La representación de la vara emplumada. Ceremonias y rituales en el arte rupestre de Guachipas, Salta (Argentina)

May 22, 2017 | Autor: Maria Pia Falchi | Categoría: Ritual, Arte Rupestre, Arqueología Noroeste Argentino
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Descripción

LA REPRESENTACIÓN DE LA VARA EMPLUMADA. CEREMONIAS Y RITUALES EN EL ARTE RUPESTRE DE GUACHIPAS, SALTA (ARGENTINA). THE REPRESENTATION OF THE FEATHERED STICK. CEREMONIES AND RITUALS IN ROCK ART FROM GUACHIPAS, SALTA (ARGENTINA). A REPRESENTAÇAO DA VARA DA PENAS. CERIMÔNIAS E RITUAIS EM ARTE RUPESTRE DE GUACHIPAS, SALTA (ARGENTINA).

MARÍA PÍA FALCHI Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano. 3 de febrero 1378 (C1426BJN) C.A.B.A. [email protected] 22 páginas (texto+referencias), 6 ilustraciones, 1 tabla

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Resumen El arte rupestre del Departamento de Guachipas, provincia de Salta (Argentina), se caracteriza por sus coloridas escenas. En estas escenas participan numerosas figuras humanas ricamente adornadas, en algunos casos las figuras de animales acompañan los conjuntos. La mayor parte de estas representaciones han sido asignadas al Período de los Desarrollos Regionales (1000-1450 AD) y posiblemente a momentos de la presencia Inca (1450-1535 AD). Se destaca la representación de un artefacto relacionado con el ritual mencionado reiteradas veces en las crónicas: la vara emplumada. No se cuentan con antecedentes de esta representación en otros sitios con arte rupestre del NOA ni de su presencia en el registro arqueológico de la región. La información proveniente de las crónicas aportó referencias sobre la utilización y significado de las varas emplumadas. Asimismo, mostró la importancia de estos artefactos como parte de la parafernalia ritual calchaquí relacionada con la fertilidad y el éxito de las cosechas. Se destaca la representación de las figuras humanas que portan estas varas, con detalles en su vestimenta y vistosos tocados de plumas que señalan la relevancia del arte plumario en relación con el ritual. Palabras clave: arte rupestre, ritual, vara emplumada, Desarrollos Regionales.

Abstract Colorful scenes are characteristic of Guachipas rock art, (Salta province, Argentina). These scenes include human figures richly dressed, in some cases with animal figures. Most of the representations have been assigned to the Desarrollos Regionales Period (1000-1450 AD) and possibly to the Inca Period (1450-1535 AD). Stands out the representation of an artifact related with rituals mentioned various times in the chronicles: the feathered sick. There are no other examples of this figure in other rock art sites or in archeological contexts of northwestern Argentina. Chronicles contributed to the understanding of the use and meaning of the feathered ticks. Also chronicles show the importance of these artifacts related to the fertility and success of

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crops. The human figures that carry the sticks are richly dressed with attractive feathered headdresses that show the relevance of feathers in relation with sacred rituals. Key words: rock art, ritual, feathered stick, Desarrollos Regionales Period.

Resumo A arte rupestre do departamento de Guachipas, província de Salta (Argentina), caracteriza-se por suas cenas coloridas. Essas cenas envolvem nunerosas figuras humanas ricamente adornadas, em alguns casos, as figuras de animais acompanham a moda. A maioria dessas representações foram atribuída ao período dos Desenvolvimentos Regionais (1000-1450 D.C.) e, possivelmente, momentos de presença Inca (1450-1535 D.C.). Destaca-se a representação de um artefato que está associado com o ritual repetidamente mencionado nas crônicas: plumas goldenrod. Eles não são contados com uma história dessa representação em outros sites com arte rupestre da NOA nem sua presença nos registros arqueológicos da região. Informações de crônicas fornecidas referências sobre o uso e significado das penas varas. Ele também mostrou a importância destes dispositivos como parte da Calchaquíes parafernália ritual relacionada à fertilidade e o sucesso das colheitas. Destaca-se a representação de figuras humanas carregando essas hastes, com detalhes sobre seu vestido e cocares coloridos que indicam a relevância da pluma de arte em conexão com o ritual. Palavras-chave: arte rupestre, vara ritual, penas, Desenvolvimentos Regionais.

