La Revolución Neolítica : ¿por qué adoptar la agricultura y una forma de vida sedentaria?

May 20, 2017 | Autor: Mario Martin | Categoría: Neolithic Transition, Prehistory
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Descripción

© Mario Martín Merino, 2017

¿Por qué adoptar la agricultura y una forma de vida sedentaria? Introducción La adopción de la agricultura en el Neolítico es, sin duda, uno de los acontecimientos más importantes y de mayor trascendencia ocurridos en la historia del ser humano como especie. La aparición y posterior expansión de la agricultura por distintas áreas del planeta se estima que tuvo lugar hace unos 10.000 a 5.000 años aproximadamente. Hasta la adopción de la agricultura, los seres humanos emplearon como único medio para procurarse sustento, técnicas propias de cazadores-recolectores. La transición hacia la agricultura, que posteriormente conducirá a la aparición y desarrollo de las primeras civilizaciones urbanas conocidas así como la obtención de una riqueza y prosperidad material inimaginables para las poblaciones de cazadores-recolectores neolíticos, ha hecho que este proceso sea denominado como “Revolución Neolítica (1) ”. No obstante, no todo fueron ventajas y, en algunos casos, la adopción de la agricultura y de un modo de vida sedentario tendrá consecuencias cuyos efectos se dejan sentir hasta nuestros días en diversos ámbitos.  Determinar donde y cuando los seres humanos tomaron la decisión de domesticar ciertos animales y plantas, es una cuestión relativamente bien establecida, así como las distintas teorías al respecto. Lo que no está tan claro y sigue constituyendo un tema de discusión, es la razón que empujó a nuestros antepasados a adoptar un modo de vida tan radicalmente distinto al que habían llevado durante generaciones. Tradicionalmente, se ha percibido la adopción de la agricultura como algo positivo y que los seres humanos asumieron ese nuevo modo de vida tras constatar por si mismos las ventajas que la domesticación de unas determinadas especies animales y vegetales aportaba para la obtención de un flujo constante de recursos alimentarios. Recientemente, diversos estudios han comenzado a poner en duda tal afirmación al constatar, por ejemplo, que el trabajo agrícola demandaba un considerable esfuerzo físico y dedicación, mucho mayor que la caza y recolección. Tratar de encontrar una respuesta convincente para explicar los motivos de esta decisión es una cuestión que ha sido objeto de distintas especulaciones durante décadas. Hasta el momento, la mayor parte de investigadores coincide en que no existe una única explicación para esta transición hacia un sistema de producción agrícola (Harlan 1995; Smith 1995; Fernández-Armesto, 2001) que surgió independientemente en diversas áreas del planeta, desde donde más tarde se expandió a otras que, en el caso concreto de la cuenca mediterránea, lo haría desde el Creciente Fértil (2) gracias a la prosperidad alcanzada en esa zona geográfica tras la adopción y desarrollo de la agricultura. I. Teorías sobre el origen y adopción de la agricultura Es innegable que la aparición y expansión de la agricultura durante el Neolítico ha tenido unas consecuencias de gran relevancia en el posterior desarrollo de la Humanidad, siendo necesario indagar y preguntarse sobre su origen y las razones que condujeron a su adopción, cuestiones que han dado lugar a numerosas y diferentes hipótesis.

(1) Este término fue acuñado en 1936 por Gordon Childe, aunque algunos investigadores prefieren emplear otro término, el de “Revolución agrícola”. (2) Denominación que se da a una región histórica que comprende el Levante mediterráneo, Mesopotamia y Persia. Es considerada como el lugar en donde se originó la Revolución Neolítica que más tarde se expandiría por Occidente. Otras regiones que han sido consideradas como origen del Neolítico en el mundo son: África subsahariana, sureste de la actual China, Mesoamérica, oriente de Norteamérica y América del Sur.

