La Quebrada II. Un hábitat de la tardoantigüedad al siglo XI. La problemática de los \'silos\' en la Alta Edad Media hispana.

July 6, 2017 | Autor: R. Barroso Cabrera | Categoría: Archaeology, Islamic Archaeology, Al-Andalus, Al-Andalus archaeology, Islamic Spain
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Descripción

LA QUEBRADA II: UN HÁBITAT DE LA TARDOANTIGÜEDAD AL SIGLO XI La problemática de los “silos” en la Alta Edad Media hispana

Antonio Malalana Ureña, Rafael Barroso Cabrera & Jorge Morín de Pablos (Eds. científicos)

MArq Audema 2012 Serie Arqueología Medieval

Este volumen de Memorias Arqueológicas AUDEMA ha sido publicado por:

MArq SHM © de la edición: Área Científica y de Divulgación. Departamento de Arqueología, Paleontología y Recursos Culturales AUDITORES DE ENERGÍA Y MEDIO AMBIENTE, S.A. © de los textos: los autores © de las fotografías y de los dibujos: Departamento de Arqueología, Paleontología y Recursos Culturales AUDITORES DE ENERGÍA Y MEDIO AMBIENTE, S.A. ISBN: 978-84-615-9212-8 Depósito Legal: M-21820-2012 Dirección de la Serie: Jorge Morín de Pablos Diseño y Maquetación: Esperanza de Coig-O’Donnell Diseño Gráfico de la Portada: Esperanza de Coig-O’Donnell Impreso en España - Printed in Spain Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida en cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluido fotocopias, grabación o por cualquier sistema de almacenamiento de información sin el previo permiso escrito de los autores

LA QUEBRADA II: UN HÁBITAT DE LA TARDOANTIGÜEDAD AL SIGLO XI La problemática de los “silos” en la Alta Edad Media hispana

MArq Audema 2012 Serie Arqueología Medieval

TIPO DE OBRA CONDUCCIÓN DE AGUA POTABLE DESDE EL ACUEDUCTO TAJO- SEGURA PARA INCORPORACIÓN DE RECURSOS A LA LLANURA MANCHEGA LOCALIZACIÓN T. M. CARRASCOSA DEL CAMPO. PROVINCIA DE CUENCA EMPRESA PROMOTORA

EMPRESA CONSTRUCTORA

P. I. Los Alces Calle 2 Parcela 21 13600 Alcázar de San Juan Tfno. 926 58 84 63 Fax. 926 55 23 28 CONSULTORÍA ARQUEOLÓGICA

INTERVENCIÓN ARQUEOLÓGICA Excavación arqueológica manual en área el yacimiento “La Quebrada II” EQUIPO TÉCNICO

DIRECCIÓN ARQUEOLÓGICA: Jorge Morín de Pablos y Laura Benito Díez TÉCNICOS ARQUEÓLOGOS DE CAMPO: Ernesto Agustí, José Manuel Curado DIBUJO ARQUEOLÓGICO: Enrique Navarro PLANIMETRÍAS: Luis Rodríguez Avelló-Luengo FOTOGRAFÍA: Laura Benito Díez GEOLOGÍA Y GEOMORFOLOGÍA: Fernando Tapias Gómez DOCUMENTACIÓN: Jorge Morín de Pablos, Laura Benito Díez y Ernesto Agustí ESTUDIO DE POBLAMIENTO: Antonio Malalana, Rafael Barroso y Jorge Morín ESTUDIO DE MATERIALES: Laura Benito Díez ESTUDIO DE FAUNA: José Yravedra ESTUDIO MALACOLÓGICO: Cristina Crespo ESTUDIO ANTROPOLÓGICO: Miguel Paniagua (BERESIT) ESTUDIO ANTRACOLÓGICO Y CARPOLÓGICO: Manuel Casas RESTAURACIÓN CERÁMICA: Laura Benito

LA QUEBRADA II: UN HÁBITAT DE LA TARDOANTIGÜEDAD AL SIGLO XI La problemática de los “silos” en la Alta Edad Media hispana

Antonio Malalana Ureña Rafael Barroso Cabrera Jorge Morín de Pablos Ernesto Agustí García Laura Benito Díez

MArq Audema 2012 Serie Arqueología Medieval

La intervención arqueológica en el yacimiento de La Quebrada II ha permitido documentar un enclave con tres momentos de ocupación. Los inicios de la actividad humana nos llevan a época romana y van ligados a la construcción del abastecimiento de aguas de la ciudad de Segóbriga, que aprovecha los manantiales cercanos al yacimiento, como el de la Quebrada. Un segundo momento de actividad está ligado a la época hispanovisigoda, localizándose un hábitat –cabañas y silos- y su correspondiente necrópolis. Por último, la zona es poblada intensamente coincidiendo con las taifas andalusíes, en pleno siglo XI. Se ha podido localizar un extenso “campo de silos”, que pertenecería a un hábitat cercano, así como su correspondiente necrópolis. En este sentido, esta circunstancia nos ha permitido abordar en profundidad la problemática de la funcionalidad de este tipo de estructuras en la Alta Edad Media Hispana. No queremos acabar esta presentación sin mencionar a todas las personas que han facilitado el desarrollo de los trabajos arqueológicos. En primer lugar a D. Federico López Zafra, D. Antonio Lanseros, D. Javier Sánchez García y D. Alberto de la Confederación Hidrográfica del Guadiana, promotora de la Conducción de Agua desde ATS para incorporación de recursos a la Llanura Manchega; a D. Juan Manuel Fernández Ruiz, D. Rafael Gutiérrez de La Fuente, D. Francisco Navarrete, D. Felipe Méndez Segovia, D. Javier García Herrero, D. Eduardo Fernández Carmona, D. Raimundo Ruiz Sánchez y D. José Luis Aranda Platero de O.H.L., adjudicatarios de las obras; a D. Miguel Ángel Valero Tébar de la asistencia técnica en arqueología; Dña. Virtudes Sánchez, de la asistencia técnica de medioambiente; D. Martín Almagro Gorbea; D. José Manuel Abascal Palazón, Dña. Rosario Cebrián Fernández y D. Ignacio Hortelano Uceda, de la Dirección Arqueológica del yacimiento y del Parque Arqueológico; D. Antonio Madrigal Belinchón y D. Enrique Daza Pardo, técnicos arqueólogos de la Dirección General de Patrimonio de la Junta de Comunidades de Castilla – La Mancha; D. Juan Manuel Millán y Dña. Concepción Rodríguez Ruza, del Museo de Cuenca y, por último, a todos los trabajadores que han participado en los trabajos arqueológicos, desde los técnicos a los peones arqueológicos, sin cuyo esfuerzo no sería posible la publicación de estos trabajos.

Antonio Malalana Ureña –Rafael Barroso Cabrera -Jorge Morín de Pablos

ÍNDICE I. DESCRIPCIÓN DEL PROYECTO CONSTRUCTIVO 1. CONDUCCIÓN PRINCIPAL 1. LA CONDUCCIÓN EN LA QUEBRADA II

II. MEDIO FÍSICO 1. CONTEXTO HIDROGEOGRÁFICO 2. GEOMORFOLOGÍA E HIDROGEOLOGÍA DEL RÍO VALDEJUDÍOS

III. ESTUDIO HISTÓRICO-ARQUEOLÓGICO 1. LA PROVINCIA DE CUENCA EN ÉPOCA VISIGODA 2. LA PROVINCIA DE CUENCA EN ÉPOCA ANDALUSI. LA KŪRA DE SANTAVER 3. LA PROVINCIA DE CUENCA EN ÉPOCA TAIFA. EL REINO TAIFA DE TOLEDO. EL STATUS QUO POLÍTICO Y MILITAR. 4. LEÓN Y CASTILLA FRENTE A LOS IMPERIOS MAGREBÍES

13 14 16 19 19 26 39 39 60 75 82

IV. LA INTERVENCIÓN ARQUEOLÓGICA

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1. ANTECEDENTES 2. EXCAVACIÓN ARQUEOLÓGICA 3. CONCLUSIONES 4. ANEJO PLANIMÉTRICO

93 94 178 179

V. LA CULTURA MATERIAL 1. CERÁMICA 2. VIDRIO 3. METALES 4. VIDRIO 5. INDUSTRIA LÍTICA

VI. CONCLUSIONES 1. UN HÁBITAT HISPANOVISIGODO EN EL TERRITORIO DEL OBISPADO DE SEGÓBRIGA 2. LA NECROPOLIS HISPANOVISIGODA DE LA QUEBRADA II 3. EL HÁBITAT RURAL EN LA CUENCA HISPANOMUSULMANA. EL POBLADO DE LA QUEBRADA DE SAELICES.

VII. ANEJO ESTUDIO ANTROPOLÓGICO VIII. ANEJO ESTUDIO FAUNÍSTICO IX. ANEJO ESTUDIO MALACOLÓGICO X. BIBLIOGRAFÍA

191 191 206 284 294 295 303 304 309 355 405 465 525 533

I. DESCRIPCIÓN DEL PROYECTO CONSTRUCTIVO Las obras correspondientes a esta 1ª FASE constan de un depósito regulador de cabecera, una conducción principal que discurre por el borde Norte del acuífero de la Mancha Occidental y los ramales secundarios de distribución. La 2ª FASE exige una segunda conducción principal que discurriría paralela a la anterior, previsiblemente hasta las inmediaciones de Quintanar de la Orden, para desde aquí dirigirse más hacia el Este y hacia el Sur bordeando el acuífero hasta el embalse de Vega del Jabalón o Puertollano. La interconexión con los ramales secundarios de la fase anterior daría lugar a una red mallada. En el momento presente es ineludible iniciar una serie de acciones de carácter urgente y perentorio encaminadas a satisfacer las demandas preferentes de la 1ª FASE. El proyecto que nos ocupa define la disposición general del sistema hidráulico asociado a tal fin, y define, a nivel constructivo, los elementos esenciales de la infraestructura hidráulica necesaria en una 1ª etapa: depósito regulador de cabecera; conducción principal; ramal secundario al embalse de Gasset desde el cual se abastece la Mancomunidad de Ciudad Real y casetas de derivación de los ramales secundarios. La segunda etapa de esta 1ª FASE será motivo de otros proyectos a fin de completar la red total con ramales secundarios de distribución. En el momento presente se consideran prioritarios los ramales a Puertollano y Manzanares-Valdepeñas que están siendo objeto de estudio por las Administraciones competentes y ramales de conexión con depósitos reguladores, estaciones depuradoras y embalses de regulación. La construcción de las obras correspondientes a esta 1ª FASE urgente deberá llevarse a cabo escalonadamente, en etapas sucesivas, pero de manera continuada. Conducción principal: a efectos de definición se ha subdividido en dos tramos consecutivos: t Tramo I. La longitud es de 16,115 Km., desde el origen, aguas abajo del caseta de toma en Valdejudíos, hasta el río Gigüela. Diámetro 1.700 mm. t Tramo II. La longitud total es de 105,060 km. (Diámetros 1700 a 1500 mm). Empieza en el final del tramo anterior y finaliza en una caseta de válvulas, situada en las inmediaciones de la carretera CR-202 en su intersección con la nacional N-420, al sur de Puerto Lápice.

La Quebrada II: un hábitat de la tardoantigüedad al siglo XI

1. CONDUCCIÓN PRINCIPAL El esquema inicial del Proyecto estaba basado en la posible construcción previa del embalse de La Garita, sobre el río Gigüela, como elemento regulador, en cabecera, de las aportaciones derivadas del Acueducto Tajo-Segura. Complementariamente, se dispondría una tubería, a modo de by-pass, que enlazaría directamente el ATS con la conducción principal con origen en La Garita. Dado que las obras correspondientes a la primera fase han de llevarse a cabo con carácter urgente, no pueden supeditarse a la puesta en explotación del embalse de La Garita, cuya construcción, por otra parte, está supeditada al cumplimiento de importantes premisas técnicas, económicas y ambientales sobre las que en la actualidad existen razonables dudas para su logro. En consecuencia, esta Fase 1ª exige un depósito regulador de cabecera de mediana capacidad con dos funciones esenciales: por una parte permitir derivar el agua del ATS acomodándose al régimen de explotación de éste y, por otro lado, constituir una reserva mínima que garantice el abastecimiento durante un plazo de 1,5 a 2 meses. Se ha encontrado una cerrada y vaso asociado a ella en el cauce del río Valdejudíos, afluente del Gigüela, en una zona cercana al punto de derivación y toma del acueducto Tajo-Segura. La cuenca propia es de 40 km2. La cota de máximo nivel es la 862,50, suficiente para crear un embalse útil de 5,30 hm3 y suficiente para que con nivel mínimo se pueda pasar un collado de obligado paso en esta zona alta, y también suficiente para llegar por gravedad a todos los centros de consumo. Para fijar el trazado de las conducciones se ha efectuado previamente un estudio geológico general de la zona, y un reconocimiento de campo, con vistas a minimizar las afecciones de todo tipo. De esta manera se ha definido un corredor de una anchura media de 2 Km. sobre el que se ha trabajado en una etapa posterior, una vez efectuado el vuelo y restitución de planos a escala 1:5.000. Se han seguido los siguientes criterios generales: 1. 2. 3. 4.

