La renovación de la dependencia en el s.IV: los espacios de thetes y misthotoi

July 14, 2017 | Autor: Miriam Valdés Guía | Categoría: Ancient Athens, Classical Athens, Social History of Classical Athens
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Descripción

Los espacios de la esclavitud y la dependencia desde la antigüedad

Homenaje a Domingo Plácido. Actas del XXXV coloquio del GIREA Desde una consideración del espacio como factor histórico activo en el

sociedades antiguas y posteriores, como son el espacio doméstico frente el espacio público, el espacio urbano frente al rural, los territorios colonizados o conquistados frente a las metrópolis, así como el estudio de los ámbitos religiosos, abriendo en muchos casos el foco hacia el análisis arqueológico. Esta temática es, además, especialmente adecuada para rendir homenaje, tras su jubilación, al Prof. Domingo Plácido, actual presidente del GIREA. À partir de la prise en compte de l’espace comme facteur historique actif dans les processus de création ou de dissolution des formes de dépendance, on compare les différents milieux où s’exerce la soumission, lesquels sont essentiels dans la construction des sociétés anciennes et postérieures, tels que l’espace domestique face à l’espace public, l’espace urbain face au rural, les territoires colonisés ou conquis face aux métropoles, mais aussi l’étude des espaces religieux avec, bien souvent, une ouverture vers l’analyse archéologique. De plus, cette thématique convient particulièrement à l’hommage rendu au professeur Domingo Plácido, actuel président du GIREA, pour son départ à la retraite.

Presses universitaires de Franche - Comté

Homenaje a Domingo Plácido. Actas del XXXV coloquio del GIREA

distintos ámbitos de sumisión que son centrales en la configuración de las

Los espacios de la esclavitud y la dependencia desde la antigüedad

proceso de creación o disolución de formas de dependencia, se comparan

Alejandro Beltrán, Inés Sastre, Miriam Valdés (dir.)

http://presses-ufc.univ-fcomte.fr

Prix : 49 euros ISBN 978-2-84867-521-3

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Presses u niversita i res de Fra nche- C omté

Institut des Sciences et Techniques de l’Antiquité

LOS ESPACIOS DE LA ESCLAVITUD Y LA DEPENDENCIA DESDE LA ANTIGÜEDAD Actas del xxxv coloquio del GIREA

Homenaje a Domingo Plácido

Alejandro Beltrán, Inés Sastre, Miriam Valdés Editores

Presses universitaires de Franche-Comté

XXXVo Coloquio internacional del GIREA, 2015

La renovación de la dependencia en el siglo iv: los espacios de thetes y misthotoi1

Miriam Valdés Guía Universidad Complutense de Madrid [email protected]

La situación después de la guerra del Peloponeso en Atenas, tras la pérdida de la guerra y del Imperio, en un contexto de acuciantes problemas financieros (Lisias, 30, Contra Nicómaco, 22; en los 70: Tuplin 1993: 162) y de pobreza generalizada para una parte importante del demos, con una clara polarización entre ricos y pobres (Aristófanes, Asambleístas, 197-198; Isócrates, Arquidamo, 67; Lisias, 24, En favor del inválido, 1617; Isócrates, 20, Contra Loquites, 15 y 22; Aristófanes, Pluto, 500-505; David 1984: 4), se ve bien sobre todo en las obras de Aristófanes, Asambleístas y Pluto (Lévy 1974; Sartori 1999; David 1984: 6 s.). Esta situación se prolonga, con altibajos, a lo largo del siglo IV2, en contextos en los que la recuperación imperialista se hace difícil y termina fracasando (Tuplin 1993) y donde las alternativas económicas favorecen el desarrollo de la evergesía, el enriquecimiento de unos pocos y el empobrecimiento de muchos (Plácido 2006; Plácido 2008; Fornis, Plácido 2009; Plácido, Fornis 2011). En las Asambleístas de Aristófanes (415 s.), por ejemplo, se hace un análisis de la situación de pobreza del demos, que no tiene ni para vestirse y resguardarse del frío del invierno, y en Pluto, Crémilo, el 1 

Este artículo se ha realizado con la ayuda del proyecto del ministerio de Ciencia e Innovación Identidad ciudadana en la polis griega arcaica y clásica y su proyección espacial y cultual (HAR2012-30870). 2  Pobreza tras la guerra del Peloponeso: Andócides, 3, Sobre la Paz, 36; Lisias, 24, En favor del inválido, 6; Lisias, 20, En favor de Polístrato, 33. Pobreza de los soldados en campaña: Lisias, 16, En favor de Mantíteo, 14; Lisias, 14, Contra Alcibíades el Joven, 14. Pobreza después de la guerra social: Jenofonte, Poroi, 1, 1; Isócrates, Sobre la Paz, 128. Situación en general de pobreza para el demos en el s. IV: Isócrates, 14, Plataico, 48 (del 373). Jenofonte, Económico, 20, 1; Jenofonte, Recuerdos de Sócrates, 2, 7, 12 (obra posterior al 371); Platón, República (390-370), 552a; 555c-e; Iseo, 5 (Diceógenes), 39 (discurso del 389); Demóstenes, 57, Eubúlides, 31 s. Mossé, 1976: 99. Plácido, 1989: 69-70. La pobreza lleva al crimen y a la delincuencia: Platón, República 552d; Leyes, 679b; Aristóteles, Política, 1265b 12; 1295b 11; 1320a 32 s.; Aristófanes, Asambleístas, 668, 565. Para pobreza: Jansen 2007: 135-140. Valdés, en prensa [Reformas]. Los espacios de la esclavitud y la dependencia desde la Antigüedad