Introducción El objetivo de este trabajo es profundizar en el significado del arte rupestre de la microrregión Guachipas, Salta (Argentina) y en su posible relación con mitos y rituales de los habitantes de este espacio durante los Períodos de Desarrollos Regionales (1000-1450 AD) e Inca (1450-1535 AD) (González y Pérez, 1972; González, 1998;

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entre otros). Los sitios con arte rupestre de la mencionada microrregión, incluidos en este análisis, presentan representaciones particulares que permiten intentar un análisis en este sentido. Entre estas, la representación más destacada es la de un artefacto relacionado con el ritual que es mencionado en las crónicas como vara emplumada, será el centro de este análisis. Este artefacto también es llamado varilla emplumada, o simplemente palo emplumado dependiendo del autor que lo menciona. Si bien varios investigadores (Quiroga, 1929; Ibarra Grasso, 1971; Navamuel, 1980; González, 1983; Nastri, 2008, entre otros) han rescatado de las crónicas la importancia de las varas emplumadas para los rituales diaguitas, le corresponde a Ambrosetti (1903) el haber realizado las primeras referencias directas de este artefacto en el arte rupestre.

La vara emplumada se representa siempre sostenida por una figura humana con sus dos manos en sentido vertical. Se trata de un palo o vara que lleva adosados en toda su extensión penachos de plumas, en los casos analizados pueden variar entre los cinco y diez penachos. En la mayoría de los ejemplos se representa de una longitud mayor a la de la figura humana que la porta. El personaje que la sostiene puede estar solo o acompañado de otra figura humana; se trate de una figura humana o dos (en algunos casos posiblemente una figura masculina y otra femenina), se presentan con tronco y rostro de frente y, brazos y pies de perfil. Asimismo, pueden estar representados con tocados de plumas, vestimentas y/o tobilleras, es decir ricamente ataviados.

Área de estudio La microrregión Guachipas está ubicada en el departamento homónimo en el centro de la provincia de Salta, Noroeste Argentino. Los soportes utilizados para la ejecución de las pinturas son aleros y abrigos labrados en un conjunto de sierras que forman parte de la cordillera Oriental (Turner y Mon, 1979). En términos geológicos, la roca soporte corresponde a areniscas rojas del subgrupo Pirgua (grupo Salta). Estas

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serranías presentan escarpadas cadenas montañosas separadas por valles profundos entre los que se cuentan el Calchaquí, por el Oeste, y el de Lerma, por el Norte.

Se han definido dos sectores para el estudio de las pinturas rupestres del área: hacia el Norte, el sector quebrada de Ablomé, actualmente adyacente al gran espejo de agua conformado por el dique Cabra Corral o General Belgrano y, hacia el sur, el sector Las Juntas separado del anterior por 40 km aproximadamente (Figura 1). Ambos presentan una vegetación variada que responde a diferencias altitudinales. Para acceder a los sitios próximos a Las Juntas se atraviesan diversos pisos, entre los cuales interesa destacar el de la selva montana o yungas a 1200 msnm con un sector a menor altura que es el del cebil (Anadenanthera colubrina var. cebil). El piso superior, que continúa al anterior, es el del aliso (Alnus acuminata) y prados subandinos, entre 1500 y 2500 msnm. Allí es donde se localiza el cerro Cuevas Pintadas, a 1800 msnm, la localidad con mayor cantidad de sitios con pinturas rupestres de la microrregión. En los prados subandinos la vegetación se caracteriza por un pobre desarrollo arbóreo, presencia de matas arbustivas y una abundante extensión de herbáceas o pastizales, musgos y líquenes, un espacio geográfico apto para la práctica pastoril actual, y que en tiempos prehispánicos posiblemente fue escenario de prácticas agrícolas (Podestá et al., 2013).

Los sitios mencionados en este trabajo se encuentran todos en el sector norte, quebrada de Ablomé, ABL1, ABL3, ABL5 y ABL6 (señalados en el mapa como S1, S3, S5 y S6) (Figura 1). Es necesario aclarar que se ha constatado que los dos sitios ubicados por Ambrosetti en quebrada de la Bodega (La Bodega 1 y 2, ABL 7 y ABL 3 respectivamente de nuestra clasificación), en realidad están situados en la quebrada de Ablomé. Años más tarde, Navamuel denominará, Ablomé a ABL1 y Arroyo Seco al sitio ABL3 de nuestra clasificación (Alonso et al., 2000). Este último sitio presenta un emplazamiento que dificulta su relevamiento ya que los motivos se encuentran a casi

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cinco metros de altura sobre una pared vertical apoyada en un talud de pronunciada pendiente. Esta característica del emplazamiento del soporte supone también una dificultad en la ejecución de las representaciones.

