La represión franquista en Canarias: contribuciones para su estudio

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Descripción

El Franquismo en Canarias · Aarón León Álvarez (coord.)

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La represión franquista en canarias Contribuciones para su estudio Aarón León Álvarez (coord.)

José Alcaraz Abellán, Luis Alberto Anaya Hernández, Salvador González Vázquez, Ricardo A. Guerra Palmero, Victorio Heredero Gascueña, Sergio Millares Cantero, Olegario Negrín Fajardo, Alexis Orihuela Suárez, Guacimara Ramos Pérez, Ramiro Rivas García, Luana Studer Villazán, Miguel Suárez Bosa

INTRODUCCIÓN El 6 de junio de 1944 se inició el desembarco de Normandía a miles de kilómetros de las costas canarias. Los años de la posguerra, que tanto marcaron a la sociedad canaria del momento e inexorablemente a las siguientes generaciones, fueron tiempos de hambre, miseria y emigración clandestina. Algunos canarios, antiguos militantes de las fuerzas políticas republicanas y de izquierda creían que las potencias democráticas librarían a España de «las garras del fascismo». Los comentarios que se hacían en la privacidad del hogar y en tertulias clandestinas mantenían el anhelo de que un día caería, por fin, el régimen de Franco. No es de extrañar, pues, que el 8 de junio de 1944, dos días más tarde del desembarco de las tropas militares en la costa francesa, un grupo de antiguos militantes republicanos se reuniera en la clandestinidad de un hogar del municipio tinerfeño de Tacoronte para celebrar la gran contraofensiva aliada. Como recuerdo de aquel día dejaron constancia del júbilo vivido en una pequeña pieza de madera en la que grabaron las iniciales de sus nombres y apellidos, la fecha arriba referida y el término «invasión» [«invación» aparece inscrito]. Parece ser que se enteraron de la invasión por una radio en la que sintonizaban la BBC1. De esta manera, las ondas le transmitieron la esperanza y la noticias que no aparecían en la prensa española. Eran los tiempos de silencio sobre los que escribiría Luis Martín Santos décadas más tarde. Este hecho, sin aparente trascendencia, significó una pequeña victoria republicana (y antifascista) después de la derrota en la guerra civil española, tras años en prisión y sabiendo, como dijera el comunista lagunero Mauro Martín Peña en sus memorias, que ya nada era igual, que todo había cambiado. Efectivamente, el franquismo había roto con el anterior período de movilización popular, de debate político y extensión de la ciudadanía. El nuevo régimen marcaba Las imágenes de la pieza de madera y la historia contada por uno de los nietos de los participantes en esta reunión puede verse en: http://malditasmentiras.blogspot.com.es/ search?q=normand%C3%ADa

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un punto y aparte respecto a la Segunda República. Para ello, empleó métodos de eliminación física del oponente, también mediante la regulación legislativa del aparato represor, con el fin de desarticular cualquier oposición que pusiera en peligro la consolidación de un régimen sustentado sobre la idea de una sociedad dividida y enfrentada. Como decía, aquellas personas que después del 18 de julio de 1936 habían sido detenidas, ingresadas en prisión y devueltas a la vida social con el estigma de rojos y republicanos, celebraron el desembarco como manifestación de su silencio victorioso. Fue un pequeño acto de resistencia en la privacidad, puesto que el ámbito público lo controlaban las nuevas autoridades y estaba siendo monopolizado por Falange (FET y de las JONS) y sus organizaciones femeninas y juveniles, ocupándolo sus actos multitudinarios de adhesión al nuevo régimen y los desfiles de celebración de cada victoria en la Guerra. Con el paso de los años, las calles quedaron prácticamente vacías de este tipo de eventos de masas –a excepción de los actos de recibimiento de autoridades y las celebraciones religiosas–, aunque permaneció latente en ellas el testimonio de la victoria y el recuerdo permanente del 1º de abril de 1939. El régimen franquista había nacido marcado por el golpe de Estado de 18 de julio de 1936 y la Guerra Civil, por la violencia y la destrucción de cualquier vestigio de la República y la democracia. Y no fue algo que perdiera vigencia con el tiempo, al contrario. En todo momento se mantuvo y se recordó que aquella guerra y la victoria no habían sido en vano, que los principios que cimentaban el régimen nacían de la legitimidad que le daba el triunfo por las armas y la pacificación del solar patrio. Este proceso fue posible, sin lugar a dudas, gracias a la represión. El fenómeno de la represión franquista respondió a una acción metódica y planificada dirigida a desmantelar las organizaciones del movimiento obrero, a eliminar a los dirigentes y militantes de partidos y sindicatos, pero también a disuadir a quienes ofrecieran resistencia al nuevo régimen. Por el artículo 5º del Bando de Guerra se destituyeron a los representantes populares en las instituciones y un buen número de ellos fueron también detenidos. Como lo fueron aquel mismo día cientos de personas, situación esta que se mantuvo en las semanas y meses siguientes y que llevaron a pasar por las cárceles canarias a miles de presos durante la Guerra Civil y la posguerra. Pero la represión no fue exclusivamente física. Fue también económica, social, laboral, cultural, moral. Se manifestó de diversas maneras y no dejaría de estar presente durante los años siguientes a la finalización de la Guerra Civil. La represión fue realizada, apoyada y/o tolerada por militares, guardias civiles, falangistas, militantes de Acción Ciudadana y también por individuos que colaboraban con estas organizaciones en las tareas de suministro de información y delación. Habría que valorar, por tanto, el efecto que tuvo el aparato represivo sobre la

