La seudoinocencia de nuestras acciones: Hacia una visión ecosistémica en la ética cotidiana

May 28, 2017 | Autor: D. Guerra Centeno | Categoría: Ethics, Ética Aplicada, Practical Ethics, Ética General Y Aplicada
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Descripción

REDVET Rev. Electrón. vet. http://www.veterinaria.org/revistas/redvet 2016 Volumen 17 Nº 10 - http://www.veterinaria.org/revistas/redvet/n101016.html REDVET - Revista electrónica de Veterinaria - ISSN 1695-7504

La seudoinocencia de nuestras acciones: Hacia una visión ecosistémica en la ética cotidiana - The pseudo-innocence of our actions: Towards an ecosystem approach in everyday ethics Dennis Guerra-Centeno Instituto de Investigación en Ciencia Animal y Ecosalud, Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia, Universidad de San Carlos de Guatemala.

Resumen En el presente ensayo, planteo la tesis del estado de seudoinocencia, como el ánimo imperante en la mayoría de personas en relación a los daños ecológicos que generan la producción y consumo de bienes y servicios para satisfacer las necesidades humanas. Mediante el estudio de situaciones cotidianas, intento develar la verdadera relación entre nuestros hábitos de consumo y otras acciones cotidianas y la dinámica de los ecosistemas que impactamos. A la luz de lo expuesto, concluyo que necesitamos conmutar hacia una visión sistémica –o más bien ecosistémica−, si queremos producir y consumir con responsabilidad de cara al desarrollo sostenible. Palabras clave: Moral, minería, deforestación, derrames de petróleo, vegetarianismo.

Abstract In this essay, I pose the thesis of the pseudo-innocent state as the prevailing mood for most people in relation to the environmental damage generated by the production and consumption of goods and services to meet the human needs. Through the analyses of some everyday situations, I attempt to uncover the true relationship between our consumption habits‒and other actions‒and the ecosystems dynamics. In light of this reflection, I conclude that an ecosystem approach‒and therefore a Gestaltic approach‒, is necessary for us to produce and to consume responsibly, facing a sustainable development scenario. Keywords: Moral, mining, deforestation, oil spills, vegetarianism.

Crecimiento de la cría de tilapia nilótica (Oreochromis niloticus) utilizando hojas de chipilín (Crotalaria longirostrata) 1 como sustituto parcial del alimento balanceado http://www.veterinaria.org/revistas/redvet/n101016/101606.pdf

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Introducción La ética antropocéntrica nos hace ponderar todo desde la perspectiva humana. Rara vez evaluamos la relación de las cosas con nosotros y de nosotros con las cosas. No reconocemos que somos parte de un sistema que a su vez está enclavado, de manera recursiva, en otro sistema más extenso. Ignoramos o despreciamos lo que sucede más allá de nuestro entorno inmediato. Nuestra perspectiva, sin embargo, no es la única perspectiva pues compartimos el ambiente con una gran diversidad de organismos. Nos sentimos ajenos a la maraña de relaciones que existen dentro de la biocenosis y entre la biocenosis y el ambiente. En los ecosistemas todo está conectado por hilos variopintos. Lo que hacemos aquí les afecta allá y lo que hacen allá nos afecta aquí. Esa maraña de relaciones es tan compleja, que develarla en su totalidad supondría un esfuerzo imposible de lograr en una vida. Vale decir entonces que el auto reconocimiento como elementos de un ecosistema no siempre forma parte de nuestro imaginario social (Castoradis, 1998). Además de permanecer ajenos a las relaciones ecosistémicas que se suceden cotidianamente en el planeta, tenemos mucha facilidad para criticar las acciones que juzgamos como dañinas al ambiente y a los seres vivos que lo habitan. En estos juicios de valor, obviamente nos autocalificamos como organismos benignos y nos eximimos de la responsabilidad de cualquier daño causado. Más aún, solemos recurrir a un discurso del tipo ingroups y outgroups (Brewer, 1999), según el cual, nosotros somos los inocentes y los conscientes, mientras que el resto de la humanidad ‒que “no son como nosotros”‒, son los culpables y los inconscientes. Con el presente ensayo, se pretende develar nuestra responsabilidad en algunos hechos o situaciones que están relacionados con nuestras acciones cotidianas. Para el efecto, se examinan algunos fenómenos desde una perspectiva sistémica, es decir, una perspectiva que considera todas las partes y no sólo la que percibimos. Este examen puede hacernos redimensionar el impacto de nuestras acciones en la dinámica de los ecosistemas con los que estamos relacionados. Se espera con esto, contribuir a que adoptemos una posición más analítica y que procuremos abandonar la prácticas vacuas y nocivas del apriorismo y de la seudoinocencia, en relación a los temas éticos de la cotidianeidad humana. La crítica apriorística a los derrames de petróleo Los derrames de petróleo son eventos que pueden ser impresionantes para muchas personas. Los peces muertos flotando sobre el agua y las aves agonizantes con el cuerpo cubierto por un líquido viscoso y obscuro son escenas comunes en estos accidentes. El impacto ecológico resultante suele ser calificado como catastrófico. Crecimiento de la cría de tilapia nilótica (Oreochromis niloticus) utilizando hojas de chipilín (Crotalaria longirostrata) 2 como sustituto parcial del alimento balanceado http://www.veterinaria.org/revistas/redvet/n101016/101606.pdf

