La ruralidad chilena actual Aproximaciones desde la antropología

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Descripción

La ruralidad chilena actual

Aproximaciones desde la antropología

LA RURALIDAD CHILENA ACTUAL Aproximaciones desde la Antropología

Edición de

Roberto Hernández Aracena Luis Pezo Orellana

CoLibris

Santiago de Chile

HERNÁNDEZ ARACENA, ROBERTO & LUIS PEZO ORELLANA (eds.) 2010. — La Ruralidad chilena actual: Aproximaciones desde la antropología. - Santiago de Chile: CoLibris, 2010, 388 p. Con el patrocinio de:

Colegio de Antropólogos de Chile www.colegioantropologos.cl

Facultad de Ciencias Agronómicas Universidad de Chile www.agronomia.uchile.cl

Corporación de Desarrollo de las Ciencias Sociales www.cdcs.cl

Diseño y portada: Jorge López F. Documentación bibliográfica: Florence Paul

© CoLibris ediciones, Santiago de Chile, 2010 © Roberto Hernández Aracena 2010 © Luis Pezo Orellana 2010

Registro de propiedad intelectual Nº 195.937 ISBN: 978-956-8993-00-9

Todos los derechos reservados. No se permite reproducir, almacenar en sistemas de recuperación de la información y transmitir parte alguna de esta publicación, cualquiera que sea el medio empleado –electrónico, mecánico, fotocopia, grabación, etc.– sin el permiso previo de los titulares de los derechos de propiedad intelectual.

CoLibris ediciones J.M. Infante 792 Providencia, Santiago de Chile www.colibris-ediciones.com

Índice

ROBERTO HERNÁNDEZ ARACENA & LUIS PEZO ORELLANA Presentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7

ROBERTO HERNÁNDEZ ARACENA & LUIS PEZO ORELLANA La antropología rural chilena en las dos últimas décadas. Situación y perspectivas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13

JUAN CARLOS RODRÍGUEZ TORRENT & HERNÁN SALAS QUINTANAL La nueva ruralidad. Una propuesta conceptual desde la antropología política y espacial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . 45 GONZALO DÍAZ CROVETTO Descifrando las localidades rurales. Algunas reflexiones, problemas y dilemas de las antropologías rurales . . . . . . . . . . . . . . 79

SERGIO GONZÁLEZ RODRÍGUEZ Identidad, ciudadanía rural y nueva ruralidad. El impacto de las modernizaciones en localidades rurales de la Región Metropolitana de Chile . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 111 5

ROBERTO HERNÁNDEZ ARACENA & CARLOS THOMAS WINTER La educación rural en Chile. Retos y propuestas para las próximas décadas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 135

LUIS PEZO ORELLANA Jóvenes rurales en Chile: Aproximaciones a su realidad y problemáticas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 179

YANKO GONZÁLEZ CANGAS Ruralidades alteradas & juventudes juvenilizadas. De la soltería al metal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 201

VANESSA ROJAS CASTRO Representaciones sociales de las TIC’s en la juventud rural de Paine . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 233 MARCELO GONZÁLEZ GÁLVEZ Cuando se necesitan representantes pero no se admite la representación. El líder mapuche rural y su encrucijada ontológica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 253

ANDRÉS DONOSO ROMO Organizaciones sociales y neoliberalismo. Reflexiones desde una experiencia en Peralillo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 277

ANDREA CHAMORRO, JUAN PABLO DONOSO & RAFAEL CONTRERAS Pobreza y fragilidad socioambiental. El caso de Río Hurtado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 291 NIKOLAS STÜDEMANN HENRÍQUEZ Producción caprina tradicional. Perspectivas y reflexiones desde la antropología . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 325

LUIS PEZO ORELLANA & ROBERTO HERNÁNDEZ ARACENA Bibliografía selecta sobre antropología rural en Chile (1990-2007) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 367

Reseña de los autores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 385

Roberto Hernández Aracena Luis Pezo Orellana

Presentación

En las tres últimas décadas del siglo XX y la primera del siglo XXI, hemos presenciado profundos cambios políticos, sociales, económicos, culturales y ambientales en el mundo rural chileno, los que han afectado a la esencia misma de la ruralidad, provocando fronteras difusas y superpuestas entre lo urbano y lo rural. La ciudad ha invadido al campo con diversas manifestaciones tangibles e intangibles que han penetrado hasta los últimos espacios rurales, y a su vez, en los sectores periféricos de las grandes y medianas ciudades, perviven numerosos asentamientos rurales o se han instalado productores agrícolas que se rigen por una racionalidad económica proveniente de una economía globalizada. Esta situación de transformaciones tan dinámicas y profundas constituye un objeto de estudio complejo y a su vez motivador para los investigadores de la ruralidad, tanto en lo referente a sus procesos generales como a las diversas expresiones locales ante un mundo global. El comprender e interpretar tales procesos y sus manifestaciones, constituye un reto imperativo de abordar, tanto para la antropología como para otras disciplinas. Sin embargo, si observamos la trayectoria del conocimiento antropológico sobre lo rural en Chile, no se refleja una gran producción de trabajos, con excepción de la primera década del siglo 7

LA RURALIDAD CHILENA ACTUAL

XXI y especialmente en los últimos cinco años. La trayectoria de la antropología rural en Chile comienza a principios de los años 70, pero se vio tempranamente afectada por las dificultades propias de las condiciones sociopolíticas existentes en las décadas de los 70 y 80. Esto implica que tenemos una deuda de arrastre de nuestra disciplina con respecto al conocimiento general y particular de lo que se ha venido en llamar “nueva ruralidad” en Chile. En la últimas dos décadas, la mayoría de los trabajos en antropología rural han sido de carácter específico y desagregados de los procesos generales que han acaecido en el agro chileno. Pese a la existencia de algunos trabajos de amplitud teórica, los esfuerzos realizados hasta ahora han sido insuficientes para tener un cuadro general tanto teórico como orgánico que nos permita afirmar que hay una consolidación disciplinaria de la antropología rural, lo cual, a su vez, no le ha permitido a esta disciplina contar con una presencia significativa en los debates académico-científicos y en las políticas que recaen sobre el mundo rural y sus poblaciones. Los Congresos Chilenos de Antropología han sido las principales instancias que han permitido la reunión de investigadores dedicados a los temas rurales, gracias a la celebración de sendos simposios de antropología rural en los años 1998, 2004, 2007 y el próximo a celebrarse en San Pedro de Atacama, en octubre del año 2010. A nuestro juicio, estas instancias son muy valiosas para el intercambio y retroalimentación de conocimientos y experiencias, pero por lo general no logran traspasar las fronteras disciplinarias ni tampoco alcanzan una difusión suficiente hacia un público más amplio. En miramiento de esta situación general, los editores de este libro tomamos la decisión de recopilar y seleccionar las ponencias más representativas sobre las diversas líneas de investigación antropológica referentes a los problemas rurales, a fin de organizar, editar y difundir un libro que aborde la ruralidad chilena actual, con artículos de buen nivel científico que contribuyan a fomentar el debate y la construcción de propuestas que impulsen un mayor desarrollo disciplinario, teniendo a su vez presente la divulgación de este conocimiento hacia un público lector que se encuentre más allá 8

PRESENTACIÓN

de las fronteras de la antropología, en el mundo académico, en el ámbito de las instituciones y organismos dedicados al mundo rural, y también a las comunidades rurales y sus representantes. Es importante destacar que este libro es el producto colectivo de un grupo de antropólogos particularmente interesados en descifrar ese nuevo mundo rural que presenciamos hoy en constantes cambios, con una dinámica cada vez más compleja y rica en sus expresiones locales y regionales. Nos hemos propuesto romper con la excesiva individualidad que muchas veces ha caracterizado la producción antropológica, invitando a compartir, debatir, reflexionar, y sobre todo, transitar en una empresa común hacia los ámbitos teóricos, metodológicos y aplicados, que nos permitan comprender la ruralidad presente en todos los ámbitos del campo chileno. Agradecemos profundamente el aporte desinteresado de los autores que nos entregaron sus hallazgos, reflexiones y temas de debate sobre la ruralidad chilena actual, así como la exposición de sus líneas de investigación, que nos posibilitan el poder armar un cuadro sobre cuáles son los intereses de la antropología académica y profesional, desnudando los vacíos que tenemos para un conocimiento más amplio y más profundo de los procesos que se encuentran en pleno desarrollo. En un primer artículo, a modo de introducción, Roberto Hernández y Luis Pezo presentan una panorámica del desarrollo de la antropología rural chilena durante las últimas dos décadas. A continuación, Juan Carlos Rodríguez y Hernán Salas entregan una propuesta conceptual para interpretar los procesos políticos y espaciales que marcan la ruralidad latinoamericana de los últimos años. Gonzalo Díaz Crovetto expone argumentos teóricos y empíricos para descifrar a las localidades rurales en sus diversas expresiones en un contexto global. Sergio González da cuenta del impacto de la modernidad sobre la ciudadanía y las identidades locales en el marco de la nueva ruralidad. Roberto Hernández y Carlos Thomas analizan y reflexionan sobre el rol principal de la educación rural ante los cambios en el agro y sus imperativos de renovación y de redefinición del quehacer educativo. 9

LA RURALIDAD CHILENA ACTUAL

La emergencia que ha tenido el tema de la juventud rural en la investigación antropológica contemporánea, está representada en tres artículos presentes en este libro. Luis Pezo analiza diversos aspectos de la situación y problemáticas de los jóvenes rurales en la sociedad chilena actual. Yanko González examina en profundidad la construcción de identidades y culturas juveniles influenciadas por las transformaciones de la ruralidad y su vinculación al mundo urbano. Vanessa Rojas presenta los resultados de una investigación sobre el impacto de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC’s) en las representaciones sociales de los jóvenes rurales, que les muestran un mundo ajeno a su realidad local. Pasando a otras temáticas de relevancia, Marcelo González aborda el tema del liderazgo entre las comunidades mapuches, y de las problemáticas que presenta para las relaciones con el Estado chileno. Andrés Donoso expone las dificultades para la formación de líderes comunitarios, capaces de actuar en un escenario marcado por fundamentos neoliberales. Andrea Chamorro, Juan Pablo Donoso y Rafael Contreras analizan los problemas socioambientales y sus relaciones con la pobreza rural en el valle del río Hurtado (Región de Coquimbo). En un estudio realizado en la misma región, Nikolas Stüdemann describe y analiza las formas tradicionales de producción caprina, que se resisten a desaparecer ante los embates de un modelo de desarrollo globalizado. Finalmente, Luis Pezo y Roberto Hernández entregan una bibliografía selecta de antropología rural chilena, organizada sobre la base de áreas temáticas, para su difusión y utilización por parte de estudiantes e investigadores interesados en los asuntos rurales. Como se puede ver, el libro contiene una variedad de temas que reflejan la complejidad y diversidad de las realidades rurales actuales, y a su vez, se encuentran diferentes miradas y enfoques sobre estas materias, lo cual también refleja la heterogeneidad de pensamiento que existe entre los autores, lo que en una visión de conjunto contribuye a enriquecer el debate y la comprensión de los fenómenos socioculturales que se dan en el campo chileno. Las virtudes de la etnografía como método principal y el abordaje complejo de la 10

PRESENTACIÓN

reflexión antropológica, que distingue y pone en relieve la diversidad cultural de nuestras sociedades, son aspectos clásicos de nuestra disciplina que están presentes en el libro, pero también se puede aquí percibir el ímpetu de los autores por nutrirse de variadas fuentes y por recorrer distintos campos teóricos en busca del diálogo que estos asuntos requieren y al cual invitamos cordialmente a participar. Santiago de Chile, septiembre de 2010.

La antropología rural chilena en las dos últimas décadas Situación y perspectivas

Roberto Hernández Aracena Luis Pezo Orellana INTRODUCCIÓN

América Latina ha presenciado desde la década de los setenta los efectos de un proceso de globalización económica que se ha manifestado principalmente con la instalación de un modelo de desarrollo a escala mundial, obligando a las economías nacionales a integrarse a este sistema económico para evitar serias consecuencias negativas en su desarrollo ante las condiciones impuestas por este nuevo orden. Este proceso también impactó fuertemente a los diversos ámbitos de las sociedades nacionales, en lo que se refiere a sus sistemas políticos, sociales, culturales y ambientales, y particularmente, a las poblaciones más excluidas socialmente, del campo y la ciudad. En el caso chileno, el mundo rural, como parte de este sistema globalizado, ha sufrido profundas transformaciones en los ámbitos arriba mencionados, más evidentes en las últimas dos décadas del siglo XX y la primera del siglo XXI. Ello ha implicado cambios en –––––––––– — Una primera versión de este texto fue publicada originalmente en AIBR: Revista de Antropología Iberoamericana, Madrid, mayo-agosto 2009, vol. 4, nº 2, p. 204-228.

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LA RURALIDAD CHILENA ACTUAL

la situación de las culturas locales, en los estilos y calidad de vida de las poblaciones, en las formas de producción de bienes y servicios, en las condiciones laborales, en las redes y actores sociales, y en las situaciones medioambientales. Este proceso de cambios profundos y de diversa naturaleza ocurridos en las sociedades rurales a nivel mundial, y particularmente, en los países del tercer mundo, ha llevado a gran parte de los autores que se ocupan de dicha problemática a utilizar el concepto de «nueva ruralidad», como un elemento teórico que procura comprender la profundidad y complejidad de los cambios que se han producido en el sector rural desde la década de los ochenta. El presente artículo pretende continuar y profundizar un trabajo anterior de uno de los autores, 1 entregando una mirada analítica y proyectiva de la antropología rural chilena en las últimas dos décadas, disciplina que ha abordado desde un punto de vista sociocultural los cambios profundos sucedidos en las estructuras agrarias, la intervención de nuevos actores sociales que han contribuido a estas transformaciones, y las respuestas culturales de las poblaciones rurales ante las imposiciones de la globalización, entendidos como mecanismos de resistencia o adaptación a las nuevas condicionantes que operan en el campo. Por lo tanto, se abordarán las siguientes interrogantes: ¿cuál ha sido el desarrollo de la antropología rural en Chile en las dos últimas décadas?, ¿cuáles son los grandes temas abordados y sus principales aportes?, y ¿cuál es la proyección que tiene esta disciplina para los próximos tiempos? Para realizar esta tarea se ha elaborado un catastro como base que incluye 272 trabajos publicados en el período comprendido entre 1990 y 2007, incluyendo tesis de postgrado y memorias de título, ponencias en congresos nacionales e internacionales, artículos en revistas especializadas, capítulos o libros publicados y principales manuscritos con carácter de documentos de trabajo. La distribución de estos trabajos según el tipo de documento se puede observar en la tabla 1. –––––––––– 1. R. HERNÁNDEZ (2003), «Antropología de lo rural en Chile», in: N. Richard (ed.), Movimientos de campo, Guatemala, 2003.

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LA ANTROPOLOGÍA RURAL CHILENA EN LAS DOS ÚLTIMAS DÉCADAS

Distribución de trabajos según tipo de documento entre los años 1990 y 2007 Tipo de material N° 00 % ————————————————— Libros 10 0003,7 Capítulos de libro 10 0003,7 Documentos de trabajo 19 0007,0 Artículos de revistas 57 0021,0 Tesis 78 0028,6 Ponencias 98 0036,0 ————————————————— Totales 000000272000 0100,0 —————————————————

Tabla 1 Fuente: elaboración propia

Para confeccionar el catastro se realizó una búsqueda bibliográfica en diversas fuentes, 1 empleando los siguientes criterios para concurrir a la categoría de «antropología rural chilena»: 1) que el autor o uno de los autores sea antropólogo o tenga estudios de postgrado en antropología, 2) que los temas abarquen lo amplio del mundo rural chileno, más allá de lo estrictamente agrario y 3) se descartaron aquellos títulos que, no obstante teniendo un componente rural, estaban más dedicados a otras ramas antropológicas en desarrollo, como la antropología indígena, la antropología médica o la antropología de la educación. El catastro se ordenó diferenciadamente por año de publicación, por tipo de documento y por áreas temáticas, información que, aún cuando no sea exhaustiva, nos permite obtener una visión panorámica de la disciplina en las últimas dos décadas. –––––––––– 1. Las fuentes de búsqueda utilizadas fueron las siguientes: a) Catálogos on line: Universidad de Chile, Universidad Academia de Humanismo Cristiano, Universidad Bolivariana, Universidad Católica de Temuco, Universidad Austral de Chile; Centro para el Desarrollo de la Mujer (CEDEM); b) Congresos (actas o libros de resúmenes): Congresos Chilenos de Antropología, Primer Congreso Latinoamericano de Antropología, VI Congreso Latinoamericano de Sociología Rural (ALASRU); c) Revistas de Ciencias Sociales: Revista de Antropología Rural, Revista Chilena de Antropología, Revista Werkén, Revista Austral de Ciencias Sociales, Chungará, Estudios Atacameños, Revista de Ciencias Sociales (UNAP), Cinta de Moebio, Revista Mad, Proposiciones, Revista de la CEPAL, Anales de la Universidad de Chile, Ciencias Sociales Online; d) Visitas a centros de documentación: Grupo de Investigaciones Agrarias (GIA).

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LA RURALIDAD CHILENA ACTUAL

Comenzaremos nuestro artículo entregando una descripción de la situación actual del sector rural chileno, para luego exponer los resultados del análisis y las proyecciones de la antropología rural en el país. Con respecto a la bibliografía expuesta en este trabajo, hemos optado por una selección de títulos que se destacan en los diversos temas analizados, así también como aquellos que ejemplifican las diversas tendencias de investigación existentes. 1 EL CONTEXTO RURAL ACTUAL DE CHILE

El contexto general que ha contribuido a la conformación de una nueva ruralidad en las sociedades latinoamericanas, y particularmente en la chilena, está signado por la imposición de un modelo de desarrollo «hacia afuera», a pesar de la resistencia de varios sectores sociales excluidos de este proceso. Este modelo de desarrollo se caracteriza por la globalización de los sistemas agroalimentarios, por la producción de materias primas y alimentos para el primer mundo, por la apertura de los mercados hacia un ámbito global, y por un Estado que ha desempeñado un rol de promotor y de apoyo a este desarrollo, con la aplicación de políticas neoliberales y de ajuste estructural. En el caso de Chile, las condiciones sociopolíticas impuestas por la dictadura militar entre los años 1973 y 1990, permitieron instaurar tempranamente el modelo neoliberal, y también revertir las transformaciones que se habían logrado con la reforma agraria de los gobiernos anteriores, mediante lo que se ha llamado la «contrarreforma» del gobierno militar. Como resultado estructural, la tenencia de las tierras de los campesinos «reformados», en un alto porcentaje y de forma paulatina, volvieron a sus antiguos dueños o bien han sido adquiridas por los nuevos actores capitalistas que se incorporan al campo para el desarrollo de una agricultura de exportación. Como consecuencia de esto, hoy existe nuevamente una fuerte concentración de las tierras de vocación agropecuaria en

–––––––––– 1. Inevitablemente quedaron muchos trabajos sin ser referidos, pero ello obedece principalmente a consideraciones relativas a la extensión de este artículo.

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pocos propietarios, similar a la situación de 1955, antes de la reforma agraria. 1 El mundo rural chileno ya había sido impactado por un proceso de modernización productiva y de estilos de vida de sus poblaciones desde la década de los cincuenta. La globalización ha contribuido a profundizar muchos de los cambios provocados por la modernización, 2 pero a su vez, introdujo nuevas transformaciones tanto en la ruralidad misma como en sus vinculaciones con el mundo urbano, poniendo en cuestión la dicotomía conceptual entre lo urbano y lo rural. En la dimensión socioambiental se destacan nuevos patrones de uso y significado de los espacios rurales, lo que implica nuevas relaciones entre el hombre y la naturaleza. Esto ha generado un mayor deterioro, contaminación y degradación del medioambiente, y cambios en los paisajes culturales. Hay una revalorización de lo rural tanto en relación a los ambientes naturales como a los estilos de vida de sus poblaciones, provocando nuevos patrones de asentamientos humanos. En la dimensión económica-productiva surgen nuevas formas de producción agropecuaria orientadas a los mercados globales. Se acentúan las tendencias a la especialización de los productores agropecuarios, expresado en una alta presencia de monocultivos, en función de las demandas de los mercados del primer mundo. Existe un notorio predominio de una agricultura de exportación, pero a su vez persiste la agricultura campesina, con diversos niveles de integración y también de exclusión con respecto a los sistemas agroalimentarios globalizados. Se aprecian fuertes asimetrías en las cadenas productivas y de comercialización, y una marginación del campesinado en términos de acceso a los medios de producción, a la modernización de la agricultura y a la integración a los mercados. Lo anterior ha –––––––––– 1. L. PEZO (2007), «Construcción del desarrollo rural en Chile», in: Revista Mad, Santiago de Chile, septiembre 2007, nº 17. 2. El concepto de «modernización», ampliamente utilizado por los autores de las ciencias sociales en América Latina, en su aplicación a los estudios agrarios se refiere a los procesos de cambios de diversa naturaleza, principalmente técnico-productivos y socioculturales, que se han producido en las sociedades rurales latinoamericanas, siguiendo modelos de desarrollo y estilos de vida provenientes de las sociedades del primer mundo, lo que ha provocado fuertes tensiones sociales.

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sido acompañado de un creciente aumento del trabajo asalariado y del empleo en actividades no agrícolas en las zonas rurales. En la dimensión social se destaca la emergencia de nuevos actores, algunos de los cuales se imponen en las relaciones económicas (empresas trasnacionales, agroexportadores y grandes productores reconvertidos) y nuevas redes de relaciones sociales que han modificado la morfología de las sociedades rurales. Surgen nuevas formas campesinas como consecuencia de su búsqueda de una funcionalidad con respecto al modelo global de desarrollo y el gran incremento de poblaciones rurales excluidas de los procesos de modernización y globalización del agro chileno. Esto ha provocado, como en el resto de América Latina, el surgimiento de movimientos sociales de resistencia o de búsqueda de desarrollos alternativos, como respuestas a la globalización y al modelo de desarrollo imperante. Es el caso de campesinos sin tierra, trabajadores temporales, poblaciones indígenas, mujeres y jóvenes rurales. Las condiciones laborales se caracterizan generalmente por la precariedad e inestabilidad de los empleos, los bajos salarios, y la notable insuficiencia de beneficios previsionales. Cerca de un 13% de la población de Chile vive en el sector rural, y si bien los indicadores de pobreza han disminuido en los últimos años, alcanzando actualmente a un 12% de los habitantes rurales, persisten serias desigualdades socioeconómicas y de oportunidades en relación a la población urbana. 1 En la dimensión cultural hay desencuentros entre las culturas locales y las formas culturales provenientes de la globalización, provocando respuestas locales que no obedecen a patrones comunes, sino a una amplia diversidad cultural. Es interesante el proceso de revalorización de lo rural y de lo que significan las culturas locales, en el contexto de la búsqueda de una identidad basada en el territorio, las vocaciones productivas, y en el patrimonio natural, histórico y cultural. Sin embargo, no se pueden desconocer los cambios en los estilos y proyectos de vida de las poblaciones rurales, sobre todo –––––––––– 1. Estas cifras han sido tomadas de INE (2002), Censo nacional de población y vivienda, Santiago de Chile, 2003, y MIDEPLAN (2006), Encuesta de caracterización socioeconómica nacional, Santiago de Chile, 2006.

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de las nuevas generaciones, como consecuencia de las transformaciones anteriormente señaladas y del impacto de los medios de comunicación e información que han penetrado en el mundo rural. EL DESARROLLO TEMÁTICO DE LA ANTROPOLOGÍA RURAL CHILENA ENTRE LOS AÑOS 1990 Y 2007

Una visión del desarrollo disciplinario de la antropología rural en Chile está marcada desde sus inicios, a principios de los años setenta, por el contexto sociopolítico impuesto por el gobierno militar que ejecutó medidas represivas con respecto a las expresiones críticas de las ciencias sociales, fundamentalmente localizadas en las universidades. Por esta razón, la trayectoria de esta disciplina en los años setenta y ochenta está caracterizada por la superación parcial de los escollos impuestos por la dictadura, destacándose la producción de conocimiento antropológico por parte de organizaciones no gubernamentales, financiadas desde el exterior. 1 Pero con el advenimiento de los gobiernos democráticos desde 1990, se inicia un proceso de desarrollo de la antropología rural centrado en el estudio de diversos temas concernientes a los cambios producidos en el mundo rural. La primera década del siglo XXI se destaca por la notable producción de trabajos antropológicos, tanto en cantidad como variedad temática, provenientes fundamentalmente de los centros académicos (véase gráfico 1). Este fenómeno disciplinario está sustentado en el surgimiento de nuevas unidades académicas de antropología en varias universidades chilenas, en la realización, cada tres años, de congresos nacionales de antropología, en la participación de investigadores chilenos en congresos internacionales, en la publicación de algunos libros o capítulos sobre antropología rural, y la creación de nuevas revistas de ciencias sociales donde tienen cabida los estudios rurales. –––––––––– 1. R. HERNÁNDEZ (2003), «Antropología de lo rural en Chile», in: N. Richard (ed.), Movimientos de campo, Guatemala, 2003.

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Distribución porcentual de publicaciones en antropología rural (1990-2007), según rangos de años

Gráfico 1 Fuente: elaboración propia

La revisión del listado de trabajos en antropología rural publicados entre los años 1990 y 2007, determina un predominio (61%) de estudios de casos, principalmente investigaciones de carácter etnográfico, lo cual constituye un aporte sustancial de esta disciplina para la comprensión de la nueva ruralidad en Chile con sus diversas expresiones locales, sentando las bases para un análisis e interpretación más profunda de la riqueza y complejidad de los fenómenos socioculturales que han acontecido en el mundo rural chileno. Esto representa un paso necesario, pero no suficiente, para alcanzar instancias superiores del desarrollo disciplinario que nos lleve a construir bases teóricas y conceptuales capaces de explicar y comprender estos procesos. Como se puede ver en la tabla 2, los estudios centrados en aspectos teóricos y conceptuales alcanzan sólo un 6% de la muestra analizada. El resto de los trabajos (33%) se distribuye en propuestas y metodologías para la intervención social, perspectivas panorámicas y trabajos destinados a aportar al desarrollo disciplinario tanto en ámbitos generales como específicos, entre otros. 20

LA ANTROPOLOGÍA RURAL CHILENA EN LAS DOS ÚLTIMAS DÉCADAS

Distribución temática de la antropología rural chilena (1990-2007) 1

Tema 0000% ————————————————————————— Intervención social y desarrollo rural 19 Estudios rurales indígenas 16 Poblaciones costeras e insulares 11 Estudios rurales socioambientales 10 Género y estudios rurales 8 Educación rural 7 Aspectos productivos 7 Identidad 7 Juventud rural 6 Capital social 6 Teorías y conceptos 6 Impactos de la modernización y globalización 5 Territorio rural 4 Patrimonio cultural rural 4 El trabajo y relaciones laborales en el mundo rural 3 Organizaciones sociales rurales 3 Comunidades agrícolas de la IV región 3 Estudios sobre el campesinado 3 Desarrollo de la antropología rural y los estudios rurales 3 Artesanías 3 Redes y relaciones sociales en el mundo rural 3 Otros 13 —————————————————————————

Tabla 2 Fuente: elaboración propia

El análisis realizado permite señalar que los temas más trabajados por la antropología rural son: la problemática del desarrollo rural (19%) y las investigaciones sobre los grupos indígenas rurales de las etnias mapuche, aymara y atacameña (16%). –––––––––– 1. Es necesario precisar que los porcentajes de la tabla 2 corresponden a la relación de cada uno de los temas con la totalidad de trabajos que configuran la muestra analizada y no a la relación entre temáticas. Ello ocurre porque hay trabajos que se ubican en más de una categoría. Por ejemplo, los trabajos referidos al desarrollo rural indígena se ubican en «intervención social y desarrollo rural» y en «estudios rurales indígenas».

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LA RURALIDAD CHILENA ACTUAL

El tema del desarrollo rural ha tenido un notable impulso en la última década, constituyéndose en la principal materia abordada por los estudios antropológicos. Lo anterior es producto de la necesidad de analizar y evaluar las numerosas experiencias de intervención en el mundo rural chileno, correspondientes a políticas desplegadas tras el fin de la dictadura militar, con el objetivo de proponer una visión antropológica de los problemas sociales y de los procesos de intervención en el marco del modelo neoliberal predominante. La principal tendencia de las publicaciones se orienta a tratar aspectos prácticos y metodológicos. En la dimensión práctica se aborda el proceso de intervención, donde se recogen y sistematizan experiencias particulares y se analizan en búsqueda de lecciones y recomendaciones. 1 También se realizan propuestas de desarrollo en función de un estudio antropológico previo. En la dimensión metodológica se examinan aspectos críticos de la metodología de intervención, experiencias y propuestas innovadoras de métodos participativos y el uso de medios audiovisuales de comunicación, entre otros. 2 En estos casos se proporcionan reflexiones acerca del rol del antropólogo y de los agentes vinculados al proceso de intervención, lo cual, en la medida que se avanza hacia una mirada crítica y problematizadora, constituye un tema en donde se pueden realizar aportes de crucial relevancia. En los últimos años han surgido estudios evaluativos respecto de la efectividad e impactos de los proyectos y programas de desarrollo rural en las comunidades intervenidas, lo cual contribuye a enriquecer la discusión sobre las intervenciones y los cambios sociales y culturales que éstas han provocado en el medio rural. 3 Es necesario –––––––––– 1. Estudios específicos en esta línea son el de J. DURSTON (2001), Capacitación microempresarial de jóvenes rurales indígenas en Chile, Santiago de Chile, 2001; y H. MOYA (2007), «Desencuentros culturales en intervenciones para el desarrollo rural», in: VI Congreso Chileno de Antropología, Valdivia, 2007. 2. Véase, por ejemplo, M. BAHAMONDES (2004), Poder y reciprocidad en el mundo rural, Santiago de Chile, 2004; R. CONTRERAS & J.P. DONOSO (2007), «Medios audiovisuales, comunicación y desarrollo rural», in: VI Congreso Chileno de Antropología, Valdivia, 2007. 3. Estos trabajos han contribuido a una crítica de las intervenciones del Estado en cuanto a los efectos de los programas destinados al desarrollo rural. Así por ejemplo, el estudio de Cadenas sobre los programas desplegados por el Instituto de Desarrollo Agropecuario (INDAP) en la década de los noventa, concluye que éstos no han favorecido la autonomía económica de los pequeños productores, •••

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destacar que los estudios sobre las intervenciones de desarrollo rural se diversifican en numerosos temas (fomento productivo, asociatividad, educación y capacitación, uso de recursos naturales, desarrollo local, políticas nacionales, etc.) produciendo un amplio abanico de información. Por otra parte, existen propuestas de desarrollo rural desde estudios focalizados en ámbitos específicos, como son las juventudes rurales, las cooperativas u organizaciones productivas, el desarrollo rural indígena, la educación rural, entre otros. En una perspectiva temporal, se aprecia una evolución en los estudios antropológicos sobre el desarrollo rural en las dos últimas décadas, en la cual podemos distinguir una primera fase, desde principios hasta mediados de los años noventa, caracterizada por lo que Arturo Escobar denomina «antropología para el desarrollo», 1 en la que predomina una posición de acompañamiento y compromiso con las líneas de trabajo desplegadas por los nuevos gobiernos democráticos, la cual comienza a decantar a fines de los años noventa. Los magros resultados de las acciones dirigidas al desarrollo rural dan lugar a una segunda fase hoy vigente, en la que se aprecia una posición más crítica y reflexiva, que transita hacia una «antropología del desarrollo», encaminándose hacia nuevos rumbos. En efecto, las experiencias acumuladas y los estudios críticos conducen a muchos autores a proponer, de forma aún incipiente, nuevas alternativas de desarrollo rural que sean contestatarias de las directrices hegemónicas –––––––––– ••• pequeños productores, sino que han tenido efectos de dependencia con respecto al Estado (H. CADENAS (2003), Políticas públicas hacia la organización campesina en Chile, Santiago de Chile, 2003). Bahamondes, por su parte, sostiene que los programas han tenido una baja sostenibilidad en el tiempo y que se aprecia en los sectores campesinos una creciente desconfianza hacia las instituciones públicas (BAHAMONDES, op. cit., 2004). Para una mirada más detenida y matizada de estos procesos en distintos lugares del país, véase el estudio de J. DURSTON, D. DUHART, F. MIRANDA & E. MONZÓ (2005), Comunidades campesinas, agencias públicas y clientelismos políticos en Chile, Santiago de Chile, 2005. 1. Escobar distingue entre «antropología para el desarrollo» y «antropología del desarrollo» como formas de articulación entre la disciplina antropológica y la temática del desarrollo. La primera se corresponde con esquemas tradicionales de la antropología aplicada, en tanto se orienta a trabajar los problemas de pertinencia y de eficacia que surgen en torno a la aplicación de políticas y estrategias de desarrollo. La segunda se construye a través de una crítica del desarrollo y de la antropología para el desarrollo tal como se ha elaborado hasta el momento, centrando sus análisis «en el aparato institucional, en los vínculos con el poder que establece el conocimiento especializado, en el análisis etnográfico y la crítica de los modelos modernistas, así como en la posibilidad de contribuir a los proyectos políticos de los desfavorecidos». Cf. A. ESCOBAR (1999), El Final del salvaje, Bogotá, 1999, p. 116.

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impuestas desde el Estado y los organismos multilaterales, las que se encuentran actualmente en una acusada crisis que las ha hecho objeto de debate y cuestionamiento, particularmente en cuanto a su efectividad y legitimidad. Al respecto se evidencia una búsqueda de nuevos referentes teóricos y metodológicos que permitan una reorientación de los procesos de desarrollo rural en el actual contexto. En el ámbito teórico destaca el despliegue de enfoques sobre capital social y sobre desarrollo territorial, y en el ámbito metodológico el uso de estrategias participativas que estimulen un rol agencial y/o proceso de empoderamiento de los sujetos con respecto a su propio desarrollo. En la misma línea existen algunos estudios que examinan la relación y perspectivas de la sociedad civil con respecto al desarrollo rural. Estas nuevas tendencias tienen en común al menos tres elementos: a) el interés por la incorporación protagónica de las poblaciones rurales en los procesos de desarrollo rural; b) la visión de las intervenciones como relaciones sociales insertas en sistemas sociales y culturales particulares que requieren de una cuidadosa consideración debido a su complejidad, prestando atención a las redes sociales e interfases entre actores; y c) el énfasis en la importancia de una profundización democrática y fortalecimiento de los actores sociales rurales, lo cual permitiría avanzar en el tratamiento de las problemáticas de fondo que han sido eludidas por las políticas dominantes. 1 De forma transversal, se tornan relevantes los elementos de participación ciudadana, sustentabilidad ambiental y pertinencia sociocultural.

–––––––––– 1. Véase, por ejemplo, R. CONTRERAS (2000), «Empoderamiento campesino y desarrollo local», in: Revista Austral de Ciencias Sociales, Valdivia, 2000, nº 4; D. PEÑA (2006), Desarrollo rural, Santiago de Chile, 2006; A. DONOSO (2006), «¿Por qué exigen “por favor”?», in: Actas del 5º Congreso Chileno de Antropología, Santiago de Chile, 2006; H. CÁRCAMO (2006), «Reflexiones en torno a una epistemología para el desarrollo rural», in: Actas del 5º Congreso Chileno de Antropología, Santiago de Chile, 2006; R. CONTRERAS, A. CHAMORRO & J.P. DONOSO (2006), «Estrategias de participación social de intervenciones de desarrollo local en contextos rurales de fragilidad socioambiental», in: Actas del 5º Congreso Chileno de Antropología, Santiago de Chile, 2006; V. ROJAS (2006), «El Fortalecimiento de las organizaciones campesinas», in: Actas del 5º Congreso Chileno de Antropología, Santiago de Chile, 2006; y L. PEZO (2007), «Construcción del desarrollo rural en Chile», in: Revista Mad, Santiago de Chile, septiembre 2007, nº 17. Estos trabajos se plantean críticamente ante las estrategias de desarrollo rural predominantes y hacen eco al llamado de Durston, Duhart, Miranda y Monzó a profundizar la democracia, reducir las asimetrías y avanzar hacia una «coproducción de una sociedad deseada». Cf. J. DURSTON, D. DUHART, F. MIRANDA & E. MONZÓ (2005), Comunidades campesinas, agencias públicas y clientelismos políticos en Chile, Santiago de Chile, 2005, p. 259.

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Siguiendo la tradición de la antropología clásica, la temática indígena constituye la segunda atención preferencial de la antropología rural a lo largo de las dos décadas estudiadas. Sus enfoques se han orientado hacia las nuevas problemáticas generadas en las culturas locales, en las identidades culturales, en las organizaciones tradicionales, en las actividades productivas, y en las nuevas relaciones de las poblaciones indígenas rurales con respecto a sus territorios y los recursos naturales, como consecuencia de los cambios que ha traído la globalización en el mundo rural. 1 Además, especialmente en la última década, se destacan los estudios sobre los impactos de las intervenciones del Estado y las inversiones del sector privado sobre las comunidades indígenas, sus culturas locales, territorios y recursos naturales, muchos de los cuales han provocado conflictos sociales. 2 El caso de la represa Ralco constituye un hecho emblemático y muy polémico desde diversas perspectivas, que ha significado un reto para la antropología como disciplina que debe contribuir a la resolución de conflictos sociales y al resguardo de los principios éticos en la práctica profesional. El cumplimiento de esta responsabilidad sigue vigente frente a numerosos conflictos que han surgido posteriormente, como es el caso de Pascua Lama y Mehuín. 3

–––––––––– 1. Como ejemplos de estudios específicos en esta línea, para los casos de las etnias aymara, mapuche-huilliche y atacameños, véase, respectivamente, H. GONZÁLEZ & V. GAVILÁN (1990), «Cultura e identidad étnica entre los aymaras chilenos», in: Chungará, Arica, 1990, vol. 24-25; R. CATALÁN (1999), Mediaciones, percepciones y cotidianeidad, Santiago de Chile, 1999; R. HERNÁNDEZ & C. THOMAS (2006), «Identidad y frontera en el mundo atacameño del norte de Chile», in: AIBR, Madrid, 2006, vol. 1, nº 2. 2. Al respecto, se pueden mencionar los trabajos de M. NÚÑEZ (2002), Transformaciones culturales en Toconao por el impacto de las empresas mineras, Santiago de Chile, 2002; M. HERRERA (2002), Reasentamientos involuntarios, Santiago de Chile, 2002; A. PÉREZ (2006), La Operacionalización del discurso del desarrollo productivo en contexto indígena mapuche, Temuco, 2006; y M. GONZÁLEZ GÁLVEZ (2007), «Cuando se necesitan representantes pero no se admite la representación», in: VI Congreso Chileno de Antropología, Valdivia, 2007. 3. Pascua Lama es un proyecto minero binacional (Chile-Argentina) impulsado por la empresa Barrick Gold Corporation, que ha encontrado resistencias por parte de organizaciones ambientalistas, de agricultores y de la población del valle del Huasco (Región de Atacama), que incluye comunidades indígenas diaguitas, ante la amenaza que se cierne sobre los recursos naturales –principalmente hídricos– de la zona. Por su parte, el conflicto de la localidad de Mehuín retrata la resistencia y defensa del mar por parte de pobladores y pescadores artesanales frente a la instalación de un ducto de evacuación de desechos industriales de una planta de celulosa. Aproximaciones antropológicas a estos conflictos se pueden encontrar en M. BOURGUIGNAT & S. RAMÍREZ (2007), Pascua Lama, Santiago de Chile, 2007, para el caso de Pascua Lama, y D. GUERRA & J.C. SKEWES (2005), «Paisajes soberanos», in: Primer Congreso Latinoamericano de Antropología, Rosario, 2005, y (2006), «¿Qué fue lo que resultó?», in: Actas del 5º Congreso Chileno de Antropología, Santiago de Chile, 2006, vol. I, para el caso de Mehuín.

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Pero aún no se registran trabajos de mayor nivel que se centren hacia el análisis crítico y posiciones teóricas que aborden la problemática indígena en el contexto de la nueva ruralidad y la imposición de un modelo de desarrollo que tiende a excluir económica y socialmente a estos sectores. Un tema muy relacionado con esto es la problemática de la educación rural actual y la factibilidad de una educación intercultural, que propenda a relevar y fortalecer a las culturas indígenas mediante un proceso educativo que permita el reconocimiento y valor de la diversidad cultural. Carecemos de suficientes estudios que den respuestas a las interrogantes sobre el futuro de las comunidades indígenas, de sus culturas e identidades y de sus sistemas de subsistencia ante un mundo globalizado, y ante la intervención de diversos agentes externos, entre ellos el Estado (Ej.: Corporación Nacional de Desarrollo Indígena) y organismos multilaterales como el BID (Programa Orígenes). En el marco de la diversidad de temas estudiados por la antropología rural chilena, se destacan en un segundo plano, por el número de trabajos publicados y la importancia que tienen para el desarrollo de esta disciplina, siete temas: ruralidades costeras e insulares (11%), problemas socioambientales (10%), estudios de género (8%), educación rural (7%), identidades culturales (7%), aspectos técnico-productivos de los sistemas agrícolas (7%) y juventudes rurales (6%). La ruralidad en los territorios costeros, en donde se asientan pequeños poblados de pescadores artesanales y recolectores de recursos del mar, ha sido estudiada por la antropología social, sobre todo en la última década, en donde la mayoría de las investigaciones se dedican a los problemas que deben enfrentar los pescadores artesanales y las poblaciones costeras frente a la modernización neoliberal, 1 la acción de las grandes empresas con su explotación no sustentable de los recursos marinos, las leyes y políticas extractivas, y los –––––––––– 1. Con este término nos referimos al proceso de modernización impuesto en Chile desde los años ochenta, denominado también como «modernización globalizada» o «modernización conservadora» (Ej.: S. GÓMEZ & J. ECHENIQUE (1988), La Agricultura chilena, Santiago de Chile, 1988; J. CHONCHOL (1996), Sistemas agrarios en América Latina, México, 1996.

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conflictos ambientales. 1 También se han abordado temas productivos, ya sea referido a la persistencia de sistemas de producción tradicional o bien a proyectos de desarrollo e innovaciones tecnológicas, 2 y temas que vinculan territorios, identidades locales y paisajes costeros y marinos. 3 Un libro importante sobre cosmovisiones y modos de vida de los pueblos vinculados con los ambientes marinos, desde una perspectiva etnográfica, es el de Andrés Recasens. 4 Dentro de esta categoría se pueden incluir los estudios antropológicos insulares cuyas poblaciones manifiestan modos de vida rurales, destacándose el libro de Daniel Quiroz y Marco Sánchez sobre la Isla Mocha, 5 y los trabajos de Guillermo Brinck en el Archipiélago de Juan Fernández. 6 Pese a tratarse de iniciativas recientes, estos estudios, por su proyección podrían significar el surgimiento de una antropología insular en Chile, que se una a las investigaciones de mayor trayectoria en Isla de Pascua. 7 Por otra parte, el hecho de que Chile es un país con una gran extensión de territorio costero e insular, cada vez más poblado y entregado a diversas formas de explotación de los recursos marinos y paisajísticos con sus respectivos efectos sociales, permite predecir un aumento de estos estudios en los próximos años. Los temas socioambientales se han destacado por su importancia cada vez más creciente en el mundo rural actual y por el incremento de trabajos publicados en la última década. Sus enfoques

–––––––––– 1. En este ámbito se pueden mencionar los estudios de J.C. RODRÍGUEZ (1990), Pescadores artesanales, Santiago de Chile, 1990; P. NEIRA (2005), Las Comunidades de pescadores artesanales frente a la modernización, Santiago de Chile, 2005; E. ANTILEO (2006), «La Ley de pesca y la propuesta lafquenche», in: Revista de Antropología Rural, Santiago de Chile, 2006, nº 1, y los ya citados trabajos de D. GUERRA & J.C. SKEWES (2005), «Paisajes soberanos», in: Primer Congreso Latinoamericano de Antropología, Rosario, 2005, y (2006), «¿Qué fue lo que resultó?», in: Actas del 5º Congreso Chileno de Antropología, Santiago de Chile, 2006, vol. I. 2. Como ejemplos ilustrativos de ambas tendencias, podemos mencionar, respectivamente, los trabajos de C. ARAYA (2006), Salineros de la laguna de Cahuil, Santiago de Chile, 2006, sobre productores de sal en el borde costero, y M. ROGEL (2006), Pescadores y Estado, Valdivia, 2006, sobre pescadores artesanales y proyectos de desarrollo del Estado. 3. Un planteamiento que agrupa estas variables puede encontrarse en F. THER (2007), «Sociedades litorales», in: VI Congreso Chileno de Antropología, Valdivia, 2007. 4. A. RECASENS (2003), Pueblos de mar, Santiago de Chile, 2003. 5. D. QUIROZ & M. SÁNCHEZ (eds.) (1997), La Isla de las palabras rotas, Santiago de Chile, 1997. 6. G. BRINCK (2005), Plástico/endémico, Santiago de Chile, 2005. 7. Una señal de esta tendencia emergente es la creación reciente de un Núcleo de Investigación de la Realidad Insular en la Universidad Academia de Humanismo Cristiano.

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están dirigidos principalmente a denunciar los impactos negativos producidos por actividades productivas «no amigables» con los ambientes naturales y sus repercusiones sobre la calidad de vida de las poblaciones humanas. 1 Son importantes los trabajos que estudian la situación de los recursos naturales, especialmente en lo relacionado con la tierra y el agua, que constituyen la base de la existencia de comunidades indígenas y campesinas no indígenas pertenecientes a sectores sociales excluidos socialmente y ajenos a los beneficios de la modernización del mundo rural chileno. 2 El análisis antropológico de los conflictos ambientales en zonas rurales ha tenido una presencia emergente en los últimos cinco años, dada la considerable cantidad de conflictos de este tipo que se han suscitado en Chile, lo cual a su vez permite pronosticar un incremento de este tipo de estudios. La instalación de grandes proyectos empresariales u obras públicas que producen grandes daños ambientales, producto de un manejo no sustentable de los recursos naturales, es la causa más frecuente de conflictos sociales con las poblaciones aledañas, que suelen prolongarse en el tiempo y en condiciones asimétricas por el desequilibrio de las fuerzas actuantes, perjudicando a las comunidades afectadas. También hay algunos estudios que se preocupan de la relación de las comunidades con el medio ambiente, ya sea considerando aspectos ecológicos o la etnopercepción del ambiente. 3 La producción de conocimiento antropológico con perspectiva de género sobre el Chile rural de las últimas dos décadas se ha concentrado en estudios dedicados a las mujeres: su historia social y laboral, sus oficios y artesanías tradicionales; su masiva incorporación al mercado de trabajo de la agricultura de exportación desde –––––––––– 1. Para examinar un caso extremo de impacto ambiental y deterioro agrícola en el norte de Chile, véase A. BUSTOS (2001), «Impacto socioeconómico y cultural del deterioro agrícola en Quillagua (Provincia de Tocopilla, II Región)», in: IV Congreso Chileno de Antropología, Santiago de Chile, noviembre 2001. 2. Véase, por ejemplo, M. CASTRO & M. BAHAMONDES (1991), «Tenencia de la tierra y uso del agua en Socoroma», in: Revista Chilena de Antropología, Santiago de Chile, 1991; y M. CASTRO (1997), «Agua, derechos y cultura en los Andes del norte de Chile», in: Chungará, Arica, 1997, vol. 29, nº 1. 3. En esta línea temática, véase H. ROMERO (2005), «Movimiento ecológico y selección de hábitat entre aymaras y quechuas», in: Revista de Ciencias Sociales, Iquique, 2005, nº 15; y M. ROMO (1998), Percepción y representación del ambiente en un grupo de pastores, Santiago de Chile, 1998.

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los años ochenta y sus precarias condiciones laborales hasta hoy; sus cambios en la identidad de género, su posición en la familia, sus experiencias asociativas, entre otros temas que muestran aristas de transformaciones profundas en las relaciones de género y en la vida privada en el mundo rural. 1 Es relevante aquí el papel que ha cumplido el Centro de Estudios para el Desarrollo de la Mujer (CEDEM) para el incremento de investigaciones y publicaciones en la materia. También existen estudios dedicados a la división del trabajo según el género, 2 y sólo como excepciones se destacan un par de estudios dedicados a la masculinidad en zonas rurales. En la última década se aprecia una notoria disminución de los estudios rurales de género, en comparación con los años noventa, década en donde se produjo el 76% de los trabajos presentes en el catastro realizado. La educación ha sido y es un tema de constantes discusiones y propuestas en la búsqueda de lograr mayor equidad y calidad. Actualmente, la sociedad chilena se encuentra en un momento de fuerte revisión crítica sobre el sistema de educación formal, desde diversos sectores y agentes sociales, sin lograr acuerdos aún. Este fenómeno permite comprender mejor por qué el tema específico de la educación rural ha tenido un desarrollo importante en la última década para la antropología. El enfoque principal del tema se refiere al papel de la educación ante los cambios ocurridos en las diversas comunidades rurales, como consecuencia de la globalización y la aplicación del modelo de desarrollo que se ha impuesto en los diversos sectores de la sociedad. Teniendo en cuenta que la educación en las zonas rurales ha tenido una marcada tendencia a provocar la emigración de los jóvenes hacia los centros urbanos, desvinculándose del desarrollo rural de sus comunidades de origen, se trata de reflexionar respecto a la búsqueda y diseño de propuestas de una educación orientadora y capacitadora de las poblaciones rurales, para enfrentar con sentido crítico los retos actuales y lograr un desarrollo

–––––––––– 1. Para una mirada introductoria y panorámica de estas transformaciones, véase el artículo de L. REBOLLEDO (1997), «Las Mujeres rurales en el contexto de la modernización agraria», in: Anales de la Universidad de Chile, Santiago de Chile, octubre 1997, nº 5 (6ª serie). 2. Un interesante análisis de la cuestión puede verse en el artículo de P. DÉLANO (1997), «Trabajo, identidad y relaciones de género», in: Revista Austral de Ciencias Sociales, Valdivia, 1997, nº 1.

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rural pertinente que tenga como base la cultura local y su identidad. En función de esto han surgido algunos trabajos interesantes sobre la relación entre la educación rural y las culturas locales, y su papel en el fortalecimiento de la identidad cultural. Sin embargo, la otra dimensión del problema se refiere a los impactos negativos de la globalización sobre las culturas locales y sus identidades culturales, y cómo la educación puede contribuir a mitigar estos efectos. 1 Ante las recientes iniciativas de educación intercultural bilingüe que promueve el Estado chileno, se han producido miradas críticas sobre los resultados de estas experiencias. Por otra parte, existen algunos estudios que se orientan hacia el docente rural, su perfil e identidad profesional, y sus roles específicos por su condición social y profesional en un contexto en constante transformación. 2 El clásico concepto de identidad en los estudios antropológicos ha sido aplicado con nuevos significados en los temas rurales en el período analizado. Esto se explica principalmente por las transformaciones del mundo rural y sus poblaciones, que obligan a replantearse el concepto de lo rural y las identidades de sus habitantes. Se destaca en los últimos años el auge de estudios que examinan la relación de la identidad cultural con el territorio, probablemente motivado por las transformaciones espaciales que afectan a la ruralidad chilena en los últimos decenios, y concretamente los cambios en los patrones de uso de los espacios rurales. 3 También existen trabajos que vinculan la identidad con las nuevas actividades productivas y laborales. 4 La

–––––––––– 1. C. THOMAS & R. HERNÁNDEZ (2001), «La Educación rural», in: Anales de la Universidad de Chile, Santiago de Chile, agosto 2001, nº 13 (6ª serie). 2. Al respecto, véase C. THOMAS & R. HERNÁNDEZ (2005), «El Rol del profesor en la educación rural chilena», in: E-Rural, Valparaíso, junio 2005, vol. 3, nº 5; y M. EGERT (2007), «La Identidad profesional de docentes rurales de la Provincia de Valdivia, en el contexto de una nueva ruralidad», in: VI Congreso Chileno de Antropología, Valdivia, 2007. 3. En esta línea podemos mencionar los trabajos de G. SAAVEDRA (2001), «El Rostro de una nueva identidad», in: IV Congreso Chileno de Antropología, Santiago de Chile, 2001; H. SALAS (2001), «La Relación globalidad-localidad en la construcción de las identidades», in: IV Congreso Chileno de Antropología, Santiago de Chile, 2001; y L. OLIVARES (2005), ¿Rurales o urbanos?, Santiago de Chile, 2005. 4. Respecto a esta relación, se destacan los trabajos de Díaz Crovetto, quien ha desarrollado investigaciones en torno a las identidades y las prácticas productivas. Ej.: G. DÍAZ CROVETTO (2003), «Reflexiones sobre identidad local y prácticas productivas en una comuna rural del valle central de Chile», in: Revista POS, Brasília, 2003, vol. 7. Para el caso de los procesos identitarios de las trabajadoras y trabajadores agrícolas de temporada, véase el estudio de H. SALAS (1996), La Modernización •••

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mayoría de los estudios antropológicos conciben a la identidad como inserta en procesos de cambios culturales, lo que sienta una base para abordar con mayor profundidad las transformaciones de las poblaciones rurales. A menor escala, persisten los estudios de identidad étnica, de género, de la relación entre identidad y desarrollo, y algunas investigaciones sobre identidades juveniles. Las investigaciones de los procesos productivos en el mundo rural como expresiones socioculturales de las poblaciones locales ha sido otro de los temas clásicos de la antropología social. En las dos últimas décadas los trabajos se han orientado hacia la persistencia o tendencia a desaparecer de las prácticas productivas tradicionales, o a los procesos de transformación de los sistemas de producción campesinos y su integración a un sistema económico globalizado, que ha modificado sustancialmente al campesino como concepto y como expresión social concreta en un nuevo orden social. 1 La juventud rural ha sido uno de los temas emergentes en el período aquí analizado. Si bien las investigaciones e intervenciones tienen larga data en nuestro país, desde mediados de los años noventa hasta entrado el nuevo siglo, se vive un verdadero auge del tema a nivel latinoamericano, propiciado por organismos internacionales como CEPAL e IICA, quienes abordan el tema considerando a los jóvenes como «sujetos estratégicos» del desarrollo rural, asumiendo un marcado enfoque aplicado, destinado al diseño de políticas y acciones sectoriales. En este contexto, los trabajos de John Durston son un referente importante, 2 ya que proporcionan bases teóricas para el estudio antropológico de las juventudes rurales en el contexto latinoamericano y sus vinculaciones con el desarrollo rural. Los aportes interdisciplinarios, la realización de seminarios nacionales e internacionales y la –––––––––– ••• de la agricultura y los trabajadores temporeros de la fruta del Valle de Aconcagua, México, 1996; y el de la socióloga C. ARTEAGA (2000), Modernización agraria y construcción de identidades, México, 2000. 1. Ejemplos ilustrativos son los trabajos de M. CASTRO & M. BAHAMONDES (1995), «Pastoreo en humedales de tierras altas en los Andes del norte de Chile», in: II Congreso Chileno de Antropología, Valdivia, 1995; A. VALENZUELA (2001), «Socaire», in: IV Congreso Chileno de Antropología, Santiago de Chile, 2001; H. VARGAS (2003), Economía rural mapuche, Temuco, 2003; y P. TRONCOSO (2007), «Efectos de la gestión municipal del fomento productivo en el desarrollo rural y estrategias productivas», in: VI Congreso Chileno de Antropología, Valdivia, 2007. 2. Ej: J. DURSTON (1998), Juventud y desarrollo rural, Santiago de Chile, 1998.

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ejecución de programas de fomento productivo enfocados a los jóvenes rurales, han sido expresiones de este auge, que fue decayendo hacia la mitad de esta última década, ya que se dejó de promover el tema como línea de trabajo en el país, disminuyendo las publicaciones e intervenciones, y quedando el debate inconcluso y numerosas propuestas de intervención y políticas sin ser tomadas en cuenta. 1 No obstante lo anterior, la antropología ha sido la principal disciplina que ha continuado en los últimos años las investigaciones sobre el tema, desde enfoques más abiertos que se dirigen a comprender los procesos culturales y las identidades de los jóvenes en tanto sujetos sociales, así como sus relaciones con las nuevas realidades rurales, los efectos de la globalización y las nuevas tecnologías de la información y comunicación. 2 Existen condiciones favorables para un desarrollo de este tema, debido a la considerable densidad de trabajos sobre juventud en Chile, y del amplio consenso existente sobre la importancia de las generaciones jóvenes en el devenir de las sociedades rurales. Por último, existen algunos trabajos que se refieren a una diversidad de temas relacionados con el mundo rural, que constituyen líneas de investigación con incipientes aportes a la disciplina. En este ámbito podemos destacar los estudios del campesinado como categoría social, 3 el trabajo y las relaciones laborales, 4 y el desarrollo –––––––––– 1. Para un análisis más amplio y detallado del desarrollo de esta temática en el país, véase L. PEZO (2008), «Aproximación a la trayectoria de intervenciones e investigaciones sobre juventud rural en Chile», in: Última Decada, Valparaíso, diciembre 2008, nº 29. 2. Ejemplos de estas líneas de investigación son los trabajos de Y. GONZÁLEZ (2003), «Juventud rural», in: Nueva Antropología, México, 2003, vol. XIX, nº 63; L. Pezo (2005), «Jóvenes rurales en Chile», in: Primer Congreso Latinoamericano de Antropología, Rosario, 2005; y V. ROJAS (2007), «Representación Social de los Jóvenes sobre las TIC’s en la Nueva Ruralidad», in: VI Congreso Chileno de Antropología, Valdivia, 2007. 3. La tendencia predominante es a estudiar las comunidades campesinas y sus transformaciones producidas por diversos agentes y factores de cambio. Por ejemplo, véase J. DURSTON, D. DUHART, F. MIRANDA & E. MONZÓ (2005), Comunidades campesinas, agencias públicas y clientelismos políticos en Chile, Santiago de Chile, 2005; y C. ESPINOZA (2001), ¿Descampesinización o campesinización?», Santiago de Chile, 2001. También hay estudios que retratan el campesinado en las comunidades indígenas; véase M. ROMIEUX (1991), «Campesinos e indios en Chile», in: Revista Chilena de Antropología, Santiago de Chile, 1991, nº 10. A su vez, podemos mencionar los trabajos que versan sobre las comunidades agrícolas de la región de Coquimbo, que se caracterizan por tener una especial forma de tenencia de la tierra y organización socioproductiva. Al respecto, véase A. ZÚÑIGA (1994), Identificación y caracterización de las estrategias de reproducción económico sociales en las comunidades agrícolas de la IV región de Chile, Santiago de Chile, 1994; S. MEDINA (1995), Identidad cultural y desarrollo local en las comunidades agrícolas de la IV Región, Santiago de Chile, 1995.

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disciplinario. 1 En la última década han surgido algunas publicaciones referidas al turismo rural y las nuevas organizaciones sociales, que representan fenómenos que se han instalado recientemente en los estudios de la ruralidad chilena. 2 EL DESARROLLO TEÓRICO-CONCEPTUAL DE LA ANTROPOLOGÍA RURAL CHILENA ENTRE LOS AÑOS 1990 Y 2007

De esta revisión analítica se desprende que existe un escaso desarrollo de trabajos sobre aspectos teórico-conceptuales, ya sea de revisiones críticas sobre planteamientos teóricos, como del ejercicio productivo para una teorización acerca de los fenómenos que afectan al mundo rural chileno. 3 En la primera orientación, se puede señalar como aporte la revisión crítica de las teorías del campesinado

–––––––––– ••• 4. Los estudios sobre el trabajo y las relaciones laborales dejan en evidencia el avance del trabajo asalariado y la precariedad laboral como un producto de la modernización neoliberal de la agricultura en Chile. Algunos de estos estudios se refieren a las mujeres asalariadas, al trabajo agrícola de temporada, al trabajo infantil y a la organización del trabajo dentro de las empresas agrícolas. Ejemplos de estos estudios son: G. CERDA (1993), Las Uvas del Elqui, Santiago de Chile, 1993; A. BECERRA & R. TAGLE (2007), «Los Asalariados y asalariadas agrícolas de la localidad de Orilla del Maule y la cadena productiva de los berries», in: VI Congreso Chileno de Antropología, Valdivia, 2007; y M.A. CORNEJO (2007), «El Trabajo infantil en una comuna rural», in: VI Congreso Chileno de Antropología, Valdivia, 2007. 1. Algunos exámenes y propuestas acerca del desarrollo de la antropología rural y los estudios rurales pueden encontrarse en J. DURSTON (1996), «Aportes de la antropología aplicada al desarrollo campesino», in: Revista de la CEPAL, Santiago de Chile, diciembre 1996, nº 60; H. SALAS (1998), «Antropología, globalización y estudios rurales», in: III Congreso Chileno de Antropología, Temuco, 1998; J. BENGOA (2002), «25 años de estudios rurales», in: Congreso Latinoamericano de Sociología Rural ALASRU, Porto Alegre, 2002; R. HERNÁNDEZ (2003), «Antropología de lo rural en Chile», in: N. Richard (ed.), Movimientos de campo, Guatemala, 2003; y G. DÍAZ CROVETTO (2006), «Localidades rurales», in: Actas del 5º Congreso Chileno de Antropología, Santiago de Chile, 2006, vol. I. 2. Para el caso del turismo rural, véase J. RAZETO (2001), «Turismo patrimonial», in: IV Congreso Chileno de Antropología, Santiago de Chile, noviembre 2001; y P. SZMULEWICZ (2001), «Antropología y turismo en Chile», in: IV Congreso Chileno de Antropología, Santiago de Chile, noviembre 2001. Por su parte, las organizaciones sociales han sido objeto de análisis antropológicos en esta última década, ya sea en torno a las organizaciones campesinas (M. BAHAMONDES, H. HERRERA & P. HUITO (2001), Situación actual de las organizaciones campesinas», Santiago de Chile, 2001), a la asociatividad con fines productivos (H. CADENAS (2002), «Cultura organizacional cooperativa», in: Revista Mad, Santiago de Chile, mayo 2002, nº 6; V. ROJAS (2003), Turbulencias y soledad, Santiago de Chile, 2003), o a las organizaciones reivindicativas (C. OLIVA (2003), Asociatividad en mujeres rurales en Chile, Santiago de Chile, 2003). 3. Esta situación manifiesta una tendencia actual que ha afectado a las ciencias sociales dedicadas al mundo rural en Latinoamérica, tal como lo señalan B. RUBIO & C. RAMÍREZ (2006), «El Debate teórico rural contemporáneo», in: ALASRU, México, octubre 2006, nº 3 (nueva época).

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en América Latina realizada por Roberto Hernández, 1 quien concluye que se requiere generar nuevas bases teóricas y conceptuales capaces de poder interpretar los procesos actuales que ocurren en las sociedades rurales latinoamericanas, y en particular en Chile, en el marco de lo que se denomina como «nueva ruralidad». En la última década, es importante destacar algunos trabajos que se han enfocado hacia la introducción de nuevos conceptos o a la revisión de conceptos ya existentes en la base teórica antropológica, para comprender los nuevos procesos y fenómenos socioculturales en el agro chileno. En este aspecto se destacan las publicaciones sobre el concepto de capital social, como es el caso de los trabajos de John Durston 2 y Miguel Bahamondes, 3 quienes contribuyen a aumentar la densidad teórica de este concepto, enfocándose también a su aplicación en intervenciones para el desarrollo rural. La discusión que se ha generado sobre este concepto ha contribuido a generar nuevas miradas sobre las relaciones y redes sociales, la cultura y la construcción del poder social y el análisis crítico de las intervenciones, lo cual permite suponer una proyección a futuro de mayor desarrollo de esta temática. Otros conceptos incorporados al análisis antropológico son los de patrimonio cultural y territorio, cuyos significados y funciones han cambiado en tiempos de una nueva ruralidad, destacando su énfasis en una perspectiva de antropología aplicada. El patrimonio cultural ha estado ligado estrechamente a la reivindicación de la identidad y tradiciones de las poblaciones rurales, pero en las últimas décadas se lo vincula también con el desarrollo rural, en especial entendido como un bien de consumo para el turismo rural. Además, Consuelo Hernández plantea que se va imponiendo un fenómeno más general de «patrimonialización», apoyado y promovido por los Estados, a fin de fortalecer el asentamiento de las poblaciones rurales, y así revertir los procesos de abandono del –––––––––– 1. R. HERNÁNDEZ (1994), «Teorías sobre campesinado en América Latina:», in: Revista Chilena de Antropología, Santiago de Chile, 1993-1994, nº 12. 2. J. DURSTON (2000), ¿Qué es el capital social comunitario?, Santiago de Chile, 2000; (2002), El Capital social campesino en la gestión rural, Santiago de Chile, 2002. 3. M. BAHAMONDES (2004), Poder y reciprocidad en el mundo rural, Santiago de Chile, 2004.

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campo. 1 El concepto de territorio se utiliza actualmente en los estudios rurales para comprender los nuevos patrones de uso de los espacios rurales, la construcción de nuevos paisajes culturales, el diseño de proyectos de desarrollo rural pertinente y sobre todo, en el caso de las poblaciones indígenas, para comprender los procesos reivindicativos de su identidad ligada a los territorios reclamados. Las fronteras entre lo rural y lo urbano se han desdibujado notablemente, como lo señalan la gran mayoría de los investigadores que estudian los procesos y los fenómenos presentes en las nuevas ruralidades. El esquema tradicional de análisis entre lo rural y lo urbano, para comprender los cambios ocurridos en las sociedades rurales, está siendo reemplazado por los enfoques de lo global y lo local. Tratar esta problemática es uno de los grandes desafíos teóricos de las ciencias sociales que estudian la ruralidad, para poder interpretar los fenómenos que explican los cambios acaecidos en este sector, y evaluar sus elementos diferenciadores con respecto al resto de la sociedad. En definitiva, el insuficiente estado de desarrollo teórico actual de la antropología rural chilena convoca a los investigadores consolidados en los temas rurales a concentrar sus esfuerzos para la producción de las bases teóricas necesarias para comprender los procesos de cambios de diversa índole que se han producido en el mundo rural y entregar visiones proyectivas de estos fenómenos. CONCLUSIONES Y PROYECCIONES

Los resultados de esta revisión confirman un desarrollo significativo de la antropología rural chilena en las últimas dos décadas, que se evidencia en el número de trabajos y en la diversidad de temas, especialmente en la última década, donde la cantidad de publicaciones se ha triplicado en relación a la década anterior. Sin embargo, no se ha logrado aún alcanzar niveles de consolidación

–––––––––– 1. C. HERNÁNDEZ (2007), «La Matanza del gochu», in: VI Congreso Chileno de Antropología, Valdivia, 2007.

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disciplinaria. Los tratamientos de las temáticas rurales se caracterizan por su especificidad y desagregación de los procesos generales que ocurren en el mundo rural chileno. Ante la situación de predominio de aportes etnográficos y casuísticos de los estudios antropológicos rurales, se requiere promover una antropología que contribuya a sistematizar, comparar y teorizar sobre la base de los conocimientos acumulados por los trabajos empíricos, para que se constituyan en referentes de nuevas investigaciones con un mayor nivel de aporte al conocimiento de las realidades rurales. Llama poderosamente la atención la existencia de escasos estudios antropológicos sobre importantes procesos que han contribuido a cambiar radicalmente las realidades rurales actuales como es el caso de las nuevas formas campesinas, los impactos de la globalización sobre los sistemas culturales, los movimientos sociales de las poblaciones rurales y sus nuevas demandas, el turismo rural y su impacto sobre las culturas e identidades locales. Estos fenómenos debieran incluirse preferentemente en una agenda temática de la antropología rural para los próximos años. El desarrollo de la antropología rural en Chile depende también de condiciones institucionales que lo favorezcan. Los temas rurales no son prioritarios ni para el Estado ni para los centros académicos, lo que repercute en la posibilidad de contar con financiamiento para la investigación y docencia en estas áreas de interés antropológico y de otras ciencias sociales. Un gran desafío para los académicos que trabajan estos temas es superar estas limitantes e impulsar el desarrollo disciplinario. Al respecto, se requiere reducir la fragmentación y dispersión del quehacer académico y profesional, propiciando instancias de encuentro y alianzas estratégicas institucionales, que permitirían abrir espacios de intercambio de conocimientos, discusión y debates antropológicos, así como un diálogo interdisciplinario sobre los temas rurales. Los procesos de globalización y modernización, así como el modelo de desarrollo hegemónico, han producido la exclusión de importantes sectores sociales del mundo rural chileno. Asimismo, las intervenciones para el desarrollo rural ejercidas en los últimos 36

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años han generado insuficientes resultados. Frente a esta situación crítica, se han realizado esfuerzos incipientes por encontrar alternativas de desarrollo divergentes de la lógica del modelo neoliberal, tanto desde el ámbito académico como desde otras instituciones y organizaciones sociales, lo cual constituye un desafío importante que convoca a la antropología a realizar aportes significativos para los debates disciplinarios y propuestas de acción que favorezcan concretamente a las diversas poblaciones rurales.

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La nueva ruralidad

Una propuesta conceptual desde la antropología política y espacial

Juan Carlos Rodríguez Torrent Hernán Salas Quintanal

En el marco de la globalización y nueva división internacional del trabajo, en algunas regiones y localidades la ruralidad se mueve aceleradamente en una marcha de lo agrícola a lo agroindustrial, cuestión que no anula a la pequeña producción tradicional aunque la tensiona e incide en los niveles de decisiones endógenas de los productores y la deja sujeta a las nuevas y cambiantes condiciones del mercado. Mirado el fenómeno de modernización y transformación como un proceso complejo de inscripción de la globalidad en la localidad y de la localidad en la globalidad, se observa que es esta interpenetración la que define hoy una red de posiciones jerárquicas y no homogéneas de producción para las regiones y localidades, generando cambios profundos en el territorio y las prácticas de quienes lo habitan, adquiriendo rasgos polimórficos, lo que conlleva un no menor desafío cartográfico y de revisión del aparato conceptual

–––––––––– — Este trabajo forma parte del proyecto «Repensar lo rural y el concepto de nueva ruralidad como propuesta para entender las transformaciones contemporáneas en el Valle Puebla Tlaxcala», financiado por CONACyT (clave CB 98651) y el Instituto de Investigaciones Antropológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México.

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de la antropología y en general de las ciencias sociales. Más aún, esto se acrecienta cuando muchos de los supuestos y las formas de nombrar y construir el objeto clásico de estudio de la antropología tuvo su anclaje en contextos coloniales o en el período de la posguerra, donde se inventa la idea del desarrollo, surge la denominación de «Tercer Mundo» y se instalan discursos sobre «la falta» o sobre las «necesidades», y se desarrollan estrategias para superar los problemas sociales. 1 De este modo, es necesaria una revisión conceptual a la luz de las transformaciones del sujeto, sus prácticas, el espacio, la economía, su sociedad y la experiencia. De acuerdo a estos lineamientos, lo que se presenta constituye parte de un trabajo más amplio, y corresponde a una visión analítica y a reflexión sobre algunos de estos diversos procesos sociales, culturales, económicos, espaciales y ambientales, leídos desde la mirada de la antropología y con un enfoque transdisciplinario. Se trata de algunas cuestiones que han sido tratadas desde distintos ángulos en otros textos y eventos, 2 que hablan de relaciones complejas, ambiguas y duales: local y global, campo y ciudad, tradición e innovación, inclusión y exclusión. No será difícil encontrar en este trabajo distintos niveles de referencia que hablan de la complejidad y ambigüedad analítica: territorio, procesos sociales, desarrollo humano, políticas de desarrollo. Se presentan distintas problemáticas y discusiones, a modo de observar no sólo las transformaciones que sufre desde el punto de vista empírico un objeto de estudio o campo temático como es la ruralidad y sus actores, sino, cómo este cambio obliga a revisar el uso de las propias categorías con las que pensamos y prospectamos, frente a las incuestionables relaciones entre lo local y lo global, lo que abre nuevas rutas para la investigación social y para resaltar la –––––––––– 1. Por ejemplo, la revolución verde. 2. H. SALAS & J.C. RODRÍGUEZ (1998), «Antropología contemporánea», in: Cuicuilco, México, enero-abril 1998, vol. 5, nº 12; y (1999), «Globalidad y localidad», in: Antropológicas, México, 1999, nº 16; J.C. RODRÍGUEZ (2003), «Horizontes de investigación», in: F. Ther (comp.), Niveles y perspectivas de investigación en Ciencias Sociales, Osorno, 2003; H. SALAS (2002), Antropología, estudios rurales y cambio social, México, 2002; J.C. RODRÍGUEZ & H. SALAS (2004), «Lo Rural: Claves de lectura», in: Actas del 5º Congreso Chileno de Antropología, Santiago de Chile, 2006.

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vigencia y legitimidad de las prácticas etnográficas y antropológicas. Claramente, al recorrer Latinoamérica, y en particular Chile o México, de modo genérico se observan cambios que implican nuevos contrastes de la ruralidad con los espacios considerados tradicionalmente urbanos, asociados a la movilidad de las personas, de los bienes, de la información; asimismo, la deslocalización de algunas actividades económicas y nuevas especializaciones que transforman el espacio y con ello el proceso de producción, de circulación y de consumo. PUNTOS DE PARTIDA

Fue Robert Redfield, el antropólogo norteamericano, quién postuló que las sociedades campesinas se constituyen sobre la base de ciertos principios de «solidaridad moral», entendiendo que las relaciones de parentesco juegan un papel significativo para su condición distintiva, que la tierra no es sólo un bien, sino que en torno a ella se forja un «modo de vida» que constituye también un medio de subsistencia, el que inicialmente se encontraría lejos de un espíritu de lucro. Así, conceptualmente las sociedades campesinas son distinguibles; no son ni una tribu ni la ciudad, se ubican en una situación intermedia, pero en necesaria interrelación con la urbe que le provee servicios complementarios. Redfield, además, observa e introduce una cuestión significativa: se establecen estas sociedades en una relación de dependencia vertical respecto de la urbe. Esta sola idea de la «dependencia vertical», hace que el mundo rural aparezca como contrastado. Por una parte, de las sociedades horticultoras, antecedente de las campesinas; y, por otra, de las urbanas, apelando a la distinción entre sus complejidades, la especialización y el valor de las tradiciones y los sistemas rituales. Pero, hoy, con esta misma lógica de la distinción, el contraste será necesariamente entre estas sociedades con la agroindustria; es decir, con la penetración del capital especulativo y financiero y las dinámicas propias dadas en los territorios tradicionales por el contexto espacial regional, nacional y mundial, ya que en estas redes e intersticios de intercambio se inscriben con sus rasgos y particularismos laborales, 47

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espaciales, simbólicos, económicos, sociales y culturales, y dónde se aceleran, debilitan y reinventan sus propias lógicas y estructuras. Sin abandonar los contrapuntos enunciados, es importante resaltar que ya en los 40’s del siglo pasado, el mismo antropólogo hablaba de un cierto «deterioro moral», entendido como propensión a una cierta tensión y fractura, precisamente por esta dependencia vertical respecto de la urbe en lo que puede considerarse déficit o debilidad y por el peso e influjo que poseen las ciudades como centros industriales, como productoras de tecnología y de irradiación de servicios. En sentido estricto, el «deterioro» generado por esta apertura vinculante en una diversidad de campos, debemos leerlo como el proceso de cambio y transformación que se da en el seno de las unidades productivas y que debilita su condición distintiva o «tipo ideal» –en la terminología weberiana. A saber, se trataría de una cierta insostenibilidad del conjunto de valores y prácticas que se ubican más allá del sentido de apropiación puramente material sobre la tierra, los ritos en torno a ella y prácticas ancestrales que enlazan naturaleza, cultura y modelos locales de conocimiento y gestión. Con estas distinciones surge el campesino como sujeto-objeto de estudio, que corresponde a un tipo de unidades productivas cuyo fruto del trabajo se expresa en participación en el mercado, en posibilidades para la reproducción social, cotidiana y generacional, y la ritualidad, en un paso más en el proceso de reconversión del sujeto de estudio de la antropología anclado inicialmente en las sociedades lejanas propias del mundo colonial, y ubicadas material y simbólicamente en las antípodas de Occidente. Y, es en esta especificidad y relación diferenciada con la urbe, donde se expresan las tensiones y secularización de muchos ámbitos de su cultura que conducirían a lo que se le llamó «deterioro moral», entendiendo que la sociedad campesina y la vida comunitaria se abre a influjos externos que derivarán en lo que hoy, Giddens llamará desenclave, es decir, «la extracción de las relaciones sociales de sus circunstancias locales y su rearticulación en regiones espaciotemporales indefinidas». 1 –––––––––– 1. A. GIDDENS (1990), Consecuencias de la modernidad, Madrid, 1998, p. 30.

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De este modo, la concepción del campesino como un sujeto y como un actor, impone un presupuesto básico: que sus prácticas tradicionales constituyen en sí mismas una forma de capital social, o capital social comunitario que le definen. En sentido estricto, se reconoce que algo se pone en común; y, lo puesto en común, son tanto elementos pragmáticos como cuestiones de orden simbólico, vitalizados en el cotidiano, y en el que se expresan como memoria los modos del saber hacer, otorgando, de paso, lugares específicos a las relaciones mantenidas con la naturaleza, las cosas, los hombres y las mujeres. Por tanto, son estos elementos, las relaciones, las referencias y los afectos los que hacen que el individuo y las unidades productivas tengan conciencia del lugar que ocupa como tal en esta sociedad; y, por cierto, podemos afirmar que si las relaciones son más próximas y homogéneas en torno a lo común, la sociabilidad será mayor. Así, los antropólogos preocupados de estas comunidades y tradiciones culturales hemos puesto el acento en los puntos de acercamiento y comunión, en las prácticas y la reciprocidad, en aquello distintivo que separa de otros y une en torno a otros. Esto es, en la posibilidad desde nuestra práctica teórica y metodológica de realizar una aprehensión holística de las relaciones que allí se acrisolan, cuyo alter ego –durante décadas– será la ciudad próxima o lejana. Entonces, el capital social comunitario –como atributo de identidad–, refiere, por una parte, a la capacidad de los sujetos miembros de una comunidad para cooperar entre sí, como manifestación de una red de apoyo y vínculos específicos; y, por otra; a la posibilidad de realizar una gestión colectiva. Por ello, si hay que destacar el contenido específico que implica este capital social y cultural, debemos pensarlo sobre el valor y práctica de la democracia, en tanto posibilidad de participación y como principio de equidad que de esta forma de articulación horizontal se genera. El peso específico de estos presupuestos es demasiado importante para minimizarlo. Sin embargo, hoy debe ponerse de cara a la escena de las grandes transformaciones, las que han de observarse siempre bajo la idea rectora del «progreso» o modernización, matriz constitutiva de la filosofía de los estados nacionales como de la 49

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práctica discursiva de los científicos sociales, tanto de los que mantienen dentro de la afirmación de su lógica como de aquellos que han tenido un discurso contradictorio o alternativo, cuestión que alienta un análisis en cuyos intersticios se juega la reciprocidad y la cooperación entre sus miembros. En los últimos 50 años –como política del desarrollo–, sabemos que se ha vivido un anómico y forzado trayecto de aquellas «formas productivas atrasadas» hacia el progreso, en las que las sociedades tradicionales, agrícolas y artesanas, han comenzado a dar paso, cada vez más raudo, hacia formas industrializadas, al salario como fuente de ingresos extraprediales, a un aumento en el consumo y la innovación tecnológica, refrendado por un aparato político, tecnocrático, social e institucional favorable a la idea de crecimiento materialista y de extracción de renta de los sectores rurales. A partir de lo anterior, si consideramos que el habitat se define al ser habitado y que cada cultura configura un estilo de apropiación del ambiente y lo simboliza, reconoce sus recursos naturales y le otorga significado a sus prácticas de uso y transformación, entonces podemos comprender que la experiencia generalizada del desarrollo ha provocado un proceso de desequilibrio y ruptura en una dimensión general, global y planetaria sobre estas comunidades, que sobrepasa un territorio o una cultura en particular, y, más bien, las condiciona dentro de lógica generadora –y totalitaria– que planifica por encima de las lógicas y modos tradicionales, y a veces a pesar de, las decisiones, acciones, percepciones, afectos y significaciones de cada cultura particular. Entonces, diacrónicamente hemos de observar cómo la globalización de la racionalidad económica y tecnológica se ha impuesto sobre la valorización cultural de la naturaleza y de la vida, sometiendo los potenciales ecológicos, dominando las identidades locales y subyugando los saberes. 1 Por lo señalado, la naturalización de los puntos de referencia o la vecindad de las concepciones simbólicas de los individuos en el cotidiano, es decir, todo ese orden compartido o memoria en la que –––––––––– 1. E. LEFF (1998), «Hábitat/habitar», in: G. Toledo & M. Leal (eds.), Destrucción del hábitat, México, 1998.

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se expresa el capital social y cultural, que es donde inevitablemente se dan y viven las relaciones de cooperación y conflicto que los antropólogos llamamos lugar, es hoy, y en los marcos de la figura de la llamada «nueva ruralidad», donde se materializa más que en ninguna otra parte la individualidad, se desdibuja el colectivo y reordena el valor del capital social, en la medida que se invisibilizan modelos culturales específicos y cosmovisiones sobre la naturaleza y los ecosistemas. Y, más aún, tratándose de agricultura familiar, esta imagen se debilita y ve restringida por la «falta de activos de calidad, los problemas de acceso a la infraestructura y los servicios públicos y privados [lo que] ha recibido relativamente poco apoyo en comparación con la contribución a la sociedad, especialmente con respecto a la alimentación básica, empleo, sostenibilidad ambiental y aporte cultural». 1 En esta misma dirección, se verifican los alcances diferenciados y los rasgos hegemónicos o de subalternos de los sistemas productivos. Por una parte, tenemos el campesinado como una forma productiva no capitalista, considerada energéticamente eficiente, ecológicamente conservacionista y sustentable, y suficiente en términos alimentarios. Por otra, aparece el sistema agrícola y ganadero capitalista, expansivo e incorporado al proceso de globalización y unido a redes mundiales, que en los países «menos desarrollados» ha provocado deterioro ambiental, reducción de biodiversidad y degradación de los suelos y demás recursos naturales. Entonces, hoy, además de lo que significan estos modelos productivos campesinos que parecen minimizados y «relictus», tenemos un orden caracterizado por la concentración de la producción alimentaria y toma de decisiones en los países desarrollados, y un déficit estructural en los países dependientes, rasgo que ya no se corresponde con la importancia que la producción agrícola tenía internamente en estos últimos, y, en algunos casos, también en relación al exterior. Dentro de la antigua división internacional del trabajo, sostiene Blanca Rubio, metafóricamente ellos eran la ciudad y nosotros el campo. 2 Esto ha –––––––––– 1. J. GRAZIANO DA SILVA (2009), «Un New Deal para la agricultura», in: «Agricultura en América Latina», Nueva Sociedad, Caracas, septiembre-octubre 2009, nº 223, p. 53.

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desaparecido, pero también ha desaparecido una institucionalidad que se haga cargo del fomento y preservación de la pequeña producción rural. Así, con claridad son los tiempos externos los que subordinan los tiempos locales, los aceleran y transforman, y en esta medida damos un salto cualitativo y cuantitativo respecto de todos los análisis realizados por economistas, geógrafos, sociólogos y antropólogos que veíamos en la urbe la máxima expresión de la materialización del capitalismo. Milton Santos, el geógrafo brasileño sostenía: «hoy, gracias al fenómeno de las redes y de la difusión de la modernidad en el territorio, sabemos que el capital nuevo se difunde más amplia, más profunda y más rápidamente en el campo que en la ciudad. Y en ésta, el mismo ambiente construido frecuentemente constituye un obstáculo para la difusión de los capitales nuevos». Pero, por la misma razón, aunque sigue siendo (la urbe) «palco de todos los capitales», puede seguir atrayendo y cobijando a las «multitudes de pobres expulsados del campo y de las ciudades medias por la modernización de la agricultura y de los servicios». 1 Conforme a lo señalado, se puede afirmar categóricamente que la globalización requiere de un tiempo más acelerado, con una intensa movilidad de los factores de producción, las mercancías y el fin de las fronteras, generando nuevos espacios de vinculación que obligadamente sobrepasan los límites locales, regionales y nacionales. Entonces, el capital local y transnacional sobrepasa toda barrera espacial opuesta al tráfico y al intercambio, y en este sentido anula el espacio por medio de la introducción de un nuevo tiempo; 2 y, es por esto mismo, que desde comienzos de los 80’s, que se puede observar metafóricamente el mercado mundial de los alimentos como un gran supermercado, provisto sólo de mercancías, porque los países latinoamericanos han descuidado el sector agrícola, generando condiciones

–––––––––– ••• 2. B. RUBIO (1995), «Agricultura mundial, estructura productiva y nueva vía de desarrollo rural en América Latina (1970-1992)», in: H. Carton de Grammont (coord.), Globalización, deterioro ambiental y reorganización social en el campo, México, 1995. 1. M. SANTOS (1996), La Naturaleza del espacio, Barcelona, 2000, p. 275. La presencia de los pobres en la ciudad –según Santos–, enriquecería la diversidad socioespacial, cuestión que se expresaría en la materialidad de los barrios, es decir, en el alto contraste de los mismos, a lo que se agregarían las formas de trabajo y de vida. 2. H. SALAS (2002), Antropología, estudios rurales y cambio social, México, 2002, p. 38.