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población, independientemente, incluso, de que se hubiera pertenecido a partidos políticos y sindicatos republicanos y de izquierdas, y atender no solo a los que fueron represaliados sino, también, a los represores. La represión contribuyó a la limpieza social ordenada por el nuevo régimen como requisito indispensable para una reeducación y reorganización de la sociedad. También la represión actúo reforzando cierta cohesión social entre los vencedores, pues la ejecución de la misma se insertaba en su cruzada por devolver el orden a España. Se transformaron las relaciones sociales, así como las actitudes ante lo político y lo social. La vida en general cambió. El caso siguiente es una buena muestra de ello. El 2 de octubre de 1934, el Diario de Avisos incluía en sus páginas interiores una noticia de sociedad. A finales de septiembre, el catedrático del Instituto Nacional de Segunda Enseñanza de Santa Cruz de La Palma, Constantino Aznar de Acevedo, había contraído matrimonio con una joven palmera, sobrina del médico Benigno Capote Carballo, en el municipio de Breña Baja. En el acto civil celebrado en el Juzgado municipal, firmaron el acta como testigos Alonso Pérez Díaz, por parte de la novia, y Juan Álvarez Delgado, por parte del novio. Ninguno de ellos podía predecir entonces que tan solo dos años después, sus vidas se verían truncadas, debido a su marcado posicionamiento político e ideológico durante la Segunda República. El golpe de Estado de julio de 1936, el estallido de la Guerra Civil, la feroz represión de los sublevados y el nuevo marco institucional les llevaron a tomar rumbos bien distintos. El diputado republicano palmero, Alonso Pérez Díaz, figura representativa de la política de la provincia durante aquellos años, falleció preso y enfermo, en 1941, en Las Palmas de Gran Canaria. Constantino Aznar, miembro de la Federación Española de Trabajadores de la Enseñanza de la UGT, fue detenido en Madrid mientras realizaba unos cursos de formación y, a su regreso a Canarias, en 1939, nuevamente fue arrestado e ingresó, entre otros centros, en Fyffes. Poco tiempo después de ser liberado, decidió escapar y llegó a Bélgica, iniciando un largo periplo hasta retornar a Canarias en la década de los setenta. Por su parte, Juan Álvarez Delgado, entonces compañero de Constantino Aznar en el Instituto de Santa Cruz de La Palma, del que eran director y secretario respectivamente, siguió una trayectoria totalmente distinta a la de aquellos dos e hizo carrera dentro del régimen. Natural de Güímar, fue catedrático de Lengua y Literatura Latinas, también impartió docencia en Enseñanzas Medias en Tenerife (aparte de en La Palma) y, posteriormente, en la Universidad de La Laguna. Entre otras responsabilidades, cabe destacar que fue decano de la Facultad de Filosofía y Letras de dicha Universidad. A la par que mantuvo su actividad docente e intelectual, ocupó cargos de responsabilidad en FET y de las JONS, pues en marzo de 1938 fue nombrado delegado comarcal en La Palma y en febrero de 1943 delegado provincial de Educación Nacional. Activo propagandista falangista, su evolución y actuación política le llevaron a consolidarse como una figura representativa del régimen, como uno de esos apoyos activos

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que se asentaron en las instituciones –consejero del Cabildo Insular de Tenerife por representación corporativa entre 1952 y 1958– y que mantuvieron una defensa férrea de los principios del franquismo. Muerte, exilio e incorporación al nuevo régimen fueron solo tres de las situaciones que marcaron a los canarios a partir de julio de 1936. Sin la utilización de la violencia, en sus distintas vertientes y etapas, sería imposible explicar la dictadura, desde sus orígenes hasta su final. La historia de estas tres personas, unida a la de aquellos militantes republicanos que celebraron el desembarco de Normandía, anteriormente descrita, condensan algunas de las situaciones que se estudian en los distintos trabajos que componen este libro. La violencia desatada a partir del golpe de Estado, las vicisitudes vividas tras ser detenidos, el impacto de la represión en la sociedad, los efectos en el trabajo –en este caso, en el magisterio– o su extensión durante las siguientes décadas de existencia del régimen, son solo algunos ejemplos de los tantos que quedan por estudiar. El franquismo nació de un hecho violento y fundamentó su discurso de división social en aquella victoria que, como tanto difundió la propaganda de la dictadura, había construido el mayor período de paz de la Historia de España. Pero la Paz y sus silencios empezaron aquella mañana de julio de 1936, cuando se destituyeron a los cargos electos de febrero de 1936 y se intervino la esfera de lo público y lo privado. Cuando se detuvieron a cientos de personas que con el paso de los meses se convirtieron en miles en toda Canarias y el aparato represivo fue creciendo cada vez más. El verde olivo y el azul falangista cambiaron por completo el panorama político canario que había nacido con una amplia gama de colores el 14 de abril de 1931. A partir de entonces el monocolor definió la paz de los sublevados contra la República y la democracia. Un breve balance sobre el estudio de la represión franquista en el Archipiélago nos demuestra que estamos ante uno de los temas de investigación más tratados por parte de nuestra historiografía sobre el siglo XX. Tras los primeros trabajos sobre represión en El Hierro y La Gomera, a mediados de los años 80, aparecieron nuevas publicaciones que permitieron ir averiguando, poco a poco, datos sobre el tema hasta el momento escasamente conocidos por el gran público. Fue entonces cuando el grupo de investigadores de Las Palmas de Gran Canaria estudió en profundidad el fenómeno en las islas orientales, editando numerosos textos sobre la represión y sus distintas manifestaciones. El estudio de la represión franquista en Canarias ha venido marcado por dos momentos históricos concretos: el iniciado tras la muerte de Franco y la aparición de las primeras publicaciones a partir de mediados de los 80 y, recientemente, por el llamado proceso de la recuperación de la Memoria Histórica y el aumento de trabajos publicados a partir de la primera década del presente siglo.