Figura 1: Mapa de la microrregión Guachipas. Ubicación de los sitios

Antecedentes En 1903 Ambrosetti publica un breve artículo donde da cuenta de cuatro sitios arqueológicos con arte rupestre en la provincia de Salta. Dos de estos sitios se ubican en la quebrada de la Bodega. La figura 4 de dicho artículo es un dibujo realizado por Eduardo Holmberg del segundo sitio de La Bodega (Figura 2), que muestra una serpiente con un antropomorfo en sus fauces, varios antropomorfos y algunos camélidos en diferentes actitudes. Con respecto a los escutiformes que acompañan la escena, asume que serían contemporáneos de los de Gruta de Carahuasi. El autor aclara que el resto de las representaciones se encuentran muy desvaídas. En su descripción del conjunto menciona que las figuras humanas portan varitas emplumadas, ya descriptas por los cronistas como los Padres Lozano y Guevara,

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asignándole a la escena un significado ritual relacionado con los fenómenos atmosféricos (Ambrosetti, 1903).

Figura 2: Ambrosetti 1903, figura 4, sin escala en el original.

Cuando González (1983) hace una revisión de las crónicas que citan las varas emplumadas en su análisis de cuatro piezas de la colección Zavaleta depositadas en el Museo Etnológico de Berlín (Ethnologisches Museum), sugiere la posibilidad de que estas piezas sean varillas emplumadas. Si bien se trata de artefactos sumamente interesantes por su originalidad y decoración, no se ajustan a la descripción de la vara emplumada, ya que carecen de plumas. Si se tiene en cuenta la descripción de Lozano podría tratarse de algún tipo ídolos caylles. Sin embargo, podrían investigarse los otros artefactos que se observan en la figura del artículo de González. Los artefactos representados en el arte rupestre de los sitios de la quebrada de Ablomé se acercan notablemente a las descripciones realizadas por los cronistas.

En una publicación especial sobre el área del dique Cabra Corral, Navamuel describe someramente el sitio Ablomé, entre otros, y el segundo sitio de La Bodega descripto por Ambrosetti adscribiéndolos al Período Agro-alfarero Tardío. A éste último, sin dar su ubicación, lo denomina Arroyo Seco. La autora menciona la inconfundible escena de la serpiente, los antropomorfos con bastón de mando y las cabezas trofeo (que Ambrosetti no había registrado previamente) (Alonso et al., 2000).

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Por su parte, de Hoyos (2010) hace una presentación de La Bodega centrándose en el segundo sitio denominándolo La Bodega 2. Realiza una detallada descripción de las representaciones, incluyendo las figuras humanas ataviadas con importantes tocados de plumas que llevan una vara emplumada. Si bien reflexiona sobre el posible significado del arte rupestre no profundiza específicamente en la representación de la vara emplumada.

En el año 2011 el Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano (INAPL) y el Museo de Antropología de Salta (MAS) comenzaron un trabajo de relevamiento en la Quebrada de Ablomé, próxima al Embalse Gral. Belgrano, dique Cabra Corral. Durante el relevamiento se identificaron cinco sitios con arte rupestre ABL1 (Ablomé), ABL 3 (La Bodega 2), ABL5, ABL6 y ABL 7 (La Bodega 1), dos áreas de morteros, ABL2 y ABL4, y una estructura (ABL Estructura) (Figura 1). A partir del nuevo relevamiento fotográfico (con aplicación de técnicas de tratamiento digital en laboratorio, Photoshop y D-Strech) se logró un nivel de detalle imposible de alcanzar en el pasado.

En el arte rupestre de los sitios de la quebrada de Ablomé se han contabilizado 650 motivos, de los cuales 411 (63,23%) son figurativos, 103 (15,85%) son abstractos y 136 (20,92%) indeterminados por deterioro. Entre los figurativos se destacan los escutiformes con o sin atributos humanos (n: 115; 17,69%) y los antropomorfos (n: 97; 14,92%). Por su parte, entre los abstractos sobresalen las líneas, rectas y curvas, (n: 78; 12%) y las figuras geométricas (n: 17; 2,62%). Las escenas merecen una aclaración especial ya que se han identificado 33 casos (5,08% del total general de motivos). Este modo de representación constituye una característica fundamental del arte rupestre de esta localidad. Los ocho motivos de figuras humanas portando las varas emplumadas forman parte de estas escenas junto con otros antropomorfos y escutiformes.

