La representación del pecado de lascivia contra la naturaleza y de otros vicios a través de actos y afectos

June 16, 2017 | Autor: J. López Vázquez | Categoría: Iconography, Baroque art and architecture, Iconology
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Descripción

VALOR DISCURSIVO DEL CUERPO EN EL BARROCO HISPÁNICO

VALOR DISCURSIVO DEL CUERPO EN EL BARROCO HISPÁNICO Rafael García Mahíques, Sergi Doménech García, eds.

UNIVERSITAT DE VALÈNCIA

DIRECCIÓN RAFAEL GARCÍA MAHÍQUES (UNIVERSITAT DE VALÈNCIA) RAFAEL ZAFRA MOLINA (UNIVERSIDAD DE NAVARRA) CONSEJO EDITORIAL BEATRIZ ANTÓN MARTÍNEZ (UNIVERSIDAD DE VALLADOLID), ANTONIO BERNAT VISTARINI (UNIVERSITAT DE LES ILLES BALEARS), PEDRO CAMPA (UNIVERSITY OF TENNESEE AT CHATANOOGA), JAIME CUADRIELLO (UNAM - MÉXICO), JOHN T. CULL (COLLEGE OF THE HOLY CROSS - WORCESTER), PEDRO GERMANO LEAL (UNIVERSIDADE FEDERAL DO RIO GRANDE DO NORTE - NATAL), DAVID GRAHAM (CONCORDIA UNIVERSITY - MONTREAL), VÍCTOR MÍNGUEZ CORNELLES (UNIVERSITAT JAUME I), JESÚS UREÑA BRACERO (UNIVERSIDAD DE EXTREMADURA). SECRETARÍA SERGI DOMÈNECH GARCÍA (UNIVERSITAT DE VALÈNCIA). ASESORES CIENTÍFICOS IGNACIO ARELLANO AYUSO (UNIVERSIDAD DE NAVARRA), CHRISTIAN BOUZY (UNIVERSITÉ BLAISE PASCAL), CÉSAR CHAPARRO (UNIVERSIDAD DE EXTREMADURA), PETER DALY (MCGILL UNIVERSITY), AURORA EGIDO (UNIVERSIDAD DE ZARAGOZA), JUAN FRANCISCO ESTEBAN LORENTE (UNIVERSIDAD DE ZARAGOZA), JESÚS Mª GONZÁLEZ DE ZÁRATE (UNIVERSIDAD DEL PAÍS VASCO), VÍCTOR INFANTES DE MIGUEL (UNIVERSIDAD COMPLUTENSE), GIUSEPPINA LEDDA (UNIVERSITÀ DI CAGLIARI), SAGRARIO LÓPEZ POZA (UNIVERSIDADE DE A CORUÑA), JOSÉ MANUEL LÓPEZ VÁZQUEZ (UNIVERSIDAD DE SANTIAGO DE COMPOSTELA), ISABEL MATEO GÓMEZ (CSIC), JOSÉ MIGUEL MORALES FOLGUERA (UNIVERSIDAD DE MÁLAGA), ALFREDO J. MORALES MARTÍNEZ (UNIVERSIDAD DE SEVILLA), PILAR PEDRAZA (UNIVERSITAT DE VALÈNCIA), FERNANDO R. DE LA FLOR (UNIVERSIDAD DE SALAMANCA), BÁRBARA SKINFILL (EL COLEGIO DE MICHOACÁN).

Edición patrocinada por:

© Los autores, 2015 © De esta edición: Universitat de València, 2015 Coordinación editorial: Rafael García Mahíques Diseño y maquetación: Celso Hernández de la Figuera Cubierta: Imagen: San Miguel, Alessandro Algardi. Alba de Tormes, Convento de la Anunciación. Diseño y composición: Celso Hernández de la Figuera ISBN: 978-84-370-9853-1 Depósito legal: V-2870-2015 Impresión: Guada Impresores, S.L.

Índice Presentación.................................................................................................. 7

I.

el cuerpo, imagen de lo intangible

La corporeidad aérea de los ángeles, Rafael García Mahíques..............................11 Imágenes y significados del demonio serpentiforme en el tipo iconográfico de San Miguel combatiente, Enric Olivares Torres.................................. 31 Ángeles, mártires, confesores y vírgenes. De lo trascendental a lo físico. De lo matérico a lo divino, Pilar Roig Picazo, José Luis Regidor Ros, José María Juan Baldó, Lucia Bosch Roig........................................................ 49 Pulsiones, afectos y deseos. Las imágenes-reliquia de Cristo y las expectativas en la modernidad, Sergi Doménech Gracía................................................ 59 Lo oculto y lo visible: el Santo Sudario de la Catedral de Puebla de los Ángeles, México, Pablo F. Amador Marrero, Patricia Díaz Cayeros............... 73 Maior caelo, fortior terra, orbe latior: el cuerpo de María, contenedor de la divinidad, Carme López Calderón...................................................................... 87 La insoportable levedad del aire: cuerpos sin carne y vanitas neobarroca, Luis Vives-Ferrándiz Sánchez........................................................................ 101 No hay Fortuna sin Prudencia, María Montesinos Castañeda......................... 113 La «Rappresentatione di anima, et di corpo», un discurso retórico y audiovisual sobre la dualidad del ser humano a inicios del siglo XVII, Candela Perpiñá García.................................................................................................... 121 Retratando demonios: exorcismos en el arte barroco, Hilaire Kallendorf....... 141

II.

pasiones y deseos. el cuerpo como espejo de las emociones

Cargado el cuerpo de vicios… Catequesis, iconografía y emblemática en torno al sexto mandamiento, José Javier Azanza López....................................... 155 A Iconografia do Corpo Profano: uma breve introdução aos significados da figura humana e suas partes em repertórios iconográficos do Renascimento e Barroco, Pedro Germano Leal................................................... 173 El cuerpo de los mártires y la visión simbólica del dolor, V. F. Zuriaga Senent........... 183 La representación del pecado de lascivia contra la naturaleza y de otros vicios a través de actos y afectos, José Manuel B. López Vázquez......................... 197 El ciclo de Los Sentidos de José de Ribera: el carácter del individuo, MªVictoria Zaragoza Vidal....................................................................................... 213

Índice

III.