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En un primer momento, el interés de los historiadores por estudiar aquello que estuvo silenciado durante cuarenta años marcó el origen de los primeros trabajos. Entonces ponían muchos impedimentos para poder acceder a la documentación y disponer de ella para la investigación; el pacto de silencio estaba más vigente que nunca. Sin embargo, tuvieron la posibilidad de entrevistar a un gran número de protagonistas directos de aquellos hechos, lo que contribuyó a que las fuentes orales tuvieran un peso muy importante en esos textos. Se puso en marcha un trabajo de contribución y visibilización del represaliado. Este, en origen, era el protagonista de las luchas obreras y, a partir del 18 de julio de 1936, mantuvo el interés historiográfico pero por haber sido objeto de las medias represivas. Esta labor continuó durante la década de los noventa, aunque el número de publicaciones fue descendiendo progresivamente. Miguel Ángel Cabrera, uno de los pioneros en este campo de investigación en Canarias, refiriéndose precisamente a la ausencia de trabajos sobre la represión en aquellos años, sumaba a las dificultades económicas y de accesibilidad a los archivos, el vacío de estudios sobre la Guerra Civil y las limitaciones propias de la investigación en Canarias2. Lógicamente, en este secano, todo estudio que arrojaba alguna luz sobre cualquier aspecto relacionado con la represión adquirió enorme importancia. Esta cuestión condicionó considerablemente la evolución de los estudios sobre el fenómeno, especialmente al no consolidarse líneas de investigación sobre la violencia franquista en el ámbito académico y universitario canario. A comienzos de este siglo tuvo inicio el segundo de los momentos al que me refería anteriormente. Un proceso que sirvió para impulsar los trabajos sobre los represaliados por el franquismo y que se conoce como la «recuperación de la Memoria Histórica». Fue entonces cuando este tema desbordó todos los límites previstos. Se convirtió en tema de consumo. Llenó las mesas de novedades de las librerías e, incluso, tomó posición privilegiada en los centros comerciales, tantas veces vedados a la Historia académica. Se habló de fusilados, de desapariciones e, incluso, se puede decir que pareció que hubo quien descubrió que en España, que en Canarias, la represión había supuesto el asesinato de cientos, de miles de personas. El país «enfermo de memoria», a instancias de la movilización social y del cambio de gobierno de 2004, abría un debate público sobre un pasado reciente que no se había hecho durante la Transición, cuando el pacto oficial de no juzgar lo que había sucedido décadas antes se tradujo, entre otras cosas, en la aprobación de la Ley de Amnistía. Una situación a la que también contribuyó la dirección del Partido Comunista de España, el partido del antifranquismo, cuando renunció a la bandera republicana y a unos principios, que, durante décadas y en la clandes2

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tinidad, habían defendido sus cuadros y militantes, como justificación del nuevo proceso que se abría tras la muerte de Franco. A principios de la década de los 2000, el trabajo de los familiares de los represaliados organizados en torno a las asociaciones para la recuperación de su memoria supuso un impulso a los trabajos centrados en el estudio de este tema. Además, la progresiva aparición en los medios de comunicación de temas relacionados con la represión franquista fue en aumento a lo largo de la primera década de este siglo. Especialmente a partir del año 2005, coincidiendo con hechos que generaron intensos debates sobre la idoneidad o no de retirar los símbolos de la dictadura que aún persistían (y se mantienen) en el viario público, como las placas con nombres de militares y políticos de la dictadura en las plazas y calles o las estatuas ecuestres de Franco. Estos temas trascendieron el debate histórico y se convirtieron en arma de ataque política, con una clara tendencia demagógica y ahistórica. Lo preocupante no era que esto sucediera en tertulias televisivas sino que tuviera lugar en el marco parlamentario, propiciando un debate que giró en torno a acusaciones y ataques de todo tipo, más que a un interés por proyectar una idea común sobre la dictadura que permitiera abrir vías de estudio y de reparación de lo sucedido y no, como han pretendido los partidos mayoritarios, de cerrar, cada uno a su modo, el proceso iniciado a partir de la movilización social de las familias de los represaliados. Fue entonces, durante la primera década de esto siglo, como digo, cuando aparecieron numerosas publicaciones sobre el tema de la represión franquista, no solo de historiadores sino también de investigadores de otras ramas de estudios interesados en el tema y periodistas, fundamentalmente. A ellos se sumaron algunas memorias recuperadas de los protagonistas de aquellos hechos y que durante años estuvieron guardadas por sus familiares o se pasaron fotocopiadas entre historiadores. Se creó entonces un clima que normalizó hablar de la represión e, incluso, tomó protagonismo en el medio audiovisual canario. En conjunto, se habló de lo que había pasado hacía entonces setenta años, retomando de esta manera un debate que tenía que haberse producido antes. Para entonces buena parte de los protagonistas habían fallecido sin reconocimiento alguno, sin que las instituciones repararan sus figuras y sin que se planteara un debate público, no a modo de revancha del pasado, pero sí de estudio y valoración de lo que había sucedido. El cierre en falso de aquellos hechos, la pretendida huida hacia el futuro apostando por olvidar, ha tenido consecuencias y las seguirá teniendo en la sociedad canaria y española. En cuanto al análisis de los hechos y procesos asociados a la represión durante esta última etapa, cabe destacar la aparición de estudios centrados en temas e informaciones que hasta ese momento no habían llegado al gran público. El campo de concentración de Tefía (Fuerteventura), los canarios en los campos

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de concentración nazis o aspectos sobre la represión de la oposición antifranquista, son solo algunos ejemplos de temas que nos permitieron empezar a conocer detalles sobre la represión y sus efectos directos e indirectos, hasta entonces poco o nada investigados e, incluso, desconocidos. Otro ámbito de investigación fue la publicación de listados de personas fusiladas y desaparecidas3 durante el período de la Guerra Civil, que desde los años ochenta se empezaron a elaborar con el fin de conocer quiénes, pero sobre todo cuántos, habían sido asesinados. Las aportaciones de Ricardo García Luis, Ramiro Rivas García, Salvador González Vázquez y Miguel Ángel Cabrera Acosta son referencia obligada para la provincia de Santa Cruz de Tenerife, mientras que el grupo de trabajo formado por Luis Alberto Anaya, José Alcaraz, Alexis Orihuela, Miguel Suárez Bosa y Sergio Millares se encargó de profundizar en la de Las Palmas de Gran Canaria. A ellos, y coincidiendo estos últimos años con la puesta en marcha de proyectos de investigación asociados a la financiación de la denominada Ley de Memoria Histórica y financiada por el Ministerio de Presidencia del Gobierno de España4, se han unido nuevos investigadores que han trabajado el tema y han dispuesto de nuevas fuentes o han podido consultar algunas vedadas a los historiadores en la década de los ochenta. Las motivaciones de estudio del tema han ido paralelas a su interés por analizar la violencia como fenómeno asociado al siglo XX y el ascenso del fascismo. El resultado es una conexión generacional entre historiadores que vivieron la dictadura y otros que nacieron después de la muerte de Franco. Algo que, en cambio, no ha impedido su interés por el mismo tema y que ha contribuido a enriquecer los estudios e informaciones aportadas. A esta última etapa contribuyó especialmente el nacimiento de las Asociaciones para la Recuperación de la Memoria Histórica y, paralelamente, la puesta en marcha de iniciativas tendentes a contar con la colaboración de las instituciones para la búsqueda e intervención en las fosas comunes de las que se tenía Las cifras sobre la represión en Canarias continúan siendo objeto de debate, puesto que las estimaciones superan considerablemente los resultados de las investigaciones con las fuentes documentales y orales. Evidentemente, se trata de una cuestión difícil de resolver, pues en un gran número de casos hay que guiarse más por datos indirectos que por informaciones directas. En este libro, concretamente en el artículo de Salvador González sobre la represión franquista en Canarias durante la Guerra Civil, se aportan unas cifras de desaparecidos entre 1936-1937 que pueden considerarse como las más aproximadas en el momento actual. 4 Las cifras globales aportadas por el Gobierno de España sobre la financiación de estos proyectos, entre 2006 y 2010, hacían referencia a un total de quinientas setenta y tres acciones financiadas con destino a la identificación y excavación de fosas, realización de homenajes y colocación de esculturas, organización de jornadas y exposiciones, trabajos en archivos, etc. 3

