La revolución de las bacterias

June 11, 2017 | Autor: Livia Motterle | Categoría: Urban Studies, Urban Violence, Raval
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Descripción

LA REVOLUCIÓN DE LAS BACTERIAS LIVIA MOTTERLE / ANTROPÓLOGA Y MIEMBRO DEL GRECS (GRUP DE RECERCA SOBRE EXCLUSIÓ I CONTROL SOCIALS)

Que la tarea de las fuerzas del orden sea provocar desorden y difundir el miedo castigando públicamente a quien no obedece las órdenes es algo que ya se sabe. Pero a mucha gente le cuesta todavía creer que, en aquella noche de octubre, los que supuestamente fueron llamados para calmar una pelea en la calle acabaran convirtiéndola en un asesinato. Una demostración más de lo que puede pasar si no te conformas a una normativa (in)cívica capaz de regular permanentemente tu vida y de quitártela en su nombre.

a) Las bacterias no tienen el núcleo definido Los cuerpos son archivadores de mensajes naturalizados y públicamente aceptados o transmisores de significados que no entran en estructuras institucionalmente predefinidas. Los cuerpos son el lugar donde el poder se inscribe. Controlar un barrio a través de las prácticas corporales de quien lo vive es una estrategia de vigilancia utilizada también en el Raval. Este mecanismo perverso opera quirúrgicamente en las arterias del barrio donde más late la vida, identificando los elementos infectos para extirparlos. Las primeras de la lista negra son las putas. Brujas rebeldes, revolucionarias poderosas, curanderas no reconocidas, las trabajadoras sexuales siguen consideradas, igualmente que en la época del nacional-catolicismo, como “la más peligrosa plaga social que hay que extirpar”. Junto a ellas y entre ellas desfilan en el circo de los monstruos las lesbianas, los gays, las y los transexuales, por el hecho de manifestar formas de sexualidad(es) que escapan de las dicotomías de género naturalizadas. Y así, a los músicos mejor dejarlos sin guitarra, a los okupas sin okupación, a los grafiteros sin spray, a los lateros sin latas, a los manifestantes sin ojo. Para que le quede claro a la sociedad entera que la visibilización de autenticidad(es) es un crimen que se paga con cicatrices permanentes.

c) Las bacterias, para resistir, forman asociaciones con otros organismos llamadas mutualismos Hoy las putas no se quedan prisioneras dentro de los conventos a limpiar las bragas de las monjas y a hacer cestas de esparto. Ya salen a la calle apoyadas por el barrio y apoyándolo a la vez. Cuando el 18 de octubre la manifestación para exigir justicia para Juan Andrés pisó la calle d’En Robador, las trabajadoras sexuales se unieron al cortejo manifestando su rabia contra una violencia policial que también les afecta y que provoca muertes invisibles, como la de Concha Solano Ramírez. Una rabia que las lleva a leer el 25 de octubre el manifiesto Resistiré, a estar en la calle junto a Ester Quintana el 24 de noviembre, después de que ya el 26 de abril del 2012 hubiesen desfilado hasta el Ayuntamiento bajo el lema “Prostitutas Indignadas” gracias al apoyo de Genera y otras organizaciones proderechos. Hoy las trabajadoras del sexo se hacen escuchar con ollas y cucharas en las manos. Se hacen visibles con sus paraguas rojos. Comparten la lucha con las (trans)feministas y muchas veces acaban reconociéndose en ellas (ojalá algunas feministas se reconocieran como putas). Reivindican la dignidad de su trabajo mirando al modelo de la cooperativa ibicenca porque, como afirma una vecina, “es un trabajo necesario, ya que da satisfacción a nuestros cuerpos y a los de los clientes. ¿Y qué hay de malo en esto? Queremos que nuestros derechos sean respetados, como trabajadoras, como mujeres, pero ante todo como personas”.

b) Las bacterias se matan con desinfectantes como la lejía “El oficio de prostituta es tanto o más infame que el de verdugo. Es el oficio más asqueroso, más impuro y más pútrido que se conoce. Si en una calle te encuentras entre un montón de basura y una prostituta y es inevitable tener contacto con el uno o con la otra, tírate a la inmundicia. Un poco de agua devolverá a tus vestidos la limpieza que antes tenían; pero nada hay capaz de quitar la mancha que en ti habrá impreso el contacto del vicio”. Esta visión, que está a la base de la doctrina higienista que controló la Barcelona de los finales del siglo XIX, ¿es tan lejana de la que nutre el estigma de la puta hoy en día? “Nos tratan como basura que hay que sacar del barrio y reciclar. Nos quieren redimir obligándonos a hacer cursos de reinserción laboral. Pero nosotras ya tenemos nuestro trabajo y no queremos ir a limpiar el culo a nadie”, dice una mujer. “Y nos multan sin ningún criterio. Tengo miedo a saludar a mis amigas que pasan por la calle donde trabajo porque muchas ya han sido multadas por eso”. El estigma, aunque hoy no está impreso con nitrato de plata como en la época del higienismo, está fabricado por la misma hipocresía que quiere una Barcelona atractiva y seductora, capaz de satisfacer los gustos del mercado turístico. Entonces escort sí, pero puta jamás.

d) Una sola bacteria puede llegar a producir 16 millones de bacterias en solo 8 horas

Reivindicar los derechos de las trabajadoras sexuales de la calle y de todas las personas que, como Juan Andrés, han sido sacrificadas y degustadas en el banquete de la hipocresía, es reivindicar los derechos de todas. Nuestros cuerpos tienen que ser libres de transitar, vivir y habitar lo público, conquistando sus espacios como les dé la gana. Porque somos relaciones, somos intersecciones, somos infracciones. Calle Aurora, calle d’En Robador y todas aquellas que han sido escenarios de violencia policial apelan a nuestros cuerpos a romper las arquitecturas del miedo construyendo cartografías de prácticas visibles, rumorosas e interactivas. Que se propague el virus para que arda la rabia y que se reproduzcan las bacterias. Y con ellas, todos los tábanos, las abejas, las avispas y los mosquitos. Porque por muchos sicarios del (des)orden que queden impunes, muchas más somos las dispuestas a picarlos con nuestros afilados aguijones. Porque yo también soy puta, lesbiana, transexual, marica, latera, músico callejera, okupa, grafitera, manifestante...y porque yo también soy Juan Andrés.

Barcelona MARCA. Esquerdes del cas Juan Andrés Benítez

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