LA REPRESENTACION DE LOS MUERTOS EN LA ANTIGUEDAD

June 19, 2017 | Autor: A. Velez Rodriguez | Categoría: Estética, Hermenéutica
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Descripción

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LAS PRÁCTICAS ARTÍSTICAS EN LA ANTIGÜEDAD ANTE LA AUSENCIA Y DESAPARICIÓN DEL AMADO GRECIA Y EL CRISTIANISMO OCCIDENTAL HASTA NUESTROS DÍAS

Por Alexis Vélez Rodríguez, artista plástico, docente investigador.

Resumen: Esta ponencia esta contextualizada bajo las formas de las TÉCNOLOGIAS DE LA MEMORIA en relación al arte funerario y en especial al desarrollo de las formas de representación en las cuales se revelaba el mito, la religión y la elaboración del duelo mediante los dobles representativos, o esculturas y estatuillas; estas simbolizaban el asunto complejo de una psicología y actitud cívica con respecto al trato de la muerte, la elaboración de unas artes y la transformación de las ideas míticas y religiosas en asuntos de la razón y su carácter de verdad. Así mismo la dedicación de la memoria y el recuerdo de parte de los vivos con relación a los muertos permite pensar en la forma como las artes de la representación cumplen una tarea importante al integrar en la forma de culto muchos elementos de gran potencia para el pensamiento antiguo, e incluso la continuidad histórica hasta nuestros días. Dicho culto al muerto de parte de las comunidades se evidencia en innumerables registros visuales y literarios que sirven para pensar asuntos completamente contemporáneos y que en las dos últimas décadas sirven para pensar en el desarrollo de actitudes académicas, cívicas, sociales y políticas con respecto a aspectos de la memoria en relación a la violencia y la tragedia. Esta iniciativa busca fortalecer procesos pedagógicos, actitudes estéticas, perspectivas filosóficas y psicológicas sin deslegitimar, señalar ni censurar ninguna de las acciones y luchas emprendidas desde la sociedad civil y los grupos organizados en relación al tema de los muertos y desaparecidos, luchas que merecen todo tipo de respeto.

1ª IDEA: EL ALMA EN LA ANTIGÜEDAD GRIEGA Los griegos tenían una idea del alma en la Antigüedad, el culto al héroe y al muerto tenía como principal fundamento el asunto de la memoria, mucho más importante que la idea de un alma inmortal. Este culto que se produje desde la más remota Antigüedad se revelaba bajo las formas de la oralidad y se mantuvo así desde milenios, en especial cuando la tradición oral del aedo se va transformando desde el siglo XIII al VIII antes de Cristo. Las transformaciones que se establecieron en el culto a los muertos se vieron afectadas por el nacimiento de la escritura y la literatura en especial desde Homero y Heródoto; la voz del aedo se va disolviendo y él como encarnación de la memoria va ocupando un papel diferente con la escritura. La memoria sufre esta primera transformación y aparece con ello una actitud crítica: a lo escrito se puede ir y volver para revisar su contenido; la actitud mítica va perdiendo parte de su papel cerrado y cíclico pero no se ha liquidado aún su función. Sería con el racionalismo emergente donde el asunto de la libertad, la idea de una vida real y la dedicación al fundamento de la verdad se encontraría como primera premisa del culto a la razón. El caso de la filosofía socrática cambiaría el escenario que desde el mundo del mito se tenía como de vital importancia. El