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constancia, bien por testimonios orales directos o por indicaciones de investigadores o por suposiciones, de que podían haber sido arrojados los republicados desaparecidos. Proceso en el que los historiadores formados en las universidades canarias también han/hemos participado y que ha supuesto que se haya dado una conexión entre lo que es el estudio académico y la movilización ciudadana/familiar en torno a este tema. Añadiendo a las reivindicaciones familiares, el análisis, la valoración, reflexión, comparación y explicación de estos hechos y de las fuentes, promoviendo el valor de la actividad de los investigadores. Si hiciéramos un somero repaso a este proceso en Canarias, habría que destacar ciertos puntos de referencia que tienen que ver con acciones muy diversas como la celebración de jornadas históricas, actos de reivindicación y homenaje públicos promovidos por las distintas asociaciones canarias, etc. Sin mayor pretensión ni exhaustividad que ejemplificar estas acciones relacionaré algunos de los hitos de este proceso en las Islas. Entre el 3 y 6 de mayo de 2006, en el municipio tinerfeño de Los Silos, tuvieron lugar las I Jornadas sobre Recuperación de la Memoria Histórica; el 21 de julio de 2006, en San Sebastián de La Gomera, se celebró una jornada temática titulada «La recuperación de la memoria histórica en Canarias: homenaje los canarios de la guerra», dirigida por Sergio Millares Cantero, con el fin de realizar una radiografía de la Guerra Civil y la represión en Canarias. Precisamente, pocos días después, la prensa se hacía eco del descubrimiento de restos humanos en La Palma, que se relacionaban con los llamados «13 de Fuencaliente». En municipios como La Orotava (Tenerife) se organizaron conferencias sobre la Segunda República y la represión franquista Canarias con la asistencia de historiadores canarios. Además, en ese contexto, en el Pleno de ese Ayuntamiento se aprobó la retirada de todos los símbolos franquistas de sus edificios públicos y sus calles y plazas. En Gran Canaria, se organizaron las llamadas «rutas de la resistencia» organizadas por la Asociación Eduardo Suárez por la Recuperación Memoria Histórica; en la isla de Tenerife, cada 14 de abril, desde que en 1999 fuera instalado en las Ramblas de Santa Cruz un monumento homenaje a los presos de Fyffes –donado por el Colegio Montesori, dirigido hasta su reciente fallecimiento por Antonio Castro Álvarez «el Mae»–, se han organizado actos de reivindicación y recuerdo, entre otras organizaciones, por los Amigos de la República de Tenerife. Además, se han celebrado otros actos como la colocación de una placa en el cementerio de Santa Lastenia en Santa Cruz de Tenerife recordando a los 19 anarquistas fusilados en enero de 1937 o se han homenajeado a figuras como el maestro socialista José Galán Hernández. Hay que recordar también como en 2008 se celebró un acto en el Parque San Telmo de Las Palmas de Gran Canaria que contó con la participación de varios colectivos que promovieron la declaración del día 19 de octubre como el «Día de la Memoria Histórica en Canarias», coincidiendo con la fecha en la que fue ejecutado el militante comunista Juan García Suárez «el Corredera».

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Precisamente en ese año 2008 se celebraron las Jornadas «72 años de silencio» organizadas por el Aula de Estudios «Eufemiano Jurado Domínguez» en la Universidad de Las Palmas. En esta Universidad también se han celebrado hasta la fecha dos ediciones de las jornadas sobre represión franquista y Memoria Histórica (2012 y 2014). Sin olvidar el reciente traslado del Archivo personal de Juan Negrín López a la capital grancanaria y la inauguración del edificio habiliado al efecto en la calle de Reyes Católicos. En paralelo, aparecieron varios trabajos audiovisuales que centraron su atención en este fenómeno, como fueron La Memoria Silenciada (2004), de Cirilo Leal y David Baute, que abarcaron las siete islas; Palabras de Piel. Condenados del Batallón 91, de Ciani Martín, sobre los trabajadores forzados en Canarias y Huesos, dirigido por el cantautor Pedro Guerra, incluido dentro de la serie de documentales emitida por Televisión Española bajo el título de «La memoria recobrada». No podemos olvidar el documental La memoria interior. Los fusilados de San Lorenzo que aborda el tema del fusilamiento de cinco fusilados en 1937 en La Isleta (Las Palmas de Gran Canaria). También se han organizado varias exposiciones temáticas y relacionadas con esta cuestión. Cabe destacar la iniciativa que tuvo la Asociación por la Memoria Histórica de Arucas, de Canarias (AMHA-C) con la difusión de los treinta y un paneles de «Los pozos del olvido», una exposición que ha recorrido numerosos puntos de la geografía canaria. Más recientemente se han organizado otras, que incluso han contado con apoyo institucional. Entre el 10 de diciembre de 2010 y el 16 de enero de 2011 se pudo visitar en la sala de Arte Contemporáneo de Santa Cruz de Tenerife la exposición «Socius»5, de Adrián Alemán, en la que, entre otras cosas, se abordaba lo sucedido en la prisión flotante situada en el puerto de esa misma ciudad durante la Guerra Civil. Se sumó posteriormente la exposición asociada al proyecto «Recuperación de la memoria histórica de la represión franquista en Canarias: fuentes escritas y orales» (2012) del que Manuel Ramírez Sánchez (ULPGC) era el investigador responsable. A ellas, vino a unirse «Luces sobre un tiempo en gris. Exposición bibliográfica sobre la represión franquista en Canarias» (Biblioteca de la Universidad de La Laguna, 2013). Las dos últimas exposiciones citadas, cabe destacar que han sido expuestas en centros educativos y en algunas asociaciones de vecinos interesadas en difundir estos temas6. En este caso, debe aclararse que esta exposición continuó con una segunda parte –«Socius II»– que se expuso en el Centro Atlántico de Arte Moderno (CAAM) de Las Palmas durante el período comprendido entre el 16 de Noviembre de 2012 y el 17 de Febrero de 2013. 6 Durante la preparación de este libro se inauguró la exposición «Memorias de Contrabando», en el Centro de Arte La Recova de Santa Cruz de Tenerife (19 de septiembre-2 de noviembre de 2014). Sus comisarios Alexis W y Dailo Barco Machado han preparado 5