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Cuando vemos el reportaje del derrame, inmediatamente condenamos el hecho. Culpamos a los petroleros. ¡Cómo pudieron ser tan descuidados! ¡Qué ingratitud con los animales y con el ambiente! Nosotros, por nuestro lado, en tanto espectadores, nos auto percibimos como ajenos a lo que vemos y hasta creemos tener la calidad moral para criticar la irresponsabilidad de las personas involucradas. Una mirada sistémica permitirá descubrir la causa detrás de los derrames. Se trata de una cadena de relaciones sencillas. Hay derrames porque hay extracción. Hay extracción porque hay demanda. Hay demanda porque todos necesitamos directa o indirectamente del petróleo. A medida que las ciudades crecen y se modernizan, crece la demanda del petróleo. La relación es lógica: a mayor demanda de petróleo, mayor riesgo de que ocurra un derrame. Usamos el petróleo para impulsar nuestros automóviles. Si nos trasladamos en bus, también somos usuarios del petróleo. Alguien se sentirá tentado a decir: Yo soy inocente porque me traslado en bicicleta. Sin embargo, los neumáticos de las bicicletas son hechos a partir del petróleo y también lo son las suelas de goma de muchos zapatos. Es más, todo cuanto hay en nuestras casas ha sido transportado en camiones, barcos o aviones que usan combustibles derivados del petróleo. Una parte de la energía eléctrica que usamos, también es producida utilizando petróleo. El asfalto, tan útil para movilizarnos y para movilizar las mercancías que satisfacen nuestras necesidades, es fabricado con petróleo. Somos los clientes de la extracción petrolera y por lo tanto, somos corresponsables de los derrames. La crítica apriorística a la deforestación ¿Quién no ha criticado enérgicamente la deforestación al menos alguna vez? ¿A quién no le desagrada enterarse del exterminio de los últimos pulmones de la tierra? Hablamos del avance de la frontera agrícola y de la deforestación como causas importantes de la extinción de la vida silvestre. Vemos con preocupación los mapas de la disminución de la cobertura boscosa a través del tiempo. Sabemos que toma mucho tiempo recuperar los bosques y que en algunos casos, la pérdida podría ser irreversible. Pero, ¿cuál es nuestra responsabilidad en la deforestación? La respuesta es: nuestra responsabilidad es total. Nuestra casa fue construida en un sitio donde antes había un bosque. Nuestra escuela, los centros comerciales, las carreteras, los parques deportivos, los campos de cultivo, las bodegas, los cementerios y toda construcción hecha por el hombre es una sucesión del exterminio de un bosque. Se talan las comunidades de árboles para liberar el espacio para construir cosas “útiles”. El progreso y la modernización, tan necesarios para que vivamos mejor, se generan a expensas de la deforestación. Nuestra responsabilidad va más allá de la tala de árboles para liberar espacio. Dormimos en camas construidas con madera. Usamos armarios, sillas, mesas, Crecimiento de la cría de tilapia nilótica (Oreochromis niloticus) utilizando hojas de chipilín (Crotalaria longirostrata) 3 como sustituto parcial del alimento balanceado http://www.veterinaria.org/revistas/redvet/n101016/101606.pdf

