La Real Junta de Caridad y Sociedad Patriótica para la buena educación de la Juventud de la ciudad de Puebla de los Ángeles en la América Septentrional y la introducción en Nueva España del Método Lancasteriano

July 26, 2017 | Autor: L. García Dávalos | Categoría: History of Education, Illustration, Puebla
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Descripción



Consigna de la Real Junta de Caridad y Patriótica para la Buena Educación de la Juventud de Puebla.
Rosales, La junta de Caridad y Sociedad Patriótica para la Buena Educación de la Juventud (Puebla 1813-1829), 2008, 174 p.
Ortega y Gasset, Antología, 1991, p. 218.
Berlin, The age of enlightment: The 18th century philosophers, 1984, 288 p.
Gay, The enlightment: an interpretation. 1995, 2 vol.
Jaime Labastida dice: «En este sentido, hago mías las siguientes tesis de Octavio Paz: "España no tuvo ni Reforma ni jansenismo ni filosofía de la Ilustración". Llegando a ser más radical: "La ausencia en España y en sus posesiones de una tradición filosófica y religiosa crítica –fundamento del mundo moderno- hizo que, un siglo después de los tumultos de 1692, los mexicanos no volviesen los ojos hacia su pasado sino hacia afuera". Así, ni España ni Nueva España tuvieron filosofía de la Ilustración; todas las discusiones filosóficas del siglo XVIII novohispano fueron hechas dentro de los límites teóricos y sin rebasar jamás las fronteras ideológicas de la ortodoxia religiosa. No hubo en Nueva España ninguna ilustración, en estricto sentido, sino un tímido esfuerzo por renovar la filosofía escolástica, dentro de sus propias normas» (Labastida, "La Ilustración novohispana", Revista de la Universidad de México, Marzo 2012, p. 15).
Excelente estudio de este exilidado español, discipulo de Edmundo O´Gorman: Segovia, Tres salvaciones del siglo XVIII español, 2005, 159 p.
"Ley VI: Don Carlos III por resolución a consulta del Consejo del 25 de Junio de 1783, Extinción de Cofradías erigidas sin autoridad Real ni Eclesiástica y subsistencia de las aprobadas y de las sacramentales con reforma de sus excesos", Novísima Recopilación de las Leyes de España…, 1805, Tomo I, Libro I, Titulo II, pp. 17-18.
Martínez López-Cano et al, Cofradías, capellanías y obras pías en la América colonial, 1998, p. 13.
Ley VI, Ibid., p. 17. (El resaltado es nuestro).
Novales, Las Sociedades Patrióticas (1820-1823): Las libertades de expresión y de reunión en el origen de los partidos políticos, 1975, Vol. I., p. 6.
Fernández, Manual de Historia de España. La España moderna, Siglo XVIII, 1993, p. 917; Anes, "Coyuntura económica e Ilustración: las Sociedades de Amigos del País", Economía e Ilustración en la España del siglo XVIII,1972, pp. 11-41.
Campomanes, Discurso sobre el fomento de la industria popular y Discurso sobre la educación poular de los artesanos, 1975.
Negrín, Educación popular en la España de la segunda mitad del siglo XVIII, 1987, p. 32.
Marín (coord.), Puebla a través de los siglos, 1962, p. 52.
Villa, Puebla sagrada y profana, 1967, pp. 137-138.
Alfaro, Administración y poder oligárquico en la Puebla borbónica, 1690-1786, 2006, p. 172.
Cf. Carrión, Historia de la ciudad de Puebla de los Angeles: Obra dedicada a los hijos del Estado de Puebla, 1970, Vol. I, p. 379; Castro, José Agustín Arrieta, su tiempo, vida y obra (Homenaje Nacional a José Agustín Arrieta: 1803-1874), 1994, p. 45; Cordero, Diccionario Biográfico de Puebla, 1973, Tomo I, p. 355; Covarrubias, 1er Almanaque Histórico y Directorio General de Puebla, formado en vista de documentos auténticos y con la colaboración de varios literatos, 1896, p. 61; Gómez Haro, La Ciudad de Puebla y la Guerra de Independencia (con un apéndice que contiene la historia de la misma ciudad durante el siglo XIX hasta 1910), 1996, p. 108.
Carrión, Ibíd., p. 380.
Castro, Ibíd, p. 45.
Roggero, "Educación", Diccionario Histórico de la Ilustración, 1998, p. 206.
Aristóteles, De Anima, III, 3,4.
Citado por Marvall, "Idea y función de la educación en el pensamiento ilustrado", Estudios de la Historia del Pensamiento Español (siglo XVIII), 1991, p. 491.
Panegírico del Glorioso Arzobispo de Valencia Santo Tomás de Villanueva, Archivo del Venerable Cabildo Metropolitano de la Catedral de Puebla (en adelante AVCM), Fondo Pablo Vázquez, Caja 1, Sermones.
Castro, Ibíd., p. 45.
Fleury, Catecismo Histórico o compendio de la Historia Sagrada y Doctrina Cristiana, 1810. 336 p.
Memorial que por mano de su Ilustrísimo Prelado presenta a todos los estados de la juventud desamparada, que a expensas de la caridad de los fieles se educa en esta Real casa de la Ciudad de Puebla, s/e, 1819, Biblioteca José María Lafragua, Archivo Academia de Bellas Artes (en adelante BJML-AABA), Caja 31, exp. 1, doc. 3.
Documento donde se solicita la respuesta del fiscal de lo civil sobre el escrito del padre de las Cuevas donde pide aprobación para establecer una Junta de Caridad para promover la educación en la Diócesis (1807), BJML-AABA, Caja 31, exp. 1, doc. 1.