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protagonista, un antiguo campesino propietario, señala que “le iban mal las cosas y era pobre” (28). Una parte importante del demos (incluidos miembros del demos campesino) no tiene más remedio que pasar o volver a la dinámica del trabajo por un misthos (muchas veces también en el plano militar, como mercenarios: Plácido 1980) y a situaciones de dependencia económica y social. Aunque algunos autores piensan que el trabajo de libres asalariado no era abundante (Millet 2002: 41-42), y posiblemente se veía con reticencia por parte de los antiguos propietarios que habían perdido su tierra, sí pudo aumentar este tipo de empleos con respecto al siglo V. Esta situación podría desprenderse de la relativa frecuencia, en las fuentes, de la descripción de situaciones extremas y de pobreza de ciudadanos, que buscarían una salida en la contratación. Esto no significa que el grueso del campesinado ático perdiera su tierra, ni tampoco impide pensar en una cierta revitalización de la agricultura en el siglo IV (Ober 1985: 13), sino que apunta, más bien, al aumento del trabajo por un misthos y por tanto a dependencias productivas. Esta situación se daría tanto en el campo como en la ciudad, afectando fundamentalmente a los ciudadanos más pobres, es decir, a los thetes (en el sentido de clase censitaria) con poca tierra, quizás menguada o incluso perdida en este periodo, ellos y/o sus mujeres y sus hijos (en algunos caso, como complemento o fuente de ingresos adicional), así como a ciudadanos “sin tierra” de Atenas (también de la clase de los thetes), pues reciben, además – ambos colectivos –, menos beneficios del “imperio”, en cleruquías y en sueldos públicos. No hay que descartar tampoco que antiguos campesinos propietarios de más entidad, que hubieran perdido su tierra por la guerra o por los cambios de fortuna – ellos o sus hijos –, como el caso de Eutero en Jenofonte que veremos más adelante, pasaran a ser contratados en las tierras de otros como jornaleros. Es decir, posiblemente tuvo más impacto la pérdida del imperio y las dificultades para recuperarlo que la propia guerra del Peloponeso en esta situación de aumento del trabajo por un misthos en el campo ático y en la ciudad.

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En el contexto del siglo IV la ciudadanía todavía protege frente a la esclavitud3 pero esa protección muestra ciertos indicios de debilidad y de “acomodo” a la situación socioeconómica real; así se muestra, por ejemplo, en propuestas como la de Formisio, de expulsar de la ciudadanía a los no propietarios de tierra después de la guerra4, o en juicios en los que se pone en tela de juicio la ciudadanía, a causa de la pobreza y del tipo de actividad profesional que se realiza, como se ve en el Eubúlides de Demóstenes (Plácido 1999: 441 s.; Plácido 1989: 69, 72). Esta debilidad también se percibe en las posibilidades de “burlar” la ley de prohibición de poner como garantía del préstamo la persona (Millet 1989: 29; 1991: 78) como veremos más abajo. A nivel ideológico y de reflexión sobre las cualidades necesarias para acceder a la ciudadanía, las expresiones son, por otra parte, mucho más abundantes, en autores y pensadores del siglo IV, como Jenofonte, Platón, Isócrates o Aristóteles (Croix 1981: 182-185; Mactoux 1980: 200, 202-203; Plácido 1989: 65-79; Plácido 2000; Plácido 2008). Lo que pretendemos indagar a través de estas líneas son los espacios y ámbitos en los que se renueva ese trabajo por un misthos y la condición en ellos de thetes y misthotoi (literalmente asalariados), fijándonos en los dos “polos” desde los que contemplar estas situaciones: el campo ático y la ciudad, el asty. La primera puntualización que habría que hacer sería la del término thes/thetes, porque designa tanto un clase censitaria, la más baja, desde Solón5, como un “jornalero, asalariado, sin tierra”, significado que es anterior y se encuentra ya en los poemas homéricos y en Hesíodo6. 3 

Mossé (1962: 159-160, 162 s., 255) señala que a pesar del empobrecimiento del demos en el s. IV se evita la stasis por los privilegios ligados a la ciudadanía, “sostenidos” por la ciudad. Oulhen 2004: 282-283 remarca la absoluta y neta distinción entre ciudadanos y esclavos en el s. IV. 4  Lisias, 34 (Sobre la abolición en Atenas de la constitución de los antepasados), argumento, según Dionisio: D.H., Lys., 32-33. Ver artículo de Gallego en este volumen. 5  Para clases censitarias, con bibliografía: Valdés, Gallego, 2010. La clase de los thetes designada como τὸ θητικόν: Aristóteles, Política, II, 1274a 21; Aristóteles, Constitución de los Atenienses, 7, 3-4; Harpocración, s. v. θῆτες καὶ θητικόν; Hesiquio, s. v. θητικόν. Focio, s. v. θῆσσαν; Suda, s. v. θῆττὰ y Suda, s. v. θητεὺς καὶ θητικόν. Pólux, 3, 33; escolio a Apolonio Rodio, Argonáuticas, 1, 193; Croix 2004, 12-13. Lisias, fr. 207 Sauppe = Harpocración, s. v. pentakosiomedimnon; Posidippus, fr. 38 Kassel-Austin = Harpocración s. v. thetes kai thetikon; [Demóstenes] 43, Contra Macartato, 54. Diodoro Sículo, 12, 18, 3. 6  Homero, Odisea, 11, 489-491. Odisea, 18, 357-361; Homero, Ilíada, 21, 444; Hesíodo, Trabajos y días, 600-603. Para thetes en este sentido: Bravo 1991/1992-1992/1993. Scheid-Tissinier 2002: 7-8. Finley 1964 [1954]: 59-61; Valdés 2014. Los espacios de la esclavitud y la dependencia desde la Antigüedad

