La química del amor 50X50X50X50: una exposición colectiva, performática y que produce experiencia

June 8, 2017 | Autor: Pilar Perez | Categoría: Performance Studies, Arts Education, Performance, Educación Artística, Exposiciones
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Descripción

“LA QUÍMICA DEL AMOR 50X50X50X50: UNA EXPOSICIÓN COLECTIVA, PERFORMÁTICA Y QUE PRODUCE EXPERIENCIA”

Pilar Pérez Camarero Universidad Autónoma de Madrid

Resumen Presentamos una reflexión sobre el evento “La química del amor 50X50X50X50” desarrollado como exposición performática dentro del evento conjunto de la Noche de los Investigadores de las Universidades de Madrid. En este año 2011 el evento se ha dedicado a la “Química” y nosotras propusimos una experiencia estética sobre la química del amor. Reunimos 50 artistas que prepararon una obra de 50X50, que se podía vender a 50 euros en el tiempo de la exposición (efímero, con una duración de apenas cuatro horas). En esta ponencia reflexionaremos acerca de la práctica artística, la relación de arte con ciencia, la posibilidad de un arte “sostenible”, la frontera entre producto artístico y producto artesano, arte e historia de vida y la profesionalización del arte, además de la significación de la performance y el tiempo extraordinario construido de una forma colectiva y colaborativa. Un evento artístico desarrollado en el ámbito de la universidad tiene unos condicionantes diferentes que permiten un espacio de reflexión y de innovación acerca de la práctica artística y su interacción con la sociedad. Reflexionamos acerca de la posibilidad de transferencia universidad-sociedad que se da en este campo, a partir de la creación de un tipo de arte expositivo “de guerrilla”, en palabras de mi compañera y co-curadora María Jesús Abad Tejerina.

PALABRAS CLAVE: performance; evento artístico; mercado y arte

“La química del amor 50x50x50x50: una exposición colectiva, performática y que produce experiencia”

1. Introducción Hace más de quince años que desarrollo un tipo de performance en el ámbito académico. Comencé cuando estaba terminando los estudios de Bellas Artes. En ese tiempo y después de haber pasado la esquizofrenia de varios profesores por cuatrimestre, y dos cuatrimestres por año (comenzaban así las asignaturas cuatrimestrales que rompieron el ritmo de lo anual acelerando los procesos, que no ayudando en la profundización), ya no me sentía muy capaz de asumir la asignatura “Pintura IV” con una continuidad en mi trabajo pictórico. En el cuatrimestre anterior, había cursado la asignatura “Paisaje”, asignatura obligatoria para mi especialidad de pintura. Yo estaba trabajando los paisajes interiores, llevaba tiempo buscando en los recursos del imaginario. Pero el profesor me dejó claro que debía ir más al paisaje exterior y sus cualidades. A lo largo de la carrera, me había acostumbrado a amoldar mi propia intención creativa a lo solicitado por el profesor, como una forma de autodisciplina, y me vi pintando paisajes con temor a que se parecieran a la manera de la Escuela de Segovia (lo llamo así porque relaciono lo que se demandaba con las obras que se veían en esa escuela de verano dependiente de la Universidad). La verdad que ya había producido un buen número de paisajes con figura, al modo de paisajes interiores, pero en el límite de continuar haciendo  

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algo más personal, tuve que adaptarme a lo que se me pedía. Ojalá esos últimos paisajes se parecieran más a los de la Escuela de Vallecas y su ingenuidad bien auténtica, acabé pensando. Es por ello que cuando llegué a Pintura IV no podía seguir de manera natural con mi trayectoria pictórica que se inclinaba al imaginario. De una forma también muy arquetípica, pasé un par de semanas pintando la barandilla que subía a mi espacio en el aula, de color violeta, y luego inicié un proceso de captura fotográfica y análisis de comportamientos, a la par que buscaba mi “vero icono”. Aquello terminó en un vía crucis colectivo, que fue mi manera de concluir Bellas Artes. Pilar Pérez. Figura en paisaje, 1995

Pilar Pérez. Hornacina con Vero Icono. Momento procesional. Vía Crucis, 1995. Dar clase tiene algo de performático, es siempre una ocasión extraordinaria de encuentro y participación compartida. Fue por ello que en mis primeras aulas de iniciación como colaboradora honoraria en el Departamento de Didáctica de la Expresión Plástica en la Facultad de Bellas Artes de la UCM, me di cuenta de la oportunidad que significaba dedicarse a la enseñanza. Durante estos años, en congresos y en mi trabajo como profesora he desarrollado diferentes performances, algunas realizadas en solitario o en dueto o en pequeño grupo, Guapa 1995, Vestida de Fast food con un toque natural 2001, Auto boda de Tesis 2002, Pato Ente 2007, Bolonia a la española 2010… (PÉREZ CAMARERO, 2009) Bailes Académicos I Beja 2008, II Osaka 2008, III Barcelona 2009, IV Óbidos 2009 y V Esto es arte, esto no es arte Mindelo 2010. Las performances de grupo tienen la fuerza que produce la construcción de un momento performático elaborado y realizado en colectivo, algo muy potente. Y en estos momentos está arrancando la performance Uniforme posbolonio. Atuendo académico y reflexión de interacción social que desarrollaré de forma longitudinal desde el comienzo de este curso académico 2011-2012. Dentro del trabajo con los estudiantes, como también se expresa en (PÉREZ CAMARERO, 2009) he venido desarrollando propuestas de trabajo creativo y performático, a  