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para que sus habitantes estuvieran condenados a vivir en la pobreza y el hambre. 1 Lo anterior, hace que la cuestión agraria como cuestión social deje de ser un problema estrictamente campesino como lo hubiésemos planteado en términos clásicos. Ahora, las problemáticas son más amplias y complejas, no reducibles a la idea de un desarrollo desigual de lo urbano y lo rural, ya que las variables a considerar involucran a nuevos actores: empresarios nacionales y extranjeros, no necesariamente ligados a la agricultura; existen múltiples ocupaciones no agrícolas, jornaleros agrícolas en un mercado de trabajo inestable y deslocalizado; migrantes y rutas complejas de éstos en búsqueda trabajo que sobrepasan los límites de un país; la participación decidida y necesaria de la mujer, el reacomodo de la estructura familiar, así como jóvenes que se vinculan –cada vez más– a cuestiones industriales. Estos cambios en lo que ha venido siendo la matriz de la ruralidad implica un quiebre entre la producción agraria y su organización social y espacial, y también con el desarrollo rural, porque hay circuitos agroindustriales que son rururbanos, de interpenetración mutua entre lo rural y lo urbano. EL ESPACIO

A partir de lo propuesto, tenemos un importante cambio de escala de vinculación, posición, protagonismo y de mirada para enfrentar lo rural. Entonces, es aquí donde se imponen un conjunto de preguntas sobre las que hay que discutir y reflexionar antropológicamente: ¿cómo es que estamos instalados en una situación donde la funcionalidad de un lugar no es ya lo que tradicionalmente se ha entendido como aquello que se adapta a un fin, que siempre es horizontal o próximo, y solidario en sí mismo, es decir, aquello que constituye o expresa una solidaridad de tipo orgánica? ¿Cómo hoy enfrentamos de manera teórica y analítica una solidaridad de tipo organizacional –––––––––– 1. Véase J. GRAZIANO DA SILVA (2009), «Un New Deal para la agricultura», in: «Agricultura en América Latina», Nueva Sociedad, Caracas, septiembre-octubre 2009, nº 223, p. 46.

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desplazada espacialmente, dada por un ordenamiento exógeno, distante y vertical, con interacciones de distinta intensidad entre lo local y lo global, entre lo local, la región, las macroregiones, el país, el continente, lo mundial, que definen el carácter de la existencia e identidad presente de los asentamientos humanos y los enclaves productivos en los espacios rurales? ¿Cómo nos hacemos cargo de la desagrarización del campo y la participación de los territorios específicos y sus gentes en las dinámicas agroalimentarias mundiales? La verticalidad a que nos hemos referido revela una jerarquía que se dispone desde las decisiones políticas, financieras, especulativas, tecnológicas, laborales y salariales que dan paso a una nueva geografía compuesta por un sistema reticular de producción, lleno de enclaves especializados y también formas culturales minimizadas o relictus, fundadas en el lugar como modelo local, cuya forma se expresa en una permanente estructuración y desestructuración del espacio, hasta configurar nuevas cartografías, con entradas y salidas de productores, con procesos de descampesinización y con migrantes estacionales. De modo que, la lectura del espacio y el paisaje, es decir, la forma de su transformación y de los intersticios que le componen en términos de tradiciones sociales y culturales, lejanas y recientes, queda sujeta o debe ser pensada exactamente desde los puntos en los cuales se ejerce el poder, el que puede estar dentro o fuera del país; y, luego, como la materialización in situ de esas decisiones. Asimismo, como cuestión fundamental, no desatender las formas de resistencia o prácticas que especifiquen alternatividad dentro de los marcos de las relaciones locales globales. De acuerdo a lo indicado: En primer lugar, hablamos de un espacio y una cartografía donde cada pieza tiene una posición específica en su movimiento a partir del control que se ejerce sobre él, lo que da paso a la constitución de una naturaleza artificializada, no natural, como consecuencia de la racionalización que se hace del espacio, cuestión ligada al retiro del Estado como regulador o subsidiador de la actividad agrícola productiva, a favor del capital financiero, las empresas multinacionales y el complejo agroalimentario mundial. 54

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En segundo lugar, pensado el espacio de manera reticular, impone, necesariamente una nueva clave de lectura sobre la ruralidad, en la medida que la fijación de los nuevos contornos identitarios –entendidos como perfiles laborales y productivos tradicionales–, ponen en cuestión los elementos que han sido más significativos en torno a ella desde los trabajos de Redfield: el valor de la tierra, la lucha en torno a ella, la organización del trabajo y el capital social. En tercer lugar, en el vínculo global-local y local-global, en sus expresiones horizontales y verticales, como subordinación y reacomodo de la vida de las poblaciones, al frente tenemos un nuevo ordenamiento del territorio y una nueva formula en la capacidad de la gestión local. Y, sobre ambos ejes debe ser pensada la complejidad de la ruralidad, lo que promueve el surgimiento de las nuevas aspiraciones, frustraciones, roles, expectativas, reivindicaciones, conflictos, movilidades, resistencias y posibilidades de mantener prácticas fundadas en estos «inventos de vida» con rasgos tradicionales, 1 lo que implica un proceso de construcción de los espacios en términos materiales y una permanente renegociación de las prácticas simbólicas y tradicionales. En cuarto lugar, el ordenamiento del espacio y el despliegue calculado de este sistema reticular fundado sobre la base de una «racionalidad científica», crea un nivel de importante dependencia de las ciudades próximas, en la medida que la nueva agricultura –por cierto no sinónimo de agrícola sino de agroindustria–, requiere de los servicios y apoyos tecnológicos, financieros e informativos que sostengan la viabilidad de la nueva configuración espacial y productiva. En quinto lugar, y desde una perspectiva globocentrica, lo anterior nos propone un nuevo eje de lectura para la visualización de los cambios: así como desde el punto de vista de la analítica de los procesos sociales observamos la racionalización de áreas como la política, la economía, la cultura y las relaciones entre los individuos, hoy asistimos a una racionalización del lugar, es decir, se despliega una racionalidad en el espacio en el que se da y expresa la forma de –––––––––– 1. M. FERNÁNDEZ-MARTORELL (1997), Antropología de la convivencia, Madrid, 1997.

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vida. Lugar, en el sentido más puramente antropológico y más básico: donde se hace la vida en el cotidiano, con su «historia, relaciones e identidad». 1 Con ello queremos hablar de un territorio instrumentalizado, definido, esbozado e intencionado cartesianamente, es decir, desde aquella lógica que mantiene como primera cuestión el dualismo naturaleza cultura, y otras simétricas como teoría-práctica, mente-cuerpo, simple-complejo. Entonces, entendemos este proceso de racionalización del espacio como una nueva extensión de los dominios de la sociedad a los criterios de decisión racional. Es decir, por una parte, hoy tenemos un dominio que posee significación para la acción racional; y, por otra, el espacio se convierte en un campo de acción instrumental, sometida a reglas, exigencias y especulaciones de tipo mercantil. Sólo que, ya no se trata de un espacio en el que sólo se despliega e irradia la tecnología, sino de la manera más clara y decidora la información, la que excede el simple dominio de lo inmediato, ya que responde a una lógica de economía mundo, en la que se entrelazan el capital financiero, las empresas multinacionales y el complejo agroexportador. De este modo, se deben destacar las siguientes cuestiones: 1. El contexto general de la transformación de la ruralidad corresponde al avance hacia una naturaleza artificializada: cada pieza es parte de un conjunto; y, el conjunto se mueve desde un centro de control de la información. El máximo control, es también, el máximo de artificialización de la naturaleza, por lo que ésta no corresponde a la imitación de la naturaleza, sino constituye la superación de la misma. Por eso, cuando analizamos un sistema productivo siempre se hace referencia a un sistema artificial construido socialmente por el ser humano, que cuando comporta una transformación del medio ambiente, el proceso puede ir en una gradiente ascendente que va desde una modificación simple hasta una transformación total y/o la destrucción del mismo. En regiones donde el recurso hídrico o la tierra es escasa, se recurre a una intensificación tal, que la tecnología se convierte en la parte más sustantiva del sistema productivo. –––––––––– 1. M. AUGÉ (1982), Los «No lugares», espacios del anonimato, Barcelona, 2000.

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2. No podemos obviar que, en este proceso de racionalización de la naturaleza lo que tenemos al frente es un proceso desencantamiento de la misma y de la pérdida del misterio; o, muy concretamente, de esa apropiación particular de la misma, es decir, del modelo y la cosmovisión que entraña y que ha sido consubstantiva a la definición misma del relato antropológico: la diversidad. 3. De acuerdo a los puntos anteriores, si queremos seguir hablando –por ejemplo– de Antropología Política como expresión de las formas particulares de ejercicio del poder, esta perspectiva deberá establecer los puntos de conexión específica entre el allá y el acá, donde se toman decisiones y monitorea el «lugar», donde se negocia y donde se trabaja, y donde se expresan sus «perfecciones» como tendencia específica del modelo. Así, la etnografía de la ruralidad o nueva ruralidad –independientemente de los modelos de análisis–, devenida del modelo secundario exportador, debe hacerse en el lugar donde la información se concreta y en medio de las continuidades y discontinuidades del espacio sin perder de vista la perspectiva macro. LA INFORMACIÓN Y LA ACCIÓN RACIONAL

La centralidad que adquiere la información en el ámbito de las discusiones sobre la ruralidad ubica a la ciencia en un nuevo escenario y al desarrollo de nuevos campos de aproximación a los fenómenos sociales, culturales, políticos y ambientales. Pasamos de una naturaleza natural a una naturaleza de máxima artificialización, consistente en la construcción de un espacio y una cartografía en la que se vierte la máxima intencionalidad, es decir, hablamos de decisiones en busca de los máximos resultados y la máxima eficiencia. Así, se espera que toda acción responda a la mayor perfección, al proceso de cristalización de la extensión de la racionalidad y el cálculo al espacio y sus actividades. En este sentido, el mismo PNUD indica la fórmula: El grado de competitividad alcanzado y las posibilidades de modificarlo descansan, además de la capacidad exportadora (y su particular 57

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modalidad de inserción internacional) y de atracción de inversiones, en ciertas capacidades básicas relacionadas de una u otra manera con la educación, la relación con el progreso técnico, grupos de activos (o stocks) asociados a la infraestructura (básicamente vial, energética e hídrica) y los recursos naturales (incluyendo las características del ambiente), y la configuración de los tejidos institucionales. 1 El nuevo dominio de la acción racional, el espacio, y éste como campo de acción instrumental específico, articulan de modo significativo el planeamiento de la ocupación humana. Por ello, racionalización y artificialización se conjugan, y en la medida que la racionalización (tecnológica e infomacional) mientras más profunda sea, el espacio se constituirá de manera más artificial. Entonces, bajo esta conjugación, hay una aspiración presuntuosa, pero no menos real de acceder a la perfección. ¿Existirá la perfección? No lo sabemos. Sin embargo, el modelo sustenta y sostiene esa creencia, y la cartografía espacial de la ruralidad no es más que la expresión de la combinación entre tecnología e información en búsqueda del máximo beneficio. Mirar la esfera y aproximarse a la cartografía, es mirar las manchas de estas decisiones como formas de ocupación específica del territorio tanto en lo productivo como en los asentamientos de la población. Estas intervenciones son la expresión de los nuevos sistemas productivos; la tecnología y la información facilitan la instalación de los flujos de capital y la expresión de la economía globalizada. Así, el proceso de globalización implica un reacomodo y redefinición muy preciso del proceso de producción de los países y áreas geográficas dentro de la nueva división internacional del trabajo. Bajo esta fórmula los países del llamado Primer Mundo se especializan en productos estratégicos con alta demanda y valor en el comercio internacional, controlando el mercado mundial de carnes, lácteos, cereales y huevos, dirigiendo sus inversiones a países menos desarrollados donde encuentran condiciones favorables para generar una ampliación del capital. Mientras que, los del Tercer Mundo, siempre controlados por estas empresas, se especializan en productos de –––––––––– 1. PNUD (2002), Aporte para el Desarrollo Humano de la Argentina, Buenos Aires, 2002, vol. 3: Competitividad de las Provincias.

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exportación y productos para consumo interno que no implican la búsqueda de equilibrios para satisfacer demandas alimentarias locales y nacionales. Así, que los primeros controlen el mercado mundial y los segundos se especialicen en la demanda, no significa que el proceso sea mecánico y no exento de «aparentes» contradicciones. Estamos hablando de formas especulativas, siempre de producción subordinada, y por ello de «apariencias» que obedecen a un cálculo extremadamente racional. Blanca Rubio, por ejemplo, especifica muy claramente lo que ha significado este proceso jerárquico y especulativo: En México se quedaron sin compradores, en 1999, 180 mil toneladas de frijol, 789 de maíz, 4 mil de papa, 500 mil sacos de café de 60 Kg., al mismo tiempo que se importaban 60 mil toneladas de frijol procedentes de Argentina, 6 millones de toneladas de maíz proveniente de EEUU, de donde también provenían papas ilegales, así como el café proveniente de Indonesia para mezclarlo con café mexicano y abaratar los costos del café soluble. 1 Con este esquema, la «aberración» como dirá Rubio, expresa, por un lado, el déficit productivo a la par de la sobreproducción. Por tanto, frente a economías de escala y de especulación, mucha de la producción agropecuaria para el mercado interno se vuelve decreciente e inviable en algunos casos. En paralelo, por otro lado, y como una cuestión esencial a esta artificialización y cálculo, también hay que hablar de una crisis alimentaria, ya que desde el 2002, y en especial en el 2006 –año de aumento acelerado de precios–, el valor de los alimentos aumentó sistemáticamente hasta llegar a su peak en el 2008, lo que llegó a un 35% por sobre los valores históricos. Sin embargo, no son los pequeños productores los que se beneficiaron con ello, sino los grandes consorcios. Hoy, la crisis económica en curso, que implica la reducción y caída de los flujos de comercio internacional, y de mayores dificultades de acceso al crédito, visto desde el análisis de reconfiguración

–––––––––– 1. B. RUBIO (2001), «La Agricultura latinoamericana», in: «La Agricultura latinoamericana», Nueva Sociedad, Caracas, julio-agosto 2001, nº 174, p. 61.

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de los territorios y de las transformaciones indicadas, conduce como cuestión básica a la vulnerabilidad alimentaria de la población, especialmente cuando se combina con menores ingresos familiares producto de la disminución de los empleos. Esta condición ha puesto nuevamente en relieve cómo esta cientifización del territorio y de la agricultura, ha subvalorado la importancia de las comunidades tradicionales que surten con sus productos los mercados internos y satisfacen necesidades de la población local, como también la poca atención a este sector. 1 Podemos resaltar, y como una cuestión básica, que el proceso especulativo, y en última instancia de la «dependencia alimentaria», nos obliga a distinguir entre la naturaleza biofísica o natural; la artificializada, como expresión teórica y gerenciada en el que se aprecian los clusters, las regiones de aprendizaje (o learning regions) y, los entornos innovadores (milieu); y, la vivida por las gentes, como expresión de modelos locales. Claramente, estas tres naturalezas y sus desencuentros no sólo instalan la cuestión de la condición de las poblaciones en este proceso de subordinación, el que a la larga genera no sólo «descampesinización», sino, que los expulsados que no alcanzan la reproducción cotidiana y generacional pasan a engrosar las filas del trabajo informal, no necesariamente ligado al trabajo agrícola. LA SUBORDINACIÓN EXCLUYENTE

Aquí, entonces, la tesis central sustentada en este trabajo que mira desde la antropología y las ciencias sociales, ligada a una necesaria comprensión de las dinámicas espaciales, culturales y productivas como un proceso de subordinación excluyente de los productores rurales en el marco de una concepción de naturaleza artificializada. Expresión, también, en última instancia, corre conforme a la derrota de los sectores populares y sus proyectos de transformación en los años 60’s y 70’s. –––––––––– 1. Véase J. GRAZIANO DA SILVA (2009), «Un New Deal para la agricultura», in: «Agricultura en América Latina», Nueva Sociedad, Caracas, septiembre-octubre 2009, nº 223.

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En este sentido, es que afirmamos la exclusión de los productores rurales, entendidos como parte de sociedades tradicionales en los términos de Redfield, los que han sido subsumidos por las redes y las fauses del modelo neoliberal o exportador, en la medida que su tradicional producción como proveedores de productos básicos destinados a satisfacer la demanda interna de los países latinoamericanos, no encuentra lugar ni nicho específico dentro de las redes y las articulaciones específicas de este modelo y dentro de las definiciones que los distintos estados dan a la producción alimentaria y el lugar de los pequeños productores dentro de sus economías. Por lo anterior, una analítica de esta condición de subordinación desde una perspectiva multilocalizada, es decir, diferenciando donde se toman y viven estas decisiones, y la figura de la transformación del espacio que le es consubstantiva, se refiere, al menos a las siguientes cuestiones centrales: a) Que el proceso de subordinación excluyente es posible en la medida que el modelo secundario exportador privilegia y antepone lo financiero por sobre lo productivo; b) Que la agricultura tradicional se encuentra en una posición marginal como proveedora de los alimentos básicos, cuestión que tiene un efecto importante a la hora de garantizar los valores de los alimentos que históricamente han ayudado a compensar los bajos salarios de los trabajadores urbanos y los sectores históricamente deprivados, como la seguridad alimentaria de la población; y c) Que la agroindustria presiona sobre los productores, imponiendo precios y condiciones como en las ferias de remates, lo que se ve agudizado al no contar en el marco de los países pobres con subsidios de tipo estatal que permitan mantener no sólo la pequeña producción sino a las poblaciones en un espacio que ellos transformaron a través de sus prácticas en el lugar. 1 Lo señalado, como condición compleja amerita una lectura desde al menos cuatro ejes: a) el papel del capital especulativo y financiero; b) la relación de la industria transnacional con las transformaciones –––––––––– 1. La cuestión se expresa de manera contraria a lo que ocurre en Europa y Estados Unidos de Norteamérica, donde siempre existen políticas proteccionistas.

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productivas, demográficas, espaciales y culturales en el plano local; c) el papel de la agroindustria multinacional; y, d) la poca capacidad del sistema productivo para convertirse en uno que sea realmente alimentario. ¿POR QUÉ HABLAR DE «NUEVAS RURALIDADES»?

Como consecuencia de las facilidades de desplazamiento, 1 de la alta disponibilidad y bajo costo de la fuerza de trabajo, los espacios rurales se convierten en lugares privilegiados para instalar infraestructura industrial (tipo maquiladoras), agroindustrial, turística y recreativa, en lo que constituye un rediseño de su articulación con otras esferas de la sociedad. El campo debe dejar de ser analizado exclusivamente como un espacio donde predominan actividades primarias, en especial la producción agrícola o ganadera y se convierte en un referente territorial que se define por la múltiple funcionalidad de sus actividades, en términos productivos, culturales y medioambientales. En este sentido, la categoría de nueva ruralidad se centra en exponer el proceso por el cual el ámbito rural dejó de entenderse exclusivamente como un espacio agrícola y que supera la tradicional dicotomía urbano rural. 2 Para el caso de México, en el último tiempo estas transformaciones han sido interpretadas por algunos autores como la desagrarización de la ruralidad, 3 quienes observan el tránsito desde la unicidad de las actividades agropecuarias hacia la pluralidad, marcada por diversos procesos: la dinámica del mercado de tierras –que se destinan a múltiples actividades más allá de las agropecuarias–, los cambios en el mundo del trabajo –a partir de los cuales la fuerza laboral rural se inserta a mercados urbanos e internacionales–, el cambio en la composición de las unidades campesinas por nuevas –––––––––– 1. En Chile se han construido en los últimos años unos 5.000 kilómetros lineales de caminos pavimentados. 2. H. SALAS & J.C. RODRÍGUEZ (1999), «Globalidad y localidad», in: Antropológicas, México, 1999, nº 16. 3. R. ESCALANTE, H. CATALÁN, L.M. GALINDO & O. REYES (2007), «Desagrarización en México», in: Cuadernos de Desarrollo Rural, Bogotá, julio-diciembre 2007, vol. IV, nº 59.

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generaciones de reemplazo de los originarios jefes de familia, ejidatarios y comuneros, el ingreso de mujeres y jóvenes al mundo laboral y el acceso a derechos ejidales, el impacto de las remesas en la diversificación del empleo de los miembros del grupo familiar y el significativo peso en los ingresos familiares provenientes de actividades extra agropecuarias. En el ámbito laboral, esta «multifuncionalidad de la agricultura» se caracteriza por la tendencia al multiempleo 1 o la «pluriactividad campesina», 2 marcada por un incremento de la participación en actividades terciarias y aumento de empleos precarios, informales y flexibles. Estas ideas de pluriactividad y multiempleo hacen referencia a la compleja relación entre actividad productiva y asalariada, donde cambia completamente el papel del sujeto al pasar de ser un productor independiente a ser un asalariado. Para comprender a este sujeto campesino en un proceso de cambio tan intenso, que sin embargo no significa la desintegración de la sociedad rural, se tiene que partir del reconocimiento del funcionamiento de la economía mundial. Tal como lo ha señalado David Barkin para América Latina: … la consolidación de los actuales esquemas de reorganización neoliberal representa la culminación de un proceso de construcción cuidadosa de un subdesarrollo con efectos sociales y ambientales particularmente agudos en las zonas rurales. Se han visto dos tendencias que resultan a la vez contradictorias y complementarias: la polarización social y la homogeneización de los procesos productivos y los mecanismos de inserción en la economía mundial. 3

Además, como hemos sostenido más arriba, al modificarse radicalmente el paisaje y al abrirse la participación de los sujetos hacia otros ámbitos de experiencia y de configuración de la identidad,

–––––––––– 1. Ph. BONNAL, P.-M. BOSC, M. DIAZ & B. LOSCH (2003.), «Multifuncionalidad de la agricultura y nueva ruralidad», in: E. Pérez Correa & M.A. Farah Quijano (comps.), Desarrollo rural y nueva ruralidad en América Latina y la Union Europea, Bogotá, 2004. 2. Respecto al concepto de pluriactividad en el campo, es interesante observar que siendo una cuestión generalizada se refleja de diferentes maneras en América Latina. Ver H. CARTON DE GRAMMONT, M.A. GÓMEZ, H. GONZÁLEZ & R. SCHWENTESIUS (eds.) (1999), Agricultura de exportación en tiempos de globalización, México, 1999. 3. D. BARKIN (2001), «La Nueva ruralidad y la globalización», in: La Nueva ruralidad en América Latina, Bogotá, 2001, vol. II, p. 24.

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también ha cambiado el concepto de lo urbano al reestructurarse el territorio con las nuevas vías de comunicación y la movilidad de las personas. Con los procesos globales se han creado nuevas formas urbano-arquitectónicas a partir de las cuales la población se ha concentrado de manera particular en las grandes y medianas ciudades, zonas metropolitanas o conurbadas, establecidas como el asiento de múltiples formas de organización social que reflejan la problemática urbana sobre los sectores más explotados y excluidos, siendo el escenario de continuas movilizaciones y reivindicaciones sociales. La sociedad ha ingresado a una formación de ciudades-región conformadas por múltiples asentamientos humanos, integrados por una densa red de infraestructuras y por intensos flujos de personas, mercancías y capitales, creándose con ello un sistema de ciudades globales, las que, según Saskia Sassen, representan centros de dirección y control del desarrollo y organización de la economía mundial. 1 Por eso, es necesario dimensionar el peso específico del concepto de «relocalización», pues, por un lado, permite entender a las redes de ciudades que concentran la especialización de servicios para la producción y las inversiones y, por otro, a las sociedades rurales que dejan de ser meras regiones productoras de materias primas para transitar a la producción de manufacturas. Si observamos, a partir del concepto de «nueva ruralidad», que estamos ciertos significa muchas cosas en simultáneo, se ha intentado superar la clásica dicotomía entre lo rural –entendido como espacio destinado a actividades primarias– y lo urbano –definido como aquel espacio en donde se llevan a cabo actividades industriales, comerciales y de servicios–. Para repensar este espacio social y cultural como rural, debe tomarse en consideración el dinamismo y la reconfiguración del paisaje y la composición y expectativa de los sujetos, sin enmarcarlas en una definición rígida limitada a la magnitud y frontera de las localidades, pueblos o ciudades, de tal manera que se requiere […] reexaminar las formas en que los estudiosos y las instituciones oficiales identifican y clasifican a lo rural, ya que grandes contingentes de trabajadores del campo y muchas familias campesinas se encuentran en enormes extensiones y

–––––––––– 1. S. SASSEN (1991), La Ciudad global, Buenos Aires, 1999.

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redes de mano de obra migratoria, en pequeñas ciudades o aún en las zonas periurbanas de algunas de las grandes urbes del continente. 1

La emergencia de estas nuevas ruralidades que permite un flujo constante de fuerza de trabajo que atraviesa los distintos sectores de la economía, responde, sin duda, a la actual fase de acumulación del capitalismo global, 2 que para sostener el ritmo de crecimiento requiere de mano de obra barata, desprotegida, dócil y efectiva, flujos que van a coincidir con los flujos migratorios que ya no responden a la unidireccionalidad rural-urbana de de antaño, sino de regiones deprimidas a las más dinámicas y activas de la economía mundial. Esta situación se ve claramente expresada en la frontera norte de México, en la diáspora de los países de Europa del Este y africanos hacia la parte occidental del continente europeo, y de manera más regional de algunos países andinos hacia Brasil y Chile, que hoy en día son las economías más fuertes del sur de América. En particular, en el caso de la migración mexicana hacia Estados Unidos, estas características responden a un perfil de migrantes jóvenes, casados, ligados a actividades agrícolas con o sin tierra, mujeres que buscan reunificar a la familia, y generalmente los que poseen mayor niveles de educación formal; ya no se dirigen a destinos tradicionales ocupados como California y más bien responden a nuevos destinos migratorios, en una diversificación hacia el sureste del país, Nueva York, Washington; los migrantes mexicanos no se van definitivamente como pudiese creerse, y su imaginario de regreso toma concreción en la construcción de un «capital económico, social y cultural» en sus localidades, lo que se refleja en el pago permanente de sus derechos comunitarios, en la participación en festividades religiosas, el cumplimientos de obligaciones ejidales, la instalación de sus viviendas, las formación de lazos familiares, entre otras. 3 –––––––––– 1. D. BARKIN (2001), «La Nueva ruralidad y la globalización», in: La Nueva ruralidad en América Latina, Bogotá, 2001, vol. II, p. 33. 2. S. SASSEN (1998), Globalization and its discontents, New York, 1998; D. HARVEY (1989), La Condición de la posmodernidad, Buenos Aires, 1998. 3. Esta idea, es la que nos obliga desde el punto de vista metodológico a la realización de etnografías multicentradas, es decir, observar el lugar de trabajo de los sujetos productivos donde se consiguen recursos para la reproducción, y los lugares donde reside la unidad familiar, se posee una •••

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Una singularidad de las migraciones mexicanas corresponde al alto porcentaje de remesas que envían a sus familiares en especies, fotografías, imágenes, videos, regalos y sobre todo dinero. La migración puede reflejar un abandono del campo, sin embargo las remesas económicas han contribuido a mantener la actividad agrícola y estimular la pecuaria, y de esta manera permiten preservar un estilo de vida, un lugar donde se refuerzan las formas de vida comunitarias para las futuras generaciones. Además del impacto en los estilos de vida, en la cultura y la organización social en las comunidades locales, ha sido muy significativo en desplazar las fuentes de ingreso provenientes de las actividades agrícolas para sustituir por la estrategia migratoria como fuente básica de reproducción social. Como se concluye en una reciente investigación: … las remesas tanto monetarias como socioculturales, representan el vehículo a través del cual se crea y recrea la vida transnacional, transformando los valores, las instituciones y las expectativas de estas poblaciones […]. La vida transnacional engloba una amplia diversidad de espacios sociales y actividades, donde cobra sentido la noción de «identidades internamente diferenciadas» de los llamados «sujetos poscampesinos». 1

Para el caso particular de Chile, y en la misma línea de lo anterior, podemos observar –a la luz de las profundas y matizadas transformaciones– que ya son insuficientes las definiciones operativas dadas sobre la ruralidad, las que apuntan a cuestiones de densidad demográfica, el tamaño de las localidades, el peso estratégico de las actividades primarias o el aislamiento. Tenemos claramente profundas transiciones en el espacio, distancias que se han acortado, tiempos que se han reducido, periferias urbanas que se contaminan con acti-

–––––––––– ••• porción de tierra y se tienen los compromisos religiosos, ya que este último constituye el lugar donde se gasta gran parte de lo que se consigue al otro lado de la frontera. Esto es lo que se le conoce como el fenómeno de la conmutación, ya que le lugar de trabajo sólo puede ser una referencia domiciliar, ya que existen profundas diferencias entre el lugar de trabajo y el lugar de consumo. 1. R. CÓRDOVA, C. NÚÑEZ & D. SKERRITT (2008), Migración internacional, crisis agrícola y transformaciones culturales en la región central de Veracruz, México, 2008. El término poscampesino, propuesto por Michael Kearney para designar precisamente estos campesinos que han debido diversificar sus ocupaciones, las fuentes de ingreso y las estrategias económicas para reproducir sus familias, es lo que nos permite amplificar la mirada y observar los matices dentro de esta matriz espacial, cultural, laboral y económica que hemos venido desarrollando. Cf. M. KEARNEY (1996), Reconceptualizing the peasantry, Boulder, 1996.

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vidades primarias y movilidad de los actores; asimismo, superposición de actividades no tradicionales asociadas a cuestiones secundarias y terciarias, así como amenazas de termoeléctricas, megaindustrias y tranques de relaves mineros que no son compatibles con una sustentabilidad ambiental y social de los territorios agrícolas. El reciente informe del PNUD, Desarrollo humano en Chile rural, 1 avanza en la dirección de lo que les sucede a las personas a partir de las transformaciones y las oportunidades generadas en las zonas históricamente concebidas como rurales, combinando y consignado aspectos objetivos y subjetivos en relación a sus vidas en singular y plural, tipificando los efectos modernizadores entre aquellos que mirando el presente en relación al pasado, y en perspectiva del futuro, se sienten conformes con lo que han logrado, los que quieren y aspiran a más y aquellos insatisfechos con los procesos de cambio, pero que en cualquiera de las opciones marcan sus señas y vidas en la nueva configuración del territorio. Aun cuando se reconoce que este informe no es exhaustivo por la diversidad ambiental, espacial y cultural que puede registrarse, en sentido general observa que el cambio es profundo, que en el derecho que les asiste a los ciudadanos a elaborar sus identidades y relatos, en medio hay trayectorias no reconocidas, luchas olvidadas, expectativas nuevas, y que lo rural ha desafiado hasta su nombre y que nadie puede ser convocado a un proyecto colectivo desde una «categoría residual». Le marca a esta categoría desafiada una conectividad vial y en las comunicaciones de amplio espectro, posibilidades laborales ciertas de «quedarse» en términos espaciales locales en el esquema de un proceso de salarización relativamente estable, pero dentro un segmento social que revela una sobreconcentración de población de bajos ingresos y con pocas posibilidades de modificar esta situación, lo que no vuelve muy atractivo «lo rural». Se trata de una ruralidad que define reglas y horizontes de expectativas contenidas y limitadas, aun cuando la vida ya no es entrópica como alguna vez lo fue, pero que deja poco margen para el mundo bucólico con el que –––––––––– 1. PNUD 2008. — Desarrollo Humano en Chile rural, Santiago de Chile, 2008.

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se construyó el imaginario país, porque sus gentes son más urbanas en sus modos de vivir y en sus aspiraciones. El informe deja en claro estas tensiones y contradicciones, y habla de unidades productivas viables y no viables, pero es asertivo en cuanto que aquello que no se puede resolver es dónde comienza y termina esta sociedad, o si ésta tiene límites, qué alcances tienen sus actividades, y cómo contar a éstos sujetos desde una caracterización que es indefinida y multiforme. No se trataría ni de una cuestión estadística ni ya de una visión de mundo y forma de vida totalmente diferenciada de la sociedad general, o de las formas urbano-metropolitanas. Con todo, hablamos que esta nueva ruralidad implica una reestructuración de los modos de trabajar, de habitar y de los sistemas de oportunidades; donde la agricultura familiar, diríamos por una ausencia de políticas estructurales de Estado y de fomento de la pequeña producción, no logra fijar sus escenarios de orientación. Es decir, si esta pequeña producción debe estar orientada al mercado interno o el mercado externo, lo que deriva en problemas crónicos para las pequeñas unidades: precios y escalas de producción, pero también no es menor lo referido a las dificultades de gestión, administración y exigencias, asociadas al riesgo cuando se vinculan a empresas agroexportadoras. Señala el informe del PNUD, a propósito del «construir la vida» en el Valle del Cachapoal: Se globaliza el paisaje cuando se extiende la viña y amenaza el antiguo paisaje maicero y sus rotaciones. Se globaliza la vida cuando se consolida el régimen laboral de los temporeros y crecen las poblaciones en las agro-urbes. Ahora hay trabajo, pero el mismo que no termina por integrar plenamente. Vino también la amenaza continua a la estabilidad de la pequeña agricultura no insertada en estos nuevos recorridos. Pero también, múltiples intentos […] por torcerle la mano al declive e improvisar estrategias y jugadas para preservar en la diversidad y la autonomía del campesino de siempre, hoy pequeño agricultor modernizado. Vino también la nueva amenaza ambiental, desde afuera y poderosa, pero también la emergencia de una nueva conciencia del valle para su defensa, como fue el caso de la última movilización de la zona sur poniente de la cuenca en resistencia a la termoeléctrica. 1

–––––––––– 1. PNUD (2008), Desarrollo Humano en Chile rural, Santiago de Chile, 2008, p. 91.

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En torno a lo anterior, es difícil dar sentido único al territorio y establecer las formas de pertenencia a él. Es evidente que lo que ha definido a esta modernización en algunos valles es la presencia de exportadores, productores frutícolas y trabajadores temporeros, donde todos contribuyen a su reescritura espacial y social. Pero, ¿Cuáles son los arraigos específicos? ¿Cuál es el valor asignado a la tierra? ¿Cuáles son las nuevas formas de asociatividad? ¿Cuáles son los nuevos universos conversacionales? ¿Irse? ¿Quedarse? ¿Dónde está el centro de la vida? ¿Con quiénes? ¿Entre quiénes? Por lo señalado, el concepto de nueva ruralidad busca entender y describir las transformaciones rurales, la expansión urbana y las nuevas articulaciones entre ambas realidades. De esta manera, hoy la ruralidad debe entenderse dentro de procesos territoriales, entendido el territorio como el escenario donde tienen lugar las relaciones sociales, de cualquier naturaleza que éstas sean. Por un lado, el territorio es el espacio apropiado, es decir, se le otorga importancia económica y material de carácter instrumental, utilitario y funcional para la sobrevivencia de los grupos y, por otro, al otorgársele una significación simbólica, es el espacio valorizado. Como el espacio es donde se desarrolla la identidad y se ejerce la pertenencia de los sujetos, dentro de un contexto que diferencia las formas de apropiación y valorización de cada grupo, de acuerdo a lo que el grupo y su cultura son, el territorio se define dentro de las estrategias patrimoniales de éste. Pese a todo, la ruralidad tiene una existencia propia que plantea un gran desafío a la investigación social. Como señala Linck, se trata de enlazar dos argumentos: por un lado, la preservación y renovación de los patrimonios territoriales que responde a exigencias sociales claras y firmes y, por otro, esta renovación patrimonial del territorio genera potenciales recursos que pueden movilizarse para el fomento de las áreas rurales y el desarrollo del país. 1 Para entender mejor esta específica articulación entre lo local y lo global, que podríamos asimilar en esta propuesta a la que existe entre –––––––––– 1. T. LINCK (2001), «El Campo en la ciudad», in: La Nueva ruralidad en América Latina, Bogotá, 2001, vol. I, p. 47.

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lo rural y lo urbano, Norman Long ha propuesto los términos de «localización» y «relocalización», 1 que remiten al hecho de que esta compleja dinámica de interrelación genera nuevos modos de organización y sobrevivencia económica, nuevas identidades, alianzas y disputas por el espacio y el poder, así como nuevos repertorios culturales y de conocimiento. De forma tal, que los elementos globales son «localizados» (territorialmente) y reformulados en el contexto de los conocimientos, organizaciones, agencias y culturas nacionales, regionales o locales. La «localización» se refiere a que la diversidad de reacciones y significaciones que se le otorga a los elementos globales cobran sentido al referirnos a su especialidad y la «relocalización» atañe al resurgimiento de compromisos locales y a la «reinvención» de formas sociales locales que emergen como parte del proceso de globalización. Así entendidos los procesos actuales de transformación social, los siguientes fenómenos caracterizan a la «nueva ruralidad»: — La difusión creciente del trabajo asalariado, la precarización del empleo rural, la pluriactividad, la intensificación de la migración, la clara incorporación de mujeres y –en algunos países– niños al trabajo industrial (maquila o agroindustria), agrícola e informal (ambulantaje, trabajo doméstico, meseras, limpia-parabrisas, etc.). La población rural no agrícola se incrementa y forma parte de unidades familiares y grupos domésticos que se reproducen combinando diferentes actividades y estrategias económicas donde los diversos procesos migratorios juegan un papel central. — La creciente descampesinización, fruto de la expulsión de pequeños y medianos productores del sector agropecuario y de las continuas migraciones regionales a internacionales. — La consolidación de un sistema agroindustrial que ha modificado la producción agrícola y la cadena alimentaria, dominadas por grandes corporaciones transnacionales, lo que ha ocasionado un abandono del trabajo agrícola y el cambio en el uso de la tierra a favor de los complejos agroindustriales que operan en la provisión –––––––––– 1. N. LONG (1996), «Globalización y localización», in: H. Carton de Gramont & H. Tejera (eds.), La Sociedad rural mexicana frente al nuevo milenio, vol. I: S.M. Lara & M. Chauvet (eds.), La Inserción de la agricultura mexicana en la economía mundial, Mexico, 1996.

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de insumos y tecnología, procesan productos agropecuarios, acceden a los mercados internacionales y realizan gran parte de la investigación en esta materia. — El reemplazo de la actividad agrícola y la inclusión del trabajo no agrícola y urbano (industrial y de servicios), lo que implica la flexibilización y terciarización de la fuerza de trabajo, así como el desplazamiento de la producción de alimentos básicos por el cultivo de productos exportables (sobre todo hortalizas), fenómeno en el que ha sido estudiada la articulación global-local. 1 — La generación de importantes problemas de salud en los trabajadores y consumidores de productos agrícolas, así como efectos negativos sobre el medioambiente, como consecuencia de la utilización masiva de agroquímicos, en particular de pesticidas, muchos de los cuales ya han sido prohibidos en otros países. — El desarrollo de nuevos procesos espacio-territoriales: se cuestionan las dicotomías «centro-periferia» y «metrópolis-satélites» y se propone un nuevo enfoque en relación a la especialidad de homogeneización-diversidad, nueva ruralidad-localización-relocalización, en espacios híbridos (rural-urbano) y en nuevas formas de crecimiento urbano. Sin negar el hecho de que todos estos fenómenos son consecuencia del modelo de desarrollo neoliberal 2 y, por ende, del proceso de globalización económica, es fundamental indagar las respuestas –––––––––– 1. Cf. H. CARTON DE GRAMMONT, M.A. GÓMEZ, H. GONZÁLEZ & R. SCHWENTESIUS (eds.) (1999), Agricultura de exportación en tiempos de globalización, México, 1999; J. DELGADO (1999à, «La Nueva ruralidad en México», in: Investigaciones Geográficas, México, 1999, nº 39; L. LLAMBÍ (1996), «Globalización y nueva ruralidad en América Latina», in: H. Carton de Gramont & H. Tejera (eds.), La Sociedad rural mexicana frente al nuevo milenio, vol. I: S.M. Lara & M. Chauvet (eds.), La Inserción de la agricultura mexicana en la economía mundial, Mexico, 1996, y (2001), «Globalización, ruralidad, nueva ruralidad y desarrollo rural», in: La Nueva ruralidad en América Latina, Bogotá, 2001, vol. II; S.M. LARA (2001), «Análisis del mercado de trabajo rural en México en un contexto de flexibilización», in: N. Giarracca (comp.), ¿Una Nueva ruralidad en América Latina?, Buenos Aires, 2001. 2. Los autores que utilizan el concepto de «desarrollo rural», en contraposición al de «desarrollo neoliberal», proponen pensarlo como una construcción social orientada a nivelar socialmente el crecimiento económico-productivo, que debe tender a la sustentabilidad, respeto de los recursos naturales, de las diversidades culturales, étnicas, de género, de religión, generacionales y de formas de vida. Todo ello en un contexto de igualdad de oportunidades en materia de salud, educación, vivienda y alimentación. Cf. N. GIARRACCA (2001), «Prólogo», in: N. Giarracca (comp.), ¿Una Nueva ruralidad en América Latina?, Buenos Aires, 2001, p. 12.

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y las estrategias alternativas que los actores locales están desplegando en los ámbitos económico, técnico, social, cultural y político para resistir y a sus efectos, de manera que las comunidades en muchos casos han sido capaces de actualizar sistemas tradicionales de organización social, económica y cultural, como un recurso para enfrentar la acentuada exclusión que las afecta, la desarticulación de formas de organización familiar y comunitaria y el deterioro de su entorno ambiental. Por ello, analíticamente, se cruzan cuestiones que deben ser agendadas permanentemente en el análisis: lo territorial y su escala, los procesos sociales permanentes y emergentes, y las políticas de desarrollo de los países que impactan sobre estas sociedades y territorios. CONSIDERACIONES FINALES

Dentro de las cuestiones más importantes que discutir y seguir discutiendo, se encuentra la relación entre el globocentrismo y la afirmación del lugar como modelo local. Esto, en la medida que, por una parte, se consolida y cristaliza un cierre de alternativas al avalar la presencia de la globalidad en todos los intersticios de las sociedades como las rurales; y, por otra, se abre la posibilidad, a partir de la experiencia etnográfica del rescate y documentación de las formas o economías de subsistencia o biodiversificadas, de prácticas colectivas, comunales o cooperativas, de pensar de forma alterna, es decir, de un modo no capitalista. Por ello, necesitamos responder en conjunto desde nuestros campos disciplinarios si estas últimas formas son simplemente resistentes y contrarias al capitalismo, son complementarias o subsidiarias al modelo global. La propuesta política de un imaginario alterno demanda responder lo anterior. Una antropología que piense desde la alternatividad, desde los márgenes del sistema, exige la valorización del conjunto de significados profundos que puede haber detrás de estas lógicas, pues, en sentido estricto, son experimentos de vida que se desarrollan a través de sus usos, y que, para contradecir una posible 72

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nostalgia antropológica, siempre han estado incorporadas a unas redes más amplias que las del propio universo local. 1 Por ello, no esta demás, investigar con las herramientas de la antropología y las demás ciencias sociales cómo la gente se reinventa y dialoga con las presiones externas. A lo anterior, tal vez, debamos sumarle un imperativo interés por instalar una base conceptual o un lenguaje que nos permita pensar desde la diferencia, desde fuera de la modernidad y el capitalismo, de algo que esté más allá de los cinco siglos de experiencia de capitalismo y de la invención del desarrollo generada desde la posguerra. 2 Antropológicamente, debemos plantearnos el documentar todas las prácticas de resistencia, porque en ellas se encuentra el proceso de invención y reinvención de la vida, y en los intersticios de las relaciones global local se producen las hibridaciones, eje inevitable de recuperar a la hora de repensarnos desde la alternatividad los problemas identitarios, las prácticas económicas y las relaciones sociales. Por ello, debemos prestar particular atención a movimientos como los «sin tierra», en Brasil; los cocaleros, en Bolivia; las protestas étnicas, en Ecuador; las propuestas de comunidades y activistas negros en Colombia, los que enriquecen el concepto biodiversidad al entenderlo como suma de territorio y cultura, y que saltan a una visión del Pacífico como territorio-región; 3 las presiones de las comunidades mapuches sobre las empresas forestales y su interés por la recuperación de la tierra; y, también, las comunidades campesinas e indígenas de Chiapas que buscan proteger sus conocimientos herbolarios tradicionales de las empresas farmacéuticas transnacionales. Entonces, no es posible desprenderse de aquello que ocurre en la base, en esta integración y reacomodo de carácter horizontal, pues es ahí, en el lugar, donde ha de darse la posibilidad de pensar «otros desarrollos» o pensar el «desarrollo desde el subdesarrollo», la cultura, las relaciones con la naturaleza; y, también, por cierto, como opción política, abrirse y replantearse como antropólogos –––––––––– 1. Véase E. WOLF (1982), Europa y la gente sin historia, México, 1994. 2. A. ESCOBAR (1998), La Invención del Tercer Mundo, Bogotá, 1998. 3. Ídem.

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nuestras formas de aprehender la realidad y observar la constitución de las identidades. Frente a lo anterior, y en detrimento de la condición de lugar vivido, como centro de la experiencia cotidiana, y de la vulnerabilidad teórica que la noción de lugar experimenta en el marco del proceso de globalización, una reivindicación en el campo de la antropología de las experiencias particulares y de la teorización es, ante todo, la antesala para terminar con cuestiones como la lógica cartesiana que ha definido la relación con la naturaleza y la analítica de un corpus, que con contadas excepciones, le ha costado enhebrar la relación entre lo biofísico, lo humano y lo sobrenatural. BIBLIOGRAFÍA AUGÉ, MARC 1982. — Non-lieux: Introduction à une anthropologie de la surmodernité. Paris: Seuil, 1992, 149 p. • Trad. cast.: Los «No lugares», espacios del anonimato: Una Antropología de la sobremodernidad. - Barcelona: Gedisa, 2000, 125 p. BARKIN, DAVID 2001. — «La Nueva ruralidad y la globalización». - In: La Nueva ruralidad en América Latina. - Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana, Facultad de Estudios Ambientales y Rurales, 2001, vol. II, p. 21-31. BONNAL, PHILIPPE; PIERRE-MARIE BOSC, MARIO DIAZ & BRUNO LOSCH 2003. — «Multifuncionalidad de la agricultura y nueva ruralidad: ¿Reestructuración de las políticas publicas a la hora de la globalización?». - In: Edelmira Pérez Correa & María Adelaida Farah (comps.), Desarrollo rural y nueva ruralidad en América Latina y la Union Europea. - Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana, 2004, p. 19-41. - Actas del Seminario Internacional «El Mundo rural: Transformaciones y perspectivas a la luz de la nueva ruralidad», Bogotá, 15-17 octubre 2003. CARTON DE GRAMMONT, HUBERT; MANUEL ÁNGEL GÓMEZ; HUMBERTO GONZÁLEZ & RITA SCHWENTESIUS (eds.) 1999. — Agricultura de exportación en tiempos de globalización. - México: Juan Pablos, 1999, 378 p. CARTON DE GRAMMONT, HUBERT & LUCIANO MARTÍNEZ (comps.) 2009. — La Pluriactividad en el campo latinoamericano. - Quito: Facultad Latinoamerica de Ciencias Sociales, 2009, 307 p. - Ponencias al VII Congreso Latinoamericano de Sociología Rural, Quito, 20-25 noviembre 2006. CÓRDOVA, ROSÍO; CRISTINA NÚÑEZ & DAVID SKERRITT 2008. — Migración internacional, crisis agrícola y transformaciones culturales en la región central de Veracruz. 74

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Descifrando las localidades rurales Algunas reflexiones, problemas y dilemas de las antropologías rurales

Gonzalo Díaz Crovetto

INTRODUCCIÓN: ALGUNOS PROBLEMAS, ALGUNOS CAMINOS

En el presente trabajo discuto ciertas cuestiones fundamentales sobre los estudios actuales relativos a las antropologías rurales. Pero abordo, sobre todo, la situación referida a que las nuevas configuraciones del contexto rural han incentivado, para algunos, el abandono de, ahora viejos, enfoques teóricos. Lo cual puede resultar notoriamente inoportuno, pues los contextos rurales están insertos en diferentes dinámicas socioculturales, históricas, de memoria y ambiente, que pueden conjugar elementos así llamados tradicionales con otros modernos y posmodernos, formando una gama altamente diversa de combinaciones. Con lo cual, parece poco productivo descartar –––––––––– — Este texto se nutre de los comentarios, sugerencias y revisiones ortográficas de: Ellen Woortmann, Gustavo Lins Ribeiro, Adolfo de Oliveira, Silvia Monroy, Laura Ordoñez, Luis Cayón, Júnia Marusia y Santiago Díaz. No obstante, la persistencia de errores, así como el contenido del presente trabajo son de mi plena responsabilidad. La versión original de 2004 y titulada «Localidades Rurales: Nuevos y viejos desafíos para una antropología rural», sufrió alteraciones considerables para esta edición. Agradezco también a todas las personas que me dieron sus relatos para comprender mejor sus localidades rurales y los contextos rurales.

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«viejos saberes», al mismo tiempo que encuadrarnos simplemente en nuevos enfoques. El reconocimiento entonces, de la diferencia sustancial entre diversos contextos rurales nos permitirá librarnos de la tortura hegemónica de una única aproximación teórica, para ejercer una justificada combinación de posibilidades analíticas para la comprensión de lo rural con un acentuado sentido plural. Cabe notar que reconozco a los contextos rurales como un espacio histórico y geográfico común de políticas y procesos compartidos, como lo fue por ejemplo, la revolución verde en la ruralidad de America Latina. Naturalmente existen diversos contextos rurales, y su agrupación sería más bien heurística. Mientras que las localidades rurales permitirían situar local y etnográficamente dichos procesos, como fueron vividos por comunidades particulares, en lugares y tiempos específicos. Empíricamente y operacionalmente, el contexto rural permitiría hablar de lo común, mientras que las localidades rurales podrían situar lo diferente. 1 Otro punto que discuto, hace referencia a la necesidad de mantener un fuerte debate-diálogo en la antropología rural, que nos permitirá no sólo comprender diversas situaciones de los diferentes contextos y localidades rurales, sino también que nos permita cuestionar y problematizar la propia antropología; tanto a partir de reflexiones teóricas como metodológicas, pues lo rural también es un lugar para pensar la antropología. En ese sentido, ha de rescatarse la antropología de lo rural, esto quiere decir: nuestra propia experiencia disciplinaria en lo que dice respecto a regencias teóricas y nuestra principal aproximación investigativa: la etnografía. Ambas cuestiones, son sin duda, el mayor aporte de la antropología, o mejor, de las antropologías, a los estudios rurales. Por tanto, las antropologías rurales, en un plural que resguarda las diversidad de formas, escuelas y posibilidades, 2 requieren también un horizonte de reflexión enraizado en el decorrer y el presente de la antropología, pues insisto, ahí puede estar nuestra aproximación diferenciada al estudio del contexto rural. –––––––––– 1. Como sí el primero se remitiese a un trabajo etnológico y el segundo, a uno etnográfico. 2. G. DÍAZ CROVETTO (2008), «Antropologías mundiales en cuestión», in: Wan E-Journal, April 2008, nº 3.

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Encuentro conveniente problematizar algunas de las cuestiones recién planteadas a partir de ejemplos etnográficos sobre localidades rurales, incorporando para aquello antecedentes de estudios de caso etnográficos de Chile y Brasil. Ejemplos que rescatan la diversidad actual de los elementos y fenómenos observables en las localidades rurales. LA ANTROPOLOGÍA DE LO RURAL

«La evaluación del concepto campesino en la antropología –su origen, desarrollo y su de-uso– es inseparable de una evaluación más amplia sobre el contexto intelectual de la antropología social dónde éste se encuentra». 1

La consolidación de las diferentes líneas y temáticas de investigación de la antropología sociocultural deben ser comprendidas a partir del propio decorrer de la disciplina y de los diferentes contextos donde ésta se encuentra y se ha encontrado inmersa, y sobre todo, de sus diversas objetivaciones de otredad. 2 En ese sentido, la antropología rural y su genealogía disciplinar también fue y es un lugar de pensar, representar y entender un otro; un otro relativamente distante –al menos en proyección 3 o en imaginación. 4 Recordando para ello, que el propio proceso de consolidación del campo de estudio de la ahora llamada antropología rural se presentó como una ampliación del objeto de estudio de la antropología en la década de los 30, que hasta ese entonces se concentraba principalmente en la investigación de las mal llamadas sociedades primitivas, para luego enfocarse en el trabajo de las sociedades campesinas. 5 Ahora bien, las nuevas configuraciones socioculturales y económicas ocurridas durante el transcurso del tiempo nos obligaron nuevamente a ampliar

–––––––––– 1. M. KEARNEY (1996), Reconceptualizing the peasantry, Boulder, 1996, p. 1. Traducción libre del inglés al español. 2. E. KROTZ (2002), La Otredad cultural entre utopía y ciencia, México, 2002. 3. J. FABIAN (2002), Time and the other, New York, 2002; M. KEARNEY, op. cit., 1996. 4. B. ANDERSON (1983), Comunidades imaginadas, Buenos Aires, 1993. 5. M. KEARNEY, op. cit., 1996; E.F. WOORTMANN (1995), Herdeiros, parentes e compadres, São Paulo & Brasília, 1995.

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los márgenes, constituyéndose entonces la así llamada antropología rural. 1 Ante ello, nos debemos remitir a una comprensión que coloque atención en un claro reconocimiento a los procesos históricos concomitantes de la propia disciplina, como también a un contexto socio-cultural mayor, en la medida que el conocimiento del otro no es solamente un acto temporal e histórico, sino también político. 2 Este proceso peculiar, de triple adecuación nominativa, 3 presenta una natural simbiosis y coexistencia de nuevas y viejas temáticas, que marcó, sin duda, qué y cómo estábamos encarando nuestros campos de estudio. Consecuentemente, no podemos descartar una aproximación teórico-analítica que rescate reflexiones tanto de una antropología clásica como de los estudios referidos al campesinado, y menos aún, sin hacer referencia a los trabajos enmarcados en una antropología rural. Entre esos diferentes momentos, confluyen sobre todo, experiencias etnográficas, donde la diferencia acentuada entre cada una de ellas confirman el resguardo de la diversidad de lo observado y de cómo se observa. Así por ejemplo, la mayor riqueza del debate entre los trabajos de Robert Redfield y Oscar Lewis sobre Tepoztlán, parece el predominio de la diferencia, más que alguna verdad que perdure en el tiempo, resguardando que tal debate nos puede decir más de la antropología y de su contexto, que de la polémica misma que hay detrás. Cabe pensar también, que lo campesino, lo rural o bien la nueva ruralidad, son categorías que representan ciertos saberes y ciertos –––––––––– 1. No pretendo hacer un decorrer del camino de los diferentes rumbos que ha tomado los estudios sobre la ruralidades y en especial, sobre, la antropología rural en Latinoamérica o en Chile. Me encuentro bastante distanciado de dicho emprendimiento, además se encuentran grandes trabajos dedicados a dicho tema, ver, entre otras referencias: J. CHONCHOL (1996), Sistemas agrarios en América Latina, México, 1996; F. ENTRENA (1998), «Viejas y nuevas imágenes sociales de ruralidad», in: Estudos Sociedade e Agricultura, Rio de Janeiro, 1998, nº 11; y R. HERNÁNDEZ (1994), «Teorías sobre campesinado en América Latina», in: Revista Chilena de Antropología, Santiago de Chile, 1994, nº 12, y (2003), «Antropología de lo rural en Chile», in: Movimientos de campos, Guatemala, 2003. 2. J. FABIAN (2002), Time and the other, New York, 2002. 3. Nominaciones relativas al «movimiento de los conceptos» discutido por Roberto Cardoso de Oliveira, donde «los conceptos que imaginamos no son más que categorías sociológicas e históricas que no deben señalar nada más que la fijación de un léxico de la disciplina […] de su matriz disciplinar». Cf. R. CARDOSO DE OLIVEIRA (2004), «El Movimiento de los conceptos en la antropología», in: La Antropología brasileña contemporánea, Buenos Aires, 2004, p. 48.

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contextos políticos de gestación, 1 pero sobre todo que son temporales, que corresponden a un tiempo especifico, al mismo tiempo que lo que estas representan cambia, al igual que cambia el cuerpo académico que las piensa. Lo campesino o bien lo rural existen antes que todo como categorías conceptuales, y como tales, tienen un contexto y un momento de gestación. 2 Simplificando, nuestras nociones sobre ciudades son algo completamente diferente de lo que se pensaba y se representaba en otras décadas del siglo pasado. Tanto la ciudad ha cambiado, como lo ha hecho lo que se piensa sobre ellas. En ese sentido, lo campesino o lo rural pasan y han pasado por el mismo proceso de representación y constitución. De ahí viene el primer error epistemológico de utilizar un prefijo de nuevo, porque se le estaría dando una a-temporalidad algo que es completamente temporal, es decir, algo que esta en cambio y transformación continua. Además, si lo rural remite a un espacio, todo espacio, y toda representación de éste, tiene un tiempo, y como tal tiene una historicidad propia, vivida y recordada distintamente por los actores que en él viven o los actores que se remeten a él. Por tanto, si todo espacio es a su vez un espacio temporal, las transformaciones y los cambios son inherentes a él, por lo que el prefijo nuevo puede parecer innecesario, a no ser que indique, más que el lugar del cual que quiere hablar, el lugar desde dónde se está hablando. Así lo nuevo parece hablar más de un tipo de énfasis académico, más que propiamente del lugar del cual se quiere hablar; lo nuevo parece reconocer por tanto, una postura y un abordaje situado en el contexto académico. Con esto, una antropología que se enmarque como estudio de la nueva ruralidad, parece hablar de un momento especifico de la propia antropología rural, más que de esa ruralidad nueva. En ese sentido, a modo personal, veo innnecesario que desde la antropología nos aproximemos al estudio de las localidades rurales a partir de aproximaciones aborden nuestro campo de estudio como nuevo. Tiempo y espacio son conceptos claves en la historia de la antropología; lo son, no sólo como categorías teóricas, lo son –––––––––– 1. M. KEARNEY (1996), Reconceptualizing the peasantry, Boulder, 1996. 2. G. DÍAZ (2008), «Antropologías mundiales en cuestión», in: Wan E-Journal, April 2008, nº 3.

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porque fueron enraizadas en experiencias etnográficas con diferentes grupos sociales a lo largo de la historia de la disciplina. 1 Nada mejor para un buen diagnóstico que conocer, conocer a fondo, lo que queremos diagnosticar. Tal vez el contexto rural, las localidades rurales, necesiten etnografías 2 más que encuadramientos previos, que permitan dar cuenta de la inmensidad de posibilidades etnográficas que se están vivenciando en diferentes contextos rurales. GLOBALIZACIÓN Y LOCALIDADES RURALES «… cualquier aproximación genuinamente antropológica de las comunidades rurales requiere situarlas teóricamente dentro de un contexto global así como de la historia del Estado-nación». 3

Actualmente, algunos estudios sobre globalización efectuados desde las ciencias sociales, y en especial desde la antropología, deambulan entre una saturación temática y un agotamiento discursivo, además de concentrarse en trabajos ensayísticos. Por esta razón, considero que los trabajos etnográficos lograrían revitalizar, así como en muchos casos contraponer y repensar ciertos supuestos teóricos sobre las actuales proporciones y características del proceso globalizador, en la medida que consideremos lo global en lo local, a partir del estudio de las localidades rurales. Esto ayudaría a desmitificar ciertas suposiciones mal fundadas sobre la realidad actual de dichas localidades, además de hacer visible un espacio que, en parte, se ha dejado de lado, ante una excesiva concentración de estudios que remiten a la globalización a espacios urbanos y fronterizos. Con esto, le estoy dando una notoriedad, siempre merecida, pues fue en los diferentes contextos rurales en donde se sentaron las bases materiales y –––––––––– 1. Para distinguir los diferentes tiempos la antropología sitúo el grupo de referencia para el cuál se remite la noción de tiempo – i.e. los nuer (el tiempo para los nuer). 2. Etnografías, que entre algunos enfoques posibles, puede rescatar las multiplicidad de voces de lo rural/en lo rural. 3. M. KEARNEY (1996), Reconceptualizing the peasantry, Boulder, 1996, p. 2. Traducción libre del inglés al español.

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humanas para la expansión del capitalismo 1 y, por ende, para la constitución de un proceso globalizador. 2 Proceso que para muchos lugares se dio bajo un marco de expansión imperial 3 y colonial. 4 Por tanto, retomar una mirada a los contextos rurales, sea, tal vez, una vuelta natural al origen. En ese sentido, no sólo se trata de ver el proceso globalizador en las localidades rurales, sino también, de observar lo que las localidades rurales pueden decir sobre el proceso globalizador. Podemos considerar los efectos de la globalización en relación al eje básico propuesto por varios autores, 5 eje que considera una intensificación, una diversificación y un aceleramiento del flujo de bienes, informaciones y personas. Pero junto con esto, se hace vital la noción de Harvey 6 sobre la comprensión del espacio-tiempo, generada a partir del avance tecnológico de los últimos tiempos, que permitió la simultaneidad y la aceleración de dichos flujos. Cuestión que impacta y se vive diferenciadamente en las diversas localidades. Ahora bien, dicho proceso debe entenderse a partir de los propios diversos marcos valorativos y de significación de las diferentes localidades rurales. Al respecto, encuentro pertinente la siguiente cita: En un plano mundial, la humanidad, unificada por los flujos culturales globales que corren por los canales de integración económica, está comenzando a coincidir efectivamente con la especie humana. Pero, al mismo tiempo, al influir localmente, estos flujos globales se diversifican de acuerdo con los esquemas culturales particulares. 7

Así, al existir diferentes marcos valorativos y de significación, así como contextos de inserción diferenciados, tendremos que prestar atención a la heterogénea gama de configuraciones que pueden

–––––––––– 1. K. POLANYI (1949), La Gran transformación, Madrid, 1989. 2. A. BORON (1998), «Globalization», in: Estudos Sociedade e Agricultura, Rio de Janeiro, 1998, nº 11; E.R. WOLF (1982), Europa y la gente sin historia, México, 1994. 3. E.W. SAID (1993), Cultura e imperialismo, Barcelona, 1996. 4. E. SHOHAT & R. STAM (1994), Multiculturalismo, cine y medios de comunicación, Barcelona, 2002. 5. Entre otros, ver G.L. RIBEIRO (2000a), Cultura e política no mundo contemporâneo, Brasília, 2000. 6. D. HARVEY (2003), El Nuevo imperialismo, Madrid, 2004. 7. M. SAHLINS (1997), «O “pessimismo sentimental” e a experiencia etnográfica» (parte II), in: Revista Mana, Rio de Janeiro, vol. 3, nº 2, 1997, p. 20. Traducción libre del portugués al español.

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presentarse en las localidades rurales, a partir de las implicaciones del proceso globalizador, pues como bien señala Ribeiro 1 uno de los grandes desafíos para la antropología sigue siendo conocer y entender nuevos re-ensambles entre procesos homogéneos y heterogéneos. Cuestión que reafirma la importancia del estudio de la respuesta local, sea localidades rurales o ciudades especificas, frente a presiones mundiales –lo que no hace más que seguir parte de uno de los proyectos germinantes de la antropología, visando no sólo la búsqueda de una diversidad cultural, sino también, de ese eterno juego entre lo particular y lo general de las sociedades y culturas. Pensar en globalización y localidades rurales, no supone la globalización de las localidades rurales, sino, que resitúa la atención en el espacio, el tiempo y en los flujos, así parece pertinente colocar en juego y evidencia, las diferentes relaciones establecidas, sean políticas, de empoderamiento o económicas, entre las localidades rurales y contextos regionales, nacionales y transnacionales. PRIMEROS DEBATES

Actualmente las localidades rurales nos presentan una drástica y densa trama cultural, en la medida en que éstas conjugan simultaneamente elementos relativos a diferentes procesos históricos y contemporáneos. Es exactamente dicha situación que nos invita a una simultaneidad teórica, siempre desde una re-lectura crítica –ya que una nueva combinación teórica, requiere necesariamente repensar y reevaluar las formas anteriores. 2 Es necesario considerar, entonces, que los enfoques teóricos y metodológicos son circunstanciales, nos pueden orientar en la discusión de que estos saberes, antes de ser descartables, y ser suplantados por nuevas formas, pueden ser críticamente combinables. Cuestión coherente con la propia realidad sociocultural de muchas comunidades rurales de Latinoamérica, que combinan elementos así llamados tradicionales, modernos y posmodernos. –––––––––– 1. G.L. RIBEIRO (2000a), Cultura e política no mundo contemporâneo, Brasília, 2000. 2. T.S. KUHN (1962), La Estructura de las revoluciones científicas, México, 2002.

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Configurando de esta forma una densa trama polimorfa de situaciones a ser estudiadas por las «antropologías rurales», 1 con lo cual «una perspectiva pluralista, que acepta la fragmentación y las combinaciones múltiples entre tradición, modernidad y posmodernidad, es indispensable para considerar la coyuntura latinoamericana de fin de siglo». 2 De una forma simplificada que me permite ilustrar mejor la simultaneidad de elementos, fenómenos, procesos e ideas adscritas a lo tradicional, lo moderno y lo posmoderno, hago una breve referencia 3 a cada uno de éstos para el caso de los contextos rurales. Se puede concebir lo tradicional, o bien, específicamente las prácticas productivas tradicionales y sus diferentes modelos de saber-hacer, 4 como las mantenidas y trasmitidas del pasado a nuestros días, 5 que por lo general mantienen vínculos con aspectos sociales y culturales particulares del grupo, 6 algunas de ellas tienen arraigos en modelos rituales, son de carácter consuetudinario, pero que sobre todo, son consideradas por las propias personas de la localidad como prácticas que se remontan a un pasado lejano e incierto. Estas prácticas tradicionales de producción se pueden relacionar con un autoconsumo, donde el excedente puede ser comercializado o bien intercambiado en algún sistema de trueque. Además del ámbito productivo, existirían cuestiones tradicionales relativas a festividades, ceremonias y creencias, entre otros aspectos. Mientras que lo moderno o bien, las prácticas productivas modernas en relación al contexto rural, –––––––––– 1. Como sabemos, el marco histórico de los estudios referidos a la cuestión rural es bastante complejo y amplio, fue engranado a partir de diferentes disciplinas y aproximaciones teóricas; la sociología, la antropología, la historia, la historia económica, la economía agrícola, la agricultura, etc., existiendo un fuerte dialogo entre éstas. Al mismo tiempo, hubo recorridos diferenciados, que presentan, en muchos casos, los particulares rumbos y contextos de cada una de estas disciplinas. Cf. R. HERNÁNDEZ (1994), «Teorías sobre campesinado en América Latina», in: Revista Chilena de Antropología, Santiago de Chile, 1994, nº 12; E.F. WOORTMANN (1995), Herdeiros, parentes e compadres, São Paulo & Brasília, 1995. 2. N. GARCÍA (1990), Culturas híbridas, Buenos Aires, 2001, p. 319. 3. Por espacio y orientación de este trabajo, no describo a fondo cada uno de estos procesos en relación a los contextos rurales. Cabe destacar que su inserción es compleja y variada, involucrando procesos productivos, discursos e imaginarios, entre otros aspectos. Hay algunas referencias anteriores en G. DÍAZ (2004), «Aplicando identidad, identidad aplicada», in: Comunidade Virtual de Antropología, 2004, nº 17; y DÍAZ (2005), Entre a manutenção e a mudança, Brasília, 2005. 4. E.F. WOORTMANN & K. WOORTMANN (1997), O trabalho da Terra, Brasília, 1997. 5. E. SHILS (1981), Tradition, Chicago, 1981; G. DÍAZ, op. cit., 2004. 6. E.R. WOLF (1966), Los Campesinos, Barcelona, 1972.

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pueden ser consideradas como las relacionadas con procesos de modernización del agro, que muchas veces fueron implementadas por agencias del gobierno bajo diferentes modelos y discursos de desarrollo, 1 y relacionadas por lo general con mono-producciones. Además, dichas prácticas están relacionadas con un periodo donde se proliferan las agroindustrias, se mejoran los accesos y medios de transporte, permitiendo un mayor acceso y alcance a diferentes mercados regionales y nacionales, con lo cual, muchas producciones comenzaron a destinarse mayoritariamente para el mercado, des-privilegiando el auto-consumo. Específicamente para el caso de América Latina, el proceso modernizador y su ideología, se hizo evidente con la así llamada revolución verde. Etnográficamente, cabe destacar, que en muchos casos, lo moderno aparece como algo ajeno. Mientras que lo pos-moderno puede ser identificado principalmente por condiciones relativas a la consagración del proceso globalizador, que significo la aceleración e intensificación de los flujos de bienes, personas e informaciones, bajo el horizonte de la comprensión del espacio-tiempo, 2 condiciones que conectaron diferentes localidades rurales a mercados transnacionales, marcando tanto la producción como el consumo, un consumo que, en lo cultural, también se vio afectado por la masificación de las industrias culturales, de los medio audio-visuales y comunicacionales. Asimismo se intensificaron la gestación de servicios y la oferta laboral en los contextos rurales. Sobre mi opción de pensar en localidades rurales esta tiene que ver primeramente con una opción de colocar en plural tanto la antropología como lo rural de una antropología rural. Tal opción epistemológica tiene que ver con el reconocimiento político de la pluralidad de nuestra disciplina, como con la importancia de acentuar la diversidad de lo rural, al mismo tiempo que pretende localizar lo rural a partir de la experiencia etnográfica. Una conceptualización de localidades rurales pretende, antes que nada, resaltar lo local del espacio, es –––––––––– 1. A. ESCOBAR (1995), Encountering development, Princeton, 1995; G. DÍAZ (2005), Entre a manutenção e a mudança, Brasilia, 2005. 2. D. HARVEY (2003), El Nuevo imperialismo, Madrid, 2004.

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decir, se trata de un reconocimiento etnográfico de éste. 1 Lo anterior no impide que podamos observar tanto lo particular como lo común a dichas localidades dentro del marco de contextos rurales. La noción de localidades rurales aparece entonces como una opción ante las concepciones anteriores, 2 relativas a sociedades rurales, sociedades folk y parciales, sociedades campesinas, etc. Éstas mantenían ciertos supuestos –que dejaré de lado– relacionados con las ideas de sociedades aisladas, invariables, exacerbadamente tradicionales, en estados evolutivos intermedios y en una obsesiva alteridad urbanorural. Pensar en localidades rurales es pensar en el aporte de la antropología frente a lo rural. Categorizaciones sobre una nueva ruralidad desfiguran la historicidad y simultaneidad de los contextos rurales hoy y en el pasado. Así, a mi parecer, situada desde la antropología, la configuración analítica nominal adscrita en lo nuevo de la ruralidad no nos lleva ni para rumbos descriptivos ni para explicativos –vuelvo a esta cuestión en diferentes momentos del texto. NUEVAS Y VIEJAS ARTICULACIONES

Si el desarrollo económico en América Latina se centró desde la colonia en la exportación de la producción agrícola-ganadera y minera –que se dio a partir de la base de formas de inmovilización de la fuerza de trabajo y del modo de expansión concentrada–, 3 actualmente las antiguas plantaciones y haciendas se han transformado, en algunos casos, en complejos agroindustriales que proliferaron principalmente en la década de los setenta y ochenta del siglo –––––––––– 1. Véase una propuesta similar por George Marcus al plantearse el tema de las identidades (G. MARCUS (1991), «Identidades passadas, presentes e emergentes», in: Revista de Antropologia, São Paulo, 1991, nº 34). Además, son diversos los autores que invitan a conocer las diferentes configuraciones de segmentación e hibridación cultural como resultado de las actuales intersecciones rural-local. Cf. N. GARCÍA (1990), Culturas híbridas, Buenos Aires, 2001, p. 230, y (1995), Consumidores y ciudadanos, México, 1995, p. 129. 2. Esta preposición conceptual y analítica, surge ante una preocupación sobre la adecuación teórica y la realidad circundante, tal como fuese la tarea del historiador planteado por Thomas Kuhn. Cf. T. KUHN (1962), La Estructura de las revoluciones científicas, México, 2002, p. 21. 3. G.L. RIBEIRO (2000), «Política cibercultural», in: Cultura e política nos movimentos sociais LatinoAmericanos, Belo Horizonte, 2000.

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XX. 1 Estas instalaciones, en el caso de Chile por lo menos, nos muestran una movilidad estacional de trabajadores temporeros que se desplazan por diferentes regiones, mientras, que Kearney 2 ilustra también casos de migraciones transnacionales de carácter temporal o estacional, relacionadas con producciones agrícolas y agro-industriales. Por otro lado cabe señalar, que las agroindustrias ocupan mano de obra local para faenas permanentes y de bajo perfil de especialización, otorgando nuevas posibilidades de renta a los habitantes de las localidades rurales, los cuales se pueden insertar en un esquema de una pluri-actividad, 3 donde se combinan diferentes formas de captación de renta. Así, la instalación de complejos agroindustriales ha facilitado la mudanza en el horizonte de las prácticas productivas y laborales de los habitantes de las localidades rurales, obviamente, impactando las formas de organización sociocultural de éstas y en muchos casos, de los papeles y roles dentro de los sistemas de organización familiar y de parentesco. Estos enclaves productivos, que muchas veces son parte de consorcios transnacionales, satisfacen tanto demandas internas como externas, 4 siendo que los verdaderos centros de poder de la agricultura se encuentran cada vez menos en ella y cada vez más en las industrias agropecuarias, las finanzas y el comercio. 5

Hay, sin duda, otra importante relación a ser observada en los márgenes productivos de los diferentes contextos rurales. Esta tiene que ver con las formas de inserción y articulación a los mercados, así como con los modelos de desarrollo que se quieran implantar o

–––––––––– 1. J. CHONCHOL (1996), Sistemas agrarios en América Latina, México, 1996; R. HERNÁNDEZ (2003), «Antropología de lo rural en Chile», in: Movimientos de campos, Guatemala, 2003; M. KEARNEY (1996), Reconceptualizing the peasantry, Boulder, 1996; M. TEUBAL (2002), «Globalización y nueva ruralidad en América Latina», in: ¿Una nueva ruralidad en América Latina?, Buenos Aires, 2002. 2. M. KEARNEY, op. cit., 1996. 3. M.J. CARNEIRO (1998), «Ruralidade», in: Estudos Sociedade e Agricultura, Rio de Janeiro, 1998, vol. 11; J. GRAZIANO DA SILVA (1997), O novo rural brasileiro, Campinas, 2002. 4. A. BORON (1998), «Globalization», in: Estudos Sociedade e Agricultura, Rio de Janeiro, 1998, nº 11; J. CHONCHOL (1996), Sistemas agrarios en América Latina, México, 1996; M. KEARNEY (1996), Reconceptualizing the peasantry, 1996, Boulder; M. TEUBAL (2002), «Globalización y nueva ruralidad en América Latina», in: ¿Una nueva ruralidad en América Latina?, Buenos Aires, 2002. 5. J. CHONCHOL, op. cit., 1996, p. 342.

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que estén influyendo en las formas de producir. Ambas cuestiones, permiten observar diferentes dinámicas entre procesos locales, nacionales y trasnacionales. Así, sobre la primera cuestión, cabe señalar que los pequeños y medianos productores se han visto, sobre todo a partir de las fuertes políticas de desarrollo desde los años 60 en América Latina, 1 influenciados y en muchos casos, prácticamente obligados a seguir formas y técnicas de cómo y qué producir, amparadas bajo diferentes discursos e ideologías de modelos impositivos desarrollo, 2 de tipos específicos de desarrollo. Con el paso del tiempo, el Estado y sus diferentes organismos de apoyo técnico, fueron perdiendo su lugar hegemónico en relación a los discursos, ideologías y modelos de producción, frente a la acción de los organismos no gubernamentales e inclusive, frente a agentes privados, presentándose por tanto, una mayor diversidad encontrada en las formas de producir en las localidades rurales, y en la forma en que estas son asesoradas. A continuación expongo un relato etnográfico relativo a lo recién expuesto. En la investigación de mi maestría 3 trabajé con productores de frutillas nipo-brasileños, radicados en Brazlandia, una región administrativa del Distrito Federal (Brasil) y distanciada a unos 50 kms. de Brasilia. Después de diferentes inserciones en el campo, concentre mi trabajo con dos familias; dos familias que escogieron formas diferenciadas producir frutillas a lo largo de los años. Escogí ahondar en sus historias de vida y memorias asociadas al proceso productivo, lo cual me llevo a estudiar procesos de cambio tecnológico, discursos sobre como producir y las relaciones concomitantes entre modelos de desarrollo, prácticas productivas y asesorías técnicas. Cada familia me presentó diferentes trayectorias, que mostraban distintas alteraciones en los modelos de saber-hacer. 4 Un grupo familiar optó por un modelo

–––––––––– 1. Para más detalles ver G. DÍAZ (2005), Entre a manutenção e a mudança, Brasilia, 2005; y A. ESCOBAR (1995), Encountering development, Princeton, 1995. 2. A. ESCOBAR, op. cit., 1995. 3. Investigación realizada para mi Maestría en Antropología Social en la Universidad de Brasilia. Mi investigación se concentró principalmente en historias de vida, para de este modo, apreciar tanto los procesos diferenciados de la manutención de una producción convencional, como el traspaso a una forma orgánica. Para mayores antecedentes, véase G. DÍAZ, op. cit., 2005. 4. E.F. WOORTMANN & K. WOORTMANN (1997), O trabalho da Terra, Brasília, 1997.

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convencional de producción con diferentes alteraciones en el tiempo, mientras que la otra familia efectúo una transformación radical en el sistema de producción, pasando de un sistema convencional a una producción natural. Lo interesante, es que para ambos casos, se puede tejer una memoria, que diferencia y periodifica las diversas intervenciones de las asesorías técnicas, siempre asociadas a modelos de desarrollo específicos. Entre una forma de producir y otra, entre una familia y otra, se pueden hilar políticas gubernamentales, no gubernamentales y privadas, así como diferentes discursos sobre modelos de desarrollo. Así, la familia que continuó bajo una producción de un sistema convencional, recibió inicialmente un apoyo de implementación técnica –apoyos que parecerían más bien imposiciones, ya que estaban asociadas a condiciones para adquirir créditos– por el Estado, por medio de diferentes actores gubernamentales, para finalmente recibir asesoría de privados quienes ofrecían nuevas alternativas en el sistema de producción convencional, 1 mientras que la familia que optó por una producción natural recibió los conocimientos de un escritorio local de una organización no gubernamental de carácter transnacional. Cómo producir convencionalmente y naturalmente, son, ante todo, modelos y discursos originados extra-localmente, y en parte, reinterpretados y re-significados localmente. Con esto, localidades rurales como Brazlandia, y las familias y sus producciones, forman parte de enjambres y flujos de ideas sobre cómo producir emanadas a partir de modelos de conocimiento y desarrollo e implantadas por diferentes actores localmente.

El desarrollo de la agricultura natural y orgánica sustentadas por el trabajo, si bien no exclusivamente, de diferentes organismos internacionales no gubernamentales, relaciona, de este modo, remotas localidades rurales con ideologías mundialmente divulgadas, 2 pero que son, al mismo tiempo, localmente administradas por medio de la acción de escritorios locales amparados en sedes regionales o nacionales, y claro, con oficinas centrales en alguna parte del mundo. Hay casos también que involucran una re-valoración del

–––––––––– 1. La familia que optó por la producción convencional, pasó de un sistema de progresiones del sistema tecnológico de producir, como una forma de sobrellevar alteraciones de la producción y del mercado. Cf. Y. HAYAMI & V. RUTTAN (1971), Desarrollo agrícola, México, 1989. 2. G. DÍAZ (2005), Entre a manutenção e a mudança, Brasília, 2005.

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conocimiento local y tradicional sobre las formas de producir, algunas veces impulsado desde afuera o partir de políticas nacionales, otras a partir de movimientos locales o regionales, que también pueden llegar a tener, a su vez, un impacto extra-local. Esto último, es más una faceta para observar diferentes dinámicas de inserción y conexión entre espacios y discursos en y para las localidades rurales. La intensidad de estas interconexiones revela lo complejo que pueden ser los cuadros de relaciones frente a los modos de cómo producir encontrados en las diferentes localidades rurales. Por otro lado, la cadena productiva también se encuentra, hoy en día, y para algunos casos, fuertemente inter-relacionada con espacios exra-locales, estimulada por complejos cuadros de demandas y ofertas que extrapolan los contextos locales, regionales y nacionales –cuestión queda evidenciada cuando se piensa para quién se produce y para cuál mercado. Ciertas producciones agrícolas, ganaderas o pesqueras están fuertemente influenciadas por los movimientos y avatares del mercado internacional, desplazando centros de decisiones y contextos de influencia del lugar de producción, como bien apunta Chonchol. 1 Naturalmente, las inter-relaciones entre el contexto rural y la economía nacional e internacional son de larga data, pero la intensidad y forma de estas relaciones ha cambiado abruptamente. 2 Así, se generan nuevos ordenamientos de qué y cómo producir en las localidades rurales, bajo ajustes que tienen que ver tanto con ideologías discursivas como también con mercados cada vez más transnacionalizados. A esta situación se suman otras, que han ayudado a moldear las recientes y las no tan recientes transformaciones en las localidades y contextos rurales. Dentro de estas transformaciones, se puede distinguir también el incremento de los servicios ofrecidos y demandados, involucrando a diferentes actores sociales en dicho proceso a través de iniciativas particulares, comunales, gubernamentales y no –––––––––– 1. J. CHONCHOL (1996), Sistemas agrarios en América Latina, México, 1996. 2. Una referencia paradojal es la producción de caña de azúcar en Brasil, dónde su expansión actual no está relacionada con circuitos mundiales de producción y consumo de azúcar, sino destinado a la producción de combustible alcohol-etanol para el mercado nacional e internacional, reduciendo con ello, áreas de cultivo de alimentos. Cf. S.W. MINTZ (1986), Sweetness and power, New York, 1986.

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gubernamentales. Dentro de los servicios, cabe resaltar el rol que está jugando el turismo, que varía desde la pequeña oferta hasta la consolidación de grandes complejos turísticos. Obviamente todo este marco nos presenta un mayor flujo monetario y consecuentemente, una alteración de las posibilidades de consumo por parte de las poblaciones locales. De este modo, no tiene mucho sentido pensar actualmente las localidades rurales como espacios típicamente productores de bienes, pues éstas conjugan, casi a la par, el consumo y la producción de bienes y servicios altamente diversificados. 1 Estos espacios han dejado de caracterizarse exclusivamente por concentrar una producción agrícola, ganadera, pesquera o forestal, para tornarse en espacios pluri-productivos. 2 Ahora bien, esto no implica que podamos encontrar espacios con bajos índices de pluriactividad o con una alta concentración de actividades productivas tradicionales, o también, con una baja inserción en mercados extralocales. Esta situación nos obliga a prestar atención a las nuevas configuraciones, tanto de la realidad sociocultural como de la identidad local observable o movilizada entre los integrantes de las localidades rurales, 3 además de abandonar una caracterización de lo rural centrada principalmente en las ocupaciones y actividades. 4 SITUANDO LOS GRUPOS SOCIALES Y EL TRABAJO EN LAS LOCALIDADES RURALES

Podría decirse que los grupos sociales que conforman las localidades rurales han aumentado su heterogeneidad tanto en cada localidad, como en el conjunto de éstas, lo cual dificulta aún más

–––––––––– 1. M.J. CARNEIRO (1998), «Ruralidade», in: Estudos Sociedade e Agricultura, Rio de Janeiro, 1998, vol. 11; G. DÍAZ (2004), «Aplicando identidad, identidad aplicada», in: Comunidade Virtual de Antropología, 2004, nº 17. 2. M.J. CARNEIRO, op. cit., 1998; J. GRAZIANO DA SILVA (1997), O novo rural brasileiro, Campinas, 2002; S. GÓMEZ (2002), La “Nueva ruralidad”: ¿qué tan nueva?, Valdivia, 2002. 3. G. DÍAZ, op. cit., 2004. 4. Al respecto, se destacan las investigaciones realizadas por José Graziano da Silva (op. cit., 1997) y Maria José Carneiro (op. cit., 1998). Cf. G. MARCUS (1991), «Identidades passadas, presentes e emergentes», in: Revista de Antropologia, São Paulo, 1991, nº 34.

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una categorización referida a una sociedad rural o campesina, y con ello a una forma de vida característica. Histórica y laboralmente, entre estos grupos se pueden distinguir diversas posibilidades de segmentación étnica y de clase, 1 conjugándose por un lado la convivencia entre colonos (de las varias ondas de emigración hacia el continente latinoamericano y sus respectivos descendientes), grupos étnicos originarios, descendientes de esclavos, y mestizos, entre otros. 2 Poblaciones que hoy en día constituyen, o hacen parte, de diferentes grupos sociales en los contextos rurales: asalariados, pequeños a grandes productores agrícolas, pequeños y medianos comerciantes, diferentes tipos de empleados de agroindustrias, así como parte del segmento público de las administraciones locales conformada por los trabajadores municipales. Se destaca también la constitución de entidades colectivas, que van desde el orden político-reivindicativo, 3 ideológicas o bien religiosas y claro, colectividades que pueden ser híbridos de estas diferentes características presentadas. Igualmente, debemos considerar que la constitución de los diferentes grupos sociales de las localidades rurales ha mantenido alteraciones a partir de los constantes flujos migratorios que, hoy en día, distan mucho de ser uni-direccionales y uni-causales para presentarse en algunos casos como complejas diásporas que trascienden las fronteras nacionales. 4 Estos flujos se presentan de diversas formas: entre localidades rurales, de localidades rurales para centros

–––––––––– 1. E.R. WOLF (1982), Europa y la gente sin historia, México, 1994. 2. Hay diversos cuadros de segmentación étnica en el presente y sus respectivas genealogías históricas, conforman intersecciones de diversa índole dependiendo del lugar y la historicidad de éste; por ejemplo Ribeiro estudió cuadros de segmentación presentados en la construcción de una hidroeléctrica, como también en la sede del banco mundial. Cf. G.L. RIBEIRO (2003), Postimperialismo, Barcelona, 2003. 3. Como el Movimiento de los Sin Tierra (MST) en Brasil, el de Chiapas en México y el levantado por José Bové y François Dufour en Francia. Lo interesante de algunos de estos movimientos radica en el juego de una demanda local y una trascendencia internacional, lo cual no impide, que en la consolidación de estos movimientos se apele a valores universales. Estas demandas locales buscan, entonces, su transnacionalización, conjugando para ello, ciertos valores bajo una cierta ideología transnacional, con lo cual, los alcances de estés movimientos se pueden tornar, a su vez, en premisas de luchas transnacionales. Cf. G.L. RIBEIRO (2000b), «Política cibercultural», in: Cultura e política nos movimentos sociais Latino-Americanos, Belo Horizonte, 2000. 4. J. CLIFFORD (1997), Itinerarios transculturales, Barcelona, 1999; L. BASCH, N.G. SCHILLER & C.S. BLANC (1994), Nations unbound, New York, 1994; A. BRAH (1996), Cartographies of diaspora, London & New York, 1996.