Para Winterhalder y Kennett hay tres variables que explicarían el origen de la agricultura, siendo estas el incremento de la presión demográfica, un cambio en las condiciones medioambientales y finalmente, la aparición de la competición socio-económica (2006: 4-5). Respecto a la primera de ellas, en 1977 Mark Cohen había propuesto como causa de la adopción de la agricultura la presencia de un desequilibrio de los recursos disponibles debido al crecimiento de la presión demográfica humana en determinadas zonas del planeta, hecho que provocará que grupos de cazadores-recolectores sopesaran la posibilidad de adoptar un modo de vida radicalmente distinto a fines del Pleistoceno (3). Una posible crítica a la propuesta de este autor es que en ningún momento explica porque en determinadas zonas la población humana se incrementó y porque la domesticación y transición hacia la agricultura se dio en unos lugares concretos. North y Thomas (1977) plantearon que, debido a la aparición de las primeras sociedades propiamente agrarias como consecuencia del incremento de la presión demográfica, se produjo el desarrollo de la domesticación de ciertas especies animales y vegetales. Sobre la posibilidad de que el tránsito hacia un modo de producción agrícola hubiese sido consecuencia de un cambio en las condiciones climáticas, Gordon Childe (1928) sostiene que es esto lo que provocó el cambio. A finales del Pleistoceno se habría producido un cambio climático que afectó a las condiciones medioambientales y provocó un incremento de las temperaturas, hecho que desencadenó la extinción de diversas especies animales y vegetales que fueron incapaces de adaptarse a las nuevas condiciones del entorno, aunque no conviene desdeñar, y sobre todo en lo que respecta a las primeras, la incidencia de la actividad cinegética humana como uno de los factores que también contribuyeron a ello. En relación con este último detalle, Smith (1975) planteó la posibilidad de que la extinción de algunas especies animales hubiese sido consecuencia directa de su sobreexplotación por parte de los cazadores-recolectores paleolíticos, y ante la escasez de recursos, decidieron cambiar su modo de vida adoptando la agricultura como alternativa para conseguir un flujo más o menos constante de recursos alimenticios. Winterhalder y Kennett comparten la opinión de Childe, argumentando que, bajo esas nuevas circunstancias medioambientales, los cazadores-recolectores se vieron obligados a cambiar su modo de vida, y con ello su dieta, optando por la domesticación de algunas especies animales y vegetales que por sus características, eran susceptibles de poder serlo. En un primer momento lo habrían hecho a pequeña escala para, posteriormente, desarrollarse hasta conformar una economía propiamente agrícola (2006: 6). Por su parte, Olsson (2001) también es partidario de que el cambio hacia un modo de vida agrícola fue debido a factores medioambientales que provocaron cambios genéticos en algunas especies, haciéndolas más propensas a la domesticación, lo cual facilitará el paso hacia un sistema de producción agrícola. A juicio de Galor y Moav (2002), este cambio en el de modo de vida incrementó el potencial evolutivo de algunos individuos, que se preocuparán por desarrollar este nuevo sistema económico basado en la agricultura en el seno de sus respectivos grupos humanos En lo que se refiere al tercer factor señalado, Hayden (1990; 1995) sostiene que la agricultura se originó en grupos humanos que previamente presentaban un grado variable de desigualdad social (3) Término que hace referencia a una división de la escala temporal geológica encuadrada en el Cuaternario. Comenzó hace aproximadamente unos dos millones y medio de años y concluyó hacia el 10.000 a.C. Durante este periodo se produjeron las últimas glaciaciones y arqueológicamente coincide con el Paleolítico.