Libro de suscriptores de la Junta de Caridad del año 1807, BJML-AABA, Caja 31, exp. 1, doc. 2.
Rosales, Ibid., pp.45-49.
En una presentación que envió a concurso a la Sociedad de Amigos del País de Guatemala titulada: Establecimiento de la Junta de Caridad y Sociedad Patriótica para la Buena Educación del a Juventud en la Ciudad y Estado de la Puebla de los Ángeles, Imprenta Nacional, Puebla 1825 (BJML-AABA, Caja 1bis, exp. 1), señala que "aligerar el método de la enseñanza cansada y costosa de los antiguos" es decir el deletreo considerado "difícil y complicado". Para eso creo una Cartilla, que había impreso desde 1800 (Silabario, BJML-AABA, caja 27, Exp. 1-3, aquí fig. 4)) que indica: "Enseñar desde luego silabeando: silabear por la mañana, y decorar a la tarde unos mismos párrafos; acostumbrar a los niños a silabear de memoria oraciones enteras; enseñarlos a escribir y pronunciar o leer lo mismo que escriben; y saborearlos con los premios y la emulación; son los arbitrios más oportunos que han hecho progresar este Arte en la Europa. Vease a D. Vicente Navarro en su preciosa Recopilación de los varios métodos inventados par facilitar la enseñanza de leer".
Fleury, Ibíd., pp. 1-3.
Tanck Estrada, La Educación Ilustrada, 1786-1836: educación primaria en la ciudad de México, 1977, pp. 226-227.
D.J.C., Catecismo Político arreglado a la Constitución de la Monarquía Española; para la Ilustración del Pueblo, Instrucción de la Juventud y Uso de las Escuelas de Primeras Letras, 1813. El libro se encuentra dividido en 18 lecciones en donde se explican los temas de la Constitución, la nación española, la ley, los ciudadanos españoles, el gobierno, las Cortes, el rey, los secretarios del despacho, el consejo de estado, los tribunales, la administración de justicia, el gobierno interior de las provincias y los pueblos, las diputaciones provinciales y las contribuciones.
Plan de Escuelas de Primeras Letras arreglado al Nuevo Sistema de Lancaster llamado de la Enseñanza Mutua, sacado de las memorias de la Real Sociedad Económica de la Habana Número 10, Oficina del Oratorio de San Felipe Neri, Puebla 1819, 149 p. (BJML-AABA, Caja 26, exp. 4).
Laborde, Plan de enseñanza para Escuelas de Primeras Letras según los métodos combinados del Dr. Bell y del Sr. Lancaster adaptados a la religión católica y breve compendio de sus progresos, 1816, 147 p.
Prepósito (superior) del Oratorio de San Felilpe Neri, en cuya imprenta se editó el Plan de Iguala, el Catecismo Político y el Plan de enseñanza.
Larroyo, Historia comparada de la Educación en México, 1970, p. 227.
Expediente formado de orden del Excmo. Ayuntamiento Constitucional de esta Nobilísima Ciudad sobre proporcionar arbitrios para sostener la Escuela de primeras Letras que fue del Seminario, y pagar los salarios a los maestros de ella, a virtud de haberla adoptado por suya dicha Corporación, en la forma que dentro se expresa. Archivo Histórico del Ayuntamiento de Puebla (en adelante AHAP), Expedientes, tomo 67, legajo 752, 1823, ff. 135-184.
Plan de Escuelas, Ibid., p. i.
Ibíd.
Ibíd., p.ii.
Ibíd., pp. 92-93.
Ibíd., p. 94.
Ibíd., pp. 130-131.
Ibíd., p. 49.
Memoria que el presbítero José Antonio Jiménez de las Cuevas, director de la Junta de Caridad y Sociedad Patriótica para la Buena Educación de la Juventud leyó el 5 de febrero de 1826, Imprenta Nacional, Puebla 1826. BJML-AABA, Caja 11, exp. 5.
Decima cuarta Junta Pública de la Junta de Caridad y Sociedad Patriótica para la buena educación de la Juventud, Imprenta del Gobierno, Puebla 1827. BJML-AABA, caja 2, exp. 1.
Nombre: M. Luis Arturo García Dávalos
Adscripción: Facultad de Filosofía y Letras, Posgrado en Historia

Datos Curriculares:
Originario de la ciudad de México, Maestro en Historia por la Facultad de Filosofía y Letras, donde obtuvo la medalla Alfonso Caso 2009. Se ha enfocado en el estudio de la Historia de México desde la perspectiva de la Historia de las Ideas, donde ha publicado varios artículos. Actualmente está culminando su investigación doctoral sobre los cambios en el pensamiento en el período de la Independencia.
Es adjunto del Dr. Alvaro Matute Aguirre, maestro emérito de la Universidad Nacional en el curso de Introducción a la Historia y titular de Historia Medieval y Contemporánea en el IFTIM de la Conferencia de Religiosos de México.

Dirección:
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La Real Junta de Caridad y Sociedad Patriótica para la buena educación de la Juventud de la ciudad de Puebla de los Ángeles en la América Septentrional y la introducción en Nueva España del Método Lancasteriano
M. Luis Arturo García Dávalos
Posgrado en Historia. FFyL/UNAM
Juventus mores bonos artesque liberales et amorem patriae docta.
El siguiente trabajo es parte de la investigación doctoral que estamos concluyendo sobre la obra de Francisco Pablo Vázquez y Sánchez Vizcaíno (1769-1847), predicador, canónigo, fundador del Congreso de Puebla, primer embajador de México y primer obispo del restaurado episcopado mexicano. Cabe hacer el reconocimiento a la Lic. Mónica Alejandra Rosales pionera en la investigación sobre la Junta de Caridad poblana cuyo archivo se encuentra en el fondo de la Academia de Bellas Artes de la Biblioteca Lafragua de la Universidad Autónoma de Puebla.