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La pérdida de propiedades, y los menores beneficios del imperio, conllevarían la renovación del trabajo asalariado para ciudadanos atenienses, tanto en la ciudad como en el campo, como se ve en las fuentes. Algunos de estos ciudadanos, en cualquier caso, no habrían perdido quizás todos sus terrenos, pero tendrían, ellos o sus hijos (y mujeres), que recurrir como complemento o fuente primaria de ingresos, a emplearse como temporeros o jornaleros, de forma estacional (Croix 1981: 186). Así por ejemplo en Iseo (5, Diceógenes, 39), se alude a esta realidad de contratación como asalariado (misthotos) por necesidad, aunque no se especifica si en el ámbito rural o en la ciudad. Demóstenes, en el Eubúlides, en un pasaje ya mencionado, se refiere a las circunstancias del jornalero, situación que se equipara con el trabajo esclavo (doulika pragmata), en este caso tanto en la ciudad como en el campo (allí como segadoras y vendimiadoras), como consecuencia de la pobreza. En el Plataico (14, 48) de Isócrates (del 373 a.C.) se alude también a la contratación, por la pobreza, como thetes – con el sentido de jornaleros –, aunque tampoco se especifica el ámbito espacial. Como en el Eubúlides de Demóstenes, también en Jenofonte (Recuerdos de Sócrates, 2, 8), en el caso narrado por Sócrates de Eutero, incluso el emplearse como supervisor o capataz en la propiedad de otro es visto como signo de servidumbre o de esclavitud (douleian). También se nota ese desprecio en el discurso Sobre la Corona de Demóstenes (18, 51), donde se recalca con ironía: “A no ser que también a los segadores y a los que en alguna otra ocupación trabajan a jornal haya que llamarlos amigos y huéspedes de quienes los tomaron a sueldo” (trad. A. López Eire). Clásico es el ejemplo del jornalero, llamado pelates que menciona Platón en Eutifrón (4c), que trabajando “como un thes” (etheteuo) en Naxos, había matado a un esclavo y a él se le había dejado morir de hambre y frío. Los pelatai y thetes eran los que se habían identificado en la Atenas arcaica como hectémoros (sometidos a una situación probable de aparcería), susceptibles, como el atimos en aquella época, de torturas y castigos y de ser vendidos como esclavos de forma inmediata – agogimoi – (Valdés 2006). En testimonios más recientes, de fines del siglo IV, en la comedia nueva, también se encuentran ejemplos de jornaleros libres en las tareas agrícolas, como el joven hombre del Georgos que trabaja de este modo para el rico Cleeneteo con los esclavos de éste, para que vivan su madre y su joven hermana (Menandro, Georgos, 45 s.; Mossé 1962: 157). En este sentido, trabajarían con frecuencia, codo con codo, en el campo, esclavos con jornaleros XXXVo Coloquio internacional del GIREA, 2015

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libres (thetes o misthotoi), en muchos casos – antes de Antípatro –, ciudadanos. Es lógico suponer que antiguos propietarios campesinos que hubieran perdido o visto menguadas sus tierras, buscaran trabajo precisamente en aquello que sabían hacer, el trabajo en el campo, aunque no hay muchas fuentes que aludan a este tipo de trabajo, entre otros motivos por su baja consideración social ( Jameson 1977/78; Croix 1981: 593, n. 59; Jones 2004: 64)7. Las dificultades y menores beneficios en cleruquías en el siglo IV que en el V e incluso el retorno de clerucos sin tierras al Ática, después de la guerra o en la década de los 50 (Cargill 1995: esp. 29; Cawkwell 1981: 52 s.), como el caso del propio Eutero mencionado en Jenofonte, provocarían este tipo de renovaciones documentadas en las fuentes, a pesar de tratarse de una parte de la población y del demos con poco interés para los autores del siglo IV. Estos misthotoi tendrían, sin duda, poca capacidad para contratar los servicios de un orador, lo que lleva a pensar que el volumen de este tipo de situaciones debía de ser mucho mayor del que aparece en las fuentes. Uno de los problemas para el ciudadano, especialmente el antiguo campesino propietario empobrecido, que se contrataba como jornalero era psicológico pues veía, como muestran varios de los pasajes citados (Demóstenes y Jenofonte), denigrante este trabajo por un misthos que consideraba servil y que otras fuentes, como Aristóteles o léxicos tardíos, presentan como tal, similar al trabajo esclavo, con el que lo equiparan8. Aristóteles señala que son “embrutecedoras todas las artes que disponen a deformar el cuerpo, y también a los trabajos asalariados, porque privan de ocio a la mente y la hacen vil”, añadiendo poco después: “no es indigno del hombre libre hacer las cosas por sí mismo o por los amigos o por una excelencia, pero si se hace a menudo para otras personas 7 