Desarrollar el trazado sensiblemente paralelo a carreteras y caminos. Separarse de cauces naturales y evitar sus cruces en la medida de lo posible. No afectar a las lagunas, humedales y zonas protegidas y de interés arqueológico Rodear las poblaciones, alejándose del casco urbano y áreas de posible ampliación.

La elección final del trazado, dentro del corredor, se ha efectuado con criterios hidráulicos y económicos, limitando la profundidad de las zanjas y la proliferación de puntos altos. El trazado de la conducción se sitúa sobre terrenos dedicados fundamentalmente a cultivos de olivo, vid y secano. La elección del trazado se ha basado en un estudio de la calidad ecológica y fragilidad del medio, del que se han obtenido las áreas de menor impacto ambiental. Para ello se ha empleado un Sistema de Información Geográfica (GIS), apoyado en la restitución de las fotografías aéreas, lo que ha permitido encajar una solución de mínima afección a los ecosistemas de interés ecológico de la región. La minimización del impacto ambiental ha sido el mayor condicionante en la elección de la traza.

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Descripción del proyecto constructivo

La longitud total de la conducción principal es de 121,2 km. El primer tramo se desarrolla por la margen derecha del arroyo Valdejudíos, cercano a la carretera de Carrascosa del Campo a Saelices, alejada del trazado del ATS, en cuyas inmediaciones se encontraron restos arqueológicos durante su construcción. El tramo siguiente tiene un trazado obligado para pasar por un collado existente (cota 854), en la divisoria entre el arroyo Valdejudíos y el río Gigüela. En este punto alto se ha proyectado una chimenea-ventosa, sobre la ladera, enterrada en zanja. Desde este collado, el trazado desciende hasta el río Gigüela (cota 773), pasando a la margen izquierda. En este tramo se ha evitado cualquier interferencia con el área arqueológica de las ruinas romanas de Segóbriga. El siguiente tramo, de unos 15 Km. de longitud, se desarrolla por el valle del río Gigüela pasando alternativamente de una a margen a otra en otras dos ocasiones. No existe otra alternativa para el trazado por razones topográficas. Dentro del valle la conducción se ha dispuesto lo más alejado posible del cauce, en el borde más alejado de la terraza, al pié de las abruptas laderas, ya sea en una u otra margen. Una vez fuera del valle (P.K. 15,900) la conducción se independiza del curso de río Gigüela al cual no vuelve a cruzar hasta el PK 82,21, en las inmediaciones de Herencia. Este gran tramo discurre, en general, paralelo a las carreteras de la zona y caminos ya existentes, y alejado de las lagunas de este sector: los Charcones, en Miguel Esteban, y las existentes en el entorno de Alcázar de San Juan. Esta población se circunda por el norte y el oeste, evitando la zona industrial y las playas de vía del ferrocarril. Existe, no obstante, el cruce obligado de éste, y otro cruce con el oleoducto. También se ha previsto, en este tramo la futura variante de la carretera N-301, en las inmediaciones de Quintanar de la Orden, disponiéndose la conducción por la parte oeste, es decir, exterior a la variante. Una vez cruzado el Gigüela, PK 82,21 existen 2 trazados alternativos: uno siguiendo el cauce hasta Villarrubia de los Ojos, y otro, que consiste en independizarse del río pasando por el collado de Cerro Navajo (cota 710). Se ha elegido este último que ofrece ventajas medioambientales y además la posibilidad de disponer una chimenea -ventosa de fácil construcción, alojada en zanja cubierta, en las laderas de las montañas circundantes. Desde el punto de vista hidráulico resulta muy interesante. La conducción principal acaba después del cruce de la carretera N-420, de Puerto Lápice a Ciudad Real. Aquí se proyecta una caseta para las derivaciones a Puerto Lápice, hacia la zona sur y Puertollano, y hacia el embalse de Gasset.

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1. LA CONDUCCIÓN EN LA QUEBRADA II La intervención arqueológica en el yacimiento de la Quebrada II transcurre por la vega del Valdejudíos en una zona que se inunda con cierta periodicidad. La tubería de 1.800 mm discurre entre los PK 2+600 al 3+100. Señalar que al tratarse de una zona de roca caliza las excavaciones se ejecutaron mediante voladuras.

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Descripción del proyecto constructivo

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II. MEDIO FÍSICO

1. CONTEXTO HIDROGEOGRÁFICO La zona de estudio se encuadra dentro de la llanura aluvial del río Valdejudíos. Se trata de un afluente del río Gigüela en su curso alto, cuya subcuenca pertenece a su vez a la parte nororiental de la Cuenca Hidrográfica del río Guadiana o Cuenca Alta del Guadiana. Dicha cuenca alta se sitúa en la Submeseta Sur peninsular, ocupando parte de las provincias de Toledo, Cuenca, Albacete y Ciudad Real dentro de la zona centro de la Comunidad de Castilla-La Mancha, conocida también como la comarca interprovincial de La Mancha Alta. Esta altiplanicie comprende en su mayor extensión los territorios que se encuentran entre las cabeceras de los principales afluentes del Guadiana en su vertiente norte, como son los ríos Záncara, Gigüela, Valdejudíos y Riánsares, además del río Algodor afluente del Tajo (ver figura 1). Pese a ser el cuarto río más largo de la Península Ibérica el Guadiana presenta un escaso caudal (caudal medio 26 m³/s), siendo el décimo en esta valoración, caracterizándose además por una gran irregularidad interanual y una estacionalidad muy acusada. El régimen de los ríos que constituyen la Cuenca Alta del Guadiana es netamente pluvial ya que sus caudales máximos están condicionados por los periodos de mayor pluviosidad que en su caso son los meses de diciembre, enero y febrero, siendo su periodo de estiaje muy acusado y largo. Este fuerte contraste se debe también a la escasa pluviosidad de su cuenca y a las elevadas temperaturas estivales que originan una fuerte evaporación. Otra razón de su régimen es la poca altitud a la que se producen sus nacimientos ya que las montañas de donde manan son relativamente bajas y al discurrir por la planicie manchega los perfiles longitudinales de dichos ríos van a tener una pendiente muy baja. Los sistemas montañosos de donde surgen los afluentes principales conforman el límite de la divisoria de la cuenca hidrográfica del Alto Guadiana, así los Montes de Toledo constituyen el límite septentrional con alturas que rondan los 1.400 m,

La Quebrada II: un hábitat de la tardoantigüedad al siglo XI

Figura 1. Situación general de la zona de estudio dentro de la Cuenca Hidrográfica del Guadiana (CHG) y su localización más exacta en el extremo septentrional de la Cuenca Alta del Guadiana.

mientras Sierra Morena hace límite al sur con altitudes en torno a los 1.000 m y las estribaciones de algunas sierras del Sistema Ibérico como la Serranía de Cuenca hacen de límite al este con alturas que apenas superan los 1.000 m. Se trata de una red bien desarrollada en los bordes del territorio pero que se difumina paulatinamente cuando estos ríos atraviesan la Llanura Manchega coincidiendo con una de las zonas de mayor concentración de aguas subterráneas. En esta comarca las escasas pendientes favorecen la existencia de numerosas zonas húmedas como las Tablas de Daimiel o la Laguna del Hito situada a unos 5 km al sur de la desembocadura del río Valdejudíos en el Gigüela. Según se indica en el “Estudio general de la Demarcación Hidrográfica del Guadiana”, dicha cuenca presenta un clima mediterráneo continentalizado, con una estación seca muy definida y marcadas oscilaciones térmicas. Las precipitaciones registran un valor medio anual de 550 mm que se distribuyen de forma heterogénea en función de cada zona, siendo de unos 350 mm en la Llanura Manchega. Desde el punto de vista geológico, la zona donde se enclava el presente estudio se sitúa en el extremo oriental de la Depresión o Cuenca Meso-terciaria del Tajo, la cual representa

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El medio físico

una cuenca continental cerrada intraplaca generada por deformación alpina, rodeada por el Macizo o Zócalo hercínico (Sistema Central y Montes de Toledo) desde el norte hasta el suroeste, y por los macizos mesozoicos (Cordillera Ibérica y Sierra de Altomira) desde el noreste hasta el sureste (ver figura 2). Dicha cuenca está conformada en gran parte por la Cuenca de Madrid y la Depresión Intermedia o Cuenca de Loranca. En concreto la zona de estudio se localiza en el extremo occidental de la Depresión Intermedia. La individualización de las dos cuencas se produjo por el levantamiento de la Sierra de Altomira, que es un cinturón estrecho de pliegues y cabalgamientos que verge hacia el Oeste con una dirección general N-S, y que comenzó a emplazarse al final del Paleógeno. La Depresión Intermedia es, al menos para las unidades inferiores, una cuenca piggy back, generada durante la Orogenia Alpina según una tectónica que se nuclea a favor de una falla en el basamento por un accidente central, que es el Anticlinal de Trillo-Pareja-Huete-Carrascosa (Alonso-Zarza et alii., 2004). Otra característica que condiciona la composición de los depósitos que rellenan la Cuenca de Loranca y la distinguen de la de Madrid, es que proceden de la erosión y transporte de las rocas sedimentarias mesozoicas mayoritariamente carbonáticas y algunas arenosas (como las de utrillas), además de los propios depósitos paleógenos. Otros depósitos mesozoicos como los yesos del Lías inferior y en menor proporción los del Keuper, serán disueltos y resedimentados en áreas palustres y lacustres de la Depresión, dando lugar a los yesos bioturbados (Elizaga et alii., 1998). Los materiales geológicos que componen la Sierra de Altomira poseen además unas propiedades hidrogeológicas importantes debido a su naturaleza carbonatada y disposición estructural, constituyendo buenas formaciones acuíferas por fracturación y karstificación. Esto hace considerarlos como uno de los grandes sistemas acuíferos que pertenecen, aunque parcialmente, a la Cuenca Hidrográfica del Guadiana. Así, la zona de estudio queda enmarcada dentro del Sistema Acuífero nº 19 o “Unidad Caliza de Altomira” según el Instituto Geológico y Minero de España (IGME); también se le da el código 041.001 Sierra de Altomira dentro de la división de Masas de Agua Subterránea que hace la Confederación Hidrográfica del Guadiana (CHG). La superficie que ocupa dicha masa de agua es de 257.520,7 hectáreas dentro de dicha cuenca hidrográfica. Morfológicamente el área constituye un extenso relieve, suave y relativamente plano que destaca sobre el resto de la zona, formado por un conjunto de alineaciones estructurales mesozoicas de dirección norte-sur ensanchadas progresivamente hacia la parte meridional y vergentes hacia el oeste. Los relieves más altos están configurados por núcleos de anticlinales y los valles por sinclinales rellenos de sedimentos terciarios continentales de baja permeabilidad. En conjunto se considera como un gran anticlinorio de dirección nortesur, afectado por fallas y cabalgamientos que complican su estructura y permiten la conexión de los niveles más permeables. Se trata de un sistema acuífero complejo cuyos componentes funcionan en régimen libre o de semiconfinamiento en profundidad. Su aporte anual a la cuenca del Guadiana es de 126 hm³ al año, teniendo en cuenta que la precipitación media anual sobre el conjunto del sistema se sitúa en torno a los 500 mm. El principal material con características de acuífero está formado

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Figura 2: Marco geológico y geomorfológico general para la zona de estudio. - A: Fosa o Cuenca del Tajo dentro de la Península Ibérica. - B: Depresión Intermedia dentro de la Cuenca del Tajo. Modificado de Pérez-González (1994). - C: Mapa geológico general de la Cuenca de Madrid y Depresión Intermedia, localizando la zona de estudio

por sedimentos jurásicos y cretácicos constituidos por carniolas, calizas, dolomías, brechas, arenas y arcillas, con espesores medios de 1100 m. Dicho acuífero se apoya sobre una base impermeable compuesta por arcillas, margas y yesos de la facies Keuper del Triásico. La recarga del sistema se produce fundamentalmente por infiltración de agua de lluvia, tanto directamente como la escorrentía superficial, aunque más escasas también recibe aportaciones de los retornos de riego y de las aguas subterráneas procedentes de la Cuenca hidrográfica del Tajo.

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El medio físico

La Depresión Intermedia o Cuenca de Loranca se sitúa entre los sistemas montañosos de la Sierra de Altomira y la Serranía de Cuenca (Cordillera Ibérica). Estratigráficamente el relleno de dicha cuenca incluye dos series sedimentarias distintas: Serie Inferior, con unidades plegadas y atribuidas comúnmente al Paleógeno (Eoceno y Oligoceno), y Serie Superior Tabular (o plegada localmente en los bordes) atribuida al Neógeno (Mioceno y Plioceno). La zona de estudio se encuentra en la margen occidental de la Depresión Intermedia cerca de las estribaciones centrales de la Sierra de Altomira. Según indican Alonso-Zarza et alii. (2004), el registro estratigráfico de la cuenca ha permitido distinguir tres unidades paleógenas y una unidad neógena compleja dividida en cuatro ciclos. Los depósitos originados durante el Paleógeno se dividen en tres grandes unidades tectosedimentarias, cuyos estratos posteriormente son plegados y suelen aparecer a techo de los materiales mesozoicos, asociados a los últimos episodios de deformación relacionados con la orogenia alpina que origina las elevaciones del Sistema Ibérico: t

Unidad Basal (Díaz Molina, 1978) compuesta básicamente por lutitas yesíferas verdegris y yeso nodular sacaroidéo. Se emplaza concordante sobre la formación Brechas de Cuenca de edad cretácica. Su potencia supera los 300 m y su edad es Maastrichtiense (Senoniense)-Eoceno medio.

t

Unidad Detrítica Inferior (Díaz Molina, 1974) está compuesta por conglomerados y areniscas, lutitas y calizas lacustres. Su potencia oscila entre 150 y 300 m y su edad es Rhenaniense-Arverniense inferior (Torres y Zapata, 1986).

t

Unidad Detrítica Superior (Díaz Molina, 1974) se depositó sobre una discordancia con paleorrelieve sobre los materiales de unidades más antiguas. En su parte inferior está formada por conglomerados polimícticos y poligénicos, además de areniscas grises, lutitas marrones, calizas y yesos (palustres-lacustres) con abundante materia orgánica. La potencia es variable, superando los 500 m en la parte central de la cuenca. Su edad es Arverniense inferior-Ageniense.