entre sus miembros, lo cual, en opinión de Lagerlöf (2002), no hizo más que aumentar las desigualdades y provocar la aparición de fenómenos tremendamente negativos como la esclavitud. Circunscrito al ámbito mediterráneo, Zeder piensa que la expansión de la “Revolución Neolítica” por esta zona geográfica se debió a procesos de difusión, colonización y domesticación desarrollados independientemente en algunas áreas concretas. Asimismo, ofrece una teoría en lo relativo a la variación de tamaño de las especies animales domesticadas frente a sus homólogos salvajes, además de compartir la teoría de que la extinción de determinadas especies animales endémicas coincide, temporalmente, con la llegada y asentamiento de grupos humanos en diversas islas mediterráneas, lo cual parece indicar que el ser humano jugó un papel destacado en la desaparición de estas (2008: 11602). Entre los diversos modelos propuestos que pretenden dilucidar la cuestión de cómo se produjo la difusión del Neolítico por la cuenca mediterránea, destaca el denominado como HBE (4) (Human Behavioral Ecology). Keegan (1986) es partidario de poner en relieve la importancia que tuvo la horticultura como etapa transicional entre el paso de una economía propia de cazadores-recolectores a otra decididamente agrícola (Winterhalder y Kennett, 2006: 7). Otros como Guilaine han planteado algunas hipótesis ciertamente novedosas al proponer que el Neolítico se expandió de forma “aritmética”, para lo cual, se debe tener en consideración la notable diversidad socio-cultural que se produjo en Europa durante las primeras fases del Neolítico en el continente, que provocará momentos de gran desarrollo seguidos de otros de estancamiento, que serán superados gracias a la introducción de nuevas técnicas y especies vegetales y animales que darán un nuevo impulso al proceso (2009: 267). En líneas generales, se podría afirmar que las posiciones actuales respecto a esta cuestión, discrepan de las propuestas anteriores que, en cierto modo, concebían la Prehistoria como poco más que una mera y simple sucesión de manifestaciones arqueológicas con sus propias características, pero que hoy en día se ve como una etapa dinámica y compleja, siendo esencial a juicio de Hernando, determinar cuáles fueron los impulsos que motivaron los distintos cambios que se produjeron a lo largo de la misma (1994: 140). Esta nueva visión de la Prehistoria considera que los cambios surgidos en distintos momentos no tienen que ver necesariamente con fenómenos como por ejemplo, la domesticación, la sedentarización de los grupos humanos o sus manifestaciones culturales tales como la cerámica o la elaboración de elementos de piedra pulimentada. II. Consecuencias de la adopción de la agricultura Es obvio que la adopción de un nuevo modo de vida y sistema económico de producción como la agricultura, fue un paso de enorme trascendencia para el ser humano que conllevó una serie de consecuencias, no siempre positivas, que condicionaran notablemente su desarrollo ulterior. Una de las consecuencias más obvias se producirá en su relación con el medio ambiente, que será sometido a diversas modificaciones, siendo algunas de ellas ciertamente perniciosas, para adaptarlo a las necesidades humanas. (4) Este modelo aplica los principios de la teoría de la evolución y optimización al estudio del comportamiento humano y la diversidad cultural con el objetivo de examinar el diseño adaptativo de rasgos de comportamiento y los modos de vida humanos en un contexto ecológico. También pretende determinar cómo los factores ecológicos y sociales influyen en la definición de la flexibilidad del comportamiento humano en sus relaciones con otros grupos humanos. Entre otros objetivos, intenta explicar cómo las variaciones en el comportamiento humano son consecuencia de soluciones adaptativas a unas determinadas demandas.

