LA REVISTA EL FOLKLORE ANDALUZ Y LA BIBLIOTECA DE LAS TRADICIONES POPULARES.

June 19, 2017 | Autor: S. Rodríguez-Becerra | Categoría: Folklore, Andalucía, Tradiciones Populares, ANTONIO MACHADO Y ÁLVAREZ, Alejandro Guichot
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Descripción

LA REVISTA "EL FOLK-LORE ANDALUZ" Y LA "BIBLIOTECA DE LAS TRADICIONES POPULARES". Publicado en La Andalucía de Demófilo, pp. 62-67. Electa España. Madrid, 1993. ISBN 84-8156-012-X.

Salvador Rodríguez Becerra Universidad de Sevilla Director de El Folk-Lore andaluz (2ªépoca)

En 1993 se cumplen cien años de la muerte en Triana (Sevilla) de Antonio Machado y Alvarez, a su regreso de Puerto Rico. Esta efemérides no llamaría nuestra atención de no ser porque este personaje que ejerció la abogacía, enseñó en la Universidad de Sevilla y fuera propuesto para una cátedra de Folklore en la Institución Libre de Enseñanza, iniciara un movimiento científico y de promoción del conocimiento de los saberes del pueblo -cultura popular o tradicional diríamos hoy- que dio en llamar Folklore. Antonio Machado y Alvarez (1846-1893) que utilizó frecuentemente el seudónimo de Demófilo, tuvo afición desde sus años de estudiante universitario en el viejo edificio de la Compañía a la literatura popular. En principio, encontró en la Revista de Filosofía, Literatura y Ciencias (1869-70) el espacio adecuado a estas inquietudes; posteriormente, y a requerimiento de los editores de la Enciclopedia, revista en la que dirigió la sección de literatura popular, desarrolló una labor en favor de las creaciones populares que sería reconocida en toda Europa. En esta etapa conoció al profesor de Graz, Hugo Schuchardt, de quien aprendió nuevas formas de sistematización del conocimiento. Pero aún habría de llegar más lejos en su interés por las producciones populares, esta ocasión se presentaría poco después cuando leyendo en el Ateneo hispalense a principios de 1880 la Revue Celtique tuvo conocimiento de la creación en Londres de la "Folklore Society", cuyos objetivos eran los de recoger los cuentos, baladas y otras manifestaciones de la literatura popular. El encuentro de Machado con la Sociedad del Folklore londinense va a significar la verificación de sus propias ideas acerca de cómo y porqué había que prestar atención a las creaciones populares. Cuenta Luis Montoto que en cierta ocasión le manifestaba: "No, no es eso -decía Machado-. Apuntas, pero no das. Estudias al pueblo como lo estudió Fernán Caballero, colocándote solo en un punto de vista. En el Folklore no caben perjuicios. Se recoge todo; lo que sé que es bueno y que es malo. Estamos todavía en la labor primera: la de acopiar materiales. Luego vendrá la ocasión de distinguirlos y clasificarlos. Finalmente, levantaremos el edificio"(1). Machado tenía claro que la nueva ciencia del Folklore habría de alejarse de la creación literaria, incluso de aquella inspirada en el pueblo, y recoger las manifestaciones populares tal como salían de su boca. "La verdad, la verdad ante todo, sin desfigurarla con mudas y afeites retóricos". Igualmente, ya aparece la necesidad de recopilar los materiales populares; necesidad que ha llegado a obsesionar antes y ahora a todos los amantes de lo popular. La preocupación de que la tradición se les escapaba de entre las manos respondía a un afán coleccionista tan característico del siglo pasado, así como a la ausencia de la fehaciente comprobación de que toda sociedad y sus expresiones culturales están sometidas al cambio permanente. Otra cuestión es la velocidad, los factores y los agentes del cambio, pero no es el momento ni la ocasión de seguir por este camino. 1