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Momento ritual, celebración del Día del Blanco, 20041

veces dentro del propio aula (Días de colores, Día de la Manifestación del deseo, Día de la limpia del blanco, Día de disfrazarse de forma cotidiana o ritual…) o en cursos formativos en paralelo, de verano, de humanidades… (Cena de ensueño, Cena pijama camisón, Día de venir de rojo o magenta, Día de vestir para enamorar o seducir…). Todas estas situaciones han sido un espacio de experimentación de la fuerza que la construcción de un lugar de laboratorio y performance grupal tiene para las personas, y cómo se

alimenta a un tiempo la creatividad individual, con valores de pertenencia y solidaridad al grupo. Cuando este año supe que la noche de los investigadores se dedicaría a la química, quedé incubando la idea. Inevitablemente me acordé de lo sucedido en Mindelo, en Cabo Verde, con ocasión del Congreso Internacional de Educación Artística que se celebró en la isla a final de agosto, principio de septiembre de 2010. Allí apareció la discusión de la frontera entre lo que es arte y lo que no es arte, y sobre la relación de arte con ciencia. La polémica se fue encendiendo y terminamos por realizar una performance “Esto es arte, esto no es arte”, la idea surgió hablando con un compañero que me dijo “y me han dicho que lo que nosotros hacemos, no es arte”. Me quedé sorprendida por esa categorización de algo tan sutil como lo que sea el arte y porque encontré a mi amigo bastante afectado emocionalmente, creo que me recordó alguna situación (de nuevo vuelvo a referir) de mis estudios en Bellas Artes, bastantes años antes. Es muy difícil ser profesor en Bellas Artes, la materia de que está hecha la vocación artística entronca muy íntimamente con la identidad de la persona que puede verse globalmente censurada cuando solamente se critica su trabajo. En fin, según hablábamos imaginé una situación performática en que un grupo a paso militar seguiríamos a un líder que iría marcando con su paso y con su brazo, señalando a un lado y a otro lado: “esto es arte, esto no es arte”. Según estábamos reclutando algunas personas para esta acción, se fue prefigurando que el que marcaría la marcha sería Filemao. En ningún momento me vi siendo yo la conductora del grupo. Después se habló, sobre todo de resultas de cómo ocurrieron las cosas, que yo cedí ese puesto de liderazgo. Pero verdaderamente cuando se plantea una performance (GOLDBERG, 2001, 8)2, al menos para mi, la cuestión no es liderar, es hacer, producir, confrontar, muchas veces confrontar una misma (yo misma conmigo), y desde luego no me veía liderando y diciendo esas palabras, aunque las visualicé de esa manera. Y por supuesto, me vi confrontada a lo que ocurrió.                                                                                                                           1

 A partir de aquí para simplificar, no escribiremos “Pilar Pérez” en los pies de foto. En las imágenes de la noche de los investigadores colocaremos su autor si no tomé yo la imagen. La autoría del evento es compartida con MªJesús Abad Tejerina. 2   « Selon la nature de la performance, cette présente peut être ésotérique, chamanique, pédagogique, provocatrice ou divertissante ».  

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Filemao había sido soldado, sabía todos los pasos militares y nos los fue enseñando, nos enseñó a girar, nos enseñó a dar la patada y nos dijo también cómo era la patada en China y la patada en Rusia. Acordamos que cada vez que él dijera “esto es arte, esto no es arte” y pitara, todos pitaríamos a una tras de él. Saldríamos a la hora del almuerzo de unas dependencias en las instalaciones universitarias donde se desarrollaba el evento, y desfilaríamos hasta el centro del patio, donde Filemao se limitaría a decir “esto es arte, esto no es arte” de forma categórica, señalando a ambos lados y marcando nuestros silbidos, como un ritual repetido por tres veces. Luego giraríamos, subiríamos por la escalera y de vuelta al pabellón por el que entramos. Lo que Filemao hizo cuando nos tenía a todos desfilando a su toque de silbato fue distinto, llegado al centro del patio, comenzó a decir “puede que esto sea arte, quizás aquello otro sea arte, a lo mejor esto es ciencia y arte, o quizás no, sea una cosa distinta, es relativo todo esto, ¿o no? ¿qué piensan ustedes? etc.… es decir, nos dejó sin voz, porque no siguió el plan, de tal forma que cuando nos hizo silbar no venía a cuento, lo hizo con formato bien militar, insistiendo en sus silbidos pero sin marcar ninguna frase. Mis compañeros estaban bien anonadados, pero creo que silbaron. A mi me costó hacer nada, tenía un gran bloqueo y una rebeldía brutal a silbar a su toque. Realmente me sentí muy enfadada y engañada, por lo que hizo Filemao que había usado el poder que le dimos como grupo. Pero por otra parte, analizando luego, él había accedido a las formas: la camisa reglamentaria de fútbol, todos la misma, unos pantalones sport, preferiblemente vaqueros, los labios pintados de rojo (todos hombres y mujeres) y había accedido y remarcado que entonces él mandaba, creo que incluso Desfilando, Esto es Arte, esto no es arte, 2010 algún participante dijo: “Tú márcanos que nosotros hacemos lo que nos digas”. Dicho y hecho. Me pareció que Filemao actuó como un político, que habla con vaguedades, “esto podría ser, o quizás no”, evitando la confrontación y la violencia de “esto es, esto no es”, algo muy político con el evento y poco con nosotros sus compañeros de performance. Como la vida misma. De tal forma que en este análisis posterior observé que lo que había ocurrido -con las canciones raperas que cantó en el recorrido de regreso por la escalinata incluidas- había tenido mucho sentido. Al final Filemao es un alto cargo político en su país Mozambique, y no Arengando, Esto es arte, esto no es arte, 2010