La Ilustración Novohispana
En general, la Ilustración española suele ser considerada como un fenómeno secundario, derivado, de escaso interés, al grado de llegar a afirmar pensadores como José Ortega y Gasset que: España ''no tuvo su Dieciocho'' y esa carencia determinó el atraso posterior y la necesidad de cumplir sus objetivos a destiempo. Ninguno de sus autores forma parte del canon de la Historia de las ideas. En las grandes síntesis del pensamiento del dieciocho, los ensayos de Isaiah Berlin, por ejemplo, o la erudita y admirable Historia de Peter Gay, prácticamente no la mencionan. Se asume como tema de interés local, que no significó nada más allá de los dominios hispánicos (a pesar de que entonces ocupaban la tercera parte del mundo).
Pero hubo una Ilustración novohispana, cuyo valor reside en el impacto que tuvo en una sociedad de casi ocho millones de habitantes, y sus repercusiones en el pensamiento social, político y religioso del siglo XIX. La Ilustración novohispana es difícil de determinar por su gran complejidad, pero no por eso deja de ser una idea del mundo claramente perceptible. Sucede a la cultura barroca, teniendo sus orígenes en la Francia de Luis XIV, para desde allí difundirse por toda Europa y de ahí a América. Nunca logró imponerse por la resistencia de ciertos sectores anclados en la tradición escolástica, pero logró imponerse en los círculos de poder eclesiásticos novohispanos. A partir de la Revolución Francesa, el Imperio Napoleónico y la Restauración, con toda la configuración ideológica europea resultante, la fuerza de esa tendencia retrocede fuertemente dentro de los ambientes ilustrados católicos, y se refuerza el llamado "ultramontanismo". término peyorativo, para referirse a los cristianos sujetos a la autoridad del Papa o de los partidarios de los privilegios de la Santa Sede en contra de las políticas anticlericales que llevaban adelante Francia, y en España la dinastía Borbón que transitaba hacia el liberalismo político, así como los que se oponían al nuevo Estado laico totalmente separado de la Iglesia católica que emergió de la Revolución francesa.
La Ilustración católica novohispana ha sido poco estudiada si no es que ignorada o despreciada. Uno de sus frutos finales, el más visible políticamente fueron las reformas eclesiásticas, políticas y educativas descritas por la historiografía del siglo pasado, pero sin reconocer tras los hechos las tendencias e ideas en juego, interpretándolas solamente como una intervención del nuevo Estado nacional en la Iglesia. Desde luego, eso eran, pero es importante comprender por qué una buena parte del clero las apoyaba, como es el caso de la promoción del método Lancasteriano, introducido por clérigos en la Nueva España. Cargamos con los prejuicios de la historiografía liberal, construida desde la segunda mitad del siglo XIX, por su negación a reconocer en estos sujetos su antecedente inmediato, además de que su odio contra España había obliterado inclusive el reconocimiento de que se había dado una Ilustración Española en las Indias
A diferencia de la francesa o española, la novohispana es protagonizada eminentemente por eclesiásticos que de manera determinante impulsaron los planes de reforma de la educación desde la expulsión de los jesuitas, que sustituyeron la escolástica por el eclecticismo filosófico y por la nueva ciencia: Benito Díaz de Gamarra, José Pérez Calama, Joaquín Furlong, Antonio Jiménez, entre otros. Estos ilustrados ttuvieron por común denominador una vigorosa insistencia en la reforma de las costumbres con tintes de "salvación" como atinadamente lo señala Rafael Segovia, que abarcaba a toda la monarquía, desde el rey hasta el más sencillo de los vasallos, lo mismo por los funcionarios reales que por los eclesiásticos.
Reformar "la vida y las costumbres" significaba ajustar la conducta de los súbditos españoles a una disciplina que condujera a la virtud por encima de cualquier golpe de la fortuna o debilidades humanas, de suerte que estuvieran en disposición de recibir la gracia de la salvación eterna. Al mismo tiempo implicaba poner a la Monarquía en la posibilidad de recibir de la providencia la gracia del poder. Ambos elementos eran inseparables. La salud del reino se correspondía con la salud, espiritual ante todo, de las personas que le componían. La ilustración en los dominios españoles, a pesar de sus ambivalencias se desarrolla principalmente en cuatro espacios de debate, como señala Segovia, tres formas de confrontación de lo viejo y lo nuevo: la ciencia con la fe, la crítica con la tradición, el Estado absoluto con el corporativo y lo temporal con lo espiritual en lo religioso.
Las Juntas de Caridad y Patrióticas
Con la Ilustración en la segunda mitad del siglo XVIII surgirán nuevas asociaciones de carácter académico, benéfico, patriótico. No es que antes no hubiera ningún tipo de asociación, pues ya existían las cofradías de oficiales o gremios, pero para los ilustrados estas eran calificadas como obsoletas, desordenadas, ineficientes y dispendiosas. Por este motivo en 1783 la corona española decreta su extinción, permitiendo tan solo las "aprobadas por la jurisdicción Real y Eclesiástica sobre materias o cosas espirituales o piadosas" y las sacramentales "por el sagrado objeto de su instituto, y necesidad de auxiliar a las Parroquias". Pero todas sin excepción tienen que reformar "los excesos, gastos superfluos y cualesquier otro desorden", además de ser aprobadas por el Consejo del rey.
