La reconfiguración de la experiencia sensible

May 20, 2017 | Autor: Ana Lucía Centeno | Categoría: Cinema, Posmodernidad, Sense and Sensibility
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Descripción

La reconfiguración de la experiencia sensible

Agustina Gálligo Wetzel - (CEA/UNC)[1]
([email protected])

Ana Lucía Centeno – (UBA)[2]
[email protected]


Eje temático: Visualidades y sonoridades expandidas. Diálogos y
desplazamientos.

Palabras clave: representación – arte - ficción

Abstract:

En las prácticas artísticas contemporáneas la política se constituye como
un elemento más, que entra en juego como condición que merodea tanto en la
composición como en la recepción de las obras. El pensador Jacques Ranciére
sostiene que entre la estética y la política existe un vínculo que podría
reconfigurar la experiencia común de lo sensible. Esta reconfiguración
puede emerger en el campo de la ficción, entendido éste como el espacio
simbólico donde es posible pensar nuevas y originales formas de
representación, que nos permitan redibujar los límites de lo aceptable, lo
visible y enunciable. La ficción nos permite cambiar los modos de
representación sensible y las formas de enunciación construyendo nuevas
vínculos entre los elementos disponibles. En el presente trabajo nos
proponemos pensar en qué consisten actualmente esas nuevas formas de
disenso artístico, cómo pensar en la vanguardia del Siglo XXI, cómo buscar
una nueva estética del acontecimiento y del devenir. El artista y ensayista
David Toop nos propone la emergencia e inversión de las funciones del
sentido: escuchar por la boca, mirar por los oídos, tocar con la voz. Cómo
es posible reimaginar los límites de nuestras comunidades políticas, que
hasta el momento han estado inmersas en una estricta visión del mundo, a
los fines de correr el sentido la visión, entendido como el sentido
preferido actualmente, como el aparato perceptual primero de apropiación
del mundo.






















La reconfiguración de la experiencia sensible


El arte es la moneda de lo absoluto

Gyula Kosice


En las prácticas artísticas contemporáneas dimensiones como la política, la
técnica y la tecnología se constituyen como elementos que entran en juego,
como condición de producción que merodea tanto en el momento de composición
como en la recepción de las obras. El pensador Jacques Ranciére sostiene
que entre las dimensiones de la estética y la política existe un vínculo
que configura la experiencia común de lo sensible y que por lo tanto, la
ayuda a definirse de acuerdo a la disposición de elementos que se ponen en
juego. Ranciére utiliza el concepto "división de lo sensible" para definir
el sistema de evidencias, el mapa que determina qué tipo de actividades le
corresponde realizar a cada sujeto de acuerdo al lugar que asume en el
reparto del espacio y el tiempo. La forma y los delineamientos que asume
ese mapa sensible es lo que el autor considera la "base estética de la
política".

