La revolución \" indígena \" mexicana: Emiliano Zapata como icono de la reclamación de los derechos naturales de los indios de América

May 27, 2017 | Autor: Matteo Bucci | Categoría: Historia De América Latina, Revolución Mexicana
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Descripción

La revolución “indígena” mexicana: Emiliano Zapata como icono de la reclamación de los derechos naturales de los indios de América. Matteo Bucci RESUMEN: El presupuesto de este trabajo es defender una tesis: la revolución mexicana de los inicios del siglo XX ha sido una de las protestas o reclamaciones de los indígenas de sus derechos humanos perdidos, en particular el derecho a la “Tierra y Libertad”, precisamente lo que representaba la vida de los indígenas antes de la conquista española de América y que, según Robert Mroziewicz entrañaba dos elementos que constituían los factores esenciales de tensión social en constante crecimiento en tiempos de Porfirio Díaz. PALABRAS CLAVE: Revolución mexicana – Emiliano Zapata – Porfiriato – hacienda – derechos naturales

“Donde no hay justicia, misericordia ni benevolencia, no hay civilización; donde se proclama ley social la struggle for life, reina la barbarie” Miguel González Prada, Nuestros Indios, Marxists Internet Archive, 2001. Aunque sepamos que también entre la sociedad indígena existía una estratificación social (en el caso de México hablamos de los Maya que representaban la cultura precolombina más antigua y posiblemente la más avanzada en matemática y astronomía, organizada en ciudades y con un jefe político y militar que tenía todo el poder en sus manos, además que jefes civiles y religiosos que representaban la nobleza y campesinos que tenía que trabajar durante una época determinada del año), los indios siempre eran el fulcro o bien el sujeto principal en el que giraba la economía de una sociedad indígena o precolombina. Lo que cambió con la conquista española fue el hecho que el indio ya no tenía el mismo sitio en una hipotética pirámide jerárquica, sino que había sido puesto en el último escalón aunque siguiera siendo el principal movedor de la economía, ya no del pueblo indígena sino de la Corona Española. Así pues fue como el sujeto indígena perdió la consideración o la conciencia de ser una persona, un humano, tanto que se le ahorraba trabajo a las bestias para que el “despreciable incivil” pudiera llevarlo a cabo.

Conocemos muchos intentos de rebeliones de los indios por los excesos de los encomenderos; un ejemplo es la rebelión del indio Túpac – Amaru que relata José de Abalos: “De los excesos de los corregidores y de otros empleados en el Perú, dimanó la sublevación del indio Túpac-Amaru, que llegó a tomar tanto incremento que se hizo formidable, costando muchas pérdidas, crecido trabajo y caudales el derrotarle [...], y no se sabe si el mal se ha extinguido o si cuando menos se piense volverá a descubrirse con violencia inexpugnable [...].”1 Para justificar tal propuesto he de volver un poco atrás en el tiempo y relatar algunos puntos principales de lo que era la situación en México durante el siglo XIX y como se desarrollarán varios acontecimientos que llevarán a la revolución del siglo XX. Para empezar, a principios del siglo XIX México contaba con unos seis millones de habitantes de los que tres eran indígenas. Estos, que habían sido los primeros en luchar por la independencia, eran un grupo despreciado por el régimen. De hecho, según Miguel León – Portilla (1993, p. 262) ni en la Constitución de Apatzingán de 1814, ni en la de 1824, se toma en cuenta la existencia de indígenas o de pueblos con lenguas y culturas diferentes. La idea de que, por ser mexicanos todos los habitantes del país, no debe haber diferencia alguna en los ordenamientos jurídicos trajo consigo en la práctica el total desamparo y la marginación de los pueblos indígenas que, como tales, quedaron excluidos del ámbito jurídico. El régimen todavía estaba basado en el sistema de haciendas y eso perjudicaba y agravaba más aun la situación de los peones y de los campesinos indígenas con respecto a los grandes propietarios. ¿Verdaderamente había cambiado algo con la independencia por lo que concierne el statu quo del indio? En mi opinión hasta llegó a empeorar puesto que la aristocracia terrateniente y todopoderosa en aquella época dirigía el país por medio de caudillos que, generalmente, provenían del ejército. En este periodo destaca la figura del criollo López de Santa Anna que con su dictadura centralista no pudo evitar que México perdiese algunos territorios a favor de E.E. U.U. Con el nacimiento de la clase media (que se volverá en el centro de la vida política mexicana) llega al poder Benito Juárez que, entre 1855 y 1872, intentó limitar los

