los mínimos de precipitación (desde unos 624 mm anuales) de la

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Mapa 6. Precipitación.

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sierra, generando ambientes secos y semi-áridos; mientras que los máximos valores se localizan hacia el extremo noreste de la sierra, en las inmediaciones de la intersección entre la quebrada Los Granates y río Santo Domingo, alrededor de unos 1200 y 1300 mm. En general, la sierra presenta un aproximado de 955 mm de precipitación promedio anual.

El relieve viene a ser otro gran elemento que define las características climáticas de esta zona, considerando en primer lugar la altitud, en segundo la existencia de valles y alineaciones montañosas y, por último la orientación de éstos.

Las temperaturas en la sierra varían de templadas (aprox. 17,5 ºC) a gélidas (aprox. -0,2 ºC), con un promedio general de 6,4 ºC en general; muy bajas en comparación con el promedio general de la nación, debido a la altitud que está sobre los 1.800 msnm (Mapa 7). Durante la estación seca es muy común que se produzcan heladas, las cuales se forman porque el agua se condensa en los suelos de forma sólida; durante la estación lluviosa suele condensarse en la atmósfera en forma de nieve, generalmente en las partes altas de la sierra. La presión es baja debido al efecto de la altitud.

La radiación solar es fuerte especialmente durante la estación seca; esto provoca que durante la noche, la falta de una buena capa protectora atmosférica haga que el calor sea irradiado rápidamente, bajando bruscamente la temperatura. Por eso los contrastes entre las mínimas nocturnas y

las

máximas diurnas son pronunciados. Durante la estación lluviosa estos contrastes son menores, debido a que la humedad atmosférica y la nubosidad, más altas, amortiguan estos cambios bruscos de temperatura.

Las inversiones de temperatura son muy comunes, como resultado de la acumulación de aire frío pesado en las altas montañas, el cual cae en los valles, impulsado por su propio peso. A este fenómeno se le ha dado

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Mapa 7. Temperatura promedio anual

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coloquialmente una fama tétrica en los páramos andinos, en donde a más de un viajero desprevenido le ha causado la muerte, por lo que los locales le han referido como “el páramo se ha «embravecido» repentinamente” (Vivas, 1990). Esta expresión ha quedado en el lenguaje popular como equivalente de morir.

La orientación de los valles influye en la dirección del viento, repartición de humedad, etc. En la cuenca alta de los ríos Santo Domingo y Acequias, los vientos dominantes llegan desde los Llanos Occidentales, gran parte de la humedad se condensa y precipita entre Barinitas y Altamira; sin embargo, el aire que llega hasta la cuenca alta, es aún suficiente húmedo, por lo cual estas son las zonas de la sierra que son más húmedas. Los vientos que llegan desde el Sur del Lago a la cuenca alta del Chama, son muy débiles, por lo cual en esta área influyen más aquellos que vienen de Los Llanos.

La sierra presenta dos estaciones bien definidas: la seca y fría, que va desde diciembre a marzo, y la lluviosa y fresca, que se extiende entre abril y octubre. Según la clasificación climática de Köppen (1936), la zona se encuentra en dos regiones climáticas, siendo estas de tipo C (Templado cálido) y de tipo E (Alta montaña); Si desglosamos aún más esta clasificación, se obtendría para esta región los tres siguientes subtipos (Mapa 8):

Cwb (Templado cálido de invierno seco): Se caracteriza por presentar la temperatura del mes más frío menor a 18ºC y superior a 0ºC, y la del mes más cálido es superior a 10ºC. La segunda letra, “w” explica que el invierno es seco y coincide con el periodo de temperaturas más bajas. La tercera letra, “b” explica el comportamiento de las temperaturas, la cual es “templada”, pues el verano astronómico es suave ya que no se alcanza de media los 22 ºC en el mes más cálido y las temperaturas medias superan los 10 ºC al menos cuatro meses al año.

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ETH (Tundra alpina o Tundra por efecto de altura): También conocido localmente como clima de páramo, se caracteriza porque la temperatura media del mes más cálido es inferior a 10 ºC. La segunda letra, “T” explica que la temperatura media del mes más caliente está entre 0 ºC y 10 ºC. La tercera letra, “H” explica que este tipo climático viene influenciado por la altura; por lo general suele presentarse a partir de los 2.900 a 3.100 msnm.

EFH (Gélido por efecto de altura): Se caracteriza por presentar temperaturas casi permanentes por debajo de los 0 ºC todos los meses del año. Corresponde exclusivamente a los topes orográficos de la Sierra de Santo Domingo (>4.500 msnm).

Debido al relieve accidentado de la sierra y la influencia de la altitud con la temperatura, podríamos definir que el área de la sierra presenta 4 de los 7 pisos térmicos propuestos por Silva (2010), los cuales son (Tab. 2): el gélido (temperaturas menores a 3 ºC), muy frío (entre 3 a 8 ºC), frío (entre 8 a 13ºC) y templado entre (13 a 18 ºC). El piso térmico con mayor dominancia en la sierra, es el “muy frío”, que cubre aproximadamente el 70,31% de la superficie de estudio; mientras que el área más pequeña la cubre el piso térmico “templado”, el cual se localiza en las zonas de menor altitud de la sierra, hacia el extremo nororiental (Mapa 9). Tabla 2. Extensión de los pisos térmicos en la sierra de Santo Domingo y sus cuencas. PISO TÉRMICO

Santo Domingo Área (km ²) % Gelido 6,82 6,67 Muy Frio 65,06 63,67 Frio 24,71 24,18 Templado 5,60 5,48 TOTAL 102,18 100

CUENCAS Acequias Área (km²) % 4,73 12,02 34,18 86,81 0,46 1,17 0 0 39,37 100

Chama Área (km²) % 4,83 4,95 68,84 70,61 23,83 24,44 0 0 97,5 100

SIERRA DE SANTO DOMINGO Área (km²) % 16,37 6,85 168,08 70,31 49,00 20,50 5,60 2,34 239,05 100

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Mapa 8. Tipos de clima (según Köppen).

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Mapa 9. Pisos térmicos.

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3.2.4 Vegetación

Al analizar los componentes climáticos podemos ver que la temperatura muestra un gradiente, influenciado por la altitud, que permite una división en diferentes pisos, cada uno de ellos con diferentes características ecológicas y potencialidades de uso propias, acorde a su interacción con otras variables físico-geográficas (precipitación, orientación, régimen de heladas, exposición, vientos, etc.).

En este sentido, de acuerdo con Monasterios (1980) en la sierra se encuentran los siguientes pisos altitudinales: Subandino que va entre los 1.000 y 2.000 – 2.200 metros; Andino que limita con el anterior, alcanzando unos 4.000 metros, Altiandino por encima de los 4.000 hasta los 4.600 metros de altura y la zona nival por encima de ésta última cota.

La vegetación natural que se corresponde con los ambientes encontrados en la sierra está determinada por las variaciones ecológicas que imponen tanto, el gradiente altitudinal con su influencia sobre las temperaturas como, por las variaciones producto de los montos de precipitación que se presentan en sus diferentes sectores (INPARQUES, 2004). En este sentido, según Monasterios (1980), tenemos que las formaciones vegetales naturales correspondientes a los pisos altotérmicos citados son: para el Piso Subandino: Selva Estacional Montana y Selva Nublada Montana Baja; para el Piso Andino: Selva Nublada Montana Alta, Arbustal Siempre Verde y formaciones parameras; para el Piso Altoandino: Páramos Desérticos de umbría y solana.

El Páramo Desértico contiene principalmente arbustos y plantas en cojín, así como rosetas acaules. En las formaciones parameras dominan varias especies de frailejones, las rosetas gigantes del género Coespeletia (La Marca, com pers. 2016), numerosas briófitas, líquenes y gramíneas. El Arbustal Siempre Verde, también conocido como “matorral andino”, se trata de una estrecha faja

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de vegetación que antecede al páramo y se ubica por encima de la selva nublada, siendo una transición situada aproximadamente entre los 2.800 y 3.200 metros de altitud, en el extremo noroccidental de la Sierra. La fisonomía de este tipo de vegetación es de arbustal, a veces simulando la presencia de un bosque bajo y ralo. El bosque nublado o selva nublada, en contraparte del arbustal siempre verde, se localiza hacia el extremo nororiental de la Sierra, caracterizándose por su riqueza florística y su estructura compleja con tres estratos bien definidos, esta entra en contacto directo con las selvas siempre verde montanas.

La vegetación natural en algunas de estas formaciones ha sido fuertemente alterada por el uso a que han sido sometidas y como vegetación de reemplazo existen agrosistemas o distintas etapas serales secundarias y a veces terciarias. (BIOCENTRO-UNELLEZ, 1999)

3.2.5 Fauna

La variedad de ambientes únicos presentes en la sierra (similar a otros ambientes de alta montaña del país), determinan una gran diversidad de hábitats que proporcionan refugio y alimentación a un elevado número de especies faunísticas, algunas de las cuales han sido señaladas como vulnerables o en peligro de extinción (Rodriguez y Rojas-Suarez, 1995).

En la sierra se destaca en peligro: el Oso Frontino (Tremarctos ornatus); el Pato de Torrentes (Merganetta armata); el Paují Copete de Piedra (Pauxi pauxi pauxi) y el Perico multicolor de Venezuela (Hapalopsittaca amazonia theresae) y como vulnerables: el Venado Matacán Andino (Mazama bricenii); el Perro de Monte (Speothos venaticus); y el Perico cabecidorado (Pionopsitta pyrila). Además de estas especies se consideran que existen especies, de distribución muy restringida, que posiblemente se encuentren también en situación de peligro como: la lapa de montaña (Agouti taczanowskii); el zorro rojizo (Urocyon

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cinereoargenteus) y el Venado colablanca de los páramos (Odocoileus lasiotis) entre otros.

Los páramos contienen una fauna de gran valor biológico. Los roedores son el grupo más diverso de mamíferos (11 especies), mientras que los carnívoros son apenas seis especies. Siendo más conocida la avifauna, que representa el grupo de animales más diverso y abundante (Rodriguez y Rojas-Suarez, 1995), en las que resaltan especies endémicas como el perico cabecirrojo (Pyrrhura rhodocephala), el águila real (Geranoaetus melanoleucus), las lechuzas (Glaucidium jardinie y Ciccaba albitarsus), la pava andina (Penelope montagni), el pájaro de agua (Cinclus leucocephalus), el pico de frasco gargantiblanco (Aulachorrhyncus prasinus) y el colibrí chivito de los páramos (Oxypogon guerinii).Entre los anfibios resaltan especies endémicas como la ranita amarilla de Mucubají (Atelopus mucubajiensis) y

la ranita mapurite de Mucubají

(Aromobates leopardalis), entre otros (La Marca, comunic. pers. 2016).

En los flancos surorientales de la Sierra, por estar relativamente lejos de los frentes de intervención antrópica, es donde radica la megadiversidad de la sierra.

La introducción de la trucha (Onchorrynchus myckei) en algunos cuerpos de agua (ríos y lagunas) de la sierra, ha contribuido a destruir la biodiversidad original de los mismos, particularmente en lo que se refiere a invertebrados acuáticos y a la misma fauna ictícola (UFORGA – ULA, 1999). Estas fueron introducidas hace más de 60 años, para fomentar la pesca deportiva en las lagunas glaciales.

Un aspecto crítico, que merece especial atención, es el de los perros cimarrones que se encuentran en los páramos de la sierra. Estos animales, originalmente domésticos pero ahora asilvestrados, representan una seria

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amenaza para la conservación de la diversidad faunística. (UFORGA – ULA, 1999)

3.2.6 Suelos

En la sierra de Santo Domingo, la mayoría de los suelos se inician unos 10.000 años atrás, con la meteorización de roca descubierta al cabo de las últimas glaciaciones (Pleistoceno), cuando una gran totalidad de extensión de la sierra, estuvo cubierta de hielo. Gracias a las bajas temperaturas, el proceso de formación de suelo es lento, por esto los suelos del área suelen ser jóvenes.

La formación de los suelos depende de cuatro factores: el clima, la roca madre, la edad de los suelos y la vegetación. Los factores relacionados con el clima dependen de las relaciones entre precipitación y evapotranspiración. Éstas generan un volumen alto de agua efectiva, y a su vez, hacen que se produzca una alteración química de los minerales, aunque en zonas que presentan bajas temperaturas las reacciones químicas son lentas, lo que explica la formación lenta de los suelos en los páramos (Poulenard, 2000; Llambí et al. 2013).

El material parental ha desempeñado un papel muy importante en la formación y evolución de los suelos de la Sierra, a pesar de ser considerado un factor pasivo en el proceso edafogenético. Podemos encontrar áreas cuyos materiales parentales son los depósitos glaciares que conforman las morrenas y los derrubios de gelifracción. En las depresiones (antiguos lechos lacustres) se presentan capas orgánicas y se dan sedimentos aluviales en las partes de los valles intra-montanos que cortan el paisaje de la Sierra.

Los suelos de la sierra se formaron sobre rocas metamórficas (Asociación Sierra Nevada del Complejo Iglesias) y también rocas sedimentarias, sin cenizas. Aquí hay suelos de los órdenes Entisoles e Inceptisoles. Por encima

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de los 3.800 metros de altitud, donde las bajas temperaturas son un factor dominante, existen Cryorthents. (Hofstede et al., 2014)

En las depresiones y donde el clima suele ser más húmedo, se desarrollan suelos turbosos con muy alto contenido de materia orgánica, en parte relacionados con tipos de vegetación de pantano o turbera (Histosoles) (Malagón y Pulido, 2000). A mayor altitud (por encima de los 4.100 metros) el proceso de congelación y descongelación del suelo crea un ambiente muy poco estable con flujo del suelo por la pendiente (gelifluxión) que dificulta el establecimiento de plántulas en el súper-páramo (Pérez, 1987).