La expresión "vanguardia" surgió en Francia en el siglo XII, como un
término de uso militar. "Avant-garde" hacía referencia a los soldados de
primera línea que encabezaban las tropas. En el contexto del arte moderno
el término se encontró con una relativa resignificación; pasó a designar a
todo movimiento artístico que busque la innovación e incorporación de
nuevas herramientas, de nuevas significaciones al acto poiético y a sus
formas de manifestación. Las vanguardias artísticas se gestaron a fines del
siglo XIX y se consolidaron a principios del siglo XX, se manifestaron como
movimientos que trabajaban en términos provocativos y confrontativos con el
statu quo de la época. La Primera Guerra Mundial (1914-1918) puso en
evidencia el punto de inflexión de la Modernidad y cosechó los fracasos de
las promesas de la razón, de la civilización y del progreso. Nicolás
Casullo definió la figura del artista como una "individualidad feroz" que a
través de su acto creativo y de su sensibilidad frente al mundo, expresa la
subjetividad de su tiempo y que, al mismo tiempo, nos permite dilucidar los
delineamientos de ese mapa sensible.
Estos conceptos como punto de partida nos permiten preguntarnos en qué
consisten actualmente las condiciones de la actual base estética de la
política, y en torno a ese mapa, cuáles son las nuevas formas de disenso
artístico, cómo nos permiten pensar la vanguardia del Siglo XXI, cómo
buscar una nueva estética del acontecimiento y del devenir, en qué consiste
la ruptura de este movimiento contemporáneo. Ante la búsqueda de una nueva
experiencia estética, emerge la posibilidad de buscar una nueva suavidad de
los cuerpos artísticos que haga confluir micro y macropolíticas permitiendo
una existencia más sensible, una nueva división de lo sensible en donde se
asume que técnica es un elemento más que se pone en juego en el campo del
arte. Entendemos la suavidad como una categoría que nos permitirá repensar
los límites de la comunidad política y sus alcances, en tanto funciona como
una superficie que establece el límite, la fricción y el roce entre el
sujeto y el mundo exterior. Esta reconfiguración puede emerger en el campo
de la ficción, entendido éste como el espacio simbólico donde es posible
pensar nuevas y originales formas de representación, que nos permitan
redibujar los límites de lo aceptable, lo visible y enunciable.
El devenir de lo monstruoso
Quien no haya experimentado la seducción
que la ciencia ejerce sobre una persona,
jamás comprenderá su tiranía.
Víctor Frankenstein
La ficción como modo de representación nos permite cambiar las formas y los
modos de enunciación, permite construir nuevos vínculos entre los elementos
que se encuentran disponibles dentro del campo; en este sentido las
producciones como la cinematográfica y la literaria nos brindan el espacio
para que podamos imaginar futuros o situaciones posibles de acuerdo a
determinadas condiciones de existencia. El autor Mauricio Bares sostiene
que las obras de la ciencia ficción no se destacan por su calidad estética
sino debemos enfocarnos "en su habilidad para idear sociedades
estructuradas bajo sistemas de valores distintos a los de nuestra
cotidianidad, su propuesta para mirarnos en un espejo deforme, que de
inmediato nos hacía cuestionar si la deformidad no estaría en este lado del
reflejo"[3]. Sin embargo argumenta que esas deformaciones devinieron en
proyecciones del propio ser humano. "el hombre modifica su entorno –altera,
crea, destruye- a sí mismo" y en esta cadena de alteraciones pierde la
atención que tuvo en los actos creativos y artísticos de la Modernidad.
Jacques Ranciére postula que la revolución estética que es la antesala de
la revolución técnica, y que ésta se produce en primer lugar en el campo
literario y pictórico, para expandirse luego a las artes visuales que
incluyen a la fotografía y al cine. La ficción es el primer espacio donde
podemos construir otras realidades, imaginar otras formas de sentido común
y un nuevo mapa divisorio de lo sensible. La ficción "no consiste en contar
historias sino en establecer nuevas relaciones entre las palabras y las
formas visibles"[4].

La representación del horror dentro del cine clásico está bien
caracterizado por las diversas interpretaciones realizadas de la novela
"Frankenstein o el moderno Prometeo", escrita originalmente por Mary
Shelley en el año 1818. En esta historia, el científico Víctor Frankenstein
crea por medio de un experimento a un ser monstruoso que es el resultado de
la suma de distintas partes de cuerpos de diversos cadáveres, articulados
como uno solo. La complementación de estas partes conforman y dan vida a un
nuevo ser, caracterizado por la falta de empatía hacia los seres humanos,
que como consecuencia de su falta de sentimientos, comienza a cometer
crímenes impensados contra niños, mujeres y ancianos. Un experimento que se
vuelve cruel e implacable contra su propio creador y su especie.
Frankenstein es una historia que refleja la disposición del mapa sensible
de la época y de la sociedad en la que tuvo lugar "en definitiva, el relato
sólo intenta decir aquello que la historia moderna ha callado
irremediablemente: el costado abyecto de la técnica"[5]. Tal como Adorno y
Horkeimer se empeñaron en definir a la Modernidad en "Dialéctica del
Iluminismo", como aquel engranaje poseedor de la semilla de su propia
destrucción, ya que consideraban que el progreso social avanzaba solamente
en consonancia con la condena de quienes la impulsaban, es decir, de la
humanidad misma.
En este sentido surge el concepto de la técnica como una dimensión que se
pone siempre en juego y que en ningún caso podría presentarse como neutral.
Tal como lo establece el sociólogo Christian Ferrer, la técnica se conforma
como una matriz que genera también vulnerabilidad en el ser humano, ya que
éste se vuelve dependiente de sus procesos y "además, lo vuelve vulnerable
a cualquier forma de vida que no esté organizada en función de ellos"[6].
Al mismo tiempo el arte siempre se relaciona con la técnica, no podemos
obviar su presencia, inscripción y definición en los procesos creativos y
de consumo. "Se trata de reconocer el modo en que la técnica construye
mundos y al mismo tiempo es construida en su inscripción social"[7].