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J. Abalos, Representación del Intendente Abalos a Carlos III, en la que pronostica la Independencia de América y sugiere la creación de varias Monarquías en el Nuevo Mundo, Caracas, 24 de septiembre 1781, p. 233.

privilegios del Ejército y de la Iglesia promulgando una Constitución en 1857 que resultó ser un fracaso, destruyendo las estructuras de la propiedad comunal, incrementando el poder de los grandes propietarios y provocando un descontento en el país, sobre todo en la Iglesia (guerra civil 1859 – 1861). Tampoco en este caso viene considerada la situación de los indios mexicanos, pero si todas estas acciones y decisiones se repercuten en sus vidas cotidiana. Con la muerte de Juárez y la acentuación de su política anticlerical separando la Iglesia y el Estado por parte de su sucesor, Lerdo, Porfirio Díaz aprovecha la situación para reunir a todos los descontentos con el régimen y organizar un levantamiento militar. Con ese gesto Díaz establece una dictadura que durará desde 1877 hasta 1911. Puesto que Díaz no concebía algún sucesor que no fuera él, se hizo relegir presidente en 1910 por sexta vez consecutiva aunque en 1908 en una entrevista concedida al periodista estadounidense Creelman, declaró que no se iba a presentar en las próximas elecciones. Esto causó un gran movimiento para ver quién hubiese gobernado México después de Porfirio Díaz, pero tan sólo fue una técnica para ver quienes iban a desafiar el poder del dictador. Al ser relegido, Francisco Ignacio Madero se sublevó contra la dictadura de Díaz, bajo cuyo gobierno el tejido social mexicano se había modificado gracias a una incipiente industrialización. Madero escapó de la cárcel y se refugió en Texas donde lanzó un llamado a la insurrección, el plan de San Luis Potosí. Concretamente, Madero anunciaba la devolución de las tierras arrebatadas a sus legítimos propietarios o recibidas mediante «trucos legales». Se trataba en este caso sobre todo de la población indígena y de tierras de las comunidades. Es importante saber qué tipos de propiedad rural existían en México, como perfectamente relata Mroziewicz: “Junto a la hacienda y al reducido número de pueblos que o bien seguían poseyendo tierra o bien conservaban un derecho formal a ella, existía un tercer tipo, la llamada pequeña propiedad, conocida también con el nombre de rancho. El propietario del rancho, en oposición al hacendado, cultivaba él mismo su tierra, se mantenía de ella y vivía allí juntamente con su familia, empleando sólo de vez en cuando a uno o más braceros. Se calcula que antes de la revolución había en México 47939 ranchos y 8245 haciendas. Pese a la diferencia numérica, las haciendas eran incomparablemente mayores y, naturalmente, eran las que prevalecían”. 2

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R. Mroziewicz, «“El problema campesino en la Revolución Mexicana”», Estudios Latinoamericanos I (1972). Pp.4-5

