\"La restauración de San Jerónimo el Real por Narciso Pascual y Colomer\", Goya, , nº 213, Madrid, 1989, pp. 161-171

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Descripción

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Jusepe Leonardo (atribuido):

El palacio del Buen Retiro en 1636-1637, detalle. A la derecha, el monasterio de

San Jerónimo el Real

LA RESTAURACIOI{ DE SA¡/ JEROIVIMO E,L REAL POR IVARCISO PASC(IAL Y COLOMER PoT NIEVES PANADERO PEROPADRE

El monasterio de San Jerónimo el Real. construido durante el reinado de los Reyes Católicos, quedó convertido durante el siglo XVII en uno de los elementos integrantes del conjunto palaciego del Buen Retiro paia, tras el decli-

ve de éste y la reforma acometida por Cárlos III en el Prado, integrarse plenamente en el tejido urbano madrileño. Perdido así su primitivo carácter de lugar de retiro y su posterior fasto palatino, el monasterio pasó a ser, junto con el Real Museo, el monumento más representativo de una zona que pronto iba a convertirse en el corazón de la

ciudad.

A lo largo del siglo XIX su existencia se vio amenazada por los dos grandes azotes que diezmaron nuestro patrimonio artístico durante esa centuria: las guerras (situado en un punto estratégico de gran importancia, el monasterio serviría más veces como cuartel que como lugar de oración) y la desamortización de los bienes eclesiásticos. En 1808 las tropas napoleónicas ocuparon el Real Sitio e instalaron su artillería en la iglesia, obligando a los

monjes a abandonar el recinto y buscar asilo en otros monasterios. Todos los historiadores del edificio -Sepúlve-y da, Mesonero Romanos, Rada y Delgado, Repullés Vargas,...- coinciden en afirmar que, tras la retirada de las tropas francesas, el monasterio quedó en muy mal estado y que los monjes hubieron de proceder a su inmediata restauración. Sin embargo, las referencias documentales que poseemos de esa época no parecen indicar que el edificio sufriera graves daños más que en lo referente a ornamentación y mobiliario, ni que se efectuase entonces ninguna restauración de importancia. Tan sólo tenemos constancia de en 1815 los monjes llevaron a cabo al.que gunas reparaciones en la iglesia, aunque no debieron ser de mucha envergadura ya que no solicitaron financiación alguna por parte de la Corona la cual dependía el -de la reparación de las monasterio- más que para sufragar

tribunas interiores del templo (AGP, Administruciones Patrimoniales, Buen Retiro, C." 11770-3). Fue bastante más tarde, en 782J, cuando se procedió a 1ó1

*

2. Narciso Pascual y Colomer: Alzado de la fachada de la iglesia antes de su intervención . 1852.

la restauración de la iglesia, que de nuevo se había visto envuelta en un acontecimiento bélico. En el informe emitido en febrero de 182'7 por el entonces prior fray Francisco de Guadalupe se señala que durante tres años y medio habían estado acuarteladas en el monasterio las tropas del regimiento suizo n.' 2 de la brigada francesa, perteneciente al ejército enviado en 1823 por Luis XVIII en

apoyo de Fernando hijos de San I uis>.

VII,

conocido como los en toda fachada gótica. Sobre este plano, Colomer añadiría más tarde la siguiente nota: > ("El Pensamiento Españolr, 8 de no-

viembre de 1865). Pese a las continuas denuncias de la prensa, la restauración continuó paralizada y la iglesid sin culto hasta que en 1879 su precaiio estado de conservación (su misma existencia se- vio amenazada ante los proyectos de urbaniza-

trabajos ejecutados en el claustro, la documentación menciona a un Arquitecto Mayor interino, cuyo nombre no se especifica, que debía estar al frente de las obras. Con posterioridad al retiro de Colomer tan sólo se finalizóla restauración de la fachada, colocando en la portada los relieves de Ponzano, y se efectuaron, o más bien se proyectaron efectuar, algunas obras en el claustro.

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Narciso Pascual y Colomer: Proye(:to tle restaurución de la Jut:huda oriental del tloustrr¡,

ción del barrio) aconsejó emprender una nueva restauración bajo la dirección de E,nrique María Repullés y Vargas.