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urbanos y de éstos para las localidades rurales. Todos estos flujos se encuentran enmarcados en una densa trama de motivaciones y redes sociales junto con sus respectivos impactos en las configuraciones culturales rurales y urbanas, siendo que la propia temporalidad de estos flujos migratorios puede variar notablemente; desde lo estacional a lo permanente, o bien, por periodos alternados. Sobre lo recién expuesto conviene pensar que … lugares separados se convierten efectivamente en una sola comunidad a través de la circulación continua de personas, dinero, mercancías e información. 1

Cabe señalar también, que para muchos de estos casos, de estas diversas formas de migración, ha resultado y resulta conveniente incorporar el análisis de parentesco y organización social, que ha sido uno de los grandes aportes de la antropología para los estudios de la temática rural. 2 Me remito a continuación a un caso etnográfico sobre un complejo cuadro de migración originada desde una localidad rural.

Tuve la oportunidad de observar dos tipos de migración rural originadas desde la relativamente aislada localidad rural de Chaihuín, 3 ubicada en cercanías de la ciudad de Valdivia, en Chile, hacia diferentes centros urbanos. Se trataba por un lado de una migración temporal con miras a finalizar el proceso de educación formal (la enseñanza media), y por otro lado de un desplazamiento temporal, vinculado al trabajo del tripulante mercante. El primer caso, me mostró interesantes matices sobre el consumo y la apropiación de elementos de una cultura juvenil internacional, siendo contrastables con los elementos propios de la localidad de origen, lo cual puede crear identidades fragmentarias y espacialmente alterables –que podemos asociar con la idea de envolvimientos locales 4 y de movilización identitaria 5 pues el joven

–––––––––– 1. J. CLIFFORD (1997), Itinerarios transculturales, Barcelona, 1999, p. 301. 2. H. SALAS (2002), Antropología, estudios rurales y cambios sociales, México, 2002. 3. Inicialmente me crucé con dicha experiencia al participar como investigador del proyecto doctoral del profesor Yanko González y luego como parte de mi propio campo de tesis doctoral. Cf. G. DÍAZ (2010), El Trabajo de los tripulantes de Corral, Chile, Brasília, 2010. 4. A. GIDDENS (1991), Modernidad e identidad del yo, Barcelona, 1995.

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migrante rural se había apropiado de una identidad de una tribu urbana juvenil, 1 Domingo era un metalero en Chaihuín. Además, residía en Valdivia, junto con su hermana, 2 en la casa de unos conocidos, de unos medios parientes. El segundo caso nos muestra la magnitud de las redes de desplazamiento de mano de obra, se trata de «actores económicos individuales de prácticas transnacionales», 3 en la medida que estos emigrantes, a través de un espacio intermedio, la ciudad portuaria de Corral, logran emplearse en grandes empresas transnacionales. Motivo por el cual, para acceder al barco, las empresas que los contratan, los envían a diferentes partes del mundo a embarcarse, una vez en el barco, viajarán a diferentes puertos y por diferentes océanos. Los tripulantes trabajaran alrededor de unos nueve meses y volverán a casa, a ese distante y paradójico Chaihuín. Esto último se constituye en una particular forma de migración temporal a partir de los requerimientos de prácticas y saberes relativos a un habitus marino local. 4 Se destaca también la historia particular del pequeño puerto de Corral y el sindicato de tripulantes en él constituido, organización facilitadora de estos flujos.

Ambos casos nos ilustran las particularidades de las formas y de las motivaciones del proceso migratorio temporal, desde localidades rurales hacia centros urbanos y espacios transoceánicos. Lo anterior sólo puede existir «gracias al actual nivel de desarrollo de las formas de transporte y comunicación y de la mayor diseminación de las informaciones», 2 formas que también han impactado las localidades rurales. Ambos casos, nos colocan frente a grandes paradojas del proceso globalizador vividas también por personas de localidades rurales relativamente aisladas, como Chaihuín, que se insertan en diferentes flujos, consumos y juegos identitarios. Seguir parte de estos flujos y de esos consumos e intentar entenderlos, son desafíos mayores que caer en disputas sobre cuán nueva es la ruralidad. –––––––––– ••• 5. G. DÍAZ (2004), «Aplicando identidad, identidad aplicada», in: Comunidade Virtual de Antropología, 2004, nº 17. 1. C. FEIXA (1998), De jóvenes, bandas y tribus, Barcelona, 1998. 2. Quien también se encontraban en dicha ciudad cursando enseñanza media. 3. L. SKLAIR (1991), Sociology of the global system, Baltimore, 1991, p. 57. 4. P. BOURDIEU (1980), El Sentido práctico, Madrid, 1991; G. DÍAZ, op. cit., 2004. 5. G.L. RIBEIRO (2000a), Cultura e política no mundo contemporâneo, Brasília, 2000, p. 88. Traducción libre del portugués al español.

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Flujos, por ende, que marcan tanto la comunidad de origen, como la de destino, destacando también que las personas no viajan solas, sino juntos con valores, ideas, imaginarios y diferentes bienes de consumo; 1 complejizando por tanto, el contacto entre diferentes espacios rurales o urbanos. Asimismo, algunos habitantes de las localidades rurales han aumentado sus relaciones con los centros urbanos, viajando, por dispares motivos, diariamente para éstos. Como podemos observar, el panorama de la configuración de los grupos sociales y del trabajo en las localidades rurales es bastante amplio y variado, es claro que cada uno de estos actores sociales tendrá múltiples lógicas y racionalizaciones diferenciadas, tanto en el ámbito de consumo como en el productivo y así mismo se insertarán de una forma diferenciada en las diversas instancias del proceso globalizador. 2 ALGUNOS JUEGOS DE IDENTIDAD

Resulta interesante pensar en los diferentes juegos identitarios conformados y a (re)conformarse en las localidades rurales por parte de los grupos sociales que en ellas habitan; juegos y movilizaciones identitarias que van desde acciones político-ambientales, movimientos de reivindicación de usos tradicionales de la tierra, y otros que apuntan a fortalecer y valorizar el papel del campesino-productor agrícola en la sociedad, entre otras posibilidades. Frente a ello, las búsquedas por entender las identidades locales en relación a los sistemas productivos parecen un punto interesante para comprender los ensambles identitarios entre pasado y presente. A continuación relato un caso etnográfico ilustrativo de lo recién descrito. Tal como tengo presentado en diferentes ocasiones, 3 observé una situación bastante peculiar en la localidad rural de San Pedro, Región Metropolitana de Chile. A partir de una investigación diagnóstico de

–––––––––– 1. C. NORDSTROM (2007), Global outlaws, Berkeley, 2007. 2. M. KEARNEY (1996), Reconceptualizing the peasantry, Boulder, 1996. 3. G. DÍAZ (2002), Identidad cultural y prácticas productivas en una comuna rural del valle central de Chile, Valdivia, 2002; (2003), «Reflexiones sobre identidad local y prácticas productivas en una comuna rural •••

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la identidad local y las prácticas productivas, 1 encomendado conjuntamente por el departamento agrícola de dicha comuna y la Fundación Nacional para la Superación de la Pobreza a través del programa Práctica País, observé que, a pesar de la realidad contraria supuesta, que suponía una fuerte vinculación identitaria local en torno a la producción frutillera, las prácticas productivas tradicionales, como el trigo, se vinculaban fuertemente con la historia, memoria y ambiente local, a través de un fuerte sistema asociativo entre diversas prácticas que iban más allá de lo productivo, generando por lo tanto un fuerte vínculo identitario entre los habitantes de San Pedro. En cambio, la frutilla, asociada a las prácticas productivas modernas, referidas a los frutos del proceso de modernización y capitalización del agro, no lograban instaurarse como parte de la identidad local, a pesar de encontrarse hace más de 30 años y ser una producción consolidada en la comuna. Dicho estudio me obligó a reconsiderar las diferentes consecuencias del impacto del proceso modernizador del agro en la comuna, y cómo éste se podía conjugar en la manutención o no, de una identidad local, resguardada entre la memoria, la historia y el ambiente local. 2 Así, el peso de las producciones tradicionales, 3 hoy en día en baja, parecían resguardar lazos identitarios mayores que la producción frutillera.

Por otro lado, debemos considerar la vigencia de las redes de parentesco y amistad, las cuales juegan un rol importante en la organización social de los diversos integrantes de las localidades rurales. Estos lazos pueden influenciar diversos ámbitos de la vida, incluso

–––––––––– ••• del valle central de Chile», in: Revista POS, Brasília, 2003, vol. 7; y G. DÍAZ (2004), «Aplicando identidad, identidad aplicada», in: Comunidade Virtual de Antropología, 2004, nº 17. 1. Investigación originada inicialmente en mi práctica profesional efectuada en conjunto con la Fundación Nacional para la Superación de la Pobreza y el Departamento Agrícola del Municipio de San Pedro. Posteriormente, dicha investigación se constituyó en la base para mi tesis de Licenciatura en Antropología Social en la Universidad Austral de Chile (DÍAZ, op. cit., 2002). Algunas de estas preposiciones se encuentran resumidas en un artículo (Díaz, op. cit., 2003). Como toda investigación etnográfica, la situación que observe esta marcada por el cuadro temporal de la propia investigación (investigación que fue realizada durante el transcurso del año 2002), por lo cual, tal situación puede haber cambiado actualmente. 2. Además, dicha investigación me sirvió para contrarrestar mis primeras imágenes etnográficas de algunas localidades rurales del sur de Chile, pues San Pedro presentaba un contexto radicalmente diferente de lo observado anteriormente. Me ayudo, en parte, a entender lo plural de lo rural –idea que se fue fortaleciendo a partir de otras experiencas. 3. Como por ejemplo, la producción del trigo o la tenencia de animales.

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como categorías de ordenamiento moral del trabajo. 1 Estos principios de organización social han facilitado la reproducción de los diferentes grupos, tanto en las propias localidades, como también han posibilitado el desplazamiento hacia centros urbanos, permitiendo un flujo migratorio que puede darse en ambos sentidos (desde las localidades rurales a los centros urbanos, o viceversa). De esta manera, «si las estrategias de producción son una respuesta a presiones externas, las transformaciones en el parentesco también lo son». 2 De este modo, las implicaciones de las redes sociales de parentesco y amistad pueden ser observadas en diferentes formas e intensidades, pero sería absurdo no considerarlas. Por esta razón y para complementar el caso expuesto anteriormente, presento el siguiente relato:

En la misma investigación sobre formas convencionales y orgánicas para producir frutillas, realizada en la localidad de Brazlandia, apareció, de diferentes formas, el parentesco como uno de los elementos organizadores de la vida social. Se trataba pues de productores nipobrasileños de segunda generación (nisseis). 3 La mayoría de éstos tuvo como punto de llegada, y posterior dispersión, el estado de San Pablo, mientras que en el caso de Brasilia, estos emigrantes fueron llamados por la buena fama adquirida de ser excelentes agricultores. Ellos deberían configurar parte del «cinturón verde» de la ciudad, para abastecerla de productos agrícolas. El propio proceso etnográfico me trajo a luz la importancia de observar el parentesco en diversas formas y dimensiones –que puede naturalmente deambular más allá de las ideas y prácticas de descendencia y alianza. Esto me permitió comprender diferentes aspectos de la producción y de las relaciones sociales envueltas en ellas. De este modo, observé que las familias productoras de frutilla con quien trabajé en Brazlandia, provenían de la misma localidad de origen del estado de São Paulo, Atibaia (localidad reconocida por su producción de frutillas), y eran productoras de frutilla de segunda generación –con lo cual pude apreciar, la reproducción tanto de una red social, como de un saber-hacer productivo. La producción

–––––––––– 1. E.F. WOORTMANN (1995), Herdeiros, parentes e compadres, São Paulo & Brasília, 1995; E.F. WOORTMANN & K. WOORTMANN (1997), O trabalho da Terra, Brasília, 1997. 2. E.F. WOORTMANN, op. cit., 1995, p. 24. Traducción libre del portugués al español. 3. Teniendo en cuenta que Brasil recibió grandes olas de migración japonesa en diferentes periodos.

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de frutilla dejó de parecer un elemento aleatorio de producción entre las familias nipo-brasileñas al analizar los cuadros de parentesco y de memoria productiva de dichas familias.

Por otro lado, la consideración del medio ambiente, de sus transformaciones y significaciones locales, debe jugar un rol clave en los estudios de las localidades rurales, en la medida en que éste es uno de los principios de distinción cultural, ya que puede definir el horizonte de las prácticas productivas y, por ende, socioculturales de los diferentes grupos sociales que componen las localidades rurales. Esto último, en un país como Chile, que presenta grandes contrastes geo-ambientales, toma vigor al pensar los contrastes pre-cordilleranos y costeros. Sin embargo, lo ambiental debe considerarse también en la propia relación y representación que tienen los diferentes integrantes de las localidades rurales con éste. Por último, debemos destacar también que las localidades rurales se encuentran distanciadas de mantener simplemente una cultura particular, tradicional o aislada –tal cual los viejos presupuestos teóricoanalíticos. Se trata más bien de un complejo escenario de configuraciones posibles, donde la cultura local se encuentra en una natural reelaboración, «en un proceso dinámico de constante re-estructuración de los elementos de la cultura local con base en la incorporación de nuevos valores, hábitos y técnicas». 1 En algunos casos podemos observar incluso una «movilización identitaria», 2 donde la identidad local puede construirse como un proyecto, tanto a partir de una imposición del gobierno local como por un deseo de la propia comunidad. Ahora bien, este proceso de re-elaboración implicaría un movimiento de doble dirección, que identifica una reapropiación «de elementos de la cultura local a partir de una relectura posibilitada por la emergencia de nuevos códigos», y por el otro lado, una «apropiación por la cultura urbana de bienes culturales y naturales del mundo» rural. 3 Como ejemplo de lo anterior, presento un último relato etnográfico: –––––––––– 1. M.J. CARNEIRO (1998), «Ruralidade», in: Estudos sociedade e agricultura, Rio de Janeiro, 1998, vol. 11, p. 62. Traducción libre del portugués al español. 2. G. DÍAZ (2004), «Aplicando identidad, identidad aplicada», in: Comunidade Virtual de Antropología, 2004, nº 17. 3. P. RAMBAUD (1969), Société rurale et urbanisation, Paris, cit. en M.J. CARNEIRO, op. cit., 1998, p. 63. Traducción libre del portugués al español.

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Cuando me encontraba haciendo un trabajo de campo, en la ya mencionada localidad de Chaihuín, me tocó presenciar, y de hecho, ser jurado de un concurso de reinas de la semana chaihuinera. El escenario, un palco, constituido a base de un piso y pared de vigas de maderas, detrás de éste, un gran fondo encabezado por la desembocadura de un río. Esta construcción improvisada se situaba sobre una cancha de fútbol, en cercanías de la sede del sindicato de pescadores artesanales de la localidad. Las paredes que conformaban el fondo, estaban adornadas con todo tipo de objetos marinos; red de pesca, mascarilla de buceo y algunos conchales, entre otros elementos, reafirmando, en cierta forma, un habitus productivo de la localidad. 1 Como parte de las pruebas que debían realizar las candidatas a reinas, constaba un baile, su coreografía iba al son de música axé. Ahora bien, durante el evento, se presentaron también músicos representativos del folklore nacional, donde aparte de la típica cueca, 2 no faltaron los corridos 3 mexicanos –de gran difusión en gran parte de la zona rural centro sur del país– y claro, la cumbia del tipo chileno-argentina.

Todo este contexto fiestero refleja claramente varios puntos relativos a lo heterogéneo del consumo y la práctica cultural en las diferentes localidades rurales. Observamos una clara arremetida de bienes de consumo cultural transnacionales: el axé, el cual no se baila conscientemente como si fuese parte de una cultura brasilera que se está queriendo evocar. El axé, sin duda, no pasó de los límites de una moda veraniega, pues durante el 2002, éste se encontraba bastante en boga y difundido a nivel nacional por los diferentes medios audiovisuales. Esto último, nos permite ver el impacto y la facilidad con que pueden llegar y descartarse referentes y bienes de consumo de la industria cultural nacional y extranjera, pero «debemos comprender que en muchos casos no se hace una distinción clara entre una cultura interna y una cultura mass media». 4 Con lo cual, no se está poniendo en juego valores relativos a lo nuevo (lo recientemente incorporado) o lo reconocido como tradicional, pues difícilmente podemos –––––––––– 1. P. BOURDIEU (1980), El Sentido práctico, Madrid, 1991. 2. Ritmo musical reconocido como nacional, que le acompaña una danza típica. 3. Danza y ritmo musical de origen mexicano. 4. M. KEARNEY (1996), Reconceptualizing the peasantry, Boulder, 1996, p. 126.

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suponer la simpleza de que el desarrollo moderno suprima a las culturas populares tradicionales. 1 Pero cabe ir más lejos que simplemente preguntarse, si el axé es un elemento y un consumo encuadrado en contextos modernos o bien posmodernos, sino, parece más interesante preguntarse por los significados por detrás de ciertas distinciones. Así, a modo de provocación, cabe pensar y preguntarse: ¿En qué momento de la festividad se tocó axé, cueca y corridos? ¿Cuál música, distintamente, se escucha, se representa o se baila? Acaso, ¿cada una de esas musicalidades representa algún momento o representación de lo rural, de una ruralidad de Chile? ¿Hay acaso un ritual de representación y evocación de imaginarios por parte de la comunidad basada en los repertorios musicales? ¿Representa la cueca el elemento típico-tradicional nostálgico del agro, los corridos y rancheras la modernidad que llegó por el cine mexicano y la introducción de la radio y finalmente, el axé la posmodernidad adquirida por el consumo de televisión? DESCIFRANDO LAS LOCALIDADES RURALES: ALGUNAS CONCLUSIONES Y OTROS RUMBOS POSIBLES

«… el desarrollo científico se convierte en el proceso gradual mediante el que esos conceptos han sido añadidos, solos y en combinación, al caudal creciente de la técnica y de los conocimientos científicos…» 2

Una opción por contextos y localidades rurales, bajo las características recién descritas, tuvo como tarea, no forzar realidades, sino más bien configurarlas a partir de un amplio abanico de posibilidades, lo cual va en razón del propio escenario actual del contexto rural; que se caracterizaría entonces por una heterogeneización de sus condiciones históricas, económicas, sociales y culturales. Siendo entonces, poco prudente pensar en una «ruralidad generalizada», 3 pues –––––––––– 1. N. GARCÍA (1990), Culturas hibridas, Buenos Aires, 2001. 2. T. KUHN (2002), La Estructura de las revoluciones científicas, México, p. 21. 3. F. ENTRENA (1998), «Viejas y nuevas imágenes sociales de ruralidad», in: Estudos Sociedade e Agricultura, Rio de Janeiro, 1998, nº 11.

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ésta «se expresa de formas diferentes en universos culturales, sociales y económicos heterogéneos». 1 Con esto, insisto, no podemos descartar que en algunos casos tenga sentido pensar en formas y ocupaciones tradicionales de acuerdo con los modelos teóricos y de análisis anteriores, pues lo que se está queriendo evitar son las generalizaciones y tipologías confusas. Para esto debemos optar por un diálogo entre las diferentes aproximaciones históricas que ha tenido este campo de estudio, pues éste se encuentra, en muchos casos, completamente distanciado de una temporalidad causal; de lo tradicional a lo moderno, de lo moderno a lo posmoderno. Ante ello, no podríamos pensar en campesinos modernos, y menos todavía, posmodernos, sino más bien, en un hibridismo que nos obliga a una aproximación teórica-metodológica integrada, diversa y sobretodo flexible, de un modo que no imponga realidades. Por esto último, opto por no entrar en una discusión perteneciente a la propuesta de nueva ruralidad, 2 pues creo poco oportuno entrar en dinámicas o retóricas dicotómicas/dualistas, como si fueran estrategias discursivas para llamar la atención a un cambio y a una transformación que siempre existieron en ese sector, y por qué no, en todo sector. Si bien podemos considerar que las últimas alteraciones del escenario rural se han hecho de una manera acelerada, esto no podría justificar el desaparecimiento de las viejas condiciones, ni mucho menos la combinación de éstas con las nuevas. Con lo cual, no puedo dejar de reconocer al menos, que las propuestas sobre la nueva ruralidad han colocado a la luz interesantes cuestiones sobre algunas problemáticas particulares que afectan actualmente a algunas localidades rurales, mi problema con estos enfoques, es, como vengo señalando, epistemológico, en la medida, que parecen concentrar una neblina sobre las localidades rurales en vez de disiparla. Se trata, sobre todo, de considerar en el fondo, que –––––––––– 1. J.M. CARNEIRO (1998), «Ruralidade», in: Estudos Sociedade e Agricultura, Rio de Janeiro, 1998, vol. 11, p. 54. Traducción libre del portugués al español. 2. La utilización de la idea de un nuevo rural puede resultar bastante confusa y engañosa, en la medida, que lo nuevo es siempre una construcción sincrónica, encasillada en un tiempo-espacio –incluso, a partir de un contexto político (J. FABIAN (2002), Time and the other, New York, 2002). ¿Pero qué tiene de novedoso que lo social y cultural estén en constantes cambios? Entre otros, ver J. GRAZIANO DA SILVA (1997), O novo rural brasileiro, Campinas, 2002; y E. PÉREZ (2002), «Hacia una nueva visión de lo rural», in: N. Giarracca (comp.), ¿Una nueva ruralidad en América Latina?, Buenos Aires, 2002.

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si concebimos y optamos por antropologías en vez de una antropología, resguardando todo el marco epistémico y político que tal consideración lleva, parece interesante optar también por una ruralidad acentuada en el plural, dígase, por localidades rurales. Lo que nos lleva, como toda conceptualización, a un mundo de significaciones, a ser explorado, sobre todo, por trabajos etnográficos, acompañados por reflexiones teóricas. Por tanto, pensar en localidades rurales, y en la diversidad constituyente de éstas, pretende no caer en la paradoja de excluir posibles realidades, y tampoco de delimitarlas, sino de tener un marco amplio de reconocimiento y análisis de estos espacios. De este modo, la configuración de las diferentes localidades rurales nos convida antes que nada, a una antropología reflexiva y crítica, que sea capaz de rever su propia práctica y pensar las implicaciones y consecuencias de este proceso. Ante ello, parece oportuno inclinarnos ante la necesidad de continuar etnografiando los diversos escenarios de las localidades rurales. Lo cual traerá frutos no sólo para el devenir de una antropología rural, sino, de la propia antropología, en la medida que conocer y pensar lo rural, pueda significar conocer y pensar la propia antropología. Esto último podrá distinguir nuestro propio aporte a los estudios rurales frente a las otras ciencias, considerando para aquello las peculiaridades de nuestro propio decorrer teórico y metodológico, tal como afirma Friedman: … mientras que otras disciplinas mantienen una distancia, por definición, respecto a sus objetos, la antropología se halla enteramente circunscripta por el otro etnográfico. 1

Así, la propuesta de conocer las localidades rurales, no parece muy alejado de la necesidad que Hernández distinguió al señalar: … no podemos desconocer las nuevas realidades socioculturales que se han generado como consecuencia del proceso globalizador en Chile y el de Latinoamérica. Hay que reconocerlas y comprenderlas en su real dimensión. 2

–––––––––– 1. J. FRIEDMAN (1994), Identidad cultural y proceso global, Buenos Aires, 2001, p. 18.

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Finalmente, cabe pensar sobre nuestra autoridad etnográfica frente al uso de categorías ajenas a las autoafirmaciones de quienes habitan las localidades rurales. Sin duda, lo campesino tiene que ser un término nativo y no una imposición analítica referencial –que conlleva a juegos de poder diferenciados sobre nominar. Resta mencionar que traté aquí de mostrar algunos ejes temáticos que me permitieron discutir algunas condiciones actuales de las localidades rurales y algunos enfoques sobre ellas. Naturalmente existen innumerables temas y puntos de análisis para abordar lo común y lo diverso del contexto y las localidades rurales, 1 desafío que para nuestro caso chileno, ha sido favorecido con la organización del presente volumen, de los grupos trabajos temáticos en congresos chilenos y trabajos dedicados a revisar la literatura orientada al tema. 2 BIBLIOGRAFÍA ANDERSON, BENEDICT 1983. — Imagined communities: Reflections on the origen and spread of nationalism. - London: Verso, 1991 (rev. ed.), xv+224 p. • Trad. cast.: Comunidades imaginadas: Reflexiones sobre el origen y la difusión del nacionalismo. México: Fondo de Cultura Económica, 1993, 315 p. BASCH, LINDA; NINA GLICK SCHILLER & CRISTINA SZANTON BLANC 1994. — Nations unbound: Trasnational projects, postcolonial predicaments and deterritorialized nation-states. - New York: Gordon and Breach, 1994, 344 p. BORON, ATILO 1998. — «Globalization: A Latin American Perspective». - In: Estudos Sociedade e Agricultura. - Rio de Janeiro, 1998, nº 11, p. 164-180. BOURDIEU, PIERRE 1980. — Le Sens pratique. - Paris: Minuit, 1980, 475 p. • Trad. cast.: El Sentido práctico. - Madrid: Taurus, 1991, 451 p. –––––––––– ••• 2. R. HERNÁNDEZ (2003), «Antropología de lo rural en Chile», in: N. Richard (ed.), Movimientos de campos, Guatemala, 2003, p. 65. 1. Así, en ningún caso, los ejes temáticos analíticos que opte para pensar las localidades son ni excluyentes ni exclusivos. 2. R. HERNÁNDEZ (1994), «Teorías sobre campesinado en América Latina», in: Revista Chilena de Antropología, Santiago de Chile, 1994; (2003), «Antropología de lo rural en Chile», in: N. Richard (ed.), Movimientos de campos, Guatemala, 2003; R. HERNÁNDEZ & L. PEZO (2009), «La Antropología rural chilena en las dos últimas décadas», in: AIBR: Revista de Antropología Iberoamericana, Madrid, 2009, vol. 4, nº 2.

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Ciudadanía rural y nueva ruralidad

Impacto de las modernizaciones en el medio rural de Chile

Sergio González Rodríguez

INTRODUCCIÓN

La emergencia de la temática de Ciudadanía en la agenda pública refiere el nuevo rol y protagonismo de la Sociedad Civil como actor fundamental en la constitución de los espacios públicos. Esta nueva realidad se constituye en la diversidad de sujetos y realidades que convergen como expresión de diversidad en la noción de ciudadanía, de acuerdo a los diferentes actores presentes en la sociedad civil del medio tradicionalmente llamado rural. Es allí, donde se inscribe la presencia y pertinencia de la Ciudadanía Rural asentada en los nuevos contenidos que redefinen los escenarios en que se proyecta nuestra transformada ruralidad. A partir de un estudio de sistematización de los escenarios proyectados por los actores relevantes del medio rural 1 que abordó de manera simulada las aspiraciones y las tendencias de los imaginarios –––––––––– — La investigación contó con el respaldo financiero de la Intendencia de la Región Metropolitana. El autor agradece la colaboración de los psicólogos Ricardo Jorquera G. y León Ortiz W. en el desarrollo del Estudio. 1. S. GONZÁLEZ (2006), «Nuevos imaginarios de la ruralidad en Chile», in: Revista Chilena de Antropología, Santiago de Chile, 2006, nº 18, p. 9-30.

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LA RURALIDAD CHILENA ACTUAL

de la nueva ruralidad constatamos, entre los aspectos destacados, la pertinencia conferida a contenidos de reflexividad social que hemos considerado pertinentes aglutinarlos y sistematizarlos en la noción de Ciudadanía Rural. Este concepto nos remite a un nuevo ámbito de conversación y discusión, el cual es aplicado específicamente al medio rural derivándolo de otros contextos diversos y, tal vez, más amplios donde ha sido tratada la noción de Ciudadanía. Así, hemos interpretativamente considerado el modelo comprensivo de la noción de Ciudadanía que relaciona tres conceptos básicos: la titularidad de Derechos de las personas, los Deberes y Responsabilidades Sociales contractuales y los contenidos propios del Vínculo Social o Membresías. 1 Este marco interpretativo se inscribe en el construccionismo social que pretende explicar las dinámicas colectivas entre individuo y cultura en sus propias diacronías. En este caso, los imaginarios de la nueva ruralidad son destacados en aquellos aspectos que configuran el discurso de la Ciudadanía Rural que se espera construir e intencionar desde los propios actores. Esta aproximación se debe entender en el campo de los estudios de percepción social que adquiere en este caso sentido a través del concepto de Representaciones Sociales. 2 Desde esta óptica nos encontramos en el terreno en que convergen de manera fructífera la Antropología y la Psicología Cultural, desde donde es posible generar modelos tentativos de interpretación del fuerte proceso de cambio cultural al que asistimos aportando diseños metodológicos que permitan abordar esta complejidad. CONSTATACIONES DE UNA NUEVA REALIDAD

Las grandes transformaciones que se han producido en el medio rural latinoamericano en los últimos 40 años han tenido fuertes impactos en el mundo rural, es así que las modernizaciones en

–––––––––– 1. S. GONZÁLEZ (2001), Representación social de la noción de ciudadanía, Santiago de Chile, 2001. 2. S. MOSCOVICI (ed.) (1984), Psicología Social, Barcelona, 1986; (1988), «Notes towards a description of social representations», in: European Journal of Social Psychology, 1988, nº 18; R. FARR, (1984), «Las Representaciones sociales», in: S. Moscovici (ed.), Psicología Social, Barcelona, 1986, vol. II; D. JODELET (1984), «La Representación Social», in: S. Moscovici (ed.), Psicología Social, Barcelona, 1986, vol. II.

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ciernes han entrado a digitalizar el mundo rural desde la óptica y los contenidos de la realidad urbana. Entre estos fuertes impactos se debe mencionar la fuerte revolución tecnológica y productiva que no solamente ha cambiado el paisaje de la ruralidad sino que ha significado nuevas relaciones de producción, como la proletarización y sub-proletarización de sectores del campesinado, la temporalidad del trabajo y la consolidación de relaciones contractuales del mismo. Podemos aventurar que tal vez, uno de los impactos más destacados dice relación con la continuidad temporo-espacial que se ha producido entre lo que anteriormente se dicotomizaba como diferenciación urbano-rural. En la actualidad estos conceptos refieren un continuo cuyos límites no son fácilmente delimitables. De este modo, la sociedad de la información ha tendido a «leer el campo» como una prolongación de los modelos dominantes que dicta la globalización tanto en sus aspectos positivos como negativos. Entre los primeros, encontramos la amplitud y la cobertura de acceso a servicios básicos, mayores niveles de escolarización, nuevos planes de igualdad de oportunidades, término del aislamiento y del funcionamiento cerrado de las comunidades, entre otros. Entre los aspectos negativos, se destaca a nivel cultural la perdida de elementos identitarios, a nivel productivo la explotación extensiva e intensiva de los recursos naturales –tal vez como nunca se había efectuado antes–, la entrada de manera compulsiva de pautas de consumo uniformes, la segmentación y diferenciación social marcada con la contradicción evidente que provoca el acceso masivo a la información. Todos estos aspectos, que son una parcialidad, dentro de una gama de nuevas condiciones en que el mundo rural se reproduce permiten hablar, de manera cierta, que asistimos a un proceso diacrónico de lo que se puede llamar una nueva ruralidad. 1 Las líneas de conclusión que orientan el presente análisis interpretativo se orientan a comprender los contenidos sustantivos de la representación social de la nueva ruralidad proyectada en una intencionalidad positiva, es decir, en un deber ser, en la expresión de lo –––––––––– 1. PNUD (2008), Desarrollo Humano en Chile rural, Santiago de Chile, 2008.

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deseado, para lo cual los múltiples actores que determinan esta situación, debieran conjugarse de manera articulada y complementaria. Esta nueva ruralidad como representación social es una construcción cultural que reúne elementos que provienen de las constataciones de los cambios producidos como aquellos existentes en el imaginario colectivo de las personas involucradas en la generación de nuevos escenarios para el mundo rural. Este proceso diacrónico da cuenta de cambios en el sector rural chileno caracterizados por una modernización que no ha estado acompañada estrictamente de una modernidad acorde a los procesos de transformación en racionalidad instrumental. Este cambio modernizador ha tenido dos características. Por un lado, ha venido «desde» la urbanidad y, por otra, ha tenido que ver fundamentalmente con transformaciones externas al individuo: desarrollo tecnológico, rendimientos productivos, servicios, comunicaciones, entre otros. O sea, ha sido «una modernización que no ha tenido en debida cuenta las subjetividades y la cultura del sector». 1 En este contexto adquieren relevancia los temas de la nueva ruralidad en la Región Metropolitana, de los cuales damos cuenta aquí y que reciben la determinación e influencia de las transformaciones e innovaciones provenientes del espacio urbano circundante. En forma especial, toma importancia la pregunta acerca de los procesos de transformación a nivel de la subjetividad de los habitantes rurales de esta macro-región: o sea, ¿cómo ha impactado la modernización en la identidad y en la ciudadanía de los habitantes del sector rural de la Región Metropolitana? CIUDADANÍA E IDENTIDAD

La identidad es una de las principales fuentes de significado y experiencia para las personas. La podemos entender como el «proceso de construcción del sentido atendiendo a un atributo cultural, o un conjunto

–––––––––– 1. C. ILLANES (1999), «Modernidad y cultura campesina», in: A. Barrera, H. Rojas & T. Tomic (eds.), Nueva ruralidad y agricultura familiar campesina, Santiago de Chile, 1999, p. 58.

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relacionado de atributos culturales, al que se da prioridad sobre el resto de las fuentes de sentido». 1 Para un individuo determinado o un actor colectivo puede haber una pluralidad de identidades, la cual es una fuente de tensión y contradicción tanto en la representación de uno mismo como en la acción social. Este autor distingue la identidad de los roles. Los roles se definen por normas estructuradas por las instituciones y organizaciones de la sociedad. Las identidades, por su parte, son fuentes de sentido para los propios actores y son construidas por ellos mismos mediante un proceso de individuación. O sea, las identidades organizan el sentido, mientras que los roles organizan las funciones. Por su parte, la ciudadanía estaría en un permanente acto recreación en el cual el devenir ciudadano se encuentra perpetuamente produciéndose sin instalarse nunca en la ciudadanía plena y total. El ciudadano es en algún sentido un invento virtual, que sólo puede reconocerse como tal en los actos y el protagonismo que alcanza en cada momento propio. Esto nos sugiere, además, que la política se reinventa al reconstituirse el sujeto (la persona) como sujeto político. Entonces, el ciudadano como personaje ontológico no es ciudadano de por vida, sino que en ciertos momentos se encuentra en su condición de tal. Es mediante el ejercicio de sus derechos, del cumplimiento de sus responsabilidades societales, y a través, de sus actuaciones que refuerzan el vínculo social que la persona adquiere la condición sociopolítica y psicocultural de ciudadano/a. De acuerdo a nuestra conceptualización entendemos la noción de ciudadanía como «los sistemas cognoscitivos conformados por las opiniones, creencias y aspiraciones que las personas sostienen sobre diversos tipos de derechos, responsabilidades e identificaciones de pertenencia societal (membresía), en los diferentes niveles de inclusión y articulación sociales que se han generado, reproducido y modificado en un proceso colectivo de construcción sociocultural». 2 En este sentido existen derechos, deberes y sentidos de pertenencia social propios de la ruralidad. Estos estarían asociados a la calidad de vida, a los estilos y proyectos de vida y a las diversas identidades –––––––––– 1. M. CASTELLS (1998), La Era de la información, Madrid, vol. III: Fin de milenio, 1998, p. 28. 2. S. GONZÁLEZ (2001), Representación social de la noción de ciudadanía, Santiago de Chile, 2001. p. 147.

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culturales rurales, todo lo cual, configura una relación específica entre las personas que constituyen este medio, y de ellas, con la «institucionalidad» en general. La ciudadanía rural sería una forma específica de participación en el todo social a nivel nacional, no contradictoria, sino complementaria en la diversidad cultural del país. Esta visión de la ciudadanía rural se concibe en términos ampliados, es decir, no exclusivamente centrada en los contenidos asociados a los derechos civiles y políticos, sino además, y de manera relevante, se consideran los derechos económicos, sociales y culturales junto a los derechos subjetivos de las personas y de los grupos sociales. De este modo, se representa la ciudadanía rural de una forma comprensiva y abarcando los diferentes planos y realidades del mundo rural en su relación dialógica con el espacio político y cultural del medio urbano. MODERNIZACIÓN Y RURALIDAD

Los procesos de transformación ocurridos en estas últimas cuatro décadas en el medio rural son de gran impacto y han sucedido en una vorágine avasalladora con una direccionalidad en que la racionalidad instrumental implícita en estos procesos no siempre ha sido coherente en sus consecuencias. Entendemos por esta racionalidad instrumental los cambios estructurales que afectan directamente la vida cotidiana de las personas cumpliéndose la profesía de progreso inscrita en el ideario de la modernización, es decir, instantaniedad en las comunicaciones y la conectividad, condiciones materiales de vida de acuerdo al modelo urbano, acceso a educación y salud, procesos económicos de mercado, estructura laboral en que se consolida la temporalización del trabajo, entre otras. A partir de la Reforma Agraria nos encontramos con un permanente proceso de cambios, muchos de ellos contradictorios entre sí, como los realizados a partir de la llamada Contrarreforma. En este marco, las condiciones experimentadas por los habitantes del mundo rural fueron altamente gravitantes, como por ejemplo, en la estructura de la tenencia de 116

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la tierra. Estas transformaciones han tenido como consecuencia procesos sociales profundos, así, hemos asistido a la llamada descampesinización del mundo rural y se ha debido observar una marcada tendencia a la disminución de la población rural en el país, de acuerdo al último censo (2002) ésta sólo alcanza a un 13,4%. Entre las modernizaciones del mundo rural son destacables el dinamismo alcanzado de los procesos productivos y las nuevas tramas de relaciones capitalistas que se consolidan entre los actores productivos con sus nuevas formas de convivencia social que han generado. Son destacables en la representación social de la modernización del mundo rural, justamente, dos aspectos característicos. Por una parte, el impacto de la entrada y del acceso a las tecnologías que no sólo han revolucionado los procesos productivos, sino que los «estilos de vida» de los colectivos e individuos del mundo rural. En segundo lugar, se destaca la iconización de la modernización en los bienes tecnológicos específicos que son asumidos como necesarios y deseables para el mundo rural del presente y el futuro. 1 En relación a los dos aspectos anteriormente señalados es destacable la relación entre los elementos tecnológicos (maquinarias, telecomunicaciones, carreteras, medios de transporte, entre otros) con el nuevo rol integrador que su acceso y masificación representa para las personas del mundo rural. De este modo, el acceso a la tecnología significa compartir de manera equivalente al mundo urbano, un «pool de artefactos» y de condiciones de vida en que destaca la centralidad de los estándares homogéneos de una cultura dominante, que también forma parte del «imaginario» de los actores sociales del mundo rural. 2 La modernización es asumida en íconos positivos e interpretada como válida e irrenunciable. Es así, que sus productos o elementos en que se plasma la racionalidad instrumental de la modernización son fetichizados como contenidos constitutivos de una nueva cotidianidad. Esto significa una representación social de las –––––––––– 1. S. GONZÁLEZ (2006), «Nuevos imaginarios de la ruralidad en Chile», in: Revista Chilena de Antropología, Santiago de Chile, 2006, nº 18. 2. Ibíd.

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modernizaciones con amplia validación social y legitimidad cultural, al ser integrados sus artefactos de tecnología cotidiana en los estilos de vida prevalecientes en el mundo rural. Estos cierres positivos de la modernización, objetivada en las tipificaciones de las representaciones sociales, nos permiten hablar de una asociación directa entre modernización y calidad de vida, la cual es una condición irrenunciable en las aspiraciones del mundo rural representado, sin que ello signifique contradicción con la consiguiente perdida de diferenciación con importantes realidades y significados urbanos. La modernización no sólo es un medio sino que es un fin a alcanzar, con la salvedad que sus contenidos deben ser incorporados de acuerdo a una matriz establecida por los estilos de vida actualmente en construcción, es decir, por condicionantes que aún son discursos fragmentarios de un «deber ser» que el mundo rural está elaborando y urdiendo con características propias y diferenciadoras. ASPECTOS METODOLÓGICOS

El Objetivo General del presente estudio consistió en identificar y describir los contenidos y orientaciones de Ciudadanía Rural en el ámbito regional. Caracterizar los contenidos de las Identidades Locales en el medio rural y explicar los impactos de los procesos de modernización del paisaje y la vida rural de las localidades respectivas de la Región. Para estos efectos se seleccionaron cinco comunas, con los mayores índices de ruralidad de la Región Metropolitana, a saber: Alhué, San Pedro, Til Til, Paine, San José de Maipo; en las cuales se aplicó un diseño metodológico mixto de investigación. 1 Instrumentos:

En este estudio se construyó y aplicó una primera versión del «Cuestionario de Ciudadanía Rural». Está constituido por una escala –––––––––– 1. Cada Grupo de Discusión se realizó con seis a doce personas.

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tipo Likert de nueve reactivos. La escala aborda las siguientes dimensiones ciudadanas en el contexto rural: — Percepción de Acceso a servicios públicos — Conectividad interna y externa — Percepción de responsabilidad en la conservación de las tradiciones y costumbres rurales. — Identificación con el modo de vida del mundo rural

Los resultados obtenidos por medio de los cuestionarios fueron analizados por medio de diversas técnicas de análisis estadístico de carácter descriptivo y correlacional. Estos análisis fueron realizados en el programa SPSS 10.0. El coeficiente alpha de confiabilidad es de 0.65. Este coeficiente si bien es modesto es aceptable para los fines exploratorios de nuestro estudio. Por su parte, las entrevistas y los grupos de discusión fueron analizados por medio de procedimientos de análisis de contenido. Es necesario precisar que el análisis de contenido consiste concretamente en observar y reconocer el significado de los elementos que forman los documentos (entrevistas y observaciones) y en clasificarlos adecuadamente para su análisis y explicación posterior. 1 Fases del Estudio Técnicas de Investigación a utilizar

————————————————————————— Construcción y aplicación del Cuestionario de Ciudadanía Rural Entrevistas en profundidad (informantes clave) Grupos de Discusión (6 a 12 personas por grupo) —————————————————————————

Grupo Muestral

——————————— 122 sujetos (56 h. y 66 m.) 24 entrevistas 5 grupos ———————————

De acuerdo a los objetivos del presente estudio y de la información recolectada en los grupos de discusión, es posible analizar la información a partir de dos categorías centrales de análisis, de las cuales se desprenden las consiguientes dimensiones. –––––––––– 1. R. SIERRA (1986), Tesis doctorales y trabajos de investigación científica, Madrid, 1995.

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Modernización

Categorías Centrales

————————— Identidad

————————— Ciudadanía —————————

Dimensiones de Significado

————————————————————— Valoración de la vida en el campo Intención de permanecer/emigrar del campo Conservación de las tradiciones y costumbres rurales ————————————————————— Ejercicio de derechos ciudadanos Demanda de Conectividad Demanda de Servicios básicos Asociatividad Relación con autoridades Indefensión ciudadana Medio Ambiente —————————————————————

ANÁLISIS Y LÍNEAS DE CONCLUSIÓN

Presentamos a continuación, de manera sucinta, las principales líneas de conclusión a partir de los hallazgos y resultados obtenidos. Este análisis pretende entregar una matriz temática para el análisis y la orientación de futuros estudios en esta línea de investigación. 1. - Identidad rural compleja

La representación social de la Ruralidad en la Región Metropolitana implica una dicotomía integrada por dos tipos de dígitos: «lo propio-rural» y «lo propio-ajeno-Santiago» en que la Identidad Rural se integra de manera compleja y paradojal. Lo propio-rural es el ámbito cognoscitivo de la identidad que se refiere a una cotidianidad compartida y vivida permanentemente, lo cual se acopla (integra) con lo propio-ajeno-Santiago que refiere otro ámbito identitario en que lo experimentado simbólicamente, y eventualmente (en eventos) es vivido como contenidos de lo ajeno (distinto), de Santiago, y que pasaría a ser propio porque también se aspira a integrarse a ello, quedando incorporado en un imaginario que por la vía de lo aspiracional, de lo motivacional se hace propio y, por tanto, 120

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se hace cercano en su deseabilidad. Con esto estamos diciendo que la Identidad Rural se complejiza en dos ámbitos cognoscitivos que se conforman en círculos concéntricos que son vividos y sentidos como propios en dos realidades complementarias y mutuamente necesarias. No eludimos las contradicciones que puedan desprenderse de la integración de estos dos ámbitos, los cuales no pueden comprenderse exclusivamente en una acomodación cognoscitiva funcional, las contradicciones, paradojas y disonancias posibles y necesariamente presentes no están cubiertas por esta investigación. La síntesis de la identidad rural se realiza con los dígitos señalados, en que los ámbitos «de lo rural y de Santiago» forman parte de un núcleo compacto. Esta síntesis no es referida en la expresión Región Metropolitana, por lo cual es evidente que la identificación con esta expresión es débil por no decir prácticamente nula. En este sentido es recomendable trabajar comunicacionalmente, y primeramente, como artefacto cultural-cognoscitivo la identificación de los habitantes de la región con la expresión y noción política, económica y socio-cultural de Región Metropolitana. Esta pertenencia se encuentra latente en la configuración de la relación especial y compleja entre «lo rural y lo de Santiago» que declaran nuestras muestras en el estudio. La pertenencia o membresía que puede abordarse culturalmente en la identificación de los habitantes rurales con la Región Metropolitana implica abordar los contenidos de una Ciudadanía Rural que no termina en sí misma, sino que se extiende al ser y sentirse formando parte de una ruralidad específica que se complementa con la identificación o el formar parte del Gran Santiago. Este aspecto es de suma importancia en estas líneas de conclusión, porque encuentra concomitancia con lo sucedido en Argentina con el caso de Buenos Aires, que deja de ser exclusivamente Ciudad de Buenos Aires para pasar a ser (en el marco de una vasta campaña comunicacional) el Gran Buenos Aires, y más específicamente, Provincia de Buenos Aires, incorporándose en la expresión y noción cultural a los pueblos y a la ruralidad del entorno de la gran ciudad. Este caso no tiene porque tomarse como modelo, pero, se 121

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constituye en una referencia de anclaje de la representación social de un territorio jurídico y socio-cultural complejo que conforma una identidad ciudadana específica. 2. - Ciudadanía rural en la Región Metropolitana

En correspondencia con el tema de las identidades culturales en el mundo rural, podemos visualizar la percepción prospectiva de los contenidos de las muestras estudiadas, en el sentido que existirían derechos y deberes propios de los habitantes rurales. Estos están asociados a la calidad de vida, a los estilos de vida y a sus identidades culturales, todo lo cual, debe configurar una relación específica entre las personas que constituyen este medio, y de ellas, con la «institucionalidad» general. La ciudadanía rural sería una forma específica de participación en el todo social a nivel nacional. No contradictoria sino que complementaria a la diversidad cultural del país. La ciudadanía rural estaría determinada por las condiciones propias en que estos ciudadanos/as construyen su participación y autogestión civil a partir de los elementos culturales y políticos que han logrado consensuar. Parte de estos derechos e imperativos sociales estarían enraizados en la particular forma de relación persona-medio ambiente y en la ética comunitaria que han logrado construir colectivamente. Esta lógica de especificidad al interior de la ciudadanía y su ejercicio no sólo es propia y deseada en el mundo rural, sino que se corresponde con todos aquellos desarrollos subculturales en que las personas articulan discursos y propuestas para la vida social de sus colectivos. En el caso rural posiblemente tendremos diversas formas y expresiones de ciudadanía rural dependiendo de las realidades geográfico/culturales a lo largo y ancho del país. Un aspecto que aparece concluyente, es que en el futuro los contenidos que las personas del mundo rural identifiquen como propios y que proyecten hacia fuera de este mundo deberán ineludiblemente ser constitutivos de una ciudadanía rural que expresa su diversidad cultural, geográfica, económica y política. Este aspecto es 122

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concordante con la ciudadanía multicultural a la cual ya comenzamos a asistir. La visión de la ciudadanía rural se concibe en términos ampliados, es decir, no exclusivamente en sus contenidos asociados a los derechos civiles y políticos, sino que además y de manera protagónica en su concepción se incorporan los derechos económicos, sociales y culturales. De este modo, se representa la ciudadanía rural de una forma comprensiva y permeando toda la cotidianeidad que ella comprende. La ciudadanía rural, por tanto, abarca contenidos en el plano económico, social y cultural tan específicos como pueden ser, el acceso a políticas de subsidios en zonas aisladas, atención puerta a puerta de los agentes del Estado que entregan servicios y la educación bilingüe pertinente en el área geográfica cultural respectiva. Estos son ejemplos de la construcción de nuevos derechos ciudadanos que se plantean para el habitante rural. Los derechos y responsabilidades ciudadanas aparecen en una lógica de directa relación con el Estado, y específicamente, con la red de apoyos del aparato estatal. Las demandas en el plano de la integración social o cultural se expresan en forma directa hacia un interlocutor que termina siendo un representante o una repartición del Estado. La construcción de ciudadanía, fundamentalmente, se plantea en esta interpelación. No obstante, se presenta como una orientación de ciudadanía activa al plantearse en la interlocución con el aparato estatal un rol protagónico para abordar los diagnósticos y soluciones con participación directa de los afectados o beneficiarios. En este sentido no hay una actitud pasiva frente al Estado, considerándose el espacio local o el territorio de la localidad como el espacio privilegiado para este protagonismo. Aparece el municipio como el articulador de las políticas públicas, entendido como el espacio de administración y gestión de lo local por excelencia. En este sentido los municipios son las entidades en que el aparato estatal se visiviliza para los ciudadanos. Las acciones emprendidas desde la Intendencia y las Gobernaciones aparecen «releídas» y legitimadas a partir del municipio como gran 123

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caja de resonancia de la acción de la autoridad estatal en cualquier ámbito. En una lectura de los aspectos negativos de la relación directa y cosificada de las organizaciones del mundo rural con el municipio, encontramos condiciones que permiten que esta relación fomente el clientelismo al entenderse a la repartición estatal como un proveedor de bienes tangibles ante las diferentes carencias y condiciones de pobreza existente en el espacio rural. Esta situación clientelar puede ser utilizada funcionalmente por las autoridades municipales para encauzar la expresión y actividad de las organizaciones existentes en su territorio. La ciudadanía rural es, por tanto, reivindicativa y se articula principalmente en el espacio local donde la unidad de expresión de poder político por excelencia es la comuna y el municipio el referente del poder local. De acuerdo a lo anterior podríamos decir que la ciudadanía rural en la Región Metropolitana se municipaliza en la orientación de su demanda y en la dirección que expresan sus instancias organizativas. En el sentido común del medio rural permanece el icono del Estado como el referente para aglutinar y ejecutar el rol rector de la administración de la vida colectiva. En el imaginario rural podemos visualizar la centralidad del Estado como fuente de soluciones y de recursos ante los problemas y las dificultades a resolver. El municipio es el principal actor estatal y cuenta con el reconocimiento para constituirse en el núcleo de poder legitimado en el medio. Es interesante destacar que el Estado es visto en su función de proveedor de recursos pero al cual se está en condiciones de rebatir sus diagnósticos previos en el conocimiento de las situaciones específicas. Las personas no están dispuestas a aceptar el planteo proveniente desde el aparato estatal si no se consideran sus puntos de vista en el establecimiento de un estado de situación. En este sentido la palabra técnica no es sólo del Estado, sino que, la participación ciudadana tiende a tecnificarse y a debatir en un plano de igualdad con quienes administran «un conocimiento» que funciona como un diagnóstico fijo desde el Estado. 124

CIUDADANÍA RURAL Y NUEVA RURALIDAD

3. - Fenomenología de la nueva ruralidad en la Región Metropolitana

Se observa, pese a la heterogeneidad de identidades que conforman la denominada «Nueva Ruralidad», que el impacto de las modernizaciones y que las exigencias actuales han significado cambios significativos en diversos niveles. A nivel demográfico, si bien no se constató un éxodo explícito en la población observada, se observa la intención de emigrar hacia los centros urbanos por parte del segmento joven de la población rural. Esto se demuestra tanto en los datos obtenidos a partir del cuestionario, como también en el discurso de los jóvenes, quienes ven la permanencia en le sector rural como una situación de desventaja con otros sectores o localidades urbanas, en cuanto a acceso a la educación, como también a valoraciones acerca de la vida cotidiana. El concepto de «individualismo» es asumido por los jóvenes con una doble valencia. Su aspecto positivo se manifiesta por la posibilidad de realizar actividades libremente, sin estigmatizaciones ni comentarios por parte de la población. La valencia negativa, por otro lado, alude en una visión dicotómica rural/urbano a la escasa solidaridad que los jóvenes observan en las ciudades. Este valor de «solidaridad» es observado en todos los segmentos de la población estudiada, y constituye un elemento de evaluación positiva respecto a la vida en el campo. Por otro lado, se observa en otros grupos etareos que la tendencia a emigrar hacia centros urbanos está dada por la percepción de ausencia de conectividad; esto es, por factores que en su carencia definen necesidades: acceso a servicios básicos, principalmente salud, educación y trabajo estable. El stock de oportunidades percibido se encuentra preferentemente en el espacio urbano en relación directa con estilos de vida referenciados positivamente y que actúan ante los jóvenes con gran poder de atracción. Esto, probablemente siempre fue así. La novedad actual es que la distancia psicológica se estrecho y se ven más cercanos y accesibles. En el nivel organizativo nos encontramos con formas de Asociativismo contingencial, es decir, las organizaciones funcionales 125

LA RURALIDAD CHILENA ACTUAL

mantienen un carácter adhocrático 1 que explican su discontinuidad y su circunstancialidad. Esta lógica de especificidad de la organización y de su función instrumental queda de manifiesto en que su permanencia en el tiempo está asociada a su eficacia para abordar y cumplir los objetivos explícitos. No existirían meta-objetivos, intencionalidades latentes, o no manifiestas en la lógica organizacional. Los objetivos implícitos pueden estar en los operadores o en los dirigentes pero no en los participantes de la forma asociativa. La identidad del grupo está definida en su capacidad ejecutora para encaminarse a objetivos acotados y específicos que son asumidos como válidos por todos sus miembros o su gran mayoría. El principio de membresía o pertenencia propio de la Ciudadanía se manifiesta en dos sentidos o tendencias, a saber, las demandas o reivindicaciones encauzadas en las organizaciones adhocráticas conformadas de acuerdo a las demandas específicas (comités de agua potable rural, pavimentación compartida, comité ecológico, etc.), las cuales se conectan de una manera distinta pero en línea de continuidad con la tradición de petitorios a las autoridades locales y centrales. En estos espacios se revive y articula lo colectivo de manera que las reivindicaciones en conjunto para decidir sobre el espacio social propio o el bien común construyen lo social y lo político. Por otra parte, la pertenencia se representa desde la cultura endógena como espacio lúdico o de entretención lo que se manifiesta en las fiestas populares, en el rodeo, en las actividades deportivas, en las prácticas tradicionales, entre otras. Estas manifestaciones rompen con el individualismo o el ostracismo social auto-referente, lo cual permite recrear un espacio compartido donde es posible la identidad colectiva. 4. - Conectividad: Las arterias de la modernidad

Entre las modernizaciones que alcanzan un mayor nivel de centralidad en su importancia relativa y en la alta frecuencia con que es

–––––––––– 1. Derivación de la expresión ad hoc, aludiendo a organizaciones para finalidades precisas y circunscritas a objetivos y tiempos acotados. G. MORGAN (1986), Imágenes de la organización, Buenos Aires, 1996.

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reconocida por el mundo rural está la conectividad. Estas demandas y anhelos representan en un nivel psicosocial una necesidad sentida de estar dentro, perteneciendo a una comunidad mayor. Inclusión y acceso simbólico y directo a un stock de posibilidades y prestaciones de la modernidad. La conectividad refiere la valoración de la infraestructura vial, constituida por las carreteras, los caminos asfaltados, los caminos de ripio y tierra e, incluso, los senderos y huellas en altura. Esto significaría, tanto en la expresión actual como en la proyectada, alcanzar mayores niveles de conectividad y de maximización en el uso de las variables espacio-tiempo en relación con los centros urbanos y suburbanos. Esta conectividad, además, se refiere a una apropiación del espacio propio del mundo rural al estar comunicados o conectados las diferentes áreas que componen los caseríos y localidades rurales. La conectividad, de este modo, tiene dos grandes dimensiones. La integración con los espacios externos que permite una relación directa e inmediata con el mundo urbano, permitiendo el acceso a los beneficios que en el se encuentran y, por otra parte, la conectividad interna que permite un relacionamiento expedito entre los espacios y agentes del propio mundo rural Carreteras, caminos y senderos son, por lo tanto, las arterias de la modernidad que permiten cumplir la profecía de la racionalidad y objetivación en el uso del tiempo y el espacio, además de constituirse en las vías por donde circulan los contenidos (productos, mensajes y actores) de la modernización. Es por eso que las carreteras y los caminos son indiscutidos elementos centrales de la representación social del mundo rural deseado. Podemos interpretar que tras esta centralidad de las vías de comunicación terrestres se encuentra la histórica demanda y deseo del mundo rural por romper toda forma de aislamiento. No olvidemos que este aislamiento se ha manifestado en sus consecuencias en marginación y discriminación en las preocupaciones del poder central. Toda inversión en carreteras y caminos representaría el primer gran paso para un conjunto de acciones tendientes a la implantación de la modernidad. El camino es progreso. La Carretera es la modernización cercana e ineludible. Por estas razones hablamos de arterias 127

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de la modernidad por donde impostergablemente llegarán los contenidos y los agentes de la modernización. Esta distinción nos permite entender que desde el punto de vista del proceso de cambio y de las intervenciones relevantes es necesario producir el encuentro y la articulación entre modernización, enclave de racionalidad instrumental, y la tradición como expresión de modernidad constitutiva de contenidos valóricos y simbólicos. Este encuentro en el mundo rural, puede significar la conjugación, entre otras, de la tecnología con las costumbres y tradiciones colectivas. 5. - Reposicionamiento de los actores locales

Posterior a una desarticulación y atomización de las organizaciones campesinas y del mundo rural en general, que se sufrió hasta fines de los años 80, vemos que se proyecta un reposicionamiento de los líderes del mundo rural a través de una participación preponderante en los espacios político-comunitarios y de manera paulatina pero sostenida en el nivel provincial y regional. Esto significa que los actores significativos para el medio rural son las organizaciones productivas autogestionadas (cooperativas) y las organizaciones representativas a nivel sectorial, junto a un determinante protagonismo del espacio comunal como escenario de deliberación. Los actores del medio rural ya visualizan al municipio como un gravitante espacio de disputa y de incidencia en decisiones significativas. De igual modo, se aprecian los niveles provincial y regional como contextos ante los cuales es necesario tener discurso y propuesta. De estas percepciones podemos concluir que el posicionamiento de los actores rurales depende directamente de la validación y legitimación que obtienen en sus propios espacios no dependiendo ya del nivel nacional para alcanzar el reconocimiento en sus comunidades de pertenencia. Los nuevos actores rurales aparecen en correspondencia con los nuevos movimientos sociales del medio rural, que en honor a la verdad, debieran menos pomposamente, solo apreciarse como 128

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expresiones de la sociedad civil del medio rural. Estos contenidos autoreferidos se corresponden con la emergencia de la Ciudadanía Rural como un imperativo de una nueva modalidad de ruralidad anclada en identidades culturales revalorizadas. Es significativo, en línea de contraste con lo que ha sido la tradición histórica, el preponderante papel aglutinador que se visualiza para los jóvenes en el cumplimiento de los roles de liderazgo comunitario y de representación dirigencial. Los jóvenes aparecen legitimados para el cumplimiento de los roles de liderazgo formal en base a sus niveles de alta escolaridad, de especialización técnica y de relación amigable con las nuevas tecnologías y las tendencias de la modernidad. En esta lógica de reposicionamiento de actores aparece como una tendencia destacada la presencia significativa en las áreas económico-productivas y del liderazgo-dirigencial de las mujeres rurales, las cuales emergen en los espacios públicos a medida que se instalan y consolidan los signos de la modernidad. Es destacable que en los discursos analizados se reconocen capacidades propias de las mujeres, por sobre los varones, como efectivas para el ejercicio de funciones que tienen que ver con el desempeño en el sector de los servicios, tales como atención de turistas, comunicaciones, administración y ventas. Se mencionan roles y puestos de trabajo relacionados con el manejo de proyectos en que las mujeres rurales demuestran competencia, lo cual sugiere la constatación de cualidades asociadas a la perseverancia, el orden, la transparencia y la formalidad con que actuarían las mujeres rurales en estas funciones. Situados en contexto, en base a la gran cantidad de bibliografía sobre mujer y ruralidad existente en la actualidad, debiéramos decir que la generación de estas imágenes en que se destacan y consideran positivamente las atribuciones en la representación social de la mujer rural, no significa desconocer la gran cantidad de inconvenientes, trabas y conflictos que ha significado en los últimos 40 años la paulatina pero sostenida entrada de la mujer en el ámbito público y de la representación democrática. Otro elemento significativo, dice relación, con la legitimación de la mujer rural en el ejercicio de trabajo productivo-asalariado en 129

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el mundo rural. Esto claramente ha sido un impacto de las modernizaciones que, tal vez, ha llegado como una consecuencia impensada. La salida de la mujer rural del exclusivo ámbito privado permite reforzar la noción de ciudadanía rural con la inclusión de las variables de género. Por otra parte, es recurrente el reciclaje de los líderes locales, los cuales aparecen en diferentes organizaciones que circunstancialmente encuentran espacios de reproducción. Los dirigentes cumplen una función «profesionalizante» que se recicla de organización en organización en la lógica adhocrática señalada anteriormente, de este modo, aparecen en diferentes ámbitos del quehacer ciudadano, a medida que las organizaciones van teniendo espacios de acción. El perfil de dirigente está asociado a las capacidades de representación ante las autoridades y a la capacidad de gestión vía proyectos y programas que se constituyen en terreno conocido para el dirigente. La capacidad de gestionar y de instalar proyectos aparece como un conjunto de competencias ampliamente valoradas y que se entienden como destrezas intercambiables para los diversos ámbitos y núcleos de problemas a enfrentar. En este sentido los ciudadanos y las comunidades se relacionan vía proyectos con los espacios de decisión donde se detentan los recursos, por lo cual, estas capacidades se entienden como fundamentales para optar con éxito a proyectos y programas. 6. - Lo rural como un estilo de vida abierto

Es decir, que sin renunciar a su singularidad no quiere quedar fuera de la integración en una totalidad social (todo social) que se encuentra digitalizado por lo urbano, por los contenidos dominantes. La integración en los espacios, programas y políticas públicas homogenizadoras que se consideran parte de una necesaria visión igualitarista, niveladora, en la cual no se debe quedar marginado, contando con elementos de corrección (acción positiva) para alcanzar a calificar en dichas oportunidades, junto a propuestas y ofertas 130

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propias de los espacios rurales. La tendencia a la integración es una forma de validación del propio modo de vida en el medio nacional homogenizador cuya acción rectora está representada en el Estado. Perfil Aspiracional en que se mixtura lo urbano y lo rural. Se aspira a contar con los medios y condiciones de la realidad urbana sin abandonar los contenidos característicos de lo rural, que es percibido como positivo, es decir, el medio ambiente natural (paisaje), las condiciones de calidad de vida, la relativa mayor seguridad ciudadana, entre otras. Pero al mismos tiempo, y de manera complementaria, -no percibiéndolo como contradicción- se aspira y requiere contar con las condiciones y características de vida correspondientes al confort urbano en que los servicios básicos, sociales y culturales con sus prestaciones estén disponibles y asegurados, incluyendo en ellos, los relacionados con el mundo de la entretención y de la inclusión simbólica. Este perfil aspiracional no renuncia a poder contar con «lo mejor de los dos mundos, el rural y el urbano» en una solución de continuidad y no reparando en las paradojas que pueda suponer tal superposición de contenidos, lo cual debiera ser superado en una integración funcional y de acoplamiento paulatino que debiera contar con acciones específicas para desarrollar competencias para vivir, funcionar en los dos mundos, en las dos realidades. Se percibe con claridad que las destrezas que son cada vez más considerables en cantidad y calidad para hacer frente a las complejidades de la vida moderna, la cual no distingue entre rural y urbano en términos operativos, si no que exige condiciones de funcionamiento para una operación equivalente en ambas realidades. Por otra parte, la cosificación de la cultura local es un elemento funcional para el diálogo y la relación con el medio urbano, fundamentalmente como moneda de cambio, esto es, como oferta disponible para el visitante urbano sobre el cual se quiere tener posibilidades de atracción y captación. Las tradiciones son transformadas en eventos como estrategia de viabilizarlas hacia la creación de un micro-mercado local para consumidores externos. Esta cosificación significa, por ejemplo, transformar el rodeo de animales (caballares), propio de una actividad de los arrieros en la cordillera del Cajón del 131

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Maipo en un evento en que se oferte turismo rural realizando cabalgatas, rodeo deportivo, domaduras, fiestas tradicionales. 7. - Ciudadanía Rural complementaria de la Ciudadanía cómo una pertenencia integral al imaginario de país

Los contenidos de la ciudadanía rural son complementarios y convergen modularmente con los contenidos de una ciudadanía integral, es así que, las demandas, las responsabilidades y la membresía se articulan con la mirada global en la imagen de integración en una realidad país. En los resultados alcanzados hay correspondencia con los obtenidos en otros contextos de aplicación del Cuestionario ResCivitás encontrándose una orientación ciudadana en que los derechos económico, sociales y culturales (Desc) tienen una centralidad y preponderancia mayor que los derechos políticos y similar a los derechos civiles en la noción de ciudadanía internalizada por las personas, lo cual se corresponde con resultados en el medio nacional. Al analizar los contenidos que adquieren centralidad en las demandas expresadas en la noción de ciudadanía encontramos que los derechos ciudadanos se ubican en el nivel de mayor importancia en lo referido por los habitantes rurales. Estas demandas que se consideran derechos están reforzados por la constatación a través de los medios de comunicación de lo ineludible que se constituyen en la vida moderna los mecanismos de la integración a través de las políticas públicas, y por ende, en los programas y proyectos sociales que deben ser diseñados para cada nivel de carencia en que pueda manifestarse la exclusión social y/o cultural. Los derechos económicos y sociales son los que adquieren mayor relevancia y concitan preocupación constante alcanzando la mayor capacidad de convocatoria en el medio rural. Esta condición se traduce en convocatoria para la movilización social y la acción colectiva ante demandas concretas y acotadas en que se demuestra capacidad de reacción ante la percepción, por ejemplo, de amenazas ambientales (instalación de vertederos) o la no consideración de beneficios sociales en zonas aledañas. 132

CIUDADANÍA RURAL Y NUEVA RURALIDAD

De igual modo, se constata que es pertinente entender la pobreza rural no solamente como una situación de desmedro social y económico, sino que, además, de acuerdo al enfoque de derechos, en desmedro de ciudadanía, es decir en la titularidad de derechos.

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La educación rural en Chile Retos y propuestas para las próximas décadas

Roberto Hernández Aracena Carlos Thomas Winter

La Globalización se ha hecho presente con fuerza no sólo en lo económico sino también como ideología que ha impuesto una filosofía de vida, a través de nuevas tecnologías y nuevos lenguajes (icónicos e informáticos) que han implicado una transformación profunda de los procesos sociales y culturales, los que a su vez han demandado a la Educación y la Escuela, cambios tanto en las prácticas escolares como en el proceso educativo general, esto es, una Reforma Educativa. Esta situación ha impactado fuertemente al mundo rural en Chile en las últimas tres décadas, provocando hondas transformaciones en los ámbitos sociales, económicos, políticos, culturales y ambientales. Estos cambios han afectado notoriamente a la educación rural, a lo largo del territorio nacional, en sus diversas realidades locales, generando importantes retos que obligan al análisis y reflexión, orientados para la elaboración de propuestas innovadoras, en la búsqueda de una educación rural de mejor calidad y que sea pertinente ante las demandas de las poblaciones locales. En la literatura especializada sobre este tema se menciona la existencia de una «nueva ruralidad», dando a entender que el mundo rural hoy es otro, diferente en su naturaleza intrínseca así como en 135

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el funcionamiento como sistema social, lo que obliga a buscar nuevas herramientas teóricas y metodológica adecuadas para comprender e interpretar los nuevos fenómenos que se constatan en la ruralidad chilena. Basados en nuestra experiencia como antropólogos y por haber trabajado durante un tiempo prolongado en diversos contextos rurales de Chile, enfocados en la situación de los sectores campesinos excluídos de la globalización, hemos conocido las escuelas rurales, sus prácticas pedagógicas, los diversos roles de los docentes rurales, el funcionamiento de los «microcentros rurales», que nos han parecido una excelente instancia de intercambio de experiencias educativas, fuente de potenciales cambios en el quehacer del docente y posibilidades de mantenerse más o menos actualizado en su labor pedagógica. Pero todos los esfuerzos que hacen los maestros rurales para lograr innovaciones a título grupal o personal, no han sido tomados en cuenta para una reforma educacional profunda, pues chocan con las características del sistema educacional chileno, principalmente destacado por su verticalidad y rigidez, centralizado en sus decisiones, y por el apoyo en argumentos que apelan a que «así es cómo las cosas se han hecho hasta ahora, así deben hacerse y seguir haciéndose». En el sector rural hemos podido advertir también que existe poca o muy baja consideración tanto para con los educandos rurales de origen campesinos, como con los profesores de educación básica, quienes viven alejados de sus hogares (generalmente estos profesores residen en las capitales de provincias o regiones) como también distantes de las escuelas están los propios alumnos, que deben caminar distancias considerables para cumplir con su «enseñanza obligatoria». En síntesis, la Educación Rural es considerada una educación periférica y de segundo nivel, dentro del paradigma tradicional. Su mayor objetivo al parecer, es enseñar a leer y aprender las cuatro operaciones matemáticas. El presente artículo focalizará su análisis en cómo el fenómeno de la globalización y la modernidad han impactado al agro chileno y cuáles han sido sus efectos más importantes, especialmente en el 136

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área de la Educación Rural, asumiendo de antemano que el sistema educativo chileno está en crisis, y que es necesario una reforma educativa. Analizaremos las causas de este fenómeno general, las principales tendencias a nivel global que intervienen sobre la educación y específicamente, sobre la educación rural, revisaremos las reacciones del sistema educativo ante esta situación y propondremos un modelo ecológico cultural que mejore la calidad de la enseñanza y la pertinencia cultural de la educación rural, aplicando principios cooperativos que rescaten valores comunitarios fundamentales como la solidaridad y la cooperación, bases de un sistema social local capaz de superar las dificultades y exclusiones impuestas por un sistema global. LOS CAMBIOS EN EL MUNDO RURAL CHILENO Y SUS IMPACTOS EN LA EDUCACIÓN RURAL

De acuerdo a la revisión de la literatura existente sobre los cambios ocurridos en el mundo rural chileno y en base a las experiencias en diversas realidades locales de los autores de este trabajo, se pueden identificar las principales transformaciones ocurridas en la ruralidad chilena que han tenido un mayor impacto sobre el sistema educativo. Esto implica un análisis e interpretación de los cambios de diversa naturaleza sucedidos en las tres últimas décadas en el agro chileno, focalizado en sus repercusiones sobre la educación rural, tanto en su funcionamiento como en el logro de sus objetivos que pretenden la formación de un individuo que tenga la capacidad de adaptarse a las condiciones impuestas por la nueva sociedad rural. Si observamos la situación del mundo rural a nivel general, a manera de contextualización para comprender mejor los desafíos que enfrenta actualmente y en el futuro inmediato la educación rural, se puede destacar lo siguiente: la presencia de un modelo de desarrollo globalizador que ha invadido todos los espacios del medio rural, pero carente de bases sólidas que aseguren un desarrollo sustentable, caracterizado más bien por sus crisis recurrentes, crecimientos económicos impredecibles e inseguros, con precarias e 137

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inestables condiciones laborales, decreciente demanda de mano de obra y cada vez mayores exigencias de capacitación para los trabajadores rurales. El carácter eminentemente económico y materialista del modelo de desarrollo ha provocado graves efectos sociales y humanos. La brecha entre los más ricos y más pobres se ha incrementado tanto a nivel de las naciones como de sus diversas poblaciones internas. Sectores sociales mayoritarios han sido excluidos de los beneficios de la globalización y la modernidad. El impacto social de este modelo globalizador ha sido devastador para las poblaciones socialmente más frágiles y desprotegidas de los países del llamado Tercer Mundo. Se ha incrementado la pobreza y el desempleo en las naciones en desarrollo, y se han debilitado los derechos sociales y económicos de estos sectores sociales. 1 En el caso de las poblaciones rurales, particularmente de los jóvenes y las mujeres, los problemas sociales provocados por el modelo de desarrollo, se encuentran agudizados, lo que plantea la necesidad imperiosa de proponer y ejecutar políticas que atenúen los efectos negativos expuestos. La Educación Rural no se encuentra inmune a estos fenómenos, todo lo contrario, sus efectos se hacen sentir con fuerza en el funcionamiento del sistema educativo que sirve a las poblaciones rurales, tanto en sus objetivos, contenidos curriculares y prácticas pedagógicas. Esto conlleva a reflexionar sobre ¿cuál educación se precisa para responder a los requerimientos de este nuevo mundo rural?, ¿cuáles son las bases para formar un ciudadano capaz de adaptarse a las nuevas condiciones de un mundo local que se inserta en un mundo global? Para responder a estas interrogantes se requiere primeramente, analizar y reflexionar sobre los cambios profundos ocurridos en el medio rural y sus efectos sobre la educación rural, luego evaluar la capacidad de respuesta del sistema educativo y plantear las proyecciones sobre la educación rural que se necesita para las próximas décadas, en función de su calidad y pertinencia social, cultural y ambiental. –––––––––– 1. F. ARELLANO & V. ROMÁN (2000), Globalization, Seattle y estrategias ciudadanas, Santiago de Chile, 2000; J.E. STIGLITZ (2002), El malestar en la globalización, Madrid, 2002.

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Una primera mirada sobre las diversas expresiones locales de la ruralidad chilena devela los notables cambios de los paisajes rurales. La presencia de grandes complejos agroindustriales y agroexportadores, las áreas de parcelas de agrado, los espacios ocupados por cultivos agrícolas y forestales de exportación, los centros de servicios y actividades comerciales, las áreas de turismo ecológico, de patrimonio histórico-cultural y étnico, y los parques y áreas de protección del patrimonio natural, se constituyen en expresiones de que el agro ha cambiado significativamente. El dominio de las comunidades humanas sobre la naturaleza circundante y sus recursos naturales se ha acentuado durante las últimas décadas, gracias a la introducción de sistemas tecnológicos cada vez más agresivos con respecto a los ecosistemas y la biodiversidad. Para la antropología, esas relaciones entre el Hombre y la Naturaleza, han sido objeto de estudio y discusión desde hace tiempo, por diversas corrientes teóricas. 1 Mientras el pensamiento occidental ha postulado una separación entre cultura y naturaleza, las sociedades llamadas «primitivas» y también algunas avanzadas como las de India y China, conciben a la cultura y la naturaleza, como un todo, para efectos de análisis y de práctica de vida social. 2 El uso irracional y no sustentable de tecnologías llamadas «de punta» para acceder a los beneficios de los recursos naturales ha provocado graves problemas ambientales, y por consecuencia, efectos negativos sobre la calidad de vida de las poblaciones locales. Hoy se observa cómo en los diversos espacios rurales son destruídos sus ambientes naturales, roto los equilibrios ecológicos, disminuida la riqueza de la biodiversidad, y el agotamiento y contaminación de recursos naturales tan fundamentales para la existencia de las comunidades humanas como es el agua, la tierra y el aire. El debate sobre los problemas ambientales está instalado en una escala global, prueba de esto son las conferencias mundiales sobre la problemática ambiental (Kyoto, 1997; Johannesburgo, 2002; Copenhague, 2009). –––––––––– 1. L. DURAND (2002), «La Relación ambiente-cultura en antropología», in: Nueva Antropología, México, septiembre 2002, vol. XVIII, nº 61 p. 169-184. 2. Ph. DESCOLA (2005), Par-delà nature et culture, Paris, 2005.

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La Educación Rural no puede estar ajena a la problemática ambiental general y sus manifestaciones a nivel local, donde se encuentran asentadas las poblaciones asistidas por cada escuela rural. Esto significa que los docentes rurales y la comunidad educativa en su totalidad, requieren adquirir un conocimiento y comprensión de los problemas ambientales que se confrontan a nivel local y sus efectos sobre la calidad de vida de la población rural. La Educación Ambiental es una asignatura pendiente para su incorporación en el curriculum escolar como un contenido obligatorio. De esto se deducen algunas interrogantes: ¿Qué y cómo enseñar la problemática ambiental? ¿Quiénes son los actores sociales y los agentes externos que deben participar de este proceso educativo? ¿Cómo se relacionan las asignaturas del curriculum escolar en función de la enseñanza de los contenidos socioambientales? De un análisis más profundo sobre una educación rural comprometida con los problemas ambientales, surgirán otras interrogantes. Los movimientos migratorios de poblaciones rurales hacia centros urbanos y los desplazamientos temporales o permanentes de lo rural a lo rural, han provocados serios desequilibrios en las estructuras y funcionamiento de los sistemas sociales. El predominio de los emigrantes jóvenes de ambos sexos hacia las ciudades ha repercutido sobre la pirámide poblacional y sobre las actividades productivas de cada localidad rural. La agricultura familiar se encuentra amenazada por la carencia de mano de obra joven, pero sobre todo, porque en los proyectos de vida de la mayoría de los jóvenes no está considerada esta actividad productiva. La llegada a las localidades rurales de inmigrantes de otros sectores rurales con fines laborales y de contingentes poblacionales urbanos con fines de asentamiento en espacios rurales, en la búsqueda de una mejor calidad de vida, son fenómenos que han provocado una heterogeneidad social y cultural del mundo rural. Estas tendencias migratorias contribuyen a relevar los fenómenos de la interculturalidad, los que se expresan con mayor fuerza en las escuelas. A las tradicionales tensiones producidas por las diferencias culturales provenientes de los docentes principalmente urbanos y los educandos originarios del mundo 140

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rural, se suma la presencia en las aulas, de alumnos cuyos padres vienen de otras localidades rurales o centros urbanos. El sistema educativo debe asumir el fenómeno de la interculturalidad, readecuando sus curriculum, prácticas pedagógicas y relaciones al interior de las escuelas, para alcanzar los objetivos educativos propuestos en sus programas. Además, el despoblamiento de las localidades rurales ha provocado la presencia de escuelas semi-vacías. Este hecho obliga a plantearse por parte de los administradores y sostenedores locales, cuál es el destino de estos centros educativos: su eliminación, su permanencia tal como están o su concentración en un determinado lugar. En estas disyuntivas para tomar decisiones, intervienen criterios económicos en función del gasto o inversión social, y los criterios sociales referidos al uso, valor y significado que tienen las escuelas para las comunidades rurales. La globalización, a través de diversos medios de comunicación e información (TIC’s), ha penetrado con su cultura global proveniente del Primer Mundo, en casi todos los ámbitos del mundo rural, provocando fuertes tensiones con las culturas locales. Los jóvenes rurales han sido los más proclives a recibir y adoptar elementos culturales ajenos a su ámbito local, acentuando las diferencias generacionales. Hay una tendencia general a escala mundial que se refleja en la sociedad chilena actual, a subvalorar lo tradicional, lo rural, lo étnico y lo local, fenómeno que ha repercutido notablemente en el mundo rural, generando desencuentros no resueltos, entre una cultura global y las culturas locales. Las costumbres y tradiciones se han debilitado tanto en el reconocimiento como en las prácticas culturales de las poblaciones locales. Estas tensiones han provocado desarticulaciones de los sistemas sociales, los que deben resolverse preferentemente a través de sus mecanismos internos Este fenómeno tiene gran importancia para la existencia de las diversas comunidades rurales, pues sus identidades sociales están íntimamente relacionadas con la vigencia de sus culturas locales, situación que se acentúa en el caso de la presencia de poblaciones indígenas, que se encuentran en procesos de re-etnificación. Las escuelas rurales han sido impactadas por los fenómenos socioculturales descritos, obligando 141

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a replantearse el funcionamiento y los objetivos de sus sistemas educativos, y principalmente, a redefinir cuál es la educación que se requiere para las nuevas generaciones penetradas por la globalización y la modernidad, cómo contribuir a la defensa del patrimonio histórico y cultural local, qué actores sociales y agentes externos pueden incorporarse a una educación rural renovada y actualizada. ¿Cómo abordar el caso de las escuelas rurales en áreas de poblamiento indígena? ¿Cómo lograr una coexistencia en el curriculum escolar entre la cultura global y la cultura local? Estas y muchas otras interrogantes se plantean en un análisis más profundo del problema, a considerar posteriormente en este trabajo. Los sistemas sociales en las sociedades rurales han sufrido el impacto de los cambios profundos provocados por la globalización y sus manifestaciones específicas de la modernidad, modificando sus redes sociales, sus sistemas de liderazgo y organizaciones funcionales, destacando la presencia de nuevos actores y agentes externos que intervienen sobre los diversos ámbitos de la vida comunitaria, penetrando fuertemente con sistemas valóricos ajenos a los valores comunitarios tradicionales, que destierran o devalúan la solidaridad, la cooperación y formas de ayuda a nivel local. Actualmente observamos un individualismo y una competencia exacerbada, que debilita las posibilidades del desarrollo local en condiciones de un libre mercado global. Esto conlleva a replantearse la necesidad de buscar modelos de organización social que rescaten valores comunitarios bajo un concepto de cooperativismo. Un pequeño productor agropecuario no puede competir individualmente con éxito en mercados globales. Por estas razones, se puede comprender la presencia de formas de exclusión social de amplios sectores de las poblaciones rurales. Ahora bien, ¿Cómo afectan estos fenómenos sociales a la educación rural? ¿Cuál puede ser el rol de esta educación ante los imperativos impuestos por la «nueva ruralidad»? ¿Cómo contribuir a relevar los valores comunitarios que puedan fortalecer a las poblaciones locales en sus relaciones con sistemas agroalimentarios a escala mundial? ¿Cómo contribuir a la búsqueda de modelos de organización social que se basen en la cooperación y la solidaridad? 142

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La conformación de sistemas agroalimentarios a escala mundial, basados en una articulación que va desde el productor en el Tercer Mundo al consumidor del Primer Mundo, determina una nueva organización de los sistemas económico-productivos del mundo rural en Chile. Los ejes de este modelo de desarrollo productivo se organizan sobre la base de una actividad agropecuaria, forestal y pesquera de exportación, utilizando tecnologías «de punta», con capitales nacionales, mixtos y trasnacionales, con una demanda de mano de obra reducida y estacional, y con una racionalidad económica empresarial de corte neoliberal. En este contexto, los sectores de pequeños productores agropecuarios y obreros agrícolas, participan simplemente como fuente de mano de obra temporal, en condiciones laborales precarias, con una familia dispersa temporal o permanentemente, y con un bajo nivel de vida. El acceso al conocimiento de estas situaciones económicas y sociales, y el debate sobre las alternativas para superar muchos de estos problemas sociales es un tema a considerar en la agenda de la educación rural. Las nuevas generaciones que se forman en el nivel básico, precisan conocer el contexto económico y social donde a futuro deberán desarrollarse. Es responsabilidad del sistema educativo formal, el dar a conocer la situación que viven actualmente las poblaciones rurales excluidas de los beneficios de la globalización económica, las dificultades y carencias que tienen para superar la exclusión social, e indagar sobre los recursos, capacidades, intereses y aspiraciones que tienen estas nuevas generaciones, para construir posteriormente proyectos de vida factibles, a nivel individual y comunitario. El gran desarrollo tecnológico de nuevos medios de comunicación e información han provocado una verdadera revolución del conocimiento a escala mundial. La televisión por cable, permite informarse audiovisualmente de los hechos que ocurren en el mismo momento que acontecen. La Internet permite acceder a cualquier tipo de información en forma inmediata y fácil. Estos medios se han constituido en potentes agentes socializadores para las nuevas generaciones, que desde muy temprana edad acceden a 143

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ellos, reemplazando con éxito, a la Escuela y la Familia, en este rol social. Los estudios realizados en diversas sociedades, incluida la chilena, determinan que el niño y el joven permanecen muchas mas horas en contacto con un computador o un televisor, que con sus padres. A su vez, el profesor ha perdido autoridad, prestigio y credibilidad, lo que repercute notablemente sobre su rol de formador y transmisor de conocimientos. Ante la presencia de las TIC’s y sus efectos socializadores, el sistema educativo debe asumir esta realidad, incorporándola a los procesos de renovación de la enseñanzaaprendizaje. Esto implica una capacitación de los docentes rurales para transformar a estos medios de comunicación e información, en importantes herramientas de apoyo para el proceso educativo. Los educandos deben aprender a manejar ciertos filtros que les permita seleccionar qué información es útil y pertinente para su formación e instrucción sobre el conocimiento más adecuado para su capacitación en función de un ciudadano capaz de adaptarse en un mundo globalizado. Esto significa el plantearse: ¿Cuál será el rol del docente rural ante esta nueva realidad? ¿De qué manera utilizará las TIC’s para lograr una educación de mejor calidad? ¿Cómo incorporará a la familia para el control del uso de las TIC’s? ¿Cómo logrará transformar en aliados y no en competidores, a estos medios de comunicación e información para sus objetivos educativos? Si recogemos este cuadro general de transformaciones del mundo rural y sus impactos sobre las poblaciones locales, podemos comprender mejor porqué las nuevas generaciones han ido cambiando sus aspiraciones y expectativas para su futuro como adultos que vivirán en sociedades globalizadas, donde priman valores culturales ajenos a sus culturas de orígen. Esto significa la construcción de proyectos de vida por parte de las nuevas generaciones del agro, que pueden ser en muchos casos no factibles en el mundo rural, por las condiciones impuestas por un modelo de desarrollo excluyente para numerosas poblaciones rurales. La segunda opción para ellos es la emigración hacia centros urbanos, donde el futuro es muy incierto. Aquí hay un fuerte reto que desafía al sistema educativo rural, en función de asumir este fenómeno y ver cómo poder responder a los 144

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requerimientos de visiones de futuro que se construyen sobre bases no pertinentes con las nuevas realidades rurales. El resultado puede estar lleno de frustraciones para estos contingentes poblacionales que supuestamente, son la generación de relevo en el agro chileno. Por lo tanto, aquí se plantea una reorientación del quehacer educativo, una renovación del curriculum escolar, que contemple la entrega de una visión realista y concreta del medio rural donde residen los educandos, que informe sobre los problemas que se confrontan para un desarrollo local a nivel de comunidad y a nivel familiar, que muestre las dificultades que imponen los sistemas económicos y sociales para alcanzar logros como individuo y miembro de una comunidad rural, crear conciencia de estas limitaciones y dificultades a superar, y en consecuencia, tener los elementos objetivos que posibiliten el construir proyectos de vida posibles de lograr. LOS RETOS Y RESPUESTAS DEL SISTEMA EDUCATIVO CHILENO

Si revisamos los antecedentes que nos permiten comprender esta crisis educativa se puede afirmar que no sólo el fenómeno globalizador es la única causa, a pesar de tener una importancia capital. La causa profunda subyace en el cambio de pensamiento, percepciones y valores que conforman una visión particular de la realidad. Este cambio es advertido primeramente en el campo de la Filosofía de la Ciencia, 1 y posteriormente, y a la luz de Nietzsche, es tomado como tópico por otros ensayistas como Marilyn Ferguson en La Conspiración de Acuario. 2 Aquí la autora examina el tópico del cambio personal y social ocurrido durante las décadas de los años setenta y ochenta, y entre otros cuatro modos básicos de cambios, distingue el cambio paradigmático. Otros ensayos, incluso más conocidos, que insisten en el inicio de un nuevo paradigma, es el de Alvin Toffler, en La Nueva ola. 3 –––––––––– 1. T. KUHN (1962), La Estructura de las revoluciones científicas, México, 1978. 2. M. FERGUSON (1980), La Conspiración de Acuario, Barcelona, 1983. 3. A. TOFFLER (1970), La Nueva ola, Barcelona, 1982.