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el cuerpo, modelo en el discurso salvífico

Medida del corazón teresiano, Fernando Moreno Cuadro............................. 227 Teatralidad del Barroco místico: los efectos de la música sobre el cuerpo en éxtasis, Cristina Santarelli..................................................................... 247 Cubrir el cuerpo y transformar el alma. La conversión y la penitencia de María Magdalena en la pintura barroca y el cine, Elena Monzón Pertejo. 265 La «adopción» de los santos: ejemplos valencianos amparados por los «Falsos Cronicones», Andrés Felici Castell......................................................... 277 «El santo que domó su cuerpo». La serie de la vida de san Agustín en Antequera (Málaga), Reyes Escalera Pérez..................................................... 291 Imágenes del sufrimiento de Job en una serie de sermones novohispanos del siglo xvii, Cecilia A. Cortés Ortiz........................................................... 307 El cuerpo relicario: mártir, reliquia y simulacro como experiencia visual, Montserrat A. Báez Hernández............................................................. 323 Devotional dressed sculptures of the Virgin: decorum and intimacy issues, Diana Rafaela Pereira............................................................................ 335

IV.

el cuerpo, las élites y el poder

Una Galería de Príncipes. Del glifo como definición de lo corporal en el retrato barroco indiano, Jesús María González de Zárate........................ 351 La imagen de la monarquía hispánica a través de la fiesta en la ciudad de Nápoles, José Miguel Morales Folguera................................................. 375 Ordenados por Dios a través de su Espíritu. Tipos iconográficos de la ordenación presbiteral: de la imposición de manos a la traditio instrumentorum, Pascual Gallart Pineda........................................................................... 395 El obispo Juan José de Escalona y Calatayud: refiguración desde las entrañas, Mónica Pulido Echeveste....................................................................... 409 Heroínas suicidas: la mujer fuerte y la muerte como modelo iconográfico en el Barroco, Inmaculada Rodríguez Moya................................................ 423 Cuerpos contrahechos en la corte del rey enfermo. Enanos y gigantes en el pincel de Carreño de Miranda (1670–1682), Teresa Llácer Viel.............. 439 Retrato y fama: los Ilustres valencianos de Nuestra Señora de La Murta de Alzira, Cristina Igual Castelló............................................................... 453

LA REPRESENTACIÓN DEL PECADO DE LASCIVIA CONTRA LA NATURALEZA Y DE OTROS VICIOS A TRAVÉS DE ACTOS Y AFECTOS José Manuel B. López Vázquez Universidad de Santiago de Compostela

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amar la atención sobre determinados pecados y vicios, valiéndose de actos, peinados, adornos corporales y de la representación fisonómica de los afectos, constituye uno de los aspectos ofrecidos por un conjunto singular: la cajonería de la catedral de Tui; una obra que posee el programa iconográfico barroco más rico de todas las sacristías gallegas. Este tiene como finalidad formar el espejo en el que se miren los sacerdotes que se revisten en ella, a fin de que alcancen la máxima perfección en su oficio. En el siguiente estudio me centraré fundamentalmente en dos aspectos desarrollados en él que atañen al cuerpo: la representación del pecado de lascivia contra la naturaleza y la utilización de cabezas infantiles para figurar diversos afectos. Palabras clave: Onanismo, Afectos,Vicios, Escultura barroca, Perfección sacerdotal. «La dificultad la hallo yo en leer, y entender lo que está tejas abajo; porque como todo ande en cifra, y los humanos corazones estén tan sellados, e inescrutables, os aseguro que el mejor letrero se pierde; y otra cosa, que sino lleváis bien estudiada, y bien sabida la contracifra de todo, os habréis de hallar perdidos, sin acertar a leer palabra, ni conocer letra, ni un rasgo, ni una tilde. ¿Cómo es eso, replicó Andrenio, que el Mundo todo está cifrado? ¿Pues ahora recuerdas con eso? ¿ahora te desayunas de una tan importante verdad, después de haberle andado todo» (Baltasar Gracián, El Criticón).

El programa iconográfico de la sacristía de la Catedral de Tui, contratada por escultor y entallador Domingo Rodríguez de Pazos el 15 de enero de 1712 (Rosende Valdés, 1980: 67) ofrece significativas dificultades para su desciframiento, como son: los exiguos datos que conocemos del escultor que lo plasmó, los inexistentes del mentor que lo concibió y las parcas apostillas iconográficas recogidas en la escritura contractual de la obra, que, para mayor confusión, presenta, además, cambios entre lo * Este texto fue realizado al amparo del «Plan galego de investigación, innovación e crecemento 2011-2015 (Plan I2C)» y en el marco de los proyectos de investigación: «Programa de Consolidación e Estruturación de Unidades de Investigación Competitivas» (GRC2013-036) y «Programa de Consolidación e Estruturación. REDES» (R2014/024).