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Las representaciones de la vara emplumada En el sitio ABL1 se encuentran las primeras representaciones de la vara emplumada. El primer motivo se compone de dos figuras humanas de color gris, la de la derecha lleva en sus manos una varilla con ocho penachos de plumas. En un pequeño sector de techo se encuentra el segundo motivo. Se trata también de dos figuras humanas en color gris oscuro, sin detalles de vestimenta ni tocado, la figura que lleva la vara emplumada tiene indicación de sexo masculino. Otros motivos como escutiformes, camélidos, felinos y suris se han documentado en este sitio.

En ABL6 se registró la representación de una figura humana con rostro y cuerpo de frente, brazos y piernas de perfil, luciendo un tocado de nueve plumas y llevando una vara con siete penachos de plumas. Ambos atributos son bicolores (amarillo, negro). El rostro triangular es amarillo delineado en negro con ojos en blanco, el traje presenta franjas horizontales en blanco y amarillo sobre fondo negro y sus piernas negras llevan tobilleras blancas (Figura 3).

Figura 3: Figura humana con tocado, tobilleras y vara emplumada (ABL6).

El sitio ABL3 (La Bodega 2) se presenta como una superficie de roca expuesta, con diferentes sectores producto de la fractura natural de la roca, el techo también se encuentra pintado. Se observan camélidos agrupados, enfrentados o formando

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caravanas, en un caso con un antropomorfo guía que lleva un importante tocado de plumas y un arco. Se destacan los motivos de escutiformes, de antropomorfos triangulares alineados, con vestimenta tipo túnica con cruces e indicación de peinados de moños hopi (sensu Millán de Palavecino, 1970). Asimismo, se observan antropomorfos portando una variedad de objetos. En la porción superior del soporte se encuentra un motivo de serpiente con una figura humana en sus fauces rodeada con tres antropomorfos arrojando proyectiles y otros llevando armas. Finalmente, en proximidad a la cabeza del ofidio se encuentra una pareja de figuras humanas, la de la derecha (posiblemente femenina debido a su peinado hopi también representado en las urnas Santamarianas) de frente de cara triangular, lleva vestimenta tipo túnica con cruz y franja blanca a la cintura, y ambos brazos posados en el otro personaje (Figura 4). La figura de la izquierda (posiblemente masculina), con la misma posición e igualmente de cara triangular, lleva tocado de tres plumas y el cabello recogido, traje tipo túnica sólo con franja blanca a la cintura y tobilleras, con ambas manos sostiene un vara emplumada con siete penachos de plumas. Ambos personajes tienen ojos, nariz y boca. Hacia la parte media de la serpiente se ubica otro antropomorfo (similar al de la izquierda de figura anterior), que luce tocado de seis plumas y vara emplumada de cinco penachos. En el extremo derecho del panel se ubica el tercer personaje con tocado de 11 plumas y vara emplumada con siete penachos. En la parte inferior de este conjunto se observan cuatro cabezas trofeo cuyos rostros presentan las mismas características que las figuras humanas antes descriptas. El conjunto presenta escenas en las que intervienen numerosos antropomorfos y zoomorfos con un alto contenido narrativo cuya complejidad no será discutida en el presente artículo. Todo lo descripto se ejecutó en blanco, negro y varios tonos de gris.

Coincidimos con Ambrosetti (1895 y 1903) cuando afirma que los motivos de escutiformes son similares a los de la Gruta de Carahuasi, así como también con de

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Hoyos (2010) en que el conjunto se asigna al Período de los Desarrollos Regionales o inclusive a momentos de la ocupación incaica (Podestá et al., 2013).

Figura 4: Figuras humanas en pareja con vara emplumada (ABL3)

Por su parte, el alero ABL5 muestra los últimos ejemplos (Figura 5). En el sector interior del alero, se observa una figura humana ejecutada en color negro, llevando en sus manos una vara decorada con semicírculos y líneas. Debido a que este motivo no presenta tantos detalles como los anteriores ejemplos no se describe como vara emplumada, no obstante las coincidencias en la postura de la figura y el artefacto llevan a suponer que se trata del mismo tipo de representación (Figura 6). En el sector exterior del mismo alero se ubica otro motivo de antropomorfo llevando una vara emplumada. El personaje ejecutado en gris oscuro luce un tocado de, al menos, diez plumas y lleva en sus manos una vara con cinco penachos de plumas. En el mismo conjunto se registran otras dos figuras de antropomorfos con tocado y en la misma posición que el motivo anterior que llevan varas en las cuales no se observan plumas, no obstante este sector del soporte se encuentra sumamente deteriorado, afectado por exfoliaciones.