Otros ejemplos: Aristófanes, Avispas, 712; Jenofonte, Hierón, 6, 10; Jenofonte, Económico, 18, 2. De Jenofonte, Económico, 20, 16, se infiere que podría contratarse a gran número de asalariados. Para asalariados (misthotoi y thetes) sin especificar el tipo de trabajo (posiblemente poco especializado): Platón, Político, 290 a; Demóstenes, 53 (Nicóstrato), 20; Teofrasto, Caracteres, 4, 6 (del 319: asalariados posiblemente privados, tras Antípatro, de la ciudadanía); Demóstenes, 49, Contra Timoteo, 51-52, en este caso contrapuestos a oiketai en el sentido de esclavos (Mossé 1976: 97), distinción que posiblemente se difumina a partir de Antípatro. 8  Aristóteles Política, III, 1277a-b; 1278a, lin. 13 y lin. 21-22. Cf. Bravo 1991/1992-1992/1993: 89; Lévy 1979: esp. 4041. Situación en s. IV: Plácido 1989: 55-79, esp. 66-69, con más textos de Aristóteles. Kyrtatas 2002. Mactoux 1980: 200 s. Asalariados en Aristóteles: Croix 1981: 182-185 con n. 6; Descat 2004: 397. Léxicos: ver nota siguiente. Los espacios de la esclavitud y la dependencia desde la Antigüedad

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puede parecer que obra como un jornalero o un esclavo” (Política, VIII, 2, 1337b 10 21 trad. M. García Valdés). Entre estos thetes habría no sólo obreros o trabajadores no cualificados empleados, como veremos más adelante, sobre todo en la ciudad, sino también jornaleros y braceros en el campo. Los léxicos tardíos también definen al thes como jornalero, parásito, esclavo o como aquél que se esclaviza por un salario (misthos) o realiza tareas propias de un esclavo9. En este sentido, quizás se aspiraba o bien a volver a adquirir alguna propiedad (o en Ática o en nuevas cleruquías en el exterior con un apoyo a las políticas imperialistas, característico de “los muchos y de los populares” y “de los pobres” según las Helénicas de Oxirrinco, I, 3 y Aristófanes, Asambleístas, 197-198, a inicios del siglo IV), o bien quizás a una solución en cierto modo intermedia, pero más “digna” que la del trabajo asalariado, como la del arrendamiento de propiedades a cambio de una renta anual. En Atenas está documentado con frecuencia el arrendamiento en el siglo IV, pero se ha demostrado que éste (o por lo menos casi todo lo que se conoce de él a través de la epigrafía) está fundamentalmente asociado – sobre todo en relación con el arrendamiento de propiedad comunal, pública, de asociaciones y las propiedades de huérfanos – a personas con una posición económica holgada (Mossé 1962: 50; Osborne 1988; Jones 2004: 27 s.; Papazarkadas 2011), en un “mercado” que busca dinamizar y proporcionar líquido a los propietarios, entre otros motivos. Ello no impide, como ha formulado, desde nuestro punto de vista acertadamente, Osborne, que no hubiese al mismo tiempo situaciones de arrendamiento de tierras privadas a pobres como elemento lucrativo y beneficioso para los dueños, quizás ante situaciones de dispersión de la propiedad en distintos territorios (Mossé 1962: 50-60; Osborne 1985: 62; Descat 2004: 385; Paiaro 2008: 215), en situaciones desfavorables para los que arrendaban la propiedad. Algo de esta realidad se percibe en los arrendatarios del cliente de Lisias que alquila la propiedad por cortas temporadas y, en uno de los casos, a un liberto10. Según Osborne (1988: 317-318), los pobres, excluidos del arrendamiento de tierras públicas o 9 

Hesiquio, s. v. θής; Hesiquio, s. v. θητεῖαι; Hesiquio, s. v. θητεύει. Suda, s. v. θῆτες; Suda, s. v. θητεία; Suda, s. v. θητικὸν. Hesiquio, s. v. θῆτας. Theteuo y latreuo puede significar “servir como un doulos”: Plácido 1989: 65-66 (con más fuentes). 10  Lisias, 7, Defensa sobre el tocón de olivo, 9: el cliente de Lisias arrienda primero la tierra a Calístrato durante dos años y luego a un tan Demetrio sólo por un año, luego a Alcias, un liberto que murió, y a Proteas por tres años (7, 10). Cf. Paiaro 2008: 212-213, que piensa que este tipo de arrendamientos era también frecuente en el s. V. Sin duda, la falta de recursos proporcionados por el imperio para los pobres, incrementó este tipo de situaciones. XXXVo Coloquio internacional del GIREA, 2015