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escriturado y lo realizado finalmente.1 De todas formas, por las restricción de tiempo y de espacio, no es el momento de tratar de resolver dichas dificultades, sino el de centrarme en el tema propuesto, para lo cual debo de esbozar sucintamente las ideas fundamentales. desarrolladas en el programa y los fines pretendidos con ellas. OBJETIVOS Y TEMAS DEL PROGRAMA El programa tiene como principal cometido adoctrinar a los clérigos que se revisten en la sacristía, ofreciéndoles el espejo de un sacerdote perfecto al que imitar. En él se ensalza por una parte, la nobleza y excelencias del propio estado sacerdotal, tratando de realzar su identidad,2 y, por otra, se le insta a su salvación individual, abogando a los afectos del amor o del temor. Así, se le muestra que su linaje se remonta al propio Adán –el primer sacerdote de la ley natural–, y que tiene otros hitos paradigmáticos en Noé y Abraham, ya que el primero predicó el Juicio a fin de que su pueblo se corrigiera y el segundo, ejemplifica de cómo el justo manifiesta todo su valor, cuanto más combatida es su virtud. En este sentido, la representación de los martirios de los apóstoles –cuya iconografía se elije en vez de la de sus efigies– y varias escenas tomadas de la vida de Jesús, son incitaciones a estimular la meditación interior. Las primeras, además, explicitan los símbolos del credo que constituye la fe evangélica, de cuya difusión el sacerdote es 1. Las únicas referencias iconográficas existentes en el contrato son: «entre las pilastras se an de esculpir de media talla las effigies de los aposttoles, evangelistas y pastores [...] Yten, que las efigies de los apósttoles, evangelistas y doctores, se han de repartir de entre ambos lados por mitad, començando desde la pared del altar en que viste el prestte, y se añadirá la efigie de san Juan Vaptista y las virtudes que cupieren, y se entiende que con los aposttoles entra San Pablo para que con el Vaptista aga el número igual» (Rosende, 1980: 89-90). Rosende, ya llamaba la atención que «En la escriptura de contratación, no se encuentran reseñados los relieves de las Postrimerías del hombre, ni el de Las opciones [la Tentación], ni los relativos a la vida de Cristo. No se alude tampoco a las figuras veterotestamentarias y, si en cambio, se halla referencia expresa al «Vaptista» y a los «Evangelistas» [que no se representan]. Todo ello es un claro exponente de las alteraciones que acompañaron a la realización de la obra» (Rosende, 1980: 89, nota 69). Podríamos añadir que en el contrato tampoco se hace referencias a los padres de la iglesia occidental, ni a los vicios que se disponen sobre las virtudes en los machones que separan las medallas del primer cuerpo, ni a las cabezas infantiles que están sobre estas y ni a la variada figuración de, niños, aves, animales y jeroglíficos existentes en la «coronación» de la cajonería, de la que solo se dice que «ha de ser de primor, según la representa la planta echa por dicho maestro». 2. Esta es una de las preocupaciones esenciales de la época que dio lugar al desarrollo del género de literatura de perfección sacerdotal que alcanzó gran importancia tras el concilio de Trento. Como señala Irigoyen, cuyas ideas resumo, su finalidad era la construcción de la identidad clerical, hasta entonces poco valorada, con la pretensión de justificar socialmente el rol dirigente del sacerdote.Tal construcción se cimentaba en la formulación de una identidad personal –que el clero tomara conciencia de su estatus– y de una identidad social –que la sociedad reconociera al clero un estatus privilegiado en ella–.Y ella estaba basada en dos premisas: primera, la afirmación del clero por su genealogía –el linaje recibido tanto por el orden sacerdotal, como por el oficio de vicario de Cristo–.Y, segunda, por su diferenciación de los laicos a través de los principios de renuncia y ejemplaridad (Irigoyen, 2008: 707-734).

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heredero de Jesucristo por linaje, pero también muestran un ideal de época: el del martirio en defensa de la fe, que, entonces, era anhelado por los clérigos.3 Para que su linaje no le envanezca, también se le dice que si bien es cierto que en tanto en cuanto sacerdote posee dignidad real, también lo es que su corona –significada por su tonsura– no es la huera de los reyes de la tierra, sino la verdadera –la de espinas de Cristo–, que aquella simboliza. Que su cetro de fortaleza, que le faculta para gobernar como rey a su rebaño, debe ser humilde como el de Jesús, que era de caña y no de oro. Por eso, las escenas de la vida de Jesucristo –hogar de Egipto, bautismo, flagelación y coronación de espinas– son, ejemplos de obediencia, paciencia y humildad, y, sobre todo, avisos que le recuerdan que su principal obligación, como fiel y como clérigo, es preservar la heredad de vida eterna que recibió por el bautismo y confirmó por el orden sacerdotal. Mientras que las representaciones de los padres de la iglesia, le rememoran la tradición, de la que es heredero y que constituye, con el Evangelio, el compendio doctrinal –frente a lo predicado por la Reforma protestante– del que él ha de dar testimonio tanto de palabra, como de obra. A fin de lograr su salvación, las virtudes representadas en los machones se convierten en potencialidades que el sacerdote debe cultivar. Así debe seguir la única Verdad que es Dios, ejercitando la Prudencia, que le conducirá a la correcta cognición de la voluntad divina. Las virtudes teologales y el resto de las cardinales, serán los motores y las bisagras para alcanzar su salvación, a saber: creer en Dios, esperar en él y obrar con amor al prójimo en el amor a Dios; reprimiendo la ira y la temeridad con la Fortaleza, no obrando contra los dictados ni de la ley natural, ni de la divina, empleando la Justicia y moderando la concupiscencia con la Templanza. Pero además, como cura de almas, debe poseer Sabiduría, para protegerse a sí mismo y a su rebaño de los embaucamientos de Satanás; padecer no solo con Fortaleza, sino también con Paciencia, las adversidades de la fortuna. Practicar la Humildad como enseñó el propio Jesucristo. Abstenerse de los bienes mundanos, regirse con la sindéresis que le dicta la Virtud, y abandonar todo apego al mundo, practicando la Santa Pobreza, la Liberalidad y la Magnificencia. Como hombre que se conoce a sí mismo, debe reconocerse como pecador, y a gracias a ello, saber que, en todo momento, puede volver a Dios mediante la Contrición y la Penitencia, la cual no solo limpia toda mancha de pecado, sino que prepara para una unión más fuerte con el amor divino.Y, eso sí, tener siempre una enorme Piedad, tanto en la devoción que debe manifestar en su oficio de vicario de Jesucristo, como en el amor que debe profesar a todos los hombres. Si finalmente utiliza la Perseverancia para mantener su heredad y emplea la Constancia para vencer las puntuales tentaciones del demonio, conseguirá la justificación, y su muerte no será tal, sino vida eterna, cuando el ángel lo llame a Juicio. Todo lo contrario le sucederá si en vez de practicar estas virtudes, actúa siguiendo los vicios contrarios a ellas. Consecuentemente, en el programa no 3. La difusión que este ideal alcanzó en el clero gallego se evidencia claramente en las «fervorosas protestas de martirio» recogidas en los testamentos de eclesiásticos, coetáneas a la realización del coro, publicadas por González Lopo (2002: 250, nota 86).