Este plan conllevó un levantamiento en diferentes estados del país, de hecho fue la señal principal o bien una “invitación” a empezar manifestaciones armadas en todo el país. En efecto Díaz estuvo obligado a abandonar México después de un intento de contrataque y la cruenta manifestación produjo, entre los campesinos, una espera de una nueva reforma agraria. Entre 1910 y 1911 surgieron en México diferentes líderes que, ahora sí, procedían del campesinado o de las clases más despreciadas por el régimen hasta ahora, la indígena. En el norte, Chihuahua en particular, encontramos a Francisco “Pancho” Villa frente a Emiliano Zapata, procedente de Morelos, en el sur. Ambos formaron un ejército, ambos reclamaban derechos, pero tenían intenciones muy diferentes. Mientras que Pancho Villa, en el norte de México en las fronteras con EE.UU., había conocido una economía sobre todo ganadera y “formas de propiedad altamente individualizadas con preferencia a la parcela individual campesina, estilo rancho”3, Zapata, indio del sur, hijo de un humilde ranchero desposeído ilegalmente de su tierra, trató de hacer valer sus derechos. Él pretendía retornar al tipo específico de comunidad que era el ejido4; representaba exactamente todo lo contrario de los mestizos del norte que no conocían, no practicaban ni estaban a favor del ejido. Así pues es justo dar una definición de lo que era el campesinado en México en 1910, para resaltar esta diferencia de propósitos y sobre todo de “ser”, entre lo que Pancho Villa representaba y lo que Zapata era: por un lado, grupos indígenas absolutamente primitivos, en la etapa de la recolección natural y nomadismo, cuyas condiciones de vida materiales, lo mismo que sus necesidades y aspiraciones no habían cambiado desde la época precolombina; y por otro lado, los altamente civilizados habitantes de las grandes ciudades, con la capital en primer término, que no cedía en nada en esa época a Nueva York o a las capitales europeas. 5 El indiocampesino de Yucatán y el peón del norte eran asimismo dos mundos, dos polos para los cuales ni siquiera la religión constituía un elemento común. Además, el idioma, tampoco los acomunaba. Los indios en el México de la época, hablaban lenguas completamente diferentes entre sí, y encima numerosos grupos indígenas desconocían el 3

R. Mroziewicz, «“El problema campesino…” » cit. p.6. El ejido es la porción de tierra de uso público que no se labra y que permite establecer las eras o reunir los ganados; puede ser propiedad de un municipio o del Estado, J. Sotelo Inclán, “Raíz y razón de Zapata”, México 1943, p.199. 5 N. L. Whetten: Rural Mexico, Chicago 1948, p.16. 4

español. Entonces, si ni el idioma ni los orígenes podían hacer de puente entre los mestizos y los indios, todos pertenecientes al campesinado, y entre los peones del norte y los indios del sur había una vasta diferencia entre ideales, cultura, lengua, religión ¿qué era lo que verdaderamente podía poner de acuerdo estos pueblos? Pues simplemente lo que siempre habían querido y que, desde la invasión española, no han podido poseer. Cuando Madero en octubre de 1911 fue elegido presidente, sus medidas para restablecer el orden en el país no fueron exactamente las que se proponía en el plan de San Luis de Potosí. De hecho, organizó un encuentro con Zapata en Cuautla, al cual exigió la dispersión de sus tropas. Zapata por su parte insistió en que se pusiese en práctica el plan de San Luis Potosí, y sobre todo, que se cumpliese las promesas concernientes al campesinado; Madero declaró que el problema agrario era demasiado complejo para actuar de prisa.6 Con esa declaración y con la inadaptación del plan formulado por Madero, Zapata junto con los rebeldes, o, mejor dicho, los sublevados del sur, formaron en noviembre de 1911 una junta antigubernamental en el estado de Morelos, en la que no se reconocía la autoridad de Madero como presidente, presentando el Plan de Ayala. En este programa, político y a la vez anti política, se afirmaba que Madero “había frustrado las esperanzas de las masas campesinas y que el nuevo crecimiento de la influencia de los elementos reaccionarios, así como la política de terror policial dirigida contra los partidarios de la revolución, exigían una firme resistencia.”7 Esto significa que, de ninguna manera el ejército campesino e indígena zapatista hubiese aceptado otro planteamiento político que no hubiese visto el indio o el campesino con sus tierras; significa que la resistencia tenía un alma profundamente humilde y justa; significa que los presupuestos que Zapata se había planteado no eran solamente utopías sino que habrían seguido luchando hasta que la utopía se hubiese vuelto en realidad, hasta que la resistencia hubiese implantado estos principios en todo el país.