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Figura 5: Vista general del sitio ABL5

Figura 6: Figura humana con vara emplumada sin tocado de plumas (ABL5)

Características de la representación de la vara emplumada Resumiendo las características generales de la representación de la vara emplumada se observa que solo en dos de los ejemplos la figura sobrepasa los 20 cm de altura, en un caso por 2 cm a la figura humana, y en el otro (ABL5) la figura mide 30 cm. Este último ejemplo es justamente el que más se diferencia de los demás con un

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personaje sin detalles de rostro, ni de vestido o tocado y con una vara sin plumas evidentes.

Según Aschero (2000) estas figuras corresponderían al canon Hu-H “…representa la figura humana de frente manteniendo las piernas en perspectiva torcida con los pies indicando la dirección de la marcha,” y dentro de este se adscribirían al patrón H2 que corresponde a figuras con vestimentas cuadrangulares o trapezoidales, reconocidas como uncus (Aschero, 2000:30).

En tres de los ocho casos presentados el personaje que porta la vara se encuentra acompañado. Con respecto a su orientación, hay dos casos orientados hacia la izquierda y seis a la derecha. Esta característica no parecería correlacionarse con ninguna de las otras variables observadas.

En el caso especial de ABL3 los personajes que portan la vara emplumada son los únicos que llevan tocados de plumas (excepto el caso de un caravanero). Comparando este sitio con ABL1 y con los sitios del sector sur (Las Juntas), no se encuentran escutiformes con tocados mientras que, en las localidades mencionadas, se han registrado numerosos casos de escutiformes con variedad de tocados de plumas. En todos los sitios relevados, la representación de la vara emplumada está acompañada de camélidos y escutiformes con o sin atributos humanos y antropomorfos (Podestá et al., 2013 y 2014).

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Sitio

Fig. human a sola /en par

Tocado de plumas

Vestimenta decorada

Tobillera

Orientación

Técnica

Color

ABL 1

en par

no

no

no

derecha

monocromía

Gris

ABL 1

en par

no

no

no

derecha

monocromía

Gris oscuro

LB2

en par

si

si

si

izquierda

bicromía

Gris oscuro, blanco

LB2

sola

si

si

si

derecha

bicromía

Gris oscuro, blanco

LB2

sola

si

si

si

derecha

bicromía

Gris oscuro, blanco

ABL 5

sola

no

no

no

derecha

monocromía

Gris oscuro

ABL 5

sola

si

no

no

derecha

monocromía

Gris oscuro

ABL 6

sola

si

si

si

izquierda

tricromía

Blanco, gris, amarillo

Tabla 1: Características generales de las varas emplumadas

Tabla 1: Características generales de las varas emplumadas

Información etnohistórica y arqueológica Entre la bibliografía disponible que utiliza las crónicas para identificar rituales en el área andina interesa destacar a Núñez y Castro (2011). Estos autores se ocuparon del reconocimiento de rituales prehispánicos andinos y reconocieron las dificultades que existen para documentarlos. Sin embargo, afirman “que las representaciones iconográficas disponibles suelen ser a veces tan naturalistas y explicitas que permiten identificar personajes sacralizados…” (Núñez y Castro, 2011:153). Su trabajo se basa en el análisis de un documento sobre extirpación de idolatrías que aporta valiosas descripciones para identificar artefactos relacionados con cultos andinos de fertilidad. El caso aquí presentado se ajustaría a lo que estos autores describen como

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“representaciones iconográficas naturalistas y explícitas” dada la cantidad de detalles que muestran la mayoría de las figuras analizadas.

Asimismo, González (1983) realiza un exhaustivo recuento acerca de la religión y el culto en el Noroeste Argentino en los diferentes períodos presentando también un análisis de variadas crónicas. El autor reflexiona sobre la factibilidad de identificar lo “realmente autóctono o local” y lo inca en base a información etnográfica generada, en algunos casos muy tardíamente, llegando a la conclusión que sólo una comprensión de todo el proceso cultural permitirá avanzar en este sentido (González, 1983:234).

Si bien no se pretende hacer una interpretación literal del arte rupestre, creemos que a través de las crónicas podemos aproximarnos a aspectos de la vida ritual de las sociedades andinas del pasado. El caso de las varas emplumadas representadas en una localidad específica y circunscripta como la quebrada de Ablomé, nos ha llevado a realizar este trabajo. Los cronistas, la mayor parte de los cuales eran sacerdotes, describen con detalle los rituales de fertilidad, esta información puede enriquecer nuestras expectativas a la hora de explorar posibles significados del arte rupestre.