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de las de los huérfanos, sólo podían arrendar tierras privadas en términos desfavorables. En otro texto de Lisias, se habla también de alquilar una propiedad muy modesta (de cinco minas) por un misthos11. Ésta podría ser la salida para varios campesinos empobrecidos o que hubieran perdido sus tierras (para ellos o para sus hijos, también en momentos de crisis dentro del ciclo vital familiar: Osborne 1988: 318, 322; Paiaro 2008: 218), que prefirieran esta opción antes que cambiar de modo de vida o emigrar a la ciudad, e incluso que contratarse como bracero en el campo de otro (Osborne 1988: 319). Aunque las fuentes son pocas, algo puede conjeturarse también en este sentido por el texto de Isócrates, (7, Areópagitico, 31-33), obra en la que se presenta una situación ideal (e idealizada) donde el arrendamiento a pobres de tierras (y el prestar a éstos también en otros ámbitos) por parte de ricos se encuentra omnipresente, y que bien pudo inspirarse en situaciones reales de la Atenas de su época. Tanto el trabajo asalariado de thetes en el campo como el arrendamiento de tierras quizás en condiciones precarias a pobres en Atenas, muestran la renovación de situaciones que habrían quedado relativamente superadas con los desarrollos democráticos del siglo V y sobre todo por las dinámicas imperialistas (cleruquías, posibilidad de trabajos y remuneración pública, y repartos de trigo). Esto conllevaría en el siglo IV un aumento de la dependencia social y económica, que va de la mano de situaciones de renovación de la evergesía, situación lo que afectaría a ciudadanos que pierden su tierra, y, sobre todo también, a aquellos con muy pocas tierras o a los “sin tierra” de Atenas. Esta situación se va a ir viendo acompañada, con cierta frecuencia, por indicios de dependencia política y jurídica, que se manifiesta en casos como el de Formisio, o en los famosos juicios de ciudadanía por el tipo de actividad realizada en Demóstenes (Eubúlides); al mismo tiempo podrían comenzar a darse también situaciones de “dependencia o esclavitud por deudas” encubierta dentro de la propia Atenas, como supone Millet (1989: 29; 1991: 78, 123; Croix 1981: 163). 11 

Lisias, 17, Eraton, 5, 7-8: tierra en Esfeto cedida en alquiler a unos inquilinos (tous memisthomenous), que trabajan la tierra por un misthos. Paiaro 2008: 213. Esta tierra valía en torno a las cinco minas. También puede hacer referencia indirectamente al arrendamiento el texto de Demóstenes (55, Contra Calicles, 11) que alude a una tierra poseída por un hombre que “no podía soportar el lugar y que era más bien de carácter ciudadano (astikos)” y que por tanto posiblemente la tenía arrendada; Descat 2004: 386 (no dice que sea alquilada). Los espacios de la esclavitud y la dependencia desde la Antigüedad

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En este sentido tenemos varios ejemplos que, a pesar de que no siempre aluden a ciudadanos atenienses, indican un ambiente general de endeudamiento en la ciudad, así como la existencia de mecanismos para “burlar” la ley vigente desde Solón de la prohibición de esclavización por deudas, quizás, como supone Millet, a través de un “contrato voluntario”. Posiblemente el ejemplo más conocido, en un contexto agrario, en el demo de Ptelea en Ática, es el de los personajes de Heros de Menandro, donde se cuenta el caso de dos (semi-)esclavos por deudas, un hermano y hermana llamados Gorgias y Plangon (Menandro, Heros, 20 s.). Este episodio, más tardío (c. 315 a.C.), puede reflejar la situación de los no ciudadanos, pero en cualquier caso podría ser sintomático de realidades que se habrían ido produciendo con cierta frecuencia en el siglo IV. Encontramos indicios en este sentido para el periodo anterior a la obra de Menandro, en situaciones en las que la deuda era algo frecuente. En la República (555c-e) de Platón se habla de pobres “que andan en el país sin hacer nada, provistos de aguijón y bien armados, unos cargados de deudas, otros privados de derechos políticos, otros de las dos cosas (quizás por las deudas); y odian y conspiran contra los que poseen patrimonio propio y contra los demás, anhelando una revolución” (trad. C. Eggers Lan); en este caso no se habla de esclavitud pero sí de pérdida de derechos de ciudadanía o atimía (para ésta: Harrison 1971: 172 s.; Hansen 1976: 55 s. y 67 s.), lo que situaba al pobre o al indigente en una posición de dependencia que podría acercarse a la esclavitud. Así por ejemplo en el Plataico (48) ya mencionado de Isócrates, del 373 a.C., se alude a aquellos desposeídos que llegan a una situación de esclavitud por deudas; aunque la queja se pone en boca de un ciudadano de Platea, la situación general y el trasfondo socioeconómico descrito es sin duda el de Atenas. Anterior aún es el caso de Carión, en el Pluto de Aristófanes (147-48), que de libre pasó a ser esclavo por las deudas, aunque probablemente no era ateniense; también Lisias (12, Eratóstenes, 98), describe un caso de esclavitud por deudas fuera de Atenas. Este ambiente de endeudamiento se encuentra, sin embargo, muy presente en Atenas desde inicios del siglo IV, como muestra Aristófanes en Asambleístas donde Praxágoras anuncia que no habrá más atenienses acosados por las deudas (567 y 655-58), y donde quizás, en algunos casos, la deuda llegaba a pagarse con “trabajos”. Otras fuentes mencionan con frecuencia el problema de la deuda y del empobrecimiento, como el Económico de Jenofonte (20, 1) en el que Sócrates señala que “algunos viven en XXXVo Coloquio internacional del GIREA, 2015