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J. S. Herzog: « Un Balance de la Revolución Mexicana », en: Memoria del Segundo Congreso Mexicano de Ciencias Sociales, t. II, México 1945, p. 474 7 R. Mroziewicz, «“El problema campesino…” » cit. p.12.

En el Plan, en calidad de principio básico, se encontró la afirmación de que las tierras, bosques yaguas deben convertirse en propiedad de centenas de miles de hombres sin tierra. Los latifundios serían repartidos, los propietarios retendrían sólo la tercera parte de sus propiedades, mientras las tierras de los que se opusiesen a la reforma serían repartidas íntegramente.8 Madero pensaba que lo importante era echar Díaz del poder y plantear un plan político a favor de los más desadaptados y despreciados y lo de más se hubiera arreglado solo, con el tiempo, y así no habría sido, porque nada hubiese cambiado por lo que concierne la grandísima presencia indígena en el país que, hoy en día, sufre todavía una fuerte discriminación, no sólo en México, sino en toda América Latina, en los sitios donde no se los hayan matado, perseguido, insultado, emarginado aprovechado. El plan de Zapata contenía planteamientos concretos y, sobre todo, aplicables en las condiciones de la época de México. “Los programas, tanto de Zapata como de Villa, se caracterizan por su moderación y hasta cierta circunspección; en cambio, la actividad concreta de las partidas campesinas o la iniciativa propia del campesinado no organizado, se presentaban de manera completamente diferente.”9 Zapata decía: «[...] Que el señor Madero, y con él todo el mundo, sepan que no depondremos las armas mientras las tierras de las comunidades no nos sean restituidas, mientras no recuperemos nuestras tierras que los hacendados nos robaron durante la dictadura de Díaz cuando la justicia dependía de sus caprichos ».10 En efecto, aunque su plan parecía bastante moderado, en Morelos el líder indígena confiscaba y repartía las haciendas y las devolvía a todos los campesinos a los que se les había confiscado la tierra sin aviso. Para la derecha y para la prensa mexicana, todos los actos que cometían los revolucionarios indígenas de Morelos eran definidos como bandolerismo, como asesinos anti constitucionales y morales definiéndolos como los malos, los rebeldes, los asesinos. Se llevaron pues, 10 años de luchas y resistencia por parte del pueblo indígena campesino de Morelos en los que se había sucedidos varios presidentes o intentos de M. Fabila,“Cinco siglos de legislación agraria (1492 - 1940)”, México 1941, pp. 215 – 216. R. Mroziewicz, «“El problema campesino…” » cit. p. 14 10 H. Phipps: Some Aspects of the Agrarian Question in Mexico. A Historical Study, Austin 1925, p.137 8 9