En el entorno de la zona de estudio estos materiales aparecen asociados a las zonas externas de los anticlinorios que constituyen los distintos afloramientos alineados de la Sierra de Altomira. Todo el Neógeno de la Depresión Intermedia se incluye en la Unidad Terminal (García Abad, 1977), que abarca cuatro ciclos (Torres y Zapata, 1986). t

El Primer Ciclo Neógeno se deposita según una discordancia con paleorrelieve sobre materiales más antiguos en zonas plegadas y definiendo una ruptura sedimentaria con la Unidad Detrítica superior en zonas centrales de la cuenca. Está compuesta por conglomerados, areniscas grises y negras en sondeo, lutitas, yesos bioturbados y detríticos como los que aparecen en los alrededores del yacimiento de la Quebrada III. Otros materiales que caracterizan este ciclo son las calizas y arcillas de neoformación (sepiolitas de Pareja).

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Figura 3: Situación general de la zona de estudio dentro de la Masa de Aguas Subterráneas de la Sierra de Altomira (código 041.001 según la Confederación Hidrográfica del Guadiana) y su localización específica en el Sistema Acuífero nº 19 de la Unidad Caliza de Altomira (según el IGME).

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El medio físico

Se interpretan, en su conjunto, como depósitos de abanico aluvial agradando a una zona central lacustre con su depocentro entre Huete y Pareja. De acuerdo con datos de sondeo, su potencia máxima es de 350 m. Su edad es Ageniense superior-Aragoniense medio. t

El Segundo Ciclo Neógeno se deposita según una discordancia con paleorrelieve sobre materiales más antiguos en zonas plegadas o definiendo una ruptura sedimentaria con el ciclo anterior en zonas centrales de la cuenca. Sus caracteres litológicos son similares a los del primer Ciclo Neógeno pero predominan los carbonatos sobre los sulfatos. En Córcoles se desarrolla una zona palustre carbonatada con importantes anomalías geoquímicas ligadas a aguas epitermales. La edad de la unidad es Aragoniense medio - Vallesiense. La potencia máxima es de unos 200 m. Estos materiales aparecen a unos 4 km al SO de la zona de estudio a ambos lados de las alineaciones estructurales mesozoicas de la Sierra de Altomira.

t

El Tercer Ciclo Neógeno se corresponde con la “Calizas del Páramo”.Hacia la base de estas calizas se observan las arenas de la “red fluvial intramiocena”, constituida por conglomerados y arenas con paleocorrientes de dirección E-O. Por criterios regionales, Torres et al. (1984) le atribuyen una edad Vallesiense-Turoliense. Su potencia se estima en unos 50 m. La zona de estudio se sitúa sobre unos depósitos detríticos finos compuestos por brechas, arcillas y limos que se corresponden con los que constituyen parte de la “red fluvial intramiocena”. Estas calizas aparecen en pequeños retazos que sirven de plataformas o mesas a unos 8 km al SO y SE de la zona de estudio.

Varios de estos materiales geológicos contienen la denominada “Masa de Aguas Subterráneas de La Obispalía” (código 041.002 según la CHG), ya que presentan cierto grado de permeabilidad. El sistema puede considerarse compuesto por dos tramos, por un lado el acuífero superior instalado en las Calizas del Páramo que es libre y muy heterogéneo, y por otro el acuífero inferior complejo y heterogéneo, formado por múltiples acuíferos menores asociados a los niveles lenticulares detríticos de poca continuidad lateral. Este acuífero de La Obispalía presenta una extensión de unos 48.972,95 ha y hasta hace poco tiempo se considerado como un subsistema dentro del Sistema Acuífero de Altomira. La zona de estudio se encuadra en torno al límite de estos dos sistemas quedando incluido por su influencia estructural dentro del acuífero de Altomira. Seguidamente en el Plioceno comienza un aumento de las condiciones de aridez que junto con sucesivos impulsos tectónicos provocó el arrasamiento erosivo de las superficies que caracterizan al Páramo y más tarde el establecimiento de los niveles de Rañas en el norte de la cuenca y de otras superficies erosivas desarrolladas sobre los depósitos detríticos miocenos, iniciándose el periodo erosivo y la desmantelación de estas superficies por la continua incisión de los principales cauces fluviales a favor de zonas de debilidad, de los contactos entre materiales de distinta resistencia y de las alineaciones de fallas reflejadas en superficie pero frecuentemente producidas en el basamento de la cuenca. Posteriormente, en el Cuaternario, el clima se enfrió, produciéndose una incisión de la red de drenaje (valles) y adquiriendo la morfología del paisaje un aspecto muy parecido al actual,

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quedando los depósitos y formas originados en esta época en zonas muy localizadas, a favor de las áreas de influencia de los ríos y arroyos, como es el caso en la zona de estudio del río Valdejudíos y de sus tributarios. Asociados a las vertientes de los valles se generan depósitos de derrame o glacis, coluviones, o los materiales más importantes asociados a los antiguos cursos de los ríos como son las terrazas fluviales, que pueden datarse desde el Pleistoceno Inferior hasta el Pleistoceno Superior y Holoceno, documentándose históricamente frecuentes hallazgos arqueopaleontológicos con industria lítica y restos óseos.

2. GEOMORFOLOGÍA E HIDROGEOLOGÍA DEL RÍO VALDEJUDÍOS El yacimiento arqueológico de la Quebrada II se encuentra en la margen derecha de la llanura aluvial del río de Valdejudíos, dentro de su curso medio. Se localiza a 1,5 km aguas abajo de la zona donde gira su cauce para tomar una dirección NO-SE hasta llegar al Gigüela, río de una longitud de 225 km que nace unos 26 km aguas arriba de dicha confluencia cerca del puerto de Cabrejas a 1.080 m de altitud (ver figura 4). El río de Valdejudíos nace a unos 2 km al norte de la población de Carrascosa del Campo, a unos 920 m de altitud. Tiene unos 20 km de longitud y presenta un perfil longitudinal con una pendiente baja. Se trata de un río corto de tercer orden y afluente del curso alto del Gigüela y por tanto se encuentra en la Cuenca Hidrográfica del Guadiana. El río de Valdejudíos y el propio yacimiento arqueológico se enmarcan dentro de la comarca de La Mancha Alta de Cuenca, aunque dada la proximidad de otras regiones naturales se puede considerar como una comarca de transición, ya que queda situada entre La Alcarria al norte, la Serranía de Cuenca al este y la Mancha al sur y oeste. Aunque la zona de estudio se localiza dentro de La Mancha, presenta ciertas peculiaridades ya que es una zona de orografía ligeramente ondulada debido a las numerosas lomas que aparecen alineadas y que pertenecen a la Sierra de Altomira dentro de las estribaciones más occidentales del Sistema Ibérico y que han sido acentuadas por la erosión. Pese a su corta longitud, parece presentar un caudal medio anual parecido al del propio río Gigüela con 1,5 m³/s, cuyo régimen netamente pluvial depende de la fuerte estacionalidad de las precipitaciones llegando a quedar seco en algún mínimo mensual. Dentro de los datos disponibles de régimen de caudales superficiales circulantes se pueden citar los registrados en la estación de aforos nº 201 situada en el Gigüela dentro del municipio de Quintanar de la Orden (nº 201) que se encuentra unos 54 km aguas debajo de la desembocadura del Valdejudíos en el Gigüela. Estos datos anuales corresponden a las medias recopilados entre los años 1921/22 y 1981/82, en donde la aportación media es de 50,78 hm³/año, el coeficiente de escorrentía es 0,07 y los caudales medios de la serie son: el máximo 8,56 m³/s; el medio 1,64 m³/s y el mínimo es 0,00 m³/s, lo que hace pensar en el régimen extremo de estacionalidad de los caudales del río Gigüela y también de sus afluentes como puede ser el caso del Valdejudíos.

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Figura 4. Bloque diagrama con la orografía de la hoja 633 (escala 1:50.000) de Palomares del Campo. Se indica la localización del yacimiento de la Quebrada II así como de otros lugares de interés como Segóbriga, Saelices, etc. Tomado y modificado de la Memoria Geológica de la hoja 633 de Palomares del Campo (IGME, 1998).

Esta comarca tiene un clima mediterráneo continental, con 12ºC de temperatura media anual, con mínimos que pueden llegar a los -15ºC y a máximos de 20ºC en invierno y 43ºC en verano. La precipitación media anual se encuentra en torno a los 500 mm y la evapotranspiración potencial media anual es del orden de los 725 mm.

GEOMORFOLOGÍA DEL RÍO VALDEJUDÍOS La cabecera del Valdejudíos se encuentra al norte de Carrascosa del Campo en una zona donde existen varios manantiales y fuentes como las Fuentes del Salobral o del Espartero (900 y 898 m) y la del Pilar (908m) que surgen de acuíferos colgados asociados a niveles de arenas y calizas dentro de limos arcillosos oligocenos. Pasado 1,5 km de Carrascosa tras cruzar el Trasvase Tajo-Segura, el río recibe por su margen derecha al arroyo de la Lobera que surge de la fuente del mismo nombre a 933 m y es alimentado aguas abajo por la Fuente del Pocillo (901 m) y por el arroyo del Cañuelo que nace detrás del relieve estructural de Carrascosa donde se encuentra la Fuente del Cañuelo (914m). Poco antes de llegar a la confluencia con el Valdejudíos el arroyo de la Lobera recibe aguas de las Fuentes del Cojo (889 y 881 m). En este curso alto el río viaja ligeramente encajado entre el citado relieve estructural cretácico y otro paleógeno, aunque su cauce siempre discurre por terrenos compuestos por materiales paleógenos (ver figura 5 y mapa geológico del anexo). Por un lado en su vertiente oeste se encuentra el Anticlinal de Carrascosa de 6 km de longitud en dirección norte-sur, con 1 km de anchura y unos 140 m de desnivel desde la llanura aluvial con una altura máxima que marca el vértice geodésico de Carrascosa (1023 m). Los materiales

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que componen este núcleo anticlinal son carbonatos y margas del Cretácico. A lo largo de la ladera oriental de dicho relieve se forman a su pie un continuo sistema de coluviones. En general el curso alto se caracteriza por vertientes con cierta pendiente en comparación con los cursos medio y bajo. Hacia la vertiente este del río se encuentra una larga loma de hasta 8 km que comienza desde Carrascosa y llega hasta el vértice geodésico de Matalacorza (918 m) en el entorno del Manantial de la Quebrada; su anchura no llega al 0,5 km y su altura relativa respecto a la llanura aluvial es de unos 60 m. Esta loma constituye un relieve estructural formado por el afloramiento de finas capas con cierta longitud e inclinación compuestas por materiales carbonáticos o arenosos más resistentes a la erosión que las unidades de limos o arcillas del Oligoceno y Mioceno inferior en las que se encuentran incluidas. Este relieve funciona como divisoria de las subcuencas entre el Valdejudíos y uno de sus afluentes aguas abajo, el río de Las Lagunas. En esta vertiente surgen dos puntos de agua, el Pozo de Cifuentes (900m) a unos 3 km al sureste de Carrascosa y la Fuente de la Peña (901 m) a 1,5 km al noreste de la Casa de las Madrigueras. Entre los dos relieves estructurales de este tramo existen algunos puntos de agua como el Pozo del Monte (889 m) al pie de los depósitos coluvionares y la Fuente del Juncar (860 m), próxima a la llanura aluvial del río, ambos en la margen derecha. Se ha estimado como último tramo del curso alto del Valdejudíos la zona en la que cruza la estribación meridional del Anticlinal de Carrascosa próxima a las Casas de las Madrigueras y al yacimiento arqueológico de Las Madrigueras, donde el río discurre por la unidad 16 del MAGNA 633 compuesta por arcillas, margas y yesos. Esta unidad constituye el último material asociado a la estructura del anticlinal y dada su fácil erosividad el río aprovecha esta litología para salir de su confinado valle. En este tramo del curso alto se ha construido en la actualidad un embalse o vaso regulador provisional dentro de las actuaciones de la presente obra de conducción de agua a la Llanura Manchega. Este embalse tiene una capacidad máxima de 5,30 hm³, una altura máxima de 14 m con cota de 862,50 m y una longitud de 2,5 km cuyo aporte principal viene desde la confluencia del Trasvase de Tajo-Segura con la cabecera del río. Tras rebasar el relieve que conforma el Anticlinal de Carrascosa y la propia presa, se inicia el curso medio del río, caracterizado por la expansión del valle sobre todo de su vertiente oeste cuya pendiente es mucho menor, con lo cual su cauce tiende inicialmente a migrar hacia el oeste, pero a la altura de Las Madrigueras el río retoma su dirección norte-sur hasta llegar a la zona de las Quebradas donde el río toma una nueva dirección noroeste-sureste tras incorporar el curso de otro afluente (arroyo Borbotón) por su margen derecha y con la misma dirección NO-SE. La nueva orientación de su curso está posiblemente condicionada por la existencia de alguna lineación estructural de falla o estructural dentro de los materiales yesíferos neógenos que componen el sustrato geológico a partir del curso medio. En la margen izquierda aparece el Manantial de la Quebrada (844 m), cuyo topónimo da nombre a los yacimientos arqueológicos cercanos de la Quebrada II y III, que se sitúan en la margen derecha del río coincidiendo