 

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pertenece al área de las artes. Mejor que mejor. Personalmente aprendí de este acontecimiento colectivo ritual, mucho y no me arrepentí de nada3. Volviendo al momento de pensar en una propuesta para la noche de los investigadores y al recordar el congreso de Cabo Verde con los acontecimientos que acabo de relatar, pensé que justamente la química como tema, era una buena ocasión para encontrar ese punto de transdisciplinariedad que tiene el arte, ver cómo funciona una propuesta que incluya arte y algo tan claramente de ciencias como la química, hasta el punto que las otras iniciativas a la noche de los investigadores pasaron por la nanotecnología, las hormonas Plaf en el brazo, 2010

sexuales… aunque también hubo alguna iniciativa desde el lenguaje y el teatro. Y al pensar en química y en arte, pensé en la química del amor. La química del amor referida por antropólogos (FISHER, 2005, 924) e investigadores en etología. Por sociólogos (ALBERONI, 2000, 1475). Cantada por poetas, cantada en el cancionero y referida a esa química que tantas veces patologiza y enferma a los que caen en ella (GARCÍA MÁRQUEZ, , 986). Pensar en la química del amor y en los momentos de la vida, los estados nacientes, transformadores, espacios de quebranto y de ruptura con el orden de cosas anterior, momentos por encima del tiempo, me hizo recordar las colchas de patchwork, y sus historias literalmente de remiendos, como se dice del corazón quebrado (que no se cura en un día). Esas cicatrices, como esas costuras, forman parte de una cultura popular que reúne artesanía y arte ¿o colocamos en estos tiempos de cuestionante postmodernidad una etiqueta en según qué lugar? Hablé con mi colega MªJesús Abad Tejerina y le comenté que estaba pensando proponer una exposición colectiva sobre “La química del amor”. Le expliqué también que mi idea                                                                                                                           3

  La noche anterior a la performance me atracaron. Tenía un tremendo moratón en el brazo derecho. Sobre el moratón escribí “Plaf” como aparece en mi web. Fue una situación de desvalimiento unido a exceso de confianza por ir en grupo en un lugar desconocido: me retorcieron el brazo y me tiraron al suelo para llevarse el bolso. Cuando llegó la policía después de mi nombre y edad me preguntaron el estado civil y me indigné, dolorida y con el alcohol aun resbalando por mi brazo, en vez de seguir a los atracadores, esos policías me preguntaban por mi situación conyugal. Cuando al día siguiente desfilé en la performance con todo el cuerpo magullado, el sentido profundo y de género de lo que estaba pasando iba mucho más allá de un evento académico, por supuesto, arte-performance no los concibo fuera del espacio-vida. 4  “Como ya he dicho, he llegado a la conclusión de que el amor romántico es un sentimiento humano universal, producido por sustancias químicas y estructuras específicas que existen en el cerebro. Pero, ¿cuáles exactamente? Para arrojar alguna luz sobre esta magia que puede hacer que el más cuerdo se vuelva loco, en 1996 puse en marcha un proyecto compuesto de varias fases, con el objetivo de recoger datos científicos sobre la química y los circuitos cerebrales del amor romántico. Si bien suponía que eran muchas las sustancias químicas que intervenían de una forma u otra, centré mi investigación en la dopamina y en la norepinefrina, así como en otra sustancia cerebral relacionada con ellas, la serotonina. Las razones que me llevaron a estudiar la naturaleza de estas sustancias fueron dos: la atracción que sienten los animales por determinadas parejas está relacionada con altos niveles de dopamina y/o norepinefrina en el cerebro; y lo que es más importante, estas tres sustancias químicas producen muchas de las sensaciones de la pasión romántica humana”. 5   “En algunas lenguas europeas, como el francés y el inglés, ni siquiera existe la expresión . Usan la palabra (tomber, fall)”. 6  “Le bastó con un interrogatorio insidioso, primero a él y después a la madre, para comprobar una vez más que los síntomas del amor son los mismos del cólera. Prescribió infusiones de flores de tilo para entretener los nervios y sugirió un cambio de aires para buscar el consuelo en la distancia, pero lo que anhelaba Florentino Ariza era todo lo contrario: gozar de su martirio”.  