Los propios cazadores-recolectores habían incidido sobre su entorno, pero no tan profundamente como lo harán las sociedades agrícolas. Zeder nos brinda un ejemplo de lo mencionado haciendo referencia al caso de Chipre, que fue visitada por grupos de cazadores-recolectores del continente durante el Dryas Reciente (5), aproximadamente unos mil años antes a la llegada por vía marítima de los primeros colonos que se asentaron en la mencionada isla (2008: 11601). Blondel y Aronson sostienen que una característica esencial de los diversos medioambientes de la cuenca mediterránea es la profunda modificación a la que han sido sometidos durante cientos, cuando no miles de años, por la mano del hombre, así como la introducción de especies vegetales y animales foráneas cuya presencia repercutió negativamente en la flora y fauna autóctonas (Zeder, 2008: 11603), además de producirse una notable merma de la diversidad ecológica. En sus primeras etapas, este nuevo sistema de producción agrícola se circunscribió a las zonas costeras del Mediterráneo, para más tarde introducirse progresivamente hacia el interior del continente europeo. Estas modificaciones sobre el paisaje provocarán a nivel conceptual que los seres humanos comiencen a identificarse con un determinado lugar que considerarán su lugar de origen (Starr, 2005: 8). La organización de los distintos grupos humanos al constituirse como sociedades agrarias sedentarias, conllevará una serie de modificaciones que, en algunos aspectos, fueron traumáticas. En primer lugar, la mayor igualdad existente entre los miembros de grupos de cazadores-recolectores fue sustituida por estructuras sociales jerárquicas que dieron lugar a notables desigualdades entre sus integrantes. A consecuencia de esta estratificación social, surgirán determinados individuos que se dedicarán a ciertas actividades no relacionadas con la producción de alimentos, lo cual dará origen a la división social del trabajo que, en muchas ocasiones irá también ligada al género, cuyas relaciones también se habían visto notablemente modificadas. Para Weisdorf (2004), la aparición de esos individuos jugará un destacado papel en la consolidación del modo de vida agrícola y la sedentarización de los grupos humanos. Desde un punto de vista fisiológico, la adopción de la agricultura provocará una serie de cambios que, en algunos casos, conllevarán un empeoramiento de la condición física y una mayor incidencia epidemiológica en los seres humanos. Pese a la creencia extendida de que la calidad de vida de los cazadores-recolectores era bastante mala, gracias al análisis de restos óseos humanos tanto de agricultores como de cazadores-recolectores, se ha podido constatar que estos últimos fueron capaces de cubrir prácticamente todas sus necesidades y gozar de una salud incluso superior debido a la mayor variedad de su dieta (Armelagos et al. 1991). La adopción de la agricultura conllevó una profunda modificación en la dieta, lo cual tuvo como consecuencia que la salud bucodental de los agricultores fuera peor que la de los cazadoresrecolectores. También se produjo una progresiva disminución del tamaño de las piezas dentales y una mayor incidencia de afecciones como la caries y otras patologías periodontales (Latham, 2013). Debido a que los alimentos consumidos se volvieron gradualmente más fáciles de masticar, la función masticatoria de los seres humanos se vio afectada, produciéndose una “gracilización” de la cabeza cuyos resultados más evidentes fueron una reducción en el tamaño de la cara, de la mandíbula y de los dientes (Larsen 1991, 2006; Sardi et al. 2004), lo cual, como se ha mencionado, contribuyo al incremento de enfermedades orales.

(5) Breve fase de enfriamiento climático que tuvo lugar a fines del Pleistoceno, hace entre 12.900 y 11.500 años. Existen indicios que parecen indicar que se produjo debido al impacto de un cometa denominado Clovis en algún lugar de Norteamérica hace 12.900 años. Otra teoría sostiene que se debió a la erupción del Lacher See, una caldera volcánica cubierta por un lago localizado en la actual región alemana de Renania-Palatinado.