3.3 Aspectos sociales del área de estudio

Los seres humanos que arribaron a nuestros Andes durante o justamente después del último periodo glaciar, encontraron los páramos de la Sierra en sus niveles más bajos. En el inicio del Holoceno, con el incremento de la temperatura y la humedad, las zonas de vegetación (bosques montanos y páramos) subieron gradualmente. Las actividades humanas se basaban en la caza y recolección y se supone que utilizaban el territorio andino para diferentes productos y sus diferentes rituales (Molano, 2010). Reyes (1995) describió la ocupación prehispánica en los páramos como no permanente, sino como espacios sacralizados de profundas significaciones e implicaciones espirituales, como fuente de la vida humana y como refugio de los dioses.

Evidencia de esto la encontramos en algunos abrigos rocosos usados para actividades rituales en las inmediaciones de Mucuchíes (Wagner, 1979; 1993) y, al norte-oeste de la Sierra de Santo Domingo. No existieron grupos especializados en el pastoreo.

Ya para el año 1559 ocurre el primer contacto entre los conquistadores españoles y la cultura indígena Tatuy. La sierra constituía un ambiente muy

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complejo y de difícil acceso, pero donde se asentaron pueblos de doctrinas hacia los extremos nortes de la Sierra de Santo Domingo, como por ejemplo: San Sebastián en 1586 (actualmente Mucuchíes, al nor-oeste de la sierra) y en 1620 en los alrededores del actual pueblo de Santo Domingo se fundó un pueblo de doctrina por el Oidor Alonso Vásquez de Cisnero.

En la actualidad el patrón de la distribución espacial de la población se configura a partir del trayecto de la carretera transandina, al norte de la sierra. Se observan algunos caseríos, localizados al pie de la sierra de Santo Domingo (principalmente en el lado occidental), donde puede observarse horticultura de piso alto como actividad predominante. Esta realidad geográfica observada permite deducir que la actividad económica principal es la agricultura, lo que hace que se evidencie el carácter particular de ruralidad.

Poblacionalmente, según el INE 2001, dentro de la sierra se encuentran aproximadamente 660 habitantes dispersos en caseríos como son Mixteque, Mucumpate, Mocao, Gavidia, Misintá y El Royal, El Pedregal, La Mucuchache. Por su parte, San Rafael presenta 3.363 habitantes, de los cuales 3.115 están en el centro poblado de su mismo nombre y 248 están dispersos en caseríos adyacentes. Otros poblados importantes que limitan con las cercanías de la sierra de Santo Domingo, son Mucuchíes, Apartaderos y Santo Domingo, los cuales son centros poblados importantes ya que en ellos se localizan gran parte de los servicios y desarrollo de las actividades económicas (Olivares, 2007).

3.4 Aspectos económicos del área de estudio

La base económica de la sierra se fundamenta principalmente en la actividad agrícola, turística y pecuaria. El mismo presenta características eminentemente rurales y agrarias, como efecto de formar parte de la zona alta de los Andes venezolanos. Su base económica se fundamente principalmente en la actividad

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agrícola, donde a pesar de las características topográficas (fuertes pendientes), la alta pedregosidad de los suelos y las bajas temperaturas entre otros factores se han considerado como áreas importantes de producción agrícola del país. Cabe a destacar que el enfoque agroecológico se está implementando como una alternativa que enfoca la agricultura desde una perspectiva ecológica (Altieri y Nicholls, 2000).

La agricultura es parte importante de la base económica de la sierra (Fig. 11), sin embargo existen otras actividades, como el turismo que le confieren una especie de circuito económico que tiende a ser sostenible (Llambí et al., 2011). La sierra cuenta con áreas potenciales para el desarrollo turístico, constituyendo una oportunidad alterna a la agrícola. Se considera de estrategia el aprovechamiento del paisaje y la diversidad de atractivos naturales y escénicos, como motivo principal de atracción.

Es necesario hacer referencia a que la mayor superficie de la sierra está comprendida por Áreas Bajo Régimen de Administración Especial (ABRAE), como lo es el “Parque Nacional Sierra Nevada”, a través de los cuales se procura la preservación de zonas con características paisajísticas y ambientales de excepción.

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Figura 11. Laderas con sembradíos agrícolas del flanco noroeste de la sierra, entre los poblados de Mucumpate y El Royal. Foto del autor (2016).

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Capítulo IV PROCEDIMIENTOS METODOLÓGICOS

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PROCEDIMIENTOS METODOLÓGICOS

Para llevar a cabo los objetivos planteados se cumplió con varios procedimientos metodológicos los cuales se explican en la Figura 12:

Figura 12. Esquema metodológico seguido en la investigación.

A continuación se describen diferentes métodos y materiales que son incluidos dentro del esquema metodológico y que permiten de forma sistemática un correcto tratamiento y análisis de la información. Entre ellos se tienen:

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4.1

Inventario y compilación de la información



Revisión bibliográfica.

Consistió en la recopilación de trabajos previos realizados en el área, así como todo el material bibliográfico que aportó información importante y bases teóricas para la elaboración del proyecto de investigación. •

Revisión cartográfica.

Se usó cartografía base a escala 1:100.000 utilizando la carta número 6042 del año 1976 de la División de Cartografía Nacional (DCN) de Venezuela, correspondiente al estado Mérida, para utilizar en la elaboración de los mapas temáticos.

También se procedió a la búsqueda de cartografía temática e imágenes de satélite Landsat 8 para usarse como referencia. Para la elaboración de la cartografía automatizada y la interpretación visual de las imágenes satelitales se utilizó el programa ArcGis 10.2.2 como herramienta principal. •

Selección y ubicación de estaciones climáticas en el área de

estudio.

Para cumplir con esta fase, fue necesario averiguar el máximo de estaciones localizadas dentro y en los alrededores de la zona de estudio y así escoger aquellas que aportaran información importante en la realización de este trabajo. Los datos fueron suministrados (Tab. 2) por el Ministerio del Ambiente de los Recursos Naturales (M.A.R.N), Fuerza Aérea Venezolana y la Sala de Climatología del Instituto de Geografía y los Recursos Naturales de la Universidad de Los Andes (IGRN). Contreras (2012) señaló la utilización de la mayor cantidad de estaciones climatológicas, similares climáticamente, dentro

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y fuera del área de estudio, esto con el fin de que los datos estén influenciados únicamente por las condiciones imperantes en la realidad. 4.2. Recopilación de datos climáticos (temperatura y precipitación) de las estaciones seleccionadas

Para el desarrollo de este paso se consultaron algunos datos y trabajos existentes en la biblioteca de la Escuela de Geografía, así como también del Ministerio del Ambiente, y Fuerza Aérea Venezolana, quienes suministraron los registros climáticos de las variables temperatura, correspondientes a las diferentes estaciones climatológicas que se tomaron en cuenta para la realización de la investigación (Tab. 3). En el caso de los registros climáticos para la variable precipitación, se usaron los datos para un periodo de 27 años (1971-1995) del Proyecto de Cartografía Climática del estado Mérida, proporcionado por la Sala de Hidroclimatología y Cartografía del IGCRN, mientras que para complementar los registros climáticos de la variable temperatura, se usaron los datos provenientes del MARN para un periodo de 15 años (1968-1983). Tabla 3. Datos de precipitación y temperatura en la Sierra de Santo Domingo. ESTACIÓN

Promedio pp (mm)

Promedio temp (ºC)

Coordenad a UTM X

Coordenad a UTM Y

Altura (msnm)

Mérida

-

19,9

Los Plantíos

989

8,2

302787,71

974465,95

2925

Pico El Águila

846

3,4

299083,54

978678,13

4132

Mucubají

892

6,3

299125,87

973513,45

3550

Mucuchíes

624

11,3

292352,52

969343,61

3100

Mucurubá

828

14,7

280561,54

962584,58

2428

Santo Domingo

1240

15,6

314545,82

980895,34

1900

La Cuchilla

-

15

La Mesa de Aracay La Mitisús

1531

-

322557,42

986827,31

2009

1634

-

319911,58

982339,97

1830

1478

2200

64

Las Mesas

2399

-

324602,65

981055,18

1400

El Celoso

3102

-

330020,05

977722,73

1096

Altamira

3039

-

Barinitas

2796

-

344325,79

969117,55

479

La Mucuy

1846

-

275561

954752

2550

La Acequia

2506

-

315508,68

926686,37

223

Sinigüis

4284

-

302389,84

929446

658

Páramo Mucuchíes Pico Mucuñuque

903

-

297577,92

978568,28

3842

1100

-

301800,69

968379,52

4672

Las Piedras

1497

-

319943,33

983329,51

1705

810

Sánchez Dávila. Elaboración propia. (2016).

4.3.

Elaboración de mapas

4.3.1 Elaboración de la cartografía base

Se empleó la hoja 6042 del año 1971 de la División de Cartografía Nacional de Venezuela a escala 1:100.000. La digitalización fue elaborada con el programa ArcGis 10.2.2, con un sistema de coordenadas UTM WGS 84 zona 19N, las curvas de nivel se trazaron cada 200 metros y se digitalizaron todos los drenajes, los principales centros poblados existentes y las redes viales. Para la representación de este mapa base se utilizó una escala gráfica, una escala numérica, su leyenda temática, su respectiva información marginal y una malla de coordenadas geográficas cada (6000 metros).

4.3.2 Elaboración de la Cartografía Temática.

Se elaboraron una serie de mapas temáticos con el fin de representar espacialmente cada uno de los elementos físico-naturales presentes en la sierra de Santo Domingo. La metodología seguida para la elaboración y obtención de cada mapa será descrita a continuación:

65



Mapa Hipsométrico:

Este mapa se elaboró con base a un Modelo de Elevación Digital (MED) de 30 metros de resolución, proporcionado por el Centro de Procesamiento Digital de Imágenes (CPDI). •

Mapa Geológico:

Este mapa se elaboró tomando como referencia la información geológica de Venezuela generada por la Escuela de Geología, Minas y Geofísica de la Universidad

Central

de

Venezuela

y

la

Fundación

Venezolana

de

Investigaciones Sismológicas (FUNVISIS) del año 2006 y como base de la información un mapa geológico elaborado por Fierro de la Dirección de Geología del Ministerio de Minas e Hidrocarburos (s/f). Con el uso de herramientas de cartografía automatizada se digitalizaron en pantalla las asociaciones geológicas y la geología estructural presentes en el área. •

Mapa de Geomorfología:

Se realizó mediante fotointerpretación de una imagen satelital perteneciente al Landsat 8, capturada en Febrero del 2015. También se usó de apoyo el software de Google Earth, donde se exageró la escala 3D a 2,5 para poder tener una mejor visualización del relieve. •

Mapa de Sistemas de cuencas hidrológicas:

El mapa de sistemas de cuencas hidrológicas que conforman la sierra de Santo Domingo, se realizó a partir de la red hidrográfica y las curvas de nivel del mapa base y con la aplicación de herramientas de cartografía automatizada se creó una sectorización de las principales cuencas del área de estudio,

66

considerando las divisorias de aguas al momento de la delimitación de cada una de las cuencas. •

Mapa de Precipitación:

Se realizó basado en la información obtenida de las estaciones climatológicas con datos de precipitación promedio anual durante 27 años (1971-1995), enmarcadas dentro y en las cercanías del área de estudio. Se empleó el programa ArcGis 10.2.2, con sistema de coordenadas UTM, WGS 84, zona 19N.

El método de interpolación usado para obtener el mapa de precipitación, fue el de “Natural neighbor” (Vecino natural), el cual funciona hallando el subconjunto de muestras de entradas más cercano a un punto de consulta (en este caso el dato de precipitación promedio anual de cada estación) y aplica ponderaciones sobre éstas basándose en áreas proporcionales para interpolar un valor.

Las líneas de Isoyetas se clasificaron por los valores de precipitación, fijando un valor de intervalo 100 mm, mientras que la precipitación va señalada en gradiente de colores, donde los tonos más amarillentos denotan precipitaciones en promedio más bajas y los tonos más azulados denotan precipitaciones promedio más altas. •

Mapa de Temperatura:

Se realizó con la información obtenida de las estaciones climatológicas con datos de temperatura promedio anual, enmarcadas dentro y en las cercanías del área de estudio (Tab 2); y también un modelo de elevación digital (DEM) de 30 metros de resolución. Se empleó el programa ArcGis 10.2.2, con sistema de coordenadas UTM, WGS 84, zona 19N.

67

Como el área de estudio se encuentra en una región montañosa, para realizar el mapa de temperatura se empleó la metodología usada por Fries (2011) para generar un mapa de calor, tomando en consideración el gradiente altitudinal. Se realizó una interpolación por el método “IDW”, en la cual la distribución de información se realizó considerando sus vecinos cercanos. El método empleado consistió en determinar el gradiente altitudinal (0.63ºC/100m), calcular los nuevos valores de temperatura a una altitud determinada usando el gradiente altitudinal calculado y, finalmente interpolando los datos de temperatura considerando la altitud del modelo de elevación digital, mediante la opción de “Raster calculator” en ArcGis 10.2.2. La ecuación está representada como: Tdet + (Grad. Alt/100)*(MED-Zdet), donde:

-

Tdet: es el raster generado del cálculo de la temperatura todas las

estaciones

climáticas a cierta altitud definida.