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principal era que fueran piezas cosidas hechas a propósito para este día, basadas en algún momento (o simbólico personal) acerca de la química del amor. MªJesús encontró interesante el proyecto, ella tiene una amplia experiencia como comisaria, cada año realiza exposiciones de cierre en su Facultad de Bellas Artes y ha comisariado diversas muestras. En mi caso, con experiencia en eventos colectivos pero no en comisariado, la propuesta se me antojaba también un interesante reto de aprendizaje. MªJesús me dijo que además de la química del amor, buscaríamos a 50 artistas, les pediríamos una obra de 50X50 centímetros, indicando que preferiblemente fuera patchwork pero sin cerrar absolutamente, y les pediríamos que permitieran la venta de las obras al simbólico precio de 50 euros. Me quedé pensando en la sugerencia y de forma general me pareció bien interesante. Con mi gusto por los rituales, jugar al 50 me pareció una buena opción. 50 artistas es un número manejable y muy rico en la posibilidad de visiones diversas ante una misma propuesta, y 50 euros, en un momento como el actual en que se habla de crisis global, pero que paradójicamente se especula con las obras artísticas desaforadamente. Vender a un precio simbólico podría recordar que las obras están para ser disfrutadas y en un momento dado, adquiridas por otros para su disfrute, que para tener una obra original solamente hay que encontrar esa que te guste y que tenga un precio que puedas pagar, y muchas veces el artista, que al fin es un profesional, puede estar muy de acuerdo en encontrar ese precio justo, aunque 50 euros no dejen de ser un precio simbólico. La idea yo la sentí como de ruptura con el concepto de arte como sinónimo de élite e impagable, para ser sustituida por arte o bien-objeto artístico que circula y es consumido como un elemento que nos mejora la calidad de vida porque nos proporciona placer estético. Y llevarlo a casa en vez de llevar una reproducción o una lámina comercial al por mayor, debería de ser una posibilidad para las personas.

2. Un momento extraordinario Construir un momento performático es dar la oportunidad de que una ocasión ritual, significante y de ruptura con el calendario ordinario se produzca. También significa modificar un espacio que registra otra identidad durante el tiempo en que acontecen las cosas, un lugar “Entre imágenes y lugares existen relaciones que aún no han encontrado intérprete. Del mismo modo en que podemos hablar del cuerpo como un lugar de las imágenes, es posible hablar de lugares geográficos a los que las obras en imagen establecidas allí otorgan el rostro que se conoce” (BELTING, 2007, 77) .

Cuando el día 22 llegué al encuentro de MªJesús y su cuadrilla de montadores de exposición y después fueron llegando los artistas que exhibían sus 50X50 de química de amor, el ambiente de “previo” al acontecimiento se podía sentir en el aíre. Montar una exposición es algo sutil, ha de hacerse con un criterio global, museográfico, que como dice mi colega MªJesús, sacrifica a veces lo particular por lo general. En el caso de esta muestra, teníamos de una parte obras en patchwork y de otra, piezas en fotografía, grabado, pintura sobre tabla o lienzo, incluso dos cojines, una escultura y una instalación, eso sí, todo de 50X50X50X50. Con una buena parte de los patchwork se construyó una gran colcha que vino a enmarcar el espacio expositivo y a partir de esta obra giraba todo. MªJesús decidió colocar los nombres de los autores y los títulos de las obras en moldes de papel de colores diversos para magdalenas. Me pareció una idea genial. El asunto del alimento está muy relacionado con la química y, comida y amor siempre se han relacionado. Muchas veces los dulces vienen a llenar agujeros afectivos y producen un efecto adictivo semejante al de una codependencia amorosa.  

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En el calendario anual, las semanas se pasan, todos los lunes, los martes, los miércoles etc… se parecen y nos recuerdan el orden de cosas de lo perecedero, del tiempo que consumimos, del tiempo que se va. Hasta que llega un día que siendo especial y festivo, despunta por encima del calendario. Ese día habla de un tiempo por encima del recuento, de un espacio para la eternidad, ese día es festivo y se celebra, toca lo arquetípico. Pieza principal en torno a la cual giraba la muestra, 2011 Cuando además se trata de una ocasión única e irrepetible, queda sellada por la marca de lo que pasó una vez y se consumió en sí mismo, que recuerda a otros especiales momentos extraordinarios, arquetípicos también (ELIADE, 2000, 135). La clave es vencer al tiempo histórico, al dolor y a la trivialidad del cotidiano “rechazo al tiempo profano, continuo” (ELIADE, 2000, 10).

Antesala a la exposición, lugar del vernissage. Foto de Mónica D. S. Aranegui , 2011

 