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Además, junto a ello, cabe destacar que incluso se ha hecho algún homenaje a la figura de Javier Fernández Quesada, estudiante de la Universidad de La Laguna asesinado por disparos de las fuerzas del orden público durante la Transición. Eso sí, quedan pendientes aún hoy, actos similares de reconocimiento a otras víctimas del período como fueron por ejemplo Antonio González Ramos y Bartolomé García Lorenzo, muertos por acciones represivas del Estado. Sin obviar claro está a todas las personas que fueron torturadas y detenidas durante los convulsos años setenta por su militancia política y sindical. Una cuestión esta que pone sobre la mesa la necesidad de entender la represión, e incluso la Memoria Histórica, como algo que fue más allá de los límites cronológicos de la Guerra Civil y que superó al régimen naciente de la misma, llegando hasta la Transición democrática. La situación actual de la historiografía canaria sobre la represión franquista está marcada por las aportaciones realizadas durante estas tres últimas décadas. En general, se puede decir que se trata de un tema que ha mantenido cierta continuidad en sus estudios y ha permitido ir conociendo detalles sobre lo sucedido en cada isla. Disponemos de información detallada sobre el universo carcelario, se han elaborado listados de represaliados para todas las Islas y se han ido recuperando nuevos testimonios orales, aunque está pendiente la publicación de memorias y textos inéditos escritos por sus protagonistas con el fin de que se conozcan con mayor detalle lo sucedido entonces. Se ha dado un salto cualitativo y cuantitativo considerable en estos últimos años en estos temas, pero tendremos que asumir nuevos retos, aunque para ello, lógicamente, haga falta una situación que nos ayudara a disponer de mayores recursos para poder investigar, pues la precaria situación laboral actual y la imposibilidad de acceder al ámbito universitario dificulta enormemente –y no solo para este tema– el trabajo investigador en Canarias. Esto, unido a la falta de líneas de investigación sobre la represión en ambas universidades, ha contribuido a que estos estudios hayan vivido condicionados a los vaivenes laborales (y de todo tipo) de los investigadores. Además de estas cuestiones, hay que valorar positivamente otras relacionadas con las fuentes de estudio, que tantas veces han sido objeto de controversia esta muestra interdisciplinaria con el fin de mostrar la existencia de distintas formas de creación artística (pictórica, escultórica, fotográfica, bibliográfica, etc) y su relación con la represión franquista y la Memoria Histórica. Hay que añadir que esta exposición estaba vinculada a otra, titulada «La Ventana Indiscreta» y que organizada por Alexis W se expuso en los balcones de la calle Pelayo (Barrio de Chueca) de Madrid. Los viandantes pudieron contemplar imágenes de los represaliados junto a alguno de sus familiares que aparecían con los ojos vendados. En palabras del responsable de esta creación, «he querido representar la idea del fusilamiento con la venda negra en los ojos de sus descendientes retratados, sometidos así, alegóricamente, al disparo de la cámara, y apuntalando con su presencia la invisibilidad del cuerpo del desaparecido; es, también, un elemento iconográfico de la justicia en la cultura clásica» (La Opinión de Tenerife, 7 de julio de 2014). 16

por las dificultades para poder consultarlas. El cambio producido para acceder a documentación relativa a este tema, especialmente en los archivos militares, es una buena muestra de que la situación ha cambiado en estos últimos años. No obstante, no debemos olvidar la destrucción intencionada de fondos documentales durante la dictadura y los años posteriores a la muerte de Franco, así como el deficitario estado de conservación de la documentación en los archivos, lo que causó, en algunos casos, pérdidas irreparables. En el momento actual, hay que valorar positivamente la influencia de los medios electrónicos que, entre otras cosas, han permitido acceder a fuentes hemerográficas, locales y estatales, lo que ha contribuido a ampliar los espacios de búsquedas y la capacidad de reforzar hipótesis de trabajo o consulta de datos. Recursos como «Jable» y «Memoria Digital de Canarias» (ULPGC), «Prensa Histórica» (ULL), «Memoria Digital de Lanzarote» (Cabildo de Lanzarote) o la «Biblioteca Virtual de Prensa Histórica» (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte), son una buena muestra de ello. No debemos olvidar que, como decía anteriormente, también ha aparecido una nueva generación de investigadores que se ha unido a los historiadores que desde hace décadas vienen trabajando en este tema y que han ayudado a trabajar el tema con nuevas fuentes, poder disponer de nuevos medios de estudio, etc. Con esta situación de fondo, debemos plantearnos nuevos horizontes para avanzar y profundizar en la investigación sobre la represión franquista. Referirnos a la necesidad de nuevas vías de estudio y líneas temáticas no debe ser interpretado en términos de crítica al trabajo realizado hasta el momento, sino en clave de reto y de necesidad de impulsar y renovar nuestras aportaciones. La relación bibliográfica que se presenta al final del libro es buena muestra de las investigaciones canarias sobre la represión franquista, con referencias a estudios insulares (de La Palma y la provincia oriental, fundamentalmente), a cuestiones concretas como las desapariciones y fusilamientos, los centros de detención, etc. Sin olvidar los recuerdos y testimonios recogidos en memorias y obras literarias de algunos protagonistas de los años que aquí se analizan. Veamos someramente algunas de los temas que se podrían trabajar en próximas publicaciones y que, a buen seguro, permitirían elaborar un mapa de la represión en todas sus vertientes7. La ausencia de trabajos de conjunto que superen el ámbito insular, pero sobre todo las investigaciones sobre la Guerra Civil en Canarias, son una constante de nuestra historiografía. A excepción de la Tesis Doctoral de Salvador Más detalles sobre la situación general de los estudios sobre el franquismo en Canarias en, DIVASSÓN MENDÍVIL, Blanca y LEÓN ÁLVAREZ, Aarón: «Introducción a la bibliografía sobre el franquismo en Canarias: un balance historiográfico», en LEÓN ÁLVAREZ, A. (coord.): El Franquismo en Canarias. Actas del Encuentro de Historia sobre el franquismo en Canarias, LeCanarien Ediciones-Instituto de Estudios Canarios, Santa Cruz de Tenerife, 2014, pp. 595-620.