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Figura 5: Modelo Digital del Terreno de la Cuenca Hidrográfica del Valdejudíos con la posición del yacimiento arqueológico de la Quebrada II y de los distintos manantiales, fuentes y pozos documentados dentro de su cuenca. MDT tomado y modificado del existente en la página weg de la Confederación Hidrográfica del Guadiana (CHG).

con áreas de confluencia de arroyos estacionales que constituyen plataformas aluviales de cierta extensión como la zona de El Llano en el yacimiento de La Quebrada III. En la vertiente occidental se encuentra la Fuente de Gago a cerca de 3 km de la confluencia del arroyo Borbotón con el Valdejudíos, cuyo caudal estacional es tributario del primero. Siguiendo el curso aguas abajo existe en la vertiente izquierda (NE) otro punto de agua conocido como Manantial de La Juanseca (a unos 848 m de altitud) cuyo arroyo llega hasta las Casas de Valdejudíos. Por encima de este manantial existe una compuerta del Trasvase Tajo-Segura que se abre ocasionalmente para llevar agua a través del Caz del Molino de Torres hasta el Valdejudíos y después al Gigüela, realizando así aportes de agua a las Tablas de Daimiel. En

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la margen derecha del río existen dos manantiales en el entorno de Las Esteruelas (a 830 m) localizados en la llanura aluvial, más abajo aparecen otros dos manantiales (a 828 m) en la confluencia de la Acequia de Cañada Juncosa con el río. Un kilómetro antes de desembocar en el Gigüela, el Valdejudíos recibe el aporte del río de Las Lagunas-Valparaiso cuya cuenca hidrográfica supone más del doble que la del anterior, con arroyos como los de la Vega y la Vega Seca además del río Centeneya, los anales que componen un sistema fluvial más complejo con una morfología dendrítica y pese a ello su caudal medio y aportación anual no parecen muy superiores a los del Valdejudíos. A partir de la unión de estos dos ríos de tercer orden y cierta estacionalidad, se produce una variación de las características del sistema fluvial considerándose el inicio del curso bajo del Valdejudíos con solo 1 km de recorrido.

HIDROGEOLOGÍA DEL VALLE DEL VALDEJUDÍOS La zona de estudio se encuadra en torno al límite de los acuíferos asociados, por un lado, a los materiales carbonáticos de la Sierra de Altomira (código 041.001 de la CHG o Sistema acuífero nº 19 de la Unidad Caliza de Altomira) y por otro a los mayoritariamente detríticos de la Depresión Intermedia que componen la masa de aguas subterráneas de La Obispalía (código 041.002 de la CHG). En el presente estudio se ha considerado incluir la Cuenca Hidrográfica del Valdejudíos dentro del Sistema acuífero de la Sierra de Altomira, dada la gran influencia estructural de este sistema sobre los materiales terciarios que afloran en el valle. Los manantiales y fuentes que surgen en ambas vertientes del valle del Valdejudíos pueden dividirse desde el punto de vista hidrogeológico en cuatro grupos dependiendo de la litología a la que estén asociados: t

En la ladera oriental del relieve estructural del Anticlinal de Carrascosa aparecen varias fuentes y pozos asociados al contacto entre los materiales carbonáticos mesozoicos del núcleo del anticlinal y los limos paleógenos, surgiendo en la cabecera de pequeños arroyos incluso dentro de sus propios depósitos de fondo de valle antes de llegar al río. El agua debe proceder en estos casos de acuíferos colgados tanto libres como semiconfinados relacionados con fenómenos de fracturación y karstificación dentro de los materiales carbonáticos y cuya recarga se produce fundamentalmente por infiltración de agua de lluvia. El agua surge en superficie cuando existe un material impermeable por debajo del acuífero como los limos paleógenos que impide su infiltración hacia cotas más profundas (Fuente del Cañuelo), manando en superficie de forma difuminada hasta encontrar algún reguero que va concentrando su curso, o depósitos cuaternarios pertenecientes a las cabeceras de pequeños arroyos o incluso coluviones que captan esta escorrentía hasta concentrarla en zonas superficiales que originan fuentes naturales como las Fuentes del Cojo. En general son aguas cálcicas y carbonatadas con un pequeño contenido en cloru-

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ros y sulfatos. En general son aptas para cualquier uso, empeorándose las mismas en las zonas cercanas al contacto con las formaciones terciarias. t

Existen otras fuentes que se encuentran dentro de materiales paleógenos de la unidad 17 del MAGNA de la hoja 633 (conocida también como Unidad Detrítica Inferior de Díaz Molina, 1974, formada entre el Eoceno y el Oligoceno medio) pero a pocos metros en la ladera por debajo del contacto con los materiales mesozoicos. Estos materiales de la unidad 17 se caracterizan por la presencia masiva de limos y limos arenosos de cierta impermeabilidad que incluyen capas lentejonares de arenas y gravas (unidad 17a) interpretados como antiguos canales alargados, que en esta zona aparecen como el resto de materiales con buzamientos de unos 30º hacia el oeste. La permeabilidad de estos niveles arenosos y su disposición espacial entre materiales impermeables les confiere la entidad de acuífero, y la recarga de agua la reciben del agua de lluvia tanto directamente como del agua de escorrentía superficial que pudiera circular a lo largo de la ladera oeste del relieve asociado al Anticlinal de Carrascosa, pudiendo llegarle también agua superficial de las surgencias asociadas al acuífero situado en cotas superiores. Al aparecer en múltiples capas pero de escasa potencia y continuidad se convierten en depósitos de agua naturales en los que el agua mana en función de lo llenos que estén, si bien la cantidad de agua que pueden almacenar por separado no es muy importante si se convierten en pequeños manantiales para uso local. Los puntos de agua localizados que se identifican con estos acuíferos son: la Fuente del Pocillo, Pozo Nuevo, Pozo del Monte y Fuente del Juncar. Se trata de aguas cálcicas y carbonatadas algo sulfatadas; pese a su porcentaje en sulfatos son aptas para cualquier uso.

t

En la vertiente oriental del valle del río Valdejudíos se encuentran otros materiales geológicos (unidad 18 MAGNA hoja 633, conocida también como Unidad Detrítica Superior de Díaz Molina, 1974, formada desde el Oligoceno pleno hasta el Mioceno inferior basal) y que tienen características muy similares a los de la unidad 17 descrita anteriormente. En esta ocasión se trata de limos arcillosos y limos con yesos entre los que existen distintos niveles de cuerpos canalizados compuestos por arenas y gravas (unidad 18a) que predominan hacia la base de la unidad 18. Hacia techo existen otros niveles de calizas con margas más competentes y son responsables del ligero resalte de la loma situada en la vertiente oriental del Valdejudíos. Las capas de arenas y gravas funcionan como acuíferos libres al igual que lo hacían los niveles arenosos de la unidad 17a, pero recargados principalmente por el agua de lluvia. Los puntos de agua que se identifican con este tipo de acuíferos son: Fuente de la Lobera, Fuente del Salobral o del Espartero, Fuente del Pilar, Pozo de Cifuentes y Fuente de la Peña. Composicionalmente son aguas menos cálcicas y carbonatadas pero algo más sulfatadas, que pueden ser utilizadas para cualquier uso.

t

El inicio del curso medio del Valdejudíos se caracteriza por un cambio en los materiales geológicos del sustrato por donde discurre, además de un cambio en su dirección. Estos nuevos materiales son yesos macro y microcristalinos del Mioceno inferior (unidad 19c

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MAGNA de la hoja 633). Estos yesos están influenciados estructuralmente por el anticlinal cabalgante de Carrascosa, apareciendo plegados en forma sinclinal hacia suroeste del núcleo de anticlinal. Si este eje sinclinal se prolongase hacia el sureste coincidiría con la nueva dirección que toma el río Valdejudíos en su tramo medio y bajo. Ésta puede ser la explicación para su cambio de rumbo. El valle en este tramo es más asimétrico con una vertiente derecha (SO) más suave que la izquierda (NE) donde los yesos se pliegan todavía ligeramente en el extremo SE del eje anticlinal de Carrascosa. Las surgencias de agua parecen asociadas a acuíferos colgados tanto libres como semiconfinados relacionados con fenómenos de fracturación y karstificación dentro de los materiales yesíferos y cuya recarga se produce fundamentalmente por infiltración directa del agua de lluvia y de escorrentía superficial. La composición de estas aguas va a ser netamente sulfatadas. Los puntos de agua localizados que se identifican con estos acuíferos son: el Manantial de la Quebrada y la Fuente de la Juanseca en la vertiente noreste. La Fuente de Gago en la vertiente oeste y surgida desde las arcillas yesíferas. Las dos Fuentes de Esteruelas y otras dos Fuentes de la Cañada Juncosa se localizan en la margen derecha del río manando de los depósitos cuaternarios de fondo de valle de sendos arroyos. Pese a localizarse en materiales detríticos cuaternarios estos puntos de agua se consideran de influencia yesífera, dada la poca extensión de los depósitos holocenos, los cuales funcionan como canales receptores de las dispersas surgencias que puede haber en los yesos de esta vertiente del río. Composicionalmente estas aguas suelen ser sulfatadas y cálcico-magnésicas, siendo en algunos casos inaceptable su uso.

3. DESCRIPCIÓN DE LOS MATERIALES GEOLÓGICOS DEL ENTORNO DEL YACIMIENTO DE LA QUEBRADA II El yacimiento arqueológico de la Quebrada II se localiza en el tramo medio del Valdejudíos, tras tomar el río su nueva dirección noroeste-sureste, condicionada posiblemente por la ubicación en este tramo de un eje sinclinal que viene desde el noroeste. Dicho yacimiento se sitúa sobre un área de confluencia de la llanura aluvial del río Valdejudíos con los depósitos de fondo de valle de un pequeño arroyo tributario de entidad estacional que llega por su margen derecha. Estos sedimentos fluviales descansan sobre los yesos miocenos que conforman el sustrato rocoso. Esta zona de actuación se encuentra unos 6 km aguas arriba de la confluencia del Valdejudíos con el Gigüela y a 11 km al noreste del yacimiento arqueológico de Segóbriga. A continuación se hace una descripción de los distintos materiales geológicos que conforman el entorno inmediato del yacimiento, según la cartografía geológica de la hoja 633 (Palomares del Campo) de la serie MAGNA del IGME (1999) (ver fotomontaje y mapa geológico de detalle en el anexo). t

El sustrato geológico lo componen dos tipos de materiales. En primer lugar un nivel inferior constituido por yesos (unidad 19c) de diversas facies: yesos macrocristalinos de crecimiento vertical, macrocristalinos detríticos y microcristalinos bioturbados. Y otro nivel superior formado por limos arcillosos y limos yesíferos (unidad 19). En general se puede

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Mapa geológico del valle del Valdejudíos con la posición del yacimiento arqueológico de la Quebrada II.

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considerar que los yesos constituyen el sustrato geológico rocoso del yacimiento pero los limos arcillosos son los materiales miocenos que aparecen afectados por las estructuras arqueológicas tanto de la zona sureste como del extremo noroeste del yacimiento. Estos limos tienen una coloración anaranjada a beige clara. Pueden contener clastos de yeso alabastrino, caliza y cuarcita, además de arenas y gravas, aparecen ocasionalmente recristalizaciones de yeso de hasta 1 m de diámetro como las encontradas en la excavación arqueológica. Estos materiales se interpretan como el resultado de la sedimentación en ambientes de abanicos aluviales coalescentes, de escaso desarrollo longitudinal y cuyos ápices estaban situados en el margen este de la Sierra de Altomira durante el mioceno inferior. La unidad de yesos constituye el sustrato geológico rocoso de la zona del yacimiento pero no ha aflorado en superficie tras la excavación arqueológica, quedando por debajo de los limos arcillosos citados anteriormente y también de los depósitos de fondo de valle de la zona noroeste del yacimiento. En esta formación yesífera aparecen cristales de yeso de variada tipología y tamaño, apareciendo yesos microcristalinos compactos que pueden estar silicificados. También se encuentran en forma de cristales lenticulares en el interior de limos arcillosos masivos. Los limos con cristales lenticulares y los yesos macrocristalinos detríticos rellenan canales, y los macrocristalinos de crecimiento vertical se corresponden a costras formadas por evaporación capilar subaérea. Los yesos microcristalinos bioturbados se depositaron en un ambiente de sabkha. Esporádicamente se observan yesos secundarios, que forman fenocristales en el interior de los yesos microcristalinos. Estos yesos pueden alcanzar cerca de 150 m

Mapa geológico de detalle del yacimiento arqueológico de la Quebrada II.