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Gabriela Maiztegui en su actuación, 2011 Valentín Franco consagra. Imagen Judit Quecuti, 2011 La exposición performática, se produjo en una tarde, de 18:00h a 22:00h ese fue su tiempo, en esas horas pasó todo. Además en la exposición hubo un ritual de inicio con la letanía leída por Valentín Franco de los componentes químicos de unas golosinas que debía ser repetido por los participantes al evento. Se trató de una especie de consagración profana de la muestra en que el performer eligió para la ocasión los químicos de la dependencia de la materia dulce, justamente los elementos más adictivos. Luego llegó el momento de la música (amor y música hacen buena pareja, tantos recuerdos asociados a canciones de amor, tantas canciones de amor con letras-desastre de amores imposibles, tóxicos, dolorosísimos). Gabriela Maiztegui cantó durante casi una hora boleros y canciones de amor de ayer, hoy y siempre. Las canciones al uso, con esa máxima “el amor si es amor ha de ser triste”. Fue un espacio para experimentar y para construir memoria, los cuerpos de los intervinientes, nuestros colores amarillos, produjeron el espacio-tiempo y le dotaron de esa unicidad. “L’art du corps qui joue avec le corps, on le voit, induit comme par nécessité ontologique la notion de , notion que l’on empruntera pour la circonstance au vocabulaire des médias: faire de l’art en direct comme on fait de la télévision en direct. Tout se passe hic et nunc, dans l’instant, dans le moment de la bergsonienne. L’important n’est pas tant de laisser au corps même, comme en un développement inattendu du Learning by Doing cher à Dewey, la trace d’une expérience « (ARDENNE, 2001, 197).

Más tarde MªJesús me comentó que algunos participantes en la exposición, no podían hablar y que el concierto fue largo para el tiempo de exposición que contábamos. La verdad que la acústica no era excelente, algo que suele ser habitual en la mayoría de los actos públicos, no se cuida el sonido, las instalaciones no están preparadas para que se pueda escuchar bien. Pero esa ruptura de tener un concierto de música de amor en una exposición donde se está contactando y vendiendo me parece bien interesante. El espacio se vive y eso trasciende.

 

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Los rituales terminaron con un conjuro de amor que realizó la hermana de MªJesús, que es abogada, pero hace conjuros, y así, la cosa quedó “en familia”. 3. Iconografías y símbolos La consigna que dimos a los participantes en la exposición era “venid de amarillo”. La idea era producir un efecto espejo, tribu, encontrar la manera de aglutinar la identidad colectiva de los visitantes a la muestra. Tratándose de una exposición que tendría lugar a la vez que los otros eventos de la noche de los investigadores, el público que visitaría el lugar de exposición iba a ser uno en principio móvil y fluctuante. Encontrar el amarillo como unificador, contraseña visual de pertenencia al grupo, uniría a artistas y “simpatizantes” dando un sentido festivo y a la vez cargando de un significado que se unía al tema de la muestra “química del amor”. Momento conjuro, imagen Tania Cristino, 2011 El amarillo: el amarillo es el color con que se representa tradicionalmente a las cortesanas, el color de María la Magdalena. En el refranero de Gonzalo de Correas del siglo XVI hay varias versiones del "A quien vista de amarillo no tienes sino pedillo" (CORREAS, 2000, 35)7 porque se relaciona el color con la disposición erótico festiva. En general el amarillo en nuestro contexto occidental se ha utilizado para señalar y estigmatizar (cortesanas, estrellas amarillas en las ropas de los judíos durante el II Reich). El amarillo es color de luto en Egipto y fue sinónimo de mal augurio durante toda la Edad Media pues este color se relacionaba con los enfermos de peste. Los artistas no utilizan el color amarillo por miedo a que se malogre su trabajo en el escenario.

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  “A quien vieres de amarillo, no dudes de pedillo”. “Que mujer que se enamora de color tan disoluta, ¿qué puede ser, sino puta?” “A quien vieres lo pajizo, no tienes sino pedillo”; Donde vieres amarillo, no dudes de pedillo”.  

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Estas referencias hacían interesante el utilizar el color amarillo como clave conectora en la exposición para conjurarlo y cambiar el sentido. Durante la exposición el amarillo tuvo un sentido festivo y de alegría y el color transmitió la energía y el significado de lo solar, dinámico y alegre. En las fotografías puede observarse a las personas vistiendo de amarillo, con un vestido, una camisa, un sombrero o bien un detalle. Alguna comentó que Participantes con detalles amarillos, 2011 no tenía nada de este color y de la dificultad de conseguirlo, pero al final encontramos un buen grupo de amarillos diversos. Los participantes vestidos de amarillo, los visitantes con algún detalle amarillo, las operaciones de compra-venta que se cerraron sobre la marcha, provocaron que, de alguna forma, todos fueran protagonistas. “Aquí cada uno es actor en cierto sentido y se comprende que sea tan importante filmar o ser filmado” (AUGÉ, 1998, 28) relata Augé en relación a la visita a un parque temático, pero igualmente aplicable al caso que nos ocupa, en que los Participante tomando foto, imagen de Joao Lago, 2011 participantes y visitantes tomaban fotos y vídeos, unos de otros. Yo misma realicé mis propias fotografías y aparecí en las fotografías de otras personas. Muchas de esas imágenes se colgaron en la red social Facebook y se compartieron mediante el etiquetado. Otro punto para que la exposición fuera temática y performática lo daba la comida y bebida del vernissage. Para ello decidimos que hubiera dos opciones: la natural y saludable, metáfora del bienestar que puede dar al alma una emoción de ágape, y por otra la adictiva y dopante, metáfora de todos los amores torturados y adictivos. Para ello preparamos de una parte galletas caseras con harina integral, jugo de tomate hecho con los tomates de la huerta y sirope natural de mora. En la versión más tóxica, el jugo de tomate natural se convierte en Bloody Mary, se comen gominolas varias o se coloca alcohol en el sirope de mora. Así anunciábamos el bebedizo entre los participantes:  