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plateras, trinchantes, pupitres y otros muebles derivados de la deforestación. Utilizamos la madera como elemento natural en la construcción de bienes inmuebles. Hemos consumido grandes cantidades de lápices, hojas de papel, cajas de cartón, cheques, cerillos y muchos otros insumos necesarios en nuestra vida cotidiana. La producción de vegetales y animales de granja también involucra deforestación. Los campos de cultivo se establecen talando árboles. La instalación y la operación de las granjas para la crianza de animales domésticos necesitan de espacio y de alimentos producidos en campos agrícolas. Somos los beneficiarios directos e indirectos de la conversión de ecosistemas naturales en sistemas artificiales de producción de alimentos. La crítica apriorística a la minería Un noticiero mostró hace poco una protesta contra la minería en un municipio de Guatemala. El periodista entrevistaba a dos mujeres activistas que se manifestaban contra la minería. Ambas portaban teléfonos celulares. Mientras el periodista entrevistaba a una, la otra revisaba su teléfono. Pregunto entonces, ¿es moral oponerse a la minería y a la vez beneficiarse del uso de aparatos cuya batería se construye con metales provenientes de una mina?. Tenemos más relación con las minas de lo que creemos. Las baterías de las computadoras portátiles, por ejemplo, se fabrican a partir de metales extraídos de las minas. También se obtiene de la minería el hierro ‒con el que se construyen puentes, edificios, casas, estadios, iglesias, etc.‒. Las piedras preciosas, la sal y otros minerales también se extraen de las minas. Las esculturas de mármol que adornan las bellas ciudades europeas existen gracias a la extracción de esta roca en un tipo de mina a cielo abierto llamada cantera. Si hacemos una investigación y un análisis gestáltico, descubriremos que las minas son indispensables para la vida moderna ‒por austera que ésta sea‒ y que definitivamente, somos los beneficiarios y los clientes cautivos de la minería. El vegetarianismo para “evitar el daño a los animales” Algunas personas, adoptando una aparente actitud de responsabilidad hacia el bienestar de los animales, deciden desarrollar hábitos vegetarianos. En su discurso, esgrimen argumentos como: “yo no daño animales porque soy vegetariano” o “yo no quiero ser copartícipe del daño animal”. Si esas actitudes y prácticas se traducen en una sensación de beatificación, no lo sé. Lo cierto es que pueden generar un sentido de inocencia que vale la pena examinar. Cuando analizamos las relaciones ecosistémicas entre el humano consumidor de vegetales cultivados y los animales que habitan el paisaje, descubrimos Crecimiento de la cría de tilapia nilótica (Oreochromis niloticus) utilizando hojas de chipilín (Crotalaria longirostrata) 4 como sustituto parcial del alimento balanceado http://www.veterinaria.org/revistas/redvet/n101016/101606.pdf