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En El Shock del Futuro, del mismo autor, 1 él ya nos habla de un cambio rápido en la Sociedad Industrial Occidental, y describe la creciente y a menudo, abrumadora desorientación causada, cuando se vive en una sociedad caracterizada por cambios rápidos y constantes. El autor, junto con listar una serie de tópicos claves como la emergencia de una transición, la aparición de nuevas circunstancias, la necesidad de la diversidad y los límites de la adaptabilidad ante todo, recalca la urgencia de investigar para descubrir estrategias de supervivencia actual. Toffler mantiene la vigencia referente a la dirección de los cambios, señalando lo errático que se muestran los sistemas educativos, y destacando la necesidad de un nuevo metabolismo psicológico, para enfrentar de forma creativa la aparición constante de condiciones nuevas. Este autor, formalmente identifica algunos principios que han programado nuestra conducta y que necesitan ser modificados para enfrentar a este mundo en cambio permanente: Estandarización: Obsesión social por la uniformidad. Especialización: creencia en la separación del conocimiento. Sincronización: economía y trabajo dependientes de modelos fijos. Concentración: de gente en grandes ciudades. Maximización: lo grande es mejor, el poder es el rey. Centralización: Control central en la toma de decisiones políticas, burocracia estatal y judicial. También Toffler alerta sobre la necesidad de desterrar el mito de la «eficacia autoritaria piramidal». Este enfoque tiene como efecto principal el minimizar la capacidad de otros para estar en condiciones de ofrecer su habilidad y creatividad en la búsqueda de caminos alternativos efectivos. La coordinación de la imaginación, la divulgación de la habilidad, la creatividad y el compromiso de colaboración, deben llegar a ser en el futuro, una condición permanente más allá del rango «poder» y «autoridad». Capra, en El Punto crucial 2 también detecta este orden nuevo en el pensamiento occidental, en particular la aparición de un nuevo paradigma científico. El –––––––––– 1. A. TOFFLER (1980), El “Show” del futuro, Barcelona, 1982. 2. F. CAPRA (1982), El Punto crucial, Barcelona, 1987.

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Punto crucial es un llamado al abandono del estudio de los hechos a favor de un análisis en que importen las relaciones de contextos y conjuntos. La realidad es única y comprensible en términos de conjuntos integrados, cuyas propiedades no pueden reducirse a las unidades más pequeñas. Todos estos cambios en el pensamiento, las percepciones y los valores introducidos en el mundo occidental que determinan una nueva manera particular de ver la realidad, deben ser asumidos por los sistemas educativos, a fin de organizar de otra manera los curriculum escolares y modificar las estrategias de acceso al conocimiento de la realidad, en este caso de estudio, de las realidades rurales. En tanto, la legislación en nuestro país defina y determine la estructura y organización del sistema escolar, es importante considerar que muchas de las innovaciones en el aula y el curriculum provienen de los descubrimientos y experiencias de los profesores, quienes en gran parte, no son consultados como hubiese sido deseado, en los procesos de reformas educativas desde sus inicios. Pero también en estos procesos de reformas, no han estado considerados en primer lugar, los avances científicos que se han hecho en el campo de la Neurociencia y en el de la Psicología Cognitiva. Las investigaciones en Neurociencia y en Educación, nos conducen a examinar nuevas aristas dentro de nosotros mismos (educadores, en este caso). Todos los individuos son poseedores de una serie de aptitudes, aún cuando la mayoría de nuestros talentos y habilidades no trabajan en un cien por ciento, en el mejor de los casos, o aún carecen de desarrollo. ¿Cómo podemos incorporar al quehacer educativo los hallazgos de la Neurociencia? ¿Cómo podemos despertar estas habilidades inherentes en los educadores y educandos? ¿Cómo podemos expresar mejor lo que somos? ¿Qué dicen las investigaciones acerca de cómo mejorar nuestro aprendizaje y nuestra enseñanza? ¿Podemos liberarnos y asumir nuestros talentos e inspiraciones con destreza? El cerebro hasta los años setenta del siglo XX, era casi desconocido en varios aspectos de su anatomía y de su fisiología. Hoy la Neurociencia ha avanzado en su conocimiento una enormidad. 147

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Científicos de Japón (Instituto del Cerebro de Riken) y en Estados Unidos de América (Instituto Tecnológico de Massachusetts) se movilizan alrededor de un programa que tiene como objetivos centrales: 1) Entender el cerebro. 2) Proteger el cerebro y 3) Crear cerebros artificiales. Para cada uno de sus objetivos, el Instituto Riken, tiene su expectativa de desarrollo para los próximos 5, 10, 15 y 20 años. De este modo, en la etapa final, esto es, de los 15 a los 20 años, se desarrollarían computadoras equipadas con habilidades humanas. En 20 años, pretenden desarrollar «percomputadoras», capaces de establecer relaciones simbióticas entre humanos y computadoras. El panorama que la gente de Riken imagina para dentro de 20 años, tal vez no sea sólo un sueño. Esto implica cambios que van mucho más allá de los genomas, internet y de las clonaciones, pues tiene importantes implicaciones en educación. Con todo, las instituciones educacionales y sus métodos fomentan sólo los talentos verbales y matemáticos, reduciéndonos a fragmentos. Felizmente ahora, la investigación se está orientando a satisfacer nuestros deseos innatos de crecer, aprender y adquirir identidad. En los últimos años, el interés por estudiar los procesos cognitivos, ha incluido el estudio de los procesos cerebrales llevados a cabo por nuestros hemisferios derecho e izquierdo, lo que ha estado rodeado de mucha publicidad. En un primer momento y quizás a causa de la propia publicidad de estas investigaciones aún incipientes, la gente comenzó a autoclasificarse como de cerebro derecho o izquierdo, ignorando el funcionamiento pleno del ser humano en si mismo. Por otro lado, este conocimiento topográfico de la ubicación de los centros y funciones cerebrales, y sus etapas posteriores de acuerdo al avance de los resultados obtenidos, ha dado lugar a una alta necesidad de los educadores, por conocer una variedad de procesos mentales previamente ignorados en los ambientes educacionales. De este modo, el énfasis puesto en las habilidades verbales, analíticas, simbólicas, abstractas, temporales, racionales y lineales, produjo una educación incompleta y desequilibrada. Las habilidades no verbales, sintéticas, concretas, espaciales, no temporales, gestálticas e intuitivas, de nuestro hemisferio cerebral derecho, también necesitan 148

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ser utilizadas en el aprendizaje. En síntesis, las investigaciones neurocientíficas han usurpado el reino autocrático del hemisferio izquierdo, imponiendo una democracia de todo el cerebro, «democracia cerebral» que debe aplicarse en los procesos educativos. En otro aspecto, el Dr. Paul Mac-Clean, investigador neurocientífico, ha destacado la importancia de las emociones en el aprendizaje. Su trabajo ha demostrado que todos los procesos verbales son analizados primero por medio del sistema límbico, que constituye el centro emocional del cerebro. En realidad, no existe el pensamiento puramente racional y objetivo. Nuestra reacción emocional a la entrada de información y nuestros sentimientos acerca de nosotros mismos y de los demás, determinan si la información llegará a la memoria de corto o largo plazo. Cómo nos sintamos determina qué aprenderemos y de qué manera. Marian Diamond, neuroanatomista de la Universidad de California (Berkeley) ha estudiado en una amplia variedad de animales, el impacto del medioambiente sobre el aprendizaje y la inteligencia. Sus investigaciones demuestran que un medioambiente estimulante, aumenta fisiológicamente el tamaño de las células cerebrales, mostrando una inteligencia mayor. Los tres atributos principales de un medioambiente enriquecedor son: 1) vivir con personas de diferentes edades. 2) Recibir con frecuencia «juguetes» nuevos. 3) Recibir dosis saludables de C.A.C. (cariño, amor y cuidado), esto es, ser tomados en cuenta y queridos por los educadores. Los cambios fisiológicos en el cerebro, se producen después de ser expuestos por sólo siete días a un medioambiente estimulante. Las investigaciones de la doctora Diamond, demuestran que el cerebro es flexible y que puede cambiar en cualquiera edad, si se le proporciona un ambiente enriquecedor, si recibe amor y emprende nuevos desafíos (variedad de situaciones). Los neurocientíficos han hecho importantes contribuciones para nuestra comprensión acerca de los modos de despertar el potencial de la mente. Necesitamos emplear las numerosas y diversas formas de procesar la información de ambos hemisferios del cerebro en el proceso de aprendizaje. Comprometer positivamente nuestros sentimientos en el aprendizaje y proporcionar un ambiente rico y amable. 149

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En síntesis, los neuroinvestigadores han respondido a algunas de nuestras interrogantes planteadas anteriormente, referidas a las diversas capacidades potenciales que tienen los educandos y que no son consideradas en el proceso de aprendizaje. Ahora bien, las márgenes de la investigación psicológica nos están dando algunas nuevas imágenes de quienes somos. Hace relativamente poco tiempo, el Dr. Howard Gardner en Frames of Mind: The Theory of Multiple Intelligences, 1 amplió nuestra noción acerca de la inteligencia humana. Generalmente nuestra sociedad ha optado y recompensado por enseñar dos tipos de inteligencia: a) La Lingüística Verbal y b) La Lógica Matemática. Gardner ha abierto una línea de investigación que está reconociendo la existencia de múltiples inteligencias. El propio Gardner ha identificado al menos otros cinco tipos de inteligencia humana que son importantes complementos para el desarrollo integral de un individuo: 1) Visual espacial. 2) Cinestesia corporal. 3) Auditiva musical. 4) Interpersonal (habilidad para trabajar bien con los demás) e 5) Intrapersonal (habilidad para conocerse y comprenderse uno mismo, los sentimientos propios, las metas personales, etc.). Gardner además, piensa que probablemente, muchas inteligencias están esperando ser identificadas, educadas y utilizadas. Los psicólogos están borrando nuestras viejas creencias relativas a la inteligencia humana, en tanto trabajan nuevas versiones de lo que es la inteligencia. También nos están enseñando que la instrucción estructurada prolijamente puede superar lo que se percibía como dificultades mentales inabordables. En general, estos trabajos confirman que todos somos capaces de aprender y crecer mas allá de las expectativas de los otros y también de las nuestras. Estos hallazgos son de enorme importancia para el desarrollo de los procesos de enseñanza-aprendizaje, abriendo amplios y nuevos horizontes para la educación. La tarea fundamental está en cómo podemos aplicar estos nuevos conocimientos científicos en la educación formal, para un desarrollo integral de la inteligencia humana. –––––––––– 1. H. GARDNER (1983), Frames of Mind, New York, 1983.

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Las márgenes de las investigaciones educacionales sobre los estilos de aprendizaje conocidas nos señalan que las personas difieren en los modos en que perciben y procesan la información. Investigadores como Bernice McCarthy y Anthony Gregore, reconocen las diferencias y preferencias individuales en la enseñanza y aprendizaje. El formato tradicional de aula: profesores que dictan clases, alumnos que escuchan, es eficaz para un 25% del aprendizaje de los contenidos expuesto. Para el 75% restante se necesita utilizar otros enfoques, a fin de conseguir una experiencia de aprendizaje exitosa. Neurocientíficos e investigadores en Psicología Educacional están descubriendo modos de despertar el potencial humano, a través de la aplicación en sus programas de los descubrimientos científicos, según los siguientes principios: 1) Para desarrollar las aptitudes humanas, es esencial utilizar todas esas aptitudes en el proceso de aprendizaje, 2) Para realizar lo anterior, debemos concentrarnos en los fundamentos de la educación, esto significa que es obligatorio incorporar el cuerpo, los sentimientos, las dimensiones sociales e intuitivas del ser humano en el proceso educativo. Esto es lo que se denomina: Desarrollo Sistémico Holístico. Para estos efectos se propone la aplicación del Modelo de Instrucción Integral (M.I.I.). El MII incluye cinco supuestos principales: a) Cuerpo, mente, sentimientos, aspectos sociales e intuitivos del educando están comprometidos y son valorados al mismo nivel en el proceso educativo. b) Los intereses personales del alumno están integrados en el estudio de una determinada materia. c) El ambiente de aprendizaje es estimulante y emocionalmente sustentador. d) Frecuentemente se enseña a través de espacios destinados para el tema. e) Los temas académicos se enseñan integrando la teoría de los estilos de aprendizaje en la instrucción. Para enseñar incorporando los cinco componentes sistémicos u holísticos, es necesario que los educadores vuelvan a pensar y diseñar su propio método de instrucción cada vez más perfecto, enten151

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diendo eso sí que no basta con cambiar la metodología. Necesitamos desafiar nuestras prácticas educacionales actuales y comenzar a caminar paso a paso hacia la exigencia y el desarrollo de la serie completa de lo que significa ser un ser humano, y de este modo, también desarrollar nuestra mente, nuestras dimensiones sociales, intuitivas y emocionales, de modo que lleguemos a ser considerados como modelos por nuestros educandos. Necesitamos desafiar a nuestras prácticas educacionales, hoy caducas y rígidas. A lo largo de los últimos años del siglo pasado (S. XX) se han ido produciendo cambios importantes que comprometen a todos los subsistemas de nuestra cultura occidental que en su conjunto convergen en un cambio general de perspectiva, de la forma de contemplar la naturaleza y del quehacer humano, lo que se conoce como un cambio de paradigma como lo ha mostrado Fritjof Capra. 1 El número de problemas y sus elementos tienen en común el peso y amplitud para hablar de que atravesamos por una severa crisis. Esta crisis la podemos percibir en el terreno educacional, ya que estamos enfrentados necesariamente a decidir por un nuevo camino. La cultura occidental ha mirado desde un modelo que se fundamenta en el dominio de la mente sobre el cuerpo, y de los seres humanos sobre el resto de los elementos de la naturaleza, partiendo de la facultad humana de razonar y analizar. Esta disyunción es garantía de la total neutralidad entre observador y objeto observado, y la creencia en la objetividad de la ciencia. La influencia de esta filosofía ha sido tan profunda que aún mantiene su influjo y sus efectos. Esto claramente se advierte en la división que hace del conocimiento, tanto de los temas como de las disciplinas, revelando con ello un pensamiento lineal analítico y monocausal de la realidad. Desconociendo los avances importantes en la neurociencia acerca del cerebro, como hemos señalado anteriormente, sublimando el poder de la mente sobre otras formas de percibir la realidad, como son las emociones e intuiciones. Los cambios en los paradigmas científicos a nivel global, y a su vez la persistencia de un paradigma tradicional positivista, –––––––––– 1. F. CAPRA (1982), El Punto crucial, Barcelona, 1987.

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debe ser abordado por los pensadores del área de la educación, para reformular las planificaciones educacionales, incorporando estas nuevas realidades paradigmáticas, las que deben expresarse en las prácticas pedagógicas a nivel de escuela, y particularmente, de la escuela rural, asunto que convoca este artículo. Hemos logrado en el mundo, progresos y avances espectaculares en ciencia y tecnología, sin embargo para descubrir que hemos creado un manto de incertidumbre, y que el propio progreso puede atentar contra la Naturaleza y la propia Humanidad. Lo que sí sabemos, es que aún no concluye el debate sobre las causas y consecuencias de la crisis y ya llevamos más de 20 años discutiendo en Chile, acerca de si la educación debe ser pública o privada, si los profesores han tenido participación en esta crisis o no, si el lucro es o no lícito, etc., sin llegar a analizar los aspectos profundos del sistema educativo, que nos pueden aportar explicaciones válidas para esta crisis, y dar luces para salir de la situación en que nos encontramos. Pero lo que verdaderamente cuenta es que estamos consciente de la crisis existente en la educación y de su tendencia a profundizarse en la medida que no nos enfoquemos a los aspectos realmente esenciales del proceso educativo y al reconocimiento de los diversos agentes y actores sociales involucrados en la nueva sociedad, permitiendo que pase el tiempo sin encontrar una solución realmente reformadora. Ante las insuficiencias y efectos negativos del paradigma tradicional utilizado en los procesos educativos y frente a los descubrimientos científicos recientes en el campo de la cognición, han contribuido a la adopción de un nuevo paradigma de naturaleza sistémica u holística, que recoge la visión de mundo desde tradiciones religiosas orientales hasta manifestaciones y creencias indígenas de unión cósmica del Hombre y el Universo. Así se cuestiona la noción de objetividad de las ciencias. Para este enfoque, el conocimiento no puede fragmentarse. El observador interactúa con el objeto observado, lo racional y lo emotivo tienen el mismo rango, la vida humana está integrada a la naturaleza y al cosmos. Como podemos apreciar, junto con los cambios científicos y tecnológicos profundos que 153

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se pueden observar también en los medios de comunicación e información masivos, hay una fuerte opción por la valoración de lo relativo en el pensamiento científico-filosófico que no necesariamente debe extenderse a otras áreas, porque esto coexiste con la valoración de la defensa de la naturaleza (Ecología), la importancia de lo humano, de lo intuitivo. La transdisciplinariedad del conocimiento es la única manera de llegar a él. En síntesis, lo que estamos presenciando es un mundo de cambios acelerados, con un intento por crear un paradigma que acepta la probabilidad sobre la certitud, la posibilidad sobre la improbabilidad, y la integración por sobre la exclusión. No existen soluciones únicas. Por lo tanto, estamos frente a un modo de pensar que reconoce que en aparentes contradicciones se encuentra una semilla de nuevas relaciones y asociaciones. REFLEXIONES Y PROPUESTAS INNOVADORAS PARA LA EDUCACIÓN RURAL EN CHILE

Ahora bien, ante los cambios profundos de las sociedades actuales y sus efectos específicos sobre el mundo rural, frente a la renovación de los paradigmas del pensamiento occidental y ante los avances científicos del área de la neurociencia y la psicología educacional, ¿cómo han respondido los sistemas educativos? ¿Cuáles son los factores internos que retardan o imposibilitan el activar reacciones que superen estos retos? Los sistemas educativos latinoamericanos, y el chileno en particular, se han caracterizado por ser rígidos, verticales, jerárquicos e impositivos. La propuesta escolar ha sido obligatoria y compulsiva. Al estudiante no le quedan otras opciones que asumir la cultura de la escuela, mimetizarse o huir del sistema. 1 Al docente se le entrega todo ya estructurado y definido, incluso, cómo debe hacerlo en las prácticas del proceso de enseñanza-aprendizaje. Hay un espacio muy reducido para su creatividad. Estas condiciones –––––––––– 1. A. ESTÉ (1992), «La Educación en Venezuela y el sentido de su cambio», in: El Desarrollo Humano en Venezuela, Caracas, 1994, p. 71-93.

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«infantilizan» al profesor. 1 Los curriculum se construyen a nivel central, en una estructura burocrática donde reside el poder. Los grupos dominantes de la sociedad imponen sus criterios sobre el tipo de educación que debe reproducir el sistema social y sus relaciones de poder. 2 Estos antecedentes permiten comprender por qué de la existencia de una «cultura de la resistencia» a la educación formal. De acuerdo a este cuadro situacional, se pueden inferir las dificultades y limitaciones que tiene el sistema educativo, para poder responder en forma eficiente y adecuada a los retos que le imponen los cambios sucedidos en el mundo rural chileno. La educación pasa por una etapa crítica, en la que se evidencia junto a vacíos y debilidades, un desfase enorme con lo que ocurre a nivel de la sociedad. Ningún sistema educativo puede funcionar bien, sin haberse formulado y respondido a la cuestión: ¿Qué sociedad es la que queremos? Tampoco ningún docente puede plantearse frente a los educandos sin conocer, cuál es el modelo de sociedad para la cual trabaja, y cuál es la contribución que se espera de la educación y de cada uno de los docentes que la imparte. La educación está ubicada en el cruce de múltiples interdependencias sociales, por lo tanto, es un foco de intensos debates ideológicos y de discusión de propuestas que buscan la solución de los grandes problemas de la Sociedad, que la afectan en su estructura y funcionamiento para alcanzar las metas propuestas. Para muchos autores, la educación formal persiste en su función reproductora del sistema social vigente, propiciando una reafirmación de sus estructuras y dinámicas actuales, y no potenciando, procesos de cambios sociales y culturales. Se considera a la Educación como el principal factor de integración social, por lo tanto, quien controla al sistema educativo, controla a los individuos e impone la ideología dominante, el proyecto de sociedad y los individuos que se necesitan para reafirmar al sistema social mayor. 3 –––––––––– 1. R. VALDIVIA (2000), Cultura de resistencia docente en el proceso de construcción de un liceo de anticipación en la comuna de La Florida, Santiago, Chile, Santiago de Chile, 2000. 2. T. LA BELLE (1976), Educación No Formal y cambio social en América Latina, México, 1980; A. MAGENDZO (1986), Curriculum y cultura en América Latina, Santiago de Chile, 1986; M. SOLER (1991), Acerca de la educación rural, Santiago de Chile, 1991.

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El problema de la reforma del sistema educativo chileno se ha debatido ampliamente, tanto en los ámbitos académicos como políticos, y se han escrito páginas y páginas sobre la necesidad de realizar reformas educativas que respondan a los imperativos de la sociedad actual, en función de los cambios de distinta naturaleza que se han producido en las últimas décadas. Las reformas educacionales impulsadas durante la segunda mitad del siglo XX, no han logrado cambiar los rasgos fundamentales de nuestro sistema educativo, el que sigue apegado a los esquemas tradicionales. Persiste la centralización del sistema, a pesar de los intentos de descentralización propiciados por la municipalización de la educación desde la década de los años ochenta y la Reforma Educativa de los años noventa. 1 El Estado chileno sigue dictando, desde su nivel central, las políticas educacionales, sin incorporar a los diversos actores y agentes sociales que intervienen en el proceso educativo. Además, la educación sigue siendo concebida como un instrumento que posibilita el ascenso social, a través de un camino que conduce a los educandos hacia un centro de educación superior. Esta concepción desconoce nuestra realidad social actual donde sólo una minoría de los educandos provenientes de los sectores sociales rurales puede llegar a las universidades u otros centros de educación técnica superior. Por lo tanto, este modelo tradicional no es adecuado ni pertinente para las demandas de las poblaciones rurales de Chile, manifestando un notable desconocimiento del mundo rural actual. No existe una Educación Rural chilena, diferenciada en diversos aspectos (institucionales, estructurales, curriculares, de contenidos, de prácticas pedagógicas, de formas de evaluación, y de capacitación especial de los docentes rurales) del sistema nacional de educación. En general, las políticas educacionales en América Latina no han logrado construir una educación vinculada con las necesidades reales de las poblaciones en el marco de una verdadera igualdad de oportunidades educativas de calidad. 2 La Séptima Reunión del Comité –––––––––– ••• 3. C. THOMAS & R. HERNÁNDEZ (2001), «La Educación rural», in: Anales de la Universidad de Chile, Santiago de Chile, 2001, nº 13. 1. M. SOLER (1991), Acerca de la educación rural, Santiago de Chile, 1991. 2. F. REIMERS (2000), «Educación, desigualdad y opciones de política en América Latina en el siglo XXI», in: Revista Iberoamericana de Educación, Washington, 2000, nº 3.

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Intergubernamental de Educación convocada por la UNESCO, reunida en Cochabamba, Bolivia, en marzo del año 2001, concluyó que después de 20 años no se han alcanzado las metas educativas mínimas de erradicación del analfabetismo (hay 40 millones de analfabetas), la cobertura total de la educación básica (sólo se ha logrado un 89% ) y un mejoramiento de la calidad de la educación. Ante esta situación, la reunión de la UNESCO recomienda acelerar las reformas educativas para no quedar rezagados frente a los cambios sociales y culturales de las sociedades actuales, flexibilizar y dar más autonomía pedagógica y de gestión a los centros educativos, e incorporar a los múltiples actores sociales al hecho educativo. Si revisamos las reformas educativas chilenas, la de la década de los años sesenta, puso su acento en el incremento sustancial de la cobertura de la educación para todos los sectores sociales («educación para todos») y con una concepción liberadora del individuo, siguiendo los postulados de Paulo Freire. La reforma educativa iniciada el año 1997, ha enfatizado en la equidad, la calidad y la descentralización. Esta reforma ha sido ejecutada, sin embargo, a pesar de esto, el sistema educativo chileno está en crisis como consecuencia de su incapacidad para prever y responder adecuadamente al acelerado proceso de cambios provocados por la globalización. Esta situación de incapacidad de respuesta y condición de rezagado que tiene el sistema educativo chileno, se manifiesta con mayor evidencia, en la educación rural. Pero no sólo Chile y el resto de América Latina confrontan esta situación crítica derivada de los cambios provocados por la globalización. El año 1983, la Comisión Nacional sobre Excelencia de los Estados Unidos de América, elaboró un informe donde señala que ese país era «una nación en riesgo», como consecuencia de tener un sistema educativo que no se ha adaptado a las nuevas condiciones impuestas por los mercados internacionales y los requerimientos de capacitación, para poder competir exitosamente ante otras naciones. 1 En estas conclusiones se infiere una concepción de una educación al servicio de los mercados globalizados. –––––––––– 1. C. CALHOUN, D. LIGTH & S. KELLER (1989), Understanding sociology, New York, 1989.

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Dichas tendencias reformadoras de la educación se recomendaron posteriormente al resto de los países de la región, a través de organismos internacionales como la UNESCO y la CEPAL, siendo un tema de debate para los especialista de las ciencias de la educación. El estado general de los sistemas educativos y sus intentos reformadores que han pretendido revertir el hecho del desfase con los cambios de diversa naturaleza ocurridos en las sociedades de América Latina y Chile en particular, y su manifiesta incapacidad de respuestas para renovarse o transformarse, permiten comprender la magnitud y urgencia de cambios en el área educativa, frente a los retos que imponen particularmente en este caso, las nuevas realidades rurales de Chile. Pero estos cambios no sólo deben estar enfocados hacia la organización y la base legal del sistema educativo, sino que fundamentalmente, a la concepción de la educación, a la manera cómo debe administrarse, y al ciudadano que se quiere formar. Esto pasa por una revisión del rol de los profesores, a quienes se debe otorgar un mayor involucramiento y manejo en la confección de los planes y programas, conforme al medio local donde se aplicarán, con una mayor libertad para crear y por ende, una mayor responsabilidad como docente. Se ha hecho evidente el desfase de la educación con la nueva realidad sociocultural del mundo urbano y rural. Esto apunta a que el sistema educativo no ha tenido la sensibilidad de percibir su caducidad, pues las discusiones y análisis de la situación se han banalizado, convirtiéndose en un torneo político que desvía la atención de los asuntos esenciales que se requiere abordar para lograr una verdadera renovación de la educación para los nuevos tiempos de cambios acelerados y profundos. Además, al interior del sistema educativo estamos frente a un conflicto entre dos cosmovisiones que coexisten: una proveniente del siglo XIX, reduccionista, tecnológica y positivista (Comte, Descartes) y otra, nacida en el siglo XX y vigente en los inicios del siglo XXI, global, holística, integracionista, sistémica (Thomas Kuhn). En conclusión, se puede afirmar que la situación de la educación rural en Chile, como parte del sistema educativo nacional, también está confrontando serios problemas que nos permiten postular 158

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que ella se encuentra en una severa crisis, producto de su incapacidad para responder adecuadamente a los profundos cambios que han sucedido en el agro chileno y a los notables avances del conocimiento científico en las áreas de la neurociencia y la psicología educacional, los que obligan a readecuarse y transformarse en sus aspectos esenciales, como sistema educativo. Esto implica, no sólo cambiar sus estructuras y bases legales, sino que modificar la esencia misma del rol social de la educación, de sus actores principales, empezando por los docentes rurales, por las metodologías y prácticas pedagógicas, por los contenidos curriculares, y la supresión de la rigidez del sistema, que permita abrir grandes espacios para la creatividad de los profesores en el diseño de proyectos educativos que se puedan crear en función de las diversas realidades locales. Una tarea enorme pero altamente necesaria para evitar que el sistema educacional colapse, ante una sociedad que cambia vertiginosamente. VISIONES CRÍTICAS Y PROPUESTAS INNOVADORAS PARA LA EDUCACIÓN RURAL EN CHILE

Si ahondamos más en un análisis de los problemas de las sociedades actuales y de los jóvenes en particular, y los confrontamos con los análisis que surgen a la luz de los contenidos de los planes nacionales de educación, emerge con fuerza la necesidad de buscar proyectos educacionales alternativos que se centren en la problemática dada por la juventud actual, los conflictos interpersonales al interior de los centros educativos, con curriculum que tengan como punto de mira las personas insertas en una sociedad en crisis. Pero estas proposiciones obligan a revisar y discutir sus fundamentos en relación con lo que ocurre en las sociedades actuales para comprender sus planteamientos. La educación en general a mediados del siglo pasado, aparecía ya definida por entidades más que centenarias y todo el conglomerado humano parecía cerrado a considerar cualquiera otra opción que no fuese la ya consagrada como una consecuencia del pensamiento 159

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cartesiano, o por la implementación de estrategias conductistas radicales o atenuadas. Lo que si quedaba en claro era que el individuo debía ser educado, debía incorporarse a un mundo de significados, sin los cuales, no era posible considerarse un hombre o una mujer cultos. Sociedad y Economía se encargarían del control de la calidad del producto y su vida útil, lo cual se expresará por el trabajo productivo de autosustentación personal. Ha existido un consenso que sería necesario defender estas convicciones y valores a cualquier precio, para dar a las futuras generaciones, supuestamente, una estabilidad social, económica, afectiva y familiar. Era en consecuencia necesario que este modelo educativo fuese practicado y evaluado universalmente. Carl Rogers, destacado psicoterapeuta y humanista, emerge como innovador en la Psicoterapia hacia mediados de la década de los años cincuenta, y lejos estaba de imaginar que sus logros podrían ir más allá de la proposición innovadora que postulaba su «psicoterapia centrada en el cliente», y menos visualizaba que su propuesta podría constituir la llave del ingreso a una real renovación curricular mayor. De hecho, Rogers fallece en 1987, sin percatarse de la tremenda fecundidad de su trabajo que ya no sólo nutre a la Psicoterapia, sino también a la educación centrada en la persona, junto a multitud de opciones recien descubiertas que apuntan hacia una nueva teoría del conocimiento cada vez más desafiante y consistente, que los logros de la Teoría Cuántica parecen confirmar. Por su naturaleza, el tema de la Reforma Educacional es resistido para ser abordado, por su intrincada complejidad. El propio concepto de «Reforma», plantea problemas semánticos, pudiendo de esta forma ser utilizado para propósitos diferentes, y cubriendo también programas de distinta orientación política y pedagógica. Las Reformas Educacionales pueden visualizarse como modelos teóricos que buscan dar respuestas a nuevos desafíos impuestos por los cambios sociales, científicos y tecnológicos, hoy cada vez más acelerados. Con todo, las Reformas Educacionales no son siempre reformas radicales, esto es, de plantear reformas básicas, o hacer propuestas que representen cambios profundos, aún cuando estamos conscientes de haber llegado a un punto en que el sistema 160

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educativo presenta síntomas de haber alcanzado un nivel de inestabilidad (hipercomplejidad) al perder la capacidad con que debiera articular los subsistemas (Gobierno o instituciones corporativas) para que se hagan cargo de la coordinación y del control del sistema. Ninguna Reforma Educativa puede improvisarse, pues supone estudios previos, el logro de un consenso general acerca de sus líneamientos y una vez definida, prever un calendario de aplicación, y asegurar su soporte financiero. En un gran número de países se han llevado a cabo innovaciones educativas, pero esto no ha significado un cambio profundo e innovador en los procesos educativos, ya que una reforma de la Educación no ha implicado una reforma del pensamiento, y por ende, cambios en los paradigmas del conocimiento y de las concepciones de una nueva sociedad, en consonancia con un mundo globalizado que ha impuesto nuevos retos para la formación de las generaciones de relevo. Para llevar a cabo una Reforma Educativa innovadora, deben cumplirse con las siguientes premisas esenciales: 1) Primero hay que disponer de un diseño global, desde cuyo marco habrá que ir articulando las diferentes cuestiones particulares, dando a cada una la importancia relativa. 2) Reconocer la naturaleza sistémica de la Educación, esto significa que no se puede modificar sólo un aspecto del problema educativo y dejar el resto intacto. 3) Los lineamientos generales de la Reforma deben formularse por consenso. Mas que un proyecto del gobierno o de un partido político, debe ser un proyecto de Sociedad. 4) No basta una ley que la promulgue. Toda Reforma Educativa hay que realizarla, y en su puesta en marcha, siempre habrá de someterse a reajustes como consecuencia de un seguimiento programado. 5) Hay que involucrarlos de modo especial a los educadores. Cualquier esfuerzo o iniciativa que se realice, sin la participación efectiva de los docentes, será un fracaso. Todo esfuerzo de imposición de una Reforma desde el exterior del sistema educativo, o desde arriba, está condenado al fracaso. 161

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6) Antes de comenzar una Reforma Educativa, hay que resolver: a) la capacitación y formación de los docentes, cosa que tengan una información básica acerca de las reformas del sistema, ya que son los principales actores del proceso educativo.Los docentes requieren comprender el sentido de la Reforma y las razones últimas de las tareas que deben emprender para responder en forma ajustada a las demandas que la sociedad le hace frente al cambio. b) Considerar el reconocimiento económico (remuneraciones dignas a los docentes) y el reconocimiento social de la actividad docente. c) Atender a los problemas de infraestructura, relacionados con edificios,equipamientos y otros elementos materiales. Si pensamos en una Educación Rural para el mañana, en el marco de una Reforma Educativa innovadora, es necesario incorporar las realidades de las sociedades actuales que viven en constantes crisis de diversa naturaleza, pero principalmente económica, social y cultural. Sus repercusiones en el mundo rural chileno ya han sido consideradas en el punto 1. Esto implica el reconocer e incorporar a los procesos educativos, el contexto global y sus repercusiones a nivel local. Estamos en presencia de pruebas contundentes que nos dan cuenta de la situación grave que sufren las sociedades contemporáneas, las que no obedecen tanto a los fracasos de las sociedades, sino a sus éxitos en el desarrollo de las comunicaciones e información, a la mundialización de los mercados, y otros fenómenos globales. Pero no podemos basarnos en nuestros paradigmas del pasado o del presente, para resolver los problemas actuales, ya que están sustentados en principios caducos. De este modo queda claro que no se pueden resolver: la creciente e inadecuada brecha relativa a la distribución de la riqueza, la alienación en aumento de millones de seres humanos, o la carencia de unidad de propósitos y fines sociales e individuales, incrementando la eficacia de la producción, la automatización de la industria, el desempleo creciente, acelerando el desarrollo tecnológico, o aumentando nuestra dependencia con relación a la política de beneficios de las corporaciones multinacionales, que nos han conducido adonde hoy nos encontramos. Por otro lado, desde 1970 se han incrementado las protestas no institucionalizadas ante el deterioro 162

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ambiental, que se unen a las amenazas globales latentes por una potencial guerra nuclear química o bacteriológica. A estas agresiones debemos añadir, la destrucción de la capa de ozono en la atmósfera, el cambio climático, el agotamiento de los recursos energéticos como el carbón, el petróleo y también el agua. En general, advertimos una rápida degradación del medioambiente, que involucra problemas como la contaminación del aire y los suelos agrícolas y sus cultivos, también sufren estas consecuencias los océanos, el deterioro de las biomas y la desaparición o disminución progresiva de especies animales y vegetales. Por lo tanto, surge la necesidad de una educación centrada sobre una sociedad en crisis y su impacto a nivel de cada realidad local, y sobre todo, sobre la calidad de vida de sus poblaciones. Todo lo anterior señala que vivimos un profundo y rápido deterioro de la calidad de vida que podemos ejemplificar con el incremento de la violencia social, la fuerte tendencia hacia la homogenización cultural, fuente de grandes tensiones entre minorías y mayorías étnicas. ¿Qué necesitamos para enfrentarnos a este tenebroso panorama repleto de turbulencias e incertidumbres? ¿Qué características conducirán a la supervivencia de la especie humana? Como mínimo, tres son los puntos que dan la respuesta a estas interrogantes: a) Debe reconocerse que el ser humano dispone en su interior de enormes recursos para crear la buena vida que constituye una de las características necesarias e indispensables para esta nueva Era. b) El segundo punto de acuerdo es el impulso participatorio que ya está visiblemente presente. La gente exigirá cada vez más, una mayor participación en las decisiones que afecta su vida, en la planificación política y en la dirección de las organizaciones gubernamentales y empresariales. c) Es esencial para la supervivencia humana el desarrollo de un mayor sentido de cooperación y solidaridad de las comunidades, de la capacidad de trabajar conjuntamente para el bien común y no solamente para el engrandecimiento de las personas a nivel individual. Parece entonces evidente que si vamos a vivir tiempos más críticos, lo hagamos de modo constructivo. Esto exige cambios drásticos en nuestros objetivos y valores, conductas, y en los principios 163

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que rigen nuestras vidas. ¿Cómo hacer estos cambios necesarios para adaptarnos a estas turbulencias cada vez más fuertes? ¿Existe algún medio o institución que realice estos cambios necesarios? Indudablemente, es el sistema educativo como institución, el que está encargado de realizar estos cambios, pero tal cual cómo hemos expresado, la Educación tradicional y su paradigma conductista está desfasado, por lo tanto, es imposible que pueda realizarla si no opta por otros modelos que incorporen los tres principios básicos expuestos anteriormente. Muchas de las hipótesis sobre las que actualmente sigue basándose la Educación, hoy no son válidas. Todo individuo tiene un enorme potencial para pensar y aprender. Si vamos a preparar a niños para que vivan en la «Sociedad del Conocimiento», en el siglo XXI, el primer paso es reconocer que un cambio radical se está produciendo en el modelo actual, lo que obliga a diseñar estrategias más creativas que permitan a los alumnos sincronizarse, explorar y aprovechar su potencial no realizado, para pensar, aprender y resolver problemas en forma creativa. La sociedad en que vivimos es fruto de los aprendizajes que recibimos. Todas las evaluaciones de los cataclismos sociales que nos toca sufrir y observar, nos confirman que la educación no constituye ya un factor decisivo para el mejoramiento global de la calidad de vida. Son otras las variables que afectan directamente la marcha de la Sociedad, y en tanto, los educandos y jóvenes en general, se empapan del acontecer de una Humanidad en el presente, como un encarnizado campo de batalla por el poder o el lucro. En muchos aspectos, los aprendizajes recibidos en las escuelas como lo adecuado para la calidad de vida, son sobrepasados por las realidades de la beligerancia ideológica, los cataclismos económicosociales, el agotamiento de los recursos energéticos, los conflictos interpersonales y el ansia de lucro. Todo ello contribuye a la destrucción de hogares, arrojando a la vida prematuramente, a jóvenes que aún necesitan la orientación de la familia. Los seres humanos, incomprensiblemente seguimos deseando que sean las teorías las que transformen al mundo, en tanto que la radicalización de sus transportadores no hacen otra cosa que convertirla en constantes 164

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debates, cuando no de abierta beligerancia, encubriendo a estas violentas discrepancias de sustitutos consumistas y agresiva publicidad. Los conflictos de relaciones interpersonales no aparecen como dignos de estudio y consideración cuidadosa en los establecimientos educacionales. Un número creciente y significativo de educandos viven en la marginalidad afectiva al interior de sus propios hogares, provocando en muchos casos, demandas de los padres de los educandos a los docentes para compensar las carencias afectivas que tienen en sus hogares. Muchos de ellos reciben trato abusivo de sus padres, o deambulan por las calles, o se dejan consumir por el alcohol o la drogadicción, o son reclutados como distribuidores o vigilantes en el mundo de la droga. Este ámbito de violencia y carencias afectivas se replica en la escuela, afectando a la convivencia escolar. Es común denunciar la violencia y agresiones específicas en los centros educativos entre los educandos. Estos son sólo algunos de los escollos mas frecuentes y en ciertos casos letales, que afectan a nuestra población escolar adolescente. De acuerdo a los antecedentes empíricos y la literatura especializada, esta realidad social se muestra atenuada en el mundo rural, donde por el carácter de microsociedades, con controles sociales y relaciones cara a cara, establecen límites y controles a estos fenómenos. El profesorado pareciera no poder actuar de consuno antes estos problemas, y cuando interviene, actúa sólo orientado hacia determinadas tareas ya que no posee las herramientas y la capacitación necesaria para abordar estos problemas. Las demandas de padres y apoderados y de las directrices del sistema educativo, consumen su tiempo y atención a fenómenos «colaterales» que al final hacen fracasar la delicada gestión de orientación escolar. Pocos son los establecimientos educacionales que se preocupan de interiorizarse de la trama de relaciones interpersonales vigentes en cada uno de los cursos y menos aún, son los establecimientos que ponen en práctica programas sistemáticos de orientación que permitan el esperado propósito de conocerse, asumirse y ejercerse, a partir de valores de respeto por sí mismo y por los otros, que es uno de los propósitos definitivos de la orientación educacional a nivel mundial. 165

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Existe entonces, la necesidad y urgencia de replantear el «curriculum escolar» sobre bases antropológicas más amplias y no unicamente sobre fundamentos de psicología del aprendizaje que atiende a los contenidos y secuencias del proceso. En conclusión, el curriculum educacional de nuestro tiempo no puede ser otro que un curriculum para una sociedad en crisis, que responda a los problemas que confrontan las personas en un mundo global y local en permanentes conflictos socioculturales. Lo más serio de la situación es el sentimiento de impotencia con que estos signos de alarma son acogidos por las autoridades educacionales de todo el mundo. Ellas, insistiendo en costosos diagnósticos de carácter nacional, continental o mundial, viven adheridas a su estrechísimo mundo de intereses económicos (la educación hoy «es un negocio») y sordas a otra cosa que no sean sus obligaciones inmediatas. En consecuencia, no existe una visión a largo plazo, que sea pertinente y contestataria a los permanentes cambios que ocurren en nuestras sociedades actuales. En situaciones también críticas como lo ocurrido en el período de la postguerra de la segunda guerra mundial, los investigadores en educación, en sus denodados esfuerzos por humanizar la educación en este período, llegaron a la conclusión que un curriculum tal y como lo concebimos, no puede estar al margen del trabajo social, ni de la terapia familiar, y de este modo, debe sanar tanto como debe instruir. No hacerlo implicaba desconocer el estado de la sociedad en el mundo actual, enseñando a los niños materias y valores añejos, y dejándolos a merced de los vaivenes de un presente que se hace cada vez más violento y más encarnizado en sus apetencias. Tal vez, coincidiendo con Rogers, debamos llegar a la conclusión de que el problema no son las ideas sino las personas. Por lo tanto, debemos postular un curriculum centrado en la persona. El siglo XX terminó curiosamente, sin una revisión de sus fundamentos. Escasos son los estudios que se han detenido a pensar: ¿Qué ha hecho que el ser humano se transforme en una criatura aparentemente privada de trascendencia? Este fenómeno es global y afecta tanto al cristianismo como a las antiguas religiones de Oriente. 166

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¿Cuál es la causa de esta laicización de nuestra sociedad? El siglo XX ha hecho todo lo posible por forjar al «Hombre Nuevo», bajo los pendones del Marxismo, Facismo, Democracia o Tecnocracia. Con todo, la Sociedad ha hecho a un lado las consignas que a través de las cuales, se ha sentido llevada a conclusiones que ideológicamente no han dado como resultado, ni la felicidad prometida ni la calidad de vida garantizada. La Educación, réplica de una sociedad manejada prioritariamente por lo económico, lo político y lo científico-tecnológico, ha reducido al educando como persona, para orientar sus esfuerzos a que las nuevas generaciones aporten su ingenio sólo a lo que «aumente la producción o riqueza», dejando a un lado el potencial innovador de quienes han tenido la suficiente lucidez de observar que el mundo se mueve también en otras direcciones. Las universidades, llamadas a ser formadoras y orientadoras eficaces, se han desviado de este supuesto esencial y mayormente, se han mantenido reproduciendo el pensamiento que antaño fue eficiente, pero que ahora no es sino tópicos inoperantes. Los Institutos o Facultades formadores específicamente de educadores se han jugado, salvo excepciones, por el inmobilismo, y temerosos del caos reinante en el ámbito de la Educación, han optado por seguir sin mayores innovaciones. Hoy hemos podido ver que una serie de ciencias (neurológicas, psicológicas, sociológicas y antropológicas) han acumulado suficiente información para poder llevar a cabo innovaciones indicadoras de que toda reforma educativa que se precie, deberá nutrir a las futuras generaciones no sólo de los fundamentos ideológicos de su fe, sino también ser consecuente que cada ser humano hoy anhela gozar de significado para su propia existencia, como dato básico de lo que cada sociedad quiere para sí misma. Por lo tanto, la educación en general, y la educación rural en particular, si sigue insistiendo sólo en la incorporación de datos culturales desfasados en el tiempo, como objetivo importante de su tarea, deambulará como una especie fósil. Esta situación cobra mayor relevancia, si nos situamos en la condición que se encuentra la educación rural, al incorporar contenidos ajenos a su realidad 167

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local, con datos culturales incomprensibles y no aplicables para el desarrollo de los proyectos de vida de los educandos, muy vinculados a lo existencial del ser humano. Sustentamos la convicción de que el enfoque centrado en la persona, aplicado a la educación, es una alternativa eficiente, provista de fundamentos filosóficos, psicológicos y socioantropológicos, consistentes como para vivificar lo que en sí es el proceso educativo, rico por su fluidez y creatividad. La educación es mucho más que el uso instrumental que hacemos de nuestras potencialidades. El curriculum centrado en la persona, es aquel proceso educacional de base existencial, fenómeno lógico que partiendo del supuesto formulado por C. Rogers, afirma que el ser humano tiene en sí la capacidad de encontrar solución a sus propios problemas, si se le brinda un márgen de relaciones positivo incondicionado, que desarrolla a través de los fenómenos de aceptación incondicional positiva, empatía y congruencia. Es la capacidad del educando para conocerse y conociéndose, asumir el propio proyecto existencial de acuerdo a sus potencialidades. Asumirse, y en este acto, reconocer las propias aptitudes y limitaciones, y en esta gestión, adquirir y usar los aprendizajes y los medios estimados suficientes para lograr los fines que justifican los esfuerzos cotidianos de aprender significativamente. De la mayor importancia es que el curriculum, sea considerado un proceso, no un producto terminado, sino propiamente un modo de autorreferencia, una instancia de diálogo y encuentro. Recelamos de aquellas modalidades curriculares que omiten al alumno como gestor de su propia historia, y que cumple un rol pasivo. Confundiendo a la persona con las destrezas que pueda desarrollar. Persona: deberá entenderse en este contexto como un sujeto de conciencia, causa de sus propios actos. El significado, si bien es cierto está radicado en lo íntimo de cada cual, sólo encuentra su plenitud, saliendo de sí, creando una vinculación de sentido en una intencionalidad que determina la manera particular de percibir la realidad y la búsqueda del diálogo que permita ser lo que se espera. En base a lo expuesto anteriormente, ya tenemos el cuadro general de la situación de la sociedad chilena inserta en un mundo 168

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globalizado, y en particular, del mundo rural, que participa en mayor o menor medida de los fenómenos económicos, políticos, sociales y culturales a escala mundial. A este análisis, se suman los notables avances del conocimiento científico y sus potenciales aplicaciones a los procesos de enseñanza-aprendizaje en las últimas décadas del siglo XX y la primera del siglo XXI. Esta situación debe ser asumida obligadamente por el sistema educativo chileno para no quedar rezagado y obsoleto. Como consecuencia de este análisis y reflexiones sobre la situación actual de la Educación Rural, surgen numerosas interrogantes para mejorar este tipo de educación. Esto implica necesariamente, primero repensar por parte de los actores del proceso educativo, sobre qué educación estamos impartiendo, cuáles son sus contenidos, cuáles son las estrategias y prácticas pedagógicas utilizadas, cuáles son los resultados respecto a los educandos que estamos formando, cuáles son las correspondencias entre el individuo formado y la nueva sociedad que queremos construir. Pero, para poder renovarse y readecuarse a las nuevas condiciones impuestas por la sociedad chilena, en su contexto rural, se precisa modificar la estructura, organización y funcionamiento del sistema educativo. Esto significa revisar todo el sistema. Flexibilizar su organización y funcionamiento a fin de que los docentes rurales puedan diseñar y ejecutar los proyectos educativos a nivel local, abriendo grandes espacios para la creatividad del docente. Esto se refiere a enfatizar en el rol del profesor y el rescate de su prestigio, autoridad y ascendiente perdidos, respecto a las comunidades rurales. Es de gran importancia incorporar en la Educación Rural, las nuevas concepciones del desarrollo humano, desde un perspectiva holística, donde los individuos se forman no sólo en áreas tradicionales del conocimiento como las habilidades matemáticas y lingüísticas, sino también, en las áreas de lo artístico, físico-corporal, de relaciones sociales y humanas. El ser humano es una totalidad que debe potenciarse como tal. En el proceso educativo se deben descubrir las habilidades e intereses de diversa naturaleza que tienen los educandos, búsqueda que nos permite descubrir talentos que se destacan 169

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en ámbitos tan diferentes como las matemáticas, las artes y humanidades. Para lograr conseguir la aplicación de estas nuevas orientaciones, se requiere desarrollar un programa de capacitación para los docentes rurales, a fin de actualizarlos en los avances de la ciencia para su aplicación en el proceso enseñanza-aprendizaje. Es necesario por ejemplo, desterrar la clase tradicional de aula, meramente expositiva. Hay que aplicar métodos y técnicas pedagógicas que fomenten la participación activa de los educandos, no sólo como meros receptores de conocimientos ya elaborados, sino que ellos deben descubrir los elementos y problemas de su entorno natural y social, desarrollar sus capacidades de análisis y reflexión. Aprender a pensar, a cuestionar, a razonar, y por último, internalizar los conocimientos para aplicarlos en su vida cotidiana. El proceso educativo debe enfatizar en la formación valórica de los educandos, fuente principal para lograr un nuevo ciudadano, responsable cívicamente, solidario con los demás, cooperativo ante las tareas comunes que demanda la sociedad rural actual y sus problemas de desarrollo ante un mundo globalizado, con una fuerte identidad local, basada en el rescate y revalorización de su cultura local. Se considera fundamental para la formación valórica del nuevo ciudadano, el incorporar los principios cooperativos en el proceso de enseñanza-aprendizaje, a fin de rescatar los valores comunitarios como es el caso de la solidaridad, cooperación e integración social, y principios como el respeto a la diversidad y defensa de su identidad social, y como un sector incluido en la sociedad nacional. Los modelos de cooperativa se pueden constituir en una «herramienta» muy útil para la formación integral de los educandos a nivel de la educación rural. La UNESCO ha definido a las cooperativas escolares como sociedades de alumnos administradas por ellos, con el concurso de los maestros, con vistas a actividades comunes. Estas cooperativas están inspiradas en un ideal de progreso humano basado en la educación moral de la sociedad de los pequeños cooperadores, por medio de la sociedad y el trabajo de sus miembros. La creación de cooperativas en los centros educacionales rurales, a nivel de educación básica y técnica media, posibilitan que los niños 170

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y adolescentes comiencen a tomar conciencia de la importancia del trabajo en común, de la solidaridad entre sus miembros, del esfuerzo propio y la ayuda mutua, principios fundamentales de la acción cooperativa. La cooperativa en la escuela impulsa, entre otras ventajas, el ejercicio pleno del diálogo, haciéndolo creativo y modelando al educando para una integración social fructífera. El ejercicio de la cooperación en la escuela, permite al educando acceder a la formación democrática, que le asegurará al propio tiempo, una conducta altamente moral y ética. Desde un enfoque práctico, la decisión de adoptar una de las diversas formas de cooperativas escolares, coadyuvará a fomentar su creatividad, la que le permitirá en algún momento de su vida, volcar hacia una orientación tanto vocacional como laboral. En la cooperativa escolar, el niño encontrará la auténtica realidad del trabajo, no como un castigo o imposición, sino como una necesidad irrenunciable del hombre en cierta etapa de su vida. Esta formación le permitira, por lo tanto, emprender en la etapa de adulto, actividades productivas relacionadas con el agro, bajo modalidades y principios de cooperación y solidaridad, que contribuirán a desvincularse de los modelos fuertemente individualistas y competitivos, que hoy redominan en el mundo rural. En un plano más concreto, para la renovación de la Educación Rural es importante considerar que los Programas y Proyectos de Desarrollo Rural deben estar planificados sobre bases sólidas que surgen de las diversas realidades locales, y en forma prioritaria, estar vinculados con la Escuela y la participación decidida de los profesores rurales de la localidad. Estos Programas y Proyectos deben nutrir a los curriculum escolares y las actividades educativas, favoreciendo y estimulando a través de métodos y prácticas pedagógicas, mejores formas de vida y el trabajo en comunidad. De esta manera, lograr acercar a las familias rurales a las actividades de la Escuela. El material didáctico como el caso de los textos de lectura y demás materiales usados en los cursos básicos deben ser adecuados y orientados a los intereses y necesidades de los educandos que están inmersos directamente con medioambientes naturales y sociales específicos. En este aspecto cobra gran importancia la producción 171

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a nivel de centros educativos rurales, de cartillas docentes que contemplen fundamentalmente para la enseñanza, contenidos que surgan de las realidades rurales, a fin de lograr aprendizajes significativos y pertinentes para un mundo rural local. Sin embargo, existen algunas condiciones objetivas de la realidad de la educación rural que se deben tomar en cuenta, para comprender las complejidades que se presentan para alcanzar las propuestas concretas de renovación y mejoramiento de la calidad de la educación. La mayoría del personal docente que sirve en las escuelas rurales no es de extracción campesina, más bien pertenecen a sectores urbanos ajenos a las realidades rurales, por tanto, no se identifican con el medioambiente natural y social a nivel local, y se han formado en Institutos y Universidades con programas curriculares que no consideran su verdadera condición de docentes rurales. En general, los profesores se resisten a trabajar en el medio rural, sólo lo hacen por un tiempo determinado, teniendo en su mira el encontrar trabajo en centros urbanos. Siempre en el plano de las propuestas concretas para el mejoramiento de la educación rural, se considera de mucha utilidad el diseño e implementación de una «Granja Educativa» en cada Escuela, que apoye una educación con contenidos locales, orientada a la integración de las diversas asignaturas y con un trabajo grupal de los educandos bajo un modelo de cooperativa. Un proyecto de esta naturaleza debe establecer algunas consideraciones generales que lo sustentan. Frente a los cambios producidos en el mundo rural como consecuencia de la globalización y la modernización del agro, se impone una transformación profunda de la Educación Rural, que responda a los compromisos sociales que demandan las poblaciones rurales en relación a sus proyectos de vida, en consonancia con un desarrollo pertinente y sustentable en lo ambiental y sociocultural. Esto implica primero, repensar sus objetivos, metodologías, contenidos y materiales pedagógicos vinculados estrechamente con las diversas realidades locales, a fin de diseñar proyectos educativos con la participación de todos los agentes educativos que intervienen en las comunidades rurales. Para lograr estos objetivos, la educación 172

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rural debe funcionar con curriculum bajo dos ejes centrales: uno, hacia el redescubrimiento y valoración de su patrimonio local, tanto histórico como cultural y natural, en función de trabajar por el fortalecimiento de la identidad local, y el otro eje, hacia el conocimiento y evaluación de los elementos de una nueva realidad local y global, a fin de capacitar a las nuevas generaciones para adaptarse a las exigencias cada vez más crecientes de un mundo globalizado. Esto es, una educación patrimonial vinculada fuertemente con lo identitario, y una educación concientizadora y capacitadora, vinculada estrechamente con el conocimiento de las nuevas realidades sociales y las competencias necesarias para desarrollarse en ellas. Esta educación liberadora debe contribuir a superar la situación actual donde los agentes externos son quienes definen el desarrollo y los proyectos que supuestamente beneficiarán a las poblaciones rurales, sin una participación decisiva de los sujetos del desarrollo, y sin una base en la lógica de sus sistemas culturales locales. Estamos frente a una propuesta que se enmarca dentro de un modelo ecológico cultural. 1 En el marco de las consideraciones para una Educación Rural renovada y que propicie la adaptación de las nuevas generaciones de educandos a la «nueva ruralidad», se propone la instalación en cada escuela una «Granja Educativa». Un proyecto de Granja Educativa se basa en una concepción de la Educación Rural vinculada estrechamente con el desarrollo de las comunidades locales, en el contexto de las «nuevas ruralidades». Ello implica, una Educación Rural pertinente a cada realidad local, que tenga como objetivo principal, capacitar a los educandos en los conocimientos y competencias necesarias para poder desarrollarse en un contexto afectado por la globalización. Para esto se requiere renovar y reorientar el curriculum escolar, a fin de adecuarlo a los nuevos conocimientos teóricos y metodológicos necesarios para que los educandos puedan insertarse eficientemente en un mundo altamente competitivo, que ha generado nuevos procesos productivos y nuevas formas de relaciones sociales. –––––––––– 1. R. HERNÁNDEZ & I. CASTILHO (2006), «Educación Patrimonial en Facao, Mato Grosso», in: Interacoes, Campo Grande, setembro 2006, vol. 8, nº 13, p. 19-28.

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Para lograr los objetivos expuestos, se propone como estrategia la instalación de una Granja Educativa en cada escuela rural, con un perfil pertinente a cada realidad local. Esta granja tendrá como principios rectores: la capacitación de los educandos en los procesos productivos agrícolas y no-agrícolas actuales, la integración de las asignaturas del curriculum escolar en las actividades de la granja, la incorporación de formas de organización sobre un modelo de cooperativa que fomenten la asociatividad y los valores comunitarios, la utilización del método científico para acceder al conocimiento de su propia realidad, y la capacitación para el manejo y gestión de los ecosistemas locales en función de un desarrollo sustentable. Los contenidos y actividades de cada granja educativa serán diferentes, porque las realidades locales difieren entre sí. El diseño, ejecución y evaluación de los proyectos educativos locales serán definidos por todos los agentes educativos que intervienen en cada localidad. Bajo la conducción de los docentes rurales, se deben integrar a las actividades de las granjas educativas, el resto de los agentes educativos: padres y apoderados, organizaciones comunitarias, organismos oficiales del agro, ONGs, representantes del gobierno local y universidades. La participación de los docentes rurales y las organizaciones comunitarias es determinante para el éxito de los proyectos. En este aspecto, es importante considerar formas de estímulo económico y de otra naturaleza, para los docentes, a fin de asegurar el apoyo efectivo a los nuevos proyectos educativos. Es fundamental considerar en los proyectos de Granjas Educativas los procesos de capacitación para los docentes rurales en lo que se refiere al diseño de nuevos curriculum y la gestión educativa, y para los jóvenes egresados de las escuelas, en la capacitación sobre los aspectos productivos relacionados con las prácticas agrícolas tradicionales e innovadoras, con el concurso de los productores exitosos de las comunidades y el apoyo de las instituciones oficiales y privadas que tienen que ver con el desarrollo agropecuario. Es importante también considerar a las nuevas generaciones de pobladores rurales, respecto a su capacitación en actividades económicas alternativas a las tradicionales del rubro agrícola y pecuario, 174

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como por ejemplo, el turismo rural y sus diversas expresiones, la amplia gama de actividades de servicios, y el desarrollo artesanal. Esto significa, el obtener una educación de mayor calidad, que integre los recursos y potencialidades locales en un contexto globalizado, a fin de poder capacitar a las generaciones de recambio en el mundo rural, para el desarrollo de actividades económicas de diversa naturaleza que sean sustentables. A fin de asegurar el éxito y la sustentabilidad de los proyectos mencionados, se propone la instalación de «mesas técnicas», integrada por especialistas del Ministerio de Educación, de los organismos del agro, universidades, del gobierno municipal, representantes de las comunidades educativas y de las organizaciones sociales comunitarias involucradas, para el seguimiento y apoyo técnico de estos proyectos. Para validar esta propuesta de proyectos en lo sociocultural y tecnoeconómico, se propone aplicar experiencias pilotos en las principales regiones de Chile, donde los problemas sociales y económicos se presentan con mayor gravedad. Desde un punto de vista institucional, las experiencias de las granjas educativas permitirían un acercamiento real a las políticas agrarias que planfican y ejecutan diversos organismos del agro en el plano local, con las políticas del Ministerio de Educación de Chile (MINEDUC), poder actuar en sintonía con los procesos de desarrollo rural, para contribuir significativamente a superar la situación de exclusión social y niveles de pobreza de los sectores campesinos a nivel nacional, determinados por numerosos estudios sociales y económicos, que se reflejan en casos extremos como las regiones de La Araucanía y del Maule. 1 Para lograr implementar nuestras propuestas de cambios profundos del sistema educativo, se necesita imperiosamente la incorporación de los diversos actores y agentes sociales que viven en las comunidades rurales, y los actores y agentes externos que intervienen en ellas, a fin de asegurar la pertinencia y sustentabilidad social y cultural. Esta es una tarea compleja y difícil de cumplir, pero sólo –––––––––– 1. Ver MIDEPLAN (2009), Encuesta de caracterización socioeconómica nacional, Santiago de Chile, 2009.

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a través de ella, podremos solventar las grandes falencias que tiene actualmente el sistema educativo a nivel rural. Pero hemos buscado tradicionalmente, la importación de modelos educativos de países del Primer Mundo, que han sido exitosos con respecto a los resultados de su aplicación en sociedades que tienen otras condiciones sociales, culturales, económicas y políticas, muy diferentes a las de la sociedad chilena. La no consideración de nuestras realidades socioculturales, económicas y sociopolíticas a nivel nacional y local, es una fuente fundamental para explicar los fracasos de la implantación de estos modelos foráneos. Por esto, coincidimos con el experto en educación, Jukka Alava, que señala que «este país debe buscar la manera chilena de mejorar la educación». 1 BIBLIOGRAFÍA

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Jóvenes rurales en Chile

Aproximaciones a su realidad y problemáticas

Luis Pezo Orellana

INTRODUCCIÓN

En Chile, el censo del año 2002 arroja una población de 443.586 habitantes rurales entre 15 a 29 años, lo cual representa el 12% de la población juvenil del país y casi la cuarta parte de la población rural total. 1 Considerando las particularidades, heterogeneidades, complejidades y transformaciones de las zonas rurales, podemos reconocer que se está ante una gran diversidad de realidades en las cuales se mueven los distintos sujetos que podemos denominar como jóvenes rurales. Si bien desde hace varios años se ha trabajado el tema desde diferentes perspectivas, no se ha logrado aún el establecimiento de una política integral que coordine diversos actores vinculados a la temática, ni un desarrollo sostenido de acciones que generen mejoras en el tiempo. Parte de ello se debe a que pocas veces ha habido una adecuada vinculación con los sujetos protagonistas, sus realidades concretas y sus demandas, desarrollándose frecuentemente programas –––––––––– 1. INE (2003), Censo 2002, Santiago de Chile, 2003, vol. I.

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aislados que representan más el interés de las instituciones externas que el de las personas que pretenden representar. A ello también ha contribuido el hecho de que las ciencias sociales han participado discontinuamente en los procesos de investigación y de acción con miradas críticas y reflexivas sobre el tema. 1 En este artículo se pretende proporcionar una síntesis de las principales constataciones y reflexiones sobre la realidad de los jóvenes rurales y sus principales problemáticas, las cuales se originan de experiencias etnográficas y otras investigaciones del autor, 2 las cuales han sido cotejadas con aportes de la literatura especializada sobre el tema en las últimas dos décadas. Se advierte que se abordarán sólo ciertos aspectos de manera selectiva, privilegiando aquellos con los cuales más se trabajó en los ya mencionados acercamientos del autor al tema, por lo cual no se pretende una cobertura general ni exhaustividad en los tópicos a tratar. Comenzaremos con una aproximación a los modos de vida de las juventudes rurales observadas desde dos agentes socializadores importantes, como son la familia y la educación, para luego entrar de lleno en el examen del comportamiento de los grupos de pares juveniles. Posteriormente se reseñarán las principales problemáticas que emergen de las descripciones anteriores, vinculadas a las estrategias de intervención social y de desarrollo rural ligadas a las juventudes rurales. Todo lo anterior con miras a proporcionar algunos datos y reflexiones que ayuden a introducir a la temática y a provocar nuevas miradas y enfoques.

–––––––––– 1. L. PEZO (2008), «Aproximación a la trayectoria de intervenciones e investigaciones sobre juventud rural en Chile», in: Última Década, Valparaíso, 2008, nº 29. 2. Observaciones etnográficas sistemáticas respecto al tema fueron realizadas en las siguientes localidades rurales de nuestro país entre los años 1998 y 2002: Los Maitenes, comuna de Puchuncaví, región de Valparaíso; Santa Mónica, comuna de Padre Hurtado, región metropolitana de Santiago, y Las Breas, comuna de Río Hurtado, región de Coquimbo. Todas ellas son localidades pequeñas y con altos niveles de pobreza en ese momento. Cabe destacar que también se han realizado observaciones no sistemáticas en otras localidades rurales en este mismo período.

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JÓVENES RURALES EN CHILE

CONTEXTO SOCIALIZADOR DE LOS JÓVENES RURALES: FAMILIA Y EDUCACIÓN

a) Familia

En las localidades observadas, la articulación de la mayoría de las relaciones sociales en la dinámica intracomunitaria aún está influida bastante por las relaciones de parentesco y las relaciones interfamiliares. Tanto a nivel extenso como a nivel nuclear, suele primar una autoridad patriarcal y gerontocrática (ésta última, sobretodo en sectores campesinos, donde el padre-abuelo «cabeza de familia» es el propietario y administrador de la tierra) que domina la organización familiar, tanto en aspectos interpersonales como económicoproductivos. La madre es la segunda autoridad familiar y en casos de padre ausente, la primera. En este marco jerárquico y normativo, los hijos e hijas que viven en el hogar están por lo general en una relación de subordinación y obediencia, y desde temprana edad deben asumir roles orientados al mantenimiento del hogar. Dependiendo de las características del medio, las funciones más comunes de los niños son las de recolección, cuidado de ganado, tareas agrícolas livianas, quehaceres domésticos y asistencia a los padres en las diversas actividades que éstos cumplen. Apenas puedan hacerlo, y principalmente en familias más modestas, los hijos e hijas suelen aportar al hogar algún ingreso en dinero al incorporarse a trabajos remunerados, usualmente esporádicos o de temporada, claro está, si es que pueden acceder a ellos. Aunque tales empleos suelen ser informales y precarios, son atractivos para los niños y jóvenes en tanto les permiten realizar pequeños gastos de manera autónoma. 1 Dentro de la familia, se ha observado un autoritarismo más represivo para el caso de las mujeres jóvenes, a las cuales se les tiende a relegar al ámbito doméstico, controlando bastante sus salidas y juntas con pares. Los hombres gozan de mayor libertad para hacer –––––––––– 1. G. VILLARROEL & alt. (2007), «Representaciones sociales del mundo rural de niños y niñas de escuelas básicas rurales de la región de Valparaíso», in: Revista de Orientación Educacional, Valparaíso, 2007, vol. 21, nº 39.

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lo que quieran, y también de un grado mayor de tolerancia frente a sus faltas. Consecuencia de ello es que la ocupación de los espacios sociales y las actividades de grupos de pares sean predominantemente masculinas, frente a una menor presencia social de las mujeres, situación que puede generar tensiones, conflictos, y frustración en ellas, 1 por lo que suelen manifestar un mayor rechazo a la autoridad de la familia y también a la localidad que los hombres, expresando una mayor predisposición para abandonar el hogar. En este sentido, la familia reproduce y extrapola una dominación patriarcal que muchas veces provoca conflictos y tensiones intergeneracionales a niveles familiares y/o colectivos entre jóvenes de ambos sexos y los adultos-viejos. Al respecto, en los estudios de Sonia Zapata 2 los mismos jóvenes han denunciado deficiencias de comunicación con sus padres, climas agresivos, falta de integración y de confianza familiar, entre otros elementos, manifestando empero sus deseos de revertir estas realidades. No obstante lo anterior, hay que reconocer que las relaciones intrafamiliares han cambiado bastante y lo seguirán haciendo en los contextos rurales. Por ejemplo, la autoridad familiar no es tan rígida como hace 30 o 40 años en donde el hijo «no le hacía juicio» al padre. 3 Hoy se puede apreciar que la educación ha aumentado en padres e hijos, que han cambiado las visiones sobre la violencia doméstica y los abusos de poder, que los padres interactúan más con sus hijos y les otorgan mayor autonomía para tomar sus propias decisiones. Muchos padres y madres piensan que el mejor futuro para sus hijos e hijas se dará en la medida que estudien y emigren de la localidad rural hacia las ciudades, por lo cual la predisposición acerca de la educación y la emigración, y en definitiva, sobre el porvenir de los hijos ha cambiado. –––––––––– 1. Esta situación ha sido documentada en el contexto chileno y latinoamericano. Cf. J. DURSTON (1996), «Estrategias de vida de los jóvenes rurales en América Latina», in: Juventud rural, modernidad y democracia en América Latina, Santiago de Chile, 1996; D. KRAUSKOPF (1996), «Cultura campesina y proyectos de vida en la adolescencia rural costarricense», in: Juventud rural, modernidad y democracia en América Latina, Santiago de Chile, 1996; S. ZAPATA (2002), La Mirada de los y las jóvenes rurales, Santiago de Chile, 2002. 2. S. ZAPATA, op. cit., 2002, p. 2-3. 3. Vale decir, no cuestionaba sus mandatos ni su comportamiento.

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Se ha observado que la mayoría de los jóvenes rurales –inclusive los mayores de 18 años– aún viven con sus padres o parientes aporten o no ingreso en dinero, por lo cual se observa una dependencia familiar más o menos tardía. Incluso los jóvenes que forman parejas y tienen hijos suelen allegarse a las casas de sus padres ya sea dentro de la misma vivienda o en una habitación contigua a ella, en cuyos casos no se puede hablar de autonomía plena respecto a las autoridades patriarcales en la familia. Tal es el caso de las jóvenes «madres solteras», que suelen quedarse en la casa de los padres cuidando y criando a sus hijos, afectando y reduciendo sus posibilidades de estudiar, trabajar, emigrar e incluso de formar un hogar autónomo. Los allegados son una realidad muy visible en las localidades rurales, tienden a expandir los hogares y lazos familiares, y suelen estar atentos a las soluciones habitacionales formando comités funcionales a ello, en donde buena parte de los participantes son jóvenes de 25 a 30 años aproximadamente. Este fenómeno parece ser parte de una estrategia de supervivencia de la población rural para permanecer en las localidades originales y conseguir recursos aprovechando los subsidios a los cuales pueden acceder, ya que de otra forma es muy difícil (o inconveniente) obtener satisfacción a las demandas habitacionales. Finalmente, hay que considerar que las situaciones económicas y productivas de la familia también son determinantes en la diferenciación de realidades observables. Por ejemplo, las familias más pudientes pueden asegurar y orientar a sus hijos e hijas hacia la educación superior y hacer menos necesarias las actividades laborales juveniles. Por otra parte, en las familias campesinas puede haber –más que nada en los hombres– deberes distintos a los hijos de asalariados y un mayor apego al terruño. b) Educación

La creciente importancia de la educación formal en las valoraciones de los pobladores rurales (en particular de los jóvenes y sus padres) es incuestionable. Como señala Zapata, la educación es 183

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considerada un vehículo de movilidad social ascendente, que remite a «la posibilidad de obtener una mejor calidad de vida, mejor trabajo, reconocimiento por parte de la sociedad y una mayor autoestima», 1 por lo que parte importante de los esfuerzos familiares se destinan a la educación de los hijos. El análisis de la encuesta CASEN demuestra que la cobertura de la educación media en los jóvenes rurales ha aumentado de 50% en 1990 a 84% en el 2003. 2 Asimismo, ha habido importantes avances en cuanto a la infraestructura y recursos de las escuelas rurales (nuevas construcciones, habilitación de salas y dependencias, alimentación, recursos audiovisuales, computación e internet, multicanchas y equipos deportivos, pequeñas bibliotecas, etc.). Sin embargo, existen diferencias importantes con las escuelas urbanas, las cuales inciden en la calidad de la educación. Por ejemplo, la mayoría de las localidades rurales pequeñas cuentan con escuelas básicas de carácter multigrado y uni o bidocente, lo cual le imprime a la educación de los niños y jóvenes un «estilo de enseñanza-aprendizaje» particular, cuyo principal problema radica en que el tiempo que se dedica a cada alumno es reducido, provocando falta de profundización y atrasos en la materia. 3 A nivel extraescolar –y aunque esto está cambiando significativamente en la medida que aumenta la escolaridad de los padres–, dentro de la familia y del entorno cotidiano de los niños suele haber poca motivación para crear hábitos de estudio que contribuyan a complementar y ejercitar lo aprendido. Lo anterior, sumado a otros factores, se traduce en un nivel de preparación menor al llegar a la educación media (que por lo general realizan fuera de su localidad de origen) y posteriormente pocas probabilidades de ingreso a la educación superior, especialmente a las universidades. Los resultados en las pruebas que miden la calidad de la educación básica (SIMCE) y aptitud académica para la educación superior (PSU), ratifican en algunas de las localidades –––––––––– 1. S. ZAPATA (2002), La Mirada de los y las jóvenes rurales, Santiago de Chile, 2002, p. 3. 2. MIDEPLAN (2004), CASEN 2003, Santiago de Chile, 2004. 3. No se pretende aquí señalar un juicio totalmente negativo sobre la educación en escuelas multigrado, pero sí llamar la atención sobre la necesaria revisión y evaluación de ésta y otras características de la educación rural que provocan una merma en el desempeño escolar de los niños y jóvenes.

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observadas un problema de calidad educativa importante y complejo, lo cual es un problema que afecta severamente a los jóvenes rurales, repercutiendo en sus expectativas y posibilidades de futuro. 1 En todos los casos observados se constató que la educación está estrechamente ligada a la migración, ya que, al terminar el sexto o el octavo año, la mayoría de los alumnos debe migrar circular o estacionalmente para continuar sus estudios. 2 Esto parece ser casi un «camino sin retorno», porque quienes terminan la enseñanza media rara vez se interesan en volver y establecerse en la localidad de origen para desempeñar los precarios empleos que allí puedan encontrar, sino que orientan sus miradas al empleo citadino o, en último término, a los empleos no agropecuarios. Estas situaciones permiten pensar a la educación operando como un fuerte factor de expulsión, predominantemente hacia las zonas urbanas. Además, se ha denunciado reiteradamente que tanto las prácticas pedagógicas como los diseños y aplicaciones curriculares (tanto a nivel «oficial» como «oculto») no sólo no toman en cuenta las particularidades de los estudiantes rurales y su contexto, sino que también son por lo general urbanizantes y desvalorizan el medio rural, aspectos que tienen implicancias en las expectativas futuras de los jóvenes. Lo anterior pone en relevancia el problema de la pertinencia de la educación en las zonas rurales y su contribución al desarrollo de estos territorios. Datos recientes señalan que la escolaridad de los jóvenes rurales prácticamente duplica la de los padres y triplica la de sus abuelos, 3 lo cual constituye un factor que distingue a las generaciones y afecta las relaciones entre ellas en sentidos positivos para los jóvenes, ya que poseen más argumentos para plantear y defender sus –––––––––– 1. En el caso de Río Hurtado, por ejemplo, un estudio reciente señala que las expectativas actuales de los estudiantes secundarios se orientan a la continuidad de estudios y a una mejor inserción laboral. Sin embargo, se plantea que existe una asimetría entre tales expectativas de inclusión social y las oportunidades reales de que éstas se cumplan. Cf. A. FÜHRER (2009), Juventudes rurales, educación superior y trabajo, Santiago de Chile, 2009. 2. Migración circular: desplazamiento no diario, pero periódico y regular de la localidad de origen a otra; migración estacional: se refiere al desplazamiento regular de la localidad de origen a otra en ciertas temporadas específicas y relativamente fijas en el año. Cf. L. PEZO (2005), «La Migración rural en su fase motivacional», in: Revista Werkén, Santiago de Chile, 2005, nº 7. 3. MIDEPLAN (2004), CASEN 2003, Santiago de Chile, 2004.

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puntos de vista, y también poseen más conocimientos y habilidades para desarrollar actividades de su interés. Asimismo, son las generaciones jóvenes las que llevan la vanguardia en el uso de las tecnologías de la información y comunicación que se renuevan constantemente y que han ingresado al mundo rural. Finalmente, resulta importante señalar el papel que la educación formal tiene como «instancia social juvenil», ya que contribuye a formar grupos de pares desde los niveles básicos hasta la educación media, donde este papel alcanza su máxima expresión al hacer efectiva la oportunidad de relacionarse con jóvenes de otras localidades y de estar lejos de las localidades de origen, aspectos que resultan liberadores sobretodo para el caso de las mujeres jóvenes. Los establecimientos de educación media –estén ubicados en zonas rurales o urbanas– se constituyen en escenarios propicios para la reafirmación de las identidades juveniles al ampliar los límites del intercambio generacional, favoreciendo también la creación de «culturas juveniles», cuyos contenidos y referentes simbólicos se van incorporando a la vida que desempeñan en sus localidades de origen. Para designar este tipo de situaciones, Yanko González utiliza el concepto de «experiencias identitarias deslocalizadas», que en su mayoría adquieren un carácter «estacional» debido a «que implican el regreso e impactan a la comunidad de origen construyendo el fermento de un imaginario juvenil». 1 En todo caso, lo anterior no quiere decir que las identidades juveniles estén determinadas sólo –o en mayor medida– por las experiencias foráneas. LOS GRUPOS DE PARES: EPICENTRO DEL SER Y EL ACTUAR JUVENIL EN LAS ZONAS RURALES

En la literatura sobre juventud rural, inclusive en publicaciones recientes, se ha señalado repetidamente a la «juventud rural» como un fenómeno nuevo y emergente, y más aún, algunos se han cuestionado –––––––––– 1. Y. GONZÁLEZ (2003), «Juventud rural», in: Nueva Antropología, México, 2003, vol. XIX, nº 63, p. 21-22.

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si realmente existen los jóvenes rurales en cuanto tales, en virtud de que en tales casos se experimentaría un paso más abrupto de la niñez a la adultez exento de moratoria. 1 Entre quienes han aceptado la existencia o emergencia de jóvenes rurales hay quienes han señalado el carácter «fragmentario» de la identidad juvenil, 2 han hablado de «crisis de identidad» 3 o bien de una «difícil autoidentificación como jóvenes». 4 Ninguna de estas consideraciones se condice, al menos, con lo observado en terreno y con una revisión bibliográfica más cuidadosa. La «juventud rural» no es un fenómeno nuevo o emergente, pues incluso como «tema de investigación social» o «población objetivo de desarrollo», el tema ha sido trabajado en Chile desde fines de los 40’s,5 aunque de manera tan discontinua y desagregada que es común encontrar publicaciones de distintos años que se asumen prácticamente «partiendo de cero». 6 Por otra parte, nos parece que tampoco es buena estrategia utilizar el difuso concepto de moratoria como el indicador universal de la existencia de jóvenes en el campo, ni tampoco hablar de identidades juveniles cuando no se han examinado en profundidad los núcleos principales y particulares en donde éstas se constituyen: los grupos de pares. Planteamos que quienes se interesen por las «identidades juveniles rurales» o por las «culturas juveniles rurales» desde una perspectiva sociocultural, deben poner especial atención a las relaciones entre los jóvenes y principalmente a los grupos de pares, pues en ellos los jóvenes desarrollan con más plenitud una identidad como

–––––––––– 1. Véase J. DURSTON (1997), «Juventud rural en Brasil y México», in: XX Congreso de la Asociación Latinoamericana de Sociología, São Paulo, agosto-septiembre 1997, p. 5. 2. C. DÍAZ & E. DURÁN (1986), Los Jóvenes del campo chileno, Santiago de Chile, 1986. 3. INJUV (2001), Plan de acción del Instituto Nacional de la Juventud hacia los jóvenes rurales, Santiago de Chile, 2003, p 3. 4. E. RODRÍGUEZ (1996), «Los Desafíos de fin de siglo y la problemática juvenil rural en América Latina», in: Juventud rural, modernidad y democracia en América Latina, Santiago de Chile, 1996, p. 37. 5. E. OPAZO & V. VOLOSKY (1979), Diagnóstico socio-económico de una comunidad típicamente rural como base para la elaboración de un programa de desarrollo con su juventud, Santiago de Chile, 1979, p. 27. Por ejemplo, en 1948, desde el gobierno se crearon los Clubes Agrícolas Juveniles 4-C. 6. Para un tratamiento más amplio de la trayectoria histórica de las investigaciones e intervenciones en juventud rural en Chile desde 1948 hasta 2008, véase L. PEZO (2008), «Aproximación a la trayectoria de intervenciones e investigaciones sobre juventud rural en Chile», in: Última Década, Valparaíso, 2008, nº 29.

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tales, una serie de normas, valores, significaciones, códigos lingüísticos, etc., una pertenencia hacia un segmento etáreo o generacional, una diferenciación respecto de otros grupos de edad y también respecto de otros grupos de jóvenes, y finalmente, una manera de vivir la juventud en contextos específicos y particulares. De esta manera se puede comprobar que los jóvenes tienen una existencia social e histórica concreta, que subyace, se escurre, y continúa fluyendo frente a las categorizaciones impuestas externamente. 1 Por estas razones, se puede considerar a los grupos de pares como el «epicentro de lo juvenil» 2 y también como, junto con la familia, los agentes socializadores que más influyen en la identidad y el sentido de pertenencia de los jóvenes a un grupo. En esta ocasión, utilizamos el concepto de «grupo de pares» para comprender a un conjunto de jóvenes que se relacionan entre sí en torno a afinidades e intereses comunes en un contexto particular determinado y durante un tiempo determinado. Ante esto hay que considerar dos aspectos: 1) no todas las relaciones entre jóvenes están restringidas a grupos o subgrupos, aunque la mayoría de las que son relativamente estables sí lo están, y 2) los grupos de pares observables no tienen necesariamente límites rígidos ni pertenencias exclusivas en cuanto a los miembros que lo componen. Esto significa que la aplicación del concepto debe ser flexible al establecer distinciones. En todos los lugares observados se constató que los jóvenes tienden a agruparse con otros en torno a afinidades e intereses comunes más que en torno a criterios como el sexo o la edad, aun cuando éstos últimos funcionen a menudo como límites espontáneos de estos grupos. En base a nuestra experiencia investigativa, y para fines analíticos, podemos proponer que los grupos de pares juveniles en las zonas rurales pueden manifestarse principalmente a través de tres formas no excluyentes entre sí: –––––––––– 1. Para un análisis de la juventud chilena desde una perspectiva que les rescata como sujetos históricos, es imprescindible la lectura de G. SALAZAR (2002), Niñez y juventud, 2002, vol. V in: G. Salazar & J. Pinto (eds.), Historia contemporánea de Chile, Santiago de Chile, 1999/02. 2. Expresión utilizada por J.L. MARTÍNEZ (1994), «Construcción de la identidad juvenil y actualización de la juventud», in: Primer Informe Nacional de Juventud, Santiago de Chile, 1994, p. 312.