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“Bloody Mary ecológico que hacemos in situ. Como este cóctel se toma normalmente tras la cogorza hace pensar en los remedios más radicales a los males de amor. Lleva tomate de huerta, sal, Tabasco, vodka, lima o limón y una salsa inglesa, la Worcestershire. Además a esta bebida roja pasión que hacerla va a ser un escándalo, recuerda los excesos de amor que se pagan. Es como tomar el remedio antes del mal, como revacunarse. Y la pobre Mary fue llamada la Reina Virgen pero por lo que he leído la pobre tuvo varios abortos. Cuando Enrique VIII se casó con Ana Bolena y repudió a su primera mujer hizo una fiesta donde todos iban de amarillo. Seguramente que todo aquello hizo hervir la sangre de la llamada sanguinaria.”

Galletas caseras y gominotas, 2011

Vasos vacíos, imagen Judit Quecuti, 2011

Nuestras iconografías: me pareció interesante que, así como en la imagen del catálogo mi compañera aparece absolutamente disfrazada de soldado, y en la composición de la hoja da la sensación de que su fusil fuera a servir mi copa, yo aparecía también realmente disfrazada con camisa clara y falda negra, con las gafas dobladas en la camisa, copa en mano como tras haber realizado un trabajo, mi intención era de disfraz “doctora amor”, pero la verdad es que iconográficamente no resulta tan detonante que resulte disfraz mi atuendo, se me reconoce e identifica perfectamente, al contrario que a MªJesús.

Imagen para el catálogo de Química del amor. Marta San Gregorio, 2011 (a partir de imágenes de Tino Rosón y Tomás Zarza)  

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Diferentes momentos en el evento. Fotos de Jéssica Cabrera y Judit Quecuti, 2011 En la exposición ocurrió lo opuesto. Mi compañera, si bien iba con amarillo (una chaqueta amarilla) se colocó un vestido rojo, de tal forma que fue a la idea tradicional del rojo como color relacionado con lo amoroso y lo erótico festivo, mientras que yo busqué la forma de ir totalmente de amarillo, hasta el pelo. Esa iconografía no me hacía estar reconocible y producía un aspecto totalmente de disfraz. Una amiga y compañera de exposición me dijo “Te has vuelto loca”. Es interesante que lo diga alguien del “área”. También pasa ahora con el uniforme posbolonio, comenté a mis compañeros de Departamento que lo que hace más diferente y en una parte interesante pero también compleja a esta performance, es que salgo de casa con el uniforme puesto. Entonces les expliqué que en el edificio se están haciendo obras y que los operarios se sonrieron al verme con este aspecto y uno dijo “qué gracioso”, yo le comenté: “es un traje reivindicativo para la universidad”. Y al explicar a mis compañeros de Departamento que me quedé con la sensación de que no sabrían estos operarios bien cómo ubicarme, una compañera dijo: “que te has vuelto loca”. Me parece francamente interesante esta relación con el arquetipo del loco. El artista y el loco, incluso en nuestra propia área de conocimiento, da que pensar. Tengo que explicar que de mi experiencia performática, cuando se lleva el traje de la performance en las situaciones en que normalmente se vestiría de otra manera, las personas transforman su trato y dejan de comportarse como si fueras una persona para pasar a tratarte como un icono, una imagen, un objeto, alguien con quien hacerse una fotografía por ejemplo, pero no con quien mantener una conversación. Ir vestido de performance produce una clase de alejamiento y estigmatización de quien lleva este vestido. Sobre todo en las situaciones performáticas en eventos de unos pocos días de duración, o bien horas, como el caso de la exposición que nos ocupa.  

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Cuando desarrollamos la performance “Pato Ente” apenas la gente se daba cuenta de que estábamos realizando una performance longitudinal, solamente vestíamos 5 vestidos por cada día de la semana, repetidos el semestre de forma metódica y los llevábamos dos profesoras que nos encontrábamos puntualmente en la cafetería, por los pasillos, en algún despacho, o evento. Ahí podía resultar curioso, porque generalmente las mujeres sobre todo tratamos de manifestar nuestra particularidad en el traje y procuramos no vestir igual que otra, ir con el mismo vestido a una fiesta parece una gran mala suerte. Por eso cuando nos veían a las dos juntas y tan contentas, vestidas igual, les sorprendía y poco a poco fueron preguntando, también por algunos objetos instalación que teníamos en el despacho. En el caso de la performance Bolonia a la Española, el mandil y la badana no eran ropas normales al uso, pero se normalizaron con el gesto de ponerlas cada día y el trato de las personas no parecía influirse por el atuendo, pero también pudo estar causado por la costumbre de ver a alguien que repite el uniforme y el gesto cada vez. En las performances Bailes Académicos, sobre todo el Baile Académico en Beja y el Baile Académico en Barcelona, el trato quedó muy afectado por la imagen performática.