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de espesor máximo, apareciendo incluidos e interestratificados dentro de otra unidad mayor que la componen limos arcillosos y limos con yesos (unidad 19) que puede alcanzar los 500 m de potencia. Dada la composición yesífera del sustrato geológico, hay que reseñar la susceptibilidad de estos materiales ante procesos de karstificación. t Depósitos del fondo de valle del arroyo tributario del Valdejudíos por su margen derecha. Este arroyo tiene escasamente 300 m de recorrido antes de llegar a la llanura aluvial del río; su cabecera parte del Chozo de José Cabas. Durante la excavación arqueológica de la Quebrada II se observó que este tipo de depósitos solo aparecía en la zona centro noroccidental del área excavada. Estos materiales de fondo de valle aparecen en el yacimiento de la Quebrada II constituidos por arcillas, limos y arenas yesíferas procedentes de la erosión y parcial desmantelación de los niveles de yeso y arcillas miocenas del entorno. Estos materiales se posicionan en una pequeña vaguada respecto a los extremos de la excavación, de tal manera que en la zona central aparecen los depósitos de fondo de valle y en los extremos afloran los limos y arenas yesíferas. Estas arcillas, limos y arenas yesíferas de color marrón más oscuro son el nivel de base sobre el que están excavadas algunas de las estructuras arqueológicas de la zona central del yacimiento, destacando una estructura lineal que parece corresponder a un tramo de conducción de la cabecera del acueducto romano del que se han podido documentar varios tramos y registros a unos 5 km al suroeste en dirección a Segóbriga, en las zonas de la Peña I y II, Llanos de Pinilla y Vallejos. t

Por encima de las arcillas y limos yesíferos se encuentra un nivel de arenas arcillosas de color marrón oscuro con alto porcentaje de materia orgánica y una alta concentración de materiales arqueológicos. Estos materiales rellenan las estructuras negativas que aparecen excavadas sobre las arcillas y limos yesíferos.

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Estos materiales aparecen tapados por las arenas arcillosas que componen el suelo vegetal actual. Estos materiales forman parte de la interacción entre los derrames de ladera y los periodos de avenida de los arroyos y el propio Valdejudíos.

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Fotomontaje con los afloramientos de los Niveles geológicos descritos en el yacimiento.

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III. ESTUDIO HISTÓRICO-ARQUEOLÓGICO

1. LA PROVINCIA DE CUENCA EN ÉPOCA VISIGODA LA RED VIARIA La provincia de Cuenca presenta tres zonas geográficas bien diferenciadas: la Serranía, al Norte; la Alcarria, hacia el Oeste, y la Manchuela, hacia el Sur. Cada una de estas comarcas naturales presenta sus propias peculiaridades climáticas, etnológicas e incluso dialectales. Evidentemente la geografía ha influido tanto en las pautas de poblamiento del territorio conquense como en la disposición de las vías de comunicación. En este sentido, la provincia de Cuenca es un territorio de paso obligado en las comunicaciones entre la Meseta castellana y el levante a través de la Manchuela conquense. El otro gran eje de comunicación es el que se dirige hacia el norte, en dirección a la antigua Caesaraugusta. Ambas rutas siguieron funcionando durante todo el periodo visigodo, como ponen de manifiesto la indudable relación que se descubre en piezas de escultura decorativa de yacimientos conquenses con otras correspondientes del levante o del sureste, así como la relación que se vislumbra entre Arcávica y la ciudad regia de Recopolis. La primera de estas rutas antes señalada es la calzada que se dirige desde Carthago Nova hacia Segobriga, donde según algunos autores se bifurcaría en dos ramales, uno dirigido hacia Complutum y otro hacia el norte, hacia Ercavica, en dirección a Segontia y la submeseta norte. En ambos casos parece tratarse de vías prerromanas que fueron potenciadas durante la época imperial. La segunda ruta ponía en comunicación la alta Andalucía con Aragón y Levante atravesando la submeseta sur. Esta vía presenta tres tramos diferentes: uno que va de Iniesta a Almodóvar del Pinar y Valeria; un segundo tramo que iría desde Iniesta a Carboneras, Reíllo, Cañete para alcanzar Albarracín, Teruel y Zaragoza; y, por fin, una última calzada que se dirigía desde Iniesta hacia Requena y Utiel para llegar a Valencia (Palomero, 1987).

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Plano de situación de los obispados conquenses.

En relación directa con la primera de estas vías se encuentra la ciudad de Segobriga, famosa ciudad celtíbera y romana y cabeza de uno de los tres obispados de época visigoda. En el ramal de esta vía que se adentra hacia Segontia para alcanzar la meseta norte se encontraba también la ciudad y obispado de Arcavica, donde se hallaba el célebre monasterio Servitano. El tercer obispado en cuestión, el de Valeria, se hallaba situado en una encrucijada de vías que desde las tierras meridionales de la provincia se dirigen hacia el actual Aragón atravesando la serranía conquense.

LAS FUENTES LITERARIAS. EL PROBLEMA DE LAS PROVINCIAS DE CARPETANIA Y CELTIBERIA Las referencias históricas sobre el territorio conquense constituyen un aspecto muy importante para el estudio de esta región en época visigoda. Varios son los principales testimonios literarios que hacen mención a sucesos relacionados con la provincia. En primer lugar hay que referirse a las actas de los sínodos toledanos a los que los obispos conquenses acudieron con regularidad. Estas actas constituyen sin duda un valioso material que permite reconstruir de manera razonablemente fiable la sucesión episcopal de las distintas sedes e incluso ciertos detalles de su historia al menos desde el año 589, fecha de la celebración del III Concilio toledano. Por otro lado, hay que señalar también la epístola que Montano de Toledo dirigió al obispo de Toribio de Palencia en la que se menciona la existencia de una indeterminada provincia carpetana durante el reinado de Amalarico (hacia 531). La carta acompañaba a otra semejante que trataba el tema de los presbíteros que se arrogaban la facultad de consagrar el crisma,

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Estudio histórico-arqueológico

privilegio que corresponde al obispo, así como acerca de la prohibición a los obispos de otras diócesis de consagrar basílicas fuera de su circunscripción. Montano invoca como argumento un escrito del cual se envía copia, enviado por el coepíscopo de Toribio al predecesor del obispo toledano y a los otros obispos de la provincia Carpetana y Celtiberia: Simili ratione cognovimus eo quod necessitudine consecrandarum basilicarum fratres nostri alienae sortis episcopi in locis istis invitati conveniant… quid tamen in privilegium decessori nostro necnon dominis et fratribus nostris Carpetaniae vel Celtiberiae episcopis vester coepiscopus fecit, in examplaribus caritati vestrae direximus ut scire possitis… (Vives, 1963: 51). En la misma carta se decide otorgar al coepíscopo una parte del territorio de la diócesis palentina, que englobaba los términos de Segobia (Segovia), Brittablo (Buitrago) y Cauca (Coca), con el fin de que no envileciera su dignidad episcopal andando vagante. Este distrito tendría en principio un carácter temporal que finalizaría a la muerte del obispo. Esta situación tiene cierto paralelo precisamente con la creación de la provincia Carpetana y Celtibérica como parte desgajada de la Cartaginense, cuya capital se hallaba ocupada por los imperiales. Es difícil precisar, no obstante, a qué se debe la revitalización de estas antiguas denominaciones en época tan tardía, aunque parece obedecer al deseo de distinguir dos regiones diferenciadas geográfica y administrativamente de la antigua provincia cartaginense interior. Dos pasajes de Gregorio de Tours referidos a las devastaciones producidas por las plagas de langosta aluden de hecho a la existencia de una cierta provincia carpetana, que hay que suponer englobaba a la propia urbe toledana, dado el carácter oficial de las legaciones francas: Legati principis Chilperici de Hispaniis regressi, nuntiaverunt provintiam Carpitaniam graviter a locustis fuisse vastatam, ita ut non arbor, non vinea, non silva, non fructus aliqui aunt quicquan viride remaneret, qui non a locustis everteretur. (Greg. Tur. Hist. Franc. VI 33). Locustae quoque de Carpitania provintia, quam per quinque vastaverant annos, hoc anno progressae ageremque publicum tententes, ad aliam se provinciam quae huic vicina erat provinciae, contulerunt. (Greg. Tur. Hist. Franc. VI 44). De este modo, la Carpetania quedaría como el territorio occidental de la antigua Cartaginense interior, mientras que la Celtiberia aludiría a la parte oriental, hasta el territorio ocupado por los imperiales. De conformidad con el testimonio de Gregorio de Tours, las actas del III Concilio de Toledo presentan la firma de un obispo Petrus Celtiferiae. Por esas mismas fechas, el historiador Juan de Biclaro refiere la fundación por Leovigildo de la ciudad regia de Recópolis en la Celtiberia: Liuuigildus rex extinctis undique tyrannis, et pervasoribus Hispaniae superatis sortitus requiem propriam cum plebe resedit civitatem in Celtiberia ex nomine filii condidit, quae Recopolis nuncupatur: quam miro opere et in moenibus et suburbanis adornans privilegia populo novae Urbis instituit. (Ioan. Bicl. Chronica 578.4 ); ...condidit etiam ciuitatem in Celtiberia, quam ex nomine filii sui Recopolim niminauit (Isid. Hisp. Hist. Goth. II).

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Esta provincia Carpetana et Celtiberia habría, pues, que identificarla a grandes rasgos con la Marca media de época islámica y, en el caso de la Carpitania provintia, coincidiría grosso modo con la qura de Santaver de época islámica. Las actas del II Concilio de Toledo celebrado en el año 531 permiten definir los límites de esta provincia Carpetania et Celtiberia. A este sínodo toledano asistieron, además del obispo Montano de Toledo, otros cuatro obispos cuyas sedes no figuran relacionadas: Pancario, Canonio, Pablo y Domiciano. A través del cotejo de las actas del concilio toledano de 531 y los concilios de Valencia de 549 y III de Toledo de 589, García Moreno llegó a la conclusión de que estos prelados serían muy verosímilmente los titulares de las sedes de Complutum, Segobriga, Ercavica y Segontia (García Moreno, 1988: 156-157; Vallejo, 1993a: 366-367; Vilella, 2003: 112-113). Es muy posible, además, que el Canonio que figura como suscriptor del II Concilio de Toledo sea el mismo Caonius que aparece mencionado en una de las inscripciones halladas en las excavaciones efectuadas en el año 1789 en Cabeza de Griego (IHC 167; ICERV 264c; Beltrán, 1953, 249). En realidad, el problema de la aparición de la provincia Carpetana y Celtiberia se enmarca dentro del contexto de interinidad provocado por la ocupación de Cartagena, capital de la provincia eclesiástica de su nombre, por los bizantinos. El célebre Decreto de Gundemaro de 610 puso fin a esta situación de excepcionalidad. El decreto establece que la sede metropolitana de la Cartaginense será en adelante la ciudad regia de Toledo, al tiempo que se reconoce a su obispo como metropolitano de la provincia. Los prelados se reunieron en Toledo el 23 de octubre de 610, si bien el decreto se incluye en la colección canónica hispana a continuación del XII Concilio de Toledo celebrado durante el reinado de Ervigio en el año 681, lo que ha dado pie a que su autenticidad sea discutida (Flórez, ES VI ap. IV; Codoñer, 1972: 58ss. y Barbero, 1989: 169-189; González Blanco, 1986). De lo que parece haber menos dudas es el hecho de que la inclusión de las actas del sínodo de Gundemaro en fecha tan tardía se debió a que en ese momento la sede toledana había sido elevada ya al rango de primada del reino, por lo que el documento aportaba un título que apoyaba la pretensión del obispo de la regia urbs. Conocemos la nómina de los obispos arcavicenses y segobricenses a partir del III Concilio de Toledo celebrado en 589, aunque gracias a las inscripciones descubiertas en las excavaciones de la basílica en el siglo XVIII se han documentado también los nombres de varios prelados más de la sede segobricense anteriores a esa fecha (+ Hic sunt sepulcra sanctorum sacer(dotum) + Id Nigrinus episc + Sefronius episc + Caonius episc). Una de estas inscripciones permite fechar el pontificado de Sefronio hacia el 628 de la Era (año 600 d.C.). Si bien se ha especulado que el Sefronio citado en los epígrafes segobricenses (IHC 165 + 398; ICERV 276) fuera el antecesor de Próculo, obispo suscriptor del III Concilio toledano, después de la corrección de la cronología de la inscripción métrica de Sefronio hecha por Abascal y Cebrián, parece ser que este prelado ocupó la sede entre el 600 d.C. y el 610, en que el titular era ya Porcarius, suscriptor del sínodo de Gundemaro. Es posible que Nigrino fuera el sucesor de Proculo y, por tanto, antecesor de Sefronio (Abascal y Cebrián, 2006). Por su parte, el Caonius documentado por la epigrafía bien pudo ser el mismo Canonius que firmara el II Concilio de Toledo del año 531 (Vives, 1963: 45; Beltrán, 1953: 249; García Moreno, 1988: 156-157; Vallejo 1993a: 366-367; Vilella, 2003: 112-