presidencia, Madero, Huerta, Carranza y, finalmente Álvaro Obregón, pero el pueblo de Morelos ahora podía elegir, tenía su importancia y su cuerpo político, no obstante hubiese perdido a su líder, Zapata en 1920 por orden de Carranza que no simpatizaba con ninguno de los líderes campesinos y que no tenía ninguna intención de restaurar el ejido. Aunque en 1917 fue redactada una constitución en las que se defendían muchos de los principios por los que se había llevado a cabo 7 años de guerra, en la práctica real poco cambió con respecto al gobierno de Porfirio Díaz. Pero lo que sí se pudo conquistar, por lo menos hablando del estado de Morelos, fue respecto, fue consideración, fue tierra y fue importancia política. Por eso mismo, no podemos considerar los zapatistas o los villistas como vencidos, sino que vencida ha sido toda la revolución con sus principios, porque claro, cuando de una revolución supuestamente agraria se pasa a una revolución cristera (anticlericalismo) cuando el estado ya estaba separado de la iglesia, como manera para entrar en el gobierno y reventar literalmente cualquier principio por los que empezó la revolución y se luchó por ella, creando un partido que va a matar el bipartidismo con su corrupción, pues habrá que pensar que diez años de resistencia no habían servido para nada, pero así no fue si hablamos en particular de los campesinos indígenas de Morelos y de la demostración que ellos querían dar y han dejado a todo el país.11 Según el profesor Salvador Rueda Smithers en su artículo “Reflexiones sobre la Revolución Zapatista (1911 – 1920) “los acontecimientos históricos que realmente afectan el destino de los hombres y de las naciones tienen un origen humilde, simple, a lo largo de oscuras jornadas apenas advertidas. [...]La rebeldía zapatista en marzo de 1911 es uno de estos raros pero definitivos acontecimientos: con ella nació y creció a lo largo de 9 años de lucha buena parte del vocabulario político moderno sobre el campesino, el indio y el asunto agrario. Su efecto a mediano lapso fue el final de las haciendas -institución centenaria que vivía su exitoso apogeo menos de un lustro antes de que se redactara el Plan de Ayala- y el surgimiento del campesinado como interlocutor del Estado mexicano.” Personalmente creo que sea este el motivo principal de rebelión de los campesinos indios del sur de México. Si se les deja vivir, si no se les persigue, se les margina y si se les margina significa, en México, que se les quita sus propiedades que desde el empezar

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J. Womack jr.,“Zapata y la revolución mexicana”, México, 1969, pag. 368

de los tiempos han sido suya. Y si a un campesino indio o a millones de éstos se les expropia la tierra, ¿Cuál es su misión en la sociedad? Así es como definitivamente viene emarginado el indio, así es como no se le tiene en consideración por el simple hecho de ser indio, por no tener una cultura hispano-europea implantada, por no creer en un solo dios, por hablar un idioma que para nosotros es incomprensible, por tener usos y costumbres diferentes que un criollo, un español o un estadounidense. Bien, por eso había que resistir, por eso había que luchar, para que el hombre blanco, después de cuatro siglos de robos, maltratamientos, guerras, insultos, no le arrebatase lo fundamental para todos los indígenas, sea de Rio de la Plata, de Venezuela, Guatemala o México, la tierra y la libertad. Para acabar he aquí un fragmento de “Nuestros Indios” de Manuel González Prada que resulta ser significativo y que justifica, en parte, la tesis del trabajo: “Una hacienda se forma por la acumulación de pequeños lotes arrebatados a sus legítimos dueños, un patrón ejerce sobre sus peones la autoridad de un barón normando. No sólo influye en el nombramiento de gobernadores, alcaldes y jueces de paz, sino que hace matrimonios, designa herederos, reparte las herencias, y para que los hijos satisfagan las deudas del padre, les somete a una servidumbre que suele durar toda la vida. Impone castigos tremendos como la "corma", la flagelación, el cepo de campaña y la muerte; risibles, como el rapado del cabello y las enemas de agua fría. [..] No se diga que por ignorancia o falta de cultura de los señores territoriales proceden así: los hijos de algunos hacendados van niños a Europa, se educan en Francia o Inglaterra y vuelven al Perú con todas las apariencias de gentes civilizadas; mas apenas se confinan en sus haciendas, pierden el barniz europeo y proceden con más inhumanidad y violencia que sus padres: con el sombrero, el poncho y las "roncadoras", reaparece la fiera. […]¿Qué vale adquirir el saber de un Aristóteles cuando se guarda el corazón de un tigre? ¿Qué importa poseer el don artístico de un Miguel Angel cuando se lleva el alma de un cerdo? Más que pasar por el mundo derramando la luz del arte o de la ciencia, vale ir destilando la miel de la bondad.”12

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M. González Prada, Nuestros Indios, Marxists Internet Archive, 2001, pp. 11-12.

Bibliografía: -

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