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a) Los grupos informales de amistad, que se juntan espontáneamente para compartir el tiempo cotidiano principalmente en torno a actividades de esparcimiento, comunicación y compañía. b) Las organizaciones juveniles, que reúnen a jóvenes en una participación comprometida en torno a intereses, propósitos y metas definidas, observándose un grado variable de normatividad institucional. Estas organizaciones pueden dividirse, en cuanto a su nivel de dependencia, en autónomas y semi-autónomas. Las organizaciones juveniles autónomas son organizaciones funcionales autoconstituidas e independientes de otras organizaciones, que realizan actividades de manera autogestionada y en colaboración con otras instancias, generando espacios propios de participación social de los jóvenes en sus respectivas comunidades rurales. Ejemplos de ellas son los llamados «grupos juveniles», conjuntos musicales, sociedades en torno a algún negocio, cuadros deportivos, etc. Por su parte, las organizaciones juveniles semi-autónomas son aquellas que dependen de otra institución mayor, por ejemplo, grupos juveniles de iglesia, grupos creados y dirigidos por alguna autoridad para ejecutar algún proyecto, comisiones juveniles dentro de organizaciones de representación, etc. c) Las participaciones juveniles en organizaciones o instituciones no exclusivamente juveniles, como los jóvenes estudiantes en un liceo, los jóvenes temporeros dentro de una empresa agrícola, los jóvenes de un club deportivo, de un comité de allegados, de talleres de diverso tipo (artesanales, gimnasia aeróbica), de una junta vecinal, etc. En estas formas de manifestación es posible observar la configuración de redes de relaciones y grupos de pares juveniles que dan cuenta de una presencia social incuestionable, y que difícilmente se podrían calificar de «fenómenos nuevos». Por supuesto, la existencia de estas expresiones es variable según cada situación particular. En cuanto a la visibilidad social de los grupos informales de amistad, entendiendo por ello la ocupación activa de lugares públicos y/o espacios comunitarios, se constató una predominancia masculina. Ello se refleja en las principales instancias de diversión y esparcimiento que desarrollan los jóvenes, que, al menos en los contextos estudiados, son las siguientes: 189

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— El bar o cantina, presente en todas las localidades rurales observadas, en donde se da una abundante cantidad de interacciones sociales, casi exclusivamente masculinas. No suele haber niños ni mujeres, y los jóvenes que concurren por lo general tienen cierta independencia económica para consumir en los locales. — Las reuniones informales tanto diurnas como nocturnas en diversos lugares públicos de la localidad, estas últimas frecuentemente acompañadas de bebidas alcohólicas, lo que suele ser la «alternativa» a la cantina, en donde están lejos del contacto y el control de los adultos y generan un grupo predominantemente joven. Actividades principalmente masculinas. — Los partidos de fútbol, «pichangas», tenis de mesa, pool, voleibol y otros juegos o actividades deportivas. Actividades predominantemente masculinas. — Los paseos hacia distintos parajes del entorno. — Las actividades recreativas de caza y pesca. Actividades predominantemente masculinas. — Las fiestas, bailes, peñas, ramadas, ceremonias y actividades de esparcimiento particulares o comunitarias. En este caso también es preciso señalar que la existencia de estas instancias depende de los contextos y situaciones locales particulares. En algunas localidades rurales o periurbanas, donde hay más población juvenil y mayor grado de urbanización, existen discotecas a las cuales concurren jóvenes de ambos sexos, desarrollando actividades de interacción y consumo con mucho más relajo que en los lugares donde estas instancias no existen. La actividad de esparcimiento preferida de la mayoría de las mujeres jóvenes entrevistadas es bailar, pero en las localidades rurales hay pocas instancias para hacerlo. Además en las comunidades más pequeñas aún no se supera el prejuicio (que parte desde el mundo adulto) de que las mujeres jóvenes que se juntan regularmente con hombres sean «chiquillas sueltas». Por su parte, los hombres jóvenes van adquiriendo «malas famas» (consumo de alcohol o marihuana, peleas o correrías amorosas, travesuras o destrozos, etc.) por lo cual tampoco suelen ser los galanes preferidos por mamá y papá. En las tres 190

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localidades observadas había poca comunicación entre hombres y mujeres jóvenes, y pocas instancias favorables para actividades de cortejo en gran medida porque estas estigmatizaciones pesan bastante sobre los jóvenes y porque «todos saben lo que todos hacen». En consecuencia, la preferencia se orienta a los cortejos fuera de los ojos y las lenguas locales, es decir, lo que podríamos llamar relaciones de «exocortejo». En Santa Mónica, por ejemplo, la creación del grupo juvenil «Sin Fronteras» contribuyó notablemente no sólo a acercar a los hombres y mujeres jóvenes, sino también a cambiar las percepciones de la comunidad frente a estas relaciones, hasta cierto límite. Este tipo de situaciones revelan tensiones entre «culturas generacionales» distintas que, por tratarse de localidades pequeñas y relativamente aisladas, se aprecian de manera más marcada que en las zonas urbanas. Varias veces estas tensiones se expresan en abiertos conflictos intergeneracionales, principalmente derivados de acciones o sucesos juveniles que «transgreden el orden o las normas tradicionales» y se rechazan desde la comunidad adulta, o bien de estigmatizaciones hacia los jóvenes, de las cuales es muy difícil escapar. Lo usual es que estos conflictos se mantengan y no se resuelvan a través del acercamiento de posiciones y una comunicación fluida, lo cual resulta incómodo para los sujetos y refleja un obstáculo al momento de pensar en «integraciones» o «articulaciones» a nivel comunitario en donde participen los jóvenes. Asimismo, se ha establecido una brecha educacional y «digital» entre las generaciones, contribuyendo a su distanciamiento en términos comunicacionales. Sin embargo, se ha constatado que a medida que los jóvenes rurales conquistan espacios, principalmente mediante acciones que son consideradas «positivas», se reducen los controles u opresiones que los mayores desatan sobre ellos y se producen mejores condiciones de comunicación e integración. El desempeño de los jóvenes en organizaciones, especialmente las organizaciones juveniles, contribuye bastante a mejorar los mecanismos de comunicación, integración y «defensa» respecto al resto de la comunidad. Las organizaciones juveniles autónomas por 191

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lo general reciben poco apoyo comunitario y su permanencia y progreso dependen casi exclusivamente de las voluntades y el compromiso de sus miembros. Pese a ello, es indudable que el elemento organizacional juega a favor de los jóvenes y les ha permitido canalizar demandas y obtener algunos beneficios tanto materiales como sociales, aún cuando las organizaciones de representación carezcan del apoyo necesario. En suma, es posible reconocer que los jóvenes tienen una presencia social importante y visible en los contextos rurales, pero las oportunidades y espacios se distribuyen desigualmente entre hombres y mujeres, y son escasos en general. Desde las políticas sociales hay pocas intenciones de favorecer actividades más integradoras no sólo para los y las jóvenes, sino también para la comunidad en general. ALGUNAS PROBLEMÁTICAS DE LAS INTERVENCIONES SOCIALES Y DE DESARROLLO EN JUVENTUD RURAL

Una vez que nos hemos acercado a la realidad de jóvenes rurales según nuestra experiencia investigativa, intentaremos exponer algunos nudos y tensiones que descubrimos y creemos relevantes para reflexionar sobre estrategias de intervención en este tema. Si bien, según lo señalado en este documento, se pueden detectar factores que reflejan la adecuación de los y las jóvenes rurales a sus entornos particulares, y en otros casos una suerte de ruptura con ellos, destacan aquellos factores que obstaculizan sus oportunidades de realización personal en distintos ámbitos (social, educativo, laboral, etc.), resaltando con ello la falta de oportunidades y las bajas y difusas expectativas ante el futuro que se constataron en los jóvenes entrevistados y las realidades observadas. En las zonas más deprimidas económicamente suele ser la emigración la alternativa más recurrente para escabullirse de la precaria situación local, es decir, es una estrategia adaptativa ante las escasas opciones viables y deseables de quedarse. 192

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Dada la situación recién descrita, es posible sostener que en la medida que la escolaridad de los jóvenes rurales avanza, la disposición a emigrar aumenta, por lo que se aprecia un tránsito desde la predominancia de los «migrantes por expulsión», 1 al incremento de «migrantes por atracción», cuyas expectativas de vida se orientan, esencialmente, allende las fronteras locales y principalmente hacia los centros urbanos. Este fenómeno tiende a sostener la actual convicción acerca de lo rural como un medio en el cual sus habitantes difícilmente pueden «surgir» socio-económicamente, 2 y restringe el número de jóvenes cuyas expectativas de vida y trabajo están volcadas en su propia localidad de origen (lo que Oberai llama «residentes comprometidos»). 3 El resultado de esto, según sugiere el PNUD, 4 es que buena parte de los jóvenes que se quedan en el medio rural, sufren frustración y desmotivación al no ver cumplidas sus expectativas previas. En definitiva, aunque es posible encontrar variaciones, planteamos que la emigración de los jóvenes es más una consecuencia que una causa de la falta de oportunidades existentes en las zonas rurales, por lo tanto las estrategias de desarrollo rural, más que frenar la migración per se, debieran estar orientadas a generar las oportunidades pertinentes. 5 Por otra parte, la herencia de tierras está afectada por la tradición, ya que la llamada sucesión o relevo generacional 6 que garantiza la pervivencia en una línea patrilineal de la producción familiar, no ocurre frecuentemente en la juventud, sino «entre personas de mediana edad y de tercera edad», 7 lo cual sin duda reproduce la estructura patriarcal rural, y por lo mismo, puede explicar la existencia de actitudes

–––––––––– 1. Los migrantes por expulsión son aquellas personas que en general valoran positivamente el entorno rural donde viven y les agrada habitarlo, y que sólo migran afectados fuertemente por condicionantes de expulsión. Cf. L. PEZO (2005), «La Migración rural en su fase motivacional», in: Revista Werkén, Santiago de Chile, 2005, nº 7, p. 160. 2. PNUD (2008), Desarrollo humano en Chile rural, Santiago de Chile, 2008, p. 131-135. 3. A. OBERAI (1987), Migración, urbanización y desarrollo, Genève, 1989, p. 19. 4. PNUD, íbid. 5. Para un tratamiento más amplio del tema de la migración rural y en específico de la migración de jóvenes rurales, véase L. PEZO, op. cit., 2005. 6. J. DURSTON (1998), Juventud y desarrollo rural, Santiago de Chile, 1998, p. 13-15. 7. M. DIRVEN (2002), Las Prácticas de herencia de tierras agrícolas, Santiago de Chile, p. 33.

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poco favorables a los cambios tecnológicos y productivos que puedan ser convenientes para el desarrollo de las zonas rurales. En gran parte por esta razón es que los promotores del desarrollo se interesan en la «apertura a la innovación» que puedan tener los jóvenes. No obstante, el tema del acceso a la tierra por parte de los jóvenes rurales en Chile, prácticamente no ha sido abordado por las intervenciones dirigidas a este segmento, pese a ser una demanda planteada por organizaciones de representación, tales como la Asociación de Mujeres Rurales e Indígenas (ANAMURI). Desde nuestra perspectiva, este es un punto fundamental para potenciar la agricultura campesina y generar oportunidades en este ámbito para los jóvenes y sus familias. Asimismo, tampoco hay que desconocer que las nuevas realidades rurales han incorporado prácticas productivas y espacios laborales que trascienden lo piscisilvoagropecuario y la actividad primaria, por lo que cabe preguntarse cómo es posible insertar de forma significativa, adecuada y pertinente a los jóvenes rurales en estos nuevos escenarios que han abierto oportunidades desde el ámbito público y privado, y que requieren de acciones específicas para garantizar su sostenibilidad en el tiempo. Si al menos discursivamente se considera a la educación como la «producción de competencias para enfrentar las vicisitudes del mundo de hoy», es indudable que los jóvenes representan el segmento de la población rural más calificada para ello. De acuerdo a sus intereses, los organismos de desarrollo plantean esta cualidad como una «gran ventaja» para el futuro de las zonas rurales, pero los planteamientos anteriores hacen caber la pregunta de hasta qué punto eso es cierto, pues, por un lado, la educación en el medio rural carece hasta el momento de una focalización formativa eficiente tanto para el desempeño urbano como rural, y, por otro lado, quienes alcanzan mayores niveles educacionales emigran del terruño más temprano que tarde. Si bien esta situación trasciende los límites del sistema educativo, no es posible pensar en desarrollo rural sin incorporar de lleno la necesaria discusión y acción en torno a la calidad y orientación pertinente de la educación en los contextos rurales, 194

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aspecto que poco han tomado en cuenta los especialistas en juventud rural y desarrollo rural en nuestro país. 1 Sin duda, todas estas problemáticas demandan un urgente tratamiento. Lamentablemente y hasta ahora, las pocas respuestas que los jóvenes obtienen al respecto consisten generalmente en «oportunidades impuestas» desde instituciones externas que manejan un conocimiento superficial de la realidad que deben enfrentar y que no representan necesariamente sus intereses propios y auténticos, ya que no han existido canales formales para recoger sus demandas, ni para diseñar, aplicar y evaluar intervenciones en conjunto con ellos. Gran parte de las perspectivas distinguibles en la disgregada bibliografía sobre juventud rural son externas y/o ajenas a los jóvenes, reflejando más bien los intereses de las instituciones que patrocinan o realizan tales estudios. 2 Al respecto, suelen primar fines desarrollistas, modernizantes, orientados hacia la «integración social de los excluidos», intervencionistas, y generalmente provenientes desde las esferas urbanas centralizadas y, en último término, desde el mundo adulto. 3 Por cierto, ello tiene su correlato en la forma que son concebidos los jóvenes rurales (sujetos «estratégicos» para el desarrollo, sujetos «vulnerables» o «excluidos» con quienes la sociedad tiene una deuda de equidad pendiente, sujetos «con derechos» que deben respetarse, etc.). Lo anterior permite darnos cuenta que en nuestro país existe un notorio vacío de conocimiento sistemático respecto a las formas de organización y movilización de los jóvenes rurales en torno a sus intereses y reivindicaciones, lo cual contribuye a invisibilizarlos como sujetos capaces de ejercer sus propios planteamientos en la esfera política y social, trascendiendo las etiquetas que les imponen desde afuera.

–––––––––– 1. En esta línea, destacamos el aporte de Duhart a esta necesaria discusión. Cf. D. DUHART (2004), «Juventud rural y educación en Chile», in: Persona y Sociedad, Santiago de Chile, 2004, vol. XVIII, nº 3. 2. L. PEZO (2008), «Aproximación a la trayectoria de intervenciones e investigaciones sobre juventud rural en Chile», in: Última Década, Valparaíso, 2008, nº 29. 3. Similar planteamiento expresa Yanko González al señalar que aún no existe una «tradición investigativa sistemática que supere la mirada estructural y macrosocial así como la instrumentalización desarrollista, puesto que la mayoría de las entradas al fenómeno han sido tensionadas por la intervención modernizante». Y. GONZÁLEZ (2003), «Juventud rural», in: Nueva Antropología, México, 2003, vol. XIX, nº 63, p. 6.

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Finalmente, si bien existen y han existido numerosas instituciones que han trabajado el tema en las últimas dos décadas -nunca con una continuidad muy duradera-, no se ha logrado establecer una interconexión que haga posible la generación de políticas integrales (de hecho, no existe una política de juventud rural, ni tampoco de desarrollo rural en Chile), y son muy pocas las que han partido desde el pensamiento y accionar de los jóvenes, acompañando un proceso endógeno, complejo y acorde a las particularidades. CONSIDERACIONES FINALES

A través del análisis sociocultural de algunas realidades de jóvenes rurales surgen de inmediato algunas temáticas y problemáticas que requieren mayores y mejores investigaciones y tratamientos. No se pretende en este artículo poner en duda las «buenas intenciones» de los organismos que trabajan con jóvenes ni desconocer los logros positivos que han tenido, pero sí enfatizar que es necesario reflexionar sobre las distintas miradas y horizontes que puede haber sobre el tema, lo cual tiene implicancias tanto en su tratamiento como en las mismas situaciones concretas de los jóvenes rurales. Ante esto, surge el desafío de crear nuevas perspectivas y formas de trabajo que superen las falencias señaladas. Desde las ciencias sociales, una de ellas puede consistir en incorporar enfoques centrados en y desde los sujetos sociales que actúan en los diversos contextos rurales desde miradas más particulares y complejas, incorporando en el aspecto aplicado metodologías participativas que acompañen un proceso más propio de los jóvenes rurales en torno a sus demandas, proyectos y anhelos. Lo anterior con miras a complementar e ir más allá de los enfoques que se basan en datos macro-estadísticos. Desde esta base se podrían abordar comprensivamente situaciones problemáticas como las relaciones intergeneracionales, estructura y formas del patriarcado en zonas rurales campesinas, la sucesión o relevo generacional, los jóvenes allegados y su demanda habitacional, las jóvenes madres solteras, las presiones 196

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sociales y estigmatizaciones hacia los jóvenes, el gran problema de la educación rural en cuanto a calidad y pertinencia, la falta de espacios sociales, la falta de oportunidades, el fenómeno de la migración de jóvenes rurales y su impacto social, los grupos de pares juveniles y su participación social, las identidades y culturas juveniles rurales, el impacto de las acciones de desarrollo desde distintas instancias, entre otros muchos temas. En la senda planteada, no hay que desconocer que el devenir de los y las jóvenes rurales ha estado determinado por los grandes procesos políticos, sociales y económicos que han afectado a nuestro país y al medio rural, repercutiendo en las dinámicas socioculturales observables en cada contexto específico. El abordaje de los principales problemas que ellos enfrentan requiere de una comprensión crítica de tales procesos, que sustente nuevas propuestas y perspectivas hacia mejores situaciones para los jóvenes y para la población rural en general. La convocatoria a desarrollar esta tarea no debe restringirse ni a los «expertos», ni a los agentes interventores, ni a las llamadas «elites del mundo rural», 1 sino que debe incorporar sustantivamente a los jóvenes rurales, estimulando sus potenciales creativos y transformadores de la realidad social. BIBLIOGRAFÍA DÍAZ, CECILIA & ESTEBAN DURÁN 1986. — Los Jóvenes del campo chileno: Una identidad fragmentada. - Santiago de Chile: Grupo de Investigaciones Agrarias & Academia de Humanismo Cristiano, 1986, serie Documentos de Trabajo, nº 29, 115 p. DIRVEN, MARTINE 2002. — Las Prácticas de herencia de tierras agrícolas: ¿Una razón más para el éxodo de la juventud?. - Santiago de Chile: Comisión Económica para América Latina y el Caribe, 2002, serie Desarrollo Productivo, nº 135, 69 p. DUHART, DANIEL 2004. — «Juventud rural y educación en Chile: Desafíos, reflexiones y propuestas». - In: Persona y Sociedad, Santiago de Chile: Universidad Alberto Hurtado, diciembre 2004, vol. XVIII, nº 3, p. 63-94. –––––––––– 1. PNUD (2008), Desarrollo humano en Chile rural, Santiago de Chile, 2008.

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Ruralidades alteradas & juventudes juvenilizadas De la soltería al metal

Yanko González CANGAS

EXPLICO ALGUNAS COSAS

Este trabajo tiene como objetivo dar cuenta de las diversas adscripciones identitarias juveniles –y sus articulaciones urbanas– presentes en tres localidades rurales del sur de Chile. De este modo, focaliza su atención en el surgimiento de marcadores identitarios juveniles con mucho más espesor que los biológicos y los generacionales; proceso que ha cobrado especial relevancia debido a que ha visibilizado a un colectivo históricamente omitido y socioculturalmente soslayado, como las/os jóvenes rurales. En este sentido, el trabajo concluye que la emergencia de juventudes «juvenilizadas» –o protoculturas juveniles– es una hipérbole del reacomodo simbólico que comienza a experimentarse en el sur de Chile desde la década de los 70’ producto de diversas alteraciones materiales (agroindustrialización; terciarización; proletarización; desagrarización; conectividad comunicacional; expansión educativa; entre otras). Más aún, –––––––––– — Este trabajo se inscribe en la investigación teórica y doctoral del autor y algunos estudios convergentes a estos ámbitos de investigación emprendidos en conjunto con el antropólogo catalán Carles Feixa.

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dichas identidades juveniles aparecen como estructuradas y estructurantes de las principales transformaciones acaecidas en la última década en el espacio geocultural investigado. En Chile, el proceso de «eclosión pública» de las juventudes rurales está estrechamente ligada a los procesos específicos que se vivieron en el campo posterior a la «contrareforma» agraria llevada a cabo por la dictadura militar. Después de reprimir a las organizaciones campesinas, devolver una importante porción de tierras expropiadas bajo la Unidad Popular –aunque sin restituir el latifundio, prácticamente destruido por las políticas de reforma agraria bajo Frei y Allende–, el gobierno militar comienza una acelerada dinámica neoliberalizadora del agro. Licita predios re-expropiados a asignatarios de la reforma agraria o fiscales a parceleros particulares y vende otros a un grupo de empresas transnacionales que se instalan desde mediados de la década de los 80’ en la zona central para producir y exportar frutas. En este contexto, en la zona central del país emerge masivamente un nuevo actor en el campo: los/as temporeros/as. Trabajadores estacionales que sirven a la agroindustria de la fruta de exportación y que se componen principalmente de «campesinos desplazados de los fundos, exbeneficiarios de la reforma agraria abandonados a su suerte, los que perdieron sus parcelas, los que se vieron obligados a emigrar hacia pueblos o aldeas o hacia ciudades, los miembros de las familias de la pequeña agricultura campesina empobrecida». 1 A partir de esta realidad, comienzan a fraguarse las condiciones que permitieron la visibilidad identitaria de los segmentos más jóvenes de temporeros/as que se enrolaron masivamente en estas labores. Aunque el fenómeno fue detectado tempranamente, 2 no fue hasta fines de la década de los 90’ en que se estudió en forma específica, 3 debido a la alta incidencia de jóvenes en estas tareas: para el caso de la VI región estudiada por De la Maza, un 42% del total de temporeros eran jóvenes de 15 a 29 años. –––––––––– 1. 1. J. CHONCHOL (1996), Sistemas agrarios en América Latina, México, 1996, p. 385. 2. Cf. C. DÍAZ & E. DURÁN (1986), Los Jóvenes del campo chileno, Santiago de Chile, 1986. 3. G. DE LA MAZA (1998), Situación socioeconómica y cultural de los jóvenes temporeros de la VI Región, Santiago de Chile, 1998.

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Aunque la mayor parte provenía de sectores rururbanos (poblaciones entre 2.000 y 10.000 habitantes), un número considerable provenía del medio rural (dos de cada cinco mujeres jóvenes, por ejemplo). Las diferencias agroecológicas y culturales tuvieron un importante papel segmentador de las realidades rurales de la zona central con respecto al sur y centro sur de Chile. Para el caso del sur de Chile y, específicamente, para la Región de Los Ríos y de Los Lagos, el modelo neoliberal impactó fuertemente la economía y cultura campesina (pequeña agricultura), a través de la penetración capitalista de la agricultura comercial, pero lo hizo con intensidad a partir de la década de los 90’, con una agroindustria ligada a la pesca (salmonicultura) y el sector forestal, 1 que generó una fuerte destrucción de la producción parcelaria y un empobrecimiento de las economías campesinas tradicionales. Esto obligó –y sigue obligando– al antiguo campesino a vender su fuerza de trabajo y abandonar sus tierras, surgiendo, igualmente, una gran cantidad de trabajadores asalariados, tanto permanentes como temporales. Mutaciones inscritas bajo el rótulo optimista de «nueva ruralidad», cuyos bordes evidentes aparecen en la extensión abrupta del transporte y las comunicaciones, la desagrarización; la aparición de los «neorrurales», las segundas residencias o el turismo rural –terciarización económica–. El conjunto de estos antecedentes colocan en el centro de la reflexión algo importante; la conflictiva constitución como actores sociales –al menos desde la década de los 80’–, de los y las jóvenes rurales pertenecientes a estas ruralidades «alteradas». Ello debido, primordialmente, a la proletarización y el contacto con el medio urbano, pero también y de sobremanera, a la articulación con el mercado, la educación superior, la industria cultural y los medios de comunicación de masas, fundamentales en la juvenilización de la sociedad y la cultura desde la mitad del siglo XX en América Latina. En este sentido, muchas son las preguntas que surgen a partir de una búsqueda primaria que intente (de)construir al sujeto joven en realidades cada vez más rururbanizadas, dando cuenta del espesor y –––––––––– 1. C. AMTMANN, L.F. MUJICA & M.B. VERA (eds.) (1998), La Pequeña agricultura en la Región de Los Lagos, Valdivia, 1998.

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características de su condición identitaria. Varias son las interrogantes que cobran importancia ¿Qué tipo de construcción cultural de la juventud domina en este nuevo escenario? ¿Desde cuándo? ¿Articulan culturas juveniles? ¿Cómo se construyen y construyeron en tanto actores diferenciales en el campo o la ciudad? ¿Qué lo posibilitó? ¿Con qué «materiales» socioculturales se forja la identidad juvenil? ¿Cómo se vive? ¿Dónde se vive? ¿Cómo se expresa? A partir de estas interrogantes y basados es un estudio etnográfico –a través de historias de vida– en el Distrito rural-costero de Chaihuín, 1 en el sur de Chile, hemos ido interpretando en forma escalonada y sucesiva los resultados que ella arrojó entre los años 2000 y 2004. Aunque la indagación se centró –en términos generales– en la construcción cultural de la juventud en esta comunidad desde las primeras décadas del siglo XX hasta principios del XXI, los aspectos que intentaremos resolver sintéticamente aquí tienen relación sólo con algunos elementos contribuyentes a la formación de la identidad juvenil, referido a la última generación de jóvenes indagadas (operativa entre los años 1990 al 2003), la que matizaremos con información perteneciente a las generaciones precedentes con el objetivo de ilustrar la dialéctica de dichas adscripciones identitarias en el tiempo. DE LA SOLTERÍA A LAS «PROTOCULTURAS» JUVENILES

Históricamente, en el amplio espectro de sociedades basadas en la producción agrícola, ganadera y silvícola que ocupan un lugar subordinado en conjuntos estatales más amplios, la juventud acostumbra a coincidir con una etapa de semidependencia social, caracterizada por una precoz inserción laboral y por un estatus subordinado de los jóvenes en el seno de la familia. Dado el carácter doméstico de las unidades de producción y consumo, todo está en función

–––––––––– 1. Distrito que pertenece a la Comuna de Corral situada en la Provincia de Valdivia de la X región de Los Lagos, en el sur de Chile. Tiene cerca de 1.000 habitantes dedicados a la recolección de peces y mariscos; labores forestales; pequeña agricultura y, últimamente, al turismo en pequeña escala.

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de su reproducción material y moral. La dominación patriarcal del cabeza de familia sobre los grupos dependientes (mujeres y jóvenes), se expresa en los sistemas de herencia y en el control sexual. Paradójicamente, los jóvenes, que constituyen una parte fundamental de la fuerza de trabajo, no tienen ni prestigio ni poder. Como compensación, ocupan un lugar central en el espacio lúdico de la comunidad y a menudo participan en muchos aspectos de la vida festiva (fiestas patronales) o recreativas (agrupaciones deportivas). Realidad no muy distante a la que se experimentaba en el Distrito rural de Chaihuín desde principios de siglo XX hasta bien entrada la década del 50’. Período en que predomina un tipo de adscripción juvenil contrastante con el mundo urbano en la medida que el marcador biológico (edad) perfila a un actor con escasa diferenciación con respecto al conjunto de la comunidad. La soltería es el marcador que sintetiza dicha condición: el estrecho intervalo que media entre la dependencia y la independencia a la unidad doméstica y el colectivo social mayor. La urgencia por incorporarse como agentes productivos y el obligado retraso de la emancipación familiar (en el caso de los varones, por una norma consuetudinaria, la llamada «ley de los 25» [años]), los compele a comprimir el tiempo de soltería y casarse velozmente. Don «Pascual» –nacido en 1929–, sabía que su tránsito hacia la emancipación familiar y por tanto, al término de su condición de «cabro» (niño-muchacho), tenía fronteras biológicas muy precisas, prescritas por la propia comunidad de Chaihuín: «… según el reglamento, el hombre tenía que tener 25 años pa’ poderse casar, porque tenía que ser un hombre maduro, que sepa hacer todo lo que había en un hogar. Hacer su casa, sobretodo eso es lo que se exigía en esos años. No podía ser más joven, porque 18, 20 años para los antiguos era un niño todavía; aunque eran más maduros, porque un cabrito de 10 o 12 años comenzaba a trabajar en el monte, a trabajar con bueyes, que sé yo. Pero en esa época sólo después de los 25 se podía casar». Así, lo importante es que no sólo la soltería articulaba su «niñez juvenil», sino que el dato vital se convertía en imprescindible para cambiar de estatus sociocultural, cuestión que el «joven» esperaba 205

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con ansias. El guarismo de 25 años, aparece quizás como una muy conveniente negociación para el poder paterno dominante en relación a sus hijos, que pese a cumplir duras tareas productivas, su dependencia se veía bastante alargada en el tiempo. Sin embargo, no puede haber una mejor transacción para éstos últimos, puesto que el momento de la «liberación» tiene un límite objetivo que no da lugar a priori a la ambigüedad y la coacción por no abandonar la familia (fenómeno que don Pascual vivió intensamente antes de los 25 años). La recompensa a esta larga espera no era menor, porque significaba en la mayoría de los casos de su generación, la obtención de tierras y materiales para la construcción de una vivienda. En la segunda generación estudiada –operativa entre 1961 a 1989–, las transformaciones de tipo productivo (labores de pesca y recolección de mariscos); la mayor oferta educativa y la modernización de la sociedad urbana, desencadenarán una alteración en la soltería, reconvirtiéndola en una adscripción juvenil con una densidad biográfica mayor. El surgimiento del «pololeo» [noviazgo informal] es un dispositivo que ayuda a prolongar la soltería de esta generación, juvenilizándola pero, a su vez, abrevia esta juvenilización, por la mayor permisividad sexual que trae aparejado el pololeo, el que desemboca en una descendencia a sustentar. Las mujeres arribarán a esta «breve juventud» debido a la migración laboral (servicio doméstico). El pololeo –como constructo cultural urbano–, y muchos bienes simbólicos de un mercado juvenil emergente (moda, música y revistas juveniles), serán apropiados y transmitidos por ellas a los varones. No obstante, la juvenilización de las muchachas será un proceso abortado debido a que al regresar a la comunidad de origen, el prototipo identitario «joven y mujer» tendrá una precaria existencia. Las constricciones materiales y simbólicas presentes en la comunidad para vivir la juventud, desaparecen con los cambios producidos en la nueva relación campo-urbe, la que da paso a la extensión de las experiencias identitarias juveniles deslocalizadas, cuyos antecedentes se vislumbran desde las décadas del 60’, con los abundantes enrolamientos al Servicio Militar por parte de los jóvenes y la alta ocupación en el servicio doméstico urbano por parte de las 206

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mujeres jóvenes. Sin embargo, en las décadas posteriores (80’ y 90’) estas experiencias se radicalizan con la neoliberalización del agro, la modernización del transporte y las comunicaciones y la expansión educativa, que hacen a las nuevas generaciones acceder a la enseñanza secundaria, técnico-profesional o al trabajo fuera de la comunidad en pesqueras y buques factorías internacionales. La mayoría son experiencias de deslocalización estacional, que implican el regreso e impactan a la comunidad de origen construyendo el fermento de un imaginario juvenil «juvenilizado»: légamo para la génesis de culturas juveniles. Teóricamente, el concepto de cultura juvenil, designa la aparición de ‘microsociedades juveniles’ con grados significativos de autonomía de las sociedades adultas que se dotan de espacios y tiempos específicos. Clásicamente, y como referencia paradigmática, serían aquellos jóvenes aglutinados en microsociedades, como las bandas, pandillas o tribus, con estilos «espectaculares» surgidos en las urbes metropolitanas, que corporeizados por la clase, la etnicidad, el territorio y la estética, son creados y recreados por los medios de comunicación masiva y el mercado. 1 Sin embargo, esta definición a la luz de la diversidad histórica y cultural, ha revelado ciertas limitaciones, tal como la propia definición de juventud la ha tenido al conceptualizarse imbricada exclusivamente a los procesos de industrialización, especialización económica y social en occidente, por cuanto en la sociedades precapitalistas o «tradicionales» –según Ariés– 2 se representaba con dificultad la infancia y la adolescencia. En este sentido tal como se han desestabilizado las definiciones estancas sobre la identidad juvenil –«jóvenes con o sin juventud»–; 3 así también, parece necesario establecer matices en el concepto de cultura juvenil, que problematice la idea de un continuum identitario, una gradación en los tipos de adscripción juvenil en los nuevos contextos de interacción rural-urbana. Esto, habida cuenta que no es posible seguir sosteniendo de antemano el paso –––––––––– 1. Cf. C. FEIXA (1998), De jóvenes, bandas y tribus, Barcelona, 1998. 2. Ph. ARIÈS (1973), L’Enfant et la vie familiale sous l’ancien régime, Paris, 1973. 3. Y. GONZÁLEZ (2003), «Juventud rural», in: Nueva Antropología, México, 2003, vol. XIX, nº 63.

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abrupto de la niñez a la adultez –debido a la temprana incorporación a las labores productivas y/o reproductivas– en los actuales escenarios rururbanos en el sur de Chile. En esta dirección, nos interesa dar cuenta de uno de los cambios fundamentales en la constitución de la última generación de muchachas y muchachos estudiada en el Distrito rural de Chaihuín. Nos referimos al consumo y apropiación de bienes simbólicos musicales segmentados; fenómeno inédito en relación a las anteriores generaciones de sujetos estudiadas y que emerge como uno de los pilares de elaboración y diversificación identitaria juvenil en la contemporaneidad. La música y otros bienes simbólicos «artísticos», han sido indagados y teorizados profusamente en las culturas juveniles urbanas por cientistas sociales de diverso cuño, asignándoles un peso específico en la «tribalización» juvenil. Un acercamiento propuesto por Bourdieu en dos de sus obras fundamentales, 1 traduce la expresión musical como un bien cultural que tiene una distribución social específica según el lugar ocupado en la estructura social por parte del individuo que la consume. En un juego recíproco y binario, para cada posición en el sistema de estratificación social existiría su correspondencia en el gusto y consumo musical (o artístico en general). De este modo, la música, como otros capitales culturales, sería para el autor sólo un reflejo reproductor de la estructura social. Por otro lado, algunos autores marxistas heterodoxos de la escuela de Birmingham, en sus indagaciones específicas sobre las subculturas juveniles, amplían la idea de Bourdieu sobre los bienes simbólicos y el propio campo cultural, asignándole un papel más allá de la «autonomía relativa» con respecto a la infraestructura. Para ellos, el consumo como la práctica musical, no sería un reflejo mimético y pasivo de la estructura social, sino más bien, en términos de Gil Calvo, 2 una «activa reflexividad transformadora» por su capacidad de modificar la realidad y manipular las representaciones que emanan de la estructura social. –––––––––– 1. P. BOURDIEU (1979), La Distinción, Madrid, 1988; (1992), Las Reglas del arte, Barcelona, 1995. 2. E. GIL CALVO (2003), «La Veu de la identitat», in: C. Feixa, J.R. Saura & J. de Castro (eds), Música i ideologies, Barcelona, 2003, p. 303.

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Una porción importante de estos últimos teóricos refuerzan la idea del poder creativo del individuo a contrapelo de las condiciones estructurales determinantes. Esta capacidad transformadora de la música y el estilo, se encuentra analizada tanto en la obra colectiva de Hall y Jefferson 1 como en la de Hedbige 2 sobre algunas culturas juveniles «espectaculares» en Gran Bretaña (teddy boys, punk, mods y skins), donde la escenificación de los estilos (sub)culturales, son interpretados como una resistencia ritualizada al orden social, una práctica mediadora entre la estructura social y la vida cotidiana de los jóvenes. La conformación de estas culturas juveniles en torno a la moda y la música sería una forma de resistencia de clase que subvierte simbólicamente el orden social hegemónico; por tanto, dichas culturas aparecen como soluciones imaginarias a problemas reales. En América Latina la proyección de los «Estudios Culturales» (rótulo con que se conoce a este nuevo desplazamiento abierto por la escuela de Birmingham hacia el estudio del sujeto popular y la cultura mediática) tiene en Jesús Martín-Barbero 3 y Néstor García Canclini 4 sus máximos exponentes. El caso de Martín-Barbero es especialmente interesante al relevar la capitalidad de las «mediaciones» –antes que los medios– como configurador de la identidad cultural en la región a partir del nacimiento y expansión de la industria cultural. En sus interpretaciones específicas sobre la condición juvenil en América Latina en la actualidad el autor enfatiza el rol de la televisión y la industria cultural musical como dispositivo deshistorizador y desterritorializador de la cultura, generando en los/las jóvenes lo que denomina «palimpsestos de identidad», huellas que perviven borrosamente en un presente en el que se (re)escribe perpetuamente, provocando a su vez, una hibridación cultural constante y acelerada, antes inédita en América Latina. A partir de allí se mezclan «los sones y los ruidos de nuestras ciudades con las sonoridades y los ritmos de las músicas indígenas y negras, y las estéticas de lo desechable con las –––––––––– 1. S. HALL & T. JEFFERSON (eds.) (1976), Resistance through rituals, London, 1976. 2. D. HEDBIGE (1979), Subculture, London, 1996. 3. J. MARTÍN-BARBERO (1987), De los medios a las mediaciones, Barcelona, 1987. 4. N. GARCÍA CANCLINI (1990), Culturas híbridas, México, 1990.

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frágiles utopías que surgen de la desazón moral y el vértigo audiovisual». 1 Más allá de estos aportes creemos que la música como un bien simbólico «liberado» del mundo adulto y consumido activamente por las recientes generaciones en el Distrito rural de Chaihuín, «nos habla» más que ningún otro capital cultural, tanto de las posiciones en la estructura social mayor (de clase, sexo, edad o etnicidad) como de las nuevas filiaciones subjetivas e intersubjetivas, transformándose en la «voz de la identidad», un tejido al que se vinculan percepciones territoriales, afectivas, sociales y culturales. Hasta bien entrada la década de los 70’ en Chaihuín, las cuecas, valses, corridos y cumbias fueron los sonidos incidentales que acompañaron las trayectorias vitales de las y los miembros solteros/as de la comunidad, pero cuyo rol tuvo un papel secundario como forjador de identidad juvenil. De hecho, la mayor parte de esos ritmos, sino todos, tuvieron una fuerte carga adulta o intergeneracional. Ritmos y bailes que no fueron propiedad exclusiva de solteros/as o jóvenes y que en cualquier caso, no performaron una identidad etárea definitoria, más bien estuvieron al servicio de una identidad cultural campesina (como la cueca y en menor medida el corrido mexicano) o, lisa y llanamente, conformaron el paisaje sonoro de un momento biográfico que marcó un recuerdo de una etapa vital, urdiendo la experiencia individual con la del colectivo. En suma, su papel en la construcción sociocultural de la juventud de la comunidad fue pasivo, incidental: lo que se escuchaba o bailaba mientras ocurrían otros episodios importantes. METALEROS Y CUMBIANCHEROS

Esta realidad cambia radicalmente desde finales de los años 80’. La nuevas generaciones en su periplo rural-urbano se juvenilizan básicamente a partir del consumo de los bienes simbólicos segmentados y multinacionales, de gran expansión territorial desde esta década. –––––––––– 1. J. MARTÍN-BARBERO (1998), «Jóvenes: Des-orden cultural y palimpsestos de identidad», in: H. Cubides, M.C. Laverde, & C. Valderrama & M. Margulis (comps.), Viviendo a toda, Bogotá, 1998; (2002), «Jóvenes: Comunicación e identidad», in: Pensar Iberoamérica, Madrid, febrero 2002, nº 0, p. 36.

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La industria cultural juvenil que comienza a operar desde los años 60’ penetra muy tímidamente el campo. En los años 80’ los flujos comunicacionales crecerán y a la par, las nuevas tecnologías de producción y reproducción musical y la televisión. «Todo llega sin que haya que partir», nos recuerda Martín-Barbero parafraseando a P. Virilio sobre el consumo massmediático y su extensión: la posibilidad de una «urbanización con el consumo» de productos juveniles sin necesidad de abandonar el campo. En el Distrito de Chaihuín, la radio-casete se hace presente con intensidad, pudiendo seleccionar, grabar o mezclar lo que se escucha en las radioemisoras, abaratando los costos de uso y posibilitando la intervención creativa, en contraste con los caros discos o longplay de antaño y sus victrolas y tocadiscos; o el monopolio de la escucha radial pasiva. La irrupción del personal stereo [walkman] por ejemplo –masificados en los 90’–, permite el transporte de las preferencias individuales de la urbe al campo y viceversa; los casetes –menos costosos que los compact disc–, pueden piratearse e intercambiarse por otros, ampliando exponencialmente la oferta y dotando de sentido al consumo musical como práctica creativa. 1 Así, la música jugará un papel primordial, antes inexistente en la comunidad: la de productora de identidades. Las estrategias para lograr esta distinción, sin embargo, difieren de acuerdo a la posición ocupada en la estructura social, que quedan reflejados en el consumo de cierto tipo de música con respecto a otra y la adscripción a una u otra representación de lo «juvenil». 2 Para un grupo de jóvenes –la mayoría varones estudiantes y con aspiraciones de movilidad social y territorial– las preferencias musicales apropiadas se mueven en torno a los gustos juveniles de las clases medias y populares urbanas: reggae, hip-hop, metal, tecno, pop latino o anglosajón romántico. En ellas y ellos se evidencia una lucha diferencialista; son los que visitan asiduamente los taca-taca, 3 organizan

–––––––––– 1. P.E. WILLIS (1990), Cultura viva, Barcelona, 1998; P.E. WILLIS, S. JONES, J. CANNAN & G. HURD (1990), Common culture, Boulder, 1990. 2. Es lo que algunos investigadores llaman «homología estructural», es decir, estilos musicales específicos se conectarían, de manera necesaria, con actores sociales también específicos. Cf. P. VILA (1995), «Identidades narrativas y música», in: Trans, noviembre 1996, nº 2. 3. Nombre dado en Chile al fútbol de mesa.

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cumpleaños e intentan (auto)sostener su identidad como jóvenes. Se «oponen en la tolerancia» a los que escuchan cumbia sound (los cumbiancheros o cumbiamberos) y corridos mexicanos, por considerarlos poco modernos, antiguos y pertenecientes a una esfera social subalterna. Al interior de este grupo encontramos una variante más dibujada: los «metaleros». Aunque como afirma Muñoz el heavy metal ha sido muy poco explorado por los investigadores «por no tener el encanto del punk», 1 lo cierto es que el hard rock, heavy metal, 2 trash u otras variantes dentro del horizonte musical del rock pesado 3 es una progresión del rock sicodélico y sinfónico presente en el mundo anglosajón desde los años 60’ y es el «padre» de las formas (sub)culturales asumida por las variantes rockeras posteriores. Surgido en Estados Unidos de América a fines de esa misma década, sus precursores fueron las bandas Black Sabbath, Led Zeppelin y Deep Purple, a las que De Castro 4 identifica con el mote de Hard Rock. La influencia de esas bandas –sobre todo Black Sabbath– hará que el movimiento adquiera continuidad y madurez a partir de los años 70’ con la mundialización de grupos como Kiss, AC/DC, Scorpions y las bandas británicas Iron Maiden, Def Leppard y Judas Priest, que formaron la llamada «Nueva Ola Del Heavy Metal Británico» (o NWOBHM) y que sedimentaron la organicidad estética y rítmica –––––––––– 1. G. MUÑOZ (1998), «Identidades culturales e imaginarios colectivos», in: J. Martín-Barbero & F. López de la Roche (eds.), Culturas, medios y sociedad, Bogotá, 1998, p. 196. 2. Esta denominación es la más utilizada para referirse a este movimiento. Pese a que todavía subiste una gran controversia por el origen y evolución del término, la mayoría de los «acuerdos» refieren a la aparición del concepto a principios de los años 60’ en la novela Nova Express de William Burroughs, donde el escritor usa el término de «Chico Heavy Metal». La difusión del concepto, netamente musical, se produce tanto en las revistas Cream y Rolling Stone como en el mote que les pusiera el grupo Steppenwolf a sus colegas de la banda Black Sabbath: «heavy metal» (un trueno de metal pesado), haciendo alusión al sonido de una motocicleta. 3. No es nuestra intención agotar la compleja historia y genealogía del Heavy Metal, cuyo desarrollo y características exceden en mucho las pretensiones de este artículo. Para una síntesis más acabada de este movimiento musical véase F.J. SATUÉ (1997), Heavy Metal, Madrid, 1992. Aunque casi ausente en forma específica en el correlato sociocultural juvenil, puede consultarse el libro de P.-O. COSTA I BADIA, F. TROPEA & Ch. LACALLE (1996), Tribus urbanas, Barcelona, 1996, y el artículo de S. MARTÍNEZ (2004), «Heavies», in: Revista de Estudios de Juventud, Madrid, 2004, nº 64. Asimismo, el trabajo de J. DE CASTRO (2003), «La música pop-rock», in: C. Feixa, J.R. Saura & J. de Castro (eds), Música i ideologies, Barcelona, 2003, sobre la genealogía de la música pop-rock puede precisar más variantes estrictamente rítmicas al interior del Hard Rock. 4. J. DE CASTRO, op. cit., 2003.

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del movimiento: una base potente de batería atronadora, un bajo que marcaba el ritmo y más de una guitarra eléctrica, instrumento que se convirtió en protagónico: potente, numerosa (algunas dobles), distorsionada e interpretada con punteos extensos y barrocos. Para principios de los años 80’, los atuendos de sus seguidores también se decantará: bluejeans o pantalones de cuero ajustados, zapatillas deportivas o botas, camisetas con la imagen de algún ídolo, chaquetas de cuero, algunos pinchos y tachuelas y, lo fundamental, el cabello largo y en muchas de sus variantes (vgr. El Black Metal), una cercanía «espiritual» al ocultismo. En su versión norteamericana –y más comercial– aparecerá el maquillaje femenino, diversos complementos de cuero, mallas gruesas, cintas, etc., lo que recatapultará el «metal» a nivel mundial con las bandas Mötley Crüe, Twisted Sister y Quiet Riot, entre otras. El movimiento atravesará distintos altibajos provenientes de la emergencia del punk. Desde mediados de la década de los 80’ a los tradicionales riff, guitarras dobles, cueros y pinchos, se agregan a los ritmos la velocidad que hizo nacer el thrash (o speed metal). A partir de allí se provocó un nuevo auge con bandas como Venom, Megadeth, Slayer y, fundamentalmente, Metallica. Paralelamente, se venía difundiendo una nueva vertiente comercial y soft, llamada «Glam-Metal» o «Pop-Metal», con formaciones como Poison, Bon Jovi o Guns N’ Roses. La década del 90’ hizo mutar nuevamente el movimiento hasta llegar a un nuevo sub-estilo llamado «hardcore» de fuerte sincretismo punk, con las bandas Sepultura y Pantera como representantes emblemáticos. La constante diversificación de subestilos hizo surgir otras denominaciones y tribus urbanas emparentadas bajo los rótulos de «industrial», «power», «gótico», «black» o «death». Una de las últimas derivaciones aparecidas desde finales de la década de los 90’, se produce por la influencia del hip-hop, donde se erigen bandas como Deftones, Korn o Limp Bizkit, agrupados en la órbita del llamado «agrometal», que para algunos, se aleja definitivamente de los clásicos referentes del metal. En Chile, el heavy metal (junto al hip-hop), es el ritmo que tiene, actualmente, más adherentes al interior de las juventudes urbano-populares y 213

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mesocráticas y cuya historia se remonta desde mediados de la década de los 70’. 1 Los metaleros tienen en Chaihuín un pequeño grupo de conspicuos representantes varones –y en menor medida mujeres–, que retroalimentan su estilo a partir del contacto directo con la urbe por su condición de estudiantes o a través de parientes que vienen de la ciudad. En sus esporádicas estadías en Valdivia asisten a algunos conciertos, se reúnen con sus compañeros de clase a escuchar música, visitan disquerías y comercios especializados en vestimenta y artículos conexos con sus filiaciones estéticas y musicales. El proceso de «conversión a metalero» es bastante claro. Se inicia, como apuntáramos, a partir de las experiencias urbanas en el entorno educativo:

[yo] Escuchaba esa música [metal] cuando salíamos temprano de clases en Valdivia, íbamos a la casa de un amigo y sus papás trabajaban y ahí escuchábamos todo el rato esa música. También el Agrometal, que es una mezcla de Hip-hop con metal. O sea el Hip-hop es más sonido con la boca y el Agro lleva introducción de guitarra, la batería es más fuerte, pero con la melodía de Hip-hop. A mi no me gusta mucho el Agrometal. Algunos grupos no más, pero los más pesados. Hay algunos como los Slipknot y Linkin Park que son buenos. Yo me vestía con unos zapatos caña alta negros, un jeans negro apretado, un sweater debajo, negro, y una polera encima. Justo cuando ya no me vestía de negro, llegó una tienda que se llama «Pecados» en Valdivia. Está en la Galería España, creo, y ahí llegaron gorros, poleras, todo. […] Las otras tiendas eran locales que habían en la feria artesanal, esa que está en Arauco. Yo me acuerdo que habían allí unos locales, pero vendían más posters, anillos y cosas así, pero no habían poleras. […] Me gustaba la música y quería representarlo vistiéndome así. Fue por esa música, porque cuando yo llegué a Valdivia casi todos mis amigos escuchaban eso y fue como una forma para adaptarme a tener que andar con ellos, porque era como que a uno le dieran a elegir, si se metía a un grupo de Hip-hop, o un grupo de cumbia o a un grupo

–––––––––– 1. Al respecto puede revisarse la lúcida obra de F. SALAS (2003), La Primavera terrestre, Santiago de Chile, 2003, y la obra de T. ESCÁRATE (1993), Frutos del País, Santiago de Chile, 1993, donde se detalla la génesis del movimiento y sus derivaciones, con grupos como Tumulto, Arena Movediza, Masacre, Dorso, Panzer, etc.

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de metal. Y yo decidí meterme a ese grupo. Fue como pa’ integrarme allá en Valdivia, pa’ tener amistad y no andar solo. (Edgardo T.)

Estaba carretero, a si es que me fui a Santiago. En ese tiempo escuchaba música pesada, Metallica, Poison, Guns n’ Roses, AC/ DC. Me vestía de negro, era como parte de los que escuchaban ese tipo de música, era como seguir esa onda, polera negra, bototos, pantalón y chaqueta… ¡cara de malo y su buen cigarro! No era una forma de andar siempre vestío’, pero se salía, uno se juntaba con los amigos y era de andar todos con la misma onda. Entonces se escuchaba esa música. No íbamos tanto a fiestas, porque Valdivia es fome, de noche es bien apagáo’. Así que nos juntábamos en las plazas, callejeados. Andaba con un buen grupo de amigos, y nos metíamos en cualquier lado, pero había que andar arrancando de los pacos [policía]. Ahí tomábamos vino, pisquito, lo más barato. (Héctor A.)

Me gusta la música metálica y la romántica. Me gustan Los Chancho en Piedra, Bon Jovi y de la romántica, Enrique Iglesias y Chayanne. (Rosa M.)

Una vez en la comunidad, se presentan los problemas de continuidad identitaria. El primero estriba en la marcada reactividad del mundo adulto para con la escenificación estética de sus preferencias y, en algunos casos, como Edgardo, esta reactividad es mucho más acentuada habida cuenta de la activa observancia religiosa de la madre, miembro de la iglesia evangélica de la comunidad y que llega a satanizar –literalmente- sus gustos. El caso de Edgardo plantea varias aristas interpretativas, puesto que debido a las presiones familiares y condicionantes comunitarias, su identidad de «metalero» surgida y afianzada en el entorno educativo urbano con su grupo de compañeros de clase, se ve dificultada de sostener en la propia comunidad. Después de haberse involucrado progresivamente en este horizonte cultural juvenil desde los últimos años de educación primaria e intentado mantener dicha adscripción en la localidad, se ve compelido a abandonar su condición de metalero (atuendo, fundamentalmente), para 215

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reconvertirse finalmente en «normal». La satanización de sus preferencias identitarias por parte de la madre, como la descontextualización de uso y escenificación de su apariencia por la falta de espacios específicos, dieron como resultado la discontinuidad de su filiación: Mi mamá me decía que no, la ropa no, las poleras… Porque yo llegaba a Chaihuín así. Andaba con los pantalones negros o el beatle y una polera. O un buzo negro. Tenía varias ropas negras. Y mi mamá me decía que no, que no usara esa ropa, que era del diablo, cosas así. Y yo le decía «pero qué tiene si yo estoy escuchando la música no más, los monos de las poleras no representan nada». Para mí lo negro representa el sentido del grupo, porque todos los grupos de esa música se visten de negro. Sentirme representado por Metallica era como tratar de expresar lo que yo sentía. Porque la mayoría de los chicos escuchaban ese tipo de música y no los representaba. Conversaban con un chico… - «¿Te gusta Metallica?». «A mi igual me gusta Metallica», pero era pa’ engrupir. Entonces yo quería demostrar que me gustaba de verdad. Era un pensamiento para demostrar a la gente que no es necesario que todos anden vestido igual, que tengan los mismos pensamientos; porque uno igual tiene sus derechos, como todos. Porque la mayoría de la gente, incluso a mí cuando andaba con esa ropa, me miraban como algo extraño, la polera, la calavera… como que tú no pertenecís ahí, yo creo que eso no es correcto. Mis papás empezaron como a ponerse en contra de que yo usara esa ropa. Me decían que no, que eso era de satán y cosas raras. Me dijeron que yo podía escuchar esa música pero no andar vistiéndome así, ni usar esas poleras tan diabólicas… (Edgardo T.)

Pese a estas restricciones, los muchachos afines a la «onda metalera» en Chaihuín, intentan sortear las presiones familiares y comunitarias ocultando sus preferencias más sancionadas (como el atuendo) y estableciendo lazos de asociatividad y complicidad, intercambiando casetes, afiches, ropa y actualizando sus últimos hallazgos musicales. Sin embargo su «resistencia» se ve torpedeada por la escasa y atomizada población juvenil en la localidad, lo que reduce sus posibilidades de aglutinamiento y mantención de una identidad 216

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colectiva intensa y duradera en el espacio propio, constriñéndola a la esfera individual y deshaciéndose de los elementos más conflictivos para su entorno inmediato:

… Después conocí a más amigos que escuchaban esa música. Aquí en Chaihuín igual, Pedro C., me presentó a un primo que le gustaba mi música. Ya, empezamos a hablar y me dijo: «Oye, sabís que yo tengo una polera», era de cuando vino Metallica a Chile. Se las daban, regalaban algunas poleras. Me dijo, «yo te la vendo, porque a mí me queda chica». Yo le dije «Ya», la vi, estaba nueva, me gustó y la compré a cinco lucas, pero a escondidas de mi mamá. La usé y me fui a Valdivia pa’ la Semana Valdiviana y ahí usaba esa ropa, porque ahí no me veía nadie. … Pero todavía me gusta la onda metalera. Incluso cuando veo los videos, como se visten, me vuelve loco, me gusta. Después pensé que me gustaba no más, no importaba como andaba vestido. (Edgardo T.)

El testimonio de Edgardo plantea con intensidad la actual dinámica identitaria vivida por este segmento de la población juvenil rural, representadas en las estrategias adaptativas y en los reacomodos constantes de su identidad, en una fricción constante entre el «afuera» y el «adentro» y cuya síntesis se resuelve a partir de los retazos culturales transportados de la urbe a la localidad y en la apropiación y creación de espacios liberados para la expresión y experimentación de dicha condición juvenil. En esta dirección, no resulta casual que sea justamente el heavy metal el catalizador de la adscripción juvenil. Como plantea certeramente Martínez 1 dicha música y cultura sería –hasta la aparición del tecno– una de las principales y más representativas para definir que es «ser joven». 2 Por otra parte, Chaihuín y su entorno no se concibe tanto como un espacio habitado por una cultura «campesina», «pescadora» o rural diferencial –un «paisaje humano» distintivo–, sino más bien –––––––––– 1. S. MARTÍNEZ (2004), «Heavies», in: Revista de Estudios de Juventud, Madrid, 2004, nº 64. 2. Un proceso similar –salvando las distancias identitarias–, se aprecia entre los jóvenes Navajos en Estados Unidos estudiados por Deyhle en torno al heavy metal y el breakdance. Cf. D. DEYHLE (1998), «From break dancing to heavy metal», in: Youth and Society, Thousand Oaks, September 1998, vol. 1, nº 30.

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sólo como una geografía cargada de alteridad en relación al mundo urbano. De este modo, esta pequeña vertiente generacional evoca significativamente la desterritorialización de la cultura, el divorcio entre identidad cultural y territorio y cuyo resultado es la hibridación simbólica en la subjetividad y la acción social de muchachas y muchachos –«elasticidad cultural» y «plasticidad neuronal», en términos de Martín-Barbero–, 1 que se decanta y se hace visible en la escenificación de su «juventud» en el espacio propio, Yo me siento un joven rural porque soy criado [acá], mi familia, todo está aquí, pero igual comparto y vivo harto tiempo allá en Valdivia. Igual ya me acostumbré allá, pero no sé, yo me siento como que soy de acá. No soy campesino para comportarme, pero me siento de aquí. [Que me guste Metallica] no es un cambio grande. Cuando me crié aquí no estábamos tan incivilizados como antes, cuando se criaron mis papás. Ahí por ejemplo, no tenían radio, no podían escuchar música. No sabían nada de grupos. Por ejemplo, escuchaban el nombre de un artista y no estaban ni ahí, porque no les sonaba, nunca habían escuchado la música hasta como cuando tenían unos 20 años, que tuvieron una victrola. (Edgardo T., cursivas mías)

Por otra parte, un segundo grupo de jóvenes –la mayor parte desertores del sistema educativo, trabajadores/as ocasionales, buzos mariscadores o subempleados/as sin expectativas de movilidad social–, escuchan los ritmos provenientes de las clases populares urbanas, como la cumbia sound, las baladas pop latinas y anglosajonas románticas y, en menor medida, corridos o cumbias rancheras. Lo interesante, es que ritmos como el corrido, de fuerte connotación rural, adulta e intergeneracional, conviven en sus gustos con la citada cumbia sound, que pese a presentar cierta orientación juvenil tiene una audiencia intergeneracional. Es decir, sus preferencias están cohabitadas por dos estilos en los que se compensan, por un lado el campo y la urbe y, por otro, el imaginario juvenil y adulto. Sus gustos se conectan sin problemas con la generación anterior ya por vía –––––––––– 1. J. MARTÍN-BARBERO (2002), «Jóvenes: Comunicación e identidad», in: Pensar Iberoamérica, Madrid, febrero 2002, nº 0.

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del corrido o por la cercanía de la cumbia sound a las tradicionales cumbias acústicas y cumbias rancheras de los años 70’ y 80’. De esta forma, sus filiaciones tienden a reflejar con más claridad las contracciones de su conversión juvenil urbana vía el acomodo y cierta resistencia. Si la cumbia de los 80’ y 70’ es una proyección de los ritmos tropicales como el mambo, la rumba y chachachá de los años 40’ y 50’, la cumbia sound, villera o cumbia argentina es la evolución tecnificada y masificada de la cumbia setentera y ochentera. Su origen data de principios de los años 90’ proveniente del norte Argentino y sur Peruano, el que se traslada a Chile por la ciudad norteña de Iquique, siendo adoptado por una gran cantidad de jóvenes que, teniendo la posibilidad técnica de producir y reproducir sus ritmos, crean diversas agrupaciones a imagen y semejanza del nuevo movimiento «sound», que en los países de origen estaban siendo ampliamente difundidos entre el mundo urbano popular. A mediados de la década de los 90’, varias bandas argentinas fundadoras del movimiento, como «Adrián y los dados negros», comienzan a ser difundidos en las radioemisoras y televisiones del país, convirtiéndose en el ritmo bailable por excelencia de las clases subalternas. A poco andar, surgen radioemisoras locales y nacionales especializadas en este tipo de música (como «Nina» y «Corazón»). En esta fase surge una explosión de grupos tropicales «sound», tanto chilenos como argentinos que, como American Sound, Tropical Sound –ambas del norte de Chile–, Ráfaga, Amar Azul y Red –argentinos–, invaden las programaciones radiales, discotecas urbano-populares, fiestas y programas televisivos. Paralelamente, comienzan a surgir los respectivos «fans clubs» de cada grupo, compuestos en su mayoría por mujeres jóvenes, que reflejan el impacto del movimiento en una parte importante de la sociedad chilena, que en los gimnasios de la periferia urbana organiza conciertos multitudinarios de estos grupos, expandiendo su influencia «festiva», incluso, a las clases medias. Nacida y catapultada por jóvenes, con una lírica simple, festiva y por tramos lasciva, la cumbia sound ha tenido una expansión intergeneracional y en menor medida interclasista. Al igual que el corrido 219

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mexicano en su momento –años 40’ y 70’– la cumbia sound se ha extendido fuertemente a las zonas rurales, debido a la conexión histórica de su población con los sectores sociales urbanos populares. Su diseminación se ha nutrido de los nuevos avances tecnológicos (sobre todo en sus instrumentos), lo que la hace fácilmente producible y reproducible por nuevos jóvenes que quieren formar una banda: teclados controlados vía midi, baterías electrónicas, sintetizadores, tumbadoras electrónicas, etc. A principios de la década de 2000 y fundamentalmente en Argentina, la cumbia sound sufre una diversificación, esta vez más juvenilizante y contestataria debido a la crisis económica del país transandino. Comienzan a aparecer bandas como «Yerba Brava», cuyo primer álbum «Cumbia villera» editado en el año 2000, dará apellido a la nueva versión sound (villera) de fuerte raigambre poblacional (villas miseria). Sus letras cuentan historias carcelarias, barriales, de juergas con drogas, alcohol, represión policial, fútbol y marginación social («la cumbia villera es a la cumbia, lo que el punk al rock», habría dicho uno de los integrantes de Yerba Brava en una entrevista radial). Damas Gratis, Flor de Piedra, Los Pibes Chorros o Amar Azul –grupo que sufre una mutación villera en el año 2000 con los discos «Gracias a vos» y «Me pegas»–, comienzan a filtrarse entre los gustos de los jóvenes urbano-populares chilenos y muy lentamente en las zonas rurales yuxtapuestos a otros grupos de cumbia sound más tradicionales. La estética de los grupos sound –eminentemente masculinos– se sustenta en el uso del pelo muy largo, camisas vistosas, pantalones de cuero o bluejeans ajustados y zapatos o botas terminadas en punta. Sin embargo, y excluyendo la versión villera –cuyo estilo se asemeja a los de la órbita hip-hop–, este look no se reproduce con fidelidad en las y los jóvenes que siguen y gustan de esta música; no existiendo un mercado de bienes anexos al movimiento más que el musical, por tanto, tienen una débil injerencia en la materialización de un estilo expresable en la moda. En el caso de Chaihuín, la cumbia sound tiene una amplia audiencia juvenil y una tolerancia «activa» por parte del mundo adulto, que 220

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es capaz de bailar dichas sonoridades; no así las que provienen de las versiones más «pesadas» del rock, el hip-hop o el tecno. La «onda» sound encuentra en la comunidad canales constantes de expresión, ya sea en los torneos de fútbol, cumpleaños, algunos recintos públicos –como el terminal de buses y los taca-taca–, o en las más diversas celebraciones.

En ese tiempo me gustaban las cumbias, no escuchaba más música que cumbias. Escuchaba American Sound, Organización X, Red, Magia Tropical, que tiene una canción que se llamaba «La furia loca»… Me gustaba porque me alegraba. Tenía casetes grabados y comprados igual. Iba a comprarlos a Valdivia o pirateados en la calle. La mayoría escuchaba lo mismo en el Liceo y ahí nos prestábamos casetes […]. Cumbiamberos éramos nosotros: «vamos a bailar una cumbiamba» decíamos nosotros… (Julio N., cursivas mías)

Sus coros alegres y pegajosos cantan a los escarceos, desengaños, conquistas, infidelidades y asedios amorosos y sexuales; consumo de alcohol –el que se imbrica en la mayoría de los textos– y, en menor medida, a historias vecinales y parentales. El tratamiento directo y anafórico de la sexualidad y el alcohol es una de las grandes diferencias con las vertientes precedentes de la cumbia setentera, cuya retórica y «salero» provenía de la polisemia y el juego jocoso entre el desvelar y ocultar las referencias a la sexualidad, el tabú más enraizado en el medio rural. Las y los jóvenes disfrutan tanto con el ritmo festivo de sus canciones como con la explicitación y deconstrucción de los tabúes sexuales. Los varones se identifican con las letras apologéticas al alcohol, el que este grupo de muchachos consume cotidianamente (al menos más de lo que declara ingerir el grupo anterior conformado por estudiantes de secundaria o técnico profesional). Títulos como «Tomo para olvidarte», «Me pega la cerveza», «Borracho», «Yo tomo licor», «Tomo vino y cerveza», forman parte del repertorio de cumbias sound habituales escuchados por estos jóvenes. En esta dirección, coinciden algunos testimonios en asociar el alto consumo 221

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de alcohol a los muchachos que trabajan y que no han salido de la localidad, debido a lo cual, los ritmos sound se perciben en homología a sus condiciones socioestructurales y territoriales: … Porque los otros cabros de aquí son pura cumbia no más, pura cumbia sound, los grupos Amar Azul, Ráfaga y Tropical Sound. Como que los más jóvenes siempre han estado acá entonces les gusta siempre ese mismo estilo. Bailan y se toman sus buenos copetes y de ahí nada más. Se quedan siempre en eso. No tratan de salir a otro lado, ir a Corral o Valdivia, no se motivan. (Héctor A.)

Acá en Huape todos son Cumbiancheros y yo odio las cumbias pa’ escucharlas, para bailarla no, porque la estái pasando bien. En cambio para escucharla y estar conversando, no. Mejor algo más relajado. Acá no les gusta la música más de tarros, metal; no te pescan esa música. Cuando nos juntamos y hay distintos tipos de música que nos gusta, terminamos colocando Maná, como para completar un ambiente. (Catherine U.)

Lo cierto es que una porción importante de este segmento de jóvenes consumen habitualmente alcohol, el que se consigue en Corral o en pequeños almacenes situados en el Distrito. Un integrante de este grupo describe las características de sus pares: Acá los cabros [muchachos] antes no tomaban mucho, pero eran mocheros [peleadores]. Y ahora no son mocheros, pero son como terneros pa’ tomar [alcohol]. Pero siempre han chupado harto aquí. Es que aquí no se vendía trago y ahora la mayoría de la gente está vendiendo trago. Así que aquí está borracha la juventud. Todos los fines de semana aquí se toma. (Juan A., cursivas mías)

La visión de algunas muchachas sobre el consumo de alcohol es igualmente significativa en la medida que éste opera como un delimitador interno entre las jóvenes accionado por los muchachos: Aquí hay diferentes grupos de chicos y de chicas igual. Cuando van a Corral los chicos llevan a ese grupo no más, las que toman [alcohol] 222

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se van todas a Corral, a los beneficios, a los partidos [de fútbol] y todo eso. A las otras las dejan acá. Esos también se van a Corral a las discos y no vuelven pa’ acá, pero igual son buena onda. También hay un grupo de chicos que les gusta más el hip-hop. (Rosa M.)

Otra de las diferenciaciones (aunque más complejas) entre los/las jóvenes cuya preferencia es la cumbia sound, es la escenificación del estilo. A semejanza de los jóvenes urbano-populares que escuchan la versión más juvenilizante de este ritmo (villeras) y que son rotulados por algunos informantes como «Chonchones», algunos muchachos han adoptado los atuendos «mestizos» que los representan, una conjunción que combina zapatillas vistosas «de marca», con camisetas y pantalones anchos, propia de la cultura hiphop, pero que sin embargo, no tiene su anclaje exclusivo en la música rapera, sino villera. … Los Cumbiamberos tienen su estilo igual, pantalones medios anchos, como Hiphoperos, chaquetones como el grupo Ráfaga; pa’ arriba unos beatles con cuellito o unas camisas; pelo largo… (Julio N.)

Me gusta Amar Azul, y la música romántica, la Tecno, Enrique Iglesias igual… En Corral los chicos son más fiesteros, les gusta salir a tomar y acá no, de repente algunos grupitos. En Corral los cabros se reúnen en el fuerte, 1 se llevan copete y se lo toman en grupo. A mis amigos de allá les gusta Amar Azul y a otros el hip hop. Pero casi todos se visten con estos [pantalones] anchos, así como se visten ahora. (Carol H.)

De ahí la percepción de varias/os informantes de encontrarse una agregación de muchachos adscritos a la cultura hip-hop en Chaihuín. A ello se suma un componente capital: la mayor parte de la industria de la moda juvenil a la que tienen acceso los muchachos ha masificado este estilo, sobre todo los pantalones muy anchos y –––––––––– 1. El testimonio hace alusión al Fuerte de Corral, que es una construcción defensiva fundada por los españoles en 1645, siendo hoy un atractivo turístico de la zona.

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con bolsillos laterales, lo que ha terminado por crear un imaginario rapero que tiene escaso asidero en la comunidad desde el punto de vista de su consumo y apropiación. El atuendo, cuya importancia se ha revelado capital como diferenciador generacional en la microhistoria de Chaihuín, presenta en la actual generación un peso igualmente significativo, puesto que no sólo distancia a los adultos con respecto a los miembros menores de la comunidad, sino que establece igualmente un arco de adscripciones de clase y género vía los gustos musicales a nivel intrageneracional.

Acá en Chaihuín escuchan cumbia, casi todos escuchan cumbias. El cambio que hubo fue que los chicos dejaron los jeans y ahora usan los pantalones que salen ahora, más sueltos. Casi todos usan esos, como en casi todos lados. Pero las mujeres no. Ellas usan jeans, lo que más usan [son los] jeans apretados. (Alfonso A.) … Cuando los chicos me empezaron a molestar en el colegio, me empecé a arreglar más, era mona, me peinaba, me arreglaba. No me gustó nunca la ropa ajustada. Era rapera, usaba los pantalones anchos que ya se me caían y las poleras ajustadas. Pero pantalón ajustado, nunca. Ahora de grande uso los jeans un poco ajustados. Prefiero la ropa ancha mil veces, me siento más cómoda, más libre de hacer… (Catherine U.)

Me gusta vestirme con pantalones pata de elefante, que queden apretaítos y las poleras que sean bien apretás. Pero mi papá no me deja pintarme. Ahora, porque estoy de candidata a reina me deja pintarme. Mi mamá si me deja. (Rosa M.)

Con todo, el conjunto de estas preferencias, gustos musicales y estéticos reflejados en el atuendo y su distribución diferencial entre muchachas y muchachos muestra antes que identidades particulares (clásicamente culturas juveniles específicas) una «teatralización» que opone de manera general a los «viejos» con respecto a los «jóvenes», sobre todo en el primer grupo de muchachos y muchachas. El reducido, disperso e inconstante número de jóvenes opera como una 224

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fuerza centrífuga que tiende a deshacer las identidades (sub)culturales más establecidas (como la de los cumbiancheros o metaleros). A pesar de ello, la expresión y oposición de las distintas sensibilidades identitarias intrageneracionales a partir del consumo y el gusto, refleja nítidamente los campos de fuerza en los que se construye socioculturalmente la juventud en la comunidad: una abierta y «militantemente» urbana de concebirla y experimentarla y, otra permeada, pero reactiva a las escenificaciones más «espectaculares» y extrañas provenientes de la ciudad. La primera, asentada en las/os muchachas/os que mantienen un diálogo permanente con los referentes simbólicos más sofisticados y actuales de la urbe que, como el heavy metal, el reggae o el tecno, provienen de un mercado segmentado, por antonomasia juvenil, y cuya circulación es más restringida, privativa de ciertos nichos socioculturales. En tanto, la segunda sensibilidad identitaria, está elaborada a partir de un diálogo selectivo con dichos códigos, para finalmente situarse en torno a expresiones musicales recreadas y reactualizadas, como la cumbia sound. Este último es un bien simbólico masificado a ultranza, de acceso popular, mediatizado y recepcionado a bajo costo (televisión abierta y múltiples radioemisoras) y que se ensambla a los elementos culturales más «antiguos» y arraigados en la localidad (como el corrido mexicano, la cumbia ranchera y la cumbia acústica), reservorio sonoro de las generaciones precedentes con las cuales estos actores no desean perder contacto, ni diálogo. En sus preferencias ambos grupos revelan una estrategia adaptativa: los primeros no depositan mayores expectativas en las labores productivas vinculadas a la pesca, el marisqueo o el peonaje forestal, por tanto apuestan a la experticia adquirida en la ciudad con sus estudios y una futura y segura migración. Los segundos, construyen un itinerario que, desde temprano, se conecta con las actividades pesqueras y silvoagropecuarias (dirigidas por sus padres o parientes), rentabilizando sus posibilidades de quedarse en la localidad y adquirir el usufructo o propiedad de una porción de tierra. Este último paso presenta en aquellas/os un beneficio seguro, puesto que la plusvalía de los terrenos ha aumentado ostensiblemente 225

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después de la construcción del camino. De allí que una de las grandes luchas por parte de ellos/as, es sanear y legalizar las herencias que van dejando los miembros mayores: … más adelante quiero salir, buscarme otra pega [trabajo]. Quiero terminar de sacar mi carnet de buzo e irme a trabajar a Puerto Montt o más al sur. Ganar mi propia plata y mandar pa’ acá igual. Salir y volver, salir y volver, no irme de aquí pa’ siempre. Acá me pasarán algún pedacito para construirme, porque yo soy re amigo con mi abuelo y él es dueño. Hay buenas relaciones con los viejos, nos juntamos hartos con los viejos. Con los primos de mi papi nos juntamos igual. Nos tomamos un trago, nos juntamos en el día cuando estamos trabajando y siempre respeto no más, ninguna mala palabra, aunque ellos igual nos lesean [bromean]… (Julio N.)

Hecho que con enorme dificultad se concreta, entre otros motivos, por la pérdida de poder paterno que supone la subdivisión legal. De allí que un número apreciable de jóvenes, que han optado por esta fórmula, se vean expulsados igualmente de la comunidad, puesto que sin el título efectivo de la propiedad no pueden postular a subsidios rurales para la construcción de sus viviendas, generándose un conflicto permanente a nivel intra e inter generacional: Los problemas que hay aquí es la repartición de tierra entre los hijos. Los García siempre tienen problemas pa’ repartirse, todavía no reparten. Aquí está toda repartida esta tierra. Es que algunos de los viejos no tienen na’ sus papeles y alegan entre ellos, pelean entre los hijos y los padres. Allá en Palo Muerto, en el primer puente, ahí siempre se agarran los Fernández. Ese se agarra con los hermanos, se tienen mala y siempre se agarran por las tierras. Corren los cercos, los hacen pedazos. (Juan A.)

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SEÑALES DE RUTA

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En suma, quizás es esta generación la que sintetiza con mayor intensidad las contracciones de la sociedad rural en relación al surgimiento de sujetos juveniles, tal como el occidente industrial los conoce. Más allá de los múltiples elementos en juego, el consumo y apropiación de la música y sus derivaciones, resultan axiales como elaboradores y aglutinadores identitarios. Este proceso que se inicia en el Chile metropolitano a partir de la década de los 60’ con el rock and roll y la nueva ola, tardará varias décadas en asentarse en las periferias rurales y es uno de los factores determinantes de la «democratización», expansión y diversificación juvenil. Su impacto no es un epifenómeno, puesto que como plantea Reguillo 1 y desde una perspectiva histórica, la música es el primer territorio liberado respecto de la tutela de los adultos y un lugar clave para la autonomía de los jóvenes, su distinción y configuración identitaria individual y colectiva. Así, lo acaecido desde la década de los 60’ en los espacios urbanos, comienza a intensificarse desde la década de los 90’ en el mundo rural –al menos en nuestro caso–, convirtiéndose en un eje central de la génesis «juvenilizante» en las comunidades donde recae. En nuestro caso, las nuevas sonoridades operan como una punta de lanza, la expresión superestructural de lo que ha acontecido en esta generación en su conformación como sujetos identitarios juveniles: su lucha por distinguirse como actores específicos en relación al mundo de los «viejos». En este sentido, el consumo activo de estéticas y bienes musicales por parte de esta generación se constituye como una herramienta operacionalizadora de la creciente segmentación etárea en la comunidad. Desde mediados de los años 80’ las sonoridades comenzarán a compartimentarse progresivamente. Metal, Cumbia Sound, Tecno Pop y sus prácticas asociadas –como los cumpleaños y el baile individual en las fiestas mayores– modularán la distancia entre unos (jóvenes) y otros (viejos), adquiriendo un papel gravitante en la sedimentación de una fuerte adscripción juvenil. –––––––––– 1. R. REGUILLO (2003), «El Llocs des dels marges», in: C. Feixa, J. Saura & J. de Castro (eds.), Música i ideologies, Barcelona, 2003.

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LA RURALIDAD CHILENA ACTUAL

Particular interés revisten los «cumbiancheros» que, menos espectaculares que los «metaleros», son el eslabón que media entre una escueta juvenilización comunitaria plasmada en la generación anterior y la formación de «grupos concretos», es decir, de unidades generacionales autoconscientes. Por lo mismo, representan con más claridad el proceso de «juvenilización» experimentado en el Distrito: consumen activamente cumbia sound, viven y trabajan la mayor parte del tiempo en la propia comunidad, se resisten a los elementos culturales más distantes de lo «propio» y, a su vez, se distancian de las rígidas obligaciones laborales impuestas por los mayores, construyendo una moratoria negociada, que imbrica elementos externos (ocio, música y estilo) e internos (clubes de fútbol, trabajo familiar, etc.). Desde una perspectiva más amplia, tendríamos que convenir que la emergencia de protoculturas juveniles en el campo es una hipérbole del propio reacomodo de las interconexiones rurales y urbanas en el sur de Chile. El largo proceso constitutivo de culturas juveniles en el mundo urbano del país desde los años 50’ (coléricos, carlotos, sicodélicos, revolucionarios, etc.) es inexistente en el rural hasta los años 90’. A partir de allí, parece experimentarse una compresión histórica, un salto sociocultural abrupto que, en menos de una década, produce jóvenes «juvenilizados». En este sentido, los flujos comunicacionales y la rápida modernización (proyectos de desarrollo, expansión educativa, terciarización, etc.) inclinan una balanza que, al menos, hasta la década del 70’, estuvo equilibrada en relación al peso cultural de la urbe v/s el campo en la configuración identitaria de los actores rurales.

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Representaciones sociales de las TIC’s en la juventud rural de Paine Vanessa Rojas Castro

INTRODUCCIÓN

Chile se envuelve cada vez más en los llamados fenómenos globales. Por un lado, se integró a la economía neoliberal y a la apertura financiera a través de los acuerdos de libre comercio; llegando productos extranjeros a bajos precios: ropa, electrodomésticos, comida, en fin todo tipo de bienes, ya sea de necesidad primaria o suntuarios. Pero también en Chile, se baila música exportada de otros países, reggaeton, reggae, hip-hop, etc. Se ven reality shows, programas creados bajo un formato difundido en la mayoría del planeta, cada vez más frecuentemente en la televisión abierta. En fin, a simple vista pareciera que Chile, se encuentra y se encontrará aún más inserto en la aldea global. Así, este mundo se ve cada vez más cercano a través de la televisión o de Internet. La ciudad se convierte en el albergue del consumo y del individualismo, es decir de la modernidad; pero ¿cómo se vivencia esta aldea global en las localidades más lejanas a las urbes? Hoy en día, las zona rurales se han ido integrando a los procesos de globalización desde la perspectiva económica, tanto a partir de la presencia de empresas transnacionales en variadas localidades, 233

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así como de la urbanización de estas mismas comunidades a través de la llegada de diversos servicios como los medios de comunicación, ya sea la televisión, nacional o por cable, el teléfono, computadores, Internet, etc. En fin, dichas zonas ya no son las mismas que en el pasado. En la actualidad, las localidades rurales de Chile, parecieran repletas de energía eléctrica, televisión, agua potable y accesos a caminos. Desde esa perspectiva pareciera no visualizarse, el límite entre lo urbano y lo rural, lo que provoca variados retos para los habitantes de estos lugares, ya que esta supuesta nueva situación les «entregaría» posibilidades educacionales, laborales, e incluso recreacionales. En este sentido es que surge la reflexión respecto a cómo interpretar una zona rural en donde se vive una especie de urbanidad, pero sin serlo; es decir se podría llegar a cuestionar ¿cuál sería la diferencia entre el campo y la ciudad? ¿las tierras? ¿los habitantes? ¿sus ocupaciones? ¿sus aspiraciones? ¿sus identidades? El estudio en el que se basa este artículo, surge en el marco de la reflexión sobre dichas transformaciones. El objetivo de la investigación fue indagar en las representaciones sociales 1 de los jóvenes de una localidad del área rural de la Región Metropolitana, llamada Paine. En la investigación realizada se observó la forma en que los integrantes de dicho grupo etáreo, se han acercado «al mundo» a través de Internet, una de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC’s) más masiva en la actualidad y su impacto en la construcción del imaginario juvenil y el desarrollo rural. En síntesis, a continuación se describe la nueva ruralidad 2 de la comuna de –––––––––– 1. De acuerdo a Jodelet, podemos entenderlas como: «Imágenes que condensan un conjunto de significados; sistemas de referencia que nos permiten interpretar lo que nos sucede, e incluso, dar sentido a lo inesperado; categorías que sirven para clasificar las circunstancias, los fenómenos y a los individuos con quienes tenemos algo que ver; teorías que permiten establecer hechos sobre ellos. Y a menudo, cuando se les comprende dentro de la realidad concreta de nuestra vida social, las representaciones son todo ello junto». Cf. D. JODELET (1984), «La Representación social», in: S. Moscovic (ed.), Psicología Social, Barcelona, 1986, vol. II, p. 472. 2. «Dicho término busca reconceptualizar la noción de ruralidad en sociedades en donde: a) existe un acelerado proceso de contraurbanización (consumo de espacios rurales), b) está ocurriendo una transformación en la estructura ocupacional de los pequeños centros poblados y c) los patrones culturales y estilos de vida rurales están siendo transformados ante el avance de los valores modernos (urbanos). Es decir, el surgimiento de nuevas ruralidades implica cambios: Territoriales, Ocupacionales y Culturales». Cf. L. LLAMBÍ (1995), «Globalización, ajuste estructural y nueva ruralidad», in: 1er Congreso Venezolano de Sociología y Economía Rural, Maracay, 1995, p. 1.

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REPRESENTACIONES SOCIALES DE LAS TIC’S EN LA JUVENTUD RURAL DE PAINE

Paine, desde la mirada de los jóvenes, y su vinculación con la red Internet en dicha zona. 1 LA NUEVA RURALIDAD, LAS TIC’S Y CONSUMO CULTURAL

La nueva ruralidad se presenta ante los ojos de los estudiosos como una gran transformación de dichos espacios; aparecen nuevas actividades productivas, nuevas tecnologías, nuevas exigencias, incluso un nuevo paisaje. Pero en dichas zonas, no se han logrado transformar las políticas de vinculación con los actores sociales que mueven estas tierras. A pesar de los avances tecnológicos y económicos que se han producido en las zonas rurales; esta nueva fenomenología no se ha traducido en una mayor independencia de dichas localidades. Es decir, el campo, sigue siendo configurado a partir de los ojos citadinos, provocando una relación unilateral entre el campo y la ciudad, primando ante todo la construcción de significados de la perspectiva urbana. De esta manera queda de manifiesto el supuesto de que una nueva ruralidad no sólo debe implicar avances tecnológicos y económicos; se necesita también un mayor dinamismo sociocultural. Se observó en la investigación y se puede ver en muchas de las zonas rurales de Chile, que a pesar de dichos avances, la inclusión sociocultural de los habitantes del campo chileno, aun está pendiente. Así, frente a los desafíos que la modernidad instala en las zonas rurales, en esta ocasión se observará a un actor social, que nunca ha sido muy relevante en el diseño y ejecución de las políticas sociales dirigidas a estas zonas, la juventud. De acuerdo a la CEPAL la juventud se puede entender, en su concepción más general, como «el periodo del ciclo de vida en que las personas transitan de la niñez a la condición de adultos y, durante el cual se producen importantes cambios biológicos, psicológicos, sociales y culturales». 2 De todas maneras,

–––––––––– 1. La muestra de nuestro estudio se centró en 7 «cyber cafés» de las localidades de Paine y Hospital en donde se realizan observación participante; 20 entrevistas y 2 grupos de discusión (7 participantes cada uno) con jóvenes que se han acercado a la Red Internet. 2. CEPAL (2000), Juventud, población y desarrollo en América Latina y el Caribe, Santiago de Chile, 2000, p. 26.