Teniendo en cuenta todo lo anterior, se realizó una revisión de las crónicas citadas por otros autores y otras en las cuales se hallaron nuevas referencias sobre la utilización y significado de las varas emplumadas. Si bien se entiende que el significado de las pinturas no es recuperable, el estudio de las crónicas puede ser un camino que aporte datos para comprender el carácter de su temática. Es decir, la función social que cumplen esos motivos asociados en mostrar, evocar, generar y/o transmitir imágenes que tienen significación en la memoria social (Aschero, 1988).

La consulta de las crónicas tuvo como objetivo resolver el interrogante: ¿qué tipo de artefacto se representa ilustrado con tanto detalle?

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El punto de partida se basó en las referencias citadas por Ambrosetti (1903) en relación a la utilización de la vara emplumada. El Padre Lozano (1754) es muy elocuente al respecto y cuenta que, específicamente en el valle Calchaquí: Adoraban por Dioses al trueno, y al rayo, á quien tenían dedicadas unas casas pequeñas, en cuya circunferencia interior clavaban unas varas rociadas con sangre de carnero de la tierra, y vestidas de plumages de varios colores, á las quales, por persuasión del padre de la mentira, atribuían virtud de darles quanto bueno poseían. No adoraban solas estas deidades en aquellos de sus Templos, pues rendían culto también en ellos á otros Idolos, que llamaban Caylles, cuyas Imagenes labradas en laminas de cobre traían consigo, y eran las joyas de su mayor aprecio: y asi dichas laminas, como las varitas emplumadas, las ponían con grandes supersticiones en sus casas, en sus sementeras, y en sus Pueblos, creyendo firmemente, que con estos instrumentos vinculaban á aquellos sitios la felicidad, sobre que decían notables desvaríos, y que era imposible se acercasse por allí la piedra, la langosta, la epidemia, ni otra cosa, que les pudiesse dañar (Lozano, 1754:425).

Luego de ser catequizados, para festejar y agradecer de verse libres de la esclavitud del demonio, los objetos de culto fueron quemados: Las luminarias con que solemnizaron esta fiesta de su libertad, fueron las hogueras en que reducian a pavesas las imágenes de sus mentidas Deidades, las varillas, los plumages, y todo quanto antes mas apreciaban, por consagrado á su culto supersticioso (Lozano, 1754:427).

El mismo cronista cuenta que los lugares destinados al culto recibían el nombre de zupca en cacano que significaba “lugar de sacrificios” (Lozano, 1754:295), mientras que otros cronistas como el Padre Torres los denominan mochaderos (Torres citado en Castells, 1912:187). Con respecto a los mochaderos González (1983) aclara que estos pueden referirse a una amplia variedad de cosas (menhires, casas, piedras grandes, etc.). Este término no debe confundirse con el de huaca, que alude a los lugares sagrados.

El Padre Guevara (1836) describe en el capítulo XI De sus ídolos y hechiceros que: Los calchaquís eran al parecer más supersticiosos al trueno y al rayo. Los adoraban por dioses y les tenían levantados templos y chozuelas, cuya interior circunferencia rodeaban con varas rociadas con sangre de carnero de la tierra,

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y las llevaban a sus casas y sembrados, prometiéndose de su virtud, contraída a la presencia del numen, toda felicidad y abundancia (Guevara, 1836:22).

La utilización de las plumas como adorno fundamental en la parafernalia ritual es un rasgo muy extendido en toda la América precolombina. El Padre Bernabé Cobo señala que los indios del Perú: Sobre estas vestiduras ordinarias se ponían sus galas y atavíos cuando iban a la guerra, y en los regocijos y fiestas solemnes. Los más de estos arreos eran de plumas de varios y vistosos colores. Encima de la frente se ponían una diadema grande de pluma levantada en alto en forma de corona o guirnalda, llamada pilcorara, y otra sarta de la misma pluma al cuello a modo de valona; y por el pecho otra como gorguera que se remataba en los hombros (Cobo 18912 [1653]:161).