El actor Boris Karloff representando al Monstruo de Frankenstein en la
película del James Whale (1931)
Nietzsche sostuvo que el arte siempre presupone seres que sufren y el
monstruo de Frankenstein fue un personaje que sufrió por el lugar que le
fue asignado con respecto a su existencia corporal y estética, a sí mismo,
a su posición como ser en el mundo. En este sentido el personaje reclama
haber adquirido sentimientos que van más allá de su capacidad de
manejarlos: "¡Maldito creador! ¿Por qué me hiciste vivir? ¿Por qué no perdí
en aquel momento la llama de la existencia que tan imprudentemente
encendiste?"[8].
El devenir de las máquinas

¿Te parece extraño haber construido algo que te odia?
Ex Machina (2015)
En búsqueda de un nuevo delineamiento del mapa de lo sensible, diferente al
que definió a la Modernidad, se puede afirmar que no encontramos más que un
suelo de emergencia en el cual en la estética del acontecimiento y del
devenir comienzan a reconfigurarse, en donde se reordenan las funciones del
sentido y los modos de proyección del hombre sobre su propia especie.
Indudablemente queda en evidencia que las novedades técnicas ha ganado
terreno en la nueva configuración, y que los artefactos que nacen en nombre
del progreso se vuelven sustanciales para la supervivencia del hombre como
lo fue la ciencia en la Modernidad.
Bares sostiene que a partir de la muerte del hombre como concepto, como
discurso y construcción (no fácticamente) empieza a surgir el Posthumanismo
o la denominada Posmodernidad. Cómo es posible reimaginar los límites de
las políticas de representación que se estructuraron hasta el momento. La
era Posmoderna nos permite pensar en nuevas ficciones dentro de las cuales
enmarcar la realidad, entendida como construcción social, es decir,
"concebida en el espacio de la intersubjetividad a través del encuentro de
discursos, donde el lenguaje sería la sustancia, la materia viva a través
de la cual cobra sentido la realidad"[9].
Nuevamente los campos de la ficción y el cine nos dan una señal. En el año
2015 el director británico Alex Garland lanzó la película "Ex Machina", en
la cual el ejecutivo Nathan convoca a uno de los trabajadores de su
compañía para poner a prueba a un androide (robot que imita la apariencia
humana) con inteligencia artificial. Sin embargo el joven descubre que se
trata de un ginoide, es decir un robot de aspecto femenino y programado
para interactuar como un ser humano más sin develar su verdadera
naturaleza. Esta creación, como el monstruo de Frankenstein de la
Modernidad, pone en juego y revuelve los sentimientos humanos, el robot
resulta tan avanzado técnicamente que es capaz de volverse una amenaza para
su propio creador y la especie humana. La genoide de Ex Machina, llamada
Ava, también es el resultado de la suma de diversas partes, pero en este
caso no de cuerpos físicos sino de artefactos técnicos y de una combinación
de datos, de una programación informática determinada.

La actriz Alicia Vikander representando a una genoide en la película "Ex
Machina" (2015)

