LA RISA DE JESÚS EN EL CRISTIANISMO PRIMITIVO

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Descripción

LA RISA DE JESÚS EN EL CRISTIANISMO PRIMITIVO ELIZONDO, Carla Ileana Universidad Nacional del Sur [email protected] Introducción

En el siguiente trabajo se abordará el estudio de la risa de Jesús en el Cristianismo primitivo o antiguo (30 – 325 d. C. aproximadamente), a partir del trabajo documental con diferentes textos apócrifos y canónicos y el análisis de distintos autores. Considero relevante su investigación, porque tradicionalmente la Iglesia Católica (y otras religiones) ha tratado de mostrar un Jesús “hijo de Dios”, santo, bendito, sagrado, divino, un Hombre – Dios hijo de una Virgen, del que tenemos poco conocimiento acerca de sus características humanas. A pesar de que sabemos poco del Jesús histórico, como propone John Dominic Crossan, se trata de una de las figuras mejor documentadas de la antigüedad1. Si la literatura religiosa sobre Cristo poco se ha interesado en ofrecer la imagen de un Jesús sonriente, la literatura profana sí ha abordado el tema y, con frecuencia, como una crítica a la Iglesia. Un Jesucristo sonriente, está más cerca de nosotros que aquel Cristo que la Iglesia creó a través de un discurso de permanente seriedad, arrepentimiento y dolor; pues el Jesús de los evangelios es un ser capaz de sufrir mas no de sonreír2. Aunque falta una discusión crítica y global de la cuestión, intentaré determinar la importancia del estudio de los evangelios y textos apócrifos en cuestiones inherentes a los aspectos humanos de Jesús, principalmente aquellos que por su carácter sedicioso y hereje fueron excluidos del canon, como el caso puntual de la risa. Mi hipótesis está orientada a determinar, mediante la comparación de distintas fuentes documentales, que el hecho de que Jesús en los Evangelios parece nunca haber reído ni sonreído, fue una omisión de los constructores del canon que consideraban la risa como una emanación del Diablo y un aspecto “demasiado” humano, de tono burlón,

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(Crossan, J. D., 2007). (P. Fr. Monroy Ballesteros, B., 2006: pp. 15 – 16).

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no concordante con la visión de “hijo de Dios” con la que querían que fuese identificado.

Cristianismo primitivo

Cuando hablamos de Cristianismo primitivo, Paleocristianismo o Cristianismo antiguo nos referimos al período que abarca desde su origen, hacia el año 30, hasta el Concilio de Nicea I (325). El escenario geográfico de la historia antigua del Cristianismo coincidió durante muchos años casi exclusivamente con el Imperio Romano, y después con sus Estados sucesores. A pesar de que Roma constituía el centro del imperio pagano, el Cristianismo no nació allí ni en el crisol de culturas que eran las otras grandes ciudades. Comenzó en unas pequeñas aldeas del norte de Palestina, donde Jerusalén era la más importante. Ésta fue reemplazada como centro de la Cristiandad primitiva por una serie de ciudades tras la destrucción del año 70 d. C.; entre ellas, Antioquia, Roma y Alejandría. A su lado, representaron un cierto papel las comunidades fundadas por los seguidores directos de Jesús.

La risa

La risa ha sido durante siglos tema de la filosofía, la antropología e incluso de la psicología. También ha estado asociada a la historia cultural, social y política. Pero en el caso de la religión y las fuentes bíblicas es un tema considerablemente nuevo y particularmente original si es abordado a partir del estudio de fuentes apócrifas. Por lo tanto, en un principio es preciso decir que no existen demasiados trabajos publicados al respecto. La risa es el fenómeno esencialmente humano que suele expresar bienestar y alegría. Es la reacción biológica de los humanos a momentos o situaciones de humor, es una expresión externa de diversión. Algunos autores han definido al hombre como “un animal que ríe”, lo que lleva a considerar la risa como un privilegio espiritual del