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solo se muestra al sacerdote que existen dos caminos entre los que él debe elegir: el de la virtud o el del vicio; sino que, también, se utilizan dos medios: el amor y el temor, con los que se le intimida a decantarse inexcusablemente por el primero, ya que su castigo –en su particular Juicio Final–, será siempre mucho mayor para él, que para un laico.4 DESARROLLO DEL PROGRAMA EN MÓDULOS El programa se desarrolla alternando tres tipos distintos de módulos que se repiten simétricamente en las dos alas. Ahora me interesa centrarme solo en uno de ellos [fig. 1]. El que está conformado por sendos martirios Fig.1. Domingo Rodríguez de Pazos, Módulo con los martirios de san Pedro y Santiago, la reprede apóstoles, separados por un pilastrón en el sentación de la Justicia y el pecado de lascivia contra que se representan superpuestos la personifila naturaleza y los concupiscentes viciosos, Tui, cacación de una virtud y un vicio relacionado jonería de la sacristía de la catedral. con ella. En la coronación, que ocupa todo el espacio del modulo, también se figura un vicio contrapuesto a la virtud del machón, mientras que en el entablamento que separa el cuerpo principal del ático, se coloca, encima y en el centro de cada medalla, una tarja con una cabeza de niño expresando un afecto. Estas cabezas, independientemente del significado concreto que cada una pueda tener, son también avisos a los clérigos para que se comporten, como presbíteros –esto es «ancianos»–5 que son y no como niños, sin dejarse dominar por las pasiones. 4. «Dos medios hay principales con que se mueven los ánimos de los hombres a virtud y perfección, que son: amor y temor. Unos se mueven más por amor, y otros por temor. Unos por beneficios, y otros por castigos. Lo primero pertenece más a ánimos nobles y bien afectos, a los quales el amor y los beneficios les hazen gran fuerça, para ponerse a qualquier trabajo y dificultad, por corresponder a lo que deven. y deste medio avemos usado por la mayor parte hasta aquí: representando a los Sacerdotes la alteza y excelencia de su estado, y lo mucho que deven a nuestro Señor, por averlos escogido de todo el mundo, para oficio de tanta dignidad; y la gran virtud y perfección que se requiere, para corresponder a todo esto. Más ay algunos ánimos tan duros y rebeldes, que no se mueven tanto al bien, por consideración de las obligaciones que proceden de los beneficios recibidos, y otras razones de amor: quanto por amenazas y temor del castigo.Y por esto convendrá también usar deste segundo medio: y sobre todas las razones dichas, añadir otra, que es declarar quán graves sean los pecados de los Sacerdotes, y quánto se ofende Dios dellos, y con qué graves penas los castigue» (Molina, 1610: 96 v ). 5. Este nombre Presbiter en Griego, significa lo que en Latín Senior, y en Romance, anciano, o viejo: no se llama viejo por los años, ni por las canas, sino por la sabiduría, prudencia, por el peso, y por la madurez de costumbres, de que debe adornarse: a esto llama la Escritura vejez: La senectud venerable, no la de muchos días, ni la computada con el número de los años; más los sentidos del hombre son las

La representación del pecado de lascivia contra la naturaleza

PECAR CONTRA LA NATURALEZA En el primer modulo de este tipo se representan a san Pedro y a Santiago el Mayor, que con sus compañeros de apostolado, simbolizan el Credo de la Fe cristiana. Así el primero remite a «Creo en Dios Padre todo poderoso, Creador del Cielo y de la tierra» (Berenguer, 1629: 59) y el segundo a «Creo que fue concebido por obra del espíritu santo» (Berenguer, 1629: 59). El primero es un símbolo que pertenece a la divinidad. Expone el dogma de que Dios único, omnipotente y creador. Consecuentemente Él debe ser el exclusivo fin del fiel, al cual le debe amar sobre todas las cosas, lo que, consecuentemente, le obliga a rechazar la adoración de dioses falaces – el Mundo o el Demonio–, y huir de la concupiscencia y de la soberbia. El segundo, el de la concepción, es uno de los dogmas asociados a la humanidad de Cristo. La doctrina cristiana enseña que beneficios que ha recibido la naturaleza humana por el misterio de la encarnación son múltiples pero, sobre todo, induce al hombre a conservar limpia su alma huyendo de la concupiscencia del mundo a la que le conduce el pecado original.6 De ahí que la representación de Santiago se disponga en el modulo dedicado a denunciar dicho vicio. Este estaría representado, en la crestería, mediante la escena conformada por un zorro tocando un cuerno, un niño una gaita y un simio el tambor y, también, por el muchacho dado a prácticas onanistas dispuesto sobre la virtud de la Justicia en el pilastrón que divide los dos martirios. Los primeros aluden al deseo concupiscente al que se dan los necios – denunciados como tales por sus gorros– que no son nada, sino pura vanidad –de canas, y la edad de la vejez la vida inmaculada. Sap. 4. Estas son las canas que debe tener el Sacerdote, una vejez de costumbres, en que no aya resabio, ni imaginación de mocedad. De Daniel cap. 13. dize el Sagrado Texto, que siendo mozo, en un caso muy grave, habló con tanta prudencia, que le dixeron los viejos: Siéntate entre nosotros, y enséñanos, porque Dios te ha dado honor de vejez. De forma que el mozo era viejo, y los viejos eran mozos, no en edad, sino en costumbres; y en él se verificó que la senectud venerable es la prudencia, vida agena de vicios, y adornada de virtudes, aunque aya poca edad. Assí el Sacerdote, aunque le falten los años, y esté en la flor de la juventud, ha de tener tantas canas, que no se halle en ellas un pelo de negrura de costumbres, que suelen tener los mozos del mundo; pues quien tiene oficio de viejo, se le llama Presbítero; ¡O que mal parecerá sino tiene costumbres, acciones, vida y aún pensamientos de viejo! ¡O quánto debe reparar en esto, aunque sea mozo en edad, sino es viejo en la prudencia, bondad, y virtudes, por no ser causa de que otros se escandalicen! (Alamín 1747: 90-91) 6. El quarto beneficio [ que hemos recibido de la Encarnación] es que, por esto, somos induzidos a conservar limpia nuestra anima: porque nuestra naturaleza es engrandecida por el ayuntamiento con Dios, por averla tomado en su compañía la persona divina [...] Por este hijo, nos dio Dios grandes y preciosos dones; conviene a saber que por Christo somos compañeros de la naturaleza divina huyendo la corrupción de nuestra concupiscencia que está en el mundo [... y, finalmente] por la encarnación de Christo somos librados de la necesidad de pecar mortalmente, haziendo lo que es en nosotros mediante la gracia y ayuda del Señor; más no somos libres de pecar venialmente; y esto por el fómite o inclinación de la concupiscencia; la cual granjeamos del pecado original, que heredamos de Adam, que nos incita siempre a lo malo; por eso es obligado el Christiano a exercitarse continuamente en las buenas obras, y rogar a Dios que cada día se le enflaquezca y disminuya este fómite a mal obrar (Ribera, 1591: 45 r-46v).