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aspectos interesantes. Consideremos primero, el establecimiento de los campos de cultivo. Los vegetales se cultivan en espacios abiertos, casi siempre donde antes había un bosque o una selva. En el área tropical, el ecosistema que se debe talar ‒o borrar del mapa si se prefiere‒ para establecer los campos de cultivo es la selva tropical o bosque tropical. Las selvas tropicales son comunidades extremadamente ricas y diversas. Su composición es tan compleja que en una sola hectárea de este tipo de ecosistema, podemos encontrar hasta 473 especies de árboles y lianas (Gentri, 1982). Esa complejidad y ese ensamble de especies interactuando en intrincados procesos, ha requerido millones de años para su evolución. Ahora bien, ¿qué hacemos los humanos con ese milagro de la naturaleza cuya formación tanto ha costado? Lo destruimos. Talamos los árboles y retiramos toda la biomasa para poder sustituirlo por nuestro modelo. En efecto, nuestro modelo que apenas tiene cinco mil años de ajuste y refinamiento. Y entonces, sustituimos toda la diversidad por una sola especie: la soya, o la caña de azúcar, o la palma africana, o el maíz, o el frijol, o cualquier otro monocultivo. Más aún, como si el daño causado por sustituir la comunidad natural por un campo de cultivo fuese poca cosa, la práctica de la agricultura supone otros impactos negativos sobre los procesos ecológicos. El cultivo intensivo de vegetales requiere del uso de fertilizantes químicos, pesticidas y herbicidas que, eventualmente, contaminan los cuerpos de agua afectando comunidades enteras de invertebrados y disminuyendo el flujo de nutrientes hacia los niveles superiores de las cadenas tróficas. Sin embargo, mientras la demanda de vegetales contribuye a todo eso, los consumidores permanecemos enajenados o peor aún, inmaculados bajo una aureola de santidad. El consumo de lácteos y el sacrificio de los terneros ¿Qué relación tiene el consumo de leche, quesos, yogur, helados, mantequilla y otros productos lácteos con el sacrificio de terneros? Pues tiene mucha. Para explicarla, debemos partir de la leche y esto porque las vacas deben parir para lactar. Ahora bien, en una lechería ‒sobre todo en una lechería especializada‒, la leche se vende pues en eso consiste el negocio. De esa suerte, no es conveniente dar la leche a los terneros. Es más, dado que los terneros nunca llegan a producir leche, éstos tampoco pertenecen a una lechería. En consecuencia, los terneros suelen tener dos destinos: Son vendidos a otras fincas que se dedican a la producción de carne de res, o son utilizados directamente para alimentación humana ‒en forma de jamón de ternera y otros productos‒. En resumen, para que los consumidores podamos comer y tomar productos lácteos, las vacas en las fincas lecheras, deben preñarse, parir y lactar y los terneros deben ser removidos y utilizados para otros fines. Para producir los Crecimiento de la cría de tilapia nilótica (Oreochromis niloticus) utilizando hojas de chipilín (Crotalaria longirostrata) 5 como sustituto parcial del alimento balanceado http://www.veterinaria.org/revistas/redvet/n101016/101606.pdf

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lácteos, también es necesario que se establezcan campos de cultivo donde se produzca el maíz, la soya y otros vegetales que se utilizan para alimentar a las vacas. Con esto, de ninguna manera estoy sugiriendo que los productos lácteos no deban ser consumidos ‒recordemos que la economía es amoral‒. Mi intención con esta exposición, es traer a la conciencia de los consumidores, las relaciones ecosistémicas que se establecen entre las vacas (depredadoras del maíz y la soya) y los humanos (depredadores de las vacas). El consumo de huevos y el sacrificio de los pollitos Con los huevos sucede algo similar a lo que sucede con los lácteos. En primer lugar, para producir huevos tiene que haber gallinas. Para que haya gallinas tiene que haber pollitos y para que haya pollitos tiene que haber huevos fértiles. Los huevos fértiles provienen de las granjas de gallinas reproductoras livianas. Una vez producidos, los huevos fértiles son colocados en incubadoras. Después de 21 días de incubación aparecen los pollitos, de los cuales, la mitad son hembras y la mitad son machos. Las hembras se convertirán en flamantes gallinas ponedoras. Los machos sin embargo, terminarán siendo sacrificados y convertidos en harina de pollo pues no son útiles en una granja donde lo que se produce son huevos1. La contaminación inocente de las fuentes de agua Hay personas que lanzan directamente su basura al río. No sé si sean inconscientes o si piensen que el río se lleva el problema y lo hace desaparecer. Sin embargo, no tenemos la solvencia moral para criticar esa práctica. Aunque más sutilmente, todos, hasta los supuestamente inocentes, contaminamos los cuerpos de agua. Los drenajes de muchas casas, edificios e industrias, están conectados ‒vale decir, vierten sus efluentes‒ a algún cuerpo de agua. Durante nuestras actividades domésticas cotidianas, vertimos al drenaje ‒y por lo tanto al cuerpo de agua que lo recibe‒, sustancias nocivas para los procesos ecológicos. Ejemplos de nuestros efluentes son el champú, el jabón, los desinfectantes, solventes, pinturas, orina y materia fecal (a veces conteniendo restos de antibióticos). Si hablamos de la industria, quizás tengamos que incluir metales pesados y otras sustancias cuyo impacto ecológico sería difícil de dimensionar. Nuestro lanzamiento de basura no es directo pero sí es efectivo en tanto genera un efecto. Alguien podría decir: mi casa está conectada a una fosa séptica y por lo tanto, soy inocente de la contaminación del agua. Sin embargo, pienso que en tanto consumidor de bienes y servicios, ese alguien sería igualmente corresponsable o igualmente culpable por la contaminación del agua. Todos los consumidores de productos cuya producción involucra algún grado o tipo de contaminación del agua somos corresponsables de esa contaminación. Nuevamente, podemos establecer la cadena de relaciones: hay contaminación porque hay 1