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mismo, inaccesible a las demás criaturas 3, que forma parte de su poder sobre la tierra, junto con la razón y el espíritu. Ahora bien, la risa del ser humano es ambigua y enigmática: se puede reír por los más diversos motivos y de las más diversas maneras. Se habla de una sonrisa alegre, agradable, divertida; pero también de una risa cínica y maliciosa. Puede ser burlona, contagiosa, orgullosa. Se puede reír por el puro placer de vivir, por miedo, por amargura, por nervios. Pero ésta no sólo tiene una faceta destructiva sino también liberadora: Sigmund Freud mostró que cuando las personas ríen se descargan de sus inhibiciones y represiones y se abren a nuevas fuentes de placer. Hoy en día, también, se habla de risoterapia como una ayuda para aliviar presiones y eliminar agresiones. Es una prueba para lograr la relajación, abrir nuestra capacidad de sentir, de amar, de llegar al silencio, al éxtasis, a la creatividad4. Teniendo en cuenta estas ideas y, como propone Henri Bergson, para comprender la risa hay que reintegrarla a su medio natural, que es la sociedad, hay que determinar ante todo su función útil, que es una función social. La risa debe responder a ciertas exigencias de la vida común. Debe tener una consideración social y ser algo así como una especie de gesto social5. Partiendo de aquí y considerando que todo aquello que se supone parte del ser humano se enmarca culturalmente6, el presente trabajo se llevará a cabo a partir de una historia cultural de las emociones. Emociones que se hallan sujetas a cambios fundamentales a lo largo del tiempo o bien permanecen inmutables en diferentes períodos.

Evangelio apócrifo vs. Evangelio canónico

Quedan por definir otros dos conceptos centrales en el desarrollo este trabajo: evangelio apócrifo y evangelio canónico. El primero hace referencia a los escritos 3

La risa no está restringida a los humanos: según estudios recientes existe la risa animal, y no sólo en los primates, sino también en perros y ratas. Si bien en este trabajo no se desconoce la importancia de estos estudios, no serán tenidos en consideración debido a que, para el momento de construcción del canon, ni siquiera se pensaba en algo semejante. 4 (P. Fr. Monroy Ballesteros, B., óp. cit.: 13 – 15). 5 (Bergson, H., 1947: 15 – 24). 6 Cultura definida antropológicamente, en términos de Conrad P. Kottak, “como las fuerzas culturales más interesantes y significativas que afectan a la gente en su vida cotidiana, y que abarca características que a veces son vistas como triviales o no merecedoras de un estudio serio” (2003: 25).

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surgidos en los primeros siglos del Cristianismo y que no fueron aceptados por la ortodoxia católica, a los que se les dio el nombre de evangelios por su aspecto similar a los cuatro textos admitidos en el canon bíblico, a pesar de que muchos de ellos no tienen dicho estilo. Aunque inicialmente se denominó evangelio apócrifo únicamente a éste tipo de escritos, posteriormente se amplió a todos los que no se incluyeron en el canon, independientemente de su finalidad. Actualmente, la acepción más utilizada para el término hace referencia a la “falsedad”, por lo que se los ha empezado a llamar también evangelios extracanónicos. Por otro lado, cuando hablamos de evangelio canónico o sinóptico, nos referimos a aquellos que pertenecen al Nuevo Testamento y son aceptados por las iglesias cristianas. Son los que, para la Iglesia Católica primitiva, narraban correctamente la historia de vida, muerte, doctrina y milagros de Jesús de Nazaret.

Nuevo Testamento vs. Textos apócrifos

El Nuevo Testamento se formó, básicamente, mediante la compilación de libros y colecciones ya existentes. Los Evangelios y las Cartas Paulinas constituyeron los núcleos iniciales y el libro de los Hechos de los Apóstoles, que presenta a Pablo como figura apostólica, servía de unión entre ambos. En un principio circulaban como escritos sueltos, no integrados en ninguna colección. Los cuatro evangelios canónicos (Mateo, Marcos, Lucas y Juan) llevan el sello de sus autores y/ o escuelas. Pero el material común muestra que todos se han servido de tradiciones orales afines y de algunas primeras redacciones escritas. Según la teoría clásica, Marcos fue el primero editado, entre los años 65/ 70, seguido en la década siguiente por Mateo y Lucas; Juan es ya del final del siglo I o inicio del II 7. En el caso del Evangelio de Judas, a partir de las pruebas que se le han realizado, su antigüedad y autenticidad están comprobadas. La Sociedad National Geographic, que apoyó la restauración y traducción del manuscrito, lo mandó a analizar al laboratorio de fechado por carbono de la Universidad de Arizona. Las pruebas de cinco muestras separadas del papiro y del empastado de cuero indican que el códice fue escrito aproximadamente entre 220 – 340 d. C. La tinta parece provenir de una antigua 7

(Pérez Fernández, M. y J., Trebolle Barrera, 2006: 132 – 133).