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ahí también sus coronas de plumas–, lo que los conduce a amar únicamente las delicias mundanas, satisfaciéndose en la lujuria favorecida por la música y el baile – significada por el niño, tocando la gaita– y en la codicia de bienes conseguidos con fraudes, utilizando la hipocresía o la lisonja –evidenciadas, respectivamente, a través del zorro y el simio–. El fin al que conduce tal tipo de vida concupiscente, aunque sea de honestos entretenimientos –lo que no es el caso–, se hace claramente patente por los cardos que flanquean la escena.7 El muchacho dado a prácticas onanistas, se representa sobre la personificación de la Justicia . Esta no es una virtud cardinal más, sino que «comprende todas las virtudes, por lo que la llama S. Ambrosio virtud común» (Molina, 1610: 200), esto es: una capacidad primordial del alma que dota a sus compañeras –Prudencia, Fortaleza y Templanza–, de su misión específica (Wind: 1937, 62-63), espoleándolas para que refrenen los apetitos corporales y para que las pasiones se rijan por la ley natural, conformándose con la divina. Precisamente contra ambas pecan tanto las figuras de la crestería, como el niño onanista. Los primeros lo hacen contra las leyes divinas en tanto en cuanto no dan a Dios lo que es Dios, al no amarlo sobre todas las cosas, sino postergarlo a las delicias mundanas. El segundo lo hace contra la ley natural, pues el onanismo es una de las tres formas de lascivia que suponen pecar contra la naturaleza: La última especie de lascivia es el pecado contra naturaleza P. ¿Tiene esta especie algunas ramas malditas? R. Tres, que son, la primera, pecar a solas sin otra persona con quien se cometa la culpa; la segunda sodomía y la tercera, bestialidad. P. ¿Porque estas culpas se llaman pecado contra la naturaleza? R. No solo porque se oponen a la razón natural, sino porque se oponen al orden que pide la naturaleza de la humana generación. P. ¿Bastará decir en la Confesión, he cometido un pecado contra la naturaleza? R. No por cierto: es necesario declarar la especie del pecado, si fue sodomía, bestialidad, & porque son especies muy distintas; y lo contrario está condenado por la Iglesia. Hemos dicho que la primer especie de pecado contra naturaleza, es pecar a solas, quiere decir, es un exterior deleyte con efusión de la substancia, que la naturaleza tiene destinada para la humana generación, habido consigo mismo P. ¿Tiene más malicia, que la ya explicada, este pecado? R. Sí, porque si en el tiempo de esta exterior delectación tuviesses la imaginación, o el deseo en muger casada, participa la naturaleza de adulterio; si en parienta, de incesto; si en virgen consagrada a Dios, de Sacrilegio, &. Y así es necesario

7. «Entiende lo que te digo, y mira el fin que han tenido essos que me vendías por honestos entretenimientos. Mira hombre que el cuidado superfluo, la desordenada cudicia de ser rico, es cardo. No lo hago por malos modos, no robo, no cohecho, no vendo ni compro, sino porque justo es; mi hazienda guardo, y della me aprovecho. Con todo esso te digo, que essa es carda, aunque no lo parece. Pero ya Dios vee el daño, que la cudicia te a de hazer, y abomina los principios de tu perdición» (Cabrera, 1606: 18 r y v)

La representación del pecado de lascivia contra la naturaleza declarar en el Confessionario el estado de la persona con quien tenias esos malos deseos, quando cometías esta culpa; o si no se ofreció a la imaginación tercera persona, decir que lo hiciste de vicio (Martin de la Sierra, 1721: 237238).

Teniendo en cuenta los supuestos «gravísimos inconvenientes contra el bien común» (Martin de la Sierra, 1721: 238) que tal práctica acarrea y las prohibiciones que sobre ella «dictan todas las leyes y estatutos» (Martin de la Sierra, 1721: 238), no extraña la insistencia de la doctrina católica en manifestar claramente las penas que les aguardan a quienes fueron delincuentes en tales delectaciones y poluciones, por parte de la Justicia divina».8 Muy probablemente, esta denuncia del onanismo, no tuviera como fin, aquí, incitar a los sacerdotes para que predicasen en contra de tal pecado a los jóvenes, sino advertirlos, para que ellos mismos no cayeran en él. Concretamente, estaría denunciando la hipocresía de aquellos clérigos que, lejos del trato con las mujeres, vivían con honestidad a los ojos del mundo y que, sin embargo, ocultaban su engaño, valiéndose de hojas de laurel de santidad fingida, como hace la figura, pecando «a solas» contra la naturaleza. LAS CABEZAS INFANTILES REPRESENTANDO AFECTOS DE SERENIDAD Y DESEO Por lo que respecta a las cabezas infantiles figuradas sobre los martirios de los apóstoles en este módulo –y en su simétrico de la otra ala con los martirios de san Pablo y de san Juan evangelista–, vemos que las dispuestas sobre Pedro y Pablo [figs. 2a y 2b] son muy parecidas y trasmiten un afecto de serenidad, manteniendo los ojos abiertos y la boca cerrada, como lo había representado Le Brun (1698:1) en su famosa conferencia.9 Quizá ellas simbolicen a través de la serenidad, la virtud que posee el fiel 8. «Lo primero es, hazerles entender [a los muchachos viciados] la gravedad de sus pecados, que siendo como son contra natura, es cierto que son feísimos y abominables, y que tiene en el Infierno preparadas gravísimas penas. Esa es verdad constante, y con ellas se les debe aterrar. Lo segundo conviene ponerlos en terror, de lo que les puede suceder, quitándoles Dios la vida repentinamente en su mismo pecado, como lo hizo con el infeliz y temerario Onan, según ya dexamos advertido en otra parte de este Libro. Lo tercero, porque dado que nos les suceda semejante fatalidad de quedarse repentinamente muertos con su polución, castiga Dios esse gravísimo pecado aun es esta vida con molestísimos y penosos. Yo conocí a un sugeto de bastante capacidad, y buen talento, que toda su vida no avia llegado a muger alguna, y estaba padeciendo una grave mortificación que él atribuía a la infinita misericordia de Dios, que le castiga por las violentas poluciones de su juventud. Lo quarto, conviene sobre todo, fundaros bien a los muchachos luxuriosos y torpes, en el Santo Temor de Dios, y en el temor de las penas eternas del infierno, con que Dios les castigará, sino se enmiendan en decirles claramente que si continúan en sus torpezas, no los podrán absolver; y aunque los absuelvan, no quedarán absueltos; porque sin verdadero propósito de enmienda no vale la absolución» (Albiol, 1736: 99-100). 9. No quiero decir con esto que Rodríguez de Pazos haya utilizado el texto del pintor francés como modelo, sino tan solo mostrar un ejemplo de cómo es representado el mismo afecto.