Esto fue un golpe mortal a las redes sociales novohispanas, pues esa forma de organización era la vida de los pueblos indígenas y mestizos donde la cofradía del santo patrón era elemento de identidad, pertenencia, sociabilización, caja común para necesidades urgentes; esto sin negar los excesos que se hacían en ocasiones en renovar templos y retablos, fiestas patronales, comida y bebida, elemento que era y es aún chocante o poco comprendido de la religiosidad popular. Pero como dice un estudio pionero, eran "asociaciones de fieles que servían para dar asistencia espiritual y material a sus miembros". Su hostigamiento y posterior Decreto de Consolidación de Vales Reales (1805) reduciendo sus bienes serán uno de los motivos para buscar romper con una corona que no respetaba tradiciones ancestrales.
En los ambientes ilustrados urbanos, se siguió el mandato de la "ley VI" de Carlos III que a la letra decía:
Mando que… todas las Cofradías de oficiales o gremios se extingan; encargando muy particularmente a las Juntas de caridad, que se erijan en las cabezas de Obispado o de partido o provincias, las conmuten o substituyan en Montes píos, y acopios de materias para las artes y oficios, que faciliten las manufacturas y trabajos a los artesanos, fomentando la industria popular.
Los orígenes de estas nuevas formas de participación cívica hunden sus raíces en el humanismo renacentista, e impulsadas por la ilustración francesa del siglo XVII, fueron el movimiento ideológico y cultural europeo más importante desde la Reforma. Se reunían en los cafés, difundidos durante el siglo XVIII, lo que facilitaban dichas reuniones, que en ocasiones llegarían a ser algo más que meras tertulias.
Surgidas en los círculos culturales como organismos no estatales ni eclesiásticos, tenían como fin promover el desarrollo del reino español, estudiando la situación económica de cada una de las regiones y buscando soluciones a los problemas que hubiera. Se encargaban de impulsar la agricultura, el comercio y la industria, y de traducir y publicar las obras extranjeras que apoyaban las ideas de la fisiocracia y el liberalismo, tanto las que lo combatían.
La primera en constituirse fue la "Sociedad Bascongada de Amigos del País", fundada por el conde de Peñaflorida en 1765; diez años después se constituye, a iniciativa de Pedro R. Campomanes, la "Real Sociedad Económica de Madrid", con unos estatutos que servirían de modelo para las que nacieran en el futuro. Para principios del siglo XIX ya se habían constituido 63 sociedades en las principales ciudades de la península. Asimismo otras surgieron con sus peculiaridades en América: Santiago de Cuba (1787), Lima (1790), La Habana (1792), Quito (1792), Antigua Guatemala (1795), México (1799), Santa Fe de Bogotá (1801), Puebla (1807), Cartagena de Indias (1812), Puerto Rico (1813), Santiago de Chile (1813), Chiapas (1819).
En cuanto a sus actividades, ya hemos visto que su principal objetivo era analizar la economía regional y tratar de potenciarla. Sin embargo no se desatendieron temas como el comercio; algunas incluso financiaron proyectos de construcción de caminos, puentes, acueductos, puertos e industrias experimentales como cerámica, textiles y vidrio. También dedicaron su esfuerzo a fomentar la educación con la creación de escuelas donde era formada mano de obra a fin de aumentar la productividad. Unido a este aspecto, trataron además de luchar contra la pobreza reeducando a miembros de las clases menesterosas para que pudieran desempeñar un trabajo útil a la sociedad, cambiando la idea tradicional de la pobreza como virtud religiosa a enfocarla ilustradamente como problema social que había que solucionar de manera corporativa y racional.
Las Juntas de Caridad y Patrióticas fueron el catalizador de una conciencia de participación social criolla que será decisiva a partir de la segunda década del siglo XIX, donde sus miembros se reunían en público para debatir los temas del día. En estas reuniones participaban personas de distintas clases sociales. Las Sociedades solían organizarse formalmente, conservando registros de las actividades de cada reunión, eligiendo oficiales (presidente, secretario, etcétera) para las funciones oficiales del grupo.
Su composición social se centró fundamentalmente en el clero local, con participación de algunos miembros notables de la localidad como eran los funcionarios de la corona, militares, miembros de profesiones liberales. Sin duda, un espacio de participación social para una minoría progresista dentro de la sociedad, que vieron no solo un beneficio para la nación, sino también para sus propios intereses económicos, pues el aumento de la productividad haría crecer además sus rentas.
La Junta de Caridad y Sociedad Patriótica para la Buena Educación de la Juventud de Puebla
(Figura 1)
Hasta mediados del siglo XVIII Puebla era considerada la segunda ciudad del virreinato y hasta esta época gozó de un gran esplendor debido, entre otras cosas, a su bonanza económica. El adelanto y prosperidad de Puebla se debió en gran medida a su ventajosa posición en el centro de una populosa zona indígena y a su situación de paso obligado entre la Villa Rica de la Veracruz, puerta de entrada a la capital del Virreinato y México, capital de la Nueva España y centro de redistribución comercial.
Esta circunstancia no sólo le proporcionaba un intenso movimiento comercial sino la convirtió en uno de los ejes de las comunicaciones y en el almacén a donde se guardaban una parte importante de los géneros europeos, repartidos después por todo el virreinato. Diariamente atravesaban sus caminos largas recuas de mulas y convoyes de carros y carretas cargados de artículos de la costa y tierra adentro hacia el puerto rumbo a España que regresaban por los mismos caminos igualmente cargados de los productos que venían del otro lado del mar, incluyendo los de contrabando.