Una consecuencia del hecho que no se necesiten los gallos para que las gallinas pongan huevos.

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producción y descarga de efluentes. Hay producción porque hay demanda. Hay demanda porque todos necesitamos bienes y servicios para satisfacer nuestras necesidades.

La extinción de la flora y la fauna y el activismo conservacionista Nos preguntamos ¿por qué ocurre la extinción? Hablamos del avance de la frontera agrícola, de la contaminación ambiental, de la sobrepoblación, de la cacería, de la tala de bosques y de otros vejámenes contra la naturaleza. No pensamos, sin embargo, que tengamos alguna responsabilidad en todo eso. No reconocemos que nuestra supervivencia depende de los modelos actuales de la agricultura y la ganadería y también de los procesos industriales, que hacen posible la satisfacción de nuestras necesidades. ¿Y qué hay de los activistas de la conservación? ¿Son acaso actores inocentes en este drama? No lo creo. Yo, para comenzar, me reconozco culpable. Imaginemos ahora, una convención por la conservación del ambiente y los recursos naturales, en alguna parte del mundo. Los participantes ‒académicos, políticos, funcionarios de gobierno, activistas y cualquier actor presente‒, están haciendo uso del edificio, de los muebles, del alimento y de muchos recursos cuya producción o construcción involucró alteraciones en los ecosistemas naturales. Al final de la convención, los participantes celebrarán tomando vino o cerveza y comerán pan, carne, pollo y una ensalada. Todo lo que los conservacionistas ‒y cualquier otra persona‒ consume, ha sido producido a expensas de la pérdida de especies de flora y fauna. El envenenamiento por serpiente y el placer de tomar café En “El Capital”, Marx (1998) habla del fetichismo de la mercancía, que se produce cuando se activa nuestro sentido estético al percibir la mercancía. Al enfocarnos en el objeto inmediato, no pensamos en los significados que este tiene en tanto mercancía, incluyendo todo aquello que involucra su producción. Marx califica a la mercancía de objeto endemoniado. La mercancía deslumbra al consumidor. Este fetichismo hace que se establezca una relación de placer ‒vale decir de satisfacción‒ entre las mercancías y los consumidores. Consideremos el café en tanto mercancía que nos produce placer. Cuando tomamos una taza de buen café ‒por ejemplo uno de esos que debido a su gran calidad gozan de adjetivaciones como excelso supremo‒, no pensamos en lo que hay detrás de su producción. Probablemente estemos en un establecimiento donde se ha cuidado lo estético, sentados plácidamente sorbiendo nuestro café mientras escuchamos música lounge, ajenos a la Crecimiento de la cría de tilapia nilótica (Oreochromis niloticus) utilizando hojas de chipilín (Crotalaria longirostrata) 7 como sustituto parcial del alimento balanceado http://www.veterinaria.org/revistas/redvet/n101016/101606.pdf