Página |2 primer intento de una síntesis por encontrar el fundamento de la naturaleza humana a partir de la experiencia de la razón cambió radicalmente la idea del alma y del destino de la misma. Si en la tradición mítica el alma no es más que un aliento vital disgregado por el cuerpo, sin otra función que mantener la vida y jugar un papel en los procesos de reencarnación o purificación para llegar a ser héroes o inmortales con la muerte, es con los primeros sistemas filosóficos desde Empédocles y Pitágoras que el alma tiene un papel más importante, tanto así como de informarse y acceder a la verdad por la salida del ciclo de nacimientos y muertes. En estos sistemas filosóficos así como en el orfismo, el alma debe de reunirse en un solo lugar del cuerpo, en el diafragma, para el control del soplo respiratorio y hacer el ejercicio de la memoria, la rememoración de las vidas pasadas y la liberación de la metempsicosis. El sentido del alma se va transformando por el ejercicio de la voluntad, la liberación se produce no sólo por el proceso purificador del fuego sino por el acceso a la rememoración y la expiación de faltas. Con Homero se sigue atestiguando estas actitudes frente a la muerte y al alma, será con el Fedón de Sócrates que se revisan las teorías que desde el pasado mítico se tenían con respecto al alma. El origen de dicho cambio crítica aquellas formas del culto que se manifestaban dentro de la tradición pre racional y que permanecieron alojadas un largo tiempo en la cultura griega como formas de ilusión y fantasía, de simulacro. La ocupación por uno mismo y el estudio sistemático de la idea del hombre lleva a pensar de una manera diferente las relaciones con respecto a dicho pasado, representado en la continuidad del mundo homérico con la epopeya y la tragedia. Los intermediarios que antes cumplían un papel importante en la tradición, bajo la forma de dioses, héroes, musas, oráculos y pitonisas, se ven enfrentados a la idea de hacer del alma humana una razón crítica con Sócrates y el platonismo. El alma socrática se libera por la razón y la virtud. El héroe ya no ocupa el mismo lugar, se le reemplaza por la acción lógica.

2ª IDEA: LO MENTAL PUEDE ENCARNAR EN MANIFESTACIONES FÍSICAS: ESCULTURA Para el pasado mítico las formas de mediación establecen un orden de las cosas; es en la división de los planos del mundo de los dioses, los héroes y los hombres donde la idea de los griegos sobre el alma presenta una elaborada manifestación religiosa y especular que se convirtió en formas de representación, no solo mental sino plástica. Lo mental puede encarnar en manifestaciones físicas, puede representarse mediante complejos elementos desde el orden psicológico y encarnar en su doble material. El presentar una forma fue sumamente importante para una cultura que pensaba en la imagen, el vacío, en los ciclos de nacimiento y destrucción. Lograr el aspecto visible del misterio, atrapar en la forma lo volátil y frágil del alma, retenerla, confinarla y confiarla al cuidado, es parte del logro de la representación mortuoria, tan chocante al platonismo. No es solo un asunto de imagen lo que allí se contiene, va en doble vía de la idea a la forma, del mito a la compleja elaboración psicológica en el trato a la alteridad de la muerte, a las relaciones del ser humano frente a ella, a la destrucción, repercute en lo que llamamos la identidad, el sujeto. Paralelo a la identidad corre el asunto de la mediación, el alma media