Pato-Ente, 2007

 

Baile académico I, Beja, 2008

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Y de esta forma, en la situación performática que nos ocupa, durante la exposición la Química del amor, los cuerpos de amarillo, son reductos de espacio simbólico, de corporeidad (DUCH y MÈLICH, 2005, 258). Cada persona participante habrá llevado un recuerdo diferente de la muestra y de su participación. El nivel de extrañamiento que le produjo el ir de amarillo, o el sentirse parte integrante de un grupo marcado por el color. En este sentido, recientemente una compañera de la Facultad me ha comentado que la semana anterior al evento, otro compañero fue a buscarla a su casa, apremiándola le dijo “busca algo amarillo que hoy es el día de la exposición de la Química del amor y vamos tarde”. Mi compañera estaba sorprendida, no le cuadraba, pero buscó algo y ambos fueron, de amarillo, hasta la puerta del Museo. Al llegar allí no había nadie, faltaba una semana, quedaron entonces extrañados y de amarillo en la simbólica soledad del lugar sin ocupar.

Foto de grupo durante el evento, imagen de Joao Lago, 2011

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  “La corporeidad es un escenario vivo y en movimiento, implanta un juego de relaciones y de interpretaciones, de referencias y de alusiones, de rememoraciones y de anticipaciones”.  

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4. Mercado sostenible Vivimos tiempos caóticos. Tiempos de crisis mundial, de desbarajuste de los mercados, deuda externa, empobrecimiento de las clases medias y peligro de pérdida del llamado estado del bienestar. En medio de esta situación, me comentan algunos amigos que el mercado del arte sufre a nivel galerías la dificultad de las ventas. Pero es paradójico, porque el mercado del lujo (MAFFESOLI, 2010) no ha hecho sino subir en medio de esta situación de devastación económica, los más ricos tienen más. No entiendo entonces qué ocurre. Escuché que algunas galerías vendieron obras de artistas o las cambiaron en permuta por facturas impagadas antes de declararse en quiebra, a los artistas no les llegó nada de todo eso. Ningún beneficio se entiende. En un evento universitario como el que nos ocupa, animarnos a que las obras puedan venderse a un precio simbólico es una forma de significar la posibilidad de un comercio de obra artística y de experiencia estética que invita a la compra sin la exclusividad de una clientela acostumbrada a la adquisición de obra artística (BAUMAN, 2010, p.296)9, y en un lugar que no es una galería de arte, aunque se trate de una exposición artística, y es un evento cultural, dentro de un mundo que utiliza los eventos como forma de obtener valor en el mercado, no deja de resultar paradójico ( BAUMAN, 2010, p.297). Es verdad que el fijar el precio en los 50 simbólicos euros no hacía la operación muy “sostenible”. La mayoría solamente en materiales gastamos mucho más. Mi compañera MªJesús, en el momento de la presentación, hizo hincapié en la cotización de los artistas que estaban expuestos, muchos de ellos con obra en museos, bien cotizada y que ahora vendía a un precio irrisorio. La verdad es que muchas veces la obra cotizada, está cotizada pero no se vende, falta el engranaje de la venta y el artista acumula obra, que no tiene salida. Esta efímera exhibición me ha hecho pensar mucho acerca de la dificultad para educar al espectador en que adquirir una obra artística que le guste, es algo más que un gesto de inversión, porque nos han acostumbrado a pensar en casi todo en función de lo que invertimos y lo que puede “subir” en valor lo comprado. El real valor de comprar una obra artística y el gusto de disfrutarla en tu casa, de mirarla y encontrar valores y sensaciones nuevas cada vez, porque esto tienen las obras originales que no pueden igualar las láminas de reproducción masiva. Y esto también lo aprendí de una consumidora de arte original que antes no lo era, mi amiga Isabel, que en su día me lo explicó y me significó que para ella, después de tener obras originales en las paredes de su casa, las reproducciones en papel ya no le decían nada. De las obras que estaban a la venta, me dijo Mª Jesús que las que se encontraban exentas en los muros fueron las que mejor se vendieron, las que estaban cosidas en el lienzo colectivo fueron vistas como parte de un todo, y se vendieron solamente cuatro de ellas, en tres casos la decisión de compra fue previa al tiempo de la exposición. Se había puesto como tope de posibilidad de compra una obra por persona para evitar que alguien decidiera hacer una pequeña colección a bajo coste y quedaran personas sin poder adquirir una obra, pero este tope se saltó finalmente al quedar un buen número de obras sin vender. Todo ello indica a mi modo de ver la dificultad para ver el producto artístico como un objeto de mercado y con disposición de venta, fuera de según qué contexto. En nuestra posterior reflexión observamos que, efectivamente quizás no habíamos informado suficientemente de esta circunstancia, de que las obras estaban en venta y al precio                                                                                                                           9

  “Ahora son los clientes potenciales –su número y el volumen de dinero depositado en sus cuentas bancariaslos que deciden (aun sin saberlo) la suerte de las creaciones artísticas. La línea que separa los productos (que son los que, por consiguiente, atraen la atención del público) de los fallidos (es decir, los que no han sido capaces de abrirse paso hasta la notoriedad que sólo puede alcanzarse en - y a través de- las galerías de arte) viene trazada por las ventas, las puntuaciones y los ingresos de taquilla”.  