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113). La última mención a un obispo segobricense aparece en las suscripciones de Anterio en las actas de los concilios toledanos XV (a. 688) y XVI (a. 693) (Flórez, 1792: 110-116; Almagro Basch, 1983: 33-37; García Moreno, 1974: 143-144; Abascal y Cebrián, 2006). Después de esas firmas y hasta 1176 se desvanecen las alusiones a los obispos de esta sede, que desaparece de la historia sin dejar rastro, lo que parece confirmar el ocaso de la ciudad tras el hundimiento del reino godo en 711 a favor de Uclés. En el caso de Arcávica la situación es algo diferente. Convertida después de la conquista musulmana en una importante qura de la Marca Media andalusí con el nombre de Santabaryya (corrupción de Celtiberia, apelativo de la sede), la sede episcopal se mantuvo hasta el reinado de Ordoño I. Como tantos otros refugiados mozárabes, y sin que sepamos muy bien los motivos de su partida, hacia mediados del siglo IX el obispo Sebastián de Arcávica huyó al reino astur, donde el rey Ordoño lo nombraría obispo de la recién restaurada sede de Orense. La huida del obispo Sebastián a tierras asturianas pone fin a la continuidad de la sede arcavicense y en adelante el núcleo de Arcávica-Santaver quedó bajo el control de las tribus bereberes allí asentadas, convirtiéndose en un importante foco de inestabilidad en la zona frente al poder emiral, dada su estratégica situación que le permitía dominio de las comunicaciones hacia la Marca superior. Sin embargo, ya en tiempos del califato, en un proceso paralelo al vivido por las otras dos sedes conquenses, Arcávica cedió su papel capital ante sus vecinas Huete y Alcohujate, donde se establecieron respectivamente un importante castillo y una fortaleza (Flórez, 1792: 53-79; Fita, 1902; Torres Balbás ; García Moreno, 1974: 131-133; Barroso y Morín, 1996). La primera mención de la sede episcopal de Valeria es la del obispo Magnentius, suscriptor del decreto de Gundemaro de 610 al que antes habíamos aludido. Las últimas referencias se encuentran en las firmas de Gaudentius, suscriptor de varios concilios toledanos entre los años 675 y 693 (XI, XII, XIII, XIV, XV y XVI). Probablemente Gaudentius acudiría también al XVII concilio, celebrado un año después pero del que no se conservan las actas. En el XIII Concilio toledano del año 683 la sede estuvo representada por el abad Vicentius, dado que el obispo había caído gravemente enfermo y recibido el sacramento de la penitencia. Vicentius preguntó al sínodo si una vez restablecido Gaudentius podía seguir ejerciendo los oficios propios de su orden así como la administración de los sacramentos (Vives, 1963: 426-429). El sínodo respondió que el obispo no había quedado inhabilitado para su cargo (canon 10º), pero la cuestión planteada por el prelado valeriense debió provocar cierta agitación entre los padres conciliares debido a la reciente deposición de Wamba y la entronización un tanto irregular de Ervigio (Flórez, 1792: 196-206; García Moreno, 1974: 149-150). Fuera de los escuetos testimonios de las signaturas episcopales figura una importante noticia transmitida por Ildefonso de Toledo hacia mediados del siglo VII acerca de la llegada en tiempos de Leovigildo del abad Donato y una comunidad procedentes del norte de África, de donde habían partido huyendo de la persecución de los bereberes. Según esta noticia, un grupo de 70 monjes junto con un importante cargamento de libros y códices habrían desembarcado en las costas españolas. Una vez en España, y con la ayuda de una ilustre dama local llamada Minicea, la comunidad monástica erigió el célebre monasterio Servitano. Ildefonso da cuenta además de la

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formación eremítica del abad Donato (a quien atribuye además la introducción de la observancia regular en el monacato hispano) y de su posterior enterramiento en una cripta, donde sus reliquias seguían siendo objeto de culto en su tiempo por parte de los campesinos de la zona: Donatus et professione et opere monachus cuiusdam eremitae fertur in Africa extitisse discipulus. Hic uiolentias barbararum gentium imminere conspiciens atque ouilis dissipationem et gregis monachorum pericula pertimescens, ferme cum septuaginta monachis copiosisque librorum codicibus navali uehiculo in Hispaniam commeauit. Cui ab inlustri religiosaque femina Minicea subsidiis ac rerum opibus ministratis, Servitanum monasterium uisus est construxisse. Iste prior in Hispaniam monasticae observantiae usum regulamque dicitur aduexisse. Tam uiuens uirtutum exemplis nobilis quam defunctus memoriae claritate sublimis. Hic et in praesenti luce subsistens et in cripta sepulchri quiescens, signis quisbusdam proditur effulgere salutis, unde et monumentum eius honorabiliter colere perhibentur incolae regionis (Hild. Tol. De Vir. Illustr. III). La muerte del abad Donato vendría a fecharse hacia el año 571, según el testimonio de Juan de Biclara, pues este autor sitúa la fundación del Servitano en el tercer año del reinado de Leovigildo: Donatus, abbas monasterii Servitani mirabilium operator clarus habetur (Ioan. Bicl. Chronica, 571. 4). Aunque la ubicación del monasterio Servitano ha sido objeto de debate, creemos haber demostrado su identificación con las ruinas del monasterio parcialmente excavado en el Vallejo del Obispo, a los pies del cerro donde se levantaba la antigua Arcávica (Cañaveruelas, Cuen-

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ca) (Barroso y Morín, 1994, 1996 y 2004). Dejando a un lado las propias ruinas excavadas por C. Moncó en este paraje, ya de por sí elocuentes, existen otros testimonios que parecen avalar esta reducción al Vallejo del Obispo. En primer lugar, la carta enviada por el sucesor de Donato al frente del Servitano, el abad Eutropio, y dirigida ad Petrum papam, esto es, al obispo Pedro de Arcávica, en la que el abad se defiende de la acusación de haber actuado con dureza con sus monjes y que ha sido considerada repetidamente como prueba de que el monasterio se encontraba en la diócesis de este obispado (Isid. Hisp. Vir. Illustr. XLV; Díaz y Díaz, 1958: 20-35; García Moreno, 1974: 147). En efecto, la epístola apologética de Eutropio sólo puede entenderse bajo la óptica de la potestad que posee el obispo diocesano de intervenir en los asuntos de los monasterios sitos bajo su jurisdicción (Haec tibi, beatissime pater, propterea scribimus, ut scias nos nihil absque ratione gener, sed secundum consuetudinem monasterii huius quae sancte et regulariter instituta sunt facere) (Linage Conde, 1973: 224-227; Orlandis, 1964: 101; Díaz y Díaz, 1964: 10 nt. 19; Pérez de Urbel, 1934: 203-205; García Moreno, 1974: 147). Por otro lado, merece la pena subrayar la cercanía de Arcávica a la ciudad regia de Recópolis, la flamante fundación que Leovigildo erigió en tierras alcarreñas en honor a su hijo Recaredo. Esta proximidad entre ambas ciudades viene a avalar la importancia como núcleo cultural y religioso del Servitano, así como sirve para comprender la historia del monasterio y el interés que Ildefonso parece mostrar por dicho monasterio. Recópolis se halla, en palabras del padre Flórez, a “poco más de dos leguas de Ercavica a la orilla del Tajo entre Sasamón y Zurita.” Ambas ciudades estaban comunicadas por la vía que, desde el Levante, se dirigía hacia Segontia (Sigüenza) y Caesaraugusta (Zaragoza) (Flórez, 1792, p. 414 y VII, 71; Raddatz, 1964; Claude, 1965; Vázquez de Parga, 1967; Olmo, 1983, 1988 y 2000; Fernández, 1982). La importancia del Servitano se refleja claramente en la trascendental labor que debió desempeñar el abad Eutropio, sucesor de Donato a la cabeza de la comunidad monástica hacia 583 (Ioan. Bicl. Chron. 584, 5: Eutropius abbas Monasterii Seruitani discipulus S. Donati clarus habetur), labor que creemos tuvo que ver con su papel como tutor y preceptor del príncipe Recaredo. Junto a Leandro de Sevilla, verdadero factótum de la conversión de Hermenegildo, el abad Eutropio fue el encargado de organizar el III Concilio de Toledo del año 589, el sínodo de la conversión oficial de la nobleza goda a la ortodoxia nicena. El talento y la importancia del abad Eutropio está avalado por su actuación al frente de este trascendental sínodo y resulta aún más sobresaliente por cuanto era algo impropio de un simple abad. De hecho, sólo puede ser explicado por la cercanía del monasterio Servitano al entorno del nuevo monarca y, como ya presumió Díaz y Díaz, debido a la labor pastoral de Eutropio en la conversión del propio rey, paralela a la que antes realizara Leandro con el príncipe Hermenegildo. Dentro de esta cercanía entre Eutropio y Recaredo se comprende también la promoción del abad del Servitano a la importante sede valenciana. Ya Codoñer sugirió que esta elevación al obispado de Valencia estaba directamente relacionada con la estrategia política desarrollada por la corte de Recaredo destinada a solventar el problema de la ocupación imperial del levante peninsular (Codoñer, 1972: 52s). Asimismo, dentro de este contexto político de completar la labor iniciada por Leovigildo, que ansía hacer coincidir los límites del regnum

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Gothorum con los de la antigua diocesis Hispaniarum, ha de entenderse también la estrecha relación epistolar mantenida entre el abad del Servitano y Liciniano, obispo de Cartagena, y el trágico fin de este último en Constantinopla: Lucinianus Carthaginis Spartariae episcopus, in Scripturis doctus: cuius quidem multas epistolas legimus, de sacramento denique baptismatis unam, et ad Eutropium abbatem, qui postea Valentiae episcopus fuit, plurimas; XLV. Claruit temporibus Mauricii Augusti: occubit Constantinopoli, veneno, ut ferunt, extinctus ab aemulis... (Isid. Hisp. De Vir. Illustr. XLII). Interesante es también la plausible hipótesis apuntada por C. Codoñer acerca de la probable relación de origen que vincula a la fundación de Donato con el famoso monasterio de Ágali en Toledo, uno de los principales centros culturales del reino visigodo y vivero de obispos (Codoñer, 1972: 51). No se olvide que el obispo toledano remarca que Donato vino acompañado de septuaginta monachis copiosisque librorum codicibus y que, al igual que su paralelo toledano, el monasterio Servitano parece haber servido de cantera episcopal en la España de comienzos del siglo VI. De hecho, algunos autores apuntan la posibilidad de que el propio Liciniano fuera un antiguo monje del monasterio arcavicense (Madoz, 1948: 9; Orlandis, 1976: 205), hipótesis que a nuestro juicio podría extenderse también a Severo de Mallorca (Isid. Hisp. De Vir. Illustr. XLIII). La relación que parece existir entre ambos monasterios explicaría de forma convincente el interés de San Ildefonso por recoger la noticia de la fundación de Donato en una obra que está orientada a glosar la mayor gloria de la sede toledana y que apenas presta atención alguna a cualquier otro asunto que no tenga relación con ella (Madoz, 1948: 15s; Orlandis, 1976: 205; Barroso y Morín, 1996). Y, del mismo modo, la que fuera causa de su enaltecimiento primero, actuó después como germen de la rápida decadencia del Servitano una vez promovido Eutropio a la sede valenciana (Barroso-Morín, 2003). Existen, además, razones más que fundadas para pensar que, una vez entronizado Recaredo en el solio toledano, el grupo episcopal arcavicense fuera trasladado a la cercana ciudad de Recópolis. Este nuevo núcleo pasaría a convertirse de este modo en la capital de aquella región que las fuentes denominan Celtiberia, de ahí que su obispo firme las actas del III Concilio con el título ya de por sí significativo de Celtiferiae episcopus.