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Fig. 2a y Fig. 2b. Domingo Rodríguez de Pazos, cabezas infantiles representando serenidad, Tui, cajonería de la sacristía de la catedral.

justo y, más concretamente, aquél que siendo virtuoso espera en el Señor, mostrándose como un verdadero adorador, pues, como señala san Agustín, en el sermón a los catecúmenos: «¿Te has fijado, dice el Señor, en mi siervo Job? Realmente no hay sobre la tierra ninguno igual a él, es un hombre sin protesta, es un verdadero adorador de Dios». En este sentido, mientras que la cabeza que está situada sobre san Pedro parece mirar hacia el mundo y sus tribulaciones; la que está sobre san Pablo, mira hacia al cielo y evidencia la fe de quien espera en el Señor. Las cabezas sobre Santiago y Juan [fig. 3a y 3b], por su parte, tienen ambas la boca entreabierta, posiblemente en un gesto denotativo de deseo, como también podemos ver en la conferencia de Le Brun (1698: 20), pero mientras que la primera presenta los ojos abiertos, la segunda los tiene cerrados. Como ellas se sitúan en módulos que respectivamente denuncian los vicios de la concupiscencia y de la soberbia ¿podrían ser una denuncia del deseo perverso provocado por ellos? Tengamos en cuenta que la primera se genera fundamentalmente a través de los ojos –de ahí que la figura los tenga abiertos, fijando ávidamente su «torcida» mirada bisoja–; mientras la segunda es un pecado de la mente que se sustenta principalmente en la ignorancia y, consecuentemente, en no querer ver y, sobre todo, en no querer verse, por lo que, en este caso, la figura los mantiene los ojos literal y metafóricamente cerrados. Desde luego, la actitud virtuosa del fiel cristiano debe ser la contraria a estos dos vicios. Contra el malsano deseo concupiscente que conduce a la avaricia debe procurar la justicia de

Fig.3a y Fig. 3b. Domingo Rodríguez de Pazos, cabezas infantiles representando deseo concupiscente y de mente, Tui, cajonería de la sacristía de la catedral.

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dar a cada uno lo que es suyo y frente a la soberbia debe oponer la humildad. Precisamente ambas virtudes eran las representadas en los machones que separaban las medallas con los martirios. Por otra parte, la cabeza sobre Santiago, pertenece al ala del amor, e ilustra como el amante que todo lo ama, puede engañarse al confundir el objeto de su deseo, al amar al Mundo y no a Dios. La que está sobre san Juan se ubica en el ala del temor y es un aviso contra el soberbio, que en su impiedad, nada teme, de ahí que no vigile y, consecuentemente, no mantenga siempre los ojos bien abiertos. CABEZAS INFANTILES REPRESENTANDO AFECTOS DE TRISTEZA, PLACER Y PUSILANIMIDAD Y DESESPERACIÓN Los siguientes módulos están articulados en torno a los martirios de san Andrés y san Bartolomé, en el ala del amor y santo Tomás y san Matías, en la del temor. Las virtudes que se disponen en los machones son respetivamente la Fortaleza y la Paciencia y los vicios relacionados con ellas ilustran los dos extremos viciosos de la verdadera religión: la impiedad y la superstición. Así sobre la fortaleza están representados sus vicios contrarios: la flaqueza y la temeridad, las cuales conducen, a la impiedad, ya que tanto los flacos de voluntad como los temerarios se olvidan de Dios. Mientras que sobre la Paciencia estarían figuradas la falsa religión y la insensibilidad, las cuales llevan a la superstición que practican tanto aquellos que están dominados por un excesivo temor de Dios, como, por el contrario, los duros de corazón que nada temen, pues unos y otros, decantándose por los extremos viciosos de la virtud, no tienen en cuenta que ella está siempre en el medio y que, por consiguiente, los afectos de amor y de temor deben compensarse mutuamente.10 Teniendo en cuenta todo esto, podemos descifrar el por qué de los afectos de las cabezas infantiles representadas en este módulo. Así encima de san Andrés se dispone un niño afligido a punto de llorar, mientras que sobre san Bartolomé se figura a otro que sonríe neciamente [fig. 4a y 4b] y ambos tienen los ojos ligeramente bisojos. Ellos figuran afectos contrarios de tristeza y de deleite. Si tenemos en cuenta, además, el estrabismo –que evidencia que ellos no ven bien sino torcidamente, de modo que uno bizquea hacia adentro y otro hacia afuera– podemos deducir que los dos son viciosos y en este caso, concretamente, contrarios a la virtud de la Fortaleza, pues esta exige serenidad y alejarse de los extremos del deleite y de la tristeza, como señala Tomás de Aquino: 10. Aunque son muchos, y diversos, los afectos virtuosos para disponerse debidamente con la disposición conveniente, pero se pueden reduzir a dos principales, que son como fuente, y raíz de todos los demás. El primero, es temor y reverencia de la grandeza de Dios. El segundo, es amor, y confianza en su misericordia y benignidad. «estos dos afectos es muy necesario que siempre anden muy juntos, y hermanados, de suerte que siempre se hagan compañía, y el uno temple, y ayude al otro, y ay gran peligro si se apartan, porque considerar a solas la grandeza, magestad y justicia de Dios, haze a los hombres desconfiados, medrosos y pusilánimes y considerar a solas su misericordia, paciencia y amor, los hace atrevidos, negligentes y remisos» como enseña San Bern. Serm. 6. in Cant. (Alamin, 1704: 169).