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no debemos olvidar que, como dice Bourdieu, la juventud no sería más que una creación social para definir un periodo etáreo que, en la actualidad, conjuga variadas expectativas. 1 A pesar de las variadas posibilidades que se les presentan en la actualidad, también viven en una apremiante contradicción, tal como lo plantea Hopenhayn «la vida moderna coloca a los y las jóvenes en el proceso de preparación para entrar en el sistema productivo y autonomizarse respecto de sus familias de origen»; 2 debido a que a pesar de que existe una mayor oferta de educación y acceso a información, las capacidades reales de empleo y de superación de la pobreza son escasas para este segmento de la población y, por sobretodo aquellos que habitan zonas rurales. En general, existe un muy difundido estereotipo del joven rural como: «un muchacho campesino de 16 años, analfabeto funcional, que ya se casó, ya tiene hijos y trabaja en la agricultura familiar de subsistencia». 3 Esta visión parece estar implícita en muchas de las reflexiones y propuestas poco concretas relativas a la juventud rural. Sin embargo, es obvio que este no corresponde a todos los jóvenes rurales y ni siquiera se acerca a un promedio de ellos. Por un lado, no se puede dejar de considerar, el nivel significativamente superior de escolaridad que ellos poseen frente al de la población adulta, así como su mayor exposición a los avances electrónicos e informáticos, lo que les permite, asimilar conocimientos y procesos tecnológicos novedosos de manera mucho más rápida. Un ejemplo de esto, es la gran aproximación que han tenido a las TIC’s, como muestran los resultados del presente estudio. El acercamiento a los medios de comunicación masiva y el afán que éstos provocan en los individuos ya es parte de todos los sectores en donde han logrado llegar, incluidas las zonas rurales. La televisión abierta, por cable así como la satelital, informan sobre lo que ocurre en los distintos lugares de la orbe. De esta manera, los habitantes rurales que pueden acceder a estos medios, podrían re-observar –––––––––– 1. P. BOURDIEU (1978), «La Juventud no es más que una palabra», in: Sociología y cultura, México, 1990. 2. M. HOPENHAYN (2004), La Juventud en Iberoamérica, Santiago de Chile, 2004, p. 15. 3. J. DURSTON (1998), «Juventud rural y desarrollo en América Latinas», in: S. Donas (comp.), Adolescencia y juventud en América Latina, San José de Costa Rica, 2000, p. 4.

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las distintas maneras de actuar en el mundo y se pueden sentir parte del resto de esta supuesta aldea global, y así conocer otras formas de relacionarse con el mundo. Esto ligado a las posibilidades de trabajo que generan tanto internet como la informática en general, impediría negar el interés que estas provocan en los individuos y comunidades, como un medio para ingresar y conocer ese misterioso mundo, el de la globalización. En la localidad de Paine, un sector muy cercano a la ciudad, pero a la vez aun cercano a las actividades tradicionales del campo, se entrecruzan estos dos mundos. Por un lado, se observa un centro que busca asemejarse a lo que es el centro de una urbe, con centros de compras, tecnologías, restaurantes, pubs, etc.; mientras que por otra parte se ven campesinos junto a sus tractores o en caballo, acercándose a su trabajo asalariado. En este cruce entre lo tradicional y lo moderno, se encuentran jóvenes, que acceden a una mejor educación que la de las antiguas generaciones, a un mejor transporte, a una mejor salud, a mayor recreación. Así también se han aproximado bastante a las TIC’s más populares, como los son la televisión, la radio y en la actualidad Internet. Las TIC’s, que han mantenido un sostenido crecimiento y desarrollo en la última década, han llegado a algunas zonas rurales, concretizando en estos lugares el fenómeno de la globalización y la conexión mundial. Su impacto es posible observarlo desde los procesos de producción económica, hasta en la reconfiguración de las esferas de la subjetividad y de la organización social. 1 Desde dicha perspectiva, no podemos dejar de mencionar que además de tener relación directa con el desarrollo tecnológico y comunicacional, las TIC’s y, particularmente Internet, son en la actualidad, un elemento integrador del consumo cultural. De acuerdo a García Canclini, 2 este se puede entender como el conjunto de procesos socioculturales en que se realiza la apropiación y los usos de los productos. En este sentido, debemos entender que el consumo cultural tiene una doble racionalidad, por un lado una tradicional racionalidad económica en –––––––––– 1. M. CASTELLS (1997/98), La Era de la información, Madrid, vol. I: La Sociedad red, 1997. 2. N. GARCÍA CANCLINI (1995), Consumidores y ciudadanos, México, 1995, p. 42.

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donde las clases compiten por la apropiación del producto social; pero también, no podemos dejar de comprender que dicho proceso implica una racionalidad cultural, entendiendo la distinción simbólica y la diferenciación social que se da entre los grupos, así como sistema de comunicación e integración, como proceso ritual. A continuación se presentan, los principales resultados de nuestro estudio en donde es innegable que la visión de ruralidad vista desde la mirada juvenil ha sido construida, en parte, gracias a la influencia de Internet. Basándonos en dicha certeza, es como observamos que la red Internet impacta en sus representaciones sociales, influyendo incluso, en las identidades juveniles. LA REPRESENTACIÓN SOCIAL JUVENIL DE LA RURALIDAD

En el discurso colectivo juvenil de Paine, la actual ruralidad se constituye como un mundo apreciable por las cualidades del paisaje y las buenas condiciones de vida que posibilita, en cuanto a la tranquilidad, la belleza y lo saludable del medio. Es innegable que para distintos grupos sociales, la ruralidad se ha transformado en un lugar de elite para vivir. Esa es la imagen que también se difunde por los diferentes medios de comunicación masiva. Así también se valora la existencia de mayores oportunidades de desarrollo, en comparación con las de antiguas generaciones. Este atractivo por el desarrollo y el progreso es algo que también se ha ido construyendo en el imaginario de las distintas generaciones de la mayoría de las sociedades «modernas». En este caso, Chile no es la excepción y desde los tiempos del patrón de acumulación de sustitución de importaciones, se ha fomentado y magnificado la visión de un Chile moderno y desarrollado. Este Chile, al que nos referimos, se asemeja al concebido en y por la urbanidad, al alejado del campo, sus campesinos y lo tradicional. En este sentido, los jóvenes de Paine, plantean dicha mirada al manifestar su agrado respecto a un pueblo cercano a «lo que es Santiago», «mejor del que vivieron sus padres». 238

REPRESENTACIONES SOCIALES DE LAS TIC’S EN LA JUVENTUD RURAL DE PAINE

En el discurso, anteriormente expuesto, podemos notar además, que a pesar de dicha valoración, es decir que pesar de que aparezca en el imaginario juvenil, la visión de un mundo apacible y agradable; la ruralidad es percibida como una zona con menos posibilidades de diversión juvenil que las que ofrece, por ejemplo Santiago. Una de las jóvenes participantes del estudio, nos planteó lo siguiente: … tenemos acceso a muchas cosas que nuestros papás no … si a pesar de vivir en un pueblo un tanto dejado de la mano de Dios, hay escuela y hay otras cosas como la luz, el teléfono que antes ni soñaban tener … imagina el local de Internet … es bueno el avance. (Nataly)

En la mayoría de las zonas rurales de Chile, durante los año 60’, se vivió el proceso de la Reforma Agraria, tiempo en los cuales muchos inquilinos se trasnformaron en campesinos dueños de sus propias tierras. Esta época fue fundamental para el desarrollo de la identidad campesina chilena, por lo cual es muy probable que los padres de los actuales jóvenes que participaron de dicho proceso, les contarán a las nuevas generaciones sobre dicho proceso, pasando a ser parte de su propio repertorio cultural; permitiendo que éste se haga patente y se materialice. En el imaginario juvenil, no cabe más que interpretar que para ellos, el mundo rural tradicional, «el de sus padres», es un mundo sin oportunidades, poco atractivo; pero que aún mantiene elementos valorables como la belleza de su paisaje y la tranquilidad, los que permiten construir mejores niveles de calidad de vida. A pesar de relevar esta valoración, los jóvenes aspiran a un mundo nuevo, a un mundo contrario a la tradicional ruralidad en los ámbitos de la entretención y la educación; en fin en la constitución de oportunidades para satisfacer sus proyectos de vida. Este mundo rural antes ajeno a la modernidad, ahora contendría nuevas oportunidades, con acceso a «casi» las mismas posibilidades que en la urbe. Las y los jóvenes visibilizan que en sus campos, ya no sólo tienen acceso a energía eléctrica, agua potable o a caminos. Ahora también tienen la posibilidad de observar en una 239

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pantalla lo que ocurre en la ciudad y acceder a los símbolos urbanos. Cuando se conectan a la red, se conectan también con la ciudad, se podría llegar a decir que viven de una manera virtual en la urbe. En este sentido, Internet entrega una ventana a un mundo de oportunidades; sin embargo aquellas oportunidades virtuales, muchas vences son inalcanzables para los jóvenes rurales. En este mundo contradictorio para los jóvenes, es que surgen las teorías que permiten explicar dicha realidad, surgen las llamadas representaciones sociales de la realidad. Las representaciones sociales se entienden como explicaciones de la realidad, tanto un producto como un proceso de la cognición individual y social. 1 De esta manera, los y las jóvenes rurales del nuevo milenio debieran tomar un espacio de esta realidad y materializar sus representaciones sociales. Esto se hace bastante complejo si en la práctica no existe esa posibilidad; es sólo a través de la realidad virtual; en el breve espacio de la conexión a internet, donde pueden observar a este otro mundo, al mundo con oportunidades que podrían ver en el campo y con ello la posibilidad de desarrollo local. Los jóvenes y adolescentes de este sector acceden constantemente a los ciber cafés, visitando páginas web de distinta índole, ya sea de música o informativas; ya sea para realizar sus tareas escolares o por simple diversión. En estas visitas a internet, se conectan con otros mundos, con aldeas globalizadas llenas de consumo, competitividad y libre mercado; en fin, el paraíso neoliberal que se muestra en los mass media. Es decir, las TIC’s, y particularmente Internet, se convierten en el icono mediador de la modernidad para los jóvenes, plasmando en lo concreto, la posibilidad de «ser parte del mundo». El sentido común juvenil nos dice que la ruralidad actual es un espacio sin oportunidades, sin posibilidades de surgir, tal como fue para sus padres, ya que los grandes cambios producidos por la modernización del campo no los llevaron al desarrollo. La diferencia es que ellos tienen esa ventana, esa ventana que integran a las prácticas –––––––––– 1. M. FARR (1984), «Las Representaciones sociales», in: S. Moscovici (ed.), Psicología Social, Barcelona, 1986, vol. II.

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cotidianas de la vida juvenil, insertando ese cúmulo de deseos por ver el resto del mundo en la realidad. Ellos están preparándose para saltar el límite que aún los separa del globo, es así como son la materia prima para potenciar el desarrollo rural, pues cuentan también con las capacidades para realizarlo. La representación social que encontramos cuando hablamos de nueva ruralidad, es más bien la ruralidad soñada por los jóvenes, más que una realidad de facto. En este sentido, la ruralidad tradicional pareciera ser un elemento antiguo con el cual han convivido toda su vida, incluyendo la de sus padres, no generando mayores complejidades en su pensamiento más que la necesidad de transformarla en la soñada e inalcanzable (por lo menos para sus padres) nueva ruralidad. La ruralidad de los jóvenes está conectada, de una u otra forma, a la aldea global (o quizás sólo a la urbe, como vehículo de integración a la globalización). Los conceptos de integración, movilidad y conectividad se consolidan, en lo referido a la necesidad de incluirse en la modernidad; como plantea Natalia:

… porque a pesar de que Paine sea campo … como dicen los santiaguinos … igual estamos súper cerca de allá, no sólo el metrotren, las micros, … sobretodo con el Internet sabemos cosas que pasan allá, si hay carretes, de los artistas que vienen y esas cosa. … a mi me encanta.

Es así como la conexión y la movilización se unifican, a partir del surgimiento de las TIC’s que facilitan una conectividad que permite que los usuarios de la red Internet se trasladen o movilicen a distintos puntos del globo. En dicho sentido, se observa como en el consumo de Internet, surge la posibilidad tanto para los jóvenes paininos, santiaguinos o paulistas, de acceder a las mismas páginas Web lo que; permite la construcción simbólica de una comunidad juvenil virtual, una cultura enmarcada en la red. De todas maneras, se puede mencionar que, a pesar de que se conciba dicha cultura juvenil virtual, no se plante una homogeneidad, ya que, en primer lugar la cultura goza de la más rica construcción 241

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de divergencias entretejidas en distintos contextos y, es allí, en donde se debe recalcar la diferencia de oportunidades de un joven santiaguino que uno de Hospital. Este aspecto es fundamental, ya que a partir del análisis de la investigación, se observó como estos jóvenes urden sus sueños en telares similares a los urbanos… pero esas no son sus realidades en la práctica… más bien terminan siendo un cúmulo de frustraciones si es que no son apoyadas por políticas públicas afines y prácticas de la sociedad civil que permitan hacer realidad la nueva ruralidad. Más que pensar que las expectativas de estos jóvenes no serán realizadas, es importante plantear esta situación con el fin de concebir que el desarrollo de las TIC’s, ha entregado una gran potencialidad a estos jóvenes, los ha llenado de símbolos, lenguajes, gestualidades y prácticas que les permiten dialogar con una persona de la cultura urbana, que les entrega herramientas para construir con sus propias manos la ruralidad soñada. Ahora es tarea de los investigadores sociales, los gestores de políticas públicas y de la propia comunidad, permitir que ellos sean actores del desarrollo local. Los jóvenes de hoy tienen acceso a varios medios que permiten ver otros mundos, un mundo bastante lejano a sus localidades, a pesar de los grandes avances, lo que complejiza la visión de lo rural en ellos; pues se encuentra un mundo con grandes potencialidades para aproximarse al mundo deseado, pero que en la realidad no entrega mayores posibilidades a los jóvenes, ya sea de parte de las políticas públicas como de su propia comunidad. En estas condiciones, los jóvenes viven una realidad incierta, un mundo soñado. Internet abre una ventana que muestra un paisaje a veces intocable, pero deseable. Así, esta nueva ruralidad se establece a nivel del imaginario. Pero, las representaciones sociales, no pueden quedarse sólo a este nivel; para establecerse como parte del sentido común, requieren de elementos que lo apoyen para generar anclaje, situación que los jóvenes realizan en su eterna condena por vivir en un lugar con oportunidades inciertas.

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LAS TIC’S EN EL MUNDO RURAL. UNA BRECHA CULTURAL

En la eterna construcción de la representación social de un deseo, se entrecruzan las prácticas reales, en donde se incluye fuertemente la historia familiar. La mayoría de los padres de estos jóvenes, no terminaron la educación media y no conocieron más mundo que el mismo Paine; de esta manera notamos que la brecha existente en las zonas rurales entre jóvenes y adultos es mucho más que educacional o digital; implica además una brecha cultural; es decir distintas maneras de encontrarse en la sociedad. En este sentido, los jóvenes se distancian de las antiguas generaciones del mundo rural, también en lo referido al desarrollo sociocultural de la comunidad, como nos dice Lindsay: … la gente es muy cerra’, ese es el problema, por eso que los adultos no cachan los intereses de los jóvenes …

O Pablo:

… ellos estuvieron mucho tiempo, muy discriminados, sobretodo los que viven acá hace tanto tiempo y han pasado muchas pellejerías …

En esta situación, en un mundo casi dividido por un abismo, se complejiza bastante la posibilidad de potenciar a los jóvenes como facilitadores del ingreso de las TIC’s, por lo menos en esta época, debido a la dificultad de diálogo entre estas generaciones. Más bien el rol que pueden tener estos jóvenes es el de agentes socializadores de las generaciones venideras, el «hacer» de Internet y otro tipo de TIC’s, parte integrante de la nueva ruralidad; de hacerlas parte de las prácticas cotidianas e integrarlas en el sentido común. Dicha tarea no es algo fácil, si se piensa que la juventud de hoy en día se centra mucho más en la inmediatez que en el futuro. Debido a las pocas oportunidades que ellos tienen, quizás muchos emigren de sus localidades y otros terminen trabajando en lo mismo que sus padres; por lo cual, si no se producen cambios en las políticas públicas de intervención en el mundo rural, se ve difícil que las TIC’s se integren realmente en la praxis rural; logrando salir del imaginario. 243

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Los cibers en su estilo son atractivos también hacia el público infantil; lo cual puede ser una ventaja para que los niños de hoy que, serán en el futuro jóvenes rurales que, al ya estar socializados con estas TIC’s, puedan ser en toda su potencia actores del desarrollo rural y, no como en esta generación, tener la dificultad de saltar el abismo para lograr intervenir en algún grado en el desarrollo de sus comunidades. Si se piensa que los jóvenes de hoy serán los adultos del mañana, la relación entre estas generaciones será mucho más beneficiosa para las comunidades. De esta manera se puede notar que el rol que hoy tienen estos jóvenes es fundamental para el futuro del mundo rural, pues si ellos logran soportar el crudo abismo y lograr sobrevivir en las comunidades rurales, serán los encargados de darles un espacio en el desarrollo a las futuras generaciones. Así también, no se debe olvidar que de todas maneras los jóvenes informan a sus padres sobre los cambios del mundo. Quizás en algunos casos no se logre la comunicación, quizás algunos adultos nunca entiendan lo que es Internet, pero en otros sí se empieza a generar el diálogo, lo que es un punto relevante también para preparar el escenario futuro para el ingreso y la apropiación cultural de las TIC’s en las nueva ruralidad. En sintesis, como se ha visto, las TIC’s son algo más que una mera herramienta tecnológica, más bien gozan de una multiplicidad de simbolizaciones que dialécticamente pueden transformar una cultura. Así también es donde se debe considerar que a pesar de internet se ha masificado bastante; en las areas donde se concentra la población más vulnerable, como las zonas rurales, el acceso a internet de forma privada aun no es de basto acceso. En este sentido, se debe considerar que el rol del espacio ciber es relevante para la instalación de dicha TIC como elemento cultural del campo. La alfabetización digital no sólo implica la posesión de los conocimientos para manejar un computador y la red Internet, la técnica; ya que la construcción de un mundo a través de la lógica digital implica un cambio cognitivo bastante amplio, sobretodo en zonas en donde, en este ámbito, se vive un paso más atrás que las grandes ciudades. En este contexto de tecnologización de lo rural, 244

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debemos destacar que, sin duda, para los jóvenes es mucho más fácil comprender su uso, así como asociarlo a distintas prácticas, tanto económicas, laborales como simbólicas. De esta manera, las TIC’s para el mundo juvenil rural no son lo mismo que para el mundo adulto, en donde la mayoría (mientras más edad, menor educación, etc.) aún no entienden por completo este tipo de tecnologías y su utilidad. La instalación de estas TIC’s en el mundo rural, requiere de un puente que permita a las comunidades apropiarse de estas tecnologías. En este sentido son los jóvenes quienes deberán tranformarse en los facilitadores así como en productores de un espacio para la construcción de significados e identidades; lo cual debe ser un punto relevante a la hora de diseñar e implementar políticas de desarrollo local rural. INTERNET Y SUBJETIVIDADES JUVENILES

Se debe recalcar que la construcción de identidades juveniles en el mundo rural puede variar de acuerdo al grado de acercamiento de la comunidad a la modernidad; es decir al acercamiento material a la modernización y sus aspectos valóricos. Se ha visto como las representaciones sociales de los jóvenes pueden ser impactadas por la red Internet, generando en ellos un cúmulo de expectativas y aspiraciones mucho más cercanas al mundo urbano que al tradicional rural. De esta manera se puede presumir que la identidad juvenil construida en el marco de una virtual urbanidad, como en Paine por ejemplo; es mucho más similar a la de un joven popular urbano que a la de sus propios padres o vecinos, es decir que a los adultos rurales, lo cual nos permite entender que ellos vivencian en su imaginario una subjetividad globalizada y, que a la vez ellos no quieren una vida como las que tuvieron sus padres. Pero también existen diferencias en la juventud de la nueva ruralidad. En este contexto, también encontramos distintos grupos juveniles, centradas en situaciones objetivas como la condición de género o las diferencias etarias entre los mismos. Se observaron distintas 245

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prácticas juveniles vinculadas a Internet relacionadas con estas diferencias, los hombres no usan para lo mismo Internet que las mujeres o, los más adolescentes no tienen las mismas prácticas que los más cercanos a los 30’; situación bastante natural en toda práctica cotidiana de la vida social, como por ejemplo, los hombres no vitrinean igual que las mujeres. Pero también es fundamental destacar que existen diferencias microculturales intersubjetivas entre los jóvenes, o sea dentro del mismo consumo cultural se constituyen variaciones en la construcción de la identidad juvenil; ya sea centradas en los estilos de música que les gusta, como el reggeton, el rock o el folklore o en las prácticas de diversión como el «ir al cyber» o el «ir a la disco». Dentro de las grandes diferenciaciones internas existentes en el mundo juvenil rural (contrario al estereotipo de típico joven rural), el centro diferenciador de este segmento de la población con el resto del mundo, se basa en la oposición al mundo adulto rural y encontrarse con el mundo juvenil urbano. Los jóvenes socializados en la globalización a través de la red, aspiran a la modernización y a la modernidad rural, aspiran y sienten vivir en la conectividad, la movilidad y la integración; situación que los diferencia aún más de las generaciones anteriores a las suyas. Así planteamos que los modelos de integración social de los jóvenes rurales de esta época se constituyen como proyectos de vida relacionados con el mundo urbano. A pesar de esto, es importante mencionar que cualquiera sea el tipo de uso que se le dé al consumo cultural de Internet, este acto en sí es parte de las aspiraciones de integración social, así como plantea, Víctor:

… le permite a uno insertarse en el mundo, ya que uno puede conocer gentes de otras partes, el exterior o contactarse con familiares … en cualquier parte del país o del mundo y eso me encanta …

O como dice Alejandra:

Internet es una necesidad, cada uno le puede dar el uso que quiera … esa es la gracia … sirve pa’ lo que querai’ … 246

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Internet, además de ser un medio tecnológico que facilita el intercambio de información y la comunicación, se ha constituido como un elemento relevante dentro de la nueva ruralidad, tanto de aquella construida desde los libros, como aquella generada en el discurso social colectivo de los jóvenes rurales. Dicha red es concebida por los jóvenes como una concentración de oportunidades para el futuro, así como lugar del consumo cultural y factor de entretención y recreación. En este sentido, notamos como en la representación social de los jóvenes, dicha TIC en la ruralidad ocupa un espacio relevante. En síntesis, Internet se puede transformar o es en su potencialidad, tanto material como simbólica, un medio de transporte a la modernidad. Se constituye como un espacio de construcción de subjetividades, no sólo como un espacio virtual que posibilita la conectividad, la movilización y la integración; sino que también se transforma en un lugar de la vida social. 1 La red Internet se transforma en un puente simbólico entre jóvenes urbanos y rurales; dicho segmento de la población, pareciera no estar muy alejado, a pesar de las grandes distancias que en algunos casos se dan; se pasa a llevar el espacio físico gracias al metrotren o a la red y se construyen las proyecciones centradas en el transporte posibilitado por la virtualidad. IDENTIDADES Y DESARROLLO

En síntesis, las identidades juveniles se construyen en primera instancia como diferenciadas del mundo rural antiguo y, que en tanto se asimilan más a las realidades juveniles urbanas. Estas han llegado a constituir microculturas e incluso se pudiesen comparar con las «tribus urbanas»; pero como bien lo dice dicho constructo, estas son de la urbe, de la ciudad; entonces nos preguntamos, ¿estaremos siendo testigos de la constitución de tribus juveniles que han traspasado de facto, los límites del campo y la ciudad? De acuerdo a lo observado, pareciera que sí, que las tribus urbanas se están apoderando también del –––––––––– 1. M. AUGÉ (1982), Los «No lugares», espacios del anonimato, Barcelona, 2000.

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campo, que la tan renombrada desaparición de los límites se estaría comenzando a dar en el mundo juvenil, más allá de la materialización de un mundo nuevo de oportunidades, en el aspecto cultural vemos este síntoma; lo cual no quiere decir que la enfermedad ya se haya manifestado. La identidad cultural, como señala Cuche, 1 aparece como una modalidad de categorización de la distinción «nosotros/ellos», fundada sobre la diferencia cultural. Dicho autor distingue entre concepciones «objetivistas» y «subjetivistas» de la identidad cultural. De aquí lo importante de buscar las raíces, la autenticidad de la identidad cultural que aparece como esencia, como una condición inmanente del individuo. La identidad cultural aparece como consustancial a una cultura particular y se busca establecer la lista de los atributos culturales que sirven de base a la identidad colectiva, la esencia del grupo (es una identidad esencial, casi invariable). La identidad es un constructo elaborado en relación a los límites o fronteras entre los grupos que entran en contacto. No deja de ser, en este sentido, una manifestación relacional, de interacciones. En esta línea, los límites identitarios han acabado siendo límites de identidades culturales y fronteras de identidades «nacionales». Es, en este aspecto cuando surge el conflicto respecto a la posibilidad de avanzar en un proyecto de desarrollo local desde la perspectiva de la juventud; puesto que no sólo los jóvenes deben ser actores en este desarrollo; sino que más bien toda la comunidad. En este sentido, también este tipo de identidad podría entrar en conflicto con otro tipo de identidad, la identidad comunitaria. La identidad comunitaria podría ser entendida como la identidad cultural característica de un núcleo más cohesionado, más denso de interrelaciones, que constituiría una comunidad. Enfatiza la situación grupal, destacando la cohesión y la solidaridad existente entre sus miembros, que se identifican con dicha comunidad. La identidad comunitaria se basa sobre todo en la «conciencia de comunidad» existente que fomenta la imitación entre sus com–––––––––– 1. D. CUCHE (1996), La Notion de culture dans les sciences sociales, Paris, 1996.

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ponentes, facilitando, a la vez, la identificación. Por esto, los individuos que se consideran integrantes de una comunidad se sienten subjetivamente como individuos con características comunes. De allí que, a partir de esa situación se puede derivar una acción comunitaria positiva o negativa en relación con otras comunidades (identidades) que se ven y se viven como diferentes. En todo caso, la identidad comunitaria enfatiza la situación grupal, destacando la cohesión y la solidaridad existente entre sus miembros que se identifican con dicha comunidad. La idea de comunidad se concreta en un terreno más controlable o controlado. Se da una cierta tendencia a cerrar comunidades, pero ello no quiere decir que no se de la existencia de «comunidades de intercambio social» según las costumbres o hábitos enraizados en cada comunidad. De hecho, la identidad comunitaria se basa sobre todo en la «conciencia de comunidad» existente que fomenta la imitación entre sus componentes, facilitando, a la vez, la identificación. Es aquí donde puede surgir el conflicto, ya que consideramos que, uno de los aspectos relevantes para avanzar en el desarrollo local, es la identidad comunitaria; sin embargo en nuestro tiempos, es uno de los aspectos más desdibujados en los campos, producto de este mismo cruce entre lo tradicional y lo moderno. Es así como muchas veces, los habitantes de zonas rurales no logran observarse como parte integrante del lugar en donde viven; de esta manera la identidad y la participación comunitaria no se observa claramente ni en jóvenes ni en adultos. Nadie puede negar que el sentido de pertenencia tiene una dinámica producto de factores de distinta naturaleza. Está estrechamente unida al arraigo, y por supuesto al desarraigo. Arraigo es fijarse en un lugar, crear raíces, vincularse de tal manera que la acción de alejarse entraña una actitud o consecuencia emocional, y no sólo física o material. Pero, no se constituye en un asunto individual, de un ser único, aislado, todo lo contrario, se hace y tiene sentido en tanto y en cuanto forma parte de una comunidad, donde los intereses individuales se pierden en el conjunto y se funden hacia un destino común. Es el amor por el terruño, por el lugar, entendido éste 249

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por un espacio vivido con una localización concreta y un sentido de pertenencia. Cuando ese sentimiento se hace muy firme, se consolida, se dice que echa raíces, es cuando nos comprometemos emocionalmente, y comienza a tener historia. El término conciencia del lugar tiene mucho que ver con la raigambre, con el sentirse parte de un destino común; pero esa conciencia es vital, cobra vida, cuando se torna activa, se hace uno con los objetivos primordiales y siente que debe avanzar y dinamizarse hacia nueva y mejores formas de vida, es la supervivencia y los deseos de perpetuarse de la comunidad toda como un ser vivo que siente que debe luchar por su vida y su existencia. Y la conciencia se hace historia en la medida en que no sólo comprende su futuro, sino que aprende y se apropia de los ejemplos y los mejores modelos, que Los cambios mundiales, tanto económicos como tecnológicos son vivenciados en la ruralidad; los actores sociales están siendo testigos de dichas transformaciones, esperando que esta vez si exista espacio para ellos y su desarrollo. Estos cambios son percibidos, ya que las prácticas de sus vidas no son las mismas; pero no sólo se transforma su actividad productiva, sino que también sus formas de comunicación y de intercambio social, en fin surgen nuevas prácticas de consumo cultural como el mismo Internet, los vídeo juegos, o como los celulares. En estos aspectos, atestiguamos que no podemos hablar de una racionalidad campesina única o totalmente opuesta a la urbanidad, hoy esas ya no son las diferencias más significativas. El mundo rural aún no ha sido absorbido por completo por la ciudad, allí aún se dan fuertemente las relaciones cara a cara, los habitantes de una comunidad poseen lazos más fuertes, ya sea por el parentesco, la vecindad o la historia común. Estos elementos aún son claves para que el desarrollo de esta construcción de identidades juveniles al amparo del cyber como lugar simbólico, ya que aún existen estos lugares reales de comunión. En la actualidad todo está entremezclado, entre el deseo por vivir en zonas tan agradables como las rurales, hasta el deseo de tener más acceso a entretención y a trabajo como en las zonas urbanas. Hoy las diferencias son notorias en lo económico, en las condiciones 250

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materiales de vida, en las posibilidades concretas de desarrollar los sueños. Cada una de las localidades parte de la globalización, vivencian esta especie de homogeneización, practican la comunión de la ritualidad globalizadora, pero ¿son efectivamente estas iguales? De acuerdo a los teóricos de la nueva ruralidad, esta debiese implicar, justamente una transformación en el espacio local, entregando variadas respuestas a este proceso globalizador que, a pesar de ser tan exitoso en el desarrollo tecnológico ha sido nefasto para la disminución de la brecha económica, entre países, ciudades y habitantes del planeta. Para hablar de una «modernidad sustentable» o incluso de una «ruralidad acabada», se debe considerar que para que esto deje de ser un proyecto, en primer lugar se deben reconocer, las subjetividades que encontramos en las distintas localidades, subjetividades construidas a partir de distintas condiciones materiales. Si bien la diferencia de desarrollo económico existe objetivamente, la interpretación que cada grupo social le da depende del mismo; variaciones que al alero del desarrollo de las TIC’s han aumentado, debido al gran acceso de información que muchos han podido tener, posibilitando aun más los cuestionamientos. Todos los aspectos mencionados anteriormente, nos dan a entender que un desarrollo local real puede generarse de manera certera, entregando a los actores sociales las herramientas para construir su realidad y elaborar propuestas de cambio, es decir posibilitando el empoderamiento y que cada localidad lea la globalización desde su propia mirada; reconociendo las potencialidades del mundo rural, lo cual permitiría construir un país en donde realmente se construya sociedad. BIBLIOGRAFÍA

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Cuando se necesitan representantes pero no se admite la representación El líder mapuche rural y su encrucijada ontológica

Marcelo González Gálvez

INTRODUCCIÓN

«Son estravagantes los de esta nación en el modo de portarse; pero la circunstancia más perjudicial a nuestros designios, es no tener cabeza ni hallársele cuerpo. Es un monstruo fantástico, una yedra de impiedad y de rebelión». Santiago de Tesillo (1647) 1

El tema general del presente trabajo es el liderazgo y el rol de líder en las comunidades rurales mapuche. Para su abordaje, planteamos una escisión en tres variables que nos parecen centrales a fin de conseguir una comprensión general, y que se encuentran interrelacionadas en un sentido directo: (1) ausencia de autoridad, (2) conflictos derivados de la representación, y (3) distinción mapuche/winka (no mapuche). Con este tratamiento se intenta aprehender la conceptualización propiamente mapuche de la representación, si es que –––––––––– 1. Citado en R. FOERSTER (2004), ¿Pactos de sumisión o actos de rebelión?, Leiden, 2004, p. 35.

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hay un concepto mapuche que pueda ser homologable a lo que entendemos por ésta en antropología y ciencias sociales en general. En el transcurso del texto se da cuenta de la necesidad de problematizar nuestra mirada sobre realidades alternas, ante la comprobada existencia de quiasmos comunicativos entre perspectivas ontológicas disímiles, lo que redunda en la existencia de «brechas de paralaje» entre las mismas, donde aún cuando aparentemente se hace referencia a lo mismo, se hace imposible un campo neutral de entendimiento común, 1 emergiendo, sencilla y probablemente, un contexto de «equivocación incontrolada», donde perspectivas diferentes creen que hablan de lo mismo, y, aún cuando refieren a cosas totalmente diferentes, no tienen consciencia de este hecho. 2 Gran parte de nuestra propuesta tiene que ver con comprender el liderazgo y la representación mapuche en sus propios términos, evitando imponer categorías conceptuales que le son extrañas. Para ello nos parece indispensable mostrar sus vínculos con una de las oposiciones que parece central para la organización de la vida social mapuche: la distinción mapuche/winka. Hacia el final de este documento se intentan explicitar las respuestas que entregan las comunidades ante la presión winka por el establecimiento de representantes, mostrando cómo las mismas permiten –y pugnan por– una mantención de la inhibición de las jerarquías, o, más correctamente, exhiben el desarrollo de una adaptación de la representación a la manera en que desde la ontología mapuche se visualiza la misma. En el estudio antropológico del poder y/o liderazgo social se ha tendido a buscar las ocurrencias particulares de fenómenos supuestamente universales. Por ejemplo, se parte hacia realidades alternas en busca de «jefes», definiendo comúnmente los sistemas políticos en base a su ausencia/presencia y/o atribuciones. En este sentido, éste tipo de investigaciones se basa en una asunción común característica del pensamiento occidental, o de lo que se ha denominado la «constitución moderna», 3 que esencialmente tiene en sus fundamentos la –––––––––– 1. S. ZIZEK (2006), Visión de paralaje, México, 2006. 2. E. VIVEIROS DE CASTRO (2004b), «Perspectival anthropology and the method of controlled equivocation», in: Tipiti, New Orleans, 2004, vol. 2, nº 1.

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creencia en la existencia de una realidad unívoca (naturaleza) y múltiples epistemologías (culturas) que visualizan desde puntos de vista particulares la primera. 1 Esto tiene la obvia implicancia de que los marcos culturales son equivalentes traducibles mutuamente. No obstante, en este trabajo queremos rescatar el hecho de que nos parece que cada epistemología (o lo que en occidente denominamos cultura) responde a una ontología particular. 2 De lo que se trata, luego, es de tratar de amplificar nuestros marcos conceptuales a partir de las distintas realidades etnográficas, y no de hacer calzar estas últimas a las directrices de los primeros. 3 En este sentido, este trabajo intenta una nueva perspectiva, explicando de plano el funcionamiento del liderazgo mapuche en sí mismo, en lugar de dar cuenta de sus particularidades a partir de nuestros términos (cuestión que, nos parece, debe quedar en manos del lector). En términos prácticos, este trabajo encuentra su punto de inicio en una constante observable en las descripciones acerca de los mapuches desde que se tiene registros escritos de ellos. Se trata simplemente de la ausencia de autoridad 4 en su interior social, y de la aparición de la misma, supuestamente, sólo en determinados contextos asociados de modo fundamental a actividades y contextos bélicos. A partir de la constante mencionada, intentamos comprender la misma recorriendo tres sendas. En primer lugar, observando críticamente la constatación histórica-académica de la ausencia de autoridad. 5 En segundo término, y luego de haber recorrido la primera, observar el rasgo en su sincronicidad, exponiendo de qué –––––––––– ••• 3. B. LATOUR (1991), Nunca hemos sido modernos, Barcelona, 1993. 1. E. VIVEIROS DE CASTRO (1998), «Cosmological deixis and Amerindian perspectivism», in: Journal of the Royal Anthropological Institute, London, 1998, nº 4; y (2004a), «Exchanging perspectives», in: Common knowledge, Durham, 2004, vol. 10, nº 3. 2. J. DERRIDA (1967), La Escritura y la diferencia, Barcelona, 1989. 3. M. HOLBRAAD (2008), «Definitive evidence, from Cuban gods», in: Journal of the Royal Anthropological Institute, London, 2008, nº 14. 4. Entendemos ésta en su distinción del poder, es decir como la posibilidad institucionalizada de encontrar obediencia, y no en la misma posibilidad en la contingencia. Véase M. WEBER (1919), La Ciencia como profesión.– La Política como profesión, Madrid, 2001. 5. Véase R. FOERSTER (2004), ¿Pactos de sumisión o actos de rebelión?, Leiden, 2004; J. BASCOPÉ (2005), ¿Representantes o líderes?, Santiago de Chile, 2005; y M. GONZÁLEZ GÁLVEZ (2007), Entre el don y el bien limitado, Santiago de Chile, 2007.

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manera la comunidad genera diferentes dinámicas para cumplir el fin de limitar, y/o resistirse, a la subordinación (aún cuando sea posible que la subordinación ni siquiera esté entre las posibilidades mapuche del liderazgo). Por último, revisaremos cómo la distinción mapuche-winka nos permite dar algunos pasos hacia la comprensión de la constante no autoritaria de la sociedad mapuche. En este sentido, se trata de intentar observar cómo los mapuche ven el mundo, y cómo comprenden la organización –sendas lógicas mediante– de ese mundo. LA SOCIEDAD MAPUCHE Y SU NEGATIVA AL ESTABLECIMIENTO DE AUTORIDAD

Ya en las primeras reflexiones de los cronistas que se enfrentaron a quienes denominaron araucanos en el siglo XVI, puede observarse un hecho que les parecía fundamental para describir a quienes se enfrentaban, expresado de manera radical en una de las más perspicaces crónicas con que se cuenta: … es gente indigna de llamarse racional […] sin justicia, sin razón, sin verdad, sin consciencia y sin alguna misericordia, más que crueles fieras, y principalmente sin Dios, pues no lo conocen ni guardan alguna religión, y esto se puede decir que lo hacen por no tener que servir ni obedecer a otros que a sus vientres. 1

Los indígenas del sur de Chile, así, se aparecían como hombres a los cuales era casi imposible subyugar, «pues aún de su misma nación no admiten quien los gobierne». 2 Teniendo esta imagen inicial, y sin redundar en las crónicas y su constante atención a la ausencia de autoridad en la sociedad mapuche desde el período de conquista hispana, 3 para los fines de este trabajo nos interesan perspectivas más bien

–––––––––– 1. A. GONZÁLEZ DE NÁJERA (1614), Desengaño y reparo de la guerra del Reino de Chile, Santiago de Chile, 1889, p. 45. 2. Ibíd., p. 140. 3. R. FOERSTER (2004), ¿Pactos de sumisión o actos de rebelión?, Leiden, 2004; cf. T. DILLEHAY (2007), Monuments, empires, and resistance, Cambridge & New York, 2007.

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contemporáneas, que desde la realidad mapuche rural y/o histórica, hacen emerger una imagen social –sincrónica o diacrónica– a la que le es ajena este principio que se asoma como «natural», tanto en el Chile contemporáneo como en la España de los conquistadores. Nos referiremos primero a las perspectivas diacrónicas, donde nos parece posible distinguir dos visiones algo opuestas. En principio tenemos una que asume la presencia de la negación de la autoridad en la sociedad mapuche, mas propone que ella se ve quebrantada en distintas etapas de la colonia debido al fortalecimiento de las nuevas estructuras organizacionales que generan los mapuches en su relación con el mundo winka, 1 y/o a la cristalización definitiva de una economía ganadera durante los primeros años de la república. 2 En cualquier caso, no obstante, estos «señoríos» colapsarían con el proceso de radicación, desarrollado con posterioridad a la «Pacificación de la Araucanía» entre los años 1883 y 1927, en el cual se entregaban Títulos de Merced a comunidades sobre parte de las tierras que, desde una perspectiva externa estatal, efectivamente ocupaban. 3 Este proceso propiciaría hacia el interior de la sociedad mapuche una dinámica de retorno a una igualación perdida en el decurso de las relaciones interétnicas. En segundo término, y en oposición a esta visión autoritaria embrionaria del siglo XIX y con anterioridad al mismo, hay quienes ven el mismo contexto con otros ojos. Se trata de una comprensión de la estructura de poder ajena a las jerarquías, donde lo relevante era el trawun, 4 y la manera cómo éste tomaba sus determinaciones: –––––––––– 1. G. BOCCARA (2007), Los Vencedores, Santiago de Chile, 2007; T. DILLEHAY (2007), Monuments, empires, and resistance, Cambridge & New York, 2007. 2. J. BENGOA (1985), Historia del pueblo mapuche, Santiago de Chile, 2000. 3. Las referencias a este proceso, en la literatura especializada, son innumerables. Mas, para una panorámica general sobre éste nos parece pertinente prestar especial atención a J. BENGOA (1985), Historia del pueblo mapuche, Santiago de Chile, 2000; R. FOERSTER (2004), ¿Pactos de sumisión o actos de rebelión?, Leiden, 2004; H. GONZÁLEZ (1986), «Propiedad comunitaria o individual», in: Nütram, Santiago de Chile, 1986, vol. II, nº 3 [4]; IDENTIDAD MAPUCHE LAFKENCHE DE LA PROVINCIA DE ARAUCO (1999), De la deuda histórica nacional al reconocimiento de nuestros derechos territoriales, 1999, Proyecto de documentación Ñuke Mapu; F. MALLON (2004), La Sangre del copihue, Santiago de Chile, 2004, 275; y P. MARIMÁN, S. CANIUQUEO, J. MILLALÉN & R. LEVIL (2006), ¡… Escucha, winka…!, Santiago de Chile, 2006. 4. Concepto mapuche traducible aproximadamente como «junta». Se trataba de una instancia de debate y resolutiva conformada por los miembros de una entidad territorial determinada.

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…su modo de hacer política, social y culturalmente estaba más vinculado a los principios de la igualdad, la reciprocidad, la redistribución y la horizontalidad, lo que impedía las prácticas vinculadas a la verticalidad del poder. 5

Tal propuesta encuentra eco en una «larga duración segmental» propuesta por Foerster, que marcaría el devenir histórico de la sociedad mapuche, y cómo ésta no admitiría la vinculación social en la verticalidad, aunque si en la simetría: … es patente que el contrato social de la sociedad reche-mapuche se limita al «pacto de sociedad» (unión de común acuerdo para regular la seguridad y a conservación), pero no al «pacto de sumisión» (sólo en este contrato los «hombres colocan el poder en las manos del soberano»). 2

En esta línea, además, tenemos quizás el primer intento cabal por aprehender la ausencia de autoridad, desde la conquista a la actualidad, como un rasgo inherente a los mapuches. Éste lo debemos a Thomas Melville, 3 quien trata de mostrar que la sociedad mapuche costera colonial y pre-reduccional, presenta un modo productivo diversificado (y no sólo ganadero) que correlaciona a la perfección con una superestructura individualista y libertaria. Además de esto, expone que aunque el modo productivo diversificado deviene campesino al momento de la entrada en escena de las reducciones, la superestructura se mantiene como antaño. Ante esto, concluye que existe un rasgo de la personalidad mapuche –búsqueda de libertad e independencia– que está incrustado en esta sociedad desde que se la conoce y que se mantiene inmutable hasta la actualidad, transmitiéndose a través de la socialización temprana. Un rasgo que perdura a partir de la educación, aún cuando el autor no se hace cargo de ninguna implicancia contextual de éste, ni ninguna que pueda ir más allá del mismo. Si pasamos ahora a los estudios sincrónicos, es posible visualizar una situación bastante similar. En primer lugar tenemos el clásico –––––––––– 1. P. MARIMÁN (2006), «Los Mapuche antes de la conquista militar chileno-argentina», in: ¡… Escucha, winka…!, Santiago de Chile, 2006, p. 65. 2. R. FOERSTER (2004), ¿Pactos de sumisión o actos de rebelión?, Leiden, 2004, p. 61. 3. T. MELVILLE (1976), The Nature of mapuche social power, Washington, 1976.

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estudio de Stuchlik, 1 quien comienza de la base de rearticulación que supuso la radicación para llegar a conclusiones totalmente afines a las de Melville. Los Títulos de Merced promoverían un marco de restricción de la movilidad, que restringe las posibilidades de acción social (lo que él entiende como Zona vital). Dentro de este marco, las posibilidades de asociación recaerían completamente sobre el individuo, por lo que la única comprensión posible de la sociedad mapuche vendría dada por la adición de un conjunto de redes egocentradas, que en singular se conformarían en base a relaciones de confianza entre dos o más sujetos. 2 De tal manera, los «liderazgos» responderían a la extensión y manejo individual de la propia red, y tendrían una imposibilidad de institucionalización autoritaria, pues su poder es igual al que los seguidores, coyunturalmente, desean otorgar al líder (por lo que su estado natural es la total neutralidad). 3 Esta perspectiva, junto a la de Melville, muestra una sociedad de vínculos débiles y moldeables, donde es muy difícil el establecimiento de lazos fuertes, tanto simétricos como asimétricos. En segundo término contamos con la investigación de Kellner, cuya tesis se puede resumir en que si bien la autonomía individual entre los mapuches es «natural», ella alcanza su clímax durante el gobierno militar, a partir del D.L. Nº 2.568 de división de las comunidades. Esta situación colige en un aminoramiento del poder ejercido por las autoridades tradicionales, en función de la independencia que alcanzan las unidades familiares, y además debido a la aparición de líderes funcionales de acuerdo a las relaciones que establecen con diferentes instancias del aparato estatal, los que, sin embargo, no contarían con un respaldo sólido en las bases comunitarias, por lo que sólo conformarían asociaciones con otros sujetos en su misma posición: –––––––––– 1. M. STUCHLIK (1976), La Vida en mediería, Santiago de Chile, 1999. 2. Esto supone una superación del parentesco como único medio de reclutamiento (por tanto una tensión con la tesis de Faron, véase más abajo). 3. Para la comprensión de esto es interesante observar la distinción entre el prestigio y el poder propiamente tal. Véase P. CLASTRES (1976a), «La Cuestión del poder en las sociedades primitivas», in: Investigaciones en antropología política, Barcelona, 2001, p. 112-114; y (1976b), «La Economía primitiva», idem, p. 146-147.

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Para muchos dentro de la escena política nacional estas asociaciones son o pueden ser los representantes legítimos de todos los mapuches, aunque en la actualidad se puede decir que tienen contacto y representan a un porcentaje menor que el 5% del total de la población reduccional. 1

En tercer lugar tenemos la investigación de Magnus Course, 2 cuya constatación de la ausencia de autoridad se entronca en la manera en que él propone emerge la persona mapuche. Ésta encontraría su raíz en una «sociabilidad del intercambio», que otorga al individuo autonomía total de relación más allá de los lazos otorgados por el kupalme (o küpal, traducible aproximadamente como «descendencia»), y que implica una constante tensión entre relacionarse –para ser che–, y limitar la relación por los riesgos que ella misma implica (es, por ejemplo, el caso del wekufe). 3 Así las cosas, implícitamente la sociedad mapuche bosquejada por Course privilegia una conformación egocentrada, por sobre las agrupaciones jerárquicas. Privilegia un actuar autónomo, por sobre uno constreñido desde una posición central. Para finalizar esta breve revisión de algunas de las descripciones sobre los mapuches, hemos dejado la única perspectiva que se aparece en principio como contradictora en su totalidad a la ausencia de autoridad. Nos referimos a la propuesta de Faron, 4 quien afirma que el impacto de la reducción es asumido por las nuevas comunidades en una recomprensión «tradicional» del nuevo escenario. Esta recomprensión haría emerger patrilinajes corporados al interior de cada reducción (los que en general estarían en una relación de identidad con ellas). La aparición de esta estructura, por lo demás novedosa en la organización social mapuche, sometería determinantemente a toda acción social. De tal manera, la estructura de poder en la sociedad mapuche sería homologable a la estructura de parentesco, 5 –––––––––– 1. R. KELLNER (1994), The Mapuche during the Pinochet dictatorship, Cambridge, 1994, p. 15. 2. M. COURSE (2005), Mapuche person, Mapuche people, London, 2005. 3. Que es, de alguna manera, la encarnación del mal entre los mapuche. 4. L.C. FARON (1961), Los Mapuche, México, 1969; y (1964), Antüpaiñamko, Santiago de Chile, 1997. 5. Este esquema, donde el parentesco asume un esquema plurifuncional, sería generalizable a toda sociedad primitiva (véase M. GODELIER (éd.) (1989), Lo Ideal y lo material, Madrid, 1990), más aún si •••

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comportándose la mapuche como una sociedad de linajes segmentarios, 1 todo esto infundido por la desarticulación de la frontera geográfica y su rearticulación en un sinnúmero de cercos a lo largo y ancho de la Araucanía. La sociedad mapuche en Faron está conformada por múltiples segmentos iguales, pero que en su interior logran articular una incipiente subordinación. 2 Con este breve bosquejo general, nos parece más bien clara y consistente la opción de sostener una ausencia generalizada de patrones autoritarios entre los mapuches. 3 Sólo encontramos excepciones muy circunscritas temporal y espacialmente que podrían discutir esta ausencia, y en algunos casos, posiblemente, se deban a malos entendidos. 4 De tal manera, es patente la recreación de una

–––––––––– ••• consideramos la definición de éstas en oposición a las sociedades con Estado, en función de que las primeras «carecen de un órgano de poder separado, el poder no está separado de la sociedad» (P. CLASTRES (1976a), «La Cuestión del poder en las sociedades primitivas», in: P. Clatres, Investigaciones en antropología política, Barcelona, 2001, p. 112), es decir, se trata de sociedades indiferenciadas institucionalmente. Creemos que todo esto tiene en mente Stuchlik cuando sostiene que «el problema obedece a que Faron considera a los mapuches una “sociedad primitiva” clásica integrada por grupos de descendencia patrilineal que viven en un territorio compacto». M. STUCHLIK (1976), La Vida en mediería, Santiago de Chile, 1999, p. 78). 1. El modelo organizacional de la sociedad mapuche en términos formales, según lo plantea Faron, se asemeja en demasía al del Clan cónico (Cf. L.C. FARON (1964), Antüpaiñamko, Santiago de Chile, 1997, p. 29, y M. SAHLINS (1968), Las Sociedades tribales, Barcelona, 1972, p. 45). No obstante, tal modelo implica un fuerte reconocimiento al derecho de primogenitura, lo que no queda suficientemente claro en la exposición de Faron. Por esta razón, aceptamos que la afinidad de su esquema es mucho más próxima al Sistema de linajes segmentarios (¿o quizás intermedia entre ambos modelos?) (acerca del Clan cónico y del Sistema de linajes segmentarios, véase M. SAHLINS, op. cit., p. 44-46, 80-81 y 81-84 respectivamente). 2. Nos parece que la postura de Faron es ampliamente criticable. Sólo nos referiremos a dos puntos relevantes de su argumentación que nos parecen débiles. En primer lugar, aparentemente los únicos indicios de patrón Omaha –que implica la aparición de linajes corporados– se encontraron en una época precisa y en un lugar determinado (justamente donde Faron realizó sus indagaciones). Por otra parte, la comprensión del linaje como corporado establece de plano una cadena jerárquica que siempre tiene a un sujeto vivo en su cúspide: el lonko. Mas, el mismo Faron expone que la autoridad del lonko con la radicación deviene en una figura que pasa a ocupar un rol cercano al de un mero «maestro de ceremonias». ¿El linaje regula la acción individual, pero su cabeza no tiene potestad sobre las otras partes? 3. Existen muchos otros trabajos, no tratados aquí en profundidad, que tienden a reafirmar una imagen en la misma línea. Véase, por ejemplo, J. BASCOPÉ (2005), ¿Representantes o líderes?, Santiago de Chile, 2005; M. BECHIS (1989), «Los Lideratos políticos en el área araucano-pampeana en el siglo XIX», Ponencia al 1er Congreso Internacional de Etnohistoria, Buenos Aires, 1989; J. ISLA [sin fecha], Un lugar en el mundo, manuscrito inédito, entre otros. 4. Fundamentalmente para el caso de Faron, por las paradojas que implica su propuesta (véase la nota 2 presedente), y en el caso de Bengoa, pues su lectura al pie de la letra de Tomás Guevara no es lo suficientemente sensible para percibir el papel del trawun en la sociedad mapuche del siglo XIX (Sobre el papel de éste, véase R. FOERSTER, A. CLAVERÍA & A. MENARD (2005), «Los Caciques gobernadores y la Misión de Santa Rosa de Tucapel, en la década de 1840», in: Cuadernos de Historia, Santiago de Chile, marzo 2005, nº 24.).

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sociedad que se niega a la subordinación. Una sociedad que presenta fragilidad y no institucionalización, equidad y no desigualdad, individualismo y no corporativismo. Y tales rasgos parecen inherentes a todo su devenir histórico, incluso en la actualidad. Se posicionan, en otras palabras, como su ethos. Nos parece que este rasgo se encuentra presente con bastante claridad contemporáneamente dentro de las comunidades. A fin de exponer esto trataremos de bosquejar su funcionamiento fundamentalmente a partir de nuestra propia experiencia de campo en el sector de Huentelolén, en la Provincia de Arauco. Habiendo tratado su permanencia histórica, es tiempo de referirnos a la preponderancia actual, y más aún, a la manera en que funciona la ausencia de la jerarquía. ¿POR QUÉ TENER REPRESENTANTES?

Antes de comenzar de plano con la discusión a que dedicamos este acápite, me parece necesario confeccionar un breve bosquejo sobre la institucionalidad que rige a las comunidades mapuche en el Chile contemporáneo. Hoy en día, las comunidades mapuche rurales se organizan en base a las disposiciones contenidas en la Ley Indígena Nº 19.253, de 1993. En ella se instala, en términos de liderazgo, la conformación de un comité dirigencial conformado por roles extraños a la tradición mapuche, pero clásicos de la organización social en el país. Comienzan así a aparecer en lo que antaño eran comunidades reduccionales, presidentes, secretarios, tesoreros, etc. Esta imposición redunda, en los hechos, en un debilitamiento aún mayor de la figura del lonko, 1 que el que planteaba Faron, 2 dando pie a que la representación hacia el exterior de las comunidades quede en manos de los nuevos dirigentes. Establece un nuevo

–––––––––– 1. En nuestra experiencia, de las tres zonas rurales mapuche que conocemos en mayor profundidad: Huentelolén, Alto Bio Bio, y Elicura, todas en la 8ª región, sólo las dos últimas cuentan con sujetos a los que se asigna el rol de lonko, y en ambos casos éste tiene un ámbito de acción fundamentalmente ceremonial hacia el interior de las entidades sociales. 2. L.C. FARON (1964), Antüpaiñamko, Santiago de Chile, 1997.

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escenario que debe ser introducido a las lógicas operativas propiamente mapuche, uno que requiere nuevamente de un proceso de adaptación para su plena operatividad. Hace un par de años, J. Durston, D. Duhart, F. Miranda y E. Monzó 1 proponían que cualquier emprendimiento colectivo en las comunidades mapuche establecidas a partir de la Ley Indígena, tiene en sus cimientos un proceso en el que un número restringido de individuos (los miembros del comité dirigencial) moviliza sus propias redes en pos de conseguir beneficios para la generalidad. Este hecho concuerda, como veremos más adelante, con una tensión constante vivenciada por los mapuche a la hora de constituir comunidades. En el caso de lo planteado por estos autores, esta situación estaría dada por la naturaleza clientelar de los vínculos que construyen los líderes con el exterior de la comunidad, cuestión que describiría el fenómeno del liderazgo y su carácter necesario en general. El problema surge al intentar visualizar el impacto de este escenario ante la generalidad de representados. El énfasis de este trabajo está en cómo se generan conflictos a nivel dirigencial por el establecimiento de redes; pero olvidan los autores que el fenómeno de liderazgo remite a una masa que es liderada que entiende de manera distintiva el mismo fenómeno. En su trabajo no hacen mayor mención al significado general que tiene el liderazgo y su rol para la realidad comunitaria. Dando paso ya más directamente a los asuntos que nos interesa tratar en este apartado, que no son otros que bosquejar los motivos que llevan al nombramiento de representantes, debemos concordar en que si ya era posible constatar históricamente la presencia entre los mapuches del rasgo aquél relativo a la negación de la autoridad, cabría preguntarse: ¿por qué la sociedad mapuche genera o acepta (la imposición de) un tipo de estatus tendiente a la diferenciación (el representante de la comunidad), con la consecuente apertura a la posible generación de un principio autoritario? Más allá del hecho mismo de la necesidad legal de la representación, a fin de –––––––––– 1. J. DURSTON, D. DUHART, F. MIRANDA & E. MONZÓ (2005), Comunidades campesinas, agencias públicas y clientelismos políticos en Chile, Santiago de Chile, 2005.

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interactuar, por ejemplo, con agentes estatales, es posible suponer que la misma no está dada simplemente por una imposición, sino que se engendra en el seno mismo de la entidad social. En otras palabras, podría tratarse simplemente de adaptar el papel que Clastres ve en el jefe de la «sociedad contra el Estado»: Que el jefe salvaje no detente poder de mandar no significa que no sirva para nada: por el contrario… se podría ver en él a una especie de funcionario (no remunerado) de la sociedad. ¿Qué hace un jefe sin poder? Se le ha encargado, en última instancia, de ocuparse y asumir la voluntad de la sociedad de aparecer como una totalidad única… el líder primitivo es principalmente el hombre que habla en nombre de la sociedad cuando circunstancias y acontecimientos la ponen en relación con otras sociedades. 1

Si planeamos un ingreso por esta vertiente, es necesario de inmediato realizar una aclaración relativa a las definiciones, tanto de jefe como de representante. Cuando Clastres habla de jefe impotente, lo que hace es extrapolar una categoría occidental a una realidad indígena, adaptando esta última a la primera. El hecho no es que las sociedades sobre las cuales él habla tengan jefes incapaces de mandar, sino que su propia comprensión de las jefaturas es distinta al estatus ontológico asignado a tal rol (si el rol en sí es extrapolable) en las sociedades «contra el Estado». En segundo término, la representación, y la comprensión de ésta en occidente, en una línea Rousseauniana, como la delegación desde una voluntad general, es bastante distinta a la existente en las sociedades indígenas. De ahí la diferencia entre una perspectiva que ve al representante como un «superior», y otra que lo asume como un «funcionario». Aún con estas aclaraciones, el esquema de Clastres resulta útil para una primera explicación acerca de las causas por las que las comunidades mapuche aceptarían un estatus diferenciado, el lugar del «presidente de la comunidad». Se trataría, en este marco, de una necesidad de mediación. En otras palabras, de generar un nexo que –––––––––– 1. P. CLASTRES (1976a), «La Cuestión del poder en las sociedades primitivas», in: Investigaciones en antropología política, Barcelona, 2001, p. 113. Paréntesis y cursivas en el original.

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es también exigido por una sociedad como la chilena, acostumbrada al empleo de representantes. Así, y por las características de este «representante», es esperable también que el vínculo que emerge en el seno de la comunidad entre su «líder» y sus «representados» se mueva en coordenadas diferentes a las que caracterizan al «don estatal», de la autoridad en términos weberianos, donde se genera una deuda simbólica hacia el «líder» en función del lugar diferenciado que éste ocupa, y de un aparataje estructural que lo sustenta. Por el contrario, en el caso de las comunidades mapuche pareciera que es el «líder» quien «está en situación de deuda con la sociedad justamente porque es el líder». 1 Lo que sucede puede resumirse en los siguientes términos: en una sociedad donde la representación política aparece como sumamente dificultosa, como la mapuche, la misma es necesaria para la articulación de una relación con un otro –específicamente con la sociedad chilena–, que tiene como fin el resarcimiento de un daño generado por la misma sociedad a la cual es necesario relacionarse, y que se vincula con la canalización de beneficios que, a fin de cuentas, son individuales. Con este objetivo, la comunidad acepta el lugar del «representante», para lo cual asume en su interior un severo riesgo implicado en efectuar un don que implica la aparición de la representación. Este don conlleva un riesgo debido a que la representación para los mapuches aparece como algo inalienable, y se la entiende de modo similar a lo que en antropología se ha denominado como «bien limitado». 2 No obstante, como en efecto el acto de donarla es necesario, el sujeto en el cual recae la donación es concebido como un funcionario, y por tanto simbólicamente en un lugar «inferior». Su función es la canalización de los «proyectos», la introducción de beneficios a la comunidad, los que si en el «mandato» suceden, no requieren gratitud, pues sólo son contradones al don primigenio otorgado, el de la representación. En términos comunitarios, es obligación del representante establecer vínculos, clientelares o no, con el exterior a fin de obtener beneficios generales, y es –––––––––– 1. P. CLASTRES (1976b), «La Economía primitiva», in: Investigaciones en antropología política, Barcelona, 2001, p. 147. 2. Sobre el concepto de «bien limitado», véase G.M. FOSTER (1967), Tzintzuntzan, México, 1987.

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justamente por eso que tal es el funcionamiento comunitario con respecto a la introducción de proyectos de desarrollo. 1 De esta manera, el problema se suscita en el mismo acto de donar lo «no donable». En la imposición de generar canales formales de comunicación con la sociedad mayor. Luego, cuando un individuo se ubica en el estatus de representante, para la comunidad es perfectamente factible que éste deje de desempeñar la función que le ha sido encomendada, y pase a ocuparse simplemente de su propio beneficio, aprovechándose de algo que no le pertenece. 2 O también es posible que el sujeto no se ocupe del bien personal, pero tampoco como es debido del «bien comunitario», y sea considerado por esta razón un «mal funcionario». A continuación trataremos de ilustrar nuestra propuesta a partir de un ejemplo etnográfico. En una de las comunidades de Huentelolén hay una mujer que ocupó durante largos años el lugar de presidente de su comunidad. Mientras ella desempeñaba su cargo, la comunidad comenzó a experimentar una serie de mejoras que se manifestaban en la vida cotidiana: entre otras, la canalización de agua hacia los sitios y la electrificación de los mismos; también se recuperó un retazo de terreno gracias al Fondo de tierras de CONADI, y se trajeron una serie de insumos para apoyar la pequeña producción agrícola. Tal situación, similar a la acaecida en otros sectores de la Araucanía, presenta dos lecturas discordantes en relación al liderazgo, que nos permiten adentrarnos en la comprensión mapuche del mismo. En primer término tenemos la lectura efectuada por la líder comunitaria a que hacemos mención y sus parientes más cercanos, quienes asumen todo lo bueno que ha ocurrido a la comunidad como fruto del esfuerzo personal, como consecución de su eficiente gestión, y por tanto, en última instancia, como obra propia. En la vereda contraria encontramos la perspectiva encarnada por el resto de la comunidad: todo lo bueno que le ha pasado a la comunidad no tiene mayor relación con –––––––––– 1. Cf. J. DURSTON, D. DUHART, F. MIRANDA & E. MONZÓ (2005), Comunidades campesinas, agencias públicas y clientelismos políticos en Chile, Santiago de Chile, 2005. 2. Esto es perfectamente vinculable a la razón que le entregaban los mapuche de Budi a Melville para el corto tiempo en que se sostienen relaciones de mediería con un mismo socio. Se trata del temor a que un socio «engorde a costa suya». T. MELVILLE (1976), The Nature of mapuche social power, Washington, 1976.

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quien ocupe el lugar del presidente. Se trata de «pagos» que la sociedad winka efectúa debido a una deuda generada en la ocupación de la Araucanía, y que existirían independientes del sujeto en el lugar de la mediación. ¿Cuál es el trasfondo de este quiasmo de evidente tensión? Cuando la líder habla, fundamenta sus argumentos en su propia capacidad por establecer redes con el mundo winka, y en la incapacidad implícita de los otros de hacer lo mismo. Se realiza una función, pero en base a características personales destacables que implicarían una distinción positiva. En cierto sentido, para la presidenta de la comunidad, es ella misma la responsable de las mejoras implementadas en la comunidad, pues es ella, y no otra/o, la que ha sabido ocupar el lugar de la mediación cumpliendo de gran manera la función encomendada. No obstante, cuando la comunidad visualiza la misma realidad, no encuentra mérito alguno en el desempeño de la líder. Para ella, cualquiera que hubiese ocupado aquél lugar pudo desempeñar de igual manera el mandato comunitario (el relacionarse con el exterior aparece, así, como parte fundamental del mandato representacional). La tensión entre los argumentos continúa hasta que en determinado momento alcanza un punto de no retorno. En el caso citado se trata de la acusación de mala labor (aunque, como ocurre en otros casos, también podría ser dejar de lado a la comunidad y ocuparse del propio beneficio). Aun cuando se reconoce que la persona en el cargo de presidente ha hecho cumplimiento honesto de su trabajo, se asume que esta labor no ha sido lo fructífera que habría sido en caso de que se hubiesen realizado las funciones de mediación de mejor manera. 1 En la pugna argumental líder-comunidad que se ha expuesto, hay, como es obvio, una parte que tiene todas las de ganar. Se trata de la parte que posee el poder en la relación, y que es capaz de hacer regresar al individuo diferenciado a la masa, sencillamente a partir de la negación del don que le otorgó la representación. Cuando esto –––––––––– 1. Mención aparte merecen otros casos de liderazgo en el área, que a menudo son objeto de acusaciones de grueso calibre, tendientes a aseverar una serie de pactos secretos con personeros winka, en la búsqueda de, como hemos dicho, beneficio personal.

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ocurre, la comunidad simplemente buscará otro sujeto para ejecutar tal rol. Y, con posterioridad, seguramente, este nuevo sujeto se verá sometido a la misma dinámica de doble discurso, como sucede en la misma comunidad en la actualidad. Como vemos, gran parte del problema radica en la posibilidad de que el líder comprenda las implicancias de su función bajo una lógica invertida a como lo hace la comunidad. Podría tratarse de la diferencia simbólica que asume el don. Pero es también una distinción entre lo que implica en su ser la representación. De un lado hay una concepción de la representación vinculada a la comprensión winka de la misma, mientras del otro aparece la reflexión mapuche, que la hace aparecer como dificultosa, impuesta y funcional. Para el líder, él es un filántropo que otorga dones a la comunidad. Para la comunidad, esos dones son simplemente contradones efectuados en el cumplimiento de una función, que en su generación tiene el primer don otorgado, el de la representación. Mas allá de estos asuntos, y a partir de lo planteado, resulta posible y necesario cuestionarse acerca de ¿qué diferencia tendría el comportamiento hacia la representación de los mapuches con el de otros grupos campesinos winka? (que en efecto podrían presentar varios puntos de concordancia) Por ello, en principio, podría sostenerse que las diferencias, aparentemente, son nulas. Si bien, como hemos visto, los mapuches en un pasado se comportaban de manera similar a como lo hacen actualmente (en su comprensión del poder), es posible argumentar que su manera de actuar en el presente se debe de hecho al fuerte proceso de campesinización que sufrieron a partir del establecimiento de las comunidades reduccionales. No obstante, estamos muy lejos de estar de acuerdo con un planteamiento como éste. En nuestra impresión, no es posible plantear argumento alguno sin comprender a cabalidad lo que significó y significa aún para los mapuches, por ejemplo, la Pacificación de la Araucanía, y sin considerar la memoria histórica particular de cada comunidad. Como veremos a continuación, y en cierto sentido, su proceso de campesinización no es pasivo, sino reflexivo. 268

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LA DISTINCIÓN MAPUCHE/WINKA Y EL MARCO DE SUSTENTACIÓN DE LA LIMITACIÓN

Un enunciado mapuche con el que se han topado distintos etnógrafos que realizan estudios en comunidades rurales, y que por lo mismo ha sido resaltado de cuando en vez, es la afirmación relativa a que existen mapuches «en todos los países el mundo». 1 En principio, nos parece que esta afirmación está lejos de exponer la «ignorancia», asumida por algunos, en que se encontraría sumergida parte de la población mapuche rural, 2 y, en segundo término, lo que realmente hace la afirmación es poner sobre relieve la dificultad de comprender la distinción mapuche/winka meramente bajo caracteres étnico/culturales. En nuestra particular experiencia etnográfica, muchas veces el vocablo mapuche sirve para identificar a un sinnúmero de pueblos (o lo que en un marco occidental entendemos bajo este término) con dos características centrales: la autoctonía y el haber sufrido, o estar sufriendo, un proceso colonialista. En este sentido, y como hemos observado de manera explícita, mapuche serían los mapuche, los aymaras, y también los guaraníes (entre muchos otros). Y en efecto, como una de sus características centrales, otro aspecto relevante sería la presencia de un otro que ejecuta la opresión: el winka (por ende, esta es también una categoría universal). Tomando en cuenta este escenario, nos parece que la distinción requiere de un trato distinto al que se le ha otorgado, comúnmente dando por sentado una suerte de referencia étnica/cultural de distinción. Por ello nos gustaría realizar un ejercicio, y considerar la distinción mapuche/winka como una clasificación/comprensión que está más allá de cualquier característica cultural (o que clásicamente, en occidente, cae dentro de estos parámetros) en términos de su definición, y que podría moverse, posiblemente en coordenadas raciales (considerando la raza desde una perspectiva mapuche y no occidental), pero fundamentalmente morales o éticas. Tomada así, la distinción –––––––––– 1. Véase, por ejemplo, M. COURSE (2005), Mapuche person, Mapuche people, London, 2005; R. FOERSTER (2004), ¿Pactos de sumisión o actos de rebelión?, Leiden, 2004.; y J. ISLA (sin fecha), Un lugar en el mundo, inédito. 2. Comparto esta observación realizada en M. COURSE (2009), Mapuche ñi mongen, Temuco, 2009.

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mapuche/winka redunda en una clasificación dualista de un tipo muy particular, comprensible sólo desde el seno en el cual se le da sentido y desde el cual emerge, y que resulta de utilidad a quienes la emplean a la hora de establecer posibles diferencias. Otro elemento que es necesario mencionar, pues resulta fundamental para una comprensión más acabada de la distinción, es que las categorías implicadas en la misma no son rígidas, y permiten un transito entre ambos polos. 1 Este rasgo de la distinción –la posibilidad de tránsito– resulta particularmente interesante en el contexto de este trabajo, pues en él es posible encontrar un argumento práctico determinante en la negación a la aparición de la autoridad. En principio, y en términos formales, debemos considerar que la distinción mapuche/winka se establece en un plano de diferencia diametral en base a caracteres raciales y de origen. En un lado del «mundo» está la gente de piel oscura, la gente originaria del lugar en donde vive; del otro están «los blancos», quienes no tienen su origen en el lugar donde residen, los foráneos. Por otra parte, y de manera más relevante, ambas esferas de la distinción poseerían caracteres éticos definitorios. De un lado los mapuches se asumen como honestos, rectos, leales; del otro asumen a los winkas como ladrones, deshonestos, y seres que no son dignos de confianza. Un aspecto interesante es que estas características son de un tipo diferente a las primeras, pues aunque se relacionan con un comportamiento esperado a priori, es decir en cierto sentido son dadas como las primeras, los sujetos dentro de las categorías pueden variar su manera de actuar, pasando a comportarse de una manera identificable como apropiada para el otro grupo. Esta situación implica un tránsito entre una y otra categoría, permitiendo la posibilidad de que un mapuche de hecho comience a comportarse como winka, y/o viceversa. A partir de esta situación podemos entender conceptos como awinkado y mapuchizado, comúnmente empleados por los mapuche. El actuar de los sujetos puede involucrar un cambio de ética, uno que es siempre leído por terceros, quienes son los que, a fin de cuentas, lo califican dentro del continuo. –––––––––– 1. Para una profundización al respecto, véase M. GONZÁLEZ GÁLVEZ (2007), Entre el don y el bien limitado, Santiago de Chile, 2007, p. 105-117.

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De esta manera, resulta más sencillo entender, por ejemplo, un vínculo generalizado que las comunidades hacen entre «los políticos», incluso al interior de las mismas, y lo que se entiende bajo la categoría de winka. En este sentido, debe resaltarse que en muchas ocasiones el vocablo «política» funciona incluido en la esfera winka. Para los mapuches pareciera como si la política se relacionara con el robo, con el engaño, con el tratar de quedarse con lo que no es propio, y por tanto, siempre con características que se asignan a la esfera no mapuche. Cuando las comunidades mapuches asumen, entonces, que uno de sus líderes ha dejado de realizar el mandato comunitario para ocuparse de su propio e individual beneficio (cuestión que de hecho no tiene necesariamente que ser verídica en los hechos, y que, efectivamente, en la generalidad de los casos que presenciamos era ficticia), leerán esta modificación como un tipo de actuar político, y por ende como winka. Cabe hacer notar que, en este sentido, la figura del líder resulta campo fértil para este tipo de presunciones comunitarias, pues su misma posición de intermediario lo sitúa en la práctica entre las esferas winka y la mapuche, entre dos perspectivas que ven su función de maneras opuestas, y entre las cuales no es posible campo de acercamiento alguno. La posición de los representantes es ambigua. Se trata de sujetos que, como la CONADI, comparten características de ambos lados, y que en su posición intermedia pueden quebrar los límites impuestos al correcto accionar mapuche, quebrar las «buenas distancias» con que debe conducirse todo mapuche en su vida. El problema del lugar del líder se relaciona con esta ambigüedad. Cuando en su posición, y debido a ella, sufra la tentación de aprovecharse de lo que no es propio –la representación– aparecerán voces que sostendrán su awinkamiento. Por supuesto, como hemos dicho, esta lectura no necesita un sustento real, y puede emerger sencillamente de comprensiones comunitarias en base a aspectos que se consideran sospechosos en el actuar de los líderes. De esta manera, la imposición de representantes logra una plena adaptación en la esfera mapuche, aún cuando para esto requiera de chivos expiatorios encarnados en la figura del representante, a quien no 271

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simplemente se le niega o limita la autoridad y se le hace regresar a la horizontalidad, pues, como hemos visto, no parece haber ningún indicio entre los mapuche para señalar que, en cuanto a roles de representación, y desde un marco mapuche, quien ejecuta los mismos deba ser una cosa distinta a un funcionario del bien general. REPRESENTANTES POR OBLIGACIÓN, JEFES NI POR NEGACIÓN

Para finalizar nuestra exposición, y de acuerdo a los aspectos que hemos revisado, nos parece pertinente destacar que resulta posible bosquejar una imagen del liderazgo mapuche en la tensión propia que implica, en esta sociedad, la posición de «representante». El «líder» mapuche –si es posible denominarle así– es un individuo sujeto a la voluntad de su comunidad, al que se le ha encargado una función específica en pos del bien común. No obstante, como se ha enfatizado, esta función entre los mapuche no implica ningún beneficio directo en su desempeño (en el caso de que éste se encuentre dentro de los marcos de lo «correcto»), y más aún, conlleva una serie de perjuicios. Esto se escenifica en la tensión argumental que implica el lazo entre la comunidad y su funcionario (desde la óptica comunitaria), que es leído por éste último como el vínculo entre el líder y sus representados. Ahora bien, si a fin de cuentas la sociedad no admite dentro de sus marcos la institucionalización de la diferenciación, ¿qué lleva a los sujetos a ocupar el lugar del líder, que entre los mapuches es esta suerte de «sacrificado»? Hemos sostenido que un punto clave para la comprensión de esto radica en un deseo de reconocimiento y diferenciación, 1 que también podría relacionarse a la manera en que los mapuche conciben el estatus de persona, como una labor a ser cumplida involucrándose en innumerables relaciones recíprocas a lo largo de la vida. 2 Lo que sucede, así, es que los mapuche asumen su propia «sociedad» como totalmente igualitaria, y en ese sentido articulan una –––––––––– 1. M. GONZÁLEZ GÁLVEZ (2007), Entre el don y el bien limitado, Santiago de Chile, 2007. 2. M. COURSE (2009), Mapuche ñi mongen, Temuco, 2009.

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comprensión de ellos mismos en base a un estatus que hemos denominado como «señorial» totalmente extendido, donde cada uno es un «señor» único e indivisible, y que se sustenta en el hecho de que todos y cada uno de ellos son dueños de las tierras donde viven, aún cuando estas se encuentren usurpadas coyunturalmente. 1 Y, a la vez, esto se ve reafirmado por el hecho de la experimentación vívida de una sociedad donde no todos son señores: la sociedad winka, compuesta por latifundistas y por quienes no son propietarios y deben trabajar para los primeros. Al visualizar la equidad al interior, la única posibilidad de diferenciación vendría dada por el reconocimiento que se haga desde el exterior: que la sociedad winka comprenda a ciertos sujetos mapuches como diferentes, para lo cual hay varios mecanismos históricos: desde los bastones de mando coloniales, al reconocimiento legal en estatus de presidente comunitario realizado por la CONADI, pasando por conferir los Títulos de Merced a nombre de determinados sujetos. Así, el líder aceptaría el problemático puesto por prestigio, en el intento por ser un señor reconocido externamente. 2 En síntesis, podríamos decir que los mapuche adoptan instancias de representación a partir de la necesidad de canalizar los beneficios provenientes del exterior, y que sujetan a los individuos situados en el lugar de la mediación a partir de una serie de dinámicas. Debido a éstas, el líder comunitario está lejos del estatus de jefe, y mucho más cerca del de funcionario. En ello juegan un rol importante las concepciones del poder y la representación como «bienes limitados». Más allá de esto, el líder acepta su rol en el deseo de diferenciación. Ocupando el rol de presidente de la comunidad, u otro afín, logrará vincularse al mundo winka, y alcanzar coyunturalmente diferenciación, aunque, por cierto, sometiéndose a posibles acusaciones de awinkamiento. –––––––––– 1. M. GONZÁLEZ GÁLVEZ (2007), Entre el don y el bien limitado, Santiago de Chile, 2007. 2. Por cierto, pueden haber otras razones, como por ejemplo el simple deseo de servir a la comunidad. Pero, al observar las implicancias nefastas que tiene el cargo para quienes lo ocupan, nos parece que principalmente la aceptación provendría del deseo de diferenciación.

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Organizaciones sociales y neoliberalismo

Reflexiones desde una experiencia en Peralillo

Andrés Donoso Romo

SOBRE EL PROYECTO Y EL PAPEL DE LAS ORGANIZACIONES SOCIALES EN SU DESARROLLO

El proyecto desde el cual se desprende las siguientes reflexiones sobre el papel de las organizaciones sociales en un escenario neoliberal, implemento durante el segundo semestre del año 2003, y tuvo por nombre: «Formación y Fortalecimiento de Líderes y Dirigentes de la Comuna de Peralillo». 1 Este proyecto fue licitado y financiado por el Fondo de Solidaridad e Inversión Social (FOSIS), contó con el patrocinio de la Ilustre Municipalidad de Peralillo y fue ejecutado por GFA Chile Consultores. 2 La comuna de Peralillo, eminentemente rural y con una población que bordeaba los 10.000 habitantes, se ubica en el secano costero de la Sexta Región del Libertador Bernardo O’Higgins, en la cuenca del río Tinguiririca. La comuna posee una estructura productiva –––––––––– 1. El proyecto nº 06-240201.00006-03 del registro FOSIS, fue desarrollado paralelamente en las comunas de San Fernando y Peralillo. Por ser la ruralidad nuestro actual objeto de reflexión se ha desestimado en esta oportunidad observar lo ocurrido con San Fernando y/o establecer análisis comparativos de ambos procesos. 2. GFA Chile Consultores forma parte de una transnacional de ciencias sociales –GFA–, con sede central en Hamburgo, Alemania. www.gfa-group.de

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agraria en la que coexisten el campesinado, las plantaciones agroindustriales de vid y diversos servicios comerciales ofrecidos en la capital comunal. Respecto al foco de interés del artículo, se precisa que en Peralillo, en el año 2003, existían alrededor de 90 organizaciones sociales activas, desde clubes deportivos a asociaciones socio-productivas. Se apunta, además, que hasta antes de esta intervención, sólo se tenía memoria de una instancia similar de formación dirigencial que se llevó a cabo en el año 2002 y que incluyó dos jornadas de capacitación que trataron sobre los programas y/o beneficios que el Estado destinaba al mundo social. 1 El proyecto en estudio se planteó el objetivo de aumentar el capital social de los líderes, dirigentes y organizaciones sociales. 2 Capital que aumentaría, se pensaba, si se lograba un mejor conocimiento recíproco entre los agentes y agencias sociales pues este redundaría, se asumió, en un fortalecimiento de los lazos de cooperación y asociatividad. Conforme a este propósito, la metodología utilizada se basó en el diálogo y la participación de los involucrados, tomando parte en la perspectiva que entiende que el conocimiento se logra más eficaz y eficientemente en el hacer. El proyecto en si cobró vida mediante la realización de seis cursos-talleres, con ocho horas cronológicas cada uno. Los que fueron guiados/facilitados por profesionales conocedores de la metodología y de los temas tratados. Los contenidos que se trabajaron en las sesiones fueron: un acercamiento descriptivo a los agentes estatales y municipales de desarrollo social, la clarificación de las nociones claves para el desarrollo social y organizacional –como comunidad, líderes, dirigentes y organizaciones sociales– y una introducción al manejo de nuevas tecnologías de la comunicación e información, básicamente correo electrónico e internet. 3 En cada sesión participó un promedio de trece líderes y/o dirigentes (distinción basada en los –––––––––– 1. GFA (2004), Informe final de proyecto, Santiago de Chile, sin editar. 2. FOSIS (2003a), Bases nacionales para la promoción de la participación, Santiago de Chile, 2003; y (2003b), Bases regionales para la promoción de la participación, Santiago de Chile, 2003. 3. GFA (2004), Informe final de proyecto, Santiago de Chile, sin editar.

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cargos representativos dentro de sus respectivas organizaciones), los cuales provenían de centros culturales, juntas de vecinos, grupos de pintura, comités de vivienda y comités de pavimentación, entre otros. Se entiende que el proyecto en cuestión respondió a la actual cara de la política pública para la intervención social en el país, en el sentido que se estableció una alianza entre el sector público y privado para operar sobre lo social. Siendo una fórmula inscrita en la tradicional distribución de roles que establece el neoliberalismo para el Estado, el mercado y la sociedad civil, en donde el Estado delega su papel como interventor directo en terceros, entregándole al sector privado la responsabilidad por ejecutar las políticas públicas, escenario en el cual florecen las llamadas «consultoras». Lo más sensible de este aspecto es que a diferencia del Estado o de la sociedad civil, las empresas involucradas, independientemente de las voluntades de las personas que le dan vida, buscan al mismo tiempo maximizar los recursos de que disponen, generar utilidades y cumplir con los objetivos sociales que han adquirido. Es decir, entienden de una u otra manera es tan importante satisfacer los objetivos como hacer negocio con este tipo de actividad, cuestión que desvía inevitablemente recursos a la obtención de lucro. Asimismo, esta articulación deja a la sociedad civil, la más interesada en los emprendimientos analizados, en un papel subordinado, cómo meros beneficiarios. Al analizar de manera más suspicaz el mismo término «beneficiarios», es posible percatar que en la terminología desarrollista, este conlleva la comprensión, nada de inocente, de que sólo una parte de las personas involucradas en el proceso obtiene provechos del mismo. Con otras palabras, se entiende que unos saben todo, por lo tanto no tienen nada que aprender, y otros no saben nada, teniendo todo que ganar. Desde un ángulo político, unos son los que saben, por lo tanto controlan el proceso, mientras los otros no saben nada, por lo que están incapacitados para participar en la su direccionalidad. 1 –––––––––– 1. Esta comprensión, compartida tanto por el asistencialismo como por el paternalismo que poseen los sectores dirigentes, ha sido ya problematizada en distintas oportunidades, sobre todo en el apogeo del desarrollismo latinoamericano, durante las décadas de 1960 y 1970, teniendo en Paulo Freire a unos de sus más pertinaces exponentes. P. FREIRE (1969), Pedagogía del oprimido, Buenos Aires, 1991; y (1972), Sobre la acción cultural, Santiago de Chile, 1972.