Machado y Alvarez dará un paso más superando las limitaciones de las que partía la concepción del Folklore de la Sociedad londinense, de marcado carácter arqueologista y especulativo, y las de su propio interés inicial exclusivo por la literatura oral. Superará asimismo la tendencia ruralista y considerará también lo urbano como fuente de conocimiento de la tradición popular; y así cuando redacta las Bases de la Sociedad de El Folk-Lore español que pensaba crear, escribe: "Esta sociedad tiene por objeto recoger, acopiar y publicar todos los conocimientos de nuestro pueblo en los diversos ramos de la ciencia (medicina, higiene, botánica, política, moral, agricultura, etc.), los proverbios, cantares, adivinanzas, cuentos, leyendas, fábulas, tradiciones y demás formas poéticas y literarias; los usos, costumbres, ceremonias, espectáculos y fiestas familiares, locales y nacionales; los ritos, creencias, supersticiones, mitos y juegos infantiles en que se conservan más principalmente los vestigios de las civilizaciones pasadas; las locuciones, giros, trabalenguas, frases hechas, motes y apodos, modismos, provincialismos y voces infantiles; los nombres de sitios, pueblos y lugares, de piedras, animales y plantas; y, en suma, todos los elementos constitutivos del genio, del saber y del idioma patrios, contenidos en la tradición oral y en los monumentos escritos, como materiales indispensables del conocimiento y reconstrucción científica de la historia y la cultura española"(2). Movido por este impulso personal y por una concepción de la sociedad en la que los actores de la historia son los propios ciudadanos, y siguiendo el modelo londinense, decide crear una estructura organizativa que permitiera conseguir los fines propuestos a partir de la colaboración y el trabajo de todos los interesados en la cultura popular. Para ello concibe la creación de sociedades regionales, provinciales y locales que formarían una red que abarcaría toda la geografía española. Esta concepción organizativa, de gran originalidad por cuanto que proponía la creación de tantas sociedades como regiones en función de sus peculiaridades lingüísticas, geográficas y culturales, respondía a un sentido realista de la diversidad cultural de España. Estaba el proyecto, por otra parte, cargado de utopía por cuanto que esperaba que el sólo interés intelectual sería causa suficiente para llevar a cabo la labor de recopilación, edición y distribución de los materiales folklóricos generados, y ello sin contar con el mecenazgo privado o el apoyo de la administración del Estado cuya disponibilidad para estos quehaceres era entonces impensable. Como consecuencia se constituye en 1881 la "Sociedad del Folklore andaluz" con sede en Sevilla, en la que participaron muchos intelectuales de la ciudad, sobre las bases de "El Folklore español. Sociedad para la recopilación y estudio del saber y las tradiciones populares" previamente publicadas y que habrían de servir de pauta para las otras sociedades. En ellas se fijaban tantos centros como regiones constituían el estado español: castellana (dos Castillas), gallega, aragonesa, asturiana, andaluza, extremeña, leonesa, catalana, valenciana, murciana, vasco-navarra, balear, canaria, cubana, puerto-riqueña y filipina, con la obligación de intercambiarse cuantas publicaciones editaran, quedando cada centro en libertad para constituirse del modo que creyera conveniente. Preveían también las bases la posibilidad de que dos o más regiones se unieran en un solo centro. Fuera de estas exigencias, las Bases tendían fundamentalmente a la formación de un corpus documental sobre tradiciones populares respetando escrupulosamente la información obtenida, sin alterarla, a la vez que se hacía circular entre los asociados. En síntesis, la Sociedad buscaba como objetivo último "la reconstitución científica de la historia, idioma y cultura nacionales". 2