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Fig.4a y Fig. 4b. Domingo Rodríguez de Pazos, cabezas infantiles representando tristeza y placer,Tui, cajonería de la sacristía de la catedral.

La fortaleza hace que la razón no sea absorbida por los dolores corporales. En cambio, el placer de la virtud supera la tristeza del alma, en cuanto que el hombre antepone el bien de la virtud a la vida corporal y lo que a ésta se refiere. Por eso dice el Filósofo en III Ethic. «que al fuerte no se le pide que se deleite como si sintiera el placer, sino que le es suficiente con no estar triste». (Suma Teológica, II-IIae. q. 123, a. 8) Por su parte sobre santo Tomás se representa en la tarja un niño falto de ánimo, de ahí que sus ojos estén ligeramente entrecerrados, y sobre san Matías se figura a otro, totalmente calvo, con los ojos abiertos y llorando amargamente [figs. 5a y 5b]. Ellos representan los afectos viciosos de la pusilanimidad y la desesperación, propiciados por sentirse el fiel bien desamparado de Dios –y por consiguiente, carente de ánimo y valor para tolerar las desgracias o para intentar cosas grandes– o bien por tener un excesivo temor de Dios, que le lleva a la desesperanza de poder alcanzar la justificación. Estos dos afectos son contrarios a la fortaleza y, sobre todo, a la paciencia –que recordemos que es la virtud representada en el machón de su módulo–, la cual induce al fiel a conformarse con la voluntad divina y a confiar en Dios, como ejemplifica Job.

Fig.5a y Fig. 5b. Domingo Rodríguez de Pazos, cabezas infantiles representando pusilanimidad y desesperación, Tui, cajonería de la sacristía de la catedral.

Por otra parte, al representar al niño desesperado calvo, hay una llamada al sacerdote que en tanto en cuanto «presbítero» debe actuar como un anciano, pero en lo que esto tiene de virtud y no de vicio.Virtud es alejarse de la temeridad a la que aboca la

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juventud; vicio es dejarse vencer por el temor dando en la ruindad.Y ya Ripa asociaba el afecto de temor a la ancianidad11. Consecuentemente, este caso no estaríamos, ante un ‘presbítero’ virtuoso, sino ante uno pelón –de ahí su calvicie–, es decir, ante uno cuya ruindad le lleva a la desesperación. Si nos fijamos en los peinados de las otras cabezas, podemos apreciar como el pusilánime tiene un peinado anodino, siendo en esto conforme a su temperamento; mientras que el entristecido, es un vano, de ahí su peinado artificioso, y el vicioso, que se recrea en el deleite, también muestra, en su incipiente calvicie –empieza a descubrirse de pelón–, su ruindad. CABEZAS INFANTILES REPRESENTANDO AFECTOS DENOTATIVOS DE VANIDAD IGNORANTE, MALICIA, ESTUPIDEZ Y APATÍA. Los siguientes módulos dispuestos a continuación se articulan alrededor de los martirios de Santiago Alfeo y san Mateo, en el ala del amor y de san Judas Tadeo y san Felipe, en la del temor. Sobre los pilastrones que los unen se figuran, respectivamente, las personificaciones de la Virtud y de la Conversión, con sus vicios correspondientes: la Ignorancia y la Malicia, porque ambos dificultan el autoconocimiento. Además en la crestería se reiteran nuevamente afectos contrarios a las virtudes figuradas en los machones: el Deleite sensual y la Impasibilidad. Las dos cabezas que se disponen encima de Santiago el Menor y Mateo [Fig.6a y 6b] tienen largos cabellos artificiosamente peinados por lo que, posiblemente, figuren a necios viciosos, más preocupados por su apariencia externa que por la perfección de su alma12. Pero, mientras que todo apunta a que el que está riendo y bizquea mirando torcidamente, es un necio vano al que todo le provoca risa y, consecuentemente, un ignorante; su compañero, por el contrario, es un malvado desleal, carente de empatía con los de su propia especie –lo que justificaría su aparente serenidad, desmentida por su mirada anhelante–, de ahí que pérfidamente utilice un reclamo para fingir cantos con los que engañar a sus incautos congéneres concupiscentes13.

11. Es viejo, según dijimos, porque siempre engendra esta pasión donde ya no se encuentra ni abundancia de sangre ni vivacidad de espíritu, cosa que comúnmente sucede a los ancianos, que van perdiendo el vigor con el avance de la edad, dando en temer fácilmente mil posibles desgracias (Ripa, 1987b: 352). 12. «Cabello luengo y corto el sesso. Refrán que da a entender que los que ponen todo el cuidado en adornarse, y componer lo exterior, dexando el interior al arbitrio de la phantasia y del gusto, suelen ser de corto o ningún juicio» (Diccionario de Autoridades). 13. Se trata, este último, de un tema de larga recorrido emblemático, que encontramos ya en Dolus in suos –uno de los Emblemas que Alciato (López, 1615: 159r) dedica a la deslealtad– y que también aparece constantemente aparejado a la concupiscencia.

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Fig.6a y Fig. 6b. Domingo Rodríguez de Pazos, cabezas infantiles representando vana ignorancia y malicia, Tui, cajonería de la sacristía de la catedral.

Las cabezas sobre san Judas Tadeo y san Felipe [figs. 7a y 7b] pudieran, si solo atendiéramos a su peinado y a la longitud de sus cabellos, parecernos menos vanas y ruines que las dos correspondientes de la otra ala, pues, son mucho más cortos y su peinado es menos artificioso y adornado. Sin embargo, el que permanece tranquilo manteniendo los ojos cerrados es, por esto, tan necio cómo el que, frente a él, se ríe estúpidamente.Y su compañero, aunque no es un pérfido malvado como el de enfrente, si es un apático insensible. Recordemos que estas cuatro figuras trasmiten significados contrarios a las personificaciones de los machones: la Virtud –entendida aquí como la razón iluminada por la sindéresis– y la Conversión.Y como dice Thesauro:

Fig.7a y Fig. 7b. Domingo Rodríguez de Pazos, cabezas infantiles representando estupidez y apatía, Tui, cajonería de la sacristía de la catedral.