Tal y como indica Larsen (2006), con la adopción de la agricultura y de un modo de vida sedentario, se produjo un incremento demográfico en las poblaciones humanas del Neolítico, pero tal y como sugieren las evidencias encontradas en algunos cráneos, se constata que debieron afrontar un mayor stress físico debido al trabajo agrícola, además de enfrentarse a etapas de desnutrición y de gran incidencia de enfermedades que, gracias a la mayor concentración de población, hallaron un terreno idóneo para su propagación (Ulijaszek 1991: 271; Armelagos et al. 1991; Papathanasiou 2005). Asimismo, y debido a la menor variedad en la dieta de las poblaciones agrícolas, otro efecto fisiológico a destacar es la reducción de la estatura respecto a los cazadores-recolectores, además de una peor forma física (Diamond 1987: 97). Conclusión El paso de las sociedades de cazadores-recolectores a un nuevo modo de vida caracterizado por un sistema de producción agrícola y la sedentarización de los grupos humanos, tendrá incontestables repercusiones para el futuro de la Humanidad, que culminará con la aparición de las primeras sociedades complejas y del fenómeno urbano, y a su vez, en las primeras organizaciones de tipo estatal. La errónea pero muy difundida creencia de que los grupos de cazadores-recolectores tenían una mala calidad de vida, debería ser desterrada en vista de las evidencias arqueológicas que apuntan a lo contrario. A diferencia de estos, los individuos de comunidades agrarias sufrían las consecuencias de una dieta mucho menos variada, además de verse inmersos en una sociedad mucho más desigual debido a la progresiva jerarquización de la misma y el impacto en muchas ocasiones negativo sobre el paisaje circundante, lo cual les hizo gozar de una peor calidad de vida. Esa visión positiva respecto a la adopción de la agricultura y sus supuestos beneficios al género humano, es actualmente puesta en tela de juicio por varios investigadores, si bien, algunas perspectivas sobre la cuestión, como por ejemplo las expuestas por Diamond, pueden llegar a ser consideradas en sus planteamientos excesivamente radicales. Lo que si conviene destacar es que hoy en día, y a diferencia de las teorías más tradicionales, que se mostraron incapaces de alcanzar un consenso, actualmente parece estar perfilándose una postura conducente al mismo. En lo que todos los investigadores parecen estar de acuerdo es que la aparición y difusión del Neolítico no fue consecuencia de un único modo de implantación ni en todos los lugares se adoptó por las mismas causas.

BIBLIOGRAFIA Y FUENTES DE INTERNET DIAMOND, J. (1987) The Worst Mistake in the History of the Human Race. Discover Magazine, pp. 95-98. GUILAINE, J. (2009). La difusión de la agricultura en Europa: una difusión aritmética. Zephyrvs, nª 53, pp. 267-272. http://revistas.usal.es/index.php/0514-7336/article/view/4987 (acceso abril 2017) HERNANDO, A. (1994) El proceso de neolitización, perspectivas teóricas para el estudio del neolítico. Zephyrvs, n. 46; pp. 123-142. LATHAM, K.J. (2013) Human Health and the Neolithic Revolution: an Overview of Impacts of the Agricultural Transition on Oral Health, Epidemiology, and the Human Body. Nebraska Anthropologist. Paper 187. http://digitalcommons.unl.edu/cgi/viewcontent.cgi?article=1186&context=nebanthro (acceso abril 2017) MOLIST. M. et al. (2003) El Neolític a Catalunya: entre la civilització de pastors i agricultors cavernícoles i els primers pagesos del pla. Cota Zero, n. 18; pp. 34-53. STARR, H. (2005) Subsistence: Models and Metaphors for the Transition to Agriculture in Northwestern Europe. MDIA, vol.15, nº1; pp.7-47. https://quod.lib.umich.edu/cgi/p/pod/dod-idx/subsistence-models-andmetaphors-for-the-transition.pdf?c=mdia;idno=0522508.0015.103 (acceso abril 2017) WEISDORF, J.L. (2005) From foraging to farming: explaining the Neolithic Revolution. Journal of Economic Surveys, vol. 19, issue 4, pp.561-586 http://classes.uleth.ca/200701/anth1000b/foraging%20to%20farming.pdf (acceso abril 2017) WINTERHALDER, B.; KENNETT, D.J. (2006) “Behavioral Ecology and the Transition from Hunting and Gathering to Agriculture". Berkeley: University of California Press, pp. 1-21. ZEDER, M. (2008) "Domestication and early agriculture in the Mediterranean Basin: Origins, diffusion, and impact". Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America – PNAS 105, pp. 11597-11604.

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