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El entramado institucional descrito suscitó distintas apreciaciones entre las personas involucradas en el proyecto: líderes, dirigentes, profesionales de la consultora, funcionarios del FOSIS o de la Municipalidad. Para unos no fue relevante el hecho de que la intervención social fuera hecha por una empresa, ni que esta fuera ajena a la realidad local. Otros lo cuestionaron bajo el argumento de que la consultora de estas características no poseía conocimientos pertinentes sobre Peralillo y sus organizaciones. Y, otros expresaron dudas sobre si los privados podían llegar a comprometerse con la superación de la pobreza en el sentido que tenderían a anteponer sus intereses económicos. Cómo era de esperar, los representantes del Estado, a través del FOSIS y parlamentarios de la zona, defendieron categóricamente el hecho de que la tercerización de los servicios estatales a favor de los privados permitía una maximización de la eficiencia en los logros de los objetivos. Pese a estas dudas y tensiones, los resultados del proyecto fueron evaluados como positivos por los propios beneficiarios. Ellos se manifestaron contentos con la metodología y la participación que ella permitió, cosa que se repitió al evaluar la calidad de los profesionales. La prueba más decidora sobre lo favorable que fue la experiencia es también la más paradójica, los beneficiarios terminaron deseosos de que el proceso hubiese sido más largo y profundo, es decir, que tuviera continuidad. Sin embargo, sus deseos sólo podían quedar en eso, pues, siguiendo la lógica de análisis descrita, quienes realmente controlaban el proceso eran los que sabían, no importando lo que pensaran los beneficiarios del proceso. El papel pasivo que adquieren las mismas organizaciones sociales en el control de los procesos que, como este, les involucran directamente, será lo que se problematizará a continuación. No obstante, antes de pasar al análisis crítico de esta situación, se subraya que la metodología utilizada, anclada en el diálogo y la participación, les dio herramientas para que cuestionaran la misma falta de injerencia que poseen éstas en el proyecto de que participan. Aspecto que si bien no es el ideal, significa un avance con respecto a los proyectos anclados en metodologías verticales y/o tradicionales. 280

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DESAFÍOS QUE ENFRENTAN LAS ORGANIZACIONES RURALES ACTUALES

La sociedad civil en Chile está lejos de ser inexistente o ser poco relevante. Miles son las organizaciones que albergan a millones de miembros articulados en función de distintos intereses y necesidades. Sin embargo, pese a la importante labor sicológica, social y cultural que desempeña la sociedad civil a través de sus organizaciones, los intentos que realizan en pos de constituirse en un referente legítimo, en un interlocutor válido a la hora de decidir sobre el uso que se da al capital económico, social y cultural de que dispone el país o la región, no han fructificado. Lograr revertir esta situación es el principal desafío que, en materia de desarrollo, poseen las organizaciones sociales, más aún aquellas ubicadas en lo rural. A continuación se exponen, a modo de propuesta, una serie de elementos que permiten reflexionar sobre algunos elementos que se han de considerar por todos quienes quieran aportar al fortalecimiento social del país en general, y de lo rural en particular. La sociedad civil, entendida como cuerpo social organizado con capacidad de reflexionar y actuar sobre su esfera de competencia directa, se encuentra debilitada en la medida que se observa que ellas no logran articular sus visiones sobre el desarrollo de los asuntos de su interés. Por lo tanto, menos aun logran imponerlas. Aspecto que restringe su capacidad de acción y las deja sólo como receptoras pasivas de las propuestas de desarrollo que, finalmente, se imponen desde los organismos financieros internacionales y estatales. Con otras palabras, pese a la riqueza que hay en cada organización social ellas no logran verterla en perspectivas propias que las invistan como agentes proponedores y, por qué no, implementadores de políticas de desarrollo ajustadas a su dinámica y especificidad. Este diagnóstico se hace patente también en lo rural, espacio en donde, además, estas dificultades se ven incrementadas por hallarse más lejos, tanto física como simbólicamente, de los medios y de los códigos en que se toman las decisiones sobre el desarrollo, pese a los adelantos comunicacionales e informacionales a que asistimos con 281

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la globalización. La ubicación geo-política marginal de Peralillo, por ejemplo la sitúa en los márgenes del centro de poder político y cultural del país. En autobús se encuentra a una hora de la cabecera provincial, San Fernando, a dos horas y media de la capital regional, Rancagua, y a cuatro de la capital nacional, Santiago. Esta distancia tiene correlato en las posibilidades de acceso a los bienes culturales instaurados como deseables y, entre ellos, aquellos que permiten una lectura comprensiva –con capacidad de abstracción y análisis– de los discursos hegemónicos y sus implicancias, es decir, la educación. 1 Creemos que esta desarticulación de la sociedad civil no tiene nada de natural ni divino, responde a diversos factores, entre los que se cuentan, por un lado, la dificultad inherente que conlleva cualquier proceso de elaboración de consensos y, por otro, los intereses particulares que bogan en ese sentido pues se ven beneficiados por dicha postergación. Estos últimos son posibles de rastrear en las acciones que llevó a cabo la dictadura militar neoliberalizante que aquejó al país entre los años 1973 y 1990, la cual legó secuelas sicológicas, sociales, políticas y culturales a la sociedad civil como consecuencia de su uso sistemático de la violencia sobre líderes y dirigentes. 2 Esta violencia, necesaria ante sus ojos para mantenerse en el poder, también tenía como objetivo, más o menos explícito, instalar un clima de inmovilidad que posibilitara la profundización del modelo capitalista ahora bajo su variante neoliberal. Aunque no sea fáil admitirlo ellos fueron altamente eficaces pues, la mezcla de miedo e individuación que dejaron, ha redundado en que hasta el día de hoy no prosperen voluntades reales que permitan potenciar las organizaciones de base, entre ellas las de tipo social rural, partir de una consideración plena de sus puntos de vista y necesidades.

–––––––––– 1. Bernstein distingue códigos socio lingüísticos amplios y restringidos, siendo los primeros por tener mayor capacidad de abstracción y comunicabilidad, los que primarían en la esfera de la política y/o control cultural. Mayor profundidad en B. BERNSTEIN (1971), Clases, códigos y control, La Coruña & Madrid, 1993. 2. «La marginación [de la sociedad civil] se explica por el deseo de neutralizar tendencias que podría haber roto el consenso político (democracia con enclaves autoritarios), económico (equilibrios macroeconómicos e inserción dentro de una sociedad global) y social (transición pacífica y contención de las reivindicaciones inmediatas)». J. PINTO, A. CANDINA & R. LIRA (1999), Actores, identidad y movimiento, 1999, vol. II in: G. Salazar & J. Pinto (eds.), Historia contemporánea de Chile, Santiago de Chile, 1999/02, p. 130.

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Visión que se sostendría, en la línea de análisis expuesto, porque se entiende, subrepticiamente, que su consideración podría llevar a cuestionar el actual modelo, y con ello la estructura de distribución de riquezas y privilegios que posee. Esto hace que la representatividad de la población descanse exclusivamente en la política institucional, en sus variantes de Estado y partidos, figuras que no recogen la diversidad socio-cultural de la población, ya que sólo toman, como es de esperar, aquellos aspectos ad-hoc a las necesidades de los sectores dirigentes. El escenario neoliberal actual, al mismo tiempo que desincentiva la conformación de referentes sociales autónomos, promueve, bajo diversos mecanismos –como la lógica de acceso a los recursos públicos mediante fondos concursables–, la aparición de organizaciones sociales de carácter funcional en desmedro de las de cuño territorial. Organizaciones funcionales que nacen para la satisfacción de intereses puntuales y que, por tanto, tienden a desaparecer una vez que alcanzan el objetivo (o merman las fuerzas y voluntades para lograrlo). Al otro lado de esta moneda se encuentra el desincentivo encubierto sobre las organizaciones que piensan integralmente lo local, quedando en segundo plano para acceder a financiamiento público o bien siendo consideradas, en experiencias como la descrita, pero sin capacidad real de incidir sobre ellas. En términos concretos, el papel secundario a que han sido relegadas las organizaciones sociales se ha visto reflejado en que «las bases sociales han perdido protagonismo y sus organizaciones carecen de representatividad». 1 Las organizaciones y grupos existentes, incluyendo a las de Peralillo, poseen muy baja participación en su interior lo que les resta representatividad, legitimidad y efectividad a su accionar. La individuación exacerbada que promueve la perspectiva neoliberal hace que, para los líderes y dirigentes, cada vez se haga más difícil motivar una participación activa de los integrantes de las organizaciones sociales, así como lograr la incorporación de nuevos miembros a las mismas. Esta apatía, si bien puede entenderse como producto de las –––––––––– 1. Ibíb., p. 131.

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políticas en dicho que sentido que fueron ya enunciadas, también tiene entre sus causas la falta de democracia que existe al interior de las organizaciones, lo que se traduce en la reproducción de un círculo vicioso que tiene que ver con un escaso recambio dirigencial. La cara visible de la baja participación en las organizaciones, así como de sus carencias democráticas, hacen que ellas tengan poca capacidad para establecer redes de cooperación entre las mismas organizaciones, quedando dramáticamente atomizadas y sin capacidad para reconocerse ellas mismas como actores independientes y relevantes. Reconocimiento que es básico a la hora de levantar propuestas originales y de sumar la fuerza necesaria para defenderles públicamente. Al no tener discurso, ellos tienden a entender que el destino de lo social depende de los entes públicos, sea la municipalidad u otras agencias estatales, pero nunca de ellos. 1 La adversa realidad política de la organizacional rural, similar a muchas realidades de diversos ámbitos, desemboca en que preferentemente la única consideración de los discursos y proyectos locales ocurra cuando ellos son compartidos por los sectores socio-culturales con mayor poder político, pudiendo ser Estados, partidos y/o privados. Por esto los esfuerzos discursivos locales en pro de su desarrollo tienden a manifestarse como contradicciones en el entendido que, como bien señalan Jorge González y Los Prisioneros de comienzos de nuestro siglo, el motivo articulador de los mismos es la exigencia de favores a las autoridades de turno. Lo que los torna, así, en requerimientos que no tienen legitimidad, representatividad y capacidad de control cultural. Son exigencias que se piden como favor, sólo como considerables en la medida de las posibilidades de aquellos con las herramientas –poder– para efectuarlas.

–––––––––– 1. Por ejemplo, al pedírsele a los líderes y dirigentes locales que relatasen los avances y dificultades del mundo social en su comuna se relevó exclusivamente lo hecho y no hecho por el municipio, sin levantar las iniciativas surgidas de la multiplicidad de organizaciones locales.

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ALGUNAS RECOMENDACIONES PARA FUTUROS PROCESOS DE FORMACIÓN DE LÍDERES Y DIRIGENTES RURALES

Este camino de reflexión plantea desafíos que atañen al esfuerzo por replantearse profunda y participativamente la historicidad en la formación de sociedad civil y la generación de estrategias de intervención social. A esta labor se espera aportar con una agenda tentativa. Creemos que es fundamental problematizar los objetivos que persiguen los procesos de formación del tejido social. Creemos pertinente repensar la finalidad que dice relación con el fortalecimiento del «capital social» de las colectividades, propósito omnipresente en la mayoría de las actuales estrategias de desarrollo social, con miras a crear horizontes de largo aliento que persigan la maximización de la eficiencia organizacional y la necesidad de mayor protagonismo de las organizaciones sociales. Para problematizar los objetivos de la formación de líderes y dirigentes sociales se postula al diálogo como mecanismo idóneo de articulación, representación y legitimación de los discursos y esfuerzos. El diálogo horizontal, basado en el respeto y consideración de todos los discursos involucrados en las temáticas trabajadas, abre la posibilidad para encarar o prever situaciones como las aquí enunciadas y que dicen relación con las características y límites temporales que deben tener los procesos de enseñanza-aprendizaje de líderes y dirigentes, las labores que cumplen las instituciones y sectores involucrados en el proceso y, más específicamente, el rol que le cabe asumir a los agentes implicados en el proceso de formación-educación. Problematización que debe abordar la tradicional distinción entre profesor-alumno, facilitador-beneficiario, el que sabe-el que no sabe, el que aprende-el que no aprende, el que gana-el que no gana. 1 A través del diálogo es posible dotar a las estrategias y acciones de desarrollo de pertinencia cultural y legitimidad social. La pertinencia está dada porque se asume que el diálogo se sustancia con los conocimientos abstractos y prácticos que los participantes comparten, –––––––––– 1. P. FREIRE (1969), ¿Extensión o comunicación?, Santiago de Chile, 1969.

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conocimientos que tienen estrecha relación con el contexto social, ecológico, económico y político que enmarca a las estrategias de desarrollo. La legitimidad social de los productos del diálogo, de las acciones y reflexiones en pos del desarrollo, está dada porque sería la sociedad, entiéndase al menos a las esferas públicas, privadas y sociales, la que estaría apoyando y sustentando de común acuerdo las estrategias convenidas. La pertinencia cultural –optimización del capital social y cultural disponible– y la legitimidad –sostenibilidad social de las estrategias de desarrollo–, otorgan más elementos o posibilidades a las estrategias de desarrollo para alcanzar los desafíos propuestos, los que, en último término, creemos que deben apuntar a la superación de la injusta distribución o apropiación de la riqueza. 1 Instaurar el diálogo como mecanismo hegemónico de resolución de conflictos, de problematización del presente, de imaginación y de proyección de futuro, no es una empresa fácil. La sociedad en general y la población rural en particular, no posee las herramientas para participar fecundamente del diálogo. El confiar en esta estrategia supone laborar por la generación de las condiciones mínimas para asegurar su cometido, las que dicen relación con el reconocimiento y la valoración de los líderes, dirigentes y organizaciones sociales que dan vida a lo social, en vías de superar la invisibilización o desconsideración de esta esfera y con ella la falta de autoestima de sus portavoces. De hacerse efectivo el diálogo, plantearíamos/propondríamos que: Se han de realizar esfuerzos por diagnosticar certeramente el estado actual de las organizaciones sociales, ir más allá del titular que refiere a que la sociedad civil está debilitada y/o desconsiderada. Observándose con detenimiento las particulares tensiones y potencialidades que encontramos en las organizaciones sociales rurales. Se requiere problematizar la invisibilización de las agencias y propuestas de desarrollo desde la sociedad civil, la declinación de la labor política de las organizaciones territoriales y la poca capacidad de seducción y movilización de sus integrantes y la población en general. –––––––––– 1. R. CONTRERAS & A. DONOSO (2003), «Desarrollo, identidad y ciudadanía en Chile: Bases reflexivas para la emergencia del endodesarrollo», in: Revista Werkén, Santiago de Chile, nº 4, 2003.

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Se debe considerar que la ruralidad está inmersa en una situación geopolítica desfavorable, que posee dificultades en la comprensión –decodificación– de los sistemas de comunicación hegemónicos y en la construcción de discursos propios que interpelen en las discusiones de desarrollo rural. Hay que construir procesos participativos que reconozcan y valoren los aportes y expectativas de todas las agencias y agentes implicados. Procesos para los cuales no hay formulas ni medidas prefabricadas, pero que existen esfuerzos en este sentido de los cuales se puede aprender. Hay que proyectar los procesos para que una vez terminada la cooperación institucional del Estado y/o privados, continúe la formación bajo la gestión y el control de los mismos líderes y dirigentes sociales. Esto supone establecer que en la planificación y evaluaciones de impacto de los procesos de desarrollo uno de los objetivos que debieren cumplir es la generación procesos que sean sustentables en el tiempo y que no acaben una vez que la catalización interna o externa haya culminado. Para esto se pueden desarrollar procesos paralelos al cumplimiento de los objetivos del proyecto que se preocupen de formar las capacidades dirigenciales para que estos asuman gradualmente la gestión y coordinación del proceso una ve acabad el apoyo inicial externo. Hay que constituir procesos reflexivos periódicos y/o permanentes durante la implementación de los proyectos. Mecanismos capaces de observar, analizar y diagnosticar periódicamente el cumplimiento de las metas y objetivos y de construir nuevos desafíos y acciones tendientes a lograrles conforme vaya desenvolviéndose el proyecto. Para terminar estas reflexiones se subraya que la formación de tejido social a través del fortalecimiento de los líderes y dirigentes es una tarea necesaria de catalizar con una política de Estado que sea capaz de impulsarla y articular a las agencias interesadas en su promoción. Por su parte el mundo social, sus líderes y dirigentes, son los encargados de problematizar y fortalecer su capacidad de control sobre los proyectos de desarrollo que les competen, dejando de 287

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ver este tema como de exclusiva responsabilidad externa, dejando de exigir por favor que lo público o privado se preocupen y ocupen de ello, sino que planteando alternativas, convicción y cooperación para desarrollar su propio proceso de formación. BIBLIOGRAFÍA BAHAMONDES, MIGUEL 2001. — «Contradicciones del Concepto “Capital Social”: La Antropología de las alianzas y subjetividad campesina». - Ponencia en Encuentro de la Asociación de Estudios Americanos, Washington D.C., 6-8 septiembre 2001. BARRIL, ALEX 2002. — Desarrollo rural: Concepto, institucionalidad y políticas en el 2001. Análisis comparativo de nueve países de América Latina. - Santiago de Chile: Agencia de Cooperación del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura en Chile, 2002, 151 p. BERNSTEIN, BASIL 1971. — Class, codes and control. - London: Routledge and K. Paul, 1971, 4 vols. • Trad. cast.: Clases, códigos y control. - La Coruña: Fundación Paideia & Madrid: Morata, 1993, 4 vols. BONFIL BATALLA, GUILLERMO 1991. — Pensar nuestra cultura. - México: Alianza, 1991, 172 p. CONTRERAS, RAFAEL & ANDRÉS DONOSO 2003. — «Desarrollo, identidad y ciudadanía en Chile: Bases reflexivas para la emergencia del endodesarrollo». In: Revista Werkén, Santiago de Chile, nº 4, 2003, p. 97-112. FOSIS 2003a. — Bases nacionales para la promoción de la participación. - Santiago de Chile: Fondo de Solidaridad e Inversión Social, 2003. FOSIS 2003b. — Bases regionales para la promoción de la participación. - Santiago de Chile: Fondo de Solidaridad e Inversión Social, 2003, 172 p. FREIRE, PAULO 1969. — ¿Extensión o comunicación?. - Santiago de Chile: Instituto de Capacitación e Investigación en Reforma Agraria, 1969, 76 p. - Proyecto Gobierno de Chile con el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura. FREIRE, PAULO 1969. — Pedagogía del oprimido. - Buenos Aires: Siglo XXI, 1991, 243 p. FREIRE, PAULO 1972. — Sobre la acción cultural. - Santiago de Chile: Instituto de Capacitación e Investigación en Reforma Agraria, 1972, 153 p. - Proyecto Gobierno de Chile con el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura. 288

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Pobreza y fragilidad socioambiental El caso de Río Hurtado

Andrea Chamorro Pérez Juan Pablo Donoso Alliende Rafael Contreras Mühlenbrock

INTRODUCCIÓN

Desde los últimos 17 años la Comuna de Río Hurtado en la Región de Coquimbo presenta un amplio espectro de intervenciones de desarrollo orientadas al incremento de la calidad de vida de la población rural. Sin embargo, pese a la diversidad de los objetivos de los agentes sociales involucrados (Estado, el Gobierno Local Municipal y las organizaciones sociales y comunitarias), proyectos y propuestas se elaboraron con independencia de la realidad social y ambiental de la población, desconociendo la dinámica social de la economía campesina, así como la fragilidad socioambiental de su territorio (desertificación, degradación y sobrecarga de los suelos, vaivén de las condiciones estacionales y sequías prolongadas, altísima indigencia y –––––––––– — Este documento es producto de la investigación «Diagnóstico sociocultural sobre la participación de las organizaciones sociales en acciones de intervención social de lucha explícita contra la desertificación y la pobreza en tres localidades del valle medio de Río Hurtado», realizada por los autores el año 2004 para el Proyecto Río Hurtado: Agenda Civil contra la Desertificación y la Pobreza, experiencia financiado por la Comisión Europea. Informe final de la investigación en: www.proyectoriohurtado.cl.

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desempleo, empleo temporal, migración, crecimiento poblacional negativo, entre otras). Desde esta perspectiva se analizan los principales instrumentos de «medición de la pobreza» que los distintos agentes de desarrollo han implementado en la comuna, a las vez que se describen las percepciones y discursos de habitantes y participantes de organizaciones sociales de dos localidades de la comuna (una de secano y otra de bajo riego). A la luz de estos antecedentes se proponen algunos contrapuntos que permiten problematizar las acciones y políticas de desarrollo rural respecto el complejo pobreza/sequedad ambiental. EL ESCENARIO SOCIOECONÓMICO Y SOCIOAMBIENTAL DE RÍO HURTADO

El Valle del Río Hurtado es una comuna rural que posee una superficie de 2.117 km2, abarcando terrenos de bajo riego, secano y cordillera. 1 La mayor parte de la población se concentra en poblados ubicados a lo largo del Valle en el bajo riego y secano, donde se desarrollan las principales actividades económicas de la población. La población total de la comuna es de 4.771 habitantes, 2 representando su estructura demográfica un «estado devastador […] social, económica y ecológicamente», 3 debido a la presencia de una curva descendente de crecimiento poblacional del 6,3% en los últimos 10 años. Existe además una tendencia constante de envejecimiento en la última década, con la consecuente disminución de la población de mujeres fértiles (entre 14 y 40 años), la cual bajó de 870 a 750 aproximadamente, arrojando una variación negativa del 24%. 4 Esta situación

–––––––––– 1. Se entiende por bajo riego: sectores con infraestructura de riego para cultivos ubicados generalmente en la zona de valle. Secano: territorios de altura ubicados generalmente en interfluvios donde los cultivos se benefician de lluvias ocasionales. Cordillera: refiere a terrenos de altura usados en temporada estival para alimentación de ganado caprino. 2. INE (2002), Censo nacional de población y vivienda, Santiago de Chile, 2003. 3. MUNICIPALIDAD DE RÍO HURTADO (2004), Plan anual de la educación municipal, Río Hurtadol, 2004, p. 3. 4. INE, op. cit., 2002; MUNICIPALIDAD DE RÍO HURTADO, op. cit., 2004, p. 4.

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sociodemográfica tiene como antecedente la carencia de actividades económicas permanentes que absorban la fuerza de trabajo disponible en la comuna, la falta de una instancia de capacitación técnica, profesional, productiva y comercial sistemática, 1 y un emergente pero inestable proceso de creación de pequeñas y medianas empresas. Dimensiones que dificultan un proceso de capitalización y acumulación sistemático así como un proceso productivo integral (con producción, distribución y consumo local), lo que sumado a la situación demográfica mencionada, y a la marginación en las decisiones políticas regionales y nacionales, deja entrever una carencia de oportunidades económicas y de desarrollo social para la población. La comuna en general presenta una actividad económica eminentemente agrícola de pequeña escala, 2 alcanzando aproximadamente a 768 productores en el bajo riego, 3 a los que deben sumárseles los productores dedicados a labores de pequeña minería (pirquinería) y de criancería caprina en el secano, los que en total alcanzan aproximadamente a un 56% de la Población Económicamente Activa (PEA). El sector terciario alcanza a absorber el 31% de la masa laboral representando en torno a los 400 trabajadores(as), siendo la actividad más importante de este sector la población dedicada a

–––––––––– 1. Existen experiencias de capacitación permanente que han sido exitosas pero embrionarias, como son dos Escuelas de Adultos presentes en la comuna, las que han permitido nivelar y complementar estudios a alrededor de 200 personas, mujeres en su mayoría. Pero no ha sido posible generar una instancia de capacitación, educación e investigación permanente para la población comunal. 2. La formación agrícola se enmarca, principalmente, dentro de una economía campesina que tiene como características principales: tener por objeto productivo reproducir la familia y la unidad de producción, con una fuerza de trabajo fundamentalmente familiar con asalariados externos a ella de carácter estacional; un nivel tecnológico con uso intensivo de la mano de obra y una baja densidad de capital de inversión; el origen de los insumos y destino de los productos son parcialmente mercantiles y están enfocados principalmente al autoconsumo (reproducción de la unidad) y a un pequeño mercado local y regional; el criterio de intensificación del trabajo es el máximo producto total, aún a costa del descenso del producto medio, teniendo como límite el producto marginal cero; los riesgos dicen relación con asegurar los niveles de sobrevivencia, siendo el ingreso indivisible de la unidad productiva. A. SCHEJTMAN (1999), «Las Dimensiones urbanas del desarrollo rural», in: Revista de la CEPAL, Santiago de Chile, abril 1999, nº 67, p. 18. 3. La situación de los productores con relación a la superficie con seguridad de riego es la siguiente. Existen 460 agricultores de subsistencia que en total tienen 153,8 há., con un promedio de 0,33 há. cada uno; 274 pequeños propietarios agrícolas que en total tienen 367, 9 há., con un promedio de 1,34 há. cada uno; 15 medianos productores agrícolas que en total tienen 93,5 há., con un promedio de 6,23 há. cada uno; y 19 grandes productores agrícolas que en total tienen 470,9 há., con un promedio de 24,8 há. cada uno (Censo Agropecuario, 1997).

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labores de educación (primaria y secundaria), de administración pública (funcionarios públicos y municipales) y el comercio minorista independiente. El sector secundario (fundamentalmente construcción) absorbe cerca del 13%, siendo el sector menos influyente representado por 198 trabajadores/as. 1 La Población Económicamente Activa (PEA) es sólo de 1.385 personas de las 3.512 que se encuentran dentro del rango de 15 años y más, representando el 39% de la población con potencialidad económica. 2 El 75% de la PEA declaró estar trabajando por ingresos (de forma empleada y/o desarrollando actividades económicas independientes), el 15% estar cesante, un 2,5% estar buscando trabajo por primera vez, un 3% sin trabajar pero con empleo y un 4,5% trabajar para un familiar pero sin ingreso. 3 Se identificó además que sólo el 18% de la PEA esta compuesta por mujeres, las cuales en su mayoría participan del sector de servicios (comercio, educación, etc.) y en empleos estacionales del sector primario en labores de sub proletarización campesina como temporeras, tanto dentro de la comuna como en otras empresas vitivinícolas y frutícolas de la provincia y la región, producto de la escasa calificación técnica y educativa requerida para este tipo de trabajo, lo que las sitúa en condiciones de asimetría laboral y de inseguridad social. Además, el 82% de las mujeres mayores de 15 años de la comuna no presenta actividad reconocida por el Censo en ninguno de los tres sectores de la economía local. Desde una perspectiva de género, es importante atender a los sesgos y dificultades que el instrumento censal plantea a las mujeres rurales. Primero, éste sólo permite registrar el trabajo remunerado y no diferencia entre trabajo externo e interno a la unidad doméstica, lo cual no es pertinente a los contextos de reproducción económica y social rurales donde la participación económica de las mujeres –––––––––– 1. INE (1992), Censo nacional de población y vivienda: 1992, Santiago de Chile, 1993. 2. INE (2002), Censo nacional de población y vivienda: 2002, Santiago de Chile, 2003. El bajo porcentaje de la población cesante y buscando trabajo que midió el Censo se explica fundamentalmente por variables estacionales del empleo agrícola, pues en abril, época en que se realiza el Censo, los empleos temporales todavía se mantienen para los períodos de cosecha frutícola, y porque los trabajadores del sector terciario no son afectos de variables estacionales tan marcadas como los del sector primario.

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suple y/o compensa a los salarios masculinos. Segundo, dado el desprestigio de las actividades domésticas respecto de las asalariadas y atendiendo al carácter de las preguntas, las mujeres tienden a no identificar sus labores como un trabajo monetarizable, invisibilizando de este modo sus labores económicas. De este modo, el Censo no considera las actividades productivas de las mujeres respecto de sus unidades domésticas campesinas. Se destaca, por lo tanto, que aunque índices como la baja calificación técnica, profesional y educativa de las mujeres puedan constituirse como referentes para comprender la baja participación de las mismas en labores remuneradas, por sí solos no permiten entender ni las condiciones y calificaciones necesarias de un trabajador en contexto rural, ni el valor del trabajo reproductivo y productivo de las mujeres en una economía campesina. A este respecto importa agregar que las mujeres rurales de la comuna carecen de control sobre los factores productivos (capital, tierra y trabajo) necesarios para su autonomía productiva y la satisfacción de sus necesidades económicas y sociales. Esta situación configura un escenario sociocultural y económico donde a la vez que define a las mujeres como «población económicamente no activa» debido a la escasa o nula remuneración salarial del trabajo doméstico, se las inhibe respecto a sus proyecciones de microemprendimiento económico. Esto permitiría entender la existencia de un grupo mayoritario de mujeres que hasta el momento se encuentran al margen del público objetivo o beneficiarios de las políticas de intervención del Estado y el Gobierno Local Rural en el ámbito agrícola y de «superación de la pobreza». A pesar de ello, es importante relevar que son mujeres quienes participan activamente como dirigentas sociales y asociadas de organizaciones funcionales y territoriales, emergiendo como actoras y demandantes de políticas rurales que atiendan a la preservación y conservación del medio ambiente. Cuestión que permite complejizar el escenario comunal: si asumimos que son invisibilizadas como sujetos de proyectos productivos, a la vez que aparecen como protagónicas en el espacio comunal asumiendo tareas de gestión y creación local. Sus posiciones dan cuenta de las contradicciones de un modelo de desarrollo que no es 295

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capaz de integrar las prácticas femeninas a las lógicas del emprendimiento local. Con esto señalamos la importancia de indagar acerca del rol de las mujeres en el marco de las economías integrales de las familias campesinas, sus capacidades de negociación y de generar incidencia en las deciciones económicas de sus grupos familiares, a pesar que sus actividades no sean monetarizadas. Esta estructura de ocupación se inserta en un escenario donde el 64,7% de los hogares se encuentran en situación de no pobreza y los que están en situación de pobreza (indigencia y pobreza no indigente) alcanzan el 35,3%, 1 entendiendo que los hogares pobres se definen como aquellos cuyos ingresos son inferiores a dos canastas familiares por persona. Aquí surge la segunda problemática respecto de los instrumentos de «medición de pobreza». Mideplan, a través de Casen 1996, define los ingresos según dos conceptos: a) el ingreso autónomo del hogar, que se refiere a los ingresos por concepto de sueldos y salarios, ganancias provenientes del trabajo independiente, incluido el autosuministro y el valor del consumo de productos agrícolas producidos por el hogar, rentas de propiedades, ingreso por intereses, bonificaciones, gratificaciones, así como jubilaciones, pensiones, montepios y transferencias entre privados;

y b) el ingreso monetario del hogar

que corresponde a la suma del ingreso autónomo y de los subsidios monetarios» los cuales son «los aportes en efectivo que otorga el Estado a las personas, y que abarca a las pensiones asistenciales, subsidios de cesantía, subsidio único familiar, asignaciones familiares, otras transferencias monetarias del Estado a las familias. 2

Según Mideplan el promedio del ingreso autónomo para Río Hurtado es de $169.899 y del ingreso monetario $183.639, siendo éste el segundo más bajo de la región, luego de Punitaqui, representando sólo al 37% del promedio a nivel nacional. 3 Pero se presenta entonces que no existe una precisión respecto de los ingresos –––––––––– 1. MIDEPLAN (2000), Encuesta de caracterización socioeconómica nacional, Santiago de Chile, 2000. 2. MIDEPLAN (1996), Encuesta de caracterización socioeconómica nacional, Santiago de Chile, 1996. 3. MIDEPLAN, op. cit., 2000.

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autónomos no monetarios de una familia rural como son el autosuministro y el valor de los productos agrícolas producidos por ella, pues el precio de éstos varía según sea la época de comercialización, el mercado al cual se los oriente y la cantidad y calidad de los intermediarios comerciales existentes en la comuna, así como los circuitos de distribución de los productos existentes. 1 Además la situación de pobreza de la comuna se ve extremada puesto que si bien la población pobre permaneció fundamentalmente igual en 10 años, 2 se agravó la distribución al interior del estrato de pobreza debido a la duplicación del número de indigentes de 312 a 634 (representando al 13% de la población total de la comuna). 3 Si este dato es cruzado con la naturaleza de la estructura familiar (diversos núcleos familiares en una misma vivienda), con la cantidad de integrantes al interior de los núcleos familiares, seis personas promedio, y con la no monetarización del aporte de mujeres que no son PEA, tenemos una radicalización de las situaciones de pobreza debido al crecimiento de más del 100% de los indigentes, y con ello una merma de las capacidades de satisfacción de necesidades básicas y bienestar de las familias. En el marco de los datos entregados anteriormente, es posible señalar que en contextos de economías de subsistencia campesina la satisfacción de necesidades no pasa sólo por el ingreso en dinero, sino también por la capacidad que tiene la familia para absorber necesidades mediante, por ejemplo, la explotación de la fuerza de trabajo familiar, la producción agrícola y pecuaria alternativa y a pequeña escala, el control de algunos factores productivos y de las redes de cooperación y asociatividad comunitaria (capital económico, –––––––––– 1. Esta situación genera un marco de descontextualización de dichas conclusiones, sobre todo porque haciendo un pequeño monitoreo encontramos que casi ningún núcleo familiar obtiene de su trabajo un ingreso de esa magnitud. 2. Según Casen 2000 la población no pobre (aquella cuyo ingreso mínimo por persona debe superar el costo de una canasta mínima individual) ha pasado entre los años 1998 y 2000, de un 63,8% a un 64,7%. A su vez la población de Pobres decreció alrededor de un 2,8%, disminuyéndo de un 36,2% a un 35,3%. 3. La población pobre es aquella cuyo ingreso mínimo por persona permite cubrir el costo de una canasta mínima individual, que a la fecha del estudio era para zonas urbanas $43.712 y rurales $29.473. La población indigente es aquella cuyo ingreso mínimo necesario por persona no sirve para cubrir el costo de una canasta alimentaria, siendo en zonas urbanas $21.958 y rurales $16.842.

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social y cultural), así como el control sobre las rutas de comercialización y distribución de los productos. Por esto, y luego de este análisis, argumentamos que la aproximación que el Estado hace al fenómeno de la pobreza es economicista y reductivo, pues se establecen y construyen instrumentos de medición que al no hacer eco de las especificidades rurales, así como de las variaciones de la estructura tecnoeconómica actual (el impacto del mercado global en el campo), generan diagnósticos impertinentes e inadecuados que guían acciones que no tendrán los impactos y resultados esperados. Uno de estos vacíos refiere a la situación socioambiental de la comuna, cuyos procesos sostenidos de desertificación y prolongados ciclos de sequía hacen más complejo el cuadro socioeconómico descrito. Se trata de un territorio que ha sufrido una creciente sobreexplotación y sobrecarga extractiva producto de la depredación de los bosques relictus y de algarrobos para la pequeña minería de Andacollo durante los siglos XIX y XX; y de la explotación de forraje para sostener una economía ganadera de tipo pastora que tiene al queso de cabra como su principal producto comercializable. Todo ello como parte de una economía de subsistencia que a la vez que posibilita la reproducción de los grupos familiares, aumenta el casi irreversible deterioro de los suelos y disminuye el crecimiento de las plantas, erosionándose y perdiéndose la delgada capa vegetal del suelo. 1 En un mismo sentido, la agricultura de bajo riego (fundamentalmente fruticultura) es gestionada a través de una combinación de sistemas tradicionales de riego por tendido (sólo un 40% del suelo agrícola, unas 430 há, ha visto tecnificado su riego con goteo y aspersión), y de una aplicación, pequeña pero significativa por su poca regulación y control, de pesticidas y fertilizantes químicos, lo cual produce una permanente erosión del suelo agrícola y una creciente acumulación de contaminación del agua de riego del río. Frente a la disminución de la fertilidad del suelo, las familias campesinas expanden la agricultura a nuevos terrenos, con ello mantienen –––––––––– 1. En general el suelo ya se encuentra en un 55% desertificado, de los cuales el 39,1% está extremadamente degradado. MUNICIPALIDAD DE RÍO HURTADO (2004), Plan anual de la educación municipal, Río Hurtadol, 2004.

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la frágil biodiversidad de suelos agrícolas y huertos caseros. Sin embargo, en su conjunto, la comuna de Río Hurtado carece de sistemas de amortiguación que permitan resolver la compleja triangulación entre las particularidades microclimáticas del valle y las demandas socioeconómicas y culturales con que las poblaciones históricamente han explotado recursos naturales escasos. Si bien se han impulsado transformaciones en los modelos agrícolas tradicionales, tendientes al mejoramiento de su eficiencia, éstas no han logrado menguar la sobrecarga ganadera en las laderas de montaña ni la paulatina merma del stock de especies vegetales y biodiversidad del valle. Por lo que frente a las consecuencias socioeconómicas de los cambios estructurales vividos en este periodo, personas y familias campesinas se han valido de estrategias económicas de subsistencia que dependen de la presión que puedan ejercer sobre el frágil medio ambiente del semiárido. LOS AGENTES DE DESARROLLO Y SUS ESTRATEGIAS. EL ESTADO, EL GOBIERNO LOCAL Y LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD RURAL

En este escenario, el Estado, el Gobierno Local así como las organizaciones de la sociedad rural han generado acciones e implementado estrategias de intervención, muchas veces sin considerar la complejidad de las interacciones sociambientales de la población. Por lo que proyectos e iniciativas carecen de impacto social, resultando descontextualizadas e impertinentes en la mayor parte de las ocasiones. Develando con ello un inadecuado diagnóstico sociocultural así como una coordinación interinstitucional ineficiente. En el caso del Estado, los Gobiernos de la Concertación propusieron en una década y media de administración, una serie de acciones que pretendieron potenciar el poder de la sociedad civil en la intervención de sus realidades y con esto promover la participación en la «superación de la pobreza». Ricardo Lagos en su programa de campaña señalaba que, 299

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Para crecer con igualdad debemos otorgar más poder a la ciudadanía de modo que participe más activamente en las decisiones que le atañen en su barrio, en su comunidad, en su región, con un estilo de gobierno más cercano a la gente y con una política más comprometida con una distribución equitativa de los recursos. 1

Confiriendo un papel propositivo a la sociedad civil, esta administración concibe la participación social como un mecanismo primordial en la superación de la pobreza. De este modo, el Instructivo Presidencial sobre Participación Ciudadana establece los lineamientos estratégicos y operativos sobre los cuales deberán regirse las diferentes reparticiones del Estado con relación a la participación social, postulando una conceptualización interactiva donde, La participación requiere, por una parte, que el sector público tenga la apertura, genere la información y establezca espacios y mecanismos que acojan las preocupaciones, necesidades y propuestas provenientes de la ciudadanía. Por otra parte, la participación necesita de una ciudadanía que se involucre en las cuestiones públicas, con organizaciones fuertes que representen toda su diversidad. 2

Las contrapartes están claras, el Estado, el oidor, debe recepcionar las propuestas enunciadas y desarrolladas por la ciudadanía, el hablador. Pero un análisis acucioso de la situación hace pensar que si bien existe una situación macro favorable de las políticas públicas hacia la participación social, estas aún no pasan de ser buenas intenciones que no han cristalizado todavía en un marco normativo legal con el cual operar a nivel nacional, regional y local. A pesar de que a primera vista los dispositivos legales y administrativos que el Gobierno ha promocionado aparecen como una estrategia de potenciamiento de la sociedad civil. La autogestión de las intervenciones promovidas por los servicios públicos, es administrada a nivel central por lo que la participación se operacionaliza en procesos de consulta donde finalmente prima el «criterio de

–––––––––– 1. CONCERTACIÓN DE PARTIDOS POR LA DEMOCRACIA (1999), El Primer gobierno del siglo XXI, Santiago de Chile, 1999, p. 21. 2. DIRECCIÓN DE ORGANIZACIONES SOCIALES (2003), Instructivo presidencial sobre participación ciudadana, Santiago de Chile, 2003, p. 1.

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factibilidad técnica» de los interventores. Por esto, los programas estatales más que generar estrategias de participación social interactiva para la «superación de la pobreza» y el desarrollo local, se orientan a la aplicación vertical de los programas, caracterizados por procesos de consulta cerrada (funcional a los requerimientos de información, legitimación estatal y social de los programas), donde la población local no es considerada al momento de establecer y diseñar las estrategias centrales de las intervenciones. Si se considera la escasa proporción de población y la baja densidad demográfica de la comuna, las estrategias del gobierno central y local se materializan en vínculos clientelares que administran la baja inversión pública y privada (subvención escolar, atención de salud pública, subvención y créditos agrícolas, micro y pequeñas empresas frutícolas, entre otros, para no hablar de la entrega de alimentos y otros aportes), configurando una lógica asistencialista y subsidaria que se pliega a la capacidad de negociación que la sociedad rural establece respecto a la diversidad de sus ganancias (incluyendo criancería caprina). Lo cual anuda las relaciones socioeconómicas a modelos de costobeneficio sin muchas brechas para su transformación. En el ámbito local, es la municipalidad la que debe velar por el gobierno comunal a partir de tres instrumentos: Plan de Desarrollo Comunal, Plan Regulador Comunal y Presupuesto. En Río Hurtado ninguno de estos tres instrumentos se ha generado con la población y sus organizaciones, puesto que el marco que rige a estas corporaciones deviene de un proceso de modernización del Estado llevado a cabo por la Dictadura Militar a fines de la década del ’70 y comienzos de los ’80 en los ámbitos de la regionalización y de la reforma de la administración pública. 1 Recordemos que la municipalización se llevó a cabo atendiendo más a la desconcentración que a la descentralización, al poner énfasis en «la transferencia de la responsabilidad de ejecución [de políticas públicas] a los gobiernos locales, pero los elementos –––––––––– 1. Dicho proceso, a nivel de discurso, buscaba potenciar la descentralización del aparato público, hecho que, como da cuenta la realidad social y administrativa hoy, no se condecía con los verdaderos objetivos de la Dictadura: jibarización y achicamiento del Estado a través de un proceso de privatización y revolución del modelo neoliberal de desarrollo. T. MOULIAN (1997), Chile actual, Santiago de Chile, 1997.

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claves del proceso: […] planificación de actividades y asignación de recursos, permanece en manos del gobierno central», 1 produciendo sólo una dispersión de las decisiones, las cuales en su mayoría (sobre todo las de asignación de recursos a través del fondo común municipal, del fondo nacional de desarrollo regional y de la intervención de programas sectoriales de diversos servicios públicos), siguen siendo tomadas por el gobierno central, implicando una constricción a la participación de la comunidad y a la capacidad de planificación y gestión por parte del gobierno local municipal. Cuestión que podría derivar en el impulso y creación de políticas rurales más eficientes y pertinentes (económica, ecológica, política y socioculturalmente) tendientes al incremento de bienestar social y económico de la población a la vez que a la búsqueda de formas sustentables, democráticas y participativas de desarrollo. Tras el proceso de descentralización chileno existían dos operaciones fundamentales del modo de producción capitalista: primero, traspasar las actividades y funciones de interés comunitario (agua, luz, gas, teléfono, transporte) al control de agentes privados (empresas y corporaciones); y segundo, desconcentrar estas actividades y funciones públicas centrales en instancias regionales, provinciales y locales. Estas operaciones son coherentes a la propuesta de subsidiaridad del Estado, en el entendido que el Estado central despoja sus responsabilidades de desarrollo para que sean los gobiernos locales «con un nivel reducido de responsabilidad y toma de decisiones, los que se encargan de solucionar los problemas cotidianos de la gente (salud y educación principalmente)». 2 En este marco institucional, el municipio 3 ha tendido a la solución de los problemas sociales y económicos mediatos e inmediatos principalmente a través de una prestación de ayuda direccional y vertical,

–––––––––– 1. GIA (1989), Gobierno local en el sector rural, Santiago de Chile, 1989, p. 15. 2. GIA (1989), Gobierno local en el sector rural, Santiago de Chile, 1989, p. 29. 3. El análisis de esta parte se basa en una revisión de las acciones del Departamento de Desarrollo Comunitario y del Departamento de Desarrollo Rural de la I. Municipalidad de Río Hurtado, así como de los discursos de dirigentes de alrededor de 20 organizaciones comunitarias sociales y productivas de la zona del Bajo Riego del valle Medio de Río Hurtado. Para un análisis exhaustivo de estas dependencias municipales ver Contreras, Chamorro y Donoso, 2004.

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lo que ha generando una dinámica asistencial entre el gobierno local municipal y los habitantes mediados por sus organizaciones, 1 dinámica que se reproduce muchas veces al interior de la organización entre los asociados y los/as dirigentes. Esto provoca a inexistencia de un modelo de comunicación horizontal, puesto que se funciona y opera bajo una modalidad de emisor activo y receptor pasivo, y no con un modelo de interlocución, 2 careciendo de relevancia la participación de las organizaciones en la gestión y funcionamiento del municipio, así como en la implementación de políticas de superación de pobreza que consideren la situación y condición real de los habitantes rurales. Es por esta dinámica de relaciones que las organizaciones no median las relaciones Municipio-Comunidad, sino que en los últimos 15 años en Río Hurtado han sido ignoradas como actores sociales para la planificación del desarrollo local rural, y para el diseño y ejecución de intervenciones sociales y económicas que reviertan la situación de pobreza. En el contexto de pobreza de la comuna, la constitución de organizaciones comunitarias es fundamental, puesto que son estas entidades las que se constituyen, en la teoría, como interlocutores válidos entre el Municipio y la comunidad. Sin embargo, puesto que en Río Hurtado las administraciones históricamente se han relacionado vertical y asistencialmente con las organizaciones sociales, solucionando problemas parciales e imposibilitando la intromisión de éstas en la administración local. La mayor parte de las veces, la administración municipal ha desarrollado estrategias de carácter vertical que son clientelares, paternales y asistenciales con las organizaciones y sus dirigentes, dándose la mayoría de las veces lo que Pretty 3 define como «participación pasiva», donde los actores o «sujetos de desarrollo», reciben información de los cambios y estrategias de desarrollo sin posibilidad de decisión, trayendo como resultado una –––––––––– 1. Esta situación se condice con los imaginarios construidos desde las autoridades en torno a la figura del dirigente social rural, el cual, la mayor parte de las veces, no hace carrera política partidaria ni recibe capacidades y habilidades de interlocución política horizontal, generando en las autoridades una seducción por un tipo de relación paternal, clientelar y faccional. 2. M. CALVELO (2003), Comunicación para el cambio social, Santiago de Chile, 2003. 3. J. PRETTY (1995), «Participatory learning for sustainable agriculture», in: World Development, London, August 1995, vol. 23, nº 8.

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experiencia que no otorga nuevos aprendizajes ni capacidades. Esta situación en los últimos años se ha vio revertida en parte durante la primera década de este siglo por un proceso social de potenciamiento de las organizaciones y de su rol en la planificación del propio desarrollo, lo que veremos a continuación. Las organizaciones comunitarias de la comuna han venido organizándose paralelamente al gobierno local rural en los últimos cinco años a través de la ejecución de una serie de proyectos de desarrollo que contaron con financiamiento de servicios públicos y de la cooperación internacional, teniendo por objeto hacer frente a las condicionantes socioambientales y de pobreza desde la perspectiva del desarrollo sustentable. En este proceso han participado parte importante de organizaciones y comunidades de la comuna (Pichasca, San Pedro, Caracoles, Fundina, Serón, Samo Alto, El Sauce, Huampulla, El Chacay, Hurtado, Las Breas, El Chañar, entre otros), así como representantes del gobierno regional y local, de ONG’s y de universidades nacionales y extranjeras que han venido construyendo colectivamente una plataforma técnica y pedagógica que permitió fomentar y fortalecer en parte una conciencia ambiental localizada y rural. Al mismo tiempo han potenciado la autoorganización del territorio en la perspectiva de que sea la población participante quienes generasen una propuesta de gobernanza ambiental que les permitiera detener, y a mediano plazo revertir no sólo la desertificación y la degradación de los suelos; sino que mitigar los elevados índices de pobreza en que se encuentra la comuna. En el contexto de una población comunal con bajos niveles de escolaridad y alta deserción escolar, las experiencias y las acciones de desarrollo promovidas por la sociedad rural de Río Hurtado han tendido a buscar mecanismos de integración comunitaria en un doble sentido: generar una conciencia socioambiental ligada a la transformación de las prácticas económicas de contenido erosivo y depredador, y construir estrategias laborales y de aprendizaje que detengan los procesos de migración social a partir de la generación de insumos para la creación y diversificación de las prácticas productivas. En este contexto se han formulado proyectos de desarro304

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llo que se han entendido como eslabones de un proceso comunitario de concientización ecológica, cuyo móvil se entrecruza con el objetivo de transformar las condiciones sociales y ambientales que refuerzan la pobreza a la vez que recrudecen la habitabilidad en un medio desertificado. 1 En síntesis, este trabajo ha buscado posibilitar un modelo de desarrollo local sustentable que fortalezca a las personas y organizaciones comunitarias como entidades con capacidad de participar, dirigir y/o liderar un proceso de desarrollo socioambiental cruzado por la severa vulnerabilidad de los recursos naturales. Para esto se ha incorporado un trabajo en red que liga a dirigentes y organizaciones de las diferentes localidades con instancias de asesoría externas que trabajan como soportes técnicos y de financiamiento de las propuestas de sustentabilidad político-social. Con ello se buscó democratizar las instancias de planificación y ejecución de un proceso de planificación territorial y de educación ambiental, configurando un diálogo y trabajo proactivo entre actores con distintos órdenes de competencias. En suma, podemos decir que hasta la fecha se ha tendido a proteger, fomentar y conservar el medio ambiente de Río Hurtado a través de la reducción de la capacidad de carga extractiva de recursos naturales y la formación pedagógica de una conciencia ambiental, capacitando e implementando tecnologías apropiables y sustentables a nivel social y ambiental, lo que ha permitido capitalizar y valorizar los escasos bienes con que las comunidades cuentan, como son

–––––––––– 1. Entre las acciones desarrolladas por las organizaciones sociales encontramos el proyecto «Mujeres y Energía Solar», ejecutado el año 2001 por la Junta de Vecinos de Pichasca y el Centro de Madres «María Luz de Pichasca» y financiado por el Fondo de Protección Ambiental (FPA) de la Comisión Nacional de Medio Ambiente (CONAMA). Este proyecto permitió introducir cocinas solares y hornos mixtos en hogares de la comuna para disminuir el consumo de leña, a la vez que constituirse en la práctica como un espacio de socialización y legitimación de la experiencia en el entorno social. Dentro de este marco y desde la perspectiva de la asociatividad, la Junta de Vecinos de Pichasca ejecuta el año 2002 y 2003 el proyecto «Organizaciones de Base Contra la Desertificación Comunal», el cual fue financiado por el Programa de Pequeños Subsidios del PNUD, y que marca un proceso de consolidación de una perspectiva de trabajo que se centra en la necesidad de vincular a la población con estrategias técnicas y pedagógicas para la construcción de una conciencia socioambiental. Esta experiencia permitió capacitar en la construcción y uso de tecnologías adecuadas y manejos sustentables a más de 120 familias de pequeños productores agroganaderos, así como otorgar y montar en las comunidades las instancias de gestión y control del proceso de construcción de esos artefactos tecnológicos.

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la experiencia tradicional de producción y la abundancia de radiación solar. Estas fortalezas permiten acceder a un ahorro energético en términos ambientales y de economía doméstica, condiciones que han permitido generar pequeños ingresos a diferentes unidades domésticas, ofreciendo un espacio de sustentabilidad social a través de la creación de herramientas propias de superación de la precariedad estructural que presenta la población de la comuna. El discurso de las organizaciones comunitarias: El caso de El Romeral y Fundina 1

Es importante señalar que las entidades comunitarias en general se hallan mediadas por políticas sociales específicas. En el caso de la comuna de Río Hurtado se remiten a la replicación de prácticas asistenciales que refuerzan los patrones de clientelismo anclados en una lógica hacendal que se remonta al siglo XIX y comienzos del siglo XX; no siendo casual que la población local denomine como atenimiento a un estado subjetivo caracterizado por la apatía frente a la precariedad, donde se espera pasivamente a que la solución de los problemas de subsistencia básica sea solucionada desde los organismos del poder central y/o local. Asimismo, pese a que los discursos estatales sobre participación social destacan el carácter interactivo con la sociedad civil, en la práctica se refuerza la dependencia y la desmovilización de las organizaciones. Este es el caso, por ejemplo, de los Centros de Madres de la comuna, organizaciones de mujeres que dependían directamente de la gestión del alcalde y su esposa en lo concerniente a la generación de actividades y trabajos manuales, los que estaban orientados a reforzar los roles tradicionales de género; esto quiere decir, ampliar las actividades de manufactura casera con escaso valor de uso práctico en el cotidiano productivo de los hogares y sin fines comerciales, lo que claramente implicaba el nulo traspaso de poder de decisión a las socias, –––––––––– 1. Estas son dos localidades de la comuna, la primera ubicada en el secano y la otra en el bajo riego, siendo ambas localidades con escasa población y que representan similitudes en cuento a degradación socioambiental.

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… aprendemos pintura, ornadores en ganzo, tulít, esas cuestiones, y varias otras cosas, todo eso del crochet, tejido. Muchas sabíamos tejer y ahí nos sirvió para ir avanzando… (Centro de Madres de El Romeral)

En lo concerniente al potencial de autonomía en la generación de proyectos, debemos evidenciar que ésta se ha visto truncada por la expresa carencia de destrezas y aprendizajes técnicos que permitan a las organizaciones y a los socios/as plasmar sus necesidades y prioridades en la formulación de proyectos, … para nosotros es de partida la falta de conocimiento de elaborar un proyecto, eso es lo más, que nos falta más a nosotros, porque iniciativa tenemos, necesidades tenemos, pero eso es lo que nos falta, el poder elaborar proyectos. (Junta de Vecinos de El Romeral)

También han existido políticas y estrategias de desarrollo diseñadas desde los servicios públicos localizados, siendo un caso emblemático el programa Chile Barrio. Este programa es ponderado positivamente por las organizaciones en cuanto ha permitido ampliar las condiciones de bienestar urbano en la localidad, como lo ha sido el acceder a bienes materiales de alto valor modernizador (mejoramiento y construcción de viviendas, comunicación caminera y, dotación de agua potable y electricidad a la localidad), es un beneficio que nosotros antes nunca habíamos tenido, ponte Chile Barrio […] nosotros cuándo íbamos a tener para mejorar una vivienda, ahora están estos estanques, que son cosas de alto valor, no tenemos nosotros pa’ llegar y con esos 16 mil pesos que aportamos… ¿qué íbamos a hacer? Ná po, entonces yo creo que son favorables para la comunidad, si, beneficioso… (Comité Católico de El Romeral) 1

–––––––––– 1. El Comité Católico se configura como un caso de participación comunitaria excepcional en lo que respecta a la relación que establecen con las instancias de poder local y respecto a los móviles de su gestión, lo que en la práctica se traduce en que se perfilen formalmente como depositarias del trabajo de los programas del Estado y del gobierno local.

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… ahora cambió totalmente el nivel de vida de las personas, yo considero que cambió, total, con el alcantarillado cambió total la cosa. (Centro de Madres, Localidad de Fundina)

Este programa utiliza como estrategia de integración de la sociedad rural dinámicas de participación social de carácter funcional y consultiva, donde el equipo de ejecutores técnicos realizan reuniones e implementa procesos donde la comunidad discrimina sus necesidades y propone soluciones a éstas. Sin embargo, las estrategias y lineamientos de intervención siguen siendo diseñados desde fuera, inspirándose y diseñándose en torno a criterios urbanos de modernización, generando que muchas acciones concretas del programa tengan poco o nada que ver con los requerimientos y necesidades locales, … nunca hablaron con nosotros, de, como le dijera yo, de casetas, sino que en el programa venía caseta sanitaria. (Centro de Madres de Fundina)

Estas intervenciones no han fortalecido la capacidad de las mismas organizaciones para definir y delinear los marcos de su propio desarrollo y sobrevivencia como comunidad, por lo que a pesar de trabajar sobre necesidades básicas de la población, no reconoce los contextos socioambientales y productivos de la misma. En el caso de la localidad de Fundina sus principales problemas socioeconómicos se hallan mediados por los problemas locales de inserción de sus productos agrícolas a mercados que le otorguen mayores tasas de ganancia. 1 No obstante, en la perspectiva de la racionalidad económica de dirigentes y pobladores, es necesario destacar que uno de los valores atribuidos a este tipo de intervenciones está dado por la posibilidad tangencial que ofrecen las obras de infraestructura en la contratación de mano de obra local, … estamos esperando que lleguen nomás y después que haiga para trabajar, para terminar las viviendas porque nunca las dejan terminadas. (Comité Procasa de El Romeral)

–––––––––– 1. Los/as productores de Fundina trabajan y comercializan en conjunto, es decir que se autoorganizan generando estrategias de participación social basadas en la autogestión; sin embargo ello no cuaja necesariamente en la creación y fortalecimiento de sus organizaciones sociales.

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Valoraciones que se relacionan con las condiciones físicas, sociales, económicas y ambientales concretas de esta comunidad, tales como: aislamiento geográfico y de comunicaciones (malas condiciones de los caminos interfluviales, nula cobertura de telefonía celular, altos costos de los transportes de privados, etc.), leve densidad demográfica, relaciones sociales sujetas a las relaciones parentales, dependencia total de los recursos naturales degradados (escasez de agua, deteriorada y frágil cobertura vegetal para el forraje), entre otros. Cuestiones que configuran el perfil asistencial del accionar de los servicios y de la participación de las organizaciones como un espacio complejizado por la necesidad concreta de mejorar y superar las condiciones de pobreza estructural y endémica asociada a la situación de crisis socioambiental de la localidad, y al escenario de tensión económico-cultural de la singularidad de prácticas productivas fuertemente sostenidas en la tradición y en la especificación de la subsistencia, como lo es la actividad ganadera caprina en la IV Región y, que en el caso de El Romeral se modula como un «nosotros»: crianceros/os localizados en un territorio específico que social, económica y emotivamente no se desea abandonar. De esta manera, pese a que el modelo de participación consultiva establecido por los organismos del poder local se hallan remitidos a un continuismo de la lógica asistencial prevaleciente en la localidad y en la comuna en general, esto se ha visto mediatizado por las percepciones de la participación de las organizaciones en acciones de desarrollo. De manera que aún cuando las intervenciones de diverso tipo han sido definidas desde los servicios y los/as socios/as se han visto verticalmente «favorecidos» por los mismos, ello cobra un cariz singular al momento de que se constata una noción de identidad y de cierto comunitarismo dados, entre otros, por el común denominador productivo-ganadero, por la experiencia de aislamiento y precariedad vividos por la mayoría de los/as habitantes, y por las características endogámicas de las relaciones parentales. Por tanto las acciones desarrollistas son percibidas como parte del esfuerzo compartido y ganancia de la totalidad de la población, apropiándose simbólicamente de las intervenciones de los organismos del Estado 309

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a la vez que reforzando, eso sí, el sentido paternalista y de confianza que se tiene respecto de las llamadas «autoridades», … cuando hay trabajo, hay que hacerlo en forma de cooperación, porque de otra manera no se puede hacer, porque como usted vé, somos un pueblo chico. (Junta de Vecinos de El Romeral)

… la municipalidad los envió acá y se trabajó con ellos, con personal de Chile Barrio […] así que hasta este año ya si se alarga un poquito la vivienda, hasta este otro año, pero tiene que salir lo que prometen, lo que está en carpeta de antes. (Comité Procasa de El Romeral)

No obstante, y así mismo, ello se configura como una estrategia económica de subsistencia, en el entendido de que es del interés general de mujeres y hombres el buscar mecanismos de autointegración de la comunidad, pues se comprende y se experimenta que la precariedad socioeconómica y ambiental no sólo atañe a la reproducción biológica y social de las familias sino que también fractura las relaciones comunitarias; de modo que fenómenos como la migración de población joven y masculina son vistos como expresión de la gravedad de las condiciones de pobreza de la localidad; es decir, carencia de ofertas de trabajo locales, actividad productiva ganadera deprimida y sujeta a las fluctuaciones de las precipitaciones, nulas capacidades de comercialización y control de los precios de los productos caprinos, escasas capacidades técnicas para diversificar las actividades productivas, entre otras, … que hubiera como una generación de empleo hubiera aquí, trabajo, que los proyectos lo haga gente de la comunidad, aquí con la juventud que hay, pasamos meses y no trabajamos, hay trabajo, hay que salir lejos a trabajar. (Comité Procasa de El Romeral)

Directamente relacionado a las barreras que tiene la comunidad para participar activamente en proyectos, se plantea la necesidad de 310

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mayor educación y de mejores flujos de información que permitan un real interacción de la misma en las intervenciones de desarrollo,

… la falta de información de las autoridades, yo creo que eso es lo más importante. A mí me dieron unas bases ahí para hacer proyectos, he esperado ya más de un mes, he estado esperando una citación para llamarme, que iban a hacer un programa para enseñarnos cómo había que llenar eso, pero no llega y el plazo se cumple, parece que es el 27 de este mes, y no me ha llegado ninguna invitación, una carta, nada, entonces ¿qué hago? (Comité Procasa de Fundina)

Estos problemas de comunicación y capacitación dan cuenta de la escasa orientación de los agentes y agencias de desarrollo a fortalecer la formación de la población en general y de sus líderes en el desarrollo de sus propias propuestas de desarrollo, creando una nueva dependencia: esta vez referida a conocimientos técnicos que permiten acceder a las fuentes de recursos frescos. Desde las perspectivas locales un proyecto puede ser un puente (una subvención de INDAP, un bono familiar, una casa y/o una radio comunitaria), estando dirigido el sesgo hacia una visión comunitaria asistencialista de lo que es y como se debe participar en un proyecto. Para el caso de Fundina, el mayor problema para una eficaz participación comunitaria radica en una escasa identificación de la población con las organizaciones locales y sus metas, pues éstas no representarían sus principales necesidades productivas. 1 Esto que denota una posición asistencialista, a la vez da cuenta de los principales ejes sobre los que se construyen y sostienen las organizaciones sociales para los casos estudiados. En este sentido tenemos que

–––––––––– 1. En cuanto a la cooperación en proyectos productivos, en Fundina se extendió un cierto «miedo al cooperativismo» dado los fracasos de estas experiencias en la década del 70, pues fue la orgánica impulsada por INDAP durante la Reforma Agraria. Sin embargo, hasta el año 2004 existían productores con esta opinión que se habían asociado informalmente en dos grupos para comercializar en mejor posición sus productos. Uno de estos grupos se está constituyendo por autogestión como Comité de Desarrollo y ya han ejecutado como personas naturales un proyecto autogestionado de secadores solares para aumentar el valor agregado de su producción. Es notorio entonces que existe una necesidad de organizarse para solucionar temas de producción, necesidad que hasta el momento ha sido cubierta por la capacidad propia de los productores.

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en El Romeral la participación es percibida como parte de las estrategias comunitarias de sobrevivencia, asociándola a la noción de «cooperación» y de «trabajo compartido», bajo el entendido de que las organizaciones experimentan vital y mutuamente condiciones ecológicas y políticas comunes que aludirían a un proceso de severa desertización, en el cual la participación o el beneficio vendría a constituirse en una suerte de estrategia, no necesariamente consciente, de sobrevivencia de un grupo social sometido a la fuerte presión de un medio socioambientalmente precarizado, Yo pienso que sin junta de vecinos ninguna localidad podemos subsistir en cuanto conjunto, en cuanto proyecto, no somos nada, eso es el conocimiento que tengo yo, dentro del tiempo que tengo, porque yo creo que ningún pueblo puede surgir sin junta de vecinos, sin ser organizados. (Junta de Vecinos de El Romeral)

… sí, sí. Es que como somos tan pocos […] cuando aquí se organiza una fiesta, suponiendo la fiesta religiosa, ahí estamos todos apoyando. […] sin la cooperación no hay nada […] la unión, si es la unión la que hace la fuerza. Y sin unión no pasa nada. (Centro de Madres de El Romeral)

Por último, debemos comprender que pese a que la noción de «cooperación» tenga como referente a un conjunto de condicionantes estructurales y endémicas, esta a su vez signada por la visualización de que es la comunidad en su conjunto la fortaleza de sus proyecciones y del éxito de sus actividades, pues es el único capital que se posee en un medio social, económico y ambientalmente desfavorable para la sobrevivencia. Si bien tanto las organizaciones comunitarias como la participación social en las mismas, y en los proyectos o intervenciones, se ven mediatizadas por las características físicas, relacionales y socioeconómicas de cada localidad, éstas a su vez se ven condicionadas por el escenario ambiental en el que sus prácticas productivas y de subsistencia se insertan, puesto que permiten entrever el signo específico de sus necesidades y percepciones socioculturales respecto de sí mismo y el entorno, y que en este caso 312

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se entrecruzan profundamente con una situación de crisis socioambiental y desertificación. Para el caso de El Romeral, por tratarse de un poblado esencialmente criancero de cabras, la comprensión acerca de la «sequedad» se relaciona inmediatamente con las experiencia cotidiana de escasez de alimentos para los animales y, por lo tanto, con la situación vital de subsistir en condiciones de extrema de carencia de recursos naturales, materiales y pedagógicos; esto último en lo que respecta a la necesidad de adquirir las destrezas y aprendizajes para elaborar proyectos productivos que permitan paliar las condiciones de precariedad socioeconómica. De este modo, la situación de carencia de recursos naturales como agua y forraje vegetal para la producción ganadera se expresa en el binomio «sequedad/baja productividad», donde la experiencia de fragilidad y escasez de los recursos perpetúa un patrón de subsistencia que pone en peligro la permanencia y reproducción social en el tiempo. Proceso de desertización humana que se liga a su vez tanto a la degradación y deterioro excesivo de la capa fértil de suelo que el manejo caprino actual genera, como a la situación de pobreza que esta comunidad enfrenta, imposibilitando la emergencia de mecanismos endógenos que permitan la superación y recuperación de esta problemática, expresada en la ausencia de estrategias socioculturales y económicas frente a los ciclos de sequía y de precariedad social. 1 Podemos decir entonces que la comprensión de la dimensión socioambiental por parte de los habitantes de El Romeral se encuentra sujeta a la dependencia prácticamente absoluta de los ciclos de sequía, las variaciones de las precipitaciones y a las condiciones hidrogeológicas de las localidades; no apareciendo dentro de este conjunto de nociones una problematización del rol de sus actividades económicas respecto de las condiciones de fragilidad y vulnerabilidad –––––––––– 1. Empero, y como ya hemos señalado para el caso de los proyectos y del perfil de las necesidades de las comunidad, se comprende la urgencia de realizar estudios de aguas subterráneas así como acceder a capacitaciones que entreguen herramientas para la formulación de proyectos productivos autónomos.

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de los recursos y del propio grupo social sobre el territorio, ni estrategias que permitan soslayar y sustentarse frente a la contingencia de la ausencia y presencia de agua, Una dificultad que tenemos nosotros cuando son años secanos, o sea seco, que no llueve, ahí ya tenemos dificultad, tenemos bajón en la crianza, en la producción porque se nos muere la crianza, por la falta de comida, entonces ahí tenemos una baja importante nosotros como productores caprinos […] esto es como aventura si viene un año bueno, no sabemos si el que viene va ser bueno o malo. (Junta de Vecinos de El Romeral)

Del mismo modo, si bien se entienden las ventajas productivas que trae el controlar el forraje animal por intermedio de la creación de praderas artificiales, ello se encuentra limitado por las condiciones endógenas del sustrato de la población, que en este caso se asocia unidireccionalmente a la carencia del recurso agua y no a las características del manejo productivo-extractivo de los recursos vegetacionales, cuestión que se puede identificar incluso para comuneros de Fundina, donde el riego está garantizado por el acceso al agua del Río Hurtado, … pésimo, si no habiendo lluvia, no habiendo bajadas de río, abunda más ahí la pobreza, porque si no hay lluvia, ¿cómo se puede sembrar?, la gente no puede tener su ganado en condiciones. Ahora en este momento yo creo que a toda la gente se les están muriendo sus animalitos. (Centro de Madres de Fundina)

De modo que las percepciones respecto de la sequedad y las dificultades productivas se asocian más a la imposibilidad de controlar el recurso agua que a las transformaciones en las prácticas económicas de subsistencia, como lo es el tipo de ganadería y el consumo energético sostenido en la extracción de leña para fines esencialmente domésticos y de economía de subsistencia,

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… ahí se pierde todo nomás, se pierden lo productivo como ser los […] los árboles, se seca también, ya no se cosecha pastito […] los animales se mueren. (Comité Procasa de El Romeral)

De modo que existe un contexto productivo y de subsistencia que depende casi absolutamente de los recursos naturales, y de una población productora que se relaciona y pervive más por una relación de degradación con el medio que respecto de estrategias económicas y culturales de cuidado del mismo. Cuestión que se torna grave no sólo bajo la inminencia de un colapso de los recursos existentes sino que ello media las posibilidades de reproducción del grupo en el tiempo, pues la no visualización de salidas productivas a la escasez de los recursos ya sea por motivos educacionales, como lo es la reconocida falta de capacidades técnicas para la elaboración de proyectos, o bien por aspectos culturales que remiten a una cierta especialización productiva criancera que les entrega pautas de comportamientos aprendidos de generación en generación y que se vuelven limitantes al momento de buscar y diversificar estrategias económicas. Este conjunto de apreciaciones nos permiten configurar un cuadro de desertización humana agudizado por la obligatoriedad de migrar en busca de mejores condiciones económicas y de bienestar social, bajo la marca de constituirse en mano de obra barata y precarizada para medios semirurales y/o urbanos, ahí se pierde todo nomás, se pierden lo productivo como ser los, los árboles, se seca también, ya no se cosecha pastito […] los animales se mueren […] y ya uno ya también se aburre ya, y pesca por su rubro ya, parte a buscar trabajo a otro lado, ya deja todo a un lado estando allá y empieza a trabajar nomás […] se va gente pa fuera. (Comité Procasa de El Romeral)

… a mis hijos yo los he incentivado para que participen en la comunidad pero en este momento no están acá, están todos pal norte, están trabajando pero yo sigo luchando, sigo luchando por el bien del pueblo y de la comuna. (Comité Agua Potable de Fundina) 315

LA RURALIDAD CHILENA ACTUAL

En suma, nos situamos en un escenario de dependencia unidireccional del recurso hídrico que se asocia al fenómeno de sequía cíclica que es definida en términos de endocategorías como «años buenos y años malos», para aludir a la abundancia o carencia de precipitaciones, respectivamente. Cabe agregar que los «años buenos» también se asocian a las potencialidades productivas que otorga la abundancia de agua, no sólo en cuanto la maximización de la producción lechera y quesera del ganado caprino, sino que también en cuanto a las posibilidades de fortalecer las huertas domésticas permitiendo generar pequeños excedentes y/o ahorros para generar plataformas de seguridad alimentaria y solventarse en tiempos de escasez, sí, hay años buenos, en años buenos se ve todo bonito, aprovecho de sembrar hasta las últimas orillitas pa’ guardar algo para tiempos de escasez. Pero no todos los años son buenos porque como el año pasado fue seco y ya este […] en el tiempo que estamos y todavía no llueve, entonces los animalitos no tienen nada que comer po, y se pone más difícil todo para nosotros. (Comité Católico de El Romeral)

Sin embargo, si bien se tiene una noción que identifica el fenómeno de la sequía a una dependencia exclusiva del recurso agua, la comunidad presenta una disposición positiva a la creación y diversificación de estrategias productivas que les permitan permanecer y sustentarse en la localidad, cuestión que se expresa en la demanda y necesidad de puestos de trabajo in situ que eviten la migración de la población masculina joven y adulta hacia centros semiurbanos, a la vez que ofrezcan a las mujeres posibilidades domésticas de generar ingresos, [la sequía] hay que sufrirla no más po, y no hay trabajo si eso es lo que […] los animales uno los siente, pero habiendo trabajo se solucionan más los problemas. Es difícil, es difícil la vida, por que no hay trabajo pa’ la gente […] No hay trabajo para los hombres menos hay para las mujeres, hay trabajitos que también la dueña puede trabajar siquiera medio día, y acá no po. (Comité Católico de El Romeral) 316

POBREZA Y FRAGILIDAD SOCIOAMBIENTAL

De modo que aunque no se asuma explícitamente una transformación del manejo actual de los recursos naturales, en especial el forrajero por parte de la población criancera, se asume que la única estrategia para frenar el indiscutible proceso de migración, y por ende de desertización demográfica, es la creación de trabajo y aumento de los ingresos en la localidad. Cuestión que se relaciona más al fortalecimiento de las actividades productivas que a la receptividad asistencial, y que se traduce, por ejemplo, en la urgencia de asegurar agua para cultivo y alimentación de animales, el trabajo, que es lo principal, que halla trabajo, porque así las personas están, como mi hijo que se quiere ir a Copiapó a trabajar […] es lejos por allá po, ganan algo más sí pero en viajar […] y todos tienen que gastar así que es muy poco lo que les queda, y mi hijo también tiene ganas de irse, pero me quedo con el puro chico más chico. (Comité Católico de El Romeral)

Por último, cabe agregar la importancia de fortalecer las instancias comunitarias como capital humano autónomo que presenta entre sus pares relaciones de solidaridad y de lazos afectivos que permitirían generar asociatividad productiva para diversificar y reparar un tejido social en tensión con los recursos naturales por la pervivencia en el tiempo, Y así po’, con la noria nosotros nos ayudábamos porque ahí el vecino da al lado a uno no le alcanzaba a llenar ni a la mitad de agua el estanque, y nos turnábamos cinco días cada uno, que somos tres personas las que regamos con un agüita que llega acá, en estos años de sequía es muy difícil pa’ lograrlo. Entonces nosotros por eso salvamos los arbolitos, así po’, lograr algo… (Comité Católico de El Romeral)

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LA RURALIDAD CHILENA ACTUAL

PROPUESTAS PARA EL ENDODESARROLLO O COMO GENERAR ESTRATEGIAS DE SUPERACIÓN DE LA POBREZA RURAL

Históricamente el Estado y el Gobierno Local Rural han trabajado desde una perspectiva clientelar y paternalista, lo que a manera de hipótesis se vincula a las relaciones de poder hacendal presentes en la zona hasta bien entrado el siglo XX. Las cuales se vieron fortalecidas por una lógica de participación popular asistencial en los ’60 y ’70, que se inscribiría profundamente en los imaginarios sociales por los procesos de despolitización, verticalismo asistencial y autoritarismo que forjó la Dictadura. Si bien el retorno a la democracia en la década de los ’90 renueva los parámetros y características de la participación social, el modelo tradicional de poder es modificado superficialmente 1 Sin embargo, la capacidad de respuesta de las comunidades respecto al esquema de oportunidades que ofrecen los gobiernos democráticos, junto a la reflexión social respecto a las condiciones estructurales y geográficas de marginalidad y aislamiento político de las localidades, se ha visto reelaborada desde una lógica de desarrollo que emerge de las propias necesidades locales en la búsqueda de mecanismos de sustentabilidad humana y ambiental del territorio. Río Hurtado es un territorio marcado por la sobrevivencia productiva tradicional, por la sequedad de sus suelos, la carencia de agua y la pobreza de su población. Este eje de pobreza estructural y endógena esta determinada no sólo por la inequitativa distribución de los recursos de suelo y agua –por ejemplo la población marginal del secano que se constituye de trabajadores/ras sin tierra desplazadas hacia terrenos con fuertes pendientes y escasa presencia de agua, o el alto porcentaje de trabajadores/as asalariados sujetos a los flujos laborales estacionales o temporales–, sino que también a las condiciones climáticas y vegetacionales que determinan un hábitat natural mediatizado por las extremas condiciones de aridez, bajas precipitaciones y fuerte erosión de los suelos. Es en este sentido –––––––––– 1. G. SALAZAR, A. MANCILLA & C. DURÁN (1999), Estado, legitimidad, ciudadanía, 1999, vol. I in: G. Salazar & J. Pinto (eds.), Historia contemporánea de Chile, Santiago de Chile, 1999/02.

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POBREZA Y FRAGILIDAD SOCIOAMBIENTAL

importó fortalecer a las organizaciones sociales y productivas de la comuna como modo de sentar las bases de aprendizajes sociales y políticos que permitan a las instancias comunitarias locales construir los cimientos de sus propios modelos de gobernanza. Con esto se hace necesario construir un espacio de aprendizaje que pueda suplir las necesidades particulares de las organizaciones respecto de acceder a mayores niveles de instrucción formal, adquirir destrezas respecto de la formulación de proyectos y vencer el sesgo informativo respecto del gobierno municipal. Generando así una cultura organizacional proactiva que centre sus esfuerzos en asumir las responsabilidades de la promoción del desarrollo local sustentable. Por esto resulta absolutamente crucial elaborar estrategias conducentes al traspaso de poder desde los interventores (Estado, Gobierno Local Rural, ONG’s y otros) a las dirigencias y asociados de las organizaciones comunitarias respecto a la formulación, gestión y evaluación de las especificidades de sus demandas y a las capacidades de gestión al interior de estas asociaciones. Generando para esto acciones de capacitación y formación de dirigentes sociales capaces de traspasar a los asociados/as las capacidades políticas de planificación y conducción de procesos de desarrollo local sustentable; aportando de esta manera a la construcción de organizaciones fortalecidas con fuerte énfasis en la gestión horizontal y respeto a la manifestación de una pluralidad de voces presentes en las mismas, evidenciando la heterogeneidad de los sujetos políticos: mujeres, hombres, ancianas/os, jóvenes y niñas/os. Con esta perspectiva se asegurará no sólo la colaboración de todos/as, sino que también el recambio generacional y con ello la continuidad de un proceso fortalecido por la integración democrática del tejido social. Dado el envejecimiento poblacional de la comuna y los elevados índices de migración, se requiere desarrollar plataformas para la igualdad en el acceso a bienes y servicios por parte de la población, donde un enfoque de género podría entregar las pautas para modular un endodesarrollo que incorpore a las personas (hombres y mujeres) a la constitución no sólo de una sociedad rural potenciada, sino que también aporte al valor cambiario o crecimiento marginal 319

LA RURALIDAD CHILENA ACTUAL

de los escasos ingresos monetarios de las familias; lo cual se liga a la necesidad de diseñar estrategias de incorporación de las mujeres a las fuerzas productivas, demandando transformaciones al interior de las unidades domésticas en cuanto a la distribución de roles reproductivos y productivos. Ello implicaría el liberar el tiempo de trabajo doméstico de las mujeres para que éste sea dirigido hacia el trabajo autónomo remunerado; para la realización de este tipo de acciones resulta crucial realizar un diagnóstico socioproductivo, que desde una perspectiva de género, transparente los espacios de decisión y de control de los bienes productivos por parte de hombres y mujeres. Resolviendo de esta manera, las desigualdades y diferencias que eventualmente se configuran como obstáculos en el diseño de propuestas microempresariales. Sabemos que el dominio económico doméstico se encuentra profundamente asociado a percepciones de riesgo económico, diferenciadas respecto de los espacios productivos que generan ingresos monetarios –para este espacio rural se trata de instancias fundamentalmente masculinas–. Por lo que las labores femeninas se ligan más a actividades de reproducción socioeconómica de la fuerza de trabajo y de subsistencia de las unidades económicas, que a dominios de transacción en el mercado. Por ello importa construir un perfil que permita abordar pedagógica, comunicativa y técnicamente a sujetos económicos con características socioculturalmente diferenciadas. Lo que importa es relevar la preponderancia de las mujeres ya no tan sólo como veladoras de la continuidad de los espacios domésticos sino que también a ellas en sus reales potencialidades como productoras tradicionales agrícolas, ganaderas, cuentapropistas, microempresarias, etc. Este capital humano, de manera individual o asociativamente, puede constituir un eje de desarrollo tanto para sus respectivas unidades domésticas, como para el bienestar y crecimiento de la comuna en la medida que han sido las mujeres las mayores partícipes del proceso de fortalecimiento de las comunidades en lo que ha sido el trabajo de los proyectos de la sociedad rural. Así mismo debe fortalecerse el trabajo con grupos productivos y de transferencia tecnológica que en Río Hurtado han logrado 320

POBREZA Y FRAGILIDAD SOCIOAMBIENTAL

conseguir, luego de asesorías de más de diez años, un logro en innovación productiva en torno a las buenas prácticas agrícolas. En suma, importa nuclear a pequeños grupos de socios productivos y comerciales centrando el accionar en la disponibilidad de recursos humanos y naturales a la vez que en las posibilidades de acceso a medios de innovación tecnológica y acceso a capital o microcréditos con garantías de no endeudamiento. Dada las características históricas, socioeconómicas y ecológicas de la localidad, interesa dirigir acciones de potenciamiento de la diversificación económica local a través de estrategias que permitan centrarse en la capacidad de decisión de los actores; es decir, importa fortalecer la asociatividad de los productores/ras en relación a la escala de sus seguridades y propias proyecciones económicas, aportando a la socialización de la producción y la formación en la toma de decisiones comerciales mediante asesorías técnicas y escuelas permanentes. Para el caso del secano es fundamental nutrir los estudios socioproductivos con investigaciones hidrogeológicas de manera de introducir innovaciones tecnológicas que permitan incrementar la producción agroganadera a la vez que motiven la disminución de la carga caprina sobre la capa vegetativa. Es resumen, se requiere conducir las acciones de intervención organizacional al rescate de las especificidades de género, edad, actividades productivas, situación laboral, etc., que por un lado potencien los estilos de vida –fortaleciendo la identidad cultural, sobre la cual existe una amplia confianza y valor–, y que por otro haga eco de las demandas políticas a través de un proceso de capacitación permanente con presencia de un equipo de profesionales en desarrollo local dedicados a la capacitación y educación en materias de comunicación para el desarrollo, liderazgo y trabajo en equipo, fortalecimiento organizacional, aspectos legales de la organización, formulación de proyectos, orgánica de la institucionalidad pública (estatal y municipal), negociación y resolución de conflictos, entre otras áreas de interés del desarrollo local. Una instancia de capacitación permanente permitiría otorgar a las organizaciones territoriales y funcionales de la comuna una visión de proceso para ampliar e irradiar las 321

LA RURALIDAD CHILENA ACTUAL

líneas de desarrollo autónomas a las necesidades de las orgánicas comunitarias, aportando no sólo a la formación técnica superior de la población en esta zona de fragilidad socioambiental, sino que a su vez a la redistribución de conocimiento e información para la toma de decisiones y ejercicio de control social por parte de las organizaciones en torno a la gestión del Estado y del Gobierno Local Rural, lo cual producirá a mediano y largo plazo un poder popular rural concientizado que este formado en la horizontalidad de la gestión, en el trabajo en red y en la comunicación para el desarrollo. Resulta fundamental establecer a nivel estatal y municipal una coordinación interinstitucional pública y privada a fin de hacer eficiente y pertinente las acciones desarrolladas en el territorio, y que en comunicación y trabajo con las organizaciones comunitarias intervengan eficientemente sobre las localidades. Esto porque generar políticas y acciones con enfoques disímiles hace incoherente un proceso de desarrollo donde el manejo sustentable del territorio requiere del trabajo concertado de todos los actores. A este respecto, es importante atender a la dependencia que la «dinámica de los proyectos» genera respecto a las expectativas económicas de las comunidades. Como hemos observado, ello no sólo redunda en la posibilidad económica de percibir un subsidio y/o un salario para ciertas faenas o trabajos acotados, sino que en la creación de la « necesidad » de que sean «los proyectos» los motores y nucleos de una planificación sustentable del territorios. Hablamos de problematizar críticamente nuestras propias prácticas como «técnicos» respecto a los modelos de desarrollo que propendemos. En este caso, un modelo cuya lógica es fuertemente dependiente de destrezas técnológicas y profesionales de las que las comunidades carecen, lo cual redunda en un fortalecimiento de las instituciones urbanas respecto a la capacidad de autogestión y valoración rural del territorio y su futuro.

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Producción caprina tradicional

Perspectivas y reflexiones desde la Antropología

Nikolas Stüdemann Henríquez

INTRODUCCIÓN

La crianza tradicional de ganado caprino es uno de los rubros más problemáticos y sacrificados dentro de las prácticas ganaderas en Chile, debido, fundamentalmente, al contexto geográfico-ecológico que normalmente lo sustenta, a las formas de pastoreo y traslado de animales que despliega y a las características de su principal producto: el queso de cabra artesanal. Aunque podemos apreciar caprinos por todo el territorio, el mayor número de ganados se concentra en la Región de Coquimbo, donde las características climáticas y los extensos cordones transversales, con su escasa y ruda vegetación, amparan a estos resistentes animales. Aproximadamente el 57% del ganado caprino nacional se concentra en esta región, con 404.562 cabras desde 5.391 informantes, 1 porcentaje que se ha elevado considerablemente, ya que en 1997 era de un 43% (306.022 cabras). 2 Lamentablemente, esta concentración –––––––––– — Este artículo está basado en los resultados de investigación que sustentaron la memoria de título de Antropólogo Social del autor, titulada: Producción Caprina en el Valle de Río Hurtado: Una Mirada Antropológica. El texto fue presentado para la Universidad de Chile a fines del año 2008. 1. INE (2007), Censo Agropecuario 2007, Santiago de Chile, 2007. 2. INE (1997), Censo Agropecuario 1997, Santiago de Chile, 2005.

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LA RURALIDAD CHILENA ACTUAL

ha derivado en una sobrepoblación de caprinos para la región, lo cual es ecológicamente perjudicial debido al sobrepastoreo en los territorios del secano que realizan las unidades productivas. Esta fuerte actividad pastoril es sindicada como principal agente deforestador de aquellas vastas zonas, las cuales erosionadas y en proceso de desertificación son refugio de miles de familias rurales. Además, el sustento económico principal de estos pastores –el queso de cabra– se encuentra en entredicho por su escasez, dudosa calidad higiénica y malas vías de comercialización. Para los más alarmistas, la viabilidad económica y ecológica del rubro podría disminuir progresivamente hasta su virtual colapso, hecho que recrudece con la escasa pluviosidad de los últimos años en la región. Ante el complejo panorama, los empeños de las instituciones de gobierno comprometidas, principalmente el Instituto de Desarrollo Agropecuario (INDAP), se han dirigido a impulsar campañas modernizadoras del rubro, conllevando capacitación para los productores, educación técnica a nivel escolar en los liceos y publicitar los beneficios que traería una producción más sofisticada. Se ha intentado intervenir genéticamente la especie caprina para su reducción y se ha apoyado monetariamente a los productores dispuestos a invertir en tecnología para la producción de queso pasteurizado, entre otras iniciativas. Sin embargo, los programas de intervención no han dado resultados significativos. Los sistemas de crianza del ganado siguen siendo en su gran mayoría extensivos y la elaboración de queso casi totalmente artesanal. Las cifras son categóricas: en la última década hubo un aumento del 24% en la población caprina regional y un alza de 29% en el promedio de cabezas de ganado por unidad productiva (de 53 a 75). Sin embargo, se experimentó una baja del 8% en el número de núcleos de producción (de 5.116 a 4.707). 1 Esto apunta a un fracaso en los planes de reducción de animales y, para peor, muestra que menos familias están sacando provecho del elevado número de cabezas y el desgaste ecológico derivado de la actividad. –––––––––– 1. INE (1997), Censo Agropecuario 1997, Santiago de Chile, 2005; INE (2007), Censo Agropecuario 2007, Santiago de Chile, 2007.