Página |3 entre el cuerpo y la idea. El alma contenida en lo vivido es un hombre, soporta como tal las tribulaciones de la vida y de la muerte a través del cuerpo, se piensa, se vive y se recrea. Con Sócrates gana un estatuto nuevo, es la sede de la inmortalidad, es un alma racional, al Hades sólo descienden los elegidos por él, los que han hecho de su vida una virtud. Anteriormente en el mito griego el alma no tenía esa participación y actitud vital en el estatuto del muerto, sólo operaba en lo vivo, compartía una existencia con el espíritu, sede de la voluntad; mucho menos tenía una supervivencia luego de la muerte, raras excepciones hechas a los héroes. Desvanecida por la muerte, desparramada por el viento, el fuego y el rayo, el alma abandona su estuche corporal con la muerte, el hombre pierde su charis, su apariencia, la “semejanza a los dioses” que aparecía en el hombre virtuoso y el héroe y lo revestía de una gloria sin precedentes, charis que no poseían sino los favoritos de los dioses, que transfiguraba al hombre frente a los ojos en un semidiós, en un bienaventurado. 3ª IDEA: EL ESTATUTO CIVIL DE LOS MUERTOS Y EL CADÁVER La apariencia se disuelve igual que su alma, los vientos y el trueno pueden disgregar ese soplo vital. En el mejor de los casos el alma es llamada y encerrada en el interior de una forma, se le recupera para la comunidad. Esta idea del alma y la muerte en los griegos establece un asunto importante con respecto al trato de los muertos, introduce un giro en las tradiciones funerarias, genera un reemplazo físico y simbólico. El estatuto civil de los muertos es parte de la idea fundante de su cultura, la muerte establece el estatuto del héroe, del sujeto. Al cadáver abandonado a su suerte se le mira con desprecio, al no poseer su psyche el cadáver no cuenta, es solo eso, un cadáver. Contrario a la charis, el ultraje, la degradación y la bajeza de un ser humano se presenta al perder cualquier expresión de su rostro, al desaparecerle el semblante que lo hacía objeto de reconocimiento, el enemigo dirige la violencia al caído en una forma de arrebatarle la expresión, la apariencia, la muerte hace esto mismo, convierte al caído en un anónimo; mediante la práctica de…“ultrajar el cuerpo del enemigo abatido, esto es, arrojando sus despojos a los perros y a las aves, destrozando su piel, masacrando su rostro, dejando que se pudra y descomponga al aire libre, buscando convertir su figura en el grado cero de lo conveniente y semejante, destruyendo enteramente su identidad, su valor, para reducirlo a no ser nada.” A ésta transformación violenta, los griegos la llamaban eoikos, la acción de ultrajar eikelos y el ultraje del cuerpo aeikizein. La “identidad” del muerto que se relaciona a su imagen como presencia del difunto encontró mediante el ritual fúnebre el aseguramiento del descanso del muerto, personificado por imágenes representativas como el kouros, korai, kore.1 Este reconocimiento del otro, como individuo, como sujeto, de su presencia-ausencia, es de Véase Vernant, Jean-Pierre. Mito y pensamiento en la Grecia antigua. Ed. Ariel filosofía. Barcelona.1994 1

Página |4 particular importancia por cuanto la representación cumple así un vínculo que reviste complejos asuntos psicológicos, une los lazos sociales y religiosos, acentúa lo simbólico y velado que es el tema de la muerte y promueve la reflexión existencial que ello conlleva. El cadáver abandonado es sólo un espectro que vaga eternamente sin rumbo, vaga por los campos y ciudades sin reposo, produce catástrofes, enfermedades y destrucción, atemoriza. Por ello la cultura griega encontró la manera de recuperar el alma y fijarla en la piedra, Mediante el cumplimiento del rito religioso, la comunidad llama por su nombre tres veces al desaparecido, al que murió lejos o fue masacrado sin posibilidades de la ceremonia fúnebre; la estatuilla, el barro u otros materiales le sirven de refugio y encuentra su descanso entre el mundo de los vivos, pero alejado de ellos. Este cambio de estatuto aparta al cadáver del muerto; este último es digno de reconocimientos y alabanzas, cantos y rituales; el rito tiene sus frutos y el alma apaciguada mora entre los suyos, el fuego purifica el cuerpo para extraerle el alma. Mediante la imagen plástica el arte sirvió de puente entre el mundo natural y el divino, elaboro una forma ritual y simbólica de construir un duelo cívico, más tarde el desarrollo del culto al alma y los antepasados crearían de muchas maneras un contacto directo entre los hombres, los dioses y las almas de los muertos2. “Los griegos pusieron en juego diversas políticas respecto a la muerte para civilizarla, integrarla a la vida social: ritual en los funerales, sobre vida gloriosa en la memoria colectiva gracias a la poesía oral, culto heroico. Construyeron para los difuntos una manera particular de continuar existiendo, una suerte de presencia –ausencia, dotándolo de eso que podemos llamar jerarquía social de los muertos: jerarquía que confiere a algunos una importancia primordial mientras dure la existencia común del grupo. Sin embargo, al mismo tiempo que recuperaban de ese modo las muertes como colectividad, los griegos expresaron a través de esa máscara de la Gorgona lo que la muerte implica más allá de lo que puede hacerse o decirse sobre ella, es decir, lo que “queda” y frente a lo cual no se puede permanecer más que mudo y paralizado: 3 fascinado, transformado en piedra.”