Entre las referencias indirectas a los diaguitas/calchaquíes, un dato que no se puede pasar por alto es el peinado de los personajes, que en algunos casos se hace evidente en las representaciones. El peinado de la figura humana que acompaña al portador de la vara (Figura 4) presenta el moño hopi como suele representarse también en las asas de algunas alfarerías, y que según Millán de Palavecino (1970), estaría representando un peinado femenino típicamente calchaquí. Entendemos que el peinado constituía un rasgo de identidad como el Padre Bernabé Cobo describe: (…) diferenciándose cada nación por el tocado, porque, dado que todos andaban con el cabello largo unos lo traían cortado por bajo de las orejas y otros muy largo; unos trenzado y otros suelto, y los más vendado o ceñido con diversas suertes de ligaduras (1891-2 [1653]:231).

Por lo tanto, si tenemos en cuenta este detalle y la similitud con este rasgo decorativo de la cerámica, se trataría de personajes calchaquíes.

Para los momentos incaicos, Garcilazo de la Vega (2005) describe los atributos del Inca y menciona como atributo de guerra una lanza con plumas. Este sería el único caso en que se menciona este tipo de artefacto relacionado con la guerra y no con las cosechas.

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Hecha la adoración y el desayuno –que se hacía a la hora señalada, para que todos a una adorasen al sol- salía de la fortaleza un Inca de la sangre real como mensajero del sol ricamente vestido, ceñida su manta al cuerpo, con una lanza en la mano guarnecida con un listón hecho de plumas de diversos colores de una tercia en ancho, que bajaba desde la punta de la lanza hasta el regatón pegada a trechos con anillos de oro- la cual insignia también servía de bandera en las guerras. Salía de la fortaleza y no del templo del sol, porque decían que era mensajero de guerra y no de paz: que la fortaleza era casa del sol, para tratar en ella cosas de guerra y armas- y el templo era su morada, para tratar en ella de paz y amistad (Garcilazo de la Vega, 2005 [1609]:429).

Por su parte, el Padre Bernabé Cobo describiendo las insignias reales del Inca menciona el sunturpaucar que “…era un asta poco más corta que de pica, cubierta y vestida toda de alto a bajo de plumas cortas de colores varios asentadas con tal primor, que habían galanas labores, y por remate, en lo alto, salían tres plumas grandes” (Cobo 1891-2 [1653]:287).

Con respecto a la pervivencia de rituales en el mundo andino, la obra de Manzo (2010) menciona en numerosas oportunidades la preocupación de los sacerdotes, encargados de las extirpaciones de idolatrías, en relación a la obstinación de los nativos a la hora de abandonar los antiguos cultos. El autor transcribe los 41 puntos del Edicto de Idolatrías de Villagómez, referidos a costumbres, ritos y celebraciones. Si bien la mayoría menciona rituales y ofrendas relacionados con el ciclo agrícola, interesa rescatar tres: 3. Si han adorado, o adoran las huacas, que llaman Compac (Conopa) cuando limpian las acequias para sembrar, ofreciéndoles sacrificios de chicha, coca, sebo quemado, o otras cosas (Manzo, 2010: 89). 13. Si al tiempo que cogen las sementeras hacen las ceremonias, y bailes que llaman Ayrigua atando a un palo, o rama de árbol unas mazorcas de maíz bailando con ellas (…) (Manzo, 2010: 90). 18. Si han adorado, o adoran al rayo, llamándole Libiac, y diciendo que es el señor, y criador de las lluvias, y si se le han ofrecido, y ofrecen sacrificios de carneros de la tierra, cuyes, o otras cosas (Manzo 2010: 91).

El estudio sobre los rituales actuales relacionados con el cuidado de las acequias y los cultivos en Perú, realizado por Borea Labarthe (2004) contribuye a la comprensión de su complejidad simbólica. Guamán Poma de Ayala (1993 [1614]) cuando describe

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las tareas relacionadas con el calendario agrícola, en tres de sus ilustraciones muestra un personaje, el parian, en el cual se observan similitudes con los ejemplos analizados en el presente trabajo. No obstante, el análisis de su descripción muestra varias diferencias. El parian lleva un bordón (báculo) adornado con borlas de lana y como capa luce una piel de zorro. Los personajes ilustrados en Ablomé llevan tocado de plumas en vez de capas de piel y su vara está adornada con plumas. Su inclusión en esta discusión se debe a que, si se analizan las descripciones encontradas en las crónicas, su función (proteger a los cultivos de las plagas) es similar.