El fraile Villa Sánchez, en su informe al Ayuntamiento en 1746, nos ilustra sobre lo que era esta ciudad. Nos dice:
Era la segunda del reino de la Nueva España, segunda en dignidad, en grandeza, en extensión, en opulencia, en fabricas, en número de vecinos, en nobleza, en letras, en policía y en todo aquello que constituye el cuerpo de una ciudad y el alma de una república: la Ciudad de los Ángeles era verdaderamente el cuello y garganta del vastísimo cuerpo de esta América Septentrional, así por la unión o inmediación de su magnifica y opulentísima Capital… como por ser un miembro tan principal de este Reino y una nobilísima parte que realza su hermosura y perfección, haciendo que tanto más sobresalga y aparezca la belleza de su capital y metropolitana ciudad, cuanto más se exalta y levanta sobre este hermosísimo cuello.
Algunos comerciantes como los Vázquez, los Furlong, los de Velasco, los Haro y Tamariz, los Múgica y Osorio, los Ovando, Los De la Peña, los Olagüibel entre otros construyeron a partir de la economía una red de vínculos. Todos ellos fueron miembros del Ayuntamiento, ocuparon diferentes cargos en diferentes años; algunos de ellos fueron militares. Los de Velazco y los Ovando eran grandes propietarios, los Haro y Tamariz propietarios e industriales, políticos y eclesiásticos, los Múgica y Osorio y los De la Peña comerciantes almaceneros importadores. Joaquín Haro y Tamariz fue gobernador en repetidas ocasiones, lo mismo que los Furlong que también fueron comerciantes, diputados, gobernadores y eclesiásticos. Y los Vázquez, clérigo, hacendados, molineros e industriales. La vitalidad de la oligarquía llegó a sorprender al último gobernador y al propio intendente Manuel de Flon.
(figura 2)
En el seno de estas redes de relaciones, los clérigos participarán activamente de la vida social de Puebla. Uno destacado será el padre José Antonio Jiménez de las Cuevas, nacido en San Andrés Chalchicomula (hoy Ciudad Serdán) en 1755, donde aprende las primeras letras. En 1776 ya mayor para el promedio de edad ingresa como externo con beca de merced al Seminario Palafoxiano, alternando el estudio con el trabajo de dorador para pagar sus estudios y distinguiéndose como maestro por el gusto y pasión por la cultura greco-latina que transmitirá a sus alumnos, entre los que se distinguió notablemente Francisco Pablo Vázquez, Joaquín Furlong, José María Lafragua y Antonio Joaquín Pérez. Una vez ordenado, obtuvo las cátedras de gramática, filosofía, sintaxis latina y oratoria. Finalmente ganó el concurso para la cátedra de prima de Teología. Por ese tiempo escribió un tratado científico titulado Tratado de la Electrología o Virtud Eléctrica, en donde exponía experimentos y observaciones. Siempre se dedicó a la educación de la niñez tanto en la escuela del Seminario Palafoxiano como en la que él fundo. Fue un tiempo rector del Seminario y murió el 25 de marzo de 1829.
La Escuela de Primeras Letras
Esta inquietud compartida por su época, pero vuelta preocupación central por la niñez y la juventud, tenía que ver con la nueva valoración ilustrada que se tenía de ellos. En el Antiguo Régimen la niñez era "un estado precario y transitorio del que era necesario salir cuanto antes para alcanzar la madurez". Partiendo del ideal aristotélico donde el hombre es una tabula rasa sobre la cual se graban las imágenes que representan las enseñanzas recibidas, los ilustrados proponen aprovechar la infancia para preparar al niño hacia la actividad que iba a desarrollar en el futuro. En el artículo del Señor de Marsais sobre la educación en la Enciclopedia comenta: "Los niños que vienen al mundo, un día deberán formar la sociedad en la que ahora viven; su educación es entonces el objetivo más interesante".
De esta manera expresa Pablo Vázquez en un sermón en la catedral de Puebla en 1805 ese ideal ilustrado:
Las primeras impresiones son las que forman el carácter de cada uno, y deciden por lo común de su suerte futura, de que la juventud es la edad más peligrosa al paso que más carece de socorros, porque la razón aún se halla envuelta en las tinieblas de la ignorancia, el vicio tiene todo su atractivo, la virtud sólo se deja ver por su corteza amarga y desagradable, y se carece de la triste experiencia del estrago que causan las pasiones y los excesos.
Preocupado por las diferencias y por los bajos niveles educativos de los alumnos que ingresaban al seminario cuando lo normal era que entraran a los 9 o 10 años al de mínimos, creo el nivel de re-mínimos. Pero eso no fue suficiente y así el 30 de abril de 1796 crea una escuela de primeras letras gratuita anexa al Seminario para niños pobres. Y para su sostenimiento organiza la "Obra Pía de Educación de la Ciudad de los Ángeles y su Obispado."
Por ese tiempo se dedica a conocer y estudiar los nuevos métodos educativos ilustrados que se aplicaban en Francia y España. Y otro alumno suyo el padre Joaquín Furlong, prepósito del Oratorio de la Concordia de San Felipe Neri, lo invita a dirigir el catecismo infantil dominical en ese templo, donde aplica con éxito nuevos métodos para la catequesis, con el deseo de que más que memorizar, los niños aprendieran a comprender y razonar la fe. Para esto se vale con gran éxito del Catecismo de Fleury, el cual no sólo contenía preguntas y respuestas para aprender los fundamentos de la fe, sino además tenía unas explicaciones que buscan una comprensión histórica-bíblica de la fe más que sacramentaria o pietista.