4ª IDEA: LA FUNCIÓN DEL DOBLE REPRESENTATIVO NO ES SÓLO IMAGEN Aquí aparece claramente la importancia del proceso ritual de darle un rostro al muerto; al tratar de recuperar el cadáver caído y abandonado, los griegos conjuran su ausencia haciendo un doble, conjuran el alma al devolverle una forma. En esta tradición la función del doble representativo aparecerá con la escultura como imagen conmemorativa del difunto, como doble psicológico y sustituto. Aparecen al inicio de los tiempos desde finales del VI milenio hasta el V milenio a. C., el arte neolítico introdujo procedimientos funerarios en esculturas que hacían una alusión al fallecido; tipos de estatuaria como figurillas de barro, madera y huesos, así como algunos retratos

Ver el profundo estudio sobre el tema en Erwin Rodhe “Psique. La idea del alma y la inmortalidad entre los griegos. Fondo de cultura económica, México. 2006 2

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Jean-Pierre Vernant. Entre mito y política. óp.cit. pág. 57-58

Página |5 esquemáticos con incrustaciones de piedra y conchas, son los primeros de su especie en esta labor de introducir en el mundo de los vivos, el recuerdo de los muertos. Cerca del 3.500 a. C, la estatuaria en Creta se ha convertido en una forma esquemática que es exclusiva de fines netamente funerarios, aparecen los entierros que utilizan un depositario o ataúd llamado larnake. La escultura tosca se transforma más elaborada en la forma del bretas, el xoanon, el palladion, por lo general antropomorfas, de pies y brazos soldados al cuerpo, imagen del hombre que conllevará al doble físico, no del hombre vivo sino del difunto, forma de reemplazo simbólico en los rituales funerarios del muerto. Posteriormente son los kouroi, korai, hedos o amalgama los que mejor representen un modelo humano. En el siglo V a. C. aparecen en Atenas las figuras conocidas como kouroi o koraís; las figuras de los Colosos o Colossoi pertenecen a un alto desarrollo técnico y mimético que aparece por la misma época, la imagen del Colossoi depositado en el fondo de la tumba no buscaba reproducir las características particulares del difunto, sino servir como medio propiciatorio que conjura, trae y fija el alma hacia el colosso como su morada, dando con ello por terminado los ritos funerarios debidos. Estos Colossoi podían ser confiados en custodia y recibían atención como comida, ofrendas y otras, tras lo cual estos eran depositados en las tumbas o bien instalados en lugares alejados de la comunidad. El colosso no es imagen en el sentido estricto de la palabra pues su lugar es estar oculto a la mirada del hombre; es el reemplazo del cadáver que no fue enterrado y que la piedra ocupa el lugar luego del procedimiento funerario; es el sustituto en el reino de la muerte y el descanso del alma. “Un doble no es lo mismo que una imagen, no es un objeto natural pero tampoco es un producto mental: ni una imitación del objeto real, ni un ilusión del espíritu, ni una creación del pensamiento. El doble es una realidad exterior al sujeto…” Vernant Con el platonismo y la tradición gnóstica, el cuerpo (soma) apareció y designó la parte caduca o cadáver, lo que está abandonado de vida y fuerza que semeja a una “figura inerte, a una efigie, a un objeto de espectáculo y deploración por otro, antes que quemado o enterrado, desaparezca en lo invisible”4. Los cuerpos convertidos en soma se pudren y pierden el carácter divino que compartían con la divinidad, con los rituales funerarios se trataba de evitar éste estropeamiento y bajeza, haciendo consumir sus carnes sobre la hoguera, mandando en el esplendor de su belleza al cadáver -ahora convertido en muerto- al mundo de lo invisible, mediante el fuego purificador. Tal vez por ello el desarrollo de la estética griega clásica no privilegia la representación de la muerte, resolviéndolo con la representación del hombre en una actitud de vitalidad y dinamismo. La comunidad mira la representación para hacerle participe de las cosas, de la tradición, hablarle; al doble se le da un lugar, se le otorga el poder de volverse un imagen de lo vivo, lo fugaz de la vida se retrata en la fría piedra, pero esta materia inerte ahora ha ascendido, se ha perfeccionado por parte del ritual, es portadora del alma. Como doble Jean P. Vernant. Cuerpo oscuro cuerpo resplandeciente. En “Fragmentos para una historia del cuerpo humano”. Ed. Tauros. Madrid. 1990. Tomo I, Pág.21 4