La cuestión fundamental para repensar los actuales modos de representación
consiste en identificar los modos de echar luz y trastornar la lógica
dominante. Construir otras formas de sentido común conllevaría una
reconfiguración de los dispositivos espacio-temporales en donde emergen
otras comunidades entre palabras y cosas, entre formas y significaciones.
Cada representación y creación artística da lugar a cierto sentido de la
realidad o a un modo de imaginarlo, un cierto sentido común que es al mismo
tiempo una forma de percibir, de ser afectado y de dar sentido: "un sentido
común es antes que nada una comunidad de datos sensibles: cosas cuya
visibilidad se supone que es compartible por todos".[10]
Tanto en "Frankenstein" como en "Ex Machina" se trata de nuevos elementos
que buscan la ruptura por medio de la ficción; conforman y redefinen el
mapa de lo sensible, la base estética que menciona Ranciére. En definitiva
alcanzan otro espacio y otro tiempo pero en donde toma protagonismo un
mismo concepto: el de una técnica que no es neutral, el del progreso que en
sus ansias de avanzar se vuelve contra su propio creador, el de una técnica
que llevada al extremo logra superar al hombre.
El pensador Daniel Cabrera reflexiona sobre el sin límite tecnológico y
afirma que los discursos que visualizan el avance y el progreso a veces
omiten las limitaciones de estos impulsos. Define a la técnica como una
forma del ser humano de experimentar sus propios límites; no es sólo una
realidad funcional o maquínica que pueda ser aislada de su matriz simbólica
e imaginaria; éstas van siempre de forma articulada y consideradas partes
de un mismo movimiento. El autor piensa en las "significaciones que la
sociedad contemporánea entreteje e inventa en torno de la realidad
funcional de las nuevas tecnologías"[11]. Todos los inventos e innovaciones
se engendran con el fin de superar algún límite visualizado por el hombre,
para alcanzar más y mejor, más comodidad, más beneficios, más resultados en
menos tiempo, más confort, etc.
Cuál es el lugar de la vanguardia artística en este escenario donde la
técnica asume un rol protagónico. Con la Posmodernidad "desaparece uno de
los mayores impulsos de la vanguardia revolucionaria que consistía en
desmontar la autonomía institucional del arte, erosionar las fronteras
entre la cultura y la sociedad política"[12]. El filósofo Picó sostiene que
la Modernidad prometía un futuro en donde se ordenarían las cosas en
términos de poder diferenciar lo bueno de lo malo, se trataba de conquistar
un futuro prometedor. Sin embargo el autor confirma que el futuro no
resuelve nada y se termina volviendo la mirada hacia el pasado para
recuperar elementos, ideas y recoger los elementos que conformaban el viejo
mapa estético.

En este sentido nos preguntamos cómo podremos repensar los límites de
nuestras comunidades hacia el futuro, límites que hasta el momento han
estado inmersos en una estricta visión del mundo y que se han querido
superar por medio de elementos tecnológicos. Se podrá establecer como
objetivo el remover de los sentidos para recuperar al hombre que dejó de
ser el centro del relato moderno, cómo hacer de sus sentidos más humanos el
primer modo perceptual de apropiación y representación del mundo, en donde
el progreso sea imaginado como la búsqueda de armonía con su entorno y no
como el desafío y el dominio de las leyes de la naturaleza. El médico y
analista de la cultura estética, Rachel Armstrong, sostiene que los nuevos
artistas de vanguardia podrían sugerir que "tenemos la posibilidad de
moldear nuestra especie en preparación para el tiempo en que podamos
observarnos desde fuera de nuestros cuerpos y reconocer objetivamente
nuestra humanidad"[13].

En consonancia, el músico y ensayista David Toop sostiene que debemos
intentar volver a un estado nómade y arcaico de percibir el mundo, de
existir. Una visión crítica de las condiciones de existencia nos guiará
hacia el encuentro del verdadero "estado de excepción" que imaginó Benjamin
en la lucha contra el fascismo. Nos propone la emergencia e inversión de
las funciones del sentido en donde el hombre pueda experimentar nuevas
formas del sentir sin perder la esencia, sin dejar que la técnica
prevalezca como elemento sustancial del suelo de emergencia.

El camino que resta a los artistas de vanguardia es retomar los elementos
del pasado y reordenarlos para que surja algo nuevo. "La sociedad moderna
era conquistadora, creía en el futuro de la ciencia y la técnica; en la
sociedad posmoderna se disuelven la confianza y la fe en el futuro, ya que
nadie cree en el porvenir de la revolución y el progreso"[14]. El discurso
posmoderno se resuelve en el aquí y ahora, en el nacimiento y disolución
del evento, quizás en el arte efímero que permite la satisfacción inmediata
para pasar de plano de un momento a otro. El verdadero desafío consistirá
en que el hombre no pierda de vista al propio hombre.