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la abundancia mientras que otros agricultores no llegan a cubrir sus necesidades e incluso caen en deuda” (trad. J. Gil). Muchos de estos casos se darían, sin duda, como muestra este texto, en el contexto del campo ático, y aunque en general el resultado no fue la esclavitud en un sentido literal sí puede percibirse un ambiente de empeoramiento general de las condiciones de existencia y de trabajo, con pérdida y disminución de propiedades y con la renovación del trabajo asalariado (como peones o jornaleros estacionales), también para los “sin tierra”. Al mismo tiempo, probablemente, se produce el aumento del arrendamiento en condiciones precarias, e incluso, en ocasiones, el incremento de situaciones de servidumbre o trabajo dependiente para saldar deudas, sin que necesariamente fuera acompañada de un cambio jurídico en el sentido de la esclavitud, pero quizás sí, en algunos casos, por la pérdida de derechos de ciudadanía, con lo que ello conllevaba. Quizás igual o más frecuente que el trabajo asalariado y el arrendamiento a los pobres en el campo, podemos encontrar este tipo de situaciones en el asty, en Atenas. Allí de todos modos se canalizaría también el trabajo asalariado del campo, como lugar al que acudirían estos misthotoi o thetes, para tratar de encontrar empleo en el campo o en la ciudad y poder ser contratados. El espacio cívico en el que se producían este tipo de contrataciones, como mercado de libres, siendo éstos en muchos casos, ciudadanos pobres, era el entorno cercano al centro cívico del ágora, centro de la actividad política, pero también mercado (Millet 2002: 59-61; Harris 2002: 74-75), en Kolonos agoraios12. Este lugar, situado, por tanto, en el corazón cívico de la ciudad y consecuentemente en un espacio de integración ciudadana, deviene al mismo tiempo, en estas circunstancias, “espacio de sumisión” para el libre y el ciudadano pobre o empobrecido. En los léxicos se da el apelativo de agoraioi a los que rondan por el ágora buscando trabajo, como los vagabundos de Homero, y aunque en el Pluto de Aristófanes (548 s.) se trata de diferenciar al pobre, que trabaja duro, del indigente, lo cierto es que para muchos atenienses la pobreza les habría llevado a situaciones límite y a buscar trabajo, rondando por el ágora, de este modo. En muchos casos el vestido de los pobres campesinos no se distingue del 12 

Harpocración, s. v. kolonetas. Escolio a Esquines, 1, 125. Pólux, 7, 132. Cf. Plácido 1989: 70. Croix 1981: 186. Descat 2004: 400. Plácido 1989: 70. Los espacios de la esclavitud y la dependencia desde la Antigüedad

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de los esclavos en la comedia (Lévy 1974: 39). El ágora y su entorno no es sólo el espacio de lo político y del intercambio, sino también, en Atenas, lugar tradicional de talleres artesanales desde el geométrico (Monaco 2000: 54-56, 145-146; Papadopoulos 2003; Arafat, Morgan 1989: 321-323; Harris 2002: 75), antes de la elección de este espacio “artesanal” como lugar cívico por excelencia en el siglo VI (Valdés 2004). Ahora, sin que se produzca su expulsión (aunque así era en el plano ideológico y de la aspiración oligárquica), se encuentra este espacio como lugar por el que rondan aquellos sin empleo que buscan trabajo por un misthos con la degradación social e ideológica que ello implicaba. En la ciudad los sin tierra se emplearían, como misthotoi, con frecuencia como obreros no especializados, pero también como trabajadores en talleres artesanales (banausoi), a veces independientes a veces empleados de otros, y como vendedores en ágora, en un panorama donde se desarrolla sobre todo una especialización “horizontal” (Harris 2002). Existirían múltiples posibilidades, como indica un pasaje de Pluto en el que se señala que “si Dinero recobrara la vista y se repartiera a todos por igual, ya nadie se ocuparía de artes ni oficios. En cuanto vosotros hayáis hecho desaparecer ambas cosas, ¿quién va a querer se herrero, carpintero de ribera, sastre, carrero, zapatero, tejero, batanero o curtidor?”. La respuesta que viene a continuación es muy significativa: “Dices tonterías, que todos esos trabajos que has enumerado ahora mismo nos los harán los esclavos” (510 s.; trad. E. García Novo). Dentro de esta diversidad y especialización – en la que podemos encontrar oficios humildes como los mencionados por Demóstenes en el Eubúlides (mercera o vendedora de cintas y nodriza)13 –, que son sin duda también un signo de crecimiento económico y de cambios en este ámbito, en la línea de lo que Aristóteles llama la crematística (Política, I, 1257 y 1258; Harris 2002: 71-75; Plácido 1989: 68; Plácido 1999: 415-416, 428; Descat 2004: 357, 361; Loomis 1998: 251 s.), este autor distingue, dentro de los asalariados, los de los oficios especializados (banausoi o artesanos) y los no especializados, “cuya utilidad se reduce a la fuerza corporal” (Política, I, 13 

Banausoi, comerciantes (agoraioi) y jornaleros (thetikon): Aristóteles, Política, IV, 1290b39-1291a8; Diversificación mayor en Política, IV, 1291a 12 (citando a Platón, República, II, 370d-371e); ver también Política, VI, 7, 1321a 5-6. cf. Mossé 1976: 97. Lista de oficios (en torno a 170) en Atenas: Harris 2002: 88 s. Especialización artesanal en grandes ciudades: Jenofonte, Ciropedia, 8, 2, 6-7. Contra la idea de excesiva especialización: Descat 2004: 399. XXXVo Coloquio internacional del GIREA, 2015