Página |6 psicológico apoya la esperanza del alma, de la existencia alterna; los de la comunidad ven allí tantas cosas como el tiempo y el espacio, asuntos que aunque enigmáticos colaboran en el desarrollo de la memoria y la historia. Es así que una cultura construye un destino, se forja una idea de la mediación entre los dioses, los hombres y los muertos. Esta es parte de la importancia de esa idea del alma de los griegos. Construyen un escenario tan amplio que aquella simple creencia se convierte en toda una idea del hombre, del reconocimiento, de la identidad. Funciona una idea que es imagen mental y una forma que es representación. Esta cuestión de hacer que por la vía de la representación se contenga un alma, construirá por la vía religiosa una idea poderosa que cabalga sobre el tiempo, construye una historia, unas técnicas de especulación, de trato con la muerte. Es un estado de pre conocimiento que vuela por los siglos a través de la historia, cuenta de la devoción, la esperanza y la memoria. 5ª IDEA: EL CULTO A LA MEMORIA BAJO MNEMOSYNE Frente a una idea ferviente de la memoria como culto, cuenta una tradición que intenta construir un camino de conocimiento a través de la rememoración y así pasara como Mnemosyne, madre de musas. “La memoria”, realiza para el pasado una «evocación» comparable a la que efectúa, para los muertos, el ritual homérico [...] invocación por parte de los vivientes y la venida a la luz del día, durante un breve momento, de un difunto que ha ascendido del mundo infernal.”5 En la concepción griega la memoria es tener conciencia del pasado, revelación del porvenir para evitar la caída en el mundo de las reencarnaciones. Leteo es su contrario, agua del olvido y de la muerte, sin la cual el alma no puede abordar el reino de las sombras, recordar de la caída del alma en la materia. Por otro lado se opone al olvido la vital rememoración de Mnemosyne, que actuaba y servía como revelación. La sociedad tiene a sus muertos, los utiliza y recuerda, se sirve de sus alianzas y favores, los llena de esperanzas, pero igualmente va construyendo categorías diferentes para ellos. Con la consecuente fijación de un orden mnemotécnico los griegos inician la formación del pensamiento y el culto de la memoria, tal como sucede antes de Homero y luego de él; la diferencia mental en el desarrollo del pensamiento del otro, de lo otro, lleva también a la pregunta por la alteridad del alma del sujeto, crea una metafísica para dar continuidad a la existencia. Ellos le dan otras formas a la Psyche como alma, la llaman también fantasma-, creación irreal y visible en cuanto a forma material, es un simulacro sin sustancia, un fantasma que abandona el cuerpo del difunto y es su imagen en el inframundo, su sombra. “Al observar que habría que traducir eidolon por doble o fantasma más que por imagen, hemos indicado en varios sitios que ese término está empleado de manera exclusiva para designar tres tipos de fenómenos: la aparición sobrenatural, phasma; el sueño, oneiros (onar), y el alma-fantasma de los difuntos, psyche”.6 Jean Pierre Vernant. Mito y pensamiento en la Grecia Antigua. Ed. Ariel filosofía, Barcelona 1994. Pág.96 5