Bibliografía

BARES, Mauricio (2007) Posthumano. La vida después del hombre. México:
Almadia.

CABRERA, Daniel H. (2007) Reflexiones sobre el sin límite tecnológico.
Revista Artefacto N° 6. Pensamientos sobre la técnica. Buenos Aires.

FERRER, Christian (2012) Entrevista al sociólogo Christian Ferrer.
Disponible en: http://www.losinrocks.com/libros/christian-
ferrer#.V2nVDBL4HIA (19/06/2016).

GARLAND, Axel (2015) Ex Machina. Universal Pictures.


KOZAK, Claudia (2007). El nudo. Revista Artefacto N° 6. Pensamientos
sobre la técnica. Buenos Aires.

PICO, Josep (1986). Modernidad y postmodernidad. Buenos Aires: CECSO
UBA.

RANCIÉRE, Jacques (2010). El espectador emancipado. Buenos Aires:
Manantial.
RANCIÉRE, Jacques (2002). La división de lo sensible. Estética y
política. Salamanca: Salamanca.

SARCHMAN, Ingrid (2007). De la creación sublime al espanto de lo
creado. Revista Artefacto N° 6. Pensamientos sobre la técnica. Buenos
Aires.

SHELLEY, Mary (1818) Frankenstein o el moderno Prometeo.

TOOP, David (2013). Resonancia siniestra. Caja Negra Editores.
WHALE, James (1931). El doctor Frankenstein. Universal Pictures.








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[1]Agustina Gálligo Wetzel es Licenciada en Psicología (UCP). Se desempeña
profesionalmente en el área clínica y como docente adjunta en la Cátedra
Fundamentos de Filosofía e Historia Epistemológica de la Psicología de la
carrera de Psicología de la Universidad de la Cuenca del Plata. Participó
de las II Jornadas de Filosofía Gilles Deleuze en Mar del Plata, en la 1er
Ciudad de Resistencia (Chaco), en la Cátedra Libre de DDHH (UNNE-CODEDEDH)
y en las XIX Jornadas Nacionales de Investigadores en Comunicación
(Corrientes, 2015). Actualmente participa en Proyecto UBACyT (2014-2017)
"La memoria sensible: los problemas estéticos en la representación de la
historia reciente" y como Pasante del Instituto de Investigaciones
Geohistóricas (IIGHII-CONICET) con el proyecto de investigación "El cine
norteamericano de fines de los años cuarenta e inicio de los años cincuenta
como tecnología de género. Construcción de estereotipos hegemónicos de
masculinidad y feminidad" bajo la dirección de la Dra. Guadalupe Arqueros
con una carga horaria de 200 hs. Cursando el último año lectivo del
Doctorado en Estudios de Género (Centro de Estudios Avanzados de la
Universidad Nacional de Córdoba).

[2]Ana Lucía Centeno es tesista de la Licenciatura en Comunicación Social
con Orientación en Políticas y Planificación de la Comunicación (UBA).
Participó en el VI Seminario Internacional Políticas de la Memoria (Centro
Cultural de la Memoria Haroldo Conti); en la Cátedra Libre de DDHH (UNNE-
CODEDEDH); en las XIX Jornadas Nacionales de Investigadores en Comunicación
(Corrientes, 2015). Formó parte del grupo de investigación UBACyT:
"Estética y memoria: el problema de la representación social de los
fenómenos políticos" (2013-2014). Actualmente forma parte del Proyecto
UBACyT "La memoria sensible: los problemas estéticos en la representación
de la historia reciente" (2014-2017).


[3] Bares (2007).
[4] Ranciére (2008); p. 102.
[5] Sarchman (2007); p .45.
[6] Ferrer (2012).
[7] Kozak (2007); p. 63.
[8] Shelley (1818).
[9] Gergen (1991).
[10] Ranciére (2008); p.102.
[11] Cabrera (2007); p. 29.
[12] Picó (1986)
[13] Bares (2007); p. 20.
[14] Pico (1086); p.42.
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