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PRODUCCIÓN CAPRINA TRADICIONAL

Dentro de la Región de Coquimbo, la Provincia del Limarí es la que acumula el mayor porcentaje del ganado, con un 48% y un aumento en diez años de un 9,9%, contando en 2006 con 148.473 cabezas. 1 Es en esta provincia donde trabajamos entre los años 2003 y 2008, específicamente en la Comuna de Río Hurtado, la cual es 100% rural y donde el rubro caprino es una de las principales alternativas económicas para su población. Nuestro interés fue, desde un principio, investigar etnográficamente el tema para obtener un panorama sobre los motivos y razones que inciden en la persistencia de esta forma de vida y producción en la zona, donde, según estudios del Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA), la capacidad de carga animal recomendada para los terrenos de la comuna está sobrepasada en 15 veces. 2 PROPUESTA METODOLÓGICA Y TEÓRICA-CONCEPTUAL

Para aproximarnos al tema caprino utilizamos una metodología acentuada en lo cualitativo-etnográfico, con el fin de buscar nuevas perspectivas de análisis y complementar en parte los numerosos trabajos de corte técnico (veterinaria, ecología, etc.) y las también fecundas investigaciones desde el área de la historia y la sociología. Estas últimas, han otorgado valiosos datos sobre el origen de las comunidades agrícolas pastoriles y las características cuantitativas (y cualitativas, pero en menor grado) del quehacer caprino. Destacan en este sentido, para la experiencia de investigación en Chile, los trabajos presentados por Aranda y Livenais en su extensa compilación de 2002 3 y el ya clásico estudio sobre la trashumancia de la misma Aranda en 1970-71. 4 En orden conceptual, la mayoría de estos trabajos han puesto el acento en la utilización de distintos pisos ecológicos –––––––––– 1. INE (2006), Ganadería Caprina Provincias de Elquí, Limarí y Choapa, Santiago de Chile, 2006. 2. INIA (2003), Diseño, implementación y seguimiento Plan Integral de Desarrollo del Secano, IV Región de Coquimbo, Santiago de Chile, 2003, p. 127. 3. P. LIVENAIS & X. ARANDA (eds.) (2003), Dinámicas de los sistemas agrarios en Chile árido, Santiago de Chile, 2003. 4. X. ARANDA (1971), Un tipo de ganadería tradicional en el Norte Chico, Santiago de Chile, 1971.

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durante el año por parte de los crianceros (la trashumancia), por lo cual, intentando un complemento y también con algunos reparos prácticos y conceptuales, hemos subrayado otras facetas de la actividad pastoril. En el plano teórico, tomando en cuenta las complejas características económico-productivas y ecológicas del rubro, hemos querido dar una preponderancia en el análisis a las formas de producción que se ejercen por parte de los crianceros. Para esto, como eje principal, planteamos dar una mirada materialista cultural sobre el tema, definiendo en primer término los componentes infraestructurales y estructurales de las unidades productivas crianceras para luego, siguiendo una lógica determinista infraestructural, indagar en los factores de la cultura inmaterial (superestructura) que influyen en la problemática. Este determinismo significa que la infraestructura condiciona a la estructura y ambas a la vez determinan los componentes mentales de la cultura, sin embargo, hemos utilizado estos preceptos con un fin metodológico, sin defender un esquema rígido al respecto y respetando la importancia que por sí solas pueden tener las manifestaciones inmateriales de las comunidades. Asimismo, para entender a la unidad productiva criancera como una institución particular, hemos optado por una concepción sustantivista 2 de la economía al momento de analizar fenómenos que bien pueden desbordar la comprensión de la lógica económica formal. –––––––––– 1. El materialismo cultural es un replanteamiento de los postulados materialistas del marxismo propuesto por el antropólogo estadounidense Marvin Harris. Para Marx: «El modo de producción de la vida material determina el carácter general de los procesos de la vida social, política y espiritual» (cit. en Harris). Harris reformula este enunciado: «Los modos de producción y reproducción conductuales etic determinan probabilísticamente las economías doméstica y política conductuales-etic, que a su vez determinan las superestructuras conductual y mental emic. Para abreviar podemos clarificar a este principio de determinismo infraestructural». Cf. M. HARRIS (1979), El Materialismo cultural, Madrid, 1982, p. 71-72. 2. Para Karl Polanyi: «El origen del concepto sustantivo es el sistema económico empírico. Puede resumirse brevemente como el proceso instituido de interacción entre el hombre y su medio ambiente, que tiene como consecuencia un continuo abastecimiento de los medios materiales que necesitan ser satisfechos». De esta manera, entiende de manera abierta las particularidades de las economías como procesos institucionalizados y se contrapone a la concepción formalista de la economía, la cual es una construcción teórica propia del capitalismo que «implica un conjunto de reglas relativas a la elección entre los usos alternativos de los medios insuficientes», planteando como reales y universales conceptos extraídos desde su propia lógica, como lo es la empresa. Cf. K. POLANYI (1974), «El Sistema económico como proceso institucionalizado», in: M. Godelier (ed.), Antropología y economía, Barcelona, 1976, p. 159 y 117.

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PRODUCCIÓN CAPRINA TRADICIONAL

ESQUEMAS Y DEFINICIONES SOBRE LA PRODUCCIÓN CAPRINA ARTESANAL

1. - Infraestructura: el modo de producción

El tipo de trabajo que aplicamos nos acercó al tema caprino de una manera bastante frontal con su base material, percatándonos en las montañas de los sistemas productivos tradicionales utilizados por las familias crianceras. Sobre la base de esto elaboramos el Esquema 1, referente al modo de producción conductual etic, 1 el cual está dirigido a satisfacer las necesidades de producción para la subsistencia. En este caso, debe tomarse en cuenta que la «subsistencia» de los grupos exige tanto asegurar el autoconsumo como lograr un excedente productivo para la comercialización. INFRAESTRUCTURA Modo de producción conductual etic Sistema de producción intensivo

Mano de obra fundamentalmente familiar

Crianza y alimentación natural Traslado estacional del ganado 3

Tipos de pastoreo

Elaboración de productos caprinos Queso artesanal

• Invernada • Veranada • Permanente • A distancia • Pradera artificial

• Carne • Cuero • Otros

Tecnología simple

Esquema 1

–––––––––– 1. Lo conductual tiene que ver con lo físico, con «el conjunto de los movimientos corporales de todos los seres humanos […] y los efectos ambientales, grandes o pequeños, producidos por tales movimientos». Lo etic indica que se utilizan las categorías y conceptos del observador al momento de analizar los fenómenos. Cf. M. HARRIS (1979), El Materialismo cultural, Madrid, 1982, p. 46.

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LA RURALIDAD CHILENA ACTUAL

Como podemos observar en el esquema, las actividades productivas principales de los crianceros se dividen en dos: sistema de producción extensivo y elaboración de productos caprinos. El primero significa un manejo en pradera natural del ganado, lo cual conlleva distintas formas de traslado y pastoreo, mientras el segundo tiene como principal producto al queso de cabra, utilizando tecnología sencilla y trabajando con leche natural. Si bien la producción quesera tiene características específicas muy importantes, desde donde se explica una gran cantidad de condiciones materiales y dinámicas desplegadas en terreno por las unidades productivas, creemos que aún más fundamentales son, a nivel infraestructural, las técnicas de alimentación para el ganado, las cuales están vinculadas más directamente con los problemas ecológicos que afectan a la zona. No pretendemos crear falsas divisiones en el ámbito productivo de los crianceros y somos conscientes de que ambas técnicas de trabajo están fuertemente ligadas (de hecho, la alimentación del ganado es un proceso que tiene como principal fin la producción de queso), pero, sin embargo, creemos necesario hacer un ejercicio de abstracción y dividir estos ámbitos con fines analíticos. Hecha esta separación, nuestra hipótesis principal es que el traslado y pastoreo de las cabras son claves substanciales para el entendimiento de la vida criancera actual y de los fenómenos que la atañen desde su base infraestructural, las cuales se reflejan en todos los niveles de su cultura. En cuanto a la magnitud de productores tradicionales, ésta la hemos definido según el tamaño de sus ganados, tomando en cuenta la homogeneidad racial (criolla) y de rendimiento que tienen las cabras en la zona. Tenemos tres categorías generales: pequeño, de 20 a 100 cabras; mediano de 100 a 300 cabras; grande, más de 300 cabras. Una aclaración conceptual: movimientos pastoriles y trashumancia

Si revisamos la bibliografía sobre el tema caprino, tanto en ciencias sociales como en otras disciplinas, nos encontramos con un término recurrentemente utilizado para denominar a los crianceros, 330

PRODUCCIÓN CAPRINA TRADICIONAL

mas pocas veces bien definido en sí mismo y en su utilización para este tipo de productores. Nos referimos al concepto de «trashumante», palabra que puede provocar cierta confusión cuando intentamos comprender íntegramente a estos pastores. En rigor, existen dos grandes acepciones para este concepto. Primero, anotamos el utilizado por la arqueología y la antropología para los estudios de grupos cazadores-recolectores. En este sentido, «la trashumancia es una forma de seminomadismo que lleva involucrada una relación directa con el cambio estacional del ambiente». 1 Son grupos que se encuentran en estadios de transición entre el nomadismo y el sedentarismo, por lo tanto, según Thomas Lynch, debemos diferenciar que: el nomadismo es simplemente vagar mientras la trashumancia es cambiar sistemáticamente de lugar de vida […] si no se abarca grandes distancias (en la trashumancia) en sentido lateral, muchas veces se presentan cambios fuertes en el medio ambiente, en el sentido de altura. 2

En segundo lugar, tenemos la utilización del concepto «trashumancia» para el ámbito netamente pastoril. En facto, éste es el uso reconocido por la Real Academia Española, quien define trashumar como «pasar el ganado en verano a las montañas y regresar de ellas en invierno». Este sentido ha sido utilizado para definir el trabajo realizado por pastores en Europa y Asia. C. Forde se refiere a los habitantes de Persia Central: Esta migración estacional de los cuarteles de invierno a los de verano, en beneficio del ganado, practicada por los pueblos más adelantados que habitan en zonas semiáridas y montañosas, estaba antiguamente muy difundida en el sur de Europa y se la denomina trashumancia… 3

Analizada la primera acepción general del término –la dirigida a los cazadores-recolectores– debemos afirmar que es inútil para

–––––––––– 1. V. SCHIAPPACASSE & H. NIEMEYER (1975), «Apuntes para el estudio de la trashumancia en el valle de Camarones», in: Revista de Estudios Atacameños, San Pedro de Atacama, 1975, nº 3, p. 54. 2. T.F. LYNCH (1967), The Nature of the central Andean preceramic, Pocatello [Idaho], 1967, p. 39, cit. en G. SERRACINO (1975), «Los Movimientos de los cazadores y recolectores en la cordillera de los Andes», in: Revista de Estudios Atacameños, San Pedro de Atacama, 1975, nº 3, p. 17. 3. C.D. FORDE (1934), Habitat, economy and society, London, 1966, cit. en V. SCHIAPPACASSE & H. NIEMEYER, op. cit., 1975, p. 53.

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conceptualizar los desplazamientos de los crianceros. Decir que los pastores de cabras son seminómadas o no manifiestan un claro sedentarismo sería una grave equivocación. Los productores con que hemos trabajado siempre tienen una o más residencias fijas, las cuales, si bien a veces no habitan por varios meses, son un punto de referencia y casi siempre están habitadas por parte de su núcleo familiar. En aquel sentido, Kottak busca diferenciar, en términos de pastoreo, a la trashumancia del nomadismo: Con el pastoreo se producen dos patrones de movimiento: el nomadismo y la trashumancia. […] En el caso de los pastores nómadas, el grupo entero (mujeres, hombres, niños) se desplaza con los animales a lo largo del ciclo anual. Con la trashumancia, sólo una parte del grupo sigue a los rebaños, mientras el resto permanece en sus hogares de los poblados. 1

Sin embargo, a nuestro parecer, este autor no logra despojar del todo las características nómadas de los pastores trashumantes, ya que se refiere a un «seguimiento» por parte de ellos a sus animales, sin especificar las condiciones de estos movimientos. Debemos recordar que los cazadores recolectores (nómadas) no practican el pastoreo, sino la caza, y por esto organizan sus desplazamientos según los de sus presas, desplegando una relación horizontal con el animal. En el caso que nos interesa, es el pastor quien decide hacia dónde, cuándo y a qué ritmo partir, 2 desarrollando una relación fuertemente vertical con su ganado. Es este tipo de relación (vertical u horizontal) lo que Kottak y otros autores no clarifican, pudiendo fácilmente su definición interpretarse como un movimiento pastoril seminómada. Creemos que la clarificación de la condición absolutamente sedentaria o seminómada de los crianceros cobra relevancia, ya que en algunos casos la ambigüedad del término trashumante ha servido como fundamento para que algunos especialistas creen puentes ficticios entre los actuales pastores de la región y –––––––––– 1. C. KOTTAK (1997), Antropología cultural, Madrid, 1997, p. 105. 2. Si bien es cierto que las cabras logran a ratos llevar su propio ritmo y suelen desviarse del camino convenido, en términos generales, tarde o temprano, es el designio del pastor el que se cumple.

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los cazadores-recolectores que hace miles de años poblaban la zona, proponiendo, por lo tanto, un origen indígena no justificado de sus prácticas pastoriles. 1 El segundo significado –de tradición pastoril– define correcta pero inacabadamente los desplazamientos realizados por los pastores de cabras con que trabajamos. La mayoría de los crianceros accede a terrenos de mayor altura en verano para luego volver en el invierno, sin embargo, el ganado caprino durante todo el año permanece en un constante vaivén tanto lateral como vertical al ser pastoreado en largas distancias, hecho que debe ser conceptualizado por separado. Además, con el recrudecimiento del clima, los meses secos en la zona de Río Hurtado han llegado a ser diez, por lo que en ocasiones incluso en el invierno los productores deben buscar cotas más altas para pastorear. De esta forma, debemos hablar de varios tipos de trashumancia (invernal, estival, de corta o larga distancia y duración, lateral o vertical, etc.). ¿Juega el concepto de trashumancia un rol de común denominador claro y preciso para estas categorías? Nuestra impresión es que no. En vías de una mejor comprensión de los movimientos pastoriles que se producen hoy –al menos en el Norte Chico– proponemos fijar la atención en los circuitos que a diario recorren los animales, en los tipos de pastoreo que son realizados durante todo el año y a cualquier altura. Por su parte, el traslado estacional del ganado (la trashumancia) lo conceptualizamos como un traslado extenso entre zonas de pastoreo, entre la «invernada» y la «veranada»; un movimiento específico importante, pero que ya no carga con todo el peso de la actividad pastoril como el concepto anterior en entredicho. –––––––––– 1. La relación entre los actuales crianceros y las culturas originarias que habitaron los valles de la Región de Coquimbo es un tema extenso que no podemos abordar en profundidad en este artículo. No obstante, sin haber hecho una investigación exhaustiva el respecto, podemos aventurar que la gran mayoría de los pastores actuales de Río Hurtado pertenecen a un ámbito cultural «criollo» o «campesino chileno» sin manifestar características socioculturales ni económico-productivas indígenas, como tampoco filiaciones claras con las etnias diaguita, coya u otras. No descartamos que en otras zonas de la región pueda haber influencia indígena importante, pero algunos especialistas tienden a generalizarla.

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Traslado estacional del ganado en año normal

En el transcurso del año los crianceros deben hacer un traslado vertical con sus animales debido a los cambios vegetacionales provocados por el ciclo climático. De aquí obtenemos los conceptos de invernada y veranada. El concepto de invernada es amplio y se refiere a todas las zonas en que trabajan los crianceros en invierno y al periodo que permanecen en ellas. Hay casos en la región donde la invernada corresponde a zonas costeras, presentándose un gran desplazamiento de cordillera a mar. Para nuestra muestra –en el valle de Río Hurtado– el movimiento es menos extenso, correspondiendo normalmente la invernada al mismo valle o a los interfluvios habitados, donde durante finales de otoño, invierno y comienzos de primavera la escasa pluviosidad en la zona (a veces sólo una par de lluvias) permite el crecimiento de nuevos pastos y fortalece la vegetación existente. Gracias a esto, los crianceros pueden establecerse en sus sitios de residencia más permanentes. En esa época, los terrenos de alta cordillera se encuentran con nieve (sin vegetación), además de ser el clima invernal de altura bastante inhóspito. A finales de primavera, verano y comienzos de otoño, habitualmente no existen precipitaciones, lo que seca en extremo los terrenos bajos del secano quedando muy poca vegetación. Mientras, en la cordillera los deshielos descubren zonas húmedas donde crece abundante pasto, sirviendo también el agua nival para nutrir vegas y quebradas de altura que se encontraban secas. Debido a esto, los crianceros optan por dejar temporalmente sus asentamientos en tierras bajas y trasladarse con su ganado a sectores más altos donde se asegure el alimento para los animales durante el verano, que es el periodo más intenso en la producción (la mayoría de las cabras se encuentra parida, dando leche). A esta etapa y a las áreas de pastoreo a las que se accede en ella se les denomina veranada. Como dijimos, el prolongamiento del periodo seco en la zona ha provocado que unidades productivas busquen zonas altas (normalmente correspondientes a la veranada) en pleno invierno, lo cual 334

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hace que este aparente orden en el uso de los pisos ecológicos se desvirtúe. Desde estas necesidades de traslado entendemos los distintos tipos de asentamiento desplegados por los crianceros: en los pueblos principales del valle, en localidades especializadas (comunidades agrícolas) y en majadas. 1 Las dos primeras opciones son más comunes en contextos de invernada. En los pueblos se cuenta con variados servicios, por lo tanto, es común que ahí viva parte del núcleo familiar que no se relaciona, al menos durante todo el año, con la producción caprina. En las localidades especializadas suele contarse con escuela y a veces policlínico (ronda médica). Normalmente se emplazan a más altura que el valle central y habitan en ellas sólo núcleos productivos crianceros. Por su parte, las majadas son la opción de refugio para pastorear a mayor altura (veranada), estando desperdigadas en forma aislada por las extensas montañas. Algunos crianceros habitan los tres tipos de vivienda durante el año. Tipos de pastoreo

Estas técnicas de manejo del ganado son practicadas masivamente desde hace muchísimos años, siendo una condición infraestructural principal que, como tal, debe ser tomada en cuenta al momento de proyectar posibles cambios en el rubro. Hemos definido tres tipos de pastoreo: a distancia, permanente y en pradera artificial. Los dos primeros corresponden a técnicas en pradera natural (sistema extensivo), mientras el tercero es una opción más sofisticada, propia de sistemas semiextensivos e intensivos de producción.

–––––––––– 1. Las majadas son pequeñas viviendas rústicas que sirven de refugio para los crianceros. Las hay de muchas formas. Gran cantidad tiene una estructura de piedras montadas (u ocasionalmente de adobe) sobre la cual se apoyan troncos entrecruzados que una vez cubiertos de ramas sirven como techo. A veces la estructura es de tablas con techo de zinc o pizarreño. Otras, más desmontables, se componen de paneles y plásticos para sellar los laterales, teniendo como cobertura superior el zinc, pizarreño o paneles de plástico. En general, la idea es crear un refugio para pocas personas y sólo temporal, por lo tanto, muchas veces se improvisa con los materiales. Básicamente, en el interior de la majada se dispone un lugar para el fuego delimitado con piedras, el cual cuenta con una parrilla para cocinar y calentar agua. En el piso se despliegan colchones o colchonetas para dormir. El queso es producido en esta misma habitación, aunque en ocasiones se cuenta con otra pieza destinada a esta función. Como infraestructura para las cabras debe contarse con al menos un corral.

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El pastoreo a distancia consiste en soltar las cabras en la montaña para después de ciertos días (no menos de dos) ir en su búsqueda. Es un trabajo difícil, pero requiere menos tiempo que las otras técnicas: uno o más pastores deberá dedicarse a su búsqueda algunos días de la semana, generalmente con la ayuda de equinos. La complejidad radica en la distancia impresionante que un grupo de cabras puede recorrer en pocas horas, siéndolo aún más las alturas a las que acceden. Se provoca una alta probabilidad de perder animales por accidentes, depredadores, robos, etc. El pastor distante debe conocer con gran detalle la geografía del lugar para acceder a las zonas de alimentación caprina en buena forma. Además, es de remarcar el conocimiento que debe tener de su ganado, tanto para intuir los sectores que éste visitará como para reconocerlo desde largas distancias sin confundirlo con cabras ajenas. En terreno apreciamos algunas de las características y dificultades de este tipo de pastoreo: El 23 de julio, momento en que llegamos a terreno, el ganado seco 1 y algunas recién paridas pertenecientes a don Julio se encontraban desde hace varios días recorriendo un cordón montañoso aledaño a la hacienda. Estas montañas se imponen hacia el norte y en sus zonas más altas presentan enormes barrancos y picos nevados. Durante algunos días no se tuvo noticias del ganado por parte de otros pastores que recorren la zona, por lo que aquella madrugada, don Julio, el jinete más experimentado, debió subir con su macho 2 en busca de los animales. Accediendo por una zona alta llamada Sierra Negra, divisó sus cabras, las cuales con ayuda de los perros logró juntar en una quebrada. Sin embargo, al intentar apiñar otro grupo de animales, las cabras ya reunidas se esparcieron, escalando hacia lo más alto y despareciendo entre los cerros. Algunas de estas cabras estaban recién paridas (lecheras). Ese día, don Julio sólo pudo regresar con parte de su ganado, el cual ante la posibilidad de nuevos escapes ayudamos a encauzar hacia el valle a pie con Manuel y Nuri, mujer que se encontraba sobre una yegua

–––––––––– 1. Animales que no dan leche ni se encuentran preñados. 2. Mulo.

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buscando su propio ganado y ayudando a su padre, Julio. Aquella fue una ardua tarea, ya que los animales que venían se notaban nerviosos, algo inseguros y cansados debido al largo y peligroso descenso que venían sorteando. De esta manera, algunos se negaban a bajar y otros grupos se esparcían y tomaban rutas poco convenientes con el riesgo de caer o volver a subir perdiéndose entre los cerros. Finalmente entre cuatro pastores, dos en equinos y dos a pie, pudimos agruparlos a todos, guiándolos con nuestra posición, gritos y peñascos. Los reunimos al pie de una quebrada para luego bajar la última loma y acceder a los terrenos de la hacienda, previo paso por el riachuelo que corta el valle, donde animales y algunos exhaustos pastores bebieron y se refrescaron. Para el otro día el desafío sería mayor. Al ser don Julio el único experimentado jinete de altura que se encontraba en la hacienda, necesitaría redoblar su pericia para hacer bajar al grupo de cabras fugitivas desde una zona de enormes barrancos conocida por su peligrosidad. Además, no bien escapado un importante número de cabras hacia la alta montaña, la gran preocupación de los crianceros fue que, tras un improvisado conteo a la distancia, al menos unos cinco animales faltaban. 1

Según relatos de crianceros, a veces las jornadas de búsqueda son tortuosas física y sicológicamente. Se debe recorrer largas distancias, muchas veces en peligro constante de caída, por lo que tanto el jinete como el equino deben estar preparados. En ocasiones, al no encontrarse el ganado durante largas horas, se puede quedar expuesto a la oscuridad y/o a violentos vientos, debiéndose descansar en improvisados refugios, ya sea majadas, cuevas o aleros rocosos. La segunda técnica –el pastoreo permanente– es una forma segura de pastorear, donde el extravío de animales es bastante improbable, ya que el pastor supervisa directa y constantemente al ganado mientras se alimenta de pradera natural. Sin embargo, este tipo de pastoreo requiere de mucho trabajo, ya que dos veces al día, por la tarde y por la mañana, unas cuatro horas cada vez, al menos una persona debe dedicarse por completo. De esta forma, las labores en el centro de producción se ven seriamente coartadas, sobretodo al existir –––––––––– 1. Diario de Campo, Hacienda El Chacay, Río Hurtado, 2005.

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pocos trabajadores en la unidad. Por esto, este tipo de pastoreo es más común en el contexto de invernada, el cual suele desarrollarse en zonas donde habita gran parte de la familia criancera. A continuación presentamos algunas de sus características: En la hacienda la jornada de pastoreo matinal se realiza de 8 am a 12 pm, mientras que por la tarde el horario es de 2 pm a 6 pm, aproximadamente. Los animales se despliegan ordenadamente por laderas de cerros aledaños en dirección hacia el fondo del valle del Chacay. Durante el recorrido, este orden se ve amenazado al desviarse ciertos grupos de animales hacia zonas bajas o altas que no concuerdan con la ruta ideal de pastoreo en cuanto a posibilidades de extravío de animales, o bien con el despliegue físico del pastor. El desgaste físico será mayor dependiendo de la lejanía que los animales tomen, cruzando éstos algunas veces a cordones montañosos paralelos o descendiendo/ascendiendo en demasía por la ladera. En vista de resolver este problema, un pastor solitario requiere de un gran esfuerzo corporal y una voz de mando muy autoritaria frente al ganado, en cambio, si el pastor cuenta con apoyo, la tarea se verá simplificada considerablemente. 1

El complemento puede darse al tener el pastor un acompañante (lo cual limita aún más el trabajo en el centro productivo) y/u ocupando energía animal en el pastoreo. El apoyo animal radica en realizar el pastoreo montado a caballo, burro o mula y/o en hacerse acompañar por perros pastores, quienes a la orden de sus amos acuden a corretear las cabras hacia el camino conveniente. También, son de considerar algunas herramientas que todo pastor debe manejar para apiñar a su ganado y mantener su avance controlado: una varilla, rama o cordel que se agita para dirigir al animal; un buen vozarrón que maneje exclamaciones claves y la utilización de peñascos que se lanzan al animal rebelde y lejano que ignora el grito de su patrón. Por último, tenemos el pastoreo en pradera artificial, el cual es el que menos trabajo requiere, menor riesgo de pérdida de animales representa y mejor alimentación brinda al ganado. Sin embargo, para crear –––––––––– 1. Diario de Campo, Hacienda El Chacay, Río Hurtado, 2005.

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una pradera artificial, aparte de contar con el predio, se necesita invertir tiempo, dinero y disponer de gran cantidad de agua para mantenerla. Por esto, muy pocas unidades están en condiciones de mantenerlas en buena forma. En estas praderas comúnmente se siembra alfalfa para el consumo de los animales propios (en pocas ocasiones a un criancero le sobrará forraje para comercializar o regalar). Las cabras que acceden a la pradera artificial suelen ser las más delicadas o las que se encuentran dando leche; esto para eximirlas de la ruda vida en la montaña, darles alimento de buena calidad (lo que mejora la producción) y tenerlas cerca para su ordeña. Aunque la intensidad del trabajo pastoril disminuye ostensiblemente con esta técnica, de igual manera requiere cierta dedicación: Las regalonas son pastoreadas aparte, en una pradera artificial con abundante alfalfa dentro del terreno de la hacienda. Tanto estas preñadas como las recién paridas requieren cuidado y alimentación especial; las primeras para evitar complicaciones de pre-parto y las segundas para una buena producción de leche (la alfalfa es un alimento mucho más completo y amable que la vegetación de pradera natural). Ahora, este importante segmento del ganado cuenta con 12 individuos, los cuales en la mañana son conducidos unos 300 metros desde el establo hacia la pradera para luego regresar al techado sitio por la tarde. Esta sección del ganado se alimenta tranquilamente en el predio cercado, sin embargo, al ser de los pocos animales productivos del momento se les cuida con celo, delegándose un pastor que permanece con ellos vigilando la cantidad de comida ingerida y algún posible escape. Las cabras, a veces, al verse rodeadas de apetitosa alfalfa, comen más de lo que su cuerpo resiste pudiendo incluso morir. Por esto, el pastor dosifica el alimento, impidiendo que la cabra coma por un tiempo muy prolongado. Gritos y golpes de palo convencen al animal de renunciar a su obstinada sobrealimentación. También, el caprino es un caminante empedernido y aunque cerros casi inertes lo rodeen, está dispuesto a dejar parte de su piel en el alambre para desertar. 1 –––––––––– 1. Diario de Campo, Hacienda El Chacay, Río Hurtado, 2005.

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Las áreas de talaje

Como señalamos, para nuestro análisis son fundamentales las formas cotidianas de pastoreo, ya que se aplican, con algunas variaciones en sus intensidades, tanto en la invernada como en la veranada. Sin embargo, estas técnicas de trabajo no son lo único en común que tienen estos dos contextos ecológicos. Durante todo el año la gran mayoría de los crianceros debe arrendar los terrenos en los que se alimentan sus animales, los cuales se denominan áreas de talaje. Los mejores terrenos para pastorear, obviamente, son los que cuentan con regadío, los cuales se ubican casi exclusivamente en el borde del Río Hurtado. Casi la totalidad de estos terrenos en poder de pequeños o medianos propietarios son destinados a la agricultura, mientras los grandes propietarios agropecuarios (hacendados), además de explotarlos con agricultura, los ocupan también para alimentar a sus enormes ganados (caprinos, bovinos, ovinos) sin arrendarlos para talaje externo. Los pequeños y medianos productores caprinos deben radicarse para trabajar solamente en los interfluvios del secano, estando este tipo de asentamiento arraigado en la Provincia del Limarí antes que en otras más nortinas de la región, como vemos en esta experiencia investigativa entre 1959 y 1969: … (en Limarí tenemos) la aparición de formas de tenencia que se expanden por áreas no valorizadas más al norte, además de la propiedad de la tierra sobre el sector regado se ejerce aquí la propiedad sobre los interfluvios sin riego y las áreas costeras, lo que marca, de paso, un cambio climático del Elqui al sur ya observado. En los interfluvios se localizan la mayor parte de las comunidades (de pequeños productores caprinos)… 1

Tomando en cuenta que el secano es la opción para la mayoría de los productores tradiconales, debemos señalar que aquellos terrenos sin riego también están mayoritariamente en posesión de grandes –––––––––– 1. X. ARANDA (1971), Un tipo de ganadería tradicional en el Norte Chico, Santiago de Chile, 1971, 115 p.

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propietarios que los arriendan para talaje (muchos de los cuales son los mismos hacendados que dominan el territorio aluvial). Esta tenencia territorial por parte de unas pocas familias acaudaladas se intensifica cuando se trata de los mejores terrenos del secano, sobretodo aquellos de veranada cercanos a la frontera con Argentina, donde en años críticos se ubican los únicos pastos que dan abasto para la sobrevivencia de las cabras. Este fenómeno fue referido por Aranda, quien subrayó que, si bien sobre las veranadas existen tipos de propiedad fiscal, individual y colectiva, en Limarí primaba la tenencia individual en ambos lados de la cordillera. 1 En ese tiempo (1959-1969) no se arrendaban terrenos de talaje para ganados con menos de quinientas cabras, por lo que los pequeños crianceros debían unir sus ganados o bien buscar otras alternativas. Debido a esto, los pequeños propietarios se organizaban mayoritariamente como comuneros. 2 Pues bien, hoy prácticamente todo criancero pequeño o mediano debe arrendar talaje. El arriendo a veces incluye una casa, la infraestructura para producir y/o la posibilidad de instalar majadas (pueden estar las bases de éstas). Teniendo la demanda casi siempre asegurada, el precio es fijado por el dueño del predio y fluctúa normalmente entre los $10.000 y los $50.000 mensuales 3 (derecho de pastar a los animales, dependiendo de la calidad, la extensión del terreno y la cantidad de animales que se desplegarán), precio que puede elevarse de haber buena infraestructura, una demanda muy elevada o un aprovechamiento de quien arrienda. De hecho, en el periodo estival, cuando la demanda por áreas de pastoreo sube considerablemente y la oferta desciende por la falta de vegetación, hay quienes se aprovechan indignamente de la situación. Es el caso del sector cordillerano fronterizo denominado El Bosque, donde una gran hacienda ha llegado a cobrar $3.000 por cabra que ingresa a su terreno. Este precio hace inviable la producción, tomando en cuenta –––––––––– 1. En los años en que Aranda hizo su estudio (1959-1969) el paso del ganado a Argentina era libre. Desde los años ’70s se prohibió, para liberar a Chile de la fiebre aftosa. 2. X. ARANDA (1971), Un tipo de ganadería tradicional en el Norte Chico, Santiago de Chile, 1971, p. 119. 3. Precio del año 2008. Hoy seguramente ha subido.

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que algunos crianceros sólo necesitan transitar una vez por tales terrenos para trasladarse a sectores altos. Por si fuera poco, el hacendado ha cortado el camino principal y cobra $20.000 a los automovilistas por derecho de paso, vehículos que muchas veces son de comerciantes que pretenden comprar queso.

Autoconsumo y fondos

Aparte de la producción para el comercio, es de recalcar la importancia de la obtención de productos caprinos para el autoconsumo de la unidad y para abastecer fondos propios de su condición de productores rurales tradicionales. Los crianceros basan su dieta proteínica en carne caprina y queso de cabra, los cuales consumen a diario. Ya que los crianceros permanecen gran tiempo del año alejados de los pueblos que distribuyen provisiones, este abastecimiento proteínico se torna esencial. En paralelo, debe producirse un «fondo de reemplazo», o sea, un mínimo de producción excedente que asegure la continuación de la unidad. 1 Esto es muy importante, ya que un hecho criticado en la zona es que comúnmente los crianceros manejan muchas cabras improductivas que a simple vista son pastoreadas en vano, lo cual redunda en observar una posible reducción de los rebaños como un hecho simple. Sin embargo, la solución es algo más compleja, ya que la sección seca o improductiva de los animales funciona como un ganado de reemplazo para asegurar la producción en el ciclo siguiente. Pero además de esto, funciona como un fondo de emergencia. En el caso que en un año la pluviosidad sea casi nula y los pocos terrenos de talaje habilitados se arrienden a precios irracionales, un productor puede perder gran parte o la totalidad de su ganado. Con suerte, podrá alimentar a las cabras productivas en ese momento, debiendo las demás sobrevivir a su suerte en la seca montaña. De ser numerosas, habrá mayor posibilidad de que sobrevivan las suficientes para no quedar en la ruina. –––––––––– 1. E. WOLF (1966), Los Campesinos, Barcelona, 1972, p. 14.

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Otro gasto es la producción destinada como excedente social, específicamente al «fondo ceremonial», entendiéndose éste como un fondo destinado a los gastos que las relaciones sociales originen. 1 Estos productos alimentan principalmente las redes de reciprocidad que existen entre los crianceros y a menudo personas externas al rubro (generalmente familiares, amigos), además de solventar las festividades que se dan durante el año. Un ejemplo muy representativo para este tipo de gasto en el contexto criancero, es el que deben hacer los productores al llevar a cabo el marcaje anual de su ganado, el cual realizan en reunión con otras unidades crianceras y gente externa invitada en una festividad denominada «repunte». La ocasión, además de cumplir la función de marcaje, es fundamental para mantener la cohesión de las redes sociales internas y externas de los núcleos productivos. Incluso en años críticos los crianceros han solventado esta festividad, lo cual requiere carnear gran cantidad de animales, regalar queso, dejar de producir varios días y para algunas unidades recorrer largas distancias. 2. - Estructura: las economías

Siguiendo con la conformación de un esquema material-cultural sobre el tema, hemos definido la estructura criancera, que consiste en las economías domésticas y economías políticas conductuales etic, las cuales regulan las relaciones entre sus grupos constitutivos y el resto de la sociedad, respectivamente. 2 Esta información contiene el Esquema 2:

–––––––––– 1. E. WOLF (1966), Los Campesinos, Barcelona, 1972, p. 16. 2. M. HARRIS (1979), El Materialismo cultural, Madrid, 1982.

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ESTRUCTURA Economía doméstica conductual etic

Economía política conductual etic

Institución económica: Unidad de Producción Caprina

Principal intercambio es el queso de cabra, que se vende generalmente a intermediarios

Se basa preferentemente en el grupo familiar y/o en parientes cercanos Roles aleatorios, con leve preponderancia del hombre en el pastoreo a distancia y del trabajo doméstico en la mujer El/la dueño/a del ganado tiene jerarquía sobre las decisiones en torno a éste

Hay relaciones diádicas y poliádicas de tipo horizontal, en torno a la producción y al territorio (comuneros) Están organizados como gremio de crianceros, lo que tiene como principal objetivo plantear necesidades y negociar

Socialización y enculturación en el hogar, desde los mayores a los pequeños. Se enseña a ser criancero

Esquema 2

Los crianceros como institución económica particular

Para comprender la actividad caprina tradicional, creemos fundamental definir los aspectos generales de su institución económica particular y aproximarnos a las características principales de su funcionamiento. La institución económica criancera es la unidad de producción caprina. Ésta se define según el dueño o los dueños del rebaño, quienes crían sus cabras con el objetivo de elaborar productos que permitan obtener beneficios económicos. Desplegando puntos centrales de trabajo y habitación, el núcleo productivo realiza la crianza, la producción (fundamentalmente de queso) y organiza el pastoreo del ganado. La infraestructura básica para esta unidad es un corral y un 344

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refugio para él o los crianceros (el cual puede servir también como sala de producción), lo cual varía ascendentemente según las necesidades del hombre y la cabra. La unidad de producción suele estar constituida por el núcleo familiar, el cual puede apoyarse por familiares cercanos y/o lejanos. 1 Sólo en ocasiones –a este nivel– se cuenta con trabajadores externos a la familia que ganan un salario fijo o según producción. Las tareas son administradas indiferentemente según la capacidad y disponibilidad de los trabajadores, sin embargo, la mujer suele permanecer más tiempo en el hogar, cuidando a ciertas cabras, elaborando queso y cocinando. El hombre está más preocupado del pastoreo, sobretodo cuando es a distancia, lo cual es sólo una leve tendencia (todos los roles tienden a ser intercambiables). Los niños ayudan a pastorear desde pequeños, convirtiéndose muchos imberbes en hábiles jinetes. Por su parte, los ancianos siguen con sus labores productivas hasta que la salud se los permita. Existen también casos en que la unidad productiva está compuesta sólo por una persona, la cual debe dedicarse con gran intensidad a realizar todas las actividades. Además, esta persona debe estar dispuesta a permanecer semanas y meses enteros sin tener contacto con otros seres humanos que no sean comerciantes de productos caprinos o crianceros pasajeros. Este tipo de unidad sólo puede funcionar con ganados pequeños o medianos. Más comunes son unidades que se mantienen con dos personas, las cuales pueden lograr acaparar ganados grandes. El dueño –o dueña– del ganado tiene la autoridad para decidir el devenir de la unidad productiva en cuanto a cantidad y raza de cabras; ubicación del asentamiento; tipo de pastoreo a realizar; técnicas de crianza y producción de queso; elaboración de productos alternativos y formas de comercialización. De haber más de un dueño, esta tarea casi siempre se delega al de mayor experiencia. Estas decisiones rara vez son unilaterales, reflexionándose normalmente con el resto de –––––––––– 1. En el núcleo familiar incluimos a cónyuges, padres, hijos y hermanos. Los familiares cercanos son abuelos, tíos, primos, sobrinos, en general personas con las que se tiene un lazo sanguíneo próximo. Los lejanos comprenden a familiares políticos y a los de lazos sanguíneos distantes, como tío abuelos, primos en segundo grado, etc.; todo esto tomando como punto de referencia al dueño del ganado.

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la unidad. En la vivienda, las decisiones domésticas recaen de manera general en las mujeres (de haber). En cuanto a coaliciones para la producción, la comercialización, el territorio y la política, éstas suelen ser del tipo poliádicas horizontales, entendidas como «[las que] ligan juntamente a mucha gente en relaciones equivalentes y se organizan en torno a un interés simple». 1 Las asociaciones productivas-comerciales no han fructificado mayormente, en cambio, las coaliciones en torno al territorio (comunidades agrícolas) si bien a veces no cuentan con un orden jurídico sólido, han perdurado en el tiempo. Otra alianza, de tipo política, relativamente nueva en la zona y que se ha estabilizado, es la Unión de Crianceros de Río Hurtado, que a manera de gremio agrupa a más de cien unidades productivas de la comuna. Las articulaciones con el resto de la sociedad, la mayor parte del año, suelen ser esporádicas para los crianceros. Éstas se dan en dos niveles: en el comercio y en las relaciones socioculturales. Con el comercio, la mayoría de los crianceros se relaciona sólo con intermediarios que se aproximan a sus centros de producción para transar los productos (fundamentalmente el queso de cabra). Esta articulación económica se da mayoritariamente con comerciantes rurales de la comuna, aunque algunas veces con gente proveniente de la ciudad. En menos ocasiones, un miembro de la unidad o algún familiar que vive en el «bajo» se preocupa de trasladar y vender los productos en los centros de acopio de los pueblos. Por otra parte, se advierten lazos de reciprocidad entre los productores y también con otros habitantes de la región, tanto al momento de necesitar un suministro como de ayudar en tareas laborales. Respecto a las relaciones socioculturales de las unidades con el resto de la ruralidad, éstas son directas al existir estrechos nexos sanguíneos y de amistad. Sobretodo durante el invierno y en las festividades anuales principales, los crianceros comparten en comunidad, ya sea en pequeños caseríos que unen a los centros productivos dispersos (comunidades agrícolas) o en los pueblos principales –––––––––– 1. E. WOLF (1966), Los Campesinos, Barcelona, 1972, p. 111.

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en que se comparten orígenes. Durante el verano (periodo más productivo), los productores viven muy aislados, siendo su entorno el trabajo (la unidad productiva) y distrayéndose sólo con esporádicas «bajadas» a caseríos y pueblos. La ciudad –en este caso por lo general Ovalle– se articula regularmente en forma lejana. Las formas en que se produce, al ser en su gran mayoría del tipo extensivo, no requieren de una relación intensa con la urbe a nivel de insumos, conocimientos u otros. Urbanamente se transa el mercado del queso, pero a nivel individual los crianceros con que trabajamos no perciben que su cantidad, nivel o forma de producción sea relevante en las oscilaciones de éste. Por su parte, si bien existen crianceros con gran experiencia urbana (social, cultural, laboral, etc.), en el entorno productivo tradicional son los códigos de la cultura criancera y local los que predominan casi sin contrapesos. Proyectando las tendencias hacia el futuro del rubro, abarcamos un pasaje de gran importancia y complejidad. Sin desarrollar un estudio rigurosamente diacrónico del tema, notamos un cambio en el proceder productivo muy lento. Algunos de nuestros entrevistados manifestaron que sus técnicas de producción casi no diferían de las desplegadas hace cincuenta años, lo cual fue confirmado por nuestras observaciones en terreno: la mayoría de los crianceros produce con tecnología muy básica, la cual era asequible, al menos, durante gran parte del siglo XX. Siguiendo esta tendencia, es bastante compleja la concreción de algún cambio productivo drástico que influya en la conformación o desenvolvimiento de la unidad productiva tradicional. La reproducción de la unidad productiva criancera depende de sí misma y se da al interior del núcleo familiar. La generalidad de los crianceros aprende sobre las formas de producción caprina desde niño pequeño y en su propio hogar. Los menores que asisten a la escuela pueden permanecer cercanos al núcleo productivo, ya que existen establecimientos rurales en caseríos especializados en producción caprina. Sin embargo, al ingresar a octavo básico los jóvenes deben asistir a liceos instalados en los principales pueblos del 347

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valle, los cuales suelen estar alejados de las unidades productivas. En ese caso, el alumno se interna en el liceo o vive con familiares en el pueblo. En algunos de estos centros, como en el de Hurtado, se imparten clases técnicas de agricultura y ganadería donde se enseñan nuevos procedimientos para la producción y se cuenta con ganado exportado. Al darse este proceso la unidad productiva pierde integrantes, aunque puede utilizarlos en periodos de vacaciones escolares. La continuidad de la unidad productiva criancera está dada también en su multiplicación. El criancero asegura que su hijo tenga a la producción caprina como una opción de vida, regalándole algunas cabras desde muy pequeño y, a veces, cediendo parte de su ganado cuando se independiza con o sin familia, creándose una nueva unidad. Paralelamente, estos incipientes crianceros de tradición y otros que recién se involucran en el rubro, pueden comprar ganado para iniciar sus actividades. 3. - Superestructura: productos y servicios que dan sentido a la vida

Por último, debemos referirnos a los componentes inmateriales de la cultura criancera. Para esto definimos una superestructura conductual etic, que se refiere a comportamientos que desde los actos lingüísticos y los procesos simbólicos derivan en productos y servicios recreativos, deportivos y estéticos, manifestaciones que son de corte universal (en la forma, no en el contenido). 1 El Esquema 3 presenta los elementos principales que anotamos en nuestros terrenos.

–––––––––– 2. M. HARRIS (1979), El Materialismo cultural, Madrid, 1982.

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PRODUCCIÓN CAPRINA TRADICIONAL

Festividades religiosas

SUPERESTRUCTURA Conductual Etic

Festividades seculares: el «repunte» Música ranchera Asados

Carreras «a la chilena»

Deportes

Rodeo Fútbol Esquema 3

Las familias crianceras en su gran mayoría adscriben a la fe católica. La lejanía con la práctica sacramental, remitida principalmente a los pueblos del valle, se equilibra con la realización de festividades religiosas anuales. Algunos de estos encuentros son llevados a cabo en comunidades agrícolas especializadas en producción caprina (donde los crianceros son anfitriones) o bien en pueblos del «bajo», brindándose ciertos miembros de la unidad criancera algunos días de pausa para acudir. Estas fiestas, dedicadas especialmente a la Virgen y al Niño Dios, movilizan a peregrinos de numerosos lugares del valle y de otras comunas que rinden pleitesía sobre la base de bailes religiosos (chinos, indios, gitanos, etc.), misas, oraciones y convivencia comunitaria (asados, tertulias varias); actividades que se prolongan por varios días. En cuanto a festividades seculares, aparte de celebrarse tanto en pueblos como caseríos las principales fiestas nacionales e internacionales (18 de septiembre, Año Nuevo, etc.), anotamos una ocasión específica para los crianceros, denominada «repunte». Cada año, normalmente entre finales de octubre y la primera mitad de noviembre, los crianceros de Río Hurtado se reúnen en una meseta despoblada 349

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(La Cortaderilla), distante unos 6 km del valle principal. En la ocasión los participantes acuden con su ganado y proceden a marcarlo, lo cual cumple una funcionalidad importante al momento de reconocerlo en la montaña. En la meseta se cuenta con un gran corral que tiene separación interna para las labores de marcaje y en su gran extensión se sacrifica un elevado número de «capados» 1 para la realización de asados, habilitándose también tiendas para la venta de alimentos, bebidas alcohólicas y gaseosas. Al ser un mal año en pluviosidad, la ejecución del repunte peligra. El traslado del ganado hambriento y su permanencia en una explanada inerte (la meseta no presenta gran altura) hacen poco viable esta festividad. A pesar de esto, casi siempre se realiza, aunque sea con pocos participantes (principalmente quienes trabajan a poca distancia de la meseta) y con retraso debido a lo costoso de organizarse entre unidades productivas que han debido alejarse de la zona de la festividad en busca de pastos. Otras prácticas muy importantes para los crianceros son las deportivas, sobretodo aquellas que debido a la utilización del caballo se relacionan indirectamente con su trabajo. Dentro de esta categoría tenemos las carreras «a la chilena» y el rodeo. Ambos encuentros, más allá de lo netamente deportivo, son actividades socioculturales con características festivas y bastante masivas, donde se reúnen –al son del alcohol, la carne, la música, el baile y el espectáculo deportivo– amigos y familiares que viven apartados en el campo. Además, los competidores que logran tener un relativo éxito obtienen gran prestigio social. Por su parte, el fútbol –como es normal en la sociedad chilena– es un deporte muy popular entre los crianceros. Incluso en lugares muy apartados y solitarios se habilitan canchas de tierra, donde juegan regularmente los niños y, de vez en cuando, se organizan partidos entre distintas familias, grupos de amigos y/o localidades. Transversalmente a las actividades ya señaladas y, en general, como parte de la vida cotidiana en la montaña, existen los asados y –––––––––– 1. Los «capados» son cabros jóvenes destinados para carne, ya que no producen leche y, como dice su nombre, sus genitales han sido cortados, por lo que tampoco serán machos cabríos para la reproducción.

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la música ranchera. Al contar con gran cantidad del producto principal –los «capados»– y de queso de cabra que se funde exquisitamente en la parrilla, estas preparaciones están presentes no sólo en celebraciones, sino también al tener invitados o simplemente al tener el tiempo y la disponibilidad de un cabrito en edad y condiciones de ser ejecutado, reuniéndose de inmediato los comensales en torno a la conversación y la comida de gran carga proteica. Mientras tanto, la música ranchera acompaña sin descanso las actividades festivas, hogareñas, los viajes en vehículo, etc. Hemos notado que aquel género musical es ampliamente popular en toda la población rural de la zona, sin embargo, algunas letras referidas a los caballos, a largos viajes por parajes secos y a los amores y desamores de hombres solitarios se vinculan especialmente con las experiencias de los crianceros, quienes demuestran una fuerte identificación con ellas. 4. - Lo mental y emic 1 en la vida criancera

Para Harris, junto a los componentes conductuales etic (de la infraestructura, la estructura y la superestructura) se desarrollan, en forma más o menos paralela, componentes mentales y emic. A éstos el autor los designa como superestructura mental y emic, … entendiendo por esta expresión los fines, categorías, reglas, planes, valores, filosofías y creencias sobre el comportamiento de carácter consciente o inconsciente que manifiestan los propios participantes o que el observador infiere por sí mismo. 2

Estos elementos mentales de la cultura se condicionan y deben ser entendidos desde los componentes conductuales etic que los acompañan. Sin haber hecho un estudio cultural extenso sobre la superestructura mental y emic, hemos anotado algunas de las manifestaciones principales al respecto (ordenadas por su componente conductual etic): –––––––––– 1. Emic significa que para el análisis se utilizan las categorías y conceptos del «nativo». 2. M. HARRIS (1979), El Materialismo cultural, Madrid, 1982, p. 70.

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En la Infraestructura:

Etnoclimatología, etnobotánica y etnozoología

El trabajo campesino, en general, suele estar relacionado directamente con las variables climáticas, en conjunto con la flora y fauna del lugar. En el caso de los crianceros de la zona, esta relación es fuerte debido a la sensible situación ecológica, donde la lluvia es un elemento tan añorado como escaso, al igual que la vegetación. Por otra parte, su trabajo se desarrolla en directo contacto con caprinos, perros, equinos y depredadores de ganado. De esta forma, los crianceros han desarrollado conocimientos propios acerca de estos temas basados en sus propias experiencias, observaciones y transmisiones orales de éstas mismas. Por ejemplo, se postula que cuando las arañas aumentan su labor de tejido, se aproximan lluvias; o existe un relato que realza la capacidad de camuflaje del puma (uno de los principales depredadores de cabras), el cual señala que las crías de la felina nacen con el pelaje del mismo color que el cerro donde fueron paridos. Además, muchas familias crianceras aprovechan los atributos medicinales de la vegetación específica del cerro y la alta montaña que habitan y recorren. Experiencias sobrenaturales en la montaña

Es común que los crianceros hayan vivido experiencias sobrenaturales en sus desplazamientos por las montañas. Según relatos que registramos, se trata fundamentalmente de encuentros con almas en pena o seres malignos en plena oscuridad de la noche. Estos indeseables habitantes de la montaña son percibidos por ruidos extraños como golpes o respiraciones que atemorizan en sobremanera y obligan a controlar los impulsos para no realizar maniobras arriesgadas que conduzcan a una caída. Se nos manifestó que un disparo al aire puede asustar al entrometido, mientras que al encontrarse el acechado desarmado, su sentimiento de inseguridad es mucho mayor. En un caso, el encuentro pareció ser con el diablo encarnado en un grotesco canino. 352

PRODUCCIÓN CAPRINA TRADICIONAL

Transitar de noche por las montañas es sumamente peligroso, ya que por la escasa o nula visibilidad el riesgo de accidentes se multiplica ostensiblemente. En ocasiones, las jornadas de pastoreo a distancia o traslado de animales se alargan en muchas horas, momento en el cual la noche puede alcanzar al criancero. Por esto, es recomendable comenzar estas labores con la primera luz de la madrugada y, en el caso de que llegue la noche, refugiarse y dormir. Las historias espeluznantes vienen a reforzar una regla de seguridad en el trabajo: no transites el descampado por las noches y evitarás accidentes.

En la Estructura:

Extensos lazos de parentesco

Como hemos dicho, las unidades de producción caprina están compuestas principalmente por miembros del núcleo familiar y familiares cercanos. Cada unidad de producción funciona de manera independiente, sin embargo, entre ellas suele existir una cooperación permanente, sobretodo en labores de pastoreo y aprovisionamiento de herramientas y/o productos para el trabajo y la propia subsistencia. Esta colaboración se da muchas veces por necesidad al ser las unidades «vecinas» o al haberse consolidado fuertes lazos de amistad, pero se instaura de manera más fácil, efectiva e intensa al existir algún vínculo sanguíneo entre los núcleos. Al reconocerse como familiares –aunque sean muy lejanos– las unidades pueden ayudarse entre sí sin existir una cercanía territorial. De esta manera, mientras más extensos sean los lazos de parentesco, mayor y más sólida es la red de apoyo de la unidad productiva. Identidad del criancero como un chileno sacrificado, libre y valiente

La «chilenidad» es una identidad común y bastante fuerte en la sociedad de la zona. Más allá de esto, los crianceros han configurado una identidad específica dentro del ámbito rural, que tiene que ver con las particularidades de su trabajo. 353

LA RURALIDAD CHILENA ACTUAL

Las labores caprinas artesanales son consideradas especialmente sacrificadas. El cuidado de las cabras no da tregua durante todos los días del año, a diferencia de la agricultura o la minería, donde los trabajadores sí pueden tomar un descanso luego, por ejemplo, de la cosecha o de una campaña de extracción. Gracias al relevo de las labores, los crianceros tienen una pausa de vez en cuando, pero la unidad en sí no cesa de trabajar y, de ser escasa la mano de obra, podrá pasar muchísimo tiempo para delegar faenas. Por otra parte, al desenvolverse su trabajo la mayoría del tiempo en la soledad y enormidad de la montaña, el criancero goza de una libertad de acción y desplazamiento mayor que otros rubros desarrollados en los pueblos o que requieren menos movimiento. Ligada también a la libertad está la valentía, la cual se plantea por varios motivos. El criancero debe sortear a pie o en equino las dificultades del traslado por las montañas; vivir completamente aislado por tiempos prolongados; enfrentar a las autoridades de haber cruzado la frontera; 1 y, tal vez lo más importante, cuenta con una historia de resistencia y lucha por la permanencia en las montañas, ya sea por enfrentar las inclemencias del clima y la geografía como por confrontar intereses de grandes propietarios que han intentado correrlos de lugares en disputa. Es el caso de la «Matanza de El Chacay», en el año 1942, cuando un grupo de forajidos contratados por un hacendado para expulsar a los comuneros en forma ilegal, los atacó con armas de fuego, defendiéndose los últimos con pedradas sin abdicar hasta expulsar a los asesinos. El saldo fue de dos comuneros muertos y varios heridos. Este lamentable suceso se recuerda en la hacienda de El Chacay y en toda la zona. Las especificidades identitarias mencionadas, creemos, se han formado luego de muchísimas décadas de trabajo y, a su vez, una vez conformadas, han ayudado a estas labores a manera de apoyo moral, anímico y práctico. –––––––––– 1. Personal de Carabineros y el SAG tienen la orden de sacrificar a los animales que han cruzado la frontera por el riesgo de la fiebre aftosa. Esto ha creado conflictos entre crianceros y los funcionarios mencionados.

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En la Superestructura: Religión

Los productores caprinos suelen tener sólidas creencias en la religión católica. En sus hogares y vehículos se instala variada imaginería religiosa, la cual acompaña en el cotidiano y vela por su desempeño seguro en terreno. Las creencias religiosas, como sabemos, dan también un sentido general a la vida y a la muerte. Componentes simbólicos y cánones estéticos crianceros

El trabajo criancero y la vida en la montaña han creado un sistema simbólico y estético específico, aunque enmarcado en la generalidad rural de la zona. Principalmente estos componentes y cánones se refieren a las actividades realizadas en equinos (utensilios y ropa necesarios), tanto en deportes como en labores de pastoreo. Historias montañesas

Reafirmando y dando un tinte heroico a la vida en la montaña, se relatan historias donde los crianceros son protagonistas de osadas aventuras en caballo, de festividades inacabables y de reñidos partidos de fútbol. ALGUNOS ASPECTOS A ANALIZAR EN LA SITUACIÓN ACTUAL DE LA PRODUCCIÓN

Ya presentado de manera general y acotado nuestro esquema sobre la producción caprina tradicional en Río Hurtado, creemos necesario dar un espacio para el análisis en torno a ciertos aspectos del tema; observaciones que, parcialmente, bien pueden ser extrapoladas a la situación del rubro en toda la Región de Coquimbo y en Chile. 355

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1. - La crianza de ganado caprino y la persistencia del sistema extensivo

Como se ha planteado desde el gobierno y otras instituciones expertas en el tema, el mayor problema que origina la utilización masiva del sistema de crianza extensivo en la región tiene que ver con la alimentación en pradera natural. Se advierte necesaria una reducción de la población caprina, ante el avanzado proceso de desertificación. Los otros problemas afectan directamente sólo a los crianceros, ya que se observa un estancamiento económico del rubro caprino originado por la utilización de este sistema poco tecnologizado. Gran parte de los crianceros pasan a engrosar los índices de pobreza sumidos en una supuesta producción ineficiente. ¿La solución propuesta por las autoridades? A grandes rasgos, es impulsar la crianza semiextensiva e intensiva, lo que requiere más infraestructura (nuevos establos y praderas artificiales); en un comienzo, más capital para adquirir suplementos alimenticios y la inserción de nuevas razas caprinas (la raza criolla actual no se ambienta a un pastoreo totalmente artificial). Como vemos, se apunta a crear cambios de base para la crianza artesanal, lo cual requiere analizarse según muchas aristas. Lo primero es comprender el por qué de la persistencia en el tipo de producción extensivo, el cual se desarrolla casi sin cambios desde muchísimas décadas atrás. Lejos de pensar, como algunos, que esto se debe a la tozudez e ignorancia de los productores, creemos que existen razones de peso para tal perseverancia y que ellas deben ser responsablemente analizadas. Aspectos y razones de la persistencia La responsabilidad ecológica

Ante todo, los crianceros no se sienten principales culpables de la nefasta situación ecológica de la zona. Y tienen sus razones. Las graves deforestaciones de la zona fueron consecuencia de intensos procesos mineros durante los siglos pasados. Entre 1601 y 1900, años 356

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en que la fundición del cobre se hacía exclusivamente utilizando leña seca, se utilizaron para estos fines en el Norte Chico 30 millones de toneladas del material (aprox.), talándose todo tipo de arbustos y árboles en un estimado de entre 3,36 a 6,73 millones de hectáreas. 1 Este grave proceso deforestador minero perdura en la memoria de algunos crianceros y gente de la zona. Por otra parte, en la zona se produce carbón para la venta, lo cual tala una importante cantidad de espinos. También existe la extracción de leña para cocinar y calentarse, la cual era realizada en 2005 por un 33,5% de la población y en 1992 por un 65,5% en la Comuna de Río Hurtado. 2 Por último, las condiciones climáticas, en especial la escasez de pluviosidad, se han agravado en las últimas décadas, según varios especialistas, debido al fenómeno de calentamiento global. Por todo esto, no podemos endilgar toda la responsabilidad ecológica a pequeños y medianos crianceros y alarmarnos por su nula reacción. Tenencia de la tierra y particulares características de la institución económica criancera

Ahora, yendo a la raíz del problema, creemos que los principales motivos de esta persistencia son dos. El primero tiene que ver con la tenencia de los terrenos y las características de éstos; el segundo con las particulares propiedades que presenta la unidad de producción caprina. Para desarrollar una producción de tipo intensiva se necesita, aparte del capital que podría ser obtenido con ayuda del Estado, un terreno apto para instalar la infraestructura necesaria. Es preciso contar con gran cantidad de agua para mantener las praderas artificiales y tener cierta cercanía y buen acceso a los principales pueblos del valle para un expedito aprovisionamiento de los insumos (electricidad, complementos alimenticios, medicina, apoyo técnico, etc.). Los terrenos de estas características se encuentran principalmente –––––––––– 1. A. SANTANDER (2002), «Norte Chico (Chile)», in: P. Livenais & X. Aranda (eds.), Dinámicas de los sistemas agrarios en Chile árido, Santiago de Chile, 2003, p. 171. 2. CEPAL (2005), Pobreza, desertificación y degradación de los recursos naturales, Santiago de Chile, 2005.

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en el mismo valle del Río Hurtado y pertenecen en su gran mayoría a pequeños y medianos agricultores, o bien a grandes hacendados que los explotan agropecuariamente. Por esto, no existen los terrenos necesarios para instalar gran cantidad de complejos de producción intensiva en la zona, siendo una única salida el que varios crianceros se unieran formando asociaciones de producción conjunta. De todas formas, conseguir estos terrenos sería difícil y costoso monetariamente. El segundo motivo, que encierra aún más complejidad, señala a la unidad productiva como tal. Para empezar, sabemos que en vías de lograr un cambio exitoso tan importante para el rubro se necesita el decidido consentimiento de los propios involucrados y una iniciativa que nazca y se ejecute desde el seno de los productores. Esto no existe masivamente en la zona según lo investigado. En terreno, cuando consultamos por las principales dificultades en el rubro, nunca se señaló una clara disconformidad con el sistema extensivo. Tampoco distinguimos una ambición por escalar rápidamente en los ingresos monetarios a costa de transformar la producción en una empresa, en cambiar de vivienda, de localidad, en deber asociarse obligadamente con más productores, en fin, en cambiar todos los estándares de trabajo y de vida. Las razones de la perseverancia podemos analizarlas según nuestro esquema materialista cultural. Hagamos ficción. Los cambios productivos que se proponen son a nivel infraestructural. Pensemos en cómo estos cambios afectarían la estructura y la superestructura del ámbito criancero. Al insertar el sistema de crianza intensivo, como dijimos, es necesaria la unión de varias unidades productivas. El ganado y las instalaciones pasan a ser propiedades de una cooperativa o sociedad, perdiendo el criancero su autonomía. Los crianceros, además, seguramente tendrían que vivir durante todo el año en los pueblos del valle o sus cercanías, quedando los caseríos antes habitados en la montaña virtualmente abandonados (y en conjunto con ello discontinuadas todas las actividades que ahí se realizaban). La mano de obra ya no sería completamente familiar, debiendo la producción ser asistida por otros especialistas como 358

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veterinarios, agrónomos, ingenieros, etc. De querer capacitar a los familiares para que realicen la totalidad del trabajo (tarea bastante ilusoria), la transmisión del conocimiento ya no dependería de la misma unidad, perdiéndose todo el saber acumulado por vastas generaciones de crianceros «montañeses». El pastoreo sería exclusivamente en pradera artificial, por lo que ya no sería necesaria la utilización del caballo u otros equinos y las ceremonias de marcaje del ganado estarían demás. Eliminándose estas actividades de base, seguramente asistiríamos a la gradual desaparición de los elementos mentales y emic conformados por los productores desde varias generaciones (saberes tradicionales, identidad, historias, etc.). En definitiva, estaríamos frente a la destrucción de la institución criancera tradicional. 2. - La producción de queso y la persistencia en su proceder artesanal

La producción de queso artesanal se encuentra en entredicho según los estándares higiénicos que fija el Gobierno a través del Ministerio de Salud para la producción de alimentos. Siguiendo al pie de la letra el reglamento, el queso artesanal no podría existir. Una de las soluciones es industrializar la producción de queso, instalando queseras provistas de la tecnología necesaria para producir queso con leche pasteurizada (hornos de gran precisión fundamentalmente). En este caso, se necesita una crianza intensiva del ganado, para así contar con gran cantidad de leche que haga económicamente viable la producción, lo que conlleva la problemática mencionada en el subcapítulo anterior. Otra alternativa sería que varios crianceros tradicionales otorgaran materia prima a una quesera, lo cual es poco factible por lo delicado de la leche de cabra que no permite ser trasladada grandes distancias con movimientos persistentes y sin refrigerar. Además, los crianceros deben y prefieren producir según sus propios ritmos (rotación de terrenos de pastoreo, rendimiento del ganado, problemas productivos, etc.), lo cual quedó de manifiesto 359

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en el caso de una fracasada quesera en el pueblo de Pichasca (uno de los principales en el valle), donde dieciocho socios debían otorgar cierta cantidad de leche la cual nunca llegó según lo estipulado. Convencidos de la imposibilidad de industrializar a los más de diez mil crianceros de la provincia del Limarí, las autoridades elaboraron un proyecto de ley especial para regularizar la producción de queso respetando ciertos cánones artesanales, principalmente la materia prima natural. La propuesta indica que los crianceros deben instalar casetas especiales para la elaboración del queso. Estas piezas tienen que ser cerradas, con techo, y sus murallas deben estar aisladas con material inerte y lavable. Además se exigen bodegas de almacenaje, protección y comercialización de los productos. La leche de cabra debe ser obtenida de ganado criollo seleccionado y la autoridad competente certifica que los animales provengan de rebaños libres de tuberculosis, brucelosis, y enfermedades de glándulas mamarias. La ordeña de los animales es realizada en recintos que tengan piso lavable; de no contar con esto, la ordeña deberá hacerse en alturas o sobre tarimas. Esta manera de obtener el queso es factible sobretodo en la invernada, ya que la infraestructura necesaria es relativamente fácil de implementar en el valle y en los caseríos especializados donde habitan los crianceros. De hecho, durante nuestros terrenos accedimos a unidades productivas que, en invernada, utilizaban parcialmente los métodos mencionados. También se han implementado en el valle y sus cercanías «queseras familiares» que operan de esta forma produciendo más y mejor (al menos higiénicamente) queso artesanal y manteniendo la mano de obra familiar. Sin embargo, en años con poca lluvia y en la veranada esto se dificulta. Las majadas de los crianceros casi siempre se encuentran en terrenos muy aislados que sólo son arrendados por temporada. Por esto, los productores tendrían que implementar cada vez que se trasladan la infraestructura señalada en la soledad de la montaña, siendo la fiscalización una tarea bastante ardua también.

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REFLEXIONES FINALES

De partida, creemos que culpar a pequeños y medianos crianceros por la frágil situación ecológica en la zona es una solución simplista e imparcial (como analizamos, la minería y el resto de la población también tienen injerencia importante en este problema). Incluso, si indicamos a las unidades de producción tradicional como principales responsables por los altos índices de sobrepastoreo en la zona, debemos ser cuidadosos. El análisis debe ser más profundo y abarcar la manera en que se están distribuyendo los terrenos para el talaje. Las grandes haciendas agropecuarias acaparan las mejores zonas de pastoreo, alimentando varios miles de animales de su propiedad y dando a manera de migajas la posibilidad parcial de arriendo a los demás productores, muchas veces a precios irrisorios. Debido a esto, los terrenos de peor calidad siguen sobreexplotándose, sin advertirse una salida justa. Podemos afirmar que la idea neoliberal de propiedad y manejo de los terrenos de talaje por parte de privados ha sido un fracaso ecológica y económicamente. Es un hecho que no se ha regulado el acceso al talaje sobre la base de precios justos para el mercado caprino, provocándose serios descalabros en la calidad de los suelos, en la vegetación y en las actividades productivas en general. La implementación del sistema intensivo a nivel masivo en el Norte Chico es una utopía que tiene como condición destruir la institucionalidad criancera tradicional, terminando con la autonomía de las unidades productivas y transformando a sus integrantes en seres dependientes de tecnología, insumos y conocimientos importados. Seguramente y tomando en cuenta numerosos ejemplos de este tipo a lo largo del país, aquel panorama facilitaría la irrupción de grandes industrias lácteas que terminarían por absorber al criancero como un trabajador asalariado. Además, lejos de solucionar el problema de la pobreza y la cesantía en la comuna, este panorama podría agravar la situación, pues cientos de unidades productivas crianceras tradicionales podrían desaparecer, lo que dejaría a miles de hombres y mujeres sin actividad laboral. Los puestos de trabajo 361

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requeridos por la producción industrial centralizada no alcanzarían a llenar este vacío, ya que se utilizan procesos de manejo del ganado y elaboración de productos con estándares tecnológicos que ahorran mano de obra. Por lo demás, muchas de estas vacantes podrían ser ocupadas por trabajadores capacitados del mercado laboral urbano. Tomando los párrafos anteriores en cuenta, creemos que un sistema de crianza y alimentación extensivo y semiextensivo del ganado debe ser posible mediante ciertas regulaciones. Al dejar descansar los terrenos por al menos un ciclo anual completo, la vegetación logra recuperarse parcialmente, lo que se fortifica mientras más extensa sea la pausa. Se podría lograr una rotación de los vastos terrenos de pastoreo regularizando las tarifas de arriendo por parte de los grandes propietarios de tierras y distribuyendo en buena manera territorios fiscales que son improductivos. Mediante un arduo trabajo de planificación y distribución de las zonas de talaje se podría crear un ciclo anual lo más benigno posible para suelos y vegetación. Los movimientos estacionales del ganado, entre invernada y veranada, han demostrado por siglos ser necesarios y debieran seguir ejecutándose, de manera general, con pocas variaciones en su forma (tal vez se puede regular la cantidad de animales trasladados por zonas). En cambio, creemos que ante una planificación de este tipo jugarían un rol preponderante las variaciones en intensidad y características de los tipos de pastoreo que se utilizan durante todo el año. La técnica que idealmente tendría que desplegarse para lograr un mejor control sobre las áreas de talaje es la del pastoreo permanente, la cual, para ser más factible ecológicamente, podría alargar sus distancias de despliegue. De esta forma, se podrían utilizar parcialmente características del pastoreo permanente y el pastoreo a distancia, lo cual también serviría para paliar las debilidades que cada uno tiene (el primero es poco factible en unidades productivas con poca mano de obra y el segundo es algo arriesgado, sobretodo para los animales). Conjuntamente, los rebaños podrían ser intervenidos con razas caprinas de mejor rendimiento y aptas 362

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para el pastoreo en la montaña, como lo son la alpina y la anglo nubian. Así, se podría reducir la cantidad de animales (tomando en cuenta un mejor acceso a los terrenos de pastoreo y siempre respetando los fondos que los crianceros deben sustentar), sobretodo para aquellos productores dispuestos a invertir cierto capital con miras a acceder a un sistema semiextensivo de producción (con apoyo económico del Estado u otras instituciones). Paralelamente, se pueden impulsar otras medidas para controlar la deforestación, como sería, por ejemplo, el uso de combustibles alternativos a la leña. Los crianceros cuentan con gran cantidad de guano proveniente del ganado que es desechado o vendido para la agricultura. Este material podría ser utilizado por la comunidad como fuente de energía. De seguro es muy difícil que una persona acostumbrada al calor de la leña comience de un día para a otro a encender su fuego con estiércol, pero tal vez valdría la pena experimentar con ideas de este tipo, sobre todo a nivel de jóvenes que asisten al liceo y reciben capacitación agropecuaria. Por lo demás, iniciativas como ésta deben darse a nivel de toda la sociedad en el valle y no sólo en el seno de los crianceros. Para el caso de la elaboración de queso, las soluciones se advierten un poco menos complejas. Se requiere un esfuerzo por parte de productores y autoridades para lograr una producción que cumpla con los estándares higiénicos básicos y no transgreda los fundamentos en que se basa la práctica tradicional. Este esfuerzo tiene que ver con la implementación de la infraestructura señalada en el proyecto de ley al respecto, instalaciones que bien pueden ser costeadas, al menos en un principio, por INDAP u otra institución afín de una manera más masiva que en el presente. Esta ayuda se advierte necesaria, ya que el presupuesto del criancero es bastante ajustado y evitaría un desbalance económico importante. Pero no se trata de otorgar los implementos tras una breve explicación y luego volver raudo en la camioneta del gobierno hacia la ciudad. En nuestros terrenos advertimos que muchos implementos facilitados por INDAP para la producción de queso quedaban inutilizados, manifestándonos un criancero en una ocasión: «entre recibir algo y no 363

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recibir nada… mejor lo recibimos» (refiriéndose a un tonel de plástico abandonado). Claramente se necesita un trabajo profundo, extenso y horizontal, en conjunto con los productores, para definir qué infraestructura y utensilios son necesarios y qué características deben tener para que sean usados convenientemente. Esto representaría la diferencia entre una modernización «ciega», que desvaloriza o no toma en cuenta el contexto particular, productivo y sociocultural de las comunidades que pretende intervenir, y una modernización «pertinente», que funcione desde los estándares ya concebidos por los productores tradicionales. Por su parte, el criancero puede comprometerse a instalar y mantener limpia esta infraestructura, lo cual seguramente se paga con un alza en el precio del queso debido a su sello de seguridad higiénica (sin perder sabor ni consistencia artesanal). Así, las «queseras familiares» podrían estar al alcance de los crianceros interesados. Luego, la aparición numerosa de queseras bien constituidas podría dar paso al esperado salto cuantitativo y cualitativo en la producción de quesos, tomando en cuenta que la demanda por un producto certificado y de sabor tradicional es bastante segura. Para finalizar, debemos aclarar que, lejos de proponer soluciones definitivas a los problemas, lo nuestro ha sido una aproximación que pretende aportar en la discusión general sobre el rubro. Creemos que este tipo de análisis es necesario profundizarlo para tratar temas tan sensibles como lo es el devenir de miles de familias de nuestro Norte Chico. Toda medida que apunte a transformar el sistema productivo de un grupo determinado debe ser estudiada con detenimiento y en conjunto con los propios involucrados, ya que sus efectos sociales, económicos y culturales son imposibles de medir a buenas y primeras. Esperamos que al mediano plazo se avance en la estabilización ecológica y económica del rubro, en miras de proyectar sustentablemente esta centenaria forma de vida.

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PRODUCCIÓN CAPRINA TRADICIONAL

BIBLIOGRAFÌA

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Bibliografía selecta sobre antropología rural en Chile

(1990-2007)

Luis Pezo Orellana Roberto Hernández Aracena

La literatura selecta que aquí se presenta sobre antropología rural en Chile proviene de un catastro bibliográfico realizado por los autores, que sirvió de base para un análisis panorámico de la antropología rural chilena en las últimas dos décadas, que fue presentado, en una primera instancia, como ponencia en el II Congreso Latinoamericano de Antropología, celebrado en Costa Rica en Julio del año 2008. En una segunda instancia, este análisis fue ampliado en un artículo publicado en el año 2009 en AIBR: Revista de Antropología Iberoamericana, también presente en este libro, el cual invitamos a consultar para una mirada más profunda y proyectiva sobre la antropología rural chilena en el último tiempo. 1 El mencionado catastro contó cerca de 280 trabajos, incluidas tesis de pre y postgrado, ponencias, artículos, documentos de trabajo, libros y capítulos de libros. Por cierto, como se trata de una selección –––––––––– 1. R. HERNÁNDEZ & L. PEZO (2009), «La Antropología rural chilena en las dos últimas décadas: Situación y perspectivas», in: AIBR: Revista de Antropología Iberoamericana, Madrid, mayo-agosto 2009, vol. 4, nº 2, p. 204-228; en este libro p. 13.

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LA RURALIDAD CHILENA ACTUAL

es imposible poner a disposición aquí todos estos títulos, por lo cual hemos decidido suprimir aquellos que serían más difíciles de encontrar para los lectores no especializados, para los estudiantes que se inician en estas materias, o bien para los investigadores de otros países. En consecuencia, hemos seleccionado aquellos trabajos que han sido publicados, ya sea como artículos en revistas especializadas, como libros o capítulos de libro, o como documentos de trabajo institucionales. Además, por su relevancia académica, hemos incluido dos tesis doctorales. Al reordenar nuevamente nuestro material de acuerdo a esta selección, surge ineludiblemente el tema de las publicaciones de la antropología chilena, y más específicamente, de la antropología rural. Nos hace patente la importancia de las publicaciones para desarrollar y enriquecer la producción de conocimiento, las discusiones y debates, sean disciplinarios e interdisciplinarios, nacionales e internacionales, aspectos que pueden y deben tener una influencia positiva en la situación de nuestras poblaciones rurales. Por ello hacemos un llamado a los investigadores del área a extender el alcance de sus trabajos a través de publicaciones, y a las instituciones tanto académicas como aquellas vinculadas al medio rural, a preservar y abrir espacios de publicación y encuentro. Las categorías temáticas que aquí se presentan constituyen una propuesta analítica de los autores, susceptibles de reordenamientos. Sin embargo, creemos que representan líneas de investigación claves en las últimas dos décadas, y en otros casos, tendencias emergentes que son interesantes y necesarias de profundizar. Los trabajos que abarcan más de una temática se repetirán en las categorías correspondientes. Finalmente, invitamos a los lectores a conocer estas obras y sus autores, que constituyen una referencia útil y recomendable para continuar en caminos más profundos.

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— Estudios rurales indígenas

BIBLIOGRAFÍA SELECTA SOBRE ANTROPOLOGÍA RURAL EN CHILE

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— Territorio rural

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RESEÑA DE LOS AUTORES

(En orden de aparición)

ROBERTO HERNÁNDEZ ARACENA

Profesor del Departamento de Antropología de la Universidad de Chile (1973-1976) y (1992-2005). Profesor e Investigador de la Universidad Simón Rodríguez de Venezuela (1976-1991). Profesor del Departamento de Ciencias Ambientales y Recursos Naturales Renovables de la Facultad de Ciencias Agronómicas de la Universidad de Chile (2006-2010). Magíster en Desarrollo Rural, Universidad Central de Venezuela. Fundador de la cátedra de Antropología Rural en la Universidad de Chile (1975). Presidente de la Corporación de Desarrollo de las Ciencias Sociales. Miembro de la Society for Applied Anthropology (USA). Sus principales líneas de investigación se refieren a la antropología rural en Chile y Venezuela, y especialmente, los estudios sobre el pueblo atacameño. Ha publicado numerosos artículos en revistas nacionales y extranjeras, además de ser co-autor de libros especializados en estas materias. Ha participado en Congresos de Antropología chilenos y latinoamericanos, como coordinador y ponente de simposios de temas rurales.

LUIS PEZO ORELLANA

Antropólogo Social y Magíster en Antropología y Desarrollo, Universidad de Chile. Socio Fundador de la Corporación de Desarrollo de las Ciencias Sociales. Se ha desempeñado como investigador y como docente en la Universidad de Chile, Universidad Tecnológica Metropolitana, Universidad Alberto Hurtado, Universidad Santo Tomás y Universidad de Las Américas. Sus principales líneas de investigación, de las cuales han surgido diversas publicaciones, son la antropología rural, la juventud rural, la migración en las zonas rurales, y las relaciones entre desarrollo rural y sociedad civil. 385

LA RURALIDAD CHILENA ACTUAL

JUAN CARLOS RODRÍGUEZ TORRENT

Antropólogo Social, Licenciado en Filosofía, Doctor en Ciencias Antropológicas, Profesor e investigador de la Escuela de Diseño de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Valparaíso. Investigador del Fondo Nacional de Ciencia y Tecnología, especializado en líneas de Antropología de la Memoria, Antropología del territorio y ciudades mineras, con publicaciones en revistas de corriente principal.

HERNÁN SALAS QUINTANAL

Antropólogo Social, Universidad de Chile. Maestro en Ciencias Sociales, FLACSO. Doctor en Antropología, Universidad Nacional Autónoma de México. Actualmente es Investigador Titular del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores, de la Academia Mexicana de Ciencias, de la Sociedad Mexicana de Antropología, del Colegio de Etnólogos y Antropólogos Sociales y de la Asociación Mexicana de Estudios Rurales. Ha sido profesor en varias universidades y centros de educación superior. Ha dictado más de 100 ponencias y conferencias, publicado 6 libros y más de 40 artículos en revistas especializadas y capítulos de libro, resultado de proyectos de investigación rural.

GONZALO DÍAZ CROVETTO

Antropólogo Social, Universidad Austral de Chile. Magíster y Doctor en Antropología Social, Universidad de Brasilia. Actualmente se desempeña como investigador del Laboratorio de Estudios sobre Globalización y Desarrollo (LEG) del Departamento de Antropología de la Universidad de Brasilia. Sus principales líneas de investigación son la antropología rural, la antropología de la globalización, y teoría, historia y epistemología de la antropología. En el ámbito de la antropología rural, destacan sus estudios sobre identidad cultural y prácticas productivas tanto en Chile como en Brasil, así también como planteamientos teóricos respecto al estudio antropológico de las localidades rurales.

SERGIO GONZÁLEZ RODRÍGUEZ

Antropólogo y Psicólogo Social, Universidad de Chile. Doctor en Psicología, Universidad de Chile. Académico de la Universidad de Santiago de Chile. Sus temas de investigación son: cultura y modernidad, nueva ruralidad, ciudadanía y juventud. Dentro de los temas rurales, destacan sus estudios sobre el transporte rural, los nuevos imaginarios de la ruralidad en Chile, y la ciudadanía rural, aspectos en los cuales se proporcionan luces sobre el impacto de los procesos de modernización en el medio rural. 386

RESEÑA DE LOS AUTORES

CARLOS THOMAS WINTER

Arqueólogo, Licenciado en Arqueología y Prehistoria, Universidad de Chile. Profesor Titular de Arqueología en la Universidad de Chile. Líneas de investigación en arqueología de la región de Antofagasta, Alto Loa y Región Metropolitana (Lampa)., y Educación y Desarrollo Rural. Ha publicado numerosos artículos en revistas nacionales y extranjeras sobre estos temas.

YANKO GONZÁLEZ CANGAS

Antropólogo Social, Universidad Austral de Chile. Magíster en Ciencias Sociales Aplicadas, Máster en Antropología y Doctor en Antropología Social y Cultural, Universidad Autónoma de Barcelona. Actualmente es profesor e investigador del Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad Austral de Chile. Sus principales líneas de investigación son: antropología e historia de la juventud, la juventud rural, y teoría y representación etnográfica. Ha realizado diversas publicaciones en estos ámbitos, destacándose el libro Jovens na América Latina (2005) en coautoría con Carles Feixa y Augusto Caccia-Brava.

VANESSA ROJAS CASTRO

Antropóloga Social, titulada en la Universidad de Chile y Magíster en Psicología Social Aplicada de la Universidad de Santiago. Tiene seis años de experiencia profesional, la cual se ha centrado asesorías, investigación y coordinaciones vinculadas al desarrollo, diagnóstico e intervención organizacional asociativo, así como también en la intervención social en contextos de pobreza, tanto en zonas urbanas como rurales, coordinando, desarrollando estrategias de inserción comunitaria y formulación y elaboración de proyectos sociales y su vinculación con las políticas públicas en las áreas de Educación, Salud y Gestión Cultural. Actualmente se desempeña como Agente de Desarrollo Local (ADL) en Fosis Metropolitano.

MARCELO GONZÁLEZ GÁLVEZ

Antropólogo Social, Universidad de Chile. Actualmente cursa el Doctorado en Antropología Social en la Universidad de Edimburgo, Reino Unido. Sus principales líneas de investigación, de las cuales han surgido diversas publicaciones, sobre la antropología política, los estudios amerindios y la relación identidad/alteridad.

ANDRÉS DONOSO ROMO

Antropólogo Social y Magíster en Estudios Latinoamericanos, Universidad de Chile. Actualmente cursa el Doctorado en Integración de América Latina en la Universidad de San Pablo, Brasil. Su principal línea de investigación es la educación y diversidad cultural en Chile y Latinoamérica, de la cual han surgido diversas publicaciones, destacándose el libro Educación y nación al sur de la frontera. 387

LA RURALIDAD CHILENA ACTUAL

Organizaciones mapuche en el umbral de nuestra contemporaneidad, 1880-1930 (2008), publicado por Pehuén Editores.

ANDREA CHAMORRO PÉREZ

Licenciada en Antropología Social, Universidad de Chile. Actualmente cursa el Doctorado en Antropología del Instituto de Investigaciones Arqueológicas y Museo, IIAM (Convenio Universidad Católica del Norte-Universidad de Tarapacá). Investigadora asociada al Archivo Etnográfico Audiovisual, Universidad de Chile. Sus principales líneas de investigación son la Antropología del cuerpo, perfomance y cultura visual, así como Memoria, Género y Derechos Humanos.

JUAN PABLO DONOSO ALLIENDE

Licenciado en Antropología Social, Universidad de Chile. Actualmente cursa el Doctorado en Antropología del Instituto de Investigaciones Arqueológicas y Museo, IIAM (Convenio Universidad Católica del Norte-Universidad de Tarapacá). Investigador asociado al Archivo Etnográfico Audiovisual, Universidad de Chile. Sus principales líneas de investigación son los estudios sobre comunicación, cultura y memoria; etnografía audiovisual y producción de documentales, y la comunicación para el desarrollo.

RAFAEL CONTRERAS MÜHLENBROCK

Licenciado en Antropología Social por la Universidad de Chile y documentalista. Es coordinador, profesor e investigador del Archivo Etnográfico Audiovisual de la Universidad de Chile. Es además socio fundador de Etnomedia Producciones, empresa dedicada a la realización audiovisual documental y etnográfica, al alero de la cual ha producido y dirigido documentales para cine y televisión. Sus líneas de investigación y trabajo, de las cuales han surgido publicaciones y documentales, son: etnografía audiovisual, comunicación para el desarrollo, documental, religiosidad y cultura popular, educación y patrimonio cultural, y desarrollo rural.

NIKOLAS STÜDEMANN HENRÍQUEZ

Antropólogo Social, Universidad de Chile. Sus principales líneas de investigación son la producción caprina tradicional, la antropología rural y la etnografía de pueblos campesinos e indígenas. Ha realizado consultorías para el Museo de Cañete, y para el Programa Orígenes.

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