- Grad. Alt: el gradiente altitudinal de la zona de estudio, en este caso es de 0.63 ºC. - MED: el raster del modelo de elevación digital. - Zdet: la altitud que se definió para el cálculo de la temperatura de las estaciones climáticas.

Las líneas de isotermas se marcaron en intervalos de 2º C y la temperatura fue señalada en degradado de colores cálidos a fríos, donde los tonos cálidos denotan temperaturas más altas y los tonos fríos temperaturas más bajas. •

Mapas de tipos de Clima (según Köppen):

Se elaboró con la información obtenida del mapa de precipitación y

de

temperatura, en donde se interpolaron estos valores por medio del software ArcGis 10.2.2 para obtener la clasificación climática propuesta por Köppen (Ver

68

caracterización del clima en el capítulo anterior). La coloración usada para los tipos climáticos, fue aquella propuesta por Kottek et al. (2006). •

Mapas de pisos térmicos:

Tomando en cuenta los resultados obtenidos del mapa de temperatura, para crear el mapa de pisos térmicos se sectorizó 4 rangos de temperaturas que definen los pisos térmicos, en este caso fueron: gélido (13ºC). •

Mapas de Zonas de Vida actuales y pasadas:

Una vez obtenidos los mapas de precipitación y temperatura, se elaboró una superposición digital de los mismos, mediante el uso del software ArcGis 10.2.2, con el fin de obtener la interpolación de los valores de temperatura y precipitación adaptados al terreno, que darían como resultado las zonas de vida actuales y pasadas bajo el modelo bioclimático de Holdridge. •

Mapas de Paleo-glaciares:

Teniendo como base el mapa de geomorfología y como referencia estudios sobre estimación de altitud de la “Línea de Equilibrio” nival o glacial y margen de hielo o línea nival, se realizó este mapa mediante la combinación de técnicas cartográficas y geomorfológicas.

4.4 Modelos y métodos

Modelo de clasificación Bioclimático de Zonas de Vida de Holdridge (1967-1971). Este modelo muestra la relación existente entre la vegetación natural y su clima, mediante la cual se obtiene las características principales y los valores

69

cuantitativos climáticos de la clasificación bioclimática del sistema de Holdridge, con la ayuda del registro de estaciones climatológicas en diversas partes del planeta. Este es un sistema estrictamente ecológico de alcance mundial, que define cuantitativamente la relación que existe entre los factores principales de la vegetación y el clima, específicamente la temperatura y la precipitación, ya que el clima a lo largo del tiempo se refleja en la vegetación.

El principio esencial del sistema de Holdridge radica en la relación directa que ejerce sobre la vegetación los elementos de carácter climático, principalmente la temperatura y la precipitación (Manrique, 2004)

Estimación

de

datos

de

precipitación

y

temperatura

para

la

reconstrucción hipotética de las zonas de vida en la Sierra de Santo Domingo, en el Último Máximo Glacial (Pleistoceno tardío) y para la Pequeña Edad de Hielo (Holoceno reciente).

Cuando se realizan reconstrucciones climáticas del pasado es preciso emplear información basada en una cronología absoluta y en datos precisos que puedan servir para determinar el periodo geológico en cuestión. Según Briceño (1997), una reconstrucción de zonas de vida se puede complementar con las condiciones paleoclimáticas de una región.

La reconstrucción hipotética de zonas de vida de la sierra de Santo Domingo para el UMG y PEH se basó en inferencias para el pasado, debido a que existen ciertas limitaciones asociadas con los datos de antiguas precipitaciones y temperaturas, a la vez que los registros de las estaciones climáticas asentadas en la zona de estudio son de corta longitud y hasta incompletos.

Estudios como el de Porter (2001) sugirieron que las temperaturas en alta montaña debieron haber estado cerca de 5 a 7 ºC más frías durante el UMG. Rull (1998) estimó un descenso de temperatura de 7 ºC aproximadamente,

70

durante el UMG en los Andes Venezolanos. Farrera et al. (1999) mencionaron que en las zonas altas de los Andes tropicales el descenso fue de 5 a 6.4 ºC. Stansell (2005) propuso en su estudio que la temperatura en los Andes venezolanos fue mucho menor durante el UMG, siendo de al menos 8 ºC y posiblemente hasta los 11 ºC. Estos autores señalan condiciones más secas que las actuales. Van der Hammen (1992 b, c, d, e y f), estima un descenso de precipitación entre 100 a 400 mm, así como de temperatura en unos 6 a 8ºC, para la cordillera Oriental de Colombia.

El gradiente altotérmico promedio para zonas tropicales es de 0,6 ºC/100 m (Porter, 2001). Para Venezuela, diferentes autores señalan gradientes altotérmicos desde 0,54 a 0,63 ºC/100 m. (Salgado-Laboriau 1979, Bradbury et al. 1981, Kalnay et al. 1996). Adicionalmente, las condiciones atmosféricas durante el UMG en los Andes venezolanos fueron más áridas que en la actualidad (Bradbury et al., 1981; Bradley, 1985; Weingarten et al., 1991; Yuretich et al., 1991; Salgado-Laboriau et al., 1992) lo cual puede haber dado lugar a gradientes altotérmicos más pronunciados. Se ha documentado que incluso lugares tropicales secos tienden a acercarse al máximo del gradiente adiabático saturado (Rind y Peteet, 1985) y, por tanto, estos valores no pueden haber diferido en gran medida desde nuestros días. El gradiente altotérmico durante el UMG para zonas tropicales se cree que fue de 0,75 ºC/100 m (Tab. 4) (Kaser y Osmaston, 2002).

Para el período de la Pequeña Edad de Hielo, existen algunas pequeñas evidencias de re-avance del hielo sobre los 4200 msnm (Schubert, 1972; Schubert y Valastro, 1974; Schubert, 1975; Rull y Schubert, 1989). Algunos autores como Carcaillet et al. (2013) y Polissar (2005), sugirieron un descenso de la temperatura de 3 a 2 ºC, mientras que otros autores como Jomelli et al. (2009) y Polissar (2006) sugieren un aumento de al menos 20 a 25% de la precipitación. Salgado-Laboriau (1979) y Rull (1998) definieron un descenso de 2 ºC durante la PEH (Tab. 4). La ausencia de morrenas sobre los 4200 msnm,

71

puede estar asociada con la intensificación de la escorrentía relacionada con un aumento de precipitación (Polissar 2006).

Los trabajos realizados en el Laboratorio de Biogeografía de la Escuela de Geografía de la Universidad de Los Andes bajo la dirección de Enrique La Marca, han usado valores que oscilan entre los 3 y 8 ºC de temperatura y de 15 a 35% de la precipitación media en varias zonas de la cordillera de Mérida para el UMG y comienzos del Holoceno (véase Briceño, 1997; Domínguez, 2002; Manrique, 2004; Carrillo, 2008; Moreno, 2009; Godoy-Labrador, 2009; Contreras, 2012).

Para esta investigación, teniendo en cuenta que la zona de estudio se encuentra localizada en una zona de alta montaña, y tomando como referencia los datos obtenidos por los investigadores previamente mencionados, donde se propone un descenso de general de temperatura entre 5 y 8 ºC (posiblemente hasta 11 ºC) y con un gradiente térmico aproximado a 0,75ºC/100 m aproximadamente para el UMG; un descenso entre 2 y 3 ºC de temperatura para la PEH, una precipitación media anual entre 100 y 400 mm menor para el UMG y un aumento de unos 20 a 25% en la precipitación durante la PEH; se utilizó una disminución de 7,5ºC y 2 ºC de temperatura para el UMG y PEH respectivamente, y un descenso de precipitación de 400 mm para el UMG, e incremento de 22% de precipitación para la PEH, en relación con los datos de ambos en la actualidad.

4.5 Determinación de Zonas de Vida Actuales

Para determinar las Zonas de Vida Actuales, se usó el modelo Bioclimático de Zonas de Vida de Holdridge (1967). Para llevar a cabo dicha metodología se utilizaron datos actuales de temperatura y precipitación que se solicitaron a los organismos competentes.

72

4.6 Determinación de Zonas de Vida para el Cuaternario

Las reconstrucciones de zonas de vida se derivan directamente de las condiciones paleoclimáticas de un área, basadas en todos aquellos elementos que hayan implicados cambios en el ambiente (Briceño 1997).

Para la reconstrucción hipotética de las zonas de vida durante el Cuaternario (específicamente durante el Último Máximo Glacial y la Pequeña Edad de Hielo) en la sierra de Santo Domingo, se tomaron en cuenta las metodologías que

emplearon

autores

de

trabajos

similares

en

reconstrucción

paleobiogeográfica de la Escuela de Geografía (ULA), como Domínguez (2002), Carrillo (2008), Moreno (2009), Godoy-Labrador (2009), Contreras (2012), en la depresión del Táchira, región paramera de Cabimbú, depresión de Lara-Yaracuy y el bolsón semi-árido entre Estanques y Ejido, y la región de los Pueblos del Sur de Mérida, respectivamente.

La reconstrucción hipotética de las zonas de vida, tanto en el UMG como en la PEH, se elaboró mediante la disminución de la temperatura y precipitación (para el UMG) y disminución de la temperatura e incremento de la precipitación (para la PEH), señalados anteriormente en la estimación de datos para reconstrucciones climáticas. Estos valores fueron una disminución de 7,5 ºC y 400 mm para el UMG, y una disminución de 2 ºC y un incremento del 22% de precipitación para la PEH. El procedimiento se basa en restar los ºC estimados para los valores de temperatura actuales y el porcentaje estimado de precipitación para los valores actuales (en el caso de la PEH, los valores de precipitación se suman); después se realiza una superposición cartográfica digital de los nuevos datos de temperatura y precipitación donde luego se interpola con el triángulo de Zonas de Vida de Holdridge (1967) y así obtener las zonas de vida hipotéticas para el área de estudio (Briceño, 1997; Domínguez, 2002; Carrillo, 2008; Godoy-Labrador, 2009; Contreras, 2012).

73

Tabla 4. Condiciones climáticas propuestas para el UMG y la PEH, por otros autores.

4.7 Determinación de paleoglaciares para el Cuaternario

La sierra de Santo Domingo presenta unas condiciones geomorfológicas caracterizadas por una gran cantidad de geoformas de origen glaciar, con lo cual se puede inferir las condiciones que imperaron en el área. Una reconstrucción paleoglaciar permite tener una idea de las condiciones que existieron en el pasado, conociendo las evidencias más representativas que hicieron llegar a tal fin. Las geoformas de modelado glaciar son una buena señal para tener una idea de las condiciones del lugar durante el UMG.

Las características y condiciones presentes en la sierra de Santo Domingo, permiten la aplicación del método usado por Serrano et al. (2002), también empleado por Carrillo (2008), el cual se fundamenta en la aplicación de un modelo de reconstrucción basado en combinación de técnicas cartográficas y geomorfológicas, que utilizan las geoformas de origen glaciar para la obtención de una fase glaciar. Esta metodología se basa en identificar geoformas de origen glaciar y su distribución espacial, mediante imágenes satelitales y salidas de campo, teniendo como referencia estudios sobre estimación de “altitud de la Línea de Equilibrio nival o glacial” (Polissar et al., 2006; Stansell

74

et al, 2005), margen de hielo o línea nival (Kalm y Mahaney, 2011) y un croquis de reconstrucción paleo-glaciar en algunas partes de la sierra de Santo Domingo (Schubert, 1987; Polissar et al., 2006; Stansell et al., 2005).

La Línea de Equilibrio es la línea que separa la zona de acumulación de la zona de ablación en la superficie del glaciar (Francou y Pouyaud, 2004); Stansell et al. (2006) estiman que la altitud de la línea de equilibrio glaciar durante el UMG en la sierra de Santo Domingo fluctuó, entre los 3.725 y 3.210 msnm., posicionándose en promedio a unos 3.640 msnm. Para la PEH, la ALE se posicionó en promedio entre 4.320 y 4.220 msnm (Polissar et al., 2006).

El margen de hielo o línea nival es el punto sobre el cual la nieve o hielo cubre la superficie todo el año. Durante el UMG se calculó que esta se situó aproximadamente entre los 2.900 y 3.200 msnm en los Andes venezolanos (Mahaney y Kalm, 1996; Mahaney et al., 2004; Mahaney et al., 2009 Schubert y Rinaldi, 1987); mientras que para la PEH, se ubicó alrededor de los 4.200 msnm. (Mahaney et al., 2001; Kalm y Mahaney, 2011).

Es importante señalar que para la reconstrucción de paleoglaciares durante la Pequeña Edad de Hielo, debido a la ausencia de geoformas de origen glacial sobre los 4.200 msnm, puede estar conectada a la intensificación de la escorrentía relacionada con un aumento de precipitación (Polissar, 2006), es por eso que las estimaciones de la altitud de la Línea de Equilibrio glaciar y línea nival, para este periodo, servirán de guía a la reconstrucción paleoglaciar de dicho periodo.