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realidad del área rural que es donde se origina dicha mercancía. La taza de café es un objeto simple pero de producción compleja. La producción de café en una típica finca cafetalera involucra la siembra, el mantenimiento, la cosecha, el despulpe, la fermentación, el tostado, la selección y el empaque. En este ensayo, nos enfocaremos en la cosecha. En países como Guatemala, es común la movilización de los colectores de café desde el altiplano hasta la boca costa o hasta los lugares donde están situadas las fincas cafetaleras. Toda la familia suele participar en el proceso. Mientras los padres cortan y colectan los granos, los niños esperan sentados bajo una sombra o ayudan a sus padres participando en la cosecha. A medida que colectan los granos, los cortadores de café están expuestos al sol, a la lluvia, a los mosquitos transmisores del dengue y el paludismo pero sobre todo, a las serpientes venenosas. El corte de café ha sido calificado, de hecho, como una de las peores formas de trabajo infantil en América Latina (Van den Berge, Baas, Ensing, & Quiroz, 2008). Las víctimas del envenenamiento por serpiente sufren extremo dolor y si no reciben el tratamiento oportunamente (suficientes dosis de suero antiofídico), pueden morir o padecer de amputaciones y otras secuelas permanentes. Esto sucede cotidianamente en el campo sin que nos percatemos de ello y sin que establezcamos en nuestro imaginario, la conexión existente entre el consumo (nuestro consumo) y la producción. Pero no solamente el café está involucrado en esta dinámica ecosistémica. También lo están todos los productos agrícolas y de la selva (cardamomo, hule, maíz, frijol, tomate, chile, pimienta y tantos otros) que son cosechados directamente por los campesinos. Nuestra responsabilidad como consumidores, debería partir de exigir políticas de responsabilidad social a las empresas productoras de las mercancías. El papel del hombre en los ecosistemas En los ecosistemas hay organismos que producen su propio alimento y organismos que, al no poder producir su alimento, deben obtenerlo consumiendo a otros. En ecología, a los organismos que consumen una parte o la totalidad de otro organismo, les llamamos depredadores. El hombre es un depredador que consume plantas y animales. Pero el hombre es un tipo especial de depredador. A diferencia de la gran mayoría de los depredadores, el hombre ha aprendido a cultivar sus presas. Cultivamos plantas y cultivamos animales. Cuando consumimos hojas de una planta, estamos parasitando la planta. Cuando consumimos las semillas (tal como lo hacemos con el maíz y el frijol), estamos depredando la planta. Cada semilla destruida es un organismo cuya vida estamos terminando. Cuando consumimos animales (como los pollos, las vacas, los cerdos y todo lo que comemos), estamos depredando. El hombre es un depredador tan eficiente que logró sustituir la cacería por la agricultura y por la ganadería, convirtiendo así sus presas en mercancías. Crecimiento de la cría de tilapia nilótica (Oreochromis niloticus) utilizando hojas de chipilín (Crotalaria longirostrata) 8 como sustituto parcial del alimento balanceado http://www.veterinaria.org/revistas/redvet/n101016/101606.pdf