(Figura 3)
En vista de la dificultad para sostener su escuela gratuita, imprime un Memorial y motivado por sus amigos, pero por insistencia del obispo Manuel Ignacio del Campillo, en 1807 solicita licencia para establecer en Puebla una "Junta de Caridad" con dos objetivos: la promoción de la educación cristiana y civil de la capital y su diócesis y el desarrollo de un Seminario de Agricultura y Artes. Esta solicitud la hace al fiscal de lo civil de manera provisional, pues los mares estaban cerrados por la guerra y no se podía esperar para establecer la Junta. Entre los primeros suscriptores a la Junta de Caridad encontraremos al mismo obispo Campillo, a buena parte del cabildo catedralicio, Antonio Joaquín Pérez, a cuatro de los hermanos Furlong y obviamente al secretario del obispo, Francisco Pablo Vázquez. El padre Jiménez de las Cuevas fue nombrado en 1815 rector del Seminario Palafoxiano y fue director de la Junta de Caridad hasta su muerte en 1829 a los 74 años de edad.
La Junta de Caridad y Sociedad Patriótica para la Buena Educación de la Juventud implicaba una búsqueda racional de la educación, buscando unificar programas educativos, implementar nuevos métodos educativos que ayudaran a los alumnos a pensar más que a memorizar, formar buenos ciudadanos útiles y productivos, técnicamente capaces, además de incorporar a la mujer en la vida productiva de la sociedad. Al mismo tiempo implicaba un cambio en las competencias de las dos corporaciones principales de la ciudad: El Cabildo Civil y el Cabildo Eclesiástico, en donde el Estado asumía algunas actividades antes ejercidas por la Iglesia, como era la atención a los pobres y la enseñanza. Dentro de este contexto al crearse la Junta, se dará un conflicto entre los dos cabildos, el cual había sido motivado por el papel predominante que el ayuntamiento pretendía ejercer en la Junta de Caridad poblana, aunque finalmente los eclesiásticos se impusieron. Es simbólico el lugar que ocuparon en la Eucaristía de apertura de la Junta de Caridad, en donde se sentaron en medio del Ayuntamiento y de la Junta, de esa manera quedaban hermanados los tres gestores del proyecto educativo de la niñez pobre,aunque a la larga aunque fue su principal gestora, quedará fuera con el paso de los años.
Innovación educativa
(figura 4)
La creación de la escuela de primeras letras de la Junta de Caridad es un hito en la historia de la educación en México, que nos queda aún más claro si nos acercamos a los métodos y a los libros utilizados por la escuela de primeras letras. Uno de los métodos innovadores que utilizaron los profesores para enseñar a leer fue el silabeo, superando el anterior método de deletreo. Otra innovación que se empezó a introducir en el método de enseñanza fue el aprendizaje por el entendimiento más que por la memorización. Para eso usan el ya probado Catecismo de Fleury el cual no sólo contenía preguntas y respuestas para aprender, sino además tenía unas explicaciones. Esto no quería decir que los demás libros utilizados privilegiaran el uso de este método, pues la mayoría mantenía la enseñanza memorística basada en el aprendizaje de los cuestionarios, pero si señala el inicio de una nueva perspectiva: el de la comprensión. Así lo dice en la "Razón de designio y del uso de este catecismo":
Los que tienen alguna experiencia del ministerio Eclesiástico, y algún celo de la salud de las almas, conocen y sienten vivamente la ignorancia de la mayor parte de los Cristianos. No solamente son los labradores, los oficiales mecánicos y la gente rústica, los que se conocen estar sin cultivo y sin educación; también se hallan hombres del mundo (…) Vence personas espirituales, que han leído mucho en libros devotos, y saben grande numero de ejercicios de piedad, pero que no han comprendido aún bien lo esencial de la Religión. (…) Esta ignorancia es uno de los principales principios de la corrupción de las costumbres. (…) La devoción nunca puede pasar de superficial cuando no está fundada sobre principios sólidos y sobre un pleno y convincente conocimiento de la excelencia de la Ley de Dios.
En la escuela de la Junta de Caridad los niños seguían un plan de estudio formado por cuatro asignaturas que eran leer, escribir, contar y doctrina cristiana. Otra innovación que implementa la Junta de Caridad, fue abrir la enseñanza a otro tipo de conocimientos más allá de la educación religiosa. Un ejemplo de ello fue la utilización del Catecismo Político arreglado a la Constitución de la Monarquía Española, para la ilustración del pueblo, instrucción de la juventud y uso de las Escuelas de Primeras Letras, el cual refleja que para estos ilustrados ya no buscaban formar solo en los valores religiosos, sino también en los valores cívicos, civiles o ciudadanos. Además, hay que resaltar la importancia que se dio al estudio de la geografía, de la aritmética y de algunos elementos para el correcto uso de la lengua española, como la ortografía.
Plan de enseñanza para Escuelas de primeras letras según los Métodos combinados del Dr. Bell y del Sr. Lancaster adaptados a la religión católica
(Figura 5)
Pero la innovación más significativa que la Junta de Caridad impulsó en el campo de la enseñanza de las primeras letras fue la adopción en 1819 del método de Lancaster. La Junta lo conoció desde 1816 a través de un informe publicado en una Memoria de la Sociedad Económica de Amigos del País de la Habana, que fue reimpreso en la Nueva España con el patrocinio de Joaquín Furlong. Queda por investigar si otras partes de la Nueva España lo aplicaron, pero para 1822 se crea en la ciudad de México la Compañía Lancasteriana, con su primera escuela llamada "El Sol". Pero si podemos afirmar que la primera escuela que aplicó el método Lancasteriano en México fue la de la Junta de Caridad de Puebla. Desgraciadamente este sistema no logró arraigarse, pues para 1823 un informe nos muestra que en la ciudad de Puebla este método sólo se practicaba en la escuela del Seminario.