4.8 Trabajo y chequeo de campo

Es una de las etapas más importantes ya que mediante la observación directa se pudo afirmar la información obtenida mediante el proceso cartográfico. Estas salidas de campo tuvieron un papel importante para el desarrollo y guía del

75

trabajo, pues, permitió tener una visión clara de las condiciones bio-físicas encontradas en la sierra. El área de estudio de la sierra fue reconocida a través de distintas salidas de campo y se apoyaron también en reportes de otras salidas que realice en algunas secciones de la sierra, durante otros trabajos de investigación ajenos a esta, pero que complementan la temática de esta investigación. Las salidas de campo estuvieron acompañada del profesor Enrique La Marca; los recorridos se realizaron en su vehículo y también algunos tramos a pie, usándose como apoyo herramientas como: GPS, binoculares, mapas topográficos y temáticos, cámaras fotográficas e imágenes de satélites.

En esta etapa se observó las actuales condiciones ecológicas del área de estudio, haciendo énfasis en vegetación y también en rasgos geomorfológicos de alta montaña, que permitió tener una idea clara de las condiciones que reinaron y posible inferencia acerca de las zonas de vida y extensión de paleoglaciares en el área.

Los recorridos de campo fueron los siguientes:

-

Primera salida (14 de noviembre del 2015): Reconocimiento general del área de estudio. El recorrido en su totalidad en vehículo. Se elaboró el primer registro fotográfico y definió como límite occidental de la sierra a la quebrada Gavidia.

-

Segunda salida (07 de enero del 2016): Esta salida se enfocó en verificar las condiciones ecológicas para corroborar las zonas de vida obtenidas, específicamente de bosque húmedo Montano y páramo SubAlpino en la región de la laguna de Mucubají y Laguna Negra. Se aprovechó también para recolectar evidencia fotográfica de su geomorfología.

76

-

Tercera salida (07 de marzo hasta el 10 de marzo del 2016): Se realizó una excursión al pico Humboldt (la cual no pertenece al área de estudio), pero debido a su cercanía y visualización que hay desde lo más alto hacia la sierra de Santo Domingo, se pudo evidenciar mediante binoculares y cámaras fotográficas de gran zoom, rasgos morfológicos de alta montaña que fueron esculpidas por antiguas masas glaciares como valles en forma de U, valles colgantes, aristas, horns, estrías, entre otros. También a nivel de zonas de vida se pudo comprobar la influencia que existe en la Sierra de Santo Domingo de tundra pluvial SubAlpino y zona Nival en las zonas más altas, donde se pudo observar presencia de suelos desnudos con vegetación bien esparcida, la cual se vuelve más escasa a medida que asciende la altura; la zona de vida obtenida como Nival, pudimos observar en esa afloramiento rocosos y muy desprovisto de vegetación, las condiciones nivales son muy comunes durante la temporada húmeda, cuestión que se evidencia con fotografías de nevadas de otras fechas.

-

Cuarta salida (27 de marzo del 2016): El recorrido abarco hasta el collado de El Cóndor, espacio fuera del área de estudio, pero que presenta una buena visualización escénica del flanco norte de la Sierra de Santo Domingo (en especial su vertiente oriental). En esta salida se analizó diferentes características biofísicas; entre las que resalto con mayor detalle en el patrón climático. Se pudo constatar la información publicada por Chaves (1962), en la cual se observó masas de aire ascendiendo desde el valle de Santo Domingo proveniente de los Llanos Occidentales y por ende genera condiciones más húmedas en contraparte de la vertiente occidental de la sierra. Se observó evidencias de que antiguas masas de hielo esculpieron las zonas altas de la sierra.

-

Quinta salida (23 de julio del 2016): Se hizo fuera del área de estudio, hacia el área de La Musuy. En esta salida se buscaba la observación

77

parcial del flanco norte-occidental de la sierra, ya que presenta condiciones diferentes a la del flanco nor-oriental. Se pudo observar que es un área que está en su parte baja totalmente intervenida por acción antrópica (cultivos y ganadería intensiva), por ende las condiciones de vegetación original están casi ausente y distribuidas casi exclusivamente en los fondos de las quebradas que bajan de la sierra.

-

Sexta salida (03 de agosto del 2016): Se realizó el recorrido por todo el flanco norte de la sierra y parte del flanco sur-occidental (GavidiaMicarache). La Marca (comunic. pers. 2016) señala cómo las masas de aire proveniente del Lago de Maracaibo tienen su influencia hasta el área de Tabay – La Mucuy, que es donde se presentan las máximas precipitaciones, y, a partir de esta zona las condiciones climáticas que influyen en la vegetación cambian de húmedas a secas; la transición a un bosque seco Montano Bajo se empieza a notar en las inmediaciones de Cacute, esto se explica por la disminución de las precipitaciones que hay entre Mucurubá y Mucuchíes. Se pudo evidenciar que el flanco extremo nor-occidental de la sierra, presenta condiciones más secas debido a que es donde se ubican los mínimos de precipitación de la sierra, la zona de vida en esta área la cual corresponde a bosque seco Montano Bajo, está casi en su totalidad intervenida por acción antrópica, observándose algunos relictos de éste tipo de bosque en algunas zonas. En cambio, en el flanco extremo nor-oriental de la sierra, debido a sus condiciones mucho más húmedas, encontramos la presencia de una selva nublada, que se correlaciona con la zona de vida de bosque húmedo Montano Bajo. En el Valle de Micarache e inmediaciones de la aldea Gavidia observamos rasgos morfológicos de alta montaña como valles en forma de “U”, valles colgantes, morrenas y algunos bloques erráticos.

78

Aparte de estas salidas de campo realizadas, se usó también fotografías obtenidas de otras excursiones realizadas fuera de la fecha del periodo de tesis, que tuvieran que ver con lo que abarca el área de estudio, para servir de apoyo y evidencia visual.

4.9 Análisis y resultados

Una vez realizada una integración de los resultados obtenidos en el proceso de investigación, se procedió a presentar y discutir los resultados, detallados en un capítulo final que contiene la caracterización final del trabajo.

79

Capítulo V ANÁLISIS DE LOS RESULTADOS

80

ANÁLISIS DE LOS RESULTADOS

Este capítulo muestra los resultados obtenidos aplicando la metodología del trabajo y el análisis de los mapas realizados. Para la estimación y reconstrucción de las zonas de vidas actuales y pasadas en la sierra de Santo Domingo y reconstrucción de paleoglaciares, la parte cartográfica constituyó una herramienta importante para la representación visual de los resultados obtenidos, permitiendo visualizar y mostrar las variables estimadas en los distintos escenarios.

5.1 Reconstrucción hipotética de Zonas de Vida en la Sierra de Santo Domingo para el Último Máximo Glacial (Pleistoceno tardío).

Los resultados observados en la Tabla 5, demuestran condiciones climáticas mucho más frías y secas, que en la actualidad para el Último Máximo Glacial. Tabla 5. Datos de precipitación y temperatura para el Último Máximo Glacial en la Sierra de Santo Domingo, con un descenso de 7,5ºC y 400 mm de la precipitación. ESTACIÓN

Promedio pp

Promedio temp

-400 mm

-7,5ºC

Mérida

-

12,4

Los Plantíos

589

0,7

Pico El Águila

446

-4,1

Mucubají

492

-1,2

Mucuchíes

224

3,8

Mucurubá

428

7,2

Santo Domingo

840

8,1

La Cuchilla

-

7,5

La Mesa de Aracay

1131

-

Mitisús

1234

-

Las Mesas

1999

-

El Celoso

2702

-

Altamira

2639

-

81

Barinitas

2396

-

La Mucuy

1446

-

La Acequia

2106

-

Sinigüis

3884

-

Páramo Mucuchíes

503

-

Pico Mucuñuque

700

-

Las Piedras

1097

-

Sánchez Dávila. Elaboración propia. (2016).

5.2 Reconstrucción hipotética de Zonas de Vida en la Sierra de Santo Domingo para la Pequeña Edad de Hielo (Holoceno tardío).

Como se observa en la Tabla 6, las condiciones climáticas para la PEH se caracterizaron por ser más húmedo y frío que en la actualidad. Tabla 6. Datos de precipitación y temperatura para la Pequeña Edad de Hielo en la Sierra de Santo Domingo, con un descenso de 2 ºC y un aumento de 22% de la precipitación. ESTACIÓN

Promedio pp

Promedio temp

+22%

-2ºC

Mérida

-

17,9

Los Plantíos

1206,5

6,2

Pico El Águila

1032,1

1,4

Mucubají

1088,2

4,3

Mucuchíes

761,2

9,3

Mucurubá

1010,1

12,7

Santo Domingo

1512,8

13,6

La Cuchilla

-

1,4

La Mesa de Aracay

1867,2

-

Mitisús

1993,4

-

Las Mesas

2926,7

-

El Celoso

3784,4

-

Altamira

3707,5

-

Barinitas

3411,1

-

La Mucuy

2252,1

-

82

La Acequia

3057,3

-

Sinigüis

5226,4

-

Páramo Mucuchíes

1101,1

-

Pico Mucuñuque

1342

-

Las Piedras

1826,3

-

Sánchez Dávila. Elaboración propia. (2016).

5.3 Zonas de Vida Actuales para la Sierra de Santo Domingo

La comparación de zonas de vidas actuales con las del pasado, tiene como finalidad establecer el nivel de correlación que existió entre las variables climáticas que determinaron y condicionaron dichas zonas en el área de estudio. Es importante resaltar que las reconstrucciones y estimaciones realizadas en la presente investigación constituyen apenas unos resultados aproximados

acerca

del

potencial

y

magnitud

de

las

implicaciones

biogeográficas vinculadas a los cambios de zonas de vida.

Las zonas de vida actuales ocupan un área de 239,05 Km² y fueron obtenidas a partir de la información cartográfica digitalizada, derivada de la superposición de los mapas de temperatura y precipitación, de acuerdo a los valores de temperatura registrados en el periodo comprendido entre 1968 y 1983; y los valores de precipitación registrados en el periodo comprendido entre 1971 y 1995, en diferentes estaciones climatológicas localizadas dentro del área de estudio y en las inmediaciones (Mapa 10). Además, se tomó la información digitalizada de la distribución geográfica de cada zona de vida en km 2 y se calculó el valor porcentual para cada una de ellas (Tab. 7).

Tabla 7. Cobertura de las Zonas de Vida Actuales

Zonas de vida actuales

Km²

%

bosque húmedo Montano Bajo (bh-MB)

8,46

3,54

bosque seco Montano Bajo (bs-MB)

3,38

1,41

83

bosque húmedo Montano (bh-M)

69,66

29,14

bosque muy húmedo Montano (bmh-M)

28,28

11,83

páramo Sub-Alpino (p-SA)

82,85

34,66

páramo pluvial Sub-Alpino (pp-SA)

31,48

13,17

tundra pluvial Alpino (tp-A)

11,34

4,74

Nival (N)

3,6

1,51

TOTAL

239,05

100

Fuente: resultados propios obtenidos mediante cálculos realizados en ArcGis 10.2.2

Como se observa, el área estudiada comprende varios ecosistemas desde bosques siempreverdes secos Montano Alto, así como bosques nublados Montano Bajo, páramos andinos y altiandinos, hasta desiertos periglaciares. Estos ecosistemas se desarrollan en una gran heterogeneidad de climas que abarcan los templados, los fríos y los gélidos.

El área de estudio alberga un total de 8 zonas de vida, que a continuación son descritas:

5.3.1 Bosque húmedo Montano Bajo (bh-MB): esta zona de vida se encuentra ubicada en las áreas más bajas de la sierra de Santo Domingo hacia el extremo noreste, entre los 1.800 a 2.700 msnm aproximadamente (Fig. 13), colindando con poblados cercanos como Santo Domingo, El Baho y La Honda. Se extiende en una superficie de 8,46 km 2, que representa el 3,54% del área de estudio. El clima reinante en esta zona de vida se caracteriza por su condición húmeda, no obstante se dan algunos meses secos por la influencia del patrón biestacional de los Llanos. Presenta una temperatura media anual que fluctúa entre los 11,5 a 17 ºC y la precipitación total anual es mayor a los 900 mm. El promedio de la Relación de Evapotranspiración Potencial total por año, según el Diagrama Bioclimático de Holdridge varía entre 0.5 y 1.0, es decir, que existe un superávit de humedad del suelo, correspondiéndole la provincia de humedad húmeda.

84

Figura 13. Bosque húmedo Montano Bajo en el flanco extremo nor-oriental de la sierra (inmediaciones del poblado de Santo Domingo). Foto del autor (2016).

5.3.2 Bosque seco Montano Bajo (bs-MB): esta zona de vida ocupa un área reducida localizada hacia el extremo Noreste del área de estudio, que apenas representa un 1,41% de la sierra, abarcando poblados cercanos a Mucuchíes que van desde la confluencia de la quebrada Gavidia y el río Chama hasta las cercanías de San Rafael de Mucuchíes (como son por ejemplo Mucumpate, Mocao, El Vergel, El Royal), a altitudes entre 2.700 y 3.050 msnm (Fig. 14). El clima reinante en esta zona de vida se caracteriza por su sequedad durante varios meses del año, debido a un patrón de precipitación el cual las masas de aire provenientes del Sur del Lago, descargan su precipitación por efecto de altitud entre las localidades de Tabay y La Mucuy, provocando que luego de éstas las condiciones de precipitación se tornen más escasas. Presenta una

85

temperatura media anual que fluctúa entre los 10,5 y 13 ºC y precipitación total anual menor a 900 mm. El promedio de la relación de Evotranspiración Potencial total por año, según el Diagrama Bioclimático de Holdridge varía entre 1 y 2; es decir, que aún existe un déficit de humedad del suelo, lo cual ubica a esta zona de vida en la provincia de humedad subhúmedo. La cobertura vegetal de esta zona de vida se caracteriza por matorrales con especies arbustivas de carácter caducifolio como por especies de carácter perennifolio; es decir, la cubierta original fue modificada por acción antrópica.