Jean P. Vernant. Cuerpo oscuro cuerpo resplandeciente. En “Fragmentos para una historia del cuerpo humano”. V.V. A.A. Ed. Tauros. Madrid. 1990. Tomo I, Pág.21* 6

Página |7 Se diferencia de la “imagen” o “doble” (eidola) que es el eidolon como representación escultórica del doble sustituto. El concepto de phasma a diferencia de la psyche no se corresponde a la sombra del difunto sino al simulacro hecho por los dioses como doble de una persona viva. Las imágenes funerarias en la Antigüedad se diferencian; la aparición onírica (oneiros) de un muerto se presenta al durmiente, el fantasma (phasma), se presenta al hombre despierto. Hay aquí uno de los cambios importantes en la tradición funeraria pues se separan claramente la idea de la memoria y el reconocimiento del muerto como forma cívica vinculada al recuerdo y que llevo a la vía del epitafio y la forma lapidaria a partir del siglo I de nuestra era, el recuerdo del muerto se vuelve escritura; contrario a la otra forma que unía a los muertos y la sociedad mediante la imagen como reconocimiento del muerto y doble psicológico del colosos y eidolón. Hasta aquí se ha asistido a varios cambios sistemáticos en relación a la representación mortuoria, el primero se establece con la ruptura de la tradición oral entre el siglo XII y el VIII a. C, el segundo es la introducción de la escritura con Heródoto y Homero; el tercero es la introducción de la escultura funeraria entro de las formas cívicas, el cuarto será la inclusión y reemplazo del eidolón por la forma lapidaria y el epitafio, posteriormente aparecerán nuevos cambios. 6ª IDEA: LA PERVIVENCIA DE LA ESCULTURA FUNERARIA A TRAVÉS DEL CRISTIANISMO EN LA FORMA DEL EIDOLON Y EL IKONO Pero el colossos y el eidolon sobreviven en Roma y aparece en forma ambigua, unas veces positivamente y otras negativamente en la estructura religiosa y psicológica del Cristianismo. El eidolon (traducido luego como ídolo) redirige aquellas miradas que buscan en la forma física y externa el carácter real de la imagen, su semejanza a un modelo, su procedencia enigmática como imagen y similitud a Dios, en este caso se da una apropiación positiva; pero al mismo tiempo este aspecto exterior no transporta a lo íntimo y sagrado la mirada interior del espectador, le impide “ver” el contenido simbólico de los valores, virtudes y loas que portan las imágenes, será el que luego adquiera el carácter de ídolo como falso semblante, copia o simulacro; carácter relativo a una identidad que llevará a consecuencias revolucionarias durante el periodo iconoclasta de la iglesia oriental cristiana bizantina entre los siglos VII y IX d. C. La contraparte del eidolón es el eikon, el icono, porque a diferencia del eidolon en el Cristianismo, el eikon porta el contenido misterioso y abismal de su símbolo, es decir, de esos valores que la mirada interior cree reconocer como altos valores contenidos no sólo en las imágenes que representan, sino del valor metafísico, moral y espiritual que le han impuesto sin necesidad de quedarse atrapado en la apariencia exterior. La apariencia se va transformando en un sistema simbólico que es “signo de la verdad”. La imagen llego a ser la forma de la Verdad, es así como Cristo, el muerto supremo se alza en las alturas y vuelve a la vida para estar en medio de la comunidad, hacia él se dirige la mirada que puede operar una transformación, acompañada por la pedagogía de la esperanza, pues su triunfo es sobre la muerte. La imagen de Cristo es una de las transformaciones y adaptaciones mejor sostenida de la imagen de la Antigüedad en la tradición funeraria, en una cultura que profetiza la muerte, la resurrección, el más allá, el