Respecto al método Lancaster así lo presente el Plan de Escuelas:
Entre los descubrimientos de todo género, y entre las invenciones de toda especia, que contribuyen, hace mucho tiempo, al bienestar y a la riqueza de Inglaterra, se halla una modesta, sencilla, obscura, que ni tiene por objeto adornar los salones del rico, ni añadir lustre a la opulencia, pero que algún día servirá al pobre de consuelo en su humilde morada, le enseñará a saber apreciar la vida, y que pondrá la generación de los desventurados al nivel de las demás clases de la sociedad, igualándose a ellas, cuando no en las ventajas exteriores, a lo menos en las afecciones del alma y en los conocimientos tiles. Esta invención se reduce a un método de enseñanza, pronto, fácil y tan poco costoso, que puede extenderse a todos los niños y niñas pobres de una comarca sin necesidad de auxilios del Gobierno, ni de contribuciones comunales.
Al presentar el objetivo del método Lancasteriano, se hace evidente el modelo de hombre ilustrado que se está proponiendo a través de la educación:
El nuevo sistema tiene por objeto el adelanto; el mal será para los que se vayan quedando atrás. Quando una nación se halla ya dispuesta a permitir que todos sus individuos participen de una instrucción general; entonces es muy fácil dar a cada brazo de esta nación los conocimientos correspondientes a sus respectivos estados. Los de clase baxa, hasta que sepan leer, escribir y contar, y que se hallen instruidos en lo que debe saber un buen cristiano; los de la clase media pueden destinarse a los estudios clásicos, a las ciencias exactas, y al conocimiento de los negocios mercantiles y gubernativos; por último, los de clase alta, pueden dedicarse al estudio de las bellas artes, aprendiendo la música, el dibuxo o el bayle, que son ocupaciones análogas a sus usos y costumbres, a la dignidad de su estado, y las más adecuadas para que puedan emplear con utilidad sus ocios.
Y de manera sucinta describe el Plan de Escuelas el método Lancaster:
Se reúnen los niños en una misma pieza (aunque haya mas de mil) y se les divide en varias clases, empezando por los que aun no conocen las letras, hasta los que saben leer, escribir y contar corrientemente; cada una de estas clases por numerosa que sea, la dirige uno de los alumnos, el cual hace decir a los otros las lecciones que sabe mejor que los demás, y quando se encuentra en la clase uno tan adelantado como él que se halle en estado de reemplazarle, entonces se le pasa a una clase superior. De este modo se transmite la ciencia de uno a otro, y se conserva así por transmisión sin depender ni del cuidado ni de la suficiencia de un maestro.
Las objeciones que se le ponían al método Lancasteriano, se nos hacen sorprendentes desde nuestro contexto: "la idea dominante que, por desgracia, se halla ya tan extendida; a saber: que la instrucción es peligrosa en las clases baxas de la sociedad… el progreso de las luces ha sido causa de la revolución de Francia" Y a esto responde el autor del Plan: "en vez de perjudicar al hombre, las luces, ellas son las que le han sacado de las tinieblas en que se hallaba, y las que le han libertado de los males que le había atraído la ignorancia" y se pregunta refiriéndose a la revolución francesa: "¿Se hubieran dexado seducir, por ventura, unos hombres naturalmente buenos y sencillos, si hubieran tenido el mismo grado de instrucción que sus fementidos alucinadores?".
Y en otra parte expresa un elemento de crítica al sistema administrativo español que nos anuncia la inminente independencia nacional:
El mejor medio de desarraigar entre los hombres aquellas preocupaciones de ojeriza nacional, de sistema prohibitivo, y de rivalidad mercantil, es el de difundir las luces, o por decirlo mejor, el de una buena educación general, que hace conocer tanto a los particulares cuanto a las naciones, aquellos verdaderos intereses, que no se puede hallar en un sistema de conquista o de devastación. La cortedad en la industria hace que los pueblos deseen la guerra, ora para ejercer el monopolio propio, ora para reprimir el ageno: la extensión o la abundancia de la industria trae consigo la paz como el único medio de facilitar su expendio por las ventas y los cambios.
La Escuela para niñas
(figura 6)
Para los ilustrados la incorporación de la mujer de una manera activa en la sociedad era uno de los puntos de su agenda, de hecho el método Lancasteriano proponía la incorporación de niñas: "¿cuánto no ganara… la que concluidos sus quehaceres, empleare su tiempo o en educar a los hijos de su casa, o en llevar las cuentas de ella, o en otras acciones útiles?" La escuela para niñas se logra hasta 1824, con el apoyo del Congreso del Estado presidido por Pablo Vázquez y el diputado Patricio Furlong, se crea la escuela de niñas, que también recibió el apoyo de una Asociación de señoras creada por el vicedirector Antonio María de la Rosa. Dicha escuela instruiría a las niñas en el manejo de sus casas, la fe católica, las labores y manualidades "propias" de su sexo y en la enseñanza de la lectura. En estas escuelas el método de Lancaster se aplicó con más éxito.
Este interés por fomentar la educación no se limitó a las escuelas de la Junta, sino también en el reconocimiento que hicieron de la labor de otras escuelas de primeras letras que había en Puebla. Un ejemplo de ello fue la invitación a las maestras de otras escuelas de niñas como evaluadoras en los exámenes. Además la Junta prestó sus instalaciones para las premiaciones de otras escuelas de primeras letras de la ciudad. A su vez, su compromiso no sólo fue con la enseñanza de primeras letras, sino también con la enseñanza de otro tipo de conocimientos, así en 1813 también prestaron sus instalaciones para dar una clase de obstetricia.