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11, 1258b 25 7). Estos último parece que reciben, además, menos salario en general en el siglo IV (Croix, 1981: 186; Loomis 1998: 111-114, 120, 240). El emplearse como artesano o el trabajador no especializado es indigno para Aristóteles sobre todo por depender de su salario y de otros para vivir, lo que considera servil (Política, VIII, 6, 1341b 13 14; Pseudo-Aristóteles, Económico, I, 5, 3; Croix 1981: 184). El trabajo banáusico y manual es propio de esclavos según Aristóteles (Lévy 1979, 41 s.; artesanos en Aristóteles: Lévy 1991), menospreciado, desde la ideología aristocrática de la élite, como se ve también en Jenofonte (Recuerdos de Sócrates, 4, 2, 22; 1, 5, 6; 1, 2, 6; 1, 6, 5; Azoulay 2004: 178179; Plácido 2008; Descat 2004: 361). En el Económico (4, 2-3) Jenofonte señala que las actividades banáusicas no dejan tiempo libre para los asuntos de la ciudad; son por tanto (los artesanos) malos amigos y malos defensores de la ciudad. Este desprecio quizás en esta época se acentúa por el aumento del empleo de esclavos-mercancía en los talleres artesanales desde finales del siglo V (Himmelman 1980: 139; Ziomecki 1975: 19). Todo ello provocará la reflexión desde posturas oligárquicas de la incompatibilidad del trabajo banáusico con la ciudadanía y finalmente sobre la incompatibilidad de la pobreza (y sobre todo la pobreza unida al trabajo manual y al trabajo por un misthos de los sin tierra, elemento de prestigio) con el ejercicio de los derechos cívicos (Plácido, 2008), que se verá ratificado con la dominación macedonia en el 322 (Diodoro Sículo, 18, 18, 4-5; Plutarco, Foción, 27, 5; 28, 7; Poddighe 2002). Aunque el trabajo en talleres artesanales fuera propio de esclavos en esta época, muchos atenienses pobres estarían obligados a hacerlo en el siglo IV como aparece en el texto de Aristófanes, Pluto14, y en otros textos mencionados arriba en los que se alude al trabajo por un misthos no sólo en el campo sino también en la ciudad. En este ámbito urbano, los empleados trabajan, de nuevo, como en el campo, codo con codo con los esclavos, y son considerados, por ello (al menos desde posturas oligárquicas), “como esclavos” por la actividad que realizan y su situación socioeconómica. Los talleres de artesanos no eran en general muy grandes; parece que ninguno empleaba a más de 120 personas (Lisias, 12, Contra Eratóstenes, 19), siendo considerados ya como grandes 14 

Ver más arriba en texto. Artesanos en Aristófanes: Ehrenberg 1951: 125 s. Artesanado y pobreza asociados en este autor: Pluto, 617-8. Los carpinteros y otros profesionales viven en misthotais: Jenofonte, Banquete, 4, 4. Los espacios de la esclavitud y la dependencia desde la Antigüedad

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negocios los talleres a pequeña escala con 20 ó 30 trabajadores (Demóstenes, 27, Contra Afobo, 1, 9; Bogärt, 1986; Millet 2002: 40-41; Harris 2002: 81-82); posiblemente los talleres domésticos no superaban el empleo de seis trabajadores (Arafat, Morgan 1989: 317). En ellos se reunirían en el mismo espacio, esclavos, metecos y ciudadanos pobres que trabajaban por un salario (Loomis 1998: 105 s.), aunque por desgracia no podemos llegar a saber la proporción ni frecuencia de este tipo de empleos para estos colectivos. Sin duda más apreciado, aunque visto también con desdén desde posturas oligárquicas (Mossé 1962: 163-4; Burford 1972: 29 s.; Croix 1981: 274), se encuentra el trabajo autónomo como artesano en pequeños talleres domésticos de los que serían propietarios, quizás con la ayuda de algún esclavo. Es el caso del cliente de Lisias que señala que tiene pocas ganancias y vive modestamente con su oficio (Lisias, 24, En favor del inválido, 6). Por último y para terminar, la pertenencia ciudadana en Atenas donde no hay stasis abierta o “cruenta” como en otros lugares del mundo griego en el siglo IV, todavía es un privilegio. En este sentido el asty – la ciudad – es un polo de atracción como fuente de alimentación y de suministro (de trophe) de los ciudadanos (Gabrielsen 1981: 123 s.; Jansen 2007: 120-135), porque aunque la renovación imperialista se termina perfilando como un fracaso, entre tanto, se han ido renovando o conquistando beneficios (ya desde inicios del siglo IV) para el demos pobre, en el sentido de abastecimiento de grano (como muestra la ley del 374 o la importancia de la figura del sitophylakes: Stroud 1998; Descat 2004: 378 s.; Harris 2002: 75-76) o de pago por funciones públicas (como el misthos ekklesiastikos: Aristóteles, Constitución de los Atenienses, 41, 3; Aristófanes, Asambleístas, 183-5; 302), de manera que, sobre todo en el ámbito urbano, el pobre vive o pretende vivir de la beneficencia pública y, específicamente dentro de ésta, desde mediados del siglo IV, del Teórico (Millet 1989: 37-40; 1991: 76; Mossé 1962: 159), como modo además de evitar su sostén a políticas imperialistas o militaristas que sistemáticamente había apoyado el demos, y sobre todo el demos más desfavorecido15. Sin embargo, dada las precarias condiciones de los fondos públicos en casi todo el siglo IV (Valdés, en prensa [Reformas]), este demos tiene que volver sus ojos con frecuencia a la beneficencia y evergesía privada con lo que ello implica de renovación de la dependencia. 15 

Jenofonte, Poroi, 1, 1: señala esta relación de la pobreza con el apoyo a políticas imperialistas. Strauss 1986: 157.