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González sobre la isla de La Palma, no se dispone de un trabajo similar para el resto de las Islas, si bien en la actualidad estamos próximos a disponer de la investigación de Ramiro Rivas García sobre Tenerife. Igualmente, se necesitan estudios exhaustivos sobre aquellos grupos que formaron parte de la coalición reaccionaria a partir de 18 de julio de 1936, atendiendo no solo a lo sucedido durante la Segunda República sino también el período anterior –resulta sangrante la ausencia de trabajos sobre la dictadura de Primo de Rivera para conocer algunos aspectos que tienen que ver con las dos etapas citadas. Estos trabajos ayudarían a entender el proceso de composición de las bases sociales de la dictadura en los primeros momentos, la planificación y funcionamiento de la represión en los distintos ámbitos insulares, así como el tratamiento de otros aspectos relacionados con la colaboración ciudadana. En islas como La Gomera estos estudios tendrían un valor incalculable, como demostraron Ricardo García Luis y Juan Manuel Torres Vera en sus investigaciones sobre el municipio de Vallehermoso. Otra de las consecuencias de esta situación es que existe una poca especialización en temas y grupos sociales concretos. Por un lado, no hay estudios sobre la represión económica, sobre cómo afectó a los presos y sus familias, pero también cómo benefició y enriqueció económica y socialmente a determinadas personas y empresas, que se atribuyeron propiedades de aquellos o cómo el mismo Estado también lo hizo con terrenos y bienes inmuebles. Por otro lado, también se viene observando que apenas se ha profundizado en cuestiones relacionadas con los estudios de género, como la represión sobre las mujeres o los homosexuales. Pero tampoco se ha hecho con los campesinos, los empresarios, los extranjeros, los militares, los cargos políticos, la Iglesia, etc. Faltaría además continuar con temas como el de la emigración y su vinculación al pasado político de ese emigrante. Sin olvidar, la importancia de tratar a sus familias durante la dictadura y el impacto que supuso aquello. Tampoco disponemos de un estudio que haya sido capaz de englobar a todos los represaliados del franquismo en Canarias durante la Guerra Civil y que haya aportado un estudio sobre las militancias y arraigo social de los mismos. Es decir, que todavía queda mucho trabajo por hacer para definir quiénes fueron las personas que sufrieron la represión, más allá de la utilización que solemos hacer al referirnos al movimiento obrero o las organizaciones políticas republicanas de manera genérica. Necesitamos dar un paso hacia adelante, sin renunciar a los estudios contributivos. Hay que profundizar en las investigaciones, en ámbitos y temas concretos y establecer estudios comparativos entre las Islas pero también entre otros territorios de retaguardia del Estado. Pero no solo eso. Hay que tener en cuenta la carencia de trabajos sobre los represores, cuestión esta que viene dada por las dificultades para identificarlos en la documentación, los testimonios que evitan referirse a ellos, así como la legislación que, aprobada tras la muerte de Franco, establecía criterios cronoló-

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gicos para el acceso a los documentos. Eso, además, teniendo en cuenta que se trata de un aspecto complejo, puesto que muchos de esos represores eran vecinos que colaboraron con las fuerzas de orden público para ejecutar esas tareas represivas, ya fuera por colaboración activa o por el interés de medrar y conseguir ciertas prebendas. Y también porque muchos de sus familiares, en determinados momentos, pudieron continuar asumiendo cargos de responsabilidad en distintos ámbitos de la vida política y administrativa canaria y española, lo que dificultaba la promoción de proyectos de diversa índole o la publicación de ciertos trabajos de investigación. Con esta situación de fondo, existe la amenaza de que se estanquen los estudios sobre la represión con el objetivo de contribuir con fuentes y datos para conocer lo sucedido, perdiendo posible capacidad de análisis sobre la complejidad de la represión más allá de abordarlo como castigos físicos (asesinato, palizas, etc.). Se trata de insertarlo en un proceso amplio que nos permita ver las peculiaridades de la misma en la guerra pero también su contextualización con lo que sucedía en el resto de Europa, en tiempos de avance del fascismo y de formas autoritarias de gobierno. En el conjunto del Estado se han producido avances considerables con el fin de estudiar las fuentes desde diferentes perspectivas, tanto para el estudio de los represores como de sus víctimas, a la par que se viene trabajando en otras caras de la represión, no solo en la violencia física. No se trata de abandonar la elaboración de listados, pero habría que realizar trabajos más amplios que nos permitieran cruzar datos y fuentes entre investigadores para saber con más detalle quiénes eran esos militantes obreros y republicanos objeto de la represión. Pero también para conocer las peculiaridades canarias y sus manifestaciones concretas, incluso la conexión entre las distintas formas represivas que se darán entre las décadas de vigencia de la dictadura. Eso nos llevaría a reflexionar sobre la importancia de los estudios sobre la represión más allá de la Guerra Civil y valorar los efectos de esta violencia institucionalizada sobre la población y sobre las organizaciones opositoras. En este contexto historiográfico y social surgió la idea de publicar este libro. Su intención es la de ofrecer una visión de conjunto sobre la represión franquista en Canarias, con un marco cronológico que va desde 1931 hasta 1947, desde la construcción del discurso y acción antirrepublicana, pasando por la consolidación de una idea de destruir la República y eliminar a sus representantes políticos y sociales, hasta el proceso de legislación represivo que marcará la represión franquista en adelante. Esa secuencia cronológica ha sido la base para estructurar los textos que describiremos más adelante. El lector encontrará una serie de claves sobre las distintas cuestiones tratadas, que inciden en la idea de que las causas de la represión residen, en buena medida, en el quinquenio republicano, en su relación con la actividad política y