Muchas vezes oíste, que la razón, y el apetito son los dos principios de las acciones humanas. Quien dize apetito, dize concupiscencia, dize pasión de la concupiscible, y de la irascible, dize amor al deleyte, y fuga del dolor: y a este se opone la Apathia, o insensibilidad, y estupidez. Quien dice, razón, dize entendimiento iluminado del hábito de los principios naturales, que es la Syndéresis, o Conciencia: dize una conformidad con la regla Divina, de la qual se derivan todas las leyes. Y a esta razón se opone la Malicia, o la Ignorancia (Thesauro, 1692: 319).

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Por lo que, en ellas tendríamos representadas en el ala del amor, la ignorancia que lleva a un exacerbado deseo de deleite –el necio que se ríe por todo– y a la malicia –el que con el reclamo disfruta llevando a sus congéneres a su perdición–. Uno y otro, ya sea por ignorancia o ya por malicia, nunca darán en la Virtud; mientras que en el ala del temor, están representados, aquellos que nada temen, bien por su insensibilidad –el apático –, o bien por estupidez –el niño con los ojos cerrados–. De modo que estos, al no conocer el temor de Dios y no autoconocerse, nunca podrán dar en la Conversión y volver a Él. CABEZAS INFANTILES REPRESENTANDO AL LOCUAZ IMPRUDENTE Y EL CALLADO PAGADO DE SÍ. La simetría de las dos alas que hasta aquí había mantenido la cajonería queda rota a causa de la puerta de la sacristía, por lo que en el ala del temor tiene un modulo más que la del amor. Este está compuesto por la representación del martirio de san Simón –que completa los de los apóstoles– y una escena figurando la Tentación. La virtud elegida en este caso para disponer en el pilastrón es la Oración, la cual es esencial para conseguir el perdón de los pecados con la penitencia. Sobre ella, en el machón, se alude a la falsa oración. Las tarjas con cabezas infantiles sobre las medallas, representan a un niño echando la lengua, que, además, tiene los ojos cerrados y vendados y que ciñe una diadema ricamente engastada, y a otro, más mofletudo y con el pelo más largo –y más artificiosamente peinado–, que mira satisfecho y frunce ligeramente los labios para mantener la boca cerrada [Fig. 8a y Fig. 8b]. Teniendo en cuenta el contexto en que ambas cabezas se insertan: tentación, oración, remisión de los pecados y tergiversación de la oración, es probable que el primero muestre a un necio, tan rico de entendimiento –obsérvese la diadema– como imprudente de juicio –véanse los ojos cerrados y la venda–, que al echar la lengua, se define indefectiblemente como un locuaz «murmurador, charlante, desvergonzado» (Terreros, 1787: 423), sin percibir que ella es el «portillo y puerta por donde Satanás le hace mayor guerra» (Alamín, 1714: 428) y del que él se sirve para conducirle al infierno, por lo cual debiera atarla (Torres, 1607: 157), excepto en el momento de la confesión, en que no debe enmudecer y guardarse de confesar pecados14. Precisamente, la otra cabeza infantil, podría figurar a un fiel, tan necio como pagado de sí mismo, que se muestra satisfecho, pensando que ha obrado bien, tras haber caído en la tentación de callarse pecados durante la confesión. 14. Véase por ejemplo, avisos como, el recogido por Damián de la Virgen: «No sé si avrán notado, que a la muger que dixe arriba, que tenía un palmo de lengua, solo un Demonio la lleva al infierno, y esto a cavallo [...y] a esta la llevan dos [...] Pues si aquella la lleva al infierno uno ¿porqué a esta la llevan dos? Porque a la muger a la que se refiere san Juan, era un Demonio hablador; esta era un Demonio mudo; pues en el Templo, donde avía de confessar sus pecados, tapiaba la boca con plomos[...] Pues, para que conozcamos, que siente Dios más el que callen en la confessión la culpa, que el delito de cometerla, lleva un Demonio a la que tiene la lengua larga; llevan dos a la que en la confesión está muda» (Damián de la Virgen, 1725: 472).

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Fig. 8a y Fig. 8b. Domingo Rodríguez de Pazos, cabezas infantiles representando al locuaz imprudente y el callado pagado de sí, Tui, cajonería de la sacristía de la catedral.

CONCLUSIONES En el programa iconográfico de la cajonería de la sacristía de la catedral de Tuy, pensado como un espejo de sacerdotes, se utilizan personificaciones de virtudes y de vicios, que ellos deben, respectivamente, seguir o evitar. En este sentido, también se plasman cabezas infantiles que ilustran afectos, de los cuales el sacerdote debe huir si son viciosos o seguir si son virtuosos, actuando –independientemente de la edad que tenga– como un auténtico «presbítero» en lo que senectud tiene de positivo y evitando lo que la juventud tiene de negativo. BIBLIOGRAFÍA Alamin, F. d [1747]. Retrato del verdadero sacerdote y manual de sus obligaciones, Barcelona, Imprenta de Juan Piferrer, Primera edición 1704. 20-09-2015. Berenguer y Morales, P. J. [1629]. Universal Explicación de los misterios de N. Santa Fe, Tomo I, en valencia, por Iuan Bautista Marçal. 20-09-2015. Cabrera, A. [1606]. Libro de consideraciones sobre los Evangelios, desde el Domingo de Septuagésima, y todos los Domingos y Ferias de Quaresma, hasta el Domingo de la Octava de Resurreción, En Barcelona, en la Emprenta de Gabriel Graellls y Giraldo Dotil, A costa de Baltazar Simón, Mercader de libros. 20-09-2015. Damián de la Virgen [1725]. Bendita sea la Santíssima Trinidad. Ave María. Tomo segundo de las Quaresmas [de las tres ferias mayores]. Zaragoza. Pedro Carreras.

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