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Los salarios públicos son presentados en Aristóteles (Política, IV, 1293a 2-7, 1294a 40-1, 1298b 18) como remedio de pobreza, refiriéndose al Teórico. También en Demóstenes, se alude a la queja de los ricos (por las contribuciones y especialmente la eisphora y las trierarquías) y a la situación de los pobres sostenidos por ciudad (Demóstenes, 13, Sobre la organización financiera, 1; 14, Sobre las sinmorías, 16 s.). Para Aristóteles es la pobreza lo que hace que la democracia, con pagas, se corrompa (Política, VI, 1320a 17-b 4). La ciudad alimenta al demos (Mossé 1962: 159-162; Gabrielsen 1981: 90 s., 117119, 123), aunque nunca en los niveles del siglo V16. Este demos se vuelve o se presenta, en las fuentes, como parásito (término con el que se identificaba al thes en los léxicos tardíos), pero esta imagen posiblemente esconde, detrás de una crítica de tendencia oligárquica a este demos presentado como ocioso, vago, mendigo, adulador (kolax)17, situaciones de gravedad en las que para evitar la extrema pobreza y la mendicidad, se renueva el trabajo por un misthos tanto en el campo como en la ciudad, y la dependencia económica y social que ello supone. A diferencia del siglo V posiblemente el aporte estatal de la polis no es suficiente para aliviar o mejorar estas situaciones (de pobreza e incluso de mendicidad), al menos para una gran parte de la población, que quedará, además, con los recortes de Antípatro, fuera de la ciudadanía en el 32218, y que se presenta en las fuentes del siglo IV como cercana a los esclavos y “servil” por el trabajo que realizan y por depender de otros para su manutención. Es posible, para terminar, que los que define Ctesicles como oiketai (término significativo19) y que cifra en 400 000 en el censo realizado por Demetrio de 16 

Para las posibilidades para el Imperio ateniense de alimentar a la ciudad (unas 20 000 personas): Aristóteles, Constitución de los Atenienses, 24, 3. El mismo número en Aristófanes, Ranas, 709. 17  Parásito: Ateneo, Deipnosofistas, 6, 234c-261f, con múltiples referencias a la comedia. Para los parásitos: Mossé 1962: 176, 215; Arnott 1970; Avvezù 1989; Wilkins 2000: 71 s. Kolax en Teofrasto, Caracteres, 2, 1; 2, 2-3. Aristóteles, Ética Nicómaco, 1127a 7. Jenofonte, Recuerdos de Sócrates, 2, 9; Jenofonte, Económico, 2, 5; Millet 1989: 31-33. 18  Según Diodoro Sículo, 18, 18, 4-5 fueron expulsados 22 000; Podigghe 2002: 59 s. (con bibliografía y fuentes). Poddighe explica las diferentes cifras de Diodoro y de Plutarco (Foción, 28, 7: 12 000 excluidos), insertando los dos testimonios en un razonamiento coherente, siendo 12 000 los que se reintegraron en la politeia cuando el censo bajó de 2 000 dracmas a 1 000 con Casandro en el 317. Con Demetrio (Ctesicles FGrHist 245 F 1 = Ateneo 6, 272b-c), a pesar de la inclusión, habrían quedado en cualquier caso todavía 10 000 fuera, a lo que hay que sumar sus mujeres e hijos. 19  Para la “ósmosis entre la condición libre y la condición esclava dentro de una clase subalterna, explotada”: Plácido 1989: 70-71. Los espacios de la esclavitud y la dependencia desde la Antigüedad

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Falero en 31720 haya una parte que sean, como ha señalado el Prof. Plácido (2012: 61), antiguos ciudadanos, pobres, asalariados y thetes (misthotoi), sus mujeres y sus hijos (Descat 2004); éstos son equiparados, en las fuente oligárquicas del siglo IV, con los esclavos y considerados, de facto, “como esclavos” en esos momentos de supresión de la democracia. Bibliografía Arafat K., Morgan C. (1989), “Pots and Potters in Athens and Corinth: A Review”, Oxford Journal of Archaeology, 8, 1989, 311-346. Arnott W.G. (1968), “Studies in Comedy, I: Alexis and the Parasite’ s Name”, Greek, Roman and Byzantine Studies, 9/2, 161-168. Azoulay V. (2004), Xénophon et les grâces du pouvoir. De la charis au charisme, Paris, Publications de la Sorbonne. Avvezù E. (1989), “Il ventre del parassita: identià, spazio e tempo discontinuo”, en O. Longo, P. Scarpi (eds), Homo edens. Regimi, miti e pratiche dell’ alimentazione nella civiltà del Mediterraneo, Verona, 325-340. Bogärt R. (1986), “Notes critiques et économiques sur deux discours démosthéniens (XXVII, 9 et [XXXIV], 10)”, en H. Kalcyk, B. Gullath, A. Gräber (eds), Studien zur alten Geschichte. S. Lauffer zum 70. Geburtstag, Roma, 47-66. Bravo B. (1991/1992-1992/1993), “I thetes ateniesi e la storia della parola thes”, Annali della facoltà di lettere e filosfia. Università degli studi di Perugia, 29-30/15-16, 71-97. Burford A. (1972), Craftsmen in Greek and Roman Society, London. Cargill J. (1995), Athenian Settlements of the fourth century, Leiden. Cawkwell G.L. (1981), “Notes on the failure of the Second Athenian Confederacy”, Journal of Hellenic Studies, 101, 40-55. (de Ste) Croix G.E.M. (1981), The Class Struggle in the Ancient Greek World from the Archaic to the Arab Conquest, London. David E. (1984), Aristophanes and Athenian society of the early fourth century B.C., Leiden, Brill.

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Ver nota 18.

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