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la amenaza que supuso el auge del movimiento obrero y de las tesis marxistas en la sociedad, así como en la obra republicana de cimentar un concepto amplio de ciudadanía. Grupos de interés económico y sectores sociales que vieron cómo sus interpretaciones de la sociedad y su dominio material eran cuestionadas y seriamente amenazadas. Pero también se incorporarán resúmenes de cifras de represaliados en distintos momentos, grupos y sectores político-sociales que fueron objeto de la represión en el Archipiélago, así como algunas claves que nos ayudarán en futuros trabajos a analizar la modificación de las actitudes sociales y su repercusión en el proceso de reorganización de las fuerzas republicanas y de izquierdas que darían cuerpo a la oposición antifranquista. Este libro nació con la intención de recuperar una serie de textos que se publicaron en la década de los ochenta y principios de los noventa, con el fin de darles una segunda vida y que, de esta manera, pudieran llegar a nuevos lectores. A jóvenes y no tan jóvenes. Su publicación en revistas especializadas y en congresos científicos ha dificultado el acceso a los mismos por parte de personas alejadas del ámbito académico. Sin embargo, a medida que hemos avanzado en la estructuración y configuración de los contenidos de esta obra, comprobamos que existía la posibilidad de incorporar nuevas e inéditas aportaciones de destacados historiadores del Archipiélago. Ello se debió a la implicación e interés de quienes participan en el presente volumen por querer profundizar en sus líneas de investigación, a la par que por aportar nuevos datos sobre los temas que han ido abordando a lo largo de su carrera profesional. De esta manera se ha ido redefiniendo la idea inicial de este volumen que incluye aportaciones sobre temas concretos pero, sobre todo, explicaciones generales que pueden ser de mucha utilidad para aquellas personas que no hayan tenido demasiado acercamiento al tema. Nuevamente, como en trabajos anteriores8, apostamos por intentar ofrecer explicaciones generales, aunque los capítulos se centren en espacios concretos, y dar una visión global de Canarias. Veamos a continuación la estructura de la obra y una breve referencia sobre los contenidos y aportaciones de cada uno de los capítulos que dan vida a este libro de contribuciones para el estudio de la represión franquista en Canarias. El primer capítulo de estas contribuciones al estudio de la represión franquista en Canarias se centra en el estudio de las raíces de este fenómeno en el período de la Segunda República. Como se ha venido trabajando en estos últimos

Nos referimos a las obras coordinadas por Aarón León Álvarez, La Segunda República en Canarias, Actas del Encuentro de Historia sobre la Segunda República en Canarias, Libreando Ediciones-LeCanarien Ediciones, Santa Cruz de Tenerife, 2012 y El Franquismo en Canarias. Actas del Encuentro de Historia sobre el franquismo en Canarias, LeCanarien Ediciones-Instituto de Estudios Canarios, Santa Cruz de Tenerife, 2014.

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años y como refuerza Salvador González Vázquez con su aportación, durante esa breve etapa de menos de cinco años se definieron buena parte de las claves que nos ayudarán a comprender mejor el golpe de Estado de 18 de julio de 1936 y la contundencia de la represión en Canarias. El autor identifica los orígenes, las causas y los responsables de la violencia franquista, a partir del estudio pormenorizado de los diferentes sectores sociales y políticos que conformaron lo que conocemos como «coalición reaccionaria» durante la República. Su aportación plantea claves que nos ayudan a entender los orígenes de la represión, la cual respondió a causas políticas concretas y no tanto, como comúnmente se piensa, a venganzas personales, que sí existieron pero que no fueron el motor que movió el proceso represivo. Los cuadros que incorpora sobre las relaciones políticas, económicas y sociales de los candidatos de las derechas y de los miliares hay que tenerlos muy en cuenta a la hora de identificar nombres, intereses y estrategias comunes con el objetivo de conocer quiénes estuvieron detrás del apoyo al golpe de Estado y de la dictadura franquista en sus comienzos. A continuación se reproduce el texto que en 1988 publicó el grupo de investigadores de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria en la revista Estudios de Historia Social. El análisis de conjunto que elaboraron para la provincia oriental, especialmente para la isla de Gran Canaria, es bastante completo, al analizar la situación política, económica y social durante la Segunda República y ponerla en relación con la Guerra Civil y la represión. Evidentemente, algunos de los temas que los autores abordan en este trabajo han sido analizados con posterioridad: se han actualizado las cifras de víctimas y se ha profundizado en el análisis sobre los desaparecidos. Lo que no implica que este valioso texto haya perdido vigencia, a pesar de la escasa difusión que ha tenido. Ya entonces los autores señalaban la importancia de entender República-Guerra Civil y Franquismo como un todo interconectado con consecuencias políticas, económicas y sociales directas. Su lectura permitirá conocer con detalle lo sucedido en la provincia oriental y ayudará a entender tanto la evolución histórica del proceso como las manifestaciones concretas de la represión. Nuevamente, el tercer capítulo es una aportación de Salvador González, quien en este caso centra su análisis en las claves de la represión franquista en Canarias y cómo se manifestó la misma durante el período comprendido entre 1936-1939. El autor incorpora cuadros con cifras de represaliados y ejemplos de cada procedimiento represivo, lo que le permite ilustrar con detalle la relevancia de la represión en las Islas, a pesar de ser zona de retaguardia. El texto plantea la existencia de una represión sangrienta, cotidiana, económica y penitenciaria en la que tuvieron un papel fundamental sus ejecutores (Ejército, Falange, los delatores y los caciques). En definitiva, un trabajo de síntesis de las principales claves que