Acorde con González (2011), esta es una Zona de Vida que ha sido intervenida para el pastoreo de ganado, lo cual ha provocado la desaparición del bosque primario; sus suelos han sido dañados y expuestos a la erosión; se observa una vegetación secundaria arbustiva y los pocos árboles que se encuentra son en

su

mayoría

de

copa

redondeada.

Según Ewel et al. (1976) la vegetación fue afectada fuertemente por actividades de pastoreo, dejando que la formación perdiera sus especies originales y sus suelos quedaran con signos fuertes de erosión. Se observa especies arbustivas aisladas, también cardones del tipo columnar, “sábila” (aloe vera) y agave cocui; también existe eucalipto (Eucaliptus spp.), pino australiano (Casuarina equisetifolia), saisai (Weinmannia sp.), cacagüito (Vaccinium sp.), garbancillo (Duranta repens L.), entre otros. Bajo asociaciones atmosféricas e hídricas es posible encontrar algunas especies de orquídeas y vegetación de los géneros Alnus, Podocarpus y Citharexylon.

En este tipo de formaciones secas el epifitismo es prácticamente inexistente, y la regeneración del bosque se hace muy lenta, haciendo que se provoque una mayor exposición de los suelos y con ello una mayor degradación. La agricultura es solo sostenible bajo prácticas conscientes y sistemas de regadío.

86

Figura 14. Remanentes del bosque seco Montano Bajo, en los alrededores de la porción noroccidental de la sierra, cerca del poblado del Mocao. Foto del autor (2016).

5.3.3 Bosque húmedo Montano (bh-M): Corresponde a un 29,14% del área de estudio, lo que la convierte en la segunda zona de vida de mayor extensión en el área de estudio. Se encuentra ubicado en la parte media de la sierra, aproximadamente sobre los 2.700 msnm hasta unos 3.400 msnm. Se extiende sobre una superficie de 69,66 km2. El clima que domina en esta zona de vida se caracteriza por su condición húmeda, aun así existen algunos meses secos. Presenta una temperatura media anual que va desde unos 6 hasta 12,5 ºC y la precipitación total anual fluctúa entre 500 y 1100 mm. El promedio de la Relación de Evapotranspiración Potencial total por año, según el diagrama Bioclimático de Holdridge varía entre 0.5 y 1.0. Existe un superávit de humedad del suelo, correspondiéndole la provincia de humedad húmedo. La cobertura vegetal está dominada por árboles siempreverdes y gran variedad de epifitas (Fig. 15).

87

En las áreas elevadas y escarpadas, esta unidad muestra frailejones y otro tipo de vegetación baja, por lo que a esta formación también se le conoce comúnmente como subpáramo, ya que generalmente sus especies les son asociadas, aun así, Ewel et al. (1976) contemplan esta formación vegetal como una asociación atmosférica. Este bosque ha sido intervenido fuertemente debido a las cualidades que presenta la región para desarrollar la agricultura, lo cual trajo como consecuencia la desaparición casi total de las especies originales. El cultivo de trigo dejó los suelos degradados en su mayoría y solo se observa unos cuantos bosques de galería asociados con escorrentías. No presenta importancia forestal debido a la ausencia de especies arbóreas; los cultivos generalmente asociados a esta zona de vida son la zanahoria, papa, lechuga, repollo, y ajo, entre otros.

Figura 15. Bosque húmedo Montano en el flanco occidental de la sierra (cercanía al pueblo de Gavidia), con presencia de algunas especies epifitas en las zonas escarpadas. Foto del autor (2016)

88

5.3.4 Bosque muy húmedo Montano (bmh-M): se extiende por una superficie de 28,28 km2, que representa el 11,83% de la sierra de Santo Domingo. Se localiza principalmente en los flancos sur y sureste de la sierra, y se puede extender hasta aproximadamente unos 3.700 msnm. El clima se caracteriza por su condición húmeda, con una temperatura media anual que va desde los 6 hasta los 12 ºC y la precipitación total anual es mayor a los 1000 mm. El promedio de la Relación de Evapotranspiración Potencial total por año, según el Diagrama Bioclimático de Holdridge varía entre 0.25 y 0.50, existiendo un exceso de humedad del suelo, correspondiéndole la provincia de humedad perhúmedo. Su cobertura vegetal se caracteriza por herbazales tipo gramínoide que se asemejan a la de los páramos, con predominancia de pastos naturales. A la vegetación que corresponde a esta zona de vida en el área de estudio se le denomina también subpáramo, arbustal pre-paramero o chiribital andino (La Marca, com. pers. 2016)

Esta zona de vida ocurre solo en lugares apartados del área de estudio, y su por condición climática su intervención ha sido mínima (González, 2011). Las especies arbóreas presentan un estrato superior que va desde diez a quince metros de altura, en él se encuentran especies como pumamaquii (Oreopanax sp), pino aparrado (Podocarpus oleifolius), almogre (Lippia hirsuta), entre otros. Se observa un alto epifitismo, con dominio de especies de bromeliáceas, orquídeas, líquenes y musgos. Las bajas temperaturas impiden que las especies arbóreas, en el bosque original, presenten alturas mayores a quince metros.

En áreas abiertas es posible observar gramíneas y orquídeas rastreras. Los helechos son comunes debido a una condición húmeda que favorece su crecimiento.

5.3.5 Páramo SubAlpino (p-SA): abarca 82,85 km2, lo que representa un 34,66% del área de estudio, convirtiéndola en la zona de vida que abarca

89

mayor extensión en la sierra de Santo Domingo. Se localiza en las tierras altas de la sierra entre los 3.400 y 4.100 msnm. aproximadamente. El clima se caracteriza por su condición húmeda y fría, con un promedio de precipitación total anual variable entre 500 y 1100 mm, y temperaturas medias anuales de 6,5 a 2,8 ºC, con ocurrencia de temperaturas diarias por debajo del punto de congelación.

Se

presenta

un

superávit

de

humedad

en

el

suelo,

correspondiéndole la provincia de humedad súper húmedo. La cubierta vegetal se caracteriza por variar desde un rosetal casi puro, pasando por un rosetalarbustal, hasta llegar a un arbustal puro, dependiendo de la altitud, el drenaje y otros factores ambientales. En condiciones de poco drenaje, el arbustal-rosetal desaparece y la vegetación adquiere una fisonomía de pastizal o pajonal. Desde el punto de vista hidrológico, esta unidad es de gran importancia ya que preserva la mayoría de las lagunas y humedales presente en la Sierra de Santo Domingo (Fig. 16).

Figura 16. Paramo Sub-Alpino en los alrededores de la quebrada Los Zerpa, en la vertiente norte de la sierra. Foto del autor (2015).

90

5.3.6 Páramo pluvial SubAlpino (pp-SA): se extiende unos 31,48 km2, lo que representa un 13,17% de la sierra de Santo Domingo. Se localiza generalmente por encima de los 3.700 msnm en las vertientes más húmedas, principalmente en el flanco sur-este. Presenta un clima caracterizado por condiciones súper-húmeda y fría, con una temperatura media anual que oscila entre 6 y 2,5 ºC y una precipitación total anual superior a los 1000 mm. Esta formación reviste gran importancia desde el punto de vista hidrológico, al igual que su unidad “hermana” (el páramo Subalpino). Presenta un superávit de humedad en el suelo, correspondiéndole a la provincia de humedad súper húmedo.

Según Ewel et al. (1968), esta Zona de Vida puede soportar el pastoreo, debido a la humedad presente, lo cual facilita que las especies vegetales se regeneren rápidamente. 5.3.7. Tundra pluvial Alpino (tp-A): presenta una extensión de 11,34 km2, lo que significa que abarca un 4,74% del área de la sierra. Se distribuye sobre las unidades de páramo y páramo pluvial SubAlpino, entre los 4.100 y 4.300 msnm. Posee un clima superhúmedo y frígido, con un promedio de precipitación total anual variable mayor a 680 mm, y una temperatura media anual que oscila entre 3,25 y 1,5 ºC, por lo que predominan heladas nocturnas. Presenta un superávit de humedad en el suelo, correspondiéndole la provincia de humedad súper húmedo. Su cobertura vegetal está caracterizada por tener grandes superficies de suelo desprovisto de vegetación con una distribución muy discontinua de elementos vegetales, en donde predominan gramíneas y plantas arrosetadas, también es posible observar la presencia de líquenes y musgos.

91

Al estar localizado cerca de las máximas alturas montañosas, la tundra pluvial Alpino se encuentra expuesta a vientos fuertes, lo cual hace más severas sus condiciones ambientales (Fig. 17.)

5.3.8 Nival (N): se localiza en las cumbres máximas (macizo del Mucuñuque y cerro El Morro) de la sierra de Santo Domingo, sobre los 4.300 msnm, abarcando apenas 1,51% de la misma, con 3,6 km 2. Presenta un promedio de precipitación total anual variable entre 900 y 1100 mm, con una temperatura media anual por debajo de 1,5 ºC, y una tendencia a nevadas durante los meses lluviosos. La vegetación es casi nula, con

predominancia de solo

afloramientos rocosos ígneo-metamórficos pertenecientes al Complejo Iglesias (Schubert y Vivas, 1993). (Fig. 17.)

Figura 17. Tundra pluvial Alpino (tp-A) y zona de vida Nival (N), en el Macizo del Mucuñuque. Foto del autor (2014).

92

Mapa 10. Zonas de Vida Actuales

93

5.4 Reconstrucción de las Zonas de Vida para el Último Máximo Glacial (Pleistoceno tardío)

En la reconstrucción de las zonas de vida hipotéticas para el UMG (de las cuales se obtuvieron seis, Tab. 6), se recurrió a la información digitalizada obtenida de la superposición de los mapas de Temperatura promedio anual y Precipitación promedio anual, con una disminución de 7 ºC y una disminución de 400 mm con respecto a los valores actuales (Mapa 11). Teniendo esto en cuenta se tomó la información de la posible distribución geográfica de cada zona de vida en km2 y se calculó el valor porcentual de cada una de estas (Tab. 8).

El área de estudio pudo presentar temperaturas medias anuales que iban desde los 9,9 ºC (en las zonas más bajas) hasta los -8 ºC (en las cumbres de la sierra); con una temperatura media anual de -1,5 ºC. mientras que las precipitaciones pudieron rondar entre los 284 y 892 mm anuales.

Tabla 8. Cobertura de las Zonas de Vida en la sierra de Santo Domingo para el Último Máximo Glacial

Zonas de vida: UMG

Km²

%

bosque húmedo Montano (bh-M)

4,35

1,82

puna Subalpino (pu-SA)

3,87

1,62

páramo Subalpino (p-SA)

10,76

4,5

tundra muy húmeda Alpino (tmh-A)

8,23

3,44

tundra pluvial Alpino (tp-A)

6,55

2,74

Nival (N)

205,29

85,88

TOTAL

239,05

100

Fuente: resultados propios obtenidos mediante cálculos realizados en ArcGis 10.2.2

Las características de las zonas de vida durante el UMG en la sierra de Santo Domingo eran las siguientes:

94

5.4.1 Bosque húmedo Montano (bh-M): se ubicó teóricamente en la vertiente nor-oriental, en las partes bajas del tramo correspondiente del río Santo Domingo, y quebrada Los Granates, ocupando 4,35 km2 (1,82% total del área). Posiblemente se ubicó hasta la cota de 2.500 msnm y presentó precipitaciones que rondaban entre 600 y 900 mm, así como temperaturas medias entre 6 y 10 ºC.

5.4.2 Puna SubAlpino (pu-SA): se pudo haber extendido muy probablemente en donde hoy actualmente se localiza el bolsón semi-árido de Mucuchíes, hacia el extremo nor-occidental de la sierra (no sobrepasaba la cota de los 3.000 msnm), ocupando 3,87 km2 (que equivale al 1,62% del área total de la sierra). Pudo haber presentado precipitaciones promedio anuales entre 250 y 450 mm y temperaturas medias anuales de 2,8 a 4 ºC

5.4.3 Páramo SubAlpino (p-SA): se pudo haber encontrado entre las unidades de bosque húmedo Montano y tundra Subalpina, posiblemente entre los 2.500 y 2.950 msnm del flanco oriental de la sierra. Ocupó unos 10,76 km 2 lo que corresponde al 4,5% del área total. Presentó temperaturas medias que rondaban entre los 2,8 y 6 ºC y precipitaciones medias entre los 500 y 900 mm.

5.4.4 Tundra muy húmeda Alpino (tmh-A): probablemente se localizaba al margen terminal de la unidad Nival, en el flanco occidental de la sierra, entre los 2.950 y 3.200 msnm. Posiblemente llego a ocupar unos 8,23 km 2 lo cual representa un 3,44% del área de la sierra. Pudo haber presentado precipitaciones promedio que rondaban entre los 280 y 500 mm, con temperaturas medias entre 1,5 y 3,2 ºC.

5.4.5 Tundra pluvial Alpino (tp-A): se pudo haber localizado al margen terminal de la unidad Nival, en el flaco oriental de la sierra, entre los 2950 y

95

3200 msnm. abarcando unos 6,55 km 2 (que corresponden al 2,75% del área de la sierra). Pudo haber presentado precipitaciones entre los 500 y 750 mm y temperaturas medias entre 1,5 y 3,2 ºC.