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receta: una mezcla de tintas ferrogálicas y de hollín. Y los estudiosos cópticos 8 han encontrado reveladores giros y modismos en el Evangelio que lo delatan como una traducción del griego, la lengua en que se escribieron originalmente la mayoría de los textos cristianos de los siglos I y II. Otra confirmación viene del pasado remoto: alrededor del año 180 d. C. Ireneo, el obispo de Lyon, en lo que entonces era la Galia romana, escribió el extenso tratado En contra de las herejías, donde atacaba ferozmente todos los puntos de vista sobre el mensaje de Jesús que diferían de aquellos del pensamiento tradicional de la Iglesia. Entre los denunciados se encontraba un grupo que reverenciaba a Judas, “El traidor”, y que había producido una “historia ficticia que denominaban el Evangelio según Judas”. Aparentemente, el obispo tenía conocimiento de la existencia del texto griego original decenios antes de que se escribiera el frágil manuscrito. Sin embargo, Ireneo había declarado los cuatro Evangelios conocidos como los únicos que los cristianos debían leer y su lista se convirtió en la política oficial de la Iglesia. En el año 367 Atanasio, el poderoso obispo de Alejandría y gran admirador de Ireneo, emitió una orden para que todos los cristianos de Egipto incluyeran 27 textos, entre los cuales se encontraban los Evangelios de hoy, como los únicos libros del Nuevo Testamento que podían ser considerados sagrados. Esta lista sigue vigente hoy día9. El autor del Apocalipsis apócrifo de Pedro10, al igual que en la mayoría de los textos de este tipo, es desconocido. La lengua original del texto se trasluce debajo de la traducción al copto y es el griego; y como fecha de composición hay que suponer – por un análisis del contenido – los años finales del siglo II o los de principio del III d. C. Es un escrito polémico que vapulea sin piedad a los adversarios, y tiene una intención múltiple: transmitir a los lectores la recta interpretación (gnóstica) de los sufrimientos y pasión de Cristo, y consecuentemente cómo ha de entenderse correctamente su figura; plantear una crítica de las diversas posturas teológicas de otros grupos de cristianos; y finalmente, su deseo es consolar al grupo de escogidos que apelan al nombre de Pedro como el fundamento de su conocimiento, o gnosis, especial.

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El idioma copto es una lengua descendiente del egipcio. (Cockburn, A., 2006: 11 – 16). 10 Puede encontrárselo como Apocalipsis apócrifo, copto o gnóstico de Pedro, dependiendo de la traducción. 9

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El carácter esencial de la revelación presentada en este Apocalipsis es la distinción entre el Salvador verdadero, espiritual, no carnal, no sujeto a ningún padecimiento, cuya muerte no es propiamente un sacrificio expiatorio por la salvación de los hombres, y las apariencias externas de la crucifixión11.

La risa de Jesús

Podemos decir que la risa de Jesús es un aspecto observable sólo en transcripciones de textos apócrifos. Como propone el Padre Monroy Ballesteros, a lo largo de los siglos ha causado sorpresa que los evangelistas hablen de muchas cosas pero omitan la risa de Jesús. ¿Es que nunca se rio? En efecto, el hecho de que este aspecto no esté presente en el Nuevo Testamento, no quiere decir que nunca lo haya hecho; pero el mismo sacerdote reconoce que es sólo en los textos apócrifos donde Jesús ríe “con la más encantadora de las sonrisas” 12. A diferencia del Jesús de los evangelios canónicos, que llora en un par de ocasiones pero que jamás ríe, el Jesús gnóstico ríe con frecuencia. En algunos textos, se ríe al responder preguntas de sus discípulos en el marco de una conversación con ellos, y la risa expresa una comprensión más elevada de la realidad. En otros pasajes cuando ríe o sonríe se trata siempre de una ironía amistosa, no burlona, ni menos sarcástica, dado que la irritabilidad es propia de seres psíquicos, integrantes del dios inferior13 del que él se distancia generando una creciente irritación en sus discípulos, que consideran que Jesús niega ser hijo de dicho dios. Esto podemos observarlo en el relato de Judas, cuando en la primera escena Jesús se ríe de los discípulos por rezarle a “su dios”, es decir, al Dios desastroso que creó el mundo. Compara a los discípulos con un sacerdote del templo al que llama un “ministro del error” que planta “árboles sin frutos, en mi nombre, de manera vergonzosa”. Entonces reta a los discípulos a que lo vean y entiendan de verdad quién es. Pero ellos voltean la cara14. La risa de Jesús, estaba dirigida a la ignorancia del mundo que cree conocerlo de

(Piñero, A., 2007: 257 – 258). (P. Fr. Monroy Ballesteros, B., óp. cit.: 16). 13 (Monserrat Torrents, J., 2006: 42). 14 (Id.: 38 – 39). 11 12