Para concluir, interesa recordar el hallazgo de un bastón emplumado y otros elementos de plumas en la capa E2 de la cueva III de Huachichocana (provincia de Jujuy) (Fernández Distel, 1974:115). Estos artefactos resultan dignos de mencionar aunque se hayan recuperado, en una localidad lejana de nuestra área de estudio, y de una capa acerámica asignada por la autora posiblemente un precerámico final (Fernández Distel, 1974:123). El otro posible hallazgo de un artefacto similar se encuentra en el artículo de González (1983) donde se incluye una antigua foto que muestra a un famoso coleccionista con unas varillas en sus brazos. En este caso sí se tratarían de contextos del Período de los Desarrollos Regionales y mucha más cercanos a Guachipas.

Otras imágenes asociadas al tema que tratamos son: la representación del Señor de los camélidos de La Isla (norte de Chile) muestra una figura humana llevando báculos emplumados en ambas manos (Berenguer, 1999:30). Según el autor, figuras semejantes se asocian a contextos tempranos. En la provincia de Salta en el sitio La Damiana 1, en la Quebrada de Incahuasi fue registrado un motivo grabado de dos figuras antropomorfas, una de ellas portando un artefacto de similares características a una vara emplumada (de Feo y Ferraiuolo, 2007:46). Si bien se aclara que habría también en este sitio motivos asignados a momentos más tempranos, las autoras

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mencionan la presencia en superficie de cerámica característica del Período de los Desarrollos Regionales (de Feo y Ferraiuolo, 2007). Ambos ejemplos son casos aislados, no obstante puede tratarse de la representación de artefactos similares, teniendo en cuenta que tratándose de grabados la técnica no permite el mismo nivel de detalle que se logra en la pintura.

Discusión Un rasgo decisivo a considerar en el análisis de estas representaciones es la presencia de plumas, tanto en el adorno de las figuras humanas como del artefacto que llevan. Las fuentes etnohistóricas coinciden en que la utilización de las plumas se da en dos situaciones específicas, guerra y ritual. Sin embargo, se lo relaciona con la guerra solo cuando se menciona un artefacto similar a la vara emplumada para los momentos incaicos. En las fuentes referidas a los valles calchaquíes siempre se lo relaciona con rituales de fertilidad.

Recordemos que el área estudiada se encuentra incluida dentro del área de influencia del estilo santamariano (Nastri, 2008; Marchegiani et. al., 2009, entre otros), Nastri propone que “elementos tales como arreglos cefálicos, cabezas trofeo y otros referentes significativos del simbolismo calchaquí, constituyen indicadores de una cosmovisión de tipo chamánica y sacrificial” (2008:9). Por su parte Lozada Pereira señala que, si bien en la actualidad en el mundo andino hay una enorme cantidad de ritos relacionados con la ganadería, la pesca, el pastoreo, los viajes y las fiestas patronales; los ritos agrícolas son los más importantes en el imaginario colectivo por su relación con la producción y por las imágenes míticas y religiosas que evocan (Lozada Pereira, 2003). Es decir, desde tiempos prehispánicos hasta la actualidad, los sacrificios rituales de fertilidad ocupan un lugar central en las tradiciones andinas.

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Si la vara emplumada es un objeto relacionado con el culto eventualmente se tendría que explorar cuál fue la función de la quebrada de Ablomé en el contexto microrregional. Los sitios arqueológicos con arte rupestre de la quebrada de Ablomé pudieron haber funcionado para la realización de actividades específicas, si bien el arte rupestre de los sitios comparte características con los otros identificados en los trabajos de campo, cabe preguntarse por qué determinados motivos, como la vara emplumada, se registran con alta frecuencia solo en esta localidad. Los trabajos de excavación se encuentran en proceso en el sector sur, sin embargo aún no han comenzado en los sitios del sector norte.

Resulta curioso que con este artefacto sucede una situación similar a la de los escutiformes, están representados pero no se encuentran en el registro arqueológico, excepto el caso mencionado de Huachichocana, quizá por tratarse de artefactos conservados y de uso restringido dentro de la comunidad, sin descartar los habituales problemas de conservación de las materias primas utilizadas. Nunca se sabrá la cantidad de artefactos perdidos en el proceso de extirpación de idolatrías, sin embargo, a pesar de los años de investigaciones transcurridos aún queda mucho por descubrir en el Noroeste Argentino.

Agradecimientos A M. Mercedes Podestá y a Gabriela Guráieb por sus valiosos comentarios y su permanente aliento. A Marcelo A. Torres por su ayuda en el procesamiento de las figuras. A Paola Ramundo que con su evaluación contribuyó a mejorar este artículo. A las coordinadoras del Simposio 3 del Congreso Nacional de Arte Rupestre, Mara Basile y Danae Fiore, por su buena predisposición y valiosos comentarios.

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