Como órgano de expresión de la Sociedad andaluza, se creó la revista El Folk-Lore andaluz, en la que los socios irán publicando los materiales recopilados. En ella van a participar toda una pléyade de intelectuales inspirados en las teorías de Darwin, Krauser y Spencer, y en general por ideas progresistas sobre la concepción del hombre. Entre los habituales colaboradores cabe citar a Alejandro Guichot y Sierra (Ponophilo), amigo muy cercano y colaborador entusiasta de Machado, que tras la muerte de éste se constituirá en el último baluarte de la disciplina del Folklore. Alejandro Guichot fue, probablemente, quien mejor supo captar la novedad de esta ciencia. En la revista publicó en varias entregas, "Supersticiones populares andaluzas", conjunto sistematizado de creencias y saberes recogidas por sugerencia de Antonio Machado quien le hizo ver a Alejandro Guichot la importancia de estas creencias para el conocimiento del pueblo, llegando éste a recopilar más de doscientas de una gran variedad de temas. Asimismo aportó numerosos datos folklóricos en la sección de misceláneas y noticias. Otros asiduos colaboradores de la revista fueron Francisco Rodríguez Marín que aportó algunas coplas y cuentos; Luis Montoto y Rautenstrauch, uno de los mejores amigos de Machado, que describió, por iniciativa de éste, la vida en los corrales de vecinos de Sevilla, y la publicó en varias entregas. También colaboraron ocasionalmente Antonio Machado y Núñez y Cipriana Alvarez Durán, padres de Demófilo, además de otros entre los que se encuentran Juan Antonio Torre Salvador (Micrófilo), Santiago Montoto, Siro García del Mazo, Antonio Mª García Blanco, Leoncio Lasso de la Vega, Manuel Sales y Ferré, José Mª Asensio y Toledo y los portugueses Teophilo Braga y Joaquín Leite de Vasconcelos y el austríaco Hugo Schuchardt. La aportación más significativa y continuada correspondió al propio Machado y Alvarez que dirigió la revista. Se publicaron también varios cuestionarios que habrían de servir de pauta a los potenciales recopiladores de materiales folklóricos, destacando el elaborado para la confección de los mapas topográficos tradicionales, con la finalidad de levantar un inventario toponímico, de recursos naturales y de bienes culturales de cada localidad, provincia y región. La revista que apareció en marzo de 1882, editada en cuadernos mensuales de 4º con paginación continuada, en la imprenta de Francisco Alvarez, sólo alcanzará a febrero del año siguiente. Razones económicas y el traslado de Antonio Machado y Núñez a la Universidad de Madrid, al que acompañaron hijo y nietos, harán inviable el proyecto editorial. Demófilo gestiona una alternativa a la situación a través de su buen amigo y condiscípulo Luis Romero y Espinosa, residente en Fregenal de la Sierra (Badajoz) en donde había fundado en junio de 1882 la Sociedad del Folk-Lore frexnense. Esta Sociedad dio acogida a los trabajos folklóricos sobre Andalucía en su propio órgano de expresión, pasando a denominarse a partir de la fusión El Folk-Lore bético-extremeño, continuando con esta cabecera hasta su desaparición en 1884. Se hacía así realidad una de las propuestas de las Bases del Folk-Lore español que recogía la posibilidad de unión entre centros de similares características. La desaparición primero de la revista El Folk-lore andaluz y posteriormente El Folk-lore bético-extremeño indujo a Machado a pensar en la posibilidad de crear un colección de libros sobre folklore que tuviera mejor acogida que una revista y que podría resultar de mayor atractivo para los editores; así pues concibió la idea y convenció al editor Francisco Alvarez y a sus amigos Alejandro Guichot y Luis Montoto, que le ayudaron económicamente, para editar la Biblioteca de las Tradiciones populares, de la que posteriormente se haría cargo el editor madrileño Fernando Fe. La colección no fue sino una estrategia para continuar la edición de materiales folklóricos, y así puede explicarse incluso el cambio de nombre para la Biblioteca. Machado había defendido en otro tiempo el uso del término anglosajón Folklore frente a otros términos 3