La causa de que unas obras emprendidas con tanto entusiasmo y bajo patrocinio real no llegaran a feliz término hemos de buscarla en la incapacidad de las arcas reales para sufragar un plan en el que, como señala repetidamente Colomer, era imposible fijar a priori un presupuesto fiable, puesto que al tratarse de un edificio a-ntiguo surgían nuevas necesidades a medida que avanzaban los tra6ajos. Además, la introducción por parte del Rey y de sus coiaboradores de continuos cambios y modificaciones impidió seguir un plan fijo adecuado a un presupuesto definitivo, obligando en ocasiones a derribar lo ya hecho para adaptarlo a las nuevas directrices, con el consiguiente retraso y encarecimiento de la restauración. Igualmente, la jubilación, en febrero de 1i154, de

Pas-

cual y Colomer como Arquitecto Mayor de Palacio debió

contribuir a la paralización del proyecto, que a partir de esa fecha avanzó escasa y lentamente. Ignoramos quién se hizo cargo de la dirección de las obras tras el retiro de Colomer; al respecto sólo podemos decir que los presupuestos realizados a partir de entonces están firmados por Domingo Gómez de la Fuente, a la sazón Arquitecto Mayor de Palacio, y que en 1856, con motivo de unos

c.

1852

Como podemos observar en el plano de Texeira (fig. 8), el monasterio contaba con dos claustros, posteriores ambos a la edificación de la iglesia, adosados a su costado meridional. La restauración planeada por Colomer preveía la desaparición de todos los recintos que rodeaban el ternplo, lo cual suponía la desaparición del claustro pe-

queño más occidental de los dos- y de las dependen-el entre éste y el Real Museo y, por tanto, la cias existentes necesidad de edificar tres nuevas fachadas correspondienexentos- del claustro grande. tes a los tres lados

el Archivo de Palacio cuatro diseños Se conservan en-ahora para las fachadas del claustro que, aún sin firma ni fecha, forman conjunto con los realizados por Colomer para la iglesia en 1852. No deja de percibirse en ellos una cierta ordenación de extracción clasicista. La fachada oeste se enmarca entre dos contrafuertes con pináculos y se estructura en dos plantas (fig. 9). En la inferior destaca una portada del tipo de las toledanas del por contrafuertes y rematada en siglo XV -enmarcada y ocho sencillos vanos rectangulares, con arco conopialdecoración de bolas, sobre los que se sitúan pequeños escudos entre arquillos ciegos. E,l piso superior lleva nueve amplios ventanales en arco apuntado de sencilla tracería. La fachada remata con una crestería idéntica a la del resto del edificio. 169

De la fachada meridional Colomer realizó dos proyectos. Uno de ellos (fig. 10) muestra en su zona inferior una galería abierta en arcadas que avanza con respecto al plano general de fachada, dando lugar en el piso superior a la formación de una ferÍaza rematada con balaustrada. E,n este segundo piso se abren dos series superpuestas de vanos: los inferiores, apuntados; los superiores, más pequeños y rectangulares, adornados con bolas. Dos contrafuertes rematados por pináculos delimitan en los extremos dos tramos diferenciados que, a modo de falsos torreones, introducen un cierto acento vertical. El otro proyecto (fig. 11) es posiblemente una variación posterior del primero, pues la única diferencia estriba en que los vanos del piso superior son ahora todos ellos rectangulares y del mismo tamaño, similares a los que aparecen en el piso inferior de la fachada oeste. La fachada oriental es la más sencilla de las tres (fig. 12). En ella, los tres cuerpos que se marcaban en la fachada meridional se ven acentuados por la menor altura del tramo central, convirtiendo a los dos cuerpos laterales en verdaderos torreones. Los vanos del piso inferior ventanas y una puerta- son todos rectangulares -nueve y se enmarcan con bolas. Las ventanas del piso superior siguen un modelo diferente al del resto de los vanos del edificio, ya que son cuadradas y se enmarcan con una abundante decoración, siguiendo esquemas del gótico final y del plateresco.

Sin embargo, nada debió realizarse en el claustro bajo la dirección de Colomer. En el plano de Ensanche de Madrid de Carlos María de Castro (1856) han desaparecido ya todas las construcciones comprendidas entre San Jerónimo y el antiguo Salón de Reinos, pero continúan en la zona sur los dos claustros y las edificaciones existentes entre éstos y el Museo. Sin embargo, en el plano de lbánez Ibero (1872-74) el conjunto de San Jerónimo aparece reducido a la iglesia y el claustro grande, habiendo desaparecido todas las demás construcciones. Las únicas noticias que poseemos al respecto son bastante confusas, datan de 1856 y aluden a las diferencias existentes entre el Arquitecto Mayor interino de la Real Casa y la sección de contabilidad de la misma. En ellas se hace referencia al , afirmando que
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