5.4.6 Nival (N): abarcó casi la totalidad de la Sierra de Santo Domingo, un 85,88% del área (lo que representa unos 205,29 km 2), desde las cumbres máximas hasta unos 3.100 msnm. Sus temperaturas medias debieron haber sido menores a 1,5 ºC y precipitaciones menores a 720 mm. En el área debieron haber reposado grandes masas de hielo, que por su volumen y plasticidad quizás llegaron a desplazarse hasta las unidades de páramo y puna presentes durante este período.

96

Mapa 11. Zonas de Vida para el Último Máximo Glacial (Pleistoceno tardío)

97

5.5 Reconstrucción de las Zonas de Vida para la Pequeña Edad de Hielo

Se detectó que durante este periodo existió un predominio de zonas de vida relativamente más húmedas y frías en comparación con nuestros días.

La temperaturas medias anuales pudieron rondar entre los 15,5 ºC y -2,2 ºC, con un promedio en general de 4,4 ºC para toda el área de la sierra. Las precipitaciones medias anuales rondaban entre los 1615 y 855 mm, con un promedio anual de 1155 mm.

Por medio de este escenario (Mapa 12) se puede deducir que existieron probablemente siete zonas de vida (Tab. 9), las cuales se mencionan a continuación: Tabla 9. Cobertura de las Zonas de Vida en la Sierra de Santo Domingo para la Pequeña Edad de Hielo

Zonas de vida - Pequeña Edad de Hielo

Km²

%

bosque húmedo Montano Bajo (bh-MB)

1,55

0,65

bosque húmedo Montano (bh-M)

18,13

7,58

bosque muy húmedo Montano (bmh-M)

42,69

17,86

páramo Subalpino (p-SA)

4,38

1,83

páramo pluvial Subalpino (pp-SA)

104,01

43,51

tundra pluvial Alpino (tp-A)

44,62

18,67

Nival (N)

23,67

9,9

TOTAL

239,05

100

Fuente: resultados propios obtenidos mediante cálculos realizados en ArcGis 10.2.2

5.5.1 Bosque húmedo Montano Bajo (bh-MB): se pudo haber extendido exclusivamente hacia la porción más extrema del flanco nor-oriental de la sierra que es el área de menor altitud, en las inmediaciones del poblado de Santo Domingo. Quizás se localizó por debajo de los 2.400 msnm, abarcando apenas

98

un 0,65% del área (lo cual representa unos 1,55 km 2). Presentó unas temperaturas medias entre 13 y 16ºC y precipitaciones mayores a 1500 mm. 5.5.2 Bosque húmedo Montano (bh-M): ocupó 18,13 km2; lo que equivale al 7,58% del total del área, y probablemente estaba esparcido por el flanco norte de la sierra, principalmente lo que hoy en día abarca el bolsón semi-árido de Mucuchíes (hacia el lado nor-occidental) y algunos parches hacia la porción nor-oriental de la sierra, específicamente en alturas entre 2.700 y 3.200 msnm, donde posiblemente dominaban precipitaciones medias entre 850 y 1200 mm, así como temperaturas promedio entre 7,5 y 10,5ºC.

5.5.3 bosque muy húmedo Montano (bmh-M): probablemente se extendió sobre los 2.300 msnm en el flanco oriental de la sierra, mientras que en el flanco occidental se ubicó sobre los 3200 msnm. Esta unidad se situaba altitudinalmente por debajo de los páramos, presentaba temperaturas promedio que iban desde los 6 ºC hasta los 13 ºC aproximadamente y precipitaciones mayores a 1000 mm. Según la reconstrucción, esta zona de vida probablemente llego a ocupar hasta 42,69 km 2, lo que representa un 17,86% del área.

5.5.4 Páramo SubAlpino (p-SA): pudo haber ocupado una extensión de 4,38 km2 lo que equivale al 1,83% del área, extendiéndose principalmente hacia la parte media del flanco noroccidental de la sierra, donde dominaban precipitaciones menores a 1000 mm y temperaturas entre 3 a 6ºC.

5.5.5 Páramo pluvial Subalpino (pp-SA): ocuparía una superficie total de 104,01 km2, equivalente al 43,51% de la superficie total del área de estudio. Abarca casi la mitad del área de la sierra, específicamente sobre los 3.300 msnm aproximadamente, donde dominaban precipitaciones mayores a 1000 y temperaturas entre 3 y 6ºC.

99

5.5.6 Tundra pluvial Alpino (tp-A): se localizaría en las zonas altas hacia el interior de la sierra, entre los 3.750 y 4.150 msnm aproximadamente, abarcando un 18,67 % del área total de la sierra (que equivale a unos 44,62 km2). Se caracterizó por presentar precipitaciones promedio superiores a los 1000 mm y temperaturas promedio entre 1,5 a 3 ºC.

5.5.7 Nival (N): aparece en las cumbres mayores del macizo del Mucuñuque y otras cumbres que superan los 4.100 msnm como los cerros Blanquizal, El Morro, Las Ventanas. Presentó temperaturas medias anuales menores a 1,5 ºC. Llegó a ocupar 23,67 km2, equivalente a un 9,9% del área de estudio.

100

Mapa 12. Zonas de Vida para la Pequeña Edad de Hielo (Holoceno reciente)

101

5.6 Discusión de la correspondencia, para el área de estudio, entre Zonas de Vida actuales obtenidas por otros autores y las deducidas en este trabajo.

Ewel et al. (1976)

Estos autores realizaron una descripción de las Zonas de Vida para el país. Dedujeron un bosque húmedo Montano hacia el nor-oeste de la sierra, en las inmediaciones de Mucuchíes, lo cual posiblemente sea la resultante de la escala empleada para la presentación del mapa o por carencia de datos de temperatura y precipitación más precisos. En esta investigación se presenta como bosque seco Montano Bajo debido a que los resultados en esa área arrojaron temperaturas medias anuales entre 10,5 y 13ºC y precipitaciones menores a 850 mm; por ende, entraría clasificando en el hexágono de Zona de Vida de Holdridge como bosque seco Montano Bajo. En dicho trabajo, la zona nival no se encuentra representada en las máximas cumbres de la Sierra de Santo Domingo, mientras que en esta investigación sí.

González (2011)

Esta autora realizó una reconstrucción de Zonas de Vida actuales para el estado Mérida, con un mapa de isotermas basado en el gradiente altotérmico (0,62 ºC/100 m) utilizando curvas de nivel como referencia para el trazado. Al contrastar ambos, podemos observar que esta autora describe un bosque seco Montano, el cual en realidad vendría siendo una zona de vida transicional que quedaría mejor representada como “bosque seco Montano Bajo, transicional a bosque húmedo Montano”. En la presente investigación debido a que se trabajó con el hexágono completo de Zonas de Vida de Holdridge como unidad y no se evaluaron zonas transicionales, quedó representada ésta área como bosque seco Montano Bajo.

102

El bosque húmedo Montano Bajo en ambos trabajos coincide en la zona baja de la sierra de Santo Domingo, mientras que la tundra pluvial Alpino coincide en la zona alta de la sierra.

El bosque muy húmedo Montano, se presenta en casi la mitad oriental de la sierra, entre el páramo pluvial SubAlpino y el bosque húmedo Montano; mientras que en esta investigación está estrictamente localizado en los flancos sur y sur-oriental de la sierra, entre páramo/páramo pluvial SubAlpino y bosque húmedo Montano Bajo.

El páramo SubAlpino de González (2011) se presenta exclusivamente en las zonas altas del margen nor-occidental de la sierra, mientras que el páramo pluvial SubAlpino se localiza en las zonas altas del margen sur y oriental de la sierra. En esta investigación el patrón es similar, a diferencia que el páramo pluvial SubAlpino es más reducido en extensión y el área de páramo SubAlpino también se encuentra presente en el flanco oriental, generalmente, debajo de la unidad de páramo pluvial. La zona nival está ausente, mientras que en esta investigación aparece en las cumbres de la sierra.

A pesar de las diferencias presentadas en la distribución de las áreas, se obtuvieron prácticamente las mismas Zonas de Vida en ambos trabajos. La diferencia muy probablemente viene dada por las escalas de representación empleadas.

Rivero-Blanco (s/f)

Este autor publicó en su página web del Centro de Visitantes de Mucubají [http://www.mucubaji.com/3Clima.html], una serie de mapas, donde también muestra las Zonas de Vida presentes en el Parque Nacional Sierra Nevada. Para el área de la sierra de Santo Domingo, reconoció seis Zonas de Vida y dos zonas en transición.

103

Toda la zona más baja del flanco norte y occidental la reconoció como bosque húmedo Montano; a diferencia de esta investigación, no reconoce un bosque seco Montano Bajo hacia el flanco nor-occidental de la sierra. Reconoce una unidad de páramo muy húmedo, la cual en nuestra investigación equivaldría al páramo SubAlpino; esta unidad él la localiza en las zonas intermedias del flanco occidental de la sierra, al igual que lo hacemos en la presente investigación. El páramo pluvial se presenta hacia el extremo Este de la sierra, mientras que en nuestra investigación se halla generalmente distribuida hacia el Este, pero no exclusivamente en el extremo oriental. El bosque muy húmedo montano se halla exclusivamente hacia los flancos oriental y sur de la sierra, cosa que ocurre de manera similar en la presente investigación. El bosque húmedo Montano Bajo, se localiza hacia la zona más baja de la sierra en el flanco nor-oriental; coincide con similares resultados en esta investigación. La tundra pluvial se encuentra en las zonas altas de la sierra, al igual que en la presente investigación. Presenta ausencia de la zona Nival para las cumbres de la sierra, resultado opuesto a esta investigación.

En general, el estudio de Rivero Blanco (s/f) presenta casi las mismas zonas de vida reflejadas en este trabajo, y las diferencias parecen venir dadas por la resolución a la que se elaboró ese mapa en comparación con esta investigación que presenta un nivel más detallado de estudio.

5.7 Reconstrucción de zonas de vida para el Último Máximo Glacial y Pequeña Edad de Hielo – Notas Complementarias

Las investigaciones realizadas sobre estos periodos, sostienen que el planeta presentó una disminución de la temperatura y la precipitación para el UMG y un considerable aumento en la precipitación con temperaturas un poco más bajas que los promedios actuales durante la PEH, que produjo cambios en la vegetación natural del área.

104

Al aplicar el modelo de zonas de vida, basado en datos de precipitación y temperatura actuales, se obtuvieron ocho zonas de vida (Tab. 5), las cuales presentan concordancia con las zonas de vidas observadas durante los recorridos y chequeos de campo. Al superponer este modelo de zonas de vida con los propuestos para el UMG y PEH, los resultados nos llevan a deducir que las zonas de vida que se representan en la reconstrucción presentan cierta relación y pertenencia con la presencia de las principales muestras de glaciarismo (morrenas, circos glaciares, valles en forma de U, lagunas, etc.), en la sierra de Santo Domingo. Estas evidencias se correlacionan sobre todo entre 2.900 y 3.500 msnm, donde el nivel morrénico se encuentra en forma de cerros de 100 a 150 metros de altura sobre el fondo de valle (Schubert, 1981), destacándose para el UMG las morrenas Los Zerpa, La Canoa, La Victoria, Mucubají y El Caballo.

La Marca (1997) señaló que durante la Glaciación Mérida el páramo de Mucubají estuvo cubierto por glaciares. Los datos paleopalinológicos obtenidos hasta ahora muestran que el retroceso de estos glaciares en Mucubají comenzó hace unos 12.650 años AP (Salgado-Labouriau, 1977). A partir de ese momento empieza la colonización vegetal del suelo recién deglaciado, conformada por familias de Gramineae, Portulaceae y Compositae como las primeras plantas que llegaron al sitio.

Después de la deglaciación, el polen de árbol obtuvo valores similares a aquellos del páramo moderno. La abundancia de elementos de páramo y la altura del bosque indican que un intervalo húmedo ocurrió en el lugar para ese tiempo; posteriormente la temperatura probablemente comenzó a disminuir, ya que el análisis de los diagramas de polen indica que el bosque se retiró a elevaciones menores. El valle de Mucubají retornó gradualmente a condiciones de Superpáramo ya que una fase fría y húmeda se inició después de 11.960

105

años A.P. Materia orgánica sedimentada en la laguna de Mucubají nos indica lo mismo , según la figura 18.

Entre hace 8.300 a 7.530 años el área del Valle de Mucubají estaba ya cubierta por una rica vegetación paramera. (Salgado-Labouriau, 1992).

Los resultados obtenidos de las zonas de vida para el UMG nos hace inferir un dominio de más del 80% de zona Nival hasta aproximadamente unos 3.100 msnm, por debajo del cual posiblemente se estableció un Superpáramo (tundra Alpino). Al ser el lado noroccidental de la sierra más seco, probablemente hubo un predominio de una zona de vida similar a la puna, mientras que en el flanco nororiental, al ser más húmedo, predominó una tundra pluvial Alpino y páramo SubAlpino (¿proto-páramo?). Estas zonas de vida se encontraron desplazadas a cotas inferiores en comparación a la actualidad. Las zonas de vida del piso Montano Bajo son inexistentes en este periodo, al igual que las del piso Montano, a excepción de la presencia del bosque húmedo Montano, que abarca un pequeño porcentaje en el extremo nororiental de la sierra, por debajo de la cota de los 2.500 msnm.