LA REALIDAD ARQUEOLÓGICA DE LOS OBISPADOS CONQUENSES Las diferentes campañas de excavación efectuadas en el entorno arcavicense han dejado al descubierto en el paraje denominado Vallejo del Obispo una impresionante construcción que ocupa una superficie de 50 x 45 m, esto es, un área de 2.250 m2. La entidad de los muros de esta construcción es considerable (variando entre uno y dos metros de grosor) y han sido levantados a base de hiladas de sillares reutilizados de la antigua ciudad romana colocados a hueso con relleno interior de piedras, argamasa y tierra. Las sucesivas campañas de excavación han permitido identificar tres áreas bien diferenciadas: una estructura rectangular que ocupa la zona noroeste utilizada como iglesia en época de repoblación; una sala rectangular orientada este-oeste que se ha interpretado como la cilla del monasterio mozárabe, de donde

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procede un buen lote de cestos de esparto que conservaban su contenido carbonizado (nueces, centeno, trigo y almendras), así como otro de utensilios domésticos que hacen pensar en un área de almacén y molienda. Por último, hay que mencionar una serie de recintos de 3 x 3 metros que parecen rodear una estructura central y que han sido interpretados como posibles celdas monacales. Esta distribución sugiere la existencia de un monasterio de planta centralizada o cuando menos con una cierta organización regular del espacio. Las excavaciones han proporcionado también algunos materiales que pueden fecharse en torno a la séptima centuria, entre ellos un fragmento de pilastra decorada con un tallo ondulado relleno de racimos de vid y otro de un broche de cinturón liriforme fabricado en bronce. De los alrededores de esta construcción proceden asimismo dos fragmentos de cancel calado con decoración de tetrafolias ejecutadas a base de círculos secantes, así como algún otro fragmento de escultura decorativa hasta ahora inédito. Asimismo, de este edificio o de otro próximo a él proceden dos capiteles corintios de hojas estilizadas, con paralelos en Toledo y en el área del sureste. El estilo de estos capiteles denota una cronología más antigua que la de los ejemplares toledanos, que habría que situar hacia finales del siglo VI o primera mitad del VII, y una procedencia común de algún taller levantino, como veremos luego. El material cerámico documentado durante la excavación del complejo fue objeto de estudio por parte de Yasmina Álvarez. Se trata de material perteneciente a la ocupación mozárabe del cenobio y fechado en la novena centuria. Esta autora constata la presencia de dos tipos diferentes de vajilla: una destinada a cocina y almacén que entraría dentro de la tradición romanovisigoda, y otra con acabados más depurados y formas más elaboradas destinada a vajilla de mesa (Álvarez Delgado, 1987 y 1989). Asimismo, el registro arqueológico evidencia una destrucción violenta del edificio en la segunda mitad del siglo IX, destrucción que estaría atestiguada por los restos de un gran incendio y el abandono in situ de los alimentos almacenados en la cilla. La fecha viene proporcionada por la aparición de un dirham de 252-262 H/866-876 d.C., cronología que concuerda con las noticias históricas referentes a la huida del obispo Sebastián a la corte asturiana. Próxima a este gran conjunto edilicio, en la ladera sur del castro de Santaver, se encuentra una construcción semirrupestre, excavada en el frente de la roca sobre la que se alza el antiguo municipio romano. Esta construcción, que aprovecha en parte una antigua cantera romana, está formada por dos cámaras: una exterior de planta cuadrangular y otra de planta circular excavada totalmente en el roquedo, en cuyo interior se excavó una sepultura situada al fondo de la cámara sobre la que campea una misteriosa inscripción que reza FAH. El significado de la misma se ignora, aunque sin duda está relacionado con la sepultura allí excavada (Cantera, 1955: 151-156; Schlunk y Hauschild, 1978: 165s, lám. 60b; Barroso y Morín, 1993: 24s). Tanto en el interior como en el exterior de esta construcción rupestre se encuentran grabados numerosos signos religiosos (cruces latinas, cruces de triple travesaño, un candelabro de siete brazos coronado por una cruz, etc.), destacando una gran cruz tallada frente a la entrada de la cámara interior. Alrededor de esta construcción y asociada a ella, pero a una cota superior, se

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Planta del monasterio servitano, Cuenca.

Monasterio servitano, Cuenca. Detalle de la técnica constructiva.

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Monasterio servitano, Cuenca. Placa de Cancel calada.

Monasterio servitano, Cuenca. Cilla.

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emplazó una necrópolis de tumbas excavadas directamente en la roca, con una distribución radial que parece respetar la cámara sepulcral (Osuna, 1976: 151-154 y 1977: 25-28; Moncó, 1986: 241-257; Moncó y Pérez Jiménez, 1992: 534-543; Barroso y Morín, 1994 y 1996). La disposición de las sepulturas en torno al enterramiento de la cámara interior y la proliferación de grabados en el llamado eremitorio sugieren una distribución ad sanctos con respecto a la tumba excavada en la cámara interior, en correspondencia con la noticia transmitida por Ildefonso acerca del enterramiento de Donato en una cripta (et in cripta sepulchri quiescens) y del culto a sus reliquias antes citada. No es ésta la única necrópolis documentada en los alrededores de Arcávica. Inundada por las aguas del pantano de Buendía se encuentra la necrópolis de La Rinconada, fechada en el siglo VII. Se trata de un área cementerial de 13 sepulturas (aunque no se descarta un número mayor) excavadas en 1982 por C. Moncó aprovechando el bajo nivel de las aguas del pantano. Esta necrópolis parece corroborar una bajada al llano de la población arcavicense, probablemente con dos núcleos principales de ocupación: uno en torno a la ladera sur del castro, en el Vallejo del Obispo y otro siguiendo el valle del Guadiela, frente a los baños romanos de La Isabela, próximo a la vía que conduce a Recópolis y Segontia, que explotaría las potencialidades agrarias que ofrece la vega del Guadiela (Torres Balbás, 1957: 27; Barroso y Morín, 1996: 176-178).

Monasterio servitnao, Cuenca. Dirham procedente de la cilla, siglo IX.

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Próxima al Vallejo del Obispo se encuentra una fuente construida con sillares romanos colocados a hueso y calzados con fragmentos de tejas. Presenta un acceso escalonado hacia el manantial. En uno de los sillares superiores se ha grabado una cruz de calvario. No es improbable que esta fuente monumental tuviera una relación con el monasterio o con algún edificio religioso cercano, ya que diversos restos aparecidos en esta área hacen suponer que aquí pudo encontrarse el núcleo episcopal y, por consiguiente, la iglesia catedral. De hecho, al menos uno de los capiteles del Museo de Cuenca procede de este lugar, y en esta misma zona nosotros mismos hemos hallado varios fragmentos de escultura con decoración geométrica. En tal caso, podría especularse acerca de su función como baptisterio monumental, ya que la fuente se ajusta bien a las disposiciones requeridas para los baptisterios: el agua es de manantial y el paso a la misma puede realizarse desde oriente. Por lo que se deduce de los restos arqueológicos, la comunidad monástica parece haberse establecido en un primer momento a los pies de la antigua ciudad romana, prácticamente

Emplazamiento primitivo del abad Donato.

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Iglesia rupestre con la tumba de Donato y enterramientos ad sanctos.

abandonada y diseminada por el valle fluvial que traza el Guadiela y por el Vallejo del Obispo. El emplazamiento del monasterio en uno de estos suburbia de una ciudad en plena decadencia concuerda con otros ejemplos de la España visigoda y altomedieval, siendo relativamente frecuente en el caso de ciudades del interior (Íñiguez, 1955: 21ss). La iglesia rupestre parece

Iglesia rupestre con la tumba de Donato.

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Iglesia rupestre. Panel exterior con cruces grabadas y menorah.

haber actuado como núcleo aglutinante de una comunidad eremítica organizada provisionalmente en lauras (lo que explica la alusión que hace Ildefonso acerca de la formación eremítica de Donato: cuiusdam eremitae fertur in Africa extitisse discipulus). Este núcleo original sería parcialmente abandonado después de que, gracias al mecenazgo de la ilustre dama Minicea,

Detalle de los enterramientos ad sanctos en torno a la tumba de Donato.

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se construyó el monasterio Servitano. Hasta ese momento sería alrededor del oratorio semirrupestre donde tendrían lugar los actos litúrgicos y la collatio o asamblea de los monjes. La fama de santidad y el carácter milagroso de sus reliquias abonarían un culto que con el tiempo terminaría por traspasar los límites de su diócesis, debido probablemente a la importancia de su sucesor dentro del proyecto político de Recaredo y a la relación antes reseñada entre el monasterio Servitano y el monasterio de Ágali (Ioan. Bicl. Chron. 571. 4: Donatus, abbas monasterii Seruitani mirabilium operator clarus habetur; Hild. Tol. Vir. Illustr. III: Hic et in praesenti luce subsistens et in cripta sepulchri quiescens, signis quisbusdam proditur effulgere salutis...). Los grabados alrededor de la iglesia y la distribución de las sepulturas constituyen la prueba palpable de esa devoción popular por el fundador del Servitano. La fecha del óbito de Donato se puede fijar hacia 583/584 en que Eutropio aparece documentado al frente de la comunidad monástica, o quizá hacia 580 si nos atenemos a la cronología propuesta para las epístolas de este último (Díaz y Díaz, 1958: 17s; Barroso y Morín, 1996). Pasado ese momento de esplendor que coincide con los reinados de Leovigildo y Recaredo, el Servitano parece haber entrado en una fase de decadencia. Es muy probable que la promoción de Eutropio como titular de la sede valenciana acarrease el traslado de los fondos bibliotecarios y parte significativa de la comunidad al monasterio agaliense. A esto debemos añadir que la segunda mitad de la séptima centuria fue una época de decadencia generalizada para muchas de las ciudades del interior de la Cartaginense. En el caso de la meseta sur, esta crisis se vio agravada además por una serie de condiciones naturales especialmente adversas. Las plagas de langosta de que da noticia Gregorio de Tours para el año 583/584 debieron sucederse cíclicamente en la región, dada la propia naturaleza de las mismas, provocando la ruina de las cosechas y la despoblación del territorio (Barceló, 1978). La gravedad de la situación se advierte todavía, 70 años después de las noticias del Turonense, en una ley de Chindasvinto sobre vacaciones de los tribunales de justicia que establece un adelanto en el calendario festivo para los tribunales de la Carpetania propter locustarum uastationem adsiduam (L.V. II 1.10). Muy diferentes son los datos históricos y arqueológicos de la sede segobricense (Almagro Basch, 1983 y 1984). Aparte de las signaturas episcopales en los sínodos toledanos, sólo contamos con los epígrafes dedicados a los obispos enterrados en la basílica exterior y con un considerable número de planos de la citada basílica que apenas permiten certificar algo con seguridad. La situación resulta un tanto desalentadora, sobre todo teniendo en cuenta que los trabajos arqueológicos en este yacimiento datan de una fecha tan temprana como es finales del siglo XVIII. De esta fecha data el descubrimiento de la inscripción poética dedicada al obispo Sefronio estudiada ya por Jácome Capistrano de Moya. El estudio más completo de todos los llevados a cabo por esa época se debe al erudito José Cornide. Su estudio iba acompañado por un plano del conjunto excavado debido a Melchor del Prado, sin duda el más completo de todos los que se levantaron en su momento (Capistrano de Moya, 1792: 23; Cornide, 1799: lám. 9). La basílica exterior de Cabeza de Griego es, en efecto, uno de los monumentos del periodo mayor interés ha despertado entre los investigadores desde que fuera descubierta hacia mediados del siglo XVIII (Cornide, 1799; Capistrano de Moya, 1792; Alsinet, 1765; Fita, 1888;

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Caballero, 1981; Mayer, 1982; Abascal y Cebrián, 2006). Se conocen varios planos de la misma que varían entre sí en algunos importantes detalles. Según el dibujo de Melchor de Prado publicado por Cornide, el más ampliamente reproducido, la basílica constaba de un ábside de herradura ovalado. Casi idéntico a éste publicado por Cornide es otro plano debido a la pluma de González Velázquez y el que se conserva en la Biblioteca Universitaria de Barcelona. Juan Antonio Fernández, archivero de la Orden de Santiago, del cercano monasterio de Uclés, realizó un nuevo dibujo en el que el ábside presentaba planta de herradura, ovalada al interior y pentagonal al exterior. El dibujo de Francisco Xavier de Palomares presenta un ábside de herradura circular algo peraltado, curvado al interior y rectangular al exterior. Paradójicamente a este temprano interés que despertaron las excavaciones de Cabeza de Griego, nos encontramos ante un edificio que no ha sido convenientemente excavado. Sólo en los últimos años se ha acometido a una limpieza exhaustiva del conjunto que ha permitido apreciar la auténtica planimetría del edificio y lanzar una hipótesis de su funcionalidad. Por lo que se puede deducir de los planos y los restos que aún pueden observarse in situ se trata de un edificio de grandes proporciones (48 x 26 m aproximadamente) estructurado en lo que generalmente se ha venido considerando como tres naves separadas por columnas. La fachada Este comunica con un largo crucero de brazos irregulares, de mayor extensión por el sur, y a mayor nivel, que contiene una cámara funeraria. Desde el eje del templo se penetra a través de una cámara cuadrangular, al fondo del ábside, que según la documentación de la época antes citada presentaba planta ovoide, pero que tras la limpieza del conjunto se ha demostrado de planta octogonal. En el interior de la misma se localizaron dos sepulturas, según las descripciones de la época. Otras dos tumbas con inscripciones aparecieron en el conjunto que precede a la cripta. Una de ellas está dedicada al obispo Sefronio, cuya muerte se fecha en el año 550 ó 600, según la lectura de Abascal y Cebrián, datación que constituye la más clara referencia cronológica para el edificio. La interpretación del conjunto, a falta de una intervención que actualice los datos que poseemos del edificio, parece sugerir la existencia de una cripta funeraria destinada a dos personajes importantes de la comunidad, junto a los cuales, pero fuera de ella, se enterraron los obispos Sefronio, su antecesor Nigrino y quizá el sucesor Caonio. En favor de esta prioridad constructiva, o por lo menos de la mayor importancia concedida a esta parte, se encuentra la técnica de construcción de grandes bloques, forma frecuente en las mejores iglesias de la segunda mitad del siglo VII. A tenor de los diversos planos del conjunto, se ha considerado que el templo presentaba un presbiterio levantado. La entrada a la cripta parece haberse realizado mediante una puerta en arco, también oval o de herradura (Puertas, 1967; Schlunk y Hauschild, 1978: 43; Caballero, 1981; Palol, 1991: 316-317). En resumen, parece haber un acuerdo unánime entre todos los investigadores en que nos encontramos ante un núcleo episcopal. En opinión de Palol, los muros fuertes que se adosan al conjunto por el muro sur podrían sugerir un episcopio, mientras que un posible ámbito octogonal situado a los pies del mismo podría hacer pensar en un ámbito bautismal. Para este autor, resulta significativo que este episcopio se situara sobre un núcleo funerario de prestigio y no en el interior de la ciudad (Palol, 1991: 318).