castellanos que se habían propuesto, y ahora la realidad le hará desistir para salvar las publicaciones sobre folklore. En el primer volumen (1884), -la Biblioteca alcanzará los 11 tomos, impresos en octavo-, se recogían trabajos ya publicados en la revista, así Las costumbres populares andaluzas de Luis Montoto que no es sino el conjunto de entregas que anteriormente había editado bajo la rúbrica de "Los Corrales de vecinos" y Las supersticiones populares andaluzas, de Alejandro Guichot. El tomo II (1884) que figuraba bajo el rótulo de El Folk-lore de Madrid escrito por Eugenio de Olavarría y Huarte, incluía también una primera entrega de Juegos infantiles de Extremadura de Sergio Hernández de Soto y otra titulada De los maleficios y los demonios de Santiago Montoto. El tomo III (1884) recoge la obra de Alejandro Guichot El mito del Basilisco con el antetítulo de Lo maravilloso popular, y la segunda parte de los Juegos infantiles y De los maleficios. El tomo IV (1884) aparece bajo el título de Folklore gallego. Miscelánea debido a Emilia Pardo Bazán y otros escritores gallegos, seguido de otras tantas entregas de las obras de José Mª y Luis Montoto. El tomo V (1884) recoge los Estudios sobre literatura popular de Machado y Alvarez, publicados por primera vez en la Revista de Filosofía, Literatura y Ciencias, de Sevilla. En el prólogo a este volumen, Machado reconoce la influencia krausista, "que con manifiesto beneficio de la ciencia atendía más a el fondo (sic) y forma interna de las producciones literarias, que a su mero traje o adorno exterior... En esta segunda serie de artículos publicados en La Enciclopedia ya era distinto el concepto que tenía de la literatura del pueblo. No era el valor ideológico, desentrañar el sentido oculto de sus producciones, sino únicamente probar la importancia de recogerlas fiel y exactamente para ulteriores fines científicos, lo que me preocupaba. Si aún me atreví, y aún me sigo atreviendo, a aventurar alguna hipótesis acerca de los materiales recogidos, más bien fue con el deseo de buscar algún aliciente para los lectores ávidos de teorías, que por que creyera que fuese esto lo que realmente importaba" (3). El tomo VI (1884) titulado Apuntes para el mapa topográfico tradicional de Burguillos, constituye el único caso publicado que responde al interrogatorio creado por Machado y Alvarez, que elaboró Matías Ramón Martinez sobre esta población extremeña. Se recogen asimismo algunas tradiciones de esta región recopiladas por Cipriana Alvarez Durán. Los tomos VII (1885), IX (1886) y XI (1886) corresponden al Cancionero popular gallego de José Pérez Ballesteros. El tomo VIII (1886) incluye el trabajo de Cecilia Schmidt, A rosa na vida dos povos y El folklore de Proaza, debido a L.Giner Arribau, éste último recoge leyendas, tradiciones, romances, cuentos, creencias y supersticiones y cantares de esta población asturiana. *

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Las dificultades de una España en bancarrota, el progresismo científico y político de las ideas que trataba de difundir y su consecuente rechazo por los sectores conservadores dominantes, junto a razones de carácter personal, dificultades económicas en la familia por no haber conseguido una estabilidad profesional, la efímera presencia de la revista El Folk-lore andaluz, 12 números y 523 páginas, y de la Biblioteca de las Tradiciones populares, 11 volúmenes de 300 páginas cada uno, determinaron que su ideario científico y las sociedades creadas para su desarrollo no se consolidaran; como consecuencia la preocupación por la cultura popular ha estado ausente de gran parte de la sociedad andaluza y de sus dirigentes durante casi cien años. ¿Puede colegirse de estas consideraciones que la obra de Machado no ha tenido continuidad en el panorama de las ciencias sociales en general y de la Antropología y el Folklore 4