Página |8 alma, la representación tenía necesariamente que llegar a incriminarse en hacer cumplir el mito y nada mejor que la crucifixión para operar esa idea salvadora y mediadora entre el sacrificio, la muerte y la resurrección. Nada de esto hubiera sido posible sin el Platonismo y el Gnosticismo. Luego del Fedón, Platón sólo tuvo que utilizar hábilmente la enseñanza del alma inmortal que introdujo Sócrates en el citado texto, para darle todo un discurso a la idea de la pervivencia del alma y del más allá. La imagen en la Edad Media se apoyo sobre la figura de Cristo crucificado, representa la idea del desaparecido en las sombras de la aniquilación, su ascensión desde la muerte cumple un papel edificante en la mentalidad cristiana pues allí se determina el discurso clerical de una metafísica para terminar siendo convertido dicho discurso en la imagen por excelencia del cristianismo: el triunfo sobre la muerte de un caso excepcional y único representado en Cristo. Después de la Edad Media la función de las imágenes funerarias aparecen en los sepulcros de reyes, nobles, cardenales y aristócratas, posteriormente desde el Renacimiento aparecen bajo las imágenes de una descripción de atributos y cualidades presentes a manera de la alegoría, y que logra ser reconocible como relato a través de sus relaciones de gestos, poses, emblemas, utensilios, marco espacial, etc. En estas formas de relaciones es muy importante la aparición de la alegoría, la heráldica, y el blasón, al mismo tiempo que actuaba como una imagen del sujeto representado, señalaba la genealogía de la familia portadora. En ocasiones el blasón y la heráldica se presentaba como remplazo del sujeto o incluso como su retrato en eventos públicos. Esta tradición heredada contiene ahora elementos nuevos que han venido a ocupar recientemente una importancia en los procesos de la memoria, en especial en relación con la violencia y los procesos de duelo. No sólo se han mesclado ideas religiosas con el asunto de la memoria histórica y social de víctimas y desaparecidos, sino que se han incorporados posiciones laicas donde el asunto de la memoria se piensa desde las ciencias sociales y humanas, la política, la economía. La permanencia de la memoria, ligada a la representación y al duelo se construye como un gran proyecto que podría explicar muchos elementos de importancia para seguir pensando la relación de la muerte con la sociedad, y al mismo tiempo darle un espacio al muerto y al desaparecido, a las personas que elaboran los diferentes procesos de dicha memoria y el duelo, ideas que no son ya sólo del plano religioso sino que transportan una síntesis de idea divergentes entre ética, filosofía, economía y política. La aparición de manifestaciones representativas en el trato a los muertos vuelve a ocupar un lugar, pero lo más importante es darles opción de vida a los vivos y que continúen haciendo reconocimiento de esa memoria social y particular, es así que vemos la multiplicación de parques funerarios, monumentos y casas a la memoria, a las víctimas. Esto es parte de los cambios sociales pero al mismo tiempo permanencia de la tradición funeraria y del culto a la memoria. Existen representaciones que se pueden considerar más dignas de representar, tales son la ira humana, como la divina; las desgracias naturales, la enfermedad, y el dolor son de última motivación. Este tipo de imágenes de la violencia y el sufrimiento es el encuadre general que de alguna manera justifica y sirve de soporte a las representaciones modernas, nacionales y regionales cuando el sufrimiento infringido o recibido es un espectáculo o denuncia frente a la violencia.