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verdad. El Dios del maestro no es el Dios de los discípulos, que quedan retratados implícitamente como idólatras por adorar a un Dios menor. Cuando Jesús se ríe en el Evangelio de Judas, se dispone a corregir errores en el pensamiento de los demás. En este caso particular, pretende arrancar a los discípulos de su complacencia y falso orgullo: su mayor problema reside en que ignoran que tienen un problema y creen que obran con rectitud, con sus oraciones y prácticas piadosas. Al principio se quedan atónitos e insisten en que es el hijo de “su” Dios. En el relato de Pedro, Jesús ríe durante su crucifixión15, no por haber realizado con éxito un cambio de identidad, sino porque quienes creen que le hacen daño no entienden que él es un ser divino que está más allá del dolor y el sufrimiento. Nadie puede matarlo; sólo puede morir su “cáscara” mortal. En el texto, Pedro está hablando con Jesús cuando de repente ve a lo lejos cómo se lo sujeta y crucifica, momento en el que advierte a un tercer Cristo que ríe encima de la cruz. Pedro se siente completamente desconcertado: “Cuando dijo estas cosas, vi cómo ellos lo agarraban de aquel modo. Y dije: “¿Qué veo, oh Señor? ¿Eres tú a quien agarran y eres tú el que te aferras a mí? O ¿quién ese que sonríe alegre sobre el árbol? Y ¿hay otro a quien golpean en pies y manos?””16 Es aquí cuando Jesús le explica que a quien ve es al “Jesús viviente” porque el que está siendo crucificado es el Jesús “carnal, el sustituto, expuesto a la vergüenza, el que existió según la semejanza”17. Luego de esto, el Jesús que ríe sobre la cruz se le acerca y continúa hablándole. En ambos textos, la risa de Jesús parece estar dirigida a quienes tienen una concepción errónea acerca de él. Resulta notable que aquellos que menos le comprenden no sean los soldados romanos que pretenden crucificarle, sino sus propios seguidores que creen saber quién es. En la época en la que se escribieron estos libros, nadie pensaba que entendía mejor a Cristo que los líderes de las Iglesias cristianas ortodoxas; sin embargo según textos apócrifos, estos cristianos estaban terriblemente equivocados: habían confundido la apariencia externa de Jesús, con su realidad interna. Aspecto que queda claramente plasmado en el Apocalipsis de Pedro:

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(Piñero, A., óp. cit.: 260). (Id.: 259 – 260). 17 (Id.). 16

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Pedro te he dicho muchas veces que son ciegos que no tienen guía… Escucha, pues, ahora las cosas que se te está diciendo misteriosamente y consérvalas. No se las digas a los hijos de este mundo, pues blasfemarán contra ti en este mundo, ya te desconocen, pero te alabarán cuando tengan el conocimiento18. Con respecto a quiénes son los participantes de las situaciones en las que Cristo es representado riendo o sonriendo; además de lo dicho hasta ahora, en el Evangelio según Judas Jesús ríe en la situación mencionada anteriormente, pero también lo hace cuando sus discípulos le preguntan quiénes son aquellos espiritualmente superiores y más santos por los que los cambia19: “Y cuando oyó esto Jesús se echó a reír”. Aquí, la risa es provocada por el hecho de que los discípulos osen si quiera intentar pensar sobre la generación santa, una tarea que es juzgada luego como inútil. También ríe cuando Judas le habla sobre una visión que tuvo acerca de ser apedreado por los doce discípulos restantes: “Jesús, empero, habiendo oído esto, se rió”20. Finalmente, ríe en dos ocasiones más antes del final del texto: [faltan líneas] Pero después de esto se rio Jesús. Judas dijo: Maestro, ¿por qué te ríes de nosotros? Jesús respondió y dijo: no me río de vosotros, sino del error de los astros, porque estos seis astros van errantes con estos cinco combatientes.21 Frente a lo expuesto, discernimos que cuando Jesús ríe (al menos en las fuentes consultadas) lo hace sólo y en situaciones en las que se encuentra frente a sus discípulos: frente a todos, frente a Judas o frene a Pedro. Los contextos son variados, desde una charla “cotidiana” hasta el momento de la crucifixión.