en particular? Es cierto que tras la muerte de Machado y con la excepción de Alejandro Guichot, que publicará Antroposociología (1911), verdadero compendio de las ciencias sociales tal como se entendían en su tiempo, y más tarde Noticia histórica del Folklore (1922), publicación de la mayor utilidad y que mejor servicio prestará a la disciplina del Folklore, -auténtico homenaje a su introductor en España-, y primera historia de esta disciplina escrita en nuestro país, ningún intelectual seguirá la línea de trabajo que aquel iniciara. Hay sin embargo una serie de datos y referencias que, a falta de mayor profundización por el momento, conviene recordar antes de aceptar que las innovadoras ideas de Machado sobre la sociedad quedaran sepultadas en las bibliotecas. Señalemos en primer lugar que en los últimos años de su vida y quizás impelido por las necesidades económicas pero también por su deseo de difundir en España obras de gran interés para las ciencias sociales, tradujo del inglés con anotaciones Antropología. Introducción al estudio del hombre y de la civilización (Madrid, 1887) de Edward B. Tylor (1832-1917), considerado uno de los padres fundadores de la moderna Antropología social y cultural, padre de la antropología británica y difusor de las ideas evolucionistas junto a Huxley y Spencer. La Antropología de Tylor ha sido una de las obras clave en la historia de la disciplina. Es significativo que esta obra se haya reeditado, con la traducción de Machado, al cabo de noventa y nueve años. También tradujo del inglés Medicina popular. Un capítulo en la historia de la cultura. Madrid, 1989, con apéndices de Federico Rubio, Eugenio de Olavarría y el propio Machado. Fuera de Andalucía, Luis de Hoyos Sainz (1868-1951) publicó las lecciones de cátedra impartidas en la Escuela Normal Superior bajo el título de Etnografía (1900) y Etnografía. Sus bases, sus métodos y aplicaciones en España (1917), ambas en colaboración con Telesforo de Aranzadi. En la segunda parte de esta última obra, redactada por Hoyos, dedicada, por cierto, a la memoria de Joaquín Costa, al referirse al Folklore se nos dice: "Como parte unos, como complemento otros, y aún como secuela literaria y obra de diletantismo de la Etnografía (subrayado nuestro), consideran los autores, según su peculiar criterio, al Folklore (subrayado suyo). En la misma obra reitera Hoyos que Machado y Alvarez fue el creador del Folklore y su "propagandista" en España, trascribiendo y haciendo suyos los objetivos de la disciplina recogidos en las Bases (1883). Esta obra a la que nos referimos, verdadero manual universitario se publicaba cinco años antes que Guichot diera a la imprenta su Noticia histórica... Por su parte, el folklorista catalán J.M. Batista y Roca en su obra coetánea Arxiu d'Etnografía y Folklore de Catalunya (1917), también contempla las relaciones entre Etnografía y Folklore y afirma: "Refuto la separación que algunos establecen entre el folklore y la etnografía, reservando ésta para los pueblos salvajes y aquél para las clases atrasadas de los pueblos civilizados..." No es nuestra pretensión establecer una línea de parentesco ininterrumpido entre los folkloristas andaluces del último tercio del siglo XIX y la consolidación de los estudios antropológicos en Andalucía iniciados en los años sesenta de este siglo, que ha desembocado en la implantación de la Antropología cultural y social en casi todas las universidades andaluzas, estando presente en los órganos culturales de la Junta de Andalucía y en varias diputaciones provinciales. Así mismo la presencia de antropólogos es requerida frecuentemente en grupos de investigación interdisciplinarios, en publicaciones, cursos, conferencias y en los medios de difusión escritos y audiovisuales. En todo caso puede hablarse de un precedente, que de no haberse truncado -la guerra civil y el gobierno autoritario nacido de ella supuso para las ciencias sociales un grave retroceso- habría desembocado en una situación que a nosotros se nos antoja muy diferente. 5

El concepto de folklore tras la desaparición de Machado y Alvarez, se irá empobreciendo paulatinamente y apartándose de la aportación teórica de su introductor en España y de la "Escuela sevillana" hasta el punto que el término folklore aparece usado en su forma adjetiva, en no pocas ocasiones, como sinónimo de actividad banal e incluso con un sentido peyorativo. Nadie en casi un siglo ha recogido en Andalucía de forma activa la antorcha que dejara encendida Demófilo; la literatura popular encontrará cierta acogida en algunos departamentos universitarios gracias al impulso de Menéndez Pidal; el folklore musical se integrará en los conservatorios, y el folklore como disciplina científica globalizadora que no llegó a institucionalizarse en la enseñanza, desaparecerá como actividad complementaria incluso entre los eruditos. Recientemente, movidos por el entusiasmo de la lectura de la obra de Machado y Alvarez, surge la idea de crear una institución que recogiera el espíritu de su aportación intelectual para aplicarlo a la realidad sociocultural andaluza. Este impulso se materializa en la constitución de la Fundación Machado en 1985, con el objeto de estudiar, promover y difundir la cultura andaluza. Una de las primeras determinaciones del patronato y de su comisión ejecutiva fue la recuperación de la cabecera de la revista El Folk-Lore andaluz como homenaje a su fundador, de la que se han publicado hasta el momento diez volúmenes.

Notas 1) Luis Montoto y Rautenstrauch: Por aquellas calendas. Renacimiento. Madrid, 1930, pp. 104-106 2) Bases de "El Folk-Lore español. Sociedad para la recopilación y estudio del saber y de las tradiciones populares". El Folk-Lore andaluz. Madrid, 1981, pp. 501-503 3) Antonio Machado y Alvarez: Estudios sobre literatura popular. Biblioteca de las tradiciones populares, tomo V. Fernando Fe. Madrid, 1884, pp. XI-XV.

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