La rasgadura ontológica del sujeto en Foucault

June 24, 2017 | Autor: M. Paredes | Categoría: Sociología, Humanidades, Filosofía y crítica-
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Descripción

La rasgadura ontológica del sujeto en Foucault Dr. Melvin Javier Paredes El ser se halla disminuido en su realización objetiva y subjetiva por todas partes. Y esto no ha cambiado desde los agitados días en que Rousseau, aquel persistente enamorado de la libertad, escribió en El contrato social: «El hombre ha nacido libre, pero por doquier se halla encadenado». El nicaragüense, pongamos por caso, vive en la zozobra propia de una privación económica extrema, alto nivel de desempleo, inseguridad ciudadana, polarización ideológica, corrupción jurídica y política, alza del transporte, etc. Se dice que la obra de Foucault (1926-1984) representa el conjunto crítico más potente de la modernidad tardía. Foucault enfrenta al problema de la falsificación de la vida en el sujeto. El sujeto «es una forma, y esta forma no es, por sobre todas las cosas ni siempre, idéntica a sí misma». Varía según los contextos históricos y los esquemas de dominación. En la tradición del conflicto en sociología, la dominación está determinada por la distribución de los recursos sociales y económicos. El déficit ontológico del sujeto en Foucault aparece dentro de una lógica de exclusión. También, se vincula al esfuerzo de resistir al poder, por los sujetos sufrientes. El sujeto atenazado puede resistir, porque las relaciones de poder son «cambiantes, reversibles e inestables». No están dadas de una vez y para siempre. En otras palabras, no son eternas, y se les puede hacer mella por algún lado. Autores como Foucault, Lyotard o Derrida, en su repaso crítico de la modernidad, son fundamentalmente deconstructivos, en el sentido que desmontan las realidades positivadas de los discursos oficiales. Son eclosionadores de los pensamientos totalitarios, iconoclastas de las metanarrativas. No obstante, la crítica de tales autores no es total ni tan iconoclasta como parece. Como la filosofía es un perenne ejercicio de indagación, podemos preguntarnos: ¿qué se esconde tras tanta negatividad en este tipo de autores? ¿Hacia dónde apunta la crítica, elaborada con tanta seriedad metodológica? Foucault fue influido de forma considerable por Nietszche. En éste último, se oferta una audaz invitación a la transvaloración. Foucault propone la revisión exhaustiva de los fragmentos del pasado, en función de las luchas del presente. Cuando los residuos foucaultianos afloran en la superficie, queda al descubierto (homenaje a Parménides por lo de la Aletheia) lo oculto de la relación saber-poder, las podredumbres institucionales, los barrotes que atenazan a los sujetos, según dijo Rousseau, y muchísimo antes Platón, con su mito de la caverna.

Pero si bien el sujeto foucaultiano se desenvuelve en una atmósfera de exclusión, no por ello acepta resignadamente el esquema de la dominación. La sufre en carne propia, tratando de zafarse con sus fuerzas y recursos. La fisura ontológica moderna puede ejemplificarse en la figura del loco (la locura), en el enfermo (la mirada médica), el obrero mal pagado (la fábrica), etc. Actualmente hacen más ruido las bombas, las minas antipersonales, los conflictos que las caricias. De alguna forma debemos revertir esta realidad. Como académicos y docentes, trabajamos con la infinita plasticidad de los seres humanos. Con los pequeños saberes sobre los que llamó la atención Foucault, podemos avanzar mejor hacia la construcción de una pedagogía que facilite la libertad y la felicidad de los individuos.

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