En un estudio realizado por Polissar et al. (2006), se señala que en la laguna La Blanca (en las cercanías de Tovar, estado Mérida) se obtuvo registros noglaciares de captación de erosión, asociados con un mayor balance de precipitación y evaporación durante la Pequeña Edad de Hielo. La “susceptibilidad magnética” de estos sedimentos revelaron concentraciones bajas de sedimentos clásticos antes del año 1250, seguidos por altos valores entre los años 1300-1550, 1640-1710, 1730-1750, 1780-1790, y 1795-1820. Estos picos indican altas precipitaciones y evaporación durante los avances neoglaciares identificados en la laguna de Mucubají. Esta conclusión es apoyada por alta abundancia de polen de Cyperaceae (juncia) en la turbera de Piedras Blancas durante el periodo glaciar. La

presencia “máxima” de

Cyperaceae ocurre durante avances glaciares lo cual indica ambientes más

106

pantanosos, corroborando el registro de “susceptibilidad magnética” de la laguna La Blanca.

Figura 18. Materia orgánica (en %) a partir de datos sedimentarios en la laguna de Mucubají (Stansell et.al,. 2010)

La evidencia paleopalinológica durante la PEH, de lugares cercanos como las lagunas La Victoria y Piedras Blancas, documentan la expansión del ecosistema “superpáramo” (tundra Alpino) y la reducción de selvas andinas por cientos de metros. De acuerdo con Polissar et al. (2006), los registros de precipitación y evaporación en la laguna Blanca y la laguna Piedras Blancas apoyan su teoría inferida de la reconstrucción de la Línea de Equilibrio Altitudinal y Polen. Estas condiciones húmedas son el resultado de una disminución de la evaporación debido a bajas temperaturas. Un descenso de 2 ºC en el la temperatura del aire reduciría la evaporación aproximadamente un 20% (Pickard y Emery, 1990). Generalmente se asocia a la PEH con bajas temperaturas y bajas precipitaciones; sin embargo, en los Andes Venezolanos este punto de vista puede conciliarse con los datos paleoclimáticos donde el aumento de la precipitación viene dado por el transporte de humedad a altas elevaciones, lo cual controla las cantidades de precipitación, como ha sido claramente documentado para los Andes bolivianos y peruanos (Garreaud, 2000). Durante la PEH, un gradiente latitudinal de temperatura más pronunciado indujo fuertes vientos alisios del Este (Black-Peterson, 1999), que podrían haber mejorado el transporte de la humedad a los Andes venezolanos.

107

Por lo tanto un mayor flujo de humedad puede haber estado más que compensado por la reducida concentración atmosférica de vapor de agua.

Registros paleoclimáticos de otros lugares tropicales apoyan la interpretación de los registros palinológicos y sedimentológicos en Venezuela. Los cambios de precipitación y evaporación en la Península de Yucatán tienen coherencia con la irradiación solar durante los últimos 2 milenios (Hodell et al., 2001). La fuerza de los vientos alisios que venían de las costas venezolanas, también fue mayor durante el “mínimo solar” (Black-Peterson, 1999). Estos cambios indican que las fluctuaciones de

mayor precipitación/menor evaporación fueron

geográficamente extensivos. En contraparte a esto, existen estudios en la cuenca de Cariaco, que indican que durante la PEH existieron condiciones más secas. Una posible explicación a esta diferencia entre las precipitaciones cerca de la cuenca de Cariaco y los Andes venezolanos es un desfase de la precipitación entre ambas regiones (Fig. 19). Por ejemplo, los registros climáticos del siglo pasado en Venezuela, muestran que las anomalías de precipitación durante la época de lluvias tienen signos opuestos en las regiones Andina y costera (Pulwarty et al., 1992). Este descubrimiento sugiere que durante la PEH, las anomalías de precipitación positivas en los Andes, estuvieron acompañadas de anomalías negativas en los drenajes costeros de la Cuenca de Cariaco. Es notable también mencionar, que las cuencas que drenan los Andes venezolanos no pueden influir directamente en la sedimentología de la cuenca de Cariaco, ya que estas drenan hacia el lago de Maracaibo o el río Orinoco.

La reconstrucción de zonas de vida para el escenario de la Pequeña Edad de Hielo refleja la desaparición total de la puna y la tundra muy húmeda SubAlpino en el flanco noroccidental de la sierra, las cuales dieron paso a un bosque húmedo Montano. La zona nival, en aproximadamente 12 mil años, se redujo cerca de un 88% lo cual se comprueba en el desplazamiento de la línea nival desde unos 2.800 msnm (durante el UMG) hasta unos 4.200 msnm. Aparece el

108

páramo pluvial SubAlpino debido a condiciones más húmedas, lo cual propicia también la extensión de la tundra pluvial Alpino.

Figura 19. Representación de áreas que presentaron condiciones más húmedas (en azul) y secas (en rojo) durante la PEH. Fuente: Polissar et al. (2013)

El páramo SubAlpino aparece en las márgenes menos húmedas y altas en el flanco noroccidental de la sierra. El flanco oriental de la sierra mantiene condiciones más húmedas y con esto mayor extensión del bosque muy húmedo Montano. Aparece una zona de vida del piso Montano Bajo, el bosque húmedo, el cual se localiza por debajo de los 2.400 msnm.

El periodo actual presenta una Zona de Vida más que para el escenario durante la PEH y dos más que durante el UMG. El número de zonas de vida actuales compartidas con el UMG es de cuatro, mientras que con la PEH es de siete. Debido a las condiciones de precipitación un poco más secas que las

109

existentes durante la PEH y con temperaturas un poco más altas, el bosque húmedo Montano es desplazado por un bosque seco Montano Bajo; el páramo pluvial SubAlpino se contrae y se localiza en la vertiente húmeda (oriental) de la sierra, mientras que el resto de lo que fue un páramo pluvial SubAlpino es sustituido por el páramo SubAlpino, pasando a dominar un 34% del interior de la sierra. La tundra pluvial Alpino retrocede de cotas, perdiendo un 77% de su área representativa durante la PEH, mientras que la zona Nival se redujo en un 98% aproximadamente, en comparación con el área existente cuando dominaba durante el UMG, posicionándose en las cumbres de la sierra (Figs. 20, 21 y 22).

La serie de contracciones y expansiones en las Zonas de Vida demuestran la complejidad de la distribución de las mismas asociadas con cambios en los valores de temperatura y de precipitación a lo largo del tiempo. El cambio climático gradual desde finales del Pleistoceno es responsable de estos cambios en las formaciones vegetales.

Figura 20. Evolución de las zonas de vida de piso Montano Bajo y Montano, durante los periodos estudiados. Fuente: Elaboración propia.

110

Figura 21. Evolución de las zonas de vida de piso SubAlpino y Alpino, durante los periodos estudiados. Fuente: Elaboración propia

Figura 22. Evolución de la zona de vida Nival, durante los periodos estudiados. Fuente: Elaboración propia.

111

5.8 Discusión de la correspondencia entre reconstrucciones de Zonas de Vida para el Cuaternario obtenidas por otros autores en la región.

Briceño (1997)

En la reconstrucción de Zonas de Vida para la fase terminal de la Glaciación Mérida en la cuenca del río Chama, este autor reconoció para el flanco occidental de la sierra, el cual pertenece a la cuenca del río Chama, cuatro Zonas de Vida: puna SubAlpino, páramo SubAlpino, tundra pluvial Alpino, y Nival, a diferencia de la presente investigación, la cual dio como resultado una toposecuencia de puna SubAlpino, tundra muy húmeda SubAlpino y Nival. Los resultados fueron muy similares, concluyendo que existió un dominio nival resultado de las bajas temperaturas y precipitaciones, lo cual provocó que diferentes zonas de vidas quedaran desplazadas muy por debajo de lo que se encuentran en la actualidad, y que la vegetación existente estuviese relacionada con condiciones de “páramo”.

Carrillo (2008)

Este autor también hizo una reconstrucción de zonas de vida para el Pleistoceno tardío, pero para la cuenca del río Jiménez del estado Trujillo, que va desde los 400 hasta los 3.800 msnm. aproximadamente. Comparando ambos trabajos se evidencia un desplazamiento hacia cotas inferiores de las zonas de vida frías, que pasan a ocupar pisos más cálidos, provocado por condiciones de temperaturas y precipitaciones más bajas que las actuales.

En el caso de Carrillo (2008), el área del páramo SubAlpino que predominó durante la fase terminal de la Glaciación Mérida se convirtió en un bosque húmedo Montano para el Holoceno temprano; caso que se repite en el presente trabajo, a diferencia que por condiciones locales este páramo SubAlpino también se convierte en bosque muy húmedo Montano. La tundra

112

queda presente sobre los 3.400 msnm, mientras que en este trabajo, se presenta en la sierra entre 2950 y 3100 msnm; en ambos trabajos la tundra es desplazada por el páramo.

Godoy y Labrador (2009)

Los resultados obtenidos mediante la reconstrucción de las zonas de vida de estos autores para la zona de Ejido – Estanques durante el UMG, les permitió inferir condiciones muy frías y áridas, que condujeron a la presencia de vegetación de tipo estepa u otras relacionadas a condiciones de páramo.

Resultado similar a este se presenta en esta investigación. Por existir condiciones más frías y secas, la vegetación estaba

relacionada con

condiciones de páramo/tundra alpina.

Contreras (2012)

Esta autora realizó una reconstrucción de zonas de vida para el Último Máximo de Glaciación en la zona de los Pueblos del Sur del estado Mérida (Entre los poblados de Acequias, San Pedro y Tostós). Siendo este período de condiciones más frías y secas que las actuales, le arrojó un total de cuatro zonas de vida: estepa espinosa Montano Bajo, estepa Montano, monte húmedo (puna) SubAlpino, tundra muy húmeda Alpino; las cuales explican condiciones más propicias para el establecimiento de estepas.

Es posible que la zona alta (sobre los 2900 msnm) del área de estudio de Contreras (2012) sea similar la zona baja del extremo nor-occidental de nuestra área de estudio en la sierra (debajo de los 3200 msnm), debido a que ambas áreas coinciden con dos zonas de vida las cuales son el monte húmedo (puna) SubAlpino y la tundra muy húmeda Alpino. Esta similitud viene dada por

113

condiciones de precipitación más secas y temperaturas más frías que las actuales.

Hasta ahora, no existe alguna investigación que se haya hecho sobre reconstrucciones de zonas de vida durante la Pequeña Edad de Hielo, en el área de estudio, ni en toda la Cordillera de Mérida; pero teniendo en cuenta los resultados comparativos, anteriormente señalados, se puede concluir que bajo el modelo de Zonas de Vida, con sus valores de temperatura y precipitación para la época, se puede conocer las posibles condiciones ambientales que imperaron en la sierra.

5.9 Reconstrucción hipotética de paleoglaciares para el Último Máximo Glacial y la Pequeña Edad de Hielo

Este tipo de reconstrucciones paleogeográficas esta sostenida en la interpretación hipotética de los antiguos glaciares que formaron esas características geoformas de zonas de alta montaña, las cuales se apoyan en evidencias representativas del modelado glaciar junto a las morfoestructuras de la sierra.

Basándonos en algunos métodos cronológicos de datación relativa, y en reconstrucciones de líneas de equilibrio altitudinal para glaciares, pudimos hacer corresponder estas evidencias de origen glaciar con el estadio final de la Glaciación Mérida y con la Pequeña Edad de Hielo, lo cual nos daría una idea del comportamiento que tuvieron los glaciares en la sierra de Santo Domingo para estos periodos geológicos. De lo anteriormente expuesto se puede deducir lo siguiente:

Durante la fase glacial tardía de la Glaciación Mérida, existieron grandes acumulaciones glaciares que demuestran que la Sierra de Santo Domingo permaneció glaciada durante el Último Máximo Glacial y el final del

114

Pleistoceno. Los glaciares llegaron a alcanzar niveles que rondaban entre los 2.900 y 3.200 msnm. Entre las evidencias que apoyan esto último tenemos la gran cantidad de circos glaciares (que ratifican una gran acumulación de hielo en las altas cabeceras y zonas medias de las vertientes adyacentes), las morrenas laterales y terminales, y los valles colgantes, entre otros. En total, han sido registrados aproximadamente unos 33 cuerpos glaciares, donde las lenguas más largas tenían en promedio de unos 5 a 8 km de largo y un grosor entre 100 y 200 metros. Evidencia de estos existen en el valle de Micarache, y el valle alto de Los Granates, así como en los valles altos de los ríos SaySay, Michurao y Misteque, por mencionar solo algunos. La mayor cantidad de glaciares se localizaba en el flanco norte de la sierra (Graf, 1994), de manera transversal; mientras que en el flanco sur, eran más largos aquellos que se posicionaban de manera longitudinal y los transversales eran más cortos. Las evidencias geomorfológicas y de geoformas de glaciares en el flanco sur se manifiestan solamente las formas erosivas como, circos, aristas, horns y valles en U, ya que las geoformas de acumulación, como serían las morrenas, están ausentes. Esto quiere decir que las morrenas posiblemente se posicionaron en niveles más bajos fuera del área de estudio, aunque es también posible que, debido a su pendiente e intensificación de escorrentía durante el deshielo en esta zona, se hayan borrado las evidencias (Rubén Ayala. com. pers. 2016).