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Segóbriga. Vista aérea.

“Basílica” de Cabeza del Griego.

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Placa de Cancel procedente de Cabeza del Griego.

Placa de Cancel procedente de Cabeza del Griego.

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Por nuestra parte, pensamos que esta identificación del conjunto con una basílica tradicional no puede defenderse por más tiempo. Creemos, por el contrario, dadas las dimensiones y la evolución urbana de la ciudad, que nos hallamos ante un martyrium-mausoleo monumental que posteriormente daría origen a un panteón episcopal. Siguiendo los modelos de la arquitectura de representación tardoantigua, este panteón se hallaría precedido por una gran aula rectangular, que a su vez estaría flanqueada a ambos lados por sendos pórticos. Alrededor de este conjunto funerario se desarrolló una importante necrópolis cuya excavación proporcionó elementos de ajuar de los siglos VI y VII (Almagro, 1975). El conjunto mausoleo-panteón estuvo decorado con placas de tema geométrico que imitan en cierto modo los esquemas musivos romanos. Una de ellas, aparecida en el transcurso de las excavaciones del siglo XVIII, presenta un crismón y dos pavos reales sosteniendo guirnaldas. Otras van decoradas también con temas de tradición clásica de zarcillos y peces entre crismón, documentados por Cornide, existiendo placas de arte semejante repartidas hoy entre el Museo de Cuenca y las caballerizas del monasterio de la Orden de Santiago en Uclés. Pero aparte de estos relieves conocidos de antiguo existe casi un centenar de piezas prácticamente inéditas que hemos tenido la fortuna de estudiar y que avalan una cronología en torno a la sexta centuria (Cornide, 1799; Barroso, 2006). En cuanto a la hipotética existencia de una basílica interior situada bajo la ermita de San Bartolomé, insinuada ya por Schlunk aunque sin citar este emplazamiento de forma explícita, las últimas excavaciones efectuadas en el lugar sólo han documentado un conjunto termal de época clásica. Con todo, hay constancia de hallazgos de escultura decorativa en el interior de

Valeria, fotografía aérea.

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Anillos de cinta con símbolos cristológicos procedentes de Valeria.

la ciudad gracias a los trabajos efectuados por R. García Soria y P. Quintero y costeados por el inglés R. L. Thomson en 1892 que apuntan a la perduración de una parte de la población urbana en este periodo (Quintero, 1913: 91 y 127). Esta perduración de una parte de la población ha sido ratificada por recientes excavaciones que han puesto de manifiesto la reutilización privada de espacios públicos y que denota la decadencia de la ciudad en época visigoda (Abascal y Almagro, 1999; Abascal et alii, 2010: 52-64). Las piezas halladas en la intervención de Thomson difieren mucho de las documentadas en la basílica exterior y remiten, como bien afirmó Schlunk, al círculo toledano de la segunda mitad del siglo VII (1945: 315ss).

Columnilla procedente de Valeria.

Si escasos son los datos referidos a Segóbriga, desde el punto de vista arqueológico, la Valeria visigoda sigue siendo prácticamente una auténtica desconocida. Apenas conocemos un lote de hebillas de cinturón y un fragmento de fuste de columna de esa procedencia conservado en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid. Las excavaciones en el yacimiento, que se han centrado hasta ahora prácticamente en el área foral, no han proporcionado datos para este periodo. A modo de hipótesis, podría plantearse una reubicación del núcleo urbano hacia el solar que ocupa la actual población, lo que explicaría de forma convincente la ausencia de restos de esta época sobre los niveles de la Valeria romana.

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2. LA PROVINCIA DE CUENCA EN ÉPOCA ANDALUSI. LA KŪRA DE SANTAVER Entre los siglos VIII al X la organización territorial de la España musulmana fue variando. Ésta es una de las razones por las que hoy por hoy no es posible elaborar una relación completa de las coras o provincias de al-Andalus (Vallvé, 1986: 227). Dicho esto, el territorio andalusí diferenciaba las regiones en función de su localización en la frontera o lejos de ella. En cualquier caso la unidad territorial básica era la N౺UD (kuwar, plural), pero tendremos que esperar al gobierno del emir ‘Abd ar-Raḥmān I para que en al-Andalus se constituya una verdadera estructura administrativa en donde los distritos militares se conviertan en provincias (kuwar), que a su vez, se subdividan en distritos (aqālīm, singular, iqlīm). Este segundo nivel territorial tendrá como objetivo crear demarcaciones fiscales (Salvatierra y Canto, 2008: 51). Ya en la época de los califas ‘Abd ar-Raḥmān III y al-Ḥakam II el estado hispanomusulmán se estructura en provincias (N౺UD) y marcas (ଥXJ౺U, singular ଥDJU) (Lévi-Provençal, 1996: 118) La N౺UD era una circunscripción administrativa de carácter provincial que contaba, como es lógico, con una capital donde residía el gobernador y un territorio circundante. Este término fue adoptado en la Península en el siglo VIII a partir del periodo de los gobernadores. Y aunque el concepto se importó de Oriente, aquí incorporaría una variación importante, la dimensión del territorio, mucho más extenso en al-Andalus. La motivación era obvia, pese a la conquista, se pretendía mantener intacto el armazón administrativo de la España visigoda (Lévi-Provençal, 1973: 26). La N౺UD estaba organizada en distritos (iqlīm), que a su vez se dividían en alquerías. En cada iqlīm dominaba una población, frecuentemente fortificada, de ahí, que se las identifique como ૛LଙQ; asimismo, la defensa del territorio se completaba con la presencia de torres (burŷ y atalayas). En bastantes ocasiones el concepto de alquería y burŷ se fusionaban, conformando una unidad. Como ya hicimos mención en un párrafo precedente no se conoce completamente la estructura administrativa. Es muy probable que en los primeros años de la dominación musulmana toda la organización descansara en territorios extraordinariamente extensos. Posteriormente, transcurrido un tiempo y como consecuencia de la propia evolución política de al-Andalus, estos grandes conjuntos se fraccionarían para dar paso a otros más pequeños. Dentro de esta hipótesis, las fuentes dan a entender, que en los primeros años Santaver, cuyo territorio nos ocupa, habría dependido de Toledo. El reconocimiento de Santaver como unidad administrativa propia no debió ser temprano. Si hacemos caso a los datos recopilados por E. LéviProvençal, es al-Rāzī quien incluye Šantabariyya en un largo inventario de las regiones que forman parte de al-Ándalus (Lévi-Provençal, 1996: 116-119). Eduardo Manzano ha utilizado la narración de Muqtabis V, del cronista Ibn Ḥayyān, texto que identifica una lista de los gobernadores en la etapa del gobierno de ‘Abd al-Raḥmān III, en la etapa comprendida entre los años 912-942, nómina que identifica un total de 26 N౺UDV (Manzano, 2008: 519). En prinicipio, la N౺UD no es una unidad administrativa habitual en las regiones fronterizas. Sin embargo, en el caso de Santaver, que si está incrustrada en la frontera, parece una excepción (Manzano, 2008: 522).

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El nombre Šantabariyya se identifica con la Celtiberia y era una extensa N౺UD que se correspondería con casi la totalidad de la provincia conquense y amplias zonas de las limítrofes de Valencia, Teruel y Guadalajara. “En un principio debía incluir las jurisdicciones de al-Sahla de los Banū Razīn (Albarracín), Barūša, Medinaceli, Guadalajara y tal vez Calatayud” (Vallvé, 1986: 309). Más o menos vendría a coincidir con las demarcaciones territoriales de tres diócesis, las de Arcavica, Segobriga y Valeria, todas dependientes de Toledo; organización territorial que se habría mantenido inalterable desde su creación en el periodo hispanorromano. Ahora, bajo el Islam se consolida la misma organización, pero transmutándose cada una de las diócesis en iqlim o climas. Ercavica ahora es Šantabariyya, Segobriga deja paso a Uqlī౺ (Uclés) y :DEૅD (Huete), desapareciendo Valeria en favor de Qunka (Cuenca). Por lo tanto, si hacemos caso a cronistas como al-Rāzī, del siglo X -Crónica del moro Rasis(al-Rāzī, 1975: 299), y de Ibn Gālib, granadino del siglo XII -)DU૛DW al-Anfus fī ajbār al-Andalus = Alegría de las almas acerca de la historia de Al-Andalus- (Vallvé, 1975: 377), el término de Santaver contaba con numerosas villas y castillos. Asimismo el territorio no solo destacaba por sus montes, sino también por la fertilidad del suelo, en donde crecían “muchas y buenas yerbas”, por la calidad para el cultivo de cereal; además de las vegas en donde crecían todo tipo de árboles frutales, sobresaliendo por encima de todos avellanos y nogales (al-Rāzī, 1975: 299). Al comprobar la dependencia de villas y castillos con respecto a Santaver, sería posible confirmar que este momento tiene reconocida una estructura administrativa. Con respecto al territorio que nos interesa, el gobernado por Banĭ ૄí-l-1౺P, a veces también llamado “el país de Santaver” (Ibn Ḥayyān, 1981: 157), sobresalen puntos como Santaver, Huete, Zorita, Uclés o Cuenca. En concreto el distrito de Santaver, que cuenta con una extensión territorial considerable, ubicada en el centro de la provincia de Cuenca, estaba habitada por bereberes en convivencia con residentes indígenas (Guichard, 1995: 396-402). La N౺UD de Santaver estuvo ubicada en una zona estratégica para el control del noroeste y el este peninsular, en el centro del sistema defensivo del Estado omeya. Esta relevancia política se demuestra en numerosas ocasiones, y sobre todo durante el periodo de los imperios magrebíes, hasta que Alfonso VIII consigue dominar definitivamente la ciudad de Cuenca y comienza la posterior colonización cristiana de estos territorios. El interés estratégico del país de Santaver se centra fundamentalmente en el control de las rutas del Tajo, sobre todo en las zonas cercanas a Toledo, en donde destaca Zorita. Una de estas vías era la que conectaba Córdoba y Zaragoza, pasando por Toledo. Santaver estaba gobernada por una familia bereber que entró en la Península Ibérica formado parte del ejército de conquista comandado por Ṯāriq ibn Ziyād. Igualmente eran bereberes las tropas mercenarias empleadas en algunos momentos durante el Califato y también era bereberes los almorávides y los almohades. Los contingentes del siglo VIII, formados mayoritariamente por bereberes, como primer contingente que entra en la Península, fueron los primeros en tener la posibilidad de establecerse en Hispania. Eligieron aquellos territorios próximos a las rutas de la conquista (Chalmeta, 1994: 160). Y ocuparán las tierras entre el Guadiana y el Tajo y las regiones centrales de la Meseta.

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Estos grupos, allí donde se asienten, intentarán instituir sus estructuras originarias. Siguiendo este esquema, los bereberes plantean un hábitat rural disperso, en climas duros, organizado autárquicamente, formando pequeñas unidades clánico-tribales independientes (Chalmeta, 1994: 162 y 231). Con la llegada de ‘Abd ar-Ra૛mān I estos grupos bereberes consolidaron y mejoraron su posición, afianzando su dominio sobre los territorios entre los mencionados ríos y el levante. Este hecho no es otra cosa que el final de una evolución; es decir, aparecen familias que consiguen dominar a un grupo humano, controlar un territorio y gobernarlo. Precisamente un buen ejemplo documentado es el de Santaver, con los Banu ૄíO1౺P, de la tribu de hawwara (Manzano, 1990a: 426), grupo bereber que llegó a la Península formando parte de las tropas invasoras comandadas por Tariq. Uno de los miembros decisivos del mismo fue Banu Zannun, instalado en la región, era el quinto descendiente de los conquistadores; él fue quien arabizaría el nombre, convirtiéndolos en los ૄí O1౺P. Su hijo, Sulayman, aseguraría su autoridad al forjar una alianza con el emir Muhammad, posición que le permitiría consolidar el control sobre el territorio, incluso más allá del califato, pues se instauraría como dinastía gobernante del reino taifa de Toledo (Manzano, 2006: 184). A finales del siglo VIII, en la región de Santaver, de entre las tribus bereberes, destacaban ciertos clanes, como b. Madyn, b. Azzun y b. Zannun, clanes que se enfrentarían entre ellos para conseguir el dominio total sobre el territorio. A mediados del IX la hegemonía fue conquistada por los b. Zannun (Salvatierra y Cantó, 2008: 72). Del comienzo del dominio de los Banū ૄíO1౺P sobre la N౺UD de Santaver tenemos un fragmento de al-Muqtabis de Ibn Ḥayyān y se remonta a cuando Fāth y Mutārrif gobernaban conjuntamente y habitaban en su ciudad de Santabariyya: “que hicieron muy fuerte juntamente con toda la región. Impidieron a la autoridad central la entrada en sus pueblos, teniendo, para defenderse, que construir fortalezas, torres y trincheras. Floreció la región durante su gobierno y aumentó su población. Prohibiendo la entrada en sus dominios de todos los enemigos. El mayor de todos era
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