Conclusiones provisorias

A partir del análisis documental y bibliográfico pudo corroborarse que el hecho de que Jesús en los Evangelios parece nunca haber reído ni sonreído, fue una omisión de los constructores del canon que consideraban la risa como una emanación del Diablo. El Cristianismo primitivo condenaba la risa: San Juan Crisóstomo declaraba que las burlas y la risa no vienen de Dios, sino que son una emanación del Diablo; el cristiano debía conservar una seriedad permanente, el arrepentimiento y el dolor para 18

(Id.: 258). (Monserrat Torrents, J., óp. cit.: 42). 20 (Id.: 50 – 51). 21 (Id.: 62 – 63). 19

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expirar sus pecados22. En la Edad Media, la Iglesia y el Estado hablaban la lengua del poder: la lengua de la Iglesia era necesariamente “seria”, pues una de sus funciones era la de sancionar y fortificar el régimen vigente; es una lengua que mira hacia el pasado para consagrar la inmutabilidad y perennidad de la verdad eterna. Lo que es esencial e importante, no puede ser cómico. El dominio de lo cómico es restringido y específico; de allí que la risa ocupe un rango inferior, vinculada a individuos aislados y de los bajos fondos de la sociedad. Así, esta seriedad heredada del Cristianismo primitivo, que consideraba a la risa como proveniente del Diablo – los arrianos eran considerados herejes, por razones de dogma y porque incluían el canto, la gesticulación y la risa en la liturgia – fue (también durante el Medioevo) lo que dio como resultado la aparición de formas cómicas puras al lado de manifestaciones canónicas. Por otro lado, que la risa fue omitida por considerarla un aspecto “demasiado” humano, de tono burlón, no concordante con la visión de “hijo de Dios” con la que querían que fuese identificado, no pudo ser corroborado completamente. Es un tema que continuará abierto para futuras investigaciones. Considero de gran importancia emprender la búsqueda de los aspectos humanos de Jesús no sólo en los textos canónicos sino también en los textos apócrifos. Al hacerlo, nos hallaremos ante una fuente de enormes riquezas en la que Jesús puede tener sentimientos y padecimientos propios de cualquier ser humano, sin perder toda su santidad y carácter divino. Como propone J. D. Crossan, del esfuerzo de la erudición, surge una nueva imagen del Jesús histórico: la de un campesino que compartió los problemas de su gente y creó un programa social revolucionario; que criticó los abusos del poder y la opresión de sus pares; predicó “el reino de Dios” y se preocupó por los pobres y los marginados. Así, situados en estas coordenadas, y al margen de la fe y los milagros, su mensaje adquiere un nuevo sentido, sin perder su valor perdurable23.

Bibliografía

BERGSON, H. (1947) La risa, Buenos Aires, Editorial Losada.

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(Bergson, H., óp. cit.: 71). (Crossan, J. D., óp. cit.: contratapa).

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COCKBURN, A. (2006) “El Evangelio según Judas”, en: National Geographic en español, n°5, pp. 2 – 19. CROSSAN, J. D. (2007) El Jesús histórico. La vida de un campesino judío del Mediterráneo, Buenos Aires, Emecé. GARCÍA BAZÁN, F. (2006) El Evangelio de Judas, Madrid, Trotta, pp. 9 – 34. KOTTAK, C. P. (2003) Espejo para la humanidad. Introducción a la antropología cultural, Mc Graw Hill, Madrid, p. 25. MONTSERRAT TORRENTS, J. (2006) El Evangelio de Judas, Madrid, Edaf, pp. 9 – 62. PÉREZ FERNÁNDEZ, M. y J., TREBOLLE BARRERA (2006) Historia de la Biblia, Madrid/ Granada, Trotta/ Universidad de Granada. PIÑERO, A. (2007) Los Apocalipsis. 45 textos apocalípticos apócrifos judíos, cristianos y gnósticos, Madrid, Edaf, pp. 13 – 24. P. Fr. MONROY BALLESTEROS, B. (2006) Jesús y la risa, pp. 13 - 19.

Documentos y fuentes GARCÍA BAZÁN, F. (2006) El Evangelio de Judas, Madrid, Trotta, pp. 35 – 66. MONTSERRAT TORRENTS, J. (2006) El Evangelio de Judas, Madrid, Edaf, pp. 63 – 82. PIÑERO, A. (2007) “Apocalipsis gnóstico de Pedro”, en: Los Apocalipsis. 45 textos apocalípticos apócrifos judíos, cristianos y gnósticos, Madrid, Edaf, pp. 257 – 261. s/a, (2006) El Evangelio de Judas traducción de Rodolphe Kasser, Marvin Meyer y Gregor Wurst, en colaboración con Francois Gaudard, en: National Geographic en español Edición especial, pp. 14 – 33. s/a (2006) Evangelios apócrifos, Centro editor de cultura, Bs. As.

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