Según los resultados obtenidos en ArcGis, es posible que la extensión glaciar en la sierra de Santo Domingo se ubicara en unos 112,06 km2 (en proyección horizontal) dentro de los 205 km2 que correspondían al área de zona de vida Nival (Mapa 13). Schubert y Vivas (1993) señalaron en una reconstrucción del sistema de glaciares de la sierra Nevada de Mérida y la sierra de Santo Domingo, donde sugieren que la extensión que ocupaban los glaciares en estas sierras era de aproximadamente 197 km2, lo cual daría entender entre los resultados obtenidos en ArcGis y lo señalado por Schubert y Vivas, que el 56,8% de los glaciares pleistocénicos se ubicaron en la sierra de Santo Domingo.

115

La deglaciación de la sierra se inicia a partir del período Dryas reciente (Younger Dryas), con posterioridad a los 12.500 años AP, cuando el ambiente periglaciar se impuso paulatinamente en la alta montaña. En esta fase el periglaciarismo afectó a las zonas liberadas por el hielo y a las crestas y paredes, que estaban sometidas a cambios anuales de congelamientos y ciclos de hielo-deshielo con rápidas transferencias de materiales en las zonas más verticales. El tránsito de un ámbito glaciar (la “alta montaña glaciada”) a un ámbito periglaciar (la “alta montaña rocosa”) se produciría de modo paulatino durante el Holoceno. En el flanco norte de la sierra se mantuvieron los glaciares por mayor tiempo (Stansell, 2005). Graf (1994) determinó que durante el Holoceno medio los glaciares en el área de estudio se retiraron rápidamente a posiciones altoandinas a 4.500 msnm, con posibles re-avances hasta los 4.000 msnm.

Durante la Pequeña Edad de Hielo, la Línea de Equilibrio nival ascendió hasta los 4.200 msnm, quedando prácticamente toda la masa montañosa de la sierra de Santo Domingo afectada por procesos periglaciares. La superficie ocupada por glaciares en esta zona se localiza siempre, por encima de los 4.200 msnm en forma de glaciares colgantes, como los remanentes actuales en los picos Bolívar y Humboldt. Posiblemente los glaciares que presentaban mayor volumen serían aquellos localizados en el flanco de umbría (norte) que en aquellos localizados en el flanco de solana (sur), como se evidencia en los remanentes glaciares recientes de los macizos La Corona y La Columna en la sierra Nevada de Mérida. Posiblemente la superficie ocupada por glaciares en ese momento en la sierra de Santo Domingo, supone apenas alrededor de unos 5,49 km2 dentro de los 6 km2 de la zona de vida Nival, lo que supone un 2,5% de la superficie de la sierra (Mapa 14).

La Pequeña Edad de Hielo significó un nuevo avance glaciar, acantonado en los circos glaciares superiores, y un incremento de los procesos periglaciares

116

en la alta montaña, que afectó los procesos y formas periglaciares preexistentes mientras generaba otros nuevos. Para conseguir una mejor precisión en nuestras apreciaciones se requiere de posteriores trabajos de campo y de datación absoluta para permitir obtener con exactitud la extensión de los glaciares durante este periodo y así ayudar a una mejor interpretación de su dinámica hasta su desaparición en tiempos modernos.

Según Schubert y Vivas (1993), el retroceso glaciar reciente quedó también grabado en pinturas (Fig. 23) y escritos de exploradores y científicos durante siglos pasados. En 1558, Juan de Maldonado, fue el primer europeo en mencionar la existencia de campos de nieve en la sierra de Santo Domingo, en su travesía del río de Santo Domingo para fundar la ciudad de Mérida. Los conquistadores

españoles nombraron esta región en un inicio como la

“Provincia de las Sierras Nevadas”, debido a él gran número de cadenas montañosas nevadas, y generalmente algunos pobladores desde los Llanos referían a los glaciares vistos desde ahí, como “las nieves de Apure”, este término cayó en desuso desde el s.XIX (Gustavo Silva, com. pers. 2016). Para 1885, Sievers detectó que existía aún una cobertura nival; mientras que Jahn en 1910 reportó un pequeño campo de nieve en el pico Mucuñuque (el más alto de la sierra), y, para 1922, Blumenthal identificó una pequeña masa de hielo que aún permanecía debajo de este pico, desde entonces estos han desaparecido.

117

Figura 23. Representación pictórica de antiguos glaciares a finales del siglo XIX. A. Vista de Sierra Nevada de Santo Domingo (?) desde el Alto de Mucuchíes. B. Sierra Nevada de Mérida desde Lagunillas. C. Sierra de la Culata y sus campos de hielo desde Mérida. Fuente: A. Anton Goering (1876), B. Bellerman (1845). C. Ferdinand (1852).

118

Mapa 13. Cobertura paleo-glaciar para el Último Máximo Glacial (Pleistoceno tardío)

119

Mapa 14. Cobertura paleo-glaciar para la Pequeña Edad de Hielo (Holoceno reciente).

120

Capítulo VI CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES

CONCLUSIÓN

121

Durante el Último Máximo Glacial, por lo menos un 86% de la sierra de Santo Domingo estuvo ocupada por masas de hielo que fueron capaces de remodelar la morfología preexistente, generando un paisaje y relieve glaciar neto, que en cierta forma condiciona de modo directo los procesos y las formas periglaciares actuales. En la actualidad, los glaciares han retrocedido totalmente de la superficie de la sierra. Las formas de acumulación permitieron reconstruir la evolución glaciar y el proceso de deglaciación en este sistema montañoso. Podemos señalar que durante el periodo de máxima extensión glaciar la presencia de glaciares se ubicaba hasta los 2.900 msnm. aproximadamente; con la llegada de la deglaciación holocena, los glaciares retrocedieron poco a poco hasta llegar a porciones altas de laderas y circos. Durante la Pequeña Edad de Hielo hubo un re-avance glaciar hasta cotas aproximadas de 4200 msnm; luego con el constante aumento de temperatura, estas masas glaciares desaparecieron totalmente, de forma que el espacio dejado por estos, queda en forma de un ámbito de alta montaña ígneo-metamórfico deglaciado, donde la dinámica periglaciar y nival son predominantes. Estas reconstrucciones paleoglaciares en distintos periodos, permite una aproximación que muestra el papel que cumplen las evidencias de paleoglaciares tropicales como indicadores del cambio climático global. Se pudo establecer que la superficie aproximada de hielo en la sierra durante el UMG fue de unos 112,06 km2 dentro de una cobertura de zona de vida Nival de 205 km2 y en la PEH se registró un área de unos 5,49 km 2 dentro de una zona de vida Nival 6 km2 lo que supone un porcentaje de 95,1% aproximadamente de pérdida de masas de hielo entre estos dos período y, un 97,08% de pérdida de zona de vida Nival durante estos. Jahn (1931) señaló que “hace cosa de un cuarto de siglo que la Sierra de Santo Domingo dejó de merecer el título de Sierra Nevada…”, lo que hace presumir que la sierra de Santo Domingo quedó totalmente deglaciada para inicios del siglo XX. Las zonas de alta montaña tropical tienen una gran variabilidad térmica que, cuando se combinan con diferentes regímenes de precipitación, da lugar a

122

diversas condiciones ambientales. En este caso, se concluye que la sierra de Santo Domingo representa una unidad biogeográfica muy diversa, albergando 8 de las 22 zonas de vida presentes actualmente en el estado Mérida, y presenta 5 de los 7 pisos altitudinales descritos por Holdridge. Tal diversidad le confiere a la sierra un gran valor de diversidad biológica, valores naturales, calidad paisajística y de sus ecosistemas y la ratifica como el mayor proveedor potencial y real de agua para el desarrollo de la región. Los resultados de las reconstrucciones para el UMG sugieren que para este periodo hayan existido unas 6 zonas de vida, mientras que para la PEH los resultados sugieren 7 zonas de vida. Para los tres periodos (incluyendo el actual) coinciden cuatro zonas de vida que son: bosque húmedo Montano, páramo SubAlpino, tundra pluvial Alpino y

zona Nival; las cuales

experimentaron diferente evolución por separado. El bosque húmedo Montano tuvo un margen de ganancia de extensión entre cada periodo, colonizando cotas altitudinales superiores; el páramo subalpino tuvo una considerable “recontracción” del área (tomada por el páramo pluvial Subalpino) durante la PEH debido a las condiciones de precipitaciones mayores que reinaban, pero luego de que estos regímenes de precipitación alcanzaran los actuales, esta zona de vida tomó dominio de la sierra; la tundra pluvial Alpina tuvo un crecimiento de extensión para la PEH debido a las condiciones húmedas de ese periodo, hasta contraerse a las condiciones actuales; y finalmente la zona Nival estuvo retrocediendo considerablemente hasta la PEH; pero es a partir de ahí, que el retroceso ha sido acelerado hasta nuestros días. Teniendo como referencia los trabajo realizado por Ramírez (1992) y Contreras (2012) podemos deducir que durante el UMG las zonas de vida del piso SubAlpino, Alpino y Nival llegaron a extenderse más allá de los actuales límites, que pudo haber abarcado parajes hasta la sierra Nevada de Mérida y sierra de La Culata. Ambos periodos estudiados para la reconstrucción hipotética de zonas de vida tuvieron condiciones más frías que las actuales, lo cual propició el desarrollo de masas glaciares. En cuanto a la precipitación, durante el UMG se evidenció

123

condiciones más secas que las actuales, caso contrario con la PEH, donde se demostró condiciones más húmedas que en la actualidad. Esto a su vez tiene concordancia con los estudios palinológicos y sedimentológicos realizados para esos períodos. El área obtenida en la reconstrucción de paleoglaciares para el UMG y la PEH concuerda dentro de los límites obtenidos en la reconstrucción hipotética de la zona de vida Nival, lo cual muestra de una forma simplificada y generalizada suposiciones confiables de las posibles condiciones ambientales que dominaron en la Sierra de Santo Domingo en esos periodos. Actualmente,

debido

a

cambios

climáticos

acelerados

por

acción

antropogénica, existe un desplazamiento de zonas de vidas a cotas superiores; es decir, estaríamos siendo testigos de la desaparición futura de zonas de vida como la Nival y

la tundra pluvial Alpino y, como consecuencia, de la

colonización del páramo SubAlpino hacia cotas altitudinales superiores. Tal escenario sugiere la necesidad de realizar investigaciones de reconstrucciones hipotéticas para un escenario futuro, lo cual ayudaría a la comunidad científica a tener un mejor pronóstico de cómo serían estas colonizaciones futuras en la alta montaña tropical.

RECOMENDACIONES

124



Elaborar estudios más detallados de paleo-líneas de equilibrio glaciar (ELA) en diversos paleoglaciares de la sierra de Santo Domingo, para representar la línea altitudinal que separa las zonas de acumulación y ablación de un paleoglaciar, y así poder reconstruir diversas fases glaciares del pasado. Por otra parte, los resultados obtenidos serian de utilidad para futuros estudios sobre dinámica glaciar, que muestren la función que cumplen los glaciares como indicadores del cambio climático y fuentes de abastecimiento de agua.



Realizar un inventario de geoformas de origen glaciar y periglaciar más actualizados para la sierra de Santo Domingo, ya que debido a su fácil accesibilidad e interés científico en estudios relacionados a este tema, suelen ser muy necesarios para desarrollar diversos estudios, y la información que se consigue suele ser muy local y hasta nulas para otras áreas de la sierra, como por ejemplo el flanco sur de esta.



Realizar cartografía de geoformas de origen glaciar y periglaciar más detallados y actualizados para la sierra completa.



Se recomienda el mejoramiento de la red meteorológica para las áreas cercanas de la sierra e implementación de una mejor cobertura espacial hacia el interior de la sierra, con el fin de que a futuro se cuente con datos más precisos y confiables. Por otro lado, al ser una de las sierras con presencia temporal de nieve en sus cumbres, durante el período de lluvias, la implementación de una red meteorológica en uno de sus picos, ayudaría a estudiar más a fondo la presencia de este fenómeno en las sierras andinas venezolanas.



Realizar un estudio más detallado que involucre zonas de vida transicionales.

125



Sugerir a organismos y universidades la importancia de realizar estudios referidos a reconstrucciones paleobiogeográficas, ya que permiten explicar el estado actual de las condiciones bio-físicas de un lugar y a su vez ayudarían a predecir futuros escenarios.



Elaborar reconstrucciones paleobiogeográficas en otras zonas de alta montaña del país, como el macizo de El Tamá (estados Táchira y Apure), Sierra de Perijá (Zulia), Páramos de El Batallón y La Negra (Táchira y Mérida) y Parque Nacional Dinira (estados Lara, Trujillo y Portuguesa), ya que han sido poco estudiadas y a su vez se podría corroborar hasta cuales limites se pudieron ver afectados los ambientes glaciares y periglaciares.

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ANEXOS

146

Figura 24. Perfil longitudinal de la Sierra de Santo Domingo y sus zonas de vida para la actualidad.

147

Figura 25. Perfil longitudinal de la Sierra de Santo Domingo y sus zonas de vida para la Pequeña Edad de Hielo

148

Figura 26. Perfil longitudinal de la Sierra de Santo Domingo y sus zonas de vida para el Último Máximo Glacial.

149

Figura 27. Perfil transversal de la Sierra de Santo Domingo y sus zonas de vida en la actualidad.

Figura 28. Perfil transversal de la Sierra de Santo Domingo y sus zonas de vida para la Pequeña Edad de Hielo.

150

Figura 29. Perfil transversal de la Sierra de Santo Domingo y sus zonas de vida para el Último Máximo de Glaciación

151

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