Conclusión
La sociedad novohispana poblana de principios de siglo XIX se caracterizaba por su espíritu emprendedor, pero se vio enfrentada con las políticas Borbónicas tanto hacia el cabildo metropolitano como catedralicio, considerándolos inferiores o no escuchándolos. Estos hombres y clérigos, vivían al día de los acontecimientos políticos, científicos y sociales, buscando en la segunda década del siglo XIX nuevas formas de participación ciudadana, a tono con sus inquietudes ilustradas en medio de una creciente crisis económica.
Convencidos de que el futuro de su patria dependía de que sus hombres y mujeres a todos los niveles tuvieran una educación ilustrada, se dedican a organizar, juntar recursos, publicar para dar a conocer nuevos métodos educativos que favorecieran el surgimiento de una república de las letras que diera más brillo a España. Pero ante la ceguera de esa administración que los despreciaba o ignoraba, sólo preocupada por salir de lo inmediato, este grupo donde los clérigos tendrán un papel preponderante, decide deshacerse de la monarquía porque ya no "llenaba los deseos de todos" y aunque era "plausible" "no estaba en consonancia con la opinión pública, ni prometía estabilidad". Y así la administración hispana "con la velocidad de relámpago desapareció", curiosamente promovida la consumación de la Independencia por muchos de los que se encontraban patrocinando a esta Real Junta de Caridad y Sociedad Patriótica para la Buena Educación de la Juventud.


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Archivo Academia de Bellas Artes de Puebla, Biblioteca José María Lafragua, BUAP (BJML-AABA)
Silabario. 1800, caja 27, Exp. 1-3.
Documento donde se solicita la respuesta del fiscal de lo civil sobre el escrito del padre de las Cuevas donde pide aprobación para establecer una Junta de Caridad para promover la educación en la Diócesis (1807), Caja 31, exp. 1, doc. 1.
Libro de suscriptores de la Junta de Caridad del año 1807, Caja 31, exp. 1, doc. 2.
Plan de Escuelas de Primeras Letras arreglado al Nuevo Sistema de Lancaster llamado de la Enseñanza Mutua, sacado de las memorias de la Real Sociedad Económica de la Habana, Número 10, Oficina del Oratorio de San Felipe Neri, Puebla 1819, 149 p. Caja 26, exp. 4.
Memorial que por mano de su Ilustrísimo Prelado presenta a todos los estados de la juventud desamparada, que a expensas de la caridad de los fieles se educa en esta Real casa de la Ciudad de Puebla, s/e, 1819, Caja 31, exp. 1, doc. 3.
Establecimiento de la Junta de Caridad y Sociedad Patriótica para la Buena Educación del a Juventud en la Ciudad y Estado de la Puebla de los Ángeles, Imprenta Nacional, Puebla 1825. Caja 1bis, exp. 1.
Memoria que el presbítero José Antonio Jiménez de las Cuevas, director de la Junta de Caridad y Sociedad Patriótica para la Buena Educación de la Juventud leyó el 5 de febrero de 1826, Imprenta Nacional, Puebla 1826. Caja 11, exp. 5.
Decima cuarta Junta Pública de la Junta de Caridad y Sociedad Patriótica para la buena educación de la Juventud, Imprenta del Gobierno, Puebla 1827. Caja 2, exp. .
Archivo Histórico del Ayuntamiento de Puebla (AHAP)
Expediente formado de orden del Excmo. Ayuntamiento Constitucional de esta Nobilísima Ciudad sobre proporcionar arbitrios para sostener la Escuela de primeras Letras que fue del Seminario, y pagar los salarios a los maestros de ella, a virtud de haberla adoptado por suya dicha Corporación, en la forma que dentro se expresa. Expedientes, tomo 67, legajo 752, ff. 135-184, 1823.


RELACION DE FIGURAS
Figura 1
José Manzo, grabado, Estado actual de la Real Junta de Caridad y Sociedad Patriótica para la Buena Educación de la Juventud de la Ciudad de Puebla de los Ángeles en la América Septentrional, Imprenta del Oratorio de San Felipe Neri, 1820.
Es un grabado que representa a una mujer con una corona de gloria en las manos, bajo un cielo que se abre, sentada sobre las ruinas de un templo griego. Su brazo recostado sobre una piedra donde está la inscripción: Juventus mores bonos artesque liberales et amorem patriae docta (La Juventud educada en las buenas costumbres, las artes nobles y el amor a la Patria). Cinco niños desnudos aparecen dos a la derecha representando a las artes de la pintura, grabado y escultura y a la izquierda dos dedicados a revisar una carta geográfica un libro abierto representando a las letras junto con un ancla. Al pie aparece la siguiente inscripción: José Manzo preceptor de dibujo en la Acad. De la Puebla de los Ángeles y aficionado al grabado fecit
Figura 2
R.P. Antonio Jiménez de las Cuevas, educador y fundador de la Academia de Bellas Artes de Puebla y Rector del Seminario Palafoxiano. 1755-1829 (ca. 1820)
Figura 3
Claudio Fleury, Catecismo histórico por Abad Claudio Fleury, Ed S. Calleja Madrid 1893.
Figura 4
Silabario, 1807, Biblioteca José María Lafragua, Archivo Academia de Bellas Artes, Caja 27, exp. 1,2,3.
Figura 5
Plan de Escuelas de primeras letras arreglado al nuevo método de Lancaster, Oficina del Oratorio de San Felipe Neri, Puebla 1819.
Figura 6
Reglamento para las escuelas gratuitas de niñas educandas, Oficina de Don Pedro de la Rosa, Puebla 1818.



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