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definen la represión durante la Guerra Civil y quiénes son los grupos sociales relacionados con ella, en uno y otro sentido. El texto sobre los campos de concentración escrito por Salvador González y Sergio Millares, que es el cuarto de los que conforman este libro, fue incluido originalmente en las actas del Congreso actas del congreso «Una inmensa prisión: los campos de concentración y las prisiones durante la guerra civil y el franquismo», que se celebró los días 21 y 22 de octubre de 2002 en el Museu d’Història de Catalunya (Barcelona) y que estuvo organizado por el Centre d’Estudis sobre les Epoques Franquista i Democràtica (CEFID) de la Universitat Autònoma de Barcelona y por dicho Museo. Cabe mencionar que este Congreso marcó un hito historiográfico para el estudio del universo carcelario y de los campos de concentración en la España de Franco. En este caso, la aportación de estos dos historiadores se centra, fundamentalmente, en el estudio de los principales centros de detención de las Islas, Fyffes en Tenerife y Gando en Gran Canaria, para tratar también algunas de las situaciones a las que tuvieron que hacer frente los presos al salir de la cárcel. Un trabajo que muestra con claridad las vicisitudes por las que pasaron quienes ingresaron en la cárcel tras el 18 de julio de 1936 y que recoge testimonios inéditos hasta la fecha, otorgándole esta cuestión un valor considerable. Los dos siguientes textos tienen como nexo común la represión ejercida en el ámbito educativo, sobre los docentes –en este caso de institutos de Enseñanza Media– y sus organizaciones sindicales –FETE-UGT–. Para ello contamos con la colaboración de dos historiadores de dilatada trayectoria como son Olegario Negrín Fajardo y Ramiro Rivas García. Expertos conocedores de la materia que tratan, ambos se han encargado de mostrar la importancia que tenía la educación para el nuevo régimen y la necesidad de cambiar por completo la obra educativa, social y ciudadana puesta en marcha durante la etapa republicana. Fijan su interés en un sujeto clave del período republicano pero al que también se prestará gran atención durante la dictadura, aunque evidentemente con un fondo diferente y tras haber superado un proceso de depuración como el que nos describen estos dos historiadores en sus trabajos. Los dos últimos capítulos que conforman este libro se adentran en aspectos relacionados intrínsecamente con la Guerra Civil, pero que abrirán la puerta a situaciones y hechos que se generalizarán durante la década de los cuarenta. La represión de la Guerra tuvo continuidad inmediatamente después con la aprobación de un aparato legislativo que investigaba y castigaba el pasado político de los canarios. Ya todos sabían que para tener un trabajo debían tener una hoja limpia de antecedentes políticos, no tener pasado y cuando lo tenían, debían buscar vías para ocultarlo o para sobrevivir como fuera si el estigma de rojo les perseguía. Porque el vecino llevaba la camisa azul o era partidario del régimen; porque ir a Iglesia era un deber moral y una imposición del régimen que debía cumplirse.

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Detrás de la represión franquista estaba algo más que el castigo físico: se había construido una sociedad sobre principios políticos, sociales, económicos, culturales y morales autoritarios, de exclusión y (auto)censura. El primero de estos textos, de Luana Studer, Aarón León, Guacimara Ramos y Victorio Heredero, trata la llegada y los trabajos desarrollados por el Batallón de Soldados Trabajadores Penados 91 en Tenerife. Se trata de un primer intento de los autores por acercarse a un tema prácticamente inexplorado en Canarias. Aparte de su originalidad, aporta la riqueza de utilizar fuentes orales en su elaboración, especialmente con testigos directos de la época, como es el caso del que fuera preso y miembro de ese Batallón, el cántabro Segundo Ángel Fernández Tijera. Una primera aproximación a los trabajos forzados durante el franquismo que debería recordarnos cómo en muchos puntos de la geografía del Estado las obras públicas fueron construidas por presos políticos. Sin ser una novedad respecto a lo que pudo suceder en otros países, la ausencia de estudios sobre el tema y la desaparición de sus protagonistas han ido condenando al olvido el recuerdo de quienes fueron la mano de obra del franquismo en Canarias. El segundo de esos textos se adentra en la represión franquista durante los años cuarenta. Ricardo A. Guerra Palmero analiza las informaciones recogidas por el Sector Canarias de la Dirección General de Seguridad. Su investigación abre nuevas vías de estudio sobre la organización normativa de la represión y los aspectos que centraban la atención de las fuerzas de seguridad en aquellos años. Especial relevancia tiene su aportación a la hora de plantear el estudio no desde la perspectiva del represaliado sino del represor, poniendo especial atención sobre lo que interesaba a las autoridades saber acerca de las organizaciones políticas opositoras o cualquier movimiento que se pudiera calificar de sospechoso y de amenaza para el régimen. Nos muestra la cara institucional de la represión más allá de la Guerra Civil, en un período complejo para el franquismo, inmerso en una lucha de supervivencia por la amenaza exterior y las medidas de condena internacionales. Por último, este volumen se cierra con una relación bibliográfica general sobre la represión franquista en Canarias, que incluye todas aquellas referencias que han abordado el tema hasta mitad de los años cuarenta. Se continúa así con lo realizado en libros anteriores de facilitar recursos de consulta para investigadores y de guía para quienes se acercan a este tema con la intención de conocer más detalles sobre el mismo. Para finalizar esta introducción y presentación del presente libro, es necesario incluir un breve apartado de agradecimientos. Este volumen no hubiera sido posible sin la colaboración de LeCanarien Ediciones y del apoyo institucional para su publicación. Mención especial para Zebensui López Trujillo por continuar apostando por la publicación de libros como este. A los compañeros y amigos historiadores que participan en este esta obra por su esfuerzo para colaborar en 23

el mismo. Ha sido un honor nuevamente compartir con ellos una publicación como esta, que esperamos contribuya a profundizar en el estudio de la represión franquista y a despertar el interés de los lectores y de nuevos investigadores por este tema. Aarón León Álvarez Tenerife, 25 de septiembre de 2014

ÍNDICE Introducción  .................................................................................................................       7 Aarón León Álvarez

Del «accidentalismo» a la conspiración: las raíces republicanas de la represión franquista en Canarias  ...........................................................................     25 Salvador González Vázquez

Movimiento obrero, resistencia y represión en la provincia de Las Palmas (1931-1939)  ...................................................................................................     69 Sergio Millares Cantero, Luis Alberto Anaya Hernández, José Alcaraz Abellán, Alexis Orihuela Suárez y Miguel Suárez Bosa

La represión en Canarias durante la Guerra Civil: una síntesis histórica ....

167

Los campos de concentración en Canarias (1936-1945) ...............................

213

Educación y franquismo en Canarias. La depuración del profesorado de los institutos de segunda enseñanza (1936-1942) ............................................

251

La represión franquista contra los sindicatos FETE-UGT y CNT en Tenerife ...........................................................................................................................

271

Esclavos de Franco en Canarias: el Batallón Disciplinario de Soldados Trabajadores Penados 91 ..........................................................................................

293

«… una vigilancia rigurosa y tensa de todos sus enemigos». La actividad del sector Canarias de la Dirección General de Seguridad (1943-1947) ..

323

Bibliografía general sobre la represión franquista en Canarias ..................

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Los autores ...................................................................................................................

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Salvador González Vázquez

Salvador González Vázquez y Sergio Millares Cantero

Olegario Negrín- Fajardo

Ramiro Rivas García

Luana Studer Villazán, Aarón León Álvarez, Guacimara Ramos Pérez, Victorio Heredero Gascueña

Ricardo A. Guerra Palmero Aarón León Álvarez

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