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simbólico de 50 euros, pues se dijo en la inauguración de la muestra pero no había carteles explicativos al respecto y algo de estas características habría probablemente merecido unos buenos carteles-etiquetas que indicaran el “saldo”. Pero claro, parece que la idea de “saldo” choca con la de obra artística y exposición, que tiene un tufo de élite que no comulga bien con la idea de rebaja, baratillo. Creo que en el mundo del arte hace falta una buena dosis de humildad y normalización, para que el trabajo artístico y las obras artísticas sean tratadas como productos realizados por un profesional. Eso sí se da en la artesanía, pero justamente parte de la lucha arte-artesanía tiene que ver con los laureles del artista que puede morir de hambre, pero su obra no se colocará al lado del objeto artesanal, tratado generalmente como de inferior escala. Y esto es etiquetar generalidades. Hay obras artísticas vacías de contenido que albergan enormes egos de artistas y que han disfrutado incluso de asombrosas cotizaciones, y hay obras artesanales maravillosas, sutiles y especiales, que no son copias sin otro aporte de valor, que llevan la huella del artesano que las hizo y de su buen hacer. Quebrar esta frontera arte-artesanía-artes aplicadas podría ayudar mucho en un mundo posmoderno traspasado en sus valores.

Imagen de Jéssica Cabrera, retratadas juntas, sostengo 50 euros de la venta de mi obra, 2011

 

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5. Y a modo de conclusión El momento extraordinario, la muestra ya pasó. Recogimos todo, me quité las sandalias y me puse unas chanclas, me quité la peluca y en un taxi, llevamos los restos del vernissage, los catálogos, las obras enviadas por sus autores desde el extranjero. Había aprendido mucho, de MªJesús y su experiencia montando exposiciones, de sus colegas de montaje, de mis amigos y de mi misma, viviendo una vez más, la situación irreal de dejar un poco de ser yo misma, al ser un cuerpo rebautizado de amarillo. En los complejos momentos que vivimos, donde casi todo es incierto, se había producido la certeza de la acción artística. Lo imaginal se había hecho carne. Fuera de especulaciones, de mercado, sin entrada de pago, sin cánones y sin otra remuneración que el goce de hacer. Zygmunt Bauman, pesimista en cuanto al momento de la contemporaneidad y el arte en medio de los mercados, también observa que en la autenticidad de lo performático hay algo inspirador de cambio. (BAUMANN, 2010, 31310). Nosotras tampoco habíamos descubierto nada nuevo como artistas-comisarias (STALLABRASS, 2010, 50), o desarrollando un evento cultural comercial en un espacio universitario. Pero a la vez, el cóctel funcionó a su manera. Casi todo el mundo hizo sus trueques y disfrutó el momento. La universidad se quedó al margen de los cánones. Casi todo fue resuelto entre amigos, y los que no lo eran, comenzaron a serlo.

La soledad final fue la sala vacía, también de obra. Imagen antes de la muestra, 2011                                                                                                                           10

  “La escena de la vida diaria es diferente. La que reside en esa escena es la estética, no los objetos de arte. Es el escenario de performances y happenings efímeros, de instalaciones montadas mezclando materiales manifiesta y conscientemente perecederos, o cosidas con el hilo de los pensamientos inmateriales: en definitiva, el escenario de todas aquellas cosas y hechos dispuestos a no abusar de la acogida que se les dispensa y a mantener la solemne promesa de abandonar la escena cuando ya no se les quiera en ella. Nada de lo puesto y visto en ese escenario está pensado para durar o para importunar y molestar cuando ya se ha acabado su tiempo: la precariedad y la fugacidad son la esencia del juego”.  

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6. Referencias bibliográficas ALBERONI, Francesco (2000): Enamoramiento y amor. Editorial Gedisa. Barcelona. ARDENNE, Paul (2001): L’image corps. Figures de l’humain dans l’art du XX siècle. Éditions du Regard. Paris. AUGÉ, Marc (1998): El viaje imposible. El turismo y sus imágenes. Editorial Gedisa. Barcelona. BAUMANN, Zygmunt (2010): Mundo consumo. Ética del individuo en la aldea global. Editorial Paidós. Madrid. CORREAS, Gonzalo de (2000): Vocabulario de refranes y frases proverbiales. Editorial Castalia. Madrid. DUCH, Lluís y MÈLICH, Joan –Carles (2005): Escenarios de la corporeidad. Antropología de la vida cotidiana. 2/1. Editorial Trotta. Madrid. ELIADE, Mircea (2000): El mito del eterno retorno. Arquetipos y repetición. Alianza Editorial. Madrid. FISHER, Helen (2005): Por qué amamos. Naturaleza y química del amor romántico. Editorial Punto de Lectura. Madrid. GARCÍA MÁRQUEZ, Gabriel (1985): El amor en los tiempos del cólera. Editorial Bruguera. Barcelona. GOLDBERG, Roselee (2006): La performance. Du futurisme à nos jours. Éditions Thames & Hudson. Paris. MAFFESOLI, Michel (2010): Le luxe. Les cahiers européens de l’imaginaire 2. CNRS, Editions Alpha. Paris. PÉREZ CAMARERO, Pilar (2009): “15 años de performance académico: la acción ritual como conectora de las artes“. Per un diàleg entre les arts. Actas del III Congrés d’Educació de les Arts Visuals. Editora de la Universitat de Barcelona. Barcelona. STALLABRASS, Julian (2010): High Art Lite. Editorial Brumaria. Madrid.

 

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