Página |9 Con esto podemos encontrar antecedentes para incluir las principales manifestaciones que se han hecho presentes en el desarrollo de la violencia en el arte colombiano y que se caracteriza en tres ejes que representan ese ambiente violento en el que la muerte cosecha sus frutos.7 Por el lado del conflicto de dimensiones políticas, que se reconoce en la intolerancia, arrogancia y hegemonía de un sector con respecto a otro y que produce el tema en sí, muy bien delimitado del arte en Colombia. Desde este plano es lógico observar la muerte como una diferencia sustancial del campo de las ideologías que lleva a la eliminación nada democrática del otro, suprimiendo de antemano el proceso dialéctico. En tal sentido los acontecimientos conocidos como la Violencia se gestan en campos políticos y la dramatización de ello se presenta en forma de arte de denuncia pública frente al atropello y el genocidio. El segundo elemento de la violencia se gestó a partir de la primera manifestación de la situación política, que generó rivalidades que llevaron a la guerra de guerrillas y al nacimiento de la subversión. Al principio este cambio de la violencia se dio a través de las divisiones ideológicas y el descontento popular, pero luego se transformó en la crisis de la población civil y del fenómeno del desplazamiento rural, que llevó a la pobreza en el campo y en las ciudades. Este fenómeno de la guerra interna por causas del conflicto armado, se representa en el arte a través de unos nuevos lenguajes pictóricos donde se hace más evidente la situación de angustia y denuncia en el arte. Desde los años sesenta y setenta, la representación plástica se mueve en un acelerado abstraccionismo y cierto expresionismo que toma el tema de la violencia y lo potencia en todas las formas y técnicas posibles. El desarrollo de las técnicas de grabado se manifiesta de manera abierta, pues sirve para el desarrollo de un arte que llega más a las personas vinculadas a la sociedad de clase media y a los estudiantes de las universidades públicas en Colombia los cuales trabajaban en el desarrollo de un arte “comprometido” con las transformaciones y las denuncias de las atrocidades cometidas al “pueblo”. En la tercera forma de representación que caracterizó a la violencia fue generada desde el narcotráfico y el sicariato, emparentado y generador del paramilitarismo y de un nuevo recrudecimiento de la guerra, ya no sólo de carácter bipartidista, político, sino en la hegemonía de las nuevas mafias y la internacionalización del conflicto con el problema de la droga. Podríamos situar aquí la investigación y montaje final del proyecto de la artista Suzanne Lacy y su happening “La piel de la memoria “, busmuseo realizado sobre víctimas de la violencia en el Barrio Antioquia, Medellín, en 2003 (Libro citado Arte, memoria y violencia). El Museo de Antioquia presentó un tema doloroso de la realidad nacional, el destierro; una exposición sobre el desplazamiento forzado en dicho recinto pretendía abrirle los ojos a mucha gente que se niega a mirar a su alrededor una realidad innegable. Un excelente libro es el publicado sobre la violencia y el arte colombiano es: VV.AA. Arte y violencia en Colombia desde 1948, MAMBO, Bogotá, Editorial Norma, 1999. Ver también el ensayo de Olga Cristina Agúdelo “Pintura, muerte y violencia”; contenido en: Arte, Memoria y Violencia, Pilar Riaño y Suzanne Lacy. Corporación REGION, Medellín, 2003 7

P á g i n a | 10 También quería mostrar el compromiso de tantos artistas que no pueden evadir su presente. Así como era otro de los propósitos expresar dentro de sus paredes el dolor de miles de familias y demostrar que no es un fenómeno únicamente de estos tiempos, sino un encono de la historia nacional. El nutrido programa académico y de eventos paralelos como conversatorios con las comunidades, teatro comunitario, conferencias sobre reparación simbólica y la última de esta semana, entre Francisco Galán, ex negociador del ELN, y el padre Francisco de Roux, demostraron la sed de información de la gente. La exposición, construida con obras de arte que tienen como tema el destierro, -algunas de éstas realizadas expresamente para la muestra-, con objetos testimoniales pertenecientes a las comunidades y con fotografías de reporteros gráficos de diversos lugares del mundo, así como con el valioso testimonio del fotógrafo colombiano Jesús Abad Colorado como eje de la muestra gracias a su recorrido por el país acompañando a las víctimas, es un ejercicio complejo y que deja agotado al espectador por la dificultad del sujeto que aborda. Y si bien la exposición hizo un fuerte hincapié en el drama colombiano, también quiso abordar el dolor de distintos conflictos para mostrarlo en su dimensión universal, por lo cual los fotógrafos internacionales convocados exhiben su mirada del drama de las mujeres violadas en Ruanda (Jonathan Torgovnik), de los refugiados y la guerra en Israel (Nathan Dvir y Lori Grinker) o de los niños en medio de la guerra y como partícipes de ésta, en Sierra Leona (Sarah Ferry).

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