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Cuando el hombre logró superar la cacería ‒salvo en el caso de algunas comunidades donde la cacería es aún un medio importante de subsistencia‒, tuvo tiempo libre para ocuparse en otras cosas. Estas cosas le han servido para procurar una mayor comodidad y para seguir domando la tierra silvestre, alterando la dinámica de los ecosistemas naturales. Ahí tenemos entonces al Homo sapiens moderno, depredando ecosistemas enteros y creciendo en número a expensas de sus conquistas. Los ecosistemas artificiales, también son naturales En el sentido estricto, el hecho que un ecosistema haya sido intervenido por el hombre no significa que este no sea natural. Si el Homo sapiens pertenece a la naturaleza, es decir, si es un ser de este mundo y no de otro, entonces es un ente natural. En tal sentido, sería más propio denominar antrópico a un ecosistema intervenido, y no artificial. Claro está que etimológicamente, artificial significa hecho por la mano del hombre pero también significa no natural o falso. En contraposición, el término antrópico (del griego anthropos, hombre) denota únicamente la intervención del hombre pero no desestima la calidad de natural que tiene Homo sapiens. Conclusión Swift (2006), decía que la felicidad consiste en estar siempre bien engañado y, de cierto modo, en lo que respecta a nuestros efectos sobre los ecosistemas, estamos siempre bien engañados. Podría pensarse que es más propio decir que permanecemos ignorantes. Sin embargo, eso sería un eufemismo pues los productores de las mercancías (café, huevos, lácteos, carne, vegetales, etc.) están, en cierta medida, conscientes de los efectos colaterales de los procesos de producción. Sin embargo, corregir las prácticas productivas supone impactos económicos. Los productores suelen externalizar los costos para mejorar la rentabilidad de la operación. En ese proceso de externalización de costos, los consumidores, que siempre queremos buena calidad pero a bajos precios, tenemos nuestra cuota de responsabilidad. Una internalización de costos para lograr una producción más responsable, supondría la mejora de las condiciones laborales ‒y de vida‒ de los empleados agrícolas, pero también la eliminación o reducción de los impactos ecológicos de esa producción. Lógicamente, este aumento de los costos de producción se traduciría en el aumento de los precios de venta. La pregunta obligada es entonces: ¿estamos los consumidores ‒toda vez develadas las relaciones entre la satisfacción de nuestras necesidades y los ecosistemas‒ dispuestos a pagar un mayor precio por las mercancías? La respuesta está por verse. Un buen primer paso sería reconocer y aceptar el Crecimiento de la cría de tilapia nilótica (Oreochromis niloticus) utilizando hojas de chipilín (Crotalaria longirostrata) 9 como sustituto parcial del alimento balanceado http://www.veterinaria.org/revistas/redvet/n101016/101606.pdf

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hecho que siempre impactamos a otros con nuestras decisiones y con nuestras acciones. El siguiente paso sería exigir una producción responsable y una producción responsable sería aquella cuyos procesos se integran cual engranajes, a la maquinaria del desarrollo sostenible. Finalmente, el desarrollo sostenible es aquel escenario en el que los aprovechamientos ‒no las explotaciones‒ se hacen de tal forma que los recursos naturales estén disponibles para las generaciones venideras, procurando la calidad de vida y la equidad para las poblaciones humanas. Para ello, es importante asumir nuestra responsabilidad porque si continuamos creyéndonos inocentes, seguiremos invirtiendo nuestra energía en la crítica de lo que juzgamos malo. Lógicamente, las generaciones presentes y las venideras dependen de que el milagro de la naturaleza siga funcionando y para ello, todos deberíamos aplicar la visión ecosistémica a nuestra ética cotidiana. Referencias   

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Brewer, M. B. (1999). The psychology of prejudice: Ingroup love and outgroup hate?Journal of social issues, 55(3), 429-444. Castoriadis, C. (1998). The imaginary institution of society. Cambridge MA: Mit Press. Gentry, A. H. (1982). Neotropical floristic diversity: phytogeographical connections between Central and South America, Pleistocene climatic fluctuations, or an accident of the Andean orogeny? Annals of the Missouri Botanical Garden, 557-593. Marx, K. (1998).El capital. Libro primero. El proceso de producción del capital. Madrid: Siglo XXI. Swift, J. (2006).A Tale of a Tub: Written for the Universal Improvement of Mankind-(1704). California: Pomona Press. Van den Berge, M., Baas, L.,Ensing, A.,& Quiroz, L. (2008):Las Peores formas de Trabajo Infantil en América Latina: Identificación de Opciones Estratégicas. Amsterdam: Fundación IREWOC (International Research on Working Children).

REDVET: 2016, Vol. 17 Nº 10 Este artículo Ref. 101606 está disponible en http://www.veterinaria.org/revistas/redvet/n101016.html concretamente en http://www.veterinaria.org/revistas/redvet/n101016/101606.pdf REDVET® Revista Electrónica de Veterinaria está editada por Veterinaria Organización®. Se autoriza la difusión y reenvío siempre que enlace con Veterinaria.org® http://www.veterinaria.org y con REDVET®- http://www.veterinaria.org/revistas/redvet

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